El territorio de la derrota. Los últimos días del gobierno de la II República en el Vinalopó

El territorio de la derrota. Los ltimos das del Gobierno de la II Repblica en el Vnalop Jos Ramn Valero Escandell El territorio de la derrota. Los ltimos das del Gobierno de la II Repblica en el Vinalop Collecci lAlgoleja / 7 Centre dEstudis Locals del Vinalop 2004 VALERO ESCANDELL, JOS RAMN El territorio de la derrota. Los ltimos das del Gobierno de la II Repblica en el Vinalop / Jos Ramn Valero Escandell. [Petrerj: Centre dEstudis Locals del Vinalop, 2004. 192 p.: il.; 21 cm (Algoleja; 7) ISBN: 84-609-3730-5 1. Vinalop (Comarca) Historia Guerra Civil, 936-l939. I. Centre dEstudis Locals del Vinalop, ed. II. Ttulo 94 (4600.315 Vinalop) 1936/1939 o Jos Ramn Valero Escandell Collecci lAlgoleja Edita: Centre dEstudis Locals del Vinalop ISBN: 84-609-3730-5 Dipsit Legal: A- 1 124 -2004 Amb el supon de III 111B Mancomunitat Intermunicipal de la Vall del Vinalop. Collabora Regidoria de Cultura i Patrimoni Ajuntament de Petrer Fotocomposici: Estudio DAC, s.l. - Dr. Maran, 9 - 03610 Petrer - 96 695 09 86 Impresi: Quinta Impresin, s.l. - Hermanos Bernad, 10 - 03080 Alacant Disseny grfic de la collecci: Jess Jimnez NDICE Introduccin 9 I. El regreso de Negrn: un estorbo para el poder militar 13 No todos regresan 16 Negrn, una presencia incmoda 19 Apndice 1. Los que no volvieron 23 Apndice 2. Los que volvieron 27 II. La dificultad de organizar la resistencia 31 Las posibilidades de aprovisionamiento 35 Buscar una paz negociada 42 Adaptar el aparato estatal a una etapa de resistencia 48 Apndice 3. La industria blica 52 Apndice 4. Era sumiso Negrn a Moscu 60 III. El intento de disponer de una mnima estructura gubernamental 71 Las instalaciones gubernamentales bsicas en el Valle de Elda 86 Instalaciones militares en Elda 86 Posicin Yuste (finca El Poblet) 94 La Posicin Dakar 99 El Fond de Monver 106 Apndice 5. Actividades econmicas en Elda y Petrer: la industria blica 113 7 IV. Los das de Yuste: aires de rebelin 117 La dimisin de Azaa 121 La reorganizacin del ejrcito 124 La rebelin de Cartagena 133 Los preparativos de Casado: dinamitar la resistencia 136 El final de la guerra: la culminacin de los despropsitos 171 Bibliografa 181 8 INTRODUCCIN En la fotografa de la llegada del Sinaia al puerto mejicano de Veracruz se observa claramente que algunos exiliados espaoles han colocado en la parte superior del buque una pancarta con una leyenda significativa: Negrn tena razn. A una altura inferior, otra pancarta, de agradecimiento al pas de acogida (con vivas a Mxi co y a su Presidente, Lzaro Crdenas) incluye tambin junto al Vi va Espaa de quienes no renuncian a su identidad patria un Vi va Negrn. De qu razn se habla, de donde proviene su apoyo al todava presidente de un gobierno sin territorio en el que asumir ya competencias Sin duda alguna, de la intencin de Negrn de con tinuar la guerra, de resistir hasta el final mientras el enemigo no acep tase unas condiciones mnimas para la capitulacin, de mantener se firmes aunque slo fuese para permitir una evacuacin ordena da de quienes deseasen abandonar el pas temerosos de unas re presalias casi indiscriminadas que cualquier persona mnimamen te inteligente poda suponer a un rgimen como el que estaba ins taurando el general Franco. Cuando todo estaba ya perdido, cuan do las peleas partidistas ya resultaban totalmente estriles, cuando la inconveniencia de otras alternativas haba quedado suficiente mente demostrada, las pancartas no critican a nadie, no necesitan hacerlo, slo recuerdan a su pas y a su gobierno legtimo, a Espa a y a Negrn. Negrn era ya para muchos la personificacin de una Repblica sin territorio, sin presidente en ejercicio, con un parlamento erran te y empequeecido, pero mitificada y valorada por millones de ciudadanos progresistas de todo el mundo en unos momentos en que los totalitarismos de signo fascista suponan el mayor peligro real pa 9 Figura 1. El Sinaia atraca en el puerto de Veracruz. En la parte superior del buque una pancarta afirma que Negrn tena razn. ra las democracias. Don Juan Negrn, cientfico eminente, alejado de la imagen clsica del hombre de partido -tal vez por ello cont con escaso apoyo del aparato del socialista, al que estaba afiliado- sim bolizaba la idea de la resistencia, numantina para muchos, ante un enemigo que no ofreca la mnima voluntad de dilogo. En parte forzado por las circunstancias, en parte tratando de buscar una posicin estable a partir de la que organizar la resis tencia en el menguado territorio de lo que ya militarmente se de nominaba la Zona Centro -Sur, Negrn trat de establecer en el ms cntrico de los valles del Vinalop, el que Azorn denominaba Va lle de Elda (es decir, Monver, Elda y Petrer), el centro neurlgico 10 de una nueva estructura organizativa capaz de resistir durante el tiempo que fuese posible o, en su caso, til para permitir una sali da organizada de todos aquellos ciudadanos que deseasen huir del Estado totalitario y cruel en que habra de convertirse Espaa en po co tiempo. Como el cientfico y poltico canario no pudo cumplir nin guno de estos objetivos, este pequeo valle acab convirtindose en el territorio que refleja como ningn otro lugar la derrota del Go bierno republicano. Figura 2. Cartel propagandstico a favor de la poltica de resistencia del Gobierno de Negrn (Archivo Histrico Nacional: Seccin Guerra Civi l de Salamanca). CADA DIA DE RESISTENCIA ES UNA BATALLA GANADA NEGRIN 11 I. EL REGRESO DE NEGRN: UN ESTORBO PARA EL PODER MILITAR Si el presidente Negrn fue prcticamente el ltimo en aban donar Catalua el 9 de febrero, al da siguiente ya haba regresado a territorio leal. Con orgullo pudo decir ante la Diputacin Perma nente de las Cortes que llegu a Alicante cuando los peridicos pu blicaban la noticia de que el Ejrcito haba evacuado totalmente Catalua. El mismo da que sali de Espaa se traslad a Tou louse, por Perpignan. All, en el consulado espaol, celebr un Con sejo donde se trat de la continuacin de la guerra. La mayora de ministros no parecan entusiasmados con la idea, salvo Uribe, co munista, y lvarez del yayo. A la maana siguiente tom el avin de regreso, acompaado de su ministro de Asuntos Exteriores, y del jefe del Servicio de Informacin Militar, Santiago Garcs. Lleg a Alicante sobre las trece horas, siendo recibidos por las autorida des locales, con las que departi en el Gobierno Civil. Poco despus llegaran la prctica totalidad de los ministros. Casado, interesado en presentar al Gobierno Negrn y al PCE como si de idntica cosa se tratase, afirma que ese mismo da tambin aterrizaron en la ca pital alicantina todos los polticos y jefes comunistas ms destaca Informe de don Juan Negrn como Jefe de Gobierno en Diario de Sesiones, extracto oficial de la sesin de la Diputacin Permanente de las Cortes, celebrada en Pars el 31 de marzo de 1939. MARTNEZ BANDE, J.M.: El fi nal de la Guerra Civil, Servicio Histrico Militar Editorial San Martn, Madrid, 1985, p.114-119. 13 dos, pero no es cierto. Los propios comunistas reconocen que re gresaron a Espaa algunos das ms tarde; Lster cuenta que volvi a Albacete, junto con destacados mandos militares comunistas, el da 14 4 y Tagea, que afirma haber viajado con otros muchos di rigentes, Lster entre ellos, habla de la noche del da 19 5 . Otros tes timonios hablan del regreso de varios dirigentes, comunistas o no, en fechas intermedias. Est claro, por tanto, que el Dr. Negrn no s lo quiso regresar a Espaa con la mayor rapidez posible; quiso ha cer de ello un ejemplo de la voluntad de resistencia que predicaba. Tras su llegada a Espaa, Negrn que compatibilizaba su car go de presidente del Gobierno con el de ministro de Defensa se di rige a Valencia para entrevistarse con la mxima autoridad militar de la zona, el general Miaja, cuyo poder se haba agrandado toda va ms tras la declaracin del estado de guerra. Distintas fuentes afirman que Negrn y lvarez del Vayo almorzaron en Calpe, es de cir, realizaron el viaje por la carretera de la costa, que requiere al go ms de tiempo que el trayecto por el interior; en ese caso, no debi aprovecharse la llegada para tratar de establecer ya un embrin de infraestructura gubernamental en torno a Elda-Petrer y sus alre dedores, ni se visit la finca de El Poblet. Al atardecer, se entrevis tan con Miaja en su residencia oficial. lvarez del Vayo recordar despus que el viejo general no pareca demasiado predispuesto a continuar resistiendo y que slo buscaba el final de la contienda 6 . En realidad, segn Martnez Bande, Miaja ya haba mandado a 3 CASADO, Segismundo: As cay Madrid. ltimo episodio de la Guerra Ci vil Espaola, Guadiana de Publicaciones, Madrid, 1968, p.112. Tambin el cenetista Peirats afirma que Negrn y sus ministros haban llegado a la zona Centro -Sur acompaados del estado mayor comunista, dejando en Francia al Estado Mayor Militar (PEIRATS, Jos: Los anarquistas en la cri sis poltica espaola, Editorial Alfa, Buenos Aires, 1964, p. 382). 4 LSTER, Enrique: Nuestra guerra, Ebro, Pars, 1966, p.249. 5 TAGEA, Manuel: Testimonio de dos guerras, Oasis, Mxico, 1973, p.304. 6 LVAREZ DEL VAYO, Julio: Freedom s Battle, Knopf, Nueva York, 1940, p.292. Op.cit., p.114. 14 Toulouse un enviado para que expusiera la situacin en que se en contraba la zona Centro -Levante -Sur, afirmando que casi todos los jefes militares valoraban como nulas las posibilidades de resisten cia y planteando la posibilidad de que l mismo gestionara la ren dicin. Ello no obsta para que al da siguiente la prensa de la zona publique un texto en el que el propio Miaja afirma, respecto a las me didas a tomar, que es el Presidente del Consejo de Ministros o el Pre sidente de la Repblica quienes pueden hacerlo. Yo solamente soy un soldado al servicio del Gobierno. El Gobierno ha ordenado resistir y resisto y resistir 8 . En el mismo diario, al da siguiente, se da cons tancia de que el Gobierno en su totalidad se haba reunido el da 11 en Consejo de Ministros en Valencia. Es evidente que la solucin propuesta por Miaja hubiese exi mido a Negrn de cualquier responsabilidad ulterior en la contien da, si bien hubiese supuesto el reconocimiento del fracaso del hom bre que presidiera en su da el llamado Gobierno de la Victoria, del hombre que supo ralentizar el hasta entonces avance imparable del ejrcito franquista y sus aliados exteriores. Azaa recuerda en sus escritos posteriores que, en una reunin celebrada en los das previos a la prdida de Catalua, era notable el estado de abati miento de Negrn durante la entrevista. Completamente derrumba do como suele decirse. Le vea as por vez primera y me caus ma yor impresin 9 . Por qu vuelve Negrn Por qu se presenta de nue vo a encabezar una poltica de resistencia que careca de esperan za alguna de victoria Para Antonio Cordn, tal vez la persona ms cercana al presidente del Gobierno, Negrn no haba regresado a Espaa para encabezar nuevas alternativas blicas sino como el hombre decente que quiere tranquilizar su conciencia y acepta el sa crificio, aunque est seguro de su posible inutilidad. Opinin pa recida sustenta Uribe, el ministro comunista, que piensa que la gue 8 Diario Humanidad. Portavoz del Frente Popular Antifranquista de Alcoi, 11 02-1939. 9 AZAA, Manuel: Carta a ngel Osorio, en Memorias polticas y de gue rra, vol. II, Crtica-Grijalbo, Barcelona, 1981, 4 a ed., p.431. CORDN, Antonio: Trayectoria, Pars, Ebro, 1971, p.470. 15 rra la consideraba perdida y no se orientaba a continuar la lucha, sino que se situaba en condiciones de terminar l su gestin de jefe de Gobierno de la mejor manera posible. Negrn lo confirmar en alguna declaracin 12 . No todos regresan En realidad, salvo los ministros de Negrn y la gran mayora de los cuadros polticos y militares del Partido Comunista, pocos fue ron quienes regresaron a la zona republicana tras la cada de Cata lua. Mencin especial merecen entre quienes permanecieron en Francia, personajes como el general Vicente Rojo, el poltico Diego Martnez Barrio o la plana mayor de la CNT catalana, pero sin du da ninguno result tan perjudicial para los planes de resistencia ne grinista como el propio Presidente de la Repblica. Para no regresar, Azaa se basa en los informes ofrecidos por algunos jefes militares, entre ellos el general Rojo: Me hizo saber, delante del Presidente del Consejo de Ministros que la guerra estaba perdida para la Rep blica, sin remedio alguno (...) he cumplido el deber de recomendar y de proponer al Gobierno, en la persona de su Jefe, el inmediato ajus te de una paz en condiciones humanitarias, para ahorrar a los de fensores del rgimen y al pas entero nuevos y estriles sacrificios 11 . Es fruto, sin duda, del pesimismo vital azaista del que tanto se ha hablado, pero tambin de la experiencia sufrida en el xodo cataln 12 13 URIBE, Vicente: Memorias (manuscrito), Archivo Histrico del PCE (Cita do por Bolloten). ...ni poda tampoco dejar al descubierto al Jefe del Estado, y menos an abandonar mi puesto, porque ello hubiera sido una desercin. Diario de Sesiones, extracto ofical de la sesin de la Diputacin Permanente de las Cortes, celebrada en Pars el 31 de marzo de 1939. Diario de Sesiones de la Diputacin Permanente de las Cortes. Pars, 3-3 1939. Hidalgo de Cisneros recordar cundo Azaa le pidi informe escrito de la situacin militar en Espaa en Memorias, vol.II, Ebro, Pars, 1964, p.150. 16 que acababa de vivir: si los facciosos se nos echaran encima (por ejemplo, si pasaban de Gerona), antes de que se resolviese nada so bre mi residencia, yo no me crea obligado a dejarme coger prisionero, para que me paseasen por la calle de Alcal con una cuerda al cue llo, que sera peor que la muerte. Por ello, Azaa se niega tanto a las pretensiones de Negrn que le recuerda por carta (no contesta da) sus deberes constitucionales y de lvarez del Vayo que le vi sita expresamente en Francia como a maniobrar en contra suya, como le sugiere Miaja (a travs de Lpez Fernndez), que plantea la dimisin de Negrn y la autorizacin de rendicin a cargo de militares profesionales 15 . Como afirmar Stepnov en su informe a las auto ridades soviticas, la negativa de Azaa a retornar a la zona Centro Sur aceler tanto la descomposicin militar del ejrcito republicano como las posibilidades de sublevacin de algunos jefes militares. Tambin, como veremos, facilitar el reconocimiento anglofrancs del rgimen franquista, precipitando la derrota republicana. Tampoco regresa, como se ha dicho, el general Rojo, que con fiesa al comunista Castro Delgado una opinin extremadamente pesimista y desgraciadamente real al acabar la guerra sobre la si tuacin en Espaa. No obstante, Rojo, se mostrar despus extre madamente crtico con la voluntad de resistencia de Negrn: si era verdad que en la zona central iba a continuar la guerra en serio, por qu se liquidaban en Francia las existencias en vveres, materias primas y armamento de trnsito que se tenan acumuladas. Ms 14 15 16 17 18 AZAA, Manuel: Op.cit., p.434. MARTNEZ BANDE, J.M.: Op. Cit., p.117-118. MINEV, Stoyn (Stepnov): Las causas de la derrota de la Repblica Espa a (Ed. y traduccin de ngel L. Encinas Moral), Miraguano, Madrid, 2003, p.163. CASTRO DELGADO, Enrique: Hombres Mode in Mosc, Luis de Caralt, Barcelona, 1963, p.643. Recoge frases como all no hay nada que hacer (...) aquello es la agona (...) la muerte de una etapa, la muerte de un rgimen, la muerte de la esperanza de millones de gentes. BOLLOTEN, Burnett: La guerra civil espaola. Revolucin y contrarrevo lucin, Alianza Editorial, Madrid, 2004, p.1008. 17 an, presionara por carta a Negrn para que abandonase Espaa y dejase actuar a los militares profesionales y, en cartas ms explci tas a Miaja y Matallana, les indicaba que si el doctor Negrn no fa cilitaba la labor de los mandos militares del Centro para entablar con versaciones con los nacionalistas, como le haba indicado en Fran cia antes de partir para la zona republicana, que sin ningn escr pulo de conciencia lo fusilasen . No obstante, como seala Bollo ten, ni Negrn ni los comunistas parecen reprochar excesivamente la actitud de un general considerado prximo a ellos a lo largo de toda la contienda. La reaccin de Rojo podra ser posible ante la necesidad de autojustificar su propia conducta, de mantener una imagen que, sin duda, resultaba daada por su permanencia en Francia. Tampoco era un caso aislado; como afirma Cordn 2 , la mayora de altos mandos militares y funcionarios del Gobierno no lo haban hecho, alegando cualquier tipo de pretexto; Hidalgo de Cis neros, entrevistado por Bolloten, reconoce tambin que los seis l timos aviones que regresaron a Espaa volvieron casi vacos. Otros dos casos dignos de mencin sern, por distintos motivos, el de Largo Caballero y el de Martnez Barrio. El lider ugetista fue cen surado desde las pginas de Mundo Obrero por haber hudo dos das despus de la cada de Barcelona, lo que motiv la ruptura en numerosas provincias entre el PCE y el resto de fuerzas del Frente Popular, que acusaban a los comunistas de antiunitarios, una prohi bicin de distribuir el nmero 22 y, como consecuencia, un encona miento de las ya graves tensiones polticas internas en el seno de una Repblica ms necesitada que nunca de unidad. Finalmente, la permanencia en Francia de Martnez Barrio result especialmente problemtica cuando, tras la dimisin de Azaa, le corresponda a 151 LPEZ FERNNDEZ, Antonio: El general Miaja, defensor de Madrid, G. Del Toro, Madrid, 1975 (Citado por Martnez Bande, Op. Cit., p.165). Op.cit., p.468. Op.cit., p.1009. Desde distintas pticas, se refieren al terna el lder comunista Palmiro TO GLIATTI (Escritos polticos, Era, Mxico, 1971, p.274-275) y el anarquista Jos PEIRATS (Op. Cit, p.283). 18 l, como presidente de las Cortes, asumir la presidencia interina de la Repblica. La legitimidad del presidente de Gobierno podra ser puesta en duda, y as se hizo, cuando buena parte de los restantes poderes del Estado haban desaparecido de facto. Negrn, una presencia Incmoda Negrn afirm ser consciente, desde el primer momento de su regreso a Espaa, de que la llegada del Jefe de Gobierno produ ca all un gran desconcierto y hasta un gran descontento, como si sig nificara el estropear alguna cosa que haba convenida. Como digo, me llam mucho la atencin el tono fro y seco de la conversacin de mis interlocutores 2 . Esta afirmacin tambin parece coincidir con las maquinaciones anteriormente citadas del general Rojo o con los concilibulos anarquistas en el Pars posterior a la prdida de Ca talua 24 . Stepnov habla de las intrigas y campaas contra el doc tor Negrn por parte de miembros de su propio partido dentro de la Segunda Internacional, gentes que no compartan su resistencia decidida. Por desgracia para las posibilidades de concluir la con tienda de forma ms o menos organizada, aunque fuese del modo 24 25 Informe de don Juan Negrn como Jefe de Gobierno en Diario de Sesiones, extracto oficial de la sesin de la Diputacin Permanete de las Cortes, ce lebrada en Pars el 31 de marzo de 1939. LOPEZ, Juan: Una misin sin importancia, Editora Nacional, Madrid, 1972, 186-187. Habla de una reunin con asistencia del ex ministro Garca Oli ver y del todava ministro Segundo Blanco: ...es preciso terminar con la ac tual situacin poltica. Negrn no puede volver a la otra zona como Go bierno. MINEV, Stoyn: Op. cit., p.261: ... amenazaba con derrocara los dolos his tricos del Partido Socialista. No les gust su acercamiento y su colaboracin con el Partido Comunista. No les gust su actitud hacia lo Unin Sovitica. Intentaron presentarle como agente de la Unin Sovitica e instrumento en manos del Partido Comunista. No compartan su orientacin de resistencia decisiva y les inquietaba su participacin en la campaa de desenmasca ramiento de los capitulacionistas. 19 en que se haba abandonado Catalua, tambin algunos militares co mo Casado por los motivos que luego expondremos compartan es te malestar por la vuelta del presidente del Gobierno. Como bien con cluye Martnez Bande, para llegar a una paz que garantice el perdn y una mnima rendicin de cuentas para todos, estorba el presi dente del Consejo de Ministros, el defensor de la resistencia, el ra dical apoyado por los comunistas. Adems, a Negrn iba a resultarle de todo punto imposible imponer su autoridad en una zona que, como seala Tun de La ra, actuaba con absoluta autonoma desde la incomunicacin con las estructuras de poder establecidas durante mucho tiempo en Barcelona, donde la proclamacin del estado de guerra el 19 de enero haba permitido concentrar todo el poder en el ejrcito y don de la administracin central prcticamente haba dejado de existir. Lo que no ofrece duda es que el Presidente intent restable cer el poder gubernamental en los restos del territorio republicano desde el momento de su llegada, aunque con escaso xito y poco en tusiasmo. El mismo da 11, cuando llegue el resto de ministros, convocar el primer Consejo en la ciudad de Valencia. A los dos das , el 13 de febrero, volver a convocarlo en Madrid, que haba recuperado su condicin de sede oficial del Gobierno por decisin del Consejo celebrado en Valencia 29 . Al poco, el 15 de febrero, lo ha r de nuevo para informarles de la reunin que iba a mantener al da siguiente con la jerarqua militar. El 16 de febrero Negrn se reuni en el aerdromo de Los Lla nos, cercano a Albacete, con todos los altos cargos militares con mando efectivo. Aunque algunos autores han fijado la fecha de la reunin bastantes das despus, en torno al 26 y hasta el 27 de di 26 27 28 29 Op.cit., p.125. TUN DE LARA, Manuel: El final de la guerra, en MALEFAKIS, Edward: La Guerra de Espaa (1936-1939), Taurus, Madrid, 1996, p.616. Tun de Lara (0p.cit., 616) habla del da 12, pero la prensa por ejemplo, Humanidad de Alcoi afirma el da catorce que se haba reunido a las 5.30 del da anterior. Gaceta de la Repblica, 12-2-1939. 20 Figura 3. La primera medida tomada por Negrn a su regreso a la zona Centro -Sur el 10 de febrero de 1939 fue confirmar a Madrid como sede del Gobierno de la Repblica; reafirmaba su voluntad de resistir, al tiempo que homenajeaba a la ciudad que haba sabido soportar como ninguna otra los ataques del ejrcito rebelde desde las primeras semanas de la guerra. (Fondos de la Universidad de California en San Diego). EN MADAID.00NDE NUNCA RABIA PA SADO NADA.PSA NGULO MS GRANDE DE LA HISTORIA CONTEMPORNEA DE ESPANA,Y SER MENESTER QUE TRANS CURRATIEMPO PARA QUE LOS PROPIOS MAORILENDS,TODAVIA NO ASESINADOS. ALEGREMENTE CONFORMES CON SU TRE MENDO DESTINIFUEDAN PERCIBIR LAS REPERCUSIONES QUE SU RESISTENCIA SIN LIMITE VA A TENER EN LOS DESTINOS DE ESPAA. - 4, 0 5 e frs DEC DISCURSO P1ONUNCIAD3 E1 YA! 1 21 DE ENER3 DE 1937 Pop EL Exr,k1 PPESIDEUTE DELA PErarauc, , ,, c MML! 21 cho mes, es mucho ms probable la fecha arriba sealada. El pro pio Negrn parece confirmarlo cuando declara que, a su llegada, inmediatamente cit para una reunin en Albacete a todos los je fes del Ejrcito. A la reunin acudi la plana mayor militar, con el general Miaja (jefe supremo de las fuerzas de Tierra, Mar y Aire), los generales Matallana (jefe del Grupo de Ejrcito), Menndez (Ejr cito de Levante), Escobar (Extremadura) y Bernal (Base de Cartagena), los coroneles Casado (Centro), Moriones (Andaluca), Camacho (Zona Area Centro -Sur), y el almirante Buiza (jefe de la Flota); to dos, menos Jess Hernndez, el ex ministro comunista, en ese mo mento comisario general de la zona Centro -Sur. La prctica totali dad de los jefes militares expuso la necesidad de terminar la guerra cuanto antes; Buiza lleg a afirmar que la Flota, cansada de los bombardeos areos a que era sometida, que ya haban daado al gunas unidades, estaba dispuesta a adentrarse en aguas interna cionales si no se pactaba pronto; Miaja, sorprendentemente, fue el nico partidario de resistir a toda costa. Como observa acertada mente Martnez Bande 2 , Negrn slo poda continuar la lucha re moviendo la jerarqua militar pero para ello pareca contar nica mente con el apoyo decidido de los mandos comunistas. 31 Por ejemplo, JACKSON, Gabriel: La Repblica espaola vio guerra civil, Cr tica-Grijalbo, Barcelona, 1976, p.404; DE LA CIERVA, Ricardo: Historia Ilustrada de la Guerra Civil, II, Danae, Barcelona, 1971, 2 edicin, p.502; o yo mismo, en VALER ESCANDELL, Jos Ramn: El final de la II Re pblica: la Posicin )(liste, en Tiempo de Historia, n 83, 1981, p.49. Diario de Sesiones, extracto oficial de la sesin de la Diputacin Perma nente de las Cortes, celebrada en Pars el 31 de marzo de 1939. Op.cit., p.142. 22 APNDICE 1 LOS QUE NO VOLVIERON La prdida de Catalua supona de hecho la prdida de la guerra para los defensores de la Repblica. Por eso, muchos polticos renunciaron a regresar al territorio con trolado por el Gobierno, bien porque no esperaban nada de su poltica de resistencia a ultranza, bien porque haban dejado de considerarlo representativo de sus ideas polti cas o de su estrategia militar. Entre quienes no regresaron es, sin duda, el Presi dente de la Repblica, don Manuel Azaa, la figura ms Figura 4. El Presidente Azaa retratado por Lpez Mezquita. 23 representativa. Su carcter pesimista y su deseo de acabar a toda costa con un conflicto al que no vea ninguna sali da satisfactoria le hizo oponerse a regresar al pas; con ello, las posibilidades de mantener la imagen de normali dad aparente quedaban reducidas a la mnima expresin. El problema se agravar todava ms cuando, tras su di misin del cargo, la personalidad llamada a sucederle, el Figura 5. El general Rojo, mxima autoridad militar en la zona de Catalua, se neg a regresar a Espaa, totalmente desilusionado ante la carencia de posibilidades de modificar el cariz que haba tomado la contienda. 24 presidente de las Cortes Diego Martnez Barrios, tambin se muestre reacio a regresar a la llamada Zona Centro -Sur. Tampoco regresaron un alto nmero de polticos de distintas tendencias, buena parte de los mandos militares y numerosos miembros de la administracin estatal. Con su negativa, el Gobierno Negrn quedaba convertido en un poder residual, minoritario, al que buena parte de sus an tiguos apoyos polticos y militares iban a retirarle la confianza e incluso, para justificar sus actuaciones, iban a negarle la legitimidad que le corresponda. Figura 6. Garca Oliver, miembro de la FAI, que haba sido ministro en el gabinete de Largo Caballero, ya no regres al pas tras su paso a Francia a finales de enero de 1939, como la mayor parte de los anarquistas catalanes. 25 Figuras 7 y 8. Francisco Largo Caballero, lder del ala izquierdista del socialismo, en otros tiempos considerado como el Lenin espaol y presidente del Gobierno, haba ido perdiendo influencia con el desarrollo de la guerra. Su abandono de Catalua con antelacin a otros dirigentes fue criticado y denunciado pblicamente por los comunistas, originando un serio conflicto en el seno del Frente Popular. lndalecio Prieto, lder del socialismo ms moderado, en muchas ocasiones enfrentado al sector caballerista, haba sido ministro de Defensa hasta que el propio doctor Negrn acab asumiendo el cargo. Tambin haba abandonado el pas. (Servicio Histrico Militar). Con la ausencia de ambos referentes del socialismo, Negrn, pese al apoyo de la ejecutiva del PSOE, apareca ante buena parte de la opinin pblica como un poltico sin partido; ms an, ms cercano a los comunistas que a sus propios correligionarios. Largo Caballero 26 ES LA BASE DE LA VICTORIA t 9 , AGRUPACIN SOCIALISTA VICAILVAROyCANILLAS Prieto APNDICE 2 LOS QUE VOLVIERON Entre quienes regresaron a Espaa tras la cada de Catalua (de forma inmediata en el caso de Negrn y lva rez del Vayo, al da siguiente en el caso de casi todos los dems), destaca la prctica totalidad del Gobierno, tanto los representantes republicanos y cenetistas como los socia listas y comunistas. As, el Gobierno pudo celebrar en Va lencia su primer Consejo slo dos das despus de atravesar la frontera francesa, dando una imagen de cohesin a fa vor del mantenimiento de la resistencia. Figura 9. Julio lvarez del Vayo, ministro de Asuntos Exteriores, acompa al doctor Negrn en su vuelo de regreso a Espaa. 27 Figuras 10 y 11. El socialista Gonzlez Pea y el comunista Vicente Uribe formaban parte del gabinete republicano al final de la guerra. Aunque entre los ministros del Gobierno haba opiniones contrarias respecto a continuar la guerra, la prctica totalidad regres al territorio en poder de los republicanos de acuerdo con las instrucciones del Presidente. Gonzalez Pea. Vicente Uribe. Tambin regresaron, aunque algunos das despus de hacerlo el doctor Negrn, la prctica totalidad de los man dos comunistas del ejrcito derrotado en Catalua y la pla na mayor del Bur Poltico del PCE, buscando aproximar se fsica y polticamente al Gobierno para presionar a favor del mantenimiento de la poltica de resistencia a ultranza. 28 Figura 12. Dolores lbrruri, Pasionaria, era a finales de la Guerra Civil la ms conocida internacionalmente de los dirigentes comunistas espaoles. Frases como no pasarn o vale ms morir de pie que vivir de rodillas la convirtieron en mito internacional de la poltica de resistencia al fascismo. (Servicio Histrico Militar) 29 Figuras 13 y 14. Francisco Galn, hermano de Fermn Galn, uno de los mticos Mrtires de Jaca protagonistas del fallido pronunciamiento republicano que, meses despus, acabara echando a la Monarqua de Alfonso XIII tras unas elecciones municipales. Juan Modesto fue uno de los responsables de la formacin de las milicias comunistas al inicio de la Guerra Civil, uno de los comandantes del Quinto Regimiento. Dirigi las tropas republicanas en la batalla del Ebro. Figura 15. Francisco Galn. Juan Modesto. Palmiro Togliatti, secretario general del Partido Comunista Italiano, particip en la guerra espaola como comisario poltico, adems de representante mximo del Komintern en Espaa, bajo el pseudnimo de rcoli. Fue de los ltimos polticos comunistas en abandonar Espaa en 1939. (Como algunas otras fotos personales han sido extrada de diversas pginas en red, a travs de Google). 