40 relatos para no olvidar

Taller de Creacin Literaria Aulas Elda relatos para no olvidar 40 Y el llanto del Rey cay al lago, y este creci. Creci de tal forma que aneg la ciudad, el Reino y el pas entero, hasta ms all de los lindes donde Gud haba pisado. Y tanto l como su Reino, como cuantos con l vivieron, desaparecieron en el Olvido. Ana Mara Matute, Olvidado rey Gud. Edita: Excmo. Ayuntamiento de Elda Concejala de Cultura Promueve: Aulas de la Tercera Edad Coordina: Jos Joaqun Martnez Egido Ilustracin portada: Carmen Castaos Diseo y produccin grfica: Azorn, Servicios Grficos Integrales 40 relatos para no olvidar 5 Prembulo Concha Maestre Cuarenta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .9 Jos Joaqun Martnez Egido 40, por todos y para todos . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Concha Maestre Algo mo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 40 Dori Bernabu Falc Cuando la Semana Santa era pecado cantar . . . . . . . . . . 19 En busca de la identidad perdida . . . . . . . . . . . . . . . . 23 rase una vez un botijo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27 Necesito decirte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29 Carmen Gil Chornet Escritos para el taller: Mi palmera Y Una de chinos . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33 Eulalia Gil Herrero Dar sentido a la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 tica y esttica en una noche granadina . . . . . . . . . . . . 37 Libros ledos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39 Luisa Lpez Gonzlez Cambios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43 Miguel Mendiola Ejercicio de memoria personal . . . . . . . . . . . . . . . . . 45 Manolo Navarro De mis viajes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47 Vacaciones en el mar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51 ndice 6 Francisco Oncina Garca El tnel y la alpargata . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59 Algo ms que recuerdos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 Sonidos perdidos, sonidos olvidados . . . . . . . . . . . . . . 67 Isabel Poveda Pla Infancia en la guerra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71 Un aventurero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81 Claudia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85 Miguel Rico Gil Una emblemtica calle de Elda: Calle de la Tripa . . . . . . . . 91 Viaje a Pars . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93 Eran las seis de la tarde y, como siempre, mir su reloj . . . . 95 Viaje de Aulas a Novelda y a Monvar. . . . . . . . . . . . . . 97 Eduardo Riego Snchez Soledad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .101 El Reloj . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105 Fulgencio Sez Almendros Violencia de gnero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109 El agua de todos o el negocio de unos cuantos . . . . . . . . . 111 Odio a la mentira y desprecio al mentiroso . . . . . . . . . . . 115 Alberto Snchez Cristbal Voy a escribir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117 Ofelia Serrano Busquier Huelga del hilo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121 Un da de plancha . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123 Pluma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127 40 relatos para no olvidar 7 Isabel Soriano Miralles Mis personas y personajes . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139Isabel Teruel Gonzlez La deuda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143 Se vea venir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147 Desde la Ventana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151 Lisette Toms Moratalla Un da de agosto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159 ngeles Villena Martnez La glorieta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163 Sentimientos de nostalgia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167 Y dio la vuelta a la esquina y . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171 Mi lmpara quinqu . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173 8 40 relatos para no olvidar 9 Aulas cumple cuarenta aos en este 2018 y lo hace con la conviccin de haber cumplido el objetivo esencial del proyecto: la promocin cultural de las personas mayores. Cuando en 1978 se argumenta el nacimiento de las Aulas, se hace evidenciando una carencia histrica: la formacin y el acceso a la cultura de una generacin marcada por el periodo ms brutal de nuestra historia reciente. Al margen de la ayuda asistencial, precisa para personas con determinadas necesidades, se detecta un inmensa laguna que debe ser cubierta en esta franja de edad, el acceso al conocimiento. Con esta premisa se fundan las primeras Aulas en toda Espaa, 27 centros en 25 ciudades espaolas. Una de las privilegiadas es Elda mediante el centro escolar Sagrada Familia. Pero si este es el origen de nuestra historia, tambin lo es el inters manifiesto de los alumnos por sumarse a esa iniciativa, volcndose en actividades formativas y de crecimiento desde aquel lejano 1978 hasta la actualidad. El estudio de Ciencias y Humanidades sigue siendo la base troncal, aunque la demanda sea muy diferente a da de hoy. La tecnologa y el estudio de otras lenguas nos sitan en una posicin de contemporaneidad y globalidad. No obstante, la marca seera de Aulas es la cultura, un trmino que debera acompaarlas en su denominacin, que se ha ganado con el Cuarenta 10 trabajo y la persistencia de estos aos y nos ha abocado a incidir y trabajar en iniciativas como las del Taller de Creacin Literaria. Los alumnos, que tantos buenos momentos nos han hecho disfrutar a travs de sus escritos y recitales, nos ofrecen ahora la posibilidad de enriquecernos con una seleccin de sus textos, con un trabajo que, adems, persigue una finalidad social con la entrega de los beneficios de la venta de este libro a la Asociacin de Familiares y Amigos de Enfermos de Alzheimer. Gracias a los alumnos, a su profesor Jos Joaqun Martnez Egido por su dedicacin y por el minucioso trabajo realizado, a Carmen Castao por su generosidad y a la concejala de Cultura, Nieves Lpez, por su sensibilidad. No se nos ocurra mejor manera de celebrar un aniversario que compartiendo creatividad y solidaridad. Concha Maestre Directora de Aulas 40 relatos para no olvidar 11 El conjunto de textos que integran este libro es una muestra de lo realizado en el Taller de Creacin Literaria de las Aulas de la Tercera de Edad, del que soy coordinador y dinamizador desde el curso 2009/10. Este conjunto de escritos se convierte en la aportacin de nuestro Taller a la efemrides que supone el que las Aulas en Elda cumplan 40 aos, de ah el nmero elegido de textos para configurar este libro. A su vez, este volumen nos supone un cauce perfecto para que algunos de los trabajos de los alumnos puedan ver la luz en el formato apropiado para sus escritos, un libro. Nuestro Taller, o escuela de redaccin y de creacin literaria, est integrado por un nmero limitado y reducido de alumnos, y en l se plantea una metodologa definida, pero abierta y amplia, que es asumida y seguida por el conjunto de los integrantes; esta tiene su base, principalmente, en los procedimientos de creacin verbal y literaria y no en los contenidos habituales en los temarios al uso. La dinmica de trabajo se desarrolla en tres fases diferenciadas: a. La clase se rene una vez por semana durante una hora y media. En ella se dialoga, a modo de tertulia, sobre aspectos sociales y culturales de la actualidad, de lo que surgir el tema, el aspecto estilstico o la cuestin tcnica que servir de base para plantear el ejercicio de redaccin. b. Todos los integrantes del taller prepararn sendos trabajos de redaccin para el prximo encuentro. 40, por todos y para todos 12 c. En la siguiente clase, cada alumno lee su trabajo, tras lo cual, todos los integrantes del Taller comentan lo escuchado, y se termina con con la intervencin del autor, quien puntualizar lo que crea conveniente. De esta forma se establece un interesante coloquio del que todos los integrantes aprendemos. Como se ha apuntado, este procedimiento se repetir con cada uno de los escritos de los alumnos, y de ah la necesidad de que el taller no pueda masificarse. El conjunto de los 40 textos que ahora ofrecemos pertenecen a 17 autores diferentes. Son personas de muy variada trayectoria personal, profesional y cultural, a los que, en principio, solo les une, adems de tener ms de 55 aos, el gusto o la necesidad de escribir o de querer escribir. La diversidad siempre es un valor. Por este hecho, encontraremos una gran variedad de estilos, descriptivos, narrativos, realistas, idealistas Cada escritor, de forma ms o menos intuitiva, va eligiendo su forma de expresar aquello que se le solicita, dando lugar a esa diferenciacin de formas. No es, por tanto, un taller de un gnero textual predefinido. En atencin a los temas, cada uno de los integrantes del Taller tiene completa libertad para redactar su texto, con el nico denominador comn entre ellos que el leitmotiv elegido para cada sesin; de ah la temtica tan diversa que se muestra en estas pginas. Como podr observarse, en casi todos ellos el recuerdo est presente. La memoria, su memoria, es el elemento vertebrador de lo que es necesario contar o presentar por estos escritores en sus textos. Eligen el tipo textual que consideran el ms adecuado para sus intereses y en consonancia con su gusto personal y cultural, de ah que podamos leer cuentos, crnicas, ensayos, reflexiones, memorias, artculos, textos que, para nosotros, no dejan de ser relatos de su vida. Hay que aadir, para vanagloria de los escritores del taller, el hecho de que, en los aos referidos anteriormente, en las dos ocasiones en las que la FEVATED ha convocado un concurso literario de cuento 40 relatos para no olvidar 13 y narrativa, han sido ganados por integrantes de nuestro Taller de Creacin literaria de Aulas de Elda. Todos esos textos premiados se recogen en el presente libro. En definitiva, este libro ofrece una muestra de nuestro Taller, en la que destacan dos rasgos definitorios: la desemejanza de los alumnos, la cual, lejos de ser un elemento no positivo, se convierte en la esencia misma de la actividad; y la posibilidad de escribir sobre aquello que a cada uno le interesa, con la riqueza que supone el trabajo colectivo. Crecemos semana a semana y texto a texto como escritores y como personas. Por ello, desde estas pginas, quiero expresar mi agradecimiento y, pblicamente, reconocer el valor que a mi propia vida, tanto profesional como personal, me han aportado, me aportan y me aportarn mis escritores: gracias a Dori, a Carmen, a Eulalia, a Luisa, a Miguel Mendiola, a Manolo, a Paco, a Isabelita, a Miguel Rico, a Eduardo, a Fulgencio, a Alberto, a Ofelia, a Isabel Soriano, a Isabel Teruel, a Lisette, a ngeles, a todos vosotros por redactar textos para que la memoria venza al olvido. Jos Joaqun Martnez Egido Coordinador del Taller de Creacin LiterariaAulas Elda 14 40 relatos para no olvidar 15 All estaba, en el jardn de Castelar como cada jueves, sentada en su silla de ruedas tirada por un extrao. Su rostro, ahora tan discreto con las emociones, enmarcaba un semblante hosco. Me acerqu a ella, la bese repetidamente con esa ternura que te embarga cuando besas a un beb y enton la pregunta ms estpida que puede hacrsele: Quin soy Sus ojos, que an hoy se iluminan cuando descubre a sus hijos, me responde: algo mo. No pude contener las lgrimas. Que me recordara como algo suyo era para m mucho ms que pronunciar mi nombre. A mi madre Y a todas las madres y padres que luchan contra el olvido Algo mo Concha Maestre 40 40 18 40 relatos para no olvidar 19 L a Semana Santa de mi infancia empezaba los das previos al Domingo de Ramos con la compra de la palma. Alrededor del mercado se colocaban un buen nmero de puestos de vendedores provenientes de Elche, con palmas de todos los tamaos y formas increbles, con adornos de finas lminas, de la misma hoja de palma, entrelazadas de tal manera que parecan haber sido tejidas por laboriosos duendecillos. Para mi desesperacin, siempre acudamos a comprarla a ltima hora, cuando mi madre terminaba su trabajo y ya no haba mucho donde elegir; a m me gustaban las palmas lisas y muy altas, pero nunca consegu que me compraran una; indefectiblemente siempre me tocaba una de esas con muchos perifollos que me parecan muy cursis y, adems, tenas que llevarla en la procesin a pulso y era muy pesado para mis pobres brazos; al menos con las altas podas apoyarlas en el suelo en los parones. Cuando en la Semana Santa era pecado cantar Dori Bernabu Falc 20 Dori Bernabu Falc Luego vena el arreglo florar; casi siempre violetas y alguna margarita que yo me apresuraba a recolectar de nuestro minsculo jardn en cuanto llegbamos a casa; la rama de olivo, digamossustrada, de las oliveras que crecan frente a nuestra casa, y el lazo de un color vistoso, pero contrastando con el tono de las flores; en realidad me gustaba el resultado, y me pareca que haba quedado preciosa, pero procuraba que no se me notara. Y sala en la procesin, al principio con cara de pocos amigos, pero luego se me olvidaba con el bullicio y la alegra del personal y me lo pasaba bien. Como vivamos en una planta baja y no tenamos balcn, al da siguiente del Domingo de Ramos, haca un hoyo en el pequeo jardn que tenamos en el patio y plantaba la palma, con la esperanza de que brotara una hermosa palmera. Por supuesto ese sueo nunca se realiz. Y as fui aprendiendo de la vida. Ya, entre semana, venan los das de hacer las toas y las monas. A m no me gustaba perderme el amasar, ir al horno, esperar a que se elevaran, untarlas con clara de huevo y ponerles el azcar por encima una vez cocidas, as mi madre esperaba a que saliera del colegio y, metiendo en un gran capazo de esparto todos los enseres necesarios, nos marchbamos al horno dispuestas, sobre todo yo, a salir de all con las toas y monas ms hermosas y apetitosas de todo el pueblo. Recuerdo las procesiones, sobre todo la del Silencio, siempre la vea (ms o menos) bajo el mantn de mi abuela, por el fro y por el miedo que me daba ver pasar a todos esos desconocidos encapuchados y todas las luces apagadas, solo las velas. Pero no me la habra perdido por nada del mundo. Lo que no llevaba muy bien era lo de no poder cantar y lo de escuchar solo msica en la radio, que a m me pareca de miedo. No quera tener pecados pero a mi mente solo acudan canciones alegres que yo me empeaba en desechar, sin conseguirlo. Y lo de no comer carne tampoco lo tena muy claro. Por eso, el sbado de Gloria era mi da favorito: el fin de las prohibiciones y el comienzo del desenfreno, dentro de un orden, claro. Luego vena lo de comprar las alpargatas; visita obligada a la alpargatera de las Guapas. Las recuerdo, casi siempre blancas con unas cerezas rojas y unas hojitas verdes bordadas en la pala, con unas largas cintas que se entrecruzaban en la pierna y se anudaban cerca de la rodilla. 40 relatos para no olvidar 21 Lo de la bata de Pascua que solamos estrenar todas las nias ya era algo ms polmico, pues al tener una hermana mayor, mi bata de Pascua, siempre fue heredada, con una buena reforma, eso s, pero el sambenito de no estrenar nunca, no lo llevaba muy bien, no. El domingo de Pascua y los das posteriores eran una pasada; por la tarde, por el camino que conduca al sitio de turno, bien al Arenal, a la Ta Gervasia, o al Santo Negro, te encontrabas prcticamente al pueblo entero con el capazo de la merienda y a las pandillas de jvenes, con los juegos de comba Algo impensable en estos das. Bueno, como dice un buen amigo mo: Cada Mayo trae sus flores, las cosas cambian y hay que adaptarse. Al menos nos quedaremos con la tranquilidad de que ahora en la Semana Santa, ya no es pecado cantar. 22 Dori Bernabu Falc 40 relatos para no olvidar 23 A quel da al levantarse de la cama, nada ms poner un pie en el suelo, tuvo la desagradable impresin de que no estaba viviendo ni de lejos, la vida con la que haba soado.Era algo intangible y confusoquiz por una sucesin de pequeas cosas acaecidas en el da a da y que van arruinando la moral, como recibir una mala contestacin, unas palabras algo subidas de tono con la cotilla de la vecina; descubrir que el frutero te ha dado el pego con la compra semanal; aguantar que el cocinillas de turno se d el pisto con la paella y te deje todo hecho una pena Y pens que quizs se le deban haber atrofiado las entendederas, pues de otro modo no se explicaba cmo haba llegado a este punto. En un estado de semidemencia, y casi arrastrando los pies, se dirigi a la cocina y mientras se preparaba un caf bien cargado intent poner un poco de orden en sus pensamientos. Sinti que haba llegado el da de dar la campanada. Era algo que le estaba pidiendo el cuerpo a gritos, y de lo que por supuesto no se iba a privar, al menos ese da. En busca de la identidad perdida 24 Lo primero, una nota en sitio visible: Ni estoy ni estar en todo el da. No me llamis al mvil, lo tendr apagado. Qu Dios os proteja! Si no os gusta lo de la nevera, os vais al chino. Mentalmente traz un plan: En primer lugar un cambio de imagen. Pintarse los labios, agarrar el bolso y encaminarse con paso firme a la calle, fue todo una. Se dirigi a la peluquera, sin cita previa Y que se atrevieran a decirle que no! Al cruzar un paso de cebra, un conductor despistado empez a titubear a la hora de parary fue el que se llev la primera descarga de sus iras; despus del chaparrn, el pobre a duras penas pudo balbucear algunas palabras de disculpa; pero la grata sensacin de podero que experiment ella, empez a hacer efecto en su nimo. Se alej muy satisfecha balanceando el bolso en seal de triunfo. En la peluquera, se sinti un poco defraudada pues la trataron con amabilidad y no le fue posible dar el cante. Cuando sali de all perfectamente peinada y maquillada se sinti ms segura de s misma y sin pensarlo dos veces, entr en un comercio de ropa, de los caros. Se iban a enterar de lo que vale un peine, se dijo. A cada cosa que le enseaban, torca el gesto con desdn. Solo le falto probarse el uniforme de la vendedora. Cuando sali de all, por supuesto sin nada, el personal respir aliviado. Despus fue a una zapatera, a una ferretera, a una tienda de muebles, a otra de decoracin; siempre con el mismo resultado. Casi sin darse cuenta, lleg la hora de comer y el estmago empez a dar seales de vida. Fue al restaurante ms pijo y pidi las cosas que nunca coma por no engordar; eso s, enterndose bien del nombre de todos y cada uno de los alimentos y de su procedencia. Dejando a la camarera al mismsimo borde de la histeria. Despus del postre y del caf, sinti que su autoestima haba subido notablemente. Dej para la tarde los comercios de menos esfuerzo fsico, como una joyera, una perfumera, una librera, una tienda de bolsosy as fueron pasando las horas. Se senta moderadamente feliz. Pensaba en su casa, saba que no era tan fcil cambiar las cosas cuando ya se ha sentado un precedente, pero estaba dispuesta a intentarlo. Al hacer balance del da, pens que no haba estado tan mal, solo se haba gastado cuatro euros en un lpiz de labios y la comida. Pero haba disfrutado de lo lindo. Si ir de tiendas y no comprar nada alegraba tanto Dori Bernabu Falc 40 relatos para no olvidar 25 las campanillas No poda ni imaginar lo que sera comprar a troche y moche como hacan las seoronas si se sentan deprimidas!Cuando lleg a casa se fue derechita a la cama, sin tan siquiera echar una ojeada a la cocina; ya se ocupara al da siguiente del caos que sin duda reinara all. Al cruzar el pasillo oy un mam Por supuesto no contest y rindose para sus adentros, como el gato que se acaba de zampar un ratn, continu hasta su dormitorio con un taconeo triunfante. Seguramente pensaran que se haba vuelto loca. O a lo mejor, no se haban enterado de su ausencia hasta ese momento; cualquiera sabe. Le haba sentado tan bien la escapadita que pens repetir tan pronto como fuese posible. Bostez, mientras se preparaba para acostarse, y recordando su inesperada y reconfortante aventura, se dijo a s misma con determinacinmaana ser otro da pero ya nada ser igual. Y en aquel mismo instante, decidi que no permitira que nada ni nadie le robaran esa maravillosa sensacin de libertad que haba experimentado. Senta haber recuperado su verdadera identidad, durante tanto tiempo perdida. 40 relatos para no olvidar40 relatos para no olvidar40 relatos para no olvidarDori Bernabu Falc 26 Dori Bernabu Falc 40 relatos para no olvidar 27 E sa maana, como casi todas las de aquel verano, se levant con el alba, dispuesto a emprender la labor que haba dejado pendiente del da anterior, cuando la oscuridad de la noche le sorprendi, sin haber podido acabar la tarea que para sus cuentas, ya deba haber concluido. Se aseo con desgana, aunque con presteza; se prepar el desayuno como hacia habitualmente, que consista en una taza de caf mezclado con malta y un poco de leche, y se dispuso a sopar en l la rebanada de pan que haba tostado mientras se coca el caf. El resto de la familia todava dorma y sigilosamente, para no despertarles, se dirigi a los corrales para preparar los aperos de labranza que, ese da, utilizara para desbrozar los campos que faltaban por completar. Las gallinas empezaron a alborotarse y en voz muy queda les conmin a callar pues la hora de su pienso an no haba llegado. Estas le miraron con la cabeza ladeada, pareciendo entender lo que les deca pues, con un leve cacareo de rase una vez un botijo 28 protesta, volvieron a acomodarse, unas sobre el palo y otras en los ponedores, esperando pacientemente a que llegara la hora de llenar el buche.Desde muy nio haba pensado que las gallinas solo vean por un ojo y por eso ladeaban la cabeza cuando miraban. Era algo que nadie le haba podido aclarar. Volvi a la casa adonde su esposa, antes de acostarse, le haba preparado el almuerzo; por supuesto mucho ms consistente que el casi frugal desayuno que acababa de tomar; para un hombre de su envergadura y, teniendo en cuenta que hasta bien entrado el anochecer no volvera a casa, era necesario alimentarse adecuadamente. Al lado del zurrn, con su almuerzo, una pequea bota de buen vino, y para completar el lote, majestuoso y omnipresente, estaba el botijo, indispensable compaero de sus largas horas de hincar el lomo, en aquellas tierras ridas y poco agradecidas que tena a su cuidado y que se haba propuesto transformar. Lo mir con ternura, no por el botijo en s, sino ms bien por la especie de primorosos gorritos de hilo blanco a punto de ganchillo que su mujer, ms precavida que l, le haba hecho con la finalidad de tapar la boca de llenado y el pitorro, y as evitar que los bichos o las impertinentes moscas pudieran penetrar en l. Su botijo de agua fresca, con sus capuchones de ganchillo, le recordaba, cada vez que beba, a su familia, su mayor tesoro, por y para la cual trabajaba incansablemente de sol a sol, y eso le haca olvidar los sinsabores de su trabajo, no siempre recompensado, a causa de las inclemencias del tiempo. Poco a poco, el sol fue apareciendo tras una pequea colina, y los colores, el trino de los pjaros y los ruidos del campo inundaron el paisaje, anunciando el nacimiento de un nuevo da. Carg los aperos, el zurrn, la bota y su engalanado botijo en un pequeo carro tirado por la fiel mula que le acompaaba en sus tareas, desdeando al molesto y ruidoso tractor; prefera el contacto de carcter ms humano que sta le ofreca, le pareca, por decirlo de alguna manera, ms buclico; adems la faena que le aguardaba ese da, no era excesivamente pesada, y se encamin a las tierras, dispuesto a comerse el mundo. Dori Bernabu Falc 40 relatos para no olvidar 29 R ecientemente, uno de mis familiares tuvo que ingresar en una clnica. Yo me ofrec a acompaarle y atenderle durante el tiempo que durara su estancia en la misma.Al cabo de unas cuantas horas de inactividad y aburrimiento en la pequea habitacin, aprovechando que l dorma tranquilamente, me decid a dar una vuelta por el recinto, con el fin de desentumecer un poco las piernas. Sal sigilosamente, para no molestar. Despus de recorrer el solitario pasillo un par de veces, pens que tampoco aquello era la alegra de la huerta y me dispuse a volver con mi querido paciente; al menos podramos charlar un rato, si se hubiera despertado. La puerta de la habitacin contigua estaba abierta y, aunque al pasar no se vea a nadie, s se poda escuchar algo as como un monlogo, una voz clida y bien timbrada que hablaba en tono quedo, pero perfectamente audible en el silencio reinante. Lo primero que lleg a mis odos y que capt inmediatamente mi inters fueron las palabras necesito decirte Pens que no era Necesito decirte 30 muy correcto escuchar conversaciones ajenas, pero el tono carioso, triste y sincero de las palabras que salan de aquella habitacin, anul mis dudas; y, aguzando el odo, me dispuse a no perder ni una sola slaba. La voz segua escuchndoseNos conocimos cuando tenamos apenas diez aos. Yo vena de la escuela y t estabas en mi calle, en medio de la acera, llamabas a tu hermana ms pequea que se haba alejado; tu voz, suave y al mismo tiempo enrgica, despert mi curiosidad. Estabas de espaldas. Al verte de frente me fij en tus grandes ojos marrones, en tu mirada serena y un poco burlona. No eras del barrio, de otro modo yo lo habra sabido. Nos conocamos todos los nios de los alrededores y tu cara no me sonaba. El caso es que con los deberes escolares, las exigencias familiares y los trapicheos de la pandilla me olvid del asunto. Pasaron los aos y de nuevo la vida nos puso en la misma senda; coincidimos en un trabajo, ya sabes, y cuando nos presentaron, al escuchar tu voz, se dispararon las alarmas de mis recuerdos. Saba que nos conocamos de antes, pero no poda precisar el momento ni la ocasin. Congeniamos al instante. Yo, por circunstancias que t conociste despus, me haba convertido en una persona solitaria y poco comunicativa; debiste sentir lstima y poco a poco a base de mucha paciencia y mano izquierda, conseguiste hacer de m una persona nueva, alegre, confiada, incluso amable; Nunca lo hubiera pensado! Y necesito decirte que me salvaste la vida! El lugar de trabajo se convirti en algo nico, porque t estabas en l. Sin apenas notarlo, a tu lado aprend a ser mejor persona, a ver las cosas a travs de otra ptica, a sacarle partido a las pequeas cosas. Fuimos inseparables, compartimos confidencias, alegras, penas, ilusiones, frustraciones, esperanzas vivimos unos aos muy intensos, en los que pareca que cualquier sueo, por disparatado que fuese, podra convertirse en realidad. Algn tiempo despus, conociste a una persona, y esa nueva relacin marc nuestro destino. Nuestras vidas se separaron y aunque siempre conservamos nuestra amistad, nada volvi a ser lo mismo. Elegiste el camino con el que siempre habas soado: formar una familia. Fui cobarde; tena que haber luchado, pero acept tus argumentos y tuve que aprender a vivir mi vida sin ti, con la insoportable sensacin de soledad y desamparo que me produca tu ausencia. Dori Bernabu Falc 40 relatos para no olvidar 31 A raz de los acontecimientos posteriores, me di cuenta, aunque demasiado tarde, de que nuestras decisiones no fueron acertadas y de que perdimos la oportunidad de ser felices. Pareca que todo marchaba bien en tu nueva vida, pero tu mirada poco a poco perda esa serenidad y esa chispa burlona; las cosas se torcieron y los problemas empezaron a surgir. Y un da supe que eras vctima de esa cruel dolencia que nos deja sin recuerdos, que se lleva nuestras vivencias y nuestros mejores sentimientos, que nos obliga a sentirnos extraos entre las personas que ms nos han querido. Me he reprochado miles de veces el no haber estado ms tiempo a tu lado, el no haberme dado cuenta a tiempo de tu dolor, el no haber sufrido contigo; el no haber podido hablarnos, como hacamos antes, como hemos hecho siempre. Hoy te abro mi corazn, porque aunque ya no puedas saberlo siempre has estado y estars en l Llegados a este punto, la voz se quebr en un ahogado sollozo; sent un nudo en la garganta y los ojos alarmantemente humedecidos. Me dieron ganas de entrar en la habitacin y darle un abrazo a aquella persona tan dolorida, pero la vergenza de haber escuchado lo que a todas luces no deba, me lo impidi. Lentamente y en silencio volv sobre mis pasos hasta la habitacin donde se encontraba mi familiar. Despus del mucho tiempo transcurrido no he podido olvidar aquella emocionada voz y aquel necesito decirte. 