Sonetos

SONETOS De amor y de esperanza para una devocin Rodolfo Guarinos Amat SONETOS DE AMOR Y DE ESPERANZA PARA UNA DEVOCIN Cofrada Santos Patronos de Elda Direccin: Ernesto Garca Llobregat Coordinacin: Pedro Maestre Guarinos Jos Miguel Ban Alonso Portada y dibujos: Joaqun Planelles Guarinos Imprime: Grficas Daz, S.L. San Vicente/Alicante Depsito Legal: A.276-2004 2 1604 - 2004 Con motivo del IV Centenario de la llegada de las Sagradas Imgenes de la Virgen de la Salud y del Cristo del Buen Suceso a nuestra Ciudad, la Cofrada de los Santos Patronos se complace en publicar este libro que compendia todos los sonetos que RODOLFO GUARINOS AMAT escribiera y dedicara a la Virgen y al Cristo de Elda. Asimismo es digno de destacar la loable participacin de la CAJA DE CRDITO DE PETRER como entidad colaboradora de la presente edicin. 3 RODOLFO GUARINOS AMAT 4 RODOLFO GUARINOS AMAT DE AMOR Y ESPERANZA PARA UNA DEVOCIN Prlogo de: ERNESTO GARCA LLOBREGAT Con textos de: ALBERTO NAVARRO PASTOR Y JOS MIGUEL BAN 1604-2004 6 PRLOGO Desde que en el ao 1604 don Antonio Coloma y Saa, Conde de Elda, trajera con perfumes de leyenda desde Cerdea donde desempeaba destino de Virrey, las dos imgenes que luego adquiriran advocaciones de Virgen de la Salud y Cristo del Buen Suceso, han pasado cuatro siglos. Cuatrocientos arios de acendrada y como tal, acu mulada devocin de los eldenses a las dos figuras celes tiales que la Cofrada de los Santos Patronos, amparando esta antigua tradicin, ha decidido -con buen criterio y para mayor exaltacin de los actos a celebrar ante al magno acontecimiento que supone este IV Centenario editar un libro con los sonetos que Rodolfo Guarinos Amat publicara en la revista anual Fiestas Mayores dedicados a tan Protectores Patronos. A stos se le aadi ran, adems de los inditos, los publicados con la misma intencin en el semanario Valle de Elda en sus nmeros extraordinarios referentes a las fiestas patronales, consi 7 guiendo de este modo, un estimable compendio de la obra potica, en su apartado piadoso, de nuestro amigo Rodol fo. A esta coleccin de Sonetos la vamos a subtitular De amor y de esperanza para una devocin, subttulo que ni quita ni agrega nada a la integridad literaria, pero que era necesaria como luminosa cola para tan rutilante estrella ante una presentacin pblica, que el autor no tena prevista, pero que estamos seguros hubiera compla cido al amigo fsicamente ausente pero fuertemente pre sente en sus escritos. En ellos, en toda su obra literaria, tanto potica como en prosa brillan, como la citada ruti lante estrella, sus sonetos. El soneto, molde especial que encierra enorme dificultad en su composicin y del cual se lleg a decir que: Apolo lo invent para tormento de los poetas, y que un soneto libre de defectos vale tanto como un largo poema, en las manos y pensamiento de Rodolfo este arte adquiere una rara habilidad en su desa rrollo hasta conseguir la perfeccin, digamos por qu no absoluta, no slo en el modlico estuche sonetista, sino tambin en su contenido, pleno de inspirada emocin argumental. Sonetos de amor y de esperanza pudiera traernos, en este subttulo aadido, reflexiones sobre los Cantos de vida y esperanza de Rubn Daro, notable rimador de exquisitos versos, emparentado con nuestra Generacin del 98, y por tal motivo, y en sus primeros tiempos (los de Rodolfo) con la esttica de ste. Otros valimientos que pudiramos ver en nuestro amigo habra que buscarlos, 8 en primer lugar, en Juan Ramn Jimnez. Qu bien nada ba Rodolfo en las aguas del poeta de Moguer! Se introdu ca en ellas y era poeta a caballo en tardes de tranquilidad vio leta. . . cuando nuestro amigo nos deca en este fragmen to: Qu tranquilidad doliente / la de la tarde muriente.! / El poeta asiste a caballo / al entierro emocionado / de esta tarde azul de Mayo. / Hay adioses de arrebol en el paisaje. / Cada flor es un milagro de color, y el alma un abanico abierto sin vari llaje. . . (Revista Dahellos, ao 1948). Y otros muchos auto res en aquellos libros de la guerra y la postguerra tan escasos entonces a nuestro naciente inters literario que intercambibamos tambin como necesario alimento en aquellos momentos carenciales. Fue aquel el tiempo de los descubrimientos, de los esenciales impactos emocionales. De los hermanos Machado, Manuel, que nos hizo creer que ramos como las gentes que a mi tierra vinieron /- soy de la raza mora, vieja amiga del sol - / que todo lo ganaron y todo lo perdieron. / Tengo el alma de nardo del rabe espaol. . .. Y Antonio con su olmo viejo hendido por el rayo que nos haca esperar con el corazn hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera. . . Mientras, los libros, se sucedan en nuestras manos unos tras otros en creciente amor hacia ellos. Qu buenos amigos tenamos en los libros! Mirarlos cotidianamente, releerlos, acariciarlos, apreciar encuader nacin, fecha de edicin y estado de conservacin; y tam bin prestarlos, con las naturales reservas, o aquellas pue riles advertencias escritas en sus primeras pginas: Si este libro se perdiera, como suele suceder, que la devuelva a su dueo, que lo ha de menester, y a continuacin el nombre y domicilio del prestamista. Y de aquel intercambio pasio 9 nal por los libros que rodaban ante nuestros ojos, cay uno con la firma de Federico Garca Lorca. Deslumbra miento total la de este autor fatalmente efmero en su tra yectoria potica, profundamente original entonces y que a Rodolfo le inspir el siguiente Responso a Federico (frag mento): Dile a la luna que calle. / Ay! La luna va gritando / sobre las torres sin ecos / verdes lamentos amargos. / Dile a la luna que guarde /los puales de su llanto; / que un gran toro de / bebiendo vientos gitanos, / voltea una negra pena / contra los cielos morados. . . * * ** * Sonetos de amor para una devocin. Devocin a la Virgen de la Salud, la Virgen de los eldenses. Rodolfo, eldense por los cuatro costados: con sus apellidos, devo ciones, costumbres y situaciones eldenses. Recuerdo, co mo mejor situacin eldense, y siendo nios, aquel azufai fo o jinjolero plantado en el patio de su casa cuyo fruto, como relucientes granillos de prfido castelarinos, tombamos casi con uncin. El azufaifo que, como uno de los Lares romanos (diosecillos protectores domsticos) los antiguos eldenses cultivaban en sus patios o pequeos huertos interiores. Cuntos azufaifos o jinjoleros queda rn en Elda Don Emilio Castelar, nuestro eminente tribu no, abrazado de nio a uno de estos rboles en dramtica despedida porque tena que abandonar para siempre nuestro Valle. Este recuerdo, le acompaara para siem pre; as lo dej escrito en su opsculo Recuerdos de Elda o las Fiestas de mi pueblo. Las Fiestas de Elda, en aquellos dorados Septiembres de vendimias y lagares, sobre las 10 que Castelar escriba desde Madrid a su amigo Jenaro Vera, de Elda: Yo deseo ver la Virgen, cuya veneracin guar do en mi alma. .. La misma Virgen de la Salud, sobre la que ms de un siglo despus, Rodolfo, le dedicara los ms bellos sonetos que alguien pudiera escribir a Nuestra Seora: De par en par, Seora, estn abiertas / al alba de tu paso mis ventanas. Est Septiembre en flor yen las maanas / el alma de cristal no tiene puertas. . .; se extasa nuestro amigo entregado por completo a las ms puras emociones donde tiene residencia su corazn de eldense; . . .Con la tarde asomada a cada esquina / a tu encuentro he de ir, hasta tu lado, / que mi viaje de amor en ti termina. Un final de tra yecto que no admite comentarios, pero que nos deja gra bada en la mente una frase que quiz nos venga siempre al recuerdo entre fragancias de olorosas plantas de nues tros montes en instantes de plenitud piadosa: Que mi viaje de amor en ti termina. . . * * * * * Sonetos de esperanza para una devocin; la espe ranza devocional al Cristo del Buen Suceso, donde la pluma de Rodolfo alcanza cotas de extraordinaria entrega emocional; Si te pido que borres mi desvo, no olvides, Seor, recuerda luego / que al sur de tu dolor empieza el mo. Fasci nacin continuada nos ofrecen estas lecturas que, segn avanzamos en ellas, nos conturban mente y corazn: Si de sangre y de amor es tu destino y has de morir por m de esa manera, / hazme sitio, Seor, en tu madera / que quiero acom paarte en el camino.... Prendidos en la llama emotiva de nuestro amigo, nos sumergimos contagiados en el xtasis 11 de sus palabras: No soy digno, Seor, de que traspases, / los umbrales de mi humilde morada / ni que pisen tus pies mi madrugada, / que es sendero de amor para que pases. / No soy digno, Seor, de que me amases / hasta darme tu sangre enamo rada, / tu viva humanidad crucificada, y en torrente de luz me penetrases. / Mas slo una palabra de tu boca / o algn gesto amoroso de tu mano, / que limpia y purifica lo que toca, / me bastar par sentirme sano /y saber que mi amor no se equivoca, / que no he esperado tu visita en vano. Hay humanas dudas en el camino del poeta, titubeos en la marcha de un cuerpo ya marcado por la enfermedad pero que l mantiene, pendiente de esa luz que presiente all al final de ese mismo camino: ... por qu, Seor, si quiero estar contigo, / si el alma y la razn te pertenecen, / me paso sin cesar al enemigo Las negras sombras de la duda cre cen / y son hasta que vuelves mi castigo, / que a tu vuelta, Seor, se desvanecen. ...Dame tiempo, Seor, para entender te / y volver a tu luz desvanecida, / esa luz esperada y presen tida / que ha encendido mis miedos a perderte... Y termina mos con estos versos que son autntica leccin de sumi sin piadosa ante un desenlace ya esperado, ofreciendo sufrimiento y mi vuelo vertical que sido herido con aquel fuego interior casi extinguido y el viento sin domar del pen samiento...: Has conmigo, Seor, lo que t quieras, / llva me conducido de la mano / junto a ti, ms all de mis fronte ras.../ Que solo soy, Seor, un ser humano / que tuvo que arriar velas y banderas, / que luch por seguir, pero fue en vano. * * * * * 12 Adems de los Sonetos dedicados a los Santos Pa tronos de Elda, la Virgen de la Salud y el Cristo del Buen Suceso, hacemos pblica aparicin de otros cinco sonetos, de tipo personal, que la familia de Rodolfo ha puesto en nuestras manos. Sin pensar que alguna vez pudiesen ser publicados -su autor, en vida, seguramente hubiese mos trado cierto pudor en mostrarse a s mismo- nos han impresionado de tal manera que nuestro temor a un imprevisto riesgo de prdida, nos ha motivado su perma nencia junto a sus sonetos devocionales. De este modo, tendremos la oportunidad de conocer mejor al hombre que ampara la obra que nos ocupa y su circunstancia; sta fl ota entre versos endecaslabos, al modo italiano, donde el poeta nos ofrece un autorretrato en claroscuro como la mejor obra de arte digna de permanecer en el tiempo y ligada intmamente a sus sonetos piadosos. Terminamos esta relacin potica con el soneto Desde esta orilla dedicado a Francisco Moll Montesinos, de Petrel, a quien Rodolfo sucediera a partir del ario 1989, tras su bito, en la labor de dedicar sus versos todos los arios a los Santos Patronos en las revistas, primero ALBO RADA, y despus en FIESTAS MAYORES. Dos poetas del Valle unidos en pas estrofas a la misma devocin. Dos poetas del Valle enriqueciendo la aureola potica de la Virgen y el Cristo. Es por esto necesario dejar constancia en estas pginas de nuestro recuerdo agradecido a Moll, pensando tambin que, quiz, por esta misma razn, Rodolfo escribiera a Paco Moll, que se nos ha ido casi en la Nochebuena: 13 Me quedo con tus versos, compaero, en la hora de tu vuelo interrumpido; ellos hablan por ti de lo que has sido y abren surcos de luz en mi recuerdo. . . Rodolfo, amigo, estas palabras que dedicaste a Paco Moll , estn plenamente identificadas tambin a tu re cuerdo, me hubiese gustado ser autor de ellas para en esta ocasin poder decirte: Me quedo con tus versos, compaero. . . (Compaero del alma, compaero) Ernesto Garca Llobregat 14 El soneto, expresin del profundo amor de Rodolfo Guarinos por la Virgen de la Salud y el Cristo del Buen Suceso Es digno de todo elogio el propsito, la excelente idea promovida por varios de los fieles amigos del inolvidable y desaparecido eldense Rodolfo Guarinos Amat, de reco ger en un libro las poesas -generalmente sonetos- que ste dedic a los Excelsos Patronos de Elda, el Santsimo Cristo del Buen Suceso y la Santsima Virgen de la Salud. Porque en estas composiciones se rene el ms hondo sen tido religioso de la poesa de Rodolfo y la mayor perfec cin expresiva de su numen potico. Porque -en mi opi nin- el soneto es la forma potica que Rodolfo no slo mejor dominaba -aunque la forma potica en general no tuviera secretos para l- sino que era en la que ms a gusto se encontraba en la plasmacin de su verso. Es de sealar que entre los poemas con los que Rodol fo se inici pblicamente en las modestas revistas eldenses Peregrinacin (1948-49) y Dahellos (1949-53), -las dos 15 primeras plataformas de lanzamiento de su poesa- y en las que comenz su trayectoria lrica de cara al lector, figura uno de los versos que en mi opinin es uno de los ms logrados de su poesa y el ms perfecto en su forma y en su concepto, el titulado Rittornello, publicado en Dahe llos, del cual ya su arranque es una estrofa redonda y sono ra, exacta y bella en su expresin: Estaba roto el arco del silencio puro por la arribada feliz de la armona... tus manos eran mariposas. Aquel da liberaste mi alma de su mundo oscuro.... Las revistas eldenses Alborada (en su primera poca) y Fiestas Mayores, y el semanario Valle de Elda, fue ron los depositarios felices de los sonetos en los que Rodol fo fue desgranando los acentos ms sublimes de su amor a sus queridos Patronos. Sepultadas ya estas publicaciones en las hemerotecas pblicas o en las colecciones privadas conservadas por eldenses amantes de las tradiciones de su pueblo, tenemos que complacernos por esta nueva actualidad de sus sone tos, expresiones de pura exaltacin del amor que nuestro fallecido y querido amigo Rodolfo senta por los celestiales Patronos del pueblo de Elda; sonetos reunidos en un libro en esta ocasin tan solemne y esperada de la celebracin del IV Centenario de la arribada feliz de aquellas glorio sas imgenes a nuestro pueblo. Alberto Navarro Pastor 16 En recuerdo de mi amigo Rodolfo Por fin ha salido a la luz difana y clara de esta ciudad nuestra, este entraable libro que lleva en sus blancas pginas, las dulces y embriagadoras estrofas que tanto han estremecido y alentado lo ms profundo de nuestras almas. Versos que nada ocultan de la profundidad de tu selecto espritu religioso y humano, y que tanta fuerza nos ha dado a tus adictos lectores, para amar, con la mayor intensidad emocional, a nuestros Santos Patronos, la Vir gen de la Salud y el Cristo del Buen Suceso. Recuerdo Rodolfo, cuando me llamabas para que eligie ra dos sonetos entre los varios que habas escrito, en las lar gas y dolorosas horas, que una enfermedad maldita te liga ba a una mquina para que pudieras vivir. Esta mquina poda sujetar tu cuerpo, pero tus sueos, abiertos de espe ranzas y melancola, nunca jams. Ellos volaban raudos entre nubes y estrellas buscando siempre razones de lo infi nito. 17 Sentados los dos en el divn de tu sala, frente a la panoplia de viejas armas y sables samuris que adorna ban tu pared, en aquel silencio de la casa vaca, hacamos volver corno pequeos caballos con sus alas de plata, leja nos recuerdos de nuestras mocedades vividas. Tenamos, Rodolfo, convicciones muy profundas. La vida que nos toc vivir forj nuestro nimo de manera muy semejante. Ambos creamos en lo mismo. En Espaa, en nuestra religin, en nuestra familia. De historia habl bamos mucho de nuestro Siglo de Oro, casi siempre como referencia de nuestra aficin literaria y que nos habra de marcar, sobre todo a ti, en el bello quehacer de tu inspira cin potica. Quevedo, Cervantes, Lope de Vega, Caldern de la Barca y tantos otros, fueron muy frecuentemente motivo de nuestra conversacin, sin olvidarnos de aque llos Capitanes de los Tercios de Flandes, que tanta gloria ganaron para Espaa. Era nuestro Imperio, nuestras gran dezas pasadas, las que informaron nuestros ms sutiles recuerdos. Todo era as en nuestra complicada juventud. Aunque merced a nuestras firmes convicciones, la vivimos como una poca limpia, de corazones generosos, que se asoma ban entre incrdulos y sorprendidos a un mundo extrao que nos tocaba vivir. No estoy seguro, mi buen amigo, si por tu modestia, este rasgo de emociones que hacia tu persona hemos teni do publicando este libro, no te haya agradado, eso ya lo trataremos t y yo, cuando Dios quiera que nos volvamos a ver en el azul y solemne espacio de su Gloria. 18 Rodolfo, amigo de ayer, de hoy y de siempre, gracias por haberme brindado tu generosa amistad y, te aseguro, que no se perder jams en el oscuro y viejo desvn del olvido. Jos M. Barin 19 VIRGEN DE LA SALUD 20 ONETOS DE AMOR PARA UNA DEVOCIN A la Virgen de la Salud 21 mpiezas donde empieza la ternura 22 r s~, mpiezas donde empieza la ternura del lamo bandose en el ro y crecen mis paredes de albedro con tu piedra de amor y arquitectura. sta es mi ley, Seora: la estatura de una nueva emocin que al hombre fro le llega al recibirte entre el gento, en procesin de cirio y calentura. Todo se vuelve amor, Virgen y pura campos de la Salud mi labranto, regazos de algodn la tierra dura, cuando llenan tus ojos mi vaco y da nueva razn a mi andadura sentir tu corazn cerca del mo. R.G./91 Fiestas Mayores 23 as flores de un milln de primaveras 24 as fl ores de un milln de primaveras han subido a ceirte la cintura. Qu suerte de las fl ores, qu ventura quedar en tu regazo prisioneras! Tambin yo estoy cautivo y sin banderas, con mi fiebre de amor por calentura, en una lucha antigua, sorda y dura por llegar hasta ti de mil maneras. Virgen de la Salud, mi amor es tanto como puede querer el alma ma, nadie sabr de qu modo ni cunto. Soy as, te confieso, todava; hombre de ti que rezo cuando canto con voz del corazn Ave Mara. R.G./92 Fiestas Mayores 25 D e par en par, Seora, estn abiertas 26 D e par en par, Seora, estn abiertas al alba de tu paso mis ventanas. Est septiembre en flor