30 II. LA DIFICULTAD DE ORGANIZAR LA RESISTENCIA Para analizar la poltica de resistencia del doctor Negrn, en pri mer lugar resulta imprescindible considerar el estado de las fuerzas con que contaba. Tambin en este punto la controversia entre los pro tagonistas y los historiadores sigue siendo manifiesta, por supues to en funcin de la ptica poltica de quien escribe. As, no es de ex traar que, entre los autores que he consultado, sea Po Moa quien ofrezca una cifra ms abultada, seguramente para magnificar las circunstancias que acompaaron a la victoria franquista y remarcar la incompetencia de los republicanos, de acuerdo con el nuevo re visionismo histrico posfranquista. Habla de una zona en el cen tro -sureste de la pennsula, todava extensa, con buenos puertos, una flota potente, a la que haban sacado poco rendimiento hasta en tonces y un ejrcito cifrado en 800.000 soldados). Algo menos op timistas, algunos autores comunistas, como Stepnov tambin ofre cen un anlisis esperanzador, considerando que la fuerza con que se contaba permita mantener la poltica de resistencia por un tiem po suficiente. As, cifra en 600.000 soldados las fuerzas efectivas y considera que el estado de las fortificaciones no supona ningn motivo de alarma: estaban bien fortificados el frente de Levante, el de Guadalajara y el de Madrid (tras la derrota los especialistas mi litares fascistas reconocieron que las construcciones de fortificacin de los rojos haban sido hechas sorprendentemente bien y slida MOA, Po: Los mitos de la guerra civil, La Esfera historia, Madrid, 2003, p.435. 31 mente y que pasar a travs de ellas hubiera requerido meses) 2 . Carr, al preguntarse por las posibilidades de resistir, reconoce que el Ejrcito del Centro estaba intacto y acababa de lanzar en Extrema dura una ofensiva, la de la batalla de Pearroya. En el polo opues to, dentro del arco republicano, Peirats habla de que -segn diver sas fuentes- los libertarios disponan de unos 150.000 o 300.000 so bre un total de 400.000 o 640.000 4 . Martnez Bande reconoce que las fuerzas de Miaja [entonces ya general en jefe de las fuerzas de Tierra, Mar y Aire] eran, tericamente muy poderosas y se compo nan del Cuerpo de Ejrcitos de la Regin Centro, o G.E.R.C., la Zo na Area Central y la Flota, surta en la base naval de Cartagena. El G.E.R.C., cuyo jefe era ahora el general don Manuel Matallana, con taba con cuatro Ejrcitos, 16 Cuerpos de Ejrcito, 49 Divisiones, 138 Brigadas mixtas, tres de Caballera, una de Defensa de Costas y dos de la DCA o Defensa Contra Aeronaves, ms una divisin de Blin dados y tres de Asalto. Paul Preston recuerda que el territorio es paol bajo control republicano era de alrededor de un 30 por cien to. En resumen, sobre el papel, la situacin militar no era catica y la idea de resistir no pareca tan descabellada: cuarenta y nueve Divisiones, un cierto apoyo artillero, importantes fuerzas blindadas y algunas unidades de caballera 7 . La situacin material en que se encontraban estas fuerzas eran, sin embargo, bastante lamentable. Son numerosos los testi monios que hablan de escasez extrema en aspectos bsicos, como la alimentacin de la tropa o la carencia de municin, hasta el pun to de que los jefes de compaa deben dar, en el parte diario, cuen 2 MINEV, Stoyn: Op.cit., pp 179-180. 3 CARR, Raymond: La tragedia espaola, Alianza, Madrid, 1986,p.261. 4 PEIRATS, J.: Op.cit. p.350. MARTNEZ BANDE, J.M.: Op. Cit., p.112. PRESTON, Paul: La guerra civil Espaola, Plaza & Jans, Barcelona, 1986, p.221. 7 ANDRS -GALLEGO, Jos et alii: Espaa actual. La Guerra Civil (1936 1939), Vol. 13 de la Historia de Espaa, Gredas, Madrid, 1989, p.292. 32 Figura 16. El gobierno republicano todava conservaba en febrero de 1939 casi un tercio del territorio peninsular, la llamada Zona Centro -Sur, abierta al mar en la costa mediterrnea comprendida entre las provincias de Almera y Valencia. (Realizacin tcnica: Carlos Corts Samper) ZONA REPUBLICANA CENTRO -SUR N na ciOnai /0 /11 Ciudad Real at.Taen tenea Valencia Gand a Albacete Elda-Petrer 154, Alk. te Archena MtIrcia Totagarn Cartagen Alrneri 41ar Mediterrne ta de las bombas y de los proyectiles de fusil gastados 8 porque era preciso escatimar hasta en las balas. De cualquier manera, convie ne recordar que los testimonios ms extremos proceden, en casi todos los casos, de gentes vinculadas al Consejo de Defensa Nacio LERA, Angel Mara: Madrid, marzo de 1939. Lo que vi, Historia y Vida, citado por MARTNEZ BANDE, Op. Cit., p.121. 33 nal, deseosas de justificar su propia actuacin personal (considerada traicin por tantos otros combatientes leales a la Repblica). As, Gar ca Pradas, citando a Matallana (ambos implicados en el golpe de es tado casadista) presenta una situacin de completa decadencia: slo quedan 350.000 fusiles, una cincuentena de tanques, menos aviones, con una artillera antiarea con proyectiles para unos das, y con deserciones que iban aumentando 9 . Ser Casado quien ofrez ca una visin ms apocalptica; sin cuestionar la gravedad de la si tuacin, conviene recordar que Negrn denunciar amargamente al final de la guerra la actitud premeditadamente derrotista del co ronel, que tambin incrementaba sobremanera los recursos de que dispona en el frente el bando enemigo. Casado hablar de artille ra escasa y de baja calidad, pocas armas automticas, de que la potencia de fuego de un batalln enemigo triplica la de los suyos, que no hay morteros, que apenas cuenta con tanques, antitanques y artillera area, poqusimos aviones, soldados a los que no se pro porciona zapatos y prendas de abrigo, capotes convertidos en tm panos de hielo en el frente de Guadalajara, soldados que pasan va rias semanas sin cambiarse, de sarna y avitaminosis. La situacin del ejrcito se agravaba por la absoluta falta de mo ral y el pesimismo de que hacan gala la prctica totalidad de la je rarqua militar, como ya hemos visto en la reunin del aerdromo de Los Llanos. Un informe de un denominado Consejo Asesor fa langistas y tradicionalistas que ejercan en Madrid las labores de quintacolumna afirmaba que la mayora de los militares profesio nales eran partidarios decididos de la entrega inmediata y que s lo el comisariado y los miembros del Partido Comunista deseaban continuar la resistencia. Este derrotismo es confirmado en los in formes del dirigente comunista Palmiro Togliatti mxima autoridad del Komintern en Espaa en aquellos momentos, que reconoce 10 11 GARCA PRADAS, Jos: La traicin de Stalin, New York, 1939, p.32. (Re cogido de la pgina anarquista ateneovirtual.alasbarricadas.org). CASADOS. : Op.cit., p.113-114. Citado por MARTNEZ BANDE, J.M., Op.cit., que cita fuentes de Defensa Nacional, del Servicio Histrico Militar. 34 que la inferioridad militar y a todos los niveles hace que los oficia les profesionales consideren imposible la resistencia, pero adems incluye como copartcipes de esta opinin a los propios militares co munistas y a los comandantes procedentes de milicias, por lo que el nico debate no era el de organizar la resistencia sino finalizar la guerra de forma ordenada. La situacin ha sido correctamente descrita como de desconcierto, mezcla de un derrotismo creciente y un belicismo menguante, especialmente tras la cada de Catalua. No obstante, la posibilidad de resistencia estaba siendo facilitada en aquellos das finales del gobierno Negrn por la falta casi absoluta de combate en los frentes, aunque, como veremos, ello fuese debi do bsicamente al convencimiento que los franquistas tenan de que otros militares acabaran hacindoles el trabajo. Las posibilidades de aprovisionamiento Las carencias alimenticias y de todo tipo se hacan sentir con fuerza en aquel invierno de 1939, especialmente en la capital, don de segn Peirats se careca hasta de leche para los nios. La co misin internacional cuquera para la asistencia a nios refugiados que actuaba en buena parte de las poblaciones del pas, entre ellas, como veremos ms adelante, Elda consideraba que la racin ali menticia era muy baja y no estaba garantizada para ms all de dos o tres meses, aunque se quejaba de las trabas de todo tipo que obli gaban a que la harina americana tardase ms de tres meses en lle gar desde el puerto francs de Le Havre hasta los lugares donde se necesitaba. Tun describe el Madrid que recibe a Negrn como una ciudad hambrienta, donde gran parte de la poblacin era abasteci da por la intendencia militar, con largas colas para conseguir el ra 12 TOGLIATTI, Palmiro: Op.cit., pp.269-270. 1 ANDRS -GALLEGO, Jos: Op.cit., p.294. 11 PEIRATS, Jos: Op.cit. p.383. THOMAS, Hugh: La guerra civil espaola, Ediciones Urbin, Madrid, 1979, tomo IV, p.332. 35 Figuras 17 y 18. Desde 1936, Madrid se haba convertido en un referente mundial de la lucha contra el franquismo; pero a principios de 1939, derrota tras derrota, sin expectativa alguna de mejora de la situacin, con gravsimas dificultades materiales de todo tipo, la moral de resistencia era forzosamente muy baja en la ciudad, pese a que sus defensas en modo alguno haca prever una inminente entrada de las tropas enemigas. fi noscion n.EXPUGMA131 cionamiento, con ms de 8.000 edificios destruidos por los bom bardeos, con tan poco que hacer que todos los espectculos colga ban diariamente el cartel de completo. Slo Negrn parece algo ms predispuesto al optimismo: el aprovisionamiento en la zona Centro -Sur haba mejorado. Existan ms reservas que unos meses antes, salvo en trigo y harina, pero se iba proveyendo. .. 17 16 TUN DE LARA, M.: Op. Cit., p.618. 17 Diario de Sesiones, extracto oficial de la sesin de la Diputacin Perma nente de las Cortes, celebrada en Pars el 31 de marzo de 1939. 36 Algunos estudios sobre la economa productiva de la provin cia de Alicante una de las pocas alejadas del frente de guerra ofrecen en los ltimos meses de la guerra una imagen menos ca tastrfica de la que se perciba en los frentes de batalla. As, a finales de 1938 el Comit Provincial de Enlace PSOEPCE habla de in tensificacin de la produccin en las fabricas y en las fincas agr colas tras la creacin de la Unin Provincial de Cooperativas Agrcolas, aunque puede tratarse ms de un deseo que de una rea lidad. Por su parte, Santacreu Soler afirma que la asignacin de re cursos para el cultivo de los productos de la agricultura de exporta cin experiment un descenso mientras que en el caso de los pro ductos alimenticios vitales para la subsistencia o en el de algunas plantas industriales el camo con el que se pretenda sustituir el yute de importacin registr un aumento. En ese estudio tambin se habla de transformaciones que haban permitido solicitar crdi tos, adquirir abonos y vender la produccin sin alterar la propiedad de la tierra de los pequeos agricultores, que seguan explotndo la en rgimen familiar 20 . Es cierto que la agricultura alicantina no se caracterizaba en aquellos aos por una excesiva productividad en su conjunto, pero las huertas de otras provincias cercanas las de Valencia y Murcia, todava en poder de los republicanos s; nece sitaramos estudios ms pormenorizados sobre la evolucin de la pro duccin agraria en diversas provincias al final de la Guerra Civil. Es cierto, adems, que la capacidad de produccin fabril se ha ba reducido enormemente tras la prdida paulatina de la mayora de zonas industriales Pas Vasco, Asturias, Catalua y el castigo al que eran sometidas las factoras del rea madrilea. Adems, en gran cantidad de empresas se haba necesitado sustituir la mano de I ft 20 QUILIS TAURIZ, Fernando: Revolucin y Guerra Civil. Las colectividades obreras en la provincia de Alicante. 1936-1939, Instituto de Cultura Gil Albert, Alicante, 1992, p.97. SANTACREU SOLER, Jos Miguel: La produccin de guerra y las tesis de la posicin Yuste, en SNCHEZ RECIO et alii: Guerra Civil y fran quismo en Alicante, Instituto de Cultura Gil-Albert, Alicante, 1990, p.93. Op.cit.,p .87. 37 obra masculina, menguada por las numerosas incorporaciones al ser vicio militar, empleando a las mujeres en las tareas tradicional mente desempeadas por los varones. El problema se converta en especialmente grave en lo que respecta a la produccin de arma mento. En algunas provincias, como en Alicante, la transformacin productiva haba sido radical e intensa, enfocndose estrictamen te a conseguir ganar la guerra. De nuevo Santacreu Soler ofrece nu merosos datos de una transformacin tal que durante la segunda mitad de 1938 la fabricacin de armamentos se convirti en la prin cipal actividad industrial, superando a las anteriores. Ocupaba a ca si 10.000 trabajadores. Numerosas fbricas textiles, de alpargatas, de calzado, de papel y de juguete pasaron a suministrar productos al ejrcito; las fbricas de harina trabajaban el trigo importado por el puerto de Alicante y algunas almazaras prensaban parte de las aceitunas andaluzas; adems, el gobierno republicano haba ins talado fbricas de aviacin, blindajes y cartuchera procedentes de otras provincias amenazadas por la cercana de los frentes. El autor concluye su estudio afirmando que en 1939, cuando Negrn formulaba su tesis de resistencia desde la Posicin Yuste, las activi dades productivas agrcolas e industriales de la retaguardia alican tina parece que estaban preparadas para la guerra. Algunos da tos de la produccin blica alicantina al final de la guerra no pare cen ser tan apocalpticos como pretenden dar a entender los mili tares profesionales al entrevistarse con Negrn o al publicar sus li bros exculpatorios tras la contienda. La capacidad productiva de la industria armamentstica alicantina a finales de 1938 segn da tos de PCE y de CNT era de 1.824.000 balas Mauser diarias, 876.000 cartuchos Mauser, o 250.000 cargas, adems de muchos proyectiles, como 5.000 granadas o 650 proyectiles antitanque diarios. En el l timo parte conservado de la Fbrica 27 de la Subsecretara de Ar 2 QUILIS TAURIZ, E: Op.cit., p.98. 22 Op.cit. p.53. 23 Op.cit. p.52. 24 Op.cit., p.93. 25 Op.cit., p.54. 38 mamento, ubicada en Ibi en la antigua factora de juguetes de Pa y Hermanos se habla de una produccin diaria de 115.000 balas de 7,62 mm y de 30.000 de 9mm, adems de unas existencias en al macn superiores a los dos millones 26 , que nadie parece ya intere sado en recibir; el parte est fechado el 27 de marzo de 1939, cuan do las tropas franquistas se hallan casi a punto de ocupar el pueblo. Otros ejemplos de esa actividad pueden ser la fabricacin en Ali cante, en Rabassa, de los aviones HispanoSuiza E34, que seguan pro bndose en la pequea pista de tierra situada entre Onil y Castalla 27 ; o el traslado de parte de la produccin de aviones de Unin Naval de Levante a Elda. Tun escribe que en las zonas donde se pro ducan los suministros blicos las provincias de Valencia, Albacete, Alicante y Murcia la moral de la poblacin era mejor que en los fren tes, aunque la divisin poltica era tota1 29 . Pese a este ejemplo clarificador de que la resistencia era po sible, al menos, durante algunos meses, la realidad es que la in dustria blica autctona no era ya suficiente no lo haba sido nun ca para mantener la guerra con garantas de xito, mxime cuan do la reduccin de la zona leal iba menguando las posibilidades de aprovisionamiento de las propias factoras. Por eso resultaba ab 26 27 28 29 VALERO ESCANDELL, Jos Ramn: Pay. Historia social de una industria juguetero, Generalitat Valenciana. Consellera de Treball i Seguretat So cial, Valencia, 1991, p.97. ARREZ CERDA, Juan: Aviones recuperados en el sureste al final de la gue rra civil, Revista Espaola de Historia Militar n1, Valladolid, 2000, p.56. PREZ, Carlos A.: Los medios blindados en la guerra civil (y II). En el ejrcito republicano, El Miliciano, septiembre 1996 (en red) TUN DE LARA, Manuel: Op.cit,. p.620. Por ejemplo, el 10 de agosto de 1938, el Consejo Municipal de Elda reconoca en carta al gobernador civil que su industria de calzado, a falta de materias primas, se encontraba casi paralizada. En buena medida, estas materias primas procedan de Catalua, con la que se haba cortado la comunicacin tras la llegada a la costa castellonense de las tropas de Franco. (Vid. VALE RO ESCANDELL, J.R. et alii.: Elda, 1832-1980. Industria del calzado y trans formacin social, I.C. Gil-Albert y Aytmo. Elda, Elda, 1982, p.100. 39 solutamente imprescindible garantizar el abastecimiento externo, al go muy complicado dada la situacin internacional tras la firma del Pacto de Munich y las negras perspectivas que ofreca un gobier no que acababa de perder el ms desarrollado de sus territorios, Catalua. En este punto resultaba clave e imprescindible la llegada del material de guerra sovitico. La URSS, que en el verano de 1938 ha ba comenzado a reducir sus envos a Espaa y a repatriar asesores y brigadistas, cambi de actitud tras el Pacto de Munich y en di ciembre de 1938 acept la demanda espaola de material blico, transmitida personalmente por Hidalgo de Cisneros a Stalin. El ma terial haba llegado a Francia pero, ante la escasa colaboracin del gobierno vecino, no pudo ser entregado a los combatientes en Ca talua, precipitando la derrota. Ese material, como indica clara mente Marichal, no slo colmaba el valor del denominado oro de Mosc sino que supona un saldo favorable para los soviticos. El armamento retenido en Francia, legalmente propiedad de la Rep blica Espaola, era la mayor baza con la que contaba Negrn en su poltica de resistencia a ultranza. Pero, como indica Luis Romero, el Presidente alardea de cantidades de armas y de aviones, de ali mentos y pertrechos de todo gnero que estn en Francia dispuestos para el embarque. No aclara cmo piensa transportarlos... El op 31 32 33 Vid. MORADIELLOS, Enrique: El reidero de Europa. Las dimensiones in ternacionales de la guerra civil espaola, Pennsula, Barcelona, 2001, p. 238 241 y TUN DE LARA, M.: Op. Cit., p.605. MARICHAL, Juan: El legado patriota de Juan Negrn, El Pas, 31-03-2002. En dicho artculo de opinin afirma adems que el oro de Mosc se haba gastado en defender al pueblo espaol y alimentarlo, ya que una gran pro porcin del oro se haba empleado en la compra de vveres y como haba sealado Vias, no poda reclamarse nada pues se haba gastado todo el lla mado oro de Mosc. O, dicho en otros trminos, lo que haba en Mosc, que estaba antes en el Banco de Espaa, fue el costo de la guerra de 1936 a 1939: no se poda acusar, desde luego, a Juan Negrn, Ministro de Hacienda durante toda la guerra, de gastos ilegales... ROMERO, Luis: La cada de la Repblica. El final de una poca, en THO ,MAS, Hugh: La guerra civil Espaola, Urbin, Madrid, 1979, vol. VI, p.329. 40 timismo de Negrn en conseguir traerlo a la zona Centro -Sur (fru to de la fe en su poltica de resistencia) choca con el pesimismo y la desconfianza de buena parte del ejrcito, mucho ms proclive a finalizar la guerra. Una conversacin de Cipriano Mera jefe mili tar anarquista con Negrn a finales de febrero de 1939 refleja ade cuadamente las dos opiniones: Mera: Y todo ese enorme material, dnde est, seor Negrn Negrn: Lo tengo en Francia. Mera: S, claro, en Francia. Pero nosotros estamos en Espaa. Cree usted sinceramente que podr hacerlo llegar a Madrid Negrn: Creo que s. Mera: Creo, me responde usted. Lo cual quiere decir que no es t muy seguro 4 . La conversacin es toda una muestra del carcter derrotista de buena parte del poder militar, aunque se arrope en un lenguaje arrogante ante el que todava es el superior jerrquico, como ministro de Defensa y como Presidente. No ser el nico caso a lo largo de es tos das finales de la guerra. Tambin otros militares que formarn parte del Consejo de Defensa, como Casado o Miaja, se comporta rn de forma cuanto menos descorts con Negrn en estos das. Desgraciadamente para la causa republicana, pocos das des pus de la conversacin arriba descrita, el reconocimiento anglo francs del gobierno franquista, facilitado por la actitud adoptada por Azaria, Presidente de la Repblica y por tanto representante mximo del Estado, har totalmente imposible recuperar el envo sovitico. 34 MERA, Cipriano: Guerra, exilio y crcel de un anarcosindicalista, Ruedo Ib rico, Pars, 1976, p.200. 41 Buscar una paz negociada Algunos autores han pretendido ver en Negrn y sus segui dores, a veces ms all de los propios comunistas, una voluntad de resistencia que retrasase al mximo la victoria del ejrcito fran quista, incluso despus de que Gran Bretaa y Francia reconociesen al gobierno de Burgos. Sin embargo, las propuestas de paz de Ne grn ya venan de antes de su regreso a Espaa tras la prdida de Ca talua. Es cierto que los denominados trece puntos, una decla racin de intenciones publicada el 1 de mayo de 1938, han sido reconocidos como una jugada propagandstica, tanto hacia el exte rior como haca la poblacin indecisa de la propia zona republica na. Se apostaba por abandonar cualquier elemento revolucionario del programa republicano, planteando la defensa de la indepen dencia nacional y la integridad de Espaa como aspectos princi pales, por lo que se trataba ms de una justificacin de la accin a desarrollar difcil de cumplir por un gobierno sustentado por quienes difcilmente renunciaran a la revolucin, aunque acepta sen su aplazamiento vistas las circunstancias que corno una au tntica propuesta de paz con posibilidades de ser aceptada por el ban do enemigo, que ya acababa de llegar al Mediterrneo por Vinaroz, aislando las dos zonas en poder de los republicanos. Es cierto que el discurso pronunciado por Negrn en Figueras en la ltima reunin de las Cortes en territorio espaol ha sido con siderado por algunos autores como una nueva oferta de paz, pero no pareca el socialista canario tan dispuesto a reducir al mnimo los requisitos indispensables para concluir la guerra como el Presi dente de la Repblica (que dimiti en buena medida porque no vea perspectivas a las tesis sostenidas por Negrn) o el de las Cor tes, Martnez Barrio, que convoc a la Diputacin Permanente en un PAYNE, Stanley y TUSELL, Javier: La guerra civil, Temas de Hoy, Madrid, 1996, p.411. ROMERO, Lus: Op.cit., p.319. 7 CARR, Edward H.: La Komintern vio guerra civil espaola, Alianza Edito rial, Madrid, 1986, p.97. 42 Figura 19. La ilustracin, conservada en el Archivo de la Guerra Civil de Salamanca, es parte de la campaa propagandstica que se hizo de los 13 puntos propuestos por Negrn el 1 de mayo de 1938, en los que algunos han querido ver uno de sus primeros intentos reales de conseguir un acuerdo de paz; otros, sin embargo, slo los valoran como una jugada propagandstica. 43 Asegurar la independencia abso luta y la integridad total de Espaa. Una Espaa talmente libre de toda injeren cia extranjero, sea cual seo su carcter y origen; con su territorio peninsular e in sular y sus poseriones intentas y o salvo de cualquier tentativa de desmembra cion. eruneneoon o hipoteco, conservan do los zonas de Protectorado asignadas a Espaa por los convenios internado notes, mientras estos convenios no sean modificados ton ar intervencion y asen timiento. Consciente do los deberes one jos a su evadieron y a su historia, Espaa estrechar con los dems panes los vn culos que imponen uno comun raiz del sentido de universalidad que siempre ha caracterizado o nuestro pueblo. restaurante de Pars donde les comunic que estaba dispuesto a su ceder a Azaa si Negrn le otorgaba plenos poderes para poner fin a la guerra, a lo que Negrn no contest . Azaa, por su parte, ha ba iniciado tiempo atrs gestiones en este sentido, a travs de Bes teiro y como iniciativa personal sin respaldo oficial, que no consi guieron su propsito. Sin embargo, el propio Casado acepta corno cierto que Negrn le confes que desde mayo de 1937 haba inten tado reiteradamente entrar en negociaciones con el enemigo sin consegu i r l o r . El intento ms serio de paz emprendido por el doctor Negrn fue a travs de Pablo de Azcrate, embajador espaol en el Reino Uni do. El asunto, todava poco aclarado, al menos en las intenciones de Negrn y la posible intervencin de Casado, ha sido ampliamente tra tado por Luis Romero y otros autores. El 14 de febrero vuelto Ne grn y celebrados ya Consejos de Ministros en Valencia y Madrid Azcrate entreg en el Foreign Office un memorndum donde afir ma la voluntad de resistencia del gobierno pero tambin plantea la mediacin inglesa para conseguir una paz negociada. A los dos das, lord Halifax avanza una posible propuesta britnica que sugiere la rendicin si el gobierno de Franco acepta renunciar a represalias polticas, juzgar a los responsables de crmenes comunes por tri bunales ordinarios y facilitar la salida del pas de los elementos di rectivos. El acuerdo ser telegrafiado por Azcrate a Madrid du rante tres das seguidos sin recibir respuesta. El da 21 los britni cos exigen una respuesta inmediata o, en caso contrario, se consi derarn libres de cualquier compromiso. La contestacin, afirmativa, lleg por fin, pero el da 25, cuando el reconocimiento del gobier no rebelde ya estaba decidido. Cul fue la causa del fracaso de es ta mediacin, de esta brevsima diferencia de tiempo que precipi t la tragedia Tun recuerda que el mismo da que Azcrate en treg el memorndum en Londres, el Gobierno francs estaba ya ne 8 CARR, R.: Op.cit., p. 262. CASADO, Segisrnundo: Op.cit., p.115. 4 ROMERO, Luis: Op.cit., p.320-321. 44 gociando con el de Franco, lo que dara lugar a los acuerdos B rard-Jordana, que entregaban a Franco el oro del Banco de Espaa bloqueado en Mont de Marsan, las armas y el material del Ejrcito republicano, mientras miles de soldados permanecan en los cam pos de concentracin del sur galo. Todo ello aumentaba las prisas britnicas el Reino Unido tambin tena ya su representante oficioso en Burgos por solucionar rpidamente el asunto espaol. lva rez del yayo, despus del conflicto, trata de buscar la respuesta en la posible intercepcin de los cables por parte del coronel Casado, que ya preparaba su sublevacin. Por el contrario, Luis Romero su giere la posibilidad de que Negrn se resistiese a ser el liquidador p blico y oficial de una guerra que confiaba en alargar o de cuya di reccin pensaba que poda ser pronto destituido. En todo caso, Negrn es muy consciente de que su poltica de resistencia se basa, junto con el sentido del deber ante unas cir cunstancias histricas, en la ms absoluta necesidad: carece de cualquier otra alternativa razonable. El propio Casado escribi des pus que, en su conversacin con el presidente tras el regreso de s te a Espaa, Negrn dio por bueno su anlisis de la situacin reco nociendo que estoy de acuerdo con usted en que la situacin es verdaderamente grave; pero, por grave que sea la situacin, las cir cunstancias nos exigen continuar con la lucha como nica solu cin 45 . Carr explica con meridiana claridad la situacin en que se encontraba el doctor Negrn: Dada la evidente insistencia de Fran co en la rendicin sin condiciones y su negativa a una mediacin de Francia y Gran Bretaa, cundo y cmo podra rendirse Negrn de tal manera que salvara las vidas de los que haban combatido con la otra Espaa Lo nico que se poda hacer era resistir. Tam bin Cipriano Mera, el hombre fuerte militar del golpe casadista, re 41 42 4:3 44 45 413 Sir Robert Hodgson, segn BOLLOTEN, Burmett: Op. cit., p.1.022. TUN DE LARA, Manuel: Op.cit., p.621-622. LVAREZ DEL VAYO, Julio: Op.cit., p.302. ROMERO, Luis: El final de la guerra, Ariel, Barcelona, 1976, p.132. CASADO, Segismundo: Op.cit., p.113. CARR, R.: Op.cit., p. 261-262. 45 cuerda que Negrn le coment su fracaso en el intento de estable cer negociaciones apelando incluso al Gobierno britnico 47 pero que, al no conseguir ningn fruto, no le quedaba ms remedio que la resistencia a ultranza. El mismo Mera resume las tres nicas al ternativas existentes en una retirada escalonada hacia Cartagena, una rendicin sin condiciones o el paso a una guerra de guerrillas. Tam bin Turin considera que, la que l denomina triple carta de apa rentar resistencia, iba enfocada a poder negociar, a esperar una posible complicacin de la situacin internacional o a organizar una retirada escalonada hacia Levante que permitiese adems im plantar estructuras guerrilleras y establecer una base clandestina con apoyo civil. Para ello, escribe Tun, Negrn contaba con el bene plcito de una parte del Partido Socialista (ejecutiva incluida) y de los comunistas, aunque Payne piensa que en el mes de febrero ya s lo contaba con el apoyo del PCE. Las alternativas a la nica posibilidad prevista por Negrn resistir ante la falta de alternativas, con la nica esperanza de un posible cambio de la coyuntura internacional, planteadas por los republicanos no comunistas, tenan, segn Preston, muy poco sen tido tras la aprobacin por Franco el 9 de febrero de 1939 de la Ley de Responsabilidades Polticas que afectaban de hecho a todos los seguidores de la Repblica. La Ley culpabilizaba a quienes des de el 1 de octubre de 1934 y antes del 18 de julio de 1936 contribu yeron a crear o agravar la subversin de todo orden de que se hizo vctima a Espaa y de aquellas otras que, a partir de la segunda de dichas fechas, se hayan opuesto o se opongan al Movimiento Nacional La entrevista con Mera se realiz, segn ste, el 23 de febrero de 1939, es decir, dos das antes de que Azcrate comunicase su aprobacin al Foreign Office. Si Negrn le afirma ya que ha apelado incluso al gobierno britni co cabe la posibilidad de que se produjese algn tipo de retencin ajena de la respuesta para que no se produjese en el plazo convenido. 48 MERA, Cipriano: Op. Cit., p.197. TUNN DE LARA, Manuel: Op.cit., p.626-627. PAYNE, Stanley Y TUSELL, Javier: Op.cit., p.411. PRESTON, Paul: Op.cit., p.221. 46 con actos concretos o pasividad grave. La ley, con lgica propia de cualquier terrorista, converta a los verdugos en vctimas y culpa bilizaba a todo defensor de una sociedad democrtica. La relacin de sanciones a las personas y organizaciones polticas confina miento, inhabilitacin, prdida de bienes... era extensa y detalla da. Resulta difcil imaginar que los protagonistas del golpe de es tado del 5 de marzo albergaran cualquier expectativa optimista de negociacin desde la debilidad. La nica opcin posible era resistir en espera de que la si tuacin internacional transformase la poltica de alianzas y aportase nuevos aliados a la causa republicana. Hasta Po Moa reconoce de mala gana que tal posibilidad era posible: la guerra espaola en lazara con la mundial, y entonces caba esperar una intervencin de Francia y Gran Bretaa a favor del Frente Popular, que volcase la balanza a su favor. La contienda resultara mucho ms larga y des tructiva, pero entonces la victoria de las izquierdas quedara ase gurada: Resistir es vencer. Dejando aparte la curiosa manera de convertir al Estado democrtico en culpable del alargamiento de una contienda emprendida contra l por quienes ms obligados es taban a acatar el ordenamiento legal, la verdad es que entramos de lleno en el terreno de la futurologa. Un dirigente de la Komintern, Manuilskly, en conversacin con Jess Hernndez reconoca que un conflicto europeo a gran escala no podra surgir mientras no se de cidiese totalmente la situacin espaola. Tambin Hugt Thomas re cuerda que si la Repblica hubiera permanecido intacta, con Ne grn y Casado en el mismo lado, incluso por el breve periodo de dos semanas ms, su posicin internacional podra haber cambiado. El 15 de marzo, Hitler march sobre Praga (..) A fi nales de ese mes, las garantas anglofrancesas a Polonia haban transformado la situacin 52 53 54 55 Ley de Responsabilidades polticas, publicada en el B.O.E. del 13 de fe brero de 1939. TUN DE LARA, M.: Op.cit, p.621. MOA, Po: Op.cit., p.431. Vid. HERNNDEZ, Jess: Yo fui un ministro de Stalin, G. Del Toro, Ma drid, 1954, p. 255. 