32 40 relatos para no olvidar 33 M i palmera. La ventana de mi cocina est enfrente de mi Palmera. Ella vive en el jardn de la Msica, esquina a Padre Manjn con Antonino Vera. Nos conocemos 22 aos. La quiero y la admiro.Mi Palmera me ensea y me relaja. Me ensea a resistir por mucho que nos caiga encima; sigue siempre esbelta, sencilla, bella, misteriosa, acogedora, callada, tranquila No es para aprender Por estas fechas mi Palmera est triste, necesita aseo. El da que vienen los palmeros a cortarle las hojas secas, para m es una fiesta. La dejan preciosa. Una de chinos. Por mi forma de ser, de vivir, por mi talante sencillo, disfruto de las pequeas cosas y situaciones por simples que sean. Y me hacen rer. Quiero compartir con vosotros esta ancdota de mi vida laboral. Tena en Madrid un proveedor chino de muebles. Cuando iba a la feria y le haca un pedido, siempre insista: Tu decirme: naca-ch naca-no. Quera decir con ncar o sin ncar. Escritos para el taller Carmen Gil Chornet 34 Carmen Gil Chornet A veces, como detalle nos regalaba unas bolitas para hacer ejercicios a base de ir frotndolas con las manos. Un da el chino apareci por la tienda, chfer, cochazo, y me saluda y me dice: T tienes bolitas (l llevaba unas en la mano). Yo contest que s. A lo que l respondi: Y tu marido tiene bolitas Y yo le repliqu si tiene Muerto de risa el chino me dijo: Yo contigo me lo, yo contigo me lo, yo contigo me lo. Y yo, cuando me acuerdo, tambin me lo. 40 relatos para no olvidar 35 L os aos sesenta fueron una de las pocas doradas del cine. Ver pelculas era lo que ms me gustaba! Haba una actitud expectante en la planificacin de una salida al cine. Qu me pongo Me gustar la pelcula Podr ver a quien quiero ver Los domingos por la maana iba con mis amigos a ver los cuadros (afiches); pedamos programas y, despus, decidamos si ir al cine de Los Santos o al Central. El cine era y es una forma de desconectar de la realidad desarrollando una empata que te hace sentir alegra, sufrimiento, emocin, intriga con los personajes de las historias, que nos parecen crebles, si estn bien interpretadas. Todas las chicas de aquel tiempo queramos ser como una glamurosa actriz, a la que evoco con un rostro lleno de encanto: valo simtrico y anguloso, una boca importante y bien dibujada, con nariz corta y graciosa, pobladas y arqueadas cejas que coronan unos ojos inmensos y rasgados con un especial candor; brillando por encima Dar sentido a la vida Eulalia Gil Herrero 36 Eulalia Gil Herrero de las otras actrices. Su figura esbelta, muy delgada, y con un cuello de cisne. Siempre favorecida con todo lo que se pona. Su elegancia era una armona con su imagen perfecta, con su buen gusto, con su honestidad y con su carencia de divismo.Obviamente pensaba en Audrey Hepburn, excelente actriz, protagonista de Historias de una monja, en la que transmita tan bien las dudas que sufran que las compartas plenamente con ella. Otra pelcula, en la que apareca muy distinta, sofisticada, sorprendente y divertida, fue Desayuno con diamantes. Y no puedo dejar de mencionar su inolvidable actuacin en Guerra y Paz. Tambin estaba esplendorosa en My fair Lady. Obtuvo un scar en 1954 por Vacaciones en Roma, y fue nominada en cuatro ocasiones ms. Sin embargo, deca que fue su nombramiento como embajadora permanente de UNICEF, en 1987, lo que le dio realmente sentido a su vida. Se entreg a esta actividad en cuerpo y alma comprometindose con los nios necesitados, viajando a numerosos pases como Etiopa, Somalia, Guatemala y Tailandia. Muri en 1993 a los 62 aos dejando luz por donde iba. Muchas personas que la conocieron afirmaban que fue una persona absolutamente encantadora y adorable. En estos ltimos tiempos tengo una singular vinculacin con el recuerdo de esta actriz. Es un pequeo secreto y como tal, no se puede desvelar Muchas cosas buenas de la vida son secretos, y siempre debern serlo. 40 relatos para no olvidar 37 S e entiendo por tica la parte de la filosofa que trata de la moral y de las obligaciones del hombre hacia los dems; y tambin es el conjunto de reglas morales que ordenan el comportamiento de las personas en general, o en un aspecto concreto.Y la esttica No es fcil de definir. Es la apariencia de las personas o cosas desde el punto de vista de su belleza; se percibe con especial sensibilidad, como un armnico conjunto de colores y formas que pueden estar ocultas en la sencillez y en la sobriedad, o en otras ms sofisticadas. Ambos conceptos, juntos, te seducen y piensas, sin poder evitarlo, en su significado e influencia en un determinado momento. En un reciente viaje a Granada, he vivido dos momentos de singular emocin y, en especial, uno de ellos tiene mucho que ver con la aptitud y apariencia mencionados. No tenamos muchas posibilidades de ir a la Alhambra por coincidir con una gran afluencia de pblico, pero al fin hubo suerte y tica y esttica en una noche granadina 38 se pudo concertar una visita nocturna. La noche era bastante fra, pero la expectacin superaba cualquier contratiempo. Mi nombre es Mara , nos dijo la joven gua. Tena un aspecto elegante, agradable, sencillo, y una figura alta y proporcionada. Sus ojos brillaban cuando, con clida voz, nos deca que haba visitado la Alhambra desde muy joven en innumerables ocasiones en compaa de su padre, que era arquitecto, y que le supo transmitir el gusto y el conocimiento de ese lugar. Por ello, estaba viviendo su sueo al trabajar enseando y explicando a los visitantes la belleza y la historia de esos lugares llenos de riqueza artstica tan bien conservados que se convertan en una riqueza para el mundo. Llegamos a los palacios Nazares y nos transmita la mgica belleza de sus salas y patios, construidos con delicadeza y con complejidad. Al mismo tiempo, nos trasladaba a otra poca al contarnos como los rabes tenan un concepto de la belleza muy singular, ya que la ocultaban con murallas sin quererla mostrar, al igual que hacan con sus mujeres, puesto que las tenan en los pisos altos, detrs de las ventanas cubiertas de celosas, con la ancdota de que quiz la palabra celos vendra de ah. Todo lo explicaba con un lenguaje perfecto, lleno de palabras que en levante no usamos, adems de expresarse con una gran riqueza lingstica y con expresiones atrayentes. En uno de esos maravillosos y singulares patios, decorados con policromados y caractersticos azulejos, mirando a las estrellas descubr una silenciosa, blanca y brillante luna que nos observaba y que nos haca un sonriente guio, con el que corroboraba todo lo que deca la excelente y graciosa gua, a la que, al final de la experiencia, le manifest mi admiracin y le di un agradecido beso. Eulalia Gil Herrero 40 relatos para no olvidar 39 L a primavera anterior a la pasada le, de un tirn, dos libros de ciencia ficcin. Tena curiosidad por comprobar hasta dnde haban acertado en sus predicciones para el futuro su autores.Fahrenheit 451 es el ttulo de uno de los libros futuristas del Ray Bradbury. Se public en 1953 y alcanz una gran popularidad, hasta el punto de que fue llevado al cine en 1966 con la actriz Julie Christie, consiguiendo el scar a la mejor pelcula de habla no inglesa. Nos presentaba un extrao futuro en el que la sociedad deba ser feliz obligatoriamente. El protagonista es un bombero que pertenece a una brigada que, en lugar de apagar incendios, los provocaba para quemar libros. En ese pas estaba prohibido leer, porque leer obligaba a pensar y eso impedira ser felices. El otro libro es 1984 de George Orwell, escrito en 1949. Todas sus predicciones sucederan en el ao que daba ttulo a la historia, segn una vieja profeca. Es un relato terrorfico que, por suerte, ya lo hemos superado. Nos muestra un mundo con un rgimen totalitario Libros ledos 40 vigilado por un Gran Hermano, que carece de libertad, hasta en el pensamiento, y de identidad.He ledo muchos libros que definen una poca de mi vida, aunque entre todos tengo que destacar El filo de la navaja de W. Somerset Maugham. Este requiere un artculo propio que espero poder hacer en breve, ya que ahora estoy releyndolo con verdadero placer. Ahora bien, si de libros ledos se trata, he de referirme a la siguiente frase: Para Eulalia, con deseo de que le guste. Con esta sencilla dedicatoria, en septiembre de 1958, recin cumplidos 15 aos, me regalaron mi primer libro de Platero y yo de Juan Ramn Jimnez, al que apenas dos aos antes le haban concedido el Premio Nobel de Literatura. Me gust mucho y me conmovi por su sensibilidad e intensa belleza. El tiempo pasaba placentero, y as llegamos a la primavera de 1968, llena de importantes cambios para m. Me cas, me fui a vivir a otro pueblo y como ya tena una nueva direccin (que era un requisito indispensable) puede captar un nuevo socio para el Crculo de lectores que, en este caso, fue mi marido. Me enviaron como regalo un juego de caf de barro y una bonita y flamante edicin de Platero y yo y, en aquel tiempo, lo volv a leer. En esta segunda lectura lo disfrut de otra manera, y lo entend mejor. Este libro no fue escrito para nios, ya que estos no pueden entender ni gustarles muchas cosas de las que narra, pero s que est ligado al recuerdo de la infancia. Platero es para el poeta un testigo de su ntima relacin con la naturaleza y, de la forma que la ve con su sentida y colorida prosa. En algunos pasajes, Platero es la conciencia de Juan Ramn y, por lo tanto, es como un dilogo con l mismo. Te hace percibir las cosas ms sencillas y ver sus mejores cualidades en sus cambios de color y forma; segn la estacin del ao o las horas del da, y nos transmite una infinita ternura hacia los ms pequeos. Leer este libro te hace mejor persona. En la pgina 47, por ejemplo, cuenta como Platero se clava una pa de naranjo, larga y verde, y cmo lo cura. En el retorno, la pgina 67 describe un crepsculo y juega con metforas como cristal del oro y cristal de plata para transmitirnos el cambio de la tarde a la noche y, a la vez, reflexiona sencillamente sobre el gran misterio de la vida. Retorno A dnde De dnde Para qu Eulalia Gil Herrero 40 relatos para no olvidar 41 Cuando mis hijos eran pequeos, Platero ya estaba con nosotros en muchas situaciones. En los juegos con ellos, los llamaba poniendo variaciones cariosas en sus nombre como lo haca la Nia chica (pgina 208) con Platero: Plateron, Platerillo, etc. Entonces me miraban sonriendo con complicidad y decan: Mam, deja ya a Platero. Y yo les responda: Lo siento, me gusta. Eran tiempos felices, esperanzadores y tranquilos; en contraste con la actualidad llena de desencanto e incertidumbre. No hay caminos, como deca el poeta, y tengo dudas de si el camino se puede hacer al andar en el siglo veintiuno. Platero y yo es un libro que siempre ha estado muy cercano a mi recuerdo, ya que, con especial sencillez te transporta al mundo de la infancia, de las flores, de las estrellas, y a los intensos colores del pueblo de Moguer. 42 40 relatos para no olvidar 43 A ntes de inaugurarse el mercado central, que fue en el ao 1946, el mercado de abastos se instalaba en la plaza del Ayuntamiento. Se abasteca de los productos de otros pueblos y de nuestra huerta con frutas, verduras, hortalizas y toda clase de comestibles que existan en la poca. En una caseta con forma de cpula se venda el pescado que traan de la baha de Santa Pola. Ya con el mercado nuevo, los sbados, cuando ya las familias haban cobrado sus trabajos, acudan a hacer su compra semanal. Al depender de los horarios de las fbricas, y tambin de su sueldo, era imposible ir otro da. Lo recuerdo muy acogedor. Conocamos a todos los tenderos. Siempre tenamos nuestra preferencia a la hora de comprar, pero te saludabas con todos ellos. En la entrada principal, a mano derecha, un tablero de madera lleno de capazos de esparto, con frutos secos, higos, dtiles de la tierra y el mesclaco, era la primera parada que se haca. Dentro, a derecha e izquierda, estaban los bares que prepa- Cambios Luisa Lpez Gonzlez 44 Luisa Lpez Gonzlez raban unos bocadillos de calamares que el olor que desprendan solo te invitaba a pedir uno; o un cafecito en los das de fro. En el centro estaban las pescaderas con ese gnero tan fresco recin trado. Frutas y verduras alegraban con sus colores otros puestos.En lo que hoy es tambin mercado, entonces estaba la lonja, que abasteca a todos los puestos. Por fuera, alrededor de l, tambin haba puestos de carniceras, hueveras y de entremeses o companajes, como se dice en Elda. Las cajas de madera, puestas en el suelo, estaban repletas de pollos y de conejos, que elegas el que ms te gustara para poderlo matar en tu casa. Esto se haca ms en los das de fiesta y as poder hacer el extraordinario de un buen arroz y los tradicionales rellenos o pelotas. El puesto de regaliz tambin tena su clientela. Muchos hombres se compraban su purito y lo saboreaban durante todo el da. Los caracoles con sus ramas de romero, tomillo y laurel tambin tenan su atractivo para los compradores. El mercado central, desde que lo conozco, ha tenido varias reformas, no todas muy acertadas. El primer cambio que hubo fue debido a algo negativo, los propietarios de sus puestos se disgustaron mucho y hubo mucha polmica y gasto innecesario. La clientela se fue dispersando para otros comercios. Ahora se ha hecho otra remodelacin: barandillas de acero, escaleras, rampas, todo nuevo, tambin la fachada. Nunca ser como antes. Hay que dejar races de lo antiguo. Sus colores, su estructura y costumbres deben permanecer en el tiempo. Ahora cuesta mucho recuperar este mercado. Ahora cuesta mucho rehacer las ventas y reconquistar a los clientes perdidos. 40 relatos para no olvidar 45 H istoria de mi Infancia. Hace bastantes aos, en la calle San Pedro, naci un nio que se llama Miguel. Y como si fuere un sueo, recuerda bastantes cosas de su infancia. Tena bastantes amigos. Con ellos se reuna casi todos los das. En aquellos aos, por suerte para nosotros, circulaban muy pocos coches por las calles de Elda. Y esto nos daba motivo para jugar al ftbol, o a la trompa, a las canicas (que son bolas), tambin a la pelota de pared que, por cierto, la duea de dicha casa sala casi siempre a reirnos, pero nosotros no le hacamos caso. Cosas de chiquillos! Quiero destacar algo que observ en mis das de juegos infantiles. En frente de mi casa viva un amigo dos aos mayor que yo que nunca sala a estar con nosotros y que siempre estaba detrs de los cristales mirndonos. Luego, de mayor, supe el motivo de por qu su madre no le dejaba salir a jugar con los dems nios: un hermano suyo fallecido anteriormente. Su madre tena un pnico terrible a que le sucediera algo. Ejercicio de Memoria personal Miguel Mendiola 46 Qu es el amor Hoy en da, este vecino mo es un gran amigo. Cuando coincidimos en la calle hablamos bastante de nuestras cosas. El da de mi boda me regal los zapatos de novio y, hace unos aos, le regal a su mujer una foto de l, de su primera comunin. Este hecho le llen de alegra y emocin. Para m, el amor es un sentimiento que llevamos dentro todo ser humano. En algunos se desarrolla con ms o menos intensidad. Yo he conocido, en el transcurso de mis aos, a personas que su entrega total ha sido su forma de vida, dando de todo, cario, amor, consuelo y bastantes cosas ms. Pienso con mi pequea inteligencia que el Planeta Tierra sera un paraso terrenal si todos los seres humanos tuviramos humildad, sentido comn, un poco de corazn. En una palabra, Amor. Qu maravilloso sera! Noche de Reyes. Me pidi un buen amigo si quera hacerle un gran favor: vestirme de rey negro para ir a su casa y entregarles los regalos a sus dos hermanas, una de ocho aos y otra de quince. Yo le dije que s. Lleg el gran da, y vestido de rey, me person en casa de mi amigo con los regalos para la nia pequea, la cual se llen de alegra y me recit, me cant, me abraz y me dio dos besos. Seguidamente le dijo a su hermana que me besara. El regalo que llevaba para ella era muy bonito: una bicicleta de seora. Pero la hermana mayor no quera besar al rey negro. Me haba reconocido y le daba mucha vergenza. Su hermana pequea insista dicindole que me besara, porque si no el rey no volvera otro ao. Por fin yo recib los besos y ella su bicicleta. Cuento esta bonita historia porque hoy, cincuenta y cuatro despus, sigo disfrutando de los besos de esa hermosa mujer. Miguel Mendiola 40 relatos para no olvidar 47 A lguien dijo en una ocasin que recordar es volver a vivir. Los que ya hace algunos aos que peinamos con conformista resignacin nuestros blancos cabellos, consoladora ventaja sobre los que ni ese consuelo tienen, porque el viento del tiempo les dej sin ellos, somos muy aficionados a evocar esa frase, porque las experiencias atesoradas a lo largo de nuestra dilatada andadura, guardadas en el archivo de nuestros recuerdos, son aoradas con cierta frecuencia, para que de nuevo, recrendolas en nuestra memoria, podamos volver a vivirlas hacindolas realidad. A lo largo de nuestra vida, tenemos oportunidades de hacer viajes de recreo, en busca siempre de nuevos horizontes que nos permitan conocer otras tierras con desconocidas gentes que nos hablen de su historia y nos muestren su cultura y sus costumbres, para que podamos identificarnos con ellas, y las podamos compartir durante el tiempo de nuestra relacin, que a la postre, amenizarn nuestros das de ocio ampliando y enriqueciendo nuestros conocimientos. De mis viajes Manolo Navarro 48 Es habitual que en cada salida de nuestro entorno, nos sucedan algunos hechos o ancdotas que necesariamente habr que valorar al regreso, para determinar el resultado final, positivo o negativo de la excursin. Mi propsito al iniciar este trabajo es dedicarlo precisamente a contar la incidencia vivida en uno de mis viajes. En una ocasin, hice con mi esposa un viaje programado a Cantabria. En Santillana del Mar, (de la que se dice que ni es santa, ni es llana, ni tiene mar) tenamos nuestro hospedaje en un hotel, para desde all trasladarnos a los distintos lugares previstos en la programacin. Nos designaron una habitacin situada justamente encima de las cocinas. La tarde de nuestra llegada, salimos con otros compaeros a visitar el parque zoolgico del lugar. Al regreso, notamos cierta agitacin en el hotel, y al interesarnos por el motivo, nos informaron de que se haba producido un conato de incendio en las cocinas que en principio nos alarm pensando que poda haber sido afectada nuestra alcoba. Los empleados de recepcin nos tranquilizaron, informndonos de que nos haban designado otro alojamiento, porque en aquella haba quedado un desagradable olor a humo y tenan que hacer algunas reparaciones. Nos pidieron disculpas por el hecho de que al estar completos no nos podan dar otra igual, y con nuestro equipaje, nos condujeron al nuevo aposento. Se trataba ni ms ni menos que de una pequea buhardilla cuyo mobiliario consista en una sencilla cama, una mesita de noche, un diminuto armario como ropero, una bonita, pero gastada alfombra en el suelo, y una silla. Un cuarto de aseo con las dimensiones justas para que en l tuvieran cabida un lavabo y un inodoro, que junto con un modesto espejo sujeto a la pared, ofrecan sus servicios imprescindibles, completaba nuestros dominios. Tenamos que padecer adems la incomodidad de la colocacin de la cama por el techo inclinado como consecuencia del declive del tejado, cuya parte ms baja coincida con la cabecera, de manera que siempre haba que estar atentos para no ganarse un coscorrn. Una pequea y cuadrada ventana en el desnivel del tejado, con breve cortina que orgullosa tambin presuma, como la alfombra, de su avanzada edad, nos permita la vista al exterior. Justo es reconocer que todo estaba muy limpio y aseado. Hacindonos cargo de la situacin, y tomando las cosas con buen humor, incluyendo las bromas de nuestros compaeros de viaje, aquellas pequeas y divertidas molestias fueron superadas sin ms problemas. Manolo Navarro 40 relatos para no olvidar 49 Terminada nuestra estancia all, cuando nos despedamos, los empleados de recepcin, ya viejos conocidos nuestros, nos entregaron de parte de la Direccin, un decorado estuche conteniendo un bonito plato negro de loza, con el dibujo de la Baslica de aquella ciudad hecho con hilos blancos de plata, como agradecimiento a nuestra buena disposicin y tolerancia por las molestias sufridas. Hoy, aquel obsequio es el recuerdo vivo de aquella ancdota y embellece nuestro hogar. 50 Manolo Navarro 40 relatos para no olvidar 51 E n aquella despejada maana, adornada con algunas pequeas y algodonosas nubes blancas y el brillante sol de Julio de 1963, el barco navegaba sobre un abismo de azul pursimo en medio de aquella inmensa llanura, solo surcada por las incesantes avenidas de pequeas y rizadas olas, cuyo rtmico rumor podan percibir los odos como si de repetidos acordes musicales se tratara. A lo lejos, a popa, todava era visible la costa de Alicante, lugar desde donde horas antes haba zarpado. Se trataba de un moderno paquebote de lnea regular destinado a hacer cruceros tursticos por el Mediterrneo, con escalas, adems de en la citada capital, en Mlaga, Argel, Mallorca, Barcelona, y Valencia, solo durante las horas necesarias para el trasiego de pasajeros, atender los servicios imprescindibles y dar tiempo a una visita condicionada. Relato ganador del primer premio del Concurso de Cuentos de la FEVATED, Curso 2009/2010 Vacaciones en el mar 52 Apoyado sobre una barandilla de la nave, Alfredo estaba contento por el comienzo de su aventura. Tena la mirada puesta en la lejana lnea del horizonte, celebrando la feliz oportunidad que le haba deparado ser uno de sus pasajeros. Afortunado por haber conseguido un importante premio en un concurso de cuentos infantiles, consistente en el crucero que estaba disfrutando y en una suficiente cantidad en metlico que cubrira sus gastos. Gozaba ya por anticipado de los fantsticos das de vacaciones que le aguardaban, para vivirlas a su antojo y descansar de la laboriosa preparacin y realizacin de su trabajo. Con sus 27 aos, tez morena, cabello negro ligeramente rizado, ojos alegres y una boca de finos labios y fcil sonrisa, se senta feliz. Estaba fresca todava la tinta del diploma de licenciatura universitaria que acreditaba sus estudios de Filologa Hispnica, y se senta plenamente satisfecho. Sus aficiones favoritas siempre fueron su admiracin por la Naturaleza, y sobre todo, una profunda atraccin por el mar, porque desde muy nio ya comenz a identificarse con l cuando acompaaba a su padre a pescar en su bote. No es pues extrao que naciera, y que todava conservara acrecentada, una desbordante imaginacin para analizar y ver a su manera todo aquello que le rodeaba en aquellos ambientes. Fruto de ello era que desde siempre, en las ocasiones que haba tenido la oportunidad de navegar, haba gozado a sus anchas sacando buen provecho de sus juveniles aficiones. En esta ocasin, no reparaba en otras cosas ms all de lo estrictamente necesario, a pesar de reconocer que son inmejorables y es un gozo disfrutarlas, las constantes atenciones de la tripulacin hacia los pasajeros, los servicios destinados para ocupar el ocio de todos ellos con las piscinas climatizadas, los juegos de mesa ubicados en distintos y espaciosos salones, los selectos mens en las comidas o las veladas nocturnas animadas por la orquesta. Aunque pueda parecer extrao, su lugar favorito estaba en cubierta, y all se encamin despus de ser alojado en su camarote, buscando el sitio ms cercano a la proa de la nave, desde donde poda aspirar y llenar sus pulmones con la pureza y aroma de la brisa marina. Desde su privilegiada posicin, poda ver y admirar, apoyado en la barandilla, como las olas coronadas de espuma se van acercando mansamente en perfecta formacin, con una regularidad que envidia- Manolo Navarro 40 relatos para no olvidar 53 ra cualquier parada militar, para finalmente llegar hasta el casco del barco lamiendo sus costados, y deshacindose en su contacto como si quisieran recibirle con un abrazo de bienvenida. Poda apreciar, sin que nadie molestara su visin, como el navo va avanzando entre las ondas, no rompindolas como se pudiera creer, sino dando la presin de que son ellas las que se separan gozosas formando a ambos lados un pasillo de homenaje para que pudiera discurrir libremente. All estuvo embelesado con su visin ignorando el paso del tiempo, hasta que se apercibi que se acercaba la hora de la cena y haba que prepararse para la ocasin. Se dirigi a su camarote para cumplir con el protocolo de cambiarse de ropa, y poco despus lleg al comedor ocupando el sitio que le haban asignado en una mesa para diez comensales, que como todas las dems, ocupaban aquel amplsimo saln que ya se iba llenando, a la vez que el rumor de tantas conversaciones cruzadas iba en aumento. Alfredo hizo su presentacin cambiando los saludos de rigor con sus compaeros de mesa que a su vez igualmente le correspondieron. La orquesta que amenizaba la velada, pronto comenz su actuacin acallando en buena medida el rumor de las conversaciones. La cena transcurri con toda normalidad, reinando la alegra en todos los all reunidos. A medida que iban terminando, comenzaron a salir a la pista de baile las parejas danzantes dispuestas a prolongar la divertida velada hasta donde les permitieran sus fuerzas. Alfredo, durante la cena, en una de esas ocasiones en que miraba distrado a su alrededor, se haba fijado en los ocupantes de una mesa vecina, y en especial en una joven muy atractiva que reclam su atencin. Sus largos cabellos rubios caan como una cascada sobre sus hombros desnudos enmarcando un bello rostro, que en su charla con sus acompaantes mostraba unos expresivos y brillantes ojos grises, mejillas sonrosadas y una boca bien perfilada con la sonrisa ms turbadora que haba visto jams. No pudo por ello evitar volver su vista hacia ella en distintas ocasiones, y hasta tres, las veces en que se cruzaron sus miradas. Cuando el baile estaba en todo su apogeo, vio como en dos ocasiones unos jvenes se acercaron a ella con la aparente peticin de invitarla a bailar y ella acceda complacida. Sinti en su interior algo que bien poda traducirse como el ferviente deseo de ser l quien tuviera el privilegio de ocupar el lugar de los afortunados. Ms tarde, 54 ella se levant acompaada por una pareja mayor y se marcharon. Alfredo qued all y not la desagradable sensacin de que a partir de entonces la fiesta haba perdido para l buena parte de su encanto.Cuando la alborada comenz a iluminar el da, l ya estaba en su observatorio esperando disfrutar de su esplendor hasta que culmin totalmente, para mirar una vez ms a lo lejos, la maravillosa llanura de azul grisceo que pareca no tener fin. Se senta pequeo, insignificante ante tanta grandiosidad, con la extraa sensacin de que el mundo haba sido creado para que solo los dos estuvieran en l. Despus, cuando baja la mirada, se despierta por ensima vez su fantasa infantil comenzando por querer adivinar lo que hay ms abajo de sus pies. Quiere imaginarse cmo y de qu color son los peces, los corales y las plantas marinas que casi puede pisar, y su ilusin llega a lo ms alto pensando que quizs fuera posible que debajo de l, descansara de su singladura algn galen cargado de oro, hundido en su lejana poca. Estaba tan ensimismado en sus fantasas, que no oy acercarse a quien se qued cerca de l saludndole con su dulce voz: -Buenos das. Alfredo se volvi para corresponder al saludo sin saber de quin se trataba y qued muy sorprendido cuando vio ante l a su vecina de mesa que le miraba sonriente. -Hola, buenos das contest l devolviendo la sonrisa, algo turbado por la sorpresa- -Me llamo Aurora. He subido a esta cubierta dando un paseo, y al verte tan inmvil, mirando fijamente a la lejana, he pensado que quizs no te encontrabas bien. Perdona si he pecado de indiscreta. -Yo soy Alfredo y te agradezco doblemente tu atencin, porque adems, con tus buenos deseos me has brindado la oportunidad de conocerte. -Es lo menos que se puede hacer por un vecino de mesa. Pero hablando de todo un poco, tengo curiosidad por saber el motivo para que estuvieras tanto tiempo imitando a una estatua, con tu mirada fija en la lejana y en este lugar tan extrao. -Vers. Para todos los que me conocen bien soy una persona normal porque me miran con buenos ojos; para los dems quizs sea un poco raro, pero cuando llegan a conocerme se muestran ms comprensivos brindndome su amistad. Hace un rato, cuando me has saludado, estaba disfrutando en este lugar, que yo llamo mi observaManolo Navarro 40 relatos para no olvidar 55 torio, admirando la naturaleza y el mar que son mi gran pasin desde nio, tal como yo los veo. Te podra estar contando horas y horas todo lo que siento por ellos, pero acabara ponindome muy pesado y no creo que sea una conversacin muy edificante para nuestro primer encuentro. Si tengo una nueva oportunidad ampliar mi discurso, pero de momento confo en tu comprensin.Ella, tras un momento, le dijo risuea: -Respeto tu punto de vista hasta conocerte mejor. Pero por lo pronto, para poner la primera piedra a esa posible nueva amistad, esta noche despus de la cena espero que me invites a bailar para comprobar si mereces una buena nota en esa asignatura. -Ya me di cuenta anoche de que en ella te desenvuelves muy bien. -Son dos chicos a quienes conoc cuando embarcamos y con quienes solo he cruzado unas palabras de cortesa. Me pidieron el baile en momentos en que me apeteca y eso es todo, pero por lo que veo estuviste muy pendiente de lo que yo haca no crees Ambos jvenes, con sonrisas de complicidad, abandonaron juntos, pero sin prisas, aquel lugar para reintegrarse con los dems. Durante el trayecto, Alfredo cont lo ms importante de su situacin actual y ella tambin le puso al corriente de la suya: tena 24 aos y estudiaba en la Universidad de Valencia, faltndole un solo curso para su licenciatura de farmacia. Este viaje se realizaba para celebrar las bodas de oro de sus padres, a quienes acompaaba para atenderlos debidamente por su avanzada edad, que a la vez le serva a ella para el disfrute de sus merecidas vacaciones. Aquella noche puede considerarse memorable para los dos jvenes. Durante la cena, cada uno de ellos estaba pendiente del otro, con disimuladas miradas y sonrisas que iban de una a otra mesa en incesante recorrido. Finalizada la cena, Aurora le invit con la mirada para que fuera a buscarla, segn haban quedado, y a l le falt tiempo para llegar junto a ella. Salud a sus padres y con su permiso, la invit a bailar saliendo ambos a la pista donde demostraron su buena escuela para tal menester, y sobre todo, dando la impresin de que ambos parecan estar muy a gusto con su pareja. Cuando ella se retiraba con sus padres, Alfredo ms que invitarla la desafi a que madrugara para ver amanecer en su compaa. Como no poda ser de otro modo, fue l quien primero lleg, y ya empezaba a dudar de que ella acudiera cuando la vio aparecer, 56 llegando junto a l abrigada y soolienta. Se dieron los buenos das esperando callados ver el espectculo que ya comenzaba. En el lejano horizonte, ya se apreciaba en toda su dilatada extensin como una lnea recta separaba el azul celeste del marino, con una naciente y plida luminosidad que muy lentamente iba en aumento. La noche, completado ya su ciclo, se va retirando perezosa a la par que la luna llena va mostrando una palidez cada vez ms acentuada para terminar desapareciendo. En su lugar, el rojo disco del sol se asoma, creciendo impetuoso demandando su protagonismo, hasta que al completar su visibilidad, provoca un estallido de luz y color, porque una vez ms, la vida renace recibiendo alborozada al nuevo da.Aurora qued entusiasmada por lo que haba visto, y comentando sus impresiones con Alfredo, le asegur que mereca la pena haber madrugado y prometiendo que volvera de nuevo para repetir la experiencia, decisin que sin dudarlo recogi l con agrado. -Me alegro de que una de mis pasiones te haya gustado, y ya que estamos en ello fjate en la panormica que tenemos ante nosotros que tanto me gusta. Tambin siento especial agrado viendo los cambios del tiempo, las distintas formas y tonalidades con que se visten las nubes, de las ocasionales visitas de las aves marinas que revolotean alrededor de la nave y de los simpticos delfines que entusiasman con el vistoso repertorio de sus acrobacias. Pero lo que ms me impresiona, y pongo especial empeo en no perderme ninguno, son estos amaneceres y puestas de sol, siempre diferentes, con los que la Naturaleza, con su eterna coquetera, nos gratifica a diario. A partir de entonces, Aurora y Alfredo estaban juntos todo el tiempo que ella tena libre, despus de las necesarias atenciones que sus padres requeran. Participaban en todas aquellas actividades que se organizaban a bordo, sin olvidar, claro est, las visitas al lugar de costumbre para ver los amaneceres y los ocasos del sol, que haban conseguido que ella compartiera finalmente, aunque de manera ms moderada, las aficiones de l. Tambin tomaron parte de las excursiones previstas en las ciudades en ruta, a veces acompaados por los padres de Aurora. Mlaga les brind la oportunidad de ver la Alcazaba, Gibralfaro y la Catedral. Argel, sus tapices, objetos de cobre y adornos tpicos femeninos. Mallorca, su catedral gtica, Palacio Almudaina y castillo Bellver. Barcelona, ms conocida, les brind de nuevo visitas a Manolo Navarro 40 relatos para no olvidar 57 Montserrat, Sagrada Familia y un buen paseo por las Ramblas. Lstima que la brevedad de estas visitas les impidiera gozar por ms tiempo de ellas.Todas estas actividades compartidas, haban calado muy profundas en el nimo de nuestros jvenes. Se les vea muy alegres y compenetrados, viviendo cada momento con toda su intensidad, esmerndose cada uno de ellos en hacer agradable su compaa al otro. Pero el tiempo, insensible en su andadura, acercaba impasible el final de aquellas vacaciones inolvidables. De regreso al barco despus de la visita a Barcelona, tras de la cena, ambos dieron su ltimo paseo a bordo, porque por la maana, llegados a Valencia tenan que despedirse. Se sentaron en dos hamacas de cubierta, cogidos de la mano, tristes y callados, de cara al mar que tanta influencia haba tenido en sus encuentros, Finalmente dijo l. -Te voy a echar mucho de menos, Aurora. A partir de ahora, tu ausencia me va a dejar un vaco imposible de compensar. No puedo imaginarme mi vida sin tenerte a mi lado. -En honor a la verdad, yo tambin voy a sentir mucho nuestra separacin. Me he sentido muy a gusto en tu compaa identificndome con tu particular forma de ser. -No quiero ni puedo dejarte marchar sin decirte lo que ntimamente siento. Lo que ms he deseado desde el momento que te conoc, es que nuestra amistad fuera ms ntima y duradera, y que si t puedes llegar a compartir mis ilusiones, iniciemos unas relaciones de por vida previo consentimiento de tus padres. -Comparto tus ilusiones y me hace muy feliz tu proposicin que acepto de buen grado. Pero quiero que de momento lo mantengamos en secreto hasta que la separacin forzosa que vamos a sufrir confirme nuestros deseos. Vaya por delante que no estoy dudando de tus buenas intenciones, pero quiero que nos pongamos a prueba para demostrarnos a nosotros mismos que nuestro amor no es nube de verano para entonces hacerlo pblico. Nos comunicaremos tantas veces como tengamos gusto o necesidad de hacerlo hasta que de mutuo acuerdo consideremos que la prueba est superada. A partir de entonces, Valencia y Alicante no estarn ya tan lejos. -Es muy duro lo que me propones, pero as lo haremos s lo deseas. Quiero que sepas que me siento muy dichoso, porque tengo la seguridad de que los cien prximos aos los compartiremos juntos. 