Talleres Pintoret, tres generaciones al cuidado de tu vehículo
La historia de Talleres Pintoret se remonta 65 años en el tiempo. Tras más de medio siglo y el paso tres generaciones, su servicio sigue siendo excelente, cercano y de confianza, pues tienen claro que, aunque las técnicas se han modernizado, en el trato mantienen el tú a tú.
Este taller mecánico comenzó bajo la dirección de José Vicente Muñoz en 1955, cuando abrió un humilde negocio para realizar reparaciones de vehículos, los cuales eran muy escasos por aquel entonces. La técnica era muy diferente, pues todo era manual, desde el cambio de aceite a pequeñas piezas, además se tenían que llevar los coches a Alicante para realizar el rectificado del motor. Muñoz compaginaba su labor en el taller con su trabajo como taxista, por ello en su primer taller situado en la calle Gabriel Payá de Petrer, contaba con la muy necesaria ayuda de sus dos hijos, Manuel y Antonio.
Antonio Muñoz recuerda que tras volver del servicio militar en 1962 se trasladaron a la actual calle Los Toreros de Elda bajo el nombre Antonio Muñoz. Allí el taller fue creciendo hasta que en 1970 lo amplió con el local que tiene puerta en la calle Aragón, 32. Y pasó a llamarse Talleres Muñoz, en la década de los 80 cambiaron a Talleres Pintoret, su actual nombre "y hasta que dure, que espero que sea mucho", bromea Nacho Muñoz, quien ahora dirige este negocio tras la jubilación de su padre, por lo que es la tercera generación de la familia que continúa la saga de mecánicos.
A lo largo de los años este negocio fue ampliando sus servicios, aunque al principio solo arreglaban motos, poco después añadieron turismos, furgonetas así como pequeños camiones.
Nacho Muñoz tiene 24 años de experiencia, y conoce desde niño el oficio, por lo que fue una decisión fácil continuar con la gerencia, ya que siempre le ha gustado ver trabajar a su padre y aprender de él. Su intención es que el negocio siga siendo un referente, pues al igual que ellos representan varias generaciones, también cuentan con clientes fieles cuyos abuelos ya llevaban sus coches al taller, pues la profesionalidad y el trato cercano no han cambiado.