47 internacional. Tambin Stepnov, al poco de concluir la con tienda lamenta que no se hubiera podido resistir por ms tiempo 57 . A modo de sentencia, Vidarte recordar mucho despus que la historia trgica de la rendicin de Madrid ense al mundo que Ne grn y la ejecutiva del partido tenamos razn: no exista, desgra ciadamente, otra poltica que la de resistir 58 . Adaptar el aparato estatal a una etapa de resistencia Desde su llegada, Negrn mostr su voluntad de convertir a Ma drid, de nuevo, en sede del Gobierno, como gesto de reconocimiento al herosmo de una ciudad tan castigada y como muestra de su vo luntad de mantener una imprescindible mnima apariencia de nor malidad. Por eso, el mismo da 10 de febrero se facilit una nota ofi cial al respecto, adelantndose al decreto del da siguiente que la Ga ceta de la Repblica public el da 12. El Presidente trat de mantener esta normalidad aparente y, co mo hemos visto, convoc dos Consejos de Ministros en la ciudad los das 13 y 15. Hasta el mismo da 24, vspera de la ltima reunin en Madrid de Negrn con Casado, se siguieron convocando las reu niones ministeriales en la capital. Sin embargo, existan ya suficientes razones de todo tipo para considerar a Madrid una ciudad no segura, adems de escasamente ope rativa para determinados aspectos organizativos de un Estado que de ba adaptarse a una etapa de resistencia lo ms eficaz posible. No es de extraar, por tanto, que la reunin del 16 de febrero con la plana ma yor militar no fuese fijada en la capital sino en el aerdromo albace teo de Los Llanos, sin duda porque la ciudad manchega representa ba ya un punto mucho ms cntrico para reunir a jefes venidos des de Andaluca Oriental, el levante peninsular y el sur castellano. 5 En The Spanish Civil War, citado por BOLLOTEN, B.: Op.cit., p.1052. MINEV, Stovn: Op.cit., p.169. VIDARTE, Juan Simen: Todos fuimos culpables, Fondo de Cultura Eco nmica, Mxico, 1973, p.843. 48 Figura 20. El calendario de guerra republicano para 1939 parece centrado en destacar la fusin de la idea republicana con la del patriotismo espaol. Quiere ofrecer una imagen ntida de la voluntad de victoria, con ese mapa de una Espaa totalmente unificada en un solo territorio. La profeca se cumpli, pero no precisamente bajo la imagen de una repblica poderosa. (Archivo Histrico Nacional Seccin Guerra Civil). 49 Al da siguiente, se difunde a la prensa una nota de la Presi dencia del Consejo de Ministros en la que se informa que el Gobierno ha estimado conveniente instalar los servicios departamentales en la zona de Levante, aunque se mantiene la residencia oficial en Ma drid. La rapidez con la que se inicia el traslado es tanta que la no ta ya confirma que se ha producido el desplazamiento a tal efecto de los ministros de Justicia, Instruccin y Trabajo. Resulta explica ble que, si el aparato administrativo estatal deba reconstruirse ca si desde sus races, una ciudad situada en el mismo frente de bata lla, hasta el punto de que los stanos del antiguo Ministerio de Ha cienda constitua el lugar ms seguro y mejor fortificado de la mis ma, no era el enclave ideal para desempear tal funcin. La celeridad de algunos ministros fue notable. El da 19, en Murcia, los de Justicia e Instruccin afirmaban que el objeto de su viaje era establecer en la zona levantina los servicios de sus respectivos ministerios. El 21, con la misma misin, se han des plazado a Alicante y Valencia otros varios ministros, como los de Trabajo y Obras Pblicas. El desplazamiento de Negrn y su Go bierno por las distintas provincias leales sera posteriormente ob jeto de crtica de quienes habran de sublevarse. Garca Pradas, por ejemplo, afirm que el gobierno no se atrevi a residir en Ma drid, ni en Valencia ni en ninguno parte. Anduvo de un lado para otro, reunindose en hoteles, comandancias militares o casas de campo . Al margen de esto, el desmantelamiento del aparato es tatal tras la prdida de Catalua haba afectado especialmente a los servicios de informacin en el exterior; las fuentes al respecto pa recen indicar que no pudieron reanudar su labor tras la prdida de Barcelona. 511 61 Vid. Humanidad. Portavoz del Rente Popular Antifranquista de Alcov, 18 02-1939. GARCA PRADAS, Jos: As termin la guerra de Espaa, Imn, Buenos Ai res, 1945, p.52. Desconocemos dado que nada pudieron recoger los archivos, abandonados en Barcelona si durante esos escasos das que siguieron a la ocupacin de Catalua parlas tropas de Franco y hasta el final de la guerra los servicios con 50 En otro orden de cosas, resulta evidente que Madrid se haba convertido en una autntica ratonera para un Gobierno que careca claramente del apoyo y confianza de buena parte del espectro pol tico y de la jerarqua militar. Sin referirse en ningn caso a la pro ximidad del enemigo franquista, algunos dirigentes comunistas afir man lo peligrosa que se haba vuelto la permanencia en la ciudad: Madrid era como una trampa que todos trataban de dejar, mien tras la puerta estuviera entreabierta. Haba en el ambiente la suficiente hostilidad no slo de los enemigos, sino tambin de los exaliados 52 ; Madrid estaba tremendamente amenazado. El doctor Negrn aca b siendo consciente del peligro que corra cuando observ que el seor Casado segua mis pasos no en el Centro como era su misin, sino en cualquier otro Ejrcito donde me moviera. Sospech que se me quera preparar una encerrona, y, naturalmente, gracias a ello pude escapar con todo el Gobierno de las manos de Casado. Seguramente fue la entrevista celebrada con Casado el da 25 de febrero el momento en que Negrn adopt la decisin definitiva de trasladar su residencia fuera de Madrid. La bella y discreta fin ca rural de El Poblet, situada en el trmino municipal de Petrer, iba a vivir por unos das un protagonismo histrico acentuado con el so brenombre estratgico de Posicin Yuste. 62 63 64 sulares v, sobre todo, la Jefatura Central de Ginebra continuaron su labor de informacin. Poco importaba ya. (LUEGO TEIXIDOR, Felix: Espas en la embajada. Los servicios de informacin secreta republicanos en Francia du rante la Guerra Civil, Servicio Editorial Universidad del Pas Vasco, Bilbao, 1996, 159 pp.). Otra informacin sobre los servicios establecidos en Ginebra, afirma que Jimnez de Asa se quejaba de la situacin de la delegacin y que el ltimo informe que envi desde Ginebra est Jechado el 19 de enero de 1939, cuando las tropas franquistas estaban apunto de entrar en Barcelona. (CA SANOVA, Marina: La diplomacia espaola durante la Guerra Civil, Biblio teca Diplomtica Espaola, Ministerio de Exteriores, 1996. p.99). TAGUEA, Manuel: Op.cit., p.306. Declaracin de Irene Falcn recogida en VALERO ESCANDELL, J.R.: Do lores Ibrruri. El recuerdo del adis, Alborada, 33, 1986, p.53. Diario de Sesiones, extracto oficial de la sesin de la Diputacin Perma nente de las Cortes, celebrada en Pars el 31 de marzo de 1939. 51 APNDICE 3 LA INDUSTRIA BLICA La necesidad de contar con una infraestructura ma terial suficiente para afrontar el reto blico siempre estuvo presente entre los partidarios de la Repblica, de cualquier ideologa o condicin. Figura 21. El cartel anarquista muestra, sin duda, una imagen idlica de la infraestructura con que contaba la Repblica para afrontar la guerra: transporte moderno y organizado, fbricas bien dotadas, campesinos felices con el trabajo que desempeaban... El curso de los acontecimientos, la prdida de las principales reas industriales, las necesidades de aprovisionamiento no siempre cubiertas acabaran transformando radicalmente aquella percepcin. (Servicio Histrico Militar). RPINSPORTE, vee taSO LIZPI CITON u errrippre de ta f 52 Figura 22. El Partido Comunista desconfi desde el primer momento de los mpetus revolucionarios en los centros de trabajo, que podan poner en peligro la necesaria organizacin para garantizar la eficacia de los suministros al ejrcito y a la poblacin civil. Por eso, desde el primer momento impuls la consigna de que era necesario ganar la guerra para poder realizar posteriormente la revolucin, frente a los planteamientos anarquistas que afirmaban que slo sera posible la victoria si se produca simultneamente a una transformacin revolucionaria de la sociedad. 53 Figuras 23 y 24. De acuerdo con la poltica de primar las necesidades militares, los comunistas desarrollaron una activsima propaganda a favor del desarrollo de la industria blica, dotada de una organizacin eficaz que implicaba una estricta disciplina laboral a todos los niveles. (Servicio Histrico Militar). ugriiiiiguipj PO NCA DE LA VICTORIA 54 55 Figuras 25 y 26. Los dos mapas de la industria alicantina, realizados por Jos Miguel Santacreu Soler, muestran claramente la transformacin vivida por la economa de la provincia a lo largo de la guerra civil: a finales de 1938 la industria blica se haba convertido en la principal actividad de la zona cuando en 1936 era inexistente en una provincia de una produccin fabril muy diversificada. 0 4 k/ 0 r A ,,, O 9 1. P . . . el , tG ..! Al 4 .. IV. -.- ...,_ ..,./. . ..) ./ ! 9 f i. O I .-!-s. _. /* o 1 , * --:2 Alrentaina 4 9 .. .. o ,,--- A1C 0 o Elda A Ebi dia c1 t 11 V , , Q1Jeee 1 1211r 0 FiLS, w i_jElehe p Crevillente Callos. de Segura VE: . V Y N. revieja Villajoyora 56 Denla o Orear.. MAPA 11 Industrias de la provincia de Alicante 12.1_12.11 Textiles 0 Metalrgicas II Calaadole: Alinenticiaa C Piel y goma.. LS Oonstruccidn Alpargaterfa.C7 Mueble y ma dera 1 Papel -Cartn...0 Bienes de eco. Jugueteras 0111 domstica....0 (NOTA: No eetdn incluidas las empresas ener gtica% viticultura ni molineras.) L9 .1114 . .l El *Cuma( 114 :ppm cap SIMJCIVA o ...sep idmpapp .ply loes pdamp ..q.lies Can ~panca arppecyd 18C6T ap II cm aolu ...... ap sp141snpuf :41.pdpu o wIpup 1.aCI 4,9% t4 a4.13. alueociy 1111I M^N lePtly J.A9ION II.naa3 1T.Q . YoSry SuIv111.10D03 irs c 3 ocs // 0 4 , o c . 2$ o 0A, Y Figura 27. A su manera, hasta los nios, como el autor de este dibujo en la Colonia Escolar n 10, sita en Elda, se daban cuenta de la necesidad de disponer del armamento suficiente para garantizar las posibilidades de victoria. (Publicado por la Spanish Child Welfare Association of America for the American Friends Service Committee) 58 Figura 28. ltimo parte de fabricacin de la Fbrica 27 de la Subsecretara de Armamento, ubicada en lbi en las naves de la fbrica juguetera de Pay Hermanos, en el que se demuestra que -pese a las innegables dificultades- todava se segua produciendo en los ltimos momentos de la guerra. (El documento se conservaba en el archivo de Pay Hermanos S.A.) SUBSECRETARIA DE ARMAMENTO FABRI C A N 27 Mg o il driis MES Pan la lalirizidu Parte 4e1 i de x::~P - de 144 Batas 7 9 Vainaa 9. Capitales 9 Cartuchos 9 . Plvora rgadores olonadores n. 3 5 8 . . . Navajas campaa n 110. Tapas cebos n. 3 Chapa latn 0/5 011 90110 090. - 90110. - .1 88/10 Copec )ejsla 798 OPIO . . .. . .. . Fleje acero dulce templad. . Cajeecarten empaque.. . Jabn .. Fuel -oil Gas-oil o2 1 .1-2 ..doAttists .. Yot 7 5 ,2 Its# 0 .-11.4 s 31,G ato19 . .``11 Le/f2 ;.t.tradas EXIS7pCyGS .0 )1. 4,4 /9 ;#77 3.41/7 Zok ..10 ar, 99-fil 41,4J .3 hri A 061 - 7 .77 ,57 M ,Observacones: .49 me,Ak.azi.t. , ,, r1.40~triel. 2 59 /9A t Z -1 nra. 7,1ed Az APNDICE 4 ERA SUMISO NEGRN A MOSC Casi todos los enemigos polticos del doctor Negrn -y eran muchos al final de la Guerra Civil- tratan de mos trarle como un hombre consciente o inconscientemente al servicio de los intereses soviticos, dado que en 1939 s lo contaba ya con el apoyo decidido del Partido Comunis ta y a ste le achacaban ser un mero instrumento de la vo luntad de Stalin, que haba puesto al frente de la poltica co munista a hombres del Komintern como Palmiro Togliatti o Stepnov. Por el contrario, el objetivo de Negrn y sus seguidores al final de la guerra era retrasar la victoria de los naciona les y que su dependencia con respecto al apoyo de los comunistas se entendiera slo como un medio para al canzar tal objetivo. De cualquier manera, como demuestran las siguien tes ilustraciones, en la Espaa republicana de la Guerra Civil, al menos al principio, en busca de una actuacin uni taria, fue corriente interrelacionar smbolos de ideologas bien diversas, a veces contradictorias. El apoyo a la ima gen sovitica fue comn en partidos y sindicatos bien dis tintos a los comunistas, como muestra de agradecimiento al pas que prestaba un apoyo ms decidido a la causa republicana. 60 Figura 29. El cartel no tiene desperdicio ideolgico alguno: presidido por el socialista Largo Caballero, bordeado por las siglas anarquistas de CNT-FAI, y sobre l un escudo y una bandera de Espaa con los emblemas de PSOE y PCE, destaca a Pasionaria -autntico mito comunista de la contienda dirigindose a las masas anarquistas desde un medalln con el retrato de Durruti. Tambin aparecen las figuras de republicanos como Azaa, nacionalistas como Companys, lderes soviticos como Lenin y Stalin, los mrtires de Jaca, jefes militares de la Guerra Civil y otros polticos de izquierdas y lderes sindicalistas. Es un ejemplo de cmo, al comienzo de la guerra, cualquier aporte ideolgico era bueno para salvar la Repblica Espaola de la insurreccin de gran parte del estamento militar. (Servicio Histrico Militar) 61 Figura 30. Cartel comunista en el que un ejrcito disciplinado y bien pertrechado avanza con la bandera de la Repblica Espaola al frente, tal como predicaba la propaganda del PCE: un ejrcito, una bandera. La ilustracin rinde culto a los lderes comunistas espaoles y a la idea proletaria que representaba la Unin Sovitica. (Archivo Histrico Nacional Seccin Guerra Civil de Salamanca). 62 Figura 31. A finales de los aos treinta, para cuantos vean la guerra civil como una lucha por la independencia nacional y por la revolucin proletaria, la Unin Sovitica era una referencia planetaria. (Servicio Histrico Militar). ESPANA LUCHA POR SU INDEPENDENCIA Y EIRERTAD 63 Figura 32. Hasta un partido tan poco sospechoso de aventuras revolucionarias de carcter proletario como Izquierda Republicana, el del presidente Azaa, mostr su gratitud por la ayuda sovitica a la Espaa agredida y lo hizo adems personificndola en la persona de Stalin. (Servicio Histrico Militar). 64 Figura 33. Nuevo ejemplo de la mezcla de conceptos de todo tipo que supuso el periodo inicial de la Guerra Civil: sello vasco, en cataln, que homenajea a la Unin Sovitica, sin duda como muestra de su solidaridad con los republicanos. 65 Figura 34. Las asociaciones de Amigos de la Unin Sovitica proliferaron por todo el territorio espaol controlado por el gobierno legtimo. Sin duda, en ellas se integraron muchsimos simpatizantes del Partido Comunista, pero tambin numerosas personas ajenas al mismo. (Servicio Histrico Militar). 66 AMIGOS DE LA UNION S8VIET1CA Figura 35. Dibujo realizado por un chico refugiado de la Colonia n 10 del Ministerio de Instruccin Pblica, ubicada en Elda. Muestra la identificacin que para amplias capas de la poblacin supuso la bandera sovitica con la idea de la defensa de la Repblica. (Publicado por la Spanish Child Welfare Association of America for the American Friends Service Committee). SI r Un/ r0 e e J1 z . 4 1 ....i. : i I I 1 / 7 ,.. A ../ ( Y ,.5 . . ,. ..,X:k 1 9 .... y li i l , . -,.. .,.... . - ....... il -...-, `..... I I 0 ....z . ......__ , I , Celenkh r, u .. , ---r: Y s ,, ,(. l , 67 Los ejemplos arriba indicados fueron utilizados pos teriormente por la propaganda franquista para mostrar que su rebelin no haba sido tanto contra un gobierno demo crtico sino para librar a Espaa de un control comunista (a todas luces imposible antes del inicio de la Guerra Civil) y de la sumisin a una potencia y a una ideologa consi derada extranjera a nuestra cultura. Sin embargo, podra mos inundar la publicacin de muestras que indican cla ramente que tambin la Espaa de Franco mostraba su subordinacin y agradecimiento -jams hubiera ganado la guerra sin su ayuda- a unas potencias (las totalitarias) y a una ideologa, el fascismo. Figura 36. Ilustracin de un tebeo franquista en el que se adoctrina a un pblico infantil acerca de la participacin sovitica en la guerra de Espaa. Rusia savia rdenes c)ncretas. Cuando los comunistas rusos vieron el rumbo que tomaban las cosas en Espaa, dijeron: Esta es la nuestra.; y el da 27 de febrero enviaron un documento a los revo lucionarios espaoles, explicndoles el modo de hacer la guerra a los buenos. 68 Figura 37. Cartel del banco franquista en el que se entrelazan la bandera monrquica de Espaa (sin escudo alguno) y la del partido nico con las de Alemania nazi , la Italia monrquica y Portugal, que ondean a una altura superior. 69 Figura 38. Anuncio de un cine madrileo en los primeros tiempos de la posguerra en el que se programa una serie de films de exaltacin nazi. L Ip t - OVA* 5.# SAAII 111/PletA v IASARRA, LA. ALMEA CIIIMATIMAAFICA MAMILA, ropminiellidia de he U. F. A., As ~II PALACIO DE LA MUSFICN ~lir de ~mi buido, como HONDIA3E AL qUHRESt. , 0~00 ,4d. deadebstide POV.IleMV*.rd La Gran Alemania peerociliede dor e. a. Embodeder da Alemenlio SECCIONES: duo, v ORDEN DL PROGRAMA: VIAIR 1111.K.:101 11Nli A At ft ARMA FM:A At.KmANA D11.11. liAt! OSOTKQCOQtli VlAjt.: pi: lit ri.L.1 A AA) in 1. 70 III. EL INTENTO DE DISPONER DE UNA MNIMA ESTRUCTURA GUBERNAMENTAL Ya hemos visto cmo Negrn, a las pocas horas de regresar a Espaa, restablece la sede del gobiernc en la ciudad de Madrid. Po cos das despus, sin embargo, se acata informando de que las de pendencias ministeriales seran disem inadas por distintas provin cias del litoral mediterrneo. Finalmente, tras comprobar el am biente enrarecido que en el estamento militar se respiraba hacia su Gobierno, acaba trasladndose a la denominada Posicin Yuste, en el trmino municipal de Petrer. Sin embargo, el conjunto de instalaciones establecido en po cos kilmetros a la redonda supera con mucho los estrictos lmites de la finca que hasta su llegada y despus de su partida siempre se ha conocido como El Poblet. Es cierto que el territorio que acogi los ltimos das del Gobierno republicano se ha conocido comnmente como Gobierno de Elda (as lo denominan algunos autores) y a El da se refieren la mayora de quienes abcrdan aquellos momentos his tricos; ello se debe ms al desconocimiento real del territorio por parte de quienes acudieron en aquellas fechas a la zona no atra vesaban, de hecho, el ncleo urbano de Petrer si siquiera para ac ceder a las posiciones Yuste y Dakar que a su valoracin global de la infraestructura gubernamental que aqu se estableci o in tent establecerse. En realidad, fue en todo el Valle de Elda, en el sen 71 tido que al trmino dan literatos de la talla de Azorn o Valor, el va lle ms cntrico y poblado de todos cuantos conforman las comar cas interiores del Vinalop, el lugar en el que se pens construir un intento fallido de centro coordinador de la infraestructura estatal que todava permaneca en poder del Gobierno republicano. Muchos autores, tanto historiadores como polticos de toda condicin, han criticado a Negrn su traslado a una pequea po blacin aislada totalmente del resto del territorio. Se dice que aca ba encastillndose en Elda, cerca del aerdromo de Monvar y del puerto de Alicante, aislado hasta de las plazas cercanas de Alicante y Albacete (...) replegarse a aquella reducida plaza fuerte 4 . En el ca so de los comunistas, muchos de ellos afirmaron posteriormente que el traslado all de la jerarqua del PCE haba sido otro error. Lster reprocha en varias publicaciones que se trataba de un lugar lejos de todo gran centro urbano, lejos de los frentes, donde esta ban las fuerzas militares, y de los grandes centros industriales, don de estaban las masas obreras y, sobre todo, lejos de Madrid, que ha ba sido nuestra fortaleza.... Stepnov no crtica el aislamiento en s sino que la direccin se sinti encerrada en el ambiente ene mistoso y airado de Elda 7 . Jess Hernndez, finalmente, piensa AZORN, en El enfermo, escribe que El valle de Elda reviste la forma del COSCO de un buque; podr tener diez kilmetros de anchura por catorce de largo. El color que predomina es el gris suavemente azulado. A una banda se levanta una colina de yeso ven su cumbre aparece Monovar: al otro la do, en las faldas de otro altozano se ve Petrel. Y abajo, tocando las aguas del ro, est Elda. Valor, en Rondalles Menciones, describe el pintoresc poble de Petrel; aquel! que es reclina graciosament en un enlairat tossal, entre les dues grans muntanves del Cavan i de la Cilla, i t a les seues envistes, como qui diu als seus peus, larredonida vall dElda, tan delitosa, i all mes 1hmy, cap al migjorn, la senvorvola poblad() de Monovei; amb les seues holles, els seus pujols empolsegats, les selles amples rambles... ROMERO, Lus: La cada de la Repblica..., p.329. MARTNEZ BANDE, J.M. : Op. Cit., p.168. LISTER, Enrique: Nuestra guerra, p.254. LISTER, Enrique: Basta!, 1971, p. 117. MINEV, Stoyn: Op. cit., p.205. 72 que si razones de inseguridad han aconsejado la salida de la di reccin del partido de Madrid, el traslado no ha debido hacerse nun ca a Elda, sino a Valencia, ciudad que es el centro estratgico del te rritorio republicano y que dispone de un excelente nudo de comu nicaciones que garantizan la rapidez de cualquier accin. Algunos se plantean que la razn principal deba ser la bsqueda de una fcil escapatoria: cabe preguntarse porqu fij la sede de gobierno en la pequea poblacin industrial de Elda, situada a 30 kms de Alicante, hacia el interior, y por lo mismo alejado de Madrid, si de seaba continuar la guerra. La situacin de esta ciudad, no lejos de la costa, haca sospechar que se prevea la posibilidad de escapato riag. Desde otra ptica, la anarquista, tambin se habla de huida, pero no tanto del peligro franquista sino de las posibilidades de golpe desde sus propias filas: Por el tono de la rplica [de los mi litares] Negrn se dio cuenta de que lu tierra se hunda bajos sus pies. A partir de aquel momento crey necesario activar los prepa rativos de un golpe de Estado 1 . Slo un estudioso local parece en contrar normal la eleccin del Presidente del Gobierno: por lo apartado del teatro de la guerra, es posible fuera escogido por el go bierno Negrn para instalar su sede cuando, despus de perdida to da Catalua y hudo a Francia, regres a la limitada zona republi cana para organizar la resistencia a ultranza que preconizaba. Se hace necesario establecer buen nmero de matizaciones a tales anlisis. En primer lugar, se supone que la razn no deba ser la bsqueda de una fcil escapatoria de los ataques franquistas por que, en ese caso, no se entiende porqa regres al territorio repu blicano cuando ni el presidente de la Repblica ni el de las Cortes ni el jefe militar de Catalua lo haban hecho; tampoco se hubiese entendido que regresase al pas casi de inmediato, cuando hasta los HERNNDEZ, Jess: Op.cit., p.195. THOMAS, Hugh: La Guerra Civil Espaola, Grijalbo, Barcelona, 1976, p.181-182. PEIRATS, Jos: Op. cit., p.384. NAVARRO PASTOR, Alberto: Elda, ltima capital de la Repblica Espa ola, Valle de Elda, 6-9-1973. 73 Figura 39. El mapa del Valle de Elda y sus territorios cercanos muestra la situacin de la infraestructura gubernamental en relacin con los principales ejes viarios que atraviesan la comarca (Realizacin tcnica de Carlos Corts Samper, del Departamento de Geografa Humana de la Universidad de Alicante). Salinas 0 Va renca Alicante -Madrid Monover Carretera a Vi llena, Albacete y Madrid Posicin Yudo (El Poblet) Petrer ) Posicin Dakari f r t , Novelda Z) a Murda r te dirigentes comunistas defensores de la resistencia ms numantina lo hicieron despus que l; ni que se hubiese empeado en proclamar desde el primer momento a la ciudad de Madrid como sede del Go bierno, ni que acudiese reiteradamente a la ciudad en su recorrido por toda la zona Centro -Sur para valorar la situacin en que se en contraba. En cuanto a que tratase de evitar cualquier golpe de esta do en su contra, mxime cuando comprende que est siendo vigilado 74 por Casado (jefe militar de todas las fu que haba llegado recientemente a ce sidente) queda dentro de toda lgica. S elemental medida de precaucin, no explicarse si no que militares tan sos tallana conociesen perfectamente el puesto que fueron a entrevistarse all En otro orden de cosas, no era 1 la eleccin a la hora de ubicar all no s sino un centro neurlgico de la nue mental espacialmente diseminada que te de su plan de resistencia. Ante todo lado: El Poblet petrerense (la Posicin as) como residencia presidencial o E cias ministeriales bsicas no eran en comparativamente mal comunicada. diga Jess Hernndez, en el territorio vaba el control la Repblica, dispon mente mayor que Valencia, pues la c rzas del Ejrcito del Centro, surar hasta un texto del Pre n embargo, se trataba de una e esconderse: cmo poda echosos como Casado o Ma ugar en que se encontraba, on el Presidente zona de Elda-Petrer tan ma lo la residencia presidencial, a infraestructura guberna retenda establecer como par o se trata de un territorio ais uste, si se quiere denominar da como sede de dependen quellos momentos una zona s evidente que, pese a lo que sobre el que todava conser de una centralidad infinita ital del Turia se encontraba en aquellos das en una posicin extrema, a escasos kilmetros mal fortificados y de nulas dificultades orogrficas de las tropas fran quistas de la costa castellonense. Por supuesto, por mucho que Ma drid conservase buena parte de los centros de direccin del Estado, tampoco disfrutaba de una posicin ms cntrica respecto a ese 30% de Espaa que era la zona Centro -Sur: la capital, perifrica respecto a los restos del Estado reptil licano, se enfrentaba al ene migo en su mismsima Ciudad Unive-sitaria. Elda era entonces una de las pri icipales ciudades de paso de la carretera nacional de Madrid a Alicante, el eje vertebrador en aquellos momentos del territorio de la Repblica, muy cerca de donde se establecen las principales conexiones viarias con Valen cia y con Murcia. Slo Villena posea en esos das una conectividad con la red urbana de la Zona Centro Sur comparable con la de El da, es decir, en el centro de la conexin entre Albacete, Valencia, Al coi, Alicante, Murcia y Cartagena. Se trataba, adems, de dos ciu dades de poblacin bastante similar, casi idntica en aquellas fechas. 75 Si Villena estaba ms cerca de Madrid, de Albacete y de Valencia, Elda lo estaba de Alicante, Murcia y Cartagena, es decir, ms pr xima a la costa en unos momentos en que el repliegue organizado hacia los principales puertos estaba siendo estudiado como una de las posibles alternativas ante el final de la guerra: no se trataba de la huda del gobierno, se trataba de la retirada organizada y plani ficada de todo el grueso de la direccin del Estado (ministros, jefes militares, lderes polticos, gentes con responsabilidades de todo tipo). Elda contaba adems, al igual que Villena, con una estacin de ferrocarril (la ya entonces denominada de Elda -Petrel) bien do tada, con un edificio central recin construido. La va frrea, ade ms, discurre extremadamente cerca de la finca de El Poblet, faci litando todava ms la conexin de la sede gubernamental, en me dio de una total discrecin. Por su parte, el paraje en el que se es tableci la direccin comunista, algo alejado de la residencia del Go bierno, no junto a la misma como en ocasiones parecen dar a en tender ciertos escritos, tambin gozaba de algunas ventajas simila res, como luego veremos al describir con detalle ambas posiciones. Poltica y socialmente, el entorno Elda-Petrer posea otra se rie de caractersticas en las que merece la pena detenerse. En primer lugar, se trataba de una zona de amplia y antigua fidelidad a la cau sa republicana, en buena medida gracias al arraigo de las ideas cas telarianas (como el apoyo a una repblica unitaria de fuerte raz pa tritica), dado que el famoso poltico vivi su infancia en Elda y man tuvo siempre fuertes lazos con la comarca; el republicanismo se haba ido consolidando a lo largo del siglo hasta el punto de que ya en los aos veinte haba arraigado en parte de las pequeas y me dianas burguesas locales. Enric Valor, entonces residente en la ciu dad, muestra cmo en Elda se lleg a proclamar la repblica tras el 12 De hecho, tanto Elda corno Villena contaban en su trmino con ms esta ciones ferroviarias; en el trmino de Elda radicaba adems la denominada de Monvar-Pinoso; en el de Villena, el enlace de La Encina y el apeade ro de la Colonia de Santa Eulalia. 76 Figura 40. Estacin ferroviaria de Elda-Petrer, tal como era en la Guerra Civil, tras la inauguracin pocos aos antes del edificio central. La lnea de ferrocarril Madrid -Alicante era en el invierno de 1939 una de las principales vas de comunicacin en la Espaa republicana. (Foto: Alborada de Elda). fallido pronunciamiento de Jaca de diciembre de 1930 13 . En 1931, tanto en Elda como en Petrer, el triunfo de las candidaturas repu blicanas fue incuestionable. En 1932, el entonces Presidente de la Repblica, Alcal -Zamora, fue recibido en olor de multitud en El da cuando la visit para colocar la primera piedra del monumento a Castelar en el ario de su centenario. Poco antes de las elecciones 13 A mi em va agafar en plena feina, a Elda, la mort dels capitans Galan i Gar ca Hernndez, sublevats a Jaca el 1930. (...) en la republicana Elda, como en les veines Villena i Yecla, es produ una espcie d akament popular, i, en la primera d aquestes ciutats, es va proclarmar la Repblica. (..) la va fer un fabricant d Izquierda Republicana, senyor Gil, recolzat segurament per altres personalitats dels partits republicans. (...) van babcar-ne ms de mil soldats de la Legi (...) No dispararen, per perseguiren aquella im mensa joventut... (SERRANO, Rosa: Enric Valor. Converses amb un senyor escriptor. Valencia, Tndem Edicions, p.55-56). 