Elda, 1832-1980. Industria del calzado y transformación social

ELDA, 1832-1980 Industria del calzado y transformacin social ELDA, 1832-1980 Industria del calzado y transformacin social JOSE RAMON VALERO ESCANDELL ALBERTO NAVARRO PASTOR FRANCISCO MARTINEZ NAVARRO JOS MARA AMAT AMER 1992 INSTITUTO DE CULTURA JUAN GIL-ALBERT (Diputacin Provincial de Alicante) AYUNTAMIENTO DE ELDA Los autores Instituto de Cultura Juan Gil-Albert (Diputacin de Alicante) Ayuntamiento de Elda ISBN.: 84-87962-01-7 Depsito Legal: A.908-1992 Imprime: Grficas DIAZ, S.L. San Vicente/Alicante A aquellos que facilitaron la realizacin del presente libro aportando su testimonio personal, brindndonos materiales grficos o documentales, impulsando desde las instituciones su publicacin, esforzndose por ofrecer un trabajo bien hecho. A quienes, precedindonos en el estudio y la reflexin de los temas eldenses, han orientado nuestra labor. A aquellos que muchas veces annimamente han hecho de cada pgina de este libro una obra colectiva, nuestro agradecimiento. LOS AUTORES PROLOGO Aunque contbamos con algunas aportaciones anteriores obra, precisamente, de algunos de los autores de este libro que prologamos, hasta el momento no se dispona de una historia de conjunto del calzado en la ciudad de Elda y de sus repercusiones en las transformaciones demogrficas, urbans ticas, sociales y culturales de la propia ciudad. Porque, en el ltimo siglo, el calzado y Elda han ido indisolublemente unidos y si en poca de euforia del sector aumentaba la poblacin y se creaban Casi nos y Festivales de Opera, cuando llegaba la crisis toda la vida local se resenta. Elda, 1832-1980. Industria del calzado y transformacin social se estructura en cuatro apartados y dos apndices que nos permiten una excelente visin de conjunto. En el primero, los Ramn Valero Escandell estudia el origen de la industria del calzado, desde 1832 hasta finales del siglo XIX, desde que aparece el primer vendedor de zapatos, Joaqun Yago Ro mero, que se lanza a viajar fuera de Elda y su comarca, hasta que se instalan las primeras factoras modernas, en la ltima dcada del siglo. Pasa revista Valero a las distintas etapas en las que se va configurando la que iba a ser principal industria de Elda y condicionante de su crecimiento: la apari cin en 1835 del primer empresario, el lento crecimiento de fabricantes y trabajadores del calzado entre 1851 y 1870, o la aparicin desde 1870 de industrias y servicios auxiliares, comenzando por la fabricacin de hormas. Lentamente, aprovechando una serie de ventajas o haciendo de la necesidad virtud a partir de la situacin geogrfica de la ciudad en el camino entre la Meseta y el Mediterrneo y buscando una alternativa a la escasa productividad de la agricultura, se fue consolidando la fabrica cin de calzado en Elda, si bien todava en 1884 no apareca ningn industrial zapatero entre los cien primeros contribuyentes de la localidad, pues an predominaba el trabajo a domicilio, en los taller!~ cos. A partir de 1890, la introduccin de nueva maquinaria y la creacin de las primeras fbricas pro piciaron una atraccin de mano de obra fornea, en especial de Mahn y Almansa lugares donde tambin exista una importante industria del calzado y, por consiguiente, los primeros conflictos so ciales y atisbos de una organizacin obrera. Alberto Navarro Pastor que en su Historia de Elda ya haba tratado numerosos aspectos de la historia del calzado analiza el desarrollo de la industria desde los albores del siglo XX hasta el final de la guerra europea. En la primera dcada del siglo XX, el desarrollo industrial repercute en la propia fisonoma de la ciudad: se crean nuevos barrios para obreros, se instala el alumbrado pblico, aparecen el teatro Castelar y el Casino, surgen los primeros peridicos con cierta estabilidad (El Vina lap y El Pantano) y, como lgico reverso de la medalla en esos momentos de acumulacin capitalis ta, crece la explotacin de la mano de obra, con un porcentaje muy importante de trabajo infantil y otras secuelas, consecuencia de la falta de higiene y seguridad en el trabajo. No en vano la competitivi dad del calzado eldense frente al que se produca en Baleares o Barcelona se basaba en la baratura de la mano de obra, de modo que la rebaja de los salarios era, por as decirlo, la nica innovacin tecnolgica a que estaban dispuestos los empresarios ante cualquier problema de ventas. Como era habitual en estos aos, ante las primeras reivindicaciones sociales, la reaccin de las fuerzas vivas de la localidad consisti en solicitar que se instalase definitivamente un puesto de la Guardia Civil en la localidad 9 En la segunda dcada del siglo, hubo un cierto estancamiento de la industria, que repercuti tam bin en el crecimiento demogrfico, de modo que entre 1911 y 1920 apenas aumenta la poblacin en 50 personas. Cuando estall la guerra europea de 1914-1918 hubo euforia en la industria, por los pedidos de calzado y otro utillaje para los ejrcitos francs e ingls, e incluso se produjo la instalacin, por primera vez, de una fbrica con capital extranjero, la de Eugenio H. Browne, que lleg a emplear a 1.500 obreros. La postguerra provoc en Elda, como en el resto de la provincia, un aumento de la conflictividad social, al quedar de nuevo reducida la produccin al mercado nacional. Los obreros el denses, dirigidos por la CNT, plantearon diversas huelgas a sus patronos por reivindicaciones que hoy nos pueden parecer increbles, como la de que se les proporcionara el hilo y la aguja para coser el calzado, pues ambos los ponan las obreras, lo que provoc una dura huelga de La Racional, la orga nizacin de los trabajadores del calzado eldenses. La tercera etapa es la que comprende los treinta aos que van desde 1920 a 1950 y es estudiada por fos Ramn Valero: es la poca del esplendor y decadencia de las grandes empresas. En los aos veinte se asiste a un verdadero trasiego de empresas que, sin apenas capital, aparecen y desaparecen con idntica facilidad. Sin embargo, Elda se va convirtiendo, probablemente, en la principal concentra cin industrial del sector en Espaa: se desarrolla la mecanizacin, crecen las industrias auxiliares, me jora el sistema de ventas y prcticamente se dobla el nmero de trabajadores que dependen del calzado, lo que provoca una nueva oleada inmigratoria. Naturalmente, este desarrollo trae las consabidas con secuencias sociales: predominio del destajo, bajos salarios y caresta de la vida, excesivo peso del tra bajo femenino e infantil etc. Las clases sociales estaban claramente definidas: de un lado, una Federacin Patronal creada en 1924, que aprovech la represin que sobre la organizacin obrera efectu la Dic tadura: del otro, unos obreros con una fuerte conciencia de clase, influidos por la CNT o encuadrados, en menor medida, en la Federacin Obrera de la Industria del Calzado, de influencia socialista. La ciu dad, mientras tanto, segua transformndose y dando origen a nuevas barriadas La Fraternidad, El Progreso. Durante la 11 Repblica, el poder municipal lo ostentaron poderosos empresarios del calzado, que a veces estaban muy ligados entre s las familias Vera y Guarinos, por ejemplo. El desarrollo del sector continu y una buena prueba de ello fue la creacin, en 1933, del Banco de Elda, obra de la burguesa local, progresista y republicana. Pero continuaban los conflictos sociales, el paro, los desta jos, las intentonas de los anarquistas, que nunca creyeron en las posibilidades reformistas de la Rep blica. Se construy un nuevo y ms amplio Cuartel de la Guardia Civil, pero tambin se desarrollaron los Ateneos Libertarios y las escuelas racionalistas, mientras incluso el siempre ms contemporizador Partido Socialista vea crecer en su seno el sector bolchevizante, de la mano de las juventudes y de su semanario Rebelin. La tensin social era, pues, muy grande en esos aos en Elda y no es de extraar que el alzamiento militar de julio de 1936 sorprendiese a la ciudad en plena huelga del calza do. La UGT y la CNT se incautaron entonces de las cinco empresas ms poderosas del calzado y el resto se organiz, con la participacin, ms bien forzada, de algunos propietarios, en el S10EP (Sindica to de la Industria del Calzado de Elda y Petrer), que agrupaba a 26 empresas de la comarca. Valero Escandell estudia el desarrollo de la industria en esos difciles aos de la guerra civil la reconversin forzosa de algunas de ellas en industrias de guerra, el planteamiento por primera vez de un seguro de enfermedad y de jubilacin, las polmicas entre comunistas y libertarios sobre las colectivizaciones, el salario y la productividad, y los efectos de la guerra en la localidad el hambre, la llegada de refugia dos, los intentos de volver a la agricultura, etc.. En la postguerra, que como seala Valero es difcil de estudiar por la desaparicin de la prensa local que antes haba sido tan abundante y plural, se produjo una recuperacin industrial muy lenta, como consecuencia de la escasez de materias primas, de los fallos de la energa y de la propia concep cin econmica del franquismo. Fueron, poco a poco, desapareciendo las grandes industrias tambin lo decay el Banco de Elda y surgi, por primera vez, una importante economa clandestina, con pe queas empresas: el destajo, unos salarios de hambre y el crecimiento del trabajo femenino a domici lio no pudieron ser contrapesados por la clase obrera, ya que, desaparecidos sus sindicatos tradicionales, la CNT y la UGT, todos, patronos y obreros, estaban encuadrados en el Sindicato Vertical, mientras el barrio de La Fraternidad cambiaba su nombre por el de El Ahorro, sin duda para evitar ciertas funestas reminiscencias. El ltimo perodo, de los otros treinta aos que van de 1950 a 1980, es estudiado por Francisco Martnez Navarro. La poca tiene una primera etapa de enorme crecimiento para pasar desde el ao de la crisis del petrleo, 1973, a un segundo tramo de clara inflexin. En los aos cincuenta y sesenta vuelve a producirse, al comps de/auge del calzado, el crecimiento, ahora en altura, de la ciudad, por la llegada de una nueva corriente inmigratoria procedentes sobre todo de Castilla y La Mancha, que hara que en 1980 casi la mitad de la poblacin no hubiera nacido en Elda. Ese crecimiento produ jo nuevos problemas, sobre todo por la inexistencia del necesario equipamiento de las adecuadas in fraestructuras sanitarias, urbansticas y educativas. Desde 1960 hasta 1972 la industria atraviesa una poca de enorme expansin, con mejoras indiscutibles en el utillaje, crecimiento de las ventas al exte rior llegada de capital USA, creacin de la FICIA, etc. A partir de 1973, se produce un nuevo estanca miento que, tras la cada de las ventas en los Estados Unidos, el encarecimiento de las materias primas y la aparicin de nuevos pases competidores en el comercio mundial, abocar de nuevo a la industria al clandestinaje, de modo que se calcula que al menos un 40% de esa industria del calzado que daba trabajo en 1977 nada menos que al 82% de la poblacin activa de Elda estaba sumergida, con todo lo que ello supone de competencia desleal para los empresarios que trabajan en condiciones normales y de prdida de derechos adquiridos tras cruentas luchas para la clase trabajadora. No lleg a buen trmino, por cierto, la iniciativa tomada en los aos de la transicin de formar comisiones conjuntas de empresarios y sindicatos para combatir esta plaga. Martnez Navarro estudia tambin los movimientos sociales que, coincidiendo con la transicin de la dictadura a la democracia, agitaron Elda en los aos setenta: el movimiento ciudadano iniciado en 1972 con la pionera Asociacin de Vecinos de La Tafalera que trataba de paliar los efectos de ese desarrollismo salvaje en los barrios levantados sin ms miras que la ganancia fcil,. y la creacin de una organizacin propia de la clase trabajadora, con la reaparicin de los sindicatos de clase y ese fenmeno tan interesante del Movimiento Asambleario sobre el que esperamos que pronto aparezca un estudio ms detallado, que en septiembre de 1977 mantuvo una huelga del calzado de ms de dos semanas de duracin con una participacin de miles y miles de trabajadores, que a diario se reu nan, discutan y tomaban decisiones sobre la marcha del conflicto. Finalmente, dos apndices de carcter ms especializado, sobre la evolucin tcnica y la configura cin misma de los edificios fabriles, cambiante de acuerdo con las pocas y las necesidades, a cargo de Jos Mara Amat, cierran este esplndido ejemplo de historia local que alcanza el objetivo de supe rar las visiones parciales y, en consecuencia, integrar una larga serie de materiales obtenidos en in vestigaciones en archivos, fuentes orales y hemerogrficas en una historia, bien narrada, slida y que, de un lado, constituye un verdadero modelo de historia local, y de otro, supone una importante apor tacin al mejor conocimiento de la historia contempornea de las comarcas del sur del Pas Valenciano. Francisco Moreno Sez 1 1 El origen de la industria (1832-1900) JOSE RAMON VALERO ESCANDELL 1. LOS PRIMEROS ZAPATEROS Hace ya ms de cien aos que la fabricacin de calzado es la principal actividad industrial de Elda. Sin embargo, no sabemos con seguridad cuando sur ge la industria como tal; algunas fuentes la sitan en los aos cincuenta del pasado siglo e incluso llegan a atreverse a citar nombres en concreto (1), basn dose en la aparicin de zapateros en los libros de Matrcula Industrial de la villa de Elda. Es obligado, no obstante, realizar una matizacin previa: zapa teros existieron en Elda como en cualquier otro pueblo con un mnimo de poblacin desde bas tantes siglos atrs y son varios los documentos que lo confirman; lo esencial sera determinar cuando de jaron de ser zapateros orientados hacia el propio consumo local y consiguieron abrir mercados exter nos, ms o menos alejados, que les permitiesen una ruptura de las estructuras gremiales y un crecimien to tanto en produccin como en empleo, beneficios e innovaciones tcnicas. - r I 41 I /1tr I I j Ayo@ Libro de Seguridad Pblica de Elda en 1832 (Archivo Municipal de Elda). En l aparecen ya viajes de zapateros que marchan a otras poblaciones, unas veces a vender calzado y otras a distintos menesteres. Entre ellos, loaqun Yago es el primer nombre conocido. El primer documento conocido hasta ahora acer ca de ventas significativas de calzado eldense lejos de los propios lmites de la entonces villa es el Li bro de Seguridad Pblica de 1832 (Archivo Munici pal de Elda, en adelante AME.), en el que se inscri ban todas aquellas personas que solicitaban algn tipo de pasaporte o salvoconducto para desplazar se a otras localidades; en dicho libro figura el n mero de cdula del solicitante, su nombre y ape llidos, naturaleza y vecindario, estado y profesin, rasgos fsicos, lugar al que se dirigen y objeto y du racin del viaje, as como la fecha de expedicin y alguna observacin posible. Segn dicha fuente, el primer zapatero eldense del que tenemos constan cia que se diriga a vender calzado a otras localida des es Joaqun Yago Romero. Estudiando los Libros de Seguridad Pblica de 1832 a 1835, podemos conocer buen nmero de da tos acerca de este zapatero eldense. Se trata de una persona de 34 aos en 1832, natural y vecino de El da, al que el documento policial describe como de estatura regular, pelo castao, ojos pardos, nariz re gular, barba poblada, cara rectangular y color trigue o, que tiene la cara picada a consecuencia de haber padecido la viruela. En menos de cuatro aos pidi permiso para desplazarse a Jumilla o donde le con venga, Monvar y dems, Alicante y Valencia, por perodos comprendidos entre uno y seis meses, aun que slo en una ocasin (el 16 de octubre de 1832) se expresa textualmente que marcha a vender za patos (en el resto se indica que a diligencias pro pias). Varias veces march slo, pero en alguna ocasin fue acompaado por otros zapateros (Jos Ubeda y Juan Beltrn, que no he visto citados en nin gn documento de carcter impositivo) o por su es posa, Dolores Vera, unos doce aos menor que l. Algunos documentos anteriores existentes en el A.M.E. hacen referencia a los Yago. En el Reparto de la Contribucin de Elda de 1817 (2) aparece Joa 1 3 qun Vago Gmez, posiblemente padre del anterior, que vive en la Plazuela de San Antn (una de las ca lles de ms baja renta per cpita en toda la villa) (3) y es uno de los dos zapateros a los que se conside ra poseen menor renta (slo cuatro libras valencia nas) entre los seis que contribuan por este concepto en Elda. En 1789, segn el Reparto del Equivalen te, ya resida en la Plazuela de San Antn Joseph Ya go, aunque no consta su profesin en el documento. En los libros de bautismos del Archivo Parroquial de Santa Ana de mediados del siglo XVIII, el apelli do Yago aparece con relativa frecuencia. No es Joaqun Yago el nico zapatero que apa rece inscrito en los libros de Seguridad Pblica antes citados. Adems de sus acompaantes ya nom brados, aparecen luan Estarlic (seguramente hijo de otro zapatero pobre de la Elda de principio de si glo), un zapatero de viejo que marcha a Alicante a servir, y Juan Besa, zapatero pobre, que marcha a Madrid a ejercer su oficio. No se trata, pues, de ven dedores de calzado en ambulancia; debe recordar se que el oficio de zapatero fue, hasta la revolucin industrial, un oficio casi temporal, que exiga mayor dedicacin durante el invierno (4) y que en ocasio nes por ejemplo, entre alguno de los pioneros de esta industria en Elda era compartido con otro ti po de actividades, como las agrarias. Sin embargo, tambin aparece Ramn Ganga, joven oficial zapa tero, que marcha a Albacete a mediados de septiem bre, posiblemente a la feria de dicha ciudad, citada en ocasiones como uno de los puntos de venta fun damentales para los primeros eldenses (5). Los datos anteriores demuestran que la activi dad zapatera eldense hace ya ms de siglo y medio que se orienta hacia otros mercados diferentes a los de la propia villa, pero en modo alguno significan que necesariamente fuesen los zapateros citados aquellos que producan el calzado que luego era ven dido por los mercados de poblaciones de las pro vincias circundantes. Es posible que nicamente los zapateros ms pobres marchasen cada cierto tiem po por plazas y mercados a vender aquellos za patos que la demanda eldense era ya incapaz de absorber, pero que se tratase de oficiales (tal como se indica a veces en los registros de pasaportes) al servicio de otros zapateros -empresarios (o maestros del gremio). En el citado Reparto de Contribucin 14 de 1817 aparecan censados seis zapateros en El da: Manuel Mira, Luis Castell, Jos Pay Mayor, Jos Paya Menor, Juan Esterlic y Joaqun Vago; slo los hijos de estos dos ltimos, los zapateros que pa gaban menor contribucin, aparecen en el Libro de Seguridad Pblica; sin embargo, los otros cuatro ape llidos aparecen una o varias veces en la Matrcula Industrial de Elda anterior a 1848 y Yago y Esterlic, no. Tampoco ninguno de los otros zapateros deman dantes de pasaporte entre 1832 y 1835. La plaza de Topete, siempre conocida como Plaza de Arriba, en 1910. Es. sin duda, el lugar de la poblacin ms estrechamente vinculado al nacimiento de la industria del calzado. De todos ellos, Jos Pay Gonzlez (conocido tambin como Pay Mayor) es el nico zapatero que aparece como tal en los recuentos impositivos correspondientes a los aos 1835-1847 conservados en el AME., si exceptuamos una fugaz aparicin de Luis Castell en el Subsidio de Comercio de 1836. Dada la indudable existencia de varios otros zapa teros en Elda durante aquellos aos, debemos in terpretar el hecho como una prueba de que Jos Pay Gonzlez no era un simple trabajador sino un empresario con capacidad para emplear a otros za pateros (seguramente, muy pocos) y para producir para un mercado que desbordase los lmites de la entonces villa. Pay Gonzlez resida en la Plaza de Arriba, que entonces era un espacio claramente de limitado, casi cerrado, comunicado con la plaza del Ayuntamiento, con la Iglesia o con la parte alta de la villa por estrechos callejones; sabemos que ha ba nacido en 1812 y que en 1884 figuraba como el elector de menor renta entre los 105 eldenses a los que sus ingresos otorgaban derecho al voto en las elecciones a Diputados en Cortes (6); era analfa beto, al igual que sus hijos (tres de ellos zapateros) y cas dos veces (con Isabel Amat y con Onofra L zaro). Seguramente form parte de una larga cade na de zapateros eldenses: segn el ya citado Reparto de Contribucin de 1817, Jos Pay Mayor, tam bin residente en la Plaza de Arriba, era el zapate ro eldense con mayor renta y con casi total seguridad padre del antes mencionado, cotizaba tanto por za patero como por poseer alguna pequea propiedad; muchos aos atrs, en 1751, otro documento del A.M.E. afirma que se pagaron 17 libras a Pasqual Pay, zapatero, por unos zapatos para el da del Cor pus (7); es decir, los Pay eran en Elda una familia zapatera de tradicin secular. El hecho de disponer de bienes propios a prin cipios del siglo XIX pudo facilitar a esta familia los medios suficjentes que permitieran aumentar la pro c x ,__ozc ..,,... G, e , c4:c . , :.:.anze. tYn ,/ g. r: yi.;:a., 7:4-v.z:;,,::::.9.ja , e. , 2A 4 1 -* ir j 5 I., , 7 7 5 I . 4 1 . ..., ~ A ; ` d , . ..i i nt Zd4 ----- - -- 2 --- 2 1 A-11 A. .4,z.t. duccin y distribuirla por las poblaciones vecinas; teniendo en cuenta que estos zapatos ya no eran fabricados a la medida de los posibles clientes de los pueblos en los que se vendan, debieron ser de mejor calidad, diseo ms atractivo o (lo ms pro bable) ms baratos; dado que era una labor absolu tamente artesanal que deba venderse a precio muy competitivo es ms que probable que el margen de beneficios fuese muy reducido y los salarios muy mo destos. En 1817, la renta estimada a los zapateros era de las ms modestas entre los que desempea ban actividades industriales en Elda (8); todava en 1884 ningn zapatero apareca entre los cien prime ros contribuyentes eldenses (9). La modestia en la que vivan estos pioneros de la industria del calzado explica la escasa importancia que se concedi a sus actividades por parte de los poderosos de la Elda de entonces; baste recordar que Lamberto Amat y Sempere (por encima de cualquier otra actividad, se . P 2 ,. f A p ,1, 54 ,..1 :7mr . : 711 7 *7 ) 6 1 ;,-.~ ,,IC,,,aaas...1 , *I f p q fr 7. p.. Iba , . .511, 413 - f4 pr. 7 04. t / : 1 7 pi- 43 nd.: d7: MI; e 4 1 , , ;,1 2:2 4a3 or.4 A. .4 .0 1 b1, , z4 ..19-441.....toVr,lot.11 1 50 4 1 44 . 1 _x 4 . 3 1:5 4 19 r ~ ha . a - ,,,;4,.awypo..olo.o.coa 4 olotatri , , ola Lay - . - -2 zia..2 I orys aa-owavo atoopaaas .a,a0,,siamota doadaaalowana , : , d ,; Vlrloap. 4 .4tdoef,c t pasosaaciaa fk. ,134 . 1 1 .: 4 5.1 t t Libro de Cuentas y Razn de Alonso Gmez Menor, comerciante eldense. Gracias a l conocemos que los Pay eran una familia zapatera eldense desde, al menos. mediados del siglo XVIII. Archivo Municipal de Elda. 15 trata ante todo del primer terrateniente eldense de su tiempo) ni siquiera cita al calzado en la breve des cripcin que hace de los artefactos e industrias exis tentes en Elda antes de 1875 ( 10), tal vez porque era una actividad casera, realizada en el interior de las propias viviendas, sin utilizar maquinaria desta cable ni requerir ningn tipo de obra ni transforma cin en los edificios. Es una muestra de cmo la industria del calzado creci muy lentamente, de mo do callado, sin el apoyo ni siquiera la atencin de la sociedad bienestante de la villa, por obra y gra cia de trabajadores modestos (casi miserables, en algn caso) que luchaban por sobrevivir en medio de las escasas oportunidades que les brindaba la El da de la primera mitad del siglo XIX. 2 LAS BASES PARA EL DESARROLLO DE LA INDUSTRIA Aunque en un sentido estricto el desarrollo de la industria del calzado eldense surgi a partir del pequeo grupo de zapateros que en la primera mi tad del siglo XIX se lanz a la conquista de merca dos ms amplios y es, por tanto, en gran medida fruto de la iniciativa personal, existieron en la Elda de aquel momento un cmulo de circunstancias que favorecieron el crecimiento de las actividades zapa teras; entre estas ltimas podemos citar especialmen te la insuficiencia agraria, la mano de obra abundante y barata, la situacin geogrfica y la existencia de otras actividades industriales previas. La Elda de comienzos del siglo XIX era una villa esencialmente agraria: de las 9.332 libras de renta anual que calcula a sus vecinos el reparto del equi valente de 1817, 7. 144 corresponden a la agricultu ra y a la ganadera; a esta cantidad habra que sumar la prctica totalidad de las rentas que se calculaba generaban en la villa las actividades de los eclesis ticos, manos muertas y terratenientes, los derechos seoriales del conde y las ganancias de su arrenda dor (que sumaban conjuntamente una cantidad de 6. 162 libras) (1 I ). Como muestra baste citar que la renta anual calculada al Conde de Elda (por fincas, derechos dominicales y diezmos) era de 3.666 libras, 3 sueldos y 10 dineros, mientras que la renta de las actividades industriales slo se estimaba en unas 717 libras. 16 Los datos arriba indicados no significan, en mo do alguno, una pujanza de las actividades agrcolas. Ya en la ltima dcada del siglo XVIII, cuando Ca vanilles describe la produccin del campo eldense, pese a no regatear elogios, no puede dejar de reco nocer su incapacidad para mantener suficientemente a los habitantes de la villa: A los olivares de Petrel siguen las huertas de Elda, que componen 20.000 tahullas de riego, ricas gene ralmente por su valor intrnseco, y mucho ms por el esmero con que se cultivan. (...) Las aguas son tan abundantes, que algunos logrndolas de sobra an en el esto, suelen vender las suficientes para regar un jor nal de tierra por diez doce reales; (. . .) Vense all her mosas vias y algarrobos cultivados con inteligencia, cuyos frutos se aseguran con riegos, podas y labores; las moreras, frutales y hortalizas vegetan con lozana, y corresponden los afanes de aquellos hombres in fatigables. Su principal esmero es en las tierras que alcanzan agua; mas no descuidan las restantes del tr mino, que tiene apnas una hora de dimetro, corto la verdad para los 1.000 vecinos de la villa: por tan to se ocupan muchos en fbricas.. . (12) Pese a las alabanzas del insigne botnico, que en no pocas ocasiones exagera las bondades de las tierras valencianas, parece claro que los campesinos deban trabajar muy duramente para extraer a sus parcelas el mximo rendimiento; esmero con que se cultivan, cultivadas con inteligencia, afanes de aquellos hombres infatigables lo expresan claramen te. Se trataba de una agricultura de cultivos tipica mente mediterrneos: cereales (trigo, maz y cebada), vid y olivo, con un nmero cada vez mayor de al mendros y con hortalizas y frutales en los mejores terrenos; es posible que Cabanilles calcule en exce so la extensin de los regados (13) pero est fuera de duda que slo la posibilidad de acceso al agua suficiente permita cultivos rentables en una tierra de escasas e irregulares precipitaciones anuales. La escasez de tierra cultivable explicaba que muchos eldenses poseyesen parcelas en municipios cerca nos, sobre todo en Petrel (especialmente en la zona entonces denominada del Convento, una parte de la actual Frontera), donde a finales del siglo XVIII, en 1796, 33 vecinos de Elda posean tierras muy repartidas en modestas extensiones valoradas en 2.329 libras y 14 sueldos (14). Lejos de mejorar, la productividad de la agricul tura eldense disminuy a lo largo del siglo XIX. La descripcin que de ella hace Lamberto Amat y Sem pere en 1873-1875 (15) es la mejor que ha llegado hasta nosotros, ya que el rico hacendado conoce perfectamente todo lo que escribe respecto a este tema. Segn sus testimonios, el labrador eldense es taba sometiendo a la tierra a un cultivo excesivo: (antes) las tierras eran verdaderamente blancas, en el sentido en que aqu se entiende esta frase, es de cir, no tenan almendros ni otros rboles (. . .) acaso ac tualmente no haya una tahulla en la huerta, fuera de las que son de via que no tenga los referidos rbo les (almendros y olivos). . ..a causa de la pequeez de esta huerta en relacin al nmero de sus habitantes, hay necesidad de sem brar los olivares todos los aos (161 Este desarrollo de la agricultura promiscua es taba agotando la riqueza de los suelos y disminu yendo la productividad; en los aos en que escribe estimaba el rendimiento del trigo en los campos el denses en torno a 10 barchillas por tahula la bar chilla de trigo de Elda equivala a unos 13 kilgramos y cada doce barchillas componan un cahz y se lamentaba de que: ...hemos odo decir a nuestros padres que slo se co sechaba el trigo y una tahulla produca de dos y me dio a tres cahces, y en el mismo ao dos de panizo, y as se continuaba en los dems, con la alternancia cada dos o tres aos de las habas o el ans.. . (17) Estos problemas agrarios se vean agravados por los mltiples conflictos que la villa hubo de afrontar para conseguir el agua suficiente para sus campos (fueron frecuentes los pleitos al respecto con algu nas poblaciones vecinas), cada vez ms escasa y cara, especialmente durante el perodo estival. Un ejem plo de las dificultades por las que atravesaba la agri cultura durante aquellos aos centrales del siglo pasado precisamente en los que la industria del calzado estaba desplazando de forma lenta pero con tinua a otras actividades es la persistente sustitu cin del cultivo del trigo en beneficio de la cebada, acompaado adems por una generalizacin del bar becho. La vid fue durante todos aquellos aos el pro ducto que ocup mayor extensin, aunque sta que haba llegado a representar el 63.5% del total en 1832 (18) comenzaba a disminuir en beneficio del olivo, cultivo considerado por Amat como el ms satisfactorio de aquel momento: la plantacin de al mendros tambin aumentaba rpidamente. Para in crementar el rendimiento de las tierras no slo se utilizaba el estiercol sino tambin el guano de Per. En resumen, pese a los intensos cuidados, la transformacin de cultivos, la lucha por el agua, el uso de abonos orgnicos importados y la plantacin simultnea de rboles y cereales u otras plantas, la produccin del campo eldense no haba crecido en los ochenta aos transcurridos entre la descripcin de Cavanilles y la de Lamberto Amat, pese a que la poblacin haba aumentado ligeramente. La insu ficiencia agraria fue constante, pues, durante todo el perodo de formacin y desarrollo de la industria del calzado; es decir, durante aquellos aos los el denses debieron recurrir a otras actividades comple mentarias que les impidiesen verse abocados a una emigracin para la que todava no exista salida fcil. Lgicamente, la inmensa mayora de la poblacin activa eldense de la primera mitad del siglo pasado dependa fundamentalmente del trabajo (o de las ren tas) de la tierra: 805 de los 939 vecinos inscritos en las listas para reparto del equivalente de 1817 eran agricultores: en 1835, de las personas cuya activi dad laboral se menciona en el padrn, el 85% de clara actividades agrarias. Contrariamente a lo que se ha afirmado (19), la tierra no estaba muy distri buida, sino que existan amplias diferencias econ micas en la sociedad eldense de la primera mitad del siglo: en 1817 haba 459 agricultores propieta rios (pero 329 cultivaban tierras propias y ajenas, lo que indica su escasa capacidad econmica), 1 12 eran arrendatarios y 451 jornaleros (el 44% del to tal): el 45% de los vecinos de Elda no alcanzaba una renta de 5 libras anuales, mientras que el 3% supe raba las cincuenta (20). En 1835, el padrn enume ra 149 labradores (es decir, propietarios bienestan tes), 123 pelantrines (denominacin que incluira tan to a los pequesimos propietarios como a los arren datarios) y 424 jornaleros (el 61% de los vinculados a la tierra); es decir, el porcentaje de campesinos sin tierra ha aumentado (pese a que no se han conside rado en el recuento los menores de 14 aos, mu chos de los cuales ya eran en aquellos aos pobla cin laboral). La desigualdad social era patente in cluso en los lugares de residencia: la renta per capi ta de los vecinos de la calle del Mesn (hoy Antonio Maura) quintuplicaba en 1817 a la de los habitantes de las calles Virtudes, Clrigos, Moreras o Calda del 17 Ro (21); ninguno de los zapateros de entonces resi da en una calle de las de mayor renta. No era la insuficiencia de la agricultura la nica razn para la disponibilidad de una mano de obra abundante. La propia estructura demogrfica de la Elda de mediados del siglo XIX ayudaba a ello: el reparto por edades de la poblacin de la villa mos traba un marcado predominio de los ms jvenes, hasta el punto de que los menores de 40 aos osci laban entre el 70.9% de 1867 y el 72.8% de 1856 (22); la juventud de la poblacin era tal que los ma yores de 65 aos slo ascendan al 3.8% del total, segn el padrn de 1856. Por ello, era bajsimo el ndice de dependencia (es decir, el nmero de per sonas que deba mantener cada persona activa, con siderando como activos a todos los comprendidos entre 15 y 65 aos), oscilando entre el 0.57 y el 0.66 durante todo el perodo comprendido entre los aos 1856-1884. La juventud de la poblacin, y consi guientemente la existencia de una abundante reserva de mano de obra, se basaba en una altsima natali dad: entre 1835 y 1885, las tasas superaron el 4%; tambin era asimismo elevada la tasa de mortalidad, algo superior al 3%, por lo que escaseaban los vie jos en la villa. Adems, una parte de la poblacin eldense vi va en los aos centrales del pasado siglo en unas condiciones cercanas a la miseria, sobre todo entre la gran masa de jornaleros; ello obligaba a que las exigencias salariales fuesen escasas y permitiesen el despegue de una industria muy poco mecaniza da, en la que la competitividad deba estar basada en la baratura de la mano de obra. Existen varias muestras de esta penuria econmica sufrida por un alto porcentaje de aquellos eldenses: por ejemplo, era muy elevado el porcentaje de los eldenses ma yores de 70 arios que viva de la mendicidad (el 17%); en el otro extremo del ciclo vital, un 3.75% de los nios bautizados en la parroquia de Santa Ana en tre 1831 y 1850 eran inscritos como hijos de pa dres desconocidos y, aunque en parte se trataban de hijos de madres solteras o de uniones no legali zadas, un buen nmero de ellos eran nios aban donados. Posiblemente el signo ms evidente de la gran disponibilidad de mano de obra existente en la vi lla sea el altsimo nmero de vecinos que cada ao 18 deban marchar a otras poblaciones, con frecuencia bastante alejadas, durante la temporada de la sie ga. Esta migracin temporal fue muy frecuente en la mayora de municipios de la provincia durante aquellas fechas e incluso mucho tiempo despus (23); desde el comienzo del verano era costumbre que centenares de trabajadores, formando cuadrillas de alrededor de una decena de personas organizadas en torno a un mayoral o capataz, marchaban a pie hacia comarcas ya conocidas desde bastante tiem po atrs, en las que obtenan unos ingresos que com plementaban las insuficientes peonadas percibidas en Elda. Gracias al ya citado Libro de Seguridad P blica del A.M.E. conocemos tanto el volumen que alcanzaba dicha corriente migratoria, como las po blaciones de destino o la composicin de las cua drillas; por ejemplo, en 1837, salieron desde Elda (segn cifras oficiales, generalmente inferiores a la realidad) 328 segadores, ms de un tercio de la po blacin activa agraria de la villa, en direccin a los campos castellanos y murcianos, especialmente a po blaciones como Villena, Arganda, Toledo, Totana, Lorca, Cartagena o Cuenca, a cada una de las cua les se dirigieron un mnimo de treinta jornaleros el denses. Se trataba siempre de varones, por lo general de edades comprendidas entre los veinte y los cua renta aos, con un escaso porcentaje de personas maduras y de adolescentes; entre ellos debi reclu tarse en otras pocas del ao la prctica totalidad de los trabajadores de temporada que necesitaban las industrias eldenses de aquellos aos. La migra cin de segadores desapareci en Elda bastante ante que en otros municipios relativamente prximos; son muy escasos los documentos o testimonios que nos hablen de algn desplazamiento de este tipo desde principios del presente siglo; seguramente, la cam paa de la siega fue desapareciendo lentamente, al igual que lo hicieron algunas de las primitivas indus trias de la villa, cuando el desarrollo de la zapatera permiti un empleo continuado y unos beneficios ms seguros. La situacin geogrfica de la villa tambin influ y positivamente en provecho de la industria del cal zado. Localizada en una posicin central del corredor del Vinalop, el mejor trayecto para comunicar a Ma drid y a la Submeseta Sur con el mar Mediterrneo, cerca del punto en el que esta va conecta con la que desde Catalua y Valencia se diriga hacia An daluca, no es de extraar que algn autor haya des tacado que el valle estaba, por tanto, en un punto intermedio en tre regiones distintas entre las cuales se realizaba un comercio a larga distancia (y que) los pequeos agri cultores iniciaran un doble aprovechamiento de su tra bajo y del de los animales de labor, alternando el transporte y la trajinera con el cultivo de la tierra (24) Efectivamente, muchos eldenses encontraron en la arriera una actividad econmica suficientemente lucrativa para dedicarse plenamente a ella o com plementar su trabajo como agricultores: en 1826, 72 eldenses (alrededor de un 7-8% de la poblacin ac tiva total) pagaban sus impuestos como carreteros o arrieros en el reparto del equivalente, aunque el nmero comenz a decrecer a partir de la segunda mitad del siglo, especialmente tras la entrada en funcionamiento de la lnea de ferrocarril Madrid Alicante. Se trataba de una actividad propia de gente humilde, que en muchos casos se dedicaban a algu na otra ocupacin complementaria; las calles en las que vivan los arrieros casi la mitad de ellos re sidan en 1826 en el Horno de San Antonio o en Estralazo no se encontraban generalmente entre las preferidas por las clases acomodadas. Estos arrieros conocan perfectamente el merca do regional (entendido el trmino regin como el territorio comprendido en un radio de accin relati vamente prximo a la propia Elda, accesible en po co tiempo). Conocemos, gracias nuevamente al Libro de Seguridad Pblica, cules eran los principales pun tos de destino de estos arrieros. Por ejemplo, en 1837 se expidieron 68 salvoconductos a otros tan tos arrieros; aunque los permisos tenan validez pa ra varios meses y distintos desplazamientos, los solicitantes afirmaron necesitarlos para dirigirse a los siguientes puntos: Destinos N de viajes San Felipe (Jtiva) 12 Valencia 7 Alcoy 6 Murcia, Yecla, Albacete, Zaragoza 5 Almansa, Madrid, Fuente la Higuera 3 Lorca, Alicante, Requena 2 Miranda, Villajoyosa, Jumilla, Onteniente, Ori huela, Cartagena, Catral , Fuente de la Pea . 1 Se puede afirmar que los desplazamientos de los arrieros eldenses abarcaban normalmente el rea comprendida por las provincias de Murcia, Alican te, Albacete y Valencia, aunque tambin eran fre cuentes los desplazamientos a ciudades ms aleja das, sobre todo a Zaragoza y Madrid. Adems de los viajes a las poblaciones cercanas, debieron rea lizarse un alto nmero de desplazamientos a muni cipios prximos, del propio valle o comarcas cerca nas. Pese a que Madoz nicamente cite el esparto y las alpargatas y papeles viejos (estos ltimos para la industria papelera) entre las mercancas transpor tadas por los arrieros de Elda, es seguro que tam bin acarrearon muchas otras; debieron ser estos arrieros buenos conocedores del mercado regio nal los que aconsejasen a los primeros zapateros que comenzaron la venta ambulante de sus produc tos fuera de Elda. No slo eran los arrieros los que conocan bien la regin; no escaseaban en Elda los comerciantes que se desplazaban con cierta frecuencia a otras po blaciones; en el mismo ao 1837, 21 comerciantes solicitaron permiso para viajar fuera de Elda; algu nos de ellos, seguramente los ms acaudalados, ha cia capitales como Cadiz (el principal centro del comercio colonial), Madrid o Valencia; otros, modes tos vendedores ambulantes, a poblaciones mucho ms cercanas. Entre sus mercancas se citan los fel pudos, la cestera, la quincalla o el aguardiente; tam bin, en un caso, los zapatos. Tampoco debemos olvidar a la hora de enumerar a los conocedores de las provincias cercanas a los centenares de campe sinos eldenses que haban marchado a segar algu na vez en su vida; es muy posible que bastantes zapateros lo hubiesen hecho alguna temporada. , En 1858, al inaugurarse el tramo Alicante-Alman sa de la lnea Madrid -Alicante, el ferrocarril lleg a Elda por primera vez. Si bien signific el principio del fin de la arriera, permiti un acceso ms rpido y barato a Madrid: la ampliacin del mercado que ello supona multiplicaba significativamente las po sibilidades de desarrollo de la industria zapatera eldense. Aunque lo citemos en ltimo lugar, no fue el fac tor menos influyente la existencia de una Tradicin industrial en la villa; ni fue el calzado la primera in 1 0 dustria surgida en Elda, ni lleg a ser la principal has ta ms de cuarenta aos despus de que se comen zase a vender zapatos en otras poblaciones. La in dustria eldense se haba caracterizado y lo segui r haciendo hasta la ltima dcada del siglo XIX por ser una actividad secundaria respecto a la agri cultura, en la que se ocupaban las mujeres, los ni os y los viejos de las familias pobres, incluso los propios varones adultos en perodos de escaso tra bajo agrario, con salarios reducidos y escasa com plejidad tecnolgica. Sin embargo, haba una tradicin industrial se cular en la villa. Ya Cavanilles a finales del siglo XVIII escriba que la manufactura del esparto se encon traba en franca decadencia, pues las ganancias se haban reducido a casi la dcima parte de las exis tentes tiempo atrs (25); asimismo, citaba a Josef luan y Anaya como inventor de una martinete de majar esparto que utilizaba la energa hidrulica y mejo raba fuertemente la productividad (aunque, como smbolo de la decadencia de esta industria, afirma ba que (quedan an en Elda dos de estas mqui nas). Aparte de la mencin al esparto, al realizar inventario de la industria eldense, Cavanilles citaba tambin un molino de papel blanco, dos de estra za, siete fbricas de aguardiente, una de jabn (que suponemos utilizara las mil arrobas de barrilla que produca el pueblo), otra de teja y varios telares de lienzo. Medio siglo despus, en torno a 1845, segn Pascual Madoz (26) las mquinas hidrulicas para ma jar esparto ya eran media docena, las fbricas de es traza ya eran siete, haba ocho molinos marineros y una fbrica de salitre, pero no se mencionaba na da acerca de la fabricacin de jabn, teja o produc tos textiles. La industria del esparto, la ms importante de Elda durante el siglo XVIII y la mayor parte del XIX, ha sido objeto de una curiosa relacin (absurda, a mi juicio) con el origen del calzado. Segn algunos autores, que han conseguido convertir su opinin en una creencia muy extendida entre la poblacin, la manufactura del esparto deriv en una elevada produccin alpargatera y de ah se pas a la fabri cacin del calzado. No hay evidencia o razn nin guna que lo avale: todos los datos disponibles permiten afirmar que el nmero alpargateros exis tentes en Elda nunca superior a tres o cuatro 20 siempre fue inferior al de zapateros (en parte por que era costumbre muy extendida entre los antiguos agricultores de la mayora de pueblos de estas re giones mediterrneas fabricarse ellos mismos sus propias alpargatas). Tampoco fue nunca la manufac tura del esparto una actividad de rentabilidad com parable a la agricultura (27): cuando Cavanilles escribe sobre Elda, el esparto manufacturado supo na una ganancia de 60 pesos semanales para los vecinos de Elda, frente a los 10.000 anuales conse guidos slo con la pasa y la uva fresca (pese a que su valor fuese muy inferior al de otros productos del campo eldense) (28). Casi un siglo despus, en 1875, cuando Lamberto Amat escribi su Elda. .. calcul que la manufactu ra del esparto dejaba a las mujeres y nios que se dedicaban a ella una cantidad algo superior a los mil reales diarios, lo que significaba una rentabilidad anual comparable a la de la via o el olivo, dos de cultivos ms rentables del campo eldense. Es decir, la industria del esparto haba recuperado buena parte de su antigua importancia; adems, la mejora se ha ba logrado coincidiendo precisamente con el pri mer desarrollo de la industria zapatera: entre 1839 y 1854, slo en quince aos, se concedi autoriza cin para construir siete molinos de esparto (ade ms de cuatro harineros) y fueron denegados dos, todos ellos en la ribera del Vinalop. Sin embargo, aunque el origen de la industria za patera no se explique por la evolucin de la manu factura del esparto, s podemos pensar que esas mujeres y nios empleados en dicha actividad cua trocientos cuarenta calculaba Lamberto Amat entre los que majaban y los que haca filete fueron, jun to con los hijos varones de los jornaleros que ya no queran seguir la profesin de sus padres, la cante ra en la que la industria del calzado reclut la mano de obra necesaria para ampliar su produccin. Las mujeres compaginaban estas faenas con el trabajo en el hogar y consideraban el salario recibido co mo un complemento a otros ingresos familiares; tam bin el trabajo de los nios y viejos (e incluso el de los jornaleros durante las pocas en las que no eran requeridos para las labores agrarias) era considera do como una simple ayuda; por ello, siempre se trat de un trabajo mal pagado. En el ltimo tercio del siglo pasado, los fabricantes zapateros no necesitaT ron ofrecer salarios elevados para afrontar el aumen to de mano de obra suficiente para incrementar la produccin; dado que empleaban mayoritariamen te a mujeres y nios, les bast con superar las can tidades pagadas en la elaboracin del esparto (muy bajas) para disponer de unos obreros ya acostum brados al trabajo en la industria manufacturera. Sin embargo, dado que su rentabilidad slo era posi ble gracias a la baratura de una mano de obra mar ginal, el esparto (que durante tantos aos fue la principal industria local) desapareci rpidamente co mo actividad econmica de Elda. 3 LA ALTERNATIVA INDUSTRIAL DE ELDA (1850-1885) Desde mediados del siglo XIX, la industria del calzado vivi un proceso de consolidacin que le llevara a convertirse en la primera actividad econ mica eldense a finales de la centuria. En dicho pro ceso se pueden observar diferentes etapas: un primer aumento del nmero de fabricantes y trabajadores (1851-70); la aparicin de industrias y servicios auxi liares (desde 1870); su consolidacin como primera industria local (aos 1875-1890) y la construccin de las primeras factoras (1891-1900). A partir de 1850 comienza a resultar relativamen te fcil realizar un seguimiento de la evolucin de la industria del calzado en Elda; posiblemente por ello, varios estudiosos del tema sitan errneamen te en estas fechas el origen de la actividad zapatera en la entonces villa. Dos son los documentos bsi cos que nos informan acerca de los primeros zapa teros: la matrcula industrial y los padrones de poblacin; el primero de ellos ofrece los nombres de aquellos que establecieron algn negocio de es te tipo; el segundo, al facilitarnos las profesiones de los vecinos, permite evaluar el nmero de traba jadores. La matrcula industrial ofrece entre 1851 y 1860 una relacin de contribuyentes pertenecientes al gre mio de zapateros de la villa que podemos consi derar como restrictiva, ya que slo dos maestros per manecen a lo largo de todo el perodo (Jos Pay Gonzlez y Luis Castell), mientras que otros mu chos (Mira, Mart, Pay Olcina, Barragn, Rizo, Juan o Bisa) aparecen slo durante algunos aos; adems. de ellos, cinco alpargateros inscritos tambin inter mitentemente, aunque siempre cotizando de forma separada. En la matrcula industrial de 1867, los zapateros ya contribuyen a las arcas municipales por dos con ceptos diferentes: como fabricantes (tres de ellos) y como vendedores de calzado en ambulancia (seis ms); significativamente, entre aquellos que van de pueblo en pueblo ofreciendo sus productos se en cuentran Luis Castell Casez y Jos Pay Amat, hijos de los dos principales maestros zapateros de la Elda de entonces (y cuados entre s), por lo que es fcil suponer que distribuiran por una amplia zona geogrfica los artculos fabricados en los talleres pa ternos: los primeros viajantes (como ya vimos en el caso de Yago) surgieron, pues, en buena medida en el seno de las propias familias zapateras tradi cionales de la villa. Adems, otros dos vendedores ambulantes de calzado Rizo y Pay menor tam bin haban aparecido aos atrs en la relacin de componentes del gremio, lo que viene a demostrar que en los inicios de la industria el fabricante y el comerciante -distribuidor eran a menudo la misma persona, o al menos pertenecan a la misma familia. Dado el carcter impositivo de la fuente, es ms que probable que exista ocultacin en el nmero de zapateros inscritos cada ao, como parece confir mar el hecho de que algunos puedan inscribirse unos aos y no hacerlo otros; pero, como la cantidad a cotizar por el conjunto del gremio deba repartirse entre sus miembros, resulta comprensible que la ocultacin slo pudiese hacerse si se contaba con la complicidad del resto de integrantes del mismo y ello induce a pensar en estrechas relaciones per sonales entre aquellos que desempeaban el oficio, como muestran numerosos indicios: la procedencia de las dos familias Pay de un mismo tronco comn, los casamientos entre hijos de maestros del gremio, la aparicin como vendedores ambulantes de algu nos zapateros que anteriormente haban declarado poseer taller propio. . . Una muestra de esta permanencia de la artesa na zapatera como un mundo semicerrado en la El da del tercer cuarto del siglo XIX parece demostrarse al comprobar cmo ni siquiera una persona tan me ticulosa en otros aspectos como Lamberto Amat se fija en el calzado a la hora de describir la riqueza 21 industrial de la villa; se trataba, por supuesto, de una actividad econmica de beneficios muy modestos: en una fecha tan avanzada como 1884, cuando el calzado ya era sin duda la primera industria local, entre los 105 eldenses que tenan derecho a votar en las elecciones a Diputado en Cortes en funcin de sus rentas, slo existan tres zapateros (y ningu no de ellos entre los 80 mayores contribuyentes de la villa) (29). Sin embargo, pese a su modestia, durante la se gunda mitad del pasado siglo la industria del calza do fue aumentando aceleradamente su capacidad de empleo: en otras publicaciones, hemos mostra do que los 32 zapateros citados en el padrn de 1868 se haban convertido en 71 en el 1875 y en 188 en 1885 (30). Sin embargo, no es nada fcil precisar con exactitud el volumen de la poblacin zapatera el dense porque las cifras arriba citadas no incluyen (salvo contadas excepciones) ni a mujeres ni a me nores de catorce aos: los padrones casi nunca in forman acerca de la profesin de la mujer y se limitan a citar la del cabeza de familia y a colocar comillas en la casilla correspondiente a los restantes miem bros (salvo en el caso de que estos posean un ofi cio diferente). Considerando el abundante empleo de nios y mujeres en la industria zapatera (fcilmen te comprobable contemplando las primeras fotogra fas de la fbrica de Silvestre Hernndez) es muy probable que el empleo real doblase holgadamen te las cifras arriba citadas. Analizando ms a fondo el padrn de 1875 (fe cha en que Lamberto Amat concluye su Elda. . . en el que ignora la industria del calzado), se comprue ba que en 63 viviendas eldenses aparecen personas inscritas como zapateras: en 39 de estas viviendas los zapateros no son cabeza de familia, es decir, por lo general se trata de jvenes que no han seguido la profesin de sus padres: en su mayor parte pro vienen de familias jornaleras, pero tambin hay hi jos de albail, herrero, panadero, carpintero, sastre, esquilador, arriero. . , hasta de comerciante o propie taria (por lo general, viuda y con escasa tierra). Aun que algn zapatero, de los de tradicin familiar, ya haba accedido a la posesin de alguna pequea par cela, no existan hijos de propietarios agrarios (sal vo en el caso de las viudas antes citadas), es decir, el oficio de zapatero todava no era tan atrayente 22 como para alejar de sus actividades agrarias a aque llos que cultivaban tierras de su propiedad pero s comenzaba a resultar una alternativa favorable pa ra una porcin cada vez mayor de jornaleros. Es sig nificativo que no exista en dicho ao un slo hijo de zapatero que trabaje en una profesin diferen te, aunque los zapateros son muy jvenes y slo tres alcanzan los cincuenta aos. El ms anciano, Jos Pay Gonzlez, de 64 aos y ms de cuarenta co mo maestro del oficio, haba conseguido una posi cin social relativamente acomodada, como refleja el hecho de poseer una sirvienta interna y posible mente su boda en segundas nupcias con una mu jer casi treinta aos ms joven. Aunque las vivien das de los zapateros se distribuan por toda la villa (habitaban en, al menos, 29 calles), la mayor con centracin apareca en la calle del Castillo y la pla za de Arriba, entre la que fuera residencia condal y la iglesia, casi como un smbolo de su nacimiento en una sociedad seorial decadente; slo un zapa tero resida fuera del ncleo urbano Como ya se ha dicho, el padrn apenas mencio na el empleo de nios en esta industria; sin embar go, abundantes testimonios orales hacen referencia a que hasta fechas mucho ms tardas los aprendi ces solan iniciarse en las destrezas del oficio desde edad muy temprana y algunas fotografas lo atesti guan claramente: en el padrn de 1 87 5 , aparece ci tado como zapatero un nio de nueve aos, hijo de una viuda madre de familia numerosa. En cuanto al nivel cultural, la mayora era analfabeta. La prctica totalidad de los zapateros de 1875 haba nacido en Elda, salvo dos hermanos de Sax llegados en su juventud y una familia sanvicentina (padre, madre y dos hijos, todos zapateros) llegada en 1873; posiblemente, fueron los primeros inmigra dos a Elda atrados por la industria del calzado. Por aquel entonces, en 1870 reza la propagan da, aparece en Elda la primera empresa dedicada a la produccin de artculos auxiliares para la indus tria del calzado: la fbrica de hormas de Isidro Agua do (31 ) , del que algunas fuentes dicen que era maestro zapatero en 1860 (32), aunque no aparece como tal ni en el padrn de dicho ao ni en el si guiente; establecido originariamente en la calle Nue va desde donde se trasladara bastantes aos despus a un emplazamiento cercano al ro Vinalo p, para aprovechar la fuerza hidrulica como fuente de energa, el taller del seor Aguado liber a los zapateros de la incmoda y trabajosa obligacin de fabricarse las propias hormas que necesitaban, al canzando prontamente la produccin en serie que abaratara considerablemente los precios. Al igual que entonces suceda en la elaboracin del calzado, sus primeros utensilios fueron bastan te rudimentarios: hacha de mano, escofina, cuchilla de zapatero... para conseguir moldear maderas muy diversas (acacia, nogal, encina, cerezo) (33): el mo do de produccin artesanal le permita, sin embar go, una amplia variedad de modelos, herrados o no, adaptados incluso a pies deformes o imperfectos, como se anunciaba en El Bien General, en donde se presuma adems de precios econmicos y de .tasttleg I 00 189.Luag PAGO ADELANTADO . --,..LAGO ADELANTADO VE - , Goiamueml, Demisicoe 5Pstemm a :esollevalc. m aimma - Momee. bus de RedseeMa. =M ..m: IfiGi 0 II USOCIDIgialt RENIO E 4 VELI - da Neme la As.. ta en.o e A rs Dolos. Tom/ tUta. - Don Mune Almas Tro. Do . , Jos Arrumo Anoc s. isamerrua en Gano lesucToa Mmtonentamo. , Y - 4. s= traral armo maamso snatammae.m. .DVERTENCiA Mea la de:ea:mido del pea rarl: so ha sido deveelto an. de se el uemero inmediato. se .erare como enaceitar y so le el imponed, dicho eemicio. ,fuero Je Elda q.e.d. traba,. sers.a mandar art abono lo mas progla mo Muro o ea librame OTRA - ada prseide que entr el en ,e aparece nuestro .n Rama en esta loo. memm ama el 19 prolimo. .ion del segundo Manero. lerionemote se irse puta , dummoti suasime. 011.1 asoma que no bar. mei egemplar y deseen ear m servinm reclamarlo me Juma.80 del penadas, coa renninao Laa reglada:iteras 3 DE 111.1110 DE 1886 10 1: N SOMOS que molo:ondea suma. edid tacada quita 10 .00p610. q.402 44 por campar de grane. omdicionm, pmo., que suma. pela bnis mea mojidea cora el aspado . , mem... en qmze informa lamo Amparados lo Ma luiyadoM patasioconmns.. llasser smealso _cometido. e:aviando un salado el decae y caliolossilety9.1a ea general, y a la eSociedade qu represetam. en pertleml, y damoe .1 privilegio en mea min.4,0 II pueblo quo nas vio mar. porq. ...Memo* que ,.4. b. tarl gret l . de en la vida dal bombre. oot. recuerdo de 10 010,,. qua net mane ein en.. bola. oomo la Lema mora de pula44 d .4 imameel aloe .1 ,2, del bogar m Laza cana Mulada de emiusinos y mamo.. mdlbiamos do la aim. el 700040 .4 eis Luz. que Uno masera Guate, y da eme.. madre adorada el einsnar beso de anetlr que 01 020g6 4.00 tu. pliega, :ladeemos el maa palmada mies. dmalnd miaja de Sonrelat y bre de muera.. Y mi corno emir:tamal de pral ee 1 111 de en lamo - Lo pegina coma,. i Pm.. un taratten realismo. nuestroa aspira gm e fl e i, eiones saludando ahora con Pala a e e ma d a d, ue e, efusom de nuestra ama loe loGm a i 02! de e. Fideliama pobloulon.06 eolo 00104- 1, 1, deberes: inda: 10460224011100204190041028 404!.......,od,. 44 874010004 *424,0004,4,. *101010100 , , no eambieu .101 que letald ene a ogam en el 1,40. 04 MI h., a. P.. : Miento lo mismo 1 loe de agostada nee ,, ,,: que a loa de allende be 44 14,0 7.4 y afectos tomado timen del eapiritu ns os .,in,sns 7 41140004444. .02810,, .P.Per leseliimdas I.. que de prortula manera plo- si en e.e primera, frases e:relame nuestro mcdo de dolar y do sentir, onneaeon q, hoy .pluramos del aine nmars ateligenela y no Mera anhelamos _beber postotma de la Inspira fecunda. rumm ingenuamente: bleu s ponme etre pluma mejor ILe la u.otra: mas ye que . y anos qm and, cumple promattos de hombreo bles alas au arredrane nunca mete inquebrantable del tapa Igualmente PIM... con la no naracion que oca ,ira denacho emottituido. Mato Ma NHananse autoridad:u civil. judicial y del mi nino:. pblico que dirigen num. proginela, COMO 4 as qm rigen nuestro partide municipio. 10444 armero. 11 testimouio de notas. ame profunda considerad. y muy principalmente al Sr. Alcalde Prestbeute de evie tvuntornieuto, dr01122 Pundadlentrai esperanzo* Portada de El Ben General, de 1886 ses que conservamos. . P,70 7 emoteecion que tarda am. hateen. al o.,.,. la vida pblica Y O(14104002 200 todo el ente Me.. de nuestro amaso, ceo:ann um como quien loro. enviando La eepresion mas emitida de 01124000. me, y mitensc.n 414 piensa pe ridica de nue.. d., a (4 00* nadan.11 bomanaje de mimara admirar -me por tener de antiguo la be sida el pan. de apoyo de nues tra emIllasoto y culear. inaa la sean antortha que dimana diarbi ment arn la la da en Res une ion el 1..400 del program. 10 44 , 0 .1..,:;.,, . 7, : .1 :1 2 .1i , 7:1 4 1:17. gua competa nuestra objete en ea .. renglemes. y lea pedimos muy de vena neo diem., aquella indul gencta que merme austro modem semaimrio, indulgeocla qua eno. oomse. si mba atm ona. 00 .44- rn odO 144400.q,, geqm P. lo. G. Ilr al trITsirrSi.7ors:SZ: 74,00000200204044201* 710- 00 02041100720*. 4.010,24 Mut: popular y de trance Gato para radad 2,17.P.. Dese. la N Polteade no boletia odoel impno. en lama de 01011.101 a :mea. socmled da obrares que diese umecer s. Y i 99 . Gales. que en.o.. pesad:cemente Loa armad... de la dracma a Ad. am.cion da Ist enema. y qu1 defsit 1 7111i onI P Orlis rasoaarment. Mon del nueve sa Amaino. cuan. layas:line. y humanas sil. en nacida la pr VolZulel artZtWerlri r judicial. mies/mace, civil. rue: straree ` 1 , 11121:1 0 0 - : r da en la rige,. T.112.0. terminar. j,.00 44 922 Unjas.* ,atm bienvenida a la maoista de periodista, 0,11000( 000 ole 1 : Ea : manliesuudolee ha, 11 re verencia y d ya que al :Sa jar /aquella tierra de le poesa y de 1.4 .7,, hm vencide a honrar ton su presencia e. rumien que eicrupre 004 patria de la moblela y templo de la bidalgula. La Rmasmon. NUESTRO PROGRAMA 004 mos: 7,10,2 1.10,,. Je la me . 40100101000121,.00#0002 ,, tsio Mima, y precipitadm a0410 de i.:::r -;411 , rx f aeruomisedu en eta de Je ejusds no , fuadm penda. eu C o 4m opemt,.ott/ 11,1,1rer 7aZee ...amaine liemos, y la:Letal.. Neassalmest mreui cuirceneso, u. les m dos mi que nee Out. ida. del lolse alea creaend srmal, corroe Los de los errores y I la 11. Len,. MOGO. v antigua se nora de una nra. jeria y rione. j=itot 1121::-1 ;1119,11; :.91 moad Ceopurativa 44 4 900,00, aseo de . A 000.1 1 comodidades del Irre t :TZ F 2 g d i5y l u oss. s s.bs o neo. y da Emane ego...ie.:aria:s. ama. ^a.m. elend,lead: pro Me inuireass cace M poommo te our prenaMMo. nes atm 9 mime. MY... lons e e estucl, inewar farlicie mima, e I MIror4 , 11 pesuomm4am. is el ms antiguo de los peridicos elden competir con cualquier fbrica de Espaa o del ex tranjero. La aparicin de la industria auxiliar fue de capital importancia para el desarrollo de la zapate ra eldense, pues significaba un paso adelante para la consolidacin de esta actividad al suponer un nue vo aliciente para aquellos que buscasen un empla zamiento adecuado para una fbrica de calzado, un aliciente que aadir a la existencia de una mano de obra diestra en el oficio y a las facilidades de comu nicacin que el acceso al ferrocarril supona. Paralelamente fueron anquilosndose las indus trias tradicionales de la villa. Si a mediados de los setenta Lamberto Amat haba enumerado una de cena de molinos de esparto, en la gua comercial del ao 1884 (34) slo se citan cuatro: asimismo, de los 11 molinos harineros citados por el erudito terrate niente slo se mencionan ocho en dicha gua. Es muy posible que, tras la riada del 18 de septiembre de este ltimo ao, que caus gravsimos daos a la prctica totalidad de molinos de esparto, harina y papel de estraza, la mayora de ellos no fuesen re parados, puesto que a mediados de los aos seten ta ya se afirmaba que la generalidad de estos artefactos no trabajan ms que tres meses unos y medio ao otros (35). El descenso del nmero de trabajadores en las principales actividades no zapateras de la entonces villa fue un fenmeno muy notable en los diez aos comprendidos entre 1875 y 1885. Oficio N de trabajadores 1875 1885 Zapatero 80 187 Jornalero agrario 644 562 Arriero -carretero 22 28 Papelero 24 13 Sirviente 44 26 FUENTE: Estudi de la poblacin eldense (1835-1935). Aunque todas las cifras anteriores pequen por defecto a causa de la ya explicada ocultacin del em pleo femenino e infantil, muy numeroso en casi to dos estos empleos (salvo en la arriera), los descensos de la poblacin empleada en muchos oficios slo se explica en funcin de las facilidades laborales que ofreca el calzado. Por ello, algunos oficios que no eran desempeados ms que cuando no exista otra alternativa haban reducido significativamente sus 23 efectivos, caso de los jornaleros sin tierra y del ser vicio domstico interno (el nico que aparece en los padrones), porque los chicos y chicas pobres recin incorporados al mercado laboral preferan trabajar de zapateros antes que de braceros o criadas. Es significativo reflejar que otro de los motivos por el cual disminuyen los jornaleros agrarios es porque algunos han accedido a la categora de propietarios (que han aumentado significativamente en nmero en dichos aos), aunque este ascenso social pue de explicarse en buena medida por las mayores fa cilidades para la adquisicin de la tierra por los campesinos, ante el cada vez ms escaso atractivo que ofrece su cultivo: la aparicin de una alternati va laboral de carcter industrial reforz las posibili dades de negociacin de los aparceros. Si en el cuadro estadstico aparece claramente el descenso brusco del nmero de papeleros, no fue menor en oficios como el de molinero de harina o el de peludero. En este ltimo, tambin conocido como cofinero, en 1885 slo aparecen inscritas co mo tales unas pocas mujeres (aunque es posible que fuesen algunas ms y varios nios), cuando slo un par de dcadas atrs dio ocupacin ms o menos ocasional a algn varn de los grupos sociales ms desfavorecidos de la villa (el propio Serfico tra baj a veces en ello). El grupo de los arrieros y ca rreteros parece ir en aumento a lo largo de la dcada, pero no debemos olvidar que su nmero fue incom parablemente mayor durante la primera mitad del siglo, hasta que con la puesta en funcionamiento del ferrocarril en 1858 sufri un duro revs esta profe sin, cuyo desempeo haba sido siempre muy co mn en Elda. En ntima relacin con la consolidacin de la in dustria de calzado como alternativa laboral para los jvenes de familias modestas, segn el padrn de 1885 la edad media de los eldenses inscritos como zapateros era considerablemente inferior a la de los menestrales dedicados a otras profesiones (36). Profesin Edad media Carpintero 36.4 Sirviente 36.0 Cantero -albail 35.3 Papelero 34.7 Arriero -carretero 33.7 Zapatero 25.6 24 (Ya diez aos atrs, en 1875, mientras slo un tercio de los eldenses que declaraban trabajar co mo zapateros era casado o viudo, ya eran muy es casos los solteros entre los molineros, papeleros, arrieros o peluderas, profesiones en las que comen zaba a dejarse sentir el proceso de envejecimiento). Desde mediados de la dcada de los ochenta, segn todas las fuentes analizadas (37), el calzado es ya la principal actividad industrial de la villa de Elda, aunque segua siendo bsicamente una activi dad realizada en plan familiar en las propias vivien das de los dueos del negocio, aquellas tpicas casas de los pueblos valencianos del interior, de dos o tres pisos (segn posea cambra o no), en cuya planta baja debieron situarse los primeros tallericos; se produca todava de manera absolutamente artesa nal, aunque hemos visto que ya exista una empre sa especializada en la fabricacin de hormas y a punto estaran de instalarse las primeras mquinas Singer, que vinieron a facilitar el aparado; todava seguan siendo los propios dueos, o gentes de su ms absoluta confianza, los que marchaban a ven der el grueso de su produccin por los mercados de ciudades cercanas o por las tiendas de las prin cipales ciudades del pas, aunque ya exista quin visitaba Elda para comprar in sial y muchas empre sas proclamaban sus excelencias en la prensa local o provincial. Taller de calzado de Silvestre Hernndez. Finales del siglo XIX. Obsrvese la importancia del empleo femenino. Foto cedida por Alberto Navarro. Gracias a estos anuncios, hoy sabemos que en 1884 existan en la villa no menos de catorce fbri cas zapateras (cinco de ellas en el Pierrad, actual calle de Pedrito Rico, es decir, se haba producido un claro desplazamiento desde el ncleo originario en torno a la plaza de Arriba). Todos los anuncios de dicho ao sobre fbricas eldenses de calzado hacen refe rencia a los precios econmicos, a la solidez, a la elegancia y al buen gusto, aunque es muy probable que fuesen los bajos precios (en comparacin con los zapateros que trabajaban por encargo) el princi pal atractivo que podan ofrecer por aquel enton ces los productos eldenses; algunos fabricantes matizaban en sus anuncios que producan toda clase de zapatos, lo que significa que ya se estaban rea lizando esfuerzos en pro de una mejora y una di versificacin de la oferta. El capital necesario para montar una nueva f brica era todava muy reducido y representaba un obstculo mucho menos grave que la necesidad de conocer a fondo el oficio y el mercado. En 1884 ya posean taller propio, aunque modesto, tanto Silves tre Hernndez como Rafael Romero, los industria les que pocos aos despus construiran las dos primeras factoras zapateras eldenses; los anuncios de ambos se comprometan a servir los pedidos lle gados de cualquier punto de Espaa; Hernndez adems ofreca descuentos a quienes, con buenas referencias, pagasen en el plazo de un mes. Como reflejo de la importancia que la zapatera iba adquiriendo en la villa, el semanario eldense El Bien General insertaba habitualmente el anuncio de una casa madrilea suministradora de curtidos y otros gneros para zapateros, aunque ya exista al menos una firma eldense que distribua cartn, pun tas de Pars () y otros artculos. El propio semanario (el ms antiguo en la histo ria de la prensa eldense) lleva el nombre de la pri mera sociedad cooperativa de obreros constituida en la villa, o al menos de la primera de la que po seemos constancia documental. Dicha sociedad fue constituida en 1885 con el fin de procurar las co modidades del obrero en cuanto sean compatibles a su posicin; proporcionarle los medios ms fci les para el desarrollo de su inteligencia por medio de la instruccin; socorrerle en los casos de enfer medad y proporcionarle recursos por medio del aho rro para hacer frente a sus necesidades en las crisis o paralizacin del trabajo (38). Esta asociacin no estuvo dirigida exclusivamente a los zapateros ni si quiera a los trabajadores industriales; el trmino obrero estaba utilizado en sentido amplio, abarcando tambin a los jornaleros agrarios e incluso a algu nos aparceros y pequeos propietarios, pues en caso contrario no se explica que llegase a contar con unos quinientos asociados, cada uno de los cuales con tribua con una aportacin semanal de cincuenta cn timos (39). Sin embargo, aunque fuese una entidad compuesta en gran parte por agricultores, muchas caractersticas definitorias de esta asociacin de ayu da mtua respondan ya a una sociedad diferente: el funcionamiento de un casino obrero y la puesta en marcha de un rgano de expresin el sema nario facilitaban la propagacin de ideas transfor madas. La sociedad, no obstante, careca de credo poltico y no parece que asumiese reivindicacio nes de carcter sindical; desde el punto de vista so cial, sus rectores no debieron sustentar unas ideas excesivamente alejadas de un reformismo muy mo derado: . . .miramos con repugnancia las violencias en que sustentan sus doctrinas de impropiamente llamados socialistas, aunque no dejamos de com prender que aqullas tienen un pretexto razonable, visto el abandono en que yacen las clases trabaja doras. .. (40). Fallecido en 1887 el joven abogado local que haba impulsado su creacin, la entidad desapareci poco tiempo despus. Algunos arios ms tarde, el asociacionismo de los trabajadores re surgira en Elda mucho ms pujante, mucho ms ra dical y ya plenamente unido a las reivindicaciones y necesidades de los obreros del calzado. 4 LAS PRIMERAS FABRICAS En la ltima dcada del siglo XIX, la sociedad eldense se transform: frente a la ancestral depen dencia casi exclusiva del trabajo de la tierra, Elda se convirti en aquellos aos en una villa esencial mente industrial (41), aunque la produccin fabril se basaba slo en la fabricacin del calzado (y sus ac tividades auxiliares) porque el resto de las antiguas actividades artesanales del municipio se hallaba pos trado en una profunda decadencia de la que ya no conseguira sobreponerse. 25 El desarrollo de la produccin zapatera no sig nific un descenso drstico y repentino de las acti vidades agrarias; todava en los primeros aos del siglo XX, segn Figueras Pacheco (42), el valor de la produccin agraria eldense casi doblaba todava al obtenido por el vecino Petrel, que segua depen diendo fundamentalmente de las actividades prima rias. Sin embargo, en Elda iban desapareciendo a ojos vista los jvenes dedicados al cultivo de la tie rra, especialmente entre aquellos que no posean par celas propias. El crecimiento de la produccin zapatera elden se llev consigo un fuerte aumento del nmero de obreros, pues las innovaciones tecnolgicas no fue ron de momento excesivas; ante este incremento de la demanda de la mano de obra, la mayora de los nios y nias eldenses de las familias de menores recursos econmicos son reclamados por talleres y zapateros a domicilio, que les ofrecen un trabajo co mo aprendiz (a menudo, sin remuneracin alguna o muy escasa), que les permitir aos despus con vertirse en oficiales; aunque el aprendizaje desde temprana edad fue la forma usual de acceder al ofi cio, es muy posible que tambin bastantes trabaja dores adultos, braceros casi siempre, se fuesen incorporando al empleo industrial. De todos modos, la mano de obra eldense era insuficiente para satis facer las cada vez mayores necesidades de la indus tria y pronto acudieron gentes procedentes de otros municipios, casi siempre de la propia comarca. Se produce con ello un aumento importante de poblacin, muy superior al de todo el resto del si glo: si en el censo de 1887 Elda contaba con 4.437 habitantes, a finales de 1900 alcanzaba los 6.131, es decir, haba aumentado ms de un 38% (entre 1860-87, el incremento fue slo de un 8.6%). Aun que buena parte del aumento fue debido al propio crecimiento natural de la poblacin de la villa, tam bin fue significativa la llegada de inmigrantes, que podemos calcular entre 600-900 personas a lo lar go de aquellos trece aos; pese a no tratarse de una transformacin espectacular, vena a frenar la ten dencia a la emigracin neta que haba padecido El da a lo largo de los cien aos anteriores. Aunque ya hemos indicado que la mayora de la itamigracin proceda de pueblos vecinos, tambin 26 lleg un buen nmero de familias originarias de mu nicipios de fuerte tradicin zapatera, que no nece sitaban ningn perodo de adaptacin y aprendizaje porque dominaban suficientemente las tcnicas del oficio, en ocasiones mejor que sus nuevos conveci nos; entre ellos destacan aquellos que procedan de Mahn y, sobre todo, de Almansa, en donde radi caba la que posiblemente fuese en aquellos aos la fbrica que daba ocupacin a mayor nmero de za pateros en toda Espaa, la de Francisco Coloma Sez (43). A principios de siglo, los almanseos eran la principal colonia de inmigrantes afincada en Elda (44) y su llegada fue tan intensa que a nivel popular se lleg a hablar de la avalancha de Almansa (45), ca paz de provocar una gravsima inflacin en el pre cio de los alquileres, aunque los alojamientos en los que en principio se instal la mayora de ellos care can a menudo de condiciones de habitabilidad su ficientes. El buen momento que atravesaba la industria del calzado incit a alguno de los empresarios zapate ros ms agresivos a construir los primeros edificios fabriles, es decir, destinados exclusivamente a la fa bricaciri de calzado, separando por primera vez los locales productivos de las viviendas de sus propie tarios, aunque las dos primeras factoras la de Sil vestre Hernndez, inaugurada en 1895, y la de Rafael Romero, algo posterior contaban con viviendas anexas. Estos dos edificios estaban situados prcti camente uno frente al otro (ambos daban a la calle de Jardines), en la principal zona de expansin in dustrial de la ciudad hasta la Guerra Civil, la situada Una de las primeras fbricas: la de Rafael Romero, ya desaparecida. Estaba situada aproximadamente sobre el solar hoy ocupado por la calle Dahellos. El edificio sigue compaginando el uso industrial y residencial, como en los antiguos talleres. La foto es de fecha muy posterior, cuando la fbrica perte neca a la familia Bellod. entre las actuales calles de Jardines. Antonino Ve ra, Padre Manjn y Avenida de Chap, que pronto se pobl de nuevas fbricas, la mayora de ellas hoy desgraciadamente demolidas. Cada una de aquellas empresas empleaba a va rios centenares de obreros (46), aunque muchos za pateros seguan trabajando en sus casas y slo acudan a la fbrica a entregar las tareas terminadas y recoger otras nuevas. Como nota curiosa, la pri mera fbrica de calzado eldense que puede mere cer el nombre de tal la de Silvestre Hernndez (47) todava utiliz, aunque por poco tiempo, la fuerza animal como fuente de energa: un par de mu las mova un malacate que transmita su fuerza al embarrado interior de la fbrica y mova las mqui nas destinadas a cortar suelas. La transmisin de energa a la maquinaria interior a travs de los em barrados obligaba a que, al contrario de lo que su cede en muchas fbricas actuales, la maquinaria ms pesada estuviese situada en los laterales de las na ves industriales mientras que trabajos como el apa rado y alguno de carcter manual se colocaban en la zona central. No era excesiva la mecanizacin de las fbricas de calzado de aquellos aos: mquinas de cortar suela, de cosido, de perforado (48), ade ms de las de aparar las primeras Singer que ya se haba generalizado. Algunos empresarios renun ciaban a una mecanizacin ms completa porque opinaban que el trabajo manual mejoraba la calidad del producto; entre ellos se contaba el mayor fabri cante local, Rafael Romero, en cuya empresa los cosidos se hacen todos a mano, que es el sistema positivo. El cosido mecnico y clavado a mquina, no responde a la duracin como cuando dichas ope raciones son ejecutadas por la mano del obrero (49). La fbrica de Rafael Romero, segn esta fuente, era capaz en I 900 de producir ochocientos pares de za patos diarios, gracias al trabajo de 450 obreros; ello significara que la produccin global de Elda supe rara holgadamente el medio milln de pares anua les (50). Poco tiempo despus abrieron sus puertas otras nuevas fbricas. En un artculo publicado en el lti mo ao de siglo, La Regeneracin describe, adems de la de Romero, la de Vera Hermanos y la de Jos Tobar; pero haba varias otras y no por ello haban desaparecido los pequeos tallericos: segn otro artculo de dicho ao, publicado por el escritor el dense Miguel Tato Amat en El Graduador (51), ha ba en Elda ms de treinta fbricas de calzado, entre las que destacaba adems de las ya citadas las de Gimeno (sic) y Pelaz (antes perteneciente a Sil vestre Hernndez), las Antonio y Vicente Maestre (un ejemplo de trasvase de capital autctono des de las actividades agrarias a las industriales), Sirvent, A. Amat, B. Hernndez. . . El fuerte aumento de la produccin conllev un crecimiento rpido de la industria auxiliar: Isidro Aguado, el industrial hormero, haba convertido sus modestas instalaciones de la calle Nueva en una mo derna fbrica, fuertemente mecanizada, situada cerca del puente de la estacin, junto al ro Vinalop pa ra utilizar la fuerza hidrulica como fuente de ener ga (an hace pocos aos, poda contemplarse esa especie de pequea presa, a modo de azud, cons truida para tal fin). Segn el artculo de La Regene racin antes citado, los pedidos eran tan abundantes que los almacenes de la fbrica de hormas estaban siempre vacos, pese a que la produccin se contaba por miles de pares (se podan construir dos pa res de hormas en slo seis minutos). Isidro Aguado no era ya el nico empresario eldense dedicado a la fabricacin de estas hormas: desde 1897 funcio naba ya la empresa de Constantino Ban (52). Ade ms, a finales de siglo, Elda contaba con varias industrias de cajas de cartn (alguna, como la de Francisco Santos, tena como clientes adems de los zapateros a farmacias y sombrereras) y diver sos almacenes de curtidos y otras materias primas. - ` ~9 FBRICA Cc= k : , 1 S 7)() S e _NI S ELDA PROI1110 FOJO.11 OI ASUME LL CAJA. SE REMITEN U.11,1.0GOS A (21.11EN LOS SOLL,TE Anuncio de la fbrica de cajas de Francisco Vera Sataa) , ;. Ya existan, pues, razones de peso para invertir en Elda si se deseaba participar en el negocio zapa tero; por ello, algunos industriales residentes en otras poblaciones caso del ilicitano Tobar y del albace tense Pedro Jimnez (y posteriormente de otros afincados en Madrid) montaron fbricas en Elda, 27 generalmente comenzando por una primera etapa de asociacin con eldenses conocedores del mun dillo zapatero. Sin embargo, la mayora de los em presarios eran vecinos de la villa, generalmente gente que haba aprendido el oficio desde sus aos mo zos, comenzando como ayudante de algn zapate ro de silla, vendiendo por los pueblos; de Silvestre Hernndez se cuenta que era perteneciente a una familia de humilde condicin, hubo de entrar a tra bajar muy joven como aprendiz en el taller de el Lui sillo... En sus primeros tiempos, Hernndez fabricaba zapatos fuertes, de los llamados de batalla, y se iba a venderlos a Cartagena y otros lugares, previsora mente provisto de un calcetn y una media para pro brselos a los presuntos adquirientes (53); tampoco Rafael Romero proceda de una familia adinerada. Rafael Romero, un ejemplo de esos empresarios que deseaban para el pas los hombres del regeneracionismo del perodo de entresiglos. Hernndez y Romero son los dos personajes ms representativos de la nueva burguesa que estaba sustituyendo a los antiguos terratenientes como gru po dirigente de la sociedad eldense. La Regenera cin califica a estos empresarios como gente empren dedora, arriesgada y trabajadora, gracias a los cu 2 8 les Elda crea riqueza y los obreros tienen asegura do su sustento; al margen del carcter propagan dstico y laudatorio, el regeneracionismo movi miento surgido tras el desastre colonial de 1898 vea en la oligarqua el origen de los males del Esta do y era partidario del apoyo a la industria como medio de fomentar el desarrollo del pas. No es di fcil adivinar que, compuesta esta clase burguesa en su mayora por nuevos ricos, en muchos casos de muy humilde cuna, la ostentacin de la opulencia no fuese nada inusual entre algunos de ellos; sin em bargo, tambin es en esta dcada cuando surge su toma de conciencia como grupo y el deseo de do tarse de un entorno social acorde con su nueva si tuacin; aunque se inauguren ya a comienzos del siglo XX, entidades como el Casino Eldense o loca les como el Teatro Castelar reflejan la irrupcin de esta nueva clase dirigente: en 1904, en las fiestas en conmemoracin del tercer centenario de la lle gada de las imgenes de la Virgen y el Cristo (un buen momento para reflejar la preeminencia social en la entonces recin declarada ciudad) la primera carro za del desfile fue la del Gremio de Zapateros, que tambin patrocin los pasacalles de la banda Primi tiva de Alcoy (no hubo ninguna participacin expresa de los propietarios agrarios). En cuanto a algunos rasgos ideolgicos de esta nueva clase dominante, resulta altamente significativo comprobar cmo la logia masnica Fidelsima constituida en Elda en torno a 1886, integrada por ocho obreros (miem bros, asociados, en el vocabulario particular de los masones), contaba con miembros tan vinculados a la industria del calzado como Pablo Guarinos (ve nerable maestro de la logia). Rafael Romero, Blas Ve ra o Gaspar Prez (54). Tambin en estos aos se puede hablar en Elda de una autntica clase obrera. Los trabajadores de la industria responden a caractersticas bien diferen tes a las de los antiguos jornaleros agrarios, aunque en alguna medida siguen comportndose del mis mo modo que aquellos primeros zapateros en am bulancia que bien pudieron ser abuelos suyos. Es bien significativo que, hasta que la disciplina labo ral (llmese, si se quiere, organizacin) propia de las modernas factoras consigui afianzarse lentamen te, los zapateros eldenses practicaron una extraa semana inglesa en la que, concluido el trabajo a ltimas horas del sbado, no se reemprenda la ta rea hasta el martes siguiente; un anciano nacido a finales del pasado siglo todava recuerda alguna de estas costumbres: .. . a veces, los zapateros de la calle de la Palmera sa lan con sus mesas y sus sillas, los viernes. Para co brar la tarea el sbado, se trabajaba casi toda la noche en la calle (. . .) muchos cortaban el sbado para cobrar la: sin comer haba quin la haca para cobrarla an. . . ... los lunes coga la trompa la mayora; los lunes la gente no trabajaba.. . era costumbre. Se iban a meren dar al Pantano o a otro punto. Los lunes la gente co ga un perro y le ataba unas latas al rabo, para que corriera detrs de los que entregaban la tarea. . , los muertos (55) Los muertos, (es decir, las tareas ya cobradas pero todava no realizadas), los lunes reservados para el ocio y la diversin con los compaeros de traba jo, la alegra de la labor artesanal realizado en la ca lle durante las noches de verano formaban parte de un mundo el de los antiguos gremios destinado 99... rol... 1 ,1.. FIDELislmA, 111 . 