domingo, 1 de diciembre de 2024

La Saeta Eldense

Gabriel Segura
14 abril 2019
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La Saeta Eldense
Los Cinco Infelices, en 1958, en la escalera principal del Casino Eldense. De izquierda a derecha: José González Rico “Gonzalito”; Antonio Sirvent Casáñez “Mondonguito”; Vicente Sirvent Maestre “El Nene Primero”; Emilio Martínez Martínez “El duque de la Tartana”; y en el centro bajo Francisco Crespo Guarinos “Canutito”.

Transcurría plácidamente la Semana Santa de 1927. Ese año el triduo pascual iba a desarrollarse entre 14 al 16 de abril. En España, la dictadura militar de Primo de Rivera empezaba manifestar síntomas de agotamiento: el directorio militar (1923-1925) había dejado paso al directorio civil. La ciudad de Elda era gobernada por el industrial del calzado Pablo Maestre Sirvent, quien ostentaba la alcaldía accidental tras el fallecimiento en el cargo de Francisco López Pérez. El día 14 de abril de aquel 1927, hoy hace 92 años, tuvo lugar un episodio protagonizado por un grupo de jóvenes que, a medio camino entre lo irreverencia y la inconsciencia propia de la juventud, trascendió más allá de ese año y de la sociedad de su tiempo hasta quedar inmortalizado, de forma simpática, en una de las mas populares cancioncicas que durante las décadas siguientes y hasta llegar a nuestros días, se cantan durante las Fiestas Mayores.

Los protagonistas: José González Rico “Gonzalito”; Antonio Sirvent Casáñez “Mondonguito”; Vicente Sirvent Maestre “El Nene Primero”; Emilio Martínez Martínez “El duque de la Tartana”; y en el centro bajo Francisco Crespo Guarinos “Canutito”. Todos ellos jóvenes, con edades entre 17 y 19 años.

Cómo muy bien relató Camilo Valor Esteve, en la revista Fiestas Mayores de 2011, desconocemos quién compuso la canción conocida hoy como “La Saeta”, cuya letra es una versión libre del corrido mexicano “La maquinita”, cantada por el cantautor Óscar Chávez.

“…tal y como dice la canción se fueron de merendola y durante la misma, como eran muy aficionados al canto, entre sorbo y sorbo de vino, estuvieron ensayando saetas para interpretarlas al paso de la procesión del Silencio”. El abuso del vino de Valdepeñas soltó las lenguas e hizo descender el umbral de desenfado. Entonces “…fueron a pedir permiso para ver la procesión del Jueves Santo a la tienda de Manuel Esteve Beltrán que estaba en la plaza de la Constitución, haciendo esquina con la calle “La Purísima” y conocida por “Casa la Chiqueta” que es como llamaban a su esposa, Francisca Bernabé, las clientas de Petrel y de Monóvar”. Al paso de la procesión, Mondonguito, encaramado al balcón e inspirado por el morapio manchego entonó la Saeta previamente ensayada durante la copiosa merienda. Como bien dice Camilo Valor, “Intentaron impedírselo tapándole la boca y sujetándolo para que no cantase pero no pudieron evitar que, desaforado, gritase “Viva el vino Valdepeñas” a lo cual ya se unieron todos, organizando el imaginable escándalo que hizo que viniera el inspector de la guardia municipal Manuel Amat Arenas, conocido como el “Rojo Lupia”, a detenerlos y llevarlos al calabozo del Ayuntamiento, escapándose “Mondonguito”, que luego fue llevado por su padre al calabozo cuando éste se enteró de lo acaecido y con el consiguiente disgusto. Pasaron allí la noche del Jueves y todo el Viernes Santo, hasta que los dejaron salir bajo multa de 25 pesetas cada uno.

Como se puede apreciar, en aquel episodio de hace 92 años, fruto del desenfado de la juventud, está el origen de una de las cancioncicas que ya forma parte de nuestro cancionero popular eldense y por tanto de nuestro patrimonio como pueblo.

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Gabriel Segura
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