77 Figura 41. Figuras 41 y 42: Las ideas republicanas estuvieron slidamente arraigadas en el entorno de Elda-Petrer, pese a tratarse de unos entornos fabriles donde predominaba el anarquismo (en teora, apoltico) y el socialismo (que trataba de aparentar en aquellos aos una cierta indiferencia respecto a la forma de Estado). El Presidente Alcal -Zamora visit Elda en 1932. En la foto, en la fbrica de Rivas. (Foto: Alborada de Elda) de febrero de 1936, las manifestaciones a favor de la amnista a los presos polticos fueron absolutamente masivas. En principio, pues, aunque los elementos derechistas tambin existan en la zona, la quinta columna local no se mostraba especialmente activa ni con taba con un caldo de cultivo propicio para sus actividades. No obstante, algunos elementos existan y eran bien conocidos incluso entre los anarquistas locales: .Se conoca a los quintacolumnistas se era consciente durante toda la guerra. Dentro de la misma SICEP (el cabo Cams), entre familiares del PCE incluso. .Se les molestaba 78 Figura 42. Una manifestacin a favor de la amnista convoca a un ro de gente por la Calle Nueva eldense. En febrero de 1936 los obreros acudieron en masa a votar al Frente Popular, en buena medida para conseguir la amnista para los represaliados por la revolucin de octubre de 1934. (Foto: Alborada de Elda). En cuanto al color poltico de las organizaciones republicanas de la zona, Elda y Petrer slo parecan coincidir en el escaso peso de las vinculadas al Partido Comunista. En Elda, y tambin en Monewer aunque en mucha menor medida, el poder de las entida des anarquistas -implantadas desde principios de siglo- era muy fuerte mientras que en Petrer parecan contar con mayor arraigo y tradicin los socialistas. Aunque a lo largo de toda la Guerra Civil el Consejo Municipal eldense estuviese presidido por un anarquista .Haba pasado el revanchismo; la guerra estaba perdida. Creca la tole rancia. Entrevista con Diego Iiguez, militante anarquista durante la gue rra civil, concejal socialista en el ayuntamiento de Elda tras la restauracin democrtica. Petrer (Loma Bad), 7-2-1981. 79 (cambiante en funcin de las incorporaciones al frente) el nmero de representantes socialistas era mayor, dado que UGT y CNT con taban con cinco representantes cada uno, pero el PSOE contaba con dos ms, aunque tambin la FAI y el Partido Sindicalista ten an derecho a un representante (Izquierda Republicana, Unin Re publicana y PCE completaban el Consejo con un miembro cada uno). La fuerza del anarquismo en Elda poda valorarse como un hndicap a la hora de establecer en sus alrededores la sede guber namental y, desde luego, lo era para el PCE: encerrados en Elda, don de el partido no tena ni una persona fiel entre la poblacin. Pe Figuras 43a y 43b. El llamado vuelo americano, de 1956, realizado a partir de los acuerdos sobre cooperacin de 1953 entre Espaa y los EE UU, permiti disponer de fotografas areas del territorio espaol que mejoraron la cartografa posterior. Dichas fotografas nos dan a conocer las tierras del Vinalop en un momento en que no se haba producido una transformacin paisajstica excesiva respecto a febrero y marzo de 1939. Aunque hubiesen pasado ya 17 aos, la posguerra fue un momento de penuria y escasa actividad, que apenas modific el territorio rural de estos valles, aunque s se produjeron variaciones notables en algunas barriadas perifricas de Elda y Petrer. Figura 47a: Esquema de la fotografa area adjunta que muestra la situacin de los principales enclaves utilizados por el Gobierno de la Repbl ica en el rea Elda-Petrer. (Realizado por Carlos Corts Samper). Figura 47b: Fragmento del fotograma 6.896 correspondiente a la hoja 871 de Mapa Topogrfico Nacional. (Cartoteca de la Universidad de Alicante, www.sigua.ua.es). (La digitalizacin de esta y las siguientes fotografas areas me ha sido facilitada por el Instituto Universitario de Geografa de la Universidad de Alicante. Deseo agradecer todas las gestiones al profesor Alfredo Ramn). VALERO ESCANDELL et alii: Elda, 1832-1939. .., p.105. l MINEV, Stoyn: Op.cit., p.278. Iiguez, en la entrevista indicada en la no ta 14, seala que El PCE era muy minoritario (sobre media docena). 80 1 Ti in Estacin de f.c.1, Telgrafos POSICIN YUSTE /- (El Poblet) N _ PETRER [Colegio Emilio Castelar POSICIN DAKARI 91311T39 3T2UY 1110120c1 (teldo9 13) AC1J3 isletes3 o0im3 0i12510D _ FIANACIV10131209 m .3.1 eb rii3steE aoIsigeleT 111.41.4 t V - , se a la rotundidad exagerada de la frase, ello explicara, junto con otras razones tan importantes al menos como sta, la discrecin con la que se actu en la zona. Analizando la prensa socialista lo cal del momento el semanario Rebelin no parece ser que existiese entre este colectivo una animadversin clara hacia las posiciones del Gobierno. Elda y Petrer, tanto o ms que otras localidades de las pro vincias ms alejadas del frente, se haban ido convirtiendo en pue blos de acogida de refugiados de distintas procedencias: de Mlaga, de Asturias, de Madrid sobre todo. En Elda, por ejemplo, su n mero lleg a sobrepasar los dos mil quinientos, casi todos en rgi Figuras 44 a 46: Con el transcurso de la Guerra Civil, Elda y Petrer se fueron llenando cada vez ms de refugiados venidos de zonas ocupadas por el enemigo o de lugares que, como Madrid, padecan continuos bombardeos. Al principio fueron nios, luego mujeres, despus todo tipo de gente. Ambos municipios les acogieron de buen grado, al menos al principio; luego, el nmero de los llegados desbord en cierta medida la capacidad de alojamiento y los recursos, pero siempre se les intent tratar como a cualquier otro de la familia. Figuras 44 y 45. Carteles animando a acoger a la poblacin refugiada. BLOS DE LEVANTE! Los hijos. las madres V las compaeras d los heroes de Madrid_ no deben perecer bajo , melralla y el luego de los aviones fascistas. r 1Facilitad ( su evacuacin! itlaced un hueco,carioso ! 82 Figura 46. Sello editado por el comit local de Elda de ayuda a los refugiados. v,.. ... . . lnIT( I I LOS.411 1 , GIPOO GUEPPII eFr! ... 7 u T I men familiar, aunque la mayora de los nios llegados vinieron acompaados de sus propios maestros. La poblacin, sin distin cin alguna en funcin de ideologas (ni siquiera entre los sectores ms conservadores), se volc en ayuda de los recin llegados. La VALERO ESCANDELL et alii: Elda, 1832-1939..., p.105. 18 Dos testimonios de refugiados nos hablan de la masiva respuesta de la po blacin: Cuando llegamos a la estacin de Elda nos subieron en unos au tobuses y nos dejaron en el patio o en el jardn de un edificio en el que ha ba rejas. Entonces, empez a entrar gente que coga a un nio o a una ni a, o a dos (...) Cuando ya no quedaba casi nadie, slo quedbamos tres o cuatro (...) una seora me cogi de la mano y me fui con ese matrimonio (Testimonio de Antonia Rouco). ... los nios refugiados fueron llevados a la Calle Nueva. Estaba llena de gente de arriba a abajo, gente que llegaba 83 masiva presencia de refugiados, junto al incremento del trnsito de vehculos y gentes en un lugar situado junto a la que posiblemente fuese la carretera de mayor trnsito en aquellos tiempos, ayudaba a que pasase algo ms desapercibida la instalacin de departa mentos gubernamentales. Otro aspecto importante a considerar es que se trataba de un rea de fuerte implantacin industrial. En Elda-Petrer se contaba con una industria de calzado fuertemente consolidada su origen se re montaba a ms de un siglo y las primeras factoras databan de finales del XIX que desde el principio de la contienda se haba estructu rado en torno a dos organizaciones bsicas, el Sindicato de la In dustria del Calzado de Elda y Petrel (SICEP) y la Cooperativa Obre ra de la Industria del Calzado y Similares (COICS), que finalmente absorbi a la primera a partir del 31 de mayo de 1938. Desde su ori gen estuvieron formalmente dirigidas por comits obreros, en bue na medida siguiendo las consignas anarquistas, pero la direccin tc nica fue desempeada por tcnicos competentes, muchos de ellos vinculados al Banco de Elda, creado en la poca republicana por em presarios progresistas ligados a la masonera y al republicanismo bur gus. Desde distintos mbitos se ha reconocido que, comparativa mente, su eficacia organizativa fue muy aceptable, aunque se fue transformando en funcin de las circunstancias; poco a poco la produccin se orient hacia los artculos de carcter militar, como botas para la milicia, polainas, correajes, cazadoras, al tiempo que disminuy la fabricacin de calzado para la poblacin civil. Jun to a la industria zapatera, las empresas auxiliares se fueron trans formando en productoras de material blico; as, en Elda, la Coo perativa Metalrgica UGT fabricaba bombas y granadas (estas lti mas tambin eran producidas por las Industrias Socializadas CNT). 2 Adems, desde 1938, debido a los bombardeos que comenzaba a su y coga al nio que quera (Testimonio de Santiago Cabida). (Ambos en Al borada, 2002, pp.22-23 y 30). VALERO ESCANDELL et alii: Elda, 1832-1939..., p. 99-100. 2 Op.cit. p.101. 84 frir la ciudad de Valencia, se traslad a Elda la produccin de blin dados de la Fbrica n 22 Unin Naval de Levante, los UNL-35, los ms modernos y eficaces de los que combatieron en Espaa; 21 fue instalada en una nave cercana a la estacin del ferrocarril y todava se conserva parte de una gra colocada para subir dicho material pe sado a los vagones. Si la Unin Naval de Levante y no fue la ni ca empresa que traslad su produccin a la zona- consideraba ade cuado esta ubicacin, debemos considerar que tampoco el Gobier no andaba tan desencaminado como se ha querido mostrar. Al mis mo tiempo, la Factora n4 de la COICS la antigua Rivas, que reci biese la visita de Alcal -Zamora en 1932 acab produciendo es poletas, bombas de mano y blindaje para camiones, mientras que la Escuela de Artes y Oficios puso en marcha la Factora n 6, que produca equipos completos de indumentaria para motoristas mi litares. Petrer, por su parte, tanto o ms que Elda, tambin haba encauzado gran parte de su produccin al sector blico; es el caso, por ejemplo, de la fbrica de lonas de Santa Brbara. Cuando esto escribimos, en una de las pocas ciudades sin leyn que van que dando en la zona se siguen conservando vestigios de una de aque llas fbricas de armas. Lo verdaderamente destacable es que este no table complejo fabril, que cada vez se orientaba ms a la industria militar, no sufri a lo largo de los tres aos de guerra, al contrario que poblaciones cercanas como Alicante o Alcoi. Es cierto que a ello contribuyeron factores como la inexistencia de una importante in dustria metalrgica previa, la carencia de una factora de referencia destacada o el hecho de tratarse de localidades consideradas menores aunque Elda haba sido la poblacin alicantina de mayor incre mento demogrfico desde 1920 y tambin Petrer haba crecido en 21 22 23 Prez, C.A.: Op. Cil. VALERO ESCANDELL et alii: Elda, 1832-1939.. ., p. 101. Reciben este nombre en la zona algunas manzanas cerradas, a veces con s lo una puerta de acceso, que encierran talleres diversos, prcticamente ocultos al exterior. Por ejemplo, en la cntrica calle Jardines de Elda exis ta una de ellas hasta hace poco ms de una dcada. 85 esos arios, pero pudo ayudar a que desde el Gobierno fuese con siderado corno un entorno de escaso riesgo. Las instalaciones gubernamentales bsicas en el Valle de Elda Aunque algunas otras dependencias fueron tambin utilizadas durante los das en que este territorio asumi un papel protagonis ta en el desenlace de la Guerra Civil, las principales instalaciones a las que nos referiremos son cuatro: las de la Subsecretara del Ejrcito de Tierra en Elda, la denominada Posicin Yuste (finca El Poblet, de Petrer) en la que el doctor Negrn fij su residencia, la lla mada Posicin Dakar (un grupo de casitas de campo entre Elda y Pe trer, en la zona de La Jaud) donde se instal la plana mayor del PCE y el aerdromo de El Fond de Monver. Algunos autores han querido ver en todo este entramado de instalaciones, ms o menos consolidadas, una especie de ltima capital de la II Repblica Es paola, pero no fue tal: Madrid, la ciudad que encarn el mito de la resistencia, fue reafirmada como sede del Gobierno desde su re greso a la zona Centro -Sur y, cuando la prensa public el 18 de fe brero que se trasladaban servicios ministeriales a zonas menos ame nazadas, se cuid de recalcar que la residencia oficial del Gobierno segua siendo la villa y corte. Instalaciones militares en Elda A lo largo de la guerra apenas haba albergado Elda fuerzas mi litares, aunque algn edificio notable se convirtiera en hospital de sangre. Sin embargo, coincidiendo con el establecimiento del doc 24 Por ejemplo, DE LA CIERVA, Ricardo: Op.cit. , p.506: Elda, la industriosa, ltima capital de la Repblica espaola; o tambin NAVARRO, PASTOR, Alberto, que titulo el artculo antes citado como Elda, ltima capital de la Repblica Espaola. 86 Figura 47. Escuelas Nacionales Emilio Castelar (hoy C.P. Padre Manjn) habilitadas como dependencias de la Subsecretara del Ejrcito de Tierra. (Archivo Alborada de Elda). tor Negrn en El Poblet se trat de potenciar decididamente el carcter estratgico de la ciudad. Es cierto que el 18 de febrero se haba anunciado el traslado de instalaciones ministeriales a diversas po blaciones valencianas y murcianas, tratando de alejarlas del peligro que supona su ubicacin en una ciudad en plena lnea de frente. Por ello, diversos ministros viajaron por las provincias de Murcia y Alicante buscando alojamientos apropiados para sus dependen cias. Es posible que los municipios del valle hubiesen acogido en ese reparto alguna oficina o servicio ministerial. Sin embargo, algunos aspectos que concurrieron en la decisin de establecer en Elda la Subsecretara del Ejrcito de Tierra hacen pensar que no se trataba de un simple acto ms en el proceso de des centralizacin, sino de un intento serio de establecer un nodo cen tral desde el que el Gobierno pudiese reorganizar sus fuerzas para afrontar un periodo que se prevea de resistencia difcil. As, no pudo ser casual que la peticin se produjese el mismo da que Juan 87 Figura 48. Calle Nueva de Elda poco antes de la Guerra Civil. Era el centro de la poblacin y en ella estaban las oficinas de Correos y Telgrafos (adems del Banco de Elda y alguna otra sucursal bancaria, el Casino Eldense, sedes anarquista y de la Juventud Socialista Unificada...) ( Foto Alborada de Elda) 88 Figura 49. Zona actual de la Calle Nueva eldense donde estaba ubicada la oficina de Telgrafos. 89 Negrn se siente cercado y amenazado por Casado y decide salir de Madrid: su traslado a Yuste y la decisin de buscar en Elda el me jor edificio posible para albergar instalaciones militares deben con siderarse parte de la misma estrategia. El acta de la reunin plenaria del Consejo Municipal de Elda del 27 de febrero resulta especialmente aclaratoria: El Presidente (car go con el que se design al alcalde durante la contienda) inform en la misma que el sbado ltimo, veinticinco del corriente [obsrve se la coincidencia con la ltima reunin de Negrn con Casado en Madrid] se present en su despacho una comisin enviada por el Go bierno para ordenarle que fuera desalojado el edificio de las Escue las Castelar, con el fin de instalar en el mismo las dependencias de la Subsecretara del Ejrcito de Tierra. Dichas escuelas, hoy Cole gio Pblico Padre Manjn, que sigue utilizando aquel edificio aunque rehabilitado, eran una bella construccin, amplia, confor table, inaugurada poco tiempo atrs, en 1932, posiblemente la ms espaciosa del municipio. Llama la atencin la celeridad con que se realiz la operacin; en el pleno, celebrado slo dos das des pus de la decisin, ya se informa en pasado que con tal fi n los mue bles y material que haba en dicho edificio fueron instalados en la f brica de la Industria Espaola del Calzado. Ms an, tambin fue desalojada inmediatamente la cantina que en dicho colegio man tenan los cuqueros para facilitar ayuda alimentaria a los nios eldenses. Adems, otro consejero, el anarquista Diego Iiguez, se la mentaba del desahucio inmediato a que fueron sometidos algunos ciudadanos para dar cobijo al personal ministerial: se haya obligado a algunas familias a desalojar las viviendas, en el plazo de seis ho ras, para instalar en ellas personal de las dependencias ministeria les. Dice que la extrema carencia de viviendas en la localidad y lo cor to del plazo concedido no pueden cumplirlo algunos vecinos, pues no es el caso de que hayan de dormir en la calle. Obsrvese el grado de urgencia de una operacin que, en cuestin de horas, deja sin cla se a la mayora de nios de la localidad, desmonta la principal ins Custodiada todava por el Secretario Municipal en dicho Ayuntamiento. 90 talacin de ayuda humanitaria del lugar y expulsa a algunos veci nos de las casas que ocupaban (bien es verdad que, al parecer, se tra taba de gentes que haban ocupado viviendas propiedad de desa fectos al rgimen en paradero desconocido). La extrema rapidez de la maniobra supuso tambin la insta lacin de los servicios secretos del SIM en dos chaletitos de la Ciu dad Vergel, un nuevo barrio de viviendas independientes algo apar tado entonces del resto de la ciudad. Asimismo, un alto cargo mili tar parece ser que Cordn lleg a la oficina local de Telgrafos, situada en la calle Nueva, casi frente a Correos, para comprobar el nmero de aparatos existentes y ante su insuficiencia, ampliar su n mero (adems de consultar el material idneo a instalar en el Poblet y encargar una lnea para la finca). No es cierto, como se transmi ti por tradicin oral, que fuese en los talleres de la Imprenta Vidal donde se editasen los nmeros correspondientes al 4 y 5 de marzo de la Gaceta de la Repblica (lo fueron en la madrilea empresa de Sucesores de Rivadeneyra, intervenida por el Estado) o el Boletn Oficial del Ministerio de Defensa del da 4 (impreso como siempre en los propios talleres ministeriales). Numerosos autores dan por sentado que, tras la cada de Ca talua ni existi un aparato estatal ni trat de reconstruirse. Mart nez Bande afirma que la Administracin se haba volatilizado en Francia y resultaba imposible improvisar, donde fuese, unos minis terios, unas direcciones generales, unos funcionarios, una mquina administrativa; Luis Romero, por su parte, recuerda que tam poco volvern a reconstruirse ni siquiera en su esqueleto los mi nisterios, la administracin y sus organismos. El Estado (...) desa parece en Barcelona. Sin embargo, el acta del Consejo Municipal y las informaciones recogidas en Elda parecen probar que, al menos, 2( 27 28 NAVARRO PASTOR, Alberto: Art.cit. Diego Iiguez, por su parte, sita las instalaciones del SIM en el Colegio Castelar. Entrevista con Ernesto Gonzlez Prez, telegrafista en aquellos momentos en la oficina eldense. Elda, 31-12-2003. Op.cit., p.159. 2 ROMERO, Lus: La cada de..., p.325. 91 Figuras 50 y 51. Fragmentos del Acta del Consejo municipal de Elda de 27 de febrero de 1939. Demuestra la incautacin de las escuelas para el Ejrcito de Tierra, el traslado rapidsimo de cuanto haba en ellas y la ocupacin urgentsima de distintas viviendas para alojar al personal ministerial. Todo ello, el mismo da que Negrn decide escapar del Madrid controlado por Casado. (Archivo Municipal de Elda). I A5tt ek-q o (o t,1.4_14 j tt,e0Wb.,,5-v - wn-Q cil,eo,5, c_ Att 454-4, 1, s existi esa voluntad decidida de volver a recuperar ese esquele to estatal. Sin duda, ser Antonio Cordn, militar profesional y co munista, tal vez el hombre ms leal al Presidente de cuantos le acompaaban en aquellos momentos, el encargado de intentarlo, co mo l mismo reconoce. Estas gestiones no slo en Elda sino tam bin en otros lugares como Murcia o Sant Joan las efecta como sub secretario de las fuerzas de Tierra. En su libro, Cordn recuerda que a finales de febrero el Presidente le comunic que iba a cen tralizar en sus manos el poder militar para hacer sentir a los man dos de los ejrcitos la presencia del Gobierno . CORDN, Antonio: Trayectoria , 1).470. CORDN, Antonio: Op.cit. , p.471 92 68 rtv-/ A.u.s 11 -1- e4914 , 1 t , 4 9 djIn Jt A ~rol.. c ,-tw Jt-Li n4 a r .. cs..k/L 5 e (5 .1 9.-tvtL. VAA-q ( S -- t 4M 4.c 0.D UtXd-, % itu,b- -. Se, tik,k A / 93 Posicin Yuste (finca El Poblet) Al tratarse de la ltima residencia oficial de Negrn en Espa a, el lugar en el que celebra sus dos ltimos consejos ministeria les, conoce el levantamiento del Consejo de Defensa y decide aban donar el pas, ha sido considerado como el ms emblemtico de todos los lugares protagonistas de aquel momento histrico. En contra de lo que se haya podido decir, la Posicin Yuste ni era un bunker ni un lugar especialmente fortificado. Segura mente, su seguridad se la daba, ms que las escasas tropas que lo de fendan, la discrecin con que se haba producido el traslado all de la residencia de Negrn. Su estancia pas desapercibida para la prctica totalidad de la poblacin de los municipios prximos (Pe trer, Elda y Sax). Elda apenas si se enter de que se haba conver tido en sede del gobierno de la Repblica y en refugio de los perso najes que albergaban varias de sus fi ncas. Solamente una mayor circulacin de vehculos Ford y rubias hizo pensar a algunos que ocurra algo anormal:. En las conversaciones mantenidas con ellos en 1981, tanto el anarquista Diego Iiguez como la comunis ta Natalia Tendero negaron haber tenido conocimiento de la estan cia de Negrn hasta despus de su abandono de la finca. Tampoco coment nada al entonces presidente del Consejo Municipal el dense (su filiacin anarquista no le haca especialmente apto para comunicarle la llegada). Tambin carecemos de noticia alguna so bre la conversin en sede del Gobierno en la documentacin con servada en el Ayuntamiento de Petrer, al que perteneca la finca. En la prensa no hubo constancia oficial del lugar al que Negrn haba trasladado su residencia. Despus de una reunin en el Gobierno Ci vil de Alicante, se informa que el Presidente y algunos ministros se trasladaron a un lugar de la provincia hasta ahora desconocido, 34 2 ROMERO, Lus: Op.cit., p.332: Reunidos Negrn y sus ministros en el bun ker de Elda. .. 3 NAVARRO PASTOR, Alberto: Art. cit. Humanidad, 28-3-1939. 94 Figura 52. Fragmento del fotograma 9.624 correspondiente a la hoja 846 de Mapa Topogrfico Nacional. (Cartoteca de la Universidad de Alicante, www.sigua.ua.es). En el centro, la Posicin Yuste. Se pensaba que era uno ms entre los muchos lugares en los que ce lebr algn acto el Gobierno en aquellas dos semanas de itineran cia por la Zona Centro-Sur. 35 Stpanov recuerda que, cuando Negrn exigi a varios militares comunistas retornados de Francia que acu Jess Hernndez escribira despus (0p.cit., p.183-184) el gobierno era una especie de fantasma mudo y paraltico, que ni gobernaba ni hablaba y que no tena ni aparato ni residencia fija. 95 Figura 53. Fachada del edificio principal de El Poblet en 1981. diesen a su residencia nadie saba donde se encontraba esa resi dencia 36 . La discrecin de El Poblet es incluso territorial, paisajstica; en una zona bastante llana, la finca linda con la carretera de Madrid a Alicante, pero an hoy resulta difcil intuir su presencia, enclava da en medio de una densa arboleda; el edificio central apenas es vi sible; slo su parte alta, desde el lado contrario, detrs de otras construcciones ms modestas, alguna de ellas construida precisa mente durante la Guerra Civil. Emplazada cerca del punto donde lin dan los trminos municipales de Sax, Petrer y Elda, la finca est su ficientemente alejada de cualquiera de estas tres poblaciones, pr xima al ro Vinalop y al viejo embalse de Elda hoy en desuso. A es casos metros de la finca, circula el ferrocarril Madrid -Alicante, que bien hubiese podido ser utilizado como medio de comunicacin 36 MINEV, Stoyn: Op.cit, p.201. 96 Figura 54. Curiosa fotografa de 1857 del tnel de Elda, prximo a la Posicin Yuste, por el que discurre el ferrocarril de Madrid a Alicante. (Foto de Laurent). por el Gobierno. Curiosamente, atravesar el tnel era la forma ms rpida de acceder a pie a la finca desde alguna zona urbana de El da, como el barrio de la Estacin, pero ello tambin colabor al re cato necesario. En cuanto a la dotacin del lugar, Garca Pradas -que no cons ta que lo visitase en ningn momento, pero que era adversario de clarado del gobierno Negrn- dice que ste viva all no como jefe de un Gobierno sino como jefe de una partida de bandoleros que prepararse una fechora. Quinientos guerrilleros comunistas, muy fe roces de aspecto, con un fusil ametrallador a la espalda y muchas bombas de mano a la cintura, le daban escolta all permanente mente. En la fi nca no haba oficinas ni el menor indicio de vida es 97 Figura 55. Vista exterior actual de la antigua Posicin Yuste. tatal 37 . Tagea, que s estuvo en la zona, recuerda que el lugar es taba rodeado por un centenar escaso de fi eles guerrilleros, soldados escogidos y bien armados 39 . Iiguez, en la entrevista citada, habla de un batalln. Negrn, recordemos, haba decidido trasladarse a la Posicin Yuste tratando de escapar de la vigilancia a la que le someta en Madrid Casado, el jefe del Ejrcito del Centro: ... que yo viviera en una casa que haba preparado en el Paseo de Ronda, porque deca que era muy segura (...) se me intent poner una guardia especial es cogida por Casado (...) segua mis pasos (...) donde me moviera. Sos pech que se me quera preparar una encerrona y, naturalmente, gra cias a ello pude escapar con todo el Gobierno 39 . Entre el grupo de colaboradores directos que Negrn traslada a la finca petrerense se 37 38 39 GARCA PRADAS, Jos: As termin... p.53. Tambin Casado habla de 500 guerrilleros (0p.cit., p.133), aunque sin ofrecer la feroz descripcin que nos ofrece el anarquista. TAGEA, Manuel: Testimonio de dos guerras, Oasis, Mxico, p.311. Diario de Sesiones, extracto oficial de la sesin de la Diputacin Perma nente de las Cortes, celebrada en Pars el 31 de marzo de 1939. 98 encontraban: Benigno Rodrguez, su secretario poltico; Manuel Snchez Arcas, subsecretario de Propaganda; Julin Soley Conde, su ayudante; y Antonio Cordn. Todos ellos miembros del Partido Comunista. El palacio haba sido requisado por Santiago Garcs, mximo responsable del SIM, ese mismo mes de febrero. Pese a lo dicho anteriormente, establecindose en Yuste, Ne grn slo pretenda disponer del margen de movimientos propio de quien era la mxima autoridad poltica y militar del Estado en aque llos momentos. Se trataba de estar fuera de la zona de jurisdiccin directa de Casado, por eso ya no regresar a Madrid desde ese da, sin hacer dejacin de sus obligaciones ni de olvidarse de la evolu cin del conflicto. Slo as se explica que llamase a Casado y tam bin a Matallana, jefe del Ejrcito de Levante 4 para departir con ellos en Yuste, lo que supona descubrirles el lugar donde viva. Al mismo tiempo, aunque receloso y sin hacer entrega accidental del mando como exige la ordenanza al ms antiguo de sus subordina dos (dado que se trataba de un militar comunista), 42 Casado acep tar acudir a Yuste. Si, como veremos, Casado ya estaba en contac to continuo con el bando franquista le poda haber resultado bastante fcil comunicar a Burgos la posicin en la que resida el doctor Ne grn, que constitua un blanco fcil en aquellos das del final de la guerra, cuando ya se haba atacado ciudades mucho mejor fortifi cadas y defendidas. Si no lo hizo, pretenda evitar mayores males o trataba de ofrecer al Presidente como moneda de cambio en una ulterior negociacin La Posicin Dakar Desde el momento en que Negrn decide trasladarse a la Po sicin Yuste, la direccin comunista inicia un movimiento de apro 4 BOLLOTEN, Burnett: Op. cit., p.1.016. 41 CASADO, Segismundo: Op.cit., p.132. MARTNEZ BANDE, Jos Manuel: Los cien ltimos das de la Repblica, Luis de Caralt, Barcelona, 1973, p.136. 99 ximacin al Gobierno que les lleva a concentrarse en un lugar pr ximo, la llamada Posicin Dakar. Estuvo situada junto al cruce en tre la carretera nacional de Madrid a Alicante y la que desde Petrer enlazaba con aquella, aproximadamente a la altura de La Jaud. Lis ter, en (Basta!, habla de la Posicin Dakar como de un gran edificio, lo que dar pie a Ricardo de la Cierva para hablar del palacio eldense en el que los jerarcas del PCE (...) han abandonado toda ilusin y se recrean en los esplndidos banquetes 14 . En realidad, la posicin debi abarcar varias casitas, puesto que Alberti recuerda en La ar boleda perdida que estuvo alojado en la vivienda de los generales Hidalgo de Cisneros y Cordn, de la que slo conservaba el re cuerdo amable de unas buleras que Modesto se marc una noche. Sin embargo, Dolores Ibrruri e Irene Falcn hablan de que ellas se alojaron en la que se haba puesto a disposicin del ministro Uribe, sin recordar con precisin aquel lugar: la casa era muy sencilla, de dos plantas; o de una, ya no te lo puedo asegurar Lo que pasa es que entonces todo se llamaban posiciones. 43 Stpanov por su parte ha bla del lugar donde se encuentran como una sucia aldeta de Elda 4 y Tagea recuerda que en la posicin Dakar todas las casitas se ve an solitarias y abandonadas 4 7 . Testimonios orales de personas vinculadas a la propiedad de aquellas casas, entre las que no exis te evidentemente ningn gran palacio, recuerdan que la mayor de ellas, Villa Manolito, en trmino de Elda, de dos plantas, no fue requisada porque, para que no lo fuese, en ella residi durante la con tienda un magistrado, Francisco Maestre Pay, fusilado al concluir la guerra acusado de haber formado parte del tribunal que conde n a Jos Antonio Primo de Rivera. S lo fue por el contrario la que enfrentaba con ella, en trmino de Petrer, exactamente en el cruce de las carreteras, inaugurada en 1936, propiedad del gerente de Ro LSTER, Enrique: Op.cit. , p.117 DE LA CIERVA, Ricardo: Op.cit., p.506. VALER ESCANDELL, J.R. : Dolores Ibrruri.. . , p.55 MINEV, Stoyn: Op.cit. , p.189. TAGEA, Manuel: Op.cit., p.315. 100 Figura 56. Fragmento del fotograma 6.897 correspondiente a la hoja 871 de Mapa Topogrfico Nacional. (Cartoteca de la Universidad de Alicante, www.sigua.ua.es). El espacio inferior ms oscuro y sus proximidades albergaron la Posicin Dakar. 101 dolfo Guarinos, la mayor fbrica eldense de calzado hasta mediados de siglo. Hoy ha desaparecido y en su lugar se levanta un super mercado de capital alemn, pero curiosamente a escasa distancia aunque de nuevo en trmino de Elda: el lmite entre ambas po blaciones resulta -difcil de distinguir en muchos puntos se siguen conservando otras casitas de la misma poca muy similares a la desaparecida. 48 Alguna de ellas tambin fue requisada; segn el testimonio anterior, muy reciente, al acabar la guerra las casas se re cuperaron en perfecto estado. 