011.10 355, rotolilitida 0r. . Lie Hila, lajo lo, awiticio Ott EN VIAN 4 111. . denlo dieu, ra To9...1ze tis ( am X, j et , a , S F U CAR. . Y RRESP. . HH. . C011 gran satisfurrion os n.o...link:unos lennononiemo de fras num, CColl.-., q,,,, ,. formar una parte (ano nao insignificank) de los muchos y mliosos TTall. . erre trabajan Fajo los auspicios Id Ser.. Gr. Or... de Espa0a. Esk j7:1 modem por I escasa nmero romo por las. ,oncliriones de sus bien por las Sarrosandos dmelms de 11111:11,11 dup.. inslilurion, tienen el bonor de saludar ms 1A. las de la obdiewcia, en demanda de rAlri011(.1 que eslmben la.-zos fral. que n.n,...., y espe. ran la rek. Je IIIOSIAIS sbios consejos, pe le pilen tara el mejor mien de III, irabajo. Adj.. os incluimos ,negra 17.1 Le. . y esperamos os SiMILI mandar el Inrsro en pruebo de red. lolvidad; promdkudeos por uneora fi MMas. nomen leal ronnirso, amo rolecinn romo ildieklual 1110. pr los trabajo y riramthinrids particolares de los bk... de este Resp.. Recibid gq. . bb. el frat. . otra,o y orc. ydz que desde el fi ndo de unes. rara.,,n os Tra,. en See. el dio 4 /1 5 2.; E El See.. e Documento de la logia masnica Fidelsima.. de Elda. a la que pertenecan buena parte de los primeros empresarios zapateros. a desaparecer poco a poco a partir de la inaugura cin de las nuevas factoras. En contrapartida, tam bin fueron solucionndose, muy lentamente, algu nos problemas sociales: en 1900 seguan siendo anal fabetos casi las tres cuartas partes de los eldenses (exactamente, el 73.6%) y el porcentaje era todava mayor entre las mujeres y entre los obreros, pero comenzaba a apreciarse una moderada tendencia a la alfabetizacin generalizada. Es digno de elogio que en 1899 los fabricantes Gimnez y Pelez ofre ciesen a sus obreros la posibilidad de recibir clases nocturnas; con anterioridad, en la provincia de Ali cante, no se conocen iniciativas similares empren didas por los propios industriales (56). A finales de siglo, Elda vive el primer movimien to reivindicativo protagonizado por obreros indus triales del que tenemos noticia, la huelga de 1899, producida en protesta por los bajos salarios perci bidos, inferiores a los de los zapateros de Madrid, Barcelona o Mahn (57). En aquellos momentos, las sociedades de socorros mutuos haban vuelto a re cobrar la confianza de los obreros y una de ellas, La Caridad (fundada en 1896), contaba con 325 so cios (58). Tambin se haba fundado, en 1898, la pri mera sociedad cooperativa eldense dedicada a la construccin de casas baratas, La Prosperidad, que trat de paliar el fuerte dficit de viviendas que la inmigracin haba originado: fue el precedente de algunas otras que, a lo largo del siglo XX, imprimie ron su sello peculiar al desarrollo urbanstico de Elda. Buena parte de los obreros eran decididamente partidarios de las ideologas burguesas ms progre sistas, desde los liberales a los republicanos, espe cialmente de estos ltimos, gracias en gran medida a la mitificacin a la que se haba elevado la figura de Emilio Castelar. No obstante, a finales de siglo, aunque de modo todava muy minoritario, ya haba hecho acto de presencia en Elda la ideologa obre rista ms arraigada entre los zapateros del primer tercio del siglo XX: el anarquismo. El miedo al ma quinismo (que algunos obreros consideraban perni cioso por el ahorro de mano de obra que supona), los bajos salarios, el frecuente paro existente durante algunos perodos del ao, la ostentacin de algunos burgueses o el desarraigo en que vivan buena par te de los inmigrantes eran un caldo de cultivo inme 29 jorable para la aparicin de una ideologa milenarista y redentora. Aunque en estos aos su nmero de bi ser an muy reducido, la actividad desplegada por estos primeros anarquistas eldenses fue nota ble, realizando en campaas en contra de la guerra colonial o redactando un semanario difusor de sus ideas (59). No existe informacin acerca del papel desempeado por estos grupos en las primeras huel gas vividas en la industria, pero no debieron perma necer ajenos a la gnesis de las mismas. NOTAS (1) Por ejemplo, GARCIA LLOBREGAT, Ernesto, en Cien aos ha ce, Alborada, 1962, afirma que la primera fbrica de calza dos... fue la de Luis Castell Llobregat.... Otros escritos afirman que los primeros nombres documentalmente conocidos son los inscritos en la Matrcula Industrial de 1858 (NAVARRO PASTOR, Alberto: Historia de Elda, Tomo I, p. 328). (2) Este documento ha sido utilizado por SANCHEZ RECIO, Glice rio para realizar un interesantsimo estudio de la Elda de co mienzos del siglo XIX: La estructura socioprofesional de la poblacin de Elda a finales del Antiguo Rgimen, Anales de Historia Contempornea de la Universidad de Alicante, n. 1, 1981, pp. 83-117. (3) Vid. SANCHEZ RECIO, G.: Art. Cit., p. 88. (4) Vid. BROTONS RICO, Vicent: Deis sabaters: sants, dites i fe rramentes, Festa-89, Ajuntament de Petrer. En dichos artcu los se citan refranes tradicionales tales como De sabaters, pocs a lestiu i molts a lhivern o Nadal passat, sabater, prou fer calcat. Vid. ROMERO, Tefilo: Origen y desarrollo de la Industria del Calzado, El Cronista, 1934, Elda. (6) Vid. FILLOL MARTINEZ, Vicente: Elda hace cien aos. 1884, 1985, Elda, Club de Campo, p. 72. (7) Libro de quenta y razn de Alonso Gmez menor, Negociante de esta Villa de Elda, AME., 1 16/19. Informacin que agradezco a Joaqun Samper Alczar. (8) Vid. SANCHEZ RECIO, G.: Art. Cit., p. 106. (9) FILLOL MARTINEZ, V.: Op. Cit., p. 71-73. Debe advertirse, no obstante, que la renta sola estimarse en gran medida basn dose en la propiedad inmobiliaria y menos en las actividades industriales, especialmente si no se contaba con instalaciones especficamente fabriles. (10) AMAT Y SEMPERE, Lamberto: Elda. Su antigedad, su histo ria. Personas de estirpe regia que habitaron su alczar, edifi cios pblicos, sus obras, lo que fue antes esta poblacin y lo que es ahora, su huerta y producciones, industrias de sus veci nos, 1875. (Ed. facsmil de 1983), Universidad de Alicante Ayuntamiento de Elda. Tomo II, p. 35. ( I 1) SANCHEZ RECIO, G.: Art. Cit., p. 91 y ss. (12) CAVANILLES, Antonio Josef: Observaciones sobre la Historia Natural, Geografa, Agricultura .Poblacin y Frutos del Reyno de Valencia, 1797, Madrid, Imprenta Real (Ed. facsmil de Al batros Ediciones, 1981, Valencia), p. 258. El subrayado es mo. (13) Alrededor de 1910, FIGUERAS PACHECO Provincia de Ali cante en Geografa del Reino de Valencia, dirigida por CARRE RAS CANDI, 1913, Barcelona, Ed. Alberto Martn, p. 989 calculaba en 900 el nmero de hectreas de regado del trmi no eldense sobre un total de 3.400 cultivadas; considerando (5) 30 que una hectrea posee aproximadamente nueve tahullas, la extensin del regado en Elda se haba reducido a menos de la mitad en poco ms de un siglo, una disminucin que consi deramos algo excesiva. (14) AME.: Expedientes varios, 2-4-3 (antigua numeracin). (15) AMAT Y SEMPERE, L.: Op. Cit., pp. 15-35. (16) AMAT Y SEMPERE, L.: Op. Cit., pp. 20-26. (17) Idem., p. 22. (18) SANCHEZ RECIO, G.: La estructura agraria y la tenencia de la tierra en el Seoro de Elda, Anales de Historia Contempor nea, n. 1, Universidad de Alicante, 1982, p. 15. (19) Por ejemplo, BERNABE MAESTRE, Jos Mara: Las bases de la industria del calzado en el valle del Vinalop. Alborada, 1976, Elda. (20) SANCHEZ RECIO, G.: Art. Cit., 1981, p. 92. (21) Idem., p. 88. (22) Todos los datos de carcter demogrfico proceden de VALE RO ESCANDELL, IR.: Estudio de la poblacin eldense (1835-1935), 1980, Memoria de licenciatura (indita), Universi dad de Alicante, 244 p. (23) Vid. ALTAMIRA CREVEA, Rafael: Derecho consuetudinario y economa popular de la provincia de Alicante, 1905 (ed. facs mil de 1985), Alicante, Instituto de Estudios Juan Gil-Albert, pp. 38-46. (24) BERNABE MAESTRE, Jos Mara: La industria del calzado en el Valle del Vinalop, 1976, Valencia, Departamento de Geo grafa de la Universidad, pp. 15-16. (25) CAVANILLES, Al.: Op. Cit., p. 259. (26) MADOZ, Pascual: Diccionario geogrfico -estadstico -histrico de Alicante. Castelln y Valencia, 1845 (ed. de 1987), Valencia, Edi cions Alfons el Magnnim, p. 335. (27) Algunos autores, como Navarro Pastor, A., opinan, por el con trario, que la industria del esparto adquiri gran importancia en la villa, superando el valor econmico de la agrcola. (His toria de Elda, 1981 , Alicante, CAPA., t. I, p. 326.). (28) Cabanilles afirma que antes de la permisin concedida en aos pasados ciertos individuos para extraer del reyno el esparto en rama (...) ganaban sus vecinos cada semana 500 pesos; es muy probable que la cifra (como tantas otras del libro) peque de excesiva, dado que trata de oponerse al indicado permiso, que considera perjudicial para estos pueblos. Por la misma ra zn, tal vez la cifra de 60 pesos tampoco sea exacta y la reduc cin de ingresos no fuese tan drstica. De todas formas, Caba nilles consideraba la elaboracin del esparto nicamente co mo una actividad complementaria de la economa de estos pue blos, apta para las capas ms humildes de la poblacin; as, por ejemplo, cuando habla de Monvar dice que deberan tambin aprovechar el esparto de los montes, y no permitir que los cir cunvecinos se lo vendiesen manufacturado: esta planta, muy comn en el trmino de Monvar, dara ocupacin nios y mugeres, y mucha utilidad al pueblo (p. 262). (29) Datos tomados de FILLOL MARTINEZ, V.: Op. Cit., p. 71-72. (30) VALERO ESCANDELL, J.R.: Las transformaciones econmicas en la Elda del siglo XIX, Alborada, Elda, 1980. (31) Mientras que en casi todas las fuentes aparece el nombre de Isidro Aguado Romero, en El Bien General se habla de la fbri ca de hormas de Isidro Aguada Aracil (23-1-1887) o Isidro Agua do Aravit (3-3-1887), posiblemente a nombre del padre del antes citado. (32) FILLOL, V.: Op. Cit., p. 208. (33) Idem., p. 209. (34) Idem., p. 101. (35) AMAT Y SEMPERE, L.: Op. Cit., p. 36. (36) Datos de VALERO ESCANDELL, J.R.: Estudio..., p. 132. (37) Bsicamente el semanario El Bien General y el libro de FILLOL. V. sobre el ao 1884, varias veces citado. (38) Citado por RAMOS, Vicente: Historia parlamentaria, poltica y obrera de/a provincia de Alicante, 1988, Alicante, Edicin del autor, Tomo II, p. 355. (39) Vid. NAVARRO PASTOR, Alberto: Op. Cit., 1981, Tomo I, p. 347. Algunos otros datos citados sobre El Bien General tam bin proceden de esta misma fuente. (40) El Bien General, Elda, 24-10-1886. (41) ALTAM1RA, R.: Op. Cit., p. 50, afirma que en Elda de ese tra bajo vive casi todo el pueblo, surtiendo con l los grandes al macenes de Madrid y otros puntos. (42) FIGUERAS PACHECO, F.: Op. Cit. (43) Vid. CINDORA, Pilar: Historia del Calzado, 1988, Zaragoza, Edi ciones Aguaviva, p.p. 195-196. (44) Si descontamos a los nacidos en Monvar, establecidos bsi camente en las zonas rurales y dedicados principalmente a la bores agrarias, en muchos casos sustituyendo a antiguos trabajadores eldenses. (Vid. VALERO ESCANDELL, J.R.: Estudio...). (45) Vid. NAVARRO PASTOR, A.: Op. Cit., 1981, Tomo II, p. 51-52. (46) Aunque es muy improbable que, como indica Tefilo Romero en el n. 3 de El Cronista (Elda, 1934), fuesen dos grandes y elegantes coliseos de la industria, sobre todo el segundo en los que ya se empleaba a algunos millares de obreros o que an tes de la inauguracin de las factoras empleaban de 800 a 900 obreros cada uno. Pese a que muchos autores han aceptado sin crtica dichas cifras, parece razonable reducirlas bastante (si nos fijamos en la pervivencia de un alto empleo agrario, en la existencia de muchos otros talleres y en el volumen demogr fico de la villa, pese a que comenzasen a acudir trabajadores de municipios vecinos). (47) La fbrica de Silvestre Hernndez es mucho ms conocida, en tre los eldenses de mayor edad, por el nombre de otros de sus posteriores propietarios, Casto Pele2. Estaba situada entre el Casino Eldense y las calles Jardines y Ortega y Gasset. (48) Vid. La Regeneracin, 8-9-1900, nmero especialmente dedi cado a Elda, cuando se describe la fbrica de Jos Tobar. (Exis te un resumen en el artculo Fbricas de Elda en el ao 1900, Alborada, Elda, 1983). (49) La Regeneracin, 8-9-1900. La fbrica de Rafael Romero se en contraba en la zona ocupada hoy por la calle Dahellos. (50) Estas cifras contrastan con las de BERNABE MAESTRE, J.M., que en La industria de/calzado en el Valle del Vinalop, (1976, Universidad de Valencia, p. 118), calcula una produccin de 300.000 pares en 1900 en todo el valle. (51) Citado por FILLOL, Vicente: Elda, 1900. La Agricultura, Indus tria y Comercio. Alborada, n. 31, 1985, Elda, p. 74. (52) Vid. NAVARRO PASTOR, A.: Op. Cit., 1981, Tomo I, p. 370. (53) NAVARRO PASTOR, A.: Silvestre Hernndez y Rafael Rome ro, impulsores de la industria eldense en el siglo XIX, Valle de Elda, 5-9-1981. (54) Vid. REQUENA SAEZ, Mara del Corpus: Masonera en Elda (1886-1937), Alborada. n. 34, 1987, Elda, p.p. 7-11. (55) Entrevista a Rogelio Lzaro Gras, zapatero nacido en 1899. En Elda, el 30-1-1990, este mismo anciano recordaba una cancin de su niez que hablaba de la vida de los zapateros: Los zapateros de Elda viven con mucha alegra, que ganan mucho dinero trabajando noche y da. (bis) Llega el sbado y cobran las perras y solamente se gastan dos pesetas pa una cena. Al otro da, domingo, visten como caballeros y esperan que venga la tarde para irse de paseo. Al otro da, que es lunes, borrachera que arde Troya y al otro da, que es martes, a comer pan y cebolla. (56) MORENO SAEZ, Francisco: Las luchas sociales en la Provincia de Alicante (1890-1931), 1988, Alicante, Unin General de Tra bajadores, p. 157. (57) MORENO SAEZ, F.: Op. Cit., p. 423. Cita datos de El Correo, 29-10 y 7-11-1899. (58) BAZAN LOPEZ, J.L. Antiguas sociedades eldenses, Vivir en Elda, 15 al 31-10-1983, p. 15. (59) Vid. NAVARRO PASTOR, A.: Op. Cit., 1981, Tomo 1, p. 368 y MORENO SAEZ, F.: Op. Cit., p. 422. 31 La industria del calzado en Elda desde principio de siglo hasta el final de la Guerra Europea ALBERTO NAVARRO PASTOR 1. EL BOOM DEL NUEVO SIGLO Al producirse el cambio de siglo, la entonces vi lla de Elda estaba decididamente lanzada por la sen da sin retorno de la fabricacin de calzado y mecida en el optimismo en que la sumi la dcada prodi giosa de los 90, en la que lo que hasta entonces eran iniciativas de corto alcance se convirtieron en empresas de gran empuje e importancia. Haba quedado atrs la poca legendaria del ta ller familiar o de las pequeas fbricas instaladas en los bajos de cualquier casa, en cuyo local apenas hay separacin entre las mesas de cortadores, las mesillas bajas de los zapateros manuales de den tro de la fbrica (los que trabajaban en sus casas son ms que los que lo hacen en la fbrica o talle rico), el aparado, el terminado y el repaso general para meter en caja. Vista de Elda alrededor de 1900. Tras un primer plano de tierras cultivadas, destacan las siluetas del castillo y la iglesia vieja. Muchos de los mejores obreros zapateros han pasado el Rubicn y se han convertido en sus pro pios dueos, creando la casta permanente y admi rable, que subsisti en Elda hasta la tecnificacin de los aos sesenta, del patrono -obrero, el que traba ja ms y mejor que el que ms y mejor de sus asala riados; el que se queda en el tajo cuando los dems se van, el que sacrificando descanso, domingos y fiestas, organiza las tareas, revisa las cuentas de pro veedores y clientes, prepara los nuevos muestrarios de cada poca, dispone los envos del artculo fa bricado, prepara las remesas de efectos bancarios para tener a punto los sueldos de sus obreros y, en fin, cuida y vigila cuantas operaciones ataen al buen funcionamiento de su empresa. A veces, este fatigoso y agotador trabajo tiene el merecido premio de un bienestar econmico y una consideracin social entre sus conciudadanos; otras es la lucha imposible contra la competencia de los precios, las incesantes subidas de coste de los ma teriales, los conflictos laborales, las devoluciones de letras, los dejes de cuenta, las habituales letras de bola, renovadas mientras el banco aguante, con sus consiguientes problemas de falta de liquidez eco nmica, y cuando ya es insostenible la fatdica y fal sa situacin de seguir produciendo con prdidas confiando en que cambie favorablemente la situa cin, perdiendo ms cuanto ms se trabaja, viene el cierre traumtico y, a veces, el comenzar otra vez desde cero. La prosperidad evidente de varias de las empre sas creadas por inteligentes y afortunados capitanes de industria y la aportacin de capitales forasteros, como en los casos de Casto Pelez, Pedro Jimnez, Damin Tudela, Jos Tobar y otros, dieron solidez a las industrias eldenses, establecindose paulatina 33 mente nuevas instalaciones fabriles con elementos mecnicos ms adecuados para las diferentes fases de la fabricacin. La descripcin que se ofrece en el extraordina rio de La Regeneracin dedicado a Elda en 1900 (1) de la nave construida en la calle Jardines por don Rafael Romero Utrilles, el ms importante industrial de este final y comienzo de siglo, puede dar una idea de la disposicin que, con lgicas variaciones, adop taban las nuevas grandes fbricas de produccin de calzado: Lo primero que se ofrece a la vista del visitante dice el periodista de La Regeneracin es un mag nfico saln destinado a talleres y almacenes, dividi do en unos cuantos departamentos que son: taller de corte, taller de entrega de material, almacn de hor mas, almacn de calzado hecho, taller de repaso de obra terminada y almacn general de materiales. En el centro de este gran saln cuya distribucin acaba mos de detallar est el taller de oficiales aparadoras. Etiqueta de la Fbrica de Calzado de Rafael Romero en torno al ao 1900. En este mismo reportaje se manifiesta que en di cha fbrica solamente haba mquinas de aparar y de cortar suela, recogiendo la opinin del fabrican te, que era compartida entonces por los otros indus triales de que el cosido y clavado a mquina no respondan a la duracin como cuando eran hechos por la mano del obrero. Es interesante resaltar la ltima lnea del prra fo descriptivo de la disposicin de la fbrica, al men cionar expresamente a las oficialas aparadoras en 1900, ya que es bien conocido que en los primeros 34 tiempos del calzado, la labor del aparado de cortes con mquina Singer y otras marcas hoy conocidas, la hacan los hombres, los llamados aparadores, hasta que, paulatinamente esta delicada labor fue convirtindose en un trabajo exclusivamente feme nino, como vemos lo era en 1900. El mencionado nmero especial de La Regene racin nos aporta un testimonio sobre las ms im portantes empresas existentes en 1900 que creo interesante recoger aqu, aunque con el claro incon veniente de su insuficiencia para proporcionar una panormica de las empresas grandes y pequeas que existan en aquella fecha crucial, ya que slo men ciona a las ms importantes, con toda probabilidad las que pagaron el coste de publicidad efectuada por dicho peridico. An as, la informacin que contiene sobre la evo lucin de las industrias mencionadas; sus caracte rsticas, nmero de obreros y produccin, grado de mecanizacin y otros, todos ellos de primera mano aunque naturalmente interesada nos proporcio na un conocimiento de lo que eran aquellas fbri cas, que no puede encontrarse en ninguna otra parte. Bajo el epgrafe La industria de Elda, la publi cacin ofrece reportajes, en trminos laudatorios a veces incurriendo en la hiprbole, de las fbricas de calzado de Vera Hermanos y Juan, Rafael Romero y de Jos Tobar, as como de la Gran fbrica de hor mas de Isidro Aguado e Hijo y la fbrica de cajas de cartb de Francisco Santos. La empresavera Hermanos y Juan, haba sido fundada en 1898 por los hermanos Ventura, Gabriel, Jenaro y Trinidad Vera Garca, junto con el cuado de estos, Rafael Juan, instalndose en principio en la hoy Avenida de Chapf, en los primeros nmeros impares, donde hoy se encuentra el llamado Des pacho Central. En dos aos prosperaron grande mente, llegando a tener tina plantilla de 100 obreros internos, por lo cual ms tarde construyeron el gran edificio frente a la.primera calle del Barrio del Pro greso, demolido en nuestros das. En cuanto a la de Rafael Romero, fundada en 1876, supo prosperar gracias a la iniciativa de su pro pietario, que en 1900 levant un gran edificio cuya descripcin hemos hecho ms arriba, y en el cual trabajaban 450 operarios, entre hombres y mujeres, con una produccin de 297.600 pares al ario. La importante empresa de don Jos Tobar, cu ya fbrica estaba situada donde ms tarde se levan t el cine Coliseo Espaa (o segn otras fuentes, ms al Este, donde durante muchos aos estuvo el al macn de materiales de construccin de D. Segis mundo Falc). En ella trabajaban 150 obreros, bajo la direccin de D. Manuel Tobar, hermano del pro pietario. Este seor era un activo hombre de nego cios que adems de la fbrica de calzado en Elda tena otra importante fbrica de alpargatas en Elche y una empresa de exportacin de frutos del pas. Junto con estas tres importantes empresas, re presentativas del calzado eldense, se haca referen cia a la industria hoy llamada complementaria, presentando las dos fbricas mencionadas. La fbrica de hormas de Isidro Aguado e Hijo fundada en 1870 (2), construyndose aos despus, en 1899, una gran nave con maquinaria adecuada para fabricar hormas para toda clase de calzados, movida por fuerza hidrulica gracias a una presa ar tificial construida por el mismo industrial en el ro Vinalop, junto al cual se levantaban las instala ciones. Finalmente, la fbrica de cajas de cartn para el calzado, que fue creada por don Francisco Santos Amat para atender la necesidad que de este artcu lo existan, siendo la ms importante de la localidad en aquel tiempo. Adems de las fbricas mencionadas, hay otras de importancia que estaban establecidas en 1900, como la de Casto Pelez (o Jimnez y Pelez) conti nuadora de la creada por Silvestre Hernndez, pri mera gran fbrica creada en Elda, con un elevado nmero de operarios; la de Bellod Hermanos y Za ragoza, fundada en 1899 por los hermanos Antoni no, Santiago, Pedro y Miguel Bellod Pay y el cuado de stos, Jaime Zaragoza Vicente. Su crecimiento fue vertiginoso, instalndose poco despus en las na ves construidas por Rafael Romero Utrilles, quien tu Gran a d ealzado de D. (los Tobar D. Manuel Tobar. Director Anuncio de la fbrica de calzado de lc Tobar. 1900. 1), Juan Poreda. Maestro 35 yo que abandonar su industria que tantos aos y trabajo le haba costado engrandecer. La ltima em presa que conocemos fundada a finales de siglo y con gran pujanza y actividad en 1900 es la de Blas Amat, fundada en 1897 en la calle de Vall (hoy Or tega y Gasset) cuya mayor expansin se produjo en 1912, continundola despus del fallecimiento del titular, en febrero de 1915, la razn social Viuda de Blas Amat, llegando a tener unos 150 operarios. garlo Aguado y gerl L a nt 4 05 TAa 1c DL SORMA5 PARA EL CALZADO DE TODAS CLASES PARA LA -;. PERNITOS DE LUJO CONSERVACION Y EXPOSICION DEL CALZADO lemor tan ...roe eduevio lerw elet h note Ven de edet importante fa. ladea. ht eer tete en laico numera de. parid. die,. y no. idas st. han raeldionelo ya. monta^ date loe eliegilo len. por de Importunen* inhadrial ea mercadeen,. Peto al *tejar en Pon. pgina. tahona. moho onlae.e.le hin endendrial ele Ehla. ide padlhe aneteaorec. dora algo de esto 411. Irle.. 1.144 KOhplalit PIB :111s, bien rotea . e.he. Ente. eatedidte f. rren y el re, V no lo pa lee luan. edtnahel eodalin rio deao ...afondan hediendo a (ahelea ele borne ne alto...anee manden.% he anniteee. relata.. adelantea o. hon leo arando pare la pnalnaidn .dee hotannek.see total an manteen. en minen*. no, eo dotarle Oxeo teannero he neagni. Int. la ohm n mano rodaballo erbe dna ad( enh, :mimaren how. de la fetnloadene he rallado En hobby,. o tiendan ,. de Madetlele men. roan rednetantemeste twas h.. Otee temelteda net baldean... eaulnalei ehoeflearta orgno gredo de reedened.E. En M /IflatIVIAMO 14, dom. neo eado inreentedian Ottelle00 harem y dele .111 , 111 , 1,1.11 nora la elarrieln de horma eeee ratee pletaohea perreetal neemone ne p. talaren ola he dea reos. El ded ene traerte de nthed loe 5,extbooe PM. tala.to en apee. opa.. tunee y leeeten pedazos eie apropiada, dinoando ove neo ,rombo llegas la bibrb. y 1011111111 11141...,11,1 ,. ea. bah, bombillo oso ob.n pooien ron et menor (/10,.* material lan aleado agave llll bao, ele p.rsze... , m , rgli.1.111. p. , ove,. Y ere bopolmdm mo. hirf a. IR.011ift e.edee ora haaaem y re. enarbolo. muy, HM .ioo. :moho del le -melar nono el tne enoe reno lote eddee en hom.s dentenaioneee preeendene ele henerned.. lenneeen oh* reo.a evado tela.... /men In indneerin bornma r ron oneernalidad Inee 4 Pe . aidn Idoe lea (bralo novannoo de enlodo moderno. 1.11 iteportnote telt. ten de henoas dr lee ares II ,n . toe el. Ile 1114OO IVOIM a , Elda adnorbel y ea 4111.1,144.1 een.edd ...romeo Ine nee II , 1,1liwp MdeOrint. 1..nerriaollmk. Fbrica de Hormas Aguado. El Liberal de Elda, 1915. Estas eran las ms importantes fbricas de cal zado existentes en 1.900, junto a las cuales haba nu merosas fbricas y talleres ms pequeos, de tres o cuatro operarios, supervivientes de las pioneras en la fundacin de la industria del calzado en Elda. 36 2. LA APORTACION DE LOS MAHONESES AL PERFECCIONAMIENTO DEL CALZADO ELDENSE La prosperidad que se disfrutaba en la poblacin por el boom industrial de esta poca a caballo del cambio de siglo se evidenciaba en el constante in cremento de la poblacin laboral, llegada de nume rosas localidades de Espaa, entre las cuales es necesario destacar la procedente de Mahn, por la calidad profesional de sus componentes y por no constituir una inmigracin espontnea y de llegada diversificada sino un grupo homogneo contratado por un solo industrial con un propsito definido y comn para todos. La escasez de referencia documentales acerca de la por todos conocida presencia de obreros za pateros venidos de Mahn para mejorar la calidad del calzado eldense, ha hecho que incluso se haya puesto en duda la realidad de esta presencia colec tiva y negado que de haber tenido lugar la misma hubiera tenido influencia alguna sobre la evolucin del calzado eldense (3). En cuanto a lo primero, la presencia de una co lonia de zapateros mahoneses llegados a un mismo tiempo contratados por un fabricante eldense de cal zado para formar parte de su plantilla, mejorando con su experiencia y profesionalidad la calidad de sus manufacturados, es un hecho cierto como de mostraremos seguidamente. El industrial que tuvo tan acertada iniciativa fue don Rafael Romero Utrilles, que haba iniciado su empresa aproximadamente en los aos 1874 o 1876 (4) y por la buena organizacin de la misma y el exi gente cuidado en la calidad de su produccin se vea necesitado de aumentar su capacidad productora, para lo cual deba levantar una nave adecuada a es tas necesidades, con introduccin de maquinaria y consecucin de mano de obra cualificada, la que no se consegua fcilmente, pues quienes venan de fue ra atrados por los salarios de las fbricas, seguros y suficientes para quienes verdaderamente queran trabajar fuerte, no eran zapateros sino que venan a aprender y aprendan rpidamente, pero sin apor tar mejora alguna a su trabajo. Tefilo Romero, familiar del citado industrial, re lat esta incidencia en estos trminos: Para mejorar la calidad de sus calzados lo primero que hizo fue seleccionar de entre sus operarios que con l haban compartido el trabajo en la silla y el mos trador, los mejores de cada clase: y no satisfecho con esto y noticioso de que los buenos operarios encon trbanse en aquel entonces, en las islas Baleares, acti vo y diligente cruz el Mediterrneo y despus de estudiar las grandes fbricas y percatarse de que el progreso verdadero haba de venir por la perfeccin de la mano de obra, logr al fin, volver a su querido pueblo con aquella colonia de honrados mahoneses, quienes transformaron en poto tiempo la estructura de nuestro calzado, que empez a presentarse en los mercados, fino, elegante y artstico y de tan depura do gusto, que mereci la aceptacin general, apare ci en los escaparates de lujosas tiendas, y si mal no recuerdo, hasta obtuvo Medalla de Oro en la Exposi cin Universal de Pars... (5) Hagamos un inciso par l a confirmy ,que efectiva mente, los calzados del serlor Romerb onsiguieron lo que nunca haba alcanzado el calzado de Elda: obtener medalla de oro y diploma de honor en la Medalla concedida a Rafael Romero en la Exposicin Internacional del Traba jo y la Industria celebrada en Pars en 1902, Museo del Calzado de Elda. Exposicin Internacional de Trabajo y la Industria, celebrada en Pars en 1902 y en la Exhibicin Inter nacional que tuvo lugar en Londres en el mismo ao, por cuyos merecidos galardones fue felicitado ofi cialmente por la Corporacin Municipal eldense (6). Estas medallas de oro an son conservadas como preciadas reliquias por los descendientes de don Ra fael Romero que han anunciado su probable dona cin al Museo del Calzado existente en Elda (7). Continuando con el tema de la inmigracin de mahoneses, bien conocida y de positivos efectos, diremos que la llegada de los obreros de Mahn de bi ocurrir en 1897, aunque no hayamos encontra do documentacin que fije exactamente esta fecha. Sin embargo podemos apuntar este ario por los da tos existentes en el Registro Civil de Elda, corres pondientes al movimiento demogrfico originado por personas naturales de Mahn y tambin de la cer cana poblacin de Villacarlos, a unos dos kilme tros de aquella, todos ellos vecinos de Elda. En los libros de nacimientos, matrimonios y de funciones que hemos examinado con este fin a par tir del ao 1890 (fecha fijada como ms antigua posible de una presencia cuantitativa mahonesa an terior a 1897) no encontramos ninguna referencia a personas de esta naturaleza, siendo la primera men cin en 1898 el matrimonio contraido el 7 de no viembre de dicho ao entre Antonio Salom Segu, de 27 aos, natural de Mahn y vecino de Elda, con Mara Dolores Gonzlez Rico, de 22 aos, natural y vecina de Elda. En diciembre de este mismo ao 1898 hubo dos nacimientos de padres mahoneses, el 14 una hija de Lorenzo Triay Tudur, de 38 aos, zapatero, y de Jua na Segu Mart, de 29, y otra nia de Antonio Pons Gimnez y de Magdalena Andreu Pons, todos ellos naturales de Mahn y vecinos de Elda. El siguiente ao de 1899 nos trae el fallecimien to de otra nia de un ao, natural de Mahn, hija de Pascual Gins y Catalina Coll, tambin menorqui nes. Tambin hubo dos nacimientos, el 10 y el 18 de noviembre: una hija de Juan Pons Gimnez y Juana Pellicer Camps y otra hija de Francisco Camps An glada, de 35 arios, zapatero, natural de Mahn, y su esposa Isabel Cardona Domingo, nacida en Ibiza. El primer ao del siglo (o ltimo del XIX, segn 37 se mire) registr otros dos nacimientos: el 19 de ene ro nace una hija del matrimonio contraido por An tonio Salom Segu dos aos antes en Elda y un nio, el 3 de julio, hijo de Francisco Ametller Cap, que habase casado con una joven de Aspe. Dos matrimonios celebraron en 1901 otros tan tos zapateros de Mahn. Onofre Llopis Llambias, de 32 aos, y Rafael Salom Segu, de 23, con las jve nes de Elda Teresa Gmez Maestre, de 23 aos, y Mara Salud Gonzlvez Romero, de la misma edad, producindose en este ao dos nacimientos, el 2 de marzo una hija de Rafael Camps Reina, de 27 aos, y su esposa Catalina Col] Carrers, de 22, y otra el 26 de octubre, de Bartolom Pons Pellicer y Juana Segu Pons, todos ellos naturales de Mahn. El ao 1902 son cinco las inscripciones efectua das: dos matrimonios de zapateros mahoneses: Mi guel Pons Abril (27 aos, nacido en Villacarlos), y Jaime Pons Palliser, de 42 aos, viudo, que contraen nupcias con Irene Engudanos Guillart y Dolores P rez Vera. Los tres restantes corresponden al naci miento de hijos de los vecinos Luis Salom Llorente, natural de Llodio (Alava), pero de indudable ascen dencia menorquina por su primer apellido, de pro fesin barbero, seguramente llegado a Elda con sus varios parientes de apellido Salom; otra hija de Ra fael Salom Segu, que haba contraido matrimonio el ao anterior, y un hijo de Sebastin Ruiz Barcel e Isabel Llopis Masi, ambos mahoneses. Finalmente, en 1903 se producen dos nacimien tos, el 13 de febrero y el 20 de marzo. El primero fue el de la nia Antonia, hija de Juan Escandell, de 29 aos, y Remedios Verd Fuster, ambos natura les de Villacarlos. El otro nacimiento fue de un nio segundo hijo eldense del matrimonio Lorenzo Triay Tudur y Juana Segu Mart. Esta inscripcin nos da el nombre de otro zapatero mahons vecino de El da: Pedro Segu Mart, casado, de 50 aos y herma no de la madre. Despus de esta fecha, 20 de marzo de 1903, cesa toda mencin a inscripciones originada por la colonia de zapateros mahoneses, habiendo exami nado los libros del Registro Civil hasta 1910 sin ha llar ms movimiento demogrfico, lo que hace suponer una salida general de los obreros mahone ses de Elda, tal vez de vuelta a su isla natal para vol 38 ver a trabajar en la especialidad zapatera en la que eran excelentes profesionales. El motivo que consideramos ms probable pa ra esta marcha simultnea podra ser la crisis obre ra por las agitadas huelgas de octubre de 1903, en protesta por la paulatina introduccin de nuevas m quinas para el calzado, con el cierre de la fbrica de Rafael Romero, el que probablemente con pro mesas de mejores sueldos los haba conseguido traer de la lejana Mahn. Este cierre de la fbrica del seor Romero Utri lles no es utopa aunque carezcamos de datos ab solutos, pero ya en 1902 la empresa giraba bajo el nombre de Romero y Tudela o Tudela y Romero por haber hecho sociedad con don Damin Tudela, y en 1904 no aparece el nombre de ninguno de ellos en la relacin de fabricantes que public el Gremio de Zapateros de Elda en el calendario editado con motivos de las fiestas del III Centenario en 1904 (8). S figuraban las de Vera Hermanos, Juan J. Guarinos, Blas Amat, Jos Tobar, Casto Pelez y Bellod, Pay Hermanos, entre otras, siendo esta ltima la que compr la gran nave construida por Rafael Romero continuando la fabricacin. Estas circunstancias hacen que consideremos que en este ao de 1903 se cierra el captulo abierto en 1897 de la presencia de una colonia de laboriosos mahoneses en Elda, de la que no todos se marcha ron, quedndose algunos en sta, como dan fe la permanencia del apellido Pons sobre todo, origina do por los componentes de aquella colonia que aqu quedaron. Me he extendido un tanto en el detalle de las circunstancias personales de estos obreros maho neses para dejar bien sentado que la colonia esta ba formada por personas jvenes ya hemos visto edades de 23, 27, 30, etc. aos algunos con sus esposas tambin en edad juvenil, con alguno mayor, generalmente pariente de alguno de los otros, y va rios parientes entre s, lo que no deja posibilidad al guna a una inmigracin espontnea y aislada, sino la de un grupo compacto que, movido por benefi ciosos contratos en el aspecto econmico, dejan su poblacin natal y de residencia para asentarse to dos ellos en una misma localidad y dedicados a un mismo trabajo en la misma fbrica. Es seguro que el seor Romero les facilit vivien das, en casitas cercanas a la fbrica, que despus tomaron el nombre de barrio de Rafael Romero, manzanas entre Jardines, Plaza Sagasta, Zorrilla y Vir gen del Pilar, en algunas de cuyas casas todava vi van hasta hace poco algunas familias con apellidos mahoneses. En resumen y refirindonos solamente a las per sonas de las que ha quedado referencia por las ins cripciones del Registro Civil, se puede contar que llegaron a Elda cinco solteros y un viudo, cinco de los cuales contrajeron matrimonios con jvenes de Elda, y once matrimonios jvenes nacidos todos ellos en Mahn o Villacarlos, todo lo cual arroja una cifra de inmigrantes de 17 hombres, 1 1 mujeres casadas y una nia de un ao. Es indudable que puede ha ber ms solteros que no se hubieran casado aqu, matrimonios que no tuvieran hijo alguno en los seis aos que vivieron en Elda, lo que podra elevar el nmero de inmigrantes desde los 29 que hemos ci tado hasta cerca de las cuarenta personas. No es posible establecer comparacin ni para lelismo alguno entre la inmigracin de esta colonia de mahoneses, corta en nmero pero altamente es pecializada en la manufactura zapatera, con otras que le sucedieron, en especial la que en sus tiem pos se denomin avalancha de Almansa. Aquella fue una venida de obreros especialistas, contrata dos por un fabricante para mejorar su empresa, muchos de ellos con sus esposas, probablemente tambin especialistas en las tareas que habitualmente realizan las mujeres en el calzado, e incluso con sus hijos pequeos como lo demuestra la nia de un ao nacida en Mahn y fallecida a dicha edad en Elda. La de mahoneses era una comunidad obre ra trasplantada de su isla a este pueblo que enton ces buscaba su Eldorado en el boom del calzado. Por el contrario, los otros obreros inmigrantes, tanto los de poblaciones de Albacete y Murcia co mo de nuestra provincia, en especial de Pinoso, Mo nvar, Sax, Villena y otros pueblos con la natural excepcin de Novelda que contaba con una prs pera industria agrcola, venan de forma desorde nada y sin ms relacin con los otros inmigrantes que el idntico trabajo y la misma necesidad eco nmica que les haca abandonar sus viviendas. No obstante, aunque gran nmero de ellos se estable ci definitivamente en Elda, eran muchos los que re corran el camino de su pueblo a Elda por la maana en bicicleta y lo desandaban despus de la jornada laboral para regresar con los suyos (9). Los antiguos eldenses, al referirse a esta poca de incesante llegada de obreros hacia las fbricas eldenses, se refieren concretamente a la avalancha de Almansa, para distinguir la cantidad de hombres y mujeres procedentes de esta ciudad que en muy corto tiempo se traslad a Elda, destacando por su nmero y actividad laboral y humana de los tambin numerosos procedentes de otras diversas poblacio nes, en escaso nmero en cuanto a su procedencia comn. Versiones orales, a las cuales se puede o no dar crdito puesto que no hay forma de contrastarlas, hablaban de que gran parte de este aluvin de in migrantes ocupaban las casas de las recin cons truida calle de Cid, edificada por el alicantino don Sebastin Cid, en las que abonaban como alquiler una peseta semanal en las plantas bajas y tres rea les por los altos, aunque probablemente se alber gaban en ellas varias familias para repartirse de forma ms asequible el exorbitante precio del alquiler, ya que era fama de que muchos de ellos dorman bajo de la escalera. Tambin se deca que en las ga leras de los pisos altos haba animales domsticos e incluso burros y cerdos. Si esto fuera verdad no sera muy extrao puesto que en numerosas oca siones venan familias enteras, habiendo vendido sus tierras o casas en el pueblo, y tal vez el asno servi ra para otras faenas en las que obtener algn dine ro suplementario, ya que entonces todo el transporte se efectuaba utilizando la fuerza animal o humana y eran muchos los borricos y mulas empleados en portes, acarreos, arrastre de carros de servicio al pue blo como cntaros de agua, carritos de helados o golosinas, etc. En cuanto al cerdo, hay pueblos, con nutridas colonias zapateras en Elda an hoy, que tienen co mo una fiesta la matanza del cerdo, y con ella lle nan la despensa para algn tiempo, cosa que les vendra muy bien a aquellos trabajadores cuyos sa larios, aunque ms seguros y cuantiosos que en el pueblo, no permitan salir de un modesto pasar y a veces con estrecheces. 39 Otra peculiaridad de esta colonia de trabajado res, localizada en la citada calle, y que tambin ha permanecido durante mucho tiempo en el recuer do de los antiguos eldenses eran los animados bai les que tenan lugar, posiblemente al son de la bandurria y la guitarra, por la noche de los sbados y domingos, especialmente en estos, por ser el lu nes el da tradicional de descanso de los zapateros, por costumbre y uso no dictada por nadie ms que por ellos. Nos resulta imposible fijar la cuanta numrica de esta inmigracin, pero debi ser muy importan te en los primeros aos del siglo, decreciendo pau latinamente hasta el ario 1910, ya que es en los primeros aos, sobre todo en 1902 y 1903 cuando personas de capital de otras poblaciones conside ran rentable construir nuevas barriadas en Elda pa ra albergar a los inmigrantes, como el anterior ejemplo de la calle de Cid, el barrio de Rafael Ro mero, ocupando las calles de Canalejas (hoy Menn dez Pelayo), Zorrilla, Echegaray, Progreso (desde Canalejas a la plaza de Sagasta), la calle de Pars, construida por el hombre de negocios alicantino Re nato Bardn, y otras muchas, a las que habra que aadir la barriada para obreros, en rgimen de So ciedad Cooperativa, de La Prosperidad, que en aquellas fechas inici las primeras manzanas del mismo. Un estudio demogrfico de Elda (10) fija los ha bitantes de Elda entre 1900 y 1910 en 6.131 y 8.028 habitantes respectivamente. Un incremento de casi dos mil personas en diez arios no es nada especta cular, aunque represente un 30% de aumento. Pero el desarrollo de la industria, galopante en los prime ros aos del siglo y refrenado aunque constante en los siguiente, nos indica que este incremento debi producirse entre 1900 y 1903, aunque despus con tinuase siendo Elda una tierra de promisin para mu chas personas que en ella encontraron trabajo y bienestar. 3. LA NUEVA CLASE. TRANSFORMACION SOCIAL DE ELDA IMPULSADA POR EL AUGE INDUSTRIAL El abandono de las estructuras econmicas agra rias que se produce en Elda a mitad del siglo XIX, 40 sustituyndolas por unas tareas de transformacin del esparto y paulatinamente por una fabricacin ar tesanal y venta ambulante de un calzado de tosca traza, llamado de percha o de batalla, produjo un cambio significativo en el estado social de la po blacin, que lentamente se fue amoldando a los usos y costumbres de los pueblos industrializados, aun que en este caso fuera en un grado todava no de sarrollado. Pero el espectacular desarrollo de la industria en la dcada prodigiosa, en esa dcada final del si glo XIX en que muchos de los pequeos talleres se hacen importantes y otras fbricas ya de crecida pro duccin establecen sus naves fabriles, iniciando ner viosamente el maratn de la tecnificacin y la renovacin de sus caducos sistemas de fabricacin, cobra aspectos realmente impresionantes a partir de 1900. Como la sucesin de estampidos de una tra ca de la Alborada, que al llegar a su final se con vierte en una deslumbrante palmera de luminosos fuegos y restallantes truenos, as se nos aparece la eclosin final de la conciencia de nueva clase del elemento industrial eldense. Empresarios eldenses de principios de siglo. Los dueos de Calzados El Cid. Los nuevos ricos de esta nueva clase no so lamente los propietarios de industrias, tambin en su modesta esfera se sienten as los obreros, como despus apuntaremos son en el medio social el dense como los afortunados indianos de zarzuela, que muestran despreocupadamente su bien gana do oro ante la admiracin de los que desde siem pre han sido los estamentos ricos del pueblo, los primeros legones, los terratenientes, los preben dados, los de profesiones liberales, etc. Y estos nuevos ricos, con fortunas sbitas que llegan con los importantes pedidos de calzado que vienen de toda Espaa y de Ultramar (y que a veces tambin se las lleva el negro espectro de la quiebra y la ruina cuando los malos momentos llegan), se encuentran con un pueblo modesto, de aspecto po bretn, que ven que no se corresponde con la si tuacin de prosperidad que estn viviendo sus moradores, cada uno a la medida de su condicin social y capacidades. Y as ven que Elda no dispone de ningn teatro donde poder representar obras que triunfan en las ciudades ms importantes de Espaa, aunque haya algn teatrito improvisado en el que modestas com Antiguas vistas exterior e interior del Teatro Castelar. Un ejemplo de la trans formacin cultural que estaba experimentando la recin titulada ciudad de El da en 1904. paas ofrecen las obras y dramas de mayor xito popular. Los miembros de la nueva clase encuen tran a faltar el boato de las plateas con cortinajes y cmodos asientos; los palcos desde donde se pue de ver bien el patio de butacas y donde ser vistos; el escenario con capacidad para representar las obras ms espectaculares en sus decorados, las lm paras de araa con mltiples luces reflejadas en su cristal y, en resumen, el saln teatral, elegante y os tentoso, donde las damas de la nueva clase puedan lucir sus lujosos atavos y valiosas joyas. Todas es , tas necesidades y muchas ms cuando lleg el ci nematgrafo, para delicia y pasin de las clases populares colm la creacin del Teatro Castelar. El impulso creador de este Teatro vino de los componentes de la Banda de Msica dirigida por el maestro Ramn Gorg, que haba adquirido gran fa ma con el gran triunfo obtenido en Alicante en agos to de 1900, por lo que tambin aspiraban a disponer de un edificio exclusivamente destinado a represen taciones teatrales, muchas de las cuales eran emi nentemente musicales, como las del popular gnero de la zarzuela y de pera, sin olvidar los conciertos. En este ambiente de mejora en el aspecto cultu ral y de reunin social se puso en marcha la cons truccin de este Teatro, que no mucho tiempo despus, el 11 de septiembre de 1904, en plenas fies tas del Centenario, se inaugur con la zarzuela El milagro de la Virgen por la gran compaa dirigida por el tenor Pablo Gorg, hermano del director de la Banda de Msica de Elda (11). Tambin la nueva sociedad eldense aspiraba a conseguir un edificio para sus reuniones, sus fiestas y diversiones, a semejanza de los elegantes casinos existentes en otras poblaciones, no parecindoles suficientes ni dignos los cafs o salones a los que entonces tenan que recurrir para sus actos pbli cos, juntas, bailes o reuniones. En 1901 se dio co mienzo a la materializacin de la idea y en abril de 1904 pudo inaugurarse el edificio de dos plantas, suntuosamente decorado, que desde entonces fue el centro de la high life eldense, constituyendo un crculo cultural recreativo que adems de ser lugar de reunin y esparcimiento de sus socios ha alber gado exposiciones artsticas, charlas culturales y po lticas, conciertos, recitales e incluso competiciones deportivas de saln, como billar, ajedrez y otras (12). 41 Carroza con la que el gremio de zapateros de Elda particip en 1904 en las fiestas del centenario. El motivo central representaba la torre de la antigua iglesia. Las iniciativas se suceden. Al impulso de la pros peridad reinante, un grupo emprendedor se haba lanzado a iniciar la construccin de una nueva ba rriada de viviendas, fundada el 7 de mayo de 1898 y llamada La Prosperidad, aunque para los elden ses fue durante mucho tiempo El Barrio Nuevo. Ini ciadas las obras en julio de 1899, las primeras casas fueron entregadas a partir de 1900 en medio de gran des fiestas, con autoridades, msica y dems cere monial, sucedindose la terminacin y entrega de casas hasta 1917 en que se dieron las llaves de la ltima de las 112 construidas. El alivio que este ba rrio signific para la poblacin obrera y media el dense fue importantsimo, por su bajo coste y la cmoda modalidad elegida para hacerse con la pro piedad de las mismas. Esta misma idea de expansin y prosperidad cre ciente fue la que impuls al industrial Rafael Rome 4 2 ro Utrilles a crear un nuevo barrio, en cuyo interior fue proyectada la plaza despus llamada de Sagas ta. Es muy probable que estas viviendas, de dos plan tas, las construyera el inteligente industrial para albergar, en rgimen de alquiler, a los obreros tra dos de Mahn muchos de los cuales siguieron vi viendo all y cuyos descendientes an conservan la propiedad de algunas de dichas viviendas as co mo a los que acudan a trabajar en su empresa pro cedentes de cualquiera de los puntos de los que partan hacia Elda como en busca de la Tierra Pro metida en aquellos aos de fcil empleo y segura retribucin. Este barrio fue llamado primero de Rafael Ro mero y ms tarde (1902) de Romero y Tudela, por don Damin Tudela, socio capitalista del seor Ro mero, que finalmente se qued con la propiedad del mismo. Otras barriadas, o grupos de viviendas para obre ros, fueron construidas en estos primeros aos del siglo actual para albergar la incesante inmigracin, entre ellas la calle del Cid que parece fue el prin cipal habitculo de la llamada avalancha de Alman sa, numeroso grupo de obreros y obreras proce dente de esta despus industriosa poblacin, enton ces agrcola como todas las que enviaban familias hacia la industria zapatera de Elda. Tambin en tre 1902 y 1903 se construy por el hombre de ne gocios alicantinos Renato Bardn la calle llamada de Pars hoy de Roma, por ese extrao juego de sim patas y fobias a que nos dedicamos en 1939. Fbrica de Calzado de Casto Pelez. Al fondo la iglesia vieja. El Liberal de Elda, 1915. Otra importante va eldense que debe su exis tencia y nacimiento al auge de la industria eldense en 1902 fue la de Jardines, en la cual, an no naci da, fueron crendose las grandes fbricas primeras: la de Silvestre Hernndez, que en 1902 ya era de Jimnez y Pelez y despus de Casto Pelez, y la de Rafael Romero, habindoseles unido varias ca sas ms, por lo que el Ayuntamiento decidi crear la como va pblica en 1902 (13), llamndola calle de Jardines. No acaba aqu la onda expansiva del boom za patero de 1902. Hasta el 6 de septiembre de 1900, las calles de Elda estaban iluminadas por los vetus tos faroles de aceite o petrleo. En la noche de di cho gran da para los eldenses, la noche de la Alborada, la compaa constructora del alumbra do elctrico de esta villa venciendo insuperables obstculos inaugurar sus trabajos en el acto gran dioso de la Alborada, iluminando l plaza y varios sitios de la villa con potentes lmparas de arco vol taico (14). Un gran vehculo de la cultura e ilustracin en aquel tiempo de ms modestos y limitados medios de comunicacin que los que hoy disponemos eran los peridicos (recurdese que no se conoca la ra dio y mucho menos la televisin, el cine estaba en sus primeros balbuceos y las revistas estaban reser vadas, por su precio, a las clases acomodadas). As, los peridicos eran casi el nico medio de adquirir el conocimiento de la actualidad nacional y extran jera y, sobre todo, de los avatares de la poltica na cional, provincial o local. Haca, en 1902, quince aos que haba dejado de aparecer el peridico eldense El Bien General, creando un vaco que no podan lle nar los peridicos provinciales y, como otra conse cuencia del auge experimentado por la poblacin, un joven eldense, Miguel Tato y Amat, fund un se manario local, continuando la tradicin periodstica familiar cuya vocacin le haba transmitido su pa dre, Agustn Tato y Vidal, director de El Bien Gene ral y colaborador en numerosos peridicos y revistas de Cuba, Nueva York y Espaa. El semanario eldense El VMalap apareci en septiembre de 1902 y constituy un elemento ms de progreso e ilustracin en la poblacin durante el tiempo en que se public, estimulando a su vez la publicacin de otro peridico rival, titulado El Pan tano, que apareci en 1903, y cuyo principal objeti vo era combatir a aquel en cuantos aspectos le fuera posible. Dos peridicos, uno semanal y otro quin cenal, significaban un ndice de dinamismo en una sociedad que durante quince aos, desde 1887, ha ba permanecido absolutamente aptica en este sentido. Otro aspecto del mpetu con que eran acogidas en la Elda de principios de siglo las iniciativas que beneficiaban a la comunidad y que prestigiaban a sus habitantes, fue el de la creacin de la Asamblea Local de la Cruz Roja, impulsada por Tato y Amat desde las pginas de su semanario y acogida calu rosamente por un amplio grupo de personas de to das las clases sociales, siendo su primer presidente el industrial zapatero Jos Tobar y figurando nume rosos miembros de este gremio, tanto empresarios como obreros, en el grupo fundador y sucesivas in corporaciones (15). Este visible auge de la poblacin no estaba re servado exclusivamente a la que hemos llamado nueva clase, compuesta casi en su totalidad por em presarios, fabricantes, propietarios de negocios re lacionados con el calzado y favorecidos por la expansin de ste, todos ellos sbitamente enrique cidos por el boom zapatero. En menor medida tam bin gozaba de las mieles de la mejora de categora social el obrero, que haba pasado del concepto del peonaje o bracero al obrero industrial, categora que en la provincia apenas si exista ms que en la capi tal, en Elche y en Alcoy. Con sus oficios especializa dos bien retribuidos, con los destajos que le permitan ganar ms, an a costa de sacrificar ho ras de descanso y de ocio, el obrero eldense parti cipaban del boom y se beneficiaba de la etapa de prosperidad por la que atravesaba la poblacin. El maestro Azorn, fino observador, capt en una de sus admirables pginas el nuevo espritu de la poblacin y de sus obreros, con esta pincelada, re ferida al ao 1903, fecha de publicacin de la obra Antonio Azorn, a la que pertenece: Elda es un pueblo activo. La agricultura no basta pa ra su vida: ha nacido su industria. Y es una sola indus tria, que hace trabajar a todos en lo mismo, que los conforma con iguales aptitudes, que mueve toda acti vidad del pueblo en una orientacin idntica. Cuatro, seis fbricas, alientan rumorosas. Y en todas las ca lles, en todos los rincones, suena el afanoso y sonoro tac -tac del martillo sobre la horma. 43 Los domingos, todos estos hombres, un poco encor vados, un poco plidos, dejan sus mesillas terreras y se disgregan en grupos numerosos y alegres por los pueblos circunvecinos. Los labriegos miran absortos y envidiosos a sus antiguos compaeros. Y ellos gri tan, bravuconean, cantan la eterna romanza de Mari na, hacen sonar con garbo sus monedas sobre los mrmoles (16). De entre estos labriegos que miran envidiosos a sus antiguos compaeros del campo o el peonaje salieron algunos de los que tras una etapa de dura adaptacin se convertiran en oficiales zapateros, cor tadores o montadores, e incluso de los que, ms in teligentes, avispados, ambiciosos o laboriosos, seran los futuros dueos de fbricas propias, culminando as la mayora de ellos un itinerario laboral iniciado desde las tareas ms bajas de oficio. 4. EL REVERSO DE LA MONEDA Hemos apuntado ya el bienestar econmico y la ascensin en su status social que la implantacin de la industria del calzado en esta poblacin pro porcion al obrero eldense. Hemos de sealar tam bin que este bienestar no era fcil ni constitua un regalo de nadie, sino que estaba bien ganado por el esfuerzo del trabajador, realizando extenuantes jornadas de diez o doce horas diarias en la fbrica, o efectuando tareas a destajo en su domicilio con el nico horario de mientras el cuerpo aguante, con evidente perjuicio para su salud y necesidad de des canso y ocio. Especialmente en el trabajo a domicilio, no su jeto a horario alguno, el zapatero permaneca ho ras y horas ante la mesilla baja, rodeado de los heterogneos elementos de su oficio, alguno tan sin gulares y tpicos como la media corteza de coco para el almidn, los pedazos de cristal para raspar las sue las, el inseparable tirapi de ilimitados usos, las tenazas de varias bocas para estirar la piel, los mar tillos, los botes llenos de simiente (clavitos o chin ches de varios tamaos), la jofaina sobre las baldo sas, de aguas crdenas donde se ablandaban las sue las para moldearlas mejor a la planta y, en fin, toda la parafernalia caracterstica del zapatero de silla. La mujer no le iba a la zaga ni en laboriosidad ni en horas consumidas ante la Singer, alternadas 44 con las faenas de la casa sin apenas descanso, reali zando la tarea del aparado de cortes, con la ayuda o sin ella de la aprendiza que preparaba los fo rros dndole el cemen para su pegado al corte. Es tas eran generalmente nias de pocos aos de ocho para arriba que as hacan su enseanza pro fesional para en poco tiempo convertirse a su vez en experimentada y hbil aparadora. Herramientas de zapatero de luan Navarro Oriente. Aproximadamente de 1920. Museo Kurhapis, de Elda. El trabajo infantil era una de las lacras de la in dustriosa ciudad, pues aunque general en aquel tiem po en toda sociedad industrial, las caractersticas del trabajo que se haca en Elda haca ms fcil y eco nmicamente rentable el mismo, tanto para los pa tronos como para los mismos obreros. Las familias trabajadoras, acuciadas por la necesidad, colocaban a los nios en la industria para hacer mandados o las faenas sencillas que estuvieran a su alcance, ponindolos en condiciones de ir aprendiendo al guna de las especialidades que se realizaban en el interior de la fbrica, y tambin eran legin los que se sentaban en una sillita ms baja junto a la ms alta del zapatero de silla, ayudndole en lo que se le mandaba y adquiriendo la experiencia nece saria a menudo a costa de alguna que otra caricia del tirapi para llegar a ser un maestro de aque llos que se hacan un zapato desde el comienzo hasta el final. Zapateros de silla. 1908. (Foto cedida por Miguel Angel Esteve). Este aspecto laboral eldense, el trabajo de los nios, que hoy nos parece una aberracin y est le galmente perseguido, no tena entonces tan mal efec to en la sociedad local, por una serie de considera ciones hoy absolutamente ajenas a nuestra men talidad. Las familias obreras conseguan con ello varios beneficios: que los nios aportaran a la economa domstica una pequea cantidad, que aunque nfi ma siempre era bien recibida; que aprendieran un oficio para que ganaran pronto un buen salario y, finalmente, que no estuvieran vagando por la calle haciendo diabluras y aprendiendo cosas malas. Lo de ir a la escuela apenas si se planteaba, por la es casez de escuelas pblicas, lo inadecuado de los lo cales donde se realizaban las tareas docentes y porque la escasa o nula instruccin era tnica gene ral de la clase obrera, siendo muy grande la cifra de analfabetismo. Para muchos padres, conscientes de la marcha del progreso, la carencia propia de ins truccin era un estmulo para desear su hijo una ma yor cultura, pero para otros en la escuela no se enseaba nada til y, en el caso de las nias, cuan ta menos instruccin tuvieran, mejor. Algunos patronos eran conscientes de la lamen table carencia de instruccin de sus obreros y sus familias y hubo algunos, como el empresario Casto Pelez que en 1902 sostena a su costa una escuela nocturna donde se enseaba a leer y escribir, cuen tas y otras disciplinas de cultura general al obrero, de lo que tenemos el elocuente testimonio que re produzco seguidamente: Se acuerda por unanimidad un voto de gracias a los seores Gimnez y Pelez por los beneficios tan gran des que vienen prestando a esta poblacin con el man tenimiento de una escuela nocturna que han creado a su costa desde hace cerca de tres aos, en la cual se da clase diaria y gratuita a ms de doscientos ni os y adultos. Dichos seores han realizado con esto un acto y una obra tan hermosa que les honra y enal tece, por lo que este Ayuntamiento consigna con mu cho gusto en este acta su agradecimiento (17) Jimnez y Pelez fue la razn social de la em presa que continu la fbrica de Silvestre Hernn dez Poveda, al ser vendida por ste aproximada mente en 1897, fbrica que ms tarde y durante mu chos arios continu con el nombre de Casto Pelez (18). Pero este hecho, por nobilsimo que fuera, no poda ocultar la lamentable situacin de los hijos de los obreros eldenses, obligados a estar horas y ho ras en los locales fabriles, lo que haca manifestar a un eldense, autor de obras sociales de gran xito popular y entusiasta luchador con la pluma de la cau sa obrera (19) lo siguiente: 45 .. .yo he visto infinidad de tiernos nios sentados en sus respectivas sillas de trabajo y me ha causado sen timiento profundo el ver a aquellas dbiles criaturas faltas de fuerza e instruccin. El sitio de estos nios est en la escuela.. . (20) Sin embargo, en el aspecto literario caa simp tico el aprendiz de zapatero, y en los cuadros de costumbres que por aquellos aos de principios de siglo se representaron por compaas de aficiona dos en el Castelar no faltaban los clsicos tipos de la aparadora, como herona de la accin: el za patero de silla, como caracterstico o cmico; el cortador o especialista, como galn: a veces el con table, como el rival del galn y, por fin, el apren diz, personajillo avispado y travieso. La zarzuela de costumbres eldenses Rosala, de Maximiliano Gar ca Soriano con msica del maestro Gorg, es un ejemplo de esto, y de ella han perdurado, transmi tidos de madres a hijas, los coros famosos de las aparadoras (21) y de los aprendices. En este l timo hay una gran distancia entre la realidad social del nio explotado por el mundo de los mayores y la graciosa parodia representada en el Teatro Cas telar, con nios ataviados con el clsico delantal za patero y cantando a coro la pegadiza msica de don Ramn y la letra de don Maxi, el boticario de Elda: somos los aprendices de esta gran poblacin y vivimos felices con nuestra situacin. Hoy no hacemos zapatos, ayudamos a hacer, trabajamos barato slo para aprender.. . Sentaditos en la silla nos ponemos a clavar, no cogemos la cuchilla por no saber desvirar: esto a m me desespera pues de todo quiero hacer y no encuentro la manera para ms pronto aprender... Somos los aprendices.. . (etc.) Con estas condiciones de trabajo, realizadas en el destajo en el propio domicilio, en un cuarto esca samente ventilado e iluminado reservado en la casa para estas labores y al que se llamaba trabajador, es comprensible esa escueta descripcin fsica de los trabajadores zapateros que hizo el maestro Azo rn: . ..un poco encorvados, un poco plidos. ... 46 5 PROBLEMAS ECONOMICOS Y CONFLICTOS LABORALES Mientras la produccin zapatera eldense sala de pequeas fbricas o de talleres casi familiares, con mnima mano de obra, poca o ninguna variedad en los modelos o tipos de calzado, y una gran preocu pacin por mantener bajo el precio del artculo, la industria fue viento en popa, naciendo constante mente nuevos fabricantes -artesanos que aumenta ban la oferta. Pero cuando estas fbricas se sintieron capaces de competir con las que en Baleares, Madrid, Bar celona y otros puntos de Espaa dominaban el mercado nacional de un zapato de mayor calidad, comenzaron los verdaderos problemas, ya que no slo haba que competir en calidad del artculo si no en el precio del mismo. Entre las medidas que parece impusieron ms frecuentemente los patronos para abaratar costes fue la reduccin en el precio de las tareas a destajo o faenas a domicilio, lo que siempre encontr la l gica oposicin de los obreros, manifestada de for ma violenta en dos ocasiones en este perodo que estamos exponiendo. Una de ellas ocurri en 1899, cuando se produ jo la primera huelga que se conoce en Elda, motiva da por el bajo precio de las tareas zapateras, no siendo ajenas a esta primera protesta colectiva y or ganizada la actuacin en la poblacin de los prime ros grupos anarquistas, cuya ms antigua presencia conocida fue la de un grupo inicial constituido por tres trabajadores en 1898. Su actividad fue en prin cipio la de conseguir proslitos y concienciar a la poblacin obrera de su fuerza como elemento pro ductivo, lanzando manifiestos en contra de las gue rras coloniales (22). La huelga que se inici el 8 de octubre de 1903 (23) tuvo como motivo la reclamacin de aumento de salario que les haba sido disminuido por el fa bricante (24) y por primera vez adquiri unas ca ractersticas de violencia y tumulto desconocidos en la poblacin hasta aquel momento. Segn el infor me dado por el Capitn Aguilar, jefe de la fuerza de la Guardia Civil que se desplaz a Elda para mante ner el orden, el pueblo se amotin en la plaza y al intentar despejar fue apedreada la fuerza, resultan do herido un guardia, consiguiendo restablecer el orden sin ms desgracias (25). Este conflicto finaliz con acuerdo entre las par tes, pero las autoridades municipales haban entre visto la incontrolada fuerza que poda alcanzar una masa enfurecida y por ello, en la sesin del 1 1 de octubre y debati el problema y se extendi un ac ta en la que se deca que: ...teniendo en cuenta que por la mucha aglomeracin de obreros que existen con residencia en esta villa en las fbricas de calzado y dems industrias, se est siem pre dispuesto a sufrir bien las huelgas o alteraciones de orden pblico, es urgente se establezca en sta un puesto de la Guardia Civil , y en su vista, por unanimi dad, se acord que se reclame, sin prdida de tiem po, el establecimiento de este puesto, corriendo por cuenta del Ayuntamiento los gastos de alquiler de la Casa Cuartel , autorizando al Alcalde a hacer las ges tiones al respecto. En la misma sesin se aprob que: ...en vista del buen comportamiento que tuvo en es ta villa, durante la pasada huelga y que con sus acer tadas rdenes evit das de luto a la poblacin, que se d un voto de gracias al Sr. Capitn de la Guardia Civil, don Jos Aguilar Soler, haciendo este mismo voto extensivo a la Cruz Roja por su cooperacin en pres tar su servicio en dicha huelga. El puesto de Guardia Civil solicitado en esta se sin fue concedido en 1904, trasladando a Elda el que haba en Petrel, y contratando con don Damin Tudela, propietario del barrio conocido como de Ra fael Romero, el alquiler de una casa en la calle de Zorrilla como Casa Cuartel, por el precio de 800 pe setas al ao (26). Una de las mayores amenazas que se cerna so bre el trabajo del obrero en las sociedades indus trializadas de entonces era la cada vez ms intensa introduccin de mquinas para incrementar la pro ductividad de la empresa, lo que en aquellos tiem pos era motivo de frecuentes algaradas e incluso destruccin de dichos elementos mecnicos. En Elda y en los aos primeros del presente si glo, la mecanizacin en la industria del calzado era incipiente y bien poda hablarse de su artculo co mo manufactura pues la intervencin de la mquina era bien escasa y limitada a determinadas operacio nes, en especial las de aparado y perforado de la piel (o sea, picado), que se realizaban por medio de las famosas mquinas Singer presentes por miles de unidades en las fbricas y los domicilios eldenses. El nmero extraordinario que el diario La Rege neracin (27) de Alicante dedic a la villa de Elda con motivo de sus fiestas de septiembre de 1900 nos proporciona curiosos datos sobre varias indus trias de Elda en aquellas fechas, y entre ellos, los de las clases de mquinas que se usaban en aquel tiempo. Por ejemplo, y refirindose a los talleres o sec ciones de la Gran Fbrica de Calzado de D. Jos To bar escribe: ...Estos se hallar dotados de toda clase de maquina ria para corte de materiales, cosido y perforado. . . En cuanto a la Gran Fbrica de Calzado de D. Rafael Romero y exaltando la calidad de los artcu los de este industrial dice: . . .En sus talleres no existen otras mquinas que las de aparar y la dedicada al corte de suelas. Los cosi dos se hacen todos a mano, que es el sistema positi vo. El cosido mecnico y el clavado a mquina no responden a la duracin como cuando dichas opera ciones son ejecutadas por la mano del obrero... Esta exaltacin de lo manual en el calzado por los empresarios era natural que fuera decreciendo sensiblemente, ya que la competencia era muy fuerte en lo relativo a los precios del artculo, y la intro duccin de mquinas de coser, rebajar, puntear, cla var picos y tacones y de otras operaciones del zapato, era creciente en las fbricas catalanas y ma llorquinas. Por ello la noticia de que la empresa de Bellod Hermanos iba a instalar maquinaria de esta clase en su industria aument el malestar de la clase obrera, a cuyo malestar atribuye el autor del artculo Elda Social (28) el que los obreros aceptaran con mayor inters la propaganda de los grupos anarquistas y socialistas (aunque estos ltimos no se constituye ron en Elda hasta 1908) que realizaban una intensa labor de proselitismo sobre la base de los proble mas sociales y la indefensin del trabajador ante los patronos e incluso ante las leyes. No conocemos que esta extensin del maquinis mo en la industria eldense, cada vez mayor, produ 4 7 era protestas concretas y violentas, tal vez porque en esta clase de fabricacin, a pesar de las mqui nas, la labor manual del obrero segua siendo im prescindible en muchas fases de su fabricacin. M. Carpio Gonzlez (29) presenta la huelga del calzado de 1 906 como el primer gran conflicto huel gustico ocurrido en Elda y atribuye el fracaso de esta huelga a que los trabajadores no estaban orga nizados.En realidad y salvando el que por escri bir unos treinta aos ms tarde confundiera la huelga de 1 906 con la de 1 903 sta no fue la primera si no la tercera ocasin en que los patronos y los obre ros se enfrentaron por diferencias de salarios o de condiciones de trabajo. El considerable aumento de las familias trabaja doras propici la fundacin de las sociedades obre ras de socorros mtuos, como la que ya haba existido en Elda en 1886, llamada El Bien General. En 1 900, la sociedad obrera La Emancipacin, crea da en Novelda, abri una delegacin en Elda, difun diendo sus propsitos, que eran los de mejorar la condicin de sus asociados en el orden moral y ma terial, llevarles al conocimiento de sus derechos me diante la instruccin y la defensa de sus intereses, procurndoles mejoras en la forma de verificar el tra bajo y mayores beneficios en el salario (30). Poco despus, en 1903, se constituy en Elda la sociedad La Regeneradora (31 ) con los mismos fines de defensa del trabajador que la anteriormen te referida sociedad noveldense Aos ms tarde, en 1912, los anarquistas funda ron la sociedad La Racional que constitua un ver dadero sindicato de proteccin de los intereses de sus afiliados, especialmente en lo referente a las con diciones econmicas y laborales en que se desarro llaba el trabajo, sociedad cuyo local social estuvo en la calle de Zorrilla (32). Los socialistas, actuando siempre en minora res pecto al anarcosindicalismo, que era la doctrina po ltica con mayor implantacin en la ciudad, fundaron tambin sus sociedades obreras, primero Solidari dad, en la calle del Dos de Mayo, y despus La Compaera, ya perteneciente a la Unin General de Trabajadores (33). La Solidaridad dur poco tiem po, pasando sus miembros a engrosar La Racional, sociedad que tuvo una intensa actuacin aos ms 48 tarde en el perodo de la primera Guerra Europea y los difciles aos siguientes. 6. FABRICAS DE CALZADO EN 1904 y 1912 En el primer captulo de esta parte hemos des crito las ms importantes empresas de fabricacin de calzado que existan en el primer ao del siglo actual , protagonistas del boom zapatero ocurrido en la dcada de los noventa y primeros aos del XX. Tambin se ha hecho referencia a que estas gran des fbricas eran como la punta del iceberg zapate ro, ya que junto a ellas existan un buen nmero de pequeas empresas, con pocos obreros cada una de ellas, pero que en su conjunto constituan el blo que industrial que haba realizado el trascendental cambio en la estructura socioeconmica de la po blacin al transformar a toda sta en un gran empo rio industrial. Tambin hemos expuesto que este extraordina rio impulso industrial no se realizaba sin problemas ni traumas, sino que la prosperidad de las empre sas y la indudable mejora en las condiciones de vi da de los habitantes de la poblacin tena su otra cara, una muestra de la cual era la cada de impor tantes empresas, como la creada por el industrial Ra fael Romero Utrilles, que daba trabajo a 450 obreros y que, no sabemos si por dificultades econmicas o como consecuencia de la huelga de octubre de 1903, tuvo que cerrar, o ms posiblemente vender su fbrica a la sociedad Bellod Hermanos. La cali dad de su calzado, el ms elegante de Elda se deca tal vez debido a la labor e importante con tribucin de los competentes zapateros mahoneses, haba destacado en la Exposicin Internacional de Trabajo y la Industria celebrada en 1902 en Pars, y tambin en otra exposicin de Londres, en las cua les se le haba otorgado medalla de oro y diploma de honor, por cuyas distinciones haba merecido una entusiasta felicitacin del Ayuntamiento de Elda en trminos muy elogiosos (34). Sin embargo, problemas diversos, probablemen te de carcter econmico, obligaron al seor Romero a hipotecar su propiedad en la calle de Jardines, na ve industrial incluida, a don Luis Sala Sells en 1 902 , quien ejecut la hipoteca en 1908, vendiendo final mente estos bienes a la firma Bellod Hermanos el 30 de noviembre de 1912, aunque esta empresa ve na ocupando dichos locales muchos aos antes, tal vez por cesin de derechos de don Rafael Romero. Con ello, las dos primeras grandes empresas, las fbricas modelo que a primeros de siglo se mostra ban orgullosas en la calle de Jardines con sus cien tos de obreros y su pujanza industrial, dejaron de pertenecer a quienes con tanta ilusin las haban creado. Silvestre Hernndez Poveda, impulsor de la primera gran empresa eldense, no pudo mantener el nivel alcanzado por su fbrica y la cedi a su me jor cliente, don Casto Pelez, de Madrid, que tena fbrica tambin en Valladolid. Primero como Jim nez y Pelez, ms tarde como Casto Pelez y final mente con el nombre de Viuda de Casto Pelez, la empresa estuvo en funcionamiento hasta que es tall la guerra civil. Pero mientras unas empresas desaparecan o cambiaban de propietario, otras nuevas surgan al amparo del indudable momento favorable para la industrializacin, pues con muy poco dinero poda iniciarse una fabriquita que en pocos aos poda aumentar su capacidad de produccin, como con gran frecuencia ocurra al transformarse competen tes e inteligentes obreros zapateros en los dueos de su propia industria. En cuanto al nmero de empresas existentes en Elda a primeros de siglo, no creemos posible dar una cifra, ya que no conocemos estadsticas de in dustrias y an si existieran no seran muy fiables por la lgica tendencia de esta industria a eludir los con troles estadsticos, que a la postre tienen una carga fiscal y contributiva. Bernab Maestre (35) da la cifra de 90 fbricas, de las cuales, dice, ms de la mitad eran talleres con menos de cinco operarios. Creemos excesiva esta cifra que estimamos debe ser reducida a poco ms de un tercio de la misma, basndome para ello en que una relacin de empresas que figuran en el calendario para 1905 confeccionado por el Gremio de Zapateros en 1904 para ser repartido al pueblo en las grandes fiestas del III Centenario de la Veni da de los Patronos de Elda, el Cristo del Buen Suce so y la Virgen de la Salud, alcanza a veintiocho firmas, grandes y pequeas, el mismo nmero que las que figuran en la relacin no publicitaria sino informativa publicada en el semanario Heraldo de Elda en diciembre de 1912. Con ligera variacin, se confirma esta cifra apro ximada en el cuadro Nmero de fbricas de calza do en Elda. (1912-1925) (36) en el que el ao 1912 figura con 34 fbricas, de ellas 4 con menos de 4 trabajadores y 30 con mayor nmero. Esta cifra de 34 empresas en 1912 se acerca mu cho a la de Heraldo de Elda del mismo ao y a la del Calendario del Gremio en 1904, por lo que la consideramos bastante aproximada a la realidad, con el natural incremento de unas pocas fbricas ms, ausentes de las estadsticas. Considero interesante copiar la relacin de em presas que proporciona el Gremio de Zapateros co mo existentes en 1904, as como la de 1912, pues ambas constituyen un esquema de la permanencia LAIIE RAIL DE ELDA Constantino Baon al, ,, c4 de hormas para curado de lanas clases, par prerarlateento lantano, OFICINAS Y DESPACHO: HM, 24, llcan.te E ot 1 11 PIS: ;regida; ; tnulr Amanear bar 101 , 1 /Ha, lan entalaneel la Constatan.. Itanne la Ialniea 41. boro. ele que tarana neepa. nea. .1e4H.la a la et t redita , la peral* y aenyiglatl de. hornean. IX atitenel, tnaninnia en pena timen tat t rettitar a,, rnat recae Izas, j111,..1,11 elnono rtnro ent.lito ha , arree...trate Hese te tibian olla debelo In perfect latentenaritta e exatalttel Me. ingpfillIal en blit pedalea tle att Inmortal. elieniebt tenla rata Ulbrien p , r Nem* hnIninliva en 1. antat ene po traerla anea y remolinado instahnevae ella farrea nana, babe netnateltat ele ampliarla reo un eleetrn 11.0tOr peratitintleie aereeentar prodovelna y eardeet t ionat neta , b,,.. le borla.. para calatelo tanto para lo tnItriearein ana 1111:11 roa. para la narenlea pene lea ea Ha fent han tenido wap en C414 , 11t3i retar al tamo de Inneenetenes ae t Nao intenhantIn la induatra cal:tolo para serYir tambin non arreglo I. Ito ltimos telehottte, Fbrica de Constantino Ban. El Liberal de Elda, 1915. 49 de cada una de ellas y un interesante nomenclator de los fabricantes que en este perodo mantenan vigente el predominio de la industria zapatera en El da, junto con los que dirigan otras complementa rias del calzado o relacionadas con l. Las empresas contenidas en el repetidamente ci tado Calendario de 1904, ordenadas por activida des, son las siguientes: Fbricas de calzado Blas Amat los 1 Amat Luis Amat Bernab Bellod Pay Hnos. Joaqun Beltrn Juan Vicente Blasco Vicente Brazal Francisco Carretero Vicente Esteve Juan J. Guarinos (37) Joaqun Juan Rafael Juan E. Juan Vidal Antonio Maestre Manuel Maestre M. y J . Maestre Amat los Martnez Casto Pelez Prez Hnos. y Amat Sociedad El Porvenir Jos J. Romero Regino Snchez Marino Sempere Jos Tovar Vera Hermanos Juan J. Vera Manuel Vera Miguel Vera Especialidad calzado cosido y clavado. Especialidad calzado cosido y clavado. Confeccin esmerada. Confeccin esmerada. Confeccin esmerada. Confeccin esmerada. Sucursal en La Carolina (Jan). Confeccin esmerada. Confeccin esmerada. Especialidad en toda clase de calzado. Especialidad en chicarro. Especialidad en todas clases. Especialidad en todas clases Especialidad calzado cosido y clavado. Confeccin esmerada. Especialidad todas clases. Especialidad todas clases. Calzado de lujo y batalla. Elda Madrid. Especialidad en toda clase de calzado. Calzado cosido y clavado. Confeccin esmerada. Especialidad en todas clases. Especialidad en todas clases. Calzado de lujo y batalla. Especialidad toda clase de cal zados. Calzado de lujo. Confeccin esmerada. Especialidad en toda clase de calzados. Almacenes de calzado Pedro 1. Gimnez Almacn de calzado de todas clases. Fbrica de cortes aparados Francisco A. Vera 50 Almacenes o depsitos de curtidos (comisiones y representaciones) Jos Beltrn Francisco Botella Emilio Maestre Jos Paya Vidal Julio Penas Emilio Rosas Viuda de Alfonso Rosas Fbricas de hormas Isidro Aguado e Hijo Constantino Ban Comisiones y representaciones. Comisiones y representaciones. Comisiones y representaciones. Comisiones y representaciones. Representante: Roque Amat. Comisiones y representaciones. Comisiones, representaciones y diferentes artculos. Confeccin esmerada de este artculo. Produccin esmerada de este artculo. Fbricas de cajas de cartn Maestre y Hermano Francisco Santos Juan Sempere Fbricas de cajas de madera Gonzalo Casez Lorenzo Juan Confeccin esmerada. Premiado en la Exposicin de Alicante, 1878. Confeccin esmerada. Confeccin esmerada. Establecimiento de artculos para la confeccin de calzado Jos I Ganzalez Paya Establecimiento de tejidos para la confeccin de calzado Joaqun Planelles Para el seguimiento de determinadas industrias es un inconveniente la falta del segundo apellido en casi todos los nombres y la direccin del estableci miento en todos los casos. Por ejemplo, no pode mos saber si el fabricante Jos Martnez que aqu figura es Jos Martnez Snchez, fundador de la in dustria popularmente conocida como del Arago ns, uno de cuyos propietarios fue Jos Martnez Gonzlez, alcalde de Elda desde 1943 hasta su tr gica muerte en 1956. Lo mismo ocurre con Manuel Vera, que podra ser el fundador de la empresa lti mamente conocida como Viuda de Manuel Vera Amat, cerrada hace pocos aos. La relacin de Heraldo de Elda en 1912 repite solamente doce de los nombres de fabricantes de calzado existentes en 1904 y aporta el dato impor tante de la calle en que estaba situada la empresa, facilitando as su identificacin. La componen, co mo ya se ha dicho, la misma cifra de empresas de calzado que en 1904, o sea veintiocho, no faltando ninguna de las llamadas grandes fbricas, como se lee a continuacin: Fbricas de calzado Vicente Aguado Blas Amat Jos Joaqun Amat Beltrn Hermanos Bellod Hnos. y Zaragoza Antonio Botella y Ca Francisco Carretero Vicente Esteve Vicente Gras y hermano Antonio Maestre Maestre y Pay Jos Martnez Snchez Pedro Ortn y Ca Casto Pelez Prez y Amat Prez Hnos. y Amat Constantino Prez Pablo Prez Tefilo Romero Marino Sempere Jos M. Sirvent, hijo, y Beltrn Jos Tobar Vera Hermanos Manuel Vera Prez Santos Vera Santos Viuda de Juan J. Guarinos Viuda de Bonifacio Prez Viuda de Ventura Vera Fbricas de hormas Marino Aguado y Hnos. Constantino Ban Domicilio Marqus Vall, 10 Castelar, 10 y 12 Constancia, 6 Jardines, 20 Carretera de Novelda Nueva, 3 Pierrad Jardines Iglesia, 41 Maura, 41 Vall, 14 Cid, 38 Jardines y Vall Castelar, 34 Vall, 21 Independencia Cervantes, 11 Lope de Vega, 2 Nueva, 33 Pierrad, 5 Fbricas de calas de cartn Francisco Santos Viuda de Juan Sempere Almacenes de curtidos Emilio Maestre Viuda de A. Rosas Pierrad Maura, 39 Serrano, 6 Nueva, 20 Portal del Angel y Constancia Serrano Maura, 32 (38) Camino de la Estacin Camino de Monvar Lope de Vega, 10 Maura, 26 Vall, 13 Constitucin, 2 Prcticamente era sta la situacin de la indus tria zapatera eldense antes de que se produjera la llamada Gran Guerra, que ensombreci a Europa du rante los arios 1914 a 1918 y que tuvo tambin una fuerte repercusin en nuestra industria, no siempre positiva y favorable, como se ver ms adelante. ALOACE11 OE CURTIDOS a...0 Ahc II 130TELLA Y ROSAS T DEI CURTIDOS , 2on,i6iones y representaciones be artculos nacionales y extranjeros lapsa& de len y Cristal, Ceramita, llmelo, Gould* y amas amadas para oanalmacaen dobras :: 1 ... 