Pasión por la escritura. Escribimos en Elda.

PASIN POR LA ESCRITURA (Escribimos en Elda) Jos Joaqun Martnez Egido (Coord.) 111 rtrn-rrl NJA15n5;:rn El fondo de/problema se centraba con frecuencia en la teora literaria, en lo ajenos que eran mis planteamientos a los presupuestos de tal o cual tendencia entonces en boga: ni yo les conceda el menor crdito, ni mi obra, en consecuencia, era clasificable de acuerdo con ninguna de ellas, Por contrapuestas que fueran, coincidan en ignorar el aspecto de la novela que ms poda interesarme: la consideracin de la novela como forma de conocimiento y, en este sentido como algo susceptible de transformar el mundo. Luis Goytisolo, Estatua con palomas (1992) Uno de mis recuerdos ms lejanos se remonta a la noche en que vi correr al Unicornio que viva enmarcado en la reproduccin de un famoso tapiz. Con asombrosa nitidez, le vi echar a correr y desaparecer por un ngulo del marco, para reaparecer enseguida y retomar su lugar, hermoso, blanqusimo y enigmtico. Nunca supe por qu razn el Unicornio haba intentado escapar del cuadro y durante mucho tiempo me intrig, y aun me atemoriz un poco. Ana Mara Matute, Paraso deshabitado (2007) As es. No hay cosa ms hermosa en el mundo que los milagros. Yo me s muchos, a ti te los contaba de nio, y a menudo me los cuento a m mismo y encuentro mucho consuelo en ellos. Sir ir ms lejos, el que tu madre se fijara en m y se casara conmigo, qu fue sino un milagro Luis Landero, La vida negociable (2017) esde el compromiso de la Concejala con la Cultura, y teniendo entre sus objetivos el fomento de la lectura y la escritura, nos complace enormemente presentar este libro, cuyo germen surge de los talleres literarios organizados por el Ayuntamiento de Elda. El indudable talento del alumnado, y la maestra de su profesor han sido claves en el resultado de este trabajo, un nuevo libro del que les invitamos a disfrutar ya que derrocha pasin por la escritura. Lo que se sabe sentir, se sabe decir. Miguel de Cervantes Rosa Mara Vidal Prez Concejala de Cultura, Teatro y Museos Quinta Teniente de Alcalde del Excmo. Ayuntamiento de Elda De los textos: Sus autores De la presente edicin: Ayuntamiento de Elda. Concejala de Cultura CRDITOS Edita: Ayuntamiento de Elda Concejala de Cultura Coordinador: Jos Joaqun Martnez Egido Portada: Acuarela de Patrocinio Navarro Jardn de la Msica I.S.B.N.:978-84-09-23472-1 Depsito Legal: A 325-2020 Diseo y maquetacin: Quinta impresin, S.L.U. Imprime: Quinta impresin, S.L.U. Ninguna parte de esta publicacin puede ser reproducida, almacenada o transmitida, de ninguna manera ni por ningn medio, sin la autorizacin previa y escrita de la autora o editora, salvo las citaciones en revistas, peridicos o libros si se menciona la procedencia. Pasin por la escritura. Prlogo 11 Jos Joaqun Martnez Egido Empezar. Jos Joaqun Martnez Egido 15 1. La descripcin 19 1.1. La descripcin de personajes 20 Mi mejor amiga. ngeles Martn Amo 20 Personaje annimo. Rafa Bentez Sema 20 Ella. Ofelia Serrano Busquier 21 Sofa. Cecilia Marhuenda 21 Memorias de un peluche. Ofelia Serrano Busquier 22 Vol hacia ella. Nuria Vidal 22 Manuela. Carmen Rico 23 Rossy de Palma. Pilar Sedano 23 Ella. Pilar Sedano 23 Jacinto. Manolo Ortn Garca 24 Napolen Bonaparte. Francisco Jos Gonzlez Mira 24 1.2. La descripcin de objetos 25 N9. Nuria Vidai 25 El reloj. Carmen Rico 25 . . . Manuel Ortn Garca 25 1.3. La descripcin de lugares 26 Playa de arena. ngeles Martn Amo 26 El castillo palomar. Ofelia Serrano Busquier 26 07 PASIN POR LA ESCRITURA (ESCRIBIMOS EN ELDA) Navidad en mayo. Isabel Teruel Gonzlez 27 El puerto. Don i Bemabu Falc 27 La habitacin de Sofa. Cecilia Marhuenda 28 Todava. Nuria Vidal 29 La sala de estar. Carmen Rico Iiguez 29 Lugares. Pilar Sedano 30 La sala. Manuel Ortn Garca 31 Campo de batalla. Francisco Jos Gonzlez Mira 31 2. La persona narrativa 33 Lo inesperado. Don Bemabu Falc 34 Su pequea. Cecilia Marhuenda 35 Adis. Carmen Rico 36 UPS! Nuria Vidal 38 3. La extensin de la historia: condensacin 41 La Luz. Carmen Rico 41 De sof y de crisis. Nuria Vidal 42 La tormenta. Don Bemabu Falc 42 No vamos a pelear! Pensaba. Palmira Tvar 42 Piensas. Pilar Sedano 43 Matrimonio de conveniencia. Ofelia Serrano Busquier 43 La nevada. Don Bemabu Falc 43 4. El cadver exquisito 45 4.1. El uso de oraciones comunes 46 Falsa tormenta. Nuria Vidal 47 El negocio. ngeles Martn Amo 48 Lo/a. Cecilia Marhuenda 49 Nada es imposible. Don Bemabu Falc 50 Cansancio. Jos Joaqun Martnez Egido 51 Incidente oportuno. Ofelia Serrano Busquier 52 Un domingo cualquiera. Carmen Rico Iiguez 53 El viaje. Pilar Sedano 54 Calor humano. Francisco Jos Rodrguez Mira 55 08 NDICE 4.2. La redaccin encadenada 56 Veinte aos sin verlo. Taller de redaccin de cuentos 58 5. Un concurso literario 61 A 5.791 Kilmetros. Nuria Vidal 61 Sus ojos. Isabel Teruel Gonzlez 62 Misa Mayor. Carmen Rico Iiguez 63 Dentro y Fuera. Jos Joaqun Martnez Egido 64 Tiempos pasados. Ofelia Serrano Busquier 65 6. Relatos 67 La cita. Dori Bemabu Falc 67 Rojo o verde. Isabel Teruel Gonzlez 72 Su primer viaje. Mara Herminia Moreno Ortn 76 Tiempo y Silencio. Rafaela Bentez 81 Clara. Ofelia Serrano Busquier 84 La maleta. Sacra Leal 91 Y sobre todo, que cante. Nuria Vidal 92 Volver. Carmen Rico Iiguez 97 La Mecedora. Ana Bernabu 103 Hizo inventario de sus dolores cayendo la tarde. Pilar Sedano 104 Yo, Marta. ngeles Martn Amo 106 Una historia magnfica. Manuel Ortn Garca 111 Por fin su ngel la escuch. Cecilia Marhuenda 114 La. Brianda Bonal 120 Lo azul. Palmira Tvar Poveda 123 Viaje de vuelta. Pilar Sedano 129 El felzmetro. Jos Joaqun Martnez Egido 134 Destino vacacional. Sacra Leal 136 La huida. Concha Maestre 137 09 Pasin por la escritura (Escribimos en Elda) Prlogo U n buen ttulo siempre tiene que reunir una serie de caracters ticas formales y temticas que representen bien al contenido del que es puerta de entrada. En este caso, Pasin por la escritura (Escribimos en Elda) cumple todas las exigencias estilsticas pues, adems de ser directo, sencillo y rotundo, tiene una segunda parte descriptiva que enlaza con el contenido perfectamente. Es decir, lo que el lector se va a encontrar en estas pginas es un conjunto de relatos y de actividades de creacin literaria realizados por personas de Elda. Todos y todas han participado en una o en las dos ediciones del Curso de Escritura Creativa: Anlisis y redaccin de cuentos, en sus ediciones, primera y segunda, en 2018 y en 2019, respectivamente; ambas promovidas y patrocinadas por la Concejala de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Elda. El contenido de este libro abarca y contiene diferentes ejercicios de redaccin literaria, tanto desde el punto de vista formal como temti co, realizados en algn momento del transcurso de las dos ediciones del Curso de Escritura creativa por los alumnos asistentes, agrupados para este libro en diferentes secciones, de tal forma que sean una muestra ptima y representativa del trabajo realizado. Estos cursos funcionan como un Taller de creacin literaria a lo largo de 12 sesiones de una hora y media de duracin cada una de ellas. La implementacin se lleva a cabo en dos vertientes consecutivas y complementarias: la primera consiste en el diseo y en la realiza cin de una actividad colectiva de taller por cada sesin, de la cual, mediante una metodologa aplicada individualmente a cada alumno da como resultado un texto con voluntad literaria. PksION ORI I E, 111 Ese dB1M ELDA En cada sesin se aborda una cuestin temtica o formal y se ilustra con un cuento de un autor conocido, tales como: Casa Tomada de Julio Cortzar, El ahogado ms hermoso del mundo de Gabriel Garca Mrquez, El recado de Elena Poniatowska, El nio a quien se le muri el amigo y Polvo de carbn de Ana Mara Matute, Young Snchez de Igna cio Aldecoa, El gato negro de Edgar Allan Poe, entre otros. En primer lugar, los participantes leen ese cuento, y en el taller lo comentan para, posteriormente, realizar un ejercicio de redaccin creativa a partir de su propia lectura y de las vivencias que surgen entre ellos. Ese escrito se comparte con todos en la siguiente clase y, con las orientaciones del profesor y de los propios compaeros, se produce una retroalimentacin muy importante para cada uno de los integrantes, que redunda en sus trabajos posteriores. Por todo ello, este libro se ha estructurado en seis partes que tratan de mostrar lo que ha sido el trabajo del taller en estas dos primeras ediciones. As comienza, tras un texto de introduccin que muestra al profesor justo durante el da del comienzo del curso, con el primer bloque, compuesto de un total de 24 pequeos textos que muestran tres tipos de descripciones (de personas, de objetos y de lugares), y que mues tran cmo se pueden abordar este tipo textual como parte integrante del relato. Con la descripcin se presentan a los ojos de los lectores los elementos que el autor quiere mostrarles y que, por norma gene ral, siempre deben estar completamente ligados a la historia, es decir, tienen que estar concebidos para conseguir una finalidad concreta, bien formal, bien conceptual, o ambas. El segundo bloque lo componen 4 textos que ilustran otra de las opera ciones que el escritor tiene que plantearse cuando comienza su historia, y no es otra que la eleccin de la persona narrativa; es decir, quin va a cortar la historia y cul es el punto de vista que mejor puede mostrar en el relato lo que se quiere contar y cmo se quiere hacer. Los 7 pequeos textos del tercer bloque tratan sobre un aspecto impor tante de lo que supone el desarrollo de una historia, como es la conden sacin. As, en menos de cincuenta palabras, el alumnado debe plantear 12 PRLOGO un elemento importante que ser incluido en su texto fi nal y que debe desarrollar y mostrar un sentimiento o una sensacin que pueda ser perfectamente sentida por el lector. Una vez escritos estos textos, se van perfilando y cincelando hasta llegar a lo que debe ser su esencia y, por tanto, contribuir a la literariedad del relato que se est intentando crear. Llegados a este punto, si las tres primeras partes descritas responden a caractersticas temticas o formales de lo que comporta la creacin y la redaccin de un cuento, las tres siguientes se sitan en la produccin de lo escrito, en el resultado final. As en el cuarto bloque, se muestran otras tcnicas de creacin litera ria, en las que el escritor se aleja de la creacin lgica y coherente y se adentra en lo ilgico o no pensado. En este apartado cabra cualquier actividad que pueda ser incluida en las llamadas tcnicas del Cadver Exquisito. En esta ocasin, en este libro, se recogen y muestran dos de esas actividades que representan parte del trabajo realizado de forma fehaciente, ya que una se basa en la redaccin individual, a partir de una base comn para todos los integrantes del taller, de los que se ofrecen 9 textos; mientras que la otra es una redaccin colectiva, y esto es lo importante, con un procedimiento metodolgico que ms adelante, en su apartado correspondiente, se explicar. El objetivo que se pretende conseguir es que el alumno deje a un lado, en ocasiones, el pensamiento racional y explore otros procedimientos. El resultado siempre sorprende. Los dos ltimos bloques presentan relatos completos e individuales, resultado de lo aprendido en los talleres. De esta forma, el cuarto bloque recoge 5 textos de los que fueron presentados a un concurso local de cuentos. Una de las formas que tienen los escritores noveles de publicar sus escritos y de que se conozca y se lea su produccin es la de presentarse a certmenes literarios, en los que siempre se deben ajustar a unas caractersticas exigidas por la entidad convocante; de ah que se fomente la participacin de los integrantes del taller en este tipo de concursos, siendo muestra de ello los cuentos que se recogen en este apartado. Por ltimo, el sexto bloque muestra 19 relatos, cuyos autores son inte grantes de los talleres, pero en los que tambin se incluye dos personas 13 I (E vinculadas siempre a esta actividad, como son Sacra Leal y Concha Maestre, a quienes desde aqu se les quiere expresar un agradecimien to sincero por haber accedido a la invitacin de publicar sus escritos en estas pginas. En todos estos relatos se intenta, y se consigue, que las enseanzas recibidas puedan ser plasmadas en sus textos junto al bagaje individual de cada uno de los autores. Teniendo siempre presente, como mxima de nuestra concepcin de la actividad de creacin, el respeto casi absoluto al estilo y a la personalidad literaria y psicolgica de cada persona participante, ya que la singularidad es un valor que, no solo debe ser respetado, sino alentado. Por todo ello, cada uno de los escritores y escritoras que aparecen en este libro, junto al excelente pintor eldense Patrocinio Navarro, quien desinteresadamente ha colaborado en este proyecto al ceder la repro duccin grfica de la obra que sirve de portada para este libro, y al que damos las gracias, quieren que sus obras vayan un poco ms all; es decir, adems de la voluntad de todo escritor de que sus escritos sean ledos por el mayor nmero de personas, quieren conseguir un objeti vo mucho ms personal y con un componente claramente social, de ah que todos los ejemplares de este libro sean donados por parte de la Concejala de Cultura a la A.P.A. del colegio pblico de educacin especial Miguel de Cervantes de Elda. En total, el lector se va a encontrar, adems de las citas y explica ciones que acompaan a cada uno de los bloques, con 70 textos de produccin propia del taller de redaccin de cuentos, escritos por 18 personas en las que se ratifica el ttulo de este libro, Pasin por la escri tura y, tambin de forma ms particular, el subttulo Escribimos en Elda. Ambos son una realidad para nosotros. Elda, 31 de marzo de 2020 Jos Joaqun Martnez Egido 14 PRLOGO EMPEZAR JOS JOAQUN MARTNEZ EGIDO Esta tarde empieza. Se acaba de despertar, ni siquiera se he tomado el caf y ya tiene ese hueco en el estmago que le pone siempre en guar dia ante algo no cotidiano. Est a punto de levantarse de la cama, pero espera cinco minutos para or a Alsina. El serial del fantasma de Flandes no tiene desperdicio y, efectivamente, no defrauda, as como tampoco el resto de informaciones contadas en esos 15 minutos impagables de narracin periodstica radiofnica. Se levanta, se ducha y, deprisa se viste con la ropa ya preparada la noche anterior. Antes de salir para recoger a su madre y llevarla a la consulta del oculista, comprueba que las fotocopias estn preparadas, que todo est listo. Si, all estn. Espe ra que funcionen y, por consiguiente, que no defrauden. Quiz tendra que haber dispuesto algo ms tecnolgico, aunque, cree que est bien para empezar. Siempre ha pensado que lo primero son las personas y, esta tarde, el centro son ellos. Para ms de 40. Como enganche y juego no est mal. Parece haber funcionado. El piensa que, aunque hace mucho tiempo que cumpli 40, es una cifra, es una poca, que no le va bien, que no le ayuda, dicho de forma indulgente. Completa la maana con otra visita mdica, pero esta vez para Gilda y las vacunas de sus tres meses de vida. Gilda es hija de una Teckel con pedigr y de un padre desconocido, por lo que su componente literario folletinesco queda asegurado como ingrediente para sus aos venideros. Igual que las visitas al oftalmlogo o al veterinario crean cierto desaso siego sentirn lo mismo los que tienen que acudir esta tarde tambin Pues, ese tipo de actividad no suele ser del todo discreta, puesto que es muy dificil, imposible, dejar a un lado lo personal y centrarse slo en lo ficticio. Nunca se inventa nada, siempre se proyecta o se transforma. l no lleva cuarenta, pero si treinta explicando y hablando del espaol. Repasa y, salvo educacin infantil y primeros cursos de primaria, ha trabajado con todas las edades. Por eso sigue sin entender cmo su cuerpo, tan listo para tantas cosas, no hace falta recordar cmo dej de 15 PASIN POR LA ESCRITURA (ESCRIBIMOS EN ELDA) fumar, sigue sin entender lo cotidiano de su trabajo. Con estos pensa mientos se enfrasca en el repaso de la charla que impartir tambin esta tarde. Cmo si no hubiera ms das! Todo a la vez. Habla de muje res escritoras a fi nales del siglo XX. Disfruta preparndola, recordando, y ms impartindola. Son lecturas de sus aos de formacin aparente mente olvidadas. Ya son las siete pasadas y el nuevo encuentro se acerca. Recibe las feli citaciones siempre cariosas de parte del pblico y sale del local. Casi ms de las siete y media. Un caf rpido de camino a la cita deseando que todo vaya bien. El hueco en el estmago es ms grande todava. Son las ocho menos cinco y entra al edificio. Muchos alumnos ya estn all. Casi nadie le conoce. Y el curso va a empezar. 16 La descripcin Iba el jinete colorado, no como un pimiento, sino como una fresa, encendimiento propio de personas linfticas. Por ser joven y de miembros delicados, y por no tener pelo de barba, pareciera un nio, a no desmentir la presuncin sus trazas sacerdotales. Aunque cubierto del amarillo polvo que levantaba el trote de/jaco, bien se adverta que el traje del mozo era de pao negro liso, cortado con la flojedad y poca gracia que distingue las prendas de ropa de seglar vestidas por clrigos. Los guantes, despellejados ya por la tosca brida, eran asimismo negros y nuevecitos, igual que el hongo, que llevaba calado hasta las cejas, por temor a que los zarandeos de la trotada se hiciesen saltar al suelo, que sera el mayor compromiso del mundo. Emilia Pardo Bazn, Los pazos de Ulloa (1886) E n todo relato es necesario presentar a los personajes, mostrar un espacio o lugar o, sencillamente, poner a los ojos de quien lo lee un simple objeto; ese es trabajo que realiza un escritor en la operacin que conocemos como descripcin. Por eso, como ejemplo sencillo de textos, que no fciles, se ofre cen las siguientes descripciones agrupadas en personajes, lugares y objetos. 19 PM POR LA Esckfr .TRA E 005. E L1, La descripcin de personajes MI MEJOR AMIGA NGELES MARTN Mi mejor amiga se llamaba Marta. Con gran personalidad, haba en ella una mezcla entre: modestia, senci llez, frescura y sensualidad. De estatura media, cuerpo redondeado, cintura pequea y acentuada, mostraba el aspecto de una mujer estable y comunicativa. Equilibrada y armoniosa, la convertan en un importan te pilar en la vida de quienes la rodeaban. Su misteriosa mirada, dejaba entrever ternura y compasin. PERSONAJE ANNIMO RAFA BENTEZ Era un da cualquiera, y la ciudad despertaba lentamente de la oscuri dad de la noche dando paso al alba. Caminaban presurosos hacia sus lugares de trabajo. Los observo discretamente. Y decido acompaarlos, conozco el cami no. Camino que igual que ellos he recorrido durante tantos aos, las mismas calles, las mismas personas, los mismos lugares. . . Calles de Ramn y Cajal, Juan Carlos I, Doctor Fleming, Avenida de Chap. . . Personajes de la medicina, de la literatura, de las matemticas y de la psicologa. . . Nos recuerdan que con su esfuerzo y trabajo la sociedad camina hacia la cultura, la educacin, la salud y la justicia. Sigo acompaando a Carmen: a Lola, a Clara, y a Luis. Caminamos hasta llegar a nuestro destino. Son personajes annimos; no se les ha reconocido como economis tas de prestigio a pesar de llegar a final de mes con escasos recur sos, ni como enfermeros ilustres cuando pasan largas horas junto a sus hijos, sus padres o cualquier otro familiar que necesita su ayuda para la dolencia que padecen. Tratndola con la mejor de las medicinas que se puede administrar: cario, paciencia, seguridad, afecto, ternura y amor. Tampoco como literatos, cuando el mejor de los cuentos o relatos es 20 1 LA DESCRIPCIN el inventado por Clara, Lola, Carmen o Luis. Ni como psiclogos para recorrer junto a sus hijos el largo camino de la adolescencia, sin un master que los acredite para ello. Las calles, las plazas y las avenidas. . , siguen llevando los nombres de personajes relevantes. Era un da cualquiera, y la ciudad despertaba de la oscuridad de la noche dando paso al alba. ELLA OFELIA SERRANO BUSQUIER Era guapa, de tez blanca, el pelo muy negro lo marcaba ella con unas suaves ondas que peinaba hacia un lado: el marco de su cara era lige ramente ovalado, la nariz griega, los pmulos elevados, los labios, ni grandes ni pequeos, muy bien delineados. De todo este conjunto resaltaban unos ojos oscuros, casi negros, de forma almendrada. Su estatura no superaba el 1,60; estaba bien proporcionada, se la podra definir como delgada, no en exceso, con un andar ligero y armonioso. SOFI CECILIA MARHUENDA Sofa es una chica joven, de veintiocho aos, su cuerpo es menudo de comprensin delgada y atltica. Su pelo corto, rasurado en la nuca combinando colores fuertes en el fl equillo. Su rostro es asimtrico, del cual destacan sus ojos avellanas grandes y expresivos. En la mejilla izquierda y encima del labio superior destacan unos lunares grandes, que la hacen ms atractiva. Extrovertida, sincera y directa. Constante en sus metas, confiada y bastante soadora. Una joven con personalidad alegre. Irradia positividad, potencia su atractivo rostro combinando colores en su vestimenta. Deja una agra dable huella, en todos los que de verdad se esfuerzan en conocerla, sin juzgarla. Sofa: Libertad. 21 f .1 1 1 11.. MEMORIAS DE UN PELUCHE OFELIA SERRANO BUSQUIER Soy un juguete, un oso. El interior de mi cuerpo es de esponja y mi exterior est cubierto por una tela rizada de color azul intenso; tengo los ojos negros de fi eltro y mi boca es un hilvn negro y largo que hace que mi cara resulte alegre y simptica. No s cmo ni cundo nac. Mi primer hogar fue una juguetera, all me encontraba rodeado de otros hermanos de iguales o parecidas caractersticas; estbamos destinados a ser los primeros muecos de los nios. Esta es mi pequea presentacin, algn da contar mi historia completa. VOL HACIA ELLA NURIA VIDAL La encontr tumbada a la sombra del castao de Indias. Su mele na rubia estaba desparramada por la hierba, algunas mechas, de tan rubias, eran casi blancas. Se le notaba relajada y feliz. Tena los ojos cerrados y una sonrisa se dibujada en sus labios. A su lado, la caja de msica marcaba los acordes de la coreografa que Elisa, de seguro, imaginaba bailar en su mente. El tut dorado adivinaba un cuerpo menudo a la vez que esbelto. Sus brazos eran largos y acaban en unas manos infantiles de uas color rosa. Las piernas huesudas terminaban en unos pies puntiagudos, colocados en la primera posicin. La cuerda se termin y Elisa abri sus enormes ojos. 22 1 LA DESCRIPCIN MANUELA CARMEN RICO Manuela es alta. Su silueta armoniosa hace recordar las olas del mar cuando camina. Sus ojos son castaos, de un castao luminoso, enor mes como platos. Parece inquieta y fra. Observo sus manos, lisas y brillantes. Desnudas de abalorios. Es guapa, realmente es muy guapa, tan sencilla, obstinada en no serlo. Su hermosa cabellera es de color negro azabache, rizada, con matices azulados. Despide un intenso olor a hiedra y azahar. Envuelta en un manto blanco pasea como si fl otara, etrea, por la casa. ROSSY DE PALMA PILAR SEDANO Mujer asociada con la palabra fea, la manera ms simplista de describir la. Su altura, que la capacita como modelo, sustenta una gran personali dad apasionada por el arte y la vida. Sus rasgos picasianos, asimtricos, ojos de color dispar y gran nariz marcan la belleza. Belleza distinta que no deja indiferente. Con su sonrisa forjada por una gran autoaceptacin marca la diferencia. ELLA PILAR SEDANO Estaba frente a m, en pleno contraluz su silueta recortada, la mele na caa sobre sus hombros distrada, con pequeos brillos cenicientos, algunos mechones en sus puntas sugeran acariciar su largo cuello. Presentaba una imagen tranquila, relajada. A su espalda bajaron las persianas y sus ojos se encendieron con aquel azul tan claro, mil veces lavados. Un punto marrn en su ojo derecho rob mi atencin; aquel lunar pareca estar all para hipnotizar a cualquier interlocutor. Se levant, empez a hablar, decidida. combativa. En su discurso flotaban todos sus sueos, todos sus ideales se escapaban de aquellos finos labios. 23 PASIN POR LA ESCRITURA (ESCRIBIMOS EN ELDA) JACINTO MANOLO ORTN Aunque es muy inteligente y habilidoso, sus orejas, si bien no exce sivamente grandes, s exageradamente despegadas, provocan en la gente la sensacin de que no es capaz ni de atarse los cordones de sus zapatos. Luego, al observarlo con detenimiento, su aspecto limpio y elegante, los ojillos profundos, oscuros y vivos, su abun dante y cuidado cabello, hacen cambiar de opinin a la gente. No siempre a mejor. NAPOLEN BONAPARTE FRANCISCO JOS GONZLEZ MIRA Destello en nuestra historia, cambiada desde los ojos oscuros de un derramador de sangre nato, conquistador sin miramientos. Dotado de tez blanca y fra como su alma patriota. Patria que lo convirti en el pequeo conquistador que ahora es recordado por todos. Ni su pelo en decadencia ni sus escuetos labios fueron rivales para su enrgica alma dominante. 24 1. LA DESCRIPCIN 1.2. La descripcin de objetos N9 NURIA VIDAL Tem que se evaporara al sacarla de la oquedad del castao. Me sorprendi que estuviera prcticamente igual a cuando la dej. Hace cunto Veinte aos Ms. Le limpi el polvo y las telaraas y repas cada uno de sus dibujos con mis dedos. La recordaba ms grande, pens. Con una chispa de esperanza de que aun funcionara, coloqu la baila rina en su pedestal y le di cuerda. El Para Elisa comenz a sonar y la bailarina despert. Me apoy en el castao y cerrando los ojos, dej que los sonidos met licos de la obra de Beethoven me dieran alas. EL RELOJ CARMEN RICO El reloj marcaba la hora exacta de su nacimiento. Se par en el mismo instante en que su madre dio a luz. Por esa razn se convirti en objeto de culto para Manuela. Sus manecillas quietas, pero su corazn lata. Lo limpiaba con mimo. Era un reloj antiguo, de los de cuerda, de latn color bronce, adornado con hojas de parra en estao. En su interior poda leer se London. Su padre lo haba comprado en un viaje a esa gran ciudad. MANOLO ORTN Le encantaba mirar aquel objeto. Era sencillo, muy sencillo, no tena nada destacable pero le produca un efecto relajante. Su superficie esta ba recorrida por unos surcos de unos tres milmetros de ancho y otros tres de profundidad. Le hubiera gustado que, en lugar de llegar al lugar del que haba partido cuando deslizaba un dedo por cada surco trazan do una circunferencia, hubiera tenido forma helicoidal, recorriendo la superficie de arriba abajo y en sentido contrario una y otra vez. Desta caba la etiqueta de color azul en la que se lea la marca. Esa marca de la que todos dicen que hace grande. . . el corazn. 25 A 17,;i.:111 . 1 11 1.3. La descripcin de lugares PLAYA DEL ARENAL NGELES MARTN Se encuentra en Burriana, provincia de Castelln. Cuenta con un extenso paseo martimo. Dos kilmetros de extensin de arena fina y dorada. Sus aguas son tranquilas y cristalinas. Acceso con pasarelas de madera. Aseos, sillas anfibias para quien las necesite, zona surf, puesto de Cruz Roja y socorrista. Columpios y zonas de juegos para los ms pequeos. Respetada la ley de costas incluso antes de que sta existiera, hace de esta playa una de las ms bonitas y menos masificadas. Sus construc ciones se componen de casas modernas, antiguas y seoriales. Llama su atencin la ausencia de bloques de apartamentos. Dispone de chiringuitos donde poder disfrutar durante el da, y bien avanzada la noche, de copas, tapas, platos combinados, bocadillos y helados. Hay noches, en las que grupos musicales amenizan las veladas; esto invita a dar agradables paseos, sentarse a la orilla del mar, e incluso, hay quien se atreve con algn baile a la luz de la luna. EL CASTILLO PALOMAR OFELIA SERRANO BUSQUIER Esta edificacin no era un castillo propiamente dicho. Fue cons truido a mediados de 1800 por la familia Palomar. A la mansin le dieron la forma de castillo y era el lugar de recreo y veraneo de estas personas. Con el tiempo dejaron de ir. Cuando yo lo conoc ya se encontraba algo deteriorado. Estaba enclavado en una colina, rodeado de una inmensa pinada desde la cual se divisaba gran parte de la ciudad de Zaragoza. A mano derecha, emergan entre todos los edificios, las torres del Pilar. Al fondo, huertos y sembrados, la estacin de ferrocarril, y en el horizonte, sinuoso como una serpiente plateada el Rio Ebro. LA DESCRIPCIN NAVIDAD EN MAYO ISABEL TERUEL Fue un viernes 3 de mayo. A media maana son el telfono, era mi hija, tena una noticia maravillosa: despus de mucho tiempo de espe ra iba a ser mam. Lloramos y remos juntas y a la vez separadas por la distancia que hay entre Elda y Sax. Abr la ventana y mir al cielo, de un intenso color azul, con nubecillas blancas que parecan copos de algodn, igualitas a las que se pegan en el cielo de papel de un Beln. Cuatro das despus, como en un cuento de Navidad, conoc a Clara, mi nieta, mi nena, mi amor. EL PUERTO DORI BERNABU FALC El da era soleado y gran nmero de curiosos oteaban el horizonte, intentando vislumbrar desde la distancia. las maniobras de diferentes barcos intentando rescatar a la tripulacin de un buque que haba esta do a punto de zozobrar la noche anterior. Hasta el faro, haba resultado daado, tal fue la magnitud de las olas, golpeando con furia todo cuanto se interpona en su loca carrera. El torrero, segn decan, haba resultado herido. Una mujer lloraba en silencio viendo el desastre; musitando queda mente: por qu no conteste a su llamada. Cmo pude ser tan ciega para no imaginar este caos. . . Nunca podr perdonar mi cobarda. 