Aprender a aprender
¿Juego de palabras desvirtuado por el abuso o por el interés de la mercadotecnia educativa o competencia clave, fundamental, según las orientaciones de la Unión Europea para el desarrollo personal, social y profesional de las personas? Tal vez un poco de ambos, según el contexto en el que aparezca pero un elemento de enorme actualidad por su imbricación en la enseñanza y el aprendizaje, en el sistema educativo y en el progreso de nuestras sociedades.
Lo que entendemos por aprender a aprender está envuelto por una gran complejidad que abarca desde las habilidades para comenzar y continuar aprendiendo de manera autónoma de forma eficaz y acorde a nuestras necesidades en todos los ámbitos. Esto ha llevado a considerar una primera dimensión de "adquisición de las capacidades intelectuales, emocionales y físicas" y de las estrategias para desarrollarlas.
Una dimensión que, sin embargo, no puede desentenderse de otra más personal de motivación, confianza y autoestima en la labor de aprender y gusto por hacerlo. Sin ella, un descubrimiento no solo externo sino interior de las propias posibilidades, mucho menos trabajado por lo común en las aulas, la competencia se queda coja, falta de un referente tan imprescindible como la conciencia de quien aprende, la persona en su globalidad sola o con otras, alguien más allá de un ser desdoblado en tantas facetas como materias escolares o profesorado encargado de estas.
La gran actualidad de esta competencia tiene bastante que ver con el concepto de aprendizaje a lo largo de la vida y no limitado a una determinada etapa, en respuesta a un mundo sometido a cambios vertiginosos, mucho más que cualquier otra época, con respecto a la aparición de nuevos conocimientos y sus posibilidades de transmisión y acceso.
Son características que provocan, en un término de moda, una obsolescencia de parte de estos conocimientos, más efímeros que en el pasado así como la existencia de canales de distribución que van a llevar, que de hecho están llevando, a una cierta desvalorización del aprendizaje del contenido en sí y por sí, recuperable desde cualquier dispositivo al alcance de los dedos y una creciente importancia de aspectos metacognitivos como esa conciencia del propio proceso de aprendizaje, la valoración de los mejores modos para conseguirlo y una cierta personalización de este en al menos dos sentidos: por un lado, el valor de la experiencia personal y la integración de aprendizajes formales, informales y no formales y, por otro, aquella segunda dimensión personal que se cimenta en un autoconocimiento y un trabajo sobre las emociones y su gestión orientadas también al aprendizaje.
Decir aprender a aprender es dar protagonismo a quien aprende, elevarlo desde la condición de alguien que repite lo que se le enseña, o lo regurgita en un examen, a una parte activa en su aprendizaje. No obstante, estimar la verdadera importancia de esta competencia supone repensar la educación con una perspectiva más amplia que la que se cierne solo sobre quienes aprenden.
Dotar de relevancia a aprender a aprender consiste, más allá de eso, en considerar la necesidad de una interacción distinta a la del aula tradicional, una relación tiene que ver con los espacios, los tiempos, los objetivos mismos y la manera de alcanzarlos. Una educación en la que cuenten más los desempeños, que otorgue mayor confianza a quien aprende para explorar sus caminos y para alimentar su curiosidad (enseñar a prender, a avivar las ganas por aprender), que quizás aborde este fin desde metodologías más activas y cercanas a la realidad de quienes aprenden y, por todo ello, desde el punto de vista del profesorado, muy necesitada de una formación inicial y permanente.
En fin, todo el sistema educativo, en su propia organización, sus propuestas curriculares, en su apertura o mayor permeabilidad a las diversas fuentes de aprendizaje, en su relación y comunicación con el mundo laboral y todo lo que implica la transición hacia él, ha de participar de alguna manera. Aprender a aprender no es una competencia que comprometa solo a la persona que la adquiere sino a todas las personas e instituciones que puedan facilitar esta adquisición y su ejercicio.
Para saber más
Centro del Profesorado de Córdoba. Educar en competencias. Aprender a aprender
Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. LOMCE Competencias clave.
Jesús María "Pitxu" García Sáenz (Vitoria-Gasteiz, 1970) es doctor en Filosofía y Letras (sección Filología Hispánica) por la Universidad de Deusto. Como profesor de Secundaria ha trabajado en el IES Azorín de Petrer y en el CEFIRE de Elda, en la asesoría de plurilingüismo y en las de referencia sobre programas europeos y coeducación.