Historia de la sanidad en Petrer

HISTORIA DE LA SANIDAD EN PETRER • Directora: M. ª Carmen Rico Navarro © de los te xtos : Feo . Javier Jover Maestre y M.ª Carmen Rico Navarro © de la presente edición : Ayuntamiento de Petrer Depósito legal: A-1016-2006 ISBN: 84-95254-20-4 Imprime : Gráficas Arenal, S .L. -Petrer FRANCISCO JAVIER JOVER MAESTRE M.ª CARMEN RICO NAVARRO HISTORIA DE LA SANIDAD EN PETRER Regidoria de Cultura i Patrimoni Regidoria de Sanitat Ajuntament de Petrer PRÓLOGO a ubicuidad de la enfermedad y la muerte en las sociedades humanas de todo tiempo y lugar hace de los esfuerzos desarrollados por los diversos grupos humanos para luchar contra ellas a lo largo de la h is toria una atalaya priv ilegiada para asomarse al pasado. Una serie muy comp leja de factores conforma en cada momento histórico cómo se ha enfrentado la presencia constante del sufrimiento que supone la amenaza de la muerte. Las enfermedades, en s u versión de constantes acom pañantes de la vida humana, o en sus extraordina rias y mortíferas aparic iones epidém icas, han acosado y acosan a los grupos humanos de modo diverso, determinando en gran medida cómo se ha organizado el esfuerzo para sortearlas. Las condic iones sociales, económicas, políticas y culturales también determinan cómo se gestiona la respuesta ante las amenazas constantes para la sal ud, pues son estas circunstancias las que acaban definiendo, en último extremo, lo que en cada momento histórico consideramos que es estar sano o estar enfe rmo. Embebido en estas condiciones sociales, económicas, políticas y culturales se encuen tra el saber experto sobre la salud y la enfermedad que desarrollan los diferentes gru pos humanos y las diversas prácticas por él generadas. No es el único punto de refe re ncia al estud ia r cómo se orga nizó en el pasado el esfuerzo ante la enfermedad, pero resulta un elemento clave. E l estudio que tenemos entre las manos aborda, teniendo en cuenta la mayoría de los factores que hemos mencionado, cómo se trató de afrontar en Petrer la pre sencia cot idiana de la enfermedad. Como otros trabajos anteriores de sus autores supone una muy notable contribución a la reconstrucción del pasado de Petrer de interés para cualquier historiador. Para el estudioso especializado en la historia de la sa lud y la enfermedad supone un muy valioso trabajo que ayuda a contrastar hipóte sis e ideas sobre el devenir de nuestra organización sanitaria. El marco genérico de la práctica sanitaria que puede ser dibujado por los desarro llos legislativos queda huér fano si no contamos con las reconst rucciones minuciosas y detal ladas de lo que real mente ocurrió en los diferentes municipios. La necesidad de contar con estos impres cindibles estudios locales ha llevado a un grupo de estudiosos de la sanidad en el ámbito de las tierras valencianas a organizar durante la última década una serie de encuentros que bajo el lema común de ’Salut i malaltia als municipis valencians’ han reun ido en diferentes localidades (El Forca ll, Benissa, Alcoi, Sueca, Ontinyent) a sani tarios, historiadores, bibliotecarios y archiveros interesados en la reconstrucción de nuestro pasado sanitario en todas sus vertientes. Los volúmenes productos de estos encuentros, publicados por el Seminari d’Estudis sobre la Ciencia en colaboración con varia das entidades loca les, suponen hoy día un rico material de estudio, puesto a dis posición de los interesados. Esta investigación sobre la sanidad en Petrer supone una muy valiosa contribución y profundización en esta línea mostrando lo mucho que puedan dar de sí los estudios centrados en una localidad para conocer cómo se orga nizaron en el pasado los intentos de prevenir la enfermedad y luchar contra ella. Pero el trabajo no queda confinado al ámbito de los historiadores. Cualquier le cto r encontrará interesante comprobar las dificultades que suponía sobrevivir en el pasado. Como ciudadanos de una sociedad opulenta -a pesar de todas sus sombras de inicios del sigl o XXI estamos acostumbrados a considerar la enfermedad como un suceso evitable en la mayoría de las ocasiones. La muerte, aunque siempre presente, es un suceso que parece lejano. Los primeros meses de vida ya no son un peligro seguro. La longevidad es, para la mayor parte de la población, una circunstancia pre vista, aunque se vea acompañada de una disminución en la ca lidad de vida. Los dis positivos para prevenir la enfermedad y evitar la muerte son múltiples, complejos, y altamente tecnificados. Muchos de nuestros afanes ya ni siquiera se dirigen a luchar contra la enfermedad o a conservar la salud. El incremento del bienestar centra no pocos de los esfuerzos relacionados con la salud y constituyen el objeto de una prós pera industria que ofrece múltiples productos que tratan de ayudarnos a vivir mejor. Pero esta situación es muy reciente. La inmensa mayoría del estudio del pasado sani tario de Petrer nos muestra las enormes dificultades que hubo para tratar de librarse de la pesada carga que suponía la amenaza de las enfermedades. Hasta bien entra do el siglo XX las epidemias, tan temidas, atrajeron buena parte de la atención . La gri pe española fue la última gran aparición de la mortalidad epidémica e influyó no poco en la organización en España de unos servic ios sanitar ios públicos que tratasen de evi tar catástrofes semejantes. No fue la última gran mortalidad a la que se asistió en el pasado siglo. La Guerra Civil y los problemas de salud que generó (paludi smo, tifus exantemático, malnutrición, etc.) supone la última gran experiencia catastrófica para los que hoy ya han alcanzado la tercera edad. El estudio que sigue es un vivo relato de éstas y ot ras muchas circunstancias, muy atractivo para cualquier interesado en las condiciones de vida del pasado. Enrique Perdiguero Historia de la Ciencia, Universidad Miguel Hernández INTRODUCCIÓN anidad es sinónimo de búsqueda de la salud, del anhelo de un esta do continuo de bienestar psíquico y físico, tanto individual, como colectivo. Sin embargo, el concepto y los contenidos de la sanidad a lo largo de los últimos siglos han variado considerablemente. Cuando pensamos en el concepto de sanidad rápidamente lo asociamos a medicina y enfermedades, pero no lo hacemos con los hábitos sanitarios de la población en relación con el medio ambiente, con la alimentación, con la higiene o simplemente con los comportamien tos que desarrollamos en la vida cotidiana. Esta transformación y ampliación de la conceptuación de la sanidad, permite comprobar, al mismo tiempo, que en el estudio de la sanidad también se ha produci do una multiplicación de perspectivas, pudiéndose en la actualidad abordar desde dos modelos o vías de investigación ya trazados por un amplio número de investigadores. Por un lado, y como vía de análisis más extendida, desde el punto de vista de la historia de la medicina, de su desarrollo como ciencia y desde las problemáticas espe cíficas de las prácticas sanitarias y médico-científicas. Esta vía de investigación, más téc nica y específica, ha comenzado a ampliar sus miras hacia la relación de la práctica médica con los problemas socioeconómicos e ideológicos de cada momento histórico, intentando plasmar el contexto y los condicionantes que determinaron su desarrollo. La segunda de las opciones o vías de investigación, por otro lado más actual, es la que plantea el estudio de la historia de la sanidad -no de la medicina- desde una perspectiva más global y en relación con la historia social, cuyos objetivos están más encaminados a profundizar en los seres humanos como sujetos activos e integrantes de sociedades concretas. Es, por tanto, un tipo de estudio de carácter histórico donde la medicina es una parte importante pero no exclusiva, y donde se intenta estudiar los hábitos que en materia de salud e higiene desarrollaron los sujetos sociales, es decir, los grupos humanos que, en definitiva, son el verdadero objeto de estudio de cualquier pers pectiva o análisis histórico. En este segundo campo, el de la historia de la sanidad, es donde podemos incluir las aportaciones que se realizan en este trabajo, referidas a una población como Petrer, en origen campesina y demográficamente muy limitada, que en un pro ceso temporal de pocas décadas, a principios del siglo XX, pasó a ser una ciudad industrial basada en la producción zapatera y marroquinera, con un volumen demo gráfico considerable que no ha dejado de aumentar hasta la actualidad. No obstante, antes de abordar el tema de la historia de la sanidad en Petrer, sería conveniente señalar algunas cuestiones metodológicas. Son varios los aspectos a los que habitualmente se ha orientado la investigación en este campo. El primero de ellos es el que tiene que ver con el estudio de la salud, de las enfermedades indi viduales y de las epidemias; el segundo con las prácticas de higiene por parte de la población; el tercero el estudio del desarrollo de los centros asistenciales y por último, el de los profesionales de la sanidad, su formación, el ejercicio de su profesión o pro fesionalización y su papel como grupo social especializado en la salud. Es evidente que las fuentes y la calidad de la información disponible para tratar cada uno de estos aspectos es muy dispar en función de la calidad y variedad de las fuentes documen tales disponibles. No existen fuentes documentales específicas sobre aspectos sanita rios hasta bien entrado el siglo XIX, y por tanto, para la realización de este trabajo ha sido necesario recurrir a diferentes tipos de fuentes documentales y publicaciones donde, a través de informaciones puntuales, se han podido reconstruir algunos de los aspectos tratados . Entre ellas cabe citar los documentos conservados en el Archivo Municipal de Petrer, destacando los libros de actas de la Junta Municipal de Sanidad, o las fuentes hemerográficas que sobre Petrer existen y que fueron recogidas en un ingente trabajo realizado por Patric ia Navarro Díaz al que hemos tenido acceso y a quien damos encarecidamente las gracias. También se ha tenido que trabajar con un amplio número de publicaciones sobre los más variadas aspectos, donde se recogían algunos datos sobre cuestiones de interés sanitario y con algunas consultas orales . De ahí que los objetivos y las respuestas que se puedan conseguir para cada periodo o momento histórico hayan sido totalmente distintos. Por tanto, en relación con lo dicho, nuestro trabajo ha consistido en evidenciar, desde una perspectiva diacrónica, algunos de los aspectos sanitarios de una peque ña población cuya economía tradicional ha estado basada en el desarrollo de los cul tivos mediterráneos y cómo la transformación económica de finales del siglo XIX y principios del XX supusieron grandes modificaciones a nivel sanitario que se han vis to consolidadas y aumentadas a partir de la instauración de la monarquía