27 P V: . )1( A E11( im LA HABITACIN DE SOFA CECILIA MARHUENDA Para llegar a la habitacin de Sofa tenemos que subir diecisiete esca lones de madera. Las paredes del descansillo estn vacas, no tienen decoracin ni ventanas al exterior. Sofa duerme en la habitacin del tico. Al abrir la puerta grande y blanca te transportas a otro mundo EL SUYO. Es una habitacin llena de colores, matices y sensaciones diferentes a lo establecido. Si te permites observar con otros ojos percibes magia y una imaginacin que desborda la personalidad de Sofa. La habitacin es bastante grande. Se debe a que anteriormente fue el trastero familiar. Las paredes estn pintadas de azul verdoso imitando el mar, que tanto aora. Su cama est estratgicamente puesta debajo del ventanal, as Sofa puede ver la luna plateada que a ella tanto enamora. Debajo de la cama de Sofa no hay monstruos, simplemente al no imaginarlos no les dio poder. A la derecha de la cama hay un enorme aparador restaurado y pintado de verde, su color. Encima de l hay un espejo blanco ovalado, lleno de fotos y recuerdos agradables. Colgados por las paredes tiene infi nidad de pauelos de seda, que con la entrada del aire suelen bailar entre ellos. En la pared izquierda hay una estantera de color roble, donde expone mltiples de objetos singulares de sus viajes, en las dos ltimas estanteras estn repletas de libros en todo su desorden tienen un orden. En la pared de enfrente tiene su armario, al abrirlo y ver el colorido de su ropa puedes creer que las paletas de algn pintor ha jugado con ellas. Los techos son altos y aburridos, tan solo destacar la lmpara de cristales y espejos que dependiendo de la luz de la habita cin cambian de forma y color. Por ltimo, en el rincn de la esquina, hay un escritorio, lleno de pape les, dibujos y poemas. Todos escritos por Sofa y desubicado hay un ordenador porttil donde ella accede al resto del mundo. 28 1. LA DESCRIPCIN TODA VA NURIA VIDAL El castao de Indias reinaba en lo alto de la colina que quedaba al norte de la finca. A su alrededor se extenda un gran manto de hierba suave y hmeda, entre la que crecan amapolas y dientes de len. De su tronco robusto, spero y cuajado de arrugas, nacan decenas de ramas donde convivan pjaros de diversas especies cuyos trinos componan la banda sonora del mgico lugar. Rode su enorme permetro repasando cada centmetro de su cuerpo con mis manos, hasta dar con la hendidura. Ante mi sorpresa, not el fro tacto del hierro y los relieves de su forma. An estaba all. LA SALA DE ESTAR CARMEN RICO La sala de estar era oscura, como mis pensamientos, llenos de tristeza ante su ausencia. Las cortinas de un color ocre, espesas, pesadas. Caan a ambos lados, envolviendo la ventana como si fuese un cuadro. A travs del cual se poda observar el jardn. Jardn sin vida, seco, abandonado. En la oscuridad del interior se apreciaban dos sillones grana y una mesa de roble, con una bandeja que a su vez sostena dos tazas de humeante caf. Por qu dos Si estoy sola, ante mi delirio. Una para m y otra para mi locura. La sucia alfombra reinando a mis pies, pegada a ellos. Derrotada ante la pena. Sombras ramos ambas de un pasado no muy lejano, cuando todo era msica y alegra. 29 )12 LA Fi. 11 E LUGARES PILAR SEDANO Haba comenzado el baile. Los rosales se agitaban nerviosos, sacudidos por el viento recin levantado, sus gruesos troncos anunciaban races ya viejas, el follaje de sus hojas tapaba cualquier hueco en los arcos de la mar quesina, negaban la vista de perspectivas y horizontes a los ojos. Tozudos empezaban a tejer brotes y tallos tiemos proclamando que se haban libra do de la poda invemal. Lucan salvajes, orgullosos de sus espinas. Arriba en la ltima viga, la discusin piaba en estridentes gorgoritos, el nido no hace tanto desocupado se hallaba de reformas. Las golondrinas haban llegado. II El suelo era un espejo. En su brillo se ocultaban miles de huellas deja das. Se alegr de tener las gafas de sol puestas. La sala comn era amplia y alargada, en sus paredes donde no haba cristal, estaban carteles explicativos de toda condicin. Las puertas enumeradas en fila a mano derecha, transversales a ellas los asientos donde entrenar la paciencia. Los plafones en el techo, apagados entonces, liberados del servicio por la luz cegadora que entraba a raudales por los enormes ventanales, eran alargados, situados con la misma cadencia de aquellas puertas, entonces todas cerradas. Vislumbr un asiento libre entre aquella algaraba de susurros y melo das de telfonos mviles, daban carta blanca para prescindir del pudor y subir el tono, exhibiendo privacidades. All ola a dolor con destello de alguna soledad. III La tarde se fue enfurruando y el cielo frunci el ceo con sus arrugas grises, al no saber sobrellevar su desazn comenz su llanto. Lento al principio, fuerte despus, cmodo en su autocompasin lastimera. Surcos de sus lgrimas fueron impregnando el barro. Tarde de lluvia. 30 1. LA DESCRIPCIN LA SALA MANOLO ORTN Abri la puerta. Su amiga le haba dejado las llaves de la peluquera. Subi las persianas de la sala principal. El da estaba muy gris. Llova. Con la escasa luz que entraba por las ventanas, la percha y los seca dores parecan seres fantasmales inmviles que lo observaban desde el fondo de la sala esperando no se sabe qu. Los enormes espejos de la pared lateral detrs del largo aparador con las sillas alineadas, multiplicaban el nmero de espectros. Los huecos entre las venta nas ocupados por estanteras llenas de toallas plegadas y distintos productos. Un escalofro le recorri la espalda. Puls el interruptor e, inmediatamente, la potente luz disip el temor producido por su fecunda imaginacin. CAMPO DE BATALLA FRANCISCO JOS RODRGUEZ MIRA Desierto de almas perdidas, fro y henchido de sangre. Un lugar sin horizonte, ms que el fi n de la tierra que pisamos. Totalmente colma da de un lquido rojizo, que, al ser exprimida con el peso de nuestros pies, se cuela entre las curvas de nuestras falanges inferiores, como el agua de lluvia se infiltra en la tierra de un mes de verano. Provocn donos un desagradable y maloliente escalofri, hacindonos sacudir hasta el ltimo pelo de nuestro cuerpo sudado, manchado de barro y repleto de cortes que instigan un tremendo escozor. Erguido y sin aliento, contemplas ese gran conjunto de cadveres mutilados que has dejado tras de ti, sin tan si quiera conocer la verdad de todas aquellas mentiras que te han llevado a cometer esa atrocidad. Arrodillado fren te al cementerio, terminas llorando sin saber el porqu de ese triste y ennegrecido da, que acaba con miles de vidas, con miles de muertes, sin un solo ganador. 31 La persona narrativa Tampoco es que me acuerde mucho de cmo era la habitacin, porque al entrar fuimos directos a la ventana a ver si, desde all, se vea la Torre Eiffel. Si se vea o no, tampoco lo recuerdo, supongo que no, nos pareci que Pars se ofreca tan bonito fuera como dentro del cristal. Como estar viendo una pelcula o un catlogo de fotos. La ciudad, nevada en los tejados de las buhardillas, tena la intencin de enamorarnos con todos sus tpicos. Qu raro era estar feliz. Diste media vuelta, fuiste al bao, me sent en la cama que luego sera nuestra para cambiarme de zapatos y nos apremiamos para salir de all a pesar del fro. Estaba ansioso por ensearte la ciudad. Mxim Huerta, La parte escondida del iceberg (2017) L a eleccin de la persona narrativa en una historia es un elemento muy importante, ya que el tipo de narrador, o punto de vista, influi r en la posible resolucin acertada o no de lo narrado. Por lo tanto uno de los ejercicios realizados fue el comprobar hasta qu punto una historia encaja mejor con un determinado tipo de narrador. Por ello, los participantes en estos cursos escribieron la misma historia usando dos puntos de vista narrativos diferentes, tal y como demues tran los siguientes textos. 33 A LO INESPERADO DORI BERNABU FALC (EN TERCERA PERSONA) Lea un libro junto a la ventana. Al notar disminuir la intensidad de la luz, mir su reloj: las siete. Tarde para aquella poca del ao. Alz la mirada y una sonrisa apareci en su cara al contemplar el grandioso espectculo de las montaas, cubiertas de nieve. La estacin de esqu luca en todo su esplendor. Acababan de encender las luces y los esquiadores se deslizaban montaa abajo buscando el calor del refugio. De pronto se escuch un gran estruendo que hizo temblar el edificio y la nieve comenz a caer desde los picos ms altos, a gran velocidad. Cerr el libro. Era un alud. Los monitores y todo el personal salieron a toda prisa para auxiliar a los rezagados. Su relacin con aquellos fenmenos atmosfricos paralizaba su cuerpo y su mente. Se fue la luz. Encendi una vela. Automticamente y sin saber por qu. . . comenz a cantar. (EN PRIMERA PERSONA) Estoy junto a la ventana leyendo un libro y noto que la intensidad de la luz del da disminuye considerablemente, miro el reloj: las siete. Es tarde para esta poca del ao. Alzo la mirada y no puedo evitar una sonrisa al contemplar el grandioso espectculo de las montaas cubiertas de nieve. La estacin de esqu luce en todo su esplendor. Acaban de encender las luces y los esquiadores se deslizan montaa abajo buscando el calor del refugio. De pronto un gran estruendo ha hecho temblar el edificio y la nieve est comenzando a caer desde los picos ms altos, a gran velocidad. Cierro el libro. Es un alud. Los monitores y el personal salen a toda prisa para auxiliar a los rezagados. Mi relacin con estos fenmenos atmosfricos es nula: paralizan mi cuerpo y mi mente. Se ha ido la luz. Enciendo una vela. Automtica mente y sin saber por qu. . . he comenzado a cantar. 2 LA PERSONA NARRATIVA SU PEQUEA CECILIA MARHUENDA (EN TERCERA PERSONA) Una maana despus del sepelio, cuando sus lgrimas eran tan pesadas que hacan surcos en sus mejillas, quizs a consecuencia de la sensa cin de impotencia y culpabilidad, empez a ver unicornios de colores, incluso el mundo mgico que su pequea deca. Por primera vez peino su cabello claro, se impregn de su aroma, la poda or susurrar y sentir una luz que iluminaba la estancia. Tanto tiempo tenindola cerca que a causa de su trabajo y viajes casi nunca la vea. Pero ahora l estaba dispuesto, sus prioridades haban cambiado y todo su tiempo sera de ella, su pequea. Le torturaban martilleando su cabeza, explicndole repetidamente que ella no estaba, que su tristeza y anhelo, con el tiempo, esa herida le dolera menos. Queran dormir su mente con las pastillas que sutilmen te aprendi a esconder, y les jur que ya no la vea. Pero a la cada del ocaso se suele sentar en su habitacin, entonces percibe su aliento en el vaho del cristal, sonre ligeramente. Su pequea est ah. Ha aprendido a jugar con ella, a leerle los cuentos que nunca le ley y ,cuando la oscura noche llega, se acurruca en su camita y mira hacia la puerta donde tantas veces la vea dormir. Es cuando se siente arropado por ella, cuando su cuerpo le permite descansar y su inmenso dolor le deja respirar. Puntual llega el amanecer, siente que ella no est, vuelve a sentirse vaco y sin fuerzas para enfrentarse al nuevo da. Pero las horas pasan, de nuevo el atardecer, vuelve a su habitacin para esperar a su peque a y para siempre guardar su secreto. (EN PRIMERA PERSONA) Una maana despus del sepelio, cuando mis lgrimas tan pesadas hacan surcos en mis mejillas, quizs a consecuencia de la sensacin de impotencia y culpabilidad, empec a ver unicornios de colores, incluso el mundo mgico que mi pequea deca. 35 Por primera vez pein su cabello claro y me impregn de su aroma, la poda or susurrar y sentir la luz que iluminaba la estancia. Tanto tiempo tenindola cerca, que a causa de mi trabajo y viajes casi nunca la vea. Pero ahora estaba dispuesto, mis prioridades haban cambiado y todo mi tiempo era de ella, mi pequea. Me torturaban martilleando mi cabeza, explicndome repetidamente que ella no estaba, que mi tristeza y anhelo con el tiempo est herida me dolera menos. Queran dormir mi mente, con las pastillas que sutil mente aprend a esconder, les asegur y jur que no la vea. Pero a la cada del ocaso, me suelo sentar en su habitacin, entonces percibo su aliento en el vaho del cristal, sonro ligeramente, mi pequea est aqu. He aprendido a jugar con ella, a leerle los cuentos que nunca le le, y cuando la oscura noche llega, me acurruco en su camita, y miro la puerta donde tantas veces la vea dormir. Es cuando me siento arro pado por ella, cuando mi cuerpo se permite descansar y mi inmenso dolor me deja respirar. Puntual llega el amanecer, siento que ella no est, vuelvo a sentirme vaco, y sin fuerzas para enfrentarme a un nuevo da. Pero las horas pasan de nuevo al atardecer vuelvo a su habitacin, para esperar a mi pequea, y guardar para siempre nuestro secreto. ADIS CARMEN RICO (EN TERCERA PERSONA) No llor cuando Manuel muri. Solo observaba el infinito, absorta en sus pensamientos. Sin derramar una lgrima. La gente la miraba atnita. No s realmente si ella pareca afligida o ida. Mientras su marido estaba de cuerpo presente ella dibu jaba en su mente estelas de libertad. No senta pena. Pero s curiosidad. Pensaba cmo hubiese sido su vida sin l. Al tiempo de arrinconarlo en el panten familiar, se iba sintiendo cada vez mejor. No haba sido mala persona, pero s muy celoso. Eso la haba conducido al tedio que por l senta. 36 2. LA PERSONA NARRATIVA No poda salir sola de casa, sus celos enfermizos, su desconfianza. Le hacan parecer a veces, loco. Nunca lleg a las manos, mas sus gritos se escuchaban en todo el rellano de la escalera. En esa poca las muje res vivan sometidas a los hombres. Por miedo o por costumbre. Su vida fue truncada demasiado pronto, todava era joven. Para ella fue un gran alivio, no hubiera aguantado mucho ms. Al instante que la gente iba dndole el psame, una mueca de alegra que no poda evitar, afloraba en su cara. La sensacin de rescate invada su cuerpo. Al fin recuperaba su vida. (EN PRIMERA PERSONA) No llor cuando Manuel muri. Solo observaba el infnitito, absorta en mis pensamientos, sin derramar una lgrima. La gente me miraba atnita. No s realmente si yo pareca afligida o ida. Mientras mi marido estaba de cuerpo presente yo dibuja ba en mi mente estelas de libertad. No senta pena, pero s curiosidad. Pensaba cmo hubiese sido mi vida sin l. Al tiempo de arrinconarlo en el panten familiar me iba sintiendo cada vez mejor. No haba sido mala persona en vida, pero s muy celoso. Eso me haba conducido al tedio que por l senta. No poda salir sola de casa, sus celos enfermizos, su desconfianza le hacan parecer, a veces, loco. Nunca lleg a las manos, mas sus gritos se escuchaban en todo el rellano de la escalera. En esa poca las muje res vivamos sometidas a los hombres. Por miedo o por costumbre. Su vida fue truncada demasiado pronto, todava era joven. Para m fue un gran alivio, no hubiese aguantado mucho ms. Al instante que la gente iba dndome el psame, una mueca de alegra, que no poda evitar, afloraba en mi cara. La sensacin de rescate invada mi cuerpo. Al fi n recuperaba mi vida. 37 A (E , ,, UPS! NURIA VIDAL (EN TERCERA PERSONA) Su querido gato persa siempre andaba remoloneando por sus pies. Le gustaba restregarse mientras Teresa trabajaba en el ordenador. Cuan do el felino se cansaba, se tumbaba en su canasto y la miraba de mane ra taciturna. Aquella tarde se haba estancado con una traduccin y no haba mane ra de sacarla a flote. En esas estaba cuando oy un golpe seco proce dente de alguna habitacin. De primeras pens en Ciro, pero al ver que estaba en su sitio, se levant a conocer la procedencia del ruido. Revis las otras tres estancias que tena su piso, pero no vio nada raro. Aprovechando que se haba levantado, fue a la cocina a hacerse un bocadillo y volvi al tajo. Pareca que el trabajo empezaba a cundirle, cuando de nuevo son el mismo golpe. Se levant con fastidio temiendo que la inspiracin se esfumara y volvi a revisar el resto de la vivienda obteniendo el mismo resultado. Supuso que el ruido vendra del piso de arriba y regres a su mesa. Ciro no paraba de restregarse por sus pies, pero cada vez lo haca con ms empeo y Teresa de vez en cuando le acariciaba el lomo sin apar tar los ojos de la pantalla. Tengo que lavarte Ciro, ests un poco guarro, le dijo al minino. Terminado el trabajo, hizo la mencin de subir a Ciro a su regazo, pero cuando iba a inclinarse, sus ojos se detuvieron en el canasto y pens aterrada, que si su gato estaba all plcidamente dormido, quin o qu era lo que estaba debajo de su mesa (EN PRIMERA PERSONA) Mi querido gato persa siempre anda remoloneando por mis pies. Le gusta restregarse mientras trabajo en el ordenador. Cuando se cansa, se tumba en su canasto y me mira de manera taciturna. 38 2 LA PERSONA NARRATIVA Aquella tarde, me haba estancado con una traduccin y no haba manera de sacarla a fl ote. En esas estaba cuando o un golpe seco procedente de alguna habitacin. De primeras, pens en Ciro, pero al ver que estaba en su sitio me levant a conocer la procedencia del ruido. Revis las otras estancias del piso, pero no vi nada raro. Aprovechan do que me haba levantado, fui a la cocina a hacerme un bocadillo y volv al tajo. Pareca que el trabajo empezaba a cundirme, cuando de nuevo son el mismo golpe. Me levant con fastidio temiendo que la inspiracin se esfumara y volv a revisar el resto de la vivienda obteniendo el mismo resultado. Supuse que el ruido vendra del piso de arriba y regres a mi mesa. Ciro no paraba de restregarse por mis pies, pero cada vez lo haca con ms empeo y yo de vez en cuando le acariciaba el lomo sin apartar los ojos de la pantalla. Tengo que lavarte Ciro, ests un poco guarro, le dije al minino. Terminado el trabajo, hice la mencin de subir a Ciro a mi regazo, pero cuando iba a inclinarme, mis ojos se detuvieron en el canasto y pens aterrada, que si mi gato estaba all plcidamente dormido, quin o qu era lo que estaba debajo de mi mesa 39 La extensin de la historia: condensacin Comenc mis ejercicios en el diario sin un plan previo, pero no desconociendo que en literatura uno no empieza por tener algo de lo que escribir y entonces escribe sobre ello, sino que el proceso de escribir propiamente dicho es el que permite al autor descubrir lo que quiere decir. Enrique Vila-Matas, Mac y su contratiempo, 2017 E n este caso, el ejercicio propuesto es la expresin de un sentimien to o idea en un mximo de 50 palabras para luego, en el grupo, discutir y analizar lo proyectado, as como explicar el valor de cada sustantivo, verbo o adjetivo utilizado. Ejemplos de este tipo de textos seran los siguientes: LA LUZ CARMEN Rico La luz, que entra por la ventana, casi blanca, como limpia, se pasea por mi cama. La siento. La veo sin mirarla. Mientras la siento, recuerdo. Recuerdo mi niez en aquella casa de campo, cerca del bosque de encinas y de una colina. 41 DE SOF Y DE CRISIS NURIA VIDAL Escalofro. Sudor recorriendo nuca. Pnico. Desestabilizacin inmi nente. Ida de olla total. Yo en plena crisis existencial y t ah dndole al mvil! Ensimismao, atontao. De repente, me miras. Nivel de alerta disminuyendo. Pnico en recesin. Atontamiento en aumento (rozando gilipollez). Estrellas. Corazones. Unicornios. Unicor nios vomitando arcoris. Otra vez me he enamorado de ti. Joder! LA TORMENTA DORI BERNABU Lea un libo. Al notar disminuir la intensidad de la luz, mir su reloj: las siete. Era temprano. Alz la mirada. Una nube negra cubra el cielo con rapidez. La intensa luz de un relmpago, seguida de un aterra dor trueno que hizo retumbar el edificio, ilumin su corazn que lata desbocado. Las tormentas le aterraban. Y sin pensarlo dos veces. . . comenz a rezar. No VAMOS A PELEAR! -PENSABA PALMIRA TVAR El tren par. El fro y la impaciencia me encogan dentro del chaque tn. Volva mi gran amor, el incondicional, el verdadero. De un vagn sali ella, alta, guapa, la mejor! Nos abrazamos mientras ella me deca: Hola maminka. Y yo emocionada, en mis pensamientos repeta: Esta vez, no nos vamos a pelear! 3. LA EXTENSIN DE LA HISTORIA: CONDENSACIN PIENSAS PILAR SEDANO Piensas que ya eres adulta. De hecho has cambiado la posicin dentro del coche, ya no viajas detrs, lo haces delante con el mundo avanzan do hacia ti visionado a travs del parabrisas. Piensas que ya eres adulta aunque tu edad invite a la risa. MATRIMONIO DE CONVENIENCIA OFELIA SERRANO BUSQUIER Los mayores haban agotado todos los recursos para distraer a aquella pequea tropa de seis nios. Nada les diverta en el interior de la casa, pero aquella tarde era imposible salir al exterior. Ese mes de Agosto era particularmente tormentoso, y hasta se podra decir que capricho so. Parece que supiera que los pequeos iban a baarse o jugar y, en ese instante, comenzar a tronar y a llover. LA NEVADA DORI BERNABU La nia miraba las ilustraciones de un cuento, cuando madre le dijo: Ponte el abrigo y la bufanda, vamos a la calle. El da anterior haba nevado y la pequea haba salido al patio. Mir al cielo. Era la primera vez que vea nevar y los copos blanditos y hmedos caan sobre ella. 43 El cadver exquisito El surrealismo, tal como yo lo entiendo, declara nuestro inconformismo absoluto con la claridad suficiente para que no se le pueda atribuir, en el proceso el mundo real, el papel de testigo de descargo. Contrariamente, el surrealismo nicamente podr explicar el estado de completo aislamien to al que esperamos llegar, aqu, en esta vida. El aislamiento de la mujer en Kant, el aislamiento de los racimos en Pasteur, el aislamiento de los vehculos en Curie, son a este respecto, profundamente sintomticos. Este mundo est tan solo muy relativamente proporcionado a la inteligencia, y los incidentes de este gnero no son ms que los episodios ms descollantes, por el momento, de una guerra de independencia en la que considero un glorioso honor participar. El surrealismo es el rayo invisible que algn da nos permitir superar a nuestros adversarios. Deja ya de temblar, cuerpo. Este verano, las rosas son azules; el bosque de cristal. La tierra envuelta en verdor me causa tan poca impresin como un fantasma. Vivir y dejar de vivir son soluciones imaginarias. La existencia est en otra parte. Andr Breton, El primer manifiesto surrealista (1924) B ajo el concepto de Cadver exquisito se integran diferentes acti vidades literarias que, escapando a la inspiracin y a la lgica, tien den a producir textos alejados muchas veces del concepto tradicional de autora pensada. Su origen se remonta a comienzos del siglo XX con el surgimiento del Surrealismo, en el que se atiende al subconsciente, individual o colectivo. En este libro, siguiendo con esas dos posibles formulaciones, reco gemos dos de ellas: la primera es un trabajo individual en su ejecu cin, aunque con un punto de partida comn; la segunda, se construye 45 PASIN POR LA ESCRITURA (ESCRIBIMOS EN ELDA) mediante el trabajo colaborativo, o ms bien mediante una cadena colaborativa en la que se desconoce casi todo lo anterior, como se explicar ms adelante, y con un resultado grupal. 4.1. El uso de oraciones comunes para todo el grupo Una de esas actividades consiste en la seleccin de una serie de frases al azar por parte del coordinador del taller, normalmente de un libro, que se proponen a los alumnos para que todos ellos redacten un texto de una extensin concreta y determinada por el profesor que las contengan. Se trata de un ejercicio individual en el que lo nico en comn entre todos los trabajos resultantes es el conjunto de frases propuestas. En esta ocasin, las frases se seleccionaron al azar del libro 40 relatos para no olvidar (2018) y fueron: - No me dio tiempo a contestar, cerca de la parada de los bombe ros de Elda. - Hoy da, esta avenida es uno de los lugares ms frecuentados de la ciudad. - Esta actividad no est bien vista por su padre, este es de ideas muy conservadoras. 46 4. EL CADVER EXQUISITO FALSA TORMENTA NURIA VIDAL Las personas que van de atormentadas me dan nauseas. Esas que van por la vida diciendo cosas tales como, el problema no eres t, soy yo o del tipo, no quiero hacerte dao. Esa clase de gente me pone enferma. No son atormentados. Se lo hacen para atormentarnos a nosotros, unos pobres mortales. El atormentado es alguien que sufre en silencio el desprecio de otros, del mismo modo a como se sufren las penas del alma: para dentro. La semana pasada no me dio tiempo a contestar. Cerca de aparada de los bomberos de Elda, me lo encontr, y aunque lo tena ya todo calculado, me pill desprevenida. Ahora es diferente, el escenario es perfecto: Juan Carlos I. Hoy da, esta avenida es un de los lugares ms frecuentados de la ciudad y donde l tiene su negocio de apuestas. Esta actividad no est bien vista por su padre, este es de ideas muy conservadoras, pero tan adultero como el hijo. Familia bien de/pueblo, como dira mi padre, cuya cantidad de dinero crece de manera directamente proporcional, a la expansin de la hi pocresa por sus vidas. Me agarro al objeto que llevo en mi bolsillo y acelero el paso hasta casi rozar su espalda. Su intuicin le hace girarse bruscamente. Esta vez, el papel del desprevenido le toca a l. Anclo mi mirada en sus ojos. No lo encuentro. No veo su despre cio. En cambio, su tormenta se me revela rotunda por primera vez. Aliviada, hundo mi desprecio en su pecho y le susurro: Maldito ser atormentado. El NEGOCIO NGELES MARTN Amo Por fin estaba en la Gran Avenida. Era tanto lo que me haban habla do de ella! Pude comprobar que realmente era uno de los lugares ms frecuentados de la ciudad. Conforme la iba recorriendo, me convenca cada vez ms de ser la zona perfecta para el negocio que tena en mente. Pude apreciar la cantidad de cafeteras, restaurantes y comer cios que all se encontraban. Ahora se me presentaba lo ms complicado. Explicar y convencer a mi padre la clase de negocio que quera montar. ste, iba a arriesgar en l, o lo que es lo mismo, me dejaba el dinero. Esta actividad no est bien vista por su padre, este es de ideas muy conservadoras y que estas echaran para atrs mi proyecto, mi ilusin. Qued con l en una de las cafeteras. Fue muy puntual, virtud que siempre le alab. Trs un caf, lo anim a que viera por si mismo lo buena que era la zona. Mi padre asinti con beneplcito. Una vez fi nalizado el paseo, decid acompaarlo hasta su casa, y apro vechar durante el trayecto para decirle en qu consista el negocio. Empec explicndoselo poco a poco, con tranquilidad, firmeza y segu ridad. Conforme le deca de qu trataba, el rostro de mi padre iba cambiando. Su sonrisa, se transform en labios apretados. Su ceo, se frunca cada vez ms. Su mirada era desorbitada. Un hombre defensor de los valores y tradiciones de antao. Con unas ideas religiosas, muy arraigadas. No me dio tiempo a contestar, cerca de la parada de los bomberos de Elda, su mal humor ya acrecentado de orme, le hizo aligerar el paso guar dando una gran distancia entre los dos. Se volvi y con voz fuerte y rotunda, me dijo: No! No me parece bien el negocio. Se alej tan rpido, que no me dio tiempo a contestar. 