58 Fue entonces cuando nuestros protagonistas se dieron su primer y apasionado beso como suscribiendo el mutuo compromiso que acababan de contraer, y que sin duda, como todos los enamorados, guardaran ese momento entre sus ms ntimos recuerdos para revivirlos a lo largo de toda su vida. Aquella ltima maana estaban los dos rebosando felicidad por todos sus poros, y sin duda, pensando solamente en ellos, haciendo planes para aquel futuro que ambos haban aceptado y que cada cual engalanaba a su gusto. Llegada la hora del adis, Alfredo se despidi de Aurora y de sus padres reflejando en sus rostros la emocin del momento. Manolo Navarro 40 relatos para no olvidar 59 E ra casi un chaval y se llamaba Manuel. Casi 18 aos haban formado aquella espiga morena, apretada por el ejercicio y el trabajo de zapatero. Era amable, simptico y siempre estaba dispuesto para hacer un favor a quien le hiciera falta. En su barrio, la Prosperidad, sus vecinos le tenan mucha estima. Aquella maana de domingo haba quedado con unos amigos para ir al Pantano a pasar el da, por unos u otros, se les haba hecho un poco tarde. Era el mes de Junio en los aos 60. Llegaron a la boca del tnel y esperaron hasta que pasara el tren que proceda de Madrid, y la humareda se disipara un poco, era ms seguro hacerlo de esa manera para no tener contratiempos. Cruzar el tnel era la primera hombrada de la adolescencia. Pero, el joven era un veterano, desde muy chico. Su padre lo haba llevado en ms de una ocasin, sobre todo, cuando pasaba un constipado. Era curioso, esperaban cerca de la boca del tnel y cundo el tren, con aquella locomotora tan achacosa y humeante, sala, rpidamente, se introducan El tnel y la alpargata Francisco Oncina Garca 60 para llenar sus pulmones de aquel humo tan denso, pareca que te asfixiabas! Aquel humo, decan, era bueno para los bronquios. A pesar de haberlo atravesado tantas veces, siempre le pasaba lo mismo, se daba cuenta de que era un sentimiento un tanto morboso, pero le gustaba. De todos modos el tnel siempre guarda una sorpresa, sobre todo la primera vez que lo pasas, pues al ver desde la entrada perfectamente dibujada la boca de salida, cualquiera dira que se cruzaba en un abrir y cerrar de ojos. Pero, no, no era as, ni mucho menos. Entraba uno en el tnel y andaba andaba y llegaba un momento en que pareca que no tena final. La salida estaba al alcance de la mano, pero pareca que se iba alejando a medida que uno se acercaba. Parece y da la sensacin, de que no tenga casi 500 metros de largo. Despus todo pasaba. Lentamente, pareca que el tnel se volva razonable, la salida se agrandaba ms y ms y al llegar otra vez a cielo abierto, uno suspiraba ruidosamente, lo mismo que hace el tren.Era la primera vez que sus amigos iban a cruzarlo y andaban un poco inquietos, pero l les animaba y les deca qu era pan comido. Provisto de una larga caa, encabez la andadura, conoca las triquiuelas del asunto. Caminaba contando los pasos y haciendo equilibrio sobre uno de los railes de la va mientras tanteaba con la caa las ennegrecidas paredes, porque era desagradable y agotador avanzar sobre las negras piedras. Cuando encontraba un hueco, deca caseta a la derecha! Y les adverta que si haca aparicin un tren de improviso, veinte pasos ms adelante, pero a la izquierda encontrabas otra igual y as sucesivamente, aquellos huecos se iban intercalando en la ennegrecida pared. Los amigos avanzaban de mal en peor, se notaba que eran primerizos en aquellas lides, tropezaban una y otra vez, incluso ms de uno, se dio de bruces contra aquellas piedras, manchando, manos, ropa y zapatillas, pero todo lo resolvan con excelente humor, las risas resonaban por todo el tnel, haciendo un eco extrao. Casi a la mitad del tnel, sus pies tropezaron con algo extrao, algo ligero, se agach y comprob que se trataba de una zapatilla, mejor dicho de una alpargata. Alpargata, valenciana, aquellas que llevaban unas cintas largas que se ataban con varias vueltas en la pierna. Estaba casi nueva, supuso que la prdida habra sido esa misma maana. Por el tamao dedujo que su duea sera una nia, recogi la alpargata y la meti en uno de los apartados de su mochila. Los Francisco Oncina Garca 40 relatos para no olvidar 61 jvenes siguieron avanzando y entre guasas, e ironas, consiguieron aparecer en la otra cara. Al llegar al Pantano, se sintieron desalentados. Todos al unsono dijeron lo mismo: tenamos que haber madrugado ms!. Los alrededores del lugar haban recibido una buena cantidad de eldenses. Le sera difcil encontrar entre tanta gente a la duea de la alpargata. El joven gua, de pronto distingue a unos conocidos, a vecinos de su barrio, ve a la familia de Mara Salud, esa nia rubia, de ojos azules, de tan slo 8 aos, que cada da la ve jugar en el parque y siempre tiene un cumplido para ella. Sin embargo, ella, cada vez que lo ve, se pone colorada, pero en el fondo le agrada que l le formule esas palabras tan bonitas. Manuel se acerca a sus vecinos para saludar y observa que la nia, est apartada, enfadada, tiene la mirada llorosa. La madre le comenta, que esta misma maana cruzando el tnel perdi una zapatilla, puesto que al no desear que se le manchasen, su padre la subi a cosqueretas y nadie se dio cuenta de que se le haba cado. Ese es el motivo por el qu esta enfurruada, llena de rabia, y por el que no puede jugar con sus amigas. l se acerca a la nia como acostumbra, educado, carioso y comedido. Hola! Princesa, hoy te voy hacer un regalo, un regalo que te va a ilusionar. La nia observa, y como siempre que tiene a Manuel frente a ella, se pone colorada como un tomate. l saca de su mochila la alpargata; la nia la coge, la toca, la mira, da un salto y lo abraza, cubrindole de besos y, a la misma vez, llorando. No haba forma de soltarla de su cuello. Los padres de la nia quedaron muy agradecidos, as que les invitaron a todos a compartir aquel paraje que por lo menos tena sombra. La nia, qued encantada de tener a su vecino tan cerca, pas uno de los das ms bonitos de su vida. Hace tiempo, mucho tiempo, ella, est ilusionada, suea con l, es su vistazo, es su amor secreto. En la plaza de la Prosperidad, hay movimiento, la novia, se aferra fuertemente al brazo de su padre, est guapa, radiante, por el centro de la calle, caminan hacia la Iglesia, el Sol est en todo lo alto, les ciega, les deslumbra, los rubios cabellos de la joven brillan como el oro. Hay un momento que la calle se estrecha, y el sol desaparece, no importa, la gracia y la belleza que derrocha, llena de color la estrecha calle. No tiene prisa, se recrea, camina despacio, la gente se gira para mirarla, su padre la apremia Quizs l no la comprenda, pero, ella no 62 tiene duda, es el da ms feliz de su vida. Lo ha esperado tanto que quiere disfrutarlo, gozarlo, saborearlo.Al mismo tiempo, el novio, vecino de la Prosperidad, espera junto a su madre al pie del altar, est nervioso, desinquieto, observa su reloj una y otra vez, entre dientes murmura se retrasa mucho. La madre, sonre y le dice: con lo que has esperado, qu importa un poco ms!. La novia hace su entrada en la Iglesia, es un manojo de nervios, al fondo observa a Manuel. Ahora, s camina rpido, al llegar junto a l, le susurra al odo: gracias por esperarme todos estos aos. Se miran, se cogen de las manos, el momento se hace eterno, y rompen a llorar. El prroco observa, no dice nada, les deja en ese momento, tan soado, tan hermoso, en definitiva, imborrable. l conoce la historia. Ellos cmo tantas veces vuelven a recordar aquella maana de domingo, de la alpargata con aquellas cintas tan largas, perdida en el tnel. Esas mismas cintas, que seguro, fueron las que ataron y anudaron fuertemente sus corazones. Francisco Oncina Garca 40 relatos para no olvidar 63 U no de esos das que no sabes lo que hacer, me tropec con el libro que recoge los escritos de Jover Gonzlez. Me lo haban regalado haca unos meses y lo tena arrinconado, olvidado en un estante del mueble, saba que contena fotos. Fotos antiguas de nuestra ciudad. Quera entretenerme y distraerme, eran las de siempre, no me import, me encanta verlas una y otra vez. Aquellas imgenes me llevaron a curiosear alguna que otra pgina y segu y segu. Hall frases, apodos, historias, chascarrillos y lugares elderos, as les llama este seor a los eldenses. Comenta que eldense no tiene femenino, eldensa queda mal, eldero y eldera suenan mejor. Me pregunt en el pasado, el gentilicio sera eldero Pues nuestros vecinos de Petrel nos decan, y dicen, elderos cagalderos. El libro, pleno de historias y ancdotas, burlonas y socarronas. Algunas de las ms lejanas las conoca por mi padre, pues en ms de una ocasin me las haba relatado; otras ms recientes Algo ms que recuerdos 64 me transportaron a mi infancia y adolescencia. Mi cabeza no paraba; aquellos motes, Cortarrabos, Almanegra, Tahulla, Pansilla, Mondonguito, Canuto....; las calles, de la Palmera, La Comadre, La Tripa, Placeta de San Pascual ,de la Prosperidad, la Plaza de Arriba, la calle Coln, y muchas ms, todas ellas con encanto, ese encanto de lo antiguo que se nos perdi por el camino. Aquel lenguaje de nuestro entorno, govanilla, golica, melosico, arrea, escalabrar, cosiol... Lugares como la fuente de los burros, el Hotel Sandalio, La Pajarita, la fonda Juanito, La Mallorquina; todo me resultaba familiar, pues all por los aos 50 y 60, continuaban vigentes. La nostalgia pudo conmigo, qu solucin tena Fue fcil. Cog un folio y de inmediato me puse a redactar, a reflejar y a describir recuerdos que haba rememorado en aquel libro, aquel del que solo quera ver sus fotos. Me apeteca la idea de plasmar en estos folios a gentes, lugares o situaciones que tuvieron que ver con mi persona. Quin no recuerda a la Yaya con su delantal, al Azafranero y al Barrabs con aquellas extraas indumentarias y sus largas barbas; a Vicente el Mina, haciendo sus parodias en la comparsa de Cristianos; al Churrero con su cesta de mimbre, ofreciendo sus caramelos y cigarros; a don Jos Lorenzo, al que llamaban padre Bultaco; el Colilla, la Castallense, o aqul autobs de color amarillo conducido por Oriente que recoga pasajeros en la estacin. Las largas colas para la compra del petrleo en el puesto situado en la Lonja; la alpargatera de las Guapas, en la calle San Antn; Pepica la Petrolera, en la Plaza de Arriba, donde los cros podan comprar tebeos, petardos o cualquier golosina. Los surtidores de gasolina, uno en la avenida de Chap junto al garaje Monumental; en ese local ponan a la venta en verano; melones y sandas, tenan montaas de ellos; all mismo estaba la esquina del guardia, donde Rafael Martinez el Barrilico, en ocasiones, diriga el trfico y, la verdad, era un espectculo verle; junto a la esquina se encontraba una de las fuentes de agua potable de la ciudad, donde se formaban grandes colas. Colas que tuve que hacer en muchas ocasiones. Pegado a la fuente, el carrico de la mona, su propietario proceda de Pinoso y se apedillaba Sogorb, fue el fundador de Viajes Azor. El otro surtidor estaba situado donde despedan los duelos en los entierros, al final de la calle General Aranda, hoy de Pedrito Rico. Francisco Oncina Garca 40 relatos para no olvidar 65 El piln de Jos Antonio a la entrada de la poblacin en la avenida de Chap, la tartana de Consuelo la practicanta, con su marido en el pescante, gobernando al pequeo caballo. Otra de las tartanas que circulaban por la ciudad era la de Pachurro, un seor que se dedicaba a repartir pan, en el exterior de la misma se poda leer, mam, mam de pachurro el pan. La Casa del Nio en la calle San Roque cunto bien se hizo a los nios en aquellos aos! al frente de la misma, doa Carolina, doa Matilde y doa Eva. Casi todos los aos, en verano, teniamos otro acontecimiento, el admirar las aigas que sola lucir Pedrito Rico en nuestras calles. Quin no recuerda El Negresco y su blanco y negro, el Ideal y sus calamares, los callos del Lelo en la calle la Tripa, en el Trinquete, los rebozados, el bar los Piratas en el barrio de la Prosperidad, o en la calle Jardines, El Patio. Los espectculos en verano de la Plaza de Toros, desde cine, hasta variedades de cualquier tipo. El cine Ideal, y su sesin para nios la tarde de los domingos; el coste de la entrada 2.50 pesetas y podas ver 3 o 4 pelculas del Oeste, con Kit Carson de protagonista. Otro emblemtico lugar fue el Lido, aquella balsa en sus inicios se dedic para almacenar agua para riego, pero pronto se transform en piscina y fue un acierto, toda la juventud de nuestra ciudad pas por aquel lugar. Desapareci en el ao 1967. A finales de los 50 se empiezan a construir los barrios de las 300, San Francisco, Virgen de la Cabeza, etc., as como el alcantarillado donde no lo haba. A principios de los 60, se pavimentan las calles y se inaugura la Feria Nacional del Calzado en el edificio de las escuelas de Padre Manjn, en 2 aos pas a ser Internacional, y en 1964 se inaugura el nuevo recinto ferial, edificado en un tiempo record. La Ciudad Deportiva del Centro Excursionista, El club de Campo, el instituto Azorn, el colegio de la Sagrada Familia, el Ambulatorio de Padre Manjn, etc. etc. todas estas edificaciones se construyeron en la dcada de los 60 y hoy da siguen siendo smbolos de nuestra ciudad. Sin duda, las dcadas de los 60 y de los 70 fueron las ms florecientes en nuestra ciudad, haba trabajo, mucho trabajo, faltaba mano de obra y llegaron gentes de poblaciones cercanas, seguramente llamadas por amigos o familiares que residan en Elda. Se trabajaba muchas horas, quiz demasiadas, pero se ganaba dinero, eso s, hasta podas elegir empresa. El comienzo de los 70 fue donde la cons 66 truccin se dispar, se edificaba sin parar. Los coches y las motos inundaron la ciudad; por entonces haba un dicho, Elda tiene ms vehculos por habitante que cualquier otra ciudad espaola.He de manifestar mi admiracin y respeto a todas las personas que desde pocas lejanas y no tanto, llegaron a nuestra ciudad en busca de trabajo en el calzado, o en otros menesteres, a profesionales, como, mdicos, profesores, etc. que se instalaron definitivamente, y que hoy da, tienen hijos y nietos nacidos en Elda. Creo que todos o casi todos se esforzaron y colaboraron para que Elda engrandeciera y prosperara. Quizs, la ciudad sin ellos hoy no sera la misma. Bien es cierto, que Elda, desde siempre, acoge al forastero con los brazos abiertos, como fueron acogidos mis padres all por los aos 20. Y termino con el ttulo de una cancin que pregonaba con orgullo, all donde actuase nuestro querido paisano, Pedrito Rico: Elda de mi corazn. Francisco Oncina Garca 40 relatos para no olvidar 67 C aminaba por una de las calles de nuestra ciudad, apenas haba circulacin, de pronto escuch un sonido lejano, ms bien golpecitos, conforme me acercaba, lo reconoc, la verdad es que lo tena olvidado. En una de aquellas viviendas, seguro, resida una dobladora, ta,ta,ta,tatata Ese sonido me hizo recordar aquellos que tena aparcados, olvidados. Sonidos de antao. Sonidos de mi pueblo. Sonidos que hoy da son difciles de percibir. Era un cro cundo en casa empec a escucharlos, casi todos eran de trabajo. No eran todos iguales, haba de todo tipo, unos ms silenciosos y agradables que otros; te acostumbrabas rpido. La verdad es que los podas percibir en casi cualquier vivienda de la ciudad. Conforme creca casi intua lo que estaban haciendo, si el zapatero clavaba tacones o entachaba, si en la casa de al lado la ocupaba una picadora, una dobladora o una aparadora. Otro de los sonidos caseros era la radio; para entretener no se tena otra cosa, en cualquier vivienda sonaba todo el da. Me viene a la memoria uno de los programas Sonidos perdidos, sonidos olvidados 68 que ms le gustaban a mi hermana, era el de los discos dedicados de radio Monvar, sobre todo cundo el locutor pronunciaba la dedicatoria para Pepita de su amiga Luisi en su cumpleaos o de Puri para Consue en el da de su boda y escuchabas a Machn, a Seplveda o a cualquier otro intrprete de entonces, con aquellas canciones tan meldicas y bonitas. Y al llegar la noche despus de la cena, sobre todo en Invierno, la radio tambin tena su momento, haba programas a los que toda la familia les prestaba toda su atencin alrededor de la mesa camilla y el brasero.Y que decir del sonido en la calle. Todo lo que pudiera suceder en ella se poda escuchar perfectamente. Por las maanas, las sirenas de las fbricas llamaban a los trabajadores a sus tareas, sonaban casi todas a la vez, solo separadas por dcimas de segundo, cada una de ellas tena su propio sonido, distinguas la de Gmez Rivas, la de Porta, etc incluso alguna de la vecina Petrel. Poco antes de las 9 empezaba el devenir diario, la algaraba de los nios camino del colegio. Poco ms tarde, haca su aparicin el basurero, con su campana; el trapero, con su arenica y tierra blanca o el carbonero, todos ellos con sus carros tirados por sus mulos o caballos. El estaador, que se ofreca para reparar todo tipo de ollas o cacerolas, el afilador con su bicicleta y su extraa flauta, con aquel sonido tan peculiar y el emblemtico personaje apodado El Tope, con aquel carrito de mano anunciando la prensa diaria. Igualmente, de vez en cuando, se poda escuchar el motor de algn coche o motocicleta. A las 12, sonaban de nuevo las sirenas, era el trmino de la jornada laboral matutina, los trabajadores regresaban a sus casas para comer y los nios salan del colegio Hasta la hora de comer los cros jugbamos en la calle sin peligro alguno. En alguna ocasin me gustaba ir al cosido de Pepe, era un taller al pblico cercano a mi casa, donde se cosa la suela al zapato. Aquellas mquinas parecan ametralladoras tacatacatacatcata, los aprendices llevaban los zapatos en unos capazos de esparto forrados en su interior con trozos de manta para no daarlos, hacan cola por orden de llegada. Mientras esperaban su turno hablaban entre ellos, sobre todo de ftbol. Me encantaba escucharlos. Cuantas veces mi hermana vena a buscarme para comer! A las 2 de nuevo las sirenas, se escuchaban perfectamente desde el interior de las casas. En la calle hasta las 6 todo era ms pacfico y sosegado, slo se escuFrancisco Oncina Garca 40 relatos para no olvidar 69 chaba los sonidos del interior de las viviendas, la aparadora. Rum, rum, ruuuuum, ruuuuuuumm era el sonido del ribeteo. Toc.toc, toc, tocotocotoc. Proclamaba la habil picadora sobre el viejo cartn fibra. Y la dobladora ta, ta, ta, ta, ta golpeando su pequeo martillo en la pieza de piel sobre el mrmol de color blanco, todas las dobladoras lo tenan siempre de ese color jams supe el porqu. A los martillos o a las tenazas de los zapateros tambin se les escuchaba, y cmo no! las mquinas del cosido de Pepe, que casi no paraban en todo el da. Cerca de mi casa haba tambin un troquelado al pblico, con unas extraas mquinas con un pedal que al accionarlo hacan un sonido seco, plom, pareca que se iban a partir o a quebrar aquellos grandes y pesados moldes o troqueles, pues el cuero a veces era muy grueso, dependiendo si eran las suelas para seora o para caballero. Justo al lado del troquelado, se encontraba un rebajado al pblico, donde las fbricas enviaban las partidas para rebajar los cantos antes de doblar y aparar; aquellos sonidos tambin eran inconfundibles, sobre todo cundo afilaban las cuchillas. Y las canciones de la radio, las ponan con mucho sonido, pues con los golpes y el ruido de las mquinas apenas podan escucharlas, as que en la calle se podan or perfectamente aquellas canciones de tan gratos recuerdos, Madrecita del alma querida, Mira que eres linda, el Beso y otras muchas.Cuando daban las 6, los sonidos de las casas desaparecan, los nios y las nias salan del colegio, y los obreros de su trabajo, y de nuevo la calle recobraba el protagonismo. El papero recorra la calle con su trompeta anunciando los helados o las habas dependiendo de la estacin del ao y los nios y las nias pasaban a ser los protagonistas. En cualquier portal, las nias sacaban sus cromos para voltearlos con las palmas de las manos, la cuerda, para la comba, o, la leva para la chula. Los nios, la trompa, las bolas para el g o el rolde, el ftbol, el pinto lana y la lima y al anochecer, otra clase de juegos, el escondite, el bote, el t la llevas Y despus de la cena, en primavera y en verano, los vecinos sacaban sus sillas a la calle y a conversar y al mismo tiempo vigilar a los pequeos que no paraban de jugar. Tambin en el silencio de la noche, se poda escuchar al sereno, con aquel garrote cundo tena que despertar a algn vecino de madrugada. Pero todo tiene su fin, entre 1965 y 1970 hay un cambio muy grande. Las compaas de zapatos americanas recalan en Elda, las fbricas tienen que adaptarse y ceirse a lo que se les viene encima, 70 los zapateros que trabajan en las casas tienen que marchar a las fbricas. Es el inicio de las cadenas. Muchas viviendas se quedan sin sus sonidos o golpeteos, pero las aparadoras, picadoras o dobladoras, estas, s, continan en ellas. El cosido de Pepe y otros tienen que ir cerrando sus puertas, ahora los zapatos van pegados. Los troquelados dan paso a los prefabricados, as que aquellas mquinas, desaparecen de los locales cercanos para instalarse en otros lugares. Las calles se van asfaltando una tras otra, los vehculos se multiplican da tras da, circulan y ocupan la calle. Los nios y las nias desaparecen, ya no pueden jugar en ella, es un peligro. Poco a poco, las ausencias en la calle aumentan, el basurero deja de tocar la campana, el carbonero, el estaador, el tope con la prensa, hasta las sirenas de las fbricas dejan de sonar, nuestras madres ya no pueden recoger los boigos de los caballos o mulos para sus macetas, incluso las tertulias de los vecinos desaparecen, hasta el sereno dej de rondar/ de vigilar. El desarrollo/ la evolucin/ y la prosperidad nos encerraron en las casas. La calle ya no fue la misma, aquellos sonidos ya no se perciben, ahora se escuchan ruidos, estridencias, chirridos, no se pueden tener las puertas o ventanas abiertas. El ruido del exterior molesta, los sonidos de las casas apenas salen a la calle, hasta los aparatos de radio con aquellas canciones tan bonitas de Machn o de Pedrito Rico, ese sonido ya no sale afuera. La calma y la tranquilidad desaparecen de nuestro entorno. En poco tiempo tuvimos que habituarnos al progreso, y con l lleg la premura, la impaciencia, y al mismo tiempo desapareci el valorar las cosas en su justa medida. Sin duda, todo ha evolucionado mucho, quizs demasiado. Hoy se vive mejor que antao, tenemos ms comodidades, ms tiempo de ocio, ms informacin, en fin ms de todo. Sin embargo, el ruido y las estridencias mandan por encima de todo en casa, en el bar, en los pubs o en las terrazas; hoy da, no se habla, se grita; parece que las personas estn enfadadas unas con otras; los coches llevan la msica muy fuerte; algunas motos no hacen ruido, hacen dao al odo. En los aos 50 y 60 todo era ms calmado, se escuchaban sonidos, y algn ruido que otro, pero en ocasiones podas advertir, percibir, sentir, podas en definitiva, escuchar y hasta acariciar el silencio. Francisco Oncina Garca 40 relatos para no olvidar 71 M e asombro a diario de los lapsus que tengo de memoria. Yo la tena de elefante y ahora, cosas que hago de forma cotidiana, de un da para otro se me olvidan. Sin embargo, acontecimientos y situaciones acaecidas hace mucho tiempo, estn en mi mente con una claridad, como si estuvieran sucediendo ahora. Esto viene a cuento por unos recuerdos de hechos ocurridos en mi niez. Hoy, a personas que tienen una conducta un poco rara, les dicen que sta es debida a traumas ocasionados por vivencias dramticas o peligrosas sufridas en su infancia. Yo creo que no tengo ningn trauma, a pesar de que siendo muy pequea, fui testigo de acontecimientos muy graves. Les cuento: En aquella poca, mi hermana y yo salamos todos los das de casa para dirigirnos al colegio, (un parvulario que haba en la calle Nueva). Mi madre nos acompaaba hasta la puerta del Casino Eldense, salvada la carretera, nos daba un beso y esperaba a que cruzsemos el jardn hasta llegar a la calle y que sin bajar de la acera, entrsemos en el cole. A la hora de salir, mi madre nos Recuerdos Isabel Poveda Pla 72 esperaba y cogidas de las manos cruzbamos de nuevo la peligrosa carretera.Un da en el que como de costumbre regresbamos, vimos correr hacia nosotras a mi madre que con semblante despavorido nos abraz y casi en volandas nos llev a casa. La calle estaba llena de gente que corra arriba y abajo; haba guardias, una ambulancia que haca sonar su sirena sin cesar, gritos, empujones, etc. Yo lo miraba todo asustada, mientras mi madre apretaba mi mano para tratar de tranquilizarme. Cuando entramos en casa y consider que el peligro haba pasado, se dej caer en el silln y trat de sonrer. Al cabo de pocos minutos llamaron a la puerta. -No os movis de aqu! - nos dijo, y cerrando la cancela de la salita, sali decidida. Al momento la vimos entrar presurosa y sin decirnos nada nos llev a casa de mi abuela que viva al lado. Esta, cuando nos vio llegar pregunt asustada: -Qu pasa hija -Nada, nada,- dijo mi madre- es que mi marido ha tenido un accidente y lo han llevado a Alicante, yo me voy ahora en un taxi y espero que esta noche estemos de vuelta - (esto lo dijo por no asustarnos). Lo cierto es que mi padre y un compaero, ambos agentes de polica, fueron a detener a unos maleantes que haban sido denunciado por haber cometido un robo y destrozos en la casa de un mdico. Al acercarse a ellos, estos sin mediar palabra empezaron a disparar, matando en el acto al compaero de mi padre y dejando a ste mal herido, que casi sin fuerzas logr sacar su arma y herir en una pierna al ladrn, lo que facilit su detencin. Las heridas de mi padre eran muy graves, afectaban al hgado y al rin, y la prdida de sangre haca temer por su vida. El cirujano que lo oper, no s si por tranquilizar a mi madre, le dijo que a pesar de lo grave de sus heridas la operacin haba sido un xito y contando con la fuerza fsica de mi padre, esperaba que en poco tiempo estuviese completamente curado. Pasaron los das y efectivamente fue mejorando. Pronto mi hermana y yo pudimos ir a verlo al hospital. Cuando entr en la sala donde estaba mi padre, lo primero que recuerdo es ese olor de alcohol y desinfectante y tantas camas con enfermos. Al lado de la que ocupaba l, haba un herido con las vendas que envolvan su cuerpo manchadas de sangre. Esa visin y ese olor, me impresionaron mucho. Isabel Poveda Pla 40 relatos para no olvidar 73 Pas el tiempo y, poco a poco, las heridas fueron cicatrizando, tanto que el cirujano consider que la convalecencia la pasara en casa hasta su curacin. Conseguida esta, mi padre se incorpor a su trabajo y seguramente para compensarlo lo destinaron al control de los barcos que atracaban en el puerto de Alicante. Al principio estaba solo, pero consigui una vivienda de alquiler en la calle de Sagasta, y all nos trasladamos toda la familia. Esta casa estaba en un edificio de tres plantas. En el entresuelo se encontraban unas oficinas ocupadas, segn rezaba en el rtulo de la puerta, por los Amigos de la URSS. Siempre estaba la puerta abierta y los vecinos de la finca al bajar las escaleras podan ver a cuantos trabajaban all. En sus paredes haba tres grandes fotografas de Marx, Lenin y Stalin, y en uno de los balcones una bandera roja con el martillo y la hoz. Nosotros, en el primer piso, ocupbamos dos habitaciones, cocina, bao y un pequeo saln. A la izquierda de la misma planta, la portera de la finca alquilaba habitaciones con derecho a cocina. En uno de estos cuartos, viva D. Antonio, un viejo profesor de msica, que, cuando sonaba la alarma por la noche, lo veamos salir con un rado abrigo sobre su pijama y con una toalla envolviendo su cabeza, como si fuera un turbante. Otra de estas habitaciones la ocupaba una malaguea muy guapa llamada Isabel, que por llamarse igual que mi madre hicieron buena amistad llamndose tocayas. Estaba casada con un militar que vena a verla montado en una gran moto. Cuando esto ocurra, le traa galletas, latas de carne, arroz, mantequilla, etc., alimentos que en aquellos tiempos no se encontraban. En una de estas visitas le trajo un jamn, que Isabel comparti con los dems huspedes. Como estaba casi siempre sola, mi hermana y yo, las nicas nias del edificio, ramos mimadas por ella, nos haca vestiditos para nuestras muecas y nos contaba cuentos. Por aquella poca, Alicante se vio invadida por gran cantidad de malagueos que salieron huyendo de sus pueblos ocupados por los ejrcitos que combatan en Espaa. A nuestro piso lleg una malaguea llamada Pepa con sus dos hijos, una nia de ocho aos y un nio de cinco, que se quedaron a vivir en otra de las habitaciones disponibles. Nosotras nos alegramos mucho de tener dos amigos de nuestra edad para jugar. Salamos poco a la calle y nuestro recinto de juegos era la gran terraza del edificio. sta daba a dos calles, la de Sagasta y otra que no recuerdo el nombre a la que mi madre no quera que nos asomramos. 