"El Bebé" y los Maestre, una saga de comerciantes
Una de las sagas de comerciantes más antiguas de Elda es la de los Maestre, que va por su cuarta generación. Su tienda "El Bebé" fue tan emblemática que la fachada con sus escaparates de ropa de niño, figura reproducida en la Plaza del Ayuntamiento en la actualidad.
El primer comercio familiar lo abrió Juan Antonio Maestre Ferrando en 1934. Después de vender relojes durante 30 años por las casas, decidió establecerse en la céntrica calle Nueva. Además de relojero, amplió el negocio con un apartado de gafas de vista. Fue el pionero de una saga de comerciantes que se llamaron todos con el mismo nombre y primer apellido: Juan Antonio Maestre.
Era frecuente verlo con su bicicleta por el pueblo desde muy joven, lo que provocó algún altercado porque espantaba a los caballos que tiraban de los carros. Esta circunstancia le llevó a pedir un permiso del comandante del ejército en la zona para montar en su bici, un documento manuscrito del año 1919 que aun conserva la familia. Esta afición por el ciclismo le valió que el periódico madrileño de espectáculos Dígame le dedicara un reportaje en el año 1931.
Su familia cuenta, como anécdota, que una vez acompañó a la estación a un amigo que iba a coger el tren hasta Alicante y cuando este llegó a la capital, Juan Antonio ya estaba allí con su bicicleta. Si bien es cierto que los trenes de entonces eran muy lentos y hacían muchas paradas, ello no le resta mérito alguno a su hazaña.
Su hijo Juan Antonio Maestre Juan amplió el negocio de la calle Nueva con la incorporación de aparatos de radio y máquinas de escribir, de hecho, era representante de la casa Underwood. Algunos eldenses todavía recuerdan la mítica demostración que hizo en el Casino Eldense del funcionamiento de una radio Philips, ante la sorpresa de los presentes.
Juan Antonio Maestre Juan falleció muy joven, con tan solo 42 años de edad, en 1953, a causa de un infarto, curiosamente, una semana después de haber comprado una parcela en el cementerio. Sus hijos apenas tienen recuerdos de él. Nelly Maestre asegura que le contaron que en las Fiestas Mayores de la ciudad, su padre se encargaba de soltar el hilo del tradicional globo en la Plaza Castelar. Otro de los recuerdos es que en la Guerra Civil, lo llamaban para revisar las máquinas de escribir de "La Checa" del cine Coliseo, mientras que su mujer Carmen Calderón Robles lo esperaba inquieta. Por cierto, ella siempre contó con simpatía que durante la guerra salvó la vida milagrosamente por no llevar tacones, porque un día cruzó la calle Nueva para ir desde su casa a la tienda para recoger algo y una bala le rozó la cabeza. Aunque necesitó varios puntos de sutura, años despues bromeaba con que ir en zapatillas fue su salvación.
En la tienda tenían un teléfono de color negro, colgado en la pared, con el número 144. Nelly recuerda que a la calle Nueva la llamaban la calle de las viudas por todas las que había, y que vivían como si fuera una familia, con las puertas de las casas abiertas. Entonces se divertían en el Casino, donde el Negresco llevaba blancos y negros como no se han vuelto a probar en Elda, asegura.
Tras quedarse viuda, Carmen Calderón Roble amplió la tienda con ropa de bebé para sacar a sus tres hijos adelante. Incluyó además otros complementos de niño como cochecitos, andadores o sillas. Para continuar con el negocio de su marido, contrató al técnico Pedro Escribano, que reparaba las máquinas de escribir, mientras ella pudo continuar con la tienda de gafas: enviaba las monturas a Alicante con la furgoneta de "El ordinario", que esta luego traía de vuelta con las gafas ya montadas con sus cristales.
La venta de las máquinas de escribir y su mantenimiento constituían la parte principal del negocio, por ello, en el interior de la tienda existía una balsa con gasolina, donde se dejaban durante 24 horas las piezas previamente desmontadas para limpiarlas y engrasarlas.
La calle Nueva era entonces el centro del pueblo: allí estaba la central de teléfonos, el Casino, la tienda de muebles de Magdalena, el fotógrafo Berenguer, el Bazar Madrieño, el Bar Negresco. En ella residían el médico y el notario. A la vuelta, en la calle Colón, se encontraba la droguería, la panadería y el Ayuntamiento.
Carmen era hija de Paco Calderón, un alicantino que llegó a Elda para trabajar como representante de la fábrica de zapatos de Antonio Porta, entonces ubicada en la actual Plaza del Zapatero. La amistad de la familia con este empresario llegó a ser tan grande que Porta y su mujer Concha fueron los padrinos de boda de Carmen y Juan Antonio.
Paco Calderón vino a Elda con su mujer y sus cuatro hermosas hijas. Estas jóvenes llamaban la atención por su belleza y elegancia, ya que además de guapas, destacaban por su indumentaria, pues su madre les cosía vestidos con las exquisitas telas que su padre traía de sus viajes a Ceuta como representante de calzado. Lo mismo ocurría con los mantones de Manila que compraba en Canarias. Carmen llegó a ser reina de la belleza de Elda en un concurso organizado por la peña "El clavel rojo". Cuando nació su primer hijo, que fue un varón, el abuelo le dijo: "Qué tarde has venido".
