Rafael Carcelén, profesor y articulista en Valle de Elda: “En mis artículos intento hablar de las preocupaciones que todo el mundo tiene”
Rafael Carcelén viene colaborando como articulista en Valle de Elda desde 2008, primero con Entre col y col (una selección de cuyos artículos componen su libro Poso a poso, de 2013) y en 2014 con columnas más breves, Solario mínimo, una selección de las cuales componen su nuevo libro.
Además, desde 2015, colabora en la versión digital del semanario con el blog Valle sin clan, dedicado a las letras y la lectura. Como poeta, la Universidad de Alicante publicó en 2018 una selección de sus poemas amorosos, Por amor al arte, traducidos al francés por alumnado de la Facultad de Traducción de dicha Universidad. También es traductor de poesía y ha prologado libros de varios poetas eldenses, entre ellos el último de Antonio Porpetta, La mirada intramuros. Hoy nos habla de su nuevo libro, que se presentará el próximo jueves 17 de octubre a las 20 horas en el salón de actos del colegio Padre Manjón, donde ejerce como maestro y secretario desde hace 25 años.
¿Qué encontrará el lector en Noventa y nueve pliegues?
El libro lo componen 99 de las más de 200 columnas publicadas por mí en Valle de Elda entre 2014 y junio de este año.
¿Ha seguido algún criterio genérico en la selección de los mismos?
He mantenido un doble criterio: por una parte, que fuesen representativos de los distintos intereses temáticos o estéticos (actualidad, literarios y meditativos) y las diversas tonalidades con que me dirijo a los lectores; y, por otra, que mantuviesen su vigencia más allá del momento o la causa por los que fueron escritos: es decir, pensando en que varios años después se puedan leer sin que sus planteamientos y reflexiones queden totalmente desfasados.
¿Qué tipo de experiencias vitales y filosóficas intenta plasmar en sus artículos semanales en Valle de Elda?
Bueno, en general, intento hablar de las preocupaciones que todos tenemos: la situación socioeconómica, la deriva política, la educación, la cultura… o también de aquellos aspectos más intrínsecos a la persona que, sin ser del todo conscientes, hoy descuidamos mucho: el bienestar físico, mental, emocional, la importancia de parar y reflexionar sobre tantas cosas absurdas que hacemos y no nos ayudan, la ansiedad y el estrés desmesurados, el paso del tiempo, el disfrute de las pequeñas cosas. En nuestro mundo acelerado de la inmediatez, reflexionar, meditar o emocionarse son verbos que estamos dejando de conjugar. Vivir sin pensar es para mí tan inconcebible como escribir renunciando a vivir. Por eso propongo crear el verbo “Escrivivir”.
¿Cada texto encierra un mensaje o enseñanza?
No necesariamente. La finalidad es animar, estimular a quien los lee para que reflexione, también desde la emotividad en muchos casos, e inicie un camino introspectivo que le lleve a donde proceda en cada caso. Se trataría en esencia de abrir el apetito en los lectores, no de saturarlos con un pensamiento ajeno ya elaborado y por tanto cerrado o un conjunto de ideas y patrones a seguir. Se busca exponer, argumentar, sugerir, nunca recetar.
Para ello utiliza herramientas como el ensayo, la prosa o incluso la poesía, ¿es su forma de hacer reflexionar al lector?
Hay una intención clara de colocar al lector en un territorio limítrofe, de intersección, donde convergen o aspiran a converger lo argumentativo, lo narrativo, lo lírico o lo descriptivo para poder mirar la realidad desde una posición más abierta y perspectivista (racional, emotiva y espiritual). En este sentido, me parece muy acertada la consideración de Alejandro Jacobo Egea, en el prólogo, cuando habla de la indeterminación genérica de los textos, en consonancia con nuestra época de lo híbrido y lo fragmentario. Se trataría de intentar mirar el mundo cada día con ojos nuevos; con una mirada más amplia, con mayor hondura. Y sin velos ni ataduras que los condicionen.
La actualidad siempre ocupa una parte importante de sus textos ¿tal vez como fórmula de captar la atención del lector?
Los temas importantes de la actualidad suelen estar presentes en mis artículos. Pero no tanto para captar la atención. Pienso que un semanario como este es un espacio adecuado para ahondar en aspectos que la inmediatez suele desactivar, cuando no banalizar, al tratar temas tan trascendentales como por ejemplo el acogimiento de inmigrantes. Más allá de cualquier posición política con o sin tintes propagandistas o electoralistas, es imprescindible (y más en un continente tan castigado por dos guerras mundiales) valorar con más sosiego nuestra actitud indolente y tantas veces inhumana con ellos.
¿Qué temas suscitan su interés para plasmarlos en un microcosmos local a partir de un mundo globalizado?
No hay en mi elección condicionantes previos. Intento hacer copartícipes a los lectores de mis inquietudes, cavilaciones, emociones… consciente de que, si lo analizamos un poco, no están tan lejos las de unos y las de otros. Y, claro, en un mundo hiperconectado, global y donde lo que ocurra en las antípodas, de un modo u otro, nos afecta a todos, no podemos apartarnos como si no fuese con nosotros. La actual guerra comercial entre chinos y norteamericanos, por ejemplo, o entre estos y nosotros, los europeos, para nada nos es ajena. O el caso estrafalario del Brexit. Es difícil no inquietarse con estas cosas aparentemente lejanas, pero que nos tocan tan de cerca.
Este es su segundo libro de artículos, ¿seguirá deleitando a los lectores con sus textos semanales?
Sí. En un nuevo triple salto mortal, mi intención ahora es hacer columnas todavía más breves, pero intentando mantener toda la sustancia y la diversidad tonal de estas: lirismo, argumentación, narratividad… No es cierto que escribir en corto sea más sencillo que extendiéndose mucho, como difícil es extraer una esencia aromática sin perder la integridad de su fragancia.