48 4, EL CADVER EXQUISITO LOLA CECILIA MARHUENDA Me llamo Lola, aunque en mi carnet ponga Javier. Hoy he decidi do ponerme los zapatos de tacn, la falda que tena escondida en el armario, me he pintado los labios de un color rojo intenso. Este maldito espejo se burla de m, me ofrece una imagen que yo detesto. Por un momento mi mirada se desva hacia la ventana de mi cuarto, al observar la transformacin y lo que ha cambiado. Hoy da esta avenida, es uno de los lugares ms frecuentados de la ciudad. Para pasar inadvertida, siempre con el cuento a m familia porque, esta activi dad, no est bien vista por mi padre, este es de ideas muy conservadoras. He salido a la calle temprano, con aromas de libertad, esa que me arrebato la naturaleza al nacer. Sin ningn motivo y destino subo en el autobs que acabo de ver. Cmo no!, el murmullo es generaliza do. Mir hacia adelante, con la cabeza erguida, Lola, no tropieces, pienso. Llego al fi nal de los asientos, sintiendo todas las miradas en m. Un grupo de jvenes empiezan a increparme Debajo de esa falda, tienes colita Me pregunta uno de ellos, y ya me aburre escuchar la misma pregunta. No me dio tiempo a contestar, cerca de la parada de los bomberos de Elda, alguien se levant, no lo esperaba, acostumbrada a la soledad de mi condicin. Se puso delante de m, entre los jvenes y yo, un hombre, un caballero dira yo, medira ms de uno noventa, me mir, con una mirada limpia sin lastima ni reproche, despus mir a los jvenes y con voz grave les pregun to: Queris mirar si yo tengo colita. Y un silencio incomodo se apoder del autobs. 49 NADA ES IMPOSIBLE DORI BERNABU FALC Tena unos das de vacaciones y decid pasarlos en casa, con la fami lia. La intencin era hablarles sobre la profesin a la que haba deci dido dedicarme; la cosa no iba a resultar fcil, estaba seguro, ya que esta actividad no estara bien vista por mi padre; este era de ideas muy conservadoras. Salimos a dar un paseo y hablando de unas cosas y otras, sin apenas darnos cuenta, nos encontramos en la Gran Avenida, nueva, reforma da, ya me haban comentado que hoy en da esta avenida es uno de los lugares ms frecuentado de la ciudad. Tenamos aparcado el coche, en una de las calles transversales. Deci dimos ir al cine, a los Yelmo en la vecina Petrer, ya que, Elda carece de salas de proyecciones. Mi padre me pregunt si saba qu pelcula veramos. Y, a continuacin, comenz a hablarme de lo orgulloso que estaba de m, con la carrera de medicina casi terminada, y con tan buenas notas sera fcil encontrar un buen trabajo, adems estaban sus contactos. Se senta muy feliz por que continuase la saga familiar, ya la 3 a generacin. . . No me dio tiempo a contestar, cerca de la parada de los bomberos de Elda, al contemplar el edificio y el rojo fulgurante de los camiones, aparca dos en la cochera, vi una ocasin inmejorable y armndome de valor solt la terrible frase: Pap, voy a ser bombero!!! El coche fren bruscamente, mir a mi padre a hurtadillas. Sus manos crispadas agarraban el volante, como si quisiera arrancarlo y darme con l en la cabeza. Su cara era todo un poema. Al final con un hilo de voz, respondi Bueno, un mdico -bombero en la familia tampoco est nada mal. 50 4. EL CADAVER EXQUISITO CANSANCIO JOS JOAQUN MARTNEZ EGIDO Realmente, no me dio tiempo a contestar. Cerca de/aparada de los bombe ros de Elda y con el coche que no arrancaba, all estaba yo. El telfono haba dejado de sonar. Era Elvira. Por Dios, no me dejaba ni a sol ni a sombra! Haban pasado muchos aos. Nos conocimos cuando yo venda zapa tos por los mercadillos de la zona. A ella pareca no importarle, pero, como me deca mi amigo Pedro: Esta actividad no est bien vista por su padre, este es de ideas muy conservadoras. Y tanto que conservado ras!, como que poco despus fue candidato de Alianza Popular por la provincia de Alicante al congreso! Cuando mi negocio prosper, ya fue otra cosa para su familia, pues, ser propietario de ms de veinte tiendas de zapatos por toda la provin cia en los centros comerciales ms atractivos era ms que suficiente para su querido padre, quien me deca siempre: Paco, t s que eres un tipo digno de mi hija. A lo que yo responda de boca para fuera: No diga tonteras, Fermn; su hija s que ha sido una suerte para m. Y de boca hacia dentro esa frase se transformaba en: Estoy hasta el gorro de usted y de su familia!. Lo nico que tengo que agradecerle a Fermn fue que nos ayudara a pagar un piso grande y luminoso en el culo del mundo en una calle sin hacer, pero que hoy da esta avenida es uno de los lugares ms frecuenta dos de la ciudad y, por consiguiente, con un valor inalcanzable para casi todo el mundo. Cog el telfono y llam al seguro para que me mandara una gra. A Elvira No me apeteci devolverle la llamada. 51. INCIDENTE OPORTUNO OFELIA SERRANO BUSQUIER No poda o no quera entenderlo, por ms que se lo hubiera explica do, a ella no le gustaba estudiar, le aburra, dependienta, qu horror!, hacer creer que todo es bueno y maravilloso; trabajar en una fbrica, no, eso lo ltimo, aguantar a tanta gente por encima de ella. Se lo dijo muchas veces y al final se sali con la suya, era lo que ms le gustaba, ser camarera. Esta actividad no est bien vista por su padre, ste es de ideas muy conser vadoras y esa profesin la considera baja, denigrante, impropia de una mujer, segn l este oficio solo les gusta a las mujeres ligeras de cascos, dispuesta a admitir cualquier proposicin de los hombres, vaya, casi una prostituta. La espera todas las noches, incluso los fi nes de semana que termina su trabajo de madrugada, est en la puerta de la cafetera, situada en la Gran Avenida, hoy en da uno de los lugares ms frecuentados de la Ciudad. La clientela la componen empleados, que por las maanas toman el desayuno, seoras que despus de una gran caminata se recompensan con un buen almuerzo; por la tarde, mams y nios. Ella disfruta de ese ambiente; le enriquece conocer a gente tan diversa. La vuelta a casa con su padre es una tortura; mientras conduce tiene que seguir escuchando sus comentarios Qu pensaran los vecinos cuando te vean volver a estas horas! Menos mal que tengo el sentido comn de acompaarte para que no te vean sola. Y as ser mientras yo viva, pero el da que yo falte. . . no lo quiero ni pensar, porque no creas que te saldr novio con este trabajo. No le dio tiempo a contestar, cerca de la parada de los bomberos de Elda se les cruz un coche, empotraron el suyo contra una farola. No recuer da nada ms: despert en la habitacin del hospital , en la cabecera de la cama estaban sus padres. El no cesaba de sollozar. Yo he teni do la culpa, no paraba de hablar. Los suspiros e hipidos llenaban la habitacin. En eso entr una enfermera: Tome este tranquilizante, hombre y calle ya, est asustando al resto de los pacientes No le hemos dicho que no es nada grave. En unos das estar en su casa. 4. EL CADVER EXQUISITO Y lo que tiene que hacer es dejar que su hija sea lo que ella quiera, por Dios que hombre tan dramtico. Aquel accidente fue muy oportuno, su padre dej de meterse con ella, ya no la molestaba con sus comentarios fuera de lugar e injustificados, incluso ya la dejaba volver sola a casa de su trabajo. UN DOMINGO CUALQUIERA CARMEN Rico Todos los domingos salgo a correr muy temprano. Dejo atrs mi calle. Hoy en da esa avenida es uno de los lugares ms frecuentados de la ciudad, mas a esa hora est desierta. La gente no madruga si no es por un buen motivo. Al pasar por la plaza Castelar, veo a Pere, mi primo, tambalearse de un lado a otro. Ha estado toda la noche de fiesta y este es el resultado. Esa actividad no est bien vista por su padre, l es de ideas muy conserva doras. Menuda bronca le va a caer cuando llegue a casa. Doy un rodeo para que no me vea y sigo corriendo en direccin al cementerio. Alguien me sisea, noto que me siguen. Vuelven a llamar me, esta vez con mi nombre. No me da tiempo a contestar. Cerca de la parada de los bomberos de Elda estaba parado el autobs y de un salto subo. Marchando calle abajo entro asustada y abatida por el ltimo sprint, al que me he visto sometida. Veo a Pere saludndome con la mano. Muerta de risa pienso en el susto tan grande que me ha dado el gamberro de mi primo. P RI l E EL VIAJE PILAR SEDANO Pagu con el importe exacto. Qu gusto!- Siempre prefera hacerlo as y no dar ninguna excusa a ese chfer tan sumamente antiptico, siempre aprovechaba la mnima para soltar por su boca toda clase de borderas. Recog el comprobante y pasillo adelante descubr mi asiento favorito libre, contenta me sent. Despus de abrocharme el cinturn me debat entre sacar el libro o el mvil. Ca en la trampa de mirar la hora en ste ltimo y ah ya me perd en los mundos de twitter. Segu ah hasta que el autobs se puso en marcha, mir por la ventana, pero apenas se poda ver nada de tanta porquera que haba en el cristal. Desist de mirar, pero no de escuchar, dos chicas apenas dos asientos ms atrs empezaban a contarse sus historias a un volumen que la radio qued totalmente eclipsada. Un sabor metlico invada mi boca, mis glndulas salivares se haban pa sado a la siderurgia, por mucha saliva que tragase el sabor no desapareca. Ya estaba todo hecho, la locura se haba puesto en marcha. Me hallaba perdida entre las nieblas de la culpa y el deseo, cuando los cosquilleos de excitacin que suban por mi columna sufrieron la des carga de la vibracin del mvil en mi mano. Lo sujetaba con una fuerza desmedida. Sonaba y sonaba y yo an no era plenamente consciente. No me dio tiempo a contestar. Cerca de aparada de los bomberos de Elda supe que ya lo sabas. El recuerdo ocup toda mi pantalla mental, poda or claramente tu voz sonando segura, engolada de prepotencia: Esta actividad no est bien vista por su padre, ste es de ideas muy conservadoras- Y no pude apartar la vista del pauelo en el bolsillo de tu chaqueta. Ya no estaba all. Mi cabeza y mis pasos se alejaban rpido al ritmo de la taquicardia. La fatiga cerraba mis bronquios. Diez minutos ms tarde ya no hubo ninguna duda y tuve que sacar mi inhalador de emergencia. Dos inhalaciones rpidas. Surgi efecto, 54 4. EL CADVER EXQUISITO obedientes mis bronquios se abrieron y la taquicardia intensific el taconeo. Caminaba tan deprisa que casi derrapo al tener que detener me en el semforo, no estaba acostumbrada, lo haban puesto haca poco. Era toda una novedad. Hoy da esta avenida es uno de los lugares ms frecuentados de la ciudad. Ya casi estaba, pude distinguir que Clara ya haba llegado. Esperaba delante de la puerta, arriba el cartel, Tattoo Estudio. CALOR HUMANO FRANCISCO JOS RODRIGUEZ MIRA Entre luces de oscuridad, farolas fundidas y heladas corrientes de aire que se cuelan entre mis piernas nicamente vestidas con una falda mal recortada. A eso se remite mi vida, mi forma de seguir adelante en esta que tan solo me ha dado un bofetn tras otro, sin ningn tipo de manga ancha, da tras da. Me encuentro encadenada a largas y fras noches a la intemperie, deambulando sin rumbo fi jo por una de las avenidas principales, hoy en da uno de los lugares ms frecuentados en el sueo de la ciudad, mientras mis carnes, en su mayora desnudas, rebotan a cada taconeo que doy con mis botas desgastadas. Flashbacks de mi infancia recuerdan a mi padre, jams habra aprobado esta forma de alimentar a mi hijo, jams habra visto con buenos ojos esta actividad que me carcome por dentro y derrite mis sueos como lo hacen dos cubitos de hielo en una saturada copa de alcohol. Pero sus ideas conservadoras nos habran matado a ambos, ni yo, ni mi peque o habramos sido capaces de sobrevivir de la caridad de unos pocos. Rezo cada noche porque l duerma en una de las mejores nubes mien tras yo me dedico a lo mo. Miro al cielo estrellado cada oscuridad, intentando evadirme de la frial dad de las personas que vienen a verme junto al parque de bomberos de Elda. Pero de nuevo ah est, aunque distinta marca, distinto precio o simplemente distinto color, junto al volante siempre aguarda lo mismo, aquellos con los que tengo pesadillas durante el da y que sustentan la poca estabilidad que le trasmito a mi pequeo. Una puerta abierta y una bragueta bajada, no me dio tiempo ni a contestar. 55 H 1.1 LA , RA (h. .;(.. . fu 4.2. La redaccin encadenada Como se ha expuesto al comienzo de este captulo, una de las tcnicas del cadver exquisito es la elaboracin de una obra colectiva con un resultado final nico. Y eso fue lo que se realiz mediante la metodolo ga de la redaccin encadenada. Esta consiste en que cada uno de los participantes tendr que redac tar un pequeo texto (sobre 20 palabras). El coordinador entregar un cuarto de folio, a cada participante. El primero comienza y se lo pasa al segundo; quien lee lo escrito por el primero y pasa lo que l escribe al tercero, quedndose con el que le han pasado a l. Y as sucesivamen te, de tal forma que cada participante solo conoce el texto del partici pante anterior. En esta ocasin fueron catorce los participantes, por lo que se redactaron catorce textos tal y como se ha explicado. Los textos fueron: 1 Ella estaba saliendo del trabajo cuando vio a Jorge. Haca Cuntos aos No recordaba, pero seguro que ms de veinte. 2 Pero an le provocaba ese escalofro tan caracterstico, que le acompa durante toda su juventud. 3 Siempre que miraba su fotografa, es fotografa en blanco y negro, que no sala nada favorecido. 4 Esa fotografa me evocaba tiempos pasados donde fui muy feliz con mis amigos en mi adolescencia. 5 Una poca feliz y al mismo tiempo plegada de contradicciones, inten tando encontrar un sitio en el mundo, fuera de la niez. 6 La escalera era una belleza. Se bifurcaba a ambos lados igual que mi indecisin. Para dnde encaminarme Derecha Izquierda 56 4. EL CADVER EXQUISITO 7 Pues decid echar por el camino de en medio y me qued quieta, contemplando la lmpara de araa mientras bajaba l. l seguro tendra la solucin, para eso era el director. 8 Cerr los ojos instintivamente. No poda ser aquel hombre que tena delante de m y el que me solucionara todo, era el del sbado pasado! Toda la noche con sexo, en aquel local Dnde esconderme 9 Quera pedirme sexo otra vez Abr los ojos. Miraba a un lado y a otro. Me perd en esa actividad. La locura me abrumaba. Dnde estaba Socorro! Socorro! Una mujer se asoma. Quin llama 10 Aqu! Aqu! soy yo Rachel. No s dnde estoy. Todo est oscuro. Hace un olor a cieno que me hace vomitar. 11 Vuelvo al cuarto oscuro y no est Rachel. Abro la ventana, el hedor desaparece. Consigo ver a Rachel. 12 Es mi imaginacin, no existe Rachel, ni ese olor tampoco. El cuarto es luminoso y huele al jazmn del jardn. 13 El aroma penetra por la ventana abierta, por donde a todas horas mira con la esperanza de volverte a ver. 14 Luz y oscuridad, oscuridad y luz. Contina amaneciendo, anoche ciendo sin que t aparezcas. Sigo esperando angustiado, esperando que algn da tu paraguas vuelva a aparecer en tu puerta y tu cara entre mis sbanas. Jams olvidar el hedor de tu sudor, el olor de tu armona. P , Klrj kv (s 4 El A continuacin, el coordinador del taller, respetando al mximo los textos redactados, escribir una historia con todos ellos. Las normas de esta redaccin final solo contemplan la posibilidad de corregir en lo posible la cohesin del texto, y algunos aspectos de coherencia, pero sin violentar los textos bases de la narracin, dando lugar a Vein te aos sin verlo. VEINTE AOS SIN VERLO TALLER CUENTOS ELDA, 2019 Ella estaba saliendo del trabajo, cuando vio a Jorge. Haca. . . Cuntos aos No recordaba, pero seguro que ms de veinte. S. Habran pasado muchos aos, pero an le provocaba ese escalo fro tan caracterstico al verlo que siempre le acompa en toda su juventud. Todava guardaba sus fotos y siempre que las miraba, sobre todo esa en blanco y negro, los dos solos en un parque en invierno, en la que no sala nada favorecida, le evocaban tiempos pasados donde haba sido tan feliz con sus amigos en la adolescencia y en su juven tud, sobre todo con l. Una poca feliz y, al mismo tiempo, plagada de contradicciones, en la que intentaba encontrar su sitio en el mundo ya fuera de la niez. Siempre la misma metfora, la misma imagen: la escalera. Una escalera que era una belleza, que se bifurcaba en ambos lados igual que su indecisin Por dnde encaminarse A la derecha A la izquierda Al final decidi lo que pudo, segn ella misma sola decir: Echar por el camino de en medio. Y ya en su casa, contemplando la lmpara de araa, quieta, mientras recuerda que era l siempre quien la bajaba y la limpiaba. Y si se rompa, el seguro tendr la solucin, para eso era l el director. Cerr los ojos instintivamente. No poda ser que aquel hombre que haba vuelto a ver, hubiera sido el que le fuera a solucionar todo en su vida. Siempre lo vea en todos los dems. Como aquel sbado pasado, toda la noche con sexo en aquel local, Y todos siempre con su cara. Siempre le quera pedir sexo de nuevo. Dnde esconderse Su cabe za no la dejaba tranquila. 58 4 EL CADVER EXQUISITO Abre los ojos y cree estar en su casa. Mira a un lado y a otro, y se pierde en la oscuridad. La locura la abrumaba. Dnde est Socorro! Socorro!, grita desesperadamente. En su cabeza una mujer se asoma ba: Quin me llama Aqu! Aqu! Soy yo, Rachel! No s dnde estoy. Todo es oscuro. Y todo huele mal, a cieno, un olor que le hace vomi tar. Vuelve a su pensamiento y ya no est esa voz. Abre la ventana y el hedor desaparece. Ella sabe que es su imaginacin. No existe ninguna voz, ni ese olor tampoco. Ahora el cuarto es luminoso y huele a jazmn que entra del jardn. El aroma penetra por la ventana abierta por la que, a todas horas, siempre, mira con la esperanza de volverlo a ver. Luz y oscuridad, oscuridad y luz. Contina amaneciendo, anocheciendo sin que l aparezca. Sigue esperando angustiada, esperando a que algn da su paraguas vuelva a aparecer en su puerta y l entre sus sbanas. Jams olvidar el hedor de su sudor, el olor de su armona. Ms de veinte aos sin verlo Mentira. Ella lo ve todos los das. 59 Un concurso literario U na de las caractersticas de este tipo de Taller es el fomentar la participacin en diferentes certmenes de escritura, concursos de relatos, etc. Como ejemplo de este objetivo, algunos alumnos del curso participaron en el 2 COIVCUIS0 PIC I ORICO NARRATIVO FIESTAS MAYO RES ELDA 2019, organizado por la Cofrada de los Santos Patronos de Elda, cuya temtica fue Mis fiestas mayores y no deberan sobrepa sar las 300 palabras. Como muestra de esta participacin, se muestran seguidamente cinco de los trabajos presentados a dicho concurso, con la particularidad de que dos de ellos se alzaron con el primer y el segundo premio del certa men, A 5.791 Kilmetros, de Nuria Vidal, y Sus ojos, de Isabel Teruel Gonzlez, respectivamente. A 5.791 KILMETROS NURIA VIDAL Parece mentira, ya han pasado tres aos desde mi marcha. Soy cons ciente de la prisa del tiempo cada vez que vuelvo la hoja del calendario y aparece el 8 de Septiembre. Mi Santo. Su Santo. Da de la Virgen de la Salud, que junto con el del Cristo del Buen Suceso, completan los das grandes de las Fiestas Mayores de mi pueblo, Elda: plvora, barrios, procesiones, fiesta, globos, risas, msica, casino, alborada: mi madre. Miles de recuerdos sacuden mi mente. Hoy es da de celebracin y lo voy a disfrutar. No quiero ponerme triste. El caldo donde cocern las fasiguras, ya ha impregnado la casa de ese olor a hogar que acompaaba los momentos de celebracin en mi infancia. Parece que estoy oyendo el trajinar de mi madre y de mi 61 abuela en la cocina, mientras yo remoloneaba al abrigo de mi cama. No quiero ponerme triste. El primer ao simul una traca y tuve sus ms y sus menos con los vecinos qu susceptibles son estos americanos! Desde entonces, me conformo con ofrecer a mis invitados un almuerzo donde no falta el mezcla/co y el caldo con pelotas, que tan raro miran, pero que tan a gusto comen. Denahi aparece con su gran sonrisa de dientes grandes y afables. Me besa y me felicita al mismo tiempo que me ofrece un paquete. Lo abro con premura. Mi visin se nubla y abrazo a mi marido fuertemente contra mi pecho. Dentro del estuche, una medalla de los Santos Patro nos de Elda, la misma que mi abuela llev hasta su muerte, la misma que mi madre llevaba sobre su pecho. La misma que se perdi en el hospital. Mam, cunto te aoro. Beso la medalla y alivio m carga susu rrando: viva la Virgen de la Salud. SUS OJOS ISABEL TERUEL Era el da de la Virgen de la Salud. Teresa, sus hijos y nietos se haban reunido en un restaurante, para comer juntos y seguir la tradicin. La mujer aoraba otros das, otra poca, cuando viva su marido y ella preparaba la comida para toda la familia. Ahora era mayor, y sus hijos decan que as era ms cmodo para todos. Al lado de Teresa estaba su nieta, Alba. La mir con disimulo y calcul su edad, a veces lo olvidaba: 15, se dijo para s. El pelo castao lo reco ga en una coleta, vesta la camiseta de la traca y unos pantalones, ms que rotos destrozados. La jovencita mir a su abuela y pregunt Puedo pasar la tarde conti go Claro que s preciosa! Contest, y abraz a aquella nia, de ojos iguales a los suyos. Antes de dar comienzo la procesin, abuela y nieta buscaron un sitio para sentarse. Lo encontraron, la repisa de un escaparate. Cuando termin, Teresa dijo: Ahora vamos a la iglesia. 5. UN CONCURSO LITERARIO Entraron en Santa Ana y se acercaron al Altar Mayor a ver el Cristo del buen Suceso. Poco despus el murmullo de la gente subi de tono. Se escuch el sonido de la msica. La Virgen entraba por el pasillo entre vivas y aplausos. Teresa, emocionada mir a su nieta. Sus ojos, iguales a los suyos, esta ban cuajados de lgrimas. MISA MAYOR CARMEN Rico Corra el ao 1955, concretamente el da ocho de septiembre. Joaqui nita limpiaba el saln, lo ltimo que le quedaba por limpiar; condicin que le haba impuesto su ta para dejarla salir temprano. Quera ir a Misa Mayor, era su principal ilusin. Las fiestas patronales eran sus preferidas, ese ao en especial. Haba conocido a Pepe y se haban prometido. Quera pedir a su Virgencita de la Salud y al Cristo del Buen Suceso, que su relacin funcionase, realmente se haba enamorado. El cielo estaba gris, de un gris plomizo, amenazante. Joaquinita estren vestido, heredado de una prima rica. Se apresur a coger la mantilla y el paraguas. Sali casi corriendo, haba quedado con su amiga Anitn en la plaza de la prosperidad, a medio camino de ambas. Juntas fueron del brazo hasta la iglesia de Santa Ana. Todava eran la diez de la maana y raudas encontraron sitio cerca del altar, enfrente su Virgencita pareca sonrerles. Escucharan dos misas, condicin para poder estar sentadas para la Misa Mayor. El olor a espliego, y la voz suave de Don Antonio; el prroco, envolva la iglesia. Los vivas a la Virgen de la Salud sonaron opacos, rebotando en las hermosas paredes de la iglesia. Al salir de misa las estaban esperando sus respectivos novios. Fueron al bar de Fayago a tomar un mezclaico y disfrutar de la traca. Casi corriendo volvi a su casa, empezaba a llover. Haba dejado el cocido y las pelotas a medio hacer. Hoy ser la primera vez que la familia conocera a su prometido. 63 Pz. 1 N IR A 1 Ri (E NL DENTRO Y FUERA JOS JOAQUN MARTNEZ EGIDO Tragaba el ltimo bocado de magdalena mojada en su caf con leche de los das festivos en esa casa. No haba madrugado. Roberto, senta do a la mesa del comedor, solo, apoy la cuchara dorada en el plato y lo lade. Se atus el pelo negro y rizado que todava tena y se estir la camiseta de la traca de ese ao que ya llevaba puesta. Era su tradicin, comprar la camiseta de Fiestas Mayores, ponrsela la maana del da de la Virgen de la Salud y, si no se la manchaba, tambin la del Cristo del Buen Suceso, aunque nunca corra la traca. Levant su cabeza y contempl el comedor vetusto de la casa que haba sido de su familia poltica en la Calle General Aranda, porque, para l, siempre se llamara as y no con el nombre de un cantante de copla con marcada reputacin. Su rostro ya no mostraba su sonrisa atractiva; sus ojos no aparecan ni limpios ni penetrantes, aunque, ante la gente, siempre transmitan claridad y honestidad, complementados a la perfeccin con la confian za de sus labios fi nos y delimitados. Pero eran sus palabras las que contaban su verdad. Ya lo deca a los amigos: Los, todos, pero la novia y la mujer, con beneficios. El hijo del mantenedor de un edificio pblico se cas con la hija del juez. Cada vez oa ms alto el murmullo que adelantaba la aglomera cin para la traca. Y, poco a poco, esa sonrisa limpia y atractiva fue reapareciendo en su rostro. Ahora, como siempre, ira hacia delan te. Las mujeres, sus mujeres, seguiran siendo tiles de su caja de herramientas. La msica y el sol entraba por el amplio ventanal. Y con esa luz del final del verano, entr la realidad. Carmen ya era historia, pensaba equivocadamente el maltratador. 64 5 UN CONCURSO LITERARIO TIEMPOS PASADOS OFELIA SERRANO BUSQUIER Aquel verano mi familia y yo vinimos a Elda a pasar las vacaciones con los abuelos, estos vivan en la calle General Aranda . A mi llegada corr por la entrada de la casa hasta llegar al comedor, abrac al abuelo y pregunt por la abuela. Est en el patio preparando el adorno de la calle. Y es que la abuela Juana, participaba activa mente todos los aos en el arreglo de la calle para las Fiestas Mayores en honor a la Virgen de la Salud y al Cristo del Buen Suceso. Sal al patio y all la encontr rodeada de botes de leche condensada limpios y brillantes, ella los iba cortando en tiras del tamao de un centmetro de anchas ante mi cara de asombro explic: Irn unidas por hilos que luego colgaremos de parte a parte de la calle, quedarn muy bonitas, las imagino resplandecientes por el da con los rayos del sol y radiantes por la noche bajo las luces de la calle. Volvimos otra vez para Septiembre. Llegamos el seis, aquella noche despus de la clsica cena de embutidos y patatas fritas fuimos a ver como, desde la Iglesia de Santa Ana, se tiraba la tradicional Palmera de fuegos artificiales. Las calles estaban iluminadas de fiesta, el espectculo de la nuestra era maravillosa, aquellas tiras de latas de leche condensada ondeaban al viento y el reflejo de las luces les hacan parecer cientos de espejos al aire tintineando como pequeas campanillas. El ocho de septiembre nos juntamos toda la familia para comer el tradicional cocido con fasiguras del da de la Virgen . Al atardecer pas por nuestra calle la procesin. La imagen iba en su trono rodeada de fl ores y luces, al pasar por nuestra puerta se detuvo all y la abuela se sinti feliz y emocionada. 