y en las maanas el alma de cristal no tiene puertas. La ciudad calla quieta, como muerta, soando la salud de tus fontanas, recogiendo el temblor de las campanas que proclaman tu paso con su alerta. Dando tu corazn multiplicado, en lenta procesin vas peregrina por sendero de luz transfigurado. Con la tarde asomada a cada esquina, a tu encuentro he de ir, hasta tu lado, que mi viaje de amor en ti termina. R.G./93 Fiestas Mayores 27 reff , ~ ,..... % ,1 temblor que precedea la alborada 28 e , ~ temblor que precede a la alborada por las aguas que mueren en la arena llen el mar que los vientos desmelena de inquietud misteriosa y sosegada. Un tropel de gaviotas en bandada, que es jardn en el aire de azucena, se hizo corte de amor, vuelo y almena de castillo anhelante de arribada. No se pudo pensar alba ms bella ni inventar parecida primavera. Tu nombre era Salud, Virgen y Estrella de blanca singladura marinera, y era un sueo del mar la empresa aquella que una reina nos dio por compaera. R.G./94 Fiestas Mayores 29 A l llegar a septiembre se te siente 30 A llegar a septiembre se te siente de manera especial, dulce Seora; la maana es azul desde la aurora y el aire que te abraza diferente. En el alma hay un gozo adolescente que de ti, sin saberlo, se enamora, y al que sufre en silencio y al que llora tu beso maternal unge su frente. Hoy te siento, mi Virgen, ms cercana, paloma en procesin que me visita, que a eldense y a mujer nadie te gana. Elda entera en tu amor se precipita, que eres t su primera ciudadana y el blsamo de amor que necesita. R.G./95 Fiestas Mayores 31 risionero es el pjaro del viento 32 risionero es el pjaro del viento y no puede volar a su albedro, as, Seora, est el corazn mo, tan ajeno que apenas si lo siento. Cautivo del amor mi sentimiento, cautiva voluntad de desafo, en tus brazos abiertos me confo y dejo que se apague el pensamiento. No tengo ms camino que quererte, que un instinto ancestral as lo quiere, destino de mi vida y de mi muerte. Contigo en el dolor que tu alma hiere, contigo en el amor, no es otra mi suerte, abierto el corazn que se me muere. R.G./96 Fiestas Mayores 33 W o estallar mi corazn un da, 34 N o estallar mi corazn un da, incapaz de albergar tanta ventura No quedarn sin calma y sin mesura la sangre y la razn del alma ma Peligro corre, oh Virgen, mi alegra al baarme en la luz de tu hermosura, al llenarme de ti, de tu figura, sin saciarme del todo todava. Porque al verte, Seora, ya no hay cosa que procure sosiego al sentimiento. Se olvida de su aroma hasta la rosa y enmudece el pjaro su acento. Que tu rostro, paloma candorosa, sin palabras me deja el pensamiento. R.G./96 Fiestas Mayores 35 g e enamora tu palidez de luna, 36 g e enamora tu palidez de luna, el oro que se enreda en tu cabello, la fina arquitectura de tu cuello, tu mirada de azahar y de aceituna. No ha brillado en el cielo luz alguna que alcance de tus ojos el destello ni que alumbre un amor ms puro y bello que ese amor que tu tierno pecho acuna. Son tus manos dos lirios paralelos, palmeras del jardn, claustro sagrado, que forma el territorio de los cielos. Y entre azules sin nieblas y sin velos, contemplas el gracioso y asombrado transitar de los ngeles en vuelos. R.G./97 Fiestas Mayores 37 Cr amino de verdad, luz encendida, 38 c amino de verdad, luz encendida, pursimo cristal de la maana, tu abierto corazn, dulce manzana, me alienta a reencontrar la fe perdida. Bendita, sin pecado concebida, roco matinal de porcelana, del agua del amor casta fontana que al sediento socorre y da la vida. Elegida entre las mujeres para madre de Dios y madre ma, la salud y esperanza me confieres, la Salud que es tu nombre y mi alegra, la esperanza al saber que t lo quieres y es tuyo el corazn, Virgen Mara. R.G./98 Fiestas Mayores 39 ste ancho corazn que t has poblado 40 r.. ,~ es ,,ste ancho corazn que t has poblado de amor y de recuerdos sin olvido ha hecho en l, como el pjaro, tu nido, te devuelve el amor que t le has dado. Que el viejo corazn ya recobrado estaba entre los rboles perdido, en cien mares de dudas sumergido, en cien montes de olivos sepultado. Mas vino a visitarme tu alegra la tarde en que septiembre es primavera y el aire es encendida avemara, y el viejo corazn alz bandera y se hizo todo tuyo, Madre ma, volvi otra vez a ser lo que antes era. R.G./99 Fiestas Mayores 41 it e confieso, Seora, enamorado 42 e confieso, Seora, enamorado de tu historia de amor, de tu figura, del tesoro de luz y de dulzura que en tu casta mirada hay encerrado. Me declaro, Seora, cautivado por el fondo de mar de tu hermosura, por esa doncellez que en ti perdura, que el ser madre de Dios no te ha quitado. Que ests llena de amor y de colores, como una milagrosa primavera formada por tu rostro y por mil flores. Y tu nombre es promesa verdadera, que t eres la salud de los dolores, de mi alma, soberana y prisionera. R.G./00 Fiestas Mayores 43 jame, Virgen de Elda, que te cuente, 44 J 4 jame, Virgen de Elda, que te cuente, a la luz con que empieza la maana, que al verte el corazn se hace campana, en la alta torre de mi amor creciente. Que este amor se me viene de repente del alma hasta los ojos y me emana, como una plena floracin temprana, con la fuerza del agua de un torrente. Djame que te explique, Madre ma, si se puede explicar lo que yo siento que t eres para m la luz del da, la caricia de los dedos del viento, que sacan de su sueo a mi alegra, que llenan de tu amor mi pensamiento. R.G./01 Fiestas Mayores 45 an bajado, Seora, a contemplarte 46 EL DA DE LA VIRGEN H an bajado, Seora, a contemplarte cien legiones de arcngeles en vuelo, que es hoy Elda ms que tierra cielo y mi voz ruiseor para cantarte. Elda entera te suea y te comparte en este da sagrado de mi suelo, cuando el alma es un suave terciopelo extendido a tus pies para arroparte. Es tu da, Seora, es el momento de mi amor en septiembre sazonado, a la busca en tus ojos de aposento. Un amor que, imparable, va en aumento, que nunca por completo se ha saciado y es mi dogma de fe y es mi cimiento. R.G./96 Fiestas Mayores 47 g i amor azul, Seora, te he entregado 48 Irt i amor azul, Seora, te he entregado color azul de mar, profundo y claro, que coloc mi sed bajo el amparo del manto de tu amor y a tu cuidado. Que en tus ojos mi amor se ha sosegado y amarte no es, Seora, precio caro si a cambio somos como nave y faro, y a mi tierra tu lluvia ya ha llegado. No tiene ya dentro de m cabida otra causa o razn, ni en mi cabeza, que tu nombre, Salud, que da la vida y es el nombre sagrado que Elda reza, sagrario de una tierra desvalida, hasta que el alba de tu amor empieza. R.G Fiestas Mayores 49 li n cielo de esperanzas, renacido, 50 LA ANUNCIACIN Dios te salve, Anunciacin, Morena de maravilla! U n cielo de esperanzas, renacido, ha guardado el Seor para este da, un cielo todo azul, que a la alegra impone condicin de alto sentido. Est serio el Arcngel, abstrado en la pura belleza de Mara, que, quieta en su sorpresa, se dira ausente de la luz y del sonido. Un momento despus todo se llena de una dulce y oscura meloda. Con caricias del viento a la azucena, con idilios de suave pleitesa, con las flores de un rezo que no suena, San Gabriel invent la Letana. Dahellos 153 51 D jame que te espere en mis ventanas 52 De la Salud, Virgen sagrada y bella, de esta ciudad vergel, para el eldense refulgente estrella que nos conduce al bien. D jame que te espere en mis ventanas de la inquietud ciudad en que amo y vivo aguardando el revuelo fugitivo de una Salve de amor hecha campanas. Djame que te busque en las marianas inundadas de luz cuando te escribo, y mi mano apacienta y mi adjetivo y dame de beber de tus fontanas. Que son mis esperanzas inmortales si en mi barro mortal pones tu huella y te s de labranza en mis bancales. Para ti los eldenses, alba estrella, haremos las ermitas catedrales, de la Salud, Virgen sagrada y bella. ARGAI69 Valle de Elda 53 u recuerdo feliz guardar el viento 54 ngeles son aquellos marineros que de Cerdea, sobre el rico tul de nuestro mar, a la Virgen trajeron como una perla envuelta en manto azul. II u recuerdo feliz guardar el viento de aquella inesperada primavera, cuando el mar te entretuvo en su pradera con razones de amor y dulce acento El tiempo se par en aquel momento, incierto el timonel de la galera, mas solo t, mi Virgen pasajera, le dabas al destino cumplimiento. Benditos sean los vientos de aquel da y los hombres de mar y los remeros que llenaron de sol la tierra ma! De tu encanto cautivos los primeros, no son carne mortal en su alegra, ngeles son aquellos marineros. ARGA/69 Valle de Elda 55 g e detengo a pedirte que me quieras 56 Al e detengo a pedirte que me quieras en el oro caliente del verano, que me lleves, Seora, de la mano por los trigos maduros de tus eras. No quiero libertad si te ofendieras, si mi angustia y mi voz fueran en vano: slo quiero ofrecerte amor humano, que divino ser si lo acogieras. Pedirte que nos traigas tu sonrisa de amantsima madre verdadera cuando llegues al valle con la brisa, que madruga por ser tu compaera, el