49 Resulta curiosa la enorme capacidad de aceptacin que tu vieron algunas descripciones interesadas de la vida en aquel para je, por poco crebles que fuesen, concebidas en ocasiones para gran jearse el perdn o el aplauso de los anteriores enemigos. As, Cas tro Delgado que tambin declarar despus que fue l quien asu mi la defensa del aerdromo del Fond afirma que era un lugar de descanso, una maravillosa residencia campestre. All estaban como hoteleros el poeta Rafael Alberti y su mujer, Mara Teresa Len. Y como domsticas varias jovencitas preciosas y ligeras de ro pa, amables y serviciales. Y buenos dormitorios. Y buena comida a base de conservas. Y un paisaje tranquilo y encantador 5 . Nada de eso parece haber sido reflejado por ninguno de los protagonistas de aquel momento. Si Alberti ligaba sus momentos felices a unas bu leras, Irene Falcn recuerda la ltima conversacin con Uribe y lvarez del yayo antes de su partida: ... venan hambrientos y en la casa apenas haba nada que comer, una caja que haban mandado las Mujeres Antifascistas con vveres que mandaban de Suecia, ca 48 48 50 Entrevista a Manuel Martnez Cuenca, propietario de Villa Manolito, El da, 31-12-2003. No obstante, en poca bien distinta, se afirm que las dependencias mi nisteriales de las Escuelas y los chalets requisados estaban abandonados y vacos, aunque en uno de ellos encontraron almohadones robados, al parecer de la Casa Real de Espaa, con el escudo monrquico bordado. (NAVARRO PASTOR, A.: Art.cit.). CASTRO DELGADO, Enrique: Hombres Made in Mosc, Lus de Caralt, Barcelona, 1963, p.651. 102 Figura 57. Una de las casas de la llamada Posicin Dakar. Esta, en concreto, en trmino de Petrer, junto al cruce de carreteras. La foto fue realizada por el autor en 1981 y no se conserva en muy buen estado. Figura 58. Villa Manolito, la mayor de aquellas viviendas, no fue requisada durante la guerra. 103 f, mantequilla y eso. Pusimos la mesa, Dolores hizo caf y aquella fue la ltima conversacin antes del adis. El Partido Comunista haba decidido en aquellos das trasla dar su sede operativa a El Palmar. Bolloten sugiere que debido a la proximidad a la base naval de Cartagena (43 kilmetros), donde se tema que la fl ota desertara y privara a la zona Centro -Sur del prin cipal medio de evacuacin. Sin embargo, ante el cariz de los acontecimientos el Bur Poltico del PCE acab concentrando el grueso de sus miembros y de los principales jefes militares afines cer ca de Yuste, tratando de cerrar filas segn unos, en espera de que Negrn les confiara puestos de responsabilidad, segn otros. Agru pando los testimonios de diversos autores y de los propios prota gonistas de aquellos momentos, en la zona denominada Posicin Dakar estuvieron en esos das aunque no coincidiendo todos a la vez los principales dirigentes polticos del comunismo espaol, como Dolores Ibrruri, Pasionaria y su secretaria casi eterna, Irene Falcn, Pedro Checa o Manuel Delicado; escritores, como Rafael Alberti, Mara Teresa Len compaera del anterior o Jor ge Semprn, que tambin recordar mucho tiempo despus aque llos das; 56 jefes militares, como Hidalgo de Cisneros, Nez Mazas, Modesto, Lster, Tagea, Jess Hernndez; ministros y altos cargos como Vicente Uribe o Antonio Cordn; asesores polticos extranje ros como Stoyn Minev (Stepnov) y especialmente Palmiro To gliatti tambin conocido en aquellos momentos con sobrenom bres como rcoli o Alfredo, sin duda el ms influyente de todos ellos en aquellas fechas; alguno de los all alojados, como Fernando Clau 51 52 53 54 55 56 Entrevista citada, p.54. Hugh Thomas, quiz por asociacin de ideas con el nombre, escribe que instal su cuartel general en las inmediaciones de un bello palmeral pr ximo a Elche. (0p.cit., 1976, tomo 2, p. 958). BOLLOTEN, Burnett: Op. cit., p. 1.018. MARTNEZ BANDE: Los cien..., p. 135. THOMAS, H.: Op. cit, 1976, tomo 2, p. 965. SEMPRN, Jorge: Autobiografa de Federico Snchez, Planeta, Barcelona, 1977, p. 241. 104 Figuras 59 y 60. Dos casas cercanas y bastante similares a la anterior, estas en trmino municipal eldense, se siguen conservando en la actualidad. 105 din, eran jvenes que adquiriran mayor peso poltico con los aos. Por supuesto, tambin visitaron la finca otros personajes, entre ellos el propio Juan Negrn en las horas previas a su despedida. El lugar estaba custodiado por una unidad de guerrilleros al mando de Lster, que rodeaba todo aquello; una vez llegu vo desde Albacete y no me dejaron entrar a ver a Dolores [Ibrruril hasta que me identifiqu. Todo estaba muy protegido. El Fond de Monver Aunque es muy comn referirse al lugar en que se encontra ba en aerdromo como El Many (o El Man o Llano del Ma), la pedana de Monver donde se situaba el aerdromo ms prximo a Elda-Petrer era El Fondo de Monver, muy prximo a El Many, pero algo ms alejado de la carretera Monver-El Pins; se trata de un enclave con cierta autonoma, pues cuenta con iglesia propia, lle go a disfrutar de un grupo escolar durante bastantes aos y dispu so de artesanos como herrero, guarnicionero, artesano o tonelero. Algunos autores han planteado la posible existencia de ms de un campo de aviacin en la zona de Monver. 59 En realidad, haba otros muchos aerdromos relativamente cerca de la Posicin Yuste o de la Posicin Dakar, aunque ninguno tan cercano: as, por ejem plo, exista uno en Caudete en la provincia de Albacete, pero muy prximo a Villena, otro en la zona conocida como La Marjal, entre Onil y Castalla, a poco ms de veinte km de la finca de El Poblet, ade ms de los de la perifderia de Alicante (Rabassa, El Altet). La construccin del aerdromo de El Fond se plante a co mienzos del verano de 1937; esperaron al final de la siega para co menzar a aplanar, porque as lo pidi un agricultor que mantena 57 59 Declaraciones de Irene Falcn contenidas en VALERO ESCANDELL, J.R. Dolores Ibrruri..., p. 55-56. Entrevista a Jos Marhuenda Vidal, residente en el lugar. 13-10-2002. MARTNEZ BANDE, J.M.: El final de... se lo plantea en la p.252 (nota 289), a partir de una afirmacin de Lster. 106 Figura 61. La foto area, pese a ser de 1956, da idea del espacio ocupado por el aerdromo -otra vez convertido en tierra de cultivo- y el casero principal de El Fond de Monver. Fragmento del fotograma 1.910 correspondiente a la hoja 870 de Mapa Topogrfico Nacional. (Cartoteca de la Universidad de Alicante, www.sigua.ua.es). 107 unas ocho hectreas de cultivo; casi todo el trabajo se hizo con un ruln tirado por mulas, empleando a campesinos del lugar. El cuartel lo instalaron en el edificio que ocupaba la almaza ra y bodega de Florencio Prez Hurtado, uno de los terratenientes monoveros propietarios de aquel lugar; all mejoraron una nave que sera de comedor para los soldados, pusieron piso de porlan a alguna estancia y construyeron una chimenea para calentarse. Instalaron la luz elctrica y el telfono inexistentes en la pedana hasta ese mo mento y retirados poco tiempo despus de la salida de Negrn, adems de una gran columna en el aerdromo, ms alta que un poste de la luz, estrecha, vigilada a veces por un centinela. Mien tras se trabajaba en la puesta en funcionamiento el aerdromo, se construa un refugio muy grande, de casi cincuenta metros de lar go, donde se emplearon ms de cuarenta obreros, entre ellos un cura de Orihuela, hermano del teniente, que trataba as de ocultar le y protegerlo de posibles represalias. 2 En el puesto, tranquilo y alejado de los escenarios blicos hasta aquellos das finales de febrero de 1939, haba una pequea dotacin de soldados, poco ms de una docena, a cargo de un te niente y de un sargento. 61 Tambin los Rius, la conocida familia terrateniente de la zona de Monver, posea otra finca prxima. Entrevista con Paquita Marhuenda Poveda, residente en el lugar. 13-4 2004. Con testimonios de esta informante, se realiz un artculo (De Mono ver al exilio, El Pas, Edicin Comunidad Valenciana, 18-04-1999), que re fleja parte de la vida en el lugar aunque presenta algunos errores en las fe chas. Entrevista a Jos Marhuenda, que afirma que en esos das el sacerdote mantuvo amistad con su padre, un hombre de convicciones religiosas. 108 Figuras 62 y 63. Vistas actuales del casero viejo de El Fond y de las vias que ocupan el espacio del antiguo aerdromo. 109 Figuras 64 y 65. Vista actual de las dos puertas de acceso al refugio construido en El Fond durante la guerra. 110 Figuras 66 y 67. Fotografas de una habitacin y de una chimenea construidos en la Guerra Civil para facilitar la estancia de los soldados en aquel lugar. La vivienda en la que se encuentran todava se conocen como el cuartel. 111 Figuras 68. Este pino, que puede ser identificable en una fotografa area anterior, se ha convertido en un mito del exilio de aquellos personajes. Algunos lugareos todava dicen recordar la imagen de Pasionaria esperando all la partida de su avin. (Segn unos, segn otros Negrn; la memoria, cuando se ha hecho colectiva, resulta muy olvidadiza). 112 APNDICE 5 ACTIVIDADES ECONMICAS EN ELDA Y PETRER: LA INDUSTRIA BLICA A lo largo de la guerra civil la actividad econmica se transform profundamente en ambos pueblos: as, se tra t de potenciar la produccin agraria, dada la creciente carencia de provisiones; en Elda se lleg incluso a plantear la posibilidad de mejora del viejo pantano. Por otra parte, la industria del calzado se socializ, bsicamente a travs de la COICS, que agrupaba a las principales empresas anteriores al 18 de julio, y al SICEP, en el que se integraron empresas menores que buscaron la mejora competitiva de una organizacin eficaz. Al mismo tiempo, la produccin, que hasta 1936 iba dirigida casi en exclusiva a la poblacin civil, se fue adaptando cada vez ms a las necesidades militares de todo tipo, no slo cal zado. Por otra parte, fue el primer intento histrico serio de actuar ambos pueblos conjuntamente. Figura 69. Foto anterior a la guerra civil de la fbrica de calzado de Bellod Hnos. y Zaragoza. En guerra fue una de las factoras integradas en la COICS. (Foto cedida por Pedro Bellod Escandell). 113 La industria blica fue creciendo tanto en Elda como en Petrer, bien por adaptacin de las fbricas a la nueva si tuacin, bien por traslado a la zona -por motivos de segu ridad- de empresas antes radicadas en otros puntos. Figura 70. Tarjeta de visita de la SICEP (Foto del Museo del Calzado de Elda). Sindica. de Ick londs*no del C44149919 4.eida y 8 9.991 44. concoon se t4144494.4444 o...4,, u 61 . Casa Central EL DA .Mm. Mit Mema. Cm* aderm r. 41.4 etly 4444 4.41119494. fl L er4Hre mr192. H GO.. 4.14, Le, 241 C.. 17. tndwlono MI SO n 29 I.41o.o 28499 BMICELONA VAtENCIA Figura 71. Primera pgina de los estatutos de la COICS (Foto del Museo del Calzado de Elda) ESTATUTOS. Cooperativa Olirera I lostestria Jet Calza imitares ELDA eglaateatariltm imoteraa Je la imaisma paras* 11~1 eleseivrolviadamit ABRIL D 1931% 114 Figura 72. Logotipo de una asociacin de modelistas y patronistas de Elda: la Guerra Civil, a pesar de todo, no pudo acabar con las iniciativas de una ciudad que viva su poca ms dinmica. (Foto Alborada de Elda). Figuras 72 y 73. Dos fotografas actuales de un rea industrial del centro de Petrer (una ciudad sin ley). En una fachada se conserva todava la inscripcin cuerpo de guardia, vestigio de aquellos tiempos de guerra. 115 Figura 74. Fbrica de lonas de Santa Brbara, en Petrer, que tambin adapt su produccin a las necesidades militares. (Foto Festa, de Petrer). Figura 75. El resto de la antigua gra que se coloc en la estacin de Elda-Petrer es, posiblemente, el nico que queda del paso por Elda de una centro productivo de la Unin Naval de Levante. 116 IV. LOS DAS DE YUSTE: AIRES DE REBELIN Turin define los das previos al 6 de marzo como los ms duros en la vida de Negrn y recuerda los momentos de desaliento, las ganas de dejarlo todo y la indecisin que reflejan cuantos en tonces lo trataron. Tambin piensa que si no fue capaz de instalar una sede del Gobierno se debe a la casi inexistencia de un aparato administrativo. La vida en Yuste se mantuvo casi totalmente al margen de la de las poblaciones que le rodeaban, y apenas existen testimonios que reflejen contactos directos con la poblacin de Petrer, de Sax o de Elda. Un consejero municipal de la Elda de entonces afirmaba que no apareci un solo dirigente y que contaban con abastecimiento pro pio, por lo que no solicitaron nada a los pueblos. Como relacin di recta con los municipios slo contamos con el testimonio del em pleado de telgrafos que recordaba la visita de Cordn y la de un an ciano panadero petrerense que afirmaba que el pan s lo adquiran en la zona. De aquellos tiempos de la vida en Yuste, los testimonios di rectos son escasos, aunque podemos citar los de Antonio Cordn, Hidalgo de Cisneros, Segismundo Casado y algn miembro del Go bierno. Sin embargo, se ha querido fomentar especialmente, claro, en la poca franquista- una imagen de vida disipada, relajada, im TUN DE LARA, Manuel: Op. Cit., p.618. Entrevista a Diego Iiguez, 7-2-1981. 117 Figuras 76 y 77. La belleza de la finca de recreo en que se instal Negrn al final de la guerra ayud a fomentar la imagen de una vida disipada. Las fotografas, tomadas en 1981, muestran algunos detalles de los jardines de la finca. Precisamente es la espesura vegetal del lugar la que facilita la discrecin y el camuflaje de los edificios. pdica casi, al margen de la realidad vivida por el resto de la ciu dadana; la mayora de los testimonios se han centrado en la figu ra del doctor Negrn y proceden de parte interesada. La glotonera del presidente del Gobierno ha sido reflejada en la obra de Casado, cuando se refiere a la entrevista mantenida con l en presencia del general Miaja: Nos sentamos a la mesa. Supona que en vista de la campaa de austeridades el general Miaja habra dispuesto un me n razonable. Me equivoqu. El men era un cocido! Pero, qu co cido!, en la sopa haba todo lo bueno. En el cocido no faltaba nada. Todo exageradamente abundante. Me dio asco! Al dr. Negrn le sir vieron un plato muy copioso. Lo comi rpido y sali del comedor. Entonces el general Miaja le dijo al camarero que sirviera otra vez al dr. Negrn otro plato igual. Ante mi extraeza el general Miaja me aclar que el dr. Negrn cuando coma algo que le gustaba mu cho, lo vomitaba y repeta otra vez 3 . Es cierto que diversos testi CASADO, Segismundo: Op.cit., p.134-135. 118 Figura 78. Fotografa de un banquete de militares republicanos durante la contienda. Es evidente que no se corresponde con las circunstancias que se vivan en 1939. monios han calificado a Negrn como un autntico bon vivant; por ejemplo, lo hace Angel Vias cuando describe sus rasgos biogrfi cos: trasnochador, vitalista, trabajador y lector infatigable, lleno de curiosidad, enrgico, de gustos epicreos, cortes, elegante, encan tador de trato.. 4; pero la escena descrita por Casado no corres ponde a la estancia en Yuste, porque es Miaja el anfitrin; adems, un amante de la buena vida no parece cuadrar demasiado con la des cripcin grotesca arriba reflejada. Por otra parte, la eficacia en el apro visionamiento no deba ser tampoco excesiva habida cuenta de la 4 VIAS, Angel: Juan Negrn Lpez en THOMAS, Hugh: Op. Cit., ed. 1979, p.175. Tambin recuerda, en la pgina 173, que el que Negrn fuese el al ma de la resistencia republicana y apareciese como eficaz contrincante del general Franco suscit en el bando nacionalista, una intensa campaa de desprestigio y denigracin, que todava colea... 119 situacin reflejada en otros aspectos. Castro Delgado, en Hombres Made in Mosc, publicada en la Espaa de 1963, tambin ofrece una imagen similar: All estaba Negrn metido en grueso albornoz, a la cabeza de una mesa cubierta de latas de conserva abiertas. Co miendo y mirando. Mirando y enseando su anatoma. Y contem plndole con un gesto impecable de mayordomo profesional el general Antonio Cordn, subsecretario de Defensa. Y Negrn comiendo y mi rando. Y los dems mirando y sin comer. Sobre el mismo tema, An s recuerda la sobremesa del 5 de marzo en Yuste: Terminado el Con sejo, sus asistentes y atlteres continuaron reunidos en torno a la me sa en la que se serva un refrigerio 6 , lo que no sugiere precisamente una abundancia extrema. Irene Falcn evocando aquellos das de clara que el Gobierno en ese momento no tena para mucho; yo no digo que no hubiera hasta quien tuviera algn puro, imagnate, acababan de volver de Francia! Pero la cocina que haba all era la misma que tenamos nosotros, de lo ms sencillo. (...) Una de las maneras de atacar a Negrn ha sido pintarle como un glotn, como una persona sin moral. Y no s cmo coma Negrn pero le rodeaban camaradas nuestros y nunca hablaron nada de eso. Lo nico que de can es que Negrn estaba muy mal, que se daba cuenta de la de rrota 7 . A partir de los testimonios arriba indicados -mezclados muchas veces con otros que fueron escritos para criticar a los co munistas de Dakar, ya citados- algunos escritores franquistas no dudaron en acrecentar el mito por su cuenta; as Diego Sevilla An drs, catedrtico de Derecho en la posguerra, diputado provincial de Valencia y miembro del Centro de Cultura Valenciana, escriba que los ministros, mientras el presidente reciba hermosas mujeres, se le buscaban perdices por todas partes, beba buen champn y fumaba puros habanos, residan en fonduchos de Alicante, Elche o cual P651. 6 ANS, Mariano: Yo fue ministro de Negrn, Ed. Planeta, Barcelona, 1976. p.245. VALERO ESCANDELL, J.R.: Dolores..., p. 54-55. 120 quier pueblo cercano 8 , adems de situar la Posicin Yuste en una casa de campo cerca de Elche . La dimisin de Azaa Casi sin tiempo de haberse instalado en Yuste, el Presidente Negrn tuvo que afrontar el primer revs de su poltica de resisten cia, tal vez el ms importante de todos ellos: la dimisin del Presi dente de la Repblica, de Azaa. Tun explica cmo Azaa se ne g a precipitar el final de la Repblica, por lo que no adopt ninguna decisin hasta que las grandes potencias europeas no beligerantes (es decir, Francia e Inglaterra) adoptaron el acuerdo conjunto de reconocer el rgimen de Franco el da 27 de febrero de 1939; es ms, parece que tambin contaron con la connivencia de los Esta dos Unidos; slo tras este reconocimiento, pero inmediatamente despus de l, Azaa, desde su residencia de Collonges-sous-Sal ve, notific su dimisin a Martnez Barrio Presidente de las Cortes y de su diputacin permanente, como era preceptivo 9 . Aunque Mariano Ans piensa que estaba en perfecta sincronizacin con la accin anglofrancesa, Azaa se bas en el dictamen militar del general Rojo, totalmente convencido de que tanto las posibilida des de victoria como la utilidad de la resistencia eran nulas. Hi dalgo de Cisneros testifica que dicho informe sobre la situacin es paola tambin le haba sido solicitado a l, pero al comprender que se buscaba una excusa para la dimisin se neg afirmando que no poda hacerlo ms que por conducto reglamentario, es decir a tra vs del doctor Negrn; Hidalgo recuerda que, cuando comunic el incidente a Negrn, est se puso fuera de s y mand inmediata mente a Azaa un telegrama en el que le haca responsable de las 8 SEVILLA ANDRS, Diego: Historia poltica de la zona roja, Rialp, 2 edi cin, Madrid, 1963, p. 518. Lo curioso es que dice basarse en la obra de Gar ca Pradas. 9 TUN DE LARA, Manuel: Op. Cit., p.622. lo ANS, Mariano: Op.cit., p.240. 121 Figura 79. El cartel, del Servicio Histrico Militar, sirve para comprender hasta qu punto el Presidente Azaa haba llegado a simbolizar la misma idea republicana. consecuencias de su conducta, que en aquellos momentos consi deraba una traicin a la patria. Sin embargo, Azaa aducir como razones de peso la desaparicin del aparato poltico del Estado, del parlamento y de las representaciones superiores de los partidos, con lo que faltaban los rganos imprescindibles para desempear su competido. HIDALGO DE CISNEROS, Ignacio: Cambio de rumbo, vol. 2, Laja, Barce lona, 1977, p.308. 122 La dimisin de Azaria debilitaba necesariamente la posicin del doctor Negrn, mxime cuando Martnez Barrios no asumi in mediatamente la presidencia de la Repblica, lo que hubiese su puesto su regreso a Espaa, y dio largas a la situacin -incluso plan te entrevistarse con Negrn en Orn, lo que generaba un vaco legal importante. Sin duda, con ello y con el reconocimiento del r gimen franquista por parte de todos los principales gobiernos de Eu ropa Occidental, se impeda cualquier posible recepcin de mate rial desde el exterior, se reducan las posibilidades de evacuacin de potenciales exiliados y se ofrecan excusas y justificaciones a su blevaciones contra el Gobierno que ya estaban planificadas con de masiada antelacin. El consejo de ministros para tratar de la dimisin de Azaria se celebr al da siguiente de la dimisin de aquel, el da 28, a hora muy tarda, porque la prensa habla de que a las ocho de la noche Negrn haba visitado el Gobierno Civil alicantino, junto con los ministros de Gobernacin y Trabajo, y que despus se dirigi a determinado punto ignorado para reunirse con los restantes ministros y celebrar el anunciado Consejo. En l es muy probable que se plantease tam Figuras 80 y 81. Estas dos fotografas, de actos oficiales, permiten valorar visualmente cmo el doctor Negrn haba tratado siempre de salvaguardar la preeminencia de Azaa, como representante supremo del Estado. Humanidad, 1-3-1939. 123 bin la gravedad de la situacin entre algunos mandos del ejrcito y tambin, cmo no, del reconocimiento de Francia e Inglaterra al gobierno de Burgos que, a juicio de Moradiellos, consum oficial mente el proceso de desahucio internacional de la Repblica y pre cipit su dramtica descomposicin interna por sus devastadores efectos sobre la moral de la poblacin y de las autoridades civiles militares 13 . La prensa del da 2 comunica las malas noticias, da por hecho el traspaso de poderes a Martnez Barrio y afirma que el Gobierno plantea la posibilidad de celebracin de elecciones in mediatas, tal como obligaba la mecnica fijada en la Constitucin artculos 68 y 74 de la misma, algo imposible de cumplir en aque llas circunstancias. La reorganizacin del ejrcito Ya hemos visto cmo en la reunin de Los Llanos Negrn com prueba la escasa disposicin a resistir y el pesimismo existente en tre la plana mayor militar. Tambin debemos recordar que ser la des confianza ante la actitud de Casado lo que le induce a abandonar Ma drid. En la reunin de Los Llanos fue Miaja quien sorprendentemente haba defendido la opcin de continuar la guerra como la nica posible, pero ste ya se haba caracterizado por incumplir algunas rdenes superiores, como la de negarse a ejecutar la ofensiva re publicana sobre Motril, hacia donde la Flota, desde Cartagena, ya haba trasladado las tropas de desembarco, en un intento de aliviar la presin sobre el frente cataln. Miaja que haba recibido la car ta de Rojo instando a sustituir a Negrn, desde la declaracin del estado de guerra, no pareca dispuesto a compartir la autoridad po ltica y militar con nadie, haba descartado cualquier control de or ganizaciones y partidos y, segn los propios anarquistas, lleg in cluso a afirmar que no entregara el mando ni al mismo Negrn de 3 MORADIELLOS, Enrique: Op.cit., p.248. TUN DE LARA, Manuel: Op.cit., p.607. 124 Figuras 82 y 83. Algunos carteles, como estos procedentes del Archivo de la Guerra Civil de Salamanca, editados mucho tiempo atrs, muestran una voluntad de unidad y colaboracin de las distintas fuerzas que haba desaparecido en 1939. OBEDIENCIA AL GOBIERNO LEGITIMO O-be-dien-eia al Go-bier-no le-g-ti-ino a -I G -o -b -i -e -r -n -o 1 -e -g -t -t -i -in -o O, e, i, a b, d, n, e, I, 0, r, g, t, m. M1181 38 JULIO 1331 UNIDOS 1A RETAGUARDIA COMO EN 14 RA PeAMR 14 glIFRRA no venir acompaado del presidente de la Repblica y se permi ta recibir en pijama al propio presidente del Gobierno cuando acu di a su residencia a visitarle. La concentracin de poder en el ge neral Miaja, sin duda alguna superior a la que previamente haba os tentado ningn otro militar republicano, es slo el ejemplo ms clara del control que los mandos militares haban conseguido tras el prolongado aislamiento de la zona Centro -Sur del Gobierno, del Estado Mayor Central, de los altos dirigentes polticos y del propio aparato estatal. Este control haba pasado esencialmente a los je PEIRATS, Jos: Op. cit., p.377. 16 ROMERO, Luis: Op.cit., p.326. 125 Figuras 84 y 85. Dos ejemplos del culto a la personalidad que desde algunos mbitos -sobre todo, comunistas- se tribut al general Miaja. Un cartel (conservado en el Servicio Histrico Militar) y un dibujo escolar procedente de la Colonia n 10 del Ministerio de Instruccin Pblica, establecida en Elda (Spanish Child Welfare Association of America for the American Friends Service Committee). EL PUEBLO DE MADRID PIDE LA LAUREADA PARA SU HEROICO DE 115011 ciEMEIV J , fes procedentes del antiguo ejrcito previo al 18 de julio, lo que no pasaba desapercibido al conjunto de las organizaciones obreras, ni estaba exento de sus crticas: los disparates tcticos y estratgicos cometidos a partir del momento en que los combatientes fueron en cuadrados militarmente bajo el mando nico de estados mayores y ordenanzas seversimas. Pero la reorganizacin del ejrcito no es tarea fcil para un Pre sidente con escassimo margen de maniobra. Por un lado, distintos PEIRATS, Jos: Op. cit, p.373. 126 sectores recelosos del poder que haba adquirido el PCE en el ejr cito protestaban contra el mismo: la desconfianza era patente en socialistas como Prieto: a ese partido nicamente le interesaba preponderar en el Ejrcito, porque con preponderancia sobre las fuerzas armadas tendra el poder de modo ntegro en sus manos si logrbamos la victoria. Ya conseguir el ms absoluto predominio en sectores tan decisivos encamin todos sus esfuerzos 18 . Peor opinin tenan todava en aquellas fechas los anarquistas que denunciaban que el presidente del gobierno engaa a nuestro ministro y ste nos engaa a nosotros. Tenemos que terminar con esto. El Partido Co munista est colocando a sus peones. Estamos perdidos si aguar damos a actuar cuando se hallan consumado los hechos. Esta l tima opinin fue expresada en una reunin de la FAI el da 25 de fe brero, cuando el Presidente todava no haba realizado ningn nom bramiento decisivo. Pero, por otro lado, tras la llegada del Gobierno, desde algu nos sectores del PCE se exigan cambios radicales para continuar la guerra superando el sentimiento derrotista de la cpula militar: reorganizacin radical del aparato del mando militar; relevo de to dos los actuales jefes del ejrcito de los puestos que ocupan; purgar sus Estados Mayores y sustituirlos por jefes fieles y de confianza; re levo de todos los jefes militares de las ciudades por militares abso lutamente fi eles, aunque no tengan el grado correspondiente, plan teando incluso si fuese necesario el fusilamiento pblico de un par de cientos de oficiales, traidores, conspiradores, intrigantes, desor ganizadores, saboteadores, provocadores... 21 Los comunistas con cluan que la labor del partido deba ser atrayendo a su lado aun que fuera a determinadas personas de los sectores restantes del Fren te Popular, tomar en sus manos todas las palancas del poder e intentar 18 PRIETO, Indalecio: Carta a Negrn del 3 de julio de 1939. En Convulsiones de Espaa. Epistolario Prieto-Negrn, Fundacin Indalecio Prieto Editorial Planeta, Madrid, 1990, p. 113. 9 PEIRATS, Jos: Op.cit., p.381. 2 MINEV, Stoyn: Op.cit., p. 168. 127 con esfuerzos desesperados v, claramente, con grandes bajas, dirigir la resistencia _y retirarse organizadamente 2 . Casi en las mismas fechas, en el acta de una reunin anarquista en Madrid se acord co municar a Negrn que no se permitir de ninguna manera que los jefes y comisarios llegados de Francia sean puestos en ningn cargo... impedir que ni Modesto, ni Lster, ni ningn comunista sea acopla do a ningn cargo en el Ejrcito. Ante esta situacin, no es raro que Negrn esquivase a la di reccin del Partido Comunista durante varios das despus de la reunin de Los Llanos, pese a entrevistarse con republicanos, so cialistas o militares. S lo conseguirn das despus, aprovechando para informar a Negrn del comportamiento de la alta oficialidad, de la situacin de los frentes, de los escndalos del SIM, de los es cndalos de las comisiones del control de reclutamiento, de la ter giversacin reaccionaria del estado de guerra. Evidentemente, Negrn tiene escaso margen de maniobra: la situacin le obliga a confiar en mayor medida en los mandos pro comunistas, pero al mismo tiempo el relevo de la jerarqua debe realizarse de modo que no resulte traumtico, que en Espaa sue le ser con frecuencia el ascenso aparente a cargos de escasa opera tividal. As, durante la ltima reunin de Negrn con Casado en Ma drid, que se demor cinco horas segn la prensa, el Presidente de bi comunicarle al coronel Jefe del Ejrcito del Centro que la Gaceta de la Repblica del da siguiente publicara su ascenso a general; po co despus pero cuando ya Negrn ha conseguido escapar del con trol ejercido en Madrid sobre su persona Casado recibe un teleti po del Presidente para que acuda a reunirse con l (y con Matalla na, que tambin haba sido convocado) en Yuste. La reunin se ce Op.cit.. 1).169 PEIRATS, Jos: Op. cit., p.380. 23 MINEV, Stovn: Op.cit.. p.172. 24 CASADO, Segismundo: Op. Cit., p. 132. Ricardo de la Cierva (Op.cit., p.503) escribe que fue Casado quien telefone a Negrn el 28 de febrero pa ra preguntarle sobre los rumores que sobre su relevo circulaban por Madrid y que ste tras negar cualquier propsito de sustituirle le ordena pre 128 lebr el 2 de marzo, en El Poblet; Casado acudi sin cumplir las normas de ordenanza sobre traspaso de poderes; all, el Presidente informa a Casado y Matallana de su proyecto de reorganizacin de la estructura militar, designndole respectivamente para las jefa turas de los estados mayores Central y del Ejrcito de Tierra. En realidad, dichos cargos suponan su alejamiento del mando direc to y podan ser considerado como una especie de compensacin aparente previa a los nombramiento de diversos mandos comunis tas para ocupar puestos estratgicos esenciales en aquellos mo mentos, que el Boletn Oficial del Ministerio de Defensa insertara al da siguiente. As, el 3 de marzo se publicaba el nombramiento de los tenientes coroneles Etelvino Vega, Manuel Tagea, Leocadio Mendiola y Francisco Galn como comandantes militares de Alicante, Murcia y Albacete y jefe de la base naval de Cartagena respectiva mente, al tiempo que se ascenda a general al coronel de milicias Juan Modesto; pero la decisin de control efectivo ms importante, segn la prensa, se la reservaba para s mismo: el Grupo del Ejrcito de la Regin Centro -Sur, los actuales ejrcitos y los que puedan crearse de penden de mi autoridad 26 , algo que, aunque deba resultar obvio tra tndose de un Presidente de Gobierno y de un ministro de Defen sa de un Estado democrtico, no lo era en la realidad. Los nombra mientos pretendan controlar el rea estratgica de repliegue, in cluyendo los principales puertos, los de Alicante y Cartagena, mien tras que se vigilaba una posible huida de la Flota. Algunos autores consideran que la maniobra negrinista slo sirvi para precipitar su cada, porque los elementos no comunistas reaccionaron inmedia tamente, no tanto por los ascensos merecidos de los oficiales comu nistas sino ante la perspectiva del control comunista de los puertos por los que habra de tener lugar toda la evacuacin. Trifn G sentarse en Yuste al da siguiente. Una versin muy similar a esta ltima ofrece Hugh Thomas (0p.cit., 1979, vol. IV, p.341). 