65 Relatos Ctiawro. Es tambien la relacion lb noticia de al giba cofa fucedida: Y por extenfion fe llaman tambien afsi las fbulas,confjas, que fe fue - len conrar los nios para divertidos. Lar. Nrratio.Fabzda, A N T. AG ST.Dial.p1.188. Pe ro yo contar effe cuento de manra que V.rri. lo creer. Q 2 EV. Tacaff. cap. :8. Contbalcs cuento que yo tenia ertudiados para entre tener. RAE, (1729) Diccionario de Autoridades LA CITA DORI BERNABU FALC Las cuatro y media; haba quedado a la cinco y todava no saba qu ropa ponerse. La cama presentaba un aspecto desolador, toda cubierta de las prendas de vestir que haba estado probndose desde haca ms de una hora. Se mir en el espejo que le devolvi la imagen de una chica, ms que guapa, resultona. Fue siguiendo con detenimiento sus facciones; su pelo de un castao rojizo, peinado de forma indolente, dejaba caer sobre su frente unos pequeos mechones, que daban a su rostro un aire juvenil. Sus ojos, grandes de color avellana, enmarcados por unas finas cejas bien dibu jadas. Era un poco miope y por coquetera a veces, no usaba gafas, lo que confera a su mirada un aire lnguido e interrogante. Su nariz proporcionada y bien formada. Pero lo que le daba un aire especial y nico era su boca, quiz un poquito grande, pero ella era consciente de que cuando sonrea, su cara se iluminaba, con una luz especial, o al 67 PASIN POR I A ESCRI 11JRA ESCRIBIMOS EN EIDA menos eso le deca todo el mundo. Completaba el conjunto un lunar en la mejilla derecha, un poco plido pero que ella con destreza, y un lpiz de retoques, saba resaltar, y un hoyuelo en la barbilla. Era un poco quisquillosa, eso s, y no se poda decir que muy puntual en sus citas, pero con dos carantoas se meta a la gente en el bolsillo. Retrocedi dos pasos para ver el conjunto y el resultado fue satisfac torio. Al fi nal se haba decidido por un atuendo ms acorde con su estilo; pasaba olmpicamente de sacrificar la comodidad en aras de la elegancia. Opt por el vaquero de siempre, aunque este lo compro en una tienda pija y estaba adornado con unas diminutas piedrecitas por el borde de los bolsillos, tanto delanteros como traseros, que le daban un aire como ms festivo, o como sola decirse, ms de vestir; total la cita era con su amigo de toda la vida, haca tiempo que no se vean y lo importante era la compaa, no quera pasar por lo que ni era ni sera nunca. Sofisticacin la mnima. Para combinar con el vaquero, eligi una camiseta de algodn azul marino salpicada de florecillas de colores suaves, una chaqueta tambin vaquera y como complementos un fular de un blanco roto, zapatos con apenas dos centmetros de tacn y un bolso -bandolera a tono con los mismos. Nada de joyas y apenas unas gotas de un perfume muy suave. Volvi a mirarse en el espejo y qued satisfecha con la imagen que este le devolvi. Al cerrar la puerta del armario, sus ojos tropezaron con el maremgnum que, el montn de ropa desechada, haba formado sobre la cama; no era muy ordenada, pero esta vez se haba pasado. Cerr la puerta y pens: ojos que no ven. . . Volvi a mirar la hora, las cinco y cuarto, llegara tarde, como siempre, pero Martin ya conoca su punto fl aco. En cuanto la viese aparecer por la puerta de la cafetera, fruncira el ceo y movera la cabeza de un lado a otro como diciendo, Ins, Ins no tienes arreglo; despus se daran un abrazo y dos besos y se hablaran como si se hubiesen visto el da anterior, como si el tiempo transcurrido no contara desde que se vieran la ltima vez. Era su mejor amigo, su confidente, su consejero, aunque todo hay que decirlo, no sola seguir sus consejos al pie de la letra, pero s que los tena en cuenta y l lo saba. 68 6. RELATOS Sali a la calle; era una tarde primaveral. Un sol no demasiado inten so. El cielo salpicado por algunas nubecillas blancas que rompan la monotona del inmenso azul; con esa luz tan especial propia del litoral mediterrneo, que cubra el paisaje de un colorido festivo. Se senta feliz, tena muchas ganas de ver a Martn, desde que cambi de ciudad apenas se haban visto; hablaban por telfono, pero no era lo mismo, ver la expresin de su cara cuando hablaban de cosas aparentemente intrascendentes, era todo un poema. Haban quedado en la cafetera de siempre. Tena como un cuarto de hora de camino hasta llegar a ella y con el retraso que llevaba. . . Apre sur un poco el paso, ya estaba prcticamente en la avenida; el trfico no era demasiado denso, ms bien escaso, dado la hora; y adems al ser sbado que no era da laborable, la gente estara dormitando en el sof al arrullo de la tele, que es lo que ella sola hacer, pero este era un sbado especial, Martn se mereca eso y mucho ms. Se detuvo en un paso de peatones sin semforo, venia un camin, esta ba un poco lejos pero decidi esperar a que pasara; ms de una vez no haban parado y ella se qued con un pie en la acera y otro en la calzada, mirando al conductor con cara de pocos amigos y con un, ii capullo!! a voz en grito, pero hoy no tena ganas de enfadarse, haba quedado con Martn y su recuerdo le haca sentirse feliz, muy feliz. El camin fue aminorando la marcha poco a poco y cuando lleg al borde del paso de peatones, paro. Era un chico joven, sonri y con un ademn caballeresco, la invit a cruzar; ella le sonri tambin y alz el dedo pulgar en seal de complicidad mientras le miraba, al tiempo que comenzaba a cruzar la calzada. De pronto, el conductor del camin comenz a hacer aspavientos como indicndole parar, al mismo tiempo que sealaba el espejo retrovisor del lado izquierdo, Ins le miro extraada y pens este tiene ganas de fi esta, o a lo mejor quiere ligar. El conductor pareca cada vez ms nervioso, al ver que ella no se detena, hizo sonar el claxon, ella se sobresalt al orlo, y apresuro el paso. . . Sinti un golpe seco en el costado izquierdo y se vio a si misma volan do por los aires, en medio de grandes destellos de luces, de todos los ;,)1, 1 p. E_ .;(....R11 1)R colores que imaginarse pueda. . . Aquello le pareci interminable. Not como un intenso vrtigo mientras su cuerpo descenda y chocaba contra algo muy duro; despus un gran silencio y oscuridad. . . El conductor baj del camin apresuradamente, con las manos a ambos lados de su cara, completamente aterrado. Ins, estaba tendida, inm vil sobre el asfalto, su cuerpo desmadejado no daba seales de vida, un hilillo de sangre cruzaba una de sus mejillas. Este, con manos temblorosas consigui avisar al servicio de emergen cias, en pocos minutos apareci una ambulancia, tendieron a Ins en una camilla y partieron a toda velocidad hacia el hospital. Cuando lleg la polica, el conductor les explic lo sucedido: La chica estaba esperando para cruzar, par y cuando ella estaba en medio de la calzada, vi por el retrovisor izquierdo que vena una moto a toda velo cidad. Con el casco y mis nervios no pude distinguir su cara. Intent detener a la chica pero fue imposible. La moto la arroll, fren pero demasiado tarde, y salieron volando por los aires, la chica, la moto y su conductor. Este solo recibi algn rasguo, se levant cojeando, la moto segua en marcha: con alguna dificultad se mont en ella y se fue tan rpido como haba aparecido. No pude ver la matricula. Esto es cuanto les puedo decir. Dios mo pobre chica! Cuando Ins despert, no saba el tiempo que haba transcurrido, ni dnde se encontraba; estaba tendida en una cama, pareca de un hospital, no poda moverse, toda llena de cables, vendajes y aparatos que emitan ruiditos y pitidos, algunos tenan luces que se encendan y se apagaban, no entenda nada. Estaba rodeada de personas que decan ser familiares, pero no poda recordar sus caras, no recordaba nada, ni siquiera su nombre, tampoco lo que le haba pasado ni por qu estaba all. . . Cerr los ojos y volvi a sumirse en el silencio y en la oscuridad. . . Martn mir su reloj, las cinco y cuarto, Ins se retrasaba, como siem pre. Pero no le import; tena muchas ganas de verla, despus de tanto tiempo. Adems la espera se haca llevadera ya que el enclave elegido para la cita no poda ser ms perfecto. Haban quedado en la cafetera del Museo Modernista, un lugar que les encantaba y al que acudan con 70 6. RELATOS frecuencia. Era un espacio pequeo pero alegre, tranquilo y acogedor. Mientras beba su gin tnic, mir a su alrededor recorriendo todos los rincones con una leve sonrisa de complacencia. El amplio ventanal adornado con las clsicas vidrieras con pintu ras, tanto transparentes como opacas, basadas en temas fl orales y vegetales de ondulantes tallos y vivos colores, enmarcados por artsticos relieves de hierro forjado, era impresionante. Los velado res de madera tenan un tablero de mrmol blanco veteado de gris, de altas patas torneadas. Las paredes estaban tapizadas en tela de color rojo -granate. Al fondo, se situaba la barra de madera noble, con mostrador de mrmol, y tras ella un bonito anaquel, que albergaba botellas de licores artsticamente colocadas. El resto del mobiliario del mismo estilo modernista, cmodos sillones de maderas tornea das, de lneas sobrias, tapizados de la misma tela que las paredes; Un mueble alacena decorado con figuritas de porcelana y completando el ambiente unas lamparillas de mesa estilo Tiffany, muy de acorde con la decoracin. Martn, ajeno a la tragedia que se estaba produciendo en esos mismos momentos, volvi a mirar su reloj: Ins sin aparecer y ya son las seis Esta vez se ha superado! Esperar media hora ms, ella hara lo mismo por m. Durante el tiempo de espera la llam al mvil en repetidas ocasiones, pero lo tena apagado. . . Ni en sus ms espantosas pesadillas habra podido imaginar Martn el motivo de la ausencia de Ins. Que no acudira a la cita y que pasara mucho tiempo antes de que se volviera a repetir. 71 PASIN POR I.A ESCRITURA ESCRI I-11 :L):, FN El nA) ROJO O VERDE ISABEL TERUEL GONZLEZ Natalia dudaba entre ponerse el vestido rojo o el verde. Se los haba probado y ninguno le gustaba. El problema no era la ropa, sino que no le apeteca salir. Otra vez tena que ir a la dichosa cena de empre sa previa a la Navidad! Por qu no se negaba, si lo pasaba tan mal Todos eran unos hipcritas, ella la primera. En cuanto dabas la espalda, aprovechaban la oportunidad para despellejarte. Por qu tena qu sonrer y bromear con los compaeros cuando en el da a da no los soportaba No entenda que la gerente de la empresa, tan inteligente para los negocios, no se diera cuenta de que todos iban para quedar bien con ella. Tal como estaba el mercado laboral seran capaces de hacer puenting, o como hicieron un grupo de japoneses, escalaron una montaa muy famosa y muy peligrosa para conseguir un superpuesto de trabajo el primero que llegara a la cima. Vamos, cual quier extravagancia era aceptable para conservar u obtener un empleo. Record cuando hicieron aquel cursillo de fin de semana en un hotel, que en opinin de Natalia fue una prdida de tiempo y de dinero. El hotel era de 5 estrellas, con un campo de golf precioso, que solo pudo ver desde la terraza de su habitacin. A ella le hubiese gustado recorrer el circuito en uno de esos carritos tan monos, y que un entrenador le hubiese enseado a manejar un palo de golf, y practicar un poco ya que estaba all, pero se pasaron las dos maanas en una sala con un monitor que les hacia dar vueltas a la habitacin a la vez que les gritaba: QUE TENEMOS ENERGA GA GA contestaban ellos a coro, y otras tonteras por el estilo. Por las tardes una coach les explicaba las mil y una maneras de conven cer (acosar era ms adecuado) a los clientes de que su empresa era la mejor para cualquier cosa. La necesitaran o no. Mir el reloj y entr en su habitacin. Encima de la cama yacan los dos vestidos, esperando a que se decidiera por uno de ellos. Natalia guard el rojo en el armario, le traa malos recuerdos. Opt por llevar el verde, lo estrenaba esa noche, no tenia historia. Esa maana haba estado en la peluquera, su cabello lo haban recogido en un moo en 6. RELATOS lo alto de la cabeza, del que caan con desgana unas greas, como si hubiese echado una cabezadita antes de salir de fiesta. Previamente le haban aplicado ampollas para todo: para nutrir, para alisar, para conservar el color (llevaba mechas). Al terminar la peluquera se mir en el espejo: su peinado se pareca a una fotografa en blanco y negro de su madre, cuando era joven, en ella llevaba el mismo moo, pero a diferencia del suyo estaba perfecto, ni un solo pelo fuera de su sitio gracias a la laca. Se maquill, extendi la base, sobre ella los polvos, perfil las cejas, aadi un poco de color en los pmulos, a los parpados de sus ojos castaos y mirada profunda les dio un toque de Sombra Dorada. Las pestaas las dej para el final, siempre estropeaba el maquillaje por la dichosa mascara de las susodichas pestaas. Se roci con su perfume preferido, Bruma de Noche. Se puso ropa interior azul, las medias y los botines eran negros. Al ponerse el vestido comprob que le quedaba perfecto, aadi unos pendientes de plata de tringulos engarzados que casi le llegaban a los hombros. Con el abrigo puesto retoc pestaas y boca, tom el bolso y la bufanda en una mano y, con las llaves en la otra, cerr la puerta. Al salir a la calle, Natalia sinti el aire frio y hmedo en el rostro, y en el cuerpo esa humedad le lleg hasta los huesos. El cielo estaba tan oscuro, tan negro, que no se vea ni una estrella, incluso la luna brillaba por su ausencia. Dejo atrs su barrio. Caminaba por la acera como una autmata a la que le han dado cuerda, mientras su cabeza le daba mil vueltas a lo que ocurrira mas tarde, incluso pens qu quizs esa noche fuera diferente. Al menos en esta ocasin no tena que coger el coche, el restaurante donde haban quedado estaba en el centro. Anduvo despacio entre la gente que suba o bajaba, cargados de paque tes y bolsas por la Calle Nueva, iluminada con las luces navideas, a diferencia de su barrio que, de cada tres farolas, dos no funcionaban. Al llegar a la Plaza Mayor se sorprendi al ver a tanta gente. Entr en el restaurante, la calefaccin funcionaba a tope, se quit el abrigo y se acomod en la barra, ola a limpio y, de forma muy suave, le llegaba el aroma a especias y a jamn. Pidi un refresco, ya bebera despus, y cenara (en exceso) y le sentara fatal. 73 ION P12 LA ESCR1 RA ESCR.BINIn .EI TJA Natalia era consciente de que con esa actitud no llegara muy lejos. Saba que solo tenia que dejarse llevar como los dems, y hacer el rid culo como ellos, y aguantar que alguno se propasara con palabras y hechos y acabara la noche con l. An se avergonzaba y se culpaba de lo que ocurri en la cena del verano anterior, bebi demasiado y se lio con un compaero, con el consiguien te disgusto cuando despert al da siguiente. El muy... la haba dejado sola, en la habitacin de un hotel, fue muy desagradable. Record su in sistencia para que dejara su Ford Ka en el aparcamiento del restaurante ya que l tena un BMW, y no iba a ningn sitio sin su coche. Natalia no estaba segura, pero se dej convencer y dej su coche all, y es que era tonta, tonta y retonta. As que no le qued otra que llamar a un taxi para poder recoger su vehculo. Encontrarse con l en el trabajo despus de vacaciones fue horrible. En vez de romperle en la cabeza la fotocopiado ra/impresora/escner que tena junto a su mesa, no le dijo ni pio, ni l a ella. Actuaron los dos como si no hubiese pasado nada, pero Natalia se qued con la preocupacin y la duda de si lo habra contado y a quin. Sin querer, o quizs s, repas su vida sentimental. Haba tenido varias relaciones y todas haban terminado mal, o bien, quin sabe! y mira que lo haba intentado, sola o con la ayuda de su querida madre que, con la mejor intencin del mundo, le buscaba un novio hasta debajo de las piedras. Incluso intent que participara en un concurso televisivo de Singles. Nunca haba disfrutado en las reuniones en las que pasas horas y horas sentada comiendo y bebiendo, como si fuera la ltima cena del conde nado a muerte, o bailando como una posesa por los efectos del alcohol para estar integrada en el grupo. Ese comportamiento la haca sentir mal y a disgusto. Poco a poco Natalia fue consciente de que estaba a punto de hacer lo que realmente deseaba. Pens en los pros y los contras de la decisin que haba tomado. Busc el mvil en su bolso, mientras pensaba que quizs el prximo ao lo empezara en el paro, aunque si de algo estaba segura es que era muy buena en su trabajo. Natalia escribi un mensaje y se lo mand a Luisa, la gerente. En l le deseo unas felices fiestas, y le dijo que no estara en la cena. 74 RELATOS Abon la consumicin y, con el abrigo puesto y la bufanda bien enro llada al cuello, abandon el local. Al salir vio a los compaeros senta dos en la terraza alrededor de una estufa, hablando y riendo, con los gin-tonic en la mano, y fumando el penltimo cigarrillo antes de entrar en el restaurante. Los salud y coment que no se quedaba a la cena. Algunos se sorprendieron, otros hicieron como que no haban escucha do nada. Ninguno le pregunt el motivo, an as les deseo una buena velada. De camino a casa Natalia entro en una pizzera y compr una familiar con extra de queso, anchoas, pepperoni y aceitunas negras. Al llegar se cambio de ropa, se puso su pijama favorito y, mientras cenaba a dos carrillos en su cocina pensaba que: 1) Les haba dado a sus cole gas motivos para cotillear a su costa; 2) Como imagin al principio de la noche, sta haba sido diferente; 3) Estaba segura de que, en algn lugar del mundo, un to raro, guapo, soltero, o divorciado (requisito muy importante, no quera los con casados), estara buscando una mujer como ella, diferente, especial y con un gran sentido del humor, y algn da se encontraran, y le encantara que fuese en un crucero para mayores por el Mediterrneo financiado ntegramente por el Imserso. A que sera genial 75 PAsiuN pol A R jRN E SU PRIMER VIAJE MARA HERMINIA MORENO ORTN (LONDRES, LONDRES, qu ilusin poder conocer Londres!) En los primeros aos de la dcada de los setenta del pasado siglo no era tan fcil viajar como hoy en da, sobretodo para la clase meda trabajadora, a la cual perteneca Aurora. Desde haca dos aos estudiaba Ingls en una escuela nocturna donde su padre la matricul sin decirle nada (cosa muy normal en aquellos aos en los que los padres decidan sin contar para nada con sus hijos). Una noche de ltimos de septiembre a la hora de la cena su padre le dijo: Aurora te he matriculado en un curso nocturno de ingls del colegio Los Girasoles tienes que estar all maana a las ocho y media. A lo que ella espet: Pero papa si sabes que despus de trabajar voy a clase de Estenotipa y Taquigrafa, cmo voy a ir a ingls si salgo de la oficina a las ocho de la noche y adems Cmo llegar, si el colegio est a 4 kmt Su padre le contest: Los primeros das te vas en bus y despus quedas con algn compaero para ir; seguro que todos tienen su propio coche ya que son empresarios, comerciantes, maestros etc. O sea que ella era la ms joven de la clase. Aurora obedeci y termin su primer curso de Ingls. El siguiente fue mucho ms divertido ya que la profesora era vecina y amiga, tres aos mayor que ella, de nombre Clara. Al final del curso le coment que se iba a Londres tres semanas de vacaciones. Ella haba vivido all varios aos y estaba deseando volver. Entonces le pregunt que, si quera, podran ir juntas: !Ojal Clara ... pero mi padre seguro que no me dejara, es muy estricto y me hace volver a casa los fi nes de semana a las diez en punto... como para decirle que me voy a Londres contigo... y solas! Entonces Clara le dijo: Si no se lo preguntas nunca lo sabrs. Esa misma noche, con ms miedo que vergenza, se lo pregunt y para su sorpresa, le contest que s. Aurora no pudo dormir en toda la noche de la emocin. En la clase siguiente, le cont a Clara que su padre la dejaba ir a Londres con ella. A partir de ese da comenzaron a preparar el viaje. 76 6. RELATOS Clara tena pocas cosas que preparar excepto comprar los billetes de avin y reservar el hotel. Aurora tuvo que hacerse el pasaporte, y en aquella poca no lo daban si no tenas el Servicio Social hecho. Aunque parezca mentira, para todo tipo de documentos una chica soltera tena que hacer esta clase de servicio. No haba tiempo de hacerlo, porque eran tres meses de servicio y haba tres modalidades: servicio en un comedor social, oficinas y hacer canastillas para bebes. Al ir a las ofici nas de Falange a preguntar, que es donde controlaban estos servicios, le dijeron que, si tena el Bachiller, no haca falta que lo hiciera, sera suficiente con presentar el ttulo y le daran un documento de exencin del servicio. Todo sala a pedir de boca. Aunque nada en la vida es perfecto. Clara le dijo que se haban agregado dos chicas ms al viaje, una viva en el mismo edificio, se llamaba Gloria y la otra Rosa. Aurora las cono ca pues fueron juntas las tres al mismo colegio cuando eran peque as. A Gloria la vea ms porque viva en el mismo edificio que ellas, pero a Rosa haca muchos aos que no saba nada de ella. Clara le coment que Rosa trabajaba en Londres desde haca un ao y que se una al grupo para pasar cinco das con ellas y despus incorporarse a su trabajo. En cuanto a Gloria, se iba con ellas porque no saba nada de ingls y sus padres, que eran vecinos de Clara, le pidieron que la ayudara, ya que tena un contrato para trabajar en Londres durante seis meses de mi pair. Los ltimos diez minutos de clase los dedicaban a preparar un planning con los lugares que iban a visitar: British Museum, Madame Tussauds Wax Museum, Jack the Ripper Museum, Hyde Park, Buckinham Palace y su famoso cambio de guarda, Planetarium, Trafalgar Squa re, Picadilly Circus, Saint Paul Cathedral, Westmister, etc. Adems tambin queran visitar el pueblecito donde naci Shakespeare, llama do Stratford-upon-Avon, y el castillo de Windsor. Aparte de todo esto programaron tambin asistir a varias comedias musicales que en aquellos aos se estaban representando en Londres, tales como Hair o My . Fair Lady. Por fin lleg el da, el viaje fue del 5 al 29 de Julio. Salieron desde el aeropuerto de Manises a Ibiza y desde all enlazaron con un vuelo que 77 E,LPI vena de New York, hacia escala en el aeropuerto de San Antonio y de all a Londres. El avin parti a las once y media de la noche, y durante el vuelo ocurri una cosa muy curiosa que qued para siempre en el recuerdo de Aurora. Era la una de la madrugada cuando iban a sobre volar Paris y para sorpresa de todos los que estaban despiertos, entre ellos Aurora, el comandante del avin, un Jumbo 747, se dirigi a los pasajeros y los saludo, hacindoles la siguiente proposicin: Como esta maravillosa noche es muy clara voy a solicitar al aeropuerto de Orly que me permitan bajar a menos de tres mil pies; de esta forma, las personas que quieran ver Paris desde la cabina del avin, podrn hacerlo en grupos de tres. En unos minutos, la azafata se dirigi a los pasajeros pidindoles que levantasen la mano las personas interesa das en la propuesta del comandante. Aurora la alz enseguida y varas personas ms que estaban despiertas, hasta un total de diez. Entonces la azafata les dijo que se acercaran donde ella estaba y que, como les haba dicho el comandante, iran entrando de tres en tres. Para Aurora fue un espectculo grandioso ver Paris de noche, la torre Eiffel ilumina da y todos los puentes del Sena tambin. No solo fue bonito esa visita a la cabina desde donde vio Paris, sino que le pareci una experiencia extraordinaria estar en la cabina de un avin tan impresionante oyendo las explicaciones de vuelo del comandante. A la una y media de la madrugada aterrizaron en el aeropuerto de Heathrow y a las dos estaban cogiendo un taxi que las llev al hotel. Clara haba reservado un pequeo hotel en Belgravia Road, una zona que era muy elegante y que estaba llena de palacetes, la mayora de los cuales los haban convertido en hoteles. Esta avenida estaba muy cerca de Victoria Station, lo cual era una ventaja para ellas. Aurora se qued un poco extraada de lo barato que les haba costado el hotel habida cuenta del lujo en la decoracin de la recepcin y en los salones de espera; pero pronto dej de extraarse cuando subieron al tercer piso, sin ascensor, cargadas de las maletas y entraron en la habitacin; esta tena cuatro camas cada una diferente en tamao y modelo, y apenas cerraron la puerta y empezaron a deshacer el equipaje, oyeron unos ronquidos tremendos, como si alguien estuviera all mismo durmien do. Y, efectivamente, la persona que roncaba solo estaba separaba de ellas por una pared de madera, decorada con papel fl oreado, y nada 78 6. RELATOS ms. Aurora se molest un poco, pues las veces que haban hablado del hotel, siempre decan de ir a un hotel de tres estrellas , pero vamos aquel hotel no tena ni medio lucero...! No durmieron en toda la noche. A las seis de la maana bajaron al comedor. S, bajar pero de verdad. El comedor estaba en el segundo stano del edificio. El desayuno consisti en huevos revueltos, bisco tes con mantequilla y t, litros de t, ah! y tiras de bacn. A priori no pareca mal lo que haba para desayunar, pero cuando comenzaron a comer fue como descender a los infiernos. . . ; los huevos revueltos eran pelotas duras y fras como de goma, los biscotes ... imposible hincarles el diente; la mantequilla congelada y el bacn como suela de zapato. Las dems comieron algo, pero Aurora solo se bebi un t. Cuando subieron a la habitacin, Aurora y Clara se quedaron un momento a solas y, entonces, Aurora le pregunt a Clara por qu haba elegido ese hotel, si ellas podan permitirse uno un poco ms caro y mejor. Entonces Clara le contest que Glora y Rosa no podan costear se uno ms caro. Ella se enfad con Clara y le dijo que ellas dos venan de vacaciones y que al menos debera haber consultado con ella. Si todo hubiera quedado as, Aurora no se habra enfadado tanto con Clara, pero los das posteriores a su llegada, al menos cuatro, los pasa ron yendo de un lado para otro haciendo los tramites que necesitaba Gloria para presentarse a trabajar: polica, oficinas de colocacin para extranjeros, oficinas del distrito donde iba a vivir, etc. El da antes de ir a trabajar, la acompaaron a la direccin en la cual se tena que presen tar. Era un sitio horrible, un barrio peligroso, sucio y, cuando llegaron a la direccin, la casa no tena nada que ver con la fotografa que estaba adjuntada al contrato. Entonces Glora se puso a llorar como una nia pequea y Clara le dijo que no se preocupase, que no la dejara all, que ya vera como lo arreglaba. Al da siguiente acompaaron a Rosa a su trabajo y despus fueron otra vez a la polica a contar el caso y las derivaron a Inmigracin. Esa misma noche, Aurora habl muy seriamente con Clara y le dijo que haban transcurrido cinco das y solo haban visitado comisarias, ofici nas, y haban hecho cientos de kilmetros en metro. Clara se enfad mucho y se puso a gritar, dicindole que no era solidara y que haba que 79 E ayudar a una amiga ya que ella no saba ingls. Aurora le contest que ella poda ser todo lo solidara que quisiera, pero que para hacer todas esas cosas tena al menos que haber consultado con ella, puesto que ella saba los trmites y el tiempo que llevaba incorporarse a un trabajo en Londres. Aurora le dijo que la haba engaado y que a partir de maana ella iba a visitar todo lo que haban planeado, aunque fuese sola. A la maana siguiente Aurora compr un mapa y lo estuvo hojeando mientras tomaba un buen desayuno, pues llevaba cinco das a base de sndwiches y poco ms. En el primer da de sus verdaderas vacaciones visit el cambio de la guardia del Palacio de Buckingham y Saint James Park que estaba frente al Palacio. Cuando sobre las dos de la tarde regres al hotel, Clara la estaba esperando en recepcin. Se abalanz sobre ella llorando y le pidi disculpas y le dijo que a partir de ese mismo da iban a cumplir con el programa que se haban preparado y que nunca debi aceptar acompaar a Gloria porque eso era cosa de sus padres y no de ella, ya que era solo una vecina no un fami liar. El consejo que le dio Clara a Glora es que volviera a Espaa, que aprendiera ingls, al menos para defenderse. Gloria no le hizo caso y se qued en el hotel trabajando. Al cabo de unos quince das sus padres tuvieron que ir a recogerla. Despus de todas estas peripecias, Aurora y Clara cumplieron con su programa, visitando todos los lugares que haban programado, aparte de ir de compras por Oxford Circus y visitar a varias amistades que tena Clara en Londres, las cuales fueron muy amables y las llevaron a los sitios de moda de aquellos aos, como discotecas, pubs, etc. Aurora y Clara son amigas inseparables desde aquel viaje a Londres que, aparte de ser un viaje turstico, fue tambin un viaje haca el inte rior de las dos amigas. 80 6. RELATOS TIEMPO Y ESPACIO RAFAELA BENTEZ Blanca era una mujer de bellas facciones: ojos verdes, nariz pequea, prominentes pmulos y cabello oscuro, que recoga en la nuca con especial gracia, de alta estatura y fi gura delgada. De comportamiento educado, fcil conversacin, generosa y vital. De familia acomodada. Tena una aptitud especial para la msica, habilidad a la que renun ci para ejercer los roles inherentes a su condicin de mujer. Asumi con naturalidad, junto a su marido, la educacin de sus hijos, el cuida do de sus padres, ya en edad avanzada, y los quehaceres domsticos; sin restarle ni una sola pizca de sencillez a su elegancia y a su belleza. Ambas heredadas de su madre. Blanca tena amigos. Propiedades que le hacan la vida placentera eran, por ejemplo, una casa solariega en la montaa, situada en un terreno de suelo escarpado y de es casa vegetacin, pero que no le quitaba ni un pice de encanto al lugar, ya que, con solo ponerse de puntillas, el viento y las nubes le ayudaban a to car el cielo. Cielo que, bajo su Cpula azulada, comparta espacio con un pueblo cercano al que se acceda a travs de un camino de arena rojiza. Al fondo, ya en el ocaso de la rocosa pendiente, se divisaba un pinar que le serva de abrigo en las noches glidas de invierno y de anhelada umbra en los largos das estivales, a la vez que defenda la fortaleza. Otra casa en el mar, donde el color del agua rivalizaba con el verde de sus ojos. La casa estaba a tan solo unos pasos de una gran playa de arena en la que las olas rompan lentamente una tras otra. Y, tuvieran la altura que tuvieran, siempre acababan deshacindose como si nunca hubieran sido enormes. La adinerada familia pasaba las vacaciones alternando el mar y la mon taa. Los instrumentos cotidianos, junto con los del mar y la tierra, le re cordaban constantemente la formacin adquirida: el susurro de las olas, el murmullo del viento, las risas y los llantos de sus hijos e incluso los acha ques de sus padres evocaban en ella; acordes, sinfonas, armonas, melo das y ritmos. Estableciendo inevitablemente un paralelismo entre ambos. 