Los festeros se superaron en "la noche de los eldenses" de Moros y Cristianos
Si por algo se conoce la última noche de Moros y Cristianos es porque es la de los eldenses. Los visitantes se marchan y las calles del centro se llenan de personas que exprimen las últimas horas de fiesta. Se olvida el cansancio acumulado tras cuatro días de intensa fiesta para vivir al máximo la noche del domingo.
Como es tradición, decenas de cuartelillos contrataron bandas de música y tomaron las calles para llenar de vida y alegría cada rincón. Esta es una prueba más de que los Moros y Cristianos de Elda son unas fiestas abiertas hechas para vivirlas en la calle y en las que todo el mundo tiene cabida.
El Castillo de Embajadas o la calle Juan Carlos I fueron algunos de los puntos más abarrotados. Las bandas pasaban rodeadas de miles de festeros que bailaban y disfrutaban al son de la música de las charangas.
Este año no coincidió un San Antón por las calles de la ciudad sino dos, por un lado un cuartelillo portó un santo anacoreta en miniatura, pero toda la atención la volvió a recibir el particular San Antón viviente del cuartelillo “La Ermita”, encarnado por el capitán de los Contrabandistas, Rafa Vera Gómez, quien prudentemente este año colocó una sujeción por seguridad, pues hoy tenía una larga mañana por delante. Este iba despertando los aplausos a su paso.
Por décimo año consecutivo, el cuartelillo “La Caverna” realizó su tradicional “Asalto al Castillo”, con abanderada, capitán, y una recreación total de las fiestas.
Estos son solo algunos ejemplos de la multitud de actividades que se llevaron a cabo en la ciudad anoche. La fiesta se alargó hasta el amanecer.