da que el milagro se improvisa y otra vez en septiembre es primavera. R.G.A./90 Valle de Elda 57 fla o no s qu decirte, Madre ma, 58 11 o no s qu decirte, Madre ma, slo s que hay amor a ciencia cierta hasta en la sangre de la piedra muerta que edifica en mi templo tu alegra. Virgen de la Salud, t eres Mara y Gabriel se detuvo ante tu puerta... De par en par est mi casa abierta y el arcngel te dice: Ave Mara. Jardn, tu corazn de rosa pura, estrella de diamantes temblorosa, es prenda de amistad que un pacto sella. Pues pronto ha de ir a ms nuestra ventura, que habr de florecer si es una rosa, que tiene que ascender si es una estrella. R.G./91 Valle de Elda 59 6 racias te doy, Seora, por la fiesta 60 G racias te doy, Seora, por la fiesta de ver salir el sol cada maana, por mojar con tu lluvia mi ventana y encontrar tierno pan en mesa puesta. Gracias tambin, Seora, por la honesta dulzura celestial que de ti emana, gracias por ser la madre que me hermana con el Dios que por ti se manifiesta. Los montes que cortejan nuestro valle quisieran ser corona en tu cabeza y bajar en septiembre hasta tu calle. Que en ti toda la luz del cielo empieza y el corazn, a punto de que estalle, se rinde sin cuartel a tu belleza. R.G./92 Valle de Elda 61 (Lratar de imaginarte ms hermosa 62 (!, ratar de imaginarte ms hermosa o medir en centmetros tu altura, no se puede, Seora, que es locura buscarle explicaciones a la rosa. Hay que darle en entrega generosa, abriendo nuevo cauce a la ternura, la miel del corazn que se apresura, la sangre que a tu encuentro no reposa. Sin palabras t me lo dices, que serena el azul de tu mirada un mar de soledad y cicatrices y vuelven con tu brisa enamorada a mi huerto las horas ms felices, la esperanza hace tiempo abandonada. R.G./93 Valle de Elda 63 I a dulce arquitectura de la rosa, 64 7ff a dulce arquitectura de la rosa, la blanca ingravidez de la paloma, no saben de esa gracia que te asoma por la limpia mirada candorosa. No saben, no, que en ti nace y reposa el amor que se expresa sin idioma, ese amor que se entrega y que se toma y sabe a lluvia misericordiosa. Djame que te llame luz del da, arroyo cristalino, paz lograda, djame que te diga, Madre ma, bajo el fuego ritual de la Alborada, estos versos de fiebre y de porfa que recorren mi sangre enamorada. R.G./94 Valle de Elda 65 v irgen de la Salud en el paisaje 66 v irgen de la Salud en el paisaje con la Pea del Cid por compaa, con su alma mineral la tierra ma te hizo templo de amor, dulce hospedaje. El castillo y la torre de homenaje, el viejo ro enfermo de sequa, las maanas con sol de algaraba, hablando estn de amor en su lenguaje. Se me para la sangre al contemplarte, que a tus pies, de rodillas, soy vasallo con tu Salve de amor por estandarte. Desbocada mi voz como un caballo, aunque quiera callar he de cantarte; las piedras hablarn si yo me callo. R.G./95 Valle de Elda 67 r wr ,~1%, 1 stuviste, Seora, en el Calvario, 68 stuviste, Seora, en el Calvario, envuelta en las tinieblas de aquel da, cuando era asesinada la alegra y el viento de la tarde era sudario. Escuchaste la voz del campanario -tocando a muerto se oye todava y sentiste como una mano fra haca por tu dolor itinerario. Cmo pudiste, entonces, ser tan fuerte, aguantar sin desmayo, el alma abierta, viendo a tu hijo delante de la muerte La negra oscuridad abri su puerta, pero Jess te pudo hablar y verte debajo de la cruz, plantada y muerta. R.G./96 Valle de Elda 69 D e sobra s, Seora, que he pecado, 70 D e sobra s, Seora, que he pecado, que mi historia de errores pesa y crece y mi terca ceguera no merece la tierna bendicin de tu cuidado. Mas no me dejes, oscuro y olvidado, y mi triste locura compadece, pues vida y corazn ahora te ofrece el que estuvo de ti tan alejado. Slo te pido un tiempo de bonanza que serene la tierra de mi huerta, sedienta de tu lluvia de esperanza. Virgen de la Salud, mi voz no acierta a encontrar de mi amor la semejanza, a explicarte la dicha descubierta. R.G./97 Valle de Elda 71 r .-~ ,.....i w 4 ste amor que tu amor busca y procura 72 ,,mhste amor que tu amor busca y procura y te tiene por Madre y por Seora, es fuego que en la sangre inquieta mora, es dulce enfermedad que no se cura. Que la vida por ti se me apresura por los viejos caminos a deshora y por cauce de amor crece en anchura esta espera en vigilia de tu aurora. Pues mudo entre silencios te presiento a mi lado en la insomne madrugada, buscndome en el alma alojamiento, y no vivo esperando la alborada de esa luz cegadora de tu aliento, que en oscura penumbra deja nada. R.G./98 Valle de Elda 73 ios te salve, Mara, que ests llena 74 li . 4 ios te salve, Mara, que ests llena de gracia y de una espera ilusionada. El Seor es contigo. En tu mirada el azul de los cielos luz estrena. Dios te salve, Salud, la gracia plena, la mujer entre todas destinada, entre todas bendita y conservada para madre sin mancha y azucena. Que el Seor en tu vientre se hizo humano y fuiste madre inmaculada y pura del Padre entre los hombres hecho hermano. Por eso me enamora tu dulzura, el vuelo de paloma de tu mano que mece al Nio -Dios con su ternura. R.G./99 Valle de Elda 75 odos dirn entonces que es el viento, 76 j odos dirn entonces que es el viento, que viene raudo a enamorar doncellas, y nadie pensar que no son ellas las que inundan de luz este momento. Mi corazn me latir violento, ser campana convocando estrellas, al sentir la presencia de tus huellas, al notarse besado por tu aliento. Mas yo sabr, Seora, que es el da en que vendrs con la fuerza del viento a llenarme de amor el alma ma. Y correr a abrazar tu advenimiento, a mojarme en la luz de tu alegra, a rendirte mi amor y acatamiento... R.G./00 Valle de Elda 77 A u n ms mi corazn quisiera amarte, 78 A n ms mi corazn quisiera amarte, ms cerca estar de ti, Madre y Seora, encenderte las luces de la aurora y correr hacia ti para abrazarte. l alma se me muere al contemplarte con tu dolor creciendo hora tras hora, a los pies de la cruz tu amor que llora, partido el corazn de parte a parte. Que los siete puales de la pena que se hunden en tu pecho sin consuelo son tambin para m mortal condena. Me matan tus angustias y tu duelo y el alma de puales se me llena, hecho estatua de amor sobre mi suelo. R.G./01 Valle de Elda 79 U n verano de hermosura me ha llegado 80 n verano de hermosura me ha llegado con la luz que acaricia tu figura, con tu gracia mudada en escultura, en cosecha de amor alborozado. Confieso que me siento enamorado de las tardes de lluvia mansa y pura, cuando el alma me crece y gana altura y siento que en tu amor ha madurado. En mi vida eres sol de blanca aurora que trae el amanecer a mis rincones, llenndolos de luz deslumbradora. Y quisiera tener ms corazones y ponerlos a tu paso y a tu hora, con latidos que fueran oraciones. R.G./96 Valle de Elda 81 U n castillo de amor he levantado 82 U n castillo de amor he levantado y eres T su alta torre de homenaje. Quiero drtelo de trono y hospedaje, que mi vida sin ti ya ha acabado. Para siempre, Seora, ya a tu lado, unido para siempre a tu paisaje, he de estar insensible a otro mensaje que no venga de ti, de tu cuidado. Para ti sale el sol cada maana y se inundan de luz la hacienda ma y los surcos con sed de mi besana. Que T eres la razn de mi alegra, de la fuente de amor que a m me mana y hace nuevo gozo cada da. R.G.A./t 2001 Valle de Elda 83 D jame proclamar con las campanas 84 D jame proclamar con las campanas el gozo de tenerte aqu a mi lado; deja que, con mi valle arrodillado, de par en par te aclamen mis ventanas. Djame que en septiembre tus maanas vean al sol levantarse enamorado, y vuelen telegramas del pasado al beso de tus naves capitanas. Que abierta sigue sobre el mar la huella de tus viejos y azules derroteros, DE LA SALUD, VIRGEN SAGRADA Y BELLA. No eran hombres aquellos forasteros que trajeron del mar cielo y estrella: NGELES SON AQUELLOS MARINEROS. R.G./89 Indito 85 T orno luz que precede a la alborada, 86 c omo luz que precede a la alborada, por las aguas del mar hasta la arena me trajeron los vientos la morena bendicin de tu nombre hasta mi almohada. Qu recuerdos del alma iluminada una maana irrepetible y plena, cuando el valle a tu paso se serena y mi tierra se entrega enamorada! No se puede soar alba ms bella ni inventar parecida primavera. Tu nombre era Salud y eras estrella y Virgen amorosa y marinera, y mi sueo soar la empresa aquella que te trajo hasta aqu por vez primera. R.G./93 Indito 87 D ios bendiga de septiembre la maana 88 2 o ozzo D ios bendiga de septiembre la maana que te trae hasta m, Madre y Seora, llenando el aire con tu luz sonora y abrindome en el pecho una ventana. Dios bendiga, Seora, tu alma sana donde un fuego de amor sublime mora y te hace de mi Cielo embajadora y del pueblo que habito soberana. La sangre del Seor ama y recorre tus antiguos caminos ancestrales, y cortinas del cielo le descorre a tus castos amores virginales. Que mi casa has cambiado en blanca torre, mis ermitas sin luz en catedrales. R.G./96 Indito 89 N o puedo ya callar, dulce