democrá tica en España. Quisiéramos agradecer a un amplio número de personas las aportaciones reali zadas para que este trabajo sea más completo y exhaustivo. En primer lugar a Tomás V. Pérez Medina, Sabina Asins Velis, Vicente Barrachina, Ana Serrano, Francisco Pon ce y Josefa Sanchís, quienes amablemente realizaron importantes sugerencias. Tam bién a Maite Román Cano, Luis Brotons Amat, Arturo Espinosa Poveda, familia Per seguer, en especial a Pilar Perseguer de Castro y Zeneida Perseguer Torregrosa, José M. ª Amat Tortosa, Ani Verdú Carrillo, Anita Carrillos Maestre, Eladio González Jover, Juan Rico Navarro, Carmen Gaseó Ases, Luis Villaplana Payá, Antonio y Eufemia Payá Juan y a la familia de Luis Sempere Berenguer, sobre todo a Pepe Sempere, quien nos facilitó el acceso a los bienes de su padre y nos dio algunas ideas que permitieron poner en marcha este trabajo. Y, por último , especialmente a Enrique Perdiguero, quien amablemente, además de acceder a prologar el libro, nos realizó importantes aportaciones que lo han enriquecido considerablemente. A todos gracias . LA SANIDAD DURANTE EL MEDIEVO EN PETRER 11 a villa de Petrer, la antigua Bitrir de los anda lusíes, era un pequeño núcleo rural abigarrado a los pies de l casti llo. Un urbanismo irregu lar y estrecho caracterizaba e l conglomerado de pequeñas viviendas que se d ispondrían entre las faldas del castil lo y la actual plac;a de Baix. No más de 600 personas integrarían esta comunidad campes ina dedicada al cu ltivo de ce reales, de la v id y de l olivo, de algunos árboles frutales y de pequeñas huertas junto a la cría de ga nado lanar, cap rino, vacuno y porcino. Dur ant e la Baja Edad Media, e incluso bajo la dominación de los rei nos musul manes, todas las poblaciones del va lle de Vinalopó y del levante peninsular estuvieron sujetas a diversas enfermedades, simi lares a las de siglos posteriores, pero su estud io e incidencia -individual o co lectiva- son muy difíciles de evaluar ante la falta de fuen tes escritas que den cuenta de las mismas. Solamente cuando se trata de epidemias y se convierten en fenómenos colectivos de amp lio alcance que afectan sobre todo a grandes ciudades es cuando tienen reflejo en los textos escritos. Por este motivo no tenemos ninguna información sobre la enfe rmeda d en la Edad Media en Petre r o en e l va lle del Vinal opó. Sin embargo, sí que sabem os que epidem ias como la pe ste ata ca ron de forma incisiva y co nsta nte a la población occidenta l e u ropea. El castillo de Petrer después de su abandono. Tenemos constancia que las pob lac iones va lencianas de los s ig lo X IV y XV se vie ron afectadas por sucesiva o leadas epidémicas de peste. La necesidad de erradicarla tuvo importantes repercusiones económ icas y demográficas, pero ante todo supuso el desarrollo de prácticas sanitarias en el área valenciana e ita liana bastante más avan zadas que en el resto de Europa. En el caso concreto de Va lencia y su entorno, te ne mos evidencia de cas i una treintena de episodios epidémicos entr e el siglo XIV e ini cios del XVI, nombrando a la misma epidemia de diferentes modos, ya que en ningún caso se sabía identificar correctamente a las enfermedades infecto-contagiosas (Ga llent, 1994). La falta de conoc imientos médicos hacía que las acciones preventivas fuesen en muchos casos en balde. No obstante, en todas la poblaciones era normal desarrollar, por parte de los concejos, diferentes medidas profilácticas para salvaguar dar a la población de la enfermedad. Es el caso de tratar de ais la r a la población de l a enfermedad, cortando el contacto con el exter ior, imp idiendo la en trada de pro ductos o de personas procedentes de otras poblaciones, la exigenc ia de salvocon ductos que acreditasen la procedencia de las personas de luga res no apestados, y cer rando los portales de la población. La cuaren tena era una medida habitual, así como el surgimiento de lazaretos, lugares o recintos alejados de la poblaci ón, aisla dos, donde se aglutinaban a todos los enfermos de peste conocidos con el objeto de evitar la extensión del contagio. Otras medidas como la limp ieza de acequias o canalizac iones, de calles, la que ma de casas o de ropas y pertenencias de afectados, junto a la prohibición de ente r rar en la ciudad los cadáveres de los afectados, fueron acciones com unes a todas las poblaciones peninsu lares. El mu sta~af o almotacén era el oficial municipal encargado de pregonar las medidas sanitarias que la población debía cumplir y procurar por su cu mplimento. En este sentido sí que tenemos algunos datos sobre la pob lación de Pet rer a t ravés de los cadáveres ente rrados en los antiguos cementerios de la pobla ción. El estudio paleopatológico realizado por M. P. de Migue l (Jover et alii, 2005) de los inhumados en la necrópolis del Derrocat y co rrespondientes a los sig lo XII-X III per m iten plan tear que la pob lación tenía una esperanza de v ida mucho más corta que l a ac tual, inferior a los 60 años, la mortal idad infantil era muy elevada, especial mente después del destete, momento en el que diversas infecciones podían afectar a los niños . En cua nto a la a limentación, normalmente l a población tenía una dieta rica en hidratos de carbono, probablemente relacionad a con el co nsumo e levado de cerea l es. La presencia de sarro y caries en porcentajes considerables muestra además un higiene bucal escasa. A esta serie de datos debemos sumar el uso de los dientes por parte de algunas mujeres para diversos trabajos, lo que les provocaba un desgaste dental muy elevado. Prop io de las mujeres también era un elevado índice de artrosis, re lacionado con esfuerzos labora les prolongados (J over et alii, 2005). En definitiva, una población, la is lám ica, con un régimen demográfico de la sociedad es de antiguo rég imen, donde las mujeres asumían las princip ales cargas relacionadas con el sustento y mantenimiento de los grupos familiares, y donde abun d aban las infeccion es, una ausencia de higiene y una deficiente a limentac ión. Detalle de la dentición de una mujer adulta procedente de la necrópolis islámica del Derrocat. Los datos aportados por los individuos estudiados de la necrópolis de la Expla nada, correspondiente ya a poblaciones de los siglo X IV al XV II, vienen a corroborar lo expuesto anteriormente. El estudio realizado por M. Calvo (Nava rro Poveda, 2005: 39) pone de manif iesto que las mujeres no sobrepasar ían los 40 años de vida, mientras que l os hombres alcanzarían los 60, en algunos casos. Esta situación demográfica la pode mos relacionar, tanto con una mejor alimentación, como con las carencias alimenticias de las mujeres, fa lta de hierro y calcio, especialmente, en los momentos de gestación. En definitiva, una población hacinada, en contacto permanente con anima les domés ticos con escasas medidas higiénicas para la prevención de enfermedades. Si muy escasa es la información sobre las posib les prácticas sanitarias en Petrer, todavía lo es más la referente a los profesionales de la medicina y la salud: médicos, cirujanos, boticarios o apotecarios, veterinar ios y comadronas. Durante buena parte de la Edad Media y Moderna se mantuvo la disociación entre los méd icos, considerados como c ientíficos bien valorados socialmente y estu diosos de las enfermedades, y los cirujanos -barberos, técnicos artesanos centrados en el cuidado y atención de pacientes y en la higiene, y cuyo reconocimiento socia l era más limitado. Conviene recordar aquí que a finales del siglo X II I, el oficio de barbero ya estaba bien va lorado, aunque fue el monarca Juan 11 quien en 1478 concedió un pr ivilegio por e l que se reconocía el oficio de cirujano -barbero como un arte. Normalmente, los municipios pequeños como Petrer no tenían suficiente dine ro para pagar los servicios de un médico, ni tampoco los de un boticario, por lo que era muy habitual que un médico boticario diese servicio a varias poblaciones. En el ’ --- -~ p M t G O . I O .- N- ;’ NI S. T !·l O M AE. IPORCELL.SAR ’01. MEDJCINAE !1 D O :: T O R l S . A E ITA TI S. S V A E. 36. Autopsia realizada por un médico. caso de cirujanos-barberos o de las comadronas, cuyos honorar ios eran menore s, era frecuente su presencia en buena parte de los núcleos de pob lación. En Petrer las re fe renci as documenta les más antiguas sobre la contratación de médicos, boticarios, comadronas o ciru janos -barberos se remontan a inicios del sig lo XV II, momento al que corresponden las fuentes documentales conservadas, por lo que no ha de extra ñar que Petrer contara con algun os de estos profesionales de la sa nidad prestando sus se rvicios a la población en momentos anterio res, especialmente durante los sig los XV y XVI. E sta ser ie de aspectos re lacionados con la extensión de prácticas sanitarias por todo el ámbito valencia no y mediterráneo desde la plena Edad Media debemos con s id era rlo como una toma de conciencia por parte de la soc ie dad y espec ialmente de lo s poderes públicos que entendieron la sanidad como una necesidad y funci ón socia l. E specia lmente fueron e!s canse/Is municipals los que asum ieron importantes respon sab ilidade s en cuanto las necesidades y problemas sociales, invirtiendo y realizando esf uerzos económicos encomiables en la prevención de epidemias, en la dotación de l os municipios de personal profesional de la medicina e, inclu so, en las grandes ciu dades como Valencia o Alicante, en la creación de hospitales, especialmente a partir del siglo XV Así, podemos afirmar que la concepc ión actual de nuestro sistema sani tario de carácter universal y lai co, promovido desde las administraciones públicas tie ne su punto de partida en la Ed ad Media. LAS PRÁCTICAS SANITARIAS EN LA ÉPOCA MODERNA i bien e l siglo XVI supuso para Petrer un importante crecimiento demográfico y, por extensión, de la villa de Petrer, amp liándose la pob lación hacia la pla~a de Dalt y carrer Agost, la expuls ión de los moriscos de l 1609 afectó considerablemente al desarrollo económico de l munici pio (Pé rez y Rico, 1998 ). La repoblación poster ior estab lecida por e l conde de Elda en la Carta puebla de 1611 no permitió recuperar los ritmos de crecimientos generados durante la segunda mitad del siglo XV I. El censo realizado en el año 1646 atr ibuía a P etrer un tota l de 122 vecinos o casas ( Halpe rin Donghi , 19 80: 303) lo que a nivel teó rico podría corresponderse con una población entre 540 y 61 O habitantes, casi un 40% menos de los empadronados con anter ioridad a la expuls ión de los moriscos, según los espec ialistas. Petrer comenzó a a lcanzar los niveles de crecimiento anterio res a finales del sig lo XV II y princ ipios del XVIII, extend iéndose hasta la calle San Her menegildo por el norte y has ta Pedro Requena por el sur. Bajo esta serie de acontec imientos y de circunstanc ias, Petrer siguió siendo una