Atentos a la foto finish: origen y evolución del microrrelato en Hispanoamérica
-EL DINOSAURIO TODAVÍA ESTABA ALLÍ-
En esta entrada y en la que seguirá, dentro de este bloque, trataremos la evolución del microrrelato, básicamente en los últimos ciento cincuenta años, tanto en España como en Hispanoamérica, en un recorrido muy sucinto dividiéndolo en tres apartados: precursores, clásicos y afianzadores de un género que hoy brilla con luz propia.
Cabe hablar de antecedentes remotos en nuestra tradición literaria: las parábolas bíblicas, las fábulas griegas, los ejemplos medievales –recuérdese el Conde Lucanor-, Las mil y una noches o las breves historias incluidas en obras mayores –pensemos por ejemplo en El Quijote- entre tantos otros. Pero el antecedente inmediato que los estudiosos señalan como fundamental es el gusto de los simbolistas por el poema en prosa y en especial los escritos por Baudelaire.
El modernismo, encabezado por Rubén Darío, en su intento por introducir la estética parnasiana en la literatura hispánica, rápidamente adoptó la fórmula del poema en prosa. La publicación del libro Azul de Darío en 1888 y que circuló en España a partir de 1892 (aunque no se publicó hasta 1907) con la llegada a nuestro país del nicaragüense, es todo un hito a partir del cual el relato cada vez más breve irá creciendo, readaptándose y consolidándose. En Hispanoamérica, como ocurrirá algunos años después en España, la influencia de esta obra y el empuje vanguardista del momento (con su gusto por la experimentación, el vuelo de lo imaginario, lo absurdo y lo onírico o la incorporación de fórmulas cada vez más breves) serán decisivos.
Junto a Darío, se detiene David Lagmanovich en su ineludible trabajo El microrrelato, Teoría e historia, en otros seis auténticos precursores del género en Hispanoamérica: Alfonso Reyes, Julio Torri, Leopoldo Lugones, Ramón López Velarde, Vicente Huidobro o Macedonio Fernández. Visto con perspectiva, y atendiendo a los criterios con que hoy se define el género, el más valioso de todos ellos es sin duda Julio Torri, autor en el que brevedad, intertextualidad e hibridación de géneros son ya patentes. También son reseñables los “cuentos diminutos” de Huidobro, los humorismos de Macedonio Fernández, en la órbita de su buen amigo Ramón Gómez de la Serna o las mínimas incursiones de López Velarde en el incipiente género.
El microrrelato hispanoamericano obtiene su rango genérico y congrega esos rasgos específicos que lo harán clásico con cinco grandes autores: Jorge Luís Borges, Juan José Arreola, Augusto Monterroso, Julio Cortázar y Marco Denevi. Con esta generación, nacidos entre 1899 y 1922, y cuya obra de minificción se desarrollará básicamente entre mitad de los cuarenta y los años setenta del siglo pasado, la creación de microrrelatos y su repercusión entre lectores y críticos será abrumadora. La sutileza estilística, la condensación y la elipsis, el variado papel que juegan la intertextualidad, la ironía o la parodia, además de la importancia del título y los finales sorpresivos por inversión o subversión, delimitarán un territorio característico, aun con semejanzas claramente distinto al del relato corto o el cuento.
En esta casi foto finish de la evolución del género, no podemos olvidar la legión de narradores posteriores que, por toda Hispanoámerica, tanto han contribuido a consolidarlo y popularizarlo. Aunque en Argentina o en Méjico su florecimiento haya sido espectacular, destacando autores como los mejicanos Guillermo Samperio, René Avilés Fabila, José de la Colina, Jaime Muñoz Vargas o Rogelio Guedea y los argentinos Luisa Valenzuela, Ana María Shua, Raúl Brasca, Eduardo Berti o Alba Omil, entre tantos otros. Además sobresalen los colombianos Jairo Aníbal Niño y Triunfo Arciniegas, los venezolanos Luís Britto García, Gabriel Jiménez Emán o Armando José Sequera, la chilena Pía Barros, los uruguayos Eduardo Galeano y Teresa Porzecanski…
Todos ellos asimilarán el gran legado de sus predecesores (Borges y Monterroso serán referentes por sus concepciones singulares del género) y proseguirán ensanchando tanto la variedad temática, donde lo fantástico, lo paradójico y lo absurdo llega a cotas extremas, como el enfoque y el tono narrativos, donde el humor más o menos negro y el sinsentido no cesarán. Hasta hacer del microrrelato un género singular en el que si algo prima hoy son la diversidad de propuestas, el eclecticismo y la originalidad.
