¿Cómo éramos hace 60 años? De pueblo a ciudad y el deporte (1ª Parte)
Vamos a asistir, como en una sesión de cine, al día a día de Elda y Petrer en los años 50. Sabremos de los primeros policías, de la llegada de los autobuses urbanos, de los nuevos edificios con varios pisos de altura, de la creación del Centro Excursionista Eldense... pero también conoceremos las preocupaciones de la gente de la calle.
¿Cómo eran las fiestas de Moros y Cristianos?, ¿y las de Fallas?, ¿qué deportes se practicaban?, ¿de qué manera se divertía la gente?, ¿cómo fue el proceso de la transformación de pueblo a ciudad?
Las respuestas a estas preguntas las hemos encontrado en la hemeroteca del Valle de Elda, que hoy se puede consultar en este mismo periódico digital. Pero no hace falta que nos leamos todos los números durante un año, ya lo hemos hecho nosotros, concretamente desde septiembre de 1956 cuando se funda Valle de Elda hasta el mismo mes de 1957. Hemos escogido las noticias más llamativas y prestaremos también atención a las opiniones de los redactores y de los propios ciudadanos en torno a un pueblo en el que casi todo estaba por hacer. Estas informaciones no figuran en los libros de Historia y son, como las vitrinas de los museos arqueológicos que muestran útiles de la vida cotidiana, las que más información nos aportan. Es probable que los mayores reconozcan muchas cosas y que los jóvenes se queden sorprendidos por cómo hemos cambiado en poco más de 60 años.
Antiguo Mercado de Abastos Municipal de Elda.
Elda era una pequeña ciudad con un presupuesto anual de siete millones de pesetas -sobre 42.000 euros-, donde la subasta del servicio de la recogida de basuras fue por solo de 75.000 pesetas -unos 450 euros-. Se necesitaba con urgencia un nuevo edificio de Correos y Telégrafos, por lo que el pleno municipal aprobó ceder los solares de la antigua fábrica de los Bellod en la calle Dahellos. El Ayuntamiento diseñó un Plan de Alineación y Ensanche que permitiera sustituir las casa bajas por edificios, pero por el contrario, no llevó a cabo la construcción del anunciado Campo de deportes con pistas de tenis, baloncesto, atletismo y piscina, posiblemente confiado en que este papel lo haría el Centro Excursionista Eldense.
Estos cambios y otros muchos transformaron la ciudad, pero no deja de sorprendernos que algunas cosas sigan igual hoy como la presencia de la clandestinidad industrial, que fue el tema central de la asamblea de los fabricantes de calzado celebrada en el cine Rex convocada por el Sindicato de la Piel.
Era la época de la construcción de los grupos de viviendas de iniciativa pública como Las Trescientas, el Grupo Virgen de la Cabeza o el Grupo Luis Batllés. El periódico también daba cuenta del increíble esfuerzo de Gabriel Bustos para hacer realidad el barrio San Francisco de Sales. Curioso era el anuncio del primer edificio de seis alturas en la calle Jardines, con el llamativo titular a toda página de “Elda se eleva”. Esta expansión obligó, entre otras cosas, a instalar dos buzones del servicio de Correos en sendos puntos “alejados del casco urbano”, asegura la noticia: uno frente a la fachada del Mercado de Abastos y otro en la Avenida de Chapí.
Algunos de los nuevos edificios se iban levantando sobre antiguas fábricas como la de Pedro Bellod. Ello le llevó a decir al lector Alberto G Amat que sentía lástima por el derribo de la fábrica de Rodolfo Guarinos y, sobre todo de su reloj, por lo que pedía que lo trasladaran a la iglesia de la Inmaculada, que carecía de uno, “Durante la Guerra Civil, desaparecida la Iglesia Parroquial, la torre central de la fábrica de R. Guarinos, con su reloj luminoso, acompasó la vida ciudadana y este reloj fue, de hecho y derecho, el reloj del pueblo”, aseguraba con nostalgia.
