Historia de Elda. Tomo II

HISTORIA DE ELDA HISTORIA DE ELDA Coordinada por ANTONIOM. POVEDANAV ARRO Y JOSR. VALEROESCANDELL A YUNTAMIENTO DE ELDA C AJA DE AHORROS DEL MEDITERRNEO 2006 I.S.B.N.: 84-87962-20-3 (Obra completa) I.S.B.N.: 84-87962-22-X (Tomo II) Depsito Legal: A-119-2006 Editan: AYUNTAMIENTO DE ELDA. Concejala de Cultura C AJA DE AHORROS DEL MEDITERRNEO. Obras Sociales Diseo y maquetacin: ESTUDIO DAC, S. L. Impresin: QUINTA IMPRESIN, S. L. HISTORIA DE ELDA TOMO II La expansin contempornea JOSRAMNVALEROESCANDELL Coordinador COLABORADORES: J OSMARAAMATAMER JOSLUISCIVIDANESHERNNDEZ ERNESTOCUTILLASOR GILS LUISESTEVEIBEZ ANTONIOMARTNEZPUCHE FRANCISCOMORENOSEZ PEDROPAYLPEZ TOMSPREZMEDINA GABINOPONCEHERRERO MARA DELCORPUSREQUENASEZ CARLOSSALINASSALINAS JOSMIGUELSANTACREUSOLER JOSRAMNVALEROESCANDELL JUANVERAGIL E l segundo volumen de la Historia de Elda aborda la vida de la ciudad en los dos siglos escasos que van desde la supresin del rgimen seorial al f inal del segundo milenio. En este tiempo, Elda ha variado radicalmente: ha transf ormado sus medios de vida y sus maneras de pensar, se han incrementado extraordinariamente tanto las personas que en ella habitan como el permetro urbano en que lo hacen, la sociedad se ha hecho ms compleja en todos los rdenes. Por todo ello, hemos decidido dedicar a la ciudad fabril, burguesa y obrera, un tomo completo de la obra, de forma que podamos analizar el origen y apogeo de esta poca esencial desde distintas perspectivas: la demogrfica, la poltica, la econmica, la social, la cultural o la urbanstica, a travs de la visin de distintos especialistas que analizan el conjunto eldense poniendo el acento en distintos aspectos, aunque necesariamente interrelacionados. Se ha intentado destacar el aumento de poblacin pero tambin los cambios ocurridos en las estructuras demogrficas; situar en su momento histrico las distintas concepciones ideolgicas o grupos de poder que gobernaron la ciudad o intentaron hacerlo, con sus logros y sus insuficiencias; analizar la evolucin econmica, centrada esencialmente en la industria del calzado una manufactura asociada a la ciudad y sus gentes hasta extremos difcilmente alcanzables en otras industrias y otros lugares, pero tambin en la decadencia agraria y el desarrollo de los servicios; por supuesto, la transformacin social y cultural, que ha desembocado a principios del nuevo milenio en una ciudad heterognea y variopinta, tambin ha sido abordada, igual que la ex- pansin y reestructuracin urbana del siglo XX, capaz de transformar la ciudad con una intensidad mucho mayor que en toda su historia precedente, aunque no siempre de forma satisfactoria. Cuestiones clave que explican la vida de la ciudad actual se han desarrollado a lo largo de estos dos siglos escasos: la irrupcin de la industria del calzado como principal actividad econmica, la decadencia de las actividades agrarias, la mejora de las condiciones materiales de vida, la llegada cclica de grandes oleadas in- INTRODUCCIN JOSRAMNVALEROESCANDELL Coordinador 8 9 La expansin contempornea migratorias y su proceso de integracin, la extraordinaria ampliacin de la esperanza de vida media, la evolucin de las ideologas, el desarrollo cultural que abarca desde la alfabetizacin generalizada a la irrupcin de las actividades deportivas, la democratizacin de la sociedad, los conatos de violencia que alcanzan su mximo exponente en la Guerra Civil, la modificacin del trabajo y del ocio, el papel social creciente de la mujer..., todo ello es analizado en mayor o menor medida en el presente v olumen. P or supuesto, algunos captulos constituyen resmenes clsicos de lo ya publicado hasta la fecha, fcilmente ampliables gracias a la bibliografa final; otros pueden parecer estados de la cuestin en el momento presente; finalmente, algunos suponen investigaciones novedosas, a v eces basadas en tesis doctorales o trabajos de investigacin recientes o todava en elaboracin. Tal vez, los aos ms prximos a la Elda actual carezcan todava de una perspectiva histrica suficiente para abordarlos en profundidad: resultan todava demasiado cercanos, demasiado confusos en medio de una avalancha de hechos a los qu e el tiempo acabar valorando de forma bien distinta; por eso, en algunas cuestiones como la poltica o la economa- se han tratado de forma generalizada. En resumen, esperamos que el presente volumen ofrezca una visin global, discutible si se quiere pero capaz de aport ar informacin sobre la ciudad y su entorno, til si fuese capaz de incentivar estudios pormenorizados sobre cuestiones q ue un libro de las pretensiones del que nos ocupa no puede abordar con la extensin necesaria: es muy rica la historia de esta ciudad para tratar de reducirla a unos centenares de pginas; tampoco nuestro objetivo aspira a elaborar una enciclopedia local. Sabemos que, en la poca contempornea y en aquellas que la precedieron, siguen existiendo numerosos episodios, instituciones, problemas, grupos sociales a los q ue no se ha ofrecido todava la atencin q ue se merecen y que siguen aguardando investigaciones en profundidad que enriquezcan el conocimiento colectivo de esta ciudad: esperamos que esta obra facilite su futura labor y fomente el deseo de investigar el pasado que nos une. Vista interior del r de Santa Ana: testig certer tiempo en la ciudad. (F Francisco Albert Rico). E lda concluy el siglo XVIII triplicando los habitantes con que contaba al iniciarlo: ese intenso crecimiento demogrfico permiti superar holgadamente la poblacin existente antes de la expulsin de los moriscos en 1609, cuando fueron obligados a marchar la mayora de sus moradores. Sin embargo, ese ritmo acelerado no se consigui consolidar a lo largo del siglo XIX, al menos hasta que la industria del calzado ya se convirti en una actividad significativa en su economa; el ltimo censo fiable del siglo anterior, el de Floridablanca en 1786, hablaba de 3.734 habitantes, que se mantuvieron con altibajos hasta 1875, cuando los eldenses eran 4.081. En general, el estancamiento fue casi absoluto durante el primer tercio del siglo (en 1835 los eldenses eran 3.696), la poca de la que menos fuentes documentales disponemos. Los aos centrales se caracterizaron por fases sucesivas de moderados incrementos y descensos, a veces con variaciones notables entre fechas cerca- nas, lo que puede indicar deficiencias en la elaboracin de los recuentos, pero tambin ser ref lejo de los ltimos hachazos de las enfermedades catastrficas o de la inestabilidad interanual de las cosechas, q ue solan influir tanto en el nmero de nacimientos como en las migraciones; por ello, no es raro que los 4.399 habi- 11 La poblacin eldense en el siglo XIX JOSRAMNVALEROESCANDELL Universidad de Alicante 18 Cuadro 1. Elda, sig A226o 1786 1835 1842 1856 1861 4.155 1863 1867 1970 1875 1877 1885 1887 1900 Vista general de Elda y el V 356leo de Eduar (Colecci227n Municipal). tantes de diciembre de 1863 la cifra ms alta de ese periodo se hayan reducido en 355 tres aos despus y se incrementen en 268 durante los doce meses siguientes. En el ltimo cuarto de siglo se comenz a superar el estancamiento, moderadamente entre 1875-1885 (aumento cercano al 1% anual) y de forma notable en los ltimos aos de la centuria, con un incremento anual medio del 2,1%. Todo ello, en un marco de mejora de las condiciones sanitarias no excesiva, como recordar el ltimo azote colrico en 1885, alimenticias en funcin de las nuevas posibilidades de todo tipo que aporta el ferrocarril y otros avances tcnicos y econmicas, con el fomento de algunas actividades artesanales alternativas, entre las que acabar despuntando claramente el calzado, especialmente en las dos ltimas dcadas del siglo. Gracias a todo ello, Elda conseguir finalizar el siglo con 6.131 personas, el mximo nmero que jams haba residido en ella hasta entonces. Era, por t anto, un ncleo urbano intermedio entre los del Alto y Medio Vinalop, ni siq uiera el mayor del valle que lleva su nombre: Monvar, que albergaba la capitalidad del partido judicial y la sigui manteniendo todava durante muchas dcadas era entonces la ms poblada, pese a la segregacin de El Pins en 1826. Petrer, por su parte, sigui siendo en aquellos aos el menor de los tres municipios del valle en torno al 65% de las cifras eldenses durante todo el XIX, aunque t ambin increment sus habitantes, not ablemente en algunos periodos. El rpido incremento de los aos 1885-1900 supuso un claro signo de ruptura con las caractersticas demogrficas que caracterizaron a la Elda agraria del siglo XIX y, en realidad, son el inicio de la fase de progreso en todos los rdenes que con ligeros parntesis disfrut la ciudad hasta la Guerra Civil. Sin embargo, las cifras absolutas aparentemente estancadas durante muchas dcadas esconden variaciones significativas en muchos aspectos, q ue analizamos a continuacin. Nat alidad y fecundidad Aunque los datos demogrficos que poseemos de Elda a lo largo del siglo XIX son discontinuos temporalmente y desiguales en su fiabilidad, s podemos afirmar que el nmero de nacimientos creci durante la centuria; este aumento slo puede relacionarse con el incremento de la poblacin total, no con una mayor natalidad de las mujeres eldenses. Las tasas de natalidad, que muestran mejor que los nacimientos totales la capacidad de reproduccin de aquella sociedad, fueron altsimas a lo largo de todo el siglo XIX, en general algo mayores q ue las del conjunto de la sociedad espaola; por supuesto, se trata de una natalidad comparable a la que hoy poseen algunos de los pases ms subdesarrollados de la Tierra, muy superior a la de la Elda actual. Es la natalidad caracterstica de unas formas de vida propias de una sociedad agraria tradicional, previa a lo que se ha dado en llamar transicin demogrfica, que en Espaa se produjo tarda e intensamente a lo largo del siglo XIX. En una poca con escasas obligaciones hacia los hijos (ni de tipo educativo, ni de exquisiteces alimenticias, ni de hbitos consumistas), con graves necesidades materiales (el hijo q ue asegurase el sustento en una vejez sin seguridad social, el aporte de trabajo a la economa familiar...), con escasos medios anticonceptivos y con una elevada mortalidad infantil que reduca fuertemente el nmero de hijos que alcanzaba la edad adulta, la sociedad eldense del XIX se ajustaba a la perfeccin al pensamiento religioso del momento. 12HISTORIA DE ELDA Cuadro 2. Elda, sig nacimientos Periodo 1801-1815 151.0 1831-1850158.3 1851-1860183.9 1881-1900184.6 C207lculos e de la Parroquia de Santa Ana de Elda Cuadro 3. Elda, sig de natalidad A226os (en tantos por mil) 1835-1836 39.9 1856-185741.6 1884-188540.7 1900-190133.3 C207lculos e de la Parroquia de Santa Ana de Elda Las tasas de natalidad no slo tardaron en descender, sino que los aos centrales del siglo vivieron un pequeo repunte, en buena medida por tratarse de un ciclo econmico expansivo que facilit la nupcialidad (es decir, redujo la edad de matrimonio incrementando la posibilidad de nacimientos en una sociedad de moral tradicional). Las tasas elevadsimas mantuvieron su solidez durante muchas dcadas: en 1885 an eran may ores que medio siglo atrs. Sin embargo, durante la ltima dcada el descenso fue notabilsimo. La razn hay que buscarla sin duda en las transformaciones de las formas de vida local: en 1900, la industria del calzado era ya la principal actividad econmica y constitua una nueva alternativa laboral para las mujeres ms jvenes, que se incorporaban masivamente al trabajo, muchas en sus propios domicilios pero otras muchas tambin en las nacientes factoras. Esas mujeres compatibilizaron su nueva ocupacin con la maternidad, pero adquirieron una mayor independencia personal y comenzaron a no ver ventaja alguna en poseer una familia numerosa. Si la tasa de natalidad depende de la estructura de edades, del equilibrio entre sexos y especialmente en aquella sociedad del nmero de mujeres casadas, ms que de la voluntad de reproduccin en s misma, la tasa de fecundidad legtima (que relaciona los nacimientos habidos dentro del matrimonio con las casadas en edad frtil) clarifica an ms las transf ormaciones. En el caso de Elda, esta t asa se redujo significativamente desde mediados de siglo, antes incluso de que lo hiciese la natalidad. Es decir, aproximadamente con la llegada del ferrocarril considerado entonces como el principal signo de progreso econmico pero t ambin de transformaciones sociales, en el propio seno de las familia comenzaban a cuestionarse, tmida o inconscientemente si se quiere, algunas bases de la sociedad agraria tradicional. Tambin resulta interesante analizar la distribucin estacional de los nacimientos: a lo largo de todo el siglo siempre fueron los meses invernales (enero-marzo) los ms prolficos y el verano la poca con menores partos. La diferencia se fue reduciendo con el paso de los aos: si entre 1835 y 1840 hubo un 28,5% de nacimientos invernales y slo un 18,3% de v eraniegos, en las dos ltimas dcadas del siglo eran el 28,9% frente a un 21,6%; la mayor tendencia a la reduccin se produjo en los meses otoales (octubre-diciembre), que pas de un 27,5% en 183540 a slo un 23,8% entre 1880-1900. Es cierto que las diferencias estacionales no son excesivas, pero su continuidad en el tiempo reduce la influencia del azar y obliga a ref lexionar sobre posibles razones. Entre ellas, se podra destacar la fuerte incidencia de la mortalidad infantil, qu e afectaba con ms fuerza a los nios recin nacidos en el periodo veraniego (por ejemplo, por medio de las enfermedades digestivas), por lo que los nacidos en otoo e invierno afrontaban los calores con un mayor afianzamiento fsico. La reduccin de los nacimientos en otoo, singularmente en octubre que siempre fue un mes poco frtil, podra suponer que algunas madres evitaban que los meses de calor asfixiante coincidiesen con los ltimos de la gestacin; ello supondra una cierta racionalizacin del embarazo y el recurso a algn tipo de anticoncepcin en ciertos mbitos sociales. A mediados del XIX, cuando Elda viva de una agricultura pobre y centenares de jornaleros marchaban en junio y julio a segar a diversas comarcas cerealistas, los nacimientos derivados de concepciones en dichos meses t ambin fueron significativamente bajos. La influencia religiosa en los nacimientos era fortsima a la hora de minimizar las concepciones entre las no casadas pero no tanto cuando predicaba la abstinencia sexual durante la cuaresma: los partos en noviembre y diciembre, en buena medida reflejo de las concepciones cuaresmales, no fueron inferiores a la media a lo largo del siglo. Cuestin ms all de lo anecdtico constitua la de los nios abandonados, q ue superaban en mucho a los naturales y en algunos casos venan a disimular estos, en una poca en que no posean los mismos derechos que los legtimos y adems suponan una marca de por vida para la madre. En el siglo XIX no fue raro encontrar nios abandonados ante las casas de grandes hacendados de reputacin caritativa o, sobre todo, en las puertas de las iglesias o en los tornosde instituciones religiosas. En Elda, al menos medio millar de nios fueron bautizados como abandonados a lo largo del siglo, lo que supuso alrededor del 3% del total (y ms del 6% en algunos aos especialmente duros); es cierto que entre ellos habra ms de un hijo de forastera, pero t ambin debieron existir eldenses que de- 13La poblacin eldense en el siglo XIX jaron sus hijos en poblaciones cercanas. Los abandonos afectaron equilibradamente a nios y nias y la situacin no tendi a disminuir, aunque variaba mucho de un ao a otro: as, a un ao con once abandonos se sigue otro sin ninguno; ello explicara que, por encima de la moral coercitiva de la poca, eran el hambre y las dificultades materiales la principal razn; como ejemplo de ello, el mes con menores abandonos fue claramente el de septiembre, poca de recoleccin de muchos productos y con la cosecha de cereales an reciente. La mortalidad El inconveniente mayor para conocer la mortalidad eldense del siglo XIX es la carencia de los libros de defunciones de la iglesia parroquial de Santa Ana en aquellos aos, por lo que slo desde 1870 cuando se pone en marcha el Registro Civil contamos con datos fiables, aunque a partir de la comparacin de censos y padrones podemos disponer de estimaciones razonables. En la dcada comprendida entre la llegada del ferrocarril a Elda y el derrocamiento de Isabel II, la mortalidad estimada rondara el 33 por mil, muy alta, pero inferior a la natalidad, lo que permita un crecimiento natural positivo, aunque escaso e inestable, porque las defunciones al contrario que los nacimientos variaban mucho de un ao a otro, en funcin de factores como la generosidad de las cosechas en una sociedad de elevado autoconsumo o el azote de alguna epidemia. En los ltimos aos del siglo, los posteriores a la gravsima epidemia colrica de 1885, el descenso de la mortalidad fue notabilsimo, gracias a un cmulo de factores positivos, como la industrializacin acelerada y el incremento del nivel de vida, la generalizacin de un mercado nacional que redujo el autoconsumo de cada comarca o las mejoras higinicosanitarias, que en buena medida aminoraron la mortalidad infantil. De hecho, debido a la carencia de epidemias, la ltima dcada del XIX fue menos mortfera que las dos primeras del XX (que s sufrieron las epidemias de la viruela de 1901 y de la gripe de 1918). La tasa de mortalidad est muy inf luida por la edad media de las personas que habitan un lugar. En aquellos aos, al contrario de lo que sucede hoy en da, el nmero de ancianos era muy reducido y la edad media de la poblacin muy joven; en teora, si las condiciones de vida fuesen las actuales, las defunciones deban haber sido muy escasas, pero no fue as: las tasas triplicaban holgadamente a las actuales. Pocos llegaban a ancianos, y muchos nios moran en los primeros meses o aos de vida: a final de siglo casi el 14% de las defunciones eran de nios de meses, ms de un 40% no haba cumplido los 5 aos y slo un escaso 3% superaba los setenta. En realidad, en torno a 1900 la media de edad de los fallecidos no alcanzaba los treinta aos, aunque ello era debido como hemos indicado a la elevada mortalidad infantil. La muerte no era entonces, como hoy creemos, un suceso vinculado a la vejez, y llegar a anciano constitua todo un privilegio. De acuerdo con todo ello, la esperanza de vida al nacer (es decir, el tiempo de vida media estimado para una persona) era muy baja, similar al del conjunto del pas: poco ms de 33 aos, aunque con una notable diferencia a favor de las mujeres, como veremos. Sin embargo, quienes sobrevivan a los 5 aos de edad, disponan de otros 45 aos ms de vida media. Cmo era posible esto Por el hecho de que la probabilidad de muerte era muy grande para los nios de corta edad y, una vez 14HISTORIA DE ELDA Cuadro 4. Elda, sig de mor A226os T (en tantos por mil) 1856-1867 33.0 (estimado) 1871-188030.1 1881-189032.0 1890-190022.0 Fuente: 1856-67: Comparaci227n de los padrones del A.M.E. 1870-1900: R Cuadro 5. Esperanza de vida media a deter EdadV Al nacer 30.8 A los 5 a226os A los 20 a226os A los 40 a226os A los 60 a226os Elaboraci227n propia con datos del R Re c227lera como moti superados los aos de riesgo mximo, se dispona de unos aos de salud aceptable y de menores enfermedades; de cualquier modo, poco ms de un tercio de los nacidos en 1825 sobrevivan cincuenta aos despus. La mortalidad infantil, concepto q ue aplicado con rigor afecta a los fallecidos menores de un ao, constitua uno de los grandes grupos de mortalidad durante todo el siglo XIX, aunque se fue reduciendo gradualmente con las transformaciones sanitarias y alimenticias de la poca de expansin zapatera: as, en torno a 1875 un 12% de los nacidos mora antes de alcanzar el ao, mientras que en 1900 no alcanzaban el 10%. En general, la mortalidad infantil se centraba principalmente en la poca estival ms rigurosa, por efecto de enfermedades digestivas, deshidrataciones y enfermedades epidmicas; un segundo periodo intenso eran los meses ms fros, poca de mayores nacimientos y, por tanto, aquella con mayor nmero de nios expuestos a su primer mes de vida, el de mayores posibilidades de fallecimiento. El grave riesgo de mortalidad infantil inf lua not ablemente en el nmero de hijos de las familias, incrementndolos para asegurar mejor la supervivencia de la estirpe y la ayuda en la vejez. La fuerte mortalidad infantil, como hemos visto, era tambin la causa principal de la bajsima esperanza de vida. La incidencia de alguna enfermedad epidmica singularmente, el clera o la mayor o menor mortalidad de los bebs en un ao determinado, motivaron fuertes variaciones mensuales en el nmero de muertes. En conjunto, en las tres ltimas dcadas de siglo, la evolucin estacional de la mortalidad no fue excesiva, aunque s es patente un mayor nmero de muertes en los meses estivales (julio y agosto concentran ms del 19% del total) que en los ms fros (entre diciembre y enero apenas se sobrepasa el 14%). En general, si la mortalidad infantil era mayor durante el verano, la poca invernal concentraba buena parte de las muertes seniles. Tambin ante la muerte existan diferencias entre hombres y mujeres. Si los nacimientos de varones siempre fueron ms abundantes, su predominio se compensaba pronto ante la may or esperanza de vida de las mujeres: as, en torno a 1875 la esperanza de vida de las mujeres al nacer era de 35,6 aos, frente a slo 30,8 entre los varones. A cualquier edad, las mujeres gozaban de una esperanza de vida media superior a la de los varones; as, alrededor de 1875, slo la mitad de los varones nacidos en una generacin alcanzaba la edad de 23 aos, mientras que entre las mujeres esta misma circunst ancia ocurra a los 40 aos. Lgicamente, ello explicaba la existencia de muchas ms viejas que viejos y, sobre todo, muchas ms viudas que viudos; as, en 1884, vivan en Elda dos mujeres mayores de 75 aos por cada varn de esa franja de edad. Slo en alguna edad concreta el riesgo de muerte era mayor para la mujer; en 1875, slo para las comprendidas entre 40 y 50 aos, posiblemente por la peligrosidad de los embarazos tardos en una poca de gran f ecundidad femenina e insuficiente desarrollo sanitario. Mencin especial merece la mort alidad ocasional generada por graves epidemias. Si la alta natalidad del rgimen demogrfico antiguo no se tradujo en un crecimiento rapidsimo fue por el azote ms o menos cclico de una serie de epidemias que diezmaban la poblacin. Erradicada la peste, la enf ermedad epidmica caracterstica del siglo XIX fue el clera, que Elda sufri al menos en tres ocasiones a lo largo del siglo, aunque la ms mortfera fue seguramente la de 1885, poco despus de que Koch hubiera descubierto el vacilo causante. El clera morbo, enfer- 15La poblacin eldense en el siglo XIX Ni226a muerta a finales del siglo XIX. La mortalidad inf contin lacra durante algunas d216cadas (Colecci227n del autor). medad tpicamente estival y transmitida a travs de las aguas algo que todava no se conoca en una villa sin abastecimiento domiciliario, con precarias condiciones de salubridad y numerosas aguas estancadas, apareci en Elda en el verano de 1885, como una violenta sacudida: 324 fallecimientos segn el Registro Civil, ms del 7,2% de la poblacin de un pueblo de menos de cuatro mil quinientas almas; de ellos, 289 en las dos semanas centrales del mes de julio. Para comprender los momentos de pnico que originaba una epidemia de esta magnitud, basta saber que ni el Juzgado de paz mantuvo su actividad en estas fechas, porque la mayora de actas de defuncin estn fechadas meses despus. Algunos ancianos recordaban mucho tiempo despus que el clera no perdona a nadie y es cierto que afect a todas las generaciones, aunque se ceb especialmente entre los ancianos muri la quinta parte de los mayores de 65 aos y los nios menores de cinco aos, mientras que fue ms benevo- lente con la pubertad y la primera juv entud. No fue tampoco una enfermedad centrada espacialmente en unas zonas concretas: afect al casco urbano y a las partidas rurales, a las calles donde residan las gentes bienestantes y a aquellas cuyos moradores eran casi exclusivamente jornaleros, incluso hubo fallecimientos de gentes desplazadas desde el centro del pueblo a fincas alejadas, aunque incidi algo ms en los rincones ms insalubres: as en la calle de Linares (hoy, de Juan Vidal) fallecieron casi el 19% de sus vecinos, mientras que el barrio ms cercano a la vieja carretera de Monvar fue el menos castigado. La nupcialidad Durante todo el siglo XIX eran gran mayora los eldenses que contraan matrimonio, casi siempre una sola vez, aunque los fallecimientos a temprana edad favorecieron las segundas nupcias (muchas veces, siendo viudos ambos contrayentes). Las tasas de nupcialidad permanecieron ms o menos est ables a lo largo de todo el siglo, con un mnimo del 6,5 por mil en los aos centrales (periodo 1835-60) y un mximo del 8,4 entre 1870 y 1885. Las variaciones, por tanto, se centran en matices como la edad de los contrayentes o los meses preferidos para contraer matrimonio. La media de edad de casamiento a lo largo del siglo fue de 26,5 aos en los varones mientras que en las mujeres no llegaba a los 24. Hubo ligeras variaciones en la diferencia de edad, que oscil entre los 3,4 aos de 1800 y los 1,6 de 1850, siendo siempre mayores los varones, porque las chicas, igual que hoy ocurre, suelen casarse con un novio algo mayor que ellas; as, una cualidad natural, el hecho de que las mujeres alcancen antes la edad fsica adulta, se equilibra con una norma social. En general, la edad de casamiento se fue reduciendo ligeramente conforme avanz el siglo. Por supuesto, siempre hubo todo tipo de excepciones a esta regla general, no siendo raros los matrimonios entre cnyuges de edades bien distintas, lo que sola coincidir en demasiadas ocasiones con parejas de desigual fortuna personal. El matrimonio fue un estado civil al que accedieron la gran mayora de eldenses del siglo XIX. Por lo general, fue- 16HISTORIA DE ELDA Fragmento de 307Ciencia y Caridad310, de Picasso Eran muy comunes las muertes tempranas debidas a tuber parto ron escassimos los contrayentes menores de veinte aos, pero al cumplir los treinta ya estaban casados la gran mayora de los varones y casi todas las mujeres que no haban de permanecer solteras de por vida. Aunque las cifras variaron a lo largo del siglo, el casamiento era el estado de nueve de cada diez varones treintaeros y de un porcentaje algo inferior entre las mujeres segn el padrn de 1885. A partir de los 35 aos entre las mujeres y de 40 entre los varones, comenzaban a reducirse suavemente los casados para incrementarse el nmero de viudos. Como consecuencia de que la mujer era generalmente ms joven que su pareja, aunque tambin porque su esperanza de vida era mayor, la viudedad fue siempre mayor entre el sexo femenino, hasta el punto de ser el estado normal de la mujer mayor de 60 aos. Las diferencias entre varn y mujer en este aspecto fueron tan grandes que, en 1856, eran viudas el 64% de las mujeres de 65-69 aos por slo el 24% de los hombres; en 1885 estas cifras se haban reducido al 43,6% y 10,5% respectivamente, como consecuencia del incremento de la esperanza de vida. Dada la elevada cantidad de viudos, las segundas nupcias fueron un f enmeno bastante frecuente durante todo el XIX: en trece de cada cien bodas, al menos uno de los desposados era viudo. Siempre hubo ms viudos que viudas entre quienes contraan nuevo matrimonio, pese a que las mujeres que enviudaban eran muchsimas ms; la razn es muy sencilla: la moral imperante de fuerte componente machista, catlica y conservadora incitaba al varn a buscar una nueva mujer que cuidase de su casa y de sus hijos, mientras q ue valoraba a la mujer que renunciaba al matrimonio para centrarse en el cuidado de sus pequeos. Por ltimo, si no se puede predecir el momento de la muerte, salvo suicidios, y si la natalidad era escasamente planificada en aquella poca, la fecha exacta de casamiento sola preverse con bast ante tiempo de antelacin. Por eso, en las nupcias s puede observarse unas mayores preferencias por ciertos meses, aunque estos tambin variaron con el curso de los aos. A lo largo del siglo, el mes preferido por los contrayentes eldenses fue septiembre, mes de las Fiest as Mayores y del novenario, termina- das la siega y algunas otras labores agrarias; en el polo opuesto, con slo una tercera parte de desposorios que el arriba citado, marzo, el mes de la cuaresma, mes litrgico de la penitencia, poca en que la Iglesia desaconsejaba la prctica del sexo. Sin embargo, la inf luencia religiosa no siempre fue igual de intensa: septiembre se fue convirtiendo en mes casamentero con el paso de los aos, con el desarrollo de los usos y costumbres burgueses. En la primera mitad del siglo, cuando el ciclo anual de las cosechas y las tareas agrcolas marcaba de modo ms intenso el ritmo de una villa pobre y de trabajo insuficiente, la situacin era distinta; entre 1825 y 1850 fue julio el mes menos nupcial, en unos tiempos en que numerossimos jornaleros abandonaban las tierras del Vinalop para acudir a la siega y a otras labores agrarias en diversos lugares; en esos aos, todava no era septiembre mes de abundante trabajo agrario sino diciembre el de mayores casamientos. Las migraciones Las migraciones del siglo XIX, especialmente la partida de eldenses hacia otros lugares ms o menos cercanos, son el aspecto demogrfico ms difcil de conocer con los datos disponibles, insuficientes e incompletos. Por ejemplo, en los aos en que disponemos de libro de desposorios podemos saber el lugar de origen de los consortes, pero difcilmente conocemos ni el lugar de residencia posterior a la boda ni el nmero de eldenses que contraan matrimonio en otras poblaciones para residir despus en Elda, puesto que ya era costumbre generalizada celebrar la 17La poblacin eldense en el siglo XIX Novios de mediados del siglo XIX se Manises. ceremonia en el lugar de residencia de la esposa. No obstante, con la informacin a nuestro alcance podemos aventurar la tendencia global de las migraciones y conocer aspectos significativos de las mismas.En general, creemos que existieron dos fases bien delimitadas a lo largo del siglo: a) Hasta 1885 debieron predominar las salidas de eldenses hacia otros pueblos frente a la llegada de inmigrantes a la villa. As, la poblacin empadronada en 1835 no alcanzaba la censada por Floridablanca en 1786, sin que exis- t an epidemias superiores a las padecidas en otros momentos precedentes o posteriores. Por la evolucin del nmero de habitantes es posible que se produjese una cierta inmigracin en los aos centrales del siglo, porque la poblacin crece algo y el padrn de 1856 muestra un cierto rejuvenecimiento demogrfico: slo el 27,2% de los eldenses superaba los 40 aos (frente a un 30,5% setenta aos atrs). b) Desde 1886 hasta 1900 se produjo una fase de notable incremento de la poblacin, que rompe con la tendencia al estancamiento mantenida durante un siglo; aunque en su mayor parte es debido al propio crecimiento natural de una poblacin que no sufri en esos aos ninguna epidemia y mantuvo una elevada natalidad, el saldo migratorio positivo fue de 551 personas, un nmero de llegadas muy superior al de cualquier periodo similar a lo largo de la historia de la villa. Se trataba, adems, a diferencia de las repoblaciones medievales y modernas, de una inmigracin de carcter industrial, atrada por la posibilidad de empleo en una pujante industria zapatera, ya bien asent ada, que comenzaba a edificar las primeras factoras, superando la fase de los talleres domiciliarios iniciales. Poco sabemos acerca de los lugares de destino de la emigracin permanente originada en Elda, aunque debemos pensar que buena parte de ella se dirigi a municipios cercanos, en ocasiones fruto de los casamientos entre jvenes de localidades vecinas y otras veces en funcin de la contratacin de aparceros ( medieros, en nuestra zona) en un mercado laboral de carcter comarcal. Aunq ue menores, tambin seran corrientes los desplazamientos a las ciudades ms importantes del rea prxima (Alicante, Valencia), sobre todo por parte de mujeres jvenes, casi nias, que buscaban empleo en el servicio domstico, algo muy usual en la Espaa de la poca. Entre los traslados a distancias largas, conforme avanz el siglo debieron aumentar las salidas hacia Barcelona cuya industrializacin atrajo en un primer momento a poblacin aragonesa y de provincias del sureste peninsular y t ambin hacia pases de ultramar, aunq ue no fue la nuestra una zona especialmente atrada por estos viajes. Ms importantes debieron ser los desplazamientos hacia Argelia, una vez que los 18HISTORIA DE ELDA Ilustraci227n de caminantes del siglo XIX. Muy similar debi227 ser la situaci227n de los tempor eldenses. 307La sie Castilla era el principal destinode los tempor siglo XIX. franceses consolidaron su dominio iniciado en 1830; eran viajes baratos, dada la facilidad de embarque entre Alicante y Orn, incitados por las opotunidades laborales derivadas de la puesta en explotacin de nuevos cultivos; en muchas ocasiones se limitaban a migraciones golondrina, es decir, de temporada, para dedicarse a tareas como la poda o las recolecciones. Curiosamente, la mejor informacin sobre emigracin de eldenses en el siglo XIX la poseemos sobre los traslados estacionales de los jornaleros agrarios. En concreto, gracias al Libro de Seguridad Pblica, en el que se inscriban todos los pasaportes otorgados a los habitantes de la villa, conocemos el lugar de destino, el objeto del viaje, la edad y algunos otros interesantes datos de quienes salan de la villa durante la dcada de los treinta. Tomando como ejemplo los datos correspondientes a 1837, sabemos que se desplazaba anualmente ms del 40% de la poblacin activa eldense y que, sin duda, las salidas ms numerosas eran las cuadrillas de jornaleros que se dirigan a la siega en o tras comarcas o regiones. El rea de destino de los segadores eldenses comprenda aproximadamente el cuadrante suroriental de la pennsula, con Villena, Arganda, Totana, Cartagena, Lorca y Toledo como destinos mayoritarios. En total 328 jornaleros eldenses marcharon como segadores en la campaa de 1837; todos eran varones, con una edad media cercana a los 32 aos, aunq ue el 55% de ellos estaban entre los 20 y los 30, siendo muy pocos tanto los menores de veinte como los mayores de cincuenta. En ese mismo ao, t ambin marcharon de Elda 68 arrieros y 21 comerciantes o negociantes, casi todos varones, a destinos no excesivamente largos (Zaragoza fue el ms alejado entre los arrieros y Cdiz entre los viajes de negocios). Por lo que respecta a los inmigrados, las diferencias son muy notables entre la poca esencialmente agraria (aproximadamente, hasta 1875) y aquella en q ue la industria es el principal sector de atraccin (los ltimos aos del siglo). Mientras Elda fue una villa agrcola los inmigrados fueron muy pocos, sobrepasando rara vez los tres centenares; adems, salvo contadas excepciones, el rea de atraccin se reduca a los propios Valles del Vinalop; as, en 1875, de los 262 residentes nacidos fuera de la villa, la mitad procedan de Monvar y Petrer, y Novelda era el tercer lugar de origen. Ms an, aunque slo una octava parte de los vecinos habitaba fuera del ncleo urbano, la mayora de los inmigrantes (136) se repartan por las pedanas y en las haciendas agrcolas. Eran los monoveros aquellos que ms se decantaban por establecerse en las zonas rurales: en 1875, 70 de los 79 que residan en Elda lo hacan en los campos situados entre ambos municipios, a veces en lugares que, como la propia estacin de ferrocarril de Monvar, se encontraban mucho ms cerca de su pueblo natal que del centro de Elda. Los petrerenses, por el contrario, cada vez est aban menos presentes en nuestras haciendas rurales, pero eran el grupo de inmigrados ms numeroso en el casco urbano de Elda, porque la modernizacin iniciada en tantos aspectos (laborales, comerciales, educativos...) incrementaban las relaciones de todo tipo matrimoniales incluidas entre las gentes de dos municipios tan cercanos. A final de siglo, la gran mayora de los inmigrantes ya resida en las calles de una villa que comenzaba a construir nuevos barrios, en buena medida para acoger a quienes llegaban de fuera. En los aos previos a 1900, el desarrollo industrial no slo increment notablemente el nmero de los inmigrantes sino que el rea de atraccin de la industria eldense ampli su extensin, traspasando los lmites provinciales; a Elda comienzan a llegar las primeras gentes de Almansa que contaba con tradicin zapatera y de Yecla, iniciando una notable cadena migratoria, es decir, un proceso en el que los primeros av ecindados fomentan la llegada de amigos y familiares, proceso que se continuara durante varias dcadas del siglo XX. En torno a 1898 tambin se produjo la llegada de trabajadores menorquines, los mahoneses , buenos conocedores de la industria zapatera, contratados por el industrial Rafael Romero, la may ora de los cuales regres a su lugar de origen al cabo de pocos aos. La distribucin por sexos, edades y estado civil En la Elda decimonnica, durante casi todo el siglo, siempre predominaron las mujeres sobre los varones; salvo en 19La poblacin eldense en el siglo XIX aquellos lugares con un fuerte desequilibrio migratorio entre los sexos, es lo normal en casi todas las sociedades y en casi todos los momentos histricos, porque es usual que sea la esperanza de vida masculina sensiblemente inferior a la f emenina; en buena medida, el mayor esfuerzo fsico del trabajo habitualmente ejercido por los varones, su propensin a algunos hbitos escasamente saludables como el alcoholismo o su mayor predisposicin a ciertas enfermedades, hacan que a partir de determinada edad en aquellos aos, por lo general, desde aproximadamente la pubertad el equilibrio entre los sexos desapareciese fav oreciendo a la mujer. Esta afirmacin categrica suele ser vlida casi siempre, pero encierra numerosos matices que se hace necesario explicar. En primer lugar, es corriente que sean ms abundantes los nacimientos de varones: en Elda, en todos los padrones municipales consultados, con la excepcin de 1875, siempre existan ms nios menores de 5 aos que nias, llegndose a alcanzar casi una proporcin de 6 a 5 en 1856; como ya hemos visto, esta situacin inicial comenzaba a transf ormarse a temprana edad (mayor sobremortalidad infantil masculina, may ores accidentes en la infancia...) Otro aspecto que puede variar este predominio de la poblacin femenina es el de los fenmenos migratorios. En la sociedad tradicional, salvo en traslados motivados por casamiento o por la costumbre de muchas jvenes de marchar a servir a familias de otros municipios, generalmente las capitales, casi siempre eran los varones quienes ms emigraban, especialmente cuando se trataba de marchar hacia otros pases (como la Amrica hispana) o de emplearse en labores industriales. Por ello, no es difcil relacionar las migraciones con el reparto por edades de la poblacin eldense. En el ao 1875, Elda era una sociedad rural pobre y desigual, con una agricultura bsicamente de secano incapaz de mantener a una poblacin en gran medida jornalera, con una industria zapatera que todava no haba alcanzado un grado de rentabilidad y de capacidad de empleo mnimos, con una intensa emigracin de jvenes hacia otras latitudes en busca de mejores oportunidades que ya se prolongaba varias dcadas; no es de extraar, por tanto, que fuese 1875 el ao de mayor predominio femenino: el 54,2% del total, frente a slo un 45,8% de varones. A f inales del siglo, por el contrario, Elda posee una industria en expansin, con alguna pujante factora capaz de atraer mano de obra desde otros municipios; entre quienes llegan, como sucede en casi todas las reas industriales del momento, son mayora los varones; as, en 1900, cuando ya hace aproximadamente q uince aos que Elda recibe inmigrantes dispuestos a trabajar en sus fbricas, el predominio femenino ha desaparecido. La distribucin por edades era radicalmente distinta a la actual, con numerosos nios y jvenes y escassimos ancianos. Para hacernos una idea de ello, a lo largo de todo el siglo los menores de 25 aos siempre fueron la may ora de la poblacin, con porcentajes que segn los padrones consultados oscilan entre el 52,9% de 1856 y el 50,8% en 1885. En Elda, como en el conjunto de la Humanidad de la poca, salvo algunos territorios de civilizacin europea que haban comenzado tmidamente la transicin demogrfica, las razones de la exultante juventud de su sociedad no eran precisamente envidiables. Ya las hemos ref lejado al hablar de la natalidad y la mortalidad: una fertilidad elevada, con un alto nmero de hijos por mujer, 20HISTORIA DE ELDA Cuadro 6. Distribuci227n por se A226o 1786* 102.9 1856 97.5 186794.9 187584.4 188791.8 1900100.3 *Ex Fuente: 1786: Censo de F de la Poblaci227n de Espa226a. Cuadro 7. Estructura por edades de la poblaci227n eldense (1786-1884). Grupos de edad (Censo de F -15 a226os36,8%32,9% 15-40 32,7%39,9% 40-65 30,5% (conjunto)23,4% +65 a226os 3,8%{ unido a una esperanza de vida muy corta. Llegar a viejo era considerado un autntico privilegio y la experiencia era un valor apreciado en un mundo rutinario y sin prisas, aunque comenzaba a transf ormarse desde sus races; es cierto que q uien llegaba a anciano sola disponer de una familia bien nutrida que pudiera auxiliarle en su vejez, aunque no dispusiese de la asistencia social que hoy se disfruta, pero tambin lo es que se trataba de familias que sobrevivan en un medio muy pobre; por todo ello, conviene recordar que en 1885, cuando ya parece que la situacin econmica local comienza a mejorar, la mendicidad era la forma de vida de aproximadamente un quinto de los eldenses que superaban los 70 aos. Si comparamos la poblacin de la segunda mitad del siglo con la que conta biliz el Censo de Floridablanca en 1786, comprobamos que el porcentaje de nios se redujo significativamente entre 1856 y 1875, como consecuencia de la emigracin de eldenses en edad frtil, pero tambin disminuyeron los may ores de 40 aos; la concentracin se centraba, pues, en la franja de edades entre 15 y 40 aos, la de mayor vigor en una sociedad en que el trabajo se basaba en buena medida en el esfuerzo fsico. La pirmide de poblacin sigue considerndose el grfico idneo, sencillo y adecuado para ref lejar la distribucin por sexos y edades de cualquier sociedad. En la Elda del siglo XIX, pese a numerosas matizaciones coyunturales, en cualquier momento encontraramos un grfico de base muy amplia consecuencia de los abundantes nacimientos que adelgaza rpidamente debido a la baja esperanza de vida para acabar en una punta pronunciada, mostrando algunas irregularidades en las que se reflejan las mortandades catastrficas o los vaivenes migratorios. Tomaremos como ejemplo de todas ellas la de 1867, el ao anterior a la rev olucin septembrina que supuso el mayor intento fallido de modernizacin social y econmica del pas; en ese ao, cuando el ferrocarril discurra ya por nuestro suelo, el calzado estaba naciendo en algunos tallericos montados en viviendas campesinas y numerosos eldenses seguan emigrando como temporeros agrarios o de forma definitiva a las ciudades, las tradiciones como ref leja Castelar en sus Recuerdos de Elda apenas se modificaban tmidamente, manteniendo las viejas costumbres, especialmente en lo relativo a sexualidad, noviazgos, matrimonios, alimentacin o enfermedades. Su pirmide, similar a todas las ya citadas, ref leja la abundante juventud y la excepcionalidad de la vejez, especialmente a partir de los 75 aos; pero tambin muestra con nitidez un marcado estrechamiento de la poblacin en la generacin de treintaeros, resultado de un periodo de fuerte emigracin, que tambin inf luy en los nacimientos. El estado civil tambin se relaciona fuertemente tanto con el equilibrio o no entre los sexos como con la distribucin por edades de la poblacin. En la Elda del siglo XIX, el casamiento, catlico por supuesto, fue el estado al q ue tenda la mayora de la poblacin. Entre los mayores de 40 aos, edad en que se consideraba que han contrado matrimonio la prctica totalidad de q uienes haban de hacerlo, los solteros 21La poblacin eldense en el siglo XIX Cuadro 8. Elda, 1856-1884: Estado civil de la poblaci227n may (p ntajes) Padr227n CasadosViudos Municipal 1786 1856 1867 1875 1884 Elaboraci227n propia con datos de los padrones m de F Cuadro 9. Elda, por Grupos 1856 1885 de Edad V 15-200.51.8 0.0 20-247.4 11.3 25-2952.7 72.0 30-3478.1 89.2 35-3981.2 90.0 40-4486.2 89.9 45-4982.9 84.5 50-5476.6 84.4 55-5975.0 85.1 60-6475.4 84.7 65-6958.6 81.6 Elaboraci227n propia con datos de los padrones m no llegaban salvo en 1856 al 10%, siendo mayor siempre la proporcin de mujeres que permanecan solteras. Esta superior soltera femenina era debida a mltiples factores, entre ellas la diferente incidencia de la mortalidad entre ambos sexos (reduciendo ms el componente masculino) o las costumbres ancestrales que obligaba a algunas de ellas a asumir el cuidado y la responsabilidad de otros miembros familiares (como padres ancianos, pero no slo ellos), dificultndoles la formacin de una familia propia. Entre 1856 y 1867 se dan los mayores porcentajes de soltera definitiva, ms an entre las mujeres, como consecuencia del desequilibrio que toda emigracin fomenta en las generaciones que permanecen en el lugar. La poblacin del siglo XIX era similar a la actual en cuanto a la costumbre de que la mujer celebre su matrimonio a una edad ms precoz que el varn, pero lo haca de forma mucho ms marcada que hoy en da. As, aproximadamente un tercio de las mujeres de 20 a 24 aos ya estaban casadas, frente a cifras bastante ms reducidas entre los varones; en la generacin de los 25-29, ya predominaban los casados y haban pasado por el altar la inmensa mayora de las mujeres que haban de hacerlo. Buen nmero de varones contraan matrimonio pasada la treintena, algo que resultaba poco usual entre las mujeres. Nada usuales eran tam poco los matrimonios precoces, especialmente entre los varones: en 1856 slo hay un chico eldense menor de 20 aos casado; en 1885, ninguno; mujeres, muy pocas. La viudedad mostraba unas caractersticas sustancialmente diferentes a las actuales. La escasa esperanza de vida de la poblacin en la sociedad tradicional influa en que, a partir de los 40 aos, fuesen viudos un alto porcentaje de los eldenses, siempre ms de un qu into a lo largo de todo el siglo. A mediados de siglo, debido a una emigracin notable que afectaba ms a los adultos jvenes, el peso de la viudedad era mucho mayor que en 1786, ao en que el Censo de Floridablanca reflejaba una sociedad que haba aumentado considerablemente sus efectivos a lo largo de un siglo XVIII en que Elda vivi una expansin de todo tipo; no obstante, la mejora de las condiciones de vida, tanto econmicas como sanitarias, a lo largo de la segunda mitad del XIX permiti ir reduciendo el porcentaje de viudos, adems de retrasar la edad media a la que falleca el primer cnyuge. Adems, todos los factores sociales y biolgicos se conjugaban para q ue la viudedad estuviese mucho ms ligada a las mujeres que a los varones. En primer lugar, por la sobremortalidad masculina, que aumentaba las po- 22HISTORIA DE ELDA Pir207mide de poblaci227n de Elda en 1867. sibilidades de la mujer de ser la superviviente de la pareja; esta posibilidad era, adems, facilitada por la costumbre de que la mujer fuese casi siempre la ms joven de la pareja, con una diferencia variable en el tiempo, pero casi siempre comprendida entre uno y tres aos. Adems de estos factores, la sociedad tradicional inf lua en el futuro de los viudos y las viudas de modo diferente; a los varones con hijos menores, el entorno cercano les incitaba a contraer nuevo matrimonio una vez pasado el mnimo tiempo prudencial, a fin de que otra nueva mujer realizase las tareas reservadas a la madre fallecida; a las mujeres, por el contrario, especialmente si contaba con hijos y un mnimo de posibles personales o familiares su crculo de amistades le valoraba la renuncia a nuevas relaciones en favor del cuidado de sus hijos. A todo ello se una que siempre resultaba ms fcil al varn encontrar nueva pareja, pues el nmero de solteras y viudas siempre era mucho mayor que el de los varones no comprometidos; por ejemplo, en 1856, entre los 30 y los 60 aos de edad vivan en Elda 130 varones no casados frente a 230 mujeres en las mismas circunstancias. En 1885, cuando la situacin socioeconmica comienza a mostrar signos de recuperacin y transformacin y la esperanza de vida muestra ya un tmido crecimiento, la viudedad slo afec- t aba al 12,3% de los varones mayores de 50 aos, pero todava al 37% de las mujeres; resultaba normal que la gran may ora de los varones conviviesen con su esposa hasta el momento en que l falleca. La distribucin laboral y otros aspectos El reparto por edades de la Elda preindustrial similar, con ligeros matices, al de todas las sociedades previas a la transicin demogrfica se ajustaba con precisin a las necesidades de una sociedad rural de escasa productividad: haba poqusimos ancianos pero t ambin pocos adultos maduros, mientras que un alto porcentaje se encontraba en las edades en que se disfruta de may or vigor fsico, esencial para una sociedad en que la gran mayora del trabajo era de carcter esencialmente manual: el 34% de los eldenses de 1856 contaba entre 15 y 34 aos. Alrededor de un tercio de los eldenses eran nios menores de esa edad, lo que siempre asegur un reemplazo laboral suficiente, excesivo incluso para las posibilidades laborales del lugar en la poca agraria; no obstante, conviene recordar que a lo largo del siglo la incorporacin al trabajo de nios de corta edad era absolutamente normal, en bastantes ocasiones desde antes de cumplir diez aos. 23La poblacin eldense en el siglo XIX Fragmento de 307Comiendo uva310, de Sor las clases popular que desear durante todo el siglo La distribucin laboral de los eldenses era muy simple, al menos hasta el ltimo cuarto de siglo, cuando el desarrollo de la industria zapatera increment las posibilidades de empleo de los menos favorecidos. El trabajo agrario ocupaba, de una u otra manera a una amplia mayora de la poblacin, aunque con cifras decrecientes: si en 1835 eran 85 de cada cien trabajadores, en 1875 ya eran slo 71, en 1885 dos tercios del total y, con toda seguridad aunque no disponemos de los datos censales precisos, su porcentaje y nmero se haban reducido sensiblemente al final de la centuria. En todo momento, la mayora de los campesinos eldenses eran jornaleros sin tierra, que deban compensar el trabajo insuficiente e intermitente del secano local con otras actividades complementarias, o muy mal pagadas (como las tareas del esparto, por ejemplo) o muy penosas (como los dursimos desplazamientos a la siega y otras faenas agrarias, lejos de nuestra geografa). En el ltimo cuarto de siglo, el incremento del trabajo industrial permiti abandonar las tareas agrarias a muchos jornaleros, o al menos a sus hijos conforme se iba produciendo el relevo generacional, aunque tampoco debi ser infrecuente que al principio muchos combinasen ambas tareas; por ejemplo, trabajando de zapateros buena parte del ao y recurriendo al trabajo agrario en las pocas en que los pedidos escaseaban o las tareas agrarias estaban mejor remuneradas, aqu o en otras tierras. No debemos olvidar que, en la economa tradicional, los braceros trabajaban en las ms variopintas tareas, carentes como estaban de cualquier tipo de proteccin social o de estabilidad laboral. Entre el resto de agricultores siempre predominaron aquellos que posean escasas extensiones de terreno: en 1835 los pelantrines, campesinos que disfrutaban del uso de alguna parcela, aunq ue siempre con escasos recursos, eran 123 frente a 149 labradores la posicin social agraria ms acomodada y 424 jornaleros. Ni siquiera todos los labradores gozaban de tierras propias suf icientes para su mantenimiento holgado, sino que en numerosas ocasiones se trataba de medieros, que compartan con el propietario de las fincas los beneficios de su explotacin. No obstante, entre 1875 y 1885, cuando muchos campesinos jvenes abandonaban ya el trabajo paterno para conver tirse en zapateros, algunos jornaleros debieron acceder a la propiedad de la tierra, o al menos a la tenencia de alguna explotacin como medieros, porq ue entre esos diez aos se mantuvo el nmero de trabajadores agrarios, pero se redujo el jornalerismo y aumentaron los propietarios. Los dueos de explotaciones agrarias rentables y bien capitalizadas siempre debieron ser escasos, aunque controlasen la mayora del empleo local. Las actividades artesanales o protoindustriales no fueron capaces de ofrecer una alternativa laboral suficiente a los eldenses, salvo en las dos ltimas dcadas del siglo. En 1835, en la poca de nacimiento del Estado liberal, quienes se dedicaban mayoritariamente a estas labores no llegaban al medio centenar, aunque algunos braceros pudiesen colaborar en los periodos de mayor agobio. A partir de los aos sesenta comenzaron a aumentar de forma clara y en 1885 ya eran casi un cuarto del total de trabajadores eldenses; fue, sin duda, el calzado el nico protagonista de este progreso, pues labores tradicionales como la cantera, el esparto o la arriera estaban en franco retroceso; por el contrario, los 27 zapateros empadronados en 1867 eran ya 74 en 1875 y 170 diez aos despus. Al final de siglo, aunque carecemos de los datos directos, el desarrollo de las primeras factoras, la intensa inmigracin y los testimonios variados que hablan de que algunas industrias zapateras superaban claramente el centenar de trabajadores, podemos asegurar que el cambio laboral era ya un hecho imparable, adems de abrir de par en par las puertas del trabajo remunerado a la mujer. Esta necesidad de mano de obra f emenina en el calzado permiti a la mujer una alternativa diferente al servicio domstico, que hasta entonces haba sido el nico sustento de muchas de ellas; si en 1860 los sirvientes sobrepasaban el centenar, en 1885 se haban reducido a 26. No obstante, salvo en el caso de las criadas, en los padrones de la poca resulta difcil evaluar el impacto del trabajo femenino porq ue, al trabajar muchas veces en su propio domicilio, aparecen catalogadas como slo amas de casa, aunque siem- 24HISTORIA DE ELDA pre colaboraron en otro tipo de labores, desde las estrictamente agrarias a tareas vinculadas a la manipulacin del esparto. A final de siglo, el calzado era para muchas de ellas una ocupacin a la que dedicaban ms trabajo que al cuidado de la casa.Durante todo el siglo, en un peq ueo pueblo que careca de cualquier tipo de actividad administrativa de mbito superior al local no es de extraar la reducida presencia de profesiones liberal o comerciales, slo 21 personas constaban como tales en el censo de 1860. Aunque aumentaron ligeramente durante los ltimos aos, apenas superaban el medio centenar en 1885. Tam poco tenan importancia alguna las fuerzas de seguridad, aunque el clero siempre fue numeroso; en 1835, debido a la presencia del convento de franciscanos, totalizan casi medio centenar, aunque tras la desamortizacin y la limitacin del poder de las rdenes religiosas su presencia se redujo drstricamente; no obstante, en un pueblo t an pequeo siempre se super la docena de religiosos. La mayora de la poblacin era analfabeta, como en el conjunto de Espaa y en casi todos los municipios agrarios: aproximadamente, tres de cada cuatro eldenses eran analfabetos en el ltimo cuarto de siglo. Esa proporcin, como era norma en la poca, era bastante mayor entre las mujeres, debido tanto a su menor presencia escolar como al hecho de que no siempre la escolarizacin de las nias inclua el aprendizaje de la lectura y la escritura (an existen poblaciones cercanas valenciano-hablantes en que las ancianas recuerden la expresin anar a costura para referirse a la escuela de nias). Pese a todas estas deficiencias se aprecian algunos aspectos positivos: en primer lugar, el grado de alfabetizacin fue aumentando significativamente a lo largo del siglo, debido a los ms variados factores, que van desde la Ley Moyano a la industrializacin, pasando por la accin de las primeras organizaciones obreras o iniciativas particulares; adems, la alfabetizacin de la mujer siempre escasa fue segn los primeros censos modernos superior a la del conjunto provincial, con cifras que en 1877 ya se aproximaban a un quinto del total. Estudios ms sofisticados, como el bachillerato o los universitarios, estuvieron todo el siglo limitados a jv enes varones de muy pocas familias. No debemos concluir sin mencionar expresamente a la poblacin residente fuera del casco urbano, que en el caso eldense siempre fue una minora, concentrada en lugares como el Barrio del Convento, el Alto de San Miguel, las cercanas del Vinalop o Camara. Las gentes de este rea diseminada, que crecieron hasta el comienzo de la industrializacin en 1867 eran 638 habitantes se diferenciaban de modo significativo respecto a quienes vivan en el ncleo urbano: casi todos los padrones registran un porcentaje de adultos jvenes menor que el conjunto del municipio y, sin embargo, un mayor peso de los nios, lo que indicara unas t asas de natalidad ms elevadas, como corresponde a un entorno en el que los nios eran una ayuda para el trabajo y una garanta de futuro; adems, casi siempre predominaron los varones en las reas rurales eldenses y este predominio se acentuaba entre los 15-19 aos, posiblemente porque muchas jvenes marchaban a servir a esas edades; otro rasgo importante es la escasa proporcin de solteros y de viudos, como corresponde a unos lugares que ofrecan escasos incentivos a las personas solas. Aspecto notable, que demuestra los frecuentes traslados de esta poblacin diseminada de unas fincas agrarias a otras ms o menos prximas, en funcin de las condiciones en que pudiesen trabajar como medieros, es el elevado peso de las migraciones; si los padrones demuestran la marcha de muchos adultos jvenes, tambin hablan de la presencia de un alto porcentaje de inmigrantes, casi siempre llegados desde poblaciones v ecinas, como Petrer y especialmente Monvar. Las gentes del campo, no slo en este valle, hacan poco caso a los lmites municipales a la hora de garantizarse una parcela donde trabajar. 25La poblacin eldense en el siglo XIX Cuadro 10. Elda, 1877-1900: Grado de alfabetizaci227n de la poblaci227 (en por Censo Analfabetos VaMujer 1877 1887 1900 Elaboraci227n propia con datos del I.N E l siglo XIX es el de la burguesa, del liberalismo y de la revolucin industrial como manifestaciones de un proceso global de ruptura. No obst ante, ello no debe hacernos olvidar la persistencia hasta sus ltimas dcadas de no pocos elementos premodernos, incluso en la Europa occidental. El proceso histrico espaol, a travs de sus diversidades regionales, seguir el mismo ritmo europeo de choque con las permanencias del Antiguo Rgimen en las instituciones polticas, en la economa y la sociedad, as como en las formas de pensamiento. Los aspectos nuevos avanzaron con el progresivo triunfo del liberalismo por la va revolucionaria pero en ref erencia constante con las pervivencias antiguas. Desde la muerte de Fernando VII (1833) a la Restauracin de su nieto Alf onso XII (1874) la poblacin pasar de ser gobernada como sbditos a serlo como ciudadanos. Pero no pensemos en una igual consideracin jurdica de derechos y deberes, ni en nuestros parmetros de un sistema democrtico que se configurar con enormes dificultades en el siglo XX. Una serie de etapas a lo largo de sesenta aos (1830-90) van conformando el rgimen poltico liberal mediante unos elementos: mecanismos de representacin de los gobernados, elecciones, separacin de poderes y control jurisdiccional de los gobernantes. El nacimiento de Isabel (1830) exigir de Fernando VII un leve giro moderado en el absolutismo que conducir al Est atuto Real (1834) aceptado por la madre regente Mara Cristina. La Corona sigui siendo la principal institucin poltica, apoyada por una reducida oli- garqua, ms atenta a conservar las propiedades y prerrogativas del pasado que a impulsar cambios econmicos que exigan nuevas legitimidades y jurisdiccin basada en los principios de libertad de la propiedad, de explotacin y de comercio. La reaccin armada del carlismo obligar a la regente a apoyarse en las medidas organizadas por los liberales progresistas: una Constitucin (1837) que equilibraba el poder de la monarqua y un conjunto de transformaciones en la propiedad que liquidaba la base econmica de la Iglesia y ganaba adeptos para Isabel II. Estabilizado el sistema, el bloq ue oligrquico resultante los grandes propietarios territoriales de antao que aceptaron los cambios que ensanchaban sus fincas ms los nuevos compradores de bienes desamortizados y los fabricantes liberados de trabas gremiales garantizar su posicin y las ganancias obtenidas con un nuevo marco institucional, la Constitucin de 1845, que permita a la Corona apoyarse casi exclusivamente en sucesivos gobiernos moderados, partidarios de un orden que no responda a las necesidades de los gru- 27 Elda: la poltica del XIX CARLOSSALINASSALINAS Catedrtico de Secundaria 19 Curioso ma Espa226a. pos populares y de amplias capas medias. Buena expresin de la prctica de este liberalismo ser un sufragio censitario muy restringido que oscil entre un cuerpo electoral 0,17% de la poblacin (1834) a un 2,67% (1865). La crisis institucional de la Corona con el destronamiento de Isabel II (la Rev olucin de Septiembre de 1868) abri un Sexenio Democrtico protagonizado por las clases que necesitaban una may or participacin poltica y transformaciones de mayor calado; el alcance de stas diferenciaban las opciones monrquicas, las republicanas unitarias y las f ederales. Contra el sistema an actu militarmente el carlismo. El ordenamiento constitucional (Constitucin de 1869) y el sufragio universal masculino no lograrn estabilizar un estado democrtico de amplia base social. Las sucesivas crisis institucionales y el desgaste por factores agresivos facilitaron la reorganizacin del liberalismo moderado sobre nuevos elementos que configuraron un rgimen a su medida, la Restauracin alfonsina. Se trataba de renovar la monarqua tradicional con una figura nueva y no desprestigiada que actuase dentro de una Constitucin (1876) que supusiera una ampliacin de la moderada de 1845 desde la ptica de la constitucin democrtica de 1869, pero sin sus elementos ms progresistas. La clave de la operacin radicaba en un funcionamiento consensuado entre todos los sectores sociales y fuerzas que, ante todo, deseaban un sistema poltico estable. Tambin el contexto europeo coetneo vena definido por el orden y el equilibrio entre las potencias como supremo eje sobre el que descansaban los gobiernos interiores. El rgimen britnico apareca ahora como modlico para la mayora que derroc a Isabel II. La prosperidad de los propietarios, tanto de los herederos del Antiguo Rgimen como de los enriq uecidos con las desamortizaciones y los nuevos negocios, exiga evitar los pronunciamientos militares, los abusos de camarillas palaciegas, las revueltas y agitaciones campesinas y urbanas; necesitaban desarticular los avances sociales peligrosos, los radicalismos republicanos, las juntas cantonales de la peq uea burguesa y las reivindicaciones del incipiente obrerismo. Para ello deba acordarse un turno pacfico entre los principales partidos, los conservadores de Canovas y los liberales de Sagasta mediante unas elecciones previamente amaadas desde el poder y q ue respondieran a los intereses de la base social del sistema, la que Costa def ini como oligarqua y caciquismo . A pesar del sufragio universal masculino, desde 1890, y de cierto avance legislativo en las libertades individuales, nuevas fuerzas emergentes quedaban fuera de un sistema incapaz de dar cauce poltico y soluciones sociales a la capas resultantes de la industrializacin o de difcil encaje en una organizacin centralista del Estado. No slo el socialismo, los anarquistas, el republicanismo pequeoburgus y el catalanismo incipiente presionaban para modificar la estrecha correlacin entre la dinmica del turnismo dinstico y los intereses sociales que representaban; tambin el campesinado, especialmente en Andaluca, mostraba su anhelo de un reparto de la propiedad ms justo, propiciador de una mejora vital de los jornaleros al comps de la necesaria modernizacin de la agricultura. La frmula restauracionista tendr xitos iniciales; terminar por vencer militarmente al carlismo (1876) y firmar la Paz de Zanjn (1878) con los independentistas cubanos. La muerte del joven rey (1885) reforz la alternancia dinstica que sostuvo la Regencia de Mara Cristina hasta la mayora de edad de su hijo Alfonso XIII (1902). Pero la crisis se aceleraba; la guerra hispanoyanq ui, con la prdida de las colonias (Cuba, Puerto Rico y Filipinas) y la subsiguiente conmocin (el Desastre del 98) anuncia- 28HISTORIA DE ELDA Isa 1858 (Ar Alicante). ban la fase decadente del sistema, su escasa capacidad de regeneracin y adaptacin a nuevas realidades. La reaccin absolutista y el orden liberal Detengmonos para detallar la vida poltica de Elda en un nuevo entorno provincial, una de las primeras reformas del incipiente liberalismo. Javier de Burgos, ministro de fomento en el primer gobierno de la regente, antiguo afrancesado, jefe provincial durante la guerra de independencia, promovi (1833) un decreto de reorganizacin de las Provincias del Reino que ser la base de la administracin del rgimen poltico que implantarn los moderados, y aun se perfeccionar a lo largo del XIX. La nueva legislacin territorial desarroll una gestin centralista que mantuvo rasgos del aparato de la monarqua absoluta del XVIII mejorado por los principios de racionalizacin y centralismo del Estado francs. Espaa qued dividida en 49 provincias, a cuyo frente fue colocado un subdelegado de fomento y jefe poltico superior, antecedente de los gobernadores civiles. Los puntos extremos de cada demarcacin deban estar al alcance de la capital provincial a una jornada de traccin animal. Alicante fue declarada provincia de 2 clase compuesta por diecisis partidos judiciales. La nueva articulacin reforzaba la posicin de Elda en el eje Madrid-Almansa-corredor del Vinalop-puerto de Alicante, aun ms con la conexin ferroviaria a travs del valle desde 1858. La primera organizacin provincial consisti en agrupar los municipios en siete gobernaciones, incluyendo a Elda en la de Orihuela junto con otras poblaciones del Vinalop Medio. No obst ante, en septiembre de 1836, el mapa provincial se basaba en los partidos judiciales de Alcoy, Alicante, Villajoyosa, Callosa dEn Sarri, Dolores, Cocent aina, Dnia, Elche, Jijona, Novelda, Orihuela, Pego, Villena y Monovar al q ue perteneca Elda. La Diputacin Provincial qued constituida en enero de 1836 por un diputado por cada partido judicial bajo la presidencia del jefe superior poltico. En los ltimos meses de 1835 se celebraron elecciones municipales que llevaron alcaldes constitucionales a presi- dir los ayuntamientos. Hasta 1839 la actividad de stos estuvo condicionada por los recursos, siempre escasos, que deban proporcionar para evitar rebeliones de los focos carlistas prximos y las incursiones de mayor peligro procedentes del Maestrazgo. Los ayuntamientos desempearon un importante papel en el liberalismo progresista en su lucha contra el moderantismo hasta 1844. Aun dentro de un modelo centralista y de sufragio censitario, el rgimen local contaba con un nivel de representatividad y autonoma difciles para el liberalismo conservador que acabar por imponer su marcado control. La legislacin derivada de la Constitucin de 1812 estableca un sufragio indirecto; la villa de Elda se encontraba en la escala de 500 a 1000 v ecinos (Elda en 1840 tena 896 vecinos , es decir, 3897 almas segn el Boletn Oficial de la Provincia de Alicante BOPA de 30 de agosto) por lo que le corresponda elegir a nueve electores, quienes a su vez vot aban para nombrar al alcalde, a seis regidores y a un sndico (BOPA, 19 octubre 1836). En 1840 se promulg una Ley de Ayunt amientos que, si bien mantena las elecciones, permita al Gobierno designar de entre los regidores electos a los alcaldes de las capitales provinciales y los jefes polticos de ellas a los alcaldes de los pueblos de ms de quinientos vecinos. A Elda le correspondan 372 electores q ue elegan a once concejales, entre los q ue saldran el alcalde, un teniente de alcalde, ocho regidores y un sndico. Esta ley permanecer vigente con ligeros retoques durante los periodos del moderantismo en el poder. Tras la Revo lucin del 68 la Ley de Ayuntamientos de 1870 ya permiti que los concejales fueran elegidos por todos los varones residentes mayores de veinticinco aos, y los regidores a su vez nombraban al alcalde. Durante todo el periodo tocaba a Elda dotarse de 14 concejales. Esta misma ley servir de referencia en la Restauracin a la Ley Municipal de diciembre de 1876 que la reform con disposiciones centralizadoras. 29Elda: la poltica del XIX CaricaLa Flaca sobr ap l cler El cmo organizar la defensa del orden pblico y la propiedad fue una de las importantes diferencias entre progresistas y moderados. Confiar esta misin en exclusiva al poder municipal o al central diferenciaba a los liberales. Los primeros sostenan que los ciudadanos armados, dirigidos por su alcalde, deban defender las transformaciones del nuevo orden de los ataques carlistas y de los excesos radicales. La Constitucin de 1812 cre las Milicias N acionales cuya actuacin no rebasaba los lmites de la provincia. Disueltas en 1814 resurgen en 1820 y en 1834, que con el nombre de Milicia Urbana fue reglamentada en marzo de 1835 como institucin civil dependiente del Ministerio de la Gobernacin de la Pennsula . Despus de la cada de Espartero (1843) fue disuelta por el gobierno de Gonzlez Bravo para reaparecer en los periodos de crisis y reajuste del liberalismo: en el Bienio Progresista (1854-56), en la Septiembre del 68 los Voluntarios de la Libertad y en 1873 los Voluntarios de la R epblica . Definitivamente dej de existir en 1875; el Ejrcito y la Guardia Civil creada en 1844 asumieron sus funciones. Juan Rico y Amat (1821-70), escritor eldense de larga trayectoria poltica al servicio de los moderados (jefe poltico del distrito de Alcoy, 1847, secretario de los gobiernos civiles de Zaragoza, 1849, Barcelona, 1854, y Alicante, 1867), en su Diccionario de los polticos (1855) valor las tensiones que marcaron a esta institucin: Milicia Nacional.- (...) Durante la guerra civil prest buenos servicios cuando se esgrimi fuera de las poblaciones y dentro de las plazas fuertes; pero caus algunos males cuando se hizo uso de l en las calles y plazas pblicas. [Unos] llaman a la M.N. la salvaguardia de las libertades pblicas, la defensa de los pueblos contra las tiranas del poder. [Otros] la apellidan el foco de las rev oluciones, la fabricadora de pronunciamientos. [Los terceros] creen por experiencia que ese instrumento en manos del pueblo es intil y perjudicial en la guerra de los partidos polticos, asi como necesario y provechoso en una guerra nacional. Segn Samper Alczar (1995), la Milicia Urbana de Elda se form en enero de 1834 con 174 milicianos encuadrados en dos compaas, cada una de ellas con un capitn, un teniente, dos subtenientes, cuatro sargentos y nueve cabos. La tropa elega a los oficiales por dos aos; los sargentos y cabos eran designados por el capitn y el comandante era elegido entre los oficiales. Su nmero ascendi a ms de cuatrocientos hombres entre 183537, ya que se le haba agregado la Milicia de Petrer, coincidiendo con los intentos del carlismo de ganar adeptos fuera de sus principales bases en el Nor te. Comandada por el alcalde de Elda Jos Amat y Amat particip contra las partidas carlistas levantadas por las incursiones de Forcadell en la provincia (1837); tambin se sum a las fuerzas gubernamentales enviadas para reprimir la sublevacin liberal progresista encabezada por el coronel Bon. Su actuacin en estos inestables aos le gan largos mandatos al frente del A yuntamiento durante 1836, 1837-39, 1839-41 y 1843-45. Su figura tiene paralelismos cercanos en Monvar y su alcalde Joaqun Verd Prez; abogado y propietario de tierras y viedos, elegido en las elecciones de septiembre de 1835, jefe de la milicia nacional, en agosto del 36 proclam la restauracin de la Constitucin de 1812, diputado provincial y diputado en las Cortes de 1843; vuelve a ser alcalde de Monvar en 1855, para reaparecer como presidente de la junta revolucionaria local en 1868, culminado su trayectoria como diputado monrquico por el partido progresista en las Cortes constituyentes de 1869. Elda y el Vinalop, territorios abiertos situados en lneas de comunicacin naturales, se vieron afectados por los dos tipos de enfrentamiento que caracterizaron la construccin del Estado liberal en Espaa. Es difcil, al menos por ahora, valorar el apoyo real al carlismo en las tierras del interior valenciano desde Morella y Cantavieja, el bastin fuerte, hasta Alpera, Almansa y el Vinalop hacia Abanilla y Orihuela. Sectores del campesinado y de la pequea nobleza urbana rechazaban desde dcadas atrs las relaciones con nuevas autoridades, la prdida de privilegios o la propiedad compartida de la tierra. La protesta campesina y el bandolerismo en el Trienio (1820-23) enlazaron en ocasiones con la formacin de partidas guerrillas de apoyo al Pretendiente Don Carlos. Los grupos carlistas levantados en armas en Monforte, Nov elda y Petrer fueron denunciados por 30HISTORIA DE ELDA los alcaldes de estas poblaciones el 27 de noviembre de 1833, poco despus de la muerte de Fernando VII, el 29 de septiembre, y el que se considera el primer pronunciamiento carlista el 3 de octubre en Talavera de la Reina (Toledo).El 10 de noviembre de 1833 el alcalde de Novelda alertaba al Ayuntamiento de Elche de que trescientos hombres procedentes de Murcia se hallaban en las inmediaciones tratando de ganar apoyos al carlismo. Estas incursiones impulsaron que las autoridades locales y provinciales organizaran milicias y medios econmicos para evit ar levantamientos de las minoras absolutistas que, si bien contaban con escasos seguidores dispuestos al enfrent amiento armado, gozaban del apoyo de buena parte del clero rural, de los clrigos obedientes al obispo de Orihuela y de la tibieza de los funcionarios fernandinos. Los carlistas trataban de consolidarse como ncleos estables en los pueblos sacudidos por incursiones enviadas desde el Maestrazgo. As, recibido el aviso el consistorio ilicitano decidi enviar a Petrer una fuerza de doscientos hombres. Las amenazas ms graves provinieron de las expediciones dirigidas por Qulez y Forcadell que entraron por Almansa, Caudete y Villena procurando conectar con Orihuela. La situacin de peligro no lleg a ser duradera; el objetivo era exigir dinero, armas y pertrechos a las autoridades si stas no haban conseguido prevenir o rechazar el ataque. En cualquier caso respondan a una estrategia de desgaste y dispersin del ejrcito regular obligado a perseguir estas columnas de la faccin . La necesidad de coordinar esfuerzos con los recursos propios y las milicias nacionales se resolvi desde septiembre de 1836 por una Comisin de Armamento y Defensa de la Provincia, dirigida por militares de carrera y ricos hacendados. En marzo de 1837 mil quinientos carlistas del coronel Domingo Forcadell, lugarteniente de Ramn Cabrera, procedentes de Alpera y Almansa avanzaron sobre Pinoso y Abanilla para entrar poco despus en Orihuela, donde permanecieron desde el 29 hasta el 31 de marzo. Tras reclutar a ms de quinientos jvenes continuaron sin detenerse hasta Elche en direccin a Elda y Villena, en rpida huida ante la con- traofensiva de unidades de tropas y milicianos aportados por Alicante, Elche, pueblos del Bajo Segura y del Vinalop: Aspe, Novelda y Monvar. En esta poblacin entonces amurallada se concentraron 5.000 infantes y 300 jinetes qu e inhibieron el ataque, pero no evit aron que partidarios internos se unieran a los carlistas y mataran a varios milicianos nacionales. Al ao siguiente se produjeron en Pego, Denia y Villena los ltimos intentos del carlismo por extenderse hacia el sur sin resultados. La paz de Vergara (1839) y la toma de Morella (1840) por los gubernamentales estabilizaron el rgimen liberal. La mayora de edad de Isabel II abri un periodo de preponderancia moderada. La nueva oligarqua de propietarios necesitaba mantener la estabilidad poltica como base de la prosperidad material; entendan que el orden deba suceder a la poca revolucionaria, deseaban armonizarla con las libertades pero no dudaron en suspender las garantas constitucionales, reducir la representatividad electoral y usar la fuerza cuantas veces temieron que nuevos avances revolucionarios o sociales pudieran hacer peligrar el equilibrio del Estado que construan con afn organizativo. El partido moderado era heterogneo, aglutinaba a ex-carlistas, doceaistas, antiguos exaltados evolucionados a conservadores y los fieles dinsticos. stos eran la tendencia menos liberal. El ala izq uierda estaba representada por los puritanos, partidarios de un entendimien- 31Elda: la poltica del XIX Emilio Castelar I Rep234blica Espa226ola, r por Cebri207n (Re Fiestas Ma ). to con los progresistas y de respetar las leyes y libertades tal como figuraban en la Constitucin de 1837. El centro no admita el dilogo ni con los carlistas ni con los progresistas; su dirigente el general Ramn Narvez, el Espadn de Loja, fue quien ocup durante la mayor parte la jefatura de gobierno y configur el rgimen al redactar las ms importantes leyes del moderantismo y la constitucin de 1845. El autoritarismo imperante provoc en 1844 que la provincia y Elda se vieran afectadas por el intento de los progresistas de generar un amplio movimiento urbano, con apoyo de sectores militares, contra la Ley de Ayuntamientos impuesta por los moderados. El plan fracas fuera de Alicante y Cartagena; tam poco tuvo xito en Elche, Alcoy y Cocentaina. El coronel de carabineros Pantalen Bon, procedente de Valencia al frente de un destacamento enviado para perseguir a contrabandistas, se adue con rapidez de Alicante el 28 de enero, nombr una junta de gobierno afn y esper en vano la adhesin de o tras plazas. Con este objetivo intent el 31 entrar en Alcoy por asedio; rechazado en una primera tentativa, tuvo el 5 de febrero un enfrentamiento con las tropas de Pardo, comandante general de Murcia, en los campos circundantes a Elda. Derrotado, regres a Alicante dispuesto a una resistencia numantina. Nicasio Camilo Jover en su R esea Histrica de la Provincia de Alicante (1862) nos proporciona una imagen de la Bat alla de Elda . Las fuerzas de Bon situadas en Petrer sumaban mil quinientos infantes, ochenta jinetes y dos piezas de artillera en el llano de las Casas de Santa Brbara. Recibi a las de Pardo que salan de Elda, ochocientos soldados y sesenta caballos, aumentadas con trescientos milicianos eldenses. Segn el informe del propio Pardo, recogido por el cronista Jover, los gubernamentales v encieron gracias a su valor y acertada direccin. Pero Bon relata un desenlace distinto; una falsa rendicin de aquel gener desconcierto que fue aprov echado para deshacer sus posiciones. La sublevacin qued sofocada con la llegada el da 7 del capitn general de Valencia, Federico Roncali, premiado por su actuacin en estos sucesos con el ttulo de Conde de Alcoy. El general est ableci un fuerte bloqueo sobre Alicante donde finalmente entr el 7 de marzo y aplic una dura represin: fusilamiento de Bon y sus seguidores, encarcelamientos, deposicin de alcaldes sospechosos de progresismo y elevadas contribuciones econmicas. Tambin dispuso con anterioridad una serie de medidas polticas tendentes a acentuar el control del Gobierno sobre la Diputacin provincial y los ayunt amientos. El 5 de febrero celebr sesin constituyente de la Diputacin en Alcoy convocando a los diputados fieles por los partidos judiciales de Alcoy, Cocentaina, Dnia, Pego, Elche y Villena y tachando de Gefes de la Rebelin y apartados de sus cargos a los diputados por Alicante, Villajoyosa, Novelda y Monvar. Al mismo tiempo fue disuelta la Milicia Nacional y las funciones de orden pblico encargadas a la Guardia Civil, creada en octubre del mismo ao. Segn el profesor Daz Marn, el apoyo prestado por la milicia nacional de Elda a las tropas de Pardo fue decisivo en la victoria realista y evidencia las contradicciones que afectaban al liberalismo, una fuerza al servicio del liberalismo progresista fue utilizada para frenar la revolucin por los moderados en el poder. El dispositivo de vigilancia militar dirigido por la capitana general de Valencia y Murcia se basaba en la comandancia general de la provincia, con sede en Alicante, y dos Cantones Militaresen Alcoy y Yecla que controlaban las comarcas interiores y el Vinalop. No obst ante, no evitaron intentos fracasados pero significativos de oposicin, concentrados en la ciudad de Alicante y La Marina donde se alzaron partidas carlistas y republicanas durante 1848-49. El sistema poltico evolucion hacia un rgimen de camarillas; la Revolucin del 54 fue el resultado de la corrupcin generalizada y del favoritismo con que los moderados condujeron la poltica econmica y financiera. Del mismo seno del partido moderado surgi un pronunciamiento frente a la fraccin ms conservadora. Parte de los progresistas acercaron sus posiciones al intento del general ODonnell por renovar el funcionamiento de las instituciones con un nuevo partido, la Unin Liberal, cuyos xitos fueron insuficientes para integrar a las fuerzas que pugnaban por democratizar la representatividad, incluso suprimiendo la monarqua o, al menos, a la reina. 32HISTORIA DE ELDA Auge democrtico y reaccin conservadora Las dcadas 1850-60 irn desarrollando las opciones ms radicales y antidinsticas, demcratas y republicanas, que pronto pasarn a un primer plano. La cada de ODonnell (1863) y el reajuste ministerial apart a los progresistas de acceder al poder por vas legales. Faltaba una grave crisis econmica (1866) de amplia repercusin en la burguesa y clases populares para que los partidos progresista, demcratas y republicanos firmaran en Ostende, Blgica, un pacto de accin para abrir un periodo constituyente sin los Borbones. Las fuerzas opositoras organizarn sus bases de apoyo especialmente en las localidades en que los artesanos, jornaleros y pequeos propietarios eran abundantes. En los tres aos anteriores a la Rev olucin del 68 los ncleos ms activ os anti-isabelinos fundaron asociaciones que prepararon la conspiracin. En Alicante (1864), la Tertulia de Alicante, progresista, y el Crculo de Artesanos , demcrata, fundado por Eleuterio Maisonnave. Al ao siguiente se presentaron el Crculo Democrtico de Alcoy y el Crculo Popular de Elche . Dos figuras inf luyentes en la provincia comienzan a dibujar su importante protagonismo en la Setembrina: Francisco Javier Carratal, director del diario progresista El Eco de Alicante, y Eleuterio Maisonnave Cutayar, fundador de la revista demcrata Fgaro. Los preparativos para la revolucin se fueron intensificando desde las primeras semanas de 1868, mientras el Gobierno a travs de los gobernadores civiles acentuaba las medidas de represin y vigilancia poltica. El 18 de septiembre se sublev la escuadra anclada en Cdiz; el 21 se produjeron dos estallidos revolucionarios en Alicante y Alcoy. En la primera se dieron choques armados con la Guardia Civil y tropas gubernamentales que controlaron inicialmente el levantamiento. En Alcoy triunf la sublevacin dirigida por una junta presidida por Agustn Albors. La reaccin vino pronto; se declar el estado de guerra en el distrito militar de Valencia y el 27 los alcoyanos se rinden ante las fuerzas enviadas desde Valencia y Albacete. Albors formar una par- tida que operar en el rea montaosa de La Marina. Estas partidas revolucionarias prepararn en las zonas rurales el futuro triunfo revolucionario e inculcarn mensajes con objetivos sociales ms radicales que confiaban conseguir en una repblica federal. Desde 1866 la orla norte provincial vena siendo zona de actuacin espordica de las partidas, o gavillas , de Palloc y de Toms Bertomeu, Tomaset de Petrer . En los ltimos meses del 68 dos dirigentes radicales agitarn con pequeos grupos armados: Froiln Carvajal Rueda, director de La Revolucin , peridico del federalismo en Alicante, operando entre Elda, Villena y la F oia de Castalla, y el ilicitano Emigdio Santamara que recorri Elche y la Vega Baja hasta enfrentarse en Orihuela con los gubernamentales el 27 de septiembre. El objetivo de estos grupos era el hostigamiento mediante la tctica de guerrillas, provocar la f ormacin de juntas revolucionarias y reclamar dinero y vveres a los ayuntamientos. No eran grupos numerosos; las partidas de Carvajal, Bertomeu y Palloc llegaron a sumar entre doscientos y trescientos hombres cada una. Otras aun eran ms reducidas en miembros y radio de accin; la del impresor Jos Marcili Oliver, en Alicante, y la de Camilo Prez Pastor, en Pego. Procuraban actuar coordinamente, con rapidez y cortando las vas del ferrocarril Alicante-Madrid y los hilos y aparatos telegrficos. As, el 22 de septiembre Palloc y sus hombres se encontraban en Beneixama de donde pas a Biar, mientras qu e la partida de Toms Bertomeu y Carvajal entraban en Elda, quemaron un retrato de Isabel II, formaron una junta revolucionaria y salieron hacia Monvar con sesenta y tres duros y siete carabinas. Momentneamente el gobierno isabelino domin la situacin, pero tras el triunfo de los insurrectos en Alcolea las autoridades ni intentaron mantenerse en los cargos. El 21 de septiembre el gobernador civil huy de Alicante y se disolvi el Ayuntamiento; los revolucionarios tomaron el poder en los principales pueblos de la provincia y 33Elda: la poltica del XIX Eleuterio Maisonna alicantino cer Castelar constituyeron juntas que asuman la autoridad local. La composicin de la junta alicantina ref lejaba la dualidad social presente en el proceso. Los republicanos harn suyas las reivindicaciones de los grupos populares y de sectores de la pequea burguesa que quedarn plasmadas en los programas de las juntas, pero tambin en stas estaba la burguesa dirigente que no perder el control del proceso poltico. Unionistas, progresistas y los republicanos ms moderados mantendrn a las juntas dentro de lmites que no pusieran en peligro sus intereses econmicos y la hegemona social. El 4 de octubre se celebraron por primera vez elecciones por sufragio univ ersal masculino para los mayores de v einte aos. En Alicante ciudad los republicanos obtuvieron el 53% de los votos, el 47% restante fue a los partidos monrquicos. El 5 de octubre se celebr elecciones para la Junta Revolucionaria de la Provincia q ue qued formada por Toms Espaa Sotelo, monrquico, presidente, Eleuterio Maisonnave, republicano, secretario, y los vocales Jos Poveda Escribano, Jos Garca Lpez, Jos Rizo, Jos Marcili Oliver, Juan Mas, Jos Vicient, Francisco Mingot, Jos Maria Soler, Rafael Chamorro, Vicente Galiana, Sabas Pinillos, Manuel Aus Monz, Joaqun Guardiola, Anacleto Rodrguez, Antonio Penalva y Gaspar Beltrn. La junta electa asumi atribuciones provinciales, se encarg de supervisar la f ormacin y elecciones de otras juntas locales. Tambin procur prioritariamente la conservacin del orden pblico en la ciudad y la provincia. En el mbito rural fue ms difcil conseguirlo. La junta provisional de Alicante disolvi la guardia rural y solicit a los jef es de las partidas revolucionarias que garantizasen el orden y la propiedad; pero el radicalismo social de estas partidas armadas, compuestas por jornaleros en paro comandados por republicanos f ederales, inquietaron a la burguesa que acord la disolucin de estas gavillas; stas no lo aceptaron y continuaron activas. La Columna Republicana de Carvajal se mantuvo hasta enero de 1869 para evitar levantamientos carlist as; la tensin llegar al enfrentamiento abierto entre las partidas y los dirigentes locales cuando la Diputacin orden a los ayuntamientos que dispusieran medidas para garantizar la propiedad y el orden pblico. En estos momentos la accin de las juntas animadas por los sectores ms moderados de la burguesa, se desligaba y enfrent aban a los republicanos ms radicales. La moderacin de este rgano volvi a manifestarse cuando el 21 de octubre el Gobierno provisional desde Madrid decret la disolucin de las jun- tas locales y obedeci sin resistencias. A partir de este mo-mento se estabiliz el fun-cionamientoadministrativo provin-cial. El 21 de noviem-bre, bajo la presiden-cia del gobernador ci-vil Manuel GonzlezLlana, tomaron pose-sin los diputadosprovinciales de Callosa dEn Sarri, Dnia, Pego, Dolores, Orihuela, Villajoyosa, Jijona, Villena, Alicante (Rafael Aus), Elche (Emigdio Santamara), Alcoy (Rafael Santonja) y Monvar, que inclua a Elda, representada por el antiguo progresista y terrateniente vinatero Joaqun Verd Prez. Disueltas las juntas, en las elecciones municipales de diciembre del 68 con sufragio universal masculino, las candidaturas republicanas obtuvieron la mayora en Alicante, Elche y Alcoy, mientras que los monrquicos consiguieron los ncleos rurales del interior. El 1 de enero del 69 tomaba posesin de la alcalda alicantina el republicano Eleuterio Maisonnave, figura decisiva en la orientacin moderada que adopt el republicanismo. Desde la deposicin de Isabel II la dinmica provincial estar protagonizada por dos grandes formaciones polticas que pondrn en prctica las dos formas de gobierno del Sexenio: la monarqua constitucional y la repblica, basadas en el sufragio uni- 34HISTORIA DE ELDA Retra versal. Los primeros estarn constituidos por los unionistas y los progresist as, reorganizados en otoo del 68 al formar el Partido Monrquico Liberal, ms ta rde denominado Constitucional, nombre del diario alicantino que ser su portavoz desde octubre de 1871 y exponente del liberalismo sagastino en los primeros aos de la restauracin. Los republicanos crecern en la ciudad de Alicante con la fusin a finales de octubre del 68 de dos sociedades demcratas, el Circulo de Artesanos y Los Amigos de la Libertad . Tambin en el resto de la provincia se fundarn centros republicanos, destacando los de Elche, Alcoy y Elda, para difundir el mensaje republicano y organizar los comits electorales. Contaban con una composicin heterognea que derivar en la divisin interna que afrontar el republicanismo entre 1869-73, y que en los inicios de la Restauracin desembocar en diversas organizaciones polticas. Agrupaba a capas de la pequea burguesa local, a jornaleros, artesanos y obreros, junto con miembros de la alta burguesa comercial y de negocios, los fabricantes alcoyanos del textil y grupos vinateros ligados a la produccin y exportacin de caldos a los mercados europeos, preferentemente al francs. A lo largo del Sexenio se publicarn varios peridicos vinculados a las div ersas tendencias republicanas; algunos con proyeccin provincial, entre los que destacan La Revolucin, El Derec ho y El Deber , La Repblica Espaola , El Municipio, El Nuevo Municipio y El Independiente . Hasta enero de 1870 el comit electoral republicano se encarg de la coordinacin del partido en la provincia y la ciudad de Alicante, para entonces constituir un comit provincial. Los republicanos federales de sta impulsaron la fundacin de clubs federalistas en las pequeas poblaciones que sirvieran de redes de apoyo electoral a sus candidatos y medios de formacin poltica. El club republicano de Elda estaba presidido por Jos Joaqun Gonzlez Amat junto a otros eldenses, Juan Antonio Maestre, Gaspar Santo Baeza, Jos Pay Olcina y Francisco Santos Ferrando. Del 15 al 18 de enero tuvieron lugar las elecciones a diputados a Cortes. El comit republicano present como candidato a Emilio Castelar Ripoll, muy conocido en Elda, Elche, las lo- calidades del Vinalop y Alicante y apoy al resto de las candidaturas republicanas presentadas en su circunscripcin: Emigdio Santamara, Ramn Lagier Pomares, Eleuterio Maisonnave y Jos Fernando Gonzlez. La candidatura oponente monrquica present aba a Francisco Javier Carratal, Toms Capdepn Martnez, Luis Santonja Crespo, Antonio Rivero, Julin Espins, Toms Espaa Sotelo, Jos Reus Garca y Juan Antonio Rascn. La may ora de votos a la opcin monrquica se tradujo en un mayor nmero de diputados; por la circunscripcin de Alicante (inclua a Elda) resultaron electos Carratal, Capdepn y Santonja y los republicanos Emigdio Santamara y Maisonnave; por la circunscripcin de Alcoy slo el republicano Agustn Albors y los monrquicos Antonio Romero Ortiz, Nicols Mara Rivero y Jos Abascal. En general, los monrquicos ganaron en las reas rurales mientras que los republicanos lo hicieron en los ncleos urbanos. Igualmente stos se inclinaron por candidatos locales (Elche, Santamara, Alcoy, Albors y Alicante, Maisonnave) frente a la figura prestigiosa e inf luyente en la capital de Castelar, quien favorecer la ascendente carrera poltica del joven Maisonnave (1840-90). La aprobacin por las Cortes resultantes de la Constitucin de 1869 y de la monarqua democrtica no fue aceptada por amplios sectores de las bases republicanas proclives al federalismo y a la confrontacin con los monrquicos. La ruptura definitiva de la coalicin antidinstica se plante con crudeza a raz de los pactos federales y la insurreccin de octubre de 1869. Desde mayo los federales de la provincia se integraron en el Pacto de Tortosa suscrito por representantes de los territorios de la antigua Corona de Aragn. Los tres diputados por Alicante t ambin firmaron el Pacto, aunque hicieron pblico un escrito en el que pedan conservar la calma y el orden. La suspensin de las garantas constitucionales en abril y una sublevacin carlista a comienzos del verano del 69 generaron un tenso ambiente que provoc la preparacin de la insurreccin f ederal de octubre. La base organizativa la proporcion la red de clubs o crculos republicanos federales que se multiplicaron durante estos meses por las 35Elda: la poltica del XIX Po rtada de la Constituci227n Espa226ola de 1876, que r la Monar comarcas, tanto en las principales localidades como en pequeos ncleos rurales. En el Vinalop y su entorno se fundaron crculos en Alicante, Jijona, Alcoi, Alcoleja, Agres, Villena, Sax, Petrer, Monvar, Novelda, Aspe, Pinoso, Elche, Crevillente y Orihuela. En Elda el Club Republicano Federalse instal en la planta baja del Casino. Era su presidente Francisco Rico; secretario, Antonio Vidal; vocales, Bonifacio Prez, Gaspar Santo, Pedro Romero, Luis Juan y Jos Mara Neza. La figura de Castelar se populariz en extremo en estos momentos. El 24 de noviembre visit Elda recibiendo una amplia acogida por sus simpatizantes. Al da siguiente fue a Alcoy y recibi idntico reconocimiento en proporcin al nmero de sus habitantes, 15000 personas le esperaban, segn el peridico f ederal de Alicante La Revolucin, que en polmica con el diario madrileo Las Novedades argumentaba la exactitud del nmero de quienes le aclamaron. Las manifestaciones se sucedan por casi todas las comarcas con un frente comn de reivindicaciones; pedan la abolicin del injusto sistema de recluta (l as quintas y las matrculas de mar ), la abolicin de la esclavitud en Cuba, la separacin de la Iglesia y del Estado y la repblica federal. El 5 de diciembre se produjo un movimiento de estas caractersticas en Crevillente. El 6 en Alicante fueron siete mil manifestantes republicanos. Y el lunes 8 en Petrer quinientas personas tras una gran bandera roja con el lema R epblica Federalpartieron desde la plaza de la Constitucin, donde el alcalde Jos Rico Amat anim a la pronta instauracin del federalismo, hacia la plazuela de la ermita de San Bonifacio; all Francisco Ponti y T oms Bertomeu pronunciaron discursos de agitacin. El 9 de diciembre este ltimo y sesenta y siete republicanos ms, en nombre de Villena, Petrer, Agost, San Vicente y Aguas de Busot, elevaron un escrito al presidente del Gobierno provisional en el que reclamaban q ue se realizasen todas las aspiraciones del programa revolucionario proclamado en septiembre, y advertan de que de no ser as le retiraran cualquier apoyo. El movimiento federalista tuvo su articulacin clave con la reunin y firma en Tortosa, el 18 de mayo de 1869, de un Pacto que pretenda ser el inicio de la construccin de la Repblica. El comit republicano de Alicante se adhiri a los acuerdos al da siguiente de ser f irmados. El 27 del mismo mes el comit republicano nacional declar su completa adhesin al acuerdo tomado en Tortosa por las provincias que compusieron la antigua Corona de Aragn, y pidi a los dems comits que desarrollaran la Confederacin Ibrica . Al da siguiente los diputados republicanos de Aragn, Catalua y Valencia declararon en Madrid que en este movimiento federal no hay peligro alguno para la unidad de la patria, para la unidad de nuestra Espaa [...] sino culminar la unin federal con Portugal y comenzar la construccin de Los Estados Unidos de Europa . Adems de Pi i Margall, Figueras y otros, firmaron los diputados Agustn Albors, Emigdio Santamara, Castelar y Maisonnave. La Constitucin fue aprobada por las Cortes el 6 de junio del 69; paralelamente el pretendiente carlista Carlos VII avisaba desde Pars de nuevos alzamientos, que en nuestro entorno fueron fo cos muy localizados en pequeos ncleos de la sierra Aitana y en las inmediaciones de Monovar; fcilmente fueron controlados por los Voluntarios de la Libertad de Alcoy y Cocentaina, fuerzas de la Guardia Civil y del grupo de Toms Bertomeu. El mes de octubre fue el de las sublevaciones federales, especialmente en Aragn, Catalua, Valencia, Murcia y Andalucia. Las partidas comandadas por Bertomeu ( Tomaset ), Camilo Prez Pastor, Palloc y Froiln Carvajal actuaron sin xito frente a la represin gubernamental que fusil a ste en Ibi y destituy a los ayuntamientos de Alcoy, Alicante y Elche. La inf luencia de Maisonnave al desautorizar los planes de Carvajal desanim a muchos federales. Antes de morir Froiln coment q ue le secundaron los pocos, pero buenos hijos de Alicante , junto con los republicanos de San Vicente, Villena, Novelda, Monovar, Petrer y Elda. El fracasado levantamiento republicano produjo una profunda escisin q ue acab con el Pacto Federal de Tortosa y los que le siguieron. La posicin de Pi i Margall result fortalecida pese a crecer la tendencia unitaria represent ada por Castelar y Maisonnave, alcalde nuevamente de Alicante tras las elecciones de enero de 1870. En marzo una asamblea general del partido eligi un directorio de orientacin federal, al que 36HISTORIA DE ELDA Escudo de Elda en 1884. se enfrentaron los unitarios oponiendo una Declaracin de la Prensa suscrita por los peridicos republicanos madrileos (7 de mayo). Los enfrentamientos personales y una agotadora disputa ideolgica se extendieron por todos los mbitos republicanos. El Crculo R epublicano de Alicante con su comit cerr filas en torno a Maisonnave abierto partidario del unitarismo def endido por Castelar; pero no as los clubs federales ms radicales que desautorizaron al comit local. El propio Comit Republicano Federal de la Provincia de Alicante qued dividido entre los seguidores del directorio del partido y los que se adherieron a la Declaracin de la Prensa. Los primeros cont aron con el apoyo de las organizaciones de Torrevieja, Villafranqueza, Villajoyosa, La Nucia, Callosa dEn Sarri, Calpe, Trbena, Benifallim, Sax y el comit federal del distrito de Monvar, integrado por Jos Aparicio (Monvar), Joaqun Llorens (Novelda), Francisco Ponti Villaseca (Petrer) y los representantes de Elda Jos Pay y F rancisco de Paula Rico. Promulgada la Constitucin de 1869, las Cortes aprobaron una amplia legislacin que deba desarrollar los principios constitucionales y democratizar el funcionamiento de las instituciones del Estado hasta el nivel de la gestin municipal. La inestabilidad gubernamental, la guerra de Cuba y la insurreccin carlista obstaculizaron los proyectos que intentaron afianzar la monarqua de Amadeo de Saboya (noviembre 1870-febrero 1873). El rey finalmente abdic y el Congreso y el Senado, reunidos en asamblea nacional, proclamaron la Repblica de forma ordenada y pacfica. Se mantuvo el aparato estatal heredado de la monarqua mientras no se aprobase una nueva constitucin. Pronto se hizo evidente el contraste entre el Gobierno, preocupado por el mantenimiento del orden, y las bases federales frustadas en sus intentos de construir un nuevo Estado de abajo hacia arriba que atendiese sus reivindicaciones sociales inmediatas: reparto de tierras, abolicin de las quintas y del impuesto de consumos, reduccin de la jornada y aumentos salariales, proteccin del trabajo infantil y enseanza obligatoria gratuita. En el seno de los republicanos se fueron perfilando los co- nocidos como benvolose intransigentes , segn se optase por la lentitud del proceso constituyente o la inmediata proclamacin del federalismo. Las elecciones a cortes tuvieron lugar bajo la consigna de la abstencin preconizadas por los carlistas, los alfonsinos, los radicales dirigidos por Ruiz Zorrilla, escindidos por la izquierda de los progresistas liderados por Sagasta y las organizaciones obreras ligadas a la I Internacional. Los votantes, todos los varones mayores de 25, participaron con casi un 40%, lo que signif icaba una hostilidad hacia el nuevo rgimen. Si a este factor aadimos la confrontacin interna en la mayora republicana (343 escaos) entendemos el rpido deterioro del sistema: breves gobiernos sin apoyos parlamentarios est ables y abocado al uso de la fuerza para sofocar al carlismo y a las insurrecciones cubana y cantonales de los f ederales intransigentes. El resultado fue la rpida sucesin de cuatro presidentes de la Repblica y un proyecto de constitucin f ederal (1873) que no lleg a aplicarse. El ambiente general de crisis de conf ianza de los grupos econmicos inf luyentes y la creciente conspiracin alfonsina en el ejrcito fueron preparando la Restauracin borbnica. Las sublevaciones cantonales que se sucedieron desde julio de 1873 aceleraron el advenimiento de la Monarqua como solucin de orden social. Excepto vila y Salamanca, el movimiento cantonal se extendi por Andaluca y el Mediterrneo: Cdiz, Sevilla, Andjar, Bailn, Granada, Mlaga, Cartagena, Murcia, Almansa, Valencia, Castelln y otras ciudades, dirigido por las propias autoridades o por juntas revoluciona- 37Elda: la poltica del XIX Po tada de El Bien General, el m207s antiguo de los peri227dicos eldenses conser rias. Entre julio y agosto el gobierno de Salmern sofocar militarmente a los cantones; el ltimo en resistir fue el de Cartagena hasta enero de 1874. Tambin el gobierno increment la represin contra las organizaciones de la Internacional, atemorizada la opinin conservadora por los sucesos de Alcoy. Aqu la insurreccin tom la forma de lucha social. La Comisin Federal internacionalista organiz una huelga general el 8 de julio. Fue seguida por nueve mil huelguistas reivindicando la jornada de ocho horas y un aumento salarial de dos reales diarios. El alcalde republicano Agustn Albors y los patronos no lo aceptaron. El enfrentamiento fue violento (La Revoluci del Petrolio) y dura la intervencin del ejrcito enviado desde Valencia prolongada por una larga represin posterior. Tras la dimisin voluntaria de Salmern, por ser contrario a la pena de muerte y negarse a firmar unas sentencias propuestas por la autoridad militar, pas la presidencia de la Repblica a Emilio Castelar (del 6 de septiembre de 1873 al 3 de enero de 1874) cuyo eje de actuacin era ante todo rest ablecer el orden pblico para consolidar el rgimen, fortalecer los instrumentos de poder mediante la colaboracin de generales simpatizantes de la causa alfonsina. stos sern utilizados para evitar el desplazamiento hacia la izq uierda del rgimen cuando Castelar perdiera la cuestin de confianza en la sesin de las cortes del tres de enero. El general Pava disolvi a la fuerza el parlamento; el general Serrano form un Gobierno provisional en espera de unas Cortes ordinarias cuando el rgimen hubiera impuesto su nocin de orden nacional . Combatido por carlistas y federales, los alfonsinos esperaban su momento cifrado en el deterioro global, poltico y econmico de la interinidad q ue representaba la dictadura personal de Serrano. En diciembre de 1874 todas las condiciones para la restauracin monrquica estaban maduras. El 29 la proclamacin en Sagunto de Alfonso XII por el general Martnez Campos fue la expresin de la impaciencia de los militares alfonsinos. El 31 se constituy un ministerio-regencia presidido por Antonio Cnovas del Castillo que emprendera la institucionalizacin de un rgimen liberal-oligrquico.El liberalismo autoritario El sistema poltico de la Restauracin posea rasgos especficos de Espaa pero responda en general a una tendencia comn en otros pases europeos de la poca. Se trataba de un rgimen parlamentario pero con fuertes limitaciones en la expresin de la soberana nacional condicionando el voto y con ciert as dosis de autoritarismo. No se trataba de una dictadura pero este rgimen liberal slo serva a un bloque social oligrquico que impeda la democracia poltica al resto de la sociedad. La dinmica de partidos se basaba en la alternancia pactada al poder utilizando las instituciones centrales y locales y las redes caciquiles, entendidas como la prctica cotidiana de relaciones de poder desde los municipios hasta el gabinete ministerial, representado en la provincia por el gobernador civil. El entramado de personas y grupos que constituan la vida poltica se gestaba laboriosamente, en continua reelaboracin para mantener el equilibrio de intereses. Hasta el cambio de siglo los dos partidos dominantes, los dinsticos conservador y liberal, alternaron en el poder de forma controlada y preestablecida. La introduccin del sufragio universal masculino en 1890 no alter este turno ya que los mecanismos de control de los caciques permitan neutralizar a la oposicin de izquierda y derecha. No obstante, desde esta fecha el juego de alianza ser ms complejo y la conf lictividad ir en ascenso al man- 38HISTORIA DE ELDA Retra pol222tico eldense. tener fuera a los republicanos, socialistas y nacionalistas que canalizarn un creciente apoyo social.A principios de siglo Rafael Altamira distingua cuatro zonas provinciales: La Marina, Centro, el Segura y LAlcoi-Comtat; aproximadamente se correspondan con las reas de inf luencia de los caciques notables de Alicante que la prensa liberal distingua hacia 1880. Joaqun Ordua Feliu era el cacique conservador de La Marina, que ser sucedido por su sobrino Antonio Torres Ordua a mediados de los ochenta. El arco montaoso norte, buena parte de los partidos judiciales de Jijona, Alcoy y Villena, era el dominio del conservador marqus de Villagracia y ms tarde de su hijo el conde de Buol. En la Vega Baja del Segura, los partidos judiciales de Dolores y Orihuela, el cacicato pas de Andrs Rebagliato Pescetto a en 1885 tras su muerte, al liberal Trinitario Ruiz Capdepn y a su hijo Trinitario Ruiz Valarino. Elda estaba enmarcada en el rea de inf luencia de Alicante, pero no exclusivamente, puesto que los intereses caciquiles en torno a VillenaBiar le afectaban. La red viaria y la organizacin administrativa facilitaban la formacin de las redes clientelares. La conexin viaria de Elda con el centro poltico provincial, el gobernador civil, era comparativamente ptima; contaba desde 1858 con el ferrocarril Madrid-Alicante y la carretera de primer orden Alicante-Ocaa, paralela a la frrea, cumpliendo el plan general de carreteras del Estado aprobado en 1877. Sobre esta realidad se superpona las demarcaciones poltico-administrativas. La provincia fue dividida en catorce partidos judiciales; en la cabecera de cada uno de ellos se estableca el Juzgado de primera instancia y el Registro de la propiedad. Para las elecciones provinciales a la diputacin los distritos se configuraron siguiendo est as demarcaciones; con la Ley Provincial de 1882 se estableci que agrupados dos distritos judiciales prximos fueran distrito electoral; los partidos de Nov elda y Monvar, ste inclua a Elda, conformaban el distrito de Novelda. En cuanto a las elecciones generales, la inclusin de Elda en los sucesivos distritos electorales fue estable. La Ley Electoral de 1878 cre la circunscripcin de Alicante, resultante de la fusin de los antiguos distritos de la poca mo- derada, Alicante, Elche y Monvar, en la que se elegan tres diputados a Cortes. En estos distritos plurinominales se limitaba el voto, slo se poda vot ar a un mximo de dos candidatos entre los tres, por lo que se aseguraba la representacin de las minoras. Los cacicatos provinciales no experimentaron graves tensiones entre ellos; despus de la implantacin del sufragio universal masculino (1890), hacia 1893, q uedaron claramente delimitadas tres esferas caciquiles que actuarn como grandes redes clientelares en los conf lictos y pactos para el control electoral y de las instituciones: la Huerta del Segura (Orihuela y Dolores), La Marina (Denia, Pego y Villajoyosa) y la circunscripcin de Alicante. Villena y Alcoy perdern peso poltico al ser absorbidas en otros distritos para las elecciones provinciales. Elda estuvo en el periodo que nos ocupa bajo la influencia del conservador cacique de Biar , Luis Santonja Crespo (1823-97), marqus de Villagracia, rico propietario cuyo radio de control alcanzaba el partido judicial de Villena y la mitad norte de la circunscripcin de Alicante. En las elecciones a Cortes y provinciales de 1879 apoy al republicano posibilista Eleuterio Maisonnav e, casado con su hija M Luisa Santonja Almella (fallecida en 1881), para q ue resultara elegido diputado por la minora en la circunscripcin de Alicante, y al ao siguiente permiti que saliera por la minora un posibilista diputado provincial por Monvar. Santonja era 39Elda: la poltica del XIX Mar222a Cristina, Re Espa226a durante la minor222a de su hijo Alf de la faccin de los conservadores de Romero Robledo, enfrentado a los canovistas Antonio Campos Domnech y Ordua, que respectivamente controlaban la circunscripcin de Alicante y La Marina y acordaron desplazar a Santonja de la Diputacin. Campos fue elegido presidente de la corporacin y Francisco de Paula Orts vicepresidente, en sustitucin del abogado eldense Jos Maestre, lugarteniente de Santonja y cacique local de Elda y Petrer. Los conservadores alicantinos recibieron la instruccin de Cnovas de aceptar la jefatura, nunca plenamente consolidada en la circunscripcin ni mucho menos en la provincia, de Jos de Rojas Galiano (1850-1908), marqus del Bosch de Ares. En 1878 inici su carrera como diputado provincial; procedente del partido moderado se integr en el partido conservador (1882) aportando su influencia en el partido judicial de Elche. Pero la circunscripcin alicantina era un mbito de fuertes contradicciones entre las principales facciones conservadoras. La tensin fue mxima cuando para las elecciones a Cortes de 1884; Luis Santonja Almella, conde de Buol e hijo del marqus de Villagracia, y el marqus del Bosch pactaron directamente con el gobierno su eleccin como diputados, frente al rechazo del comit local de Alicante opuesto a los Santonja por su apoyo a Maisonnave que recoga en la ciudad muchos votos. El conde de Buol (1851-1906) fue diputado a Cortes por Alicante y Villena en varias legislaturas. Su hombre de conf ianza en Elda y Petrer era Jos Maestre Vera (Elda, 1851-1921) al que colocaron como presidente de la Diputacin, controlando los cargos corporativos para refor zar su inf luencia en la circunscripcin. Al morir Alfonso XII (1885) se produjo una divisin en el partido conservador entre los canovistas la mayora del comit de Alicante y los seguidores de Romero Robledo que recibi la adhesin de los diputados autctonos elegidos por Alicante en 1884, el conde de Buol, Antonio Torres Ordua y Jos Moreno Leante; de manera que el 1886 el reparto de reas de influencia de los conservadores dej a los canovistas los distritos de Alcoy (Molt), Jijona (Barn de Ariza), Alicante (Campos), Elche (marq us del Bosch) y Dolores (conde de Va Manuel); el resto para los caciques Ordua (Pego, Denia y Villajoyosa), conde de Buol (Villena y Valles del Vinalop) y Matas Rebagliato (Orihuela). No haba un poltico reconocido por los caciques como dirigente provincial. Las relaciones de fuerza estaban muy equilibradas; el conde de Buol, romerista, controlaba la zona norte de la circunscripcin de Alicante, el Vinalop Alto y Medio, pero los canovistas de Campos dominaban en la capital. En 1886, coincidiendo con el Gobierno Largo de Sagasta, el partido conservador en la oposicin se plante en Alicante cohesionar al mximo sus integrantes. La muerte de Campos en 1887 facilit el liderazgo de los canovistas marqus del Bosch en Alicante y del conde de Va Manuel (1836-1907), ex diputado por Dolores en 1876, 1879 y 1884, como presidente provincial. ste recibi el apoyo de numerosos caciques locales, entre ellos los de Monvar (Ciro Prez), Novelda (Antonio de Paula Orts) y Sax (Pascual Juan Daz). No obstante no consiguieron atraer a Joaqun Ordua y su sobrino Antonio T orres Ordua y la red clientelar de La Marina. Lo mismo sucedi con el conde de Buol que desde su distrito de Villena negociaba directamente con Madrid. En 1890 una serie de acontecimientos reforzaron las posiciones e inf luencia del ala derecha del partido conservador en Alicante que afianz la jefatura del marqus del Bosch en la ciudad y en la circunscripcin electoral. Ese ao falleca Eleuterio Maisonnave; este hecho aceler la crisis del republicanismo posibilista en la ciudad prov ocando la integracin de buena parte de sus afiliados en el partido liberal y fav oreciendo electoralmente al partido conservador, pues los posibilistas eran la principal fuerza en el municipio. Las elecciones de febrero 1891 dieron a Cnovas el acceso al poder y design al marqus del Bosch como el represent ante del partido en la circunscripcin alicantina; pero no logr el reconocimiento de los caciques Ciro Prez (Monovar) y Jos Maestre (Elda y Petrer) q ue le negaron cualquier apoyo. Este ltimo se present a diputado por Alicante en competicin con el marqus del Bosch, apoyado por su jefe el conde de Buol que a su vez se presentaba por el distrito de Villena. La derrota del conde en el Alto Vinalop y de Maestre en 40HISTORIA DE ELDA Alicante probaban que el control de la zona centro de la provincia pasaba al Marqus frente a las fuerzas de Santonja y los suyos. No obstante, este tipo de liderazgos basados en dependencias personales eran de difcil equilibrio y necesitaban de frecuentes componendas. Con ocasin de las elecciones de 1893, en la dinmica del turno le corresponda al partido conservador ocupar el tercer escao, el de la minora, pero el marqus del Bosch prefiri no ocuparlo l personalmente sino cederlo a su protegido de Alicante, el abogado Juan Poveda. Prefiri regresar a Alicante y ejercer su jefatura que permanecer en Madrid como diputado en la oposicin. Esta designacin fue aceptada por todos los comits locales, excepto Pinoso y Monvar, pero ms grave para su liderazgo fue el pacto entre el cacique liberal de Dolores Trinitario Ruiz Capdepn, q ue le prometi el tercer escao por Alicante al conde de Va Manuel, el nominal presidente provincial del partido conservador, a cambio de dejar libre el distrito de Dolores para su hijo T rinitario Ruiz Valarino. Este acuerdo de intereses sin contradicciones ideolgicas supuso la ruptura del frgil acuerdo interno de los conservadores en 1887. En los meses previos a las elecciones generales de 1891 el marqus del Bosch tuvo que esforzarse por llegar a acuerdos con dos caciques conservadores locales que de hecho cuestionaban su jefatura: Ciro Prez, en Monvar, y Jos Maestre, en Elda. El control absoluto que ste ejerca en Elda y Petrer y su pertenencia al partido reformista, siguiendo al conde de Buol, haca imposible cualquier inf luencia directa desde el comit conservador de Alicante. Cuando los reformistas reingresaron en el partido conservador mantuvo Maestre una notable autonoma dada la slida red clientelar que potenci desde su presidencia de la Diputacin entre 187780 y 1884-88. Despus de ser diputado provincial por el distrito de Novelda durante quince aos inici una larga carrera como gobernador civil de Jan (1892) y Mlaga (1919). Era sobrino de Jos Amat Sempere (Elda, 1826Sagunto, 1902), alcalde eldense en 185556, 1862-64, 1866, 1885, 1887, 189697, diputado a Cortes por el distrito de Monvar-Novelda en 1871 y sagastino hasta su pase al partido conservador, por el que result electo diputado en 1876 por el mismo distrito. En enero de 1877 reuni a sus amigos polticos para comunicarles que su sobrino Jos Maestre V era le representara polticamente, y al que promocion como diputado provincial por Monvar-Novelda en junio de este ao. En enero del ao siguiente renunci Amat a su acta de diputado para que la ocupara Jos M Santonja Almella, conde de Buol. Aun en un segundo plano sigui la poltica conservadora y en edad avanzada ocup la alcalda de Elda en enero de 1897. Maestre Vera perteneca a la minora de diputados provinciales que, entre 1883-93, de los 36 cargos electos estuvieron ocupados por 18 personas distintas, de los que ocho fueron diputados durante ocho o ms aos. Esta continuidad reforzaba su posicin como caciques locales. En 1891 su jefe el conde de Buol se present como candidato a Cortes por Villena y Maestre por la circunscripcin alicantina, siendo derrotado pero con dificultad. Slo cuando Santonja se reintegr en el canovismo, el cacique de Elda se someti a las directrices del marqus del Bosch y se le premi con el nombramiento de gobernador civil. Aos atrs Santonja y Maestre prot agonizaron un clamoroso episodio de fraude electoral. El arraigo local que mantena Maisonnave en la ciudad de Alicante le facilitaba salir elegido por el tercer escao de la circunscripcin, como as sucedi en 1879 y 1884. En la 41Elda: la poltica del XIX Gobierno liberal pr Sag primera fecha el republicano, ligado familiar y econmicamente a los Santonja, al anochecer del 20 de abril ya se conocan los resultados excepto los de Elda; el candidato conservador Abascal, sostenido por el marqus del Bosch, aventaja claramente a Maisonnave en el distrito Elda-Petrer. Al comprobar la situacin Maestre y el conde de Buol fueron personalmente desde Alicante a Elda; al da siguiente enviaron los resultados de estas secciones y ahora Eleuterio ganaba ampliamente. Los ndices de participacin (Elda, 92% y Petrer, 97%) evidenciaban el falseamiento del resultado. El turno se mantuvo entre 1879 y 1893 en la circunscripcin de Alicante, resultado de las diferentes combinaciones que se practicaban en los distritos que la integraban. La evolucin electoral del distrito Elda-Salinas fue como sigue: en 1879 y 1884 el candidato ms vot ado fue el conde de Buol, seguido por Maisonnave en 1879. En 1881 empataron los candidatos liberales (Arroyo y marqus de Roflorido). En 1886 el ganador fue Gisbert (101 votos), apoyado por Maestre que no dud en movilizar a su clientela en Elda empleando todo tipo de presiones. El alcalde Francisco Sempere Ferrando y otros electores santonjistas impidieron por la fuerza que los simpatizantes del candidato liberal Arroyo (60 votos) y del republicano Maisonnave (1 voto) acudieran al colegio electoral. La Guardia Civil detuvo aquella partida de la porra , pero la junta de escrutinio no registr ninguna reclamacin y el acta pas limpiaal Congreso. En las elecciones de 1891, con sufragio universal masculino y distrito nico de Elda, gan el propio Maestre (778 votos) aliado con Pacheco (718 votos), derrotando a los conservadores marqus del Bosch y Bushell y al liberal Arroyo. Sin embargo, en los comicios de 1893 obtuvo mayora de votos (697) Juan Poveda, candidato conservador fiel al marqus del Bosch ahora tambin apoyado por Maestre. En cuanto al republicanismo, la divisin entre los federales y los posibilist as ms los enfrentamientos personales acentuaron la crisis que arrastraban por su marginacin del sistema poltico. El apoyo del marqus de Villagracia, suegro de Maisonnave, garantizaba que ste fuera elegido por la circunscripcin de Alicante. En las elecciones de 1879 Eleute- rio sali en primer lugar en la ciudad de Alicante y Aspe y en segundo lugar por Elda-Salinas. En 1881 qued en el primer puesto en Alicante, Agost y Petrer ocupando el tercer escao asignado, pero en Elda-Salinas slo obtuvo un voto. En los comicios del 84 no result elegido pues q ued en cuarto lugar aunque su candidatura fue la ms votada en la ciudad de Alicante. Pese a la protesta que elev al Congreso por las irregularidades cometidas durante el proceso electoral el resultado no fue anulado. Su cuado el conde de Buol fue el ms votado en la circunscripcin y en el distrito Elda-Salinas, donde ahora Maisonnave qued en cuarto lugar. En 1886, las ltimas con sufragio censitario, el posibilista recibi el apoyo de los liberales para conseguir el escao de las minoras en la circunscripcin, consiguiendo el mayor nmero de votos en Alicante, Monvar y Petrer, pero tan slo un voto en Elda-Salinas frente al candidato ms votado (Gisbert) sostenido por el cacique Maestre. Fallecido Eleuterio en 1890 le sucedi su hermano Juan al frente de los republicanos posibilistas; comerciante y propietario contaba con influencia en los grupos vitivinicultores pero careca del prestigio poltico de su hermano. Obtuvo en las elecciones de 1891 el mayor nmero de votos en la ciudad de Alicante pero ninguno en Elda, en contraste con Maestre que fue el ms votado en Elda, Petrer y Monvar; el tercer escao de la circunscripcin ya estaba encasilladopara el conservador Bushell. En los comicios de 1893 tampoco Juan obtuvo acta de diputado; la candidatura republicana continu siendo la ms votada en Alicante ininterrumpidamente desde 1879, pero en Elda slo recibi nueve votos. Aqu el comit local posibilista, los castelarinos, estaba integrado por Gaspar Santo Baeza (alcalde en 1872), Jos Pay Olcina, Francisco Santo Ferrando, Juan Antonio Maestre y Jos Joaqun Gonzlez Amat. A su vez los minorit arios federalistas seguidores de Pi i Margall tenan un comit comarcal para Villena, Pinoso, Elda, Petrer y Monvar presidido por el prestigioso mdico local de sta Jos Prez Bernabeu, vicepresidente provincial en 1891; muy admirado por el joven Azorn en aquellos aos. A su vez, el presidente del comit local eldense en 1891 y 1896 era Blas Vera Maestre. 