Pasión inquebrantable por el Monte del Cid
Roqui González conoce el Cid como nadie tras 28 años subiendo casi a diario a este conocido monte ubicado en el término municipal de Petrer. También Rogelio Puche Ortuño, de 71 años, lleva 20 años ascendiendo al Cid, con la particularidad de que lo hace de noche.
Hace 28 años que Roqui González Felipe sube casi todos los días del año al monte del Cid en Petrer. Resulta curioso y sorprendente la constancia de esta mujer de 45 años, pues haga frío o calor, hacia las ocho de la mañana se dirige a las faldas del monte, y por uno de sus cincuenta senderos, se encamina con gran energía y buen ritmo hasta la cima.
Lo que encuentra en esta actividad es ante todo "paz y tranquilidad, y me hace darme cuenta de la suerte que tengo de estar bien", de hecho prefiere subir al Cid a quedar con las amigas en una cafetería. Para ella es una necesidad, sube todas las semanas como mínimo dos veces, en ocasiones todos los días, e incluso llega a repetir dos veces al día cuando puede, "y si no voy es por cuestiones médicas o alguna obligación, de lo contrario no fallo".
Actualmente, hay días que va acompañada de su hija adolescente, momento en el que aprovechan para hablar de sus cosas, aunque "cuando Elena era pequeña no entendía esta afición y me decía que no era como otras madres, pero ahora a ella también le gusta la naturaleza".
Además, este es un punto de encuentro con sus amigas, y cuando quieren hablar con ella le dicen "Roqui, ¿nos hacemos un Cid?", y con esta simpática expresión prácticamente se ponen en marcha.
La primera vez que Roqui González subió al Cid lo hizo acompañada por un grupo de amigos del Centro Excursionista de Petrer: "Ellos me dieron a conocer el mundo de la montaña, aunque siempre me había gustado la naturaleza, y dormimos en una cueva antigua de pastores!.
Añade que "actualmente para mí es una necesidad, soñaba con poder hacer esto y lo disfruto mucho. Allí me lleno de emociones, ves a gente que suele ir, generalmente personas mayores que utilizan la senda más corta, que es también la más conocida, pero hay otra senda denominada directa que es más intensa y está también la de Ferrata que es una vía en la que hay que llevar casco pues tiene desniveles y es más peligrosa. Si voy sola hago la ruta común y los fines de semana la directa, por la que tardo una hora y veinte minutos en subir y bajar corriendo. También hay recorridos de 10 a 14 kilómetros, yo los conozco casi todos".
Roqui es una deportista nata, corre, ha hecho bici de montaña, natación y practica yoga porque le hace sentirse bien. Por otro lado, está su pasión por el Cid, que la enriquece en muchos sentidos. De hecho, en una de estas salidas al Cid conoció a su actual pareja, Carlos Martí, con quien comparte esta bonita afición: "Coincidimos varias veces en el monte hasta que un día quedamos a tomar un helado, y nuestras primeras salidas fueron para subir al Cid. Allí hemos celebrado una Navidad y hemos visto las puestas de sol".
Su intención es seguir subiendo al Cid mientras pueda y si por circunstancias de la vida no pudiese dice que "seguiría disfrutando de los alrededores pues tiene cosas muy bonitas, como la cueva del tío Frescoreta o el camino por donde se contaban a las ovejas antiguamente. También aprecias la vegetación y se ven cabras salvajes, y todo ello a sólo 45 minutos de casa, es impresionante".
Por todas estas cosas, pide a la gente que respete el monte y no tire cosas, pues ha observado que en los últimos tiempos los senderos están muy deteriorados por falta de cuidado de algunos senderistas ocasionales o de fin de semana, especialmente en verano. "Lo que ocurre -dice- es que la gente no respeta las sendas, coge atajos y estropea la vegetación, como el romero o el tomillo que recoge para cocinar".
En sus ascensos suele encontrarse con gente de Petrer, muchos con 70 años, "lo cual tiene un mérito enorme". También ha observado que al Cid acude gente de fuera, "ya sean turistas de la Costa o ingleses, porque la vista es muy bonita y de día se ven todos las poblaciones de los alrededores, es como yo digo un hotel de mil estrellas".
Rogelio Puche
Rogelio Puche Ortuño tiene 71 años, de los cuales lleva veinte subiendo al monte del Cid una vez a la semana, siempre de noche: "Los primeros años iba de día, pero probé por la noche y vi que era más bonito porque se ve todo hasta Alicante", explica.
Generalmente, tarda unos cuarenta minutos en subir a la cima, aunque a veces se entretiene recogiendo ramas por el camino cuando va con más tranquilidad. Su dinámica es la siguiente: hacia las tres de la madrugada se levanta una vez a la semana y se dirige al Cid, para bajar hacia las seis de la mañana. Allí escucha los pájaros, ve las cabras corriendo y esto le llena de satisfacción.
Por el momento no se ha planteado dejar de subir al monte del Cid, "pero cuando me aburra o no pueda lo dejaré", nos cuenta. Sube incluso cuando llueve, la última vez "me puse como una sopa y se veían los rayos caer, pero lo hice igual".
En otra ocasión, relata que tropezó en un pedregal al bajar solo corriendo del Cid y se hizo mucho daño, pero esto no le impidió continuar, pese a las advertencias de su hermano.
Puche ha corrido en maratones durante muchos años, hasta que en el año 2000 lo dejó. Además, hace gimnasia, va a nadar al Centro Excursionista Eldense y se lava a diario con agua fría. Está habituado a hacer deportes desde que era un niño, "cuando iba corriendo desde los Molinos hasta Fraternidad", recuerda.
A lo largo de su vida ha obtenido varios trofeos, pues en su juventud era un gran atleta, de cuya actividad se han editado dos vídeos. Lo último que ha realizado fue el ascenso del Mulhacén (Granada) en agosto de 2016, en total recorrió 3.482 metros en unas once horas, acompañado por otro joven que frecuentaba esta montaña: !Salimos de noche y yo no conocía nada. Cuando amaneció ya había gente, pero no nevaba y fue precioso".
También ha corrido en distintas ocasiones en la popular San Silvestre eldense y durante 34 años ha participado en competición. Ahora está jubilado pero, cuando trabajaba, corría antes de ir a la fábrica, donde era terminador.
Por la zona, ha subido también al monte Bolón durante siete años, a Bateig, Caprala, El Arenal, Rincón Bello y el Pocico Alonso, incluso ha ido corriendo hasta la entrada de Alicante con su hermano, y tardaron entre tres y cuatro horas. Además ha subido a Monte Perdido, situado entre Francia y España, al Naranjo de Bulnes, y ya proyecta ir al Pico Veleta en Granada.