Seora, 90 N r o puedo ya callar, dulce Seora, el amor que me abraza en tu presencia, el gozo que renueva mi existencia y esa luz que me alumbra y enamora. Que por ti sale el alma vencedora del pleito interminable y sin sentencia entre el mal, que reclama penitencia, y tu amor, que me llega en cada aurora. A tu encuentro, Seora, va mi vida, a fundirse contigo en la esperanza, por mis ansias y mi espera consumida, en busca de la antigua paz huida, a encontrarte en mi camino sin tardanza en la vieja senda de amor perdida. R.G./96 Indito 91 II oy te traigo, como un ramo de fl ores, 92 oy te traigo, como un ramo de fl ores, y lo pongo de hinojos a tu lado, el amor que tu amor ha despertado, el amor que es amor de los amores. Hoy te siento por mis alrededores y mi voz al llamarte se ha quebrado de emocin y de llanto enamorado, de temblor de mis labios desertores. No te alejes de m, Virgen Mara, sin decirme que ya me has perdonado, que me traes, con la paz de un nuevo da, tu sonrisa de cielo recobrado, tu mirada que en las sombras me gua, tu blsamo de amor resucitado. R.G./00 Indito 93 r Sf endiga Dios, Seora, tu pureza 94 endiga Dios, Seora, tu pureza que imita el despertar de la maana, bendita tu inocencia, que es hermana del lirio y del jazmn en su belleza. Bendito el resplandor de tu cabeza que al claro sol naciente emula y gana, y benditos tus ojos, la ventana en que el Cielo retrata su grandeza. Ante ti yo jams terminara de elevarte un rosario de alabanza, mojado por la luz de mi alegra. Y del ngel de Dios a semejanza te dira una nueva letana, cantara tu bienaventuranza. R.G./96 Indito 95 (Lu dulce amor, Seora, me ha llegado 96 T u dulce amor, Seora, me ha llegado hasta el alma sin sol, en crudo invierno, como el sagrado pan, caliente y tierno, que mis hambres de ti ya me ha calmado. Que ese Cielo de luz azul buscado, que es morada de nuestro Padre eterno, alejado del mundo y del infierno, me ha llegado contigo adelantado. Porque Cielo es ya el solo contemplarte, el sentir la dulzura de tus ojos, que nunca pudo interpretar el arte. Y me doy, despasados mis cerrojos, mi espritu y mi carne puesta a amarte, mi palabra de amor cado de hinojos. R.G./96 Indito 97 g e has abierto, Seora, la esperanza 98 e has abierto, Seora, la esperanza al pararte en silencio ante mi puerta, y ha devuelto el calor al alma yerta el peso de tu amor en mi balanza. Otra dicha mayor no se me alcanza que la gloria a tu lado descubierta, que me tiende el perdn tu mano abierta y es volver a nacer a semejanza. Me reunir contigo cada da que oracin en mi verso es sentimiento recitando sin voz tu Ave Mara. Y un altar ha de ser mi pensamiento de ese amor que me crece todava hacia ti, desbordado y sin aliento. R.G./95 Indito 99 CRISTO DEL BUEN SUCESO 100 ONETOS DE ESPERANZA PARA UNA DEVOCIN Al Cristo del Buen Suceso 101 unca vi tan de cerca tu tristeza, 102 Y unca vi tan de cerca tu tristeza, tan llena de dolor, tan desgarrada; un soplo de existencia, apenas nada, alienta mortecino en tu cabeza. Vas a morir, Seor, y mi torpeza no acierta a consolar tu desbandada, que esta muerte en la cruz anticipada me nubla la razn con su certeza. El oro que es corona de tu frente es fuego que tu dulce sien abrasa con fiebre iluminada y transparente. Y veo acabar tu vida tan escasa, y veo morir a Dios omnipotente en medio del incendio de mi casa. R.G./93 Fiestas Mayores 103 de sangre y de amor es tu destino 104 i de sangre y de amor es tu destino y has de morir por m de esa manera, hazme sitio, Seor, en tu madera que quiero acompaarte en el camino. Djame compartir cliz y vino amargo de una triste primavera y deja que mi sangre prisionera se eleve de lo humano a lo divino. En la tarde mortal tu luz se estrella con un mundo que alienta sordo y ciego. Marcado para siempre con tu huella, todo tu amor cay sobre m luego; que vindote morir la tarde aquella se construy mi amor a sangre y fuego. R.G./92 Fiestas Mayores 105 U n pozo de silencio se me ha abierto 11 16 n pozo de silencio se me ha abierto por tu tierra de nadie ensangrentada. Puede el habla gritar y estar callada, decir tu nombre con su idioma muerto Me has vencido, Seor, eso es lo cierto. He sentido hoy el viento de tu espada y a tu lluvia llegarme, derramada, a la arena sedienta de mi huerto. Me has ganado, Seor, a Ti me entrego, Buen Suceso de amor en que confo, a tus brazos sin pulsos ni sosiego. Si te pido que borres mi desvo, no te olvides, Seor, recuerda luego que al sur de tu dolor empieza el mo. R.G./91 Fiestas Mayores 107 rilw~ n tus manos, Seor, dejo mi peso, ,... ow n tus manos, Seor, dejo mi peso, entrego libertad, nombre y aliento; no quiero navegar con otro viento ni llevar otro amor dentro del hueso. En tus manos, Seor, pongo mi beso, te levanto bandera y monumento, con mi carne mortal como . cimiento y la sed inmortal que te confieso. Ser, quiz -lo dijo ya Quevedo-, slo polvo de sueo y primavera, que slo en pobre barro habr quedado. Ser, tal vez, como un oscuro miedo de cenizas del rbol en la hoguera... polvo ser, mas polvo enamorado. R.G./93 Fiestas Mayores 109 D e piedra en carne viva eres un grito 110 D e piedra en carne viva eres un grito que el muro de los siglos desafa, que me mata tu muerte cada da con la negra memoria del delito. Si es este amor por ti largo, infinito, es mi barro, Seor, quien no confa y naufraga en la oscura travesa de esta tierra desrtica que habito. He de sacar mi corazn del pozo y darle de beber tu agua bendita, al sol de un renacido y hondo gozo, que esperanza y temor se me dan cita y un vendaval me crece de alborozo. Que tu piedra, Seor, me resucita. R.G./94 Fiestas Mayores 111 3j n rbol de esperanza en tu ribera, 112 E n rbol de esperanza en tu ribera, un golpe vegetal de savia verde, es mi voz que te aclama y que se pierde por viejos laberintos de madera. Es intil buscar la primavera de las flores no hay nadie que se acuerde y es un ciego dolor ste que muerde y calcina mis huesos en tu hoguera. Que te busco, Seor, por la deshora que agoniza en tu cruz, cliz de vida, a los pies del dolor que te devora. De tu mortal humanidad herida me alcanza ya la luz deslumbradora, Buen Suceso de amor, en despedida. R.G./95 Fiestas Mayores 113 911 o te ofrezco, Seor, mi sufrimiento, 114 11 o te ofrezco, Seor, mi sufrimiento, mi vuelo vertical que ha sido herido... A cambio, para m nada te pido, ya me ha dado tu amor por uno, ciento. Yo te ofrezco, Seor, vida y momento, aquel fuego interior casi extinguido, el corazn que siempre tuyo ha sido, el viento sin domar del pensamiento... Haz conmigo, Seor, lo que t quieras, llvame conducido de la mano junto a ti, ms all de mis fronteras... Que solo soy, Seor, un ser humano que tuvo que arriar vida y banderas, que luch por seguir, pero fue en vano. R.G./96 Fiestas Mayores 115 1 1 o s, Seor, que has de venir un da 116 11 o s, Seor, que has de venir un da a llenarme mi copa de dulzura, cuando el alma inmortal est madura y mi carne cansada est ya fra. Mas mi noche es oscura todava, an no entiendo, Seor, toda la hondura del milagro de Dios y su criatura ni el misterio que encierra el alma ma. Pero s, Seor, cercana ya la hora de encontrarte a lo largo del camino, entre nieblas y luces de la aurora. Y s, Seor, que no otro es mi destino que me llene de luz deslumbradora tu cuerpo convertido en pan y vino. R.G./96 Fiestas Mayores 117 (Lu muerte por el hombre parricida 118 (Lu muerte por el hombre parricida sobre esta cruz atroz llena de muerte, se te cambia por vida, de tal suerte que es tan slo a la muerte parecida. Con tu muerte, Seor, no est perdida tu palabra en un vano grito inerte, que tu muerte en la cruz la hace ms fuerte, que tu muerte, Seor, le da ms vida. Dame tiempo, Seor, para entenderte y volver a tu luz desvanecida, esa luz esperada y presentida que ha encendido mis miedos de perderte. Que tu muerte, Seor, slo es herida, pasajera experiencia consentida. R.G./97 Fiestas Mayores 119 N o soy digno, Seor, de que traspases, 120 o soy digno, Seor, de que traspases, los umbrales de mi humilde morada ni que pisen tus pies mi madrugada, que es sendero de amor para que pases. No soy digno, Seor, de que me amases hasta darme tu sangre enamorada, tu viva humanidad crucificada, y en torrente de luz me penetrases. Mas slo una palabra de tu boca o algn gesto amoroso de tu mano, que limpia y purifica lo que toca, me bastar para sentirme sano y saber que mi amor no se equivoca, que no ha esperado tu visita en vano. R.G./98 Fiestas Mayores 121 r eiss ,~ n dura cruz, Seor, ests clavado 122 9 s, n dura cruz, Seor, ests clavado y an mantiene tu voz vigor bastante para pedir en ese cruel instante el perdn de los que han martirizado el lirio de tu cuerpo amoratado, el alma con palabra lacerante, tus ojos de cristal agonizante, tu boca que la sed ha resecado... Perdnalos, Seor, con tu infinito amor que sabe perdonar y olvida. No saben del horror de su delito, no saben que al quitarte a ti la vida el mundo, desgarrado, lanz un grito y se dio la esperanza por perdida. R.G./99 Fiestas Mayores 123 Amiow e vas, Seor, sin