81 Las notas musicales que haba aprendido en aquel colegio de nia rica permanecan intactas en su memoria, y eran sus compaeras en el silencio y en la nostalgia. Cuando terminaban las vacaciones, el regreso a la ciudad la transpor taba a la vida cotidiana: ladrones de vida, sola decir Blanca. Todos los aos haca la misma reflexin: en el mar me siento carente de fronte ras y en la montaa puedo decidir si llegar a la cima o quedarme en su regazo. Siempre optaba por lo primero. Blanca me ha invitado hoy a su casa de la ciudad. Me ha contado que es feliz junto a su marido y junto a sus hijos. He notado un halo de indiferencia en su animada conversacin. Me acompaa a su tranquilo saln, donde asoman unas partituras olvidadas en uno de los estantes de la librera, su color delata el abandono al que han sido sometidas. Un piano coquetea con ellas. Blanca intenta dejarlas a la vista, tal vez de esta manera puedan ser rescatadas de su silencio. Silencio que de ninguna manera se debe a negligencia, indiferencia o ingratitud. Las viejas partituras nunca recobraron su color original y el piano enmude ci para siempre. Le recuerdo un cumpleaos en el que su padre le entreg dos cajitas de diferentes tamaos: una contena una brjula y la otra un reloj. Titu be durante un largo rato intentando hacer memoria. Haba pasado mucho tiempo desde entonces. Era casi una nia. Ah! s, una brjula que conservo todava y a la que tengo mucho cario. Sin embargo, no mencion el maravilloso reloj. Blanca, a pesar de su adinerada familia, ya desde nia, jams hizo acopio de todo aquello que la vida le iba ofreciendo; la sencillez, la generosidad y la bondad formaban parte de su cdigo gentico y, por tanto, no poda desprenderse de tales virtudes que siempre sostena en el tiempo. Pasaron los aos, y con ellos el marido, los hijos e incluso ella misma. Y la vida acomodada a la que haba estado ligada durante tanto tiem po fue tomndose fra, hostil, adictiva e insoportable. Los ladrones de vida, como deca Blanca, volvan a hacer presencia, pero ya no en su vida cotidiana sino en su infierno habitual. 6. RELATOS Nos veamos con frecuencia por la calle, sus compaas actuales dista ban mucho de ser a las que ella estaba acostumbrada, me saludaba con el cario y con la educacin de siempre, e incluso nunca se olvidaba de preguntar por mi familia. Estas situaciones se daban a menudo. En cualquier esquina, banco de un jardn, o paseando por la ciudad la encontraba sola o acompaada. Las compaas no siempre eran las ms adecuadas pero a ella pareca no importarle. Si iba sola me conta ba la situacin por la que estaba pasando; sin acritud, sin resignacin y sin resentimiento. Aquel tiempo pas, aquel tiempo pas, repeta una y otra vez. Yo a menudo recordaba la imagen de su padre, aquel da de su cumplea os, entregndole aquellas dos cajitas. Retroced en el tiempo y pens en la pequea brjula. En aquel momento me pareci lgico tan pecu liar regalo, con tantas propiedades era fcil desorientarse; la playa, la montaa, la ciudad, e incluso el camino de arena rojiza que separaba su casa de campo de aquel pueblo cercano y que tantas veces recorr junto a ella en distendida conversacin. Tal vez comet un error al quitar protagonismo al reloj y al centrarme en la brjula. Sent su malestar. Y l con un reflejo de luz cegador me hizo recordar la importancia existente entre tiempo y espacio. Tiempo y espacio. El reloj y la brjula me perseguan constantemente; por los jardines, los bancos de los parques, las calles de la ciudad y hasta a aquellos lugares donde con frecuencia conversaba con Blanca. Ellos siempre eran los protagonistas. Dej de ver a Blanca durante meses. El reloj y la brjula desapare cieron con ella. Me sent aliviada. Nunca supe dnde estuvo Blanca durante esa larga ausencia. Volvi. La vi sentada en su banco de siempre, la salud y sin mencio nar su marcha repentina conversamos como si nos hubiramos visto el da anterior. Tomaba el sol y miraba al horizonte; serena, sosegada y tranquila. Con ese porte aristocrtico y distinguido que no la haba abandonado a pesar de las numerosas vicisitudes vividas durante aos. CLARA OFELIA SERRANO BUSQUIER Regresaban de Valencia. Clara agit su media melena, de sus ojos grises caan unas lgrimas que resbalaban lentamente por sus mejillas, sus labios ligeramente gruesos se fruncan en un gesto de dolor. Euge nio lade levemente la cabeza del volante y apret su mano sobre la suya. Ella agradeci ese gesto de su marido, pero no le sirvi de consuelo. Mir por la ventanilla, a la izquierda se encontraba Sierra Mariola, al otro lado de la carretera al fondo estaba el balneario de aguas termales, construido en el siglo XIX y ahora abandonado y semiderruido; en otros tiempos fue visitado por gentes de todos los lugares de Espaa; sus aguas alcanzaban los 29 grados de temperatura y todos decan que curaban las enfermedades del hgado y devolvan la alegra a los enfermos que las tomaban. Clara en ese momento, se identific con aquella residencia, como ella, se senta triste y vaca. Cmo haba cambiado todo en seis meses! Recordaba la llamada que recibieron aquella noche, la alegra y la emocin que sintieron no les dej dormir. Estuvieron hasta la madru gada sacando las prendas y los objetos que durante un tiempo haban ido guardando. Con las primeras luces del da, Eugenio sac el coche del garaje y emprendieron el viaje a Valencia. El camino hacia la capital se hizo interminable, pero qu agradable al mismo tiempo! La carretera, como ahora, discurra entre rboles, a un lado y a otro las zarzamoras comen zaban a dar sus frutos de distintos colores, verdes, rojos y negros; entre los campos de cereales verdes todava, las amapolas danzaban ponien do color. Aquel da se senta muy feliz, miraba a Eugenio agradecida con cario. No estaba enamorada de l, nunca lo estuvo, pero ahora no era momento para pensar en ello, el presente se mostraba esperanzador. Actualmente ese mismo paisaje lo encontraba desolador, los olmos y los chopos haban perdido su ropaje, eran esqueletos que se movan ante una fuerza invisible. Eugenio a su lado permaneca serio, ausen te. Para l los acontecimientos de los ltimos das tambin suponan como para ella, un drama difcil de superar. La nia que les haba 84 6. RELATOS sido arrebatada era la razn de vivir para Clara y para l la felicidad y la tranquilidad en su matrimonio. Ella le mir y sinti pena por los dos. El coche segua avanzando por la carretera, al pasar una curva se divis el pueblo como una larga serpiente que se enroscaba en el monte, su aldea, sus gentes, ya tendran otro motivo para murmurar, para ser objeto de conversacin en el bar, en la tienda, en la plaza, como en otros tiempos. Haban pasado muchos aos desde la primera vez que rumorearon sobre Clara, entonces tena diecisiete primaveras, recin estrenadas. Lo vio cuando cruz la calle para llenar la jarra de agua en la fuente, l estaba all, en aquellos momentos limpiaba su boca con un pauelo de los restos del agua que haban mojado su cara al beber, se volvi y le sonri: Est helada, se me han pasado los dientes.Tiene esta tempe ratura durante todo el ao, baja del manantial, le contest ella, al mismo tiempo que se fijaba en su aspecto, alto, delgado, moreno, de facciones correctas; destacaba en su cara los grandes ojos negros, de mirada dulce e inteligente. Soy el nuevo maestro, bueno el sustituto hasta que se encuentre bien Don Germn; me llamo Rafael. Yo Clara y vivo aqu enfrente, para lo que necesite. No me llames de usted, me haces mayor. Es la costumbre, adems nunca habamos tenido un maestro tan joven. A partir de aquel da, Rafael acuda todas las noches a la fuente, al principio se haca el encontradizo con la muchacha, pero aquello se convirti en costumbre y los jvenes disfrutaban con esos encuen tros. Al poco tiempo quedaron por las tardes para dar largos paseos por las inmediaciones del pueblo. Rafael mostraba inters por cono cer todos aquellos parajes y Clara disfrutaba mostrndoselos y, sobre todo, de su compaa Era tan distinto de los chicos del pueblo! Educado, culto, atento Cunto aprenda con l! Ella casi no haba salido del pueblo, cosa que solo suceda en contadas ocasiones, para acompaar a su madre al mdico. 85 A Esos paseos eran criticados por las gentes del pueblo, Ellos dos solos paseando por el campo, con un forastero, aunque fuera el maestro, bueno el sustituto, despus se marchara y ya ves. No entendan que los padres lo consintieran. Efectivamente, cuando una vecina bien intencionada se lo dijo a su madre, esta inmediatamente puso el grito en el cielo. No vali que Clara le dijera a su madre que haca unos das se haban hecho novios, que Rafael quera hablar con ellos; no atenda a razones, su padre apoyaba a su madre, no lo queran en casa, no saban nada de l, seguramente iba con ella para pasar el rato y a saber si no tendra novia. Rafael era sincero. Se present un da en el domicilio de la joven. De la puerta no lo dejaron pasar, por ms que el chico quiso explicarles sus buenas intenciones no lo atendieron. La relacin con sus padres se hizo insoportable, en el desayuno, en la comida, en la cena, aquello era una tortura. Solamente te tenemos a ti, te hemos dado lo mejor. Si sigues con l te irs a vivir fuera, nos dejaras solos, nos hemos pasado la vida comprando tierras para que fueras un buen partido. Quin se har cargo de ellas Si te casas con l lo vender todo la gente de la capital no le tiene apego a las fi ncas. Se perder todo nuestro sacrificio. Clara siempre fue sumisa, nunca se rebel ante nada. La manera de ser de sus padres corresponda a dos generaciones anteriores, se casa ron tarde y por inters, por juntar tierras, fuera de esto no haba otros sentimientos, por tanto, no podan entender ese noviazgo que segn ellos no llevaba a ningn sitio, no tena ningn beneficio. La mucha cha intent luchar, quiso convencerles, que estaba enamorada, que era su vida que le dejaran vivirla. Enamorada, eso en unos meses se pasa, mira nosotros Acaso no somos felices. Se salieron con la suya, Clara tuvo miedo, fue cobarde y rompi la relacin. Al poco tiempo, Rafael pidi otro destino, se fue del pueblo, dolido, defraudado. Clara no volvi a saber de l. Llor amargamente, de pena, de rabia e impotencia por no haber tenido la valenta de defen der su amor; por haberse plegado, como siempre, a las exigencias de sus padres. Los odi, los despreci por su mezquindad, por su falta de sentimientos pero sigui a su lado, sin protestar, cumpliendo, segn 86 6. RELATOS ellos, con sus obligaciones, ayudar a su madre en la casa, a su padre en el campo recogiendo las cosechas. Pasaron unos meses y un da apareci por casa una prima segunda de su padre. A partir de aquel momento fueron muy frecuentes sus visitas, siempre vena con algn regalo para su madre, un bote de mermelada hecha por ella, una cesta de peras que ellos no cosechaban, nueces de un gran nogal que posean. Se metan en la cocina y las oa hablar en susurros, a veces salan al comedor donde ella estaba bordando. La prima no se cansaba de elogiarla, qu bien bordaba, qu bien le senta ba ese peinado. Comenz a hablarle de su hijo Eugenio, lo trabajador que era, lo buen mozo, lo que daran muchas chicas del pueblo porque l se fijara en ellas. Un da, Eugenio fue a casa a buscar a su madre, Clara lo conoca, saba que eran algo familia, se saludaban, era un hombre atractivo, de complexin fuerte, de cara ancha, curtida por el sol, las manos grandes y toscas, acostumbradas al trabajo en la tierra. Era tmido, de pocas palabras, las justas para no ser maleducado. Se hizo una costumbre ir a buscar a su madre en las visitas a su casa. No os aburrs aqu con nosotras Ir a dar una vuelta. Quieres, deca Eugenio. Clara aceptaba esta invitacin pero saba lo que haba detrs de ella. Saba que las dos madres y, tal vez ,Eugenio, que como ella se plegaba a sus progenitores, buscaban la unin de los jvenes y de sus tierras. As que, cuando Eugenio al cabo de cierto tiempo, le propuso hacerse novios, acept. Era una claudicacin ms. Fue un noviazgo corto. Las familias se apresuraron a preparar la boda, esta fue sencilla e ntima cosa que Clara agradeci. La relacin entre ellos era cordial, no haba ni amor ni pasin por las dos partes, simplemente se llevaban bien. Ella viva con la esperanza de ser madre, quera hijos en quienes volcar sus sentimientos. Estos no llegaban, mes tras mes sufra la decepcin. Ella habl con Eugenio, quera ir al mdico, ver qu problema haba. Eugenio acept. A l le daba lo mismo, no tena ningn inters en ser padre, lo haca por ella. Se hicieron pruebas. Clara no tena ningn impedimento para ser madre, no as su marido. Segn el mdico era estril. Eugenio no sala de su asombro, no le entraba en su cabeza que 87 l pudiera ser el motivo de la infertilidad. Se senta culpable, avergon zado hasta el extremo de pedirle a su mujer que no dijera en el pueblo que no podan tener hijos por l. A partir de entonces, como si Clara tuviera que perdonarle alguna culpa, se volvi ms amable, la llenaba de atenciones hasta el punto de dejar las tierras por unos das y viajar a los lugares que su mujer elega. Ella no se resignaba a no tener una criatura correteando por su casa, darle todo su cario, continuamente le hablaba a l de adopcin, infor marse, coger a un nio pequeo y considerarlo como propio. Eugenio deca que aquello era muy complicado, muchos pasos, papeleos, lo saba por un amigo Realmente mereca la pena Clara saba su punto dbil, el amor a las tierras, a las propiedades; no era tacao, a ella no le faltaba de nada pero s era bastante materialis ta, la prueba era su matrimonio, fue un arreglo por parte de todos para aumentar el patrimonio y por ah, por ese punto le atac: Nuestras familias son muy cortas, solo t y yo Quin va a heredar todo lo que tenemos El Estado con todo lo que nuestros padres han luchado por aumentar su capital. Y luego, Eugenio Quin nos cuidar cuando seamos mayores Esto Clara lo repeta una y otra vez hasta que al fi n l accedi. Pero te encargars t de todo, yo no puedo perder el tiempo dejando mi trabajo para ocuparme de esto. Al da siguiente, la muchacha fue a hablar con el prroco, l la podra informar. Efectivamente, Don Julin le dijo que estas gestiones eran muy lentas, en muchos casos las parejas desistan de adoptar, pero l conoca una Asociacin compuesta de gente importante y muy honra da, abogados, monjas, sacerdotes que solo buscaban el bienestar de los nios abandonados; agilizaban muchsimo estos trmites, no era clandestina, pero s que no pasaba por ningn organismo oficial. Les dio la direccin de un abogado, este les atendi enseguida y les inform de todo: Trabajamos con una residencia para madres solte ras, regida por monjas, ellas se encargan de atender a estas mujeres en sus embarazos y partos y una vez que la criatura nace, llamamos a los posibles padres y con horas se llevan a los nios, nos encarga mos de todos los trmites oficiales e, inmediatamente, registramos a los bebes a vuestro nombre, como si la criatura fuera vuestra y no 83 6. RELATOS adoptada; desde luego, tendris que cooperar con la manutencin y el parto de la madre. Si no hay que hacer a la parturienta cesrea, el coste de todo ello es de quinientas mil pesetas, por nuestra parte no hay ningn gasto, todo lo hacemos de forma altruista por ayudar a estas pobres mujeres y porque esos nios tengan un hogar; si acep tis, ir preparando papeles y todo lo necesario para el beb, esto ser cuestin de unos meses. Aceptaron encantados. A partir de ese mismo da comenzaron a comprar ropita para el beb, peluches; encargaron muebles para la habitacin que iba a ser para el nio o la nia, la decoraron con moti vos infantiles. Pasaron unos meses y aquella noche de primavera les avisaron, era una nia, sana, preciosa podan ir a recogerla. Eugenio y Clara se abra zaron llorando. Apenas durmieron preparndolo todo. Ese mismo da, despus de pagar todos los gastos, como haban convenido y hacer todos los trmites oficiales, llevaron a la nia a casa. Clara nunca imagin la actitud de Eugenio con su hija, se la quedaba mirando en la cuna embobado, regresaba a casa temprano para ayudar a baarla, haba que verlo a l, de ademanes tan toscos, con qu mimo y dulzura coga a la nia. La alegra y la felicidad haban entrado en esa casa gris y montona hasta entonces. Haca dos das que haban recibido la llamada del abogado. Es urgen te, tienen que venir a Valencia cuanto antes, traigan a la nia, ha surgi do un imprevisto grave. No consiguieron sacarle una palabra ms. Les explicar todo cuanto estn aqu. El viaje fue angustioso, Euge nio conduca rpido y silencioso. Una vez all, el abogado, nervioso, apenas atinaba a hablar: Nunca nos haba ocurrido, la madre ha reclamado a la nia, estamos en el plazo legal para devolverla. Clara se derrumb entre sollozos, murmuraba que era suya y que jams la devolvera. Eugenio, plido y tembloroso, pidi al abogado que le dijera a la madre biolgica que pidiera lo que quisiera, que estaban dispuestos a dar lo que fuera. El abogado meneaba la cabeza: No es una cuestin de dinero, si as fuera, lo hubiramos resuelto de otra forma, por eso les he hecho 89 PASIN POR LA ESCRITURA (ESCRIBIMOS EN ELDA) traer a la nia; hay que entregarla en este momento. Si no lo hacemos me denunciaran a m y a ustedes. De regreso al pueblo, Clara pensaba que aquello no les poda estar pasando a ellos. Recordaba a la muchacha, casi una adolescente, en la puerta del abogado con la nia, con su hija, en brazos llorando pidindoles perdn. Yo no quera dar en adopcin al beb. Mi padre me oblig a entrar en esa residencia. l muri a los quince das de nacer la nia y desde ese mismo instante he estado reclamndole al abogado que me la devolviera, l ha estado poniendo excusas para que transcurriera el tiempo y ya no pudiera reclamarla, solo ha acce dido cuando ayer le amenac con denunciarlo al juez. Siento mucho el dao que les hago. No contestaron, no podan. Eugenio cogi a Clara del brazo y fueron hasta el coche. All estaban de regreso. Ya se divisaba el pueblo. En la mente de los dos, la misma pregunta Y ahora qu Haban perdi do a una hija, una hija de la que nadie les podra dar el psame, de la que nadie les podra consolar. La nia no haba muerto, pero ellos la haban perdido. 90 6. RELATOS LA MALETA SACRA LEAL Cuando Alberto entr en la tienda supo enseguida que aquella maleta era la suya. A simple vista poda calcular su espacio interior. El cuerpo de Aurora cabra perfectamente. La dependienta le dej recorrer el establecimiento con total libertad, sabiendo que entre la gran variedad de maletas que ofrecan, el cliente podra encontrar la ms adecuada. Cuando lo vio acariciar la de piel granate, supo que la eleccin ya estaba tomada. Era la ms grande que tena en stock, quizs por ello la venta se resista, para qu llevar un bulto tan grande pudiendo repartir el peso en dos Sin embargo, el hombre pareca tenerlo muy claro. Cul es su precio Ciento veinte euros. Me la llevo. Tengo otras, de ese tamao, que llevan ruedas y son ms fciles de transportar, sea cual sea el objeto. Le sugiri la dependienta. No, no, gracias. Adems no es un objeto lo que voy a transportar. La chica baj la maleta de la estantera. Es para regalo Se la envuelvo No, me la llev puesta. Quiso bromear, aunque su rostro slo refle jaba una adusta seriedad. Cuando lleg a su casa, all estaba Aurora, tumbada en el sof. Sus ojos cerrados recordaban a una diosa griega yacente. La observ durante largo rato hasta que le cogi de la mano: Despierta cario, he comprado una maleta ms grande, el truco de magia hoy nos saldr mejor. 91 Y SOBRE TODO, QUE CANTE NURIA VIDAL En mis casi veinte aos ejerciendo la medicina, he ido coleccionando multitud de ancdotas, unas graciosas, otras no tanto y alguna que otra sobrecogedora, pero la de Doa Herminia es sin duda una de las que ms atesoro en mi memoria autobiogrfica. Quiz porque la seora me recuerda a mi querida abuela Josefa y su presencia me crea un falso, pero reparador espejismo de reencuentro con ella, o quiz porque me trasmite una energa que me durar das, pero sea por lo que sea, cada vez que mi secretaria me pasa la lista de pacientes del da, y como es el caso de hoy, me encuentro con el nombre de Herminia Romn Martn, doy por seguro que el da habr valido la pena. Doa Herminia tena ochenta y cinco aos cuando sufri un accidente muy aparatoso que le dej varias secuelas, entre ellas una pequea cojera que la obligara a usar bastn el resto de sus das y un dolor crnico en su brazo izquierdo que, aunque no la incapacita para llevar una vida totalmente normal, debe combatir a base de fuertes analgsi cos, razn por la que necesita acudir con regularidad a revisiones mdi cas. Fue en la necesidad de estas revisiones, donde mi vida tuvo el inmenso placer de cruzarse con la suya. Desde su primera visita ya comenzamos a tener largas charlas que, en las ms ocasiones, terminan resintiendo al buen ritmo de mi consulta, pero me recuerda tanto a mi abuela que no puedo evitar quedarme embobada escuchando sus historias. Si tuviera que describir a Doa Herminia, lo hara como a una mujer divertida y con muchas ganas de vivir, siempre arreglada y desprendiendo un suave olor a jabn. Su bastn, con una rosa de los vientos como empuadura, forma parte armoniosa de su complexin huesuda, a la vez que la dota de cierto aire de distincin y un toque de originalidad. A pesar de sus dolencias, de lo nico que se queja es de la falta de amigas, bien porque se le mueren, o bien porque claudican ante las mltiples dolencias que coleccionan, negndose a hacer otra cosa que no sea lamentarse. Por lo que Doa Herminia, escudndose en sus propios achaques, comienza a espaciar cada vez ms sus visitas, para dedicar ese tiempo, que no le sobra, a otros asuntos menos aburridos. 6. RELATOS La ancdota que atesoro, sucedi a principios del pasado mes de enero. Doa Herminia entr en mi consulta un tanto cambiada, de primeras no atinaba en reconocer en qu, pero tras los consabidos saludos de cortesa, repar en que llevaba los labios pintados de rojo. Le alab lo bien que le quedaban, pues aunque tena los labios enmarcados por el llamado y temido cdigo de barras, an conservaban un contorno bien perfilado y cierto grosor que el color del carmn acentuaba. Me los ha pintado mi amiga Norma. A ella el color le para mucho mejor que a m, pero me sabe mal contradecirle me dijo Doa Herminia. Vaya, veo que ha hecho una amiga nueva me alegr sinceramen te por ella. Es una chica divertidsima y aunque no puede venir conmigo a pasear o al teatro, me conformo con sus visitas. Al escucharla no pude evitar que se me dibujara una sonrisa, me recor daba a mi abuela cuando se refera a algn conocido y lo calificaba como chico o muchacho, y resultaba ser un octogenario. Fue actriz, sabe. Continu. El comentario aument mi inters por saber ms sobre la nueva amis tad de Doa Herminia, as es que, aunque la visita se estaba alar gando y supondra un retraso para el resto de los pacientes, segu preguntndole. De teatro o de cine De cine, de cine. Me recalc. Hizo un montn de pelculas. Entonces debe de ser famosa. Para m, la ms famosa de todas. A buen seguro, usted habr visto un montn de pelculas suyas. A mi abuela le encantaba ponerme pelculas de su poca, seguro que la conozco. Es espaola Qu va, es americana! Trabaj en Hollywood, sabe 93 En ese momento empec a ponerme en alerta y not como los pelos de mi nuca se erizaban, prueba indiscutible de que algo empezaba a no cuadrarme. En Hollywood! Entonces debe de ser muy muy famosa. Cmo se llama le pregunt con curiosidad y miedo a partes iguales. Marilyn Monroe. Dijo sin pestaear y en un susurro, como si no quisiera ser escuchada. Aunque ella prefiere que la llame Norma. Mientras Doa Herminia segua hablando como si tal cosa, yo inten taba esconder mi estupefaccin detrs de la mejor cara de pker que tena. La verdad es que suena de locos, pero Norma me visita los lunes y los mircoles, bueno, y algn que otro viernes. Me cuenta cantidad de ancdotas graciosas. Como que Jane Russell era un envidiosa y le meta cucarachas en los zapatos durante el rodaje de Los Caballeros las Prefieren Rubias; que a Tony Curtis le hacan un mido horrible las tripas y tenan que repetir una y otra vez las escenas; o las bromas que Lauren Bacall y ella le gastaban a Betty Gable cuando trabajaron juntas en Cmo casarse con un millonario. Estaba claro que algn cable se le haba cruzado. Para averiguar el porqu de aquel cortocircuito, pero evitando alarmarla innecesaria mente, maquill la realizacin de un TAC cerebral, al tiempo que le hacan uno de su brazo izquierdo. Los resultados de la prueba no desenmascararon nada fuera de lo normal, por lo que, probablemente, Doa Herminia estaba sufriendo los efectos secundarios del analgsico que se administra a personas con dolor crnico. Al da siguiente, con el fin de informarle de la situacin, volv a recibir a Doa Herminia en mi consulta. En esta ocasin, no slo llevaba los labios pintados de aquel rojo tan favorecedor de la visita anterior, sino que adems su tinte de pelo haba bajado al menos tres tonos, no llegaba a ser un rubio platino, pero casi. La verdad es que tuve que admitir que estaba fantstica, se haba quitado diez aos de encima. Se la vea exultante. 94 6. RELATOS Esta vez le realic la pregunta que desde la consulta anterior me haba estado recriminando a mi misma por no haberla formulado. Doa Herminia, es consciente de que Marilyn, digo Norma, est muerta Claro que soy consciente! Me respondi Doa Herminia. La pobre est como transparente y un tanto difuminada, como si la viera sin las gafas, sabe Pero si a ella no parece importarle estar muerta, por qu me va a importar a m Usted est teniendo alucinaciones probablemente provocadas por la medicacin que toma, por lo que le voy a tener que reducirle la dosis Doa Herminia. Le expliqu, mientras notaba como sus labios pinta dos de rojo se arqueaban hacia abajo. Pero yo quiero seguir viendo a Norma. Me hace mucha compaa. No tengo hijos, mi hermana y mis primas han muerto, no me quedan amigas, el club social de la tercera edad es un tostn y al teatro no traen ninguna obra que me merezca la pena. Se quejaba Doa Herminia. Hay das que hasta me canta sabe Y tiene una voz preciosa que me trasporta a cuando iba al cine de verano con mis amigas y la vea a ella ocupando toda la pantalla, tan guapa, con esa sonrisa pcara en sus labios rojos, intentando domar a aquel maravilloso vestido blanco tan vaporoso y que a mi me habra encantado poseer. Su compaa hace que me recuerde joven, feliz y con toda la vida por delante. Mientras la escuchaba, iba rellenando la receta con una dosis menor del frmaco que, casi seguro, le estaba provocando las alucinaciones que tan feliz le hacan. Me sent una miserable porque, muy probable mente, mi accin le arrebatara toda aquella dicha, aunque por otro lado, tambin era consciente que lo contraro no sera profesional. A las dos o tres semanas, cuando llegu a la clnica, mi secretaria me avis de que Doa Herminia haba llamado muy alterada solicitan do una consulta lo antes posible, por lo que, aunque la tarde la tena completa, la haba citado a ltima hora. Doa Herminia traspas el umbral de la puerta de mi despacho como un torbellino, sin rastro del carmn y con un rubio apanochado en el pelo. 95 P. r,) ,;. A E! :e Es , Doctor, Norma ya no me visita!. Me grit con una cara crispada por el pnico. Lo lamento Doa Herminia, pero las alucinaciones no son sanas y Me interrumpi. Pero es que sigo teniendo alucinaciones de esas!. No me ha dicho que ya no ve a Norma. Pregunt sin tener muy claro si quera saber ms sobre el tema. A Norma no, pero ahora veo a mi Alfonso y eso s que no. Ya lo enterr hace diez aos y, entre usted y yo, me qued mas ancha que larga. A ver, no me malinterprete, yo lo quera mucho, pero despus de tanto aos ya me haba hecho a la idea de vivir sola y ahora lo tengo otra vez en casa dejndolo todo por en medio y preguntndo me constantemente a dnde voy o de dnde vengo. No se qu le ha dado a este hombre! Para colmo, mi Alfonso viene todos los das y est tambin trasparente, pero de un trasparente que me da grima. Yo quiero que vuelva mi Norma, que me pinte los labios, que me cuente su romance con Clark Gable mientras me prepara un vermut y que me cante. Sobre todo que me cante. Imploraba con la cara encogida de pena, como si yo pudiera concederle su deseo. Recuerdo que al mirarle a los ojos, los pelos de mi nuca me alertaron de que algo no encajaba. Entonces mi mano izquierda hizo un gurruo de la receta ya extendida, al tiempo que mi mano derecha agarraba con fuerza la estilogrfica que mi abuela me regal el da que hice el juramento hipocrtico. Hoy, y como acordamos desde hace un par de meses, Doa Hermi nia ha acudido a su obligada revisin mensual y como viene siendo costumbre desde entonces, a modo de despedida, me ha obsequiado con dos besos bien dados. Al acercarse, he podido percibir un sutil perfume que he reconocido a la perfeccin, Chanel n 5, y mientras lo aspiraba, he sido plenamente consciente de que mis mejillas quedaran marcadas con dos labios rojos. Efectivamente, el da ha valido la pena. 96 6 RELATOS VOLVER CARMEN RICO IGuEz Cuando se acercaba el da, dispuse de lo imprescindible para iniciar el viaje. Un viaje que deseaba desde hace mucho tiempo. El adis se hizo eterno. l segua sin comprender que realmente ya no lo amaba. El tiempo y el roce haban deteriorado nuestra relacin, una relacin que tampoco haba sido muy intensa; no por su culpa, sino por la ma. No consegua darme del todo, nunca lo he conseguido. Miedo, desgana, desconfianza. No lo s! Nunca he sido persona romntica, ms bien prctica. Y muy obstinada. Amo mi espacio por encima de todo y me cuesta mucho que alguien entre dentro. El dplex de la playa qued desierto, mi presencia ya no estaba. Dejn dole entrever a l, libro en mano, que no volvera jams. Esa vivienda era la que siempre haba soado, pero no en compaa diaria. Ahora tocaba regresar. Bajando calle abajo mir hacia el mar; a l s le iba a echar de menos, su intenso azul, su sonido, su hermosura. Llegu por fin al aparca miento donde se encontraba mi coche. Cre que al llegar me habl. Llevaba meses sin utilizarlo y pareca quejarse de mi abandono. Dej el equipaje en el maletero y arranqu. No pensaba, no mir hacia atrs. Regresaba a casa. Tres horas de coche tampoco era tanto. Segura mente a medio da estara all. Conduca despacio, cavilando. Pregun tndome, qu hara con mi vida a partir de ahora Recin jubilada. Sola. Pero no en soledad. Pensaba en mis amigas y amigos, a quienes tena abandonados ltimamente. Pensaba en todas las cosas a las que poda dedicar ahora mi tiempo. Leer como de costumbre, seguir escri biendo ese libro que nunca acabo porque no lo veo demasiado bueno. Es demasiado intenso, no s si gustar! He de ponerme en contacto con mis antiguos compaeros y compa eras de los talleres de escritura creativa. A ver si podemos retomar nuestros encuentros. Momentos llenos de cultura, alegra y, lo ms importante, rodeada de buena gente. (Ey. Llevo una hora conduciendo y media de ella en un infernal atasco. Poda haber esperado al invierno para volver. En pleno agosto, con lo que est cayendo. Un sol plomizo, amenazante. Colas de coches, conduciendo hacia sus lugares costeros de veraneo. Pero as soy yo, impulsiva. Todo lo hago a destiempo. Pongo msica. WarCry me relaja y me abandono escuchndolos. Para r en breve a comer algo. No consigo avanzar. Saco del bolso unas almendras para saciar el hambre. Mientras lo hago, sonro pensando en la cara que van a poner cuando me vean llegar. No les dir nada hasta maana. Hoy quiero disfrutar paseando por mi Elda natal y descubrir sus nuevos rincones. Recorrer de arriba abajo mi casa, mis recuerdos. Estamos formados de pedacitos de recuerdos. Por fi n avanzamos, voy a parar en Nules a comer un arrocito. Conozco un bar que lo hacen bastante bueno. Al retomar mi viaje, caigo en la cuenta de que he dejado olvidado el cuadro de Munch La soledad, que compre en Berln el ao pasa do cuando estuvimos recorriendo Alemania. Me entristeca el olvido. Amo ese cuadro. Me gusta observarlo desde cualquier ngulo. Tan sencillo y, a su vez, tan intenso. Dice tanto: nostalgia, pena, abatimien to. Pedir a una o a un buen artista de Elda una copia al leo. Aquel solo es una lmina. Al sobrepasar Valencia, me doy cuenta de lo poco que falta para llegar. Sonro de nuevo y noto en el parabrisas unas fi nas gotas de lluvia. Abro la ventanilla, huele a tierra mojada, qu placer! Lluvia veraniega anun cia que maana har ms calor. Me gusta el verano. Casi llegando a Elda, diviso el castillo de Sax, con su moro y su tortuga; tengo la impresin de que mucho ha cambiado desde la ltima vez que pas por all. Recuerdo la leyenda y emocionada pienso en mis hijas. Ellas contaban esa historia a menudo. Qu fantsticas son! Y que orgu llosa estoy de ellas. El Cid a mano izquierda; majestuosa montaa de Petrer. Anuncia que estoy llegando. Lgrimas de sensacin, limpias, resbalan por mis meji llas. Hace mucho tiempo que no regresaba. Diez aos era demasiado. 