Entre el pueblo y la ciudad
La ciudad presentaba agudos contrastes con viejas infraestructuras frente al progreso económico que iba trayendo el auge del calzado. Las quejas de los lectores en la sección “Correo de Valle” eran muy significativas, como la que hablaba del cruce de conversaciones telefónicas porque las operadoras se confundían a menudo con las clavijas; otra sobre los carros que recogían la basura, pues iban dejando un reguero de suciedad por donde pasaban; o la carta de una ciudadana pidiendo papeleras o “recipientes”, como decía, donde los niños tiraran los envoltorios de las golosinas. Otros lectores se quejaban de que les vendían huevos de pato por los de gallina, de la cantidad de gatos que andaban sueltos por las calles o de la mala imagen que daba a los visitantes la entrada a la ciudad desde Villena porque mostraba las ruinas del antiguo manicomio.
La mezcla entre lo rural y lo urbano que vivía la ciudad se reflejaba en la noticia del accidente del autobús de línea Madrid-Alicante que “colisionó con un carro conducido por caballerías que circulaba en dirección contraria porque un caballo se espantó y asustó a los otros dos, resultaron muertos dos animales y con daños de importancia el autobús”. También eran objeto de crítica las largas filas de carretillas estacionadas en las calles a pleno sol repletas de los artículos de las fábricas. De la carestía económica de la época daba cuenta la nota del propio alcalde, que utilizó el semanario para tranquilizar a la ciudadanía ante la alarma generada por el anuncio del desabastecimiento de carne, azúcar y aceite.
Demografía
Una mención especial merece el capítulo de demografía, ya que el periódico publicaba los nacimientos, matrimonios y defunciones, lo cual constituye una verdadera cantera de datos para estudiar la evolución de la población. Llama la atención el elevado número de nacimientos, así como la edad de los difuntos, que estaba muy por debajo de la media actual, como se ve en una de las semanas en la que los fallecidos tenían 23 meses, 22 meses, 41 y 51 años. En la misma página figuraban las misas, que se limitaban a las dos parroquias existentes, Santa Ana y la Inmaculada, además de la capilla del antiguo Hospital.
Entre los sucesos luctuosos figuraba la noticia del primer agente comercial fallecido, Antonio Vera Romero, que recibió de la Agrupación Sindical de Viajantes y representantes una ayuda para su viuda.
Pero si existía una sección capaz de hablar del pueblo que era Elda es la de “Sanciones”, sobre las multas que imponía la Guardia Municipal por diferentes asuntos: 250 pesetas a nueve comercios de ultramarinos por tener los pesos desnivelados; cien pesetas por gamberrismo escandalizando en la Plaza de Toros; otras cien pesetas por vender patatas a un pecio superior al de la tasa; 25 pesetas por amasar cemento en calle asfaltada; o cinco multas por vender leche aguada, con una sanción de 100 pesetas cada una.
Por sorprendente que pueda parecer, los pequeños apartados ocasionales como «Objetos perdidos» son los que más nos ayudan a imaginar cómo era la actividad industrial de la ciudad y su deficiente organización, como este “Aviso: en la Calle Fal Conde 7, se halla depositado un zapato de señora ya terminado, con su horma”, o este otro más extenso comunicando que en el retén de la Guardia Municipal situado en los bajos del Ayuntamiento se encontraban recogidos numerosos objetos desde “cortes aparados y sin aparar, zapatos completos sin usar (algunos con horma dentro), hormas, pegamento de suelas, de cartón o “serraje”, troquelado, rebecas, bolsos, guantes, gafas y una cartera escolar de niño con material escolar y libros”.