23 CASADO, Segismundo: Op. Cit., p.133. 26 Humanidad de Alcoi, 5 de marzo de 1939. 27 JACKSON, Gabriel: Op. cit., p.405. 129 mez amigo de Besteiro, el alma civil del Consejo de Defensa ha bl de que faltaba la chispa que produjese la explosin y actuaron como tal unos nombramientos desdichados de elementos comunis tas... tal como estaba el ambiente, ni hecho a propsito se acierta a conjugar mejor todos los elementos descontentos para producir el levantamiento 28 . Tambin Lster afirma haberse preocupado con aquel nombramiento colectivo: Al ver el Diario Oficial no pude ocultar mi indignacin, pues era como una banderilla que, estpi damente, se les pona a los conspiradores y un arma que se les me ta en las manos (...) afirmaron que ah estaba la prueba de que los comunistas habamos regresado de Francia para apoderarnos de los mandos y conducir la guerra a nuestro antojo 29 . Supusieron aquellos nombramientos el control comunista del Gobierno republicano, incluso un golpe de estado procomu nista De nuevo, los protagonistas de aquellos hechos difieren en sus opiniones en funcin de su ideologa; as, los cenetistas, que basan en este presunto golpe su apoyo al Consejo de Defensa Nacional, lo dan por hecho, especialmente Garca Pradas y Cipriano Mera, los principales apoyos anarquistas de aquella sublevacin: les dije que perdamos el tiempo... y que corramos el riesgo de que Negrn y los comunistas... se alzasen para aplastarnos.., que respirbamos un clima de golpe de Estado, hasta el extremo de que aquel que no lo diese con premura lo recibira pronto, recuerda Garca Pradas; mientras Mera razona que era cosa de obrar rpidamente, a ser posible antes de las cuarenta y ocho horas, pues se tenan noticias de que Negrn y el Partido Comunista intentaran un golpe de fuer za el da 6 o en la madrugada del 7. La situacin estaba clara: en tor no nuestro se encontraban la UGT y los partidos polticos, excep tuando el comunista; en frente, Negrn no representaba ya a na die... Curiosamente, esa versin sigue siendo utilizada como un 28 Citado por Indalecio Prieto en su correspondencia con Negrn. Op.cit., p.143-155. 29 LSTER, Enrique: Memorias de un luchador, Toro, Madrid, 1977, p.428. GARCA PRADAS, Jos: La traicin..., p. 54. 31 MERA, Cipriano: Op.cit., p.202. 130 credo en ciertos sector ultraconservadores: la influencia del parti do comunista espaol sobre el gobierno republicano alcanz una extensin y profundidad inmensas. Dicho gobierno poco o nada po da hacer frente al partido. Si aadimos el colaboracionismo de su presidente Juan Negrn, mucho ms til desde su terica adscripcin socialista que si hubiese sido miembro.. . Al contrario, esa posi bilidad es rechazada por los protagonistas afines al PCE; algunos ra zonan que la situacin del partido en aquellos momentos, ms que deseada, fue forzada por las circunstancias, que la mayora de los mandos militares y altos funcionarios del Gobierno no quiso vol ver a Espaa alegando algn pretexto 33 y que el apoyo que le brin daban quienes seguan pensando en resistir ocurri as no por es pritu de absorcin de nuestro partido sino por espritu de desercin de muchos otros. Stepnov critica incluso que cuando fue nece sario parar la sublevacin justamente en ese momento Negrn exi gi a Modesto, Listar, Galn y otros a acudir a la residencia del Go bierno 35 . Togliatti, en un texto que predispone a pensar que la po sibilidad de asumir el control aunque posterior, para oponerse al Consejo tras su levantamiento s pudo ser planteada por alguien, resume brillantemente las razones en contra: ...teniamos delante un aparato estatal, civil y militar, movilizado contra nosotros, cuya hos tilidad y resistencia slo podan ser quebrantadas por la fuerza. Pa ra un acto de fuerza semejante no podamos contar con ningn alia do: todos habran estado contra nosotros. Habramos tenido que to mar el poder como partido. Eso habra supuesto polticamente que el partido asumiera la responsabilidad de romper el Frente Popular, por las armas. Toda la direccin del partido era contrara a ello. 22 Resea de A. Maestro al libro MONTIEL, Francisco -Flix: Un coronel lla mado Segismundo. Mentiras y misterios de la guerra de Stalin en Espaa, Ed. Criterio, Madrid, 1998, 236 pp. (en galeon.hispavista.com/razonespa nola). CORDN, Antonio: Op. Cit., p.468. 34 MODESTO, Juan: Soy del Quinto Regimiento, Laja, Barcelona, 1978, p.382. MINEV, Stoyn: Op.cit., p.201. TOGLIATTI, Palmiro: Op.cit., 1).280-281. 131 Preston, sobre las intenciones del PCE, apunta que la Espaa an terior a 1939 no era la Europa del Este posterior a 1945. Precisamente han sido personas tan poco sospechosa de filias procomunistas como el historiador militar Ramn Salas Larrazbal y Burnett Bolloten 38 quienes mejor han zanjado la cuestin: el pri mero, a la vista del Diario oficial del 3 de marzo en el que se inser tan los nombramientos afirma que, aparte de que los golpes de estado no se anuncian, no hubo golpe de Estado. Y los del da 4, los pu blicados en ese ejemplar desaparecido, que algunos haban aducido como causa de su pronunciamiento, hasta el punto de ser acepta do como factor a considerar por algunos de sus enemigos, como Togliatti Influyeron en el golpe los ascensos a Lster, a Modesto, a Cordn, influyeron los nuevos cargos otorgados a los comunis tas Pues bien, el nmero fue encontrado hace pocos aos en el Archivo de la Guerra Civil de Salamanca por una colaboradora de Bolloten y demostr adems de que no haba sido impreso en Vi dal, en Elda- que este nmero tan buscado no contiene ninguno de los cinco nombramiento cruciales. Tampoco contiene ningn nom bramiento o ascenso significativo de oficiales comunistas (..) Casa do o bien se estaba fi ando de un recuerdo inexacto o de informes no confirmados, o bien falsific los hechos para apoyar sus tesis 40 . Co 37 38 39 PRESTON, Paul: La Guerra Civil: defensa antifascista de la Repblica, en RUIZ PORTELLA, (ed.) La Guerra Civil: dos o tres Espolias, Altera, Bar celona, 1999, p.53. Al libro de Bolloten La Guerra Civil espaola. Revolucin y contra revolu cin publicado en plena guerra fra, en 1961, sus editores intentaron aa dirle el subttulo La conspiracin comunista en la Guerra Civil espaola y fue recibido por conservadores y anticomunistas como una delacin de la intriga y el dominio comunista, fue denunciado violentamente no s lo por comunistas y procomunistas sino tambin por otros izquierdistas y partidarios de la Repblica... refut la versin derechista de que los co munistas estaban conspirando para derrocar la Repblica en 1936. (Vid. El prlogo de Stanley G. Payne a la edicin espaola de 2004). SALAS LARRAZBAL, Ramn: Historia del Ejrcito Popular de la Repblica, Madrid, Rialp, 1986, vol. II, p.2.333. 132 mo veremos, nadie decidi pronunciarse despus de los nombra mientos, sino bastante antes: en el caso de Casado, llevaba mucho tiempo posponiendo un golpe premeditado, desde antes del regre so de Negrn. La rebelin de Cartagena El primer levantamiento contra el Gobierno de Negrn se pro dujo en Cartagena, poco despus de conocerse el nombramiento de Galn como jefe de la base naval, pero es evidente que fue pla nificado mucho antes. El doctor Negrn y su entorno ms cercano conocan perfectamente la actitud contraria a la resistencia que mantena el almirante Miguel Buiza, jefe de la Flota desde el 2 de septiembre de 1936, sustituido en octubre de 1937 y repuesto en 1939; en la reunin del aerdromo de Los Llanos haba sido el ms firme opositor a la continuidad de la guerra e incluso amenaz con que la Flota se adentrase en aguas internacionales, harto de sopor tar los bombardeos enemigos que haban reducido la capacidad operativa; de hecho, la disponibilidad se redujo en el momento de hacerse a la mar a tres cruceros, doce destructores y un submarino. El control de la Flota era de una importancia extrema en la estrategia negrinista, que no descartaba en caso necesario un repliegue orga nizado hacia el sureste mediterrneo que permitiese la salida del pas de cuantos lo deseasen; por eso, segn Martnez Bande, quien mejor ha descrito los sucesos de Cartagena y a quien nos referire mos en este punto salvo informacin en contrario, el doctor Negrn envi a la plaza al da siguiente de la reunin albaceteria a dos de sus ministros socialistas y al anarquista, buscando apaciguar los nimos. Es evidente de que no lo consiguieron, porque poco despus de la salida de Casado y Matallana de su reunin en Yuste al me dioda del 2 de marzo el almirante Buiza se reuni con sus co BOLLOTEN, Burnett: Op. cit., pp. 1.045-1.046. 4 MARTNEZ BANDE, Jos Manuel: El final.. ., pp. 181-233. 133 Figura 86. Buque Miguel de Cervantes, donde Buiza comunica a sus oficiales la inminencia de un golpe de estado. Figura 87. Plano de Cartagena (Tiempo de Historia). I Cestas de Galeras 2 Muele de la Cuna 3 Parase de Artillefie 4 uoesited de 114anne 5 Quid Int de Menra 6 Inundarais de Marai 7 Cayeanie de bu tima , 8 Cuartel de Antigontts 9 Arsenal 10 Nate y Castas de 14 1 134 mandantes a bordo del Cervantes y les confirm tanto la inminen cia de un golpe militar como la formacin de un Consejo de Defensa que pactase con Franco. Tanto el PCE como el Gobierno debieron conocer, o cuanto menos sospechar, el ambiente cartagenero. Por eso, el doctor Ne grn convoc con urgencia a Galn, recin nombrado jefe de la ba se naval (no de la Flota) al que orden salir inmediatamente para Car tagena, ofrecindole la proteccin de la 206 Brigada Mixta, una efi caz y experimentada unidad procomunista al mando de Artemio Precioso. Negrn le exige que pacte a toda costa, que slo emplee la fuerza en caso extremo, que evite la posible huida de la Flota all fondeada, la nica marina de que dispona ya la Repblica. Galn sus tituy a Bernal; ste, que se haba negado a participar en la suble vacin, entreg el mando sin ms y sali de Cartagena. Sin embar go, como recuerda Romero, prcticamente iodos los militares de la plaza, incluso los auxiliares, subalternos y marineros, salvo una minora, estaban de acuerdo en abandonar la lucha de la forma que fuese . A las once de la noche se sublevaron las bateras de la costa y poco despus se detuvo a Galn en su nuevo despacho y se le oblig a firmar una orden de detencin de la Brigada 206 a la que deba haber esperado para hacer su entrada en Cartagena. Pero el cariz de los acontecimientos se transform rpidamente en un gol pe franquista en toda regla; resonaron Arriba Espaa y Viva Fran co por las calles, Radio Cartagena lanz proclamas franquistas y m sica inequvoca, en la madrugada del da 5 se produjo el primer muerto de la intentona, el director de un diario anarquista de Car tagena, se detuvo a paisanos de izquierda y se mantuvieron com bates con fieles al PCE. Entre tanto, Galn haba negociado su sus LVAREZ, Jos Mara: La sublevacin franquista en Cartagena, Historia 16, n 21, enero de 1978, p.50. 4 Ibid. 44 ROMERO, Luis: Op.cit., p.55. LVAREZ, Jos Mara: Art. Cit., p.51. 135 titucin por un capitn de navo para calmar los nimos y limitar los enfrentamientos a la lucha contra los quintacolumnistas. Al amanecer, Artemio Precioso con su Brigada 206 empez a recon quistar la ciudad y alrededor de las diez y media algunos aviones franquistas sobrevolaron la base. Justo al medioda, Bouza orden que la Flota abandonase la baha cartagenera y se internase en alta mar. Hasta despus de la medianoche la tranquilidad no volvi a la ciudad marinera. Pese a ser sofocado el levantamiento el saldo re sultante del motn fue un duro golpe para los planes de evacuacin masiva abrigados por Negrn, sobre todo porque durante algu nas horas coincidi con el producido en Madrid, cuando el golpe ca sadista vino a reemplazarlo como foco principal de agitacin. En otro orden de cosas, tambin el gobierno de Burgos comprob que el fi nal de la guerra poda an deparar mltiples bajas, porque en un fa llido intento de desembarco en la base -intentado merced a la in formacin errnea que lanzaba la emisora de los amotinados- fue hundido por las bateras de costa el buque nacionalista Castillo de Olite, que explot causando 1.223 muertes. Los preparativos de Casado: dinamitar la resistencia El general Casado ech por tierra todas las alternativas que Ne grn hubiera podido tener de resistencia o de retirada organizada. El militar, masn, republicano, jefe de la escolta de Azaria en tiempos, inspirador de las brigadas mixtas, combatiente en el Jarama y en Bru nete, anticomunista, fue el principal cerebro instigador del levan tamiento contra Negrn del Consejo Nacional de Defensa, el hom bre en el que algunos han querido personificar la sublevacin 48 . 46 MORADIELLOS, Enrique: Op. Cit., p.249. ALPERT, Michael: La guerra civil espaola en el mar, Siglo XXI, Madrid, 1987, p.360. 48 El propio Negrn lo hizo y fue acusado de ello: Cuida usted mucho de personificar la rebelin en el coronel Casado, y cuando cita otros nombres los elige entre militares de graduacin inferior Cmo olvida usted al general 136 Romero recuerda que la conspiracin final se asimila parcialmen te a la de Mola, con la colaboracin de los jefes de unidades, con el apoyo de polticos, con inicio en una tpica plaza fuerte militar. Era tradicional asociar su golpe al hecho de que Negrn primase a los militares filocomunistas (en concreto, tras los nombramientos del 3 de marzo), y el mismo Casado declar que despus de regre sar de Los Llanos estaba convencido de que era urgente dar un pri mer golpe antes de que se nos adelantasen los comunistas 50 . Ms an, R.Carr afirma que Casado decidi rebelarse el 4 de marzo, al leer una larga lista de ascensos de comunistas en el boletn del Mi nisterio. Hasta Paul Preston llega a reconocer que actu motiva do por el disgusto que le produca or hablar a Negrn y a los comu nistas de resistir hasta el fi nal, al tiempo que hacan gestiones para sacar fondos de Espaa y apalabraban los aviones que deban trans portarlos al exilio 52 ; sin embargo, si, como veremos, Casado ela boraba su estrategia con anterioridad a la cada de Catalua, de qu aviones y de qu exilio se puede estar hablando, si el Gobierno re gres a Espaa El pretexto de los casadistas para su intervencin de que Negrn permanece en Francia muchos das ha sido califica do de error o embuste. Mucho se ha hablado tambin de que Casado fue una pieza en la estrategia britnica de poner fin a la guerra espaola, aunque otros reservan este papel para Julin Besteiro. Hasta algunos comunistas, como Edmundo Domnguez, escriben que agentes co mo Denys Cowan intentaron negociar la rendicin de Madrid con el coronel. En realidad, pocos creen ahora que esta conspiracin 49 50 51 52 53 54 Miaja, presidente del Consejo de Defensa.. . (Prieto en carta a Negrn, 3 7-1939, Convulsiones. . . p.139. ROMERO, Luis: Op. Cit., p.331. En un artculo en Pueblo, 30-10-1967. CARR, Raymond: Op. cit., p.262. PRESTON, Paul: Op. cit., p.222. ROMERO, Luis: Op.cit., p.328. DOMNGUEZ, Edmundo: Los vencedores de Negrn, Mxico, Nuestro Pue blo, 1940, p.94-95. 137 de los britnicos a travs de Casado sea cierta; Bolloten escribe que todo lo que sabemos es que Cowan era el oficial de enlace de la Comisin Chetwode nombrada por el gobierno britnico para negociar un intercambio de prisioneros. Moradiellos tambin ru braya que no hay ninguna prueba que acredite los rumores que cir cularon entonces y posteriormente sobre la participacin del servi cio secreto britnico en el trgico episodio final del conflicto. Pe ro repasando algunas fuentes resulta, cuanto menos clarificador que fuese el propio Casado cuatrocaras le puso de mote Miaja segn Stepnov 7 quien difundiera esa posible relacin; as, a Cordn le inform de las visitas de ingleses que le prometan barcos sufi cientes para evacuar a veinte mil personas y capaces de imponer las condiciones de paz a Franco; Hidalgo refiere que, cuando se entrevistaron, le pregunt por las garantas de su plan y le con test que era Inglaterra la que haba arreglado hasta el ltimo de talle y que l mismo haba tenido varias entrevistas con el repre sentante ingls; Tagea recuerda que, en una reunin en el cuartel general del ejrcito del Centro, Casado coment que le in teresaba divulgar en especial, que no eran ciertos los rumores de que l fuera agente del Intelligence Service y que no era responsable de las atenciones y visitas que le hacan miembros de la Embajada inglesa. Podemos inclinarnos a pensar que era una forma pre meditada de desviar la atencin. Como muy bien demostr el coronel Martnez Bande del bando vencedor recurriendo al Servicio Histrico Militar y, en concreto, a la Documentacin Nacional, armario 5, legajo 277, car petas 11 y 12, la realidad es que Casado ya estaba en contacto con el enemigo desde meses atrs y, por lo tanto, como indica Bolloten 57 58 1.30 1 BOLLOTEN, Burnett: Op. cit., p.1.035. MORADIELLOS, Enrique: Op. Cit., p.248. MINEV, Stoyn: Op. cit.. p.214. GORDON, Antonio: Op.cit., p.474. HIDALGO DE CISNEROS, Ignacio: Op. Cit., torno II, p.254. TAGENA, Manuel: Op. Cit., p. 308. MARTNEZ BANDE, Jos Manuel: El final. . ., pp. 134 y SS. 138 el golpe de Casado se habra producido sin ninguna provocacin por parte de los comunistas. De hecho, ni el comunicado oficial trans mitido por la Junta rebelde la noche del 5 al 6 de marzo en que se pro dujo la rebelin, ni ninguno de los discursos de los conspiradores con tenan la menor alusin a los decretos o a un supuesto golpe de Ne grn y los comunistas 62 . Resumiendo las investigaciones de Mart nez Bande, la actividad de la red de espionaje nacionalista (el SIPM) en torno a Casado databa de finales de 1938, y en noviembre dos agentes haban sondeado indirectamente al coronel a travs de su hermano. Los contactos fueron estrechando el cerco; el 1 de febre ro Casado escribe el primer radiograma cifrado a los servicios del ejr cito franquista: enterado, conforme y cuanto antes mejor; los in formes del SIPM del 12 de febrero hablan de que Besteiro, Casado y Miaja ya estn de acuerdo para la rendicin. Saban los futuros sublevados que Casado estaba en connivencia con el adversario Por lo menos alguno s; porque cuando los franquistas exigen conocer aquellos puntos por los que sera ms fcil romper el frente, fue enviada a travs del SIPM una informacin del general Matallana sobre la situacin de todos los frentes y sus fortificaciones, informa cin que llegara al Cuartel General del Generalsimo el 5 de marzo, es decir, fue enviada con anterioridad a la creacin del Consejo de Defensa. Qu impuls a Casado a encabezar el pronunciamiento Es evidente que la paz honrosa con Franco, en la que no hubiese ven cedores ni vencidos con la que intentase convencer a Hidalgo de Cisneros, o que se considerase como el hombre al que la provi dencia le ha destinado a preservar el honor de la Repblica y de su ejrcito y a erigirse en artfice de una paz digna y fraterna renova do abrazo de Vergara resultan actualmente autnticos sarcas 63 64 65 66 BOLLOTEN, Burnett: Op. cit., p.1.053. Vid. TUN DE LARA, Manuel: Op. Cit, pp. 623-625. MARTNEZ BANDE, Jos Manuel: El final... p.160 (cita tambin fuentes de Defensa Nacional del Servicio Histrico Militar). HIDALGO DE CISNEROS, Ignacio: Op. Cit., vol. 2, p.331 ROMERO, Luis: Op. Cit., p. 328. 139 mos, corno el de su oposicin al golpe comunista. En realidad, el can sancio ante una guerra que se prolongaba sin apenas esperanzas pasaba factura mayor a quienes posean amigos y compaeros de ar mas en el bando contrario; pero, adems, para un hombre que va loraba en extremo la funcin militar slo los generales pueden sacar a Espaa de la guerra lleg a decir la posibilidad de con servar el grado militar pudo cegarle; as, lo da por hecho ante Hidalgo de Cisneros: te puedo asegurar que a los militares de carrera se nos reconoce los grados (...) que nosotros, es decir, los militares pro fesionales, nos hicisemos cargo de la situacin 68 . Resulta clarificador que el 11 de marzo, en la primera propuesta del Consejo Nacional de Defensa para iniciar conversaciones con el bando vencedor, en tre los nueve principios enumerados se pide el respeto a la vida, li bertad y empleo de los militares profesionales), (4 principio) pero slo el derecho a la vida y libertad de los funcionarios y del resto. Ms an, al regresar a Espaa en los aos sesenta, tras ser absuel to en consejo de guerra, pleite hasta su muerte por el reconoci miento de su condicin y grado de militar. Casado no slo es el coordinador del movimiento antinegri nista, es tambin su inductor, al menos si consideramos que desde bastante tiempo atrs viene dirigiendo todos sus esfuerzos en esa di reccin. De l parten buen nmero de las informaciones derrotistas, informes que al exagerar la potencia del adversario tomaban re lente de intoxicacin no eran nada fortuitos. Negrn los evocar pocas semanas despus: este hombre intentaba aniquilar la moral del Ejrcito y de la retaguardia. Tambin en mi persegua hacer na cer el desnimo y el desconcierto (...) Un telegrama dice que se han desplazado ciento ochenta trenes de vila. No necesito aclararlo. No hay capacidad para ciento ochenta trenes en nuestra red ferro viaria del Centro (...) Cinco aparatos Heinkel lanzan unas trescien Vid. CARR, Raymond: Op. cit., p.264. HIDALGO DE CISNEROS, Ignacio: Op. Cit., p.311. MARTNEZ BANDE, J.M.: El final..., p. 374. (Apndice sobre las conver saciones de Gamonal). 7 TUN DE LARA, Manuel: Op. Cit, p.623. 140 tas bombas sobre tal punto. En el campo de vila hay doscientos aparatos de caza Fiat... Tambin record Negrn que supe que de los dos manifiestos que haba censurado el seor Casado, uno con tena el texto de mi discurso del da 23 de enero en Figueras (...) se censuraba un acto oficial del Gobierno. El doctor Negrn se en contraba desengaado de aquellos militares profesionales que se ha llaban a nuestro lado por razones geogrficas 73 . Porque Casado, consciente de que en aquellos momentos el grueso de las decisiones castrenses estaban en poder de los milita res profesionales, foment la opinin ya expresada en los textos ci tados de Hidalgo, de Cordn y de algn otro de que slo los mili tares de carrera podan ser aceptados como interlocutores por el enemigo, introduciendo adems el caramelo tal vez l s lo creye ra, por estpido que hoy parezca de que se les mantendra el ran go. No es de extraar que, tras su estancia en Yuste, se dirija a Va lencia donde se reunir con Miaja, Matallana y Menndez, todos militares antes de 1936 para convencerles de la necesidad de eli minar al Gobierno, para que no les gane la mano Negrn y los co munistas. De todas formas, como confirma l mismo, Casado ya haba mantenido una reunin con todos ellos sobre el tema, tambin en Valencia, antes del regreso de Negrn a Espaa. 75 Finalmente, desde diversas pticas se seala cmo supo agru par el descontento contra el Gobierno de Negrn. 76 No le debi re sultar difcil convencer a miembros madrileos de Izquierda Re publicana y de Unin Republicana, avergonzados como estaban de la actitud de sus dirigentes mximos, que no haban regresado tras la prdida de Catalua. Tambin resultaba fcil el apoyo de un mo 71 72 73 74 75 76 Diario de Sesiones, Diputacin Permanente de las Cortes, celebrada en Pa rs el 31 de marzo de 1939. Op. Cit. Op.cit. Martnez Bande, Jos Manuel: Los cien..., p.137. CASADO, Segismundo: Op. Cit., p. 199-200. Por ejemplo, TAGEA (0p.cit., p. 323) o ANDRS -GALLEGO (0p.cit., p.294). 141 vimiento libertario que a lo largo de la guerra haba ido acrecentando su tradicional enfrentamiento con los marxistas y que haba visto aminorada su influencia por el apoyo prestado por los comunistas a los pequeos empresarios perjudicados por la colectivizacin o por su fuerte implantacin en el ejrcito, adems del divorcio que en tre ambas organizaciones supusieron los hechos de mayo de 1937. Los anarquistas, tan recelosos de la implantacin comunista como de la posible actuacin de una quintacolumna cada vez menos dis creta que impidiese una retirada ordenada, acabaron pactando con los militares profesionales representados por Casado. Tratando de salvar su protagonismo, afirman que fueron ellos quienes plantea ron a Casado la necesidad de crear un Consejo Nacional de Defen sa frente al Gobierno: sin embargo, de acuerdo con sus propios tes timonios, la decisin de participar la adoptaron a finales de febre ro. 78 En esos das, preparando la situacin, aparecen en la prensa opi niones de CNT afirmando que si al pueblo espaol se le hubiera anunciado el verdadero panorama internacional, otras seran las circunstancias de nuestra lucha, 78 mientras en los crculos anar quistas madrileos se criticaba a un gobierno que peda el sacrifi cio total y se preparaba la huida. Dirigentes como Eduardo Val pe dan que inmediatamente que oigis que se ha constituido una Jun ta para luchar contra Negrn apoderaros del mando de las unidades y destituir o encerrar a los negrinistas 80 . El PSOE a esas alturas de la guerra ya representaba cualquier cosa menos un partido unificado: prietistas, caballeristas y negrinistas se haban convertido prcticamente en enemigos irreconciliables. Pa ra granjearse el apoyo socialista, Casado recurrir a un viejo dirigente, de prestigio creciente por su alejamiento de las tensiones internas, 77 78 79 80 PEIRATS, Jos: Op. cit., p.384 (tambin GARCA PRADAS, Jos, en La trai cin de Stalin p.32). PEIRATS, Jos: Op. cit, p.384. Humanidad de Alcoi, 26-2-39. GALLEGO, Gregorio: La CNT acuerda sublevarse contra el doctor Ne grn, Testimonios de la guerra de Espaa. Historia y vida, extra n4, Bar celona -Madrid, 1975, pp. 149-150. 142 Figuras 88 y 89. Carteles conservados en el Servicio Histrico Militar en el que las autoridades republicanas advertan de no comentar detalles de carcter militar, para evitar la labor de espionaje de la llamada quintacolumna. En febrero de 1939 el espionaje enemigo estaba negociando ya con algunos altos cargos militares republicanos, como el coronel Casado. SILENC LOS ESPIAS ACECHAN que no haba desempeado cargos especialmente significativos du rante la Guerra Civil: Julin Besteiro. Casado y Besteiro se entre vistaron por primera vez en el domicilio del segundo el 3 de febre ro de 1939, sin que sepamos el contenido concreto de la entre vista. La actitud de Besteiro sigue siendo hoy polmica: hay quien afirma que alcanzada la ntima conviccin acerca del carcter ine vitable de la derrota republicana, no slo resultaba obligada la bs 81 MARTNEZ BANDE, J.M.: El final de..., p.130. La fecha difiere mucho del da 24 en que, segn DE LA CIERVA (0p.cit., p.501), se entrevistaron gra cias a algn tipo de intervencin britnica. 143 queda de la paz, sino que a la altura de marzo de 1939, era exigible negociar la rendicin. La decisin de Besteiro implicaba grandeza mo ral y prudencia poltica, aunque indudablemente dejaba abierto el problema de los medios para su puesta en prctica; otros, como Prestan creen que la obsesin de Besteiro fue llegar a un temprano acuerdo de paz, demostrando su derrotismo y hasta su irresponsa bilidad. Jackson recuerda que su actitud estuvo marcada por su car go de concejal ocupado en problemas de alojamiento y condiciones de vida, por su latente tuberculosis, por su oposicin a la lnea re volucionaria del partido y por el fracaso de su misin de paz en Londres encomendada por el Presidente Azaa. Conseguidos los apoyos polticos para su golpe, Casado ya se dedicaba a l en cuerpo y alma en los ltimos das de febrero. Cuando se rene con Negrn el da 25, ste ya sospecha la existen cia de algn manejo contra su Gobierno y su persona; cuando todava siga respondiendo a la llamada del Presidente, es decir, al acudir a la Posicin Yuste el 2 de marzo, aprovechar para comunicar el re sultado de la reunin a sus colaboradores militares en Valencia y via jar sin cumplir las ordenanzas de rigor; hasta el ltimo momento no declara abiertamente su desobediencia, pero sabotea la difusin de los nuevos nombramientos militares y se niega a asistir al con sejo ministerial de Yuste del 5 de marzo, primero aduciendo pro 82 83 84 85 DE BLAS GUERRERO, Andrs: Las dos decisiones de Julin Besteiro, El Pas, 22-10-1990. FIETTA JARQUE: Paul Prestan describe la tragedia pacifista de Bestei ro, E/ Pas, 6-2-1998. JACKSON, Gabriel: Op. cit., pp. 406-407. De todos modos, a esas alturas el principal colaborador de Casado era el pro pio gobierno de Burgos. El da 16 de febrero, el mismo da de la reunin de Los Llanos, enva a burgos un informe en el que indica que Juego limpio. [Con el bando franquista, se entiende] Respondo de que en mi sector no ha br ofensiva v si se intentara en otra, cosa inverosmil, lo desbaratara den tro de tres das, segn esta convenido, entre otros, con varios ministros. Es pero la constitucin de un gabinete Besteiro en el cual ocupara la cartera de Guerra. Si esto no ocurriera, no importa, los barrera a todos. Citado por Martnez Bande (Op. Cit., p. 137). 144 blemas de salud y despus expresamente cuando le fue enviado el propio avin presidencial. Adems de Casado, en esos das iniciales de marzo, los ni cos que se movilizaron intensamente para conseguir el xito del pronunciamiento fueron integrantes del movimiento libertario ma drileo. Es lgico, teniendo en cuenta la escasa capacidad de ma niobra que se puede suponer en esas fechas finales a unos partidos republicanos superados por las circunstancias y a un PSOE com pletamente dividido; adems, eran los nicos que contaban con ca pacidad suficiente de movilizacin tanto social como, lo que era mucho ms importante en estos momentos, militar. La actividad anarquista en los das previos a la creacin del Consejo de Defen sa fue frentica; 87 fundamental fue la reunin con Casado del 4 de marzo, tras los nombramientos militares del da anterior, en la que distintos dirigentes alguno parece ser que creyeron que el golpe era una respuesta al ascenso de los comunistas, acordaron con l la cre acin de un organismo representativo de todas las tendencias, se dis cutieron nombres y se propuso la presidencia para Miaja y un pues to destacado para Casado, es decir, los libertarios aceptaban la di reccin militar de un golpe que slo poda tener xito si contaba con el apoyo de las tropas dirigidas por los anarquistas, en concreto las de Cipriano Mera, que mandaba el IV Cuerpo del Ejrcito del Cen tro (los otros tres estaban a cargo de militares comunistas). Se plan te que la 70 Brigada de dicho Cuerpo sera la encargada de ocupar los puntos estratgicos de la capital, se discuti el manifiesto y se fij detalladamente el plan de actuacin del da siguiente. Poste riormente, Cipriano Mera, el hombre clave para el xito de Casado, se entrevist con distintos mandos. 