El largo y cálido verano preparando oposiciones en la biblioteca de La Ficia
Numerosos opositores han hecho del Centro Cívico en La Ficia su “casa de verano”, puesto que pasan más tiempo confinados entre sus paredes que en su propio hogar disfrutando del ocio en estos meses de calor. Consideran que el sacrificio merece la pena para aprobar una oposición que les asegure un futuro.
Entre estos jóvenes opositores, la mayoría de entre 20 y 25 años, se encuentra Carlos Sánchez, cuya aspiración es lograr obtener su plaza como Técnico de la Administración General o Daniel Rodríguez, que desea unirse al cuerpo de la Policía Local, mientras que Samuel Jover, Alejandro Maestre o Ismael Pérez son tres de los muchos que están estudiado para ser agentes de la Guardia Civil. Tan habituales son en este espacio que tienen, como si se tratara de sus puestos de trabajo, un asiento fijo.
Todos coinciden con las palabras que Daniel Rodríguez repetía incesantemente: “Rutina y disciplina”. Mañana y tarde ocupan sus sillas en jornadas de más de ocho horas nadando entre leyes y subrayadores. Ellos definen su rutina como “el día de la marmota” y sostienen que de tanto repetir los mismos patrones, acaban por perder hasta la noción del tiempo.
La cara B de los opositores que no se ve es que tienen que hacer equilibrismo entre el ocio para desconectar y las horas de estudio, mientras que otros tienen que trabajar para costearse las academias. Carlos Sánchez señala que, visto desde fuera, “no se considera un trabajo, por lo que no se le da el valor que merece y solamente se ve como un gasto y una pérdida de tiempo hasta que consigues el puesto”. Alejandro Maestre añade que “la gente no sabe ni aprecia el esfuerzo que hay detrás de un opositor”.
Si hay una palabra que repiten sobre esta experiencia compartida es “sacrificio”: lo “duro” que es dejar planes atrás, soportar cómo otros disfrutan y un calor que no acompaña. Como dice Sánchez, les toca sufrir durante este verano “para intentar evitar que el verano que viene sea igual”. Por su parte, Maestre añade: “Trabajo como camero el fin de semana y sé que no quiero este futuro para mí. Cuando estudio me da fuerza saber que estoy luchando por lo que quiero llegar a ser”.
Ismael Pérez resume que ser opositor consiste en “una lucha contra uno mismo”. Una lucha contra la frustración, las expectativas y las exigencias de productividad que no se siempre se alcanzan. Y si de batallas mentales se trata, Samuel Jover lo define como un coliseo: “Estamos todos buscando ganar para conseguir nuestra libertad”.
En este espacio de trabajo de La Ficia encuentran una zona libre de distracciones, esa concentración que no hallan en sus casas, y coinciden con otros muchos jóvenes como ellos en quienes han descubierto un apoyo en esta travesía de apuntes que engullen, fechas que peligrosamente se aproximan y futuros todavía inciertos.
“Muchas veces te cuestionas si llegarás a conseguir ese sueño”, reflexiona Carlos Sánchez en voz alta. Todos creen que merecerá la pena el esfuerzo por la estabilidad que les brindará lograr su plaza: “No es solo nuestro tiempo, es también la gente que está detrás y que nos está empujando y animando constantemente, a veces sacrificando ellos también cosas. El día que lo consiga también será por esas personas”, apunta orgulloso Samuel Jover. Todos y cada uno de ellos confían en que lograrán aprobar y así disfrutar de un trabajo seguro por la que sacrificaron sus largos días de verano.