Difusión
La Naturaleza hace gala de igualdad y equidad. Todo su empeño es distribuir para homogeneizar. El concepto de equilibrio conlleva la consideración, por igual, de todos los ambientes posibles. La armonía, por tanto, es su objetivo. Las desigualdades las trata de paliar, disminuir, eliminar. Se toma su tiempo para ello, pero una ley física, es universal, válida en cualquier tiempo y lugar y, por tanto, opera sin descanso. Cierto es que, como humanos, viviendo en un tiempo y lugar concreto, podamos sentirnos privilegiados o maltratados, explicable al carecer de visión global en tiempo y forma.
Otra cosa son las facturas de las que son genitores las personas. No tienen comparación con las naturales, por muchas y variadas razones, sin dejar a un lado: sesgos, intereses propios y arbitrariedades. Por muy audaces que nos parezcan las iniciativas, siempre obedecen a un punto de vista particular. Asumido, con demasiada frecuencia, que el interés general responde, sólo, al de algunos, las obras humanas no suelen salir airosas en un examen de objetividad. Las leyes que subyacen en las decisiones humanas, no suelen ser de validez universal, como las de la Naturaleza. No hay más que examinar, con cierto interés, el mundo económico, plagado de pronósticos que rara vez se cumplen y explicaciones que no soportan la más mínima falsabilidad, como exige el tratamiento científico, como aditamento indispensable junto con la repetibilidad.
Un ámbito mixto es más complicado, porque el mestizaje natural-artificial no responde a una domesticación, por mucho que lo pretenda quien lo proponga. La imitación, la simulación, la emulación, son pretensiones muy humanas, pero siempre hay distancia con el original. El historial de la Humanidad nos dice, que siempre es posible que en un proceso, dado por conocido, encontremos en cualquier momento, algún aspecto, variable, proceso escondido, en el que no habíamos reparado por quedar sepultado en muchos otros procesos, variables o simplemente porque su aparición no es frecuente. Recientemente, hemos sabido que el Alzheimer no camina solo, sino mal acompañado por otra dolencia que lo agudiza y que, hasta ahora, permanecía oculta, no se delataba y no era fácil reparar en su existencia.
Un fenómeno bien natural es la difusión. Consiste en que la Naturaleza, en ese afán de uniformizar, genera unas corrientes de energía y/o materia, de donde está en mayor cantidad a donde es menor, continuando así hasta lograr la igualdad. Pasa con el calor, yendo de la zona más caliente a la más fría, lo que aprovechamos para una comodidad razonable en recintos cerrados. No ocurre lo mismo con la posibilidad de disfrute de esta situación, algo ya de factura humana, y ahí está el significado de la pobreza energética y lo que supone. Otras leyes, económicas, que no físicas, operan hasta la extenuación (extinción), no hasta el equilibrio.
Cuando mezclamos algo en agua, por ejemplo, tiende a difundirse desde la zona de mayor concentración (cantidad) a la que tiene menos. Es la razón de fondo que explica por qué una sopa sabe lo mismo en todas las cucharadas que saboreemos. El leiv motiv de la difusión es igualar los contenidos. Del que más tiene, al que menos tiene. Sin extendernos lo más mínimo, no hace falta referir que en la vida humana es tan infrecuente que ocurra en lo que poseemos las personas otro tanto, que cuando se da, lo vemos tan extraordinario que lo premiamos con enorme entusiasmo.
La difusión del conocimiento se ha efectuado, tradicionalmente, a través del producto de la imprenta, ahora medios digitales. El acceso a tales recursos, ha marcado el devenir de la Humanidad. Hoy se tiene acceso a casi todo, a diferencia de antaño, de forma inmediata y total. El sector de la edición ha tenido esa especie de destino bíblico de informar, educar y fomentar el conocimiento a través de la difusión de los que producen cultura (de cualquier área) a los que no disponen de ella, en el mismo grado que los genitores. También esta ha sido una labor de uniformización, de igualdad y de equidad.
Hoy, cuando la tecnología permite tantos avances, multiplica la difusión del conocimiento. Bien es cierto que, sin control ni responsabilidad claramente asumida. Es execrable que se pida un libro por Internet y se sirva una traducción efectuada por medios automáticos, ininteligibles, sin advertencia ni responsabilidad. Cuidado con Internet, miren con lupa qué y cómo lo adquieren. Los valores habituales no están incluidos. La veracidad y la ausencia de error no están garantizados. Es preciso criterio. ¡El suyo!
Este blog pretende ser una depresión entre dos vertientes: la ciencia y la tecnología, con forma inclinada y alargada, para que por la vertiente puedan circular las aguas del conocimiento, como si se tratara de un río; o alojarse los hielos de un glaciar de descubrimiento, mientras tiene lugar la puesta a punto de su aplicación para el bienestar humano. Habrá, así, lugar para la historia de la ciencia, las curiosidades científicas y las audacias científico-tecnológicas. Todo un valle.
El eldense Alberto Requena es catedrático emérito de Química de la Universidad de Murcia.