135 ,1110 1 Anuncio de un almacn de curtidos net pricipl. lo 7. LOS AOS DE ANTEGUERRA Tras la euforia industrializadora de los primeros arios del siglo, parece que se ha alcanzado el techo de las posibilidades zapateras de la localidad. El triunfal desfile en carroza representando a la indus tria eldense, con su zapatero bigotudo, ataviado con el clsico delantal, y acompaado de las aparado ras con su mquina Singer, ante la multitud admi radora de las grandes fiestas del Tercer Centenario, en 1904, parece cerrar simblicamente el perodo de auge y ascenso de la industria de Elda, ya abo cada a perodos alternos de prosperidad y de cri sis, ms largos stos que aqullos. Carecemos de cifras que nos permitan documen tar esta situacin, pero son claras evidencias del es tancamiento experimentado por la industria eldense la igualdad en el nmero de empresas existentes en 1904 y 1912, de la que hemos dejado constancia en el anterior captulo y la drstica paralizacin de la demografa eldense entre los aos 1910 y 1920. Si en pocos arios se pas de unos cuatro mil ha bitantes a los 6.000 que se contaba al comenzar el siglo, en la primera dcada esta cifra se fija en 8.028 habitantes (39) y diez aos despus, en 1920, la po blacin eldense ha aumentado en slo cincuenta per 51 sonas, registrndose un censo de 8.078 habitantes. No influye significativamente en esta interrupcin del incremento poblacional la mortalidad causada por la epidemia de gripe de 1918, calculada en unos 51 fallecimientos (40), pues esta cifra, repartida entre los diez aos que mencionamos, es prcticamente indeterminante. Estos dos ejemplos: crecimiento cero en nme ro de industrias y estancamiento de la poblacin du rante diez arios, son los indicios evidentes de que el boom industrial eldense haba tocado techo, si tundose en un nivel que no superara hasta trans curridos bastantes aos. Las dificultades para un normal desenvolvimiento de las empresas eran muchas, derivadas de la crti ca situacin econmica general en la nacin y la prin cipal causante de aquellas eran las frecuentes alzas en el precio de los materiales que formaban parte de la fabricacin del calzado, en especial los curti dos, por constituir la parte ms importante del cos te del mismo. Para combatir estos incrementos de costes y evi tar una subida del precio del artculo, que origina ba un fuerte descenso en las ventas, los fabricantes se vean obligados a recurrir a diversos medios y uno de ellos, el ms injusto y el que mayor y ms violen ta reaccin causaba entre los trabajadores era el de bajar los precios de los destajos y trabajos a domi cilio. Un comentario del semanario eldense El Cri terio protestaba de esta situacin, diciendo: En algunas fbricas han comenzado por bajar los pre cios de la mano de obra en algunas clases y se rumo rea que a principio de ao harn lo propio otros fabricantes. Es justo, ni siquiera razonable, que el obrero tenga que sufrir las consecuencias de la com petencia que se hacen los patronos La vida en Elda est muy cara y no es posible poder hacer frente a las necesidades de la vida si se lleva a efecto la tal ba ja. El obrero no tiene facilidad para esquivar las ad versidades de su trabajo; mientras que el patrono s, pues cuando se le hace imposible la marcha recurre al medio muy conocido puesto en prctica por tan tos... (41) Otras maniobras para compensar las subidas en los materiales, utilizadas por algunos empresarios, formaban parte de la picaresca del oficio, no slo al escatimar el coste empleando materiales de infe rior calidad y regateando precios a los proveedo 5 2 res, sino incluso recurriendo a artimaas perjudiciales a la calidad del calzado como la que denunciaba el artculo Al pueblo..., de Mil, Mir y Car en el citado semanario El Criterio (42). Es sabido de todos que los materiales han experimen tado un alza considerable, en virtud de lo cual acor daron los fabricantes aumentar los precios en los calzados. Pues bien, algunos fabricantes, con el fin de no aumentar en nada el precio de sus calzados, han inventado un embuchado que es preciso se haga p blico. Las suelas para las clases de caballero, seora y fingido, son taladradas y se rellenan con cartn, re presentando una economa muy considerable la tal taladradura. Y decidme ahora: Es ello equitativo Un monos, pues y evitemos ese robo descarado, que en caso de que fuese observado por los compradores, los fabricantes diran que somos nosotros sus autores... Aclaremos que al decir este comentarista que se haca una taladradura en las suelas, deba querer decir que se dividan stas, haciendo de una dos y supliendo la capa rebajada con cartn para alcan zar el grueso visible del piso del calzado, lo que s lo se apreciara al gastarse por el uso el cuero usado en la suela. Taladrar las suelas equivale a perforar las, lo que las dejara intiles para el uso. El tema preocupaba a todos entonces el bar metro del optimismo o pesimismo en la poblacin lo marcaba la buena o mala situacin del calzado y hasta un romancero del semanario Heraldo de El da le dedicaba versos que por su pintoresquismo y curioso enfoque creo interesante reproducir segui damente: No llueve y el no llover mucho en nuestra industria influye, que el trabajo disminuye como se ha podido ver. Porque si en Andaluca no llueve copiosamente Elda industrial se resiente en su pan de cada da. Otro motivo que agrava esta importante cuestin es la mucha elevacin de los curtidos, gran trabal y en Elda bien se comprende que el mayor mal de los males es subir los materiales pues de pronto, nadie vende. Y aunque se reacciona luego, decidle a la clase obrera que le diga al hambre Espera!, que no ha de atender el ruego (43). El principio de estos versos nos presenta una cu riosa imagen: la de los industriales y trabajadores pendientes de los caprichos meteorolgicos, para saber si la cosecha (en este caso los pedidos) ser buena o si la sequa perjudicar irremediablemente la temporada. Era una costumbre, propia de agri cultores, que la industrializacin haba dejado atrs con el abandono de las ocupaciones agrarias, pero que ahora influa en el trabajo zapatero, pues si llo va abundantemente los zapatos se estropeaban ms pronto y haba que comprar otros, con general be neficio para esta industria. Obreros de la fbrica de Isidro Aguado. La consecuencia lgica de estas dificultades y de su profunda repercusin en la parca economa de los obreros eran las protestas por las bajas de pre cios del trabajo, aunque no hay constancia de que se produjeran huelgas en este sector industrial, pues la nica que se conoce entre 1910 y mediados de 1914 es la que se produjo en la fbrica de Vicente Castell y Ca., con gran tensin en la poblacin, con centracin de la Guardia Civil e inquietud en el res to de la masa obrera (44). La huelga afectaba a 130 obreros de dicha empresa, que no era de fabrica cin de calzado sino de lonas, aunque es posible que esta lona fuera la que se usaba en la modalidad de calzado llamada russell que consistan en una es pecie de bota con lona en lugar de piel (45). La huelga desencadenada fue larga pues se mantuvo en los me ses de junio y julio de 1912. Del nivel de excitacin alcanzado en este perodo huelgustico es un indi cio el que la alcalda tuvo que ordenar retirar una hoja titulada La anarqua, por fomentar la rebe lin obrera (46). Las manifestaciones obreras con motivos del Pri mero de Mayo celebradas en 1911 y 1912 no refle jan problemas laborales, lo que indica que stos no eran graves. Las peticiones que en estas manifesta ciones se hacan a las autoridades eran ms bien de carcter general, pues afectaban al abaratamiento de las subsistencias y alquileres, supresin de con sumos, mayor abastecimiento de agua a la pobla cin, construccin de un lavadero pblico y otras parecidas (47). En estas manifestaciones participaron, en 1912, las sociedades obreras de Oficios Varios, de ins piracin anarquista, y la Conjuncin Republicano Socialista. A pesar de la crisis casi permanente, de proble mas y dificultades, la industria continuaba capean do el temporal y an algunas de ellas vivan una etapa de prosperidad, como la de Blas Amat, que se haba fundado en 1897, en la calle de Vall, y que en 1912 construy una gran nave de 1.078 metros cuadrados, con maquinaria moderna, en la que tra bajaban 150 obreros. La fbrica estaba situada en la calle de Jardines, al parecer donde ms tarde se edific el Cine Coliseo o en sus inmediaciones. Tambin en 1913 se constituy la empresa de Pablo Guarinos Juan, que alcanz gran importancia y que se hallaba situada en la calle de Pierrad (hoy de Pedrito Rico), calle a la que se dio el nombre de dicho industrial, posteriormente, al ocurrir su muer te en trgicas circunstancias en julio de 1926, sien do concejal del Ayuntamiento eldense. Por este tiempo se fund la fbrica de calzado cosido a mano para seora de Pablo Prez, con la particularidad de ser tal vez la primera que en su marca de fbrica mostr la pretensin de interna cionalidad que tena el calzado eldense, al estar s ta compuesta por un zapato de seora sobre una estrella de cinco puntas con cada una de ellas divi dida en dos zonas, clara y oscura respectivamente, campeando encima de ella una bandera con el le ma The Star Shoe y otra bajo diciendo Trade Mark. Hasta entonces las marcas usaban palabras 53 espaolas como La Bondad, El Colibr, El Fai sn y otras semejantes. Con sus dificultades, con su incierto porvenir, con sus problemas industriales de subsistencia, con las penurias que soportaban los obreros y familias el denses, an se levantaban voces optimistas que mos traban a la Elda industrial de finales de 1912 como idlica, o poco menos, muestra de lo cual es el si guiente fragmento del artculo Elda industrial, pu blicado en el semanario eldense Heraldo de Elda en diciembre de dicho ao: ...Hoy es el bullicioso y alegre aspecto de las ciuda des vivientes el que ofrece nuestro pueblo: incesan temente circula por sus calles la multitud que a todas horas va y viene a sus labores, sienten el trepidar de sus edificios por el ligero rodar de vehculos de trans porte, carruajes de viajeros, etc. y parece ser que la ciudad toda, contagiada por el constante ruido y es truendo de sus fbricas, asciende un rumor palpitan te que asemeja la respiracin de un enorme organismo, llenos de aire sus pulmones, pletricas de vida sus ar terias por donde circula a borbotones la savia de una nueva vida, de un nuevo resurgir de las tinieblas a la luz. .. (48) 8 LA INDUSTRIA ELDENSE DE CALZADO DURANTE LA GUERRA A los pocos das de haberse generalizado el con flicto europeo con el inicio de las hostilidades entre los Imperios Centrales y los Aliados, y como un sn toma del ambiente de descontento social que iba a imperar durante este perodo, condicionando vi vamente el desarrollo de las industrias zapateras el denses, se declaraba en la ciudad una huelga de zapateros y aparadoras, en la segunda quincena de agosto, concentrndose en la ciudad fuerzas de la Guardia Civil y, como medida especial, una pareja de la Polica enviada por el Gobernador Civil (49). Tambin se registr en estos das, el 22 de dicho mes, el incendio de la fbrica de calzado de don Jo s Romero Rdenas, hijo de Rafael Romero Utrilles y continuador de su industria, perdiendo toda la mer canca almacenada y maquinaria (50). El estallido de la guerra cre un general descon cierto en la poblacin espaola, con profunda preo cupacin por las consecuencias de las escaseces y dificultades de aprovisionamiento que ya comenza 5 4 ban a manifestarse, lo que motiv una mocin en el Ayuntamiento eldense manifestando que: . . .sera censurable continuar por ms tiempo impasi bles al lado del peligro (de paralizacin del trabajo) por lo que propongo que sin demora se estudien los medios que podran adoptarse para hallarnos preve nidos contra una probable paralizacin del trabajo que, como consecuencia, traera la falta de medios de sub sistencia de millares de familias, a las que estamos obli gados a amparar (51) Como era costumbre, las medidas adoptadas fue ron solicitar a la Administracin la concesin de obras pblicas, para contratar a obreros parados, consiguindose la construccin del camino de Elda a la Estacin del ferrocarril, con un puente sobre el ro Vinalop. La Elctrica de Elda, S.A a la poblacin. en 19 I 5, En 1900 ya se suministraba luz elctrica Para conseguir que esta obra sirviera para reme diar en parte el problema del paro local, el Ayunta miento pidi al Ministerio de Fomento que en lugar de realizar dicha obra el Estado lo hiciera el Muni cipio pues de ser as no se podra remediar la cri sis obrera local que irremediablemente se produ cir, dada la persistente sequa, mientras que de ha cerla el Ayuntamiento organizara destajos parcia les que alcanzaran a todos los sin trabajo. . . (52). Como ya se ha dejado escrito en el captulo anterior, las lluvias o la falta prolongada de ellas con tinuaba siendo un elemento importante en la abun dancia o escasez de pedidos de calzado. Ms originales, y encaminadas directamente al problema de los obreros de la industria en crisis fue ron las gestiones realizadas con fabricantes para con seguir la readmisin de obreros en paro, con el propsito de repartir entre todos la escasez de tra bajo y, si estas medidas resultaban insuficientes, rei terar a los alcaldes de las poblaciones de donde eran naturales los obreros en paro, residentes en Elda, de la situacin y nmero de los socorridos, suplicn doles su colaboracin para atender a estos parados (53). Otras medidas para paliar los resultados de la crisis eran iniciar una suscripcin popular para so correr a las familias en paro: que se efectuaran se siones de espectculos pblicos slo en domingos, con entrada gratuita para los parados y que se aurpentara el precio de las entradas o localidades para lograr dicha gratuidad (54). Sin embargo, un artculo en el diario El Socialis ta, con el ttulo El hambre en Elda manifestaba que los parados de Elda criticaban la indiferencia de las autoridades aadiendo que esta situacin exista cuando estaban llegando pedidos para calzar al ejr cito francs (55). Efectivamente, en diciembre de 1914 haban co menzado a llegar a las fbricas eldenses importan tes pedidos de botas para los soldados franceses, pedidos que iniciaban una poca de buenos nego cios y consiguiente properidad para la poblacin, aunque no estuvo exenta de problemas y dificulta des, tanto en el siempre espinoso aspecto de los pre cios de las materias y su repercusin en los precios de coste y venta como en los derivados de las peti ciones sindicales de revisin de salarios y otras de mandas. Aprovechando el momento de optimismo em presarial con la llegada de pedidos para calzar a los soldados ingleses y franceses los obreros eldenses, encuadrados en la asociacin La Racional de ten dencias cenetistas, exigieron la modificacin de nor mas hasta entonces admitidas en la relacin laboral como el trabajo a destajo y a domicilio, para el cual pedan se aumentaran los precios hacindolos ms equitativos y adecuados al esfuerzo del obrero. Tam bin se peda que fuera el fabricante el que facilita ra a las aparadoras a domicilio el hilo y las agujas, que hasta entonces tenan que poner ellas mismas. Algunos fabricantes, como Blas Amat, se nega ron a estas peticiones, provocndose una huelga en dicha fbrica que pronto se convirti en huelga ge neral, probablemente la llamada huelga del hilo que era recordada durante muchos aos despus como una de las que ms unnime se mostr el trabaja dor eldense. Gran fbrica de calzado por procedimiento mecanico III- Viuda de Blas Amat D..A. 1Yr ola. 1.11. MY , 111. d.... 1. no y beim.* pum... 11 . 11. .1. AA. y 1~/a .1. 1.~ . y p... rn.4. my. 111 Y.Yle. mor... . .....0. 611111/~......1. n y 1. .11 , 111 . rae. ola 6,,a.J.wileW Y x 1,11 Y 41 .1 loa Fbrica de calzado de la VIda de Blas Amat en 1915, segn El Liberal de Elda. La huelga dur quince das y por lo excitado de los nimos entre los huelguistas se concentraron fuer zas de la Guardia Civil, aunque no intervinieron en ningn momento (56). Hubo dos mtines en el Sa ln Espaa, organizados por los obreros en huelga, mereciendo elogios de la prensa (57) el primero en el que las intervenciones de los obreros defendie ron sus derechos dentro del aspecto econmico ha ciendo atinadas salvedades en cuanto a respetos personales a los cuales nunca faltaron.En cambio el del da siguiente, 27 de febrero, con intervencin del periodista Jos Llorens y el diputado Eduardo Barriovero defraud por los impulsos blicos del primero con provocaciones dirigidas a los palcos donde haba algunos fabricantes, que por el hecho de asistir al mitin demostraban sus buenos deseos de transigir y eran dignos de todos los respetos. En cuanto al diputado Barriovero excit a los obre ros a que insistieran hasta recabar la unificacin de los precios, pero que en atencin a la honda crisis econmica por que atraviesa la nacin les recomen d que fuesen transigentes en cuanto a los aumen 5 5 tos que solicitaran. Ya vendran ocasiones mejores para pedir aumentos. 5120121DEpE. y 1253.17 5:111.110 Fabricantes da Calzados aspecfalles ALTA NOVEDFID EN LAS CLASES PARA NIOS NAYO ritmo DE 110V111 T CONFECCIN DE LOS tliSE1OS CON PRIVILEGIO EXCLUSIVO PATENTE DE INVENCIN NMERO 56.874 ELDA. -Calle de Salmern, 4 44 , 1411 Azoga Fbrica de Mondjar y Navarro. El Liberal de Elda, 1915. La solucin del problema, lograda por el celo, segn El Adalid (58), desplegado por la primera y segunda autoridad, la Junta de Reformas Sociales y los patronos, buscando la mayor armona entre pa tronos y obreros... en bien del pueblo en general, dio pie a El Romancero de dicho semanario a per gear estos octoslabos: Estamos de enhorabuena, queridsimo lector. La huelga de aparadoras y de obreros termin, y con el trabajo ha vuelto la paz a la poblacin. El malestar se senta y era cada vez mayor y hasta el pan ms necesario en algn hogar falt. Se dice que ya es un hecho lo de la unificacin de precios en aparados y ello es muy consolador, unificados los precios que a ellas no les falte unin, que una unin, an siendo una una es que vale por dos... (59) El xito de las aparadoras en su huelga fue par cial, pues si se consigui la unificacin de precios y el que fueran los fabricantes los que proporciona ran el hilo y las agujas a las trabajadoras a domici 5 6 lio, una segunda peticin fue rechazada por la patronal. Las aparadoras exigan el reconocimiento de su Sociedad Obrera probablemente la llamada La Armona lo que significaba que los patronos no podran dar trabajo a las que no estuvieran afi liadas a dicha Sociedad, imponindose finalmente la no aceptacin de esta peticin (60). Una informacin, hecha pblica en 1964, nos ha bla de que en el primer ao de guerra se celebr una reunin de fabricantes de calzado de Palma de Mallorca, Barcelona y Elda en el Palacio del Conse jo de Ciento de la Ciudad Condal para intentar ha llar solucin a los problemas que entorpecan la actividad de las empresas zapateras, unas derivadas de la guerra europea y otras del sistema de aplica cin de los gravmenes fiscales, por el que contri buan igual las fbricas importantes que las pequeas empresas. Las conversaciones con el director gene ral de Contribuciones, don Carlos Regino Soler, die ron satisfaccin a las peticiones industriales, esta blecindose el rgimen contributivo de escalas gra duadas segn el nmero de obreros de cada fbri ca o taller. Igualmente se consigui se autorizara la importacin de materias primas y maquinaria para la industria. La delegacin de Elda estuvo constituida por los industriales Carlos Recio Sosa, Manuel Beltrn, Pe dro Bellod y Francisco Botella, indicndose en esta noticia que representaban a la Sociedad de Fabri cantes de Calzado recientemente constituida en El da, constitucin de la que no tenemos ms cons tancia que esta aseveracin, transmitida de forma oral por la esposa de uno de los delegados cincuenta aos despus de la mencionada reunin celebrada en 1914 (61). A primeros de 1915 se haba creado, con capi tal ingls, una fuerte empresa de fabricacin de cal zados militares, la llamada Eugenio H. Browne que ocup la fbrica de don Jos Tobar, en la calle Jar dines, otra fbrica en el Saln Espaa (la de don Da min Tudela, antiguo socio de Rafael Romero), otro centro fabril en Monvar y dos en Petrel. Trabaja ban en ella 1.500 obreros con una produccin de dos mil pares de botas al da. Pagaba de sueldos unas 100.000 pesetas al mes lo que a grosso modo signi ficara que cada trabajador cobraba a la semana cer ca de 15 pesetas. Fbrica de calzados militares E u g en i o C B rown - ELDA Fbrica de calzado de Eugenio H. Browne. El capital extranjero comenz a invertir en la ciudad durante la Gran Guerra, para asegurarse el suministro. El Liberal de Elda, 1915. mrchgv nir Y IN , 95232:1331111: :7 371 , 5 C , 112110Tent r entext es 15j, bidi kk lkji Id 1.)111 nti Neno ex TRAORMARTO Dedicado a la Industria y Comercio Portada de El Liberal de Elda, revista de 1915 que refleja la pujanza de la in dustria zapatera en uno de sus perodos de mayor crecimiento: la Gran Guerra. A pesar de estas buenas perspectivas econmi cas, el nmero de empresas existentes en septiem bre de 1915 no haba experimentado variacin alguna, aunque si haban cerrado algunas, dejando paso a nuevos industriales, como se comprueba en la nueva relacin de empresas existentes en dicha fecha que aparece en el nmero extraordinario de Liberal de Elda (62), dedicado a las industrias elden ses especialmente de calzado y que ofreca repor tajes sobre las empresas ms importantes, como la citada Eugenio H. Browne, la Viuda de Juan J. Guari nos, Pablo Guarinos Juan, Pablo Prez, Viuda de Blas Amat y Bellod Hermanos y Zaragoza. Algunas otras figuran en anuncios detallando su especialidad y do micilio y, deseando la revista ofrecer el nomencla tor completo de la industria en Elda, y al no serle posible hacerlo con la extensin deseada, lo hace sucintamente con una relacin de nombres y firmas comerciales indicando que en dicha relacin se en cuentran tanto las grandes fbricas como los mo destos talleres. Al copiar esta relacin y para mayor claridad, englobamos por orden alfabtico tanto las que aparecen en reportajes publicitarios o anuncios como las que se relaciona bajo el epgrafe Elda In dustrial, siendo las siguientes: Vicente Aguado Bellod Hnos. y Zaragoza Beltrn Hermanos Eugenio H. Browne Jos Mara Busquier de la Maza y Rosas Vicente Esteve Pablo Guarinos Juan Francisco Garca Francisco Lpez Maestre y Pay Antonio Maestre Manuel Maestre Ferrando Martnez Escandell y Ca. Jos Martnez Snchez Mondjar y Navarro Pedro Ortn Juan Jos Pay Casto Pelez Calzado mecnico de todas clases. Calle Constancia. Fbrica de Calzados militares. Calle Pierrad. Fbrica de calzados todas cla ses para seoras y nios. Especialidad clases finas. Calle Linares, 19. Exportacin al pas y extranjero. Fabricante de clases especia les. Alta novedad en las cla ses para nios. Calle Salme rn, 4. 57 Prez y Amat Jos Mara Prez Pablo Prez Antonio Pujol y Ca. Jos Romero Tefilo Romero Marino Sempere Sirvent, Beltrn y Rosas Vera Hermanos Santos Vera Manuel Vera Prez Francisco Villar Viuda de Blas Amat Viuda de Juan J. Guarinos Viuda de V. Vera Fbrica de calzado cosido y clavado a mano. Calle Cas telar, 34. Exportacin a pro vincias. Fbrica de calzado fino. Gran fbrica de calzado por procedimiento mecnico. Gran fbrica de calzado de to das clases. Si se compara esta relacin con la anterior refe rida a 1912 podr comprobarse que han desapare cido 14 empresas entre ellas las de Jos Tobar, absorbidas por las de Eugenio H. Browne y otras tantas han cubierto el vaco. En la citada revista Liberal de Elda se apunta la cifra de 4.000 obreros en la industria eldense, con una produccin de ms de diez millones de pese tas al ao, aunque este clculo global incluye otras industrias como las de cajas de cartn, hormas, fa bricacin de tejidos de lona (Vicente Castell y Ca): de charoles de Viuda de Noblea; de muebles de Hi plito Juan y de cemento hidrulico de Felix Juan, componentes, con la de calzado, del complejo in dustrial eldense. Por aquellos aos se haba introducido en las em presas zapateras eldenses una mayor exigencia de calidad en el calzado, dejando para otros el zapato llamado de batalla, que a principios de siglo era produccin comn de todas o casi todas las fbri cas o talleres eldenses. Los industriales se especia lizaban en el calzado fino, generalmente de seora, para lo cual era necesaria una lnea, un estilo y una moda. Para ello contaban con excelentes modelis tas, que a la vez que surtan a la industria eldense llevaban sus diseos a fbricas de Elche, Barcelona y Madrid, entre otras poblaciones con industria za patera. Estaba entre estos Jos Torres Marco, mo delista de gran prestigio que, junto con su hijo Francisco Torres Peral, fue el primero en abrir un es 58 tudio de modelistas en Elda, en el ao 1923, ya que hasta entonces los modelistas iban a las fbricas a hacer all mismo los muestrarios. FA13-RICA DE CALZADO 71.D: Y CLA7ADO A MANO 04 04 III 04 e4 DO ..3*)+r Castelar, 34 Gases ELDA portacin a provincias Anuncio de fbrica de calzado de Prez y Amat. El Liberal de Elda. 1915. Tambin haba, dirigiendo empresas, personas de probada competencia y experiencia, entre los cua les podramos sealar a Antonio Prez, que en 1915 era gerente de la fbrica de Pablo Prez, de quien se deca en el mencionado extraordinario de El Li beral de Elda que: ...posee conocimientos prcticos sobre gustos y cos tumbres de los centros ms importantes de Europa y Amrica, construye sus patrones y modelos de hor mas con el ms refinado gusto artstico y educando industrialmente a sus operarios y operarias ha conse guido obtener una produccin selecta digna del xito obtenido entre la ms reida competencia comercial (63) De que estos elogios eran merecidos y no pro pagandsticos existe la evidencia de que este inteli gente zapatero recibi en 1930 el homenaje del Ayuntamiento eldense por ser propulsor de la indus tria local del calzado que tanta importancia y bie nestar ha proporcionado a la poblacin, por lo que se dio su nombre a la calle que despus fue rotula da como de Tropas Gallegas. Este homenaje lo pro puso el alcalde don Francisco Alonso Rico, buen conocedor de la industria por su profesin de via jante de calzado, y comprenda tambin, por los mis mos motivos, a Rafael Romero Utrilles, con cuyo nombre se rotul la calle hoy llamada de Aragn (64). Antonio Prez Sirvent fue ms tarde dueo de su propia fbrica en la que introdujo innovaciones importantes, entre ellas un nuevo sistema de cosi do de su propia invencin. No era el nico caso en la industria eldense de que los propietarios de fbricas, salidos en su ma yora de la condicin de obreros zapateros, intro ducan innovaciones en su fabricacin producto de su larga experiencia en todas las fases de produc cin del zapato, patentando a veces estas innova ciones, como los seores Mondjar y Navarro que anunciaban para sus calzados de nio nuevo sis tema de horma y conveccin de los mismos, con privilegio exclusivo para 20 aos. Patente nmero 55.674. Otra muestra de la voluntad de superacin exis tente en las empresas eldenses era la de incorporar a su fabricacin novedades que le abrieran ms fcilmente los mercados nacionales y extranjeros, como la empresa Bellod Hermanos y Zaragoza tam bin elevados de la condicin de obreros de la de importantes fabricantes por su esfuerzo, laboriosi dad y competencia una de cuyas especialidades era el calzado estilo suizo patentado cuya exclusi va posee por haber adquirido la patente y encargarse de la explotacin de estos calzados que alcanzaron gran renombre apenas conocidos en los mercados de la pennsula (65). El impacto beneficioso de la guerra europea so bre la industria eldense, en la forma directa de im portantes pedidos de calzados militares para los ejrcitos francs e ingls, no fue muy duradero pues en una fecha que desconocemos, probablemente en tre finales de 1915 y primeros de 1916, la fbrica Eugenio H. Browne, cuya fabricacin era exclusiva mente para los ejrcitos aliados tuvo que cerrar la antigua fbrica de Jos Tobar por cancelacin de pe didos del ejrcito francs y poco despus otras ms de las varias que tena, quedando en la calle un mi llar de obreros. En aquellos tiempos, el ritmo de fabricacin era frecuentemente alterado por huelgas parciales o ge nerales, por los motivos ms diversos, como la de clarada en junio de 1915 en oposicin al nuevo horario de entrega del trabajo hecho en casa y de corte o sea, de recogida de las tareas que se ha LSERAI DE ELDA FABRICA DE CALZADO DE TODAS CLASICS D hitt* Xertliall05 Calla de la Conatancia o ELDA Exportacin a los principales mercados de Espaa Anuncio de la fbrica de calzado de Beltrn Hermanos. El Liberal de Elda, 1915. ran en el domicilio del obrero o la obrera, hora rio que queran imponer la mayora de fabricantes (66): la de zapateros del 9 al 27 de octubre de 1916: la de cortadores en enero de 1917, originada en la fbrica Guarinos Hermanos y que se generaliz al producirse la detencin del autor de una hoja im presa comentando la huelga con el ttulo Frente al hambre, al robo, a la explotacin y a la complicidad (67) y otras ms de las que no conocemos datos su ficientes. Aunque sin relacin alguna con la industria el dense, la huelga general revolucionaria de agosto de 1917, tuvo gran repercusin en la ciudad, tanto por los incidentes que se produjeron como por los numerosos obreros que fueron detenidos, confinan doseles en el castillo de Alicante hasta mayo de 1918 en que fueron puestos en libertad. La disconformidad de los industriales con esta situacin era ya ostensible y buscaban constantemen te una solucin que les facilitara un normal desarro llo de su actividad industrial. Ya en octubre de 1916 se haba intentado crear un Sindicato Patronal para unificar criterios y actuaciones en los casos de con flicto, pero esta iniciativa no tuvo la esperada aco gida entre los mismos industriales, que no consiguie ron crear su Sindicato o Asociacin de Fabricantes hasta ocho aos ms tarde, en 1924 (68). En la huelga de enero de 1918, que afect prin cipalmente a la empresa Bellod Hermanos, se estu vo a punto de llegar al lockout y muchos patronos 59 manifestaron su decisin de cerrar sus fbricas, har tos de los problemas que les acosaban constante mente, entre el cliente que exiga mejores condicio nes y precios ms rebajados y el incesante alza del precio de los materiales que entraban en la compo sicin del calzado y las exigencias de los obreros y sindicatos en demandas constantes de elevacin en los salarios y mejores condiciones de trabajo. De vez en cuando se alzaban voces en deman da de una concordia entre el capital y el trabajo, co mo leemos en el semanario eldense El Reformista, en febrero de 1917, peridico ms inclinado a los puntos de vista patronales que a los de los asalaria dos, como se desprende de este prrafo: ...Frente a frente el Capital y el Trabajo, en constante y enconada lucha, hcese difcil todo intento de con cordia, dadas las circunstancias que la motivaron. Las subsistencias: muy razonadamente dicen los obre ros: Las materias alimenticias se han encarecido y nuestro trabajo hemos de encarecerlo as mismo pa ra el regulado de nuestros hogares. Eso est muy bien bajo el primer punto de vista, ms si empleamos el fondo de la cuestin, veremos que sto cambia, no en su origen sino en su desarrollo. Paralelamente al encarecimiento de las cosas corri el de las materias primas para la fabricacin de calza dos. Con tal motivo el fabricante elev sus tarifas de precios. Un nuevo aumento de los sueldos represen ta otro gravamen sobre la produccin que habr de resentirse precisamente por su competencia con otras regiones que no se hallan en igualdad de circunstan cias, y entonces vendra el cierre de fbricas, el paro forzoso o de no quererlo as y vender con desventa ja, el quebrantamiento del capital y con esto, el del trabajo a quien va adherido, y esto, seores, que es nuestro sostn, por ello y hasta por decoro, estamos todos obligados a evitarlo pues es de necesidad en casos circunstanciales doblegar ante un deber un de recho (69) Aunque la guerra europea segua con su horri ble devastacin, sin dar seales de acabar en breve plazo, los industriales de calzado deseaban que ce saran las trabas que impedan la exportacin de sus artculos al extranjero, en especial a Francia. Para exponer al ministro de Estado, seor Dato, esta ne cesidad de la industria espaola se desplaz a Ma drid una representacin del Crculo Mercantil e Industrial y de los zapateros de toda ,Espaa. El semanario El Reformista en abril de 1918 dio a conocer el resultado de la misin con estas lneas: 60 ...E1 Sr. Dato ofreci incondicionalmente su apoyo a tan justas pretensiones, toda vez que se halla cubier to el consumo nacional, y ultimados los trmites ad ministrativos, no se opondra en la Repblica vecina la menor dificultad a la exportacin espaola y si esto ocurriera se determinaran casos concretos de los obs tculos que se presentan (70) Pero a pesar de estas promesas la industria de calzado continu an varios aos dependiendo ex clusivamente del mercado nacional para colocar su produccin. r CUC==.._.1C==2C2CMU FRANCISCO LOPEZ ii(01 FABRICA DE CALZADO N k_2 uportacin al pais N q extrangere N DE TODAS CLASES eSILLE LIMIRES, 19 C=Urrer=UCUr= ===-19 Anuncio de la fbrica de calzado de Francisco Lpez. El Liberal de Elda, 1915. 9. LA POSTGUERRA La paz conseguida por el armisticio de noviem bre de 1918 no alter la marcha progresiva de la industria zapatera en Elda y aunque los mercados extranjeros continuaron cerrados el consumo inter no creci notablemente, lo que aadido a fuertes compras de calzado para el ejrcito espaol sig nific el que los fabricantes no se preocuparan mu cho por la falta de pedidos de ms all de nuestras fronteras. No obstante los conflictos sociales continuaron producindose, con una huelga a fines de enero en la que se vieron implicados unos 3.000 obreros, se guida de otras en las fbricas de Tordera, Santos Ve ra, Maestre y Pay y Rodolfo Guarinos, con especial gravedad en esta ltima en la que se amenaz con el lock out o cierre patronal, llegndose finalmen te a un compromiso y recuperndose la normalidad. Esta medida extrema de cierre de fbrica era una demostracin del endurecimiento de posturas ante la conflictividad social, originada en ocasiones por motivos ftiles y ajenos a la problemtica laboral. Se lleg a afirmar que se haba establecido un acuer do entre los patronos para sancionar con 10.000 pe setas de multa al fabricante que concediera el ms mnimo aumento de sueldo a sus operarios, por lo que se produjeron ms huelgas en todo este ario (71). En octubre de 1919 se implant en todo el terri torio espaol la jornada de ocho horas como la m xima diaria legal, encontrando esta ley la oposicin de la mayora de los patronos que solicitaron en gran nmero del Instituto de Reformas Sociales la exen cin de esta normativa, alegando que el encare cimiento de los costes producira la ruina de la in dustria en cuestin (72). Plantilla de operarios de Pedro Paya (El to Pericos), comiendo en el Pantano en 1918. Las exenciones solicitadas por industriales zapa teros seran probablemente rechazadas en su tota lidad, pero los fabricantes encontraron la manera de continuar con el antiguo sistema de los destajos, trabajos a domicilio y horas extraordinarias, lo que hizo prcticamente intil en nuestra industria la con cesin de la tan solicitada por los obreros jornada de ocho horas. En mayo del ao 1920 se produjo una astraca nesca complicacin en la buena marcha de la indus tria del calzado no slo de la eldense sino para la espaola en general ya que para protestar por el elevado precio del calzado se cre en Madrid la llamada Liga de la alpargata que propona susti tuir el calzado de piel por la modesta alpargata. El diario ABC se haca eco de la campaa e in cluso la alentaba y justificaba como se comprueba claramente en este comentario: Una gran parte del vecindario madrileo se ha ads crito con entusiasmo al movimiento pro alpargata, que gana los proslitos por centenas. Las adhesiones a esta campaa, que pudiera calificarse de popular no res ponden ciertamente a un simple estmulo snob, a un deseo espordico de sumarse a la corriente de una moda extravagante, sino que obedecen a un justo espritu de defensa econmica, que en esta novacin, aceptada colectivamente, encuentra una vlvula de se guridad. La idea cunde y se generaliza, y no faltan elementos, sobre todo de la clase media (...) que se pronuncian por extenderla al resto de la indumentaria, adoptan do trajes de los llamados de mecnico. La legin de alpargatistas luci ayer su econmico calzado por las vas cntricas de la corte. Casi todos los cmicos de Madrid, con Pea y Ortas en primer trmino, han aceptado y lucido la novedad con orgullo y no sin gentileza. Sabemos que muchos socios de Bellas Artes y multi tud de funcionarios pblicos, especialmente de Hacien da, estn propicios a imitar esta conducta cvica en plaza de horas (73) La actuacin de esta cvica liga no se reduca a Madrid sino que haban hecho causa comn va rios pueblos de Espaa y del extranjero como pro testa contra los abusos de los industriales zapateros y sastres. Incluso en Bilbao se organiz una gran manifestacin en la que todos los manifestantes lle varan alpargatas y el clsico mono azul Mahn (74). La moda dur poco, pero cre un ambiente de inquietud en la industria zapatera por las fuertes cam paas periodsticas incitando al uso de tan modes tas prendas en protesta por el precio del calzado 61 de piel y las prendas de vestir habituales. En Elda tambin se tom como provocacin el que unos se ores de Alicante se presentaran en el Casino Elden se a cobrar los intereses de un prstamo calzando la alpargata, lo que suscit agrios comentarios en el peridico local La Lucha (75) recriminando a los rectores del Casino no haber puesto a dichos indi viduos de patitas en la calle. El alcalde de Elda fue llamado por el Goberna dor Civil para cambiar impresiones sobre la situa cin que hubiera podido crear en la industria de calzado las campaas de esta Liga, puntualizndose que efectivamente se causaban perjuicios a la po blacin por estar fabricndose o pendiente de ven ta en las fbricas el calzado de la temporada de verano (76). La opinin del concejal Tefilo Romero, viajan te de calzado, expresada en la sesin municipal en la que el alcalde dio cuenta de la citada reunin y ampliada en la siguiente, era que: las causas que determinaban el malestar y perjui cios a los industriales del calzado es el exceso de pro duccin, que calcula en un 50 por 100 y por lo tanto era preciso colocarlo en el extranjero, por lo que pre sentaba la proposicin de que por el Ayuntamiento se pida a los poderes pblicos la libre exportacin de calzado, prohibiendo la de pieles finas que Espaa pro duce, y que se suprima el Comit de Pieles, Curtidos y Calzado, de Barcelona, por entender que es un cen tro burocrtico que dificulta dicha exportacin (77) En este sentido redact el seor Romero un de tallado informe que el Ayuntamiento de Elda elev al Ministerio de Fomento, desconocindose los re sultados que obtuvieron estas importantes peti ciones. En la fecha en que se envi este escrito, 27 de junio de 1920, de la Liga de la Alpargata no queda ba ms que el recuerdo de una iniciativa pintoresca. NOTAS (1) La Regeneracin, 8-9-1990. Nmero extraordinario dedicado a Elda y su industria con motivo de las fiestas de dicho ao. Art culo Gran fbrica de calzado de Don Rafael Romero. (2) Esta fecha consta en el anuncio de esta fbrica reproducido por FILLOL MARTINEZ, Vicente, en su obra Elda hace cien aos. 1884 (Elda, 1984, p. 94), refutando lo publicado en La Regene racin (art. Gran Fbrica de Hormas para calzado Isidro Agua do e Hijo) de que esta fbrica fue establecida el ao prximo pasado, o sea en 1899. (3) VALERO ESCANDELL. J.R.: La inmigracin en Elda durante la Dictadura y la Repblica, en el volumen Elda durante el pri mer tercio de/siglo XX, Novelda, 1980, Caja de Ahorros de Ali cante y Murcia, p. 116. (4) La Regeneracin. Vid, artculo citado en nota 1. (5) UN VIAJANTE (seudnimo de ROMERO JUAN, Tefilo): De in ters para mi pueblo, ldella. Elda, 30-7-1927, n. 77. (6) Archivo Municipal de Elda: Libros de Actas. Sesin del 14-9-1902. Tambin Valle de Elda, n. 435, 24-12-1964, Dos aportaciones al futuro Museo del Calzado. (7) AMAT AMER, J.M.: La industria de don Rafael Romero Utrilles en el Museo del Calzado de Elda, Valle de Elda, n. 1.738, 26-10-1990. (8) Calendario Ao 1905. El Gremio de Zapatera y similares de dica este festival. Centenar ao 1904, Muoz impr. 1904. (9) Esta situacin continuaba en 1936, siendo motivo de una de las crticas contenidas en la falla plantada en la Plaza de Arri ba en dicho ao. NAVARRO PASTOR, A.: La foto olvidada. Fallas en Elda, Dahellos, Elda, 6-1950. (10) VALERO ESCANDELL, IR.: Op. cit., 1980, p. 102. 62 ( I 1) PAYA VIDAL, J.: Breve resea de/a Sociedad Artstico Recrea tiva La Eldense, y Memoria leda por el secretario contador de la misma. Villena, 1908. (12) NAVARRO PASTOR, A.: Historia de Elda, Alicante, Caja de Aho rros Provincial, 1981, Tomo II, p. 26. (13) Archivo Municipal de Elda. Libros de actas. Sesin de 13-4-1902. (14) Grandes y solemnes festejos que la fidelsima villa de Elda y en su nombre la Mayordoma del ao actual dedican a su Ex celsa Patrona la Virgen de la Salud. Elda. 1900. (15) TATO Y AMAT, M.: Viva Elda! Viva la Cruz Roja!. El Vinalo p (sic). Elda, 29-3-1903, nmero 16. En artculo sin firma, el director del peridico, Tato y Amat, describe extensamente el acto fundacional de la Cruz Roja en Elda. Vid. tambin CATA LAN ROMERO, N.: El origen de la Cruz Roja, Elda Grfico, Elda, 9-1928. (16) MARTINEZ RUIZ, J. Azorn: Antonio Azorn, cap. XIX. (17) Archivo Municipal de Elda. Acta de la sesin 13-7-1902. (18) Casto Pelez era un hombre de negocios de Madrid. con fbri ca propia de calzados en Valladolid. a quien iba destinada la casi totalidad de la produccin de Silvestre Hernndez. Al de cidir ste dejar la industria la adquiri el seor Pelez, quedan do el seor Hernndez como director general de la misma. (19) Luis Porta Bernab. autor de dramas de carcter social como Los Corrigendos, La Recompensa y otras de ideas avanza das en aquel tiempo. (20) PORTA BERNABE, L.: Mi despedida (hoja volante impresa pro bablemente entre 1906 y 1910). (2 I ) GARCIA SORIANO, M.: Rosala. Zarzuela de costumbres en un acto y en verso con msica de Ramn Gorg. Aunque parece haber sido publicada, impresa en Tip. Moderna, de Elda, no se conoce ejemplar alguno de esta zarzuela. (22) CARPIO GONZALEZ, M.: Las ideas de superacin y la juven tud. Historia, El Cronista, 1934. (23) RAMOS PEREZ, Vicente: Histon parlamentan, poltica y obrera de la provincia de Alicante, Alicante, 1989, Tomo III, p. 363, recogiendo datos del Archivo del Servicio Histrico Militar, de Madrid. (24) RAMOS PEREZ, V.: Op. cit., III, 363. (25) RAMOS PEREZ, V.: Op. cit., III, 363. (26) Archivo Municipal de Elda. Actas. Sesiones de 19 y 24 de junio de 1904. (27) La Regeneracin, 8-9-1900. (28) TOMAS SANCHEZ, Jos: Elda social, Horizonte, Elda, nme ro extraordinario, 9-1934. (29) CARPIO GONZALEZ, M.: Op. cit. (30) MORENO SAEZ, Francisco: Las luchas sociales en la provincia de Alicante (1890-1931), Alic,ante, Unin General de Trabajado res, 1988, p. 431. (31) RAMOS PEREZ, V.: Op. cit., tomo III, p. 365. (32) TOMAS SANCHEZ, J.: Op. cit. (33) TOMAS SANCHEZ, J.: Op. cit. (34) Vid. nota 6. (35) BERNABE MAESTRE, Jos Mara: La industria del calzado en el Valle del Vinalop, Universidad de Valencia, 1976, p. 18. (36) VALERO ESCANDELL, 1.R.: Op. cit., p. 105, citando datos de la Matrcula de Contribucin Industrial de Elda. (37) Continuada por sus hijos Jos, Rodolfo y Ovidio Guarinos, que ms tarde constituyeron empresas propias. (38) Fundada por Ventura Vera Garca, de Vera Hermanos, y conti nuada por sus hijos Santos, Francisco y Eloy Vera Santos, que posteriormente crearon sus propias fbricas. (39) Instituto Nacional de Estadstica. Censos de Poblacin, 1900-1910. Cit. por VALERO ESCANDELL, J.R.: Op. cit., p. 102. (40) NAVARRO PASTOR, A.: La epidemia de gripe en 1918, Valle de Elda, n. 636, 2-10-68, y tambin en Historia de Elda, tomo II, p. 93. (41) CONDE DE MONTEPLOR, EL (seud.): Mirar al porvenir, El Cri terio, n. 10, Elda, 3-1 1-1912. (42) El Criterio, mismo nmero. (43) Ao nuevo, versos de autor desconocido, tal vez GARCIA SO RIANO, Maximiliano, a los que falta el final por estar mutilado el ejemplar existente. Heraldo de Elda, n. 3, 29-12-1912. (44) Archivo Municipal de Elda. Actas. Sesin, 3-9-1912. (45) NAVARRO PASTOR, A.: Francisco Torres Peral, decano de los modelistas eldenses, Valle de Elda, n. 413, 3-1 O- 1 964 . (46) MORENO SAEZ, F.: Op. cit., p. 423. (47) Archivo Municipal de Elda, Actas. Sesin 16-6-1912. (48) GUARINOS, Javier: Elda industrial, Heraldo de Elda, n. 1, 30-9-1914. (49) Archivo Municipal de Elda. Actas. Sesin de 23-9-1914. (50) Alicante medio siglo atrs, Informacin, Alicante, 30-8-64, y Archivo Municipal de Elda. Sesin 30-9-1914. (51) Archivo Municipal. Actas. Sesin 30-9-1914. (52) Id. id. sesin 21-11-1914. (53) Id. id. sesin 5-11-1914. (54) Id. id. misma sesin. (55) MORENO SAEZ, F.: Op. cit., p. 303. (56) Archivo Municipal de Elda. Actas. Sesin 6-4-1915. (57) Al elemento obrero, El Adalid, n. 36, Elda, 21-2-1915. (58) Despus de la huelga. El adalid, n. 38, Elda, 7-3-1915. (59) Romance de la semana, El adalid, n. 38, Elda, 7-3-1915. (60) MORENO SAEZ, F.: Op. cit., p. 424. (61) Dos aportaciones al futuro Museo del Calzado, Valle de El da, n. 434, 24-12-64 y GIL SANCHEZ, Fernando: Elda, calza do, Informacin. Alicante, 27-12-64. (62) Liberal de Elda, extraordinario dedicado a la industria y al co mercio de Elda, 8-9-1915. (63) Pablo Prez, fbrica de calzado fino, Liberal de Elda, extraor dinario 8-9-1915. (64) Archivo Municipal de Elda. Actas. Sesin 12-2-1930. (65) Bellod Hermanos y Zaragoza. Fbrica de calzado mecnico de todas clases. Jardines, 16, Liberal de Elda, 9-9-1915. (66) Archivo Municipal de Elda. Actas. Sesin 8-6-1915. (67) MORENO SAEZ, F.: Op. cit., p. 425, (68) PAYA LIRA (seud. de PAYA VIDAL, los), Elda, sociable, Al bor, n. 3. Elda, 9-1935. (69) Elda, Elda, Elda, El Reformista, n. 90, 4-2-1917. (70) Fabricantes de calzado, El Reformista, n. 141, Elda, 28-4-1918. (71) MORENO SAEZ, F.: El anarquismo en Alicante (1870-1930), El anarquismo en Alicante. 1868-1945, Alicante, 1986, Institu to de Estudios Gil-Albert, p. 38. (72) MORENO SAEZ, F.: Op. cit., 1988, p. 113. (73) La liga de la alpargata, ABC. Madrid, 12-5-1920. (74) Id. id. (75) ROMERO, Tefilo: La liga de la alpargata y la industria del cal zado, La lucha, n. 2. Elda, 23-5-1920. Tambin en este nme ro Guerra a la alpargata!, y gacetilla sobre el mismo tema. (76) Archivo Municipal de Elda. Actas. Sesin 23-5-1920. (77) Archivo Municipal de Elda. Actas. Sesiones del 6 y 27-6-1920. 63 Esplendor y decadencia de las grandes empresas (1921-1950) 10SE RAMON VALERO ESCANDELL 1 LOS FELICES VEINTE El final de la Gran Guerra europea no signific ni un descenso brusco de la produccin zapatera el dense ni un estancamiento del rpido proceso de crecimiento que la ciudad estaba viviendo. S. For ner ha sealado que la prdida de los mercados ex teriores para el calzado se vio compensada por la ampliacin del mercado interior y con el aumento de la demanda por parte del ejrcito (1): A. Nava rro lo confirma cuando dice que a pesar de la cri sis por la que atraviesa la industria local, las fbricas trabajan y prosperan. Fbricas pequeas se trasla dan a naves de mayor capacidad y nacen empresas nuevas incrementando la importancia fabril de la ciu dad (2). Aunque sus datos deban ser sometidos a una cr tica permanente, la Matrcula Industrial de Elda con firma plenamente este crecimiento de la actividad zapatera: la ciudad, que al comenzar la I Guerra Mun dial contaba con 36 fbricas de calzado, posea ya 52 en 1921 . Durante la dcada de los veinte, pese a algunos altibajos, la capacidad productiva aument: en 1930 se contabilizaban 71 empresas de calzado en Elda. No obstante, se hace necesario profundi zar un poco ms en la evolucin de la industria: Fbricas de calzado. Elda, 1914-1930 N. DE TRABAJADORES Aos 1-4 + 4 Total 1914 1 1 25 36 1917 6 32 38 1921 26 26 52 1924 50 31 81 1926 20 41 61 1930 34 37 71 Analizando ms a fondo los libros de Matrcula industrial (y los de altas y bajas en la misma) se ob serva que casi todas las empresas declaraban un n mero de trabajadores significativamente inferior al que posean en la realidad, pero parece fuera de toda duda que un alto nmero de empresas eran peque os talleres de tipo familiar, que incidan de una ma nera muy limitada sobre el empleo de mano de obra. Por ejemplo, durante toda la dcada de los veinte, la capacidad de empleo del conjunto de pequeos talleres (considerando como tales a aquellos que da ban ocupacin a menos de cinco obreros) no alcan zaba conjuntamente a la de fbricas como las de Rodolfo Guarinos o Pedro Bellod. Pero los pequeos talleres reflejan extraordina riamente el ritmo de aparicin de nuevas empresas, surgidas lgicamente de manera muy modesta en la mayora de ocasiones, con escasos obreros y me nos capital. Por ello resulta interesante comprobar cmo estas pequeas fbricas proliferaron extraor dinariamente hasta mediados de la dcada, cuando la fuerte crisis que hubo de afrontar el sector acab con casi todas ellas, aunque tambin hubo otras que consiguieron consolidarse y crecer. Como reflejo de este continuo trasiego, de este simultneo hundi miento de empresas y nacimiento de otras nuevas, slo en 1929-30 desaparecieron 14 empresas y otras 31 emergieron (vocablo extraordinariamente preci so en este caso, pues muchas de ellas solan legali zarse despus de algn tiempo de funcionamiento clandestino) (3). Al contrario de lo que sucede en la actualidad, durante la dcada de los veinte las fbricas que su peraban en centenar de trabajadores eran las que empleaban a la mayora de obreros oficialmente de clarados (y seguramente, a la mayora de la clase 65 obrera en la realidad). El desajuste entre ambas ci fras era enorme: la matrcula industrial indica cifras ligeramente superiores a los dos mil obreros a fina les de la dcada, mientras otras fuentes oficiales (4) estimaban unos once mil. Segn la Matrcula Indus trial, durante la segunda mitad de los aos veinte, diez fbricas eldenses superaban el centenar de tra bajadores, aunque el empleo declarado por ellas era muy inferior al expresado por los testimonios ora les recogidos. Debe recordarse que muchos zapa teros de silla (todava muy abundantes en aquellos aos) seguan trabajando en sus propios domicilios, en ocasiones para diferentes empresas, por lo que no aparecan en el censo laboral de las empresas; tampoco solan declarar las empresas al alto porcen taje de empleo femenino que slo acuda a la fbri ca para recoger y entregar las tareas. FABRICA DE CALZADO l os( (:Marinos 9, era CLASES ESPECIALES MARCA YDELLA Fbrica de calzados de Jos Guarinos Vera, en 1929. Los Guarinos Vera eran posiblemente los mximos representantes de la oligarqua que controlaba una buena parte de la industria zapatera eldense. Analizando los programas de las fiestas septem brinas o las guas comerciales de mediados de la d cada, que contienen abundante publicidad acerca de las fbricas de calzado de Elda (pese a que, lgi camente, no todas aparecen anunciadas en ellos), es interesante destacar cmo la diversificacin de la industria es notable: aunque la mayora de em presas fabrican zapatos de seora, tambin se pro duce calzado para nios e incluso para caballeros; unas empresas utilizan abundante maquinaria mien tras otros alardean de realizar manualmente los za patos; unos presumen de realizar calzado de lujo y 66 otros de precios econmicos. Algunas empresas po seen factoras fuera de Elda (generalmente, dedica das a un tipo de calzado diferente) y varias cuentan con sucursales por lo general, tiendas al pblico en algunas capitales. Se detecta una cierta concen tracin familiar entre el empresariado eldense: los apellidos Vera y Guarinos no slo se repiten frecuen temente en la relacin de los propietarios de las f bricas sino que, adems, en algunos casos se encuen tran emparentados. A comienzos de los aos veinte ya se encuen tran slidamente establecidas las principales empre sas eldenses anteriores a la guerra civil. La mayora de ellas se haban desarrollado al amparo de la gue rra del catorce. Todava se han podido recoger abun dantes testimonios orales acerca del origen de muchas de estas empresas entre familiares de aque llos industriales; as, por ejemplo, conocemos que los Bellod (5), zapateros llegados desde Onil con el oficio bien aprendido, haban conseguido desde la primera dcada del siglo el dinero y los prstamos suficientes para comprar la fbrica de Romero, una de las ms antiguas de Elda, y ya posean varias tien das propias en las capitales de provincia ms cer canas. Otras empresas importantes, como Pablo Maestre o Antonio Porta (surgidas en 1914 y 1919, respectivamente), respondan al modelo tantas ve ces repetido del joven zapatero emprendedor que aprovecha una coyuntura favorable en su caso el conflicto blico europeo para establecerse por su cuenta, apoyados por alguna persona o entidad adi nerada (6). Aunque algunas empresas, como las de Bellod o Casto Pelez, aprovecharon (ampliando en algn caso) algunas antiguas factoras de finales del pasado siglo, durante la dcada de los veinte son numerosas las que construyen nuevos edificios fa briles en las afueras del ncleo urbano (principalmen te entre las calles de Jardines y Padre Manjn). Entre estas nuevas factoras destaca la de Rodolfo Guari nos Vera, inaugurada en 1924 en las proximida des de la calle de la Tripa y derruida en el posterior boom constructivo de los arios sesenta; esta gran fbrica, fuertemente mecanizada de acuerdo con las posibilidades tecnolgicas de la Elda de la poca, anunciaba a mediados de los arios veinte que fabri caba mil pares diarios (ampliados posteriormente a mil seiscientos). tas de 1927 Parece fuera de toda duda que en Elda se reali zaba el grueso de la produccin de calzado alican tina y, posiblemente, se tratase ya de la primera concentracin industrial zapatera de Espaa: El va lor de la produccin a finales de los arios veinte, era de 40 millones de pesetas en la industria eldense; las industrias de calzado de Elche (no se incluye la alpargatera) producan por un valor de 10 millo nes de pesetas; y en Petrel, Cocentaina y Monvar, se alcanzaban tambin, conjuntamente, los 10 mi llones... (7). Sin embargo, lo anterior no significa un crecimiento econmico continuo sino que hubo fre cuentes perodos de descenso de la produccin y muchas empresas vieron como en algunas pocas se redujo drsticamente su cartera de pedidos; va rios autores sealan que en los arios 1925 y 1928 hubo que afrontar, aunque momentneamente, si tuaciones difciles que obligaron a reducciones de plantilla, trabajo a media jornada e incluso a cierres de empresas. A) Mecanizacin e industria auxiliar Los arios veinte fueron un perodo de intensifi cacin en la mecanizacin de las empresas zapate ras, un proceso que haba comenzado durante la gran guerra, en empresas como Viuda de J.J. Gua rinos, Bellod Hnos. y Zaragoza y algunas otras. Segn Bernab Maestre, la produccin mecnica de zapatos tipo goodyear fue la base tcnica de las f bricas montadas en los aos veinte (8); pero en 1927, en los anuncios de los programas de fiestas, son mu chas las empresas que se anuncian como producto I ANICA) . 1)1: (. 1.7,11)0 ALMA EACC,C LUS FLETA -r aniueso 000 Queremn lionso. Manvar ras de calzado manual y mecnico (Rodolfo Guari nos, Pablo Maestre, Gabriel Vera o Viuda de Antonio Maestre) y slo una Pujol y Botella por procedimiento mecnico exclusivamente. Las principales empresas suministradoras de ma quinaria eran la estadounidense U.S.M.C. (la Uni ted, para los eldenses) y la vasca Ariza y Ochoa, de Vitoria, que tambin distribua productos de fir mas extranjeras; ambas posean sucursal en Elda. El sistema de funcionamiento de cada empresa era di ferente: Ayo era partidaria de la venta de la ma quinaria; United, del arriendo. Esta circunstancia, la negativa a vender las m quinas tecnolgicamente ms avanzadas, cre algn problema a esta empresa americana, cuya filial es paola posea su sede en Barcelona. Algunas em presas de la zona caso de Antonio Porta prefi rieron adquirir la maquinaria a Ayo y a algunas otras firmas menores, antes que verse obligados al pago de un alquiler mensual; otras, como la petre lense Luvi, intentaron repetida e infructuosamen te llegar a acuerdos de adquisicin de las mquinas instaladas en su factora y finalmente hubieron de sustituirla en la dcada de los treinta. Pero la mayo ra de las grandes firmas eldenses Guarinos, Be llod, Vera, Rivas... hubieron de aceptar las condi ciones leoninas de la firma yanqui, que facilitaba entre otras las mquinas goodyear para el co sido con cerco y la consolidated para montar. 111111[1111111 111[11111[111 MI1UII, A [. FORTUNY, i 1 1 1 t 1.1, 1405.1 kl , k1J1 5 , 7 115A C1E:LONA ---- MQUINAS ARTCULOS Sigo Opte, Censol.lawo ,,Aar -CASAR paL , rAAT lr,a,M1A para mayana ,a la , .j , . naRlica !Ido, paro ,,,AL a .Uolletr ,Ara ISSN - CRTsR...T. FA,. para p..... Al litrAm para lujar. PRODUCTOS bkoztxio. I mei... elonair y I .,, I oeh, AmmMA ramA.ml` Ptilii[18) di la 10111111 1101116 111.1111, I. SOISlik (iS/ 11 C Anuncio publicitario de la empresa Francisco Vera Santos. Programa de fies- Anuncio publicitario de la empresa estadounidense de maquinaria para el cal zado USMC. Programa de fiestas de 1935. 67 Conservamos varios contratos de arrendamien to de mquinas U.S.M.C., que nos permiten anali zar detalladamente los sistemas de cesin de maquinaria por parte de esta empresa. Cuando se trataba de mquinas sencillas, la United permita la adquisicin mediante un sistema parecido al lea sing actual; as, en 1921, se arrienda una mquina de hacer ojales por 500 pesetas mensuales durante un plazo de un ao, concluido el cual, la arrenda dora ofrece venderle la indicada mquina por el precio de setecientas setenta y seis pesetas (9); po siblemente, en las mquinas menos complicadas se tema la competencia de las pequeas fbricas riva les que comenzaban a proliferar. Pero cuando se tra taba de maquinaria fundamental las condiciones de arriendo eran ms duras y complicadas; as, cuan do en septiembre de 1926 se alquila por un pero do de veinte arios una mquina consolidated de montar para el cosido a cordn, se exige una prima de 2.355 al firmar el contrato, un alquiler anual de 322 ptas. y un alquiler mensual de ptas. 0.30 por cada millar de revoluciones del rbol principal de dicha mquina, segn las indicaciones de los conta dores adaptados por la Sociedad; adems, el arren datario se comprometa a una serie de condiciones: no subarriendo de la mquina, no trasladarla sin autorizacin, dejarla inspeccionar por los agentes de United; algunas condiciones eran casi draconianas: El arrendatario se obliga, mientras dure el presente contrato, a comprar exclusivamente a la Sociedad, al precio que en su da rija, segn las tarifas estableci das por sta, todos los clavos, simientes, tachuelas y dems materiales (...) que necesite emplear en dicha mquina. El arrendatario deber utilizar en todo tiempo dicha mquina para todos aquellos trabajos a los cuales sea adecuada y que se realicen en la fbrica o fbricas que pcNsee actualmente, o en las que en lo futuro pueda fundar o adquirir (...) no emplear para la ejecucin de los trabajos a que dicha mquina est destinada, otras mquinas que no sean las dadas en arriendo por la Sociedad, en tanto sta se halle en estado de suminis trarlas ( 1 0) En aquellos arios ya existan en Elda empresas dedicadas a la fabricacin de maquinaria para el cal zado, aunque bastante modestas, dedicadas a tra bajos de poca monta y en algn caso a la reparacin. El programa de fiestas de 1927 cita las de Jos M. Navarro, Manuel Navarro (especializado en la reali 68 zacin de troqueles), Antonio Prez Ferrero y Eus taquio Cant. Sobre esta ltima, un reportaje perio dstico de 1930 (escrito en el tono laudatorio que caracterizaba a estas informaciones) afirmaba que fabricaba ms de treinta y cinco modelos, similares en perfeccin a los de empresas extranjeras pero de precio muy inferior (11). No eran las fbricas de maquinaria las nicas ni las ms importantes entre las empresas auxiliares de calzado. Continuaban existiendo las fbricas de hormas creadas durante el pasado siglo, a las que a finales de los arios veinte se uni la de Julio Be neit, dedicada hasta entonces a la fabricacin me cnica de tacones (en 1929 produca 150.000 doce nas anuales); otros empresarios (H. Juan, P. Amat) evolucionaron hacia la fabricacin de tacones trans formando antiguos talleres dedicados a la fabrica cin de muebles. Con ellos desapareci definitiva mente la necesidad que tenan las empresas zapa teras de producirse los propios tacones que necesi taban para sus zapatos, un proceso que (para el calzado de caballero) todava recuerda un antiguo empresario: Los tacones se preparaban en casa, la mayora de ellos troquelando retales de la suela; una tapa de ta cn, por ejemplo, estaba formada por tres o cuatro trozos; tenamos unos moldes; haba unas bancadas de mujeres que iban dando cola y pegando los trozos hasta el nivel del grueso de cada tacn; luego, haba unas mquinas exclusivamente para prensar tacones, que los dejaban reducidsimos en altura, porque eran mquinas hidrulicas, con una fuerza horrorosa (12) Tambin haba una amplia variedad en cuanto a fbricas de cajas para zapatos; si muchas de ellas se dedicaban realmente al montaje de las mismas, una de ellas (la de Emrito Maestre) produca tam bin cartn. Existan en la Elda de entonces dos f bricas de curtidos (la de Emilio Maestre, que tambin era almacenista de otras firmas, y la de Carbonell y Ca, con fbrica en el Chorrillo), pero su produc cin era casi insignificante comparada con las nece sidades de la industria local, que se abasteca en los numerosos almacenes existentes en Elda o visitan do las propias curtidoras, sobre todo las de Catalua. La industria auxiliar del calzado radicada en El da se diversific notablemente en aquellos aos: en 1927, por ejemplo, haba talleres mecnicos de pa tronaje, talleres de terminacin de calzado e inclu so una empresa dedicada aunque no en exclusiva a la realizacin de maletas especiales para muestra rios. Los servicios a las empresas zapateras tambin crecan por momentos; adems de los ya citados al macenes de curtidos o distribuidores de maquina ria extranjera, un alto nmero de representantes de artes grficas, de papel, de botones, de hebillas, de suela, de clavazones, de maquinas de oficina... Los bancos Hispanos Americano y Espaol de Crdito ya haban abierto oficinas en Elda. Feria Internacional del Calzado e Industrias Afines Adjudicacin de stands paro lo prximo edicin tildad Hasta el 20 de octabrii prximo. Inclusive. be recree los afloren expositores de la V Edicin Ferial. el den - cho a solicitar lo, stands it.e ocuparon en dicha edicin Pasado tal plexo. todos 1., stands que no se hayan re novado quedaran Ubres, sien do adjudicados por la Pena segun urden riguroso de re cepcin de nuevas solicito des de Manda. La Direeedin Dios mas tarde el 28 del pasudo mes. se procedi a la consiliario del ()Indica, de Sindicatos e inscritos los nit mos en el Registro Centr de Entidades Sindicales Francisco Torres Peral, decano de los modelistas eldenses Medd de Oro, en eartelono. Invente en 193 2 el pegado en el soltado de seero, El modelista de calzado e, en Elda. como en todos los dems centras febriles zapa teros. base princtimipirna No bre la cual se asientan todas las aspiraciones de expan sin, de engrandecimiento y de conquista de nuevos mer cado, Porque de nada servi ra hacer zapatos sendos, per fectamente construidos y aca indos, 4 su linea ro tosca. .pasadas, o. simplemente, vulgar Y en cambio, una elegante presencia, un tonal Commis so resma 94~ Francisco Torres Peral, el primer modelista eldense con estudio propio. Foto: Valle de Elda. Los industriales eldenses, pasados los aos de la guerra europea durante los cuales era bueno to do aquello que se fabricase, fueron mejorando po co a poco el diseo de sus zapatos y el esmero con el que se realizaban. Como smbolo de esta preo cupacin por la mejora de la calidad, al tiempo que como reflejo de la pujanza alcanzada por esta indus tria, durante las fiestas de septiembre de 1922 se celebr una exposicin local de calzado en la que se otorgaron todo tipo de distinciones a los mejo res zapatos presentados (13). En el programa de fies tas de 1927 son varias las empresas que anuncian orgullosamente que producen calzado de lujo y una, precisamente la ganadora del primer premio del con curso de 1922, califica a sus productos como de gran fantasa. A finales de la dcada, segn testi monios directos, algunos modelistas de empresas eldenses solan visitar Madrid y Barcelona para con templar en los escaparates de las mejores zapate ras los modelos ms vanguardistas llegados desde el exterior, para conocer las tendencias a partir de las cuales disear sus propias creaciones; otros mu chos consultaban las revistas ilustradas del momento, imaginando los zapatos que mejor podran combi nar con los vestidos de moda. ~trisco Martnez fi ArercA DE CALZADO PARA SEOR LEAN FANTASA 111 , Anuncio de la fbrica de calzado de Francisco Martnez Orgils, empresa ga nadora de la copa de plata en la exposicin de calzado eldense celebrada en septiembre de 1992. Elda extraordinario, 1932. Tambin fue mejorando el sistema de venta; por un lado, la organizacin de la red de ventas en tor no a uno o varios viajantes, exclusivos de la empre sa o no, distribuidos a lo largo de diversas rutas queda definitivamente normalizada para todo el con junto del mercado nacional, de modo muy similar a como subsiste en la actualidad; por otro, algunas firmas llegaron a poseer en diversas capitales de provincia zapateras propias en las que vendan aunque no exclusivamente sus propios fabrica dos (en algn caso, como en el de la Industria Es paola del Calzado o Casto Pelez se trataba de empresarios forneos que posean una factora en Elda). Alguna empresa, como Bellod Hnos., que no trabajaba necesariamente sobre pedido en firme sino que contaba con un alto nmero de pares en stock, lleg a tener un almacn distribuidor en Bar celona, que abasteca a la zona catalana. Esta orga nizacin ms compleja, asociada a la coyuntura econmica favorable, permiti un elevado incremen to de la produccin; la existencia de fbricas que alcanzaban una produccin diaria en torno a los mil pares (caso de Rodolfo Guarinos) o el hecho de que se multiplicasen por diez las exportaciones de 69 calzado al exterior desde el puerto de Alicante en tre 1923 y 1931 (14) son slo signos de este aumen to de la produccin. B) Los problemas sociales El desarrollo de la industria, pese al incremento de la productividad conseguido gracias al proceso de mecanizacin, signific un fortsimo incremento de la mano de obra necesaria, fcilmente percepti ble al contrastar los censos de poblacin de princi pio y fin de la dcada: Elda pas de 8.078 habitantes en 1920 a 13.445 en 1930, siendo con notable dife rencia la primera poblacin alicantina en cuanto a crecimiento demogrfico (un 66% de aumento a lo largo de la dcada, frente a una media provincial del 6.5%) (15). Si bien una parte del incremento de la poblacin eldense se debe a su propio crecimiento vegetativo (Elda mantuvo durante aquella dcada unas tasas de natalidad y mortalidad en torno al 3 y 2%, respecti vamente), casi el 80% del aumento se debe a la inmigracin. La mayora de los recin llegados pro cedan de las propias poblaciones del Alto Vinalo p y de las comarcas murcianas y manchegas ms prximas a Elda: desde comienzos de la dcada, los nuevos eldenses llegados desde Monvar, Alman sa, Petrel, Sax, Novelda, Pinoso, Castalla, Salinas o Villena superan el centenar (16). A lo largo de los arios veinte son particularmente notables las llega das procedentes desde Pinoso, Yecla, Monvar o Villena: Elda absorba buena parte de la mano de obra excedentaria del agro circundante. La atraccin era particularmente fuerte respecto a los jornaleros, muchos de ellos ni siquiera residentes en el ncleo urbano de sus respectivos municipios, que vean en la industria del calzado una posibilidad de empleo que no requera un aprendizaje excesivamente lar go, unos salarios superiores a los del bracero, el ac ceso al trabajo de mujeres y nios (lo que signifi caba uno o varios sobresueldos para la economa familiar) e incluso, para los ms emprendedores, la posibilidad no excesivamente remota de poder es tablecer su propio negocio. Elda era ya una poblacin decididamente volcada en la industria y el calzado era el sector determinante de su economa: Elda y Petrel, con ms de un 80% 70 de trabajadores del calzado sobre sus respectivas poblaciones de obreros de la industria, mostraban una autntica especializacin en su mano de obra (17). Aunque las cifras son difciles de precisar ya vimos que oscilaban entre dos y once mil, segn ci fras oficiales es muy probable que el nmero real de obreros del calzado de la industria eldense (in cluyendo el empleo domiciliario de las mujeres) no fuese inferior a las cinco mil personas en 1920 ni a las diez mil en 1930, aunque un porcentaje cercano al 25% correspondiese a trabajadores residentes en poblaciones vecinas. Se trataba de una masa obre ra realmente notable, dada la escasez de zonas es paolas en las que en aquellos aos la industria constituyese la actividad predominante; sin embar go, la rapidez con que haba aumentado generaba fuertes problemas sociales en una sociedad todava no asentada y, por tanto, proclive a todo tipo de transformaciones revolucionarias. El To Nicasio. Los agricultores iban desapareciendo poco a poco en Elda: era ya muy difcil en 1920 encontrar jvenes que reemplazaran a los viejos labradores. Aunque, como hemos analizado antes, el nivel de vida de los obreros del calzado era envidiado por los braceros de los pueblos prximos, no escasea ban los problemas sociales en la industria de Elda. Uno de ellos producido por el descenso de la carte ra de pedidos de las empresas, que varias veces obli g a muchas de ellas a reducir la jornada de trabajo durante algunos meses e incluso a recortes de plan tilla. 1925, 1927 y 1928 fueron los aos en los que ms se dej sentir la falta de trabajo en algunas f bricas, llegndose a originar desplazamientos migra torios de trabajadores, especialmente hacia Catalua (18). La ley de la oferta y la demanda incida clara mente en la fijacin de los salarios en la industria del calzado: si bien durante los momentos de paro se endurecan las posiciones empresariales, la ne cesidad de mano de obra existente durante casi to da la dcada evit la existencia de salarios de miseria, si se les compara con los ofrecidos a las jor naleros agrarios de las poblaciones vecinas. Si aos atrs se protestaba de que los salarios de la indus tria eldense eran inferiores a los percibidos por los zapateros de otras zonas de la geografa espaola, un mahons inmigrado con 1929 (posiblemente, el ltimo representante de aquella corriente migrato ria) recuerda que: Yo vine aqu porque deca mi hermano que aqu ga nara ms que en Mahn. En Mahn ganaba yo 45 pe setas a la semana de 1929 y aqu en Elda me pusieron 70 ptas., cinco duros de diferencia. Ya vala la pena! Adems, al ao me daban una gratificacin de quinien tas pesetas (...) vivas relativamente bien (19) No obstante, el ejemplo se refiere al salario de un patronista, por lo general uno de las categoras mejor pagadas de la industria zapatera. Muy infe rior era el salario de un zapatero, de un cortador, de una aparadora; incomparablemente diferente, el de un aprendiz; porque uno de los problemas de la industria era la clara diferencia salarial de unos puestos de trabajo a otros, ampliada en el caso de trabajo a destajo; en la fbrica de Antonio Porta, por ejemplo, a comienzos de la dcada, los jorna les diarios oscilaban entre 0.65 y 2.25 pesetas (20). Aunque los salarios y tambin los precios fue ron aumentando a lo largo de los aos veinte, era prcticamente imposible que los miles de obreros que acudan diariamente a las fbricas de Elda des de los vecinos municipios de Petrel, Monvar o Sax pudiesen permitirse desplazarse utilizando el auto bs o el ferrocarril, ya que el coste del viaje supo na un alto porcentaje de su salario; este hecho decidi a muchos de ellos a fijar su residencia en Elda. Muchos eldenses de edad recuerdan todava las colas de ciclistas o peatones por los caminos de acceso a la ciudad y los grupos de gentes de un mis mo lugar que compartan comida en el interior de algunas fbricas. En ntima relacin con los salarios aparecen los problemas relacionados con el aumento del coste de la vida. El Mundo Obrero de 21-12-1929 (21), cal. culaba en 30.25 ptas. el presupuesto familiar sema nal mnimo en Crevillente (slo el pan, ascenda a 11.25 ptas.); no pensamos que en Elda donde al gunos gastos, como el alquiler de la vivienda, se haban disparado fuese menor: ello supona que difcilmente poda ser satisfecho por un slo miem bro de la unidad familiar y que el nivel de vida de una familia obrera dependa en buena medida del nmero de trabajadores existentes en ella. No son raras en la Elda de esta dcada las canciones alusi vas a la caresta de la vida, aunque algunas fuesen compuestas en aos inmediatamente anteriores (22). Zapateros y cosedoras. 1924. Foto de estudio. La jornada laboral, en 1930, era de ocho horas diarias, de lunes a sbado; se comenzaba a las ocho de la maana (horario solar) y se conclua a las seis de la tarde, con dos horas centrales de descanso que permitan regresar a comer a casa. Era corriente que en la temporada de mayor trabajo se realizase un buen nmero de horas extraordinarias en aquellas fbricas de cartera de pedidos ms repleta, pero no estaba excesivamente extendido el trabajo a desta jo. Bien diferente era el ritmo seguido por aquellos que todava seguan trabajando en sus domicilios; un testimonio sobre el trabajo de un aprendiz en tor no a 1920 lo recuerda: a... yo tena que coser cada da tres tareas, a las cua tro de la maana ya estaba yo hacindome los hilos, porque hay una hilaza que es muy fina y haba que poner cuatro o cinco cabos; todo se haca a mano. 71 ... no descansbamos ms que cuando nos acos tbamos. ... haba que arreglar los materiales, te lo daban todo sin troquel y sin nada y tenas que saberlo todo. Mu cho trabajo (23) La mayora de estos zapateros domiciliarios se guan manteniendo la vieja costumbre de celebrar todos los lunes la fiesta de San Crispn, el patrn de los zapateros, con meriendas campestres y abundan cia de bebida. Pero eran cada vez menos, tanto los que seguan tenazmente empeados en descansar los lunes como los que seguan trabajando en sus casas a la manera tradicional. En la dcada de los veinte los zapateros elden ses comenzaron a disfrutar de perodos de vacacio nes, muy reducidos al principio. En el verano de 1925, una crnica sobre Elda publicada en el Diario de Alicante informa que se viene notando una la mentable decadencia por la escasez de trabajo, pe ro ello no ha impedido que varios miles de personas hayan abandonado la poblacin para pasar los das de San Jaime y Santa Ana en Valencia y Alicante (24). Aprendices de zapatero subidos en las columnas de la vieja Santa Ana pre senciando la salida de unos novios. Aos veinte. Otro problema era el trabajo infantil. Pese a que ya exista una legislacin reguladora al respecto que trataba de reducir el empleo de menores, informes de la Inspeccin de Trabajo (25) calculan que en 1922 los menores de 14 arios representaban un 15% de la poblacin laboral de Elda; este porcentaje (es de cir, uno de cada siete obreros era menor de cator ce aos) significa que la prctica totalidad de los hijos de obreros comprendidos entre 10 y 14 aos traba jaba, pese a las disposiciones legales; aunque, por 72 supuesto, todos los empresarios consultados decla ran que en su factora no se admita a menores de 14 aos, son numerossimos los obreros jubilados que afirman haber comenzado a trabajar incluso an tes de los 10 arios (aunque tambin es cierto que buena parte de ellos iniciaron su aprendizaje gene ralmente como recaderos en casa de algn zapa tero o alguna aparadora). Rosala (pieza teatral de M. Garca Soriano) describe aunque en un tono acrftico aspectos de la vida de estos aprendices sin infancia. La mujer, empleada bsicamente en el aparado, afrontaba adems otros problemas aadidos. Por un lado, era muy elevado el porcentaje de aquellas que no trabajaban en el interior de la fbrica, aunque ello no era sentido como una discriminacin por la gran mayora de ellas, que compatibilizaban as el traba jo industrial con el hogareo a costa de un horario dursimo (recurdese que una de las primeras huel gas de la industria se produjo cuando se intent obli gar a la mujer a trabajar en el interior de la fbrica); por otra parte, la diferencia con el salario de los va rones era muy amplia. La mayor parte de ellas, al trabajar en casa, en ocasiones para varias empre sas, a veces slo durante algunas horas, era remu nerada por nmero de pares realizados. Los problemas sociales aludidos dieron origen a importantes movimientos huelgusticos a finales de la dcada, cuando la oposicin a la Dictadura de Pri mo comenz lentamente a ganar la calle. Hasta 1927 los enfrentamientos sociales son muy reducidos, pe se a la fuerte caida del empleo y los salarios de 1925 (ya vimos cmo se recurri a la emigracin como alternativa). Las causas habra que buscarlas en el descabezamiento del movimiento sindical tras los du ros enfrentamientos producidos en torno al ao 1917, a que salvo las excepciones indicadas fue ron aos de bonanza econmica para la industri, a la propia poltica de los primeros aos de la Dic tadura (que reprimi duramente al anarquismo al tiempo que supo atraerse a los ugetistas) y al he cho de que la mayora de obreros proceda de po blaciones en las que las condiciones laborales eran an ms duras. Sin embargo, en agosto de 1927 se produjo una huelga sectorial de relativa importancia, la plantea da en las fbricas de los empresarios Antonio Porta y Joaqun Vera, que se prolong durante unos 25 das; aunque los patronos aceptaron pronto alguna de las reivindicaciones obreras, no fue posible el acuerdo hasta la constitucin de una comisin me diadora (con participacin del cura prroco) que en contr una solucin de compromiso, facilitada porque las semanas transcurridas y la detencin de algunos dirigentes ablandaron las posturas obreras y porque la extensin del conflicto a otra fbrica la de J. Justamante, en la que se protestaba contra la actitud del encargado alarm a los principales empresarios. Mucho ms graves fueron los movimientos huel gusticos de 1930, hasta el punto de que Moreno Sez (26) cita a Elda como la localidad alicantina en la que se producen los conflictos ms importantes en los aos previos a la proclamacin de la Rep blica. La huelga de la primavera de 1930 ha sido es tudiada ampliamente por S. Forner, que la considera la principal huelga de la provincia en dicho ao; se gn este autor, el origen del conflicto fue la negati va de los fabricantes de calzado a la peticin de las obreras aparadoras de que se les facilitara por cuenta de los patronos, el hilo que necesitaban para su tra bajo (27); indica, adems, que la huelga alcanz a unos 60 talleres y a 8.000 trabajadores y que (se gn informes del Ministerio de Trabajo) los fabrican tes cobraban el hilo a las obreras por encima del precio de coste. La huelga producida entre el 24 de marzo y el 23 de abril se extendi no slo a las aparadoras sino al conjunto de obreros de Elda y Petrel (e incluso hubo paros en solidaridad en po blaciones como Alcoy), puso al descubierto los dis tintos puntos de vista del sindicalismo anarquista y del socialista y concluy gracias a la intervencin de un comit paritario constituido durante el conflicto. La huelga probablemente, la conocida popularmen te como la huelga del hilo (28) permanece viva en la conciencia popular, en mltiples ancdotas y canciones (29); en algn caso, actitudes como la de aquel empresario que amenaz con que aquel ao si los trabajadores no volvan al trabajo y seguan sin cobrar ningn salario las monas iban a ser de cemento, avivaron el enfrentamiento de clases y la solidaridad obrera en un conflicto que concluy con las pascuas ms alegres que recuerdan los jvenes de aquellos aos. Ms grave desde el punto de vista de los desr denes pblicos fue la huelga producida a mediados de diciembre, cuando amplios sectores obreros los revoltosos, segn la nota del Gobierno Civil se aduearon de la ciudad. No se trataba de una pro testa basada slo en reivindicaciones concretas de la industria sino tambin de una tajante manifesta cin de apoyo a los militares alzados en Jaca contra la monarqua, en demanda de un rgimen republi cano que ya exiga a gritos la mayora del pueblo de Espaa. Los sublevados no cometieron violen cia alguna contra las personas: los obreros amo tinados fueron los dueos de la poblacin, no co metiendo, no obstante, mayores desmanes que rom per a golpes de piqueta las lpidas que daban el nombre del Rey a la calle Nueva, levantar algunos centenares de metros de va frrea para que los tre nes no pudieran llegar con fuerzas de represin y algunos otros incidentes ocasionales (30). El 18 de diciembre, despus de tres das de conficto, Elda fue literalmente tomada por medio millar de legionarios (31), que instalaron ametralladoras en varias esqui nas, detuvieron a dirigentes obreros y clausuraron las sedes de las organizaciones sindicales, republi canas y socialistas; pese a la represin, la respuesta obrera se mantuvo algunos das ms: el 20 tocan las sirenas de las fbricas pero los obreros perma necen en paro (32). Slo cuando se sustituy a los legionarios por otras fuerzas de infantera, se recu per plenamente la normalidad. An hubo otros conflictos en Elda antes de la caida de la monarqua: a principios de febrero de 1931 , los 443 trabajadores de la empresa Guarinos Vera la mayor de Elda se declararon en huelga por el despido de 70 compaeros. La radicalizacin social existente en la industria del calzado no puede explicarse si no se analiza el marcado predominio que la ideologa anarquista mantuvo entre la clase obrera eldense de los aos 1910-1939, especialmente entre los zapateros. El anarquismo eldense, surgido a finales del pa sado siglo, contaba en 1920 con una larga tradicin reivindicativa y con un bien ganado prestigio entre las organizaciones cenetistas de todo el pas: pese a que fueron perseguidos y vigilados muy de cerca por las autoridades, los anarquistas eldenses consi guieron organizar un Sindicato Unico del Ramo de 73 la Piel que contaba con ms de tres mil afiliados (33) cuando se celebr en 1919 el Congreso de la CNT en el madrileo Teatro de la Comedia y que repre sentaba de hecho a la prctica totalidad de los za pateros eldenses; el sindicato haba conseguido que en 1915 el salario de las aparadoras eldenses do blase al de las ilicitanas, como llega a reconocer el propio Trabajo, rgano del socialismo de aquella ciu dad (34). El anarquismo eldense, en su perodo de apogeo (bsicamente, coincidente con los aos de la gran guerra) haba recurrido tanto a medidas ra dicales como a la va negociadora, como cuando en 1918 una comisin de patronos y obreros recab la mediacin de Rafael Altamira para conseguir pa ra Elda una escuela de aprendizaje del oficio, una biblioteca popular, una caja de previsin contra el paro forzoso y otras demandas (35). En 1919, en re conocimiento a la pujanza del anarquismo eldense (al que se deba en buena medida el crecimiento de dicha ideologa en otras poblaciones del Alto y Me dio Vinalop), el Congreso Provincial Obrero acor d que residiera aqu el Comit Central de la Fede racin Provincial (36). Operarios de la fbrica de Casto Peiez (Calzados El Pelicano). Aos 20. Sin embargo, a comienzos de la dcada de los veinte, la CNT haba perdido en Elda buena parte de su antigua influencia, que Confirman tanto los es tudios de Moreno Sez como los de Forner, y en la prensa del momento no slo no aparecen refe rencias a protestas de carcter sindical sino que en 1921 se llega a escribir que los obreros era enemi gos declarados de toda huelga, siempre ruinosa pa ra unos y otros, pues precisamente por no existir 74 ningn paro en este industrial pueblo, ha consegui do tener riquezas que llevan en s una vida espln dida (37). Tras la instauracin de la dictadura de Primo de Rivera, las organizaciones sindicales anar quistas fueron disueltas y muchas sociedades obre ras clausuradas, entre ellas el Sindicato de la Piel eldense; fueron aos duros para los zapateros de ideologa libertaria, pero ello no impidi que en to do momento llevasen la direccin del movimiento sindical en la ciudad, como prueba el escaso xito de afiliacin de la Federacin Obrera de la Indus tria del Calzado, de orientacin socialista (que, am parndose en la tolerancia con que el rgimen tra taba a la U.G.T., trat de suplantar a los anarquistas en la direccin del movimiento obrero eldense). Cuando, desde 1927, la oposicin a la dictadura (y, por extensin, a la monarqua alfonsina) volvi a re surgir en la ciudad, los anarquistas fueron de nuevo la principal fuerza canalizadora de las reivindicacio nes populares: las huelgas de 1930 fueron buena muestra de ello. Intimamente relacionado con la ideologa anarquista, el naturismo fue un concepto de vida que se abri paso entre ciertas minoras obreras, casi co mo una vlvula de escape ante la represin que su fri el anarquismo durante la primera dictadura. Este movimiento dio origen a buen nmero de escuelas en las que se segua la pedagoga libertaria, a una propagacin de la alimentacin vegetariana y a la defensa del amor libre y de una sexualidad no re presiva. En esta poca aparecieron en Elda grupos naturistas como los Hijos del Sol o la Sociedad Na turista y una escuela racionalista de amplio presti gio entre los sectores anarquistas de toda Espaa: el Congreso naturista de Mlaga en 1927 fue presi dido por Antonio Maymn profesor de la escuela de Elda, la comisin proescuela racionalista de Ali cante surgi tras la estancia propagandstica de Jo s Alberola (maestro en Elda). Las ideas pedaggicas afines al anarquismo siguieron floreciendo en Elda durante la poca republicana. El socialismo era la otra ideologa con implanta cin entre los zapateros de Elda, ciudad en la que nunca logr consolidarse ninguna alternativa sindi cal de carcter catlico o amarillista. El socialismo tard bastante tiempo en conseguir introducirse en tre los obreros eldenses, al contrario de lo sucedi do en el vecino Petrel donde el PSOE cont con seguidores desde 1903 y con representacin en el consistorio desde 1920; aunque en 1913 en el V Con greso de la Federacin Socialista Valenciana cele brado en Almansa ya hubo representacin de la agrupacin de Elda y poco despus se organizaron las Juventudes Socialistas en la ciudad, en 1915 Sa borit reconoca que el socialismo careca del arrai go y predicamento que los anarcosindicalistas man tenan entre los obreros eldenses, mientras escriba que Petrel era un pueblo que con toda su modes tia dar frutos para el socialismo (38). En 1920, las diferencias entre anarquistas y socialistas de Elda eran ya patentes: el representante eldense en el Con greso de la Federacin Socialista valenciana celebra do en Ganda consigui que se aprobara su mocin que haca responsables a los sindicalistas de la divi sin existente en la clase obrera. Las tensiones se exacerbaron cuando aprovechando la represin del gobieron de Primo de Rivera respecto a los anarquistas los socialistas crearon la Federacin Obrera de la Industria del Calzado; era un intento de sustituir a la antigua organizacin zapatera de los cenetistas, favorablemente acogido por la prensa burguesa: ... los perniciosos efectos que en pocas pasadas dejara en Elda el ya extinguido Sindicato Unico del Ramo de la Piel no ser motivo ahora pa ra que se mire con recelo la nueva organizacin. (...) La nueva entidad en perodo de gestacin es la an ttesis de la desaparecida... (39). Los planteamientos sindicales de la nueva Fede racin eran pese a su palabrera ambiciosa mar cadamente reformistas, de acuerdo con los plan teamientos que en aquellos aos sustentaba U.G.T: En sus estatutos hace constar que acepta como prin cipio fundamental de organizacin proletaria el que sustenta la Unin General de Trabajadores de Espaa y adems que, cuando los medios econmicos del Sin dicato lo permitan, crear escuelas, Ateneos, Biblio tecas, peridicos y cuanto tienda, en fin, a elevar la cultura de sus asociados y de la clase obrera en gene ral. Son estos dos puntos de capital importancia: res ponsabilidad jurdica en la accin a desarrollar, ampa rada en las leyes promulgadas por el Estado y un am plio y optimista horizonte general (40) Pese a lo anterior, la agrupacin socialista el dense posiblemente por contacto con la mentali dad anarquista predominante en la ciudad fue la nica de todo el territorio valenciano que en el XII Congreso del PSOE. se opuso a la permanencia de los concejales socialistas en los consistorios corpo rativos de la dictadura. Sin embargo, durante toda la dcada de los veinte la F.O.I.C. slo lleg a contar con unos 400 afiliados (41) y nunca pudo suplantar al sindicato anarquista, que sigui dirigiendo pese a su semi clandestinidad la direccin de las reivindicaciones obreras de los aos 1927-1931. En los congresos so cialistas de 1927-28, los votos procedentes de Elda oscilan entre 34 y 60. Pero ello no significa que, pe se a estar en minora, se careciese de influencia real entre los obreros: S. Forner ha demostrado al es tudiar las elecciones eldenses de 1931 que muchos obreros, pese a seguir en sus fbricas las consignas libertarias, acudan a votar y apoyaban con su voto a las candidaturas republicanas y socialistas. Los propietarios de las industrias zapateras cons tituan durante estos aos la clase dominante de El da, habiendo desplazado completamente a los antiguos terratenientes: ellos eran los que dirigan el Casino Eldense, los partidos polticos (a excep cin, lgicamente, del socialista), las principales aso ciaciones. El Ayuntamiento estuvo en sus manos en todo momento y la mayora de alcalde o fueron em presarios zapateros (Maestre, Martnez Snchez...) o directamente vinculados a los intereses de la in dustria; en 1930, la mayora de concejales eran em presarios zapateros y entre los restantes haba empresarios de industria auxiliar o viajantes (42). Plaza de la Constitucin y fachada del Ayuntamiento. 