42HISTORIA DE ELDA Los seguidores de Salmern y los sectores progresistas de Ruiz Zorrilla acordaron en mayo de 1897 fundar el Partido de Fusin Republicana, rechazado por los federales de Pi, que no pudo integrar a todos los republicanos. En Alicante se organiz en junio el nuevo partido que extendi comits locales a casi toda la provincia; en Elda fue presidido por Jos Aracil Romero. Muerto Maisonnave y retirado de la actividad poltica Castelar, los posibilistas disolvieron el partido hacia enero de 1898. El anciano tribuno sola visitar las poblaciones del Vinalop donde era acogido en las casas de sus admiradores; en mayo y junio del 98 pas dias de descanso en Sax (Secundino Senabre), Aspe (Gins Alberola), Nov elda (Toms Abad Alenda), Monvar (Amador Navarro) y Elda (Francisco de Paula Rico Rico, presidente del Casino Republicano). Los federales de Pi mantenan su presencia en Elda y en representacin de stos asisti Francisco Beltrn al T eatro Principal de Alicante, el 19 de octubre de 1899, al acto de propaganda en el que intervinieron delegados de centros de Barcelona, Alicante y otras poblaciones de la provincia. Los ltimos aos del siglo supusieron una crisis de liderazgo en los partidos dinsticos. Los seguidores alicantinos del conservador Silvela cont aban desde abril de 1897 con el peridico La Opinin y organizaciones locales desde los que combatan a los o tros conservadores, los de Juan Poveda Garca (1851-1919) apadrinado por el marqus del Bosch. El dirigente eldense de los silvelistas era Manuel Tordera Juan, alcalde en 1876-79 y 18991900, que ms tarde aceptar la reconciliacin con los povedistas. El 7 de julio de 1902, en el Teatro Principal de Alicante, las facciones alicantinas del conservadurismo se darn cita en el banquete-homenaje a Poveda; asistieron numerosas representaciones de las localidades de LAlacant y el Vinalop. En torno al cambio de siglo conf luyeron una serie de circunstancias q ue provocaron una serie de crisis del sistema, incapaz de resolverlas desde una democratizacin del mismo. La conmocin de la prdida traumtica de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, la contestacin poltica de las periferias, el ascenso organizativo y poltico del movimiento obrero y los republicanos y la guerra colonial en Marruecos sern problemas presentes en el reinado de Alf onso XIII que no dispondr de recambios slidos en los partidos dinsticos, ya sin Cnovas ni Sagasta. 43Elda: la poltica del XIX Elda en los a226os del cambio de siglo H ace unas dcadas los artculos y libros dedicados al estudio del convulso proceso liberal del siglo XIX incidan en el atraso poltico y socioeconmico del capitalismo espaol, aunque existieron focos pioneros. As, a los casos nacionales de la industria fabril catalana y a la siderometalurgia vasca se dedicaron investigaciones por su excepcionalidad. De igual manera, las precondiciones y los factores que influyeron en el ncleo de Alcoi se analizaron con detalle. Pero, en general, y para el Pas Valenciano, se trazaban unas lneas bsicas de atraso econmico, inmovilismo agrcola, industria subdesarrollada y dbil capitalismo, pues se consideraba que la revolucin industrial del liberalismo que protagoniz la burguesa inglesa era el modelo genrico a seguir. El acervo de estudios e investigaciones hizo que la visin historiogrfica fuese matizada e, incluso, cambiase la interpretacin tanto de la agricultura como de la industrializacin. La agricultura del siglo XIX ya no es clasificada irref lexivamente de atrasada, anclada en el autoconsumo, con tcnicas de cultivo de baja productividad y cultivos de subsistencia. Las mismas ref lexiones cabe hacerse respecto al comercio y a los primeros pasos protoindustriales. En este captulo, a partir de la bibliografa disponible y con unas calas archivsticas, tratamos de plantearnos las transformaciones acaecidas en la sociedad agraria eldense a lo largo del siglo XIX, centrndonos en los rasgos econmicos de la agricultura y en la aparicin de los primeros talleres zapateros. Los cultivos de los campos eldenses a inicios del ochocientos En 1975 Bernab Maestre public un elaborado libro dedicado al calzado en el Valle del Vinalop. Para situar el nacimiento y expansin de la industria zapatera en tiempos del capitalismo comercial de la poca moderna y de las primeras dcadas del liberalismo, acudi, en parte, a las fuentes impresas de cronistas del siglo XVIII y XIX. Ahora, que contamos con ms fuentes document ales, bibliogrficas e historiogrficas, q ueremos centrarnos en alguno de estos cronistas para ver la informacin agraria que aportan. El sbado 11 de agosto de 1792, procedente de Novelda, donde haba est ado una semana tomando anotaciones y haciendo excursiones, llega a Elda Antonio Jos Cavanilles, botnico valenciano de relevante proyeccin cientfica en la Europa de finales de la Ilustracin. El domingo visit Elda, Petrer y Sax. Por encargo real estaba estudiando la f lora peninsular, de la cual slo public lo referente a las tierras valencianas. Adems inclua noticias e informaciones sobre geologa, hidrografa, agricultura, demografa y actividades econmicas y culturales. A partir de los cuadernos de viaje y de las noticias de sus corresponsales de Elda dira en la redaccin de gabinete realizada entre 1793 y 1797: las huertas de Elda, que componen 20.000 tahllas de riego, ricas generalmente por su valor intrnseco, y mucho ms por el esmero con que se cultivan. Hace muy vistoso 45 Rasgos econmicos del siglo XIX: de la agricultura al taller zapatero TOMSPREZMEDINA Doctor en Historia 20 aquel recinto el contraste de los cerros ridos de la comarca con la multitud y variedad de rboles, sembrados y hortalizas [] Vense all hermosas vias y algarrobos cultivados con inteligencia, cuyos frutos se aseguran con lozana y corresponden a los afanes de aquellos hombres infatigables [] A estas ganancias y utilidades se aaden las de la agricultura, reguladas en 30.000 arrobas de aceyte, 3.000 de higos, 4.000 de frutas, 6.000 de hortalizas, 50.000 cntaros de vino, sin contar la pasa, que suele valer 5.000 pesos, y otro tanto la uva fresca, 500 libras de seda, 1.400 cahces de trigo, 1.200 de maz, 650 de cebada, 70 de almendra, 80 entre avena y habas, 1.000 arrobas de barrilla, 80 de ans y unas 400 de lana (Cavanilles: II, 258-259). El abate valenciano trasmite una entusiasta imagen de una comunidad muy activa, con una cuidada y productiva huerta donde se obtienen variados cultivos. Destacan los cereales entre ellos el maz con una elevada cosecha, la produccin de aceite y el vino, sin desdear la barrilla. La fotografa que nos transmite de la agricultura eldense, adems de la artesana y del imponente pant ano que ms adelante estudiaremos, est acorde con la Ilustracin que pretenda promover cambios en las tcnicas agrarias para aumentar la productividad. No deja Cavanilles a lo largo de sus Observaciones de hablar y reclamar la atencin sobre la educacin utilitaria al servicio del desarrollo econmico, la desamortizacin eclesistica, la libertad de comercio, la asistencia y la integracin social y otros temas elaborados por coe tneos ilustrados reformistas. Uno de estos valencianos establecidos en la corte madrilea es Sempere y Guarinos que tom partido por el reformismo ilustrado y entraba en el debate de la necesaria reforma agraria e institucional def endiendo en sus obras la propiedad privada y el individualismo posesivo de la clase propietaria productiva frente al rgimen estamental o la propiedad comunal (Rico Gimnez: 203-204). Snchez Recio (1986) publica unas t ablas con la extraccin seorial de productos agrarios en la villa de Elda a principios del siglo XIX. En la larga lista de cultivos que pagan la razn decimal al conde de Elda, sobresalen el trigo, la cebada, el panizo maz, el aceite, el vino, el ans la matalahga, la cebolla y las habas. La mayora de los aqu destacados coinciden con los mencionados por Cavanilles. La persistencia historiogrfica de considerar la agricultura preliberal atrasada por el cultivo de los cereales, vistos como un signo de autoconsumo y, en consecuencia, como un rasgo del inmovilismo de la sociedad agraria, ha de ser matizada a la vista del listado de cultivos expuesto. Indudablemente. el trigo y la cebada, a los que podramos denominar cereales tradicionales, aportan el 33% del diezmo, es decir, un tercio de la produccin est dedicada a cultivos normalmente calificados de no mercantiles. Es indiscutible el peso de los cereales tradicionales, pero no son los predominantes en todo el trmino eldense. Varios factores pueden explicar esta moderada presencia: en primer lugar la importacin de trigo de zonas altamente productoras, como La Mancha, y el decreto proteccionista de 1820 que facilit la especializacin agraria peninsular; en segundo lugar, la progresiva introduccin a lo largo del siglo XVIII del maz 1q ue es un cereal de productividad superior a los cereales tradicionales y, por tanto, resulta lgico que ocupe una parte significativa de la zona regada; en tercer lugar, igual que ocurre en otros municipios y comarcas valencianas, se consta ta q ue los cereales tradicionales son desplazados all donde son posibles otros productos, tales como la via o el al- 46HISTORIA DE ELDA Ta Va lor medio de los diezmos de Elda en 18051810 (en libras). Cultiv T rig Cebada 632566 Avena4032507 Centeno 1032501 Panizo 1732570 Aceite2432520 Pi226uelo29032546 Vino 6161032503 Aguar 1032532 Pasa5032508 Almendra 032590 Ha19032531 An222s 85132538 Cominos 5032508 C207226amo 6032510 Cebollas 5032508 Ajos 4032507 Cor 032593 Lana49032580 Reelaboraci227n propia a par 1986. mendro; la disminucin total, hasta la prctica desaparicin, de los cereales pobres como la avena y el centeno y, por el contrario, el incremento de la cebada de cara a compensar los limitados recursos alimenticios del ganado de labranza.De la via se obtena uva de mesa, pasa, vino y aguardiente. Entre las cuent as decimales no se menciona la uva de mesa entre los productos agrcolas eldenses y en la crnica de Cavanilles hay una referencia sucinta al valor de venta de esta uva de mesa. Posiblemente, aparte del consumo familiar directo, la may ora de la produccin vitcola era transf ormada. El secado de la uva pasa para su posterior comercializacin fue importante en poca mudjar-morisca en las comarcas del Vinalop 2, pero a lo largo de los siglos XVII y XVIII decay est transformacin hasta llegar a cantidades mnimas, tal como sealan las rentas decimales del seoro de Elda de la tabla 1. El vino y el aguardiente son los derivados vitcolas ms destacados. Cavanilles escribe que en 1793 en Elda funcionaban siete fbricas de aguardiente, que algunos aos han producido 4.000 arrobas . Produccin que rentaba el 10 % del diezmo condal. A partir de la crisis vitcola francesa de 1768-1782, la demanda internacional de aguardiente aument. Junto al incremento cataln, de tradicin e importancia manifiesta (la ciudad de Reus era el centro productor y de referencia de precios), el aguardiente valenciano se incorpor a este comercio exterior en expansin. As, en las postrimeras del siglo XVIII los puertos catalanes exportaban el 68 % de todo el aguardiente espaol y los valencianos alcanzaban el 30 %. El campesinado valenciano mostr una gran capacidad de respuesta ante las condiciones tan favorables q ue se crearon a consecuencia de la crisis francesa de finales del XVIII, con lo cual cambi y dirigi parte del trabajo agrario hacia productos comercialmente ms remuneradores, como fue en primera instancia la vid. En esta coyuntura el aguardiente fue una opcin rentable para el campesinado eldense, que dirigi la transformacin de la uva a este derivado vitcola antes que al vino comn. En los Valles del Vinalop los principales centros productores eran Novelda y Monfor te, destacando adems Aspe y Elda; en la cuenca alta del ro sobresalen Banyeres de Mariola y Villena. Alicante, importante puerto de expedicin de deri- vados vitcolas, contaba con escasa fabricacin de aguardientes, por lo cual los mercaderes se abastecan de las producciones del interior. Ahora bien, si en el litoral las facilidades de transporte martimo permitan la exportacin incluso de vinos comunes, los producidos en el interior no podan soportar el costo de su acarreo hasta los puertos. Ello autorizaba en estas comarcas la destilacin en los alambiques de gran parte del vino comn para reducirlos a aguardientes, que aguantaban mejor los gastos del envasado y transporte y cuyo consumo y demanda era excelente en esta coyuntura internacional. En esta situacin expansiva del viedo, el vino repercuta un 10 % en la renta decimal. Los cosecheros y vinateros eldenses, siguiendo a Cavanilles, producan 50.000 cntaros de vino, esto es, 5.775 hectolitros. La evolucin histrica, que prrafos ms abajo desarrollamos, demuestra la vocacin vitcola de los Valles del Vinalop. En los aos iniciales de la transicin al convulso siglo liberal dest acan Monver, Aspe, Novelda y Elda como grandes centros productores del sur valenciano. De la triloga agrcola mediterrnea, el olivo es la tercera variedad cultivada. Cavanilles calcula en 30.000 arrobas (5.400 hectolitros) la produccin anual de aceite, cifra que consideramos exagerada si la comparamos con el producto de los diezmos condales. A principios del siglo XIX la produccin media aproximada de aceite rondara las 6.200 arrobas anuales (1.130 hectolitros), el doble de la obtenida en las vecinas localidades de Novelda y Petrer. En las cuentas decimales el aceite es el segundo derivado agrario por el nivel de renta aportado a las arcas seoriales, por detrs del trigo y por delante del maz, el vino y el aguardiente. La historiografa atribuye al aceite valenciano un carcter primordial de abastecimiento local y comercio intercomarcal, que atenda las necesidades domsticas. Cabe advertir la importancia del aceite como materia prima para la elaboracin de jabn, existiendo en Elda una fbrica de jabn citada por Cavanilles, siendo Elx el centro comarcal productor y export ador de este derivado. Para la fabricacin del jabn era imprescindible la barrilla 3, qu e no aparece en los listados decimales y Cavanilles calcula en 1.000 arrobas (180 hectolitros) la obtenida en Elda. 47Rasgos econmicos del siglo XIX: de la agricultura al taller zapatero Cereales, vias, almendros y la crisis de subsistencias de 1847 La agricultura continu siendo la principal actividad econmica de los eldenses hasta principios del siglo XX. P ero a lo largo del siglo XIX hubo un proceso de transformacin de la actividad agrcola, la cual podemos seguir a travs de los cultivos sealados anteriormente. La tabla 2, aunque incompleta por lo que se refiere a la primera mitad de la centuria, avanza unas informaciones claras y concisas: la expansin de la tierras irrigadas; el progresivo predominio de la via a costa de los cereales, que an ocupan una amplia superficie, y de los oliv os en retroceso; la presencia por el regado y el secano eldenses de numerosos almendros y otros rboles frutales. Pasemos a analizar pormenorizadamente cada uno de estos cultivos, a ms de analizar el contexto socioeconmico de la protesta de 1847, manifestacin de una posible crisis de subsistencias. La evolucin de las tierras eldenses dedicadas a los cereales como a otros cultivos que veremos a continuacin: olivos, viedos y almendros es uno de los indicadores ms claros que tenemos para conocer el cambio agrcola en funcin del mercado. El proceso de articulacin de una economa capitalista de mercado, estrechamente relacionada con la produccin de bienes que tengan una remuneracin que supere tanto como sea posible los costos de produccin, tiene una fase de adaptacin y manifestacin en la agricultura. En el sector agrcola cada vez cuenta menos la posibilidad de autoabastecimiento o la produccin de cosechas con baja remuneracin en el mercado. La tabla 2 su- giere este comentario. Por lo que hace a los cereales, sealamos que se confirma claramente una tendencia decreciente de los cereales, tanto en el secano como en el regado. A principios del siglo XIX la mitad del diezmo es de procedencia cerealista, porcentaje que disminuye a lo largo de la centuria, ocupando tan slo el 16 % de la huerta y el 35 % del secano en el ao 1900. Constatamos, en consecuencia, que all donde son posibles otros cultivos ms remuneradores, los cereales se ven desplazados. El cronista eldense Amat y Sempere, gran propietario terrateniente, aporta una informacin que, si bien las cifras las consideramos exageradas 4, es clarificadora: la huerta dedicada a cebada quintuplica la superficie triguera. La proporcin en los primeros aos del siglo XIX era muy favorable al trigo, por lo cual deducimos que a lo largo de la centuria, junto a la reduccin del rea cerealista, se ha dado una especializacin en aqul cereal dedicado a la alimentacin animal. Posiblemente el trigo y la harina, documentados en estudios de historia agraria contempornea, que circulan de la meseta meridional hacia el litoral mediterrneo influyeran en esta drstica bajada de superficie triguera eldense. La poltica proteccionista favoreci la especializacin interior y la circulacin de los excedentes hacia zonas costeras que, a su vez, se orientaron hacia otros productos agrarios. Posiblemente, el considerable volumen que tuvo el transporte de trigo en cereal y harina de La Mancha hacia el Mediterrneo hizo que la carretera y la arriera eldenses aumentaran en nmero. Bernab (1975) a vanz en su estudio el doble uso de las 48HISTORIA DE ELDA Ta Cultiv 1832 1860 1900 Cultiv Cer Vid26832572 Oli 4132531 Almendr Fr Hor Le Otr Otr1032595 Total Reelaboraci227n propia a par caballeras: empleadas en la agricultura y en el transporte, aunque tambin seal que la inversin y ampliacin de la carretera era incompatible con la propiedad agraria, desarrollndose un sector intermedio de comerciantes.Los cambios de la agricultura en el siglo XIX no impidieron que a lo largo de la centuria se sucedieran crisis de subsistencias que perjudicaron a los sectores ms desprotegidos de la poblacin. La de 1847 se manifest en Elda. Los motines se dirigieron contra los arbitrios de los consumos. En febrero un grupo de jornaleros se amotin en Xixona y exigi al Ayuntamiento que suprimiera los dos reales que gravaban la arroba de harina y las habichuelas. El da 24 de febrero un grupo de amotinados en Aspe pidi la rebaja de los impuestos a los artculos de primera necesidad. El da 28 del mismo mes apareci un pasqun en Elda denunciando la miseria de los jornaleros y la falta de trabajo y amenazando con un motn. El 20 de marzo se produjo un tumulto en Villena pidiendo la supresin de impuestos. La crisis, q ue se manifest con un alza de precios especialmente intensa a primeros de ao, se relaciona con un aumento de la exportacin de cereales y un mayor acaparamiento y especulacin de este producto bsico. La crisis se inscribe en un proceso de expansin del capitalismo agrario que, a corto plazo y en coyunturas desfavorables, pudo incrementar las desigualdades sociales, deteriorando al mismo tiempo los niveles de vida. El olivo, a nivel municipal, experimenta grandes mutaciones al desplazarse del regado al secano y de las llanuras al interior. Todo parece indicar, tal cual sucede en muchas comarcas valencianas, que la propagacin del olivo fue constante en la primera mitad del siglo XIX. As lo ensalzan las crnicas y los informes del conde de Ripalda de 1841 y de Roca de Togores de 1849. L. Amat en su crnica eldense escrita en 1875 textualmente dice: En nuestro concepto las tres cuartas partes de los olivos de esta huerta son seculares y el resto ms o menos jvenes del siglo actual; y estos ltimos aos vienen plantndose muchos con preferencia a otros rboles. En la tabla 2 observamos el crecimiento del olivar, que lleg a ocupar algo ms de 1/5 de los bancales de regado y de secano en el ao 1860 5. En el ltimo cuarto del siglo XIX el olivo se resiente de la expansin de o tros cultivos ms rentables desde un punto de vista comercial. As, se ve desplazado del regado por otros rboles frutales y prcticamente desaparece en el secano, sustituido por los viedos y los almendros, lo cual evidencia la divergente tendencia de tales cultivos y expresa con claridad los pocos incentivos q ue existan para la produccin olivarera en la comarca y la necesidad de sustituirla por otros cultivos. Tal como ocurre en muchas tierras valencianas, se arrancaron muchos olivos y rpidamente se procedi a la plantacin de via y almendros, pues la cada de los precios, la competencia de otras materias grasas (aceites vegetales de coco y palma, por ejemplo) y la generalizacin del mtodo Solvays para extraer sal sosa qumica para la produccin de jabn duro, plantearon grandes dificultades a los olivocultores. La via es la gran protagonista de las transformaciones agrcolas de la segunda mitad del XIX. La crisis del aguardiente, que repercute en un estancamiento de la expansin del viedo, es superada a partir de 1854. Las razones de esta nueva expansin fueron de tipo coyuntural. En primer lugar, la crisis del oidiumhizo descender en gran medida la produccin de los pases hmedos europeos, lo cual repercuti en una oleada de plant aciones en las comarcas valencianas, especialmente en el Vinalop, bien equipada de caminos y con el ferrocarril desde 1858. La segunda crisis europea, ms larga y perjudicial, fue la provocada por la filoxera que desde 1877 empez a destruir sistemticamente extensos vie- 49Rasgos econmicos del siglo XIX: de la agricultura al taller zapatero Fo rete de la finca Lac re da las t222picas del siglo XIX (Ar dos europeos. La propagacin de la enfermedad por el Pas Valenciano fue tan lenta que permiti una expansin del viedo para abastecer de pasas y vinos a los mercados europeos. En Elda observamos esta capacidad de respuesta ante las condiciones favorables creadas para la plantacin de la via, cultivo muy remunerador 6. Aunque la superficie alcanzada no es equivalente a la dada en Villena, Sax o Monver, en el ao 1900 la mitad de la huerta y un tercio del secano estn plantados de cepas. Su expansin se ha verificado a costa de los olivares, los cereales o de nuevas tierras roturadas. El viedo eldense se dedicaba a uva fresca, a vino tinto y a quemarlo para alcohol. As lo confirman L. Amat y las tablas publicadas por Piqueras Haba sobre la comercializacin por ferrocarril del vino de los municipios del Vinalop al puerto de Alicante, donde Elda aparece con cifras bajsimas. La llegada en 1858 del ferrocarril a Elda no signific una desaparicin de la carretera y arriera, pues frente a la capacidad de transporte del nuevo ferrocarril y a sus costes ms bajos, las caballeras aventajaban a aquel por su maniobrabilidad y su complementariedad ya que las mulas recogan y llevaban el producto de puerta a puerta. Un auge del nmero de carreteros es, sin duda, consecuencia de la comercializacin de los derivados vitcolas 7en el ltimo tercio del XIX. El almendro es un cultivo joven, de reciente expansin, que ha nacido del nuevo orden comercial valenciano. Pero tam poco se puede decir que fuera un rbol desconocido, pues anteriormente apareca en los mrgenes de algunas parcelas. A lo largo del siglo XIX se extender por el trmino eldense, principalmente por las nuevas tierras de secanos, tal como acontece en los municipios colindantes. L. Amat confirma la expansin de este rbol pues cuarenta y cinco aos atrs no se vea un almendro, dest acando el cronista el planto realizado en la huerta. La tradicin turronera exista en muchas ciudades del sur valenciano, tales como Alacant, Agost, Xixona o la vecina Petrer. En la segunda mit ad del siglo XIX se registr un aumento de la comercializacin de la almendra y el turrn en ciudades peninsulares y extranjeras, que repercuti en la plantacin de nuevos pies. En 1845 el diccionario estadstico de Madoz recoge que moreras, frutales y hort alizas vejetan con lozana por el trmino de Elda, con una produccin import ante de higos, albaricoques, manzanas, otr as frutas, legumbres y hortalizas. Este listado nos sirve para evaluar la import ancia de aquellos productos que adq uieren cierto rango estadstico. En el ltimo tercio del siglo XIX alrededor del 15% de la huerta eldense est plantada de rboles frutales, legumbres, hortalizas, verduras y otros rboles. Es una superficie relevante, pues ya no se trata nicamente de aquellos bancales de agricultura promiscua de los cuales se autoabastece la familia campesina. Posiblemente sirvan estas parcelas para comercializar parte de la produccin. Hay fruta, tal como escribi Amat y Sempere en 1875, que se expende en esta plaza y las de Monvar, Sax y Villena; llevndose la mejor y ms resistente por ferro-carril a algunas plazas de la Mancha y hasta a Madrid. Barbecho semillado y guano No contamos con estudios sobre las tcnicas agrarias aplicadas en los campos eldenses. Para conocer los procedimientos del trabajo agrcola del campesinado o las frmulas de explotacin aplicadas por los propietarios terratenientes, hemos de acudir a los apuntes de L. Amat. En la huerta plantada de cereales se sigue una rotacin trienal en la que se 50HISTORIA DE ELDA Ve tana de una t222pica casa r del t216rmino de Elda. combina la cebada, el trigo y el barbecho mejorado. Es decir, el rgimen de humedad de los ambientes mediterrneos secos era enmendado con la aportacin extra de agua mediante un sistema de acequias que permita la sucesin de cereales varios aos seguidos sin acudir al descanso del bancal para que recuperase los nutrientes exportados con la cosecha. El barbecho era sembrado con habas que es una importante y antiq usima leguminosa, cardn, matalahga y algo de cebollas y hortalizas. Un barbecho semillado que tambin era regado, abonado y atendido como los cereales que componan la rotacin, pues como dice L. Amat dulcifican, suavizan y dan calor a las tierras para que rindan abundante cosecha de trigo y cebada . Para este sistema de rotacin era necesaria una aportacin importante de abonado. No poseemos informacin cuantitativa del ganado que pudiese abastecer de estircol los campos trabajados 8. Pero el mismo L. Amat menciona la existencia de 34 hectreas de regado dedicadas a alfalfa que se venden en Elda, Monver y Petrer o las utilizan los propietarios cultivadores en la manutencin de sus caballeras, que la comen verde a todo pasto en el verano y seca en el invierno. Esta alfalfa, que duraba cinco o seis aos, entre las faenas agrcolas realizadas, se la abona con treinta cargas de basura de cuadra por tahlla. Las parcelas dedicadas al cultivo de cebada podan sucederse hasta tres siembras seguidas y de trigo haba que abonarlas con seis u ocho cargas de estircol por tahlla . Cabe recordar que en la segunda mitad del siglo XIX la superficie dedicada a la cebada quintuplicaba a la del trigo, considerando que aquella era principalmente dedicada a forraje. An as, con superficies dedicadas a alfalfa y cebada, la evidencia de la insuf iciencia del aporte orgnico de origen ganadero nos la aporta el mismo cronista eldense cuando escribe que las labores son grandes y esmeradas y el abono de estircol abundante; tambin se emplea con xito el guano del Per. La intensificacin agrcola promovida por la burguesa rural ya no dependa exclusivamente de la cantidad de estircol local disponible, pues para la reposicin de los nutrientes extrados a la tierra se cuenta con abonos orgnicos internacionales 9. El f lujo de energa abono y de nutrientes ya no era totalmente circular, ya que sus bases de aprovisionamiento y de comercializacin iban ms all del rea circundante ms inmediata. Los terratenientes reconstruyen el pantano U na presa es una obra hidrulica realizada en el cauce de un ro o rambla con la finalidad de derivar o retener el agua circulante en un embalse. Al conjunto lo denominamos pantano. En Elda, en el paraje hmedo del Charco Domingo se levant una monumental presa a finales del siglo XVII. Este pantano saci la expansiva huerta eldense durante la centuria ilustrada, hasta que unas torrenciales lluvias de otoo, al igual que hicieron en Tibi, Mutxamel o Sant Joan, llenaron el embalse y abrieron una gran brecha que inutiliz la pared. La reconstruccin de la presa no se abord hasta bien entrado el siglo XIX. En 1842 se inici la nueva obra, pero no se acab definitivamente hasta 1890. Los resultados fueron inmediatos ya que el regado eldense amplia su permetro a lo largo del siglo XIX: en 1832, antes de iniciar la reconstruccin, la huerta ocupa 502 hectreas, en 1860 ya son declaradas 882 hectreas de huerta y el ao 1900 se adscriben al regado 947 hectreas 10. Despus del largo proceso de reconstruccin, el embalse tendra una ca- 51Rasgos econmicos del siglo XIX: de la agricultura al taller zapatero Oblig Madrid-Zarag pacidad de 120.000 metros cbicos. La presa, conservada actualmente y construida con piedra de Bateig, es de planta recta de 65 metros de altura y dos metros de grosor. El paramento de aguas abajo est escalonado. En la presa hay dos pequeas torres adosadas para las compuertas metlicas, una lateral para la salida del agua de riego por la margen iz- q uierda (la antigua paleta y acequia est aban en la margen derecha) y otra central para el desage de fondo. Actualmente el embalse est aterrado, cuenta con un tarayal y fue incluido en el ao 2002 en el catlogo de zonas hmedas valencianas elaborado por la Conselleria de Medi Ambient. El agua, factor productivo de alto valor en la intensificacin agraria promovida por el capitalismo de mercado, es punto de inters de la burguesa rural eldense. As, L. Amat y Sempere dedica un largo captulo a los pormenores histricos del abastecimiento hdrico para uso domstico, artesanal o agrario. En el caso concreto del pant ano narra el proceso inicial administrativo para levantar una nueva presa q ue pondra en valor numerosas parcelas de regado. Entre los personajes participantes enumera diversos terratenientes los verdaderos patriarcas , dice el cronista. Por ejemplo, segn el amillaramiento de 1860 L. Amat y Sempere es uno de los grandes terratenientes, con 145 hectreas de regado, adems de otras tantas de secano. El inters por garantizar el agua para las tierras irrigadas en transformacin es manif iesto. La pugna por el agua circulante del ro Vinalop se manifest en la polmica por la reconstruccin del pant ano de Elda que mantuvieron L. Amat y Sempere y el ilicitano A. Ibarra y Manzoni en las pginas del peridico alicantino El Graduador en 1879. Inversin en una molinera hidrulica en aumento Un elemento inseparable de la industria rural es la molinera hidrulica aplicada al proceso productivo. Los cambios en la oferta de mano de obra y de energa operados desde 1760 y las transf ormaciones tecnolgicas de los molinos, fundamentaron las inversiones en nuevas instalaciones y el incremento de las productividad. La movilizacin del agua, en cuanto factor productivo, por los ilustrados reformistas en una primera fase, permite aumentar la oferta energtica hidrulica; posteriormente, las revoluciones burguesas del siglo XIX crean un sistema de derechos de propiedad individualizados que facilitan el uso de la fuerza motriz del agua con costes muy bajos. 52HISTORIA DE ELDA Fo af222as de J 1858, que r el puente del Sambo constr abi227 puer insospechadas a la econom222a eldense y mostr227 el a ingenier222a ci EMIDESA). A inicios del s. XIX en Elda funcionaban 9 artefactos de molienda que usaban las aguas fluviales del Vinalop. Esta cifra aument a lo largo de la centuria hasta ms de una veintena de molinos dedicados a obtener harina, majar esparto y fabricar pasta de papel. Podemos distinguir dos ncleos de localizacin de estas instalaciones junto al cauce del Vinalop: el eje paralelo al ro entre el Chorrillo y la Alfaguara concentraba la mayor cantidad de los molinos; una ubicacin secundaria est al sur del trmino, en la partida de la Jaud. Los molinos harineros de agua est aban presentes en todas las comunidades campesinas, pues formaban parte de la transformacin de los cereales. En Elda existan en el siglo XVI dos molinos de harina de origen musulmn. En el siglo XVIII se construy un tercero, pero ser en el siglo XIX, a partir de las reformas ilustradas y de los cambios liberales, cuando se produzca la eclosin constructiva: en 1875 L. Amat cont abiliza 11 molinos harineros que funcionan con aguas del ro Vinalop. La explicacin la podemos encontrar en la alta rentabilidad de estos ingenios, que en la poca feudal eran monopolios seoriales y el liberalismo capitalista permite el acceso a esta propiedad, y las rentas derivadas de ella, a la burguesa en ascenso. Segn las ordenanzas de la comunidad de regantes de 1917, ya slo funcionan 5 molinos harineros. Las nuevas fbricas harineras de rodillos mecnicos producen a costes ms reducidos. Adems, en Elda otros molinos harineros fueron adaptados a nuevas actividades productivas: el agua del Molino N uevo es aprovechada en una fbrica de tejidos; otro destina la fuerza hidromecnica a aserrera; uno en el Chorrillo a producir energa elctrica y otros fueron comprados para concentrar toda la fuerza cintica del agua en la nueva fbrica de energa elctrica de El Monastil. La fabricacin de papel, tcnica de origen chino, lleg a ser conocida en Europa a mediados del siglo X. La efectiva expansin de la industria papelera valenciana se verifica en la segunda mitad del siglo XVIII. Las cuencas de los ros Vinalop, Serpis, Albaida, Morvedre y Mijares concentraron gran cantidad de estos nuevos molinos papeleros. Cavanilles seala que en Elda haba tres molinos papeleros. Desconocemos sus fechas exact as de construccin. La primera noticia data del 11 de febrero de 1781 en la que se indica la existencia del molino de papel blanco de Tormo en la partida de La Horteta. Es posible que estos tres molinos se construyeran a la vez que otros muchos de Alcoi, Bocairent y Banyeres de Mariola entre 1773 y 1785. Los inversores y propietarios los conocemos por un list ado de 1806: don Miguel Juan y Tormo posee un molino de papel blanco y otro de estraza 11ambos en la partida de La Horteta y don Jos Ferrando y Sempere un molino de papel de estraza en la partida de La Jaud. Ambos propietarios reciben el apelativo de don, tratamiento socio-jurdico no generalizado como ocurre actualmente, que delata una preeminencia social importante. Pueden ser encuadrados en el grupo de ciudadanos que en unos casos tienen pretensiones rentistas y en otros mantienen relaciones de produccin de tipo protocapitalista y, por tanto, podemos considerarlos miembros de la naciente burguesa rural. En Elda predominan los molinos de papel de estraza. Madoz nombra 7 fbricas de papel de estraza por slo una de papel blanco, adems de otro molino papelero de estraza existente desde 1787 en la partida del Chorrillo de Sax, aunq ue su propietario es eldense. La expansin papelera en Elda durante la primera mitad del siglo XIX podemos explicarla por las facilidades reformistas para intensificar el uso de la energa hidromecnica, la disponibilidad de agua y de mano de obra en fase de proletarizacin, la capacidad inversora de un grupo social eldense, el abastecimiento de 53Rasgos econmicos del siglo XIX: de la agricultura al taller zapatero Embalse de Elda. materias primas a partir de trapos de los telares de Monver y Elda o de trapos viejos de los aumentados vecindarios de los pueblos de la comarca. El consumo de papel aument con la burocratizacin borbnica, por lo que la fabricacin eldense la abastecera. Desconocemos documentalmente las rutas comerciales del papel local, aunque posiblemente parte de la produccin se dirigira al mercado castellano y parte al puerto alicantino, tal como haca el papel alcoyano.La desaparicin progresiva de esta industria rural en Elda se dio en la segunda mitad del siglo XIX, cuando apareci la produccin de papel continuo, se sustituyeron los trapos por la madera de rboles y se aplic la mquina de vapor y la hidroelectricidad a la produccin papelera. Muchos molinos de papel perdieron capacidad competitiva, entre ellos los eldenses. El trabajo del esparto, camo, juncos y carrizo estuvo muy generalizado en los pueblos meridionales como una ocupacin subsidiaria de las clases empobrecidas. El esparto gener una importante actividad en algunas localidades, construyendo infraestructuras comunitarias para su trabajo como las balsas para amerar esparto. El proceso productivo de esta artesana tradicional era totalmente manual: recoleccin de la gramnea, puesta a remojo en balsas, picado y golpeado para conseguir una mxima f lexibilidad, manufactu- racin de cuerdas, esteras, felpudos, alpargatas Los martinetes de esparto son mq uinas hidrulicas con mazos o martillos que majan el esparto para separar del t allo la fibra. Elda destaca por ser la nica poblacin valenciana donde aparecen martinetes hidrulicos de esparto. La aplicacin de la energa hidromecnica al proceso de transformacin del esparto es el primer paso de la mecanizacin del picado y golpeado de la gramnea; el resto del proceso productivo recoleccin, maceracin y manufacturacin continu siendo manual. A finales del siglo XVIII Cavanilles hace referencia a esta nueva aplicacin artesanal de la energa hidromecnica y su impacto en la fuerte reduccin del trabajo humano y animal. La inversin en la molinera hidrulica aplicada a los procesos manufactureros, en cualquiera de sus tipologas, produjo una reduccin de los costes de trabajo a costa de la disminucin de la mano de obra necesaria en la produccin. Dice Cavanilles a este respecto: Los de Elda lo reducan [ el esparto] felpudos, y as manufacturado se extraa. Era preciso majarle de antemano, y como esta operacin ocupaba muchos brazos robustos q ue podan servir para la agricultura, Josef Juan y Anaya imagin hacerla por medio de un martinete, sirvindose del agua para el movimiento, y de un nio para poner y revolver sobre una plancha de hierro los manojos de es- 54HISTORIA DE ELDA Cisterna entr Gor Alber La canter222a fue una de las pocas acti cont227 con un n234mer significa el siglo XIX (Ar Novelda) parto, que reciban los repetidos golpes de un mazo: con tal industria un solo muchacho haca al da tanto como cinco hombres.La primera noticia sobre el funcionamiento de un molino hidrulico de esparto data de julio de 1786. En este mes ya funcionaba el Molino o Martinete que para picar esparto ha construido Josef Juan de esta vecindad en la partida de Alfaguara. En abril de 1806 funcionan en Elda tres fbricas de majar esparto. En 1841 al menos existen 4 molinos de agramar esparto. En el diccionario de Madoz se indica que en Elda hay 6 mquinas agramadoras de esparto. Entre 1839 y 1854 se concedieron licencias para construir 7 molinos de esparto en la ribera del ro Vinalop. En la somera descripcin que hace L. Amat de la industria rural eldense aparecen 10 martinetes de esparto. Bernab plantea la hiptesis que la exportacin de esparto crudo o picado repercuti gravemente en la manufacturacin, por lo que la actuacin de los comerciantes especuladores en el ltimo tercio del XIX hizo que parte de la mano de obra emigrase, se ocupase en nuevos trabajos el calzado, principalmente y parte de los martinetes se transf ormasen. Los primeros pasos de la industrializacin zapatera De verdadera importancia es la industria de este pueblo que, por entero, est dedicado a la fabricacin de calzado, generalmente clase de batalla como dicen en el lenguaje industrial. All donde sepan que haya gran contingente de obreros, all van los fabricantes de calzado de Elda con su calzado, ofrecindolo a precios sin competencia [] Esta industria se halla muy adelantada, pues tiene en uso el material mecnico ms moderno para la fabricacin del calzado 12. Esto escriba en 1901 Jos Ferrndiz Ponz en su informe sobre la industria alicantina. Ahora queremos hacer un breve repaso al proceso de industrializacin seguido en el siglo XIX q ue desemboc en esta manifiesta importancia de la fabricacin del calzado. N os centraremos en el origen, formacin y primeros pasos de la produccin del calzado con fines comerciales, dejando fuera de nuestro captulo las fbricas, signo de la acumulacin capitalista y de la transformacin industrial de la ciudad. En todas las comunidades rurales existan zapateros artesanos 13dedicados al mbito local agrario. Ahora, cuando hablamos de protoindustrializacin zapatera, de lo que se trata es de saber cuando estos zapateros dejaron de orient ar su actividad hacia el consumo local y consiguieron una comercializacin externa que les permita un crecimiento de la produccin, del trabajo, de los beneficios y de innovaciones tcnicas. Las primeras referencias a zapateros q ue comercializaban su calzado ms all de Elda datan de 1832. Joaqun Y ago, Juan Estarlic, Juan Besa o Ramn Ganga son zapateros que por estos aos marchaban a Albacete, Jumilla, Valencia o Alicante a vender sus pares de calzado. No se trata de vendedores de calzado, sino de descendientes de zapateros o de trabajadores temporales que compatibilizaban estas tareas con las agrarias. Es probable que estos vendedores fuesen los jvenes zapateros ms pobres o tambin se tratase de oficiales al servicio de otros zapateros-empresarios. Por ejemplo, Valero Escandell, segn los recuentos impositivos de los aos 1835-1847, destaca a Jos Pay Gonzlez, hijo de zapatero, que posiblemente no era un simple trabajador sino un empresario con capacidad para emplear a otros pocos zapateros y producir para un mercado que desbordaba los lmites locales. El proceso productivo todava se realizaba en el marco de los talleres gremiales, esto es, era 55Rasgos econmicos del siglo XIX: de la agricultura al taller zapatero Esparter artesanal org Mosaico de las primeras acti pr una actividad predominantemente domstica, realizada en el interior de la propias viviendas, sin utilizar maquinaria destacable ni requerir ningn tipo de obra ni transformacin de los edificios.Los factores que favorecieron el desarrollo de esta actividad zapatera a lo largo de la primera mitad del siglo XIX podemos resumirlos en cuatro: cambios agrarios; mano de obra abundante y barata; carretera, arriera y situacin geogrfica; y, por ltimo, existencia de otras actividades protoindustriales previas. En los precedentes apartados hemos observado una serie de cambios agrcolas acaecidos en el campo eldense, sobre todo aquellos relacionados con los cultivos. El proceso de especializacin agraria, principalmente la expansin de la via, el almendro, la presencia del olivo en la primera mitad de la centuria y la progresiva sustitucin del trigo por la cebada como cereal predominante, orientaron gran parte de la produccin hacia el mercado. Esta secular transformacin rural convive con una desposesin agraria. En Elda exista una distribucin de la propiedad muy desequilibrada: el 45 % del vecindario no alcanzaba una renta de 5 libras anuales, mientras que el 3 % superaba las 50 libras. As, en el ao 1817 existan 451 jornaleros, adems de 112 arrendatarios y 329 pequeos propietarios. En el ao 1835 los jornaleros ya suponen el 61 % de los vecinos vinculados a la tierra. La desigualdad social era patente, lo cual facilitaba una reserva de mano de obra abundante con salarios bajos. Mano de obra joven, por las caractersticas de la propia estructura demogrfica de Elda a mediados del XIX, adems del importante uso de la poblacin infantil en t areas laborales. Esta gran reserva de familias desposedas con muchos miembros jvenes abasteca de mano de obra las demandas de los propietarios terratenientes de campos de vias, olivares o cebada, adems de emplearse eventualmente en la recoleccin y transformacin del esparto o emigrar temporalmente hacia La Mancha para segar el expansivo trigo. La situacin geogrfica y el volumen de la carretera y arriera facilitaron la difusin de los primeros excedentes zapateros. La posicin en el Valle del Vinalop en el trayecto que comunica el Mediterrneo con la Meseta hizo, posiblemente, que existiera un numeroso colectivo de caballeras dedicadas doblemente a las tareas agrcolas y de transporte. Arrieros y carreteros incluiran entre sus mercancas productos artesanos, junto a los ms abundantes agrarios (vino, aguardiente, frutas, turrn, aceite, jabn, trigo o harina). El conocimiento de los mercados extracomarcales y las rutas comerciales facilitaran los primeros viajes de los zapatos. Antes del afianzamiento de los talleres de calzado existan en Elda otras actividades protoindustriales, principalmente las relacionadas con los molinos hidrulicos (harineros, papeleros y de esparto) y la elaboracin de productos agrarios (prensas de aceite, cubos con lagares para el vino, alambiq ues de aguardiente y alcohol). La elaboracin de productos de esparto era la industria rural ms importante de Elda durante la primera mitad del siglo XIX. La manufactura del esparto la realizaban las familias desposedas, semiproletarizadas, que junto a los ingresos de jornales en el campo, completaban la economa familiar con el trabajo del esparto, tanto mujeres, nios y ancianos. Era, al parecer, una elaboracin principalmente familiar, controlada por los comerciantes y propietarios de martinetes de esparto domestic system. La alpargatera y la cordelera seran los dos sectores trabajados, tanto para el autoconsumo local como para la comercializacin de los trajineros, mercaderes y del puerto alicantino. La mano de obra alpargatera y cordelera dispu- 56HISTORIA DE ELDA Interior de Hormas Aguado en 1899 (Museo del Calzado de Elda). so de obreros hbiles y disciplinados para la expansin del calzado, aunque este ltimo tuvo un origen inversor y comercial distinto a la manufactura del esparto.Tras la primera etapa de formacin, entramos en una segunda de consolidacin de la protoindustria del calzado desarrollada entre 1850 y 1890. A lo largo de estas dcadas aumenta el nmero de fabricantes y de trabajadores del calzado. Bernab Maestre (1975: 70), a partir de los padrones municipales, dice que en el ao 1860 haba 20 zapateros en Elda, que eran ya 37 en 1872 y 89 en el ao 1875. En este ltimo padrn Petrer ya contaba con 6 zapateros, adems de 14 alpargateros. P ero hay que tener presente que la poblacin vinculada a la industria del calzado es difcil cuantificarla porque los padrones municipales, u otros documentos oficiales, no incluan ni a las mujeres ni a la poblacin infantil menor de catorce aos. Valero Escandell diferencia, para el ao 1867, entre fabricantes tres y vendedores de calzado seis. Los primeros viajantes, escribe, surgieron en buena medida de las propias familias zapateras tradicionales de la villa, que ahora ya contaban con trabajadores asalariados y actuaban como zapateros-empresarios. Estos fabricantes y los viajeros mantenan una estrecha relacin entre s y con el gremio del calzado. En el ao 1885 el nmero de zapateros ya ascenda a 187. Muchos de los nuevos zapateros son jvenes que no son cabeza de familia. En su mayor parte provienen de familias jornaleras, pero tambin hay hijos de albail, herrero, carpintero, sastre, esquilador, arriero En estas dcadas an no aparecen propietarios agrcolas como inv ersores del calzado ni como empleados; slo los jornaleros encuentran una alternativa laboral en esta industria rural en expansin. Adems, en 1885 los t alleres zapateros son ya la primera industria rural, muy por delante de la crtica situacin de la fabricacin papelera o de la decadente manufactura del esparto. El calzado, la principal actividad de transformacin de la villa de Elda, segua siendo bsicamente una actividad realizada familiarmente, en las propias viviendas de los zapateros-empresarios, con una produccin absoluta- mente artesanal. Antes de la instalacin de las primeras mquinas (la mq uina de coser Singer o la mquina de cortar suela) todas las operaciones eran manuales: desde buscar las materias primas, prepararlas, realizar el cortado o coser la suela. As, pues, la inversin para montar un taller zapatero era reducida. En la ltima dcada del siglo XIX algunos propietarios zapateros haban acumulado suficiente capital para construir las primeras fbricas de calzado. Bernab Maestre calcul que la produccin en los talleres zapateros ascenda a 90.000 pares en el ao 1885, cifra que se dobl en 1900 una vez construidas las primeras factoras fabriles. Por ltimo, cabe sealar que en 1870 aparece la primera iniciativa dedicada a la produccin de artculos auxiliares para la produccin zapatera: es el t aller de hormas de I. Aguado, que parece ser era maestro artesano. La aparicin de esta instalacin auxiliar fue de gran relevancia para el desarrollo de la protoindustria zapatera, ya que supona una divisin del proceso productivo y una especializacin que facilitaba una reduccin de costes y un aumento de la productividad. Caracteres q ue aumentaron en la plena industria fabril del calzado, que se desarroll ver tiginosamente en Elda a partir de la ltima dcada del siglo XIX, hasta convertirla en la principal actividad productiva de la localidad y en motor comarcal, reducindose paulatinamente el peso de la agricultura en esta nueva fase del capitalismo industrial. 57Rasgos econmicos del siglo XIX: de la agricultura al taller zapatero La de R la f Hern207ndez fuer aut216nticas f207bricas de calzado de Elda (ReFiestas Ma). P ara conocer la estructura socioprofesional de la poblacin de Elda a fines del Antiguo Rgimen contamos con el estudio del profesor Glicerio Snchez (1981) sobre el Reparto de la Contribucin de 1817 debida por la Villa de Elda. Al menos durante medio siglo la poblacin perma- neci estancada: 3734 habitantes en 1787 (Censo de Floridablanca) y 3846 en 1843 (Diccionario de Madoz). Era una villa agraria que a lo largo del XVIII haba triplicado su poblacin y haba llegado al mximo de las posibilidades de recursos que poda ofrecer el medio, situacin semejante a las de 59 La sociedad eldense del XIX CARLOSSALINASSALINAS Catedrtico de Secundaria 21 Casa actual que r fode vida de los terra XIX (F Rico). otras poblaciones del Vinalop Medio. En 1817, prxima la disolucin del rgimen seorial, los 939 vecinos, sujetos f iscales, disfrutaban del 60% del total de la renta lquida que generaba las propiedades y actividades de la Villa; las rentas del conde de Elda y del arrendador ascendan a un 26% y el resto se reparta entre catorce eclesisticos contribuyentes y 170 propietarios forasteros, los terratenientes . El gravamen q ue supona la Seora para Elda limitaba aun ms las posibilidades de acumulacin de la mayora de los activos agrcolas. El 45% de los vecinos tena una renta anual inferior a cinco libras valencianas y el 80% oscilaba entre una y diez libras. En cuanto a los terratenientes, el 85% posea rentas inferiores a diez libras. Las relaciones sociales estaban fuertemente delimitadas por la capacidad de extraer riqueza de la agricultura. El 86% eran agricultores pero no todos en idntica situacin; dos grupos simtricos ref lejaban un reparto desigual: 459 propietarios de renta per capita once libras valencianas, y 451 jornaleros de renta per capita tres libras. Entre los primeros slo el 28% contaba exclusivamente con las rentas de la propiedad y el 72% dispone de otros ingresos complementarios o principales. Entre los segundos, el 60% son exclusivamente jornaleros, disponen de las rentas ms bajas y el 40% tienen otras complementarias. stas solan ser arrendar o tras tierras y trabajar en la transformacin y distribucin del producto agrario, tales como la molinera, panaderos, la construccin de aperos y carros, la fabricacin de aguardiente, papel, cubos y almazaras, jabn, carpinteros, herreros, tejedores, albailes, alfareros, poceros de nieve, canteros, chocolateros, sastre, platero y seis zapateros. En total 118 vecinos activos que generaban el 7,6% de la renta total, de los cuales casi la mitad eran exclusivamente artesanos. La renta media per capita del sector era seis libras y las desviaciones de unos oficios a otros muy reducidas, pero destaca la media de poco ms de tres libras en los zapateros, similar a los ingresos de los jornaleros ms pobres. El sector terciario, representado en la Elda de 1817 por veinticinco comerciantes y otros dedicados a diversos servicios y profesiones liberales, aporta ba un 15,7% de la renta total. Eran 247 activos (26% del total) entre los que predominaban los dedicados a servicios, sobresaliendo 57 arrieros, 7 carreteros y 5 posaderos. Este grupo actuaba de nexo desde la centralidad de Elda recorriendo la ruta interior Alcoy-Xtiva-Valencia y el tringulo Jumilla-Fuente la Higuera-Albacete. Relata Madoz que las diligencias de Alicante a Almansa pasaban por Elda donde se detenan a comer. Once profesiones liberales, con renta media per capita poco ms de trece libras, atendan los servicios in- 60HISTORIA DE ELDA Mujer de Manila (Ar dispensables de la villa: tres escribanos, cuatro abogados, un boticario, un perito, un mdico y un procurador general; estos dos ltimos vivan exclusivamente de su profesin. Resumiendo, a principios del XIX el 45% de los eldenses no alcanzaban una renta de cinco libras anuales pero un 3% superaba las cincuenta.Como ha estudiado Valero Escandell (1992), los modestos zapateros de casi todo el XIX pasaban desapercibidos; se trataba de una actividad artesanal cuya reducida produccin vendan peridicamente en mercados de las provincias circundantes; todava en 1884 ningn zapatero apareca entre los cien primeros contribuyentes eldenses. Est as desigualdades se recogan en el Padrn de 1835 que inclua a 149 labradores , propietarios bienestantes, 123 pelantrines , arrendatarios y minifundistas, y 424 jornaleros. La abundancia de mano de obra, joven y barata, la insuficiencia de la agricultura, la tradicin artesanal y el conocimiento del mercado regional facilitaron el desarrollo de la zapatera como verdadera industria en las ltimas dcadas del XIX. La estructura de edades de Elda ofreca una imagen de sociedad joven; segn el padrn de 1856 la poblacin menor de cuarenta aos era el 73% y los mayores de sesenta y cinco slo eran el 4% del total. Esta juv entud se combinaba con una muy alta natalidad; entre 1835 y 1885 las tasas de natalidad superaron el 4%. De este conjunto humano procedan las crecientes incorporaciones al trabajo y venta de calzado abandonando la agricultura a jornal u otras actividades. Los 32 zapateros citados en el padrn municipal de 1868 se multiplicaron en 71 (1875) y 188 (1885), cifras seguramente ms altas si aadimos los menores de catorce aos y las mujeres que ay udaban a los maridos, casi nunca registrados en los padrones. La profesionalizacin de los nios-aprendices (en el padrn de 1875 aparece citado como zapatero un nio de nueve aos) se realizaba desde edades muy tempranas, en el seno de los peq ueos talleres familiares. El origen jornalero y esta socializacin mantuvo 61La sociedad eldense del XIX Eldenses de final de siglo disfrazados al estilo de sus antepasados, costumbr por Castelar en sus 307Recuer de Elda310 (Ar durante mucho tiempo elevadas tasas de analfabetismo. Uno de los primeros zapateros conocidos, Jos Pay Gonzlez, nacido en 1812, figuraba en la lista de 1884 de los ciento cinco eldenses con derecho a voto en las elecciones generales por sus ingresos, pero era analfabeto y tambin sus hijos, tres de ellos zapateros. Segn Madoz (1843) Elda contaba con una escuela de nios con 200 matriculados y otra de nias con 130 de asistencia, ambas sostenidas con fondos municipales. Ms de sesenta aos ms tarde, la Estadstica Escolar de Espaa en 1908 mostraba que el porcentaje de poblacin de seis a doce aos esco- larizada en Elda era 24%, uno de los ms bajos de la provincia e inferior a la media provincial (40%), que a su vez estaba por debajo de las tres valencianas (54%) y de Espaa (59%). No era un caso aislado si comparamos Elda con otras poblaciones cuyo empleo industrial en 1900 superase el 10% de los activos: Crevillent escolarizaba a un 21%; Elche, 19%; Aspe, 17%; Monver, 14%; Petrer, 26%; Villena, 37% y Alcoy, 28%. A principios del XX Elda continuaba slo con dos escuelas pblicas, una de nios y otra de nias, que escolarizaban un total de 220 alumnos. No constaba ninguna escuela privada, aunque se anunciaban clases particulares en la prensa de fines de siglo, y en 1899 los fabricantes Jimnez y Casto Pelez ofrecieron a sus obreros la posibilidad de recibir clases nocturnas. En 1902 el Ayuntamiento eldense aprob unnime un voto de gracias a aquellos empresarios que sostenan una escuela nocturna diaria gratuita a ms de doscientos nios y adultos. Los bajsimos salarios de los hijos e hijas de jornaleros los apartaban en la infancia de la escolarizacin. An en 1900 el 73,6% de los eldenses eran analfabetos. El abundante empleo femenino e infantil en las labores del esparto y la zapatera posibilitaba por su acostumbramiento precoz, tradicional y barato incrementar la produccin en las fases iniciales de transformacin de la manufactura a la mecanizacin del calzado. Hacia las ltimas dcadas el crecimiento de este sector va a impulsar cambios socioprofesionales. Siguiendo a Valero Escandell (1992), en tan slo una dcada (1875-85) se gener una dinmica hacia la futura Elda del XX, ncleo urbano-industrial. Entre la primera y segunda fecha el nmero de oficios vari: zapateros, de 80 a 187; jornaleros, 644-562; arrieros-carreteros, 22-28; papeleros, 24-13 y sirvientes, 44-26; cifras relativas debido al habitual ocultamiento del empleo infantil y femenino. En 1885 el calzado ya era la principal actividad industrial; casi toda realizada en tallericos artesanales inst alados en la planta baja de las viviendas familiares, pero en la ltima dcada comenzaron a levantarse las primeras grandes fbricas. Todos estos cambios se reflejaron en la sociedad eldense cada vez ms identificada por los coetneos prxi- 62HISTORIA DE ELDA Publicaci227n de 1887 de la logia alicantina Constante Alona , con la que mantuvo r masoner222a eldense de aquella 216poca. mos y lejanos como industriosos. Aparecieron los primeros anuncios publicitarios de aquellas empresas y tambin el primer semanario ligado a los trabajadores: El Bien General , nombre de la primera cooperativa de obreros (1885), constituida para procurar las comodidades del obrero en cuanto sean compatibles a su posicin; proporcionarle los medios ms fciles para el desarrollo de su inteligencia por medio de la instruccin; socorrerle en los casos de enfermedad y proporcionarle recursos por medio del ahorro para hacer frente a sus necesidades en las crisis o paralizacin del trabajo . Lleg a contar con quinientos asociados, lo que muestra el ideal interclasista, pequeoburgus y, q uiz, republicano castelarino del proy ecto. Era una sociedad de ayuda mutua; cada socio aportaba 50 cntimos semanales y organiz a todos aquellos sectores que se consideraban entonces obreros en sentido amplio: zapateros, artesanos, jornaleros, aparceros y algunos pequeos propietarios agrcolas. Fundaron un casino obrero y un semanario rgano de expresin. No iban ms all de un reformismo moderado, carecan de programa poltico y de reivindicaciones sindicales. En 1887 falleci su fundador, el joven abogado eldense Ricardo Prez Pomares y la sociedad se diluy. El primer nmero de El Bien Gener al sali el 8 de septiembre de 1886 y el ltimo el 14 de abril de 1887; se imprimi primero en Alicante y despus en Monvar, compuesto de cuatro hojas de temas muy variados: folletines, el reglamento de la cooperativa, la campaa de recogida de firmas a favor del indulto al brigadier Villacampa, prot agonista de una sublevacin republicana en Madrid (1886), recogi 507 firmas a favor del indulto en Elda y Petrer, de denuncia del deficiente cementerio y otros asuntos. Dirigido por Agustn M Tato Vidal, nacido en Cuba y educado en Nueva York y Pars, trabajaba en Alicante como agente de aduanas; su matrimonio con la hija de Jos Amat Sempere, varias veces alcalde de Elda y diputado a cortes, lo vincularon a la Villa. Hasta 1902 no vuelve a aparecer prensa peridica eldense. El nmero 1 del semanario El Vinalap(14 de diciembre) abrir el siglo XX. Dirigido por su propietario Miguel Tato Amat, hijo de Agustn, posiblemente cerr el 15 de mayo de 1904. Se presentaba como independiente y de amplio contenido pero su director profesaba un moderado republicanismo cercano a Salmern y a favor de la clase obrera. Los temas preferentes en sus pginas estuvieron dedicados a la poltica municipal, las actividades en el Casino y en las sociedades cooperativas, la creacin de la Cruz Roja local, espectculos, poesas y noticias breves de Elda y comarca. Consolidada la fabricacin de calzado como la primera industria local, los aos noventa supusieron el definitivo empuje con la construccin de las primeras factoras de calzado y la industria auxiliar necesaria (las fbricas de hormas y cajas). Aquellas empresas ya emplearon a cientos de obreros, usaban maquinaria diversa y motores cen- 63La sociedad eldense del XIX Virgen de la Salud del viejo hospital, super Guerra Ci trales. Sus empresarios, de orgenes humildes en bastantes casos, haban aprendido el oficio desde muy jvenes y representaban la nueva burguesa local en ascenso. Los fabricantes Silvestre Hernndez y Rafael Romero Utrilles sern los prototipos de industriales capaces desde la ptica del regeneracionismo finisecular, creadores de riqueza y de grandes iniciativas, ejemplares hombres para la prosperidad nacional, segn la semblanza elogiosa del diario alicantino La Regeneracin (8 septiembre 1900). El grupo de nuevos ricos exteriorizaba signos de su pujante posicin en algunos casinos y en las Fiestas Ma- y ores. Ideolgicamente es significativa su participacin en la creacin de la logia masnica Fidelsima, constituida en Elda en torno a 1886, con miembros de este empresariado: Pablo Guarinos Guarinos, venerable maestro de la logia, secretario del ayuntamiento; Rafael Romero Utrilles; Blas Vera, comerciante; Juan Jos Jebrer Samper, Jos Linares Amat, Gaspar Prez, Antonio Porta y Miguel Vidal, mdico. No sabemos cuando ces la actividad de este Taller , posiblemente en la crisis de los noventa de la masonera espaola, v olviendo a Elda con la logia Amor n 9 en 1927. El crecimiento econmico atraa mano de obra forastera, de la comarca afectados por la crisis vincola y de puntos alejados (Mahn y Almansa). En 1887 Elda contaba con 4.437 habit antes que ascendieron a 6.131 en el padrn de 1900; es decir, hubo un incremento del 38% debido al propio crecimiento natural y a la llegada de 600900 inmigrantes en este periodo. Estos obreros industriales ya se diferenciaban de los antiguos trabajadores agrarios. Organizaban sociedades de socorros mutuos: La Caridad, fundada en 1886, contaba con 325 socios. En 1898 se funda la primera cooperativa eldense dedicada a la construccin de casas baratas, La Prosperidad, 154 asociados, que trat de solucionar el dficit de viviendas que la inmigracin haba originado. En 1900 la sociedad obrera La Emancipacin , creada en Novelda, abri una delegacin en Elda con objetivos de procurar mejoras a los afiliados en el orden moral y material, llevarles al conocimiento de sus derechos mediante la instruccin y la defensa de sus intereses, procurarles mejoras en la forma de verificar el trabajo y mayores beneficios en el salario . P oco despus, en 1903, tambin se constituy en Elda La Regeneracin con idnticos fines de defensa del trabajador. En 1899 se produjo en Elda la primera huelga obrera reivindicativa, motivada por los bajos salarios inferiores a los de los zapateros de Madrid, Barcelona y Mahn. Los propietarios agrcolas tambin en las ltimas dcadas logran organizarse para optimizar los escasos caudales del Vinalop. A lo largo de la centuria la productividad agrcola descendi por agotamiento de los suelos y las seq uas, por lo que los propietarios y re- 64HISTORIA DE ELDA Pe varr ca 216poca de la Fiesta. gantes que tenan derechos histricos al aprovechamiento de las aguas de las fuentes de Las Virtudes, del Chopo, Acequia del Conde, las del cauce del Vinalop y los manantiales de la Alfahuara remodelaron sus normas en una Comunidad de Regantes de la Huerta de la Villa de Elda , siendo las aguas de propiedad particular de los comuneros, un caudal de 672 horas inscrito en el registro de la propiedad de Monvar. Las aguas podan utilizarse para el riego y artefactos y ser subastada. Las ordenanzas, publicadas en 1890, fueron firmadas por Vicente Maestre, Domingo V era y Lamberto Amat y Sempere (182093), el primer terrateniente de su tiempo, secretario del Ayuntamiento y autor de la obra base de la historiografa sobre Elda: Elda. Su antigedad, su historia (...) , 1875. Segn el Censo de Poblacin de 1877, en Elda absolutamente todos profesaban el catolicismo. La inf luencia clerical directa se limitaba al clero de la nica parroquia de Santa Ana perteneciente al obispado de Orihuela. El ciclo festivo estaba impregnado de actividades litrgicas, como era habitual en un mundo de tradicin rural y en el q ue la secularizacin llegara en los aos veinte y treinta del siglo XX. Los patronos locales estaban presentes en cualquier evento importante y en las f iestas: San Antn, la Virgen de la Salud, el Cristo del Buen Suceso y la Pursima Concepcin. En enero San Antn presida las fiestas de Moros y Cristianos. La Semana Santa era vivida con gran participacin popular. El Domingo de Ramos era jubiloso, los balcones se engalanaban y disfrutaban tres das de la mona. En mayo las mujeres de los campesinos llevaban f lores a la iglesia, smbolo de fertilidad, en accin de gracias por una buena cosecha. En junio la procesin del Corpus se llenaba de nios vestidos de ngeles. La noche de San Juan ofreca un aspecto ms pagano, hogueras y bailes. La Fiesta grande era en septiembre, bajo la proteccin de la Virgen de la Salud y el Cristo el Buen Suceso. Venan famosos predicadores de Orihuela o ms lejos, se celebraban procesiones y todo el pueblo adornaba calles y balcones. En diciembre, Navidad y asistencia a la Misa del Gallo. Basta con leer el relato q ue hizo Castelar en septiembre de 1879, Recuerdos de Elda o las fiestas de mi pueblo , para captar la religiosidad campesina de los eldenses y la sincera sentimentalidad del propio autor. En esas f echas, El Eco de la Provincia , diario conservador de Alicante, en su nmero de 10 de septiembre de 1879, recordaba a sus lectores que Castelar era un buen catlico y refera que cuando pasaba das v eraniegos en casa de su amigo, el hacendado Pedro Juan Amat, en ella ha sido visitado por el clero de la villa, y muchas v eces se le ha visto en el templo orando de rodillas ante la Santsima Virgen de la Salud (...) Es buen devoto de la Seora, y buena prueba de ello son las remesas de cera que enva para iluminar el altar de la Patrona de Elda . T ambin en estos recuerdos Castelar rememora un vivo retrato de las f iestas de Moros y Cristianos: color, estruendo por cuarenta y ocho horas seguidas , (...) fuerza creadora de nuestra fant asa , y relata las fases de las represent aciones festivas. La Banda de Msica de Elda Sociedad Musical Santa Cecilia surge en torno a 1852 fundada por un pequeo grupo dirigido por el panadero Joaq un Beltrn. Ser la primera entidad cultural de amplio alcance social; colaborar o intervendr en otras instituciones eldenses. En 1886 su director Marcelino Zacaras Gutirrez ser redactor de El Bien General ; otro director anterior, de origen alcoyano, Juan Bautista Garca, ayudar con la Banda a establecer las formas de Moros y Cristianos. En agosto de 1900 la Banda dirigida por Ramn Gorg gan el cert amen de Alicante. Este xito asumido por toda la sociedad eldense impuls los esfuerzos fundadores del Teatro Castelar. Es importante destacar el carcter social de esta agrupacin; sus miembros eran de origen humilde, buena parte con estrechas relaciones familiares, era considerada parte muy q uerida de la comunidad. Simblicamente, la calurosa recepcin que la acogi tras su triunfo en 1900 fue celebrada con volteo de campanas y el estruendo de las sirenas de las fabricas zapateras. Si la llegada del ferrocarril a Elda en 1858 supuso una ampliacin de la imagen mental del espacio, la iluminacin pblica en 1900 a cargo de la compaa La Elctrica Eldense provoc un sentimiento de entrada en la modernidad del nuevo siglo. 65La sociedad eldense del XIX Introduccin C uando el siglo XIX se inicia nuestro pas sufra un importante retraso cultural respecto a las nov edades europeas; el setenta por ciento de la poblacin era analfabeta y los intelectuales (tradicionalistas y progresist as) estaban enfrentados. Ideolgicamente empezaba a manifestarse la divisin entre las dos Espaas: isabelinos y carlistas, liberales y absolutistas, progresistas y moderados. Esta situacin fue largamente denunciada por nuestros escritores durante la centuria. La crisis del Absolutismo y la liquidacin del Antiguo Rgimen son los acontecimientos que sirven de fondo a la revolucin esttica romntica el primero de los movimientos culturales propios del siglo XIX. En un contexto de enfrentamiento poltico entre los liberales (herederos de las Cortes de Cdiz) y los conservadores (defensores del Absolutismo) se desarrolla el Romanticismo en Espaa. La protesta contra el mundo burgus, aunque con enormes contradicciones, la insatisfaccin ante los valores impuestos y los graves problemas polticos y sociales del siglo son los rasgos def initorios del carcter romntico que t anta inf luencia tendrn a lo largo del siglo en la cultura eldense. Los grandes movimientos culturales que presiden el siglo XIX europeo y espaol son el Romanticismo, Realismo, Naturalismo y la amalgama conocida como el Fin de siglo que recoge t anto el Modernismo como la denominada Generacin del 98; sin embargo, ser el Romanticismo la caracterstica cons- t ante a lo largo de todo el siglo XIX eldense, puesto que la produccin artstica de los autores de nuestra ciudad manif iesta caracteres romnticos, incluso cuando este movimiento literario ha dejado de estar a la vanguardia de los gustos de la poca en la capital del Reino pero sigui subsistiendo en provincias. Si bien el Romanticismo queda datado en torno a los aos 1830-1850, aproximadamente, no es un fenmeno extrao ni aislado que los gustos romnticos pervivan a lo largo del siglo pese a la brevedad e intensidad del movimiento. T al es el caso de nuestra ciudad que se in- 67 La cultura de Elda durante el siglo XIX MARA DELCORPUSREQUENASEZ Doctora en Filologa Hispnica 22 Retra Ripoll. corpora al movimiento romntico de la mano de Juan Rico y Amat y que se seguir manteniendo a lo largo de la centuria. Muestra de ello es que hasta el momento no tenemos constancia de la existencia de obras literarias de caracteres realistas o naturalistas; mucho menos, de las caractersticas de la literatura de fin de siglo como el modernismo o del tinte de la generacin del 98 que en nuestra ciudad se manifestar con limpio esplendor en el primer tercio del siglo XX. La sensibilidad romntica se haba iniciado en Alemania e Inglaterra a finales del siglo XVIII. Entre sus precursores se han de sealar al poeta ingls Young y, sobre todo, con el alemn Goethe, su novela Werther, que exaltaba los sentimientos de su protagonista que acaba suicidndose ante un fracaso amoroso, supuso el inicio del Romanticismo. Su obra maestra, Fausto , desarrolla una ley enda medieval: el anciano que vende su alma al diablo por recuperar su juv entud; en ella examina las pasiones y anhelos del hombre en su lucha contra el tiempo. El Romanticismo guarda conexiones claras con los movimientos anteriores. La Ilustracin es el subsuelo sobre el que crece, de ella tomaron el impulso hacia la modernidad y el progreso q ue se ejemplifica en nuestra ciudad con la ilustre figura de don Juan Sempere y Guarinos que cierra el ciclo cultural del siglo XVIII. Los romnticos conectaron con el Barroco en el gusto por la literatura nacional, la mezcla de gneros y el rechazo a las reglas en el arte. En la utilizacin del paisaje como partcipe del estado de nimo del personaje, se acercaron al Renacimiento y recogieron muchos de sus temas de la tradicin y leyendas medievales. En definitiva, es una nueva forma de vivir y crear que se ref leja en una nueva actitud ante los problemas del hombre y de la sociedad. Esa nueva actitud queda definida por un individualismo en el q ue el hombre seala sus propios fines. El artista expresa sus emociones con el egocentrismo como eje relevante en todas sus acciones y pensamientos. Ligado a ello, el culto a la libertad con el q ue el individuo romntico proclama su derecho a expresarse, adems del derecho del individuo frente a la sociedad, de la mujer frente al hombre, del obrero frente al patrn. Se rechazan las reglas sociales y artsticas. Pero toda liberacin tiene un precio, un hondo sentimiento de vaco y soledad que lleva al romntico a una continua agitacin interior, al pesimismo y a la insatisfaccin que definen lo que se ha llamado el mal del siglo. La rebelda y las contradicciones pueblan el rico mundo interior del romntico en busca de una f elicidad casi imposible que choca inevitablemente con la realidad exterior burguesa. La huida es una necesidad romntica que se encamina hacia mundos pasados y legendarios, hacia pases exticos y desconocidos o hacia la interiorizacin de los problemas que conducen, en ocasiones, al suicidio. Frente al universalismo de la Ilustracin, ahora se proclama el nacionalismo poltico. Cada pas, regin o localidad ensalza sus costumbres y valores tradicionales. Pe ro el Romanticismo no fue un movimiento homogneo, sus seguidores se dividieron en torno a dos actitudes ideolgicas: el Romanticismo conservador q ue pretende restaurar los valores tradicionales, patriticos y religiosos; busca en la Edad Media el espritu cristiano y caballeresco. Sus representantes son: Schegel, en Alemania; Walter Scott, en Inglaterra; Chateaubriand, en Francia y el duque de Rivas y Zorrilla en Espaa, y el Romanticismo liberal que encarna los valores ms progresistas y rev olucionarios del momento. Entre sus defensores destacamos a Lord Byron, en Inglaterra; Vctor Hugo y Alejandro Dumas en Francia y Mariano Jos de Larra y Jos de Espronceda, en Espaa. Los romnticos europeos ya haban descubierto que los ideales que ellos def endan se ref lejaban en la historia y en el arte antiguo espaol; las principales f iguras europeas visitaban con anhelo Espaa y se inspiraron en lo espaol: el R omancero y El Quijote , las leyendas medievales, los templos y monasterios, los tpicos y mitos. Espaa se convirti en el pas romntico por excelencia. El Romanticismo como movimiento renovador entra tardamente en Espaa y su triunfo y apogeo son cortos. A la muerte de Fernando VII y con el regreso de los exiliados liberales, el Romanticismo entra definitivamente en Espaa. Hasta ese momento se mantienen los gustos neoclsicos q ue incluso conviven durante algunos aos con los nuevos principios. El apogeo romntico coincide con el estreno 68HISTORIA DE ELDA de la obra del duque de Rivas Don lvaro o la fuerza del sino en 1835. En el ao anterior ya se haban publicado obras de corte romntico como El moro expsito del mismo autor o La conjuracin de V enecia, de Martnez de la Rosa. A partir de ese momento, el Romanticismo espaol como esttica dominante apenas dura quince aos. En 1844 se estren Don Juan Tenorio de Jos Zorrilla y en 1849 con la publicacin de La Gaviota de Fernn Caballero, se marc el f inal de la etapa romntica propiamente dicha y el inicio de la nueva esttica realista. Sin embargo, el fervor romntico no se apag totalmente y quedaron epgonos, continuadores del espritu romntico, en pleno Realismo, aparecieron las figuras de Gustavo Adolfo Bcq uer y Rosala de Castro. La literatura: prosa La literatura fue una va utilizada por el romntico para transformar la sociedad y plasmar sus ideales y actitudes ante la vida. Fueron escritores comprometidos que intervinieron activamente en la poltica y los conf lictos sociales, a la vez que se dedicaron al periodismo como medio para llegar a la masa. Las convulsiones polticas y sociales que pueblan el siglo XIX se manifestaron principalmente a travs de los escritos en prosa. Destacaron tres gneros: novela, cuadro de costumbres y periodismo, todos ellos con su correlato en nuestra literatura local. En cuanto a la novela, durante los primeros treinta aos del siglo, debido al Absolutismo, la cultura y la novela en particular tienden a inmovilizarse. Los moralistas y censores combatieron toda clase de novedades, sin embargo, hay constancia de mltiples traducciones de novelas europeas y se inici tmidamente una narrativa que surgi junto al desarrollo de la industria editorial. A partir de 1830 ya se poda hablar de una narracin puramente romntica: la nov ela histrica. Y novela histrica es El castillo de Elda de Juan Rico y Amat publicada en el folletn de La Ilustracin de Madrid durante el perodo 1843-1844. Esta obra responde a esa actitud romntica que mira de manera nostlgica hacia un pasado en el que se recrea el universo legendario e idealizado de la Edad Media espaola, en este caso eldense, como principal fuen- te. En el mbito de la literatura espaola, la primera novela histrica: Ramiro, conde de Lucena , de tema musulmn, haba aparecido en 1823; El Doncel de Don Enrique el Doliente de Mariano Jos de Larra y Sancho Saldaa o El castellano de Cullar de Jos de Espronceda en 1834; la obra ms importante de este gnero: El seor de Bembibre de Enrique Gil y Carrasco fue publicada en 1844 coetnea al folletn de Rico y Amat. El paralelismo temporal de ambas obras muestra a un Juan Rico imbuido por completo en las corrientes literarias de su poca. Tambin el joven Emilio Castelar es ejemplo de la vigencia de la novela histrica pues sus primeros escarceos literarios se manifestaron en el mbito de este gnero literario; tal es el caso de sus novelas: Fra Filippo Lippi en 1877-1878 y Santiaguillo el posadero (que carece de fecha de publicacin). La incursin de Emilio Castelar en el gnero novela fue temprana: Ernesto. Nov ela de costumbres fue publicada en 1855 1y las Leyendas populares en 1857. Sin embargo, el nombre de Castelar ser tenido en cuenta en el campo de la novela a partir del xito editorial de La hermana de la Caridad, editado en 1857 y reeditado en 1862 y 1881, adems de traducida al italiano y al portugus, en ella se presenta la inf luencia de Lamartine y Chateaubriand. Tras esta novela, Emilio Castelar se aparta de la corriente realista-costumbrista iniciada por Fernn Caballero con su novela La Gaviota (1849) y tiende hacia unos credos estticos enraizados en la prosa histrica y con mltiples secuencias propias de la nov ela sentimental. Historia de un corazn (1874) , Fra Filippo Lippi, El Suspiro del moro (1885-1886) y Don Alfonso el Sabio o el hijo de San Fernando (1867) son la evidente prueba de su alejamiento de la novela realista 2. Las guerras contra Napolen Bonaparte suscitaron un fuerte sentimiento nacionalista en los pueblos; as, se exaltaron todas las peculiaridades y tipismos populares, el Romanticismo reivindica lo tradicional y se de- 69La cultura de Elda durante el siglo XIX Retra su Historia pol222tica y parlamentaria de Espa226a . sarrolla un gnero nuevo: el costumbrismo. En general, se trata de una descripcin inmovilista de la realidad que carece de desarrollo dramtico, utiliza la tcnica folklrica, es de extensin breve; procura amenidad y gracia en el estilo y lenguaje; sus temas tratan la actualidad de su tiempo: pintura de usos y costumbres de la sociedad decimonnica, calles, diversiones, gustos, paseos, etc. Mariano Jos de Larra, Ramn Mesonero Romanos y Serafn Estbanez Caldern son los autores ms representativos de este gnero literario. Juan Rico y Amat public sus Cuadros de costumbresen 1844 siguiendo las lneas generales arriba citadas. La escuela de los maestros costumbristas se percibe en los escritos de famosos periodistas publicados en las colecciones de la segunda mitad del siglo XIX, como Los Hombres Espaoles, Americanos y Lusitanos pintados por s mismo en el que Emilio Castelar colabora con el artculo El hombre de Estado . Las impresiones o libros de viaje entroncan con una ilustre tradicin literaria q ue siempre ha tenido una buena acogida por el pblico; Emilio Castelar public Un ao en Pars (1875) y Recuerdos de Italia (1870) en los que relata sus experiencias y sensaciones como viajero por estos lugares. En la rbita de la prosa satricocostumbrista romntica se inscribe el Diccionario de los polticos o verdadero sentido de las voces y frases ms usuales entre los mismos, escrito para divertimento de los que ya lo han sido y enseanza para los que an q uieren serlo (1855) de Juan Rico y Amat. Durante la segunda mitad del XIX, F rancisco Laliga aporta una prosa que segn Emilio Maestre debe considerarse como una manifestacin ms de su poesa 3y por ello, se podra sugerir afn en cuanto a temas a los maestros del R ealismo aunque permanece un elemento intimista comn a todas sus obras. Laliga siempre deja traslucir sus ideas de corte romntico tradicional que se manifiestan en sus obras: Pginas de un moribundo, La primavera, Impresiones de partida y El descubrimiento de Amrica. La prosa de Juan Rico y Amat Emilio Castelar y Francisco Laliga demuestran la pervivencia del Romanticismo en sus obras, aunque Realismo/Naturalismo y Modernismo hubiesen irrumpido en el panorama de las letras hispanas. La vida cultural y poltica y las transformaciones sociales y econmicas del siglo XIX se vertieron en la prensa peridica hasta convertirse en un medio imprescindible para una sociedad moderna. El poder de la burguesa y los avances tcnicos propiciaron la rpida difusin de estos diarios y revistas y una mayor calidad en la transmisin. En sus pginas se difundan ideas, opiniones, acontecimientos y proyectos y permiti el nacimiento de un nuevo gnero: el artculo. La prosa periodstica tal como hoy la conocemos naci en las Cortes de Cdiz en 1812 y alcanz su mximo esplendor en la revolucin de 1868. El periodismo de opinin cumpla una funcin de educacin poltica; la literatura se acomod a los reducidos formatos de la prensa y en ella aparecieron ensayos, poemas, relatos cortos y a partir de la dcada de los cuarenta se reserv un espacio para la novela por entregas q ue goz de gran popularidad. Los escritores y pensadores romnticos se sirvieron del peridico como vehculo perfecto para transmitir sus ideas de progreso. La actividad periodstica de los eldenses del siglo XIX posee un enorme dinamismo, publican sus artculos no slo en Elda, sino tambin en Alicante y Madrid. As, Juan Rico y Amat public en el f olletn de La Ilustracin de Madrid en 1843-1844 El castillo de Elda. Obra de juventud de la que se ha hablado arriba. Colabor con El Almanaque ilustrado y Libro de memorias de Alcoy en 1864. Fund y dirigi en Madrid La Farsa 4en 1867, El noticiero de Espaa en 1868 y Don Quijote 5en 1869 siendo el primero y el ltimo de claro matiz antirrevolucionario con predominio de la stira poltica. Por lo tanto, no tiene nada de extrao que su conservadurismo ideolgico y el carcter satrico de buena parte de su obra se trasladaran tambin al mbito teatral, como se ver ms adelante. Las colaboraciones periodsticas de Lamberto Amat y Sempere se establecieron en Alicante con El Graduador en el que public las biografas de Juan Sempere y Guarinos y Juan Rico y Amat. Estos artculos vieron la luz en 1882 durante los meses de julio y agosto 6y dada la calidad de las mismos Milego y Gald los reprodujo en su obra Alicantinos ilustres (1905). Tambin en El Gra- 70HISTORIA DE ELDA duadorvieron la luz los escritos de Justo Juez Sirvent (1808-1891) que trataban temas locales y de opinin. Agustn Mara Tato y Vidal (1835-1899) fue el director de uno de los primeros peridicos eldenses: El Bien General que tuvo una vida de dos aos: 1886 y 1887; adems, colabor con artculos de actualidad y opinin en El Graduador, La Unin Democrtica, La Tarde, La Correspondencia Alicantina, El Municipio, La Patria, La Monarqua, La Pola, El laurel yEl Constitucional Dinstico de Alicante; El Globoy El lbum de las familias de Madrid y con La Aurora de Ymuri de Matanzas (Cuba). Hombre de slida formacin intelectual Antonio del Val y Ripoll (18391886) colabor con artculos de temtica heterognea en La Democraciafundado por don Emilio Castelar en Madrid en 1864. Tras el golpe de estado de Pava que acab con la I Repblica Espaola public en los peridicos madrileos El Globo y La Democracia . Sus artculos son de carcter diverso: de opinin, crtica literaria y artstica; la crtica musical tambin tuvo su hueco con escritos sobre pera y zarzuela que f irmaba con sus iniciales o con el pseudnimo Davell. Emilio Castelar y Ripoll (1832-1899) fue, sin duda, uno de los insignes escritores de la prensa ilustrada de la poca, sus publicaciones sobre acontecimientos literarios, cientf icos e histricos encontraron en este medio un lugar privilegiado desde el que difundi sus opiniones; en sus pginas, el anlisis de la literatura de su tiempo tuvo siempre un lugar destacado y desde ellas puede ser estudiada la evolucin de las ideas estticas y las formas literarias. Se ha de recordar la publicacin en La Ilustracin Espaola de Recuerdos de Elda o las fiestas de mi pueblo en 1879. Domingo Toms Vera Maestre (1850-1904) realiz colaboraciones en la prensa eldense como El Bien General (1886), El Vinalap (1902-1904) y El Cent enario (1903-1904); sus primeros artculos en la prensa alicantina aparecieron en 1878 en La Provinciaen los que abord temas polticos de carcter local y nacional; a lo largo de 1883 aparecieron publicaciones suyas en El Eco de la provincia y El Peridico para todos. Jos Pay Pertusa (1853-1925), cultiv la amistad de Manuel Rico Garca quien le dedic un apartado importante en su Ensayo biogrfico y bibliogrfico de escritores de Alicante y su provincia. La Co- rrespondencia Militar , fundada en 1877, acogi las publicaciones de este milit ar de prestigio a partir de 1882 7en que se publicaron artculos de opinin como El fomento de la Marina de Guerra e incluso cuentos como La Nochebuena del Soldado . El peridico eldense El Bien General recogi su colaboracin sobre la f igura de Antonio del Val el 10 de marzo de 1887. Realiz colaboraciones para El empleado cvico militar y fue el fundador de Los destinos civiles , el 1 de abril de 1890. Cabe destacar el artculo que con el ttulo Elda y Castelar (1899) apareci en la publicacin Recuerdos de Elda o Las Fiestas de mi pueblo al que Azorn hizo referencia en sus escritos sobre el ilustre tribuno. Ricardo Prez Pomares (1859-1887), abogado, escritor y poeta romntico sentimental fue el fundador de El Bien General 8; public sus artculos con el seudnimo de Aroldo y trat temas diversos de inters general; sus artculos aparecieron en otros peridicos como El Termmetro de Monvar y El Novel de Novelda; adems, el peridico El Eco de la Provincia de Alicante recogi en 1883 su artculo de carcter histrico: Disertacin histrica sobre un acontecimiento de la provincia de Alicante: Alicante en 1812. Manuel Pay Pertusa (1862-1947) public sus artculos de carcter filosfico /moralizante en El Bien General de Elda durante los aos 1886-1887 y en el peridico eldense El Vinalap durante el bienio 1902-1904. F rancisco Sempere Maestre (1867-1935) utiliz la prensa como medio de propaganda de las ideas republicanas y socialistas, como sola ser frecuente en la prensa de la poca: es el denominado genricamente periodismo de combate. Sus artculos aparecieron publicados en el madrileo La Repblica, y desde 1891en los peridicos alicantinos: El Cicln, El Clarn , La Correspondencia de Alicante, El Noticiero, El Pueblo Republicano , Heraldo de Alicante. Parece ser que no firmaba sus artculos o lo haca con seudnimos no identificados hasta ahora, segn indica Alberto Navarro. Los articulistas eldenses participan de las caractersticas de la prensa del siglo: fundamentalmente difusora de ideas polticas y culturales. Se trata de q ue la palabra llegue cada vez con may or nitidez a un pueblo todava iletrado pero con inquietudes despiertas y prestas a entrar en accin como prueba la Historia de la poca. 71La cultura de Elda durante el siglo XIX Teatro El teatro de la primera mitad del siglo se hizo eco de la concepcin desgarrada y dramtica del espritu romntico, convirtindose en uno de los gneros ms caractersticos. Sobre todos los gneros triunf el drama aunque se sigui cultivando la comedia. Naci en Alemania con Schiller. En Espaa su aparicin fue tarda, se produjo en 1834 con el estreno de La Conjuracin de V enecia, de Martnez de la Rosa y pervivi escasamente quince aos. Se puede hablar de la obra de Jos Zorrilla, Traidor, inconfeso y mrtir, de 1849, como ltimo ejemplo. Temas, personajes, escenografa, recursos formales y finalidades se muestran como caractersticas generales del teatro romntico, donde el tema fundamental es el amor; ms all del bien y del mal, los amantes aspiran a la unin perfecta, pero es un sueo imposible. Unidos a este tema aparecen el azar, la libertad, la rebelda poltica o moral, las pasiones ilcitas o la venganza. A veces la falta de profundidad dramtica en el planteamiento del tema es compensada por una gran habilidad para construir la intriga. Entre los personajes sobresale por encima de todos el hroe del que destaca su origen desconocido, el misterio que envuelve su persona, su amor a la libertad, su bsq ueda de la felicidad y la inevitable desgracia que acaba con sus sueos. De la herona que lo acompaa destacamos su inocencia, dulzura y la intensidad de su pasin. Alrededor de ellos los dems personajes parecen existir slo para oponerse al amor de la pareja protagonista o para asistir, impotentes, a la destruccin final. La escenografa es muy importante en el teatro romntico; tienen predileccin por panteones, paisajes abruptos y solitarios, mazmorras, riscos y montaas, etc. Frente a la ausencia de acotaciones en el teatro neoclsico, abundan aqu tanto las que se ref ieren a la escenografa como a las actitudes de los personajes. La escenografa no es un simple marco de accin sino que cumple una funcin dramtica importante. Entre los recursos formales, atendiendo a la libertad como principio artstico, el teatro romntico rechaza todas las reglas, busca reflejar lo grotesco de la realidad ms que la verosimilitud, mezcla lo trgico y lo cmico y la prosa y el verso en todas sus va- riantes mtricas. Se rompen las unidades aristotlicas de tiempo y lugar, la complicada intriga requiere cambios constantes de lugares escnicos; respondiendo todo ello a una estructura dinmica de la accin. El nmero de actos vara entre tres, cuatro y cinco; a v eces se les da el nombre de jornadas en un claro entronque con el teatro nacional del Siglo de Oro. Son tambin utilizados elementos efectistas como intensificadores del clima trgico para producir sorpresa, horror y todo tipo de efectos teatrales. La finalidad ltima es conmover al espectador, llegar a su fibra ms sensible, hacerle rer y llorar. Se toman elementos del teatro del Siglo de Oro, intensificando la pasin amorosa; la Historia aparece como teln de fondo, pero slo captan la ancdota, el det alle de lo pintoresco, no su esencia verdadera. El desenlace siempre es trgico: la destruccin del individuo por el mundo en la lnea de la fatalidad romntica. Coincidimos con Juan A. Ros 9en que las obras de Juan Rico y Amat, tanto Los misterios de palacio (1852) como la obra teatral en prosa El mircoles!!! (1864) muestran los tpicos del teatro de la poca si bien esta ltima obra es un juego teatral destinado a hacer rer al espectador. Conspirar con buena suerte (1853) recoge las caractersticas tipo del gnero teatral en Juan Rico y Amat q ue queda inscrito en una especie de interregno en el que las corrientes literarias no estn bien definidas, esto es, se encuentra a caballo entre las caractersticas del Romanticismo y las de la Alta comedia o comedia burguesa que adquiri toda su fuerza durante la Resta uracin. Sin embargo, nos encontramos ante un autor que plasma todos los rasgos que perviven del teatro romntico, se trata de un autor de gnero que mantiene los esquemas de la comedia neoclsica y la de costumbres. En definitiva son obras que mezclan el costumbrismo con la moraleja final, tal es el caso de La escuela de las madres (1859), Vivir sobre el pas (1863), El mundo por dentro (1863) y La belleza del alma (1864). Juan Rico y Amat se convirti en apologista de la monarqua isabelina en Costumbres polticas (1855) obra que muestra una stira de la vida poltica de entonces teida de rasgos reaccionarios y demaggicos. El infierno con honra (1870), zarzuela bufo-poltico-social en tres actos, es un ataque frontal contra la Revolucin de 72HISTORIA DE ELDA 1868, presentada como fuente de todos los males que acucian al pas.La obra teatral de Francisco Laliga Gorgues (1861-1928) ha sido estudiada por Alberto Navarro Pastor 10qu ien seala que debido a lo escaso de la produccin teatral de Francisco Laliga que ha llegado a nosotros ( De los inconvenientes de no hablar claro (1876) y El hijo de las lagunas (s.f.) no es posible valorar la importancia de su obra si se desea hacerlo con estricta objetividad. Si bien De los inconvenientes de no hablar claro queda calificada como una obrita de juventud; diferente es el caso de El hijo de las lagunas que rene las caractersticas propias de los dramas romnticos arriba citadas que perviven en el tiempo a pesar de que el movimiento romntico se haba extinguido dando paso al Realismo y al Naturalismo cuyas caractersticas no sern recogidas por el autor eldense que, o bien no se senta identificado con las nuevas corrientes, o quiz las desconoca. Otras obras de F rancisco Laliga fueron: La felicidad consiste en la virtud, Esclavos del corazn, Un mrtir de la fe, La voz del remordimiento, Los dos amantes, El aroma de una flor y Auror a; todas ellas citadas por Manuel Rico Garca y de las que slo se tiene esta referencia tal y como indica don Alberto Navarro. P oesa El signo de la poesa en la Elda del siglo XIX es puramente romntico, cierto que los representantes de este gnero no brillan con luz propia en el panorama general de las letras hispanas, pero se constituyen en representantes tpicos y tpicos de este movimiento que alumbra con distintos matices la lrica de este siglo XIX que aporta figuras destacadas desde el punto de vista local. Si bien en su primera mitad el Romanticismo es un movimiento de renovacin y conf licto en el que luchan la novedad y la tradicin: tradicin clasicista inmediata q ue procede del XVIII y tradicin clsica espaola que se oponen a la inf luencia de un medievalismo que se presenta como renovacin. Junto a esta tradicin vs . revolucin, corren paralelas tanto la poesa satrica y epigramtica, como la poesa de ocasin o de circunstancias, consagrada a la exaltacin de personas o de hechos histricos, destaca como gnero predilecto de los poetas la elega ro- mntica. Hay que tener en cuenta que en esta etapa luchan y se confunden tres lneas importantes que es preferible no separar: de un lado, la formacin clsica de los poetas y la moda romntica; de o tro, el gusto por lo pico y lo lrico; por ltimo, la que mantiene la mixtura y tratamiento por parte de los poetas de lo culto y lo popular. La poesa romntica supone respecto al neoclasicismo una renovacin en cuanto al fondo y a la forma. Al fondo artstico por la libert ad en la eleccin de los temas, admitiendo como tema lo feo, lo desagradable y lo terrorfico. El subjetivismo romntico produce la sensacin de caos y anarqua, junto a ello va la exageracin, lo desmesurado y hasta lo monstruoso, el dominio de la fantasa sobre la razn y, curiosamente, de lo histrico sobre lo cotidiano. A estos rasgos acompaan lo grotesco y lo pintoresco, lo medieval y lo oriental, y la recuperacin del valor esttico de lo religioso. Por otra parte, la lrica romntica se acerca al subjetivismo de los estados de nimo vagos y llenos de un dolor congnito que adquiere formas de pena, de hasto y de tedio que camina hacia el abandono de la vida. De la melancola al suicidio y de ah al nihilismo. Adems, la exaltacin del Yo lrico se proyecta en la naturaleza con la consiguiente exaltacin del paisaje. Aqu entra un tema tan querido por el Romanticismo que se debate entre la naturaleza y la ciudad: las ruinas que evo- 73La cultura de Elda durante el siglo XIX Retra El Ser207f, r Car can el pasado colectivo y los recuerdos del pasado individual revividos en el presente. La presencia de pasado y presente, de monumento y paisaje aparecen, tambin en los sepulcros del cementerio. Aparte est el ambiente del cuento fantstico, con la citada mezcla de lrica y pica, o, como se ha dicho, con la irrupcin de la lrica en los terrenos de la pica. En el Romanticismo se oponen los romnticos apasionados a los romnticos llorosos que se advierte en el uso de diversos metros: los primeros utilizan ritmos externos y vibrantes, y los segundos ritmos lnguidos. Los primeros tienden a la pasin, los segundos a la elega que dar lugar ms tarde al movimiento llamado intimista. Adems del uso de la polimetra, los romnticos renovaron la mtrica, rescataron metros antiguos (medievales, clsicos, barrocos). Es t al vez el gnero en el que mejor expresa el romntico su actitud ante la vida. El poeta se convirti en el intermediario entre el mundo del arte y el resto de los hombres. Los primeros atisbos de una nueva sensibilidad potica aparecieron en autores de formacin neoclsica como Jos Cadalso o Juan Melndez Valds, de este ltimo ya se ha sealado su pronunciado subjetivismo y la tendencia al nfasis. Pero la verdadera poesa romntica triunfa plenamente en la dcada de los treinta con Jos de Espronceda y Jos Zorrilla entre otros. Los poetas romnticos desterraron los idilios pastoriles, el didactismo y la uniformidad mtrica anterior, y crearon una poesa centrada en el individuo, sus emociones, sentimientos y aspiraciones. Los temas q ue giran en torno a ese espritu romntico son, entre otros menores: todos los sentimientos del poeta, principalmente el amor, temas exticos extrados de leyendas y tradiciones de Oriente, recreacin de los ambientes medievales, el tema de la muerte, lo satnico y sobrenatural, y la libertad. En la forma se aprecia la inspiracin y la espontaneidad como fuerzas motrices y una clara intencin renovadora en todos los aspectos formales y estilsticos con la rehabilitacin del romance, los nuev os ritmos acentuales que producen un gran sentido de la musicalidad, alternancia de estrofas de distintos metros y medidas: octava real, redondilla, dcimas, etc.; abundantes descripciones como marco para el frenes vitalista ro- mntico, y todo ello con la utilizacin de un lenguaje culto, retrico y grandilocuente. Aunque es difcil determinar una clara frontera entre los distintos gneros poticos dentro del Romanticismo, podemos, sin embargo, sealar dos tipos de poesa. La poesa narrativa que posee un tono pico-heroico y constituye uno de los mayores logros del Romanticismo espaol. Arranca de la tradicin del Romancero y se inspira en temas legendarios, histricos y exticos. Formalmente utiliza la polimetra y un lenguaje retrico con abundancia de eptetos y palabras esdrjulas. Se inicia con El moro expsito(1834), del duque de Rivas, cuyo tema gira en torno a los Infantes de Lara. Del propio Rivas es tambin una serie de romances de tema histrico. Jos Zorrilla es autor de un poema extenso, Granada, y de las famosas leyendas, recopiladas bajo el ttulo de Cantos de trovador, entre las q ue destacan: Margarita la tornera y A buen juez, mejor testigo . El autor ms representativo de esta tendencia es Jos de Espronceda. Su poesa representa la direccin ms revolucionaria del Romanticismo espaol, comparable a Lord Byron en la poesa inglesa. Resume toda una poca no slo por su vida sentimental azarosa y una actitud poltica apasionada. De otro lado, lo lrico impregna todas las composiciones romnticas porque la exaltacin del yo es consust ancial al movimiento. Pero tambin existe una poesa lrica propiamente dicha que se desarrolla independiente. Los temas giran en torno al amor, esperanzas y desengaos, la sociedad o la moral, pero siempre bajo un prisma intimista. Entre los gneros lricos se cultiva la balada, la elega, las canciones y los romances. En su forma es ms sencilla y menos retrica que la poesa narrativa. Podemos distinguir dos etapas: la etapa romntica (propiamente dicha) que coincide con el triunfo y apogeo del movimiento. Entre sus cultivadores vuelve a destacar Jos de Espronceda y su obra titulada Poesas (1840) en la que recoge himnos, odas y canciones de corte lrico. Destacamos La Cancin del pira t a , un himno de exaltacin de la libertad al margen de la sociedad; con ella inaugura la glorificacin del marginado, del rebelde frente a la sociedad organizada, la aventura frente a las re- 74HISTORIA DE ELDA glas de convivencia y contra el concepto burgus de seguridad. En la etapa postromntica se produce el mejor ejemplo de lirismo espaol cuando ya el Romanticismo, como movimiento, decae en Europa, entrada la segunda mitad del siglo XIX. Esta nueva etapa se caracteriza por abandonar el tono retrico y los excesos narrativos, despegarse de lo legendario y ofrecer una poesa ms subjetiva con nuevos cauces expresivos. Los dos autores ms destacados son Gustavo Adolfo Bcquer y Rosala de Castro.Ejemplos patentes de las caractersticas arriba citadas son los poetas eldenses: Francisco Ganga Ager El Serfico (1812-1870), Juan Rico y Amat (1821-1870) representantes de la lrica de la primera mitad de siglo; junto a ellos, dos autores que pertenecieron a la Sociedad Literaria de Alicante que recogen las caractersticas de la lrica provinciana de la segunda mitad de siglo: Francisco Laliga Gorges (18611928), Domingo Toms Vera Maestre (1850-1904). La lrica religiosa est representada por don Gonzalo Sempere y Juan (1804-1881) con su Novena a la Dulcsima Virgen Mara bajo la advocacin de la Salud (1856) 11. F rancisco Ganga Ager El Serfico es sin duda un ejemplo de actitud romntica ante la vida. Adems, ofrece un amplio abanico temtico en su obra potica presentando composiciones de tema religioso como Ave Mara, El padre nuestro, A la Virgen de la Salud, A Santa Mara Magdalena; el viejo tpico medieval que nos muestra a la muerte igualadora de todos los estamentos sociales y representado por las Danzas de la muerte ser recreado en Mueren todos los prelados..., as como la evocacin a la vida de la Fama terrenal en Epitafio a Roque Calpena, de Monvar o en la composicin Muri D. Francisco Vera; la reproduccin de estos tpicos no muestra a un Serf ico iletrado, sino a un conocedor, evidente, de las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique. De tema satrico-poltico son entre otras: A Garibaldi, A la muerte del Rey Don F ernando VII, Muy pronto reina Isabel..., Topete, Prim y Serrano, que muestran su vena republicana y democrtica tan en boga en su poca y que siguen la lnea romntica revolucionaria de Espronceda. De carcter costumbrista son: A dnde corriendo vas, Djame que beba vino. El tono laudatorio predomina en: A la primera misa que cant. D. Felipe Amat Quesada, A D Estela. Esposa del ingeniero jefe de la lnea de Madrid-ZaragozaAlicante, en la poca de la construccin de dicha lnea; seora muy caritativa. El Serfico es quiz el poeta romntico por excelencia de este siglo, no slo por el carcter de sus composiciones, sino por su actitud vital bsicamente rebelde contra la sociedad en la que vive, aunque aqulla toma como en otros muchos casos tintes autodestructivos en los que se manifiesta el pesimismo vit al del poeta. La poesa de Juan Rico y Amat (1821-1870) representa la otra cara de la moneda del periodo romntico, pues su obra recoge las caractersticas del romanticismo reaccionario siendo la anttesis de El Serfico. Su obra muestra los rasgos de un poeta propagandista catlico, apologista de la monarq ua isabelina e ideolgicamente inf luido por Donoso Corts. Su pensamiento poltico se muestra con claridad en su Diccionario de los polticos publicado en 1855 y muy interesante para entender los modos electorales y parlamentarios de la poca, adems de emplazar a su autor en un conservadurismo que, salvo por su defensa de la monarqua isabelina, coincide en mucho con el de los carlistas. Eugenio de Harzenbusch prolog el volumen Poesas serias y satricas (1842) de Juan Rico y Amat sealando que En las composiciones festivas de D. Juan Rico y Amat luce soltura en el uso del metro, espontaneidad en la e xpresin y gracejo urbano , aunque las composiciones serias son calificadas de harto flojas. Otras obras de menor entidad son los Sonetos, publicados en la Corona potica con motivo de las bodas de la reina Isabel II y su hermana doa Mara Luisa Fernanda (1848), Poesas escritas con motivo de la inauguracin del Teatro Real, por varios ingenios espaoles (1850), Poesa, en Corona potica (1851) dirigida a la R eina Isabel II con motivo del feliz alumbramiento y natalicio de su vstago, en octavas reales; la composicin Lgrimas de Espaa por el trgico suceso ocurrido en el Real Palacio el 2 de febrero de 1852 tiene como tema el intento de regicidio ocurrido en el momento en que la Reina Isabel II acudi a presentar a su hija la Infanta Isabel (La Chata) a la Virgen de Atocha. 