Gabino Ponce: “Basta con oír una marcha mora o cristiana para olvidar los problemas sin tener que ir al psicólogo”
Gabino Ponce Herrero, catedrático de la Universidad de Alicante desde 1981 en el departamento de Geografía Humana, concretamente en el área urbanismo y ordenación del territorio y director del máster en Gestión del patrimonio, ofrecerá hoy jueves 13 de mayo la charla titulada “Las fiestas de Moros y Cristianos en el mundo”, organizada por la Sede Universitaria de Petrer, a las 20 horas en el Centro Cultural de la localidad.
Este profesor sajeño está muy implicado en el mundo festero, de hecho, ha sido vicepresidente de la UNDEF de la que actualmente es asesor cultural, y fue vicepresidente de su comparsa de Turcos en Sax. Además, es socio de Honor de la UNDEF y de la comparsa de Piratas de Villena y socio de número de los Turcos de Sax y de los Moros Grocs de Castalla. Por otra parte, es músico en la Unión Musical y Artística de Sax.
Tras estudiar Primaria en el colegio de las Hermanas Carmelitas y Escuelas Públicas (hoy Cervantes) de Sax, cursó el bachillerato en el instituto Azorín, donde recibió clases de otro gran festero, Pepe Blanes. Comenzó la carrera de Geografía e Historia en la Universidad de Valencia y se licenció en 1981 en la recién creada Universidad de Alicante, en la que se doctoró en Geografía seis años después.
¿Cuál la conclusión de la conferencia que va a pronunciar en la Sede Universitaria de Petrer sobre la Fiesta de Moros y Cristianos?
La principal conclusión es que las fiestas de Moros y Cristianos, con un origen muy plural y dinámico, son una excelente herramienta para la cohesión social, la armonía ciudadana y, por ende, para el desarrollo local: más allá del interés turístico que puedan despertar, así como de la importante actividad económica que generan sus celebraciones, su principal aportación social es la de tejer apretadamente el tejido social, crear lazos y espacios de convivencia, fomentar el conocimiento entre las personas y un ambiente social muy apropiado para el surgimiento de iniciativas culturales, sociales y empresariales.
¿Qué es lo esencial para usted de la fiesta de Moros y Cristianos si tuviera que definirlas en pocas palabras?
La convivencia, la reunión de la “tribu” alrededor de los referentes de identidad local, la celebración de la amistad, el fomento del sentimiento de comunidad: una especie de comunión social, en la que todos nos reconocemos como partícipes importantes. Luego tiene otros aspectos que cada cual valora en mayor o menor medida, como son el perfil cristiano, la celebración lúdica, la ostentación o la ruptura con los agobios cotidianos. Juntos o por separado. También el valor igualitario (sexo, etnias, culturas, clases sociales) es aspecto muy destacado en nuestras celebraciones.
¿Cuáles son los aspectos que hacen a esta fiesta distinta a otras?
Los aspectos formales, ya que, en el fondo, todas las celebraciones reúnen todas o algunas de las características apuntadas. Sólo dentro de las fiestas de Moros y Cristianos hay más de un millar en el mundo, de las cuales, tan sólo unas ochenta son como las nuestras (apenas el 6% del total). Si bien, es verdad que son las más vistosas y atractivas. Por ello, desde hace algunas décadas han proliferado nuevas, con nuestro modelo, y otras antiguas han evolucionado hasta nuestro modelo.
¿Cuál es el tema clave del debate en las fiestas hoy?
Un tema clave en el debate contemporáneo es el de si las fiestas son una manifestación propia, con claves singulares y diferenciadas, ritos atávicos de hermanamiento y celebración religiosa, donde el traje es un hábito (como sentimos todos) y no un disfraz (como erróneamente perciben muchos visitantes). Las fiestas ¿son para cumplir ese ancestral rito de hermanamiento, o deben orientarse hacia el gusto de los visitantes? Es cuestión muy sustancial que ya se debatía en el primer congreso nacional de fiestas de Moros y Cristianos, celebrado en Villena en 1974, donde se vislumbraba el riesgo de la pérdida de esas esencias rituales, en beneficio del espectáculo para la ostentación. En aquel congreso, se llegó a la conclusión de que nuestras fiestas son “espectaculares”, pero no deben ser “espectáculo”.
