Adiós al eldense Emilio Pérez Rosas, autor de "Un tiro de gracia", novela autobiográfica sobre la Guerra Civil
Emilio Pérez Rosas, autor de la novela corta Un tiro de gracia, falleció el pasado domingo a los 96 años de edad. Hombre vital y optimista, logró superar el tiro de gracia que le disparó un soldado enemigo durante la Guerra Civil española cuando tenía solo 18 años de edad. Un hecho que le dejó graves secuelas físicas para toda su vida. No obstante, su forma de ser y su sentido del humor le ayudaron a cumplir casi un siglo. Hasta hace un mes podíamos verlo por Elda caminando por su propio pie y con un excelente estado de salud mental.
El eldense escribió su único libro cuando había cumplido los 87 años por una necesidad vital, como indicaba en la introducción del mismo: “Lo que relato en las siguientes páginas lleva un retraso de casi toda una vida. Cerca de setenta años son demasiados intentando creer que olvidar es aliviar. Tantos años cargado con el peso inerte de una historia no contada, me ha supuesto un cansancio moral que solía atribuir a otros avatares que, también nunca faltaron”.
Emilio Pérez Rosas desarrolló su vida profesional como empresario de la industria auxiliar del calzado y después de más de 20 años jubilado, se decidió a poner por escrito sus dramáticas vivencias sobre la Guerra Civil, de la que recordaba con asombrosa nitidez numerosos detalles.
El libro fue un auténtico éxito editorial en el ámbito local en el año 2007, ya que se vendieron más de 1.500 libros en sus tres ediciones y en la actualidad está agotado.
Primero editó por su cuenta unos cuantos ejemplares, pero la difusión del relato fue tan grande que la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Elda, entonces presidido por el socialista Juan Pascual Azorín, se hizo cargo de su publicación en el año 2007 con una cuidada edición que incluía en la portada un dibujo de su cuñado Ramón Candelas. El libro se agotó en dos meses. Ese mismo año otra Corporación, en este caso encabezada por la popular Adela Pedrosa, hizo una segunda tirada que se vendió en su totalidad de nuevo. Esta segunda edición ampliada mantiene la portada, aunque le cambia el color y cuenta con un magnífico prólogo del catedrático de Lengua y Literatura española, Salvador Pavía, quien afirma: “Lo que hay en estas páginas es su propia, intransferible memoria personal de lo que vivió, de quién era ese joven de 18 años y lo que quedó de él después de que un tiro de gracia lo convirtiera en un resucitado”.
“En mayo de 1936 yo tenía 16 años”, así comienza Emilio Pérez Rosas su novela corta, que concluye a finales de marzo de 1939 y abarca toda la Guerra Civil. Narra desde el estallido de la guerra hasta su final, pasando por la ilusión con la que se alistó con su pandilla de Elda para vivir una aventura sin saber lo que les esperaba. EL contenido autobiográfico, contado en primera persona con fuerza y sencillez, hizo que los profesores de algunos institutos de Elda recomendaran el libro a sus alumnos, como en el IES Valle de Elda y el centro Santa María del Carmen, cuyos escolares en ambos casos mantuvieron un encuentro con el autor, del que quedaron impactados, sobre todo, por su ausencia de victimismo y de rencor.
Como dice en su introducción el propio Emilio Pérez Rosas, “No acuso, solo constato”, de hecho, su libro constituye un manifiesto antibelicista en el que no juzga a ninguno de los dos bandos, aunque de ambos extrae ejemplos de barbarie, como el prisionero colgado por los pies de un árbol con la cabeza chamuscada o el fusilamiento del autor junto a seis compañeros. Pero también encontramos hechos que hablan de humanidad, como su cabo, un andaluz a quien le dedica el libro, que dio la vida por un compañero, o el grupo de soldados hambrientos que respeta el rebaño de un pobre pastor y el gallinero de una anciana. Uno de los hechos más curiosos se produce cuando los soldados de un mismo pueblo, pero que luchaban en diferentes bandos, acuerdan bañarse alternativamente en el río Mijares.
En ese lugar del río Mijares, muy cerca de Villarreal, en Castellón, se produjo el 19 de junio de 1938 el suceso que da título a este libro. Emilio Pérez Rosas recibió el tiro de gracia de un soldado marroquí de los regulares, al que sobrevivió tras una larga convalecencia de seis meses durante la cual tuvo graves recaídas que superó contra el pronóstico de los médicos.
El libro termina con una alusión a la residencia del gobierno republicano en El Poblet de Petrer, ya deshabitado, donde él se encontraba en los últimos días de la guerra: “Desde la última sede del gobierno de la República se disparó la última bala de esta larga contienda, dando por finalizada la guerra. Mis seis balas hicieron "blanco" en una vacía lata de conservas que colgaba de la rama de un pino».
El relato deja patente el sinsentido de la guerra en la que el puro azar determina que los jóvenes den su vida y luchen en un bando que viene dado por el territorio donde viven. El punto álgido de la novela es la descripción del momento en que recibió el tiro de gracia. En una ocasión, uno de los alumnos a quienes ofreció sus charlas le preguntó qué significaba la luz roja que dijo ver cuando el soldado enemigo le disparó en la cabeza una bala que le entró por la parte de detrás del cuello y le salió por la mandíbula. Emilio Pérez dijo entonces que su madre, precisamente a esa misma hora, las 7 de la tarde, cada día le rezaba a la Virgen de la Salud por él: “Esa luz fue para mí la Virgen de la Salud, que me salvó la vida”, aseguró.
Emilio Pérez Rosas dejaba claro en sus intervenciones que no guardaba ningún rencor al soldado que le disparó, “en todo caso a su superior, que fue quien dio la orden de que no quería prisioneros, pero tampoco lo he odiado, la guerra es así”,decía. Una de las anécdotas más curiosas que contaba fue que reconoció al soldado que le disparó el tiro de gracia, viendo en su casa un documental sobre Marruecos. Posteriormente consiguió grabar el programa y mandó imprimir su imagen: “Quién le iba a decir que yo le iba a sobrevivir” concluía con su habitual sentido del humor, mientras mostraba sonriente su fotografía a los alumnos.
Su libro ha traspasado el ámbito local y en el IES Gran Capitán de Córdoba llegaron a hacer una representación teatral del mismo. Precisamente, desde este instituto le pidieron en repetidas ocasiones que asistiera, pero él siempre declinó este ofrecimiento debido a que su estado físico no se lo permitía.