La celebración del 75 aniversario de nuestros Moros y Cristianos

Parece que fue ayer, y hace ya un año, cuando esperábamos con ansiedad que llegaran las entrañables fechas navideñas y, sobre todo, el comienzo de un año nuevo, de un 2019 que nos traía el gozo de celebrar el 75 aniversario de la restauración de la Fiesta de Moros y Cristianos en nuestra ciudad. Ahora, después de tantos avatares y acontecimiento festeros que se han desarrollado dentro del intenso programa de actos de tan magna efeméride, hemos llegado a su clausura y cierre en este diciembre anunciador, una vez más, de días plenos de recuerdos, de paz y amor entrañables.

Viendo la película resumen de todos los actos, proyectada el pasado día 7 con motivo de la definitiva clausura del evento, hemos podido recordar la emoción intensa, la camaradería, la alegría y buen hacer de nuestros festeros que se han plasmado en esa maravillosa celebración que nos ha llenado de orgullo y nos ha elevado, aún más si cabe, nuestro espíritu festero.

Quizás no sea este el lugar para hacer una crónica, que sería excesivamente larga y prolija, de todo lo acontecido a lo largo de este año 2019, pero sí que creo que es necesario resaltar lo que todo ello ha significado para nuestra Fiesta, pasa su consolidación y desarrollo, en aras de un futuro que se presenta espléndido y esperanzador, al mismo tiempo.

El hilo conductor de esta celebración de las Bodas de Brillantes de nuestra Fiesta ha quedado reflejado, por un lado, en los homenajes: a los pueblos vecinos que nos ayudaron a restaurar nuestra Fiesta, Petrer, Sax y Villena, con los que hemos estrechado con mayor intensidad los lazos de amistad y complicidad festera que ya eran notorios. Al pueblo de Elda, que cada año arropa de manera generosa y entusiasta a nuestra Fiesta y que, en esta ocasión, lo hizo con mayor ilusión en ese desfile conmemorativo celebrado en homenaje a todo un pueblo fervoroso y orgulloso de sus Moros y Cristianos, con su inmenso calor y aplauso que nos ofreció a lo largo de todo su recorrido. A quienes han luchado durante estos 75 años para sacar la Fiesta a la calle y darle cada vez más esplendor, en las personas de todos sus presidentes de la Junta Central y Embajadores moros y cristianos, que también han aportado su granito de arena al mejor desarrollo de la Fiesta, o a las comparsas eldenses actuales representadas por sus respectivos presidentes y presidentas y, en definitiva, a todos los festeros actuales que viven y experimentan el gozo de su celebración.

No podía faltar un homenaje a las banderas que representan a cada una de las comparsas de nuestra Fiesta y, de este modo, recordando la bendición de las primeras el 17 de septiembre de 1944 se ha vuelto a realizar una nueva bendición, en este caso de las actuales banderas y la de Junta Central, en el mismo lugar, la iglesia de Santa Ana, y ante las imágenes de nuestros patronos la Virgen de la Salud y el Cristo del Buen Suceso junto a la de San Antón, trasladado para la ocasión desde su ermitorio entre el fragor de los disparos de arcabuz.

La búsqueda de nuestras raíces históricas y festeras ha sido otro de los compromisos asumidos por los organizadores, especialmente en el II Congreso local de la Fiesta y las Jornadas de Patrimonio histórico y de la Fiesta y, como no, en la recuperación de esos trajes antiguos de las comparsas de hoy y también de las desaparecidas que son, sin duda, un elemento patrimonial a tener en cuenta de cara a un posible y futuro Museo de la Fiesta.

Sin embargo, desde el punto de vista meramente festero, subyacen en la programación de este 75 aniversario dos elementos de una importancia capital para la dignificación y esplendor de nuestra Fiesta: la música festera que se interpreta durante los distintos actos y la utilización del traje festero oficial heredado de nuestros mayores y que debemos llevar con orgullo, dignidad y respeto. Estos dos elementos imprescindibles en el desarrollo de nuestra Fiesta se han visto reflejados en la celebración de esta efeméride. De ahí, el guiño que se ha hecho a la participación en el desfile conmemorativo de bandas completas y la no repetición de marchas y pasodobles a lo largo de todo el itinerario, por una parte, y, por otra, la intención de destacar la utilización del traje oficial completo de las comparsas como una de las singularidades de nuestros Moros y Cristianos. Creemos que sin buena música festera, variada y de calidad, y sin un traje oficial que nos identifique como festeros y miembros de una comparsa, no hay una Fiesta de Moros y Cristianos auténtica, esplendorosa y digna de quienes en otros momentos de nuestra historia local la hicieron posible.