Leontxo García o la pasión del ajedrez
La semana pasada cubría en Nueva York el último duelo por el título mundial de ajedrez. Mañana, tras impartir en Elda a las ocho de la tarde de este viernes 9 en el Centro Cívico la conferencia Las cualidades del ajedrez y la prevención del deterioro cerebral, saldrá para Londres a cubrir otro importante torneo. Leontxo García, siempre atento y entusiasta, siempre de acá para allá, se detiene un momento y responde a las preguntas, con su gran capacidad para hacer sencillo y accesible algo tan aparentemente complejo.
Recién llegado de Nueva York, de vivir el último duelo por el título mundial de ajedrez entre el ucraniano Kariakin y el noruego Carlsen, que mantendrá el título tras vencer en el desempate, ¿qué valoración hace del juego de ambos?
Kariakin jugó casi al 100%, muy bien preparado desde el punto de vista técnico y psicológico, con verdadero virtuosismo en la defensa, y estuvo a punto de ser campeón del mundo; desperdició dos grandes oportunidades: en la 9ª partida, cuando rozó la victoria; y en la 10ª, en la que pudo forzar el empate, y que luego perdió. Carlsen estuvo genial en las dos últimas horas de la única partida lenta que ganó, la 10ª, y más aún en el desempate de partidas rápidas. Su gran agujero está en la preparación psicológica, y él mismo ha anunciado que va a trabajar en ese campo en los próximos dos años.
Aunque se le conoce como el periodista especializado en ajedrez más importante de España, empezó como jugador: ¿cómo fue la experiencia? y ¿por qué lo dejó?
Fui jugador semiprofesional durante diez años, hasta 1983 aproximadamente. Logré el título de Maestro FIDE, y estaba a punto de ser Maestro Internacional cuando descubrí que mi verdadera vocación era el periodismo y la comunicación. Desde entonces soy un privilegiado que se dedica a lo que le gusta y además le pagan por hacerlo.
En su trayectoria hay un momento decisivo: el Mundial de Sevilla de 1987, en el que toda España siguió sus comentarios de las partidas entre Kárpov y Kaspárov y se interesó por el juego. ¿Qué recuerda de aquel duelo?, ¿qué le aportó a nuestro país?
Fueron tres de los meses más intensos de mi vida. En efecto, la gran mayoría de los españoles sabía entonces quienes eran Kárpov y Kaspárov, y se identificaban con uno de los dos aunque no tuvieran la menor idea de ajedrez, lo que explica que la retransmisión en directo de la última partida por TVE tuviera 13 millones de espectadores. A pesar de que la Federación Española de entonces no hizo ninguna campaña posterior para aprovechar ese efecto masivo, las consecuencias fueron enormes: gracias al inmenso trabajo, muchas veces sin interés económico, de muchos organizadores, España se convirtió desde 1988 en el país del mundo que más torneos internacionales organiza, con más de un centenar por año.
Colabora en prensa, televisión, radio, en un blog, ha dirigido una revista especializada en ajedrez… ¿qué persigue con toda esta ingente labor un divulgador como usted?
Aparte de que hago lo me gusta, parto de un principio ideológico muy sólido: creo que, tanto si eres creyente o no, si tienes un gran talento para algo -en mi caso, para la comunicación- tienes la obligación moral de desarrollarlo y compartirlo cuanto puedas. Y además de todo eso, tengo clarísimo, con argumentos irrefutables, que el ajedrez es muy útil para la sociedad, no sólo como juego o deporte, sino sobre todo por su gran utilidad pedagógica, social y terapéutica, a la que dedico una gran parte de mi tiempo y energía desde hace muchos años.
En 2013 publica el libro Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas, que va ya por la sexta edición. Aunque toca muchos temas diferentes que confluyen en el juego, ¿cuál es para usted la mayor contribución del libro?