74 -Mam -le pregunt-Por qu no podemos asomarnosMi madre, azorada me contest: -Es una calle de mala fama y no quiero que veis cosas malas. A m me dej un poco intrigada y claro, en cuanto tuve ocasin, me asom desde la terraza a ver qu era eso de la mala fama y las cosas malas. Haba mujeres vestidas con unos quimonos de seda estampados, que, sentadas a las puertas de sus casas, fumaban cigarrillo tras cigarrillo. Pasaban marineros y soldados que hablaban con ellas y alguna vez los invitaban a entrar. Yo solo vi raro el que las mujeres fumasen, ya que en aquellos tiempos no lo solan hacer en pblico, y supuse que la mala fama era porque fumaban. A mis nuevos amigos y a nosotras, la prohibicin de mirar nos incentiv para que en cuanto tenamos ocasin, nos asomamos desde la terraza de nuestros juegos a esa calle que siempre estaba muy animada. Lleg un momento en que hasta sabamos los nombres de alguna de estas mujeres, pues para llamarse unas a otras lo hacan a voces. Haba una llamada Julia, que era negra, otra Mati, pelirroja, Tere, Luisa, etc. Cuando sonaba la alarma area, muchas veces coincidamos a la entrada de un refugio cercano con estas mujeres, y me llamaba la atencin lo bien que olan. Fue una poca en la que el miedo a los bombardeos, caonazos, reflectores y silbidos, nos tenan en un susto constante. Doa Pepa, la malaguea llegada ltimamente, se quedaba como petrificada cuando oa la sirena, y eran sus hijos los que tiraban de ella para conseguir ir al refugio. En una ocasin comprob lo que el miedo provocaba en esta mujer, quien llegaba a orinarse encima sin poderse controlar. Despus supimos que en su huida de Mlaga haba pasado por situaciones dramticas: a su esposo lo mataron y ella, con sus hijos y el poco equipaje que podan llevar, haba emprendido la marcha por una carretera en la que muchas personas perdan la vida ametralladas por los aviones que hacan frecuentes incursiones sobre ellos. Vio tan de cerca la muerte y las heridas de sus paisanos, que su naturaleza qued muy afectada. Eran das en los que se trataba de sobrevivir entre los ataques areos, el hambre, y las cartillas de racionamiento que no cubran apenas las necesidades de cuantos suframos aquella guerra, en la que los nios ramos los mas perjudicados. En casa, yo, una nia de ocho Isabel Poveda Pla 40 relatos para no olvidar 75 aos, ayudaba a mi madre en ocupar en las colas un turno para conseguir el pan y otros alimentos que, de vez en cuando, se repartan a la poblacin.En una de estas colas formada ante la panadera esperaba que me tocase la vez, cuando son con insistencia la sirena anuncindonos la visita de los bombardeos que peridicamente nos lanzaban sus regalos explosivos. Mi padre me haba ordenado de forma muy clara: - En caso de alarma, ests donde ests, te diriges lo ms rpido posible al refugio ms cercano-. As lo hice y corriendo llegu a uno en el que gran cantidad de gente se apresuraba a entrar. Las luces de las diferentes galeras, se encendan y apagaban en cada explosin. De pronto vi la luz de una linterna y reconoc la voz de mi padre que me llamaba. Cuando le contest, me abraz con fuerza y casi llorando no me pudo hablar; slo me abrazaba. Cuando pasado el peligro salimos al exterior, comprend la angustia de mi padre; una bomba haba cado en la panadera donde momentos antes haba estado yo. Otro da, en una de esas colas estaba con mi madre esperando conseguir carne de caballo, cuando se acerc a nosotras Julia, la mujer negra de la calle de mala fama, que muy respetuosa le dijo a mi madre: -Si me da su cartilla, yo le puedo conseguir los mejores filetes; el carnicero es amigo mo y me los guarda. Usted puede marcharse que yo misma se los llevar a casa. As lo hizo y, efectivamente, aquellos filetes parecan de la mejor ternera. Mi madre le dio varias veces las gracias y ella se ofreci a traernos la carne cada vez que hubiese reparto. Tras eso yo me hice la siguiente reflexin: mi padre era agente de polica y no haca uso de ningn privilegio, mientras que la mujer de mala fama consegua los mejores filetes. Trascurran los das en los que conseguir alimentos era nuestro principal objetivo. Mi padre, al estar en el puerto y saber ingls, se relacionaba con la tripulacin de barcos mercantes que, de vez en cuando, atracaban en el muelle. Un da lleg a casa acompaado del capitn y el radiotelegrafista de uno de esto barcos. Al capitn le llamaban Mr. Hachis y al telegrafista Andrs. Ninguno de ellos saba ni papa de espaol, pero con la ayuda de mi padre le propusieron a mi madre que los invitara a probar una comida tpica de la tierra. A la propuesta, mi madre respondi que al estar en guerra no tena los ingredientes ne 76 cesarios para hacer esa comida. Una vez traducido el comentara de mi madre, inmediatamente le pidieron que hiciera una lista con lo que necesitaba y al da siguiente se presentaron con carne de ave, pescado, arroz, unas cigalas y algo de verdura. Adems de eso, para los de la casa trajeron una gran lata de mantequilla, otra de mermelada, un bote de leche condensada y un pan de molde riqusimo, al que mi hermana y yo le hicimos los honores de inmediato, untando unas rebanadas con esa sabrosa mantequilla.La comida fue un xito y, en los das que estuvo fondeado el barco, comieron ms de una vez con nosotros, portando en sus visitas alimentos variados que servan para hacer diferentes mens. El barco hizo dos o tres viajes ms y se quedaban una semana o diez das en Alicante. Esto dio lugar a que entre mi padre y estos seores surgiera una buena amistad, hasta el punto de que en su ltimo viaje, nos propusieron que nos marchramos a Inglaterra en vista del cariz que estaba tomando la guerra. Menos mal que no aceptamos, pues en poco tiempo fue su pas el que sufri grandes bombardeos. Cuando vinieron a despedirse, nos trajeron alimentos, y a las nias nos regalaron una casa de muecas con todos los detalles para nuestros juegos. Nuestra vida continu igual: colas, alarmas y bombardeos cada vez ms frecuentes, que hicieron que mi padre nos mandara a Elda, libre de momento de ataques areos, por lo que empaquetamos lo ms preciso y nos trasladamos al pueblo. Mi padre vena casi todas las semanas a vernos y en casa lo esperbamos, primero con alegra viendo que estaba bien, y segundo por cuanto nos traa, que permita variar los mens de lentejas que tenamos a diario. Pero an nos tocaba pasar por un nuevo susto. El da 25 de mayo, fecha trgica para Alicante, hubo un gran ataque areo, que ocasion numerosas vctimas as como destruccin de edificios. Entre las vctimas estuvo mi padre que, herido por un fragmento de metralla, ingres de nuevo en el hospital. Y hay ms: una bomba haba cado en mi casa, destruyendo toda la parte que daba a la calle de mala fama, dejando solo en pie la gran escalera de mrmol que serva de acceso a los pisos. En cuanto mi madre tuvo noticia de lo acontecido, fue a Alicante, primero al hospital a ver a mi padre, y aunque la herida no era grave, por efecto de la explosin haba tenido una gran Isabel Poveda Pla 40 relatos para no olvidar 77 hemorragia dejndolo muy dbil. La pobre de mi madre se tuvo que enfrentar sola a su casa destruida, de la cual slo pudo salvar la mquina de coser marca Singer que en un ngulo de la habitacin se sostena milagrosamente.Pas el tiempo y mi padre hasta su total recuperacin, se vino a Elda. Pero en cuanto estuvo bien, regres a su trabajo en Alicante, donde le proporcionaron un piso amueblado en la calle de Quintana, cerca del Paseo de Gadea. En este paseo haba un refugio. La cercana de ste y la nueva casa hicieron que regresramos a la capital, aunque al poco tiempo tuvimos que volver a Elda, ya que mi madre estaba embarazada y los sustos de los bombardeos no eran lo ms conveniente en su estado. En Elda, las fbricas de maquinaria se convirtieron en fbricas de armamento, y por si se les consideraba objetivo de guerra, se tomaron precauciones. Recuerdo que se empezaron a construir refugios, uno en el patio del colegio Padre Manjn, otro bajo el Teatro Castelar, y trincheras en el espacio que haba entre las casas del Progreso y las de la Fraternidad. Afortunadamente, no se produjo el temido ataque, pero mi familia previsora, compuesta de mi abuela, mis tos y primos, mi madre, que estaba a punto de dar a luz, mi hermana y yo, nos trasladamos a una casa de campo, alejada de la ciudad. A m, por ser la mayor, me tocaba de vez en cuando bajar al pueblo, y cuando esto ocurra, mi familia me abrigaba y aconsejaba, como si fuese a hacer un viaje peligroso. Y algo de peligro s que haba, pues el espacio que deba cruzar era ese en el que haban construido las trincheras, y stas servan para que pandillas de chiquillos hicieran su propia guerra a base de pedradas, por lo que pasar por all implicaba un riesgo. En invierno, en aquel terreno despoblado era como si el fro se hubiese instalado all, y suframos tal sensacin de helor al pasar por aquel descampado como si atravesramos la Siberia. Cerca de la finca que ocupbamos, haba otra casa en la que sus dueos vivan todo el ao. Tenan grandes gallineros que les proporcionaban carne y huevos, artculos de lujo en aquellos tiempos. Tambin tenan unas cuantas cabras y como no se podan beber toda la leche que daban, conseguimos que nos vendieran la que les sobraba, contribuyendo a enriquecer nuestra dieta. Mi abuela siempre estaba ideando la forma de alimentarnos. La poca fruta que quedaba en los rboles la reparta entre todos; almendras, zanahorias, patatas y boniatos asados eran nuestro alimento. 78 Y lleg el 24 de diciembre. Mi madre se puso de parto y a las 12 en punto de nochebuena, naci mi hermano. Su llegada colm de alegra a toda la familia, a pesar de la penuria existente, ya que no haba ni un caldo que reparara las fuerzas de la reciente mam. Mi padre fue a casa de los vecinos para que por favor le vendiesen una gallina, y stos, alegando que no saban cuanto ms podra durar la guerra, se negaron a vendrsela. Mi madre se hubo de conformar con una sopa de ajo y un vaso de leche. Esto lo cuento por lo que pas despus. Los maravillosos vecinos, en la noche de fin de ao, tuvieron la visita de unos cacos, que dejaron vacos sus gallineros. Cuando llorosos vinieron a comentarlo, mi to que era un guasn, no pudo reprimir una gran carcajada que contagi a todos, haciendo que los vecinos se fueran muy enfadados, mientras mi to coreado por todos los dems gritaba: castigo por tacaos. Todava pasamos en el campo un par de meses, pero estbamos tan apretados en aquella pequea casa, que otra vez regresamos a Alicante. Nosotras bamos a jugar al paseo cerca del refugio. As, si sonaba la alarma, ramos las primeras en entrar. Un da en el que mi madre, con mi hermano pequeo en brazos, vigilaba nuestros juegos, mi hermana dio un tropezn y se abri una buena brecha en la cabeza de la que manaba mucha sangre. Mi madre me entreg a mi hermanito que tena dos meses y llev a la lesionada a casa para curarla. En ese espacio de tiempo, cruzaban por la avenida un batalln de soldados que se iba a incorporar al frente. Todos nos acercamos con curiosidad a verlos y a saludarlos, pero coincidiendo con este hecho son la alarma y todas las personas que all se encontraban, incluidos los soldados, se apresuraron a entrar en el refugio. Con mi hermano en brazos entr de las primeras, y aquel refugio que nunca se llenaba por completo, se colm a rebosar, haciendo que estuvisemos como sardinas en lata. Yo procuraba que la gente no me aplastase y protega a mi hermano de cualquier golpe que le pudiera dar aquel gento. Cerca de m, a un hombre se le ocurri decir: ese nio se va a asfixiar. Asustada mir al beb y como no se mova pens lo peor y empec a gritar y a querer salir de all. De pronto, una mujer me cogi al nio y con voz autoritaria me dijo: sgueme. Y dando empujones salimos del refugio. Una vez fuera empez a soplar a la cara del pequeo, que inmediatamente abri los ojos. Esto nos hizo sonrer a pesar de los caonazos y de las explosiones que se oan cerca. Isabel Poveda Pla 40 relatos para no olvidar 79 Echamos a correr pegadas a las paredes de las casas y as llegamos hasta la Plaza de los Luceros, donde vimos abierta la persiana de un taller de reparacin de coches, y all nos metimos. De momento no vimos a nadie, y esta seora encontr un pequeo lavabo y acercndose abri el grifo y salpic la carita de mi hermano que empez a llorar. El llanto del beb hizo salir del foso de reparaciones a los empleados del taller, que se haban refugiado en l y que, asustados, preguntaban lo que pasaba y si podan ayudar. Pas un tiempo que a m se me hizo interminable hasta que son la sirena que indicaba el cese de los bombardeos. Cuando salimos y empezamos a bajar por el Paseo de Gadea, vimos a mis padres que desesperados nos buscaban. Mi madre iba descompuesta y cuando nos vio sanos y salvos, tuvo que sentarse en un banco porque la piernas no la sostenan. Mi padre le dio las gracias a aquella mujer valiente que en pleno ataque areo y sin pensar en ella, se hizo cargo de unos nios a los que cuid y protegi. 80 Isabel Poveda Pla 40 relatos para no olvidar 81 C onoc a este seor cuando ya tena una vida organizada. Estaba casado, tena hijos y una economa que le permita vivir con cierta holgura. Pero en sus aos jvenes, fue protagonista de muchas aventuras. stas nos las relataba una y otra vez, omitiendo situaciones malas, que estoy segura de que las sufri. Cuando era un chaval de 12 o 13 aos quiso ser torero y, como en casa se oponan, se escapaba por las noches y junto a otros adolescentes se metan en cercados donde haba toros o vacas y, provistos de capotes que tenan escondidos, se atrevan a imitar el arte de Cuchares. Esto dur hasta que una noche sufri tal revolcn que no pudo ocultar a los suyos las huellas del percance. El castigo que le impusieron acab con su aficin. Pero un problema que hubo en su casa le hizo tomar la decisin de marcharse del hogar. Su carcter inquieto y amante de la aventura, le llev a embarcarse de polizn en un mercante, sin conocer ni prever lo que le deparara el destino. Un aventurero 82 Cuando fue descubierto, el capitn decidi entregarlo a las autoridades del primer puerto que tocaran, y as lo hicieron en un pas suramericano, donde lo ingresaron en un centro en el que deba esperar su repatriacin. No estuvo mucho tiempo all, ya que logr escapar. Desconozco de qu forma se vali para llegar a Cuba pues esto no nos lo cont nunca, pero lo cierto es que una vez en La Habana logr enrolarse de marinero, con solo diecisis aos, en un mercante llamado Yara, en el que naveg 2 o 3 aos tocando numerosos puertos del mundo. De esta poca tena numerosas ancdotas y trastadas que nos contaba riendo y siempre buscando la parte jocosa de sus aventuras. Deca: Haca doble guardia en el barco, para que al tocar en cualquier puerto poder disponer de dinero suficiente para todas mis correras. Cuando regresaba a bordo, siempre iba limpio. Tena muchos compaeros, de los cuales contaba sucesos. De un gallego interesado y ahorrador (lo contrario que l) al que parte de la tripulacin le deba dinero que l reclamaba exhibiendo una libreta donde apuntaba el dbito de cada uno ms los intereses que cobraba por los prstamos. De otro cont que cay por la borda al mar donde haba tiburones. Le arrojaron un salvavidas y, cuando consigui trepar, este marino que era negro, estaba blando del susto. Organizaban combates de boxeo y l presuma porque nunca le dejaron KO. Tambin se prepar intelectualmente; ley mucho, hablaba y escriba ingls con fluidez y adquiri conocimientos que le hara ser ameno e interesante. Siempre fue impulsivo y, a pesar de estar contento en el barco, decidi acabar su etapa naval y quedarse en tierra. Quera probar otra forma de vida. Su carcter abierto y la facilidad que tena para relacionarse con la gente, le ayudaron a hacerse con amigos que pronto lo acogieron en sus casas. Le gust tanto Cuba que decidi quedarse en este pas y, en un pueblo llamado Matanzas, se inscribi y nacionaliz ciudadano cubano. Una vez conseguido este objetivo, se present a unos exmenes para guardias rurales que log aprobar. Empez a ejercer de inmediato. Tena 19 0 20 aos y de este empleo guardaba los mejores recuerdos. La ruta que haca a diario le llevaba por unos caminos flanqueados por una exuberante vegetacin que le permita, sin bajar de su caballo, comer toda clase de frutos exticos. Deca los nombres de estas deli- Isabel Poveda Pla 40 relatos para no olvidar 83 ciosas frutas que hoy vemos aqu, pero que en aquellos tiempos no se conocan en Espaa: aguacate, canitel, chirimoya, mango, Con estos relatos nos haca imaginar cmo era la vida en su amada Cuba. Hablaba con pasin de su estancia en este pas y la nostalgia haca brillar sus ojos que, a veces, se empaaban de lgrimas. Cantaba una cancin que no s si era una composicin suya pues, tena gran facilidad para escribir poesa, o una cancin popular, que deca: Habana de mis amores, poblacin incomparable. Aunque no nac en tu suelo, te quiero como a mi madre. Y por ella te lo juro que si tuviera dinero, en el Castillo del Morro con letras de oro pondra un letrero diciendo que Cuba es lo ms hermoso del mundo entero. Diciendo que Cuba es lo ms hermoso del mundo entero. El regreso a Espaa se produjo al tener noticias de su padre. Estaba muy enfermo y no le daban muchas esperanzas de vida. Sin pensarlo, se embarc hacia Espaa a donde lleg con el tiempo suficiente para despedirse de l. Ya no volvi a Cuba. Tena el propsito de hacerlo pero conoci a la mujer que se convertira en su esposa, y desisti de su regreso. Aunque, a lo largo de toda su vida, siempre aor poder volver, sentimiento que yo, como orgullosa hija, constat siempre. 84 Isabel Poveda Pla 40 relatos para no olvidar 85 C laudia tiene 45 aos y an conserva la elegancia y belleza de su juventud. Su pelo ondulado, de color trigueo, enmarca un rostro donde unos ojos grandes y claros se dan un aire de bondad y dulzura; su boca de labios gordezuelos descubre al sonrer unos dientes blancos y perfectos; es de talla media, bien proporcionada y su andar ligero y gracioso hace que cuantos se crucen con ella, se vuelvan a admirarla. Fue la primognita del matrimonio Salvatierra, y durante 15 aos, la nia mimada de toda la familia. Pero cuando crea que sera la hija nica, vinieron primero los gemelos, Carlos y David, y por ltimo, la pequea Lita, que dej a su madre tan maltrecha con su llegada, que ya no volvi a estar bien de salud. Para Claudia todo cambi, de ser la princesa de la casa (as la llamaba su padre) pas a convertirse en la encargada de mimar y cuidar a CLAUDIA Relato ganador del tercer premio del Concurso de Cuentos de la FEVATED, Curso 2009/2010 86 sus hermanos pequeos y sobre todo a su madre cada vez ms delicada.Su padre, en principio, trat de ayudar en lo que poda, pero sus negocios le obligaban a viajar continuamente y, poco a poco, fue dejando sobre los hombros de Claudia el peso y la responsabilidad de la marcha del hogar, lo que le supuso tener que abandonar los estudios. Fueron transcurriendo los aos. Los nios pasaron por colegio, instituto y universidad, y cuando en vacaciones volvan a casa, all les esperaba Claudia, que se desviva por cuidarles y darles todo su cario, no como una hermana, sino como una madre, que es lo que haba sido para ellos. stos, con la inconsciencia de la juventud, aceptaban todas estas muestras de amor, como lo ms natural y no daban importancia a cuanto haca su hermana, que, volcada en sus obligaciones, no tena ocasin de relacionarse con nadie de su edad. La experiencia en cuanto a relaciones, las obtena de los libros a los que dedicaba todos los momentos de que dispona. As que, a sus 37 aos, se puede decir que en teora saba algo, pero en la prctica no tena ms contacto que con el personal de servicio y con los empleados que traan las mercancas pedidas por telfono. Frente a la casa haba un pequeo jardn, que Claudia visitaba de vez en cuando. Entraba en l, se acomodaba sobre la balaustrada que lo circundaba y lea o miraba a la gente que paseaba por el bulevar contiguo. As pasaba los das hasta que conoci a Jorge, que como ella, visitaba el pequeo jardn y, apoyndose en la baranda, observaba lo que ocurra a la otra parte de la valla. La coincidencia de verse all en repetidas ocasiones, provoc que Jorge se atreviese a dirigirse a ella mediante un comentario intrascendente, pero esto, en los das sucesivos sirvi para que, poco a poco, se convirtiera en una buena amistad. Jorge era un hombre de edad similar a la de Claudia, alto, vestido con elegancia pero sin afectacin. En su cara, algo plida, resaltaban sus ojos oscuros y risueos; nariz recta, boca ms bien grande y pronta la sonrisa. Adems era simptico, culto y con gran sentido del humor. Todas estas cualidades contribuyeron a alegrar la rutina diaria de la chica, quien esperaba impaciente cada da la hora de entrevistarse con su nuevo amigo. Charlaban de libros, cine, msica, sorprendindose de cuantos gustos tenan en comn; pero en sus charlas evitaban hablar de cosas personales. Siempre inventaban historias tomando como base para Isabel Poveda Pla 40 relatos para no olvidar 87 ellas, la cara o indumentaria de cualquier transente, escribiendo cuanto cada uno observaba y ver quin era ms original en sus invenciones. Esto, adems de divertirlos, les daba ocasin de conocerse ms.Un da en que como de costumbre Claudia esperaba, se acerc a ella un chaval que le entreg una nota. La ley curiosa. Era de Jorge, justificaba su ausencia por estar enfermo y tener que guardar reposo una pequea temporada. No obstante le propona seguir comunicndose por escrito, esperando recibir contestacin a cuantas notas l le enviase. Claudia le contest de inmediato: Querido amigo: Cunto lamento lo que te pasa! Y lo lamento por doble motivo, por ti que te obliga a estar encerrado en casa, y por m, que voy a estar sin verte, sin poder gozar de tu compaa, sin escuchar esos comentarios irnicos, graciosos, que se te ocurren ante cualquier situacin. Ah! Pero no creas que vas a librarte de m tan fcilmente; contestar, pero no a simples notas, sino a cartas en las que me cuentes tus pensamientos, sentimientos, inquietudes, en fin, correspondencia entre dos personas que se aprecian y se tienen confianza. Aparte, quiero que continuemos inventndonos historias, y si ahora no te puedes inspirar mirando a las gentes del paseo, tendrs que poner en marcha tu imaginacin, para que tus escritos puedan competir con los mos, y una vez que te repongas de tu enfermedad, buscar un juez imparcial que premie al mejor Qu te parece Estas son mis condiciones para seguir comunicndonos. Y bromas aparte, lo que ms deseo es que te pongas pronto bien, pues ya te estoy echando de menos. Un abraso de Claudia. As fue pasando el tiempo que se hizo ms largo de lo que ellos pensaban, pero el saber uno del otro lo haca ms soportable. La correspondencia cada vez ms abundante, los una. El saber uno del otro mitigaba la necesidad de verse. Mi muy querida amiga Claudia: No sabes con qu alegra recibo tus cartas; son para m un rayo de luz y optimismo. ste al que tu atribuas humor y fuerza para enfrentarse a las 88 dificultades, espera tus noticias, porque son las nicas que logran levantar el nimo que muchas veces me falla.Te adjunto una de mis historias inventadas y espero que la calidad de la misma no quede muy mal parada en competencia con las tuyas. Todas las que me has enviado, son tan buenas que ese juez imparcial no va a tener ninguna duda y querr que se las entreguemos para publicarlas. Estoy seguro de que tendrs una fuente de ingresos extraordinaria. Espero que, como colaborador, me tendrs en cuenta y me dars una parte. Escribe pronto, eres mi mejor medicina. Te quiere tu amigo Jorge. Las noticias que reciba de Jorge eran alegres, siempre optimista, haciendo planes para un prximo futuro; pero a ella le dejaban un sentimiento de inquietud que no poda desterrar. Procuraba que no se notara en sus cartas, y trataba de sonsacarle cmo evolucionaba su enfermedad. Mi nico y verdadero amigo Jorge: Cmo ests En las tuyas no me dices cmo evoluciona tu enfermedad. Cualquiera que no lo supiese, pensara que me escribes desde una playa paradisaca sin tener ms preocupacin que broncearte al sol. S que eres un hombre luchador y fuerte, pero yo te aoro y quiero verte pronto. La ltima historia que me enviaste es preciosa, le das un toque romntico que no conoca en ti, me ha emocionado. Amigo mo! Creo que juntos tenemos un futuro prometedor como cuentistas. Recibe el cario de Claudia. La salud de Jorge no daba seales de mejorar. Esto lo deduca Claudia de sus escritos ya que l nunca daba seales de desnimo. Querida Claudia: Tus cartas tampoco reflejan lo que es tu vida, slo yo a travs de ellas y de tus historias, he podido averiguar algo del ambiente que te rodea, y cuanto depende de ti para que funcione correctamente. T s que eres valiente! Y adems no alardeas de ese valor. Me siento orgulloso de haberte conocido y contar con la amistad de una mujer tan maravillosa. Isabel Poveda Pla 40 relatos para no olvidar 89 Te adjunto mi ltima historia que espero sea de tu gusto y te llegue a emocionar tanto como la anterior, en ella hablo ms de sentimientos que de aventuras. De vez en cuando es bueno que stos afloren. Te quiere tu amigo Jorge. En esta ltima carta, a Claudia le pareci notar cierta melancola y se hizo el propsito de animarlo en su prxima misiva. Pero este propsito qued en el aire. El mensajero que durante tanto tiempo les sirvi de correo, trajo la fatal noticia: Jorge haba muerto. Claudia qued como ausente, no dijo nada, ni siquiera pudo llorar, sinti una opresin en el pecho que le impeda respirar. Cuando pudo reaccionar gir sobre sus pies, y como sonmbula se dirigi a su casa reanudando sus tareas habituales, sin comentar con nadie lo ocurrido. Todo volvi a ser como antes, atender a su madre era su prioridad y, todo lo concerniente al funcionamiento de la casa, su responsabilidad. La madre, cada vez ms dbil, acab muriendo. Y su padre, siempre tan activo, cay en una tristeza tan grande que Claudia tom la obligacin de sacar a su progenitor de ese estado que lo haca deambular por la casa como si fuese un fantasma. Su empeo consigui que, en poco tiempo, el padre de forma paulatina fuera recuperndose y pronto volvi a tomar la direccin de sus negocios, viajando como sola hacer antes. La casa se qued silenciosa; slo se animaba en fechas sealadas, como las Navidades o algn aniversario importante para la familia que se reuna para celebrarlo. En estas ocasiones, todos los hermanos intercambiaban opiniones que muchas veces acababan en discusiones. Claudia, como siempre, era la que pona paz, y todos terminaban riendo. En una de estas reuniones, el padre llam uno a uno a sus hijos a su despacho. La ltima en entrar fue Claudia, que intrigada esperaba. Su padre carraspe y le dijo: Claudia, he conocido a una mujer y despus de tratarnos durante un tiempo, he encontrado en ella cualidades que me gustan y le he propuesto que se case conmigo. A tus hermanos les ha parecido bien y solo espero de ti la misma comprensin. Claudia escuch atentamente y, como siempre, no tuvo en cuenta sus sentimientos, se acerc a su padre y abrazndose le contest: Papa s feliz. ste, emocionado, le dijo que haba pensado en su futuro y de acuerdo con sus hermanos, haba decidido que la casa fami 90 liar fuese para ella y que podra disponer de una renta mensual que le permitira vivir sin apuros econmicos. Despus de todos estos acontecimientos, Claudia trat de replantearse su situacin. Ha regresado a la balaustrada del jardinillo y, sentada sobre ella, reflexiona sobre lo que ha sido su vida. Recuerda los momentos que pas con su amigo Jorge, el cual, est segura, le dira: Claudia an tienes tiempo, vive cada da como un regalo y aprende a ser feliz. Sonre y contemplndose en un pequeo espejo que saca de su bolso se dice: Soy mayor, pero no vieja, y quiero experimentar lo que es ver llegar el da a da sin responsabilidades, sin supeditar mi existencia a las necesidades, deseos y hasta caprichos de los dems. As es que, aunque me he quedado sola, no me asusta la soledad, quiero salir, mezclarme con gentes que no conozco y que no espera nada de m, hacer proyectos que nunca tuve ocasin de realizar, en fin, slo tratar de vivir. Isabel Poveda Pla 40 relatos para no olvidar 91 D esde hace muchos aos esta popular calle de nuestra ciudad est rotulada con la nomenclatura: Calle