Tres joyas para disfrutar leyendo y regalar
Son muchas las recomendaciones que se pueden hacer para leer y regalar durante estas fiestas navideñas. Pero he escogido tres que tienen que ver con la poesía y que me parecen muy interesantes: El arte de la fuga, del poeta ibicenco Vicente Valero (1963), la antología de toda la obra poética de Clara Janés (Barcelona, 1940) Movimientos insomnes. Antología poética 1964-2014 y un delicioso opúsculo del francés Max Jacob (1876-1944), Consejos a un joven poeta. La semana que viene les ofreceré otras tres con las que cerrar un año intenso literariamente hablando.
“La poesía nos protege de los lenguajes de la mentira”, decía en una entrevista Vicente Valero, uno de los poetas más valiosos de su generación, y que bien podría servir de pórtico a esta colección de tres relatos que es El arte de la fuga. Porque en ellos habla de tres poetas enormes: San Juan de la Cruz, Friedrich Hölderlin y Fernando Pessoa. Del primero nos describe sus últimos días vivo y la muerte en un convento de Úbeda en 1591. Una premonición lleva a Hölderlin a recorrer andando más de mil kilómetros de Burdeos a Stuttgart, aunque no volverá a ver con vida a su amada Susette. Y con Pessoa nos situamos en la noche del 8 de marzo de 1914 cuando crea su primer heterónimo, Alberto Caeiro, y compone gran parte de su obra. Tres relatos que hablan de la muerte, de la desesperación que lleva a la locura o del desdoblamiento de personalidad y que tanto nos ayudan a entender la radicalidad de unas obras capaces de ofrecer no sólo unos mundos diferentes sino esa nueva mirada que los propicia. Escrito con una prosa gustosa y exquisita, que siempre halla en los matices el tono adecuado para describir un mundo interior candentemente humano, humanísimo.
Perteneciente por edad a la generación culturalista o de los Novísimos que con tanta fuerza irrumpió en los años setenta del pasado siglo, la poesía de Clara Janés discurrirá por cauces radicalmente distintos. Su palabra precisa aunque inefable, su rigor compositivo o la depuración a que somete sus poemas la distancian de aquellos y la colocan en el horizonte de los poetas esencialistas o del silencio. Como señala Jaime Siles, antólogo y prologuista de Movimientos insomnes, donde se recogen poemas de los veinticinco libros publicados durante cincuenta años, esta poesía que aspira a resacralizar el universo nunca renuncia al lirismo y lo sensorial, buscando que “las sensaciones se conviertan en símbolos y el pensamiento en sensación”. Porque si, como señala la poeta en el epílogo citando a Cioran, la poesía es el desmayo que no se resiste al hechizo y todo hechizo supone desaparición, entonces la poesía no es sino “la desaparición del poeta en el poema”. Una antología excelente de una poeta ineludible.
Amigo de Picasso o Apollinaire, Max Jacob fue un agente activo de las vanguardias del primer cuarto de siglo parisino. De origen judío, en 1944 la Gestapo lo detiene y lo lleva al campo de concentración de Drancy donde inmediatamente enferma y muere pocos días después. Poeta y novelista destacado, escribe estos Consejos a un joven poeta prácticamente en una noche de junio de 1941en respuesta a la pregunta ¿qué es un verso lírico? Que le hizo el padre de un joven estudiante de medicina de 18 años con los que cenaba en su casa. Los consejos van encaminados a pedirle que seleccione sus lecturas, que las digiera bien, que alimente y anime su propia vida interior, que no se precipite al escribir, que sepa esperar el momento adecuado, que sienta el lenguaje como organismo vivo, que pula el verso sin forzarlo…
Tres joyas literarias para unos días de sosiego y reencuentro con uno mismo y los seres queridos. Cierro esta entrada con uno de los poemas de Clara Janés, perteneciente a su libro Paralajes, del año 2002, y cinco fragmentos del libro de Max Jacob:
(Oyes esa música...)
¿Oyes esa música
que cruza como luz la oscuridad
mientras la oscuridad gira
y yo con ella?
¡Con qué fuerza
se abre paso
y llega incluso
a mi lugar más remoto
cercado también de sombras!
Pero el latido
que brota allí
nadie lo oye.
Nadie, como yo, sabe
que existo
y creceré
y amaré
como aman estos brazos
que me sostienen
porque no sé andar aún...
Pero escucha, escucha:
todos los árboles se mecen
en la música.
Y en mi interior,
donde un secreto sol
me hace adivinar
el sol secreto
de la oscuridad.
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Abriré una escuela de vida interior y escribiré en la puerta: escuela de arte.
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Lo que hace a un gran médico o a un gran poeta no es la cantidad de libros que han leído sino la calidad de su vida interior: la digestión de los conocimientos y la investigación.
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Amar las palabras. Amar una palabra. Repetirla, saborearla. Igual que un pintor ama una línea, una forma, un color. (MUY IMPORTANTE)
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Alrededor de una palabra se coagula una frase, un verso, una estrofa, una idea. ¡Ah, qué bello modo de exteriorización! Y exteriorizar lo es todo.
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Puede haber lirismo fuera de la poesía, pero no hay poesía verdadera sin lirismo.
Además de disfrutar como maestro de escuela, me encanta escribir. Y leer. Y subir los montes alicantinos. Y jugar al ajedrez. Y… siempre me sigue apeteciendo aprender. Y segregar lo que aprendo -lo que vivo, lo que siento- en artículos, poemas y aforismos como éste: “¿Es imaginable la felicidad en un grano de pimienta?”