Tres eldenses regresaron después de once años de cautiverio en Rusia
En estos entrañables días de septiembre en los que muchos eldenses visitamos las imágenes de los Santos Patronos, unos para agradecer, otros para pedir y todos para recordar, rememoro la llegada -hace 65 años- de aquellos eldenses que esperaron durante once años, cautivos en los campos de concentración de Rusia, para volver a su patria y su pueblo.
La historia de estos hombres podemos comenzarla en 1942. La Segunda Guerra Mundial estaba en un momento álgido. España trataba de reponerse de nuestra Guerra Civil haciendo equilibrios para no entrar en este nuevo conflicto.
En 1941 se creó la 250ª División de Infantería, oficialmente llamada División Española de Voluntarios, más conocida como División Azul, formada por voluntarios para luchar contra la Unión Soviética. Los motivos para alistarse fueron muy diversos: desde puramente ideológicos, hasta económicos, pasando por blanquear culpas propias o familiares, etcétera. Según información de la hemeroteca de ABC, fueron 65 los jóvenes eldenses que se alistaron y 25 los que murieron. Parece una cifra algo abultada, pero lo que aquí recordamos es que tres de ellos cayeron prisioneros y estuvieron once años en los campos de concentración de Stalin, por lo que se les dio por muertos. Los tres se alistaron en 1942.
Adrián Amorós Herrero nació en Elda (28-1-1914). Militar profesional, era brigada de infantería en Tetuán, allí se alistó y antes de marchar de España, pasó por Palma de Mallorca para despedirse de su esposa, a la sazón embarazada.
Enrique Giner Sanahuja nació en Cullera (Valencia), ayuntamiento de Favareta (14-12-1922). Residía en Elda, en la calle Roma nº 7 y trabajaba como zapatero en la fábrica Viuda de Manuel Vera. Se alistó en Jefatura de Milicias de Alicante el 26-7-42.
Julio Olaya Pomares nació en Elda (14-4-1925). También se alistó en Alicante en 1942. Tenía 17 años y como la edad mínima era de 20, tuvo que falsear su fecha de nacimiento.
El desplazamiento hasta Alemania se realizaba en tren por la frontera de Hendaya, donde los soldados españoles pasaban un reconocimiento médico. Desde allí seguían en tren atravesando la Francia ocupada y entraban en Alemania por Estrasburgo hasta llegar a la base militar de Grafenwöhr, desde donde eran trasladados al frente ruso. Amorós fue destinado a la 3ª-I-262, mientras que Giner y Olaya lo fueron a la 4ª-I-262.
A poco de llegar, Giner fue herido de gravedad en el abdomen, probablemente en los alrededores de la ciudad de Pushkin, pues según consta en su expediente médico, lo evacuaron al cercano hospital de campaña de Krasnogwardeisk el 23 de octubre de 1942 por "...herida en pared abdominal en sedal a la altura del epigastrio...". Dos días después lo trasladaron al hospital de Riga (Letonia) donde le dieron el alta tres meses después, el 30 de diciembre, y se reincorporó a su unidad. Volvió al frente a una línea de unos 27 km que se extendía entre Krasny Bor y Pushkin, en los arrabales de Leningrado, frente a la pequeña ciudad de Kolpino controlada por los soviéticos.