Más curiosidades
Curiosidades encontramos muchas como una noticia que reproducía una nota aparecida en el diario Información de un tal Juan Sirvent que vivía en Francia y buscaba parientes en Elda para dejarles su fortuna, pues no tenía hijos. O la visita de la esposa y la hija “del embajador USA” quienes, de camino hacia Madrid “desde Ifach”, pasaron por Elda y comieron en el Hotel Sandalio, lo cual merecióñ una reseña en el semanario.os
Sobre los nuevos precios de las barberías, el presidente del gremio de Peluqueros, Francisco Martínez, tranquilizaba a los lectores diciendo que “el afeitado corriente no experimentará absolutamente ninguna variación y únicamente se subirá el retoque de cuello, el corte de pelo y todo aquello en lo cual entre el peine y la tijera” ya que el gremio fijó un promedio de tres servicios por hora, que “en otros pueblos podrían ser 5 o 6 servicios, pero en Elda no, porque al cliente le gusta ir muy bien arreglado y hay que esmerarse mucho para que quede a plena satisfacción”.
Por otra parte, tenemos la conmovedora carta del limpiabotas José Carpena que escribía:
“A las buenas madres de Elda: a ustedes me dirijo con todos mis respetos, y las comunico que desde el día 31 de julio soy padre de un hermoso niño (Dos nos ha premiado, a mi señora y a mí). Por este motivo me dirijo a ustedes para rogarles, que si tienen alguna ROPICA vieja de sus hijos, que no la usen, se acuerden de este nuestro hijo, ya que mi trabajo de LIMPIABOTAS no me permite equipar a mi nene con las cosas más necesarias. No les pido DINERO, soy joven y quiero trabajar, y trabajo en la PELUQUERÍA VERA (Calle Generalísimo), donde puede enviarme alguna ropica para mi hijo. Les doy las gracias anticipadas. El limpiabotas, José Carpena”.
Los pasos agigantados hacia la modernidad traían el inicio de la sociedad de consumo, que se reflejaba en el interés de los ciudadanos por el mundo de la moda, como criticaba un observador Francisco Tetilla. Eduardo Navarro lamentaba, a su vez, la marcha de españoles al extranjero según indicaban los anuncios que exhibía la pizarra instalada de la calle Jardines animando a la emigración de obreros a Francia y Bélgica.
Entre las noticias positivas figuraba la nueva Casa de Socorro que prestaría servicio sanitario urgente en el Hospital Municipal, ante el peligro que traía “la vida moderna con su aumento de la circulación rodada, el enorme contingente de motos, scootters y además ingenios que pululan por nuestras calles”.
El cambio radical que iba sufriendo Elda llevó a la publicación de artículos de varios lectores añorando sus juegos de infancia en el río Vinalopó, en el Arenal de Petrer o un relato de Juan Madrona evocando el recuerdo de Manuel Martínez Lacasta soltando globos para los niños.
El cine y el fútbol
Los ciudadanos de Elda tenían a mediados de la década de los 50 dos distracciones los fines de semana: ir al antiguo campo de fútbol para ver un partido del Deportivo Eldense o de la Unión Deportiva, o asistir a uno de los seis cines que proyectaban películas los sábados, domingos y lunes a las 19 y las 22:30 horas. El colaborador Francisco Tetilla resumía estos dos posibles planes con gracia en su crónica deportiva, parodiando a su vez al Tenorio eldense:
“¿No es verdad, ángel de amor,
que sin ir a merendar
al Cantó o al Castelar
vemos el cine mejor? (…)
Tu belleza me cautiva
y siempre estaremos juntos
porque vas ganando puntos
como la Unión Deportiva”.
Por increíble que hoy nos parezca, Elda contaba con seis salas de cine que ofrecían sesiones dobles o una única película si se trataba de un rabioso éxito internacional en tecnicolor. Los domingos de invierno era especialmente difícil conseguir localidades, por lo que un ciudadano pedía que se abrieran más salas de espectáculos. En verano los cines se acondicionaban como terrazas al aire libre para ir después de cenar. Se sumaba también la plaza de toros, con títulos de largometrajes que cambiaban todos los días.