98 G. RELATOS El amor no fue realmente lo que me impuls a marcharme. Fue tristeza y cobarda en las que me sum al fallecer mi madre. Hua de su recuer do, me hubiese gustado hacer ms por ella. La salida de la autova Elda -Hospital anunciaba mi entrada triunfal a la ciudad, cual cristiano en la reconquista. Al bajar por el Santo Negro diviso mi edificio, el sentimiento de alegra aflora y me abraza suave mente. Los ojos se me vuelven a nublar. Dnde he dejado las llaves Dnde he dejado el mvil Mi desdicha de controladora se mezcla con lo olvidadiza que me he vuelto ltimamente. Memoria selectiva, frase que utilizo a menudo como consuelo. En la puerta del garaje me dispongo a entrar, el mando a distancia no funciona, demasiado tiempo sin usarlo, la pila tambin ha caducado, como tantas cosas por el paso del tiempo y la falta de uso. Consigo abrir con la llave. Al abrir la pesada puerta, quedo impresiona da. Todo estaba igual, ni una caja ms, ni una caja menos. Al fondo, las sillas de la playa y la sombrilla prenden colgadas y caducas por el desu so. A la izquierda se encuentra el armario donde guardo toda la ropa de las fi estas de Moros y Cristianos. Los estantes llenos de cajas de zapatos que nunca me he puesto. Tengo que hacer limpieza y donarlo todo! Esa mana ma de guardarlo todo. Lo que no necesite realmente lo mandar a la porra, igual que he hecho con l Las dos maletas grandes pesan como toneles, las que siempre he utili zado en nuestros viajes en la autocaravana, ms una caja de libros sin leer. Los ya ledos los llev la semana pasada a la biblioteca municipal de Vinars. Positivamente voy a echar de menos ese pueblo que me ha acogido amablemente todo este tiempo, su costa y sobre todo el pescado que cocinaba Juana en el pequeo bar de al lado de casa El pescao. Linda mujer Juana, cubana de nacimiento y espaola de cora zn; como ella dice: Corazn grande el de esa seora! Mi hija Laura pasaba de vez en cuando por mi piso a limpiar un poco y airearlo. Saba de antemano que la casa iba a estar perfecta. Cuntas ganas tengo de ver a mis hijas y a mi nieto que pronto cumplir cator ce aos! Mi hija Ada vive en Telde, en la bonita isla de Gran Canaria. Se obstin en opositar all y es profesora de Filosofa en el instituto de 99 1. 7) 1THRA segundaria Prez Galds, de Las Palmas. En breve le har una visita. Qu ganas de comrmelas a besos! Al abrir la puerta del piso, me invade el miedo, pero el olor a incienso me relaja. Pachuli, mi preferido. Por lo limpio que est todo y el olor, calculo que Laura estuvo ayer aqu. Con el poco tiempo del que dispo ne tiene tiempo para todo. Es psicloga, tras su separacin se especia liz en terapia de parejas, es muy buena en su campo. Nadie sabe que he vuelto, maana lo ir comunicando poco a poco. Har una lista. Con la poca memoria que tengo, seguro que olvido a alguien. Al coger las maletas, noto que pesan demasiado, siento la fati ga del paso del tiempo anidando en mi cuerpo. El espejo de la entrada me devuelve mi imagen actual, noto la diferencia con mi reflejo ante rior. El tiempo tiene memoria al igual que la piel, no perdonan. Las arrugas y los prpados cados asoman para decir Carmen ya no eres joven! Lo ves Pero la calma de la vejez me ha cambiado, frenando mis impulsos de control. El suelo brilla a mi paso. Dndome la bienvenida. Adentrndome en un pasado no demasiado lejano. Las habitaciones me parecen ms gran des, el saln inmenso con sus cortinas color naranja, de un naranja suave, relajndome a cada paso que doy. Desde el balcn diviso una construccin enfrente que ya no me deja ver Monvar: ya no ver sus fuegos artificiales los seis de septiembre, antes que los fuegos de Elda. Sus fiestas patronales coinciden con las nuestras. Al mirar a la dere cha veo el monte Boln, saludando mi regreso. Sonro agradecida. Han respetado esa vista, ver las antorchas bajar el prximo cinco de enero. El balcn desnudo, sin plantas. Lo primero que har maana es comprar algunas con tiestos de colores para vestir esta desnudez. Empezar a llenar huecos y soledades. Mi habitacin con su cama grande para m sola. Me siento en ella, me descalzo. Todo est igual, la nica que ha cambiado yo, ms vieja, ms torpe y a su vez mas sosegada y feliz. Maana deshar las maletas, hoy solo necesito mis zapatillas, las que utilizaba en mis largos paseos por la playa. Recuerdo a Del, sentado, 00 6. RELATOS leyendo mientras se despreocupaba de nuestra falta de comunicacin; apenas hablbamos ltimamente. Dispuse lo justo para mi paseo por la ciudad, bolso de mano y botella de agua. Al cruzar la avenida de Ronda, sub por Desamparados, obser vando todo a mi paso. La plaza de toros cayndose a trozos. El bar El vespa continuaba en su sitio. La calle Padre Manjn me mostraba su cara ms bonita al recordar los desfiles de moros y cristianos, cuan do llegbamos rendidas y nuestra abanderada y capitn nos aplaudan, agradecindonos mutuamente la belleza de nuestros trajes y de nues tra alegra. Al llegar al Jardn de la Msica pienso, como siempre, que se podan aprovechar sus hermosos jardines para realizar actividades como conciertos, teatro... Dobl a la izquierda para llegar a la plaza Sagasta, descans un poco para tomar aliento y un poco de agua. Todo estaba igual, alguna tienda nueva, otros establecimientos haban cambiado sus nombres. En defi nitiva, pocos cambios. Sonrea al mismo tiempo que lloraba. Mezcla de nostalgia y de alegra. Mi juventud comenzaba en esa plaza. Plaza de encuentros, de amistad y despertares a una vida llena de inciertos, dulces y amargos segn el momento. Al llegar a la Plaza Castelar, el sol resplandeca, haca calor; no dema siado. Ese agosto no estaba siendo demasiado caluroso. Me sent en el bar de dentro de la plaza, ahora llamado Bar Castelar, en su terraza con sus sombrillas color gris. La cancin que sonaba era Aviones plateados de El ltimo de la fi la. Me transport de nuevo a mi juventud. Al mismo tiempo record un verso de Rubn Daro y lo recito en voz alta. Juventud divino tesoro Ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro y a veces lloro sin querer. Al sentarme pido un refresco sin azcar, hace tiempo que soy abste mia. Echo de menos el frescor de una buena rubia en mi paladar; su amargor y el blsamo de sus grados de alcohol. Mi paseo de hoy toca a su fin, me siento cansada. Regresar por otros lugares diferentes para embriagarme de los olores de mi ciudad. O 1 Bajo por la gran avenida, plagada de bares con sus terracitas, ambien tadas de gente, tomando las caas de media tarde, sus cafs helados o sus aguas cebadas. El jolgorio me alegra, Esta es mi Elda, alegre y bullanguera! Todo estaba en su sitio, incluso yo. Por fin estaba en mi lugar. Fui haca la farola. Baj por Pablo Iglesias. Mi mayor alegra la tuve al llegar a la plaza de la feria y ver un cartel Exposicin zapatera internacional, prxima reinauguracin. Volva lo bueno, se iba lo malo. Me inclu en el pensamiento. Empezaron a pesarme las piernas al llegar a la avenida Alfonso XIII. Divis mi barrio, donde nac, donde crec. Qu viejo est, a pesar de que le han lavado la cara! Me sent en un banco del parque de Las Trescientas y llor; llor todo lo que antes no haba podido. Llor de pena, llor angustiada; ella ya no estaba. No estaba en el balcn espe rndome a que llegara del colegio, ya no estaba despierta cuando regresaba tarde. Ahora dorma descansando, descansando de una vida de contradicciones. Se fue en un suspiro, sin molestar, tal cual haba vivido. Mam cunto te echo de menos! Grit al viento y el viento me devolvi el sonido de su voz en un susurro. Trat de recomponer mis pensamientos y mi ropa; enmaraada con mis lgrimas. Volv a cambiar de recorrido. Me dirig hacia el antiguo campo de futbol. Sorprendentemente en su lugar haba un hermoso centro comercial. Me maravill al verlo. No quise entrar, estaba dema siado cansada, muchas emociones para un solo da. Baj hasta la avenida Camilo Jos Cela, compr algo para cenar en el 24 horas y regres a casa, a mi hogar, a mi madriguera, donde haba sido tan feliz con mis hijas y con nuestras historias. Cen un poquito, ya anocheca, ahora tocaba descansar de este da tan intenso que llegaba a su ocaso, dando esperanza al nuevo da que ser maana. El silencio de la noche me acogi en su seno, el sonido del viento me acun hasta dormirme. Maana empieza una nueva etapa, comienza el principio del resto de mi vida! 102 6. RELATOS LA MECEDORA ANA BERNABU Una ventana, una mecedora, una mesa camilla. En la mecedora, se sienta Mara con su eterna labor de ganchillo. Cuen ta los puntos, uno, dos, tres, y dos baguitas. A la mente le llegan recuerdos, piensa en cuando era nia, hoy est bas tante lcida. Mira las fotos que hay encima de una estantera y piensa, son, mi padre, mi madre y mi hermana, no estn ahora, pero seguro que ya no tardarn. Ella no recuerda que ya no estn, sonde y sigue con su labor. Uno, dos, tres, el que no s quin es, es el soldado de la foto ni tampoco el nio de comunin. Y esos dos vestidos de novios Quines sern Se lo preguntar a la chica que me da la merienda y, de paso, le preguntar tambin cmo se llama, porque no lo s y le dir que me traiga un espe jo, para poder peinarme y arreglarme. Hay uno en el bao, pero siempre hay una seora muy mayor que yo no conozco, ni s lo que hace all. pero a m no me deja mirarme. En ese momento, entra Mercedes con la merienda, y le dice: Hola mam, te traigo la merienda! Mara la mira y le responde: Te conozco Claro, soy tu hija Mercedes. Pero yo no tengo hijas, le contesta Mara. S mam, tienes una hija que soy yo y un hijo Mario, y tres nietos, que luego vendrn a verte. Mira no te quiero faltar, pero t ests tonta, yo soy muy joven para tener todo eso. Retoma su labor y cuenta, cuatro, tres, ocho y dos baguitas y canturrea. Dnde andaran nuestros mozos. . . Se queda en blanco y murmura y ya no se ms. Mira a Mercedes, Y est quin ser Mercedes le contesta: Soy tu hija mam Mara, muy bajito dice: Est loca dice que es mi hija y por lo menos, puede ser mi abuela. Mercedes le sonre secndose una lgrima. Mara vuelve a su labor, vamos a ver eran seis, nueve y cuatro y tres baguitas. . . 103 HIZO INVENTARIO DE SUS DOLORES CAYENDO LA TARDE PILAR SEDANO 1 -lizo inventario de sus dolores cayendo la tarde, cuando la luz se volva todo azules y pintaba reflejos en su pelo blanco recogido elegantemen te en un moo alto. Sus manos nudosas abrazaban la taza, intentaban retener el calor que se iba perdiendo despus de beber su tisana, hervida a media tarde haba perfumado la cocina sutilmente depositando con blandura aromas a hierbas antao recogidas. Le gustaba ensimismarse a esas horas, cuando el da ya estaba despi diendo rutinas cargadas de energas y llegaba la calma y el recogi miento, cuando sus achaques no condicionaran el da, cuando la luz se iba poco a poco apagando y le brindaba un hueco perdido en las manecillas del reloj y le daba refugio entre algn suspiro que se esca paba casi inaudible. Entonces, esos dolores que se levantaban de aqu y de all y que de pronto se hacan presentes, tampoco tenan tanta importancia, porque el sueo que se acercaba, los ira durmiendo despacio como a un nio terco que se resiste a cerrar los ojos, siempre se sorprenda de encontrarlos en su cuerpo, de que siguiesen all da tras da por ms que pensase en que la frescura que haba secuestrado y encerrado tan dentro de ella no iba a vencerles. Qu cuerpo tan cabezota el suyo, obstinado en ganar la partida con la nica mano de la vejez! La cocina antigua de carbn se impona como reina de la estancia. El puchero de porcelana encima, su tapadera bailando al son de los borbotones del agua hirviendo. Apenas un momento antes haba meti do las gastadas zapatillas rojas de andar por casa en el horno para que se calentasen. Tena que ser solo mientras se quitaba las katiuskas y el abrigo de astracn, fi rmes aliados cuando nevaba, haba que tener cuidado si no quera que el rojo pasase a marrn requemado. . . Aunque ya haba desarrollado la capacidad de saber el momento justo, a ella le ola ya a zapatillas calientes. Abra la portezuela y las sacaba, meta sus i 04 6. RELATOS pies en ellas y el calor reconfortaba todo su cuerpo, inundndola de un bienestar difcil de explicar. A oscuras se dirigi a una ventana del saln, comprob que los copos seguan imponiendo el silencio fuera. Muy pocos se aventuraban a dejar huella y las farolas eran casi los nicos testigos de la persistente nevada. Eran ya casi las nueve de la noche! Sin saber cmo vino a su cabeza la idea de manzanas asadas para la cena, su pensamiento se relami ante la imagen de la fuente con el palito de canela saliendo de ellas y la capa de azcar tostado. Puso las manos encima del radiador, quedaba debajo de la ventana, tuvo que apartarlas enseguida, estaba haciendo concienzudamente su trabajo. Fue hacia la cocina, all s que no haca falta ningn radiador, con la de carbn se calentaba de sobra cocina, galera, incluso el cuarto de bao pequeo. Eligi minuciosamente un par de manzanas, el amari llo salpicado de pequeas motitas marrones invitaba a la glotonera. Sopes su redondez perfecta, en el primer cajn del aparador busc el vaciador y, despus de lavarlas bajo el grifo, les empez a sacar el corazn pleno se semillas y a sustituirlo por un palo de canela, busc la pequea fuente de barro ovalada, pareca una barquichuela. Puso las manzanas bien acomodadas dentro. Del azucarero sus dedos cogieron un pellizco para darles el toque de gracia con una pequea lluvia de azcar, que pronto pas a ser un aguacero. Mientras, su sonrisa golosa se relama. 105 E: E 1 YO. MARTA NGELES MARTIN Amo Lo recuerdo como si fuera ayer. Mi mejor amiga, me pregunt Seguro que ests preparada Marta No le contest, tan solo, la mir. Haba pasado un mes desde el fallecimiento de mi madre. Los haba perdido a los dos en un corto espacio de tiempo; tan solo seis meses del uno al otro. En mi cabeza, se repetan constantemente las ltimas palabras de mi madre: Lo siento hija, perdnanos. Tuve que acercar me mucho a ella para poderla or, no le quedaba aliento ni fuerzas para hablar. Mam, qu quieres decir. Ya no obtuve respuesta. No le cont a nadie las ltimas palabras de mi madre. Tan solo a mi mejor amiga, necesitaba desahogarme con alguien. Mam, porqu me has hecho estoAcaso queras limpiar tu concien cia antes de partir Qu os tengo que perdonar A mi pena, se uni el enfado. Esto, no se hace mam! Opt por dejar pasar un tiempo para ir al piso de mis padres. Enfadada con ellos No lo s; ms creo que era el temor a encontrar algo que no me gustase cuando empezara a recoger todas sus cosas. Qu sera ese secreto Cuando me di cuenta, haba pasado un mes. All estaba yo, de pie frente al portal de mi casa. Me decid. Sub por las escaleras, quera ir despacio, el ascensor me hara llegar antes. Me qued mirando la puerta del piso, acarici el timbre, ese que haba pulsado durante tantos aos. Sent nostalgia, ya no tema nada. Entr, estaba oscuro, cerr los ojos y con mi pequea nariz respingona quise absorber ese olor, ese aroma que siempre identific a mi hogar. Dos lgrimas resbalaron por mis mejillas. Abr los ojos. Encend la luz. Camin despacio, como si alguien me pudiera or. Me dirig a la sala de estar. Lentamente mi mirada recorri la estancia. Vi mecerse la mecedora, su cuerpo enjuto, su pelo canoso, ojos vidrio sos por la edad; su cara de pronunciados surcos a causa de las arrugas. Manos temblorosas que luchaban por sujetar el peridico. Frente a l, el silln orejero, su carita redonda, como la ma, pelo largo y blanco recogido en un moo. Labores en sus manos. 106 6. RELATOS Sobre la mesa camilla, el pequeo aparato de radio el transistor! el de toda la vida. La caja de costura, esa, la de hojalata. Y all estaba, sobre el mueble, mi foto; la foto de mi graduacin. Los llenaba de orgullo. Yo haba sido el pilar ms importante de sus vidas. Parada en esa pequea sala llena de recuerdos, record frases, consejos que desde muy peque a me solan dar, decir: El perdn te ayuda a mitigar los odios. Nunca cierres al salir, tal vez tengas que volver a entrar. Nunca pienses que tu tiempo se ha roto. Siempre lo podrs recomponer. Si la vida te parece demasiado larga, algo est fallando. Sin miedos autoexplora en tu interior. Aprende a servir, y te servirn. Esboc una peque a sonrisa. Atrap nuevamente esa, para m, exquisita fragancia que desprenda mi hogar; a modo de despedida. Apagu las luces. La puerta se cerr tras de m. Al salir a la calle respir hondo. Alc mi cabeza dejando que los rayos de sol besaran mi rostro y abrazaran mi cuerpo. Apret contra mi pecho lo nico que ese da me iba a llevar, mi foto, la de graduacin; esa graduacin que sin su ayuda y apoyo, seguramente no la habra conseguido. Tambin me llev lo ms importante, todo el amor que durante tantos aos me haban dado ellos y ese hogar. No me vi con fuerzas de buscar el motivo por el que los tena que perdonar. Eso, el prximo da que vuelva, pens. Al llegar a mi casa coloqu mi foto en el mejor lugar del saln, que se pudiera ver nada ms entrar; a ellos les habra gustado que as fuera. Llam a mi mejor amiga, Susana, para decirle que ya estaba en casa y que estaba bien. Ese fi n de semana pensaba volver al piso de mis padres para empezar a vaciar. Cuanto antes lo hiciera, mejor. Susana se ofreci a acompaarme; yo pensaba proponrselo. Con ella no tena secretos, y sera de gran ayuda. Quien nos viera, podra pensar que ramos amigas de la infancia; no era as, ramos amigas del traba jo. Cinco aos ya de amistad. Inseparables. Nos contbamos nuestras penas, alegras, preocupaciones, sentimientos. Haca unos meses, tras el fallecimiento de mi padre, me cont que cono ci a un chico genial; que le gustaba bastante. No haba tenido oportu nidad de presentrmelo todava. Esa poca fue difcil para m; tena que atender a mi madre, solucionarle papeleos de bancos etc. Estaba muy triste por la prdida de mi padre y le haca mucho bien mi compaa. 107 El sbado a las diez de la maana pas con el coche a recogerla. Se asombr de la cantidad de cajas de cartn que llevaba en el asiento de atrs. Que exagerada eres! Creo que te has pasado Rindome al ver la expresin de su cara, le dije: No lo creas, ya vers cuando las empecemos a llenar, tal vez hasta nos falten. Cargadas de cajas las dos, entramos en el piso. Al llegar a la sala me dijo: Parece que est viendo a tus padres ah sentados. Eran tan amables y cariosos. No entiendo las ltimas palabras de tu madre. Perdonarles, qu Me qued mirndola: No lo s Susana. Tal vez lo averigemos pronto. Puestas en la faena, le dije que si haba algo que le gustara, se lo poda quedar. Asinti dndome las gracias. A las dos de la tarde, ya cansa das, y con tres enormes cajas llenas, decid parar. Suficiente por hoy. Te invito a comer en un italiano. A no ser que hayas quedado con ese chico al que todava no tengo el gusto de conocer. No, no he quedado con l. Le dije que Marta, mi mejor amiga ,me necesitaba, y este fi n de semana era todo para ti. As, que a ese italiano porque me muero de hambre. La abrac con fuerza. Tras llenar bien nuestros estmagos, decidimos tomar el caf en mi casa mientras nos dedicbamos a la ardua tarea de revisar una de las cajas; esta, estaba repleta de carpetas, papeles y documentos. Las otras dos cajas, con ropa, las dej en el coche con la intencin de llevarlas a Critas el prximo lunes. Entre tantos papeles, haba muchos recuer dos, como cartas que yo les haba escrito en mis viajes de vacaciones, en convivencias con el colegio cuando todava era muy nia, algunas fotos sueltas: la escritura del piso, recibos... pero nada que delatase eso que se llevaron a la tumba. No entiendo nada Susana. Confiaba en encontrar algo entre todos los papeles, algo que me desvelara lo que me han ocultado. No desespe res Marta, en algn momento lo encontrars. Nos cambiamos de ropa, salimos a pasear, a dar un bocadito en cual quier bar. Volvimos a casa, pusimos un rato la televisin y al da siguien te, vuelta al piso. 108 6. RELATOS El domingo por la tarde me desped de Susana hasta el da siguiente que nos veramos en el trabajo. Le di las gracias por su ayuda incondi cional. Habamos conseguido desalojar todos los enseres de la casa de mis padres. Mi amiga tan solo se qued con un recuerdo que no tena ningn valor material, pero s sentimental; las dos tazas en las que mi madre nos serva un t a cada una las tardes que bamos juntas a visi tarles. Cuando vengas a mi casa servir en ellas el t. Era como un homenaje a mi madre. Me emocionaron tanto sus palabras que por da consecutivo, volv a abrazarla con fuerza. Fueron pasando los das, me senta mucho mejor; de cuando en cuan do recordaba las ltimas palabras de mi madre, pero no saba dnde encontrar la respuesta. Un viernes por la tarde en el trabajo, Susana me dice que quiere presen tarme a ese chico que tanto le gusta. Da la sensacin de que la cosa va en serio. Me alegro por ella, mi mejor amiga se merece lo mejor. Ya me ha adelantado que tiene cuarenta aos y que se llama Sergio. Bonito nombre y estupenda edad para ella que tiene treinta y cinco, la misma edad que yo. Quedamos para vernos al da siguiente sobre las ocho de la tarde y salir a cenar. Me dijo que iramos a un sitio muy chic,. as que me arregl bien para no desentonar. Llevaba mucho tiempo con vaqueros y suteres o camisetas. Sergio era un chico alto, moreno, con pelo un poco ondulado y bien parecido. Ojos negros de mirada chispeante, stos, provocaron en mi un pequeo escalofro; me record la mirada de mi padre, no dije nada; a pesar de que ya me senta mucho mejor, todava estaba muy sensible. Tuvimos una cena muy agradable y simptica. La conversacin fue amena y fluida. Me sent realmente bien durante toda la velada. Me gust Sergio para mi amiga, as se lo hice saber a Susana. Se alegr mu cho, para ella era muy importante, estaba realmente enamorada de l. Fueron pasando los das, de vez en cuando sala con ellos dos, otras veces Susana y yo solas; el resto sala con mis otros amigos. Recuer do el sbado en que me telefone mi amiga para salir de picnic con ellos, se lo agradec, pero le dije que ya me haba hecho el nimo de hacer limpieza general, llevaba mucho tiempo limpiando solo lo que se ve. Si no lo hago, un da vendrs y se me habr comido el polvo de 1 09 los rincones. Susana ri. Ok, t te lo pierdes. Un beso. Nos vemos el lunes en la oficina. Empec con mi tarea domstica; cocina y baos, llegu a los dormi torios y mi final, el saln. Estaba ya un poco cansada y con ganas de terminar; al coger mi fotografa de graduacin de la estantera, se me resbal el marco de las manos, cay al suelo, vi, con el consiguiente disgusto para m, como se haca aicos el cristal. Lo recog del suelo con cuidado de no cortarme, separ la parte de detrs para evitar que se estropeara la foto y en ese momento, algo llam mi atencin. Justo al quitar la madera cogida al marco, me encontr con un papel cuida dosamente doblado. Al desplegarlo, salieron dos pequeas fotos; una, de un beb recin nacido, la otra, de un nio con dos aos, eso pona en el reverso de la foto. El nio era precioso, ojos negros como dos aceitunas, pelo rizado. Yo no entenda nada. Cojo de nuevo el papel y me doy cuenta de que es una partida de nacimiento, todava entien do menos. Fecha de nacimiento, siete de agosto de mil novecientos setenta y nueve; primer apellido Romero, segundo apellido Segarra, nombre... De pronto, algo llam mi atencin; un escrito al fi nal de la partida de nacimiento con la letra de mi padre: Si un da encuentras esto, espero nos perdones. Tuve un desliz antes de conocer a tu madre de la que naci un nio. Quiero que sepas que durante un tiempo, econmicamente me hice cargo de l; estuve visi tndole hasta que su madre opt por separarlo de mi. Como ya no ibas a tener posibilidad de conocerle decidimos no decirte de su existencia. Vers que no lleva mi apellido, su madre no quiso que se lo pusiera. Creo que me odi por enamorarme de otra mujer. Te quiere, tu padre. No daba crdito a lo que acababa de leer. Decid llamar a mi amiga. Por fin saba el motivo por el que tener que perdonar; cuando esta ba marcando su nmero de telfono, vi sobre el mueble la postal que Susana me haba mandado desde Portugal donde haba estado de vacaciones con su pareja, eso fue quince das antes de acompaarme a vaciar la casa de mis padres. Colgu el telfono. Tom en mis manos la postal, no saba el qu, pero algo haba llamado mi atencin. Tan solo le el fi nal: Con cario, Susana Palazn Ors, y... Volv sobre la partida de nacimiento... Escuch mi propio grito Sergio! 