Los tallericos de terminado en Elda
A muchos lectores les parecerán extrañas las palabras "tallerico de terminado", especialmente a los más jóvenes. Yo mismo a alguno de mis hijos les he tenido que sacar de dudas para explicarles cómo se hacían los zapatos antaño y qué misión tenían los talleres de terminado, cuya importancia pocas veces ha sido reconocida en su valía.
Las fábricas (y no sólo las más pequeñas), prescindían de una fase tan importante como era el terminado, es decir, desde el lijado hasta la colocación de la suela y lujado, dejando los zapatos listos para pasar al almacén de acabado. Pero ese trabajo que a veces no parece sencillo, en realidad conllevaba una gran complejidad, precisamente por la alta especialización que se requería, así como una práctica continuada. Los trabajos del terminado, que realizaban algunos talleres especializados, tenían algunas fases que requerían un cuidado adicional, me estoy refiriendo al desvirado de la suela con aquellas fresas que girando a gran velocidad "acariciaban" el canto de la suela ajustándola a la piel del montado y con gran riesgo de dañar la piel de empeine; o el tintado o lujado que también requería una cierta práctica para no manchar en exceso la piel del entorno de la suela, con especial mimo cuando de piel de ante se trataba, todo ello sin hablar de sacado de perfiles o filos, que en el zapato de tacón de aguja se convertía en uno de esos trabajos que te dejaban con la respiración entrecortada.
Si nos adentramos en el tiempo... Elda estaba plagada de pequeñas fábricas de calzado que usaban carros de madera para colocar los zapatos ante los puestos de trabajo de los zapateros de silla. En esos carros se depositaban los zapatos tras encolarlos para el pegado o, en una fase anterior, para embastarlos al colocarles el tope y contrafuerte, pues bien, tanto en unos como en otros casos, se precisaba secar los encolados o los líquidos del embastado antes de llevarlos al pegado de la suela o al montado. Como no había todavía máquinas u hornos de estabilización o de reactivación y secado, era labor del sol (cuando no estaba nublado) ejercer ese papel; por lo tanto las calles del casco urbano, en determinadas horas, se convertían en un ir y venir de carros de madera: unos para llevarlos a algún lugar donde el sol calentase más y otros para llevarlos o traerlos de los antiguos terminados. De ahí que en algunas épocas concretas, especialmente en verano, las calles de Elda oliesen de forma especial....a cuero y adhesivos, ese es un olor que me dejó un grato recuerdo en mi niñez.
Cuando las suelas se prefabricaron los tallericos de terminado se modernizaron y también prefabricaban los zapatos y los tintaban o lujaban a máquina, previo apomazado de la suela.
Una época superada que, sin embargo, nos ha dejado esos recuerdos entrañables con los que algunos fuimos creciendo.
José María Amat Amer, es un apasionado del calzado. Como ingeniero técnico, el destino lo encaminó hacia la industria de su ciudad. Como profesor de Tecnología del Calzado, llego a conocer investigando, la industria del calzado. Publicando algunos libros sobre tecnología, artesanía y desarrollo social; siempre con el calzado como única premisa. El Museo del Calzado fue una de las realizaciones que le llevó a pasar de técnico a un apasionado del zapato. Con la mejor de las intenciones, y siempre con la pretensión de prestigiar la industria y el calzado de la ciudad de Elda, colabora en este blog para crear más amigos con inquietudes similares.