Los lectores escribieron numerosas cartas al Valle quejándose de los cines en aspectos como la impuntualidad de las proyecciones, la incomodidad de las butacas de madera, la escasa la profesionalidad del acomodador -que iluminaba las caras y no los pies-, los gritos de “los gamberros” que entraban tarde, la poca visibilidad de las nuevas pantallas -que quedaban tapadas en parte por las columnas de las salas al ser más grandes-, las personas que no hacían caso de la prohibición de consumir las meriendas en el cine, o el escaso tiempo de ventilación de quince minutos entre sesiones.
De vez en cuando llegaban a la ciudad compañías de teatro que actuaban en los cines o instalaban sus carpas ambulantes para ofrecer comedias, género que resultó desbancado por la revista, muy a pesar de los redactores de Valle de Elda.
Algunos ciudadanos empezaban a salir de la ciudad en verano los fines de semana, por ello, en el artículo “Éxodo veraniego”, el articulista destacaba la “inenarrable” estampa de los eldenses aglomerados “ante las agencias de viajes, estación de ferrocarril y salida de líneas de autobús hacia las playas cercanas”.
El periódico nació siendo un medio muy modesto que no rebasaba las diez páginas y el deporte ocupaba una tercera parte de ellas, especialmente la información sobre el fútbol, sobre todo del primer equipo, el Club Deportivo Eldense, seguido de la Unión Deportiva con secciones como “Tiros desde la general” y “Serpientes de verano“ de Pedro López Carpintero, “De caseta a caseta” de Vicente Valero, “El duende del parque”, pseudónimo colectivo, o “Lo que el viento recogió” de Francisco Crespo. Pero también anunciaba las competiciones locales en “Fútbol Modesto” y cubría otros muchos deportes con espacios más reducidos.
Múltiples deportes
El Balonmano tenía un espacio fijo y el Pizarro acababa de ascender a Primera División, pero la mayoría de la población no lo seguía, por lo que Paco Crespo se lamentaba de “la indiferencia o el desconocimiento general” del público.
El Club Ciclista Eldense es una de las entidades deportivas más veteranas de la ciudad. Fundado en 1935, hasta 1956 había organizado más de cien pruebas ciclistas de todas las categorías y en 1957 pasó de 30 socios a más de cien.
El boxeo se cubría informativamente con un interés especial, y ya en el número 3 de Valle de Elda, Pedro López entrevistó a Gali, uno de los más firmes valores del boxeo local. Especial atención mereció el descubrimiento del “coloso Guillén, con más de 80 kilos de peso y una pegada escalofriante. No tiene noción de las más elementales reglas del boxeo, mas si se le prestara atención…”, por ello a su carrera se le hizo un exhaustivo seguimiento desde que ganara la final del Campeonato Regional de aficionados en la Plaza de Toros tras vencer por K.O. a Pérez, también eldense.
El Club de Ajedrez Ruy López, que cumplió 75 años en 2016, también tenía su espacio en este primer año del semanario, con información de las partidas que jugaban y de sus reuniones, todo ello en el Bar Negresco. Como dato curioso, mandaban un abrazo a dos miembros del club que emigraron a Argentina, José Mora y Felix López.
El baloncesto contaba con una columna semanal, aunque “está en estado comatoso, pero ahora hay novedades, se están entrenando muchas chicas para formar varios equipos femeninos”, afirmaba Francisco Crespo, quien insistía en que Elda no apoyaba a sus equipos, y casi toda la información de este deporte se refería a los equipos de Petrer.
La reseña pionera sobre el montañismo en el semanario fue de un miembro del Centro Excursionista Eldense en ciernes, que apareció bajo el título “Una excursión” “al Puig y Maymó”, donde se afirmaba que cuatro de los deportistas de Elda fueron hasta allí en moto y otros dos “a pie por hallarse en magníficas condiciones físicas”.
La primera mención sobre el tenis fue en un artículo donde un lector se quejaba de que el fútbol copaba casi todo el espacio del periódico y llamaba la atención sobre otro deporte “que no ha conseguido la fuerte popularidad de otros, pero que llegará a conseguirla: el tenis” y mencionaba, como dato curioso, que el único campo de tenis era privado y estaba en la casa de campo de Luis Bel.