La familia de Paco Calderón se reunía en verano y los días de fiesta en lo que llamaban "El campico", situado en la zona que hoy lleva este nombre porque era de su propiedad.
Tras quedarse viuda, Carmen Calderón se vio obligada a llevar la tienda sola durante muchos años, con la ayuda de su madre. Su hijo Juan Antonio Maestre Calderón constituye la tercera generación. Actualmente está jubilado y recuerda que tuvo que dejar los estudios para colaborar con el negocio familiar, no obstante pudo adquirir formación como óptico y técnico de máquinas de escribir. Rara era la fábrica de calzado o industria auxiliar de Elda que no contaba con una máquina de escribir suya. El negocio se llamaba por entonces "Confecciones El Bebé y Óptica Maestre".
La tienda de ropa, de máquinas de escribir y óptica permaneció en la calle Nueva hasta 1960, fecha en la que se trasladaron a la moderna calle Dahellos, en los bajos de un edificio que se levantó tras derribar la gran fábrica de los Bellod, que ocupaba la manzana entera y daba a las calles Jardines, José María Pemán y Cervantes. Carmen Calderón alquiló un local en la esquina de Dahellos con la calle Jardines a Isidro Aguado, un amigo de la familia, que le dejó un buen precio. En ese lugar hoy existe una zapatería.
El negocio llegó a tener una fama enorme y contaba con tres dependientas, además de las hijas de Carmen, Carmita y Nelly. Vendían ropa de calidad para niños, confeccionada y bordada a mano. Algunas personas todavía hoy visten a sus nietos para bautizarlos con faldones de su tienda. La forma de pago era muy moderna para entonces, pues los clientes tenían un bono que entregaban cuando cobraban semanalmente. Juan Antonio Maestre Calderón heredó la gran habilidad para los negocios de sus padres. Aprovechando su pasión por el fútbol, ideó la original iniciativa de colocar cada domingo en su escaparate "La quiniela de óptica Maestre", con el fin de que el público se fijara en su género. El sistema era el siguiente: cuando habían terminado los encuentros de fútbol los domingos por la tarde, Juan Antonio se iba en coche con una radio hasta el Reventón para enterarse de los resultados de la quiniela, que luego escribía en su escaparate. Tanta gente se agolpaba en la acera de la óptica, que el Ayuntamiento quiso prohibir esta quiniela por el atasco que provocaba en la calle los domingos.
En Elda existían en los años 70 más de doscientas fábricas de zapatos y talleres, y rara era la que no contaba con una máquina de escribir suya. Sus servicios incluían el mantenimiento y la reparación; para ello tenía que desmontar las 500 piezas que podía llegar a tener cada máquina, como la Underwood número 8, que era la más grande y demandada porque en ella cabían las hojas de los Seguros Sociales.
En aquella Elda que crecía económicamente a un ritmo vertiginoso, recuerda que en las navidades del año 1965 vendió cerca de 200 máquinas de escribir portátiles en una semana junto con un manual de mecanografía que él ideó, porque los padres sabían que el futuro de sus hijos entonces pasaba por saber utilizarlas.
Cuando los ordenadores comenzaron a sustituir a las máquinas de escribir, Juan Antonio Maestre Calderón centró todos sus esfuerzos en su óptica, pues intuyó que llegaba, como un tsunami, un nuevo mundo imparable y complejo que desconocía. Compró entonces una máquina para graduar la vista que le costó dos millones de pesetas (12.000 euros). En un año estaba amortizada.
Su hijo Juan Antonio Maestre González representa la cuarta generación de esta larga saga de comerciantes. Fue el primero de la familia en cursar estudios universitarios y obtuvo el título de Óptico en la Universidad Complutense de Madrid. En 1987 abrió con su padre Óptica Maestre, en el número 5 de la calle Dahellos, separándose del comercio El Bebé. Esta óptica, llamada en la actualidad Opticalia Maestre, es un moderno establecimiento que cuenta con la última tecnología. Juan Antonio Maestre González representa la evolución de una familia que ha sabido adaptarse a los cambios de una ciudad industrial como Elda. El destino de la tienda El Bebé fue diferente. El mercado de la ropa infantil ha cambiado mucho en los últimos años y la confección industrial se ha impuesto a las prendas hechas y bordadas a mano. Nelly Maestre mantuvo el nombre del establecimiento hasta 1995, cuando tuvo que cerrarlo ante el nacimiento y avance de una nueva sociedad de consumo donde la ropa dejaba de ser algo valioso para ser convertirse en un objeto más con fecha de caducidad.
Hoy nos queda el recuerdo de esta entrañable tienda, pintada por el artista Miguel Gracia "Zetika" en la plaza de la Constitución, en el lugar que ocupó otro establecimiento tradicional conocido como “Casa tienda”, como homenaje a una Elda que ya no existe, pero que se merece el honor de quedar en la historia de la ciudad y en nuestra memoria.