Estos días azules y este sol de la infancia
Quizás resulte fácil, aunque a la vez muy duro, imaginar a ese hombre cansado y enfermo ante un inmenso mar Mediterráneo y un cielo luminoso como pocos evocando los días refulgentes, vivos, alegres, de su infancia. Tras una penosa travesía caminando y en tren, desde finales de enero de 1939, perdida la guerra civil, el poeta Antonio Machado llega a Colliure acompañado de su madre, su hermano y un pequeño grupo de amigos. Muere pocos días después, el 22 de febrero, y en el bolsillo de su gabán encuentran un papel arrugado con tres anotaciones, una de las cuales podría ser un verso: “Estos días azules y este sol de la infancia”.
Para celebrar el número mil de su colección, la editorial Visor de poesía ha pedido a 85 poetas que escribiesen un poema a partir de dicho verso. La elección no es arbitraria, pues no en vano Machado, cuya poesía no ha sido publicada en la colección, “sigue siendo un verdadero ejemplo para todos, lectores y ciudadanos”, escribe el editor en la presentación del volumen. Ejemplo permanente de lucidez y dignidad. Ejemplo necesario contra tanta desmemoria en la que vivimos.
Un libro en fin que aspira a ser un homenaje a la memoria viva de “un poeta que representa y convoca a otros muchos poetas” Por eso, estos 85 poetas de habla hispana sin distinción de edad, de sexo o de país (españoles e hispanoamericanos) aportan con cada uno de sus poemas un grano de arena para ir conformando esa playa infinita e interminable en el tiempo donde el poeta sevillano ya anotara su último verso.
A propósito de la efeméride editorial, prosigue Chus Visor reflexionando que “editar poesía es una manera profunda de hacerse cómplice de las ilusiones y desilusiones de los poetas. Después, claro, hay otras muchas cosas”. El papel de autores, lectores y libreros es clave para el éxito de una editorial, que no es otra cosa que “una aventura compartida de un esfuerzo personal”. Un esfuerzo por “buscar lo nuevo siempre, lo nuevo que llega para quedarse, lo de siempre que mantiene en cada lectura una novedosa actualidad”.
Publicado hace apenas unas semanas, estamos ante un libro valioso, delicado y con esa emotiva generosidad que un buen poema puede llegar a destilar. Felicidades a la editorial por sus más de cincuenta años y los mil títulos publicados en un género en el que sobrevivir es complejo. “La inversión en buena literatura suele ser más eficaz que la oferta de libros con una presencia momentánea. En Visor siempre hemos apostado, como nos enseñó Antonio Machado, por unas cuantas cosas verdaderas: la calidad de los textos, el equilibrio entre la modernidad y el clasicismo, la creatividad y el compromiso con la literatura”, cierra su prólogo el editor.
Enhorabuena también a los y las poetas que comparecen buscando sobrevolar todo tiempo y espacio preestablecidos y anudan sus versos al tronco machadiano del “hoy es siempre todavía”. Y lo rememoran rindiendo homenaje a un último verso en el que, como nos sugiere el poema de Luís Alberto de Cuenca, el fin es el principio. Siguen cuatro poemas extraídos del libro:
Hoy
todavía
estos días azules y este sol de la infancia
Ada Salas
DESHISTORIA
Estos días azules y este sol de la infancia
- Machado
Se parece a la historia,
pero solo es un hombre deshaciendo
el camino
de Colliure
a Sevilla,
desandando lo andado
de Sevilla
a Colliure.
Se parece a la historia,
pero solo es un verso
en el bolsillo de un abrigo.
Regresar no es lo mismo
que volver.
Luis Bagué Quílez
PATRIA
Estos días azules y este sol de la infancia
-lo comprenderá tarde- son tu única patria.
Estuvieron ya antes de que te calentaran
y seguirán estando cuando te vayas.
Ni banderas ni himnos ni proclamas
de una mente forjada en preguntas cansadas.
Un corazón latiendo y una mirada
a la que el mundo dota de hambre y alma.
Estos días azules y este sol de la infancia
nos defienden del cuento de un borracho
lleno de ruido y furia que no significa nada.
Juan Bonilla
PLAZOS
Ha pocas horas que pasaron
los minutos -inútiles- de paz.
Hace una vida que empecé
a ser, por puro azar, un río,
que abrazó con sus aguas
otro entretejido cauce.
Siempre fue poco el tiempo que duró
aquel gentil rebatir tiempos.
Hace ya más de un año infinito
que empezó la insondable
soledad con cenizas.
Ahora, para “estos días azules
y este sol de la infancia”,
la muerte sembró sombras
donde nada aparezca.
Ida Vitale
Además de disfrutar como maestro de escuela, me encanta escribir. Y leer. Y subir los montes alicantinos. Y jugar al ajedrez. Y… siempre me sigue apeteciendo aprender. Y segregar lo que aprendo -lo que vivo, lo que siento- en artículos, poemas y aforismos como éste: “¿Es imaginable la felicidad en un grano de pimienta?”