Cuando música, pintura y poesía confluyen: un deleite para los sentidos

Conozco desde hace más de veinte años al poeta, traductor y editor de poesía internacional Germain Droogenbroodt. Fruto de nuestras múltiples colaboraciones traduciendo toda su obra al castellano y a su propio idioma, el flamenco (lengua de la región de Flandes en Bélgica), a infinidad de poetas de medio mundo y, entre los españoles, a Miguel Hernández, Juan Gil-Albert, Francisco Brines o José Ángel Valente, destacaría dos constantes en él: por un lado, el empeño que pone y el rigor extremo que aplica en todo lo que hace. Su nivel de exigencia, en tantas sesiones en su casa traduciendo, me ha dejado a veces exhausto, aunque la satisfacción al ver los resultados siempre haya compensado con creces el agotamiento.
En segundo lugar, Germain considera que las distintas artes no son sino medios diversos para alcanzar un mismo fin: llevar al espectador al espacio común donde nuestra sensibilidad y nuestro espíritu despiertan y se recrean en un acogedor disfrute compartido. Por eso, sus poemas han sido ilustrados por pintores como el hindú Satish Gupta, el belga Frans Minnaert o el valenciano Luís Pla, entre otros. Pintores con los que el poeta ha establecido un fructífero diálogo que también le ha inspirado a él para componer muchos de sus breves poemas. Un diálogo extensible a la ingente cantidad de músicos con los que ha colaborado en tantos recitales por los países europeos, latinoamericanos y en más de cincuenta ocasiones en Extremo Oriente.
No obstante, desde hace varios años en su propia casa de Altea, sede de la Fundación Ithaca que dirige con su esposa, Liliane Leroy, se organizan conciertos, recitales y exposiciones de un gusto y una calidad envidiables. Cada verano, en los cinco o seis conciertos poético-musicales que se realizan, Germain lee algunos poemas acompañado de los intérpretes que ese día intervienen. Los asistentes, más de ciento cincuenta habitualmente, siempre se lo agradecen.

Como su vida siempre ha resultado una búsqueda incesante de nuevas vías que ha ido incorporando a su propia obra con una naturalidad y un equilibrio admirables, ahora se ha embarcado en una propuesta aún más exigente si cabe: recitar los poemas de su poemario más emblemático y traducido a veinte idiomas -El camino, de 1998- acompañado por la música de los cuencos tibetanos. Y para crear un espacio multidisciplinar e integrador, acompañados con una exposición de los 30 cuadros que Satish Gupta ha pintado, en distintos momentos, para cada uno de los poemas que componen el libro.
El resultado no puede ser más gratificante: el aroma filosófico y místico que desprenden los poemas, junto con la música balsámica, meditativa, de los cuencos tocados por Juultje Tatrai y la contemplación de unos cuadros de trazos tan enérgicos y a la vez tan sugerentes. Todo un deleite para los sentidos que quien lo desee podrá disfrutar el próximo sábado 25 de abril a las ocho de la tarde en el Forn Cultural de Petrer dentro de las actividades de la Quincena que el colectivo Octubre Negro destina a Oriente en el Occidente Literario, bajo el título de Vientos del Este.
He aquí, para ir abriendo boca, un par de los breves poemas del libro:
La vida
Como flor de un día
como un puñado de nieve
que un instante brilla al sol
y al fundirse
lentamente se infiltra
se mezcla y de nuevo deviene
-tierra.
*******
ETERNO ES el futuro
del principio
lo que fue y lo que es
perdurará siempre
sólo lo terrenal
cambia
en el universo
apenas nada.

Además de disfrutar como maestro de escuela, me encanta escribir. Y leer. Y subir los montes alicantinos. Y jugar al ajedrez. Y… siempre me sigue apeteciendo aprender. Y segregar lo que aprendo -lo que vivo, lo que siento- en artículos, poemas y aforismos como éste: “¿Es imaginable la felicidad en un grano de pimienta?”