75 Pese a que haba empresarios forneos (como Casto Pelez, los dueos de la Industria Espaola del Calzado y algunos socios capitalistas de algunas otras entidades) la mayora haba nacido o resida en la ciudad. Su nivel de vida ascendi notablemente durante la dcada, que supuso para algunos el ac ceso al uso del automvil, el disfrute de vacaciones estivales o a la segunda residencia en las cercanas de la ciudad. El nivel cultural aument significativamente y a este grupo social se debieron muchas de las iniciativas periodsticas surgidas durante la dcada. Marcelino Domingo con un grupo del Crculo Republicano eldense en 1928. Buena parte de las clases acomodadas eldenses eran ya decididamente repu blicanas. Durante estos aos se organizaron en defensa de sus intereses tras el precedente de su oposi cin a las actividades de la llamada Liga de la Alpargata, creando en 1924 la Sociedad de Fabri cantes de Calzado de Elda y Petrel en la que ingre saron la prctica totalidad de los empresarios ms representativos. Si bien como buenos integrantes de su clase fueron siempre partidarios de la defensa del orden pblico, fue en 1930 con la aparicin de las grandes huelgas y el desmoronamiento de la dictadura cuando ms presionaron (desde la cor poracin municipal, que slo a ellos representaba) en defensa de una poltica de mayor dureza: en el pleno del 30 de abril se pide la radicacin perma nente en Elda del cuerpo de la polica, al tiempo que implcitamente se oponan a los derechos de expre sin poltica de los obreros: ...una continua actuacin de funcionarios del referi do cuerpo que sirva de garanta a industriales y traba 76 jadores de que no ha de ser perturbada la vida de Elda por movimientos en que se mixtifiquen las aspiracio nes del elemento obrero con maquinaciones de ndo le poltica y revolucionaria... (43) No obstante, en 1930 la corporacin municipal ya no representaba a la ideologa de buen nmero de empresarios eldenses. Muchos de ellos ya comul gaban con partidos declaradamente republicanos, tanto del centro derecha (los radicales lerrouxitas, entre los que se encontraba el propio Rodolfo Gua rinos) como de centro izquierda (azaistas, como Emrito Maestre); algunos, sin abdicar de sus creen cias catlicas, formaban parte de la logia Amor, en la que se integraban los masones de Elda. C) La transformacin urbana La industrializacin era un autntico motor de transformacin de la ciudad. Todos los proyectos parecan encontrar terreno abonado en la Elda de los aos veinte, todas las iniciativas eran posible y escuchadas, aunque no siempre llevasen a buen puerto. La ciudad cambiaba por momentos, ante la mirada atnita de los ms ancianos, de aquellos que todava se resistan a desprenderse del blusn ne gro del labrador de siempre: este Elda nuestro, de nuestro pasado y de nuestros amores, es cada vez ms Elda y menos nuestro (44). Durante la dcada los edificios pblicos se multiplican: nuevo matade ro, se reforma la casa consistorial, se construye el nuevo puente sobre el ro en el camino de la esta cin; en un slo da, el 9 de febrero de 1930, se inau guran la sede de Cruz Roja, la de los bomberos y la Gota de Leche (considerada entonces la mejor casa de la provincia) y an queda tiempo para colocar la primera piedra de las Escuelas Nuevas; se des va la carretera para que no atraviese el centro del Vista general de la poblacin en 1929. pueblo (en 1925 la prensa peda medidas para es trechar la vigilancia en todas aquellas vas de la po blacin, donde circulan incesantemente gran nmero de camiones y coches e impongan enrgicos casti gos a los conductores, cuya excesiva velocidad puede acarrear lamentables accidentes) (45); se pa vimentan y adoquinan algunas calles y mejora el alumbrado pblico. Las nuevas diversiones ocupan cada vez ms el tiempo libre de los eldenses: nacen los primeros clubs de ftbol locales; surgen nuevas salas de baile que divulgan con prontitud las can ciones ms actuales; aunque ya exista en la dca da anterior algn local dedicado a la proyeccin de pelculas, es en los aos veinte cuando el cine se con vierte en el entretenimiento preferido de las tardes de los domingos y surgen salones como el Cervan tes, el Coliseo Espaa y algunos otros (tambin el teatro Castelar proyecta); con el cine llega a Elda el contacto con nuevas modas, otras tierras, otras men talidades; algunos puritanos se escandalizan con al gunas costumbres introducidas por el cinematgrafo (46). Sin embargo, el cambio ms claramente percep tible en Elda es el rpido crecimiento del ncleo ur bano. La ciudad resguardada sobre la loma que corona el viejo castillo de los Coloma, que ya haba comenzado tmidamente su expansin a finales del siglo XIX, cuando construy sus primeras factoras y el barrio de la Prosperidad, se extenda rpidamen te en todas direcciones, pero sobre todo hasta al canzar el trmino municipal petrelense. Aunque hubo muchas otras iniciativas menores, cabe destacar b sicamente la constitucin de dos sociedades para la construccin de casas baratas: El Progreso y La Fraternidad, la primera constituida en 1916 y la se gunda en 1922, aunque ambas comenzaron las obras en la dcada de los veinte; aunque concluyeron sus objetivos despus de la Guerra Civil, cabe destacar que pretendan construir respectivamente 550 y 1.000 viviendas, es decir, albergar casi a tanta po blacin como posea la ciudad en 1922: durante aquellos aos, pues, Elda supo preveer su crecimien to mucho ms eficazmente de lo que lo hara en los aos 1955-75, cuando vivi su segundo gran proce so de urbanizacin. Tanto El Progreso como La Fra ternidad nombres significativos de la mentalidad general de aquellos aos eran barrios habitados mayoritariamente por obreros de las fbricas de cal zado, que cotizaban semanalmente a las socieda des cooperativas y aguardaban esperanzados que dado que las casas eran entregadas conforme era terminada cada manzana la suerte les fuese pro picia y pudieran acceder cuanto antes a una vivien da propia. Aquellos barrios, de planta baja en el caso de La Fraternidad y una altura en El Progreso, esta ban magnficamente planificados para la poca: cru ces de calle perfectamente perpendiculares, facilidad de circulacin para el trfico de entonces, espacios reservados para necesidades sociales (en ellos se construyeron despus las plazas de Castelar y la Con cordia y el Mercado de Abastos); la fuerte masifica cin posterior no es, en modo alguno, imputable a aquellas innovadoras cooperativas, de cuya junta di rectiva formaron parte no slo trabajadores de to das las tendencias sino tambin algunos grandes empresarios (Rodolfo Guarinos form parte de la pri mera directiva de El Progreso). Junta Directiva de la Sociedad de Casas Baratas La Fraternidad , . Ao 1930. El entusiasmo de los eldenses de la poca por construir una ciudad distinta, vanguardista, adapta da a un futuro que conceban ilimitado llev a pro puestas que an hoy pueden calificarse, cuanto menos, de audaces: en 1921 el arquitecto Ildefon so Borrell present al consistorio un proyecto (re chazado) de trazado viario que unira los terrenos de la sociedad El Progreso con la carretera de Ali cante (una especie de prolongacin de la Gran Ave nida por la actual calle del Padre Manjn); en 1928, el semanario Idella lanz la idea de construir una amplia avenida de sesenta metros de anchura si 77 guiendo el trazado de las actuales calles de Anto nio Vera y Reina Victoria (47). Eran proyectos propios de una sociedad dinmica, sonriente, emprendedo ra e ilusionada, transformada radicalmente en po cos aos, gracias a la buena marcha de la industria zapatera. El presidente de la Repblica. N iceto Alcal Zamora, visitando en 1932 la f brica de calzado de Francisco Rivas. Foto cedida por Jos Luis Bazn. 2. LA II REPUBLICA En las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, las candidaturas republicanas obtuvieron el mayor triunfo electoral conseguido jams en Elda: aunque las elecciones eran con listas abiertas y se deba elegir a un nmero de candidatos inferior al de concejalas asignadas a cada distrito (un sistema similar al actualmente vigente para las elecciones a senadores), los 15 candidatos republicanos que re sultaron todos elegidos consiguieron conjuntamen te 9.069 votos, frente a 885 para los trece candidatos monrquicos (de los que slo salieron elegidos tres, con un nmero de votos ostensiblemente inferior). El triunfo fue aplastante en todas las secciones elec torales, oscilando entre los 5.5 votos republicanos por cada monrquico (de la seccin nica del distri to 1) y los 17.3 (de la seccin 2. a del distrito 111) (48). No es de extraar, pues, que el martes 14 de abril la ciudad viviese en un ambiente de jbilo y clamor popular la proclamacin de la II Repblica Espaola. Las elecciones del 12 de abril, las primeras ver 78 daderamente libres en muchos aos, supusieron la eleccin del primer ayuntamiento totalmente vincu lado con los intereses de la industria del calzado, al ser literalmente barridos del mapa poltico los can didatos monrquicos que representaban a la anti gua oligarqua terrateniente (Maestre, Coronel). El hundimiento electoral de los monrquicos dejaba tambin fuera del consistorio a algunos representan tes de la ms rancia burguesa zapatera (Trinidad Ve ra, Luis Amat, Jos Sirvent, Tefilo Romero...). Los candidatos monrquicos representaban, sin duda los ideales conservadores, religiosos integristas, las con cepciones ms clasistas de la sociedad; pero el blo que republicano no era un conjunto homogneo, representante slo de los intereses de la clase obrera AL II O II L o, 1 01 , I Stpliernite, 1111 MnInit !lee1.Itepllea *Le tle pneillo cubo, Lel. 11 . a la, Ll 111,, titInatltrar Lite, en el campo Nr44 Ie./S, 4. 03 J. Lije ni. 1. I. .1. 1. L i111.11114.k. lei..4.1.1 prole.. Imantan, t. C. Portada de Albor, una de las numerosas revistas eldenses de los aos treinta. Toda la cultura eldense de aquellos aos est impregnada de una profunda fe en la repblica naciente. LA ONZA DE ORO Fbrica de Calzado Fino de Lujo sale, STK Anuncio publicitario de la fbrica de calzado de Joaqun Vera Prez, uno de los alcaldes deElda durante la II Repblica = Efba es el primer centro probuctor be apatos be Esparta. -=. a - Las smoras bistinguen por su linea y efegan - -2 da tos apatos fabrieabos en Efba. :- E.- . 5--7 t i .. .-- --= = : Ef betaffista be apatos sabe bien cuan fcil- 1 1 : mente expenbe [os fabricabas en Efba. - - = = 5bmittiosteilimiiiiiiiiitionillimumilil liimiluliiiiiiii ilimuninimmuumitimmumi; .. -. T. B. O. - a A R ............~.................................: 1 S .. ~ro d. ira* ODEIZLEZ euera*.ou Vitt WESOE DE VIOLES SIMIO ..X.6 U A DO E ----- -=:.: 7:,,,==,: ---- ELDA 4 *11141111..E.L . Anuncio laudatorio del calzado eldense en las pginas de Albor, 1934. o de las ideas revolucionarias de transformacin so cial: respecto a la industria del calzado, los repu blicanos defendan intereses bien diferentes, encon trados en ocasiones. En el seno de la candidatura vencedora coexistan fabricantes de calzado y pro pietarios de industrias auxiliares, junto con obreros y varios profesionales liberales de titulacin univer sitaria (dos mdicos y un farmacutico); la alianza poltica de obreros y pequeos burgueses, unida ante el anhelo comn de derribar la monarqua, aplaz en dicha fecha cualquier disensin interna y hasta un alto nmero de afiliados al sindicato anarquista (contrario a participar en todo tipo de elecciones) acudi a votar (49). Resulta esclarecedor compro bar que en todas las secciones electorales tanto en las barriadas obreras de reciente construccin co mo en las calles ms cntricas la gran mayora de electores republicanos apoyaron a todos los candi datos, no habiendo apenas ningn rechazo entre los obreros a votar a empresarios ni entre la pequea burguesa a la hora de elegir a un militante socialis ta. Entre 1931 y 1936, la prctica totalidad de alcal des de Elda (que siempre vot mayoritariamente a las candidaturas republicanas y socialistas) fueron empresarios industriales. A) Una industria en expansin A pesar de todos los avatares polfticos y de la agudizacin de los conflictos sociales, la industria zapatera sigui creciendo fuertemente durante la Re pblica, hasta el estallido de la guerra civil. Aunque, como veremos, algunos datos econmicos son con tradictorios, ambiguos y siempre poco fiables, el n dice de crecimiento demogrfico anual fue superior al 6% entre 1930 y 1935, el mayor de toda la histo ria de Elda (50); este incremento de la poblacin es tuvo basado, lgicamente, en una fuerte inmigracin de mano de obra y ello no hubiese sucedido sin la existencia de abundantes oportunidades de traba jo en la industria. FABRICA DE CALZADO MECNICO el. ilell 11 110 le e I 1 1 I RODOLFO GUAR INOS S.A. PRODUCCIN DIARIA: 1.800 PARES ELDA ESPECIALIDAD; ZAPATO SPORT ALTA PANTASIA Anuncio publicitario de Rodolfo Guarinos. Programa de fiestas de 1935. Segn la Matrcula Industrial, haba en Elda no venta fbricas de calzado en 1934, aunque 51 de ellas no sobrepasaban los cuatro operarios y haba descendido tanto el nmero de empresas que su peraban el centenar de trabajadores como el em 79 pleo en la industria. Sin embargo, no puede acep tarse en modo alguno esta aparente decadencia de la industria, mxime cuando todos los autores afir man lo contrario: Bernab Maestre escribe que El da produca en 1935 unos seis millones de pares (51); Forner que entre 1915 y 1935 la produccin de calzado de Elda haba experimentado una tasa de crecimiento de casi el 200% (52); Navarro Pas tor que durante la Repblica la industria de calza do continu su expansin lenta y callada, pero tenaz y de profunda eficacia (53). CALILIALIDOS FABRICACIN Y MANUFACTURA nuinuckiiriiiii MARTA: GSM ItEs H II ijo de Gabriel len Marca 1,1. , :% bt)4.n 40. Registradd n..! Anuncio de la fbrica de Hijo de Gabriel Vera, en 1933. cuando afirmaba pro ducir 1 .500 pares diarios. Publicado en El Cronista. La Matrcula Industrial es una fuente que, en to do momento, minusvalor el nmero de trabajado res realmente empleados en cada empresa. Por ejemplo, slo cita una empresa con ms de 250 tra bajadores en 1934: Rodolfo Guarinos, con 252 obreros: sta contaba con al menos 443 trabajado res en 1931 (54) y en los arios siguientes aument considerablemente su produccin, por lo que dif cilmente pudo sufrir un descenso del nmero de em pleados. Segn testimonios cercanos a la familia, la empresa Pedro Bellod Pay contaba en 1933 con unos 260 obreros. Prcticamente en todas las em presas de las que poseemos testimonios orales fia bles el empleo era muy superior al reflejado oficial mente, aunque buena parte de l no realizaba su trabajo en el interior de la factoria. Como corrobo racin, a final de 1935, por motivos que descono cemos, ocho empresas eldenses hubieron de darse de baja en el registro para inscribirse nuevamente 80 a comienzos de 1936; curiosamente, pasan conjun tamente de poseer 139 obreros a 355; en alguna de ellas la variacin fue enorme: P. Milln Borrs pa s de cuatro operarios a 48 y A. Juan Busquier de 8 a 44 (55). Varias empresas auxiliares aumentaron notablemente su produccin durante estos aos. En absoluto puede, pues, aceptarse como fiable la ci fra de 2.110 trabajadores de la industria del calza do en Elda en 1934, aunque tambin resulta exage rada la de 11.000 que tomada de un estudio del Ministerio de Economa realizado en 1930 segua utilizndose en algunos escritos; es posible que es te empleo tan elevado fuese alcanzado en Elda en 1935, pero contabilizando tambin a los trabajado res de las industrias auxiliares. Jos Mara Gil r , cial,ind en Arneuka Trenzados pozo V1,101,1 28 271 ELDA i-abrice de Calzados Ftnos para Seoril Ilkt.t.E09,1111 tit, Anuncio de la fbrica de calzado de los Mara Gil. Albor, 1934. Lo que est fuera de dudas es que la instaura cin de la Repblica no vari en absoluto la estruc tura de poder en la industria zapatera: ... seis de las diez fbricas con ms de cien emplea dos que tiene la ciudad en 1935 pertenecen a dos fa milias mtuamente emparentadas y totalizan el 39% de la ocupacin de la ciudad, contabilizada por las ma trculas. Estas dos familias, junto con seis ms, con las que estn emparentadas, ocupaban el 50% del empleo y disponan de las fbricas ms grandes, modernas y mecanizadas de Elda, adems de un establecimiento filial en Almansa con 200 operarios. En parte son na turales de la ciudad que emigraron a mediados de si glo o inmigrantes de los pueblos vecinos (56) Tal como afirma el prrafo anterior, la propie dad de las grandes empresas zapateras estaba con centrada en muy pocas familias, aunque en su mayor parte se trataba de gentes largo tiempo enraizadas en la ciudad: los apellidos Vera y Guarinos a los que sin duda se refiere el profesor Bernab ya exis tan en Elda desde el siglo XVI (57). Ya vimos, al re ferirnos a los orgenes de la industria, cmo la prctica totalidad de los primeros zapateros eran na turales de la propia villa, que apenas reciba inmi grantes en aquellos aos. Es cierto, no obstante, que en los aos treinta ya haba varios empresarios in migrados (caso de los Bellod, oriundos de Onil) y fbricas de capital forneo. cea Ch5ense SOCIEDAD ANNIMA Loperativa A mqr 1%) ondruerin Je LL.10 1.1 I I Z PA4111 A IYV WASSult ELDA La Eldense, cooperativa de construccin de calzado. Anuncio en El Cronista. de 1932. Durante estos aos, tal vez influenciados por el desarrollo que el cooperativismo estaba alcanzan do en el sector de la construccin de viviendas, aparecieron en Elda intentos de constitucin de coo perativas de produccin de calzado, como La El dense, S.A., ubicada en la calle de Casto Pelez, que comercializaba sus zapatos con el nombre de La perdiz. Mayores logros se alcanzaron en Petrel, don de la cooperativa El Faro declaraba en 1932 estar compuesta por 350 asociados (aunque afirmaba no producir ms que 350 pares diarios). Meses antes de la guerra civil, el asociacionismo obrero como for ma de produccin comenz a ser contemplado co mo una alternativa a la crisis econmica que pade can algunas empresas; as, ante los problemas sur gidos en la fbrica de Francisco Vera tras la suspen sin de pagos de La Imperial (una red de zapateras) en un peridico socialista se escribe que: Si la fbrica est parada tanto tiempo por la incapa cidad del patrono no sucedera igual si estuviera en manos de los obreros que trabajan en ella. Hay que poner en juego todos los recursos de que dispongan esos obreros antes que permanecer rodeados de la miseria y el hambre (58) Sin embargo, hasta el comienzo de la guerra ci vil, no existi en la ciudad una verdadera alternati va socializadora en la industria zapatera, nunca se pas de alguna modesta iniciativa o de simples opi niones. La productividad y la organizacin en el seno de las empresas s debieron mejorar durante estos aos. En enero de 1932, segn una ancdota referida a la visita que realiz a la fbrica de Rodolfo Guari nos el Presidente de la Repblica, se afirma que al entrar se le tom medida al pie y a la salida se le entreg un par de zapatos realizado mientras reco rra las instalaciones de la empresa (59). Sea verdad o no, fuesen zapatos realizados en ese breve tiem po o retirados del almacn de la factora, la empre sa aludida haba mejorado su organizacin produc tiva y aumentado su produccin: el anuncio inserta do en el programa de fiestas de 1935 afirma que la empresa ya produca 1 .600 pares diarios. Posiblemente sea Pedro Bellod Pay que pro duca unos 500 pares diarios y lleg a alcanzar oca sionalmente los 750 la empresa cuya organizacin interna conocemos mejor, gracias a las entrevistas realizadas al entonces gerente y a un estudio ela borado sobre la misma en 1932 (60). El estudio ex plica que la empresa segua un estricto sistema de inspeccin de tiempos, que comenzaba utilizando chapas para controlar la puntualidad de los obre ros (61 ) y continuaba con la asignacin a cada tarea de una nota con tantos tickets como operaciones ha ba; dichas notas que ya eran utilizadas en buen nmero de empresas (Antonio Porta, por ejemplo, tambin las utilizaba) permitan saber en todo mo mento en qu seccin se encontraba una determi nada partida y, adems, mejoraban la productividad de la empresa en una poca en la que el destajo to dava no estaba generalizado: .. . debido a que a cada operacin se le asigna un pre cio determinado, la contabilizacin de ellos en ofici na, muestra claramente si el rendimiento de un operario es o no el que corresponde de acuerdo al dinero que recibe. 81 Bajo este punto de vista tiene la gran ventaja de que cuando un operario pide aumento de jornal, se es tudia si procede o no, obrando en consecuencia, y accediendo inmediatamente a su deseo si es justo; generalmente, el empresario previsor, se anticipa a su demanda, por lo que el aumento de jornal concedido al obrero que lo merezca, acta sobre los dems co mo estimulante y no como germen de discordia (62) El proceso de mecanizacin continuaba desarro llndose en la mayora de empresas: Opuestamente a lo que la general opinin cree so bre el reducido nmero de mquinas que esta indus tria utiliza, basta decir que en una fabricacin de calzado de caballero, se pueden ejecutar actualmen te unas 70 operaciones mecnicas... (63) Sabemos de un Presidente del Consejo de la Econo ma, que confes admirado ante nuestras instalacio nes fabriles que jams se le haba ocurrido pensar que una fbrica de calzado fuese lo que estaba vien do (64) No sabemos a ciencia cierta cul fue el aumen to de maquinaria producido en estos arios; Berna b Maestre slo cita las de corta suela, unas 70 en 1934 en la industria eldense. Pero haba muchas otras ms. Los anuncios de la poca muestran mquinas de cortar tiritas para el pasado de pares, de lujar can tos, de rebajar topes y contrafuertes... Por ejemplo, en la seccin mecnica de la fbrica de Pablo Maes tre haba unas treinta mquinas; en P. Bellod buena parte del cortado era realizado a mquina, emplendose tambin a mujeres en esta labor. La maquinaria, al igual que en los aos treinta, segua adquirindose o arrendndose bsicamente a las Detalle de la fbrica de Pedro Bellod en los aos treinta 82 compaas United y Ariza y Ochoa (representante en Espaa de la empresa Maschinefabric Moenus G. de Frankfurt), ambas con sucursal en Elda; la ciu dad segua siendo el principal ncleo de fabricacin de maquinaria para el calzado existente en Espaa, manteniendo las cuatro empresas existentes en los aos veinte, enfocadas a la produccin de mqui nas menos complejas que las extranjeras y cuya ca lidad segn coinciden en afirmar todos los fabri cantes zapateros consultados no podan compe tir con los alemanes y norteamericanos. Casi todas las empresas seguan suministrando a sus mquinas la energa necesaria gracias a motores de gas po bre y embarrados, aunque algunas mquinas ya se alimentaban individualmente con energa elctrica. La generalizacin de la maquinaria en las empresas choc, durante estos aos, con una menor oposi cin de los obreros eldenses, que mejor pertrecha dos ideolgicamente para entender la realidad social que vivan ya no achacaban a las mquinas el ori gen de sus males: ...si examinamos detenidamente el paro actual, veremos claramente que no se debe a las mquinas tal estado, y s por el contrario son muchos los beneficios obtenidos de ellas (66). Como una muestra ms de la complejidad alcan zada por la industria, las empresas ya concedan una mayor atencin al trabajo administrativo: en las ma yores se alcanzaba la decena de oficinistas. El sistema de compras no vari excesivamente respecto a la dcada anterior y, aunque aumenta ban de ao en ao el nmero de almacenistas de artculos para calzado establecido en la ciudad, los empresarios importantes acudan a las propias f bricas suministradoras para realizar las compras ms costosas, como los curtidos. Algunas de las princi pales empresas auxiliares no requeran desplaza miento alguno porque estaban ubicadas en la ciudad, caso de las fbricas de hormas y tacones. Estas em presas, que seguan siendo las mismas establecidas durante los veinte, aumentaron su produccin de acuerdo con la mayor demanda de las industrias del calzado; as, Julio Beneit segua produciendo el mis mo nmero de tacones que en 1929 (150.000 doce nas anuales), pero multiplic por quince su produc cin de hormas entre 1929 y 1935 (67) y comenz la fabricacin de pernitos, con una tirada de dos mi llares de pares diarios. J ulio 11 . iN enea avarro 1:91AN 9.111.1 MEI fl LI tor osto KO Lot EX lo POCIN INTERNACIONA CO 119.61.099 1999 ELDA J1 1.10 111,19, 9911 ,9 49 1 91,911 k. MAYA.. NOM.. 1191.99 lo Prolueein diaria: MIMAS, 200 pare* TACONES. 50n Pito BLENI A ItEst E I,T( ;FABRICANTES DE CALZADO! 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Bellod, especializada en la fabricacin de calzado de caballero: ... tenamos depsito de calzado, atendido por per sonal de la empresa, en Barcelona, con personal cata ln y viajantes catalanes; trabajaban las cuatro provin cias catalanas, servidas desde la casa de Barcelona. Era un almacn al por mayor exclusivamente nuestro. (...) tenamos viajantes nuestros en toda Espaa (...) ca da viajante iba con el coche nuestro y con su chfer. Los viajantes tenan su dieta de gastos; el chfer, lo mismo; los gastos de coche los justificaban y ellos con su dieta se pagaban sus hoteles, sus gastos; el chfer le llevaba a la puerta del cliente, les bajaba las male tas de las muestras, se las recoga y se las guardaba y no tena que preocuparse de ms, era comodsimo y rapidsimos (69) Aparte de los viajantes, algunas ventas eran rea lizadas a travs de zapateras propiedad de ciertas fbricas de calzado y otras a travs de almacenes distribuidores establecidos en grandes ciudades co mo Madrid o Barcelona (por ejemplo Hijo de Vicente Gil Alcaraz posea casa en Madrid, en la calle de San Bernardo); otras veces, eran algunos compra dores los que gustaban de viajar a Elda para adqui rir la mercanca. Una gran empresa que acudi a Elda para reali zar buena parte de sus compras fue la cadena de zapateras denominada Calzados La Imperial, que contaba en 1935 con un capital de diez millones de pesetas y ms de cuarenta sucursales repartidas por toda Espaa; esta compaa durante los arios 1934 y 1935 adquiri calzado por valor de varios millo nes anuales, llegando a contratar la prctica totali dad de la produccin de algunas empresas, como Francisco Vera (que, adems de su fbrica de El da, posea una factora en Almansa) y media doce na ms (70); Pedro Bellod (que se resista a depender exclusivamente de un solo cliente) lleg a alcanzar su record de produccin 750 pares diarios para suministrar 500 pares a La Imperial. Tambin en estos aos se trat de avivar la ex portacin, cuyo volumen slo fue verdaderamente importante en los aos de la gran guerra (cuando se lleg a instalar una empresa extranjera Eugenio H. Browne dedicada a la produccin de calzado militar para exportacin), pero decay drsticamente tras la paz de 1919 para reducirse a su mnima ex presin en 1924, a juzgar por los datos de la Junta de Obras del Puerto de Alicante (71); segn esta fuen te, la exportacin de calzado se multiplic por treinta entre 1924 y 1931 para descender de nuevo en los aos anteriores a la guerra civil. Esta reduccin de la exportacin durante el perodo republicano no fue debida a problemas achacables a las empresas (pre cios altos, mala calidad, falta de capacidad organi 83 zativa, prdida de competitividad, en suma), pues la mejora de la industria fue evidente en aquellas fechas, sino a la fortsima contraccin del comercio internacional subsiguiente a la crisis de 1929 (el de nominado crac de Wall Street) que aviv el protec cionismo econmico de los principales pases industriales: el crecimiento de la produccin zapa tera eldense en aos de dura recesin econmica es una prueba de la relativamente buena salud la industria, pero hubo de basarse en el consumo in terno. La exportacin fue un tema que preocup a los empresarios eldenses durante aquellos arios y el propio Presidente de la Repblica tuvo ocasin de constatarlo durante su visita a las principales fac toras eldenses en 1932, al escuchar las quejas de los fabricantes ante las excesivas trabas aduaneras que haban implantado la mayora de pases (72). Mu chas empresas eldenses estaban ya capacitadas pa ra competir en el mercado internacional, pero la crisis de 1929 primero y el levantamiento militar despus (con sus largas secuelas: falta de materias, imposi bilidad de adquisicin de maquinaria procedente del exterior, reglamentacin estricta...) obligaron a que la exportacin masiva no fuese posible hasta los aos sesenta. No obstante, una ancdota sirve co mo muestra de esos deseos de exportacin (pese a la falta de estructuras de distribucin consolida das) y de esa capacidad competitiva alcanzada: al gunas empresas eldenses Porta, Bellod,... se introdujeron en el pequeo mercado de una nacin que no poda autoabastecerse de calzado y, por tan to, no se cerr a la importacin: ... yo me empe en exportar; en el Ministerio de Asuntos Exteriores me dieron la direccin de los agre gados comerciales de las embajadas; escrib a todos, preguntndoles la forma de vender zapatos en ese pqs. En Islandia creo que no haba representacin di plomtica y escrib a comerciantes, que no s de dn de saqu la relacin. Uno de estos comerciantes, con la mujer y el hijo, vino a Espaa, con un intrprete ca taln y visit la fbrica; vieron los artculos, les intere s un tipo de zapatos con pisos de doble suela, que en Islanda iban de maravilla, unos zapatones! El pro cedimiento era por apertura de crdito irrevocable; no sotros les dijimos: Si ustedes consumen de modo normal y frecuente, nos comprometemos a servirles en un mximo de se senta das y, si ustedes dan su conformidad al crdito en sesenta das, nos es suficiente. 84 As empezamos; y les dije; Por cada envio que les hagamos, eran de mil pares les dejamos de servir dos o tres pares y les mandamos dos o tres pares nuevos, distintos a los que consumen, para que vayan viendo la renovacin de modelos, de hormas, de todos (73) Cartilla de ahorros del Banco de Elda. La industria del calzado eldense, que desde mu chos aos atrs haba sabido dotarse de una amplia infraestructura auxiliar (hormas, tacones, cajas...), lle g a generar en estos aos una iniciativa financiera autctona: el Banco de Elda, constituido en abril de 1933 para apoyar a la industria y el comercio local. El Consejo de Administracin del banco estuvo com puesto en su mayora por una burguesa progresis ta y republicana: el presidente, Angel Vera Coronel, desempe el cargo de gobernador de Cceres, Cdiz y Zaragoza con los gabinetes republicano socialistas; el consejero -secretario fue durante la gue rra civil el cerebro organizador de la S.I.C.E.P. La mayora de consejeros eran empresarios, bien del calzado (Francisco Vera, R. Guarinos, J. Martnez Gon zlez, Francisco Rivas) o de sus industrias auxilia res (E. Maestre, J.I. Aguado) (74). Aunque el banco se constituy con un capital de tres millones, ape nas lleg a desembolsarse uno hasta 1935; el ban co desarroll su actividad en medio de grandes dificultades, tanto por la aguda crisis econmica ge neral que frenaba las inversiones y la demanda de crditos como por la poltica monetaria restringi da fijada por el Ministerio de Hacienda, aunque s lo durante el ejercicio de 1934 suministr a la industria y comercio local.., unos diez millones de pesetas, facilitndole el descuento de unos catorce millones de letras de cambio (75). El Banco, es evi dente, careca de la capacidad suficiente para mo nopolizar el negocio bancario de la industria zapatera BANCO DE ELDA4. Capital suscrito desembolsado Ptas. 3.000 : 000 1.000.000 4 . 700.000 Datos ms importantes del Balance al 30 - 6 - 34 ACTIVO Caja y Bancos. . . . . Ptas. 172.40481 Cartera 735.215 PASIVO CUENTAS CORRIENTES A la vista Ptas. 264.30907 4 Caja de Ahorros. . . 92.74309 . , 42-1-331 Anuncio publicitario del Banco de Elda. Programa de fiestas de 1935. en una ciudad que contaba con tres sucursales de grandes entidades (las dos establecidas en la dca da de los veinte ms el Banco Popular de los Previ sores del Porvenir), pero reflej el espritu empren dedor imperante entre la burguesa eldense de aque llos arios. B) Una sociedad radicalizada Los grandes problemas laborales de los prime ros aos treinta siguieron siendo los mismos de la dcada anterior, aunque hubo una serie de medi das sociales tendentes a paliar problemas como el trabajo infantil (y una de sus principales secuelas, el analfabetismo) y hubo una fuerte voluntad inter vencionista respecto a cuestiones como el paro obrero. El padrn municipal de 1935 ofrece una abun dante informacin acerca de los salarios obreros, gra cias a que muchos de ellos declararon en las hojas de empadronamiento el jornal que perciban; segn esta fuente (76), el salario medio de un zapatero va rn adulto era, aproximadamente, de cinco pesetas (similar al de un guardia municipal, un barrendero y un jardinero), algo superior al de un bracero, un dependiente o un albail, pero muy inferior al de empleados de empresas estatales como un ferrovia rio o un telegrafista. Sin embargo, el salario no era homogneo sino que presentaba fuertes oscilaciones segn la edad, el sexo o la funcin desempeada en la empresa. As, aunque los salarios de los varones entre 20 y 60 aos eran muy similares (en torno a laSti.nco pe setas) y dependan de la pericia de cada uno, las di ferencias con los aprendices era muy notable los menores de 15 aos cobraban alrededor de dos pe setas y los comprendidos entre 15 y 20, unas tres. Tres pesetas era tambin el salario aproximado de una mujer adulta. Pero las mayores diferencias apa recan al comparar el salario de los oficiales con el de los empleados de mayor cualificacin o respon sabilidad: el sueldo medio de un oficinista era de 6.4 ptas., el de un patronista de 8.6 y algunos encarga dos de ciertas fbricas cobraban hasta 10 12 pe setas diarias; sin embargo, haba personal cualificado que perciba remuneraciones mayores: el jefe de ofi cinas de una de las mayores empresas cobraba 500 85 pesetas mensuales; un modelista que perciba 75 pe setas semanales reciba una gratificacin de 500 pe setas al finalizar el ao (77). En una industria auxiliar, Julio Beneit, en 1935 los taconeros cobraban sala rios diarios trabajando a destajo en torno a las 10-15 ptas diarias (78). Pese a que, en algunos casos se perciban sala rios elevados, los jornales medios se mantenan en el lmite de lo necesario, como demostr la algara da popular producida por el aumento del precio del pan en 5 cts. La renta familiar disponible, basada esencialmente en los ingresos del padre, segua de pendiendo en buena medida del nmero de integran tes que trabajasen. Aunque en la prensa izquierdista se siguieron pu blicando testimonios de jornadas de trabajo exte nuantes (79), en las fbricas ms mecanizadas el horario laboral era de ocho horas diarias, seis das a la semana, aunque durante las temporadas de ma yor trabajo los obreros solan realizar alguna hora extraordinaria, velar. Si bien los zapateros que tra bajaban en sus domicilios cobraban por pares reali zados, en las empresas de mayor mecanizacin aunque siempre existan medios de conseguir una productividad suficiente, como vimos anteriormen te el destajo no estaba generalizado. Curiosamente, cuando a comienzos de 1936 una empresa auxiliar que trabajaba a destajo Julio Beneit, que emplea ba a ms de un centenar de obreros intent supri mirlo en la seccin de tacones, el semanario socialista Rebelin arremeti contra el empresario y defendi el mantenimiento del trabajo a destajo porque el sis tema de jornal fijo supona en ese caso concreto una menor remuneracin al obrero (80), pese a que el empresario se haba comprometido a abonar al obre ro la semana completa aunque hubiese trabajado slo cuatro das (situacin improbable dado el in cremento de pedidos). El paro segua siendo el principal temor para los obreros eldenses y para intentar paliarlo surgieron un buen nmero de iniciativas tanto pblicas como particulares, aunque el problema se presentaba ms en otros sectores (construccin, agricultura) que en la industria zapatera. As, para paliar el paro entre los obreros del ramo, la Sociedad de Albailes (ads crita a la U.G.T.), cre una Caja de Seguro entre sus afiliados, que construa casas de planta baja prxi 86 mas al colegio Padre Manjn que posteriormente eran rifadas entre el pueblo, gracias a lo cual consi gui aminorar casi totalmente la enorme crisis que haba en el ramo (81 ), habiendo construido hasta mediados de 1934 siete viviendas; tambin el ayun tamiento tom iniciativas para mitigar el paro, co mo la mejora a costa del presupuesto municipal del camino entre Elda y Petrel o la obligacin impuesta por el alcalde a los terratenientes de contratar a un nmero de obreros acorde con las dimensiones de sus fincas, al tiempo que se aprobaba un recargo sobre el precio de las localidades de los espectcu los pblicos. La ms vergonzante de las iniciativas, por su carcter xenfobo, fue la acordada en 1936 por patronos y sindicatos de no admitir a obreros forasteros mientra hubiese paro en la localidad (82) . La llegada de inmigrantes segua producindo se masivamente durante los primeros aos treinta: entre 1931 y 1935, el saldo migratorio de Elda as cendi a ms de tres mil setecientas personas, bsi camente de los pueblos cercanos. La fortsima inmi gracin (ms de un 25% respecto al nmero de ha bitantes de Elda de 1930) produjo un marcado reju venecimiento en la pirmide de edades: slo uno de cada veinticinco residentes en Elda en 1935 supe raba los 65 aos; lgicamente, ello se tradujo en una superabundancia de mano de obra el 64.3% de los eldenses contaba entre 15 y 65 aos, es decir, se encontraba en plena edad laboral, en un momen to en que el paro obrero se intensificaba en el sec tor agrario de los pueblos circundantes (Pinoso fuese el municipio del que mayor nmero de trabajado res vino a Elda en los primeros aos treinta). Es cu rioso que, gracias a que las disposiciones de la alcalda eldense acrecentaron las posibilidades de trabajo en las explotaciones agrarias de este trmi no, el nmero de agricultores eidenses se dispar a causa de la inmigracin masiva de campesinos de pueblos vecinos. Si a principios de la dcada el paro obrero en el sector calzado no lleg a ser excesivamente gra ve, en 1936 el problema se intensific, en buena par te como consecuencia de la suspensin de Calzados La Imperial, que supuso una drstica reduccin de trabajo para algunas empresas que, caso de Fran cisco Vera, apenas haba llegado a trabajar un par de semanas durante el ltimo cuatrimestre de 1935 (83). Las deudas de esta compaa a las fbricas el denses ascenda a unos cuatro o cinco millones de pesetas a comienzos de 1936, segn el semanario Rebelin, que era pesimista ante la posibilidad de que la cadena de zapateras remontase la crisis. Ante la crisis econmica, fueron bastantes las vo ces que pedan soluciones como la limitacin a la libertad de industria, impidiendo la creacin de nue vas empresas, o la restriccin de la produccin (84); desde la prensa obrera se atacaba al principio de la libre competencia, de la ley de oferta y deman da, de las races de capitalismo, en suma, como causa necesaria de toda crisis y no exista ms alternativa que una revolucin social, que se pensaba prxima. La esperanza en esa revolucin social, que ha ba que conseguir a travs de la lucha diaria, de las acciones reivindicativas, de una prctica sindical ra dicalizada, por un lado, y el aumento del paro obre ro, las deficientes condiciones laborales y la crisis econmica, por otro, hicieron de estos aos un pe rodo de fuertes enfrentamientos sociales. Adems de las frecuentes huelgas, a las que nos referiremos a continuacin, la ciudad vivi abundan tes momentos de tensin y algaradas callejeras, en ocasiones de forma prcticamente espontnea o cuanto menos sin que ninguna organizacin se atribuyese los mismos. As, a mediados de mayo de 1931 se produjo, al igual que en otros puntos del Estado, una fuerte agitacin anticlerical y antimonr quica que trajo consigo el saqueo de la iglesia de Santa Ana y graves vejaciones al cura -prroco y al ltimo alcalde de la dictadura, sin que las autorida des acertasen a controlar la situacin, por miedo a aparecer ante los sectores obreros ms radicaliza dos como defensores de las capas bienestantes; los socialistas se apresuraron con prontitud a matizar que ni el PSOE. ni la U.G.T. haban intervenido en aquellos hechos reprobables. .. y atropello a ciuda danos indefensos (85); tambin lo hicieron, a ttulo personal, algunos afiliados a C.N.T., pero no las or ganizaciones anarquistas. Tambin en mayo, pero de 1932, ante la subida del precio del pan 5 cts. por kilo un alto nmero de mujeres se congreg a la puerta del ayuntamiento en seal de protesta, disolvindose slo tras la promesa de restablecimien to del precio anterior (86). Un ao despus, el 11 de mayo de 1933, se produjo un atentado cuando un grupo de integrantes de la F.A.I. arrojaron cuatro bombas contra la Guardia Civil al paso del in menso gento que acompaaba el cortejo fnebre de un conocido comerciante local; el atentado, co metido en la entrada de la calle del Marqus, no cau s desgracias personales (87). En 1936, tras el triunfo electoral del Frente Popular, volvieron a producirse disturbios, siendo asaltada la casa de un conocido pistolero ultraderechista. Militantes de la F.A.I. en 1936, mostrando sus armas sin recato: orgullosos de la accin violenta en un pas trgicamente dividido. Fueron, posiblemente, la fraccin ms radical del movimiento obrero eldense. Las huelgas fueron durante este perodo ms fre cuentes todava que en los ltimos arios veinte, aun que muchas veces eran convocadas unilateralmente por la C.N.T., que aprovechaba su amplio poder de convocatoria para hostigar a un sistema republica no que, segn ellos, estaba traicionando las ilusio nes depositadas en l por la clase obrera; por el contrario, U.G.T. actu en todo momento con ma yor moderacin, especialmente cuando las reivindi caciones se plantearon frente a los gobiernos de 87 izquierda, que contaban con la participacin del P.S.O.E. Sin dar respiro alguno al rgimen recin implan tado, en mayo de 1931 ya se produjeron buen n mero de conflictos particulares en varias fbricas de calzado eldenses, con 30 detenciones, prolongn dose el estado de guerra en esta localidad, cuando ya se haba levantado en el resto de la provincia (88); en noviembre, hubo nuevas huelgas en varias fbricas por motivos extrasalariales, tales como re glamentos internos o reconocimiento de los delega dos obreros. En 1932 hubo una huelga general a mediados de febrero y el 29 de mayo bastantes fbricas se ad hirieron a un movimiento revolucionario auspiciado por los anarcosindicalistas, que fracas en toda la provincia excepto en Elda, donde la huelga conti nu durante algunos das, consiguiendo adems la adhesin de los socialistas a raz de las detenciones producidas. La virulencia de los movimientos huel gusticos de Elda y el amplio seguimiento de las con signas anarquistas entre los obreros de la industria del calzado, motiv la creacin por parte del ayuntamiento de una comisin especial encargada de ges tionar la realizacin de un nuevo cuartel de la Guardia Civil en la ciudad (lo que llevaba implcito el aumento de la dotacin asignada): tanto se afanaron en este empeo que, aprobada la comisin en marzo de 1932 tras la huelga general de febrero, la nueva casa cuartel (construida con la colaboracin de los empresarios, que la financiaron mediante un siste ma de acciones) fue inaugurada en septiembre de 1933 (89). En 1933, adems de otros conflictos destacan las convocatorias de huelga general realizadas por los anarquistas en mayo secundada sobre todo en Elda, Alcoy, Cocentaina y Villajoyosa, las poblacio nes de mayor afiliacin a CNT. y diciembre, esta ltima como respuesta a la victoria derechista en las elecciones, en buena medida gracias a la abstencin predicada a los obreros por la propia central anar cosindicalista. La huelga de diciembre, planteada en forma especialmente dura, adquiri en Elda su ma yor virulencia, al producirse dos muertos en un ti roteo mantenido entre la Guardia Civil y los revolu cionarios en el barrio de la Fraternidad. La repre sin fue muy dura: varios obreros encarcelados, 88 amenaza de despido para los obreros que no se rein corporasen al trabajo inmediatamente y requerimien to bajo amenaza de dura sancin, en caso contra rio a los patronos para que colaborasen con la autoridad (90). En octubre de 1934, la huelga general revolucio naria, que alcanz su mayor radicalizacin en Astu rias, tambin tuvo su reflejo en Elda, aunque al igual que en el resto de la provincia como respuesta so lidaria a la actitud de los obreros asturianos; hubo varios detenidos y fue destituida la corporacin mu nicipal, mayoritariamente compuesta por militantes de izquierda. Las huelgas generales iban en aumento, dada su finalidad poltica y la fuerte bipolarizacin ideolgi ca que se estaba generalizando en el pas; por el contrario, las huelgas de empresa, motivadas por problemas internos de cada fbrica, pudieron redu cirse gracias a la constitucin de los comits parita rios, que facilitaban el dilogo y permitan que se impusiesen las actitudes ms sensatas y dialogan tes. Por ello, dado que la dursima represin subsi guiente a la revolucin de octubre haba descabe zado a buena parte del movimiento sindical y era muy difcil organizar acciones reivindicativas a es cala nacional con unas mnimas garantas de xito, 1935 fue en Elda el ao en el que menores conflic tos se produjeron. Manifestacin proamnistfa discurriendo por la calle de Antonio Maura: una demostracin de fuerza de un movimiento obrero radicalizado. 1935. Sin embargo, en junio de 1936 estall de nuevo una huelga general de las empresas zapateras de to da la provincia, que se hallaba en un callejn sin sa lida en el momento de la insurreccin militar del 18 de julio. Las huelgas de los arios treinta, al menos hasta 1934, mostraron el profundo cisma existente entre las dos grandes ideologas con influencia entre la cla se obrera eldense: el socialismo y el anarquismo; las diferencias, ms all de las bromas de buen o mal gusto como las letras alternativas con las que los anarcosindicalistas se burlaban de la Internacio nal, ms all de las frases despectivas de los mar xistas a unos libertarios que consideraban violentos e irresponsables (el Viva la FA1!, todava recorda do en Elda), ms all de los simples enfrentamien tos dialcticos en la prensa (91) y los talleres, llegaron al enfrentamiento directo en varias ocasiones: el 28 de agosto de 1931, por ejemplo, los anarquistas im pidieron con insultos y pateos un acto de las Juven tudes Socialistas en el Teatro Castelar, mitin en el que al parecer iba a tomar la palabra el joven San tiago Carrillo. La C.N.T. pese a no recuperar las cifras de afi liacin que tuvo el S.U.R.P. en los aos de la Gran guerra sigui siendo en todo momento el sindica to predominante entre los zapateros eldenses, con capacidad suficiente para convocar huelgas unilate ralmente, algo a lo que nunca se atrevi U.G.T. Su defensa de la accin directa, de la revolucin poco menos que espontnea, los enfrentamientos violen tos protagonizados por alguno de sus miembros, lle v a los anarcosindicalistas a unas posiciones de semiaislamiento del resto de organizaciones polti cas y sindicales, que slo pactaban con ellos cuan do era imprescindibles. Ms an, la mayora de dirigentes eldenses de la C.N.T. se adscriban al ala ms radical de la central, aquella que se planteaba una concepcin revolucionaria e insurgente del sin dicalismo que rechazaba como claudicante y bu rocrtica la postura moderada o estrictamente sin dicalista (92). La cultura libertaria constitua en la Elda de los arios treinta un modo de vida alternativo, o al me nos la voluntad de conseguirlo. La mayora de sus prcticas escandalizaban a la buena sociedad, bur guesa, conservadora y bienpensante: esos nombres que anhelaban una sociedad distinta (Aurora, Liber tad, Renacer, Armona...), ese anticlericalismo militante y radical, ese apoyo a la alimentacin vege tariana, al naturismo (93), a unas relaciones depa reja no sujetas a los dictados de la moral tradicio nal. Durante estos arios fue cuando mayor desarrollo alcanzaron en Elda los centros culturales anarquis tas, bsicamente la Escuela Racionalista fundada en 1915 y el Ateneo Libertario. Sobre la escuela racionalista a la que asistieron casi todos los hijos de los zapateros ms convencidos de la validez de las ideas libertarias conservamos un buen nme ro de testimonios: La Escuela Racionalista de Elda, que en buena parte se sostena econmicamente gracias al respaldo de la Federacin Local de la C.N.T.-A.I.T., era frecuentada por una imponente cantidad de alumnos de ambos se xos. (...) solamente en el primer grado haba otra cla se de los ms adelantados haba ochenta alumnos! Hijos de trabajadores que todos estaban sindicados y consideraban un derecho el que tuvieran plaza en la Escuela. Y lo ms singular era que todos los cros que por revoltosos no los queran o los echaban de todas las escuelas del pueblo, los padres los inscriban en la que llamaban la Escuela del Sindicato! (94) Se estudiaba lo mismo que en las otras, pero con un cierto margen de autonoma del individuo; al chiqui llo no se le exiga una compostura, una disciplina rgi da. Se sala al campo frecuentemente, para que estudiaran insectos, plantas... La educacin raciona lista se basa ms en aquello que al nio le llame la aten cin. Esto es la educacin racionalista, no es otra cosa; claro, exenta de dogmatismos y de premio; eso del premio y del palo, del castigo, eso no (95) La Escuela Racionalista era observada con recelo por las capas altas de la sociedad eldense; un anti guo profesor de la misma piensa que por parte de la burguesa se propagaba que en la Escuela Racio nalista a las nias y a los nios se les inculcaban ideas destructivas (96). Tampoco gozaba de buena pren sa entre los conservadores la labor cultural del Ate neo Libertario (en un principio Ateneo Popular Eldense), al que acudan despus del trabajo buen nmero de zapateros. Si casi todas las ideas anarquistas expuestas cho caban con las concepciones caractersticas de la bur guesa, haba otra idea fundamental del anarquismo que crispaba a las organizaciones de izquierdas: el abstencionismo electoral. Costaba hacerse a la idea de que los obreros ms activos en la lucha diaria con tra el capitalismo se negasen a ir a votar contra los partidos que representaban los intereses patrona 89 les, ms an, incitaban a la clase obrera a no acudir a las urnas. Por ello, la prensa socialista sobre to do, cuando se avecinaba una campaa electoral publicaba numerosos artculos tratando de conven cer a los obreros anarquistas para que no se desen tendiesen de los comicios (97). De todos modos, una cosa era la posicin ideo lgica de la central y otra bien distinta el comporta miento concreto de sus afiliados: muchos zapateros afiliados a C.N.T. acudan a las urnas y, en ocasio nes, de forma masiva. El profesor Forner ha demos trado (98) que, ni siquiera en 1933, cabe considerar a la propaganda cenetista como la principal causante de la abstencin en Elda. 1934 fue una dura prueba para el mantenimiento del abstencionismo electo ral de los anarquistas: en febrero, C.N.T. y U.G.T. a propuesta de los socialistas (99) decidieron for mar la Alianza Obrera de Elda; en octubre, el movi miento revolucionado protagonizado codo con codo por anarquistas y socialistas acab con el encarce lamiento de miles de obreros espaoles a los que slo una victoria electoral de las izquierdas podra devolver la libertad; no es extrao, pues, que los anarcosindicalistas no protagonizasen ninguna cam paa abstencionista (ms bien al contrario) durante la campaa electoral del invierno de 1936, aunque tericamente siguiesen defendiendo el ms completo apoliticismo. La U.G.T. nunca cont con una implantacin en la industria del calzado comparable a la de los anar quistas: en 1934, la Federacin Obrera de la Indus tria del Calzado tena 420 afiliados en Elda y tampoco contaba con demasiados cotizantes en las industrias auxiliares; por el contrario, la Sociedad de Albai les ugetistas aglutinaba a la prctica totalidad de obreros de la construccin (con 250 afiliados) y la implantacin era tambin muy fuerte entre los agri cultores, los enfermeros (42, un alto nmero dado que en Elda estaba ubicado el manicomio provin cial) o los empleados de espectculos pblicos. En total, en dicho ao, U.G.T. aglutinaba a casi un mi llar de trabajadores eldenses, pese a su escasa im plantacin en la industria del calzado. Las organiza ciones hermanas PSOE. y JJ.SS. tambin haban crecido respecto a la dcada anterior, moderadamen te en el caso del partido 95 militantes en 1934 fren te a 60 en 1927, en plena dictadura y de manera 90 acentuada entre los jvenes (110 afiliados contaban en 1934 las JJ.SS., que haban conseguido trasladar a Elda la sede de la federacin provincial) (100). Aun que la alternativa cultural de los socialistas elden ses no fue tan ambiciosa como la de los anarquistas, la Casa del Pueblo cont con un grupo excursionis ta y un cuadro artstico. El escaso crecimiento del Partido Socialista no se debe en Elda a la atraccin que el P.C.E. ejerca entre la clase obrera sino a la fuerza del anarquis mo; sin embargo, gracias a que buena parte de los cenetistas desobedecan las consignas de su sindi cato pero eran reacios a apoyar a partidos burgue ses, el apoyo de los obreros del calzado convirti al socialismo en la primera fuerza electoral eldense tras las elecciones de 1933. Las organizaciones socialistas eldenses, tras el ascenso electoral de la CEDA., vivieron un proce so de radicalizacin, integrado en la llamada bol chevizacin del partido producida bajo la direccin de Largo Caballero: en 1934 propusieron la Alianza Obrera a los cenetistas y participaron en la llamada revolucin de octubre; en la campaa previa a las elecciones de febrero de 1936, la violencia verbal de Rebelin tiene poco que envidiar a la de los pe ridicos anarquistas o extremistas de derecha. En julio de 1936, la agrupacin socialista se consider desvinculada de las decisiones del Consejo Munici pal ante la actitud de ste en la huelga que vena padeciendo durante ms de un mes la industria del calzado: significaba la ruptura con los partidos re publicanos de centro izquierda y la aproximacin a las posiciones radicales defendidas por los anar quistas. El ncleo aglutinador de los empresarios elden ses era la Asociacin de Fabricantes de Calzado, fun dada en 1924, que contaba con 65 miembros en 1935 (101), entre los que se encontraban todos los grandes fabricantes. La asociacin trat, con mayor o menor acierto, de defender los intereses de los industriales tanto mediante peticiones a la Adminis tracin como en las negociaciones con los sindica tos. Curiosamente, los empresarios consultados me manifestaron que la asociacin careca de ideologa; es posible que se estuviesen refiriendo a que la pa tronal eldense no segua las directrices polticas de ningn partido. O lo que es lo mismo, que a ella per tenecan empresarios de ideologas diversas. Es difcil analizar cul era la tendencia poltica concreta predominante entre los empresarios elden ses. Si bien durante los ltimos aos de la monar qua el consistorio estuvo prcticamente acaparado por los principales industriales, tambin hubo em presarios significativos entre los concejales republi canos salidos de las elecciones municipales de abril de 1931. Adems, acostumbrados a los partidos tra dicionales basados en personalidades y clientelis mos, no fue nada inusual que existiese entre ellos una autntico trasfugismo poltico durante esta tor mentosa poca; as, muchos de los monrquicos an teriores a 1931 ingresaron en la CEDA. de Gil Robles , cuando esta se consolid como la autnti ca alternativa electoral de la derecha espaola: en otros casos, el vuelco fue an ms significativo: Ro dolfo Guarinos pas de ser directivo de la Unin Pa tritica y diputado provincial en los ltimos tiempos de la dictadura a ser elegido por unanimidad como delegado del Partido Republicano Radical a su asam blea nacional de 1931 (102). En 1931, todos los partidos republicanos elden ses contaban entre sus filas con empresarios del cal zado o de sus industrias auxiliares: los haba en el Republicano Radical, en Accin Republicana e inclu so en el Radical Socialista, aunque predominante mente en el primero de ellos. El Partido Republicano Radical, los lerrouxistas o radicales como tam bin eran conocidos, fue hasta su divisin interna en 1934 la principal minora en el ayuntamiento el dense: contaba con seis concejales, dos de ellos empresarios A. Ban y J. Vera que, adems, os tentaron la alcalda. Las diversas sensibilidades po lticas no supusieron nunca una barrera infranquea ble, un motivo de divisin o de tensiones ente los empresarios eldenses; por ejemplo, en la loga ma snica Amor o en el consejo de administracin del Banco de Elda convivieron gentes de partidos dife rentes. La burguesa ms emprendedora se hallaba vin culada a los pequeos partidos que constituan al centro del espectro poltico y ello dio al empresa riado eldense un cierto talante progresista: pero la tensin social y la radicalizacin poltica pronto obli g a unos y otros a definir claramente sus intereses FIGUKAS DE RELIEVE D. RODOLFO GUARINOS Preraideloalo labrid/irrite de datIzaido. IlEldenake die Egrairtdom Caricatura de Rodolfo Guarinos Vera, el ms importante empresario zapatero eldense de los aos treinta, realizada por Oscar Porta. polticos: la segunda vuelta de las elecciones de 1933 demostraron que para los eldenses las nicas alter nativas de gobierno eran los socialistas y la C.E.D.A., animada por los sectores de orden. Jams conta ron en Elda los partidarios de Religin, Patria y Fa milia con un partido tan seriamente organizado, como se defina a s misma en El Cronista de 1934. Este partido, que defenda los intereses ms conser vadores de la sociedad eldense y pronto cont con el apoyo de buen nmero de empresarios, llegaba a condicionar su fidelidad a la Repblica: si la Re pblica sirve para armonizar las esencias de nues tro partido, resultado de un estado de conciencia en el pas, nosotros respetaremos la Repblica... (103). En el verano de 1934, al igual que sucedi en la mayora de agrupaciones de todo el pas, el Par tido Republicano Radical eldense se escindi en dos: por un lado, los radicales fieles a Lerroux, el ala de recha del partido, entre los que milit Rodolfo Gua rinos: por el otro, los radicales demcratas, mucho ms dispuestos al dilogo con los partidos progre sistas. Cada vez haba menos espacio para la polti ca de saln y las ambigedades: gentes que haban formado una pia para derribar a la monarqua se encontraron el 18 de julio de 1936 en bandos irre 9 1 conciliables. Nadie pareca ya dispuesto a reflexio nar sobre artculos como el publicado por Francisco Crespo en El Cronista de septiembre de 1933: Sera lamentable que por esas divergencias surgidas an teriormente tuviramos que entregar los Poderes a un generalote dictadorzuelo. Aunque algunas factoras, como la Industria Es paola del Calzado siguieron siendo propiedad de capital forneo, la prctica totalidad pertenecan a empresarios eldenses; algunos, adems, seguan rea lizando inversiones en otras localidades, en alma cenes de distribucin de sus productos, en zapateras y hasta en fbricas. Otros se convirtieron en accio nistas de algunas iniciativas surgidas en la propia ciudad, caso del Banco de Elda o de la Sociedad de Aguas del Cant (suministradora de agua a la ciu dad), que lleg a pagar en los aos treinta dividen dos de hasta un 9%. Algunos inviertieron en la construccin de viviendas o en acciones de las gran des compaas burstiles; entre estos ltimos me Detalle de la Casa Grande del Chalet de Porta, un ejemplo seero de las viviendas de la alta sociedad eldense. 92 rece destacarse el caso de Rodolfo Vera que, cuando desapareci de Elda a causa de la guerra civil, po sea slo en valores depositados en la sucursal del Banco de Espaa en Alicante la entonces fabulo sa cantidad de 2.810.000 ptas. (104). El Casino Eldense, principal punto de reunin de la burguesa local de los aos treinta, iluminado. Programa de fiesta de 1935. Aunque sin poseer fortunas similares, buen n mero de empresarios zapateros pudieron permitir se una serie de lujos vetados a aquellos de menor capacidad econmica: es un momento de construc cin de confortables segundas residencias en los al rededores de la ciudad y de algunas casas lujosas en el casco urbano (la casa principal del Jardn de la Msica constituye uno de los ejemplos ms des tacados); el automvil dej de ser un sueo para los ms pudientes; algunas familias podan permitirse abandonar la ciudad durante el perodo estival (la guerra civil sorprendi a algunos en casas u hoteli tos de la costa). Comentaron a introducirse poco a poco las primeras comodidades hogareas: algunas neveras elctricas, radios y pianolas... El Casino El dense y la Gran Pea eran los lugares de reunin preferidos por la burguesa, aunque la primera de estas entidades contaba con ms de un millar de so cios y, lgicamente, los haba de todas las clases so ciales. Escena cotidiana en el Casino Eldense. C) Desarrollo urbanstico y vitalidad cultural La ciudad entera segua transformndose verti ginosamente. En las barriadas de la Fraternidad y el Progreso, iniciadas en la dcada anterior, en 1935 ya haban sido entregadas 460 y 262 viviendas, res pectivamente (105), habitadas por ms de cuatro mil personas (106), es decir, se trataba de casas densa mente habitadas (5.7 personas por vivienda, por tr mino medio), pero sera excesivo hablar de hacina miento: renen todas las condiciones de higiene y salubridad, resultando un magnfico y alegre barrio dotado de todos los elementos necesarios de agua, luz elctrica, arbolado en sus calles y amplias ace ras (107), se calificaba en 1935 a las viviendas de La Fraternidad, ms modestas que las de El Progreso. Donde s exista una concentracin humana ex cesiva era en algunas calles modestas pero cntri cas: en las de Barbern y Collar y Mndez Nuez (popularmente conocidas como de Cid y del Mar Los barrios obreros: la Fraternidad en 1935. Programa de fiestas de 1935. qus), pese a su escasa longitud y altura, en 1935 vivan 298 y 218 vecinos, aunque la primera de ellas haba perdido un 14% de sus habitantes entre 1922 y 1935. Tambin estaban disminuyendo su pobla cin las calles ms antiguas de Elda, las situadas en torno al castillo: ...todo el mundo deja / la que fue antigua ciudad / por mal oliente y por vieja / y por hmeda oquedad. / Por sus calles tan estrechas / que al llover son lodazales, / por sus casas contrahechas / con escuetos ventanales (108). Pese a los versos anteriores, dado el elevado nmero de inmigrantes llegado a Elda, era bastante difcil acceder a una vi vienda digna y muchos recin llegados se acmo daron en aquellas casas del barrio viejo que iban siendo abandonados por sus antiguos moradores. En los arios treinta comenz la construccin de la Ciudad Vergel, la alternativa burguesa tambin en rgimen cooperativo a las nuevas barriadas po pulares. Menos ambiciosa en cuanto a nmero de viviendas pens construir cien, pero no se lleg a ello, ofreci a sus asociados confortables cha lets rodeados por un espacioso jardn; aunque no eran accesibles para obreros modestos, su sistema de financiacin no fue excesivamente elitista: cuota de entrada de 100 ptas. y 4.95 pesetas semanales en el ao 1932 (109). La construccin de escuelas fue uno de los prin cipales objetivos sociales en la Elda de los arios trein ta: la construccin de las entonces denominadas Escuelas Nuevas o Escuelas Nacionales (hoy C.P. Padre Manjn), pese a ser iniciada a bombo y pla tillo en 1930, estaba paralizada en el momento de la proclamacin de la Repblica; las escuelas exis 93 El Colegio Padre Manjon. un hito en la lucha por la generalizacin de la enseanza en Elda. tentes eran muy insuficientes para el nmero de ni os en edad escolar, pese a que se encontraban masificadas al mximo de sus posibilidades; el anal fabetismo era elevadsimo y afectaba en mucho ma yor grado a la poblacin obrera, especialmente a los inmigrados desde zonas rurales; la permisividad ad ministrativa ante el trabajo infantil complicaba toda va ms el problema. La corporacin republicana realiz en este aspecto una labor efectiva: en sep tiembre de 1932 eran inauguradas las Escuelas Nue vas; pero en la ciudad de crecimiento ms rpido de toda la provincia, con casi un tercio de pobla cin menor de 15 aos, resultaron absolutamente insuficientes, pese a todos los esfuerzos: consta de 12 clases, en las que se da la primera enseanza a ms de 700 alumnos. En el invierno reciben tambin la instruccin primaria en clases nocturnas unos 300 obreros de ambos sexos (y an haba quien pensa ba que no debe limitarse nicamente a los fines an teriormente indicados sino que debe ser el centro cultural del pueblo de Elda, la Universidad del obre ro) (110). Por ello, se comenz la construccin de una red de escuelas ms reducidas de dos o cua tro unidades, repartidas por distintos barrios. La prensa se haca eco, adems, de voces que deman daban la creacin de una escuela profesional ade cuada a las necesidades de la industria zapatera. La ciudad adquiere en estos aos una vitalidad peculiar. El incremento del trfico rodado cambia la fisonoma de algunas calles: se instalan los prime ros surtidores de gasolina, aparecen las figuras del guardia urbano y del taxista y los bares de moral 94 La calle Nueva, la principal calle eldense de 1935: zona de paseo y esca parate de una ciudad en rpida transformacin. dudosa junto a la carretera de Madrid, se generali za el transporte por autobs hacia localidades cer canas, se mejora la pavimentacin y el alumbrado. Tambin el acceso por ferrocarril mejor con la inau guracin de la nueva estacin. El sonoro aumenta la pasin de los eldenses por el cine, pero los bai les de saln y algunos deportes (ftbol, tenis, nata cin, pelota, hockey, boxeo, ciclismo) gozan tambin de amplia aceptacin. Los programas de fiestas son fieles testigos del incremento de todo tipo de co mercios y de la aparicin de numerosos bares, que rivalizan en ofrecer las mejores cervezas y aperiti vos (las mltiples canciones eldenses de la poca que tienen como tema a la bebida y los borrachos indi can que el alcoholismo era un problema social gra ve). La prensa eldense de aquellos aos fue de una variedad y calidad tcnica y literaria excelente: al gunos (como Albor, El Cronista, Elda Extraordina rio...) acogan opiniones de las ms diversas tenden cias, otros eran la expresin de una corriente ideo lgica (como Horizonte, Rebelin o Proa). Proa (r gano del Sindicato Unico de Trabajadores de la C.N.T.) y Rebelin (semanario de los socialistas el denses) son, sin duda, aquellos que ofrecen mayor cantidad de informacin relacionada con el mundo del calzado y sus problemas; no se trataba en abso luto (aunque tambin cumplieran esa misin) de pan fletos destinados a arengar a las masas proletarias, sino que posean eficaces fuentes de informacin y elaboraban rigurosos anlisis de la situacin econ mica: por ejemplo, Rebelin del 8-2-1936, unos das antes de las elecciones que dieorn la victoria al Fren te Popular, dedicaba su portada a la supresin de pagos de Calzados La Imperial, a problemas en la fbrica de Julio Beneit y a un informe sobre los be neficios de las grandes empresas espaolas. jjF04111401.151 o oomo. sook Naco o7:17.f, 11111111111b 50 :ts el i iiuixIi 3. LA GUERRA CIVIL El alzamiento militar coincidi con una huelga general en la industria del calzado, iniciada a comien zos de junio, que afectaba a todas las poblaciones zapateras de la provincia; la huelga, en demanda de elevacin de salarios, ampliacin del perodo vaca cional y mejoras horarias, entre otras reivindicacio nes, se haba radicalizado dado el clima de crispacin poltica existente y se encontraba en un callejn sin salida: . .. las reuniones dejaron de hacerse en los pueblos y se hacan en Alicante: iba una comisin de fabrican tes y otra de obreros de toda la provincia . nos reuna mos en el saln grande del Casino... . . . me parece que fue el 17 de julio, hubo tres o cua tro reuniones, hasta la hora de cenar: al acabarse la reunin, a los fabricantes nos llamaron al Gobierno Ci tt O 1 Octx, ro nitirt Miligig 9da AO IV - SEPTICMBPQ 1935- Nt4 IVITA INTLPMITINI Portadas de El Cronista, revista eldense publicada durante los aos de paz de la II Repblica. Era frecuente la alusin a temas zapateros la comparacin con el cuerno de la abundancia no dejaba de tener cierto sentido. 95 vil, donde nos tuvieron encerrados toda la noche, por que ya haban noticias del movimiento; ya se haba producido la quema de los muebles y de los chalets. ... Nos reunieron en Gobierno Civil y vinieron tres o cuatro personas de Elda a localizarnos: nos dijeron lo que pasaba en el pueblo y en todos los pueblos de la provincia, que no volviramos a Elda (1111 De esta manera, casi ningn gran fabricante de calzado regres a Elda hasta el final de la guerra ci vil. El paro fue desconvocado, pero continu al me nos hasta finales de mes. Cuando se quiso normalizar la situacin eran muy pocas las fbricas que conta ban con el capital necesario para recuperar el ritmo habitual de fabricacin. Las organizaciones obreras C.N.T. y U.G.T. pronto se incautaron de las cin co empresas que gozaban de mayor fortaleza finan ciera, a las que pronto se asignara el nmero con it:451 . 411/5(111NIX Talleres de Construccin y Reparacin de Maquinaria para el Calzado Fbrica de Troqueles Lambed &met, 8 ELDA Maquout de cortar tintas para al pasado de los pedas Si quiere estar bien servido, compre a esta casa que garantiza todos sus trabajos Telfono 1 7. Maquine de lujar cantos de cuatro vivos Anuncio del taller de maquinaria para el calzado de Antonio Prez Ferrero El Cronista, 1933. 96 j oe Banni t arpiniera serrera NIPC811;e8I kif dejacone4 de Madera Litem.* 10 . , 4te*** iiirWr 9, 0 1 Wev Vo* -*** *4 1 ~ tlie --. ~ . 1,4 IP IP I I I 1 1 1 . PPrialltil de t010, lo %Mema* Material Leolar 11 4.111deill Mecedoras y ariruioe plegaLles e melera de LaVe e Telfonos: rlfli t Corno: ea eIDA Anuncio de la fbrica de tacones de Jos J. Ban, publicado en 1934 en Albor. el que fueron conocidas durante el perodo blico: Rodolfo Guarinos Vera (la n. 1), Jos Martnez Snchez (n. 2), Pedro Bellod Pay (n. 3), Fran cisco Rivas Rubio (n. 4) y Pablo Maestre (n. 5). En todos los casos, aprovechando que el propieta rio haba abandonado la gerencia de la empresa y se encontraba en paradero desconocido, los obre ros de las mismas (representados por las centrales sindicales) comenzaron el proceso legal de incauta cin, que fue rapidsimo en P. Bellod (expediente aprobado por la Comisin de Incautacin de Indus trias el 21-9-1936) y R. Guarinos (al da siguiente) (112). En la mayora de los casos, los obreros cons tituyeron una cooperativa de produccin para con trolar el funcionamiento de la empresa; as, los obreros de Rodolfo Guarinos constituyeron la Coo perativa Alianza Proletaria, con su reglamento de funcionamiento interno y su Consejo Obrero Admi nistrativo, compuesto por veinte miembros reparti dos a partes iguales entre afiliados a C.N.T. y U.G.T., aunque presidente, vicepresidente y secretario era ugetistas (113). Estas cinco factoras incautadas po sean una elevada capitalizacin, que les permiti volver a funcionar sin excesivos problemas: la ma quinaria, enseres y existencias de estas empresas en el momento de la incautacin fueron valorados en 9.963.65235 ptas. (114). A) El S.I.C.E.P. Muy diferente era la situacin en que se encon traba el resto de fbricas de calzado eldense. La ma ACTA DE INCALITACION Ce doled de Ateoue yeeeleyhen. .44 4* .4.. dr /nd lueeedelleere ~MI y MI*: eeelledee e* le 4. le CAeleeie leedmeor xew 144411...... la .n 4.14.4..410011. Le. Arek. Mon** y kee. Vereed IMINN Imelee* 44 Or. Irebver in% eme Illmeee rielem 4. eeeee. c., 14..,, Lid*, (A 4... N.U.; prr el ~O* Je 4. nem. keled, (hebetel 0 del Sendero Un rtx .14 ro4..14 , 7. a d.4 dielw A, I. T.. 74 T A., ,,, (.,,h.,. en el * 4. reelemelbi Ohm. II . I de t S I. 111041.41 4.4 Med y %Me liedowe NI*. Menee yeeeesea erlelLeeey rreemyee Nenwee y (..Medleh Mea* roe ke eira exmederd 1. &do, ,ene aux enbrighh del dame& Ordedle Ordow Y e doirdod. onenall~ 4el NON. camones* olemlaseee* ilible ese dedeo ~Me oendilo. dm 44 ~o er ~da ~No efedde Ond ~ab. pu4444.51. ilenleee eee eleadoe ele le ~lee de ~de y do de fremiew indlrweer. ~dm. ~dio o 1Ide 444 41.444 4111~~111 so Com do Adeddreddes Imemeir4. &modo 11441. 4.odio 1~ ~es wad., en de y rodedeme Ileolowe per ole lo de rodeo 44 , ..iiledlelead dee er boy de how asey die ro.* y dm modeduled asseelam 4 dordmd Oadeemele M.o Prolowo. domedderde do almedm, ~do Ildels di edaceld de Ilideld Omeles Ver. o~diseme almodore dm ei &croe del 01* de I llodedu Iodo Ag. oddae , erpmeammod 4. 4. Carnee* de *U 4. boiredoge ~ser peetereleee ...AM de In dor 4* 4. 4. 41*414 de eeder Myeeee A.* a le 4. 14 444 444.41. see dedlele el 41 .111114 tu so MI le iproseile do& 111~~Ille le Mes* dete demi el dbeel duelo ideedd I ode de ha ~ud. y la merado. dd pero arao. . 04.4*54 dr leleeridee de ~mem y .. bre Me ~Me* ellee meartme leueeerlele. eme lieedIeeele del ~how Oda* Tedidledro do Oldne v A. I T., C 44 .7 y le Poleddie Mem U 41 T.. 7. & I , ladmein dee ~do doe coma se be neen-~ 44 . ~mi* e ...1* 4. . buey. lexyamed* bilehrewlo yeallmithillINI ~S ede rellreselelleitr ee 44 444y art. rn , me lose mar* de, mokr ede mos lo op/dtad* y eek~eedely*reles..,eaele em *hm* .04~ le 4N/4. leNewellew * armisom thelok.~k Comde. d Adedledoldel ded mes airrior .4C44. Oimpa AIMM/railm de le COOPVUATIVA ALM/1&11 POOLOTMOA. ~Me td eriedeld le al - from eweveYer 111~ T ,. Mune Mwellis Odivere, U 0. lasclor man Now/MISI44b. llee~ a 0 . T e, ya.letyymo Cava Ars fr ar,C. N. T. u ~yo, 1.14. Cleffeywit Me. U. o. T. Ahrlla (41~ Kr*C N T. fiwker kaariSearpmr. T. MelleeliNfele*/* /Main% G. re T. Mebeelll Palee AlwerC. 44 .7 Feweelfee AMI ft C. 44 .7. E.dmordo Ora imitero.C. ft T. Add ArdIrd 4..4.. C. 11. T Seisid Migren 111~, 0. N. T. ele mal 541. hrr Lop.u. U O T. ti ary. he, +oreo, U O. T. /o14. hrrn ta,z. u ( e, r Neer Cetonee llene. U U. T, ruleta Ettere Gator, U 41 e4es Un, U. O 7, rar, I., Rum C. 74 ,4 Ondelele ftelellea pele* le Sube 4. Neerrheem 44. Comerle Feeee9Yre (4. 44 4* Y /111, me ame ande 4. ersee me e: Arniez, /oso 044 E Wodot. Momo, Mufla,. P.. Sia CM**. Ag.!. imprnfa.M 1$0.1. U tbewkr, A4*/00 E. abano Ihahrnethan Ilan eemy leer a.. 4. l,.4.4 Pe*/ e thdele . 1.4114.1.40. 4 a 1 tee. eme mes teeeeeyea alleme de e. aelerne $44 4a. , U u . S t4. -4.1ore erre age Cemee - Med. P. emeerte Womihnewr ea. der sem ee 14011.4.1 ___o. ey.yee re. 4. t.. (.4.44.4 144......401041~9444.41..,4*...4. 404044 Acta de Incautacin de la empresa de Rodolfo Guarinos Vera por la Coopera tiva Alianza Proletaria. 