pequeña pob lac ión de base agropecuaria, donde los principio s básicos que s iguieron rigiendo las prácticas sanitarias fueron continuistas con respecto a los des- Plano de Petrer en el siglo XVIII (marcado en línea discontinua). arrollados durante la Edad Media. El almotacén seguía siendo el oficial municipal encargado de hacer cumplir a la población las medidas sanitarias normativizadas con el objeto de impedir el desarrollo de epidemias y hacer buena gestión y uso de los espacios públicos. Las medidas higiénicas y sanitarias Las referencias documentales a este respecto no son muy abundantes, más bien escasas, pero sí son aclaratorias del importante papel que jugó el almotacén en la vida cotidiana de la población de Petrer. Siguiendo las noticias recogidas en diversos tra bajos (Rico Navarro, 2000; Serrano y Martínez, 2002) y extraídas de las anotaciones del presbítero Conrado Poveda, en los años 1627 y 1633 se impuso a los vecinos el pago de un real por cada perro que tuviesen, ya que por un lado su número era exce sivo y ’fan mal sense profit’. En la misma línea, otra preocupación era el paso y trán sito de animales domésticos por las calles, especialmente de cerdos. Su libre tránsito por las calles de Petrer fue prohibido en el año 1630 por quien ocupaba el cargo de almotacén, Baltasar Planelles (Rico Navarro , 2002a: 24). Esta serie de prohibiciones cuyo interés redundaba en favorecer la limpieza y la higiene en los espacios públicos empezaron a regularizarse de forma más estricta a partir de mediados del siglo XVII, o al menos así se constata en el Llibre del mostassá. En el año 1658 ya fueron muy variadas las medidas sanitarias que debían regir en la vi lla de Petrer, desde no arrojar basuras a las ca lles, al parecer actividades muy habi tua les entre el vecindario y que suponían el desarrollo de importantes focos de sucie- Llibre del mustassaf, 1660-1700. dad e infecciones, a impedir que los animales domésticos pudieran circular libremen te por las calles y acequias: ’Que cap veí de la present vila siga gost de llan;ar brutadors ni altres inmundícies en los carrers de la present villa que done fasti di, ni pena als seus ve’lns ... que cap persona siga gosada ni puga llavar ruscada, ni bolquers, ni carn, ni altres coses que donen pena, ni fastidi, ni embrute l’aigua que ve a la present vila .. que cap puga ten ir porc solt per l ’aigua ni sequía ... y que el que llevara porc solt pel carrer pague una multa de 10 sueldos’ (AMP, L-37 /1 ). La recurrencia en el dictado y exposición de este tipo de normas básicas higié nicas para los espacios públicos, especialmente las calles, nos está informando del escaso cumplimiento que por parte de la ciudadanía se haría a pesar de las multas san cionadoras que, a buen seguro, no serían lo suficientemente disuasorias. La acumula ción de basura, estiércol y la libre circulación de animales domésticos por las calles de la población sería frecuente y habitual, de ahí que en años posteriores se sigan reali zando pregones como el del 18 de octubre de 1671 en el que el musta;af Guillén Payá de Joan dictaba toda una serie de normas de higiene pública para evitar la acumula ción de basura en las vías públicas, insistiendo en la necesidad de que cada vecino lim piara y mojara con agua la calle en la que vivía y que en los días festivos nadie tuvie se estiércol en las puertas de las casas ni en las calles. El texto íntegro dice así: ’Guillem Payá de Joan, ciutada mustassaf de la present vil a de Petrer: 1. Primerament ardan y mana que ninguna persona de qualsevol estament que sia de esta ora ora en avant si ossada ni presu meixca llansar ni metre basures ni altres inmundicies a les por tes, ni en los carrers, ni places de dita villa ni camins de aquella, ni meins llansar aygua ni altra qualsevol inmundicia perles fines tres de les cases por que no donen ocasio de encegar a ningu tot sots pena de 1 O sous. 2. ltem ordena y mana que ninguna persona de esta hora en avant gose ni presumeixca lla nsar ningunes inmundicies desde salitre fins a la font, ni desde el portal fins lo pont del cami de Elda, ni desde el pont de la bassa fins lo carrer ni tampoch en les coste res a la rededor de dita villa .. 3. ltem estatuheix ordena y mana que ninguna persona sía ossada de posar en les cequíes ni camins cañols ninguns en pena de 1 O sous. 4. ltem que ninguna persona sía ossada de possar ni tirar pedres en son enfront per los camins de dita vila en pena de 1 O sous, ni tenir pedregals ni montons de bigues en los carrers de dita vila sots pena de 1 O sous. 5. ltem ordena y mana que en pena de 5 sous netegen tots cequíes de ortes olivars, ortets y cequ íes de Pua dins tres dies despres de la publicacio del present. 6. ltem que qualsevol ganado que atravesara la cequia de beure ni la deis ortets pague 60 sous per cascuna vegada y que a vint passes de dites cequíes no pu icen arribar al ningun bestiar enca ra que sia el de la tria sots la mateixa pena . 7. ltem que ninguna persona sia gosada de !lavar en el chorro de la fonts de la plaa de la present vila toñina ni altres coses ni escurir sots pena de 1 O sous. 8. ltem que ninguna persona sia gosada de prendre aygua del cho rro de la font en amunt ni fer altres brededats sots pena de 20 sous. 9. ltem que ninguna persona sia gosada de portar marranos solts ni gallines ni mu les ni altres cavalgadures pero los carrers de dita vila sots pena de 1 O sous . 1 O . ltem que ninguna persona puixa portar ruch sens bos sots pena de 5 sous. 11. ltem que dins de tres dies apres la present crida tallen tots los barsers debrasals y camins pena 5 sous. 12. ltem que ningun sea osat de deixar mur de una parada uberta en qualsevol brasa! en pena de 1 O sous. 13. ltem ordena y mana que ans quese ale a nostre Sr Deu ningu vaiga en cavalgadures, ni carregar ni descarregar ningun carro en pena de 1 O sous com en los diumenges y festes de guardar. 14. ltem ordena y mana que tots los dies de festes anals cascu en son enfront netege y arruxe els carrers sots pena de 5 sous y sots dita pena que ningu tinga femer a les portes ni en dits carrers . 15. ltem ordena y mana que ningun chic se acoste a la font de la plaa pera efecte de tirar pedres dins de aquella sots pena de 5 SOUS. 16. ltem ordena y mana que dins tres dies despres de la publicacio de la present crida tots los vehins de la present vila referixquen tots los pesos , pedras y medides y el que lo contrari fara cas cuna cosa que no referira pena de 5 sous. Y per a que vinga a noticia de tots es mana fer la present crida y guardes que guar dar sia’ (AMP, L-37/1). No debemos olvidar que el saneamiento de las aguas fecales y del estiércol de los animales se realizaba mediante la extracción manual en los corrales, calles, ace quias o tierras yermas. Eran muy pocas las casas pudientes que contaban con fosas sépticas para concentrar las aguas residuales y tampoco había suficiente dinero en la haci enda local como para crear un saneamiento o alcantarillado de carácter público. Fuente de la calle San Rafael. No obstante, toda esta serie de medidas sanitarias, además de tratar de instau r ar entre la poblac ión unas prácticas sanitarias preventivas que se convirtieran en hábitos cotidianos saludab les para el común de la pob lación, trataban de palia r y corregir en la medida de lo posib le las defic iencias de las infraestructuras públicas que, aunque ex istentes, podían ser el cauce de extensión de muchas enfermedades. Es el caso del abastecimiento a la población de agua corr iente, que como sabemos proce día de los qanats de Pu~a a tra vés de una red de acequias en su mayor parte descu biertas -al igual que las balsas- y por tanto fácilmente contaminables, a las que podí an acceder anima les o podían ser vertidos desechos o residuos sólidos. La población de Petrer a partir del siglo XVII accedió al agua potable a través de las fuentes públ i cas, creadas por el conde de Elda y al que la población a través del conse/1 muniC1pal quedó muy agradec ido (Pérez Medina, 2005) Las fuentes tenían un sistema de des agüe para aprovechar el agua ya usada en el consumo humano para el r iego de los campos (Rico Na varro , 1991 ). Habrá que esperar a 1780 para iniciar los trám ites administrat ivos ante e l inten dente general del Reino y ante el Supremo ConseJo de Castilla para renovar las con ducciones de agua potable ya que Petr er ’padece muchos extragos por la mala con ducción de aguas que sirven pa ra el abasto de esta villa’ (AMP, L-5 /5). Las roturas de las conducciones, el crecimiento de las malas hierbas, la pérdida por evaporac ión y sobre todo la posibi lidad de ensuciar y contaminar el agua para consumo humano por parte del ganado son las causas pr incipa les para que el reco nocim iento de las conducciones se realizase en 1783 por Vicente Gaseó, d irector arquitecto de la Real Academ ia de San Carlos, que además superv isó el proyecto para la conducción de aguas del ingeniero Juan Abellán (AMP, L-5 /3; Pérez Medina, 2005). Las ideas de los ilu strados cuya pretensión radicaba en desarrollar importantes políticas de higiene en los núcleos urbanos, unido al mayor intervencionismo de la adm inistrac ión del Estado y a la mayor movilización de recursos humanos y económi cos por parte de los órganos locales, facilitó que en el año 1789 en Petrer se renova sen los canales de agua potable con fuentes de bronce sin adornos escultóricos. Dichos trabajos fueron bendecidos por los clérigos locales sin grandes alardes. Los profesionales de la sanidad Además de las medidas sanitarias tomadas por parte del canse// municipal, los profesionales de la sanidad también contribuían de manera destacada a mejorar el estado de salud de la población. Médicos, comadronas, cirujanos -barberos, boticarios -apoticarios- y veterinarios eran especialistas de reconocido prestigio profesional ya desde la Edad Media, cuyos honorarios para atender a los ciudadanos de la población eran sufragados por la hacienda local, además de proporcionarles casas, especial mente a los médicos que normalmente no residían ni eran de Petrer, o mediante la exención del pago de impuestos. Los médicos L a referencia más antigua conocida sobre la contratación de un médico en Petrer data del 1634. El 24 de septiembre de ese año e l consell acordó pagar 50 libras anua les y casa franca al doctor Cámara de la villa de Ayora, y poco después, el 12 de noviembre, acordó subirle e l sueldo a 60 libras y otorgarle una ayuda anual de 5 libras para trasladar a Petrer los bienes, utensilios y ropa que tenía en su villa de origen (AMP, L.49/1 ) . El sueldo establecido para los médicos por el canse// municipal era el más ele vado de todos los cargos públicos, pero muy inferior al que percibían otros médicos en ciudades mayores como Alicante. A modo de ejemp lo, desde 1647 los médicos contratados en la población de Alicante cobraban anua lmente 200 