¿Alguno de los factores como el trasfondo histórico, la música, la hermandad, la estética de los trajes… debe primar sobre los otros?
No, ya que en esencia todos esos aspectos, y otros muchos, configuran un espacio armonioso, sin aristas, donde cada elemento suma, pero se amolda a los demás. En el último congreso nacional y primero internacional, celebrado en la Universidad de Alicante en 2016, una ponencia analizaba precisamente el devenir de algunas fiestas (y del comportamiento de algunos festeros) en favor sólo de los actos más espectaculares, como son las entradas, siempre a reventar de festeros (quizá porque ha calado esa voluntad de ostentación, que se desarrolla cuando hay muchos espectadores). Mientras otros esenciales, como procesiones, arcabucería, acompañamientos de capitanes y emblemas, son siempre menos concurridos. El buen festero es el festero integral: no deja de asistir a ningún acto (salvo que se halle perjudicado por algún motivo).
Las fiestas de Moros y Cristianos son diferentes según la localidad. ¿Cuáles son los rasgos que a su juicio que definen las fiestas de Elda, de Petrer y de Sax?
Las fiestas de Elda y de Petrer son espectaculares. Las de Sax no lo son. En Elda y Petrer se ha conseguido armonizar la participación masiva con una excelente organización. Mantener las tradiciones, incluso recuperar algunas perdidas, con la generación de espectáculo, cambiante y siempre vanguardista en Elda. Más sobrio, pero no menos lucido en Petrer, donde se respira orden y concierto por todos los lados.
Como músico toco desde hace años en ambas fiestas (Musulmanes de Elda, con quienes he podido desfilar, gracias a la generosidad de la escuadra Fundadores; y Tercios de Flandes de Petrer), de forma que puedo hablar con propiedad: a veces me pasa que en lugar de tocar ¡voy desfilando! con el enfado de mi director, y en Elda cantando la letra de “Elda musulmana”. Creo que las conozco bastante, en la calle, con el perfecto desfilar y cumplimiento de todas las normas, y la intrafiesta de los cuartelillos, donde se derrama a raudales la camaradería y la amistad. En Sax nos hemos quedado (y está bien) como referente de cómo eran las fiestas en el siglo pasado y, quizá, en el siglo XIX. Podría decir que somos espectaculares, por el apego a la tradición, al ritual atávico, pero generamos poco espectáculo. Además, en febrero no hay quien se siente cuatro horas en la calle para vernos.
Hable de la parte que más le gusta a usted de las fiestas.
Cuando era joven las entradas y la arcabucería. Con el tiempo he ido aprendiendo ese concepto que dicen los mayores de vivir “la fiesta por dentro”, es decir, los actos menores, pero muy amigables y divertidos, como los almuerzos de comparsa, las comidas en cuartelillos, los preparativos de todo un año. Ahora disfruto mucho con los acompañamientos, actos menores donde van pocos festeros. Pero he de reconocer que las entradas siguen siendo mi pasión. No me pierdo ninguna, si es que puedo asistir. Incluso de músico, me pongo en la esquina de la Plaza Castelar de Elda y en la de España de Petrer para ver arrancar las comparsas y boatos: me fascinan. He de alabar desde estas líneas la inventiva y capacidad de innovación que muestran estas fiestas.
Diferentes estudios constatan que la convivencia que se realiza en los cuartelillos a lo largo de todo el año ha servido para paliar en la vida de las personas los efectos de las diversas crisis económicas.
En efecto, como voy diciendo, esa intrafiesta es fundamental en nuestras vidas. En el mundo desarrollado, carente de fiestas de Moros y Cristianos, los agobios cotidianos o no se resuelven o se hace preciso acudir al psiquiatra. En nuestro caso, basta con oír una marcha mora o cristiana, agarrarse del brazo y olvidar los problemas, que no desaparecen, pero quedan en segundo plano durante algunas horas y días. Los cuartelillos de adultos festeros son una especie de útero materno, donde nos sentimos muy a gusto, acogidos y/o recogidos, en los que se palían los problemas cotidianos. Almuerzos y comidas, gachamigas y gintonics son nuestra terapia de grupo.