24 de septiembre de 1936. yora de ellas se encontraban descapitalizadas, faltas de pedidos y con fuertes problemas de organizacin interna; para normalizar su funcionamiento, lor pro pios empresarios constituyeron el 18 de agosto de 1936 el Sindicato de la Industrial del Calzado de El da y Petrel (en adelante, S.I.C.E.P.), con el objeto de que dicha sociedad prestase recursos financie ros a las fbricas, las abasteciese de materias pri mas y comercializase el calzado, comprndolo a las fbricas y vendindolo por cuenta propia (115). Se gn la escritura de constitucin (116), la S.I.C.E.P. -apoyada por las autoridades locales como nica frmula viable de reactivar la produccin- era una sociedad mercantil limitada, creada por representan tes de veintitres fbricas de Elda y Petrel (entre ellas Porta, Sirvent, Vera Garca, Peataro, Vera Santos, Jernimo Guill o Luvi), a las que luego se uniran otras muchas de la zona; la sociedad, a la que cada socio aport inicialmente la cantidad de mil pesetas, se constituy por un plazo mnimo de nueve semanas, pensando que el conflicto blico iba a ser cosa de poco tiempo. La S.I.C.E.P. se encarga ba de realizar las compras de materias primas y fa cilitarlas a las empresas, que nicamente cobraban a la S.I.C.E.P. el precio de coste estricto de los pa res de zapatos fabricados por ellas, es decir, sin mar gen alguno de beneficios; esto indujo a Leval a pensar que el sindicato no entregaba a los patronos nada que se parezca a un beneficio (117). Sin em bargo, la S.I.C.E.P. a estos abastecedores les indem nizar de la falta de beneficios repartiendo el 65% del importe de la diferencia del precio de adquisi cin al de venta, deducidos los gastos de adminis tracin y colocacin de los productos, en proporcin directa al suministro. El 35% del beneficio restante era repartido de la siguiente manera: A.- El cincuenta por ciento, con destino a la clase obrera de Elda y Petrel, en la proporcin y forma que se establezca de comn acuerdo entre este Sindicato y las respectivas organizaciones obreras. B.- El diez por ciento, como remuneracin del Con sejo de Administracin, de cuyo diez por ciento se des tinar la mitad el Presidente, Tesorero y Secretario, en iguales partes y el resto se distribuir a prorrata en tre los restantes. C.- El cinco por ciento, como donativo a la Asocia cin de Fabricantes de Elda -Petrel. D.- El treinta y cinco por ciento restante se destinar a aumentar el capital social de la S.1.C.E.P. (118) El S.I.C.E.P. era en sus inicios, al menos terica mente, una especie de consorcio de empresas diri gido por un Consejo de Administracin de nueve miembros, una organizacin privada que pretenda entregar el 65% de los beneficios a los empresarios (ms un 1.75% para la Unin de Fabricantes) y slo un 17.5% para los obreros en la proporcin y for ma que se establezca. Cualquier parecido entre los principios inspiradores de S.I.C.E.P. y las teoras anar quistas es mera casualidad. Es evidente que -pese a contar con el apoyo inicial del Comit Antifascista local (119)- una or ganizacin plenamente capitalista, pese a guios iz quierdistas como ese reparto de beneficios a los obreros, no poda seguir funcionando de ese modo en una Elda cada vez ms intervenida econmica 97 mente por las organizaciones sindicales. En realidad, todas las empresas integradas en la S.I.C.E.P. esta ban sometidas de un modo u otro al control de los sindicatos obreros y, si en algunas el propietario se gua dirigiendo la marcha de la empresa, en otras era una figura nominativa, necesaria para conseguir el respaldo legal que permitiese obtener los fondos necesarios ya que en los contratos que celebren in dividualmente los socios de la Compaa S.I.C.E.P., respondern con todos sus bienes, conforme a de recho (120). Tampoco el Consejo de Administracin de S.I.C.E.P. iba a permanecer largo tiempo en manos de los empresarios: al poco de su constitucin, el papel dirigente de la compaa pas a desempearlo el llamado Consejo Obrero de S.I.C.E.P., formado por seis patronos, seis obreros y un secretario desig nado por el Gobierno. Al comenzar el ao 1937 la representacin patronal desapareci y sus puestos fueron ocupados por seis obreros ms (121). En dicho Consejo Obrero destaca segn todas las fuentes consultadas la capacidad organizadora de Toms Guarinos, antiguo Consejero -Secretario del Banco de Elda, que consigui hacer de S.I.C.E.P. un modelo de gestin empresarial y de rentabilidad en medio del caos en que malviva buena parte de la economa republicana. Al mismo tiempo que las organizaciones obre ras adquirieron el control efectivo de S.I.C.E.P., se acord que en las empresas en las que siguiesen tra bajando sus anteriores propietarios, stos fueran acoplados en aquellos cargos para los que demues tren aptitudes y con el sueldo que corresponda a su clasificacin profesional (122). Asimismo, los an tiguos patronos no podan ejercer cargos sindicales ni ser delegados del Consejo en su propio taller (ca da empresa contaba con un delegado administrati vo y un representante de cada sindicato). Sin embargo, las centrales sindicales no se atrevieron a desplazar de sus puestos a los dirigentes de la S.I.C.E.P.: Jos Alemany Maci, presidente de la Com paa en la escritura fundacional, segua firmando como tal documentos de la compaa fechados en septiembre de 1938 (123), meses despus de que S.I.C.E.P. hubiese pasado a depender de la Coope rativa obrera de la Industria del Calzado y Similares (en adelante, C.O.I.C.S). 98 adjunte resta* **alineada de 14e. 1411 desaseaba. 141ea de ILD. ..1.1100 OCARIIIDO ER.4, Steoe oo deolIelle de ntlerg d* Mea venteo atmme es 1 Malee ae devano. as sate 5.411.1, ser ea Deserte total da 11.010.000 peeetto y soa sueste e...telele; ea .1 assoe entsblesteseete an 1W *alee ae 49.15,43 palme flogsk retereneclat* tiene *Coactivo* en *1 reSe de te liamos de esta lar y , Stalstd. Adela.O 5. pder de eme Denle*. eseplets de veme so te plana de SILOS. Lao *rodee se llana. laseutada per 1. Cooperativa de 1e lednetzle del. Calm*. oa quo buita 1. feelot hay. ele. 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Por su parte, las cinco grandes empresas incau tadas acabaron fusionndose en mayo de 1937 en la llamada Industrias de la Piel Socializadas, que daba empleo a unos 2.800 trabajadores (124); este orga nismo cont desde 1937 con una nueva factora la n. 6 gracias a la Escuela de Artes y Oficios (he redera del Ateneo Artstico de Modelistas y Patro nistas) que, adems de ensear el oficio a los ms jvenes, puso en marcha un taller dedicado a la con feccin de abrigos de cuero, monos y camisas para el ejrcito (125). Poco despus, el 2 de octubre de 1937, Industrias de la Piel Socializadas se transfor m legalmente en la Cooperativa Obrera de la In dustria de Calzado y Similares, a la que fueron sumndose tambin la totalidad de fbricas de cal zado de Elda y Petrel. Slo faltaba un ltimo paso para unificar completamente bajo una misma direc cin a toda la industria zapatera eldense: la integra cin de la estructura comercial de S.I.C.E.P. en la C.O.I.C.S.; esta integracin tuvo lugar con la firma el 31 de mayo de 1938 de un convenio por el que el Sindicato ceda a la Cooperativa un negocio de compraventa de calzados (126); no obstante, muchos meses antes, el 10-11-1937, los fabricantes haban renunciado a su participacin en los beneficios de la S.I.C.E.P. y haban cedido los mismos a la recin constituida C.O.I.C.S. 11 1 11 1 1 DINDICALTO IDEL11 . 1171171;717 . E11 1 1LifElLo CA 1100 DE ELDA Y PETDEL aun oyeten 1121.412,11, Loa,: 111 :J.. J. Sliiiikai s C c, . . .3dLL SD.J. LTD:- IXI 1.1,. CL.CI J5ILTIVl OY. 7) . TILIA 3 D . Z4:3.0C. Y SILILAILES. I lo la ciudad de lid 6 treinta y na le lye le sal no, cielitos treinta y ocho. Beinidas los cae a:acriben en re; ruso:nacin de Cociere tina Obrera le la Ind,stria lel Ideado y litsilaree Sindicato de 1 Indastria del Calculo i 1de y Petrel elonsejo Carera y socios iind ihree el aloco) han aeordndol FRE:110.- 3.1.0.1.1 1 . cede C.(.1.0.5. co neircie le tanta de calca, Si lee incidentes condicione.: 1)- 11 ;antele le loe calzaba itat.ialuente tiene un existencia S. ser el de nauta . lrai re i:iecarnte i:r todos loa artiElbe llad MONILLA LE1:4 1 .1.::L1 eobvnatoltlal, oent o calmo lema:atto para loe artfcaloa de 1 ebrio:oda antle,us, y en rol, cidii ocio a. estado au acineurveuldn, aodelaile y 11iljfa So 1111 940 cii Wall 1 ).* v al r.c(i, 14. di lee; tuche y vis toiiSs :tetina pie cliaitita,:as el ea, artaaento 00 ventee wird:tes lo por el !recio de cuete pie . haya initisteci. 3- de a t a entrect i inieslieta de l alancn 1: ,te y titeada letall dejando diier, lo lu e.i.ore 1, IS OS1914, ISloS de loe /alunele lareeleins lato, tent Ccv .. Vakee 11311 LOS ricura de licans lelso,yectoaos .airtii 14 so cincelen totilr, il,,,ciaae e.. ;,1 Jano era r +Ir tros: , ectil derdo ,101.1, va thalt 11.111 , la O, vr.. 41,414.. X . 03.4 totlikAAth C , .11; ,..11W. r4 1114 311.0 la nrciglOnk 3,010 ce e 4rtelr L .: !re.: 1.9 SO v..001..akrt Con :MI Oil 01 010 Convenio por el que S.I.C.E.P. cede su negocio de venta de calzado a la C.O.I.C.S. 31 de mayo de 1938. B) La evolucin econmica Sobre la evolucin econmica de la industria mientras dur el conflicto blico hay estudiosos, co mo Santacreu Soler, que opinan que la guerra per miti salir a la industria del calzado eldense de la coyuntura crtica por la que atravesaba en 1936. Fa cilit un mercado poderoso a la produccin (127). Es cierto que, tanto en las empresas fusionadas en Industrias de la Piel Socializadas como en las orga nizadas en torno a S.I.C.E.P., los beneficios fueron enormes; slo en 1937, Industrias consigui un su peravit de 4.978.907 ptas. (128) y S.I.C.E.P. 3.121.429 (129). En agosto de 1937 se poda leer en la prensa provincial que: La situacin, pues, de la S.I.C.E.P. no puede ser ms esplndida, claro que siempre supeditada al desarro llo de la guerra. Pues su capital activo asciende en ti po aproximado a unos cien millones de pesetas, pero no en incobrables o efectos morosos, sino en maqui naria, en edificios fbricas, en efectos de trabajo y en catorce o quince millones de pesetas, representados en zapatos fabricados (130) Sindicato de lo Industria dal Collado d Elda yNotrI OCIO (A DIRECCGN DE (AS SINE/CALES C.N.T. Y U.G.T Caso Central: ELDA 541 Cela* retiffones: ~me 544 Memeeee Cgrffides DC 710 SIC 111 - /IDA 5 t p e o S I I 0 5 PARA CATALUA . PARA /IVAPOT Po H. Gine: de los Ros, 26 Castelln, 5 Telfono 55150 Telfono 12593 SARCELONA VALENCIA PACA CENTRO , Relatores, 17, Telfono 28499 MADRID Tarjeta comercial de S.I.C.E.P. El supervit era debido, slo en parte, a un error de clculo inicial de S.I.C.E.P., que fue concebida pen sando que el levantamiento de los militares rebel des iba a ser un episodio pasajero. Los fundadores de S.I.C.E.P. no trataron de adaptar su produccin a las nuevas necesidades de un pas en guerra; por ello, sigui fabricando calzado para la poblacin ci vil y slo en reducida cantidad zapatos para milita res: las relaciones de consumo mensual de primeras materias de S.I.C.E.P. (131) demuestran que en un primer momento se producan mil pares diarios de calzado militar por 10.500 de calzado civil; la reduc cin de la demanda motiv el almacenamiento de millares de pares y la reduccin del nmero de das trabajados semanalmente. Poco a poco, la produc cin se fue orientando hacia los artculos de carc ter militar, no slo botas para la milicia ms de 350.000 pares servidos hasta el verano de 1937 sino tambin mochilas, polainas, correajes, cazado ras; al mismo tiempo, disminuy la produccin de 99 calzado destinado a la poblacin civil a nos cinco mil pares diarios (132), dado el gran nmero de za patos almacenados. Paradjicamente, ajustarse a la demanda no fue un gran negocio para S.I.C.E.P. a causa de la fuerte inflacin padecida en la zona re publicana: los artculos almacenados aumentaron no tablemente su precio (con el consiguiente beneficio para la comercializadora) mientras que la fabricacin de calzado militar dado que las materias primas se encarecieron muy por encima del incremento de precios pagados por el Estado acab siendo poco rentable. En 1938 las dificultades blicas acabaron defini tivamente con cualquier sensacin de normalidad en la industria: La situacin econmica de Elda, al contrario que en 1937 era ahora a fines de 1938 catica. Las industrias del calzado, pieles y afines haban disminuido su pro duccin por falta de mercados nacional s y extran jeros y por las dificultades de adquisici de las ma terias primas para elaborar sus producto ya que es tas llegaban en su mayor parte de Catalua, que ahora se encontraba aislada; por ello se encontraban endeu dadas y no podan pagar los crditos concedidos con anterioridad. Toda la produccin del sector termin siendo intervenida por orden del Gobierno Civil... (133) Los problemas arriba indicados se venan pade ciendo desde los primeros meses de guerra, aunque no con la gravedad de 1938. El problema de las ma terias primas ya era patente en 1937: no hemos po dido comprometernos a realizar tantas operaciones como las circunstancias reclamaban..., debido a que nos faltaron las primeras materias indispensables (134); adems, el aumento de la produccin de bo tas militares llevaba tambin anexo un incremento del consumo de suela o tan-calf (la bota militar gas taba muchsima ms suela que el calzado civil). El 10 de agosto de 1938, el Consejo Municipal reco noca en carta al gobernador civil que su industria de calzado, a falta de materias primas, se encuen tra casi paralizada. Los problemas bancarios se venan arrastrando desde la fundacin de la S.I.C.E.P.; de hecho, la com paa se constituy pensando en conseguir los prs tamos bancarios que les permitiesen poner en fun cionamiento las empresas; si S.I.C.E.P. comenz con un crdito de medio milln de pesetas (135), en el 100 verano de 1937 los crditos concedidos por las su cursales bancarias eldenses ascendan a unos tres millones; Leval habla de que el Ministerio de Indus tria concedi un prstamo de siete. Aunque los cr ditos iban avalados por los bienes muebles y races de los antiguos patronos, el elevado riesgo que com portaban motiv que una entidad bancaria en con creto, el Banco Hispano considerase conveniente suprimir su sucursal en Elda. La organizacin de las ventas era tal vez el as pecto ms positivo de la estructura productiva el dense. S.I.C.E.P. consigui a la vez, una organizacin sencilla y efectiva: desde sus locales de la calle de Lamberto Amat (aunque su domiciliacin oficial es taba en la calle Nueva) centraliz la demanda de pe didos, distribuy el trabajo y las materias primas y concentr en sus almacenes centrales los produc tos acabados, que enviaba directamente a los clien tes o a los almacenes distribuidores de Valencia y Barcelona. ESTATUTOS peraliva 91)rera Je la del Cal, y Similares D EABIZIL DE 1938 Jim ~....-arizum;mur Portada de los estatutos de la C.0.1..S. Archivo Municipal de Elda. La organizacin interna de cada empresa deja ba a menudo bastante que desear. Hasta la prensa anarquista se quejaba en ocasiones de la falta de control de calidad de los productos: procurar que cada par de zapatos salido de ellas sea una obra de arte. . . si como hasta ahora el calzado ha de seguir saliendo de las fbricas en la forma que lo viene ha ciendo, todo se derrumbar al contacto con la reali dad comercial (136). En su reglamento interno, la C.O.I.C.S. trat de concienciar a los delegados sin dicales para que traten de que se produzca ms y mejor y desaparezcan los actos de indisciplina que todava en la actualidad son bastante frecuentes (137). Por el contrario, todas las noticias referentes a los modelistas y patronistas muchos de los cua les fueron concentrados en los primeros meses de guerra en la factora de Rodolfo Guarinos, desde la que trabajaban para el resto de fbricas hacen hin capi en su profesionalidad: ellos organizaron la Escuela Profesional de la Industria de Calzado y De rivados de la Piel (ms conocida como de Artes y Oficios), convirtindola adems en una factora ren table; G. Leval dice que, cuando S.I.C.E.P. pidi la creacin de nuevas clases de zapatos para mujeres y hombres, recibi 900 modelos nuevos. El llama do Departamento Tcnico de S.I.C.E.P. que agru paba a modelistas, ajustadores y escaladores lleg a tener en proyecto una revista sobre calzado ( I 38). Algunas fbricas de calzado adaptaron su pro duccin a la demanda de material militar: la Escue la de Artes y Oficios (factora n. 6) produjo equipos completos para motoristas militares; Rivas (facto ra n. 4), espoletas, bombas de mano y blindaje para camiones (139). Las empresas auxiliares tambin se transforma ron organizativamente a lo largo de la guerra civil. Tambin buena parte de la industria auxiliar recon virti su produccin hacia el material blico: as, la Cooperativa Metalrgica U.G.T. , con 45 trabajado res y 7 tcnicos, fabricaba bombas 280 por sema na en junio de 1938 y granadas 120 diarias a finales del mismo ao; las Industrias Socializadas de Metalurgia C.N.T. , con 35 obreros, produca gra nadas y artculos para las fbricas zapateras (140). Eran los talleres que, antes de la guerra civil, se de dicaban bsicamente a la fabricacin de maquina ria para el calzado. Tambin las empresas produc toras de hormas y tacones, que siguieron cubrien do fundamentalmente las necesidades de la indus tria del calzado, pasaron a control obrero: Julio Beneit Navarro fue la primera empresa eldense le galmente incautada, por C.N.T.-U.G.T. , el 25 de agos to de 1936; un mes despus se constituy Industria Socializada de la Madera, bajo control de C.N.T. (141). El control obrero de las empresas no supuso me joras apreciables en las condiciones de vida de los trabajadores, debido a los problemas generados por la guerra. El salario nominal aument: V. Ramos ha bla de sesenta pesetas semanales para el obrero y cien para el expatrono, pero no cita fecha (142); esa diferencia salarial favorable al antiguo propietario fue suprimida con posterioridad, como vimos. De cualquier forma, los salarios de Elda eran de los ms elevados de la provincia: cuando a mediados de 1938 se establecen las bases provinciales de traba jo para comercio y oficinas, Elda fue incluida (junto con Alicante, Elche y Alcoy) en el grupo de las po blaciones mejor remuneradas (143). Aunque indi rectamente, la elevacin de los sueldos y el mante nimiento de unas formas de vida incompatibles con los sacrificios que requeran las circunstancias fue ron criticados por los comunistas (144), continuamen te enfrentados a los cenetistas en todo lo relativo a la organizacin de la industria eldense. Algunos documentos muestran que el abanico salarial era muy amplio en la industria zapatera de Elda duran te el perodo blico: S.1.C.E.P. pagaba salarios anua les comprendidos entre menos de dos mil y ms de siete mil pesetas, diferenciando edades, sexos y ca tegoras (el sueldo del secretario de la compaa as cenda a 14.525 ptas.) (145). Como nota curiosa, en ambientes anarquistas se propuso y lleg a apro barse en algunas asambleas, pese a la oposicin de los dirigentes sindicales el establecimiento del sa lario familiar, consistente en no retribuir de acuer do al trabajo realizado sino en funcin del nmero de miembros de cada familia y las caractersticas de stos (146). La S.I.C.E.P. se comprometi a abonar, al me nos, cuatro das de jornal semanales, aunque no exis tiese trabajo suficiente; el reglamento de C.I.O.C.S. , en contrapartida prevena que cuando por causa de fuerza mayor o por cualquier circunstancia im 101 prevista, se abandone el trabajo se estar obligado a hacer aquellas horas perdidas en la forma que de comn acuerdo se convenga, que se acudiese al tra bajo a la hora precisa sealada. . . ya que transcurri dos que sean cinco minutos necesariamente habrn de sufrir la sancin equivalente a la prdida de me dia hora o ms, segn el retraso y que toda consul ta o reclamacin habr de reservarse para una vez terminada la jornada (147). Se trataba, por cualquier medio, de mejorar la productividad y de erradicar la indisciplina laboral en las fbricas, tan duramen te criticada desde las filas del P.C.E. Las cooperativas de produccin abordaron pro blemas como la jubilacin o la enfermedad del tra bajador. El reglamento interno de la C.I.O.C.S. trata con detalle ambos asuntos; a los enfermos previo informe del mdico inspector se les reconoca los mismos das de sueldo que percibiese el resto de cooperantes, aunque: .. . no podr asistir a espectculos ni establecimien tos pblicos, como tampoco tomar por distraccin jue gos de inters. Tampoco deber hallarse fuera de su domicilio despus de la puesta de sol.. . En aquellas enfermedades declaradas crnicas el coo perador tendr derecho al subsidio indicado durante los tres primeros meses; en los tres meses siguientes el subsidio se reducir a la mitad y transcurridos que sean seis meses desde que la enfermedad se declar crnica, el interesado percibir un subsidio semanal que oscilar entre el 50 por 100 de su sueldo, de los das mismos que vengan percibiendo los dems com paeros... No se tendr derecho a este subsidio de enfermedad cuando el cooperador padezca enfermedades ven reas o sifilticas.. , e igualmente cuando se trate de en fermedades producidas por ria. desafo, suicidio, embriaguez o por la prctica de cualquier deporte. Asi mismo, si la enfermedad obedece a transtorno men tal 1 1481. El seguro de enfermedad de C.I.O.C.S. no cubra el perodo de embarazo, que era sufragado por el propio Estado. Las jubilaciones eran forzosas para hombres y mujeres a partir de los 65 y 55 aos, res pectivamente, con el 75% del salario abonado a los trabajadores en activo. Los obreros podan jubilar se anticipadamente desde los 60 aos (varones) y 50 (las mujeres), aunque se perda un 5% del salario del cooperante activo por cada ao de anticipacin; los cooperantes admitidos desde el momento de constitucin de la C. I.O.C.S. deban haber trabaja 102 do un mnimo de diez aos en la misma para tener derecho a percibir jubilacin (149). C) El hambre y otros problemas Con todo, desde 1938 el principal problema de los eldenses no consista ni en la falta de materias primas para su industria, ni en cuestiones laborales como la jubilacin, el paro o el subsidio de enfer medad, sino en el hambre. Durante 1937 la situa cin todava era suficientemente llevadera y el Servi cio Agronmico de la Delegacin Provincial de Abas tecimientos suministraba con relativa normalidad buen nmero de productos; as, por carta de 30 de julio de 1937 se comunica al ayuntamiento eldense que corresponda a la ciudad un cupo de 2.372.500 kgrs. anuales de harina (equivalentes aproximada mente a unos 350 grs. diarios por habitante), sumi nistrados por la fbrica de Santa Eulalia; antes, el 2 de marzo, el cupo fijado haba sido de 70 sacos diarios, inferior en 10 al concedido a Villena, pese a ser superior la poblacin residente en Elda; ade ms, llegaban muchos otros productos. El proble ma aument en 1938, cuando el suministro oficial lleg a ser totalmente insuficiente y el ayuntamien to se vea completamente incapaz de complemen tarlo: en todo el perodo comprendido entre el 15 de julio y el 15 de agosto el suministro medio por habitante fue el siguiente: Patatas 3.546 gr. Arroz 248 gr. Harina 592 gr. Carne 55 gr. Aceite 500 gr. Cacahuete 50 gr. Cebollas 480 gr. Bacalao 31 gr. Jabn 250 gr. ( 150) El suministro de alimentos a la poblacin elden se era especialmente grave debido a que la pobla cin haca largo tiempo que se dedicaba de modo casi exclusivo a la industria del calzado, con una pro duccin agraria muy escasa; sin embargo, las auto ridades provinciales encargadas del abastecimiento consideraban a Elda como una poblacin de racio namiento complementario es decir, pensaban que poda autoabastecerse de algunos productos y no total, como se realizaba en la ciudad de Alicante; el problema se complicaba cuando se careca del combustible imprescindible para que el ayuntamien to pudiese comprometerse a buscar por su cuenta 1)1719111A1 4911COIEJO ACINICIPAL DE IILDA t . E PAGARA . AL PORTA .90k EN BILLETES OEL BANCO DE ESPAIVIf ZimiN LIE ! ELDA Y %AYO 1937 EL INT VENTER l I FI VIT.112 El DEPOSiTA c r fiarzy _ aPoltrdPikvz ( OliSE O MU N IC IPA I, DE E L DA MIMAR 41 POAT49CW l// VILE7FS DEZ 14,1 , 5 , Co csp,vfA , tilintlEITIMIN1191 UPA Y kl.vo 193) YL l 415P5lI 51 .1 111. , .1111 . Et. OiPOS.TARID Cla.ye s LA DE Pel1TARiA CONGEBiliMUNICIPAL Niod 11~ bu. N hplaA. EINTICINCO CEITIMOS Billetes emitidos en Elda durante la Guerra Civil. los alimentos necesarios: en marzo de 1937 ya se dispona de slo quince mil litros de gasolina men suales (151). Por ello, el ltimo ao de guerra fue verdaderamente terrible para los habitantes de El da, que ni siquiera podan recurrir al intercambio de productos caractersticos de otras zonas porque los cultivos agrarios eran muy reducidos y las industrias de calzado carecan de las materias primas ms im prescindibles (destinadas, cuando se acceda a ellas, para fabricar calzado militar). Los eldenses, mayori tariamente ociosos debido a la falta de trabajo en las fbricas, trataron de adaptarse a la situacin de mil variadas formas: buen nmero de ellos se acer caban a los huertos del trmino para intentar adquirir a precios altsimos (lgicos en todo mercado negro) o simplemente hurtar algunas frutas y hortalizadas (152); otros: con un esfuerzo herico y haciendo grandes desem bolsos, sale en busca de mantenimiento por los pue blos de la Espaa leal, donde hay produccin. Y con 103 ingenio en el intercambio, burlando controles y pasan do enormes fatigas, logra algunos kilos de trigo, hari na, patatas, etc., que radiante de jbilo lleva a su hogar para que no parezcan sus familiares. Ms, con harta frecuencia, este jbilo se troca en desesperacin cuan do los agentes de la autoridad, cumpliendo disposi ciones gubernativas, decomisan estos alimentos, sien do as que quien ha salido en su busca no es un nego ciante o acaparador... (1 5 3) La descripcin anterior es parte de una carta en viada por el Consejo Municipal eldense al Goberna dor civil. Cientos de eldenses (casi el pueblo entero en busca de la comida que Elda no tiene) (154) se dedicaban a este comercio miserable: a veces ha ba que acudir previamente a otros lugares cerca nos (por ejemplo, a las fbricas de jabn de Monvar) para conseguir algn artculo susceptible d ser cam biado por el aceite o el trigo de los campos de La Mancha; casi siempre, se deba contactar con algn transportista conocido e incluso hacer a pie tramos del viaje; otros, generalmente bien introducidos en los medios agrarios o entre los inevitables corrup tos que siempre cra la cercana al poder, pasaban menores privaciones e incluso vendan alimentos a precios abusivos o los trocaban por objetos de alto valor; ello dio pbulo a todo tipo de rumores mejor o peor intencionados acerca de trato discriminato rio, que llegaron a la crtica hacia las organizacio nes sindicales cuando stas a finales de 1938, ante la casi absoluta falta de suministro oficial organi zaron cooprativas de consumo para sus afiliados (155). La falta de suministro alimenticio suficiente mo tiv que, en los aos de la guerra civil, la ciudad tra tase de paliar su dependencia absoluta de la industria zapatera y fomentase la produccin agraria; los agri cultores eldenses y buena parte de los llegados desde pueblos prximos, cuando el ayuntamiento dict medidas para evitar el paro entre los trabaja dores agrarios se organizaron en varios colectivos: la Cooperativa Agrcola La Unica (afn a U.G.T.), la Sociedad de Obreros Ganaderos Emancipados La Pecuaria, la Colectividad Cooperativa Confederal de Trabajadores Campesinos (afn a C.N.T.) o la Coo perativa Campesina. Los trabajadores industriales se quejaron de que, teniendo los agricultores un acce so privilegiado a los productos del campo, solicita sen adems aumentos salariales (156). La nueva preocupacin por las posibilidades agrarias del tr 104 mino eldense llev al ayuntamiento de Elda a soli citar obras de modernizacin del pantano y el Ministerio de Obras Pblicas aprob la construccin de una nueva presa (157), que nunca lleg a reali zarse. Este inters por las cuestiones agrarias, debi do al mantenimiento de unas condiciones de vida miserables, sigui patente en los primeros aos de postguerra; pero posteriores pocas de expansin industrial volvieron a sumir al agro eldense en el ma yor de los olvidos. Otros problemas soportados por la ciudad en aquellos aos fueron los relativos a sanidad y vivien da. La guerra era la causante de los problemas sa nitarios de la ciudad: por un lado, como ciudad con retaguardia hubo de acoger a numerosos heridos en el frente (para lo que se habilit el Casino Eldense, el Chalet de Porta, el Saln Mundial y el Grupo Es colar de la Estacin) (158); por otro, la insuficiente alimentacin acrecent la morbilidad (159), con el aumento de enfermedades como la tuberculosis. El Sello del Comit Local de Elda para el apoyo a los refugiados durante la Guerra Civil. apoyo eldense a las instituciones sanitarias fue tal que Socorro Rojo Internacional lleg a contar con 1.200 afiliados. El problema de la vivienda estuvo relacionado con la llegada de los refugiados, a los que hubo que acomodar en esta tranquila ciudad de retaguardia. Su nmero lleg a sobrepasar los 2.500, la mayora de ellos en rgimen familiar, aunque tambin hubo que alojar al Sptimo Regimiento de Infantera y a la 98 Brigada Mixta y a algunos funcionarios y em pleados del Estado (160). El Consejo Municipal eldense que haba susti tuido a la anterior corporacin surgida de las elec ciones de febrero de 1931 hubo de hacer frente a los problemas anteriores por medio de una polti ca mucho ms intervencionista de lo que lo haba sido hasta 1935, peo Careciendo de los medios ne cesarios para hacer frente a la situacin. El Consejo Municipal estuvo dirigido bsicamente por las orga nizaciones sindicales obreras con cinco delegados anarquistas y cinco ugetistas, aunque tambin con taban con representantes el PSOE. (dos), Izquier da Republicana, F.A.I., P.C.E., Partido Sindicalista y Unin Republicana. Aceptando la gran implantacin del anarquismo en Elda, la presidencia del Consejo fue concedida a la C.N.T., aunque eran los socialis tas los que contaban con una mayor representacin (al sumarse los representantes de U.G.T. y del PSOE.); durante el perodo blico hubo dos presi dentes, ambos obreros de la industria del calzado. Tambin fue la industria zapatera la que suministr al ayuntamiento su mayor fuente de ingresos: un mi lln de pesetas anuales en sustitucin del antiguo reparto de utilidades, pagado a partes iguales por las grandes fbricas y por la S.I.C.E.P. (aunque aca b siendo pagado ntegramente por la C.I.O.C.S., al agrupar a las entidades anteriores). Uno de los aspectos ms tristes de la vida en Elda durante la guerra civil fue la represin ejercida con tra los considerados enemigos de la Repblica: el mismo da 18 de julio fueron asaltados los locales de la Derecha Regional Agraria (afiliada a la CEDA.), la casa rectoral, la Gran Pea y fueron saqueadas algunas viviendas de los principales patronos zapa teros; tres das despus fue saqueada y asaltada la iglesia de Santa Ana; al mismo tiempo, comenzaron las detenciones de las personas ms significadas por su ideologa reaccionaria (161). Pese a que la gue rra civil ha sido presentada muchas veces como un enfrentamiento entre clases sociales e incluso, de for ma mucho ms maniquea, como un conflicto entre los defensores de los intereses patronales y los obre ros, la situacin al menos en Elda no era tan sen cilla; entre las personas muertas en Elda a conse cuencia de la represin ejercida por revolucionarios incontrolados (no por los representantes de las en tidades gubernamentales o del Consejo Municipal) abundan ms aquellas relacionadas con ambientes ultraderechistas (como Falange), con la Guardia Ci vil o con crculos clericales que los empresarios; en tre los encarcelados cerca de sesenta tampoco puede decirse que predominasen los industriales za pateros. Al producirse la sublevacin, el alcalde de Elda facilit salvoconductos a empresarios y fami liares que quisieron marchar de la ciudad; los pro pietarios de las cinco grandes factoras incautadas hubieron de esconderse durante la contienda, pero otros muchos vivieron en municipios cercanos sin ser apenas molestados: Mi padre estuvo en Benidorm, all nos cogi la gue rra; lo detuvieron una vez, pero le sacaron al da si guiente. ...mi padre sala cada da por Benidorm, no le molest nadie. Aquello era un pueblo muy peque o, de pescadores, slo tena un hotel. Pero la guerra fue igual que por aqu... pasando hambre (162) Otros empresarios siguieron residiendo tranqui lamente en Elda, trabajando en su propia empresa e incluso, en algn caso, dirigindola y representn dola en el consejo de la S.I.C.E.P. durante varios me ses. Alguno, como Jenaro Vera o los Sirvent, miembros fundadores de la S.I.C.E.P., constan co mo firmantes del convenio de cesin de este orga nismo a la C.O.I.C.S. en mayo de 1938; por el contra rio, Francisco Vera tambin fundador de S.I.C.E.P. y alcalde de Elda en 1939 fue detenido y traslada do a Alicante. En el plano cultural, la guerra civil supuso una cierta decadencia respecto al ambiente vivido du rante el primer quinquenio republicano, aunque se realizaron ingentes esfuerzos por mantener la nor malidad e incluso hubo buen nmero de activida des culturales aprovechando el abandono de Madrid y Barcelona por parte de muchos artistas; as, la F.U.E. organiz en el verano de 1937 una Universi dad Popular y la Banda Municipal de Madrid actu 105 mucilirTeM5 juventud. I Lo que quierekulao vare. 1.0.1d ala ar :erTr eb : 1 4 mal : se l t I rereoZeneVre= 75 .1...e=e1:.. e7vr. bdbe .C ..Mese .. r :.... L t je = l= e.i.an n= . 1 .1.4.111= ereare l: babad benemterr . 0 1 Ir:=Irrenreeter.: daba beben al Vda . :V . 1r m a la eldr .. =. dee te babar adm. rae ten o : .....=d ,. Man del *ame t mede a. a. m km.* ..==rhyttnreLor 4: 1 bros so,ray,or yo,4 mormomom~ =r.=: * Z.E.S :Vni: a =. . 1 1 O. 11 szEs-.1-= ataoa.........,an.1 . 4=1.04 . =1.4.11%: .= tara: . at a =; r r: aya. pwayanigkam hl,* =Uta% r II J1 ~1~ SUELTO f moe e treee 1 1L1Bt li t i J 1 0 ^Me moomm. cthilmos 111401 U 11110,11 SettALISTA ti MIN~11~ . o* 1111111111~~ 0u OLITICA LOCAL aldabea. rr bles Marbete. bre e.. de 01 ...a.m. le mar. q. dan det. t:1:=Or * ie. lb db.% e m l areme ~a sama .11 ...100. deba . wriond 17 , = tos. 1: .::===.*. Ie r a:arter:t10. 7 mre . Me ad bid GATOS mea 17.41.. 5 1,:.,= Lim: ..::::.: Vir a. deenew Y wad ine... be temmeea Je c =inl.. d qr mur , .11. hm *Ya. alba be a* qm. MI .M..........1 .:: naba - - , --.... _,...........t . ..t.z... m .... .1 : .. , ....... .4.2--.= ..... 7=,...: : := ,... avala= r - --; =...1 - ...::::.. -- rr...% l .u.. .. ........,: . -. 1..z4---zr.r. -..z.--..n.r.=.........:.r..r: r...... ilin ,.....,........=, a q . q . .1 . 11 . 5~ Yo da Me boa be y ......~......r.......... a ... Im. z w . r . .~.. 7. ...Mb dable . ...tu= 07 1 -1 bd.., ........ te bebe in II Viuda de Jos E3erenguer Vidrio. --- UD* N* 1,041 dM trekt P/111WINICOI1IIINN ZIP PVIIIIPALt Pgina de Rebelin, un semanario socialista eldense publicado durante casi todo el perodo de legalidad republicana. en el homenaje tributado a aquella ciudad. Tambin funcionaron desde 1937 dos semanarios portavoces de las organizaciones sindicales el socialista Re belin y el anarquista Nuevo Rumbo (163), con gran variedad de artculos referidos a cuestiones relacio nadas con la industria del calzado y los nuevos pro blemas surgidos a raz de la nueva organizacin productiva. En el mbito estrictamente escolar, la corporacin municipal se preocup por extender la educacin a toda la sociedad, tratando de habilitar locales provisionales para acoger a la creciente de manda escolar (dado el aumento de poblacin in fantil producido con la llegada de los evacuados) y de extender las clases nocturnas a todos los obre ros que lo solicitasen. Una de las lneas de actua cin educativa del Consejo Municipal, de gran impor tancia para el futuro de la industria zapatera, fue la creacin de la Escuela de Artes y Oficios (aunque las necesidades del momento la convirtieron ms en 106 una fbrica que en un centro de enseanza); poste riormente, el ayuntamiento cedi al ministerio los locales necesarios para establecer la Escuela Profe sional del Calzado, que no se lleg a construir (164). Este proyecto, que ya vena de lejos, volvi a ser desempolvado con mayor xito en los aos de postguerra. NUEVO e, delate *gen Yo, ea.* pa. de lan ,,_I. ,_. dele z.......auwa.aaa.. Ulla.. la ...... ademad. Lball de Sindicad.. Saetea.. Mabbelamee 1re. a . - Ombra.* 1 , 13, . _ 11.111~~~. tornera II Hecho r hecho. y hechos. lapide. y celeridad en todo. %chufle nos perde. rne en el mar del expe diente y de bei tramita. cienes burocrticas. Hoy eme imprimir todas 1.se co... 1 Olmo que la si. bracin demanda. Sin ti. tebeos. Sin contemple. clon.. El pueblo lo elide y lo exige. Confiemos en nosotros ,2 Alemanta leerte rocardemn que con loe literato en.o.. aloe Feemo.M. puede remeter. arab. el a.m. dr rolyory,,y, .. d.. 6 de roano te ea:461mm al eorterol Je nuestros puerros y iront ter. pera impedir 1. letrada de mererrel de quema en Espaa Tel acuerda nom ojo medirle de lo que palana apera de lo. demee pueblos exceptuando e loe des que ,u. .,,,,. emular. dr una menea eremita d.de el cenaren. de la ineurrermon Se nos equr. Pm. con loe rebelde. dndole. ...orle do helrammee cuanch. . atto mea que tolerar. debncuentee que han rebelado contra lot que rentan la al/Tramen tle derredor No quema. celrizare le reducida que opone ame. la (..,Se real calomel mualded de condrciones - 4..,,,.4.4. .,u,,,,.,.. pare elloa -- con loe rebelde. La.,,. . .; le ci Detecto ihremactoner atta en mur macular. trae lamer eareerem loe tumorurneem comemdee. letra amena eme lee que ao meneo otra ... . que le mena de la luema Loa trae.Mera delme hacer. a le relee de que ecire atente pdemoe ee neceo. armee Leer contra.. no. tu deet remo, numero. acampe pea loa Mes dome que. tmernan Que nadre lata Aumenta sota. aumlros ex ........ er meles. pero dedg luchemos con la coomcoon de que la rieron. @ele amotree &brama amarla llk Con rerponsabilided, sin. ceridad y compenetra citen de toda. 1., fuerza. antifascistas en el frente y en la retaguardia, num. bit triunfo es seguro. Quien en su actuacin no teng ..... te estas tres premia. fundan.... tales, merece el califica tivo de enemigo de la li bertad dI pueble. Un objetivo: vencer ledet dame de daba liba:ase en a orara asa .11. ler eaateneb neme, ea* ler emal ar la La amere ea Me tido amarlo tuhlr duro mas Ov de enana , u rano miau heneerea. que peone. ater coa mayor te, que narrarme. qm.,. be ;duren whandataa est bulas de ano lo La bardad bnal ha bao unan as a Mot de .ramr Mere deram atabe. luastedoeme ad del Mb. ied. wIee. ole baba, e! bloque...no. beoda candado en , morra dedo oto. , Mamme genera de lada keII., deerre Lar.. la afamaba beba ara te quena tomad.. de bomba rulielble dan brean Ms Nevada , da, me obtarem a ataba. ea en e MI 01.14.1. etre bu de la ...bada araba de Me babe. Coba La. be cambutera ha. ab roba . salo lo qua lee bce T. ro en bree, su asaba. asada Pue bhine acaba Pea data clara de hacer babe. 0. aburra dt, quer, mamo lyere dr .:14 mol amarar lby que lata P.. qut at rana a la ubre de lae clatnabuded. Bases n hm man. de as da adobo boba. taba. en ler dee a pub. ama toeldheade ad. atereqb, bar c, Manaba Se Impone Web ear bdo Uembeba de Ulla fi nalitiaol: ser libres movilizacin ole la retairoarolla tte una campega anca I llana. que he apareada. al emanar i quema m ler ar ll 7.1 de bboreoso iza lava en la *trua vos de Lotee ea p fornet=oe mr aummf: ;a.m., tes acerar ere ale carlee he a . fi rman.. Pe. rePoatellum em em ler memlqa lb... d. , t. al 10..ffiba.00 dee.. , q q ea a n . que almo Mb parecer Porque Men mentles. aro. cohnndo de al ens ab babe be lela de taima, dm mal u nasa bbaa boba. am , Ii0.11.. ababa milbuts beba que no radas atgen pea cmy Tal ea. dza aa bede ref. Hit mee mi. ere tterecrtmr be lb toalla ale rram. }Lay ba emellimar rt tequer. 54 ..... ......... alwalso Jur aadat con e: tambar. reugoabu hita. y da rtalidad.hte Que is.ber ralo. etamebd etada a orlIdto deeMo no hav sada be dm t tellte. a les snn eeneciatalo c,mvsy Mda r lo. te cur.ewreiret bao 001,4 e h40.11.1 , 4 , 0 ala.. U. fe e e j e e r re= re Pgina de Nuevo Rumbo, peridico anarquista eldense de los aos treinta. El anarquismo eldense edit tambin Proa, y alguna otra revista de menor importancia. 4. LA POSTGUERRA No abundan las fuentes para estudiar la Elda de los aos cuarenta: las estadsticas son escasas y po co fiables, las publicaciones peridicas eldenses prc Anagrama del Ateneo Artstico de Modelistas y Patronistas, institucin que puso en marcha la fbrica n 6 durante la Guerra Civil. ticamente desaparecen, los estudios histricos sobre la poca son casi inexistentes. El censo de pobla cin de 1940, recin acabada la contienda, exagera al igual que sucede en tantas otras poblaciones el nmero de habitantes de la ciudad: 20.050 per sonas, dos mil ms que en 1935, pese a todos los problemas producidos por la guerra; la razn de esta hinchazn estadstica es bien clara: los cupos de ra cionamiento dependan de ello. Segn este censo, la industria fabril ocupaba el 72.7% de los trabaja dores eldenses, la mayora de ellos (el 85% de los obreros industriales) en fbricas de calzado y casi todos los dems en talleres auxiliares de la activi dad zapatera; en total, 5.328 eldenses estaban em pleados en el sector de cuero y piel y unos nove cientos en las empresas auxiliares. Pero tambin destaca el crecimiento que haban experimentado las actividades agrarias, que ocupa ban a algo ms de un millar de personas, una cifra propia de la Elda del siglo XIX, cuando la agricultu ra era la principal fuente de ingresos de los elden ses. Este incremento, que a primera vista puede parecer sorprendente, se enmarca en el retroceso industrial padecido a escala estatal como consecuen cia de la guerra civil y de sus secuelas, entre las que no fue la ltima el fuerte dficit de alimentos, que castig especialmente a las capas populares de los ncleos urbanos, sobre todo a los obreros ms hu mildes, con poco trabajo, a causa de la escasez de gran nmero de materias primas imprescindibles pa ra la industria; muchos de ellos vieron en el regreso a las actividades agrarias un modo de asegurarse el acceso a la alimentacin, aunque ello significase un cierto retorno a una economa de autoconsumo. Pronto qued claro que esta reanimacin de las ac tividades agrarias era meramente coyuntural: una vez recuperada una cierta apariencia de normalidad eco nmica, el descenso del nmero de eldenses ocu pados en la agricultura fue muy rpido, tanto que el censo de 1950 ya citaba slo a 426 trabajadores agrarios, slo un 4.6% de la poblacin activa de la ciudad (frente al 11.7% que suponan en 1940). Salida de los obreros de la fbrica de Francisco Vera Santos, en los aos cuarenta. Por el contrario, el nmero de trabajadores in dustriales aument a lo largo de la dcada, muy d bilmente porque la guerra civil haba truncado de cuajo el formidable crecimiento mantenido por la ciu dad durante el primer tercio de siglo. Aunque la cla sificacin laboral utilizada en los censos de 1940 y 1950 es diferente, el nmero de trabajadores en las industrias fabriles pas de 6.251 en 1940 a 6.597 en 1950, con un ligero incremento de un 5.5%, pe queo pero significativo en una ciudad que pade ca un marcado estancamiento demogrfico y econ mico; demogrfico, porque el nmero de habitan tes slo creci un 3.2% durante la dcada, incremen to inferior al de su propio desarrollo vegetativo, lo 107 que significaba una ligera tendencia a saldos migra torios negativos (165); estancamiento econmico tambin, reflejado en las cifras de empleo en el co mercio y los transportes pero, sobre todo, en el es caso nmero de obreros de la construccin, 289 en 1940 y slo 260 en 1950. El estancamiento de la construccin, sector locomotora del desarrollo eco nmico, es una seal evidente del escaso mpetu in versor de la industria eldense de aquellos aos. Frente a los datos anteriores, Bernab Maestre ofrece datos (reelaborando con otras apreciaciones las poco faibles estadsticas oficiales) que estiman el empleo en la industria zapatera eldense en torno a 7.317 per sonas en 1955 (166), lo que supone un incremento notable respecto a las cifras de 1940 pero todava inferior a la preguerra; estos datos, no obstante, es tn referidos a 1955, no a 1950 y es bien sabido que los aos cincuenta pese a la crisis de las grandes empresas mecnicas fueron aos de expansin in dustrial en la ciudad. La salida del trabajo. Al fondo la fbrica de Porta. El propio Bernab Maestre ha sido posiblemen te quien mejor ha definido las caractersticas de la industria zapatera durante los aos de postguerra: Durante la postguerra, esta estructura (la fabricacin, utilizando tecnologa U.S.A., de grandes series de cal zado de tipo corriente) se hundi y fue sustituida por una nube de pequeas empresas, con elevadsimos porcentajes de trabajo clandestino. Una serie de fac tores influyeron en esta evolucin: en primer lugar la crisis que introdujo una reversin del proceso de sus 108 titucin del calzado por la alpargata, y por consiguien te, una disminucin del mercado. En segundo lugar, la reglamentacin franquista, rgida y demaggica. Co mo consecuencia las empresas legales disponan de una serie de privilegios (acceso a los repartos de ma terias primas), pero tambin unos costes mayores. Es tos mayores costes derivan en parte de los efectos de la nueva legislacin e indirectamente de que al fijar las plantillas se convirtieron una parte importante de los gastos variables de las empresas en gastos fijos, lo cual era un grave inconveniente en un momento de demanda segura. A estos se aadan las dificultades en el suministro de energa, en la importancia de ma quinaria para la renovacin de equipos e incluso en la reparacin de las ya puestas en funcionamiento (167) Zapatero artesano de los aos cuarenta. Todas estas caractersticas arriba indicadas pa recen constatarse en las fbricas zapateras eldenses de los arios cuarenta. En primer lugar, la aparicin de un alto nmero de pequeas empresas fue una de las primeras consecuencias del fin de la guerra: frente a la organizacin centralizada vivida durante los aos de contienda (a travs del S.I.C.E.P. y la C.O.1.C.S.), de repente aparecen un nmero de fa bricantes muy superior al existente en 1935. Segn un documento fechado el 25 de enero de 1940 (168), el Sindicato de la Piel convoc a sus asociados pa ra determinar cmo deban colaborar a la construc cin del nuevo templo parroquial de Santa Ana; en la relacin final de asistentes aparecen reflejados el curio y la firma de 151 empresarios, 121 de ellos fa bricantes de calzado y el resto correspondientes a las industrias auxiliares; un anlisis minucioso de la relacin permite afirmar que en el nmero de em presas era an mayor faltan, por ejemplo, las fir mas correspondientes a las empresas de Rodolfo Guarinos y Pedro Bellod pero tambin refleja las reducidas dimensiones de algunos talleres, en algn caso simples zapateros autnomos que carecen has ta de cuo propio. En cuanto a la industria auxiliar, los treinta firmantes se repartan entre hormeros, ta coneros, fabricantes de maquinaria, de cajas de car tn y artes grficas, de maletas de muestras, de curtidos, de moldes y patrones y de caucho y adhe sivos; estas ltimas eran slo tres pero indicaban la aparicin de una industria auxiliar que pronto tuvo un notable desarrollo: la de productos qumicos. 1 1;0 ./ 9 / 4 0 1 4:0111,,C.:a. yot at 14 e.Z.-1, Se ,hea.. .r.taaM ale Da C..3 saa.w. CKSet471.15 vent . 9seallaea unattaku ) t, 145 4.....4411 ^DE hit L444, ta , at , e. en.e2wevrAmea taa ,.... 90~1.21 u, (a Q tOX.4. YtiP p., d. kiZ..,1 SUALtatio SC114. fAUL.O. 4, L con Glat ..1.11V Eet Colma . ele ^La q ....-Dus . SLtt e. ri ..5... 5 b10, 1.1.41,y ylaStAltf. CO teeS CO 1/ 4 0 9 0.1...-15-bd bin (a. (atabal , a tin44. Sa 111 15 ba... 1 .1 te.ef Z4. Ge. dad .54141. 11 SGsurn1.04( EsS 11.15vnno 1. 4 4t4~ 1 ...to bt Vota C4U. L t. 11.,,..tado J. tof e Istacia , que/ea ./eati.at li ,. 9aatile1 1k leal. eesee $.41 cewert.ert Vulva. I f lisntalt s i, i, CCA1114 tCA a ityosilta lateS U 5i71,telet ill . hSet; 14ACeett Dea eaa Ct tw, lato bewet Se Acta de la reunin del Consejo Parroquial de Elda por la que los empresarios zapateros se comprometen a pagar un impuesto especial para la construc cin del nuevo templo de Santa Ana. La vuelta al trabajo en las empresas se demor slo algunas semanas despus de acabada la gue rra civil. Uno de los principales empresarios de en tonces todava lo recuerda: ... hubo facilidades por parte de las autoridades de ocupacin, de liberacin, por poner en marcha las em presas; hubo una reunin con el comandante de aqu, en el despacho de Rodolfo Guarinos, donde nos reu nieron a los ocho o diez fabricantes ms importantes... nos dijo que vendra la banca a ofrecernos dinero pa ra poner en marcha las fbricas; empezaron a venir de todos los bancos... A dejarte billetes! As se puso en marcha la industria de Elda, a base de recoger las firmas antiguas, hacindose cargo de sus bienes otra vez, de sus edificios, de las instalaciones (169). Las instalaciones fabriles eldenses se encontra ban en perfecto estado de funcionamiento, no exis ta ningn tipo de destrozo significativo ni en los locales ni en maquinaria, segn aseguran muchos em presarios de entonces. Ms an, los dirigentes de las empresas socializadas haban conseguido que el grueso de la produccin eldense siguiera durante to da la contienda vinculado a la fabricacin de artcu los relacionados con la piel y el cuero; slo en algunos casos se haba trasladado maquinaria de una fbrica a otra en funcin de las necesidades produc tivas. Sin embargo, pese a ello, otras dificultades (la consecucin de materias primas, las restricciones energticas, el descontrol del mercado) impidieron que la puesta en marcha de las fbricas pueda ca lificarse de retorno a la normalidad; los obreros cada empresa deba readmitir a sus antiguos tra bajadores, salvo en los casos de los manifiestamen te contrarios al rgimen fueron regresando a sus antiguos puestos de trabajo, de forma escalonada, de acuerdo con la rapidez en la normalizacin de la produccin en cada empresa. Durante los aos cuarenta se produjo un proce so de desaparicin de las antiguas grandes empre sas altamente mecanizadas, que culmin en los primeros aos de la dcada de los cincuenta con la desaparicin de Rodolfo Guarinos Vera, Pedro Be llod Pay, Hijos de Vicente Gil, Hijos de Gabriel Vera y algunas otras. El Sindicato de la Piel culp de esta situacin a los pequeos talleres clandesti nos, que trabajaban al margen de los impuestos, gra vmenes, cotizaciones a la seguridad social e infle xibilidad de plantillas que agobiaban a la gran em presa (1 70); estos talleres clandestinos o semiclan destinos, los tallericos en el argot zapatero eldense, proliferaron en la ciudad en los arios de postguerra, buen nmero de ellos utilizando el trabajo domici liario de mujeres y nios u ocupando parte del tiem 109 po libre de los obreros empleados en fbricas ms importantes; en algn caso, el mismo propietario del tallerico cumpla su propia jornada laboral en una empresa distinta a la suya. En contraposicin a las ventajas que presentaba esta forma de produccin, tambin las grandes fbricas contaban con algunas ventajas comparativas, especialmente en unos mo mentos en que las materias primas necesarias eran muy escasas. Uno de los mayores empresarios de aquellos aos, que supo sobrevivir a la crisis de los primeros aos cincuenta, comenta un problema aadido a los ya citados: los cambios en los sistemas de fabrica cin, las dificultades de las empresas mecanizadas para ajustarse a las nuevas caractersticas de la de manda: El zapato mecanizado era un zapato muy bueno, pe ro muy duro; eran zapatos que hacan dao a los pies... cuando empez un tipo de zapatos que llamamos guante, porque no existe clavo ninguno en su fabrica cin, es pegado pero con una banda vuelta, no lleva ni planta dura. Cuando lleg este zapato, en mi casa se enfund casi el 40% de la maquinaria y se trabaj a mano, con la aparadora como base principal del za pato... se le llamaba guante porque armaba el zapa to, una el corte a la planta, lo que haca la mquina de montar, se hormaba y quedaba el zapato ya for mado. Era un zapato que pesaba la quinta parte que un zapato anterior. Fue un xito. Ya no volvieron a hacerse zapatos a mquina; yo tena 100 kilos de se mence del ocho, los clavos con que trabajaban las m quinas, y en cuarenta aos no volv a usarlos... (171) FBRICA T1E CALZADO NI Num,. ECANICO PtBio AEST 12. E Y ( ELDA (Alicante) Anuncio de la fbrica de Pablo Maestre y Ca., 1945. (Todas las fotografas fechadas en 1945 proceden de Alicante comercial, industrial y agrcola). A) Arios de escasez Uno de los problemas ms importantes a los que haban de hacer frente las empresas fue el de la es casez de materias primas, debido tanto a la reduc cin de la capacidad productiva de la industria 110 nacional como a las enormes dificultades de todo tipo para importar artculos extranjeros. La escasez de materias afect a casi todos los productos; en algunos, como las pieles, las dificultades no eran in salvables y, de mejor o peor calidad, antes o des pus, se acababan consiguiendo; sin embargo, los problemas para conseguir la suela necesaria eran po co menos que insalvables y originaron la utilizacin de todo tipo de materias sustitutivas: ... no haba cuero, ni para cortes ni para suelas; no sotros hemos hecho zapatos de caballero en la fbri ca con suelas de rueda de auto y entresuelas de tablex de madera, de las cajas de madera de crep que se importaban; en la parte del norte, que es donde ms piso de goma utilizaban, la cantidad de miles de pa res que se han gastado con entresuela de tablex... en aquella poca el ingenio era asombroso, haba que ha cerlo correr porque no podas hacer zapatos. Los ven das porque haca falta llenar los comercos, porque se necesitaban... (172) Aguado Hermanos en 1945 Aunque algunas materias (como las cajas, las hor mas y los tacones) se adquiran en las fbricas el denses, otras compras sobre todo las adquisiciones de suela y pieles se compraban preferentemente en Catalua; no obstante, existan en Elda buen n mero de almacenes de curtidos; un trabajador de uno de estos negocios recordaba que hubo hasta quien lleg a utilizar cartn como suela, que el re traso en servir los pedidos era muy grande y que siempre haba fabricantes que tenan preferencia (173). Estas preferencias llegaron a originar negocios saneados para alguna de las grandes empresas, bien relacionadas polticamente, que ante el racionamien to de la suela declaraban una capacidad productiva ficticia (generalmente, aquella que fueron capaces de desarrollar en los aos anteriores a la guerra ci vil) para conseguir un cupo suficientemente amplio para permitir la posterior reventa a otras empresas menos afortunadas, como las pequeas fbricas e incluso los tallericos (174). Una empresa de calzado de caballero trat de orientar parte de su produc cin a satisfacer la demanda del ejrcito, dado el tra to de favor que el rgimen dispens siempre a las necesidades militares, lo que permita recibir pron tamente los cupos de suela necesarios. La ,fbrica de la luz en los aos 40. La falta de fluido elctrico era excesiva mente frecuente en la postguerra. Motor de la fbrica de Julio Beneit. 1945. Otro de los grandes problemas de la industria era la falta de la energa suficiente, que oblig a mo dificar el horario laboral de las empresas, llegando la prctica totalidad de fbricas a trabajar durante la noche: ... de da no haba bastante tensin, no iban las m quinas, incluso haba que ponerle una llave doble, que se llamaba una estrella de tringulo, para arrancar el motor; la estrella de tringulo le daba un voltaje de 320 y luego ya se volva a 220; pero incluso con aque llo no tena fuerza, no se poda trabajar, nos desespe rbamos. Nos pusimos de acuerdo y trabajamos de noche, estuvimos as lo menos siete meses; luego, cuando vinieron las restricciones, que haba das sin luz, hubo que trabajar con un motor... era un motor de gas pobre, de lea, que no iba muy bien, costaba horrores moverlo; haba que prepararlo dos horas an tes, con un gasmetro, una caldera que haba que que mar all; lo cambiamos por un motor de gasoil... (175) Aunque ya se ha dicho que algunas empresas fueron reduciendo su mecanizacin y realizando ma nualmente muchas funciones antes reservadas a las mquinas, este proceso ocurri bsicamente en los primeros aos cincuenta (176). Durante los arios cua renta, la maquinaria utilizada en la industria fue en aumento; segn Bernab (que cita datos de la Ma trcula Industrial), entre 1945 y 1950 las mquinas de cortar suela existentes en las industrias eldenses pasaron de 87 a 127, las de desvirar de 86 a 98, las de puntear de 27 a 38, las de montar de 41 a 47 y las de coser suela se mantuvieron en 25 (177). Es te incremento de la mecanizacin hubiese sido mu cho ms intenso de no ser por las fuertes dificultades para adquirir maquinaria producida en el exterior (la preferida por los industriales) y por los proble mas de mantenimiento de las mismas, dado que en ocasiones se lleg a carecer de los repuestos nece sarios. En las ventas, por el contrario, no parece que existiesen problemas graves durante la dcada, es pecialmente durante los primeros aos; la falta de productos en los comercios era tal que los consu midores estaban dispuestos a adquirir todo aque llo que se les presentase. Las tiendas de las capitales de provincia y otras ciudades importantes eran los principales puntos de destino de los zapatos pro ducidos en Elda; la exportacin haba desapareci do casi por completo (slo algn empresario afirma haber vendido en zonas del Marruecos francs) y las ventas a los pequeos pueblos tampoco resultaban excesivamente rentables, dadas las dificultades de desplazamiento de los viajantes a las mismas y el escaso montante de sus compras (178). Tal como ve na sucediendo desde aos atrs, el sistema de ven tas de las empresas eldenses que en la postguerra 1 1 1 enviaban el grueso de sus envos por medio del ferrocarril estaba basado en la labor de los viajan tes, mucho de ellos al servicio de una sola empresa (por lo que perciban dietas y una comisin ms re ducida) pero la gran mayora como comisionistas que solan representar varios muestrarios no coinciden tes (por ejemplo, una empresa de calzado de nio, una de seora y otra de caballero). Seccin de Almacn de la fbrica de Felipe Peataro Sanchis en 1945. Las dificultades de acceso a las materias primas, el escaso poder adquisitivo de los consumidores y la intervencin de las autoridades administrativas a la hora de la fijacin de precios motiv que las f bricas zapateras contasen con una escasa variedad tanto de modelos como de colores; ello permiti que tanto las fbricas como las tiendas pudiesen funcio nar con una inversin relativamente reducida. No de saparecieron, lgicamente, los dicterios de la moda, pero los cambios de tendencia eran mucho ms len tos que hoy y las capas sociales que los tenan en cuenta como algo imperativo mucho ms reducidas que en la actualidad; la moda en Espaa la marca ban Madrid y Barcelona (la gente de mayor nivel ad quisitivo y la vinculada al mundo del espectculo de ambas ciudades) y a ellas acudan modelistas elden ses para observar en los escaparates de las zapate ras ms elegantes las tendencias ms novedosas, sobre las que basaban sus nuevas creaciones; sin em bargo, cada vez iban adquiriendo mayor importan cia como fuente de inspiracin las revistas grficas. y el cine, pues algunas de las grandes pelculas mti cas de Holliwood crearon una forma peculiar de vestirse, peinarse o calzarse. Pese a todo los condi 1 1 2 cionantes, los modelistas seguan aportando la ale gra de las innovaciones en aquellos aos de penuria; en este sentido cabe destacar la Exposicin de Cal zados de Artesana y Modelos, celebrada en el Ca sino Eldense durante las fiestas septembrinas de 1941. Seccin de corte de la fbrica de Pablo Maestre. 1945. B) Descenso de la productividad y otros aspectos laborales En lo que parecen estar de acuerdo todas las fuentes consultadas es en el drstico descenso de la productividad respecto a los primeros aos treinta. Bernab Maestre escribe que la productividad por obrero y da, calculada por l en cuatro pares en 1935, baj a 3.5 en 1957 (179). Estos datos requie ren algunas matizaciones. En primer lugar, la pro Fbrica de Manuel Maestre Gras. engalanada ductividad establecida para 1935 no coincide total mente con otras fuentes consultadas: durante los aos treinta, Rodolfo Guarinos declara en los anun cios del programa de fiestas una produccin de 1.000 a 1.600 pares diarios, cuando su nmero de traba jadores reales debi superar en todo momento los cuatrocientos; Pedro Bellod no super en ningn momento los 750 pares diarios (la media fue de unos 500) y contaba con ms de doscientos trabajadores; si esto suceda en las fbricas ms mecanizadas, pa rece improbable que la productividad fuese muy su perior en el conjunto de la industria eldense. Por otra parte, la productividad de 1957 ya no era la misma de los aos cuarenta, pues si bien se haba reduci do la produccin mecanizada tambin haba aumen tado el trabajo a destajo y se haban reducido buena parte de las restricciones que limitaban la produc cin (energa, materias primas...). Todos los empre sarios consultados han descrito la productividad de aquellos aos cuarenta en trminos verdaderamen te dramticos: en fechas prximas a 1950, segn afir maciones del gerente, hubo das que Pedro Bellod slo fabric unos 250 pares con una plantilla de 323 trabajadores. Si bien algunos empresarios indican que las autoridades oficiales trataban de suscitar un aumento de la productividad, la mayora de los con sultados ideolgicamente conservadores casi siem pre se queja de que el sindicalismo vertical man tuvo una nefasta poltica paternalista respecto al obrero que impeda cualquier incremento de la pro duccin y, consiguientemente, cualquier aumento del nivel de vida. La estabilidad en el empleo fue una de las ban deras propagandsticas del nuevo rgimen. Adems de ello, en la industria del calzado las empresas de ban pagar un mnimo de cuatro das de trabajo a sus obreros, aunque no se hubiese trabajado en to da la semana. Pronto se estableci adems una pa ga extraordinaria, la del 18 de julio (fiesta mayor del rgimen en conmemoracin del inicio de la guerra civil); esta paga fue muy reducida durante los pri meros aos: en 1944 todava consista en 15 pese tas para los varones y 10 para las mujeres (poco ms que el jornal diario) y, adems, si algn empresa rio desea obsequiar a sus obreros con la comida, quedarn exentos de la gratificacin en efectivo) (180). La reglamentacin laboral estricta, que ga rantizaba a los obreros el empleo fijo y determina E L O A_ (Alicante) - Telfono, 166 Anuncio de la fbrica de Vicente Esteve Prez. 1945. das percepciones, tena como contrapartida lgica dada la bajsima productividad la percepcin de unos salarios pauprrimos: por ejemplo, en 1940 en la fbrica de Antonio Porta Rausa los sueldos dia rios oscilaban, segn seccin y trabajo, entre las 5.50 y las 10.90 pesetas (181). El escaso poder adquisiti vo de los salarios unido a la escasez o inexistencia de los productos ms imprescindibles, motiv que para los obreros e incluso para buena parte de las clases medias el hambre y las privaciones padeci das durante la ltima fase de la guerra civil se man tuviesen durante bastante tiempo. Particularmente duro fue el ao 1941, al que se bautiz popularmente como el ao del hambre, parodiando con humor corrosivo la prctica franquista de bautizar los arios (ao de la victoria, ao de la paz...). El crculo vicioso que constituan la baja produc tividad y los salarios de miseria, imposible de ven cer en aquellos aos por medio de la innovacin tecnolgica, acab rompindose durante los arios cincuenta gracias a la generalizacin del trabajo a Celebracin del 18 de julio de 1939 en la fbrica de Jos Jernimo Guill. 1 1 3 destajo, inexistente en casi todas las fbricas im portantes durante los aos cuarenta. En la primera postguerra, el nico aumento de productividad por obrero consegua prolongando (en los perodos de abundantes pedidos) una o dos horas (velando) la jornada laboral, que segua mantenindose en 48 ho ras semanales, ocho diarias de lunes a sbado (ge neralmente, entre las ocho y las doce de la maana y las dos y las seis de la tarde). Los bajos salarios de postguerra acabaron drs ticamente con la intensa corriente inmigratoria vivi da por la ciudad entre 1914 y 1935; ms an, no escasean los testimonios de eldenses que marcha ron durante la dcada a otras poblaciones espao las en una poca en que la emigracin a Amrica tropezaba con fuertes trabas adminsitrativas. Aun que numricamente careci de importancia, mere ce la pena destacarse que en 1942 algunos obreros eldenses marcharon a trabajar a fbricas alemanas en una emigracin facilitada por la colaboracin entre las autoridades franquistas y el nazismo (182). Aunque termin la llegada masiva de inmigran tes, siguieron llegando diariamente desde los muni cipios ms prximos Petrel, Monvar y Sax un alto nmero de obreros, no menos de un millar, a trabajar a las fbricas eldenses. La mayora de ellos utilizaban la bicicleta como forma de desplazamiento, algunos venan andando y eran pocos los que utili zaban los autobuses. Algunas fbricas llegaron a contar en los aos cuarenta con un nmero de trabajadores superior al que posean antes de la guerra civil, aunque su produccin no lleg a superar a la de entonces. Exis ta en aquellos aos una fuerte movilidad laboral, con un alto porcentaje de trabajadores que cambia ban de empresa o que intentaban establecerse por su cuenta. Por ejemplo, a comienzos de los aos cin cuenta, cuando Pedro Bellod (que ya perteneca mayoritariamente a empresarios andaluces) comien za a plantearse el cierre de la empresa, con el con siguiente alto coste en indemnizaciones por despido, adopta la medida de no sustituir a los obreros que voluntariamente marchasen de la empresa: en muy poco tiempo el nmero de trabajadores desciende de 323 a 232. No exista, pese a esta facilidad para la movilidad laboral de los obreros, una fuerte de 1 1 4 Oficinas de Hijos de Vicente Gil. 1945. manda de mano de obra; las empresas considera ban suficiente la existencia en la propia comarca. El trabajo femenino segua siendo absolutamente imprescindible en la industria; algunas funciones, co mo el picado, el rebajado, el almacn y sobre todo el aparado eran desempeadas de modo prctica mente exclusivo por la mujer; tambin haba algu nas mujeres en el cortado, un trabajo mayoritaria mente desempeado por los varones, y ya comen zaba a generalizarse su acceso a las oficinas. El censo de poblacin de 1940 muestra hasta qu punto la mujer eldense encontraba en la industria del calza do su principal ocupacin: de 2.398 trabajadoras cen sadas, 2.029 estaban ocupadas en las fbricas de ,calzado (el 84.6% del empleo femenino total), mien tras que menos de un centenar acudan a las indus trias auxiliares; la dependencia laboral de la industria zapatera era muy superior en las mujeres que en los Oficinas de la fbrica de Pablo Maestre en 1945. hombres, entre los que el porcentaje de los que tra bajaban en el calzado slo ascenda en dicha fecha a un 53%. Por edades, es interesante constatar que el 53.3% de las eldenses de 20 a 30 aos de edad trabajaba en fbricas de calzado, lo que significaba el 49.5% del total de empleadas de la industria; en esa banda de edades slo en esa haba ms mu jeres zapateras que varones. Del anlisis del censo de 1940 se deduce que buen nmero de mujeres abandonaba el trabajo en las fbricas al contraer ma trimonio, aunque muchas de ellas regresaban cuan do los hijos crecan o al enviudar (183). Hay que recordar que los datos anteriores proceden de es tadsticas oficiales, por lo que suelen minusvalorar el empleo femenino, pues muchas mujeres que tra bajaban en sus propios domicilios aparecan como amas de casa en las hojas de empadronamiento; su poniendo que el empleo femenino real de la indus tria del calzado es similar al masculino (184) y que un buen nmero de varones empleados en las f bricas zapateras procedan de municipios cercanos (las mujeres que se desplazaban eran muy pocas), el empleo de la mujer debi ser mucho ms abun dante. La prctica totalidad de empresarios consul tados reconocen que buena parte del aparado (en algn caso se ofrecen cifras en torno al 30% del n mero total de empleados de la empresa) era produ cido fuera de la fbrica, en los domicilios de las aparadoras, aunque algunos afirman qu no eran exactamente empleadas suyas porque r; uchas de ellas realizaban tareas de diferentes empresas. El tra bajo femenino continu siendo peor pagado que el masculino; hasta la citada gratificacin del 18 de ju lio de 1944 se fij en 15 pesetas para los varones y 10 para las mujeres. La mayora de fuentes empresariales consulta das afirman que no emplearon nunca en los aos cuarenta a nios de menos de 14 aos, aunque no niegan que . hubo quien s lo haca, bien por su ca rcter desaprensivo, bien por ayudar a resolver la precaria situacin econmica de una familia muy ne cesitada. Muchos obreros s afirman claramente la existencia de este trabajo de menores e incluso ofre cen testimonios personales. El citado censo de 1940 habla de 16 nios y 6 nias, menores de catorce arios, que trabajan en las industrias de la piel; este reconocimiento oficial significa, en la prctica, la exis tencia de un nmero muy superior. En cuanto a los Zapateros de la fbrica de los Martnez Orgils, en 1945. Obsrvese la pervi vencia del trabajo infantil en las fbricas. aprendices legales, los de 14 a 16 arios, debieron suponer un nmero cercano al 10% del empleo to tal. Los jvenes zapateros contaron ya desde los pri meros arios cuarenta con una escuela profesional de calzado, consolidando definitivamente las fallidas ini ciativas anteriores; en el colegio Padre Manjn, de lunes a viernes, durante dos horas y media, una vez concluida su jornada alboral, un buen nmero de j venes ochenta, divididos en dos clases durante 1945 (185) acudan a mejorar sus conocimientos tcnicos. Pese a esta iniciativa, el porcentaje de anal fabetos entre los trabajadores del calzado segua siendo altsimo en una ciudad en la que en 1940 el analfabetismo afectaba a casi la cuarta parte de la poblacin, pese a los grandes esfuerzos educativos de la administracin republicana, que haban redu cido notablemente el porcentaje de iletrados entre los ms jvenes; el analfabetismo segua castigan do especialmente a las mujeres y a los de mayor edad (a partir de los 55 aos de edad, las analfabe tas eran mayora entre las mujeres) (186). C) Represin de postguerra y sindicatos verticales El final de la guerra civil no redujo en modo al guno los problemas sociales en Elda pero si acab con cualquier reivindicacin obrera que pudiese ser causa de conflicto. La represin polftica sobre la ciu dad y su industria fue dursima: 161 eldenses fue ron inculpados por los tribunales franquistas y la mayora de ellos padecieron un consejo de guerra (187). Entre ellos se contaban 59 zapateros, pero tambin un alto nmero de personas que declaran como profesin la de oficinista, industrial, agente co mercial o apoderado de fbrica, la mayora de ellos 1 1 5 Ayuntamiento de Elda en 1945. ostentosamente engalanado con los smbo los ms caractersticos del franquismo. Foto cedida por Alberto Navarro. vinculados a la industria zapatera. Los represaliados eran mayoritariamente afiliados a las centrales sin dicales y a los partidos de izquierda, sobre todo cenetistas (56 personas), socialistas (50 entre los acu sados de pertenecer al PSOE. y a la U.G.T.) y afiliados a Izquierda Republicana (25, la prctica to talidad de ellos acusados de pertenecer a logias ma snicas). La represin fue particularmente dura con aquellos acusados de haber desempeado cargos concejiles en las corporaciones controladas por el Frente Popular, 22 de los cuales hubieron de sen tarse en el banquillo. La represin lleg incluso a afectar a miembros de Socorro Rojo Internacional, organizacin dedicada exclusivamente a actividades humanitarias (188). La represin desarticul totalmente la infraestruc tura de los sindicatos de clase y de los partidos de mocrticos, impidiendo el xito de cualquier reivin dicacin social que escapase al control de los sindi catos verticales, frreamente organizados en torno a F.E.T. de las J.O.N.S. Las conmemoraciones del 18 de julio constituan la principal demostracin de fuer 1 1 6 Manifestacin cvica del 18 de julio de 1942. za del nacional -sindicalismo, con celebraciones de desfiles obreros organizados con el ms puro estilo hitleriano, aunque con mayor pobreza de medios. Las circulares de la Jefatura Comarcal de Sindicatos y del sindicato de la Piel explicando las normas de organizacin de los desfiles no dejan lugar a dudas sobre una situacin que todava causa temor o ver genza a alguno de sus protagonistas: los obreros deban asistir obligatoriamente a primera hora de la maana a la puerta de su fbrica, amenazndose con sanciones tanto a los obreros que no acudiesen co mo a los patronos que no denunciasen las faltas, que se consideraban gravsimas en el caso de que fuese el propio empresario quien desoyese la convocato ria (el dueo de la fbrica poda, adems, no entre gar la paga extraordinaria a los obreros que no se presentasen); todas las empresas del calzado deban acudir al desfile y a la misa de campaa con una pan carta previamente convenida con los colores rojigual das y el nombre de la empresa escrito en ella; los integrantes de las milicias de Falange y del Frente de Juventudes no desfilaban junto con sus compa eros de trabajo sino que, debidamente unifor mados, lo hacan en sus organizaciones polticas co rrespondientes. Al finalizar los actos, durante los primeros aos, trabajadores y patronos de cada em presa se reunan en la propia fbrica en una comida de hermandad, que todava recuerdan hoy agra dantemente o no, segn los casos muchos comen sales: banderas espaolas, consignas proguberna mentales y la imagen omnipresente del general se mezclan con una sensacin de pobreza y carencias en las fotos que conservamos de aquellos das (189). Dejando aparte los actos conmemorativos, que cada vez se hicieron ms folklricos y menos ideo lgicos, el sindicalismo vertical actuaba con una am bigedad calculada. Sus decisiones de tono menor (reclamaciones muy concretas, despidos individua lizados...) solan ser fuertemente paternalistas, am parando las peticiones obreras; sus decisiones esen ciales (salarios, prohibicin de huelgas, organizacin general de la produccin...) defendan los plantea mientos patronales. A nivel local, el Sindicato de la Piel hizo uso y abuso de su facultad de establecer cuotas voluntarias para los ms varios fines: recons truccin del templo parroquial de Santa Ana (190), cabalgatas de Reyes, ayuda a la Divisin Azul, cons truccin de San Crispn... La instauracin de la fies ta de San Crispn, realizada bsicamente entre los aos 1949 y 1952, fue un intento de ofrecer una ima gen laboral de acuerdo entre los intereses obreros lir lIon lII Hl: 1:11,zuni lir, In 5. I. ELDA La .anavarldn de rhoriemstea se telresoo ce Lamente. pe cr*Z n, ..eptiembre da 1..4o. ~id su nacirier.to al acuer do d. un nutr1.4 rrupo de rutrieuntea. ato rimo u la rejor darme& de loo laCerGerea inouotrialenrediunte la toldad. la coheoldn. wilre dar a ...t. Z.tldaa oto r.ok.o de wolidaridad induptriul que perrita ele ver u lu laduptrlu d EmErlereldE de (silgado la cotegnrin que ~Oree por po *aforando hiPtorla. DePde al lnetante flMOO ne Pu creacidn, huata hoy. e nenom ofrecido nueotra leal colaboracida a loP ler IN. idOlicoe, y do . nula, eriecial. e, raadn de odootroo activldedew. al ...In:titear, ao la Vial. UnnPiderar o carite. plena, arito a onyencloos. que la lphor col Andl cate y de la 44pecidn me ce conjuou. perfecto Nste para henrificlo dar la induptrie da cuanto ellu ro/proa...uta ex. pu api.ecto no clul j wcondrico. Ya hora Loe que no/antro induotrie preNont sntoma, de ladoguidaculiento, coro la do.ueetra. aparto otro- taatironloP, le 0ee agar1.016m 1,0 noentra lona de mal todue ler llorica, llardror1441 grander. ~Alta deselantador conte. lar data receoldn de uu.0 indomtrir len acti va. core ktermeNtaG y que 114105 a alounzar una yugt.nza tanolommrable, re , NOVN , da tranquilidad aocied y ruanto lassiulsoom da riquaza.. gooado de epa erina,. Dorar-... feutres adverone, que yo :sui nido eibaladome pruo de jortelep en roco y ovil...ida de - ellee por jag..sro. ..ncialeo y rentepSet *acepo uo Irraucoidn. a0 rele old. aota el aoneamoi y dificultado lora colocar aa. el exterior nuePtre *amad a. iroduccida. I aieft soto *. 070 . ten. loa tne.tlefele Idteliooe. can ooclridu ; rarit , rio celo. rrwtan da 01.113~14, golee adu y:sobada a los Qua, b.r al vGlea, y pire el re Documento de la Agrupacin de Fabricantes de Calzado de Levante. Cedido por Alberto Navarro. y patronales, con una pretendida base religiosa (en la lnea de aquella fiesta de San Jos Artesano con la que se pretenda sustituir al Primero de Mayo); para conseguirlo, se lleg a declarar el da de San Crispn como festivo y abonable para los obreros e incluso se adquiri una imagen y se construy (en terrenos privados que no les pertenecan cuando co menz la obra) (191) una ermita en la Torreta. No obstante, el marco del sindicalismo vertical no se ajustaba ru a las necesidades obreras (aunque no era entonces posible ofrecer una alternativa viable) ni a las patronales; no es de extraar que estos lti mos constituyesen en 1946 la Agrupacin de Fabri cantes de Calzado de Levante, con sede en Elda, que defendi aunque por poco tiempo sus intereses econmicos. SINDICATO NACIONAL DE LA PIEL CIRCULAR NUM Fiesta de Exaltacin del Trabajo Como ...on,inuation a la Circular fecha 4 del actual dirigida todas la. bap productores. 1m Delagacin Sindical Local me comunica lo wigulente PRIMERO. - Todo, los fabricantes de calzado y per.onal de tallero.. talleres do ,bajado. cosido y terminado, de patrones. fabricas y almacenes de curtido.. !abraces de bolso, y articulo. A. piel, o sea todas lais opio que opten comprendida. da aro del Sindicato Nacional de la Piel , se precentaran el die 10 . bel actual , a la. 8 en punto de la manan* en el lugar que a cada Ea. are. se le designa al pie de la presente, con todo sus produo torea, al objato de organizar la formaciOn. SEGUNDO Al frente de ceda Empresa ira el Jefe de la miau.. llevando una pancarta de un metro de ancho por 50 ...otro dor alto, pintada con los colorea nacional... debiendo llevar arriba SINDICATO NACIONAL DE LA PIEL . . En el renglon ...ente. en el centro de la pancarta la palabra EMPRESA - pa cada lado loa en Damas de Falange y C. N S. En el tersar rengln el nombre o rasen social de la Uprese y dobijo. ELDA TERCERO. -Lo. produotorea o Eiropleadoa de las Empresas que por perteneoer Milicias o al Frente de Javeatedep tengan que acudir a formar on estas unidades, te lo debern Imponer con aterlorl. dad, para que t oe des cuenta de loa que falten por gato motivo. debiendcle *ntro.:4r a naelitro enlace la relacin de **toa oemb: rada.. indicando la unidad qua se han Incorporado, y al 515.0 tiempo. relacin de los productores que sin oausa ittatificada no hayan acudido al acto, asi cmo tambin, se prosentaran los que no poriaan dtchaa relaciones. para comunicarle la falencia de tolo au. productora. CUARTO Todo, lo as:atente. a la formacin que porta...can Falange fr./W/10.01.UL y de la. J. 0. N S. sean o no Jara, qadaa, libaran debidamente uniformado* Cuantas arteraOaolel prec aea , no tengoaa inconveniente en con aultarmelas peraonaleents, pero sleapre procurando hacerlo con debida anticipacIn Por Dio,. Eapana y su Revolucin Nacional -Sindicalista Elda a 9 de Julio * le 1942 Circular del Sindicato Nacional de la Piel obligando a todos los patronos y trabajadores a participar en el desfile del 18 de Julio de 1942. Cedida por Al berto Navarro. 1 1 7 Los arios cuarenta no fueron una poca de gran des realizaciones ni econmicas ni urbanas en El da. Las cooperativas de casas baratas de El Pro greso y La Fraternidad (ahora llamada El Aho rro, porque el nuevo rgimen no consideraba ade cuada la denominacin anterior) (191) continuaron la construccin de viviendas, aunque en algn mo mento hubo dificultades financieras para proseguir. El Banco de Elda, una de las grandes iniciativas econmicas de la ciudad pero impulsado por persona lidades vinculadas a la Repblica, viva una profunda decadencia que le llevara a comienzo de la siguiente dcada (en 1951) a perder su autonoma ya dejar de depender del capital eldense. Como reflejo de las caractersticas de la poca, las dos grandes cons trucciones que recuerdan en el paisaje urbano elden se las realizaciones de los aos cuarenta son la plaza de toros y la Cruz de los Cados. NOTAS (I) FORNER MUOZ, Salvador:Industrializacin y movimiento obrero. Alicante, 1923-1936, 1982, Valencia, Instituci Alfons el Magnnim, p. 43 (Cita a 1.A. Martnez Serrano). (2) NAVARRO PASTOR, Alberto: Historia de Elda, 1981, Alican te, C.A.P.A., Tomo II. p. 160. (3) Todos los datos anteriores, y el cuadro estadstico sobre n mero de fbricas, estn basados en los Libros de Matrcula Industrial de Elda. Archivo Municipal de Elda. (4) Ministerio de Economa Nacional: Apuntes para el fomento de la Industria Espaola, 1930, Madrid, p. 28 (citado por Forner). En un principio la empresa recibi el nombre de Bellod Hnos. y Zaragoza; posteriormente, por compra, uno de los herma nos controla la totalidad del capital y la empresa pasa a deno minarse Pedro Bellod Pay. (La mayora de la informacin referente a esta empresa debemos agradecerla a D. Pedro Be llod Escandell). (6) En el caso de P. Maestre se cont con la colaboracin de la familia Maestre Coronel; en el de A. Porta, con la de los almacenistas de curtidos Rodrguez, Gancedo y Rubio y Nor berto Rosas. (Las informaciones referentes a P. Maestre han sido facilitadas gentilmente por D. Armando Maestre; las de A. Porta por D. Jos Porta). (7) FORNER MUOZ, S.: Op. cit., p. 69. ( 5 ) (8) BERNABE MAESTRE, J.M.: La industria de/calzado en el Va lle del Vinalop, 1976, Valencia, Dpto. de Geografa de la Uni versidad, p. 95. (9) Contrato de arriendo entre la U.S.M.C. y D. Luis VIllaplana, de 19-7-1921, depositado en el Museo del Calzado del Cen tro de Formacin Profesional La Torreta de Elda. (10) Contrato de arriendo entre la U.S.M.C. y D. Luis VIllaplana, de 2-9-1926, depositado en el Museo del Calzado. (1 1) La Voz de Levante, Alicante, 9-2-1930. (12) Entrevista con Pedro Bellod Escandell, 3-2-1990. (13) NAVARRO PASTOR, A.: Op. cit., p. 160. (14) FORNER MUOZ, S.: Op. cit., p. 88. ( I 5) Sobre aspectos demogrficos sobre el perodo 1920-1935, vid. VALERO ESCANDELL, IR.: Estudio de/a poblacin eldense (1835-1935), 1980, tesis de licenciatura indita. (16) Vid, datos del censo de 1922, citados en VALERO ESCANDELL, IR.: La inmigracin en Elda durante la Dictadura y la Rep 118 blica: causas, desarrollo y caractersticas, Elda durante el pri mer tercio de/siglo XX, 1980, Novelda, C.A.A.M., p. 1 14. (17) FORNER MUOZ, S.: Op. cit., p. 105. (18) MORENO SAEZ, Francisco ha sealado que hubo momentos de paro por falta de pedidos en 1925, 1927 y 1928, en Las luchas sociales en la Provincia de Alicante (1890-1931), 1988, Alicante, U.G.T., p. 426; el Diario de Alicante (22-10-1925), lo confirma. Existe una copla popular que recuerda la emigra cin de algunos eldenses hacia Catalua: Aunque vayas y vengas a Barcelona, en la calle Castillo vive Corona. (19) Entrevista con Juan Cap, en su casa de Elda, el 15-3-1990. (20) Informacin que agradecemos a la propia familia propietaria. (21) Citado por FORNER MUOZ, S.: Op. cit., p. 157. (22) He aqu dos ejemplos de estas canciones populares respecto a la caresta de la vida (y tambin al derroche de algunos) en la Elda de principios de siglo: Desde que a Elda la han hecho ciudad / el obrero no puede vivir; / entre casa, la luz y el carbn / esto no se puede resistir. // Si no muda la situacin / el obrero ya no puede ms, / nece sita tos los das un duro, / slo para la plaza na ms. // Ce n, cen / una sardina cruda; / beb, beb / un poco vino inferior, / despus, despus, / despus vino el casero, / no le pague / y a la calle me arroj. Hay que ver, hay que ver / lo que est pasando en Elda, / hay que ver todo el mundo con gabn. / Hay que ver las libre tas en ca el sastre / y ninguno se acerca a pagar. // Y si esto sigue / este verano / irn en coche / y en aeroplano. / Los de chistera / los de gabn / van sin camisa / y sin almorzar. (23) Entrevista con Rogelio Bellot, Elda, 15-3-1990. (24) Diario de Levante, 31-7-1925. (25) Citados por FORNER MUOZ, S.: Op. cit., p. 166, nota 72. (26) Op. cit., p. 30. (27) FORNER MUOZ, S.: Op. cit., p. 188. (28) Algunas personas discrepan a la hora de fechar el momento en que se produjo la huelga del hilo; sin embargo, adems de disponer del estudio del profesor Forner, algunos ancia nos nacidos en los aos 1908-1910, la relacionan con el mo mento en que comenzaron, realizaron o concluyeron su servicio militar. Debi producirse, pues, en estas fechas. (29) Todava se recuerdan popularmente algunas de las canciones surgidas en aquel conflicto. He aqu dos ejemplos: Seores, en este pueblo / son un tajo de bandidos, / nos han quitado el aumento / no nos quieren dar el hilo. Venimos del Santo Negro / nos hemos comido las monas / y no han sido de cemento. (30) NAVARRO PASTOR. A.: Op. cit.. p. 121. (31) Segn NAVARRO PASTOR, A., de quien tomamos el grueso de los datos, la ocupacin de la ciudad la realizaron 520 sol dados de la VI Bandera del Tercio. (32) MARTINEZ MENA, Miguel: Elda en cuatro vuelos, Elda du rante el primer tercio de/siglo XX, p. 87. (33) 3.350, segn FORNER MUOZ, S.: Las elecciones en Elda, 1933: ideologas y comportamiento electoral, Alborada, n. 32, 1985, Elda. p. 62, que cita datos de Alfons Cuc. (34) Vid. MORENO SAEZ, F.: Op. cit., p. 424. (35) Vid. Diario de Alicante, 28-1-1918. (36) Vid. MORENO SAEZ, F.: Op. cit., p. 422. (37) El Correo, 4-7-1921. Citado por MORENO SAEZ, Op. cit., p. 426. (38) Citado por MORENO SAEZ, F.: Op. cit., pp. 193-194. (39) Diario de Alicante, 3-2-1927. (40) Idem. (41) FORNER MUOZ, S.: Op. cit., 1982, pp. 233-234. (42) VALERO ESCANDELL, 1.R.: la inmigracin..., p. 106. (43) Acta del 30-4-1990, citada por NAVARRO PASTOR, A.: Op. cit., p. 121. (44) CATALAN, Eloy: Elega del pueblo prdigo, Albor, septiem bre de 1934. (45) Diario de Alicante, 31-7-1925. (46) Vase como ejemplo esta denuncia aparecida en prensa: Se ores Empresa del Teatro Castelar: habrn observado que du rante los espectculos ocurren cosas que desdicen a la moralidad y cultura de nuestro pueblo.., se encarguen de des cubrir a los autores de esas escenas que son el escarnio de la decencia, y presentarlos a la autoridad. Diario de Alicante. 