La vida feliz… ¿en una caja fuerte?
“Entre todas las cosas que existen, hay algunas que dependen de nosotros y otras que no dependen de nosotros. Así, dependen de nosotros el juicio de valor, el impulso a la acción, el deseo, la versión, en una palabra, todo lo que constituye nuestros asuntos. Pero no dependen de nosotros el cuerpo, nuestras posesiones, las opiniones que los demás tienen de nosotros, los cargos, en una palabra, todo lo que no son nuestros asuntos.
Las cosas que dependen de nosotros son libres por naturaleza, sin impedimentos, sin trabas. Por el contrario, las cosas que no dependen de nosotros se hallan en un estado de sometimiento, de servidumbre, y nos resultan ajenas.
Recuerda, por tanto, que si consideras libres las cosas que por su propia naturaleza se hallan en un estado de sometimiento, y crees que te pertenece lo que es ajeno, tropezarás con innumerables obstáculos, caerás en la tristeza, en la inquietud, harás reproches tanto a los dioses como a los hombres. Sin embargo, si piensas que sólo lo que te pertenece es tuyo y que aquello que es ajeno te es de verdad ajeno, entonces nadie podrá coaccionarte, nadie podrá obligarte a hacer nada, no harás más reproches, no formularás más acusaciones, no volverás a hacer nada contra tu voluntad, no tendrás más enemigos, nadie podrá perjudicarte y no sufrirás más perjuicios.
(…)
Ejercítate, por tanto, en añadir de entrada lo siguiente a cada representación dolorosa o triste que te venga a la cabeza: “No eres más que una simple representación y de ningún modo la cosa que representas”. A continuación, examina la representación y ponla a prueba con las reglas de que dispones, y sobre todo y primeramente con esta: “¿Debo situarla entre las cosas que dependen de mí o entre las que no dependen de mí?”. Y si concluyes que forma parte de las cosas que no dependen de ti, ten bien presente que no te concierne”.
Este es el fragmento primero del Manual de Epícteto que tan minuciosa y gustosamente desmenuza, analiza y comenta el filósofo Pierre Hadot, fallecido en 2010, en la segunda parte del libro Manual para ser feliz, publicado el pasado mes de marzo por ediciones “Errata naturae”. Seguro que Karmelo C. Iribarren, poeta imprescindible junto con Roger Wolfe para los amantes de la poesía urbana y descreída (antisentimental y sentimental a un tiempo, como la calificara Aníbal Núñez), no le haría ascos a Epícteto. Ambos comparten austeridad compositiva y una mirada desapasionada, más allá del tiempo y las academias que los separan. De La condición urbana a La piel de la vida, la editorial Renacimiento acaba de publicar en abril una nueva edición revisada de su obra completa, bajo el título Seguro que esta historia te suena. Poesía completa (1985-2015). Los tres poemas siguientes, entre los más recientes de su larga trayectoria, harán las veces de Vicente Llorente, Joaquín Juan Penalva y Natxo Vidal, poetas cercanos y buenos lectores del guipuzcoano.
EL AMOR
COMO el viento que encuentra
una rendija
y se cuela en la habitación
y lo desordena todo
libros
facturas
poemas
así llega
en la vida
el amor.
Nada es igual a partir de entonces,
ese caos
es la felicidad.
Pero un día habrá que recoger.
Suerte si no te toca a ti.
(De Ola de frío, 2007)
PEQUEÑOS GRANDES MOMENTOS
VIAJAR en tren
con la vista
en el paisaje
deseando
no llegar todavía
a tu lugar de destino
para que la felicidad
no empiece
a terminarse…
(De La piel de la vida, 2013)
ALGUNOS DÍAS
LA sensación
de que la vida
-la auténtica, la de verdad-,
sigue dentro de esa caja
fuerte,
y ya has probado
todas las combinaciones.
(Inéditos y otros poemas)
Recomendándoles también la lectura de ambas obras, con ellas me gustaría despedir desde aquí un año que ha tenido de todo pero en el que no han faltado libros de calidad. Espero que los reseñados en este blog hayan sido de su agrado y, en caso de que eligieran leerlos, enormemente provechosos. Por supuesto que ha habido muchísimos más y también mejores que los mencionados. Pero, modestamente, llegamos a donde llegamos. Y, puesto que es imposible leerlo todo, al menos que lo elegido sea francamente interesante. Sin más, que el año que llega les sea propicio en todo, pero además les conceda tiempo y ganas para seguir leyendo.
Además de disfrutar como maestro de escuela, me encanta escribir. Y leer. Y subir los montes alicantinos. Y jugar al ajedrez. Y… siempre me sigue apeteciendo aprender. Y segregar lo que aprendo -lo que vivo, lo que siento- en artículos, poemas y aforismos como éste: “¿Es imaginable la felicidad en un grano de pimienta?”