Para poder leerlo y entender el 95% del libro no es necesario saber nada de ajedrez, ni cómo se mueve un peón. Mi idea fue demostrar las numerosas conexiones de gran interés que unen al ajedrez con la pedagogía, psicología, psiquiatría, matemáticas, neurología, informática, etcétera. A los ajedrecistas les aporta una gran cultura general relacionada con su pasión, y a los no ajedrecistas puede generarles muchas ideas aplicables en su profesión o su vida cotidiana, especialmente a los docentes.
¿Por qué hay menos jugadoras que jugadores de ajedrez?
Esta pregunta da para una conferencia de una hora, y de hecho es una de las que he dado varias veces últimamente. La causa más importante para mí es la desigual educación de niños y niñas: en la mayoría de los países, regalar un juego de ajedrez a una niña es casi tan raro como una muñeca a un niño; el ajedrez tiene la etiqueta de que “es para hombres”. Hay otra serie de causas sociales y hormonales, imposibles de explicar con detalle en una entrevista, de las que trata el primer capítulo de mi libro.
¿Por qué es importante que el ajedrez se integre en los programas educativos?
Varios estudios científicos y numerosas experiencias en los cinco continentes demuestran que los alumnos ajedrecistas desarrollan más la inteligencia en varios parámetros, incluida la emocional, y obtienen mejores resultados académicos, sobre todo en matemáticas y comprensión lectora. Además, es una gran herramienta educativa transversal (por los valores que transmite), sobre todo en la edad Infantil (de los 2 a los 5 años) y en Primaria, e interdisciplinar: puede contribuir a que las clases de varias asignaturas -especialmente, matemáticas, pero no sólo- sean más amenas y eficaces. Conviene recalcar que no estoy hablando de jugar al ajedrez, aunque también es muy útil, sino de utilizarlo como herramienta educativa en horario lectivo por parte de docentes profesionales. Pero si eso se hace bien se logrará alfabetizar en ajedrez a millones de niños, lo que sin duda aumentará la demanda de ajedrez extraescolar, con fines más deportivos, impartido por monitores de ajedrez. Y eso, a su vez, repercutirá en que el número de jugadores sea mucho mayor que el actual.
Imagine que una persona de 50 años que no sabe nada del juego le plantea que le convenza de que se inicie en el ajedrez ¿por qué se lo recomendaría?
Para empezar, porque toda edad es buena para iniciarse en el ajedrez, siempre que no hablemos de deporte de alto nivel. Además, porque esa franja de los 50 años es idónea para aumentar la reserva cognitiva, un depósito que tenemos en el cerebro que cuanto más lleno esté menos riesgo tendremos de sufrir Alzheimer u otra demencia senil.
Ha escrito que “el ejercicio regular del ajedrez mejora el envejecimiento cerebral e incluso podría ser útil para prevenir el Alzheimer y otras demencias seniles”. ¿Esto está demostrado ya?
Dejando bien claro que, por desgracia, no sabemos de absolutamente nada que prevenga el Alzheimer, sí hay estudios científicos suficientes, que he contrastado con más de 200 neurólogos, para afirmar que la práctica frecuente del ajedrez retrasa mucho el envejecimiento cerebral, y por tanto también el Alzheimer. Estamos hablando quizá de ocho o diez años. Si a una persona de 70 años destinada a sufrir Alzheimer se lo retrasamos ocho años, es probable que muera antes por otra razón; y si no, estamos aumentando mucho su calidad de vida, y sobre todo la de las personas cercanas que vayan a ocuparse de ella cuando se manifieste la enfermedad. El ajedrez es un magnífico gimnasio mental. Dado que cada vez vivimos más, este asunto es muy importante y debería ser una cuestión de estado porque, todo Gobierno, sea cual sea su ideología política, tendrá que destinar cantidades enormes al cuidado de personas mayores que no se valen por sí mismas.
Agradecemos a Leontxo su amabilidad y las impagables aportaciones que nos dejan sus respuestas. Emplazamos a los lectores que quieran conocer a este gran comunicador versado en los entresijos del ajedrez, y que deseen profundizar en Las cualidades del ajedrez y la prevención del deterioro cerebral, a que asistan este viernes a las ocho de la tarde al Centro Cívico para escuchar su conferencia. No se arrepentirán.