22-10-1925. (47) Vid. NAVARRO PASTOR, A.: Op. cit., pp. 137 y 143. (48) Vid, resultados en el Boletn Oficial de la Provincia de Alican te, 1931, n. 90, pp. 3-4. (49) Durante el perodo republicano no se debe establecer una co rrespondencia estricta entre la ideologa de la C.N.T. y el com portamiento electoral de sus afiliados. Por ejemplo, el candi dato republicano menos votado en 1931 -Jess Gil Ponce era concejal por Alianza Republicana y afiliado a C.N.T. (Vid. NAVARRO PASTOR, A.: Op. cit., p. 201). (50) Clculo basado en los 13.445 habitantes de la ciudad segn el Censo de Poblacin de 1930 y en los 18.030 que contabili za el Padrn Municipal de 1935. Para hacerse una idea del rit mo de crecimiento tan fuerte vivido en dichos aos, hasta pensar que -de haberse mantenido hasta 1990- en Elda vi viran ahora ms de cuatrocientas cincuenta mil personas. (51) BERNABE MAESTRE, 1.M.: Op. cit., p. 18. (52) FORNER MUOZ, S.: Op. cit., p. 57. (531 NAVARRO PASTOR, A.: Op. cit.. p. 161. (54) El luchador, 10-2-1931. (55) Vid. VALERO ESCANDELL, 1.R.: Art. cit.. Elda durante..., pp. 104-105. (56) BERNABE MAESTRE, 1.M.: Op. cit., p. 19. (57) Vera era, junto con Amat, el apellido ms comn en la Elda del siglo XIX; es posible que est relacionado con ello el di cho eldense que, refirindose a un alto nmero de personas, afirma que son ms que los de Vera. (58) Rebelin, 11-1-1936. (59) NAVARRO PASTOR, A.: Op. cit., p. 222. (601 BELLOD ESCANDELL, Pedro: Memoria sobre la industria del calzado. Proyecto de revlida de Intendencia Mercantil (in dito), Matar, 1932. (61) En tablero colocado a la entrada de la fbrica, se suspenden tantas chapas como personal empleado hay en ellas, llevan do cada una un nmero correspondiente con el del tablero y con el del operario a que pertenece, y estando todas ellas por orden correlativo. Dicho tablero est encerrado en cajas de cristal o de tela me tlica, excepto a las horas de principio y final de trabajo, del cual cada obrero retira al entrar la chapa correspondiente a su nmero. Inmediatamente que se da principio al trabajo, se cierran las puertas que dan acceso a la fbrica, y entonces el encargado de anotar las faltas, hace en hojas a propsito la relacin, de tallada de las chapas que no han sido retiradas, que indica los operarios ausentes o retrasados, tenindose una norma con venida. para descontar del jornal diario, el correspondiente a un tiempo determinado por cada retraso (Bellod Escandell. P. Op. cit.). (62)* BELLOD ESCANDELL, P.: Op. cit. (63) dem. (64) CABALLERO, V.: La crisis econmica y la industria del calza do. Albor, 1935, Elda. (65) Entrevista con Armando Maestre, Elda. 15-6-1990. (66) VILA, 1.M.: El paro obrero relacionado con las mquinas, El da Extraordinario, 1932. (67) El Programa de Fiestas de 1929 habla de 6.000 pares de hor mas anuales; el de 1935, de 300 pares diarios. (68) Algunas industrias automovilsticas. como Ford, ya posean en 1935 concesionario oficial en Elda. (69) Entrevista con P. Bellod, 6-2-1990. (70) Rebelin, 11-1-1936. (71) Reelaborados por FORNER, S.: Op. cit.. p. 88. (72) Vid. NAVARRO PASTOR, A.: Op. cit., p. 221. (73) Entrevista con P. Bellod, 3-2-1990. (74) La historia del Banco de Elda aparece sintetizada en VERA ESTEVE, Vicente: Banco de Elda: una historia turbulenta (1933-19591. Alborada, 1983, Elda. Adems, vid. LLORENS VILA: El Banco de Elda, El Cronista, n. 2, 1933, Elda, RICO SARRIO: El Banco de Elda, Elda Extraordinario, 1932, Elda y BUSQUIER, G.: Bancode Elda, Albor. 1935, Elda. (75) El Cronista, n. 4, 1935, Elda. (76) Vid. VALERO ESCANDELL, 1.R.: Art. cit., Elda durante... 1980, p. 108. (771 La informacin sobre los salarios de los encargados de sec cin y el jefe de oficinas ha sido facilitada por P. Bellod; la del modelista se refiere a 1. Cap, empleado en la Industria Espaola del Calzado. 1 1 9 (78) Vid. Rebelin, 8-2-1936. (95) Entrevista con Sebastin Romero, militante cenetista, Elda, 21-12-1987. (79) El retrato de vidas dominadas por el sacrificio y el sufrimien to era muy comn entre la poesa social de aquellos aos. Por ejemplo, el semanario eldense Rebelin public el 3-12-1932 el poema El buen zapatero joven de Miguel Seisdedos, que entre otras cosas deca: 1.1 Y es solemnemente trgico tu machaqueo nocturno en el silencio del barrio! Todo est negro. Babosa, suena la voz de un borracho. Slo de tu ventanuco salen reflejos dorados. Pobre hermano zapatero! No te rindes al cansancio Mira que ya viene el alba por los caminitos blancos! (...) Para que pasar las noches en vela, haciendo zapatos, si luego se ve a tus hijos por esas calles descalzos (80) Vid. Rebelin, 8 y 15-2-1936. (81) El cronista, n. 3, 1934, Elda. (82) NAVARRO PASTOR, A.: Op. cit., p. 244. (83) Vid. Rebelin, 11-1-1936. (84) CABALLERO, V.: Art. cit. (85) Acta municipal, 9-6-1931. (86) Tambin sobre este asunto existe una cancin popular, con msica de otra cancin mucho ms conocida: El da nueve del mes de mayo / un acto grande en Elda ocurri. / Vern ustedes lo que pas! / Se fue la gente a ver al alcalde / y un acto grande all ocurri. / Y el alcalde no pudo hacer n, qu jaleo tan grande se arm / y en seguida con su autoridad / se subi, se baj / a la vez todo el pan. / Y en este pueblo (bis) / son un tajo ladrones los panaderos. / Y por esto digo (bis) / si nos suben el pan / mueren de hambre grandes y chicos. (87) Diario de Alicante, 11-5-1933. (88) FORNER MUOZ, S.: Op. cit., p. 189, que cita datos de El Lu chador, 26-5-1931. (89) Datos extrados de NAVARRO PASTOR, A.: Op. cit., pp. 235-237. (90) Vid, bando del gobernador interino de la provincia, fechado en Elda el 11-12-1933, publicado por NAVARRO PASTOR, A.: Op. cit., p. 205. (91) Proa, el rgano del Sindicato Unico de Trabajadores de Elda, escriba el 21-5-1932 lo siguiente: Toda la actuacin de los dirigentes del Socialismo va enca minada desde un principio a instaurar en Espaa una dictadu ra, esto es, un fascismo con careta socialista... (...) El socialismo es un feto que ha muerto en el vientre ma terno. El carcter de los espaoles no es servil, no se adapta al socialismo. (Citado por SALINAS SALINAS. Carlos: Proa, Alborada, n. 33 (monogrfico dedicado a La Guerra Civil en Elda). 1986, p. 37. (92) SALINAS SALINAS, C.: Art. cit., p. 36. (93) Buena parte de los sectores clericales y conservadores elden ses identificaban malintencionadamente el naturismo practi cado por los jvenes libertarios con el amor libre: pero, a su vez, entendan morbosamente el amor libre como una espe cie de prostitucin gratuita, por lo que llegaban a considerar a los anarquistas como seres amorales o inmorales, en modo alguno como a personas guiadas por una moral diferente a la suya. (94) FONTAURA: Anecdotario libertario en tierra alicantina, El anarquismo en Alicante. 1986, Instituto de Estudios luan Gil Albert, Alicante, p. 98. 120 FONTAURA,: Art. cit., p. 96. Es interesante el artculo Ou har la C.N.T. ante la lucha elec toral que se avecina, publicado en Rebelin el 18 de enero de 1936. FORNER MUOZ, S.: Las elecciones en Elda: ideologas y com portamiento electoral, Alborada, n. 32, 1985, p. 67. FORNER MUOZ, S.: Op. cit., 1982, p. 366. Todos los datos proceden de GREFF1ER: El socialismo en El da, El cronista, n. 3, 1934. (El autor cita un total de 1.174 socialistas pero suma las cifras de militantes de U.G.T.. PSOE. y 11.SS., cuando muchos obreros posean la doble militancia). (101) Vid. Elda sociable, Albor, septiembre de 1935 (aunque el ar tculo habla de la sociedad Patronal de Fabricante de Calza do de Elda y Petrel). La asociacin estuvo a punto de desapa recer en 1933 (vid. Se disuelve la Asociacin Patronal de El da, El cronista, n. 2, 1933). (102) Archivo Histrico Nacional. Seccin Guerra Civil. Salamanca. P.S. Alicante, leg. 24/27, fol. 15. (103) Derecha Regional Valenciana, El cronista, n. 3, 1934. (104) Archivo Histrico Nacional. Seccin Guerra Civil. Salamanca. P.S. Alicante, leg. 106/1 1, fol. 2. (105) PAYA LIRA: Elda, sociable, Albor, n. 3, 1935. (106) Padrn municipal de 1935. Vid. VALERO ESCANDELL, IR.: Art, cit., p. 123. (107) PAYA LIRA: Art. cit. (108) GARCIA SORIANO. Max.: La visita a la Vieja. Albor, n. 2, 1934. (109) El cronista, n. 1, 1932. (1 10) SALVADOR, Segundo: La escuela del obrero, El cronista, n. 2, 1933. (1 11) Entrevista con Pedro Bellod Escandell, 6-2-1990. - (112) RAMOS PEREZ, Vicente: La Guerra Civil en la Provincia de Ali cante, 1972, Biblioteca Alicantina, Alicante, T. I, p. 337. (113) Vid. Acta de Incautacin publicada en NAVARRO PASTOR, Alberto: Op. cit., p. 266. El papel dirigente de los ugetistas en la mayor tactora zapa tera eldense contrasta con la imagen de una industria zapate ra eldense seguidora fiel de las estrategias anarquistas durante la guerra civil, ofrecida por LEVAL, Gastn: Colectividades li bertarias en Espaa, 1977, Madrid, Ed. Aguilera. Entre otras cosas, en dicho libro -fuertemente influido por la militancia anarquista del autor- se indica que como es natural, la incia tiva de construccin de una nueva sociedad vino de nuestros compaeros: adems, se habla de 12 fbricas ntegramente colectivizadas, aunque no se indica cules, con 12 comits controlados por las asambleas obreras ordinarias y extraordi . nadas. Al mismo tiempo, estos 12 comits obran en conso nancia con el sindicato. La Versin de LEVAL ha sido recogida en gran parte por BOSCH, Aurora en Colectivizaciones y Gue rra Civil, Nuestra Historia, 1980, Valencia, Mas Ivars. Ed.. to mo VII. (114) Esta valoracin fue reconocida como deuda el 4-7-1938 por la Cooperativa Obrera de la Industria del Calzado y Similares, cuando fue obligada a ello por el decreto de 17 de marzo de 1938. (Vid. Archivo Histrico Nacional. Seccin Guerra Civil. Salamanca, P.S. Alicante, 106/11, doc. 10). (96) (97) (98) (99) (100) (115) SANTACREU SOLER, Jos Miguel: Cambio econmico y con flicto blico. Transformaciones econmicas en la retaguardia republicana. Alicante, 1936-39, 1990, Alicante, Secretariado de Publicaciones de la Universidad. (en prensa). (116) Archivo Histrico Provincial de Alicante, H.G 1740, Inspeccin de Hacienda. (117) LEVAL, G.: Op. cit. Adems, opina que S.I.C.E.P ms que un Sindicato se trata de un consorcio obrero de nuevo estilo. (118) A.H.P. Alicante, H.G 1740. (119) SANTACREU SOLER, J.M.: Op. cit. (120) A.H.P. Alicante, HG 1740. (121) SANTACREU SOLER, J.M.: La economa productiva de Elda durante la Guerra Civil, Alborada, n. 33, 1986, Elda, p. 30. (122) RAMOS PEREZ, V.: Op. cit., Tomo I, p. 327. (123) A.H.P. Alicante, H.G. 1740. (124) SANTACREU SOLER, J.M.: Op. cit., 1990. (125) SANTACREU SOLER, J.M.: Art. cit., 1986, p. 31. (126) Convenio entre el Sindicato de la Industria del Calzado de El da y Petrel Sdad. Ltda. con la Cooperativa Obrera de la In dustria del Calzado y Similares (A.H.P. Alicante, H.G. 1740). (127) SANTACREU SOLER, J.M.: Op. cit., 1990. (128) Cifras procedentes de SANTACREU SOLER, J.M.: Op. cit., 1990, que las distribuye del siguiente modo: Jul-Dic. 1936 Ene-May 1937 hin-Dic 1937 R. Guarinos 411 .73567 1.172.62841 P. Bellod 544.21822 694.00764 1. Martnez 74.76708 236.09828 F. Rivas 82.07008 164.15374 P. Maestre 62.81944 Artes y Oficios 146.53510 Ind. Piel Soc 2.501.86425 Liquidacin de Ejercicio de 1937 (Inspeccin de Hacienda, A.H.P. Alicante, H.G. 1740). En el ejercicio de 1936 (iniciado el 18 de agosto) S.1.C.E.P. haba obtenido un beneficio de 501.23728 ptas. (130) Nuestra Bandera, 7-8-1937. Citado por RAMOS PEREZ, V.: Op. cit. (131) Archivo Municipal de Elda. (Desconozco su numeracin actual tras la nueva catalogacin). (132) Clculos basados en las antes citadas relaciones de consumo mensual de primeras materias (A.M.E.). (133) QUILIS TAURIZ, Fernando: Revolucin y Guerra Civil: Elda, 1936-1939, Vivir en Elda, n. 67, 1 1 15-12-1984, p. 12. (134) Vid. nota, 131. (135) QUILIS TAURIZ, F.: Art. cit. (136) Nuevo Rumbo, 27-3-1937. (137) Estatutos de la Cooperativa Obrera de/a Industria del Calza do y Similares de Elda y reglamentacin interna de la misma para su normal desenvolvimiento. 1 de abril de 1938. (138) Proa, 11-9-1937. (139) NAVARRO PASTOR, A.: Op. cit., p. 288. (140) SANTACREU SOLER, 1.M.: Art. cit., 1986, p. 32. (141) RAMOS PEREZ, F.: Op. cit., t. I, p. 336-338. (142) dem, p. 272. (143) !dem, p. 111. (144) Vid. por ejemplo, Nuestra Bandera, 7-8-1937. (145) Detalle de Retribuciones al personal desde el 18 de agosto de 1936 hasta el 30 de junio de 1938. A.H.P. Alicante, H.G. 1740. Inspeccin de Hacienda. (146) Entrevista con Sebastin Romero, militante anarquista 1-12-1987. (147) Estatutos de la C.I.O.C.S. (148) Mem. (149) dem. (150) Clculo basado en los datos de NAVARRO PASTOR, A.: Op. cit., p. 283, sobre suministros oficiales, y calculando una po blacin media de hecho en torno a las 20.000 personas. (151) Carta de la C.A.M.P.S.A. al Consejo Municipal de Elda, 18-3-1937 (AME.). (152) Vid, bandos pregonados durante el ao 1938, en los que se amenaza a los que robasen en los huertos ya los que vendie sen productos fuera de los lugares establecidos. Libro de ser vicio para los guardias municipales. AME., libro n. 239. (153) Vid. NAVARRO PASTOR. A.: Op. cit., p. 284. (154) Rebelin, 1-10-1938. (155) Vid. Las cooperativas y abastos, Rebelin, 17-12-1938. A co mienzos de 1939 el Comit de Enlace decidi que se declara ra a Abastos cualquier mercanca que recibieran las coopera tivas por el medio que fuese, con el fin de descontarlo de la cuota que les correspondiese. ( I 56) Rebelin, 3-9-1938. (157) Carta del delegado de los Servicios Hidrulicos del Jcar al ayuntamiento de Elda. 2-6-1937. A.M.E. (158) MARTINEZ NAVARRO, Francisco: Boceto de la vida en Elda durante la Guerra Civil, Alborada, n. 33, 1986, p. 16. (159) VALERO ESCANDELL, IR.: Las prdidas humanas, Albora da, n. 33, 1986, p. 71. (160) MARTINEZ NAVARRO, Francisco: Anlisis de una poltica mu nicipal en una situacin excepcional: el Ayuntamiento de El da (1936-39), Alborada, n. 35, 1988. p. 22. (161) NAVARRO PASTOR, A.: Op. cit., p. 249. (162) Entrevista con Jos Porta Vera, 24-4-1990. (163) Al parecer tambin se public al final de la guerra Al Margen, comenado a editar por los anarquistas de Barcelona. (Vid. MA TALLANA HERVAS, Fernando: Aproximacin a un catlogo de publicaciones peridicas eldenses (1886-1939). Alborada, n. 31, 1985, p. 12). (164) Basado en MARTINEZ NAVARRO, F.: Art. cit., 1988, p. 23-24. (165) No obstante, debemos recordar que el censo de 1940 haban incrementado artificialmente el nmero de habitantes de la ciu dad, por lo que el crecimiento real durante los aos cuarenta debi ser algo mayor (en torno al 12-18%) y, lgicamente, ello significa un saldo migratorio no tan negativo, incluso tenden te al equilibrio. (166) BERNABE MAESTRE, J.M.: Op. cit., 1976, p. 128. (167) BERNABE MAESTRE, J.M.: Art. cit., Alborada, n. 30, 1984, pp. 65-66. (168) Acta de la reunin celebrada por el Sindicato n. 9 de la In dustria del Calzado y similares, convocada por el Consejo Pa rroquial de Elda 25-1-1940. Fotocopia cedida por un particular. 121 (169) Entrevista con Pedro Bellod Escandell, 6-2-1990. (170) Vid. NAVARRO PASTOR, A.: Op. cit.. 1981, tomo III. p. 71. (171) Entrevista con Armando Maestre, Elda, 15-6-1990. (172) Entrevista con Pedro Bellod Escandell, 6-2-1990. (173) Entrevista con Rogelio Bellot, 15-3-1990. (174) Vid. BERNABE MAESTRE, 1.M.: Op. cit., 1976, p. 133. (175) Entrevista con Jos Porta Vera, Elda, 24-4-1990. (176) Vid. BERNABE MAESTRE, J.M.: Op. cit., 1976, p. 133. (177) Idem. (178) Slo una empresa interesada durante aquellos aos en el am plio mercado que representaban las subastas pblicas de ad quisicin de calzado militar, que al menos en la postguerra fue un mercado copado totalmente por unas pocas empresas que celebraban reuniones previas y, actuando como crtel, fi jaban precios y se repartan cupos de produccin. Segarra, la gran empresa de La Vall dUix, lograba siempre la parte de len. (179) BERNABE MAESTRE, J.M.: Op. cit., p. 92. (180) Circular de la Jefatura Comarcal de Sindicatos de Falange Es paola Tradicionalista y de las J.O.N.S., 10-7-1944 (citada por NAVARRO PASTOR, A.: Op. cit., 1981. p. 35). (181) Cifras facilitadas por don Jos Porta Vera. (182) Vid. NAVARRO PASTOR, A.: Op. cit., 1981, p. 24. (183) En el censo de 1940, al que ya hemos acusado anteriormente de inflacin del nmero de residentes en Elda, aparece tam bin reflejada un dato, a mi entender, totalmente incorrecto (posiblemente, una errata aunque est repetida en varios lu gares): entre los 30-39 aos aparecen 164 trabajadoras del sec tor de cuero y piel solteras y 47 viudas, pero ninguna casada. (184) Vid. BERNABE MAESTRE, J.M.: Op. cit., 1976, pp. 62 y 128. (185) Escuela profesional de calzado de Elda y Petrel , Alicante Co mercial, Industnl y Agrcola, n. 2. Especial dedicado a Elda y Petrel. Julio de 1945, Publicidad Hermoso. 1 2 2 (186) I.N.E.: Censo de poblacin de 1940. (187) El nmero de eldenses juzgados fue exactamente igual al de los inculpados residentes en el ncleo urbano de Monvar; sin embargo, en Elda hubo 156 personas juzgadas por un con sejo de guerra y slo 5 pasaron ante el Tribunal de Responsa bilidades Polticas, mientras que en Monvar fueron 73 y 88, respectivamente. (SANCHEZ RECIO, Glicerio: Las responsabi lidades polticas en la postguerra espaola. El Patricio Judicial de Monvar, 1984, Departamento de Historia Contempornea. Universidad de Alicante, p. 25). (188) Todos los datos de este prrafo corresponden al texto recin citado de SANCHEZ RECIO, Glicerio. (189) Sobre aquellas celebraciones, vase circular n. 8, de 9 de ju lio de 1942, del Sindicato Nacional de la Piel de Elda; tam bin la circular publicada por NAVARRO PASTOR, A.: Op. cit., 1981, p. 35; asimismo, la fotografa publicada por Alborada, n. 33, p. 34. En algunas entrevistas mantenidas, algn inter locutor (deseoso, tal vez, de olvidar aquellos hechos) lleg a afirmar que a los desfiles iba quien quera e incluso neg que alguna vez hubiese sido obligatorio levantar el brazo. (190) Como forma de financiacin de la construccin del nuevo tem plo, el Consejo Parroquia] propuso la aportacin por parte de nuestra industria local del importe del uno por ciento de toda su produccin con carcter de impuesto local transitorio y con facultad de que por los industriales se cargara en sus facturas, y como complemento de este ingreso, una suscrip cin voluntaria entre todos los residentes en la Ciudad, ma yores de 18 aos, con una cuota mnima de una peseta. El Sindicato de la Piel acept estos trminos pero se neg a que el 1% constase en factura, evitando as que se controlase su produccin. (Documento citado en la nota n. 168). (191) Vid. NAVARRO PASTOR, A.: Op. cit., p. 79. (192) El cambio de nombres de calles, plazas e instituciones lleg a ser tan drstico (e incluso absurdo desde cualquier punto de vista poltico) que desaparecieron denominaciones como Calle de la Paz o Calle Pars. Desarrollo econmico y cambio social: la industria del calzado en Elda (1950-1980) FRANCISCO MARTINEZ NAVARRO 1 EL PERFIL URBANO A) La ciudad crece Podemos afirmar que durante los treinta aos que van de 1950 a 1980 Elda experimenta el mayor crecimiento de su historia urbana de modo que, a travs de ese tiempo, pasa de ser un pequeo pue blo a convertirse en esa otra ciudad moderna e in dustrial destacable en el panorama urbano provincial. Para poder entender mejor la evolucin de di cho crecimiento urbano eldense convendra distin guir entre un doble tipo de crecimiento, a saber, el horizontal que coincide con lo que se pude deno minar en Urbanismo el ensanche de la ciudad y ese otro tipo de crecimiento en vertical, caracterizado por la mayor o menor altura de las casas o edificios. Ambos aspectos van a caracterizar el crecimiento urbano de Elda durante los arios 1950 a 1980. Visin panormica de Elda en los aos cincuenta. Se observa una ciudad nu cleada en torno al casco antiguo y an falta de ensanchamiento y moderni zacin. Elda crece en horizontal Podemos afirmar con todo rigor que es esta tri ple dcada el momento de mayor ensanchamiento de Elda. En efecto, la ciudad se ensancha como nun ca lo haba hecho hasta ahora. Prueba de ello son estos cuatro planos correspondientes a los cuatro momentos significativos de la historia urbanstica de Elda a lo largo del siglo XX. Este crecimiento extensivo va a suponer, por un lado, el ensanchamiento y ampliacin de barrios ya existentes, como el de la Estacin y Huerta Nueva y, por otro, va a dar origen a la creacin de una se rie de barrios nuevos e importantes, ms o menos perifricos, que van evolucionando poco y que van configurando gradualmente el plano urbanstico de Elda. As van surgiendo La torreta, Virgen de la Ca beza, Nueva Fraternidad, La Feria, Las Trescientas, San Francisco y Polgono Almafr (1). Analicmoslos ms detenidamente. LA TORRETA Va a suponer una zona de preferente localiza cin de industrias, quiz explicable, entre otras ra zones, por la cercana de la Estacin como medio de transporte para la comercializacin de las distin tas mercancas. VIRGEN DE LA CABEZA Este barrio se forma por la expansin de la tra ma del barrio de La Fraternidad (cuyo origen hay que buscarlo hacia el ao 1922) hacia los terrenos ocupados por el Manicomio Provincial enclavado so bre el antiguo convento franciscano de Ntra. Sra. de los Angeles. Las zonas primeramente ocupadas son las ms prximas a La Fraternidad. Posteriormente se em 1 2 3 1920: ya se identifica la primera Cooperativa de Viviendas del Barrio La Pros peridad. MIMO 1935: se produce el desarrollo de las Cooperativas de El Progreso. La Fra ternidad y la Ciudad Vergel. 124 oftema1110 ~AM MOIM4 1976: se nota la incidencia de la ocupacin de la zona de La Frontera; la total ocupacin de la margen derecha del ro y Torreta derecha: la densificacin de la zona de la Nueva Fraternidad y San Francisco de Sales y de la parte sur de la ciudad. (Fuente: Diagnosis del Plan General de Ordenacin Urbana). 1956: se cruza la Gran Avenida y se aprecia un gran desarrollo de la ciudad tirando hacia las Trescientas, y la ocupacin de la otra margen (derecha) del ro que genera los Barrios Huerta Nueva y Estacin. .CM,..t.00 Unas. ulo,Prib 1 2 5 ,1 ifT u l pieza a consolidar un pequeo ncleo, siguiendo, asimismo, las alineaciones previstas al Norte del ba rrio, alrededor de las calles Vizcaya y Modesto La fuente. En 1960 se construyen los grupos de vivien das Virgen de la Cabeza y Luis Batlls. Entre 1960 y 1970 se completa la trama englobando el peque o ncleo del Norte (3). ge 11 ele gt J=. En la dcada de los sesenta tiene lugar el crecimiento extensivo de Elda. Una muestra es la construccin del grupo de viviendas Luis BatIls, (ao 1960), que aparece en la fotografa. NUEVA FRATERNIDAD (4) Este barrio, que tiene sus inicios en la dcada de los cuarenta, como continuacin de la trama ur banstica de La Fraternidad, con una serie de cons trucciones comprendidas entre la Gran Avenida (o Avenida Martnez Gonzlez) y la calle General Mo nasterio hoy Pablo Iglesias alcanza la prctica consolidacin de la edificacin en esta zona en 1956, poca en que la urbanizacin empieza a alcanzar en algunos puntos la actual calle Murillo. Al fin de la dcada de los sesenta, la edificacin urbana se ha extendido por toda el rea alcanzando en algunos puntos la calle de Las Delicias. LA FERIA (5) Es en esta zona donde se ha realizado la mayor expansin del caso urbano de Elda en esos 30 aos (de 1950 a 1980). En 1956 el barrio no exista. En los terrenos ac tualmente ocupados por la FICIA estaba enclavado el antiguo campo municipal de ftbol. 126 En 1962 se traslada dicho Estadio municipal a su actual emplazamiento, construyndose la Feria en su lugar. Este nuevo suelo que entra en el mercado, lla no, desocupado y con buena accesibilidad dado que por ah pasaba la carretera hacia Madrid es el que va a absorber gran parte de la expansin de Elda en ese perodo. LA ZONA DEPORTIVA (6) Esta zona se conoce con el nombre del barrio de Las Trescientas, llamado as porque la primera urbanizacin residencial corresponde a la actuacin unitaria Las Trescientas, grupo de casas realizadas en 1960 por el Patrono Provincial de la Vivienda. El resto del sector corresponde a un desarrollo poste rior de la manzana cerrada que, poco a poco, se va consolidando por extensin de la trama urbanstica de La Feria. SAN FRANCISCO (7) El origen de este barrio est en la urbanizacin promovida y llevada a cabo por la Cooperativa San Francisco de Sales. Iniciada en 1960, se entregaron las llaves de la tercera y ltima fase en 1968. Fbrica de calzado de Rodolfo Guarinos, S.A., fundada en 1902 y derribada en 1957 para construir bloques de viviendas. POLIGONO ALMAFRA (8) Es el barrio ms moderno de todos, pues se tra ta de un polgono realizado por el Instituto Nacio nal de la Vivienda en 1977. Todo este crecimiento extensivo o ensache de Elda va a ser propiciado principalmente a causa de la existencia de una intensa corriente inmigratoria explicable por el acelerado proceso de industriali zacin que Elda experiment a lo largo de esos aos. Elda crece en vertical Elda no slo crece en extensin, sino que tam bin lo hace, y a ritmo vertiginoso, en altura. Es es clarecedor al respecto el testimonio recogido en 1957 en un editorial del semanario local Valle de El da, cuando se afirma: Elda crece en verticalidad. Una muestra de ello es la construccin del edificio que muestra la fotografa, de varios pisos. construido en el antiguo chalet de Rodolfo Guarinos, del que todava se ven aspectos del jardn, como un sm bolo del pasado que desaparece. Nuestra ciudad va adquiriendo un ritmo de engran decimiento francamente sorprendente. A la existen cia vitalizadora de numerosos bloques de vivienda en construccin, se une el aspecto importante que ofre ce el hecho de que stos son cada vez ms altos, co mo dominados por una noble ambicin de alcanzar altitudes hasta hace poco tiempo vedadas para los edi ficios de nuestra ciudad. A rengln seguido de esta afirmacin, expone el porqu de la necesidad de este tipo de edifica ciones al razonar que: Elda, con un trmino municipal edificable reducidsi mo, necesita este engrandecimiento vertical para ca nalizar la inmensa vitalidad de su poblacin, vitalidad que es su mayor orgullo (9) Como muestra de esta nueva urbanizacin con alturas superiores a los seis pisos podemos mencio nar estos tres ejemplos representativos pertenecien tes a tres momentos distintos. As: AO 1957 En la calle del General Queipo de Llano, la po pular calle de Jardines, se construye el primer blo que de casas de seis pisos. AO 1965 Ese ao se empieza a contruir el edificio Elda, con 16 pisos (10). AO 1972 Edificio San Cristbal, de 15 plantas, construi dos por la Cooperativa de Viviendas San Cristbal (11). Cmo se valora entonces este tipo de urba nismo Se encuentran testimonios abiertamente aproba torios que reconocen como poltica muy acertada, que rompe la uniformidad montona de los edifi cios de una, dos y tres plantas (12), pero, junto a ellos, aparecen tambin otros ms cautos y recelo sos, que pretenden recordar los posibles peligros de la fiebre de las alturas, ya que las viviendas altas, generalizadas, si no se ordenan, ahogarn nues tras calles estrechas, densificarn arbitrariamente nuestras zonas urbanas y las inundarn de trfico (13). 127 Es cierto que, guiados por una excesiva especu ladn del suelo, provocada por la demanda gene ralizada de viviendas, y, ante la pasividad, si no complacencia de la misma autoridad municipal que estimulaba y aprobaba con suma generosidad la construccin de edificios superiores a los seis pisos (14), se puede afirmar sin peligro de exageracin que hubo un abuso en este aspecto, construyndose al turas desorbitadas y apenas planificadas, que rom pan la estructura urbana y no se adaptaban a la media de las calles, dndole a muchas de ellas un aspecto de tnel encajonado (15). Cuando se elabora el Plan General de Ordenacin Urbana, una vez ins talado el primer Ayuntamiento democrtico, se da r una normativa clara al respecto y se presentar una planificacin de alturas ms racionalizada des de el punto de vista urbanstico tendente a evitar situaciones abusivas y especulativas. B) La ciudad cambia Ciertamente se puede afirmar que, durante es tas tres dcadas, en especial durante los sesenta, El da transforma su faz urbana, cambia su perfil urba nstico, dejando para la historia su trazado tradicio nal, propio de un pueblo decimonnico, y avanzan do a otro ms adaptado al urbanismo de la ciudad moderna, sometida al dictamen de la industrializa cin y del automvil. As se observa cmo: Van muriendo calles estrechas, como la de Co ln que en 1969 de paso a otra mucho ms amplia; o desaparecen fbricas tradicionales para dar lugar a nuevas arterias viales, caso de las de Pedro Bellod o Rodolfo Guarinos, sobre cuyos solares demolidos se abrieron en el ao 1957 significativas e importantes calles, como la de Dahellos o la de Novo Hambur go, entre otras. Se inauguran nuevas avenidas, como la de Martnez Gonzlez (conocida ms popularmen te como la Gran Avenida) o, ms tarde, la de Madrid, abierta con el fin de aligerar el tr fico del interior. Se amplan los dos nicos puentes existentes el de Monvar y el de La Estacin (mayo y septiembre de 1968, respectivamente) para facilitar una comunicacin ms rpida y flui 1 2 8 da con esas nuevas zonas de expansin ur bana. Se reforman con un nuevo estilo de decora cin y de jardinera plazas tradicionales, ya existentes, como la entonces denominada de los Mrtires (ao 1966) hoy Plaza de Sagas ta y de Castelar, con la desaparicin de su popular y simptico templete. Igualmente, en el ario 1971, son objeto de modernizacin las viejas plazas de Arriba y Prosperidad. El cambio urbanstico de Elda va a implicar la remodelacin de antiguas pla zas, como la de Castelar, cuyo simptico templete, que aparece en la fotogra fa, ser demolido para dar paso a un nuevo modelado decorativo. Se ajardinan plazas como la de La Cruz de los Cados (ms tarde denominada, a raz de la llegada de la democracia, como Plaza de la Concordia), o la conocida como la de las Tres cientas, inaugurada en 1977, y ubicada en la zona donde, arios atrs, se procedi a la cons truccin de 300 viviendas de tipo social cedi das a Elda por el Patronato Provincial de la Vivienda. Toda esta infraestructura urbanstica que se va tejiendo a lo largo y ancho de la ciudad la va recrean do, es decir, como crendola de nuevo, y la va con formando con una nueva fisonoma ms adaptada a los nuevos signos del desarrollo industrial. C) La ciudad se moderniza Elda es una ciudad que, a lo largo de estos treinta aos, con un paso lento, pero firme y seguro, se va incorporando a la lnea de modernizacin y progre sos. Ello se va a reflejar en la creacin de una serie de obras y servicios que posibilitarn al ciudadano eldense el disfrute de las comodidades y los benefi cios que el progreso lleva consigo. As, podemos mencionar, a ttulo de recordatorio, algunos datos que puedan traer a la memoria la instalacin en El da de los pricipales adelantos y mejoras. Visin panormica de una ciudad, Elda, que ya da muestras de crecimiento y de modernizacin. En tal sentido debemos recordar algunos aspec tos significativos, a saber: En 1952 tiene lugar el comienzo de la reno vacin total de la conduccin de aguas po tables, obras que se vern concluidas en el si guiente ao. En 1954 se pone en servicio la primera red de alcantarillado, as como la estacin depuradora de aguas residuales. Se procede, en el mismo ao, a la tarea de ir pavimentando, poco a poco, las diferentes ca lles urbanas. A partir de 1957 se inicia la inslalacin del alumbrado fl uorescente, que ir sustituyendo con el tiempo al tradicional y hasta entonces existente alumbrado de bombillas de luz amarilla. En los aos 1962 y 1963 se consigue que el agua de los pozos de Salinas, algunos de ellos propiedad del Ayuntamiento eldense, llegase a Elda a travs del tnel de La Torreta, con lo que se consigue satisfacer una necesidad bsica para la poblacin, como es el bien, no siempre abundante, del agua. En julio de 1962 llegan por primera vez a los receptores eldenses las emisiones de televi sin al entrar en servicio el repartidor de Aita na. Se tendr que esperar doce arios ms para poder captar las imgenes del segundo canal o U.H.F. El servicio de Correos y Telgrafos se moderniza y actualiza con la creacin y puesta en marcha de unas modernas instala ciones, sitas en la calle Dahellos (ario 1968). El servicio telefnico tambin se rinde al pro greso con la instalacin, primero en 1953, del servicio semiautomtico y, ms tarde, en 1969, con el enlace de la telefona eldense a la Red Automtica Nacional. El gran aumento del parque automovilstico exigir de las autoridades la instalacin, en los arios 1969 y 1970, de los primeros semforos en las principales vas arteriales con el fin de regular un trfico cada vez ms denso, hecho que va incorporando an ms a Elda al nme ro de ciudades modernizadas. Todos estos datos y otros no mencionados son el fiel reflejo de una ciudad que, merced a su impul so econmico basado, especialmente, en el desarro llo de la industria del calzado, y merced a su crecimiento demogrfico impulsado en gran parte por una intensa corriente inmigratoria, no slo va En la dcada de los setenta Elda se convierte en una amplia y moderna ciudad. 129 creciendo y cambiando, sino que tambin, se va mo dernizando y progresando, pasando a engrosar el nmero de las importantes ciudades espaolas. 2 LA POBLACION Esta ciudad, cuyos perfiles urbansticos hemos trazado, experimenta a lo largo de estos treinta aos ( 1950-1980) un importante crecimiento demogrfi co, o sea un crecimiento notable de su poblacin. Vemoslo A) Crecimiento demogrfico Como se puede constatar (ver cuadro I), Elda a lo largo de este siglo ha tenido un fuerte crecimien to demogrfico (de 1900 a 1980 aumenta su po blacin en 46.986 habitantes ms, que supone un aumento del 866.36%). CUADRO 1 Evolucin de la poblacin eldense durante el siglo XX Aos Habitantes de hecho Aos Habitantes de hecho 1900 6.131 1950 20.699 1910 8.028 1960 28.751 1920 8.078 1970 41 .51 1 1930 13.445 1975 48.259 1940 20.050 1980 53. 1 17 FUENTE I.N.E. Dado que en pginas anteriores de este libro se ha tratado la evolucin demogrfica de los perodos anteriores al ao 1950, a rengln seguido nos va mos a centrar nica y exclusivamente en la poca que nos interesa y que abarca desde 1950 a 1980. Si fijamos nuestro detenimiento en la observa cin del ndice de crecimiento anual deducimos es ta conclusin: Perodo Indice de crecimiento anual en % 1951-1960 3 12 1961-1970 396 1971-1975 305 1976-1980 201 1 30 Se aprecia claramente la existencia de dos fases o perodos bien definidos y con caractersticas de mogrficas totalmente distintas. As, mientras en las dos primeras dcadas (1950 a 1970) se da un pro fundo crecimiento demogrfico, en la ltima dca da se ve, ms bien, un frenazo y un descenso signi ficativo en este ritmo de crecida. Analicemos estas afirmaciones estudiando detenidamente cada fase Fase de expansin demogrfica: aos 1950 A 1973 En base a los datos anteriormente aportados po demos afirmar que el crecimiento demogrfico es intenso, casi abrumador podramos tildarlo. En 23 aos se crece un 1258%. El ndice de crecimiento anual es superior al 3%, siendo de destacar ese 396% de la dcada de los sesenta, sin duda alguna el momento ms lgido de la evolucin demogrfi ca eldense. El ao 1975 marca el lmite de la curva ascendente con una poblacin absoluta de derecho de 46.749, lo que supone un incremento de 2.520 sobre la poblacin registrada al final del ao ante rior, y un ndice de crecimiento anual del 572%. Cmo explicar este incremento Dos son las variables demogrficas que van a ex plicar dicho fenmeno. Se trata del crecimiento ve getativo y de la tasa migratoria. a) Crecimiento vegetativo positivo. Se define en Geografa Demogrfica (16) como crecimiento vege tativo o natural la diferencia existente entre el n mero de nacidos y el de muerto (natalidad y morta lidad). Cuando la cantidad de los que nacen a lo lar go de un ao es inferior a la de los que fallecen du rante ese mismo tiempo, se habla de un crecimiento vegetativo negativo y, en consecuencia, la poblacin va decreciendo. Por el contrario, cuando el nmero de los que nacen es mayor que el nmero de los que mueren, entonces se da un crecimiento vegeta tivo positivo, que trae como resultado el hecho de que la poblacin natural aumente. Esto ltimo es pre cisamente lo que ocurre en Elda durante estos aos ( 1950-1973). Efectivamente. Mientras que en 1956 el creci miento vegetativo es de 415 personas, cuatro aos ms tarde, en 1960, ya ha subido a 492. Y si segui mos hacia adelante y nos detenemos en la mitad de la dcada de los sesenta, ao 1966, la cifra ha se guido aumentando a 533, cantidad sta que segui r su ritmo ascendente hasta llegar a los 640 en 1970, y alcanzar la cifra record en el ario 1973 con un cre cimiento vegetativo de 798 eldenses (17). La tasa de crecimiento vegetativo, resultante de restar la tasa de mortalidad a la de natalidad, alcanzar en este ltimo ao del perodo que estamos analizando nos referimos al ao 1973 la cifra de un 1839 por mil (2230 de natalidad y 391 de mortalidad). Cmo explicar este aumento del crecimiento ve getativo Slo hay una razn, a saber: el aumento de na cimientos que supondr el mantenimiento de altas tasas de natalidad, entre el 20 y el 25 por mil (vase cuadro II). CUADRO II Evolucin de los nacimientos (1958-1973) Aos Nmero de nacimientos 1958 680 1959 668 1968 842 1969 897 1970 897 1971 874 1972 903 1973 1.047 FUENTE: Elaboracin propia. Si buscamos motivos que puedan justificar esa alta natalidad, podramos encontrarlos en diferen tes mbitos de la vida de aquel momento histrico. As cabe mencionar, entre otros, factores como: Un elevado nivel de vida. Ser poca de expansin econmica y de ple no empleo. La influencia de la ideologa catlica. La prohibicin del empleo de las diferentes tcnicas o mtodos de anticoncepcin, y, por lo tanto, la no difusin de una informacin y formacin adecuada en lo referente al control de natalidad. La mentalidad de la poca favorable a la con cepcin de la mujer como esposa fiel y ma dre solcita. b) Saldo migratorio positivo. Se dice que existe cuando el nmero de los inmigrantes es superior al nmero de los que emigran y eso fue precisamente lo que ocurri en Elda. No se puede entender el intenso crecimiento de mogrfico eldense durante esta poca, de 1950 a 1973, si nicamente nos fijamos en el crecimiento natural o vegetativo. Los censos y los padrones no hubiesen reflejado un aumento de poblacin tan al to como parece. Las cifras hubiesen sido menores. Si en Elda la poblacin creci tanto como hemos ob servado antes, se debi en gran parte al peso que tuvo la corriente inmigratoria. Baste recordar que en tre 1960 y 1970 la inmigracin aporta un 60% del contingente de la poblacin. (Todo lo expuesto hasta aqu aparece clara y gra ficamente reflejado en la pirmide de la poblacin de Elda de 1970 (ver cuadro 111). CUADRO III: Pirstrnide de poblaci6n.Afo 1970 1101.11t 55 50 90 90 a5 30 e5 30 iS 10 5 0 5 10 15 40 0.5 33 FiLFNTT.: E1aboraci6n propia liTerff OS 04. Esta pirmide nos muestra la evolucin de la poblacin eldense antes de 1970. En esta pitamide se observan tres aspectos pro pios y representativos de la fase denominada de cre cimiento y que reflejan la existencia de una dinmica de poblacin joven. Los rasgos son: 1 3 1 Base amplia que habla de una natalidad en aumento y, por lo tanto, de un aumento de la poblacin joven (0-15 aos). Un cuerpo encogido que nos recuerda los efec tos negativos que para la demografa eldense supuso la guerra civil y la postguerra (dcada de los cuarenta). Un debilitamiento de los contingentes de po blacin en edades superiores a los cincuenta aos. Fase de recesin demogrfica: aos 1974 a 1980 Se habla de crisis o de recesin en demografa cuando se quiebra el ritmo de crecimiento intenso y rpido y se sustituye por otro caracterizado por la tendencia a la estabilidad o, incluso, al retroceso demogrfico. Entonces la poblacin se detiene, de crece y empieza a disminuir. Baja el crecimiento ve getativo y desciende, asimismo, la poblacin real. En tal situacin se aplica a la realidad el concepto de crisis o recesin demogrfica. Ocurre algo de esto en la demografa de Elda en los arios que van desde 1974 a 1980 La contestacin es afirmativa. Ciertamente, la po blacin eldense, durante esos aos, frena su creci miento, su aumento comienza a ser mucho menor, empieza a retroceder, disminuye. Echemos mano de la estadstica para confirmar sto exponiendo tres ejemplos representativos. PRIMERO: Durante siete aos la poblacin ab soluta slo crece en 6.368, lo que supone un creci miento total de 1362% y un crecimiento anual del 161 y 1 52, respectivamente. (Ver cuadro IV). CUADRO IV Evolucin de la poblacin absoluta (1974-1980) Aos Habitantes de hecho Perodo Indice de crecimiento anual 1973 46.749 1974-1975 161% 1975 48.259 1976-1980 1 52% 1980 52.185 FUENTE: I.N.E. y elaboracin propia. SEGUNDO: El saldo vegetativo ha disminuido al 132 pasar de un 1838 por mil a una media de 135% en 1980. (Ver cuadro V). CUADRO V Evolucin de la poblacin de Elda (1-1-1976 a 30-12-1980) Cifras absolutas Tasas en tanto por mil Nacimientos 5.204 200 Defunciones 1.682 56 Saldo vegetativo. 3.522 135 Saldo migratorio 404 17 Crecimiento real 3.926 152 FUENTE: VALERO ESCANDELL. IR.: Algunos rastos demogrficos de la Elda actual, Alborada, 1988. TERCERO: El crecimiento real tambin decrece, de igual modo, rebajndose a la cantidad de un 152 por mil (ver cuadro V). Cmo se puede explicar este frenazo demo grfico Dos son las explicaciones que pueden ofrecer se. Por un lado, el descenso de las tasas de natali dad (de un 223 por mil en 1973 a una media de un 20 al final de los setenta). Hechos que lo motivan El proceso de urbanizacin, la incorporacin de la mujer a actividades sociales no estrictamente fami liares, la generalizacin de los mtodos anticoncep tivos, la falta de polticas sociales efectivas por parte de la Administracin, el coste econmico de criar unos nios que cada vez generan mayores gastos (18) son factores a tener en cuenta. A estos hay que aadir otros, asimismo influyentes y determinantes, como fueron la crisis econmica de 1973, con lo que implic de aumento de paro, y la desaparicin del franquismo con el advenimiento del sistema demo crtico en 1977, con lo que supuso de difusin de morales sexuales menos rgidas que la del nacional catolicismo y la divulgacin de mtodos anticon ceptivos. En segundo lugar, el descenso del crecimiento de la poblacin de Elda debe explicarse en la dis minucin de las migraciones, efecto sin duda de la crisis econmica o, en todo caso para la situacin de Elda, en la disminucin de los ritmos de creacin de nuevos empleos. Toda esta nueva realidad demogrfica eldense, que tiene lugar en la dcada de los setenta y que es diferente a la habida en los arios sesenta, queda grficamente reflejada en la pirmide que se te pre senta (ver cuadro VI). En ella partiendo de los da tos que ofrece el Censo de 1981, se refleja en la evolucin demogrfica de 1980 y de todos los aos que le preceden. CUADRO VI INRAMIDE EDADES Canso Pobieci6eL981 rgernvol 04. os r - vARONIES WUJERICS 0 5 in 4.1 .1r; 15 Ft.r.%TE: E1aboraci6n propia a partir censo 1981 Esta pirmide muestra el cambio operado en la evolucin de la poblacin el dense en la dcada de los setenta. Segn esta pirmide, se puede afirmar que la po blacin de Elda, al final de la dcada de los setenta y comienzos de los ochenta, es una poblacin con tendencia al envejecimiento. En cuanto a los estratos de poblacin joven la comprendida entre O y 15 aos, destaca el estran gulamiento que se observa en los menores de cin co aos, que representan un contingente menor que los situados entre 5 y 10 aos entre 10 y 15. Ello puede obedecer a dos causas, ya anteriormente men cionadas: a una cada de la tasa de natalidad en los ltimos cinco aos (de 1976 a 1980) y a una dismi nucin de los inmigrantes ms jvenes. El segundo elemento que permite hablar de una tendencia al envejecimiento es la robustez de la pirmide de edades en sus estratos centrales (30-60 aos), prcticamente con unos contingentes muy es tables, incluso en algunos arios (45-65) en forma de pirmide invertida. Si comparsemos esta pirmide con la de 1970 (ver cuadro III) las conclusiones a las que llegara mos no haran ms que reafirmar esta tendencia al envejecimiento de la que estamos hablando. a) Se denota una diminucin entre 1970 y 1980 de los contingentes de jvenes (0-15 arios). b) Un crecimiento mesurado del contigente de adultos. c) Un fortalecimiento de los contingentes de po blacin en edades superiores. B) Movimiento demogrfico: la inmigracin (19) La demografa eldense de esos aos, como he mos visto antes, est claramente influenciada por el fenmeno de la inmigracin. Baste decir que, al fi nal de esas tres dcadas (1950-1980), el censo de 1981 declaraba que de un total de 53.117 habitan tes, 24.816 eran nacidos fuera de la ciudad o, en otras palabras, un 46% de los residentes en Elda eran inmigrantes. Dada su importancia sera conveniente investi gar una serie de aspectos que nos permiten cono cer mejor el fenmeno inmigratorio de Elda. Cuando se inmigra Se puede distinguir dos momentos claramen te diferenciados: con los aos cincuenta se inicia una oleada de inmigracin que aumenta mucho ms en la dcada siguiente. Desde el ao 1960 al 1969 lle gan a Elda 8.635 emigrantes (un 35% del total) y a unos ritmos anuales que pueden verse en el cuadro VII, y que en promedio suponen 864 llegadas anua les en dichos arios. Esta inmigracin tiene su origen en la industria del calzado (en general) y en el auge que vive sta en dichos aos. Con los aos setenta comienza a verse un des censo en el nmero de llegadas, que van disminu yendo segn avanza la dcada de los setenta, hasta llegar a reducirse a 493 en 1980. Esto tambin tiene que ver con la crisis econ mica y, en particular, con la mala situacin que vie 133 ne atravesando el calzado en esos ltimos aos, como posteriormente analizaremos (vid. cuadro VII). CUADRO VII Inmigracin en Elda Ao de llegada Poblacin Promedio de entradas por ao Antes de 1956 7.803 - 1956-1957 896 448 1958-1959 857 429 1960-1961 1.697 849 1962-1963 1.492 746 1964-1965 1.574 787 1966-1967 1.598 799 1968-1969 2.274 1.137 1970-1971 1.235 618 1972-1973 1.383 692 1974-1975 1.355 678 1976-1977 1.077 539 1978-1979 1.057 529 1980 493 493 FUENTES: Vivir en Elda, febrero de 1982. Por qu se emigra La razn es bien sencilla: la bsqueda de traba jo. Elda experimenta durante esos mismos arios un fuerte impulso que conlleve una necesidad de abun dante mano de obra capaz de llenar las nuevas f bricas que van surgiendo. Al no ser suficiente la demanda interna eldense, la oferta de trabajo se cu brir con gente venida de fuera. Ello conduce ine xorablemente a establecer una interrelacin entre inmigracin e industrializacin, entre economa y de mografa. De dnde se inmigra (ver cuadro VIII). Si transcribimos textualmente las conclusiones a las que llega el Plan General de Ordenacin Urba na, nos encontramos con el siguiente testimonio: En cuanto al origen cabe sealar cuatro componen tes mayoritarios que en s mismos suponen ms del 85% de la inmigracin: Andaluca (118%), Castilla -La Mancha (329%), Murcia (13%) y el propio Pas Valen ciano (312%). Si desagregsemos todava . ms estas cifras, veramos que la inmigracin se circunscribe en un 70% a tres provincias (la propia de Alicante, Murcia y Albacete). Poda, pues, establecerse una cuenca emigratoria ha cia Elda que, en gran parte, recogera excedentes de mogrficos de la Submeseta Inferior y las reas agr 1 3 4 colas de secano del interior de Alicante y Murcia, reas todas ellas prximas a Elda en trminos estrictos de migraciones (20) CUADRO VIII Origen de la inmigracin (segn el censo de 1981) Poblacin Inmigrada (n. habitantes) 1970-80 1960-70 Anterior Total Andaluca 1 .218 1 . 147 564 2.929 1 1 .8 Aragn 38 49 43 130 0.5 Asturias 24 21 16 61 0.2 Baleares 39 19 34 92 0.4 Canarias 9 7 8 23 0.1 Cantabria 13 8 1 1 33 0. 1 Castilla -Len . . 163 95 82 340 1 .4 Castilla -La Mancha 1 .799 3.247 3. 123 8.169 32.9 Catalunya 116 67 1 16 299 1 .2 Extremadura . . . . 116 188 1 10 421 1 .7 Galicia 44 25 19 88 0.3 Madrid 187 208 177 572 2.3 Murcia 527 954 1.752 3.235 13.0 Navarra 7 6 7 20 0.1 Pas Vasco 39 28 13 80 0.3 Rioja 26 19 21 66 0.3 Alicante 1.263 1.604 4.255 7.092 28.6 Resto Pas Valen. 204 182 266 652 2.6 P. Valenciano . . . 1.467 1.786 4.491 7.744 31 .2 Total Espaa . . . 5.839 7.874 10.589 24.302 97.9 Extranjero 220 181 113 514 2.1 TOTAL 6.059 8.055 10.702 24.816 FUENTE: P.G.O.U., p. 24. Cindonos ms especficamente a la poca que nos interesa (arios 1950-1980), observamos lo si guiente (ver cuadro VIII). Que antes de 1960 la poblacin inmigrada era, ante todo, oriunda de la provincia de Alican te, (4.225 personas), en concreto de los pue blos cercanos a Elda; le segua los procedentes de Castilla -La Mancha (3.123 inmigrados) y en tercera posicin los murcianos (1.754). Que entre los arios 1960 y 1980 la poblacin castellano manchega seguira siendo el mayor ncleo de poblacin inmigrante (5.046 en to tal), pero siguindole a continuacin los pro cedentes de Andaluca (2.365). Que durante esas dos dcadas (1960-70 y 1970-80) disminuye notablemente la inmigra Cuadro IX: LOS SECTORES ECONOMICOS SECUNDARIO 77.5 1 9 6 0 SECUNDARIO 77.9 / 1 9 7 0 1 9 8 0 SECUNDARIO 64.3 PRIMARIO 3.4 TERCIARIO 13.2 PRIMARIO 2.8 i TERCIARIO 19.3 PRI111310 1.1 TERCIARIO 34.6 FUENTE: Elaboracin propia. A travs de estos diagramas circulares se puede observar la evolucin de la economa de Elda durante los treinta aos (1950-1980). cin oriunda del interior de la provincia de Ali cante (slo 2.867 inmigrantes) as como los procedentes de la provincia de Murcia (1.481). 3. LA ACTIVIDAD ECONOMICA Al Caractersticas de la economa eldense Una economa industrial con tendencia a la terciarizacin De los anlisis de los diagramas del cuadro IX se pueden deducir tres conclusiones bsicas en lo referente a la actividad de Elda durante los aos 1950 a 1980, a saber: La escasa, por no decir nula importancia del sector primaria. El gran peso del sector secundario. El crecimiento gradual del sector terciario. Analicemos estos hechos. En primer lugar se impone una aclaracin sobre la terminologa empleada. En Geografa Econmica (21) se distinguen los siguientes sectores de activi dad: primario (agricultura, ganadera, pesca y explo tacin forestal); secundario (minera e industria); terciario (transportes y comunicaciones, comercio y servicios): Podemos, pues, partiendo de estos presupues tos grficos, esbozar un diseo claro o un perfil nti do, como se prefiera, de la economa eldense duran te esta triple dcada, a saber: una economa indus trial con tendencia a la terciarizacin, como indica el encabezamiento de este captulo. Aclaremos con detenimiento estos datos. Es obvio reconocer cmo la agricultura como ac tividad econmica es prcticamente inexistente en Elda y, adems, se encuentra abocada a una lenta y gradual decadencia dados sus mnimos porcen tajes de participacin en el total de la economa eldense, disminuyendo en el plazo de 20 aos (de los sesenta a los ochenta) un 23% de su poblacin activa. Es lgico pensar que este hecho provoc en Elda una fuerte necesidad importadora de produc tos agrarios, repercutiendo ello en un elevado en carecimiento de dichos artculos de consumo o, 1 3 5 dicho en otras palabras, en una fuerte caresta de la vida. Nos atrevemos a afirmar que la Plaza de Abastos de Elda es una de las ms caras de la pro vincia, se lea por el ao 1958 en un semanario lo cal eldense (22) y, dos aos antes, era el mismo alcalde quien sala al frente del malestar generaliza do de las amas de casa con la frase de que no hay motivos para el acaparamiento ni para el encareci miento abusivo. Los precios pueden y deben man tenerse estables (23). Si el sector primario disminuye, paralelamente se observa el fenmeno contrario de una altsima participacin en la economa local del sector secun dario, superior al 70%, as como un crecimiento del 34% de la poblacin activa dedicada a la industria, al pasar de un 745% en el ao 1950, a un 779% en 1970, reconociendo en esa dcada el comienzo de un declive. Ello quiere decir claramente que la economa de Elda es bsica y preeminentemente in dustrial. Finalmente debemos afirmar cmo, paralela y si multneamente a los fenmenos anteriormente des critos, se da otro hecho que afecta al sector terciario y es reconocer la fuerte subida, entre los arios se senta y ochenta, de la poblacin dedicada al sector de bienes y servicios. Crece un 214%, siendo de destacar de modo especial el incremento de un 153% en los aos setenta. La economa eldense ini cia su andadura o su tendencia haca lo que se co noce con el nombre de terciarizacin de la econo ma. Cmo explicar este fenmeno Para el Dr. Ber nab Maestre, el crecimiento ocurrido entre 1960 y 1970 es explicable por las funciones administrati vas que Elda ha ido adquiriendo: sede de partido judicial y cabecera comarcal de la Organizacin Sin dical (24). A partir de los setenta cabe otra explica cin complementaria, y es que la realidad de la crisis de la industria del calzado obligar a mucha gente expulsada de las fbricas a dirigir su mirada al sec tor de los servicios en busca de un trabajo alternati vo; por otra parte, la experiencia demuestra que la existencia de un elevado nivel de vida, como en El da se daba, estimula la aparicin de actividades ter ciarias. Una actividad econmica basada en la industria del calzado 1 36 eldense, nos atrevemos a formular la siguiente pre gunta: Cul es el sector industrial dominante La respuesta no se deja esperar: el del calzado y cone xas o afines a l. La economa eldense se caracteriza por el predominio del sector industrial y, en concreto, el referido a la industria del calzado y afines, aspecto que se deja entrever en la foto. Elda y calzado son dos realidades que han esta do ntimamente vinculadas y relacionadas entre s. Han sido como dos hermanos siameses que no po dan vivir el uno sin el otro. No se puede entender la economa de esta ciudad durante esos treinta arios sin tener en cuenta la industria del calzado. As lo confirman frases significativas de la poca encontra das en los medios de comunicacin local de enton ces, como las de Elda, capital del calzado espaol (25), o el calzado, pan nuestro de cada da (26), o aquella otra de el calzado, fuente bsica de la vi da econmica de nuestra ciudad, pronunciada por un empresario de aquel momento (27). Asimismo, encontramos testimonios claros que aluden a ese ma ridaje entre Elda y su actividad zapatera. Valgan a ttulo de muestra estos dos ejemplos: La industria bsica para el desarrollo y aumento de la riqueza de Elda es la industria del calzado (28) Ya tenemos la tercera vocacin de Elda: hacer zapa tos. Pero no unos zapatos cualesquiera, no. Decir za patos de Elda es decir zapatos bien hechos, con ciencia y conciencia. Esta es la ciudad que vive para el arte sutorio, como dijera Azorn. En Elda, todo el mundo sabe de zapatos, y bien cierto es, como lo es tambin que todo el mundo sabe de los zapatos de Elda (29) Analizando el carcter industrial de la economa Pero no slo es cuestin de frases o testimonios escritos. Tambin las cifras son elocuentes al respec to. En efecto: Segn el informe Calpena, elaborado en el ao 1965, de un total de 782 empresas industria les existentes en Elda, 519 se refieren al sec tor del calzado (contabiliza 320) o a industrias conexas con el calzado (calcula 199) (30). Segn el Plan General de Ordenacin Urbana, que presenta muestras estadsticas alusivas a la situacin de la economa eldense en diciem bre de 1977, se especifica que de un total de 1.385 establecimientos industriales que hay en Elda, 767 son de fabricacin de calzado, pren das de vestir y otros artculos confeccionados con productos textiles relacionados con el cal zado ello supone un 565% del total de establecimientos y, asimismo, se dice que de un total de 14.254 trabajadores eldenses, 11.683 lo hacen en el sector del calzado y co nexas, lo que significa un 82% del conjunto de toda la poblacin activa eldense (31). Cabe, pues, deducir de todo lo expuesto hasta aqu sobre la economa eldense dos lgicas conclu siones, a saber: Que la economa de Elda es ante todo indus trial. Que la industria ms importante es la del calzado. 13) Evolucin de la economa eldense Tres son las fases principales por las que atra viesa la industria del calzado a lo largo de esos treinta aos (1950-1980), a travs de los cuales dicha indus tria va adquiriendo una serie de rasgos especficos que la van configurando y conformando. Estas son: 11 Fase de transicin (1950-1960). 2 Fase de expansin y crecimiento (1961-1972). 3. a ) Fase de crisis y estancamiento (1973-1980). Analicemos pormenorizadamente cada una de ellas. Fase de transicin (1950-1960) Estos diez aos van a constituir lo que podemos denominar como etapa de transicin, en la que se perciben rasgos de continuismo, por un lado, y exi gencias tmidas de modernizacin y de cambio, por otro. Es un momento de encrucijada para la indus tria zapatera eldense, en la que aparecen entreteji dos el viejo aparato artesanal, an predominante, con el excesivamente tmido inicio de la mecani zacin. Qu aspectos caracterizan esta dcada He aqu las caractersticas ms significativas: En cuanto a mercado, se reduce nica y ex clusivamente al nacional, cuya capacidad de consumo es por aquel entonces de los ms ba jos de Europa. Por lo que respecta a la produccin, est re lativamente nivelada por el consumo, siendo, por lo tanto, ms bien baja e inferior a la de aos anteriores. As el profesor Bernab esti ma la produccin total de calzado de Elda para el ao 1955 en 5 millones de pares frente a los 615 y 54 de los aos 1948 1942, res pectivamente (32). Ejemplo de gran industria tradicional que, a lo largo de la dcada de los cin cuenta, ir desapareciendo. En lo tocante a los rasgos caractersticos de las empresas de calzado, stas se distinguen por lo si guiente: a) Dimensiones inadecuadas. Hay un predomi nio del pequeo taller sobre la gran empresa. Las manufacturas con plantillas entre 6 y 50 trabajado res han crecido, espectacularmente, mientras que las 137 comprendidas entre 50 y 100 son ms bien escasas, habiendo desaparecido casi todas las mayores, que constituan el prototipo dominante en los aos trein ta. Gran parte de estas grandes fbricas creadas en los aos veinte cerrar sus puertas a mediados de los cincuenta. Como consecuencia, las fbricas de ms de 50 obreros, que ocupaban en 1934 el 75% del empleo, pasaron a comienzos de los sesenta a representar slo el 10%, quedando un 80% en pe queas empresas. Este hecho es constatado por testimonios del momento que reconocen esta situacin como la ms comn y generalizada en la industria zapatera elden se. As se oyen voces que dice que: ...el carcter que, hoy por hoy, distingue a la indus tria zapatera eldense es su dispersin, su distribucin por toda el rea urbana en forma de pequeas insta laciones. El pequeo taller ha llenado toda una po ca, todo este perodo que queremos considerar como fase de transicin de nuestra industria (33) U otras similares reconociendo que: ...se ha pasado al predominio de los pequeos talle res, muchas veces de caractersticas familiares, los cua les, naturalmente, proliferaron para compensar la desaparicin de las grandes empresas (34) b) Produccin artesanal. La produccin artesa nal y semimanual de poca rentabilidad, o dicho con otras palabras, la escasa modernizacin del utillaje productivo es moneda corriente en este momento de la historia econmica de Elda. Almacenistas de la fbrica los Jernimo Guill. Ao 1951 . 138 La dcada de los cincuenta fue de estancamien to tecnolgico. Casi todos los tipos de maquinaria descienden o se estabilizan, lo cual se puede dedu cir por la produccin mecanizada realizada esti macin hecha por el profesor e investigador ante riormente citado, Sr. Barnab Maestre y estimada en el mismo ao 1955 en 15 millones de pares frente a los 35, objeto de produccin manual (35). Tres generaciones de zapateros de silla. c) Mnima cualificacin. En las empresas de cal zado la cualificacin de la mano de obra es baja y se da, tambin, una falta de control en la calidad: La escasa importacin de materias bsicas y la casi nula exportacin de calzado demues tran la inexistencia de una poltica exporta dora. Los ciclos de mercado son incoherentes. Me dia muy poco tiempo entre las fechas de pe dido y las de servicio, lo que origina la exis tencia de pocas con muchsimo trabajo alter nando con otras de paro casi total. En conjunto y en sntesis, un consumo estable y una produccin paulatinamente creciente provo can, segn el informe presentado por el Sr. Roque Calpena, Director de FICIA, una asfixia del merca do, una inestabilidad de las industrias con agudas crisis de falta de trabajo, una cada de precios y una consideracin muy baja del sector (36). Fase de expansin y crecimiento (1961-1972) Ciertamente la dcada de los sesenta fue el punto de arranque de un perodo expansivo y de auge de la industria del calzado en general y, por lo tanto, tambin de la industria eldense. Escultura de zapatero artesano. Fue utilizada como distintivo de marca por la empresa Noguern en fecha relativamente reciente. Revista Alborada , . Cules son los signos en los que se nota y per cibe ese crecimiento Son tres: Se produce ms: aumento de produccin. Se vende ms: aumento de la comercializacin. Trabajan ms: aumento del empleo en la in dustria del calzado. Vamos a ir explicando estas tres variables eco nmicas: produccin, comercializacin y empleo. AUMENTO DE LA PRODUCCION En cuanto a la evolucin general de la produc cin de calzado, sta presenta un ritmo bajo de crecimiento en los primeros aos de la dcada, expe rimentando, a partir de 1965, un aumento ms no table, tendencia que se acenta a partir de 1967. En efecto, desde el ario 1967 hasta 1971 (vase cua dro IX) se puede apreciar un aumento de ms de un 70% en pares de zapatos producidos y una subi da de aproximadamente el 170% en lo que a millo nes de pesetas se refiere. CUADRO IX Produccin de zapatos, 1965-1971 PRODUCCION TOTAL Aos Volumen Valor (millones de ptas.) (millones de ptas. 1967 65128 10.437 1968 79098 14.215 1969 86337 17.348 1970 86232 18.710 1971 111610 28.268 FUENTE: Circular de la Agrupacin Sindical de Fabricantes de Calzado, n. 11/74. El aumento de produccin, tanto en volumen co mo en valor, es evidente. Estas estadsticas nos reflejan indirectamente c mo la dcada de los sesenta fue en toda Espaa y, Oleo de Gabriel Poveda dedicado al zapatero tradicional. 139 en consecuencia, tambin en Elda, una poca de ex pansin de la industria del calzado en cuanto a ci fras de produccin se refiere. Podemos aproximar nos ms a la produccin eldense acudiendo al testi monio de los investigadores sobre el tema. As, en el libro La industria de/calzado en el Valle del Vina lop, el autor nos ofrece estadsticas aproximadas. Esta es su lnea argumental: por una parte calcula la evolucin de la produccin provincial de calzado de cuero para los aos 1957 y 1970 en 131 (millo nes de pares) y 63, respectivamente, suponiendo ello un crecimiento porcentual del 480%. No podemos olvidar que Elda, junto con Elche, es, dentro del m bito de la provincia, el centro ms importante en la industria zapatera. Pues bien, para acercarnos toda va ms al nivel de produccin del calzado eldense durante esa poca, el autor hace unos clculos, en referencia al ao 1970, partiendo de dos bases: los datos de empleo de la Organizacin Sindical y el Cen so de 1970, agrupndolos por grandes zonas para evitar el efecto de migracin diaria. Y as resulta que el rea Elda-Petrer-Monvar-Sax tiene una produc cin de calzado de cuero de 187 millones (calcula da en pares) segn la estimacin de la Organizacin Sindical y de 266, segn el Censo (37). Un hecho se impone, pues, a la consideracin histrica: la produccin de calzado, en los aos se senta, tanto a nivel estatal y provincial, como comar cal y local, aument. AUMENTO DE LA COMERCIALIZACION Esta realidad econmica va a originarse como consecuencia de una ampliacin de la demanda al abrirse nuevos mercados internacionales, como lue go analizaremos, hecho que va a conllevar un incre mento de las exportaciones de calzado. En sntesis, se vender ms. AUMENTO DEL EMPLEO Es evidente este auge de la poblacin activa en el sector del calzado. Valga, como botn de mues tra, esta estadstica alusiva a los arios cumbre de este boom expansivo. Si en el ao 1965 hay trabajan do en la industria del calzado 5.061 empleados y 391 en las industrias complementarias, seis aos ms tarde se ha pasado a la cantidad de 6.812 emplea dos en el calzado (1.751 trabajadores ms, lo que 140 La aparadora. Oleo de Gabriel Poveda. supone un incremento del 34%) y 624 en el sector complementario (un 60% ms). Estas cifras pueden aparecer como modestas, si se comparan con la me dia provincial, que oscila alrededor de un 50%, pe ro ciertamente son significativas de un crecimiento econmico (38). Todo fenmeno histrico de carcter econmi co no surge espontneamente ni es fruto de la ca sualidad, sino que es resultado de una serie de hechos o variables que, combinadas entre s, lo ha cen posible y real. Ello nos obliga a hacernos la si guiente pregunta: cules son las causas de este auge de la industria del calzado en Elda Desarrollemos y analicemos las ms significativas: UN GIRO EN LA POLITICA ECONON . IICA NACIONAL Si hasta ahora la economa espaola se caracte rizaba por su dimensin autrquica y, por lo tanto, cerrada sobre s misma, con todo lo que ello conlle va de riesgo de estancamiento, el rgimen de esta bilizacin de 1959 va a suponer para el futuro una mayor apertura y liberalizacin del sistema econ mico. Se asista en Espaa, como afirmaba un ca racterizado economista de la poca a un perodo de transformacin de la economa espaola, en el cual, deca utilizando un smil grfico: ...estamos haciendo una piel nueva. La piel interior hasta ahora era autrquica, y ahora esta piel habre mos de venderla o quemarla para hacernos con otra nueva. Una piel o sistema que tiene que mirar al exte rior, pues de autrquicos hemos de pasar al campo opuesto, al campo de la cooperacin (39) Este nuevo giro de signo desarrollista en la pol tica econmica espaola iba a repercutir a medio plazo muy positivamente en una evolucin muy fa vorable de la industria del calzado eldense por lo que iba a suponer de modernizacin del sistema de produccin y de apertura al exterior con el aumen to de las exportaciones, aspectos que seguidamen te pasaremos a desentraar. Esta fbrica de 1962 muestra su modernizacin tecnolgica. TECNIFICACION DEL SISTEMA PRODUCTIVO Que la industria de Elda estaba necesitada de una renovacin tecnolgica, si quera sobrevivir, era una idea reconocida por todos los sectores afecta dos la razn era bien sencilla: Para poder competir y para que esta competencia no resulte antieconmica (en estos trminos se expre saba un editorial del semanario Valle de Elda) es ne cesario producir en cantidad y esto lo resuelve la mecanizacin de las operadones, que hace que el cal zado se pueda servir a un precio y en unas condicio nes aptar para la venta en el extranjero. Slo una nueva concepcin industrial del calzado me cnico basado en la mecanizacin (se recoge en otro apartado del mismo editorial) puede representar pa ra Elda una nueva aurora de prosperidad (40) Se hace indispensble, en frase de un conocido em presario del ramo, ampliar mercados que llenen la su perior capacidad de produccin, que se ha de derivar de la mecanizacin y racionalizacin de nuestros sis temas (41) Seccin de montado y cortado en una fbrica de 1962. Es evidente la tecnifi cacin del sistema productivo. 141 Hay que reconocer, segn se desprende del co tejo de las fuentes consultadas, la existencia de un cierto recelo inicial a la llegada de la mecanizacin por el temor de que ello significara la prdida o la muerte, incluso, de la tradicin artesana de Elda y, en consecuencia, tambin del zapato de artesana, gloria hasta entonces de la industria eldense. Por ello se levantaban voces abogando por el logro en el fu turo de una coexistencia armoniosa entre tradicin y modernidad, entre artesana y mecanizacin, en tre calzado manual y calzado mecnico. Con los aos y a medida que la mecanizacin se fue imponiendo y sus resultados se fueron haciendo palpables, los recelos se fueron diluyendo. Se impuso la realidad. Poco a poco, y no a veces con el ritmo y la intensi dad deseada en opinin de algunos (42), las fbri cas eldenses se fueron viendo invadidas por una corriente de modernizacin tecnolgica. Para poder entender y comprender mejor este fenmeno de la modernizacin tecnolgica del sis tema productivo en la industria zapatera, debemos encuadrarlo en el contexto de la poca haciendo alu sin a tres hechos que sucedieron, significativos y muy relacionados con esa renovacin tecnolgica, de la que venimos ocupndonos. Nos referimos a los siguientes: En primer lugar, tenemos que recordar la pro mulgacin de una serie de disposiciones legales fa vorables a la industria del calzado. As nos encon tramos en el ario 1960 con la publicacin en el B.O.E. (7-12-1960) de una normativa de la Direccin Gene ral de Comercio por la que se legalizaba la libertad de importacin para la fabricacin de calzado. Esta resolucin es de sumo inters para la industria za patera: Pues con ella se abre la posibilidad hasta entonces poco menos que inexistente de modernizar en un plazo ms o menos breve el equipo mecnico de las instalaciones fabriles eldenses, poniendo el mismo a la altura de las extranjeras merced al uso de inmensa gama de modernas mquinas, que incrementen nota blemente la productividad y la perfeccin del traba jo (43) Del mismo modo, cuatro arios ms tarde, en 1964, tendr lugar la promulgacin de la Ley de Aso ciaciones y Unin de Empresas con grandes y pro metedoras posibilidades para la industria del cal zado. Ciertamente, el hecho de haber sido clasifica 142 Mapo.norto y ^Nolo.. popo lo fobeitoplon del Coi, odO, Ny.poio de Nol e loduttno. MMII ON.PPN p Pmo. Go.. Gamo Youvo ~NOP 111 Nodo. :OOP 01 p 11N .0 *LOA Ntimtres sislemas de iabrieal ten en e /dota 151 and metro, tenemos Ingidado, en la, asas fi ldS lanoria ntes de. 1 SiN11111 flepresernamem a iirmak emakeras talan: IropoPlodor N 29 9 60 / PUGNO vIGENO .P. ,, Odo 7 8138 Este anuncio de una fbrica de 1966 muestra la dinmica importadora de ma quinaria para la fabricacin de calzado. da esta industria entre las que podan gozar de prio ridad durante 1964 para la concesin de crditos oficiales junto con las interesantes ventajas y des gravaciones que dicha ley conceda a las empresas que se asociaran o se unieran para constituir enti dades industriales de mayor envergadura, abra pa ra el fabricante de calzado, en general, unas insos pechadas posibilidades de renovacin, moderniza cin y puesta al da de sus industrias con todo el respaldo de la ayuda estatal en forma de prstamos o crditos, por una parte, y de reduccin de impues tos y contribuciones, por otra. En segundo lugar, hay que recordar, igualmen te, el aumento del tamao de las empresas, condi cin sin la cual no se puede hablar de renovacin tecnolgica por la no viabilidad y rentabilidad de la misma. Entre los aos 1965-1972: ...el nmero de empresas en el sector industrial del calzado disminuy, fundamentalmente por la desapa ricin de la produccin en pequeos talleres artesa nales y pequeas fbricas, pasando el tamao medio de la empresa de nueve trabajadores de media a 16 (44) Finalmente, cabe traer a la memoria las inversio nes de capital extranjero, especialmente americano, en esta industria como fuente de financiacin de la misma. As se da a entender en el Plan General de Ordenacin Urbana cuando al hacer la historia de la industria del calzado a Elda llega a hacer la siguien te afirmacin: Cuando a fines del ao 1969 se produjo una fuerte restriccin, unida a una congelacin de los riesgos ban carios y cierta contencin en los mercados extranje ros, se cre un grave problema de carcter financiero. En estas condiciones, algunas empresas de interme diarios extranjeros empezaron a intervenir compran do parte de las fbricas, probablemente con el fin de asegurar un suministro regular y poder mantener los precios (45) Las empresas de los aos sesenta van aumentando su tamao y dimensiones. LA APERTURA DE NUEVOS MERCADOS El notable desarrollo de la produccin de calza do durante la dcada de los sesenta y comienzos de los setenta poda darse a condicin de contar con un mercado capaz de una gran expansin y ste no poda ser el mercado interno cuya capacidad de con sumo se haba reducido drsticamente a raz del Plan de Estabilizacin. Esta situacin de asfixia y la ne cesidad de salir de ella inundaba las pginas de los medios de comunicacin local. As en el Valle de Elda se recoge, entre otros, este testimonio bastante cla rificador al respecto: La industria espaola del calzado est limitada a un mercado interior saturado y continuamente excitado con ofertas tentadoras. El consumo nacional est muy a bajo nivel comparado con el de otros pases (080 pares por habitante y ao). Naturalmente, ello nos con duce a una situacin ruinosa que hemos de paliar de sarrollando e incrementando nuestras exportaciones, para que ellas nos compensen de la falta de un mer cado interior de mayor poder de absorcin (46) Para salvar al sector se impona, pues, de forma dramtica, exportar a los mercados (47): La exportacin dice un empresario eldense de aquel momento es una obligacin como espaoles y una necesidad como fabricantes de zapatos. Dentro de nuestras fronteras no hay capacidad, por el momen to, para asimilar las nuevas producciones. Qu otra solucin queda sino buscar mercados donde los ha ya (48). As fue. Surgi el boom exportador, la fiebre exportadora (49), la corriente internacionalizado ra del calzado (50). Cunto se export Del anlisis del cuadro X se deduce la fuerza de la exportacin. En 12 arios, la cantidad exportada supone un crecimiento de 17.010 millones de pese tas, y, en lo que respecta a pares de zapatos expor tados, la subida es, asimismo, altamente significativa, pues va de la cantidad de 874.102 pares exporta dos en 1959 a la cifra de 17 millones en el ario 1972 (51). La mayor expansin de las exportaciones de esta poca se va a realizar fundamentalmente a instan cia de dos fuertes impulsos: el primero, en el ao 1968 hasta finales de 1969, provocado primordial mente por la devaluacin de la peseta del ao 1967, 143 que indujo mayor demanda por parte extranjera y una mayor calidad, elevando an ms el nivel de competitividad, y por los acuerdos internacionales logrados en la Ronda Kennedy, que otorgaba a este producto algunas reducciones arancelarias. El segun do impulso va de principios de 1971 hasta la deva luacin del dolar en 1973 (52). CUADRO X Exportacin de calzado espaol (1960-1972) Aos Millones de ptas. % incremento sobre ao anterior 1960 997 29.6 1961 2120 1 12.6 1962 3700 74.7 1963 3530 -4.6 1964 5550 57.2 1965 6443 52.0 1966 1.4129 673 1967 2.4101 70.5 1968 4.6960 94.8 1969 7.0210 49.9 1970 7.6157 8.5 1971 12.5092 64. 1 1972 17. 1091 36.7 FUENTE: Direccin General de Aduanas. Elaboracin propia. En las estadsticas de exportacin (ver cuadro X) referidas al mbito nacional, habra que destacar a Alicante (lo que equivale a decir Valle del Vinalo p) como la primera provincia exportadora de cal zado. A mediados de la dcada de los sesenta Ali cante exportaba aproximadamente un cuarto del total nacional. El empujn de 1967-68 se hizo notar en nuestra zona al pasar a superar el 50% de la ex portacin total en 1968 y el 60% en 1972. Por todo ello puede afirmarse con todo rigor que el boom exportador de la segunda mitad de los aos sesen ta y comienzos del setenta tuvo su origen principal en el Valle del Vinalop (53). A dnde se export Cuatro son las zonas exportadoras mag impor tantes de la industria del calzado: Estados Unidos, la C.E.E. (Comunidad Econmica Europea), la E.F.T.A. (Asociacin Europea de Libre Cambio) y el COME CON. Qu peso tiene cada una de ellas sobre el vo lumen total de la exportacin espaola de calzado a) Estados Unidos. Va a constituir el principal 144 mercado del calzado espaol y, por ende, eldense, en la dcada de los sesenta e incluso de los seten ta. As, la participacin norteamericana del total de las exportaciones espaolas de calzado fue crecien do sucesivamente alcanzando su mximum en el ao 1968 con un 72% de participacin en el volumen ex portado. Es indudable que la presencia de las muestras de calzado espaol en las diferentes ferias nortea mericanas Miami, Chicago, New York propicia da por la actividad de empresarios y de organismos como F.I.C.I.A. y su filial C.E.P.E.X. (Centro Promo tor de Exportaciones), as como la debilidad de la peseta frente a la fortaleza del dolar explican esta primaca de EE.UU. en el ranking de los pases im portadores de calzado espaol y, dentro de l, de una manera especial del calzado de Elda. Al mismo tiempo que se exportaba a los Esta dos Unidos se haca esfuerzos por ir diversificando ELDA FABRICA DE CALZADO Gonzlez Bueno, 2 - Aportado 40 Direccin Telegrolice SAPFNA Telex 6612 5NE F 1 . 