Elda en la exposición universal de Viena, de 1873
Corría el año de 1873 y la laboriosa villa de Elda, con apenas superados los 4.000 habitantes, todavía permanecía arraigada a su pasado agrícola. Sin embargo, la llegada del ferrocarril en 1858 y la inauguración de la estación de ferrocarril en 1862 habían permitido que determinados sectores productivos, especialmente el agrario y el de manufactura de esparto iniciaran un moderado desarrollo.
Terratenientes y propietarios agrícolas se afanaban en mejorar y dar a conocer los productos de los campos y la huerta de Elda. Alicante y Madrid eran lugar de destino de las producciones de aceite y vino, así como de frutas y almendras. Producción agrícola a la que cada vez más se sumaba un mayor volumen de productos manufacturados con el esparto cultivado en nuestros montes. Por ello, la convocatoria de la Exposición Universal de Viena para 1873 fue vista por aquellos prohombres de negocios como una oportunidad para abrir mercados internacionales a sus productos.
El esquema de participación provincial aplicado por el gobierno del rey Amadeo y mantenido por el gobierno de la República permitió que las provincias de Alicante y Valencia, junto con Cataluña, fueran las que contaron con una mayor representación en los sectores agrícolas e industriales de toda España. La pequeña villa de Elda que aspiraba a convertirse en laboriosa ciudad pudo estar presente, en aquel encuentro mundial celebrado en la capital del imperio austro-húngaro entre el 1 de mayo y el 31 de octubre de 1873, gracias a la iniciativa de cinco eldenses, entre los que encontramos a los mayores terratenientes y principales hombres de negocios del momento. Las producciones agrícolas estuvieron representadas por:
Pedro Juan y Amat, hacendado y rico comerciante que había hecho fortuna en Madrid con la venta de productos agrícolas para la villa y Corte, y cuyos negocios le permitieron acumular una considerable fortuna, parte de la cual se vio plasmada en la construcción de la conocida como Casa de las Beltranas, en 1865. De entre todos los productos comercializados, Pedro Juan y Amat llevó a Viena los aceites, vino y la almendra eldense.
Lamberto Amat y Sempere, persona culta y formada, verdadero erudito local, fue el mayor de los terratenientes eldenses del momento, habiendo desempañado diversos oficios municipales durante el reinado de Isabell II; aunque tras el destronamiento de ésta, se dedicó al fomento de sus negocios particulares. Así, en esta ocasión veremos a Lamberto Amat enviar el afamado aceite de los olivares de Elda a la exposición de la capital imperial.
Del mismo modo, y desde la vertiente industrial, serán otros hombres lo que lleven el nombre de Elda hasta el corazón de Europa.
José Pérez Gil, dedicado a la manufacturación del esparto, participó con sus felpudos de esparto; al igual que, un tal Amat y Maestre, estuvo presente con una muestra de la cordelería de esparto. Por su parte, el industrial Manuel Olcina Gosálvez, propietario de un molino en el Chorrillo para la elaboración de papel, participó con su reputado papel de estraza.
De esta forma Elda iniciaba su andadura y presencia comercial por toda Europa. Nadie en la Elda de aquel momento se podía imaginar que apenas dos décadas más adelante, aquellos cinco o seis pequeños talleres de maestros zapateros existentes en las calles Cantó, Dueñas, Hospital o plaza de Arriba y de San Pascual, se convertirían en el origen de una industria que transformaría por completo una pequeña villa agrícola en un pujante ciudad industrial y llevaría el nombre de Elda por todo el mundo.
1 de mayo al 31 de Octubre. Exposición Universal de Viena.
En la Exposición Universal de Viena participaron como expositores diversas personas de Elda:
Pedro Juan Amat, aceite, vinos y almendra.
Lamberto Amat y Sempere, aceite.
Manuel Olcina Gosálvez, papel de estraza.
José Pérez Gil, felpudos de esparto
Amat y Maestre, cordelillo de esparto.
(BVPH, El Constitucional, nº 441, 2 de abril de 1873, p. 1)