viernes, 27 de septiembre de 2024

Una cuarta luz en el semáforo

Alberto Requena
7 septiembre 2024
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Una cuarta luz en el semáforo

Cada vez que finaliza un periodo vacacional, la sombra de la preocupación emerge desde las noticias del número de vidas que se ha cobrado el periodo festivo. En el último periodo vacacional de la semana santa 2024, 28 personas han perdido la vida en 25 siniestros de tráfico. La cifra anual de accidentes de tráfico roza lo extraordinario, con cerca de 100.000 accidentes anuales.

En el umbral de una nueva era tecnológica, la revolución de los vehículos autónomos se posiciona como uno de los avances más prometedores y disruptivos. Este cambio paradigmático en la movilidad no solo promete transformar nuestra forma de desplazarnos, sino también la infraestructura que sustenta dicha movilidad. Un aspecto fascinante de esta transformación es la propuesta de introducir una cuarta luz en el semáforo, específicamente diseñado para la conducción autónoma, un concepto que podría redefinir la eficacia del tráfico tal como la conocemos. Los vehículos autónomos, en sinergia con innovaciones como ésta, tienen el potencial de mejorar significativamente la eficiencia del tráfico.

Los semáforos tradicionales, con sus luces rojas, amarillas y verdes, han sido durante mucho tiempo el estándar mundial para el control del tráfico. Sin embargo, estos sistemas fueron diseñados teniendo in mente a los conductores humanos, con todas sus limitaciones y capacidades. Los vehículos autónomos, por otro lado, ofrecen nuevas posibilidades gracias a su capacidad para procesar información a altas velocidades y con una precisión que supera con creces las capacidades humanas. Aquí es donde surge la propuesta de la cuarta luz en el semáforo, un concepto diseñado para comunicar directamente con vehículos autónomos y optimizar el flujo del tráfico.

En teoría, esta cuarta luz, funcionaría como un canal de comunicación directa entre la infraestructura vial y los vehículos autónomos. A través de señales digitales, este semáforo podría transmitir información compleja en tiempo real, como cambios inminentes en los patrones del tráfico, advertencias de condiciones peligrosas por delante o incluso instrucciones para optimizar el flujo de tráfico basándose en el análisis predictivo. Este nivel de comunicación va más allá de lo que los semáforos convencionales pueden ofrecer y abre la puerta a una gestión del tráfico mucho más dinámica y adaptable.

La implementación de una cuarta luz semafórica para vehículos autónomos podría tener impactos profundos en la eficiencia del tráfico. Primero, permitiría una sincronización mucho más precisa de los flujos de tráfico, reduciendo los tiempos de espera innecesarios y optimizando las velocidades de tránsito. Segundo, al facilitar una comunicación más directa y detallada, los vehículos podrían ajustar sus rutas y velocidades en tiempo real para evitar congestiones, accidentes y otros incidentes que tradicionalmente causan retrasos. Tercero, esta tecnología podría contribuir significativamente a la seguridad vial, al reducir las posibilidades de colisiones y otros accidentes de tráfico.

Sin embargo, la adopción de una cuarta luz semafórica y la transición hacia un tráfico dominado por vehículos autónomos no están exentos de desafíos. La integración de sistemas de señalización avanzada requerirá una inversión significativa en infraestructura, además de la necesidad de establecer estándares y protocolos de comunicación universales. Además, existen preocupaciones legítimas sobre la privacidad y la seguridad de los datos, ya que este sistema requeriría el intercambio constante de información entre vehículos e infraestructura.

Imagen creada con ayuda de ChatGPT con DALL-E.

La idea de un semáforo de cuatro luces para vehículos autónomos representa un fascinante cruce entre la tecnología y la infraestructura vial, un símbolo de cómo la inteligencia artificial y la automatización están preparadas para redefinir aspectos fundamentales de nuestra sociedad. A medida que avanzamos hacia un futuro de movilidad autónoma, la adopción de innovaciones como esta, no solo mejorará la eficiencia del tráfico, sino que también marcará el comienzo de una nueva era en la seguridad y la gestión vial. La transición promete ser compleja y llena de desafíos, pero el potencial para transformar positivamente nuestras ciudades y nuestra forma de vivir es inmenso. En última instancia, la conducción autónoma y el desarrollo de sistemas de señalización avanzados podrían llevarnos a un mundo donde los atascos de tráfico y los accidentes sean una rareza, más que una expectativa diaria.

Los desarrollos efectuados con los vehículos autónomos en la Universidad de Carolina del Norte, se han ampliado para aplicarlo al tráfico peatonal. Haciendo uso de la capacidad de los vehículos autónomos para comunicarse con otros vehículos autónomos, que activan la fase blanca cuando se acumulan en las intersecciones y permite coordinar su movimiento de forma más eficiente. Se trata, pues, de vehículos autónomos y “vehículos humanos” que se conectan en las fases blancas de las intersecciones.

Se trata de una metodología para incorporar de forma segura a los peatones en las intersecciones con vehículos de conducción automática, así como vehículos normales de uso humano. Los investigadores lo han hecho incluyendo un nuevo conjunto de parámetros en el modelo. Cuando los peatones se añaden en la mezcla, el concepto de fase blanca todavía mejora la eficiencia del tráfico para todos, según afirma el líder del proyecto, Hajbabaie. Si se implementa la adopción casi universal de vehículos AV, el modelo sugiere que los retrasos en las intersecciones disminuirían en más de un 25%.

Se dice que el equipo está preparando una prueba física que les permitirá experimentar con este concepto en el mundo físico, no sólo en un modelo de computadora. Además, están abiertos a trabajar con la industria y los socios de investigación para explorar formas de avanzar con estas tecnologías.

Alberto Requena
Alberto Requena
Acerca del autor

Este blog pretende ser una depresión entre dos vertientes: la ciencia y la tecnología, con forma inclinada y alargada, para que por la vertiente puedan circular las aguas del conocimiento, como si se tratara de un río; o alojarse los hielos de un glaciar de descubrimiento, mientras tiene lugar la puesta a punto de su aplicación para el bienestar humano. Habrá, así, lugar para la historia de la ciencia, las curiosidades científicas y las audacias científico-tecnológicas. Todo un valle.

El eldense Alberto Requena es catedrático emérito de Química de la Universidad de Murcia.

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