4145i4 C1 , 5,40, 38 00 60 - 38 64 44 rk Fbrica 311 64 45 Anuncio de Sapena. el mercado extranjero mediante el envo de misio nes comerciales a otros pases. b) La CEE. (Comunidad Econmica Europea). Fue otra de las zonas a las que tambin se dirigi la exportacin espaola de calzado, y de manera sin gular a Gran Bretaa, Francia y la R.F.A. (Repblica Federal Alemana), entre otros. No obstante, podemos afirmar que la penetra cin espaola en este mercado europeo no fue to do lo intensa que pudiera y debiera haber sido. Razones de tipo poltico y econmico lo impedan. El hecho de no formar parte Espaa de la Europa Comunitaria por no disfrutar de un rgimen demo crtico homologable al del resto de pases europeos constitua un primer y serio obstculo. A eso hay que aadir otra razn de ndole econmica, cual era la no competitividad del calzado espaol frente a otros como el italiano especialmente. Efectivamente, co mo resultado de esa no pertenencia espaola al Mer cado Comn Europeo, nuestros productos, entre ellos el calzado, para poder penetrar all y ser ven didos como una mercanca ms se vean agravados con unos aranceles que los encarecan y les haca perder esa posibilidad de competir con otros pa ses comunitarios. As, en el caso del calzado, Espa a no pudo competir con Italia, pas igualmente productor y exportador, que se vea favorecida por el hecho de ser un miembro comunitario, adems de disponer de una tecnologa ms avanzada y de una modernizacin ms selecta en lo que a diseo y moda se refiere. No obstante, los esfuerzos por aumentar la cuota exportadora espaola en la C.E.E. fueron aumentando y la presencia del calzado es paol, aunque tmida, se dej ir sintiendo y de una manera especial en la dcada de los setenta a me dida que el mercado norteamericano se iba debi litando. En una primera fase fueron Gran Bretaa y Fran cia los pases de la C.E.E. que ms cantidad de cal zado espaol importaban, hasta que a partir del ao 1969 el mercado alemn pas a ocupar el primer lugar. c) La Asociacin Europea de Libre Cambio (E.F.T.A.). Se trata de la Europa no comunitaria que va a constituir la tercera zona en importancia de pe netracin del calzado espaol. Se trata de un mer cado ms favorable para las exportaciones hispanas por el hecho de que la competencia es menor. Y ello obedece a dos factores fundamentales. Por un la do, el hecho de que en la E.F.T.A. la produccin de calzado tiene una importancia muy pequea, acha cable a la falta de una potente industria de calzado. En segundo lugar, la circunstancia de que sea me nor la presin italiana al no disfrutar de reduccio nes arancelarias como en el seno de la C.E.E., lo que posibilita al calzado espaol una mayor posibilidad de competir y, por lo tanto, de reducir el diferencial exportador. As, Espaa en el ao 1971 exporta a los pases de la E.F.T.A. la cantidad de un 87% e Italia lo hace en un 12% (54). d) El C.O.M.E.C.O.N. (Mercado Comn de los Pases del Este). Es el ltimo mercado de importan Hermanos Antn Martnez S. A. Importacin Exportacin ELDA FABRICA DE CALZADO PARA SEORA Direccin POSTAL: Apartado 79 Telfonos: 380704 y 380109 Anuncio de Hermanos Antn Martnez I 74 5 da a donde intenta dirigir su mirada la industria es paola del calzado y los empresarios eldenses, pero de hecho el porcentaje de las exportaciones dirigi das a esta zona fue mnimo, casi inexistente. Se hi cieron esfuerzos por conquistarlo, pero apenas se logr nada. Las razones son varias. Se trata de mer cados cuyas ventas estn centralizadas en organis mos estatales que efectan las compras para todo el pas de acuerdo con la planificacin realizada. Por otra parte, se trata de una zona donde, ms que en ningn otro sitio, el consumo de sus propias produc ciones tiene primaca sobre las dems y las barre ras existentes son bastante ms vigorosas que un arancel. Adems, es una demanda cuyas pautas de consumo no encajan demasiado con la oferta espa ola. Por todo ello, la exportacin espaola a estos pases del C.O.M.E.C.O.N. fue ms bien, por aquel entonces, un deseo que una realidad. Su importan cia global probablemente super los 300 millones de dlares en 1968, pero la mayor parte de este co mercio se haca entre sus pases miembros, de los que Checoslovaquia, Hungra y Yugoslavia eran gran des productores. La aportacin extranjera, espao la incluida, apenas se dejaba sentir. Segua siendo un mercado a conquistar, dadas las posibilidades que encerraba. Constitua un reto para la industria del calzado. LA CREACION DE ORGANISMOS FAVORECEDORES Y ESTIMULADORES DE LA INDUSTRIA DEL CALZADO Durante esos treinta aos se han ido creando di ferentes instituciones de carcter econmico, impor tantes en lo que a la industria de calzado se refiere por lo que implicaron de estmulo y ayuda a la pro mocin y modernizacin de la misma, tanto en lo productivo como en lo comercial. Cuatro son esas instituciones a las que seguida mente nos vamos a referir: la FICIA, el CEPEX, el INESCOP y la Agrupacin de Fabricantes de Calzado. LA FICIA Organismo creado en 1960 y que va a tener gran des repercusiones en el desarrollo y crecimiento de la industria zapatera y, de modo especial, de la in dustria eldense. Se trata de una feria especializada cuya finalidad es, por un lado, reunir y concentrar 146 11FERIA ,oficial y nacional del calzad. e industria , dines Bandern conmemorativo de la segunda edicin de la Feria Nacional del Calzado de Elda. 1961. la oferta de calzado en unos certmenes anuales a celebrar en Elda en fechas determinadas con vistas a su promocin, comercializacin y venta y, por otro, difundir nuevas tcnicas de produccin que estimu len y faciliten la modernizacin de la misma. Estos dos aspectos, a saber, el hecho de celebrarse en El da y los objetivos de la misma, vienen clara y larga mente explicitados por quien fue Director de la misma, don Roque Calpena Gimnez, en unas de claraciones que hizo en 1961 a Radio Nacional de Espaa. A la pregunta de por qu es Elda sede de la Feria contesta lo siguiente: El que la ciudad de Elda, cuya poblacin real es de 40.000 habitantes, sea en Espaa sede de la Feria Na cional del Calzado y Afines, es tan lgico como que la ciudad de Vignevano lo sea en Italia y Pirmasens lo sea en Alemania. Todos estas ciudades son los cen tros de produccin ms importantes en sus respecti vos pases y el fruto que en la exportacin de calzado han obtenido los italianos y los alemanes, es precisa mente consecuencia de ese formidable ventanal pu blicitario de sus ferias, con plena e inmediata reper cusin comercial. Es una ventana enorme, clara e in discutible, la que se ofrece al comprador visitante de las ferias el que stas se enclaven en los propios cen tros de produccin. Y Elda es importante en primer grado entre los dems centros de produccin de la provincia de Alicante, la cual ocupa el primer puesto de calzado en Espaa, se guido de las Baleares... La Feria del Calzado tuvo su primera sede en el recinto del Colegio Padre Manin. Y con relacin a la otra cuestin, sobre qu ob jetivos bsicos persigue la FICIA responde con es tos trminos: Le sealar los objetivos de esta Feria condensndo los en dos bsicos: el primero de ellos, servir a la in dustria nacional mediante esta convencin de tcnicas industriales y comerciales, para elevar en su perfec cin mxima todos los manufacturados. El segundo de ellos, inseparable del primero, incitar al aumento del consumo, de la demanda, ampliando los mercados nacionales y sirvindonos del formida ble impacto que nuestra Feria ha logrado en los mer cados exteriores, atraer y asegurar esos mercados con ofertas de inters y de calidad para todo cuanto nues tra industria est en condiciones de producir, tanto en su aumento actual, como en el de expansin que la Feria desea promover (55) La puesta en marcha de esta institucin ferial y su dinmica va a producir efectos positivos en la evo lucin y desarrollo de la industria eldense al contri buir a facilitar y promover el cambio progresivo de la mentalidad empresarial de la inmensa mayora de fabricantes, abrindolos a las innovaciones, tanto de tcnicas de produccin como de comercializacin, es decir, se est aprendiendo a producir y, sobre todo, a vender. La FICIA trae a su recinto a las ms modernas firmas extranjeras y nacionales de maquinaria (en septiembre de 1965, 1968 y 1972, el nmero de ex positones fue de 382, 627 y 779, respectivamente) (56) y el industrial adquiere progresivamente ms y ms tecnologa adaptando, poco a poco, las plan tas de fabricacin a los nuevos cambios y siempre en el sentido de la bsqueda de la dimensin opti ma por ser la ms apta para la modernizacin tec nolgica y, en consecuencia, la ms rentable. Dicha modernizacin, estimulada por y desde la FICIA, re percutir en un aumento de produccin y, al tiem po que se van ampliando los mercados, la compe tencia se endurece forzando una mayor exigencia por la calidad, preocupacin por la moda y el dise o aspectos que la misma FICIA ir tocando. Co mienza ya un control de calidad que se sita en funcin del precio. Por ltimo, todo este proceso de renovacin, modernizacin y apertura, que la FICIA encauza y promociona, se traducir en una mayor apertura de la industria del calzado, en general, y eldense en particular, a la exportacin de calzado y a la importacin de maquinaria. Todo ello dar co mo fruto la constitucin de un sector del calzado muy importante, tanto para la propia localidad y para nuestro pas como dentro del marco mundial. Stands de la Feria de 1961 , ubicados en el patio del Colegio Padre Manin. 147 Presentamos a continuacin el calendario que marca la trayectoria de la FICIA durante los arios que van desde su fundacin hasta 1980. He aqu los prin cipales pasos: En 1959, en un grupo escolar de Elda, el Pa dre Manjn, se celebra la primera exposicin de calzado. En 1960, y al amparo del decreto del 26 de mayo de 1943, se constituy FICIA como Ins titucin oficial con carcter de Asociacin de utilidad pblica, recibiendo el ttulo oficial de Feria Nacional del Calzado. En 1961, con fecha 13 de octubre, le fue re conocido su carcter de Certamen Interna cional. En 1964, FICIA inaugura su recinto ferial. En este mismo ao, la Feria cre el CEPEX (Cen tro Promotor de la Exportacin), como un ser vicio de la misma, que a lo largo de sus 15 aos de existencia organiz casi 300 promociones de calzado en las principales Ferias y merca dos extranjeros. La nueva Feria de Calzado que se inaugurar en el ao 1964 En 1968, dado el volumen alcanzado por la industria del calzado de la provincia de Ali cante, FICIA se desdobl en dos certmenes: marzo y septiembre. En este ao, FICIA ingre s en la Unin de Ferias Internacionales, UF.!., siendo la primera feria de calzado a nivel in ternacional en lograr este ingreso. Asimismo, FICIA pertenece a la Asociacin de Ferias Es paolas, A.F.E., siendo uno de sus miembros fundadores. 148 En 1972, FICIA cre el Instituto de Calzado, hoy un organismo autnomo dedicado al es tudio e investigacin de los problemas indus triales y tcnicos del sector. En 1976, FICIA organiz el 43. a Congreso de la U.F.I. en Alicante. En 1979, FICIA se desdobla en dos certme nes, cada uno de ellos con dos ediciones anua les: F.I.C.C. (Feria Internacional del Calzado y Conexas) y M.O.D.A.T.E.C. (Feria Internacio nal de Tecnologa y Moda del Calzado) (57). El CEPEX Este organismo, denominado CEPEX o Centro Promotor de Exportaciones, fue creado por la FICIA en 1967 como instrumento de promocin de mer cados exteriores y, ms tarde, como centro de ase soramiento para la exportacin. A travs de misiones comerciales y de agentes comerciales enviados a los mercados ms significa tivos pretenda abrir la industria espaola del calza do, y en consecuencia la de Elda, en los diferentes pases capaces de constituir en ellos mercados que pudiesen absorber una cuota importante de la pro duccin de calzado. El INESCOP Con el fin de fomentar la calidad y la investiga cin condiciones indispensables para hacer del cal zado un producto cada vez ms competitivo la misma FICIA constituy, a finales de 1971, un orga nismo a tal efecto, el INESCOP (Instituto Espaol de Calzado y Conexas). I.N.E.S.C.O.O.P., cuya sede aparece en la foto, constituy un elemento impor tante en la modernizacin de la industria del calzado. Qu objetivos persigue dicha institucin Los fines perseguidos por el Instituto pueden clasifi carse en los siguientes grupos: desarrollo comercial del sector, desarrollo y promocin industrial, investigacin de calidad y tendencias de la moda, financiacin in dustrial y actividades de tipo social (58) Estos fines que, inicialmente, marcaron la crea cin de este Instituto, se podran traducir hoy en opinin de quien fue Director de Investigacin del mismo en 1983 en los siguientes objetivos (59): Diagnstico de posibles fallos de los materia les y del proceso de fabricacin, reduciendo costes de reclamacin. Garanta de producto uniforme. Fijacin de normas y tolerancias de operacio nes y productos. Aumento de calidad. Mejor utilizacin de materiales. Sistemas eficaces de inspeccin. Mejora de relaciones entre proveedores y clientes. Formacin continuada en temas monogrficos. Informacin y documentacin. Investigacin aplicada. Este Instituto, a travs del equipo de profesio nales de que dispone, especializados en la tem tica del calzado y formados en Universidades y Es cuelas Tcnicas, aporta una cualificada asistencia a la industria del calzado, que no puede conocer ade cuadamente la diversidad de componentes que for man parte del calzado y que no tiene otra alternativa para el futuro que la calidad, la tecnologa y la mo da, aspectos a los que INESCOP dedica sus medios, equipamiento y personal tcnico. Este instituto es, adems, de gran valor y utili dad para el fabricante de artculos de calzado que habitualmente desconoce las exigencias que deben cumplir sus materiales y que, por lo tanto, recibe de l asesoramiento, investigacin e informacin espe cializada, aspectos indispensables para el buen fun cionamiento de una empresa moderna. LA AGRUPACION DE FABRICANTES DEL CALZADO Bajo la tutela de la Organizacin Sindical, se for m en el ao 1966 una agrupacin de carcter co marcal que reuna a los fabricantes del Valle del Vinalop y que responda a la necesidad de unidad necesaria para la buena marcha de la industria del calzado. As lo expres el Presidente del Sindicato Nacional de la Piel por aquel entonces en la toma de posesin del Director General de dicha Agrupa cin. Estas fueron sus palabras: No pueden crearse acciones efectivas ms que a tra vs de la unin de esfuerzos, de la agrupacin de em presas, y en este aspecto cabe realizar una gran labor a la Agrupacin Sindical de Fabricantes de Calzado (60) Los objetivos de esta Agrupacin son bsicamen te los siguientes: Proporcionar adecuada y oportuna informa cin (noticias de mercados, morosos, ofertas, etc.). MIGUEL IORENTE HERCE CALZADO DE ALTO LUJO PARA SEORA .C/ Infantes, 4 (Esquina Prncipe) Tells 391720-394947 Apartar, 179 Telegramas HUELO ELDA AllcenteEspaa Primer Premio OSCAR AL MEJOR DISEO DE ZAPATOS 1981 Anuncio de Miguen. 1 49 Defender los intereses de los fabricantes (con venios, imposicin fiscal, asesora jurdica, cur sos de cualificacin de la mano de obra, etc.). Crear formas de cooperacin entre los aso ciados que pueden tener inters como base para llegar a coordinar los intereses de los em presarios (financiacin, compra de pieles, co mercializacin). Del anlisis de las fuentes consultadas se des prende el dato del esfuerzo que dicha Agrupacin puso en impulsar la industria del calzado, pero no es menos cierto, segn las mismas fuentes, que la falta de entendimiento entre dicha Institucin y la FICIA, a veces con signos de evidente enfrentamien to, dificult la creacin de ese frente comn que las circunstancias de la poca exigan y del que la mis ma industria de calzado estaba necesitada. Analizadas hasta aqu las principales causas de esta fase de expansin de la industria del calzado, cabra dar un paso ms e intentar diagnosticar los efectos o las consecuencias que dicho auge indus trial signific para la ciudad de Elda. Una primera consecuencia fue, sin duda, y ya lo mencionamos en pginas anteriores, la llegada a nuestra localidad de un buen nmero de inmigran tes en busca de un puesto de trabajo. Otra consecuencia, que no se puede olvidar, y de la que en pginas anteriores hacamos alusin, se refiere al impacto urbanstico que dicha expan sin econmica va a suponer. El crecimiento, el en grandecimiento, la transformacin y la moderniza cin de Elda desde el punto de vista urbanstico hun de sus races en este auge de la industria del calza do. No podemos olvidar la influencia que este desa rrollo econmico va a ejercer en el terreno de las mentalidades. Valores como el espritu de trabajo, el sentido de riego, la capacidad de innovacin, el afn de consumo, el sentido momentneo de la vi da valores que determinan la idiosincrasia elden se van a encontrar en este momento su consagra cin definitiva. Fase de recesin y crisis (1973-1980) Este perodo corresponde con la crisis mundial , cuyo inicio podemos situar con el alza de precios 1 50 del petrleo de 1973, que corresponde exactamen te con la crisis del sector del calzado. Podemos, no obstante, dividir esta etapa en dos perodos claramente diferenciados por el compor tamiento de las variables econmicas: la produccin y el empleo. PERIODO 1973-1977: Estos son los rasgos que lo caracterizan: Estabilizacin de la produccin con una tasa de crecimiento del 27% frente al 7% del pe rodo comprendido entre 1965 y 1972. Aumento del empleo inferior al crecimiento natural de la poblacin. Se crean unos 4.000 nuevos puestos de trabajo. Crecimiento de la produccin en unos 25 mi llones de pares. Crecimiento de la productividad en algo me nos de un 10%. PERIODO 1977-1980: Es la etapa de hundimiento del sector. La produccin disminuye en unos 35 millones de pares y la importacin aumenta en 8 millones de pa res. El calzado no es competitivo en los mercados internacionales y, a la vez, el consumo interior dis minuye en unos seis millones de pares como conse cuencia de la crisis. La productividad en el sector disminuye al mismo tiempo que lo hace la mecani zacin y el tamao de la empresa. Aumentan el clan destinaje y el trabajo a domicilio (61 ). Estamos, pues, en la dcada de los setenta en un momento de claro estancamiento y de recesin del sector. Cules son los factores que originan esta crisis en la industria del calzado Los vamos a analizar con un mayor seguimiento. Ciertamente la corriente exportadora del calza do va evolucionando en zig-zag, a partir del ao 1973, hacia la baja (vase cuadro XI), tanto si ob servamos los incrementos anuales en s mismos, con tendencia descendiente, como si los comparamos con los de la fase anterior, ya analizada, cuyos por centajes de crecimiento anual, siempre en ascenso, superaban, por lo general, ms del 50% (recordar cuadro X). CUADRO X1 Evolucin de las exportaciones de calzado espaol (1973-1979) Aos Volumen en miles de ptas. % incremento sobre ao anterior 1973 16.035.840 -627 1974 20.313.245 2667 1975 24.697.451 21 58 1976 32.072.467 2986 1977 36.367.894 1359 1978 44.212.395 21 55 1979 45.431.052 275 FUENTES: INESCOP. Elaboracin propia. Ante estos datos representativos de un frenazo en el movimiento exportador, una pregunta viene inmediatamente a la mente del analista. Por qu se exporta menos durante estos aos Hay una serie de razones que lo pueden expli car y que vamos a intentar exponer seguidamente. La crisis del calzado eldense, en la dcada de los setenta, tendr una de sus races en la tendencia negativa de su comercializacin exterior. Estas seran las principales: 1) Contraccin del mercado norteamericano De la importancia de este mercado para la in dustria del calzado y del impacto que sufri a causa de la contraccin del mismo nos puede dar una idea el testimonio de una personalidad poltico -social de la poca. Nos referimos al Presidente del sindicato Nacional de la Piel. En una entrevista concedida en el diario Ya de Madrid, en julio de 1973, a una pre gunta sobre la incidencia de las devaluaciones del dlar en las exportaciones del calzado, contesta: Hemos de tener muy presente que nuestro principal mercado consumidor es el norteamericano que absor be el 68% del total de nuestras exportaciones y el de Canad, que en datos referidos a 1972, representa un 5% de los mismos, arrojando un total de 73% nues tras exportaciones al rea del dlar. En el mercado de los Estados Unidos contina el Sr. Fernndez Cela Espaa haba alcanzado una influen cia preponderante en calzados de cuero. As, en 1972, por cada diez pares de zapatos que los Estados Uni dos compraban en Italia, adquiran cinco en nuestro pas: y, en relacin con el Brasil, por cada diez pares adquiridos en Espaa, compraban tres producidos en la industria brasilea. En 1973, de enero a mayo, la proporcin ha variado de suerte que, por cada diez pares italianos adquiri dos, no llegan a tres pares espaoles, mientras que por cada diez pares espaoles, Brasil les vende seis pares y medio: y estos dos pases son precisamente... los que estn en mejores condiciones competitivas que los nuestros (62) 1041 MANUFACTUI LAS CHIMO, S. L. Fabrica de calzado alta fantasa Gran Avenido, 2 1 Telfonos 38 26 49, 38 34 44 y 38 47 01 Aportado 57 ELDA Anuncio de Manufacturas Chin), S.L. Esta realidad de la recesin de los pedidos es tadounidenses fue una constante en la dcada de los setenta. En efecto, si durante la poca anterior el mercado norteamericano haba sido el principal destinatario de las exportaciones de calzado de mo do que en el ao 1971 de cada 100 pesetas expor tadas 745 procedan de Estados Unidos, en el ao 1 5 1 1973 la aportacin amercana ha decado a 671 pe setas, llegando a reducirse en el ao 1979 hasta un porcentaje de participacin del 41%, es decir, de ca da 100 pesetas ingresadas este ao por las expor taciones de calzado, slo 41 tienen como fuente el mercado estadounidense. En nicamente ocho aos la cuota de participacin exportadora de EE.UU. ha bajado en volumen de pesetas un 261%. Es evidente, pues, la prdida, o ms bien la con traccin, de una demanda importante, como era la norteamericana, la cual no pudo ser cubierta por la otra demanda europea (alemana, francesa y britni ca, especialmente), a pesar de ser un mercado en expansin. A la misma conclusin llegamos, si nos fijamos en otra variable econmica: las exportaciones en mi llones de pares. El total de pares exportados fue bajando en los tres ltimos aos de la dcada de los setenta. As, de 388 millones de pares exportados en 1978 (el 466% de la produccin) se baja a 174 millones en 1980 (un 279%) (63). Pero sigamos concretando ms. La participacin de los pases exportadores de cal zado ms importantes, como EE.UU., R.F.A., Reino Unido, Francia e Italia, supona un 78% del volumen total exportado. Pues bien, de esa cantidad la cuo ta de participacin estadounidense era, en 1980, de un 279% cuando un ao antes lo haba sido de un 365%. Qu hechos motivaron esta cada de ventas a EE.UU. En primer lugar, la decisin adoptada en febre ro de 1973 por el Gobierno Nixon de devaluar en un 10% el dlar U.S.A., lo que supona una revalori zacin de la peseta y, en consecuencia, un encare cimiento del precio del calzado, perdiendo con ello competitividad, lo cual podra suponer, como reza la nota publicada por la Agrupacin Sindical de Fa bricantes de Calzado una disminucin de las carte ras de pedidos en favor de otros pases competi dores (64). En segundo lugar, cabe recordar las recomen daciones que, sobre el asunto de la importacin de calzado extranjero formul la Comisin U.S.A. de Co mercio Internacional del Gobierno de su pas. Entre 152 las diversas medidas propuestas, la votacin de los componentes de dicha Comisin fue favorable a la limitacin de las importaciones. La propuesta consista en fijar como topes m ximos de la importacin de calzado la cifra de pa res importados de cada pas en el ao 1974; es decir, que cada pas productor de calzado slo podra ex portar al mercado yanqui, a partir de 1977, la mis ma cantidad de pares de calzado que hubiera llegado a exportar en el ao que se toma como referencia, lo que supondra para Espaa la posibilidad de ex portar a EE.UU. cada ao nicamente la cantidad de treinta y cinco millones de pares de zapatos, cifra de exportacin de 1974. Cabe citar, en tercer lugar, como razn de esa contraccin de las exportaciones a EE.UU. una s bita y profunda cada del dlar en el ao 1978. FABRICA DE CALZADO JUDI GO[ -RIVAS SA GENERAL VARELA, 24 CHEZ TELE FONOS OFICINAS, 266 - PARTICULAR, 121 DIRECCION TELEGRAFICA: JUGO RI ELDA Anuncio de Calzados Rivas. 2a) El encarecimiento de las materias primas Efectivamente, la subida de las materias primas fue un hecho que, a lo largo de la dcada de los se tenta y ms en concreto desde el ao 1972, afect negativamente la industria del calzado al hacerle per der competitividad en el mercado internacional por la subida de los precios que implic. La consecuen cia de esta caresta actual de pieles se recoge en La Verdad ya lo sabemos: incremento de los pre cios del calzado... prdida, por tanto, de la compe titividad en algunos mercados (65). Este fenmeno provocara el grito de alarma que dramticamente recogera un titular de un diario de prensa alicanti no El precio de las pieles est hundiendo la in dustria (66) o este otro, con el mismo fondo, aunque con un tono ms moderado, que aparece en las pginas del peridico Informaciones de Ma drid: Los fabricantes de calzado, inquietos. El en CALZADO FINO PARA NIOS lApanados . 34.04 Marca espaola donde se armoniza calidad v distincin Anuncio de Octavn. carecimiento de las materias primas les ha restado agresividad exportadora (67). Toda esta crtica situacin en la industria del cal zado alicantino provocara por parte de los procu radores en Cortes de la provincia de Alicante la elevacin al Gobierno de un ruego solicitando ex plicacin y justificacin por el encarecimiento de las pieles de curtidos. He aqu ntegramente el conteni do de dicho escrito: Situacin: la seal de alarma viene dada por la sor prendente desanimacin de crecimiento que ha expe rimentado la exportacin de calzado y la regresin tan enorme en la cartera de pedidos para la prxima tem porada. Causas: la causa de la actual situacin consiste exclu sivamente en el encarecimiento de su principal mate ria prima: la piel curtida. Un documento estudio del Instituto Espaol de las In dustrias de Calzado y Conexas, S. Coop., demuestra con profusin de datos estadsticos que los aumentos de precios de la piel en bruto, ya ponderados en los seis primeros meses de 1972, comparados con igual perodo de 1971 son los siguientes: piel bovina sin curtir: 2148% piel caprina sin curtir: 760% piel ovina sin curtir: 020% Resultan, entonces, inexplicables, si se tiene en cuen ta que la piel en bruto es solamente una parte del res to total de las pieles curtidas, que han sido: para pieles curtidas con bovinos: del 25% al 973% para pieles curtidas con ovinos: del 25% al 43% para pieles curtidas con caprinos: del 265% al 476% La repercusin del aumento de la piel curtida ha sido decisiva en la prdida de agresividad en la oferta ex terior del calzado espaol (68) Toda esta situacin, que quiz en otra circuns tancia distinta hubiera podido causar menos impacto en la evolucin de la industria del calzado, en este momento concreto se ve agravado por el hecho de que es ahora cuando afloran al mercado naciones con una mayor competencia, y a los que esta subi da de materias primas les afecta en mucha menor medida al gozar, cosa que en Espaa no ocurra, de una situacin de liberalizacin de las importancias de piel para hacer frente a la subida de precios de la misma. Esta presin competitiva frente al calza do espaol por parte de otros pases viene refleja da en el informe que INESCOP present a la Direc cin General de Exportacin del Ministerio de Co mercio sobre el problema de la piel y sus repercu siones en la industria del calzado: 153 Estos aumentos de la piel curtida han provocado l gicamente una elevacin de precios en los calzados espaoles que le han restado una gran parte de su competitividad en los mercados exteriores, sobre to do en un momento como el actual, de autntica pre sin de seria competencia por parte de pases como Brasil, Portugal, Grecia, etc., que experimentan en la actualidad un fuerte despegue y desarrollo de sus in dustrias domsticas de calzado 169) Esta subida de precios de las materias primas no se detuvo a lo largo de la dcada, sino que fue una constante que, cual espada de Damocles, pesaba continuamente sobre la industria del calzado eldense. ) Competencia de otros pases El encarecimiento del coste del calzado, debido bien a la fortaleza de la peseta, bien al encarecimien to de la materia prima, bien al precio de la mano de obra, provoc la aparicin en el mercado inter nacional de otros pases en mejores condiciones de competencia. Ya INESCOP lo reflejaba claramente en el informe presentado al Sr. Ministro de Hacien da con fecha 6 de julio de 1972. En la parte dedica da a sealar los graves problemas que afectan a la industria del calzado expone, entre otros, los si guientes: Aparicin, ya consolidada, en el mercado exterior de nuevas competencias: Brasil , Yugoslavia, Checoslova quia, Irn. Algunas de ellas sin sujecin a compro misos de tipo arancelario (caso del Brasilj cuya importacin para el abastecimiento de materias est facilitada con un desarme arancelario total y cuya des gravacin a la exportacin, en razn a impuestos ms o menos fijos o controlados, se eleva a ms del 40%. Reenfrentamiento con la competencia exterior italia na, cuya industria ha conseguido, al margen de ayu das fiscales, un apoyo indirecto del I.C.E. (Instituto del Calzado Europeo) y una condonacin o permutacin de impuestos sociales 170) Tuvo en Elda consecuencias esta crisis del cal zado La contestacin es afirmativa. S las hubo y en diferentes campos de la vida local. Desde el punto de vista demogrfico se pueden sealar dos claras coincidencias. Por un lado, hemos analizado en pginas anteriores cmo en esta mis ma dcada, a partir de 1973, se inicia en Elda un cambio de tendencia demogrfica al pasar de una fase de crecimiento poblacional a otra de estanca 1 54 miento e, incluso, recesin, inicindose en estos mis mos aos setenta algo que ser constante en la dcada posterior, a saber, el envejecimiento demo grfico eldense. Otra coincidencia en este mismo aspecto de la demografa es, asimismo, el debilitamiento del mo vimiento inmigratorio palpable en el reducido n mero de personas llegadas a Elda durante esa dca da como inmigrantes (ver cuadro VII). Desde el punto de vista econmico es evidente que la crisis cre dificultades serias a una serie de empresas que, al no poder hacer frente a la misma, se vieron abocadas a la quiebra o a la tramitacin de expedientes de crisis con el consiguiente aumen to, a nivel local , de las cifras de paro (71 ). As, po demos afirmar que en 1980 (segn estimacin obte nida desde los datos del Padrn de 1981) el paro obrero de la industria zapatera eldense rondaba el 265%, es decir, de cada cuatro zapateros uno no trabajaba (72). Desde el punto de vista social se puede afirmar que existe cierta relacin de causa a efecto no la nica, por supuesto entre la crisis del calzado y las diferentes tensiones sociales que, durante la d cada de los setenta y, en especial, a partir de la segunda mitad, conmovieron la vida eldense y cris talizaron o se personifican de manera especial en la huelga de septiembre de 1977, que dara origen al conocido con el nombre de Movimiento Asam bleario, fenmeno social del que nos ocuparemos en pginas posteriores. C) Problemtica de la economa eldense Vamos a analizar lo que, a nuestro juicio, consi deramos como los dos problemas ms importantes que han afectado a la industria del calzado durante los aos que venimos analizando (1950-1980), y cu yas caractersticas todava hoy se dejan sentir. Nos referimos, naturalmente, a lo que podemos deno minar con un trmino tomado del mundo agrcola, de monocultivo industrial, y al carcter clandesti no de la industria del calzado en Elda. Monocultivo industrial Con este nombre, un tanto simblico, se cono ce en Economa aquellos sistemas econmicos in dustriales, excesivamente especializados y orienta dos, casi exclusivamente, a la produccin de una sola mercanca. En tal caso la aplicacin a la situacin eldense sera lgica y correcta. Elda, ciudad indus trial por antonomasia, como hemos visto, deno minada por algn testimonio como La Meca del Cal zado (73), tiene su industria orientada casi de mo do exclusivo en torno a la produccin de un slo artculo, al que estn vinculados, de una u otra ma nera, la vida de casi todos sus habitantes. Nos refe rimos, lgicamente, al calzado. Que esta excesiva especializacin industrial pue de ser positiva y beneficiosa en tanto en cuanto pue de posibilitar la calidad del producto elaborado y, por lo tanto, hacerlo ms atractivo en el mercado por su buena factura, no se pone en duda. Ya en 1961 leemos elogios a esta dedicacin casi exclusi va, como el siguiente: El primer paso que hay que dar en este proceso de agigantamiento de nuestra industria es la dedicacin fervorosa, decidida, unnime y entusiasta de toda la poblacin a esta nuestra primera actividad. No es su ficiente que la industria del calzado sea la primera y represente un porcentaje muy elevado de la totalidad del laboral eldense; es, adems, ineludible, si quere mos llegar a logros de importancia, que, dejando apar te las industrias que podramos llamar accesorias de las del calzado y aquellas otras que son imprescindi bles para el normal desarrollo de la vida de una ciu dad, todo lo dems sean zapatos en Elda. La especializacin llevada a sus ltimos extremos, la dedicacin absoluta a esta rama de la produccin fa bril, nos darn una fuerza y una experiencia en la ma teria, difcilmente alcanzable en otra localidad (74) La orientacin casi exclusiva de la industria eldense a la produccin del calza do constituir un serio obstculo para un desarrollo econmico armnico y equilibrado. Pero no es menos cierto, y la experiencia as nos lo ha confirmado, que esta tendencia monogrfica de la industria puede acarrear graves y notables per juicios a la economa de una ciudad, puede tener sus peligros. Por un lado, puede constituir un ger men de inestabilidad poltica a largo plazo (75); por eso, ya desde la misma dcada de los sesenta se oyen voces animando a la creacin en Elda de nue vas industrias dedicadas a otras ramas de la produc cin, pues cada empresa de nueva creacin de ndole no zapatera es un jaln ms en la etapa de la estabilidad econmica de Elda (76). Por otro lado, y muy vinculado a lo anterior, es t el hecho de que la extrema especializacin no pre para debidamente una economa para afrontar sin dificultades situaciones de crisis, y se es el peligro o riesgo que desde el ao 1961 algunos otean en el futuro del calzado eldense. El razonamiento que aducen es bien sencillo: Al que slo sabe hacer zapatos, no se le puede ha blar de otra actividad. Y si surge la crisis en el merca do de aquel producto, la hecatombe general es inevitable. Es decir, que esa Elda abocada por com pleto a la fabricacin de zapatos, podra sufrir un gra vsimo colapso econmico el da en que, por circuns tancias muy adversas, no tuvieran eventualmente nor mal salida sus productos. El mal afectara a todos (77) Acabemos esta reflexin constatando, si acudi mos a los datos censales referidos a 1980, que El da, en las postrimeras de la dcada de los setenta e inicios de la de los ochenta, segua manteniendo el carcter de monocultivo industrial, pues, de un total de 11.544 trabajadores activos de Elda, 10.489 lo eran en la industria del calzado y conexas, lo que quiere decir que en el ario 1980 el subsector del calzado segua ocupando el 91% de la poblacin activa industrial eldense y el 58% de los activos to tales (78). La economa sumergida Con tal nombre hacemos alusin a aquella par te invisible de la economa para los instrumentos es tadsticos del pas. Es, por tanto, un segmento que, por razones voluntarias (eleccin de metodologa) o involuntarias (clandestinaje) no existen desde el punto de vista de la contabilidad nacional. Tambin se conoce con el otro nombre de economa clan 1 5 5 destina. De aqu que podemos definir como tra bajo clandestino, siguiendo la filosofa social de la O.I.T. (Organizacin Internacional del Trabajo), la actividad profesional, nica o secundaria, que se ejer ce al mrgen de las obligaciones legales a tftulo lu crativo y de manera no ocasional. Aclarada la terminologa, hacemos la precisin siguiente: la historia de la industria del calzado siem pre ha estado ligada, de un modo u otro, al carc ter de sumergida o clandestina. Las estadsticas elaboradas al respecto son sumamente clarificado ras (ver cuadro XII). CUADRO XII La economa sumergida en la industria del calzado en la comarca de Elda Aos Empleo censado Empleo declarado o de empleo oculto - 1935 7.542 2.402 682 1965 13.854 7.392 465 1970 16.317 9.805 399 1980 12.370 8.881 282 FUENTE: BERNABE MAESTRE. 1.M.: Economa sumergida en la industria del calzada, Alborada. 1984. p. 69. Como se puede apreciar de la observacin del cuadro XII, las estadsticas oficiales estimaban el por centaje de clandestinaje en un 282%; sin embargo, la realidad parece confirmar cifras ms altas de clan destinidad. As, siguiendo el razonamiento del pro fesor Bernab, partiendo del hecho de una dismi nucin del empleo y de un aumento de la produc cin, y teniendo en cuenta que el censo de 1980 con tabiliza una tasa de paro para el sector de alrededor de un 20%, ambos factores combinados, permiten sospechar que entre el trabajo en talleres clandesti nos y el trabajo a domicilio o en fbrica legal no de clarado, el peso de trabajo negro puede superar (est refirindose al mismo ao 1980) el 40% de la ocu pacin total (79). Si tuviramos que hacer una sntesis de lo que ha supuesto el clandestinaje en la historia de la in dustria del calzado eldense durante estos treinta aos, la podramos resumir en estas tres palabras: aparicin, desaparicin, reaparicin. Expliquemos este aparente juego de vocablos al mismo tiempo que espejo de la realidad histrica. 1 56 APARICION: AOS CINCUENTA Durante la dcada de los cincuenta, con el hun dimiento de las grandes empresas surgidas por los aos veinte, afloran una serie de pequeos ncleos empresariales que se ven obligados a asumir eleva das cuotas de trabajo clandestino. Por qu La in cipiente modernizacin tecnolgica, la escasa deman da, la rgida reglamentacin franquista, eran, entre otros, factores que agravaban los costes de las em presas legales, invitando y estimulando, por ello, a salirse de la legalidad e introducirse dentro del cir cuito de la economa sumergida, donde el clandes tinaje era el baln de oxgeno de la supervivencia de muchas de dichas empresas. DESAPARICION: AOS SESENTA Durante la dcada de los sesenta y coincidien do con el boom de la industria del calzado emer gi gran parte del trabajo sumergido. Los antiguos talleres clandestinos se convirtieron en nuevas f bricas. Se dio toda una salida a la legalidad. Haba razones que lo justificaban: una poltica econmica de corte ms liberal, el desarrollo de las nuevas y modernas tecnologas, el auge exportador, el creci miento en general de la industria del calzado, per miten una creacin y ampliacin de empresas, hecho que determina e implica el disponer de plantillas in corporadas al proceso productivo sin ningn tipo de cortapisa legal y con el mximo de coordinacin po sible entre todos los componentes de las mismas quedando el trabajo a domicilio como recurso pa ra conseguir mano de obra que no quera o no po da trabajar de otra forma, especialmente mujeres casadas o que realizan trabajos sencillos en pueblos rurales (80). REAPARICION: AOS SETENTA A partir de 1973 la situacin econmica, tanto a nivel nacional como internacional, cambia, como consecuencia de la crisis del petrleo, crisis que in cide muy desfavorablemente y de modo especial so bre algunos sectores de la economa espaola, como fue el caso de la industria del calzado. La contrac cin de la exportacin, la revaluacin de la peseta frente al dlar, el encarecimiento de la materia pri ma, la competencia de otros pases productores, una disminucin generalizada de la demanda, todo ello fueron hechos que repercutieron muy negativamente en la evolucin de la industria de calzado eldense. El mantenimiento de las empresas en las mismas con diciones que haban tenido durante la dcada de los sesenta, se haca muy costoso y difcil, prcticamente imposible para muchas de ellas. Los costos de pro duccin pesan como una losa. Las empresas, en ge neral, se plantean o el cierre o la supervivencia a cualquier precio. Y fue este afn de sobrevivir el que determin el inicio de un proceso de sumersin y clandestinaje de la estructura productiva. Las fbri cas grandes cerraron fraccionndose en pequeos talleres clandestinos que se camuflaban dentro del caso urbano, en viviendas, o en segundas residen cias (chalets) alejadas y poco visibles, con todo lo que eso iba a suponer de degradacin de las condi ciones laborales para los trabajadores en un futuro. Se volva a una situacin semejante o parecida a la de los aos cincuenta, a saber: economa sumer gida, trabajo oculto, produccin clandestina, cana lizada al mercado en esta ocasin y sto es nove dad por las comercializadoras que se han creado al amparo de la ley. A partir de este momento ser la existencia de la economa sumergida el rasgo caracterstico de la Las industrias de la piel siempre han contado en Elda con un alto porcentaje de mano de obra femenina. industria de calzado eldense. Cncer que corroe o pulmn que insufla vida Ese sera el dilema que se tendra que resolver a partir de ahora y que duran te la dcada de los ochenta se clarificara. 4. LOS MOVIMIENTOS SOCIALES En el seno de esta ciudad, al igual que en el res to del Estado Espaol, como consecuencia de su de sarrollismo urbano, su intenso crecimiento demogr fico y su impulso econmico, fueron surgiendo una serie de problemas y contradicciones que afectaban a la convivencia social, al mismo tiempo que se iba determinando una clase obrera, un proletariado, ms o menos consciente de la situacin en que se encontraba. Estas realidades problemticas y contradictorias, cargadas de tensin en muchas ocasiones, afloraron de modo especial en la dcada de los setenta, coin cidiendo con la agona del franquismo como siste ma poltico y con la lucha clandestina, ms tarde legalizada, de personas o grupos polticos y socia les, ansiosos de un profundo cambio en la sociedad espaola y, por lo tanto, tambin en la sociedad el dense. Dichas personas y grupos comenzaron a sur gir a finales de los sesenta y, sobre todo, durante la dcada de los setenta, aos en los que empiezan a movilizarse, ya en la clandestinidad ya en la lega lidad, con vistas a dar respuestas a toda una serie de problemas que en Elda haba. Esta movilizacin cristaliz de una manera especial en torno a lo que en historia se conoce con el nombre de movimien tos sociales. Tres son los que destacamos y de los que vamos a hacer unas breves reflexiones, debido a la importancia que ellos tuvieron en el vivir y que hacer eldense, singularmente durante la segunda mi tad de los aos setenta. Nos estamos refiriendo a los siguientes: movimiento sindical, movimiento asambleario y movimiento ciudadano. A) El movimiento sindical Un estudio detallado del mismo constituira, ya de por s, el objeto de una investigacin y publica cin especial que, por cierto, todava est pendien te de hacerse. Aqu nos vamos a limitar a esbozar una serie de pinceladas muy generales que delimi 1 5 7 ten las lneas ms significativas de por dnde discu rri el movimiento sindical eldense por aquellos apasionantes y conflictivos aos. La vida sindical en Elda haba discurrido, como en los dems lugares, en torno al sindicalismo verti cal. Es a partir de los aos setenta, sobre todo, cuan do comienza a surgir en Elda, en la clandestinidad, un grupo de personas que tratan de poner en pie otro sindicalismo distinto de corte democrtico y re presentativo, que fuera minando poco a poco las ba ses del vertical hasta hacerlo desaparecer, como as ocurrira al ser legalizados en 1977 los sindica tos de los trabajadores. Hay, pues, durante estos aos, un verdadero renacer del movimiento sindi cal en sintona con el resurgir del movimiento obrero. El movimiento sindical en Elda, durante esa po ca, se va a caracterizar por dos aspectos importan tes: por un lado, el nacimiento de los sindicatos de clase y, por otro, el afn o lucha por la unidad del movimiento obrero. Durante los ltimos aos del franquismo, y es pecialmente a raz de la muerte de Franco, van sur giendo en Elda, con mayor o menor arraigo, distintos sindicatos de clase. Algunos, como U.G.T. o la C.N.T., queran retomar su historia paralizada desde fina les de la guerra civil. Otros, de nuevo cuo, nacidos durante la poca franquista, como CC.00. o U.S.O., queran encontrar un espacio en el nuevo panora ma sindical espaol. De todos ellos fue, sin duda al guna, la U.S.O. (Unin Sindical Obrera) el sindicato que, a nivel local, ms influencia o ms eco tuvo en la clase obrera eldense, hasta el punto de ser el que ms afiliados contaba en su organizacin (lleg a te ner ms de 6.000). Tal hecho puede explicarse, en tre otras, por la confluencia de dos razones. La primera, porque U.S.O. se presentaba o apareca a los ojos de la gente trabajadora como el sindicato menos ligado a los intereses de los partidos exis tentes, aspecto que no distingua en otros, como U.G.T. o CC.00., sindicatos que consideraban co mo simples correas de transmisin de los partidos a los que se sentan vinculados, sea el P.S.O.E., por un lado, o el P.C.E., por otro. La U.S.O. haba con seguido calar su mensaje de que era un sindicato socialista, autogestionario, autnomo; era, en ltima instancia, la alternativa sindical autnoma de los trabajadores (81). Dicho mensaje tuvo eco. Pe 1 58 ro, al mismo tiempo, y esta es la otra razn a consi derar, el hecho de que algunos de los lderes fundacionales ms importantes de U.S.O. hubieran sido destacados protagonistas en el Movimiento Asambleario, pudo influir y, ciertamente, influy en esa aceptacin mayoritaria de dicho sindicato. L gicamente, al concluir el Movimiento Asambleario, como en una corriente de reflujo, las simpatas o energas sociales que durante l se generaron, con fluyeron o se orientaron a este sindicato, que pre tendi erigirse como el heredero ideolgico y organizativo de toda aquella experiencia de lucha social. Fue entonces cuando surgi esa afiliacin ma siva al mismo, que oblig a la adquisicin de un lo cal ms amplio y espacioso que el que hasta entonces tenan. Se pasaron a la calle Zorrilla. Una vez instalados all, el sindicato sigui su vida sindi cal, aunque no exenta de alguna que otra lucha in terna, como se puso de manifiesto en el abandono de la U.S.O. y su ingreso en CC.00. de unos 17 mi litantes, simples afiliados algunos, y otros delegados sindicales junto con algunos responsables del mis mo (82). Otro aspecto singular a tener en cuenta, igual mente, fue la lucha sentida por el logro de la uni dad del movimiento obrero y sindical. En este sentido hay que mencionar la creacin, en plena clan destinidad, del F.O.U. (Frente Obrero Unido). No na ci con la pretensin de ser un sindicato o un partido poltico, sino con el objetivo de ayudar a construir la unidad del movimiento obrero dentro de un sis tema unitario y representativo (83). Fue el germen del futuro Movimiento Asambleario. 1 ACTO DE PRESENTACION DE USO. ( UNION SINDICAL OBRERA ) 17 diciembre 76 PABELLON POLIDEPORTIVO ELDA La U.S.O. fue el sindicato con ms afiliados a finales de los setenta. B) El movimiento asambleario El movimiento asambleario es la ms original e importante accin de masas de la historia obrera de Elda. Entre el 24 de agosto y el 5 de septiembre de 1977, millares de trabajadores del calzado de las co marcas del Vinalop (posteriormente de todo el Es tado) se lanzaron a una huelga unitaria que colaps la vida econmica de la ciudad hasta el punto de poderse afirmar que apenas se fabric zapato al guno. Sin ninguna duda podemos afirmar que Elda fue el epicentro de aquella convulsin social o, en otras palabras, de aquel terremoto social, como podra mos definir aquel hecho si nos atenemos a su fuer te intensidad y corta duracin. De una parte fue la cuna del Movimiento Asambleario, sistema organi zativo que, si en algunas localidades se implant casi de repente, en Elda llevaba muchos meses gestn dose; de otra, ninguna poblacin fue tan fuertemente afectada en su economa como esta zona de mono cultivo industrial zapatero; adems, su posicin cen tral en el conflicto estaba clara, bisagra entre Elche y Villena-Almansa, entre Petrel y Monvar, punto de encuentro entre los trabajadores de distintos pue blos (cabe recordar, a ttulo de ejemplo, las reunio nes habidas en la Asociacin de La Tafalera). De aqu surgieron los lderes ms representativos, tanto obre ros como patronales, y gran parte de las propues tas ms debatidas. .1ty Aspecto de una de las muchas asambleas que se celebraron en el campo de ftbol de Elda. lo que da idea del carcter multitudinario del Movimiento Asam bleario. Orgenes y causas A la hora de hacer un anlisis de cualquier fen meno histrico lo primero que se investiga son las causas que lo han hecho posible. De aqu que ante el hecho inusitado del Movimiento Asambleario nos hacemos esta pregunta inicial: cul fue su origen, cules fueron sus causas o motivos ms fundamen tales, cul es, en resumen, la raz o races de este movimiento social Creemos que para entender este fenmeno so cial hay que contextualizarlo, es decir, situarlo en el contexto histrico de la poca. En efecto, hay por aquel entonces una serie de situaciones de distinto signo que no podemos pasar desapercibidas. Estamos en una fase de transicin poltica, con claros residuos de franquismo todava incrus tados en el sistema poltico. Fase marcada por la inestabilidad y por la existencia de un mar co jurdico -legal, tanto social como poltica mente hablando, vago e impreciso, todava por definir. Hay verdaderas lagunas democrticas por cubrir. Nos situamos en un momento poltico -social en el que el sindicalismo, apenas nacido a la legalidad, se encuentra en una fase de conso lidacin y adaptacin al nuevo marco de aper tura y libertad poltica y movindose, como antes dijimos, en una especie de vaco de le galidad ante la falta de un esquema jurdico social preciso y concreto. Nos encontramos, en tercer lugar, en un mo mento histrico en el que empieza a aletear sobre la economa, tanto estatal como local, la sombra clara de la crisis econmica de 1973. Prueba evidente de ello son las realidades del momento: alta inflacin, fuertes tasas de de sempleo, recesin industrial. En este contexto y desde este contexto pode mos descubrir una serie de variables que, relacio nadas entre s y cada una desde su propio espacio y capacidad, colaboran a la gestacin de este fen meno social que conmovi profundamente la vida y la convivencia eldense. Situados en esta dimensin contextual se pue de entender el hecho de la existencia de distintas 159 interpretaciones a la hora de sealar cules fueron las races de este movimiento social: as, unos ha blan de las primeras manifestaciones obreras con tra el franquismo, que surgen tambin en Elda all por 1968, como los factores iniciales y determinan tes del nacimiento del Movimiento Asambleario; otros parten de las manifestaciones ante cierres de empresas o contra la U.T.T. (Unin de Tcnicos y Tra bajadores) vertical; algunos arrancan que los suce sos de febrero de 1976, que condujeron entre otras cosas a la muerte violenta de Tefilo del Valle, la primera vctima de la monarqua restaurada; otros, finalmente, prefieren conectar la raz del Movimien to Asambleario con aquella avalancha participativa de la primavera democrtica: asociaciones de veci nos, asistencia masiva a mtines polticos, movimiento ciudadano, etc. Dos cosas parecen claras cuando queremos ana lizar el origen del Movimiento Asambleario y stas son: a) Que en el nacimiento del mismo confluyen dis tintas variables histricas y que cada una de ellas ejerci su propia y singular influencia, bien de un mo do bien de otro. Ello nos obliga a excluir la existen cia de un nico factor determinante y, ms bien, globalizarlos todos en un esfuerzo de sntesis his trica. b) Que dicho Movimiento Asambleario no sur ge de forma espontnea en un momento dado, al menos aqu en Elda, sino que es el resultado de una larga lucha que arrancaba desde mucho antes. C mo explicar sto Esta sera la explicacin. En Elda ya existan durante el franquismo una serie de per sonas, bien militantes de la H.O.A.C., bien pertene cientes a distintos grupos, partidos o sindicatos (entonces ilegales por razn del sistema poltico vi gente) que, al mismo tiempo que se organizan y lu chan contra la dictadura franquista, deciden actuar dentro de las pocas posibilidades que ofreca el sin dicalismo vigente de corte vertical. Algunos se van presentando a las elecciones sindicales que se ha cen para poder disponer de un mayor margen de maniobra y de amparo legal, otros prefieren hacer lo desde la simple base o desde otras plataformas no sindicales; el hecho cierto es que, tanto unos co mo otros, estn llevando a cabo una lucha en pro de un movimiento obrero libre y democrtico. Esta 160 lucha, a medida que el franquismo, y con l el sindi calismo oficial, va perdiendo fuerzas y debilitndo se, se va haciendo ms clara e intensa, hasta que, llegado el momento oportuno, se evidencia la ne cesidad de hacer una apuesta definitiva por un nue vo sindicalismo ms democrtico y, por lo tanto, ms representativo de los autnticos intereses de la cla se trabajadora y, sin duda alguna, el Movimiento Asambleario fue la eclosin de toda esta historia de lucha anterior. Queriendo concretar algo ms cul fue el origen de este movimiento o experiencia social, acudimos al testimonio de unas personas que, por haber sido miembros de la Comisin Negociadora del Convenio, son, sin duda alguna, protagonistas de excepcin. Cmo, por qu y cundo surgi el Movimiento Asambleario En febrero de mil novecientos setenta y seis unos gru pos de zapateros eldenses decidieron crear el Frente Obrero Unido (F.O.U.), como reaccin a la utilizacin hecha por algunas fuerzas polticas de la negociacin del convenio de aquel ao y sobre todo de la muerte de Tefilo del Valle. En septiembre, el F.O.U. y algu nas centrales sindicales an no legalizadas (U.S.O., CC.00., U.G.T.) acordaron constituir una coordinado ra de fuerzas sindicales (C.U.S.) para intervenir en la revisin semestral del convenio, desplazando defini tivamente al verticalismo. No se lleg a tiempo, pero se comenz a funcionar (Jos Leal). En octubre del ao pasado se refiere a 1986 y siempre de cara al convenio, se hicieron unas encues tas en todas las fbricas en las localidades de Elda. Petrel y Monvar, que deban contestarse en asam bleas de todos los trabajadores. En enero de mil no vecientos setenta y siete se incorporan al sistema de asambleas y al trabajo de las encuestas las fbricas de Villena, Sax, Elche y hasta Almansa, que aunque est en Albacete, aparece muy vinculada a esta zona. El planteamiento ya no es de dos pueblos, sino provin cial, para toda la industria del calzado (Fernando Cabrera). En este punto se separa la U.G.T. de la C.U.S. (Coor dinadora de Unidad Sindical), porque afirma que no puede participar en negociaciones provinciales, sino slo estatales. La C.U.S. convoca una reunin para que cada empresa elija a sus representantes y stos a la comisin que negociar el convenio, y luego la C.U.S. se autodisuelve. El cuatro de mayo tiene lugar en la polideportiva la primera asamblea, pero a ella no acu den slo los representantes elegidos en las fbricas, sino todos los que quieren, y quieren ms de tres mil personas. Y a partir de ah, las asambleas ya no pa ran. La fiesta ha comenzado (Roque Miralles). (Contestaciones extradas de una entrevista hecha por la revista Interviu en septiembre de 1977) (84) Es difcil condensar en pocas lneas toda una serie sucesiva e ininterrumpida de acciones y experien cias habidas en pocos das, pero el desarrollo bsi co y fundamental de lo vivido tan intensamente en aquellos das se puede condensar en la breve des cripcin que ahora presentamos (85). El Movimiento Asambleario del calzado surgi, como hemos visto, con miras a la negociacin del convenio de 1977. Para ello se elaboraron y reco gieron unas mil quinientas encuestas en otras tan tas empresas que aglutinan unos 40.000 trabajadores del sector para elaborar una plataforma reivindi cativa. Se procedi despus a la eleccin de represen tantes de empresa y a la constitucin de asambleas de representantes en todos los pueblos de la comar ca zapatera, as como las correspondientes asam bleas generales, comisiones de trabajo y negociadora elegida por las asambleas de representantes en proporcin al nmero de trabajadores de cada localidad. En todo el proceso participaron militan tes de centrales sindicales en calidad de represen tantes de fbrica. Hubo despus contactos con la patronal los das 5, 1 1 y 25 de junio en los que sta pona en constante duda la representatividad de los delega dos en base a que la U.G.T. no estaba presente co mo central, intentando provocar la huelga en vsperas de las vacaciones. Ante la negativa de la Federacin de Industria les de Calzado (F.I.C.E.) a negociar se vio la necesi dad de convocar huelga legal. En las actas dirigidas a la Delegacin de Trabajo se especifica que: ... los objetivos de la huelga son el que la Comisin Negociadora de los empresarios representado en el Convenio Colectivo de la Industria del Calzado: a) Emplace a la representacin de los trabajadores pa ra el inicio de las negociaciones antes del da fija do para el comienzo de la huelga (24 de agosto). b) Que la negociacin tenga lugar en la provincia de Alicante. c) Que efectivamente se negocie. Asimismo enviaron un escrito de todas las em presas firmado por la mayora de los trabajadores en el que reconocen y ratifican a la Comisin de Re presentantes para el convenio del Calzado elegida en la asamblea de delegados. Ante la inminencia de la huelga, empresarios y trabajadores se renen en Madrid el da 22 y llegan a los siguientes acuerdos: Reconocer a la comisin negociadora del movimien to asambleario como nico interlocutor vlido, a ni vel nacional . Iniciar hoy mismo los trmites necesarios para legalizar las negociaciones del convenio mediante entrevista con el Director General de Trabajo y dems trmites. Iniciar a partir de hoy mismo las negociacio nes del convenio colectivo del calzado, que tendrn lugar hoy en Madrid, y a partir del da 25 y de forma definitiva en Valencia. Como prueba de voluntad ne gociadora el comit de F. I.C.E. se compromete a que no haya represalias sobre los trabajadores durante la negociacin del convenio. Autorizar a celebrar asam bleas en las fbricas. Autorizar a los delegados a ausen tarse durante dos horas del trabajo 1861 Aquel mismo da se produca el enfrentamiento entre trabajadores y fuerzas antidisturbios en Elche, y Elda acordaba asambleariamente ir a la huelga en solidaridad con los ilicitanos. A partir de este mo mento y a pesar de tales acuerdos las diferentes asambleas de trabajadores decidieron continuar la huelga, cuyo diario reproducimos a continuacin si guiendo el esquema que presenta de la misma la re vista Noticias Obreras (87): 23 DE AGOSTO Paran el 80 por cien de los trabajadores en El che. Se producen enfrentamientos con la fuerza p blica resultando herido grave un trabajador. La FICE reconoce como interlocutor vlido al mo vimiento asambleario. La asamblea del calzado de Elda acuerda ir a la huelga el da 24 huelga legal en este caso, que te nan solicitada en solidaridad con sus compae ros de Elche. 24 DE AGOSTO Se generaliza la huelga en Alicante y Albacete. 25 DE AGOSTO Primera reunin para negociar. Los empresarios se niegan hasta que no se vuelva al trabajo. El Pre sidente de F10E declara a la prensa: Nos sentimos defraudados y engaados, Vamos a pedir a la ad 1 6 1 ministracin que tome cartas en el asunto. Entrevista de tres parlamentarios alicantinos con Martn Villa. 26 DE AGOSTO Siguen las reuniones para negociar, aunque se mantienen las mismas posturas. Nota de la U.G.T. sobre la huelga del calzado. Desmentido de la Comisin Negociadora a las declaraciones del Presidente de FICE. Casi todas las empresas han dado de baja a los trabajadores en la Seguridad Social y han solicita do el cierre patronal. La parte social propone que se acepten cuatro puntos sustanciales y promete la reincorporacin al trabajo. FICE se mantiene de nuevo en su postura inicial. 27 DE AGOSTO Se suspenden las negociaciones hasta el da 31. Informacin difamatoria en un peridico de Va lencia acusando a los trabajadores de incendiar un autobs y alterar el orden pblico en Elda. El alcal de lo desmentira posteriormente. Intento de mediacin en el conflicto de los al caldes de Elda y Petrel y de un senador de U.C.D. 29 DE AGOSTO Se hace pblica la postura de U.C.D. en el con flicto. Los empresarios comunican la suspensin de pagos. Entrevista con el Director General de Trabajo en Valencia. Arnedo (Logroo) se une a la huelga. 30 DE AGOSTO Yecla (Murcia) se une tambin a la huelga. Ma llorca solicita huelga legal. Reunin de parlamentarios alicantinos. El PSOE. expone y manifiesta su apoyo a la postura de U.G.T. Comunicado de los empresarios ratificndose en 162 su postura de no negociar mientras no se vuelva al trabajo. Miembros de la FICE se entrevistan en Madrid con altos cargos de los ministerios de Trabajo, Co mercio e Industria. Se suceden los comunicados de partidos y sin dicatos en apoyo del Movimiento Asambleario. 31 DE AGOSTO Los empresarios se mantienen en su postura y rompen unas negociaciones que nunca se iniciaron. Comunicado de la Federacin de CC.00. del Pas Valenciano. 2 DE SEPTIEMBRE Reunin de nuevo en Madrid, convocada por el Ministerio de Trabajo. No hay acuerdo y se dicta laudo. 3 DE SEPTIEMBRE Se publica el laudo que recoge la igualdad de retribucin para el hombre y la mujer, 28 das de vacaciones cinco ms, 2495% de aumento sobre el salario base. Su vigencia ser hasta marzo del 78. El Presidente de FICE convoca en los locales de Madrid a dos de los delegados obreros, preguntn doles acerca de los puntos que consideran mnimos; a medida que los dialogan el secretario de FICE los escribe a mano y se compremete a defenderlos en la Asamblea de empresarios si ellos lo defienden en la de trabajadores a cambio de la vuelta al trabajo. Esta versin del delegado obrero la desminti pos teriormente como tendenciosa la FICE. Para aclarar el asunto se presenta por parte del representante obrero una demanda en el Juzgado. 6 DE SEPTIEMBRE La vuelta al trabajo, por acuerdo mayoritario en las asambleas, es general. La huelga ha terminado. Ha durado dos semanas. Este boceto a grandes rasgos marca la tnica ge neral de los principales acontecimientos del Movi miento Asambleario, aunque un anlisis ms por menorizado de los mismos resaltara matices y as pectos, unos dolorosos, otros de alegra, que una breve sntesis no permite hacer. El desarrollo del Mo vimiento Asambleario fue un verdadero anecdota rio de experiencias personales y colectivas. Consti tuy un semillero de gozosa y dramtica experien cia, aunque pueda parecer paradjico. Organizacin del Movimiento Asambleario Fue una comisin articulada bsicamente sobre dos ejes: Asamblea y Comisiones. ASAMBLEAS Fueron el rgano bsico, la pieza fundamental, la piedra angular sobre la que descansaba y pivota ba toda la vida del Movimiento Asambleario. Estaba articulada a diferentes niveles, siempre de abajo a arriba, como buscando que los acuerdos y los pro yectos a realizar germinarn desde la base. As haba . Asamblea de empresa. Asamblea local de carcter general, abierta y di nmica, de la que partan va votacin a mano alza Q 7 Compaeros! Acudid a la Asamblea de Trabajadores en la Polideportiva para la conquista de nuestro convenio. Como sabeis slo con la participacin de todos es posible seguir avanzando en el proceso de nuestras reindivicaciones. Nuestra Comisin Negociadora ya ha celebrado reuniones con los empresarios, en la Asamblea se dar informacin de estos contactos. Acude a ella y apoya tu convenio. Asamblea de Elda y Petrel Lunes 20 a las 8.30 de la tarde en la Pista Polideportiva de Elda. da todas las decisiones tras escuchar las interven ciones de cuantos asistentes quisieran sugerir algo. Se celebraban diariamente o en el Polideportivo Mu nicipal o en el Campo de Ftbol. Asamblea de delegados de todos los pueblos. Se celebra diariamente en la Asociacin de Vecinos de La Tafalera y pretenda coordinar la accin a rea lizar: por ello se sola celebrar antes de las Asam bleas Generales a realizar por todas y cada una de las localidades afectadas. COMISIONES Eran el otro pilar sobre el que se apoyaba la or ganizacin del Movimiento Asambleario. Su impor tancia fue, asimismo, trascendental. Tambin haba diferentes comisiones. As: Comisiones Tcnicas. Estaban formadas por los delegados de fbricas encargadas de pulsar el esta do de nimo, coordinar y planificar la lucha. Se reu nan antes de las asambleas generales y despus de las de fbrica. Comisin Negociadora. Encargada de negociar a nivel de Estado el convenio colectivo. Estaba in tegrada por veinte representantes elegidos en las asambleas de delegados. Haba 4 por Elche, 4 por Elda, 2 por Petrel, 2 por Castelln, 2 por Mallorca y uno por cada una de las siguientes poblaciones: Villena, Almansa, Rioja, Sax, Monvar y Zaragoza. Comisiones de Trabajo. Encargadas de mltiples y variadas responsabilidades: por ello existan va rias, de las cuales en Elda las ms significativas fue ron las siguientes: COMISION DE SOLIDARIDAD O AYUDA A LAS FAMILIAS. Se responsabilizaba de proporcio nar ayuda econmica a aquellas familias ms nece sitadas. El trabajador escaso de recursos econmicos comunicaba su situacin a su delegado de fbrica quien, a su vez, lo notificaba a la Comisin. Esta vi sitaba el domicilio del trabajador y le entregaba bo nos canjeables por alimentos. Se procuraba por parte de la misma comisin recoger la suficiente informa cin para confirmar la veracidad de la situacin de necesidad de dichas familias. COMISION DE TRANSPORTES. Formada por voluntarios que aportaban sus propios vehculos con 1 6 3 el fin de ir a recoger las ayudas ofrecidas, bien me tlicas, bien en especie (arroz, patatas, pollos, etc. ): una vez recogidas, las llevaban el almacn central, donde las depositaban debidamente registradas y ordenadas para, desde all, distribuirlas a los dife rentes almacenes situados en los barrios, en los lo cales de las asociaciones de vecinos, donde los trabajadores necesitados iban a intercambiar los bo nos que se les haba dado por distintos productos. E3CINC1 Movimiento Asambleario Bt tito de ayuda para las familias necesitadas, emitido por el Movimiento Asam Neario. COMISION DE INFORMACION Y PROPAGAN DA. Su misin era confeccionar e imprimir diariamen te las hojas o boletines informativos, que posterior mente se repartan a la gente, a travs de los cuales se iba dando cuenta de la evolucin del conflicto. COMISION DE LA CAJA DE RESISTENCIA. Constituida por aquellas personas que, voluntaria mente, se prestaban a recorrer la distinta geografa espaola, en concreto las regiones ms afectadas por la huelga, con el fin de aportar informacin y reca bar fondos. COMISION DE LIMPIEZA. Su tarea era limpiar cada da el estadio de ftbol, una vez celebradas y concluidas las Asambleas Generales. COMISION DE FIESTAS. Encargada de orga nizar festivales para recaudar fondos y mantener un espectculo permanente durante todo el da en el campo de deportes, a base de partidos de ftbol, atracciones y actuaciones de aficionados, mientras se esperaban noticias de las negociaciones. Contri buyeron a dar el tono festivo a una continuada or nada de lucha. 1 64 L cr L)E.Lc._,I. EL Gl.Z00 Aunque d,sparen conlra los obreros nInconn bala malarb a mi pueblo. Aunque nos pnn,/an ~los Y c.d.slus nIneun 1.1110 aeremns esclavos. COMITE A Pos o c - sa pLarnbra,1977 Bone de solidaridad con el Movimiento .. , 1;ambleark , Nos encontramos, pues, ante la presencia de un sistema organizativo, original, gil y eficaz, que des cansa en el fondo sobre dos grandes valores, carac tersticos del movimiento obrero en toda su historia, a saber: la democracia y la solidaridad. Balance del Movimiento Asambleario A la hora de hacer balance de esta experiencia, como de otras muchas que han jalonado la historia del movimiento obrero, se hace imprescindible te ner una visin de globalidad y totalidad, de modo que se pueda tener una visin de todos los aspec tos, positivos o negativos, que en ella se acumulan. Querer ofrecer una imagen idlica de logros conse guidos al cien por cien sin el menor asomo de de rrota o presentar un panorama de realidades posi tivas satisfactorias para todos los intereses all im plicados sin mezcla de realidad negativa alguna, es presentar una realidad no acorde con la historia, es deformar la visin y el balance del Movimiento Asam bleario. Unas cosas se lograron y otras quedaron en el umbral de los deseos o reivindicaciones no al canzadas. Igualmente a la hora de hacer un blance sobre experiencias de este tipo, donde confluyen grupos y personas con objetivos ms o menos comunes, pe ro tambin con visiones polticas y sociales distin tas, pretender que todos coincidan en la misma y unvoca interpretacin sobre lo que fue y lo que pudo ser el Movimiento Asambleario, es excesivamente arriesgado. No fue as. A la hora de enjuiciar esta experiencia, unos lo ven de una manera y otras tie nen un enfoque diferente. Intentando hacer un anlisis lo ms objetivo po sible, vamos a presentar algunos aspectos positivos, los ms significativos y, asimismo, otros de cariz ms negativo. Entre los primeros cabe mencionar los si guientes: La lucha de esos das supuso para los obre ros un avance de conciencia de clase al ha berse convertido las dos semanas de huelga en una escuela de formacin prctica, a nivel poltico y social, y de relaciones humanas. Se desarroll un modelo de participacin po pular, discutible para algunos, pero activo, de masas, ldico y de carcter pacfico. COMPAERO El sector del calzado est en huelga SOLIDARIDAD MORAL Y ECONOMICA CON NOSOTROS El Movimiento Asambleario despert y potenci la solidaridad entre los obre ros y obreras. Se dio una importante movilizacin de la cla se obrera. Se logr un grado significativo de unidad de los trabajadores entre s, al mismo tiempo que se vivi una gran solidaridad. Se consolid una plataforma de accin y de coordinacin de cara a seguir afrontando otros retos de lucha en el futuro. Pero al lado de esto y de otras muchas cosas, que son como la parte clara e iluminada de esta ex periencia, cabe citar el otro lado ms oscuro, que evidencia tensiones y frustraciones, al menos para algunos. Se dej entrever cmo no todos los gru pos que all estuvieron entendan la accin poltica y social del mismo modo. Se oyeron acusaciones de manipulacin y demagoga, ms pendientes de se guir los dictmenes de sus cpulas que de ser fieles a la verdadera defensa de los intereses de los tra bajadores. Sin duda alguna, en el fondo de todo ello se en contraba el dilema entre la reforma o la ruptura democrtica. C) El movimiento ciudadano Origen y caractersticas. Adems del Movimien to Asambleario, y previo a l, se dio en Elda otro gran movimiento social que marc y condicion la vida social y poltica eldense durante los aos se tenta. Se llamar Movimiento Ciudadano en base a dos aspectos significativos del mismo, a saber: Surge de y en el seno de la ciudad. Intenta recoger y canalizar las aspiraciones de las personas, como ciudadanos que son y, por lo tanto, pretende impulsar el compromiso que tienen de transformar el espacio urbano el que viven. La aparicin del movimiento ciudadano en Elda en este momento histrico y no antes se explica en funcin de un determinado contexto que caracteri za la dcada de los setenta y que explica el surgi miento de este fenmeno social. Analicmoslo. A nivel nacional Un sistema poltico como es el franquismo (en tre 1972 y 1975), que regula la vida poltica y social de modo concreto, lo sindical de este pas, pero que ya est agonizante o de bilitado, al mismo tiempo que van surgiendo personas y grupos que luchan contra l, bien a partir de las escasas posibilidades, que la le gislacin vigente permite, bien desde el ano nimato de la clandestinidad. Un rgimen que se instaura a la muerte de Franco (aos 1975-1976), que es una prolon gacin del franquismo y que, por lo tanto, se resiste a abrir las puertas a una fuerza, irre sistible, que aboga por la democracia y la li bertad. Un sistema democrtico (aos 1977-1980(a) que, cual criatura recin nacida, le cueste adap 1 6 5 tarse a los nuevos aires de libertad y partici pacin popular. A nivel local Una ciudad que ha crecido desmesurada y alo cadamente, sin planificacin ni racionalizacin urbanstica, al impulso de los vientos del es pontaneismo o la especulacin. Una ciudad que se ha visto desbordada de mogrficamente por una avalancha inmigrato ria de fuerte intensidad, que ha supuesto la existencia de un notable crecimiento de ciu dadanos eldenses, sin haberse creado en con trapartida una infraestructura adecuada de servicios municipales que pudieran responder satisfactoriamente a la demanda social de los nuevos ciudadanos. La existencia de una serie de personas y gru pos que, estimulados por una conciencia de renovacin de la vida eldense, sienten la ne cesidad de crear nuevas plataformas de accin que faciliten ese cambio deseado. Es en este contexto estatal y municipal donde germina y se desarrolla la semilla del movimiento ciudadano, cuyos frutos, en lo que a nivel local se refiere, pronto se dejaran notar en el campo de la planificacin urbanstica, de la sanidad o de la edu cacin. Cundo surge en Elda el Movimiento Ciuda dano Podemos distinguir dos etapas o momentos bien definidos: uno que abarcara de 1972 a 1975, y otro que comprendera desde 1976 a 1980. PRIMERA EPOCA (1972-1975) Es el momento del nacimiento y evolucin de la primera Asociacin de Vecinos que surge en Elda y en la misma provincia de Alicante y que, junto con las existentes de Euskadi, se puede decir que fue de las pioneras a nivel estatal. Nos referimos a la Asociacin de Vecinos de La Talafera. Esta Asociacin nace a partir de las inquietudes de una serie de personas, fundamentalmente veci nos del Barrio, que, o bien estaban militando en el 166 campo de lo sindical o en las campaas voluntarias y extraoficiales de alfabetizacin de gitanos, o bien se trataba de simples vecinos con sensibilidad so cial, todos los cuales sienten la necesidad de ampliar su accin en el Barrio y, para ello, creen convenien te el asociarse legalmente al amparo de la legisla cin vigente. As se hace constar en el artculo 1 de los Estatutos de dicha Asociacin: El da diez de junio del ao en curso se refiere a 1972 una representacin de los vecinos del Barrio de La Tafalera, de Elda (Alicante), toman la libre deci sin de constituir una Asociacin de Vecinos, entidad vecinal autnoma y jurdicamente independiente, que gozar de capacidad para la realizacin de los actos necesarios para el cumplimiento de sus fines, confor me a lo prevenido en el apartado 2) del artculo 2 de la Ley de Asociaciones de 24 de diciembre de 1964 y Disposiciones del Ttulo 111 del Estatuto Orgnico del Movimiento aprobado por Decreto de 20 de diciem bre de 1968, previa inscripcin en los respectivos Re gistros de Asociaciones del Movimiento y de la Dele gacin Nacional de la Familia (88) Esta asociacin de La Tafalera, cuyo domicilio social queda fijado en local cedido por Caritas In terparroquial, sito en Paseo de la Mora, n. 72 (89), se fijar una serie de objetivos cuyo marco prioritario de actuacin sern los vecinos del Barrio y su problemtica. As viene explicitado en los mismos Estatutos: Artculo 3 Los fines de esta Asociacin de Veci nos sern los siguientes: 1 Unir a los vecinos del mencionado Barrio para su promocin educativa, cultural y deportiva. 2 Hacer llegar a las Autoridades Municipales y Pro vinciales, las necesidades y problemas de su Barrio, a travs de la Junta Directiva. 3 Organizar conferencias, charlas, coloquios, expo siciones, excursiones, visitas formativas y culturales, veladas artsticas y recreativas, corales y competi ciones deportivas. 4 Estimular a los jvenes y nios del Barrio labo riosos en su estudio o trabajo, concediendo becas, cu yas normas de concesin se establecern por la Asamblea General. 5 Cualquier otra actividad lcita y de acuerdo con lo establecido en las Leyes (90) Pero por otro lado hay que reconocer, asimis mo, que la influencia de esta Asociacin lleg a otras personas, no residentes en el Barrio (91), cumplien do, si no en la formalidad legal, si en la realidad prc tica, otro objetivo de accin de carcter ms amplio, cual fue: Por un lado, servir de cubierta legal a la lucha poltica contra el franquismo y en pro de las libertades democrticas, y ello justifica y ex plica la presencia en las reuniones de dicha Asociacin, de otras personas, no vecinas del Barrio, que estaban militanto en partidos (gen tes del Movimiento Comunista o del Partido Comunista), sindicatos u otras organizaciones ilegales y clandestinas. Por otro lado, la Asociacin sirvi como an torcha que ilumin y estimul la creacin o consolidacin de plataformas polticas en la lucha por la democracia. SEGUNDA EPOCA: 1976-1980 Muerto el dictador y metidos de lleno en una vo rgine de vientos de cambio poltico y social, sumi dos en un mar de inquietudes populares, el movi miento ciudadano eldense se va a caracterizar en esta poca por dos nuevos aspectos, que son: Por su ampliacin Despus de la Asociacin de La Tafalera van crendose otras nuevas por los diferentes Barrios de Elda, surgiendo la de Las Trescientas y la de La Nueva Fraternidad; a continuacin, y tras ellas, to das las dems. Por su coordinacin A medida que van apareciendo las diferentes asociaciones de vecinos y stas van contactando en tre s, se va tomando conciencia de la existencia de problemas, tanto urbanos como polticos, de mbi to local e incluso estatal, que desbordan los lmites de un solo barrio, afectando a todos por igual, lo que exiga la necesidad de una corrdinacin ms es trecha de las mismas, capaz de ofrecer respuestas globales a unos problemas ms globales. Ello se va a concretar en la creacin de la Coordinadora de Asociaciones de Vecinos, que se forma por aquel entonces y mediante la cual se vincula al movimien to ciudadano espaol a travs de la Coordinadora Estatal. Cul es el objetivo del Movimiento Ciudadano eldense en esta segunda fase Ciertamente, la primera finalidad abarca el dar respuesta a los problemas de los barrios: alcantari llado, iluminacin, situacin de las calles, etc. Al mis mo tiempo, el Movimiento Ciudadano ya aborda en una tarea conjunta y coordinada entre las diferen tes Asociaciones los problemas ms importantes y acuciantes que afectana la comunidad local en ge neral, llmese urbanismo, sanidad o educacin, co mo los ms significativos. Y, al unsono con estos objetivos, las Asociaciones mantuvieron una actitud de apertura poltica a los graves problemas nacio nales, asumiendo una postura crtica a la ausencia de un sistema democrtico que posibilitase en pro Tundidad el disfrute de las libertades pblicas, la sa tisfaccin de las necesidades sociales bsicas y la participacin popular. Es en este amplio marco de objetivos donde encuentra sentido el hecho de que la mayora de las actividades culturales, programa das y promovidas por las Asociaciones de Vecinos, tanto a nivel de Barrios como de Coordinadora lo cal nos referimos a obras de teatro, cineforums, debates, charlas, entre las ms significativas tuvie sen este contenido crtico de carcter poltico y que fuesen el aglutinante de todas las personas o fuer zas progresistas o que haban apostado por el cam bio de la sociedad espaola. Principales frentes de lucha Hemos visto cmo el objetivo inmediato de la actividad de las Asociaciones de Vecinos abarcaba los lmites del Barrio: promover su cultura y desa rrollar una infraestructura adecuada. Pero, adems y es en este aspecto en el que vamos a profundi zar el Movimiento Ciudadano, a nivel de Coordi nadora local y en ocasiones comarcal, promovi una lucha intensa, que obtuvo su fruto, en pro de tres grandes situaciones deficitarias que condicionaban gravemente la vida de los eldenses. Nos referimos a los tres grandes problemas de la ciudad de Elda durante la dcada de los setenta, a saber: el urba nismo, la sanidad y la educacin. EL URBANISMO Cul era la situacin urbanstica de Elda 167 Veamos en el apartado de urbanismo lanse las pginas correspondientes cmo la ciudad de Elda va sufriendo un intenso proceso de crecimien to y modernizacin, pero tambin hacamos la ob servacin de cmo dicho proceso se llev a cabo sin un plan racionalizador del mismo, que respon diera, ms que a los intereses especuladores de una minora a las necesidades sociales de la gran mayo ra de ciudadanos: Creo que ante el plano de Elda se escucha en el ao 1967 difcilmente podemos pensar que sus ca lles, sus barrios, sus zonas verdes, sus escuelas, sus zonas industriales, sus fbricas, sus mercados, etc. res ponden a un plan pensado para que la aglomeracin humana asentada en ella deje discurrir su vida de la forma ms fcil, cmoda y econmica (92) Todo ello ya planteaba desde la dcada de los aos sesenta la necesidad urgente de plantearnos por lo menos un cierto plan ordenador de nuestro trmino municipal (93). Pues bien, en la dcada de los setenta esta sen sacin de caos urbanstico, fruto de la especulacin o del espontaneismo, se hace una realidad ms gra ve y acuciante. Alturas excesivas, calles estrechas, edificaciones por doquier, ausencia de espacios ver des, falta de plazas y jardines, etc., era moneda co rriente por aquel entonces. En un intento de frenar esta tendencia urbanstica irracional y especulativa, el Ayuntamiento predemocrtico, presidido por don Francisco Sogorb, dicta unas normas urbansticas de carcter subsidiario hasta la definitiva creacin del Plan General de Ordenacin Urbana (P.G.O.U.). El Movimiento ciudadano hizo frente comn con el Ayuntamiento o sea, apoy y defendi las Nor mas ante el grupo formado por los intereses eco nmicos locales ligados, bien directa, bien indirec tamente, al sector de la construccin, que rechaz de plano dichas Normas por considerarlas perjudi ciales para sus intereses. Qu hizo el Movimiento Ciudadano Las Asociaciones de Vecinos hicieron suya la cau sa de las Normas Subsidiarias, por considerarlas un freno al caos existente de la especulacin del suelo y el desarrollismo urbanstico. A tal efecto, se en cargaron de lograr de los tcnicos o especialistas en el tema urbano, interesados por el problema, el m ximo de informacin posible a travs de charlas y 168 debates que estas mismas personas, voluntaria y de sinteresadamente, se prestaron a hacer por los ba rrios en la diferentes Asociaciones. Tambin trataron de recabar de los vecinos de los barrios su opinin sobre dichas Normas a travs de la confeccin y re parto, casa por casa, de una encuesta acerca de di cha problemtica. Y, finalmente, a travs de acciones pblicas por ejemplo, una concentracin ante el Ayuntamiento trataron de manifestar su apoyo a la iniciativa municipal. No cabe duda de que todos estos esfuerzos cris talizaron en el hecho, gozoso para el Movimiento Ciudadano, de ver aprobadas, primero, las Normas Subsidiarias y, ms tarde, una vez constituido el Ayuntamiento democrtico, ver elaborado y, asimis mo, aprobado, el P.G.O.U. LA SANIDAD Fue otro de los campos de lucha del Movimien to Ciudadano. Cul era la situacin de la sanidad en Elda Si dejamos or la voz del Movimiento Obrero y Ciudadano de Elda, en un informe dirigido a la opi nin pblica en junio de 1977 sobre la situacin so cial en Elda, veremos reflejada la situacin sanitaria. Dice as: Elda, ciudad de 50.000 habitantes, donde la mayora de la poblacin trabaja y paga su cuota en la Seguri dad Social, para el mantenimiento de sta, se encuen tra en la desagradable sorpresa de tener un ambula torio a todas luces escaso para el total de la pobla cin, sin mdicos suficientes, sin la plantilla completa de especialistas tan simples y necesarios como: ocu lista, otorrino, gineclogo, etc., sin suficientes mqui nas radiogrficas, con un hospital en idnticas condi ciones y con una Casa de Socorro de la que ms vale no hablar, o sea que en la mayora de los casos tene mos que recurrir a la medicina privada (94) Este testimonio refleja el sentir del Movimiento Ciudadano, no slo eldense sino tambin de Petrel y, ms tarde, de otros pueblos de la comarca, co mo es el caso de Monvar, ante la existencia de un deficiente servicio sanitario, tanto a nivel local co mo comarcal. Ante tal situacin dos fueron los principales no los nicos objetivos de lucha y de reivindicacin planteados por las diferentes Asociaciones de Ve cinos a nivel de Coordinadora Local y Coniarcal. El primero, por un servicio de urgencia digno; en este sentido las peticiones dirigidas a la Administracin por parte del Movimiento Obrero y Ciudadano de Elda y Petrel se concretaban en la exigencia de la puesta en marcha del Servicio Especial de Urgencia para ambos pueblos (95). El segundo, por la residen cia sanitaria de Elda; en este segundo aspecto, las intenciones del movimiento asociativo, obrero y ciu dadano eran claras y tajantes: construccin de la Residencia Comarcal de la Seguridad Social en El da, provista de los suficientes medios y con las m ximas especialidades posibles con el fin de evitar las idas a la Residencia de Alicante, ya de por s su permasificada. Qu acciones emprendi el Movimiento Ciuda dano de cara al logro de dichos objetivos, y en ge neral con vistas a mejorar la condicin sanitaria de Elda y su comarca Antes que nada convendra resaltar el carcter unitario y coordinado de tales acciones. Decimos Ciudadano Acude a la Manifestacin Legal (Autorizada por el Gobierno Civil) Que har el siguiente recorrido: Comienzo en la puerta del Ambulatorio, Padre Manjn, Gran Avenida, Reyes Catlicos, General Moscard, Gral. Varela, J. M. Pemn, Ramn Gorg, Martnez Anido para finalizar en la Plaza Castelar. Durante el recorrido se pronunciarn en voz alta estas consignas Queremos seguridad. No inseguridad. Queremos soluciones. No evasiones. Queremos responsables. Por una seguridad mejor te esperamos el MIERCOLES Da 6 de Julio - a tarde ACUDE, esperamos tu apoyo unitario en el sentido en que fueron promovidas conjuntamente por una plataforma asociativa con junta denominada Movimiento Obrero y Ciudada no. Le apelamos coordinado, en cuanto que aglu tin a asociaciones de diferentes localidades Elda, Petrel y Monvar, principalmente en un programa de lucha comn. Las principales actividades hubo otras muchas que se hicieron con vistas al logro de los objetivos antes citados fueron: 21-6-1977: concentracin de cerca de 500 per sonas en las inmediaciones del ambulatorio si tuado en la Calle Padre Manjn (96). 