Isabel Castillo, mucho más que una maestra
Isabel Castillo posee en su casa una carpeta azul que guarda, grabadas con su propia caligrafía, las decenas de palabras de amor y de despedida que un día, no hace tanto tiempo, sus alumnos y los familiares de los mismos le hicieron llegar cuando supieron que la Academia Castillo ya no volvería a abrir sus puertas el siguiente curso: “Ha llegado el momento de parar mi trayectoria de enseñanza en inglés porque considero que necesito desconectar. Y mi mayor recompensa en mi trabajo ha sido el sentirme querida por todos vosotros y apoyada con vuestra compañía y cariño. Os quiero muchísimo y siempre estaréis conmigo”, les escribió Isabel. Desde entonces los mensajes de gratitud no cesaron de llegarle y ahora, un año después, su carpeta está repleta de palabras de cariño.
Isabel López Ortega, ya que Castillo es el segundo apellido de su padre, Francisco López, al que pretendió rendir homenaje, tiene ahora 71 años y fue a los 14 cuando decidió que quería innovar estudiando inglés en lugar del francés, obligatorio entonces. Su familia encontró en Valle de Elda el anuncio del profesor de inglés Juan Juan que decía: “Solo para superinteligentes o millonarios”. Isabel no lo dudó, su padre tampoco y así estuvo preparándose durante cuatro años antes de emprender una nueva vida en Londres con su mayoría de edad recién alcanzada.
A la capital inglesa llegó a principios de 1972 y vivió en la casa de un amigo de su padre en el barrio de Hounslow West. Se formó, estudió en la universidad, perfeccionó su inglés y para 1974 estaba de regreso a Elda. Por las mañanas trabajó como traductora para Edison Brothers y por las tardes empezó a dar clases de inglés en la casa de su madre hasta que en 1990 reformó y abrió de la mano de su marido la Academia Castillo, “la primera de Elda”, asegura.
“¡Que me han cogido Isabel, que estoy en British Airlines!”, recuerda Isabel sobre lo que le escribió una de sus antiguas alumnas. Algunos de sus alumnos venían de Alicante, Monóvar o Novelda, ella los recuerda con cariño. Con muchos no ha perdido el contacto y la llaman para contarle nuevos acontecimientos de sus vidas: “Tienes que estar por la gente y si ves que una persona se hunde, tienes que levantarla, porque para eso estás trabajando de la mano con ellos”, afirma la que es referente para muchos.
Para Isabel, su trabajo en la academia, junto a su vida con sus dos hijos, lo ha sido su todo. Aunque asegura haber pasado por momentos oscuros, logró impedir que la desesperanza no le dejara dar clase, porque cumplir con sus clases fue siempre para Isabel lo más importante. Ahora que se ha jubilado ocupa sus días dando largos paseos por la ciudad y asiste como alumna a clases de arte y egiptología en la Universidad para mayores en la sede de la UNED en Elda.
Más allá del inglés, Isabel cree que sus alumnos se llevaron algo de ella, como el valor de la honestidad porque siempre la han visto decir la verdad y predicar con el ejemplo.
Isabel es una persona muy querida, de hecho, cuando va a algún lugar y tiene prisa, debe de hacerlo en coche porque andando la paran por la calle para hablar con ella. “Mi mayor orgullo, más que mi trabajo, es que la gente se acuerde de mí y que me quiera. Mi recompensa es lo que todo el mundo me dice y me transmite de corazón. Es genuino”, sostiene Isabel Castillo sobre el orgullo que experimenta al sentirse tan estimada y valorada.
Con la gente que ha pisado sus aulas asegura haber sido profesora, consejera y psicóloga. “Todos me han marcado y con todos he aprendido. Os quiero por haber estado siempre cerca de mí”, les dedica a sus alumnos.
Ellos, por su parte, le escriben que se han abierto camino por el mundo "gracias al inglés que han aprendido contigo”, indica uno de ellos. “Tus enseñanzas han quedado grabadas en muchos de tus alumnos”, le dedica otra. “Has sido siempre mucho más que una profesora porque nos has ayudado y has estado al lado de quienes hemos pasado por la academia”, le escribe otra. “Agradecerte, como siempre, ser parte de nuestras vidas” o “Jamás podremos llegar a agradecerte la influencia que has tenido en nuestras vidas” son otros mensajes de sus exalumnos.
Aunque después de más 30 años de trayectoria, su academia de inglés ha cerrado sus puertas, ella tendrá siempre abierto el corazón de las distintas generaciones de esta ciudad. Porque su legado ha traspasado la barrera de la enseñanza para transformarse en el cariño mutuo que existe entre ella y quienes fueron sus alumnos.