Un hombre bueno, sencillo y culto
Enrique Amat nació el 4 de octubre de 1912, en el seno de una familia en la que habían descollado juristas, escritores y diplomáticos de gran prestigio. En la memoria de muchos de sus coetáneos y las generaciones siguientes, queda la huella de la intensa labor social y cultural desarrollada por Enrique desde su primera juventud, presidiendo aquel inolvidable equipo de fútbol, denominado Realidad Ibérica Petrelense (RIP), y su renovadora actuación al frente de las Juventudes de Acción Católica en los años inmediatos a la sangrienta Guerra Civil.
Aunque nunca quiso ocupar cargo alguno en la vida política local, la preocupación por el desarrollo social y económico de su pueblo le llevó a colaborar, una vez finalizada la contienda civil, con la comisión gestora nombrada por el gobernador civil de la provincia para la normalización, organización y desarrollo del municipio. También participó como miembro activo en la comisión encargada de la reconstrucción de la iglesia de San Bartolomé, atendiendo así a su ideal religioso y profunda fe católica.
De 1970 a 1975 ocupó el cargo de juez de paz, que desempeñó con justicia y honestidad, granjeándose el reconocimiento y la admiración de todos los petrerenses en los años previos a la transición democrática. Pero, sin duda, Enrique Amat Payá sobre todo es recordado por su obra literaria, fruto de sus privilegiadas dotes poéticas e intelectuales. Aparte de su participación en el libro colectivo de poesía titulado Cuando las yemas revientan (1967), su obra constituye una especial trilogía: Mi manera de pensar (1990), recopilación de escritos y trabajos del autor sobre Petrer, sus fiestas y sociedad; Mi poético sentir (1993), antología poética en que se seleccionaron sus mejores poemas; y, finalmente, Mi personal opinión sobre casos y cosas (1997), que se publicó tras su muerte y que recoge una miscelánea de artículos y poemas inéditos. Poemas como: “Petrel, mi viejo conocido”, “Noche silenciosa”, “Es todo hombre mi hermano” o “Tus manos entre las mías”, “Mi madre eres” o “Estaremos a tu lado” por citar tan solo algunos, son todo un referente de buenhacer poético.
Su faceta festera es de todos conocida y, aunque se inició en la fiesta como flamenco de la mano de su tío Anselmo Brotons, pronto se convirtió en moro viejo y fue moro hasta el final de sus días. Fue director del programa de San Bonifacio entre 1962 y 1964 y el alma de esta revista publicando numerosos artículos. En 1983 se le nombró socio de honor de la Unión de Festejos San Bonifacio mártir. Prueba de su amor a la fiesta y a San Bonifacio son sus poemas: “Mañana, Señor mañana”, dedicado a las abanderadas, “Mañana de entrada” o “Creo en San Bonifacio”.
Enrique también dirigió el programa de fiestas de la Virgen del Remedio de 1940 a 1960, ofreciéndole a la recordada Libertad Brotons colaborar en el mismo, a ambos siempre les unió un profundo respeto y afecto. Afecto que también compartió con el otro poeta por antonomasia de Petrer: Paco Mollá.
El 18 de marzo de l997 nos dejó para siempre, aunque su recuerdo y sus versos siguen vivos en todos los que tuvimos la suerte de conocerlo. Fue en la sesión plenaria del 18 de diciembre de ese mismo año cuando se acordó que se denominándose con su nombre una vía de nueva construcción situada en la zona de la estación de autobuses. La placa se descubrió el día 15 de abril de 2000 en un sencillo y emotivo acto al que asistieron la familia y amigos del poeta. En la reunión del Consejo Municipal de Cultura celebrada el 4 de mayo de 1999 se acordó que la nueva biblioteca ubicada en la zona del parque de El Campet se denominase biblioteca Enrique Amat. En el pleno del 30 de septiembre de ese mismo año, y a petición de la familia, se cambió la denominación por biblioteca Poeta Enrique Amat.
Petrer formó parte de la geografía de su alma. Enrique es sempiterno porque fue amante de su pueblo, se volcó en su defensa y en la de sus tradiciones, y fue un apasionado amigo de sus gentes. Las ermitas, los montes, el castillo, la la fuente, la iglesia, el manantial, las fiestas, la Virgen del Remedio, San Bonifacio y el Cristo están siempre presentes en su poesía.
M.ª Carmen Rico Navarro cursó estudios de Geografía e Historia en la Universidad de Alicante, licenciándose con Grado con la presentación del estudio sobre la tradición alfarera de Petrer, obtuvo la calificación de sobresaliente por unanimidad (1996).
Desde 1983 es Técnico de Archivos y Bibliotecas del Excelentísimo Ayuntamiento de Petrer. Estudiosa de la historia y los temas de Petrer, su localidad natal, de la que es cronista oficial desde 1994.
Es autora de varios libros y trabajos de investigación entre los que destacan: Del barro al cacharro: La artesanía alfarera de Petrer (1996), Azorín y Petrer (1998), Catálogo del pintor Vicente Poveda y Juan (1998), Apuntes para la historia de Petrer: Vida y obra del presbítero Conrado Poveda (2000), Las calles de Petrer (2002), La lectura en Petrer (2005), Historia de la sanidad en Petrer (en colaboración) (2006), Un siglo de música, publicación que obtuvo el Premio Euterpe (2006), Petrer 1935: Un pueblo en blanco y negro (2007) y El marquesado de Noguera: Un señorío nobiliario en Petrer (en colaboración) (2014). Además ha escrito numerosos artículos en periódicos y revistas especializadas.
Ha dirigido la revista cultural Festa en distintos periodos (1988-1994, 1997-1998 y 2001) y las colecciones de monografías “Vila de Petrer” y “L’Almorxó”.
Además fue la primera pregonera de las fiestas de la Virgen del Remedio en 2015 y es buena conocedora y una apasionada de las fiestas de San Bonifacio colaborando siempre con todas las directivas.
M.ª Carmen se ha dedicado durante muchos años a investigar y divulgar el patrimonio local. Por todo lo expuesto y porque siempre ha sido una amiga y estrecha colaboradoras de Valle de Elda le damos la bienvenida y os invitamos, a partir de hoy, a leer y a disfrutar de sus Crónicas de Petrer.