Menos me gustan los antros derivados de esos luminosos cuartelillos donde se refugia la juventud. Quizá la fiesta esté fallando en ese sentido, al no lograr atraer a toda la juventud hacia los casales festeros. Cuando construimos el cuartelillo de los Turcos, en Sax, como vicepresidente y encargado del proceso, nos obligamos a buscar un solar con capacidad suficiente para acoger a los 600 socios que éramos en ese momento, a razón de un metro cuadrado por festero, más las dependencias auxiliares y el espacio para invitados (cosa muy arraigada en mi comparsa, de la que nos enorgullecemos). Por eso tiene 1.030 metros cuadrados construidos ¡y se nos queda pequeño! Había socios que decían que sobraba con un pequeño local de unos 200 metros cuadrados, como el que teníamos, y que si no cabían todos los socios no pasaba nada: en efecto, se dispersaban y se rompía el espíritu de comunión festera. Así, el eslogan para recoger a todos fue: ¡almorzando se hace comparsa! Y Así seguimos, convocando almuerzos para seiscientos e invitados. La fiesta nace en los cuartelillos de comparsa. Si no se cabe, bien están los cuartelillos festeros privados, en los que se delega esa terapia grupal.
Es usted festero en Sax, pero también en Castalla y Villena, ¿qué es lo que le gusta tanto de las fiestas?
Soy muy gremial. No concibo la vida sin compartir. Sobre todo, los momentos más felices. Así, me gustaría que ese ambiente de fiesta, de hermandad y solidaridad se extendiese a todo el año. Como es imposible, me he visto “obligado” a apuntarme en otras fiestas, para prolongar en el calendario los días previos y de fiesta. Ya se sabe: de la festa la vespra. Fueron las marchas moras las que me llevaron a los Moros Grocs de Castalla, y el espíritu festivo a los Piratas de Villena. Las vivo con cierta singularidad cada una: en Sax he tenido muchos cargos festeros y siempre me veo intentando corregir aquello que considero que no está del todo bien. Digamos que la responsabilidad de cargo me condiciona ligeramente. Sin embargo, en Castalla sólo he de disfrutar de la música y del ambiente. Lo mismo en Villena. Y la vez que desfilé con la escuadra Fundadores de los Musulmanes, ¡qué placer! He salido en otros muchos pueblos, siempre me hago invitar y los amigos al final me complacen. Así que aquí dejo este aviso a navegantes: ¡deseo salir en una escuadra de negros!
Muchas localidades cumplirán en 2021 dos años sin fiestas, ¿qué repercusiones cree que tiene esto en los diferentes ámbitos: económico, social, personal…?
Sabido y sentido es el fuerte impacto en la hostelería. Pero también en todos y cada uno de los micro sectores dedicados a cumplir con las necesidades de las fiestas. En una ocasión recogimos una relación de cerca de un centenar de actividades económicas vinculadas con nuestras fiestas, desde las bandas de música, hasta los trajes, calzado, abalorios, complementos mil, gastronomía, confetis, caballos… y turismo. Es un tema que ha despertado el interés científico, y mi colega Antonio Martínez, científico y festero, lleva tiempo investigando sobre lo que él ha denominado micro clúster económico de las fiestas. El impacto ha sido muy duro. Sé que ha habido algún tipo de ayudas oficiales para empresas directamente afectadas. Sin duda insuficientes. Pero, por ejemplo, las bandas de música estamos con el agua al cuello. Menos mal que se vislumbra algo para septiembre.
Y en lo personal, también catastrófico. Seguro que todo el mundo anhela agarrarse del brazo con una marcha mora o cristiana y dar algunos pasos por los cuartelillos. Necesitamos ese estrecho contacto festero.
¿Qué les dice a las personas a las que no les gusta la fiesta o que tienen rechazo hacia ella?
No conozco a ninguna. Las fiestas son integradoras, terapéuticas y sociables. Alguien habrá que no reúna esas características. Pero creo que si hay críticas van más por los posibles excesos derivados, no de la propia fiesta, sino del comportamiento de algunos cuando acaban los actos festeros.
¿Qué papel juegan los músicos en la fiesta?
