Esperanza Verdú, la primera voz de la radio en Elda
Cuando un día de 1955 la vieron acceder a la sala de la iglesia de la Inmaculada donde se estaban haciendo las pruebas para encontrar a locutores para la primera radio de Elda, que dependía de la Iglesia, los que allí estaban se extrañaron por su juventud, y entonces el obispo de Orihuela llegó a exclamar: “¿Pero qué hace esta mañaca aquí?”. Uno de los que allí estaba, dijo: “Espere, que va a escuchar cómo lee”. Esperanza Verdú los dejó tan atónitos por su capacidad para recitar el Evangelio que esta joven de 16 años al día siguiente ya estaba trabajando como locutora para Radio Popular de Elda. La ahora eldense de 85 años fue, junto a su compañera de ondas Conchita Alcaraz, la primera mujer de la radio de esta ciudad.
“¿Te vas a meter en una emisora de radio?”, le preguntó su padre entonces, sin saber que Esperanza le dedicaría nueve años de su vida a la radio, desde el inicio de esta emisora hasta 1964, un año antes de su cierre. Durante este tiempo en las ondas rezó por las tardes el rosario, retransmitió partidos de balonmano, habló sobre temas del pueblo, presentó la gala de canto “La velada de las antorchas” en el Teatro Castelar, etc. No obstante, a lo que más tiempo le dedicaba era a hacer la programación o a emitir aquellas dedicatorias que la gente les escribía a sus seres queridos por sus santos o bodas, y lo que más le apasionaba era pinchar música clásica desde óperas hasta zarzuelas. “He sido enormemente feliz durante mi tiempo en la radio y lo sigo siendo al recordarlo”, asegura.
Si hay algo de su carrera por lo que todavía se le recuerda en Elda es por el programa que hacía los sábados al mediodía con José Antonio González y Conchita Alcaraz: “Don Deportivo, la Afición y la Señorita Unión”. Ella era la encargada de hacer el papel de la Señorita Unión, la hija de Don Deportivo y la Afición, a la vez que fingía la voz de una niña pequeña. Este programa consistía en una teatralización donde se daba una conversación entre esta familia, la cual reunía a los equipos de fútbol de la ciudad, el Deportivo Eldense y la Unión, con la afición eldense.
Todo el mundo en Elda la reconocía. En la plaza Castelar las madres acercaban a sus hijos para que éstos pudieran conocer a “Esperancita”. Aunque han pasado los años, todavía hoy hay gente que la para por la calle al saludo de: “Hola, Señorita Unión”. “La gente aún se acuerda de mí y eso para mí es un orgullo enorme”, afirma Esperanza Verdú visiblemente emocionada.
Todos los días sobre las seis y media de la mañana acudía a la iglesia de la Inmaculada, donde en uno de sus salones se encontraba la emisora, para encender el transformador y que éste pudiera estar listo horas después para dar comienzo la emisión. Su amor por la radio se acrecentó a lo largo del tiempo que estuvo trabajando como locutora, pero ella confiesa que, aunque fuera la casualidad la que le hizo entrar en el oficio, siempre le ha apasionado este medio de comunicación. Esperanza antes adoraba escuchar Radio Nacional o los cuentos en la voz de Matilde Vilariño, y todavía sigue disfrutando con ella, por eso cree que a la radio le queda por delante una larga y próspera vida.
En 1964 dejó la radio para dedicarse a otro trabajo, que fue el de cuidar a sus hijos, pero Verdú sostiene que nunca ha tenido tiempo ni para pensar, ya que en su vida ha hecho labores de enfermería, ha sido profesora de catequesis, ha trabajo en una fábrica de calzado, ha hecho de manicurista para sus vecinas, tiene el título de profesora de corte y confección del sistema Martí y ayudó a su hijo Francis en la confección de trajes de Moros y Cristianos.
Esperanza cree que tanto ella como sus compañeras han dejado su huella en esta ciudad por llevar adelante la radio “lo mejor que pudieron” y al “hacer todo lo posible para que los eldenses estuvieran distraídos” con ellos. Además, reconoce que tuvo la suerte de no haberse enfrentado con grandes obstáculos, y se percibe todavía en sus ojos un brillo especial cuando recuerda ese época tan lejana, pero tan presente en su vida. Parte de su legado en las ondas vive ahora en su hija, Esperanza López, quien también fue locutora en Radio Vivir, y en sus nietos que escuchan con interés las historias de su abuela. El resto quedará grabado en la historia de la ciudad de Elda, porque aquí será siempre una pionera.