86 87 THOMAS, Hugh: Op. cit., ed.1976, tomo 2, p.966. Sobre la actuacin anarquista previa al pronunciamiento del 5 de marzo, vase Guerra, exilio y crcel de un anarcosindicalista de Cipriano Mera; el artculo La CNT acuerda sublevarse contra el doctor Negrn, de Gregorio Gallego y Cmo termin la guerra de Espaa, de Jos Garca Pradas. De ellos extraemos la mayora de la informacin de este prrafo. 145 ltimo consejo de ministros y proclamacin del Consejo Nacional de Defensa Negrn intent reiteradamente que al Consejo de Ministros convocado para la tarde del 5 de marzo asistiesen, adems de todos los ministros, los mximos responsables militares de Madrid y Va lencia, Casado y Matallana respectivamente. Por su parte, la mayora de dirigentes comunistas, polticos y militares, estaban tambin concentrndose en la zona de Elda-Petrer. El primer problema sur gi va el da anterior, cuando Casado plante razones de salud pa ra no efectuar un desplazamiento tan largo. Negrn puso inme diatamente a su disposicin su avin Douglas, que aterriz en Ma drid por la maana pero slo obtuvo la negativa del coronel. Al medioda le volvi a telefonear para pedirle que viajase con los mi nistros, que saldran por la tarde, aunque Casado les comunic a s tos, durante el caf de sobremesa, que no pensaba hacerlo. Algunos ministros plantearon la posibilidad de aplazar el consejo pero, ante la airada reaccin de Negrn, acabaron por emprender el vue lo, aunque sin el jefe del Ejrcito del Centro. Con esta negativa de Casado a viajar a la Posicin Yuste estuvo relacionado el vuelo de Hidalgo de Cisneros a Valencia para trasladar a Matallana, pero s te s se haba desplazado por carretera hacia Petrer. La insistencia de Negrn en asegurar la presencia de los jefes de los ejrcito de las zonas de Centro y de Levante precisamente de stos, no de los de Extremadura o Andaluca demuestra claramente no slo sus sospechas de insubordinacin sino tambin que (al igual que en el caso de Cartagena) su informacin sobre la situacin del territorio an leal era notable, aunque no as, como veremos, su capacidad de actuar. Desgraciadamente, su instalacin en Elda-Petrer no era efec tiva para contener pronunciamientos mltiples, pero esta no era la 8 THOMAS, Hugh: Op. cit, ed. 1976, p.965. 8 En la versin de Mariano Ans (Op. cit., p.241) se afirma que solicitaron que tuviera lugar en Madrid y no en su cuartel general de Yuste THOMAS, Hugh: Op. cit. , 1976, pp. 966-968. MARTNEZ BANDE, Jos Manuel: El fi nal._ p.244. 146 Figura 90. Parte de Unin Radio Madrid, conservado por el Servicio Histrico del Ejrcito, referido al manifiesto de proclamacin del Consejo Nacional de Defensa. 21 bore del din 18-3-39. III. A.T. B. Nogneire. 1 El Wxemo. Sr. Consejero de Estado del Consejo Tincional de Defensa, D. Tullan Sisidro, ve 3 eiriiri, e Vds. , la palebra. ( ste elocucin no pudo tomarse integre por estar inter . :erido la emisora, no obstante, se eapere rae ln repitan e las 22 y s complet r) Lo que falis son palebrse sueltes en los Le necesidnd de sofocar el p -s .do levantamiento comunista y los ould dos conducentes a ~venir la ejecucin collicidencia le ha hecho olvidar un momento al Consejo fense,lo rue constituye su misin y la verdndere rezan de au existencia Eoy, establecida la norrislidcl, el Consejo Nacional de Defensa siente reforzada su autoridad y fortalecido su convencimiento de que interpre ta una Inequvoco voluntad general, enonrineda - conseguir lo erts rpid posible una paz honrosa. Ss,adems,nuestro deseo tener a la opinin deb darente informada del proceso de nuestra actuecin para el logro de su finnlidad. lb pruebe de ello queremos pone: en vuestav conocimiento los trminos de la comunicaolOn T eue el Consejo Nacional de Defensa dini g. al Gobierno Necionnllsta, por medie de la radio, como el medio mole rpido. La Conunic-eidn dice nal: Coznejo racional Defensa a Gobierno Nacionalista:.- Na llegado el norento ten ene este Consejo Nacional de Defensa se dedieue por comsleto a nu misin y, en consecuencia, se dini ee a ese Gobierno pare hncerle presente que estemos dispuestos a llevar a efecto negociaciones pue nos aseguren une paz honrosa y que, al mismo ti po, pueda (a(ul filie dos o tres palabras) Esperemos en dedln.. 147 misin por la que regres a Espaa sino la de evitar la victoria de los franquistas. Si ya no contaba con el apoyo y unidad de las propias fuerzas polticas y militares algunas ya teledirigidas desde Bur gos a Negrn no se le pueden exigir imposibles. Todos los autores consultados coinciden en afirmar que el te ma nico de aquel consejo ministerial de la tarde -noche del do mingo 5 de marzo fue el discurso que el Presidente se dispona a di rigir el da siguiente a la nacin, en el que iba a solicitar unas ne gociaciones inminentes que permitiesen firmar una paz digna (los subrayados corresponden a frases literales escritas por lvarez del yayo, ministro de Exteriores). Stepnov inform en su da su pongo que recordando lo que comunic Uribe al Bur Poltico- que el Presidente no present texto alguno del discurso, pero que tomaron la palabra los ministros Blanco (anarquista) y Gonzlez Pea (so cialista), planteando que la paz deba ser concertada inmediata mente y que se deba conseguir las menores represalias. Uribe tra t de convencerles de que la resistencia era la nica va hacia la paz y que se deba mantener la declaracin fundamental de Figueras. Tal vez, la peticin de paz podra estar influida por la situacin le gal, dado que la Constitucin exiga la eleccin de un nuevo jefe de Estado en el plazo improrrogable de ocho das y, tras la dimisin de Azaa, esto resultaba imposible y pareca claro que Martnez Barrio (al que corresponda asumir la interinidad) tampoco estaba por la labor. lvarez del Vaya escribi despus que Casado se enter del discurso por el propio primer ministro y que su transmisin ha bra privado a la rebelin de Casado de su nica razn de ser. El propio Negrn confirm que haba expuesto el contenido del dis curso a Casado, Matallana, Buiza y Miaja en su ltima reunin con 92 93 94 Op. cit, p.299. MINEV, Stoyn: Op. cit., p.190. Mariano Ans (op.cit., p.241) recuerda que la intervencin de Uribe fue de acentos intransigentes en consonancia con el manifiesto de su partido dado en Madrid, censurado por Casado). LVAREZ DEL VAYO, Julio: Op. cit., p.299. 148 ellos y que la sublevacin se precipit para no quedarse sin bandera 95 . Al terminar el Consejo, los asistentes tomaron un refrigerio jun to con Matallana y Cordn, que haban permanecido en una sala con tigua. Marano Ans recuerda la escena: De repente, cesaron las con versaciones de sobremesa, para or la comunicacin de un funcionario que, demudado, hizo irrupcin en la estancia. Radio Madrid acababa de lanzar a los cuatro vientos el texto de un manifiesto ledo por el propio Casado, en el que se destitua al Gobierno, reemplazndolo por una llamada Junta Nacional de Defensa integrada por militares y paisanos 96 . Que haba pasado, mientras tanto, en Madrid en aquellas horas previas a la proclamacin del Consejo de Defensa Casado en tr en el antiguo ministerio de Hacienda, en cuyos stanos desde no viembre de 1936 se haba instalado el estado mayor de Defensa, conocido militarmente como Posicin Japn; all ya le esperaban al gunos mandos. Antes de las nueve llegaron diversos dirigentes li bertarios, socialistas y republicanos y, poco despus, Cipriano Me ra, que haba permanecido en su despacho preparando su inter vencin y organizando la participacin de sus leales. Todos solici taron a Besteiro que ocupase la presidencia, pero el viejo socialis ta rechaz la propuesta. Casado asumi provisionalmente el cargo en espera de que el general Miaja lo aceptase. La lectura del manifiesto se fue retrasando hasta la mediano che despus del parte de guerra radiofnico de Unin Radio, con escasas noticias porque hasta despus de las 11,30 no se presen 5 Diario de Sesiones, 31-3-1939. 96 ANS, Mariano: Op.dt., p.242. No fue Casado quien ley el manifiesto, aun que s intervino por la radio, ni tampoco se trataba de una Junta de Defensa, como aparece repetidamente, tal vez recordando aquella del 18 de julio de 1936. Para que aceptase Miaja, Casado le comunic que el Ministerio de Defen sa iba a publicar en su diario oficial que se relevaban a los militares pro fesionales por mandos comunistas. Miaja le felicit. (LOPEZ FERNNDEZ, Antonio: Op.cit., p.286) 149 Figuras 91 a 93. El fotgrafo Alfonso fue un testigo excepcional de la Guerra Civil en la capital de Espaa, especialmente de aquellos das de marzo en que se proclam el Consejo Nacional de Defensa y se enfrentaron los partidarios del Gobierno y del Consejo en las calles de Madrid. Figura 91. Alocucin de Julin Besteiro. Figura 92. Alocucin de Wenceslao Carrillo t la 70 Brigada, encargada de la proteccin del edificio. El mani fiesto fue ledo por Julin Besteiro, aunque luego intervinieron otros dirigentes como Casado, Mera o Wenceslao Carrillo, para dar la im presin de que tanto el ejrcito como los anarquistas y las diversas corrientes socialistas lo apoyaban. De un estudio atento de dicho ma nifiesto se desprenden varios aspectos; primero, la imagen de que lo que pretende el Gobierno es huir; as, recordando lo pasado en Ca talua se afirma que los hombres que se haban constituido en ca Bsicamente, el relato de los hechos procede de MERA, Cipriano (0p. cit.) y MARTNEZ BANDE (El fi nal...). 150 Figura 93. Segismundo Casado (en el centro) con otros jefes militares. bezos visibles de la resistencia abandonaban sus puestos y buscaban en la fuga vergonzante y vergonzosa el camino de salvar sus vidas a costa de su dignidad (lo que era evidente en muchos de sus pro pios correligionarios, pero en modo alguno en Negrn y sus segui dores). Otra cuestin bsica era negar la legitimidad del Gobierno: el Gobierno del doctor Negrn, falto de asistencia presidencial y de la asistencia de la Cmara a la cual ser vana intentar darle una apa riencia debida, carecera de legitimidad y no puede ostentar ttulo al guno al respecto y al reconocimiento de los ciudadanos de la Rep blica, aunque el Ejrcito de la Repblica existe con autoridad in discutible. Finalmente, el Consejo se impona como misin -en palabras de Mera- la paz. Pero la paz honrosa, basada en postula dos de justicia y de hermandad. (...) si por desgracia para todos, nuestra paz se pierde en el vaco de la incomprensin, tambin os di go serenamente que somos soldados y como tales estaremos en nues tros puestos 99 . Las circunstancias finales de la guerra convertirn Sobre el manifiesto y las circunstancias que le rodearon, vanse los textos citados de Garca Pradas, Andrs -Gallego y Martnez Bande (El final...). 151 en una burla a combatientes y ciudadanos fieles a la Repblica es te ltimo argumento. El Consejo de Defensa quedaba integrado por gentes proce dentes de todas las sensibilidades polticas y sociales que haban defendido a la Repblica durante la contienda, excepto los comu nistas; ello se ha utilizado reiteradamente para dar la impresin de que Negrn era un hombres aislado, sin apoyo alguno, en manos de unos comunistas que, adems, slo queran resistir porque estaban teledirigidos desde el exterior. Con ello, dadas las circunstancias que acompaaron a los ltimos das de la guerra, si estos hombres eran los representantes genuinos del pueblo espaol, se privaba de cual quier imagen de grandeza a la resistencia de la Repblica Espa ola. Sin embargo, los militares profesionales del Consejo, en cuan to tales, deban obediencia directa al ministro de Defensa y al pre sidente del Gobierno es decir, Negrn en ambos casos lo que en un trance difcil, en medio de una poltica de resistencia, conver ta su levantamiento en todo menos en heroico. El mximo repre sentante socialista, Besteiro, venerable sin duda, estaba totalmen te alejado de la direccin del socialismo en esos momentos; los republicanos San Andrs y Del Ro no figuraban entre los lde res mticos de sus partidos; los cenetistas Val o Garca Pradas no se encontraban precisamente entre las glorias libertarias; finalmente, Cipriano Mera, que ni siquiera apareca en la direccin del Consejo, no representaba tanto el apoyo ideolgico cuanto el militar nece sario para los fines pretendidos. Sera injusto culpabilizar a parti dos y sindicatos que lucharon honestamente por la defensa de la legalidad republicana del comportamiento final de algunos de sus miembros. Destaca, sin duda, el carcter eminentemente protago nista de Casado en un acto que, como ha escrito Raymond Can, CARR, Raymond: Op. cit., p. 262. (Los argumentos de Casado eran los de cualquier general del siglo XIX en vspera de un pronunciamiento: la absurda poltica de Negrn le haba enemistado con el pueblo; el ejrcito represen taba, por tanto, su autntica voluntad y la rebelin de los oficiales era un movimiento del pueblo para liberarse de un gobierno odioso; los polticos 152 recuerda extremadamente al de los clsicos pronunciamientos de la historia espaola. de Negrn eran cobardes y bufones que haban corrompido al gobierno. Este era un cadver putrefacto a quien los comunistas y sus asesores ex tranjeros intentaban dar vida. En el acto fi nal una conversacin telefni ca- Casado, al parecer, dijo a Negrn que se haba rebelado contra l como oficial y como espaol). 153 V. LA SALIDA DE ESPAA. EL FINAL DE LA GUERRA A partir del momento en que se conoci en la Posicin Yuste la proclamacin del Consejo Nacional de Defensa, se sucedieron toda una serie de conversaciones telefnicas para evitar un desen lace precipitado de la guerra. Cordn afirma variando ligeramen te la descripcin de Ans- que fue el propio Casado quien primero llam a Yuste, preguntando por Matallana y que fue este ltimo el que comunic la sublevacin a Negrn, pasando el telfono al Pre sidente. El dilogo entre ambos ha sido reflejado por tres de los protagonistas de aquellos momentos, con variaciones tan signifi cativas como interesadas entre todos ellos. Casado se muestra a s mismo lleno de autoridad y patriotismo, enrgico: he cumplido con mi deber, como militar y como ciudadano. Todos los represen tantes polticos y sindicales, que forman parte del Consejo Nacional de Defensa tambin estn tranquilos, porque estn convencidos que prestan a Espaa un excelente servicio. Cordn habla de que Ne grn, inmutable, cort la conversacin de inmediato y destituy al Tambin Martnez Bande parece sustentar la misma versin (Los cien..., p.167) Antonio Cordn, en Trayectoria; Segismundo Casado, en As cay Madrid; Garca Pradas, en Cmo termin la guerra de Espaa. Algunos historiado res se limitan a recordar que el tono no cay nunca ni en la grosera ni en la indignidad (ANDRS -GALLEGO et alii: ()p. cit., p. 300). Op. cit., p.157-158. 155 Figuras 94 a 97. Estas cuatro instantneas de Alfonso reflejan el enfrentamiento entre consejistas y comunistas en las calles de Madrid, una autntica guerra civil dentro de la Guerra Civil: combates callejeros, tanquetas en la Castellana, avance en la zona de Nuevos Ministerios. militar; Garca Prada lo convierte en una increble escena teatral en la que Negrn acata, sumiso, la autoridad de los rebeldes. Despus de sta, fueron numerosas las conversaciones man tenidas entre representantes gubernamentales y partidarios del Con 156 ...., k ; : 11111 11: f r r i r I r t I r r I r 4 t r I r 4 t . - ... : 18 . ti , U, / . h r titiffitii44 dirifiall I / 0 ^ p 1511 te li 11:19!P 1 11.111 ;III__ ,.. . sejo. Hubo llamadas de ministros socialistas -Bernardo Giner, Pau lino Gmez- y de militares de carrera de alta graduacin de ideologa comunista -Cordn e Hidalgo de Cisneros- que trataron de buscar soluciones conciliadoras, 4 sin conseguir ningn resultado. Pese a ello, el testimonio de Stepnov critica la actitud pasiva de algunos mi nistros: ninguno de los ministros restantes pronuncia ni siquiera una palabra de condena de lo que ha sucedido en Cartagena y de la jun ta rebelde de Casado. El comportamiento de Blanco, Pea y Paulino es tal, que produce una impresin como si fuesen cmplices de la jun ta 5 . Ello hubo de influir en las decisiones de Negrn. Otras llamadas tuvieron distinto significado, como las que pidieron que se dejase en libertad a Matallana, confirmando su im plicacin en el levantamiento, lo que hubiese podido convertirle en rehn, aunque se le permiti marchar sin problemas. Mayor im portancia histrica revisten aquellas que trataron de sondear los 4 BOLLOTEN, Burnett: Op. cit., p.1.060. Martnez Bande (El fi nal..., p.169) cita tambin al anarquista Segundo Blanco, que ya entonces era visto co mo un adversario por una parte de la CNT, que le consideraba muy afn a Negrn. 5 MINEV, Stoyn: Op. cit., p.191. 157 Figuras 98 y 99. Dicen que en una guerra lo primero que muere es la verdad. La prensa de la Guerra Civil, la de ambos bandos, fue un autntico ejemplo de ello. El 9 de marzo de 1939 Mundo Obrero informaba de que el Gobierno permaneca en Espaa y afirmaba que falta a la verdad quien diga lo contrario. En el ltimo ABC republicano las declaraciones de los miembros del Consejo de Defensa tampoco tienen desperdicio. 0111A ESPACIA UBRE E IIIDEPEIMIE111 1 1 1 4 . 117 1) , El Elercito de la Pendliica. en anda del nen e macirilek sok [10111111UMERIe VI BIOS MOMEI S el criminal alzamiento milit Madrileos! Viva el Grobiern DE UNION NACIONAL El Cobean, dr la 11 cp4.licA nue pruide cl doctor Ncgrin. AMi hoy en res putralp loa dia. critico. de Calalune. 91I La vrdatd quien digs lo copla La paenur buscaba k Junta flcciou de Crs ardo u* la pu de la entrega. loNunnaorm Meddd, 284. enar de /999 ANO XXXV /XL RO Ana REDACC/ON P. y ya ala. 6.aa papa. Y ADMINISTAACIO, SERRANO, el TELEIc NO uno ASARTASY DE CORREOS NON ...m. - - EL CONSEIO NACIONAL DE DEFENSA SE DIRIGE A LOS ESPAOLES EN DEMANDA DE LA SERENIDAD QUE EXIGE EL MOMENTO LA NOBLZZA DELCO, aEl Cornejo Nacional de De. SESO DE ~ENDA lupa fi ase oulatra plena confan ., (13tnno Narargo. por la Pe .= LOAS e la U. G. 0.1 alAxInd. erramos *guau, toa- sr dra N Deato elegante y Itero.. ealser Egido. por el PaPhlo Soclellete.) ue nulle Ile en el eumplis miento de su deber A . ejem Nra. bueloner que IP ie Pa propias., (). del Dia, por Unin nepe /din/nal rIgue nuestr conduela a tors de go /1 I ch matine& ultime hora, (Ma nuel Coneln Marin. por el Paro semiento Libertarlo./ apoyos con que se contaba. El propio Negrn, ante la Diputacin Per manente de las Cortes del 31 de ese mes, afirm que los ejrcitos de Andaluca y Extremadura estaban tambin a nuestro lado, pero el desplazar unidades de Andaluca o de Extremadura, dados los escasos medios de transporte, era absolutamente imposible. Y no te na ms comunicacin que con el Ejrcito de Levante, que dijo que si se haca algo contra el Ejrcito del Centro desguarneca los fren tes y los entregaba a los facciosos. Tambin se intent paralizar la intentona a travs del Servicio de Informacin Militar (SIM). San 158 tiago Garcs, su jefe, habl con ngel Pedrero, responsable en Ma drid, para que detuviera a los mandos del Consejo, pero ste aleg que todo el Servicio estaba de parte de aquellos. Tambin fracas el intento de contactar con los cuerpos del Ejrcito del Centro parti darios del PCE. 6 En aquellos momentos, toda la comunicacin te lefnica esencial poda estar estratgicamente controlada por el aparato militar afn al Consejo; en su informe sobre la guerra, Ste pnov refiere que hasta el ltimo momento, la comunicacin tele fnica entre Madrid y Valencia, entre Valencia y Elda pasaba a tra vs del aparato de Miaja y Matallana. Adems, la comunicacin te lefnica entre Valencia y Madrid pasaba en Madrid por el control del Estado Mayor de Casado 7 . Figura 100. Cipriano Mera, Jefe del IV Cuerpo del Ejrcito del Centro, anarquista, hombre fuerte militar del Consejo de Defensa. 6 MARTNEZ BAND, J.M.: El fi nal..., p.248. 7 MINEV, Stoyn: Op. cit., p.201. 159 Se conoca ya el fracaso de la intentona cartagenera, pero la Flota la gran herramienta necesaria para una evacuacin organizada estaba en alta mar. A las 0.21 hora obsrvese que slo son unos mi nutos despus del levantamiento casadista se le comunic que la situacin en Cartagena estaba dominada y que regresasen; no hubo contestacin; se les volvi a indicar lo mismo a las 3.20 y a las 4.28. A las 5.54 se decidi finalmente regresar a la base, pero ante las noticias de que haba estallado una nueva revuelta en Madrid, la del Consejo, se acab poniendo rumbo a Argel y tras las rdenes de las autoridades francesas a Bizerta, donde recalaron el da siete. 8 La noticia de la huda de la Flota debi ser decisiva para Ne grn, porque algunos testimonios sitan alrededor de las cinco de la maana del 6 de marzo el momento en que se decide la salida del Gobierno del territorio espaol. Negrn se muestra contrario a la lu cha abierta, 9 muestra ante el golpe de Casado un reflejo de ren dicin, para evitar el peor mal de todos, una guerra civil dentro de la Guerra Civil 10 . Negrn podr decir poco despus que exhort bamos a todos a someterse ante una situacin de hecho, en aras a la necesidad de ofrecer un frente unido y fi rme (...) en que se me pue de achacar el desastre fi nal Me rend yo Aconsej que capitula ran An despus de traicionado, no aconsej la unin Dakar: penltima estacin Mientras el Gobierno celebraba su ltimo consejo de ministros en Espaa y los miembros del Consejo de Defensa lanzaban su ma nifiesto por las ondas, a pocos kilmetros de la Posicin Yuste, nu merosos dirigentes del PCE y algunos jefes militares del partido permanecan reunidos en la Posicin Dakar. Cuando Vicente Uribe anuncia que el Gobierno haba decidido abandonar Espaa, los co ALPERT, Michael: Op. cit., pp.361-362. TOGLIATTI, Palmiro: Op.cit., p.287. JACKSON, Gabriel: Op. cit., p.410. Carta a Indalecio Prieto, 23-6-1939. En Convulsiones... pp.48-49. 160 Figuras 101 y 102: En la llamada Posicin Dakar, entre Elda y Petrer, se concentraron a principio de marzo de 1939 buena parte de los dirigentes polticos y militares del PCE. Figura 101. Dolores lbarruri, Pasionaria, en un cartel conservado en el Archivo Histrico de la Guerra Civil de Salamanca. Se le consider internacionalmente como un smbolo de la resistencia republicana. Figura 102. Enrique Lster, uno de los ms prestigiosos jefes militares del Partido Comunista, fotografiado con sus hombres. Al final de la guerra se encarg de la proteccin de la Posicin Dakar y del aerdromo de El Fond. munistas inician una serie de gestiones -limitadas por el semiais lamiento en que se encontraban- para tratar de frenar el pronun ciamiento. En principio, debemos suponer que a ello responde la de cisin de Hungra de desplazar distintas unidades militares al rea del Alto Vinalop para proteger a Negrn y los suyos, aunque lue go -en vista de la evolucin de los acontecimientos- modificase la orden. Tambin parece probable que de aqu debi partir, al me nos en parte, la iniciativa que llev a la oposicin al consejo del 12 Vase MARTNEZ BANDE, Jos Manuel: Los cien..., pp. 181-182. 161 Figura 103. El doctor Negrn con Antonio Cordn, su brazo derecho militar. Ambos acudieron a la Posicin Dakar a comunicar su partida. coronel Barcel. El pesimismo que se respiraba en Dakar en aquellos momentos ha sido descrito en las memorias de algunos protagonistas. Cuenta Bolloten, basndose en la versin oficial comunista de la Guerra Civil (Guerra y Revolucin en Espaa), que mientras la mayora de los ministros se dirige al aerdromo a esperar la salida de los aviones, Negrn y lvarez del yayo fueron a Dakar a despe dirse de la direccin comunista. Les acompaaban varios altos fun cionarios, comunistas la mayora. Un testigo directo refiere que, en MINEV, Stoyn (Op. cit., p.203) inform pocas semanas despus que Che ca envi directrices e instruccin a todas las organizaciones del partido po sibles. 14 Op.cit., p1063. 162 el camino entre ambas posiciones, el Presidente entr en la oficina de telgrafos de Elda, pidi que le pusieran con Rabassa y solicit que le tuvieran preparado un avin en el plazo de media hora. Pensaba el Presidente, por motivos de seguridad, abandonar el pas con sus colaboradores ms estrechos desde un punto distinto al de sus ministros Desconfiaba de ellos Pensaba aumentar el n mero de aviones disponibles habida cuenta de su insuficiencia Nunca lo sabremos, porque muy pronto Alicante dejara tambin de ser un lugar seguro al que dirigirse. Negrn, que hasta entonces desconoca la situacin exacta de la sede comunista, lleg a Dakar alrededor de las diez de la ma ana. All estaban Dolores Ibrruri, Uribe, Togliatti, Lster, Mo desto, Alberti y muchos otros. Tras saludar y comunicar su inminente salida, la primera decisin que se tom, en un par de minutos, fue que Dolores, Pasionaria, debe abandonar Espaa urgentemente. Des pus, segn Stepnov, los comunistas propusieron al Gobierno en viar un mensaje de negociacin al Consejo, a fin de evitar una gue rra fratricida; segn Togliatti, trataban de ganar tiempo Parece ser que la propuesta fue tan bien recibida por Negrn que en ese mis mo instante se sent a la mesa y comenz a redactar una declaracin con este espritu 21 . lvarez del yayo escribir despus que la Posi cin Dakar estaba llena de gentes que hicieron de aquella terraza 15 16 17 18 19 20 21 Entrevista a Ernesto Gonzlez Prez, empleado de Telgrafos en Elda. 31 12-2003. MINEV, Stoyn: Op. cit., p.192. El Gobierno estaba dispuesto a volar el da 6 por la maana temprano, pero los Douglas no aparecieron en el ae rdromo. Ibid. ...preguntaba dnde se encuentra la direccin del partido y dnde se encuentra Pasionaria y dijo que antes de huir consideraba obligacin suya y una cuestin de honor verse con la direccin del partido. Segn LSTER, Hacia las ocho de la maana regres a Elda (...) Un par de horas ms tarde se presentaron en la casa donde estbamos Negrn y lva rez del yayo... (Nuestra..., p.257). MINEV, Stoyn: Op. cit., p.203. TOGLIATTI, Palmiro: Op.cit., p.288. MINEV, Stoyn: Op. cit., p.203. 163 el ms pblico y democrtico de los centros de reunin y que el Pre sidente y l esperaron hasta despus de las dos de la tarde la im probable respuesta de Casado, pese a que desde el aerdromo se les adverta del peligro que poda ocasionar su retraso. Cuando se co noce all que Etelvino Vega, el comunista recin nombrado gobernador militar de Alicante, haba sido detenido por las fuerzas casadistas que controlaban la ciudad, el territorio disponible se redujo al pequeo valle central del Vinalop, un lugar militarmente aislado cuyo cer co pareca inminente. Negrn slo dispona de dos alternativas: con vertirse en el trofeo que los sublevados entregasen como tributo al enemigo o dirigirse rpidamente al aerdromo. Los vuelos de la derrota El pequeo aerdromo provisional de El Fond de IVIonver distaba entonces poco menos de media hora de la Posicin Dakar, si consideramos la distancia algo ms de una docena de kilmetros, alguno de ellos por el interior de centros urbanos, la potencia de los vehculos y sobre todo el estado de la carretera. El primer gru po que recorri el trayecto fue el de Pasionaria y quienes la acompaaron. Los distintos autores que han hablado de aquellos vuelos no parecen haber resuelto las imprecisiones sobre los mismos. Espe cialmente simblicos son los errores sobre la salida de Negrn: su par tida se fija en una franja que va desde media maana hasta al caer la tarde; se dice a menudo que abandon Espaa en un vue lo previo al de Pasionaria e incluso se le coloca que el mismo 24 LVAREZ DEL VAYO, Julio: Op. cit., p.301 y SS. Entre ellos COSTA Ni1ORATA, Pedro: El final de la Repblica. Sublevacin en Cartagena, Tiempo de Historia, marzo de 1979, p.4. DE LA CIERVA, Ricardo: Op. cit., p.506. Este error puede ser ms comprensible, debido a que el Presidente sali an tes que la mayora del Bur Poltico del Partido Comunista. Por ello, has ta Martnez Bande (en Los cien. . . p.174) cree que parece cierto, y adems 164 Figura 104. Avin D8 -H-89, en el que Dolores Ibrruri viaj desde El Fond de Monver a La Senia en Orn en marzo de 1939. La foto est tomada en aquel aerdromo. (Cedida por Juan Arrez Cerd). avin que a sta. Sin embargo, Dolores Ibrruri encabez el primer grupo en salir, cuando Negrn an escriba su ltima propuesta de negociacin a Casado, y lo hizo obedeciendo el acuerdo entre el Presidente y los comunistas. Los primeros viajeros que marcharon desde la pista de El Fond utilizaron los dos Dragn Rapide (De Havilland DH-89), de escasa autonoma de vuelo, que haban llegado desde la Escuela de Polimotores de Totana (Murcia), con los que llegaron al aer dromo de La Senia, en Orn, pasado el medioda. 26 En el primer avin que despeg viajaban Rafael Alberti y Mara Teresa Len; unos minutos despus salieron Dolores Ibrruri y el diputado 26 era lgico, que los primeros en dejar Espaa desde el aerdromo de Mono var fueron Negrn y su Gobierno... La informacin bsica sobre vuelos desde El Fond de Monver y aviones utilizados me ha sido facilitada directamente por don Juan Arrez Cerd, experto en Historia militar, especializado en temas de aviacin. Agradez co desde aqu su colaboracin. 165 Figuras 105 y 106. En el primer Dragn Rapide que sali desde El Fond en direccin a Argelia viaj el escritor Rafael Alberti en la fotografa, recitando para los soldados en el frente y su compaera Mara Teresa Len. francs Cattelas. Algunos hablan de que en ese vuelo viajaba Stepnov, pero este en su informe ofrece detalles muy directos de las conversaciones. Nadie incluye en esos vuelos a Irene Falcn, la secretaria personal de Pasionaria, pero nos ha ofrecido datos directos de aquel viaje, tanto de la llegada a Argelia como del mo mento de la partida: haba algunos [soldados] junto a la fogata (...) Dolores les haba dejado la pistola al salir, una pistola pequea, ca si de juguete. Ella nunca us armas. Pero se la haban facilitado por si acaso. Se la dio a los guerrilleros junto con un mapa de carreteras de Espaa, el que tena por si haba que salir por tierra. Ellos tenan todo esto como un trofeo 28 . Si Irene Falcn no hubiese formado par 27 ARREZ CERD afirma que en el primer DH-89 viajaron Rafael Alberti, Ma ra Teresa Len, Nuez Mazas y Antonio Cordn; en el segundo, Dolores Ibrruri, Jess Monzn, Antonio Moreno y Catelas. 