75La cultura de Elda durante el siglo XIX Tienen en comn los poetas de la segunda mitad del siglo XIX eldense el hecho de pertenecer a la Sociedad Literaria de Alicante, quiz el catalizador cultural de la provincia. La Sociedad Literaria de Alicante comenz sus actividades en 1881. Segn Juan A. Ros, las reuniones de sta se prolongaron a lo largo de toda la dcada, y la publicacin de unos folletos que reproducan las composiciones ledas en las sesiones y otros datos permiten reconstruir la trayectoria de una Sociedad que ejemplifica la vida literaria en provincias durante la Restauracin (1874-1902). El mecenas de esta agrupacin fue Jos Snchez Manzanera, opulento comerciante que todos los aos acoga en sus salones a personalidades y poeta s alicantinos con motivo de su onomstica. El homenajeado ofreca a sus invitados esplndidos banquetes que preludiaban la lectura de los poemas, cuya publicacin costeaba y que le valieron la presidencia a perpetuidad de la Sociedad. Aquellas veladas del 18 de marzo de cada ao constituan un evento distinguido en la vida social alicantina por lo escogido de sus asistentes. Las autoridades civiles, militares, judiciales, eclesisticas, las figuras destacadas de la banca y del comercio asistan a ellas siendo recogido el acto social por la prensa de la poca que elogiaba la brillantez de las recepciones organizadas por Jos Snchez Manzanera. Sin duda, se trataba de reuniones eminente sociales donde la poesa daba una nota de distincin y, por lo tanto, el autor deba plegarse a lo requerido en una fiesta de la elite del Alicante de la R estauracin, para Blas de de Loma y Corradi en estas veladas se evaporaban todos los antagonismos, todas las diferencias de credos filosficos y polticos, y los hombres se funden en un sentimiento comn: la amistad y el amor al Arte . A estas veladas asisti el eldense Manuel Pay Pertusa (1862-1947) cuya composicin Un idilio y una elega fue leda en la sesin del 18 de marzo de 1886 y publicado en el volumen correspondiente en que esta sociedad publicaba los mejores trabajos ledos en sus sesiones. Dicha composicin tambin fue premiada por la Academia Malacitana en el certamen de enero de 1886. Domingo Toms Vera Maestre (1850-1904) escritor, periodista, historiador local y destacada figura de la cultura eldense de la poca fue miembro de la Sociedad Literaria de Alicante. No tenemos constancia de q ue alguna de sus composiciones fuera premiada y publicada en los folletos de la Sociedad, no obstante, su poesa posee cierto carcter elegaco junto con los rasgos tpicos que lo vinculan al ltimo romanticismo como muestran sus obras: En la muerte de una hermosa, Oda sfica a la muerte de su to D. Jos Segura, A mi querida hermana Amalia o En la muerte de Carmen Amat en edad infantil. La poesa de Francisco Laliga Gorges (1861-1928) est impregnada del romanticismo tardo de la segunda mit ad de siglo XIX. El movimiento literario imperante, el Realismo/Naturalismo, brilla con luz propia en el novelstico. Sus composiciones siguen los ecos de Gaspar Nez de Arce, Campoamor o Zorrilla. Tambin miembro de la Sociedad Literaria de Alicante, para Alberto Navarro su poesa sigue la lnea de Gaspar Nez de Arce [...] verso sonoro, elevado e impregnado de dramatismo y nobleza. Dios, Patria y Amor fue su triloga fav orita 12. La poesa en Espaa estaba dando en aquellos momentos un giro radical de la mano de Gustavo Adolfo Bcquer y Rosala de Castro, los poetas romnticos por excelencia que vieron la luz, precisamente, durante la segunda mitad de siglo XIX. Ahora bien, la sociedad de la poca tuvo como poetas laureados a los arriba citados; su poesa altisonante marca el ritmo de una poca a la que no ha sobrevivido. Nez de Arce asume un credo conservador de restablecimiento del orden en Gritos de combate (1875) y Laliga en Patria y Religin 13. Segn Alberto Navarro slo dos obras tienen carcter unitario en el trabajo de Laliga, de una parte la composicin de carcter anacrentico La paz de la aldea (1884),poema que evoca en su ttulo a Jos M de Pereda, poesa de alabanza a la Naturaleza, a las costumbres rurales, tan en boga en la segunda mitad del XIX. Caracteres semejantes posee la gloga. Mirtilo-Florin y Oda al Arte premiada y publicada en Cdiz en 1886. Su obra fue recogida por Manuel Rico Garca y por su sobrino Ricardo Vera Laliga 14. La oratoria sagrada tiene sus representantes en Pedro Rico y Amat (1801-1842), hermano de Juan Rico y Amat con el Sermn pronunciado en las honr as fnebres por el eterno descanso de la Rei- 76HISTORIA DE ELDA na doa Mara Amalia, Madrid, 1829, el Elogio fnebre que en las solemnes exequias celebradas por la M.H. Villa de Madrid en la Iglesia de San Isidro en el da 5 de febrero de 1873 a la digna memoria de las esclarecidas vctimas sacrificadas por la Patria en la inmortal Bilbao en los tres memorables sitios, dijo el doctor don Pedro Rico y Amat (1837) ,y Sermones escogidos (1843). La segunda mitad de siglo se encarna en la f igura de Agustn Cavero Casez (18661937) con el Sermn de las Siete Palabras (1895). Los historiadores eldenses La villa de Elda goz durante el siglo XIX de notables historiadores locales como Gonzalo Sempere y Juan (1804-1881) que escribi la Noticia interesante para los hijos de la fidelsima villa de Elda (1876): crnica que describe div ersos aspectos histrico-legendarios ocurridos en Elda relacionndolos con la proteccin otorgada por nuestros Santsimos Patronos a Elda. Segn Alberto Navarro Pastor impuls y colabor con Lamberto Amat en la creacin de Elda. Su antigedad, su historia... . El historiador por excelencia del siglo XIX en Elda es, sin duda, don Lamberto Amat y Sempere (1821-1893) autor de Elda. Su antigedad, su historia. Personas de estirpe regia que habitaron su Alczar; edif icios pblicos, sus obras; lo que fue antes esta poblacin y lo que es ahora; su huerta y producciones; industrias de sus vecinos 15 (1873-1875) . Es importante destacar la relacin de don Lamberto Amat con don Manuel Rico Garca, el que fuera autor del Ensayo bio-bibliogrfico de escritores de la provincia de Alicante 16obra en la q ue con espritu positivista se detallan y recogen datos de los autores alicantinos con el fin de preservar la noticia de lo vivido y lo escrito resultando un meticuloso y paciente trabajo de recopilacin. A juicio de Alberto Navarro, en esta ardua tarea don Manuel Rico se pondra en contacto con nuestro historiador local don Lamberto Amat y Sempere para que le facilitara informacin sobre los ilustres eldenses que fueron y tomaron parte en la historia de la provincia de Alicante, as se insertaran las bio-bibliografas de Juan Sempere y Guarinos y Juan Rico y Amat, junto con las de Pedro Rico y Amat, Francisco Ganga El Serfico, Ricardo Prez P omares y tal vez la propia autobio- grafa, pues parece ser suyo el estilo de la resea biogrfica que sobre Amat y Sempere se incluy en el tomo II de la obra publicada en 1889 17. Adems recopil documentacin sobre temas hdricos que sern tratados en otro lugar de esta obra 18. Obras inditas son: Memoria de la ejemplar vida de sor Mara Joaquina Amat y Amat, monja del convento de Capuchinas de Alicante (1871) y Amat (Estudio histrico sobre la genealoga de los apellidos Amat y Sempere) (1883). Alberto Navarro atribuye a Plcido Amat Garca (1845-1912) los Apuntes histricos publicados en El Centenarioen 1903-1904. Aqullos estn basados en las crnicas del sacerdote Gonzalo Sempere y Juan contenidas en Noticia interesante para los hijos de la fidelsima villa de Elda y en lo escrito por Lamberto Amat en Elda , aunque aporta datos novedosos respecto a ambas obras. Domingo T oms Vera Maestre (1850-1904) fue o tro historiador local cuyo archivo parece ser que, desgraciadamente, ha desaparecido. La msica La actividad musical en Elda durante el siglo XIX tiene especial relevancia en su segunda mitad con la fundacin de la Banda de Msica de Elda. 77La cultura de Elda durante el siglo XIX Retra AmaFiestas Ma ). Alberto Navarro Pastor establece como fecha probable de fundacin la de 1852. El 25 de mayo de 1858 se inaugur el tramo de la lnea frrea Madrid-Alicante. La Reina Isabel II, la familia real y su sq uito participaron en este viaje que uni la capital de Espaa con Alicante. En su paso por Elda la Banda de Msica de nuestra todava villa represent su primer acto oficial: interpret la Marcha Real. El perodo 1858-1859 durante el cual la Banda estuvo bajo la direccin de don Juan Bautista Garca alcanz un nivel destacado entre las de la provincia, as lo demuestra el hecho de q ue fuera elegida para actuar en los actos festivos organizados por la ciudad de Alicante en 1871 con motivo de la visita de Amadeo de Saboya. Parece ser que la Banda de Elda dio un importante impulso a la instauracin o restauracin si se quiere de las fiest as de Moros y Cristianos all por 1863 1864 a 1888 1889, es de sealar que el domingo siguiente al 17 de enero se celebraba la fiesta de San Antonio Abad, y as fue hasta 1863 1864 en que se sustituye por las de Moros y Cristianos en 1864. La embajada que se lea era la misma que en Alcoy y Petrer escrita por Juan Rico y Amat para Alcoy siendo Jefe Poltico de aquel distrito de 1847 a 1849. En 1888 se celebraron Moros y Cristianos por ltima vez en el siglo XIX 19. Un joven msico alicantino, don Ramn Gorg Soler (1853-1925) se hizo cargo de la direccin de la Banda de Elda desde 1881 a 1883. Se convirti con el paso del tiempo en una de las f iguras ms significativas de la msica en Elda. A las facetas de director y compositor han de aadirse la formacin de jvenes msicos y la direccin de la orq uesta de la Capilla de la iglesia de Santa Ana. Sus villancicos siguen siendo cantados en las Fiestas Patronales de nuestra localidad. Se dedic a la carrera artstica de su hija Milagrito desde el inicio de la misma en 1881 hasta 1897 en que vuelve a Elda debido a una grave enfermedad de su esposa. As, volvi a hacerse cargo de la direccin de la Banda al haber dejado el cargo vacan- 78HISTORIA DE ELDA La Banda Santa Cecilia en 1900 (Ar Ray su hija Milag (Ar te don Marcelino Zacaras Gutirrez que la haba dirigido desde que Gorg abandon el cargo. En la segunda etapa de don Ramn Gorg ste se encontr ante una Banda correctamente instruida, con jvenes msicos de gran capacidad tcnica y artstica con los q ue consigui varios premios en certmenes de Alicante, Murcia y Valencia. En agosto de 1900 y en Alicante se le concedi el primer premio del certamen, declarando desierto el segundo para mejor significar la gran diferencia existente entre la actuacin de la Banda de Elda respecto a la de las dems participantes. El recibimiento q ue Elda hizo a su Banda fue magnfico: taeron las campanas de Santa Ana, las fbricas sus sirenas entre cohetes y tracas y el clamor de todo el pueblo eldense. Don Ramn Gorg, en homenaje a sta, recogi de manos del fabricante Rafael Romero Utrilles 20una batuta de bano con incrustaciones de plata. La historia de la Banda de Elda durante el siglo XIX no estara completa sin la figura de don Marcelino Zacaras Gutirrez, de la que fue director durante el periodo 1883-1896. Con l la Banda acudi al certamen de Alicante en 1888 en el que obtuvo el primer premio as como brillantes actuaciones en ciudades de la provincia y, por supuesto, en nuestra ciudad 21. La slida formacin de la Banda de Elda de la mano de Ramn Gorg, en su primera poca como director; el excelente trabajo realizado por el director Marcelino Zacaras Gutirrez que la llev a su primer gran xito en Alicante; la absoluta madurez de la Banda de Elda durante la segunda poca como director de Ramn Gorg la llevaron a un brillante final del siglo XIX y hacia el esplendoroso futuro que la acompaar durante el siglo XX y que ser tratado en el lugar correspondiente de esta Historia de Elda . La nica mujer que aparece destacada en la vida cultural eldense del siglo XIX es doa Milagrito Gorg Borrs 22 (1878-1959); nacida en Alicante se traslad junto a sus padres a Elda en 1881, cuando don Ramn Gorg se hizo cargo de la direccin de la Banda de Msica de Elda. Las dotes musicales de la pequea hicieron que su padre, don Ramn, se dedicara por completo a la carrera artstica de Milagrito que debut en el Teatro Principal de Alicante el 17 de mayo de 1886 23. La pequea Patti cosech xitos no slo en Espaa sino tambin en Europa. La cant ante se form de la mano de su padre, y tras el evento de 1886, debut oficialmente el dos de febrero de 1890 en el Teatro Principal de Alicante. En 1891 triunf en el madrileo Teatro de la Zarzuela, siendo recibida por la Familia Real. Su alto nivel artstico la llev a recorrer los teatros de Zaragoza, Oporto, Lisboa, Valladolid, Santander, Cart agena, Valencia y Pars durante el periodo 1892-1895 24q ue es el que nos ocupa en la excelente trayectoria musical de doa Milagrito Gorg Borrs. El arte religioso Desde el punto de vista del arte, sin duda, el hecho ms destacado que tiene lugar durante el siglo XIX es la importante reforma de la Iglesia de Santa Ana. Lamberto Amat y Sempere ofrece en su obra historiogrfica: Elda. Su antigedad, su historia... , el desarrollo de los trabajos, no slo de rehabilitacin, sino de todos los oficios implicados en el embellecimiento de la entonces nica parroquia de nuestra ciudad. Aunque no siempre se describen con detalle los elementos desde un punto de vista artstico, sus apreciaciones son indispensables para conocer e imaginar como fue nuestra Iglesia de Santa Ana hace dos siglos, por ello, el historiador eldense ser el hilo conductor de este apartado, ya q ue describi tanto el exterior como el interior de la Iglesia en el siglo que nos ocupa, dio cuenta de las reformas de orden arquitectnico y realiz el inv entario que no descripcin detallada de la orfebrera, andas, pinturas, esculturas, rgano, estandartes de la Virgen y del Santsimo, palio y mantos de la Virgen de la Salud, ropaje eclesistico, relojes, reliquia y campana incorporados a la que fue nuevamente inaugurada Iglesia de Santa Ana tras las obras de mejora realizadas durante el siglo XIX 25. Don Lamberto Amat describe el exterior y el interior de la Iglesia de Santa Ana, tal y como se contemplaba en el siglo XIX. La define como de estilo greco-romano, basado sobre un gran zcalo [...] de cantera [...] sus muros son de cantera, ladrillo o mampostera coronados con grandes cornisas de piedra labrada . La fachada principal estaba constituida por 79La cultura de Elda durante el siglo XIX un muro completo de cantera, adornado en su parte superior y en toda su anchura por una galera con antepecho de hierro, sobre la cual se eleva un muro alto de 4 metros, muy decorado con pilastras churriguerescas sobre las que descansa la gran cornisa . Posee una torre a cada lado de la fachada, una de ellas sin concluir y la o tra se lanza al espacio 33 metros y sobre stos un segundo cuerpo de 7 metros, terminado en un templete que sostiene y cubre la campana de las horas. Hay en esta torre cuatro campanas y el Reloj (sic) pblico con dos. Posee dice ventanas de cristales pintados aunque no describe las caractersticas de los mismos. En cuanto a los rasgos artsticos de los prticos, Lamberto Amat seala que la puerta Nor te no est decorada. El prtico de la puerta del Oeste que es la principal o mayor es de orden drico incompleto, pues hay irregularidades en los triglifos y metopas. Es circular su frontispicio con acroterios y lo termina una capillita con la imagen de piedra de Nuestra Santa Seora de Santa Ana, titular de esta Iglesia. La puerta Sur comprende dos cuerpos principales: el inferior es de un intercolumnio de orden compuesto, de seis metros de altura, enriquecido con alegoras sagradas en su primer tercio y colgantes bajo el astrgalo; el alquitrave corre horizontalmente, y el friso y tmpano es todo una superficie cerrada por el frontis circular y ocupada por un precioso escudo esculpido en mucho follaje, pendiente de dos ngeles con la inscripcin: Honorificientia Pop. No. Judit C. XV. VX [...] por los costados se une el orden con el paramento general por medio de pilastras con recuadros, sin capiteles, teniendo en vez de stos ngeles que sostienen las cornisas . En el segundo cuerpo, sobre las pilastras inferiores se elevan acroterios que sustentan dos Evangelistas de dimensiones naturales y otro intercolumnio del mismo orden que el de abajo, de cinco metros de altura, que con las pilastras sobre el paramento, retorna la cornisa que sostiene acroterios con grandes esferas. Este intercolumnio y Evangelistas velan y decoran la gran capilla del centro, ocupada por una hermossima imagen de la Virgen de la Salud, de dos y medio metros de altura y de piedra del monte de Bateig de este trmino, como todo el prtico: en nuestro humilde juicio, no hay en el interior de la Iglesia otra imagen de tanto mrito artstico como sta. La capilla se ve enriquecida por una elegante arq uivolta y un orden de pilastras especial, q uizs del renacimiento, que con frontis circular cierra un tmpano muy esculpido de nu- bes y otros emblemas, en cuyo fondo hay un escudo que hace de cartela a la arquivolta, con una paloma. Sobre estas ltimas pilastras y el intercolumnio suben acroterios que sostienen canastillos y decoran el triunvirato q ue se eleva en el centro, formado por un ngel de tamao natural que ostenta una gran trompeta metlica en la mano y la boca, y un espritu celeste a cada lado, de un metro propiamente de altos; con lo que queda terminado este inapreciable prtico. Nos consta que todo l fue trabajado en esta Villa [...] . El interior de la Iglesia de Santa Ana se describe con estructura de cruz latina. La longitud de la nave principal se dice que posee 36 m., 11 m. de anchura y 155 m. de altura al llegar a la cornisa general, donde se eleva a 21 m. hasta la clave de los arcos. La Iglesia posee una gran cpula esfrica de 5 metros de dimetro . La longitud de la planta es de 41 m. A derecha e izquierda de la nave principal aparecen arcaturas que sirven de prtico a las naves de segundo orden. En los primeros cuatro metros de longitud de la Puerta Mayor se encuentran: a la derecha, la torre del campanario; a la izquierda, la otra torre, en cuyo centro y en forma de atrio est el Baptisterio. Todo el ancho de la nave est ocupado por una gran galera en la cual se ubica el rgano. La Iglesia posee altares dedicados a San Blas, Santsimo Cristo, San Vicente, San Rafael, Virgen de la Esperanza, Virgen de los Dolores, Santa Apolonia, San Antonio de Padua, Virgen del Rosario, de la Pursima, Santo Toms de Villanueva, San Jos y San Francisco de Paula; las capillas estn dedicadas al Santsimo Cristo, a la Comunin y a la Virgen de la Salud, sta ltima cierra la nave, cuya imagen se encuentra en el interior de un camarn. El plpito aparece en el estribo de la derecha y antes de entrar en el crucero. En el Altar Mayor existe a la derecha una puerta que da a la Sacrista, y para guardar el otro simtrico otra figurada, enteramente igual, a la izquierda , en esta zona se localizan el coro y los escaos del Ayuntamiento. Durante el siglo XIX se realizaron obras de perfeccionamiento y adorno en la Iglesia de Santa Ana. Las obras fueron realizadas por don Francisco Coronel Ramrez, siendo el cura don Gonzalo Sempere y Juan quien lo llamara para ejecutar las obras. Para costear las 80HISTORIA DE ELDA mismas fue necesario vender elementos litrgicos que se sustituyeron por otros de menos valor, se recibieron donaciones tanto populares como personales, as como algunas derivadas de herencias. Lamberto Amat da cuenta detallada de todos los gastos e ingresos que se realizaron.Las primeras reformas de orden arq uitectnico consistieron en retirar los dos balcones de hierro que estaban a los lados del plano del Altar Mayor, y la reja de la Sacrista que daba a la calle de Sanz. Con el dinero procedente de la v enta de los mismos se realizaron las balaustradas de yeso que sustituyeron a los balcones y se arreglaron las gradas. En 1835 se rehabilit la Sacrista y el 8 de julio de 1836 comenzaron las obras de rehabilitacin del Altar Mayor, se retir ste y se sustituy por otro nuevo por completo, renovndose pinturas, dorados y adornos del mismo. En 1839 se dividi la estancia del Archivo en Sala Capitular y Archivo cerrado. En 1844 se enluci la Capilla de yeso blanco, se les dieron tintas a los yesos y pilastras y se colocaron los cristales de la media naranja. La capilla de la Comunin, comenzada en 1851 se concluy en 1852: esta capilla, dignsima complet amente de la hermosa Iglesia, es una joya en su clase, tanto por su arquitectura como por su ornamentacin fue realizada en su totalidad por el maestro Coronel. Para dar las gracias a la Virgen de la Salud por haber librado a la ciudad del clera morbo de 1854 se construy una magnfica capilla bajo su advocacin. En 1866 se renov toda la pintura del Alt ar aadindose, adems, el arco artesonado. Durante 1867 se realiz la barandilla del Altar Mayor y al ao siguiente se colocaron los ventanajes de cristal pintados y con marcos nuevos. El frontal del Altar de la Virgen de la Salud fue ejecutado en marzo de 1868 por don Amancio Oceta, tambin en ese ao se realiz el dorado de la capilla de la Virgen, de la del Cristo y de la media naranja, adems, se colocaron marcos y cristales en dicha capilla. Coronel y Oceta realizaron el dorado de la Iglesia hasta la cornisa para la fiesta de la Virgen de 1868 y el dorado de la nave y la cpula de la Iglesia, el valo, ensanche para gradas, la variacin de los bancos del Ayuntamiento y la renovacin de la capilla de San Vicente son t ambin de este ao. En 1870 se aadi el segundo piso al trastero, siendo sta la ltima intervencin de la que habla Lamberto Amat. En cuanto a la orfebrera religiosa, Lamberto Amat indica que en 1834, el Seor Obispo tuvo a bien conceder permiso para que se vendieran dos lmparas de plata que fueron sustituidas por o tras dos que se sostenan por dos ngeles (se colocaron en las pilastras del presbiterio), con este dinero se compraron otras dos de hojalata para el Santsimo Cristo, se arregl el incensario y se platearon los seis candelabros del Altar Mayor. Los adornos de plata de la vieja y ya inservible Cruz procesional, nica que haba, por los que tuvo que hacerse otra forrada de lata se vendieron en 1839. Otra nueva Cruz procesional de cobre y bronce, toda plateada y con adornos dorados fue comprada en 1857. A lo largo de 1849 se compusieron la Corona y cabellera de la Pursima . Tambin en la f eria de ese ao se cambi la Custodia de bronce existente por otra de bast ante gusto al platero de Orihuela Manuel Cambot. En 1852, Don Miguel Sempere mand aadir una diadema a la corona de la Virgen para lo cual entr en contacto con el platero de Monvar, don Casimiro Verd, que tambin se encarg de la nueva Custodia q ue se estren el da del Corpus de 1854 y realizada al modo de la de Monvar. En 1861 se trajeron de Madrid dos lmparas grandes, vinajeras, jarro 81La cultura de Elda durante el siglo XIX Imagen de la antigua Virgen de la Salud (Ar y palangana de plata para el servicio del Altar. Es de destacar la compra en 1864 de una reliquia comprada en Roma: un Lignum crucis en pie pequeo de metal blanco, con su autntica . Durante el bienio 1871-1872 se reformaron y platearon los cuatro clices ms antiguos. En 1872 se compr una diadema de plata para el Santsimo Cristo del Buen Suceso realizada por el famoso artfice de Murcia don Marcos Gil . Como se puede observar, Lamberto Amat no describe con detalle las obras de orfebrera si lo eran vendidas por su valor econmico pero no artstico parece ser para sufragar los gastos de rehabilitacin. Respecto a las andas fabricadas durante el siglo XIX se cita que en 1854, para llevar la Custodia estrenada ese mismo ao, se fabricaron unas andas elegantes y hermosas, del todo plateadas realizadas por el maestro Coronel. Dos aos ms tarde, en 1856 se estrenaron las nuevas andas del Santsimo Cristo en la procesin de ese ao. La noticia sobre las pinturas que decoraban la Iglesia de Santa Ana es sucinta en cuanto a las descripciones de las telas. En 1844 don Gonzalo Sempere mand que se hicieran dos retablitos nuevos por estar indecorosos los de las Almas y de San Juan colocados en la Capilla. Lamberto Amat hace referencia a un gran lienzo de San Rafael que se localizaba en un altar lateral dedicado a este Santo. Se pint el lienzo de la Virgen en Valencia durante 1849. Nueve aos ms tarde, en 1858 se hicieron para la capilla de la Comunin los cuadros pintados a la cola de Aarny Melchisedec . Al leo lo fueron: La Cena, El lavatorio y la Aparicin de los discpulos en el castillo de Emas , stos fueron pintados parcialmente por un francs que estuvo enfermo en el Hospital de esta villa y acabados por el hijo de don Antonio Roidovest ( sic.) de Alicante. El pintor de V alencia Antonio Morata pint dos lienzos: La Resurreccin y La Ascensin y retoc los dos pequeos de la venida del Espritu Santo y de la Asuncin en 1862. Durante 1866 se colocaron en las pilastras del Altar Mayor los lienzos de San Joaqun y Santa Ana, y ese mismo ao se dispusieron en las pilastras del altar de la Pursima los lienzos de San Pedro y San Carlos. Los trabajos de escultura inventariados cronolgicamente fueron los siguientes: en 1834 se realiz una pechina para el Bautismo que se cambi por la vieja. La pila bautismal que estaba en la capilla de San Blas pas en enero de 1851 a la torre llamada nueva para lo cual se limpi esta zona de sepulcros, que se llevaron a la bveda subterrnea de la Capilla de la Virgen. La imagen y urna de la Virgen del Consuelo se hicieron en 1866. El maestro Coronel model en relieve de yeso las figuras de los cuatro evangelistas situadas en los ngulos de los arcos laterales en 1869; ese mismo ao Oceta reform los ngeles del Tabernculo encarndolos y ponindolos de rodillas e inclinados. El 20 de julio de 1805 se decidi hacer una recolecta de fondos para dot ar de un rgano adecuado a la parroqu ia, pero el dinero reunido hubo de ser entregada en 1808 como aportacin a la guerra de la Independencia. Por ello se sigui con el pequeo que databa de los ltimos aos del siglo XVI, regalo de don Alonso Coloma. En 1826 se fabric un nuevo rgano pero sali defectuoso de voces, en consecuencia, se pidi permiso al Gobernador para colocar en la Iglesia el pequeo rgano del convento que fue rehabilitado por sucripcin popular. Durante 1865 se mejor el rgano haciendo el f lautado may or y nuevo, tambin se cambiaron re- 82HISTORIA DE ELDA Puer iglesia de Santa Ana (CEFIRE). gistros y tiradores. La ltima mejora tuvo lugar en 1869 en que se transformaron los fuelles del rgano.El estandarte de la Virgen fue regalado por don Pedro Javier de Vera, comprado en Madrid, lleg a Elda el 6 de septiembre de 1819 siendo estrenado en la procesin del da 8 del mismo mes y ao. En palabras de Lamberto Amat era un objeto precioso en arte y valor intrnseco . Adems, regal una plancha de bronce en la que estaba grabada la imagen de la Virgen del mismo tamao y exactamente igual a la del est andarte. A ello uni una porcin de ejemplares del estandarte tirados en tela de seda de las que conservamos una estampa en seda amarilla; a cuyo grabado se le ha aadido una diadema, que a tiempo de hacerse aqulla no llevaba la Virgen . Durante 1854 se retoc la plancha de acero grande en que est grabada la Imagen de la Virgen, aadiendo la cenefa para que el cuadro sea mayor . El Estandarte del Santsimo bordado en oro sobre raso blanco se estren el da del Corpus de 1855. El 12 de noviembre de 1854 se celebr una fiesta de accin de gracias por haber librado la Santsima Virgen a la villa del clera morbo que se haba cebado en Alicante. Para dar las gracias se construy la magnfica capilla adems de costear un digno y rico palio que fue fabricado en Valencia y estrenado en la procesin de la Virgen de 1855. Fue sufragado por suscripcin popular. Se adquirieron mantos costosos para la Virgen desde el ao 1834 hasta el presente de 1873 . Hacia 1849 se compr el manto de raso azul, se bord por algunas seoritas, dirigidas principalmente por la llamada Dolores Amat y Quesada . Como nota curiosa, indica Lamberto Amat q ue en 1850 toc la lotera en Elda y don Gonzalo Sempere aprovech para estimular al pueblo para que hiciera algn sacrificio para obsequiar a la Virgen con un manto . En junio de dicho ao, marcharon a Valencia don Gonzalo y Luis Bernab (consiliario de la Mayordoma de la Virgen) y compraron uno de alama doble con r amos de oro, que fue la tela ms rica que all se encontr [...], se hizo otro morado, tela de espoln y ramo de oro, para las rogativas [...] y otro de tela de hermosilla, muy bonita, para diario [...]. Adems, compraron un magnfico terno banco de espoln con ramaje de oro [...] y una toalla de hombros con resplandor . Don Miguel Sempere (sacerdote sobrino y sustituto de don Gonzalo Sempere) mand hacer un magnfico manto de alama de plata bordado con oro de realce en 1852. El ltimo manto azul de la Virgen de la Salud confeccionado en el siglo XIX, tiene una curiosa historia que merece ser recordada: Rafael del Val, familia de Castelar, trabajaba en Manila (Filipinas) all se dio una grave epidemia que propici que se realizaran rogativas a la Virgen de la Salud. En agradecimiento por el fin de la enfermedad y sufragado con las donaciones de los obreros se recam en oro, plata y pedrera una tela azul que la hermana de Castelar doa Concha haba regalado a la esposa de Rafael del Val. El manto fue enviado a Elda en 1883 y sustituido en 1904 por estar muy deteriorado. Es significativa la enunciacin de las v estiduras eclesisticas dado el valor de las mismas. Lamberto Amat da cuenta del ropero eclesistico adquirido a lo largo del siglo XIX. Durante 1857 fueron mandados confeccionar dos ternos, uno de ellos blanco con ramos amarillos, dos capas pluviales y galn de seda; y otro encarnado de espoln con dibujo en oro del cliz, todo el galn ancho tambin de oro, ambos fueron cosidos en esta villa. En 1865 se adquiri un terno de alama de oro y ramaje de plata; al ao siguiente se compraron dos nuevos ternos, uno negro con 83La cultura de Elda durante el siglo XIX Altar ma de Santa Ana (CEFIRE). planetas, dibujo amarillo y galn falso y un terno de ordinario. Al ao siguiente y realizado con la seda sobrante de la nueva cama de seda de la Asuncin se confeccion un terno de ordinario para las procesiones con dos capas, Lamberto Amat no indica el color original de la seda ni el color en que se tint el terno. En 1870-1871 se mand bordar un terno morado con planetas, etc. Durante los aos 1871-1872 se adquirieron cuatro casullas de espoln, dos blancas y dos encarnadas; seis albas, cuatro corporales, seis amitos, ocho cngulos y una casulla con dos planetas y un estoln con galn plateado realizados con una tela antigua con dibujo de re-alce de terciopelo cuyo uso fue dedicado al Viernes Santo exclusivamente. A dems se adquiri un cubre copn de alama y ramaje de oro para el servicio religioso. Sobre los relojes existentes en la Iglesia, Lamberto Amat da cuenta de la mejora realizada en 1858 del reloj pblico y la compra a lo largo de los aos 1871-1872 de un reloj para la Sacrista. Nuestro historiador cita la bendicin con asistencia de clero y pueblo el da 25 de mayo de 1873 de una campana pequea que se coloc sobre el tejado de la Sacrista y que se dedic a la Pursima Concepcin de Mara Santsima. Llegado el da 16 de mayo de 1869 (da de Pascua de Pentecosts) tuvo lugar la fiesta solemne de inauguracin de la Iglesia de Santa Ana a la que acudieron las autoridades de mayor rango t anto religioso como laico. Tuvo lugar la primera misa pontifical. El obispo don Pedro Mara Cubero de Padilla orden que se hiciera constar extensamente esta fiesta en el Libro Maestro de la Iglesia, lo cual se cumpli. Po IX haba otorgado, en 1867, un rescripto por el que la capilla de la Virgen se agregaba a la baslica de Santa Mara la Mayor de Roma, otorgndose las mismas indulgencias y el 1 de abril de 1870 se concedi por el mismo Papa la agregacin a la Iglesia Lateralense, madre y cabeza de todas las Iglesias del orbe 26. Conclusin La actividad cultural en Elda durante el siglo XIX es, como se ha visto, muy rica en todas sus facetas; en ella dest acan figuras que brillan con luz propia. Sin embargo, es de esperar que nuevos estudios monogrficos alumbren tanto a los autores como a las obras aqu tratados de modo general, de manera q ue se descubran nuevos rasgos que contribuyan a enriquecer el acervo cultural de nuestra ciudad. Es por ello, que al menos provisionalmente, puedo sugerir desde el punto de vista literario que la obra en prosa de Juan Rico y Amat es coetnea en sus caractersticas a un gnero narrativo propio del Romanticismo: la novela histrica y que en la segunda mitad del siglo Emilio Castelar es claro ejemplo de la vigencia y permanen- 84HISTORIA DE ELDA Planta de la antigua iglesia de Santa Ana (ReFiestas Ma). ReLa Re , de 1900 (Re ). cia de ste, muestra de ello son sus primeros obras de carcter literario en el que los narradores localizan sus obras en un pasado histrico remoto, si bien con una evidente crtica a la sociedad de su tiempo. Tambin en Francisco Laliga perviven las caractersticas de la prosa romntica, aunque parece poder sugerirse que sus temas son afines a los maestros del Realismo como Jos M de P ereda o Armando Palacio Valds. Otro de los gneros propiamente romnticos, el artculo, muestra toda su vitalidad en la actividad periodstica de los eldenses del siglo XIX que se vincularon a la prensa peridica no slo local, sino t ambin de Alicante y Madrid. Los articulistas eldenses se caracterizan por compartir las caractersticas de la prensa del siglo: la de propagar ideas polticas y/o culturales con el objetivo de que stas lleguen a la inmensa mayora, que aunque todava analfabeta, vida de inq uietudes y preparada para entrar en accin como prueba la Historia de la poca. La obra teatral de Juan Rico y Amat recoge los tpicos del teatro de la poca, si bien sus caractersticas se inscriben en un perodo en el que las corrientes literarias no estn bien definidas y su obra posee rasgos del Romanticismo y de la Alta comedia o comedia burguesa tendr su mayor auge durante la Restauracin. Sin embargo, nos hallamos ante un autor que refleja todas las caractersticas que perviv en del teatro romntico, en definitiva es un autor de gnero que mantiene los esquemas de la comedia neoclsica y la de costumbres, es decir, obras que mezclan el costumbrismo con la enseanza final. La breve produccin teatral de Francisco Laliga Gorgues parece poseer las caractersticas del drama romntico, que sigue perviviendo en provincias, a pesar de que el movimiento romntico se haba extinguido dando paso al Realismo/Naturalismo. Al igual q ue ocurre con los gneros anteriores, la poesa de los autores eldenses est marcada por el Romanticismo. En cuanto a los representantes de la lrica de la primera mitad de siglo: Francisco Ganga Ager El Serfico y Juan Rico y Amat, se podra sugerir que el romanticismo revolucionario o liberal viene representado por el primero, mientras q ue el conservador o reaccionario se muestra en la obra del segundo. En la segunda mitad de siglo Francisco Lali- ga, Domingo Toms Vera Maestre y Manuel Pay Pertusa estuvieron vinculados a la Sociedad Literaria de Alicante, quiz el catalizador cultural de la provincia, que ejemplifica la vida literaria en provincias durante la Restauracin (1874-1902), una poesa que sigue los ecos de Gaspar Nez de Arce, Ramn de Campoamor o Jos Zorrilla que fueron los autores ms aplaudidos en su poca. La poblacin de Elda goz de durante el siglo XIX de notables historiadores locales como Gonzalo Sempere y Juan y Lamberto Amat cuya obra historiogrfica muestra las caractersticas de un espritu positivista que detalla y recoge la noticia de lo vivido y lo escrito. La actividad musical eldense fue especialmente brillante a lo largo de la segunda mitad de siglo en que se funda la Banda de Msica de Elda. La slida formacin de la Banda de Elda debida a Ramn Gorg y a Marcelino Zacaras Gutirrez hizo que sta brillase con luz propia en el panorama musical de la poca. La figura ms internacional y destacada en la segunda mitad del siglo XIX, lo fue en el mbito musical: doa Milagrito Gorg Borrs, cuyo nivel artstico la llev a triunfar en los teatros de toda Europa. Desde el punto de vista del arte religioso, sin duda, el hecho ms destacado q ue tiene lugar durante el siglo XIX es la importante reforma de la Iglesia de Santa Ana, llevada a cabo por el maestro Francisco Coronel Ramrez a inst ancias del cura prroco Gonzalo Sempere y Juan y con la colaboracin de Amancio Oceta. Lamberto Amat describi puntualmente las reformas de orden arquitectnico y realiz el inventariado de orfebrera, andas, pinturas, esculturas, rgano, estandartes de la Virgen y del Santsimo, palio y mantos de la Virgen de la Salud, ropaje eclesistico, relojes, reliquia y campana incorporados a la que ser nuevamente inaugurada Iglesia de Santa Ana en una f iesta solemne que se celebr el 16 de mayo de 1869. Nuestra intrahistoria, como deca don Miguel de Unamuno, no est desatinada ni fuera de lugar en el contexto cultural de la Espaa del siglo XIX, ms bien todo lo contrario: activa y fuerte, porque as fueron los hombres que la hicieron posible. Forsi altri canter con miglior plettro. 85La cultura de Elda durante el siglo XIX E lda vivi a lo largo del siglo XX el mayor crecimiento demogrfico de su historia, hasta el punto de q ue la ciudad que hoy conocemos es esencialmente una creacin del siglo recin terminado. Segn los censos de poblacin espaoles, la villa de 1900 apenas sobrepasaba los seis mil habit antes mientras que la ciudad de 2001 alcanzaba los 51.816. Con estas cifras resulta normal que el crecimiento relativo de la poblacin eldense superase holgadamente al de la provincia, al valenciano y al del conjunto espaol; con ello, su peso relativo de la ciudad se acrecent en todos los rdenes, econmico, cultural, social y poltico. Sin embargo, el crecimiento no ha sido continuado y estable a lo largo de todo el periodo, sino que como explican los cuadros 1 y 2 padeci marcados altibajos a lo largo de la centuria. Pensemos, por ejemplo, que Elda alcanz los 50.000 habitantes a finales de la dcada de los setenta, llegando en 1986 a los 55.994 de derecho, segn el Padrn, el mximo alcanzado hasta la actualidad, salvo alguna rectificacin padronal poco fiable; ello supone, por tanto, q ue la ciudad ha visto reducirse su poblacin en los ltimos quince aos, debido a razones aparentemente distint as pero complementarias e interrelacionadas: la crisis de la sociedad industrial, la cada de la natalidad y las variaciones en los movimientos migratorios, en buena medida merced a los av ecinamientos en Petrer dentro, por t anto, del mismo entorno urbano pero no slo a ello. 87 El crecimiento demogrfico del siglo XX JOSRAMNVALEROESCANDELL U niversidad de Alicante 23 Cuadro 1 Elda, e XX A226o del censo Habitantes 19006.131 19108.028 19208.078 193013.445 194020.050 195020.699 196028.151 197041.511 198152.185 199154.010 200151.816 Elaboraci227n propia con datos de los censos de poblaci227n del INE. Cuadro 2 Elda en su entor el sig PeriodoELDPR 1900-2001 741.5211.0 119.4 1901-1950 237.6 35.051.0 1951-2001 149.3130.6 45.3 1901-1910 30.95.8 7.4 1911-1920 0.62.9 7.0 1921-1930 66.46.610.7 1931-1940 49.111.3 9.5 1941-1950 3.24.4 8.1 1951-1960 36.012.3 8.8 1961-1970 47.529.4 11.0 1971-1981 25.724.8 11.1 1981-1991 3.516.2 4.5 1991-2001 - 4.5 9.5 3.6 Elaboraci227n propia con datos de los censos de poblaci227n del INE. La poblacin de Elda se ha incrementado esencialmente a lo largo de tres grandes periodos: el primero, iniciado ya a finales del siglo XIX, dur hasta la Gran Guerra Europea y fue el menos intenso de los tres; se produjo, como todos, gracias al desarrollo de la industria zapatera, que cre las primeras factoras ver daderamente modernas (las de Rafael Romero y Silvestre Hernndez) un poco antes del inicio del siglo y multiplic las empresas al amparo de la demanda masiva europea surgida en 1914, lo que increment la necesidad de mano de obra, sin exigir excesiva capacitacin especfica a los recin llegados. En la primera dcada del XX, el momento del asentamiento industrial, los eldenses aument aron ms de un 30%, con un ritmo de crecimiento que en toda la provincia slo superaban algunos municipios de la Vega Baja, una comarca que viva una poca de fuerte desarrollo agrario; fueron los aos de la concesin del ttulo de ciudad, de la creacin del Casino y del Teatro Castelar, de la introduccin del anarquismo entre los obreros, muchos de ellos recin llegados, otros hijos de campesinos eldenses que no queran seguir supeditados al trabajo de la tierra como sus antepasados. La segunda fase, la de mayor crecimiento porcentual, fue la que se corresponde con la Dictadura de Primo de Riv era y la fase pacfica de la II Repblica: la Elda de 1935, con 18.030 residentes, dobla con holgura el nmero de censados en 1920, 8.078 personas. El crecimiento fue rapidsimo durante los aos veinte (un 66,4%) y algo menor en los treinta (el 49,13%), sin duda debido a la Guerra Civil porque de haber continuado el ritmo previo a 1936 hubiese superado a la dcada anterior; en ambas fue el mayor crecimiento de toda la provincia, entonces relativamente estancada. Elda, que todava era el quinto municipio del Alto y Medio Vinalop en 1920 (tras Villena, Nov elda, Monvar y Pinoso) se convierte en 1935 en la ms poblada de la comarca y en la quinta provincial (tras Alicante, Elche, Alcoy y Orihuela). Son aos de llegada de miles de trabajadores de municipios prximos, de fuertes tensiones sociales, de intensa mecanizacin de algunas empresas, de fomento de las actividades culturales y de una burguesa progresista capaz de iniciativas como el Banco de Elda. La tercera fase de crecimiento rpido, la ms recordada hoy en da por ser la ms reciente, la vivida por buena parte de la poblacin adulta residente en la ciudad y la de mayor incremento en cifras absolutas, fue la de las dcadas de los cincuenta a los setenta, especialmente entre 1955 y 1973; esos dieciocho aos comprenden desde el inicio de la revitalizacin industrial (tras los duros aos de posguerra) a la crisis del petrleo, que afect fuertemente al comercio internacional y, consiguientemente, a una industria basada en la exportacin; Elda duplic en 1973 (46.749 residentes segn el padrn final de dicho ao) los 23.365 habitantes de 1955. Fue una po- 88HISTORIA DE ELDA Vista de Elda anterior a la Guerra Ci de ra222z el ma cr nunca en la ciudad (Ar EMIDESA). Tu de los guar asesinados en Elda en 1936; junto con la primera posguerra, fue la 216poca de ma muer ciudad (F ca de esplendor zapatero desde la FICIA a la apertura de par en par del mercado americano, de inicio del consumo, de llegada de poblacin de otras regiones, de conurbacin con Petrer y edificios altos. El crecimiento eldense careci del carcter excepcional de los aos de preguerra: se insert en una tendencia general entre los pueblos industriales y tursticos de la provincia; su aumento porcentual fue muy rpido, pero inferior al vivido por Alicante y Elche, la comarca turstica centrada en Benidorm y otros pueblos industriales (como San Vicente, crecido al amparo de Alicante, y el ncleo juguetero de Ibi-Onil).A lo largo del siglo, Elda vivi dos periodos de claro estancamiento: la dcada de los diez y la de los cuarenta, pero en ambos casos resulta necesario matizar las cifras. Los aos diez son un periodo de altibajos, con momentos de crisis y o tros de fortsimo recalentamiento de la produccin zapatera, como los meses q ue siguieron al inicio de la guerra de 1914. En los momentos duros, buena parte de la poblacin obrera, escasamente asentada en la ciudad, con posibilidades de regresar al trabajo agrario en municipios vecinos o de emplearse en las zonas urbanas industrializadas especialmente, Barcelona, apostaba por la emigracin; por el contrario, cuando aumenta la faena, se incrementan las llegadas en busca de unos jornales que no eran altos (porque el desarrollo de la industria se bas en salarios bajos) pero s accesibles a prcticamente todos los miembros de la familia: segn el censo, Elda slo creci en 50 habitantes en esa dcada. Tampoco aument ms que en unos centenares a lo largo de los aos cuarenta, lo que supondra una notable emigracin en la dcada; aunque esta s existi, por lo menos en los famlicos y brut ales aos del final de la Guerra Civil, existe otra razn ms convincente: el censo de poblacin de Elda de 1940 est inf lado, como en muchas otras poblaciones; slo as se comprende que la ciudad tuviese bastante ms poblacin que en 1935 pese a la sobremortalidad de todo tipo, los menores nacimientos y el exilio de tantos paisanos; en realidad, la Corporacin eldense, igual que tantas o tras, falsific conscientemente al alza su nmero de residentes puesto que en los aos del hambre y del racionamiento el escaso suministro alimenticio facilitado estaba en funcin de los veci- nos de cada lugar. Pese a todo, Elda no v olvi a crecer en poblacin hasta mediados de los cincuenta. El otro periodo de estancamiento, y an retroceso demogrfico, son los aos f inales del siglo. Entre 1986 y 2001 Elda perdi ms de tres mil habitantes. Resulta muy fcil justificarlo en funcin de una redistribucin interna en un rea urbana compartida con Petrer, teniendo en cuenta que el crecimiento del municipio vecino ha sido notable en estos aos y muy superior a la prdida de poblacin eldense. Sin embargo, si analizamos el conjunto Elda-Petrer a lo largo de las dos ltimas dcadas del siglo vemos qu e sus habitantes se han incrementado slo en un 12,6% en veinte aos, mientras la media provincial super el 27%, y ello pese a que en 1981 se trataba de una poblacin bastante ms joven que la del conjunto alicantino, lo que debi implicar un crecimiento vegetativo mayor. La situacin no es nada original y se asemeja a las crisis vividas en otras reas industriales de Europa Occidental en los ltimos aos del siglo XX (fcil de comprender en pelculas como Full Monty , Hoy empieza todo o Los lunes al sol ), con paro endmico y dificultades de adapt acin a una sociedad enfocada hacia el sector terciario, que han visto reducirse el empleo estable y los ingresos reales de los trabajos menos cualificados; as, en nuestra provincia, en Alcoy (el ncleo pionero de la industrializacin valenciana) el descenso demogrfico ha sido an mayor que en Elda, igual que en Jijona; el crecimiento de otros, como Monvar, Ibi o Cocentaina ha sido menor que el conjunto de Elda-Petrer; el de Elche, ms diversificado econmicamente, no ha al- 89El crecimiento demogrfico del siglo XX Plazoleta de las Monjas. P ev te pr siglo a234n car cuando el hombr lle EMIDESA). canzado la media provincial; slo San Vicente, entre los municipios industriales, ha mantenido un crecimiento rpido, pero en funcin de su carcter residencial en el rea metropolitana de Alicante. Natalidad y nupcialidad El rpido incremento del nmero de habitantes no ha sido la nica gran transformacin demogrfica vivida por la ciudad a lo largo del siglo XX: tambin ha variado radicalmente la estructura por edades, en virtud de los profundos cambios vividos tanto en la fecundidad como en la esperanza de vida de la poblacin, que han hecho posible que aquella villa donde los chiquillos eran autnticos protagonistas de calles y plazoletas sea hoy una ciudad en la que resulta fcil llegar a viejo y donde la gente mayor posee un peso en la vida cotidiana nunca alcanzado hasta nuestros das. Aunque esta transformacin muestra en Elda algunas caractersticas diferenciales, en general se enmarca dentro de los cambios vividos no slo por el conjunto de la sociedad espaola sino de todo el mundo occidental. Uno de los cambios esenciales en la sociedad eldense del siglo XX es el relacionado con la natalidad. En general, a lo largo del siglo se aprecia una tendencia a una reduccin drstica de las tasas de natalidad: en torno al ao 2000, el nmero de nacidos por cada mil eldenses no alcanzaba ni la tercera parte del habitual cien aos atrs. El cuadro 3 refleja con total claridad este proceso de reduccin de los nacimientos. Las razones que ref lejan este descenso casi brutal son bastante comunes a las del conjunto de la sociedad espaola. Sin que sea fcil determinar cul ha sido el factor esencial, porque casi todos se complementan e interrelacionan, es evidente que la sociedad espaola ha evolucionado desde una moral tradicional catlica que en algunos aos del franq uismo fue impuesta literalmente por la fuerza hasta una moral mucho ms sociolgica, materialista y secularizada, q ue ha transformado radicalmente el papel de la mujer, ampliando sus metas personales ms all del papel de esposa y madre, una mujer que empieza a valorar su sexualidad como una necesidad propia, ms all de la simple funcin reproductora, no relacionada necesaria- mente con el bblico creced y multiplicaos . Adems, a lo largo del siglo XX el acceso de la mujer al trabajo remunerado, primero en la industria del calzado y despus en todo tipo de servicios, se ha ido incrementando. En el caso eldense, con una intensidad y una precocidad signif icativamente mayor que en el conjunto de Espaa, pues el trabajo femenino en el calzado en casa o en fbrica estaba generalizado desde el inicio del siglo XX y el porcentaje de trabajadoras tanto oficiales como, sobre todo, reales siempre ha sido muy elevado, por lo que resultaba extremadamente difcil compaginarlo con una familia prolfica. Esta transformacin del papel social de la mujer, que ya no se reduce a la casa, la iglesia y los nios en alemn, las tres mticas ka las que el nazismo quera circunscribir el universo f emenino, considerada esencial para entender la esencia de los cambios, ha sido facilitada sin duda por el desarrollo de unos mtodos anticonceptivos de uso cada vez ms generalizado, adems de ms variados y eficaces; es evidente que la disposicin de medios anticonceptivos no es la razn esencial de la disminucin de los nacimientos (no es obligatoria la utilizacin de ninguno de ellos si una mujer no desea previamente reducir sus posibilidades de fertilidad), pero s son un instrumento que facilita la previa voluntad de no quedar embarazada; por supuesto, a lo largo del siglo se ha pasa- 90HISTORIA DE ELDA Cuadro 3 Elda, sig natalidad A226o 1900 33.4 192234.9 193526.3 194025.3 194522.7 195018.2 195520.3 196425.9 197021.6 198118.5 198613.8 199112.0 1996 9.6 20009.9 Elaboraci227n propia (apro censos de poblaci227n del INE, del Ar Municipal y del R do por etapas en las que los poderes pblicos dificultaban la accesibilidad a ellos en aras de una supuesta preeminencia de valores nacionales, polticos y religiosos, junto a otras pocas como la actual en las que el acceso es prcticamente libre; tcnicamente, el siglo XX aport mtodos innovadores que, como las diversas pldoras, han facilitado el control de la natalidad; socialmente, medios como el preservativo han pasado de ser una especie de vicio inconfesable a un objeto absolutamente normal en la vida cotidiana, incluso recomendado para evitar enfermedades de transmisin sexual.Otros muchos factores han inf luido en la reduccin de la natalidad, o en el repunte de la misma, a lo largo del siglo. As, el desarrollo de la sociedad de consumo hizo pronto necesaria la disponibilidad de dos sueldos en la pareja para acceder a ciertos bienes, a la vez que el incremento del nivel de vida encareca la crianza de los hijos (vestido, educacin...); el retraso en la edad de casamiento, en una sociedad en la que casi todos los nacimientos se producan en el seno del matrimonio; la mayor o menor accesibilidad a la vivienda, que hacan ms precoces o ta rdas las bodas; el trabajo estable o precario, las ideologas polticas predominantes, la coyuntura poltica, la intensidad de la inmigracin de origen rural, q ue casi siempre posea costumbres ms tradicionales y una actitud ms proclive a las familias ms extensas... Casi todos ellos han influido a lo largo del siglo, aunque no todos lo han hecho de la misma manera en cada poca. Las dos primeras dcadas del siglo fueron fuertemente natalistas, con tasas habitualmente superiores al 30, es decir, la sociedad eldense como suceda en la inmensa mayora de Espaa est aba todava iniciando la transicin demogrfica. El mantenimiento de tasas altsimas (casi similares a las de los siglos precedentes) en una ciudad en la que la industria ya presida indiscutiblemente la actividad econmica se sustentaba en numerosas circunstancias: en primer lugar, el trabajo industrial de buena parte de las mujeres, especialmente de las casadas, se sola realizar en el propio domicilio de la obrera, con lo que se compatibilizaban las tareas domsticas y las faenas del calzado. Adems, las fbricas necesitaban una mano de obra cada vez ms numerosa; ello, aparte de fo- mentar la inmigracin, favoreca la nat alidad porque garantizaba trabajo a unos jvenes que podan casarse a una edad precoz, especialmente unos varones qu e haban comenzado como aprendices de corta edad y al volver del servicio militar asuman fcilmente un empleo similar al de la poblacin madura; por o tro lado, los matrimonios no vean los hijos como un gasto notable sino como una posibilidad casi segura de incrementar en pocos aos el nmero de perceptores de salarios. El inicio del siglo era una poca en que la mortalidad infantil segua siendo todava elevada, por lo que slo un nmero suficiente de hijos garantizaba la continuidad de la familia. As, no es extrao que en 1922 todava se mantuviese una tasa de natalidad propia de una sociedad agraria. En aquellos aos iniciales del siglo sigui siendo relativamente frecuente el abandono de nios recin nacidos, hasta el punto de que en mayo de 1917 el Ayunt amiento acuerda colocar un torno en el Hospital Municipal de Caridad para acoger a estos bebs, encargndose de su cuidado tanto las monjas del establecimiento como una comisin de seoras caritativas designadas por la alcalda. Los aos que van desde la proclamacin de la dictadura de Primo de Riv era hasta el inicio de la Guerra Civil protagonizaron un descenso significativo de las tasas, aunque seguan siendo elevadas y garantizaban holgadamente el reemplazo generacional (conseguido entonces en torno a los 2,2 hijos por mujer). 91El crecimiento demogrfico del siglo XX Boda en los a226os veinte donde se obser eminentemente obr ha (Ar Los factores que explican la reduccin fueron de todo tipo aunque predominaron los de tipo ideolgico cultural: as, por ejemplo, se produjo una notable secularizacin de la ciudad, con un marcado anticlericalismo y una creciente incidencia de las ideas anarquistas, que reclamaban un papel social propio y autnomo para las mujeres, aunque en la prctica las familias anarquistas no solan diferir demasiado del resto de eldenses en sus concepciones familiares. Los aos republicanos profundizaron en la transformacin del papel social de la mujer (derecho de voto, seguro de maternidad, coeducacin...) La mejora del niv el de vida, especialmente visible en los grupos ms pudientes, transformaba t ambin los hbitos familiares de la burguesa, aunque sta se declarase formalmente seguidora de la moral catlica ms tradicional: las viejas fotografas de la mujer acomodada eldense de los aos v einte y treinta son bien distintas de la de la generacin de sus madres (vestidos ms cortos y ligeros, mayor cuidado por la propia imagen, mayor vida social ajena al espacio familiar...) Es necesaria recordar tambin que en esta poca se redujo bastante la mortalidad infantil, aumentando las garantas de mantenimiento de la estirpe en las familias cortas. Los aos de la Guerra Civil fueron excepcionales y anormales tambin en las cuestiones demogrficas. La natalidad fue absolutamente irregular: si en 1937 nacieron 509 nios (cifra jams alcanzada en Elda hasta entonces), en 1939 se haban reducido a slo 244. nicamente la evolucin de la contienda puede explicarlo. El comienzo de la guerra supuso el triunfo de la revolucin en una ciudad donde el anarquismo era la fuerza social ms destacada; entre otras consecuencias, ello motiv un fortsimo incremento de los matrimonios (en 1937 casi el triple que en 1935) en un momento en que generaciones enteras se trasladaban al frente; el boom natalista fue una consecuencia directa de ello. En 1939, por el contrario, la falta de jvenes varones, la prdida del mpetu revolucionario inicial, las carencias de todo tipo o la espera al final de la contienda para iniciar cualquier tipo de proyecto vit al produjeron la reduccin. Los aos cuarenta y cincuenta, los de la posguerra ms dura, deban haber supuesto un repunte de la natalidad, si hubiesen dado resultado las proclamas de todo tipo emanadas del Rgimen y de la Iglesia. El nacionalismo falangista apost aba por el incremento demogrfico (ms jvenes para el ejrcito, mayor prestigio exterior de los pueblos numerosos...), negaba buena parte de las conquistas sociales de la mujer, la reduca al papel de esposa y madre ( el reposo del guerrero ) y enf ocaba a esta misin las tareas de la Seccin Femenina, en clara compenetracin con la ideologa catlica, que censuraba cualquier forma de control de la natalidad, fuese del tipo que fuese y centraba casi todas sus preocupaciones morales en el comportamiento femenino, a veces en cuestiones tan nimias como el tamao de la falda o los bailes pecaminosos. Sin embargo, no fue as. Pasados los momentos iniciales, como 1940, cuando el reencuentro de numerosas parejas impuls los nacimientos, las tasas de natalidad no recuperaron nunca las cifras de la poca republicana. Las penosas condiciones econmicas de aquellos aos duros hicieron que la tasa de natalidad de la dcada de los cuarenta no sobrepasase el 20: as, las carencias alimenticias conver tan en un calvario la supervivencia; el retraso en la edad de casamiento vinculado a una situacin tan difcil y el alto porcentaje de solteras definitivas en un momento de estigmatizacin de las madres solteras tambin influan en la reduccin. Una ayuda familiar ms propagandstica que generosa (los famosos puntos ) no resultaba suficiente para avivar los nacimientos. Los aos sesenta y primeros setenta fueron de fuerte desarrollo econmico, con mejora del nivel de vida y tal carencia de mano de obra que permita el pleno empleo hasta para los recin llegados. Con ello, las tasas de natalidad volvieron a crecer, llegndose al 25,9 en 1964, similar a la anterior a la contienda. Casi todos los factores parecan colaborar en ello: una llegada masiva de inmigrantes procedentes casi siempre de reas rurales de mentalidad muy tradicional y natalista; el pleno empleo que facilitaba los casamientos tempranos, en ocasiones pocos meses despus de que el cnyuge varn finalizase el servicio militar; la puesta en marcha de numerosas promociones de viviendas protegidas(de tipo social), a las que era relativamente fcil acceder; los escasos gastos de educacin de unos hijos que seguan incorporndose precozmente al trabajo, facilit ando nuevos salarios a la familia; la 92HISTORIA DE ELDA prohibicin oficial de los medios anticonceptivos y una propaganda gubernamental que otorgaba premios de natalidad a familias extremadamente prolficas o fomentaba pelculas como La gran familia tambin colaboraba. La nat alidad eldense fue en esos aos algo superior a la media espaola, en buena medida porque la fuerte inmigracin haba rejuvenecido la ciudad. El final de la dictadura franquista, que econmicamente estuvo acompaado por la crisis de los setenta, de fuerte impacto en las reas industriales, signific tambin el comienzo de un descenso radical de los nacimientos, que ha convertido a Espaa en uno de los pases menos natalistas del mundo (en los aos noventa no se garantizaba ni de lejos el reemplazo generacional). En Elda, el descenso de la natalidad fue an ms acentuado, llegndose en 1996 a slo 9,6 nacimientos por cada mil habitantes, aunq ue la llegada de extranjeros ha generado una leve recuperacin posterior. Las principales causas del descenso de la natalidad son en Elda similares a las del pas: la generalizacin de una sociedad de consumo que ve en los nios una competencia directa con la posesin de ciertos bienes, porque la educacin de los peq ueos supone un peso notable sobre los presupuestos familiares; la generalizacin no slo del trabajo sino tambin de los estudios no obligatorios entre las mujeres, que posponen cada vez ms su edad de casamiento; el desempleo y el aumento del trabajo en precario difcilmente garantizan el acceso a la vivienda, mxime cuando esta se ha encarecido mucho ms que el incremento de los salarios pero buena parte de las parejas actuales consideran la posesin de una vivienda propia como un requisito esencial para contraer matrimonio; la reduccin del nmero de hijos deseados, en especial entre las mujeres trabajadoras y entre q uienes habitan en viviendas de menor t amao; la mayor independencia de los jvenes en el seno familiar, que permite postergar los planes familiares pues no resulta acuciante abandonar el hogar materno; la reduccin casi total de la mortalidad infantil; la fcil disponibilidad de medios de anticoncepcin y la legalizacin amplia del recurso al aborto; la misrrima ayuda familiar existente... En Elda, adems, influyen algunos factores particulares: as, las tasas de paro y de precariedad en el empleo son superiores a las de las ciudades con predominio del sector terciario; por otro lado, el traslado a viviendas en trmino municipal de Pe trer de muchas parejas jvenes acta reduciendo el nmero de nacimientos. La llegada reciente de inmigrantes extranjeros en este caso especialmente sudamericanos tendr consecuencias positivas sobre la natalidad, no tanto porque sean ms natalistas (ya que una vez establecidos aqu tienden a asemejarse a la sociedad de adopcin) sino porque las mujeres adultas jvenes son un elevado porcent aje entre ellos. Como resultado de todo el proceso, a lo largo del siglo la Tasa de Fecundidad General (es decir, el nmero de hijos por cada mil mujeres entre 15-49 aos, las tericamente frtiles) haba pasado de 128,5 en 1900 a 37,3 cien aos despus; el nmero de hijos por mujer no llegaba a 1,2 a finales del siglo, cuando un estudio del censo de 1940 hablaba de q ue las eldenses de entonces haban tenido 2,65 hijos de media. La nupcialidad tambin ha ido descendiendo y transformndose a lo largo del siglo XX, como muestra el Cuadro 4. Durante las dos primeras dcadas, las t asa super el 9 anual, en buena medida debido a la elevada juventud de la poblacin, con escasos ancianos: la edad media de los casamientos no era elevada, algo inferior a los 25 aos, aunque las mujeres eran ms precoces, entre dos y tres aos de media menos que los varones. Esta costumbre, la de la menor edad de casamiento de las mujeres, no slo ha sido una constante en Elda a lo largo de todo el si- 93El crecimiento demogrfico del siglo XX Dibujo alusi pecaminosos de los bailes modernos, t222pico de la moral nacionalca El compor j227venes 320tambi216n en cuanto a sexualidad y na nota sesenta y setenta (Ar EMIDESA). glo, sino que parece ser una norma comn a toda la sociedad occidental. En aquellos primeros aos de siglo, la baja esperanza de vida de la poblacin, que produca un alto nmero de viudos a edad temprana, haca posible una cierta abundancia de segundas nupcias, especialmente entre los varones, mucho ms propensos a volver a pasar por la vicara.Entre los aos veinte y la Guerra Civil las tasas de nupcialidad descendieron de forma ostensible, hasta el 5,8 en 1935. Esta reduccin apenas puede achacarse al apoyo a las tesis anarquistas, porq ue casi todos los afiliados al sindicato seguan contrayendo matrimonio; es muy posible, en los aos en que ms intensa fue la inmigracin, que el descenso pueda explicarse porque la mayora de quienes se afincaban en Elda eran ya familias jvenes (es decir, no celebraban aqu su boda). En aquellos aos, debido al incremento de la esperanza de vida, las segundas nupcias tendieron a disminuir. Septiembre mes de fuerte significado religioso en la ciudad era el momento en q ue se celebraban mayor nmero de nupcias, mientras la poca invernal era el periodo de mayor escasez. La Guerra Civil tambin influy radicalmente en la celebracin de matrimonios. As 1937 presenta las mayores tasas del siglo (matrimonios civiles, por supuesto), con 253 bodas (casi 13 por cada mil personas), mientras en 1939 slo hubo 78. Las razones son similares a las explicadas para la natalidad. 1937 fue un momento de revolucin social y de fuerte secularizacin de las costumbres, perdido el carcter de compromiso perpetuo del matrimonio catlico, en medio de un entusiasmo por las uniones libresy de generaciones enteras de jvenes marchando al frente de batalla: slo en el mes de junio se celebraron 34 bodas. 1939, por el contrario, punto final de la contienda, con tantos jvenes lejos de la ciudad (en la guerra, en el exilio, repitiendo servicio militar...), recin llegados o tros sin apenas tiempo para planificar la boda no era un momento propicio para celebraciones. Tampoco la posguerra fue especialmente propicia; por el contrario, fue una poca de casamientos tardos. Los aos del desarrollismo (los sesenta y setenta) volvieron a incrementar la nupcialidad, con tasas en torno al 7, superiores a la media espaola, como corresponde a una ciudad joven y a una poca en la que la edad media de los contrayentes volvi a reducirse (1979 fue en Espaa el ao de menor edad de los contrayentes). Se trataba entonces de una ciudad con un bajo nmero de estudiantes universitarios, con empleo estable y elevadas posibilidad de trabajo (las horas extras eran prctica absolutamente comn), con facilidades de acceso a la vivienda, con una generacin de jvenes muy distinta a la de sus mayores que deseaba establecer su propio hogar. Curiosamente, a finales de los sesenta, cuando todo el sector del calzado acordaba celebrar simultneamente las vacaciones estivales semiparalizando la ciudad, el periodo era aprovechado por buen nmero de contrayentes, a veces con varias parejas celebrando su boda en la misma ceremonia. Desde 1981, tras la crisis de los setenta q ue afect radicalmente a la sociedad occidental, sobre todo a las reas industriales, la nupcialidad experimenta un descenso apreciable y algunas transformaciones notables. La reduccin puede ser achacada a multitud de factores, entre los que destaca una nueva concepcin de la pareja mucho menos dispuesta a compromisos estructurados y la tendencia a retrasar notablemente el momento de la boda. El acceso de la mujer a los estudios universitarios y al empleo profesional cualificado (que obliga a estudiar hasta edades ms avanzadas y a consolidar luego el trabajo), unido al paro juvenil, al empleo precario, a la caresta de la vivienda, la facilidad de rela- 94HISTORIA DE ELDA Cuadro 4 Elda, sig nupcialidad A226o 1900 9.1 19229.2 19355.8 19647.8 19706.2 19817.0 1986 5.9 19915.5 19964.7 20015.3 Elaboraci227n propia (apro censos de poblaci227n del INE, del Ar Municipal y del R ciones sexuales extramatrimoniales o la mayor tolerancia paterna respecto a la vida de los jvenes lo explican suficientemente. El servicio militar ha dejado de inf luir en la celebracin de matrimonios. Aunque el matrimonio religioso sigue siendo mayoritario, cada vez ms se abre paso el matrimonio civil, en buena medida porque tras la aprobacin del derecho al divorcio la mayora de segundas nupcias deben recurrir a l. La mayor movilidad laboral, de estudio o de recreo de la poblacin, incrementa las bodas entre jvenes residentes en ciudades cada vez ms alejadas, aunque se mantiene casi siempre la costumbre de celebrar el enlace en el lugar de residencia u origen de la novia; en 2000, septiembre haba vuelto a ser el mes preferido para celebrar la boda y el invierno la poca con menores adeptos. La mortalidad Afortunadamente, tambin las tasas de mortalidad descendieron a lo largo del siglo XX, permitiendo que la posibilidad de llegar a viejo difcil a comienzos de siglo fuese accesible a la mayora de la poblacin. El cuadro 5 ref leja con claridad el brusco descenso de la mortalidad a lo largo del siglo XX. Sin embargo, el cuadro parece indicar que el descenso de la mortalidad, fortsimo hasta 1955, se ralentiz fuertemente hasta comienzos de los ochenta para incrementarse despus. No es as. En realidad, a partir de 1981 lo que sucede es q ue el aumento de la esperanza de vida de la poblacin se combina con un descenso brusco de la natalidad, lo que hace q ue el conjunto de la poblacin envejezca notablemente; como la muerte es algo consustancial a todos los nacidos por mucho que se eleve la edad a la que se produzca, llega un momento en que las tasas vuelven a incrementarse. Por ello, conviene recurrir a la esperanza de vida al nacer, es decir, a los aos que se espera que vivir por trmino medio una persona: si en 1900 la esperanza de vida de los eldenses estaba en torno a los 35 aos, antes de la Guerra Civil ya se alcanzaba una media cercana a 50 y hoy las cifras tienden a aproximarse cada vez ms a los 80 aos, disfrutando como el conjunto de los espaoles de una de las ms elevadas del mundo. Son muy numerosos los factores q ue han colaborado a esta mayor pro- babilidad de una vida ms larga, algo q ue sin duda se encuentra entre las grandes transformaciones vividas en el siglo. El cambio drstico no podra explicarse sin recurrir a la desaparicin de las grandes enfermedades catastrficas, las epidemias que cada cierto tiempo diezmaban a la poblacin y destruan total o parcialmente los incrementos demogrf icos generados durante decenios; entre estas enfermedades se encontraban algunas como el clera morbo asitico, especialmente daino en el siglo XIX. Ya no existen brotes epidmicos colricos de importancia en la Elda del siglo XX. S existen, por el contrario, otras epidemias q ue aunque de menor intensidad si afectan notablemente a la ciudad, como la viruela de 1901 y la gripe de 1918; el sida, con toda su gravedad, no alcanza jams, ni de lejos, un carcter similar a aque- 95El crecimiento demogrfico del siglo XX Cuadro 5 Elda, sig mor A226o 1900 25.7 192220.9 193516.1 1955 9.1 19647.2 19708.4 19816.5 19867.1 19917.7 19967.5 20017.9 Elaboraci227n propia (apro censos de poblaci227n del INE, del Ar Municipal y del R Publicidad de la Escuela Moderna eldense, de principios de siglo e inspiraci227n anar deb222a cola ni226o (Ar llas. La viruela de 1901 conllev el fallecimiento del 0,8% de la poblacin, pero puso de manifiesto el escaso afianzamiento de algunas conquistas sanitarias del siglo XIX, al menos fuera de las grandes reas urbanas, pues la vacuna ya haba sido descubierta en el siglo XVIII y en las tierras valencianas el nmero de vacunados era superior a la media estatal; en Elda, afect sobre todo a nios de corta edad (el 80% de los fallecidos era menor de 5 aos), durante seis meses, especialmente en septiembre y octubre. La gripe de 1918 fue la ltima enf ermedad epidmica de importancia not able padecida en Elda; 1918 fue conocido durante mucho tiempo como el ao de la gripe y su incidencia fue ligeramente inferior a la de la viruela, centrndose ms en las edades intermedias, especialmente entre las mujeres de 20 a 40 aos, casi un tercio de las muertes totales. La duracin fue algo ms reducida, poco ms de dos meses, siendo la ltima semana de octubre el momento de mayor incidencia. Buena parte del incremento de la esperanza de vida est motivado por el descenso drstico de la mortalidad infantil. sta, al afectar a la poblacin de menor edad, reduce notablemente la edad media de los fallecimientos. La mortalidad infantil estricta es decir, la de los ni- os menores de un ao afectaba a principios de siglo a unos 106 nios por cada mil nacidos, con un descenso todava muy moderado respecto a la sociedad preindustrial. Antes de la Guerra Civil se seguan registrando valores casi similares, cercanos a 100, aunque se haba producido una mejora notable entre los nios de 1 a 4 aos: si a comienzos de siglo moran casi dos de estos nios por cada beb menor de un ao, en la poca republicana eran slo el 60% de estos; es decir, la reduccin de la mortalidad infantil no se produjo tanto entre los recin nacidos debido entre otras cosas al seguimiento deficiente de los periodos de gestacin de las madres sino gracias al inicio del seguimiento continuado de la salud de los pequeos (tal vez, gracias al proceso de implantacin de las igualas mdicas, habituales en Elda hasta bast antes aos despus del inicio de la Seguridad Social). En esa poca, el elevado riesgo de mortandad de los ms pequeos originaba el caso curioso (no slo en Elda, claro) de que aquellos que superaban los cinco aos de edad tuviesen ms probabilidades de vida que al nacer (unos 53 aos era la esperanza de vida al cumplir cinco aos en 1935, por ejemplo). Una muestra de esta incidencia de la mortalidad infantil la ofrece el censo de 1940, cuando facilita datos sobre el nmero de hijos vivos y muertos de las mujeres de la ciudad. Entre las de 41-45 aos, las que prcticamente haban concluido su periodo frtil, la media de hijos vivos era de 3, pero la de hijos muertos por mujer era de 0,45; ms an, el 11% de las mujeres de aquella generacin haban sufrido la muerte de dos o ms hijos. A lo largo de la posguerra, en buena parte gracias a la labor desplegada en algunos mbitos por la Seccin F emenina divulgando entre las jvenes madres maneras adecuadas de aliment acin e higiene infantil, se fue reduciendo moderadamente la mortalidad de los nios; la reduccin se continu t ambin a lo largo de los aos sesenta y setenta, facilitada por la mejora ostensible del nivel de vida; el desarrollo posterior en todos los rdenes (educativo, higinico y sanitario) ha hecho posible que actualmente slo aproximadamente cinco de cada mil nacidos fallezca antes de cumplir el ao. Parecen ya totalmente lejanos aquellos tiempos en que exista todo un ceremonial diferenciado para los entierros de los nios, cortejo fune- 96HISTORIA DE ELDA La mejora de la higiene ha sido una conquista social del siglo XIX (Publicidad de rpr Viejo hospital de Elda, en el solar del actual geri207trico (Ar rario de color blanco incluido. Es, sin duda, otro de los grandes logros del siglo.Junto al final de las epidemias cat astrficas y a la lucha por la reduccin de la mortalidad infantil a niveles casi excepcionales, otros muchos factores han ayudado a reducir las posibilidades de fallecimiento a edades tempranas. Como bien deca el francs Sauvy, la mort alidad est ms relacionada con la ignorancia que con la pobreza; en nuestro caso, la socializacin de la educacin ha colaborado a asentar los conocimientos y hbitos higinicos de la poblacin; si antes hablbamos de la labor de la Seccin F emenina en la posguerra, antes de 1920 la Escuela Moderna (vinculada al movimiento anarquista) ya fomentaba en sus aulas la inspeccin higinica diaria, el ejercicio fsico o las nociones de fisiologa; pinsese en la importancia de la divulgacin de nociones vinculadas a la sanidad en una poblacin donde los habitantes de mediana edad todava recuerdan haber merendado pan, vino y azcar, o tomado vino quinado como reconstituyente en su infancia o donde, hasta no hace muchas dcadas, parte de la poblacin consideraba que inhalar los vapores de los viejos trenes de carbn a la salida del tnel era bueno para quienes padecan afecciones respiratorias. Junto a ello, algunos avances sociales acabaron reduciendo la insalubridad de la ciudad: as, la instauracin de la red de agua en las casas (iniciada en los aos v einte por la sociedad Aguas del Canto S.A. y concluida en algunos barrios en los ltimos aos del franquismo), que facilit el aseo diario y una limpieza ms asidua de vestidos y viviendas; adems, la reduccin de la infravivienda y el chabolismo, la construccin de la red de alcantarillado o la mejora progresiva de la recogida de basuras. Tambin la generalizacin de la sanidad a toda la poblacin, un proceso vivido a lo largo de todo el siglo; as, la puesta en marcha de sociedades de ayuda mutua, las igualas mdicas (que por una cantidad moderada permitan acudir a la consulta de los distintos profesionales), la mejora de las instalaciones del hospital municipal (como, por ejemplo, la Gota de Leche), la ampliacin de la medicina de familia desde los primeros ambulatorios de reducidas dimensiones a los actuales centros de salud o la construccin de la residencia sanitaria comarcal. La mejora de la alimentacin ha sido parte esen- cial del cambio: las capas sociales marginales debieron recurrir en todo momento a instituciones benficas establecidas al efecto como Auxilio Social, por ejemplo y en determinadas pocas como la posguerra el hambre o la malnutricin afectaron a demasiada gente; la variedad de productos y el acceso generalizado a ellos ha sido un logro creciente de la segunda mitad del siglo. Finalmente, algunos hbitos saludables, como la prctica del deporte entre capas progresivamente crecientes de la poblacin sigue conviviendo con hbitos poco recomendables, como el consumo elevado de alcohol o el tabaquismo. Hoy, la mortalidad es igual que en el conjunto de la sociedad occidental una cuestin asociada a la vejez, con esperanzas de vida que como hemos indicado se acercan a los 80 aos. Pero no siempre ha sido as: durante el primer tercio del siglo, slo el 20% de los fallecidos superaban los 70 aos; en general, siempre predominaban entre ellos las mujeres y salvo excepciones los entierros de ancianos no eran tantos como los de los nios de corta edad. Hoy, la mortalidad est fuertemente ligada a la vejez y las enfermedades ms mortferas se concentran en torno a las denominadas tres 97El crecimiento demogrfico del siglo XX Taeta de fumador en la posguerra. Hasta hace pocos a226os, fumar era una necesidad, en a sanitario (Ar La ele permit222a que las funerarias of cer ni226os ( ces, es decir, el cncer, el corazn y la circulacin. Durante todo el siglo, las mujeres han disfrutado de una mayor longevidad que los varones, con una diferencia q ue oscila entre los tres y seis aos, sin que parezca tender a reducirse. Tradicionalmente, la mujer estaba menos ligada a los trabajos fsicos de mayor riesgo y dureza, estaba menos afectada por el consumo de alcohol y tabaco, mantena un ritmo de vida ms sosegado y unas costumbres ms estables; como algunas de estas circunstancias parecen tender a cambiar rpidamente, es posible que las diferencias tiendan a reducirse en un futuro, pero todava es pronto para afirmarlo. Cuando los avances sanitarios est aban menos desarrollados que hoy y su disfrute por los grupos sociales menos fav orecidos era incipiente, s exista una franja de edad en que la mortalidad de las mujeres era superior, aquella de mayor fecundidad femenina, porque el riesgo de fallecimiento a consecuencia de un parto s era elevado. Hoy, afortunadamente, la incidencia de este tipo de muertes es reducidsima. El envejecimiento acusado de la poblacin, favorecido tanto por el aumento de la esperanza de vida como por la reduccin de la natalidad, ha hecho posible que en algn ao reciente como 1999 el crecimiento natural haya sido negativo, aunque slo ligeramente; en el caso eldense esta posibilidad se acentuaba por el fenmeno de asentamiento en trmino municipal de Petrer de algunas nuevas parejas, reduciendo los posibles nacimientos y ampliando el peso relativo de los mayores. La llegada de los inmigrantes extranjeros, ms jvenes y natalistas que el resto, ha permitido paliar al menos, de momento esta situacin. Las migraciones El fortsimo crecimiento de la poblacin eldense a lo largo del siglo XX no hubiese sido posible sin la sucesiva llegada de inmigrantes a la ciudad; es cierto que la inmigracin se produjo con mayor o menor intensidad a lo largo de todo el siglo, aunque fue especialmente intensa en algunos periodos, como la primera dcada del siglo, los quince aos previos a la Guerra Civil, el periodo comprendido entre 1955 y 1975 y los dos ltimos aos del siglo. En compensacin, tambin fueron numerosas las corrientes de salida, aunque la ciudad no las percibi tanto porque no fueron tan intensas, no fueron a distancias largas por ejemplo, el establecimiento de eldenses en Alicante o Petrer, estn muy alejadas en el tiempo o disponemos de escasas fuentes adecuadas para su estudio; los desplazamientos de obreros a Barcelona hasta los aos veinte, el retorno de trabajadores a sus lugares de origen (los mahoneses, por ejemplo, regresaron casi todos), la emigracin a Amrica y Europa, el exilio de posguerra, aunque numricamente no alcanzan ni de lejos la importancia de las llegadas, tambin forman parte de la historia de la ciudad. Por supuesto, los lugares de origen fueron cambiando en cada poca, aunque podemos afirmar q ue cada vez ampliaron su radio de atraccin, desde una esfera casi comarcal en 98HISTORIA DE ELDA Maximiliano Gar sa al t234nel a r curar pr(ReElda Extraordinario) 1900 hasta otra intercontinental en la actualidad.La llegada de trabajadores a la industria de calzado eldense ya haba comenzado en las ltimas dcadas del siglo XIX, pero se hizo mucho ms intensa en los primeros aos del siglo pasado, con la llegada de gentes de municipios vecinos o de poblaciones prximas que, como Almansa, contaban con una cierta tradicin zapatera y atravesaban un periodo de dificultades econmicas. El fenmeno se hizo especialmente notable entre los aos veinte y la poca republicana previa a la guerra, momento en que como ya hemos visto Elda creci ms que ningn otro municipio de la provincia y se transform intensamente en el plano urbanstico. En 1922, la ciudad contaba con 2.415 residentes nacidos en otros lugares pero su origen estaba muy concentrado porq ue cuatro de cada cinco procedan de slo nueve municipios; eran, por este orden, Monvar (con 551 inmigrados), Almansa y Petrer (que tambin superaban los doscientos), Sax, Novelda, Pinoso, Cast alla, Salinas y Villena, todos ellos con ms de un centenar de residentes. Se trataba de las poblaciones colindantes con Elda y de otras muy prximas a ella. Slo trece aos despus, en 1935, los nacidos fuera de Elda eran mayora en la ciudad y, aunque seguan predominando claramente los llegados desde el Alto y Medio Vinalop, se haban producido algunos cambios notables. En primer lugar, se haba ampliado notablemente el radio de atraccin ejercido por Elda sobre los inmigrantes; as, tanto los llegados desde la provincia de Albacete como los de Murcia superaban ya el millar de residentes en la ciudad y haba ms de ochocientos de procedencia ms alejada. En segundo lugar, la inmigracin en esos aos haba sido particularmente intensa desde dos municipios, Pinoso y Yecla, ambos dedicados entonces bsicamente a una agricultura vitivincola, q ue atravesaban una fuerte crisis econmica y, consiguientemente, social. El anlisis de las migraciones de Pinoso a Elda en esos aos explica con claridad alguno de los factores que inf luyeron en aquellas llegadas masivas. En primer lugar, la distancia entre ambas poblaciones y los medios existentes en la poca hacan inviable el desplazamiento diario, como poda hacerse trabajosamente desde Sax, Petrer o Monvar; a los pi- noseros como a los yeclanos no les q uedaba otra opcin que el cambio de domicilio para trabajar en Elda. Por otro lado, la estructura laboral pinosera se v ea fuertemente afectada por el elevadsimo nmero de jornaleros sin tierra, fundamentalmente empleados en un cultivo de la vid que reduca en esos aos su produccin y su rentabilidad (y, por lo tanto, la posibilidad de jornales y el precio de stos). Adems, la facilidad para encontrar trabajo motiv la formacin de autnticas cadenas migratorias, en las q ue los ya establecidos pronto facilitaban nuevas venidas de familiares y conocidos, sirvindoles como apoyo inicial. La partida de los trabajadores y sus familias fue especialmente elevada en partidas rurales que, como El Faldar o Las Encebras, carecan de trabajos alternativos al agrcola; casi siempre se trataba de la poblacin ms modesta, como demuestra el descenso intenso del nmero de braceros en aquellas pedanas o el dato de que dos tercios de los pinoseros residentes en Elda en 1935 fuesen analfabetos. La emigracin fue tan intensa que no slo hizo disminuir los nacimientos y las nupcias de Pinoso sino tambin la poblacin absoluta (especialmente, en las pedanas), generando una notable tendencia al envejecimiento. Como sucedi con los llegados de casi todos los municipios cercanos, la industria del calzado fue la q ue ofreci trabajo a la mayora de quienes llegaron de Pinoso, aunque los inmigrados de mayor edad se ocuparon en gran medida en la construccin o como 99El crecimiento demogrfico del siglo XX La industria del calzado eldense siempr posibilidades de tra mujer sir inmig jornaleros agrarios; aquellos que dominaban previamente una profesin no agraria se empleaban fcilmente en ella (hubo entre ellos muchos chferes, mecnicos o artesanos varios). La prctica totalidad de pinoseros establecidos en Elda en 1935 segua manteniendo el valenciano como lengua familiar y en las relaciones con sus pasanos, lo mismo que la mayora de llegados desde Monvar, Petrer, Novelda, Castalla y muchos otros lugares; en aquel momento, entre cuatro y cinco mil habitantes de Elda un cuarto aproximado de la poblacin total, tanto como hoy en da en Petrer tena el valenciano como lengua materna: fue, sin duda, una coyuntura lingstica excepcional que con el tiempo fue desapareciendo o aminorndose, aunque dej hondas repercusiones en el uso popular de nuestro castellano. Finalmente, en 1935, la antiguamente conocida como avalancha de Almansa fue abriendo camino a la llegada de gentes procedentes de otros municipios albaceteos prximos, como Montealegre, Caudete, Alpera que ya contaban con ms de un centenar de residentes en Elda o Higueruela, estableciendo las races de la que sera la fortsima inmigracin manchega de los aos sesenta y setenta. Algunos detalles muestran con claridad que durante los aos veinte y treinta la integracin de los inmigrantes se hizo con notable xito, permitiendo ofrecer una imagen de ciudad abierta y acogedora, que no parece haber perdido hasta el momento. As, los nuevos barrios de El Progreso o La Fraternidad no se convirtieron en guetos de los recin llegados sino que en ellos convivieron eldenses nativos con gentes de variada procedencia (quienes procedan de un mismo pueblo tampoco tendieron a concentrarse en demasa). En un estadio de integracin mucho ms profunda, el estudio de los casamientos de 1935 muestra como slo en el 23% de las bodas ambos contrayentes eran nacidos en Elda; pese a que las relaciones familiares importaban, la mayora de los contrayentes nacidos en Elda lo hicieron con gentes venidas de fuera. La Guerra Civil acab con aquella for tsima corriente inmigratoria, aunq ue durante el conf licto la ciudad acogi temporalmente a centenares de refugiados, la mayora de los cuales regres a su lugar de origen tras la guerra. La pri- mera posguerra fue tiempo de exilio para muchos Elda fue un pueblo de vencidos y de numerosos retornos al pueblo materno, porque en las reas agrcolas era mucho ms fcil sobrevivir en aquellos aos de penuria; el racionamiento fue insuficiente en la ciudad durante muchos aos y la industria del calzado careca frecuentemente de lo ms imprescindible (desde pieles hasta fluido elctrico). Los buenos tiempos volvieron a finales de los cincuenta, primero lentamente y luego con rapidez. La ciudad ofreca trabajo abundante a todo el que llegaba a ella, al menos hasta 1973. Sin embargo, en las poblaciones prximas la industria del calzado era tambin una realidad pujante, o posean otras alternativas laborales prsperas. La inmigracin hubo de llegar de comarcas cada v ez ms alejadas, generalmente desde reas rurales en las que una agricultura en proceso de mecanizacin no era capaz de ofrecer trabajo a unos jvenes que, por otra parte, deseaban otra forma de vida diferente. Los inmigrantes de la Elda de los sesenta llegaban en su mayora atrados por las posibilidades de una industria zapatera en expansin, que segua ofreciendo esencialmente ventajas similares a las del periodo preblico; pese a que los salarios de la industria del calzado no eran comparables a los de buena parte de las grandes industrias de reas como el Pas Vasco o Barcelona s eran muy superiores a los ingresos realmente obtenidos por los jornaleros agrarios o por los obreros de otras regiones espaolas menos desarrolladas; adems, el proceso de aprendizaje de algunos oficios no era excesivamente largo, la industria facilitaba abundante empleo femenino, con salarios claramente inferiores a los del varn, pero el trabajo continuado de la mujer no era nada fcil en las reas rurales, ni siquiera en zonas industriales. En esos aos, los ingresos familiares oficiales podan superarse fcilmente mediante algunos recursos complementarios como el trabajo a destajo (que incrementaba el ritmo, la jornada laboral y los ingresos) o las t areas domiciliarias, accesibles a las mujeres que no podan cumplir con el horario de trabajo en fbrica, complementadas muchas veces con el esfuerzo de nios en edad escolar, de algn anciano e incluso del esposo al trmino de su jornada. Finalmente, era una poca en que las personas de carcter emprendedor podan in- 100HISTORIA DE ELDA tentar su conversin en empresarios, dado que el coste de montaje de un nuevo tallerico era relativamente accesible. En 1981, cuando esta gran etapa inmigratoria est prcticamente finalizada, la mayora de la poblacin ya haba nacido en Elda, aunque casi todos ellos contaban con padres o abuelos inmigrados; entre los nacidos fuera, los castellanomanchegos eran la comunidad ms numerosa, seguida por los llegados del resto de la provincia, los murcianos y los andaluces. Los aos ochenta y la mayora de los noventa fueron un periodo de escasa inmigracin, en el que el propio crecimiento interno de Elda no era capaz de compensar el peso de la emigracin neta, aunque estas prdidas no fuesen afectivamente importantes porque en su gran mayora lo fueron a Petrer, dentro de la misma conurbacin urbana, con lo que no suponan un alejamiento real signif icativo. La inmigracin se recuper fortsimamente en los aos del cambio de siglo, t al y como sucedi en el conjunto del pas. No eran ya familias procedentes de o tros lugares de Espaa, sino gentes venidas desde todo el mundo segn el censo de 2001 vivan en Elda gentes de 46 nacionalidades, aunque mayoritariamente de pases como Colombia (ms de la mitad del total), Ecuador, China, Argentina o Ucrania. Su llegada fue rapidsima: en 1997 llegaron 22 extranjeros; cuatro aos despus, 1.219. Los extranjeros residentes en Elda en 2001 se caracterizaban por mostrar un cierto equilibrio de sexos, aunque se concentraban entre los adultos jvenes, siendo muy escasos los ancianos y no excesivo el porcentaje de nios; ms de un tercio del total vivan en hogares compartidos por seis o ms personas, siendo mayor este porcentaje entre los colombianos y ms escaso entre los llegados desde Marruecos y Europa Occidental. Los solteros eran mayora, la tasa de actividad era altsima (trabajaba casi el 84% de los mayores de 16 aos), con elevada participacin de las mujeres, aunq ue el paro les afectaba de forma notable; slo una minora dispona de vehculo propio o estudiaba superados los 16 aos. En general, se dedicaban a trabajos como el servicio domstico, el cuidado de ancianos, la hostelera o la construccin, pero cada vez eran ms abundantes quienes trabajaban en el calzado. Su presencia revitaliza demogrficamente a una ciudad inmersa en un fuerte proceso de envejecimiento: ms nacimientos, ms necesidad de plazas escolares, freno a la prdida de poblacin... A finales de siglo, su nmero no era comparable al de los nacidos en Castilla-La Mancha, ni superaba a los llegados desde otras poblaciones de Alicante, Murcia o Andaluca; sin embargo, mientras estos grupos tendan a reducirse y a envejecer haban llegado hace ya muchos aos y sus hijos ya eran eldenses de nacimiento los extranjeros eran mucho ms jvenes y aumentaban de da en da. El censo de 2001 tambin permite conocer algunos detalles de la emigracin eldense. Entre los municipios con may or nmero de eldenses destacan Petrer, Villena y Novelda, pero en gran parte es debido al alto nmero de partos de vecinas de esos municipios atendidos en el Hospital General; slo en el caso de Petrer donde los nacidos en Elda son casi ocho mil puede hablarse claramente de elevado asentamiento de eldenses, aunque sera excesivo hablar de emigracin estricta por tratarse de la misma rea urbana. Fuera de la comarca, slo cuatro poblaciones cuentan con ms de doscientos eldenses: Alicante 1.045 personas, la colonia ms numerosa con gran diferencia, Elche, Valencia y Madrid, lo que explica la tendencia de ciertos profesionales a establecerse en reas urbanas y la inexistencia de migraciones en cadena, tpicas de los traslados masivos; junto a ellas, slo algunas capitales (Murcia, Barcelona, Albacete), poblaciones que mantuvieron una intensa emigracin hacia Elda (Almansa, Yecla) o municipios costeros cercanos (Benidorm, Torrevieja, Santa P ola) cuentan con un mnimo nmero de eldenses. Muestra de que la emigracin local ha sido escasa a lo largo del siglo XX, no llegaban al 5% los nacidos en Elda q ue residan en comunidades autnomas distintas de la valenciana. Las estructuras demogrficas El anlisis de la poblacin no debe centrarse slo en las variaciones de la poblacin, en sus incrementos (nacimientos e inmigracin) y en sus prdidas (defunciones y emigracin), sino que es necesario considerar la situacin demogrfica de una ciudad en distintos momentos de su historia, es decir, las caractersticas que la definen en una poca determinada. 101El crecimiento demogrfico del siglo XX De todas las estructuras demogrf icas, seguramente sea la distribucin por edades y sexo la ms conocida de todas. Elda como el conjunto de la sociedad espaola, pero con variantes propias a las q ue nos referiremos se ha transformado esencialmente, pasando de ser una sociedad de nios y jvenes a otra en la que el envejecimiento se est convirtiendo en un problema social. En 1900, los menores de 25 aos eran mayora en la villa; en 2001, la actuacin combinada de una esperanza de vida creciente y de una natalidad muy reducida ha hecho posible que la generacin de 65 a 69 aos supere en nmero a la de menores de 5 cinco aos. El cuadro 6 y las pirmides adjuntas ref lejan claramente cmo ha evolucionado a lo largo del siglo el reparto por edades y sexos de los habitantes de Elda. En esencia, ha cambiado sustancialmente el porcentaje de jvenes y de viejos entre los habitantes de la ciudad, y tambin lo ha hecho, aunque de forma menos significativa el peso de la poblacin en edades laborales. En general, los eldenses han vivido la misma evolucin hacia el aumento de la esperanza de vida que ha disfrutado el conjunto de la poblacin mundial, pero lo han hecho ms intensamente; con ello, el porcentaje de ancianos ha ido aumentando, triplicndose su peso relativo, lo que hace ms notoria su presencia en todos los mbitos ciudadanos: se programan gran nmero de actividades especficas para ellos, se adaptan con mayor o menor acierto a esta realidad las instituciones asistenciales, aumenta su peso electoral hasta niveles insospechados en aquellas elecciones manipuladas de los primeros aos del siglo, pueblan tanto o ms que los nios los parques y las calles, inf luyen ms en la mentalidad social, que tiende a hacerse ms conservadora. Sin embargo, el peso de la ancianidad se ha incrementado per se , pero tambin en funcin del pro- nunciado descenso de nacimientos producido bsicamente en los ltimos veinte aos del siglo; este descenso es tambin comn al conjunto de la humanidad, pero en Espaa y en Elda muy claramente ha sido tan elevado que se producen anomalas como que generaciones sesentaeras sean ms numerosas q ue las de la niez sin que ello sea fruto de una emigracin aguda; as, hasta bien entrados los aos setenta, de hecho hasta la crisis econmica de esa dcada q ue inf luy claramente en las estructuras familiares, los nios menores de 15 aos siempre representaron ms del 30% del total de eldenses; pero el descenso pronunciadsimo de la natalidad, ya analizado, ha reducido su importancia relativa, incluso por debajo de la de los ancianos, presentando de cara al futuro un gravsimo problema de relevo generacional a medio plazo; el escassimo porcentaje de nios seguramente tender a cambiar en un futuro, apoyado por la llegada de inmigrantes extranjeros en edad frtil, pese al inconveniente que supone el traslado de numerosas parejas jvenes a la vecina Pe trer. El brusco descenso de nacimientos en las dos ltimas dcadas ha influido t ambin en un incremento excepcional del porcentaje de adultos en la ciudad, el 69,3% del total, cifra jams alcanzada en toda su historia. Con ello, el ndice de dependencia, es decir, el nmero de personas en edad no laboral que deben soportar los potencialmente activos se ha reducido hasta el 0,44, mucho ms bajo de lo usual a lo largo del siglo XX: ello supone una fuerza laboral excepcional, refo rzada por el hecho de que casi el 40% de los eldenses cuenten entre 20 y 44 aos, seguramente las edades de mayor capacidad productiva; es, tal vez, el may or activo econmico actual de Elda si se fuese capaz de ofrecer alternativas de empleo suficientes y adecuadas. 102HISTORIA DE ELDA Cuadro 6 Estructura por edades e 222ndice de de Grupos de edad 19351970 2001 0-14 a226os 33.031.830.6 15.0 15-64 a226os 61.864.361.2 69.3 65 y m207s a226os 5.23.98.215.7 352ndice de dependencia 0.550.63 0.44 Elaboraci227n propia a par Merece destacarse la distribucin por edades previa a la Guerra Civil; en 1935, el porcentaje de ancianos de Elda fue posiblemente el ms reducido desde siglos atrs, lo que permiti contar con una fuerza laboral altsima sin renunciar a un elevado porcentaje de nios y jv enes; slo la intensa inmigracin de los aos previos puede explicarlo, dado que aport a la ciudad una gran cantidad de familias muy jvenes, con elevada fertilidad no slo por su edad sino tambin por la procedencia rural y las costumbres tradicionales de muchos de ellos y escassimos ancianos entre quienes llegaban. Tambin resulta conveniente analizar la distribucin de la poblacin por est ado civil, como se hace en el Cuadro 7. Es natural que mientras la poblacin present una estructura muy joven, los solteros fuesen clara mayora entre los eldenses. As suceda en 1900, cuando la transicin demogrfica slo haba co- 103El crecimiento demogrfico del siglo XX Pir207mide de poblaci227n de Elda. 1900. Pir207mide de poblaci227n de Elda. 1935. menzado tmidamente, y tambin en 1935, porque la gran inmigracin de los aos anteriores rejuveneci la sociedad eldense; la situacin se mantuvo sustancialmente igual hasta mediados de los setenta, momento en que el descenso de la natalidad inf luy en el rpido descenso de los ms jvenes y, con ello, de los solteros. La viudedad se mantuvo bastante estable a lo largo de toda la centuria, porque las mayores posibilidades de lle- gar a la vejez mantuvieron la convivencia de las parejas durante mucho ms tiempo, pero tambin se prolong el tiempo de vida posterior de los supervivientes; el porcentaje de viudos se redujo en los aos de fuerte inmigracin (como los treinta y los sesenta). El mayor incremento en un periodo breve sucedi, lgicamente, tras la Guerra Civil: el 5,4% de viudos en la Elda de 1935 se convirti en un 7,6% en 1940. La viudedad siempre ha sido mucho mayor entre las mujeres, 104HISTORIA DE ELDA Pir207mide de poblaci227n de Elda. 1970. Pir207mide de poblaci227n de Elda. 2001. dado que suelen casarse a edad ms temprana que su cnyuge, contar con una esperanza de vida bastante superior y contraer segundas nupcias en menor medida; as, en 1900 la viudedad afectaba al 11,8% de las mujeres frente a slo el 7,8% de los varones; al final de siglo, las diferencias eran an mayores: ms de un 10% de viudas por slo un 2,2% masculino.Cada vez cobra mayor importancia el peso de la poblacin separada y divorciada, especialmente esta ltima puesto que hasta la restauracin de la democracia no existi una ley que permitiese serlo. En 2001, ya suponan el 3,4 de los eldenses, con un porcentaje similar a la media provincial. El crecimiento haba sido muy rpido, triplicndose su nmero slo en la ltima dcada del siglo. A unque es evidente que se separan y divorcian tantos hombres como mujeres, se trata de un estado civil casi tan ligado a la mujer como la viudedad: en Elda residan en 2001 casi el doble de divorciadas y separadas que de varones en las mismas circunstancias. En esencia, no se trata de que a ellas les resulte ms cmodo residir en una ciudad como la nuestra; es cierto que resulta habitual q ue algn cnyuge traslade su lugar de residencia tras el trauma de la separacin y que las mujeres prefieran los entornos urbanos, pero el motivo fundamental reside en que son los varones los q ue contraen segundas nupcias en may or medida. La estructura laboral eldense tambin se ha modificado notablemente a lo largo del siglo, aunque la industria especialmente la del calzado y todas las actividades auxiliares ligadas al mismo ha marcado en todo momento el ritmo econmico; en el trabajo, la Elda del siglo XX ha sido esencialmente una ciudad zapatera. Siempre fue la industria la actividad principal, hasta el punto de que desde la I Guerra Mundial hasta la muerte de F ranco, al menos dos de cada tres eldenses trabajaron en ella; no obstante, existieron fuertes variaciones en cuanto al tipo de empleo, tanto en lo relativo al modo de produccin (a destajo o a jornal) como al tipo de factoras (hasta 1950 predominaron las grandes empresas menos de una decena ofrecan la gran mayora del empleo existente y posteriormente se ha tendido a reducir notablemente el tamao de las mismas) o a la mayor o menor incidencia del trabajo irregular (histricamente valorado como una lacra social, incluso como un cncer del sector zapatero, pero jams abordado con el coraje necesario para ofrecer soluciones duraderas). La agricultura, todava muy presente en la vida local a comienzos del siglo fue descendiendo constantemente hasta niv eles inferiores al 1% del total de empleados desde comienzos de los aos ochenta; slo en los primeros aos de posguerra pareci repuntar momentneamente, en unos momentos en que el hambre y las dificultades de todo tipo revalorizaron el autoconsumo y la vuelta a unas actividades que aseguraban la subsistencia (en 1940, uno de cada nueve eldenses trabajaba en la agricultura, algunos en haciendas diseminadas por el trmino). La construccin nunca ofreci cifras de empleo extremadamente elevadas y, pese a ser una ciudad donde se construy mucho a lo largo del siglo, muchas veces se recurri a trabajadores f orneos; su importancia vari en funcin de las diversas coyunturas econmicas siendo la poca de la posguerra cuando su peso econmico fue menor (en 1950 slo supona el 2,7% del empleo). Las actividades terciarias fueron incrementndose a lo largo del siglo: muy escasas en 1900 crecieron a lo largo de la primera mitad de la centuria con el desarrollo del comercio y el transporte, hasta suponer uno de cada cinco empleos en 1950; en la segunda mitad del siglo, con 105El crecimiento demogrfico del siglo XX Cuadro 7 Distribuci227n por estado civil Estado 190019352001 Solter 53,151.842.7 Casado 39,142.548.7 Viudo 7,85.36.4 Di 3213.4 Elaboraci227n propia. 1900, estimaci227n. 1935, Padr227n Municipal. 2�01, Censo de Poblaci227n. la automatizacin de determinados procesos industriales que redujeron paulatinamente la necesidad de peonaje, con el desarrollo de sectores propios de una sociedad avanzada educacin, sanidad, administracin, finanzas y con la crisis industrial de los ltimos aos, el terciario se ha convertido en una alternativa necesaria a la industria, aunque sus posibilidades de desarrollo sigan dependiendo en gran medida de las de la industria zapatera; pese al crecimiento, el porcentaje de empleo en el sector terciario eldense no es comparable al de las capitales provinciales.El abundante trabajo femenino siempre ha sido una constante en la ciudad a lo largo de casi todo el siglo, hasta el punto de que la mujer fue protagonista destacada de buena parte de las luchas sociales que jalonan la historia social eldense: ellas protagonizaron una de los primeras huelgas, curiosamente en defensa del derecho a trabajar en su propio domicilio y no acudir a las fbricas; ellas, las aparadoras, protagonizaron las huelgas del hilo, asumidas hoy como un hito en la memoria colectiva; ellas defendieron alguna de las posturas ms radicales en el movimiento asambleario de los setenta. Sin embargo, tambin ellas padecieron ms que los hombres el empleo irregular, por lo que su importancia siempre se ve reducida en las estadsticas oficiales. No obstante, la mujer eldense con contrato oficial o sin l siempre se caracteriz por elevadas tasas de actividad laboral remunerada, incluso entre las mujeres casadas de la primera poca franquista, cuando el Rgimen trataba de dificultar por todos los medios su presencia en las fbricas. En la agricultura, el transporte o la construccin las mujeres fueron casi inexistentes, aunque algunas s colaboraban en las tareas agrarias. Durante muchos aos, tendieron a concentrarse bsicamente en determinadas funciones de la industria del calzado, donde algunas tareas como el aparado se convirtieron pronto en femeninas, y por ello, aunq ue no fuesen menos complejas, peor pagadas que otras consideradas masculinas ; en 1940, el calzado era la ocupacin del 86,4% de las mujeres que trabajaban. El trabajo femenino en los servicios, hoy predominante tanto en Elda como en Espaa, ha sido una conquista social laboriosamente lograda por las mujeres; en 1940, slo 166 mujeres trabajaban oficialmente en el sector terciario, 129 de ellas en el servicio domstico, casi todas solteras. Hoy, algunas profesiones, como la educacin o la administracin pblica, se encuentran cada vez ms feminizadas. En una ciudad tan activa y emprendedora, no es de extraar que siempre fuese elevado el nmero de empresarios, en buena medida dado el predominio de la pequea empresa en el tejido econmico local. El porcentaje de empresarios empleadores o autnomos fue a lo largo de casi todo el siglo superior a la media provincial; la quiebra de la mayora de grandes fbricas y la aparicin de peq ueos talleres en las primeras dcadas de posguerra hizo que su porcentaje entre los activos creciese fuertemente: de un 6,9% en 1950 a un 17,1% en 1981; despus, las dificultades econmicas y el desarrollo de actividades terciarias vinculadas a la administracin o a las grandes empresas, redujo su participacin hasta el 14,5% del empleo total en 2001. Las mujeres tambin han ido introducindose paulatinamente en el mundo del empresariado: segn el censo de 1960 slo haba cuatro empleadoras; cuatro dcadas despus lo son el 3,6% de las activas. Finalmente, el paro constituye otro aspecto esencial en la evolucin laboral de la ciudad. As, hasta bien entrada la poca republicana, sin seguro de desempleo, el paro adquira tintes dramticos para las familias, aunque no fuese continuado sino temporal o coyuntural en la may ora de los casos, si no no se explicara la fuerte inmigracin; en los primeros momentos de posguerra, afect a buen nmero de los trabajadores del calzado mientras se recuper la normalidad de las empresas. La incidencia del paro fue muy escasa a lo largo de los aos cincuenta y sesenta, en los que el pleno empleo rein en la ciudad. Sin embargo, entre 1971 y 1973, reapareci de manera suave, estimndose en poco ms de un millar los preceptores de desempleo a la muerte de Franco, muchos de los cuales seguan trabajando de manera irregular. Sin embargo, en las dos ltimas dcadas del siglo, con alternancia de periodos ms duros y pocas de bonanza, el desempleo se convirti casi en estructural, mantenindose las cifras oficiales utilizamos las de final de marzo por encima de los siete mil parados entre 1986 y 1994, para v olver a descender en los aos siguientes. 106HISTORIA DE ELDA Es cierto que no siempre coincidieron con la realidad, dada la creciente precarizacin del empleo en la zona, pero en todo caso el paro tena en Elda una incidencia muy superior a la del conjunto provincial y nacional, aunque bastante similar al de otras localidades zapateras. En 2001, el paro de los varones se concentraba bsicamente en los adultos maduros, aquellos que haban sobrepasado los cuarenta aos; el de las mujeres, no, debido a que la tasa de actividad era mucho mayor entre las ms jvenes, adems de que bastantes trabajadoras de la industria abandonan la actividad laboral con los aos. Por ltimo, resulta imprescindible refe rirse a la estructura educativa de la poblacin. El logro fundamental del siglo XX ha sido la extensin de la educacin obligatoria y, con ella, la reduccin del analfabetismo. Este descenso ha sido continuado: en 1900 tres de cada cuatro eldenses era analfabeto, en 1930 slo uno de cada dos. La reduccin de los aos iniciales del siglo no es debido tanto a la extensin de una instruccin pblica siempre totalmente insuficiente, sino a la puesta en marcha de centros privados, no slo de profesores particulares que sobrevivan con ms o menos penalidades, sino tambin de empresarios del calzado tan clarividentes como benefactores de sus obreros, e incluso de organizaciones tan diversas como las carmelitas o el sindicato anarquista. La II Repblica, impregnada del espritu ilustrado del laicismo espaol, plante la primera reforma en serio de la educacin popular, que en Elda supuso la creacin de un gran centro las escuelas nuevas, las escuelas nacionales y algunas aulas en los barrios; fruto de ello, en 1940, el analfabetismo se haba reducido hasta slo el 36%, y por primera vez haba una generacin de jvenes en la que la alfabetizacin de las mujeres era superior a la de los varones. El descenso continu, aunque sin el mpetu previo, en la posguerra, pero en los primeros sesenta pareci volver a incrementarse: en realidad, se trataba de q ue buena parte de los nuevos inmigrados venan de reas rurales, a veces de pequeas pedanas, donde las carencias educativas eran notables, y no precisamente de los sectores sociales ms pudientes. Desde 1970, la lucha contra el analfabetismo prosigui con la escolarizacin generalizada de las nuevas generaciones, lo que redujo las cifras a can- tidades mnimas en torno al 3%, muy concentradas en las edades avanzadas, aquellas a las que se le neg su derecho a la escuela. En todo momento, las tasas de analfabetismo han sido mayores entre las mujeres; ello, y el hecho de que entre los mayores de edad predominen ellas claramente, hace que a final del siglo XX su porcentaje de analfabetismo fuese del 4,4% por slo un 1,5% entre los varones. Por supuesto, entre los inmigrados, el grado de analfabetismo est muy relacionado con su lugar de origen: muy elevado entre los andaluces, por ejemplo, y muy escaso entre los procedentes del Nor te de Espaa; los extranjeros venidos al final del siglo presentan, en general, una alfabetizacin aceptable. Otro logro del siglo ha sido el acceso cada vez mayor a estudios postobligatorios. Segn el censo de 1950, no llegaban al centenar los eldenses con estudios medios o superiores, y ninguna mujer posea estudios universitarios completos; medio siglo despus, quienes poseen estudios superiores al bachillerato son casi el 15% de la poblacin. Ha sido un logro bastante reciente, como conf irma el hecho de que el porcentaje ms alto se d entre quienes cuentan entre 25 y 29 aos (el 27,5% del total, frente a un 9% de quienes superan los 40 aos). Se trata tambin de un logro insuficiente: la cualificacin acadmica media de los eldenses es significativamente inferior a la media provincial y estatal, especialmente en lo referente a estudios universitarios; es, sin duda, un factor negativo de cara a la transformacin econmica de la ciudad en el nuevo milenio. De nuevo, resulta imprescindible ref erirse al caso particular de las mujeres: si su acceso generalizado a estudios superiores ha sido muy reciente, lo han hecho de manera acelerada. En 2001, en Elda todava existan ms varones que mujeres entre quienes posean estudios posteriores al bachiller, pero la situacin cambiaba en las generaciones ms jvenes; por debajo de los cuarenta aos, la cualificacin acadmica de las mujeres era superior (entre las chicas de 25-29 aos un 34% haba realizado estudios de COU, similares o superiores) . Al final del siglo XX, aquellas mujeres que padecieron todo tipo de dificultades para acceder a una escolarizacin adecuada observaban cmo sus nietas se convertan en la generacin tericamente mejor preparada de la historia de Elda. 107El crecimiento demogrfico del siglo XX D urante los aos comprendidos entre 1904, en que el joven Alfonso XIII concedi a Elda el ttulo de ciudad, y 1939, en que la conurbacin de Elda-Petrer alberg al ltimo Gobierno de la II Repblica poco antes de terminar la Guerra Civil Espaola, Elda experiment un gran desarrollo como ciudad moderna e industrial y como capital comarcal que ejercer una atraccin por su actividad industrial del calzado sobre los municipios de Petrer, Monvar, Novelda y Sax principalmente, adems de Salinas, Pinoso, La Romana y Aspe. Elda pas de tener 6.131 habitantes en 1900 a ms de 20.000 en 1940. El desarrollo alcanzado no fue ni ms ni menos que la continuacin de un proceso de industrializacin iniciado en la segunda mitad del siglo XIX que cuaj a principios del siglo XX, en que ya era irreversible el predominio del calzado como principal actividad econmica de Elda frente a la agricultura. A partir de 1890, el capital agrario haba financiado el paso de la artesana del calzado a la manufactura y, en 1910, empezaron a instalarse las primeras mquinas de cosido y acabado del calzado. La Primera Guerra Mundial provoc una demanda adicional de calzado para los mercados ingleses y para el ejrcito francs, que contribuyeron a desarrollar ms la industria. La cada de la demanda y la crisis motivadas por el final de la guerra a partir de 1919 fue compensada con la demanda del ejrcito espaol y, desde 1921, se implantaron las fbricas de montaje mecanizado del zapato. En 1926 ya haba 53 fbricas de calzado, 4 de cajas de zapatos, 2 de preparacin y 2 de hormas. En 1934, eran ms de 70 con unos 11.000 trabajadores de los q ue aproximadamente 3.000 vivan en los municipios cercanos y se desplazaban a Elda diariamente. Las empresas ms grandes de la poca fueron la de Rodolfo Guarinos Vera y la de Pedro Bellod Pay que llegaron a emplear a 545 y 287 trabajadores respectivamente. El enorme desarrollo de la actividad industrial del calzado fue acompaado del desarrollo de industrias auxiliares y la instalacin de sucursales bancarias de las grandes entidades espaolas como el Banco Espaol de Crdito, el Banco Hispano Americano y el Banco P opular de los Previsores del Porvenir, q ue ya tenan abiertas sus sucursales en Elda en la dcada de 1930. Incluso, en 1933, se constituy el Banco de Elda destinado a financiar la industria local. 109 De la Elda alfonsina a la Guerra Civil JOSMIGUELSANTACREUSOLER Universidad de Alicante 24 La calle Nue siglo (Ar Todos estos cambios econmicos y demogrficos tuvieron unas repercusiones enormes sobre el tejido social de la ciudad y sobre la poltica. Ambas se hicieron mucho ms complejas que en el siglo XIX. La sociedad se diversific, cuaj una divisin de clases que fueron tomando conciencia de su condicin, sobre todo las obreras y los sectores medios de la sociedad q ue se organizaron en formaciones polticas propias, y proliferaron publicaciones peridicas como medio de expresin de cada una de las clases y de sus formaciones polticas. Los sectores medios y la clase obrera organizados polticamente disputaron el poder a las oligarquas tradicionales de turno q ue se haban repartido las concejalas del Ayuntamiento y la Alcalda durante la poca de la Restauracin mediante el sistema del turno de gobierno de los partidos liberal y conservador. Las nuevas oligarquas del primer tercio del siglo XX, que haban desplazado a las viejas del ltimo cuarto del siglo XIX, slo consiguieron mantenerse en el poder frente al aumento de la presin de los nuevos sectores sociales medios y obreros gracias al golpe de Estado de 1923 y la implantacin de la Dictadura; sin embargo, los partidos republicanos consiguieron la Alcalda con el apoyo de los obreros cuando se desmoron la Dictadura, y con ella la Mo- narqua de Alfonso XIII en 1931, y los obreros fueron alcaldes mediante la rev olucin cuando empez la Guerra Civil en 1936. De villa a ciudad alfonsina El punto que sirve para marcar la inf lexin de Elda y la va libre de su camino hacia el desarrollo industrial y la modernizacin fue el decreto del 24 de agosto de 1904 por el que el ministro de la Gobernacin Juan Snchez Guerra, en nombre del joven rey Alf onso XIII, concedi a la villa de Elda el ttulo de Ciudad. La parte argumentativa del decreto deca que se le conceda el ttulo de ciudad en atencin al aumento de su poblacin, import ancia industrial y comercial y const ante adhesin a la Monarqua Constitucional. Todo ello era cierto, ciertsimo, especialmente la adhesin a la Monarq ua. Las autoridades municipales conservadoras cuidaron mucho el agasajo del jefe de Gobierno y del rey a su paso por la estacin del ferrocarril de Elda. El 17 de mayo de 1904, agasajaron con msica, actuaciones y vtores al presidente del Consejo de Ministros Antonio Maura y, el 15 de abril de 1905, al mismsimo rey Alfonso XIII que regresaba de su visita a Alicante camino de Madrid. Las autoridades municipales estaban muy interesadas en el progreso y la buena imagen de la ciudad; sobre todo el alcalde conservador Jos Joaqun Gonzlez Amat, que estuvo al frente de la alcalda de Elda entre el 1 de enero de 1904 y el 1 de julio de 1909 y que disputaba el poder municipal al jefe del Partido Liberal Manuel Beltrn Aravid, que haba sido alcalde entre el 1 de enero de 1902 y el 16 de septiembre de 1903. Entre 1860 y 1900, Elda pas de tener 4.085 habitantes a los 6.131 ya mencionados. El crecimiento an fue ms visible durante la dcada comprendida entre 1900 y 1910, fecha esta ltima en que super los 8.000 habitantes. Elda era un caso atpico en la comarca del Vinalop Medio, cuya agricultura estaba afectada por la plaga de la filoxera que azotaba los viedos y obligaba a las gentes a emigrar en busca de trabajo durante aquellos aos de principio del siglo XX. Muchos campesinos se fueron a Argelia o Argenti- 110HISTORIA DE ELDA La calle Nue Guerra Ci cambio experimentado fr la f EMIDESA). Escudo de Elda, incluy t216rmino ciudad (ReFiestas Ma). na, pero algunos comarcanos decidieron ir a Elda donde la incipiente industrializacin del calzado ofreca puestos de trabajo.El crecimiento de la poblacin y el incremento de la actividad industrial motivaron una ampliacin urbana que desbord los lmites tradicionales del municipio y gener un nuevo negocio muy prspero, el de la construccin y las obras pblicas. En aquella poca se empez la construccin de los barrios Prosperidad y Rafael Romero por sociedades de casas baratas constituidas al efecto, de la calle de Cid que lleva el apellido del constructor alicantino que empez a trazarla con 20 casas alineadas o de la calle Jardines surgida de la alineacin de casas y de las fbricas de calzado de Jimnez y Pelez y de Rafael Romero. La ciudad, en constante crecimiento econmico, poblacional y urbano, se fue haciendo cada vez ms compleja y moderna con la llegada del alumbrado elctrico en 1900, la fundacin de la Asamblea Local de la Cruz Roja en 1902 y la publicacin del semanario independiente El Vinalap, el nuevo cementerio de 1903 y la publicacin del q uincenal El pantano, la concesin de un puesto de Guardia Civil, el inicio de la difusin del telfono a partir de 1904 y la inauguracin del Teatro Castelar y del Casino Eldense, adems de la publicacin de la revista El Centenario , la aparicin de la primera imprenta en la ciudad en 1906 (Tipografa Moder- na de Juan Vidal Vera), el edificio del Hospital terminado en 1908 o la reglamentacin, el mismo ao, de una Guardia Municipal ms moderna en sustitucin de la vieja. La carretera de Nov elda a Elda sali a subasta en 1905 y deba entregarse en 1907, pero hubo dificultades en las expropiaciones y las obras no se terminaron hasta 1922. En la dcada de 1910, empezaron a publicarse nuevos peridicos mucho ms combativos que ref lejaban la nueva conf lictividad social y poltica de la 111El crecimiento demogrfico del siglo XX TroElda a principios del siglo XX (Ar Anciano eldense de comienzos de siglo con la t222pica blusa, que desa m207s j227venes (Ar ciudad. Los primeros ejemplos de estas publicaciones y de las que les respondieron fueron La Bandera Radical , El Tijeretazo , El Criterio , Heraldo de Elda o El R eformista de 1815 y su opuesto Liberal de Elda o el semanario literario Amanecer , aunque su continuidad no fue muy grande. La nueva conf lictividad social y poltica de la ciudad alfonsina La complejidad de la ciudad en desarrollo y modernizacin tambin afect los terrenos social y poltico como re- f leja la prensa peridica; pero, en las tierras valencianas, otro de los mejores indicadores de la complejidad social y poltica alcanzada en los municipios ms desarrollados durante aquellos aos iniciales del siglo XX es la vida de las bandas de msica. La Banda de Msica de Elda no fue una excepcin y se escindi en dos bandas en 1908, La Filarmnica y Santa Cecilia, que mostraron la proyeccin sobre el asociacionismo cultural musical de la localidad del enfrentamiento al que haban llegado los conservadores y liberales eldenses. Otro indicador es el de las huelgas protagonizadas por el incipiente movimiento obrero ligado a la industrializacin. A principios del siglo XX an no haba un movimiento obrero organizado como tal, solamente existan sociedades de socorros mutuos, pero ya se haban producido conf lictos sociales como la huelga de 1899, en que los zapateros pidieron salarios justos, o aquellas en las que protestaron contra los recortes de salario de 1903 y 1906. La primera huelga eldense de inspiracin anarquista parece ser que tuvo lugar en 1906. El anarquismo se haba introducido en la ciudad durante el cambio de siglo y su progresiva consolidacin proporcion una gran capacidad reivindicativa a los obreros. Actuaron principalmente desde la so- 112HISTORIA DE ELDA Fiestas del III Centenario de la lle dedicada a los condes de Elda (ReFiestas Ma). Cara pr(ReFiestas Ma). ciedad de zapateros La Racional constituida en 1911. El sindicato anarquista eldense consigui tal importancia que el Consejo Provincial Obrero de la CNT creado en 1910 acord, el 26 de noviembre de 1919, que el Comit Central de la Federacin Provincial de Alicante residiera en Elda, donde tambin tendra su sede la redaccin del peridico Reivindicacin. El Sindicato nico del Ramo de la Piel de la CNT en Elda tena 3.000 afiliados y la Sociedad de Oficios Varios, 350 en 1919. El dominio del sindicalismo anarquista impidi que progresara el movimiento obrero socialista que intentaron impulsar los socialistas de Elche, que mandaban proselitistas a Elda. En 1910, se constituy una Agrupacin Socialista y, en 1914, unas juventudes que polemizaron con los anarquistas constantemente. En 1919, los socialistas tenan slo 30 afiliados y, durante la escisin socialista de 1921 tras los efectos de la Revolucin Rusa y la poltica exterior de la URSS que condujo a la creacin del PCE, los escasos socialistas eldenses permanecieron fieles al PSOE. Las huelgas ms emblemticas a partir de 1911 fueron la de 1912 en la fbrica de lonas de Castell en la que intervino la Guardia Civil, la de 1914 contra usos tradicionales del trabajo a destajo y a domicilio en la que intervino el ejrcito para pacificar el motn, las de 1915 de las aparadoras en demanda de la unificacin salarial y el reconocimiento de su sociedad obrera, la huelga general contra la caresta de alimentos de finales de 1916, la de 1917 en defensa del autor de un pasqun contra el hambre que haba sido detenido y que se sald con una dura represin, las manifestaciones de 1918 contra la caresta de alimentos y las huelgas de 1919. Ese ao la huelga por la jornada de 8 horas fue multitudinaria y participaron ms de 4.000 obreros que paralizaron la vida de la ciudad. A consecuencia de la huelga, fue clausurada la sociedad anarquista La Racional. Entre 1910 y 1920, la poblacin eldense apenas creci 50 habitantes. Pas de 8.028 habitantes en 1910 a 113El crecimiento demogrfico del siglo XX Gr primer EMIDESA). Semanario El Criterio, de 1912 (Alberto Na La pr peri227dica en Elda). 