Exitosa presentación del primer poemario de Alejandro Jacobo Egea

El eldense Alejandro Jacobo Egea es profesor e investigador en la Universidad Católica de Murcia. Desde 2017 es Doctor cum laude en Estudios Literarios por la Universidad de Alicante, con una Tesis titulada: Poesía satírico-burlesca barroca en Nueva España (1582- 1695). Estudio y edición crítica. Acaba de publicar Acrobacias de la voluntad (Ed. Círculo Rojo), su primer libro de poemas, que fue presentado el pasado 6 de marzo en un salón de Paurides a rebosar. Contó, además de con el autor, con la presentación del Catedrático de Literatura en la Universidad de Alicante Ángel Luis Prieto de Paula. Hablamos con él del libro.
Para empezar, y romper barreras, ¿qué cree que le puede aportar hoy día la poesía a quien rechaza leerla porque piensa que es algo difícil de entender y que, según esta idea, solo estaría escrita para entendidos?
En primer lugar, si alguien rechaza la poesía por el hecho de que piense que esta es “difícil” de entender, sinceramente no creo que le pueda aportar nada (entre otras cosas porque ese lector parte de dicho prejuicio). A este respecto, los profesores de Literatura tenemos un rol muy importante para aproximar al alumnado a un primer contacto con la poesía. Lo que sucede es que la interpretación correcta de un poema requiere de un esfuerzo activo, consciente, por parte del lector, y que no todo lector está dispuesto a llevar a cabo. Por otro lado, hay poetas o libros de poesía que son más “accesibles” a los lectores, y también depende de con qué libro o libros quieras iniciarte en la lectura de poesía. Por ejemplo, si alguien me preguntase qué libro le recomendaría para comenzar a leer poesía, sin pensarlo le recomendaría al Neruda de los Veinte poemas de amor…, al Salinas de La voz a ti debida, o la poesía en general de Jaime Gil de Biedma o de Luis García Montero; no obstante, a nadie le recomendaría, a no ser que quiera “fastidiarle” la existencia, las Soledades de Góngora o la Tierra baldía de T. S. Eliot. Una cosa está clara: para entender la poesía hay que, por así decirlo, racionalizar la imaginación o los impulsos irracionales que muchas veces mueven a escribir un poema o a interpretarlo. Algo que conlleva esfuerzo, como digo, y que no se consigue de la noche a la mañana. Esto no pasa solo con la poesía, sino con el Arte en general. Ciertamente, hay poemas que requieren poseer una serie de conocimientos sin los cuales es difícil interpretar de manera correcta el texto en sí.
El título del poemario conlleva una imagen/metáfora, Acrobacias de la voluntad, tan asombrosa como sugerente. ¿A qué se refiere con él?
Es un sintagma que pertenece a un verso del poeta Guillermo Carnero, y que aparece en su poema “El embarco para Cyterea”, publicado en 1971, en la segunda edición de su primer libro Dibujo de la muerte (1967). Recuerdo que cuando leí este poema me cautivó la elegancia con la que estaba escrito, y que el sintagma “acrobacias de la voluntad” me atrapó. Tenía claro que lo iba a utilizar para dar título a un libro de poesía, y aquí está el resultado. No obstante, la idea o el significado del título de mi libro nada tiene que ver con el sentido que le dio Carnero a su verso y, por extensión, a su poema. El título se justifica porque mi libro está dividido en dos secciones: por un lado, tenemos las “Acrobacias”, que serían las experiencias vitales (y también ficticias) dolorosas pero necesarias para aprender en el camino de la vida, cuyo objetivo es, a mi modo de ver, llegar al autoconocimiento, a la madurez emocional; y, por otro lado, tenemos la “Voluntad”, que sería el proceso por el cual el sujeto lírico de los poemas, una vez ha aceptado la realidad a partir de la crisis existencial y axiológica inicial del libro, construye una identidad no solo cultural, sino también estética, gracias al Arte en todas sus manifestaciones. Ese proceso de autoconocimiento del actante lírico se sintetiza o concentra en los últimos tres versos del libro, pertenecientes al poema “Final”: “Y ciertamente mereció la pena / vivir hasta encontrarte, // ser para conocerte”.
Hay poemas en el libro cuyos referentes tienen que ver con el cine (muy presente), la música, la pintura… aunque también tienen que ver con usted ¿un modo de expresar los propios sentimientos, desdoblándose en otro personaje, real o ficticio, sin hablar explícitamente de si mismo?