Sobre el motociclismo, una entrevista a Pascual Batllés Juan, delegado de deportes del Moto Club, con dos fotos de las modernas instalaciones, recordaba que esta entidad organizaba una prueba de motociclismo en Fiestas Mayores.
Valle de Elda daba cuenta en este primer año de otros deportes como la Gran Tirada Regional de Tiro al Plato organizada por la Sociedad de Cazadores eldenses en su campo de tiro “Santo Negro”, que repartía 2.000 pesetas en premios, o los partidos de pelota con “excelentes pelotaris de la región valenciana, entre los que está el petrerense “Tisteta”. Aparecía, por otra parte, una cita del 9º Concurso Provincial de Colombicultura en el que el eldense Francisco Milán ganó el segundo premio con su palomo “Machín”.
El Deportivo Eldense y la Unión Deportiva
En torno al Deportivo Eldense corrieron ríos de tinta en el periódico, sobre todo por dos cuestiones: el discutible apoyo de la afición al equipo, especialmente de las peñas -Peña Pro-Ayuda, Peña Jardín Castelar y Peña Eldense-; y los continuos problemas económicos que presentaba el club, siempre desde la pasión con la que viven el deporte rey los periodistas especializados. Era el primer año del Eldense en Segunda División y las dificultades para afrontar el pago de los sueldos de la plantilla y sus viajes eran más que evidentes. El semanario publicó durante muchas semanas entrevistas a sus jugadores en lo que fue la época dorada con figuras como Fustero, Grande, etc.
Pedro López “Carpintero” escribió el encendido texto “En defensa de la verdad” como respuesta a un artículo de un tal JMA que arremetía contra la directiva y los jugadores del Eldense por no pelear los partidos:
“No tendremos un equipo de gran clase, pero de coraje y amor propio y sentir los colores que visten, en esto no es superado en todo el grupo en el que militamos (...). Después de una derrota, pocas veces les has visto por las calles de nuestra ciudad; marchan a sus casas disgustados (...). Sí amigos, nuestros jugadores no siempre pueden deshacerse el nudo de las botas porque las lágrimas se lo han impedido”.
Las divertidas viñetas de Pascual Amat con su “Humor deportivo” o la ironía de “Carpintero” desde su sección “Tiros desde la General” rebajaban la tensión futbolística.
Por otra parte, en Elda existía otro equipo importante, el Unión Deportiva, que militaba en Tercera División, y sus dificultades económicas no eran menores: “Y la unión a la cabeza. Cumpliendo todos, cobrando poco, sin fama y sin nada; pero ahí está”, decía con gracia “Carpintero”. Ya en el primer número de Valle de Elda, Vicente Valero entrevistaba a los presidentes de ambos clubes, a Luis Cremades por el CD Deportivo y a Emilio Ortiz por la Unión Deportiva Eldense. La imposibilidad de que Elda pudiera afrontar los gastos de dos equipos importantes hizo que desde el semanario se abogara por la fusión de ambos en uno solo.
Ya en el primer número se anunciaba un concurso deportivo entre los lectores –para financiar el periódico, patrocinado con dificultades por el comercio local- para acertar el resultado de los encuentros que jugaban ambos clubes en sus respectivas competiciones.
Un apartado que merece una atención especial es el de “Fútbol modesto”, que daba cuenta de los encuentros de los equipos de aficionados en campeonatos locales, con nombres como Club Deportivo Calvario, Unión Deportiva San Antón, Real Iglesia, Club Deportivo Vergel, CD Huracán o CD Ciclón.
La presencia de Petrer
El periódico siempre abogó por romper barreras culturales, económicas y sociales con Petrer, de hecho, en un artículo sobre sus Fiestas Mayores, en octubre de 1956, el periódico hablaba de la “enfervorizada adhesión de sus hijos de Elda” a la patrona de Petrer.