8.078 en 1920. Puede que la dinmica huelgstica tuviese parte de responsabilidad en la ralentizacin del crecimiento poblacional; aunque hay que aadir que la ciudad padeci los efectos de una epidemia de gripe en el otoo de 1918, que se llev la vida de 51 eldenses, y, adems, que el final de la Primera Guerra Mundial redujo la demanda de zapatos y, en 1920, las empresas atravesaron una situacin muy difcil. Una va de escape al paro fue el inicio de la construccin de casas baratas en 1921 por la sociedad El Progreso, que cont con una subvencin del Gobierno espaol y la presencia de dest acadas personalidades del mismo el da de la colocacin de la primera piedra de las obras. A partir de 1920, los anarcosindicalistas fueron sometidos a una gran presin para evitar acciones revolucionarias, muy propicias en aquella coyuntura econmica crtica donde se vivan los efectos del final de la Primera Guerra Mundial y los miedos y esperanzas abiertos por la Revolucin Rusa de 1917. Slo consiguieron sobrevivir agrupndose comarcalmente y, ms tar de, regionalmente. De hecho, el grupo Los Jvenes Libres de Elda fue uno de los grupos que participaron en junio de 1922 en la creacin de los Grupos cratas de Levante. El poder municipal de la oligarqua entre 1902 y 1923 El nmero tan elevado de milit ancia obrera anarcosindicalista, 3.350 en edad de trabajar, y 30 socialistas de una poblacin total de poco ms de 8.000 habitantes en 1919, no tena una representatividad poltica efectiva en el Ayuntamiento, pese a que en 1890 se implant el derecho al voto en la eleccin de concejales para todos los varones mayores de veinticinco aos que se hallasen en el pleno goce de sus derechos civiles y fuesen vecinos del municipio con al menos dos aos de residencia. Y, adems, la real orden del 2 de octubre de 1903 concedi el derecho a ser elegible en las poblaciones mayores de 400 vecinos a los electores que, adems de llevar cuatro aos de residencia en el trmino municipal, estuviesen sujetos al impuesto de cdulas personales hasta la clase dcimo primera inclusive. Anteriormente, el derecho a ser elegible se determinaba segn las cuotas de contribucin directa por inmuebles e industrias. Esto significa q ue las organizaciones polticas del movimiento obrero tuvieron la posibilidad legal de elegir candidatos obreros a concejales para los ayuntamientos a partir de 1903. Ese mismo ao, el A yuntamiento de Elda haba dividido el distrito municipal en cuatro secciones con fines electorales. Los anarcosindicalistas eran apolticos y rechazaban la participacin de los obreros en las elecciones polticas mientras que los socialistas eran partidarios de la competencia electoral; pero el sistema poltico de la Restauracin controlaba perfectamente el acceso a la Alcalda pese a los cambios de la Ley de sufragio universal masculino de 1890 y la real orden de 1903 sobre elegibles ya citadas, y la posterior Ley de 1907 que pretenda apartar a las autoridades municipales del procedimiento electoral cambiando la composicin de la junta municipal del censo electoral. Toda esta legislacin afecta ba slo a la eleccin de concejales. La facultad de nombrar al alcalde era del Gobierno en los municipios may ores de 6.000 habitantes, capitales de provincia o cabeza de partido judicial, segn la Ley municipal vigente de 1877, la cual no se reform pese a la modernizacin y los cambios sociales experimentados por el pas. Ms an, el Gobierno poda suspender a los alcaldes, tenientes de alcalde y concejales por causa grave y nombrar concejales en el supuesto de vacancia de la tercera parte del nmero de concejales del Ayunt amiento. Esto significa que el poder 114HISTORIA DE ELDA Publicidad de 307Rodolf Guarinos, S calzado se consolid227 como la principal acti de Elda durante las d216cadas iniciales del siglo XX (Ar EMIDESA). municipal de Elda dependa ms de los vaivenes del Gobierno espaol que de las elecciones municipales.Elda no fue una excepcin a las intervenciones gubernativas fruto de la inestabilidad poltica espaola y de la crisis del sistema de la Restauracin q ue vivi el pas en la dcada de 1910. El jefe liberal Manuel Beltrn Aravid, que se haba incorporado a las filas del liberalismo a principios del siglo XX procedente del republicanismo castelarino, ocup la Alcalda el 1 de enero de 1910, tras las elecciones municipales de 1909, y el gobernador civil lo depuso el da 22 del mismo mes tras declarar nulas las elecciones y nombr como alcalde a Jos Joaqun Gonzlez Pay. Ms tarde, Manuel Beltrn fue repuesto en el cargo el 12 de agosto de 1910 mediante una real orden; pero dimiti y dej la alcalda en manos de Jos Joaqun Gonzalez Pay. Tras las elecciones municipales de 1913, el nuevo Ayuntamiento electo tom posesin el 1 de enero de 1914, pero el gobernador civil comunic en el mismo acto el procesamiento y suspensin de cinco concejales electos, q ue abandonaron los escaos, y el nombramiento de sus sustitutos, que no comparecieron. El 6 de enero se dej sin efecto la orden gubernativa, los concejales fueron repuestos y el alcalde liberal Francisco Alonso Rico y sus tenientes de alcalde dimitieron. Los concejales eligieron como nuevo alcalde a Jos Cataln Gras; pero el gobernador civil anul las elecciones el 9 de enero y nombr nuevos concejales interinos y alcalde a Emrito Maestre. Las elecciones municipales se repitieron el 3 de mayo; pero, finalmente, una real or- den repuso en el cargo de alcalde a Jos Cataln Gras y a los concejales electos de 1913. En 1917 se produjo otra situacin semejante. El alcalde de entonces, Jos Joaqun Gonzlez Pay, fue depuesto y procesado junto a sus concejales por el gobernador civil el 2 de octubre de 1917, que nombr nuevos concejales y asumi la Alcalda el conservador Joaq un Coronel Rico. La Audiencia Provincial de Alicante levant la suspensin de los concejales anteriores, que recuperaron sus cargos el 25 de diciembre de 1917, y fue nuevamente alcalde Jos Joaqun Gonzlez Pay, que slo ocup la Alcalda hasta el 5 de enero de 1918 en que tom posesin el nuevo A yuntamiento electo en las ltimas elecciones y asumi la Alcalda Manuel Beltrn Olcina tras una sesin de inv estidura complicada en la que tuvo q ue intervenir la Guardia Civil. La constante intervencin gubernativa en el Ayuntamiento de Elda no era fruto solamente de los vaivenes de la poltica del Gobierno espaol sino de la disputa local entre las viejas y nuevas oligarquas y entre los miembros de los partidos del turno que queran asumir las jefaturas de los grandes caciques ya fallecidos o retirados de la poltica activa. El jefe del Partido Conservador Jos Joaqun Gonzlez Amat se retir de la poltica por motivos de salud en 1914 y el jefe del Partido Liberal Manuel Beltrn Aravid falleci en 1915. El viejo jefe del Partido Conservador Vicente Maestre Sempere no consigui resolver los problemas internos y falleci en 1920. Los conservadores que intentaba agrupar bajo su jefatura Joaq un Coronel y los liberales que inten- 115El crecimiento demogrfico del siglo XX A partir de los a226os veinte, el n234mer se incr como r ni las necesidades de la industria (Re Fiestas Ma). taba agrupar Francisco Alonso entraron en una dinmica de descomposicin interna y enfrentamientos. En un intento desesperado para conseguir la unidad de los conservadores, Joaqun Coronel acompa a Jos Antonio Canals, hijo del jefe conservador provincial Salvador Canals, a Madrid para aceptar la jefatura de Juan de La Cierva en mayo de 1921, antiguo enemigo de Salvador Canals. Curiosamente, Joaq un Coronel, que haba ocupado la Alcalda de Elda el 12 de agosto de 1919, fue suspendido por orden gubernativa el 27 de noviembre de 1921 y lo sustituy Jos Cataln Gras. Al margen de los dos partidos del turno, que tenan numerosos problemas entre ellos y principalmente internos, surgieron los socialistas, que ya hemos visto y que presentaron candidaturas concejiles muy dbiles a las elecciones municipales sin xito, y el Partido Ref ormista creado en 1913, que empez a actuar en Elda a partir de 1914 bajo la jefatura de Manuel Maestre Pay. Su rgano semanal de expresin era El Reformista, dirigido por el mismo Manuel Maestre. Elda era una localidad con una tradicin republicana castelarina muy marcada. La agona de los posibilistas republicanos castelarinos de finales del siglo XIX empujo a los principales polticos castelarinos de la localidad (Beltrn y Rico) a ingresar en las filas del liberalismo. Ello dej un vacio poltico en el campo republicano que fue aprovechado por los creadores de la F ederacin Republicana de corte federalista de 1901 para iniciar una campaa propagandstica en Elda, donde los discursos de Alejandro Lerroux y Vicente Blasco Ibez causaron una notable fascinacin a principios del siglo XX. Mientras los republicanos federalistas causaban esta fascinacin, el canalejismo liberal se expandi en 1903 entre los viejos republicanos como Francisco de Paula Rico que presidi el comit local canalejista, el mismo Francisco de Paula que aos antes haba presidido el Casino Republicano inaugurado en Elda el 10 de septiembre de 1899. Alejandro Lerroux remat su labor propagandstica en un mitin pronunciado en el Teatro de Castelar el 16 de enero de 1911. Sin embargo, la implantacin definitiva del nuevo republicanismo vino de la mano del ref ormismo de Melquades lvarez, a q uien sigui el poltico local ya citado Manuel Maestre Pay. El Partido Ref ormista consigui su primer escao municipal en el Ayuntamiento de 1915. Coincidiendo con el fallecimiento de Manuel Maestre Paya en octubre de 1918, Jos Maestre Vera reorganiz las fuerzas republicanas lerouxistas eldenses en el Partido Republicano Radical, que public el peridico La Lucha como rgano del partido en 1920. Finalmente, el Crculo Republicano se inaugur el 11 de febrero de 1922. Todo ello es una prueba irrefutable de la pujanza alcanzada por el republicanismo en la localidad durante la dcada de 1910 y que el republicanismo era un rival poltico con garantas de xito suf icientes frente a los partidos tradicionales del turno liberal y conservador. Los aos de la dictadura de Primo de Rivera No hay duda de que el rgimen de la Restauracin atravesaba una crisis irreversible a principios de la dcada de 1920. Su sistema poltico del turno de partidos ya no funcionaba, las fuerzas polticas alternativas republicanas y, en menor medida, las obreras ganaban terreno a los partidos del turno, que se descomponan por enfrentamientos internos, y, para colmo de colmos, 116HISTORIA DE ELDA Redacci227n del peri227dico Idella, en la se veinte (Ar la Guerra de Marruecos sufri un duro golpe en 1921 con la masacre de la tropa espaola. El golpe de Estado del general Primo de Rivera de 23 de septiembre de 1923 fue acogido en los ambientes eldenses ms partidarios del orden tradicional como regenerador y frmula que resolvera la crisis del sistema de la Restauracin y los peligros que la acechaban: el republicanismo y la revolucin obrera. Lo primero que hizo en materia de ayuntamientos el nuevo Gobierno denominado Presidencia del Directorio Militar fue cambiar la Ley municipal de 1877 con el real decreto del 30 de septiembre de 1923. El decreto dispuso el cese de todos los concejales de los ayunt amientos constitucionales y su reemplazo instantneo por los vocales asociados del mismo Ayuntamiento. El alcalde y los dems cargos municipales seran elegidos en votacin secreta entre los vocales asociados posesionados de los cargos de concejales y el acto de la eleccin estara presidido por la autoridad militar. El requisito para ser v ocal asociado era poseer ttulo profesional, ejercer industria tcnica o privilegiada o ser mayor contribuyente. Las vacantes se cubriran por sorteo. En esencia, se recuperaba el sistema censitario del siglo XIX ampliado con las capacidades profesionales. El golpe de Estado se produjo cuando era alcalde de Elda el liberal Francisco Alonso Rico, que haba accedido a la Alcalda el 1 de abril de 1922. El decreto mencionado se aplic en Elda el 2 de octubre de 1923. La sesin fue presidida por el comandante del puesto de la Guardia Civil Juan Gmez Navarro. La autoridad militar ces a todos los concejales y al alcalde mediante una orden de la superioridad y tomaron posesin como concejales los vocales asociados de la Junta Municipal, que eligieron como alcalde a Enrique Vera Gras. Un nuevo real decreto de 20 de octubre de 1923 cre la figura de delegados especiales de los gobernadores civiles en las cabezas de partidos judiciales para ayudar a los ayuntamientos. El 15 de febrero de 1924, el delegado gubernativo ces al alcalde Enrique Vera y comunic el nombramiento como nuevo alcalde del teniente coronel retirado Francisco Lpez Prez, que permaneci en el cargo hasta su falleci- miento el 29 de enero de 1927. Acto seguido, ocup la Alcalda Pablo Maestre Sirvent, que fue sustituido por el antiguo alcalde liberal Francisco Alonso Rico el 3 de diciembre de 1927. Francisco Alonso gobern el municipio hasta el 26 de febrero de 1930. Los gobiernos de la Dictadura intentaron desarrollar una poltica intensa de obras pblicas y pacificar la conf lictividad social para generar actividades econmicas y empleo. Algunos frutos de esta poltica fueron el 117El crecimiento demogrfico del siglo XX Semanario El Tirapi216 , de 1928 (Alberto Na La pr peri227dica en Elda). Bolet222n inf Ayuntamiento de Elda en 1930 (Alberto Na La pr peri227dica en Elda). puente del camino de la Estacin inaugurado en 1927 y los edificios del Parque de Bomberos, Gota de Leche y Dispensario de la Cruz Roja y la primera piedra del Grupo Escolar colocada el 9 de febrero de 1930 para resolver las necesidades educativas de los nios de la ciudad, cada vez ms numerosos y desatendidos. Tambin hay que sumar las obras de ampliacin de la ciudad, la construccin de casas de lujo a travs de la sociedad de casas de lujo Ciudad Ve rgel constituida en 1926 y la construccin de las grandes fbricas de calzado de Rodolfo Guarinos Vera al final de la calle de la Pursima y la de Manuel Maestre Gras en la partida de Chapitel. Los empresarios tambin se organizaron con la creacin de una Federacin de Fabricantes de Calzado de Elda y Pe trer, prueba evidente del germen de la conurbacin Elda-Petrer que se estaba gestando con diversos polos de atraccin. Todo ello reactiv la economa de la ciudad y atrajo nuevamente poblacin. Elda paso de tener 8.078 habitantes en 1920 a 13.445 en 1930. En el terreno poltico, la Dictadura intent construir un partido poltico nico, la Unin Patritica, que en Elda cont con la participacin destacada de Antonio Rico Solares y del exliberal Francisco Alonso Rico a partir de 1926, lo cual explica su acceso a la Alcalda en 1927. La dictadura fracas def initivamente el 29 de enero de 1930, en q ue dimiti el dictador, y con ella la U nin Patritica y la misma monarq ua de Alfonso XIII. La Dictadura, con su esfuerzo para crear la Unin Patritica con los polticos descontentos del Partido Liberal y del Partido Conservador, lo nico que consigui fue descomponer definitivamente los viejos partidos del turno de la Restauracin, q ue ya estaban muy divididos durante los aos anteriores al golpe de 1923. Es ms, la Dictadura dur tiempo suf iciente para que dejasen de existir algunos de los ltimos viejos polticos del turnismo decimonnico que podan haber intentado relanzarlo, como el antiguo jefe eldense romerista del Partido Conservador Jos Maestre Vera fallecido en 1926, y, con ellos, su proyecto poltico de la Restauracin. Paralelamente a la descomposicin de los partidos del turno, durante los aos de la Dictadura, ganaron fuerza el republicanismo y el socialis- mo, este ltimo consentido por la Dict adura y favorecido por la persecucin implacable del rgimen contra los anarcosindicalistas cuyos sindicatos que f ormaban la CNT se disolvieron en 1924. En 1927 se constituy la Juventud Socialista en Elda con 17 afiliados. En enero de 1928, el socialista Rodolfo Llopis habl en Elda, donde haba 34 afiliados a la Agrupacin Socialista Local entre los que sobresala Luis Arrez Martnez, candidato del PSOE en las elecciones municipales de Elda en los aos veinte. En 1930, mientras que la CNT trataba de reorganizarse, la UGT haba conseguido ya la adhesin de 6 sociedades obreras en Elda. En mayo de 1928, Marcelino Domingo pronunci una conferencia en el Circulo Republicano y el Partido Republicano Radical Socialista, creado por Marcelino Domingo y Juan Botella Asensi entre otros polticos escindidos en 1929 de la Alianza Republicana, encontr rpidamente seguidores en Elda. De hecho, en 1930, Vicente Gil Alcaraz representaba a los eldenses en la junta provincial del nuevo partido. A dems, entre 1926 y 1930, se public el semanario literario, cultural y artstico Idella con un director y redactores simpatizantes de los republicanos. El final de la Dictadura y de la Monarqua de Alfonso XIII estuvieron marcados por la conf lictividad social. En una fecha tan temprana como agosto de 1927, hubo una huelga del calzado en las fbricas eldenses de Antonio Porta y Joaqun Vera, que se sald con detenidos y un acuerdo precario. Pero el ao ms conflictivo fue 1930, el ao de la intentona republicana de Jaca que cost la vida a Garca Hernndez y Fermn Galn. En Elda, hubo una huelga general en marzo y abril de 1930, pero la ms violenta fue la huelga de diciembre. Los obreros controlaron la poblacin entre el 15 y 18 de diciembre de 1930 y tuvo que intervenir la Legin para restablecer el orden. Hubo detenidos y los legionarios tuvieron que permanecer varios das en la ciudad para garantizar su control. El alcalde de la ciudad en esos momento era el veterano poltico conservador Joaqun Coronel Rico, que haba accedido a la Alcalda el 2 de abril de 1930 para intentar salvar el rgimen de la Restauracin y permaneci en el cargo hasta el 12 de abril de 1931. 118HISTORIA DE ELDA El 29 de enero de 1930 haba dimitido el dictador Primo de Rivera y el nuevo Gobierno presidido por el general Berenguer ces a todos los miembros de los ayuntamientos de la Dict adura mediante el real decreto del 15 de febrero de 1930 y constituy ayunt amientos provisionales con los concejales anteriores al golpe de 1923 y mayores contribuyentes. El nuevo Ayunt amiento de Elda se instal el 26 de febrero presidido por Jos Martnez Snchez, a quien sustituyo Joaqun Coronel como acabamos de ver, e intent desarrollar una actividad municipal transparente con la publicacin del Boletn del Excmo. Ayuntamiento de Elda a partir de mayo de 1930 para publicitar su gestin municipal. Las elecciones municipales de 1931 y la ciudad republicana El nuevo Gobierno espaol del final de la Dictadura necesitaba recuperar la legalidad constitucional y convoc elecciones municipales mediante el real decreto del 13 de marzo de 1931 para, despus, convocar elecciones generales. La elecciones municipales estuvieron reguladas por la Ley de 1877 y la Ley electoral de 1907, que permitan la participacin de cualquier partido legalizado y el voto universal masculino para los mayores de 25 aos, as como la presentacin de candidatos obreros y de clases medias. Los comicios se celebraron el 12 de abril de 1931 en Elda como en el resto de Espaa. Gan las elecciones la coalicin republicano radical socialista con 15 concejales electos de un total de 18, mientras que la coalicin monrquica slo consigui 3 concejales. Entre los concejales monrquicos 119El crecimiento demogrfico del siglo XX El r alcanz227 su momento de gloria en 1932 cuando el pr la Rep234blica Niceto Alcal207 Zamora estuvo en Elda para colocar la primera piedra del mon EMIDESA). Pr Suceso en 1933. electos estaba el exalcalde Francisco Alonso Rico, que slo obtuvo 60 votos, y entre los de la coalicin ganadora, el socialista Luis Arrez que obtuvo 774 votos y el republicano Vicente Gil Navarro con 768 votos, por ejemplo. Las calles de Elda se llenaron de banderas republicanas, como en el resto del pas, el rey Alfonso XIII se march al exilio y el 14 de abril se proclam la II Repblica Espaola y se insta ur un Gobierno Provisional republicano en Madrid. El primer Ayunt amiento republicano de Elda se constituy el 15 de abril de 1931 con carcter provisional y transitorio ante el cambio de rgimen. Lo integraron los concejales electos el 12 de abril y fue elegido alcalde el concejal ms votado en las elecciones municipales, Emrito Maestre que haba recibido 845 votos. El nuevo Ayuntamiento cambi nombres emblemticos de calles y plazas de la ciudad y abri un expediente administrativo sobre la gestin municipal de los aos de la Dictadura. El 11 de mayo de 1931 estall en toda Espaa el anticlericalismo contenido durante la poca de la Dictadura y gestado desde los tiempos de las rev oluciones liberales del siglo XIX. En Elda, la violencia anticlerical se ceb en la iglesia de Santa Ana el 12 de mayo, q ue fue asaltada e incendiada, y en los domicilios particulares tambin asalt ados del exalcalde y jefe de la Unin Patritica Francisco Alonso y del prroco Luis Abad Navarro. La coalicin electoral no era una coalicin de gobierno municipal y no tar daron en llegar las discrepancias en el seno de la Corporacin Municipal, so- bre todo despus de lo sucedido en la iglesia de Santa Ana, en los domicilios particulares de polticos y de destacados catlicos y el inicio de la bsqueda de responsables. El alcalde dimiti el 6 de julio de 1931 y, tras unas votaciones reidas entre Vicente Gil y Aquilino Ban, fue elegido nuevo alcalde Vicente Gil Navarro el 16 de julio de 1931. Las tensiones y desacuerdos continuaron y Vicente Gil dimiti el 3 de diciembre del mismo ao. Finalmente, fue elegido alcalde Aquilino Ban Sez el 12 de diciembre, el cual renunci un ao ms tarde, el 12 de enero de 1933, ante la falta de colaboracin de los radicales en el Gobierno local. El radical Joaqun Vera Prez fue elegido para sustituirlo el 9 de febrero de 1933 y permaneci en el cargo de alcalde hasta 1934. Pese a las discrepancias de partidos y tendencias, Elda era indudablemente republicana, como corroboraron los resultados de las elecciones a Cortes constituyentes celebradas el 28 de junio de 1931, poco despus de las municipales. El candidato ms votado en las generales fue el republicano independiente Carlos Espl seguido por el candidato del Partido Republicano Radical Socialista aliado con el PSOE y por el del Partido Republicano Radical. El republicanismo eldense alcanz su momento de gloria cuando el presidente de la Repblica Niceto Alcal Zamora estuvo en Elda el 16 de enero de 1932 para colocar la primera piedra del monumento a Castelar, al que el republicano eldense Jos Aracil Romero tantos esfuerzos y dinero haba dedicado desde los tiempos de la Dictadura, y visit las fbricas de calzado para escuchar las necesidades de la industria. La pujanza del lerrouxismo condujo, el 14 de abril de 1932, a la inauguracin del Crculo Republicano Radical de Elda presidido por Joaqun Vera Prez y la constitucin de la Agrupacin Feminista Radical presidida por Mercedes Domnguez Blanco. Por su lado, el Partido Republicano Radical Socialista cont con el liderazgo y actividad de ngel Vera Coronel, que fue recompensado con los cargos de gobernador civil en Cdiz, Cceres y Zaragoza. La Juventud Republicano Radical Socialista public, desde mayo de 1931, el semanario Horizonte . La Agrupacin Socialista de Elda tambin progres. En oc- 120HISTORIA DE ELDA Acciones del Banco de Elda, constituido en 1933 para financiar la industria local del calzado (Ar La n de Elda se termin227 de constr durante la II Rep234blica, pasando en 1933 a denominar Petr Ayuntamiento de P EMIDESA). tubre de 1931, alcanz los 90 afiliados y, el 19 de junio de 1932, se constituy la Federacin Provincial de Juventudes Socialistas cuya Comisin Ejecutiva tendra la residencia en Elda y editara el semanario Rebelin . La Repblica fue una etapa de crecimiento econmico, urbano, cultural y poblacional para Elda. La ciudad super los 18.000 habitantes en 1935. Se editaron las revistas culturales El Cronista de orientacin obrera , Elda Extraordinario y Albor de orientacin burguesa republicana. El Orfen Sinfnico Eldense desarroll su actividad entre 1932 y 1935. El Banco de Elda abri sus puertas en 1933, se edific una casa cuartel para la Guardia Civil, CAMPSA instal un surtidor de gasolina, se inaugur el Grupo Escolar, hubo notables mejoras urbanas y prolongacin de calles e, incluso, se empezaron los nichos del cementerio. Tambin se termin de construir la Estacin de Ferrocarril de Elda, que pas a denominarse de Elda-Petrer a partir de 1933 a peticin del Ayuntamiento de Petrer y como consecuencia del avance conseguido por el desarrollo de la conurbacin de Elda-Petrer y su trama de relaciones y f ocos de atraccin. Sin embargo, el progreso estuvo acompaado por un crecimiento de la conf lictividad social y poltica como jams haba experimentado la ciudad. El despido de 70 trabajadores de la f- brica de Guarinos en 1931 provoc una huelga y, en mayo, 149 obreros cenetistas del calzado se declararon en huelga para que se reconociese su sindicato. Los anarcosindicalistas se haban reorganizado el mismo mes de abril de 1931 y promovieron inmediatamente actos revolucionarios para intentar recuperar el prot agonismo perdido durante la Dictadura y combatir el sistema, ahora republicano. Sus actividades se iniciaron en Elda en 1931 con la publicacin de Proa como medio de propaganda y con acciones combativas que no cesaron a lo largo de la II Repblica. En 1931, la CNT ya no era el gran sindicato may oritario de 1919 y contaba con poco ms de 1.000 afiliados ahora. La UGT le disputaba filiacin y creci hasta sumar casi los 1.000 afiliados en 1934. Un momento especialmente duro fue el enfrentamiento de los anarcosindicalistas contra los socialistas producido el 6 de abril de 1932 con motivo de un mitin socialista en el Coliseo Espaa de Elda, que los anarcosindicalistas boicotearon violentamente. El 19 de mayo de 1932 hubo una huelga duramente reprimida por la Guardia Civil y el 10 de mayo de 1933 se lanzaron bombas en el entierro de Jos Joaqun Amat. Tras las 121El crecimiento demogrfico del siglo XX Ni226a vestida de marianica, como se denomin227 popularmente a estas ale (Ar Manifestaci227n de las org meses pr (Re Fiestas Ma). elecciones generales del 19 de noviembre de 1933, que gan la CEDA, los anarcosindicalistas respondieron con nuevos atentados, que en Elda costaron la vida a dos personas durante la huelga del 8 de diciembre de 1933. La represin del nuevo Gobierno espaol hizo que la UGT y la CNT acercasen sus posiciones y constituyeran la Alianza Obrera en febrero de 1934 y que la Federacin Provincial de Juventudes Socialistas reunida en Elda el 25 de febrero de 1934 optase por la insurreccin revolucionaria contra el nuevo Gobierno. La insurreccin estall finalmente en octubre de 1934, coincidiendo con los sucesos de Asturias, y fue duramente reprimida. El 27 de marzo de 1935, en el Consejo de Guerra celebrado en Alicante, fueron condenados a prisin 4 eldenses detenidos por los hechos de octubre de 1934.Los polticos de las oligarquas de los partidos tradicionales de la Rest auracin, desarticulados por la Dict adura y perdedores en las elecciones municipales y generales de 1931, se haban reorganizado y haban articulado una fuerza poltica nueva entre 1931 y 1933. En 1933 la nueva fuerza, la Derecha Regional, abri un centro en Elda y, tras la estructuracin nacional de los diversos partidos regionales en la CEDA el 28 de febrero de 1933, sta se implant en Elda bajo la presidencia de P edro Vera Vidal y, ms tarde, de Toms P elln Palomares, que haba presidido la Juventud de Accin Popular de la localidad vinculada a la CEDA. La victoria electoral de la CEDA en las elecciones generales de noviembre de 1933 motiv que los partidos republicanos se reorganizasen para intentar responder a la derrota sufrida a manos de los herederos de la oligarqua tradicional. En abril de 1934, se constituy la Izquierda Republicana de Azaa para intentar unir a los republicanos y enfrentarse a la CEDA victoriosa. El eldense Angel Vera Coronel y sus correligionarios se situaron en esta lnea poltica azaista. Los concejales Aquilino Ban y Maximiliano Garca se definieron como lerrouxistas radicales. Los republicanos no consiguieron la unidad ansiada y, en agosto, hubo otra escisin dentro de los radicales y, en enero de 1935, se estableci en Elda el Crculo de Unin Republicana presidido por Joaqun Vera Santo. El gobierno aprovech las insurrecciones de octubre de 1934 para suspender al alcalde y los concejales del A yuntamiento de Elda mediante orden gubernativa el 25 y 29 de octubre de 1934 y encarcelar a los ms significativ os. Acto seguido, el gobernador civil nombr una Comisin Gestora presidida por Enrique Puigcerver Foglietti, q ue permaneci en el cargo de alcalde hasta julio de 1935, en que lo sustituy Juan Lorenzo Calpena. Tras estos hechos, el republicanismo eldense entr en una fase de crisis, aunque Francisco Beltrn sigui fiel al Partido Republicano Radical de Lerroux en 1935 pese a su pacto de Gobierno con la CEDA. Los republicanos independien- 122HISTORIA DE ELDA Cr216dito para la constr cuar emitido en 1933 (Re Fiestas Ma). tes eldenses tambin vieron con buenos ojos que el Partido Republicano Independiente de Joaqun Chapaprieta entrase en el Gobierno. Los radicales pagaron cara su colaboracin con la CEDA y, en las elecciones de 1936, su presencia en Elda qued como algo testimonial con un grupo presidido por Rodolfo Guarinos Vera. Los republicanos independientes desaparecieron de la escena poltica. En el campo contrario, se haba ido articulando la Falange bajo la jefatura local de Luis Batlls. La izquierda y los republicanos no lerrouxistas ni independientes se reorganizaron en el Frente Popular, junto a socialistas y comunistas, y ganaron las elecciones generales del 16 de febrero de 1936, en las que el semanario socialista Rebelin de la segunda poca sirvi de medio de propaganda para el F rente Popular. Inmediatamente, se liber a los presos polticos de octubre de 1934, ces la Comisin Gestora del A yuntamiento y se repuso en sus cargos a los concejales y alcalde anteriores, es decir, al alcalde Joaqun Vera que falleci de muerte natural el 17 de mayo de 1936 en su domicilio, poco antes de que empezase la Guerra Civil. La ciudad de la guerra de 1936 a 1939 Cuando empez la Guerra Civil Espaola con la sublevacin militar del 18 de julio de 1936, el alcalde de Elda era Vicente Gil, que haba sido elegido a propuesta de Unin Republicana tras el fallecimiento de Joaqun Vera, y los obreros del calzado de la conurbacin de Elda y Petrer estaban en huelga ante la crtica situacin por la que atravesaba la industria en aquellos momentos. P ese a que la huelga fue desconvocada por el recin constituido Comit Antifascista que detentaba el poder real de la localidad, los obreros la continuaron hasta la primera semana de agosto de 1936. Cuando termin la huelga, de las 90 fbricas que haba en la conurbacin de Elda y Petrer, solamente las grandes sociedades annimas de Rodolfo Guarinos, Jos Martnez y Pedro Bellod se haban mantenido activas con subcontratas de produccin en los pueblos vecinos, mientras que los peq ueos industriales estaban descapit alizados. Estos ltimos, con la ayuda del Comit Antifascista, constituyeron una sociedad mercantil limitada el 18 de agosto de 1936 denominada SICEP (Sindicato de la Industria del Calzado de Elda y Petrer) y dedicada a prestar recursos financieros, materias primas y comercializar el calzado de los pequeos empresarios asociados, que pusieron en marcha nuevamente sus empresas. P or el contrario, los gerentes de las grandes sociedades annimas abandonaron sus fbricas ante el desarrollo de los acontecimientos de julio y agosto de 1936. Como respuesta contra el levant amiento militar de la derecha espaola, empez un proceso de revolucin social, violencia poltica, represin y venganzas personales en toda Espaa, que en Elda se sald con expolios de los locales de la Derecha Regional, de la Iglesia y de las residencias de destacados cedistas, catlicos e industriales como Rodolfo Guarinos y Antonio Porta, la destruccin de la iglesia de Santa Ana y el asesinato de un cabo, 4 guardias civiles y 28 personas de ideologa antirrepublicana, como el jefe local de Falange Luis Batlls o el cura prroco Luis Abad. La mayora de los industriales y personas de destacada significacin derechista huyeron o se escondieron en los pueblos cercanos para salvar la vida. Elda permaneci durante toda la guerra en la zona fiel a la II Repblica. El poder municipal pas a manos de los partidos IR, PSOE, PCE y de las orga- 123El crecimiento demogrfico del siglo XX Gente de la F Guerra Ci exaltaci227n de la violencia (Ar nizaciones sindicales revolucionarias CNT y UGT, que constituyeron el Consejo Municipal Antifascista el 26 de agosto de 1936, despus de los das de descontrol, incertidumbre y violencia incontrolada que se desarroll entre el 18 de julio y el 26 de agosto de 1936. Los sindicatos y los partidos citados haban armado a sus asociados para defender la II Repblica contra los golpistas y controlaron la ciudad mediante el Comit Antifascista. El Consejo Municipal absorbi al citado Comit y sustituy al viejo Ayuntamiento. Lo conformaron 5 concejales asociados de cada sindicato mayorit ario respectivamente, 2 de IR, 2 del PSOE y 1 del PCE. Fue elegido presidente del Consejo Municipal Antifascista el primer obrero alcalde de Elda, Manuel Bellot Orgils, que fue llamado a filas en el verano de 1938. Lo sustituy en la Alcalda otro obrero, Manuel Vera Rico, que se incorpor a filas como el primero en enero de 1939 y lo sustituy Manuel Alberola Castell, el ltimo alcalde de Elda del periodo de la guerra. La guerra supuso la llegada al poder municipal de las organizaciones del movimiento obrero, que no slo controlaron la poltica local sino que in- tentaron desarrollar sus proyectos de rev olucin social y econmica en competencia con las prioridades de una economa de guerra y de los sectores medios republicanos partidarios del capitalismo. Los partidos catlicos que haban agrupado los intereses y el personal poltico descendiente de la oligarqua de la Restauracin fueron duramente perseguidos y se disolvieron; la mayora de los partidos republicanos se volatilizaron, excepto la Izquierda Republicana de Azaa que contaba con 2 concejales en el Consejo Municipal; y los partidos del movimiento obrero se consolidaron y crecieron, incluso, el PCE, que tena una escasa presencia antes de la guerra, se desarroll como fuerza poltica alternativa a los anarcosindicalistas y a los socialistas y lleg a contar con 230 afiliados en 1938. Los anarcosindicalistas publicaron inmediatamente Nuevo Rumbo y los socialistas, iniciaron la tercera poca del semanario Rebelin para propagar sus ideas e informar a la poblacin local. La ciudad no padeci los efectos directos de las acciones de guerra, no fue bombardeada nunca, y se convirti en una ciudad de retaguardia por excelencia. A Elda llegaban noticias de los frentes de combate y se produca calzado 124HISTORIA DE ELDA El Consejo Municipal de Elda puso en cir peseta, de 50 y de 25 c216ntimos en 1937 para r pr comer estos valor las monedas del Gobierno (Ar y armamento para la guerra, se establecieron Hospitales de Sangre, se alberg alrededor de 500 refugiados entre los que haba numerosos nios de Madrid, se intent remediar la carencia de moneda fraccionaria con la emisin de monedas locales de necesidad en 1937 y se desarrollo un proceso revolucionario cada vez ms tenue, a medida que los jvenes ms revolucionarios se marchaban al frente. El ejemplo ms conocido de las iniciativas revolucionarias fue la socializacin de las principales fbricas de calzado. Los trabajadores de las sociedades annimas ms importantes de Elda (Rodolfo Guarinos, Jos Martnez, Pedro Bellod, Francisco Rivas y Pablo Maestre), afiliados en proporciones similares a UGT y CNT, conf iscaron las fbricas abandonadas por sus gerentes, las pusieron en marcha y se dedicaron a producir calzado para el Ejrcito republicano con el concurso de la Escuela de Artes y Oficios de Elda. As se constituy Industrias de la Piel Socializadas de Elda que empleaba a 2.800 trabajadores en 1937. Las gestiones del SICEP no dieron los result ados esperados, porque los pequeos empresarios se dedicaron a producir calzado civil, y la pujante Industrias de la Piel Socializadas, que adquiri el marco legal de Cooperativa Obrera de la Industria del Calzado y Similares el 2 de octubre de 1937, compr el negocio de ventas del SICEP por un milln y medio de pesetas el 31 de mayo de 1938. Un hecho extraordinario fue la adaptacin para la produccin de armamento de los talleres pequeos met alrgicos que asistan a la industria zapatera y reparaban vehculos. La Cooperativa Metalrgica UGT lleg a fabricar 120 granadas diarias y las Industrias Socializadas de Metalurgia CNT, 40 por semana con dificultades. La CNT estaba ms interesada en atender las necesidades de la industria del calzado que la de armamentos. Adems, durante la segunda mitad de 1938 y como consecuencia de la ocupacin por las tropas franquistas de la provincia de Castelln, el Gobierno decidi trasladar, a peticin del Comit Comarcal del PCE con sede en Elda, las fbricas n 11 y 22 de la Subsecretara de Armamentos a la conurbacin de Elda y Petrer. Ambas fbricas empleaban entre 1.000 y 2.000 operarios. P oco antes de terminar la guerra, entre el 25 de febrero y el 6 de marzo de 1939, la conurbacin de Elda y Petrer t ambin alberg al ltimo Gobierno de la Repblica presidido por Juan Negrn. Por unos das, fue el lugar donde se celebraron los ltimos consejos de ministros de la guerra, que finaliz oficialmente el 1 de abril de 1939. El mes de marzo de 1939 fue muy azaroso porq ue se produjo el golpe de Estado de la Marina y el Ejrcito republicanos contra el Gobierno de Negrn el 5 de marzo de 1939. El Consejo Municipal fue requerido para que prestara fidelidad al recin constituido Consejo de Def ensa Nacional presidido por el general Miaja. El Consejo acat al nuevo Gobierno, pidi la depuracin del concejal comunista y, ante la marcha de la guerra, el 27 de marzo decidi inf ormalmente disolverse y los concejales huyeron. Slo qued al frente del Consistorio el alcalde Manuel Alberola Castell, que entreg el poder municipal al industrial Francisco Vera Santos el 29 de marzo. La quinta columna y los falangistas controlaban la ciudad desde el 28 de marzo y las tropas del general Franco llegaron a Elda el da 29 precedidas por los legionarios italianos que destruyeron los smbolos comunistas y republicanos de la ciudad. La victoria militar de Franco comport la implantacin de un rgimen dictatorial apoyado en el Ejrcito cuyos brazos esenciales en Elda fueron la Columna de Orden y Polica de Ocupacin del Centro, Novena Seccin, comandada por Jos Luque y la Comandancia General de la Plaza capitaneada por Juan Guerra Domnguez. La guerra se llev la vida de numerosos eldenses que combatieron en los frentes de batalla y la de las vctimas de la represin, tanto la inicial, cuando empez la guerra, como la de posguerra, con la represin organizada por el franquismo. Tambin supuso el exilio al extranjero de quienes decidieron no esperar la llegada de las tropas franquistas y no confiaron en el perdn q ue prometan. La suerte de los exiliados fue diversa. La ms trgica fue la de los que terminaron en los campos de exterminio nazis de Europa, como Manuel Amat Prez, Jos Gonzlez Sirvent y Luis Leal Rico que murieron en 1941 en Gusen, un Kommando del campo de exterminio de Mauthausen. 125El crecimiento demogrfico del siglo XX E n los ltimos das de marzo de 1939, con la ocupacin de los municipios de la provincia de Alicante, toda Espaa quedaba bajo el dominio de las tropas franquistas. El da treinta la poblacin de Elda vea como, camino de Alicante, entraba la Divisin del Littorio a las rdenes del general Gambara, que haba venido de la Italia fascista para apoyar en la lucha al general Franco, inters compartido por la Alemania nazi y su tristemente conocida Legin Cndor. A su paso, las tropas italianas comprobaron como, al igual que en otras poblaciones vecinas, la organizacin municipal haba dejado de ser operativa haca algunas semanas, concentrando sus ltimos esfuerzos en la evacuacin de los cuadros y mandos ms comprometidos. El rgimen republicano se haba desmoronado definitivamente, el reco- nocimiento que Inglaterra y Francia hicieron el 27 de febrero del gobierno de Burgos como el nico legal de Espaa con la consiguiente dimisin de Azaa como Presidente de la Repblica y el golpe de Estado llevado a cabo en la zona republicana cinco das despus por el coronel Casado marcaron un panorama de desmoralizacin total entre los republicanos, que se complet con la desercin de la Armada. Era el final del Gobierno Negrn que infructuosamente, desde la Posicin Yuste , haba intentado convencer a los generales republicanos de la necesidad de continuar resistiendo. En estas condiciones Franco orden una ofensiva general que no encontr resistencia. De hecho, desde el da 28 la q uinta columna local haba tomado el A yuntamiento y colocado la bandera nacional en el balcn del consistorio, 127 El primer franquismo. LA POLTICA LOCAL EN LA CONFIGURACIN DE LA DICTADURA. 1939-1956 PEDROPAYLPEZ* Universidad de Alicante 25 Aunque el franquismo fue un r216gimen impuesto y mantenido por la fuerza, tambi216n cont227 con el a sector EMIDESA). slo quedaba esperar. Tres das despus, con la odisea del puerto de Alicante y la improvisacin del campo de concentracin de Los Almendros la guerra llegaba a su fin. Comenzaba a implantarse un nuevo rgimen, un cambio de situacin que supuso el final de una experiencia de desarrollo democrtico que fue cortada de raz por un rgimen de dictadura que se proclam como defensor y detentador de los valores tradicionales de Espaa. En lo q ue a la poltica local se refiere, los ayunt amientos clula bsica de representacin y ejercicio democrtico pasaron a desempear una labor no de servicio, sino de control del ciudadano, constituyndose como entes vigilantes que quedaron sometidos a control poltico-administrativo y con escaso margen de maniobrabilidad en lo econmico. Este captulo intentar dar respuesta a cmo se implant y consolid una dict adura enormemente represiva, pero que supo aglutinar una serie de apoyos sociales q ue participaron en su imposicin. En este sentido, debemos tener en cuenta que los regmenes polticos son construcciones sociales cuyo estudio ha de dar cuenta de las relaciones que se producen entre sus instituciones y estructuras polticas y la sociedad. De esta forma, podemos decir que en estos aos aos de posguerra civil vamos a asistir a la conf iguracin de un rgimen poltico sobre una ruptura social que el propio Estado se encarg de profundizar a partir de la divisin entre vencedores y vencidos. De ah que, tras el fin oficial de la guerra, pronto los vencidos comprobaran que la retrica frase nada debe de temer q uien no tenga las manos manchadas de sangre se desvaneca a la vez que se abra paso y se impona el espaoles alerta!. La guerra haba terminado como enfrentamiento armado oficial entre fuerzas ms o menos similares, pero la situacin de una sociedad en guerra civil permanecer todava durante varios aos 1. P or ello, debemos entender el franq uismo como un sistema de imposicin por la fuerza, que supone una determinada forma de dominacin poltica, social e ideolgica, por lo que es necesario hacer referencia a los que fueron los principales pilares en su imposicin y consolidacin. Estos pilares fueron de orden poltico entre los que destaca la represin e institucional, siendo las instituciones principales sobre las que se sustent, el Ejrcito cuyo papel en la represin fue fundamental y la Iglesia, clave en la justificacin moral del golpe de Estado y la Guerra Civil, calificada como Cruzada 2. No debemos olvidar el contexto internacional, definido por la Europa de entreguerras y las salidas que los distintos regmenes dieron a la crisis del sistema liberal de los aos treinta, en lo que se ha calificado como poca del fascismo. El rgimen franquista, en este sentido, en los primeros aos adopt como modelo las f ormas de las dictaduras fascista y nazi, regmenes que le haban ayudado a ganar la guerra y que actuaron como sus principales valedores internacionales. Este mimetismo le hizo crear FET y de las JONS, pero no como partido para conq uistar el poder sino como instrumento poltico al servicio del Estado, diseado 128HISTORIA DE ELDA La Cr s222mbolos de F Comuni227n T org cuales se cr Par, FET y de las JONS . para encuadrar y controlar a la poblacin y que, a la vez, sirviera como canal de comunicacin entre el rgimen y la sociedad a travs de sus cargos polticos.Sin embargo, el escaso arraigo de F alange en la localidad como en el resto de una provincia de retaguardia republicana provoc una serie de conf lictos a escala provincial y local por el poder entre falangistas grupo que se haba visto favorecido por el desarrollo de la Guerra Civil y el decreto de unificacin q ue a partir de los partidos FE y CT conver ta a FET y de las JONS en Partido nico , y los representantes de la derecha tradicional, fundamentalmente DRA y Partido Radical, que se haban integrado en el mismo como parte de la coalicin reaccionaria que secund el golpe militar 3. A partir de 1943 se habr resuelto este conf licto, comprobndose el papel reservado a cada uno de los grupos y la ve rdadera naturaleza de un rgimen rest aurador en lo social y en lo econmico q ue nunca persigui la movilizacin de las masas sino la desmovilizacin y apata de la poblacin. De esta forma, en contra de las pretensiones del sector falangista del Partido nico , la sociedad espaola qued sometida a unos medios de control y socializacin profundamente tradicionales y conservadores, que fueron auspiciados por la Iglesia catlica 4. La imposicin de la dictadura Fue en Elda la liberacin unos das antes del final oficial de la guerra. La entrada de las tropas constituy un desfile delirante. Pa- saron los soldados en sus camiones. Arrojando cigarrillos a las multitudes y atronando los aires con sus vtores (...) Fueron las primeras tropas nacionales que atravesaron nuestra ciudad y, a su paso, dejaron una muchedumbre enardecida y llena de gozo (...). 5 As narraba aos despus el semanario Valle de Elda el final de la guerra y la liberacin de la ciudad. Sin embargo, para otros la realidad fue algo distinta: recuerdan las caravanas de vehculos y los grupos de personas que desparramados intentaban llegar como pudieran al puerto de Alicante, buscando una salida hacia el exilio que les permitiera salvar la vida o evitar la crcel. Las despedidas de familiares llenos de incertidumbre, la miseria en los rostros, el cansancio y el desarraigo han quedado grabados en la memoria de sus protagonist as, superando las imgenes de una propaganda que durante dcadas intent moldear a la sociedad espaola y que se complet con las insistentes polticas del olvido, que dominaron un tiempo de silencio. No fue una liberacin sino una conq uista, la llegada de un ejrcito de ocupacin que pronto, con la colaboracin de una parte de la sociedad civil, comenz a hacer expiar culpas colectivas. Desde el principio el Nuevo Estado persigui la aniquilacin del enemigo poltico y la depuracin de la sociedad, para lo que cont con un enorme aparato represivo que comenzaba en la labor de control y clasificacin de los ayuntamientos. Pronto plazas de toros, cinemas y otros locales como fbricas, lava- 129El primer franquismo Conmemorando el 18 de J d222a del Alzamiento Nacional . deros y antiguos conventos fueron habilitados en cada localidad y se llenaron de presos polticos que se haban presentado voluntarios ante las autoridades civiles y militares de sus poblaciones tras la desmovilizacin del frente o que eran conducidos desde sus casas, sacados en la madrugada por grupos policiales y para-militares para ser clasificados y puestos a disposicin de la autoridad militar.Elda qued bajo el control de la Jefatura de la Columna de Orden y Polica de Ocupacin del Centro, dependiente de la Comandancia Militar que se instal en el edificio de la otrora dinmica Casa del Pueblo. Al mando de la misma estaba el capitn de Infantera Juan Guerra Domnguez, a cuyas rdenes quedaron tropas italianas y africanas. Por su parte, la falange local colabor con la Columna en las tareas de detencin de todas aquellas personas consideradas desafectas al N uevo Estado . En los primeros meses la actividad de clasificacin fue intensa. La primera autoridad municipal intercambi informes con sus homlogos de otras poblaciones y centros. De esta forma podemos decir q ue toda Espaa, a travs de sus municipios, estaba en conexin en el proceso de clasificacin de prisioneros y refugiados. Desde la alcalda se solicitaban informes sobre diversas personas a la Jefatura Local de FET y de las JONS y a la Columna de Orden y Polica de Ocupacin, para contestar las demandas que sobre antecedentes poltico-sociales de prisioneros se reclamaban desde toda la geografa espaola. As, slo en la primera semana de mayo el alcalde emita ms de 200 inf ormes, entre otros y baste como ejemplo con la Auditoria del Ejrcito de ocupacin de Albacete, con el Juez Militar de los Juzgados de Pearroya y de Almansa, con el Comandante del puesto de la Guardia Civil de Puerto Lapice (Ciudad Real) y con las Comisiones clasificadoras de prisioneros de los campos de concentracin de Trujillo, Mrida y Sant ander. Al mismo tiempo se carteaba con el gobernador civil para dar cuenta de todos los individuos refugiados en la localidad, tal como haba ordenado la primera autoridad civil de la provincia en las primeras semanas de abril. Este vasto proceso de clasificacin permiti controlar a todos aquellos desmovilizados de los que no se tenan los suficientes informes por parte de la quin- ta columna local para que volviesen a sus localidades, donde deberan ser conv enientemente clasificados. Para asegurarse la mxima colaboracin, el alcalde Mariano Segura public un bando el 8 de mayo en el que terminaba haciendo un llamamiento a la poblacin para que colaborase mediante sus denuncias con la alcalda, una invitacin a la colaboracin que se combinaba con la poltica de la coaccin y el miedo: Todo propietario de casas donde habitasen personas en estas circunstancias, vienen obligados a dar conocimiento a mi autoridad de todos aquellos vecinos que no cumplieran esta orden, siendo dichos propietarios responsables de tal ocultacin y sancionados como saboteadores de esta disposicin. Antes de partir hacia su punto de procedencia deban solicitar el correspondiente salvoconducto de la Alcalda, lo cual haca tener el proceso totalmente controlado. De esta forma, los distintos tribunales militares recibieron informes procedentes de las autoridades municipales de los pueblos de origen de los inculpados. En Elda, tuvo su sede en las Escuelas Nacionales de Padre Manjn, donde, entre abril y octubre de 1939, se sucedieron 31 consejos de guerra muchos de ellos colectivos de los que salieron al menos 15 penas de muerte, a las que se unen las que se dictaron en los consejos de guerra celebrados en Alicante. En tot al fueron condenados a muerte y ejecutados 37 vecinos de Elda, de los que tan slo 10 haban tenido relacin directa con los treinta asesinatos cometidos en la localidad durante el periodo de guerra civil, segn se desprende de los informes sobre sospechosos de la Causa General. A dems 11 condenas a muerte fueron conmutadas 6. Esta represin fsica se completa con 238 condenas a diferentes penas de prisin, que oscilaban entre los treinta aos de reclusin mayor y los seis de prisin menor, y que dispersaron a muchos eldenses por toda la geografa espaola. Desde el penal del Dueso en Santoa hasta Porta Coeli, desde la prisin para mujeres de Mlaga hasta el penal de Chinchilla, desde Rentera hasta el Ref ormatorio de Adultos de Alicante. El hambre, la falta de higiene, el hacinamiento y la masificacin definen la situacin en las crceles y centros de reclutamiento franquistas desde los primeros das, tal y como declaraba el director 130HISTORIA DE ELDA de la prisin de Monvar en agosto de 1939, quejndose de que albergaba a 441 presos, cuando slo haba cabida para 150. Lo mismo ocurra aos despus en el Reformatorio de Adultos de Alicante, edificio construido para 500 penados, que en julio de 1941 contaba con 3.600 reclusos. Este carcter de masificacin fue una constante al menos hasta 194243, aos en el que la legislacin franq uista comenz a aplicar los primeros decretos de excarcelacin generalizados en rgimen de libertad vigilada 8. P ero con la prisin no slo se castig a los penados, numerosas mujeres debieron hacer frente a los momentos de caresta redoblando esfuerzos para sacar a sus familias adelante (entre los que se inclua el propio recluso), superando la miseria, el hambre y el peligro que en ocasiones supona burlar a las autoridades para poder estraperlar como nico medio de subsistencia. Sin duda, el f enmeno del estraperlo est ligado a la realidad de posguerra, un fenmeno que slo castig al pequeo estraperlista, per- 131El primer franquismo Repr7. Nombr ejecuci227n Almi226ana Fuentes, J Alonso V Elda Beltr207n Gim216nez, Antonio Elda Beltr207n Richarte, JElda Bellot Orgil216s, ManElda Bellod P216rCNTElda Ber Mon227var BernaEldaElda Busquier Santa, J Celestino T ZaElda Cer Esquembr Gar47 Hell222n Gisber G227mez L227pez, Antonio Elda G227mez L227pez, ManElda Gonz207lez V31 Elda Ib207226ez Gar Ib207226ez Mor CNTElda I226iguez V ZaElda Lled227 Dur207, J38 Maestr Elda Mar MarElda Ma Elda MaElda Miguel Na Elda Molina Molina, JEldaElda Na Elda Na Elda Noguer227n Gar Or Rocha Calder227n, AntonioElda S207nchez Mina, J28 Elda Santos Olcina, Luis43 Elda VaMart222nez, Doming Vieco Alber Elda Fuentes: ORS MONTENEGRLa r , Alicante 1995. GABARD Els afusellaments al P , V Elda. R mitiendo unos niveles de corrupcin inimaginables entre los grandes acaparadores, que acumularon beneficios a costa de la miseria de la mayora 9. En cuanto a la sociologa de los inculpados, la profesin ms castigada fue la de zapatero, algo que est relacionado t anto con el peso del sector secundario en Elda, como con la actividad poltica y sindical de los inculpados, dada la inf luencia del movimiento obrero entre los trabajadores eldenses. En cuanto a la militancia poltica, el estudio del prof esor Glicerio Snchez Recio demuestra q ue la represin alcanz a todo el crculo poltico de izquierdas, destacando la importancia de la militancia en Izquierda Republicana, superior a la del resto de partidos. Por su parte la afiliacin sindical fue mayor que la poltica, de los casos conocidos presentaban afiliacin el 65% de los inculpados, de los que el 33% est aban afiliados a la UGT y el 67% a la CNT, dato que se corresponde con la tra- dicional preponderancia del sindicato anarquista en Elda 10. Se buscaba el escarmiento y la depuracin de la sociedad, haciendo desaparecer a los principales cargos polticos y sindicales de cada localidad. Las ejecuciones ejemplares persiguieron sobre todo a aquellos que haban desempeado cargos de responsabilidad, como el caso de Manuel Bellot Orgils, alcalde de Elda entre agosto de 1936 y agosto 1938, fusilado en Alicante en julio de 1939 11. La ejecucin del alcalde se efectu en muchos de los municipios de la provincia, como en los casos de Petrer, Monvar, Elche o Novelda, por citar algunas poblaciones de la comarca. Junto a alcaldes, concejales, lderes sindicales y polticos en ocasiones pagaron con sus vidas porq ue fueron arbitrariamente responsabilizados de los asesinatos cometidos en los primeros meses de la guerra, por el mero hecho de haber desempeado dichos cargos en aquellos momentos. 12 El fusilamiento, la prisin y el exilio de los principales referentes republicanos de la localidad provoc la desmovilizacin total de una poblacin que, sumida en la inseguridad y el miedo que se derivaban de un rgimen de terror, no tuvo otro remedio que adaptarse a la situacin, centrando sus esperanzas en sobrevivir al franquismo. En estas condiciones fue imposible estructurar un ncleo de oposicin, ms all de algunas actuaciones individuales o de pequeos grupos, que se redujeron a pintadas subversivas, reparto de hojas volantes o colocacin de alguna bandera republicana a finales de los aos cuarenta, cuando muchos haban salido de prisin 13. Para quienes se hubieran librado de los tribunales militares, el rgimen articul dos leyes encaminadas a seguir la labor de depuracin y castigo. Se trata de la Ley de Responsabilidades Polticas, por la que al menos pasaron 216 eldenses, y la Ley para la Represin de la Masonera y el Comunismo. La primera persegua la represin econmica y aunque la mayora de las sanciones impuestas fueron de inhabilitacin, hubo dos que alcanzaron las 30.000 y 50.000 pesetas. Dos puntos destacan en el despropsito de esta Ley: su carcter retroactivo hasta octubre de 1934, sancionando todas las f ormas de apoyo a lo que se denominaba la subversin republicana, como el haber militado en algn partido que for- 132HISTORIA DE ELDA La CNT fue el g castig franquista en Elda. En la fo tog el 22 de noviembr gr upo de milicianos, entr varios eldenses, asiste al entierr Durr sindica leer a su compa226er Ca autor). mase parte del Frente Popular o simplemente haberse opuesto por accin u omisin al triunfo del Movimiento Nacional , y la transmisin de las penas, ya que dispona la herencia de la sancin para los familiares de aquellos sancionados que hubieran fallecido. En cuanto a la Ley para la Represin de la Masonera y el Comunismo, que pese a su nombre se dirigi fundament almente contra los masones y no contra los comunistas, afect directamente a 28 eldenses la mayora de ellos integrantes de la logia Amor, con diferentes penas de reclusin e inhabilitacin. Tras la capital, Elda fue la poblacin de la provincia ms castigada por esta ley, hecho que no debe sorprender dada la tradicin masnica existente en la localidad desde finales del siglo XIX. Sin embargo, es conveniente matizar el diferente peso que tuvieron las condenas sufridas por los masones de una y otra localidad, ya que tan slo 8 de las 40 sentencias que recayeron sobre la masonera de la capital contemplaban el ingreso en prisin; por el contrario, 22 de los 28 eldenses procesados por el mismo delito fueron condenados a penas que van desde los 12 aos de reclusin menor a los 20 de reclusin mayor 14. Aunque son diversos los factores que explican esta diferencia, como las acusaciones infundadas (23 sobreseimientos en el caso de Alicante) o el mismo funcionamiento y alto grado de discrecionalidad ejercido por la justicia franquista, lo cierto es que la logia eldense haba tenido una import ante actividad durante los aos de la II R epblica, mayor que otras de la provincia. De hecho, la mayora de sus miembros pertenecan a Izquierda Republicana y desarrollaron una intensa actividad poltica y cultural que se remontaba a los aos de la dictadura de Primo de Riv era, defendiendo su credo poltico y moral a travs de su participacin en peridicos y revistas culturales de tirada local y provincial 15. El proceso represivo se completaba con las Comisiones de Depuracin, que en el mbito local actuaron sobre los 133El primer franquismo Man por la izquier entr de ser fusilado encar de Adultos de Alicante maestros y el personal dependiente del Ayuntamiento. En cuanto a los primeros, un maestro fue separado de su puesto de trabajo y trasladado de la provincia durante tres aos, si bien el peso de la represin sobre el magisterio eldense procedi de las penas impuestas en los consejos de guerra y por el Tribunal para la R epresin de la Masonera y el Comunismo, con la condena de tres maestros a 20 aos de prisin menor y otro a 12 aos. En cuanto a los funcionarios del A yuntamiento se cre una comisin municipal que el 26 de abril de 1939 decret la separacin del servicio de la corporacin, sin prohibicin de encontrar empleo en otras, de ms de una veintena de funcionarios municipales, lo que da muestra del carcter de castigo de su aplicacin, adems de la consideracin de la administracin municipal como autntico botn de guerra, ya que estos puestos fueron cubiertos fundamentalmente por mutilados de guerra, excombatientes, excautivos y familiares de cados 16. De esta forma, en una posguerra marcada por la escasez el N uevo Estado supo distinguir y premiar a q uienes haban defendido la causa nacional, permitindoles que se beneficiaran de una legislacin laboral basada en el privilegio. Esta clara discriminacin respecto al acceso a puestos de trabajo pblico hizo que ayuntamientos y toda clase de organismos pblicos se llenasen de apoyos potenciales cuyas cualidades eran los mritos adquiridos en la Guerra Civil y su fidelidad al rgimen. Lo cierto es que las medidas tuvieron efecto en la provincia, de tal modo que en mayo de 1941 no slo no existan problemas de paro entre los excombatientes de la misma, sino que se haba colocado a 600 que procedan de otras provincias 17. U na ltima forma de represin es la que podemos calificar como represin ideolgica, que alcanz todos los niveles de la vida cotidiana, ya que desde el primer momento se persigui la uniformidad de pensamiento, tratando de reeducar a una poblacin calificada como tradicionalmente izquierdista. El primer paso para la reeducacin fue la ruptura total con todo lo que hiciera referencia al periodo anterior, para lo que se haba allanado el terreno por orden de la Comandancia Militar de 16 de mayo, en la que se comunicaba a los alcaldes la necesidad de que, en el plazo mximo de veinticuatro horas y sirvindose de los medios que creyesen ms convenientes, desaparezcan en su totalidad todo letrero, pasquines etc. de propaganda marxista colocados en lugar cualquiera de la poblacin, bajo pena de una severa sancin a sus infractores 18. Antes, el 9 de abril, se haba ordenado, desde la Jefatura Provincial de Propaganda, que en un plazo de 36 horas fueran borrados de todas la fachadas los letreros pintados por las hordas del marxismo. De todas formas, este afn por borrar lo anterior no necesit de las disposiciones generales y durante la misma entrada de las tropas, tal 134HISTORIA DE ELDA Fo escolar de los a226os cuar franquismo fue considerada un instr la fvalor Ca y como aos despus recordaba la prensa local en el aniversario de la victoria, un oficial de alta graduacin hizo detener su automvil en la calle de Queipo de Llano, pidi una escalera y, a martillazos, hizo saltar el mrmol que dedicaba hasta entonces aquella calle a Buenaventura Durruti. La columna pas rpidamente, sin detenerse, en direccin a Alicante. 19 A la vez se iban abriendo paso a las nuevas imgenes del rgimen. La comisin gestora creaba el 9 de mayo un servicio de inspeccin de bares y establecimientos pblicos encargado de supervisar la colocacin obligatoria en los mismos de banderas nacionales y retratos del caudillo y Jos Antonio 20. Otras decisiones no se hicieron esperar y el 5 de julio se peda autorizacin al gobernador civil para proceder al cambio de un gran nmero de nombre de calles, que se designaran con los nombres propios de la Cruzada. Las autoridades municipales tambin trataron de velar por la catolicidad del Nuevo Estado y crearon comisiones y campaas de prohibicin de la blasfemia 21, adems de controlar todas la actividades pblicas de recreo, extendiendo el peso de la moral catlica hasta cualquier rincn de la cotidianeidad. La obsesiva vigilancia en el cumplimiento de la moral catlica puede verse sobre todo en el control sobre bailes, juegos de azar y salas cinematogrficas. En febrero de 1940 la alcalda tomaba la decisin de no autorizar ms bailes pblicos que los organizados por sociedades culturales legalmente constituidas. La medida era justificada ante el Gobierno Civil por considerar que esta clase de espectculos contribuan a aumentar la inmoralidad de las costumbres ya de si relajadas por la dominacin marxista y que el Estado Nuevo tenia q ue regenerar 22. R ealmente lo que ms preocupaba a las autoridades era la represin sexual. Los bailes eran considerados como caldo de cultivo de pecado con respecto a la moral que, desde el catolicismo integrista, se tena sobre la sexualidad. As, desde la Direccin General de Seguridad, Inspeccin de Investigacin y Vigilancia de Elda, se informaba al gobernador civil sobre una denuncia a la empresa de baile Saln Mundial, en la que se vienen concertando citas de tipo equvoco con el may or descaro, lo que hace del mismo un verdadero mercado carnal. Se permite la entrada de menores de uno y otro sexo y se admite tambin que bailen unidas personas del mismo sexo, lo que da a tal saln un aspecto indecoroso que nada dice a favor de cuantos all entran. Como consecuencia el dueo del local fue condenado a pagar una multa de 500 pesetas y el establecimiento fue cerrado por un mes. Las autoridades no dudaron en satisfacer las demandas de la Iglesia y no slo en lo que se refiere al cumplimiento de la moral catlica, ya que tambin colaboraron en la reconstruccin material de la misma, mediante una serie de subv enciones y donaciones destinadas a la reconstruccin de los templos e imgenes profanadas durante la Guerra Civil. Aunque hubo que esperar hasta junio de 1941 para que se crease una Junta N acional para la Reconstruccin de Tem plos Parroquiales, desde los primeros meses los nuevos ayuntamientos plantearon la reconstruccin o restauracin de los templos y ermitas. Para ello se constituyeron en cada localidad diferentes comisiones pro-reconstruccin de los templos parroquiales, en cuya composicin podemos observar las relaciones entre los diversos poderes locales, ya que estaban integradas en la mayora de los casos por el cura prroco, el alcalde, el presidente de Accin Catlica, concejales y un nutrido grupo de empresarios. De esta forma, en los primeros meses el nuevo Ayuntamiento comenz a plantear la reconstruccin del templo parroquial de Santa Ana, proyectando 135El primer franquismo Ar Cr entr pol222tico fue muy estr la urbanizacin de la zona urbana lindante con la plaza donde ha de ser reconstruida la Iglesia Parroquial, al objeto de que sta tenga en su da un emplazamiento digno de la misin divina, y cediendo gratuitamente el valor de la enajenacin de cinco solares edif icados con una sola planta (...) cuyas edificaciones se realizaron con fondos municipales en poca roja. 23 Con ello, el Ayuntamiento promova una suscripcin para la reconstruccin del templo que encabezaron los principales industriales de la ciudad, a lo que se aada la donacin de 500.000 pesetas por el Estado. En sesin del 15 de febrero de 1940 tambin se decida la reconstruccin de la ermita en contraposicin y para reparar la ofensa cometida por el primer ayunt amiento republicano a los sentimientos catlicos de la ciudad al acordar demoler por supuesta ruina la Ermita de San Antn. Y ms adelante se destinaban 20.000 pesetas para subvencionar la ornamentacin del altar mayor de la iglesia Santa Ana. 24 La Iglesia por tanto se vio enormemente favorecida por la legislacin y voluntad del Nuevo Estado . A cambio se erigi en la institucin principal cara a su legitimacin, brindando su apoyo doctrinal y participando en el entramado poltico del rgimen 25. Como consecuencia de estas prestaciones mutuas, volvi a ocupar el espacio pblico del que haba sido apartada durante el periodo republicano, multiplicndose las manifestaciones litrgicas en unos aos en los que fueron revestidas de un claro componente poltico, adquiriendo gran protagonismo las autoridades locales. De esta f orma, las fiestas y todo tipo de manif estaciones religiosas se convirtieron en lugares privilegiados para plasmar la unidad entre el poder poltico, el econmico y la Iglesia. Baste como ejemplo de esta fuerte connivencia entre Iglesia y poder local la bendicin de las nuevas campanas de la reconstruida Iglesia de Santa Ana, que fueron apadrinadas por alcalde, gestores y autoridades del Movimiento ante la jerarqua eclesistica y la multitud. La poltica local: los primeros apoyos El estudio de la evolucin de la poltica local a lo largo de la primera dcada y media de la dictadura lo que coincide en Elda con el final de la alcalda de Jos Martnez Gonzlez, debe permi- tirnos dar cuenta del funcionamiento de los entes locales bajo una dictadura qu e los entendi como instituciones de control y no de representacin. Adems, la composicin de los ayuntamientos en este periodo de implantacin y consolidacin de la dictadura muestra como se fue configurando un personal poltico que podemos definir como genricamente franquista, que no dud en aproximarse a un rgimen que desde el principio salvaguard sus intereses. En este sentido, debemos hablar de la funcin restauradora que, en lo econmico y social, tuvo el rgimen franq uista, algo que qued patente en las primeras medidas tomadas, encaminadas a restaurar el viejo orden social. Es muy significativo que los quintacolumnistas que ocuparon el Ayuntamiento de Elda a la espera de la llegada de las tropas franquistas: Francisco Vera Santos, Jos Martnez Gonzlez, Ernesto Ortn Pov eda, Julio Beneit Navarro y Pedro Bellod Escandell, fuesen empresarios del calzado, con unos intereses muy particulares en el triunfo del bando franq uista, ya que haban visto incautadas sus propiedades durante la Guerra Civil. El Nuevo Estado no dud en aproximarse a este grupo social y desde el principio lo hizo partcipe de los beneficios de la victoria militar, posibilitndoles la participacin en la poltica local para q ue ocupasen los cargos que haban detentado tradicionalmente y devolvindoles las propiedades que haban sido incautadas y socializadas durante la Guerra Civil. Para ello se crearon las Comisiones de Incorporacin Industrial y Mercantil y el Servicio de Recuperacin Agrcola, que tuvieron su homlogo en el mbito local en la creacin en todos los a yuntamientos de una Comisin delegada y encargada (...) de la recuperacin de los objetos arrebatados ilegalmente a sus dueos dur ante el periodo rojo (...) y de custodiar en las debidas garantas estos objetos y devolvrselos a sus legtimos dueos 26. Por lo tanto, el sentido restaurador del rgimen franq uista qued puesto de manifiesto y as lo supieron ver los grupos afines desde las primeras medidas que se decretaron 27. Sin embargo, el control del poder local no estuvo exento de luchas internas y aunque estos primeros quintacolumnistas terminaron hacindose con el control del Ayuntamiento, antes se hubo de pasar por un periodo de enfrenta- 136HISTORIA DE ELDA miento entre los distintos grupos de derecha y extrema derecha que formaron parte de la coalicin reaccionaria que haba secundado el golpe de Estado y que se integraron en el partido nico, FET y de las JONS. Estas discrepancias no hay que confundirlas con proyectos polticos distintos, pues respondieron a las apetencias de los puestos de poder y las ventajas adyacentes a los mismos. Si a todos los grupos les una una clara identificacin de intereses durante la guerra, como era acabar con la Repblica y con lo que sta haba significado como experiencia reformista, la diversidad de origen se tradujo en conf lictos una vez que, con la victoria, llegaba el reparto de los puestos de poder. En este sentido, los conf lictos se generalizaron en la provincia entre dos grupos que, a grandes rasgos, podemos identificar como falangistas y derechistas. Si los primeros representaban a un personal poltico relativamente nuevo, por su juventud y escaso arraigo en la provincia, los segundos incluan a los grupos que tradicionalmente haban detentado el poder en las distintas localidades y que no estaban dispuestos a ver como un grupo de advenedizos les apartaban de sus tradicionales puestos de privilegio 28. En parte, y sin perder de vista su componente local, este tipo de conflictos lo que hicieron fue reproducir el enfrentamiento que desde el principio se dio entre las dos mximas figuras polticas de la provincia: gobernador civil y jefe provincial de FET y de las JONS, conflicto que se solu- cion con la unin de ambos cargos en una misma persona. Con esta medida el partido quedaba definitivamente controlado por el Gobierno Civil 29. P ero antes de analizar las distintas fases por las que pasaron las gestoras eldenses hasta las primeras elecciones municipales de 1948 debemos hacer una aproximacin a la administracin local durante el franquismo. La administracin local durante el franquismo Durante la dictadura franquista los a yuntamientos fueron la ltima pieza de un diseo de control poltico fuertemente centralizado y jerarquizado que se transmita desde el Ministerio de la Gobernacin al Gobierno Civil y de ste a los alcaldes, que actuaban como delegados gubernativos. Por ello, lo primero que debemos destacar es la prdida de importancia y de capacidad que los ayunt amientos sufrieron desde el punto de vista institucional y operativo 30. Son tres los aspectos que marcaron institucionalmente la baja capacitacin de los ayuntamientos, basados en otras f ormas de control y dependencia: - Dependencia administrativa, por medio de la inspeccin y la autorizacin previa. - Dependencia poltica, por medio del control de los cargos polticos, sujetos a nombramiento y destitucin. - Dependencia econmica, por medio del control del sistema tributario y la capacidad de endeudarse. 137El primer franquismo Gr empr concentraci227n sindical un 18 de Ju lio Nacional de Exaltaci227n al Tr Por medio de este control se elimin todo principio democrtico de representacin, estableciendo un sistema de cooptacin y nombramiento gubernamental de los cargos fuertemente jerarquizado. La pieza clave en este sistema de control municipal fue el Gobierno Civil, a cuya autoridad quedaron totalmente sujetos los ayuntamientos 31. Ya desde los primeros meses de guerra el franquismo implant un modelo de nombramientos de comisiones gestoras en los territorios que iba conquist ando. Quienes haban de ocuparlas seran designados por el gobernador civil de cada provincia debiendo acompaar a la propuesta el juicio que dichas personas le merezcan y que deber ser formado con el suyo personal y asesoramiento de los Sres. Jefe del Puesto de la Guardia Civil, Jefe Local de FET de las JONS, del pueblo que el cargo a cubrir, y Jefe provincial de la misma organizacin 32. Precisamente, esta cuestin fue motivo de enfrentamiento entre las dos mximas autoridades provinciales: gobernador civil y jefe provincial de FET y de las JONS. La designacin de las comisiones gestoras era controlada desde el partido, tratando que fuesen cubiert as por un personal poltico afn, que permitiera su control. Si la norma dispona que el gobernador civil deba asesorarse con los informes de FET y de las JONS sobre los antecedentes polticosociales de los gestores que deba proponer para su aprobacin al Ministerio de la Gobernacin, el gobernador civil no sola hacer caso de los informes, llegando en alguna ocasin incluso a falsearlos 33. P or otra parte, es fundamental para una mejor comprensin del poder local durante el franquismo, tener en cuenta la preponderancia que tuvieron los alcaldes dentro de las corporaciones locales. El propio Director General de Administracin Local incida en su labor al frente de los consistorios: La primera tendencia, eficacia y facilidad de la accin municipal, se exterioriza principalmente por el robustecimiento de las f acultades del Alcalde [en el que] se van a concentrar poderes, funciones y responsabilidades adecuadas a la misin de dirigir la administracin de los asuntos ordinarios de las localidades (...) tanto en su cargo de Jefe de la Administracin municipal, como en los de Presidente de la Corporacin y Delegado del Gobierno [con la finalidad de conseguir] la eficacia en la gestin de los intereses mu- nicipales a travs de un alto sentido de la autoridad y de la jerarqua, con el cual se compadecen muy poco esas ruidosas y enervantes manifestaciones edilicias (sic) que solan tener lugar en los salones de sesiones de las Corpor aciones de nuestros pueblos 34. El papel que dentro de este contexto quedaba reservado a los restantes integrantes de la comisin gestora era acat ar sin reparos la autoridad del alcalde, evitando discusiones estriles, cuando no obstaculizadoras, y de personalismos nefastos, para entregarse patriticamente a la misin de coadyuvar con el Alcalde a reconstruir nuestros Municipios. Adems el alcalde tena carta blanca para dar cuenta a los gobernadores civiles de la desidia, negligencia o falta de observancia, por parte de los Gestores, en el cumplimiento de los deberes (...) con objeto de que la primera autoridad de la provincia corte con firmeza 35. La configuracin de un personal poltico. De las luchas internas a la consolidacin En el anlisis de la evolucin de la composicin poltica de la gestoras que dirigieron el Ayuntamiento de Elda en la primera dcada de la dictadura franq uista distinguimos tres fases: Julio de 1939 agosto de 1940, agosto 1940enero de 1943 y febrero 1943-1948. La primera etapa estuvo caracterizada por la inestabilidad respecto a la formacin de los ayuntamientos que, como mucho, cont con cinco gestores, llegando incluso a estar dirigido slo por dos, que sustituyeron a una primera comisin nombrada por el comandante militar de ocupacin el 6 de abril de 1939 y que no ratific el gobernador civil 16 das despus 36. La segunda etapa fue de dominio falangista, encabezada por el alcalde y Jefe Local de FET y de las JONS Jos Mara Batlls. Hermano de Luis Batlls, consejero nacional de la Falange asesinado en 1936, intent monopolizar los cargos con falangistas y tradicionalistas, lo que le result imposible, dada la escasa militancia e inf luencia falangista en Elda. La tercera etapa es la del final de los conf lictos, con el definitivo triunfo del sector de los derechistas, un personal poltico que, en parte, continuar en los a yuntamientos tras las primeras elecciones municipales, con las que el rgi- 138HISTORIA DE ELDA men pona en marcha la democracia orgnica en el mbito local. Fue una etapa que coincidi con la llegada de Jos Mara Paternina al Gobierno Civil. Con l se produjo, desde finales de 1942, primero como secretario y luego, a partir de 1944, como gobernador civil, la depuracin de los miembros del Partido nico , buscando no a los ms puros desde el punto de vista ideolgico, sino a los ms f ieles al rgimen, a los menos combativo s con el nico poder, que deba ser de F ranco. Bajo su mandato se acabaron los conf lictos en toda la provincia y el poder poltico qued concentrado en el Gobierno Civil, quedando reducido FET y de las JONS a un organismo meramente burocrtico. Estas dos ltimas etapas se entienden mejor teniendo en cuenta la preponderancia de los alcaldes en el desarrollo de la poltica local franquista. En ambas etapas van a ser alcaldes dos polticos que definen completamente a los dos grupos que lucharon por hacerse con el poder, Jos Mara Batlls y Jos Martnez Gonzlez. Jos Mara Batlls, hijo y hermano de cado, segn los informes de FET, era el nico camarada en esta ciudad que puede encauzar y regir, dentro del nuevo estilo, los verdaderos destinos de nuestra organizacin. Durante su mandato las sesiones del Ayuntamiento comenzaban al grito de Jos Antonio Primo de Rivera! Presente! y se cerraban con el Cara al sol. Fueron aos de retrica falangista y manifestaciones del ritual fascista en un a yuntamiento en el que predominaban los signos externos de la revolucin nacional sindicalista, ornamentado con el yugo y las f lechas, y con las banderas de FE y la CT, ondeando junto a la Nacional. En su primer pleno como alcalde tom tres medidas que demuestran el nuevo espritu que quiso dar a la corporacin, acordando la adquisicin de una lpida con una cruz de mrmol en la que figuren los nombres de los cados por Dios y por Espaa encabezados por el de Jos Antonio qu e ser colocada en la fachada del ayuntamiento hasta que haya Iglesia . Decret tambin que los vecinos engalanen sus balcones con colgaduras nacionales de obligacin ineludible y observacin por los vecinos de las calles principales. Y nombr a Jos Sedano Serna, primer teniente de alcalde y delegado de Informacin e Investigacin de FET y de las JONS, como asesor de inf ormacin de la alcalda, con lo que se produca una imbricacin total entre el partido y el Ayuntamiento, ambos comandados por Batlls, quien recibi la alcalda por parte del gobernador civil solicitando el servicio y el sacrificio necesarios a Espaa, procurando que la Comisin Gestora constituida acte como rgano consultivo y conciencia de partido nico por deber a la FET y de las JONS, evitando toda clase de rozamientos y defectos del sistema parlamentario 37. En el pleno siguiente Batlls consigui que la corporacin le autorizase para llevar a cabo una nueva revisin de t odo el personal dependiente del ayuntamiento en cuanto a su depuracin y afeccin al mo- 139El primer franquismo Esperando el paso del general Franco por la carr Madrid. vimiento,adems de proponer la revisin de un nmero de calles para roturarlas con nombres de hijos del pueblo preferentemente cados de la revolucin. 38 Como consecuencia de la poltica desarrollada en estos aos dos gestores, empresarios y procedentes de la derecha tradicional, abandonaron la comisin gestora por desavenencias con la poltica local .Pero el hecho ms caracterstico de los conf lictos que se sucedieron en Elda durante la implantacin del franquismo ocurri bajo su mandato cuando, en agosto de 1941, denunci ante el Gobierno Civil una campaa de difamacin contra su persona y otras autoridades camaradas jvenes de las Falanges combatientes que no entienden de caciquismos ni conocen los procedimientos rastreros (...) q ue intentan realizar por el nico camino que nos marca el caudillo la revolucin nacional. Las difamaciones estaban hechas por autoridades caciquiles indignas, profesionales de la poltica, representantes de los intereses creados y del capitalismo judo . Pese a la fraseologa falangista, tan al gusto de la poca, hay que tener en cuenta que el caciquismo, como sistema poltico, haca tiempo que haba sido sellado en Espaa, por lo que se trataba de pura retrica para disfrazar un conf licto que, en realidad, responda a una mera lucha por el poder. Para Batlls el motivo de los ataques no presentaba duda, se produca con elf in de socavar y desprestigiar el principio de autoridad para provocar un ambiente poltico desfavorable a las actuales autoridades y Jera rq uas (...) para conseguir la destitucin de las actuales Jerarquas y autoridades y poderlas sustituir por este grupo de derrotistas 39. Como consecuencia se produjo la detencin y arresto en el retn municipal de hombres como Julio Beneit, importante industrial del calzado que, tras la cada de los falangistas en 1943, ocupar el cargo de primer teniente de alcalde, hasta 1951. Curiosamente de esta nueva comisin gestora formaron parte los dos gestores que la haban abandonado bajo el mandato de Batlls 40. Ms all de la fraseologa regeneracionista empleada por los falangistas, la ver dadera naturaleza del conflicto fue la lucha por el control de la liquidacin del SICEP, sociedad mercantil creada por la unin de varios empresarios y obreros durante la guerra civil, con el objetivo de suministrar capital y materias primas a las industrias del calzado que, en virtud de una denuncia presentada por la jefatura local, haba sido incautada a favor del Estado por dictamen del Tribunal de Responsabilidades Polticas, independientemente de la accin que se sigue a travs de la Delegacin Sindical para q ue esta pase a ser propiedad de la CNS, cort ando de este modo los propsitos de estos elementos caciquiles que pretenden hacerla pasar como una entidad particular sin responsabilidades polticas, falseando su verdadera significacin 41. T ras ser depositados en el retn municipal los arrestados fueron conducidos a Alicante, donde pasaron a disposicin del gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, que los liber a los pocos das. Batlls relat los hechos a la comisin gestora, que por unanimidad acord manifestar al Sr. Alcalde su absoluta adhesin y conformidad por lo realizado no slo aprobndole su gestin sino felicitndole por ella y condenando las actividades de los arrestados 42. Como se ha dicho ms arriba, la llegada de Jos Mara Paternina al Secret ariado del Gobierno Civil a fines de 1942 signific un duro golpe para los falangistas de toda la provincia. En los primeros meses de su actuacin realiz una labor de depuracin dentro del partido encaminada a anular polticamente a los elementos ms combativos y molestos, entre los que estaba Jos Mara Batlls. Tan slo dos meses despus de su llegada, 140HISTORIA DE ELDA Fa chada del Ayuntamiento de Elda durante la eta Mar222a Ba obser s222mbolos del Nue. desde el Gobierno Civil se renovaba completamente la comisin gestora de Elda, que qued formada por un personal poltico procedente en su totalidad de la derecha tradicional, encabezado por Jos Martnez Gonzlez y que, socialmente, tuvo en los empresarios el grupo ms inf luyente con diferencia, tanto cuantitativa como cualitativamente, constituy endo un 50% del personal poltico, entre los que destacan los cargos de alcalde y tenientes de alcalde. Hay que tener en cuenta que la entrada de Batlls y su gestora en la poltica eldense haba supuesto la llegada de un personal poltico totalmente nuevo, q ue choc con la derecha tradicional de la localidad. Socialmente fue la gestora en la que los industriales del calzado tuvieron menos influencia. Por ello, la alcalda de Batlls tuvo choques con ese sector desde el principio y la consecuencia, como se ha visto, fue la sustitucin de su gestora por otra comandada por los principales empresarios: Martnez Gonzlez, Julio Beneit, Porta Rausa, Pedro Bellod, la mayora procedentes de la DRA 43. La figura de Jos Martnez Gonzlez ilustra el personal poltico por el que el rgimen opt finalmente y los nexos que existieron entre el poder poltico y el mundo econmico. Procedente de las filas de la DRA fue nombrado alcalde en 1943 y ratificado por el gobernador civil en las elecciones de 1948, fue procurador en Cortes en representacin de los ayunt amientos de la provincia entre 1946 y 1952, cuando pas a formar parte de la Comisin de Gobierno de la Diputacin Provincial de Alicante. Como reconocimiento se le concedi la Medalla de Oro de la Orden de Cisneros en 1949. Se encarg tambin, desde el principio, de la Delegacin de Auxilio Social de Elda, cargo que compagin con una activa labor en el sindicato de la Piel. Su ascenso econmico fue tan fulgurante como su carrera poltica: al finalizar la guerra se convirti en presidente de la reciente transformada sociedad annima Rodolfo Guarinos, una de las fbricas ms importantes del sector en la provincia, cuyo capital desembolsado en 1939 ascenda a 3.000.000 de pesetas. Adems form parte del consejo asesor del Banco de Elda, entidad de la que haba sido presidente ngel Vera Coronel, detenido y posteriormente asesinado por los golpistas cuando, como gobernador civil de Zaragoza, supuestamente era trasladado a la prisin de Tarazona junto a o tros presos, lugar al que nunca llegaron porque se les hubo de ejecutar al intentar escapar 44. Las elecciones de 1948 no produjeron cambios cualitativos, simplemente ratificaron en sus cargos al alcalde y sus 141El primer franquismo hombres de confianza, permaneciendo cinco gestores de la anterior corporacin 45. No es hasta 1955 cuando se produce en Elda el relevo generacional. Sin embargo a partir de las elecciones de 1948, junto al grupo comandado por Martnez Gonzlez comienza a vislumbrarse algo que ser una constante del periodo posterior. Se trata de la llegada a los cargos de una serie de concejales que en los informes personales internos de FET estn conceptuados como apolticos, nada ms y nada menos que ocho de los q uince concejales que componan el Ayunt amiento 46. Este hecho da cuenta del funcionamiento de los canales de participacin (a)poltica que abri el franquismo, que fueron permitiendo la entrada a una serie de apoyos sociales que se caracterizaban precisamente por su pragmatismo y apoliticismo, factores que potenci un rgimen que basaba su consenso en la defensa de unos intereses q ue supo salvaguardar y que en el mbito local se estructuraron a partir de la ocupacin de cargos de responsabilidad institucional, fundamentalmente ayuntamiento y sindicato, donde se tomaban decisiones que en ocasiones afectaban directamente a la actividad industrial. Conclusiones P odemos concluir que el personal poltico sobre el que finalmente se apoy el franquismo para desarrollar su po- ltica a escala local fue aquel que, respondiendo a unas caractersticas de sumisin y plena fidelidad, pareca ms apropiado para actuar como mediador entre el rgimen y la sociedad. Si a los primeros aos de confusin correspondi la seleccin de un personal viciado por las prisas en encontrar fieles cara a la implantacin del rgimen, crendose una base poltica sustentada ideolgicamente en la victoria en la Guerra Civil, una vez pasados los primeros aos de inestabilidad se vio la verdadera naturaleza rest auracionista del franquismo. Por otra parte, el Nuevo Estado fue consciente de que la violencia era un medio para implantarse, pero deba ir acompaada de un modelo de sociedad. Este modelo se bas en la divisin entre v encedores y vencidos, o, lo que es lo mismo, en la inclusin de unos y la exclusin de otros. stos ltimos debieron soportar unas condiciones de vida dursimas y fueron acallados mediante un sistema de intimidacin sostenido, creado por el enorme aparato represivo puesto en funcionamiento para acabar con cualquier posibilidad de oposicin o disenso activo. La desaparicin de sus principales referentes, la desmoralizacin, el miedo y la realidad de una larga posguerra de caresta les hizo retraerse y centrar todas sus esperanzas sencillamente en sobrevivir. Para los primeros, el rgimen no dud en beneficiar a sus principales apoyos, hacindoles participes de los beneficios de la victoria milit ar por medio de una serie de premios y privilegios. En primer lugar, devolvi a los empresarios, principales apoyos sociales del rgimen en la localidad, las propiedades que haban sido incautadas y socializadas durante la Guerra Civil, adems de una legislacin que permiti la explotacin obrera a unos niveles inimaginables. Al mismo tiempo, en una situacin de escasez que alcanzaba a muchos ms de los que podan considerarse como vencidos, premi a una serie de apoyos potenciales, como excautivos, excombatientes y familiares de cados, permitindoles que se beneficiaran de una legislacin laboral basada en el privilegio y estableciendo una clara discriminacin con respecto al acceso de puestos de trabajo pblico. De esta f orma, ayuntamientos y toda clase de organismos pblicos se llenaron de personas cuyas cualidades eran los mritos adquiridos en la Guerra Civil y su fide- 142HISTORIA DE ELDA Jo Mart222nez Gonz207lez, alcalde de la ciudad desde 1943 hasta su muer lidad al rgimen. Por otra parte, devolvi a la Iglesia su tradicional capacidad de inf luencia sobre el medio social y el control moral, permitindole participar en un entramado de poder que, a escala municipal, ref lejaba la plena comunin que se dio entre las autoridades polticas, econmicas y religiosas de la localidad. Pero, adems, el concepto de apoyo social hay que ponerlo en relacin a la articulacin que se produce entre las instituciones y el personal poltico que se implicara en la consolidacin de un Estado al que perciban como defensor de sus intereses. Esta implicacin se va a estructurar con a la formacin de una red de intereses a partir del encuentro de polticos y empresarios o polticos-empresarios en las principales instituciones locales: ayuntamiento y sindicato, cuyo control era clave en un sistema de economa autrquica e intervensionista q ue permita la corrupcin y la impulsaba 47. De esta forma, el rgimen busc entre sus apoyos sociales a los grupos inf luyentes de la localidad, abriendo mecanismos de participacin a travs de la f iliacin en el Partido nico para que, como consecuencia de la bsqueda de su propio beneficio, ayudaran a consolidar la dictadura con su apoyo y con la extensin de sus redes, integrando a otros participantes de crculos afines. El ejemplo lo tenemos en hombres como Jos Martnez Gonzlez, con cargos en la poltica local, nacional y provincial, adems de su inf luencia en el sindicato de la Piel; o Porta Rausa, quien a su cargo de teniente de alcalde del Ayunt amiento de Elda, uni el de Jefe de Fabricantes de Calzado de Seora del Sindicato Nacional de la Piel; o Julio Beneit, t ambin teniente de alcalde, Jefe del Sindicato Local de la Madera y Jefe de fabricacin de hormas y tacones, adherido al ramo del calzado del Sindicato Nacional de la Piel. Se iba formando ya, a mediados de los aos cuarenta, esa red de intereses que a partir de las elecciones por tercios se regularizar por medio del control del sindicato y de los gestores nombrados por el gobernador 48. Quienes finalmente se hicieron cargo de desarrollar la poltica local fueron los sectores sociales que tradicionalmente haban detentado estos puestos, sectores procedentes de la derecha poltica y entre los que no poda estar un grupo nuevo y con escaso arraigo en la provincia, como era la Falange. La experiencia falangista lleg a convertirse en algo incmodo, dada la combatividad q ue Batlls present ante las fuerzas vivas de la localidad, sinnimo de inest abilidad, por lo que fue relegado y def initivamente marginado desde el Gobierno Civil. Por su parte, Martnez Gonzlez siempre renunci a ejercer el cargo de Jefe Local de FET y de las JONS, cargo ofrecido por el gobernador civil y q ue, a la altura de 1949, recay en Manuel Esteve Puche, proveniente de las f ilas de la DRA. Esta marginacin de F alange fue general en otras localidades de la provincia, o incluso de la comarca, como Monvar o Novelda. Los falangistas slo estuvieron donde no causaron problemas o, lo que es lo mismo, all donde no crearon un ncleo de oposicin a la derecha tradicional, como en la vecina poblacin de Petrer, donde el alcalde y jefe local hasta mediados los aos sesenta, adems de ser camisa vieja haba desempaado cargos de responsabilidad municipal en la dictadura de Primo de Rivera, mrito al que sumaba su historial de excautivo, perseguido y expropiado, adems de contar con el apoyo de los principales industriales de la localidad 49. Lo que nos muestra la depuracin de FET y de las JONS es el camino hacia la homogeneizacin ideolgica, hacia la seleccin de un personal poltico genricamente franquista, aquel que se define por su inquebrantable adhesin al impreciso trmino de Movimiento y por su docilidad poltica ante el rgimen. Sirva como ejemplo clarificador de este niv el de despolitizacin que se alcanz entre el personal poltico de Elda que en sesin celebrada el 6 de junio de 1956, ante la posibilidad planteada entre las autoridades de asistir a los actos oficiales de uniforme del Movimientoo de etiqueta, la corporacin acord por unanimidad hacerlo con la medalla del municipio y traje negro 50. P or tanto, el Nuevo Estado opt finalmente por un grupo social caracterizado por su buena posicin, personas con inf luencia en la localidad que eran las que mejor servan de intermediarios entre el rgimen y la sociedad, y entre quienes ms fcilmente, por los negocios a los q ue se dedicaban, se iban a desarrollar las redes de intereses que serviran para ir incorporando apoyos al franquismo, permitiendo su desarrollo y consolidacin. 143El primer franquismo A mediados de los aos cincuenta comienzan a abrrsele tmidamente algunas puertas al rgimen franquista, al amparo de los intereses estadounidenses de la poca de la guerra fra, que ya valoran al dictador como un aliado fiel en la lucha anticomunista y soslayan todo aquello que lo relacionaba inequvocamente con el nazismo y el fascismo. Para adaptarse a las nuevas circunstancias el franquismo fue moderando sus caractersticas ms violentas y represoras, para transf ormarse lentamente en una dictadura militar de corte clsico, que se amoldaba a las circunstancias y a los cambios econmicos y fijaba en el poder personal del Caudillo en esto siempre se mantuvo la equivalencia con Fhrery Duce el nexo de unin de las distintas corrientes integradas en el sistema. A partir de los aos sesenta, el llamado desarrollismo trata de conjugar crecimiento econmico con inmovilismo poltico y control social y cultural. En algunos aos de este periodo, Elda se convierte en un autntico ejemplo de los logros econmicos del Rgimen; as, la inauguracin del pabelln ferial en 1964 lucir enormes murales relativos a los 25 aos de paz , utilizando una iniciativa absolutamente endgena como propaganda poltica de una dictadura que, en realidad, slo perjudicaba las posibilidades expansivas de la industria eldense. En estos aos, los ayuntamientos como vena ocurriendo en Elda desde 1939 siguieron siendo un mero apndice del poder central, sin capacidad alguna de decisin propia, aplicados a ejecutar aquellas acciones polticas pro- gramadas desde Madrid, con la esperanza de que los poderes superiores se dignen a conceder alguna infraestructura o servicio, tmidamente solicitados como si de un regalo se tratase. La legislacin era uniforme para todos y el poder de decisin local era tan nulo qu e hasta el alcalde era designado por el ministro de Gobernacin o el gobernador civil. Los pueblos ms dinmicos del pas, Elda entre ellos, trataban de compatibilizar estas limitaciones con diversas innovaciones que, en un marco de maniobra tan reducido, si progresaban era muchas veces a pesar del rgimen que padecan. Hasta tal punto careca Elda de autonoma poltica para regirse que, a la muerte del alcalde Jos Martnez Gonzlez en enero de 1956, se tarda tres meses en nombrar como alcalde a Joaqun Campos, un director de escuela destinado en la ciudad, que dos aos despus cesar en el cargo tras conseguir el traslado a 145 La poltica eldense durante el desarrollismo (1956-1975) JOSRAMNVALEROESCANDELL Universidad de Alicante 26 FICIA en 1964, con los murales conmemora del triunf del Calzado de Elda). una nueva plaza; por ello, Pedro Gras hubo de asumir la alcalda de forma accidental durante medio ao hasta que la autoridad superior se dign nombrar en marzo de 1959 a un nuevo alcalde, Antonio Porta, que durara en el cargo hasta 1976, fallecido ya el dictador. Por eso, a la segunda fase del franquismo en Elda, la del desarrollismo que la ciudad vivi como un periodo de intensa transformacin, lleno de luces y de sombras, podemos denominarla poca de Porta. Antonio Porta haba nacido en el seno de una conocida familia burguesa eldense; su padre era un importante industrial zapatero, cuya empresa creci al amparo de las posibilidades que brind la Gran Guerra Europea. El jov en Porta entr a formar parte de la corporacin al ser elegido concejal por el tercio familiar en noviembre de 1954, casi al mismo tiempo que Joaqun Campos era elegido por las entidades del Rgimen. En la corporacin presidida por Campos, Porta comprob cmo se dilua el poder de los viejos falangist as: el traje del Movimiento deja de ser oficial del Ayuntamiento y el alcalde asume tambin la presidencia del Consejo Local, controlando su funcionamiento y reducindolo a un simple rgano consultivo, figurativo y dcil. T ambin Antonio Porta asumi ambos cargos, centrndose de forma casi absoluta en la alcalda de una ciudad que exiga una atencin permanente, aun- q ue sin descuidar el control poltico de una entidad que a partir de 1960 carece de competencia real alguna y slo poda interferir como grupo de presin en la gestin local. Durante casi todo su periodo de gobierno, Porta desempe tambin el cargo de diputado provincial, primero por el partido judicial de Monvar en 1964 (desde el que precisamente se opuso en 1965 a que la Diputacin protestase por las variaciones en la organizacin judicial provincial) y posteriormente como representante del de Elda (que asumi los antiguos de Monvar y Novelda), llegando a ser elegido vicepresidente de la entidad en 1971. Siempre en funcin del desempeo de la alcalda eldense, asumi otros varios cargos, casi todos menores, salvo la presidencia de FICIA. P ocos das despus de la muerte de F ranco, cuando los concejales de la may ora de corporaciones franquistas espaolas se disponan a elegir por primera v ez a sus alcaldes, Porta renunci a presentarse a la reeleccin y se retir de la poltica activa. Junto a Antonio Porta, el otro gran poltico eldense aunque nacido en Monvar de la poca es Roque Calpena. Si Antonio Porta es un ejemplo de fidelidad al franquismo, aunque sin excesiva ostentacin ideolgica, Calpena representa ntidamente la transformacin vivida por tantos polticos franquistas: de un falangismo radical en la posguerra, pas a ser el ejemplo paradigmti- 146HISTORIA DE ELDA Claustr Cole alcalde J dir co de los tecncratas en la poltica eldense y concluy su carrera como senador democrtico en la transicin poltica, defendiendo la actual Constitucin y el Estatuto valenciano desde las filas de la UCD. Es esencial en su carrera el hecho de desempear el cargo de concejal de Fiestas cuando se celebra la primera exposicin de calzado de 1959, poco ms que un simple concurso, un acto ms de las fiestas septembrinas, que alcanz un xito excepcional, aglutinando todas las iniciativas que la industria eldense haba ido desarrollando desde mediados de los cincuenta. Si bien la idea original no fue suya (por ejemplo, ya scar Santos escriba sobre ello en diciembre de 1956 y Carola Gonzlvez en mayo de 1957, ambos en Valle de Elda ), Calpena supo encauzarla, desarrollarla y potenciarla de forma excepcional: en un periodo de tiempo sorprendentemente corto convierte la feria en internacional y la dota de un magnfico edif icio propio. A finales de 1963 abandona la concejala y se concentra en la direccin real de la institucin ferial, aunque al poco tiempo asume tambin la Delegacin Comarcal de Sindicatos (posiblemente, para mejor vigilar los intentos del poder sindical central tendentes a controlar FICIA, o al menos a participar significativamente en su organizacin) y en 1966 regresa a la corporacin, como concejal ms votado por el tercio familiar. Hasta la muerte de F ranco, Calpena desarroll FICIA, la convirti en una de las mayores ferias monogrficas de Espaa y supo capear con notable xito todas las amenazas q ue ya entonces comenzaba a afrontar el certamen, algunas tal vez las ms peligrosas surgidas en la propia Elda. Junto a ellos, el resto de los integrantes de las corporaciones de la poca se dedicaron a gestionar el da a da de la ciudad con mayor o menor eficacia, sin que importara demasiado puesto que, como se ha dicho, se careca de cualquier competencia real sobre los aspectos significativos de la vida ciudadana. Los concejales, de acuerdo con las leyes franquistas, eran elegidos, a tercios, por los cabezas de familia, por el sindicalismo vertical y por las instituciones del Rgimen, que poda impedir legalmente la presentacin de cualq uier candidato que no considerase conv eniente. Por ello, no debe extraarnos el escaso arraigo popular de estas elec- ciones: en las del tercio familiar de 1966 (las que gan Calpena) vot el 33% del censo; en las de 1970 (las que llevaron al A yuntamiento a dos futuros alcaldes, Camilo Valor y Francisco Sogorb), slo el 20,4%; en las de 1973, en la que se movilizaron algunas instituciones locales, el 46,5%. En general, el tercio sindical siempre aportaba a la corporacin empresarios o algn burcrata de las instituciones del sistema. Desaparecidos ya los violentos mpetus falangistas de la posguerra inicial, la corporacin local fue perdiendo perfil poltico de manera ntida hasta el punto de que, por el tercio familiar, GmezRivas triunf en 1960 (con slo 1.871 votos pero doblando holgadamente al segundo) con lemas tanprofundos como En USA Kennedy, en Elda Gmez Rivas y en 1973 el grupo que mejor prepar las elecciones (con xito para sus candidatos) no estaba vinculado a ninguna ideologa poltica sino al Centro Excursionista Eldense. Desde 1970, aunque no existe posibilidad alguna de participacin para opciones polticas de corte democrtico, ya comienzan a formar parte de la corporacin a ttulo personal gentes que desempearn papeles significativos en la poca democrtica, en opciones moderadamente escoradas a derecha o izquierda, como Camilo Valor, Francisco Sogorb o Juan Verd; por esos aos, casi todos los candidatos de perfil ms ntidamente falangista fracasan en su intento de volver a ser concejal. Posiblemente, lo ms significativo de aquellas corporaciones aunque ellos no daban importancia al hecho es que ninguna mujer formase parte de ellas. La corporacin, sabedora de que careca de capacidad de decisin sobre las cuestiones esenciales de la poltica local, tampoco se preocupaba mucho de acentuar cualquier tipo de perfil poltico, limitndose a acatar el sistema, a celebrar la fiesta nacional del 18 de Julio con actos rituales (misa, vino de honor...) y alguna inauguracin de infraestructuras, y poco ms. Slo en algunos momentos, cumpliendo directrices emanadas de la superioridad, se pona el acento en remarcar los logros del rgimen o la sumisin al mismo: as, con la celebracin de los 25 aos de Paz en 1964 (recurdense los grandes murales en la inauguracin del edificio de la FICIA, por ejemplo) y la posterior gala de estreno de la pelcula Franco, ese hom- 147La poltica eldense durante el desarrollismo (1956-1975) Antonio P Elda desde 1959 hasta 1976 (Ar bre, el 21 de enero de 1965 en el Rex, con colgaduras, banderas y escudos; tambin cuando el referndum del 14 de diciembre de 1966 para aprobar la Ley Orgnica del Estado, el Rgimen, actuando con prcticas coercitivas, silencio obligado de toda oposicin y carencia de cualquier garanta democrtica (ni la presencia de interventores que comprobasen la veracidad del resultado) consigui que el nmero de votantes en Elda superase al del censo electoral (por ejemplo, permitiendo el voto de ms de tres mil transentesy no censados) y que ms del 98% votase s. Las fuerzas polticas En Elda, como en todo el Estado, el franquismo de estos aos sigui siendo un rgimen dictatorial de partido nico (el conglomerado ultraderechista Falange Espaola de las JONS, reconvertida oficialmente en Movimiento Nacional), pero en l es fcil distinguir distintas orientaciones polticas y centros de poder, cuyos miembros pudieron ejercer en exclusiva la gestin poltica del sistema y exponer su ideologa, siempre y cuando mantuviesen la sumisin (adhesin inquebrantable, si se quiere) a los dictados del Caudillo. El Consejo Local del Movimiento contaba con representantes de un conjunto de variopintas instituciones falangistas y similares, como los delegados de la Central Nacional Sindicalista, el F rente de Juventudes, los Excombatientes, los Excautivos, Auxilio Social, el Servicio Espaol del Magisterio, la Guardia de Franco y la Seccin Femenina, q ue sola aportar la nica mujer del Consejo. A ellos se unan representantes del Ayuntamiento, de los sindicatos y de las familias, que se reunan una vez al mes para tratar diversos temas, locales o no, teniendo nicamente carcter consultivo. Acostumbraba celebrar actos conmemorativos en fechas sealadas como la proclamacin de Franco como jefe del ejrcito rebelde durante la Guerra Civil o, especialmente, la de la muerte de Jos Antonio Primo de Rivera fundador de Falange, con misa, ofrenda de f lores en la Cruz de los Cados y poco ms, casi siempre de carcter interno y sin ninguna repercusin externa. Sus diferentes secciones se ocupaban de mantener el control de la sociedad por parte de los falangistas; as, el control de nios y jvenes varones se segua ejerciendo a travs del Frente de Juventudes, reconvertido en la OJE, que controlaba las clases de Poltica y de Educacin fsica en las escuelas y organizaba actos deportivos y campamentos veraniegos, todo ello con una marcada orientacin paramilitar (escuadras, uniformes, est andartes...); del control social e ideolgico de la mujer se encargaba a la Seccin Femenina del partido, que en lo educativo era el complemento de la OJE, aunque tambin controlaba el sucedneo femenino del servicio militar, el Servicio Social Obligatorio para las chicas. La fiscalizacin del magisterio, ejercido por el SEM, fue perdiendo fuerza y, poco a poco. tanto la Junta Municipal de Enseanza como los actos del Da del Maestro pasaron a ser gestionados por el Ayuntamiento. Aunque el Consejo Local diriga el funcionamiento del partido nico en Elda, en la segunda mitad de los aos sesenta ya se celebraron distintos actos de grupos concretos, integrados en el Rgimen y consentidos por ste, que trataban de diferenciarse polticamente; as, en Elda celebraron actos pblicos tanto los tradicionalistas del Crculo Adolfo Claravana (que trajo a Maria Teresa de Borbn Parma y organiz peregrinaciones carlistas a Montejurra) como los falangistas doctrinarios afines a Cantarero del Castillo o Diego Mrquez, en los que realizaban diversas crticas tericas al sistema que les mantena. La Iglesia catlica segua siendo el gran aliado del Rgimen a travs del llamado nacionalcatolicismo, mediante el cual una obtena un trato absolutamente privilegiado como religin oficial del Estado y el otro consegua la legitimacin prctica que le permita conseguir el apoyo o la conformidad de una amplia base social. En muchos actos pblicos costaba distinguir los aspectos litrgicos de una confesin y los polticos de un rgimen dictatorial. Amparndose en el apoyo oficial, el catolicismo local que slo dispona antes de la Guerra Civil del templo arrasado en 1936 contaba ya con cuatro nuevas parroquias en 1968, tras la inauguracin de San Francisco de Sales. Los sectores clericales tradicionales siguieron torpedeando el derecho al culto de los escasos protestantes locales y considerando simple ancdota la voladura de la cabeza de la mahoma durante las fies- 148HISTORIA DE ELDA Roque Calpena, concejal, dir UCD tas de moros, o considerndose jueces y garantes de la moral pblica a todos los niveles; sin embargo, poco a poco se produjeron algunos cambios, como el derribo de la tapia que separaba las tumbas de los no catlicos en el cementerio municipal, tras la libertad de cultos permitida en 1968. A principios de los aos sesenta todava se mantiene el catolicismo victorioso de las santas misiones, de las jornadas marianas como la que en junio de 1961 reuna a millares de personas al paso por Elda de la maredeuetavalenciana, o de las confirmaciones masivas del obispo Barrachina con posteriores charlas en algn cine local. A finales del franquismo, siguiendo las directrices renovadoras del Concilio Vaticano II, la Iglesia fue adoptando nuevas formas de presencia social y atenuando su vinculacin con la dictadura. As, su actuacin en el campo educativo, aunque llegaba a todas las escuelas, se centr especialmente en los sectores sociales acomodados, a travs de centros como el de las carmelitas y especialmente la Sagrada Familia, que desde 1966 pasa a ser dirigida por los jesuitas; otras formas de presencia eficaz se ejercan a travs de alguna sala de cine, de la antigua Radio Elda (sita en la Inmaculada) o del Cine-frum Pracix, un autntico espacio para la convivencia. En una ciudad eminentemente fabril, las nuevas parroquias se ubicaron en barriadas y surgieron grupos cristianos obreros muy activos, como la HOAC, ms soportados q ue bien vistos por la jerarqua eclesistica y por el catolicismo tradicional y bienpensante; finalmente, se trat de abrir un cauce de acercamiento hacia los grupos ms marginados, como los git anos, con la creacin de un centro educativo de Caritas en La Tafalera, que pronto consigui la evangelizacin de algunas familias. El nacionalcatolicismo local sigui representado hasta su muerte en 1966 por don Jos Mara Amat, cuyas bodas de plata como sacerdote se convirtieron en todo un acontecimiento social, con bendicin papal y besamanos masivo incluidos; el cura Amat, claro exponente de la Iglesia vencedora, omnipresente protagonista en todas las inauguraciones oficiales, no lleg a ver al nuevo templo de Santa Ana, cuya reconstruccin dirigi con firmeza, conver tido en sede del arciprestazgo de Elda, logrado en la nochevieja de 1968. Sin embargo, Amat Martnez fue slo el ejemplo paradigmtico entre otros muchos sacerdotes locales claramente alineados con el poder, a veces de forma ms radical o servil: Tomas Rocamora, por ejemplo, en 1964 en un poema en Valle afirma que Caudillo que con su espada / forj a la Espaa nueva/ (...)