libras, cantidad que quedó f ijada para los médicos en los estatutos para el gobierno de la ciudad de Al icante de 1669 (Perdiguero y Bernabeu, 2005: 166). No obstante, el sueldo acor dado en la villa de Petrer fue incrementándose y en 1647, en la reunión del consell del 12 de mayo, se decidió contratar a otro médico por 75 libras anuales, repartidas en cuatro pagas, imponiéndole la condic ión de ’visitar als malalts sempre i quant sia necessari’ (AMP, L. 49/1 ). En otras ocasiones, los médicos contratados, o bien vivían en una población cer cana, abonándosele dietas por sus traslados, o bien se cons ideraba compart ir médico entre varias poblaciones ante el elevado gasto que suponían sus honorarios. Así, en el consejo del día 26 de julio de 1648 se constata la contratación de un médico cuya residencia estaba en la vecina población de Novelda y al que se le pagarían 100 libras por traslados. O también, en la ses ión del 30 de mayo de 1650 , se decidió compartir los servicios médicos con la vecina localidad de Elda, pagando sólo un tercio de su salario (AMP, L-49/2). En 1651 el mantenimiento del médico se realizó entre Elda, Petrer y Monóvar, pagando Petrer la mitad de lo que pagaba Elda. Llibre del consell municipal, 1616-1648. A veces los médicos también exigían el aumento de las retribuciones. Es el caso recogido en el acta del consejo de 5 de agosto de 1652 en la que se hace constar que el médico de Elda exigió el pago de 100 libras anuales por visitar diariamente Petrer y el consel/ le concedió 70, con la condición de acudir también cuando fuese necesa rio (Serrano y Martínez, 2002: 34). En otras ocasiones era el consejo el que buscaba un médico para cubr ir el servicio. Los honorarios del médico se incrementaron a 130 libra s en 1699, pagadas 20 en dinero y el resto en grano (AMP, L-49/3), por lo que en menos de 50 años el sue ldo se mu ltiplicó por 2,5 veces, alcanzando casi un tercio del gasto total de la tesorería municipal destinado a retribuciones de oficiales y emplea dos (Serrano y Martínez, 2002). En este sentido, los jurados municipales tuvieron que elaborar un libro de repar tos vecinales, conocido como Llibre de repartiment del doctor, iniciado en 1662, con el objeto de recaudar mediante un impuesto proporcional a la riqueza de cada vecino la cantidad que había de ser abonada al médico. En función del patrimonio familiar se realizaba la contr ibución que variaba entre un mínimo de dos reales y un máximo de doce, teniendo presente la nómina registrada en 1669 (Serrano y Martínez, 2002). Las comadronas Todos los cargos u oficios sufragados por la hacienda local eran efectuados por hombres, con la excepción del trabajo de comadrona. Es más, las mujeres tenían pro hibidas las prácticas médicas y de cirugía, y evidentemente no pod ían estudiar en las universidades europeas, entre ellas las del antiguo Reino de Valencia. No obstante, desde tiempos remotos, la obstetricia ha sido una práctica habitual de mujeres y sigue siéndolo. Las vecinas de la embarazada, además, servían de ayuda a las comadronas, e incluso asistían los partos cuando faltaban éstas, desarrollando los lazos de recipro cidad propios de las comunidades campesinas. Como bien señalaba Damián Carbó (2000: 19), médico mallorquín del siglo XVI, el trabajo de las comadronas fue dejado en manos de mujeres, sobre todo porque son ellas mismas las que mejor conocen e l arte de parir. En cua lquier caso, las comadro nas también tenían que recibir información y formación, evidentemen te no universi taria, bajo la tutela de los médicos y hasta bien entrado e l siglo XX así fue. El oficio de comadrona era un servicio ofrecido de forma permanente y habitual en todas las poblaciones y solía recaer en vecinas de la misma. Su trabajo, consisten te en asistir y ayudar a las mujeres embarazadas en el momento del parto y en tratar al recién nacido, también era retribuido desde la hacienda local, aunque su salario era realmente bajo en relación con e l percibido por el médico o el cirujano. Es más, en la asignac ión de los honorario s no se podía hacer constar el nombre de la comadrona, s ino el del marido, ya que la mujer estaba subordinada en el establecimiento de con tratos a su esposo. Las noticias más antiguas a nivel documental sobre la contratación de coma dronas se remontan al 25 de abri l de 1625, fecha en la que el consell particular deci dió nombrar a la mujer de Pere Plasa para ejecutar los servicios de comadrona, a razón de 5 libras cada año (Serrano y Martínez, 2002: 34). O también, unos años después, en 1628, la contratación recayó en la mujer de Joan Santo. La primera mujer citada como comadrona contratada en Petrer data del año 1690, fecha en que el cargo fue desarro llado por Antonia Gomis. La siguiente refe rencia document al se remonta a 1723, momento en el que en los honorarios del a lguaci l también se incluyen los de la comadrona, ejercido por su mujer (Pérez Medina, 2003: 24) Los cirujanos-barberos Otro de los profesionales de la sanidad habituales desde la Edad Media en un buen número de poblaciones era el cirujano-barbero. En todos los núcleos con un cierto número de habitantes se planteaba la necesidad imperiosa de contar, tanto con un médico, como con un cirujano-barbero. Tratar las enf ermedades o traumatismos, aplicar los remedios adecuados d ictados por el médico, operar, diseccionar o afeitar eran las labores propias de este oficio desarrollado exclusivamente por hombres. Este trabajo especializado, poco reconocido a nivel social, era enormemente valorado por parte de los concejos municipales, sobre todo porque su presencia era requerida habi tualmente para realizar todo tipo de curas, sangrados, y especialmente afeitar a la población masculina. Los honorarios de las haciendas públicas para los cirujanos-barberos eran esca sos, aunque también podían gozar de algunas ventajas. Como ejemplo, en las deli beraciones realizadas por los miembros de l conse/1 municipal el 25 de julio de 1654 se acordó ofrecer al cirujano Josep Cerda, vecino de la población de Castalia, la posi bilidad de percibir 11 cahíces de trigo o 1 O y tener casa franca (Serrano y Martínez, 2002: 34). Acordaron contratarlo durante 4 años. Como vemos, los pagos de la hacienda local no eran en dinero sino en espec ies, ya que buena parte de! dinero recaudado era para pagar los honorarios del resto de oficiales, especialmente del médico. Los boticarios El arte del apotecario era reconocido mediante un título que se conseguía des pués de un largo periodo de formación bajo la tutela de maestros reconocidos en estas artes. Del mismo modo, también son varias las referencias documentales sobre la con tratación de boticarios. El 19 de octubre de 1659 fue contratado un farmacéutico de la vecina localidad de Elda con un salario anual de 30 libr as, acordando que sus hono rarios serían de 7 libras por visita r Petrer (Pérez Medina, 2003: 24). Posteriormente, el 15 de agosto de 1660, se vuelve a repetir la contratación, mientras que el 20 de febrero de 1672 fue propuesto al canse!! particular de Petrer por el conde de Elda que el farmacéutico que viniese a prestar sus servicios a la población de Elda pudiera dar servicio al mismo tiempo a otras poblaciones del entorno, incluida la de Petrer. Por parte del canse!/ se acordó pagarle un salario de 6 libras anuales. Como vemos, la contratación de farmacéuticos, aunque necesaria, no era cons tante ni anual. Su contratación se efectuaba en momentos de mayor necesidad o cuando la situac ión económica de la hacienda local lo permitía. ffi) LIBRO NUEVO QUE-CONTIENE VARIAS RE :zetas utiles, é importantes de la Bo- tica general, y ademas algunos secretos de natur,ileza, sacadi:s de los mejores Autores cono cidos hasta ahora. ◊*$*9*9*9*9l!:•$i* e;,,*’-’* En Madrid, en la Imprenta de Don Ái’ltonio Sandia. Portada del libro sobre remedios de botica general. Siglo XVIII. Los boticarios empezaron a regularizarse a partir de las normas borbónicas del siglo XVIII -1737-, por las que éstos tenían que asegurar su cristiandad, limpieza de sangre y su fe de bautismo, así como una carta de examen y licencia para poder ejer cer (AMP, Libro de Veredas, L-48/3). Era necesario que los que quisieran ejercer como boticarios estuviesen formándose con maestros reconocidos al menos durante cuatro años, tal y como mandaban las leyes reales y que no se admitieran a examen de reco nocimiento a los que no tuvieran más de 25 años. Las enfermedades Gripes, infecciones, inflamaciones, trastornos psicológicos, heridas y traumatis mos serían enfermedades habituales entre la población y de las que no tenemos nin gún tipo de constancia documental. El único indicador indirecto para algunas enfer medades infecciosas o para los traumatismos es el estudio paleopatológico de los cadáveres conservados en los antiguos cementerios, pero hasta la fecha son pocos los datos a nuestra disposición. Las fracturas de costillas o de clavículas y la artrosis en vér tebras y huesos de los pies son las patologías más comunes, aunque propias de todas las comunidades agrícolas. No obstante , aunque de las enfermedades individuales no tenemos constancia, sí contamos con alguna documentación sobre los brotes epidémicos que causaban una importante mortalidad y que ya venían produciéndose de forma habitual desde la Edad Media . Enferm edades hoy muy local izadas, como la lepra o la peste, eran enorme mente temidas y ocasionaban no sólo el aislamiento poblacional, comercial y la para li zación de buena parte de la actividad económica, sino también la huida o abando no de las poblaciones por parte de las familias más acomodadas. En este sentido, los siglos de la época moderna, especialmente hasta bien entrado el siglo XVIII, fueron una continuidad de los brotes epidémicos habituales desde la época medieval, princi palmente la enfermedad infecciosa conocida como la peste, producida por el coco bacilo Yernisia pestis, transmitido a los seres humanos por las pulgas que infestan las ratas y otros roedores. Los brotes de peste fueron especialmente intensos en el siglo XVII, diezmando considerablemente a la poblac ión, generando problemas de aba stecimiento y nume rosas hambrunas. Es escasa la información referida a Petrer, aunque variada y amplia la existen te para la provincia. En los Llibres deis canse/Is se recogen algunos datos sobre la presencia de brotes epidémicos en Petrer, sin que se haga mención ni se reconozca l a enfermedad de forma explícita . Así, en 164 8 se dio cuenta en la reunión del con sell de la presencia de una epidemia de peste en los pueblo s inmediatos , conside rándose oportuno para mantener la buena salud de la tierra que ninguna mujer entrara en huertos y sembrados ’ni es done quarentena a cap’ (Serrano y Martí nez, 2002: 38 ). Otra de la preocupaciones era la necesidad de mantener con garantías los por tones de entrada a la