Gonzalo Sempere. Este seor fue sacerdote en el siglo XIX en la Iglesia de Santa Ana.Para describir esta calle, comenzar indicando que esta arteria urbana de Elda est emplazada en el casco antiguo, entre la calle La Pursima y la avenida de Novo Hamburgo. En el ao 1870 se le denominaba calle de la Fortaleza, pero siempre se le ha conocido como calle de La Tripa. Se dice que antao se la conoca con esta denominacin merced a su perfil un tanto sinuoso. En los aos 50 haban instalados varios bares, entre ellos uno muy popular, que era conocido como Tasca El Lelo, estaba regentado por Antonio Esteve, apodado El Lelo, establecimiento en donde se podan degustar suculentas y sabrosas tapas, cocinadas por su esposa, la seora Consuelo. Sus aperitivos eran acompaados de buen vino o cerveza. Como ancdota he de relatar que el grupo de montaeros que lleva por nombre: Los Caracoles, en las fiestas de septiembre, y una vez Una emblemtica calle de Elda: Calle de la Tripa Miguel Rico Gil 92 finalizado el acto de correr la traca. se renen un da en el Casino Eldense y al da siguiente en la Plaza Mayor. Y de su extenso repertorio de canciones populares eldenses, una de ellas hace referencia a la tan famosa y tan visitada en aquellos aos: Tasca El Lelo, y dice as: Mi madre estar diciendo: dnde estar este muchacho... (bis)...estar en casa de El Lelo y me lo traern borracho (bis). Estas estrofas forman parte de la cancin que interpreta este grupo de montaa en las mencionadas fiestas septembrinas y en cuantos lugares solicitan su presencia.La fisonoma de este vial ha cambiado desde los aos 50 hasta nuestros das. En un tramo del mismo ampliaron la calzada y, al derribar varias casas, construyeron edificios de alturas diversas. En los locales hay instalados varios comercios, entre ellos podemos destacar: una freidura, una peluquera de seoras y algn que otro bar. Pero lo que ms abundan son los cuartelillos, ocupados por diferentes escuadras de festeros, cuyos componentes toman parte en las Fiestas de Moros y Cristianos, por cierto, la comparsa de Moros Marroques tiene su sede en esta popular calle. Para finalizar esta descripcin, he de sealar que todo lo relacionado con el casco antiguo de Elda me produce nostalgia al deambular por sus calles y observar el estado de abandono en el que se encuentra parte del mismo. Seguramente me emociono tanto por el hecho de haber nacido en l. Miguel Rico Gil 40 relatos para no olvidar 93 A provechando las festividades de Navidad y Fin de Ao, he viajado con mi esposa a Pars. Fuimos en avin desde el aeropuerto de El Alted, en Alicante, hasta el de Orly, en Pars.Fue un viaje cultural y recreativo. Una vez instalados en el hotel, que previamente tenamos reservado mediante una agencia de viajes de nuestra ciudad, nos dispusimos a pasear por sus calles y avenidas, en donde hay instalados gran cantidad de comercios en donde se puede adquirir desde un par de zapatos, hasta un coche de gama alta. Durante los das de estancia en la capital de Francia, pudimos contemplar, entre otros, uno de los monumentos ms emblemticos de la ciudad: la Torre Eiffel. Una enorme mole arquitectnica construida a base de hierro. Es una de las siete maravillas del mundo. Ascendimos con el ascensor hasta una altura determinada desde donde se observan maravillosas vistas de la metrpoli. Uno de los das realizamos un viaje turstico por el ro Sena en una de las barcas, magnficamente acondicionadas para que los turistas conozcan parte de la ciudad navegando por el ro. Viaje a Pars 94 En los das de estancia en la bella urbe parisina, visitamos el palacio del Louvre, el teatro de la pera, que se construy en el siglo XIX, el edificio de la UNESCO, la biblioteca nacional y la de la Sorbona. Paseamos por el barrio de Montparnasse y por el barrio Latino. Sera interminable relatar lo que se puede visitar y admirar en la bella capital parisina con sus magnficos parques y sus frondosos jardines. Para celebrar la Nochevieja, la direccin del hotel organiz una cena-baile. ramos los nicos espaoles que compartamos esa maravillosa cena y el cotilln con el resto de comensales. Fue una velada que no olvidaremos. Antes de abandonar Pars, decidimos asistir a una funcin en el mundialmente conocido Circo del Sol, instalado al final de la avenida de los Campos Elseos. Esta carpa posee tres pistas, en la nmero uno actuaba el famoso payaso Teddi; este clown realiza su trabajo en solitario, pero solamente utilizando la msica arranca las carcajadas del pblico. Esto, unido a su magnfica interpretacin con el saxofn, hace que el pblico lo pase estupendamente, tanto los nios, como los adultos. En la pista nmero dos pudimos contemplar a un reno que tiraba de un pequeo carruaje con un nio vestido de Pap Noel. Y, para terminar esta descripcin sobre este circo, he de comentar que nos quedamos asombrados viendo el nmero de los trapecios volantes en la pista nmero tres, una exhibicin de destreza y de riesgo desarrollada a gran altura. Comento la visita a esta maravillosa carpa porque desde que era un nio siento gran admiracin por esta clase de espectculos. Pars tambin es conocida por la Ciudad de la Luz, durante todo el ao su alumbrado es espectacular y, en estas fechas tan sealadas, es mucho ms asombroso contemplar el esplendor de su extraordinaria iluminacin. En realidad, este relato me hubiera gustado haberlo realizado en vivo y en directo, porque esta narracin solamente ha sido un sueo. Miguel Rico Gil 40 relatos para no olvidar 95 A esa hora terminaban la jornada laboral los cientos de trabajadores de la gran empresa, en la que Silvia era una de las secretarias.Teo tena por costumbre ir a esperarla y, en esta ocasin, al ver que se retrasaba, la impaciencia hizo presa en l y empez a dar cortos paseos arriba y abajo. Cuando por fin la vio salir, sealaba con gesto nervioso su reloj. Qu ha pasado Se nos hace tarde, a m me gusta la puntualidad, nos esperan a las seis y media, y t vienes con una calma exasperante. Silvia ante este aluvin de reproches, y haciendo honor a esa calma de la que se le acusaba, contest: El jefe nos ha llamado a Lola y a m y nos ha propuesto . bueno, bueno!, interrumpi Teo, ya me lo contars. E, impaciente le abri la portezuela del coche y lo puso en marcha. Hablando consigo misma, Silvia deca: Debo dar mi conformidad o reparo a este traslado que me proponen en el plazo de tres das; y lo voy a decidir ya. Y procurando dar a su voz un tono de seguridad que Eran las seis de la tarde y, como siempre, mir su reloj 96 no tena, dijo: Teo, tenemos que hablar. Este, sorprendido, detuvo el vehculo Se hizo un silencio que Silvia rompi apresurada dicindole: Nos conocemos hace mucho tiempo, durante el cual he aceptado cuanto t disponas y proyectabas sin tener en cuenta para nada mis deseos o aficiones. Ahora quieres que nos embarquemos en la compra de un piso, y si he hecho alguna objecin, tampoco se ha tenido en cuenta. Hoy no me has escuchado cuando quise justificar la causa de mi tardanza; esta ha sido motivada por la oferta que me han hecho, de un traslado con ventajas de ascenso e incremento econmico y que, por primera vez, me da ocasin de decidir lo que quiero. Me han dado tres das para dar la contestacin, pero la voy a dar hoy mismo. La compra del piso nos obligara a quedarnos aqu con nuestra rutina diaria. Somos muy jvenes, y yo no estoy dispuesta a rechazar la oportunidad de cambiar de vida, de ciudad, de pas. No s si al tomar esta decisin me equivoco. T me conoces y espero que este conocimiento haga que tambin me comprendas. Miguel Rico Gil 40 relatos para no olvidar 97 U n grupo de alumnos de Aulas de la 3 Edad de nuestra ciudad se desplaz el pasado jueves 11 a Novelda y a Monvar en una excursin organizada por la Obra Social CAM.A los pocos instantes de haber iniciado la marcha, los componentes del grupo viajero comenzamos a cantar, en recuerdo de Milagros Maestre, aquellas estrofas que se interpretaban al inicio de todos los viajes y que dicen as: Alegre la maana que nos habla de ti, alegre la maana..., ese cntico se repeta un par de veces ms. Al llegar a Novelda nuestra primera visita fue a la Casa Museo Modernista, sita en la calle Mayor. Este edificio consta de planta baja y de dos plantas ms, en sus orgenes fue una mansin familiar de la alta burguesa. Se construy entre los aos 1900 y 1903 y su propietaria fue la seora Antonia Navarro, apodada La Pichocha, era hija de un agricultor, ella tuvo dos hijas y qued viuda a los 27 aos, se dedicaba a la exportacin de azafrn y vino. Desde 1977 la CAM es la propietaria de este emblemtico edificio. Viaje de Aulas a Novelda y Monvar 98 En su interior se puede contemplar una suntuosa decoracin. Pueden admirarse cenefas de exquisito diseo floral, conjunto de pinturas sobre tejido, a modo de tapices, que recubren por completo las paredes del comedor, magnficas vidrieras y otros objetos de gran valor. En la primera planta existe un saln en donde se celebraban bailes. En la actualidad tienen lugar conciertos, conferencias y otros actos culturales. En la planta superior hay una sala dedicada a Jorge Juan Santacilia, ilustre marino y cientfico del siglo XVIII. nacido en Novelda. La CAM adquiri el legado de Jorge Juan en 1996, y desde entonces se exhibe en esta Casa Museo Modernista. Sera interminable especificar los innumerables detalles que se alojan en este magnfico edificio, as como el mobiliario existente. Una vez finalizada esta didctica visita, el autobs nos traslad hasta el Santuario de Santa Mara Magdalena. Este edificio religioso fue construido a partir de un proyecto que traz el ingeniero noveldense D. Jos Sala Sala. Su edificacin, comenzada en 1918, precis de tres fases para dar por terminada la obra en 1946. En la fachada principal destacan dos torres laterales de 25 metros de altura culminadas por una cruz ptrea. El interior se compone de una nave central rectangular con dos espacios laterales adosados. Al fondo, en el bside, se halla el camarn de Santa Mara Magdalena, Patrona de Novelda. A la derecha del altar hay una maqueta de lo que ser, una vez finalizado, el rgano en mrmol, que se est construyendo. Despus de esta reconfortante visita el autobs nos condujo hasta Monvar para rendir visita a las bodegas de Salvador Poveda, ubicadas en el trmino municipal monovero, a unos pocos kilmetros del centro urbano monovero. All fuimos recibidos por Rafael Poveda, como representante de esta prestigiosa empresa vincola de fama universal. El seor Poveda fue explicitando todos los pormenores respecto a la elaboracin del vino. Pudimos contemplar los enormes depsitos de acero inoxidable en donde se aloja el preciado lquido en notables cantidades. Pero en lo que ms focaliz su disertacin Rafael fue en las propiedades del vino Fondilln para a continuacin ofrecernos una degustacin a los all asistentes. Miguel Rico Gil 40 relatos para no olvidar 99 El Fondilln procede de las mejoras uvas Monastrell y est elaborado con el esmero y cuidado que requiere un vino generoso. Durante aos reposa para su crianza en viejos toneles de roble. Al finalizar la charla algunos de los all presentes adquirieron botellas del mencionado caldo y luego retorno al bus para trasladarnos al centro de Monvar, ciudad natal de Azorn, ilustre escritor y periodista. En el comedor de la Sociedad Cultural Casino de Monvar nos esperaba un excelente gape. Concluida la comida, y tras la correspondiente sobremesa, segn la hoja de ruta debamos girar visita a la Casa Museo Azorn, ubicada en la calle Salamanca de Monvar, emplazamiento donde vivi el insigne monovero, Jos Martnez Ruiz, Azorn, sin embargo, por causas ajenas a la voluntad de nuestra gua, no pudimos verla. De todos modos, fue una excursin muy amena y muy cultural que disfrutamos enormemente. 100 40 relatos para no olvidar 101 M e llamo Soledad, aunque desde nia me llamaron Sole, coloquialmente la Sole. Yo nac en el seno de una familia humilde y bastante pobre, formbamos la familia mis padres y cuatro hermanos. Ni que decir tiene que mis padres trabajaban de sol a sol para sacarnos adelante y conforme cumplamos una edad prudencial (dada la poca en la que me sito-los aos 60-70-) empezbamos a trabajar para poder llevar algo mas a la casa. Mi niez la recuerdo feliz, esta pasaba entre el colegio y cuidando de mis hermanos mas pequeos, juegos pocos, apenas un rato en la puerta de casa con las amigas del barrio. En la adolescencia como ya comenc a trabajar, y hasta los 20 aos, empec a disponer de algn tiempo libre, haba das en que no trabajaba el da completo pero sobre todo los sbados y domingos que era cuando se descansaba y salamos a pasear las amigas, acompaadas de los pretendientes (la que lo tena) por la plaza del pueblo. Yo era una chica alegre, simptica, extrovertida, siempre con ganas de Soledad Eduardo Riego Snchez 102 juerga, de bailar y siempre dispuesta para salir a la hora que fuera (si era domingo claro).Tuve dos novios. Con el primero la relacin no cuaj, al ao y algo aproximadamente romp con l. No me caus ningn trauma esa ruptura, pues la verdad aunque me senta feliz con el haba algo en mi interior que se negaba a aceptar la relacin. Despus pasado el tiempo inicie otra relacin con Toms, sta relacin transcurra con toda normalidad, nos queramos, hacamos planes de futuro, hablbamos de boda, de hijos, etc. etc. Cierto da, una amiga, me coment que tena el domingo que ir al asilo de ancianos, a llevarle a las monjitas un encargo de la seora para la que serva y me dijo que si quera acompaarla (tengo que decir que tanto mi familia como yo no ramos religiosas; estbamos bautizados y habamos hecho la comunin porque haba que hacerla, estaba establecido as, pero no pisbamos una iglesia los domingos y ni relacin con curas ni monjas), le dije que si y llegado el domingo nos encaminamos al asilo. Jams haba pisado un sitio as, ni tena la ms remota idea de la labor que all llevaban las monjas, eso s, saba que cuidaban a ancianos, pero nada ms. Nada ms entrar y hasta llegar a donde se encontraba la monja que bamos a ver, fuimos pasando por el saln donde se encontraban la mayora de los ancianos residentes (al ser media tarde los tenan all tomando el sol), mientras pasaba, iba fijando mi vista en aquellas personas, me parecieron tan solas, tan desvalidas, algunos nos saludaban al pasar, otros, los que menos, con su cabeza agachada, con la mirada perdida y apagada. Ms tarde pregunte a la monja que nos atendi, que si aquellas personas no tenan familia, me dijo que era indigentes, ancianos que no tenan a nadie, enfermos que haban sido recogidos porque no tenan donde estar; me hablo de la labor que realizaban ellas all, procurando atenderles lo mejor que podan y darles un poco de amor y cario. De vuelta a casa, la imagen de lo que haba visto en el asilo, no dejaba de dar vueltas en mi cabeza, y al da siguiente, y al otro y al otro no dejaba de pensar en aquellas personas. En poco menos de un mes, mi forma de actuar y pensar fue cambiando. Segua siendo la chica alegre y simptica, pero me volv un poco introvertida, ya no pensaba tanto en divertirme, en salir con las amigas, as que fui espaciando las salidas y decid ir de nuevo al asilo para hablar con las monjitas y decirles que si necesitaban a alguien que Eduardo Riego Snchez 40 relatos para no olvidar 103 en su tiempo libre fuese a echarles una mano y ayudarlas en su labor, yo poda ayudar. Por supuesto que su respuesta fue afirmativa. Vieron el cielo abierto, una mano mas para ayudar. Luego pude comprobar que no era yo la nica del pueblo que colaboraba con ellas. Estuve como tres meses acudiendo al asilo en las horas que tena libres al da. Las labores que me asignaban fueron diversas, desde limpieza de habitaciones, hasta ayudar a pasear a los ancianos que no podan hacerlo solos; a poner la mesa, servir la comida o cena e, incluso, a algunos darles de comer; todo esto influyo muchsimo en la visin de futuro que yo tena para m. Despus de pensarlo y repensarlo, tom la decisin de que quera tomar los hbitos de aquella orden y dedicar mi vida a cuidar a esas personas tan desamparadas y tan faltas de cario de su familia. Lo primero que hice fue romper definitivamente con mi novio, se lo expuse muy claramente, se lo solt de sopetn, una de las noches que acudi a mi casa como tena por costumbre. Ni que decir tiene como se qued, a pesar de su insistencia en quitarme la idea de la cabeza, le manifest que esa decisin era irrevocable y definitiva. Al da siguiente comiendo lo solt en casa, mis padres pusieron el grito en el cielo y se opusieron totalmente a que me metiese a monja, (a pesar de que les dije que era mi vida, que me senta muy bien y feliz haciendo lo que haca y que ya no me deca nada ni mi novio ni la vida que llevaba) y que como era an menor de edad, su consentimiento no lo tena. Yo fui tramando poco a poco mi plan y en un par de semanas lo tena todo pensado. En uno de los pisos de arriba de casa, tena el taller de costura Pepita, la modista, all me suba la tarde que tenia libre y junto con las otras chicas, amigas todas, aprendamos a coser; una de esas tardes, recuerdo que fue a mediados de octubre, y aprovechando que mi madre no estaba en casa e iba a estar toda la tarde fuera, me puse un par de bragas, unos sujetadores, un par de combinaciones y la ropa que llevaba puesta y me sub a coser como cualquier otra tarde, cuando llevaba como media hora en el taller de costura, les dije que tena que irme a hacer un recado, me fui (por supuesto que no llegue a mi casa) directamente a la parada del autobs y tom el primero que sali para la capital. En un par de horas me plant en el convento de las Hermanas de la Caridad donde me acogieron (Yo previamente a las monjitas del hospital, les haba hablado de mi vocacin, que tena la conformidad de mis padres y que de un da a otro iba a marchar para 104 ingresar de novicia y, por tanto, me haban facilitado la direccin del convento).Aquella noche (luego me lo contaron), cuando lleg la hora de la cena y vio que no bajaba de casa de la modista, mam subi por mi y le dijeron que me haba marchado de all nada ms llegar. Mi madre se qued de piedra, los gritos se oyeron a kilmetros de distancia. Se figur donde me haba ido, cogi a mi padre y se fueron al asilo, hablaron con las monjas. Estas llamaron al convento y les dijeron que efectivamente estaba all. Dadas las horas que eran, no hicieron nada y, al da siguiente, se presentaron en el convento a recogerme. Yo segua insistiendo, que esa era mi vida, mi felicidad; ellos que no, que si eres menor de edad (eso en el convento no lo saban, las monjas por tanto me dijeron que si mis padres no estaban conformes con mi decisin, tena que irme), a la vista de ello, les dije a mis padres que de acuerdo me iba, pero que mi vocacin era ser monja y que nadie me iba a hacer desistir de ello y que en cuanto cumpliera los 21 aos me ira de casa para ingresar en la orden. Me vieron tan resuelta en mis convicciones y en mi decisin, que al final cedieron y me quede en el convento. Curs los dos aos de noviciado y tom los votos; llevo 42 aos cuidando a ancianos y dndoles ese amor y cario que tena dentro de m para con esas personas y que, por un capricho del destino, un da descubr. Soy la persona ms feliz del mundo y el corazn se me pone henchido de gozo cuando oigo a alguno de mis ancianos llamarme: -Sor SoledadHermana Soledad Eduardo Riego Snchez 40 relatos para no olvidar 105 Dgame... Hola ta Julia, que tal . Dijo cuando descolg el telfono.La ta Julia llamaba con mucha frecuencia para ver cmo marchaban las cosas. No tena hijos, se haba quedado soltera y solo contaba con los sobrinos a quienes acudir en caso de necesitar ayuda, en particular de Alejandro. Despus de los saludos, los suspiros y los ayes por los achaques propios de la edad, pues ya pasaba de los ochenta, cambi de tercio: Mira nene, que estoy pensando, que el reloj, ya sabes t a cual me refiero que Alejandro al escuchar la palabra reloj, dej de or lo que le estaba diciendo y su imaginacin vol al pasado, muchos aos atrs. En casa de su abuela, en el comedor, haba colgado un reloj de pared, dentro de una urna de madera pintada de un color marrn rojizo con cristales a ambos lados y en su parte delantera, se encontraba la esfera, redonda, seorial, cuyas horas estaban marcadas en nmeros romanos. De la susodicha esfera colgaba un pndulo. El Reloj 106 Desde que apenas tena uso de razn y cada vez que iba a casa de su abuela, que era todos los das, se le quedaba mirando y se le pasaba el tiempo extasiado contemplando aquel artilugio, que a pesar de sus slo 40 cm de altura le pareca enorme y majestuoso , le fascinaba. Poco a poco fue observando que el pndulo del reloj no se mova y que siempre las manecillas marcaban la misma hora, las 5,20. Un da pregunt a su abuela que por qu no andaba el reloj; a lo que le contesto que ya se lo contara cuando fuese un poco mas mayor. Tena ocho o nueve aos, cuando su abuela, una de las tardes en las que sola ir a verla, despus de darle un beso, lo sent sobre su regazo y le dijo: Ya va siendo hora de que conozcas la historia del reloj. Ese reloj lo fabric tu abuelo cuando naci tu ta Julia. Tu abuelo era un manitas, la caja de madera la tall l, las piezas fue comprndolas poco a poco; montarlo le llevo su tiempo, pero puso en l todo su amor y cario. Como ves, all a cada lado del pndulo lleva las iniciales de sus apellidos; fue todo un reto para tu abuelo y un xito su puesta en marcha. Todas las noches, y como si fuese un ritual, abramos la parte principal de la caja y con una manecilla que hay ah y que an guardamos, le dbamos cuerda. Siempre marcaba la hora exacta y, en el momento justo, sonaban las campanadas sealando la hora en punto o las medias. La misma noche en que muri el abuelo, el reloj dejo de funcionar y, cosa curiosa, pudimos observar que se haba parado aproximadamente a la misma hora de la madrugada en que tu abuelo haba dejado de existir; 18 aos lleva sin funcionar, y ningn relojero a los que hemos acudido para su reparacin, ha logrado ponerlo en marcha. Aquella historia, le dej asombrado, perplejo, cmo era posible aquello tena vida un reloj Cmo haba podido morir al mismo tiempo que las manos que lo crearon A esa edad, todo eran especulaciones y preguntas sin respuestas. El misterio que lo rodeaba hizo que ansiara tener aquel reloj en su poder algn da. Jams se volvi a hablar del tema. Los aos pasaron y el reloj segua presidiendo el comedor de casa de su abuela. Ya casado, le dijo a su abuela que le gustara que ese reloj fuese para el, a lo que le contest que mientras ella viviera el reloj no sala de su casa y que el da que faltase, como todo lo que haba all, sera para la ta Julia, que ella hiciera con las cosas lo que creyera conveniente. Eduardo Riego Snchez 40 relatos para no olvidar 107 Aos despus muri la abuela, posteriormente su ta le comento que, a su momento el reloj sera para l porque as se lo haba hecho saber su madre. Volvi a la realidad, la ta Julia segua hablndole: Que puedes llevrtelo cuando quieras, por qu esperar a que yo falte de este mundo, as lo disfrutas ms tiempo que aunque no dices nada, se que llevas desendolo muchos aos La sensacin que sinti en su interior fue inexplicable, por fin tendra lo que durante tanto tiempo haba soado: el reloj que haba fabricado su abuelo Le dio las gracias un milln de veces y se despidi de ella. Colg el telfono. Su rostro dibujaba una sonrisa que se reflejaba en el espejo de enfrente. 108 40 relatos para no olvidar 109 S usana tena dos vidas: una real y otra ficticia donde desembocaban todos los sueos frustrados de la primera y que, sin embargo, ella recreaba como ciertos. El problema era que Susana soaba como el que se esfuerza por escapar de la constriccin de una serpiente: cuanto ms esfuerzos por zafarse, ms presin y menos oxgeno. As, cuanto ms se quebraba su cuerpo bajo los golpes de Antonio, su marido, con ms ahnco soaba Raquel que aquel no era Antonio, era otro que sufra, pero Antonio no, pobre Antonio, que tanto la quera. Sin ti no soy nada o T sers ma, de noche y de da proclamaban las canciones que Raquel escuchaba de nia para no or el llanto de su madre, siempre cabizbaja y de mirada lastimera. Qu diferentes las chicas de las pelculas de amor! Bellas y dulces como mereca su padre. Antao un hombre de verdad, antes de que su madre con su presencia fantasmal lo transformar en el hombre sombro e irritable que era. Violencia de gnero Fulgencio Sez Almendros 110 Fulgencio Sez Almendros Por eso, no titube al subirse en la parte trasera de la moto de Antonio, tan hombre como lo haba sido su padre. Al principio fue como en las canciones, un amor eterno que, sin embargo, dur un instante. Despus, ante palabras de amor como cubos vacos sacados de un pozo ya seco, saciaron la sed con el alcohol que despert a un Antonio inseguro y celoso, pero an lo suficientemente hombre para echarle la culpa a ella cuando le peg el primer bofetn. Susana perdon por amor, hasta que realidad y ficcin se mezclaron como dos colores en un cuadro mojado, desdibujndola. Solo cuando supo que estaba embarazada, la espiral de autoengao se despleg en una lnea que iba ms all de su idea del amor, alejndolo de Antonio y de sus amenazas. Algo que l, no poda permitir. Raquel ingres en el Hospital de San Juan por su propio pie despus de que la ltima paliza le hiciera temer por su hija. Explic que se haba cado por unas escaleras. Una enfermera dej a los pies de su cama un formulario de denuncia. Para que no te vuelvas a caer, le dijo. Pero solo lo firm cuando sinti el vulnerable cuerpo de su hija en su pecho, cuando sinti el verdadero amor, y se jur a s misma que nadie volvera a ponerle una mano encima a ninguna de las dos. 40 relatos para no olvidar 111 S egn tratados internacionales, el agua es un derecho inherente a toda persona, a todo ser humano, sin distincin alguna. A nadie se le puede privar de este bien, por razones ideolgicas, de raza o situacin econmica. La tutela corresponde siempre a la administracin pblica, y no puede ser objeto de especulacin para la empresa privada. Esto decan las leyes y las resoluciones de Naciones Unidas; pero la realidad en Espaa camin y por culpa de polticos irresponsables, por las sendas de la especulacin empresarial. En el ao 2013, aproximadamente el 57% de la poblacin de nuestro pas estaba abastecida por sociedades privadas, que, como tal, buscan asegurarse un negocio rentable y seguro. Alianza contra la Pobreza Hdrica denunciaba que Agbar y su competidora Aqualia, que se reparten el negocio del agua, obtuvieron un beneficio de 432,9 millones de euros en el ao 2011. Asociaciones en defensa por la gestin pblica del agua denunciaron que los procesos de privatizaciones se realizan en forma opaca, con procesos plagados El agua de todos o el negocio de unos cuantos 112 de irregularidades, sin aportar informacin tcnica, ni consultar con la ciudadana.Y es que el agua como negocio (organizacin empresarial dedicada al comercio de bienes o servicios a los consumidores usuarios), result un sector ideal para invertir, porque a diferencia del petrleo, no se puede sustituir ni remplazar; se puede vivir sin gas, sin telfono, sin coche etc.; pero nunca se puede sobrevivir sin agua. De ah que este bien se haya convertido en el oro azul del milenio. Espaa olvida el derecho al agua e implanta el desahucio hdrico. Segn los clculos de AEOPAS (Asociacin de Empresas de Operadores Pblicos de Abastecimiento y Saneamiento), solo en el 2013 se tramitaron en Espaa 500.000 cortes del suministro, de los que 300.000 se hicieron efectivos. Segn Luis Babiano, presidente de AEOPAS: En Espaa se da el desahucio hdrico, legal o ilegal; pero tambin inmoral y clandestino. Recientemente, gracias a las presiones sociales, se han producido sentencias judiciales, y una Resolucin del Defensor del Pueblo Andaluz, declarando que los cortes del suministro, son ilegales cuando estos se producen en familias desfavorecidas econmicamente. Quien ms o quien menos, podra preguntarse Por qu se privatiza este servicio Porque es ms eficaz que en manos de lo pblico, contestarn algunos; pero esto no es cierto segn se desprende de numerosos estudios, entre los que destacan los realizados por la Universidad de Granada, que llega a la conclusin de que en manos de la gestin pblica es ms eficaz, y que de propina, en manos privadas, resulta como mnimo un 25 % ms cara. Para debatir sobre este problema, hace falta reflexionar y aportar argumentos que nos puedan llevar a conclusiones o a posicionamientos personales, y en este sentido nos podemos encontrar con sorpresas: las Concesiones Administrativas fueron para numerosos ayuntamientos una forma de aliviar la crisis econmica. Dineros invertidos en otras necesidades, (cuando no en obras electoralistas) que, cuando se precisan inversiones relacionadas con el agua, salen de los usuarios del servicio por medio del aumento de tarifas. Uno de los mayores escndalos de corrupcin, es sin ningn lugar a duda, el descubierto por la juez Pilar de Lara, conocido como el caso Pokemon, iniciado en Asturias y en Galicia, y que, gracias a los registros efectuados por agentes aduaneros de la guardia civil, se Fulgencio Sez Almendros 40 relatos para no olvidar 113 extiende ya por media Espaa, incluida recientemente la provincia de Alicante. Entre las figuras delictivas que investiga la juez de Lara, nos podemos encontrar la de sobornos (viajes pagados supuestamente por la empresa matriz de un monopolio), la malversacin de fondos pblicos, la prevaricacin, el cohecho, los enriquecimientos ilcitos, el enchufismo, los tratos de favor, etc Esta valiente juez destaca la figura de los conseguidores, o la nueva profesin de los hombres abrelatas comisionistas. Si votamos a un poltico para que gestione lo pblico, y lo cede a una empresa privada, lo que va sobrando es el poltico, porque es muy posible que, como escribe Ramn de Espaa, en su libro Idiocracia, nos hemos cargado la democracia en treinta aos. Interpretando lo descrito por Quevedo en su libro Los Sueos, tras su recorrido por el infierno, al encontrase con Judas, este justificara su traicin, con estas palabras: Yo pude haber traicionado a una sola persona a cambio de treinta monedas, que despus de arrepentirme, repart entre los pobres; pero en la vida real, vosotros tenis polticos que, dndoselas de honrados, son capaces de venderse ellos, de engaar a los suyos, a quienes les votaron, y de hipotecar a todo su pueblo si llegare el caso. El da en que deje de ver la aplicacin del IVA en mis recibos del agua, volver a creer en los polticos, porque al estar considerado lo pblico como organismo sin nimo de lucro, est exento de aplicar este impuesto. Ahora se trata al agua como si fuese un bien de lujo. 114 Fulgencio Sez Almendros 40 relatos para no olvidar 115 Odio a la mentira y desprecio al mentiroso M al oficio es mentir; pero abrigado. Eso tiene de sastre diablo la mentira, que viste al que la dice; y an si aspira a puesto el mentiroso, es bien premiado, aunque tenga que robar al otro su verdad, hasta rayando o pasando a la injuria o la calumnia. Una mentira es una declaracin realizada por alguien que cree o sospecha que es falsa en todo o en parte, esperando que los oyentes las crean, de forma que se oculta la realidad parcial o total. Mentir implica un engao intencionado y consciente embuste, bola, coba o falacia- accin que, cuando resulta interesada, es rechazable, reprochable, mezquina o ruin, y hasta propio de bellacos. Las ficciones aunque falsas, no se consideran mentiras. Mentir en forma que intensifique un conflicto, en vez de atenuarlo, generalmente es el peor de los pecados. Una mentira piadosa, graciosa, ms comnmente considerada como broma, engao con propsito humorstico, cuando la falsedad se entiende, no se considera inmoral, y es una prctica utilizada por comediantes y humoristas. 