/ Pas con ms libertad/ no existe en toda la tierra.... El o tro extremo, el de los sacerdotes abiertos a las transformaciones del concilio, podra estar perfectamente representado por Francisco Coello, que en 1964 es nombrado ecnomo de la parroquia de San Francisco de Sales, todava en un local provisional del mercado del barrio; desde el primer momento convirti a su parroquia en un referente del compromiso con los ms dbiles, el respeto a los derechos humanos y las ideas democrticas. La homila en el funeral de T efilo del Valle, joven muerto por disparos de la polica en febrero de 1976, en las primeras semanas de la transicin poltica, ser el momento histricamente ms significativo de su paso por aquella parroquia. La organizacin sindical franquista continu con su funcin durante estos aos, justificndola con un idlico discurso que pretenda armonizar los intereses de todos los agentes sociales como miembros de una entidad comn superior. Es cierto que, en esos aos, como afirma Calpena en 1965, carecen de autoridad , dentro de la estructura del Estado, pero su misin es algo ms q ue provocar reuniones, celebrar consult as... : se trata de controlar en favor del Rgimen todas las actividades econ- 149La poltica eldense durante el desarrollismo (1956-1975) El Pizarr Pista Paz. En su origen, pertenec222a al Fr Ju es de F EMIDESA). micas, de fiscalizar la accin empresarial y de reprimir cualquier intento de organizacin autnoma de los trabajadores. En los aos sesenta, ya no tratan de recuperar el modelo de funcionamiento gremial supuestamente basado en organizaciones medievales, que en el caso de Elda supuso el fomento del culto a lossantos zapateros Crispn y Crispiniano, tan decado a la altura de 1970 q ue la concejala de Aguas deba encargarse de organizar la fiesta, tal vez porq ue la ermita lindaba con el depsito. En la prctica, los sindicatos participaban en la corporacin a travs del tercio sindical, aunque tambin hubo gente fuertemente vinculadas a ellos que accedi por el tercio de entidades y an por el familiar, se predicaba la defensa de los intereses de todas las clases, pero los concejales sindicales fueron casi exclusivamente empresarios y, pese a su escassimo nmero, los funcionarios del vertica- lismo que llegaron a concejal fueron muchos ms que los obreros del calzado. El da a da de los sindicatos sigui controlado por el Delegado Comarcal un funcionario del rgimen no elegido por los afiliados sino nombrado desde Madrid, que lo cambiaba con excesiva frecuencia y los burcratas a su cargo. El Delegado Local era elegido tericamente por representantes obreros y patronales, y siempre fue un patrono, aunque en 1967 los delegados obreros presentaron un candidato propio al que votaron todos ellos. La organizacin foment algunas iniciativas como la creacin en 1961 del Instituto de Estudios Sociales (embrin de la actual Escuela de Relaciones Laborales), la integracin de la antigua Comunidad de Regantes de la Huerta de Elda en su estructura o la construccin de un centro sindical de Formacin Profesional en La Torreta. La autonoma de funcionamiento era nula, lo que hizo que hasta los empresarios zapateros tratasen de potenciar desde 1965 una organizacin propia, la Federacin de Fabricantes, que slo consigui ser aprobada como Agrupacin Sindical, es decir, remarcando su dependencia a finales de 1970, con mbito supracomarcal, aunq ue con predominio del empresariado eldense y escassima presencia de ilicit anos. Pese a ser impulsada inicialmente por Roque Calpena en el breve tiempo q ue dirigi la CNS, la patronal del calzado pronto comenz a polemizar con los rganos directivos de FICIA: tras la crisis de 1973, el enfrentamiento soterrado era ya tan fuerte que la organizacin ferial impuls un peridico el N uevo Ciudad, desde el que difundir sus tesis y enfrentarse a la direccin na- 150HISTORIA DE ELDA Una visita del obispo a Elda en 1961 (Ar Antigua sede de la CNS sindica alberg CNT del solar (Ar cional del Sindicato de la Piel y a la Agrupacin eldense. En realidad, el sindicalismo franquista trat siempre de controlar una feria que, surgida como una modesta iniciativa local, alcanz tal entidad que lleg a constituirse en un smbolo econmico, al que no poda permitir funcionar libremente; a su vez, los gestores feriales trataron de imponer sus condiciones a quien quisiese participar en los certmenes, lo que generaba malestar en muchos empresarios. Las presiones externas, los intereses que buscaban deslocalizar FICIA vieron facilitada su labor por la divisin de los propios dirigentes zapateros eldenses. Los obreros siempre supieron que los sindicatos franquistas slo eran una manera de controlar sus movimientos y reivindicaciones. Los ejemplos podran ser todo lo numerosos que se q uiera: la mesa electoral en la eleccin de delegados en 1960 fue presidida por el jefe de cada empresa; el cargo de Jefe Local o el nombramiento de concejal est aban poco menos que vetados para ellos; los convenios solan decidirse a espaldas de la prctica totalidad de obreros... En torno a 1966, sindicalistas obreros representativos trataron de integrarse en el verticalismo, en un intento democratizador que no obtuvo xito; as, algunos miembros del futuro Movimiento Asambleario, como Jos Leal o Fernando Cabrera ocupan cargos de responsabilidad o forman parte de la comisin negociadora del convenio; en 1967, Vicente Belmonte es candidato a Delegado Local, empatando a vo tos con el candidato patronal; el 1 de mayo de 1968 decenas de obreros inician un conato de manifestacin, q ue acab con la detencin de varios de ellos y el encarcelamiento de Snchez Barragn. Al final de franquismo, centenares de obreros participaban en discusiones y actos sobre la situacin laboral y general, de forma ms o menos organizada, ms o menos activa; pero lo hacan al margen de una organizacin sindical anquilosada e inoperante, cuya desaparicin sola pedirse al final de cada protesta. Algunas otras entidades o grupos, de naturaleza no poltica, tambin mantuvieron una presencia activa en la vida local. Entre todos ellos destaca en estos aos el Centro Excursionista Eldense, constituido en 1956 y autntico foco de actividades de todo tipo, no solo mon- t aeras. As, pronto cont con secciones tan variadas como arqueologa o f ilatelia; en 1967 lanza su plan de construccin de una Ciudad Deportiva propia, sin parangn a escala provincial; en 1968 impuls Amigos de la Msica y en los setenta puso en marcha el Parq ue de Montaa de Rabosa. Desde el CEE, que se convirti en la mayor entidad local de libre afiliacin, con miles de asociados, se lleg a impulsar aunque no oficialmente una candidatura a las elecciones municipales de 1973, que mejor la participacin y obtuvo un notable xito. Los medios de comunicacin, prcticamente inexistentes en la primera posguerra, alcanzaron una influencia creciente. En 1956 nace Valle de Elda , q ue an contina publicndose; no slo supuso un medio de difusin de todo tipo de noticias locales sino que, desde sus orgenes, constituy tambin un canal de expresin para diversas opiniones en aquellos tiempos, casi siempre de carcter muy conservador, siempre defensor de los intereses locales y trampoln de apoyo para distintas iniciativas, entre las que destaca especialmente la de organizar una exposicin del calzado local, que acab desembocando en la FICIA. Otras iniciativas informativas menores fueron el Diario de la FICIA de carcter econmico, slo publicado los das del certamen o Nuevo Ciudad , semanario de concepcin moderna, que dio cabida en sus pginas a todo tipo de opiniones y temas, pero que slo se public en 1974. Los diarios de 151La poltica eldense durante el desarrollismo (1956-1975) Ciudad depor Ex EMIDESA). mbito provincial o regional fueron ampliando las informaciones relativas a la ciudad, especialmente La Verdad, de la Editorial Catlica, que publicaba varias pginas sobre Elda y tena aqu redaccin propia desde mediados de los sesenta, lo que lo convirti en el diario ms ledo de la ciudad durante muchos aos, muy por delante de Informacin , que en aquellos aos era el portav oz del Movimiento en la provincia. En 1956 surgieron los primeros intentos de radio local, en un primer momento vinculados al Frente de Juventudes, el Radio Estudio de corta y desordenada existencia; en 1959, en locales de la parroquia de la Inmaculada comenz a emitir Radio Elda, con notable xito hasta que en julio de 1965 fue clausurada, cuando el rgimen reorden la radiodifusin nacional. Ajenas al mbito local, las emisiones de televisin, que en Elda se recibieron de forma experimental a partir de 1962, contribuyeron a cambiar los comportamientos sociales, en un doble sentido: por un lado, como instrumento del poder poltico, difundiendo su ideologa y fomentando la distraccin masiva y acrtica; por otro, mostrando nuevos usos y costumbres, desde la vestimenta o la msica a las imgenes de sociedades capitalistas ms desarrolladas, q ue transformaron los hbitos tradicionales.U na poca de luces y de sombras Entre todos los logros de la poca, seguramente fue la Feria Internacional del Calzado e Industrias Afines (FICIA) el ms dinmico e innovador, el que ms contribuy a dotar a la ciudad de una imagen exterior moderna y positiva. La Feria naci en las fiestas de septiembre de 1959 con escasas pretensiones: era una exposicin del calzado local, organizada por la Comisin de Fiestas municipal en el colegio Padre Manjn, que premiaba a los mejores industriales y artesanos locales para contribuir a mejorar la calidad de sus productos. Sin embargo, el xito fue de tal magnitud que en 1960 se converta en f eria nacional y en 1961 la Administracin ya le conceda el rango de internacional. En 1962 el ministerio de Comercio concede una subvencin para dotarla de una sede apropiada que, construida con una rapidez inusual, era inaugurada en septiembre de 1964. El xito de aquella primera exposicin se enmarca en un contexto excepcionalmente favorable: ya en 1957 algunas opiniones defendan la necesidad de una feria comercial en Elda; en 1958 un grupo de exportadores acudi a la Semana del Cuero de Pars; en 1959 se funda la cooperativa Elda Exportadora, casi al mismo tiempo que Mr. Feman, un asesor estadounidense del Ministerio de Comercio exalta las posibilidades exportadoras del sector, si se realizan algunas modificaciones; los fabricantes intentaban conseguir autorizaciones para adquirir maquinaria extranjera, que una Feria Internacional facilitara muchsimo; las posibilidades de produccin superaban la capacidad de compra del mercado nacional. Una vez tomada la iniciativa, el apoyo estatal no ta rd en llegar para una de las escasas industrias que entonces pareca capaz de exportar y aportar divisas: se conceden todas las peticiones de ampliar el radio de accin de la Feria, el ministro Ullastres clausura el certamen de 1961 y las Juntas Nacionales del Calzado del Sindicato Nacional de la Piel (que no quera quedar al margen de un xito ajeno) se celebraron en Elda en las mismas fechas. Posteriormente, numerosos ministros acudiran a inaugurar o clausurar un evento comercial que daba una imagen modernizadora del pas. 152HISTORIA DE ELDA Edificio San Crist227bal, una muestra del colosalismoconstr desarr En sus primeros aos, la feria se convirti en un acontecimiento social provincial, con decenas de miles de visitantes no profesionales, sobre todo en 1964; fue tambin un claro agente modernizador de una ciudad que aprendi a convivir con gentes de diversas procedencias y costumbres; abri puert as que parecan imposibles (por ejemplo, en 1961 ya se exporta por valor de 50.000 dlares de los de entonces a la URSS). Con los aos, se ampliaron los certmenes anuales (temporadas de verano e invierno, saln de conexas) y se crearon iniciativas complementarias, como la Agrupacin de Exportadores en 1965 (luego CEPEX) o el INESCOP en 1971. En 1968 es admitida en la U nin de Ferias Internacionales. Entre 1969 y 1971 comenzaron los primeros problemas de entidad: solicitud de exposiciones menores en otras provincias, peticiones de deslocalizacin, roces y polmicas pblicas con la Agrupacin Sindical de Fabricantes, ausencias significativas de algunas empresas y de algunos ministros en cuanto se atravesaba un momento difcil. En 1974, cuando ya se sentan las consecuencias de la crisis del petrleo, algunas personas vinculadas a la institucin, como Fernando Obrador, plantean la necesidad de construir en la periferia urbana de Elda un nuevo recinto ms amplio y adaptado a las nuevas necesidades. Los aos sesenta son el momento en que Elda accede al rango de capital de facto del rea del Alto Vinalop; la ciudad, que ya en 1935 se haba convertido en la ms poblada de la comarca, comenz a asumir funciones ms all de las estrictamente locales entre los aos 1965 y 1969; la primera de todas ellas es su designacin en noviembre de 1965 como capital del nuevo partido judicial creado a partir de los antiguos de Monvar (que inclua tambin a Alguea, Monvar, Pinoso, Petrer, Salinas y la propia Elda) y Novelda. Casi inmediat amente se iniciaron las gestiones para trasladar tambin el Registro de la propiedad y, en 1968, es designada capital de zona recaudatoria del Estado. En 1967, Elda-Petrer se convierte en una de los escasos ncleos urbanos provinciales que disponen de instituto de enseanza media, en el primer logro conjunto de ambos municipios. A finales 153La poltica eldense durante el desarrollismo (1956-1975) La entonces calle del general Solchag impara antiguo desde hac222a varias d216cadas (CEFIRE). Vista del pa de 356pera. 1973 (Re Fiestas Ma ). de 1968 la dicesis de Orihuela decide crear un archiprestazgo en Elda. Al margen de estos nombramientos oficiales son muchas las transformaciones que se realizan en la ciudad, refor zando la imagen de entorno claramente urbano que los altsimos edificios y la densificacin creciente haban creado. Se inici el servicio de autobuses urbanos, ampliado a Petrer (incluso un autobs de dos pisos llega a enlazar ambos ncleos durante cierto tiempo); se trasladan, amplan y mejoran servicios como correos, telfonos o ambulatorio; se multiplican los centros educativos, con nuevas escuelas pblicas (Virgen de la Salud, Serfico, Cisneros), modernos colegios privados (Sagrada Familia, Carmelitas), guardera pblica, centros de enseanza postobligatoria (Azorn, La Melva, Escuela de Graduados Sociales) y hasta un instituto de inv estigacin del calzado, sin que pese a ello se alcancen las plazas escolares que la poblacin creciente reclamaba, por lo que se mantuvieron tanto los nios sin escolarizar como las aulas en locales comerciales mal ventilados e iluminados o las viejas academias poco adaptadas a las nuevas necesidades. Se incrementan las instalaciones deportivas (Club de Campo, Ciudad Deportiva, Estadio Municipal y anexos...), los bancos en el centro de la ciudad (volvi el Hispano-Americano, desaparecido tras la Guerra Civil), las parroquias catlicas estratgicamente repartidas y los primeros templos protestantes; nacen nuevos barrios planif icados (como San Francisco de Sales) o crecidos como hongos de forma ca- tica. En los aos setenta se incrementan las actividades culturales y los Festivales de pera (a los que acuden figuras de mbito mundial) se convierten en smbolo de las posibilidades de la ciudad. El crecimiento eldense supera su propio trmino y se proyecta en algunos puntos en trmino de Petrer, intensificndose la conurbacin entre ambas, hasta el punto que el desvo de la carretera nacional que atravesaba Elda generando enormes problemas de trfico se proy ecta por detrs del ncleo urbano vecino. Si en la primera posguerra algunas familias humildes comenzaron a establecerse en Petrer, en La Frontera, ahora sern ya algunos colectivos burgueses los que colaboran al desarrollo de aquel municipio, bien estableciendo all sus industrias y negocios, bien afincndose ellos mismos (los vecinos de la Loma Bad). Entre las carencias, la Elda de los sesenta y los primeros setenta no fue capaz de edificar una casa de cultura adecuada ni siquiera una biblioteca en condiciones, ni una residencia sanitaria, ni una mnima red de jardines (prcticamente, slo se crea el de Las Trescientas y algunos menores). Entre las prdidas, la desaparicin del Banco de Elda, que vivi previamente su venta a la Banca beda y despus al Central; sin duda, era el fin del sueo de aquella burguesa emprendedora y progresista q ue en los aos treinta hizo de Elda el centro de la comarca. El desarrollismode los sesenta crecer por crecer, a cualq uier precio, en busca del dinero fcil y rpido se llev por delante muchas de 154HISTORIA DE ELDA La noticia de la petici227n de fusi227n con P de La V . las seas de identidad de la vieja Elda: se sigui degradando fsica y socialmente todo el casco antiguo, desaparecieron casi todas las viejas casas de inters histrico (la de Castelar, la de los Maestre, la Casa Abada), se desmoron lo poco que quedaba de La Torreta, se derrib el templete de Castelar que en sus pocos aos de vida se convirti en uno de los smbolos de la ciudad y se sac de las plazas del barrio antiguo la vieja feria medieval de la Inmaculada. El crecimiento eldense acab incidiendo espacialmente en el trmino de Pe trer, lo que obligaba a adoptar algunos acuerdos conjuntos y nuevas f ormas de colaboracin. El camino para conseguirlo se realiz de la peor manera posible, generando tensiones innecesarias, fomentando una desconfianza q ue todava persiste y daando gravemente las posibilidades de desarrollo de ambos pueblos a todos los niveles. El conf licto comenz muy bien: en 1934, cuando el barrio que construa alcanz el lmite de Elda, la sociedad La Fraternidad solicit al Ayuntamiento de Petrer que mantuvieran las alineaciones de aquellas calles al llegar a su trmino, algo que entonces slo requera buena v oluntad. Sin embargo, ya en 1955, la corporacin presidida por Martnez Gonzlez solicita incorporar a Elda la zona de La Frontera, aunque no inicia gestiones oficiales. El momento ms tenso vino en 1969, cuando el 12 de mayo, en pleno municipal, la corporacin de Elda acuerda plantear la fusin con Petrer pero, al mismo tiempo, amenaza con incoar expediente de segregacin de parte del trmino municipal vecino en caso de que aquella localidad no accediese a sus planteamientos. El tono de la propuesta tan inoportuno como estpido provoc el rechazo del Ayuntamiento petrelense, arropado masivamente por sus vecinos, y oblig a la corporacin eldense a replantear los trminos de su peticin, que volvi a ser desestimada de nuevo, aunque brindndose a colaborar en asuntos concretos de inters para ambas poblaciones. Al poco tiempo, las gestiones del gobernador civil consiguieron tender puentes entre ambas corporaciones, que desembocaron en la Mancomunidad Elda-Petrer, una de las primeras del pas, a imagen de la de Sabadell-Terrassa: en plenos simultneos, ambos ayuntamientos apro- baron los estatutos en marzo de 1972; el 27 de enero de 1973 se constituy solemnemente en presencia de las autoridades provinciales; al poco tiempo, se comenzaba a trabajar en asuntos como la nueva depuradora o el transporte urbano. El proceso pareca haber culminado con cierto xito: sin embargo, la mutua desconfianza subsisti, limitando las posibilidades de colaboracin a lo que resultaba imprescindible y jams se emprendieron iniciativas imaginativas o acordes al ritmo que las transformaciones exigen; adems, la Mancomunidad naca impulsada desde arriba, por gestiones de autoridades superiores ms que por la ref lexin participativa y democrtica y el acuerdo sincero de las sociedades locales. Cuando lleguen los momentos difciles, al rea Elda-Petrer le costar mucho competir con otros territorios mejor ver tebrados internamente, planificados como un todo; el fracaso del Plan General de Ordenacin Urbana conjunto tampoco colabor a mejorar las cosas. En los aos sesenta, el descontento poltico contra el rgimen se redujo por mltiples razones: causa esencial fue la brutal represin de cualquier disidencia ejercida en los primeros aos de posguerra, que arras todo tipo de organizacin opositora y permiti la suavizacin posterior de los aspectos ms violentos y doctrinarios; pero tambin 155La poltica eldense durante el desarrollismo (1956-1975) Los cines Lis y Rex desarr en algunos momentos pr llamado cine de arte y ensa inf luy claramente una mejora generalizada de la situacin econmica durante los aos sesenta, que increment tanto las posibilidades de trabajo como la entrada en la llamada sociedad de consumo. Si el progreso material fue evidente en el conjunto del Estado, Elda fue sin duda una de los lugares en que se hizo ms patente, hasta el punto de q ue se convirti en ejemplo de ciudad pujante para ministros como Snchez Bella en un discurso tierras murcianas en 1970, actores de fama Elda, el mejor pueblo del mundo , segn Alejandro Ulloa en 1957 e incluso polticos de Pe trer Elda, milagro espaol titula Perseguer un artculo en La Verdaden 1964, siendo corrientes las referencias a su bonanza econmica no slo en la prensa nacional sino hasta en algn artculo perdido en W ashington Posto Readers Digest . Fuerte polmica cre un artculo de la revista madrilea Desarrolloen enero de 1969 cuando, tergiversando unas declaraciones del empresario Manuel Belmar, afirm que en cualquier hogar de Elda entraba una cantidad de dinero a todas luces exagerada, por desgracia. En realidad, en los aos sesenta en buena parte de las familias obreras se accedi no slo a la vivienda en propiedad, sino al vehculo propio ( quien no tiene un coche, tiene un seiscientos deca el viejo chiste), a electrodomsticos hoy imprescindibles y, los ms afortunados, a un apartamento junto al mar muchos de ellos en Playa Lissa, una curiosa transformacin de viviendas sociales en segundas residencias o a un campo ; la letra de cambio fue casi siempre el artfice de tales milagros. Los empresarios y clases pudientes, por supuesto y pese al ambiente interclasista respirado en la ciudad, siempre disfrutaron de comodidades suplementarias, fundando entidades de encuentro como el Club del Campo o el Motoclub. Pese a ello, no era oro todo lo que reluca; las carencias y la pobreza tambin estaban muy presentes en Elda. Tal v ez, pese a eventos como los festivales de pera, las actividades culturales eran el t aln de Aquiles de la vida local: faltaban aulas suficientes para todos, persista el analfabetismo y el absentismo escolar en algunos sectores, se careca de infraestructura cultural acorde con la entidad de la ciudad y hasta bien entrados los setenta de una programacin adecuada, hasta el punto de que la comisin municipal de Cultura no se cre hasta 1972 y slo para organizar actos no para actuar estratgicamente contra las carencias. En el plano urbanstico, las deficiencias fueron gravsimas en muchos barrios a lo largo de todo el periodo; diversos reportajes de Valle sobre los barrios de los sesenta hablaban de falta de alcantarillado y pavimentacin, infravivienda o problemas de acceso en barrios como Tafalera, Caliu, Huerta N ueva, Estacin, Monte Calvario, Los Molinos... casi la mitad de la extensin residencial de Elda. Los problemas ms graves los afrontaba la poblacin gitana: en mayo de 1974 todava existan numerosas familias padeciendo el chabolismo, un 70% eran analfabetos y slo 7 estaban afiliados a la seguridad social segn un estudio de Nuevo CiudadVinalop . En esas fechas, Auxilio Social segua alimentando diariamente a casi un centenar de personas. Durante los aos en que Porta desempe la alcalda, la mayora de la poblacin eldense se mostr polticamente indiferente, ocupada en problemas ms personales o temerosa de exteriorizar sus opiniones cuando diferan de la oficial; slo una minora de obreros y universitarios manifestaba su oposicin o actuaba en consecuencia, aunq ue desde la crisis de 1973 y tras la muerte de Carrero Blanco fue aumentando rpidamente el descontento y la participacin ciudadana. La oposicin obrera comenz a mostrarse en el seno del sindicato vertical en la segunda mitad de los sesenta, como ref lejan la eleccin de J. Leal, V. Belmonte o F. Cabrera para 156HISTORIA DE ELDA El f excepcional de toda la 216poca y autor de muchas de las fo tog el momento de la muerte de Franco (Ar puestos de responsabilidad o el amago de manifestacin del 1 de mayo de 1968; en 1973 y 1974, la respuesta se acrecent frente a un plan de reestructuracin del calzado que amenazaba buena parte de los puestos de trabajo en la industria y pretenda ofrecerse a los obreros como hecho consumado, a lo que stos respondieron creando grupos de estudio y debate autnomos, cada vez ms participativos y amplios; al mismo tiempo, se organizaban protestas ante reducciones de plantilla en algunas empresas, como en Pedro Garca, o despidos de trabajadores poco dciles a la direccin, como en Gmez Rivas. En estos hechos podemos encontrar las races del futuro Movimiento Asambleario.En la oposicin poltica, durante los aos sesenta slo pareca sobrevivir el Partido Comunista, en la mayor clandestinidad. A partir de 1973, el partido fue ampliando su actividad, con grandes problemas y penalidades, como la detencin de F. Belmonte y otros milit antes de Elda-Petrer en 1974; el partido, como era llamado entonces, contaba con militantes combativos y clulas activas, pero se encontraba socialmente aislado de la mayora de la poblacin, demonizado como estaba por la propaganda franquista; tampoco pudo dirigir las reivindicaciones obreras, tanto porq ue los sindicalistas ms destacados funcionaban autnomamente como porque CCOO segua en buena medida las directrices de otro partido, el Movimiento Comunista, que tambin dispona en la comarca de militantes activ os y jvenes. Entre los grupos opositores eran mayora quienes carecan de afiliacin concreta a partido o sindicato alguno; eran centenares las personas que deseaban participar en actividades sociales o culturales ajenas al rgimen dictatorial. Por ello, a mediados de los setenta estaban presentes iniciativas en todos los mbitos. Grupos religiosos obreros comprometidos, como la HOAC y la JOC luchaban ya abiertamente por la transformacin social o poltica, participaban en los grupos de anlisis de la reestructuracin del calzado y se oponan a la actuacin preconciliar del obispo Barrachina. En el plano cultural, junto a la poca dorada de Coturno, surgan multitud de grupos de claro contenido social, como gora o Anea, con obras de Neruda o Sastre; el cine no comercial viva sus mejores aos, con un Cinefrum Pracix masivo en la Sagrada Familia, un modesto Cine Club Bergman algo ms radical o salas de arte y ensayo; incluso la propia concejala de Cultura programaba obras de Brecht, Valle-Incln, un ciclo de teatro de vanguardia o actuaciones de Tbano; se creaban clubs culturales como el Fnix. El movimiento vecinal se iniciaba en estos aos: en 1973, la Asociacin de Vecinos de La Tafalera fue pionera en la provincia y una de las primeras de toda Espaa, creando un modelo participativo que fue pronto imitado en o tros barrios, augurando la fuerza reivindicativa que lograra el movimiento ciudadano en la Transicin. Fueron t ambin los aos iniciales del feminismo local, curiosamente aglutinado en la Asociacin de Amas de Casa, que en t antos otros pueblos era una entidad de corte conservador. En diciembre de 1975, recin fallecido Franco, uno de los primeros intentos de renovacin interna del rgimen permite a los concejales elegir a sus alcaldes. En Elda, Antonio Porta renuncia a presentarse. Un concejal joven, Francisco Sogorb, es elegido en enero de 1976 frente a dos candidatos ajenos a la corporacin (Juan Navarro y Eloy Pastor); en su discurso de toma de posesin, afirma que ...hemos de dar una imagen totalmente nueva. Vamos a vivir un tiempo de modificaciones y reformas y a l hemos de atemperar nuestro estilo de Corporacin; a los pocos das, su primera visita oficial es a La Tafalera. Saba perfectamente q ue, tambin en poltica, la ciudad estaba inmersa en un cambio veloz. 157La poltica eldense durante el desarrollismo (1956-1975) Visita del alcalde, Francisco Sog era un s222mbolo del cambio de talante (Ar E n diciembre de 1973, un atentado de ETA asesinaba al almirante Carrero Blanco, considerado por todos como la garanta de la permanencia del franquismo, y poco despus se dejaban sentir las consecuencias de la crisis del petrleo, que se traduciran en un aumento de la conf lictividad laboral y social, que dificult la evolucin poltica. En enero de 1974 elabor la Guardia Civil unos informes generales sobre la situacin econmica de la provincia: en su opinin, en Elda, la acentuada crisis del calzado provocaba un clima de incertidumbre y preocupacin , estando muy descontentos los obreros con el ltimo convenio: de persistir el actual estado de cosas, se pudieran producir alteraciones del orden en fechas ms o menos prximas . Hubo, en efecto, en los primeros meses de 1974 varios expedientes de crisis y problemas en distintas empresas, entre las que dest acaba Pedro Garca, S. A.. Aunque la situacin poltica pareca totalmente tranquila y controlada por el Movimiento, ya se haban producido en algunas ocasiones siembras de propaganda de organizaciones contrarias al rgimen, como Comisiones Obreras (CCOO) y el Partido Comunista de Espaa (PCE). La polica hacia desaparecer rpidamente los panfletos lanzados y las pintadas. A finales de abril, fueron detenidos, como componentes de la direccin provincial del PCE, Fernando Belmonte Muoz, Miguel Daz Lpez y Germn Aliaga Sanbartolom, y se ocup en Elda el aparato de propaganda del partido. Sin embargo, poco despus y ante el Primero de Mayo, volvi a aparecer propaganda clandestina del PCE en Elda y otras localidades. En el verano de 1974 se cre en Pars la Junta Democrtica de Espaa (JDE), que trataba de coordinar a la oposicin para permitir una salida democrtica de la si- 159 De la dictadura a la democracia (1974-2000) FRANCISCOMORENOSEZ Dr. en Historia 27 Entierr primera v222ctima de la r policial en Espa226a tras la muerte de Franco (Ar tuacin poltica: aunque en ella figuraban tambin el Partido Socialista Popular (PSP) que diriga Tierno Galvn y el Partido del Trabajo de Espaa (PTE), as como diversos independientes, no cabe duda de que la base de la JDE eran el PCE y CCOO.En cuanto al Movimiento y al sindicato vertical, se hallaban sumidos en un sopor burocrtico, como si no pasaran los aos. En agosto de 1974, el nuevo delegado comarcal de Sindicatos de Elda, Miguel ngel Rodrguez, hablaba de armona entre capital y trabajo, y prometa llevar a cabo una poltica de puertas abiertas, mientras continuaban los cierres, expedientes de crisis y despidos en empresas del calzado como R.P.G., Ba Pont, Hijos de Jernimo Guill, Armando Moreno y Manuel Amante. Los dirigentes del sindicato vertical, aunque a veces criticaban el funcionamiento de la Organizacin Sindical, eran muy contestados desde las bases, q ue no les consideraban representativ os. La prensa denunciaba la existencia en la ciudad y sus alrededores de dos mil a tres mil trabajadores oficialmente en paro, aunque una inmensa mayora trabaja en sus casas para otras empresas . Ms adelante, en la zona de Elda y Petrer, en un slo da, el 31 de octubre, se presentaron 29 expedientes de paro tecnolgico , por fin de temporada y cambio de muestrario. De otro lado, en el barrio de La Tafalera exista ya la primera Asociacin de V ecinos de la provincia y en el verano de 1974 sus componentes se manifestaron ante el Ayuntamiento para exigir el al- cantarillado en el barrio. En gran medida, esa Asociacin deba su existencia al impulso de sectores catlicos obreristas y la polica informaba al Gobierno Civil de las reuniones de la Hermandad Obrera de Accin Catlica (HOAC), aunque se celebrasen a puerta cerrada, en alguna parroquia. En el otoo de 1974 la empresa ms conf lictiva fue Pedro Garca, constituida por capital espaol y americano (Caresa), que solicit una reduccin de plantilla que afectaba a 115 trabajadores y donde se haba producido el despido de una aparadora, declarado improcedente por la Magistratura del T rabajo: era muy tenso el ambiente en esta empresa, que era consideraba por los trabajadores como un reflejo casi emblemtico de los defectos de la industria del calzado. Ya desde los primeros meses de 1975, aparecan con frecuencia en los buzones de la localidad panf letos de organizaciones clandestinas, desde el PCE hasta Frente Revolucionario Antifascista Patritico (FRAP) y Movimiento Comunista de Espaa (MCE). La polica t ambin informaba sobre los trabajadores que destacaban en las protestas laborales, en especial contra algunos activistas hoacistas extremos . Comenzaba a ser un hecho frecuente la aparicin de pint adas y octavillas subversivas, as como alguna sentada eventual, para protestar de la prohibicin de un recital de Elisa Serna y de la detencin de Eva Forest o para convocar a una manifestacin de la oposicin democrtica en Alicante, en abril de 1975. En Elda-Petrer un ncleo de oposicin muy activo era Unidad Obrera, al que pertenecan Jos M Beltrn, Bonifacio Navarro, Santiago Poveda, Jos Leal, Manuel Juan, Rosa Pay, Pedro Rico y Mara Antonia Caro, algunos de los cuales procedan de Frankfurt y estaban ya afiliados al MCE. Tambin cercanos a ese grupo se encontraban algunos militantes de la HOAC en La Tafalera y trabajadores de la fbrica de Pedro Garca. Ya en 1975 se organiz el MCE de Elda-Petrer, que trabajara en la creacin de varias asociaciones de v ecinos, en la Asociacin de Amas de Casa, en el Club Cervantes y en el grupo de teatro gora: estaba organizado en dos o tres clulas, cada una de ellas con cinco o seis personas. Se firm a mediados de ese ao el convenio provincial del calzado, con al- 160HISTORIA DE ELDA Reuni227n inf Rex sobrOr autoralcaldes de Elda y P (Ar gunas reticencias por parte de los obreros eldenses del sector, en el que de nuevo la fbrica Pedro Garca solicit reduccin de plantilla y despidi a cinco aparadoras, que fueron apoyadas por sus compaeros. De otro lado, en junio fue despedido de la fbrica Gmez Rivas Antonio Gracia Poveda, candidato a enlace, que fue elegido sin embargo como tal por sus compaeros. Aunque los trabajadores, en realidad, andaban ya organizndose en sindicatos de clase, ajenos por completo al sindicato vertical, en las elecciones sindicales, segn fuentes oficiales, se dio una participacin masiva y el presidente del Consejo Provincial de Trabajadores, Hernando Morillo, asegur que las elecciones haban sido bastante honradas y se haban vot ado individuos, no candidaturas; eficacia, ms que popularidad; intereses, no ideas . En el verano de 1975 aparecieron en Elda numerosos panfletos lanzados por el PCE, para denunciar la situacin de Germn Aliaga, y por CCOO y el MCE, q ue tena una gran inf luencia en el citado sindicato, a favor de Garmenda y Otaegui , los dos miembros de ETA que fueron juzgados, condenados a muerte y ejecutados junto a otros militantes del FRAP, a pesar de las protestas externas e internas, que Franco ignor . Desde el aparato del Movimiento local, se apoy al rgimen en tan difciles momentos, frente a la subversin que intenta destruir las instituciones. La polica, por su parte, informaba al Gobierno Civil de sus trabajos para descubrir el ncleo propagandstico que viene actuando en dicha comarca desde hace algn tiempo y que tena gran eco en la juventud hoacista y comunista . Pese a sus esfuerzos, en esos tensos meses en que se produjo la enfermedad y muerte del dictador, continuaban apareciendo octa villas y pintadas, suscritas por el PCE, la Junta Democrtica y el MCE: ste ltimo partido lanz panf letos exigiendo la amnista y denunciando a la monarqua como continuadora del franqu ismo (El franquismo y la monarqua, enemigos del pueblo). Como en otras localidades, tambin hubo en Elda una manifestacin, en diciembre de 1975, para pedir amnista y libertad: aunque la polica hablaba en sus informes de v einte asistentes, acudieron ms de un centenar de jvenes. El primer gobierno de la Monarqua. La muerte de T efilo del Valle La confirmacin de Arias Navarro como presidente del Gobierno caus gran malestar en la oposicin y la llev a desconfiar de las promesas democrticas del rey, Juan Carlos. En Elda, la solidaridad obrera era una de las seas de identidad de la oposicin. En enero de 1976 se replante el tema del enlace sindical Gracia Poveda, al que la empresa Gmez Rivas insista en no readmitir. Sus compaeros se manifestaron en su apoyo ante la sede de Sindicatos y ante la propia empresa, y acabaron 161De la dictadura a la democracia (1974-2000) Pleno municipal en el que se deb222an a Subsidiarias del PGOU de Elda (Ar encerrndose en la iglesia de San Francisco de Sales, cuyo prroco, Francisco Coello, era uno de los sacerdotes ms comprometidos con las libertades. En un escrito de los sacerdotes eldenses, que se ley en todas las parroquias de la localidad al da siguiente, se afirmaba que, aunque no se consideraba el medio ms idneo para el dilogo el encierro en un templo, la huelga puede seguir siendo medio necesario, aunque extremo, para la defensa de los derechos y el logro de las aspiraciones justas de los trabajadores, por lo que haba que abrir cauces para que el obrero def ienda sus justas aspiraciones . A la salida de los encerrados, de nuevo ms de mil trabajadores se manifestaron hasta la empresa y el Ayuntamiento, donde les recibi el alcalde, Porta Vera, que les recomend usasen los cauces reglamentarios. Poco despus, Porta era sustituido por Francisco Sogorb en la primera ocasin en que los alcaldes eran elegidos por los concejales: en su toma de posesin, Sogorb plante la necesidad de estar a la altura del tiempo de modif icaciones y reformas que se iban a vivir en Espaa. Pero el primer gobierno de la monarqua, con personalidades como Fraga, Areilza o Garrigues en su seno, no acertaba a encauzar los deseos de libert ad del pueblo espaol y mantena una actitud autoritaria absolutamente inapropiada para una posible evolucin. A ello se una el hecho de que la oposicin iba aumentando su organizacin: a la Junta Democrtica se uni el Consell Democrtic del Pas Valenci, que constituan PSOE, MCPV, Uni Democrtica del Pas Valenci (UDPV), UGT, Partit Carl Valenci (PCV), Partit Socialista dAlliberament Nacional (PSAN) y Unin Sindical Obrera (USO). Ambas organizaciones de la oposicin se uniran, en la primavera de 1976, en la Taula de Fores Poltiques i Sindicals del Pas Valenci. En febrero la situacin laboral era muy conf lictiva en toda la provincia y, en concreto, en Elda se estaban produciendo diversas movilizaciones en el curso de la negociacin del convenio del calzado. Los obreros pedan una jornada laboral de cuarenta horas en cinco das, treinta das de vacaciones y que el sindicato sea totalmente obrero , entre o tras cosas. Hubo desde el da 9 de ese mes concentraciones ante el local del sindicato vertical en las que se pidi la dimisin de los componentes de la UTT de la Piel por haber hecho caso omiso de unas reivindicaciones que estaban apoyadas por unas quince mil firmas de trabajadores. Ante las trabas del sindicato vertical a las reuniones y asambleas obreras, los trabajadores se reunan en la plaza de Castelar. As las cosas, el da 23 de febrero se concentraron cerca de dos mil trabajadores ante la Organizacin Sindical de Elda, vigilados por tres jeeps y dos autobuses de Polica Armada: de all se dirigieron en manifestacin, con una pancarta en que se peda un sueldo base de cinco mil pesetas y un sindicato obrero, hasta la plaza de Castelar, donde se encontraban unas dos mil quinientas personas, a las que una comisin inform de sus fracasadas gestiones para conseguir un local donde reunirse para discutir el convenio. Despus, se dirigieron hacia Petrer, gritando EldaPe trer, unidos otra vez, Por un Sindicato obrero y Fuera el sindicato vertical, y cuando se acercaban a la sede de Sindicatos, una carga de la polica los dispers, dado el carcter tumultuario de la manifestacin y debido al hecho segn la polica de que se lleg a lanzar piedras contra la fuerza pblica. El da 24, volvieron a reunirse los obreros en la plaza de Castelar y volvi a intervenir la fuerza pblica, que realiz varias cargas tanto en la plaza como en el barrio de San Francisco de Sales y el polgono 162HISTORIA DE ELDA Los Re Elda en plena transici227n pol222tica a la democracia (Ar EMIDESA). de La Almafr. Los trabajadores consiguieron reunirse en la parroquia de San Francisco, donde se llev a cabo una asamblea en la que se denunci que ni Elda ni Petrer tenan representantes en la discusin del convenio y que la plataf orma reivindicativa presentada por la base haba sido rechazada. Mientras, segua patrullando la Polica Armada. Esa misma noche del 24 de febrero aunque la noticia no apareci en la prensa hasta el jueves 26 result muerto por disparos de un miembro de la P olica Armada el joven trabajador Tefilo del Valle. El Gobierno Civil public una insultante nota oficial en la que, adems de afirmar que las manifestaciones que se venan realizando haban derivado del pacifismo inicial a una creciente agresividad, daba cuenta de que, cuando ya la Polica Armada se dispona a regresar a Alicante, uno de sus vehculos fue atacado con piedras y otros objetos contundentes, por los que la fuerza pblica se detuvo para repeler la agresin por los medios disuasorios ordinarios y propios para estos casos . Sin embargo, segua la nota, al sonar algunos disparos, hubieron de hacer uso de sus armas y result muerto, en la calle Emrito Maestre, al final de la de San Roque, Tefilo del Valle, un joven de veinte aos de edad, del que el Gobierno Civil daba, adems, determinados antecedentes policiales. Todo indica que el relato de los hechos del Gobierno Civil faltaba deliberadamente a la verdad y que la Polica Armada, que ya haba guardado los medios de disuasin ordinarios , utiliz de buenas a primeras sus armas, sin que se hubiese efectuado ningn disparo contra ella. El Juzgado de Instruccin dispuso la prisin preventiva para el agente que dispar, que pasara despus a la autoridad judicial militar. El da 25, cuando se supo la noticia, hubo paros de distinta duracin en algunas fbricas de Elda, guardias civiles custodiaban el Ayuntamiento y el alcalde, Francisco Sogorb, y varios concejales marcharon a Madrid, para entrevistarse con el Ministro de la Gobernacin, Fraga Iribarne. Por la tarde, una gran cantidad de trabajadores y vecinos de Elda y Petrer unas diez mil personas asistieron al entierro de Tefilo del Valle, producindose escenas de una emotividad inenarrable , mientras la Guardia Civil, que un principio controlaba los accesos al cementerio, se retiraba para evi- t ar tensiones y vigilaba los accesos a Elda. Hubo una nueva asamblea en San F rancisco de Sales donde se acord parar al da siguiente, en seal de respeto por nuestro compaero y se recomend abandonar la calle como lugar de reivindicacin. La muerte de Tefilo del Valle suscit la indignacin general entre la oposicin alicantina: hubo en Alicante, Monvar y Petrer manifestaciones, asambleas en las fbricas y huelgas en los centros docentes. En Elda, se celebr el funeral por Tefilo del Valle: de nuevo, la Guardia Civil control los accesos a la ciudad, pararon la mayora de las fbricas, cerraron muchos comercios y cerca de v einte mil personas incluida la corporacin municipal, salvo la comisin que haba ido a Madrid abarrotaron el templo de San Francisco de Sales y sus inmediaciones. Despus, tras una homila del padre Coello y unas palabras de Pepi Zamora, todos, en silencio, acompaaron a la familia al cementerio. Elda, pues, vivi de forma casi unnime el da de luto decretado por los trabajadores. El alcalde de la ciudad dio el psame a la familia de Tefilo, en nombre propio y en el del ministro Fraga, y dirigi una carta abierta a sus conciudadanos pidindoles unin para salir de esa pesadilla lo antes posible. Los acontecimientos polticos se sucedan con rapidez: se celebr en la primavera una emotiva cena para celebrar la libertad de los miembros del PCE Belmonte y Aliaga, mientras en las fbricas los despidos como los sucedidos en Celme eran contestados de inmediato por los trabajadores, que se movilizaban en solidaridad con los compaeros: de paso, se reclamaba la formacin de un Sindicato Obrero . El primero de Mayo de 1976, unas doscientas personas se manifestaron, bajo una persistente lluvia, desde las cercanas del Instituto Azorn y, tras visitar la tumba de T efilo del Valle, intentaron llegar a la plaza de Castelar, pero fueron interceptados por la Guardia Civil, por lo q ue, tras un nuevo intento de agruparse en el Mercado de Abastos, se dispersaron. Los manifestantes pedan amnista, libertad, un sindicato obrero y un puesto de trabajo para todos , y la Guardia Civil retir algunos carnets de identidad. Se iban organizando los distintos partidos y sindicatos, como el PSOE y 163De la dictadura a la democracia (1974-2000) CCOO, que celebraba asamblea en Elda y Petrer y lanzaba una campaa de bonos. Por estas fechas se cre el Frente Obrero Unido, que agrupaba a unos quinientos trabajadores y trabajadoras de Elda, Petrer y Monvar para clarificar y unir las aspiraciones de la clase obrera en torno al problema sindical. El FOU, impulsado desde sectores cristianos y marxistas, rechazaba de plano el sindicato vertical, apostaba por un funcionamiento asambleario y abundaba en la necesidad de construir un autntico sindicato obrero , en el marco de la consecucin de las libertades bsicas como el derecho de reunin, expresin, manifestacin y huelga . En cuanto a las Asociaciones de Vecinos, se unieron a la ya existente de La T afalera las creadas en las barriadas de Las Trescientas, Caliu, Huerta Nueva, La T orreta y El Sapo, as como La Frontera, en Petrer: opinaban sobre el Plan comarcal de Ordenacin Urbana y, posteriormente, sobre las Nuevas Normas U rbansticas de la ciudad. Multiplicaban sus actividades en lo que las autoridades consideraban una tctica comunista pero con apariencia de PSOE R . de cara a constituir una base para las elecciones, a partir de charlas sobre derechos laborales, temas de educacin, sex ologa, etc. La reforma poltica de Adolfo Surez En el verano de 1976, Juan Carlos I, comprendiendo que el gobierno de Arias Na varro no llevara a cabo el trnsito hacia la democracia, le sustituy por A dolfo Surez. Mientras tanto, en Elda seguan los actos polticos: la presentacin de la revista Dos y Dos en la Librera Martn Fierro; una conferencia de Ral Morodo, que reivindicaba cuatro requisitos indispensables para poder hablar de democracia: amnista, libert ades polticas, sindicato obrero y autodeterminacin; y la autorizacin del primer acto conjunto de la oposicin democrtica de Elda y Petrer, que se celebr en esta ltima localidad, con numerosa asistencia e intervencin de div ersos representantes de las fuerzas de la oposicin. Partidos y sindicatos ilegales continuaban ganando parcelas de libertad. CCOO celebraba su primera reunin a la luz pblica con la presencia de 36 dirigentes de sus organizaciones de la provincia, que pidieron las libertades democrticas sin excepciones, la amnista total y un sindicato unitario, obrero y democrtico; se constitua una mesa sindical, compuesta por el FOU, USO y UGT, para buscar la unidad del movimiento obrero en funcin de las necesidades q ue en este momento tiene toda la clase trabajadora; el Movimiento Democrtico de Mujeres anunciaba su organizacin en Elda-Petrer; hubo charlas sobre la autonoma valenciana en el Club Cervantes y se constituy la Asamblea Democrtica. Seguan los habituales problemas de las empresas y en menos de un mes cerca de cuarenta de ellas present aron solicitud de paro tecnolgico. Desde el Gobierno Civil se mantena una actitud discriminatoria y contradictoria a veces en relacin con los partidos y sindicatos: la UGT pudo celebrar su Semana en la ciudad, con asistencia de Nicols Redondo, pero a CCOO se le prohiba poco despus un acto. Seguan las detenciones, como las de cuatro miembros del MCPV acusados de propaganda de una organizacin ilegal . Frente a estos grupos minoritarios y muy activos, la mayora de la poblacin permaneca expectante y al margen: en cierto modo, deseaba un cambio, pero sin arriesgar demasiado por l. Para el da 12 de noviembre los sindicatos haban convocado una jornada de lucha. En el curso de una asamblea comarcal de CCOO, celebrada en el cine Coliseo, el ilicitano Justo Linde anim a tomar parte en esa jornada y junto a Jos Mara Beltrn y Rosa Pay fue lla- 164HISTORIA DE ELDA Adolf re ol222tica desde dentr del sistema. En la f acto pol222tico en Elda en 1978, junto a Esther Padial y Roque Calpena (Ar mado a declarar a comisara: se le impusieron multas a l y a Rosa Pay, que alegaron insolvencia. La Coordinadora Unitaria Sindical (CUS) que agrupaba a UGT, CCOO, USO y FOU convoc asambleas en fbricas y se acord parar en el sector de la Piel durante una hora, ese 12 de noviembre. En la comarca pararon unos catorce mil obreros y fueron detenidos siete de ellos que f ormaban parte de un piquete, as como o tros jvenes en das posteriores: de nuevo hubo concentraciones, asambleas en la parroquia de San Francisco de Sales y entrevistas con alcalde, el juez y la Guardia Civil para conseguir su puesta en libertad. Pese a toda esta actividad de la oposicin democrtica, continuaban los hbitos del antiguo rgimen y la Jefatura local del Movimiento organizaba en noviembre un funeral por Franco. Cuando se convoc, para diciembre de 1976, el referndum para la Ley de Reforma Poltica, la oposicin democrtica denunci la falta de libertades existente. La Verdadpublic una carta de once personas que haban sido designadas en Elda para las mesas del referndum, al que no consideraban democrtico, porque no haba existido libertad de expresin: los comunicantes aseguraban estar deseosos de acudir a las urnas, pero dentro de un sistema democrtico y de verdadera participacin popular. Tambin fueron detenidos algunos miembros de la Taula, por hacer propaganda por la abstencin y se prohibi un acto en el Polideportivo. La prensa, sin ocultar lo ms mnimo su apoyo a la reforma con titulares tales como Maana, referndum. Todos a votar, dio la palabra a algunos miembros de la oposicin democrtica que propona la abstencin ante la falta de libertades. P ero no se autorizaron los actos en def ensa de esa postura y el referndum fue organizado desde las filas del propio Movimiento. La oposicin hubo de limitarse a la propaganda clandestina y apenas pudo inf luir en los resultados de la consulta que, como era de esperar, supuso un abrumador apoyo a la ref orma emprendida por Surez. El difcil camino hacia las elecciones A finales de 1976, el PCE reparta carnets entre sus afiliados, USO se pre- sentaba en la ciudad, con sus dirigentes Zufiaur, Malea y Corell, el PSOE celebraba un acto de afirmacin socialista y la CUS expona su postura ante la ref orma sindical. Ya en enero de 1977, la oposicin democrtica present en la alcalda escritos de protesta por la mat anza de Atocha y otros sangrientos sucesos que estaban ocurriendo en Madrid. Desde el Gobierno Civil se toleraba la actuacin de la UGT que constitua su Federacin Provincial de la Piel y se pona dificultades al desarrollo de CCOO, cuyo dirigente Julin Ariza no pudo pronunciar una charla en la ciudad, aunque se reuni con militantes del sindicato en el camino de Cat, en una merienda que interrumpi la fuerza pblica. En esos momentos, desde el poder, se diferenciaba perfectamente entre unas y otras opciones polticas, amparando la organizacin de unas y obstaculizando 165De la dictadura a la democracia (1974-2000) Mitin del PSOE en la polidepor las elecciones generales de 1977 (Ar Elecciones generales, las primeras democr207ticas, en Elda el 15 de junio de 1977 (Ar EMIDESA). todo lo posible otras, pues era necesario mediante esa poltica discriminatoria ganar tiempo ante las elecciones, para poder oponer una derecha organizada a los partidos de izquierdas, e incluso, para que hubiese dentro de la izquierda alguna alternativa al PCE, que no sera legalizado hasta el Sbado Santo de 1977. Tambin desde el Gobierno Civil se ponan trabas al desarrollo de las Asociaciones de Vecinos, consideradas un instrumento de la izquierda: y de ese modo, seguan sin ser aprobados los Estatutos de la Asociacin de Jos Antonio y Adyacentes y la Asociacin de la Estacin no poda celebrar una asamblea por imponderables . La CUS acordaba, en febrero, impulsar la negociacin del convenio del calzado al margen del sindicato vertical, mediante la eleccin, en asambleas de fbricas, de legtimos representantes de la clase trabajadora. Adems, se pas entre las bases una encuesta sobre puntos a incorporar a la plataforma reivindicativa; entre ellos figuraban la amnista laboral, treinta das de vacaciones, cuarenta horas semanales de trabajo, derecho a celebrar asambleas en las fbricas y una revisin salarial ajustada a la realidad actual . Por su parte, los empresarios comenzaron a organizarse con la ayuda de la PYME del Pas Valenciano, convencidos de que la sindicacin libre es el nico vehculo que puede resolver los problemas de la pequea y mediana empresa . Mientras el gobierno y la oposicin democrtica negociaban la convocatoria de unas elecciones generales y cada fuerza poltica, an en la ilegalidad, trat aba de prepararse para esos comicios, la tolerancia gubernamental alternaba con la represin, en un ambiente de gran confusin y as fue prohibido un mitin previsto para primeros de febrero en Elda por el PSOE, donde se iba a tratar de los problemas de la juventud y la lnea poltica de las Juventudes Socialistas. Y seguan las detenciones de miembros del PCE o de los libertarios Renacer Rodrguez y Eutropio Snchez, acusados de intentar reorganizar la FAI, en Barcelona. Pero poco a poco se iban conquistando parcelas de libertad: UGT celebr sin problemas un Pleno Nacional para constituir las Federaciones de T extil y Confeccin, Cuero y Calzado, y el Frente Obrero Unido pudo reunirse en el local de Sindicatos para discutir di- v ersos aspectos del convenio del calzado, la revisin del salario mnimo interprofesional y la problemtica laboral en general. De hecho se estaban poniendo las bases del que sera el futuro Movimiento Asambleario. Con motivo de una manifestacin en recuerdo de la II Repblica, fueron detenidos tres jvenes eldenses por colocar, en la Plaza de Castelar, una bandera republicana: fueron puestos en libertad poco despus. Al mismo tiempo, casi un centenar de mujeres de Elda y Petrer, integradas en Asociaciones de Vecinos, MDM y grupos autnomos, preparaban una encuesta sobre la situacin de la mujer en la comarca. En abril continuaba el proceso de preparacin del convenio del calzado: a primeros de mes se celebr en el Polideportivo una asamblea multitudinaria en la que se inst a todos a potenciar la figura de los delegados de fbrica, dada la escasa representatividad actual de las centrales sindicales . A mediados de mes fue nombrada una comisin negociadora del convenio, que componan doce trabajadores, elegidos en una asamblea de delegados de fbrica que representaban a siete mil trabajadores de Elda, Petrer y Monvar, en un acto que el periodista Mira Candel calific como uno de los acontecimientos ms significativ os producidos en el contexto sociolaboral en los ltimos lustros. En el Primero de Mayo varios cientos de trabajadores se congregaron ante el estadio municipal y trataron de manifestarse hasta la plaza de Castelar, con pancartas Unidad, socialismo, autogestin y libertad, Viva el Primero de Mayo y gritos Libertad sindical, siendo disueltos por la Guardia Civil, aunque algunos se dirigieron hacia Petrer y visitaron la tumba de Tefilo del V alle. Poco antes se haba prohibido un acto de la UGT con Garnacho, en el Polideportivo, por lo que los trabajadores lo llevaron a efecto en la Casa del Pueblo. El panorama sindical era confuso en Elda: adems del movimiento de prof esores de EGB que pronto desembocara en la creacin del Sindicat de Treballadors de lEnsenyament del Pas Valenci (STEPV) y de los Profesores No N umerarios, que tenan su propia organizacin unitaria, existan unas fuertes Comisiones Obreras, una UGT que iniciaba, al comps del PSOE, su implantacin y una Confederacin Na- 166HISTORIA DE ELDA cional del Trabajo (CNT) de escasa fuerza: la mayora de los trabajadores, aunque interesados en sus problemas laborales, no pertenecan a ninguna central sindical. Poco despus, se presentaban los resultados de la encuesta sobre la plataforma reivindicativa para el convenio del calzado, ante ms de tres mil personas, en el Polideportivo, en un ambiente de unidad. Roq ue Miralles, Jos Leal y Fernando Cabrera se perfilaban ya como los dirigentes de este movimiento. El 28 de mayo se reunieron en la Asociacin de V ecinos de La Tafalera cincuenta representantes de seis poblaciones de la provincia Elda, Petrer, Sax. Monvar, Elche, Villena y de la vecina Almansa, para concretar dieciocho puntos que habran de servir de base a la negociacin del convenio colectivo del calzado: se design una comisin de trece personas cuatro de Elche, tres de Elda, dos de Petrer, y una de Villena, Sax, Monvar y Almansa para negociar. Mientras tanto, desde el 24 de mayo, se desarrollaba la campaa electoral para las elecciones generales, sin incidentes. Hubo mtines de los distintos partidos que se presentaban, con mayor o menor afluencia de pblico: entre ellos destac un mitin del PSP por la intervencin de Vidal Beneyto. El Frente Obrero Unido de Elda y Petrer pidi el voto para la candidatura de Demcrat as al Senado, que componan Andgar, Bevi y Mateo, que seran elegidos senadores, junto al eldense Roque Calpena, por Unin de Centro Democrtico. A las elecciones se presentaron quince partidos: la derecha se articulaba en torno a Alianza Popular (AP) que agrupaba al franquismo sociolgico y a la recin organizada UCD; adems, se presentaban diversos partidos que reclamaban la herencia del falangismo Alianza Nacional del 18 de Julio, FE y de las JONS, FE Autntica, FE Independiente, Crculos Jos Antonio y una oferta democristiana que una a UDPV y a Izquierda Democrtica. En cuanto a la izquierda, se presentaban el PCE el nico partido que contaba con una cierta presencia en la ciudad desde el tardofranquismo, el PSOE renovado que se iba constituyendo a marchas forzadas, como en el resto del Pas V alenci, mientras que el PSP, el Partit Socialista del Pas Valenci o el PSOE Histrico no disponan de efectivos. Adems, acudieron a las urnas, en coalicin o bajo la forma de agrupaciones electorales, partidos de extrema izq uierda como el MCPV, la Organizacin Revolucionaria de Trabajadores (ORT) o el PTE, aunque los dos ltimos apenas tenan presencia en la ciudad. La prensa local seal que en la jornada electoral haba triunfado la tranq uilidad y el civismo. En estos comicios, lo general se impuso claramente a lo particular: es decir, la influencia de la televisin y los medios de comunicacin fue mucho ms decisiva que la labor realizada durante la campaa y durante los ltimos aos por cada una de las fuerzas polticas. Como en toda la provincia, los grupos mayoritariamente vot ados en Elda fueron el PSOE y UCD, seguidos a mucha distancia por el PCE y AP. El resto de las opciones polticas obtuvo resultados mnimos y muchas de ellas iran poco a poco desapareciendo. Los concejales eldenses reconocieron q ue esos resultados les situaban en una situacin incmoda y pedan elecciones municipales cuanto antes. El movimiento asambleario El 4 de junio los trabajadores del calzado iniciaron los primeros contactos con los empresarios y en el local de la Asociacin de Vecinos de La Tafalera se les entreg la plataforma reivindicativa. El primer problema al que se enfrent la comisin obrera negociadora fue el de conseguir su reconocimiento 167De la dictadura a la democracia (1974-2000) Esquema b207sico de funcionamiento del Movimiento Asambleario (Realizado por Francisco Mart222nez Na como nico interlocutor vlido en la discusin del convenio. Al principio, la patronal aleg que alguna central sindical (UGT) haba mostrado tambin inters en participar. El 20 de junio una asamblea de cinco mil obreros, en Altabix (Elche), acord la huelga inmediata, mientras que en Elda se decida celebrar asambleas de fbrica al da siguiente para consultar a las bases sobre el tema. Sin embargo, una asamblea celebrada en el Estadio Municipal de Elda, con asistencia de entre ocho mil y diez mil obreros, acord aplazar la huelga porque la Federacin de Industriales del Calzado de Espaa (FICE) haba reconocido como interlocutor al Movimiento Asambleario y haba aceptado iniciar las negociaciones del convenio, pues queran negociar con las fuerzas verdaderamente representativas. Los asistentes agradecieron pblicamente a CNT, USO y CCOO su apoyo al Movimiento Asambleario. En otra asamblea multitudinaria de trabajadores que, a fines de junio, se celebr en el Polideportivo de Elda, Fernando Cabrera inform de las primeras entrevistas con la patronal, que aleg estar a la espera de una reunin de la FICE en Madrid para no entrar en negociaciones. Se fij entonces la fecha del 12 de agosto como tope para iniciar esas negociaciones y la vspera, en una reunin de ms de cuatro mil personas, en el Polideportivo de Elda, los trabajadores decidan ir a la huelga como forma de presin durante la negociacin del convenio, aunque sin resolver todava si la haran por cauces legales o no. El 16 de agosto, unos seis mil trabajadores, reunidos en el estadio municipal, recibieron informacin de los contactos habidos con compaeros de Zaragoza y Baleares, y acordaban ir a una huelga legal a partir del da 24, si antes no se iniciaban las negociaciones del convenio, pues la FICE segua alegando la dificultad de decidir sobre sus interlocutores. Pero en Elche, 230 representantes de fbricas se reunieron en el seno del Movimiento Asambleario y decidieron llevar a la prctica el acuerdo adoptado en una asamblea celebrada en el campo de Altabix: convocar una huelga al margen del Ministerio de Trabajo, a partir del 22 de agosto, es decir, dos das antes de la fecha indicada por los compaeros de Elda y su comarca para iniciar la huelga legal, en la que iban a participar 391 empresas de la comarca de Elda, Sax, Petrer, Villena y Novelda, adems de o tras situadas en Almansa y Yecla. Ese lunes 22 de agosto FICE haba convocado en Madrid a los represent antes de los trabajadores para discutir el convenio y el Movimiento Asambleario del Medio Vinalop envi a la reunin a varios representantes, acompaados de sus asesores jurdicos, Candela y Lpez Tarruella. Pero ese mismo da, desde primeras horas de la maana, grupos de trabajadores fueron acudiendo al estadio de Altabix, donde se celebr una asamblea con asistencia de ocho mil obreros y obreras, a los que se inform de que la huelga haba sido seguida por el 80% de las fbricas locales, lo que supona entre diez mil y catorce mil trabajadores. Piquetes de trabajadores y la Polica Armada, desplazada desde Murcia y Alicante, se enfrentaron desde medioda y cuando se estaba informando, por la tarde, de q ue la patronal haba aceptado, en Madrid, al Movimiento Asambleario como nico interlocutor vlido, alguien denunci que no se haba parado en La Zapatillera (INCASA), por lo que se organiz una manifestacin de unas trescientas personas que se dirigieron a esa fbrica: hubo una carga de la Polica Armada, que dispar unas bolas de goma que alcanzaron a varios trabajadores e hirieron de gravedad a un joven, Andrs Rodes, en la cara. Hubo entonces momentos de gran tensin, teniendo que realizar grandes esfuerzos los comisionados del Movimiento Asambleario para calmar la indignacin de los trabajadores. En Elda, Roque Miralles, Cabrera y Tornero informaron del xito obtenido en Madrid y cuando, en efecto, pareca que se iba a desconvocar la huelga, las noticias tradas desde Elche por otros compaeros sobre la actuacin de las Fuerzas de Orden Pblico decidieron a los trabajadores a ir a la huelga en solidaridad con sus compaeros agredidos. As lo acord una asamblea de diez mil trabajadores, reunidos en el Estadio Municipal, mientras los empresarios hacan saber su decisin de no iniciar conversaciones mientras la gente est en huelga . El 24 de agosto, tercer da de la huelga, el paro fue total en Elche, Villena, Aspe, Sax y Monvar, salvo en algunas pequeas empresas de difcil localiza- 168HISTORIA DE ELDA cin, y los trabajadores se reunieron en asambleas multitudinarias. En Elda, sin necesidad de que interviniesen piquetes, pararon 19.000 trabajadores y 6.000 en Petrer, en orden total y en un ambiente de gran serenidad . El cuartel general del Movimiento Asambleario de toda la provincia estaba instalado en el local de la Asociacin de Vecinos de La Tafalera y all se estim que el paro afectaba a 47.500 trabajadores. El 25 de agosto una asamblea de mil quinientos fabricantes reunida en el Hotel Meli, de Alicante, acordaba negociar con el Movimiento Asambleario slo si ste era capaz de restablecer el orden a que se haba comprometido. En Elda prosigui, con normalidad, la huelga: casi quince mil trabajadores y trabajadoras se reunieron en el Estadio por la maana y por la ta rde, escucharon a representantes de Villena, Almansa, Petrer, Elche, Sax y Monvar que informaron de que el paro alcanzaba al 98% del sector y recibieron noticias optimistas sobre la marcha de las negociaciones en Valencia, a pesar del acuerdo de la FICE de no tratar del convenio mientras durase el paro. Comenzaron a funcionar distintas comisiones para recabar ayuda econmica y para informar en diversas localidades de la provincia y de Valencia. El viernes 26 de agosto volvieron a reunirse empresarios y trabajadores en V alencia: aunque los empresarios insistan en su postura de no negociar mientras no se volviese al trabajo, los obreros plantearon que se negociaran al menos cinco puntos del convenio: vacaciones de treinta das naturales, dos pagas extras de treinta das pagaderas incluso durante el servicio militar, reconocimiento del principio de igual trabajo, igual categora, igual salario , jornada laboral de cuarenta horas semanales en cinco das y pago del 25% de salario por la empresa, en caso de enfermedad. Al mismo tiempo, en Elda, se concentraron en el campo de ftbol quince mil trabajadores en asambleas celebradas por la maana y por la tarde: igualmente, se inf orm de la marcha del conf licto y tambin se recibieron nimos y adhesiones de compaeros de otras localidades. Mientras tanto, los fabricantes del Valle de Elda ya haban presentado, casi en su totalidad, el expediente de cierre patronal y la patronal de Elche hizo pblico un comunicado en que reclamaba sensatez y considera inasumibles los au- mentos salariales que peda el Movimiento Asambleario. Al cumplirse la semana de huelga, el sbado 27 la patronal informaba de su decisin de romper las conversaciones y se ratific en cuatro puntos: reconocer la representatividad del Movimiento Asambleario, autorizar asambleas fuera de las horas de trabajo en las fbricas, conceder dos horas de permiso a los representantes de fbrica y no negociar en tanto se mantuviese la huelga. En Elda hubo dos nuevas asambleas en las que se ley un telegrama del alcalde Sogorb, enviado a Las Provincias , en q ue se desmentan algunas informaciones que aseguraban que los obreros haban volcado varios camiones. En general, la prensa de todo tipo admita y elogiaba el orden y la serenidad reinante en el Movimiento Asambleario. Hubo un intento de mediacin de los alcaldes de Elda y Petrer, as como de los parlamentarios alicantinos, reunidos en la Diputacin Provincial. En Elda, hubo asamblea y festival popularel domingo 28 y una asamblea el lunes 29 donde se inform de la marcha de la huelga y en la que ya se escucharon las primeras voces discrepantes, que proponan volver al trabajo si la patronal aceptaba los citados puntos bsicos. En opinin del Gobierno Civil en sus inf ormes a Madrid haba cansancio ante la huelga y representantes de partidos y centrales sindicales hacen intentos de que determinadas personas acten para moderar 169De la dictadura a la democracia (1974-2000) Octa Asambleario asamblea en el campo de f234tbol (Ar las respectivas posiciones, aunque es el contacto directo representantesamplia base lo que dificulta el entendimiento . El 30 de agosto en Elda, otra multitudinaria asamblea acordaba negociar cinco puntos antes de volver al trabajo y mantener la huelga. Por su parte, la FICE emiti un comunicado expresando su predisposicin a negociar, pero slo si se volva al trabajo, y propona al Movimiento Asambleario que esa decisin se vot ase en las fbricas y por votacin secreta. Al parecer, en Elda, haban disminuido las ventas en el mercado de abastos entre un 30 y un 50%, algunos huelguistas haban tenido que retirar ahorros de sus bancos y cajas, y en la sexta hoja inf ormativa de los trabajadores se recordaba que cada caso de necesidad debe plantearse a sus representantes de empresa, y stos a la asamblea de representantes de modo que se le suministraran, a quienes lo necesitasen, manzanas, patatas, arroz, huevos, leche, galletas, azcar, alubias, garbanzos, lentejas y atn. El 31 de agosto por la tarde se rompieron las negociaciones del convenio del calzado, que se celebraban en la AISS de Valencia, al exigir la patronal la reincorporacin al trabajo para sentarse a negociar. Por la maana, se haba celebrado una asamblea en Elda, ciudad q ue, segn la prensa, iba perdiendo su natural fisonoma , con comercios, bancos, bares y cafeteras casi desiertos. Y el 1 de septiembre una asamblea de unas doce mil personas, celebrada por la maana en el estadio municipal de Elda, escuch los informes de Roque Miralles, Leal y T ornero sobre las diversas posibilidades que se abran con la ruptura de las negociaciones: o bien, mantener la huelga, o bien aceptar la declaracin de conf licto colectivo y la mediacin de la Administracin, es decir, un laudo. Hubo varias intervenciones, pero solamente una joven, que perteneca al PCE, se manifest a favor del final de la huelga y discuti el sistema de votaciones, proponiendo que o bien se hiciese por fbricas o bien en la asamblea vespertina, por tener ms asistencia. La asamblea, sin embargo, vot de forma aplastantemente mayoritaria, casi unnime, la continuacin de la huelga: adems, se ampliaron los cinco puntos principales de las reivindicaciones. Segua funcionando bien la caja de resistencia, con aportaciones incluso de comerciantes de muchas ciudades zapateras. Sin em- bargo, los abogados asesores del Movimiento Asambleario, Candela y Lpez Tarruella ambos cercanos al PCE adver tan que la nica va posible era el arbitraje. Roque Miralles inform de la reunin con el Gobernador Civil en otra asamblea, en Elda, a la que asistieron entre catorce mil y diecisis mil personas: en ella, Felipe Tornero sali al paso de ciertos rumores sobre la actitud de las centrales sindicales ante el conf licto, q ue consider maniobras de la patronal para dividir a los obreros, y como responsable de CCOO en la zona, asegur q ue su sindicato segua apoyando al Movimiento Asambleario. En la prensa y en las declaraciones de partidos y sindicatos, de forma ms o menos velada, comenzaban a aparecer algunas crticas al mantenimiento del conflicto y muchos recordaban que haba sido un un hecho ajeno a las intenciones laborales y reivindicativas, es decir, la intervencin en Elche de la polica, el que haba precipitado el conf licto. El viernes 2 de septiembre hubo en el Ministerio de Trabajo, en Madrid, nuevas reuniones negociadoras, mientras en Elda reinaba cierta confusin y se hablaba ya del laudo. La caja de resistencia haba superado ya el milln de pesetas y seguan llegando muestras de solidaridad. Para el Gobierno Civil, eran ya evidentes los signos de cansancio ante la huelga, aunque tambin haba intentos ya claros de acciones amplias de apoyo y de posible siembra de violencia desde grupos extremistas . Al mantenerse en Madrid las posiciones tanto de obreros como de empresarios, la Administracin dict un laudo claramente desfavorable para los trabajadores, tal vez para no sentar precedentes ante la convulsa situacin labor al del pas : se fijaban las vacaciones en cuatro semanas, se igualaban los salarios de trabajadores y trabajadoras y haba algn aumento, que en algn caso llegaba al 25%. Roque Miralles calific, en un primer momento, de vergonzoso al laudo, que algunos empresarios reconocan que no poda convencer a los trabajadores . Segn Mira Candel, que sigui en Madrid los acontecimientos, el conf licto se haba convertido, por el desarrollo mismo del Movimiento Asambleario, de un mero conflicto de provincias en un problema de resonancias nacionales y los partidos de izquierda teman que se produjese un fenmeno de desestabili- 170HISTORIA DE ELDA zacin poltica. Si Leal haba calificado el laudo de ilegal y de acto fascista, que solo pretenda romper la unidad de los trabajadores, en una asamblea matutina celebrada en Elda, el propio Roque Miralles, que inform a la asamblea reunida por la tarde, a la que asistieron veinte mil personas, propuso la vuelta al trabajo a partir del lunes, pero entrando en las fbricas con la cabeza alta, sin sentirnos ni derrotados ni vencidos, siempre y cuando los patronos aceptasen algunas mejoras en Alicante. El incremento salarial obtenido era de casi un 25% neto sobre el sueldo base y hubo algunas otras concesiones de escasa importancia, pero Roque Miralles inform de que haba solicitado a la direccin de la FICE que aceptase, al margen del laudo, un 30% de aumento, vacaciones de 30 das laborables, amnista laboral total y ausencia de represalias, jornada laboral de 42 horas semanales y otras reivindicaciones. Y se dijo que los empresarios se reuniran el domingo, en el Hotel Meli de Alicante, para contestar a esos planteamientos y los trabajadores lo haran el lunes por la maana. El lunes 5 de septiembre se volvi al trabajo. Elche, que haba votado la continuidad de la huelga, se sum al acuerdo del resto de localidades zapateras y en Elda, la decisin se tom en una asamblea celebrada por la tarde en el Estadio Municipal, despus de que por la maana quince mil trabajadores acordasen llevar a cabo votaciones en las empresas: 5.133 personas se inclinaron por la vuelta al trabajo y 1.389 en contra, pero hubo al menos tres mil trabajadores que ni siquiera votaron. Los dirigentes del Movimiento Asambleario pidieron unidad y vigilancia ante cualq uier represalia. Hubo muchsimas opiniones y valoraciones de esta huelga. Un grupo de treinta sacerdotes peda perdn por no haber sabido compartir el dolor y la lucha de los trabajadores, y criticaba a q uienes no comprendan los valores de entrega, unidad, generosidad y sacrificio de q ue haba hecho gala el mundo obrero. El comit ilicitano del PCPV expona sus razones para aconsejar el final de la huelga que, en su opinin, haba llegado a un callejn sin salida: ante esta situacin, un partido obrero responsable no puede por menos que denunciar estas estrategias, aunque esto le valga las crticas de sect ores izquierdistas que han demostrado so- bradamente su irresponsabilidad , afirmaciones que fueron muy criticadas. Y por su parte, el Gobierno Civil estim que en este conflicto los partidos legalizados y sus representantes haban sido rebasados por los del Movimiento Asambleario y haban perdido adeptos por su pragmatismo en defensa de los intereses generales, que son los de entrar a trabajar sin merma del derecho a mejorar su situacin laboral . Para otros muchos, en cambio, el Movimiento Asambleario constituy una experiencia inolvidable de lucha obrera: no cabe duda de que, aunque subyaca una poltica reformista en definitiva, se discutan las mejoras de un convenio, hubo unas formas y una esttica casi revolucionarias. La celebracin de las Fiestas en Elda fue, segn la prensa, triste y en la caja de resistencia del Movimiento Asambleario qued ms de un milln de pesetas, que se encargaron de administrar seis personas, a las que se mandat tambin para velar por la vigencia del Movimiento Asambleario. Pero ya algunos de los impulsores del Movimiento Asambleario entre ellos, Jos Leal se haban incorporado a USO, que constitua su Federacin de la Piel. Mientras tanto, las asociaciones de v ecinos y representantes del PSOE, PCE, PSP y MCPV se reunieron con el alcalde y varios concejales para tratar de la aprobacin de las Normas urbansticas q ue los representantes de las fuerzas democrticas consideraban urgente y el Movimiento Obrero y Ciudadano (MOC) de Elda y Petrer organizaba, el 6 de julio, una manifestacin de protesta por las deficiencias en los servicios de la Seguridad Social en ambas poblaciones. Acudieron nada menos que unas 25.000 personas aunque el Gobierno Civil slo admiti la presencia de unas 10.000, que exhiban un centenar largo de pancartas en demanda de una sanidad mejor. Ya en octubre, ese mismo organismo conv oc otra manifestacin para denunciar las deficiencias en la enseanza. Y en el Ayuntamiento de la ciudad ondeaba la senyera, como muestra del apoyo de la corporacin a la autonoma valenciana. La consolidacin de la democracia El periodo que transcurre entre las elecciones de junio de 1977 y las cele- 171De la dictadura a la democracia (1974-2000) bradas en octubre de 1982 puede considerarse, a pesar de las frecuentes amenazas de regresin, como una fase de consolidacin de la democracia, pues en esos aos se elabora la Constitucin, se democratizan los municipios, comienza a resolverse el problema de las autonomas y accede al poder una opcin poltica de izquierdas. Sin embargo, a partir de 1979, se acentuara en los partidos polticos la tendencia a la desmovilizacin de las bases y crecera el desencanto de la mayora de la poblacin, que por otro lado, tampoco se haba distinguido antes por su entusiasta participacin en los asuntos pblicos. Tras las elecciones de junio de 1977, iban siendo legalizados la mayora de los partidos que estaban pendientes de ello, mientras que los que haban acudido a las urnas trataban de afianzar o iniciar su implantacin efectiva. De otro lado, se crea entonces que las elecciones municipales iban a ser convocadas de inmediato y la izquierda, optimista por los resultados electorales, se plante la f ormacin de candidaturas unitarias, pero la convocatoria qued aplazada para dar paso a la elaboracin de la Constitucin, aunque tambin inf luy el convencimiento del gobierno de UCD de que, planteadas las municipales en esos momentos, supondran un triunfo clarsimo de la izquierda. La firma de los Pactos de la Moncloa, aunque beneficiosa en general para la est abilidad democrtica, provoc muchos roces internos en los sindicatos y partidos de izquierda. En cierto modo, se peda a los trabajadores que asumieran el coste de la estabilizacin de la recin nacida democracia: seguan el paro, los despidos, los expedientes de crisis que, en Elda, afectaron sobre todo a las empresas dependientes del capital americano. Los sindicatos convocaron una manifestacin que se llev a cabo el 29 de noviembre y a la que, pese a la lluvia, asistieron unas cinco mil personas, aunq ue se esperaba la asistencia de unas q uince mil: a su frente iba una pancarta con la leyenda UGT, CCOO, CNT y USO por la defensa del puesto de trabajo. No al paro. Con gran agudeza, el periodista Mira Candel pona de relieve, concretando su anlisis en la comarca de Elda-Petrer, las contradicciones que los Pactos de la Moncloa estaban sacando a la luz, entre la poltica oficial y la poltica real: desde el poder se lanzan con- signas de serenidad y espritu de sacrificio, y desde la calle, se clama por la justicia . Los despidos y expedientes de crisis que se sucedan en la comarca, el papel creciente de las Asociaciones de Vecinos, la consolidacin del Movimiento Obrero y Ciudadano de Elda-Petrer que intentaba constituir una especie de frente popular comn con partidos polticos, sindicatos y entidades cvicas de Elda, Petrer, Villena, Pinoso y Monvar eran ejemplo de esa realidad existente... La precaria situacin de las corporaciones municipales provoc la dimisin de la que encabezaba Francisco Sogorb, el 22 de diciembre de 1977, aunq ue acordaron seguir hasta el 9 de enero, en espera de la contestacin del Gobierno Civil. Los ediles eldenses sealaban que el aplazamiento de las elecciones locales impeda dar paso a quienes, democrticamente, pueden y deben tratar los problemas del pueblo . El Gobierno Civil, en sus informes a Madrid, consideraba muy peligroso el ejemplo de la cor poracin de Elda porque se podran crear comisiones gestoras y llegar a los Ayuntamientos elementos comunistas q ue de otra forma no lo hubieran conseguido y, como era de esperar, no acept esa dimisin. Reunido el 10 de enero de 1979, el consistorio eldense reconsider su decisin y permanecieron en sus cargos el alcalde y diez concejales, mientras otros cuatro ediles mantuvieron su decisin de dimitir. Los partidos polticos parlamentarios emitieron entonces una nota solicitando a los concejales que se ocuparan nada ms que de los asuntos de trmite y pidieron que fuesen pblicas las reuniones de la Permanente. A fines de 1977 se celebr en Elda un encuentro de Asociaciones de Vecinos de la provincia y el MOC de Elda-Petrer continuaba su labor, ya en enero de 1978, reuniendo asambleas para analizar los problemas sanitarios de la zona. Se estaban entonces celebrando las elecciones sindicales, en las que se enfrent aron USO, UGT y CCOO, pues la CNT decidi, de acuerdo con su tradicin, no participar en ellas. Comenzaba ya el desencantoentre los ciudadanos, que pedan ms seguridad y vigilancia, mientras que apenas doscientas personas acudan a los actos en recuerdo de Tefilo del Valle. En marzo de 1978 empezaron las asambleas y reuniones para discutir el con- 172HISTORIA DE ELDA venio del calzado, sobre todo en Elche y Elda, con el firme propsito de evitar a toda costa el laudo. En principio, se aceptaban los lmites marcados por el Pacto de la Moncloa, lo que supona un aumento del 20% de la masa salarial, y se acord que las negociaciones se suspenderan cuando comenzase la FICIA, si no se haba llegado a un acuerdo. Hubo entonces las correspondientes asambleas donde Andrs Lorente en Elche, Roque Miralles y Jos Leal en Elda, representantes obreros en la comisin negociadora, informaban a los delegados de fbricas de las negociaciones y recogan sus propuestas. Aunque se habl de la huelga y se vot en las fbricas al respecto, se impuso la opinin de la direccin de los sindicatos que negociaban el convenio, segn la cual la presin no debe ir por delante de la negociacin. A finales de marzo, sin embargo, se barajaba la fecha del 6 de abril siguiente para iniciar la huelga legal, tras rechazar los trabajadores las propuestas de la patronal sobre aumentos salariales. Ya en abril, hubo una huelga que afect al 90% de las empresas y se celebr una asamblea en el campo de ftbol, en la que rein la indignacin y el desconsuelo por la ruptura del convenio: Leal, Miralles y Tornero informaron a cerca de seis mil trabajadores, que decidieron preparar una huelga intermitente, a partir del da 13, cosa que tambin se acord en Elche y pareca que iba a ser secundada en otras provincias. El da 13, sin embargo, se consigui un acuerdo en el convenio del calzado. Aunque seguan funcionando las masivas asambleas, la direccin de la huelga la llevaron ya representantes de CCOO, UGT y USO. En el convenio, se consiguieron varias mejoras econmicas y sociales, que una comisin mixta adapt al mbito provincial. El 14 de abril abrieron normalmente sus puertas todas las fbricas y el acuerdo fue refrendado en las fbricas: en Elda slo 381 trabajadores se opusieron al acuerdo, que fue apoyado por 8.762 obreros. En 1978 se celebr por primera vez en libertad y sin trabas el Primero de Mayo: se sumaron a los actos entre tres mil y cuatro mil trabajadores, convocados por CCOO, USO, UGT y CNT. No hubo incidentes, aunque haba diferencias en las pancartas y consignas de cada sindicato y partido, y por la tarde, se celebr una fiesta en la ermita de San Crispn, tambin condicionada por el fro y la lluvia. Como en otras ciudades, se cant la Internacional y se aludi a UCD ( No se ven, no se ven, los obreros de UCD). En el mitin que cerr la manif estacin, los oradores recordaron la significacin y la historia de la fecha, as como a las vctimas obreras de las luchas sociales. El MOC continuaba insistiendo en la necesidad de la Residencia Sanitaria comarcal, recogi nueve mil firmas para apoyar esa peticin y convoc una manifestacin a la que nicamente asistieron entre mil y dos mil personas. Seguan apareciendo nuevas asociaciones 173De la dictadura a la democracia (1974-2000) Mit222n del PCE en Elda en 1978, con asistencia de Santiag Carrillo (Ar de vecinos, como la de ProsperidadProgreso y se planteaba de nuevo el tema del alcantarillado. En el verano de 1978 continuaba la polmica entre FICIA y FICE, que se prolongara durante aos, en torno a la continuidad de la Feria del Calzado en Elda, de modo exclusivo, cosa a lo que se negaba la FICE, q ue exiga su derecho a apoyar cuant as exposiciones el sector necesite, sin condiciones previas. Lentamente, se iba produciendo un divorcio entre los partidos parlament arios y sindicatos mayoritarios, que pretendan ante todo consolidar su posicin, y las fuerzas minoritarias de la izq uierda, que se planteaban nuevas reivindicaciones y buscaban en temas como la ecologa, la solidaridad internacional, la lucha contra las centrales nucleares, el feminismo, etc., el eco que no encontraban en las urnas. As, en septiembre de 1978, el MCPV organizaba una campaa de recogida de firmas para interesarse por el paradero del sacerdote Antoni Llid, desaparecido tras el golpe de estado de Pinochet. Y mientras la JOC pona en marcha una campaa para romper con el manejo del tiempo libre de la juventud, criticando el aprendizaje, el servicio militar y la sociedad capitalista y consumista, la UGT organizaba sesiones de cine con pelculas de Lina Morgan y la famosa Helga... En el otoo de 1978 tuvo en Elda bastante repercusin una huelga provincial de la Construccin, en la que unos mil trabajadores siguieron de cer- ca, en asambleas, la evolucin del conf licto. Comenzaban a menudear las denuncias y reuniones que nunca dieron paso a decisiones concretas sobre el clandestinaje: los sindicatos pidieron facilidades para legalizar las empresas sumergidas, pero descartaban convertirse en policas de nuestros propios compaeros y se reafirmaban en sus argumentos, denunciando que algunas empresas legales fabricaban dos mil pares a la semana y facturaban, en cambio, cinco mil En noviembre de 1978, se celebr en Elda tras grandes discusiones sobre si era conveniente hacerlo o asistir a la convocada en Alicante una manifest acin contra el terrorismo, que amenazaba con impedir incluso la consulta constitucional: en la ciudad, adems, unos desconocidos quemaron varias senyeras en la plaza de Castelar, en atentado que reivindic la Triple A, q ue lo justific porque desprestigiaban a la bandera nacional, junto a la cual ondeaban. Hacia las primeras elecciones municipales Aprobada la Constitucin en diciembre de 1978, se convocaron elecciones generales y municipales, y comenz a hablarse de candidatos: el del PSOE, Garca Blanes, sorprenda con unas declaraciones en las que afirmaba que su condicin de empresario no est reido con el socialismo. Lo dijo Pablo Igle- 174HISTORIA DE ELDA Manifestaci227n masi una mejora de la escolaridad en Elda. Octubr EMIDESA). sias cuando fund el Partido, que estaba abierto a todos, sin exclusiones, si lo hace con buenas intenciones En las elecciones generales de 1979 en las que prcticamente se repitieron los resultados de las celebradas en junio de 1977 hubo algn incidente cuando elementos de extrema derecha intentaron retirar una bandera republicana en un mitin del MCPV y se puso ya de manifiesto la cercana de USO a UCD, pues el sindicato prest sus locales para un coloquio de Gamir sobre los problemas del calzado; adems, varios dirigentes de USO se entrevistaron en Madrid con los ministros Fernndez Ordez, Calvo Ortega, Garca Dez, Abril Martorell y Rodrguez Sahagn, lo que se interpret como un acto claramente electoralista. Mientras tanto, en el terreno laboral, se produca una huelga de marroq uinera y la negociacin del convenio del calzado. CCOO y UGT propusieron q ue slo estuvieran representadas en la mesa de negociacin los sindicatos que tuvieran un 10% de afiliados en el sector, USO y Sindicato Unitario (SU) lo reducan al 5% y la CNT se opona a cualq uier reduccin: cada sindicato opinaba en funcin de su implantacin en el sector. A finales de enero de 1979 se reunieron en Elda representantes estat ales de las Federaciones del sector de UGT, CCOO y USO para unificar criterios ante el convenio. Se hablaba de solicitar un aumento salarial entre el 16 y 19% y, al parecer, surgi cierta psicosis de que podra repetirse la conf lictividad social de los dos ltimos aos: en una asamblea celebrada en el Polideportivo de Elda, a la que asistieron unos mil trabajadores, hubo ya veladas amenazas de huelga, a pesar de que en algn punto concreto la aplicacin del aumento del 18% sobre incentivos se haba llegado a un acuerdo entre FICE y los sindicatos. De otro lado, la Delegacin Provincial de T rabajo organiz unos cursillos para parados q ue produjeron en Elda una autntica rebelin de los obreros, que alegaban que esos cursillos q ue no eran exactamente de formacin profesional, sino de formacin precultural: slo un 15% de los que firmaban como prueba de su asistencia entraba a las clases de cultura general, mientras que el resto se q uedaba charlando, fumando o escuchando msica. En el fondo, se intentaba tambin controlar el clandestinaje. Pero la mayora de los parados, con subsidios que oscilaban entre las 15.000 y las 22.000 pesetas, aseguraban que se vean obligados al trabajo clandestino para poder mantener a su familia. La Asamblea de Mujeres de EldaPe trer, que mantena en alto la bandera del feminismo con diversas actuaciones, prepar, en el Da Internacional de la Mujer Trabajadora, una jornada de denuncia, porque no es justo que la mujer trabajadora tenga una doble jornada: en casa y en la fbrica . Poco despus, iniciaba una campaa contra la Ley del Divorcio q ue proyectaba la UCD, que consideraba insuficiente. En las elecciones municipales de abril de 1979, se produjo un claro triunfo del PSOE, que alcanz ms del 40% de los votos: la nueva corporacin democrtica compuesta por diez concejales del PSOE, cinco del PCE, ocho de UCD y dos de Coalicin Democrtica reconoci por unanimidad el import ante papel jugado en la transicin por F rancisco Sogorb, al que algn periodista calificaba de primer alcalde de la democracia . Merced al pacto municipal suscrito entre PSOE y PCE fue elegido alcalde Roberto Garca Blanes. Mientras tanto, segua discutindose el convenio del calzado, que se firm a mediados de abril y fue calificado por algunos representantes sindicales como uno de los mejores de los ltimos tiempos. De otro lado, se celebr en La T afalera el IV Encuentro de las Asociaciones de Vecinos del Pas Valenciano, con representantes de 95 Asociaciones. Pese 175De la dictadura a la democracia (1974-2000) Roberto Gar Maestr democr207ticos del posfranquismo para un solo entorno urbano: una r (CEFIRE). a las esperanzas puestas en el gobierno municipal democrtico, pronto surgieron roces entre las Asociaciones de Vecinos y la nueva corporacin, que mostraba su disposicin a colaborar con ellas, pero sin permitir que rebasaran sus lmites de gestin. La celebracin del 25 de abril y del Primero de Mayo fueron apoyadas desde el gobierno municipal de izquierdas; se iz la senyeraen el Ayuntamiento y alcalde y concejales de izquierdas tomaron parte en la manifestacin unitaria del Primero de Mayo. Esta oficializacin de determinadas fechas contrastaba con la disminucin de la participacin popular en las actividades polticas y sindicales: en julio, apenas cien personas respondieron a una convocatoria de CCOO para manifestarse contra la poltica econmica del gobierno. Tambin los responsables de la Casa de la Juventud que vena funcionando desde noviembre de 1977 se quejaban de la escasa ayuda que reciban y sealaban cmo iba disminuyendo la participacin de los jvenes en sus actividades culturales y deportivas. Y en octubre, hubo una concentracin ante el Ayuntamiento en la que varios partidos y sindicatos solicitaron que una plaza de la ciudad llevase el nombre de Pas Valenci, aunque en general la Diada transcurri entre la indiferencia general. En septiembre de 1979, hubo problemas al inicio del curso escolar y nu- merosos maestros de la localidad y de la v ecina Petrer se concentraron para pedir la dimisin del Ministro, porque haba ms de mil quinientos alumnos sin clase por falta de pupitres; la Asociacin de Vecinos de Cuatro Zonas-Barrio Est acin lanz un duro comunicado: Vemos sorprendidos que todo sigue igual . El desencanto Frente a esa falta de participacin en las tradicionales actividades polticas y sindicales, los grupos de izquierda ms activos plantearon nuevos temas, desde la lucha contra las centrales nucleares hasta la despenalizacin del aborto o el paro juvenil. Slo ante la grave crisis del calzado sector en el que seguan los cierres cerca de cuatro mil personas se manifestaban, en diciembre, para exigir soluciones: se deca que en la comarca cerca de sesenta empresas haba solicitado suspensin de actividades en una sola semana y a primeros de 1980 se haba doblado el nmero de perceptores del seguro de desempleo. Se deca, tambin, que con la reestructuracin del sector podan desaparecer hasta ocho mil puestos de trabajo. UGT, CCOO y USO negociaron el convenio, pero slo lo firmaron en marzo UGT y USO, junto a la patronal FICE, que continuaba su polmica con FICIA. En los meses siguientes, continu la crisis que afect a empresas de la importancia de Pedro Garca o Palizzio Bonilla y en septiembre se reuni en Madrid una comisin tripartita gobierno, sindicatos y patronal para analizar la cuestin. Las disensiones entre los sindicatos se agravaron con la salida de numerosos afiliados de USO y su paso a CCOO: Roque Miralles asegur entonces que esos abandonos favorecan a USO puesto que le liberaban de gentes de extrema izquierda. En la manifestacin del Primero de Mayo de 1980 tambin se evidenciaron esas disensiones y CCOO se neg a firmar el comunicado f inal. Hubo por estas fechas, mayo de 1980, varias acciones terroristas en Elda: una bomba en la plaza de Castelar, un artefacto lanzado contra la librera Martn Fierro y un asalto con robo a los locales de la CNT; en alguno de ellos, sus autores dejaron signos fascistas. En ese sentido, la presencia en Elda de Fuerza N ueva provocara algunos enfrenta- 176HISTORIA DE ELDA Bolet222n Inf Asociaciones de V en 1981 (Ar mientos e incidentes, sobre todo cuando se produjo la inauguracin de su sede, meses ms tarde.En la vida municipal, hay que sealar que los intentos de fortalecer la Mancomunidad entre Elda y Petrer no cuajaron, pese a que ambas corporaciones estaban gobernadas por el PSOE q ue no supo poner de acuerdo a Garca Blanes y Maestre, alcaldes respectivos de las dos ciudades. Adems, haba roces entre los concejales comunistas y los socialistas en concreto, en torno a una Semana de la Juventud en la que el alcalde impidi que se repartiese un manifiesto ecolgico porque contena crticas sobre la poltica municipal de zonas verdes, y las Asociaciones de Vecinos criticaban a la corporacin por no haberles consultado en la elaboracin de presupuestos y por su actitud en torno al tema de las contribuciones especiales. A finales de diciembre de 1980 se dio a conocer el documento bsico elaborado por la comisin tripartita sobre el calzado, que reconoca la crisis y propona, entre otras cosas, una fuerte inversin de administracin y empresarios en promocin y publicidad, un aumento del 30% en la productividad y del 6% en los salarios, moratorias de pago a la Seguridad Social, crditos para comprar maquinaria, jubilacin anticipada en algunos casos, etc. Ese documento fue criticado por USO y ya en enero de 1981 se celebr una marcha contra la crisis , apoyada por partidos y sindicatos de izq uierda para conseguir la supervivencia de la ciudad , gravsimamente afectada por la crisis del calzado. Asistieron unas dos mil personas, con la corporacin municipal al frente: las pancartas protest aban contra los cierres fraudulentos, los expedientes indiscriminados, las regulaciones sin sentido y el empeoramiento de las condiciones laborales. En el terreno municipal, en el Ayunt amiento de Elda todos los grupos municipales acordaron la supresin del yugo y las flechas del Monumento a los Cados en la localidad, pero solo el PSOE y el PCE votaron a favor de que, en lugar de llamarse Plaza de la Cruz de los Cados, se denominara Parque de la Concordia. El golpe de Estado de 1981 En cuanto al golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, en Elda partidos y sindicatos trataban de obtener noticias tras el asalto de Tejero al Parlamento, mientras las Fuerzas de Orden Pblico mantenan una situacin de precaucin dentro de la normalidad . Al ser proclamado el bando de Milans del Bosch, al menos en los locales de USO, UGT, PCE, PSOE, se procedi a esconder o destruir parte de la documentacin. Los concejales socialistas y comunistas y el alcalde abandonaron el Ayuntamiento hacia las nueve y algunos de ellos, siguiendo el consejo de iguez que haba pasado por otras situaciones similares durante la Repblica no durmieron en sus domicilios habituales. A las once, la polica interrumpi una proyeccin de cine y recomend a los espectadores que se marcharan a casa, en grupos de tres, como mximo. Al da siguiente, disminuy la asistencia al mercado e incluso a los ambulatorios mdicos y se constataba un gran inters por seguir el curso de los acontecimientos. En la maana del 24, volvieron al Ayuntamiento los concejales socialistas y comunistas los de UCD y CD tardaron en aparecer, segn Garca Blanes y tras la liberacin de los parlamentarios secuestrados se envi un telegrama de profundo y emocionado agradecimiento al Rey: ms adelante, y no sin discusiones protagonizadas por UCD y AP, se acord dedicar a Juan Carlos I la principal calle de la localidad, hasta entonces denominada de Martnez Anido; tambin se cambi el nombre de la calle del 18 de Julio, que se dedic al Prncipe de Asturias. En marzo, algn lec- 177De la dictadura a la democracia (1974-2000) Pe odios como el 23-F sistema democr207tico se fue consolidando paso a paso (CEFIRE). tor denunciaba en la prensa que en la noche del 23 de febrero hubo en Elda algn movimiento de la extrema derecha, pues se delimit una especie de zona nacional y algunos grupos, con defensas y perros, pararon a los escasos transentes que se dirigan a sus casas pidindoles identif icacin y afiliacin poltica: las acusaciones apuntaban a Fuerza Nueva, cuyo presidente contest a las acusaciones con un tono que demostraba la profunda herida causada por el intento de golpe de estado en la sociedad espaola, pues se permita incluso defender a los ciudadanos limpios que en aquella noche haban actuado sin miedo e incluso sin acatar toques de queda anticonstitucionales . Por el contrario, otros lectores insistan en demandar el desenmascaramiento de todos los cmplices, encubridores, propiciadores y autores del criminal atentado y de quienes vienen conspirando contra la democracia desde el mismo momento de la reforma poltica . La tradicional manifestacin del Primero de Mayo en 1981 estuvo condicionada por el golpe de estado del 23-F. Asistieron unos mil trabajadores, que desfilaron con el lema Contra el paro y por la libertad y la defensa de la democracia. Al final de la manifestacin, MCPV, CNT y Juventud Obrera Catlica (JOC) rindieron un homenaje a Tefilo del V alle, pero no pudieron colocar una placa (A Tefilo del Valle, muerto en la lucha obrera) por oponerse la corporacin municipal. Adems, se planteaban nuev os temas: el Grup de Dones de Elda-Petrer promova la creacin de un Centro de Planificacin Familiar y se produca un enfrentamiento entre Alianza Popular y PCE en torno a la despenalizacin de las drogas blandas. Tambin suscit controversia la entrada de Espaa en la OTAN y en el verano se constituy un Comit Anti-OTAN compuesto por varias formaciones polticas y sindicales y cvicas como CNT, CCOO, JOC, MCPV, la Asamblea Antifascista, la Asamblea de Mujeres de EldaPe trer, Asociaciones de Vecinos, Jove Germana y Juventud Comunista del Pas Valenci (JCPV), que organizaron, ya en octubre, alguna manifestacin en q ue se repartan ramos de olivo. La guerra de las Ferias continuaba sin descanso: FICE anunci en abril que promocionara una Feria Internacional en Madrid, mientras que se redoblaban los esfuerzos para que la Feria no saliese, al menos, de la provincia. A mediados de mayo se supo que la Feria seguira celebrndose en Elda y el reconstituido Patronato de FICIA, que ahora presida el alcalde de la ciudad, se reuni con FICE. A partir de ah se asisti a un enfrentamiento que alcanz formas esperpnticas, con cruce de querellas entre el alcalde de la ciudad y algunos dirigentes de FICIA. Al final, tras innumerables artculos en la prensa de sindicatos, partidos polticos, empresarios, asociaciones de vecinos y el propio A yuntamiento, se lleg en el verano de 1982 a un histrico acuerdo por el que se creaba la Fundacin FICIA, con un fondo patrimonial de 138 millones de pesetas. De nuevo el clandestinaje T odo indicaba que de nuevo creca la industria clandestina. Como aseguraba el periodista Mira Candel, millones de zapatos se hacen a escondidas en Elda. Todo el mundo lo sabe, pero nadie quiere denunciarlo. Porque mientras el clandestinaje exist a, habr vida . Meses despus, USO denunci una masiva invasin de inspectores en la comarca de Elda-Petrer, lo que calificaba de un ataque directo al calzado. Se corra el riesgo, aseguraba Jos Leal, de convertir el paro oficial en paro real . USO recordaba sus intentos de que se resolviese el tema del clandestinaje y sus advertencias de que el cinturn clandestino puede hundir a la industria del calzado , pero ahora bajo la mscara de lucha contra el fraude, se esconda un ataque directo al sector. Para La Verdad, el clandestinaje haba supuesto, en los dos ltimos aos, un inestimable baln de oxgeno que haba suavizado la crisis del sector, gracias al cual Elda no se haba convertido en un polvorn laboral. Sin embargo, admita el periodista posiblemente, Mira Candel que haba que distinguir entre quienes trabajan en la 178HISTORIA DE ELDA Ta eta an pr que llema ilegalidad para salir del hambre y quienes lo hacan para enriquecerse a costa del silencio oficial. Por su parte, CCOO denunciaba que en esa campaa slo se actuaba contra los obreros y que ningn empresario haba sido sancionado, por lo que la consideraban una pura actividad propagandstica del gobierno, al que acusaban de escasa vigilancia, hasta el punto de que se haba llegado a cerrar empresas por correo certificado, sin el menor control. La descomposicin de UCD y las elecciones de 1982 T ras la dimisin de Adolfo Surez, se acentu la descomposicin de UCD q ue sufri en la ciudad abandonos importantes, al tiempo que Fernndez Ordez presentaba su nuevo partido, Accin Democrtica, que pretenda la modernizacin de Espaa sin radicalismos . Adems, durante algn tiempo, los concejales de AP y UCD no acudieron a los plenos por disconformidad con los modos de actuar del alcalde Garca Blanes. Finalmente, incluso el senador Roque Calpena anunci su pase a Alianza Popular, aunque prometi mantener la disciplina parlamentaria de UCD hasta el final de la legislatura. En un ambiente de desmovilizacin fruto, en parte, del propio golpe de estado, la Asamblea de Mujeres de Elda-Petrer organiz la I Semana de la Mujer y otros actos en marzo de 1982, con ocasin del Da de la Mujer Traba- jadora. En febrero de ese ao se present en la ciudad un Colectivo por la defensa de las libertades, cuyo primer acto organizado fue una conferencia de Luis Otero sobre Ejrcito y sociedad. P ero cuando lleg el Primero de Mayo de 1982 apenas tomaron parte en los actos convocados por los sindicatos entre trescientos y quinientos obreros. T ambin se mostraban menos combativas las Asociaciones de Vecinos, aunque una coordinadora local particip en un encuentro estatal celebrado en V alladolid. A las elecciones generales de 1982, celebradas en octubre, concurrieron un PSOE en estado de gracia; AP, que iba en coalicin con el Partido Demcrata Popular y con Unin Valenciana; un PCPV en franca crisis, el Centro Democrtico Social recin formado por Adolfo Surez, una UCD en total declive, dos bloq ues nacionalistas, Esquerra Unida del Pas Valenci y Unitat del Poble Valenci, as como fuerzas de menor import ancia, en la izquierda y en la derecha. En Elda el PSOE obtuvo el mismo aplastante triunfo que en la mayora de las ciudades y en el conjunto del Estado, seguida de Alianza Popular y a mucha dist ancia, del CDS y del PCPV. Las consultas electorales y los gobiernos locales desde 1983 a 1999 En mayo de 1983 se celebraron las segundas elecciones municipales de la de- 179De la dictadura a la democracia (1974-2000) Alf vicepr inaugura el mer Elda (Ar mocracia. El PSOE, tras su triunfo clamoroso en las elecciones generales de 1982, obtuvo la mayora absoluta, con 17 concejales y un 6378% de los votos, repitiendo en la alcalda Roberto Garca Blanes. Desaparecida UCD del mapa poltico, Alianza Popular se convirti en la primera fuerza de la oposicin, con seis concejales y el 243% de los votos; los dos puestos restantes los consiguieron el PCE, encabezado por Agustn Coloma, con el 67% de los votos y una Candidatura Independiente, que encabezaba Juan Pascual Azorn quien al final de la legislatura se integrara en el PSOE, con el 51% de los votos.En 1987, tras el referndum sobre la permanencia de Espaa en la OTAN que fue aprobado en Elda por el 73% de los votos, perdi el PSOE esa abrumadora mayora absoluta. Su candidatura, que encabezaba de nuevo Garca Blanes, obtuvo doce concejales, por seis Alianza Popular, cinco el Centro Democrtico y Social y dos Izquierda Unida, cuya lista encabezaba Fernando Belmonte. En Alianza Popular se notaron los efectos de los enfrentamientos internos. En cuanto al CDS, su lista la encabezaba Esther Padial, que haba militado ya en las filas de UCD. Esta legislatura no result cmoda para el PSOE y hubo en 1988 una fuerte discusin en torno a los presupuestos: sin embargo, el paso al Grupo Mixto de la concejala de AP Manuela Caada que haba encabezado en 1987 una multitudinaria manifestacin contra la inseguridad ciudadana impidi la presentacin de cualquier posible mocin de censura, sobre todo tras el nombramiento de Caada como responsable de Seguridad Ciudadana. En 1991 revalid el PSOE su victoria, aunque perdi un concejal. El Partido Popular y EUPV mantuvieron sus resultados, seis y dos concejales, respectivamente y el CDS, encabezado por Francisco Sogorb, logr sus mejores resultados, con seis concejales, a pesar de que en otros lugares haba desaparecido del mapa poltico. De nuevo gobern Roberto Garca Blanes, en minora, hasta que en 1992, IU acept entrar a formar parte del gobierno local. En 1993, aunque en el municipio se haba llegado a un pacto tripartito entre PSOE, CDS e IU, en las elecciones generales triunf ya el Partido Popular. Al ao siguiente, Francisco Sogorb se afiliaba al PSOE, que estaba ya controlado por Juan Pascual Azorn, elegido secretario general de los socialistas del Vinalop. En marzo de 1995, renovados los cabezas de listas, el PP fue la minora ms vot ada y obtuvo doce concejales, nueve el PSOE y 4 EU. La falta de entendimiento entre PSOE y EU permiti el gobierno en minora del PP, con Camilo Valor de alcalde. Sin embargo, en junio de 1996 se produjo un pacto entre PSOE e IU que llev al poder a Juan Pascual Azorn, desplazando al Partido Popular, tras once meses de gobierno. Al ao siguiente, EU entr en una grave crisis al integrarse en Nueva Izq uierda dos de sus concejales, Benjamn Ortuo y Florentino Ibez, cuyo acercamiento al PSOE era evidente. En julio de 1999 el PSOE que se present bajo el nombre de PSOE-Progresistas, integrando a algunos miembros de Nueva Izquierda obtuvo de nuevo la mayora absoluta con trece concejales, mientras el PP cuya candidatura encabez Jos Mara Amat se qu edaba con diez, EUPV con uno, Domingo Orgils, y la Unin para el Progreso de Elda, que encabezaba el industrial Juan Navarro, con otro. El PSOE gan en 56 de las 77 mesas y en todos los distritos, salvo en el tercero, que corresponda a las zonas del campo y tena un millar escaso de votantes. De nuevo fue alcalde Juan Pascual Azorn, que en el 2000 sera elegido presidente del PSPV. Adems, varios polticos eldenses fueron elegidos como diputados en las Cortes generales y autonmicas: en el Congreso de los Diputados han figurado ngel Castroviejo Calvo (AP), Clementina Torrado (PSOE) y el propio Juan Pascual Azorn, al renunciar en 1999 Pedro Solbes y Josep Sans. En el Senado estuvieron otros como Roque Calpena (UCD) o Jos Cremades (AP) A las Cortes Valencianas han ido, en diferentes legislaturas, Luis Torregrosa (PSOE) y Garca Blanes que, sin embargo, pas en 1999 al Grupo Mixto, facilitando la gobernabilidad del Partido Popular, en dificultades entonces con su socio Unin V alenciana. A lo largo de los ltimos aos del siglo XX, las distintas corporaciones democrticas eldenses han promovido una serie de mejoras urbansticas y en las infraestructuras, aunque no siempre las obras se hayan realizado con la premu- 180HISTORIA DE ELDA ra necesaria, pues la mayora ha tardado bastante en pasar del estadio de las promesas al de las realidades. De todos modos, habra que citar, como realizaciones ms destacadas, la inauguracin de la Casa de Cultura en abril de 1983; la puesta en servicio de la Residencia Sanitaria de la Seguridad Social, en octubre de 1983; el nuevo Mercado de Abastos, inaugurado en noviembre de 1984; la rehabilitacin del Teatro Castelar, de la que se comenz a hablar en 1983 y que se culmin en 1999; las obras para la recuperacin del Castillo y el casco antiguo, iniciadas a mediados de los ochenta; la aprobacin del Plan General de Ordenacin Urbana; la Residencia de Ancianos; el PERI del Vinalop; la apertura de centros sociales en barrios como Caliu y Nueva Fraternidad; la creacin del Museo del Calzado, instalado primero en el Instituto de Formacin Profesional La Torreta y despus en el solar del antiguo recinto ferial; la inauguracin del Matadero comarcal en 1986; la creacin del Polgono Industrial de Campo Alto; la adquisicin por el municipio del chalet de Porta y o tros varios edificios significativos; la inauguracin en 1993 de la Casa Grande del Jardn de la Msica; la difcil gest acin del Pabelln Polideportivo Ciudad de Elda, cuya construccin dur siete aos y se inaugur en septiembre de 2001 y un largo etctera. Muchas de estas actuaciones, as como actividades culturales e informativas, se han canalizado a travs de una serie de empresas municipales que han provocado no poca polmica en algunas ocasiones: Emudesa (para la promocin de la vivienda), la extinta Macelsa (para la administracin del Matadero), Idelsa (para la promocin de empresas con sociedades laborales) y Emidesa (para gestionar la emisora municipal Radio Vivir, el boletn Vivir en Elday Vivir Televisin). Adems, si la influencia de los partidos y sindicatos en la vida local ha disminuido en relacin con los aos de la transicin, en cambio, ha aumentado considerablemente el tejido cvico y los ciudadanos y ciudadanas eldenses se han agrupado en todo tipo de asociaciones: citaremos, como ejemplo de la variedad de intereses existente, adems de asociaciones deportivas y festeras, el Grupo de Amigos de la Poesa, el Club de Jubilados y Pensionistas Idella, la Asamblea de Mujeres de Elda y Petrer, la Coordinadora contra la planta de Bateig, la Asociacin de Amigos del Patrimonio Mosaico, las asociaciones Asprodis y Anda, la federacin de Clubs de la Tercera Edad, la Federacin de Asociaciones de Vecinos, numerosas Organizaciones No Gubernament ales, colectivos a favor del levantamiento de sanciones a Irak o de Amigos del Shara, la Asociacin Fotogrfica de Elda, el veterano Centro Excursionista Eldense, el Colectivo de Gays, Lesbianas y Transexuales, Alcohlicos Rehabilitados, Asociacin de pera y Conciertos, y hasta una Asociacin Repblica Independiente de la Frontera para los estudios del cannabis. 