lunes, 23 de diciembre de 2024

De la depresión por perder el pie a la Paralimpiada de Tokio

Susana Esteve
3 diciembre 2017
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De la depresión por perder el pie a la Paralimpiada de Tokio
Alejandro Marín se prepara para participar en los Juegos Paralímpicos de Tokio | Jesús Cruces.

El grave accidente de tráfico que sufrió en 2007 con tan solo 14 años de edad ha marcado su vida ya que perdió el pie derecho. Pasó entonces una etapa de cuatro años sumido en una depresión, sin apenas salir de casa, sobre todo porque la pierna ortopédica le provocaba heridas y no podía caminar. Pero decidió darle un giro a su vida. Ahora Alejandro Marín está estudiando su último año de Ingeniería Mecánica para dedicarse a la ortopedia y poder ayudar a las personas amputadas. Además, este petrerense ha vuelto a hacer deporte y se ha fijado en él el Comité Paralímpico Español por lo que se está preparando para participar en los Juegos Paralímpicos de Tokio en 2020, aunque antes irá a los Europeos este verano.

¿Qué te ocurrió en 2007?

Era un chico normal de 14 años muy deportista y activo, pero sufrí un accidente de moto en la avenida de Madrid de Petrer y me tuvieron que amputar el pie. Fue súper traumático, aunque lo he llevado siempre bastante bien, porque a pesar de todo, estás vivo, y eso te hace valorar las cosas. En el hospital, debido al poco tiempo de reacción tras el accidente, me amputaron de emergencia el pie derecho a la altura del tobillo, sin preocuparse tanto de dejar un bien muñón sino de cerrarme la herida lo más rápido posible para sobrevivir.

El accidente coincidió con tu adolescencia.

De los 14 a los 18 años pasé una etapa muy mala: primero me cambié de las Carmelitas al instituto Paco Mollá porque me aterrorizaba la idea de que me vieran mis amigos de toda la vida sin pie. Perdí el contacto con ellos y sobre todo sustituí mi vida de niño activo deportista por una completamente sedentaria que solo consistía en estar en la cama y asistir a curas todos los días. La recuperación y la adaptación a la prótesis me llevaron a repetir 3º de ESO y luego primero de bachillerato porque tuve que estar muchos meses sin ponerme la pierna.

Este joven vecino de Petrer ha conseguido recuperarse del duro golpe gracias al deporte | Jesús Cruces.

¿Qué ocurrió entonces?

 Al terminar el bachillerato decidí acabar con todos mis problemas de adaptación a la prótesis por culpa de mi muñón. Junto a mi médico, llegamos a la conclusión de que lo mejor era reamputarme. Y esta vez al tratarse de una operación preparada previamente, sí se realizó un muñón adecuado para poder llevar la mejor calidad de vida posible. La recuperación tardó solo dos meses y empecé a cambiar mi vida.

¿Qué objetivo te marcaste con 18 años?

Debido a mi dura adolescencia, me propuse que intentaría que ninguna persona pasara por lo mismo que yo y decidí estudiar ingeniería mecánica para poder adquirir los conocimientos necesarios para ello. A día de hoy estoy terminando mi último año de carrera en la Universidad Politécnica de Valencia en el campus de Alcoy, y estoy encantado.

El gran problema añadido a la amputación eran las prótesis malas que me tocó llevar, así que uno de mis múltiples objetivos es diseñar y fabricar prótesis que permitan a cualquier amputado llevar una vida lo más normal posible.

Además, las prótesis tienen un precio muy elevado.

Sí, otro problema de las prótesis es que no te sirven para todo. Si quieres bañarte necesitas otra; si quieres practicar cualquier tipo de actividad deportiva, necesitas otra más. Y no son nada baratas, pueden oscilar entre 6.000 euros si tienes la “suerte” de ser amputado tibial, a más de 20.000 si eres amputado por encima de la rodilla. Lo que hace que para la mayoría de nosotros sea imposible adquirir una. Por otro lado, quiero fabricar fundas estéticas económicas y funcionales para cubrir las prótesis y que al llevar pantalones largos no se noten, y que si decides ir en pantalón corto, que sean atractivas y llamativas.

¿El deporte te cambió la vida?