116 Con demasiada frecuencia se miente conscientemente, con tal de obtener un beneficio a cambio, y en esto son maestros los polticos y los medios de comunicacin, convertidos en los maestros del engao, o de la manipulacin a travs de las mentiras, buscando sacar rentabilidad o ventaja, aunque se rebasen lmites o fronteras peligrosas, en este barriobajero mundo del todo vale, o difama difama que algo quedar. Por mritos contrados, esto hace, que se hagan chistes sobre los polticos que mienten. Cundo sabes que un poltico miente Cuando menean sus labios! (frases de demagogia) Algunas de estas frases nos pueden ayudar a comprender mejor el sentido o las consecuencias de las mentiras: Una mentira es lo mismo que una traicin, por eso prefiero una verdad, aunque esta me duela. La mentira tiene muchas facetas: reticencia, cabildeo, murmuracin; pero es siempre arma de tramposos. La verdad existe. Solo la mentira es inventada. Se dice que todos mentimos, o que todo el mundo miente, que el nio miente desde pequeo, bien porque ande buscando un premio o porque intente eludir un castigo, y esto puede resultar en parte perdonable, hasta que estos llegan a tener uso de razn, para saber distinguir el bien del mal. Esta debera ser la frontera de la mentira. Odio a la mentira porque esta puede llegar hasta el extremo de convertirse en amiga de la codicia. Podr tener mil y un defectos; pero por no haber tenido nunca que agachar mi cabeza por mentir, me siento orgullo. Soy muy consciente de que, por esto, muchos me tomen o me tomaran por idiota. Pues seores: yo soy un idiota! Confieso que por haber mentido, nunca tuve ni remordimiento de conciencia, ni perdida del sueo, siendo la gente mentirosa y traidora, a la que siempre procur dar de lado, la que con demasiada frecuencia, perturb mi dormir. Quizs debido a estas mis reflexiones, pueda ser de los que cuenta a sus amigos con los dedos de una mano, porque el resto, si me miente no me importa. Como mximo podr tener muchos conocidos, aspirantes a ser mis amigos. Soy de los que prefieren desnudar la verdad, antes que vestir la mentira. Fulgencio Sez Almendros 40 relatos para no olvidar 117 E l pasado martes, estuve en la primera clase de creacin literaria. Por qu me apunt Acaso me gusta escribir No lo s. No lo he hecho nunca. Lo que s me gusta es leer. He ledo bastante, pero de una forma un tanto anrquica, no de una forma programada o racional, con el nimo de culturizarme. Hubo una poca en que lea una novela, y el siguiente libro tena que ser formativo, que me ensease algo, no nicamente que me entretuviese. Pero los libros que enseaban, a veces, se me hacan algo pesados, o tenan tantos conocimientos, que ms que leerlos, tena que estudiarlos, con papel y bolgrafo, haciendo esquemas y resmenes. Ese periodo no dur mucho, porque suelo leer por las noches, al acostarme, y rara es la vez que leo ms de quince o veinte pginas, hasta que se me van cerrando los ojos, o se me cae la cabeza. Tengo que reconocer que, en principio, me apunt como alternativa a los talleres de manualidades, donde he cado en una monotona y no he sido capaz de explorar nuevas tcnicas. Estoy, como si dij- Voy a escribir Alberto Snchez Cristbal 118 ramos, falto de ideas. Ahora bien, por el ambiente que encontr en la clase, creo que me va a gustar el taller de escritura, aunque va a requerir por mi parte ms dedicacin de la que pensaba. La verdad es que encontr un nivel que no esperaba, que se puso de manifiesto al escuchar tres lecturas, de otros tantos compaeros. El primero, ms bien descriptivo, estaba bien redactado; el segundo, con alegoras a Don Quijote, demostr un nivel literario alto, (comparado conmigo, que solamente he ledo la primera parte); y el tercero, por parte de una compaera, me dej un poco descolocado, no pensaba yo que me iba a encontrar ese nivel potico en un taller de aulas. Por lo que respecta al profesor, tiene las tablas ms que necesarias para llevar a buen fin la clase; hizo crticas constructivas, que no fui capaz de detectar en las lecturas, y me qued la idea de que me voy a tener que despabilar y estar ms concentrado, si quiero estar, por lo menos al mismo nivel que la media.Tengo que reconocer, que soy diletante, y lo explico: Del it. dilettante que se deleita. 1. adj. Conocedor de las artes o aficionado a ellas. U. t. c. s. 2. adj. Que cultiva algn campo del saber, o se interesa por l, como aficionado y no como profesional. U. t. c. s. U. t. en sent. peyor. 3. adj. Que cultiva una actividad de manera superficial o espordica. U. t. c. s. U. t. en sent. Peyor. Es cierto, me gustan muchas cosas, pero no me entusiasma ninguna. No tengo una vocacin definida. Eso ni es bueno ni es malo, simplemente es as. Qu ms quisiera yo que tener una vocacin y haberme entregado a ella! Aparte de hacer lo que te gusta, el tiempo se me habra pasado volando. Tambin tendra su lado negativo, y es que al especializarte en algo, dejara de lado todo lo dems. Pero bueno, me hubiera gustado, aunque hubiera sido, simplemente como aficin. Inicio esta nueva actividad con ilusin. Mi familia, como siempre me ha visto leer, creen que lo har bien. No s si una cosa implica a la otra. Tal vez, el leer me d una cierta seguridad a la hora de escribir palabras, ya que a fuerza de leer, escribir ventana con b me resultara extrao, pero eso no quiere decir que haya asimilado las tcnicas de escritura de los escritores que he ledo, sobre todo porque los he ledo despreocupadamente, sin estudiarlos y no he tomado clases para que alguien me explique, que primero hay una presentacin de personajes, luego unos acontecimientos y de ellos unas consecuencias. Alberto Snchez Cristbal 40 relatos para no olvidar 119 Ya estoy terminando. Casi no he corregido nada de este texto, y lo he hecho a propsito, porque quiero que mi primer escrito, sea libre. Que lo critiquen mis compaeros y el profesor. Y por ltimo, una frase para reflexionar, del escritor Milan Kundera, en su libro El libro de los amores ridculos, que dice as: El hombre atraviesa el presente con los ojos vendados. Slo puede intuir y adivinar lo que de verdad est viviendo. Y despus, cuando le quitan la venda de los ojos, puede mirar al pasado y comprobar qu es lo que ha vivido y cul era su sentido Veremos lo que me depara la escritura. De momento, me ha servido para estar conmigo mismo, ms de una hora. Saludos. 120 40 relatos para no olvidar 121 A unque no soy partidaria del Da de la Mujer Trabajadora, esta fecha me ha hecho recordar una ancdota que me contaba mi madre y que protagonizaron las mujeres aparadoras de esta Ciudad cuando ella era joven. Exista la costumbre en la industria del Calzado de que las trabajadoras externas pagaran el hilo y las agujas con las que confeccionaban el corte de los zapatos. Era totalmente injusto. Estos artculos formaban parte de la materia prima que, lgicamente, el empresario tendra que pagar, al igual que lo haca con las suelas, los tacones o cualquier otro tipo de componente necesario para la fabricacin. Y era tambin indebido porque la mujer trabajadora vea, de este modo, mermado el salario que le corresponda y que estaba en desigualdad con el que perciba un trabajador que externamente tambin manufacturaba los zapatos y al que se le daban los materiales necesarios. Las mujeres convocaron una huelga y a ella se sumaron todos los trabajadores del calzado. Los das pasaban y los empresarios no Huelga del hilo Ofelia Serrano Busquier 122 cedan en esta peticin, el dinero se acababa y con l las posibilidades de continuar sin trabajar, en aquel momento se uni toda la poblacin para ayudar a los huelguistas, como los familiares, amigos, y las tiendas de comestibles que fiaron la comida para que la reclamacin fuera conseguida. Era vspera de Semana Santa, la Pascua de Resurreccin estaba prxima y con ella la tradicin de ir a comer la mona durante los tres das que entonces se celebraba. Pero eso no sera posible, bastante era aguantar el da a da y depender de la solidaridad de los dems. Uno de los empresarios, en una tertulia con amigos, dijo con mucha irona y prepotencia: Este ao los obreros se comern las monas de cemento. Este comentario corri de boca en boca y lleg hasta los panaderos de la Ciudad, estos ofrecieron la harina y el horno, las tiendas el resto de los ingredientes . En esa Semana Santa se hicieron ms toas y monas que nunca. El Domingo de Resurreccin, de vuelta del Arenal, donde haban disfrutado subiendo y bajando de este peculiar monte, habiendo merendado y comido la mona , todos los trabajadores huelguistas desfilaron por la casa del empresario que hizo el comentario y al pasar por su puerta cantaban : Nos hemos comido la mona y no ha sido de cemento. La huelga dur un mes, la constancia, la justa peticin y la solidaridad de todo un pueblo hizo posible que el hilo y las agujas fueran pagados por los Empresarios. Mi madre me lo contaba muy orgullosa de haber participado y contribuido a ese triunfo de la mujer trabajadora de su pueblo. Ofelia Serrano Busquier 40 relatos para no olvidar 123 A bro los ojos y est amaneciendo, por eso me gusta dormir con la ventana abierta. Durante mis varios despertares en la noche voy observando cmo la oscuridad va dando paso a distintos tonos, cada vez ms claros, hasta llegar al amanecer y a los primeros rayos de sol. No tardo en levantarme, me gusta madrugar, pienso que as la vida es ms larga. Hoy planchar. Me gusta hacerlo. Mientras lo hago, me relajo, pienso y dejo volar mi imaginacin, me recreo en mis recuerdos, antiguos, recientes como el de ayer cuando hice sonrer a Mara, mi sobrina de un ao. Estaba seria y a un gesto mo esboz una risita. Me gusta provocar ese gesto en los nios; establezco una complicidad con ellos. Vuelve a salir una y otra vez la mancha de aceite sobre la camiseta. Y lo peor es que no aparece hasta que pongo la plancha encima. Ah la tengo mirando con un solo ojo culpabilizndome de que algo no he hecho bien al intentar quitarla. Un da de plancha 124 Desde mi casa oigo la traca de las Fiestas de Septiembre. No me gusta su sonido, ni el de los fuegos artificiales, ni el de los petardos, pero una vez que ha pasado este retumbo, todava humeante, me gusta pasear por ella y aspirar el olor de la plvora. Levanto los ojos de la tabla de planchar y mi vista se va a las distintas fotografas que hay en el saln, sobre todo a la pared en la que tengo agrupadas las imgenes de mis hijos. Me gusta mirar fotografas, en cierto modo son mi memoria. Me divierte pensar que siempre me estn mirando a los ojos y, a veces, hasta me sonren. Por qu se empearan en regalarme ramos de flores en mi cumpleaos Saben que no me gustan las flores cortadas. Me deprime ver como cada da van perdiendo poco a poco su lozana, el olor entre podrido y rancio que hacen en su deterioro. Es bonito verlas en su habitat y es cierto que tambin se estropean, se marchitan, pierden su esplendor, pero esto forma parte de su ciclo vital. Se deshidratan por los efectos del sol y no huelen mal. Las flores cortadas me recuerdan los cementerios y estos no me gustan, por las flores, por las tumbas , muchas veces abandonadas , ajadas; por los nichos y por los panteones que me recuerdan un homenaje y un canto a la muerte. Yo quisiera ser enterrada en uno de esos cementerios que son como un gran prado lleno de cruces, sencillas, con un horizonte amplio y limpio. Cunto ha cambiado todo! Eso pienso cuando observo la plancha. Vapor, antiarrugas, planchado vertical, antical. Sonro al recordar la plancha de mi madre. Cuando yo era pequea ya existan las planchas elctricas, pero mi madre en las tardes de invierno aprovechaba el calor de la estufa de carbn y dispona dos planchas de hierro que cambiaba en la superficie de la estufa a medida que se enfriaba la que estaba utilizando. La tele lo est diciendo: Hoy es el da de la Enfermera. No me gustan los das de, todos los das tendran que ser, de la mujer, de la diabetes, de las enfermedades raras, del medio ambiente, de la madre, y de un largo etctera. Todos los das tendramos que preocuparnos de estas cosas y todos los das tendramos que querer a los nuestros. Acabo de cambiar de canal y aparecen los chismosos a sueldo. Y a m que me importa que se est separando la pareja de moda No me gustan las personas chismosas. Del chisme a la calumnia hay un paso y eso hace dao. Ofelia Serrano Busquier 40 relatos para no olvidar 125 Estoy un cuarto que hora intentando que esta camisa quede bien planchada, estiro una manga y se arruga la otra. Desde hace unos aos se ha vuelto a utilizar el tejido de algodn. Qu agradable es su contacto con la piel! Pero cunto cuesta que quede perfecta! Recuerdo que en la dcada de los 60 del siglo pasado aparecieron las primeras camisas de Tergal. Mi madre y sus amigas estaban encantadas con este nuevo tejido, apenas haba que plancharlas y quedaban impecables. Mi vista se posa sobre el revistero que un da pint en uno de esos cursos de manualidades que hice. Veo que tengo por leer el catlogo de Ferrokey Cmo se me puede haber pasado Me gusta leer, no importa que, un libro, publicidad, el prospecto de un medicamento, la composicin de una crema hidratante, todo; reconozco que soy una lectora compulsiva. Ya termino de planchar. Si mis hijas me vieran planchar los limpiamanos, me gusta, tal vez esto no lo hubiera escrito si no hubiera tenido tanta ropa que planchar. 126 Ofelia Serrano Busquier 40 relatos para no olvidar 127 S oy una perra, vine al mundo un da del mes de febrero de hace cinco aos. Mi complexin fsica es mediana tirando a pequea, mi pelo es rubio en el cuerpo, en la cabeza se aclara hasta convertirse en casi blanco, los ojos son redondos, de color miel, a decir de mi actual amo, parecen dos cabezas de alfiler de esos que utilizaban las seoras, hace muchos aos, para sujetarse la mantilla al entrar a la iglesia. Voy a contar mi historia, no porque esta sea interesante, pero estoy en un momento de mi vida que necesito desahogarme con mis vivencias. Nac en un campo cercano a Sax, mis padres eran de razas distintas; por eso en mi cartilla sanitaria figura la palabra mestiza, por ello, a veces, he tenido que soportar un tanto despectivamente la denominacin de callejera. No se tienen en cuenta nuestros sentimientos. Pero, volvamos a mi historia. Junto a m nacieron dos hermanos, una hembra y un macho. La finca donde se produjo nuestra llegada al Pluma 128 mundo la constitua una casa grande con plantacin de olivos, almendros y algunas plantas ornamentales. Tenamos como compaeros a cuatro gatos. No s por qu se empean los humanos en decir Se llevan tan mal como el perro y el gato. Esto, puedo asegurar que no es cierto. Nosotros jugbamos con los mininos como si fueran unos perros ms, con decir que compartamos mesa y mantel, o sea, el pienso que nos ponan en una enorme cazuela y que muchas veces tenamos que repartir a la nia de la casa, a sus nueve meses gateaba hasta nosotros y con sus manitas coga las bolas de nuestra comida y se las llevaba a la boca.La madre, cuando esto vea, se pona histrica. Nos mirbamos todos incluyendo la pequea y no entendamos sus gritos ni su obsesin por sacar la comida de la boca a la pequea para, a continuacin, lavarla toda entera. Claro, nosotros antes la habamos lamido, es nuestra forma de querer. Cuando contbamos dos meses de edad le o decir a mi ama dirigindose a su marido: Esto no puede continuar as. Por si no fuera poco el trabajo que dan son machos y hembras a la vuelta de unos meses esto se convertir en una granja de perros y gatos. Hay que buscar una solucin. - Tienes razn- respondi el marido. Pero me da pena deshacernos de ellos, tener que darlos. - Y a m y a Silvia nuestra hija, no te imaginas lo que se quieren. En aqul momento no llegu a valorar la importancia de aquella conversacin. A los pocos das dijo la madre de la pequea: - Hay que baar a la rubia, ya he encontrado dueos para ella. Se trata de un matrimonio; hace un ao se muri su mascota y sus hijos se han ido a vivir fuera. Necesitan compaa y han aceptado quedrsela. Me han dado buena impresin, estoy segura de que la trataran bien. Me baaron y cogieron mi documentacin sanitaria. Era la primera vez que suba a un coche, una furgoneta. Mis hermanos, mis padres, mis amigos los gatos, se quedaron desorientados, yo sent una cosa en el estmago, como una bola. No solt una lgrima, a los perros no les corren por las mejillas como a los humanos. Pero lo que senta, estoy segura, era lo ms parecido a llorar. No quiero ser desagradecida con los primeros amos que tuve, ellos me dieron de comer y cobijo durante aquellos meses, pero tenan que haberme consultado. Ofelia Serrano Busquier 40 relatos para no olvidar 129 Me llevaron a mi nuevo hogar, all me haban preparado un recipiente color amarillo para beber y otro azul para el pienso. Me gust el detalle. Luego descubr algo que me pareci un juguete, en realidad, era una cama para que pudiera descansar. En mi ignorancia, y pensando que aquello era para jugar, comenc a morderla y a voltearla hacia arriba y lo bueno vino cuando descubr en su interior una especie de algodn, ah s que me emplee a fondo y con fuerza hasta dejar la cama fofa y sin cuerpo. A mis amos, asombrados, aquello les hizo gracia, ms tarde ya no les hara tanta ver como calcetines y zapatillas aparecan destrozados por todos los rincones de la casa. Aunque yo, ante sus justificados enfados, los desarmaba con un gesto mo aprendido de mi madre, levantaba una pata como saludando y aquello deshaca su enojo. Tengo que reconocer que estaba muy bien, calentita, bien alimentada, con unas delicatessen que me chiflaban, quesitos, trocitos de jamn York y algn que otro gajo de mandarina. Pero yo Ay! echaba de menos a los mos y, sobre todo, mi libertad para corretear por donde quisiera y acudir a la cazuela del pienso cuando tena hambre, hacer mis necesidades biolgicas cuando la Naturaleza llamaba a mi puerta. Aqu todo era distinto; empezaron por ponerme un collar al cuello, seguido de una correa muy mona, pero mi amo me coga de la misma y yo tena que amoldar mi paso al suyo, si intentaba correr l estiraba para llevarme inmediatamente a su lado. Me costaba aceptar esta situacin. Menos mal que los fines de semana bamos a una casita que tienen en pleno monte y all me soltaban, me senta libre, solo acuda a la hora de la comida. El problema surga cuando llegaba la hora del regreso, yo ola esta marcha y no dejaba que me cogieran. No es la primera vez que mis amos regresaban a su hogar a las 12 de la noche despus de numerosas tentativas para cogerme. Aqu s que se enfadaban y no haba patita levantada que valiera. As pas el primer ao de mi vida. Un da, vspera de San Jos y estando en el campo con mis amos, decid explorar por mi cuenta todos aquellos parajes. Fui alejndome poco a poco, a medida que lo haca iba notando esa sensacin tan agradable de libertad. Mi amo cuando fue a denunciar mi desaparicin al veterinario, le dijo que ese da haca mucho viento y que posiblemente me haba desorientado y perdido. Pero no era cierto, era tan grande lo que senta que no quise 130 volver, llegu hasta el otro lado del monte; all me encontr con un montn de chalets y casitas de labranza.Al comienzo de mi aventura no tuve problemas de abastecimiento. Segn lo aprendido, ladeaba en un gesto de coquetera mi cabecita para, a continuacin, levantar la patita. No fallaba, alimentos, agua y hasta alguna chuche que me daban lo nios de las casas. Solo haba una cosa que me entristeca, en las noches en que antes de dormir, mirando a las estrellas, venan a mi pensamiento mis amos y sus hijos. Da tras da se dejaban ver por aquellos parajes, buscndome y preguntando por m. Un vecino: Ayer la vimos, le dimos de comer. Otro: Intent cogerla, vi por el collar que llevaba que tena dueo, pero la muy lista, cuando estaba cerca de ella, en un quiebro sali corriendo. Un tercero: Lleve cuidado, va con malas compaas, son tres perros asalvajados, peligrosos, en ms de una ocasin se han enfrentado a los vecinos del lugar. Todo esto lo s porque los perros tenemos un buen odo. En cuanto oa el sonido de su coche, me esconda aunque lejos, escuchaba todas estas conversaciones. Mi amo silbaba, gritaba mi nombre, yo, en mi inconsciencia me acurrucaba para or lo menos posible. Su inters por m lleg hasta el extremo de poner carteles por toda la carretera que conduca a su casita, y por el lugar donde yo me encontraba no haba un solo rbol o contenedor de basuras en el que no estuviera mi fotografa con la palabra SE BUSCA. No es que yo sepa leer, pero a mi amo le gustan mucho las pelculas del Oeste y cuando sala carteles de esta ndole l, invariablemente, deca: SE BUSCA, TANTOS DOLARES DE RECOMPENSA. Me parece que en mis pasquines dlares no, pero s un nmero de telfono. Mis amos, pasado un tiempo, dejaron de buscarme Qu alivio! Me hice amigos, casi todos pequeos como yo, de las cercanas casitas, al no tener vallas campeaban a su aire. A veces se nos acercaban unos perros grandes, sin dueo, con cara de pocos amigos, que a mis compaeros no les gustaban, pero a m me daba lo mismo. Cuando a los pequeos les llamaban sus amos para descansar, yo todava me quedaba un buen rato con estos Golfos recorriendo nuevos parajes. Ofelia Serrano Busquier 40 relatos para no olvidar 131 !Que verano tan maravilloso Para m solo haba un problema, las tormentas, nunca las soport; en casa de mis amos me refugiaba debajo de las camas. Aqu, aunque segua teniendo miedo, gozaba de la compaa de los de mi raza, nos agrupbamos unos con otros y nos dbamos calor y consuelo. Pasados estos momentos volvamos a nuestros juegos y aventuras. Un da, bien entrado el otoo empec a notar un ajetreo inusual en las casas de los amos de mis amigos. Cargaban en el coche bultos, bolsos, bicicletas infantiles. Roki, mi mejor amigo se me acerc: - Pluma, nos vamos. El verano ya termin, para las Navidades solo falta un mes y mis amos quieren estar en el pueblo para entonces. Te voy a echar de menos. He pasado un verano inolvidable a tu lado. Cuntas aventuras hemos corrido! cuantas confidencias! Me apena que te quedes sola. Por qu no vuelves con tus amos Pasas el invierno con ellos y nos volvemos a ver en el prximo verano. - Roky, he de confesarte algo, no s volver. En ese momento se oy un silbido. Roky triste dijo: - Me llaman, tengo que marchar. Nos acercamos olimos nuestros traseros, despus juntamos nuestras cabezas y nos lamimos. Le vi alejarse con el rabo cado y, poco a poco, vi desfilar delante de m coche tras coche; desde la ventanilla de atrs mis compaeros me decan adis. Aquella noche dorm sola y esa soledad me pes. A la maana siguiente, fui como de costumbre a buscar mi desayuno. No haba cacharros, ni comida, ni agua. Segu buscando por todas las casas. Nada. Lleg la noche, era la primera vez que me acostaba sin comida. Todava conservaba la esperanza, vendran de un momento a otro. Dicen los humanos que los perros no tenemos nocin del tiempo, que no sabemos si ha transcurrido poco o mucho desde la ltima vez que vemos a nuestros seres queridos, ser as, ellos saben mucho, cuando vuelvan levantar mi patita y seguro, estoy convencida de que lograr comer, esto nunca me falla. Pero no, se sucedieron varios das y esto no ocurri. Venciendo mi repugnancia, porque soy una perra muy limpia y con muy buenos modales, me acerqu a los contenedores de basuras, restos de pescado, pan duro, algn hueso, botellas de agua medio vacas. Todo esto fue mi sustento durante bastante tiempo. Un da estando comiendo, aparecieron mis antiguos amigos Los Golfos. El grupo haba aumentado, grandes, feos desaliados, con ma 132 las formas. Alguno me gru, pero cuando se percat de que yo era una hembra cambi de actitud. Esto no impidi que me dejaran sin comer.Me fui con ellos. Pens Ignorante de m ! Que al ser tan grandes, todos machos iban a protegerme y ofrecerme el mejor sitio para dormir y la mejor comida. Me equivoqu, mis dotes de seduccin fracasaron Cuntas veces me qued con la patita levantada y sin comer! Eran unos brutos sin pizca de sensibilidad. Ni en los momentos en que mi naturaleza reclamaba compaa se mostraron amables, al contrario, degenerados y abusivos, sufr lo que entre los humanos se llama abuso sexual. Desde entonces jams he vuelto a tener necesidad de compaa por parte de ningn perro. Me dejaron traumatizada. Una noche, mientras dorman, me escap. A la maana siguiente, vagu por otros lugares en busca de alimento y al dar la vuelta en una curva me encontr de frente a un seor mayor, quien me mir fijamente y me hizo seas para que me acercar; as lo hice. Cuando estuve a su altura, me acarici, se quit el cinturn y me improvis una correa, comenz a andar y yo detrs. Llegamos a una casa de campo, all me at a una caseta y me dio unos mendrugos de pan duro. - Es bonita esta perra, seguro que a mi nieta le gustar. La llamar por telfono y que venga a buscarla el fin de semana. El pensamiento de otra ama, otra casa, posiblemente otras comidas, me aterr. No, me dije, he de salir de esta situacin como sea, yo quiero a mis segundos amos, que me baen, comer sus comidas disfrutar con los jugosos premios que me daban, jugar con mi amo, sentir las caricias de mi ama, sus pequeos apretones en mi lomo que me hacan recordar la boca de mi madre trasladndome de un lugar a otro. Quiero volver, son mi familia. Aquella tarde noche la dediqu a morder aquella cuerda para quedar libre; al fin lo consegu. En este momento valor lo difcil de mi situacin, no saba qu camino escoger, estaba desorientada Conseguira llegar hasta mi hogar Marche sin rumbo. De repente y a lo lejos divis unas luces, haca all encamin mis pasos, a mitad de camino descubr que se trataba de una gasolinera, enseguida me lleg un intenso olor a comida, corr cuanto pude, me acerqu a la puerta, sta se abri y apareci un matrimonio con dos hijos. La patita, me dije. Inmediatamente levant la pata delantera, la derecha y efectivamente surti efecto; el seor, que despus me enOfelia Serrano Busquier 40 relatos para no olvidar 133 ter que se llamaba Isidro, entr en el restaurante y sali con un bocadillo de pollo que desmenuz ante mis ojos para que yo lo comiera.