Nace El Faro Comunidad Creativa, primer espacio multicultural creado por jóvenes
El Faro Comunidad Creativa es un nuevo espacio multidisciplinar ubicado en la zona conocida como “Ciudad sin ley”, en Petrer. Se trata de una comunidad creativa física en la que varios artistas y profesionales comparten su sede, sus intereses e ideas, lo cual les permite seguir creciendo. El Faro cuenta con “La Peineta, arte en movimiento”, un espacio que está principalmente dedicado a las artes escénicas como danza o teatro. Este mes de octubre están realizando diversos talleres y charlas, que concluirán el próximo sábado 27 de octubre con una jornada de baile con el “1st Meeting point” a cargo de la asociación Swing Wolfs. Esta actividad de baile de swing será impartida por Maxi Prado y Claudia Biggeri (Buenos Aires) y Paul López (Madrid).
La iniciativa ha partido del artista Omar Arráez con el respaldo de otros compañeros. Según explica, la idea surgió con la finalidad de disponer de “un espacio que permita crear una comunidad creativa física donde la interacción de las personas tenga lugar y generar así una especie de red de relaciones en torno a distintos oficios artísticos y artesanales en el ámbito local". El nombre lo toman de la antigua "cooperativa de trabajadores de calzado El Faro”, la cual se fundó en 1930 en Petrer y se disolvió durante la Guerra Civil.
El propósito de las personas que impulsan este proyecto es crear, compartir y generar sinergias. El Faro se ubica en una antigua nave industrial, lo que para ellos constituye un espacio idóneo, pues “es un lugar que acumula parte de la historia y memoria de este valle”. Se trata de una de las naves más antiguas y de las pocas conservadas en la zona que data de comienzos del siglo XX.
El edificio lo levantó la familia Chico de Guzmán como fábrica de calzado. Durante los años de guerra se paró su producción y se militarizó el complejo industrial. Posteriormente se sucedieron varias empresas en este espacio, que terminó albergando talleres clandestinos en los últimos tiempos.
Ahora esta pequeña comunidad de creativos rehabita ese espacio como centro de actividad dedicado a oficios como el diseño gráfico y web, la estampación, las artes visuales y escénicas, así como la artesanía o la fabricación de muebles con material reciclado. Cada uno de ellos dispone de su propio estudio, lo que les permite desarrollar sus actividades con autonomía pero formando parte de un espacio compartido y común, lo hoy popularmente se conoce como “coworking”.
Las comunidades artísticas son una realidad en las principales ciudades del mundo, por ejemplo en Berlín, Nueva York, Londres o París. Arráez afirma que son referentes ineludibles así como otras experiencias más cercanas y recientes. Sin ir más lejos, se plantean organizar junto a sus vecinos y compañeros de la Ciudad sin ley una serie de jornadas de puertas abiertas para mostrar su trabajo y desarrollar actividades relacionadas con la diversidad de la cultura y la creación actuales.