Con 19 años esa vida sedentaria me había pasado factura. Estaba súper delgado, pesaba 55 kilos, tengo unas fotografías en mi habitación de aquella época para recordarme de dónde vengo y cuáles son mis objetivos.

En mi primer año en Alcoy me apunté al gimnasio para trabajar la parte superior. En segundo de carrera empecé a hacer escalada y snowboard. Un día vi cerca del campus un parque con barras y descubrí el workout, y al grupo al que a día de hoy pertenezco y son una parte importante de mi vida "EasyWorkout".

¿Vas a aplicar tus conocimientos de ingeniería a las prótesis deportivas?

En la Universidad he ideado muchos proyectos como una adaptación para snowboard, fundas cosméticas en 3D que simulan las proporciones de una pierna normal, pero mi proyecto TFG (Trabajo Final de Grado) es diseñar y fabricar prótesis deportivas económicas, para que cualquier persona amputada pueda realizar cualquier actividad física.

La prótesis que utiliza tiene un elevado coste | Jesús Cruces.

¿Ser deportista te ayuda?

El deporte es una parte fundamental de mi vida. Yo era muy activo y un accidente me lo quitó de raíz. Además de saludable el deporte se convirtió en mi herramienta para volver a sentirme útil y funcional, y en la universidad me ayuda a aliviar todo el estrés y la tensión de mi carrera.

¿Cuándo te vas a la residencia Blume en Madrid, del Centro de Alto Rendimiento del Consejo Superior de Deportes?

Mi objetivo para este año es terminar la carrera y el próximo curso tengo la posibilidad de entrar en la residencia Blume de deportistas de élite de Madrid, puesto que mi entrenador es de allí y disponen de las instalaciones adecuadas para que pueda progresar más rápidamente y, con suerte, si llego a un nivel adecuado, competir en el Europeo.

¿Cómo te has introducido en el atletismo?

En abril intercambié correos con Santiago Sanz, de relevo paralímpico, y con Miguel Rodríguez García, responsable de promoción deportiva del Comité Paralímpico español.

Me pusieron en contacto con Carlos Llanos, mi actual entrenador, que fue atleta durante muchísimos años, es un entrenador súper reconocido y entrena a mi compañera Sara Andrés Barrio, doble medallista de bronce en los mundiales de este año en Londres y diploma olímpico en Río, a quien aprecio muchísimo como atleta y persona. Ella me ha orientado en el mundo del atletismo paralímpico. Al final llegué a los oídos de Eleuterio Antón, quien me invitó a ir a Madrid para conocer a Carlos y Sara, ver las instalaciones y enseñarme un poco cómo funciona el deporte en personas discapacitadas en España.

Obviamente en junio fui a Madrid sin dudarlo, y al conocernos y verme se interesaron mucho por mí, tenía un buen físico y era relativamente joven, y me dijeron que tenía muchas cualidades para llegar a ser bueno y poder asistir a los próximos Juegos Paralímpicos de 2020 en Tokyo.

Para que ninguna persona pase por lo mismo que él estudia una ingeniería mecánica  | Jesús Cruces.

¿Cuándo entrenas?

Ser deportista de élite para mí conlleva una vida de ensueño, pero muy sacrificada. Entreno seis días a la semana, en pista, bici y natación. Y sincronizar todo esto con el último año del grado no es nada fácil. Además, cada cinco semanas subo a entrenar una semana a Madrid con Sara, un referente en nuestro país en cuanto al atletismo paralímpico, bajo la supervisión de Carlos Llanos.

Fui a Barcelona a hacerme la prótesis de correr en la ortopedia deportiva Grau Soler, que es donde se las hace mi compañera Sara, y sin duda es una de las mejores ortopedias de España

¿Cuánto te costó esta prótesis para correr?

Cuando le dije a mi padre que necesitaba una prótesis de 7.000 euros, me contestó que no la podía costear, además, él había dejado de trabajar hacía tres años para cuidar de mi madre, que padece una enfermedad.

Entonces, la empresa de calzado New Rock de Yecla, se enteraron de mi situación y mi historia. Me querían patrocinar y costearme la prótesis, han sido los primeros en apostar por mí y les voy a estar por siempre muy agradecido y todo lo que consiga en el futuro será gracias a New Rock.

¿Has participado ya en algún evento?