A las 6,40 de la mañana del día 10 de febrero de 1943, a 27 grados bajo cero, comenzó una ofensiva rusa para romper el cerco de Leningrado por el sector de Krasny Bor, defendido por los españoles. Con una preparación artillera de 700 piezas, los rusos hicieron un disparo cada 10 segundos durante más de dos horas. Luego siguió el bombardeo de la aviación soviética. Por último, 44.000 hombres, apoyados por 100 tanques, se lanzaron contra las maltrechas líneas españolas defendidas por unos 5.900 soldados provistos solo de armamento ligero. Cuando acabaron la munición, contraatacaron los españoles con las bayonetas. El frente se estabilizó el día siguiente. Se produjeron 2.252 bajas españolas por 10.000 del Ejército Rojo. Cerca de 300 españoles cayeron prisioneros, entre ellos nuestros tres paisanos. El también eldense y divisionario Lorenzo Brotons luchó durante más de cuatro horas al lado de su cuñado Enrique Giner en el terraplén de la vía del tren «Octubre» que cubría la línea Leningrado-Moscú. Él se salvó, pero Giner, junto a Olaya y Amorós desaparecieron. En la confusión fueron dados por muertos. Ya prisioneros, los condujeron en pequeñas columnas hacia la ciudad de Kolpino, a la llamada «Casa Colorada». En el camino los despojaron de sus prendas de abrigo y propiedades. Los heridos que no podían andar fueron asesinados brutalmente. Al llegar, los hacinaron en pequeñas habitaciones y los sometieron a torturas y hambre. Desde allí se les trasladó a los campos de Cherepovéts cruzando el helado lago Ladoga, donde muchos sufrieron congelaciones. Aquí se les perdió la pista. Es seguro que los llevaron a alguno de los muchos campos de trabajo de Siberia, llamados "gulag" (acrónimo de Dirección General de Campos de Trabajo) y trasladados en varias ocasiones. La vida en estos campos era infernal: se empleaba a los prisioneros en toda clase de trabajos forzados en jornadas agotadoras sin ropa protectora para hacer frente a temperaturas de 40 grados bajo cero: minería, construcción de vías férreas, faenas agrícolas, etcétera. Padecieron enfermedades como disentería, escorbuto, tuberculosis... El porcentaje de mortalidad fue de alrededor del 25%, además de los asesinados por los rusos y algunos suicidios.
Las gestiones para la liberación de los prisioneros se iniciaron en 1946 y en ellas se usó la intermediación de muchos países y personas, pues España y Rusia no mantenían relaciones diplomáticas. Conseguido el permiso de Rusia, la Cruz Roja Francesa fue intermediaria junto con la Cruz Roja Española en el traslado de los cautivos. España fletó un barco griego, el "Semiramis", por 34.000 dólares, que partió de Odessa el 26 de marzo. Hizo escala en Estambul y llegó a Barcelona en la tarde del día 2 de abril, donde una multitud los esperaba en el muelle con gritos patrióticos. Familiares y divisionarios lloraban por la emoción del reencuentro. Nada más bajar a tierra se postraron besando el suelo. Aún hoy en día, leer las crónicas de la época ponen un nudo en la garganta. Tras recibir regalos y pasar un reconocimiento médico, partieron hacia sus lugares de origen. El día 4 de abril de 1954, hacía su entrada triunfal en la estación de Elda el tren que traía a nuestros dos paisanos. Sólo vinieron Giner y Olaya, pues Adrián Amorós, desde Barcelona viajó a Palma con su familia. Yo tenía 13 años y acompañé a mi padre ese día en la estación. Recuerdo el inmenso gentío que llenaba vías y andenes, las ovaciones, los vítores, y la multitud cantando el "Cara al Sol". El alcalde, José Martínez González y el jefe local de Falange, Manuel Esteve, les dieron la bienvenida y seguidamente varios voluntarios los llevaron a hombros por la avenida de Sax, la calle Legionarios (hoy Luis Buñuel) y Los Giles, hasta la iglesia de Santa Ana, donde se postraron ante nuestros Santos Patronos dando gracias por su regreso. El párroco José María Amat los bendijo y trató como «héroes de la Patria». Seguidamente salieron al balcón de la sede de la Jefatura Local de Falange, pero no pudieron hablar por la emoción que les embargaba y el agotamiento del viaje.
Mi padre, gran aficionado a la fotografía, se las arregló para obtener unas instantáneas que yo no recordaba y cuyos negativos encontré hace poco. Puede verse el tren entrando en la estación y el recibimiento por el jefe de Falange. Por cierto, una apresurada interpretación de esta imagen ha dado lugar a la falsa creencia de que son los tres repatriados, ya que en la misma vemos a cuatro personas con la camisa falangista. Son Julio Olaya Pomares, junto al jefe de Falange con su uniforme, Enrique Giner Sanahuja y su cuñado Lorenzo Brotons, también divisionario pero que no cayó prisionero a pesar de luchar a su lado en la batalla de Krasny Bor, quien luce la Cruz de Hierro en su camisa y sostiene al excautivo. En otra imagen en que Giner tiene la camisa entreabierta se aprecia la cicatriz que le quedó de la herida en combate.