darnos una queja, 124 j e vas, Seor, sin darnos una queja, cargado de paisajes traicionados, matado por los hombres, desangrados los cauces de la vida que te deja. Tu cuerpo torturado se asemeja a los lirios del valle amoratados y en tu pecho vencido, abrazados, el dolor con la muerte se empareja. Por qu, Seor, si quiero estar contigo, si el alma y la razn te pertenecen, me paso sin cesar al enemigo Las negras sombras de la duda crecen y son hasta que vuelves mi castigo, que a tu vuelta, Seor, se desvanecen. R.G./00 Fiestas Mayores 125 Y leno de soledad, sin un amigo, 126 7 1.r .41 0 ,1eno de soledad, sin un amigo, con clavos traspasados pies y manos, vas a morir, Seor, por los humanos, la angustia de la tarde por testigo. Todo el dolor del mundo est contigo, bajo el yugo de los hierros romanos, mi amor y tu dolor crecen hermanos, que es por m por quien sufres tu castigo. Esta muerte, Seor, que no te olvida, que viene por la sangre que te mana, que trepa por la cruz a por tu vida, es la prueba final que nos hermana, que proclama con la carne vencida tu doble condicin, tambin humana. R.G./01 Fiestas Mayores 127 D ame, Seor, la fe y la fortaleza, 128 D ame, Seor, la fe y la fortaleza, da la vida otra vez al hombre muerto, que renazcan las fl ores en mi huerto, que se tornen mis dudas en certeza. Cmbiame de los pies a la cabeza, djame el corazn de nuevo abierto, que no clame tu voz en el desierto, que no choque tu amor con mi tibieza... He querido volver sobre las losas de la dormida Iglesia de Santa Ana, a pedirte perdn y poner rosas a los pies de tu dura cruz romana. Que tengo que contarte muchas cosas mientras rompe cristales la maana. R.G./96 Fiestas Mayores 129 0 (1 1 i acepto este dolor que T me envas 130 ( i acepto este dolor que T me envas si asumo la desgracia y la fatiga, es que pienso, Seor, que el mo mitiga el acerbo dolor que T sentas. Si sujeto tu mano entre las mas y te pido el regalo de que siga llegndome tu amor, tu voz amiga, es que quiero sentir todos los das tu dolor en la cruz crucificado, la arena abrasadora, tu tristeza, el llanto que tus ojos han nublado. A pedirte perdn por mi torpeza, he venido, Seor, hasta tu lado, a la sangre y el sudor de tu cabeza. R.G./03 Fiestas Mayores 131 e nacido, Seor, y ya es bastante. 1 32 e nacido, Seor, y ya es bastante. Por eso slo, gratitud te debo. Es Tuya la inquietud que a cuestas llevo, nacindome de nuevo a cada instante. De Ti viene la luz agonizante que alguna que otra vez recojo y bebo, y es Tuya la oracin con que me elevo, y Tuya la esperanza confortable. Est, Seor, la carne en la otra orilla y es el alma una llama vacilante, y el amor una hoguera que no brilla. Si sucumbo en la lucha lacerante, no reproches mi beso en tu mejilla. He nacido, Seor, y ya es bastante. Dahellos I 53 133 0 (1 4 erior del Buen Suceso, ests conmigo 134 c,lirc. ido D clerior del Buen Suceso, ests conmigo en el valle que habita tu presencia, y es tuya, mi Seor, toda la ciencia de este rbol oscuro en que me abrigo. No quiero caminar si no es contigo y a solas compartir la adolescencia de una nueva amistad sin una ausencia, con entrega total de amigo a amigo. Devulveme, Seor, aquella vida en que eras todo norte y universo o cmbiame esta sangre que no olvida. Que si es mi voz como un afn disperso, yo siempre har lo que tu amor me pida, cautivo el corazn en cada verso. R.G.A./90 Valle de Elda 135 li n rbol negro era la cruz, camino 136 EL RBOL NEGRO al n rbol negro era la cruz, camino y puente de madera hacia la muerte, un invierno sin sol que vena a verte llegar puntual a tu feroz destino. Estabas muerto y yo era tu asesino. Cmo, Dios, pudo ser no querer creerte, dejarte a la deriva y a tu suerte, por los puertos del odio peregrino Silencio soy, de luto riguroso, que funde los colores y la cera, al pie del rbol negro y ominoso. Pero traigo tu nombre en mi bandera y tejer con fl ores, presuroso, para llegar a ti una escalera. R.G./91 Valle de Elda 137 Q ued por tu mirada, absorto y mudo, 138 Q ued por tu mirada, absorto y mudo, la noche del encuentro traspasado y el Alma de cristal busc al Amado y se entreg a su amor en lo que pudo. Si slo tu mirar deshizo el nudo, si slo con sonrer me has rescatado y devuelto a la ley de tu cuidado, acgeme, Seor, llego desnudo a las tierras que labras cada da, donde el trigo en sazn es como el oro y brota en manantiales tu alegra. Me unir, junto al chopo y su tesoro de gracia vegetal en armona, del Universo en tu alabanza al coro. R.G./92 Valle de Elda 139 aro mi corazn para escucharte 140 aro mi corazn para escucharte y te busco en las sombras por morada, cuando la noche cede a la alborada la empresa emocionada de encontrarte. Parado el corazn, de parte a parte naciendo vas en l de madrugada. De ensueo y de dolor, sobre mi almohada, cuntas cosas yo tengo que contarte! Me he de entregar, vencido, abandonado la espera de tu rayo repentino, o he de seguir, ciega la voz, buscando el ureo resplandor que an no adivino Yo no lo s, Seor; vivo esperando que me salgas al paso en el camino. R.G.193 Valle de Elda 141 ress ,~ sts aqu, Seor, ests conmigo 142 (........, ,.... w sts aqu, Seor, ests conmigo cuando la noche se hace madrugada, ests aqu, buscndome en la almohada, cuando ms necesito del amigo. Hace tiempo, es verdad, que caigo y sigo, que mi senda qued desdibujada; sin pensar en el premio o el castigo, mi esperanza qued deshabitada. Mas sigue en m la brasa que fue fuego, en guerra el corazn con la cabeza para acabar con dudas siempre luego. Dame la luz, la fe y la fortaleza, devulvele la vista al torpe ciego que en tu busca, Seor, tanto tropieza. R.G./94 Valle de Elda 143 cl li me quieres, Seor, me voy contigo, 144 me quieres, Seor, me voy contigo, si me separas y dejas que a mi mano le llegue vivo tu calor humano, te sienta Cristo, Salvador y amigo. Tu santa voluntad acato y sigo, por la muerte herido y del hombre hermano, y lucho por sentirte ms cercano y alguna que otra vez, vencer consigo. Tu orilla alcanzar sin equipaje, desnudo de teoremas y argumento, solo de ida el billete para el viaje. Cuando llegue, Seor, ese momento recuerda el viejo amor que yo te traje, el tiempo detenido sobre el viento. R.G./95 Valle de Elda 145 r~tiw ,...i. w 4 n este Cristo que ha resucitado 146 este Cristo que ha resucitado el artista tallando su figura, arde en la piel la misma calentura del Cristo que muri crucificado. En sus ojos la fiebre se ha estancado formando dos lagunas de miel pura, y en su boca hay un rictus de amargura que al morir se qued petrificado. Slo es piedra lo que antes vida fuera y su torso, doliente y malherido, ms que de hombre parece ser de cera. Pero es el Cristo de Mara nacido, trasunto de su carne verdadera, en su crcel de piedra retenido. R.G./96 Valle de Elda 147 A l ver, Seor, tu carne desgarrada, 148 A ver, Seor, tu carne desgarrada, tu sangre abandonando sus caminos, el sudor por tu cuerpo en cien destinos, tu frente con espinas coronada... Mi roto corazn, mi mano airada, quisiera triturar en mis molinos el odio que movi a tus asesinos, la copa de maldad en ti volcada... Poner el corazn como una almohada, a servir de reposo a tu cabeza tras romper tu corona ensangrentada. Quisiera devolver su fortaleza y el brillo del diamante a tu mirada para esa vida que en la cruz te empieza. R.G./97 Valle de Elda 149 r e.-~ sta muerte, Seor, que mata tanto 150 r-, ffr sta muerte, Seor, que mata tanto me arrebata al morir tambin mi vida, que te sigue sin alma en tu partida, que derrama la lluvia de su llanto. Esta muerte, Seor, de fro y espanto, en tres clavos de hierro repartida, no tiene atroz historia parecida, me encierra en el dolor a cal y canto. Esta muerte, Seor, que has consentido que te lleve, sumiso y entregado, que te para la sangre en el olvido, monumento de vida ha edificado. Que tu muerte, Seor, real muerte ha sido, mas de ella has de volver resucitado. R.G./98 Valle de Elda 151 T uando te veo, Seor, crucificado, 152 uando te veo, Seor, crucificado, un nudo me atenaza la garganta y una ira visceral se me levanta por la infame traicin que te ha matado. Perdname si yo no he perdonado tanta ciega maldad, torpeza tanta, y tus leyes de amor, tu entrega santa, nublada la razn, no he recordado. Tu ejemplo de perdn me maravilla y trato de seguir tu paso en vano, recogiendo tu voz y tu semilla. Y detengo el impulso de mi mano, que quisiera ofrecer la otra mejilla y en todo hombre, por ti, ver un hermano. R.G./99 Valle de Elda 153 ss est en la cruz. Sangra la herida 154 ess est en la cruz. Sangra la herida abierta por la lanza en su costado. En la tarde sin sol se ha derramado el dolor por la ofensa recibida. El viento le acaricia enamorado y se lleva jirones de su vida, mientras la amarga tarde, sorprendida, no comprende del todo qu ha pasado. Pero yo, mi Seor, s he comprendido por qu tu alma vol cual golondrina, por qu no diste al hombre por perdido. Esa vida que el odio te asesina no es cierto que su tiempo ha consumido, no es verdad que con la muerte termina. R.G./00 Valle de Elda 155 jame ver, Seor. Que