Una familia eldense en busca de lo paranormal
La humanidad siempre ha querido saber qué ocurre después de la muerte. Una familia eldense, formada por Francisco González, Marian Romero, y uno de sus hijos, Cristian González, se ha propuesto dar respuesta a esta duda existencial. Apasionados por el mundo paranormal, están seguros de que el espíritu de una persona puede quedar atrapado entre los muros de una casa. Por ello, desde hace años realizan investigaciones de campo con el objetivo de contactar con los fantasmas a través de psicofonías y demostrar que hay algo más después de la muerte.
Esta familia fundó hace seis años la asociación Exploradores de Misterios. Marian y Cristian siempre han creído en la existencia de espíritus porque han tenido vivencias, de hecho, Marian asegura que poco después de casarse vio en su casa a una niña pequeña que la llamaba desde bajo de una cama. Poco tiempo después identificó a la pequeña como una tía suya que falleció a los cinco años, tras encontrar una fotografía que guardaba su madre. Lo que desconocen es a qué se debe su capacidad de ver espíritus.
Su marido Francisco, por otro lado, era escéptico, aunque acompañaba a su familia en los viajes que hacían para captar espíritus, siempre pensaba que no conseguirían nada. Hasta que una noche de 2012 en el Preventorio de Aigües de Busot todo cambió. Se acuerda perfectamente: “Estaba en una de las estancias de la tercera planta y grababa a mi hijo y a un amigo con un teléfono móvil, me quedé de piedra al escuchar cómo me susurraban al oído tres palabras: 'Ahí, ahí, ahí'. Fue tan claro que se registró en el vídeo”. Asegura que no había nadie a su alrededor, por lo que “desde entonces tengo claro que hay algo más”.
Fue entonces cuando decidieron crear la asociación Exploradores de Misterios para dar respuesta a lo desconocido y compartir su afición con quienes tuvieran sus mismas inquietudes.
Su pasión por lo paranormal les ha hecho viajar por todo el país. Pero antes de cada salida realizan una investigación exhaustiva, se empapan de la historia del lugar y de los hechos que allí acontecieron. Solo entonces se adentran en los imponentes caseríos y edificios abandonados que lucen casi siniestros iluminados solo a la luz de la luna durante la noche, que es cuando mejor trabajan, evitando el ruido del día.
Lo primero que aclaran es que “no siempre se capta algo, hay muchísimas salidas en las que volvemos igual que llegamos, sin nada”, explica Cristian. Además cuando consiguen algo, “suele ser a través de la grabadora y lo descubrimos al volver a casa y escucharlo en el ordenador. Primero buscamos la explicación lógica, y si no la tiene, empezamos a investigar sobre lo que hay y por qué está ahí”, apostilla su madre.
Su persistencia y trabajo les ha permitido grabar a lo largo de sus múltiples salidas desde pasos hasta susurros, además aseguran que los espíritus les abren y cierran puertas, hasta en ocasiones les guían a través de la distintas estancias para mostrarles algo, indica Marian. A ella una vez le movieron un mechón de pelo, arriba y abajo varias veces, algo que no pudo ser por el viento, asegura.
Lo primero antes de afrontar una de estas experiencias es “olvidarse de todas las películas de terror, aquí no te aparecerán demonios por las esquinas ni niñas girando la cabeza”, dice Cristian. Tienen claro que su labor no es convencer a nadie, lo hacen por pasión y no cobran por ello. Con satisfacción afirman que cada vez se toma más en serio la parapsicología, de hecho, un Ayuntamiento de la zona -que prefieren dejar en el anonimato- les pidió que realizaran una investigación de su castillo porque ocurrían sucesos inexplicables, algo que antes nadie creería posible.
A lo largo de los años se han hecho con distintos aparatos especializados en captar presencias paranormales como un detector de movimientos, otro para captar altas y bajas frecuencias, así como un medidor de temperatura que permite descubrir al instante cambios bruscos. Para grabar psicofonías utilizan una grabadora digital y se ayudan con el “Spirit Box”, un novedoso aparato para parapsicólogos que en cuestión de micras de segundo barre varias estaciones de radio y diversas frecuencias creando ruido “blanco” que, afirman, permite escuchar voces, palabras e incluso frases de los difuntos.
Elda
En Elda también han realizado algunas investigaciones, la que más destaca es la de la casa de Bolón en la que Adelina fue asesinada a manos de su marido en presencia de su hija hace 40 años y que la policía descubrió cinco años después, cuando Rosa contó la verdad. Tal fue su trabajo que consiguieron dar con Rosa, que reside en una localidad de Lugo, la pequeña que presenció el asesinato de su madre por un disparo. La entrevistaron y la acompañaron al que fue su hogar.
Tras numerosas investigaciones para esta familia no hay duda, creen que el espíritu de una persona puede quedarse ligado a una casa, más si ha ocurrido algún hecho truculento. Esta idea les anima a seguir investigando el misterio de lo que ocurre después de la muerte, que tanto les apasiona.