Como apresurada síntesis de todo lo expuesto, una ristra de microrrelatos hiperbreves de autores hispanoamericanos, extraídos la mayoría del libro de Lagmanovich:
CUENTO DE HORROR
La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de las apariciones.
Juan José Arreola (Méjico)
CALIDAD Y CANTIDAD
No se enamoró de ella, sino de su sombra. La iba a visitar al alba, cuando su amada era más larga.
Alejandro Jodorowsky (Chile)
LA BELLA DURMIENTE DEL BOSQUE Y EL PRÍNCIPE
La bella durmiente cierra los ojos pero no duerme. Está esperando al príncipe. Y cuando lo oye acercarse, simula un sueño todavía más profundo. Nadie se lo ha dicho, pero ella lo sabe. Sabe que ningún príncipe pasa junto a una mujer que tenga los ojos bien abiertos.
Marco Denevi (Argentina)
EL HOMBRE INVISIBLE
Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello.
Gabriel Jiménez Emán (Venezuela)
JUSTICIA
Hoy los maté. Ya estaba harto de que me llamaran asesino.
Jaime Muñoz Vargas (Méjico)
APUNTES PARA SER LEÍDOS POR LOS LOBOS
El lobo, aparte de su orgullosa altivez, es inteligente, un ser sensible y hermoso con mala fama... Trata de sobrevivir. Y observa al humano: le parece abominable, lleno de maldad, cruel; tanto así que suele utilizar proverbios tales como: “Está oscuro como boca de hombre”, para señalar algún peligro nocturno, o “el lobo es el hombre del lobo”, cuando este animal llega a ciertos excesos de fiereza semejante a la humana.
René Avilés Fabila (Méjico)
100
Mientras Aladino duerme, su mujer frota dulcemente su lámpara maravillosa. En esas condiciones, ¿qué genio podría resistirse?
Ana María Shua (Argentina)
CUENTO DE ARENA
Un día la ciudad desapareció. De cara al desierto y con los pies hundidos en la arena, todos comprendieron que durante treinta largos años habían estado viviendo en un espejismo.
Jairo Aníbal Niño (Colombia)
A PRIMERA VISTA
Verse y amarse locamente fue una sola cosa. Ella tenía los colmillos largos y afilados. Él tenía la piel blanda y suave: estaban hechos el uno para el otro.
Poli Délano (Chile)
ROSAS
Soñabas con rosas envueltas en papel de seda para tus aniversarios de boda, pero él jamás te las dio. Ahora te las lleva todos los domingos al panteón.
Alejandra Basualto (Chile)
LA CULTA DAMA
Le pregunté a la culta dama si conocía el cuento de Augusto Monterroso titulado “El dinosaurio”.
-Ah, es una delicia -me respondió-, ya estoy leyéndolo.
José de la Colina (México)
POBREZA
Los senos de aquella mujer, que sobrepasaban pródigamente a los de una Jane Mansfield, le hacían pensar en la pobreza de tener únicamente dos manos.
Edmundo Valdés (México)
PEQUEÑOS CUERPOS
Los niños entraron a la casa y destrozaron las jaulas. La mujer encontró los cuerpos muertos y enloqueció. Los pájaros no regresaron.
Triunfo Arciniegas (Colombia)
PREOCUPACIÓN
-No se preocupe. Todo saldrá bien —dijo el Verdugo.
-Eso es lo que me preocupa —respondió el Condenado a muerte.
Orlando Enrique Van Bredam (Argentina)
POEMA, I
De nuevo lo golpeó la realidad, con saña. Quiso aislarse del mundo. Borrarlo. Reconstruirlo. Y escribió el poema.
Alba Omil (Argentina)
CONFESIÓN ESDRÚJULA
Penélope nictálope, de noche tejo redes para atrapar un cíclope.
Luisa Valenzuela (Argentina)
TOQUE DE QUEDA
-Quédate, le dije. Y la toqué.
Omar Lara (Chile)
FIESTA COMPLETA
Y llovieron panes sobre el circo
Eugenio Mandrini (Argentina)
Además de disfrutar como maestro de escuela, me encanta escribir. Y leer. Y subir los montes alicantinos. Y jugar al ajedrez. Y… siempre me sigue apeteciendo aprender. Y segregar lo que aprendo -lo que vivo, lo que siento- en artículos, poemas y aforismos como éste: “¿Es imaginable la felicidad en un grano de pimienta?”