yo te vea 156 D jame ver, Seor. Que yo te vea en las rosas mojadas de roco, en la tierra aterida por el fro, en tantas cosas que tu mano crea... Djame que hombre sin pasado sea, que vuelva a estrenar el corazn mo y sienta al ver, del viejo escalofro subirme por el pecho la marea... Que he podido volverte la cabeza al sentirte, Seor, junto a mi lado con tus ojos baados de tristeza, mas nunca en el olvido te he dejado, que pudo siempre ms que mi torpeza la voz del corazn a ti entregado. R.G./01 Valle de Elda 157 e has llamado, Seor, o estoy dormido 158 e has llamado, Seor, o estoy dormido y te sueo amoroso aqu, a mi lado Slo s que tu voz me ha despertado y no s si es en sueos o es vivido. Me buscabas, quizs, y no he sabido advertir que tu mano me ha tocado y que otra vez t me has resucitado con el beso en mi frente recibido Me has llamado, Seor, y estoy dispuesto, en el gozo de este soar despierto, a acudir a tu encuentro pronto y presto, a darte el corazn al descubierto, a que elijas para m aquello o esto, a vivir para ti, o vivo o muerto. R.G./96 Valle de Elda 159 v ecino de la muerte, ya entregado, 160 v ecino de la muerte, ya entregado, es tu sangre, Seor, una bandera convocada a la vida verdadera que empieza cuando todo ha terminado. Agua de soledad de un mar salado tu sangre es fugitiva, prisionera, amapola de herida primavera, dulce vino de vida derramado. Hay moneda mejor para un rescate Tuvo precio ms alto alguna cosa que el pagado, Seor, por los humanos No hay lugar, Seor, para el debate, no hay nada como la sangre preciosa que brota de tus pies y de tus manos. R.G.A./t 2001 Valle de Elda 161 ,..., ,4 staba en la madera florecida 162 (.4.~ staba en la madera fl orecida en rosas de amarillo sufrimiento; su cuerpo sin color estaba yerto, apenas habitante de la vida... Era un alba de amor en despedida el oleaje de su sangre al viento, y en su voz de perdn dola el acento como una insomne y luminosa herida. Qu no hara por ti, Seor, ahora para hacerte llegar algn consuelo, por vaciarte de minutos esta hora! Plantara otra cruz junto a tu suelo y a ti me abrazara hasta esa aurora que ha de llenar de paz el largo duelo. R.G./89 Indito 163 W osotros somos, Seor, tu voz y obra. 164 ox og ,,p , osotros somos, Seor, tu voz y obra. Todo lo has hecho T, desde la rosa hasta el vuelo del ave presurosa y el viento de ventura o de zozobra. Nos has hecho a tu imagen y a tu sombra el alma proyectada hacia la altura, de carne y de dolor arquitectura que tu nombre, Seor, venera y nombra. Por eso yo te llamo Padre Nuestro al rezar tu oracin en el silencio, cuando el ruido del silencio se ha perdido. Y por eso, Seor, soy todo vuestro, que tu amor en derredor siento y presencio, que siempre amor en mi costado has sido. R.G./95 Indito 165 os oscuros espejos de la tarde 166 Lr os oscuros espejos de la tarde entretienen la luz que ya declina, mientras ves que tu tiempo se termina y el fuego del sudor te quema y arde. El temor de tus ojos no es cobarde que es miedo por el hombre que camina, y te angustia la dura disciplina que Dios Padre ha dispuesto que te aguarde. Tu palabra, Seor, aqu se queda, germinando en tu sangre generosa, y es molino de luz que muele y rueda todo el trigo de amor que me rebosa. Que a tu paso, Seor, caricia y seda, se humilla la belleza de la rosa. R.G./96 Iudito 167 rucificado est de pies y manos 168 rucificado est de pies y manos el hombre que anunci la vida nueva, el que llen de luz la oscura cueva que era el mundo infeliz de los humanos. A los hombres so todos hermanos, con la noble hermandad que es mutua entrega, que es lluvia bienhechora que amor lleva y saca las espigas de los granos. Quiso estar vertical entre los trigos y pasar las fatigas de la siega, con el cielo y la tierra como abrigos. Y la vida nos dio en cruenta entrega, con la cruz y su sangre de testigos, inundando de luz el alma ciega. R. G .196 Indito 169 g i corazn te da la bienvenida, 170 i corazn te da la bienvenida, enmudece, Seor, en tu presencia y no quiere saber ya de otra ciencia que amarte sin respiro de por vida. Vagaba mi alma ayer como perdida, buscndote en la paz y en la clemencia, aliviando mi amor tu penitencia, callada junto a ti, tuya y rendida. Y viniste, Seor, con tu consuelo y ya nadie del mundo es mi enemigo para ser de mis lgrimas pauelo. Que te tengo otra vez aqu conmigo, que has bajado hasta m, a ras de suelo, y tu mano amorosa me ha aprehendido. R.G./96 Indito 171 W o tengo ojos, Seor, para llorarte 172 o tengo ojos, Seor, para llorarte ni palabras bastantes de consuelo; mi mundo y corazn estn de duelo, enfermos de dolor al contemplarte. En esa cruz sagrada he de buscarte y elevarte mis splicas al Cielo de que asciendas a l desde mi suelo y sea leve el dolor que va a matarte. Que no puedo aliviar muerte y martirio ni arrancar las espinas de tu frente, que cubre ya la lividez del lirio. Pero s que la muerte venga urgente a acabar tu agona y tu delirio, a nublar tu mirada transparente. R.G./96 Indito 173 r e!~ 1 Infierno no me hace ms temerte 174 earso e l .-10. 1 Infierno no me hace ms temerte ni el Cielo es la razn de que te quiera, T eres, Seor, la causa verdadera, fundamento y razn para quererte. El verte caminar hacia la muerte aceptando el suplicio que te espera, el que mueras T para que no muera la esperanza de un hombre de otra suerte. An guarda el corazn una montaa de antiguo amor que darte todava, amor, Seor, que me naci en la entraa como cosecha de la tierra ma. Dulce fiebre que siempre me acompaa, como el oro del sol al medioda. R.G./96 Indito 175 CC unto amor hay, Seor, en tu venganza, 176 c unto amor hay, Seor, en tu venganza, con cuanto amor me pagas T mi olvido, la ciega ingratitud en que he vivido, y me abre nuevos surcos tu labranza. De tu costado herido por la lanza tu sangre y tu perdn hoy me han venido y dentro de mi pecho ha resurgido aquel viejo dolor de la esperanza. Que es dolor por haberte a ti ofendido, por mi estril y estpida tardanza en haber tu palabra comprendido, en llegar a elevar en tu alabanza el himno de un amor comprometido, un canto de la vida a la esperanza. R. G ./96 Indito 177 u sangre dio, Seor, el testimonio 178 u sangre dio, Seor, el testimonio de tu muerte ejemplar y tu agona, tu cuerpo desangrado en simetra, formando con la cruz cruel matrimonio. Tu cuerpo, solamente el patrimonio de tu humana sazn que se perda, que era an hombre el Dios que pereca por el mundo, la carne y el demonio. Y tu espritu, Seor, subi muy alto por su escala de luz desde los suelos, en viaje vertical y largo salto, en busca ya de paces y consuelos en el seno del Padre, en el cobalto del espacio asombrado de los cielos. R.G./96 Indito 179 W o te pido el milagro que me cure 180 W o te pido el milagro que me cure ni tampoco un muy especial cuidado; lo que quiero, Seor, es que perdure el amor que me tienes destinado. No deseo que nada se apresure en el tiempo que tu amor me ha dado; dame fuerzas tambin mientras me dure esta vida que t me has regalado. Que te ofrezco este lento sufrimiento de sentirme con solo media vida, con mi carne y mi sangre en el tormento. No te pido, Seor, otra medida, solo verte y en el ltimo momento, sentir tu mano a mi mano cogida. R.G./96 Indito 181 W o quiero consolarme si me dejas, 182 o quiero consolarme si me dejas, que la vida sin ti ya no la quiero, que abrazarme a la muerte yo prefiero a vivir sin ti, como entre rejas. Ya s, Seor, que tienes muchas quejas de este polvo mortal perecedero, mas fuiste para m t lo primero y mi amor y mi angustia t emparejas. Escchame, Seor, dame la mano y aydame a salir del hondo pozo en que se ahoga mi condicin de humano. Que me inunde la luz, el alborozo de sentirte otra vez a m cercano, mi sombra iluminada de ancho gozo. R.G./96 Indito 183 11 o confieso, Seor, que te he ofendido, 184 o confieso, Seor, que te he ofendido, que no persever lo suficiente; te perd caminando entre la gente y ahora, Seor, soy yo el que est perdido. No tiene ya ni norte ni sentido una vida sin ti, sin ti presente, de espaldas a la luz, al mal de frente, con un dolor larvado y escondido. Quiero volver, mi Dios, a ser tu amigo a tenerte otra vez de compaero, a que vivas y duermas t conmigo. Con el alma sin calma hoy te lo digo, que liberes al pobre prisionero, que no hay ms libertad que estar contigo. R.G./96 Indito 185 N o me dejes, Seor, vuelve conmigo 186 N o me dejes, Seor, vuelve conmigo no me dejes tan solo en el camino, quiero verte en mi suerte y mi destino, que no verte, Seor, es un castigo. Ya no puedo existir si no es contigo, que tu sombra acompaa al peregrino en su torpe camino mortecino cuya meta es tenerte como amigo. Esprame, Seor, que ya te alcanza la codicia de amor que hay en mi mano, de un amor que te exige sin tardanza. Que en mi fuego hay un signo sobrehumano, esa aurora radiante de esperanza que me anuncia tu clido verano. R.G./96 Indito 187 (lin palabras, Seor, T me consuelas; 188 (: I in palabras, Seor, T me consuelas; sin que haga falta que me digas nada, me entregas antes de hacerte mi llamada el