sábado, 23 de noviembre de 2024

Luisa Vera, ilustradora eldense: “No hay nada más dañino para el amor al arte que un empacho de museo”

Clara de Haro
20 marzo 2021
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Luisa Vera, ilustradora eldense: “No hay nada más dañino para el amor al arte que un empacho de museo”
Luisa Vera preparado un libro con cómics de su infancia en Elda

La reconocida artista eldense Luisa Vera ha publicado su primer álbum infantil con texto propio, Perdido en el Museo, después de una larga carrera como ilustradora de libros para niños en las editoriales más importantes del país como Anaya, Edelvives, Everest o Edicions 62. Tras licenciarse en Bellas Artes en Valencia, se marchó a Nueva York, donde vivió 17 años y desarrolló una brillante carrera como ilustradora en periódicos como The New York Times, The New York Press, The Chicago Tribune, The Dallas Morning News y USA Today. Desde 2003 reside en Barcelona y ha colaborado en La Vanguardia y El País durante casi una década. Además, ha realizado exposiciones individuales y colectivas en Barcelona, Madrid, Chicago y Elda.

Su siguiente reto es publicar una historia gráfica ilustrada con 60 episodios sobre su infancia en Elda en tono de humor, de la que mostramos dos adelantos. Luisa Vera guarda muy buenos recuerdos de aquellos años, como sus primeros estudios en el colegio de Don Pablo (al que dedica una de estas historias), el de Don Emilio, así como en el Instituto Azorín.

En las librerías es fácil encontrarse con libros infantiles ilustrados por usted.

En realidad, durante años, mi especialidad fue la ilustración de prensa, pero me he ido inclinando más hacia la literatura infantil. Cuando tuve a mi hijo, hace ya 19 años, me resultaba muy gratificante dibujar pensando en él. Ahora la ilustración infantil es lo que más disfruto. Bueno, eso y hacer novelas gráficas con un toque autobiográfico y de humor. De hecho, entre los proyectos que están en barbecho, hay uno que realmente me gustaría terminar y ver publicado sobre mi infancia en Elda en los años 60/70. Hasta tiene título: Crónicas de una nena de pueblo. Algunas de las ilustraciones para este proyecto se pueden ver en www.behance.net/luisaveraestudio.

Acaba llegar a las librerías Perdido en el Museo, su primer libro escrito e ilustrado íntegramente por usted, con el objetivo de acercar el arte del siglo XX y los museos a los niños y mayores. ¿Por qué considera que esto es importante?

El arte responde a la necesidad del ser humano de expresar sentimientos e ideas: es un lenguaje (lenguaje artístico) y una creación. Disfrutar del arte y los museos parece algo exclusivo de las élites culturales y no es así. El disfrute del arte en este momento está al alcance de todos y tenemos que aprovecharlo. El arte nos permite ver las cosas de otra manera y nos abre la mente. Estar expuestos a él y perderle el miedo nos beneficia a todos.

El libro incluye sencillas explicaciones sobre los movimientos artísticos más importantes del siglo XX. ¿Nos ayudará a comprender el arte moderno?

Yo creo que sí. Aunque en realidad no hay mucho que comprender. El ser humano se ha expresado artísticamente desde el Paleolítico. Durante siglos los artistas habían representado las cosas tal y como eran: se podría decir que “fotografiaban” la realidad con sus pinceles y escoplos. El arte moderno rompió con eso y los artistas empezaron a realizar sus obras sin copiar la realidad. Sólo hay que disfrutar de esa “realidad subjetiva” que nos ofrecen y mirar las cosas con los ojos y la creatividad de otros.

¿Qué enseña un museo a un niño?

Bueno, lo primero que aprende una criatura en el museo es que el arte y los museos “no muerden”, no son aburridos y que el arte forma parte de la vida de todos con naturalidad. Cuanto más expuestos están al arte, más lo valoran y le van perdiendo el miedo y ese respeto paralizador. En el museo no hace falta tener conocimientos académicos de nada: sólo hay que mirar y dejar que la mirada juegue y se divierta. Para hacer la visita más amena y didáctica se pueden plantear juegos de museo: buscar elementos especiales en las obras, temas que se repiten, colores, etc. Y nada de atracones: cuando la criatura ya muestra señales de cansancio artístico, pues para casa. A los adultos nos pasa igual: no hay nada más dañino para el amor al arte que un empacho de museo.

¿Por qué se planteó crear Crónicas de una nena de pueblo?