Esencial. Sin bandas no habría fiestas. Hace unas décadas, en Sax se hizo la prueba de desfilar con música enlatada (tocadiscos y altavoces) y fue un sonoro y tremendo fracaso. La música en la calle no es como la de concierto y, mucho menos, como la que se oye en las grabaciones. En la calle, la percusión marca el pulso de nuestros corazones. Los metales se refuerzan para conseguir el ambiente guerrero y las maderas (como yo) quedamos en segundo plano. Es también un tema muy discutido en todos los congresos de fiestas de Moros y Cristianos, ya que, en la calle, muy a pesar de los excelentes compositores que tenemos, no se toca como ellos quieren, ni como quiere la banda. Al final es el delegado el que viene y nos dice: “¡Más caña!”, es decir, más percusión, más metales. Ni la propia formación de la banda en la calle es la misma que en un concierto, donde la percusión se va al fondo, y flautas y oboes ocupan el primer plano sonoro.
Nosotros hemos hecho varias pruebas, colocando detrás de la escuadra a las maderas y alejando la percusión y metales para que se oiga mejor la melodía y la calidad de la pieza compuesta. Pero el festero quiere sentir ese timbre vibrante de la percusión en los mismos riñones.
¿Qué significa para un festero el traje oficial de su comparsa?
Otro tema a debate en el presente. Como va dicho, para el buen festero, su traje es un hábito. Se pone durante los días de fiesta, se respeta y se guarda luego a la espera de la renovación del ciclo anual. El traje oficial ha de lucirse en su integridad y sin complementos extraños. Al menos durante los desfiles. Las comparsas se están obligando a recuperar y cuidar su traje oficial. Pero no en todas partes. Lamentablemente, en nuestro ámbito festero, todavía hay comparsas sin traje oficial. Sí, aunque en nuestra comarca resulte impensable, se dan esos casos, que resuelven mediante el alquiler de trajes ostentosos para las entradas y, para los demás actos, chilabas, alpargates y camisetas impresas. Ese tipo de fiestas desmerecen el sentido que tienen las viejas poblaciones festeras. Y esa es una de las tareas acuciantes de la UNDEF, pero también de los pueblos no asociados, que comparten responsabilidad en que las fiestas sean de calidad.
Como profesor, ¿los hechos históricos que se reviven en Moros y Cristianos, son una excusa para celebrar la fiesta o representan algo más?
Ese es tema ya superado. No se reviven hechos históricos. Es difícil encontrar una ciudad en la que, de verdad (y no porque lo digan los mayores), los Moros y Cristianos tienen que ver con la Reconquista. Incluso el propio concepto de Reconquista está en revisión. Me sorprende mucho cuando en boatos de labradores, estudiantes, andaluces, contrabandistas u otras comparsas intentan justificar su presencia en las fiestas con vagas reminiscencias en la conquista cristiana. Básicamente de esto hablaré en mi conferencia, intentando explicar que, a poco que se maneje el método científico, los orígenes de los Moros y Cristianos se encuentran en diversiones medievales, en actos litúrgicos que tienen que ver, sobre todo, con la Contrarreforma y en la forja de un sentimiento nacional-católico, en el Siglo de Oro español, arrastrado hasta el presente con mayor o menor ímpetu.
¿Se podría vivir sin fiestas de Moros y Cristianos?
Yo no. Estoy que me desfilo encima. A la fuerza ahorcan y, por ello, aguantaremos estos años de pandemia. Pero en cuanto las aguas se encaucen, renacerá el ansia festera. Es una tradición que arranca en el siglo XII, ha pervivido y ensanchado hasta alcanzar los cinco continentes. En el mundo hay censadas más de 1.200 fiestas de Moros y Cristianos, una labor que ha recopilado Daniel Catalá, colega festero y científico de la Universidad de Valencia. Estamos en un proceso de rastreo, hablando con otros colegas allende los mares, para ir incorporando nuevas fiestas a esa relación. El propósito es que nos conozcamos todos, que sepamos que somos parte de un extraordinario fenómeno global de difícil parangón. Estamos trabajando en una Wikipedia mundial de Moros y Cristianos y, como estrategia para que afloren muchas más, ahora desconocidas en pequeños pueblos andinos, centroamericanos o de las Filipinas, hemos dado los primeros pasos para conseguir la declaración de Patrimonio de la Humanidad. No será fácil, pero ya luchamos y logramos, en 2015, que el conjunto de las fiestas de Moros y Cristianos de la Comunidad Valenciana fuesen declaradas Bien Inmaterial de relevancia Local.