110 6. RELATOS UNA HISTORIA MAGNFICA MANUEL ORM Aquella tarde, aprovechando que haban comenzado las vacaciones escolares, Jacinto llev a su nieto a pasear. Jos, el menor de sus nietos, ya haba cumplido siete aos y era el nico que todava demandaba y disfrutaba de las historias que a l le gustaba tanto repetir. En aquella ocasin lo llev a las inmediaciones del castillo. Mientras le contaba divertidas ancdotas, que el nio escuchaba sin atreverse a interrumpir, recorrieron las calles en las que transcurri su lejana infancia. Cuando el calor y el cansancio comenzaba a fatigarlos entraron a un bar. El saludo del abuelo interrumpi la conversacin de los nicos tres clientes del establecimiento que, educadamente, respondieron a su vez con un sonoro, buenos das! Se sentaron en una mesa del fondo y, cuando el cantinero traa las dos gaseosas que Jacinto haba pedido, los tres jvenes de la barra reanudaron la charla en voz lo suficientemente alta para que todos los presentes escuchsemos las historietas que, sobre el servicio militar, referan por turnos. Competan por narrar la ancdota ms audaz, la ms valerosa o la ms graciosa. Cada relato era rematado con carcaja das y con expresiones de asombro, de admiracin u, ocasionalmente, de menosprecio. Transcurrido un buen rato, ya consumidas las gaseosas, el abuelo se puso en pie y pidi la cuenta en voz alta. Pero, antes de pagar, se dirigi al grupo: Perdonen que les interrumpa, pero, si me lo permiten, me gustara aclararles que todo lo que estn refiriendo son, con perdn, tonteras si lo comparamos con el servicio militar de mis tiempos. Los tres individuos enmudecieron y giraron la cabeza hacia Jacinto. El abuelo, despus de una breve pausa, continu: Yo serv cinco aos en la Armada espaola. Despus de instruirme en el manejo y montura de caballeras en Madrid y de las artes marineras 1 1 I F.M.:H .1 en Cartagena, me destinaron a Valencia, donde permanec los siguien tes cuatro aos, hasta que me licenciaron. En qu unidad estuvo destinado Se atrevi a preguntar uno de los tertulianos. En Caballera de mar Contest el abuelo. En Caballera de mar Preguntaron al unsono los tres clientes y el cantinero. A cul de ellos ms sorprendido. S, seores. Cada da, despus del desayuno, nos dirigamos a las cuadras situadas en el puerto, pertrechbamos a nuestros caballos y nos dedicbamos a patrullar sin perder de vista la costa durante las siguientes doce horas. Lo hacamos tres veces al da en turnos de dos horas y siempre en grupos de dos. Pe. . . pero, patrullaban por. . . por el mar. . . Por supuesto! Cada caballo llevaba una especie de peto con corchos que le permitan flotar y as nadaban con facilidad. Nosotros llevba mos chalecos salvavidas y el armamento reglamentario, por supuesto. No puede ser! Lo est diciendo en serio Pregunt alguien con incredulidad. Qu insina, joven, que estoy mintiendo Me est llamando mentiroso Hombre! Usted perdone! Yo no quiero decir eso, pero. . . es que, es la primera vez que oigo hablar de la Caballera de mar. Todas aquellas patrullas, sumergido en agua hasta la cintura con un equipo no lo suficientemente impermeabilizado me provocaron un reuma que ahora, en la vejez, me est matando. Es normal que no hayis odo hablar de esa unidad, se suprimi antes de 1920. Se producan demasiadas bajas. Y los que conseguimos sobrevivir hemos quedado marcados. Sac la billetera para pagar las consumiciones pero, cuando alarg la mano hacia el cantinero con algo de dinero, los tres jvenes insistieron en que ellos se haran cargo de la cuenta. El abuelo no se hizo de rogar, 112 6. RELATOS guard el dinero con parsimonia, dio las gracias y, deseando buenas das a todos, se dirigi hacia la puerta acompaado por el nieto. El nio mir con extraeza a su abuelo pues ste, al salir del bar, cojea ba ligeramente y andaba ms lento que de costumbre. La cojera y la lentitud le duraron hasta que doblaron la primera esquina. Durante el camino a casa no hablaron. Jos continuaba tremenda mente impresionado, pues jams su abuelo le haba hablado sobre su servicio militar. Jacinto, totalmente satisfecho, sonrea ligeramente recordando el efecto de sus palabras sobre su nieto y sobre el resto de la audiencia. Cuando el padre del nio regres de trabajar ste le pregunt: Es cierto que el abuelo estuvo en Caballera de mar El padre sonri y dijo: Ya te lo ha contado El abuelo se libr de hacer el servicio militar por sorteo. Nunca ha hecho la mili, pero siempre cuenta que la hizo en Valencia, en Caballera de mar. Jos asinti pero no le cont lo que haba sucedido en el bar. No se lo poda creer. Estuvo toda la tarde pensando en lo que haba sucedido. El abuelo no haba hecho la mili. Cmo haba podido mentir Aquella noche se acost algo decepcionado, pero a la maana siguien te, cuando se despert, la admiracin por su abuelo haba aumentado. La historia sera mentira, pero era una historia magnfica. 1 1 3 POR FIN SU NGEL LA ESCUCH CECILIA MARHUENDA Esta es la historia de Ana, una mujer nacida en la primavera de 1965. Se pueden contar con los dedos de las manos los aos que tuvo de plena felicidad, su condena empez apenas al cumplir los 16, se cas en un atardecer de verano, con un joven autoritario, que en ms de una oca sin, lleg a ser cruel. Esto le dej cicatrices en el cuerpo y en el alma. Su marido hered joven una masa, rodeada de frtiles tierras y aleja da del bullicio de la ciudad, donde le result fcil apartar a Ana de su entorno familiar. Ana en la soledad de la noche se reconfortaba recordando la voz clida de su madre que falleci en el invierno del 67, cuando siendo nia, a la salida de misa los domingos le aseguraba que todos tenamos un ngel que la escuchaba. Ana mir ms de una vez a su alrededor y lleg a la triste conclusin de que su ngel se haba entretenido por alguna otra razn. Los das de Ana se volvieron montonos, dedicada a sus labo res en el campo, cuidar de los animales, mimar su pequeo jardn en la parte delantera de la casa y tener todo dispuesto a la llegada de su esposo y de su cuada que viva con ellos haca ms de una dcada. Esta era una mujer irascible, exigente, ella se consideraba la heredera legtima de las tierras y por esto demostr un fuerte carcter. El sol haba surcado su piel, y la falta de cario y soledad marcaron unas tempranas arrugas en Ana. A veces cuando la oscuridad de la noche la envolva, Ana intentaba contener su respiracin, incluso procuraba no moverse, porque su marido haba tenido un mal da, que sola acompaarlo con botellas de vino, y palabras de su hermana que sola envenenar an ms su complicado carcter. Ana aprendi a fingir que dorma, cuando estaba completamente segura de que su marido lo haca, miraba la tmida luz nocturna que entraba por la persiana rota de la ventana y jugaba con las fi guras fantasmales que le ofreca. Ahora que sus canas adornaban su rebelde cabello se preguntaba, por qu le haba tenido tanto miedo Y no se culp de desear que alguna maana l no despertara. Solo tuvo un hijo, Javier, al que ella aprendi a proteger. Le busc un lugar mgico, adornado con bellas historias 1 1 4 6. RELATOS de hadas, dragones, tan llenas de amor y ternura, que maquillaban al viejo armario que se encontraba en la parte alta del pasillo, donde sola esconder a Javier cuando a su padre le cambiaba la mirada. Javier creci, estudi, toda una decepcin para su padre, un hombre de campo que maldeca lo igual que era a su madre. Ana con los pocos ahorros que tena y familiares en la ciudad, dej a Javier marchar, no se permiti que l la viera llorar, y a finales de un mes de agosto, Javier siendo un nio se march, estudi, trabaj. Ana lo haba logrado, su pequea victoria frente a su marido. Haba comenzado la tmida primavera, el cumpleaos de Ana se aproximaba, y ese ngel despistado decidi escucharla. La maana amaneci esplndida en la masa, los colores gratamente mezclados con los aromas fl orales, dibujaban un tmido paraso. Ana dio de comer a los animales, siempre con una sonrisa y palabras amables, estir su espalda, se sec el sudor de su frente, los rayos de luz no le permitan, ver el horizonte, sus ojos claros ya no eran los de antes. Su marido haba salido al amanecer, acompaado de dos operarios para asegurar unas vallas, y su cuada haba ido a la capital por temas mdicos, esto le daba unas horas para poder bajar la guardia. Se sent en los escalones de la marquesina, estaba sola; era tan bonito ver los colores que le ofrecan la diversidad de flores y ese hermoso jaz mn con su aroma impregnaba toda la parte delantera de la casa. Se le acerc a ella su viejo pastor alemn que adoraba, acarici su lomo. Bobo se tumb a su lado, l tambin estaba relajado. Ana, del bolsillo derecho del oscuro delantal, sac un par de fotos, una muy antigua de ella y de su familia y la otra ms reciente, de Javier gradundose; era mdico, su pequeo era mdico. Respir hondo y dicindose a s misma que solo le esperaba el cielo, pues el infierno ya lo conoca, a estas alturas el dolor y miedo no eran el mismo, algo la sobresalt. Sus msculos se tensaron, no poda ser que su marido estuviera tan pronto de vuelta, mir a Bobo que segua all tranquilo, su marido no era. Los destellos de luz no le dejaba ver, se levant, Bobo tambin lo hizo, pues conoca bien quin era. Ja vier, susurraron sus labios. Este la cogi en volandas, la abraz tan fuerte que Ana se estremeci y Javier la sinti tan frgil que crey romperla. Solo alcanz a decirle que la quera, y que haba venido a por ella. 1 1 5 F) (E , Se haba convertido en un hombre, un mdico, y el terror a su padre se haba disipado, ya no necesitaba el armario mgico para esconderse, ahora l le construira el lugar mgico a ella. Los latidos del corazn de Ana se podan sentir desde fuera; llevaba ms de un ao sin verlo, pero ahora l estaba aqu, haba venido para llevarla a Barcelona. Javier no pregunt por su padre, saba que no estaba. Insisti en que solo cogiera lo imprescindible. Ana, al principio, dud pensando en su marido, problemas y de Bobo que sera Su nico amigo en la masa. Entraron en la casa tan ridcula mente oscura como decorada. Ana mir a su alrededor, no tena male ta, jams viajaba por lo que, apresuradamente, Javier le ayud a meter algunas cosas en bolsas. Javier no poda dejar de tocarla, le asegur que cuando estuvieran lejos avisara a su padre. Ana se dej llevar; su interior era una coctelera de miedo y alegra. Lo cogi del brazo y, cuando salan por la puerta, se encontraron frente a su padre, avisado por los operarios. Qu haces aqu Pregunt alterado a su hijo.- Aqu no eres bien recibido, espet. Javier era alto, se puso delante de l, protegiendo a su madre: Me llev a mam una temporada. Tu madre se queda aqu, sentenci. Javier apret la mano de su madre, cogi las bolsas e intent abrir camino. Ana, t no vas a ningn sitio. Dile a tu hijo que si no quiere problemas que se marche, orden. Javier ya no era un nio asusta do y, empujndole con el hombro, logr salir con Ana al descansillo. Su padre les amenaz: Si bajis los escalones os mato. Javier haba jurado as mismo no ser igual que su padre, y no lo era, pero la ira y el rencor haban despertado. Se puso enfrente de l y, mirndole a los ojos, le repiti que su madre se iba con l. Fue la primera vez que el tirano no tena el poder y esto le enfureci de tal forma, que sac el cuchillo de caza que siempre llevaba y, agarrando a Ana del brazo, grit: nu te quedas aqu. Javier solt las bolsas, apar t a su madre como pudo y hubo un forcejeo. Ana se puso de rodillas suplicando: Me quedo, t ganas. Pero esta vez el hijo no lo consisti; logr reducirlo; apart el cuchillo con el pie y le dio un puetazo. Su pa dre cay al suelo golpendose con el borde de la mesa y se desorient I 1 6 6. RELATOS momentneamente. Javier aprovech para coger a su madre y salir co rriendo de all. An del suelo se poda or, primero con hilo de voz, Es tis muertos, me os; para luego gritarlo. Javier se dio la vuelta un ins tante y con voz serena le contest: S estamos muertos, no lo olvides. En ese mismo momento, llegaron dos operarios y, gritando, les pidi la escopeta, pero Ana y Javier estaban ya cerca del coche. Bobo iba detrs de ellos con un leve quejido porque saba que Ana se marchaba. Javier acomod a su madre en el asiento delantero. Ella no dejaba de temblar. Arranc de inmediato el coche; saba que su padre estara acechando. Contempl a su madre, que segua callada, mir por el retrovisor y se dio cuenta de la imagen tan triste que ofreca Bobo, tena el mismo te rror en los ojos que su madre. Aun oyendo cerca a los verdugos, sali deprisa y abriendo la puerta trasera invito a Bobo a subir, no sin antes advertirle: Ni orte, me entiendes, y acarici su peludo lomo. Bobo pareci entenderlo, desde ese mismo instante solo se le oa respirar. Pareca un cuento de los que le contaba su madre de pequeo, haban conseguido escapar del oscuro castillo y librarse del mago malo. Casi a la una del medioa entraron a la va principal de Barcelona, cerca del paseo de Gracia. Ana empez a tranquilizarse, maravillada por la cantidad de gente que andaba por las calles, comercios diversos y esa sensacin de estar en una ciudad y con el mar; el aire pareca distin to, su hijo le repeta que todo iba a salir bien. La llegada a la casa fue apotesica. Despus de vivir solo, ahora seran tres y uno con cuatro patas. Subieron los dos escalones hasta llegar al ascensor. Ana no haba dicho ninguna frase, solo monoslabos. Javier en ningn momento le haba soltado la mano y el viejo Bobo no se separaba de ella, siempre en silencio, todo lo que su larga lengua le dejaba. Javier abri los dos cerrojos y casi tuvo que darles un pequeo em pujn para que entraran. Una vez dentro se encontraba la cocina, era blanca y amplia que conectaba con un saln grande muy iluminado, predominando los colores claros daba la sensacin de confort y lim pieza sin grandes muebles. De inmediato sac un recipiente para poner agua a Bobo, acerc a su madre una silla, que haba debajo del ventanal de la cocina, y como eran cerca de las cuatro, prepar unos bocadillos para comer. Inesperadamente Ana se levant y abrazo a su hijo, llor, 117 P 1 .A soltando toda la tensin que haba pasado. Desahgate, le dijo con dulzura y all se quedaron los tres para empezar una nueva vida lejos de tanta oscuridad. Cuando estaban ms tranquilos, Javier acompa a su madre a su habitacin, que haba preparado con tanto esmero. Era una habita cin bonita, decorada sencillamente, de colores claros, con un peque o balcn, donde haba macetas con diversas plantas y para ella un hermoso jazmn especial. Le ense un gran armario blanco y le sonro tristemente, pues se haban dejado las bolsas en el suelo de la masa. Ana llevaba el delantal puesto y Javier con cuidado se lo quit. Ella sac las fotos del bolsillo y las guard en el cajn de su mesita. l sonro, empez a enumerar todo lo que tenan que hacer, se sent en un lado de la cama, mientras Ana miraba por el ventanal, an sorpren dida. Hay que comprarte ropa, tenemos que arreglar la documenta cin, ir a hacerte un chequeo mdico. Ah! Y te llevar a la peluquera, quiero volver a ver tu pelo, ese castao dorado, que an recuerdo, de nio, Eres tan guapa mama! Ana mir a su hijo; no poda asimilar de golpe tanta informacin. Se sent cerca de Javier y toc el hocico de Bobo, la expresin de los ojos del perro haban cambiado. Javier conti nu con su lista mirando a Bobo: Ahora t, pequeo amigo, tendremos que baarte, perfumarte y una visita al veterinario. Bobo lade la cabe za, pareca entenderlo; las normas haban cambiado. Javier los dej en la habitacin. Tena que salir de compras por lo menos para lo bsico. Antes de cerrar la puerta, mir a Bobo, que le segua con la mirada: Luego vendr para sacarte, Menudas bolsas tendr que comprar! Sonro y cerr las puertas suavemente. Ana se tumb de lado en la cama, mir su ventana, su persiana est bien, una tontera, despus del da tan intenso. Bobo segua a los pies de la cama, en ningn momento se haba separado de ella. Javier lo haba planeado mil veces en su mente y al fin lo haba conse guido. La sensacin de amargura y de desasosiego que desde pequeo le invada se estaba evaporando, tena a su madre con l. Lo dems ya se solucionara. Ana se durmi, era la primera vez que el sueo que la acompa fue tranquilo y relajado. Casi a las doce, Javier entr con un vaso de leche; 6. RELATOS en la oscuridad, la observ unos minutos; sus ojos se humedecieron; al darle el vaso de leche, le susurr: Mama duerme, papa ya no volver. Y con un gesto consigui que Bobo saliera de la habitacin, tena que sacarlo y darle de comer. Los siguientes das fueron de mucho ajetreo, Javier disfrutaba de unos das libres en el trabajo, esto facilito la nueva vida de Ana. Compr ropa nueva con una compaera de trabajo llamada Lola; tir a la basura lo poco que haba trado puesto, sobre todo el oscuro delantal que l quem. Acompaaron a Ana a la peluquera; su pelo era castao de nuevo, como l recordaba. Estaba tan distinta, su rostro tena otra luz, estaba realmente guapa. Ana fue a la playa, al cine, a comer helados. Barcelona era grande, estaba viva las veinticuatro horas del da. Una tarde se acerc a la asociacin que haba en su barrio para gente mayor. Con diversos talleres, ella misma descubri lo bien que se le daba pintar. Termin de aprender a escribir, a leer; simplemente empe z a vivir. Javier engord unos kilitos, su madre era una estupenda cocinera y se senta feliz. Bobo se adapt enseguida, se reencontr con su amigo Javier, con el que daba largos paseos. Al principio del mes de diciembre, Ana encontr un compaero en el ta ller de pintura, Manuel, un hombre atento, amable, que poco a poco supo adentrarse en su frgil corazn. Manuel era distinto y por primera vez sinti el verdadero camino del amor. Las llamadas amenazantes de su padre fueron cada vez menos y, esas mismas navidades, recibieron una carta del abogado de su padre y de su ta, donde les obligaban a renun ciar a rodos los bienes. Javier y Ana lo fi rmaron, no queran nada de ellos. EPLOGO Es nochevieja en casa de Javier y est decorada con motivos navi deos como nunca haba estado. En ella hay una magia que transmi ten sus almas. Ana ha preparado la cena con mucho esmero. Lola y Manuel se haban convertido en algo ms que amigos para Javier y Ana; Bobo era uno ms. As que la entrada del nuevo ao estaba llena de buenas energas. Desde la penumbra del pasillo los observo, s que tard un poco en escuchar a Ana. Miro mi espalda, y compruebo que mis alas siguen ah. 1 19 ( LA BRIANDA BONAL La naci chiquita y as se qued para siempre, no lleg nunca a alcan zar ni siquiera el metro. De familia juda, coma muy poco, nada de carne si no era pura y coci nada sin leche; pescado, poquito, solo los que no tuvieran bigotes, pues su familia siempre le haba dicho que las gambas y dems crustceos eran los basureros del mar y as se los imaginaba ella siempre, con una bolsa de desperdicios marinos a cuestas. Desde pequeita a La siempre le fue fcil leer los pensamientos y el alma de la gente. Vea tanto en los dems, que un momento concreto decidi usar unas gafas oscuras que llevaba da y noche y que conser v a lo largo de toda su vida. La siempre se sinti entre nia y mujer, por eso a menudo vesta con calcetines de colores hasta las rodillas y zapatos de tacones de lunares rojos. Creci siendo hija nica, pues sus padres no se atrevieron a tener otro hijo por miedo a que les saliera como su hija La; no por su tamao, sino por su sabidura extraa. La estudi psicologa en la universidad y siempre deca que esos estu dios no le haban servido para nada, pues segn ella, el humano que nace as muere as. Un da cuando tena 20 aos conoci a un hombre del que se enamo r al instante. Como poda leer las almas, vio que la suya era trans parente como el cristal y se dijo a s misma que l estaba hecho a medida para ella. Samael triplicaba su tamao y su edad, pero eso no la detuvo en su empeo. La situacin no fue nada fcil pues l, para poder verla, tena que mirar muy, muy abajo. As que, despus de mucho tiempo y esfuerzo, cuando Samael la logr ver, se enamoraron para siempre jams. La siempre crey que si ella poda ver y sentir la magia, los dems tambin podran hacerlo, as que cre su propia escuela de magia a la que llam Escuela de Ciencias Espirituales. Todo el mundo poda asistir, si consideraba que tena algn don especial. 20 6. RELATOS En aquella escuela todo era muy muy divertido, no haba nada que memorizar, solo haba que practicar los dones que cada uno posea. Cuando entrabas en cualquier habitacin de esa escuela mgica, tenas que tener cuidado de no chocar con las jarras de agua que, errtica mente, flotaban en ella haciendo ruiditos con el hielo que estaba en su interior; en otras salas haba gente que conversaba animadamente con piedras y cristales y que te invitaba a participar en las charlas que, curiosamente, eran siempre muy interesantes; tambin haba clases a las que libremente podas asistir, en las que con solo emitir un canto sagrado todas tus clulas se ponan a cantar al unsono llegando a ser uno con el universo. Todo el que asista a esa escuela tena que llegar con la mente limpia, pues all se hablaba poco, cada uno se comunicaba con el otro mirn dose a los ojos pues, segn contaban, estos son las ventanas del alma. Todos telepticamente saban lo que estaba pensando el otro en todo momento, as que todos los pensamientos deban ser armnicos hermosos y llenos de cordura. La se casaba todos los aos por tres ritos diferentes: el judo, el protes tante y el hinduista. Se vesta con un traje blanco de novia, cola inclui da, y con una corona de flores sobre su pelo rojo. Eso s, las gafas oscu ras no se las quitaba. Los dems invitados deban ir de blanco riguroso pues ese es el color de la pureza y, adems, deban llevar sombreros de colores, cada cual ms divertido y extravagante. El pastel de la boda era por supuesto vegano y se brindaba con un agua trada de un manantial del Himalaya ya que, segn La, era donde moraba Dios. La ola siempre a aroma de vainilla, a primera vez, a polvo de talco volando en un rayo de luz, a agua de lluvia, a suspiro, a regaliz, a chocolate recin hecho muy calentito; a todo eso y mucho ms. Ella nunca tuvo hijos porque sus retoos siempre fueron los que acudan a su escuela en busca de su propia y nica magia, que estaba muy dentro de ellos, pugnando por salir, y que nunca encontraban, pues la alquimia solo aparece cuando en ella se cree. Esa mujer pequeita de tamao, pero infinita de corazn, sigui su camino, conectando mundos, el real y el imaginario; tejiendo ideas 121 PASIN POR LA ESCRITURA (ESCRIBIMOS EN ELDA) mgicas con el roce de sus dedos para poder luego contarlas en su escuela; pudiendo leer en los ojos de los otros el amor del universo; dejando a veces su alma puesta sobre el cuerpo, pues, de vez en cuan do, se le escapaba porque lo que ms le gustaba a La era viajar entre las estrellas. La sigui en su escuela danzando la vida con intensidad, cerrando crculos infinitos entre lo visible y lo invisible, enlazando mundos csmicos, haciendo que la magia se hiciera realidad para aquellos humanos que la buscaban y la queran hacer realidad. 122 6 RELATOS LO AZUL PALMIRA TVAR POVEDA Ella no era hermosa, lo saba. Sera por su pelo claro y rastreado, por sus ojos verdes, su cara y nariz afinada, o esos pequeos dientes. Su piel tan clara tampoco ayudaba, adems de hacerla padecer ms el frio, y llenarse de escoceduras en verano. Era estrecha de caderas, como su madre, que muri al alumbrarla. El hambre, su fi el compaera, la hizo dura y despabilada, pues tuvo que ser amamantada de mala gana por mujeres que anteponan siempre a sus propios hijos y, despus, seguira siendo la ltima en el reparto de alimento, que casi siempre era escaso. Adaptada a comer poco, y aunque muy flaca, y de frgil apariencia, pronto aprendi a buscar su comida y a cuidarse del peligro. gil y de manos habilidosas, posea gran ingenio y una desbordada curiosidad. Ya era casi adulta, pero su cuerpo menudo segua pareciendo el de una nia. Poco se adivinaba que fuera a cambiar ya. Era rara, distinta, y solo algn anciano o lisiado pona atencin en ella. l, en cambio, siempre fue alto, y agraciado. Era apreciado y respetado por todos. Aunque valiente, era tranquilo y de espritu manso, por lo que rara vez entraba en peleas. El jefe, que no era ni justo, ni muy querido, lo detestaba por considerar le un digno contrincante; por eso, en vsperas de su partida hasta tierras mas clidas, en un lugar apartado le atac desprevenido hasta dejarlo inconsciente. Ella, escondida, de nuevo le haba seguido; presenci la paliza e, imitan do a una fi era, ahuyent al agresor. Despus reanim al muchacho y le ayud a retirarse. Por un tropiezo cayeron, y l grit, inclinndose por el costado. Deba de tener alguna costilla fracturada. Lo acomod en un sitio resguardado y despus le dio a tragar amargas hojas de dormidera, que le haran caer en un sueo profundo. Ella pas la noche vigilante, a ratos agitando ramajes y emitiendo ruidos para espantar a depredadores, y en otros, tumbndose sobre l, para darle calor. Y as, gracias a sus cuidados, despus de das dormitando, mejor lo suficien te para, despacio, poder iniciar el camino, hacia un nuevo territorio, donde poder formar una nueva estirpe. 123 Ella quiso ir hacia la montaa prohibida, de donde un da vieron venir el fuego que el aire despus desvi hacia otra ladera. De esta recogieron rescoldos y animales muertos con los que comieron hasta el hartazgo: despus mantendran el fuego como en un santuario. l dudaba, pero otorg, y hacia all se dirigieron. l, varias temporadas mayor, no senta mucha atraccin por esa mu chacha rara, de apariencia tan delicada, pero valoraba su compaa. Ella saba cmo encontrar fruta, huevos, caracoles, o algn insectos para poder comer. Adems utilizaba su escueto lenguaje y gesticulaba, hasta hacerle sonrer. l, en cambio, prefera callar. As, muchos das pasaron, caminaron sin descanso hasta la puesta de sol, siempre expectantes por si algn peligro pudiera sorprenderles. Una tarde, descansando sobre una pea, observaron que estaba muy clida. l rastreo, mientras ella escalaba, hasta encontrar una abertura cubierta por una cepa. Como ya haba oscurecido, resguardados, pasa ron all la noche. Ella le despert al alba. Deba ver como un hilo inclinado de luz creca hasta formar un gran can que iba iluminando ese maravilloso lugar. Era una caverna muy grande, que se abra en caminos oscuros. En la zona central, el techo abovedado tena un descubierto por el que pasaba la luz. Esta, reflejaba destellos dorados en parte de sus paredes. Del techo alto y desigual, un lento goteo en largas piedras, buscaba el roce de otras simila res que surgan desde el suelo. Un fino hilo de agua, bajaba por una pared, hasta parar en pozas desiguales, unas calientes, otras mas fras, pero todas cristalinas. Haba zonas frescas, mas templadas y otras demasiado calien tes. En cavidades ms cerradas, algunas de sus paredes formando nichos. Para favorecer el paso, l rompi algunas piedras. Guard los trozos lar gos desgarrados. Huecos y con filamentos, podan servir para hacer al gn instrumento. Limpi la puerta de enredaderas y coloc una rama a modo de escalera, que poda ser retirada desde arriba, librndolos as de peligrosos visitantes. Se senta satisfecho. Este era un lugar grande, cli do y seguro. Ella, mientras tanto, sala a buscar comida, que por los alre dedores haba en abundancia. Encontr setas y esparragueras, higueras, arbustos de moras, y fresas. Algunos almendros y nogales contenan pa nales de miel y hasta algn nido con huevos. Cerca, un riachuelo paraba 6 RELATOS en una pequea laguna, de donde se podan coger pescados y cangre jos, y en cuyas orillas crecan hierbas comestibles. En otras ocasiones, tambin recogera hojas secas para utilizar como base y, cubrindolas con pieles encontradas, podra formar un lecho cmodo y clido, para dormir en el invierno inminente. Un da, descuidados, dejaron alimentos sobre un nicho caliente que luego encontraron secos. Desde entonces, as curaran algunos vveres, que guardaran despus en una zona fresca y seca de la cueva, junto a semillas y algunas frutas frescas. Y as, con la confianza de encontrarse cmodos y seguros, les llev al acercamiento, y despus al juego y a las caricias, y pronto su mayor ocupacin fue la de copular, sin que nada ni nadie interrumpieran sus deseos. Aparte de estos momentos, tanta paz rozaba con el aburrimien to, algo que a los dos les llev a nuevos pensamientos. l, fascinado por la luz que entraba en lo alto, meditaba casi adorme cido, mascando alguna hierba, hasta llegar a una magnifica plenitud. Senta en ese cielo tan azul, la presencia de un ser superior, masculino, que con su calor y su fluido, la lluvia, creaba la vida. Ella, en cambio, era mas prctica, pero si hubiera tenido que hacerlo, habra adorado la tierra, que senta como la madre que, con la lluvia recibida, daba la vida, y lo creaba todo. En ella encontraban la comida, el agua conteni da, la belleza de los colores, y muchas cosas nuevas por descubrir. Una tarde ocurri algo increble. El cielo, que todo el da amenazaba lluvia, de pronto se puso negro, aunque el sol an estaba muy alto. Una gran ventolera empez a removerlo todo. La temperatura baj de golpe y la lluvia empez a caer con mucha fuerza con un sonido atrona dor. Algo pareca estar cayendo del cielo. Ella sali y al momento entr empapada con algo en la mano. Era muy extrao, pero llovan peces que parecan estar vivos, por lo que los echaron a una de las pozas fras y as consiguieron tener comida viva dentro de la cueva. l crey que la luz mgica les haba mandado los peces, para que siempre vivieran all, y les rindieran pleitesa. Entonces form un santuario para hacer ofrecimientos, lo adom con piedras trasparentes y otras doradas, para all prenderse de su luz y ofrecerse para entender sus mensajes. Un da soleado que sali a pasear, sinti la aoranza de sus juegos con otros muchachos y fue cuando encontr un cachorro de lobo solo 125 b R y perdido, Lo recibi como un regalo, cuidndolo y domesticndolo, convirtindolo en su fiel compaero. A ella, le gustaba observar su reflejo en la poza. Vea que su cuerpo haba cambiado. Tena las caderas ms marcadas y el pecho ms promi nente. A ambos les gustaba su aspecto. Empez entonces a recoger se las rastras de su cabello de maneras distintas, atravesndolas con palitos, entrelazndolas con ramajes de camo y adornndolas con plumas; tambin creaba collares y una especie de faldones con los que se diverta mirndose en el agua. Despus, se meta en una poza de agua templada y se restregaba el barro; ms tarde, ya enjuagada, se acicalaba con jugos de frutas e hierbas perfumadas. A l, se le hacia raro sentirla tan suave, tan limpia, tan blanca, pero, sin embargo, le gustaba. A ella, a veces, tambin le daba por mezclar insectos y flores machacadas, y con un palo fi no dibujar en las paredes formas de animales y de plantas. Otras veces golpeaba palos y piedras, para buscar sonidos que imitaran el canto de los pjaros, el traqueteo de la lluvia, y el silbido del viento. Pasaron los das helados y por fin lleg la primavera. La sintona del con tinuo goteo anunciaban el deshielo. Ella, empez de nuevo a salir a reco lectar alimentos. Aunque l no lo quera, ella comenz a alejarse cada da un poco ms, a subir a lo alto del cerro y a mirar en la distancia. All, cada da se preguntaba: qu habr mas all cuntas cosas interesantes nos estaremos perdiendo l, en cambio, se senta pleno disfrutando de to do aquello que tenan, que le pareca bueno y suficiente, y dando paseos y jugando con su perro que, a veces, le cazaba algn pequeo animal. Ya casi en verano, cuando l regresaba, la encontraba malcarada en ocasiones. Ella se haba acicalado con algn adorno distinto, o haba recogido fruta y las presentaba mezcladas con miel, esperaba su sorpre sa y gratitud, pero l no lo adverta, y sin hablar, coma y segua jugando con su perro. Despus, l tambin se enfadaba porque no entenda sus desplante y su rechazo para copular. No perciba que ella se senta sola, quizs por esa ausencia que la haba acompaado desde siempre. Fue en aquellos das cuando ella encontr a la serpiente, al recoger una muda de su piel que pens que quedara bonita pegada en sus pies. Tuvo tentacin de matarla, pero presenci como cazaba un roedor de los que robaban la comida. Pens que esta poda ser una gran aliada. 