¿Qué fue de estas personas después de su liberación?
Juan Negreira, autor entre otros libros de Los baleares en la División Azul me proporciona los datos: Adrián Amorós volvió a Palma, se reincorporó al ejército en el Batallón de Infantería Llerena I, en Inca y ascendió a Teniente. En 1958 se le concedió la Medalla de Sufrimientos por la Patria con cinta naranja. Ese mismo año lo destinaron al Regimiento de Infantería Palma 47. En 1959 le impusieron la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. En 1961 cursó baja en la escala profesional. Falleció en Palma de Mallorca el 16 de diciembre de 2003 a la edad de 89 años. Fue uno de los fundadores de la Hermandad de Excombatientes de la División Azul en Baleares.
Carlos Caballero Jurado, presidente de la Hermandad de la División Azul de Alicante, prolífico autor de libros sobre la División, el último de ellos La División Azul, de 1941 a la actualidad... de reciente aparición y recomendable lectura, me ha proporcionado los datos de Enrique Giner Sanahuja, incluyendo la ficha médica del hospital que le atendió, documentos y certificaciones del consulado en Düsseldorf y su traducción del alemán, entre otros.
Al volver a Elda trabajó en nuestro Ayuntamiento hasta el mes de julio de 1955. Posteriormente pasó a residir en Alicante, en el barrio de Benalúa, donde fue empleado en Tabacalera hasta por lo menos el año 1985. En fecha desconocida, volvió a Elda. Enfermo de Alzheimer, lo visitaba en su casa de la calle París mi amigo y compañero el doctor Carlos Mendiola Olaya, quien me cuenta que siempre lo recibía con una cancioncilla de las trincheras rusas:
"¡Atención por la vaguada! Son tártaros, mongoles y siberianos. Vienen con el puñal en la mano y a todos nos meten mano".
Los datos de Julio Olaya Pomares me los ha proporcionado en amigable charla su propio hijo, el doctor Julio Olaya Monteagudo. Me cuenta que su padre era una persona muy cordial y extrovertida. Me confirma que alteró su fecha de nacimiento para marchar a los 17 años y estaba encuadrado como francotirador. En el "gulag" jugaba ajedrez con los rusos y con el también cautivo de Sax, Gil Alpáñez. Hablaba siete idiomas, entre ellos alemán, ruso, polaco y letón. Al llegar al campo de trabajo, los soviets pidieron obreros especializados y sus compañeros dijeron señalándolo: "Este es de Elda, así que sabe hacer zapatos". Se las ingenió para hacer no solo zapatos, sino botas para los rusos y rusas del lugar. Un día que cargaba leña en el bosque junto a Gil Alpáñez, descubrieron ortigas. Las cogieron y ya en el campo las cocinaron como sopa. Se armó un gran revuelo pues los rusos creyeron que era para suicidarse, pero se calmaron cuando las probaron. Compartió campo con el piloto personal de Hitler. Ya volviendo, en Odessa le robaron todas sus pertenencias, entre ellas una espada de honores que le habían regalado. En Elda, un compañero alemán de cautiverio, Willi, venía en verano con su familia para visitarlo. Dirigió la antigua lonja del mercado, donde vivió hasta que la derribaron para construir la actual. Ayudó a muchas personas con los trámites municipales para la apertura de negocios, etcétera. A pesar de ser una persona alegre tenía pesadillas de las que se despertaba gritando que no le pegaran más... Planificó una visita a los lugares que conoció en la Unión Soviétca, pero no pudo realizarla pues, enfermo cardíaco, tuvo que someterse a una intervención quirúrgica y falleció poco después, el 4 de marzo de 2002. Le faltaba un mes para cumplir 77 años.
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