Un asceta urbano en su Larga brevedad
-LO BUENO SI BREVE-
Polaco nacido en Breslavia, Rafael Lechowski (1985) llegó a España a los cuatro años huyendo con sus padres de la represión de entonces en su país. Reconocido como uno de los más importantes raperos de habla hispana del momento, su influencia tanto en España como en Latinoamérica ya es notable. Además de uno de los mejores letristas en su género, es también productor y poeta. Tras grabar las primeras maquetas a los 14 años con el grupo Flowkloricos, arrasa en toda Europa en 2007 con Donde duele, inspira, un trabajo innovador donde el sentimiento, la poesía y la máxima se dan la mano en el rap como nunca antes. La fusión con el jazz de ese trabajo en 2011 supuso una nueva vuelta de tuerca que llevó el género a límites desconocidos hasta entonces. Después, ha compatibilizado sus trabajos musicales en grabaciones y conciertos multitudinarios -solo o en colaboraciones puntuales con otros- con la escritura de poemas y aforismos.
Como escritor, en 2014 publica su primer libro: Larga brevedad, dividido en dos partes (Diario de un asceta urbano y El arte de borrar) que contiene un disco con 28 textos leídos por el propio autor () y que llegó a figurar entre los libros más vendidos entonces. Lo abre un Prefacio que marca el territorio sobre el que se va a mover la obra: “Escribo –con la larga brevedad del aforismo a la larga brevedad de la vida-, y me borro”. Las siete secciones que jalonan Diario de un asceta urbano se dividen a su vez en dos partes: La agonía del yo (que abarca las seis primeras) y Nacimiento del Amor universal (que contiene la séptima). El autor avanzará en esta parte del amor individual fracasado a la consecución de una espiritualidad que trasciende los límites del yo, abriéndose desde ahí a una mirada paulatinamente más abarcadora, más universal y desinteresada.
En El arte de borrar, Lechowski reflexiona y aspira a teorizar sobre la escritura y el mundo de la creación y los artistas. En sus aforismos sobresale una rotundidad que nunca cede a las concesiones. La poesía y la lucidez crítica conviven con tanta naturalidad en sus mínimos destellos que causa asombro. Con sencillas paradojas, siempre repletas de sentido e incontenibles resonancias, y una carga emotiva muy equilibrada, sus aforismos son de una belleza tan eficaz como deslumbrante. Comparto lo que se dice en la contraportada del libro: “Su palabra se distingue por su profundidad, pero también por su cercanía: oscura, y transparente; áspera, pero sensible; encima de los escenarios y lejos de ellos”.
Como la vida, sugerida ya en la larga brevedad del propio título del libro, estos textos de Lechowski escritos entre 2011 y 2013 retirado del mundanal ruido, no son ajenos al paso del tiempo, el dolor, la soledad… Él mismo trazó sin rodeos sus pretensiones: “Me he esforzado en escribir de manera breve, clara y directa, porque conozco la ansiedad que produce el tiempo y el deseo de inmediatez del ser humano en una sociedad voraginosa como la nuestra, y lo he hecho además en un tono realista porque quiero hablar a las personas, no a un género concreto”.
Sin más, va una brevísima recolección de quince aforismos que aspiran a abrir boca en el lector para que después de leídos busque en la red las canciones (El artesano del arte insano o Por amor al odio, entre muchas otras) y los textos de este rapero único y poeta incurable:
- Y al despertar, salgo a la intemperie de mí mismo.
- Dar a luz es traer a alguien a la oscuridad.
- No hay ningún túnel al final de la luz.
- No es que esté triste, es que cada cierto tiempo doy la vuelta a la sonrisa para que no se agote, como un reloj de arena.
- Quien transmuta en vil metal el oro es alquimista./ Sabio aquel que convierte el oro en tiempo./ Quien cambia su tiempo por oro es un necio.
- Que no intenten enderezarte para que sigas el camino recto: la tierra es redonda.
- Separad el sujeto del predicador.
- Cuando respiramos aspiramos bandadas de millones de bacterias, pero a veces son más sucias las palabras que exhalamos.
- Más sé, más sed.
- Hubo una edad de oro de la humanidad. Fue antes de que la humanidad descubriera el oro.
- El egoísmo me lo enseñó un hombre; la generosidad la aprendí de un árbol.
- Un átomo en cuyo interior cabe el Universo, eso es el hombre.
- No escribo para alimentar el ego, escribo para que muera de hambre.
- Un aplauso profundo está construido con silencios.
- La palabra -como la luz- puede tocar sin ser tocada.
Además de disfrutar como maestro de escuela, me encanta escribir. Y leer. Y subir los montes alicantinos. Y jugar al ajedrez. Y… siempre me sigue apeteciendo aprender. Y segregar lo que aprendo -lo que vivo, lo que siento- en artículos, poemas y aforismos como éste: “¿Es imaginable la felicidad en un grano de pimienta?”