126 6 RELATOS La culebra, a la que le gustaba su calor, pronto se acostumbr a vivir enrollada por su cuerpo. Y fue una maana, ya con ella, cuando se atrevi a subir a la cima de la montaa y mirar desde lo alto la abertura de la cueva. Comprob entonces que all, no haba ningn ser superior, solo el mismo cielo azul que lo iluminaba todo. All, disfrut de todo el paisaje, de los campos que una vez ardieron y ahora lucan en verdes praderas con pequeas chozas humeantes. All pens que deban existir otras personas, otras mujeres; pero lo mejor, lo que mas le asombraba, era esa extensa zona, tan brillante, tan azul. Ese deba de ser de verdad un sitio superior. Entonces, a un lado vio unos rboles nuevos. Se acer c y cogi una de sus frutas, redondas, rojas y brillantes. Disfrut de su agradable aroma y, con desconfianza, le dio un pequeo bocado. La fruta cruji. Su boca se deleit con un sabor muy dulce, jugoso, y algo cido. Se la comi con gusto y recogi otras dos para llevrselas a l. Ya estaba cayendo la noche cuando lleg a la cueva y lo encontr serio y malhumorado. Ella le cont con ilusin lo que haba visto: esos campos, esos humos, ese mar... l, en vez de corresponderla con agra do y curiosidad, se mostr hostil y desconfiado. Entonces, ella, sonrien do, le ofreci una manzana, que l tom y que, con violencia, estamp sobre una roca. Ella le increp por su accin y, furioso, la golpe en la cara. La culebra, que se enredaba en su cuerpo, se le mostr amena zante abriendo su gran boca. l la cogi por la cola y, con un golpe seco, estamp su cabeza sobre una pared. La culebra qued inmvil. Ella recogi el cuerpo de su compaera de aventura, mientras sorba la sangre que le manaba del labio y se cobij en un rincn. Entonces ella lo decidi en el mismo momento en que l se daba cuenta. Tampoco durmi l aquella noche, pues la oa sollozar. Arrepentido por su reaccin, record, cuanto la haba extraado y el sufrimiento que haba sentido, por si no la volva a ver ms. Entonces, cogi la otra manzana que haba quedado en el suelo y despacio la comi. Disfrut de su sabor, que le record al de ella, tan dulce, fresco y sorprendente. Sinti que haba cado en su embrujo. Por eso al amanecer, cuando vio como ella recoga algunas cosas, l recogi otras y la sigui. Apenas se haban alejado un poco, cuando el suelo de pronto empez a temblar, y desde lo alto de la montaa, vieron cmo rodaban piedras y que una muy grande bloqueaba la entrada de la cueva que haba sido 127 E su hogar. Ahora ya nunca podran regresar. Ella se sinti aliviada de no estar all dentro; l en cambio, lo sinti como un castigo celestial por su desagradecimiento. Se dirigieron al lugar azul e inmenso, y ella sinti fascinacin por ese ro enorme cuya agua saba a sudor. Recogi conchas y caracolas y en sus aguas se ba. Las olas iban y venan, levantando espuma y borrando sus huellas en la arena con su sonido montono y relajante. l, tumbado en la orilla, miraba el cielo azul con aoranza; y es que esa inmensidad azul, le inquietaba y la arena le produca un picor desagradable, Luego mir el horizonte y vio que al otro lado haba otras montaas. Pens que ella tam bin querra ir all, que nada saciara su curiosidad. Despus, se dirigieron al lugar de donde se vea el humo de las fogatas. Desde lejos observaron que sus habitantes no iban desnudos. Por primera vez sintieron pudor y se cubrieron con unas faldas hechas con hojas de parra que ella llevaba. Les miraron con desconfianza, pero despus les acogieron cuando les ofrecieron collares, piedras trasparentes y otras doradas que ella llevaba. Esta nueva gente no viva en manadas, sino en familias, y no en cuevas, sino en chozas que ellos mismos hacan. Saban como crear fuego, y pasaban mucho tiempo trabajando los campos que ellos mismos culti vaban, adems de recoger alimentos de la mar, tenan animales domes ticados que mantenan dentro de cercas. A l no le gusto ese tipo de vida, donde solo sera uno ms, y lo interpre t como un castigo de Dios por haber abandonado su paraso. Ahora, l deba ser su portavoz e interpretar y dar a conocer los mensajes divinos. Dirigira a toda esta gente para que consiguieran tener un alma inmor tal, algo que les diferenciara de los dems animales y que solo el Ser superior les poda otorgar. La culpabiliz a ella por su pecado. Predic que las mujeres eran maliciosas, seductoras y que robaban la voluntad de los hombres. Por todo ello las conden a vivir casi encerradas en sus chozas, cuidando el fuego y a la familia, sin dejarlas decidir ni aprender. Y as qued Eva, triste, anulada y sumisa y as vivira por siempre y despus muchas generaciones de descendientes suyas. Ella parira dos hijos con mucho dolor y cada uno de ellos heredara la personalidad de uno de sus progenitores: uno seria inteligente, curioso y generoso; el otro mas burdo, desconfiado y resentido. Pero eso ya sera otra historia. 6. RELATOS VIAJE DE VUELTA PILAR SEDANO Al subir al autobs pens que lo nico que iba a dolerme seran las pier nas. Y lo pens despus de recorrer 16 km de ruta tan dura como repa radora. Entre bosques, cascadas, desfiladeros y repechos fui dejando escapar tensiones y sinsabores acumulados durante tantos meses. Se fueron pensamientos pesados e intiles detrs de las nubes que jugaban a ser estampados cambiantes en el azul lmpido del cielo. Tras cada urgente bocanada que alimentaba mis pulmones hambrientos se escapaba en hilos invisibles todo aquello inservible, caan las vendas que cegaban mis ojos y haban cerrado mi espritu a la contemplacin plena de semejante belleza. Paso a paso fui dejndome ser naturaleza, diluyndome entre bosques, empapndome en ros y permitiendo a mi yo limpio y renovado hacer cumbre. Me sent y, sonriendo, mis sueos alcanzaban altura jugando con vuelos de guilas libres en sus alas extendidas. Y as, renovada, ocup mi asiento en el autobs, sintiendo mis piernas como si mi cuerpo no contase con ms partes. A mi lado, un hombre ocup el suyo. Era diferente a todos los dems, no portaba mochila ni calzado de montaa; por su expresin seria, su barba cerrada y negra, apenas rasurada, y las pobladas cejas despeinadas que daban un aire demoniaco a su mirada, sent como si una nube negra y espesa se hubiese colocado sobre nosotros. Con una sonrisa apenas insinuada y no correspondida me volv a la ventanilla a poner mi atencin al revuelo de viajeros que an quedaban por subir, a su empeo en meter en los maleteros bastones y mochilas grandes. Yo abrazaba la ma en mi regazo, ms ligera y vaca al fi nal de la marcha, buscando un consuelo sin saber por qu. Sent la botella de agua en su interior, la saqu y beb un trago de agua para tragar con ella la incomodidad que me embargaba. Los asientos ya se haban llenado prcticamente y el escndalo de risas y gritos de los nios se impona. Venga, t detrs con los cros! Grit alguien por detrs entre risas. 129 A E Ni hablar, yo aqu con ngel. Not como alguien se acomodaba a nuestra espalda. El chfer ya haba subido y cerraba las puertas y los maleteros, el motor se puso en marcha. Arrancamos. Segu intentando centrar mi atencin en el exterior que iba desplazn dose al otro lado de los cristales, rechazando el contacto de la pierna izquierda del compaero que el destino me haba puesto al lado y que, con total descaro, iba ocupando cada vez mayor espacio y yo, hacin dome cada vez ms y ms pequea. Bueno qu tal ha ido, hasta dnde habis llegado Desde luego la maana ha sido magnfica para caminar, bueno, un poco de calor tal vez. . . O que deca el tal ngel detrs de m. La verdad que s. Pues hasta las rocas de la tercera cascada. Esta gente se ha cansado enseguida. No pude ver el aspecto de los hombres de atrs, pero sus voces me iban sacando de entre las ramas de los rboles que seguan desfilando al otro lado para mi consuelo. Sin saber cmo eran, su conversacin para m era como un respaldo de normalidad. Revolvindome en el es caso espacio vital al que me vi reducida empec a escuchar sin remor dimientos aparentes, mientras, mi mirada disimulaba atenta al camino. Nosotros nos vamos ya pasado maana Hay que volver al tajo! T s que tienes vacaciones casi interminables, menuda envidia. . . Eso s que es una lotera y lo dems cuento! Bueno ngel, lotera, lotera. . . Lo que yo te diga. . . El instituto bien Pues desde que entr en la directiva mucho ms duro, la verdad. Vidas tremendas las de algunos chicos. Solo dando clases ni las hueles. . . Es que es un centro conflictivo No, no, tampoco es eso. Creo que influye todo, esta zona, tanta monta a, aislada. Motor econmico, en realidad, en invierno. Ya sabes la 130 6, RELATOS pasta que se mueve en las estaciones de esqu y todo lo que hay a su alrededor. Y bueno, los chicos que no tienen claro estudiar aprovechan ese filn y cuando alguien inmaduro se ve con dinero, ya sabes. . . Imagino. Pero bueno, a sos no los tenis en las clases, no No claro. Pero es un punto ms en el tejido social de la zona, y la gente ms mayor, ya sabes, ms cerrada. . . Y bueno, qu quieres que te diga, me he encontrado con casos bestiales, muy desagradables. Aquello se iba poniendo interesante, para nada me hubiese imaginado la conversacin tomando esos derroteros, crea que el hombre a mi derecha tambin estaba atento a ella, su pierna haba empezado un movimiento montono, nervioso. A ratos expiraba el aire con tanta fuerza y rabia que lo tena que or hasta el conductor. Mi cuello protestaba por estar girado continuamente hacia la izquier da, segua mirando el avance de nuestra marcha; los rboles dejaban pequeos huecos y pude ver que ya nos acercbamos a la zona estre cha del despeadero, mentalmente cruc los dedos para que no coinci disemos con ningn autobs subiendo en sentido contrario. Nos toca ra esperar, alguno de los dos tendra que hacerlo. Qu mana la ma sa de dar vueltas siempre a las peores opciones! Pens, Anda que la renovacin y la relajacin me haban durado mucho! Realmente tena que obligarme a dejar de hacerlo. Me haba distrado de la escucha a mis vecinos viajeros, de hecho, not que haban bajado el tono. Reclin mi cabeza apoyndola en la almo hadilla del respaldo y cerrando los ojos agudic el odo. El machismo es una tnica general en estos pueblos tan aislados y sabes lo que trae con ello, violencia, familias desestructuradas, cuando no abusos. . . Vamos todo un ejemplo de la Espaa profunda. Tal cual. Y todo expuesto crudamente en mi despacho, como para no desear unas largas vacaciones. . . Callaron, se hizo el silencio. Mi mente aprovech para imaginar mil historias sobre los chicos de ese instituto y cada una superaba en 1 3 1 crudeza a la anterior. Sent un golpe en mi espalda, por lo que imagin que ngel tambin estaba incmodo y haba cambiado de postura. El rugido del motor no fue capaz de confundir el murmullo oscuro que sala de la boca del hombre que tena al lado. Y no pude evitar girarme y mirarlo por unos segundos, suficientes para ver su cara, tena una expresin ms hosca, si an era eso posible. Un escalofro recorri mi columna. No fui capaz de entender nada, por mucho que lo intent, de lo que deca. Pero un odio sordo y espeso pareca surgir de l, invada el espacio de nuestros asientos y me ahogaba en un mar de nervios e incomodidad. Volv a sacar la botella de agua. Apenas quedaban dos dedos que apur rpidamente al borde del atragantamiento. En la parte trasera una nia lloraba entre protestas. Todo pareca estar cambiando en ese da. No s por qu lo sent como un augurio de algo peor. Respir, intent recomponerme. Visualizaba de nuevo la belleza del ro y sus cascadas recorridas por la maana, cuando caminar fue un blsamo perfecto. Tan concentrada estaba que no me di cuenta de que la conversacin de atrs se haba reanudado. . . . La madre muri como dos aos antes y la chica, Regina, mucho me temo que pas a ser el blanco de todos los desvaros del padre. Realmente no s hasta dnde lleg el desalmado, tampoco ella poda contarlo claramente. Bueno, despus de muchas historias por medio, conseguimos encontrar un trabajo de au-pair y la ayudamos para que fuera y tomase distancia. . . El grito reson en todo el autocar. MECADOENDIOOOSSS Y ENLAVIRGENPUTAAA!!! Estos maes truchos de los cojones!! No s ni cmo pas, solo recuerdo verlo ya de pie en el pasillo, el puo en alto, amenazante, la saliva saliendo por las comisuras entre ms improperios. Revuelo en los asientos de atrs, entre otros gritos distin gu la voz de ngel: 6. RELATOS Pero oiga, Clmese! Est loco Cada vez ms gritos, el hombre bramaba amenazas abriendo las puertas de los infiernos. Me encontraba totalmente paralizada. Abrazada a mi esculida mochila todo era una mezcla de alaridos y movimientos. Un frenazo seco precedi al sonido del derrape, el autobs gir y comenz la cada. Lenta, muy lentamente nos iba abrazando el desfiladero. Aqu estoy sentada en una piedra. No es muy cmoda. Cuando dejen de dolerme las piernas dar un paseo. 1 .33 , 1 A E .1111 EL FELIZMETRO JOS JOAQUN MARTNEZ EGIDO Era un domingo perfecto y tranquilo para Carlos, segn sus gustos y preferencias: desayuno ligero en casa, algo de deporte a media maa na, cerveza sin alcohol con dos amigos, comida tranquila, pelcula de intriga para la tarde, ordenador con la agenda para la semana siguiente y una buena cena de verano fuera de casa. Y a la cama. Tena perfec tamente cubierto el da, maana, medioda, tarde y noche. Nada puede pasar para que se estropee o, al menos, uno nunca piensa en que ese algo pueda llegar a ocurrir. Los seres humanos estamos preparados, casi programados, para vivir el presente por mucho que en la televisin, en las tertulias de las radios y dems medios de comunica cin, polticos, economistas y periodistas se empeen en amargarnos este presente con un futuro agorero mediante el anuncio, o el vaticinio, de la falta de dinero para las pensiones. Pero la verdad, es que pueden pasar muchas cosas, aunque por nuestra propia supervivencia no atendamos. Carlos est sentado en la terraza de una cervecera un medioda de domingo de julio con una cerve za fra, con una buena conversacin, con una agradable compaa; se mueve, se gira levemente en el silln de aluminio sin cojn y en ese movimiento inocente, sin saber que est pasando, precipita su I-Phone de la mesa al suelo duro y fro de piedra de pizarra negra, que recibe el impacto de punta y que, ante la sorpresa y el dolor, lo devuelve al aire en demostracin clara e inequvoca de queja para luego recibirlo de nuevo y alojarlo en su superficie. All, en ese suelo negro queda el I-Phone boca abajo. No sabe qu ha pasado, pero el domingo ya no lo siente tan perfecto, ms bien, nada perfecto. Ante la mirada de los amigos, se agacha a recoger el preciado bien, presagiando lo peor. El cristal de la pantalla est roto, bien, un poco roto, una muesca en la esquina superior dere cha y una rayita poco perceptible en la parte media. La perfeccin y la tranquilidad se han esfumado de su cabeza y de su corazn. Y Carlos nota como la frustracin se hace duea de su cuerpo desde los pies a la cabeza y, menos mal que es en esa direccin, ya que esos instantes son importantes para poder racionalizar un poco el suceso. 1 34 6. RELATOS Aun as, ya no es feliz. Si la felicidad son momentos bienhechores, ahora le toca vivir uno que le produce desasosiego y hasta angustia y piensa: Cmo me puede pasar esto a m! Sigue con la conversacin, pero en su cabeza solo est la imagen de su mvil roto y los ms de 300 que le va a costar la reparacin. Lo guarda, dice que no ha pasado nada y termina su cerveza. Se despiden hasta la noche, hasta la cena de verano que celebrar Pilar en su chalet. Camina hacia su casa, enfadado: Cmo me puede pasar esto a m! Joder! Qu mala suerte! La comida transcurre con normalidad pero no desprovista de cierta distancia con su familia, a la que no les comen ta nada de lo sucedido. Por qu no lo hace Porque no quiere or los reproches de que no lleva cuidado con nada, de que se gasta el dinero en tonteras, de cunto dinero costar la reparacin. . . Conforme va pasando la tarde, Carlos va relativizando el percance. Al final solo es dinero -se dice- si se puede se reemplazar el cristal y si no, pues no se cambiar. No deja de ser una ancdota, una mala y cara ancdota. Tumbado, en la tarde de ese domingo de julio, inten tando ver una pelcula, Carlos piensa en lo poco que cuesta no ser feliz o, al menos, el no sentirse feliz. Y en su afn de categorizarlo todo, l mismo articula una regla para medir lo que l considera la felici dad: en su propio felzmetro, la cantidad de felicidad de una persona es inversamente proporcional al tiempo que tarda en recuperarse de aquello que lo ha hecho infeliz. En su caso han sido algo ms de cinco horas, por lo que considera que tendra una buena puntuacin en su felzmetro, aunque debe progresar ms adecuadamente. Son casi las ocho de la tarde y toda la familia se prepara para ir a la cena de Pilar. Suben al coche y en quince minutos estn all. Aparcan y van hacia la puerta. Tocan. Les abren. Y entran. Y en ese corto paseo hacia la casa, Carlos les dice: Ah, una cosa, este medioda se me ha cado el mvil y se ha roto la pantalla y ya en la puerta de entrada frente a la anfitriona: Hola, Pilar. Ya estamos aqu. 135 DESTINO VACACIONAL SACRA LEAL Haca ms de treinta aos que Aurora no haba disfrutado de unas vaca ciones. El marido, los nios, el trabajo. Las playas levantinas abarrota das en verano y esa sensacin de ir rompiendo calendarios como quien transcurre por las pginas de un libro al que cada vez le quedan menos sorpresas. As se senta ella: en la cuerda floja de un fi nal previsible bajo un reloj que, cada segundo, aceleraba su carrera. Este ao tendra unas vacaciones reales, de esas que se disfrutan cora zn adentro. Despus de tantos aos quera elegir su propio destino vacacional, se lo mereca. Entr en la agencia de viajes ms cercana a casa: Quera contratar un viaje. Perfecto, tenemos unas rutas tursticas maravillosas. El Caribe es el lugar ideal: buenas playas, sol, palmeras.... Prefiero otro destino. Europa O, quiz, prefiere Asia Estados Unidos Australia Groenlandia frica. Marrakech, El Cairo, Mozambique, Ciudad del Cabo Un safari, un paseo por el Nilo o una aventura extica en plena tribu de Masis Repblica Democrtica del Congo. Est segura Es uno de los pases ms pobres y violentos del mundo. No s si sabe que estn en guerra continua y que, adems, hay un rebrote muy violento de bola. Es casi imposible que pueda salir con vida de all. Sabe lo que es el coltn Squeme un billete de avin. Slo de ida. Aqu le dejo al culpable: mi Smartphone. Tengo una deuda moral con la humanidad. 1 3(1.; 6. RELATOS LA HUIDA CONCHA MAESTRE La habitacin permaneca en penumbra, solo la leve luz de una lmpa ra de sobremesa y la propia del ordenador, al que estaba conectado, iluminaban la estancia; un cuarto pequeo lleno de baldas cuajadas de libros y una tabla, reposando sobre dos caballetes, encima de la que tra bajaba habitualmente. Llevaba dos noches puliendo pgina por pgina un cuento gtico que tena escrito desde el verano anterior. Su produc cin literaria, relegada por la necesidad de dividir su tiempo entre la docencia en un instituto y los talleres de creacin literaria, le dejaban poco tiempo para atender a una de sus necesidades vitales: la escritura. El aspecto de Sergio cumpla con creces con el estereotipo de un inte lectual: barba espesa, cabello falto de corte y enormes gafas de pasta que enmarcaban el rostro de este treintaero a punto de saltar dcada. Su vestimenta segua el hilo del relato: vaqueros, camiseta desgastada y, por supuesto, calcetines sin ningn tipo de calzado para estar en casa. Estaba agotado pero satisfecho. El repaso le haba llevado tiempo pero ya estaba todo para enviarlo. Cul sera su destino Pues no era otro que un pequeo pueblo castellano, cuna de un autor universal, y cuyo ayuntamiento convocaba un certamen de cuentos, desde haca tres dcadas, que ao tras ao ganaba en solvencia. Y un premio, 1000 euros, nada despreciable. Imprimi las tres copias y las dej sobre la mesa, solo le faltaba comple tar sus datos y poner el pseudnimo en las tres portadas. Maana comprar los dos sobres, pens, y se fue a la cama cavilando la forma de firmar el trabajo. El despertador son de forma estridente con ese irritante sonido que tanto le desagradaba. Estir los dedos de ambas manos, alarg los bra zos y abri las piernas en forma de V hasta llegar casi al borde lateral del colchn, era el mejor momento de ese despertar, poder desperezar se incluso antes de abrir los ojos. Cumplido el ritual, salt de la cama, se calz las desgastadas zapatillas de pao, de color irreconocible, y se dirigi al bao. El mayor tiempo en ese espacio lo ocupaba en posicin sedente, la ducha rpida acababa con el rito diario del bao matutino. PA ( E El caf, imprescindible para comenzar la maana, lo tomaba de esa mquina relativamente nueva que aligeraba el tiempo; con introducir una cpsula sobraba para poder tomar un caf decente, cmodo y caro. Recogi sus cosas, junto a las copias que haba impreso, y sali de la casa rumbo al trabajo pensando de nuevo la forma de fi rmar. Pese a ser un tema aparentemente balad, le preocupaba y no quera poner cualquier cosa sin sentido. Camino del bus, dndole vueltas a la misma idea, pens en lo ms obvio; firmar con un nombre de mujer. Para seguir con coherencia, este cambio de rol, pens en una mujer que en su da firmase como un hombre para poder publicar, de ah que el elegi do fue Amandine Dupn, pseudnimo de George Sand. Las clases de esa jornada se le hicieron especialmente largas. Llegado el momento, antes de marcharse, entr a la sala de profesores, utiliz la impresora e hizo las tres portadas con el ttulo y el pseudnimo que acompaara a cada una de ellas. Sali del instituto y se dirigi a una papelera cercana en la que sola comprar y pidi dos sobres; el primer de ellos para introducir las tres copias y en el segundo de menor tama o, sus datos identificativos, la plica. Los cerr. Faltaba el ltimo paso, enviar por correo su relato. Se acerc a la ofici na ms cercana, aunque muy distante de su domicilio y cumpliment debidamente los documentos para que llegasen en plazo. Ya est todo hecho, pens y se acerc a la parada ms cercana para volver a casa. Dos meses despus de aquella accin, Sergio segua sin noticia de su envo. Miraba la web del ayuntamiento casi a diario, pasado un tiempo razonable, y no vea nada que tuviese que ver con el certamen de cuen tos. Por supuesto no era la primera vez que participaba en un concurso de este tipo, conoca los plazos de la convocatoria y lo anormal en este caso es que no hubiese rastro del mismo en ninguna parte. Una maana, tras la bsqueda en la web, se le ocurri entrar en la pgina digital de un diario local. La bsqueda dio pronto fruto ya que all encontr alguna clave de lo que estaba pasando. El titular rezaba El jurado del premio de cuentos paraliza el certamen por irregulari dades. Ley el cuerpo de la noticia y sigui sin comprender nada; el jurado tena ganador, pero alguien haba huido con la plica y la haba 138 6. RELATOS devuelto dos das despus. Aquello le pareci tan irregular que llam de inmediato al ayuntamiento, pero no obtuvo respuesta. Eso lo lleva cultura y ahora no hay nadie. Lo intent varias veces y cuando al fi nal pudo comunicarse con un tcnico obtuvo la siguiente respuesta: De momento no hay nada resuelto. Pas el tiempo suficiente como para que Sergio se olvidase del asunto. Lo enviara a otro certamen, le gustaba el cuento y como haba resuelto el fi nal. Su grupo de creacin literaria eran autnticos frikis de los certmenes literarios y no dejaban pasar ocasin sin que alguno o alguna de ellos presentase un trabajo. Como cada jueves por la tarde se dirigi a la biblioteca municipal para trabajar con ellos. Aunque sus edades eran muy diversas, la mayora eran mujeres y muchas de ellas con una edad considerable. Ese da, al pasar por la mesa del conserje, le llam la atencin una publicacin; se par y comenz a hojearla. Se trataba de una revista que presentaba las novedades de las bibliotecas de varias comunidades autnomas. Sergio, como si de un estudio sociolgico se tratase, le gustaba ojear y comparar las diferencias y los gustos de lectura segn territorios. De pronto vio algo que le sorprendi; se trataba de un certamen para per sonal de biblioteca. Me extraa que se nos haya pasado una convo catoria, pens, mientras le daba un vistazo a las siguientes pginas que reproducan los dos relatos ganadores de un certamen organizados desde la red nacional de bibliotecas. La imagen de dos mujeres recogiendo los premios despert su curio sidad. De Catalua a Castilla la Mancha , expona el titular. A conti nuacin podan leerse los relatos. El accsit de la funcionaria catalana llevaba por ttulo El Jurado. El primer premio era para el relato firma do por la manchega. Comenz a leerlo con la esperanza de que, una previsible buena lectora fuese tambin buena escritora. Y es cierto que no le decepcion; desde la primera lnea descubri en el texto sus palabras, prrafo a prrafo. Se le he l la sangre. Entonces, al fi nal del relato descubri que el pueblo de origen de la autora, el destino de su cuento gtico. La huida, la plica. . .su cuento. 139

Pasión por la escritura. Escribimos en Elda.

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