181De la dictadura a la democracia (1974-2000) Una de las 234ltimas cor XX. Los dos 234ltimos alcaldes en la ter E n los albores el siglo XX, Elda ya est en plena recta de su carrera hacia la prosperidad como poblacin y como zona industrial manufacturera. Ha dejado atrs, sin sentimiento alguno, una condicin agrcola que nunca fue bastante para su sustento y que tuvo que ser complementada con el ingenio de los eldenses (). Y esto es porque desde mediados del siglo que finalizaba el s.XIX, la inteligencia y la laboriosidad de los eldenses se ha volcado afanosamente en la produccin del calzado, primero en pequeos talleres familiares en los q ue se fabricaba un basto calzado llamado de percha, con un solo pie y con la nica preocupacin de su solidez y su duracin. De estos t alleres y de la comercializacin de los productos en ambulancia o sea, de venderlos en las ferias cercanas, se pas a las fbricas con una incipiente mecanizacin, y despus, ya en la ltima dcada del pasado siglo el XIX a lo que se llam las grandes naves, de las que al comenzar el siglo XX ya se contaban varias, con una fabricacin de importancia y una exportacin a Francia, Inglaterra, Portugal, Marruecos e incluso Filipinas (NAVARRO P ASTOR, 1980) . Los cimientos de la industria zapatera en el Valle del Vinalop Evidentemente los orgenes del sector del calzado en Elda hay que localizarlos durante la segunda mitad del siglo XIX. Los factores que concurren a la explicacin de la aparicin y desarrollo del sector son la localizacin de la poblacin en una encrucijada de caminos (el corredor del Vinalop que una al puerto de Alicante con las poblaciones del interior meseteo); la existencia de actividades manufactureras y artesanales en Elda y en las poblaciones cercanas; la aparicin de emprendedores que tuvieron que agudizar su ingenio ante las necesidades humanas y caresta de una agricultura poco productiva; el conocimiento de los mercados regionales como consecuencia de las actividades comerciales derivadas de la trajinera y el comercio carretero 1; abun- 183 De la ciudad industrial a la capital productiva y comercial del calzado espaol (1900-1959) ANTONIOMARTNEZPUCHE Universidad de Alicante 28 L207mina de un calendario de Ra Romer Calzado de Elda). dancia de mano de obra barata derivada de una agricultura marginal y poco productiva que cada vez expulsaba a los activos hacia otras actividades artesanales y comerciales; y a la acumulacin de un pequeo capital derivado de otras actividades, fundamentalmente las artesanales y las comerciales, que era lo bsico para comenzar en talleres fabriles familiares. As, Bernab Maestre se apoy en un modelo evolutivo para explicar la gnesis de la industria del calzado en el Valle del Vinalop, a partir del anlisis de los aspectos fsicos favorables, entre los q ue destacan las excelentes comunicaciones (mejoradas por la irrupcin del F errocarril MZA en 1858), y los aspectos humanos ms destacados, como era la existencia de una situacin socioeconmica coyuntural favorable para la aparicin de una nueva actividad crisis agrcola y una clase de pequeos comerciantes emprendedores, y tambin la presencia de artesanos y unas estructuras de la propiedad agraria muy repartida. Con esas circunstancias favorables, concluye que el calzado aparece como una posibilidad de supervivencia para los pequeos propietarios agrcolas y jornaleros sin tierra en unos momentos de crisis de la agricultura comarcal, gracias al conocimiento de los mercados y a la iniciativa de los pequeos comerciantes, que invirtieron en esa nueva actividad sus exiguos capitales. Cabe sealar tambin que Bernab Maestre enuncia que, a pesar de existir una artesana del esparto en Elda y en el Alto Vinalop, sta no supuso la materia prima y la base del crecimiento de la industria del calzado, ya que la artesana del esparto, que se dio tambin en otros municipios como los del Altiplano de Jumilla-Murcia y llanuras de Albacete, con materias primas propias y tambin bien comunicados (incluso con mejores rent as de situacin), no en todos ellos acab sustituida por la fabricacin de zapatos, resultando en este caso la presencia de materias primas un aspecto secundario 2. Sin embargo se puede pensar que esas mujeres y nios empleados en la manufactura del esparto (unos cuatrocientos cuarenta segn se calcula entre los que majaban y hacan filete 3) fueron, junto con los hijos varones de los jornaleros que ya no queran seguir la profesin de sus padres, la cantera en la q ue la industria del calzado reclut la mano de obra necesaria para ampliar su produccin. Por otro lado y como va dicho la fabricacin de calzado es actividad caracterizada en sus orgenes por una escasa necesidad de capitales. En el proceso impera el esfuerzo humano, la habilidad de la mano de obra, que desempea de forma manual todas las fases de fabricacin, incluso en casas particulares y participando mujeres y nios en el proceso productivo, con herramientas muy elementales. Estas faenas las mujeres las compaginaban con las labores del hogar y consideraban el salario percibido como un complemento a otros ingresos familiares; tambin el trabajo de los nios y viejos (incluso el de los jornaleros durante pocas de paro agrcola), era considerado como una simple ayuda, por eso siempre se consider como un trabajo mal pagado 4. Hay que tener en cuenta q ue a mediados del siglo XIX una parte de la poblacin eldense viva en condiciones cercanas a la miseria, sobre todo entre la gran masa de jornaleros, lo que oblig a que las exigencias salariales fueran escasas y permitieran el despegue de una industria muy poco mecanizada y competitiva, basada en la baratura de la mano de obra existente. As los salarios eran superiores en Barcelona frente a los q ue se pagaban en Alicante o Baleares, donde la posibilidad de compaginar las t areas agrcolas con las industriales ofreca a las empresas de calzado una mano 184HISTORIA DE ELDA Anver conse en Londr en el Museo del Calzado de Elda. Anver conse en Par222s en 1902, conser el Museo del Calzado de Elda. Centenario de los Pa 1904. Carr zaFiestas Ma). de obra abundante y barata. Segn la prensa de finales del siglo XIX, desde el momento que en que los jornales de Elda fueran remunerados al nivel de los de Madrid, Barcelona y Mahn, resultara el calzado de Elda ms caro que el de estas capitales por los arrastres que gravan las primeras materia y material elaborado. De esta forma Elda inici una fuerte especializacin en la fabricacin de un producto de calzado de gama baja realizado manualmente, convirtindose en un importante productor a nivel nacional, y en el epicentro industrializador de otras poblaciones de la comarca, llegando hacia 1900 la poblacin de Elda a una produccin de medio milln de pares anuales. Pero el desarrollo de la industria del calzado en el Valle del Vinalop no se bas nicamente en el menor coste de la mano de obra. Adems de la ventaja salarial exista una mano de obra especializada, pequeos capitales disponibles para la inversin, y lo que resulta ms importante, la capacidad empresarial.El crecimiento industrial del calzado en Elda comenz a manifestarse a mediados del siglo XIX. En la matrcula de la Contribucin industrial de 1850 ya aparecen registrados ocho artesanos zapateros, el padrn de habitantes de 1868 recoge ms de treinta trabajadores con esta profesin y en el padrn de 1885 este nmero se multiplica por seis. En efecto, a finales de 1884 ya existan en la villa ms de catorce fbricas de calzado q ue en sus reclamos publicitarios hacan referencia a los precios econmicos de sus productos, a la solidez de los mismos, a la elegancia y buen gusto, aunq ue el principal atractivo fuesen los bajos precios y su produccin diversificada ya que hacan toda clase de zapatos . La ca-pitalizacin industrial fue retroalimentndose en sucesivas fases de inversin de pequeas ganancias por parte de los zapateros que eran a la vez los encargados de vender sus productos en ferias y mercados 5. Las innovaciones tecnolgicas en el proceso productivo no fueron de momento excesivas, ante el aumento de la demanda en el sector del calzado. Las primeras mquinas incorporadas fueron las de coser los cortes de piel entre ellos, la Singer , y las de cortar suela de cuero, a las que se sum la de coser cortes a la suela, la United, si bien cuando ya los talleres alcanzaron la envergadura de verdaderas fbricas y la produccin fue en serie. La mayora de los nios y nias eldenses de las familias ms humildes fueron reclamados por los talleres y zapateros a domicilio, que les ofrecan trabajos de aprendiz que era el paso previo para conver tirse en oficiales, establecindose una clara jerarqua en la produccin que iba desde el industrial, zapatero, oficial, aparadora y aprendiz 6. En este periodo era habitual el taller familiar y las pequeas fbricas instaladas en los bajos de cualq uier casa, en cuyo local apenas haba separacin entre las mesas de cortadores, las mesillas bajas de los zapateros manuales de dentro de la fbrica , ya que los q ue trabajaban en sus casas eran ms q ue los que lo hacan en las fbricas o tallericos . La incorporacin de activos jv enes y procedentes del sector agrcola braceros fue alimentando las necesidades de mano de obra que llegaron a ser insuficientes, ya a finales del siglo XIX, y que supusieron el comienzo de procesos de inmigracin. As se calcula que entre 1887 hasta 1900, llegaron de 600 a 900 efectivos humanos, que motivados 185De la ciudad industrial a la capital productiva y comercial del calzado espaol (1900-1959) Calendario del g za Fiestas Ma). F207brica de P donde pr f207brica de Silvestr Ta se la conoci227 como de Casto PFiestas Ma ). por el auge de la industria zapatera eldense, se trasladaron desde poblaciones cercanas del mbito comarcal, aunque tambin lo hicieron de Mahn y sobre todo de Almansa. La Elda industrial, catalizadora de los procesos de cambio socioeconmico, poltico y urbano en las dos primeras dcadas del siglo XX Sin lugar a dudas el desarrollo de la industria del calzado en Elda, tuvo repercusiones de todo tipo, no slo en esta poblacin, sino tambin en los municipios del resto del Vinalop. Puede rastrearse as la teora argumentada por Schumpeter entre las causas que explican el origen y desarrollo de la industria del calzado que argumenta cmo a raz de una industria pionera y un empresario emprendedor se puede producir una expansin de la actividad concreta por un espacio ms amplio, involucrando voluntades y aumentando el nmero de empresarios emprendedores. Si bien en Almansa tal proceso es posible cuando desaparece el monopolio oligrquico de la familia Coloma, y la crisis de esa empresa promueve una completa crisis del sistema productivo local, seguida de la aparicin de nuevos empresarios surgidos de los cuadros directivos de la empresa matriz. Sucede tambin un proceso de reorganizacin tcnica y comercial y, en cambio profundo, del sistema econmico local, al que van sumndose progresivamente las experiencias organizativas de los nuevos empresarios. Con un tejido empresarial algo ms amplio, el proceso se repite en el caso de Elda 7. El momento que atravesaba la industria en la ltima dcada del siglo XIX incit a algunos emprendedores zapateros a construir los primeros edificios fabri- les, superando el antiguo concepto de tallerico , separando por vez primera los locales productivos de las viviendas de sus propietarios. Estos seran las fbricas de Silvestre Hernndez, inaugurada en 1895, y la de Rafael Romero, algo posterior, empleando ambas a varios centenares de obreros. De origen humilde, y presumiblemente antiguos aprendices que se empaparon del oficio desde sus tiempos mozos como ayudantes de algn zapatero de silla, ambos empresarios fueron los representantes de esa nueva burguesa que estaba sustituyendo a la oligarqua terrateniente como grupo dirigente de la sociedad eldense. As Rafael Romero Utrilles, lograra sendas medallas de oro y diplomas de honor en las Exposiciones Internacionales de Londres y Pars por la calidad de su fabricacin y la belleza de sus diseos. Este hecho unido a los ms de 450 empleados que albergaba en su fbrica y una produccin cercana a los 297.600 pares anuales, denota que fue uno de los primeros exportadores de la ciudad, que junto a Silv estre Hernndez sent las bases de la nueva Elda Industrial. Esta se apoyara en otras fbricas de calzado que fueron surgiendo, propiedad tanto de industriales de Elda (Vera Hermanos, Antonio y Vicente Maestre, Sirvent, B. Hernndez), como de empresarios forneos que realizaron inversiones en el municipio. As, destacan en el proceso de capitalizacin de nuevas industrias, los empresarios madrileos Jimnez y Casto Pelez, el ilicitano Jos Tobar y el alicantino Sebastin Cid. Adems de los fabricantes mencionados, cabe sealar otras industrias que ya estaban establecidos en 1900, como la de Bellod Hermanos y Zaragoza (fundada en 1899 por los hermanos Antonio, Santiago, Pedro y Miguel Bellod Pay) y la de Blas Amat, fundada en 1897 cuya mayor pujanza lleg en 1912. Tras la muerte del titular en 1915 la razn social cambi a Viuda de Blas Amat, llegando a tener unos 150 operarios. El fuerte aumento de la produccin conllev un crecimiento rpido de la industria auxiliar: Isidro Aguado, el industrial hormero, haba convertido sus modestas instalaciones de la calle Nueva en una moderna fbrica, fuertemente mecanizada, situada cerca del puente de la estacin. Pero Isidro Aguado no era el nico empresario eldense que fabrica hormas, ya que desde 1897 funcionaba ya la empresa de Constantino Ban, y 186HISTORIA DE ELDA M207quina Singer de 1910, conser Calzado de Elda. tambin se establecieron industrias de cajas de cartn como la de Francisco Santos que tena como clientes, no slo a los zapateros, sino a farmacias y sombrereras. Las materias primas para la fabricacin de calzado eran tradas de fuera, hecho que condicion la instalacin en Elda de los primeros representantes, comisionistas y agentes comerciales, varios de los cuales abrieron depsitos y almacenes de curtidos, clavazn, hilaturas, tejidos, etc. La gran empresa integral radicada en un municipio, dentro de cuyas naves se produce todo; y se camina hacia un sistema territorial integrado y tambin jerarquizado, en el que se conf iguran los centros polares y las periferias dependientes. En los ltimos aos del ochocientos, Elda ya contaba con varias fbricas de calzado importantes, de ms de un centenar de trabajadores, que haban empezado a desarrollar en torno suyo un tejido econmico auxiliar, con fbricas de hormas y envases, almacenes de curtidos y otros productos para el calzado. Las fbricas no acabaron con los pequeos talleres ni con el trabajo a domicilio, sino que se sirvieron de ellos y los utilizaron como una forma de rebajar costes y regular rpidamente la capacidad productiva, manteniendo una estructura industrial atomizada. El ciclo de rpido crecimiento se cerr en torno a 1903. Entre esa fecha y el estallido de la primera Guerra Mundial el nmero de empresas zapateras en Elda se estabiliz, aunque la capacidad productiva sigui aumentando por la introduccin de maq uinaria. Adems, la fabricacin de la rama del calzado de piel se extendi por o tras poblaciones del Valle del Vinalop con mano de obra disponible a menor precio. As mientras que en Elda aumentaban las industrias auxiliares (fabricacin y tratamiento de curtidos), comenzaron a aparecer talleres de calzado y algunas fbricas en Petrer, Monvar, Biar, Benejama, Sax y Villena. De esta manera se llega a la concepcin polarizada de la dinmica econmica propuesta por Perroux, segn la cual, el crecimiento no se manifiesta en todas partes, sino que aparece concentrado en puntos o polos de crecimiento, en los q ue se han dado procesos singulares de efectos contrapuestos, unos favorables al desarrollo econmico y otros retardadores del mismo, con una intensidad variable que define una desigual distribu- cin territorial. As en Elda se darn durante las primeras dcadas del siglo XX, diferentes fases de expansin y crisis, repetidas de manera cclica, ocasionando procesos de renovacin del tejido empresarial, reestructuracin organizativa y generalizacin de las innovaciones productivas entre las nuevas empresas surgidas tanto locales, como del mbito comarcal, a partir de las que Perroux denomina empresas lderes. Estos cambios empresariales, tambin tuvieron su incidencia en las dinmicas sociodemogrficas, polticas y urbanas del municipio que fueron materializando la cita de Eloy Cataln en la revista local Albor en 1934: Este Elda nuestro, de nuestros antepasados y de nuestros amores es cada da ms Elda y menos nuestro y pienso que ha podido ocurrir en tan corto nmero de aos para q ue este pueblo nuestro haya cambiado el traje de negro pao de labrador alicantino por ese o tro de aire cosmopolita . Crecimiento demogrfico Elda contaba en el censo de 1887 con 4.437 habitantes y a finales de 1900 alcanzaba los 6.131 habitantes, hecho q ue supuso un crecimiento del 38%. Sin duda el motor del crecimiento demogrfico eldense fue la industria del calzado q ue canaliz unas mejores condiciones de vida, mejor los saldos vegetativos y aument los f lujos migratorios. En efecto, las dos pocas de expansin demogrfica, dcada de los aos veinte y dcada de los sesenta, coincidi con fuertes saldos migratorios positivos ayudados por los procesos de inmigracin. El origen de estos inmigrantes ser muy diferente; as mientras que en la primera oleada la emi- 187De la ciudad industrial a la capital productiva y comercial del calzado espaol (1900-1959) Za Pantano en 1912 (Ar EMIDESA). gracin ser del mbito comarcal (municipios del Alto y Medio Vinalop abarcando las reas de Yecla y Almansa); en los aos sesenta la inmigracin ser manchego-andaluza. Los obreros inmigrantes de las provincias como Albacete y Murcia y sobre todo de municipios cercanos como Monvar, Sax, Villena, Salinas, venan de f orma desordenada y sin ms relacin con los otros inmigrantes que el idntico trabajo y la misma necesidad econmica que les haca abandonar sus viviendas. Eran muchos los que recorran el camino en bicicleta o andando hasta los lugares de trabajo, para luego regresar con los suyos, registrndose pequeos movimientos migratorios pendulares de profesionales del ramo entre unos y otros municipios productores de la comarca. Destaca el caso de muchos empresarios, as por ejemplo Ricardo Herrero Bernab, uno de los primeros empresarios del calzado de Sax, contaba que empez a trabajar a la edad de 10 aos en una empresa de Elda para aprender el oficio de cortador, recorriendo a pie cada da los 6 kilmetros que separan una poblacin de la o tra, inaugurndose en esos aos un flujo cotidiano de obreros, entre 80 y 100 segn sus estimaciones, que seguan el tendido frreo (ms corto) o accedan por la carretera local de Sax a Elda por el paraje de La Torreta. Tenemos que hacer referencia obligada a una primera modesta oleada de inmigrantes zapateros que venidos desde Mahn, mejoraron la calidad del calzado eldense y constituyeron una peq uea colonia de una treintena de efectivos, en el barrio industrial realizado por el fabricante eldense D. Rafael Romero. Fue este industrial quien en 1897 se presenta en tierras baleares para reclutar a los operarios mejor cualificados ya que consideraba que el progreso verdadero haba de venir por la perfeccin de la mano de obra a cambio de beneficiosos contratos en el aspecto econmico, ya q ue en los ltimos aos del siglo XIX Mahn (una de las principales poblaciones zapateras que enviaban sus productos a los mercados de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y repblicas sudamericanas), sufri un importante receso productivo por las mermas en las exportaciones, como consecuencia del desastre colonial que provoc el cierre de empresas mahonesas y la emigracin de trabajadores hacia otros territorios zapate- ros peninsulares. En este contexto, podra enmarcarse la inmigracin de trabajadores cualificados mahoneses hacia Elda, aunque se trat de una coyuntura breve, ya que el calzado menorqun se volvi a recuperar y estabilizar entre 1905 y 1910. En efecto, el cierre de la fbrica de Rafael R omero Utrilles en 1902, y las revueltas obreras locales de 1903 y 1905, hacen suponer que gran parte de la colonia de zapateros mahoneses regresaran a su isla natal. En 1900 y 1910 la poblacin creci en ms de 1.900 efectivos. Las crisis coyuntural internacional, provocada por la Primera Guerra Mundial, as como el hundimiento de los mercados europeos, frente al encarecimiento de materiales bsicos para la industria del calzado, prov ocaron un menor crecimiento entre la dcada de 1910 y 1920. Si en pocos aos se haba casi duplicado la poblacin, en la segunda dcada del siglo XX, el aumento demogrfico se cifr en slo cincuenta efectivos. De 1920 a 1930, ms de quinientas nuevas personas poblaban anualmente el lugar; de 1930 a 1935, casi mil anuales. Y la inmensa mayora eran inmigrantes, ya que durante el periodo 1920-1935, de los 9.952 habitantes q ue creci la poblacin, 7.987 se debieron al saldo migratorio positivo frente a los 1 .965 que se debieron al saldo vegetativ o. En efecto, la existencia de un import ante yacimiento de mano de obra en los pueblos del Valle del Vinalop y su preparacin en el ramo manufacturero, junto con la escasez de mejores alternativas de empleo, retuvieron los salarios en niv eles bajos, al igual que lo hizo la posibilidad de aumentar el ingreso total de las familias mediante el trabajo, predominantemente a domicilio, de mujeres y nios y para distintas empresas. Crecimiento Urbano El desarrollo industrial, unido a los primeros procesos de inmigracin, favoreci el desarrollo y consolidacin de barriadas para obreros que se sucedieron desde 1898 hasta la segunda dcada del siglo XX. As, el 7 de mayo de 1898 con 154 asociados se constituye La Prosperidad , una cooperativa de casas baratas que termin sus construcciones en enero de 1917 para jbilo de sus 112 beneficiarios 8. Otro barrio, habitado probablemente por los inmigrantes mahoneses en sus primeros aos, fue llamado primero de Rafael Romero y en 1902, se le impuso el nom- 188HISTORIA DE ELDA bre de Romero y Tudela , al asociarse como socio capitalista, Damin Tudela a Rafael Romero. Otras barriadas o grupos de viviendas para obreros fueron construidas en los primeros aos del siglo XX, destacando la de Cid, que al parecer fue la principal localizacin de un numeroso grupo de obreros zapateros procedentes de Almansa, y la construida por el hombre de negocios alicantino Renato Bardn entre 1902 y 1903. Esta expansin urbana e industrial oblig a que en septiembre de 1900 la poblacin de Elda cambiara su vetusta iluminacin de petrleo por las modernas lmparas elctricas, siendo evidentes sus repercusiones econmicas y sociales, al facilitar la introduccin de maquinaria y mejorar las condiciones de productividad. Elda, como o tras poblaciones del mbito del Vinalop, no fue ajena a este proceso de modernizacin que comenz en Espaa en el ltimo cuarto del siglo XIX en ciudades como Barcelona (1875), Madrid (1881), Gerona (1886) o Bilbao (1890). Ya en 1901 existan en Espaa 861 pequeas centrales elctricas, con un potencial de 127.940 cv. El 61% de la potencia era de origen trmico y el 39% hidrulico. Esta nueva sociedad eldense aspiraba a conseguir un edificio para sus reuniones, sus fiestas y diversiones, a semejanza de los elegantes casinos existentes en otras poblaciones vecinas. Es as como surge en 1901 la idea de construir el Casino Eldense, que inaugurado en abril de 1904 se convertir en el centro neurlgico de las actividades socioculturales de la entonces villa de Elda, aunque por pocos meses ya. De esta forma se consolida un lugar de reuniones y esparcimiento, q ue alberg exposiciones, charlas culturales y polticas, recitales e incluso actividades deportivas de saln (billar y ajedrez). Todo ello ser mejorado con la inauguracin el 11 de septiembre de 1904, del Teatro-Circo Castelar que dot a Elda de un amplio coliseo, de grandes proporciones para las representaciones teatrales, musicales o circenses. Sin lugar a dudas todo este esplendor econmico, urbano, social y cultural ser unos de los motivos por los que el 24 de agosto de 1904, el rey D. Alfonso XIII, con la intercesin de D. Antonio Maura, jefe del partido conservador y presidente del Gobierno a la sazn, y por real decreto concede el ttulo de Ciudad, confirindole as una categora distinguida entre las poblaciones de la provincia destacando Elda por su rpido crecimiento y el impulso industrial e industrioso de sus habitantes . Modernizacin poltico-social En el resto de poblaciones del Valle del Vinalop el atraso de las actividades industriales est ligado a las fuertes inercias existentes por parte de la burguesa agrarista, que haba acumulado grandes rentas en las dcadas finales del siglo XIX y, con ellas, forjado un espritu conservador, prximo al caciquismo caracterstico del momento, que se resista a orientar sus vidas y fortunas hacia otros menesteres y a aceptar las dinmicas sociales de modernizacin, siendo el caso de Villena y Sax. Los peridicos locales de principio de siglo calificaban a los industriales del calzado como gente emprendedora, arriesgada y trabajadora, gracias a los cuales Elda crea riqueza y los obreros tienen asegurado su sustento. Estos industriales suplantarn a la oligarqua agraria tradicional y junto a los trabajadores del ramo conformaran un grupo hegemnico con una marcada impronta de grupo y conciencia social. As en septiembre de 1904, en la conmemoracin del tercer centenario de la llegada de los Santos Patronos a la recin declarada ciudad (un buen momento para reflejar la preeminencia social), el gremio de los zapateros inaugur con su carroza el desfile 9. Sin lugar a dudas la nueva y rica burguesa industrial participaban de rasgos ideolgicos muy prximos al regeneracionismo y a la logia masnica Fidelsima , creada en Elda en 1886, y a la que pertenecieron industriales del calzado como Pablo Guarinos, Rafael Romero, Blas V era o Gaspar Prez. Algunos industriales eran conscientes de la lamentable carencia de instruccin de sus obreros y sus familias y hubo algunos, como Casto Pelez que en 1902 sostenan a su costa una escuela nocturna donde se enseaba a leer y escribir, cuentas y otras disciplinas de cultura general al obrero. Otros de los parmetros que indican el progreso de la sociedad eldense en las dos primeras dcadas del siglo XX, es la proliferacin de la prensa local como ver dadero rgano de opinin y crtica de las diversas sensibilidades sociopolticas. A unque tardo, con respecto a otras poblaciones del Vinalop, el primer semanario que aparece en Elda en 1886 ser El Bien General , promovido por la coopera- 189De la ciudad industrial a la capital productiva y comercial del calzado espaol (1900-1959) tiva de obreros que fund el escritor y abogado eldense Ricardo Prez Pomares. Al fallecer su fundador en 1887 desapareci. Despus de otros semanarios como La Educacin Catlica(1892) y El Vinalap (1902), tenemos constancia de peridicos locales como El Centenario(1904) y el semanario republicano La Bandera Radical (1911). Durante los aos veinte aparecern nuevos semanarios que se harn eco de la grave coyuntura econmica por la q ue atravesaba la economa eldense, constituyndose en verdaderos referentes documentales de lo acontecido en sta poca. Destacamos el semanario El Reformista (1915) y los peridicos el Heraldo de Elda (1912) y La Lucha (1920) rgano del Partido Republicano Radical 10. En Elda tambin se puede hablar de un proletariado industrial, que no tena nada que ver con las caractersticas de los jornaleros y braceros agrcolas. As, buena parte de estos obreros participaban de ideologas progresistas que iban desde los liberales a los republicanos, gracias a la mitificacin que se realiz de Emilio Castelar, aunque ya a finales del siglo XIX y principios del XX irn arraigndose los movimientos anarquistas. El primer gran movimiento reivindicativo se vivir en 1899, con la convocatoria de una huelga en protesta por los bajos salarios percibidos, motivos muy similares a las que provocaron la violenta reivindicacin de 1903 y 1906. Sin duda, las dificultades para un normal desarrollo de las empresas eran numerosas derivadas de la crtica situacin econmica general en la nacin. En efecto, la principal causa de las huelgas fueron las frecuentes alzas en el precio de las materias primas (clavazn, curtidos, etc.). Para combatir estos incrementos de costes y evitar una subida del precio del artculo, q ue originaba descensos en la ventas, los fabricantes se vean obligados a disminuir los precios de los destajos y trabajo a domicilio o bien a cargar los insumos a sus trabajadores hecho que era muy frecuente en otros centros productores del Vinalop 11. A pesar de la crisis permanente, de problemas y dificultades en este periodo, algunas empresas de calzado vivieron una etapa de prosperidad como Blas Amat, que en 1912 construy una gran nave de 1.078 metros cuadrados con maq uinaria moderna y que daba trabajo a ms de 150 operarios. Tambin en 1913 se construy la empresa Pablo Guarinos Juan, que alcanz gran importancia, y la fbrica de Pablo Prez, que se dedicaba a calzado cosido a mano para seora. A principios del siglo XX Bernab Maestre da una cifra de 90 fbricas para Elda, especificando que ms de la mitad eran talleres con menos de cinco operarios, cifra que para Navarro Pastor resulta excesiva ya que en el calendario de 1905 confeccionado por el Gremio de Zapateros, slo aparecen 28 firmas publicitadas. La comparacin de las matriculas industriales en el periodo de 19121915, unido al anlisis de los datos aport ados por el semanario Heraldo de Elda de diciembre de 1912, confirman ms de una treintena de empresas, 34 para ser exactos, que nos aproximan a la cuanta ms real de las fbricas existentes en el municipio, teniendo en cuenta las posibles ausencias de otras industrias y talleres zapateros no reflejados en las est adsticas por querer evitar su aparicin en fuentes de carcter fiscal como las matrculas industriales. Mecanizacin y capitalizacin de las empresas eldenses en la segunda dcada del siglo XX U na de las mayores amenazas que se cerna sobre el trabajo obrero en la primera dcada del siglo XX, era la introduccin de maquinaria para incrementar la productividad de las empresas. De ah que el proceso de mecanizacin de las fbricas eldenses se atrasara, frente a otros centros productores, hasta bien entrada la segunda dcada del siglo XX. En efecto, hasta 1912 las empresas de Elda haban permanecido al margen de la introduccin de la tcnica en el proceso productivo, pero a partir de esa fecha la fabricacin mecanizada creci rpidamente gracias al alquiler de maquinaria norteamericana de la USMC. As, el proceso de cambio de las estructuras fabriles en Elda se completa mediante la progresiva mecanizacin. Junto al aumento de la produccin fue decisivo el incremento de la productividad, auspiciado por la incorporacin de nuevas mquinas q ue, a su vez, obligaban a una reestructuracin de la organizacin interna de la produccin en cada establecimiento. F rente al referente tradicional zapatero de silla , artesano que dominaba mltiples facetas de la elaboracin del zapato, comienza a implantarse un sistema organizativo de la produccin de inspira- 190HISTORIA DE ELDA Po rtada de El Liberal de Elda de septiembr la industria y al comer cin fordista, que tiende a especializar a la mquina y al obrero en una sola tarea, lo que permite automatizar y mecanizar los procesos, reducir los tiempos, aumentar la productividad y dedicar el tiempo ganado a la produccin de series ms extensas. Tal coyuntura result excepcionalmente beneficiosa para la Compaa norteamericana United Shoe Machinery Company (USMC), creada en febrero de 1899, cuyas mquinas coparon casi en exclusiva el mercado nacional, desde la aparicin de las primeras en Barcelona hacia 1899-1901. Ante la escasa capitalizacin general, excepcin hecha de algunas grandes empresas, la compaa estableci el alquiler de las mquinas como norma para su distribucin y penetracin en el tejido productivo. El arrendatario pagaba una suma para cubrir los gastos de instalacin y posteriormente satisfaca los derechos de produccin conforme con el nmero de pares que se hubiesen fabricado por la mquina, que llevaban instalados unos contadores. La difusin de la maquinaria fue rpida e intensa a principios de siglo, y culminara en 1915, ao en que la compaa alcanzara el mayor volumen de mquinas distribuidas en Espaa. Segn los registros de la empresa USMC entre 1913 y 1916, el municipio de Elda fue el segundo en la incorporacin de nueva maquinaria para la fabricacin de calzado, despus de Barcelona, multiplicando por cinco el nivel de mecanizacin alcanzado en Cocentaina y V alencia. La coyuntura propiciada por el conf licto blico internacional supuso un nuevo y definitivo impulso para la industria del calzado alicantina, en general, y de Elda en particular no sin periodos de desconcierto y tensin. Si bien algunos obreros en este periodo emprendan la aventura de ser empresarios, la mayor parte de los empleados en las fbricas quedaban sujetos a las exigencias de la nuevas frmulas de organizacin intensiva de la produccin, al trabajo a destajo y a la temporalidad de los empleos. As la sucesiva proletarizacin de la sociedad eldense se tradujo en conf lictos de intereses entre patronos y obreros industriales, que fueron una constante entre 1915 y 1919. Ese ltimo ao fue de especial conflictividad social en toda Espaa y en particular en la provincia de Alicante, al producirse una eclosin de reivindicaciones sociales, consecuencia inmediata de la crisis de trabajo que se perfilaba con la instauracin de la paz en Europa, y a la vez los efectos propagandsticos mundiales de la rev olucin bolchevique, que anim considerablemente la dinmica de los sindicatos obreros de los municipios de Villena, Elche y Elda. En agosto de 1914, a los pocos das de haberse generalizado el conflicto europeo con el inicio de las hostilidades entre las potencias europeas, se declar la primera huelga de zapateros y aparadoras en Elda. Ello fue seguido por el incendio provocado de la fbrica de Jos Romero Rdenas, hijo del ilustre industrial local Rafael Romero. Tambin en este periodo se desarroll la llamada huelga del hilo en la fbrica de Blas Amat cuando este industrial se neg a ceder a las reivindicaciones de las asociaciones obreras, principalmente de La Racionalde tendencias de cenetistas, en relacin al trabajo a destajo y a la facilitacin de hilo y agujas a las aparadoras, ya que se tenan q ue hacer cargo ellas mismas de los costes de estos materiales. En diciembre de 1914 se empezaron a recibir en las fbricas de Elda pedidos de botas para abastecer al ejrcito francs. Ello incentiv a que con capital ingls, se creara en 1915 una fuerte empresa de fabricacin de calzados militares llamada Eugenio H. Browne que ocup los antiguos edificios de las fbricas de Jos Tobar y Damin Tudela, constituyendo centros fabriles en las poblaciones vecinas de Petrer y Monvar. En total haban ms de 1.500 trabajadores con una produccin de dos mil pares al da. Esta aventura dur pocos meses, ya q ue la fbrica de Eugenio H. Browne cuya fabricacin era exclusivamente para los ejrcitos aliados tuvo que cerrar por cancelacin de pedidos, quedando ms de un millar de obreros en la calle. El Ayuntamiento, presionado por las asociaciones de trabajadores, llev a cabo diferentes iniciativas como la redistribucin de trabajadores entre las fbricas que tenan faena , establecer suscripciones populares para socorrer a las familias en paro, o realizar obras pblicas, en coordinacin con los responsables a nivel nacional de Fomento, relacionadas con las mejoras en trazados viarios tanto de carretera como de ferrocarril. El ritmo de fabricacin en este periodo fue frecuentemente alterado por huelgas y movilizaciones obreras, bien de carcter local o general. As en enero 191De la ciudad industrial a la capital productiva y comercial del calzado espaol (1900-1959) de 1917 se originar una huelga de cortadores en la fbrica Guarinos Hermanos y que se generaliz al producirse la detencin del autor de una hoja impresa comentado la huelga con el ttulo frente al hambre, al robo, a la explotacin y a la complicidad, que tuvo importantes repercusiones en la ciudad por el elevado nmero de procesados que estuvieron sin libertad en el castillo de Alicante hasta mayo de 1918. Por otra parte la huelga de 1919 realizada por los zapateros, cort adores y guarnecedores eldenses, salpic a otras poblaciones zapateras como Villena. All la Asociacin de Obreros de la Piel se declar en huelga por solidaridad con sus compaeros eldenses ya que en ambos conf lictos se exiga el derecho a que los obreros sacaran trabajo para sus compaeros en paro de otras localidades para repartirlo de forma solidaria, cosa que no pudieron evitar los patronos, que tambin intentaron actuar con acuerdos consensuados entre ellos. La huelga dur once das y termin con el triunfo obrero, al lograr diversos aumentos y la misma tarifa de precios de la mano de obra en Elda. Por el contrario la disconformidad de los industriales con estas situaciones les llev a crear en Elda un Sindicato Patronal en 1916 para unificar criterios y actuaciones en los casos de conflicto, pero esta iniciativa no tuvo la esperada acogida entre los mismos industriales. Esta idea sent las bases para la creacin de la asociacin de Fabricantes de Calzado de Elda en 1924. La creciente especializacin zapatera, durante el periodo de 1916 hasta 1919, se manifestar en un aumento constante de las exportaciones, que en Elda se cifran en un valor de la produccin superior a los 40 millones de peset as. En otros centros productores de calzado como Villena y Elche, el valor de la produccin en este periodo fue de 10 millones de pesetas, mientras que en municipios como Petrer, Cocentaina y Monvar alcanzaron en conjunto tambin un valor de 10 millones de pesetas. El origen de muchas empresas de calzado que no del ramo en s mismo en Elda y otros municipios del Valle del Vinalop, responde al modelo repetitivo segn el cual el joven zapatero emprendedor, una vez aprendido el oficio en un taller, se instala por su cuenta, aprovechando una coyuntura favorable, as como la escasa inv ersin precisa y la venta asegurada de la produccin. En este caso, la Primera Gue- rra Mundial y la fuerte demanda del mercado exterior pusieron las condiciones fav orables, pero es en esa circunstancia cuando surge la iniciativa popular y, por acumulacin de procesos vitales particulares, se llega a aprovechar la potencialidad del momento. En efecto, la coyuntura propiciada por la Primera Guerra Mundial, supuso un nuevo y espectacular impulso para la industria del calzado alicantina. Pero sta se vio truncado con la recuperacin de las industrias en los pases afectados a partir de 1920, lo que ocasionar una enorme merma de las exportaciones de calzado. El fenmeno revisti especial virulencia en los primeros aos de la dcada, ocasionando una grave crisis para el subsector, precisamente cuando en o tras poblaciones del Valle del Vinalop construyeron autnticas fbricas. De los felices aos veinte a la crisis ocasionada por la Guerra Civil La industria del calzado del Vinalop no sigui la tendencia al crecimiento en vertical, pero s una mayor concentracin productiva. Aunque persistieron los pequeos talleres, el trabajo a domicilio y la gran movilidad empresarial, los aos veinte y los primeros aos treinta se caracterizaron por el predominio de empresas de tamao medio, que dirigieron la mayor parte de la produccin y empleo. Algunas de estas empresas de dimensiones mayores a lo acostumbrado hasta entonces eran la evolucin de las fbricas surgidas a finales del siglo XIX, como las de Hermanos Bellod y Sucesores de Blas Amat, pero otras fueron consecuencia directa de los beneficios conseguidos en la etapa de 1914-1919 y de la mentalidad expansiva nacida de ellas. As por ejemplo, la familia Bellod eran zapateros llegados desde Onil con el oficio bien aprendido, y en la primera dcada del siglo XX haban conseguido el dinero y los prstamos para comprar la fbrica de Romero, una de las ms antiguas de Elda y ya posean tiendas propias en las capitales de provincia. Otras empresas importantes que se consolidan al amparo de la guerra europea sern las de Pablo Maestre y Antonio Porta, surgidas en 1914 y 1919 respectivamente, y que respondan al modelo ya explicado de jov en zapatero emprendedor que se trans- 192HISTORIA DE ELDA forma en empresario aprovechando la coyuntura favorable del conflicto blico europeo. Bellod y Casto Pelez aprovecharon la coyuntura para ampliar sus inst alaciones, y se consolid la fbrica fuertemente mecanizada de Rodolfo Guarinos Vera, en 1924, que ya en la publicidad de estos aos anunciaba que fabricaba mil pares diarios. Para algunos autores en Elda se est aba dando un proceso de concentracin de la industria en manos de unas pocas familias. As el profesor Bernab afirma que haban dos familias emparent adas, los Vera y los Guarinos, acaparando en 1935 ms de la mitad de las fbricas con al menos un centenar de operarios declarados. Adems, estos industriales mantenan relaciones de parentesco con otras seis familias de empresarios, de modo que en conjunto, ocupaban el 50 por ciento del empleo y disponan de las fbricas ms grandes, modernas y mecanizadas de Elda . Hay que resaltar que entre las siete firmas de empresas alicantinas que ms maquinaria de la USMC recibieron entre los 1916 y 1935 se encontraban las empresas eldenses de Rodolfo Guarinos, Bellod Hermanos y Francisco Vera. A pesar de q ue hubo intentos de superar el monopolio de contratacin de esta empresa de maquinaria americana, bien intentado comprar la maquinaria o adq uiriendo las mquinas a Ayo, las principales firmas eldenses hubieron de aceptar las condiciones leoninas de la firma USMC, que facilitaba, entre otras, las mquinas goodyearpara el cosido con cerco y la consolidated para montar. Durante las dcadas de los veinte las fbricas superaban el centenar de trabajadores, aunque las matrculas industriales de la poca omitiesen a otras empresas ms pequeas. As, al trmino de la I Guerra Mundial, Elda contaba con 36 fbricas, poseyendo al finalizar 1921 un total de 52 establecimientos industriales. Por tanto frente a grandes empresas como Pedro Bellod o Rodolfo Guarinos, nos encontramos con pequeas fbricas que proliferaron extraordinariamente hasta mediados de esta dcada. Como ref lejo de este continuo trasiego, del simultneo hundimiento de empresas y nacimiento de otras nuevas, slo en 1929-30 desaparecieron 14 empresas y otras 31 emergieron, pues muchas de ellas solan legalizarse despus de algn tiempo de funcionamiento. P or otra parte cabe destacar que durante el periodo de la Dictadura de Primo de Rivera, la gran concentracin de la industria del calzado se va traduciendo a nivel de gobierno municipal. El poder local estaba en manos de los empresarios hasta tal punto que en mayo de 1930, tras la cada de la Dictadura, de los diez concejales asistentes a un pleno municipal, siete son fabricantes de calzado y uno fabricante de tacones 12. Con la llegada de la Repblica la situacin vari un ta nto pero la burguesa local siempre mantuvo estrechos contactos con el Ayunt amiento. As el primer alcalde republicano fue el principal fabricantes de cajas de cartn para el calzado. Los industriales eldenses, pasada la Guerra Mundial, fueron mejorando poco a poco el diseo y la calidad de sus zapatos. As en 1922, y en las fiestas de septiembre, se realiz una exposicin local de calzado en la que se otorgaron todo tipo de distinciones. Adems se contrarrest un movimiento auspiciado por la caresta de los zapatos al trmino del conf licto internacional (subida de salarios, encarecimiento de la materia prima, etc.), denominado liga de la alpargata , que abogaba por la utilizacin de la alpargata frente al zapato de cuero. La mejora productiva vino dada por la consolidacin de los rasgos de distrito industrial del calzado en Elda y en las poblaciones vecinas. La mecanizacin de la produccin, el desarrollo de la divisin del trabajo, que tuvo importantes consecuencias econmicas y organizativas, la reduccin de los costes laborales y la diversificacin 193De la ciudad industrial a la capital productiva y comercial del calzado espaol (1900-1959) Za a226os veinte, con el t222pico delantal (Ar productiva ciment el establecimiento de economas de escala. Cabe destacar las empresas auxiliares, que iban desde modestas empresas de maquinaria para el calzado (dedicadas a la reparacin), hasta empresas de troqueles (Manuel Navarro), fabricacin mecnica de tacones (Julio Beneit, que produca 150.000 docenas anuales en 1929), fbricas de hormas y cajas de cartn. Existan en Elda dos fbricas de curtidos (la de Emilio Maestre y Carbonell y Ca .), pero su produccin era insignificante comparada con las necesidades de la industria local. Los servicios a las empresas zapateras se fueron consolidando y adems de las empresas mencionadas tambin proliferaron un alto nmero de representantes de artes grficas, de papel, de botones, de hebillas, de suelas, etc. T ambin se abrieron oficinas de entidades bancarias, que con posterioridad facilitaran la negociacin de papel, como el Hispano Americano y el Espaol de Crdito. Durante estos aos la exportacin de calzado se multiplic por treinta entre 1924 y 1931 para descender de nuevo en los aos anteriores a la Guerra Civil. Esta reduccin de la exportacin durante el periodo republicano no fue debida slo a problemas achacables a las empresas (precios altos, mala calidad, falta de capacidad organizativa, falta de competitividad, etc.), sino tambin a la fortsima contraccin del comercio internacional subsiguiente a la crisis del 1929. La consolidacin empresarial fue demandando cada vez ms mano de obra, q ue fue originaria de las poblaciones de Pe trer, Pinoso, Monvar y Sax 13. El atractivo laboral de la nueva dedicacin industrial, los mejores salarios y la posibilidad de empleo femenino determinaron el cambio de domicilio de buena parte de estos obreros. Al no poder desplazarse todos los das a Elda, porque el coste del viaje supona un alto porcentaje de su salario, determin que muchos de ellos fijaran su residencia en el centro productor 14. La continua inmigracin rejuveneci los efectivos demogrficos pero al mismo tiempo puso en evidencia una serie de necesidades (mejores salarios, analfabetismo, vivienda digna, etc.) de un importante proletariado urbano. Aparecen problemas con el aumento del coste de la vida y el trabajo a destajo, que los empresarios utilizaban para gravar ciert as materias primas a los trabajadores y aparadoras, en ocasiones por encima del precio de coste como en la famosa huelga del hilo , que fueron motivo de importantes revueltas obreras durante toda la dcada. Por otra parte, surgieron problemas por el trabajo infantil, que empezaba a ser regulado, y la discriminacin salarial entre hombres y mujeres, q ue al trabajar en casa, cobraban por par de zapatos realizado y no por jornada completa. La radicalizacin de la sociedad eldense fue patente durante esta dcada, con revueltas que hicieron intervenir no slo a las fuerzas de orden pblico sino tambin a la Legin que cerc la poblacin con ametralladoras en los disturbios de 1930 15. Durante los aos veinte, y sobre todo en las huelgas de principios de los aos treinta, se hace evidente el cisma entre la clase trabajadora. Por una parte estaba el anarquismo eldense, que ya contaba con una larga tradicin reivindicativa como en otras poblaciones de la provincia de Alicante como Alcoy y Denia. A pesar de ser perseguidos consiguieron organizar un Sindicato nico del Ramo de la Piel que contaba con ms de tres mil asociados. ntimamente ligado con la ideologa anarquista, el naturismo fue un concepto de vida que se abri paso entre las minoras obreras como contraposicin a los gustos ms burgueses . En efecto, como vlvula de escape ante la represin de la dictadura, se implant una lnea cultural y pedaggica libertaria dando lugar a una escuela racionalista de amplio prestigio entre los sectores anarquistas espaoles. Pregonaban la alimentacin vegetariana, la defensa del amor libre y una sexualidad no represiva. Frente a esta concepcin anarquista se implant entre los obreros eldense, aunque con menor raigambre, la ideologa socialista, que dio origen a la Federacin Obrera de la Industria del Calzado. La crisis internacional iniciada en 1929 abri un nuevo periodo adverso. Las limitaciones de la demanda interna y las dificultades del mercado exterior pusieron freno al desarrollo experiment ado hasta esos momentos, dando paso a una etapa de crisis econmica, seguida de una convulsa situacin poltica en la q ue se sucedern cierres de empresas, periodos de huelga y conf lictos sociolaborales hasta el estallido de la Guerra Civil. Las elecciones del 12 de abril de 1931, suponen la eleccin del primer Ayuntamiento totalmente vinculado con los in- 194HISTORIA DE ELDA tereses de la industria del calzado, desplazando a la oligarqua terrateniente tradicional y dejando fuera del consistorio a algunos representantes de la ms rancia burguesa zapatera ligada al partido monrquico (Trinidad Vera, Luis Amat, Jos Sirvent, etc). En el seno de la candidatura vencedora coexistan fabricantes de calzado y propietarios de industrias auxiliares, junto con obreros y varios profesionales liberales (mdicos, farmacuticos, etc.). Surgen nuevas estructuras financieras para apoyar la industria y el comercio local, como el Banco de Elda, que constituido en 1933 suministr en el ao siguiente unos diez millones de pesetas. Segn la Matrcula Industrial de 1934 haba en Elda noventa fbricas de calzado aunque 51 de ellas no sobrepasaban los cuatro operarios y haba descendido tanto el nmero de empresas que superaban el centenar como el empleo industrial, aunque de nuevo tenemos que recordar el carcter fiscal de la fuente, porque otros autores como Forner, Bernab Maestre y Valero Escandell, afirman el incremento de las empresas durante los primeros aos de la dcada de los treinta. Esta industrializacin y consiguiente proletarizacin de la mano de obra resultan evidentes durante el primer tercio del siglo XX. En general se observa una progresiva concienciacin y un mayor compromiso poltico entre la clase trabajadora, que alcanza a expresarse en los peridicos locales, algunos de los cuales denunciaban o analizaban bajo puntos de vista comprometidos socialmente, y sesgados conforme a intereses concretos, los hechos cotidianos. En 1932 y en Elda, para paliar los graves efectos de la fuerte crisis y el desempleo consiguiente, obreros y empresarios llegaron a acuerdos plasmados en estrategias concretas, q ue suponan invariablemente la merma de empleo, del nmero de das trabajados y del salario percibido. As aparece en Elda la cooperativa de fabricacin de calzado La Eldense, S.A. ,que comercializaba sus zapatos con el nombre de La perdiz. Mayores logros se alcanzaron en Petrer, donde la cooperativa El Faro declaraba estar compuesta por 350 asociados. As, meses antes de la guerra civil, el asociacionismo obrero como forma de produccin comenz a ser contemplado para paliar la crisis, sobre todo ante la quiebra de emblemticas empresas como Calzados La Imperial, q ue contaba con una red de ms de cuarenta zapateras repartidas por toda Espaa y un capital estimado en 1935 en ms de diez millones de pesetas; La Imperial adquiri en ese periodo zapatos por valor de varios millones de pesetas y su suspensin de pagos en 1936, puso en dificultades a importantes empresas de la localidad como las de Francisco Vera o Pedro Bellod con las que tena contratada gran parte de la produccin. Las calidades del zapato variaron en funcin de la tcnica empleada y de la localizacin geogrfica. En lneas generales, Elda, estuvo especializada en la fabricacin de calzado de seora, con gran variedad de modelos y calidad mediaalta, siendo el sistema de trabajo predominante el manual o semimanual, puesto que la diversidad de modelos limit las posibilidades de mecanizacin. No falt aban, en cualquier caso, las grandes inst alaciones dedicadas a la fabricacin del calzado mecnico, tanto en Elda como en Pe trer. As, la fbrica de calzado de caballero de Pedro Bellod Pay, poda obtener al mximo de su capacidad unos 280.000 pares, confeccionando 110.000 en 1935; por otra parte la fbrica de Rodolfo Guarinos Vera, produjo 263.000 pares, alcanzando nicamente 275.000 en 1934. El alzamiento militar coincidi con una huelga general en la industria del calzado, iniciada a comienzos de junio, q ue afectaba a todas las poblaciones zapateras de la provincia. La huelga se realiz en demanda de la elevacin de salarios, ampliacin del perodo vacacional y mejoras horarias, entre otras reivindicaciones. A pesar de que la huelga fue desconvocada, el paro continu en Elda y Petrer todo el mes de julio y hasta la primera semana de agosto de 1936. De las 90 fbricas que haba en Elda y Petrer slo cuatro pudieron seguir trabajando, debido al estado que haban quedado los recursos econmicos despus de la huelga. En efecto, las nicas empresas q ue podan trabajar eran las grandes sociedades annimas de Rodolfo Guarinos, Jos Martnez y Pedro Bellod, que durante el paro obrero haban enviado el calzado, en proceso de fabricacin, a las cooperativas dedicadas a la fabricacin de calzado de los pueblos vecinos, destacando entre otros la Cooperativa Armona de Castalla. A partir de 1936 tanto en Elda como en otras poblaciones del Vinalop apa- 195De la ciudad industrial a la capital productiva y comercial del calzado espaol (1900-1959) Rodolf empr Na Eldenses Nota ). recieron formas de gestin industriales socializadas, para la fabricacin de calzado de piel y utensilios afines, que mantuvieron y ocasionalmente aumentaron la produccin por las demandas generadas por el Ejrcito 16. La Junta de Compras del ministerio de la Guerra se convirti pronto en el principal cliente de las fbricas de calzado. Gracias a estas demandas los resultados empresariales no fueron malos, especialmente durante el primer ao de la guerra en algunas grandes fbricas eldenses. As, la empresa Rodolfo Guarinos declar entre julio y diciembre de 1936 ms de 400.000 pesetas de beneficios y en los tres primeros meses de 1937 stos sobrepasaron el milln. An as fueron evidentes los problemas de las pequeas y medianas empresas con escasos recursos financieros, q ue fueron superados por los propios empresarios, con la ayuda del Comit Antifascista local. As, para sacar a Elda del colapso econmico que significaba la inactividad se constituy el 18 de agosto de 1936 el Sindicato de la Industria del Calzado de Elda y Petrer (SICEP), cuyo local se estableci en una fbrica sita en la calle Lamberto Amat. El SICEP, era en sus inicios, al menos tericamente, una especie de consorcio de empresas dirigido por un Consejo de Administracin de nueve miembros, una organizacin privada que pretenda entregar el 65% de los beneficios a los empresarios y slo un 175% para los obreros. Su funcin era prestar recursos financieros a las fbricas, abastecerlas de materias primas y comercializar el calzado, comprndolo a las fbricas y v endindolo por su cuenta. Era evidente que pese a contar con el apoyo inicial del Comit Antifascista local, una organizacin empresarial no poda seguir funcionando con parmetros capitalist as dentro de una Elda cada vez ms intervenida econmicamente por las organizaciones sindicales. En realidad, todas las empresas integradas en el SICEP, estaban sometidas de un modo u otro al control de los sindicatos obreros, donde en algunas el propietario segua dirigiendo la marcha de la empresa, aunque en otras era una figura nominativa. Al poco de su constitucin, el Consejo de Administracin del SICEP pas a desempearlo seis patronos, seis obreros y un secretario designado por el Gobierno . Al comenzar el ao 1937 de este Consejo de A dministracin desapareci la repre- sentacin patronal, que fue sustituida por seis obreros. As los gerentes de las sociedades empresariales quedaron relegados por los trabajadores, la mayora afiliados a la UGT y sobre todo a la CNT, que ante los acontecimientos derivados del periodo blico, confiscaron las fbricas para ponerlas en marcha y fabricar calzado para el ejrcito. Con las empresas de calzado confiscadas (las de Rodolfo Guarinos, Martnez Snchez y Pedro Bellod) y o tras dos de menor dimensin (Rivas y Maestre), se estructur en 1937 en Industrias de la Piel Socializadas de Elda. A esta colectivizacin tambin se incorpor el taller de la Escuela de Artes y Oficios de Elda, que se dedicaba a la conf eccin de abrigos de cuero, monos y camisas para el ejrcito, llegando a sumar Industrias de la Piel Socializadas un tot al de 2.800 trabajadores eldenses. El SICEP, se encargaba de enviar representantes por la Espaa republicana, ofreciendo al mercado zapatos para los nios y las seoras. La guerra se prolong ms de lo que esperaba el SICEP, y a los pocos meses la produccin de calzado civil era excesiva para que el mercado pudiera absorberla. Frente a esta circunstancia el SICEP se vio obligado a cambiar de poltica y a orientar sus vent as hacia el ejrcito. En agosto de 1937 el SICEP sirvi a la Junta de Compras del Ministerio de Guerra 350.000 pares de bot as. Pese a esta orientacin productiva a mediados de 1937 el calzado tendr una nueva crisis que se intent superar entrando los sindicatos UGT y CNT en la direccin del SICEP sin intervenirlo y sin desplazar a los antiguos gestores. U no de los problemas fue las dificultades de produccin que deriv en un est ancamiento tcnico y en un retroceso en el nivel de mecanizacin del proceso productivo. As la carencia de mecanizacin afect con intensidad a los municipios del V alle del Vinalop, donde municipios como Elda que haba recibido ms del 20% de la maquinaria distribuida por la USMC entre 1931 y 1936 en Espaa, slo recibi el 85% de la misma entre 1937 y 1938. Por otra parte, en Petrer el 14 de junio de 1937 la UGT y la CNT conjuntamente y con acuerdo de los patronos, colectivizaron las cinco principales empresas del ramo entre las que se encontraba Calzados Luvi, S.A. Poco despus, el 2 de octubre de 1937, Industrias 196HISTORIA DE ELDA de la Piel Socializadas se transform legalmente en la Cooperativa Obrera de la Industria del Calzado y Similares (COICS), a la que fueron sumndose tambin la totalidad de las empresas de calzado de Elda y Petrer. El 31 de mayo de 1938 el SICEP cede el negocio de las v entas de calzado al COICS, por 1.500.000 pesetas. Al trmino de la Guerra Civil, las empresas del pas, en general, y la industria del calzado en particular, se vieron afectadas por la cada del consumo y la escasez de las materias primas. La Administracin del Estado estableci un sistema de cuotas de materias primas, q ue discriminaba a las empresas segn la capacidad productiva terica. Por otro lado, a la imposibilidad de renovar maq uinaria se sumaba la escasez en la demanda, tanto nacional por los efectos de la Guerra Civil, como internacional por la negativa influencia en este caso de la Segunda Guerra Mundial. De este modo, por un lado las empresas socializadas desaparecieron, tambin dejaron de tener sentido las fbricas que haban orientado su produccin para material de guerra; por otro lado, las grandes firmas anteriores a la confrontacin encontraron las mismas dificultades de carencias de materias primas y muy baja demanda. De igual modo, la falta de divisas entorpeca las posibilidades de comprar en el extranjero y la importacin de maquinaria y materias primas. En definitiva, las restricciones a la libertad de industria, por el control del sindicalismo vertical franquista durante la posguerra, perjudic a las empresas alicantinas en general, ya que se reforz el grado de monopolio que propici la disminucin en las inversiones medias destinadas a la creacin de industrias. Por otra parte se acentu el clandestinaje del utillaje industrial y disminuy la calidad f inal de las manufacturas como el calzado. De las restricciones de posguerra al trapicheo y la letra de cambio como base para la renovacin empresarial Durante los primeros aos de posguerra, los pedidos oficiales y la demanda civil insatisfechas que se haba acumulado a lo largo del conflicto mantuvieron un consumo interior de calzado relativamente alto. Esto provoc una restriccin inicial en el mercado que se vio incrementada artificialmente por los problemas de transporte y la actuacin de especuladores que fueron acumulando mercancas con el fin de obtener beneficios. Esta situacin vari a partir de 1943 cuando el consumo interior entr en atona debido a la reducida capacidad de gasto y al uso extensivo del calzado textil (alpargatas) 17. El retroceso general de la industria del calzado en Espaa fue similar en su tamao al experimentado por el conjunto de las industrias de bienes de consumo, pero no en su ritmo, ms acentuado en los primeros aos para las otras industrias, mientras que para el calzado la cada se agrav hacia mediados de la dcada. El aumento del grado de oligopolio en el sector zapatero gracias a la Ley de Nuevas Industrias del ao 1939, conllev la aparicin de un buen nmero de inst alaciones que, burlando todo tipo de disposicin fiscales o sociales, funcionaron por completo fuera de la ley. Segn las estimaciones de los empresarios existan ms de 250 establecimientos en la provincia de Alicante, que llegaban a producir aproximadamente la mitad de la produccin legal, estimada en esos momentos en unos seis millones de pares de zapatos. Todas las empresas entraban en una grave situacin de crisis saldada con una ruptura del sistema fordista de produccin que haba ido configurndose con anterioridad, dando lugar a una atomizacin de empresas que recibieron el popular nombre de tallericos , en ocasiones al margen de la legalidad vigente y en perjuicio de las empresas autorizadas. La peculiar forma de entender la econo- 197De la ciudad industrial a la capital productiva y comercial del calzado espaol (1900-1959) Interior de la f207brica de 307Bellod Hermanos y Zarag EMIDESA). ma durante la posguerra acentu algunos aspectos negativos a la hora de organizar el trabajo. Nacionalcatolicismo y poder local La represin desarticul totalmente las infraestructuras de los sindicatos de clase y de los partidos democrticos, buscando la ilegalidad del rgimen franq uista mecanismos de legitimacin. Para ello se alcanzaron compromisos con instituciones que sustentaban su poder, t anto a nivel poltico como religioso 18, q ue en ocasiones entraron en conflicto con los poderes locales o fuerzas vivas, q ue oblig a configurar una red de intereses, dentro del rgimen franquista, entre las instituciones locales, econmicas y polticas. Este fue el caso de la derecha tradicional eldense, caracterizada siempre por la monopolizacin de los cargos entre industriales del calzado. La alcalda del falangista Batlls tuvo choques con este sector desde el principio y la consecuencia fue la sustitucin de su gestora por otra comandada por los principales industriales del calzado, que supuso la desaparicin de los falangistas en la poltica eldense. En efecto, en 1942 se renov la comisin gestora municipal de Elda, que q ued formada por personal poltico, en su totalidad de derechas, y encabezado por Jos Martnez Gonzlez y que, socialmente, tuvo en los industriales el grupo ms influyente con diferencia, tanto cuantitativamente como cualitativamente, constituyendo un 50% del personal poltico, entre los que destacan los cargos de alcalde y tenientes de alcalde. Jos Martnez Gonzlez ilustra el perso- nal poltico por el que el rgimen opt, ya que fue nombrado alcalde en 1943 y ratificado por el gobernador civil en las elecciones de 1948, siendo procurador en Cortes en representacin de los Ayunt amientos de la provincia entre 1946 y 1952, cuando pas a formar parte de la Comisin de Gobierno de la Diputacin Provincial. Otro personaje representativo ser Julio Beneit, importante industrial que tras la cada de los falangistas en 1943, ocupar el cargo de primer teniente de alcalde hasta 1951. Es indudable la influencia y el protagonismo que tuvieron los industriales del calzado, que como Jos Martnez Gonzlez 19, utilizaron su condicin de empresarios y represent antes del sindicato vertical de la Piel, como plataforma para acceder a los cargos polticos locales y provinciales. Sin duda, el sindicalismo vertical actu de forma paternalista y manipuladora, instaurando fiestas como la de San Crispn, en un intento de ofrecer una imagen laboral de acuerdo entre los intereses obreros y patronales. En 1949 con una pretendida base religiosa (en la lnea de aquella fiesta de San Jos Artesano con la que se pretenda sustituir al Primero de Mayo), y para conseguirlo, se lleg a declarar el da de San Crispn como festivo y abonable para los obreros, realizndose una ermita en La Torreta y adquiriendo una imagen del santo 20. Dinmica industrial y subdesarrollo econmico Los aos cuarenta no fueron una poca de grandes iniciativas urbanas ni econmicas, y adems se dio la desaparicin de entidades como el Banco de Elda, que constituido en la etapa republicana con capital eldense, perdi su autonoma al ser adquirido en 1951 por la banca beda, que meses ms tarde lo v endi al Banco Central. En esos momentos, la provincia de Alicante concentraba ms de la mitad de la capacidad de produccin de la industria de calzado. En el Valle del Vinalop haba casi 300 empresas, medio milln de mquinas de montar y ms de 13.000 trabajadores empleados en el ramo. El censo de industrias experimenta en esos aos diferentes movimientos. P or un lado, desaparecen grandes empresas y aparecen muchas ms pequeas, resultado de la fragmentacin de las primeras. Por otro lado, el nmero de trabajadores fue en aumento a lo largo de los aos cuarenta. La vuelta al tra- 198HISTORIA DE ELDA Za bajo en las empresas se demor slo algunas semanas despus de acabada la Guerra Civil. Durante esta etapa se produjo un proceso de desaparicin de las antiguas grandes empresas altamente mecanizadas, que culmin en los primeros aos de la dcada de los cincuenta con la desaparicin de Rodolfo Guarinos Vera, Pedro Pay, Hijos de Vicente Gil, Hijos de Gabriel Vera y algunas otras. El sindicato de la piel culp a los pequeos tallericos que trabajaban al margen de los impuestos, gravmenes, cotizaciones a la seguridad social e inflexibilidad a las plantillas. Estos tallericos proliferaron por la ciudad en los aos de posguerra, utilizando el trabajo a domicilio y empleando a nios bajo la figura del aprendiz. En 1944 el sistema de cupos por reposicin introduca cierto grado de libertad en la industria y contribua a aliviar, en parte, las carencias en el abastecimiento. Mediante esos cupos se mantena el control de las importaciones de materias primas y la produccin nacional de pieles, pero se permita a los empresarios elegir entre los distintos proveedores. Mediante el nuevo sistema, conocido popularmente como las guas, los empresarios solicitaban materias primas y componentes, que eran concedidos conforme con la produccin declarada. As, en est as precarias condiciones f loreca en mercado negro y el trapicheo de todo tipo de favores y materiales. Haban industriales q ue se vieron favorecidos con asignaciones oficiales de cupos de materias primas. En la provincia de Alicante destacan dos empresas eldenses, Licea y Juan Martnez, S.A. La primera estaba especializada en la fabricacin de calzado mecnico y dio trabajo a un total de 125 obreros, pero tras el breve periodo de libertad, la sociedad se disolvi y su nmero de credencial, pas a manos de un nuevo titular, Antonio Garca Daz. Por otra parte la empresa de Juan Martnez S.A. dispona de una pequea instalacin dedicada a la elaboracin de calzado semimanual que ocup a 23 obreros. Las dificultades de acceso a las materias primas, el escaso poder adquisitivo de los consumidores y la intervencin de las autoridades administrativas a la hora de la fijacin de precios motiv que las fbricas zapateras contasen con una escasa variedad tanto de modelos como de colores. A pesar de ello la produccin se mantuvo, superando la legislacin res- trictiva sobre nuevas industrias, obtenindose beneficios gracias a la sustitucin de materiales, ante la falta de recursos y al establecimiento de fraudes en la calidad del producto. As las pieles lanares y cabras, abundantes en la Pennsula, se utilizaron como sucedneos de los cueros vacunos; para elaborar punteras y contrafuertes se recurri a tela de La Haye (fibras textiles con un engomado soluble al agua), al cartn y a fieltros cromados (un tejido de lana y pelo impregnado en una solucin de celuloide y acetona). Algunos fabricantes se vieron obligados a utilizar suela realizada con piel de conejo o ternera rellena de cartn, para fabricar un calzado muy frgil; tambin se empleaban laminados de caucho procedentes de neumticos retirados de los coches. Adems de las restricciones en materias primas destaca los numerosos cortes de energa, que oblig a modificar el horario laboral de las empresas, siendo habitual el trabajo durante la noche. En la segunda mitad de los aos cuarenta se observa un aumento en el proceso de mecanizacin que ir creciendo en la dcada posterior. As entre 1945 y 1950 las mquinas de cortar suela existente en las industrias eldenses pasaron de 87 a 127, las de desvirar de 86 a 98, las de puntear de 27 a 38, las de montar de 41 a 47 y las de coser se mantuvieron en 25. Este incremento de la mecanizacin hubiese sido mayor de no haber tenido las limitaciones productivas ya enunciadas. Muy comn fue el estraperlo de materiales esenciales como piel, suela y crep (para piso). Desde la delegacin en Alicante se asignaba una cantidad de materias primas a cada municipio y, una 199De la ciudad industrial a la capital productiva y comercial del calzado espaol (1900-1959) Mujer za vez en l, el sindicato vertical de la Piel se encargaba de hacer el reparto entre los almacenistas que, en ltima instancia, procedan a adjudicar los cupos a cada fabricante, segn la solicitud de cada uno, acompaada de la declaracin de produccin ( gua). La frmula de racionamiento estuvo en vigor hasta comienzo de los aos sesenta. Bajo este sistema de fuerte interv encin estatal, las empresas de calzado carecan de alicientes empresariales para mejorar su productividad y produccin, ya que dependan de asignaciones fijas de materias primas escasas y, al mismo tiempo, sus precios de venta estaban fijados oficialmente, circunstancia que animaba a los productores a obtener los benef icios rebajando la calidad de los materiales empleados y, tambin, forzando la reduccin de los salarios. En efecto, la reglamentacin laboral estricta, que garantizaba a los obreros el empleo fijo y determinadas percepciones, tena como contrapartida lgica dada la bajsima productividad la percepcin de unos salarios pauprrimos. As Valero Escandell afirma como ejemplo, que la fbrica de Antonio Porta Rausa en 1940, los sueldos diarios oscilaban, segn seccin y trabajo, entre las 550 y las 1090 peset as. El escaso poder adquisitivo de los salarios unido a la escasez o inexistencia de los productos ms imprescindibles, motiv que para los obreros, el hambre y las privaciones padecidas se mantuviesen durante bastante tiempo. Eso prov oc que en muchas familias la incorporacin laboral de la mujer y de los nios fuera una actividad corriente durante las siguientes dcadas. El censo de 1940 habla de 16 nios y 6 nias, menores de catorce aos que trabajaban en las industrias de la piel pero este reconocimiento oficial significa en la prctica la existencia de un nmero muy superior. P or otra parte, hay que sealar en relacin a los aprendices legales, que los de 14 a 16 aos, debieron suponer un nmero cercano al 10% del empleo total. Los jvenes zapateros contaron ya desde los primeros aos cuarenta con una escuela prof esional de calzado, consolidando definitivamente las fallidas iniciativas anteriores. El escaso control fiscal de la mano de obra y de la produccin, como se desprende de las graves carencias en las matrculas industriales, avalado por los testimonios de los coetneos, permiti cierto grado de capitalizacin de las principales empresas y de los pequeos t allericos . El sindicalismo vertical y los propios empresarios legalesfacilitaban la existencia de ese nutrido estrato de ilegales, para mantener los niveles de empleo y, a la vez, para abaratar los costes de mano de obra. No obstante, llegado el caso, hasta esos empresarios ilegales contribuan a pagar las cuotas impuest as al municipio. Se trata, en la prctica, de la instauracin de un sistema de produccin f lexible como respuesta a una grave crisis, en cierta medida similar al q ue caracteriza la actual dinmica del subsector. En 1953, el sindicato vertical de la Piel calculaba que la produccin clandestina haba ascendido hasta cuatro millones de pares, de ellos un tercio de calzado de series, aproximadamente un milln doscientos mil pares. En Petrer, en 1957, el jefe del Grupo Sindical del Calzado afirmaba que mientras las empresas legalizadas en el municipio producan 200.000 pares de zapatos al ao, las clandestinas fabricaban 700.000 pares al ao. Ese mismo ao, el alcalde de Elda denunciaba la situacin sealando: lo cierto, lo que nadie puede negar es q ue a la grande y mediana industria legalizada la acosa el clandestinaje, que si ayer, cuando las cargas de la Previsin Social eran mnimas y no se les daba importancia, hoy, que la tributacin por Seguros Sociales grava considerablemente los productos manufacturados 21. Esa nueva frmula, que recuperaba en cierta medida el carcter artesanal de los primeros tiempos, aunque contaba con cierta maquinaria y una produccin en 200HISTORIA DE ELDA Gr obs216r cor de Elda). serie orientada hacia los mercados exteriores, se caracteriz, sobre todo, por el agrupamiento de amigos o familiares en pequeos talleres para la produccin, conocidos popularmente como los tallericos o grupicos donde se empleaban a los obreros legales de otras empresas, despus de la jornada laboral ordinaria, para hacer horas extraordinarias o para trabajar unas horas ms a destajo, sin ningn tipo de relacin contractual ni carga fiscal. No obstante, esa circunstancia, aunq ue permitida en aras del desarrollismo y la creacin de empleo, ya era percibida como nociva para la salud general del subsector, como denuncia en 1959 la propia Organizacin Sindical: La gravedad de la situacin es grande en los dos productos ms caractersticos de la industria alicantina: cueros y textiles. La produccin de la primera industria decrece enormemente en su poder competitivo frente a empresas ms modernizadas, de presentacin ms selecta del artculo. La industria se hace la competencia a s misma por la proliferacin de la clandestinidad. Todo ello la coloca en circunstancias muy difciles 22 El sindicalismo vertical actuaba en estos municipios con una ambigedad calculada. Sus decisiones de tono menor, t ales como reclamaciones muy concretas, despidos individualizados y otras cuestiones laborales, solan tener un marcado carcter paternalista, amparando en cierto grado las peticiones obreras. Sin embargo, en cuestiones trascendentales, como salarios, prohibicin de huelgas, reparto de materias primas u organizacin de la produccin, defendan siempre los planteamientos patronales. Las primeras iniciativas exportadoras. Las economas locales dentro de un contexto de internacionalizacin del mercado La permisividad era la tnica generalizada y, a finales de los aos 1950, los t allericos haban proliferado y constituido la base del entramado empresarial eldense, dando lugar a una etapa de transicin. Esta etapa se caracteriz por rasgos donde apareca el viejo aparato artesanal combinado por las empresas ms mecanizadas. As haba un predominio del pequeo taller manufacturero con plantillas que tenan entre 6 y 50 trabajadores, siendo ms bien escasas las empresas que tenan entre 50 y 100 trabajadores 23. Durante la dcada de los aos cincuenta, se fueron articulando diversas medidas oficiales que arbitraron un favorecimiento de la actividad exportadora. En 1954 se mejor el tipo de cambio aplicable a las exportaciones de calzado, situndolas entre las que se beneficiaban de un cambio ms favorable, y al ao siguiente se inici una operacin especial para favorecer la export acin de calzado de cuero y otras manufacturas de piel, similar a la que est aba en vigor desde 1951 para el calzado de caucho. Por otra parte el sindicato vertical de la Piel cre un Servicio de Comercio Exterior para apoyar a las empresas exportadoras y colabor con el Ministerio de Comercio para asegurar la presencia del calzado espaol en las principales ferias internacionales. Tambin particip en esta labor de promocin la Comisin Nacional de Productividad Industrial, que inici en 1954 un programa de ayuda a la industria del calzado que situaba entre sus primeros objetivos el impulso a la exportacin 24. A pesar de ello, la exportacin fue muy mediocre en Espaa con respecto a o tros pases productores europeos, como en el caso de Italia. En efecto, entre 1950 y 1957 la tasa acumulativa media anual de calzado de cuero vendido al exterior creci en torno al 186% situndose en los 200.000 pares, con un valor que no alcanzaba el 02 % del valor total de las exportaciones espaolas. Slo con la institucin de FICIA el Valle del Vinalop, y tambin el resto de Espaa, acabara encontrando un cauce adecuado a sus exportaciones de calzado y modificando radicalmente algunas de sus caractersticas productivas y comercializadoras. 201De la ciudad industrial a la capital productiva y comercial del calzado espaol (1900-1959) Panor207mica de Elda en 1954, donde se obser g randes f207bricas, como la de 307Rodolf EMIDESA). L a dcada de los aos cincuenta marca para la comarca del Medio Vinalop, el punto de arranq ue de su desarrollo econmico hacia la mecanizacin en la fabricacin de calzados, el ms importante sector de su economa local; tambin supone el inicio de la modernizacin de la industria zapatera en las comarcas del Vinalop. Tras el final de la guerra en Europa, Espaa sufre un aislamiento por parte de los pases europeos y de Est ados Unidos; la lgica privacin de materias primas que padece el mundo occidental en Espaa se agudiza y, al principio de la dcada, mientras los dems pases reciben ayudas provenientes principalmente de EEUU, nuestro pas debe esperar algunos aos; Elda, que ya antes del conf licto mundial, se ha convertido en una ciudad zapatera y cuya riqueza est fundamentada en un alto porcentaje en esta actividad, debe permanecer algn tiempo realizando espordicas incursiones en el mercado internacional, pero especialmente es el consumo interior el q ue mantiene su dbil economa. La saturacin de los mercados interiores es un hecho evidente. Los viajantes de la poca deben competir para lograr mantener sus niveles de ventas y la diversificacin de pedidos impide pensar por el momento en una industria mecanizada y competitiva; las colecciones son extraordinariamente extensas y los comercios diversifican todava ms el producto en fabricacin pues el pedido medio del mercado interior ronda los 12 a 24 pares de zapatos, repartidos en el abanico de numeraciones existentes en cada tipo de fabricacin; el proceso semima- nual de elaboracin de calzados da lugar a que las fbricas que permanecen tras la Guerra Civil y las que se crean en los aos siguientes tengan una excesiva cantidad de mano de obra, lo que eleva el precio de venta del zapato; tngase en cuenta q ue en esos aos, el porcentaje de mano de obra directa sobre el calzado, supera en ocasiones el 60% del producto f inal. Las industrias actan todava con sus pequeos ncleos autnomos formados por el maestro, oficial y aprendiz, que realizan su tarea con total autonoma, tanto en intensidad como en horario de trabajo. Muchas fbricas con plantillas superiores a 50 trabajadores trabajaban hasta altas horas de la noche y, como era habitual, tambin los sbados; eso era lo normal en la gran mayora de fbricas y talleres de menos de 15 trabajadores, en los que la actividad era artesana y familiar. Ante esta situacin no era de extraar que las fechas de servicio se incumpliesen dando a este hecho un carcter casi de normalidad. No obstante, Elda era, en estos aos, un lugar de peregrinaje de muchas fa- 203 Desarrollo industrial, creacin de la FICIA y otras asociaciones del sector zapatero JOSMARAAMATAMER Director del Museo del Calzado 29 Log para la F ap o en Valle de Eldaen 1957. milias que llegaban a la ciudad para tratar de mejorar su nivel de vida, procedentes de zonas agrcolas en las que haba escasez de recursos; sin embargo y a pesar de nuestra encorsetada industria de fabricacin de calzados, en Elda los dest ajos suponan un nivel de salarios inalcanzable en muchos otros sectores, fundamentalmente en la agricultura. Por eso la ciudad, y con ella la comarca, creca: de los 13.445 habitantes de 1930, se pasa a los 20.050 en 1940 y a los 20.699 diez aos despus; a partir de ah la inmigracin se dispara y se llega a casi 28.000 habitantes en 1960 para alcanzar y superar ampliamente los 41.000 en 1970. Esto nos da una idea clara del enorme crecimiento que tuvo que experimentar la ciudad en todo orden de cosas, infraestructuras urbanas, lugares de ocio, comercio etc. Un acontecimiento superior a cuantos se haban producido en la primera mit ad del siglo XX fue la Feria del Calzado; esta sobresaliente aportacin al movimiento econmico del sector en nuestra ciudad, y prcticamente de todas las ciudades zapateras de Espaa, tuvo su punto de partida, el 22 de diciembre de 1956, en un escrito publicado en el semanario local Valle de Elda titulado Elda capital del calzado espaol y firmado por el empresario eldense scar Santos Gonzlez, que desat los deseos de salir de la situacin de estancamiento en la que se encontraba nuestra industria de fabricacin de calzados y alert a todos los colectiv os de la poca que la saturacin del mercado nacional haba creado un clima de depresin del que difcilmente se saldra si no era por medio de una Feria del Calzado, en la que el visitante pudiese contemplar toda la oferta y al que pudiesen llegar compradores extranjeros. El 4 de mayo de 1957, es decir, casi cinco meses despus de que scar Santos lanzase su primer mensaje de unin ante una posible Feria del Calzado, la escritora y poetisa Carola Gonzlvez escribe en Valle Feria de Muestras del calzado de Elda, 1958; se trata de un bello artculo imaginativo en el que contempla la ciudad a un ao vista cuando hipotticamente se celebrase esa soada F eria del Calzado; Carola nos describe con detalle el ambiente que se viva en las calles de Elda, en una sencilla premonicin de lo que acontecera en el ao 1959 cuando de verdad se inaugurara esa anhelada Feria Local. En julio de ese mismo ao, Eduardo Navarro sigue abundando en la idea de esa Feria del Calzado y en su artculo Feria Nacional de Muestras del Calzado en Elda , se aventura a sealar fechas y lugares en los que podra desarrollarse. En agosto es el propio alcalde de la ciudad, Joaqun Campos Fernndez, q uin realiza unas declaraciones solicitando la unidad de los eldenses para hacer realidad esa Feria. En septiembre, Alberto Navarro escribe en V alle de Elda, Las palabras y los hechos , un escrito reivindicativo de algunas obras pendientes de realizar en la ciudad; insiste una vez ms, como ya lo hiciera en repetidas ocasiones, en la construccin de un monumento al zapatero como homenaje a todos los trabajadores de esta industria, en la formacin y organizacin de un museo del calzado para la ciudad y tambin profundiza en la idea de crear una Feria del Calzado, pero Alberto sugiere adems un logotipo que servira aos ms tarde de primer dibujo representativo de esa Feria. La industria del calzado, la predominante en el valle, en el ao 1958 se reparta de la siguiente manera en las zonas de la provincia de Alicante y en Almansa:47% en Elda, 29% en Elche, 13% en Villena, 11% en Petrer, 2% en Monvar y en Cocentaina, 1% en Sax y 3% Almansa, segn informacin aparecida en Elda Creadora, revista nacida para canalizar el diseo y las aspiraciones del sector calzado y de la que no se editaran ms q ue dos nmeros (contiene un error ya q ue la suma de estos porcentajes arrojan el 108%, pero lo cierto y destacable es q ue en este ao las poblaciones del Elda y Petrer superan la mitad de la produccin alicantina de calzado y Elda figura, con diferencia, como la poblacin que may or cantidad de zapatos produce). Pero nuestras exportaciones estn muy por debajo de lo deseable: mientras Italia exporta cinco millones y medio de pares de zapatos al ao, Espaa solamente alcanza los 15.000 pares anuales, lo que confirma la saturacin del mercado nacional en estos aos previos a la Feria del Calzado y la necesidad urgente e imperiosa de buscar nuevos horizontes que nos siten en mayores cotas de produccin. Algunos industriales de Elda acuden a diferentes exposiciones en el exterior, como la Feria del Cuero de Pars, a la que asiste el recin creado Grupo de Expor- 204HISTORIA DE ELDA tacin del Calzado de Elda, que preside el industrial eldense Jos Mara Gran Dez; fueron catorce industriales y se contrataron tres stands; muchos visit antes y compradores de aquella feria, al v er la calidad de nuestros zapatos pensaron que se trataba de firmas italianas. La satisfaccin por los contactos y los pedidos confirmados fue unnime; muchos zapateros de la zona vieron en ello la seal evidente de que EEUU, primero, y Europa, ms tarde, ansiaban div ersificar sus compras en pases de calidad similar a la italiana y precios ms bajos. En Espaa el consumo interno era entonces del orden de 0,8 pares por habitante y ao, lo cual nos da una idea de la precariedad del consumo en relacin con la produccin. A la vuelta de este importante viaje, se produjeron reuniones en Madrid con el Director General de Exportacin, para crear una Asociacin Nacional de Exportadores de Calzado. Al finalizar el ao 1958, la situacin de la industria del calzado en nuestra poblacin ofrece un panorama sombro: se calcula que Elda ofreca cada temporada ms de 60.000 modelos dif erentes de zapatos; del 60% de ellos los pedidos eran inferiores a 100 pares por modelo; de un 20% no se solicitaba par alguno; slo el 10% del muestrario superaba los lmites de la rentabilidad; con estos datos, la debilidad de los talleres y pequeas industrias les abocada a la desaparicin a la mnima recesin en el mercado. Cualquier noticia o rumor nacido en el exterior, era suficiente para hacer tambalear nuestro mercado; si se habla de la posibilidad de sustituir el tacn de aguja o el cubano por otro en forma de cua q ue prolongue la propia suela, ya surge la preocupacin en unos empresarios q ue, a esas alturas del siglo XX, realizaban mayoritariamente un zapato de vestir de calidad con empleo casi exclusivo del tacn alto. La industria del calzado de Elda, que haba nacido con el chicarro y las series y crecido con el zapato de caballero, se dedicaba ya con escasas excepciones, a la fabricacin de calzados de seora que utilizaban generalmente el tacn de aguja, una invencin casi al unsono de los diseadores Roger Vivier en F rancia y Ferragamo en Italia. Tras medio ao de silencio en lo q ue a la Feria del Calzado respecta, escribe Eduardo Navarro, Elda en letar- go, un llamamiento a la poblacin para q ue reactive la idea de crear una Feria del Calzado para Elda. La ciudad contaba con ms de cuatrocientas fbricas, algunas grandes, pero la mayora pequeas y medianas, con plantillas que no alcanzaban los veinte trabajadores. La saturacin del mercado nacional, cada vez mayor, dificultaba las ventas e incrementaba el porcentaje de anulaciones. A unque 1959 fue un ao de pedidos f luidos, todos saban que la situacin interior tenda a agravarse. Se acude a las Ferias del Cuero de Pars, de Utrecht en Holanda y de Nueva Yor k; se realizan mltiples contactos y se v enden zapatos en cifras muy modestas (en el certamen de N.Y., se vendieron 85.000 dlares, con una cotizacin de 50 pesetas por dlar). Ante las expectativas de ventas al mercado exterior y fundamentalmente al de EEUU, los componentes de la misin comercial, dan un conjunto de normas para mejorar la exportacin: 1.- Hacer ventas por grupos o por cooperativas; 2.- Reducir el nmero de marcas y de clases de zapatos para facilitar la compra; 3.- Tarifar con los precios ms bajos; 4.- No actuar aisladamente; 5.- Realizar campaas de propaganda conjuntas con otros fabricantes. Estudios realizados en EEUU desv elan que los zapatos ms caros de Europa son los fabricados en Espaa e Italia; en Espaa (en Elda, especialmente) un par de zapatos de seora cuesta el salario de 38 horas y 59 minutos de un obrero; en Italia de 36 horas y 37 minutos; en Francia de 21 horas y en Inglaterra de 13 horas; pero los salarios espaoles son inferiores a los europeos, lo que jun- 205Desarrollo industrial, creacin de la FICIA y otras asociaciones del sector zapatero El g de Elda inauguran el Certamen de Calzado de 1959, pr de la FICIA (Ar to a la existencia de casi un 40% de trabajo sumergido permite que nuestros zapatos sean ms baratos que en los pases nombrados. La primera feria del calzado En junio de 1959, la Comisin de Fiestas del Ayuntamiento de Elda, coincidiendo con las Fiestas de Septiembre, convoca el I Certamen de la Industria del Calzado en Elda. Se quiere realizar un concurso de trabajos y premiar a los equipos productivos y a las empresas q ue hayan intervenido en la confeccin de los zapatos ganadores, se fijan plazos de presentacin y puntuaciones a alcanzar en cada una de las fases de ejecucin de los zapatos, se establecen tres premios en metlico de 10.000, 3.000 y 2.000 pesetas, que tambin recibirn las medallas de oro, plata y bronce respectivamente (los premios en metlico debern ser repartidos en su integridad a los trabajadores componentes de los equipos productivos en cada categora), se da cuenta de la composicin del jurado y se dice textualmente que los zapatos premiados quedarn en propiedad del Excelentsimo Ayuntamiento para la constitucin de una base que inicie el Museo del Calzado Eldense. ; el Ayuntamiento expondr los zapatos presentados y los subastar para obtener ingresos de cara a ulteriores concursos. Como anuncio de ese Primer Certamen, se colocaron dos grandes carteles a la entrada de Elda por Santa Brbara y por el Reventn, en los que se poda leer I Feria Local de Calzado en espaol, ingls y francs, junto a un gran zapato de seora y el programa de festejos patronales. La firma Hijos de Scrates de la Encarnacin Garca de Elda, instaur t ambin un premio, el Cambrilln de Oro, mantenido durante dos convocatorias, ganadas en 1959 por la firma Santos Gonzlez y en 1961 por Benjamn Belmonte, con un precioso zapato de taf ilete rosa con nudos (ambos se conservan en el Museo del Calzado). El empresario de tacones Jos Rodrguez Espinosa, aport 25.000 pesetas para gastos de organizacin y premios, Rodrguez f ormaba parte del grupo de empresarios que se reuna a diario en la Sociedad Moto Club, entre los que se encontraban scar Santos y Roque Calpena, este ltimo concejal de Fiestas, responsable de la Feria y posterior director de todos los eventos feriales en Elda. Los derechos de inscripcin para la Feria y el concurso ascendan a 200 pesetas, dando derecho a exponer cuatro modelos de seora o caballero o seis de series o chicarro, cada par suplementario costaba otras cien peset as. Das antes de la inauguracin de la F eria, fue necesaria una convocatoria urgente de empresarios en el Cine Rex, ante la apata existente, en la que se realizaron div ersas proclamas a favor de la F eria y se solicit la presencia de grandes y pequeos fabricantes. En vsperas del Certamen, se public la relacin de miembros del jurado del concurso; presidido por el Alcalde, tambin lo integraban Jos M Navarro Parra, Delegado Comarcal del Sindicato; Jos M Gran Dez, Jefe del Sindicato de la Piel; Gastn Castell, pintor alicantino; Francisco Garach, de Granada, comerciante; Antonio Esteve Orgils, industrial; lvaro Carpena Martnez, modelista patronist a; Jos Busquier Gonzlez y Pedro Martnez Sala, tcnicos de calzado. La inauguracin fue el 6 de septiembre, a las seis de la tarde, a cargo del Gobernador Civil. La exposicin, preludio de la transformacin del sector del calzado espaol, cont con 150 fabricantes, que expusieron 650 modelos de seora, 100 de caballero y 250 de chicarro y series; tambin se mostraron miniaturas, zapatos de fantasa e incluso zapatos antiguos. Al concurso concurrieron 28 pares de zapatos. El valor total de la muestra se estim en ms de 300.000 pesetas. Las calles de la ciudad vibraban festivas en vsperas de una inauguracin q ue presagiaba cambios importantes. A 206HISTORIA DE ELDA Ca Fe a Nacional del Calzado (Museo del Calzado de Elda). Primera F Calzado (Ar la muestra, instalada en la primera planta de las Escuelas Nacionales, acudieron unas 50.000 personas a lo largo del cert amen: curiosos, comerciantes, fabricantes de dentro y fuera de la provincia, incluso extranjeros; quizs, la visita ms interesante y beneficiosa en esta primera feria fue la de Louis G. Feman, tcnico de la Administracin de Cooperacin Internacional de los Estados Unidos (ICA), un estadounidense muy introducido en el mundo del calzado, que acudi acompaado de un fotgrafo del peridico The New York Times , das despus mostr al mundo entero los zapatos artesanos que se fabrican en Elda. Tras la inauguracin se procedi al fallo del concurso de los mejores zapatos presentados por los equipos productiv os. Los ganadores fueron, por este orden, los pares presentados con los lemas Obsesin fabricado por la empresa Sucesores de Ortiz, Fantasa presentado por Calzados Styl y Certamen, de Vicente Antn Martnez; el Cambrilln de Oro fue para Francisco Santos Gonzlez, con Osando . La entrega de premios se realiz el 8 de septiembre, da de la Virgen de la Salud, en una verbena en los jardines de la Plaza Castelar, engalanada con mltiples bombillas de colores; en los preliminares, se entregaron los premios periodsticos convocado para las Fiestas Mayores, otorgados a Rafael Gonzlez Bautista, por Elda la estrella de la maana; a Antonio Porpeta Clrigo, por Salvia y tomillo y a Lus Prez, subdirector del diario Pueblo , por Un experimento y un estilo: Elda, junto con otros premios locales de fotografa y escaparatismo. Al final se reclam la presencia de Jos Rodrguez Espinosa, mecenas e impulsor del concurso de calzado, que hizo votos para que la idea arraigase en la ciudad para bien de su industria. La Feria, que deba clausurarse el 13 de septiembre, fue prorrogada otro da ms, dedicado a profesionales y compradores pues la masiva af luencia de pblico llegado desde toda la provincia haba impedido el espacio y el tiempo necesario para establecer contactos comerciales. 207Desarrollo industrial, creacin de la FICIA y otras asociaciones del sector zapatero Log Nacional del Calzado (Museo del calzado de Elda). Vista de las vitrinas de la I F Nacional del Calzado interior del Cole Padr Calzado de Elda). Stands de la F 1961, en el pa Manj227n310 (Museo del Calzado de Elda). Hacia la conquista del mercado exterior Al finalizar la Feria, Roque Calpena, concejal y presidente del Comit Organizador, expres pblicamente su agradecimiento a colaboradores como scar Santos, padre de la idea y aliento de la exposicin, Eladio Pla Esteban, que con ms voluntad que medios realiz los trabajos de carpintera, Jos M Gran, Manuel Bonete y muchos ms que colaboraron con el Ayuntamiento desde el principio. Tras el xito inicial, y a instancias del Sr. Feman, se plante la necesidad de asistir a la prxima Feria de Chicago; este improvisado padrino de nuestra industria, se llev para EEUU ochenta muestras elegidas por l mismo, para tratar de abrir un mercado americano hasta entonces totalmente volcado con Italia. Feman aconsej acudir a Chicago conjuntamente, con un solo eslogan Elda spanish shoes capital y un cartel anunciador en el que figuraban las banderas de Estados Unidos y Espaa y la frase Come to America. Feman fue contratado por los empresarios espaoles para organizar su presencia en Chicago y otras plazas estadounidenses, potenciando visitas de clientes de aquel pas y abriendo al calzado espaol las difciles puertas del mercado americano. Roque Calpena y Oscar Santos viajaron a Chi- cago con 600 modelos presentados en la F eria; se vendieron ms de 100.000 pares y, lo que es ms importante, se cont act con firmas americanas poseedoras de ms de mil tiendas repartidas por toda la Unin, algunas tan importantes como General Company, A.S. Berk o Shoe Coporation of America. El mercado americano, totalmente dif erente del europeo y del nacional, obligaba a cambios en la produccin: numeracin diferente, medios nmeros, al menos un par de anchos por nmero... Sin embargo, todo se asuma con gusto pues los pedidos venan por miles sin apenas variar el modelaje, lo que supona para los industriales una notable v entaja. Tambin se pudo observar que el zapato espaol era comparable a sus homlogos italianos, alemanes o franceses, pero a unos precios muy beneficiosos. El 12 de noviembre, en el Cine Cervantes, se reuni a los industriales para informarles sobre el mercado estadounidense, sus ventajas y la forma de sintroducirse en l; se dictaron normas muy concretas y se nombraron varias comisiones de trabajo una por cada tipo de calzado, es decir, seora, caballero, series y chicarro que analizaran tanto los problemas de calidad a superar como las numeraciones a aplicar. La Feria de Chicago marc, de alguna forma, el despertar de la exportacin generalizada; Jos M Gran Dez, Jefe Provincial del Sindicato de la Piel, viaj a Madrid acompaado de un grupo de fabricantes eldenses para reunirse con los responsables de la Comisin Nacional de Productividad y acordar ayudas que fortaleciesen la industria local de cara a modernizar tecnolgicamente tanto a la industria del calzado como a la auxiliar; se habl de crear un laboratorio de anlisis de materiales en Elda y de organizar cursos de formacin, que capacitasen a los jv enes hijos de industriales para aplicar tcnicas racionales y modernas que incrementasen la productividad. Los primeros contactos con Norteamrica y las halageas previsiones de futuro que Mr. Feman se encargaba de transmitir entre los fabricantes, incentivaron la bsqueda de nuevas frmulas q ue canalizasen la venta de calzado al exterior. Una de ellas fue la Cooperativa de la Industria del calzado (CIC), o Elda Exportadora como se le llam desde el principio; un grupo de ocho perso- 208HISTORIA DE ELDA Mujer junto a un car an Internacional del Calzado de 1962 (Ar nas encabezadas por Jos M Gran, se encarg de fomentar la asociacin de los fabricantes a ella, con reuniones en el Cine Cervantes en las que se explic la idea y se crearon comisiones, como la de propaganda o la de estatutos. La Cooperativa tena como fin fomentar las ventas exteriores y su articulado inclua desde el ingreso como cooperativista a cuestiones de formacin, pasando por requisitos curiosos como la obligacin de todo cooperativista de comunicar con tiempo suficiente la cantidad de produccin que se comprometa a realizar, a fin de cuantificar las ventas, distribuy endo los pedidos entre las empresas inscritas; algo tan complejo desde nuestro conocimiento actual, era posible en unos aos de recesin casi permanente y sin apenas contactos exteriores, dada la gran tarta que supona el mercado est adounidense. En febrero, la Cooperativa contaba con ms de 250 fabricantes, ms del 80% de los censados en Elda, q ue pagaban una cuota de 10.000 peset as por empresa asociada. Desde haca varios meses, vena funcionando en Elda otro grupo, la Sociedad Exportadora de Calzado S.A., q ue trataba de abrirse camino en el mundo de la exportacin con la marca Goy escas ; los socios eran prcticamente los mismos que acometeran ms tarde la cooperativa Elda Exportadora ; ambas sociedades contaban con sedes sociales, la primera en Dahellos 8, y la segunda en Jardines, encima del Banco Popular actual, donde prepararon las colecciones q ue iban a enviar a la Feria de Francfort, o tro xito del calzado eldense. Tras el xito del primer certamen eldense, comenzaron los preparativos para repetir la experiencia. Hubo que v encer problemas, como la legalizacin de la prxima Feria, pues el Ministerio de Comercio haba advertido que cualq uier feria que no contase con los permisos necesarios podr considerarse como ilegal. Se propuso la frmula del Patronato para legalizarla. Dicho Patronato, constituido por el Ayuntamiento de Elda, lo presidi el Alcalde, Antonio Po rta, y lo componan: Jos M Gran en representacin del Sindicato de la Piel, Jos M Navarro Parra Delegado de Sindicatos, Francisco Cremades por Elda Exportadora , Antonio Belmar por la Sociedad Exportadora de Calzados S.A. y los industriales Fernando Obrador, Lus Juan Tendero, Vda. de Antonio Juan Busquier, Jos M Alarcn, lvaro Carpena y scar Santos a ttulo personal. Fruto de sus gestiones, el 10 de Junio de 1960, la Direccin Comercial de Expansin Comercial del Ministerio de Economa resuelve autorizar la I Feria de Muestras Monogrfica del Calzado e Industrias Afines, en la ciudad de Elda . El Patronato empez a organizar la F eria de septiembre, creando comisiones de trabajo. En esta nueva edicin se utilizarn 7.900 m 2del recinto de las Escuelas, 1.400 m2en el propio edificio y 6.500 m2en el patio, en standsde cuatro m2para cada firma de la industria auxiliar. En julio se lanzan las bases del I Certamen Provincial de Calzado, ampliando a la provincia de Alicante la conv ocatoria del concurso de zapatos. Nuevas firmas aportaron fondos para los premios; a Hijo de Scrates de la Encarnacin, que ya repeta por segundo ao, se sumaron otras industrias auxiliares Verd Hermanos, Norberto Na varro S.A., Diego Bonal, Iniciativas Crespo y la Caja de Ahorros del Sureste. En los das previos a la inauguracin de la I Feria Nacional del Calzado e Industrias Afines, el trabajo en el recinto era frentico: carpinteros, pintores, empapeladores, albailes, electricistas todos queran llegar a tiempo de la inauguracin, aunque al terminar la Feria todo deba volver a su lugar para que los alumnos iniciasen las clases. Se imprimieron folletos, se publicaron el jurado del concurso y la composicin del Patronato de la Feria, con presencia de todos los dirigentes sindicales, civiles, econmicos y polticos del momento. El martes 6 de septiembre, 209Desarrollo industrial, creacin de la FICIA y otras asociaciones del sector zapatero Reuni227n de la coopera Elda Expor en 1960 (Museo del Calzado de Elda). el Director General de Expansin Comercial del Ministerio de Comercio, inauguraba la I Feria Nacional del Calzado e Industrias Afines; tras el recorrido por el recinto y los discursos, se ofreci un vino de honor a los asistentes en la Plaza Castelar. En la exposicin se encontraban presentes 282 expositores 163 de ellos de Elda, slo 41 de Elche con ms de 12.000 modelos diferentes. Una novedad de esta Feria fue la presentacin de los planos del futuro edif icio ferial, diseados por el arquitecto alicantino Miguel Lpez, a construir en un lugar de Elda an por determinar. La clausura de la Feria y Exposicin de zapatos premiados la presidi el Gobernador Civil el 14 de septiembre, tras visitar el recinto ms de 50.000 personas. Las ventas ascendieron a 25 millones de pesetas, 13 en maquinaria y 12 en zapatos; con estos resultados, la euforia se desataba, casi todos los expositores formalizaban sus reservas para el siguiente ao y los organizadores afirmaban q ue por fin Elda estaba encontrado su camino. Era necesario un nuevo permiso para la Feria de 1961, por lo que el Gobernador Civil, el Alcalde y el Secretario General de la I Feria se desplazaron a Madrid para solicitarlo al Ministerio de Comercio, que lo concedi sin problemas. La nueva edicin inclua como novedad un concurso periodstico sobre la importancia de las ferias de muestras y especialmente sobre la trascendencia de las celebradas en Elda. En 1960 se sigui asistiendo a ferias internacionales: 127 firmas acuden a Londres, con zapatos competitivos y una calidad similar a nuestros competidores europeos; Elda Exportadora acudi a la de Chicago donde, gracias a la gestin del Sr. Feman se apalabraron ms de doscientos mil pares de zapatos y se contact con mltiples compaas importadoras; adems, se consigui liberalizar la importacin de maquinaria extranjera para la fabricacin de calzado salvo la de aparar sin costes adicionales arancelarios. En aquellos das la empresa Felipe Pe ataro Sanchs y Hno., fue declarada Empresa Modelo por el Ministerio de T rabajo; la empresa, creada en 1930, no slo realizaba calzado de nio de calidad marca Vite sino una labor social digna de encomio, que inclua desde otorgar facilidades para la formacin a los aprendices que carecan del Certificado de Estudios Primarios hasta la construccin de viviendas sociales para los trabajadores de rentas ms bajas, adems de cumplir todas las leyes laborales del momento. Para acelerar la construccin del nuevo edificio ferial, el Ayuntamiento y el Patronato decidieron hacerlo en los terrenos de El Parque, el campo de ftbol de propiedad municipal, tratando de lograr su inauguracin en 1963; para ello era necesario adquirir suelo para el nuevo estadio y otros terrenos y edificaciones colindantes que permitan alcanzar la superficie necesaria, lo que se logr pese a la oposicin inicial de algn v ecino. Mientras, se sigui utilizando el recinto de las Escuelas Nacionales, que ya se haba quedado pequeo para los casi q uinientos expositores anunciados, algunos llegados de otras reas zapateras, como los menorquines agrupados bajo el eslogan Calzados de Menorca. La falta de plazas hoteleras de la ciudad se v ence con llamamientos a la colaboracin ciudadana para ofrecer alojamiento. Se necesitan trabajadores para el recinto, decoradores para las vitrinas, intrpretes q ue hagan ms fciles las comunicaciones entre clientes y fabricantes. Se vuel- 210HISTORIA DE ELDA F207brica de J Pe 226a 1965 (Museo del Calzado de Elda). ve a convocar el Concurso Provincial de Calzado, por tercer ao consecutivo. Se f ija un precio de entrada al recinto de diez pesetas, que reduzca la masificacin anterior. El 2 de septiembre se inaugur la II Feria Nacional del Calzado e Industrias Afines, que ya fue clausurada por el Ministro de Comercio, Sr. Ullastres. Los industriales de Elda y Petrer siguen asistiendo a ferias en Europa y Amrica (Dusseldorf, Miami, Londres y Chicago) con resultados cada vez ms espectaculares. Desde principios de 1962 se trabaja en la III Feria, ya internacional como afirma el cartel anunciador expuesto en el Casino Eldense. El zapato espaol se valora cada vez ms, mientras llegan nuevos compradores de agencias americanas que afirman su satisfaccin. Sin embargo, slo dos aos despus de iniciarse, ya comienzan los escritos insinuando el traslado de la Feria a Madrid, con la pronta y enrgica rplica de los eldenses. La peticin espaola de ingreso en el Mercado Comn Europeo intranq uiliz al sector zapatero eldense, pues un requisito para ello era la eliminacin total de tasas arancelarias o compensatorias y el libre comercio interno, aunque tambin se piensa que ello facilitar las ventas exteriores, pues los costes salariales eran inferiores a los de Italia, Alemania, Inglaterra o Francia. El Plan de Desarrollo Econmico, que estaba siendo discutido entonces, plantea la reconversin de la industria zapatera, anuncindose dos mil millones de pesetas para el sector en cuatro aos que permitan invertir en maq uinaria y utillaje, modernizar la industria, mejorar la productividad, abaratar los costos e incrementar la competencia. Entonces, la industria espaola de maquinaria de calzado careca de una tecnologa punta similar a las de Alemania, Inglaterra e Italia, por lo que era inevitable una importacin masiva de tecnologa. En la dcada de los sesenta, las fbricas de Elda y Petrer empiezan a racionalizar su trabajo: desaparecen los carros de madera; se instalan las cadenas de fabricacin; se inician los cronometrajes que permiten obtener t ablas salariales, que valoren a priori el coste del trabajo directo; todo ello cre un descontento generalizado, pues el trabajador no estaba acostumbrado a estos mtodos, ni siquiera al trabajo fuera de la silla, pero en pocos aos se alcanzaron los parmetros de los pases ms avanzados en fabricacin. El nuevo Plan de Desarrollo calcul exportar ocho millones de pares de zapatos al ao. En la III Feria desaparece definitivamente el concurso de calzado y slo se presta atencin al aspecto comercial: Elda est de moda en los mercados americanos, por lo que se suprime aquello que distraiga la atencin de los compradores, ofreciendo solamente calzado de temporada y novedades de la industria auxiliar. A nuestro juicio, la prdida del concurso merm el prestigio de la industria espaola, pues se premiaba al calzado de calidad y el estilo y calidad de los diseos. A final de 1962 el Banco de Crdito Industrial destac a Elda Exportadora como empresa ejemplar; agrupaba 126 empresas, la mayora de dimensiones modestas, con una media de 18 trabajadores cada una. Sus exportaciones se haban incrementado espectacularmente: Pa222ses ParA226o 1960 EE.UU 7.000 Gran Br Alemania 650 La Feria haba ayudado sin duda a cuadruplicar la exportacin de calzado espaol, que en 1962 ya super los tres millones de pares. A226os 1958 493.000 1959874.000 19601.133.711 19612.413.911 La IV Feria Internacional de Calzado y Afines, de 1963 se inaugur con casi trescientos expositores y la edicin del Diario de la FICIA ; el resultado fue espectacular, con pedidos que en algn caso superaban los trescientos mil pares y con la visita de Mr. F.W. Woolwort, propietario de ms de 3.000 tiendas en EE.UU. La obra del nuevo recinto ferial, con un presupuesto de 25 millones de pesetas, se adjudic en febrero de 1964 a Fomento de la Construccin. El 1 de marzo, al finalizar el ltimo partido en el viejo Campo de Ftbol de El Parque, se inici la demolicin; qued una explanada de 11.456 211Desarrollo industrial, creacin de la FICIA y otras asociaciones del sector zapatero m2, a los que se sumaron otros 680 m2de casas y terrenos colindantes. El 12 de septiembre, se inaugura la V FICIA ya en el nuevo recinto, construido en 153 das: era un cuadriltero de 5.000 m 2de planta y dos alturas; adjunto a l, otro de tres plantas de las nueve q ue fija el proyecto final, que aloja los servicios de la Feria (Correos y telgrafos, prensa, etc.) Concurren 297 firmas de 11 pases y 15 provincias espaolas, con ms de veinte mil modelos de zapatos, 742 mquinas de ltima tecnologa, 76 stands de curtidos y 30 de productos auxiliares. La concurrencia extranjera es muy alta ms de doscientas firmas slo el primer da y adquiere la mayora de los 484.000 pares vendidos. El Diario de la FICIA anuncia la creacin de un Museo del Calzado, haciendo un llamamiento a ceder zapatos y objetos a la Feria, este intento resultara infructuoso. En 1964 Espaa produce ya 44,9 millones de pares; segn el Ministro de Comercio, el calzado es el segundo producto en las exportaciones del pas y se prev que alcance el primer lugar. En 1965 se intent crear el Crculo Industrial y Mercantil de Elda, con la inscripcin de unos treinta destacados empresarios de la ciudad, sin xito. Tampoco lo tuvo durante mucho tiempo la revista Calzado Espaol, creada para potenciar la moda espaola del calzado, q ue public varios nmeros. En el seno de la FICIA se cre el grupo de Export adores-Expositores, con 52 miembros iniciales. Desde la inauguracin de la primera Feria, las exportaciones de calzado espaol siguieron un camino ascendente: A226os Millones de pesetas 1959 76,9 1960 99,77 1961 212,00 1962370,00 1963353,00 1964555,00 Pese a las cifras, los expedientes de crisis eran numerosos en una comarca donde segn un informe de la Delegacin Comarcal de Sindicatos la mit ad de empresas legalizadas cuenta con slo dos obreros, lo que indica una extendida economa sumergida. La crisis q ue padecen las pequeas empresas es atribuible a la pobreza y mala preparacin de esos talleres semiclandestinos, pero tambin al encarecimiento de materiales, el menor consumo del mercado interior y los problemas financieros. Mientras, el Plan de Desarrollo prev aplicarse a empresas con una plantilla mnima de 25 trabajadores, la export acin sigue creciendo, Elda recibe a los ms importantes importadores americanos de calzado y se instala en la ciudad una fbrica de guantes de golf cuya produccin se venda ntegramente en EEUU, que supuso una frustrada oportunidad de diversificacin industrial. La VI Feria volvi a ser un xito de vent as al exterior, aunque disminuyeron las nacionales. El Centro Promotor de Exportaciones de la FICIA (CEPEX), departamento creado por FICIA para intervenir directamente en los mercados zapateros del mundo enviando muestrarios y misiones comerciales, inici su labor en 1966. Entonces, todas las iniciativas en los asuntos zapateros partan de Elda. As, el 28 de febrero de 1967, en una reunin de empresarios en el Cine Rex, se intenta constituir la Agrupacin Comarcal de Fabricantes de Calzado, que no ser realidad hasta 1970. El VII y el VIII certamen de FICIA incrementaron tanto el nmero de expositores (399 y 487 respectivamente) como los modelos expuestos (ms de treinta mil en 1967), y recibieron la visita de grandes clientes como Thomas Middlenton o Joseph Stern. La edicin de 1967 fue inaugurada y clausurada por distintos ministros. El incremento expositores hacia pensar en ampliar el recinto. En 1968 la Feria se desdobl, con un certamen en marzo para la temporada de otoo-invierno y otro en septiembre; como el desdoblamiento no estaba autorizado oficialmente, se inauguraba la de septiembre y se clausuraba la de marzo. Adems, se present el proyecto de nuevo edificio, situado junto al de oficinas y servicios, para albergar el CEPEX y sus exposiciones permanentes e instalar en los bajos un restaurante cafetera. Con vientos de crisis comienzan las divisiones internas En 1969 aunque aumentaban los expositores comenzaron los conf lictos internos. Villena y Elche crearon sendos grupos de exportacin ajenos a FICIA, en clara competencia con CEPEX. En El- 212HISTORIA DE ELDA che, el grupo EXEL cre una oficina permanente de exposiciones, aunque se disolvi pronto por falta de subvenciones y apoyo. En la edicin de septiembre, con 655 expositores, algunos fabricantes protestan ante el Comit Ejecutivo y denuncian en carta abierta el trato discriminatorio que sufren a la hora de contratar los espacios y la informacin preferencial a algunos medios. Una noticia preocupante fue la de la posible aprobacin en EEUU de una ley que limitaba la importacin de calzado del exterior, para frenar el deterioro de su industria nacional. La temida Ley Mills nombre del senador que la promovi lleg a ser aprobada aunque fue vetada por el Presidente. La ampliacin del recinto se inaugur en el certamen de marzo de 1970; los 20.000 m 2de la calle Rosales duplicaban la superficie expositiva. Por entonces se trabajaba en un centro de Calificacin de Calidades, antecedente de lo que en 1971 sera INESCOOP (aos ms tarde INESCOP), que sufri la oposicin de la propia Agrupacin de F abricantes, constituida en julio de 1970, que consideraba que el afn de protagonismo de FICIA poda dar lugar a duplicidades de servicios. La FICIA de septiembre de 1970, inaugurada por el Ministro de Comercio, se abri en el seno de una crisis naciente motivada por la baja cotizacin del dlar, la saturacin del mercado nacional y las noticias sobre la aprobacin de la Ley Mills en EE.UU. (que reduca las exportaciones al nivel de 1967 y 1969). Al certamen de marzo de 1971 se le denomin la Feria de la esperanza , pero el incremento de expositores no supuso mejores resultados para un sector en crisis; entre los problemas destaca que, los empresarios de las Islas Baleares intentaron exponer en un marco ajeno a FICIA y el inicio de una guerra comercial entre EEUU y el Mercado Comn Europeo. El certamen de septiembre de 1971 fue el de los Homenajes , por los realizados a los fundadores de FICIA y a los alcaldes de las ciudades zapateras; asimismo, se entregaron los premios al primer concurso de Modelistas-Patronistas, convocado por una empresa de artculos para el calzado. FICIA public unos resultados esperanzadores pero la Agrupacin de Fabricantes los cuestion, ge- nerndose una confrontacin entre las dos instituciones. Hubo llamamientos a la unidad ante aquellas primeras divergencias; Valle de Elda public un dibujo humorstico, Todos en la misma nave , recordando que todos formaban parte de la dotacin del barco. Aunque no crecen las ventas, en el certamen de marzo de 1972 se expone maquinaria hasta entonces slo se haca en los de septiembre y se anuncia la aparicin de la revista Modapiel , que recoge lneas de diseo surgidas en FICIA; tambin se cre Selecmoda, una exposicin de las tendencias de cada temporada y los materiales de las industrias conexas, que cont con cincuenta stands en la primera edicin. La crisis se evidencia en la FICIA de septiembre. Muchos fabricantes exponen fuera del recinto ferial, en hoteles o en sus propias fbricas y almacenes, dentro y fuera de Elda, desviando clientes y causando preocupacin y polmica. Se producen cierres de empresas, temporales o definitivos, casi a diarios, el pesimismo crece y algunos creen que Elda est al borde del colapso . En medio de esta crisis, el Colegio de Peritos e Ingenieros Tcnicos de la Provincia de Alicante ofrece un homenaje a la industria y un monumento que se levant en la plaza Sagasta. Elda cuenta con 45.157 habitantes segn el padrn de 1972, pero el incremento demogrfico no supone una mayor cantidad de trabajo en la ciudad, ya que la crisis es profunda y los debates sobre causas y soluciones llegan a las Cortes, que otorgan ayudas para 213Desarrollo industrial, creacin de la FICIA y otras asociaciones del sector zapatero Primera sede de INESCOP en el pr paliar una situacin que se deteriora por das. Mientras, los ataques a FICIA se suceden desde distintas zonas zapateras, que cuestionan su carcter de feria nica del sector y aluden a falta de infraestructura hotelera y problemas de comunicacin. Los industriales ven dificultada su asistencia a ferias como Dusseldorf porque Espaa no pertenece ni a la Comunidad Europea ni a la EFTA, lo que obliga a exponer en hoteles. Adems, el gobierno americano denuncia dumping y establece una tasa compensatoria del 3%. La gravedad de la crisis es tal que, segn la prensa de la poca, en 19 meses se han cerrado 1.708 fbricas de calzados en todo el pas, es decir, el 60% de las q ue haban en 1970, la mayor parte en la provincia de Alicante con una incidencia muy alta en Elda; pero el cierre de empresas propiciaba la apertura de otras ms pequeas y semiclandestinas. Algunas empresas americanas devuelven partidas eldenses por falta de calidad, lo que oblig a reavivar la figura del controlador de calidad , impuesto por las comerciales extranjeras. En medio de tanta incertidumbre, uno de los viajantes ms notorios de CEPEX crea UNIDIS S.A., con f ines similares a aquel. En marzo de 1974, FICIA llama a la participacin, pero los resultados indican que el bache actual es mayor de lo esperado; en aquella edicin se coloc la primera piedra testimonial de lo que ser el Museo del Calzado, en un stand en el que se poda leer: Museo del Calzado Fase Inicial (otro intento fallido). Ese mismo verano se inicia los estudios para la reestructuracin del sector, analizando el tamao adecuado de las industrias y las ayudas necesarias para la mecanizacin. La creacin de la Asociacin Provincial de Fabricantes de Calzado, presidida por el eldense Manuel Bonilla, supuso el enfrentamiento entre FICIA y los empresarios respecto a la represent acin del sector. En 1977, se constituye en Madrid la Federacin de Industriales del Calzado Espaol (FICE), presidida por el Sr. Bonilla, al que sustituira Vicente Antn en los tumultuosos meses de fin de ao. La tensin crece. FICE pretende mayor control en la organizacin de las ferias de Elda. T ambin ese ao se disuelve la Cooperativa INESCOOP y se transforma en Asociacin de Investigacin (INESCOP). A la feria de Nueva York, CEPEX y FICE acuden separadas; el director general de esta ltima, Miguel ngel Guzmn, declar que la feria haba sido un desastre . En el verano de 1977, Elda, que ya alcanza los 50.931 habitantes, vive la mayo r huelga zapatera de su historia, con la creacin del Movimiento Asambleario, que paraliza la industria y con ella la ciudad. La huelga, que dur 13 das, acab con un laudo de obligado cumplimiento y sus consecuencias dejaron una profunda huella en la economa de la ciudad. Das despus, el certamen de septiembre de 1977 comenz con malos augurios y acab con 142 millones de ventas menos que el ao anterior. Mientras, FICE comienza a organizar exposiciones y ferias fuera de Elda y declara que eso es bueno para el sector y as seguir hacindolo. En 1978 la ciudad y FICIA son sorprendidas con la mala noticia de que el Ministerio autoriza a realizar dos ferias de calzado, una en Madrid y otra en Palma de Mallorca, dada la falta de infraestructuras hoteleras y de servicios de Elda. FICE estaba detrs de esta autorizacin. Las luchas entre las dos instituciones arreciaron, pese al respaldo 214HISTORIA DE ELDA 307T , dibujo de Valle de Eldaen noviembr necesidad de entendimiento entr sector za de todas las fuerzas vivas de la ciudad a FICIA, que anuncia para 1979 la celebracin de cuatro certmenes en Elda (dos de calzado y dos de conexas).En 1978, con la primera huelga en el sector del curtido, nuestra sufrida industria vuelve a pasar momentos de autntico pnico, aunque al final se aprob una rebaja arancelaria de las pieles del 50%, que llegaba tarde; a ello se unen nuevas tasas aduaneras en EEUU (que pasan del 0,91% al 2,27% y las tasas compensatorias del 1,30 al 1 ,90%). Muchos empresarios eldenses mantienen una actitud de rebelda ante la Seguridad Social y dejan de ingresar las cuotas empresariales, planteando nuevos y serios reveses para la industria local. En 1980 los trabajadores de FICIA recurren a la huelga ante la situacin de incertidumbre por la que atraviesan, con varios incidentes entre UGT y el equipo dirigente de FICIA. Mientras, se inauguraba la primera Feria de Madrid, en el Hotel Meli, con muy pocos expositores de Elda, pero con gran xito de pblico: era el final de Elda como sede ferial nica del calzado. Un acuerdo entre Valiente (presidente de FICE) y Obrador (de FICIA) permiti realizar nuevas ferias en Madrid de la mano de FICIA; pero el desacuerdo en el seno de FICE hace que, a travs de IFEMA, se convoque unilateralmente otra muestra en Madrid y se reactive la guerra de las ferias . La desautorizacin de una f eria en Madrid es achacada a Roque Calpena, por su calidad de senador, por lo que FICE solicit su dimisin; al mismo tiempo se plantea la dimisin de la directiva de la Asociacin de Fabricantes de Elda, en desacuerdo con FICE Madrid. Finalmente la feria madrilea se realiz, esfumndose las esperanzas de recuperar el protagonismo de Elda, pese a la movilizacin general. Se empieza a barajar la posibilidad de crear un pabelln ferial en Alicante. Todos se movilizan y el Ayuntamiento de Elda recibe la propuesta de un comit ciudadano en defensa de la FICIA. Mientras tanto la situacin de la industria eldense oblig a medidas con carcter inmediato: abaratar los costes de fabricacin, reducir aranceles de pieles y maquinaria, incentivar la financiacin, buscar nuevas vas de comercializacin y mejorar la calidad y el diseo por encima de cualquier otro parmetro. Adems, el Mercado Comn quera imponer tasas arancelarias a los zapatos de Espaa, Rumania y Checoslovaquia; esta medida proteccionista supona una amenaza para los fabricantes de Elda, por el mayor precio de su calzado. Se plante un polgono de Preferente Calificacin Industrial que ayudase a la diversificacin de la industria zapatera local. Los aos setenta supusieron una crisis de grandes proporciones para la industria eldense, posiblemente la may or de todo el siglo XX. Es cierto que se increment la exportacin de calzado y la mecanizacin de la industria; pero t ambin que la limitacin de crditos q ue impuso la banca espaola a las empresas acab por asfixiar a las ms dbiles de nuestra ciudad, que la saturacin del mercado nacional se hizo evidente, que la falta de calidad de algunas fbricas y la imprecisin de algunos servicios frenaron la escalada de ventas al mercado americano, que se incrementaron el proteccionismo y las restricciones; los paros temporales y los cierres definitivos fueron inevitables, aunq ue en aos sucesivos se recuperaron las v entas a EEUU y se fortaleci el mercado europeo, permitiendo mejorar la situacin. Sin embargo, el enfrentamiento entre instituciones del sector oblig, en la dcada siguiente, a la desaparicin de la Feria de Elda. Elda, ciudad de servicios El calzado sigui siendo la actividad econmica fundamental de Elda durante los aos sesenta y setenta, pero los servicios fueron incrementando su participacin tanto en ingresos como en empleo, especialmente entre los ms jvenes, las mujeres y las personas de may or nivel acadmico. Mientras tanto, el retroceso de las actividades agrarias lleg a ser casi absoluto y la construccin siempre se relacion con el crecimiento demogrfico y la evolucin de la industria. Muy avanzados los aos sesenta, la ciudad aoraba una huerta que refo rzase la economa local y fuese capaz de generar empleo. El Grupo Sindical de Colonizacin, creado en 1951, trat de mejorar el abastecimiento de agua para el regado y solicit crditos para ello, como el concedido por la Caja de Ahorros de Novelda; en 1967 se puso en 215Desarrollo industrial, creacin de la FICIA y otras asociaciones del sector zapatero marcha el ltimo tramo para la trada de aguas de Villena para el riego de la huerta, con un caudal de 120 litros por segundo.Tambin el municipio buscaba solucionar el problema del agua potable domiciliaria; en marzo de 1963 se consigui gracias a la llegada del agua de los pozos de Salinas a un depsito de 2.800 litros en el llano de San Crispn, que permitiera incluso abastecer a todos los pisos de los edificios altos q ue se construan; junto con el depsito existente en el Alto de San Miguel, quedara completado el abastecimiento de agua a Elda con la puesta en marcha en el ao 1979 de un depsito en el paraje de la Casa Corts, en trmino de Petrer. En cuanto a otros problemas relacionados con el agua, en la dcada de los sesenta ya se inici el expediente de canalizacin del Vinalop que permitira, adems, rescatar unos espacios que se haban convertido en almacn de desechos, plsticos y suciedad, sin embargo, no se lograra hasta muchos aos despus, con un proyecto iniciado en 1976. La depuracin de las aguas y la construccin de la red de alcantarillado t ambin fue tarea de dcadas, culminada conjuntamente para Elda y Petrer con la construccin de una depuradora a finales de los setenta. El trabajo en la construccin, que en Elda supuso la llegada de numerosos inmigrantes y el trabajo temporal de cuadrillas forasteras, se centr tanto en el aumento de la obra pblica como en la edificacin de nuevas viviendas y fbricas. La apertura de la calle Dahellos, nuevos barrios como el de Luis Batlls, las Trescientas, San Francisco o La Almafr, junto con el levantamiento en el centro de la ciudad de grandes edificios singulares como los denominados Elda, Monumental, Dos de Mayo, Ernes o San Cristbal, supusieron una ingente cantidad de trabajo para este importante sector econmico, que tambin construy numerosos espacios fabriles en aquellos aos. La construccin del Estado del bienestar El desarrollo de servicios ligados a la educacin, la sanidad y la cultura, notable en la Elda de aquellos aos, supuso tambin la consolidacin de importantes sectores laborales en la ciudad. La generalizacin de la enseanza a todos los niveles estuvo acompaada de un incremento notable del empleo vinculado a la educacin. Durante estos aos surgieron nuevos centros de la enseanza primaria, con construccin t anto de colegios pblicos Virgen de la Salud, El Serfico, aulas en San F rancisco y las Trescientas... como privados el Santa Teresa de las Hermanas Carmelitas, o la Sagrada Familia, regida bastante tiempo por los Jesuitas, aunque construido gracias a la iniciativa de la Asociacin de Padres de Familia, adems de algunas academias menores, que ayudaron a paliar el fuerte dficit de plazas escolares que se padeca. La educacin secundaria surgi tambin en esta poca, aunque algunas iniciativas particulares paliaban en parte las insuficiencias; fue fundamental la inauguracin del INEM Azorn, concedido conjuntamente a Elda y Petrer, capaz de impartir bachillerato completo, al que se uni al ao siguiente la Escuela de Maestra Industrial de la Melva, que imparta formacin profesional; a finales de los setenta, la oferta pblica se acrecent con la Escuela Sindical de Formacin Profesional de La Torreta un enorme edificio q ue prevea hasta residencia de estudiantes para alumnos llegados de todo el pas y el nuevo instituto El Monastil. Tambin surgieron algunas iniciativas de carcter universitario o equivalente, como el Instituto de Ciencias Sociales Ramiro Ledesma, la primera escuela de graduados sociales de la provincia y origen de la actual Escuela de Relaciones Laborales, que comenz a impartir clase en 1962. Tambin, a f inales de los setenta, se instala una sede permanente del centro regional de la UNED de Elche, dedicada inicialmente a informacin y matrcula; mientras, se iniciaban las gestiones para crear una Escuela Oficial de Msica. Una dcada antes, en el centro Sagrada Familia, se cre una Escuela de Mandos Intermedios para tcnicos y administrativos, dirigido a los trabajadores de la comarca. En cuanto a iniciativas de carcter cultural de todo tipo, que tuvieron mucho mayor impacto cualitativo en el tejido social de la ciudad aunque no t antas posibilidades laborales, cabra destacar la puesta en marcha de salas 216HISTORIA DE ELDA de exposiciones como el aula cultural de la Caja de Ahorros del Sureste, de 1960, la sala de arte de la Caja de Ahorros Provincial de Alicante o la sala de arte Sorolla, una iniciativa particular en 1974 y el nacimiento de numerosos cines, algunos de ellos como el Rex y el Lis, vinculados a distintas actividades culturales, como la proyeccin de filmes de arte y ensayo o la celebracin de reuniones diversas; otros cines de Petrer, como el Goya, el Aguado o el Capri, situados junto al lmite con Elda, muy lejos del centro urbano vecino, surgieron tambin gracias a la expansin urbana del rea de La Frontera. Nacieron o se desarrollaron entidades que fomentaron la vida social local, como el Centro Excursionista Eldense que en su Ciudad Deportiva cre uno de los centros deportivos may ores de la provincia, un Club de Campo que incentiv la prctica de deportes como el tenis o el frontn o un Moto Club, que acab vinculado a actividades internas de sus socios. Durante algunos aos, desde 1959 a 1964, funcion la emisora Radio Elda, vinculada a la parroquia de la Inmaculada. Se incrementaron tambin los espacios deportivos, especialmente con la construccin del estadio municipal, y los templos religiosos, con cuatro parroq uias catlicas y los primeros locales de o tras confesiones. La sanidad tambin se convirti en un nuevo sector de creciente peso econmico, incrementndose con fuerza el empleo y mejorndose muchas de las insuficiencias en el servicio. La atencin primaria pblica, surgida en los peq ueos ambulatorios de las calles Porv enir y de los Giles, dieron paso al nuevo ambulatorio de la Seguridad Social de la calle Padre Manjn, de cinco plant as, inaugurado en 1966; en 1976 ya se anunci la construccin de nuevos ambulatorios tanto en Elda como en Petrer. T ambin el viejo hospital municipal, regentado por las Hermanas Carmelit as, aunque continu siendo claramente insuficiente, fue mejorado con una sala de partos, la que se llam Sanatorio Quirrgico Maternal, realizndose llamamientos a la ciudadana para acudir al mismo, en una ciudad donde hasta los aos sesenta lo habitual era que los bebs naciesen en casa, con asistencia de comadrona y mdico de cabecera. Hasta surgieron clnicas privadas, como la Virgen de la Salud, que dispona de mltiples servicios y moderno material. Hubo que esperar a finales de los aos setenta para poder disponer de un servicio permanente de urgencias para Elda-Petrer o para contar con un centro de atencin a disminuidos psq uicos que, construido de forma mancomunada por varios municipios, fue inaugurado en febrero de 1979. Por supuesto, tanto para la asistencia sanit aria comarcal como para las posibilidades de empleo en el sector fue decisiva la construccin del Hospital General de Elda, solicitado reiteradamente desde todos los mbitos desde mucho tiempo atrs, aprobado como residencia comarcal de la Seguridad Social en 1975 e inaugurado en la dcada de los ochent a. Como avance de las posibilidades laborales que aos despus propiciarn los servicios geritricos, a finales de 1973 fue inaugurado el Hogar del P ensionista, subvencionado por el Ministerio de Trabajo. Hacia una sociedad de servicios diver sificados Junto a los propiciados por el desarrollo del Estado del bienestar, otros muchos servicios de todo tipo incrementaron su presencia en la ciudad y permitieron la diversificacin laboral de sus habitantes. Dada la imposibilidad de extendernos en todos ellos, nos centraremos en los de comercio y finanzas, comunicaciones o administracin. El desarrollo bancario fue indudable en las dcadas de los sesenta y setenta. Es cierto que 1961 supuso la de- 217Desarrollo industrial, creacin de la FICIA y otras asociaciones del sector zapatero Centr Pr Instituto de Ense226anza Secundaria y Escuela Uni Relaciones La EMIDESA). saparicin del Banco de Elda, esa prestigiosa firma bancaria que tanta ayuda prest al industrial y al comerciante de Elda y de Petrer y produjo beneficios para el buen nombre de la ciudad y de la comarca; el Banco de Elda, fundado en 1932 por el entusiasmo de un grupo de eldenses, ya haba sido absorbido por otra entidad bancaria, la Banca beda, que tuvo la deferencia de mantener el nombre de Elda vinculado al Banco; sin embargo, la nueva entidad compradora, el madrileo Banco Central, lo convirti en su sucursal eldense. Cada vez fueron ms los bancos y cajas de ahorro que inauguraron sucursal en Elda; algunos, como el Banco Espaol de Crdito o el Central trasladaron sus nuevas sedes a edificios ms amplios, lejos de la calle Nueva, que haba sido durante bastante tiempo el centro financiero de la ciudad. Tambin abandonaron la calle Nueva las oficinas de Correos y Telgrafos, q ue en abril de 1968 se ubican conjunt amente en un moderno edificio de la calle Dahellos. Es un avance ms en la modernizacin del sector de las comunicaciones en Elda. Tal vez, fuese Telefnica el mejor ejemplo de ello; hasta 1964, cuando se inaugura la nueva central telefnica automtica, era necesaria la permanente llamada a la operadora para conectar con el nmero deseado, o esperar horas en el locutorio para hablar con alguien que residiera fuera de la ciudad; an hubo que esperar a 1969 para integrar el servicio en la red automtica general. En cuanto a las comunicaciones por carretera, el crecimiento imparable del parque automovilstico eldense ofreci empleo abundante en los numerosos talleres y negocios vinculados al mundo del motor; por supuesto, dificult gravemente el trfico en una ciudad donde, ya en julio de 1958, una curiosa nota de alcalda obligaba a a partir de este mes, aparcar los vehculos en las calles de una sola direccin en el lado de la sombra, quien sabe si obligando a cambiarlos a lo largo del da o planteando dudas a los conductores en das nublados. Tambin el servicio de transporte urbano, surgido en 1957 y desempeado inicialmente por La Nov eldense S.A., incrementaba el nmero de lneas. Aspectos importantes para la economa eldense y para la vida cotidiana de sus habitantes fueron la puesta en marcha de la aviacin comercial en Alicante en 1966 necesaria tambin para el buen funcionamiento de FICIA, la mejora y aumento del nmero de puentes sobre el Vinalop y, ms an, la desviacin de la carretera de Madrid a Alicante por detrs del ncleo urbano de Petrer, que elimin en gran medida el paso de vehculos por el cen- 218HISTORIA DE ELDA Cole carmelitas. Tense226anza pri transf estos a226os (ReFiestas Ma). tro de la ciudad, aunque el Ayuntamiento discrep con el trazado propuesto.El comercio local tambin se fue desarrollando y transformando en estos aos. Desaparecieron algunas viejas costumbres, como el reparto domiciliario de leche por parte de las vaq ueras prximas a la ciudad, que se mantuvo hasta 1971. En cuanto a la modernizacin comercial, uno de los puntos fundamentales fue el proyecto de construccin del nuevo Mercado Central, presentado en 1975, sobre el solar del entonces existente y de la lonja contigua, lo que gener una polmica q ue se acrecent incluso pasada su inauguracin casi una dcada despus; aos atrs, en 1970, haba sido inaugurado el nuevo mercado de San Francisco de Sales, que diversific la oferta y permiti a los residentes de aquel rea evit ar las incomodidades del desplazamiento al centro. Tambin fue cerrado el viejo matadero, que por su antigedad no reuna las condiciones higinicas ni de trabajo para su cometido, tomndose en 1980 el acuerdo de construir uno nuevo; aunque su ubicacin no se haba planteado, aos despus se situara en el Polgono Industrial de Campo Alto. Fruto del trabajo de muchos aos y del aumento de est ablecimientos de la ciudad, en abril de 1977 se form la Asociacin de Comerciantes de Elda y Comarca. En relacin con el desarrollo de los servicios ligados a la administra- cin, fue creciendo en la ciudad el nmero de funcionarios locales o estatales. En ello inf luyeron aspectos como la conversin de la ciudad en cabeza de partido en 1965 absorbiendo a los anteriormente situados en Novelda y Monovar y la construccin de los Juzgados de Elda, en un solar de la calle San F rancisco donde estuvo muchos aos ubicado el centro social de la Seccin F emenina de Falange; tambin la capitalidad de la zona recaudatoria de Hacienda en la comarca en 1968 y la concesin un ao despus de la cabecera de zona para recaudacin de contribuciones. Asimismo, el establecimiento en la ciudad de la Polica Nacional, primero en Ortega y Gasset y despus junto al cuartel de la Guardia Civil, en un edificio cuya construccin fue aprobada en 1978. Finalmente, en una comarca con gran cantidad de fbricas y talleres que aumentan el riesgo de incendio y requieren una mayor dotacin, en 1964 se cre un parque comarcal de bomberos, con vehculos y personal suficiente para las posibilidades de la poca, que a finales de abril de 1980 se traslad a otro nuevo edif icio, entre el antiguo hospital y el cementerio, con mayores medios y personal. En esencia, la Elda de los sesenta y setenta, una poca dorada de la industria del calzado, se fue transformando poco a poco en una ciudad en la que el desarrollo de los servicios diversific t anto la economa como el empleo. 