- Me la quiero quedar, mam, dijo la joven una muchacha bonita y dulce. - Es graciosa, posiblemente tendr dueo, pero es un peligro dejarla aqu, tan cerca de la autova. Est desorientada y es posible que algn coche la atropelle. Nos la llevamos a Madrid, a casa y all que nos diga el veterinario si tiene dueos. Si es as, llamaremos para que vengan a recogerla, en caso contrario, nos la quedaremos, har compaa a los siete perros, los cinco gatos , los patos y a todo animal que tenemos en la finca. Me subieron al coche Qu largo se me hizo el trayecto! Qu lejos estaba ese Madrid! Conversaban entre ellos, por eso me enter de que venan de Santa Pola, de que haban entregado una escultura al capitn del barco que recogi a unos inmigrantes en alta mar. Supe que Isidro era escultor. Mercedes, que as se llamaba su mujer, comentaba lo feliz que el capitn se puso cuando recibi la escultura. Un regalo en el que no haba intervenido ninguna autoridad ni organismo. Era un obsequio a titulo personal de Isidro que, con este gesto, agradeca la humanidad y sensibilidad del capitn haca aquella pobre gente. Al escuchar esto pens que estaba en buenas manos. Pararon dos veces el coche para darme agua y para que estirara mis patitas Qu detalle!. No me poda creer que alguien tuviera tantas atenciones Con lo mal que lo haba pasado! Por fin llegamos a Madrid. Me asust. Qu calles, qu ruidos! Cre que mi buena suerte acababa all, pero no, cogimos la carretera de Burgos, y al poco tiempo nos desviamos por una carretera estrecha. A lo lejos divis una finca enorme, con una gran puerta, el coche se dirigi all . El portn se abri solo, qued impresionada por ello. Lo que sigui despus me dej con la boca abierta, una gran avenida que desembocaba en la casa, a un lado y a otro rboles, csped, esculturas; a mano izquierda, una valla de madera, y detrs caballos que corran de un lado a otro sin bridas, sin nada al cuello que los oprimiera o sujetara Qu espectculo! Cuando llegamos a la casa, rodearon al coche perros, gatos, patos; todos demostraban su alegra al ver a Isidro y a su familia. Hubo algo que llam mi atencin, ninguno de los perros era de raza, pertenecan al gnero de los callejeros como yo. Unos grandes, otros 134 pequeos, enfermos y hasta con defectos fsicos, uno estaba cojo y en cuanto a los gatos a uno le faltaba el rabo a otro un ojo. Para todos hubo una caricia.Ms tarde, cuando intim con el pato Paco, me dijo que estas personas recogan y daban de comer a todo animal que se acercara por all. Cuando esto escuch me emocion. Al principio todos los animales albergados me miraron recelosos, sobre todo una perrita. Haba sido la penltima en llegar, la ltima era yo. La recogieron enferma, desnutrida; la cuidaron de una forma especial y ella crey que era la preferida e iba detrs de su ama joven haciendo valer sus privilegios; de vez en cuando, se volva y grua ensendome sus dientes. Los celos se la coman. Pero aqu todos eran iguales, le rieron y se retir con el rabo entre las patas; al pasar por mi lado me mir con rencor. Isidro me cogi en un aparte y empez a reconocerme como lo hubiera hecho un veterinario: - Est algo desnutrida y sucia pero no le aprecio signos de violencia excesiva, tiene seales de haber sido mordida por otros perros pero nada importante. Cunto saba Isidro! Es cierto que ningn humano me haba maltratado pero es verdad que aquellos brutos, mil ltimos compaeros me haban mordido y pateado. l pensara que nada importante, pero yo, he de decirlo, lo pas muy mal, por eso puse la cara ms triste del mundo, elevando un poco mis ojos en un gesto lastimero. Mi nuevo amo, porque as lo consider, me mir, sonri y me acarici. Me pusieron comida, pero no prob bocado. El viaje me haba trastornado Y por qu no decirlo no terminaba de confiar en mi nueva situacin, era demasiado bonito. Me baaron con agua calentita qu sucia qued! sent vergenza. Cortaron las rastas que llevaba por todo el cuerpo, me echaron una colonia que ola muy bien, dijeron que era un desinfectante, no s. Por ltimo secaron mi pelo con secador, como en otros tiempos hacan mis amos Qu sera de ellos Me habran olvidado Ocupara alguien mi lugar Estos pensamientos me entristecieron, yo, a pesar de mi mala cabeza, les quera como no haba querido a ninguno de los ocasionales amos que haban pasado por mi vida. Pas la tarde observando. Me tumb sobre mis patas y as permanec viendo lo que ocurra a m alrededor. Anocheca y mi comida permaneca intacta, no me pasaba. Al rato sali la joven que ayudaba Ofelia Serrano Busquier 40 relatos para no olvidar 135 a los dueos en su trabajo y dijo: Venga para dentro, es la hora de cenar!. Segu a mis nuevos compaeros hasta el interior de la casa y all me encontr con un inmenso saln, dos sofs, varios sillones, alfombras dispuestas por distintos lugares Isidro estaba sentado en uno de los sillones , al lado de la chimenea, leyendo levant la vista del libro y dijo:- Ha comido - No, solo ha bebido agua, contest la joven. - Bien, prepara unos boquerones y se los ofreces,. Al poco rato apareci la muchacha con un plato de pescaditos. Cuanto tiempo sin comer pescado! Ya casi haba olvidado su olor y sobre todo el sabor. Mir a mi alrededor y entonces observ como perros y gatos me miraban mal. Di buena cuenta de la cena. En algn momento sent un cierto remordimiento pero caray! tena que reponer fuerzas, seguro que ellos tambin tuvieron su momento de gloria. Ca en la cuenta de que cada uno busc un lugar donde acomodarse. Dos a los pies de Isidro, el gato tuerto en el regazo de Mercedes, otros en la alfombra, yo de un salto, me sub a uno de aquellos amplios sillones. Esper un instante, no o gritos ni aspavientos de la duea de la casa, esto tambin es distinto, con mi segunda ama hubiera sido impensable qu gritos me daba,! y Hala! enseguida con el aspirador, era un poco histrica con estas cosas. Me acomod bien y estuve mirando la tele un rato. Televisaban un partido de futbol, El Real Madrid contra el Villareal. Me encanta este deporte, mi segundo amo se rea cuando me sentaba casi debajo del televisor y permaneca largo tiempo moviendo mi cabeza hacia donde la pelota se diriga. Al rato el partido perdi inters y me venci el sueo. Me despertaron los ladridos de mis congneres. Era de da, nos abrieron la puerta y, al igual que hicimos la noche anterior , tambin en esta ocasin buscamos cada uno un sitio para hacer nuestras necesidades. A continuacin nos sirvieron el desayuno, me senta ms relajada y desayun con apetito. Ms tarde me fui integrando poco a poco con mis nuevos amigos. Era libre, tena el privilegio de corretear a mi placer, aquel paraje era inmenso, los juegos interminables, y lo mejor, no tena que preocuparme por buscar alimento y cobijo por la noche, todo esto me era dado Qu ms poda pedir Sin embargo, all en mi interior, una voz me deca que aquel no era mi hogar, que 136 estos amos, con todo lo buenos y generosos que eran, no ocupaban en mi corazn el lugar de aquellos. Recordaba a mi amo que, en las noches de invierno y a pesar de estar en el saln, con calefaccin y en mi cama, l siempre me tapaba con una manta. El matrimonio me miraba y se rea: Mrala se parece a ET. Quin sera Ete Me fui de aquella casa sin saberlo.Recuerdo cuando bamos al Supermercado; bueno, iban ellos, porque a los perros no nos dejan entrar en esos establecimientos. Yo me quedaba en la puerta, mirando a travs de los cristales, y vea como se paraban en la seccin de alimentos para animales y miraban los botes, las chuches para perros para, finalmente, hacer un buen acopio de ellos. Salan del comercio e invariablemente me decan: Pluma hemos comprado los premios que te gustan. Yo, en agradecimiento, mova el rabo. Todos los das, Isidro y Mercedes se hacan el propsito de llevarme al veterinario para cerciorarse de si yo tena dueo y siempre, por algn motivo, lo posponan para el da siguiente. Puedo ser loca y casquivana, pero de tonta no tengo un pelo, deduje que me queran tener con ellos. Esto me halagaba y haca crecer mi autoestima, ltimamente por los suelos. Por fin lleg el da, le hicimos la visita al veterinario del pueblo. ste me pas el lector de chips y all aparecieron todos mis datos: - Se llama Pluma, sus dueos son Tal y Tal, sus telfonos..... Est denunciada como desaparecida hace un ao. El doctor de animales se volvi haca mis benefactores: - Tiene dueos, lo que procede en estos casos es llamarles y, si ya no la quieren y con su permiso, podemos hacer el cambio de dueos, dado el inters que tenis por quedaros con ella. - Ya -dijo Isidro un poco decepcionado- eso haremos. Realmente la recogimos porque la vimos muy desorientada y en ese estado podra haberla atropellado un coche. Pero lo cierto es que le hemos tomado cario. Si sus amos no la quieren nos quedaremos con ella. Respir tranquila, me vea otra vez vagando de un lugar a otro y a saber qu compaa podra encontrar. En este momento, si los perros pudiramos rezar, yo lo hubiera hecho con todo el fervor del mundo por regresar con mis segundos amos !Por favor, Dios de los perros (si es que lo hay) que pueda volver a su casa, que perdonen mis ligerezas, que yo los quiero Seor, que los quiero. Ofelia Serrano Busquier 40 relatos para no olvidar 137 A pesar de que los humanos dicen que estas cosas sobrenaturales no van con nosotros yo creo que algo hay, porque a los pocos das de esta peticin vi como un coche aparcaba, era pequeo , de color negro no puede ser!, Si es el vehculo de mi amita!. Efectivamente de l bajaron mi ama y sus dos hijas. Gritaron: - Pluma! Corr todo lo que daban mis patas. A quin saltaba primero, iba de una a otra, corra para volver sobre mis pasos e iniciar otra vez los saltos. Me abrazaban, apoyaban su cabeza contra la ma. Era mi familia. Despus de las presentaciones y de los agradecimientos hacia Isidro y Mercedes, vino la despedida. He de confesar que a pesar de mi alegra por ver a los mos sent mucha pena por dejar aquel lugar y a aquellas personas tan maravillosas y cmo no a mis nuevos amigos, a los que siempre llevar en mi recuerdo. No quise ponerme sentimental con estas aoranzas, no es mi estilo. La vuelta a casa fue muy bonita, me haban hecho un nuevo ajuar, pensaron que ya no volvera y se deshicieron de todas mis cosas. Me encontr con una sorpresa, un nuevo miembro en la familia, un beb de seis meses, era el nieto de mis amos. Mi primera intencin fue saltar sobre l y lamerlo, pero no me dejaron. Los humanos, son as, entre este nio y yo hay una relacin de amor y miedo, el teme mil saltos y mis expresiones de cario, que consisten en chuparlo una y otra vez, y yo temo sus tirones de pelo y orejas. Por lo dems mi vida discurre tranquila y ordenada. Todos lo das me sacan tres veces a pasear, me siguen comprando chuches en el supermercado. Los fines de semana me llevan al campo y correteo, disfruto a mi placer. Pero, ltimamente, esto de la libertad lo llevo mal, muy mal. He hecho algn intento de escaparme, sobre todo en el campo, cuando llega la hora de regresar a casa, lo llevo fatal. Algn domingo no han conseguido cogerme. Yo, cuando les he visto alejarse en el coche he sentido alivio, otra vez libre, pero acordndome de tiempos pasados, siempre vuelvo y les espero en la puerta del refugio hasta que al da siguiente vuelven a buscarme enfadados, claro. Aunque yo sigo explotando la cualidad aprendida de mi madre, la patita, y no me falla, los desarmo. A veces pienso que se pueden enfadar realmente y esto me asusta. Creo que he hecho bien en escribir todas mis andanzas y aventuras, al leerlas me he dado cuenta de lo ligera y casquivana que 138 he sido, de los sufrimientos que me podra haber ahorrado, pero lo hecho, hecho est. Solo me resta que me sirva de leccin y valore lo que tengo. EPLOGO Pasaban los das y no vea el momento de deshacerme de sus cosas. Me resultaba muy duro ver su manta, el comedero, su juguete, algn hueso seco y mordisqueado que haba guardado para que no se lo tirramos. En fin, todas sus pertenencias, entre ellas, y para mi sorpresa, encontr un cuaderno, lo abr y me pareci una especie de diario escrito, naturalmente, con letra perruna que me cost mucho descifrar. A medida que me adentraba en su lectura, mi asombro iba en aumento. Tal como sospechaba era cierto que conoca el sonido de mi coche y mi voz llamndola a gritos. No se haba perdido, se escap por propia voluntad y no acudi a mis gritos porque quiso descubrir una vida distinta. Segu leyendo y me dieron pena las desdichas por las que tuvo que pasar, pero en el fondo, me sent orgulloso de ella, haba salido airosa de las dificultades que encontr. Qu picarda! Saba de su poder al levantar la patita.Despus de leer su diario me siento en la necesidad de aadir este eplogo y explicar los motivos por los que no se encuentra con nosotros. Como ella cuenta en sus memorias, cuando volvi, haba un nuevo miembro en la familia, mi nieto, al poco tiempo fueron viniendo ms, hasta un total de cuatro. En ese momento Pluma pens que aquellos nios, correteando por mi casa y por mi campo, eran su manada; estaban invadiendo su territorio, y en este punto empezaron sus problemas y los mos. Les grua sin ningn motivo para, al final, terminar por morderles. Mordi a mis nietos y a todo nio que se acercara. No consegu que entendiera que aquellas criaturas no eran suyas, que nunca iban a tirarse al suelo y a levantar sus brazos y piernas en seal de sumisin, que era lo que ella hubiera querido. Estoy casi seguro de que nunca quiso hacerles realmente dao, pero lo haca en su afn de demostrarles que ella era la jefa de la manada. En su rebelda, no quiso, o no supo, adaptarse al mundo de los humanos. Y yo como humano, tom una de las decisiones ms duras de mi vida, llevarla al albergue de animales. Llor, y era aquel llanto una mezcla de pena, rabia e impotencia. Ofelia Serrano Busquier 40 relatos para no olvidar 139 D e Compras. Me gusta comprar en Elda, pero no me encuentro a gusto cuando se pone al lado cualquier dependienta y no de deja ni mirar, me molesta que me agobien y cuando vas a un sitio y hay poca gente, suele pasar eso. Me ha pasado muchas veces por ejemplo cuando voy a Manos Unidas y en cuanto entras en el saln, se pega una persona a ti y te absorbe. A m me gusta dar una vuelta y ver lo que creo que me puede interesar y, en un momento, s lo que quiero. Ahora recuerdo de las muchas veces que puede ser, a mediados de enero un lunes a media maana, me voy con mi marido a una tienda de ropa muy conocida de Elda. En cuanto entramos, se pusieron dos personas a ensearnos lo que les pareci a ellas. En mi vida me he sentido ms presionada. No poder mirar nada. Hicimos una compra fatal, compramos una chaqueta y una camisa para l y han estado en el armario sin quitar las etiquetas, hasta que la semana pasada, que me hice el nimo y estreno la chaqueta. Cada vez que la veo me pone de mal humor. Mis personas y personajes Isabel Soriano MirJalles 140 Me gusta ir a sitios grandes, donde hay gente y normalmente, si quieres preguntar algo, tienes que ir a buscar a alguien, pues no te hacen ni caso. Perdn, tengo que rectificar: He ido a Manos Unidas y estaba cerrado, ha llegado la presidenta y como estbamos, solas me dice: No hace falta que te acompae, t sabes como va esto y he hecho el recorrido super a gusto. He dado dos vueltas y, enseguida, he sabido lo que quera, sin ninguna presin. He disfrutado. As que en esta ocasin ha sido de otra forma. Jorge. Jorge se sent en la escalera, le gustaba siempre hacerlo en el segundo escaln, desde all poda contemplar la sala donde haba pasado tan gratos momentos. Esa maana se haba levantado pronto, ya que haba pasado mala noche, no saba por qu, pues se encontraba bien. Se puso a mirar su pequea biblioteca, un recuadro de ventana, arreglado para tal fin, al lado derecho de donde l estaba. Record que tan solo haba limpiado por encima, sin tocar nada, pues si en algn momento coga algn libro, para leerlo, lo volva a dejar en su sitio. Le rondaba por la cabeza que le apeteca leer un libro, que haca tiempo que ya lo haba ledo. Pens que los cambiara de lugar y buscara el que quera. Al sacarlos, uno de ellos se le cay al suelo, una carta, la mir extraado, solo haban pasado cinco aos, desde que su padre se fue... Cmo no la haba visto antes La volvi a mirar, pona: Para Jorge, de Ernesto. Le dio un vuelco el corazn Qu le dira Rosa. Rosa entreabra la ventana de aquella casa, a la que haba llegado la noche anterior, y en la cual, tan solo haba estado un da y de visita. Quizs no se atreva a abrir del todo la ventana por lo desconocido. Era un cambio radical en su vida, ya que iba a ser su nuevo hogar. Hacia quince das que se haba casado y, aunque eran los primeros das de verano, sinti fro, todo era extrao para ella. Esa noche no haba podido dormir, pensando en como iba a organizar esa casa tan destartalada. Isabel Soriano Miralles 40 relatos para no olvidar 141 El entorno le haba gustado desde el principio, en el momento en que lo vio. Era un casero, donde haban diez casas habitadas. Casi todas las personas que all vivan, eran familia de su marido. A algunas las conoci el da de la boda. Desde que lleg a ese lugar, no tuvo problemas de adaptacin. Se sinti querida, y aunque fueron tiempo difciles, vio el cario de todos. El haberse criado entre varios hermanos, fue muy beneficioso para ella, pues saba del trabajo tantas veces compartido. Un da muy joven so que vivira cerca de donde hubiera viedos y ese sueo se cumpli. Durante muchos aos vivi en ese entorno rodeada de campos y sobre todo de vias. El da que se cas, escribi que donde ella fuera, habra limpieza, armona y cuidara siempre de su entorno. Cuando lleg a este sitio, en el patio haba unas cuantas macetas que ella ha ido cuidando y ampliando. Hoy se siente feliz y recuerda con cario esa etapa de su vida. Jos. Jos se senta triste, le haban amputado un pie, no haba otra solucin si quera seguir viviendo. Lo miraba, un mun de carne, y pensaba: Que iba a hacer de ahora en adelante! Era una persona, amigo de sus amigos, nunca le haba gustado resaltar por encima de nadie, haba sido montaero, tena muchas horas de escalada y otras tantas de excursiones por la montaa. Ahora, verse as, le supona mucha desazn, miraba alrededor, a su gente, a sus nietos y senta cierta tristeza. Ya no podra jugar con ellos, como antes lo haca. Le gustaba mucho subir a los arboles a podarlos o arreglar su pequeo jardn. En estos pensamientos estaba cuando uno de sus nietos le pregunt con esa cara que ponen los nios en ciertos momentos Abuelito, verdad que te vas a poner bueno Se le qued mirando y las lgrimas acudieron a sus ojos. Pens que, por encima de todo, tena que esforzarse en salir adelante y estar cada vez mejor. Al principio cuando ya haba cicatrizado la herida, empez a ponerse el pie ortopdico y, cada da que lo haca, tena una nueva oportunidad de poner en prctica aquello que se haba propuesto. No de 142 jarse desanimar nunca, aunque algunos das ese esfuerzo le costaba ms de lo habitual.Hara lo imposible para poder volver a jugar con sus nietos. Paco. Paco se haba sentado despus de terminar un trabajo que estaba haciendo y no le sala, como l quera y, al final, qued terminado, como lo tena programado en su mente. Haca calor y esa tarde se senta cansado, quizs debido a esa temperatura tan extrema. Record cuando era un chiquillo de catorce o diecisis aos que no saba hacer nada, e iba dando tumbos por ah. A travs de alguien, una persona lo busc para ayudarle a recoger frutos del campo. Cuando acab este trabajo, esta persona le dijo: Si quieres trabajar, psate por el taller, que algo habr que hacer. Al lunes siguiente, puntual, all estaba, a primera hora un poco nervioso, pensando qu hara. Solo saba que esa empresa trabajaba con maderas. Haba puesto muchas ilusiones en el trabajo que iba a hacer, pues quera aprender, y lo demostr, pues desde el principio estuvo muy atento a todo. Su adaptacin a la empresa y a los operarios que all haba fue cada vez mejor. Al recordar a la persona que le dio un giro a su vida, se siente agradecido, pues en ese entorno se hizo un hombre y hoy es un profesional de la madera. Isabel Soriano Miralles 40 relatos para no olvidar 143 Q ue fcil es la vida para las personas que han nacido en una familia rica, y que miran a los pobres como si ellos fueran los responsables de su propia miseria, pensaba Ramn, escuchando a Don Luis en su despacho, mientras se tragaba la rabia que le suba de las tripas. El amo , serio el semblante y con voz autoritaria, deca: Pero hombre, t crees que soy tonto y que me puedes engaar con las excusas de siempre: que la cosecha ha sido escasa porque no ha llovido, o que vino un nublo tan malo que la arras. Hace aos, cuando me pediste que te arrendara la finca Los Llanos, me dijiste que trabajaras con tus hijos, de sol a sol, los siete das de la semana, para sacarla adelante y yo obtendra los beneficios que me corresponden y qu he tenido hasta ahora prdidas y ms prdidas! Y el dinero que te prest, con muy poco inters -t lo sabes muy bien- despus de estos aos se ha triplicado. Adems, te hice el favor de llevarme a tus hijas a servir en mi casa de Albacete, que all al me- La deuda Isabel Teruel Gonzlez 144 nos no les falta ni comida ni techo. Porque jornal no les voy a pagar faltara ms! con lo que t me debes...Al or nombrar a sus hijas, Ramn apret los puos. Se acordaba tanto de ellas, y senta un odio tan fuerte por el amo, el muy hipcrita. Lo recordaba en la Ermita del casero, con su esposa Doa Concha, muy elegantes los dos... Llevando ella sobre su cabeza una hermosa mantilla negra, sentados con sus hijos en la primera fila y arrodillndose en bancos acolchados. Detrs, los trabajadores apretujados escuchaban al seor cura decir que todos eran iguales a los ojos de Dios. Y es qu una cosa es predicar y otra dar trigo. Don Luis segua hablando: He decidido que tenis que dejar Los Llanos. Se la he arrendado a otra familia, pero no creas que vas a marcharte de aqu sin pagar lo que me debes. Pronto se irn tus hijos a cumplir con su deber, el servicio militar. Hasta entonces trabajaran contigo en mis tierras. Aqu hay trabajo para tres hombres ms, tu mujer ayudar a la guardesa en la casa grande. Viviris en las casillas y tendris como los dems dos habitaciones con derecho a cocina y la comida necesaria, sin sueldo por supuesto, hasta que saldemos la deuda. Y tu hijos, que son dos buenos mozos, cuando vuelvan de la mili seguirn trabajando para m. Ramn oa la voz del amo . Lejos, muy, muy, lejos, mientras con la cabeza gacha miraba sus rados pantalones, que su mujer remendaba una y otra vez, y las alpargatas tan viejas que se caan a pedazos. Meti la mano derecha en el bolsillo y palp la navaja que llevaba siempre encima. Era una buena navaja, la compr su padre en Albacete, cuando fue a ver una corrida de toros en la Feria de septiembre. Si se atreviera, si tuviera valor, la usara en ese momento. l era ms fuerte que Don Luis, solo seria un instante. Ramn pens con rapidez. Que ocurrira si utilizaba la navaja Si malhera al amo Tendra que huir, y la Guardia Civil lo encontrara e ira a parar a la crcel y qu sera de su familia Por ellos, por lo mucho que los quera, no le quedaba mas remedio que aguantar. Sus hijos tenan una oportunidad, cuando fueran al ejercito ya no volveran al campo, lo haba hablado con ellos. Marcharan a Elda, un pueblo industrial de la provincia de Alicante, en el que se ganaba un buen sueldo trabajando en las fabricas de zapatos. Unos familiares que vivan all les acogeran. Aprenderan un oficio y saldran adelante. Isabel Teruel Gonzlez 40 relatos para no olvidar 145 Las hijas de momento estaban bien, ya pensara una salida para ellas, quizs podran irse con sus hermanos cuando estuviesen instalados. Sin embargo su mujer y l no tenan escapatoria. Pagaran la deuda con sus vidas, nunca podran salir de all. El amo pregunt, impaciente qu qu contestas: -Haremos lo que usted diga Don Luis. Dijo Ramn, humillado y resignado a su suerte. Dejaremos Los Llanos. Cargaremos en el carro las pocas pertenencias que tenemos y maana temprano mi familia y yo estaremos aqu. 146 Isabel Teruel Gonzlez 40 relatos para no olvidar 147 E stoy sola en casa mientras escribo estas lneas. Solo el sonido de la lluvia sobre el tejado me acompaa. No s que hacer, mi situacin es terrible. Me queda comida para unos das. No s cuanto tiempo ha pasado, desde que cortaron los cables del telfono y la televisin. Mi nica conexin con el exterior es un antiguo transistor, que funciona gracias a las pilas que encontr en una caja vaca de galletas. Escucho una emisora rebelde, por ella s que mi situacin es la misma que estn viviendo millones de personas. Nos aconsejan huir. Pero a dnde La unidad Recoge Mayores vigila las calles en furgonetas. ELLOS nos aconsejan, por los altavoces instalados en los vehculos, que no tengamos miedo, que salgamos de casa y subamos a unos autobuses en los que nos llevarn a un lugar maravilloso. Ese lugar idlico no nos costara ni un euro, estaremos atendidos por profesionales, que nos cuidarn y no tendremos que preocuparnos de nada. Y yo, que soy muy mayor, pero de tonta tengo lo justo, no lo creo. Se vea venir 148 Qu culpa tenemos -pienso con indignacin- de que este pas tenga una tasa tan alta de ancianos y tan baja de nacimientos! Dicen que somos demasiados, que gastamos mucho en atencin sanitaria. Hace aos que advertan que este problema se vea venir y qu hicieron para evitarlo Nada! Si en vez de echarse las culpas los unos a los otros como nios en patio de colegio, hubiesen trabajado de verdad, se habra invertido la dichosa pirmide generacional. No lo hicieron y ahora, con la caja de las pensiones vaca, los mayores somos culpables de todos los males habidos y por haber. Una carga ( dicen) que la sociedad no puede sostener. Y es que, hay que reconocerlo. Los que mueven los hilos de esta terrorfica tela de araa, han hecho una gran campaa en nuestra contra y la gente, que esta harta de tantos recortes, est a su favor. El edificio donde resido esta muy deteriorado y no tiene ascensor, quedamos en l seis personas, los seis mayores. sta es nuestra situacin: estamos solos, no cobramos la pensin, nuestros ahorros se han esfumado y ELLOS solo esperan que nos rindamos y salgamos de casa, o que perezcamos en ella por inanicin. Recuerdo como si fuese ayer cuando mi marido y yo, ilusionados como nios en noche de Reyes, compramos un piso en este edificio, nuevo, acogedor y luminoso. Aqu crecieron nuestros hijos y aqu se inici una maravillosa amistad con Luis y Mara, nuestros vecinos. Los hijos se hicieron mayores y ante la falta de trabajo se fueron al extranjero. Hace aos que no los vemos. Tenemos nietos a los que solo conocemos por fotografas, La amistad con mis vecinos se acrecent con el paso del tiempo. Esa amistad me ayud a seguir adelante cuando muri mi marido. Ellos fueron las personas que estuvieron a mi lado y me apoyaron en aquellos tristes momentos. Y por ellos he sabido lo que se nos viene encima. Una tarde en mi casa, jugando los tres al parchs, coment que al hacer la compra vea a la gente preocupada, hablaban en voz baja y callaban si se acercaba un extrao. Entonces Luis comenz a contar lo que se estaba tramando. Mientras l hablaba Mara empez a llorar. Yo miraba a los dos sin saber que hacer, la una llorando y el otro diciendo cosas increbles. El tiempo le dio la razn, y los vecinos tuvimos una reunin. En ella Luis nos explic que nuestra situacin era extrema, tenamos que organizarnos para resistir hasta que ELLOS cambiaran de actitud. Isabel Teruel Gonzlez 40 relatos para no olvidar 149 (Luis crea que volveramos a estar como antes). Nos dio una lista con lo que tenamos que comprar: alimentos no perecederos, frmacos, agua, velas, etc. Algunos maldecan, otros lo llamaban alarmista. Fue difcil, pero nos pusimos de acuerdo y repartimos el trabajo. Salamos a la calle por turnos, comprbamos todo lo que podamos con el dinero que nos quedaba en casa, hasta el fatdico da en que Luis no regres. Mara, desesperada, quiso salir a buscarlo, se lo impedimos entre todos. Desde ese da no quiere hablar, esta recluida en su casa, y no cesa de llorar. No supimos que le pas a Luis. El miedo nos impidi salir y correr el riesgo de no volver a casa. Decidimos atrancar la puerta de la calle. Con mucho esfuerzo, bajamos algunos trastos y los pusimos detrs. Aunque no los veamos, ELLOS siguen ah en la calle, haciendo la ronda, escondidos en sus vehculos. Por la maana subimos las persianas y por la noche las bajamos. As los que nos vigilan sabrn que estamos vivos, mientras sigamos esa norma nos dejarn tranquilos. Hasta hace unos das nos veamos los vecinos en el rellano. Compartamos informacin, alimentos y pastillas, la ltima vez reinaba el desnimo y la resignacin ante lo inevitable. Ayer solo yo acud a la reunin. Los llam, nadie contest, incluso baj a la entrada del edificio. Haban retirado los trastos, la puerta de la calle estaba abierta. La cerr angustiada y sub las escaleras, con temor a encontrarme con ELLOS. Mi querida Mara, a la que visito, cada poco y le llevo la comida aunque apenas la prueba, ayer me pidi que le devolviera la llave de su casa. Me negu a drsela, ella insisti pero no se la di. Un rato despus me dijo que se encontraba mejor y que le apeteca tomar un tazn de leche condensada con galletas, fui a su cocina a preparrselo pero el bote de leche estaba vaci. Me acerqu a mi casa, me quedaba un tarro. Al volver al piso de Mara no pude abrir la puerta. Haba pasado el pestillo, mi amiga me haba engaado con la excusa de la leche. Golpe la puerta, la llam a gritos, no me contest. Desde mi galera intente acceder a la suya, solo las separaba una reja, me agarr a ella subida a un taburete y casi me caigo al patio de luces. Con profundo dolor comprend que no poda hacer semejante barbaridad. Agotada, me acost en mi cama, y casi sin darme cuenta me qued dormida. Esta maana al despertar he vuelto a llamar a Mara, una y otra vez, sin resultado. 