El colegio Miguel de Cervantes arranca el curso con incertidumbre
El colegio de Educación Especial Miguel de Cervantes comenzó la pasada semana su nuevo curso tomando todas las medidas posibles para la seguridad de los 120 estudiantes y los más de 60 miembros del personal. Tanto el profesorado como las familias han comenzado este curso marcado por la pandemia de COVID-19 con incertidumbre, pues en la mayoría de los casos los estudiantes no pueden usar mascarillas y a su vez son personas de riesgo, por lo que se les protege mucho.
La directora del centro, Nuria Vico, afirma que el contar con una enfermera es algo fundamental en el día a día, ahora más si cabe, aunque “el tener dos edificios separados, uno para menores de 13 y otro hasta 24 años hace que tenga que ir de aquí para allá. El mayor problema se dará si la avisamos de un posible caso y está en el otro edificio, pero nos tranquiliza contar con ella”.
Las clases tienen entre seis y siete alumnos por lo que no han tenido que adaptar espacios, si bien este año han optado por no mover de grupo al alumnado para hacerle la vuelta más sencilla y noten mayor estabilidad tras casi seis meses sin clases. Estas aulas ya estaban adaptadas y aunque ahora son grupos burbuja, apenas notarán el cambio, si bien algunos tendrán que comer en el aula y se ha ampliado el servicio de transporte para que se produzca con seguridad.
Vico admite que el profesorado siente la incertidumbre típica de la situación: “No sabemos exactamente cómo se gestionarán ciertos casos, esto es algo nuevo para todos, pero tenemos claro que nos vamos a proteger unos a otros”.
La vicepresidenta del AMPA, Lumi Martínez, señala que “está todo muy bien planteado en el centro, nuestros hijos en la mayoría de los casos no pueden llevar mascarilla y es complicado, por eso tenemos algo de incertidumbre, pero estamos tranquilos dentro de lo que cabe”. Sí es cierto que algunas familias se plantean no llevar a sus hijos por posible contagio, pues todos ellos son personas de riesgo.
Las esperadas obras
“La principal dificultad que nos encontramos es que no están ejecutadas las obras por no haberse realizado el Plan Edificant. Esto lo complica todo un poco, tenemos que usar espacios que no están adaptados, por ejemplo, tenemos que usar un servicio como cambiador en el edificio antiguo y no está preparado para ello", afirma Vico.
Lumi Martínez afirma que “las familias seguimos con el mismo malestar que antes, es cierto que ha venido la pandemia y nos hemos centrado en lo esencial, la seguridad y el bienestar de nuestros hijos, pero la situación sigue siendo igual de crítica”. Añade que “al menos han borrado el nombre de Emilio Castelar en nuestro edificio, que era como se llamaba el antiguo colegio, y nos han puesto una señal. Eso es algo, pues la última vez que hubo una crisis, la ambulancia se marchó pensando que este no era el centro indicado”.