219Desarrollo industrial, creacin de la FICIA y otras asociaciones del sector zapatero Quir227f Municipal de Elda. La mejora de todo tipo de infraestr incenti empleo ter Fiestas Ma ). L as actividades industriales han experimentado en las ltimas dcadas del siglo XX una intensa transf ormacin motivada por la progresiva y creciente liberalizacin de las relaciones econmicas internacionales 1, la denominada globalizacin. Esta estrategia consiste en organizar de manera flexible la oferta y la demanda escala mundial, lo q ue permite aumentar los beneficios empresariales explotando en conjunto las diferentes condiciones competitivas de los respectivos mercados nacionales. La consecuencia ha sido una profunda reorganizacin empresarial, tecnolgica, laboral y espacial de la produccin industrial. Los efectos de la misma son mltiples, pero cabe citar los siguientes: a) Los mercados nacionales dejan de ser la referencia para definir las estrategias de las empresas y de los agentes econmicos, son slo el medio para su desarrollo. b) Los procesos productivos y de consumo se organizan y estructuran a escala mundial en forma de red, el mercado es mundial y los mercados nacionales simples nudos para articular la gestin del mismo. c) La actividad productiva se localiza en determinados espacios, pero pueden trasladarse a otros lugares segn se modifiquen las relaciones de precios, de costes y de demanda. d) La regulacin institucional de la economa sigue la lgica reguladora privada, de las empresas y del mercado; la intervencin pblica se centra en liberalizar, privatizar e invertir en infraestructuras de comunicacin que faciliten la integracin del mercado mundial. El anlisis especfico de la transf ormacin inducida por la globalizacin en una determinada actividad industrial q ue se realiza en un especfico mbito espacial, Elda en este caso, requiere, en primer lugar, acotar como se ha configurado la misma a escala mundial, para posteriormente abordar las transformaciones en el mbito objeto de estudio 2. Globalizacin de la industria del calzado La industria del calzado se ha globalizado, a partir de la descentralizacin funcional y espacial de las distintas fases del proceso productivo. As, en los pases desarrollados se realizan las fases de diseo, lanzamiento de marcas y comercializacin 3, adems de la fabricacin de suelas, plantillas, pieles y maq uinaria. Mientras, la fabricacin de cal- 221 Estructura y dinmica de la industria del calzado de Elda a finales del siglo XX JOSLUISCIVIDANESHERNNDEZ U niversidad de Alicante 30 El calzado es mucho m207s que una acti Elda. Plaza del Za (CEFIRE). zado propiamente dicha tiende a concentrarse en los pases de industrializacin emergente, preferentemente mediante formulas de subcontratacin 4. Es decir, cada fase productiva se realiza en aquel espacio que tiene menores costes o genera mayor valor aadido. La descentralizacin funcional ha ido acompaada de la introduccin de dos tipos de innovaciones: unas, las relativas a maquinaria y materiales, que han transformado cada vez ms a las fabricas de calzado en unidades de mont aje de productos semielaborados, mientras se potencia la industria auxiliar; o tras, las centradas en el propio producto, tendentes a ampliar la demanda mediante la generalizada y creciente consideracin del zapato como un producto de moda, ms all de atender a una necesidad bsica similar a la alimentacin 5. La adaptacin de la dinmica de globalizacin descrita por las distintas industrias del calzado nacionales no ha sido homognea. Por ejemplo, la de Est ados Unidos ha liderado el proceso, al iniciar en los aos sesenta la estrategia de deslocalizar la produccin, pero tambin al intensificar su aplicacin en las dos ltimas dcadas. Ref lejo de esta intensidad es que en la actualidad la produccin interna apenas alcanza el 10% del consumo y se limita a algunos segmentos de alta calidad, con marcas muy consolidadas y catlogos que se mantienen temporada tras temporada. A pesar de esta dinmica de deslocalizacin de la produccin, el 90% del calzado que se vende en y desde Estados Unidos es diseado, comercializado y distribuido por empresas norteamericanas bajo el paraguas de marcas propias. De hecho, la marca se convierte en una barrera de entrada que permite mantener cuotas de mercado estables; ello les permite sustituir los pases en los q ue contratan la fabricacin en funcin de las modificaciones de los costes laborales, las exenciones fiscales, las ayudas financieras o los tipos de cambio; pero, sobre todo, limita la capacidad competitiva de la industria del calzado de los pases emergentes. En Italia, la estrategia se ha basado en mltiples factores: creciente innovacin tecnolgica en los subsectores de maq uinaria y componentes, concentracin empresarial, poltica industrial activa de naturaleza territorial, y recurso a la economa sumergida. Pero el factor de competitividad ms singular consiste en articular el diseo como elemento central para generar valor aadido mediante la configuracin de un sector con dinmica propia y capacidad de arrastre: la industria de la moda o del diseo. El resultado ha sido un relativo mantenimiento de los niveles de empleo y de capacidad productiva, la ganancia de cuota de mercado a escala mundial al consolidarse como el principal productor de tecnologa y productos semielaborados y el mantenimiento de su dominio en la gama alta del mercado, al ser valorado como el calzado sinnimo de moda, incluso en el zapato deportivo e informal. En el resto de pases industrializados se han seguido estrategias no t an definidas, salvo en el caso del Reino Unido que ha sido prcticamente similar a la de la industria norteamericana. Alemania y Francia han recurrido a la deslocalizacin pero fomentando sus propios canales de comercializacin, tanto en los mercados exteriores como en el mercado interior, y potenciando una mayor automatizacin de la produccin al optar por modelos est andarizados. Mientras, Espaa, Grecia y Portugal intentan superar su condicin de industria subcontratada siguiendo el modelo italiano, compensando su inferioridad tecnolgica y menor capacidad comercial con un may or ajuste de precios, principalmente reduciendo costes laborales y fiscales por la va de una elevada economa sumergida, con el consiguiente deterioro de las condiciones de trabajo y fragili- 222HISTORIA DE ELDA Na las principales emprcalzado eldenses (CEFIRE). dad empresarial que dificulta la inversin tecnolgica y comercial. La industria del calzado en Espaa La evolucin seguida por la industria del calzado en Espaa en las ltimas dcadas del siglo XX se puede sintetizar en los siguientes caracteres: a) Continuo, aunque suave, crecimiento de la demanda interna, tanto por el aumento de renta experimentado, como al elevarse el consumo per capita de calzado a los niveles medios de la U nin Europea. b) Inestabilidad de la produccin al alternarse periodos de intenso crecimiento en los cuales se superan los niveles histricos de fabricacin de pares de calzado y de exportacin (1984-1990 y 19942000), con otros en los que el sector retorna a un escenario de crisis con la consiguiente prdida de empleo y cierre de empresas (1991-1993 y el ms reciente iniciado en 2001). c) Progresivo e intenso incremento de las importaciones, estas ganan de manera continua cuota en el mercado interior; pero as mismo al superar el crecimiento de las exportaciones se deteriora la balanza comercial hasta el punto de invertir en dficit el tradicional saldo positivo. El balance de esta evolucin es contradictorio: por un lado, se evidencia que en las ltimas dcadas se han introducido una serie de cambios que han posibilitado ajustar la competitividad de la industria del calzado a las condiciones imperantes en el mercado mundial; pero por otro que los mismos son insuficientes para estabilizar los niveles de actividad y rentabilidad ante cualq uier empeoramiento coyuntural, ya sea por estancamiento de la demanda, por cambio de estrategia de las comercializadoras o por apreciacin del tipo de cambio. Los cambios introducidos en la fabricacin de calzado cabe calificarlos de estructurales, pues implican una transf ormacin de las bases sobre las que se haba fundamentado el crecimiento de la industria del calzado hasta los aos sesenta. En concreto son de naturaleza endgena, adaptativa, espontnea, pero sobre todo territorial. Endgena, al ser impulsados por los propios empresarios, trabajadores y entidades de los res- pectivos ncleos industriales. Adaptativa, al ser motivada por las estrategias competitivas adoptadas para afrontar la crisis estructural de los aos setenta por las empresas lideres del sector, norteamericanas e italianas principalmente. Espontnea, al no estar planificada por ningn agente especfico o a partir de un determinado anlisis estratgico. Pero sobre todo territorial, al fundamentarse en recursos que tienen un carcter local, social y pblico, en vez de empresarial y privado: capacidad emprendedora difusa, organizacin descentralizada del proceso productivo, capacitacin laboral informal y relaciones econmicas personales de origen familiar. Como ha sucedido a escala mundial, la evolucin y las estrategias de la industria del calzado en Espaa no han sido uniformes. En Elda, la estrategia ha tenido como objeto disponer de capacidad comercial propia y mantener la calidad de producto con unos costes de fabricacin competitivos. La estrategia comercial ha consistido en ofertar un calzado de moda, con diseo propio en funcin de la evolucin de la demanda; es decir, poder asumir cualquier pedido de temporada, tanto en lo relativo a tipo de modelo como a volumen, la estrategia comercial denominada prontomoda . En cuanto a los costes, se ha recurrido a la ocultacin fiscal de parte de la actividad econmica, la denominada economa sumergida 6,t anto laboral como 223Estructura y dinmica de la industria del calzado de Elda a finales del siglo XX Los pol222g ay dan a or industrial en el entorno urbano aunque no suelen a ex (CEFIRE). empresarial y no tanto por una mayor productividad aumentando la mecanizacin del proceso productivo. En particular esta estrategia de costes ha permitido que, en trminos nominales, apenas se ha incrementado el coste medio en los ltimos veinte aos; ello supone un descenso en trminos reales, lo que evidencia el limitado margen de maniobra para mejorar en el futuro la competitividad de la industria del calzado por esta va. Los cambios necesarios para aplicar ambas estrategias se fundamenta en la descentralizacin del proceso productivo. Es decir, el proceso de fabricacin ya no se realiza en una determinada unidad productiva, sino que cada fase, o varias, se produce en distintas unidades especializadas. El proceso se recompone mediante relaciones de subcontratacin, que articulan sistemas empresariales en red. La organizacin descentralizada implica que la capacidad productiva y competitiva del conjunto de la industria del calzado depende de mltiples unidades productivas especializadas cada una de ellas en la realizacin de las distintas actividades del proceso, desde gestoras hasta comercializadoras, pasando por talleres de aparado y montado. Los caracteres ms significativos del modelo territorial de organizacin f lexible de la produccin zapatera han sido analizado en diversos estudios 7; entre ellos, cabe resear el efectuado a mediados de los aos noventa a partir de una amplia encuesta a empresas fabricantes y auxiliares de calzado localizadas en el Medio y Alto Vinalop (AMVP) 8. Dicha encuesta ofrece una doble visin: la relativa a la actividad empresarial y la del proceso productivo. La industria del calzado en Elda: perfil de la actividad empresarial La encuesta caracteriza la actividad empresarial en funcin de diversas variables estructurales. En primer lugar, constata que el 89% de las empresas fabricantes y auxiliares de calzado de Elda fabrican calzado de seora, y ello supone el 86% de las empresas fabricantes de ese tipo de calzado en los distintos ncleos del AMVP. Estos porcentajes evidencian que la industria del calzado tiende a una concentracin espacial especializada; ello se debe a que cada tipo de calzado presenta unas caractersticas especficas en cuanto a materiales, diseo, modelaje, montado y comercializacin; es decir, no hay una capacidad genrica para fabricar cualquier tipo de calzado: si se fabrica calzado de seora no se fabrica de caballero, deportivo o infantil, y viceversa. Este hecho explica q ue no se den cambios territoriales de especializacin, sino que las transformaciones se produzcan en relacin a cada tipo de calzado y que las estrategias globales para la reconversin de sta industria sean muy poco viables. El perfil empresarial de las fbricas de calzado de seora de Elda se ajusta al pequeo y mediano tamao; el 55,7% contaba con menos de veinte empleados, y otro 40,6% no alcanzaba los cincuenta. El peso del mercado exterior en las ventas es superior al del interior: el 78,5% de las empresas venda al exterior, q ue era el mercado principal para dos tercios de ellas. La estabilidad productiva es baja, debido a la estrategia comercial ligada al pronto-moda: alta temporalidad de las ventas, elevado nmero de modelos y amplia renovacin de los catlogos cada temporada. Predominan las sociedades limitadas (87,3%), aunq ue debido al tamao reducido en casi la mitad de ellas las funciones directivas de gestin son realizadas por el empresario y slo en un 15,9% de los casos exclusivamente por la gerencia. 224HISTORIA DE ELDA El calzado sigue siendo una acti (CEFIRE). El perfil del empresario muestra su naturaleza endgena, tanto espacial como productiva: el 71% ha nacido en el mismo municipio y el 84% tena experiencia previa en el sector. El 33,6% de los encuestados afirmaba que la condicin ms necesaria para ejercer la actividad empresarial es la experiencia profesional, seguida por la disposicin de relaciones en el sector (23,4%) y de recursos financieros ( 21,5%). Estos porcentajes se relacionan con el relativamente bajo niv el formal de estudios del empresariado: el 60,7% el graduado escolar y un 12,2% estudios universitarios. Un dato muy significativo, por el histrico arraigo de la fabricacin de calzado, es la prctica adolescencia de los empresarios y las empresas: el 60% de los empresarios y el 55% de las empresas iniciaron su actividad en los ltimos aos de la dcada de los aos ochenta, aunque la juventud de las empresas se explica en los cambios formales de razn social con objeto de ahorrar costes (reduccin de cargas fiscales, rotacin continuada de los contratos de fomento de empleo, cierres temporales de actividad y suspensin de pagos, o no afrontar deudas con la Seguridad Social o con Hacienda). La capacidad comercial de las empresas fabricantes de calzado de Elda es, en conjunto, baja: apenas la mitad fabrica con marca y catlogo propio y slo el 25% de manera exclusiva mientras el 70% vende a comercializadoras, principalmente exportadoras. Adems, la forma ms comn de conseguir los pedidos es mediante contactos directos (43%), frente a la de agentes comerciales (33%) o el departamento comercial (24%). La industrial auxiliar de calzado de Elda, destaca por su carcter eminentemente local, pero sobre todo por su fragilidad de organizacin: el 64% de las empresas encuestadas no llegaba a los diez empleados, y el 91% efectuaba la mayora de sus ventas en el mercado local. El resto de mercados son prcticamente marginales, pues el 76% de las empresas auxiliares no efecta ventas en el mercado nacional y el 90% en el exterior. Respecto a la forma jurdica, se comprueba la importante presencia de economa sumergida: un 20% de las unidades productivas careca de cualquier permiso administrativo y un 26% adopt aba la forma jurdica de autnomo con trabajadores. Este perfil explica el limit ado desarrollo de buena parte de la in- dustrial auxiliar y su baja capacidad para impulsar estrategias competitivas. Los datos apuntados son ms ilustrativos en algunos tipos de actividad. As, cerca del 40% de las empresasque realizaban tareas especficas de cortado, de aparado, de terminado o de empaquetado carecan de forma jurdica al no estar dada de alta administrativa su actividad; adems un 30% figuraba como autnomo con empleados. Respecto al tamao, el 80% tiene menos de diez empleados y ninguna empresa auxiliar de este tipo alcanzaba los veinte. Como consecuencia de esta frgil organizacin, el 70% no alcanzaba una vida media de diez aos, incluso el 40% no llegaba a los cinco. En definitiva, en sentido estricto, son ms talleres de trabajo mediante los cuales se afronta la realizacin sumergida de algunas tareas, que empresas auxiliares de la industria del calzado propiamente dichas. Las empresas auxiliares de fabricacin de suelas, tacones y plantillas presentan una organizacin menos precaria, con ejemplos de tamao medio. El 59% no alcanza los diez empleados pero el 9% supera los 19. Ninguna realiza su actividad sin forma jurdica especfica y slo el 10% como autnomos con empleados. Tambin se observa una relativa diversificacin de los mercados, aunq ue el local sigue siendo el principal: el 24% realizan ventas en el mercado nacional y el 18% en el exterior. Es decir, en 225Estructura y dinmica de la industria del calzado de Elda a finales del siglo XX El calzado utiliza un alto por femenina (CEFIRE). la industrial auxiliar hay un limitado nmero de empresas con un mnimo de capacidad para impulsar estrategias competitivas propias, aunque insuficiente para impulsar la industria del calzado en su conjunto. La industria del calzado en Elda: organizacin del proceso productivo La descentralizacin del proceso productivo tiene dos consecuencias en trminos de organizacin del proceso de fabricacin de calzado. Primera, la prctica desaparicin de la tradicional fbrica de calzado dado que las que se clasifican bajo dicho epgrafe apenas realizan como mximo entre dos y cuatros fases, montado, acabado, empaquetado y distribucin. Segunda, la configuracin de un modelo de organizacin fundamentada en relaciones interempresariales de subcontratacin y la configuracin de estructuras de gestin en red. Caracteres de las relaciones de subcontratacin Las relaciones interempresariales derivadas del proceso de descentralizacin pueden clasificarse en dos grupos: aquellas cuyo objeto es encargar la realizacin de las distintas tareas del proceso productivo, y las que se establecen para ajustar la capacidad productiva a las condiciones de la demanda. Respecto a las primeras, el 90% de las empresas fabricantes de calzado subcontrata la rea- lizacin de alguna fase, un 60% de forma sistemtica y un 30% segn el volumen de pedidos. Por fases, diseo, modelaje y aparado son las que presentan un may or grado de descentralizacin, al ser subcontratada su realizacin respectivamente por el 92%, 74% y 87% de las empresas fabricantes. La subcontratacin de la fase de aparado ilustra la naturaleza territorial de los cambios operados al optarse por la forma de trabajo tpica de los inicios del sector, el trabajo a domicilio . El 58% de las empresas encargaba el aparado a domicilio , un 33% a talleres de trabajadores autnomos 9, y slo un 13% a empresas especializadas en aparado. En sentido estricto no hay una razn principal por la cual se subcontraten las respectivas fases. As las tres razones ms significativas son reducir los costes laborales (38%), ajustar la produccin ante la inestabilidad de los pedidos (28%), y requerir una mayor especializacin tcnica (20%). Adems de esta subcontrat acin de fases, las empresas fabricantes de calzado recurren a la contratacin de servicios, generalizada en el caso de los de asesora fiscal y laboral, mientras que los de asistencia tcnica o consultora lo son por un porcentaje ms limitado: 46% diseo de modelos, 27% el mantenimiento de maquinaria; 21% la promocin comercial; 12% realizacin de estudios de mercado; y por ltimo slo un 9%, porcentaje este que coincide con el de las empresas que utilizan para la fa- bricacin maquinaria con programacin numrica. A la hora de ajustar la capacidad productiva, el 51% de las empresas de calzado de seora subcontrataba pedidos, el 29% de manera habitual o regular y el 22% en funcin de la evolucin de la temporada. Algo inferior era el porcentaje de las empresas que fabrican para otras, el 43%, aunque slo el 16% lo haca de manera habitual o regular. Esta diferencia de porcentajes muestra que son minoritarias las empresas que de manera casi en exclusiva fbrica para otras, de lo que se deduce que el objeto de este tipo de relaciones es afrontar posibles cadas o incrementos de la demanda a lo largo de la campaa, pero la capacidad productiva instalada se dimensiona segn el volumen medio de pedidos de las ltimas temporadas. 226HISTORIA DE ELDA Sede actual del INESCOP Campo Alto La capacidad productiva tambin se ajusta mediante participaciones accionariales en el capital social de otras empresas del sector y acuerdos de cooperacin. El 40% de las empresas fabricantes de calzado de Elda tienen participaciones accionariales; es un porcentaje elevado para el escaso tamao medio de las empresas, la relativa juv entud del parque empresarial y de los empresarios en su condicin de tales, aunque refleja el dinamismo emprendedor del empresariado de calzado, por lo menos en cuanto a estrategia de organizacin. Los datos confirman que una de las singularidades de la organizacin territorial de la produccin de la zona es la existencia de acuerdos de cooperacin. En concreto, el 50% de las empresas de calzado de Elda haba establecido algn acuerdo de cooperacin en la ltima dcada: de ellas, el 70% en dos ocasiones y el 18% en ms de dos; es decir, aunque este tipo de relaciones son irregulares e inest ables, no son infrecuentes. Se producen sobre todo para asistencia a ferias (56%) y adquisicin de materias primas (27%). El cruce entre las caractersticas de las empresas y las relaciones interempresariales por subcontratacin permite extraer cuatro conclusiones. Primera, la prctica totalidad de las empresas establecen diversas relaciones con otras. Segunda, las relaciones son ms intensas en las empresas que cuentan con una estrategia propia en cuanto a marca y diseo del producto, y menor cuando el diseo es facilitado por las empresas comerciales cuando se les efectan los correspondientes pedidos. Tercera, aproximadamente un tercio de las empresas fabricantes de calzado mantienen relaciones mltiples y regulares y suelen ser las que disponen de estrategia comercial de producto. Y cuarta, la descentralizacin de una determinada fase del proceso productivo no implica mayor tendencia a descentralizar otras, salvo en el caso de las fases de diseo y modelaje; es decir, son relativamente independientes las relaciones del proceso productivo y las de carcter comercial. En conclusin, el proceso productivo de fabricacin de calzado se realiza a travs de empresas especializadas. Esta descentralizacin es consecuencia de tres dinmicas competitivas: Una, la relativa a las innovaciones tecnolgicas introducidas pararealizar determinadas tareas, como el cortado de pieles o la fabricacin de productos semielaborados con nuevos materiales (suelas, plantillas...). Otra, que busca ahorrar costes mediante la socializacin de los mismos, recurriendo a formas de economa sumergida como el trabajo a domicilio o los talleres de autnomos. Y por ltimo, la motivada para disponer de una capacidad productiva f lexible que permita aplicar una estrategia comercial fundamentada en la segmentacin y en la prontitud: as, se subcontratan pedidos, se mantienen participaciones accionariales en otras empresas o se establecen acuerdos de cooperacin. Estructuras de organizacin en red del proceso productivo Como se ha demostrado, la fabricacin de calzado en las ltimas dcadas del siglo XX precisa del establecimiento de mltiples relaciones interempresariales, lo cual implica que debe articularse una organizacin especfica para su gestin. Ello se consigue con el establecimiento de estructuras en forma de red fundamentadas en acuerdos informales extramercado al establecerse preferentemente mediante relaciones personales sin base documental, tanto por el conocimiento directo que tienen los agentes que intervienen, como por la imprevisible evolucin de la demanda dada la baja capacidad comercial de producto del que disponen las empresas fabricantes para penetrar en los mercados f inales. La estructura de la organizacin en f orma de red tiene como principal propiedad operativa ajustar con rapidez la 227Estructura y dinmica de la industria del calzado de Elda a finales del siglo XX Un la (CEFIRE). capacidad productiva a la especfica evolucin de la demanda. En la industria del calzado de Elda predomina la estructura de organizacin en red tipo rbolpor ser las relaciones interempresariales que las articulan indirectas y jerarquizadas. Es decir, cada nodo o unidad productiva slo establece relacin con aquellas que requieren la tarea especfica que realiza. La dinmica es fijada por la unidad productiva con capacidad comercial de producto, y por tanto de obtener pedidos, por lo que se configura como nodo centro y ejerce las funciones de direccin y gestin de la estrategia competitiva. En las estructuras de red en rbol, q ue se configuran para organizar de manera descentralizada la fabricacin de calzado, pueden distinguirse dos tipos, segn que las funciones de nodo centro sean desempeadas por una empresa comercializadora o por una empresa fabricante. El primer tipo tiene su origen en los aos sesenta y setenta, a raz de las estrategias competitivas de las comercializadoras norteamericanas, mientras q ue el segundo aparece en la segunda mitad de los aos ochenta, al descentralizar las empresas fabricantes locales el proceso productivo. Ambos tipos no son incompatibles, sino que pueden integrarse o complementarse. El funcionamiento bsico de la estructura de red en rbol con nodo centro empresa comercializadora consiste en separar la capacidad productiva de la comercial. La consecuencia es el surgimiento de unas empresas que especializan exclusivamente su actividad en el desarrollo de una determinada estrategia de producto/marca. Con tal objeto, realizan estudios de mercado; efectan campaas de marketing y estrategias publicitarias de marca; disean las correspondientes colecciones de cada temporada y, por ltimo, articulan el correspondiente canal logstico de contratacin y comercializacin. De manera directa no se realiza ninguna fase del proceso de fabricacin de calzado; la fabricacin de los pedidos subcontratada a empresas locales, a las que se les facilita los correspondientes modelajes y hormas. Dentro de este tipo de redes empresas se han detectado algunas diferencias cuando el nodo centro es un comercializadora norteamericana, europea o local. Las comerciales norteamericanas fundamentan su estrategia competitiva en su condicin de proveedoras de las denominadas tiendas de uniprecio. Mediante este canal se oferta a las familias con un nivel de ingreso medio un producto de relativa calidad, con marca propia y con un diseo acorde con la moda lanzada cada temporada por los diseadores italianos y franceses, pero a menos de la mitad de precio. Con estos criterios las comerciales norteamericanas consideran que la calidad del calzado fabricado en Elda compensa su mayor coste relativo respecto a pases de industrializacin emergente, como Mxico, Brasil o China, as como por la may or capacidad organizativa y experiencia empresarial. Esta preferencia a subcontratar la fabricacin de calzado en Elda no es absoluta dado que esta condicionada a variables como el tipo de cambio, las condiciones financieras o las tasas fiscales, cualquier variacin en estas que suponga un descenso del correspondiente margen de beneficio implica optar por subcontratar la fabricacin de calzado en los pases citados dados sus menores costes y su relativa similar calidad de fabricacin. Esta circunstancia se ha producido varias veces en las ltimas dcadas, concretamente entre 1979 y 1984, entre 1989 y 1993 y recientemente desde el 2001 por la revalorizacin del euro, hasta el punto de que en la actualidad prcticamente han desaparecido los encargos directos de comercializadoras norteamericanas. La razn de las comercializadoras europeas , principalmente francesas, para subcontratar pedidos a empresas de calzado eldenses es la excelente relacin calidad precio. Respecto a las norteameri- 228HISTORIA DE ELDA La inf Museo del Calzado de Elda a principios de febr (CEFIRE). canas, se observan dos diferencias: en primer lugar, siguen una estrategia competitiva de liderazgo comercial mediante la consolidacin de una marca de prestigio y un diseo de modelos que marcan cada temporada la moda de los mercados; por otra parte, para subcontratar, adems de la capacidad o f lexibilidad para adaptarse con rapidez a fluctuaciones de la demanda, tambin valoran la proximidad a los mercados finales de venta, y la capacidad para penetrar en el propio mercado espaol. Uno de los principales cambios operados recientemente es la presencia de empresas comercializadoras locales que ejercen funciones de nodo centro. Suelen responder a tres perfiles: las fundadas en los aos ochenta por antiguos fabricantes de calzado que consideraron necesario un cambio estratgico de gestin; las constituidas por varias empresas fabricantes para disponer de un medio propio para apoyar la comercializacin de sus productos en los mercados finales, principalmente en los exteriores; y por ltimo, las promovidas por profesionales y trabajadores con experiencia comercial en el sector. Es significativa la existencia de empresas comercializadoras locales al demostrar que la industria del calzado de Elda tiene dinmica emprendedora no slo para articular una estrategia para reducir costes, aunque sea por la dbil va de la economa sumergida, sino tambin para disponer de una relativa capacidad comercial endgena para penetrar en los mercados finales, y no como ocurra hasta los aos setenta, slo una especializada capacidad productiva endgena para fabricar calzado. En el caso de las empresas comerciales constituidas por participaciones accionariales , su condicin de nodo centro-direccin no implica que las empresas fabricantes pierdan su autonoma en cuanto a la estrategia de producto, marca, diseo, modelos, o contacto directo con los clientes. El resultado es un grado de jerarq ua dbil en el ejercicio de las funciones de direccin estratgica por la empresa comercial, razn por la cual la estructura de red se aproximara ms a una f orma hbrida de red rbol-anillo. Una peculiaridad de este tipo de estructuras en red es que su constitucin suele ser consecuencia de iniciativas institucionales ms que espontneas: acogerse a programas de ayudas, experiencia en acuerdos de cooperacin, o existencia de vnculos sociales y familiares. Por ltimo, la red-rbol que se conf igura cuando las funciones de nodo-centro son ejercidas por trabajadores autnomos con experiencia comercial o directiva en el sector, tienen como principal caracterstica su inestabilidad dado que responde ms a una estrategia de negocio q ue empresarial. Es decir, el objetivo es hacer la temporada aprovechando las oportunidades que se derivan de la segment acin e inestabilidad de la demanda. La dinmica operativa de la fabricacin de calzado mediante una estructura de red en rbol con nodo centro en comercializadora se inicia una vez conseguidos los pedidos, ya sea mediante la presentacin de las colecciones a los clientes en ferias, o mediante agentes comerciales. El siguiente paso es subcontratar la fabricacin de calzado. Los criterios de seleccin y las condiciones que se negocian son diversos. Las empresas norteamericanas y europeas siguen dos criterios de seleccin: la relacin calidad/precio y la capacidad productiva para fabricar el volumen de pares de calzado que previsiblemente va ser demandado; en consecuencia, se opta por empresas de un tamao superior al medio del sector, y por tanto con recursos f inancieros y capacidad empresarial de gestin para invertir en maquinaria, adq uirir materias primas, productos intermedios y organizar la produccin de manera descentralizada; es decir, empresarios asentados en el sector. La tendencia es a no cambiar de empresa subcontratada, aunque no suelen f irmarse contratos plurianuales en los que 229Estructura y dinmica de la industria del calzado de Elda a finales del siglo XX La firma K una colecci227n museog gr ter216s, anterior al pr Museo del Calzado de Elda (CEFIRE). se adquieran compromisos sobre volumen de pedidos, precio, anticipos o plazos de cobro. Estas condiciones son negociadas para cada temporada, aunque lo habitual es slo introducir ligeras variaciones cada ao. Tampoco las subcontratadas cambian con frecuencia de empresa comercial por la necesidad de asegurarse la continuidad de los pedidos, al no disponerse de estrategia comercial de producto propia; adems, al tratarse de un sector maduro, tambin es reducido el nmero de las comercializadoras. La empresa comercial valora que continuar con la misma empresa subcontrat ada permite un mejor ajuste del precio para cada temporada, un mayor control sobre la calidad del producto y, sobre todo, la garanta en el cumplimiento de los plazos de entrega de los pedidos. La principal diferencia entre las empresas comerciales norteamericanas o europeas es que las primeras llegan a subcontratar hasta diez o ms empresas fabricantes, aunque concentran el grueso de pedidos en dos o tres. Las comerciales europeas limitan su relacin a una o dos, siendo estas las que subcontratan a otras empresas fabricantes, en caso de aumento de las ventas de una temporada. El modo de subcontratacin cuando el nodo centro son empresas comerciales locales difiere segn existan o no vnculos patrimoniales o sociales con las correspondientes empresas fabricantes. Cuando no hay, para las empresas comerciales locales al tener una estrategia comercial de producto ms dbil y un menor volumen de recursos f inancieros disponibles para efectuar campaas de marketing que asienten marcas lderes, el coste adquiere un significado determinante. As, cuando se contacta con los clientes se tiene un precio de venta de referencia, pero este es negociable con el objeto de conseguir los correspondientes pedidos. En estas condiciones, se selecciona casi por subasta q ue fabricante oferta el menor coste, independientemente de si en temporadas anteriores se le haban efectuado a la misma empresa subcontrataciones o no. P or esta razn, los cambios de empresa contratista y contratada son frecuentes, inclusive dentro de una misma temporada, y, por tanto, las relaciones son discontinuas y la colaboracin es prcticamente inexistente. Como resultado de este funcionamiento las empresas fabricantes que contratan con ese tipo de empresas comerciales locales se caracterizan por su fragilidad y pequeo tamao. De hecho, prcticamente se montande una temporada a otra, dado que la inversin es mnima, a veces alquilando los locales y la maquinaria; en los casos de quiebra, simplemente se llega a un acuerdo para su utilizacin a cambio de renunciar al cobro de las retribuciones pendientes. La dinmica de subcontratacin es an ms frgil o dependiente en el caso 230HISTORIA DE ELDA de red en rbol cuando el nodo centro es un empresario autnomo . La fragilidad es debida a que la estrategia no es desarrollar una estrategia comercial de producto, sino conseguir un volumen de ventas ofertando un modelo bsico muy novedoso de manera directa a tiendas de pronto-moda y agentes comerciales. En consecuencia, la actividad no tiene apenas continuidad: en una temporada el volumen de facturacin puede dispararse, mientras que en otra reducirse prcticamente a cero; incluso, despus de una temporada con extraordinario beneficios, simplemente liquidar 10. Esta inestabilidad y discontinuidad en los pedidos motiva que para subcontratar la fabricacin de calzado se recurra a los denominados mochileros, trabajadores autnomos que coordinan el encargo de las distintas tareas a pequeos fabricantes sin capacidad comercial, a talleres de autnomos, y sobre todo a trabajadores a domicilio. En el caso de las empresas comerciales locales que tienen vnculos accionariales con las empresas fabricantes, las relaciones son ms simtricas y menos jerarquizadas, incluso pueden ser calificadas de cooperativas. Es decir, la planificacin y direccin del proceso productivo es ms de tipo horizontal, al disear cada empresa fabricante su propia estrategia de producto; en realidad, no se fundamenta en relaciones de subcontratacin, sino en canalizar desde la empresa comercializadora los correspondiente pedidos. Las empresas fabricantes de calzado con vnculos accionariales se caracterizan por su relativa antigedad en el sector, por la disponibilidad de recursos, por la inversin efectuada en renovar el equipo productivo e instalaciones, por participar en programas de cooperacin, y porque los respectivos empresarios son un referente dentro del sector, con experiencia reconocida; pero, sobre todo, por haber adoptado la decisin estratgica, en la primera mitad de los aos ochenta, de instrumentar la capacidad de penetracin en los mercados finales, separando las funciones de comercializacin y de fabricacin. La estructura de red en rbol articulada cuando el nodo-direccin es una empresa comercial se completa con las conexiones que establecen las empresas fabricantes, en su condicin de nodo, para integrar las diferentes fases o tareas del proceso productivo. Es decir, son las empresas fabricantes las que subcontratan las tareas de aparado y, en menor medida, las de cortado. En cambio, es infrecuente la subcontratacin de pedidos, pues el diseo y el modelaje son facilitados por las comerciales contratistas, salvo cuando existen vnculos patrimoniales y sociales con las mismas. La red se completa con las relaciones que se establecen con las empresas auxiliares fabricantes de suelas, de plantillas y de tacones, que se asemejan ms a las de tipo cliente-proveedor que a las de subcontratacin. Con la creciente utilizacin de materiales diversos y variantes de complementos en un mismo mo- 231Estructura y dinmica de la industria del calzado de Elda a finales del siglo XX delo de calzado, las empresas auxiliares fabrican sobre pedido, por lo cual son usuales la firma de acuerdos de suministro, o la colaboracin para que los diseos de los productos utilizados sean acordes con la propia imagende marca. Los fabricantes tienden a estabilizar la relacin con las empresas que subcontratan, para asegurarse que se ajust arn a las condiciones acordadas con las comercializadoras. La subcontratacin del aparado, del cortado y, en algunos casos, del montado suele efectuarse mediante la sealada figura del mochilero dada la capacidad de ste para controlar que el ritmo se corresponda con el req uerido para fabricar los pares comprometidos, siendo l quien contacta con t alleres de autnomos, trabajadores a domicilio y hasta con algunas fbricas de calzados que afronten esa temporada con escasos pedidos. Las relaciones de subcontratacin del aparado son asimtricas al ser su objeto, simplemente, contratar trabajo de manera encubierta. En los ltimos aos, la escasez de mano de obra cualificada ha obligado a las empresas a fijar un mni- mo de ingresos por da, compartir gastos sociales, colaborar para la realizacin de cursos de formacin y a contrat ar trabajadores que coordinen la subcontratacin del aparado o atiendan los pedidos de compromiso. Por ltimo, como puede deducirse de lo anteriormente expuesto, la densidad de las relaciones de las estructuras de red en rbol es elevada. Primero, por la propia multiplicidad de las relaciones interempresariales de subcontratacin, de participacin accionarial y de acuerdos de cooperacin que se establecen; y segundo, por el nmero de nodosy por la relativa frecuencia de los cambios de empresa. El segundo tipo de estructura de red en rbol identificado se articula cuando el nodo-centro es una empresa fabricante q ue desarrolla su propia estrategia comercial de producto. A diferencia del anterior tipo, el nodo que ejerce de centro-direccin establece relaciones interempresariales, tanto para disponer de capacidad de penetracin comercial como para organizar la descentralizacin de las fases del proceso de fabricacin. Este tipo de estructura se caracteriza por disponer de una estrategia de producto consolidada, tanto en marca como en diseo. Los pedidos provienen de las denominadas tiendas de colecciones y de cadenas de zapateras con marca o franq uicias. En sentido estricto, su estrategia es ms productiva que comercial, pues debe fabricar calzado de calidad ( calzado de vestir ) con diseo y coste ajust ado. Esta estrategia comercial exige un alto grado de f lexibilidad de la capacidad productiva al no tener para la correspondiente temporada una previsin fiable de ventas, a diferencia de los fabricantes italianos que por su liderazgo de marca/moda pueden planificar con antelacin la fabricacin. Para conseguir una capacidad productiva f lexible, se subcontratan servicios tcnicos y profesionales para realizar las fases ms ligadas al desarrollo de la estrategia de producto: diseo, modelaje y comercializacin. Segn la evolucin de los pedidos, cada temporada se subcontratan las distintas tareas; incluso se recurre a la subcontratacin de pedidos cuando no se puede aumentar la capacidad interna de produccin, ni con un mayor ritmo de fabricacin, ni con ms horas extras, ni mediante contrataciones temporales. 232HISTORIA DE ELDA La Casa Color207, sede de la empr Elda Pr intento de difundir una imagen global de calidad asociada al calzado eldense (CEFIRE). La simetra y el grado de jerarqua de estas relaciones de subcontratacin son muy diferentes en unos casos y otros. Para contratar la realizacin del diseo, del modelaje y de la comercializacin, el criterio de seleccin consiste en garantizar que, temporada tras temporada, el calzado fabricado responda a las caractersticas de marca y diseo que propician su venta; por ello, los cambios de empresa son muy infrecuentes y ello propicia acordar las condiciones en un marco de confianza, dado el inters comn por continuar la colaboracin. La subcontratacin de las fases de cortado, aparado y etiquetado suele efectuarse preferentemente a trabajadores a domicilio, por su mayor adaptabilidad a las condiciones del pedido efectuado por la tienda minorista. Esta adaptacin nace de la evidente dependencia que sufren los trabajadores a domicilio, al no existir demasiadas alternativas de encontrar o tros empleos o fuentes de ingresos, ni tam poco de constituirse como talleres de trabajadores autnomos. En consecuencia, las relaciones cabe calificarlas de asimtricas, y su grado de jerarqua es por tanto elevado. Pese a esta relacin desigual, los cambios de contratista suelen ser infrecuentes por la dificultad de los trabajadores a domicilio de encontrar fabricantes que acten de forma diferente y porque las empresas pueden encontrar en otros ncleos incluso localizados fuera del mbito del Alto y Medio Vinalop los trabajadores necesarios para realizar esas tareas; an as, el principal criterio para seleccionar trabajadores a domicilio es que residan en el mismo ncleo urbano dado q ue la proximidad fsica facilita un contacto ms f luido. Para disponer de una capacidad productiva flexible tambin se recurre a subcontratar pedidos a otras fbricas de calzado, dada la inestabilidad de la demanda, aunque la tendencia es consolidar una cuota de mercado adecuada a la propia capacidad productiva interna disponible. La subcontratacin de pedidos tiende a ser una relacin simtrica, dado que la empresa contratada tambin es fabricante, porque se trata de garantizar ms la calidad que los costes y porque es elevada la probabilidad de que la empresa contratista pueda convertirse en contratada, incluso en la misma temporada. Estas razones explican la predisposicin a colaborar, llegndose a acordar la subcontratacin en unas con- diciones que supongan una menor ganancia e incluso renunciar a la misma; los acuerdos pueden llegar a la cooperacin para la asistencia conjunta a ferias, la adquisicin de materias primas o la contratacin conjunta de un representante comercial que permita penetrar en el mercado exterior. En este subtipo, se ha detectado una variante: cuando los pedidos de la empresa fabricante de calzado de seora provienen principalmente de tiendas minoristas. En este caso, la capacidad productiva y los recursos financieros tienden a ser mayores, lo que supone q ue las economas de especializacin se complementan con unas relativas economas de escala. stas permiten a las empresas fabricantes presentar sus catlogos en ferias, contratar representantes comerciales en exclusiva, colaborar con diseadores de las pasarelas ms reconocidas o participar en el accionariado de empresas comerciales. 233Estructura y dinmica de la industria del calzado de Elda a finales del siglo XX El antiguo r desa complejo de la Plaza de la FICIA (CEFIRE) Algunas empr siguen a un hueco en el mer a par (CEFIRE). Introduccin Las pocas dejaron paso a los siglos, y el XIX lo fue por excelencia con sus dos mitades. Despus, el ritmo de los cambios nos condujo a calcular en dcadas. En el siglo XX, la informacin recogida induca a hablar del principio o del final de tal o cual dcada. As, Elda, pequesima a finales del XIX, se fue haciendo en el XX a golpe de dcada. Son comparables la villa de 1900, la ciudad mecanizada de los setenta y la micro ciudad-mundo Elda-Petrer Cmo relacionar la cosmovisin de aquellos levantinos sedentarios con la de los urbanitas que vuelan en un puente Pinsese, por ejemplo, en lo crucial que hubo de resultar el servicio militar, segn las circunstancias; o qu decir de las f ormas que adquirieron las relaciones ntimas, las peripecias para asearse o curarse, o el uso de estimulantes en el da a da Lo que suponemos evolucinde la sociedad eldense, se entiende suficientemente mediante la explicacin de acontecimientos locales Es recomendable que, previamente a nuestras acotaciones, se lea el conjunto de este manual: los cambios en la poblacin, en la ocupacin y en la movilidad social, los vaivenes econmicos, las relaciones entre colectivos, los referentes culturales, polticos e ideolgicos, etc., son datos fundamentales para poder estimar algo acerca de la evolucin social de los eldenses. 235 La sociedad eldense del siglo XX LUISESTEVEIBEZ Dr. en Filosofa y Letras 31 300C227mo obser def Las primeras dcadas La mayora de los habitantes de este pas no vislumbraba horizonte alguno a f inales del XIX, dada su escasa formacin y el atraso general favorecido por la desidia y el individualismo, propios de un sistema caciquil. Sin embargo, Elda s q ue ofreca faena a los desertores del agro. Como ya haba hecho la ciudad de Alcoy, Elda sopesaba las posibilidades de la electricidad : en 1900 se encendieron las bombillas en sus calles. La compaa Elctrica Eldense fue arrinconando las bujas caseras, mecanizando la industria y alargando la jornada. El manejo de la energa permiti la difusin del telgrafo, del fongrafo, del telfono y del cinematgrafo. ste, adelanto de los adelantos, hizo visibles la conquista de los Polos, el vuelo del Zeppeln y el tren transiberiano. La gente tambin andaba emocionada con las novelas por entregas de Blasco Ibez, con sus hroes y villanos t an cercanos. Elda, parada habitual de las diligencias, tena ahora una estacin del ferrocarril (hotelitos y fondas, tambin), y daba empleo en el calzado y en la construccin. Las familias acudan desde los pueblos prximos y, para poder afrontar los altos alquileres, todos se ocupaban, mujeres y nios incluidos (en muchas casas tambin se criaban animales). Las sociedades de socorros mutuos La Emancipacin, La Caridad, La Racional, La Compaera, entre otras les daban cobertura, y el anhelo de prosperar mantena el entusiasmo. Las autoridades hacan elucubraciones para ver cmo abastecer de agua y de luz, afianzar los puentes sobre el ro y prevenir las epidemias infecciosas. Las sayas negras de las mujeres y los bigotones de los hombres desentonaban con lo desenvuelto de sus movimientos. Todava agradaban las zarzuelas costumbristas ( pollitosque obseq uiaban al bello sexoevitando a las carabinas) y la diversin ms picante era alentar el qu dirn en las veladas musicales. Sin embargo, muchos comport amientos y ritos de entonces iran sedimentndose en la vida local: la presencia de la mujer en el lugar de trabajo; la cohabitacin entre grupos amplios de productores; la prodigalidad de los empresarios; la aficin por las novedades tcnicas y estticas; el ritmo de gastos regulado mediante la paga semanal; el pique por ganar ms; el inters hacia las actividades deportivas; el intercambio de opiniones en la pandilla; la sobrevaloracin del aspecto exterior de las personas; la relacin con los viajantes, locales y forasteros; el chisme y la charla como salsao salero cotidianos, e tc. El imperativo de estar mentalmente concentrados durante la faena se olvidaba en la dispersin de los paseos. Entre los eldenses, incluido cualquier recin llegado, se insista en practicar la camaradera y la locuacidad. Sin duda, el clima benigno y el entorno luminoso hubieron de contribuir a que el dinamismo se propagase. Los policas municipales se bastaban para vigilar los mercadillos, pero la huelga obrera de 1903 les sobrepas, por lo q ue se mont un cuartel de la Guardia Civil. Algunos ciudadanos bien situados se juntaron para fundar el Casino; en tanto las mujeres titubeaban ante el uso de la falda-pantaln. Las chicas, habituadas a las sutilezas de la insinuacin y a los administradsimos roces, se desfogaban rindose de los sportmenen las carreras urbanas, o gritando en los dramas teatrales y en las carpas circenses. La segunda dcada trajo la Gran Guerra, las revoluciones de Rusia y Mxico, la terrible gripe espaola y los milagros de Ftima. Los eldenses, enjutos o rellenitos, queran continuidad en el trabajo, agua potable, escuelas, lavaderos, y vivienda y alimentos a precios asequibles (puesto que la gente ganaba cuatro chavos , los nios empezaban a trabajar a los ocho aos). Claro es, los fabricantes, rentistas, funcionarios, profesionales, comerciantes y constructores no pa- 236HISTORIA DE ELDA Escuela de la primera d216cada del siglo XX (Ar saban las que los obreros, operarios, oficinistas y empleados. A la vez, en los espectculos y corrillos se daba un cierto, y espontneo, interclasismo que a casi nadie disgustaba. En Elda haba varias peluqueras (los varones se peinaban hacia atrs, y ellas a lo Greta Garbo), bufetes de abogados, consultorios mdicos, equipos de ftbol y gimnasia, cooperativas de casas y una incipiente red telefnica. En 1917, grupos de trabajadores tomaron el control de la ciudad hasta que el ejrcito reimpuso el orden. Aunque el escenario se repetira a menudo, pareca prevalecer en el ambiente un acuerdo tcito de que, al margen del juego sucio (por parte de los patronos, segn unos; o de los anarquistas, segn otros), el futuro dependa de que la industria no parase: tradicionalistas e internacionalistas saban el valor de un plato de gazpachos o unas fasiuras. Esclarecedoras fueron la poltica de ayuda a los parados, implicando al conjunto de la poblacin, y la exigencia de los sindicatos de que se erradicasen los juegos de apuestas. Pretendiendo, quizs, olvidar los muertos de la Guerra Mundial, a la gente le entr la prisa por vivir: coches y motos inocularon el virus de la velocidad; el cine a cmara rpida y el loco c harlestn alborozaban al personal; y los gangster mataban tan rpido como seduca Valentino. En Elda, los muebles se fabricaban ya en serie y, deseando adq uirirlos, los trabajadores iban al trote del taller al obrador de casa y viceversa. La mitad de los diez mil eldenses eran zapateros: una masa de aprendices, desgarbados y engorrados, se perda en la riada de blusas de los adultos. La chiq uillera pululaba los domingos con sus aros, cuerdas y peonzas, mientras los mayores andaban sorteando los barrizales, que tanto contrastaban con los mantones de Manila al uso. Tambin existan los Crculos como el Mercantil, el Republicano o el Socialista en donde adems de fumar y hablar deprisa se iba difundiendo la idea de que el bienestar iba ligado a la educacin. As, pues, mejoraba la nutricin general (haba un amplio servicio de vaqueras) y la alfabetizacin (el correo traa cada vez ms peridicos), las familias soaban ahora con poder costearle los estudios a alguno de sus hijos varones. La semana santa y, en gran medida, las fiestas patronales estaban determinadas por el fervor religioso; pero no as los carnavales y salidas campestres. En stas, las canciones y francachelas permitan festeara los mozos. En algunos domicilios se hacan bailes a la hora de merendar, gracias a la radio y al gramfono. Tampoco era raro que en las colas callejeras pasaran de mano en mano los pasquines que anunciaban las pelculas del Castelar y del Cervantes. Al finalizar los aos veinte, Elda era un punto en la red de carreteras del Est ado, tena puente de piedra hacia la est acin, haba centros escolares e instalaciones deportivas, editaba peridicos e iba viendo como el laboralismo impregnaba su vida social. Guerra y posguerra Un terremoto pareca sacudir las instituciones: Gandhi y Mussolini insuf laban en el pueblo quimeras antagnicas. Alemania iba a la bancarrota y Stalin depuraba al campesinado. Aos absurdos y de raros modelos: Weissmuller pas de hroe olmpico a rey de los monos; Marlene Dietrich posaba de varn; Shirley Temple reinaba siendo nia; Durruti asaltaba bancos y el capitalista Juan March iba a la crcel; Zamora se haca rico con el ftbol, Gardel mora sin que nadie se lo creyera, y Frankenstein y King K ong resultaban ms humanos que todos ellos. A comienzos de los treinta, la sociedad eldense estaba en una inercia cooperativista, y en un buen ambiente cultural en torno al teatro, la msica y la poltica (llegaron juntos el cine sonoro y el jazz). Se entenda como muestras de desarrollo la Gota de Leche que alimenta- 237La sociedad eldense del siglo XX Trador madera. Primera d216cada del siglo (Ar ba a los nios pobres, las Escuelas Nuevas, el Colegio Francs, el Parque de Bomberos, el Balneario Lido, o la gasolinera.Proclamada en Madrid la II Repblica, se reformaron las leyes e incrementaron las libertades. Los eldenses se hubieron de familiarizar con las huelgas del 1 de mayo: en 1930, la Legin puso nidos de ametralladoras en la calle Nueva; en 1931, se asalt la iglesia; en 1932, surgieron los dinamiteros; y en 1933 ya hubo dos fallecidos. La caresta de la vida encenda los nimos y, en Elda, muchos crean en la revolucin . De hecho, se amedrentaba a los clrigos y a los que iban trajeados acusndoles de ser agentes de la reaccin . Aqu se acogi a dos docenas de hurfanos que dej la fallida revolucin de Asturias; y empez a inscribirse a los nacidos con nombres tan evocadores como Armona, Renacer, Libertad, etc. Con su anormalidad, la guerra baraj los constructos mentales. En Elda, los sindicalistas asumieron la gestin de la administracin y de la vida local, incautando y colectivizando lo necesario; si bien, hasta que logr dominarse la situacin, grupos de exaltados, saqueando y fusilando, aterrorizaron a buena parte de la poblacin. Con el transcurso de los meses, las noticias de los cados en el frente alentaban los rencores. El cine, las revistas, los carteles y la radio con su megafona eran pura propaganda. Ilusin y confusin eran una misma cosa: la FAI anunciaba un mundo feliz, los socialistas dudaban entre el gobierno y la utopa, los comunistas queran ser soviticos, los republicanos lloraban por el orden y la razn perdidos y el resto buscaba escondite. En Elda, los ritmos los marcaba el anarquismo, dentro del cual haba sensibilidades contrapuest as. El Consejo Municipal decidi expropiar las fincas ms productivas; no obstante, la hambruna, y de su mano el raquitismo y la tuberculosis, llegaron a la ciudad para tiempo. Como la gente supo de la Batalla del Ebro (entre julio y noviembre del 38, y ciento veinte mil vctimas), sent psimamente q ue se reclutase a los chavales de diecisiete aos. Al final de la agona, la poblacin hastiada recibi con apata a las tropas italianas y derechistas. Casi cinco mil personas refugiados, evacuados y obreros militarizados hubieron de volver a su punto de origen; a continuacin se escogi a los represaliados (unas docenas acabaron en el paredn y varios centenares en la crcel). Hecho el escarmiento, le toc el turno al nacionalcatolicismo , con un nuevo ordeno y mando . Mutilados, combatientes, cautivos, hurfanos y viudas del bando ganador, fueron atendidos de inmediato. A las mujeres se les devolvi a su lugar natural: el hogar y las prcticas caritativas. 238HISTORIA DE ELDA Gr EMIDESA). Los cuarenta, con el pas gastado y el mundo en ruinas fueron aos de hambre. Bajo una economa de subsistencia, la comida, el jabn, el tabaco o la gasolina estaban racionados. Hubo q ue aprender a alimentarse por gramos, con lo que el aspecto de las personas era lamentable y la gordura cosa extraa. En el mercado negro, a precio de oro, circulaban los botes de leche condensada, los cigarrillos extranjeros y las latas de carne. Los eldenses sobrellevaron los peores momentos gracias, en buena medida, al trueque y a los favores de sus allegados de los pueblos agrcolas prximos. Restablecidas las comunicaciones, las fbricas fueron recibiendo pedidos, y el trasiego de las carretillas le devolvi a la ciudad su estampa nerviosa. El ftbol, en torno a un Deportivo muy pujante, iba aunando a los eldenses. Las salas de cine sirvieron de segundo hogar para unos y de refugio antipenas para los ms. Las mejoras urbanas llegaban oportunamente con las fiestas patronales. A partir de 1945, las fiestas de Moros y Cristianos iran sustituyendo a aquellas en el nimo festero local. Buscando ahuyentar las ganas de comer y no ceder al derrotismo, la consigna pareca ser rer a toda costa. Los nuevos valores, de inspiracin quijotesca, haban de adecuarse a tres imperativos: a) Exaltacin del esfuerzo: el trabajo dignifica sin ms, especialmente a cualquiera que tuviera algo que purgarse. b) R echazo de la lucha de clases: se debera hablar de buenaso malas personas; o, a lo sumo, de espaoles y extranjeros. c) Obediencia a la autoridad civil y eclesistica; y en casa, al cabeza de familia. Dado que el rgimen no poda funcionar con el nico apoyo de sus partidarios, se quiso ganar a la gente reconduciendo las energas hacia manifestaciones de tipo deportivo, folclrico o religioso. En las pelculas y en las propagandas se insista en las figuras del hroe patritico y del muchachico. Al terminar la II Guerra Mundial, el estilo yanqui pas a ser el paradigma: vestir a la americana fardaba, y permita liberarse de los aburridos cnones. Pero, an eran ilusiones, dadas las carencias y las imposiciones (por ejemplo, para el cuidado de las buenas costumbres slo se poda estar en la playa en albornoz y se multaba a los novios que se atrevieran a besarse en los lugares pblicos). Los cincuenta La cartilla de abastecimientos, y tras ella el estraperlo, desaparecieron en 1952; pero el recurso del ingenio para obtener ingresos extra les sobrevivi. Haba empleo y contratos fijos, sin embargo los sueldos se quedaban cortos. El dinero desde las perras chicas a los billetes verdes volva a circular, y a Elda venan nuevas oleadas de inmigrantes (manchegos, especialmente). El Ayuntamiento planific vas rectilneas (la Gran Avenida y Reina Victoria se iban adivinando) e hizo un mercado de abastos a cuya puerta haba un ensanche que se convirti en el nuevo centro neurlgico de la ciudad. Todava, la falta de agua potable obligaba a los paisanos a acudir a las fuentes con cntaros y barreos. Muchas casas conservaban el aljibe y, en el esto, las balsas, el ro y las acequias bronceaban a los chavales antes roosos. Para camuf lar los ingratos olores corporales se consuma colonia a granel. Los chiquillos se distraan, y merendaban, metindose a flechas o a monaguillos (los pobres dependan del Auxilio Social). Eran usuales las visitas a domicilio, bajo cualquier excusa, con la esperanza de tomar toa o mantecaos mojados en chocolate o mistela. El bblico consejo de imitar al buen samaritano se aceptaba como una interpretacin del no 239La sociedad eldense del siglo XX J227venes en los jar Casino (Ar menos clsico hoy por ti, maana por m . Los almacenistas enviaban cajas a montones hasta la estacin, y los viajantes hacan cuentas para coger el Talgo, aunque fuese en segunda. Las sirenas ululaban puntuales, y las motocicletas escampaban el polvo de los suelos sin pavimentar. De cuando en cuando, un sepelio compona un extrao friso mvil hacia el camposanto, con su carroza acristalada, sus lacayos dieciochescos y sus corceles absolutamente blancos o negros: la despedida postrera, al menos, no poda ser cochambrosa. En tanto que se pudieran comprar una parcela en el campo, los eldenses v eraneaban en casa o en el pueblo de los parientes. En Elda, por la noche se iba al cine o a la lucha libre; y por las tardes se deambulaba por Sagasta o Castelar, curioseando escaparates y carricos. En stos se apilaban novelitas y tebeos, se pinzaban las revistas ilustradas y se despachaban cartuchos con frutos secos. Los hombres se sentaban en el limpiabotas, chupaban pitillos sin emboquillar y escupan con tino; y ellas lucan rebeq uitas y faldas por la rodilla (cuando tenan algo de vuelo, para facilitar el andar, su control exiga un aprendizaje). Se charlaba en el portal de las casas y debajo de los caizos de bares o peas trasegando el botijo con paloma. Los domingos se preparaba el arroz con pollo y conejo. El domin, el parchs y las cartas eran los juegos de mesa ms corrientes; y, en los descampados, volar el cachirulo, tirar la taba y arrimar al caliche. Los Moros y Cristianos daban salida al gregarismo y al afn de polemizar. El C.D. Eldense atravesaba su poca dorada, movilizando a una amplia hinchada en sus desplazamientos por Espaa. El cine, en cinemascope y technicolor, trajo grandes pelculas como Lo que el viento se llev o Quo Vadis, que la gente vea un sinfn de veces. El gusto por lo norteamericano se ref lejaba en los tebeos de Hazaas blicas y en la moda de las melenas rubias: cualquier recurso agua oxigenada, manzanilla, yemas de huevo, cerveza, etc. era vlido si consegua aclarar los cabellos de las jovencitas. Algunos industriales viajaron a Francia y a los EEUU, las fbricas y talleres iban multiplicndose, y se dispona de una Escuela de Artes y Oficios. La inf lacin obligaba a los eldenses a acudir al pluriempleo: los vehculos se financiaban mediante las tediosas letras de cambio. Elda alcanz los mil telfonos, tendi su red de alcantarillado y se puso a levantar rascacielos. Los domingos, por la plaza Castelar se lucan los abrigos de pao, las medias de nylon o se retrataba a los nios. La estrecha moral y la mentalidad machista propiciaban un panorama de hambruna sexual. Las chicas, cuando transitaban solas, eran abordadas con piropos y requiebros. En los bares y barberas se fanfarroneaba acerca de las escasas, y siempre las mismas, conq uistas amorosas (bastantes crean que acaso en el extranjero las cosas fueran distintas). La radio sirvi de blsamo con sus novelas, programas humorsticos, retransmisiones deportivas, concursos y dedicatorias. Venidos de Amrica, Bobby 240HISTORIA DE ELDA Esperando el desfile de Mor Cristianos, a226o 1950 (Ar EMIDESA). Vista par (F Deglan y Pepe Iglesias trajeron aires frescos. Se idolatr a Bahamontes, Di Stfano y Kubala (el apodo Kubalao Kubalica se us mucho). Manolete y Evita P ern, para los aficionados al melodrama; Joselito y Arturito Pomar, para los nios. El popularsimo consultorio de Elena Francis, recomendando pautas a madres y esposas, supuso el primer intento serio de explotar la Psicologa. En consecuencia, la acogida de Radio Elda a partir de 1959, fue muy calurosa. Los progresos farmacolgicos hicieron viable la extensin sucesiva de la cobertura sanitaria, y entr en la Historia el trmino de Estado del bienestar (las vacunas y el uso de gafas fueron dos de los primeros ejemplos). Los aos modernos La preciosa nevada de comienzos de 1960 fue de buen augurio, pues poco despus se hizo realidad la I Feria Nacional del Calzado. Se iba acabando el ostracismo cuando, sbitamente, la tele y el turismo terminaron con la quietud de la posguerra. La tele implicaba modernizacin: obligaba a mirar hacia fuera. Los campeonatos deportivos, las variedades, los dibujos animados, la publicidad, el cine y el teatro fueron introducindose en los cuartos de estar, con su agitado vademecun (Contamos contigo!, Yo s como patatas!). Los telediarios se convirtieron en la fuente autorizada para la opinin pblica. La cercana de las playas facilitaba el acceso a los eldenses. En las arenas de Benidorm o Santa Pola, pudieron vislumbrar las costumbres tolerantes de franceses y nrdicos. Otras estticas (prendas alegres y ligeras, melenas suelt as), productos (tabaco rubio, sandwichs, cocktails ) y hobbies (petanca, buceo, ir de tiendas, fotografa). Eran unos modos q ue taladraban las osificadas rutinas nacionales. En consecuencia, tras las vacaciones, o un corto wek-end, cualqu iera ya no se senta exactamente como antes. El boom zapatero coincidi con el baby-boom e implic el desarrollismo en la construccin. Los inmigrantes llegaron a miles, duplicndose la poblacin entre 1950 y 1970. Se asegur el abastecimiento de aguas, se abri el ambulatorio, el juzgado de primera instancia y la proliferacin de automviles (Seat, Citroen y Renault) requiri el uso de los primeros semforos. De acuerdo al estatus o a su deseo unos eldenses se asociaron al Club de Campo y otros ms a la Ciudad Deportiva del CEE. Los jesuitas y los prrocos de San Francisco y San Jos divulgaban las reformas del Concilio Vaticano II, que fueron utensilios para la transicin democrtica. Lo joven fue ocupando la escena con sus valores y modas, juvenalizndose las actitudes y la mentalidad general. Inicialmente, los jvenes exigan el estar juntos y solos. La msica y el vestuario se convirtieron en smbolos, y a la par que el conf licto generacional fue dndose una mayor connivencia entre los dos sexos. Los objetos servan para desmarcarse de los mayores: gafas a lo Lennon, cinturones anchos, bolsos y bufandas coloristas, prendas vaqueras, etc. Las chicas de Elda, asalariadas o de pap, usaban pelucas, esmaltes de uas, lpices de carmn y rimel, difundieron el bikini y el beso en los labios. El tergal, abaratando la ropa, daba juego a la hora de alternar americanas, camisas y pant alones (con rayas o estampados). Los sesenta ya propusieron unos roles femeninos esencialmente distintos: la popular Marisol, algo repipi, era independiente y autoritaria; Marilyn Monroe y Brigitte Bardot, iconos del cine, no estaban exentas de audacia; Jackie Kennedy y Yoko Ono adquirieron v oz propia por encima de sus parejas. Sofa Loren, muy querida aqu, personaliz a la mujer que triunfaba: atractiva, inteligente, profesional, madre y esposa. 241La sociedad eldense del siglo XX Ciudad depor Ex (F Probablemente, en tanto se hacan la permanente, los viernes en la peluquera, se hablara ah del maduro doctor Barnard y del modoso Adamo, apetecibles a causa de su sensibilidad y complicidad.Se dispar la movilidad social horizontal: slo uno de cada cuatro eldenses era hijo de padres nacidos aqu, adems se instal una amplia comunidad gitana; y vertical, por negocios, matrimonio y estudios, ensanchndose las clases medias. Los zapateros atravesaban los aos dorados del mercado norteamericano, sobrando el dinero para invertir en negocios costeros. El progreso conllevaba burocracia (los BOEs eran tochos) o sea, colas, ventanillas, instancias, plizas, cuos, etc. El individualismo se fue normalizando, lo cual acarreara ciertas disfunciones: salvajismo urbanstico, abuso del coche, o suciedad en vas y parajes. En los setenta la dictadura sucumbi, inicindose la apertura poltica y la secularizacin de la moral pblica. La natalidad y la mortalidad emprendieron su camino de retroceso. El auge de los modelos juveniles tuvo como estandartes el pelo largo y el pantaln vaq uero. La tecnologa fue enseorendose del hbitat: a los nios se les coloc el reloj de pulsera, se comenz a fichar a la entrada de las empresas, las viviendas incluan ascensores y electrodomsticos, y la msica fue invadiendo territorios gracias a los transistores y a los cassettes. La crisis del petrleo de 1973 se not mucho en Elda. El gobierno mostraba desinters hacia una produccin q ue, se supona, adecuada nicamente para los pases en vas de desarrollo. Em- presarios y trabajadores echaban chispas, y en la ciudad cundi la desilusin. En 1976 y 1977, las negociaciones colectivas desencadenaron revueltas populares. Fueron momentos de verdadera catarsis general. El grado de concienciacin de entonces se ref lejaba en el cine de mensaje y en los artistas comprometidos, que daban rplica a las pelculas de destape y a la msica ligera. Los progres, desaliados con anorak y botas, agitaron el recipiente de una sociedad todava algo paleta (tambin ayudaron los modernos, rockeros y hippies ). Se reivindic a Picasso y a Miguel Hernndez, en tanto eran confundidos los posters de Jess y el Che. La gente hacia auto-stop y andaba con los eleps bajo el brazo. Los dolos masculinos, engreados, imbuan ansias por vivir ms: Bruce Lee, Cruyff, ngel Nieto, Serrat, etc. Energas que seran reconducidas en parte, con Travolta , hacia el subidnde la fiebre del sbado noche. Alocadamente se pas del Un, dos, tres, a Emmanuelle; de la polmica en torno a la pldora, al beb probeta; del carajillo, a la herona. No sabamos pronunciar la palabra puby ya nos atrincherbamos en ellos con las Ray-Ban de sol, el paquete de Fortuna y el gin-tonic. La merienda ficticia en los cuarentas, lo que haiga en los cincuent as, pan y chocolate en los sesentas se hizo nutritiva: embutidos, margarinas, atn, leche, fruta. La ternera y la merluza llegaron a la mesa del ciudadano, y el tomate frito en bote dio un golpe de est ado. En los colegios, las pinturas sucumbieron ante los psicodlicos rotuladores, y las sonoras tablas de multi- 242HISTORIA DE ELDA En los noventa, la f re (F Na Moros y Cristianos). 243La sociedad eldense del siglo XX plicar fueron silenciadas por las calculadoras.Bien indemnizados, muchos exzapateros emprendieron la aventura de montar un bar; ste fue afianzndose como el lugar preferido de encuentro. El consumo de ocio (fiestas de Moros, viajes vacacionales, salas de bingo, etc.) demostraba que la peseta segua circulando. Muchos jvenes eldenses, hijos de las clases medias, se marcharon a estudiar a la Universidad (bastantes iran a Medicina, quizs influidos por la serie televisiva del doctor Gannon). Petrer y Elda hubieron de consensuar inevitablemente sus desarrollos. La Mancomunidad intermunicipal data de 1973, y poco a poco se fueron compartiendo diversos servicios: depuracin de aguas, alcantarillado, transporte, bomberos, matadero, hospital, enseanza, alumbrado y deportes. Fue determinante la extraccin de la carretera nacional, aunq ue su cicatriz dur aos en los cascos urbanos. Oficialmente nadie quera hablar del asunto la historia pesaba como un lastre pero la semilla del ncleo EldaPetrer haba sido plantada. Hacia la globalizacin Los eldenses fueron hacindose conscientes de sus referentes valencianos. La cooficialidad de la lengua produjo un impacto en buena parte de la poblacin, no obstante Elda devino sesquilinge. Los medios de comunicacin comarcales y autonmicos y la ampliacin de todos los tipos de enseanza resultaron determinantes. Adems, con los triunfos electorales del PSOE la primaca de lo castellano se redujo. En oposicin a la ideologizada dcada anterior, ahora cundi un cierto desencanto poltico (cmo si no llegaran a tener gran audiencia culebrones sobre la vida de los millonarios tipo Dallas, Dinasta o Falcon Crest), y el nfasis de la prosperidad se puso en la autorrealizacin . Las pelculas de mayor recaudacin o bien proponan la revisin de los roles personales y familiares (Kramer contra Kramer, El estanque dorado, Tootsie, Memorias de frica) o la pura evasin (Superman, Los gremlins, Indiana Jones). La tele alcanz la madurez gracias al color, a la proliferacin de canales y al mando a distancia. Pero en este campo el video lo alter todo: los video-clubs acabaron con las salas de cine; con las video-cmaras cualquiera poda filmar su vida; y los videoclips ampliaron la melomana dotndola de una esttica visual. Lgicamente, los nios de estos aos la primera generacin de Barrio Ssamo tras ser expulsados de las calles por los coches se interesaron por los video-juegos y otras actividades caseras y ms sedentarias: el T rivial , los Airgamboys o las construcciones Lego. La enseanza dio el mayor salto cualitativo de la historia de la ciudad: colegios, academias, institutos y sedes univ ersitarias acabaron para siempre con el elitismo de la educacin. El estado del bienestar, adems, ajustaba los desequilibrios con pensiones y subsidios. La turbulencia de los mercados y los procesos de automatizacin levantaban expectativas de dinero fcil, pero tambin aumentaban los riesgos de marginalidad en especial entre los jvenes no ti- La Plaza Ma encuentr ArteagMoros y Cristianos ). tulados, mujeres sin cualificacin y trabajadores mayores por lo que desde las instituciones se insista en la idea de la formacin continua. La incorporacin de Espaa a la Comunidad Europea (1985) satisfizo los anhelos de los eldenses. A la vez, la simplificacin de los trmites bancarios (el auge de los cajeros automticos lo ilustra bien) alent el turismo hacia el exterior: Portugal, Francia e Italia, primero; Cuba, Marruecos y el resto de Europa, despus; y cualquier destino turstico, al fin. Muchos abuelos pudieron salir por primera vez al extranjero. La mejora de la calidad de vida se debi en gran medida a los avances de la inv estigacin mdica y a la tecnologa sanitaria. Se adelant en el tratamiento del dolor, qued clara la correspondencia tabaco+grasas/cncer+corazn, el estrs y la depresin se consideraron seriamente, aunque con el sida cundi el ancestral pnico hacia las pestes. El afn por cuidar del cuerpo trajo la moda de lo light y de los gimnasios, una sana disposicin hacia la naturaleza, pero tambin una mentalidad distorsionada entre muchas chicas (bulimia y anorexia). La llamada cultura del pelotazo populariz a los yuppies, mistificando lo esttico, animando a litigar y sembrndolo todo de alarmas. Varias empresas periodsticas se establecieron en la comarca, y la ciudad se ajardin tras centrifugar las viejas fbricas. Los cuartelillos, antes de uso exclusivo en Moros, iniciaron su reconversin en lugares fijos para celebraciones, ensayos musicales, encuentros gastronmicos, etc., durante todo el ao. En la dcada de los noventa, se dejaron sentir los efectos de la planificacin familiar y de la normalizacin de los procesos de separacin y divorcio. A mediados de ella, las series de televisin como Farmacia de guardia y Mdico de familia basaban su xito en gran medida en la asuncin de los nuevos roles familiares. Las mujeres superaban en nmero a los varones en las enseanzas medias, en la universidad y en amplias reas de los servicios y de la administracin; sopesaban libremente sus relaciones de pareja, y su participacin activa en todo tipo de asociaciones. En consecuencia, se iba observando una incipiente feminizacin de los varones. As, por ejemplo, los nios compartan formacin y juego con las nias, los jvenes se v estan con formas y colores tradicionales de las chicas, los de edad mediana asuman algunas tareas domsticas y se preocupaban por su look, y entre los mayores, algunos emprendan vidas independientes y, otros ms, cuidaban de sus nietos tan bien como antao las abuelas. El uso del chndal a menudo con tacones y el cigarrillo en la mano aproxim a los sexos y a las generaciones. El imperio del usar y tirar con las tiendas de todo a cien como estandarte acentu las dependencias (al juego, a los estimulantes, a la comida, al sexo, al coche, etc.). El estilo de vida, basado en la autosuficiencia, que poda conducir a la soledad y al hasto, provea t ambin los remedios: ayuda psicolgica, frmacos, actividades de ocio, el deber de sentirse joven, etc.; y la categora antittica del excundi: exfumador, exadicto, exmarido, ex lo que sea al fin. El credo catlico hubo de competir con o tras formas de creencia y de prcticas de caridad (ahora el trmino empleado es solidaridad). Si bien la permanente transmisin de guerras y actos de terrorismo por la televisin contribuy al arraigo de una conciencia pacifista entre la poblacin, un cierto caos valorativo, secuela tal vez de la mentalidad hedonista, producira un sentimiento de prdidasobre todo entre los adolescentes y jvenes adultos, q uienes, presionados por la omnipresente violencia en los medios de comunicacin y un consumismo alocado, capeaban con la anomia (pasotas, integrados, postmodernos, reaccionarios, radicales y liberal-conservadores se yuxt aponan a menudo). La falta de bebs en los hogares se compens con el cuidado de mascotas. La tele por cable, la antena parablica, internet, la telefona mvil, los CDs y DVDs convirtieron a los ciudadanos en centrales de informacin. Mientras tanto, la mitad de la poblacin luchaba contra la tendencia al sobrepeso. Al finalizar el siglo, el ncleo EldaPe trer tena ochenta y cinco mil habit antes, y aunque atravesaba su etapa arq uitectnica ms dulce, los cincuenta mil vehculos motorizados registrados en el rea en 1999 hubo 750 accidentes hacan que la convivencia resultara ms arriesgada y ruidosa de lo menester. Los eldenses disfrutaban de una infinidad de productos a un bajo coste, se servan de los bares (de desayunos, de tapas, de 244HISTORIA DE ELDA men, de copas) como sitio favorito para el encuentro y la pequea libertad diaria y, en cuanto al consumo cultural, se apreciaban dos mitades separadas por un abismo: la de los que cada vez ms se acercaban a la riqusima y globalizada corriente cultural y los que, al otro lado, quedaban relegados a una pobre subcultura de masas. Las grandes superficies comerciales revivieron las salas de cine y sirvieron como gora para la gente de la comarca, obligando a las dos ciudades a plantear sus alternativas a las nuevas coyunturas.En general, los eldenses se prestaron a la europeizacin gustosamente. A la par, el Made in Japan , las artes marciales y tcnicas relajatorias, la armona como ideal y los restaurantes chinos, iban introduciendo el inf lujo oriental. Otras modas y costumbres vinieron de frica e Iberoamrica (msica, vestuario, mobiliario, adornos, comidas, etc.), paliando la invasin de lo yankee. Las oleadas de inmigrantes y la instalacin de conciudadanos europeos trastoc los viejos contrastes (payo/gitano y de campo/ de ciudad) dando paso a lo que enseguida todos reconocimos como la era global. Eplogo (y loa) Prescindiendo de lo bsicamente antropolgico y de lo acontecido en un plano histrico general, qu rasgos peculiares encontraramos en la vida de los eldenses De aquello que ms les apeteci hablar y de sus rutinas y tics ya hemos dicho algo. Por fin nos gustara referirnos un poco a cmo se muestran entre ellos. Hispanos meridionales, los eldenses son propensos al uso del ingenio, de la improvisacin y de la extraversin (por ende, arropadores y amigos del bullicio y de la msica). Dados a la recogida de premios, se precian de ser un buen ejemplo de que el mundo progresa. La mentalidad predominante, con sus matices, es dinmica y a ella terminan acomodndose las instituciones locales. Queremos creer que los eldenses transcendieron la finsima hipocresa levantina, emprendiendo una procelosa odisea: tirados palante , viajeros, avispados, tolerantes, provocativos, socarrones, vidos de dinero, de compaa y de fantasas. Al menos, soando con darse la gran vida desde el cmodo rincn de su repblica domstica. Narcisistas (...salid chicas al balcn, que los de Elda estn aqu...) se reinventan sus vidas por el hecho de hacerlo. De salud, especialmente, mental, buscan estmulos para no caer en una existencia contemplativa. Cabalgatas, procesiones, desfiles, paseos, ferias, y el saludo a f lor de boca. Amantes de lo bonito. Hijos del zapato, de la pandilla del taller y del socio de la empresa. El sentido del humor y una vieja sapiencia de la que se intuyen poseedores les acaba redimiendo casi siempre. 245La sociedad eldense del siglo XX Entramos en el siglo XXI (F del autor). El desarrollo industrial y el problema de la vivienda obrera Los primeros aos del siglo XX se vieron afectados por una profunda crisis econmica en toda la comarca. La recuperacin de los viedos franceses dio al traste con la poca de bonanza experimentada en las dcadas anteriores, merced a la produccin y comercializacin de vinos, exportados por el ferrocarril y el puerto de Alicante. A ese periodo expansivo de la economa de finales del siglo XIX se debe en buena medida el auge y modernizacin de la industria zapatera en estas tierras, al mejorar el poder ad- q uisitivo de una ingente masa de trabajadores llegados de otras zonas en pos de la oferta laboral vinculada a la cultura vitivincola 2. Entre 1860 y 1900, todos los municipios vecinos crecieron con ritmos acelerados por la recepcin de inmigrantes; desde 1900 tan slo Elda mantiene el crecimiento demogrfico en cot as elevadas, merced al importante aparato industrial desarrollado, que iba a conver tir la ciudad en destino de buena parte de los desempleados por la agricultura en las comarcas vecinas. Ese proceso de concentracin urbana de los contingentes de mano de obra requeridos por la industria zapatera se dio en Elda, y en otras ciudades, en unos mo- 247 Industria y viviendas obreras. La configuracin de una ciudad industrial 1 GABINOPONCEHERRERO U niversidad de Alicante 32 mentos en que no existan estructuras que facilitasen la vivienda, ni pblicas ni privadas: ni el Estado construa viviendas ni todava se haba desarrollado el negocio inmobiliario. As, el aluvin de inmigrantes, que dispar los ndices de crecimiento demogrfico, slo hall acomodo en el viejo casero, insuficiente para acoger la marea humana. Se disparan as las densidades que llegan, en 1900, a 491 habitantes declaradospor hectrea, cuando en 1860 la densidad era de 327 hab./ha. El casero segua anclado en sus viejos lmites, casi medievales, mientras la poblacin iba en constante aumento. Fue as frecuente la aparicin de barrios ocultos y viviendas interiores en edificios, ocupando patios, corrales y cambras, en un proceso de constante hacinamiento, con destacada incidencia en la salud pblica y en la morbilidad 3: se dice que en las galeras de sus casas haba hasta burros y cerdos que algunos se haban trado de sus pueblos 4. La carencia de suelo urbano y de inters por la construccin de viviendas se erige en principal obstculo para el normal desarrollo de la ciudad. En esas circunstancias surgen algunas iniciativas obreras para intentar paliar las precarias condiciones del proletariado dependiente de un salario industrial insuficiente: pagaban una peseta a la semana por los pisos bajos y tres reales por los altos, considerndose una cifra exorbit ante 5. La forja de una conciencia de clase obrera constituye el germen desde el q ue se desarrollarn muy destacadas iniciativas obreras, tanto sindicales y polticas, como de asistencia y socorro mutuo. La nica ampliacin destacable del permetro urbano durante el siglo XIX fue debida a la construccin del denominado Barrio Nuevo, pequea agrupacin de casas levantadas en torno a la calle Mndez Nez y a la calle Nueva, que sirvi, durante mucho tiempo, como variante extramuros de la carretera nacional. De la mano de la presin demogrf ica, en 1898 se constituy una sociedad cooperativa obrera, denominada La Prosperidad, para la construccin de 154 viviendas para sus asociados. Las obras comenzaron en 1899 y las primeras viviendas se entregaron en los primeros aos del nuevo siglo. La expansin se daba sobre las mrgenes de la carretera nacional, en direccin a Petrer, como germen de la futura conurbacin. En el barrio, finalizado en 1917, se levantaron 112 viviendas, de dos plantas, sobre parcelas de 77 m 2, con un total edif icado de 112 m2y un patio de 21 m2. Se trataba de muy buenas proporciones para la poca, ms generosas que otras promociones oficiales posteriores, posibles gracias a la iniciativa de cooperacin, ajena al lucro inmobiliario. En esos aos, el problema de la vivienda era uno de los ms destacados para las ciudades que, como Elda, crecan al amparo del desarrollo industrial. En 248HISTORIA DE ELDA 1903 se cre el Instituto de Reformas Sociales que, adems, de mejorar la legislacin laboral del creciente proletariado industrial, pretenda estudiar y dar soluciones al problema de la vivienda obrera, siguiendo el ejemplo de otros pases ms avanzados 6. De esos trabajos surgi la Ley de Casas Baratas de 1911, que debera dar cobertura legal a las dems iniciativas urbansticas eldenses. No obstante, si el movimiento obrero se anticip a las medidas oficiales, t ambin la iniciativa privada fue pionera en la ciudad en el proceso de puesta en marcha del negocio inmobiliario. En los primeros aos de la centuria, el empresario Sebastin Cid decidi construir una promocin de 20 viviendas para trabajadores, formando una nueva calle en las afueras, la actual calle Barbern y Collar, denominada en 1902 calle de Cid, en honor de su promotor. En ese mismo ao, otro empresario del calzado, Damin Tudela, asociado con Rafael Romero, fundaban la Sociedad Romero y Tudela para la construccin de una barriada de viviendas de dos plantas, estructurada a partir de una plaza (la actual Plaza Sagasta), sobre un nuevo eje viario que llamaran El Progreso, origen de las actuales calles Capitn Aguilar, Ramn Gorg, Poeta Zorrilla y Menndez y Pelayo. En ese entorno de huertos comienza a abrirse y a cobrar empaque la calle Jar- dines. Se trataba de un camino rural, f lanqueado por acequias para riego, que fue paulatinamente ocupado por fbricas y viviendas. En 1902, un dictamen de la comisin de polica urbana sealaba que la vase halla ya en su mayor parte edificada y urbanizada, con aceras y alumbrado pblico 7. Por ese costado, el callejero creca a impulsos de la nueva burguesa industrial, que levantaba sus casas, algunas con jardines, y se dotaba a s misma de un club de elite, el Casino Eldense, inaugurado en 1904, con vistas a la calle Jardines, justo frente a otro logro burgus, el Teatro Castelar, tambin inaugurado en ese ao. Si la sociedad se estratificaba, tambin lo haca la ciudad emergente fruto del desarrollo industrial. De ese modo, los barrios que acogieron al proletariado ms menesteroso se levantaron junto al cauce del Vinalop, en una cota ms baja, q ue permite hablar de barrios bajos en la completa acepcin del trmino. Constituan ese entorno urbano las calles desarrolladas desde el centro histrico hacia el ro, a partir de la calle Independencia, donde se configur el nuevo Barrio de La Pursima, alrededor de la calle homnima, que debi ser la va de salida desde el centro urbano hacia el antiguo puente y camino de Monvar. En ese espacio tuvo lugar otra temprana promocin inmobiliaria de la mano de un empresario de origen francs, Renato Bardn, 249Industria y viviendas obreras. La configuracin de una ciudad industrial que levant en 1903 la calle Pars (actual calle Roma), formada por una doble alineacin de viviendas de dos alturas, engarzadas con la carretera de Alicante, a las afueras del casco urbano. La prosperidad del municipio queda patente, adems, en las dotaciones de servicios y equipamientos que comienzan a aparecer con el nuevo siglo y que, a la postre, avalaran la concesin, en 1904, del ttulo de ciudad. Entre esas obras pblicas destaca el alumbrado pblico, instalado en 1900 sobre las principales calles y plazas, por la compaa La Elctrica Eldense, que ofreca un servicio de baja calidad, como ocurra en otras muchas ciudades en esos momentos 8, servidas por peq ueas fbricas de la luz , que aprovechaban pequeos saltos de agua y mquinas de vapor, para generar una luz pobre y precaria, con constantes cortes y altibajos en el f luido, con graves repercusiones en la maquinaria industrial y hasta en las horas de trabajo. En 1904 lleg a Elda el telfono de la mano de la compaa Telefnica de Levante, que una la ciudad con otros municipios del Valle del Vinalop y con Alicante, desde donde se establecan conf erencias de ms largo alcance a travs de otra operadora. Ya exista un servicio de correos y telgrafos, que se separ en dos unidades a partir de 1906. Por su parte, en 1892 se suprimi el antiguo Hospital de Distrito de Elda, ubicado en el convento, para convertirlo en Manicomio Provincial, pero en 1907 se construa otro nuevo hospital, cerca del viejo convento, sobre la carretera de Madrid. Otros destacados procesos de modernizacin urbanstica fueron la reconstruccin en 1903 de los dos puentes sobre el Vinalop (hacia la estacin del ferrocarril y hacia Monvar), arrasados por la riada de noviembre de 1902, o las tareas de adecentamiento y arbolado de calles y jardines, la construccin de nuevas fuentes pblicas, la construccin de escalinatas para algunas calles, la construccin de un quiosco para mercado est able, en la actual Plaza del Sagrado Corazn, y la construccin en 1903 de un nuevo cementerio, el actual de Santa Brbara, para acoger el creciente nmero de defunciones. El crecimiento demogrfico, que fue espectacular hasta 1910, ao en que se alcanzan los 8.028 habitantes, se mantuvo estancado en la dcada siguiente, de forma que en 1920 el nmero de habitantes censados era de 8.078. Cabe suponer que t al estancamiento se debi a dos causas, como fueron el desarrollo de la industria zapatera en otros municipios, que cercen la llegada de inmigrantes, y los problemas para la aparicin de nuevas industrias de calzado en Elda 9. En ese periodo, no obstante, se desarrollaron algunos ensanches del callejero, si bien ahora con carcter ms modesto que los anteriores y, por consiguiente, con un menor empaque urbanstico. Entre ellos destacan las agrupaciones de casas desordenadas creadas en torno al nuevo hospital, configurando el pequeo barrio denominado del Depsito Viejo (de abastecimiento de agua potable). De igual modo, se ocuparon con modestas viviendas las laderas de la pequea colina del Alto de San Miguel, mediante un ddalo de callejas desordenadas dispuestas en gradero, para configurar el Barrio del Depsito Nuevo. El Barrio de La Prosperidad se dio por finalizado en 1917, con la entrega de la ltima vivienda, y se daban algunos desarrollos en torno a la Plaza Sagasta. Por su parte, en el cauce del ro iba surgiendo el incipiente Barrio de Los Molinos de Flix, sobre el trazado del viejo puente y camino de Monvar. Al tiempo, se proceda a realizar algunas reformas urbanas, tales como la repoblacin de arbolado en algunas calles y plazas, la ampliacin de la red local de telefona, la construccin de un nuevo lavadero pblico y mejoras en el puente provisional de la Estacin. Con todo, parece que el problema de la vivienda no estaba resuelto, si se atiende a las demandas obreras para el abaratamiento de los alquileres y de los precios de las nuevas viviendas 10. 250HISTORIA DE ELDA Calle de La Fra la Guerra Ci EMIDESA). Las promociones de casas baratas Al amparo de los beneficios de la recin aprobada Ley de Casas Baratas, de 1911, y siguiendo la experiencia pionera del la asociacin obrera para la edificacin del Barrio La Prosperidad, en 1916 se constituy la Sociedad de Casas baratas El Progreso, para construir un nuevo barrio de 550 viviendas en dos plantas, sobre una superficie de 117.000 m 2. Se trat aba de la ms espectacular operacin urbanstica acaecida hasta el momento y, sin duda, una de las ms importantes en la historia de la ciudad. La magnitud de la propuesta hace pensar que la poblacin segua hacinada en el viejo casero del centro histrico, tanto ms si se tiene en cuenta que, con una media de 4 miembros por familia, la nueva promocin era suf iciente para un total de 2.200 personas, mientras las cifras totales de poblacin permanecan estancadas. Tal vez por ello, las obras no comenzaron hasta 1921, coincidiendo con un favorable cambio socioeconmico. Los aos veinte y la primera mitad de los aos treinta fueron de franco progreso. La ciudad lleg a los 13.445 habit antes en 1930 y a los 20.050 en 1940, pese a la crisis de la Guerra Civil. En esos aos se acometan muy destacados desarrollos urbansticos, en gran medida al amparo del nuevo marco legal, definido por la modificacin, en 1921, de la Ley de Casas Baratas, que reafirmaba la potest ad de los ayuntamientos para promover proyectos de urbanizacin y, tambin, para la creacin de ciudades satlitesde casas baratas; esto es, para formalizar proye ctos separados de la ciudad compacta, dotados de sus propios servicios urbansticos. Con el nuevo marco legal comenzaba a pensarse propiamente en autnticos desarrollos urbansticos, superando la mera construccin de grupos de viviendas. De ese modo, el proyecto de El Progreso contemplaba la construccin de escuelas, iglesia, plazas y jardines (los de Castelar), el mercado de abastos y la lonja de frutas y verduras; esto es, equipamientos y servicios especficos, planeados para el nuevo barrio, levantados sobre terrenos de la sociedad cedidos al Ayuntamiento. Siguiendo el ejemplo, en 1922 se constituye la Sociedad de Casas Baratas La Fraternidad, para edificar 1.000 viviendas sobre el suelo existente entre la promocin de El Progreso y el trmino de Pe trer, sobre la partida rural denominada El Campico, en alusin clara a su dedicacin a cultivos de secano. La nueva promocin, mucho ms ambiciosa, se daba sobre manzanas ms estrechas, a costa del patio interior, y con viviendas ms modestas, de una sola planta. En 1931, los promotores de La Fraternidad proponan, junto con el Ayuntamiento de Elda, 251Industria y viviendas obreras. La configuracin de una ciudad industrial que el Ayuntamiento de Petrer respetara las alineaciones de las calles de la sociedad en su trmino municipal, en beneficio del orden urbanstico. Se iba fraguando as la actual conurbacin, que exiga en 1934 la rectificacin de la carretera Elda-Petrer, trasladada desde el Camino Viejo hasta una de las calles del nuevo ensanche: la calle Balmes. Las iniciativas inmobiliarias privadas seguan dndose, si bien con ms modestas pretensiones. En 1923 Jaime Maestre solicitaba licencia para construir una barriada de casas en el Camino de la T enera, abriendo dos nuevas calles en la ladera del Alto de San Miguel, donde se inauguraba, en 1921, el nuevo matadero municipal. Conforme con las prerrogativas de la nueva ley de 1921, la asuncin por parte del Ayuntamiento de la mayor parte de las iniciativas urbansticas fue en detrimento de las iniciativas obreras y, con el tiempo, produjo una sensible distorsin de los objetivos, de forma que, en todo el Estado, las promociones fueron paulatinamente orientadas hacia las clases medias, e incluso hacia las clases altas, beneficiarias por ese proceso de las ventajas de la promocin pblica. En unos momentos en que, adems, dado el may or nivel de rentas de esas clases sociales, la construccin de viviendas comenzaba a ser negocio rentable 11. Acogidos a esas nuevas potencialidades inmobiliarias surgen en toda Espaa las promociones denominadas ciudad jardn , inspiradas en las ideas de la ciudad satlite y en la ciudad jardnde Howard. En Elda, en 1926 se fund la Sociedad Constructora Ciudad Jardn, para edificar 100 chals sobre parcelas de 400 m 2, en las afueras, sobre el eje de la carretera de Alicante que, desde entonces, ha acogido los desarrollos urbanos ms elitist as de la ciudad. La promotora, que cambi su nombre por el de Ciudad Vergel, comenz a construir en 1933 y slo levant 25 chals, cercenados sus objetiv os por la crisis y la Guerra Civil. Las promociones acometidas por clases medias hallaron mejor escenario en el tringulo formado por las actuales calles Jardines, Antonino Vera y Padre Manjn, que acogieron los desarrollos ms significativos en los aos 1920. En 1924 el Ayuntamiento solicitaba el desvo de la carretera nacional por la calle Jardines y a comienzos de los aos 1930 ese era ya el recorrido normal de los vehculos que utilizaban esa infraestructura viaria. En 1921 se presentaban los proyectos de alineacin y apertura de las calles Jos Mara Pemn y de Los Entusiastas (actual Padre Manjn), donde en 1925 se levantaba el grupo de 5 viviendas con jardn, promovido por Damin Tudela, que fue denominado las Casas de Cemento por incluir ese novedoso material en su construccin. En ese distrito urbano se inauguraba, en 1930, el Parque de Bomberos y la sede de la Cruz Roja, y en 1932 las Escuelas Graduadas (que luego se llamaran Padre Manjn). Otras reformas urbanas se acometieron para mejorar los accesos desde el centro histrico hacia los nuevos desarrollos, rectificando calles, derribando t apias de corrales y abriendo y prolongando las calles hacia las afueras. Tambin se dieron mejoras urbanas como la construccin de una nueva Casa Consistorial, en 1923, de un nuevo puente de obra 252HISTORIA DE ELDA Vista a216r para el camino de la Estacin, en 1927, de una nueva estacin en 1932 y de la ampliacin del Hospital Municipal, con el anexo de La Gota de Leche, para asistencia social de los nios ms menesterosos 12, as como la construccin en 1933 del cuartel de la Guardia Civil. Interesantes iniciativas que hubiesen modificado el centro actual de la ciudad fueron la propuesta en 1928 de apertura de una ancha avenida, de 60 metros de seccin, desde la actual Calle Pedrito Rico, hasta la Ciudad Vergel, sobre el eje de las calles Antonino Vera-Reina Victoria, que debera convertirse en el gran bulevar urbano, y la propuesta de 1930 de creacin de una gran plaza entre las actuales calles Padre Manjn e Hilarin Eslava. En 1935, la Sociedad de Obreros en Paro Forzoso v ea en la promocin y construccin de viviendas una salida laboral, y construa varias viviendas en la Calle Zorrilla. Las directrices morfolgicas y sociales del crecimiento urbano De los trabajos urbansticos acometidos desde finales del siglo XIX se desprende un claro criterio en la ordenacin y en el trazado de calles y manzanas. Otros municipios con grandes desarrollos urbanos desde mediados del siglo XIX se acogieron a los planes de ensanche para planificar de forma armnica los crecimientos fuera de las murallas, tanto por motivos higinicos para paliar el hacinamiento en los cascos urbanos, como para favorecer reas de nuevo crecimiento segregado segn las nuevas clases sociales: por un lado, los barrios obreros y, por otro lado, los barrios de la burguesa industrial y comercial emergente. En Elda, el impulso socioeconmico no fue tan importante como para que la ciudad tuviese que dotarse de un plan de ensanche; ni la distincin social en estamentos tan manifiesta. Sin embargo, los crecimientos experimentados mantienen una clara divergencia: hacia Petrer los barrios del proletariado organizado y cooperante, hacia Alicante la burguesa industrial, con chals y variadas promociones privadas, que organizaron el espacio entre las calles Jardines, Padre Manjn y de las Acacias, y dentro del lecho de inundacin del Vinalop el proletariado ms menesteroso y desorganizado (La Tafalera, Molinos de Flix y otras barriadas). El orden y el criterio seguido por las cooperativas obreras, que responde al esq uema ms elemental posible en el mbito del urbanismo el plano ortogonal en retcula regular es responsable del equilibrio del plano resultante y de las sust anciales mejoras en el hbitat: calles rect as y amplias, arboladas y soleadas en claro contraste con los apretados callejones del centro histrico. El crecimiento ordenado fue tambin motivo de la apa- 253Industria y viviendas obreras. La configuracin de una ciudad industrial rente inexistencia de un plan explcito de reforma interior, aunque las sucesivas reformas acometidas en el callejero y en los servicios del casco urbano compacto fueron muchas en el primer tercio del siglo XX. Sin duda, al amparo de la Ley para el saneamiento, reforma y ensanc he interior de las poblaciones , de 1895, a la q ue sigui la R.O. de 1923 que aprobaba las Condiciones Higinicas de las viviendas y las Condiciones Tcnico-Sanit arias para el ensanche y reforma interior de las poblaciones. De igual modo, sustancial fue el nuevo impulso debido a la aprobacin en 1924 del Estatuto Municipal 13. En conjunto, apareca un nuevo marco legal que permita a los ayuntamientos promover reformas de todo tipo, en beneficio de la higiene y el ornato pblico, con la potestad de expropiar y enajenar fincas privadas conforme con el beneficio colectivo y el inters pblico. El ensanche obrero se daba de forma regular y ordenada segn la pendiente del suave glacis que desciende desde Petrer: unas calles son paralelas al vector de la pendiente, mientras que otras calles, donde se abren las fachadas, buscan la perpendicularidad de la pendiente, para obtener desarrollos horizontales. De ese modo, podra decirse que las calles sin fachadas, las que suben a Petrer, tienen la funcin de ser vas rpidas de acceso, mientras las calles transversales con vi- viendas mantienen unos f lujos ms zonales y discretos, todo de acuerdo con las formas alargadas de las manzanas. La promocin conjunta de un gran nmero de viviendas, conforme con el ideal cooperativista, es responsable directa del respeto por las grandes directrices de la ordenacin urbanstica. Por el contrario, el rea urbana def inida por el cuadriltero formado por las calles Nueva, Antonio Maura, Padre Manjn y Antonino Vera el corazn de la ciudad, fue construido a impulsos individuales y ocupado por la burguesa y sus espacios de ocio y relacin (casino, teatro, jardines privativos, banco, etc.). As su morfologa es ms catica y ha necesitado mayores esfuerzos para su ordenacin actual. Ms all de Padre Manjn y hasta la Ciudad Vergel, parece que fue el rea de ensanche de las clases medias y de los funcionarios, con algunas pequeas promociones colectivas que impregnaron el rea de mayor coherencia urbanstica, aunque mucho menor que la del ensanche obrero. La Guerra Civil y las dificultades experimentadas por la industria del calzado en la posguerra (carencias materiales, energticas y prdida de poder adq uisitivo), pusieron freno al crecimiento econmico de Elda. De ese modo, si en 1940 se censaban 20.050 habitantes, en 1950 la poblacin era de tan slo 20.669 habitantes. Es a partir de los aos 1950 y, sobre todo, en los aos 1960 cuando el crecimiento urbano de la ciudad recupera el pulso y se torna acelerado: en 1960 se censaron 28.151 habitantes y 41.511 habitantes en 1970. El nuevo Estado asume la promocin inmobiliaria Los aos 1940 estn llenos de proy ectos de reformas necesarias para modernizar la ciudad y dotarla de nuevos servicios, que no llegaron a realizarse, excepcin hecha de las obras propuestas para ensalzar el nuevo orden social: la reconstruccin de la Iglesia de Santa Ana, mediante la demolicin de las casas anex as, y la construccin del Parque y Monumento a los Cados entre 1943 y 1944 son las grandes realizaciones del momento. El nuevo rgimen oblig tambin al cambio de los subversivosnombres de las cooperativas obreras; de ese modo, La Fraternidad pas a llamarse Sociedad Cooperativa de Casas Baratas El 254HISTORIA DE ELDA Barrio de Las T antes de su inauguraci227n (Ar EMIDESA). Ahorro que ceda terrenos, junto con El Progreso, para construir el nuevo monumento. La vivienda segua siendo problema crucial de la clase obrera, agravado por la crisis posblica, que dificultaba el desarrollo de las promociones planeadas con anterioridad por las sociedades obreras, as como la aparicin de otras nuevas. Con el nuevo rgimen, esa actividad social entrara en decadencia, al asumir paulatinamente el nuevo Estado la responsabilidad de promover viviendas obreras. De ese modo, con el objeto de construir viviendas, en 1945 el Ayuntamiento solicitaba a la Diputacin el solar resultante de la demolicin en 1941 del viejo Manicomio Provincial, pero hasta 1947 no fue cedido el suelo, hasta 1954 no fue autorizada la construccin y finalmente fue en 1960 cuando se entregaron las 133 viviendas del Grupo Virgen de la Cabeza, promovidas por el Instituto Nacional de la Vivienda. Tal lentitud en el proceso es reflejo de la nueva situacin, en la que el nuevo Estado pona freno a la construccin de viviendas modestas al amparo de la legislacin de casas baratas por sus planteamientos liberales, que potenciaban el asociacionismo obrero: no deban ser los trabajadores los que se daban a s mismos una vivienda, sino el Estado el que las conceda graciosamente, en solemnes actos coincidentes siempre con efemrides del rgimen poltico. El recin creado Instituto Nacional de la Vivienda deba centralizar la promocin de viviendas, favoreciendo para ese fin a los nuevos a yuntamientos y a los sindicatos y organizaciones del Movimiento, a los que conceda los beneficios del suelo, prst amos sin intereses, primas a la construccin y reducciones tributarias 14. Con esos objetivos, en 1954 se promulg la Ley de Viviendas de Renta Limitada y en 1955 se aprob el primer Plan Nacional de la Vivienda . En Elda, en 1954 se autorizaba al Ayuntamiento para la construccin del Grupo Virgen de la Cabeza y, en 1955, el consistorio conceda a la Obra Sindical del Hogar terrenos para la construccin de 50 viviendas de renta limitada, que constituiran el Grupo Luis Batlls, entregadas el 18 de julio de 1960, en medio de grandes actos conmemorativos. La primera promocin en la ciudad de la Obra Sindical del Hogar data de 1949, ao en que construy un pequeo grupo de viviendas para nuevos funcio- narios en la Avenida de las Acacias (entonces en las afueras de la ciudad). Otra promocin privada data de ese ao; se trata del edificio levantado en el arranque de la avenida Reina Victoria, esquina a Pablo Iglesias. Quiz se trate del primer bloque de viviendas de la ciudad, que contaba con 22 nuevos hogares. Dos operaciones urbanas destacadas se acometieron en 1955: la apertura de la actual calle Dahellos, sobre el solar de una antigua fbrica, y la apertura de la primera ronda Oeste de la ciudad, ya q ue tal era la funcin asignada a la avenida Novo Hamburgo. Ms costosas eran las tareas para paliar el dficit en el suministro de agua potable: agotados los manantiales locales debi comenzar a importarse agua desde Salinas. Tampoco estaban bien resueltas otras carencias urbansticas, tales como el alcantarillado y el alumbrado pblico.Los aos del desarrollismo Con el nuevo rgimen, la cuestin de las infraestructuras y equipamientos urbanos no qued bien resuelta. El Estado se haca cargo de la construccin de viviendas, pero quin y cmo se urbanizaba As, no fue hasta 1956 cuando se aprobaba la Ley del Suelo, con el objetivo de coordinar los trabajos de planeamiento urbano, ordenacin y creacin de dotaciones y servicios. Esa ley introduca un avanzado cdigo urbanstico, muy inf luenciado por el Movimiento Moderno, que exiga, por vez primera, la necesidad de elaborar un plan para ordenar los futuros crecimientos en beneficio del 255Industria y viviendas obreras. La configuracin de una ciudad industrial Barrio de San Francisco de Sales (CEFIRE). inters pblico, evitando que estos se diesen de forma espasmdica y con carencias, segn conveniencias particulares.En ese mismo ao, de forma temprana acuciado por la necesidad, el Ayunt amiento aprobaba el primer Plan Gener al de Alineaciones y Ensanche de Elda. Se trat, no obstante, de un documento deficitario y, al tiempo, permisivo ante las nuevas presiones especuladoras en materia de suelo, nacido como obligado trmite burocrtico para no ser cumplido, o para ser objeto de negociacin entre intereses pblicos y privados. Fue el plan que acogi el crecimiento demogrfico y urbano desbordante de los aos del desarrollismo, dos dcadas en la que la ciudad duplic su nmero de habitantes, sin prestar demasiada atencin a la forma urbana en que se creca, ni a las hipotecas de futuro. De acuerdo con ese plan, carente de una adecuada zonificacin de usos, y sin reservas suficientes de suelo para servicios pblicos ni para espacios libres, se llegaron a alcanzar densidades de hasta 500 viviendas por hectrea, magnitud seis veces mayor que la permitida por la Ley. El plan prohiba la construccin de nuevas viviendas de una planta y promova la construccin en altura, fijada entre 5 y 7 pisos, aunque una disposicin adicional permita la construccin de edif icios singulares de ms alturas, como las 18 plantas del Edificio Elda, comen- zado a construido en 1965, con 160 viviendas. La sustitucin sistemtica de casas bajas por edificios de 5 a 8 plantas ocasion un rpido problema de congestin, con aceras y calzadas insuficientes, tanto para los masivos f lujos peatonales como para el trnsito rodado generados. El dficit urbanstico fue mayor en otros equipamientos pblicos, tales como zonas verdes, deportivas, escolares o sanitarias. La ocupacin masiva por vehculos privados de calles estrechas fue dramtica, generando el caos circulatorio y graves insuficiencias de aparcamientos, hasta el punto de que se mand talar todo el arbolado de la ciudad para ganar unas cuantas plazas ms de aparcamiento. Al tiempo, con las sensibles mejoras en los niveles de renta, se fue generalizando la construccin de segundas residencias por todos los alrededores de la ciudad y sobre los municipios vecinos, en especial en Petrer, alterando tambin de forma drstica el medio rural circunvecino, sin ningn tipo de control. En 1957, en la calle Jardines, frente a la calle Lope de Vega, se levantaba el primer rascacielos de la ciudad, con 6 llamativas alturas. En ese ao salan a subasta las obras de las Trescientas Viviendas promovidas por el Patronato Provincial de la Vivienda Francisco Franco, con un plazo de ejecucin de 18 meses y con el desglose por vez primera de 256HISTORIA DE ELDA dos partidas: una para la construccin de las viviendas y otra para la urbanizacin del barrio. Las viviendas se entregaran en 1960, previa entrada de 12.000 pesetas y con cuotas mensuales entre 166 y 179 pesetas durante 50 aos 15. Con la nueva etapa de prosperidad, desde mediados de los aos 1950, el Est ado fue cediendo paso a la iniciativa privada en la promocin inmobiliaria, si bien manteniendo el control de las iniciativas. De hecho, los poderes pblicos hacan un llamamiento a la iniciativa privada a colaborar en la tarea de aumentar el ritmo de la construccin de viviendas en el pas, mediante un interesante paquete de beneficios que reactivaban el inters de la promocin inmobiliaria como negocio rentable 16. En respuesta a esa nueva situacin, en Elda surgieron algunas nuevas sociedades inmobiliarias, amparadas en nombres de santos, y numerosas promociones privadas. En 1958 la nueva Cooperativa San Francisco de Sales iniciaba las obras de ese barrio, apoyado en la carretera de Alicante, con 124 viviendas en su primera fase, concluida en 1962, y otras 154 viviendas entregadas en 1965, todas bajo el modelo de bloque exento, con bajo y tres plantas. Con enorme distancia en cuanto a los planteamientos ideolgicos, el barrio se ajustaba a los aspectos formales del Movimiento Moderno, exaltando el bloque aislado en manzana ajardi- nada, para definir un fragmento aislado de ciudad, accesible y pensada para el trfico rodado. En 1968 se acab la tercera fase que culminaba el barrio, junto con los equipamientos elementales de la poca: una plaza, un mercado y una iglesia. Inspirado en los mismos principios estticos y meramente formales, el Instituto Nacional de la Vivienda presentaba en 1965 el proyecto de un nuevo barrio, de 1.240 viviendas, a construir junto a San Francisco, sobre la partida de La Almafr. Como en otras iniciativas pblicas, los trmites fueron lentos: en 1969 se urbanizaba el terreno y en 1977 comenzaban a levantarse los bloques, que no han llegado a las previsiones. En 1965 se constitua la Cooperativa de Viviendas San Jos Obrero, para construir un nuevo barrio, organizado en torno a una nueva parroquia (como era preceptivo), en los mrgenes de la carretera de Sax. En 1968 la Cooperativa de Viviendas San Cristbal, en este caso para levantar un edificio de 18 plantas y 128 viviendas en el proyecto, sobre una manzana completa, que sera inaugurado en 1973. Mientras las promociones de carcter social ensanchaban las periferias, la iniciativa privada se centraba en la construccin de edificios en las calles ms cntricas, para las nuevas clases medias surgidas del buen ritmo de cre- 257Industria y viviendas obreras. La configuracin de una ciudad industrial cimiento de la industria zapatera, que inauguraba en 1959 la primera exposicin de calzado y, en 1960, la primera Feria Nacional de Calzado e Industrias Afines, germen de la FICIA. No obst ante, las ayudas de todo tipo ofertadas a los promotores privados acabaron por hacer rentable tambin la construccin de viviendas para obreros, si bien sobre suelos pobres y en las afueras, tales como Los Molinos de Flix, la Huerta Nueva y el grupo de 300 viviendas promovido por Joaqun Vera Ver d junto al Puente de Monovar, origen del Barrio Virgen de la Salud. Tales crecimientos acabaron por desbordar el permetro urbano y, en 1963, se proceda a modificar el Plan General para incluir en l los nuevos desarrollos perifricos. La cuestin de la conurbacin y los primeros planes reorganizadores Los desequilibrios urbanos del municipio eran evidentes, fruto del rpido desarrollo, y las tensiones con Petrer estaban a la orden del da. La necesidad de abordar el crecimiento de forma armnica ms all de lmites municipales era manifiesta y se hallaba presente en la conciencia de los ediles locales. Sin embargo, no era tan patente la voluntad de cooperar como la de impo- ner. As, en 1969, de forma unvoca, el A yuntamiento de Elda exiga al de Petrer la fusin en uno solo o, en su def ecto, la segregacin y anexin del Barrio de La Frontera, que se consideraba fruto del crecimiento eldense 17. Conforme con esos criterios halla explicacin la negativa de la corporacin eldense a que el desvo anhelado de la carretera N-330 pasase tras el castillo de Petrer: de hecho, se propona un trazado alternativo entre ambas ciudades pero sobre suelo petrerense, al objeto de aproximar a Elda tan importante infraestructura. A instancias del Gobierno Civil y de la Diputacin Provincial fueron soslayndose las diferencias y trazndose puentes para la cooperacin entre ambos municipios, como medida necesaria para coordinar los trabajos de urbanizacin armnica y equilibrada de una sola ciudad separada entre dos trminos municipales y dividida por dos administraciones locales, muchas veces enfrentadas o con intereses contrapuestos. De ese modo, en 1971 comenzaban las reuniones de trabajo para constituir una mancomunidad intermunicipal, lograda en 1973, que sealaba como objetivo fundamental la redaccin de un Plan General de Ordenacin Urbana mancomunado, a partir del cual se pudiesen establecer servicios y equi- 258HISTORIA DE ELDA pamientos coherentes con la existencia de una sola ciudad, de una conurbacin. Pero los trabajos, lejos de lograr el lgico consenso, desembocaron en posturas irreconciliables que llevaron, primero a Elda, a la redaccin en 1975 de unas Normas Subsidiarias de Planeamiento Municipal , aprobadas en 1979 18, y en Petrer a la demora de un plan de ordenacin del territorio hasta 1985, concretado en otras Normas de Ordenacin Complementarias y Subsidiarias de Planeamiento General 19, elaboradas paradjicamente por el mismo equipo de urbanistas. Planteamientos polticos y sociolgicos divergentes en cada ayunt amiento impidieron esa redaccin conjunta y, con ella, an partiendo desde los mismos planteamientos metodolgicos (el mismo equipo elabor ambos planes), sin embargo se lleg a la configuracin de modelos urbanos dif erenciados, contrapuestos y en manif iesta competencia an hoy. A esas indecisiones sumaron complejidad los cambios polticos habidos en el conjunto del Estado, desde 1975 y, de manera ms significada, la celebracin de las primeras elecciones democrticas a los ayuntamientos, seguidas del acceso paulatino de partidos polticos de izquierda a los gobiernos locales en todo el Valle del Vinalop. La nueva corporacin municipal eldense no slo tuvo que enfrentar los graves efectos de la crisis sectorial del calzado, por entonces prcticamente un monocultivo industrial, sino que, desde la ptica urbanstica, tuvo que hacer frente tambin a los graves efectos de dos dcadas de desarrollismo, en las que la ciudad creci sin ningn control municipal, cuando los desequilibrios y las infracciones no eran directamente auspiciadas por los poderes pblicos, q ue favorecan y colaboraban en la construccin de barriadas obreras desequipadas, en las periferias desurbanizadas, mientras se permita el abandono del centro histrico. Al tiempo, en esas dcadas de fuerte crecimiento, la atraccin de inmigrantes, reclamados por el desarrollo industrial, alimentaba bolsas de infraviviendas y chabolismo, que han pervivido hasta hoy el barrio de La Tafalera es buena prueba de ello. Se trata del conocido problema del subproletariado, reserva de mano de obra dispuesta a aceptar salarios ms bajos, o peores condiciones laborales, que presiona a la baja sobre los salarios del proletariado. El modelo urbano actual El crecimiento urbanstico a saltos y sin planificar, permiti la libre instalacin de industrias por todo el municipio, bien en el centro urbano, bien en la periferia, donde han llegado 259Industria y viviendas obreras. La configuracin de una ciudad industrial a consolidar zonasindustriales, sin planeamiento previo, sin equipamientos locales y, con frecuencia, sin las condiciones mnimas de urbanizacin. Adems, cada zona industrial o residencial se ha desarrollado en un mbito diferente de la periferia, bsicamente siguiendo las directrices impuestas por el precio del suelo. De esa manera se fue configurando un tejido industrial y residencial disperso y desarticulado, repartido por numerosos lugares desconectados entre s y con limitaciones generales de comunicacin, al aprovechar viales preexistentes, de funcionalidad agrcola, con insuficiente seccin y deficitario trazado. La presencia de esos desarrollos urbanos incontrolados envolviendo el callejero, ha supuesto con frecuencia un fre- no a la expansin ordenada de la ciudad en la actualidad, y ha dif icultado los procesos de reequilibrio y equipamiento de la nueva ciudad. La reforma en 1975 de la Ley del Suelo exiga la elaboracin de un Plan General de Ordenacin Urbana a todos los municipios mayores de 25.000 habitantes por la supuesta complejidad de su planeamiento. Pese a ello, ante el estancamiento econmico y la incertidumbre general aparecida en la segunda mit ad de los aos 1970, el Ayuntamiento de Elda mantuvo las N ormas Subsidiarias hasta la aprobacin, en 1985, de un verdadero Plan General de Ordenacin Urbana . En su memoria justificativa se indica que Elda es una ciudad en crecimiento, que todava recibe inmigrantes. Pero la verdadera justificacin explcita es la del elevadsimo nmero de servicios urbansticos que requiere la poblacin, ms an teniendo en cuenta su capitalidad comarcal 20. Con tal afirmacin se pona de manifiesto las elevadas carencias de la ciudad, fruto de un crecimiento espasmdico por oleadas coincidentes con los ciclos de la industria del calzado sin sujecin a ningn tipo de modelo urbano, ni a plan alguno de creacin de infraestructuras. De hecho, la ciudad ha crecido por la simple expansin de la cuadrcula de origen decimonnica, completando una apretada malla ortogonal carente de espacios libres y de equipamientos. Adems, en la Memoria del Plan se reconoca tambin que el papel que deba desempear la ciudad como cabecera comarcal estaba limitado por esas carencias. El nuevo Plan consideraba totalmente imprescindible reconsiderar las condiciones urbansticas y racionalizar 260HISTORIA DE ELDA su uso, definiendo nuevos espacios de Suelo No Urbanizable para mantenerlos verdaderamente apartados del proceso urbanstico y evitar la ocupacin indiscriminada del mismo. Con la crisis econmica y el cierre de empresas, el nuevo Plan propona aprovechar parte de ese suelo liberado por las industrias en crisis, para introducir los equipamientos necesarios en el centro urbano y en los barrios: edificios para servicios y zonas libres para ocio y deporte, fundamentalmente. Al tiempo, desde el Ayuntamiento se promova el primer polgono industrial planificado de la ciudad, con la intencin de encauzar hacia ese paquete de suelo ordenado y equipado las tendencias centrfugas de la industria, que hasta esos momentos seguan ocupando sin trabas, y a veces con apoyo de las administraciones pblicas, los espacios perifricos de la ciudad consolidada. En el fondo, la propuesta persegua ms la ordenacin en lo posible de ese tipo de implantaciones que una oferta sustitutiva de los mismos. Es decir, se reconoca de manera implcita la necesidad de la pervivencia de esos talleres para el sistema econmico vigente y, a la vez, la imperiosa necesidad de esos pequeos talleres de pervivir en el medio urbano, aprovechando las infraestructuras y equipamientos locales, ante sus escasas exigencias y pocas molestias. Los nuevos ensanches residenciales del casco urbano siguen la doble tendencia planteada por el mercado inmobiliario actual. Por un lado, el crecimiento hacia Monvar sigue la tipologa de grandes bloques de viviendas, que mantienen la tradicin urbana compacta de la ciudad (espacio entre la avenida de Ronda y la calle Lieja), mientras q ue el viejo vector de mayor calidad ha- cia Alicante, inaugurado por la Ciudad Ve rgel, acoge las promociones de chals y adosados para otros segmentos sociales. Por otro lado, Elda tom conciencia de que tena un centro histrico con valores patrimoniales en 1974, cuando comenzaron los trabajos de delimitacin de una zona histrico-artstica, en la que deberan definirse mejor las ordenanzas de construccin y, sobre todo, los procesos de sustitucin de viejas casas por desmesurados edificios. Se encarg, para ello, la redaccin de un Plan de Reforma Interior , aunque el documento regulador de ese mbito se aprob en 1985 21. El modelo de actuacin elegido, entre los posibles, comporta la renovacin urbana y social y, en la prctica, consiste en introducir en el centro histrico las calidades ambientales, urbansticas, de accesibilidad y de viviendas existentes en el centro funcional de la ciudad y en las nuevas y ms exquisitas periferias, de forma que el centro histrico recupere el atractivo para ser habit ado y como espacio funcional activo. 