Antonio Amorós, una vida al servicio de los petrerenses
Antonio Amorós es un petrerense más por derecho propio. Aunque nació en La Algueña, la vida le llevó a formar parte de la Policía Local de Petrer en 1983, y de los 41 años que ha estado al servicio de la población, 36 han sido al frente de la jefatura de la misma. Para él ha sido un trabajo gratificante, pues siempre tuvo claro su vocación de ayudar a la ciudadanía.
La suya ha sido una vida al servicio de la población. Ingresó con 19 años en la Guardia Civil, donde permaneció cuatro años, tres en el País Vasco y uno en San Vicente del Raspeig. En el año 1983 aprobó las oposiciones y tomó posesión de su plaza en Petrer. Su etapa en el norte no resultó fácil: “Trabajar en el País Vasco fue complicado. Había numerosos atentados en los 80, ETA mató a varios de mis compañeros en ataques terroristas. Tuve que llevarlos a hombros, fue una etapa muy gris que padecí en primera persona”.
Su vida cambió al volver al levante. Tras un año como Guardia Civil en San Vicente, la llegada de la democracia abrió nuevas posibilidades y se crearon las plazas de Policía Local. Al conocer esta opción no dudó en presentarse y consiguió una plaza en Petrer. En la localidad ha desarrollado su vida personal y laboral, y al cabo de cinco años estaba al frente de la jefatura de la Policía Local de Petrer tras pasar por todas las escalas. Durante un breve periodo de dos años asumió la jefatura de Elche, pero regresó a su querido Petrer.
En el municipio ha sido feliz: “Han sido 41 años y medio y ha habido de todo, pero me quedo con lo bonito, y lo más importante, estar al servicio del ciudadano, eso es lo que siempre me ha motivado”. Asegura que el suyo ha sido un trabajo “muy gratificante; el poder responder cuando alguien pedía ayuda me llenaba. Creo que he disfrutado mucho haciendo el bien y socorriendo a la gente. Para mí ha sido un privilegio ayudar a la población”.
Aunque no todo fue positivo. A lo largo de cuatro décadas también hubo momentos oscuros. El peor, afirma sin dudar, fue el atraco a la CAM en 2008, cuyo resultado fue de dos agentes de la Policía Nacional heridos por disparo, uno de los dos atracadores fallecido en el tiroteo y el otro herido de gravedad. Asegura que “había vivido algo así años atrás en el País Vasco pero no creía que eso pudiera ocurrir aquí”. Otro suceso que le marcó fue “el apuñalamiento a unos críos de unos 15 años durante las fiestas de Moros y Cristianos por no dejar a otros jóvenes entrar al cuartelillo”.
Ha pasado por todos los gobiernos democráticos hasta la fecha y asegura ser afortunado, pues “siempre me he sentido un profesional respetado; nunca me he significado políticamente, pero sí he demostrado lealtad al Ayuntamiento y al municipio, he cumplido con mi trabajo sin mirar colores políticos”. Está agradecido con todos los políticos que le han dirigido y le han dejado hacer su trabajo, algo que considera muy importante, “sé de casos en que no es así y ha sido algo muy bueno”.
“Dirigir la plantilla de Petrer ha sido un placer, siempre he tenido la suerte de tener unos profesionales excelentes que lo han dado todo. Me han hecho muy llevadero el trabajo de dirigirles, siempre han colaborado y han realizado un trabajo impecable, estoy muy agradecido a todos”, asegura. Su marcha el pasado mes de mayo fue dulce, entonces se jubiló a los 65 años arropado por su familia, amigos y compañeros, con la sensación del deber cumplido. Ser policía era una forma de vida y está muy satisfecho con la suya.
Aún se está adaptando a esta nueva etapa de su vida y admite tener sentimientos encontrados: se levanta y ya no siente el peso de la responsabilidad, lo que es un alivio, pero han sido tantos años cargándolo, que se hace poco a poco, si bien quiere dejar la nostalgia atrás.
Ahora piensa en un futuro en el que pueda viajar, disfrutar de su familia y sus amigos. Espera seguir haciendo lo que más le gusta, leer y hacer deporte. En definitiva, descansar y disfrutar de una merecida jubilación en Petrer.
