Vendréis hasta aquí, mortales
Un sábado 1 de noviembre de 1952, festividad de Todos los Santos de hace 66 años, el Ayuntamiento de Elda inauguraba dos placas o lápidas, en mármol gris, situadas en a ambos lados de la puerta principal del cementerio municipal eldense.
Con un coste económico de mil pesetas cada una, fueron realizadas a propuesta de Maximiliano Aguado Bernabé, a la sazón concejal de Cultura del ayuntamiento de Elda. En ambas lápidas, que todavía flanquean el acceso al camposanto eldense, se recogen quizás dos de las más famosas décimas del versificador eldense por excelencia, Francisco Ganga Ager (1812-1871), conocido popularmente por “El Seráfico”.
Dice la primera de las décimas seráficas:
Vendréis hasta aquí, mortales
dejando ese mundo ruin;
aquí encontrareis el fin
de los bienes y los males
desde los más principales
al pobre que con la azada
se gana un pan de cebada,
desde el más sabio al más tonto
aquí llegaréis muy pronto
reducidos a la nada.
Mientras que en la segunda, titulada “Igualdad ante la muerte”, el Seráfico hace un alegato de profunda raigambre medieval:
Mueren todos los prelados,
jueces y gobernadores,
grandes, medianos, menores,
doctores y cirujanos
abrid los ojos, mundanos
no pecar que eso es locura
y hagamos la compostura
que hemos de morir
y nos tiene que cubrir
una triste sepultura.
Composiciones que al decir de Vicente Vera Esteve: “Son dos de las poesías con mayor sentido y significado humano y social, es todo un compendio filosófico sobre la vida y la muerte del hombre, una reflexión en silencio …”. A pesar del llamamiento de atención a lo efímero de la vida, de los honores y las distinciones, con estas décimas el ingenio del Seráfico se volvió eterno.