La ermita de San Antón cumple 75 años como símbolo de la fiesta
Dos de los referentes indiscutibles de Elda son San Antón y su ermita. Esta se ha convertido en la casa de los eldenses, festeros y no festeros, y constituye un símbolo de la fiesta de Moros y Cristianos. La ermita está de aniversario pues hoy hace 75 años se colocaba la primera piedra en el lugar donde se encontraban las ruinas de la antigua. La ermita, de 56,8 metros cuadrados, es un edificio modesto que recuperó las funciones de morada de San Antón, un edificio adecuado para el patrón de las fiestas, que simboliza la humildad.
A diferencia de otros santos, San Antón y su ermita son indivisibles, pues están ligados el uno a la otra. La ermita es un lugar especial en el que los eldenses se sienten protegidos y más cerca de San Antón. Llama la atención que algunas personas digan: “Yo no soy creyente, pero tengo fe en San Antón”. Lo cierto es que el santo anacoreta se ha ganado el corazón de los eldenses y su mayordomía tiene mucho que ver en ello.
Cuando suena su campana, denominada golondrina, la población se vuelca en la respuesta. Cada convocatoria a las puertas de esta ermita por parte de la Mayordomía el popular día de San Antón, el 17 de enero, con la tradicional hoguera y reparto de panes o durante las fiestas de Moros y Cristianos, reúne a miles de personas, sin importar el frío o el calor.
Estos encuentros con San Antón unas pocas veces al año saben a poco y por ello la Mayordomía ha llevado a cabo una pequeña abertura en la puerta de la ermita para que el patrón de la fiesta sea visible en cualquier momento, pues hay quien necesita "un ratico” con él de vez en cuando.
Historia de la ermita
La ermita está construida en mampostería, con nave única y altar central con hornacina. Consta de dos espacios, pues a su espalda existe un pequeño almacén. La fachada está estucada en ocre, con zócalo y fajones que enmarcan la puerta de modo adintelado mediante dos pilastras y cornisa. Otras dos pilastras en las esquinas sostienen una cornisa rematada de teja curva, sobre la que se prolongan pináculos piramidales. Sobre la cornisa de la puerta un adorno polilobulado alberga un farolillo, y sobre ésta, la espadaña rematada por una bola y una cruz de hierro.
La historia de la ermita se remonta a la Edad Media. La nueva ermita se construyó en 1950 junto a la plazoleta de San Antón: “Era el edificio más antiguo de Elda, de la época del Castillo, pero su historia es triste y fácil de entender en la ciudad. Fue abandonada, el Ayuntamiento pedía que se hiciera cargo el Obispado y este tenía muchos frentes abiertos”, explica el arqueólogo municipal, mayordomo y cronista de Moros y Cristianos, Juan Carlos Márquez.
El desinterés municipal y el del Obispado, la desaparición de la fiesta de Moros y Cristianos y la disolución de la fiesta de San Antón, sumado al sentimiento anticlerical de principios del siglo XX en Elda, hizo que se perdiera la ermita.
Pero tras la Guerra Civil comenzó una nueva etapa de recuperación de lugares religiosos y de la propia fiesta. La Junta Central llegó a un acuerdo con Práxedes Beltrán, que cedió el espacio y se comenzó a construir la ermita ahora tan querida. Aunque en un primer momento pareció pertenecer a la Junta Central, ahora es de titularidad municipal.
Recuperación de la ermita
La ermita fue costeada por los eldenses porque la sentían como propia ya que la devoción por el santo anacoreta nunca se apagó. En 1988 se llevó a cabo una gran reforma de la ermita para su restauración y limpieza. Paralelamente comenzó a dignificarse la imagen de San Antón, por ejemplo, Vicente Arques, conservador del santo, le puso el anillo. Entre finales de los años 90 y principios del 2000, la Mayordomía se abrió a otros festeros y comenzaron a entrar mujeres, que añadieron los blusones y los “pañuelicos” rojos.
También se apostó por abrir la ermita a los festeros, se diseñaron unidades didácticas para trabajar en los colegios, comenzaron las jornadas de puertas abiertas y muchas otras actividades que han conseguido situar a San Antón como protagonista de la fiesta. Así lo expresa el presidente de Junta Central, Pedro Serano: “La Mayordomía ha conseguido a lo largo de los años que San Antón esté en el centro de la fiesta. Ya no es uno más, sino que la fiesta gira en torno a él, y así es como debe ser”.
Durante los últimos diez años se han llevado a cabo dos mejoras. La última ha permitido que la ermita fuera totalmente accesible y ha mejorado su entorno con la reforma de la calle Independencia, ambas a cargo del consistorio.
“Ahora cruzar sus puertas es sentir ese pálpito en el corazón, es sentir que aunque no sea una ermita grande, sí es entrañable. Es un espacio muy significativo para festeros y no festeros, San Antón nos guía desde su ermita”, señala la presidenta de la Mayordomía, Sonia Rocamora.
El reto futuro será, sin duda, seguir mejorando la zona, de hecho, la escalera situada frente a la ermita está en el punto de mira por su relevancia patrimonial.
La Mayordomía de San Antón ya planea un intenso año de actividades para celebrar el 75 aniversario de la querida ermita del patrón de la fiesta de Moros y Cristianos.