261Industria y viviendas obreras. La configuracin de una ciudad industrial Imagen del centr Elda. E l comercio tiene la capacidad de estructurar y conformar espacios, dotndolos de elementos singulares y distintivos; da vida a la ciudad, justifica los desplazamientos y afianza el sentimiento cvico y social. La tradicin comercial de la ciudad se remonta muchos siglos atrs, incluso antes que la industria. El reto para los prximos aos pasa por una unin entre comerciantes y ciudadanos frente a las nuevas formas comerciales, ya q ue mientras el comercio urbano exista, t anto el valor del suelo como el espritu cohesionador que imprime la actividad permanecer en la ciudad. Si por el contrario cambian radicalmente los hbitos de consumo y comienzan a desaparecer comercios, la consecuencia inmediata es un paulatino deterioro de las condiciones sociales de los barrios. As pues, la ment alidad transactiva segn la cual la oferta ofrece servicios y productos y la demanda accede a lo ofertado debe ampliarse porque ambas se necesitan si q uieren conservar su status, es un principio cvico en donde ambos protagonistas se benefician. Las mayores densidades comerciales de Elda tienen unas zonas claramente reconocibles a las que debemos aadir la existencia de dos mercados permamentes y dos mercadillos ambulantes. La primera zona comercial corresponde al espacio comprendido desde el principio de la avenida Alfonso XIII hasta el f inal de la avenida de las Olimpiadas, adems de las calles adyacentes donde t ambin podran incluirse los comercios situados en los sectores ms consolidados de avenida de Ronda. La segunda zona parte desde el inicio de la Gran Avenida en direccin a Petrer, junto con las calles adyacentes, como Pablo Iglesias o R eina Victoria. Adems surgira otra rama comprendiendo la calle Padre Manjn hasta el final, bifurcndose en la avenida de Chap en dos ramales, el ms import ante en direccin avenida del Mediterrneo y en menor medida otro en direccin Antonio Maura. La tercera zonaest integrada por la Plaza Mayor, la calle Juan Calos I y adyacentes, el Mercado Central y todo su entorno. Existe una pequea zona en las calles Jardines y Ortega y Gasset creando un pequeo circuito cerrado en las calles Nueva y Coln. A la hora de identificar la tipologa de los establecimientos comerciales para establecer una zonificacin de la actividad, hemos de introducir una serie de matices. As por ejemplo en los barrios obreros alejados de los ejes comerciales (Huerta Nueva, Estacin, Caliu) la may oria de los establecimientos son bares o pequeos negocios familiares, mezclados con pequeos talleres donde la actividad es eminentemente industrial. Por o tro lado, en las zonas de reciente edificacin como la avenida de Ronda, adems de hostelera y alimentacin, se halla un buen nmero de negocios dedicados al equipamiento del hogar (suelos, grifera, muebles, servicios al hogar). En los espacios urbanos consolidados la tipologa comercial es mucho ms compleja y div ersa en cuanto a su estructura y oferta. En Elda, la zona coincide con la tercera zona comercial. Aparcamientos regulados por tiempo (ORA), localizacin de aparcamientos pblicos subterrneos, presencia de reconocidas franquicias, puesta en comn de campaas publicitarias (navidad, rebajas), mayor densidad en el nmero de entidades bancarias y cajeros automticos, servicios pblicos y de la administracin, presencia de otros servicios no comerciales (abogados, asesoras, clnicas, es decir, profesionales liberales), ejerce una mayor atraccin sobre la poblacin. Elda posee un centro comercial planificado abierto, donde se mezclan usos 262HISTORIA DE ELDA Los espacios centrales y el comercio ERNESTOCUTILLASORGILS U niversidad de Alicante residenciales y comerciales. La Plaza Mayor constituye un conjunto comercial y residencial sobre un espacio abierto enclavado en el centro de la ciudad con las mismas ofertas que los centros comerciales cerrados que surgen en las periferias urbanas. Este proyecto se asoci en un primer momento con la idea de hacer compatible el ocio y el comercio, dotndose para ello de ofertas como: cafeteras, recreativos, restaurantes, tiendas de ropa y complementos, gimnasio, supermercado, minicines. Hoy da pese al cierre de stos ltimos como consecuencia de la competencia de los grandes centros comerciales perifricos, la zona sigue presentando un gran dinamismo comercial. No obstante, la ciudad presenta unos aspectos negativos que inciden desfavorablemente en el comercio. Por ejemplo, el trfico rodado hacia las zonas ms comerciales se ve perjudicado por estrangulamientos del callejero, el denso flujo de vehculos (23.779 turismos en 2001 y 2.012 motocicletas con una tasa de crecimiento del 14,9% entre 1997 y 2001), la importante presencia de los vehculos procedentes de otras ciudades, los problemas derivados de la escasez de aparcamientos frente a la accesibilidad y emplazamiento de los grandes centros comerciales. Una serie de aspectos positivosy potencialidades seran: la existencia de una agencia para el fomento de iniciativas comerciales (AFIC), la Asociacin de Comerciantes de Elda, que organiza campaas y participa de modo muy activo en actividades pblicas, as como el trato personalizado, el servicio postventa, la calidad o los precios ofrecidos por los establecimientos, que tienen un efecto inmediato en la captacin y fidelidad de la clientela. Los consumidores se beneficiaran adems del rechazo generado en horas punta, viernes y sbados, por la af luencia masiva a las grandes superficies perifricas. Otro elemento a tener muy en cuenta es el creciente nmero de personas mayores en el seno de la ciudad con preferencias adquisitivas muy claras y q ue suelen ser fieles a las marcas y establecimientos, y Elda no es una excepcin. 263Industria y viviendas obreras. La configuracin de una ciudad industrial La imprenta Iniciar un estudio sobre lo que ha sido el panorama cultural en Elda durante el siglo XX, nos lleva inevitablemente hasta la imprenta. Gran parte de las manifestaciones culturales en nuestra ciudad, han tenido como base las artes grf icas y muestra de ello es la creacin en 1905 del primer taller establecido en la ciudad, Tipografa Moderna, conocido popularmente como Imprenta Vidal, propiedad de D. Juan Vidal Vera. Esta industria nace en respuesta a la necesidad cada vez mayor, creada por la demanda social e industrial de medios de impresin locales. Hasta esa fecha, plasmar grficamente las inquietudes literarias, la prensa local o incluso los impresos comerciales e industriales, era algo que se venan realizando en otras poblaciones como Alicante, Novelda o Monvar. Si bien esta primera imprenta eldense se crea en 1905, sus primeros trabajos empiezan siendo para consumo industrial y algunos programas para las Fiestas Mayores de septiembre. Los primeros peridicos locales impresos en Elda, El Tijeretazoy Heraldo de Elda (1912), lo son en los talleres de Tipografa Moderna. Hasta 1930 no se crea la segunda imprenta eldense, Grficas Ortn. En o tro taller propiedad de D. Manuel Belda, se imprimen algunos ejemplares de Rebelin!, pero las condiciones de local y maquinaria, limitaban la edicin de peridicos de grandes dimensiones, por lo que se acaban dedicando sobre todo a la produccin de impresos comerciales. Si bien la posguerra supone un periodo de sequa cultural al reprimirse las iniciativas populares, las dcadas siguientes son testigo del enorme desarrollo industrial de Elda. Durante estos aos las imprentas se multiplican y as surgen: Tipografa T orregrosa, Tipografa Basilio (con posterioridad, Imprenta Dahellos), Grficas Obrador, Grficas Ferrrndiz, Grf icas Pons y Grficas Azorn. Estos aos se pueden considerar de verdadero auge en la imprenta eldense, que no obstante sobrevive gracias a los impresos industriales y comerciales. Otro de los aspectos sociales que contribuyen al mantenimiento de esta industria,es la impresin de programas y publicaciones dedicadas a divulgar las fiestas locales (Moros y Cristianos, Fallas, Cofradas de Semana Santa, Fiestas Mayores, etc.). 265 Elda y su cultura en el siglo XX JUANVERAGIL Biblioteca Pblica Municipal Casa de Cultura. Elda 33 Po tada y contra pr impr Elda. An as, las revistas, peridicos y publicaciones de ms entidad, se siguen realizando en talleres fuera de nuestra ciudad, tales como: Grficas Ciudad (Alcoy), Imprenta Edjar (Almorad), Grficas Daz (Alicante), Talleres Such y Serra (Alicante, actuales impresores de Valle de Elda). Hasta los aos ochenta, puede decirse que las imprentas sobreviven en nuestra ciudad, gracias al elevado volumen de trabajo que genera la industria zapatera y su necesidad de hojas impresas, etiquetas, cajas y paquetera. N uevas firmas del sector han venido en los ltimos aos a reforzar y completar la oferta existente. Gracias a todas estas empresas y al esfuerzo realizado por ir adaptndose a las cada vez mayores exigencias del mercado editorial, podemos decir con toda propiedad que se ha ido escribiendo pgina a pgina, la historia cotidiana de Elda en este siglo pasado. Publicaciones peridicas y monografas Con un panorama social, aquejado por fuertes condicionantes de produccin agrcola y las necesidades de supervivencia de una poblacin poco especializada, se cierra el siglo XIX en Elda. Los tmidos intentos de crear una industria fuerte que sirviese de fuente de riqueza estable a la poblacin, crist alizan durante estos aos permitiendo inaugurar el siglo XX, con todo el esplendor industrial que esta poca trajo a la ciudad. Una vez sentadas las bases productoras, sobre las que se crea el tejido fabril, Elda, todava una villa, empieza a sufrir los primeros cambios q ue le llevarn a convertirse en la ciudad q ue hoy conocemos. A diferencia de otras ciudades de la provincia, en Elda no hubo como en Orihuela, una clase social distinguida por su aristocracia, o bien un entramado administrativo y docente, sustentado por la jerarqua eclesistica. Ni hubo, como en el caso de Alcoy, una burguesa representada por grandes industriales, vanguardia de los avances sociales y tecnolgicos que penetraban en la pennsula por Catalua. La sociedad eldense, se va formando con los nuevos industriales del calzado y con los profesionales liberales que atrados por las nuevas posibilidades laborales, acuden a Elda y se van situando para responder a la demanda de servicios de una poblacin en continuo crecimiento. Mdicos, abogados, maestros..., poco a poco emerge un sector social, que al margen de sus ganancias pecuniarias, necesitan rodearse de un ambiente cultural, hasta ese momento muy escaso, por no decir inexistente . La precariedad en las vas de comunicacin, la lejana de los centros culturales, la falta de centros educativos, 266HISTORIA DE ELDA Po rtada del semanario 301Rebeli227n! en su primera eta ejemplar impr el taller de D Elda. Ta ller de impr re lizando tar finales del siglo XX. la escasez de publicaciones de todo tipo unido a un afn de superacin y de igualarse cuanto menos a las poblaciones vecinas, conduce a las clases social y econmicamente preponderantes a ir creando en el entorno los canales de expresin ciudadana.Con el paisaje descrito, nace la prensa peridica en Elda. Ya en el siglo anterior, encontramos algn antecedente en la revista Fiestas de Septiembre(1866), los peridicos El guila (1877, de posible contenido y denuncia poltica) y el ya datado en 1886 con suficiente base documental, El Bien General , editado por la Sociedad de Socorros Mutuos Obreros del mismo nombre y dedicado a contenidos literarios y sociales. En 1902, con la publicacin de El Vinalap, subtitulada R evista de ciencias y de arte, se inicia una secuencia de ediciones de otros tantos peridicos y revistas 1, que irn apareciendo a lo largo del primer tercio de siglo, con mayor o menor duracin y fortuna. Siempre al pairo de la situacin poltica y social, en la mayora de los casos, la prensa en Elda acta durante este periodo, como rgano de expresin de los grupos con tendencias ideolgicas, dejando sistemticamente un hueco en sus pginas para dar una muestra de la preocupacin de estos colectivos por la cultura, entendida como ms o menos elitista o popular segn sus tendencias. La crtica social y la stira, no estn ausentes de sus pginas, del mismo modo que encontramos varios ttulos, dedicados al fomento de las fiestas locales. Entre estos ltimos podemos destacar El Centenario (1903), revista dedicada exclusivamente a los actos celebrados con motivo del tercer centenario de la llegada de las imgenes de los Santos Patronos a Elda; la revista Fiestas Populares (1931), da un giro de 180 y respondiendo a los vientos republicanos, dedica sus pginas a la promocin de las fiestas tradicionales locales en su vertiente cvica. El ao siguiente, ve la aparicin de Elda Extraordinario, con un nico nmero dedicado a conmemorar el centenario del nacimiento de Castelar. Ttulos como La Bandera Radical (1911), El Reformista y El 75 (1915), La Luc ha (1920) y Horizonte (1931), son una muestra de las publicaciones peridicas eldenses de distintas tendencias polticas. Pero entre todas ellas, destaca por la calidad de sus colaboradores y su permanencia en el tiempo, el semanario Idella (1926-1930), dirigido por Jos Capilla. Apreciado por polticos y literatos tales como: Gregorio Maran, Azorn o Gabriel Mir entre otros muchos, Idella supo conectar con el sentimiento republicano de la poblacin eldense, quedando en la memoria local, como el peridico ms importante de este periodo. La cada de la dictadura de Primo de Rivera y la posterior instauracin de la Repblica, permiten la publicacin de o tros peridicos, en muchos casos como exponente de las ideas de sus editores. La prensa de tendencia socialista y en mayor medida la anarquista, al ser vehculo de expresin de las ideas racionalistas, permiten la difusin de un tipo de cultura llamada popular. Alejada de los cnones oficiales y no exenta de una cierta ingenuidad y romanticismo, visto desde la perspectiva actual, daba el protagonismo al pueblo y al razonamiento, estando sus contenidos impregnados de una fuerte carga social. Los aos de la Guerra Civil, por razones obvias, suponen un freno en cuanto al nmero de cabeceras publicadas. En este periodo y debido a la inf luencia del sector poltico mayoritario, las publicaciones son sobre todo de ideologa libertaria. Los contenidos van dirigidos especialmente a mantener la conciencia de la poblacin en lnea con 267Elda y su cultura en el siglo XX Imagen de ca publicaci227n peri227dica eldense m207s importante anterior a la Guerra Ci Ca ideolog222a cenetista, impr Gr207ficas Ort222n, Elda, 1932. la situacin del pas. Los semanarios Proa, Rebelin, Nuevo Mundoy Al Margen, de fuerte carga dogmtica, se continan editando hasta llegar al ao 1939. Un largo parntesis se abre al acabar la guerra, en el que asoman publicaciones dedicadas a temas monogrf icos (fiestas, deportes) o bien de forma ocasional, con motivo de algn evento puntual. En este periodo nace la revista oficial de las fiestas de Moros y Cristianos (1945), el boletn Peregrinacin (1948) o Dahellos (1949), concebida esta ltima como un cuaderno literario, rgano de expresin del grupo del mismo nombre, f ormado por nombres tan reconocidos como: Alberto Navarro, Juan Madrona, Vicente Valero, Rodolfo Guarinos, Carolina Gonzlvez y otros; la revista va evolucionando hasta llegar a abarcar informacin ms generalizada y de inters para la poblacin. Con quince nmeros publicados y una extensin en el tiempo de cuatro aos, Dahellosse convierte en un raro referente para el inicio de la investigacin de temtica local. Hay que esperar a 1956, para encontrarnos con un nuevo semanario eldense. En este caso se trata de Valle de Elda , la publicacin periodstica local de ms larga duracin. El 1 de septiembre de 1956, sale a la calle el primer nmero de este semanario, que viene publicndose ininterrumpidamente hasta el da de hoy, bajo la direccin de Alberto Navarro Pastor hasta el ltimo nmero publicado en 2003. Una publicacin de mbito tan modesto y de tan larga duracin, posiblemente deba su permanencia a las simpatas y cercana con los censores y, en tiempos ms recientes, a su mesura y contencin alejada de cualquier tipo de sensacionalismo y mantenida durante toda su andadura. De un conservadurismo patente en todos sus aspectos, Valle de Elda, posiblemente deba su permanencia a esa fidelidad de imagen, correspondida a su vez por la poblacin eldense que tiene en esta publicacin, una de sus seas de identidad ms reconocidas. Con posterioridad a esta publicacin, han visto la luz en Elda, otras muchas cabeceras de muy variada ndole: boletines festeros, deportivos, culturales, etc. cuyo comentario, se hara excesivamente extenso para el inters de esta obra y sera repeticin de la muy acertada monografa de Alberto Na varro Pastor: La prensa peridica en Elda (1866-1992) , a la cual remitimos al lector. En la actualidad y junto a Valle de Elda , tendramos que resear la existencia del semanario El Comarcaly el boletn municipal Vivir en Elda,el cual concebido como va de comunicacin de la vida municipal, viene dando cuen- 268HISTORIA DE ELDA Po tada de un n234mer re Dahellos, per al a226o 1950. Po tada del primer n234mer Valle de Elda(1956). ta de todo aquello que puede interesar a la ciudad en todos los aspectos. Un tratamiento especial merece la revista Alborada . Nacida en 1955 bajo el ttulo de Fiestas Mayores , el nombre de Alborada figura en su cabecera, y pasara a ser el propio desde el nmero 3 de la revista (1957). Pensada como revista de las fiestas mayores de septiembre, con el tiempo ha ido evolucionando hasta convertirse en los ltimos aos, en la autentica tribuna para dar a conocer las investigaciones histricas y costumbristas de gran nmero de autores locales, o bien que han tenido una cercana por causas variadas a nuestra ciudad 2. Estas investigaciones y los artculos resultantes de ellas, convierten a Alborada, en la cantera temtica por excelencia y fuente documental ineludible, para ir completando la historia social reciente de Elda, hacindose imprescindible para cualquier interesado en los temas locales la consulta de todos los artculos publicados en ella desde su primer nmero. Con relacin a las monografas y a la creacin literaria, son sobre todo los ltimos aos del siglo pasado, los que v en incrementarse la bibliografa local. Si bien la mayora de estas obras son de contenido basado en el costumbrismo y la historia local, no faltan trabajos de mayor profundidad, en los que se aprecia claramente la preocupacin de sus autores, por profundizar en el anlisis de aquellos episodios y personas que han conformado el paisaje social local. No es la finalidad de este trabajo elaborar una bibliografa eldense exhaustiva sobre el periodo, por lo tanto, conscientes de la importancia de todas las obras publicadas, haremos referencia sin desmerecer a los no relacionados, a los trabajos del referido anteriormente Alberto Navarro Pastor, Cronista oficial de la ciudad y autentico referente para cualquier interesado en los temas locales, el cual ha sido reconocido en este ao de 2004 con el ttulo de Hijo Predilecto de Elda , por su contribucin a la recuperacin de la memoria local. La variedad de sus trabajos y el rigor y profundidad utilizados para su elaboracin, los convierten en la autentica fuente popular de obligada consulta. La aportacin de los profesores: Jos Vicente Cabezuelo Pliego, Jos A. Ortega Cams, Antonio Poveda Navarro, Juan Rico Jimnez, Joaqun Samper Al- czar, Glicerio Snchez Recio o Jos Ramn Valero Escandell, entre una nmina mucho ms extensa y de no menor importancia, nos aportan una visin academicista y totalmente esclarecedora sobre distintas etapas histricas de la ciudad y sobre el conocimiento de eldenses ilustres, tal es el caso de D. Juan Sempere y Guarinos, del cual se conmemora el 250 aniversario de su nacimiento. Resea destacada merece la labor efectuada con la catalogacin del archivo de la casa condal de Elda, por 269Elda y su cultura en el siglo XX Re Alborada , constituida en la aut216ntica fuente de r de los estudios locales eldenses. Re Mor actualidad de las publicaciones peri227dicas eldenses. parte de Gabriel Segura Herrero y Consuelo Poveda Poveda y publicada bajo el ttulo de Catalogo del Archivo Condal de Elda(I) , obra que se ha mostrado como importantsima para el posterior estudio de la historia de nuestra ciudad por o tros autores, queda en espera de ver la segunda parte, que vendr a complet ar esta fuente documental. Una visita de carcter ms cercano a todos los lectores y de temtica ms variada, es la que nos proponen en sus obras autores tales como: Manuel Serrano Gonzlez, Jos Luis Bazn Lpez, Miguel Barcala Vizcano, Juan Rodrguez Campillo o la rara aproximacin histrica de gran valor grfico de Miguel ngel Guill. Entre todos visitan cada uno de los rincones y apartados que componen la sociedad, confeccionando un tapiz cultural y costumbrista de innegable valor. En cuanto a las obras de creacin literaria, destacaramos las de Elia Barcel centrada en narrativa juvenil, as como algunas novelas de ciencia ficcin de muy buena acogida por parte de la crtica y del pblico, sealaramos uno de sus ltimos ttulos publicados, El secreto del orfebre (2003), por el prot agonismo que adquiere en la novela nuestra ciudad a pesar de no denominarla como tal, pero fcilmente identif icable en calles, plazas y establecimientos, algunos de ellos ya desaparecidos . Tambin hacemos resea de la obra publicada por Pedro Maestre, ganador del Premio Nadal en 1996 con la novela Matando dinosaurios con tirachinas y las posteriores Benidorm, Benidorm, Benidorm (1997) y Alfreces Provisionales (1999), o la menos divulgada pero de indudable calidad, perteneciente a Antonio Pealver. La labor de la Concejala de Cultura en este campo, viene refrendada por el gran nmero de publicaciones q ue subvenciona a lo largo de cada ao y por la convocatoria anual del Concurso de Cuentos Ciudad de Elda, cert amen de alcance internacional y al que han concurrido en su larga andadura, autores de reconocido prestigio y calidad en su obra. Colectivos culturales Algo ineludible para profundizar en el estudio del panorama cultural eldense durante el pasado siglo, es la aproximacin a los colectivos culturales, verdaderos ejes vertebradores de todas las iniciativas que han formado las pginas de la cultura en nuestro entorno. Recin iniciado el siglo, en 1901 y tomando como modelo lo ocurrido en o tras poblaciones, entre ellas las vecinas Nov elda y Monvar, se crea por iniciativa de un grupo de amigos lo que vendra a ser el Casino Eldense. Heredera de alguna otra sociedad similar ms antigua y dotada de un primer reglamento normativo, tres aos ms tarde de constituirse, esta asociacin ya cuenta con una flamante sede, el edificio q ue actualmente conocemos. Este hecho posibilita la organizacin de distintos actos: reuniones, tertulias, as como bailes y celebraciones festivas. Convertido en el emblema de una parte de la poblacin eldense, la sociedad del Casino cumple su funcin hasta entrada la dcada de los ochenta. Tras este largo periodo, entra en un declive del que la actual directiva parece querer escapar con la propuesta de remodelaciones estructurales en el edificio social y capt acin de nuevos socios, para devolv erle el protagonismo que tuvo en otros momentos. Si bien la sociedad del Casinocubra las expectativas de un sector social, la gran mayora de los eldenses, apenas contaba con propuestas culturales. La banda de msica, y posteriormente el Or- 270HISTORIA DE ELDA La publicaci227n del Cat207logo del Archivo Condal de Elda, de 1999, supuso un importante paso para el conocimiento y la investig ciudad. fen Sinfnico Eldense, seran algunas de las alternativas posibles. La falta de medios ilustrativos y ante todo la escasez de medios econmicos, hacen surgir al amparo de grupos ideolgicos, instituciones dedicadas a procurar alimento al espritu . Unas de carcter educativo, llenas de idealismo y, visto con la perspectiva del tiempo, con un ingenuo romanticismo tal como la Escuela Racionalista 3; o tras como la Casa del Pueblo o el Ateneo Libertario, con una f inalidad ms dogmtica, pero todas ellas vendran a sentar las bases de lo que se denomina cultura popular , permitiendo dentro de su idealismo y ante la escasez de medios oficiales, fomentar la formacin autodidacta. Todas las iniciativas anteriores forman el cuerpo del que posteriormente surgiran las Bibliotecas Populares , las tertulias en los ateneos, o la gran proliferacin de publicaciones peridicas del primer tercio de siglo. La Guerra Civil supuso un import ante parntesis, pero al acabar esta y tras un periodo de ajustes sociales, vemos surgir una serie de establecimientos generalmente intervenidos por el rgimen dominante, con la intencin de ir inf luy endo ideolgicamente en la poblacin. Las manifestaciones culturales en esta poca, estn sometidas a una fuerte censura poltica y dogmtica, siendo sus gestores elementos afines o integrados en la seccin sindical, Seccin Femenina o distintos grupos nacidos al amparo de la Iglesia oficial, tal como la Casa del Nio. La dcada de los aos cincuenta, es especialmente fecunda e importante, al ser la etapa en la que surgen una serie de grupos cuyas inquietudes, van a ser el germen del desarrollo cultural de la ciudad. Tras largas conversaciones y no menos gestiones, en 1952 se llega a inaugurar lo que sera durante cincuenta aos, el emplazamiento provisionalde la Biblioteca Pblica Municipal. Fruto de las propuestas de un grupo de intelectuales locales, pertenecientes al grupo literario Dahellos, se consigue contar con una de las primeras bibliotecas pblicas municipales de Espaa. Creada con un fondo librario formado en parte por la dotacin fundacional del ministerio y en parte por donaciones populares, y dirigida por Alberto Navarro en su primera etapa, existen ancdotas y curiosidades como la propuesta de un miembro del patronato rector de no cubrir el servicio de prstamo de libros a domicilio, ante el riesgo de contagio de enfermedades infecciosas, o la norma de publicar semanalmente en la prensa local del momento, la lista de donaciones y nuevas adquisiciones de libros, prctica esta que se nos muestra actualmente como un adelanto de lo que hoy damos en llamar animacin a la lectura. Llegados a 1956, un grupo de amigos forma una de las asociaciones de ms solera y que ms a contribuido al f omento cultural en la poblacin: el 271Elda y su cultura en el siglo XX Alberto Na aut216ntica fuente r para la investig tem207tica local (CEFIRE) En El secr , Elia Bar idealizada de la Elda de posguerra. Centro Excursionista Eldense; con sus distintas secciones, ha intervenido en todas aquellas manifestaciones sociales y culturales que han ido surgiendo en Elda. De esta forma en su organigrama, podemos resear la seccin arqueolgica, germen y autores sus componentes del actual Museo Arqueolgico Municipal. Pioneros en las excavaciones arqueolgicas, sentaron las bases para la posterior recuperacin del importante legado arqueolgico e histrico con el que contamos. La agrupacin de Pulso y Pa, la Coral Allegro o el Orfen del CEE, todos ellos estn presentes sin duda en el origen de lo que hoy es el Conservatorio Profesional de Msica Ruperto Chap . La seccin filatlica, la seccin de fotografa, o el apoyo dado, facilitando sus instalaciones para la celebracin de cursos y exposiciones organizadas por otros colectivos, sin olvidar la promocin del deporte en casi todas sus modalidades, son una muestra del buen hacer de esta asociacin, surgida de la inquietud popular y de la q ue todos somos deudores. Durante los aos sesenta, de la mano entre otros de Carolina Gonzlv ez y de Paco Moll, se crea el Centro Cultural Eldense. A lo largo de cuatro aos, asistimos a la celebracin semanal de conferencias, tertulias literarias, recitales de poesa, la organizacin en 1961 de una semana de Arte Sacro, o la puesta en antena del programa Horizontes , de la mano de Diego Iiguez en la antigua emisora local Radio Elda. El Saln de Otoo, patrocinado por la desaparecida Caja de Ahorros Provincial, el Aula de Cultura de la Caja de Ahorros del Sureste de Espaa, fusionada posteriormente con la anterior, o la obra social del Club de Campo, permiten asistir a exposiciones de arte y conferencias de un alto nivel. En 1964, se crea en Elda el Seminario del Instituto de Servicios Sociales, impartiendo titulacin de Graduado Social, acuden a l estudiantes de toda Espaa. En 1970, el Ayuntamiento eldense relanza los estudios y ya en 1987 este seminario se transforma en la actual Escuela de Relaciones Laborales, dependiente de la Universidad de Alicante y en donde gran nmero de alumnos curs la diplomatura de esta especialidad. El futuro de esta institucin, se perfila bastante optimista, con el proyecto de creacin del Campus U niversitario del Vinalop. Con posterioridad a 1975 y tras un gran estallido social, enmarcado en los aos de la transicin poltica a la democracia en Espaa, todos aquellos movimientos culturales que han ido gestndose en las dcadas anteriores tienen su eclosin, crendose un entramado cultural que desemboca en los aos ochenta, verdadera edad de oro de la cultura del pas en general y en Elda en particular. Arte, literatura, cine, teatro, msica, deporte. Todo tiene cabida y proliferan las propuestas para todas las edades. Las administraciones pblicas sensibles a las demandas ciudadanas, se van convirtiendo poco a poco en gestores de aquellas actividades, hasta ese momento casi vedadas a la mayora de los ciudadanos. As es como asistimos a una mayor difusin de los intereses culturales, encauzados y fomentados en Elda con la creacin de la Casa de Cultura en 1983 y cuyos resultados se pueden apreciar actualmente, al haber contribuido sta a elevar el nivel formativo y cultural de la poblacin. Hemos de entender q ue posiblemente sin las experiencias pasadas, no hubiesen surgido grupos como: El colectivo de la Medianoche, La Casica del Artista, Aulas de la Tercera Edad o Mosaico, que junto a otros permiten desarrollar una labor social de acercamiento a la cultura, que difcilmente podra haberse hecho efectiva solo por la iniciativa privada. Los ltimos aos del siglo XX, y los primeros de este nuevo milenio, siguen consolidando iniciativas como el 272HISTORIA DE ELDA Pr Escuela R tendencia anar (Ar Centro de Estudios Locales del Vinalop, nacido en 1997 , con sedes en Petrer y Villena; recibe el apoyo econmico de la Mancomunidad Intermunicipal del Valle del Vinalop y da a conocer sus inv estigaciones por medio de las publicaciones: Revista del Vinalop y la coleccin de estudios monogrficos LAlgoleja. Iniciativas de este tipo, con miras supramunicipales, son merecedoras de mencin por lo que suponen de superacin, ante un modo de pensar basado en el localismo. La creacin del Centro Cultural Paurides Gonzlez Vidal, perteneciente a la fundacin homnima, o la inauguracin recientemente del auditorio de msica, promovido por la asociacin Amigos de la Opera y Conciertos, son dos de los ltimos logros en nuestra ciudad, que si bien han tenido una fuerte participacin de fondos pblicos, han ido surgiendo de sendos colectivos privados y nos permite asegurar una completa y variada oferta cultural no solo para Elda, sino tambin para toda la comarca. Aspectos musicales Al acercarnos al estudio del panorama musical en Elda durante el siglo XX, apreciamos una primera etapa, marcada sobre todo por la labor de la banda de msica Santa Cecilia dirigida por D. Ramn Gorg, bajo cuya batuta la banda consigue un import ante primer premio en Alicante en agosto de 1900. Posiblemente el triunfo en este cert amen, actu como detonante para formar la Sociedad Artstico-Recreativa La Eldense , cuyo fin era dotar a Elda de un recinto adecuado para las representaciones teatrales, conciertos musicales, representaciones lricas, etc., plasmndose esta iniciativa en la realidad del T eatro Castelar. Este empeo de cara a la celebracin del tercer centenario de la llegada de las imgenes patronales a Elda, fuerza que el teatro-circo, se inaugure a falta de ornamentacin, siendo objeto de un posterior acabado en aos siguientes. La proyeccin de los msicos y compositores locales en esta etapa, fue a nivel de crculos reducidos, como mucho con un alcance provincial y regional y su actividad iba dirigida a la docencia privada o a la direccin de la banda de msica Santa Cecilia. La temtica de sus composiciones era sobre todo de exaltacin religiosa o patritica, con alguna incursin en la msica lrica. Msicos pertenecientes a este periodo, podemos resear a D. Francisco Santos autor del Himno a Elda, interpretado por el Orfen Sinfnico Eldense (1932-1935) con gran xito de pblico. D. Ramn Gorg, director de la banda de msica y autor entre otras obras de los villancicos A la Virgen y Al Seor, con letra del poeta local F rancisco Laliga; Gorg fue autor de varias zarzuelas de temtica localista, ambientadas en los talleres de calzado, con libretos de D. Maximiliano Garca Soriano, siendo estrenadas en Alicante y Madrid. Tras el obligado parntesis que supuso la Guerra Civil, el msico valenciano D. Jos Estruch Mart, continu a cargo de la banda de msica (19341954; 1962-1978), representando una nueva poca de esplendor para la msica local. En los aos de posguerra, Elda vivira el despunte de varios artistas locales con desigual continuidad en sus carreras, es el caso de las cantantes lricas Amparo Vera Beltrn y Carmen Ban. Ya en los aos 50 y dentro de una lnea de cancin popular muy de moda por entonces, surge la figura de Pedrito Rico, uno de los artistas con mas proyeccin internacional que ha dado Elda. Tras su debut en el teatro Ruzafa de Valencia y su presentacin en Madrid, inicia su larga carrera, de gran xito sobre todo en Amrica Latina, donde tienen gran aceptacin sus espectculos de fuerte acento folclri- 273Elda y su cultura en el siglo XX Orfe227n Sinf227nico Eldense, durante su actuaci227n del 1 de septiembr Castelar D. ncisco Santos, autor del Himno a Elda, cuy lug co. Pedrito Rico interviene tambin en varias pelculas de temtica popular.La danza tiene su representante eldense en la figura del bailarn Antonio Gades. Llegado al mundo del baile de f orma casual, Gades se forma en el ballet de Pilar Lpez. Reconocido por la crtica como uno de los interpretes ms importantes en su disciplina artstica, ha desarrollado una amplia carrera no solo como bailarn, sino como coregrafo y director artstico, creando escuela con su buen hacer. Sus actuaciones han pasado por el cine interviniendo en pelculas no siempre de contenido musical, destaca entre ellas su participacin en la mtica Los tarantos del director Rovira Veleta, junto a Carmen Amaya. Los aos setenta suponen en Elda el intento de consolidar un importante f estival de pera y ballet. Auspiciado por la Asociacin de Amigos de la Msica y con la colaboracin del eldense Gerardo Prez Busquier, en su momento director de la orquesta del Teatro del Liceo de Barcelona. En el marco de las fiestas de septiembre, se suceden las distintas ediciones de este festival hasta llegar a 1979, ao en el que debido a las crticas que lo t achaban de elitista y discriminatorio, acaba por desaparecer. La importancia que fue adquiriendo este certamen, se ref leja al revisar el elenco de figuras que intervienen en sus distintas ediciones, as como el contenido de su programacin. Cantantes de la talla de Montserrat Caball, Placido Domingo, Jos Carreras, Joan Pons, o los eldenses Jos Maria Prez Busq uier y Evelio Esteve, dan idea del nivel alcanzado en un festival posiblemente demasiado ambicioso para la realidad y el momento de Elda. La situacin de cambio poltico y los recursos destinados a este evento, limitaron la realizacin de una programacin alternativa de cariz ms popular y acorde con el gusto de otros sectores de poblacin, sobre todo los jvenes, quienes vieron rebajado el nivel de los espectculos a los q ue estaban acostumbrados. Las crticas vertidas desde distintos colectivos ciudadanos, unidas a un cambio de criterios de la administracin municipal, llevaron al cierre de un ciclo artstico que como otros proyectos en la ciudad, han sido adelantados a su tiempo. Los aos 80 y 90, musicalmente hablando, pasan por la continuidad de agrupaciones como la banda de msica Santa Cecilia, el Orfen del Centro Excursionista Eldense, la Coral Allegro o la formacin de distintas agrupaciones musicales, surgidas generalmente de las aulas del conservatorio de msica Ruperto Chap. Muy destacado ha sido tambin el nacimiento, desde el anonimato del Orf en del Centro Excursionista, de la carrera musical de la soprano eldense Ana Mara Snchez, becada para sus estudios en Alicante y Madrid desde el CEE. Tras realizar numerosos conciertos en Francia y Alemania, en 1994 debuta en Palma de Mallorca con la pera Nabucco de Ve rdi. A raz de su xito ese mismo ao en el Teatro San Carlos de Lisboa como Matilde en la pera Guillermo Tell, recibe numerosas invitaciones para actuar en los mas prestigiosos teatros de pera del mundo, hasta llegar en 2004 a actuar en el Teatro Real de Madrid. Sus actuaciones opersticas, las viene combinando con conciertos y recitales de msica de cmara. Esta brillante carrera, brevemente resumida, no le hace olvidar su origen eldense, participando en todas aquellas propuestas artsticas q ue se le demandan desde Elda, a pesar de su apretada agenda de trabajo. Es de destacar la andadura musical de la soprano Dolores Delgado y de las profesoras de piano Matilde Insa y Maria del Carmen Segura, ambas responsables de la formacin musical de gran 274HISTORIA DE ELDA Ana Mar222a S207nchez durante una re entaci227n de La f destino de GTe de Madrid, 2001 (F Real). nmero de ciudadanos de Elda y su comarca.De gran importancia es tambin la labor que vienen llevando a cabo las distintas escuelas de danza de la ciudad; si bien no ha surgido de ellas una f igura de gran relevancia, si est permitiendo una educacin musical y artstica de gran nmero de educandos en su mayora mujeres, contrastable por el xito de publico de los distintos espectculos de danza de todos los estilos, que se programan en la ciudad a lo largo del ao. La inquietud de la poblacin en o tros estilos musicales, viene confirmada por la existencia desde finales de los aos sesenta de un buen nmero de grupos de msica pop. Nombres como Los Flamencos, Los Sonmbulos, oBlue Star, son recuerdos de una etapa en la que en Elda se poda escuchar msica en directo, tanto por haber grupos como por la existencia de salas. La Playa, Las V egas o Florida, marcaron unos momentos en los que la movida eldense supo adelantarse a lo que en ambientes capitalinos se venia cociendo. Si bien actualmente los grandes espectculos de msica ligera y estilos mas vanguardistas no llegan a Elda, posiblemente por la estructura comercial de este tipo de msica, visto como producto de consumo, si tiene una gran aceptacin todas aquellos propuestas q ue se pueden celebrar en el mbito local: conciertos de msica sacra, de polifona, certmenes de bandas de msica, agrupaciones musicales de las asociaciones festeras, y en los ltimos aos la gran proliferacin de composiciones generalmente destinadas a las fiestas locales de Moros y Cristianos, Fallas y Semana Santa, teniendo sus exponentes mas conocidos en las figuras de los jvenes compositores eldenses Octavio J. Peidr y Javier Ortiz. La recuperacin del Teatro Castelar, la inauguracin del Auditorio de msica y la esperemos que inminente realidad, de un nuevo conservatorio de msica, hablan por si mismo de la buena salud de la que goza la msica en Elda, algo que al parecer va a continuar en constante desarrollo. Artes escnicas La ocasin de celebrar el III Centenario de la llegada de las imgenes de los Santos Patronos a Elda pudo actuar como acicate para hacer realidad un recinto en el que las manifestaciones artsticas tuviesen un marco adecuado. Hasta ese momento, las nicas actuaciones teatrales que llegaban a Elda, eran compaas que representaban sus obras en un antiguo teatro, del que se tiene referencias pero no constancia de su ubicacin 4. Construir un teatro en la ciudad creaba unas posibilidades escnicas que la Elda de principios del siglo XX, con una sociedad que empezaba a encontrar holgura econmica, y tenia un gran afn emprendedor y de superacin, estaba necesitando. En 1904 y con motivo del Centenario aludido, sin acabar apenas su interior, el f lamante Teatro-Circo Castelar abre sus puertas y pasan por su escenario los cmicosherederos de la legua: actores, actrices y los espectculos de ms renombre en el panorama espaol. A principios de siglo, segn la memoria oral, se proyect cine por primera vez en Elda en una barraca ambulante situada en la Plaza de Arriba. Andando el tiempo y antes de la I Guerra Mundial, se empezaron a hacer sesiones de cine en el T eatro Castelar; en los aos veinte y treinta, las salas de teatro y cine fueron multiplicndose: Castelar, Cervantes y Coliseo Espaa. Tras la guerra, las diversiones eran muy escasas y el trabajo ocupaba gran parte del tiempo de los eldense; como distraccin, 275Elda y su cultura en el siglo XX Detalle de la f Castelar (F Albert Rico) quedaban los grupos de teatro de aficionados a los que siempre hubo gran aficin en Elda, las grandes compaas de teatro o zarzuelas que pasaban por la ciudad en su giras, y sobre todo... el cine. Poco a poco Elda se fue poblando de salas de proyeccin, en las cuales era costumbre contratar abonos de temporada. Los domingos por la tarde, el cine en sesin doble y ms tarde los paseos por la calle Jardines o la calle Nueva, eran las distracciones habituales. Salas como el Ideal, Cant, Alczar, Gloria, Rex, Lis y, como la demanda era muy alta, tambin en los barrios haba cine: Rio en la entrada a Huerta Nueva, Capri, Goya y Aguado en la Frontera, ese territorio perteneciente a Petrer pero fuertemente vinculado con Elda. En verano las salas al aire libre: Roxi, Coliseo, Gloria (transformado posteriormente en Pista Paz). Aos dorados del cine en Elda, por ella pasaban los grandes estrenos y eran parte del paisaje urbano las carteleras anunciando la programacin; las caras de Gary Cooper, Greta Garbo, Alfredo Mayo o Sara Montiel, eran familiares a los eldenses, que estaban al tanto de todos los trabajos que en ese firmamento de estrellas se realizaban. Los tteres de Talio 5, tambin tenan una cita anual con los nios de Elda durante las fiestas de septiembre. Poco a poco la aficin local fue orientndose hacia el teatro mas serio; as es como nace en los aos 60 el grupo Coturno , que bajo la direccin del desaparecido Rafael Maestre, eminen- te especialista en el teatro del Siglo de Oro espaol y autor de una importantsima obra relacionada con el tema, empieza a explorar en el territorio del teatro clsico y de vanguardia; este grupo mantuvo durante bastantes aos su trabajo de investigacin sobre el teatro de autor, frente al oficial y ms acorde con el gusto del momento. Como en otros aspectos, la transicin poltica abri una ventana por la q ue entraron nuevos aires y en Elda se empez a programar de tal forma que por el Teatro Castelar pasaron los espectculos y las propuestas mas interesantes del panorama escnico nacional: Dagoll-Dagom, Els Joglars, El Teatro Negro de Praga, Carrusel, La Cazuela, T ricicle y otros muchos. Autores como Paco Nieva, Fernando Arrabal, Buero V allejo, Antonio Gala, etc. ven sus obras representadas ante el publico eldense. En la dcada de los 80, un tmido intento de crear un festival de teatro moderno, trae hasta Elda a reconocidos autores y actores, dndole un cariz ms profesional. En el aspecto local, el grupo Car asses , se constituye en el relevo de Coturno como compaa de teatro estable local. Cantera de buenos interpretes semiprofesionales que llevan su trabajo hasta importantes festivales internacionales, de la mano de su director Antonio Santos, la labor de Carassesha sido reconocida con destacados premios de actuacin, montaje y direccin. Los cambios en la legislacin de espectculos de los aos setenta, se plasman en Elda en la apertura del cine Lis como sala especial de Arte y Ensayo; esto permite asistir en la ciudad a la proyeccin de pelculas en versin original subtitulada y da la oportunidad de conocer la obra de importantes directores de cine espaoles y europeos, muy difcil de poder ver en los circuitos comerciales, e incluso fuera de las principales capitales. De gran importancia para la formacin cinematogrfica de los eldenses, fue la programacin de cine-frum, que con periodicidad mensual se llevaba a cabo en el saln de actos del colegio Sagrada Familia; y la creacin de los cine-club: Bergman y Elda, dando ocasin a los asistentes a estas sesiones de analizar tras su proyeccin los aspectos argumentales y tcnicos de las pelculas proyectadas. 276HISTORIA DE ELDA Ra estr alma de 307Coturno310 (Re Fiestas Ma). Finalizando los aos 80, el Teatro Castelar cierra sus puertas debido al estado de semiruina en que se encuentra y a la falta de entendimiento entre los propietarios y el ayuntamiento, para su adquisicin por parte de este. De repente, los espectculos a los que Elda est aba acostumbrada desaparecen y para intentar cubrir este vacio toma el testigo la Casa de Cultura. Con un gran esfuerzo debido a la falta de un escenario adecuado, se empieza a programar cine, teatro, tteres, recitales, todo aquellos que puede tener inters escnico para el pblico. Los cines en estos aos, inician un periodo de decadencia que lleva al cierre de gran parte de las salas. La apertura de los Cines Plaza en 1995, parece q ue da un poco de aliento a una oferta maltrecha, pero la realidad se impone, y con la apertura de las salas mltiples de los centros comerciales situados en Pe trer, poco a poco en el ao 2003, acaban por cerrar todos los cines en Elda. Con el deseo y peticin del pblico de volver a contar en la ciudad con esta oferta cultural, la programacin de la Concejala de Cultura por medio de sus ciclos de cine es la nica que permite tener acceso a las pelculas de importancia, que por sus caractersticas de cine de autor, o mala distribucin, no suelen proyectarse en circuitos comerciales. Esperanzadora es la iniciativa de la Concejala de Cultura de proyectar cine los fines de semana en el Teatro Castelar, si bien es cierto que este espacio, saturado de programacin, no es el lugar adecuado para ver cine por distint as razones tcnicas, y de calendario. Volviendo al teatro, en abril de 1999 se inaugura tras un largo periodo de pleitos jurdicos, el nuevo Teatro Castelar, esta vez bajo titularidad municipal, conver tido en un espacio que permitira la recuperacin de los espectculos a los que Elda estaba acostumbrada y que dara un fuerte impulso a todas las manifestaciones escnicas. En este recinto desde su apertura, se han podido ver todo tipo de eventos: importantes obras de teatros, espectculos de danza de gran nivel, conciertos, musicales, recitales poticos y sobre todo, algo importantsimo, la oportunidad que tienen los eldenses no solo de contemplar lo que viene de fuera de Elda, sino que hay un espacio escnico a su disposicin, que recoge las inquietudes creativas de grandes sectores de la ciudadana, as como la expresin artstica y musical de lo aprendido en nuestras escuelas. Mantener tradiciones como la puesta en escena del Don Juan Tenorio o dos tubos un real de Emilio Rico Albert, o poder asistir a las representaciones de danza de las escuelas eldenses, zarzuelas y funciones teatrales representados por los colectivos como Amas de Casa, asociaciones de jubilados, asociaciones falleras, de Moros y Cristianos, etc., da idea de la importancia que en Elda se concede, no solo a la cultura con mayscula, sino tambin a una cultura de calle y de base, que al fin y al cabo es la mejor evaluacin del nivel de ilustracin de un pueblo. Artes plsticas Las limitadas posibilidades de todo tipo con que contaba Elda en 1900, posiblemente no fuesen las idneas para un f lorecimiento de lo que venimos a llamar artes plsticas. En aquellos momentos la supervivencia era el objetivo prioritario para el grueso de la sociedad local; por eso hacer un recuento de las iniciativas artsticas en pintura, escultura o cualquier otra manifestacin similar, nos da un resultado escaso y centrado en obra de ilustracin. Las muestras ms representativas, las podemos encontrar durante esta poca en las caricaturas realizadas por Oscar Porta o el monovero Jos Amors Carlos, para el semanario Idella, o la participacin de Luis Bagara, magnifico caricaturista colaborador habitual del diario madrileo El Sol. Las fiestas han estado en el origen de muchas de las manifestaciones artsticas locales y as es como encontramos una excepcional muestra de obra grfica, en los programas de fiestas de los aos que abarcan el periodo hasta la Guerra Civil. Fiestas de carcter religioso o cvico, segn la poltica imperante en el momento, todas ellas tuvieron su exaltacin y nos han dejado su muestra en las portadas y carteles creados por artistas como: Bols, Pearrubia, Carroggio, Pedro Carpena o Corts, entre otros. Es de resear el hermoso cartel realizado por el artista alicantino Gastn Castell con motivo de celebrarse en 1932, el centenario del nacimiento de 277Elda y su cultura en el siglo XX D. Emilio Castelar. y la inauguracin del monumento a este insigne poltico6, obra del escultor Vicente Bauls, del cual en Elda se conserva alguna otra muestra, como lo es la placa conmemorativa instalada en la casa en donde vivi Castelar, colocada hoy en un edif icio de planta moderna que ocupa el lugar del antiguo emplazamiento sito en la calle Coln. Acabada la guerra, y tras un periodo de recuperacin social en todos los sentidos, la economa local empieza a resurgir, y este hecho acta de motor para plasmar ideas e iniciativas de cariz artstico y cultural. De este modo es como en los salones del Casino Eldense y con motivo de las Fiestas de Septiembre, se viene organizando cada ao una muestra pictrica de la obra realizada por afamados artistas. Ya en 1956 y con motivo de las fiestas se inaugura el Saln Nacional de la Fotografa , que en su primera edicin alcanza una gran repercusin, reuniendo 137 obras de 50 artistas de procedencia nacional; esta muestra perdurara durante ms de dos dcadas, llegando a tener un gran prestigio como exponente de obra grfica. En este periodo es cuando se desarrolla la obra del artista eldense Gabriel Poveda Rico, Leirbag.Autor de sendos retratos de gran tamao sobre El Serfico y Castelar, pintados a finales de los aos veinte, estudi arte en Monvar, Barcelona y Madrid. Tras pintar unos murales en el desaparecido Cine Cervantes, marcha a Pars en donde vive un ao. Al acabar la Guerra Civil, es encarcelado junto a otros artistas en el Ref ormatorio de Adultos de Alicante. Al q uedar en libertad, trabaja en distintos oficios que compagina con la pintura. Poseedor de una larga carrera artstica, ha investigado en casi todos los gneros: realismo, figuracin, cubismo, abstraccin, etc. Su obra ha sido expuesta en distintos pases de Europa, frica y Amrica y actualmente hay muestra de ella en el Museo de Arte Contemporneo de Barcelona, Museo del Calzado de Elda y en varias colecciones privadas. Bajo el patrocinio de la entonces Caja de Ahorros del Sureste de Espaa, se crea en Elda la llamada Aula de Cultura; la inauguracin el 5 de mayo de 1960, con un concierto a cargo de la violinista Josefina Salvador, supuso el contar en la ciudad con un espacio cul- tural estable y disponer de una sala de exposiciones adecuada. Aos ms tarde y bajo el patronazgo de la otra entidad de ahorro presente entonces en Elda, la Caja de Ahorros Provincial de Alicante, se inaugura el 31 de octubre de 1969 el Saln de Otoo, concebido como muestra anual, que alberga en esta primera cita una exposicin pictrica de tema libre, con la obra de distintos artistas locales profesionales y aficionados. En las distintas ediciones celebradas, tenemos ocasin de asistir al desarrollo y madurez creativa de nombres como: Jos M Amat Amer, Ramn Candelas, lvaro Carpena, Carmen Castao, Miguel A. Esteve, Francisco Garca beda, Juan Guill, Joaqun Laguna, Leirbag, Patrocinio Navarro, Yolanda Prez, Joaqun Planelles, Mateo Santa, Adela Sastre o Teresany, que si bien no son los nicos ni los de obra ms representativa, si dan idea del nivel artstico alcanzado en el momento. Ante la abundante nmina local, en 1973 surge una iniciativa que bajo el nombre genrico de La Casica del Artista , intenta agrupar y dar difusin a la obra de todos los artistas de Elda. Con sede inicial en una casa del deteriorado casco antiguo y con la quimrica intencin de recuperar lo irrecuperable, posteriormente con la subvencin del a yuntamiento, este colectivo se traslada a las antiguas escuelas nacionales de la calle Ramn Nocedal, en donde han estado funcionando hasta finales de los noventa. El ao de 1974 supuso un hito, al ser el que ve la inauguracin de la (hasta el momento) nica sala de arte comercial que ha habido en Elda. La Sala de Arte Sorolla, abre sus puertas bajo la iniciativa y direccin, con grandes dosis de mecenazgo, del tambin artista Miguel ngel Esteve Gernimo y lo hace con una exposicin del pintor eldense Gabriel Poveda, Leirbag. Especialmente fecunda en sus propuestas culturales, la Sala Sorolla extiende su actividad hasta entrados los noventa. Bajo su auspicio se convocan distintos concursos de pintura y dibujo al aire libre y en directo, as como de redaccin o campeonatos de ajedrez dirigidos a los escolares eldenses, teniendo como marco las plazas y los colegios de Elda. Anf itriona de exposiciones de gran importancia, la Sala Sorolla edita, junto al acuarelista cataln Guillem Fresquet, 278HISTORIA DE ELDA El pintor Ga Leirbag , en 1988 en una finca de Petr Te una carpeta de obra mltiple, con temas sobre Elda del mismo autor. A travs de sus salas han visitado Elda, las creaciones de artistas tan representativos como: Prezgil, Gastn Castell, Antogonza, Mart Font, Royo, Mara Carrera, Daniel Merino, o la obra grfica de Salvador Dal entre otras propuestas, adems de las exposiciones realizadas por su director de su propia obra.En 1980 y junto al C. N. Pintor Sorolla, de Elda, la galera convoca el Cert amen Pintor Sorolla ; inicialmente de mbito regional, en la actualidad se sigue convocando con carcter nacional, bajo el patrocinio del Ayuntamiento y la Concejala de Cultura de Elda. Otro de los certmenes consolidados en el tiempo y fruto de ese raro exponente de iniciativa cultural popular, emanado de la fiestas locales, es el Cert amen de minicuadros Huestes del Cad .Convocado por la Comparsa del mismo nombre, ltima en llegar a las f iestas de Moros y Cristianos de Elda, este certamen cumple en 2004 su veinticinco aniversario, con una convocatoria de carcter internacional, ha venido a contribuir a la creacin de una pinacoteca con las obras premiadas, bajo titularidad de la comparsa organizadora, de gran nivel artstico. La inauguracin en 1983 de la Casa de Cultura de Elda supuso, como ya hemos comentado anteriormente, un importante respaldo para el panorama cultural eldense y comarcal. Como norma recomendable, que no obligatoria, para todas las exposiciones, est la contribucin por parte de los artistas expositores con una obra, para formar la coleccin de arte municipal. Esta coleccin sin sede fsica y fija, est catalogada y disgregada actualmente en las dependencias municipales, a la espera de su instalacin en las condiciones debidas, en lo que podra ser el Museo Municipal de Arte. Con tres etapas en su larga andadura, dos de ellas muy definidas por su larga duracin, la primera bajo la direccin de Antonio Poveda, en la que durante diez meses se sentaron las bases de la poltica cultural a seguir. Tras la dimisin de Antonio Poveda para continuar con su labor de director del Museo Arqueolgico Municipal, en febrero de 1984 se hace cargo de la direccin de la Casa de Cultura, la coordinadora de las Bibliotecas Pblicas Municipales, Consuelo Pov eda. Durante este periodo, se realizan una serie de exposiciones de gran relevancia. Sera largo hacer una relacin de todas las exposiciones que visitan Elda en este etapa, pero no queremos dejar de nombrar por su importancia y su compromiso, la muestra denominada Museo de la resistencia Salvador Allende . Creado tras los acontecimientos del golpe de estado de 1973 en Chile, esta muestra compuesta por la aportacin de obras de los artistas ms importantes de Espaa, estuvo guardada durante bastante tiempo, hasta que recuperada en momentos de mayor dilogo poltico nacional, tiene como primera sede de exposicin al pblico, la Casa de Cultura de Elda, inaugurndose el 10 de septiembre de 1984 con la asistencia de una importantsima representacin poltica a nivel nacional. Esta exposicin, en la actualidad est ubicada de forma estable en Chile y supone una denuncia permanente de los horrores y los extremos a los que conduce la intolerancia. La caracterstica de la etapa en la que Consuelo Poveda dirige la Casa de Cultura, podramos decir que viene marcada por las denuncias de ciertos sectores de poblacin en cuanto a lo elitista y la tendencia a las vanguardias de la programacin. Si bien es cierto que podra interpretarse as, tambin lo es que precisamente esto permiti situar el nombre de Elda como un referente artstico, arriesgado y de calidad, en una poca en la que como dice el Gnesis: no e xista nada. 279Elda y su cultura en el siglo XX Inauguraci227n de una exposici227n en la sala de arte 307Sor 1980. En la f Sastr V. R. Candelas, P Ta y J La tercera etapa en esta andadura de la Casa de Cultura, corresponde a la que dirige Paco Paya desde 1992. En esta poca, si bien hemos tenido ocasin de asistir a importantes muestras, posiblemente estas haya que definirlas como menos arriesgadas y de un cariz ms conservador y populista. Ms cercana a los gustos populares, la programacin de estos aos, ha dado paso a o tro tipo de propuestas en las que han estado muy presentes los artistas locales y las muestras de aficionados. Durante estos aos, la Casa de Cultura ha visto reforzada su capacidad expositora, con la apertura de la sala de exposiciones de la Casa Grande del Jardn de La Msica y la reforma de la sala de exposiciones de la Casa de Cultura. Herederos de los movimientos anteriormente reseados, los artistas que conf luyen bajo el nombre colectivo Eldado , agrupan a una serie de autores con caractersticas muy definidas como son: f ormacin autodidacta, desarrollo de su obra en su tiempo libre, al margen de un trabajo estable y oficial. Todos ellos ofrecen una serie de propuestas artsticas de gran inters. Figuran entre sus componentes: Miguel vila, Nuria Cano, Maite Carpena, Flora Cebrin, Miguel Cebrin, Yolanda Prez, Pablo Romn, Jess Serrano, o Alejandro Torres. En cuanto a los contenidos y la obra de los artistas locales, actualmente podramos diferenciar tendencias muy definidas. La vanguardia , representada por nombres como: Miguel ngel Maestre Yago, Boke Bazn, Juan Martnez Lzaro, Juan Jos Maestre, y Javier Romero entre otros, suponen la inmersin y la investigacin en distint as tcnicas tal como la fotocomposicin digital, el collage, la escultura, etc., por medio de las que llegan a ofrecer una serie de propuestas sugerentes y arriesgadas. La otra tendencia posiblemente ms desarrollada y conocida en Elda sea la que conforman los artistas a los q ue podramos diferenciar de los anteriores, al denominarlos como clsicos; estos, con una nutrida representacin y entre los que sin desmerecer a los dems y por cuestiones de espacio, researemos a Carmen Castao, Adela Sastre, Joaqun Laguna, Teresany, Ramn Candelas o Miguel ngel Esteve, todos ellos creadores de una obra de calidad reconocida y con una larga tray ectoria y presencia en el panorama artstico tanto local como nacional. La precisin en el desarrollo de la tcnica utilizada y su claridad de ideas, plasmada en el desarrollo de un estilo figurativo, no exento del riesgo que suponen sus nuevas propuestas, dan idea de la madurez de su obra. Las dos tendencias tienen su espacio en las exposiciones programadas de cara al I Centenario de la Ciudad. Al margen de la obra pictrica, hay q ue hacer mencin de la labor y las muestras artsticas de un grupo de ceramistas eldenses, posiblemente hoy algo alejadas de la creacin, pero que han tenido su referente en tiempos no muy lejanos. Entre ellas se encuentran Lola Juan, Celia Pay y la labor con- 280HISTORIA DE ELDA Instalaci227n de los murales del altar ma la Inmaculada, en el cual figura como elemento central una imagen r Blasco (F Mural ale de las ceramistas Reme Ruano y Lola Rico el Par de las artistas). junta de Lola Rico y Reme Ruano, con una muestra de su obra en el mural cermico, alegora de la paz, instalado en la parte baja del Jardn de la Concordia.Dentro de la obra grfica, destacar el trabajo de Vicente Beltr, Camilo Valor Esteve y Miguel ngel Guill, creadores de una parte de su obra dedicada a la divulgacin de la historia y las costumbres eldenses. En cuanto a las salas de exposiciones y centros culturales, se han visto incrementados en los ltimos aos con la inauguracin de las instalaciones del Museo del Calzado y de la Fundacin Paurides Gonzlez Vidal, sorprendiendo por lo arriesgado, la propuesta realizada por la direccin del Hospital General de Elda, de realizar exposiciones y eventos culturales en sus instalaciones comunitarias y de uso social. La celebracin de los Centenarios, bien orientada, puede suponer para el panorama artstico eldense, la ocasin de retomar la va de una incorporacin a la cabecera de las propuestas artsticas ms destacadas, continuando con esa tmida propuesta de aprovechar la ocasin y pasar a embellecer la fisonoma urbana, con la muestra permanente de la obra escultrica y artstica de destacados autores en calles y plazas pblicas, tal como se ha hecho con la Alegora de las aparadoras , obra del escultor local Scrates de la Encarnacin, instalada en la Plaza de la Ficia. Bibliotecas y museos Desde aquel lejano 1952 en que comienza a funcionar la Biblioteca Municipal, hasta la actualidad, han cambiado mucho las cosas en cuanto a soporte bibliotecario en Elda. La red de bibliotecas en plena fase de expansin y completamente consolidada en el entramado cultural, cuenta en estos momentos con una coleccin cercana a los 60.000 ttulos, repartidos en tres bibliotecas de fondo general, una biblioteca con categora de agencia de lectura y coleccin especializada en literatura infantil y juvenil y una biblioteca de prstamo, situada en una caseta del mercado central. Las actividades que la red viene ofertando adems de los servicios habituales estn orientadas a fomentar el habito lector entre la poblacin escolar, una muestra de esta labor, la encontramos en las distintas campaas de animacin a la lectura enmarcadas en la Semana del Libro y el Otoo de Cuentos, cubriendo con estas y otras ofert as culturales todas las franjas de edad desde bebes hasta ancianos. sin olvidar el asesoramiento a adultos, alumnos universitarios y a investigadores. Las colecciones musesticas, estn bien representadas en Elda, con un Museo Arqueolgico, pequeo en sus instalaciones pero con una coleccin de gran importancia, que nos viene a dar cuenta del pasado tan rico con el que contamos. La coleccin temtica del Museo del Calzado y las excelentes inst alaciones con las que cuenta este, hablan por si solas del soporte que supone esta institucin para la industria del calzado, convertido en un autentico escaparate de todo lo que es la produccin zapatera, ha sabido recuperar el importante legado con el que cuenta Elda en su aspecto industrial y proy ectar una imagen viva y de futuro a travs de las exposiciones, talleres y propuestas culturales que viene realizando. El otro museo de Elda, dedicado en esta ocasin a recuperar el pasado costumbrista de la localidad, es el Museo Et- 281Elda y su cultura en el siglo XX Interior del Museo del Calzado de Elda (Ar nolgico. Promovido por el colectivo cultural Mosaico, cuyo fin es recuperar el pasado y las tradiciones de vida en Elda, esta coleccin en constante crecimiento ha venido a cubrir un vaco que haba en el entramado cultural eldense. Hay que hacer mencin del museo temtico sobre calzado que la firma comercial Kurhapies, mantiene en Elda desde hace aos; durante mucho tiempo, esta era la nica forma de mostrar a los interesados en el tema una parte de la historia de la industria zapatera. Fiestas y tradiciones El fenmeno de las fiestas populares en Elda, merece mencin aparte debido a la importancia social y cultural que ha ido adquiriendo. Gran parte de las fiestas y tradiciones que guardaba Elda en el primer tercio del siglo XX, han ido desapareciendo 7. El desarrollo de la ciudad tras la Guerra Civil, su situacin como cabecera de la comarca y la recepcin de gran nmero de inmigrantes en las dcadas centrales del siglo, lejos de actuar como salvaguarda de las costumbres locales, han tenido un efecto de aletargamiento de las tradiciones eldenses. Con la recuperacin de las fiestas de Moros y Cristianos en 1944 y su pos- terior adaptacin al carcter e idiosincrasia de Elda, se ha conseguido dotar de una identidad propia a estas fiestas. El calado que han tenido entre la poblacin ha sido el aval que les ha permitido crecer hasta convertirse en la garanta de una serie de iniciativas populares que, al ir consolidndose, estn dando lugar a eventos, convocatorias y literatura especializada, con un apreciable contenido cultural. El camino emprendido por los colectivos de moros y cristianos, tienen un desarrollo similar aunque de menor alcance, en las asociaciones falleras; si bien estas tienen una mayor continuidad y antigedad en el tiempo, ya q ue este ao de 2004 celebran el 75 aniv ersario del inicio de la fiesta en Elda, al situar su nacimiento la Junta Central de Fallas en 1929 8. T ambin las propuestas emanadas de las Cofradas de Semana Santa vienen a sumarse a las distintas actividades culturales que jalonan el calendario eldense a lo largo del ao y estn contribuyendo a la creacin de un apreciable patrimonio de imaginera sacra. P oesa Al ser la poesa la manifestacin de un sentimiento y necesitar tan poca infraestructura para su transmisin, posiblemente sea una de los movimientos culturales que ms practicantes ha tenido en Elda. En ninguno de los momentos del siglo XX han faltado poet as que, de forma ms o menos acert ada, hallan buscado cauce a su inspiracin. Los Juegos Florales de los aos v einte, la poesa de Maximiliano Garca Soriano, de Andrs Lloret, de Francisco Moll, de Carolina Gonzlvez o, ms cercanos en el tiempo, de Encarna Rico, Sacra Leal o Evangelina Gonzlez y, destacando entre todos ellos, la obra potica de Antonio Porpetta, que tras su primera publicacin, Por un clido sendero (1978), continua con un nivel ascendente que le ha llevado, a que su poesa sea objeto de estudio en seminarios poticos y distintas universidades a lo largo del mundo. Todos los referidos son, pero no estn todos ellos. Lo que si cabe es reconocer q ue, con su labor, han ido formando un cuerpo potico del que los futuros eldenses irn apreciando la rica herencia cultural que han sabido construir. 282HISTORIA DE ELDA Existe g publicaciones sobr festi de El fallero de la Gran A . Otros aspectos culturales Muchos puntos quedan por tratar en este estudio de la cultura eldense en el siglo XX. No podemos dejar de referirnos, aunque sea brevemente, a la importancia todava no evaluada de los trabajos arquitectnicos en Elda. Desde las casas modernistas construidas a principio de siglo, las obras civiles de preguerra y las construcciones religiosas (Iglesia de Santa Ana, Iglesia de San Agustn) y civiles (Mercado Central de A bastos, plazas, ensanche de la ciudad, grandes edificios, palacio ferial, etc.), hasta las actuales propuestas ms arriesgadas y con una visin ms cosmopolita de la sociedad eldense, hay todo un f enmeno creativo por estudiar. Del mismo modo, quedan gran nmero de eldenses repartidos por todo el planeta, de los cuales recibimos noticias de vez en cuando y a pesar de desarrollar una actividad de gran relevancia, para nosotros son casi desconocidos. P or ello, referirnos al trabajo de Manuel Collados en el campo de la Astrofsica; de Luis Ganda Juan en Medicina e investigacin farmacolgica, dest acando en este caso su trabajos sobre enfermedades mentales neurodegenerativas; de Andrs Beltrn en Neurociruga, de Gerardo Esteve en la mmica, o de Jos Ramn Martnez Peir en periodismo, reconocido este ltimo en su trabajo con el Premio Nacional de Periodismo de la Academia Espaola de Gastronoma , es hacer justicia a la labor y el empeo por la cultura, adoptado desde su interior por un buen nmero de eldenses que, aunque lejos de esta ciudad, continan teniendo un referente en este valle. Deportes No hay que olvidar la importancia q ue tiene el deporte en los aspectos culturales de una sociedad y, precisamente por este motivo, la resea de los colectivos eldenses, encabezados por la presencia continua del equipo de ftbol Club Deportivo Eldense, en su casi un siglo de existencia, el buen hacer del Club de Balonmano Pizarro , en la dcada de los sesenta y ms cercanos en el tiempo los xitos conseguidos por el Kurboys de balonmano masculino y el Elda Prestigio, de balonmano femenino. Las distintas escuelas deportivas, los depor- tistas individuales y sus hazaas plasmadas en logros y premios de gran trascendencia internacional, entre los que nombraramos a Lina Montesinos, primera mujer en coronar las cumbres de los ocho mil; Pablo Colomina, Campen N acional de motociclismo; Jos Albert Vidal, ganador de distintos campeonatos internacionales de billar y una larga lista de deportistas que han sabido llevar el nombre de Elda a lo ms alto, son exponente del esfuerzo y la superacin de un grupo de personas que t ambin con el deporte hacen cultura. La asociacin deportiva por excelencia de Elda, el Centro Excursionista Eldense, con todas sus secciones en las q ue estn representados prcticamente la mayora de deportes federados; por poner una muestra hablaramos de la seccin de natacin con jvenes valores como Santiago Bernabeu, poseedor de muy buenas marcas nacionales o de los nadadores infantiles autenticas promesas del deporte eldense, Javier Bernabeu y Candela Vera Valle. En esta asociacin, una de las ms representativas de Elda, se cuida y se mima todo lo referente al cuerpo y al espritu y de que forma mejor que hablando de ella, podramos acabar este recorrido por el pasado, el presente y el futuro cercano de la cultura en Elda A mi no se me ocurre otra, y con la presencia literaria de esta asociacin, confiamos q ue la andadura en este nuevo siglo casi recin estrenado, continu siendo t an optima como hasta el momento lo ha sido. 283Elda y su cultura en el siglo XX Equipo inf Centr (f oto cedida por la f Va lle). Notas al captulo 20 1. El maz se ha expandido por los bancales eldenses a lo largo del siglo XVIII, hasta suponer el 18 % del valor de la produccin segn los registros decimales de 1810. Es un cultivo que testimonialmente apareca a finales del siglo XVI en los campos de los agricultores moriscos. Hay problemas para discernir si el panizo mencionado en las fuentes archivsticas corresponde exactamente al maz tal como lo entendemos hoy o, ms bien a un tipo de mijo menor, aunque ya en la centuria ilustrada el nombre genrico de panizo se refiere al maz americano. 2. Cfr. M.A. GONZLEZ HERNNDEZ: Musulmans, jueus i cristians a les terres del Vinalop (1404-1594). Petrer, Centre dEstudis Locals del Vinalop, 2002. 3. Se denomina barrilla a la ceniza resultante de la quema de las plantas salsolas y salicornios, que se daban en tierras salitrosas. Los usos de la barrilla como materia prima se concentraban en su reduccin a sal sosa, aplicable a la fabricacin de jabn duro mezclndola con aceite y a la de cristal y de tintes. Las comarcas del Vinalop, lAlacant y la Vega Baja eran las principales productoras de barrilla. 4. Segn L. Amat en 1875 la extensin de la huerta era de 1.435 hectreas, repartidas como sigue: 284 de cebada, 57 de trigo, 228 de barbecho mejorado, 34 de alfalfa, 228 de olivos, 284 de almendros, 307 de via, 11 de rboles frutales y una superficie incierta aunque reducida de maz y de higueras. Amat ofrece una extensin de la huerta mucho mayor que la obtenida a partir de los libros de amillaramientos. Adems, el cronista calcula la extensin y siempre ofrece cifras redondeadas: 2.500 tahllas de cebada, 500 tahllas de trigo, 2.000 tahllas de olivar 5. Cabe advertir que los datos de 1832 se refieren exclusivamente al regado y no reflejan la totalidad del olivar. El porcentaje de tierra plantada de olivos en 1860 y el porcentaje diezmal recaudado de los derivados olecolas son prcticamente iguales. 6. Un ejemplo de un gran terrateniente que se adapta a los nuevos cultivos en expansin es el marqus de Lacy. Segn la refundicin del amillaramiento de 1889, la finca Lacy tena una extensin de 223 tahllas (254 hectreas) plantadas de via, olivar, almendros y frutales, regadas con 19 horas y 6 azumbres de agua y trabajadas por colonos. Cfr. J. MARHUENDA SOLER y R. HERNNDEZ PREZ: Finca Lacy: la gran desconocida, en Alborada, n 38. Elda, 1992-93, p. 43-48. 7. Pedro Juan Amat (1823-1886) es un ejemplo de hacendado eldense dedicado a la explotacin de sus fincas rsticas de Elda y Petrer y a la comercializacin agraria. Resida en Madrid como hombre de negocios. El vino y el aceite eran sus principales productos que desde Elda expeda a Madrid. Cfr. J. MARHUENDA SOLER: La casa de las Beltranas. Aproximacin a la historia de dos familias eldenses y de su residencia solariega, en Alborada, n 40. Elda, 1999, p. 123-133. 8. La privatizacin realizada en 1860 de los montes pblicos estatales y municipales de Elda y Petrer tuvo, entre otras graves repercusiones, una gran influencia en la reduccin de la ganadera, segn A. NAVARRO PASTOR: Historia de Elda, Alicante, 1981, vol. I, p. 321. 285 Notas 9. R. GARRABOU (1985: 43-48) aporta cifras sobre la creciente import acin espaola de guano, dedicado a la fertilizacin de la agricultura valenciana, por lo cual valora la capacidad de los cultivadores y propietarios de los regados valencianos para intensificar el cultivo en la expansiva economa de mercado. 10. La mayor parte de esta extensin irrigada corresponda a los dominios de las acequias de Arriba y de Abajo que histricamente tomaban agua del ro Vinalop. En las primeras dcadas del siglo XIX nuevas acequias del Campo, Boln y Huerta Nueva extendieron el permetro regado. 11. Existen dos tipos de molinos papeleros: el de papel blanco, que es de may or calidad por la composicin de los trapos de lino y algodn y el uso de agua limpia, utilizado para escribir e incluso para laborar papel de fumar; y el molino de papel de estraza, papel ms basto, spero, sin blanquear, en cuya composicin se introducen fibras vegetales camo o esparto que no permiten una textura fina, adems de usar agua sucia o salobre, empleado en actividades comerciales o de embalaje. 12. Recogido por J. VIDAL OLIVARES: Materiales para la historia econmica de Alicante (1850-1900). Alicante, Instituto de Estudios Juan Gil-Albert, 1986. 13. Por cdula de Carlos III fechada el 18 de marzo de 1783 se cre el gremio de zapateros. Cfr. A. PORPETTA ROMN, en Alborada, n 43, 1998, p. 126-131. Notas al captulo 22 1. Vid., REQUENA SEZ, Mara del Corpus, Aproximacin a Ernesto. (Novela original de costumbres) , en Congreso Castelar y su tiempo, Glicerio Snchez Recio (coord.) Ayto. de Petrer, Mancomunidad del Vinalop, Universidad de Alicante, Pe trer, 1999, p. 195-204. 2. Vid., cfr., RUBIO CREMADES, Enrique, Emilio Castelar y el contexto literario de su poca , en op.cit . en nota anterior, p. 175-183. 3. MAESTRE VERA, Emilio, La prosa de Francisco Laliga Gorgues , en Fiest as Mayores, n 12, 1995, p. 49-51. 4. 32 nmeros. 5. 42 nmeros. 6. 8 y 11 de julio; 10, 11 y 12 de agosto de 1882 respectivamente. 7. En 1887 se convirti en diario con el subttulo de Diario del ejrcito y de la armada. Vid., SEOANE, Mara Cruz, y SIZ, Mara Dolores, Historia del periodismo en Espaa. V. 3. El siglo XX: 1898-1936, Madrid, Alianza, 1996. 8. Vid., cfr., NAVARRO PASTOR, Alberto, La prensa peridica en Elda (18661992) , Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1997, p. 12-15. 9. Vid., cfr., ROS CARRATAL, Juan A ., Romnticos y provincianos (La literatura en Alicante, 1839-1886) , Secretariado de Publicaciones, Universidad de Alicante, Alicante, 1987, p. 113-120. 10. El teatro de Francisco Laliga, en Adellum. Revista de Humanidades , octubre 1988, n 2, p. 29-33. 11. Atribuida por Alberto Navarro a Gonzalo Sempere y Juan, vid., NAVARRO P ASTOR, A., Eldenses notables . Elda, edicin del autor, 2000 ,p. 180. 12. NAVARRO PASTOR, A., Historia de Elda. De la Prehistoria al siglo XIX , Alicante, Publicaciones de la Caja de Ahorros Provincial, 1981, tomo I, p. 361. 13. Transcripcin realizada por Ricardo Vera Laliga en 1918, coleccin de odas, manuscrito de 400 pginas. 14. NAVARRO PASTOR, A., op.cit., nota 11, p. 345. 15. AMAT Y SEMPERE, Lamberto, Elda , su antigedad, su historia... [Edicin facsmil], 1873-1875, Seccin de publicaciones del Excmo. Ayuntamiento de Elda-Universidad de Alicante, 1983, 2 v. 16. RICO GARCA, Manuel, Ensayo biogrfico y bibliogrfico de escritores de Alicante y su provincia, Alicante, Instituto de Estudios Juan Gil-Albert, 1986. 17. Cfr., NAVARRO PASTOR, A., op. cit., nota 11, p. 207-208. 18. Como: Memoria de todos los antecedentes del sistema especial de riego de la huerta de la villa de Elda y reglamento formado, convenido y aprobado por los interesados de dicho riego, autorizado para su ejecucin por el Muy Ilustre Sr. Gobernador civil de la provincia (1858), Explanacin de aguas subterrneas de la cuenca de Villena (1873),Junta de Aguas del riego de la huerta de Elda. Derechos que tienen los regantes para utilizar en la misma todas las aguas del Vinalop (1879) , Disposiciones para la buena administracin del agua del Pantano de Elda, acordadas por la Junta de Riegos de la Huerta de esta villa en sesin del 27 de febrero de 1880 y aprobados por la General de Cabeceros en 27 de marzo siguiente, todo en cumplimiento de lo que disponen los artculos 46 y 47 del Estatuto vigente del propio riego (1880). El trabajo realizado por don Lamberto Amat 286HISTORIA DE ELDA por la huerta de Elda en el siglo XIX es excelente en tanto que procuraba y mejoraba la distribucin del agua para sta; durante el siglo XX, y en su segunda mitad, siguiendo la estela de su ilustre predecesor, don Alberto Requena Snchez, presidente de la SAT de Elda, ejecut una ms que notable actividad en favor de la preservacin de los caudales hdricos de nuestra ciudad y de la tan olvidada en ese siglo huerta de Elda, hoy bajo el asfalto y el hormign.19. Vid., cfr., NAVARRO PASTOR, A., op. cit. , nota 12, p. 333. 20. Rafael Romero fue el tesorero de la logia masnica Fidelsima, n 335. Vid., cfr., REQUENA SEZ, M. del C., Masonera en Elda (1886-1937) en, Alborada , n 34, 1987, p. 7-11. 21. Vid., cfr ., NAVARRO PASTOR, A., Las Bandas de Msica en Elda (1852-1995) . Elda, edicin del autor, 1998, p. 15-35. 22. Vid., NAVARRO PASTOR, A., op. cit., nota 11, p. 465-471. 23. NAVARRO PASTOR, A., op. cit., nota 21, p. 27. 24. Vid., cfr., BAZN LPEZ, Jos Luis. Milagrito Gorg. La pequea Patti!, Pe trer, Caja de Crdito de Petrel, 2000. 25. Vid., cfr., AMAT Y SEMPERE, L., op. cit., nota 15, p.134-217. 26. Vid., cfr., NAVARRO PASTOR, A., op. cit. , nota 12, p. 322. Notas al captulo 25 * A la memoria de mis abuelos Pepe, Isabel y Pedro y a mi abuela Cndida, memoria viva. 1. De hecho, el estado de guerra decretado en julio de 1936 por la Junta de Def ensa no se suprimi hasta abril de 1948. Vigilancia, denuncias, delaciones, justicia militar, campos de concentracin, bat allones de trabajadores y colonias penitenciarias militarizadas, cartillas de racionamiento, cierre de fronteras, permisos y licencias de instalacin de industrias, economa intervenida, cortes en el f luido elctrico, salvoconductos, prohibicin de escuchar emisoras extranjeras, censura de la correspondencia privada, fiscalizacin de aparatos de radio... Son datos que dan cuenta de esa prolongacin de la guerra en el ambiente incivil, desde el punto de vista poltico, econmico y social, y q ue, en el plano cultural, se tradujeron en una memoria de la Guerra Civil sobre la que se bas un nacionalismo excluy ente que consider al vencido como un enemigo interior al que haba que vigilar, perseguir y anular. 2. Vase SNCHEZ RECIO, Glicerio, Presentacin y Lneas de investigacin y debate historiogrfico, en SNCHEZ RECIO, G. (ed.), El primer franq uismo (1936-1959), en Ayer, n 33 (1999), p. 11-15 y 17-40. 3. Ver SNCHEZ RECIO, G., La coalicin reaccionaria y la confrontacin poltica dentro del rgimen franquista, en TUSELL, Javier, y otros (eds.) La poltica conservadora en la Espaa contempornea (1868-1982), Madrid, UNED, 1991, p. 551-562. La evolucin del rgimen de F ranco coincidi con la lenta prdida de poder del aparato falangista. Este proceso se aceler a partir del cambio de rumbo de la Segunda Guerra Mundial, que anunciaba la futura derrota de las potencias fascistas. Desde entonces el rgimen de Franco se vio en la necesidad de cambiar su imagen y comenz a soltar amarras de la retrica fascista, por lo que se produjo desde 1943 un proceso de adaptacin y sustitucin de los falangist as, mayoritarios en los primeros aos, por polticos pertenecientes a otros grupos q ue podan actuar ms fcilmente entre el franquismo y los regmenes democrticos occidentales. Ver SNCHEZ RECIO, G., Inmovilismo y adaptacin poltica del rgimen franquista, en MORENO FONSERET, Roque y SEVILLANO CALERO, Francisco, El franquismo. Visiones y balances, Alicante, Publicaciones de la Universidad de Alicante, 1999, p. 27-43. 4. Para este aspecto ver SEVILLANO C ALERO, F., Propaganda y medios de comunicacin en el franquismo (1936-1951), Alicante, Publicaciones de la Universidad de Alicante, 1998. 5. Valle de Elda, 30 de marzo de 1957. 6. Las autoridades municipales intentaron inf luir en las conmutaciones de algunas penas de muerte, acordando en sesin de 30 de agosto de 1940 que se solicite con motivo de las fiestas prximas el indulto de los vecinos e hijos de esta poblacin que se hallasen condenados a muerte, Libros de Plenos del Ayuntamiento de Elda. 7. Slo contabilizados los fusilados tras consejo de guerra. Hubo otras formas de muerte por represin de difcil contabilizacin, como las que se dieron en las crceles como consecuencia de las malas condiciones de subsistencia. Baste como ejemplo el supuesto suicidio de Evedasto Molina Albert en la crcel militat de 287Notas Elda, o las muertes de Agustn El cebolla y Silvestre Pic Leal, fallecidos en el penal del Dueso y en la crcel de Guernica respectivamente. Otros, a la persecucin franquista y el exilio hubieron de aadir la represin nazi, como Manuel Amat Prez, fallecido en el campo de concentracin de Gusen (Austria), donde fue deportado tras la ocupacin de Francia por el III Reich. Tambin hubo casos como el de Juan Gil Orgils, desaparecido en el frente de Extremadura tras ser detenido por los nacionales y todava no encontrado. Ni su detencin ni su muerte fueron registradas oficialmente.8. Los datos de la crcel de Monvar en Archivo Municipal de Monvar (en adelante AMM), caja 20. Sobre el Reformatorio de Adultos de Alicante MARTNEZ LEAL, Juan y ORS MONTENEGRO, Miguel, En el Reformatorio de Adultos de Alicante, en Canelobre, primavera/verano 1995, n 31/32, p. 45-72. 9. Sobre los efectos del mercado negro en la provincia de Alicante ver MORENO FONSERET, R., Racionamiento alimenticio y mercado negro en la posguerra alicantina, en SNCHEZ RECIO, G. y otros, Guerra Civil y franquismo en Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, Alicante, 1991. Para un panorama general ver BARCIELA LPEZ, Carlos, Franquismo y corrupcin econmica, en Historia Social, n 30, 1998, p. 83-96. 10. SNCHEZ RECIO, G., Las responsabilidades polticas en la posguerra espaola. El Partido Judicial de Monvar. Alicante, Universidad de Alicante, 1984. 11. Datos biogrficos sobre este alcalde en VERA GIL, Juan, Manuel Bellot Orgils. Noticias de un alcalde silenciado 1902-1939, en Alborada, n 46, 2002, p. 143-151. 12. ORS MONTENEGRO, M., La represin de guerra y posguerra en Alicante (1936-1945), Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1995, p. 304. 13. Ver por ejemplo Archivo Histrico de la Provincia de Alicante, Seccin Gobierno Civil (en adelante AHPA-GC), caja 2338. 14. El profesor Ors Montenegro localiz 13 sentencias por pertenencia a la Masonera publicadas en el BOP, ver ORS MONTENEGRO, M., La represin... op. cit., p. 206; el resto de las sentencias en Archivo Municipal de Elda (en adelante AME), cajas 201 y 243. Por su parte el profesor Snchez Recio ya observ en su momento como durante los consejos de guerra, entre otras imputaciones se acus de pertenecer a la masonera a 23 eldenses, por lo que algunos de ellos fueron acumulando condenas y a la pena impuesta en consejo de guerra debieron aadir las sentencias de los tribunales de R esponsabilidades Polticas y de Represin de la Masonera y el Comunismo. 15. Figuras representativas en este sentido fueron ngel Vera Coronel, Jos Toms Snchez, Jos Capilla Beltrn y Cndido Amat Casaez, responsables del import ante semanario eldense Idella. Todos ellos fueron represaliados durante la Guerra Civil y el franquismo, el primero fusilado y el resto con diferentes penas de prisin. 16. Puede seguirse el proceso en los Libros de Plenos del Ayuntamiento de Elda; los expedientes en AME, caja 216. 17. Archivo General de la Administracin, Secretara General del Movimiento, Delegacin Nacional de Provincias (AGA-SGM-DNP), caja 12, carpeta 19. 18. AMM, caja 20. 19. Valle de Elda, 30 de marzo de 1957. 20. AME, caja 241/43. 21. Ver por ejemplo AME, caja 241/43; Libros de Plenos del Ayuntamiento de Elda, acta de 9 de octubre de 1942, en la q ue el alcalde ordena desarrollar una campaa contra la blasfemia en la localidad. 22. Desde el Gobierno Civil se recordaba a la alcalda que la vigente legislacin social no permite la existencia de sociedades recreativas, debiendo st as cambiar el ttulo como tales y conver tirse en deportivas o culturales. AHPAGC, Legajo EPAY1941, (PC). 23. Libros de Plenos del Ayuntamiento de Elda, actas de 15 de septiembre de 1939 y 15 de marzo de 1940. 24. Ibidem, acta de 14 de febrero de 1949. 25. Para una visin de las relaciones entre la Iglesia y el rgimen franquista en la provincia de Alicante ver SECO MORENO, Mnica, La quiebra de la unidad. N acional-catolicismo y Vaticano II en la dicesis de Orihuela-Alicante, 1939-1975, Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil Albert, 1999. 26. Libros de Plenos del Ayuntamiento de Elda, acta de 26 de abril de 1939. 27. Sobre el carcter restaurador del rgimen franquista ver MORENO FONSERET, R., Economa y poder local en Alicante (1939-1948). La funcin restauradora del rgimen, TUSELL, J. y otros (eds), El rgimen de Franco (1936-1975), Madrid, UNED, 1993, Vol I, p. 99-114. 288HISTORIA DE ELDA 28. Sobre el personal poltico del franquismo es fundamental la obra de SNCHEZ RECIO, G., Los cuadros polticos intermedios del rgimen franquista, 1936-1959. Diversidad de origen e identidad de intereses. Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1996. Sobre la conf lictividad en la provincia ver SANZ ALBEROLA, Daniel, Poder poltico y conf lictividad en la posguerra alicantina, en El franquismo: El rgimen y la oposicin, Cuadernos de Archivos y Bibliotecas de Castilla-La Mancha, 5, Vol II, p. 173-188 y PAY LPEZ, Pedro, Franquismo y poder local en la comarca del Vinalop Medio. La formacin del personal poltico franquista, 1939-1948, en PAY LPEZ, P., (coord.) La implantacin del franquismo en la comarca, Dossier de Revista del Vinalop, n 4, 2001, p. 31-60. 29. SANZ ALBEROLA, D., Jefatura provincial de FET-JONS y Gobierno Civil en Alicante: la unin personal, en II Encuentro de Investigadores del Franquismo, Alicante, 1995. 30. Sobre el papel de los ayuntamientos durante el franquismo es fundamental la obra de MARN I CORBERA, Mart, Els ajuntaments franquistes a Catalunya. Poltica i administraci municipal, 1938-1979, Lleida, Pags editor, 2000. 31. Sobre el Gobierno Civil ver SANZ ALBEROLA, D., La implantacin del franquismo en Alicante. El papel del Gobierno Civil (1939-1946), Alicante, Univ ersidad de Alicante, 1999. 32. Orden de 30 de octubre de 1937. A yuntamientos. Diputaciones Provinciales. Normas para cubrir vacantes. BOE, 3 de noviembre de 1937. 33. SANZ ALBEROLA, D., La implantacin, op. cit. ,p. 90. 34. Texto taquigrfico de la conferencia pronunciada por el Ilmo. Sr. Director General de Administracin Local, D. Ant onio Iturmendi, en el saln de actos de la exposicin de la reconstruccin de Espaa, el da 17 de Julio de 1940. Biblioteca Nacional de Madrid, VC/ 1221/ 52. El subrayado es nuestro. 35. Circular de la Direccin General de Administracin Local a todos los Gobiernos Civiles, 13 de noviembre de 1939. AGA- Presidencia del Gobierno, caja 3.161. 36. Cuestin denunciada por la Jefatura Provincial de FET y de las JONS a la Secretara General del Movimien- to. AGA- SGM- DNP, caja 13, carpeta 38. 37. Libros de Plenos del Ayuntamiento de Elda ,actas de 13 y 16 de agosto de 1940. 38. Ibidem, acta del 30 de agosto de 1940. 39. AHPA-GC, R/S. n 2.196 40. Se trata de Antonio Porta Rausa y Juan Jos Amat Prez. 41. Esta sociedad estuvo regida por un Consejo de Administracin formado por seis empresarios, seis obreros y un secretario designado por el Gobierno, aunque en 1937 la representacin patronal desapareci. Ver SANTACREU SOLER, Jos Miguel: La produccin de guerra y las tesis de la Posicin Yuste en SNCHEZ RECIO, G. y otros: Guerra Civil y franquismo en Alicante . Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1991, p. 47-93. 42. Libros de Plenos del Ayuntamiento de Elda, acta de 29 de agosto de 1941. 43. Ver PAY LPEZ, P., La implantacin del franquismo en Elda. Poder local y actitudes polticas, en Alborada, n 44, 2001, p. 47-58. 44. ngel Vera Coronel fue asesinado el 20 de julio de 1937, tras permanecer un ao preso en la Delegacin de Orden Pblico de Zaragoza. Ver CASANOVA Julin, Rebelin y revolucin, en JULI, Santos, (coord.) Vctimas de la Guerra Civil, Madrid, Temas de Hoy, 1999, p. 88-89. 45. A partir de noviembre de 1948 y cada trienio se celebraron unas elecciones que renovaron por mitades los representantes del tercio familiar, sindical y corporativo. El cargo de alcalde y el tercio corporativo siguieron siendo nombrados directamente por el gobernador civil. Los otros dos tercios fueron elegidos por los sindicatos verticales y por los cabezas de familia, aunque eran el alcalde y el gobernador civil quienes decidan los resultados, de ah que la manipulacin de las elecciones estuviera encaminada a mantener en sus puestos a los concejales anteriores. Para las elecciones municipales durante el rgimen franq uista ver MORENO FONSERET, R. La presencia de los grupos polticos en el rgimen de Franco a travs de las elecciones municipales de 1948. En TUSELL, J. y otros, Estudios sobre... op. cit., p. 613-626. 46. AGA-Presidencia, caja 201. 289Notas 47. El concepto de red de intereses ha sido acuado por el profesor SNCHEZ RECIO, G., El franquismo como red de intereses, en SNCHEZ RECIO, G. y T ASCN FERNNDEZ, J., Los empresarios de Franco. Poltica y economa en Espaa, 1936-1957, Barcelona, Crtica/Publicaciones de la Universidad de Alicante, 2003, p. 13-22. 48. Roque Moreno ha constatado cmo los empresarios controlaron y utilizaron el sindicato como plataforma para acceder a los cargos polticos locales. V er MORENO FONSERET, R., Actitudes econmicas y relaciones polticas de la burguesa en SNCHEZ RECIO, G., y otros, Estudios sobre el franquismo..., op. cit. p. 47-87. 49. PAY LPEZ, P., Franquismo y poder local en la comarca del Vinalop Medio. La formacin del personal poltico franquista, 1939-1948, en PAY LPEZ, P ., (coord.), La implantacin del franquismo en la comarca, dossier de Revista del Vinalop, n 4, 2001, p. 31-60. 50. Libros de Plenos del Ayuntamiento de Elda. Not as al captulo 28 1. El trmino mercado regional hace referencia a un rea de inf luencia cercana relativa a desplazamientos que abarcaron las provincias de Murcia, Alicante, Albacete y Valencia, pudindose llegar hasta Zaragoza y Madrid. VALERO ESC ANDELL, J. R. et alii, Elda, 1832-1980. Industria del calzado y transformacin social, Instituto de Cultural Juan Gil-Albert y A yuntamiento de Elda, Alicante, 1992, p. 19. 2. La fbula del pastor de cabras que se hizo unas alborgas de esparto y de all arranc la fabricacin de calzado, primero de esparto y despus de cuero, no es ms que una diver tida fbula NAVARRO PASTOR, A. 1980. 3. Lamberto Amat, terrateniente coetneo a los hechos del finales del siglo XIX, realiz una crnica donde enunci las principales actividades productivas de la Elda de 1875, obviando la actividad fabril del calzado, cuando sta ya alcanzaba un papel destacado en la economa local, siendo la totalidad de los 71 empadronados como zapateros, naturales de Elda. VALERO ESCANDELL, J. R. et alii, op. cit. p. 22. 4. Segn Valero Escandell, en el ltimo tercio del siglo XIX, los fabricantes no necesitaron ofrecer salarios elevados para afrontar el aumento de mano de obra suficiente para incrementar la produccin, dado que empleaban mayoritariamente a mujeres y nios, les bast con superar las cantidades pagadas en la elaboracin del esparto (muy bajas), para disponer de unos obreros ya acostumbrados a la industria manufacturera, VALERO ESCANDELL, J. R. et alii., p. 21. 5. En el ltimo tercio del siglo XIX, Elda ya contaba con dos industriales dest acados, como Silvestre Hernndez y Rafael Romero. En los primeros tiempos Hernndez fabricaba zapatos fuertes, de los llamados de batalla y se iba a venderlos a Cartagena y otros lugares, previsoramente provisto de un calcetn y una media para que se los probaran los previsibles compradores. En NAVARRO PASTOR, A., Silvestre Hernndez y Rafael Romero, impulsores de la industria eldense en el siglo XIX, V alle de Elda, Elda, 1981, p. 5-9. 6. La oficiala a mano o la aparadora cosida a la misma mquina, de prisa, sin perder comba, dedos giles, ojos sin pestaear. El tope de los 14 aos para la edad laboral viene de antiguo, no siempre respetado. Despierto, el aprendiz que lleva y trae la simiente del 4, del 5 la del 9, la cola a punto en el medio coco vaco. El aprendiz capaz de acabar un par de zapatos con los ojos vendados . MARTNEZ MENA, M. Elda en cuatro vuelos, en Elda durante el primer tercio del siglo XX, Caja de Ahorros de Alicante y Murcia, Novelda, 1980, p. 78. 7. El zapatero se hace punta a punta de tenaza y golpe de martillo, silla de anea, tirapi y mandil en ristre. Dentro de una caja de pastillas juanolas, los clavos que se echa a la bocaqu decir! Suea en transformarse en empresario, en trabajar por su propia cuenta y riesgo son los talleres que asoman a la vuelta de la esquina () . 8. ...fueron 112, por haber solicitado la liquidacin 42 acciones voluntariamente, entregndose seguidamente la escritura de la propiedad de las casas. Estas constaban de planta baja y piso alto de siete por ocho metros de cubierto y siete por tres de patio descubierto, y en su liquidacin total resultaron a 1.750 pesetas cada una, que al ser abonadas en pequeas cuotas semanales no resultaron gravosas para los asociados . En NAVARRO PASTOR, A. Historia de Elda. De la Prehistoria al siglo XIX , T omo I, Caja de Ahorros Provincial, Alicante, 1981, p. 355. 9. Adems de la espectacular carroza de los zapateros con el motivo de la an- 290HISTORIA DE ELDA tigua iglesia, acompaada por aparadoras, aprendices y artesanos de silla con su delantal, iban dos carrozas ms representando al comercio y a los condes de Elda. Tambin se acompa el desfile por arcabuceros y chambergos , gigantes y cabezudos, heraldos, etc. Y todo ello amenizado por los dulzaineros de T ales, y las bandas de msica de Muchamiel, Alcoy y Elda, NAVARRO PASTOR, A., Elda durante el primer tercio del siglo XX , Caja de Ahorros de Alicante y Murcia, Novelda, 1980, p. 23. 10. Durante la II Repblica hubo o tros semanarios de carcter ms literario y grfico, destacando publicaciones como El Cronista, Albory Elda Extraordinario . Para saber ms sobre este aspecto de la prensa local y su papel en la sociedad eldense hay que consultar NAVARRO PASTOR, A., La prensa peridica en Elda (1886-1992 ), Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, Alicante, 1997; MORENO SEZ, F ., La prensa en la provincia de Alicante durante la Segunda Repblica (1931-1936) , Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, Alicante 1994, p. 423. 11. En el verano de 1909, se producen tensiones en el sector del calzado de Villena entre patronos y obreros industriales, por la ilegalidad que supona que estos ltimos compraran el clavazn y o tros materiales necesarios para la elaboracin del calzado. MARTNEZ PUCHE, A., Villena: Industrializacin y cambio social (1780-1940) , Universidad de Alicante, 1999, Alicante, p. 152. 12. Tefilo Romero, Pedro Bellod, Ovidio Guarinos, Jos Guarinos, Aracil, V era Ban y Vera Garca. 13. Desde otras poblaciones ms prximas a Elda Petrer, Sax o Monvar, distant es 2, 7 y 8 kms, respectivamente la duracin del trayecto era significativamente menor. Sin embargo, el precio del billete segua siendo un obstculo insalvable para un obrero: el viaje de ida (o vuelta) desde Monvar cost aba 065 ptas., lo que para un zapatero adulto y varn supona ms de la cuarta parte de su menguado salario, y para un aprendiz la prctica totalidad . VALERO ESCANDELL, J. R. y SALINAS SALINAS, C. Pinoseros en Elda. Una migracin comarcal intensa en el periodo de la I Dictadura y la II Repblica, en Revista del Vinalop , n 4, Centre dEstudis Locals del Vinalop, Pe trer, 2001, p. 159. 14. En 1922 eran ya 186 los sajeos residentes en Elda atrados por la fa- bricacin de calzado, PONCE HERRERO, G. y MARTNEZ PUCHE, A., op. cit ., p. 117. Por otra parte tambin destacaban los pinoseros que inmigraron a Elda, motivados por las oportunidades de empleo en el sector del calzado. As tanto en 1922 como en 1935 los zapateros era la ocupacin predominante de quienes haban emigrado a Elda, suponiendo ms del 50% de los ocupados, en VALERO ESCANDELL, J.R. y SALINAS SALINAS, C., op. cit . , p. 157. 15. Durante tres das, del 15 al 18 de diciembre, los obreros amotinados fueron los dueos de la poblacin, no cometiendo, no obstante, mayores desmanes que romper a golpes de piqueta las lpidas que daban el nombre del Rey a la calle Nueva y lev antar algunos centenares de metros de va frrea para que los trenes no pudieran llegar con fuerzas de represin NAVARRO PASTOR, A., Historia de Elda, Tomo II, Caja de Ahorros Provincial, Alicante, 1981, p. 121. 16. ARCHIVO HISTRICO NACIONAL, leg. 109/4, Informe del consejero de economa y trabajo del consejo provincial de Alicante, acerca de la situacin de la industria en la provincia , Alicante, 1 de mayo de 1937: . La fabricacin de calzado de piel con suela de material principalmente, por estar trabajando para la guerra se halla en plena produccin, y lo mismo sucede en las industrias que tienen como primera materia el cuero o pieles dedicadas a la fabricacin de correajes, fundas, cartucheras y cuantos artculos a base de cuero, piel y lona, necesita el ejrcito se hallan en plena marcha . 17. En 1935 se consuman anualmente 70 pares de zapatos por cada 100 habitantes, doce aos despus esta cifra se haba reducido a 40 pares, ya que la mayora de la poblacin calzaba alpargatas () en MIRANDA ENCARNACIN, J. A., La industria del calzado en Espaa , Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, Alicante, 1998, p. 231. 18. Estas comarcas tienen una tradicin de fuerte implantacin del movimiento obrero, en especial socialista. Tal circunstancia, unida a la ambicin totalizadora del rgimen y de la propia iglesia sobre las conciencias, conduce a una fuerte contradiccin que deben resolver las autoridades polticas y religiosas en los primeros aos cuarenta . En MORENO SECO, M., Iglesia, obreros y empresarios en el Vinalop, La implantacin del Fran- 291Notas quismo, Revista del Vinalop , n 4, Centre dEstudis Locals del Vinalop, Petrer, 2001, p. 63. 19. Al terminar la guerra se convirti en presidente de la reciente transf ormada sociedad annima Rodolfo Guarinos, una de las fbricas ms importantes del sector de la provincia, cuyo capital desembolsado ascenda a 3.000.000 de pesetas. Adems form parte del consejo asesor del Banco de Elda. 20. Los zapateros eldenses festejaron por primera vez a sus patronos San Crispn y San Crispiniano, celebrndose una misa en Santa Ana, en la cual el prroco exhort a empresarios y obreros a que el siguiente ao se festejase a los Santos Patronos con toda solemnidad y mediante una modesta aportacin por parte de todos se adquiriese una imagen para honrar y ofrecer cultos. Por la tarde hubo jir as campestres muy concurridas, por declararse el da festivo y abonable por las empresas sin posterior recuperacin en NAVARRO PASTOR, A., Historia de Elda, tomo III, Caja de Ahorros Provincial, Alicante, 1981, p. 51. 21. CLAVER, E., YBARRA, J. A. MANTECA, J. A., SEVILLA, M., SUCH, D., Plan de estabilizacin e industrializacin de la economa alicantina . Diputacin Provincial, Alicante, 1982, p. 55. 22. C.E.N.S., Estructura y posibilidad de desarrollo econmico de Alicante, septiembre de 1959, p. 152. 23. Gran parte de las grandes empresas de calzado creadas en los aos v einte cerraran sus puertas a mediados de los cincuenta. Como consecuencia, las fbricas de ms de 50 obreros, que ocupaban en 1934 el 75% del empleo, pasaron a comienzos de los sesenta a representar slo el 10%, quedando un 80% de pequeas empresas MARTNEZ NAVARRO, F., Desarrollo econmico y cambio social: la industria del calzado en Elda (1950-1980), en VALERO ESCANDELL, J.R. et alii, op. cit., p. 138. 24. MIRANDA ENCARNACIN, J. A. En busca del tiempo perdido: la conq uista del mercado exterior y el desarrollo de la industria del calzado en Espaa en la segunda mitad del siglo XX en Historia Industrial , n19-20, Universit at de Barcelona, Barcelona, 2001, p. 172. Not as al captulo 30 1. Liberalizacin que ha sido ms intensa en el caso de la economa es- paola debido al modelo de industrializacin seguido en los aos sesenta fundamentado en la reserva del mercado interior de la competencia exterior, as como por las exigencias derivadas de la incorporacin en 1986 al proceso de integracin europeo. 2. A este proceso se le denomina glocalizacin . 3. En esta fase de comercializacin se incluyen las fases de acabado, empaquetado y distribucin; en algunos tipos de calzado, incluso el montado, al importarse exclusivamente los cortes. 4. A principios del decenio de 1980, por ejemplo, se diseaba un zapato deportivo en los Estados Unidos y se fabricaba en Taiwan o en la Repblica de Corea, para venderse principalmente en Estados Unidos y Europa. A mediados de la dcada de los noventa se disea en los Estados Unidos o en Francia y se perfecciona en la Repblica de Corea; se fabrica en Indonesia con hormas y suelas coreanas, plantillas de T aiwan y piel italiana y se vende en cualquier mercado nacional. 5. Esta consideracin del calzado como producto de moda ha sido especialmente significativo en los casos del zapato de seora y del deportivo. 6. La economa sumergida llega a representar segn las distintas estimaciones entre un 40% y un 60% del total de volumen de actividad del sector, pero sobre todo se ha institucionalizado su existencia a todos los niveles, incluso el administrativo y el poltico. 7. Los ms significativos se relacionan en la bibliografa. 8. Encuesta realizada en 1996 a 200 empresas fabricantes y auxiliares de calzado. Los datos de la misma fueron la base de la tesis doctoral Organizacin industrial en sistemas productivos locales: el caso de la industria del calzado defendida por el autor del presente captulo en la Univesidad de Alicante en 1999. 9. Talleres que dadas las condiciones laborales en las que desenvuelv en su actividad se asemejan ms a la f ormula de trabajo a domicilio, dado q ue suelen ser agrupaciones de trabajadoras que antes efectuaban el aparado en sus respectivos domicilios, o trabajadores sumergidos que trabajan en exclusiva para un fabricante de calzado. 10. En algunos casos el xito del producto bsico comercializado ha 292HISTORIA DE ELDA dado lugar a proyectos empresariales propiamente dichos, caso de PanamaJack. Notas al captulo 32 1. Ministerio de Ciencia y Tecnologa, Plan nacional I+D, proyecto BSO2001-0620: Reestructuracin industrial y reestructuracin urbana, nuev os procesos de ocupacin del suelo en los sistemas productivos locales de la Comunidad Valenciana. 2. 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Desde mediados del siglo XIX, se habla de un improvisado escenario en los soportales del Ayuntamiento para que Castelar declamara unas poesas, tras lo cual y por el xito obtenido, se habilita el patio del castillo para representaciones al aire libre en verano. 5. Era este un personaje de nombre Nat alio, que tena un teatrillo de tteres en el Re tiro de Madrid. Al parecer haca giras por provincias y durante aos fue asiduo de las f iestas de septiembre en Elda. 6. En 1926 se crea un patronato promonumento a Castelar, que consigue por medio de aportaciones y recaudaciones populares, cuya primera piedra fue colocada en 1932 por Niceto Alcal-Zamora. 7. Hay una excelente recopilacin sobre fiestas y tradiciones en la obra de Alberto Navarro Pastor: Las Fiestas de Elda. Elda, edicin del autor, 2002. 8. Esta es una apreciacin dudosa, al no haber una fecha fehaciente(como ocurre en Alicante), en la que basarnos para est ablecer el inicio oficial de esta fiesta. 293Notas AMAT AMER, Jos Mara (1998): El nacimiento de un gran proyecto: La Feria del Calzado de Elda, en Fiestas Mayores, n 15, Elda. (2002): La FICIA. Un gran esfuerzo colectivo , edicin del autor, Elda. AMAT y SEMPERE, Lamberto (1983): Elda. Su antigedad, su historia... [Ed. facsmil] Excmo. Ayuntamiento de Elda-Universidad de Alicante. BARCALA VIZCANO, Miguel (1998): Historias del Pequeo Comercio Eldense , C.O.C.I.N., Alicante. (2002): El Tenorio eldense , Excmo. A yuntamiento Costa Blanca Casas, Elda. BAZN LPEZ, Jos Luis (1998): Maximiliano Garca Soriano. Poeta del Pueblo , A yuntamiento de Elda Caja de Crdito de Petrel, Elda-Petrer. (1999): Don Emilio Castelar. Antologa de su vida y obra (1832-1899), Mancomunidad Intermunicipal del Valle del Vinalop-Caja de Ahorros del Mediterrneo, Elda. 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La poblacin eldense en el siglo XIX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11J OSR. VALEROESCANDELL 19. Elda: la poltica del XIX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .27 C ARLOSSALINASSALINAS 20. Rasgos econmicos del siglo XIX: de la agricultura al taller zapatero . . . . . . . . 45 T OMSPREZMEDINA 21. La sociedad eldense del XIX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59C ARLOSSALINASSALINAS 22. La cultura de Elda durante el siglo XIX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67 M ARA DELCORPUSREQUENASEZ 23. El crecimiento demogrfico del siglo XX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87 J OSR. VALEROESCANDELL 24. De la Elda alfonsina a la Guerra Civil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109J OSMIGUELSANTACREUSOLER 25. El primer franquismo. La poltica local en la configuracin de la dictadura, 1939- 1956 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127 P EDROPAYLPEZ. 26. La poltica eldense durante el desarrollismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145 J OSR. VALEROESCANDELL 27. De la dictadura a la democracia (1974-2000) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159F RANCISCOMORENOSEZ 28. De la ciudad industrial a la capital productiva y comercial del calzado espaol (1900-1959) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183 A NTONIOMARTNEZPUCHE 29. Desarrollo industrial, creacin de la FICIA y otras asociaciones del sector zapatero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203 J OSMARAAMATAMER 30. Estructura y dinmica de la industria del calzado de Elda a finales del siglo XX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221 J OSLUISCIVIDANESHERNNDEZ 31. La sociedad eldense del siglo XX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235 L UISESTEVEIBEZ 32. Industria y viviendas obreras. La configuracin de una ciudad industrial . . . . 247 G ABINOPONCEHERRERO Apndice: Los espacios centrales y el comercio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 262 E RNESTOCUTILLASORGILS 33. Elda y su cultura en el siglo XX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 265 J UANVERAGIL Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 285 Bibliografa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 295

Historia de Elda. Tomo II

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