población, especialmente para evitar el acceso de posibles per so na s contagiadas. Así, en el verano de 1652, el consejo acordó la necesidad de refor NUEVO MÉTODO PARA CURAR FLATOS, HYPOCONDRIA , VAPORES, Y ATAQUES HYSTÉRICOS DE LA5 MUGERES DE TODOS ESTADOS y en todo estado, CON EL QUAL LOS ENFERMOS podrán por si cuidar Ele su salud en falta de l Médico que les dirija. EXTRACTADO , Y TRADUCIDO Por el Dr. D. JoSl!pb Alsinet , Médica Je Familia de S. M . y jubilado del Real Sitio de Arnnjuez, CON LICENCIA ·EN MADRID. l’oR DoN P.tÁc100 BAnco Lop.a:~. Año de 1794. S, hallará -dicha lmprtnta y Librtria, y m ca1• •• D. C111;,,.ir, Ra7,0/a , 0II• iS, .dto,ha. Métodos p ara realizar dive rs as cur aciones. Año 17 94 . zar las puertas de los portales de la pobla ción para que ’aquel la estiga ben tancada pera poder-nos guardar si deu es sent it de l mal del contagi que ya perlo present Reg ne’ (AMP, L-49/2). Años más tarde, en 1667, se reconoció una enfermedad contagiosa en la pobla ción sin señalar de qué se trataba. Ante las necesidades que surgieron en la villa por tal brote, los consejeros dec idieron destinar cierta cantidad de dinero de la hacienda l ocal. Casi diez años más tarde, en 1676, en las principales ciudades de Murcia, espe cialmente en Cartagena, se declaraba una epidemia peligrosa. En Petrer, entre los miembros de l consejo surgió la inquietud por necesidad de arreglar el acceso del por tal de la villa y también ’la porta del carrer de Agost per a guardar-nos de la pesta’ (AMP, L-52/4 ) Su extensión hacia Orihuela, Crevillente y Elche en 1677 significó una ruptura de las relaciones comerciales y un exhaustivo contro l de l término municipal de Petrer para ev itar que e l ma l se extendiese . Se establecieron sanciones graves para quienes no guardaran la debida cuarentena (Rico Navarro, 2002a). También se dispu so que ocho guardas a caballo recorrieran el término municipal para evitar que cual quier persona procedente de las poblaciones meridionales pasara con el mal. Después de un año de control se restablecieron las relaciones, pr imero con Elche en 1678 y más tarde con Orihuela (Serrano y Martínez, 2002). Los brotes de peste fueron remitiendo durante todo el siglo XVIII , con la excep ción de la denominada peste de Marsella de 1720, de proporciones considerables. La última epidemia de peste registrada en la comarca data de 1812, conociéndose un buen número de datos recogidos en las sesiones del consejo municipal (Rico Navarro, 2002a). Por parte de los miembros del pleno se decidió cerrar los portales de la entra da a la vi lla, especia lmente el de San Roque, por el que se pagó 1 .000 rea les a Car los Beneit por las obras de a lbañilería, 33 reales a Bartolomé Verdú por poner la puer ta en este portal y 45 reales a los que hicieron la guardia durante la cuarentena (Rico Navarro, 2002a). A l mismo tiempo, en el expediente de peste, órdenes y resoluciones fechado en 1812, la Junta de Sanidad de la villa de Petrer estableció que para asegu rar la salud y evitar el contagio no se podría admitir a ninguna persona procedente de Cartagena, Orihuela o Totana, que los que vendan comestibles tengan todo limpio y aseado, que ninguna persona arrojara animales muertos a las calles ni acequias, que l as caba llerías que se mueran sean enterradas en la rambla bajo la presa de la boque ra, que ninguna persona tirase aguas corrompidas ni inmundicias ni en la cal le ni en l as entradas y salidas de la población, que cada uno rocíe con agua los tramos de su calle, que se cierren las puertas de las cal les San Vicente y Agost y todos los postigos que se encuentren abiertos y que se cerrase la calle de los fantasmas, ya que podría ser un foco de infección (Hidalgo López, 1998: 12) En definitiva, una población de carácter agrícola donde buena parte del sus tento estaba basado en la cría de anima les con los que se convivía, con pocas infraes tructuras para la evacuación de las aguas fecales y residuos sólidos, con un escaso control de aguas potab les y pocas prácticas higiénico-sanitarias por parte de la pobla ción. A esta serie de características hemos de añadir una nu la estructura sanitaria, donde la hacienda local, a través de la recaudación de impuestos específ icos, conse guía los servicios de distintos profesionales médicos para atender a la población y establecer unas mínimas directrices en mate ria sanitaria. LA SANIDAD EN EL SIGLO XIX: EL INTERVENCIONISMO ESTATAL Y LAS ÚLTIMAS GRANDES EPIDEMIAS esde finales del siglo XVIII y durante todo el siglo X IX, Petrer experi mentó un importante crecimiento poblaciona l que supuso una exten sión y ampl iación del área hab itada hacia el Altico, carrer Nou y fal das del Casti llo. La extensión de la pob lac ión se real izó a partir de los caminos que partían hacia otras poblaciones cercanas, como son el camí de Nove/da, camí d’Elda o camí deis Molins (Ponce et alii, 1994). La poblac ión pasó de aprox imadamente unos 500 vecinos -2.250 habitantes -en 1794 a los 2.911 censados en 1860 y los 3.928 del 1900. Por tanto, durante el sig lo X IX Petrer prácticamente duplicó su pob lac ión, a pesar de las epidemias -cólera-, hambrunas -como la de 1860- y enfrentamien tos bélicos -Guerra de la Independenc ia en 1808 -1813 y batalla de Boné y Pardo en los campos de Elda en 1844-. Todos los ciudadanos estaban dedicados, en su mayor par te, a las labores agrícolas, especialmente a la producción de vino y aceite (J over Maes tre, 2005) Actual calle Numancia , conocida en el siglo XIX como calle Sin Salida. Como ya venía siendo habitual fue el consejo municipal el que siguió ocupándose de los problemas sanitarios de la población, tal y como venía haciéndolo durante los siglos pasados, especialmente en re lación con los importantes brotes de fiebre ama rilla, viruela y cólera que asolaron a la población (Serrano y Martínez, 2002; Rico y Martínez, 2003). No podemos olvidar que durante buena parte del siglo XIX fue la preocupación por las epidemias infecciosas las que centraron la atención de las auto ridades sanitarias al ser consideradas como un verdadero problema de salud. No obstante, a partir de finales del siglo XVIII, con la implantación de las ideas de los ilustrados, la administración estatal empezó a ejercer un control más estricto sobre las comunidades locales a través del dictado de un amplio número de disposi ciones normativas, de obligado cumplimento, en los más variados aspectos de la vida cotidiana, entre los que nos interesa resaltar aquellos que tienen que ver con la ins tauración de nuevos hábitos sociales en materia higiénica y sanitaria, cuya compe tencia era plenamente de los ayuntamientos y de los responsables políticos. Entre otros, por su importancia, cabe citar la prohibición de enterrar en las iglesias y la ob li gación de crear cementerios alejados de la población, en cuyo interior se habrían de enterrar los cadáveres de toda clase de personas (Rico Navarro, 2005); las reglas que tenían que regir para la construcción de los cementerios recogidas en la circular del 28 de junio de 1804; la promulgación de las primeras leyes nacionales en materia sanitaria -ley sobre el servicio genera l de sanidad de 28 de noviembre de 1855 que estuvo vigente hasta 1904-o la creación de organismos supra loca les en materia sani taria, como es la Suprema Junta de Sanidad del Reino en 1847; la obligación de que la administración supervisara la realización de obras hidráulicas y de abastecimiento de aguas a las poblaciones a través del control de los arquitectos y técnicos ingenie ros de las Academias naciona les o también la ob ligación de crear mataderos públicos municipales. La Junta Municipal de Sanidad y la Junta Local de Beneficencia A finales del siglo XVIII, las labores que en materia de sanidad local ejercía el almo tacén fueron absorbidas por un nuevo órgano local: la Junta Municipal de Sanidad . La Junta de Sanidad era el único órgano de apoyo con e l que contaban los res ponsables políticos para desarrollar la política sanitaria local, así como atajar la pro pagación de las epidemias. El crecimiento de las poblaciones y el incremento de la participación de la administración local en el desarrollo de infraestructuras y servicios a la población, fueron determinantes para la creación de un órgano municipal con sultivo en materia higiénica y sanitaria. Al mismo tiempo, la existencia en las poblaciones españolas de un amplio número de familias pobres o con escasos recursos para su subsistencia determinó la creación de las Juntas Locales de Beneficencia, reguladas a través de la ley de 20 de junio de 1849 y del reglamento de 14 de mayo de 1852. La composición de esta jun ta estaba integrada por su presidente que recaía siempre en la figura del alcalde, un vicepresidente representado por el cura párroco y, de vocales, uno o dos concejales si exceden de cuatro los que componen el Ayuntamiento, un médico titular de la pobla ción o en su defecto un facultativo domiciliado en el pueblo y dos vecinos de la pobla ción si la población excedía de 200 habitantes, como era el caso de Petrer. Los m iem bros integrantes de las juntas de sanidad solían ser los mismos aunque en estas últi mas se solían integrar los demás técnicos sanitarios de la población -otros médicos, veterinario municipal, etc. -. Las propuestas de quienes integraban las juntas de sani dad y de beneficencia correspondían al a lcalde y el nombramiento de los mismos al gobe rnador c ivil. En la Constitución de Cádiz de 1812 ya se indicaba que en caso de ep idemia se establecía la obligación de formar Juntas Municipales de Sanidad, al igua l que otras a nivel provinc ia l para asesorar al jefe político que era el que, en ú ltima instancia, tenía l a responsabi lidad de ejecutar acciones en caso de enfermedad epidémica. Estas com petenc ias fueron re ite radas en la instrucción de las provinc ias de 3 de feb rero de 1823 ( P erdiguero Gil, 1997: 21) y también recogidas en la real orden de 17 de diciembre de 1847 y 30 de noviembre de 1849. Las reuniones de las juntas de san idad, efectuadas en la casa consistorial de la v ill a, e ran más habitua les, prácticamente semanales o incluso diarias, en los momen tos de brotes ep idém icos. Estaban encargados de dictar y velar por el cumplimiento de las normas establecidas en mate ria sanitaria, especialmente en épocas de cr isis sanitaria. Los cargos eran puramente honoríficos y gratuitos. Entre las funciones que ejercían cabe destacar la de cumplir las circulares o nor mas impuestas desde los órganos s upe riores, aprobar reg lamentos o normat ivas espe cíficas en mater ia sanitaria, velar por el cumplimiento de las normas higién icas y sani tarias por parte de la población a través del dictado de bandos municipales, poner en conocimiento de l gobernador civil o de las autoridades de la administración central la Listado de familias pob res atendidas por