A pesar de que existía cierta distancia física entre ambos núcleos urbanos, en las actividades culturales se diluían las fronteras. Antonio Collados alababa la actuación de la Unión Musical en Petrer, junto con la Coral Crevillentina, en un concierto que agotó las entradas, debido, entre otras cosas, a la asistencia de público de Elda, según decía la crónica. Por su parte, el semanario recuerda que la Biblioteca Municipal de Elda contaba con numerosos socios de la población vecina y una sección dedicada a Petrer.
Los fundadores de Valle de Elda mantenían una estrecha amistad con el gran poeta de Petrer Francisco Mollá, quien en casi todos los números publicaba un poema. Este poeta además escribía artículos, como el titulado “Elda y Petrer” que se publicó en primera página, donde recordaba que antes “tener novia en el otro pueblo era un heroísmo; y trasladarse de noche, una temeridad”, y se felicitaba porque “los pueblos han ido acercándose uno al otro hasta haberse dado las manos”. Francisco Mollá merece una atención especial, no solo por la calidad de sus poesías y relatos, sino por su modernidad, sobre todo, cuando valoraba el papel de la mujer, de hecho, pidió que si se levantaba un monumento al zapatero, se colocara al lado otro de la aparadora. También escribió un moderno mensaje ecologista y sensible a la naturaleza en “Hermano árbol”.
Avanzados para su tiempo
Tanto los redactores como algunos de los lectores de Valle de Elda nos sorprenden todavía hoy por las ideas avanzadas que tenían para su tiempo. La persona con más visión de futuro fue, sin duda, uno de sus fundadores y director, amén de cronista oficial de Elda y posteriormente Hijo Predilecto, Alberto Navarro, quien pedía, por ejemplo, que Elda imitara la ciudad italiana de Vigevano que contaba con un Museo del Calzado y un monumento al zapatero. También demandó una Casa de la Cultura adelantándose más de 20 años a su construcción. Mientras que en “Elda y el turismo” lamentaba que Elda se quedase fuera del circuito nacional del incipiente turismo que estaba surgiendo en el país, por lo que proponía que se publicitase nuestro único atractivo, que para él lo constituían las fiestas de Moros y Cristianos y, como condición ineludible, demandaba que se crease la comparsa de Cristianos, que no existía aun. Por otra parte, un incendio en la fábrica de calzado de José M Batllés dio pie a que pidiera un servicio contra incendios en la ciudad. Tanto él como el semanario se mostraron siempre entusiastas defensores de la apertura de una emisora de radio local, que luego sería Radio Elda.
Leemos un mensaje que hoy se denominaría "animalista" del lector A. José lamentándose del maltrato animal del gallo vivo que se colocaba en lo alto de la cucaña de San Antón, “me consta, naturalmente, que seré tildado de sensiblero y pusilánime. No me importa” concluye. Mientras que Romero Ibáñez proponía crear zonas verdes en el río y celebrar el Día del Árbol, así como limpiar el Castillo.
Los redactores de Valle de Elda eran lectores habituales de periódicos nacionales y estuvieron al tanto de las noticias que podían beneficiar a la ciudad, como en agosto del 57, cuando instaron al alcalde a solicitar al Estado un Juzgado de Primera Instancia aprovechando la nueva legislación, y recuerda que el letrado eldense Antonio González Vera ya lo intentó hacía 25 o 30 años sin éxito. Algo que se conseguiría después.
En aras a la modernidad, cuando los lectores escribían alarmados sobre los frecuentes cortes de agua, el semanario elaboró un amplio reportaje de investigación para aclarar que estos se debían a la nueva canalización del agua potable desde los pozos de Salinas para obtener el doble del caudal, obra valorada en un millón de pesetas -6.000 euros-. Es llamativa, además, la elevada cantidad del préstamo de cinco millones de pesetas -30.000 euros- concedida por el Servicio Nacional de Crédito Agrícola para la compra de dos pozos en Villena y la canalización hasta aquí de esta agua de riego, una noticia que Valle anunció a toda página con el titular “Elda volverá a ser un vergel”.