Desamor, trenes, Doña Paca… de nuevo, los Premios GraMat.
El pasado sábado 21 de abril, a las seis de la tarde, en su IX edición, en el Museo del Calzado, los premios GraMat de relatos cortos y escritura al instante regresaron a la palestra. Como sabéis, durante 45 minutos hay que elaborar un relato de hasta un máximo de 300 palabras, iniciándolo con una frase que se escoge al azar, entre varias posibles, de un autor y una obra concreta. En este caso se trataba de un verso de Federico García Lorca, ya que la Quincena está dedicada a la poesía: el lema es el conocido verso de Bécquer Poesía… eres tú.
En esta ocasión, los relatos discurrieron en su mayoría entre el desamor y la muerte, los trenes, Doña Paca, un reloj de pared… y alguna que otra sorpresa que tiene que ver con el Día del Libro, celebrado un par de días después.
Estos son los tres relatos galardonados:
Yo pronuncio tu nombre, en esta noche oscura,
y tu nombre me suena más lejano que nunca.
Y es que el tren y mis sentimientos siguen divergiendo nuestros caminos.
Cuando llegue a mi destino romperé con todo lo que nos había unido.
Esta huida mía, sin pensar, solo por un arrebato súbito puede romperme la vida.
Nunca pasó por mi cabeza la posibilidad de tu engaño y la sorpresa fue tan grande que no fui capaz de soportarlo.
Voy como una viajera anónima, sin asomarme a la ventanilla; con la visión nublada y las lágrimas invisibles inundando mis mejillas.
Cuando llegue a París venderé mi alma al diablo y nunca más creeré en ninguna persona.
No fuiste el hombre que yo imaginaba, capaz de que me respetaran. Ahora mi único recurso es el olvido.
En este viaje no siento las para das en las estaciones; ni soy capaz de escuchar el traqueteo; mis ideas siguen desordenadas.
Me he decidido a escribirte esta carta para que te sirva de condena. Sí, soy tu juez y al mismo tiempo tu víctima y posiblemente mi desaparición te sirva de escarmiento para que sepas que no se puede jugar con los sentim
- Buenos días ¿es usted Juan Conte González? Soy del Departamento de Gobernación y le traía una mala noticia: su esposa, Carmen Hernández López, falleció ayer en el descarrilamiento del tren a las afueras de París, y en su mano encontramos este escrito que le paso por si le aclara algo…
Jesús Gandía, 2º Finalista
Yo pronuncio tu nombre, en esta noche oscura, y tu nombre me suena más lejano que nunca.
Lo repetí una, dos y hasta tres veces: primero en silencio y más tarde a gritos, a gritos rotos, descompuestos en pedazos, en mil y un pedazos.
Así una y otra vez mientras caminaba errante por las solitarias calles de la gran ciudad. Solo, abandonado, olvidado y perdido.
Te fuiste y tuve que vivir sin ti, huérfano de tus besos, de tus caricias, de tus abrazos. Todavía puedo oler tu aroma y el perfume de tu piel. Paladear el sabor de tus labios, naufragar en tu mirada y seguir escuchando el susurro de tu voz que me eriza la piel.
Vago sin rumbo, enfermo de tu ausencia, de tus abrazos, con la sola compañía de tu nombre repetido una, dos y tres, de tu recuerdo, de tu olvido. Y siento que ya nada es igual, que mi vida poco importa, que no te volveré a ver, que…
Una boca de metro. Bajo las escaleras con rapidez desesperada. Vuelvo a pronunciar tu nombre y el eco lo devuelve amortiguado, casi callado.
Camino por el túnel, quiero coger el último tren, se hace tarde.
El andén está desierto. Se adivina una luz a lo lejos, un pitido ensordecedor anuncia la llegada del ferrocarril. Voy a su encuentro y me dejo atrapar por él mientras pronuncio tu nombre por última vez y lo siento, poco a poco, más lejano y vacío.
Te esperaré, una dos y tres.
Vicente Aravid, 1º Finalista
Yo pronuncio tu nombre, en esta noche oscura, y tu nombre me suena más lejano que nunca.
Tantos días de lunas y noches a duermevela, solo la madera de caoba oscura es quien me acuna y soporta mi callada tristeza.
Yo, que grito en silencios, que te siento mi dueño, me sorprendo si te acercas, sintiendo entre mis letras un gran sentimiento correr, una voz llena de fe rogando que me busques.
El viejo reloj de pared me tiene desesperado, sigue su curso sin remediarlo y me despierta en el alma todas las emociones guardadas.
Hay que ver qué lento pasa el tiempo cuando mi deseo de estar entre tus manos se agranda; sin embargo, qué deprisa pasa cuando Doña Paca me pasa el plumero. Debo estar haciéndome viejo, y eso que me dijeron al nacer que, desde ese preciso momento, ya era eterno.
Fue en abril, lo recuerdo muy bien, ¿cómo olvidarlo? Exactamente fue un 23 de abril. Como cada 23 de abril alguien festeja con algún tocayo este día que, curiosamente, pretenden conmemorarnos. Pero a mí no me da ya alegría, más bien lo contrario. Volverán a darnos como regalo, volverá a hablarse de nosotros con la boca grande, pero con el corazón pequeño.
Y me pregunto, ¿cuál será nuestro futuro?, ¿cuántos momentos les darán para pasarlos juntos? Con la emoción que tengo aún por removerte y la de risas que, conmigo, te esperan. Con la de vivencias que puedo abrir a tu imaginación y la voz que puedo darte a tus fantasías.
¡Qué tan poco pedimos y cuánto damos! ¿Para esto fui entregado? No quiero sentirme muerto con la vida que llevo escrita, con las imágenes que hay en la tinta de mi texto.
No quiero ser un objeto a quien pasar el plumero, ni siquiera el de Doña Paca, que tan bien me cuida. Puedo ser un gran compañero, hasta serte las alas para que puedas volar donde tú decidas.
Mayte Salguero. Ganadora
Además de disfrutar como maestro de escuela, me encanta escribir. Y leer. Y subir los montes alicantinos. Y jugar al ajedrez. Y… siempre me sigue apeteciendo aprender. Y segregar lo que aprendo -lo que vivo, lo que siento- en artículos, poemas y aforismos como éste: “¿Es imaginable la felicidad en un grano de pimienta?”