Piso pediatría: los mayores
Antes de comenzar con el post, pedir disculpas por mi ausencia. Pero ya estamos de vuelta.
Nuevas cosas. Sigo en pediatría, pero esta vez con los niños mayores. Comienzo en internación. Hay espacio para 14 niños. Somos 5 internos. Nos asignan pacientes dependiendo de los ingresos. Yo soy asignado a dos niños: Ori y Gon.
Me asignan esos niños porque hay que llevarlos a que los vea el neurólogo, pues en el hospital donde estoy, no hay. Aunque en el hospital donde estoy tiene muchos recursos, en comparación con el hospital de Puerto Suárez, no abarca todas las necesidades. Por lo tanto, hay que derivar a hospitales de tercer nivel.
Son las 7 de la mañana. Me mandan con Ori y Gon al hospital donde el neurólogo los verá. Tengo que buscar al chófer de la ambulancia. No lo encuentro. Como una hora lo estoy buscando. Lo llamo por el megáfono: no viene. Llamo a la centralita: no viene. Cuando aparece comenta que no puede llevar a los niños. Llega la pediatra. De un modo sutil comenta que no se ha organizado bien la salida. Hay momentos que es complicado como en este caso cuando el chófer de la ambulancia no se encuentra en su lugar de trabajo. Aquí puedo decirlo, pues en el hospital no admiten excusas.
La pediatra, además, dice que no me puedo ir sólo con dos niños porque hay que entrar a las consultas para presentar a los pacientes y ayudar con la historia clínica.
La residente comenta que me va a acompañar un compañero. Pero la pediatra no quiere que vaya ese compañero. Me mira, y me comenta: solo quiero que tú entres a las consultas.
Conseguimos ambulancia. Camino hacia el hospital. Llegamos y después de un pequeño caos para ver hacia dónde nos tenemos que dirigir, conseguimos ir a las consultas. Mi compañero me ayuda llevando las historias clínicas. Llaman a Gon, entro junto a sus padres a la consulta.
Cuando estamos a mitad de la consulta, escucho en la consulta de al lado a Ori. Como están las consultas interconectadas, le pregunto al doctor si puedo pasar a la consulta donde Ori se encuentra. Acepta. Pero en la otra consulta se encuentra mi compañero y al decirle a la doctora si podía pasar, ella me dice que no puedo pasar, pues hay mucha gente.
En ese momento, mientras vuelvo nuevamente con Gon, en mi cabeza está: la pediatra me va a castigar (les encanta el castigo). Ese pensamiento se para con la voz de la doctora que está con Ori: POR FAVOR, QUE VENGA ALGUIEN QUE SEPA DE LA PACIENTE. Vuelvo y le digo, aquí estoy. Por lo tanto, le pide a mi compañero que salga fuera.
Al día siguiente nos toca volver. A la mañana siguiente llego al hospital a las 6 de la mañana. No quiero que vuelva a pasar lo del día anterior. Consigo la ambulancia y nos llevan nuevamente al hospital para que les hagan una prueba. El caos vuelve nuevamente, pues Ori no se caracteriza por estar tranquila y se necesita estarlo para realizar la prueba.
Al final todo sale bien y volvemos a nuestro hospital. Ese mismo día tengo turno, por lo tanto, me quedo en el hospital. En el turno me toca estar en dilatación. Dilatación es donde se recibe a los bebés después del parto o de la cesárea.
Está todo muy tranquilo, solo hay 4 cesáreas, por lo tanto, entramos a quirófano. Entrar a quirófano es como entrar a un oasis y muchas veces lo agradezco. Después de cuatro horas salgo del quirófano. Todo parece muy tranquilo.
De repente se acerca el residente para que le ayude con un niño. Hay que suturarlo. En realidad voy a ayudarle para sujetarlo, eso es lo que me dice, pero cuando estamos en consulta con el niño, me dice que yo lo puedo suturar, que solo es un punto.
Es el primer niño que suturo y me da un subidón, todo sale muy bien.
A eso de las 5 de la mañana se acerca el residente nuevamente y me comenta que hay un bebé de unas tres semanas en consulta de emergencias. Llego y parece que no tiene signos vitales. El residente no aparece. Lo ponemos en la camilla y comienzo a hacerle reanimación. No hay ninguna señal de vida. Llega el residente y vamos donde hay oxígeno para seguir reanimando. Pero ya es demasiado tarde.
Mientras estamos digiriendo lo sucedido, después de 45 minutos, llega otra mamá con su bebé sin signos vitales. Repetir esta situación en menos de una hora fue duro.
Pero en media hora acaba el turno y tenemos que volver nuevamente al ritmo.
Vuelvo a ver a Ori y Gon para comentar los cambios a la pediatra de piso.
Pablo Ángel Sánchez, eldense, se mudó a la zona tropical de Bolivia, a Santa Cruz de la Sierra justo después de estudiar Bellas Artes en la Universidad Politécnica de Valencia y un máster de Arteterapia Y Educación Artística para la inclusión social en la Universidad Autónoma de Madrid. La causa de su mudanza fue motivada por un voluntariado Internacional, una experiencia de un año a dos años, que se convirtió en ocho años. Ocho años aportando su grano de arena a proyectos como: mujeres artesanas, centro de día para niños trabajadores, centro de día para personas de la tercera edad, hogar para hijos trabajadores de la caña, centro cultural, entre otros. Poco después comenzó a estudiar medicina, pasión que tenía camuflada y que en su día a día fue floreciendo, rompiendo los estigmas que a veces la sociedad o uno mismo se impone. En estos momentos se encuentra en su año de prácticas para finalizar no solo su año de prácticas sino su aventura en tierras bolivianas.