Efectivamente, yo utilizo en la mayoría de los poemas lo que se conoce como el “monólogo dramático” a través de referentes culturales en muchas ocasiones (lo que se llama también culturalismo). Dicho “monólogo dramático” es el procedimiento poético mediante el cual quien escribe poesía se desdobla en una suerte de personaje o actante lírico que, o bien tiene que ver con el poeta, o bien nada tiene que ver con la experiencia (emociones y sentimientos) que este transmite con sus versos. Así, hay poemas míos en los que el hablante lírico es un personaje histórico (“Piano de cola (recuerdo de Joseph Haydn)”), o un personaje literario, ficticio (“Rebelde con causa”), o un personaje inventado que crea una experiencia en el poema (“Una noche con Paulette Goddard”), que es en sí misma ficticia, aunque verosímil. Por eso el lector de mis poemas no debe caer en el vicio ontológico de considerar que el yo que habla a través de mis versos sea el yo de Alejandro Jacobo Egea, aunque, obviamente, las emociones y los sentimientos que transmito en los poemas sean “míos” o, mejor dicho, gestionados por mí para, una vez asimilados, convertirlos en materia poética. Creo que todo esto se resume en la siguiente idea: un poeta no escribe sobre personas, cosas, procesos o acciones, sino sobre las emociones y sentimientos que le “transmiten” las personas, cosas, procesos o acciones de la realidad efectiva existente, y todo ello lo lleva a cabo gracias a su imaginación y a su fantasía, que son facultades cognitivas de orden superior, indefectibles para el acto de la creación poética o artística.

El prólogo destaca la “perfecta trabazón entre fondo y forma”, ¿significaría esto que no es solo fruto de la inspiración y la inmediata plasmación en el papel, sino de una elaboración lenta y prolongada de los poemas? ¿Cuánto tiempo le ha llevado escribir este libro?
Hace años escribí una Poética en prosa donde dije: “el deseo para implicar al lector en los poemas y conseguir el ‘goce estético’ solo depende, a mi modo de ver, de un gran esfuerzo y el conocimiento de la tradición literaria a la que pertenecemos: la lectura de los clásicos, el aprendizaje y dominio del ritmo y el verso, la estrofa, etc. son nuestro ovillo de oro, y nada más. No nos engañemos: nadie es poeta por designio de las musas ni por la burda inspiración. No hay buenos o malos poetas por tanto… hay buenos y malos poemas”. Así pensaba yo por aquel entonces, y así sigo pensando. Los poemas del libro se han escrito a lo largo de muchos años. El primer poema que escribí de manera “seria” fue el que abre el libro, “Acrobacias de la voluntad”, y lo hice en el año 2009. A partir de esa idea obsesiva, que ya he aclarado, fui escribiendo a lo largo de los años diferentes poemas que forman parte del libro y otros muchos que he descartado porque no corresponden a las líneas estéticas propias de la obra. Por otro lado, durante años he pasado largas temporadas sin escribir un solo verso, debido principalmente a la realización de mi tesis doctoral, a mi desempeño como docente en la universidad y a mis investigaciones filológicas. Sin embargo, pondré un ejemplo para que el lector entienda un poco cómo ha sido este proceso: con el poema “Una noche con Paulette Goddard”, escribí una estrofa y la dejé en un cuaderno de anotaciones… pero estuve dos años dándole vueltas a la idea que yo quería transmitir en el texto (leyendo biografías de la actriz, estructurándolo en mi cabeza para encontrar la coherencia del conjunto)... dos años… y una tarde de invierno de 2014 lo escribí del tirón, prácticamente se escribió solo, y me divertí mucho en el proceso de creación. Es el mejor poema que yo probablemente escribiré nunca.
Además de Carnero y Gil de Biedma, ¿Qué poetas han ejercido su influjo en el libro?
Carnero y Gil de Biedma han sido muy importantes para mi formación poética y también a la hora de trazar las líneas estéticas del libro (“monólogo dramático”, culturalismo y poesía de la experiencia, principalmente), pero no sería justo reducir la nómina a tan solo dos autores. La lista de poetas que me interesan en muy larga, pero señalaré los poetas que han sido determinantes a la hora de confeccionar los poemas de Acrobacias de la voluntad: Cernuda en su veta culturalista, la poesía superrealista de Aleixandre y de García Lorca; la poesía desarraigada del Dámaso Alonso, la poesía de la experiencia de Gil de Biedma y la poesía de Guillermo Carnero y de Pere Gimferrer en su primera época, y al T. S. Eliot de los Cuatro cuartetos. Ahora bien, para el dominio del verso y de su musicalidad, no puedo dejar de mencionar la lectura solícita de nuestros poetas egregios de los Siglos de Oro, y también el magisterio de Espronceda y de Rubén Darío.
¿Para cuándo el segundo poemario? ¿Será muy distinto a este?
Es difícil saberlo, porque yo no voy a vivir de la poesía, sino de mi desempeño como filólogo; además, no soy una persona que escriba todos los días. Sí es cierto, no obstante, que tengo dos libros de poesía en danza, pero quién sabe cuándo verán la luz… quizá el año que viene, o quizá dentro de dos años. No hay ninguna prisa si el resultado es tan positivo como está siendo el de este primer libro.
Para quien desee adquirir el poemario Acrobacias de la voluntad, se encuentra disponible para su venta en la página web de la Editorial Círculo Rojo (https://www.libreriaeditorialcirculorojo.com/producto/acrobacias-de-la-voluntad/) y en la plataforma Amazon.