La capilla barroca de Elda
El crecimiento de la población experimentado por la villa de Elda desde el último tercio del siglo XVII permitió superar la grave crisis demográfica y económica que supuso el destierro de los eldenses moriscos en el año 1609.
El paulatino incremento de vecinos permitió el crecimiento de la superficie urbana con la apertura de las calles San Roque y calle Nueva y la creación del barrio de San Antón, alrededor de la ermita homónima y sobre los ejidos del castillo. Este ciclo alcista de desarrollo económico, demográfico y urbanístico permitió acometer sucesivas obras de ampliación y mejora de la vieja iglesia parroquial de Santa Ana que, a todas luces, iba quedándose pequeña para los usos cotidianos y festivos de la población. La primera de aquellas reformas que culminaron en 1799 con la inauguración de la ampliación de la iglesia hacia el crucero y el ábside del presbiterio, fue la construcción de la capilla de la Virgen.
Ante la cada vez mayor devoción que despertaba la advocación de la Virgen de la Salud desde su intitulación en 1648, pronto se planteó la construcción de una capilla propia para albergar la imagen de la Virgen. Así, el 18 de mayo de 1747 se iniciaron los trabajos de apertura de las zanjas de cimentación y el acopio de materiales para la construcción. Y fue un sábado 5 de agosto de ese mismo año, hoy hace 276 años, cuando se colocó la primera piedra de la nueva capilla.
Por las crónicas conservadas del momento sabemos que para dignificar y ensalzar la importancia simbólica de la primera piedra se organizó una pequeña procesión encabezada por el clero de la parroquia, precedido por la cruz guía; acompañado del Ayuntamiento, encabezado por el alcalde y concejales; y con concurso del vecindario, expectante ante la nueva construcción.
Llegados al terreno colindante con la iglesia donde se había procedido a la apertura de las cimentaciones, se cantó el Miserere, diferentes salmos y la Letanía Mayor. A continuación se colocó conjuntamente la primera piedra del cimiento por don Bartolomé Juan y Rico, vicario y comisario de la parroquia, y por el alcalde de ese año, don José Linares. Sobre la piedra se puso cal, elegantemente presentada en un azafate. Se procedió a bendecir la nueva obra mediante la aspersión con agua bendita, tras lo cual la comitiva procesional regresó al interior del templo, donde en acción de gracias se cantó solemnemente el Te Deum.
Las obras de construcción de la capilla de la Virgen fueron proyectadas y dirigidas por Vicente Mingot, maestro de obras. Dirección de obra que obligó a Mingot a residir en Elda con toda su familia entre agosto de 1747 y septiembre de 1751, cuando se dio por finalizada la obra. Trabajo por el cual sabemos que cobró, incluida gratificación de 20 libras por parte del señor Obispo, un total de 897 libras, 4 sueldos y 10 dineros. Emolumentos a los que se unió una gratificación de 20 libras extras concedida por el señor obispo de Orihuela, Juan Elías Gómez de Terán (1738-1759), para que el maestro pudiera trasladarse con su familia a Alicante, donde había sido requerido para dirigir las obras de construcción de la nueva casa consistorial de la ciudad.
Desde 1751 y hasta 1936 esta capilla, situada en el lado del Evangelio del templo de Santa Ana, acogió la imagen de la Virgen de la Salud, como patrona celestial de la villa de Elda. Hoy nada queda de aquella capilla barroca. La demolición del templo en 1937, en el contexto de la guerra civil; la construcción del nuevo templo (1941-1944); y la alineación urbanística de las calles colindantes, especialmente la apertura de la calle San Francisco, borraron para siempre el recuerdo de la capilla barroca de la Virgen de la Salud.