150 Entonces he decidido escribir lo que nos est pasando para que quede constancia de estos hechos, quizs alguien los encuentre y lo que estamos viviendo nunca se vuelvan a repetir. Escucho unos pasos en el descansillo. Suena el timbre. Ser Mara No! Ella tiene llave. Siguen llamando, sern!... pero... no! no puede ser! los rebeldes dijeron en la radio que ELLOS no entraran por la fuerza en los domicilios, que era ilegal. Oh! Es horrible! Ahora recuerdo, es ms... estoy segura. Esta maana al levantarme llova con tanta violencia que, para evitar que se ensuciaran los cristales, no he subido las persianas... Isabel Teruel Gonzlez 40 relatos para no olvidar 151 E l Invierno Entr en la casa y se dirigi a la habitacin del anciano. Dio un golpecito en la puerta, dijo buenos das y fue hacia la ventana. Mientras la abra, Celia hablaba sin esperar respuesta:Cmo hemos dormido... Hoy no hace mucho fro... Esta tarde bajaremos al parque. Andrs, con los ojos cerrados, pens con irona: Ahora vendr a mi lado y comprobar si aun sigo con vida. Al no contestar, Celia se acerc a la cama, contuvo la respiracin, y escuch con atencin. S! Respiraba. Le zarande suavemente y le dijo: Arriba, levntate, que no tenemos todo el da. Se levant sin rechistar y, cogiendo el andador, fue al bao y entorn la puerta. No la poda cerrar, su hijo haba quitado el pestillo Desde la ventana Relato ganador del primer premio del Concurso de Cuentos de la FEVATED, Curso 2015/2016 152 desde que tuvo una cada en la ducha y tuvieron que romper la puerta. Otra cosa ms que haba perdido, la intimidad. La mujer entr un poco despus. Le ayud a ducharse y a vestirse y, al terminar, le anunci que el desayuno estaba preparado en la cocina. Lo mir al entrar: dos magdalenas, un tazn de leche, un vaso de zumo de naranja y ocho pastillas de distintos colores. Lo mismo de todos los das. Se sent a la mesa y lo comi en silencio. De fondo oa a la mujer trajinar por la casa. No la soportaba, lo sacaba de sus casillas. No es que fuera mala persona, pero no le gustaba la forma en que le hablaba, como si fuera un crio, y el era un hombre, y quera que lo tratara con respeto. Como l la trataba a ella. Y no poda quejarse. Su hijo mayor Pablo estaba harto. Ya haba tenido varias personas en casa y ninguna le pareca bien, as que le haba dado un ultimtum: O se quedaba Celia o lo ingresaba en un centro de mayores. Esta situacin haba provocado en el anciano una fuerte depresin. Se lo guardaba todo en su interior y cada da hablaba un poco menos que el anterior. Pablo se acercaba a verlo con frecuencia, y al preguntarle por cualquier cosa, lo que fuera, l siempre contestaba: Bien, estoy bien. Su nuera se pasaba a menudo por su casa y, a la primera oportunidad, le recordaba lo del centro Por qu no se animaba All estara muy bien, incluso podra encontrar amigos. Qu ilusa! A quin quera engaar A l no, desde luego. Sus amigos haban muerto y l no quera dejar su hogar. Acab el desayuno, la mujer se acerc a l por detrs y pregunt: Nos hemos tomado la medicacin Muy bien cario! Ahora vamos a la salita, ya est arreglada. Andrs sali al pasillo apoyado en el andador. Su casa, antes clida y acogedora, ahora era grande y fra: el saln estaba cerrado, al igual que las habitaciones de sus hijos. Lleg a la sala, era espaciosa, all estaba a gusto. Una gran ventana, con las cortinas descorridas, la llenaba de luz, delante del ventanal haba una mesa camilla y un balancn, en el que se sent. A la derecha, una mesita con el televisor y una estantera llena de libros y de fotografas familiares enmarcadas. A la izquierda un tresillo, y en la pared, sobre el sof, un cuadro con un delicado ramo de rosas que bord su mujer a punto de cruz cuando estaba embarazada de su primer hijo. Isabel Teruel Gonzlez 40 relatos para no olvidar 153 Andrs se puso las faldas de la mesa encima de las piernas para estar ms caliente. No tena brasero, le daba miedo, todos los inviernos por la tele daban la noticia de algn anciano muerto a causa del dichoso brasero, as que l tena una estufa elctrica delante del mueble. Tom el libro que tenia a medio leer, se puso las gafas y retom su lectura. Ley un rato y despus lo dej encima de la mesa. Mir por la ventana. Viva en el primer piso de un edificio antiguo. La vista era preciosa, su casa daba a un parque que, a esa hora, a media maana y en invierno, estaba casi vaco. Se fij en una muchacha que estaba parada al lado de la fuente en el centro de la plaza. Se levant y se acerc tanto al cristal que choc contra l con las gafas. Era alta, delgada, de pelo negro y largo. La chica mir en derredor y despus se fue, Andrs se qued pensativo. La joven le recordaba a otra persona. A quin Por la tarde Celia lo bajaba al parque, si el tiempo lo permita. Haca fro, cunto tardaba en llegar el verano... Le gustaba ver la fuente con los surtidores de agua y la plaza llena de gente, se distraa y durante un rato olvidaba sus problemas. Tenia una zona de columpios a un lado, en la que jugaban los nios al salir del colegio a la vez que merendaban; una pequea cafetera con mesitas y sillas; una zona arbolada con pinos, palmeras y moreras, y algunos bancos de hierro forjado. A su alrededor, varios edificios, uno de ellos en construccin. Estaba casi terminado. Delante, un gran cartel anunciaba: Los pisos se entregarn en junio. Sali de su abstraccin. Celia le deca que el sol se ocultaba y deban volver a casa. Veran un rato la tele -cualquier programa, menos las noticias, que lo depriman. Ms tarde le hara la cena, algo ligero; tomara ms pastillas y se acostara. Entonces Celia se iba a su casa. Pero no estaba solo del todo. A su hijo le preocupaba que pasara la noche sin ninguna compaa, as que se puso en contacto con Cruz Roja. Y desde entonces Andrs llevaba encima un llamador de emergencia, por si necesitaba ayuda. Dorma poco y, al despertar, pona en marcha el transistor que haba dejado debajo de la almohada. La radio le ayudaba a sobrellevar mejor el insomnio, la msica lo tranquilizaba y pensaba... pensaba en su mujer, Mara Rosa, ella fue lo mejor que le pas en su vida. Por qu se fue tan pronto Si ella estuviera todo sera diferente, estaran juntos, se cuidaran el uno al otro. 154 Su hijo pequeo viva en el extranjero y solo llamaba de vez en cuando, y su hijo Pablo, al vivir en la misma ciudad, se encargaba de todo: desde acompaarle al mdico a solucionarle las mil y una cosas que necesitaba. Andrs senta haberse convertido en un estorbo, una pesada carga, y ser causa de problemas entre su hijo y su nuera. Sus nietos eran mayores, uno de ellos separado y el otro viva con su pareja, una muchacha muy simptica, y eran padres de una nia. Lo visitaban y lo trataban con cario. A l le hubiera gustado conversar con ellos y no poda, se senta incapaz, no tenan nada en comn. Quiz fuera culpa suya, viva en el pasado y ellos en el presente. Pens en la nia y dijo Mara Rosa, cario si pudieras tener en tus brazos a nuestra bisnieta, es tan linda... Se asust, lo haba dicho en voz alta, menos mal que estaba solo. Una maana, al mirar el parque a travs de la ventana, vio a la muchacha que le haba llamado la atencin unos das atrs. Estaba sentada en un banco y coma algo. Peg la cara al cristal con cuidado para ver mejor. Enseguida se levant y se fue. Dos das despus volvi a verla en el mismo sitio, sentada, abstrada, mirando al fondo del parque. Sinti curiosidad, si por la tarde bajaba un rato a la plaza mirara en la misma direccin que la joven. Celia lo dej en el parque y fue al supermercado, Andrs busc lo que podra llamar la atencin de la chica, era el edificio en construccin. Desde ese momento observaba a los albailes por la tarde sentado en un banco, y por la maana miraba por la ventana, esperando a la desconocida. Cuando Andrs la vea le daba un vuelco el corazn. Ella repeta los mismos movimientos: entraba en el parque, se sentaba en el banco, y sacaba de su bolso lo que el supona que sera una fruta o algo de bollera y coma viendo como avanzaba la obra. Andrs imaginaba una historia en la que la protagonista era la joven. Trabajara cerca y, a la hora del almuerzo, iba a ver su piso - de eso estaba seguro, un piso del nuevo edificio era para ella- tendra novio, o estara casada Quiz quera independizarse. Qu bonita palabra, independencia, junto con libertad y libre albedro. l ya haba perdido esos derechos, no era libre, no era independiente ni poda hacer lo que quisiera. Le invadi la tristeza, una tristeza tan grande que le lleg hasta el ltimo rinconcito de su alma y, en vez de luchar contra ese sentimiento, se abandonaba, dejaba que invadiera su vida. Le venan a la mente Isabel Teruel Gonzlez 40 relatos para no olvidar 155 retazos de su pasado: vea a sus padres, a sus abuelos, recordaba lo mucho que lo queran, lo feliz que fue viviendo con ellos. Incluso en el ejrcito, cuando cumpli el servicio militar, lo pas bien y se adapt a la rutina del cuartel sin tener problemas con los compaeros, y jams, jams sinti lo que senta ahora.Su mente se qued en blanco. Se alarm Qu estaba pensando No lo recordaba, le pasaba con frecuencia y le preocupaba Estara perdiendo la memoria Se lo preguntara al mdico cuando lo llevara su hijo a revisin, aunque el Doctor, muy amablemente y con una media sonrisa en los labios, siempre deca No se preocupe Andrs, son achaques de la edad. Qu poco original, eso ya lo saba l, no necesitaba que se lo recordaran. E l verano Lleg el verano y Andrs se sinti mejor, la temperatura era muy agradable, y sentado debajo de los rboles miraba hacia el nuevo edificio, ya terminado. Segua viendo a la joven, le gustara hablar con ella, pero en caso de que fuera posible qu pensara la chica de l Un desconocido. Quiz le contestara con amabilidad, o se ira sin decirle nada, o mucho peor, lo mirara con desprecio y le causara un gran dolor. No, no le dira nada. Record cuando conoci a su mujer, fue en un baile en fiestas, ella rea junto a sus amigas y esa risa fue lo que hizo que se fijara en ella. Estuvo un buen rato observndola, hasta conseguir vencer su timidez, se acerc al grupo, y se atrevi a pedirle que bailara con l... y Mara Rosa lo mir; - sus ojos eran castaos, su cabello negro y largo- ella dud un instante y, para bien de los dos, acept. Eran tan jvenes, con tantas ilusiones! Pens en el da de su boda, en el nacimiento de sus hijos, su mujer y l con los nios, los cuatro juntos. Aoraba tanto aquella poca, y ahora estaba tan solo. Se acord de las ltimas navidades. Su hijo empeado en que cenara con ellos, como en aos anteriores. Qu fastidio, lo pasaba mal, se senta desplazado y fuera de lugar, no poda probar nada de la comida especial de las fiestas, le preparaban lo mismo que en su casa: pescado con pur de patatas y manzana asada de postre, o algo similar. Andrs quera comer turrn y mazapn, y tomar una copita de vino dulce o un caf cortado No era Navidad Qu dao poda hacerle a estas alturas de su vida! Y al decirlo en la cena, su nuera 156 contestaba: Abuelo, no querrs ponerte malito, verdad No saba lo que le molestaba ms, el no comer lo que le apeteca o el que ella lo llamara abuelo. S, s lo saba, llevaba peor lo segundo.A mediados de julio sufri un desvanecimiento y lo ingresaron de urgencia en el hospital. Cuando se dio cuenta de donde se encontraba quiso preguntar qu le haba pasado, pero no poda hablar. Se asust y empez a llorar. El doctor le explic algo del riego sanguneo. Mientras lo oa vea la cara de preocupacin de su hijo Pablo. El mdico segua hablando, le realizaran unas pruebas y estara ingresado hasta que tuvieran los resultados y supieran a qu atenerse. Andrs senta las molestias que causaba. Oa a su hijo y a su nuera murmurar sobre lo que haran cuando volviera a casa. Saban que el hijo de unos vecinos acababa de terminar sus estudios y buscaba un trabajo mientras preparaba las oposiciones. Hablaran con l y, si aceptaba, se turnara con Celia. De haber podido hablar, Andrs les hubiera dicho que oa perfectamente y sufra por los problemas que les causaba. Los das transcurran lentamente. El personal sanitario era muy atento, sin embargo Andrs aoraba sus maanas al lado de la ventana y sus salidas al parque. Un da, al entrarle la bandeja de la comida, le llam la atencin la chica que la llevaba. Dijo buenos idas, se acerco a la cama y le ayudo a incorporarse, mientras le preguntaba si necesitaba ayuda para comer. l neg con la cabeza. Andrs estaba emocionado, la haba reconocido. Intent no dormirse, ya que la medicacin le daba sueo, por si volva la misma muchacha a recoger la bandeja. Tuvo suerte, era ella, estaba seguro, era la joven del parque. Llevaba el pelo recogido en una coleta, y con amabilidad se acerc su lado y le dijo: Si usted quiere le puedo bajar la cama y arreglarle la cabecera. Le parece bien. Qu si le pareca bien Mejor que bien! Inclino la cabeza en seal de afirmacin. Y sonri agradecido. Andrs se dio cuenta de por qu, cuando vio a la muchacha desde la ventana de su casa, le trajo recuerdos del pasado. Le recordaba a su mujer, a Mara Rosa. Empez a mejorar, y estaba convencido de que ver a la joven influa en su recuperacin. Y la echaba en falta cuando cambiaban lo turnos. Reconoca su voz cuando hablaba en el pasillo y, en una ocasin, estando en su habitacin, le cont ilusionada a una compaera que ya haba firmado la hipoteca de su piso y le haban entregado las llaves. Isabel Teruel Gonzlez 40 relatos para no olvidar 157 Mejor notablemente y, el primer da que se levant de la cama, lo sentaron al lado de la ventana. Mir al exterior, y vio el cielo azul luminoso, limpio, sin una nube, y una amplia arboleda en la ladera de un monte. Por un instante sinti que estaba en su casa. Unos das despus le dieron el alta. Se alegr de salir del hospital, solo le entristeca dejar de ver a la muchacha. En casa las cosas haban cambiado, su hijo haba contratado a Ramn, el estudiante. Era muy atento con l, lo trataba con respeto y, a la vez, con cario, el anciano agradeca ese cambio. Jugaban al parchs, y Andrs intua que el chaval le haca trampas en el juego para hacerle rer. Lo bajaba al parque y, en lugar de dejarlo solo en un banco, se sentaba con l y le contaba cosas de su vida, de sus estudios, las pelculas que vea y lo que ocurra en la ciudad. En alguna ocasin se sentaban en la terraza de la cafetera y Andrs, despus de varios aos, volvi a tomar un cortado, descafeinado, eso s. Qu bueno le estuvo y que bien le sent...! Era un secreto entre su cuidador y l. Una tarde un amigo de Ramn, se sent con ellos. Mientras hablaban, Andrs miraba a unos nios que corran. Entonces la vio, era Mara Rosa, su mujer. Cruzaba la plaza, pas cerca de el y, al verlo, sonri y le salud con la mano. Despus entr en el portal del nuevo edificio. Quiso gritarle, decirle que se equivocaba de casa. Entonces record que no poda hablar y se angusti. Y si el equivocado era l Intent calmarse. Lo importante era que haba vuelto. Despus, cuando se fuera el muchacho, le escribira una nota a Ramn dicindole que tenan que ir al edificio nuevo y encontrar a su mujer. Andrs estaba feliz, Mara Rosa haba vuelto y nunca ms se separaran. Cerr los ojos y lejos, muy lejos, escuch a Ramn que lo llamaba una y otra vez... 158 40 relatos para no olvidar 159 C uando lleg al pueblo, el reloj de la torre de la iglesia sealaba las tres de la tarde de un caluroso da de agosto. El pueblo estaba en total calma, como muerto. Todos sus habitantes estaban en sus casas huyendo del inmenso calor que haca. Luisa lleg a su casa. Haba salido muy temprano por la maana a bucear en el maravilloso mar de aquel pueblecito costero al que acuda siempre que su trabajo se lo permita. Espera que por la tarde lleguen sus amigas para pasar unos das todas juntas. Son un grupo de cinco amigas que estn alrededor de los treinta o treinta y cinco aos. Todas ellas con buenos trabajos. Ella, Luisa, disea moda para una firma de prt--porter. No vendrn todas pues, Flora, su ms ntima amiga, est a punto de tener un beb; en realidad ya ha salido de cuentas por lo que, en el momento menos esperado, les dar la buena noticia. No le apetece comer, el calor la mata. Decide empezar por ducharse y despus ya se veremos que come. Una vez duchada se di- Un da de agosto Lisette Toms Moratalla 160 rige a su estudio y pone el contestador por si tuviera algn mensaje. Lleva en el pueblo ya un par de das. Se encuentra con la bonita noticia de que Flora ha tenido una preciosa nia y quiere que ella sea su madrina. Qu alegra tan grande ha sentido! Tiene que llamar a Flora para darle la enhorabuena y decirle que estar encantada de ser la madrina de la nia.Finalmente, se dirigi a la cocina, tom una ensalada y decidi descansar hasta que llegaran sus amigas. Puso la radio y una suave msica la envolvi. Se tumb en una hamaca y se fue quedando dormida pensando en los das de trajn que le esperaban cuando sus amigas llegaran. Todas son jvenes, alegres y sanas, y vienen con ganas de descansar, pero disfrutndolo. Lo dicho, le esperan das muy entretenidos. Poco a poco todo se fue diluyendo en la bruma del sueo y se qued totalmente dormida. La despert el insistente timbre del telfono. Quin podra ser Pronto lo supo. Era una de sus amigas. No llegaran esa tarde pues, algo le haba pasado al coche y tardaran un par de das, posiblemente, en llegar. No importa, pens, cenara en casa y, por la maana, ira a bucear. Le entusiasmaba hacerlo, la paz. El silencio que haba en el fondo del mar era impagable. Le entusiasmaba ver la inmensa vida que all exista, la gran variedad de peces de distintos colores, unos a rayas, otros de colores rojizos brillantes, alguno escondido entre las rocas, los pulpos, las medusas que parecan paraguas transparentes, las caracolas que se posaban en la arena del fondo. Recordaba al verlos como cuando era nia e iba a la playa con su familia y, su padre, al que le encantaba, compraba siempre una gran caracola, se acercaba a ella y se la pona en el odo y le deca: escucha con atencin y podrs or el ruido de las olas. Haba descubierto una cueva hace pocos das, pero no se atrevi a entrar sola. Pens hablarlo con un pequeo grupo de submarinistas con los que, a veces, se juntaba para hacer inmersiones ms complicadas. Lo cierto es que ltimamente, desde que conoci a Rafael, quien se una a ellos con ms frecuencia que antes, le haba gustado aquel chico. Era ms o menos de su edad, distinto de los chicos con los que sola tratar. Era educado, amable, simptico. Por lo que se haba enterado por una chica del grupo que lo conoca de aos anteriores, viva en la ciudad como ella y era informtico. Estaba soltero y sin compromiso, como ella, que desde que Flora se cas y se qued Lisette Toms Moratalla 40 relatos para no olvidar 161 embarazada, ella haba empezado a plantearse si no sera ya el momento de bajar su ritmo de vida, dejar de viajar tanto, que apenas disfrutaba de su bonita casa y, tambin apenas poda ver a sus padres y a sus hermanos, y para conseguir unos das libres, como ahora, tena que hacer filigranas. Hasta ahora no ha conocido a ningn chico que le haya gustado tanto como Rafael. Desde que le conoci, otras ideas pasan por su cabeza. Est decidida, intentar hacer amistad con l y ya se ver que sale de todo ello, aprovechara estos das que sus amigas tardaran en llegar para salir con el grupo de buceadas, con el que sala Rafael, que muchas veces la haban invitado a salir con ellos. Lo graciosos de todo es que Rafael no es ningn adonis ni nada de eso, es un chico normal, para ella su gran personalidad, su amabilidad o su forma de tratar a las personas que le rodean. A sus treinta aos, Luisa no ha tenido ms vida que su trabajo y un grupo de amigas que viven como ella, trabajan y se divierten en los ratos que pueden estar juntas, pero ahora siente que es el momento de cambiar algo de su forma de vida. Por la noche, sentada en la terraza, teniendo el mar en frente y un cielo cuajado de estrellas, precioso, dej vagar su imaginacin relacionndolo todo con Rafael. Seguro que tendra padres y algunos hermanos. Se habran hecho muy amigos en los das que les quedaban de playa. En la ciudad empezaran a salir y se complementaran perfectamente, se enamoraran. Pasado un poco de tiempo, un ao mximo, se casaran y disfrutaran de su matrimonio antes de que vinieran los nios un poco de tiempo, pero no mucho, porque Luisa no quiere meterse en los cuarenta sin haber tenido algn beb. Rafael piensa igual que ella, estn de acuerdo en todo. Le gustan los nios. Son felices, se complementan a pesar de sus distintos a pesar de sus distintos genios, pero se quieren y se respetan. Luisa ve a Rafael como el hombre con el que siempre ha soado sin saberlo. Lo quiere porque es carioso y amable, en su trabajo es muy bueno, la verdad es que lo admira. Trabaja en una multinacional, sus jefes lo tienen muy bien considerado pero, al igual que ella, no antepone el trabajo o los amigos a su familia. De pronto, Luisa se da cuenta de sus divagaciones y a pesar de que est sola se sonroja, pero piensa que este puede ser su tren y est decidida a cogerlo aunque sea en marcha. 162 40 relatos para no olvidar 163 H ace cuarenta y ocho aos dej la casa de mis padres para casarme con el padre de mis hijos. La primera vez que nos vimos fue en la Glorieta. A mediados de los aos cincuenta, esta que escribe contaba con catorce aos de edad. La Glorieta era el punto neurlgico donde nos reunamos las amigas todos los domingos y fiestas de guardar, tras la misa de doce por la maana, y despus de la primera sesin de cine por la tarde. Solamos sentarnos en uno de sus bancos de obra decorados con azulejos con bonitos dibujos. La Glorieta est presidida por el edificio del Gran Teatro, y sobre este el Casino Cultural de Elche. Rodeada de bares, cafeteras, pasteleras y algn comercio. Podramos decir que a tiro de piedra se encuentra la iglesia del Salvador con su calle peatonal, el Ayuntamiento, la plaza de abastos, Santa Mara, donde se representa El Misteri dElx, la Torre de la Calahorra, El Museo de la Dama de Elche, el cine Coliseo, la Corredera, La Glorieta ngeles Villena Martnez 164 ngeles Villena Martnez paseo que nos lleva hasta el Parque Municipal y, por ultimo, desde hace unos aos, el Palacio de Congresos.Comprbamos patatas fritas, cortezas, y frutos secos, en una freidura en la calle de detrs del Gran Teatro. Las comamos comentando la pelcula que acabbamos de ver, mientras a nuestro alrededor paseaba el personal. A veces se una a nosotras el primo de Marita, una de las amigas, lo haca junto con sus amigos. Pedro, que as se llamaba, nos cantaba canciones en italiano, por aquel entonces estaban de moda, la Piccolisima serenata, entre otras, lo escuchbamos boquiabiertas, por supuesto que el concierto nos costaba buena parte de lo que habamos comprado. Unos aos despus, las visitas a la Glorieta eran para pasear, unos lo hacan en direccin a las manillas del reloj y el resto en sentido contrario. De esta manera, podamos ver a los muchachos que nos gustaban. Si esto no suceda a las dos o tres vueltas, cambibamos de direccin. Una vez avistados, ellos nos miraban expectantes, nosotras reamos y pedamos a las dems que nos dejasen en el centro o bien a un lado, segn si queras que el chico en cuestin se dirigiese a ti, o no. Tengo que decir que pasebamos cogidas del brazo, tal como se hace en los desfiles de moros y cristianos, y ellos eran casi unos hroes por sus intentos de acercarse a nosotras. Como ya he dicho, en la Glorieta conoc a mi marido. Fina, una de las amigas, conoci a tres muchachos de Elda en la playa de Arenales del Sol y les invit a las fiestas de Agosto. Nada nos dijo al resto de amigas, pues no pensaba que ellos aceptasen la invitacin. Pero aquella misma tarde, los tres se presentaron en la Glorieta cuando pasebamos. Fina hizo las presentaciones. Pasamos una tarde muy agradable y divertida. Fernando, uno de ellos, era muy simptico y nos haca rer a todas. A aquel primer encuentro siguieron muchos otros, y de ellos surgieron dos noviazgos, Fina y Paco, y Fernando y ngeles. Los cuatro salamos a pasear, al cine, a los bailes del Casino y a tomar el aperitivo en el Marfil, uno de los bares de la Glorieta, etc. Hasta que Paco se march al servicio militar. Una vez casada, y hasta que mis padres faltaron, las visitas a la Glorieta eran casi semanales. En todos estos aos, la he visto refor 40 relatos para no olvidar 165 mar dos o tres veces, en una de ellas se instal una fuente que ms tarde fue retirada porque no dejaba ver la fachada del Gran Teatro. Dicha fuente fue llevada al Paseo de la Estacin y all permanece.En la actualidad, cuando visito Elche no paseo por la Glorieta, pero s que ha vuelto a tener sus bancos de obra decorados con azulejos y el pequeo paseo central con jardn. Pero nada es igual, algunos de los amigos ya no estn y los que quedamos no somos los mismos. 166 ngeles Villena Martnez 40 relatos para no olvidar 167 D icen que con la edad afloran sentimientos de nostalgia. A m me sucede ltimamente con mucha frecuencia. Este verano asistimos a una boda de un familiar, fue en Helln mi pueblo natal. Estuvimos tres das y el ltimo lo dedicamos a hacer una excursin y recordar tiempos pasados. Nos dirigimos por la maana temprano al Alzaraque, un nacimiento de agua con un gran estanque. All, cuando era nia solamos ir a baarnos y pasar el da toda la familia, todo estaba cambiado para mejor. El lugar es hermoso, con rboles centenarios y mucha vegetacin. Mi madre preparaba una gran tortilla de patatas y tajadas de orza que, tras el bao, nos saban a gloria. Extenda unas mantas bajo los rboles para que durmisemos la siesta, tras la cual tombamos otro bao antes de regresar a casa. Esta vez, el regreso lo hicimos por la Horca, un casero a medio camino de Minateda y Agramn, dos aldeas cercanas a Helln. En este casero naci mi padre, y en l, est la casa de mi abuela Rosario. Fue Sentimientos de nostalgia 168 la nica abuela que conoc en vida. Era una mujer recia, con el pelo cano que recoga en un moo casi encima de la cabeza. Muy cariosa y muida. Recuerdo sus clidos abrazos, las rebanadas de pan, que cortaba apoyando la hogaza sobre su pecho, para despus tostarlas en las brasas. Los tazones de leche de cabra en el desayuno. La serva directamente del cazo, sin colar. Yo deca: Abuela, tiene nata. Y ella contestaba: Tmatela, y as no te picar ningn animal muerto. Con el tiempo, esta frase la hice ma y, en alguna ocasin, la he utilizado con mis hijos y en la actualidad, con mis nietos. ngel, de cuatro aos, es muy curioso y pregunta a todas horas, cuando me la oye decir, me mira fijamente y exclama: Por queeeeeeeeee.. Tiene la gracia propia de su edad. El ao pasado dej la guardera. El cambio no le gust nada. Todos los das informaban a su madre de su mala adaptacin. La profesora le hizo una proposicin: Mira ngel, aqu tengo caras tristes y caras alegres en este cartel con tu nombre. Todos los das que te portes bien, pondremos una cara alegre De acuerdo. Su madre le dijo: ngel tienes que portarte bien esta semana. A ver si te ponen todos los das una cara alegre. l, con la gracia que le caracteriza, levant el dedo ndice y exclam: Y una triste, vale. Tras las visitas a casa de mi abuela, el regreso lo hacamos en un pequeo autobs que cubra la lnea de Helln y las tres aldeas. Ella le llamaba las camionetas. Nosotras reamos de buena gana y decamos: Por qu dir las camionetas si solo es un autobs. La casa est cerrada hace tiempo. En la actualidad pertenece a los hijos de mi prima Piedad. Piedad era la nieta mayor, hija de mi ta del mismo nombre y de mi to Mateo. Vivan frente a la casa de la abuela, al otro lado de la carretera. Mis tos perdieron a su hijo mayor en la Guerra Civil. Mi ta jams se recuper. La recuerdo vestida de negro con un pauelo cubriendo la cabeza. Haca ganchillo o teja. Piedad atenda la casa y la de la abuela. Cuando sta falt, se trasladaron a vivir a casa de la abuela. El to Mateo se qued en la suya. En ella tenan la nica tienda del casero. Se vendan desde canastos, legumbres, azcar, pasando por las latas de conserva, los lpices, las libretas y hasta aspirinas. Todo un personaje el to Mateo. Tena el pelo blanco, los ojos de color gris, cubra su cabeza con una gorra y usaba lentes redondas de montura metlica. Era republicano. No tena ttulo, pero ejerca de maestro y ngeles Villena Martnez 40 relatos para no olvidar 169 enseaba a leer y a escribir a los chiquillos del casero. Dispuesto a ayudar y a dar consejo a quien se lo pidiese, Es mundo para justificar cualquier hecho.Solo vimos la casa por fuera, pero, frente a la gran puerta de madera labrada, record perfectamente cmo era por dentro. Entonces todo me pareca enorme: las camas, el corral, el horno, el aljibe, la chimenea y, sobre sta, un paisaje pintado al fresco. Me encantaba. Subir a la cmara era toda una aventura: racimos de uvas y de melones colgados del techo, tambin de embutidos y de jamones, las orzas en las que mi abuela conservaba las manzanas entre paja. Eran verdes y escarchadas y desprendan un exquisito olor y, sobre todo, los bales que guardaban cosas, para m, cosas misteriosas. Detrs de la casa se extiende una cordillera de pequeas montaas. El da de la cruz de mayo, mi abuela, en una servilleta de tela, nos pona una rebanada de pan, dos onzas de chocolate y una de aquellas ricas manzanas. La anudaba de manera que la pudisemos colgar en el brazo y, junto con los chiquillos del lugar, subamos a una de aquellas montaas a merendar. Desde all, se contemplaba toda la huerta, el pequeo rio serpenteante y algunos remansos, que servan de lavadero. A lo lejos, algn pequeo rebao. Corramos montaa abajo para volver a subir. Jugbamos hasta caer rendidos. Buscbamos los lugares ms llanos para tumbarnos mirando al cielo. Desde all veamos pasar la nubes y, cada uno de nosotros, descubra el ellas cosas distintas. En la actualidad, siempre que tengo ocasin me gusta mirar al cielo, sobre todo en los atardeceres, cuando las nubes cambian de forma y color. Contemplndolas, el alma se serena. 170 ngeles Villena Martnez 40 relatos para no olvidar 171 D io la vuelta a la esquina y de repente se detuvo, haba olvidado algo, regres sobre sus pasos y entr de nuevo en el portal. Se cruz una vez ms con aquel vecino. Cuando lleg al edificio, tres aos antes, acababa de separarse. Estaba rehaciendo su vida y aquel precioso apartamento de techos altos, suelo de madera y balcones a la calle, le pareci el lugar exacto para empezar de nuevo. Aun as, se senta muy sola, eran das en los que se hubiese abrazado a cualquier desconocido. La primera vez que se cruz con l en el portal, ella le salud cordialmente y le ofreci una sonrisa, pero lo que recibi a cambio fue un violento silencio y una mirada de suspicacia. Acto seguido entro a su casa y rompi a llorar. Sera injusto culpar al vecino de su llanto, pero tambin lo fue arrojarle aquel gesto hostil a ella, que pareca decirle: - Eres una intrusa. Cualquier inquilino es conflictivo hasta que no se demuestre lo contrario. No s quin eres, pero no olvides que este es mi territorio, yo estaba aqu antes. Dio la vuelta a la esquina y 172 No parece casual, que una de las normas de la comunidad sea cerrar el portal con dos cerraduras antes de las nueve de la noche. Alguna vez ella pens, si hay un incendio y no encuentro la llaves, morir calcinada; o si tengo que llamar a una ambulancia por un ataque cardiaco, tendr que arrastrarme tres pisos abajo para abrir la puerta; o si algn ladrn se dispone a robarme cuando regreso a casa tarde, tendr tiempo de sobra puesto que tendr que abrir dos cerraduras. La verdad es que todo esto est muy bien para impedir que nos invada el enemigo, aunque cada vez que se cruza con l, no puede dejar de pensar que el enemigo ya est aqu. A ella le gustara decirle: - amigo no hay peor castigo que vivir a la defensiva, cuando se vive con tanto miedo de lo que viene de fuera, es que algo no funciona dentro. ngeles Villena Martnez 40 relatos para no olvidar 173 S u pie es de alabastro, su tronco del mismo material y bronce, al igual que sus dos brazos, estos tienen en sus extremos dos bases donde estn acopladas dos tulipas de cristal blanco.Reposa sobre un mueble frente a la entrada de casa, y desde all durante ms de cuarenta aos ha sido testigo de todas las entradas y salidas de ella. l sabe muy bien quien se limpia los pies en el felpudo y quien no lo hace, todos los das al anochecer se ilumina (no con luz propia), ya que esta la recibe de la red elctrica, desde que se gira su interruptor, y hasta que la casa queda en silencio, cumple con su cometido de iluminar el recibidor y gran parte del pasillo que gira hacia la izquierda de la vivienda. A lo largo de aos ha estado presente todas la maanas cuando despedida y aconsejaba a mis hijos antes de ir al colegio, de igual modo al recibirlos cada tarde a su regreso. Mi lmpara quinqu 174 Me ha hecho compaa hasta altas horas de la noche, cuando ellos volvan de marcha, tambin ha escuchado mis reprimendas en alguna ocasin por llegar en un estado poco recomendable. Delante de l han desfilado mis dos hijas el da de sus bodas, blancas y radiantes camino del altar, de igual modo ha visto a mi hijo ngel vestido de novio, todos ellos seguidos de amigos, familiares y fotgrafos etc. etc. Luego hubo unos aos de cierta calma y monotona tras los cuales se volvieron a escuchar pequeos pasos, carreras en el pasillos, risas llantos y voces que llaman: abuelita! Abuelita! En la actualidad tiene una pequea mutilacin en una de sus tulipas, resultado de los juegos en el pasillo. Cuando yo me haya ido y la casa est vaca y en silencio, tal vez, algunos de mis cuatro hijos lo rescate, lo lleve a su casa, lo depositen sobre un mueble. Y, desde all, en su nueva ubicacin, ser testigo de otras vivencias. ngeles Villena Martnez

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