Octavio J. Peidró: “Elda para mí es una inspiración. La tengo tatuada en el alma”
Aunque Octavio J. Peidró (Elda, 1973), doctor “cum laude” en Musicología por la Universidad de Castilla-La Mancha, defina su vida como “muy sencilla”, lo cierto es que compagina su profesión académica como docente de Lengua y Literatura en enseñanza Secundaria y Bachillerato en Albacete con su trabajo artístico como compositor, arreglista y director desde hace casi 17 años de la Orquesta Sinfónica Teatro Castelar de Elda.
Su vida es como una partitura con muchas melodías ya que además de dirigir la orquesta de referencia en la ciudad, la cual considera una “catalizadora de la música de auditorio”, fundó la compañía teatral Hecatombe y este año ha estado al frente de un programa de rock sinfónico con canciones de Queen.
Su carrera musical se inició con 12 años en la Banda de Música Santa Cecilia y cursó más tarde sus estudios en la especialidad de fagot en el Conservatorio Superior de Música “Óscar Esplá” de Alicante. Con tan solo 22 años compuso el pasodoble e himno festero eldense “A San Antón”. En este recorrido musical explica que el día 14 de septiembre tendrá lugar el primer concierto de la cuarta temporada de la Orquesta Teatro Castelar, que consistirá en un programa de intermedios y preludios de zarzuela. Además, el 28 de diciembre volverá “por la puerta grande al teatro” con el estreno de un texto propio basado en la obra del comediógrafo Carlos Arniches. Al finalizar este viaje por la memoria melódica de su vida y obra, Peidró acaba por reconocer que en su ajetreada existencia, la vida ya no le da “tiempo para tanto”.
A Nietzsche le atribuyen la frase: “Sin la música, la vida sería un error”. ¿Cómo definiría usted una vida sin música?
La música es uno de los ingredientes indispensables del ser humano. No se concibe a la persona sin las relaciones afectivas o el sexo y tampoco sin la música. La música siempre está ahí para todo el mundo. Da igual que seas rico o pobre. Todo el mundo la necesita y todos acudimos a ella como fuente de inspiración o de expiación. En los malos momentos nos hace salir del hoyo.
¿Cómo le ha inspirado Elda para la composición de pasodobles como “Fallas de Elda”, “Instituto Monastil” o “A San Antón”?
Elda para mí es una inspiración en sí misma. Allá donde voy a dirigir siempre la llevo en mí porque yo le debo mucho a esta ciudad, que tanto me ha dado. La tengo tatuada en el alma porque Elda, con sus vicios y sus virtudes, a mí me ha parecido siempre un sitio donde me he sentido muy querido y muy respetado. Me siento orgulloso de hacer cosas por Elda y cuando he salido fuera digo como Pedrito Rico: “Yo soy de Elda”.
Todo eldense ha cantado a pleno pulmón o ha oído cómo otros entonan con pasión el pasodoble “A San Antón” ¿Se siente parte del legado cultural de la ciudad?
Claro que sí, pero además, un “sí” con mayúsculas. He hecho muchísimas cosas por Elda desde el punto de vista cultural. La Orquesta Sinfónica me mantiene unido a esta ciudad y con ella pongo un granito de arena en su cultura musical, que es muy grande. Es imposible no sentirse parte del legado cuando uno echa la vista atrás y ve las cosas que ha hecho, como el pasodoble “A San Antón”. Aunque confieso que yo no era consciente de la repercusión que iba a tener esta obra.
Es licenciado en Filología Hispánica y profesor de Lengua y Literatura. Si hablamos de la fusión de las artes, ¿qué papel juega la literatura en su faceta de compositor?
La mayoría de los músicos y de los directores no tienen una formación humanística y para mí cuentan con una carencia enorme. Todo lo que tiene escrito Mozart es poesía y prosodia como “La Eneida” de Virgilio. Todos los parlamentos de sus personajes en cualquiera de sus óperas están medidos como si fueran un soneto. Necesitas saber eso para darle a la música el punto exacto de acentuación. La formación intelectual tiene que ser poderosa y la literatura es fundamental.
Y si ahora damos el salto a la gran pantalla, hizo los arreglos para banda del tema principal de la BSO de la película “Lo Imposible”. ¿Qué banda sonora hubiera deseado componer?
“Remembrances”, que es uno de los temas de John Williams para La lista de Schindler. Ese tema creo que es de las cosas más grandes que se ha hecho en la historia del cine. La música de cine me explota la cabeza.
En 2007 abrazó en una fantasía sinfónica los temas más populares del grupo La oreja de Van Gogh. ¿Cómo fue aunar tradición y modernidad en esta representación?
Disfruté mucho con estos arreglos porque me gustan mucho los temas legendarios de este grupo. Cogí su material y pinté y creé sobre él. Los propios miembros de la banda lo pusieron en su página oficial y sonó durante el banquete por la jura de la Constitución de la Princesa Leonor. Ha tenido una repercusión enorme y me gustaría hacer lo mismo con la música de Alejandro Sanz o Julio Iglesias.
Es las verbenas de pueblo todos nos movemos cuando empieza a sonar el ritmo de “Paquito El Chocolatero”, es casi imposible que alguien, sin importar la edad, no conozca los pasos de “La Macarena” o que nadie se anime a cantar ante un “Princesas” de Pereza. ¿Es la música el último cohesionador social?
Aunque estemos tan polarizados como en los años 30 del siglo XX, creo claramente que, junto al deporte, la música es un cohesionador. La música amansa a todas las fieras, menos a los músicos. Es un elemento totalizador, de cohesión y que proporciona paz, armonía y entendimiento entre razas y culturas por su propio lenguaje universal. Más arte, más música y menos guerras.
¿Por qué obra quiere que le recuerden?
No me van a recordar por nada (ríe). Porque llegará el día en que no se sepa quién compuso el paso “ A San Antón”. Además, esta obra ya no es mía, es patrimonio del pueblo.