el méd ico Cavero B alle ste r. Año 1876 . presencia de brotes epidémico s, de la situación sanitar ia o de las necesidades y difi cultades existentes, y so lic it ar al alca lde la rea lización de colectas o anticipos para hacer frente a situaciones de ca lamidad . En definiti va, era un órgano consultivo de enorme importanc ia a nive l local. Como ejemplo de lo expuesto, el 14 de sept iembre de 1887 se planteaba un caso de viruela en Petrer (AMP, L-30/ 1) a nte el que la Jun ta Loca l de Sanidad aco rdó l as siguientes medidas: ’En la villa de Petre l, a catorce de setiembre de 1887, bajo la presidencia del primer teniente de alcalde, alcalde accidental de esta vill a, se reun ieron los se ñores de la Junta Municipal de Sanidad previa convocatoria hecha al efecto y con la debida antelación. El presidente puso en conocimiento de la Junta la comun ica ción recibida en e l día de ayer, suscrita por el médico Don Vicente Poveda, por la que manifiesta que en l a ca lle de l Portal número 4 existe un caso de virue la confluente en una niña de dieciocho meses de edad, procedente de A licante, habiendo dispuesto el ais l am iento y des infección que la ciencia p rev iene. E n sus consecuencias, y después de habe rse discutido acerca del particular, por unanimidad se tomaron los acue rdos s iguient es: Que se ponga el hecho en conocimien to del señor goberna dor c iv il de la provincia, a quien se le p idan doce cristales linfas vacu nas, para l a vacunación g ratu ita de todos los vecinos de esta población. Que se someta a todo enf ermo afectado de viruela a un rigu roso aislamiento, a que sus ropas sean lavadas tan sólo en las bal sas de Desperdicios o en e l lavadero de las Piedras del Fosar, prohi biend o a los demás vecinos lavar y fregar en estos puntos. Que los facu ltativos dispongan cuanto sea conducente a evi ta r la propagación del mal, ordenando las desinfecciones y demás medidas hig iénicas que conduzcan a este fin, dando cuentas de ellas a la au toridad loca l para que ésta las hagan cumplir. Que se dé parte inmediatamente a esta alca ldía de los nue vos casos que surjan y de las defunciones tan luego como éstas tengan lugar. Que inmediatamente fallezca algún varioloso sea conducido al depósi to del cemente rio con todas las precauciones convenientes a la sa lubridad públ ica, prohibiéndose en absoluto que los cadáve res vaya n descubiertos desde la casa mortuoria al camposan to. Y que el señor alca lde d isponga que la vacunación se haga por los practicantes en medicina de esta local idad ba jo la inmedia ta inspección del médico titular, como igua lmente hacerle las pre venciones al enterrador para que los cadáveres sean ente rrados a la profundidad de dos metros y se cubra n con una capa de cal’. El presente texto sirve como muestra del grado de concienciación co lectiva exis t en te en el momento ante el posible desarro llo de cualquier brote epidémico. La gran cantidad de med idas preventivas que acordaron los miembros de la Junt a Municipal de Sanidad ante un solo caso de viruela evidencia la preocupación que planteaba el desarrol lo de una enfermedad infecciosa de estas características, ante todo por los problemas que podría ocasionar s u propagación. A este respecto algunos documen tos son más elocuentes de la política de prevención que era necesaria aplica r. El s iguiente texto está extraído de un acta de la Junta Municipal de Sanidad de 19 de junio de 1890 (AMP, L-30 /1 ): ’ En la villa de Petrel a 19 de junio de 1890, reunida la junta municipal de sanidad bajo la presidenc ia del señor a lcalde Don José Rico y Amat con los señores que al margen se expresan, dicho seño r presidente manifestó que el objeto de la reunión, como está anunciado en la convocator ia, e ra para que, en vista de las noticias que se tenían acerca de la alt eració n de la salud pública en los pue blos del valle de Albaida y hasta tanto se dispong a otra cosa por la autoridad superior, se adopten las medidas conducentes a preca verse del mal acordando la que más convenga a l saneamie nto de l a población y a la higiene . Los señores de la junta, tomando en consideración lo man i festado por el señor presidente, después de amp lia y deten ida disuas ión, por unanimidad acordaron lo sigu iente: Que por el se ñor alca lde se publique un bando para que, den tro del término de 8 días, se ext ra igan el es tiérco l y basu ra de l os corrales, cuadras y letr inas y que esta operación se ver ifique desde las 12 de la noche hasta las 5 de la mañana . Que los vec inos tengan constantemente limpias y aseadas las casas y en particular l as cuadras y corrales que deberán estar b ien venti lados, obligán doles a bar rer y regar las cal les por las mañanas, antes de las 7, y por las tardes de 5 a 6. Que el estiércol, inmundicias y basuras se ponga en un montón cubierto con una capa de tierra a más de doscientos metros de la ú ltima casa de la población y separados de los caminos a una distancia de cincu enta metros por lo menos. Que se prohiba tirar animales muertos debiendo éstos sepultarse en un hoyo de más de un metro de profundidad y con una capa de cal blanca. Proh ibir que se arroje est iércol, basuras u otras clases de in mundicias en las calles, acequias, fuentes y balsas y que no se hagan aguas mayores n i menores dentro de la población y hasta 200 metros de la misma n i en los cam inos y sendas. Que los ven dedores de comestib les y bebidas de todas clases procuren que estos artículos sean de buena calidad y los pesos y medida s y pun tos de ven tas constantemente limpios. Que les impongan multas a los contraventores y si alguno se hace a ello acreedor se entregue a los tribunales. Que los agentes de la autoridad se encarguen del cumplimiento de estas prevenciones y que una comisión de indivi duos del Ayuntamiento y junta de sanidad pasen a inspeccionar las viviendas, los comestibles y puestos de ventas, las acequias, balsas, fuentes, lavaderos y demás puntos que puedan ofrecer peligro a la sa lud y que adopten todas las medidas necesarias para asegurar aquellas y proponiendo a l alcalde las que consideren sean de la incumbencia . También se acordó reunirse una vez a la semana y si se hicie ra necesario antes, para dar cumplimiento a las órdenes superiores o para tomar medidas que reclamen urgencia. Y se levantó la sesión firmando los señores asistentes que saben que yo el secretario certifico’. L a prevención, ante brotes epidémicos en otras pob laciones, suponía ob ligar a l conjunto de la poblac ión a tomar todo tipo de medidas higiénico sanitarias y evidente mente a hacerlas cumplir, para lo que el Ayuntamiento contaba con la pol icía urbana. Además, no cabe insistir mucho, pues ya se ha comentado ampliamente en los capítulos anteriores, los profes ionales de la sanidad eran contratados por el Ayunta miento para dar servicio a la población, especialmente en el caso del médico para atender a las familias pobres. A modo de ejemp lo, el 7 de noviembre de 1893, el periódico alicantino El Liberal se hacía eco de que en el pasado mes de octubre Fam ili as i ncluidas en l a ben eficencia en 1 896 . habían sido atendidos en la casa de socorro de Petrer un total de 153 individuos. O también, la noticia del 24 de agosto de 1894, en la que se hacía referencia a las con tinuas denuncias de la precariedad de la salud públ ica en Petrer, obligando al gober nador civil a enviar al subdelegado de Medicina para inspeccionar la situación. En cualquier caso, durante el sig lo XIX, Petrer contó con un médico c irujano titular, veterinar io -inspector de carnes- y comadrona. S in embargo, durante los periodos en los que se detectaba a lgún brote infeccioso en la población, la Ju nta Municipa l de Sanidad tenía la potestad de proponer la contratación de personas, pro fes ionales de la sanidad o no, para cubrir las necesidades existentes, principalmente l as relacionadas con la asistencia de enfermos y dar sepultura a los fallecidos. As í, e l 26 de octubre de 1865, en un momento de proliferación del cólera en la población, el presidente de la Junta Municipal de Sanidad propuso designar a algunas personas para la asistencia de enfermos del cólera morbo en caso de que la e nferme dad se agravase, decidiendo nombrar a Catalina Juan y Antonia Micó, enfermeras, para la asistencia de todas las personas que fueran afectadas por la enfermedad y con trata r a dos hombres para que condujesen los cadáveres a l cementerio y los enterra sen. A cada uno de e llos se le pagar ían 6 reales diarios (Rico y Ma rtínez, 2003: 108). El desarrollo de las infraestructuras higiénicas y sanitarias Si importante fue la creac ión de un órgano local que marcase las directrices a seguir en materia sanitaria, igual de importante fue el desarrol lo de infraestructu ras ded icadas a aspectos h igién icos y sanitar ios. La necesidad de enterrar fue ra de las iglesias y de la población a los difuntos supuso la const rucción del que fue conoc ido como el cementeri ve//; l a necesidad de controlar las enfermedades de la cabaña ganadera, así como su sac rificio y estado de la carne para consumo humano, ob ligó a la edificación del primer matadero municipal y la necesidad de atender a los enfer mos crónicos pobres de las partidas judiciales de Monóvar, Novelda y Vi llena, también supuso la creación del hospital de distrito de Elda. El cementeri ve// La construcc ión del cementeri ve//, frente a la pob lación, en la margen derecha de la rambla de Pu~a , fue llevada a cabo en el año 1816. El expediente Diligencias practicadas sobre la construcción del sementerio o campo santo en virtud de órdenes superiores aporta toda la información refer ida a la construcción del mismo (Rico Nava rro, 2005) En el expediente aparece en p rimer lugar una circular remitida por el correg idor de la ciudad de Orihuela, el día 22 de mayo de 1804, siguiendo las directr ices d icta das por el ConseJo de Castilla, en la que se reflejan ’los perniciosos efectos que ha producido siempre el abuso de enterrar los cadáveres en las igles ias’. Ya en el año 1799, y de acuerdo con lo anteriormente dispuesto por el rey Carlos 111 en la Real Cédula de 3 de abr il de 1787, la adm inistrac ión quiso ocuparse seriamente y con la mayor brevedad en proponer med ios sencillos para estab lecer fuera de sus muros cementerios en que indistintamente se hubiesen de enterrar los cadáveres ’de toda c lase de personas’ (Rico Navarro, 2005) En primer término el cementeri ve//, al fondo la iglesia y el castillo. Aunque la primera normativa reguladora sobre las condiciones y ubicación de los cementerios públicos tuviera lugar en 1787 y a partir de este momento se suce dieran otras, fueron las numerosas dificultades con las que se enfrentaron los conse jos municipales (económicas, resistencia de la población y adecuación de terrenos) las que retrasaron la construcción de los mismos. Petrer no fue