castillo de amor en que me velas. No pongo en mis almenas centinelas que impidan florecer tu madrugada, que dejo que a mi tierra desvelada conquistes sin cesar nuevas parcelas. Sin palabras, Seor, me has dado vida has dado cuerda a mi reloj parado, ausente de tu luz, casi extinguida. Si es posible, Seor, sana mi herida, deja mi corazn limpio y curado, no des jams mi causa por perdida. R.G./96 Indito 189 U a estoy aqu, Seor, en tu presencia, 190 11 a estoy aqu, Seor, en tu presencia, ya me tienes a tu lado vencido, la fuerza de tu amor me ha convencido y me arrastra hacia ti sin resistencia. Toda el alma suplica a tu clemencia por tanto tiempo con tu amor perdido, que corras la cortina de tu olvido, abrindole tu abrazo a mi insistencia. Despejado del todo ya el camino, con los ojos buscando tu mirada, hacia ti sin reservas me encamino. No soy sordo, Seor, a tu llamada, ni ciego a la luz de mi destino, otra vez por mi senda enamorada. R.G./96 Indito 191 oloroso, Seor, fue tu tormento, 192 3 4 oloroso, Seor, fue tu tormento, tristsima tu cruenta despedida, con los brazos en cruz, la voz perdida, bandera tu dolor al largo viento. Con los brazos en cruz, sin un aliento, dicindonos adis tu sangre herida en esa hora mortal de tu partida, el sol buscando paz y alojamiento. Mas sabemos que no es definitiva esa muerte que te nos arrebata y pasa a vencedora fugitiva, que es tu poder, Seor, puente de plata y convence su fuerza lenitiva y a la misma muerte, humillada, mata. R.G./96 Indito 193 11 o he tenido, Seor, amargos das 194 o he tenido, Seor, amargos das en que todo se apaga de repente, en que el sol no aparece por Oriente y las manos se cerraban vacas. Yo he querido soar que me vencas en lucha cuerpo a cuerpo, en este frente en que era yo el rebelde y T el clemente que mis horas de angustia padecas. No tengo tiempo ya para la duda, que instalado mi amor en tu certeza no necesito para amarte ayuda. No tengo tiempo para la tibieza, que en fuego vivo mi frialdad se muda y vence el corazn a la cabeza. R.G./96 Indito 195 W o me quites, Seor, an esta vida, 196 N o me quites, Seor, an esta vida, djame que me sacie de las cosas, que siga disfrutando de las rosas, de la lluvia en la cara recibida. No des, Seor, mi causa por perdida; que me lleven tus manos poderosas otra vez por las sendas luminosas, camino para mi alma arrepentida. Que de nuevo yo quiero estar contigo si prolongas la luz de mi existencia y de nuevo te tengo por amigo. Que busco que me llegue tu presencia de modo que tu aurora sea conmigo y no sienta la noche de tu ausencia. R.G./96 Indito 197 -~ (Lu mirada, Seor, se me ha perdido, 198 (I/u mirada, Seor, se me ha perdido, y vuelta tu cabeza al duro suelo parece perdonar tu desconsuelo a aquellos que a la muerte te han vendido. Tu mirada, Seor, ya se ha vencido, ya es la tarde negro hbito de duelo, un silencio de pjaros sin vuelo, un oscuro temblor estremecido. Ya la hora de tu gloria se aproxima y va en busca del Padre tu mirada que alcanza ya su indescriptible cima. Mas s, Seor, que T no olvidas nada y has de ver, de mis dudas por encima, mi dolor por tu muerte consumada. R. G ./96 Indito 199 Q, e he buscado, Seor, por el camino, 2(X) l e he buscado, Seor, por el camino, te he buscado en el lamo sonriente, en el pjaro feliz y hasta en la fuente que tiene al alto pino por vecino. Y al buscarte, Seor, un da me vino, como un rayo de luz sobre mi frente, un puro despertar adolescente que aclaraba mi duda y mi destino. Que tambin T querras ser mi amigo, tambin T sentas lo que yo siento y buscabas el encuentro conmigo. Qu alegra, Seor, llen el momento de compartir mi corazn contigo, de fundirse mi vida con tu aliento! R.G./99 Indito 201 l l oy, Seor, de barro y de luz un hombre 202 (:loy, Seor, de barro y de luz un hombre al que nada del hombre le es ajeno, dentro de lo que cabe honesto y bueno, al que ya poco queda que le asombre. Por encima de todo est tu nombre, que de amor hacia ti se sabe lleno, aunque viva en la gris crcel del cieno, ausente de oropeles y renombre. Hoy quiero confesarte que te quiero. Por encima de dudas y de olvidos, mi amor ha sido siempre verdadero. Que el corazn y T, envejecidos, segus latiendo en el amor primero, que an os pertenezco por entero. R.G./00 Indito 203 Aggeoiew ya sabes, Seor, que no he querido 204 T ya sabes, Seor, que no he querido agraviarte jams con el pecado, aunque el libre albedro que me has dado alguna que otra vez te haya ofendido. T ya sabes que a veces me he perdido buscndote en la senda equivocada, sin encontrar jams la madrugada, vagando por la noche sin sentido. Pero nunca, Seor, negu tu nombre ni ador falsos dolos extraos, que, aunque hecho de barro, soy un hombre que a tu lado vivi todos sus arios, que no busc honores ni renombre y olvid con tu amor sus desengaos. R.G./00 Indito 205 a luz agonizaba en la colina 206 LD1),(t, a luz agonizaba en la colina y Jess se mora lentamente. Ni un gesto de piedad haba en la gente, slo odio visceral, fiebre asesina. Pero una humilde y pura golondrina se apiad del Seor, vol a su frente y arranc con su pico diligente la espada lacerante de una espina. Jess abri los ojos y bendijo al tierno pajarillo enamorado y, llena de caricias su mirada, Muchas gracias, en voz baja le dijo. Con su albo corazn alborozado, la avecilla vol hacia su morada. R.G./01 Indito 207 208 SONETOS ERSONALES 209 is versos, Seor, mis versos 210 a s, Seor, que son tristes mis versos, contagiados, quiz, de la tristeza que ronda como un cuervo mi cabeza y llena de amargor mis universos. Tambin s que hay otros modos diversos, ms alegres, ms plenos de belleza, de liberar lo que en el alma empieza y en un mundo de amor nos deja inmersos. Ms, qu le voy a hacer si ste es mi sino y no acierto a expresar de otra manera el fuego que apresura mi destino. Yo quisiera cantar la primavera, no ser piedra ni zanja en el camino, mas he de ser as hasta que me muera. R.G./96 211 A la sombra del silencio 212 star en la sangre quieta la verdad No ha inventado la voz un alarido de bestia de dolor, de ngel herido, que proclame, sin ms, mi identidad No lo s. Slo un nombre y una edad, en un viejo papel desvanecido, y una luz que se salva del olvido, atesoran mi ciencia y mi heredad. Desnudo estoy. Slo la sed me alcanza de un amor del que jams me ausencio, a la orilla interior de mi esperanza. Cansado de mirar, ya me presencio solo en ti, en callada lontananza, solo en ti, a la sombra del silencio. A.R.G. 213 W o hablarme 214 ijo de la tierra, en el buen sentido, es mi corazn, mi conciencia dura, esta espiga de amor que en m perdura, esta angustia vital de haber nacido. Lo que haba de vivir ya lo he vivido, que rbol soy con corteza de amargura cuya savia no busca ya la altura ni es sombra ya de lo que antao ha sido. No hablarme, que a dudar yo me sentencio y a solas encontrar otro bautismo de oscura soledad y de silencio. No buscarme, que estoy ante el abismo en que muerto de miedo me presencio que vivir o morir es ya lo mismo. R.G./97 215 T astillo 216 (1 / lo soy habitante de mi casa, no quiero recorrer otros senderos, que aqu estn mis deleites verdaderos y todo lo que importa aqu se amasa. Aqu quiero vivir y ver qu pasa con mis cinco sentidos de aduaneros, con mis ojos cansados altaneros reprimiendo casi siempre la guasa. Que es mi soledad como un tesoro habitado de imgenes amigas, que aprecio ms que el seuelo del oro. Que la gente y yo no hacemos buenas migas y quiero vivir discreto e incoloro, alejado del mundo y sus intrigas. R.G./96 217 etrato 218 cli me asomo al espejo veo un anciano que apenas si conozco, seco y duro, quiz para la siega an no maduro pero ya ms invierno que verano. Digo duro y creo que digo en vano, porque tambin en esto me apresuro, y que es blando ms bien es lo seguro pues siempre el corazn llev en la mano. No me encuentro en el hombre que me mira desde el quieto retrato fugitivo, cuya sola verdad es que es mentira. Resulta que parezco un viejo chivo que mira pensativo y que se admira y no acaba de creer que sigue vivo. R.G./92 219 D esde esta orilla 220 A Paco Moll, que se nos ha ido casi en la Nochebuena. g e quedo con tus versos, compaero, en la hora de tu vuelo interrumpido; ellos hablan por ti de lo que has sido y abren surco de luz en mi sendero. Que slo el corazn se te ha perdido y sigue viva tu palabra empero, a punto de encontrar un nuevo enero, que nace con tu pulso ya dormido. Paco Moll, que ascendiste hasta el cielo con la humilde soberbia de la espiga que se ha de convertir en pan maana. Con tus versos sembrados en el suelo, sabr la flor una razn amiga, tendr el amor una palabra hermana. R.G./89 Valle de Elda 221 Prlogo 7 El soneto, expresin del profundo amor de Rodolfo Guarinos por la Virgen de la Salud y el Cristo del Buen Suceso 15 En recuerdo de mi amigo Rodolfo 17 Sonetos de amor para una devocin: A la Virgen de la Salud 21 Sonetos de esperanza para una devocin: Al Cristo del Buen Suceso 101 Sonetos personales 209 223 o x,0 S SAN 7 0 1 --DA 20 0 ` 224

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