Hice un evento en Madrid con Toyota de concienciación para víctimas de accidentes de tráfico llamado “Rompe tus barreras”, donde participaban atletas olímpicos y paralímpicos. Fue maravilloso, sobre todo mi compañera Sara me animó a asistir. Era mi primera puesta en escena y me sirvió para darme a conocer y sobre todo para poder correr al lado de grandes atletas como el campeón de España de mi categoría. Alberto Ávila, increíble, fue todo un orgullo.

¿Para qué pruebas te estás preparando?

Mi objetivo es formarme como velocista de 100 y 200 metros. Como he dicho, llevo diez años sin correr, así que vamos a fomentar la técnica y un poco de carrera hasta que viva en Madrid para que no coja malas costumbres.

El Campeonato Europeo es en verano y mi entrenador me ha dicho que, si consigo llegar a febrero con una buena base, podría plantearme preparar los 400 metros, una prueba no tan exigente como 100 y 200 metros y donde podría hacer un buen papel.

Si el año que viene te vas a la Blume, ¿aparcarás tu carrera profesional?

Es un dilema porque esto me ha llegado de golpe, pero tengo que aprovechar esta oportunidad. La residencia Blume te permite llevar tus estudios/trabajo y entrenar en sus magníficas instalaciones. Aprovecharé una vez en Madrid para hacer prácticas en alguna empresa de ingeniería y poner en marcha mis ideas, pues allí lo tendré más fácil. Ya he hecho algún que otro contacto.

Se prepara como velocista de 100 y 200 metros | Jesús Cruces.

¿Cómo organizas tu tiempo libre?

Actualmente no tengo tiempo para la vida social. Por las mañanas entreno y por las tardes voy a clase. Tengo libres gran parte de los fines de semana, en los que tengo que estudiar pues entre semana no puedo. Sin embargo, los fines de semana me suelen salir algunos eventos, que reducen todavía más mi tiempo libre. Pero no echo de menos nada, me encanta el deporte y estoy viviendo una etapa maravillosa de mi vida.

¿Te hace ilusión entrenar con la élite?

Que te propongan irte a Madrid y te digan que con entrega y sacrificio podrías ir a las Paralimpiadas, incluso llegar a hacer un pódium, y que vas a vivir en unas instalaciones increíbles, rodeado de deportistas de élite, donde vas a poder explotar todo tu potencial, es un sueño. La posibilidad de poder estar en un futuro corriendo en un estadio olímpico es algo que me cuesta asimilar.

¿Cómo llevaron tus padres tu situación los primeros años?

Mis padres peor que yo, a ningún niño de 14 años le enseñan a llevar una amputación traumática, pero te aseguro que a ningunos padres les enseñan a tratar la amputación traumática de su hijo pequeño. Y pienso que fue más duro psicológicamente para ellos porque yo tenía 14 años y apenas había empezado a salir ni sabía nada de la vida; pero sé que ellos sentían lástima de saber lo que me iba a perder.

Lo que mucha gente no entiende es que diferente no tiene por qué significar peor. A pesar del accidente estoy súper agradecido de la persona que soy hoy día y a mis padres y a los dos hermanos que me han tocado, no los cambiaría por nada del mundo.

Este atleta paralímpico cree que la minusvalía todavía es un tabú en la sociedad | Jesús Cruces.

¿Sigue siendo la minusvalía un tema tabú?

Por desgracia pienso que sí, nadie quiere saber nada de accidentes y mucho menos de amputaciones y prótesis. También pienso que, al tratarse de un mundo tabú del que nadie quiere saber nada a menos que te toque directamente, muchas empresas se han aprovechado para inflar los precios en productos que pienso que son de primera necesidad, como en mi caso personal una prótesis adecuada.

¿Has pensado dónde estarías hoy de no haber sufrido ese accidente?

Lo he pensado muchas veces y me ha dado hasta miedo. Porque he visto las grandes dificultades emocionales, sociales y tentaciones a las que se enfrentan los adolescentes, como el tabaco, el alcohol, las drogas… yo esa etapa la pasé en casa y yendo a las curas, con lo cual no la he vivido. Esos años me sirvieron para madurar como persona, para valorar cosas que mucha gente hace por costumbre y no aprecia, como puede ser el simple hecho de andar, correr, bailar o bañarse en el mar.

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