una excepción, ya que transcurrieron 29 años hasta la utilización definitiva del nuevo cementerio. A través del ejemplo de Petrer se comprueba cómo las normas de higiene y salud pública que el Estado intentó establecer se aplicaron en todos sus términos, cump liendo las principales medidas recomendadas. El 28 de junio de 1804, a través de una nueva orden circular publicada en Madrid y remitida posteriormente desde Orihuela a Petrer, se promueven las reglas que han de regir para la construcción de cementerios. Entre éstas destacan la de eri girlos fuera de las pob laciones y en parajes bien ventilados. Doce años después de esta orden se recibió un oficio del gobernador político militar y presidente de la Junta Municipal de Sanidad de Orihuela, dirigido a los justi cias del Ayuntamiento y Junta de Sanidad de la villa de Petrer, comunicando que se tenían noticias a través de la Suprema Junta de Sanidad del Reino de que no se había construido el cementerio en esta localidad. El oficio, fechado en Orihuela el día 18 de abril de 1816, expresa que: ’Ni la falta de caudales, ni la de terreno, ni la escasez de fon dos de fábrica, ni las ocurrencias de la guerra, ni las circunstancias actua les que alegan los justicias, son motivos para dexar de esta blecer cementerios en todos los pueblos y únicamente son necesa rios una cerca de suficiente altura para evitar la profanación de los cada be res [sic] y una cruz en el centro del ámbito del terreno ... ’. El documento concluye apuntando que para este tipo de obras no son necesa rios grandes fondos y además se podía ’persuadir a las gentes por los justicias, curas párrocos y demás personas de autoridad y carácter ... ’. También se exigía que, en el pla zo de un mes, debían de estar construidos los cementerios en todos los pueblos que hasta esta fecha no lo tenían y que las obras se habían de iniciar inmediatamente. Justo el mismo día en que se recibió este oficio, el 19 de abril, el alcalde Tomás Payá mandó que se citase para el día siguiente a los componentes del Ayuntamien to y al reverendo clero de la Iglesia ’para que enterados todos de la superior orden, seña len con los maestros el sitio más proporcionado para poderse construir el cementerio’. El día 21 del mismo mes, reunidos el alcalde, los regidores, e l diputado, e l sín dico procurador general y el personero del común, y presentes también los compo nentes del reverendo clero (el cura, un vicario, dos vicarios ecónomos y un residente numeral), se les comunicó la orden. Con asistencia del doctor Luis Bartolomé Rico, asesor del Ayuntamiento, y otras personas de la villa acudieron a las tierras y fábrica del castillo para su reconocimiento y señalar el terreno para la construcción del cementerio . Una vez examinado se fijaron diferentes sitios para su construcción ’y los maestros de obras los midieron como igualmente el casco de dicho castil lo y no se conformaron en sitio alguno fijo y para cumplir con maior pro lijidad acordaron se registraran otros territorios para ver en dónde sería más conveniente’. Entre los criterios fundamentales para la elección de l emplazamiento del cementerio destaca, como objetivo principal, preservar las aguas de consumo público evitando, por todos los medios, la proximidad de los cementerios a pozos y fuentes para así prevenir la contaminación de las aguas. Aunque los cementerios se emplaza sen en lugares elevados para facilitar la salida de las mismas, siempre debían situarse en lugares alejados de los manantiales. Según el acta del expediente, el mismo día se volvieron a reunir en el castil lo l as personas antedichas junto con dos peritos labradores y dos albañiles que regis traron el terreno, alegando que las aguas pluviales podían tener alguna filtración y derramar sobre las aguas potables que abastecían a la villa, optándose por un ban cal de algo más de una tahú lla, situado en ’ las boltetas ori lla de la ramb la’ valora do en 80 libras . Seguidamente se nombraron a los maestros a lbañiles para la tasación de las obras: al carp intero para que estimase el valor de las puertas y cabezales; al cantero el de la cruz, brencas de las puertas por el portal y rodapié, y al cerrajero el del herra je de las puertas con la cerraja y llave. Estos maestros comparecieron ante los señores del Ayuntamiento y bajo juramento fijaron el valor del cementerio en 404 libras. De nuevo se reunieron los antedichos señores argumentando que el sitio e legi do para construir el cementerio carecía de ventilación suficiente y que a corta distan cia se podía edificar en otras tierras de menor valor y más adecuada ventilación. Éstas se habían visurado y tasado en cantidad de 1 O libras y de renta anual 1 O sueldos, sien do propiedad de la administración del beaterio de mosén Tomás Rico. Por ello resol vieron que se construyese el campo santo en las referidas tierras, comunicándolo al administrador para que le constase esta resolución. De todo este expediente se puede concluir que en un principio la comisión encargada de elegir el emplazamiento para ubicar el cementerio pensó en el castillo, pero no resultó adecuado porque las aguas pluviales podrían tener filtraciones y derramar sobre las aguas potables. El segundo sitio escogido en ’las boltetas orilla de la rambla’ tampoco fue apropiado por carecer de la ventilación necesaria y por ser las tierras excesivamente caras. Finalmente, se eligió el lugar situado en la parte nor te del pueblo, al otro lado de la rambla de Pu~a, por reunir mejores condiciones de salubridad. El cementerio se construyó en un tiempo récord, en menos de dos meses, y fue bendecido el 3 de junio de 1816 por el cura con licencia de Juan Pont, provisor y vica rio general. El visitador ordenó que todos los años, el día de la conmemoración de los difuntos por la tarde, concluidos los oficios en la parroquia, fueran procesionalmente el cura y el clero a responsar al cementerio previo aviso al pueblo y con repique de campanas. Se conserva una breve descripción del campo santo con motivo de la visi ta que efectuó Diego Flores Avellán, deán de Alicante y visitador general de todas las iglesias de su vicaría, el día 1 O de febrero de 1817. La misma dice: ’Al frente tiene su capilla sin otra cosa que la mesa altar y un crucifijo llamado de los Montesinos’. Ya en el año 1885 el Ayuntamiento acordó destinar la cantidad necesaria para los gastos de construcción de un nuevo cementerio, en razón de haber dispuesto por circular de primero de junio del mismo año el cierre del ya existente por no reunir las condiciones higiénicas correspondientes. También según consta en el expediente que lleva por título Propuesta de recursos y reglamento para la construcción, régimen, gobierno y administración del Cementerio General de la Villa de Petrel (AMP, L-59/2), sin fecha, en el artículo primero se manifiesta, referente al viejo cementerio, que ’haciéndose sentir hace muchos años la necesidad de la clausura del cementerio católico que hoy existe, no sólo por ser reducido su recinto para la extensa población Vista parcial del cementerio viejo construido en 1816. que abarca esta villa, sino que también por encontrarse enclavado dentro de la mis ma y ser por ello antihigiénico, el Ayuntamiento, en sesión del día 13 de mayo de 1900, acordó proceder a la construcción de un cementerio municipal católico que reúna condiciones de amplitud y salubridad bajo el título de cementerio general de Nuestra Señora del Remedio’. El viejo cementerio no reun ía las condic iones higié nicas adecuadas y por otra parte hab ía quedado insuf ic iente. Pero el proceso de construcción del nuevo rec into funerario, como veremos, se pospuso 50 años, hasta 1935. La vigenc ia en cuanto a enterramientos se refiere del cementerio fue de 119 años. El matadero municipal Dentro del ámb ito sanitario, otro aspecto importante eran las frecuentes epide mias e infecciones que afectaban al ganado local, en perjuicio de sus propietarios y de la salud de la población, ya que el consumo cárnico procedía de la cabaña explo tada en el mismo término m unic ipa l. Durante todo el siglo XIX fueron frecuentes las quejas de ciudadanos en las que se mostraba la existencia de ganados afectados por alguna enfermedad y la necesidad de tomar medidas para evitar su extensión, habitualmente el aislamiento de los rebaños infectados y la imposibilidad de circular libremente. Enfermedades como la viruela eran frecuentes entre la cabaña cabría y lanar, por lo que el cuidado debía ser extremo. Son varias las noticias sobre denuncias de viruela, pero quizás el caso más importante fue la ep idemia de 1885 (AMP, L-39/ 1) En este sentido, la Junta Munici pal de Sanidad se reunió el 5 de agosto de 1885, y el presidente expuso que habien do recibido varias queJas verbales de que el ganado lanar, prop iedad de José Ramón Vale ra Sempe re, en la partida de Pu;a, se hal laba invad ido de viruela, hab ía que ave riguar la veracidad del hecho y acordar las medidas que se creyeran más convenien tes para evitar la propagación de dicha enfermedad, acordando la junta delegar en el veterinario, Francisco de Paula Beltrán Rodríguez, para que reconociera el ganado y ver si estaba afectado. En el caso de estar contagiado, las dietas devengadas de reco noc im iento serían abonadas por el dueño del ganado. Al día siguiente el veterinario compareció ante el alcalde y afirmó que ’perso nado en la casa de la partida de Pusa procedió al reconocimiento del ganado, encontrando 20 de las reses que lo compo nía con abu ltamiento de la cabeza, lagrimeo, deyección narítica, pesadez, inapeten cia, suspensión de la rumia, aparición en las axilas, bragadas y parte infer ior de l vien tre de una erupción pustulosa del tamaño cada una de éstas desde el de una lenteja a l de un céntimo de peseta con aureola rosácea y en el centro un punto blanquecino por lo que no tuvo duda en diagnosticar que la enfermedad que padecían era la cono cida en la ciencia con el nombre de viruela regular y siendo de carácter contagioso dijo que se debía proceder al aislamiento de este ganado de los demás del término, aconsejando la conveniencia de la inoculación de las reses sanas’ (AMP, L-39/ 1 ). Se procedió al nombramiento de dos peritos ganaderos para proceder al aisla miento y acotamiento del ganado lanar quienes d ijeron que habían cumplido lo que se les había ordenado en la providencia, quedando acotado el ganado propiedad de J osé Ramón Va le ra, compuesto de 43 cabezas de ganado lanar, en la forma siguiente: ’desde el azagador que baja el llano nombrado de los Caracoles hasta el barranco de las Peretas, en el monte del estado denominado Caballo, desde el puntal de enfrente de las casas del Perrió hasta las tierras de Vicente Reig Rico, monte del municipio deno minado Perrió y desde este punto hasta el rincón nombrado de los Doblereto, derecho al collado de Rabosa y monte nombrado