El sufrimiento de convivir con olor a excrementos en el centro de Elda
La llegada del buen tiempo invita a abrir las ventanas, a dejar que el fresco entre a las viviendas y escuchar el canto de los pájaros, algo que no pueden hacer los vecinos de las ocho viviendas del bloque número 63 de la calle San Roque, en pleno centro de la ciudad, pues "disfrutan" de un aroma bien diferente ya que a diario conviven con el olor de cientos de excrementos. A escasos metros de la iglesia de Santa Ana, algunas personas utilizan como pipicán improvisado la zona de aparcamiento situada junto a la plaza de las Huestes del Cadí.
Vivir en estos pisos es un verdadero suplicio, así lo confirman los vecinos, pues no pueden abrir las ventanas, ni tender la ropa en sus balcones y galerías, ya que el fuerte olor a heces se cuela en cada rincón de las viviendas, algo con lo que es "imposible vivir".
Ya se han entregado al menos tres reclamaciones al Ayuntamiento en unas semanas para que se busque una solución, tanto desde la asociación de vecinos La Purísima como de particulares, pues la situación es insostenible, si bien los vecinos recalcan que "no es por falta de limpieza, la verdad es que limpian a diario. La culpa tampoco es de los animales, sino de sus dueños, que no tienen vergüenza ni civismo y dejan los excrementos de sus mascotas siempre en este rincón, ya es costumbre". Para ellos la única solución viable es que se incremente la presencia policial, tanto de día como de noche, "si les ponen unas buenas multas podrían poner fin a nuestro sufrimiento, si ellos oliesen lo que nosotros en sus casas, mientras comen, ven la televisión o duermen, se les caería la cara de vergüenza", asegura uno de los vecinos.
Hartos de la situación, los vecinos recriminan estos hechos a los dueños de las mascotas, pero estos, en lugar de recoger las heces y pedir disculpas, les plantan cara o se marchan haciendo oídos sordos a las peticiones de quienes sufren su falta de educación.
Hoy en día, cuando la gran mayoría de la ciudadanía está concienciada gracias a las campañas de Medio Ambiente sobre esta problemática, aún quedan algunas personas que reniegan de su obligación de recoger los excrementos de sus mascotas y los llevan a espacios recónditos para escabullirse de sus obligaciones cívicas.
Ahora que llega el buen tiempo y el calor invita a que el aire fresco de la calle entre a los hogares, los vecinos del número 63 de la calle San Roque esperan que el Ayuntamiento ponga fin a su sufrimiento que arrastran desde hace muchos años.