6-7-1977: manifestacin convocada por el Mo vimiento Obrero y Ciudadano de Elda y Pe trel, en la que se dieron cita cerca de 25.000 personas. Unas 25.000 personas se unieron a la manifestacin convocada por el Movi miento Obrero y Ciudadano de Elda y Petrel en pro de una mejor seguridad social. 169 Enero de 1978: las Asociaciones de Vecinos de la comarca crean una Comisin de control y gesgin de la futura Residencia Comarcal de la Seguridad Social de Elda, mediante la cual pretenden informar a todos los pueblos de la zona del Vinalop sobre la marcha de las obras y las condiciones en que stas se llevan a cabo (98). Celebracin, promovida por la Coordinadora de Asociaciones de Vecinos de Elda y Petrel , de una mesa redonda en la que algunos par lamentarios de la provincia y representantes de la Administracin se pronuncian sobre el tema de la Residencia. 26-7-1978: manifestacin convocada por el Movimiento Obrero y Ciudadano bajo el le ma Por una Seguridad Social ms justa. Par ticiparon ms de 20.000 personas (99). Cules fueron los resultados de estas acciones y movilizaciones Sin duda alguna fueron positivos ya que, por una parte, el 4 de junio de 1977 se pu so en marcha el Servicio Especial de Urgencia en las condiciones exigidas por las Asociaciones y, por otro lado, en lo referente a la Residencia, el 30 de agos to de 1978 se adjudic la construccin de la misma a la empresa Constructora Colominas S.A. (100), que dando terminadas las obras dos aos ms tarde. LA EDUCAC1ON He aqu el tercer frente importante de lucha por parte del Movimiento Ciudadano. Fue otra de las ba tallas ganadas, en la que se vieron implicadas todas las Asociaciones de Vecinos en una accin coordi nadora entre s y con otros grupos de Elda como el Club cultural Cervantes o la Asociacin de Amas de Casa. Cul era la situacin en Elda a nivel de educa cin y enseanza Si acudimos a los testimonios de las citadas Aso ciaciones a travs de sus diferentes manifiestos a la opinin pblica o de los escritos enviados a la Ad ministracin, se deduce de los mismos que la situa cin educativa eldense estaba plagada de insuficien cias y de deficiencias. Estos eran los problemas ms graves que denunciaban: 1 70 Necesidad urgente de guarderas infantiles La situacin actual en Elda en este aspecto es la ausencia prcticamente nula de estos centros. De unos 3.050 nios en edad de 2 a 4 aos, nicamen te una minora restingida se beneficia, porque go zan de privilegio de poder pagar ( 101 ). Falta de puestos en Educacin Preescolar (4-5 aos) En nuestra ciudad existen 2.000 nios de edad comprendida entre los 4 y 5 aos, de los cuales s lo una minora recibe educacin pre-escolar, porque sus padres pueden hacer un esfuerzo econmico en la enseanza privada. La mayora, unos 1 .500, se en cuentran sin recibir esta educacin, debido a que el Ministerio no pone los medios necesarios para que sta se d, y los padres, trabajadores ambos, no pue den costearse un centro privado por falta de recur sos econmicos. . . Ciudadano Ante la deficiente solucin del problema educativo en Elda que ha dado origen a: La tardanza en la incorporacin de los nios a clase. Amontonamiento de los nios en locales totalmente inadecuados. La casi absoluta falta de par vularios y guardarlas gratuitos. Los largos desplazamientos de nuestros hijos. Las A.A. U.U. - P. P. A.A. amas de casa y Sindicato de Trabajadores de la Enseanza te convocan a una Manifestacin Legal SABADO 1 DE OCTUBRE 6 TARDE Una enseanza de calidad, es un seguro para una sociedad ms justa. Acude, esperamos tu apoyo El dficit de puestos escolares (6 a 13 aos) y la falta de condiciones mnimas, tanto desde el punto de vista de la educacin como de la sanidad e higiene de los locales destinados a escuelas Siendo Elda una ciudad con 50.000 habitantes aproximadamente, entre los muchos problemas exis tentes, uno que ha llegado a nuestra sensibilidad por su verdadera importancia, es el de la educacin y la enseanza y la falta de puestos escolares. Contamos en la ciudad con unos centros esco lares, que adems de ser insuficientes, no renen las condiciones necesarias tanto a nivel de calidad de enseanza, como acondicionamientos higinicos. Aparte, existen locales habilitados que sus psimas condiciones no llegan a reunir ni las ms mnimas normas de habitabilidad, originado por su masifica cin de alumnos y falta de higiene, dando una sen sacin de jaulas y no de aulas. Este gran problema agravante ao tras ao, ha provocado para el prximo curso un gran dficit de puestos escolares.. . (103). En otro informe enviado a los parlamentarios, dndoles cuenta de la situacin educativa eldense, se concreta la falta de plazas escolares para el cur so 1978-1979 con los siguientes datos: En la actualidad hay en E.G.B. 2.083 nios mal escolarizados en 43 locales no adecuados para aulas. Actualmente hay 977 nios de cinco aos que lgicamente tendrn que incorporarse a la E.G.B. Con las 20 aulas que estn en construccin hoy da mnimamente se podr resolver el proble ma actual, quedando forzosamente en funcio namiento muchos de los locales adecuados para la enseanza. Por tanto nos encontramos con un nmero aproximado de 500 nios que no dispondrn de plaza escolar en el prximo curso (104). El excesivo nmero de alumnos por aula Consideramos dentro de la calidad de la ense anza, que esta masificacin de nios por aula, que tenemos hoy por hoy, se debe de reducir a un m ximo de 35 nios. . . (105). Falta de sustitucin de los maestros durante sus ausencias Teniendo en cuenta que en el curso anterior y con ste que transcurre (se alude al curso escolar 1977-78) esa Delegacin Provincial del Ministerio de Educacin y Ciencia no cubri con sustitutos los perodos de enfermedad del personal destinado en los distintos colegios, yendo con ello en perjuicio de la calidad de la enseanza. Tambin pedimos sean nombrados en cada Cen tro de nuestra ciudad un maestro ms por cada 16 unidades o fraccin para que pueda sustituir a los otros profesores en caso de indisposicin leve y los alumnos puedan ser atendidos al momento sin ne cesidad de tener que estar repartidos entre las dis tintas clases, donde salen perjudicados todos los asistentes (106). Qu pretenda el Movimiento Ciudadano de El da Las peticiones ms urgentes e inmediatas se di rigan a la consecucin de estos objetivos: Creacin de guarderas y parvularios de carc ter pblico y gratuito. Supresin de todos los locales habilitados pro visionalmente para la enseanza y creacin de los Centros Escolares necesarios con toda la infraestructura y los medios adecuados para poder impartir una enseanza de calidad. Escolarizacin total, gratuita y en condiciones dignas de todos los nios comprendidos en tre 4 y 13 aos. Nombramiento con el debido tiempo y la su ficiente antelacin de la plantilla necesaria para que los comienzos de curso en septiembre se puedan hacer con las debidas garantas y sin retrasos perjudiciales para un buen funciona miento de los Centros. Aparte de estos fines, el Movimiento Ciudada no tambin se planteaba la lucha por otros objeti vos de mayor alcance y envergadura, de carcter ms globalizado, como podran ser: Aumento del presupuesto del Ministerio de Educacin y Ciencia (M.E.C.). 1 71 Autonoma a los municipios con respecto a los problemas de enseanza. Obligatoriedad y gratuidad de la enseanza de los 4 a los 16 aos. Democratizacin de la enseanza. Supresin de permanencias. Comedores, transporte, textos y material es colar totalmente gratuito. Una autntica calidad de la enseanza. Revisin y gestin democrtica de las subven ciones a la enseanza privada (107). Qu acciones, campaas o movilizaciones se lle varon a cabo por el Movimiento Ciudadano de cara a lograr y conseguir estos objetivos Fueron varias y de distinta ndole. Vamos a enu merar algunas de ellas, por ser las mal significati vas. Son: INFORMATIVAS El Movimiento Ciudadano en este sentido llev a cabo una verdadera tarea de recogida de toda aquella informacin que pudiera aportarle una visin, lo ms objetiva posible, de la situacin de la educa cin en Elda y puso en prctica un gran esfuerzo por suministrar dicha informacin tanto a la Administra cin municipal y educativa como a la misma opinin pblica. En este sentido hay que encuadrar las si guientes medidas: Recogida y recopilacin de datos referentes a la realidad escolar eldense y confeccin de cuadros sobre la situacin de cada uno de los colegios en cuanto a escolarizacin, profeso rado y medios. Elaboracin de informes sobre el dficit de puestos escolares, cuantificacin sobre el n mero de los mismos necesarios para cubrir tal dficit y estudios sobre las condiciones de los diferentes locales instalados al efecto. Realizacin de campaas de sensibilizacin de la opinin pblica a travs de hojas informa tivas, boletines o comunicados. Celebracin de mesas redondas, debates y charlas coloquio sobre la problemtica esco lar y educativa. 172 DE GESTION En este sentido hay que resaltar todas las ges tiones de distinta ndole promovidas por el Movi miento Ciudadano en las distintas instancias admi nistrativas responsables, directa o indirectamente, de dar respuesta y ofrecer soluciones a los proble mas planteados. En esta direccin hay que situar las siguientes acciones: Gestiones mltiples ante el Ayuntamiento con realizacin de frecuentes visitas y contactos con el Concejal de Educacin e incluso con el mismo Alcalde, para exigir de la Corpora cin Municipal una toma de posicin ante los problemas (108). Gestiones ante la Delegacin Provincial del Mi nisterio de Educacin y Ciencia, bien por me dio de cartas, bien a travs de visitas perso nales al Sr. Delegado, buscando del mismo so luciones concretas a los problemas escolares de Elda (109). Gestiones ante los parlamentarios de la Pro vincia a travs de contactos y carta enviada al senador de Alicante y vecino de Elda, don Roque Calpena, solicitando de ellos que uti licen toda la presin y medios a su alcance pa ra dar solucin al problema concreto de esco larizacin de nuestra ciudad (110). MOVILIZACIONES En este apartado cabe recordar la gran manifes Amplisimos sectores de la poblacin eldense respaldaron la lucha del Movi miento Ciudadano en pro de una enseanza de calidad. tacin que tuvo lugar el 1 de octubre de 1977 y que fue respaldada por una asistencia masiva de la ciu dadana eldense. Fue convocada por las Asociacio nes de Vecinos en coordinacin con las de Padres de Alumnos, Amas de Casa y Sindicato de Trabaja dores de la Enseanza, bajo el lema: Una ensean za de calidad es un seguro para una sociedad ms justa. Sirvi para alto todo este programa de actua ciones protagonizadas, fundamentalmente, por el Movimiento Ciudadano Sin duda alguna. Promovieron la puesta en mar cha de un plan de construcciones escolares, tanto a nivel de prvulos como de E.G.B. y B.U.P. El testi monio periodstico de La Verdad lo concreta de la siguiente manera: E.G.B. El Ministerio de Educacin y Ciencia, dentro del plan extraordinario de escolarizacin para 1978, recogido en el Pacto de La Moncloa, est construyen do en Elda un total de 6 centros para E.G.B. Tales cen tros albergarn a 3.680 alumnos, con arreglo a la proporcin de 40 alumnos por unidad o aula. B.U.P. Por lo que se refiere al futuro Instituto de El da hay que resaltar que ya comenzaron las obras pa ra su construccin. El nuevo centro de Bachillerato Unificado Polivalente (B.U.P.) consta de 24 unidades. Tendr una capacidad de 960 alumnos. Prvulos. Finalmente, sealar que el plan de cons trucciones escolares en vas de ejecucin en el termi no municipal de Elda, incluye dos centros destinados a prvulos. En total, 16 unidades con capacidad para 640 alumnos (1 1 1 ) TOCIO 10 expuesto en este ltimo apartado ha querido poner de manifiesto cmo Elda, al mismo tiempo que se moderniza desde el punto de vista urbanstico, experimenta y sufre un fuerte ritmo de crecimiento demogrfico e impulsa un desarrollo in dustrial, al mismo tiempo que acoge en su historia todas estas realidades, es capaz de dar vida en su seno a una serie de movimientos sociales capaces de organizarse y movilizarse para dar respuesta a toda la contradicin y problemtica que a travs del tiempo va surgiendo y anidndose en la sociedad eldense. Ello se puede considerar como una mues tra de que la ciudadana eldense, en general, no estaba muerta desde el punto de vista de lo que sig nifica e implica la conciencia social y la participacin popular, sino que se encontraba por aquel enton ces pletrica de fuerza y de vigor y ansiosa de re novacin profunda. Lata la vida. NOTAS (I) A la hora de tipificar los barrios he seguido la terminologa y clasificacin del P.G.O.U. (Plan General de Ordenacin Ur bana). Diagnosis, tomo 2., Ayuntamiento de Elda, Archivo Mu nicipal (A.M.), pp. 148-238. (2) Idem. p. 238. (3) [dem, p. 148. 141 idem, pp. 167-168. 151 idem. p. 184 (6) Idem, p. 200. (7) ldem p. 205. (8) [dem, p. 209. (9) Elda se eleva. Valle de Elda. ao II, n. 32, 6-4-1957, Elda, p. 1 . Vase tambin Elda en vertical. Alborada, 1970, Elda. (10) Nuevas conquistas. Nuevos horizontes, Alborada, 1965. (1 1) Informacin, 12-8-1972. Alicante, p. 22. (12) Nuevas conquistas. Nuevos horizontes. (131 Elda, gran ciudad. Alborada, 1967. (14) Pleno Municipal, Informacin, 12-8-1972. Vase tambin: Ple no Municipal, Valle de Elda, 25-5-1963. ( 15) MARTINEZ NAVARRO, Francisco: Visin sociolgica sobre los nombres de las calles. Informacin, 10-5-1989. (16) GRUP TOSSAL: Materiales de Geografa, 1989, Alcoy, Ed. Mar fil, p. 69. 11 7) Constltense los siguientes documentos: Censos de 1960 y 1970. Vivir en Elda, n. 180, Elda. (18) VALERO ESCANDELL, los Ramn: Algunos rasgos demo grficos de la Elda actual, Alborada, n. 35, 1988, p. 74. 119) Pueden consultarse: VALERO ESCANDELL, 1.R.: Op. cit., pp. 71-78. P.G.O.U., 1977, Elda, pp. 21-23. --.La inmigracin, Vivir en Elda, n. 10, febrero 1982, Elda, pp. 6-7. (20) P.G.O.U., p. 22. (21) GRUP TOSSAL. Op. cit. (22) La vida est cara, pero. .. Valle de Elda, ao iii, n. 73. 18-1-1958, p. 1. (23) No hay motivos para el acaparamiento ni para el encareci miento abusivo. Valle de Elda, ao 1 , n. 15, 8-12-1958. p. I. 1 7 3 (24) BERNABE MAESTRE, Jos Mara: La industria de/calzado en el Valle del Vinalop, 1976, Departamento de Geografa, Uni versidad de Valencia, 1976. (25) Elda, capital del calzado espaol, Valle de Elda, n. 51, 1-8-1957. (26) El calzado, pan nuestro de cada da, Alborada, 1962. (27) Temas eldenses: la industria. Los problemas de la industria bsica en Elda. Situacin actual, Valle de Elda, ao X. n. 471, 4-10-1965. (28) El informe Calpena: VI. Industria del calzado. Valle de Elda, ao X, n. 455. 15-5-1965. p. 1. (29) MAESTRE, Rafael: Tres vocaciones tiene Elda, Alborada, 1971. (30) El informe Calpena: Estadstica, Valle de Elda, ao X. n. 452, 24-4-1965. (31) III. Datos de Elda, P.G.O.U., Ayuntamiento de Elda, 1977, pp. 7-10. (32) BERNABE MAESTRE, Op. cit. (33) GRAS SEMPERE, Eduardo: La gran Elda industrial del futu ro, Alborada, 1961. (34) Crisis endmica, Valle de Elda, ao X, n. 437, 9-1-1965. (35) BERNABE MAESTRE, J.M. a: Op. cit., p. 134. (36) El informe Calpena. VI. Industria del calzado, Valle de Elda, ao X, n. 455, 15-5-1965, pp. 1-4. (37) BERNABE MAESTRE, J.M. a: Op. cit., p. 92. (38) Estadstica de la produccin industrial. Alo 1962-1971, Servi cio Sindical de Estadstica, Madrid. (39) Lo que un joven industrial eldense opina sobre la cooperati va industrial del calzado. Entrevista con D. Jos Mara Alar cn, Valle de Elda, ao V, n. 178, 23-1-1960. (40) Mquinas y opiniones, Valle de Elda, ao VIII, n. 353, 25-5-1963. (41) Temas eldenses: la industria, Valle de Elda, ao X. n. 471, 4-10-1965. (42) Idem. (43) Libertad de importacin de maquinaria para la fabricacin del calzado, Valle de Elda, ao VI, n. 229, 14-1-1961. (44) BERNABE MAESTRE, J.M.: Historia reciente de la industria del calzado, Vivir en Elda, la 15-10-1983, p. I 1 . (45) Estudio sectorial de la industria: Financiacin. P.G.O.U., 1977, pp. 10-30 y 10-31. (46) ANTON MARTINEZ, V.: Elda en Pars, Valle de Elda, ao III, n. 111, 11-10-1958. (47) GARCIA RECHE, Andrs: El sector calzado y la poltica in dustrial de la Generalitat, Alborada, n. 30, 1984. pp. 58-61. (48) Los problemas de la industria bsica en Elda. Situacin ac tual, Valle de Elda, ao X, n. 471, 4-10-1965. (49) NAVARRO PASTOR, Alberto: Historia de Elda, tomo 111. CAPA., 1981, Alicante. (50) Apuntes de la ciudad. Valle de Elda, ao VI, n. 231, 28-1-1961. (51) Para el ao 1959, vase: Espaa y la exportacin de calza do, Valle de Elda, ao X. n. 470, 28-8-1965, pp. 1 y 4. Para el ao 1972, consltese: Exportacin de calzado, INES COP. enero -diciembre, 1972, Elda. 1 74 (52) GARCIA RECHE, A.: Op. cit. (53) BERNABE MAESTRE, 1./W: La industria de/calzado en el Va lle del Vinalop, a.c.. p. 171. (54) Idem, p. 185. (55) La feria en Radio Nacional de Espaa. Una entrevista con el Director, Valle de Elda, ao VI, n. 262, 2-9-1961. (56) Diario de la FIC1A, 11-9-1965, y Memorias de la FICIA, 1968 y 1972, Elda. (57) Proyecto de Palacio de Congresos y Exposiciones de Alican te, I.F.A. (Institucin Ferial Alicantina), 1990, Elda, pp. 5-6. (58) El INESCOP, Valle de Elda, n. 794, 13-11-1971. (59) ORGILES BARCELO, Csar: Instituto Espaol del Calzado y Conexas. Asociacin de investigacin, Alborada, 1984, Elda. pp. 62-64. (60) Tom posesin el Director General de la Agrupacin de Fa bricantes de Calzado, Valle de Elda, ao XVI, n. 758, 6-3-1971, p. 12. (61) BERNABE MAESTRE, Historia reciente de la industria del calzado, Vivir en Elda, I al 15-10-1983, p. 11. (62) Entrevista a don Jos Fernndez Cela. Presidente del Sindi cato Nacional de la Piel. Ya, 27-7-1973, Madrid. (63) Plan de actuaciones del Sector calzado, febrero 1984, Alicante. (64) La crisis monetaria y la industria eldense, Valle de Elda, ao XVIII, n. 860, 17-2-1973. (65) Calzado: razones para el optimismo, La Verdad, 17-9-1972, Alicante. (66) El precio de las pieles est hundiendo la industria, Hola del Lunes, 11-9-1972, Alicante. (67) Subirn los precios en el sector piel, Informaciones, 14-9-1972, Madrid. (68) Informacin, 10-10-1973, p. 3 y Valle de Elda, ao XVII, n. 841, 7-10-1972, p. 4. (69) Informe a la Direccin General de Exportacin del Ministerio de Comercio, INESCOP, junio 1972, Elda (Hojas mecanogra fiadas). (70) Infomre presentado al Sr. Ministro de Hacienda en la audien cia que concedi a la Junta Rectora de lnescop. INESCOP, 6-7-1972, Elda (Hojas mecanografiadas). (71) La crisis del calzado adquiere niveles de inminente desastre, Valle de Elda, ao XXV, n. 1.238, 21-6-1980, p. 9. (72) VALERO ESCANDELL, Jos Ramn: Los zapateros eldenses: estudio demogrfico, Alborada. 1984, p. 80. (73) Elda, manantial inagotable de trabajo, Alborada, 1965. (74) GRAS SEMPERE, E.: Art. cit., Alborada, 1961. (75) P.G.O.U., p. 38. (76) Elda, mantial inagotable de trabajo a.c. (77) GRAS SEMPERE, E.: Art. cit. (78) P.G.O.U., p. 38. (79) BERNABE MAESTRE, Jos Mara: Economa sumergida en la industria del calzado. Alborada, 1984, p. 67. (80) Idem. (81) La USO., hoy, boletn de USO.. 1978, Elda, p. 2 (mecano grafiado). (82) A todos los trabajadores de Elda y Comarca y a la opinin pblica y general, carta mecanografiada, Elda. (83) F.O.U. (Frente Obrero Unido), boletn mecanografiado, Elda. (84) VIDAL BENEYTO. Jos: Los zapatos andan solos, Intervfu, ao 2, n. 70, 15 a 21-9-1977, Madrid, pp. 76-78. Se puede consultar un extracto de este mismo artculo en El movimiento asambleario, una experiencia a mantener, Accin Sindical (re vista de la USO.). n. 2, octubre 1977. (85) Tomando de Calzado, la semilla de la juventud, Noticias Obre ras (Boletn H.O.A.C.), n. 719, 1 al 15-9-1977. Madrid, p. 23. (86) Idem, pp. 23-24. (87) Idem, p. 24. (88) Estatutos de la Asociacin de Vecinos del Barrio La Tafale ra, artculo 1. 0 , 1972, Elda. Tambin se puede consultar: Ac ta fundacional de la Asociacin de Vecinos La Tafalera (fotocopia), 3-4-1972, Elda. Hoja mecanografiada en la que consta la fecha de entrada en el Gobiemo Civil de Alicante el 16-7-1973, y el n. de entrada, el 37.523. (89) Estatutos de la Asociacin de Vecinos del Barrio La Tafale ra, artculo 5., Elda (hoja mecanografiada). (90) Idem, artculo 3. (91) Idem, artculo 4. 0 (92) Elda, gran ciudad, Alborada, 1967. (93) Idem. (94) Informe a la opinin pblica sobre la Seguridad Social, Elda. (Hoja mecanografiada que aparece firmada por el Movimien to Obrero y Ciudadano). (95) La Verdad, 23-6-1977, p. 13. (96) El Movimiento ciudadano y obrero de Elda -Petrel tras la sen tada del Martes, La Verdad, 23-6-1972, p. 13. Tambin del mismo peridico puede consultarse: Protesta masiva ante el ambulatorio de la Seguridad Social, 22-6-1977. (97) Pueden consultarse los siguientes testimonios: Cerca de 25.000 personas en la manifestacin monstruo de ayer, La Verdad, 7-7-1977, p. 12. Bajo el punto de vista mdico, Elda y Petrel son un pue blo, La Verdad, 8-6-1977, p. 13. Comunicados en apoyo de la manifestacin de esta tarde, La Verdad, 6-7-1977. (98) Consltese: Los trabajadores denuncian una situacin extrema, La Ver dad, 13-6-1978. La Verdad, 2-6-1977, p. 12. La Verdad, 3-6-1977, p. 13. (99) Vase: Llueven las adhesiones, La Verdad, 24-6-1978. La Verdad, 27-6-1978 (100) Adjudicada la construccin de la Residencia Sanitaria de El da, La Verdad, 30-8-1978. (101) Necesidad urgente de guarderas infantiles, circular enviada al Sr. Delegado Provincial del Ministerio de Educacin y Cien cia de Alicante, 20-5-1977, hoja mecanografiada. Viene en ella el sello de las AA.VV. Cuatro Zonas y Barrio de la Estacin. (102) Informe dirigido al Ilmo. Sr. Delegado del Ministerio de Edu cacin y Ciencia, 19-5-1977. hoja mecanografiada. Viene fir mada y sellada por la Asociacin de Vecinos La Tafalera. (103) Carta -informe enviada al Excmo. Delegado del Ministerio de Educacin y Ciencia, 20-5-1977, hoja mecanografiada. Viene firmada y sellada por las AA.VV. La Tafalera, Calu y adyacen tes, Jos Antonio y Adyacentes, Estacin -Cuatro Zonas, Barrio de La Frontera, Club Cultural Cervantes y Asociacin de Amas de Casa. (104) Informe enviado a los parlamentarios de la provincia de Ali cante a travs del senador don Roque Calpena, 21-10-1977 (3 hojas mecanografiadas). (105) Ver nota 103. (106) Informe enviado al r. Delegado del Ministerio de Educacin y Ciencia de Aliante, 20-5-1977, hoja mecanografiada. Viene firmada y sellada por la Asociacin de Amas de Casa y las Aso ciaciones de Vecinos Barrio Jos Antonio y Adyacentes y Aso ciacin Cuatro Zonas del Barrio de la Estacin. (107) Informe enviado a los parlamentarios de la provincia de Ali cante a travs del senador don Roque Calpena, 21-10-1977, Elda, 2. a hoja. (108) Campaa pro -escolaridad, Informe, 1976, Elda. (109) Consltense las cartas enviadas por el Sr. Delegado Provin cial como respuesta a otras enviadas desde Elda, bien por el Concejal de educacin, bien por las Asociaciones. As tenemos: 23-5-1977: Carta dirigida al Concejal de Educacin y Cultura del Ayuntamiento de Elda (referencia de salida, n. 7.510). 1-10-1977: Carta enviada al Sr. Delegado por la Asociacin de Amas de Casa. Asociacin de Padres de Alumnos del Co legio Nacional El Serfico, Sindicato de Trabajadores de la Enseanza y las siguientes AA.VV.: Barrio La Tafalera, Ba rrio Jos Antonio y adyacentes, Estacin -Cuatro Zonas, Ba rrio de La Frontera (hoja mecanografiada). Consltense, adems, los informes remitidos al Sr. Delegado Provincial por parte de las Asociaciones abordando diversos problemas: Sobre Educacin pre-escolar, 1977. hoja mecanografiada. Sobre la necesidad de la educacin en general: 19-5-1977 y 10-5-1977. Sobre la necesidad de Guarderas infantiles: 20-5-1977, ho ja mecanografiada. Sobre sustituciones del profesorado: 20-5-1977, hoja meca nografiada. (110) Informe dirigido a los parlamentarios de la provincia de Ali cante a travs del senador don Roque Calpena, 21-10-1977. (1 11) Se estn construyendo siete nuevos colegios, La Verdad, 25-10-1978, p. 12. 1 7 5 APENDICE I La evolucin tcnica de la industria JOSE MARIA AMAT AMER 1 . LA INDUSTRIA ARTESANA La Industria del Calzado, considerada como una actividad manual y artesana en el siglo XIX y parte del siglo XX, tena el inters para los pueblos de uti lizar gran cantidad de personas en un oficio que pa saba por tres fases perfectamente definidas: el aprendiz, el oficial y el maestro. Como aprendiz se conoca al principiante en el trabajo, generalmente ocupado por nios que las cir cunstancias de una poca y la necesidad, obligaban a trabajar a una edad temprana en la que es ms lgico crecer jugando y aprendiendo en la escuela. El aprendiz era propiedad del oficial o del maes tro, a cuya dependencia se deban en su trabajo e incluso econmicamente. El oficial, con mayor experiencia y conocimien tos, dominaba una parte de la fabricacin manual del calzado, pero desconoca alguna o varias fases del proceso; estaba bajo las directrices del maestro al que obedeca en su tarea. El cargo de maestro lo ostentaba la persona con muchos aos de oficio, conocedor profundo de to das las fases de la fabricacin, capaz, en algunos ca sos, de incluso dibujarse los propios modelos que ajustaba, cortaba y confeccionaba hasta la termina cin. Director de la fabricacin, independiente, que trabajaba con cierta libertad de horario, dentro o fue ra del recinto industrial, poniendo sus condiciones y representando un pequeo ncleo industrial en s mismo. El maestro reuna a su alrededor un equipo de trabajo, cuya clula ms pequea, dentro de la empresa, la componan el maestro, el oficial y el aprendiz, dependiendo estos del maestro que los contrataba. El zapatero reciba todos los accesorios que iba a precisar para la confeccin de la partida de zapa tos, a saber: palmillas, contrafuertes, topes o pun tas fuertes, barretas, viras o cercos, cambrillones, rellenos, suelas, revirones, entresuelas, entretapas, tapas firmes para tacones y el corte aparado, ade ms de las hormas. Provisto de tenazas de montar, martillos, tirapi y cuchillas, el equipo de trabajo transformaba todos esos materiales en unos bellos zapatos, muchas veces hechos a medida y de impe cable factura. Botines hechos a mano. 1869. Desde el punto de vista constructivo, se traba jaba en dos clases de calzados: el calzado clavado con semences, clavos de cobre o estaquillas de ma dera, y el calzado cosido -aparado con hilo de ca mo empapado. Hasta la mitad del siglo XIX, prcticamente era bsica la tecnologa aplicada a la fabricacin de cal 1 77 zados y salvo alguna sencilla mquina que realiza ba trabajos elementales, como agujeros o cosidos de pieles pequeas que veremos ms adelante, el resto de los trabajos requera de herramientas y pre paraciones especiales, hoy en desuso. Botines hechos a mano. 1930. Uno de los utensilios imprescindibles para el co sido eran las leznas formadas por una especie de punta de acero afilada para practicar puntos de cos tura y poder pasar el hilo. Las puntas de las leznas eran preparadas por el obrero de acuerdo con su criterio y el tipo de agujero a practicar, utilizando la recta, la lezna curvada en forma de hoz, la lezna ligeramente curvada en forma de cuchara. y la lez na cuchilla,. unas leznas cortaban en sentido trans versal y otras lo hacan en el longitudinal, tambin las leznas rectas eran troncocnicas y pinchaban la piel penetrando poco a poco. Alborgas. Calzado tpico del huertano de Elda hechas con esparto. 1 78 La costura realizada en un principio con ayuda de leznas y a mano, utilizaban un hilo empegado que se preparaba a base de hilo de camo o lino, se gn se tratase de costuras ms fuertes o ms lige ras, y que se untaba de pez con cerdas colocadas en cada extremo del hilo formando una punta rgi da. Las costuras ms caractersticas hechas a mano eran: la costura a media carne, en el cuero, as lla mada porque slo atravesaba la mitad del material; el pespunteado en una sola pieza o uniendo dos de ellas; el repulgado, que es una variacin del pespun teado; el punto cruzado, que se supone otra varie dad del mismo punto anterior; el punto de cadeneta, cogiendo con doble costura la suela al corte y con este punto de dos costuras se daba gran consisten cia al zapato, muy utilizado en reparaciones. Para costuras de poca solidez se utilizaba elper Nado. Con el empalmillado se cosa a mano el cer co a la palmilla lazando el punto. Por ltimo, el punto remendn es una costura de fuera a dentro. Zapato hecho a mano. 1909. Empalmillado y doble punteado. En el cosido era frecuente utilizar la pez, que es una sustancia resinosa extraida del pino y que el za patero mezclaba con cierta proporcin de aceite vegetal o cera virgen; con ella el hilo empegado man tiene sus caractersticas de solidez e impermeabi lidad. Es curioso y entraable imaginarnos a un zapa tero de silla, preparando pacientemente la pez e incluso el hilo empegado, juntando varios hilos, unindolos a otros y formando primero el cabo que el zapatero meda por brazadas extendiendo ambos brazos. De la madeja o atillo colocado sobre las ro dillas, se desfibraba obteniendo los cabos que hu medeca con agua (en muchos casos, con saliva) despus los recubra con pez y ms tarde colocaba las cercas en los extremos formando una horquilla. Los zapatos que se hacan hace dos siglos eran totalmente artesanales y en casi todos los casos he chos a medida. El empleo de mquinas quedaba re ducido a artilugios semimanuales movidos con el pie o con la mano. Zapatos hechos a mano. Con la aparicin de las primeras mquinas que disponan de mecanismos con ciertas complicacio nes desde el punto de vista tcnico, la fabricacin de calzados inicia un proceso de mecanizacin que da lugar a la prdida del carcter artesanal para dar paso a un proceso en cadena, que a finales del si glo XIX en Francia forma la avanzadilla de los pro cesos ms modernos de la poca. La fabricacin de calzados en los aos de la l tima dcada del siglo XIX y primeros del XX est salpicada de una serie de mecanismos acoplados a las mquinas que alternan los trabajos manuales y artesanales con los mecanizados. Todas las mquinas, que en un principio eran mo vidas por traccin animal, estn enlazadas por una serie de poleas de transmisin, a un motor (en mu chos casos de dimensiones extraordinarias). Las m quinas disponan de un dispositivo de embrague que las desconectaba del circuito de trasmisin. En la seccin de Cortado, en el ario de 1900 se emplean troqueles y sacabocados con prensas es peciales para cortar; destacamos que estas prensas de uno o dos platos circulares se emplean en un prin Troqueladora de cueros. 1890. Mquina de escalar y cortar patrones. 1930. 179 cipio slo en fabricacin de piezas para suelas fuer tes y tacones; con posterioridad entraran a formar parte del proceso de corte, si bien esto en Espaa se generaliza a partir de los arios cincuenta. Una mquina a destacar en los primeros arios del presente siglo y ya ampliamente utilizada en Euro pa, era la alindradora , que reemplazaba el martillea do de cueros en el montado. Con esta mquina se pasaba varias veces el cuero cerrando cada vez ms los cilindros hasta que las piezas a pegar quedasen bien firmes; se realizaba de esta forma por consi derar que una presin brusca y excesiva sobre el cuero podra machacarlo sin darle la firmeza que re quera. Hormas y tacones hechos a mano. 1925. Otra mquinas interesantes para la poca eran las de coser suelas de cualquier grosor; disponan de mecanismos muy estudiados que graduaban la costura y algunas marcaban a ruleta una vez cosido. La mquina para medir superficies de cuero da ta del ario 1910, fecha de referencia en la que se inici su comercializacin; es una mquina qu dis pone de un complicado y sofisticado a la vez que exacto sistema de medicin, formado por una serie de rodillos y que basa la medida en la cantidad de piel tocante con la rueda, llamada por ello rueda tocante. La medicin se inicia y acaba en cada rue da en el espacio de unos centmetros que son los que, impulsados por la rueda de avance, estn en contacto con el rodillo tocante. Por medio de un sis 180 Mquina de coser suelas. 1908. 414 444r4ii4(4gir Mquina de medir pieles. 1910. tema de alambres en contacto con la rueda medi dora, transmiten la medicin a una esfera de hasta 700 mm. de dimetro, que refleja en pies cuadra dos y decmetros cuadrados las medidas registradas. En los primeros arios del siglo actual, el proce so de fabricacin de calzados dispona de un nmero considerable de mquinas que propiciaban el trabajo en cadena, si bien la aparicin de la va o cadena de fabricacin no sera hasta el ario 1950 en versin metlica y diez aos antes como transporte cons truido en madera; hasta entonces, los zapateros se valan de carros de madera formados por un nme ro determinado de bandejas o pisos para soportar las hormas y que tenan diversas disposiciones se gn la seccin en la que trabajaba. La carencia de hornos de conformacin retrasaba enormemente el proceso de fabricacin hasta esperar a que los lqui dos y pegamentos empleados en el embastado se casen completamente; era corriente observar, en las calles y plazas de los pueblos zapateros, los carros de madera cargados de zapatos montados expues tos al sol para secar. Tinaja utilizada en el siglo XIX para mantener hmedos los contrafuertes de cuero. El sistema de trabajo en cadena, que arranca des de hace ms de cien aos, dispone en el ao 1935 de un conjunto de mquinas que podemos, al me nos, nombrar sucintamente por secciones. SECCION MAQUINA Cortado Preparacin de la suela Preparacin para aparado Ensamblaje o aparado Fabricacin (montado, pegado y terminado) Medir pieles. Cortar pieles o cuero. Marcar en planta. Troquelar o partir las pieles, palmillas, contrafuertes, puntas fuertes, cambrillo nes, etc. Igualar pieles o cueros. Timbrar tacones, suelas o contrafuertes vistos. Hacer hendidos. Rebajar contrafuertes, entre suelas, viras, etc. Biselar cercos o viras. Numerar. Rebajar los cantos. Picar y perforar. Festonear o dentar. Doblar. Coser piezas de forro o em peine. Sentar costuras y poner re fuerzos. Coser ojales. Colocar botones. Poner ojetes y ganchos. (En tre las mquinas de coser piezas se encuentran las de brazo, columnas y pla nas). Montar a rodillos. Montar puntas por hilos. Levantar hendidos. Cosido blake a pedal. Puntear suelas. Fijar o pegar suelas. Asentar o alisar la suela. Desvirar tacones o torno. Desvirar cantos y enfranques. Marcar. Clavar estaquillas. Pulir y afinar. (Esta mquina se presentaba muchas ve ces con un cabezal multi puesto para pulir, cardar, apomazar y cepillar). Lujar en caliente. De pernitos. 181 Carretillas de madera. Cadena o va metlica y manual empleada en los aos 50. Tirapi, pata de cabra, tenaza de montar puntas y galgo. Herramientas utiliza das para la confeccin manual del calzado. 182 Mquina de puntear. I 91 5 Mquina de aparar de columna. 1910. Medidor de pieles por contorno. 1900. Las mquinas nombradas podan actuar movidas por motores elctricos o de forma manual. En el proceso de fabricacin se utilizaban una se rie de herramientas y utensilios manuales tales co mo el tirapi, las leznas, martillos de varios tipos, tenazas de montado, hierros de lujado, de sacar hor mas, clavos de numerado, cuchillas, ruletas, rebaba dores, etc. Entre las primeras mquinas que entran en Es paa encontramos las de la firma U.S.M., que a tra vs de su representante en Francia establece rela ciones comerciales con empresas de nuestro pas para la importacin de maquinaria. Todava encontramos en algunas fbricas mquinas de aquellos primeros momentos, que estn trabajando y que, por su color negro caracterstico, las diferenciamos a distancia. Mquina de poner estaquillas. 1905. Las mquinas de puntear son muy parecidas a las construidas actualmente, al menos en sus partes fun damentales, lo que supona en el ao 1910 un inge nio muy avanzado para su poca. Mquina de cortar puntas. 1960. La mquina de sentar costuras y poner refuerzo es todo un alarde de ingeniera mecnica y una de las mquinas de la preparacin ms difciles de en contrar en nuestros das. Entre las primeras mquinas de montar zapatos canto arrimado destacamos la ya nombrada con an terioridad mquina de montar puntas con hilos; al cor te aparado se le hilvanaba un hilo en el margen del montado, sujetndose las puntas del hilo a unas pin zas que tras encolar la zona de montado y a una pre sin ejercida por un pedal situado en la parte inferior, tiraban del hilo y cerraban sobre la horma la parte del corte correspondiente a la punta y produca el montado. 183 Mquina de poner refuerzo y rayar costuras. 1915. Las mquinas de centrar y montar evolucionaron hasta nuestros das, partiendo de aquella 1PO 20 de U.S.M., que solamente pona cinco clavos para suje tar el corte y dar paso al montado manual; esa m quina fue la primera que en 1950 dio paso a las actuales con una mecnica que nos la recuerda, con pinzas de punta y enfranques y un medidor de altu ra de huecos. La apertura del mercado espaol de calzado a otros mercados internacionales, fundamentalmente a EE.UU. en la dcada de los cincuenta, supone el abandono definitivo para nuestras industrias del ca rcter artesanal. La necesidad creciente de fabricar cada da ms zapatos, obliga a las industrias a aban donar las antiguas mquinas y sustituirlas por otras con tecnologas ms modernas: el trabajo se establece 1 84 Mquina de montar con hilos. 1940. definitivamente en cadena, lo que supone una trans formacin completa de los hbitos laborales. Los za pateros se levantan de sus sillas y realizan los trabajos de pie. La distribucin de las distintas tareas y el equi librio de puestos de trabajo trae consigo los proble mas lgicos de esos primeros momentos. En las fbricas empiezan a implantarse los sistemas de ra cionalizacin de la produccin y los trabajadores y empresarios acusan los efectos psicolgicos de la me dida de tiempos y el estudio de mtodos de trabajo ms racionales, que reduzcan los espacios muertos, tiempos improductivos, y como consecuencia aumen te la produccin. La dcada de los sesenta es una carrera para alcanzar el tren de la tecnologa y las nuevas fbricas y talleres nacen por doquier. Apare cen los problemas que conlleva un aumento de pro ductividad repentino, la calidad se descuida en algu nos lugares y los efectos se dejan sentir de inmediato. Zapatos representativos de la dcada de los 60. 2 TECNOLOGIA DE VANGUARDIA Como ha quedado dicho, las grandes compaas americanas que operan en las zonas zapateras de nuestro pas crean un nuevo concepto de produccin, que cambia la mentalidad de los zapateros de forma radical; el nuevo mercado requera una mayor agili dad, adems de generar una mayor simplificacin co mo resultado de la fabricacin de grandes partidas de zapatos de un slo modelo o de modelos simila res. El trabajo en cadena se generaliza y el trabaja dor se va especializando en un solo puesto de trabajo. La aparicin de la mquina de centrar y montar pun tas desmitifica ese trabajo, que hasta entonces slo se reservaba a oficiales de gran experiencia y cono cimientos. Aparecen las bancadas o cintas transpor tadoras a control remoto en el aparado y en los primeros aos setenta las microcomputadoras se in corporan a la fabricacin de calzados, primero en las mquinas de aparar con entrada de informacin por cinta perforada, ms tarde generalizndose en otras mquinas y otras secciones. En 1970 la electrnica es insustituible en el mon taje de muchas mquinas de proceso y en 1980 comienzan a trabajar las primeras autmatas. La apa ricin de la cadena automtica de fabricacin supo ne un extraordinario avance, ya que con esta mquina se organiza la seccin y los ndices de productividad quedan definitivamente establecidos. En la segunda mitad de los ochenta aparece la robtica tmidamente en la industria de fabricacin de calzado y fundamen talmente en trabajos de alimentacin y transporte. Los prximos diez aos presagian un avance es pectacular en la robtica aplicada a la fabricacin. Interior de una moderna fbrica de calzado La investigacin de nuevos materiales para la in dustria del calzado est obligando a la transforma cin tecnolgica de la industria en su conjunto. Los materiales plsticos y sintticos dan al calzado nue vas formas de confeccin y diferentes aspectos. La fabricacin de zapato con corte de plstico se ha generalizado para un tipo de calzado de bajo coste y se utilizan las mquinas de impresin por alta fre cuencia para simular adornos, cenefas, picados, pes puntes e incluso para la unin de piezas; de esa manera, determinadas fases del aparado quedan re ducidas a una simple impresin y con ello la fabri cacin de este tipo de zapato se resuelve con muy pocos puestos de trabajo. Los sistemas combinados de vulcanizacin de pi sos junto con el inyectado tambin crean una tec nologa rpida y un tipo de calzado deportivo de gran colorido, diversidad y comodidad. Los sistemas de corte por chorro de agua a ra yo lasser para tejidos o sintticos, junto con el cor te ya extendido a base de troqueladoras automticas programadas por ordenador, dan a esta fase de la fabricacin un impulso decisivo, con ahorros extraor dinarios de tiempo y material. 185 - _ II 1 Sistema Crispn para diseo y corte por ordenador. (Cedido por USW. Los sistemas de diseo asistido por ordenad6r y enlazados posteriormente permiten el desarrollo de patrones y escalado con la creacin de nuevos modelos en C.A.D./C.A.M. El diseo que se introduce en el ordenador apa rece en pantalla y puede ser modificado en parte o en su totalidad. De la central de grficos se enva informacin del programa a una cortadora de car tn que escala los patrones por medio de una ter minal independiente pero enlazada al mdulo de digitalizacin. El sistema C.A.D./C.A.M. puede estar unido a m quinas automticas de pespuntear controladas por microprocesador, con lo que se utiliza un mismo programa. Las mquinas de pespuntear realizan tanto cos turas rectas como curvas, zig-zag o paralelas. La me moria almacenada en floppy puede encerrar hasta 176.000 puntas y casi un millar de patrones distin tos, a los cuales se acceder nicamente apretando un botn. En la preparacin para el aparado, al igual que en casi todo el proceso, tambin se ha incorporado el microprocesador, haciendo de este trabajo, que requera un fuerte aprendizaje y ciertas dificultades, un trabajo sencillo y automtico. En la memoria del ordenador se registran los modelos diferentes que ms tarde sern seleccionados automticamente. Las mquinas de centrar y montar puntas con troladas por microprocesador realizan todo el tra bajo de forma precisa y automtica, dosificando incluso la cantidad necesaria de termoplstico en el lugar necesario. 1 86 Pespunteadora controlada por microprocesador. (Cedida por USW. El cardado automtico tambin ha dejado de ser un trabajo de cierto riesgo y alta especializacin; el sistema de computerizacin permite un lijado per fecto sin empleo de personal cualificado; el carda do se produce con la profundidad requerida y la precisin del margen necesario, todo a gran veloci dad llegando a alcanzar hasta los 2.000 pares dia rios en un trabajo que convencionalmente solamente se podan cardar hasta 500 pares al da. Tanto el rebatido como el encolado tambin uti lizan la tecnologa del software, aportando en el pri mer caso mayor calidad y eliminacin de ruidos. La mquina dispone de un microprocesador para pro gramar el tipo de trabajo a realizar en cada zona del zapato; por medio de dispositivos hidrulicos y neu mticos, el zapato se desplaza en sentido transver sal y longitudinal. La mquina de encolar proporciona por medio de la electrnica un considerable ahorro de adhesi vo, en algunos casos hasta un 40% y da al trabajo una mayor precisin. Las mquinas que forman el rea de montado pueden enlazarse por medio de brazos articulados robots, que desplazan el zapato de un punto a otro 74.015 Cortadora automtica. (Cedida por USM). y lo ponen en posicin; de esta manera se unen los puestos de preparacin o embastado -moldeado con el centrado -montado de puntas y montado de talones. En otros trabajos de la seccin de fabricacin tambin se utiliza la robtica para desplazar el za pato o alguno de sus componentes, en el caso del clavado de tacn rebatido o cardado. Destaquemos finalmente que la tecnologa de fa bricacin de maquinaria para el calzado est en constante transformacin, por una parte como ha quedado dicho por el aporte de nuevos materia les y por otra por la diversidad de trabajos en todo el proceso de fabricacin y el relativo bajo coste de la tecnologa (comparada con otros sectores), que hace posible una mayor progresin en la adaptacin de las mquinas a los mecanismos o sistemas ms modernos. Hace ms de una dcada se investigaba la fabricacin automtica de calzado, sobre todo en la seccin de montado; hoy, con la aparicin de la robtica, ello ser posible. Espaa ocupa un lugar destacado en Europa en cuanto a cantidad y calidad de zapatos fabricados; de hecho, seguimos los dictados de la moda y lan zamos constantemente estilos y lneas propias. En el sector de la tecnologa aplicada a la fabricacin, es decir, en la fabricacin de maquinaria, no esta mos situados en esa primera lnea deseable y ello supone que la automatizacin de nuestras fbricas de zapatos no deje los beneficios de una mayor par ticipacin en la construccin de esa tecnologa. Empezando el montado pm la renta Mdo ^.0 1 .d. Incluyendo moldeado con 5 [loamos se producen 1Z0 150 pares por nora en 85 rn de superttme Crculos de montado. (Cedida por USM). Clave: _ Fijar palmillas 2. Mesa 3. Moldear taloneras 4. Activador transfer 5. Centrar y montar 6. Montar taloneras y enfangues 7. Acondicionador 8. Lijar puntas de las plantas 9. Cardar automticamente 10. Extraccin de polvo 11. Aplicar cola automticamente 12. Secar cola 13. Activar suelas 14. Pegar suelas 15 Enfriar calzado 16. Deshormar 187 APENDICE II Los edificios fabriles IOSE MARIA AMAT AMER La aparicin de la industria del calzado en Elda se produce a mediados del siglo XIX y hasta esos momentos a Elda se le reconoce como una ciudad agrcola que tiene una parte de la poblacin emplea da en el trabajo del esparto. Cavanilles segn cons ta en el libro Historia de Elda de Alberto Navarro nos describe la ocupacin de los eldenses en la ela boracin del esparto, con dos mquinas que mar tillean: 10.000 arrobas de esparto: molinos de papel donde se hacen 10.000 resmas, dos de estraza, 7 fbricas de aguardiente donde se han producido 4.000 arrobas y una de jabn, otra de teja y varios telares de lienzo (1) De la industria del calzado ni un pequeo comen tario, lo que hace suponer que en esa primera mi tad del siglo XIX careca de la importancia que alcanz con posterioridad. La industria de aguardiente, telares y teja fue de sapareciendo hacia final de siglo XVIII y la industria ms fuerte, que era la del esparto, empieza su de clive ante el agotamiento de la materia prima de los montes de la comarca: se empieza a traer esparto de otros lugares, pero la industria de transformacin del esparto va a menos y al final solamente traba jan en ellas mujeres y nios, en la cual no intervenan los hombres por su escasa rentabilidad, probablemente dedicndose estos a las faenas del campo, comercio, emigracin temporal y algunos, los iluminados, los precursores, a hacer za patos para su venta en las ferias de la comarca (2) Al final de la primera mitad del siglo XIX se en cuentran los primeros vestigios de una naciente in dustria de fabricacin artesanal de calzado. Los primeros zapateros realizan sus tareas silen ciosamente trabajando casi a medida y con un sis tema de confeccin enteramente manual; trabajan en sus casas, implicando en la tarea a los miembros de su familia, quienes le ayudan a lijar, agujerear la suela, coser, encerar y pulir. En cada vivienda se ha bilita un pequeo lugar para trabajar con suficiente luz y preferiblemente fuera del lugar central de la casa, donde el trajn del trabajo cotidiano del ama de casa alterara la vida del taller. De esa forma, son muchas las viviendas eldenses situadas en las faldas del castillo y sus estribaciones, que tienen la habitacin, tallerico, donde se forja la base de una industria que 150 aos ms tarde es orgullo de la ciudad y marca las seas de identificacin. Prolife raban aqu y all los porches, nayas y trasteros en las plazas de Arriba y Cosntitucin y las calles del Castillo, del Hospital, de Dueas (despus, Coln), de Cant (ms tarde, Prim y Gral. Sanjurjo), de San Francisco, de la Iglesia, Linares, Nueva, Palmera, Vall, etc. La transformacin de los pequeos talleres ar tesanos en fbricas se produjo en la ltima dcada del siglo XIX, de forma gradual; se tiene constancia de la primera gran fbrica construida por Silvestre Hernndez, que despus de pasar por talleres situa dos en la calle del Marqus (actual Mndez Nez), Fbrica de Casto Pelez, antes de Silvestre Hernndez, hoy desaparecida. Es taba situada entre las calles jardines y Ortega y Gasset. 189 Antonio Maura y San Roque, en el ao 1894 cons truye una gran fbrica en un solar con fachada a la actual calle Jardines, donde se instalaron las prime- . ras mquinas, que eran movidas con traccin ani mal (3). En el ao 1876 fund su empresa don Rafael Ro mero Utrilles, que dos dcadas despus construy una factora que: Ocupaba una superficie de 1 . 160 metros cuadrados, en la parte de huerta, algo alejada del casco urbano, que hoy es la calle Dahellos. La industria del seor Ro mero fabricaba 800 pares diarios de calzado de todas las modalidades, es decir, seora, caballero y nio, con una produccin anual de 297.600 pares y con una pre sencia de 450 trabajadores que indudablemente la si tuaban a la cabeza de las industrias de la zona. El recinto industrial, uno de los ms modernos y avan zados de su tiempo, tena a su alrededor 5 6 metros de anchura y en la parte frontal unos 20 metros, to dos ellos formando zonas ajardinadas y rodeadas de una verja de hierro. El edificio industrial constaba de dos cuerpos diferen ciados en su construccin. El primero de ellos ocupa ba 120 m de solar y era prcticamente cuadrado, constando de dos plantas: en ellas se ubicaban las ofi cinas generales de la fbrica y unas habitaciones pri vadas. A continuacin haba un cuerpo de fbrica formado por cuchillos a dos aguas, con una parte pos terior a menor altura de cubierta. Al entrar se encon traban los almacenes generales en primer trmino y a continuacin acoga los talleres de corte, taller de entrega de material, almacn de hormas, almacn de calzado hecho, taller de repasado y terminado y al macn general de acabados: en el centro de toda es ta nave se encontraba el gran taller de aparado. El cuerpo principal de nave tena una superficie de 400 rn y la zona posterior, que conservaba la misma l nea de fachada pero tena distinta cubierta, 200 m ms (4) Importantes fueron las industrias de Vera Her manos y Juan, de 1898, dirigida por D. Jos Torres en un primer momento; sus naves construidas en la parte alta de la calle Jos Mara Pemn formaban una manzana completa con las calles de Antonino Ve ra, Hilarin Eslava y Ramn Gorg. Las naves ofre can un gran patio en el interior, en el que estaban ubicados todos los servicios. Estas naves se fueron ms tarde fraccionando en diversas industrias: en al gunos de sus amplios talleres se construyeron en treplantas y todo ello permaneci hasta entrados los aos sesenta, incluso las ltimas edificaciones fue ron demolidas hace slo un par de arios. 190 Vista exterior de la residencia y fbrica de Pedro Bellod, en el lugar donde hoy se sita la C/. Dahellos. Procede de la antigua fbrica de Rafael Romero y combina el uso como fbrica y vivienda. Junto a las fbricas de calzado de finales del si glo XIX, se iban desarrollando tambin algunas f bricas de industria auxiliar, destacando la de cajas de cartn de D. Francisco Santos, construida en la calle Nueva y mecanizada hasta lo que permita en la poca la tecnologa de esta fabricacin. Otra in dustria de aquellos ltimos arios de siglo fue la de Isidro Aguado e Hijo, en lo que hoy es la calle de La Madera, ngulo a la Avenida de la Estacin. Esta industria era accionada por el agua acumulada en una prensa artificial que mova un generador de elec tricidad; era la nica fbrica, junto con la de Cons tantino Ban (fabricante de hormas establecido en 1897), que en la villa de Elda utilizaba este sistema de energa hidrulica (5). A partir de los primeros aos del siglo las cons trucciones de nuevas industrias y la aparicin de na ves fabriles se produce sin grandes aceleraciones pero de forma gradualmente creciente; destaquemos a Casto Pelez, Prez y Amat, Francisco Lpez, Blas Vista interior de la seccin de terminado de hormas de la empresa de Julio Beneit Navarro en los aos 40. Amat, Juan J. Guarinos y Miguel y Jos Maestre. En tre las auxiliares, Navarro y Justamante, en calle Jar dines, para hacer cuchillas y troqueles; Maestre y hermano, para fabricar cartn y cajas, ubicada en el paraje del Monastil, una de cuyas naves todava se conserva. Aparecen tambin firmas tan conoci das y apreciadas por los eldenses como Pablo Gua rinos Juan, con su marca X, situada en la calle que llevara su nombre (ms tarde General Aranda y hoy Pedrito Rico), con una produccin anual de 150.000 pares de zapatos de seora y nio, con mercados establecidos fundamentalmente en Andaluca. Ex tremadura y Castilla; tambin la de Pablo Prez (con la marca The Star Shoe) y la de calzados militares de Eugenio A. Browne (fundada en 1915), que con taba con seis naves industriales tres en Elda, una en Monvar y dos en Petrel, con un total de 1.500 obreros y una produccin de 2.000 pares diarios, con unos gastos anuales cercanos a los dos millo nes de pesetas. En 1912 se construy en la calle Jar dines la fbrica de don Blas Amat, ocupando 1.072 m. 2 de superficie rodeada de jardines y con 150 obreros para fabricar 300 pares diarios, vendidos en la pennsula. Canarias y Africa; esta industria, me canizada, mova las mquinas al principio con un mo tor a gas pobre de 30 c.v. (6). Destaquemos tambin la gran fbrica de Rodolfo Guarinos, que ocupaba toda la manzana de casas y estaba formada por un conjunto de siete naves adosadas de distintas lon gitudes, con patios centrales y zonas de servicios; fue una de las edificaciones ms recordadas, con una marca que lo dice todo, Bondad; como ancdota podemos aadir que gran parte de la poblacin te na como gua horaria el toque de pitos de la f brica de Guarinos, cuya sirena era escuchada en toda la ciudad. La industria de Pablo Maestre quizs sea la lti ma de las fbricas antiguas que ha llegado a nues tros das; construida en la calle del Padre Manjn, fue derribada hace cinco arios y la formaban en principio tres grandes naves que cerraban toda la manzana. Los edificios industriales de nueva planta, en el final del siglo XIX y primer tercio del siglo XX te nan ciertas caractersticas comunes: la nave taller principal estaba aislada del cuerpo de oficinas y los servicios tales como aseos, duchas, vestuarios, Dos estilos de edificacin fabril en la C/. los M Pemn. En primer plano, una fbrica de los aos 30. Contigua a ella, otra de los aos 60. etc. se ubicaban en patios interiores o traseros. La edificacin se realizaba a base de naves y pilares de carga de mampostera, con cuchillos o cerchas, que al principio fueron de madera y pronto se realiza ron de metal, a base de angulares de doble T solda dos con carteas, arriostrados con riostras de madera. Las cubiertas eran a dos aguas (tipo polonceau, de angulares, roblonadas en muros de encuentro, con arandela de pletina), en naves principales, con teja rabe al principio y cermica o bardos ms tarde; en las oficinas, cuando formaban cuerpo indepen diente, la cubierta se haca con tabiquillos. Las co rreas frontales de las cubiertas eran a base de tablones de madera de diferentes escuadras segn luces, dispuestas en los vertientes de las cerchas y amarradas por ejiones metlicos u orejas con tira fondos. Los cabios, o entramado de apoyo de la teja, eran a base de listoncillos de madera de dife rentes escuadras, que separaban y servan de apo yo a la teja y solape. El encuentro de la cercha con los paramentos, as como correas y cabios de ma dera, era sin ms un empotramiento atestado con la misma obra de cerramiento. El entramado de co rreas, cabos y listoncillos de madera apuntados an teriormente, se utilizaba comnmente en Elda por el empleo de la teja plana y ser zona climtica me dia en cuanto a temperaturas. Cuando la cubricin era con teja rabe se empleaba el mismo entrama do, sustituyendo los listoncillos de apoyo por tablero machihembrado de tablas de pino, donde asentaba la teja curva con mortero pobre de cal y arena o barro. 191 Detalle de una cercha de madera Vista interior de una fbrica de principios de siglo. Los paramentos horizontales se ejecutaban con esterilla de caizo anclada a tirantes de madera que pendan de las correas y cabios y fuertemente se guarneca de yeso, formando medias caas en los encuentros con los paramentos verticales. Las naves se cerraban, como hemos dicho, con piedra ordinaria, tomada con mortero tratado de cal y arena, o bien yeso y tierra, formando verdugadas en hileras y verticales de ladrillos toscos macizos (de 25 x 12 x 5), en formacin de coronaciones de mu ros y brenqueados de puertas y ventanas. Las ventanas eran amplias de madera, que so lan ser ms altas que anchas: se protegan con re jas o telas metlicas y era frecuente esmerilar los cristales. 192 Los paramentos verticales de exteriores se re vestan de mortero bastardo de cal y arena, o bien de mortero de pasta de yeso tosco, utilizando este ltimo para los revestimientos interiores. La altura media de las naves era de 6 metros. Los pisos solan ponerse de loseta hidrulica, a ve ces con dibujo. La iluminacin recibida a travs de las ventanas era suficiente, porque normalmente las edificaciones estaban aisladas; la iluminacin artifi cial pas de lmparas de gas en 1900 a lmparas incandescentes con pantalla industrial, que pendan de un cordn desde el techo. El problema de la calefaccin se resolva con es tufas donde se quemaban maderas o retales de cue ro; estas estufas se instalaban en medio de la nave y en nmero suficiente a la demanda, tanto de su perficie como de personal. En los arios treinta apa reci la estufa de fuel -oil, tambin llamada de aceite pesado (), que supone una revolucin no slo en el sistema de calefaccin sino tambin en el de se cado de zapatos metidos en hormas, cercos pega dos, etc. En una hora es capaz de secar perfectamente muchos cientos de pares y, al propio tiempo, dar calefaccin al local. Todo por unos cuantos cntimos, ya que la patente ha recado precisamente en el aprovechamien to de calor que produce la combustin del aceite pe sado, cuyo coste es de 14 a 16 cntimos el kilo y slo consume 5 kilos por hora (7) Muchas fbricas disponan de ventiladores con aspas de madera, instalados en las naves industria les. La maquinaria estaba dispuesta alrededor de las paredes interiores de la industria y todas ellas dis ponan de un embrague que las conectaba o desco nectaba a un rbol de transmisin que era movido a su vez por un gran motor, que en los primeros aos de mecanizacin (alrededor de 1880) eran alimen tados por gas pobre, e incluso unos aos antes de terminadas mquinas, como las de troquelar, se accionaban por traccin animal. En la fbrica de Be llod Hermanos y Zaragoza, por ejemplo, el motor principal pona en marcha, a travs de correas de transmisin, un eje situado a 30 cm. de una de las pareces a media altura de la nave, que se extenda a lo largo de toda ella: en el centro, tena una rueda o volante con un dimetro de 50 cm. que, a travs de unas correas de transmisin que cruzaban la na ve por el centro, transmita el movimiento a otro eje similar al anterior pero instalado en la pared de en frente; desde dichos ejes se transmita, siempre a tra vs de correas de cuero, el movimiento a cada una de las mquinas. Otro dato curioso era que la ma yora de fbricas de principio de siglo apenas tena iluminacin general (tal era el caso de la fbrica que nos ocupa) y alguna de ellas slo dispona de pe queas lmparas sobre alguna mquina que daba un aspecto siniestro a la fabrica y al puesto de tra bajo, una vez que oscureca. Al carecer las mquinas de colectores de polvo, estos se lanzaban al exterior por medio de unos agu jeros que se les practicaba a los muros de la industria. Las fbricas ms importantes disponan de sire nas que se hacan sonar a la entrada y salida del tra bajo, marcando el horario en la villa; estas sirenas Fbrica de Calzados Finos para Seora CASA EN MADRID &.tN BERNA111)o. 17 TELFONO 15101 ID - IIILIEWPWC 77 Anuncio de la fbrica de Vicente Gil Alcaraz. 1933 tambin sonaban para denunciar un incendio o cual quier hecho trascendente; era lo que se llamaba so nar los pitos. Las naves industriales se construan en Elda a las afueras de la poblacin, es decir, a espaldas de la calle Nueva, que a final del siglo XIX era huerta. Se rodeaban de jardn y, en algunos casos, de artsti cas verjas de obra y hierro, con remates en los pila res de jarrones de cemento o piedra. Interior de la fbrica de Pedro Bellod en los aos 30. (Cedida por Pedro Bellod) Interiormente, carecan de cielo raso y queda ban las cerchas al descubierto; tambin el ancho de cuchillos era hasta un mximo de 20 metros y, si se requera mayor anchura, se disponan varias naves adosadas formando calda de aguas en tramos de 15 20 metros. La ciudad fue creciendo y la industria tuvo la ne cesidad de aprovechar mejor el suelo, construyen do diferentes plantas e incluso stano. El tipo de construccin contina utilizando muros de mampos tera, pilares de hormign y cubierta metlica. Las ventanas, en proporcin a las plantas, son ms pe queas en altura y ms anchas, entre pilares; algu nas de ellas utilizaban bloques de cristal traslcidos como cerramento, proteccin y forma de proporcio nar luz cenital; es el caso de la fbrica de Jos Amat Sanchs, fabricante de series con la marca Margari ta, en la calle de Jos Mara Pemn. La transformacin de la construccin de las f bricas en los aos cincuenta fue muy sensible; en 193 esos aos se aportaban nuevos materiales a la cons truccin y ello vari el aspecto interno y externo. La mentalidad del industrial y los aspectos bsicos del diseo hicieron que en Elda se empezasen a construir naves industriales que recuerdan ms a las actuales y que tienen una distribucin ms coherente y funcional. Fachada de una industria de los aos 60. Un exponente de esas naves industriales cons truidas a mediados de este siglo son las fbricas de Pedro Garca Amat y de Benjamn Belmonte, ambas a la entrada a la ciudad desde Alicante; en la ciu dad se levantan las fbricas de Orbi, Periquin, Al darlas, etc.; la cuenta sera interminable porque entre 1950 y 1970 proliferan naves industriales por todas partes, utilizando bajos comerciales y entre plantas de edificios de viviendas. . La caracterstica ms generalizada en esas nue vas industrias es la utilizacin de estructuras metli cas, no slo en la fabricacin de cerchas sino tambin en pilares, jcenas e incluso vigas; aparecen los pre fabricados de hormign, el fibrocemento con aislan tes, las placas traslcidas de P.V.C., el aluminio para la construccin, los solados de terrazos de mrmol, las escayolas, etc. Los edificios industriales constan de dos cuerpos perfectamente diferenciados: una na ve industrial donde se instalan todas las secciones y un cuerpo de servicios en la planta baja con alma cenes y una entreplanta para oficinas, bien comuni cadas con la nave taller a la que se accede y amplios ventanales desde donde se controla el proceso. 194 En la dcada de los setenta, la firma Kurhapis construye su fbrica en la calle de la Cruz y en ella se emplean los materiales ms avanzados de su po ca: nave de fabricacin sin pilares en medio, cielo raso de aluminio con material aislante, favorecimien do la reflexin de la luz y manteniendo la tempera tura de la nave, piso de terrazo de mrmol, amplias oficinas, instalacin de circuito cerrado de televisin; en la propia factora se construye una planta con dor mitorios y baos para facilitar la visita de represen tantes y clientes a Elda; tambin crea el Museo de Calzados Kurhapis, donde se recoge una muestra de los zapatos, bolsos y dems artculos fabricados por la empresa a lo largo de su historia. En la ltima parte de la dcada de los sesenta, el trabajo en cadena alcanza su mxima expansin y las industrias son planificadas con la instalacin de cadenas de fabricacin, nuevos sistemas de alum brado y calefaccin, utilizando como fuente calo rfica el fuel -oil y posteriormente el gasleo. Las in dustrias con esos nuevos mtodos empiezan a ra cionalizar el trabajo: aparecen las primeras empresas de Organizacin Industrial, se estudia el mtodo y se aplica el cronometraje para la obtencin de ren dimiento mnimos por cada puesto de trabajo; Pe dro Garca, Valfer, Orbi, Sapena, Periqun, Hermanos Antn..., son las pioneras en ese tipo de organiza cin industrial. El nuevo sistema de trabajo en ca dena genera problemas en las fbricas; el trabajador no est acostumbrado a estas nuevas exigencias; el cambio en la forma de trabajar origina algunas crti cas y ms de un disgusto. La mecanizacin crecien te deshumaniza el trabajo individual, es el progreso! En los ltimos aos setenta las industrias muchas de las cuales cambian de dueo aparecen aqu y all y la falta de suelo industrial crea serios pro blemas de compatibilidad con las zonas residen ciales. En cualquier punto se construa una fbrica y junto a ella viviendas y ms fbricas, y ms viviendas; no existan zonas especficas que limitasen las activida des industriales, porque tampoco haban lugares que limitasen la construccin de viviendas, todo era com patible. Ms tarde se iniciaron unas ordenanzas mu nicipales que zonificaban la ciudad, pero lo que la ordenanza llamaba zona industrial tampoco lo era es pecficamente porque los grupos de viviendas proli feraban entre las fbricas. Hoy basta con echar un vistazo a nuestro casco urba no o urbanizable, para darnos cuenta de lo extrema damente diseminada que se encuentra la industria, lo que supone un grave problema no slo de servicios sino tambin en lo referente a las molestias que las mismas originan a los vecinos que tienen que sopor tarlas. Partiendo de la base de que la industria actual ha nacido de un desarrollo de la industria artesanal y que por otra parte el empresario actual ha sido en muchos y honrosos casos el obrero de ayer; debemos admitir hasta cierto punto la anarqua de que hablaba... (...) Sin embargo es triste llegar a un momento como el actual, en el que no solamente no se han dado so luciones a la ubicacin industrial sino que hoy instalar una nueva planta industrial supone, en el mejor de los casos, contribuir a crear un foco ms de molestias pa ra los vecinos afectados. Molestias que ciertamente y dentro de unos lmites normales estamos dispuestos a aceptar, ya que con ellas sabemos que va el futuro para nuestra industria y el trabajo para nuestro pue blo. No obstante hay que acudir a nuevos planteamien tos y abordar el problema de una vez por todas; qu necesita nuestro pueblo, a esta pregunta cabran ml tiples respuestas, pero indudablemente una de ellas sera un polgono industrial... (8) En el ao 1981 se iniciaron los trabajos del Pol gono Industrial Campo Alto, inaugurado oficialmente en 1986. En l y hasta nuestros das se han cons truido mltiples naves industriales, todas o casi to das dedicadas a la fabricacin de calzado y a acti vidades conexas. Las nuevas obras se construyen con estructura metlica, con cubierta de acero so bre cerchas de hierro; se construyen dientes de sie rra con lucernarios de grandes proporciones, evitan do en muchos casos las ventanas laterales; los pr ticos tambin son empleados con traslcidos en cu biertas para dar mayor iluminacin al interior y mayor esbeltez a la nave; se colocan chapas prelacadas en fachadas, pintadas o esmaltadas en colores vivos, combinadas con piedras artificiales o prefabricados de hormign. Los solados y alicatados se ejecutan con gres de gran calidad, colorido y diseo. La dis posicin de nave -oficina no vara sustancialmente de las conocidas en los aos cincuenta y sesenta, eso s, se dotan mejor los servicios y se aplican sistemas de seguridad en las fbricas. Las industrias se do tan de unos sistemas de calefaccin con generado res de aire canalizados por los falsos techos: se pasa de los aerotermos de agua caliente utilizados des de los arios cincuenta a estos de mayor rendimien to; el empleo de gasleo resuelve el problema de enfriamiento del fueli-oil. Se prescinde, en casi to dos los casos, de aire acondicionado en nave de fa bricacin, ya que no son muy largos los perodos de mucho calor y supone un coste muy alto, aun que algunas industrias s lo instalan. Vista de una fbrica de calzados de 1991 . Fachada acristalada de la misma fbrica. Una caracterstica de las nuevas construcciones en Elda es la sencillez y simplicidad en el diseo y materiales; se sacrifica todo lo que suponga un cos te superior al medio, de ah que las naves indus triales no sean de avanzado diseo ni emplean sofis ticados materiales; son naves para trabajar, bien dispuestas y con los espacios bien distribuidos; tam bin se prescinde de zonas ajardinadas alrededor de la construccin. Las normas de planificacin y control en las f bricas de calzado llegan a un punto en el que ape nas se reconocen como similares una industria de los aos veinte y otra de los noventa; siguen estan do presentes las mismas secciones y subsecciones, 195 pero adems de la maquinaria han variado los me dios de transporte. La fbrica de principio de siglo tiene un aspecto confuso, el taller de fabricacin se ve salpicado de carros de madera aqu y all, todas las mquinas se hallan alineadas a lo largo de las paredes laterales y debajo de un eje lleno de po leas, ruedas y correas que giran y giran sin cesar, con un ruido ensordecedor; no hay o es muy esca so el alumbrado elctrico, no hay calefaccin ni mu cho menos refrigeracin; en una nave estn las mesas de cortado, una junto a la otra, sin apenas pasillos; en otra nave, el aparado, mesas rectangulares en las que se sientan jvenes aparadoras unas frente a otras, como si de una tertulia se tratase; junto a ellas, mquinas de aparar formando grupos; cada apara dora tiene una o dos ayudantes junto a ella; la nave taller tiene en un rincn unas grandes troquela doras de uno o dos platos, junto a unas mesas de madera donde se colocan las suelas cortadas; junto a ellos, zapateros sentados en sillas y mesas de pe quea dimensin, en pequeos grupos de dos o tres personas, entre ellos algn nio que ayuda como aprendiz; despus, las mquinas junto a las venta nas, hombres trabajando de espaldas a la gran na ve con las cejas y los cabellos llenos de polvillo de suelas lijadas o desviradas; despus, los terminado res, sentados tambin en pequeas sillas con mesi llas en las que se distingue un infernillo, una lata de cera, unas barras de cera negra o marrn y unos hie rros que estn siempre sobre el calor aguardando su turno; por ltimo, los almacenistas con sus me cheros de alcohol, sus botes de gasolinas, las pe queas botellas de reparadores, pincel en mano reparando o tintando todo el zapato. La disposicin de las secciones en las fbricas de calzado han evolucionado a la vez que lo han he cho los nuevos materiales: A mediados de la dcada de los aos cincuenta el descubrimiento de una cola a partir de la celulosa en Turn, segn sugerencias de un modelista, permiti una total renovacin del proceso de montaje de calzado. (9) La disposicin de las fbricas de calzado en los aos setenta ofrece generalmente el siguiente aspec to: en un lateral de la nave se sita el cortado, tanto el manual como el mecnico, formando una colum na de dos o tres puestos de trabajo; al final de la 196 seccin y tras el numerado y figurado, comienza la seccin de preparacin para el aparado, con las sub secciones de rebajado -dividido, doblado y picado; en paralelo a la seccin de preparacin al aparado o al cortado, se extiende la seccin de aparado ensamblaje, con su cinta transportadora a control remoto; esta seccin, normalmente diezmada por el aparado externo, llega a tener hasta cuarenta pues tos de trabajo en determinadas industrias, como Pe dro Garca o Sapena; al final de la seccin estn situados los rboles de cortes aparados, los horme ros, estanteras de suelas, plantas, etc., todo ello for ma la seccin de preparacin; la fbrica de esos aos carece de la mayor parte de seccin de suela, la in dustria auxiliar de troquelados abunda en la ciudad, todava no es tiempo de los prefabricados. En el cen tro de la nave queda instalada la seccin de mec nica de fabricacin, con los subsectores de montado, pegado y terminado; la instalacin de la cadena o va distribuye los puestos de trabajo y las mquinas; la cadena de fabricacin, que consta de dos o tres alturas de vas para otros tantos carretillos, queda instalada en un tramo recto, en L o en U. dependien do para ello de la produccin a obtener. En muchas fbricas la seccin de almacn queda incorporada a la ltima cadena y a partir del ltimo tramo, ocu pando una longitud de 10 a 20 metros, segn pro ducciones. En otras fbricas, la seccin de almacn o acabado se dispone en un tramo de cadena inde pendiente situada en la parte ms opuesta al corta do, con una zona amplia junto a la seccin que servir para facturar y almacenar los envases; tam bin es lgico tener una puerta prxima a esta seccin. Ciertas fbricas grandes se apartan de esta norma. Son, algunas de ellas, fbricas antiguas que, guardan do su forma primitiva, se han mecanizado, por lo que las soluciones adoptadas son variables y complejas. Otras no disponen de un solar suficientemente gran de y han optado por el organizar las secciones en ver tical: en este caso, la seccin mecnica, montado -terminado, queda siempre en la .planta baja y el cortado y aparado en el primer piso, comunicn dose ambos sectores por medio de un pequeo mon tacargas (10). En los primeros aos de los setenta la industria del calzado fren su expansin y ello afect de for ma muy sensible a la industria de Elda. Con el fin de proteger el mercado y las fbricas establecidas de lo que podramos llamar hoy la economa clan destina, evitando que la proliferacin de industrias de fabricacin de calzado con maquinaria vieja y pe queas producciones, el Ministerio de Industria apro b un Decreto -Ley por el que se dispona que la inscripcin en el Censo Industrial de dicho ministe rio quedaba limitada a aquellas fbricas que justifi casen de forma fehaciente la capacidad para producir 800 pares diarios de calzado, sin especificar el tipo; lgicamente, ello perjudic a Elda, que produca un zapato de alta calidad no comparable a otros tipos de calzado como nio, deportivos o tipos corrien tes. Este decreto vino a generar mayor economa sumergida porque quien tena un alta industria, una ficha como se conoca entonces y la utilizaba, la venda o traspasaba a alguien que la necesitase y no pudiese disponer de una empresa preparada para fabricar 800 pares diarios; otros prescindan de la fuerza motriz y trabajaban con energa a 220 V., es decir, con contratos de alumbrado. Fueron unos aos confusos para nuestra industria; la verdad es que los objetivos que fij el Gobierno no se cumplieron y se potenci el engao y la ilegalidad; se lleg a pe dir en algunos casos incluso un certificado de des guace de las mquinas que causaban baja en las empresas que modificaban su legalizacin ante el Ministerio de Industria. La fabricacin de calzado en la actualidad esta blece grandes diferencias con la de veinte aos atrs, 1111111111111i ENTREPLANTA si bien el fundamento de la planificacin industrial sigue siendo el mismo. Ha desaparecido la seccin de preparacin de la suela totalmente; esta fase del proceso queda en manos de los talleres de prefa bricado de pisos; el aparado se reduce en el inte rior de las empresas hasta casi tomar una forma testimonial; el aparado se distribuye a talleres de cor tes aparados o a domicilios privados; el terminado se elimina completamente de las industrias actua les, con el empleo de pisos prefabricados. La construccin de las naves industriales en los ltimos arios del siglo XX alcanzan todas las dimen siones posibles, adaptndose a la superficie del te rreno en que se ubican. El 70% de edificaciones industriales desde el ao 1982 se dirigen al Polgo no Industrial Campo Alto, un 20% se ubican en la partida de La Torreta, a la derecha de la carretera de Sax, a partir de la Estacin de Ferrocarril, y un 10% se ubica en otros lugares. Un punto negativo en la zonificacin industrial de Elda es la falta de te rreno urbanizable para industrias a pie de autova Alicante-Ocaa o incluso en las entradas o salidas de la ciudad; ello condiciona a muchas de nuestras empresas, que deciden salir del trmino, y no ha blemos de otras industrias de servicios pblicos..., no obstante, y salvo pequeas excepciones, el in dustrial de Elda prefiere quedarse dentro de su tr mino. o El fl E 77 El o E a DEE fl =.Eir E II 0 CADENA DE U E E U HE TE Li n lu LJ Ll DE CORTADO n PLANTA BAJA Plano distribucin fbrica de calzado. 1 97 La fbrica de calzado moderna debe tener un an cho mnimo de 16 metros, de los que 7 correspon den a pasillos entre paredes laterales y entre seccio nes, 3 metros al cortado, 3 metros a la seccin de aparado y 3 metros a la seccin de mecnica de fa bricacin. Respecto a la longitud de la nave indus trial, variar en funcin de la produccin que realice. La cadena automtica de fabricacin hace posible establecer una longitud en funcin de cada capaci dad de produccin. La combinacin aluminio -cristal resuelve los ce rramientos en oficinas, dando gran cantidad de luz y un aspecto agradable a la construccin. Con la entrada en vigor de nuevas normativas sobre utilizacin de materiales con resistencia al fue go, las industrias actuales tienen un grado de segu ridad impensable en el siglo pasado, con ventilacin en todos los casos, con sistemas de alarma y extin cin de incendios, plan de evacuacin y un proba do sistema de proteccin ante averas en la energa elctrica y en el puesto de trabajo. Hoy, sin embar go, un hecho digno de destacar es el nivel de rui dos de las nuevas fbricas de calzado, comparati vamente con aquellas de principio de siglo: aunque las mquinas son menos ruidosas por disponer de motores ms pequeos y mejor revistidos, los ma teriales de construccin utilizados en la actualidad (como cielo raso de aluminio, estructura metlica y cubierta de chapa de acero) hacen que el ruido no quede absorbido como si se tratase de mamposte ra o madera, que eran los materiales antiguos. Por ltimo, digamos que la constante aparicin de nuevos materiales para la construccin y su aba ratamiento darn una configuracin externa e inter na a las futuras naves industriales que contribuirn a potenciar la esttica y a hacer ms grato el traba jo en las fbricas. NOTAS JI) NAVARRO PASTOR, Alberto: Historia de Elda, Tomo 1 , pp. 325-326. (2) NAVARRO PASTOR A. Op. cit., Tomo I, p. 327 (3) NAVARRO PASTOR, A. Op. cit., Tomo I, p. 369. (4) AMAT AMER, Jos Mara: La industria de D. Rafael Romero Utrilles en el Museo del Calzado, Valle de Elda, n. 1 .738. (5) La Regeneracin, 8-9-1990. (6) Liberal de Elda. Nmero extraordinario dedicado a la Industria del Calzado, 8-9-1915 1 98 (7) El Cronista, septiembre de 1932 (8) AMAT AMER, Jos Mara: Elda necesita un polgono industrial. Alborada, septiembre de I 977 y La Verdad, 13-9-1977. (9) LARRIVIERE Pierre: Lindustrie Limoges et aans la Valle Li mousine de la Vienne. Pars, 1968, p. 32. Citado por BERNABE MAESTRE, los Mara: La industria del calzado en el Valle del Vinalop, 1976, Valencia, Departamento de Geografa de la Uni versidad, p. 95. 1 101 BERNABE MAESTE, los Mara: Op. cit p. 100. INDICE Pgina PROLOGO (Francisco Moreno Sez) 9 I. EL ORIGEN DE LA INDUSTRIA (los Ramn Valero Escandell) 13 1 . Los primeros zapateros 13 2. Las bases para el desarrollo de la industria 16 3. La alternativa industrial de Elda (1850-1885) 21 4. Las primeras fbricas 25 II. LA INDUSTRIA DEL CALZADO EN ELDA DESDE PRINCIPIOS DE SIGLO HASTA EL FINAL DE LA GUERRA EUROPEA (Alberto Navarro Pastor) 33 1 . El boom del nuevo siglo 33 2. La aportacin de los mahoneses al perfeccionamiento del calzado eldense 36 3. La nueva clase. Transformacin social de Elda impulsada por el auge industrial 40 4. El reverso de la moneda 44 5 Problemas econmicos y conflictos laborales 46 6. Fbricas de calzado en 1904 y 1912 48 7. Los aos de anteguerra 51 8. La industria eldense de calzado durante la guerra 54 9. La postguerra 60 111. ESPLENDOR Y DECADENCIA DE LAS GRANDES EMPRESAS (1921-1950) (Jos Ramn Valero Escandell) 65 I . Los felices veinte 65 a) Mecanizacin e industria auxiliar 67 b) Los problemas sociales 70 c) La transformacin urbana 77 2. La II Repblica 78 a) Una industria en expansin 79 b) Una sociedad radicalizada 85 c) Desarrollo urbanstico y vitalidad cultural 93 3. La Guerra Civil 95 a) El S.I.C.E.P 96 b) La evolucin econmica 99 c) El hambre y otros problemas 102 4. La postguerra 106 a) Aos de escasez 1 10 b) Descenso de la productividad y otros aspectos laborales 1 I 2 c) Represin de postguerra y sindicatos verticales 1 15 Pgina IV. DESARROLLO ECONOMICO Y CAMBIO SOCIAL: LA INDUSTRIA DEL CALZADO EN ELDA (1950-1980) (Francisco Martnez Navarro) 123 1. El perfil urbano 123 a) La ciudad crece 123 b) La ciudad cambia 128 c) La ciudad se moderniza 128 2. La poblacin 130 a) Crecimiento demogrfico 130 b) Movimiento demogrfico: la inmigracin 133 3. La actividad econmica 135 a) Caractersticas de la economa eldense 135 b) Evolucin de la economa eldense 137 c) Problemtica de la economa eldense 154 4. Los movimientos sociales 157 a) El movimiento sindical 157 b) El movimiento asambleario 159 c) El movimiento ciudadano 165 Apndices: 1. LA EVOLUC1ON TECNICA DE LA INDUSTRIA (Jos Mara Amat Amer) 177 1. La industria artesana 177 2. Tecnologa de vanguardia 185 11. LOS EDIFICIOS FABRILES (Jos Mara Amat Amer) 189

Elda, 1832-1980. Industria del calzado y transformación social

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