Durante los meses de confinamiento, los recuerdos de mi infancia me han asaltado a su antojo llevándome (para mi deleite y sobresalto) a momentos que creía relegados a un lejano rincón del olvido. Tanto el mundo exterior como mi propia actividad profesional parecían adquirir una extraña lentitud, de modo que decidí ocupar los huecos del presente plasmando en imágenes esas repentinas evocaciones del pasado: cada día una nueva ilustración que iba subiendo a las redes sociales casi como un juego. La respuesta ha sido sorprendentemente positiva, incluso entusiasta: muchas personas (amigos, colegas y desconocidos) me escribían para comentar experiencias compartidas por quienes fueron niños entre los años 60 y 70. También intervenían algunos jóvenes con sus asombros. 

¿Cómo fue su infancia en Elda?

Supongo que mi infancia no fue nada especial: la vida típica de una niña en un pueblo grande con una industria incipiente y mucho campo para correr o desvariar. Había, eso sí, una familia adicta al melodrama y a los secretos superfluos; había también una amiga del alma. Y algunas andanzas que hoy pueden parecer un poco estrambóticas. Mi propuesta es escribir e ilustrar una novela gráfica a modo de anecdotario en clave de humor. Los episodios plasmarían ese mundo de las calles, la escuela, la familia, los vecinos, los compañeros, pero creo que también reflejarían vivencias comunes a muchos pueblos de aquella época y a muchos niños de esa generación.

¿Qué episodios narra gráficamente?

Está divido en capítulos como la escuela, las vacaciones, las amigas, la religión, la vida del pueblo… con títulos como: Son Tardes de Fu Manchú (sesiones continuas en el cine Coliseo); Eso es muy antiguo (derribo de las antiguas casas y construcción desatada de obra nueva convirtiendo las calles en un desfiladero); ¿Seremos todos ricos? (fiebre del nuevo rico por el auge industrial); Se da “aparado” a la calle (economía sumergida en casa de la abuela donde todas las féminas hacían zapatos); Gazpachos II: conejo (muerte, despelleje y descuartizamiento del animal en el patio de la abuela); ¡A la cola! (la fila de alumnos frente a la pizarra donde había que responder a las preguntas de la maestra); ¿No juegas al tenis? (incómoda estancia en casa de unas amigas pudientes); la sandía (viajes a la playa en el 600)…

Cuéntenos cómo nace su original proyecto de creación de portadas denominado The Barcelonian.

The Barcelonian empezó como una terapia personal durante el confinamiento e inicios del desconfinamiento. Encerrada en casa, iba creando un diario ilustrado de la extraña situación y cómo ésta moldeaba mi vida. Un día, sobre uno de los dibujos coloqué el encabezamiento The Barcelonian en homenaje a mi revista favorita The new Yorker y empecé a compartir en redes. La respuesta fue estupenda y se me ocurrió que sería mucho más divertido si abría la propuesta a otros ilustradores de la ciudad. ¡Y así empezó! Ahora tiene cuenta propia en Instagram con más de 3.000 seguidores y 43 cubiertas publicadas. Aclaro que la revista The Barcelonian no existe; sólo existen las cubiertas y así seguirá. El proyecto ahora es muy ambicioso y la idea es hacer una gran exposición y publicar un libro recopilatorio. Es un homenaje a mi profesión, la ilustración, y a las dos grandes ciudades que me han acogido durante tantos años.

¿Tiene algún proyecto futuro?

Ahora, The Barcelonian necesita mucho de mis mimos y cuidados, pero voy intercalando proyectos. Pronto se publicará Salta, un libro musical para los más pequeñitos escrito por Mar Benegas (ya publiqué uno en la misma colección de Combel Las arañitas de la risa). Y tengo varios libros en cocción, pero que necesitan reposo. También estoy colaborando en un proyecto de arte público para la ciudad de Washington con el artista neoyorquino Spencer Finch.

Expuso en Elda hace unos meses, ¿cómo fue su experiencia de reencuentro con su ciudad?

Expuse en el Museo del Calzado en noviembre del 2018. Loles Esteve, directora del museo, fue maravillosa y me facilitó todo lo que estuvo en sus manos. Una gran experiencia. Y allí me reencontré con tantísima gente que no había visto en décadas. Se vendió casi toda la obra expuesta, cosa que me sorprendió y me alegró mucho. También tuve la ocasión de dedicar la exposición a mi madre y a mi padre (que ya no está entre nosotros). Me encantaría repetir.

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