28 VALERO ESCANDELL, J.R.: Dolores Ibrruri..., p.56. Entre los fragmentos de entrevista no publicados en dicho artculo, Irene recuerda el recibi miento a Pasionaria en Orn, donde vivan multitud de espaoles. Por el 166 te de aquella expedicin estaramos ante un caso clnico de su plantacin de personalidad. En otro punto de la entrevista citada, Irene Falcn recuerda que Dolores regal a las compaeras de all todo lo que tena. Sali so lo con un maletn. Frente a esto, circul durante mucho tiempo por la comarca, una historia o leyenda de un taxista que, de mane ra casi cclica, aparece en la prensa: En la madrugada del 5 de marzo, Isidro Colomer transport al doctor Negrn, Dolores Ibrru ri, Rafael Alberti, Mara Teresa Len, Enrique Lster y algunos otros colaboradores hasta el aerdromo (...) los aviones cruzaron la pista y se aceleraron hasta despegar, aunque uno de ellos tuvo que in tentarlo de nuevo tras dejar parte del equipaje en el suelo por exce so de peso. (...) Ye] taxista empez a prosperar, a la vez que se ex tenda el rumor de que en el coche haba quedado una maleta llena de oro. Aunque l siempre lo neg, claro. 29 Aunque, bien mirado, el relato no tenga ni pies ni cabeza, hubo siempre un terreno abona do para estas historias; lo curioso es que parecen dar por supuesto que la prosperidad personal era algo imposible para la gente modesta de la Espaa de posguerra, adems de desconocer lo que signific para el mundo del transporte la poca del estraperlo. Castro Delgado afirma que l fue el encargado de la seguridad del aerdromo, mientras los restantes testimonios coinciden en que lo fue Lster, lo que parece mucho ms lgico, teniendo en cuenta que era quien se ocupaba de ello en aquellos ltimos das de la Posicin Dakar; sin embargo, por esto mismo, es posible que Castro fuese el responsable de proteger la salida de aquellos primeros vuelos. contrario, Luis ROMERO (Los ltimos das de la guerra de Espaa (II), Ga ceta ilustrada, 6-4-1969) escribe que Irene Falcn, secretaria de la Pasio naria, lea la lista de los que deban embarcan, refirindose a los vuelos de la madrugada siguiente. frene lo niega en la entrevista antes citada: ... se dice en un libro que yo lea la lista de los que salan; eso es mentira. Ya que voy a leer!, iyo no tena nada que ver con eso! (p.57). Estampas y postales. La pista de la Posicin Yuste, El Pas. Comunidad Va lenciana, 16-8-2000. Op. cit., p.652. 167 Figura 107. Avin Douglas DC-2 de la LAPE, similar al que utiliz Juan Negrn para salir de Espaa desde El Fond. (Foto cedida por Juan Arrez Cerd). Alrededor de las tres de la tarde lleg a El Fond Negrn acom paado de lvarez del Vayo. All aguardaban, casi desesperados, los ministros, a excepcin de Uribe y Mobc: Fuimos recibidos con la in dignacin justificada, aunque velada, de nuestros compaeros quie nes, como nosotros, no haban comido nada y, adems haban estado esperando seis horas bajo un sol ardiente. A los pocos minutos, en dos Douglas DC-2 pertenecientes a la LAPE (Lneas Areas Pos tales Espaolas), se produjo la salida del Gobierno en direccin a Toulouse. Con la cada de la tarde la direccin del PCE, que permaneca reunida en Elda decide trasladarse tambin a El Fond de Monbver, en vista de que la evolucin de la situacin en la zona valenciana y murciana era cada vez ms desfavorable y que algunas noticias pa recan indicar que tambin en la propia Elda poda agravarse: en ALVAREZ DEL VAYO, Julio: Op.cit., p.301. 168 Figura 108. Vieta de un tebeo de posguerra en el que se califica de ladrones rojos a los dirigentes de la II Repblica, pintndoles como malhechores a los que slo preocupaba escapar con el dinero de los espaoles. Lo robado por loa ladramos rodea. Los dirigentes rotos, a se fueron solos; consigo llevaron cuanto hablan robado, no sdix dinero y valores, sino tambin joyas y objetos Precitteoe. DeaVa 1 0 41 ron lodos los bancos, sacaron todas las cuentas corrientes y dejaren sin un cntimo a las derechas asturianas. Bao es la report/dore puesta en prctica. Elda la situacin se haca ms peligrosa por momentos. Al anoche cer, patrullas de la CNT y algunas fuerzas casadistas estaban to mando posiciones, afirma Hidalgo de Cisneros. 32 Segn un anar quista local se recibieron rdenes del Comit Regional: neutralizar todo movimiento en relacin con el comandante de la Junta. No de persecucin; evitar que ocupasen ayuntamientos y otros. Lister cuenta que al medioda parti con dos coches y ocho guerrilleros hacia el campo de aviacin y que tom inmediatamente el mando de manos de un sargento que no le inspir confianza. Po co despus, lleg un motorista con un sobre de instrucciones para 32 Op. cit., p.315. Entrevista con Diego Iiguez, 7-2-1981. 169 el sargento; en l, los casadistas preguntaban el nmero de aviones existentes e indicaban que no saliese ninguno sin mandato expre so: se lo quit de la Mall0 y di orden a los guerrilleros de que detu vieran al sargento y al motorista. Parece creble que, como se re cuerda en el lugar, no slo detuviesen a estos dos sino que encerraron en una habitacin a los escasos soldados que hasta entonces haban estado encargados del funcionamiento del puesto. Alrededor de las diez de la noche, se celebr junto al aer dromo la ltima reunin del Bur Poltico del PCE en Espaa durante la guerra, presidida por el delegado del Komintern, Palmiro To gliatti; tambin participaron algunos de los mandos militares del par tido all presentes. Togliatti pregunt a Modesto y Lster si desde el punto de vista militar era posible recuperar el control del pas pe ro estos le respondieron que, tras la salida del Gobierno, no se po da hacer nada. Se acord la partida, pero tambin el manteni miento de un pequeo grupo que intentase organizar la actividad clandestina, evacuar a personas cuya vida corriese peligro y nom brar una direccin interior con camaradas poco conocidos; para ello se design a Togliatti, Checa y Claudn. Mientras se discuta, tuvieron la impresin de que algunas fuerzas contrarias estaban tomando posiciones cerca del aerdromo: a media noche comenzaron a llegar los primeros camiones con las fuerzas enviadas por Casado con la orden de apoderarse de nosotros vivos o muertos. Por los reflejos de los faros podamos ver que estos camiones, cada vez ms numerosos, iban rodendonos. Desde el ngulo contrario, se afirma que slo eran unos pocos, llegados all de forma tan espontnea como inconsciente. Hidalgo de Cisne ros se queja de la tranquilidad asombrosa con que se discutan los 34 LSTER, Enrique: Nuestra guerra, p.256. Entrevista con Jos Marhuenda Vidal, 13-10-2002. TOGLIATTI, Palmiro: Op. cit., 290. 37 BOLLOTEN, Burnett: Op. cit., p.1.068. 3 HIDALGO DE CISNEROS, Ignacio: Op. cit. , 2, p.315. 3 En la entrevista a Diego Iguez se afirma que el comandante enviado no fue al Ma; era joven, 33 aos, y estaba atemorizado. A nosotros se nos ocu 170 detalles a las tres de la maana, cuando se saba que si al amanecer no haban despegado los aviones podan ser fcilmente inutilizados por los sitiadores; recuerda que, media hora antes del amanecer, sin la menor protesta, un grupo subi a los dos aviones que les lle varon a Toulouse mientras otros intentaron sortear el cerco y esca par en distintas direcciones. A los viajeros se les reparti algn di nero en moneda extranjera con el que afrontar los primeros pagos en el exterior; ello, convenientemente tergiversado, tambin fue utilizado en algn texto exculpatorio posterior: desde lejos pre senci cmo Delicado reparta dinero entre Modesto y Lster, entre De lage y otros ms: libras esterlinas, francos, dlares... el futuro esta ba asegurado 4 . Al amanecer, cuando entran en el aerdromo los primeros casadistas, unas quince personas, todas de Elda, slo quedaban unos soldados miedosos, desmoralizados. Casi a la misma hora, algunos kilmetros ms all del aerdromo, los militantes comunistas fueron detenidos pero con la fortuna de que el jefe del SIM de Ali cante fuese Prudencio Sayagus, viejo amigo de Claudin de los tiem pos estudiantiles de la FIE, que los puso en libertad 4 . El final de la guerra: la culminacin de los despropsitos La marcha del Gobierno no signific en modo alguno el final de los conflictos. Algunos unidades militares cercanas al Partido Comunista se negaron a aceptar la autoridad de un Consejo que 40 41 42 43 rri ir al Maa. Creamos que haba gente con nosotros all; actuamos con el impulso de la juventud. 7-2-1981. HIDALGO DE CISNEROS, Ignacio: Op. cit., 2, pp. 468-470. CASTRO DELGADO, Enrique: Op. cit., p.652. Entrevista con Diego Iiguez. 7-2-1981. TUN DE LARA, Manuel: Op. cit., p.630. Tun confunde, no obstante, el SIM con el SPIM, organizacin que diriga el espionaje en el gobierno de Burgos. 171 inici sus actuaciones tratando de detener a los progubernamenta les y buscaron sofocar la insurreccin pensando que era la mejor ma nera de defender al Gobierno. Al principio, los tres cuerpos de Ejr cito del Centro a las rdenes de militares comunistas no mostraron resistencia alguna: Bueno no se opuso, Ortega permiti el trnsito por su sector, Barcel tampoco actu en un primer momento. Sin embargo, bien siguiendo instrucciones de dirigentes del partido, bien motu propio, Barcel reaccion enfrentndose a los partidarios del Consejo y durante algunos das se produjeron en Madrid au tnticas batallas callejeras entre soldados con los mismos uniformes, aunque finalmente el Consejo consigui imponerse, gracias a las tro pas cenetistas del IV Cuerpo del Ejrcito, el de Cipriano Mera, al control de la radio, al conocimiento de que el Gobierno haba aban donado Espaa y al cansancio que ya pesaba en todos los comba tientes. Aquellos enfrentamientos se han tratado de explicar como parte de un proceso de desagregacin ideolgica que se produce cuando las circunstancias de una lucha adquieren carcter negati vo (...) en el bando que tiene dificultades parte de sus integrantes re visan sus ideas sobre la estrategia a seguir con tal de lograr una sa lida, aunque sea a costa de un sector que forma parte del mismo campo. Sea por las razones que fuere, aquellos combates culmi naron con un saldo de centenares de vidas y el fusilamiento del coronel Barcel, pese a que un pacto de ltima hora entre ambos ban dos facilit un alto el fuego sin represalias el 12 de marzo. Desde algunos sectores afines al anarquismo se sigue defendiendo que la intentona de los comunistas impidi al Consejo Nacional de De fensa negociar con el enemigo en condiciones ventajosas o en todo Vid. TOGLIATTI, Palmiro: Op. cit., p.292. Su versin de aquellos momentos queda reflejada en Guerra, exilio y cr cel de un anarcosindicalista. 46 An el Mundo Obrero del 9-3-1939 negaba la huda del Gobierno y escri ba que Falta a la verdad quien diga lo contrario. ANDRS -GALLEGO, Jos et alii, Op. cit., 302-302 (que cita a Tun de La ra). TUN DE LARA, Manuel: Op. cit., p.630-631. 172 caso menos precarias 49 . Sin embargo, tambin desde posiciones similares, se reconoce que la creacin del Consejo Nacional de Defensa haba dividido no slo la Espaa republicana en los ltimos momentos de la guerra, sino tambin al movimiento libertario). Una vez concluida esa vergonzosa guerra civil dentro de la Guerra Civil, el Consejo de Defensa no es capaz de afrontar la ni ca misin que en teora le corresponde: la consecucin de una paz honrosa o, al menos, la posibilidad de una evacuacin organizada de quien quisiese exiliarse. Las denominadas conversaciones de Gamonal (Burgos) 51 demuestran hasta qu punto result infruc tuoso el proceso que se pretenda negociador: el 11 de marzo la primera propuesta realizada al gobierno de Burgos firmada por Casado en calidad de consejero de Defensa establece como prin cipios para terminar la guerra, entre otros, la garanta de que no se ejercern represalias, el respeto a la vida y libertad de militares, comisarios y funcionarios pblicos (i adems del empleo en el caso de los militares profesionales!), la concesin de un plazo de vein ticinco das para la expatriacin de cuantos deseen abandonar Es paa y que en la zona en litigio no harn acto de presencia ni mo ros ni italianos. Pronto se le comunicar que la rendicin debe ser sin condiciones y que en las conversaciones no deben participar ele mentos civiles. Poco a poco, las esperanzas negociadoras del Con sejo se fueron apagando, hasta el punto de que el acta de la segun da conversacin de Gamonal, la del 25 de marzo, concluye: contest el General de Estado Mayor [del gobierno de Burgos] que se corta ra la reunin y salieran en vuelo, toda vez que an tenan tiempo de regresar, puesto que lo nico que se sacaba en consecuencia era su 411 511 51 Vid. en http://ateneovirtual.alasbarricadas.org el apartado sobre La fase fi nal de la guerra. MINTZ, Franck y KELSEY, Graham: El Consejo Nacional de Defensa y el movimiento libertario, en http://ateneovirtual.alasbarricadas.org. La documentacin de las conversaciones puede consultarse en MARTNEZ BANDE, J.M., El fi nal..., pp.373-391, que tambin relata el proceso nego ciador entre las pginas 293-314, a las que remitimos para ampliar todo lo referido en este apartado. 173 Figuras 134 a 139: El final de la Guerra Civil en Alicante significa el fracaso absoluto de los intentos por conseguir una paz negociada o una evacuacin organizada. Figura 109. Vista area del puerto de Alicante. Figura 110 y 111. Entrada triunfal de/os nacionales: las tropas italianas desfilan por el centro de la ciudad de Alicante. 1 74 Figura 112. Pasajeros del Stanbrook, ante el barco que les llevara al exilio. Millares de refugiados en el puerto de Alicante no fueron tan afortunados. propsito de prolongar las conversaciones. As se hizo comunicn doles verbalmente la inutilidad de proseguir y regresaron los emisarios por va area. Era la prueba ms evidente de que slo se haba logrado des movilizar y desmoralizar al ejrcito, descomponer la retaguardia y los restos del Estado republicano. La autoridad era totalmente ine xistente. Algo era cierto: el poder militar se haba impuesto al civil. 175 Figura 113. Documento del Cuartel General del Generalsimo, del 1 de abril de 1939, informando sobre la situacin del puerto de Alicante. CUARTEL GENERAL DEL GENERALISIMO ESTADO MAYOR SEGUNDA SECCION Die 1 de ~11 1.939 ..21.4,1;akjaglia/1. DEL 01,V.21.1.4120 E-TADO MAMA a. Beseidg ADELIAGIDM Al PARIT DE heirlliA37s Alral Comunican de sareuellese a le 1,15 horas lo sieuientet hl Comandante kilitar de LIMBUID 00 unice que en los muelles del puerto hen% uncm 12.000 alliotanes entre lee Ole e encontraban gra.. mimar* da internaciona les y unoe 300 con armamento,. 21 batalln de la Divialn Llttorl que 11e;;45 a la ciudad Sese loe %Metano Oemmindndulee pare que e ettregeen. lo que hi elerdem unos 8.000 negndose los 4.000 vegetantes. ti U0bernedor civil inici 844 tlOnell OM 105 06noulea que pretendden Creer Una zona Internecloral. Les fuer:lee de le sLittorio. y dos Detallan. del Cuerpo 1:Oscilo de Galicia que lleceron e Alicante 40zolculer04 que 44 entrecseen casi todoe los ullieltios. Se suspendi Le entrezo por Ucear le noche y ea reemudard ~lene a Lea 6 horas e fin de 114e toda terminarse antes de lea e bares lmite filme. Transmite el siguiente radie recibido de S.E. el General Gambara: tithaero 271. Respuesta a su mInsaje 160 fecha de hoy. Transmite el Siguiente telegrama comunicado e las 300 horas al Comandante del Ejercito del Centre. limpitas. *Situacin milicianos puerto est resolvier.dese. Hasta show& pasaran ** cerca 10.000. Quedan 2.000 declarando voluntad rendicin. Per hora avanzada se han suspendido operaciones desarme y entrega campes concen tracin. Operaciones velveddn emprenderse maana per la maana a las 6 horas y sern terminadas hacia las 9 horas. A las 9 horas expifira dltime plazo C.encedi de para presentacin y rendicin. Todos les prisioneros han elide aprovisionados can vveres en fri. Se estdn separand mujeres y ni Les que venan encontrados en locales careado* en lo ciudad. Para muje res y nios se estad haciendo rancho caliente. Para todas se preves un servicio sanitario. Vigilancia milicianos que quedaren ea puerta est( confiada a repartos nacionales desembarcados hey. La vigilancia de les desarmados y presentados todava eatd a cargo de les legionarios italia nas. Firmad*: Oambaria,113/- 176 Pero los jefes y oficiales estaban desconcertados, desunidos y prc ticamente incomunicados. 52 Mientras tanto, en aquellos das con tinuaron los hombres del Consejo, destituyendo y nombrando, sa tisfaciendo anhelos de desquite cuando ya no haba Estado ni nadie los obedeca. 5 Desde el da 12, adems, Casado trat de conseguir que la flota britnica asumiera la evacuacin de unas diez mil per sonas, aunque desde Burgos se comunic que no se estaba dis puesto a consentir que la Royal Navy evacuase a ningn rojo; ade ms, la posible evacuacin debera realizarse hacia puertos franceses, como refugiados en trnsito, pero el cnsul francs en Madrid ha ba evitado todo compromiso. Por esas mismas fechas, en algu nas ciudades ya se estaba dejando en libertad a muchos partidarios del rgimen de Franco. El 25 de marzo todava declara Casado por la radio que todo iba sucediendo como estaba previsto en los planes del Consejo. 57 In cluso el da siguiente los libertarios escribieron miles de manifies tos defendiendo una resistencia numantina ante la ruptura de ne gociaciones por el gobierno de Burgos. Ese mismo da, Franco ini cia un gigantes avance por todos los frentes y las tropas republica nas se rinden o marchan a sus casas. Buen nmero de dirigentes de todas las organizaciones trata ron de salir de Espaa por distintos medios en aquellos ltimos d 52 53 54 55 56 57 58 ANDRS -GALLEGO, Jos et alii: Op. cit. , p.306. TUN DE LARA, Manuel: Op. cit., p.321. MORADIELLOS, Enrique: Op. cit., p.250. ALPERT, Michael: La diplomacia inglesa y el fin de la Guerra Civil espa ola, Revista de Poltica Internacional, n 138, pp. 53-72. Por ejemplo, en Alicante, Jos Mallol. Vid RAMOS PREZ, Vicente: La Guerra civil en la provincia de Alicante, p.174. Sobre la actuacin de ste en los ltimos das vase MALLOL ALBEROLA, Jos: La Estampida. Final de la Guerra Civil en el puerto de Alicante, Ed. del autor, Alicante, 2000, 149 pp. Op.cit., p.632. MINTZ, Franck y KELSEY, Graham: Op. cit. Citan como fuente a Garca Pra das y a Eduardo de Guzmn. 177 as; as, algunos dirigentes comunistas lo conseguirn por avin, como Palmiro Togliatti que lleg a Orn el 25 de marzo, proceden te de tierras murcianas. Casado y buena parte de los miembros del Consejo lo harn desde Ganda en un barco ingls previamente concertado, mientras Besteiro permanecer en Madrid y acabar sus das, enfermo y mal atendido, en la crcel de Carmona. De los cuatro jefes de cuerpo del Ejrcito del Centro, fusilado Barcel, Bueno fue detenido y encarcelado muchos aos por el franquismo y Ortega detenido en Alicante- condenado a garrote vil; slo Me ra consigui plaza en un avin con destino a Orn. Millares de personas se volcaron hacia los puertos del Medi terrneo, mayoritariamente hacia el de Alicante. El caos en la ciu dad rayaba lo kafkiano: un falangista de entonces recuerda que nos movimos por entre los rojos como si no existieran, dndose el caso de que mientras, en un ngulo del despacho, un grupo de rojos se interesaba enrgicamente por sus pasaportes, en otro ngulo, la Falange daba rdenes encaminadas al desarme de rojos en los con troles... La ciudad presentaba un aspecto desolador, descrito ma gistralmente por Max Aub: El Paseo de los Mrtires hecho polvo. Los baos hechos polvo; las palmeras, grises de polvo. Gentes desarro padas, sin afeitar. Todo barbado.La llovizna. Tristeza repartida lo mismo en la tierra que en el cielo. Las mujeres, los hombres, culones, de aqu para all, ruido de aviones. La gente corre a los refugios...) 61 Las tropas italianas al mando de Gambara ocupaban la ciudad de Ali cante, aunque dejaban temporalmente una zona neutral en el puer to donde se amontonaban miles de refugiados a la espera de unos barcos que nunca habran de llegar. Desorden absoluto, imposibi lidad de evacuacin, divisin absoluta entre los defensores de la Re pblica, tropas italianas ocupando sin resistencia las ciudades es paolas: era un final absurdo y lamentable, el que haba tratado de evitar el doctor Negrn cuando regres a Espaa el 10 de febrero, to BOLLOTEN, Burnett: Op. cit., p.1,071. Citado por QUILIS TAURIZ, Fernando: Op. cit., p.101. AUB, Max: Campo de los almendros, Mortiz, Mxico, 1968, p.68. 178 do lo contrario a aquella paz honrosa por la que dijeron levantarse los miembros del Consejo de Defensa. Pocas semanas despus, el Presidente mexicano Lzaro Cr denas, sabedor de las condiciones en las que malvivan los refugiados espaoles en los campos de concentracin franceses, acept un n mero ilimitado de exiliados, siempre y cuando las organizaciones re publicanas asumiesen su desplazamiento e instalacin; 62 por eso pudieron llegar all los pasajeros del Sinaia que escribieron la pan carta con la inscripcin Negrn tena razn. A defender esa razn, su poltica de resistencia hasta conseguir una paz aceptable o una evacuacin organizada, respondi el intento fallido de establecer una infraestructura estatal mnima en un rido valle del ro Vinalop. Figura 114. Presos republicanos en la zona de Babel de la ciudad de Alicante. 1 11 _ k 4 0 4114~~~- ~1~0 . , 62 CARR, Raymond: Op. cit., p.267. 179 Figura 115. Portada de El Norte de Castilla del 31 de marzo de 1939 en la que se informa de la ocupacin de Alicante y del incalculable botn de guerra. 111111111 EMITO 1111/1 we AM, yeesumeoet. pih9lreas 15 gilmillaou Al. N a, ~ro ELS ierntilIn DIARIO , NDEPEN0fENTE DE VALLADOLID PU140.00 Vi 10. RED IMITE Fin AYER ILIFE: PR El EJERCITO ETS. LA CANTIDAD DE POBLACIONES Y TERRENO CONQUISTADO ES ASOMBROSA Y LOS PRISIONEROS HECHOS SE APROXIMAN A CINCUENTA MIL, SIENDO INCALCULABLE EL BOSIN DE CUEREA 180 BIBLIOGRAFA ALPERT, Michael: La guerra civil espaola en el mar, Siglo XXI, Madrid, 1987. ALPERT, Michael: La diplomacia inglesa y el fin de la Guerra Civil espaola, Revista de Poltica Internacional, n 138, Madrid, 1976. LVAREZ, Jos Mara: La sublevacin franquista en Cartagena, Historia 16, n 21, 1978. LVAREZ DEL VAYO, Julio: Freedom s Battle, Knopf, Nueva York, 1940. ANDRS -GALLEGO, Jos et alii: Espaa actual. La Guerra Civil (1936-1939), Vol. 13 de la Historia de Espaa, Gredos, Madrid, 1989. 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PAGAMENT BANCARI Senyor/a director/a, a partir dara heu de carregar al meu compte els rebuts que al meu nom us siguen presentats pel Centre dEstudis Locals del Vinalop. Atentament (Signatura i data) Titular N I F Banc/Caixa Adrega sucursal Entitat Remetre a: Oficina DC Nm. Compte ca CENTRE DESTUDIS LOCALS DEL VINALOP APARTAT DE CORREUS 178 - 03610 PETRER REVISTA DEL VINALOP DOSSIER Els jocs populars de Monver Rondalles de Crevillent Els noms de les parts de la casa tradicional a Monver El lxic de la vinya i del vi a Monver Estudi de les particularitats deis parlars de Monver i Novelda a travs de la randa VARIA Enric Valor, Elda i Lexperiment Strolowickz Contribucin al conocimiento de la fl ora y vegetacin de Sax (Alicante) Aproximacin al medio fsico en Hondn de las Nieves y Hondn de los Frailes Las Baronias Seoriales de Novelda y Aspe en los siglos XV y XVI DOCUMEMTA La carta pobla de Petrer de 1611. Una cpia del segle XVIII El archivo condal de Elda: Documentos para el conoci miento del rgimen seorial en el Vinalop O.P. CIT. DOSSIER Introducci a la Toponimia. Anlisi i proposta didctica Notas para la toponimia rabe de Elda y Petrer Uns brins de toponimia elxana medieval Els noms dels Ilccs del Vinalop. Breu recull de topnims de Crevillent i del Fond de les Neus LOronmia i la Hidronmia rural a la Romana de Tarafa Nosaltres creen els noms. Toponmia rural de Monver: Processos metafrics i metonmics VARIA Las primeras comunidades agropecuarias en el ro Vinalop La cultura tradicional de laigua a les Valls del Vinalop Otros temas de Ernesto (novela original de costumbres) Apuntes sobre la conservacin y gestin de los espacios naturales de Sax Els retrucs lingistcs: Una aproximaci discursiva i assaig de classificaci Un primer avance sobre un ejemplo de arquitectura de pres tigio ibrica: Las Tres Hermanas DOCUMEMTA Viajeros y cronistas por el valle del Vinalop entre los siglos XIV al XIX Carlos Coloma: un eldense pintado por Velzquez LArxiu Parroquial de la Ntra. Sra. de Betlem i dels Sants Apstols Pere i Pau de Crevillent. O.P. CIT. (EL Centre dEstudis Locals del Vinalop Apartat de Correus, 178 03610 Petrer REVISTA DEL VINALON5 DOSSIER: Organitzaci i ordenaci del territori. Evoluci demolingstica de les comarques del Vinalop (1981-1998). Algunas propuestas para la ordenacin y proteccin del me dio fsico y los recursos naturales en el Alto y Medio Vinalop. Las infraestructuras viarias en el Valle del Vinalop. Planeamiento urbano e industria en la conurbacin Elda-Petrer. Les teffes del Vinalop a lobra dEivic Valor. VRIA Sax en la segunda mitad del siglo XVI: poblacin y economa. La enseanza de las primeras letras y de gramtica en el Vinalop Mitj yen lAlacant. El panorama educativo eldense durante la Edad Moderna. Juan Bautista Miralles, comerciante francs en Sax durante el siglo XVIII. Carlismo y federalismo en el sexenio democrtico. El Medio Vinalop en 1869. Aproximaci breu al parlar de Crevillent. Ressenya geolgica de la Romana. Los pozos de nieve y su comercio en la comarca del Medio Vinalop. Aproximacin a la arqueologa industrial en el Alto Vinalo p. Las canteras de yeso. Las ermitas del campo de Elche. OP. CIT. RE VISTA V 1)E t INA l114J DOSSIER : La implantaci del franquisme. Campos de concentracin a escala local: algunas considera ciones tericas. Franquismo y poder local en la comarca del Vinalop Me dio. Iglesia, obreros y empresarios en el Vinalop. Notas sobre la oposicin republicana al franquismo en las comarcas del Vinalop (1936-1948). Educacin y cultura en los Valles del Vinalop durante el primer franquismo (1939.1960). VARIA Els catalanismes en la parla de Saix. Caracterstiques costumistes del Ca y Caisaes. Pinoseros en Elda. Una migracin comarcal intensa en el pe riodo de lal Dictadura y la II Repblica. Huelga General e inicio de la Segunda Repblica en el Me dio Vinalop. ADDENA El riu Vinalop. Viatge amb un poc dhistria i ms geogra fa. La comarca, una necessitat per al segle XXI. DOCUMENTA Larxiu parroquial histric de la Baslica de Santa Maria dElx. Les veus del silenci. Testimonis duna altra postguerra (1939-1945). La toma de posesin del castillo de Elda por la reina Violan te de Bar y el inventario de municiones y vituallas de 1387. OP. CIT. BIBLIOTECA CEL Centre dEstudis Locals del Vinalop Apartat de Correus, 178 03610 Petrer REVISTA DEL VINALOP DOSSIER. Ciutats de fa un segle. El context cultural dElx a travs de la figura dAureli Ibarra La regulacin de lo cotidiano. Las ordenanzas municipales de Villena de 1905 Tres pequeos ejemplos de urbanismo, arquitectura y construc cin de Novelda El Fondo de les Neus fa un segle El sistema dels pronoms tons en el parlar de Monover a co mencaments del segle XX VARIA. Pedro Requena Perpin, un republicano villenense sublevado y muerto en 1896 El moviment obrer al Fondo de les Neus El lxic dels telera txtils a Crevillent Els cognoms: uns autntics fossils lingstics El lxic dorigen catal en el parlar de Salines (per contrast amb el de Saix) DOCUMENTA. Inventarios de castillos y toma de posesin de Elda, Petrer, Sali nas, Aspe y Sax en 1478 El escudo mobiliario de la antigua ermita de Santa Mara Mag dalena de Novelda OP. CIT. Ressenyes i recensions de Toms Prez, Vicente Vzquez y Laura Hernndez. BIBLIOTECA DOSSIER. 2004-1304. Una eisi mltiple. Historia i identitat al Pas Valencia. 7 centenari de la Sentncia de Torrellas/Elx (1304-1305) Lendem de la pau de Torrellas (1304). El non mapa senyorial a la Vall del Vinalop La conquesta de la Vall del Vinalop per Jaume II Oriola, cabeza de gobernacin des Sexona, en 1604 Poblament i poblaci ala Vall de Novelda durant lEdat Mitjana DOrtelius a Cavanilles. Propietat de la terra i transformacions so cials a les hortes meridionals valencianes: la Govemaci dOriola (1584-1795) VARIA. El cerncalo primilla: recuperacin ene! Vinalop de una especie en peligro de extincin Alicantinos en la Division Azul Com parlem els petrolancs El teatre en valenci a Monver. Autora rellevants en el pas del se gle XIX al XX (1886-1923) Las obras literarias de los miembros de la casa condal de Elda Estudi sobre el nivell de coneixement i s del catal i les actituds lingstiques a lIES Azorn DOCUMENTA. El archivo histrico de la parroquia de Nuestra Seora de la Asun cion de Sax Nobiliaria en el Medio Vinalop yen La Hoya de Castaa: Apelli do Rico OP CIT. Ressenyes i recensions de Vicent Behrn Calvo, Assumpta Luna Valds, Jess Garca Guardiola, Ester Limorti Pay, Antoni Maestre Brotons, Consuelo Paya Amat i Gabriel Sansano CEL Centre dEstudis Locals del Vinalop Apartat de Correus, 178 03610 Petrer Collecci l Algoleja WounhgelGmaludlem u Musulmans, Pumas eristians a les terres del Vinalop 0404-1590 non. d 1,11.A looMv. Vinalovii Hedor leite Gara ilastaladatinta gota SURTIDORES DE GASOLINA EN III. VALLE DFA.VINALORD (1,121-113h) 1. Gabriel Segura / Francisco Javier Joven El poblamiento prehistrico en el valle de Elda (Alicante). 1997 2. Toms V. Prez Medina. Los molinos de agua en las comarcas del Vinalop (1500 - 1840). 1999 3. Francisco Martnez Navarro. Lucha obrera en las comarcas del Vinalop. El Movimiento Asambleario de 1977. 2000 4. Gabriel Segura / Jos Luis Simn (coord.). Castillos y torres del Vinalop. 2000 5. Miguel ngel Gonzlez Hernndez. Musulmans, jueus i cristians a les terres del Vinalop. 2002 6. Hctor Leite Garca. Hasta la ltima gota. Primeros surtidores de gasolina en el Valle del Vinalop (1821-1936). 2003 7. Jos Ramn Valero Escandell El territorio de la derrota. Los ltimos das del Gobierno de la II Repblica en el Vinalop. 2004 En preparaci: 8. Gabino Ponce (coord.). La red urbana en las tierras del Vinalop. 9. VV. AA. Arte y religin. Las iglesias parroquiales del Vinalop. CEL Centre dEstudis Locals del Vinalop Apartat de Correus, 178 03610 Petrer H Jornadas de Arqueologa Medieval La formacin de al -Andalus en las tierras meridionales valencianas Elche medieval: la evolucin de su sistema defensivo Vivienda y trama urbana de poca islmica en el sur de Alicante LAlmisser: territorio castral y espacio rural en poca islmica Alqueras fortificadas del Vinalop La mezquita y el !Jipi de El Moln (Camporrobles, Valencia) Aportaciones arqueolgicas al estudio de la villa medieval de Novelda La evolucin urbana de Villena: Nuevos enfoques, nuevas propuestas La necrpolis bajomedieval del Castillo de Elda Ganadera, territorio y medio ambiente en el poblamiento medieval del Vinalop De dinares a dineros: circulacin monetaria en el Vinalop Campesinos fortificados frente a conquistadores feudales en los valles del Vinalop CEL Centre dEstudis Locals del Vinalop Apartat de Correus, 178 03610 Petrer

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