Castellarets, derecho a la Venteta, abrevade ro desde el molino de Antonio Aguado hasta el de Daniel Payá’ (AMP, L-39/1) Esta misma circunstancia se pudo constatar en otros rebaños de la población, especialmente en la partida de la Almadrava, Puc;a, Cachuli y Rabosa. A finales de octubre de 1885, la Junta de Sanidad convocó a todos los gana deros del término municipal, comunicándoles que podía levantarse el acotamiento que venían padeciendo los ganados lanares. En este sentido el control de los rebaños y su matanza era efectuado por el veterinario, cuyo cargo era el de inspector de car nes de la población, y cuyas labores fueron desarrolladas desde el matadero munici pal una vez fue aprobado el reglamento de su funcionamiento el año 1886. El matadero municipal, edificado en ese mismo año, fue un local creado de nue va planta a las fueras de la población, junto a la rambla de Puc;a y en dirección al Guir ney, muy cerca del construido en 1926-27. Se trataba de un edificio rectangular con cubierta a dos aguas, de unos 1 O m’, con corral, y con muy pocas condiciones para desarrollar el trabajo. En 1884 el veterinario Francisco Beltrán Rodríguez, como inspector de carnes de la población, solicitó al Ayuntamiento, con fecha 1 O de septiembre, la aprobación del reglamento para el régimen y buen servicio del matadero público. Enterados los miembros de la corporación de su contenido y considerando su utilidad y convenien cia para el bien del vecindario, acordaron que se sometiese dicho reglamento a la deli beración de la Junta Municipal de Sanidad e Higiene Pública y posteriormente se man dase copia del mismo a la junta provincial. La Junta Municipal de Sanidad, compues ta por el médico titular Luis Cavero, el veterinario Francisco Beltrán y los vocales José Poveda, Doroteo Payá, José García, Francisco Cremades y Antonio Vicedo, reunidos el 1 O de febrero de 1886 en la sala capitular, bajo la presidencia de Manuel Castillo, teniente primero y alcalde accidental, se reunió para estudiar dicho reglamento. Se trataba del primer reglamento ya que, según consta en el acta, ’se ha carecido siem pre del documento en esta localidad y se conceptúa necesario para la higiene públi ca en atención a las circunstancias epidémicas porque ha atravesado esta población y pudieran presentarse en lo sucesivo’ (AMP, L-30/1 ). El reglamento fue elaborado por el veterinario Francisco Beltrán Rodríguez y lle vaba por título Reglamento para el buen régimen y servicio interno de la casa mata dero de esta villa. Estaba integrado por 21 artículos en los que además de establecer las pautas para el mejor control del ganado que debía ser sacrificado, se le atribuía al veterinario la máxima potestad en el control y sacrificio del ganado local. Entre los artículos destacaba que el matadero público quedaría desde esta fecha bajo la ins pección y vigilancia del veterinario. El artículo segundo dictaba que todas las reses que se destinasen para el consumo público serían sacrificadas en este establecimiento, debiendo ser reconocidas antes por el veterinario inspector. El artículo tercero expre saba que toda res debería entrar por su pie en el matadero, siempre que algún inci Reglamento para el buen funcionamiento del matadero. Año 1886. dente imprevisto no la im posib ilitase para andar, en cuyo caso se probaría debida mente por el inspector de carnes sin cuyo requisito no podría sacrificarse. El re sto del articulado incidía en el dictado de las normas para el sacrificio del ganado, desde el horario del matadero, la edad o condiciones de sacrificio y las con diciones de transporte de las carnes dest inadas al consumo humano. En el articulado también se hace especia l atención a las condiciones de limpieza que debían imperar en el matadero y a que después de cada matanza se deberá limpiar todo el local y e l instrument al empleado por los matarifes encargados -ar tícu lo 16 -. Los únicos ani males que se permitía sacrificar fuera del matadero eran los cerdos, ante la falta de condiciones para efectuarlo en el matadero. Los matarifes tenían que cumplir con todas las normas higiénicas establecidas y al mismo tiempo, si la carne era para ven ta, debía ser inspeccionada por el veterinario. La policía sanitaria ve laría por e l cum plimiento de lo establecido baJo las directrices del veterinario municipal. Por tanto, a partir de la aprobación del reglamento del matadero en 1886, se inte nsificaron los controles sanitarios en re lación con el ganado y la manipulación y venta de carnes, aunque las infraestructuras disponibles en el matadero no cump lie sen con las mínimas condiciones indispensables El veterinar io e inspector de carnes municipal adquiría un gran protagonismo a nivel local, a la par que el médico. El matadero municipal no disponía de agua, esta ba ma l venti lado y no tenía condiciones para sacrificar algunos animales como e l cer do. Tuvie ron que transcurrir 41 años desde la aprobación del reglamento hasta la inauguración del nuevo matadero a principios de 1927. El convento de los franciscanos: de hospi ta l de distrito a m anicomio provincial Por rea l orden de 6 de marzo de 1862, el edificio del antiguo convento francis cano situado a mitad de camino entre Elda y Petrer fue declarado hospital pro vincial de distrito . El alca lde de Elda J osé Amat hizo entrega de l mismo a su director y cape l lán, Tomás Satorres y Guarinos, con el objeto de que se ocupase de la atención de toda persona enferma y pobre existen te en los partidos judicia les de Monóvar, Novel da y Vi llena. Sus labores previas, cuando era conven to, no fueron muy diferente s, ya que los clér igos franciscanos, en su mayor parte ancianos, se ocupaban habitualmen te de dar cobijo y de la beneficencia de los más desfavorecidos. No obstante, desde mediados del siglo XVI I, la villa de Elda ya había contado con un hosp ita l. El Hosp ita l de la Purísima Concepción de la v illa de Elda, cuyas bases pa ra s u fundac ión fueron fijadas en 1652, fue creado y mantenido por el conde de Elda, con signando la suma de su manten imiento -160 libras- sobre las rentas dec imales que poseía en Petrer (Serrano y Martínez, 2002) . Esta instituc ión fue creada para tratar a los enfermos de la villa de Elda exclusivamente, mientras que a los forasteros y viandantes que pasaran por él só lo se les debería dar ho spedaje. En cualquier caso, a part ir de 1837, las cortes generales de España suprimieron los diezmos y el conde se negó al pago del mantenim iento. Dicha ins titución siguió funcionando hast a 1868, cinco años después de la declaración del convento de los franciscanos como hospital de distrito. E l nuevo hospita l provincia l de l distrito de Elda estaba situado en una colina pró xima a la carretera nacional y a un camino rura l que se dirigía a Petrer. Disponía de una buena vista de todo el va lle y estaba bien ventilado , en un lugar saludable y fres co. Este edificio , integrado por dos grandes naves laterales y tres alturas, contaba con numerosas salas, pudiendo albergar a algo más de 200 enfermos (Servicio de Salud Menta l, 2005). E ra una institución bien equipada, con sala de parturienta s, sala de maternidad y de lactancia para niños abandonados. Entre otra s funciones , el ho spital de Elda también se ocupó de tratar y cuidar a enfermos de las provincias de A lican te, Valencia y Murcia, dementes y algunos leprosos. Los dementes eran trasladados a San Baudilio de Llobre gat cuando se confirmaba la enfermedad (Servicio de Salud Mental, 2005) . E sta situación de atención médica se extendió durante muy pocos años, menos de 30, ya que las inversiones en el mantenimiento del edificio y de la asistencia sani taria fueron muy escasas. En menos de 30 años el edificio se deterioró considerab le mente a l degradarse sus dependencias, mientras que la falta de medios y de higiene para atender a los enfermos era muy lamentable. Así, por real orden de 23 de diciembre de 1891 , el hospital provincial del distrito de E Ida pasó a ser man icom io provincial, comenzando su actividad el 1 de juli o de 1892. A partir de estos momentos se tuvo que invertir una importante cantidad de dinero en el acondicionam iento y transformación del centro. Se consideró necesario dotar al cen tro con 4 camisas de fuerza, 3 sillones de sujeción acolchados y 6 cinturones de hierro de los denominados como de castigo (SeN icio de Salud Mental, 2005). No obstante, la falta de condiciones y de medios hizo que las quejas del d irec tor del centro fuesen constantes. La ca rencia de paja, de ventilación en las celdas y galerías, la escasa h ig iene, la ma la alimentación dispensada a los pac ientes, los pro El manicomio provincial , antiguo convent o de los francisc anos. b lemas del acarreo y evacuació n del agua, la falta de medios humanos y la poca o mala preparación del personal destinado a la a tenc ión de los pacientes fueron algu nos de los motivos de queja de la dirección. L a s ituación cambió en la década de los años 1920, a l me jorar a lgunas inver siones e n la adecuación de l ed ificio, equ ipa r con nuevos y me jores mob iliarios, dota r de suf iciente ropa y mejorar las com idas de los pacientes. En dicie mbre de 1922 eran 46 hombres y 36 mujeres los pacie ntes internados (Servic io de Salud Mental, 2005) E l desa rro llo de la Guerra Civil supuso un cambio de to rnas, aunque p reviamen te ya se hab ían planteado algunos proyectos de desarrollo de una granja-sanato rio interprov incia l e incluso de un nuevo Hospital Psiquiátr ico Provincial en la población de San Juan. Al térm ino de la contienda c ivil el manicom io provincial se trasladó a A licante, al hosp ital provinc ial, m ientras que acababan las obras de la granja psiquiátrica pro vincial que comenzó a funcionar en 1940 (Servicio de Salud Mental, 2005). Un m édico pe tre re nse sing ula r: V icen te Verdú y Bel trá En Petrer, a pesar de tratarse de un pequeño núcleo rural, también existían algunas fam ilias inte resadas en la formación de sus h ijos. Este fue el caso de V icen te Verdú y Beltrá. Siguiendo el trabajo de M.ª Carmen Rico Navarro (1989), este médico pe tre rense nació el 9 de febrero o bien el 12 de marzo de 18 16. Sus padres, Juan y Rosa Mar ía, famil ia de lab radores acomodados, consiguieron consagra r al estado eclesiás tico al menos a dos de sus cuatro hermanos, aunque también lo intentaron con Vicen te. Después de unos años ded icados a su formac ión eclesiást ica en Orihuela y a bata l la r a favo r de los car listas, especia lmente en e l Maestrazgo, pasó los Pirineos y se asentó en la ciudad de Montpellier. FACULTÉ Dll MilDECINll Dll PAIJS. N· 3. TffESE l’O UI LE DOCTOllAT EN .lliEDECINE , Pn!.w ,téc et so utc,w c le H Jaiwic r 1~ ’10, ’ nr Vll’óCEN T-FnAl’i(,:0 1S -XA VIF.n Vl-:lll) U, 11 .. i.,11.,, , .. 1,., .. . 11, .,~,. ,.,,,....,.,1 .. , ,1, !• 5,.,u,, J, llt,l,do, ti~-r:~¡,.,~; , f,. ,;,,., ~- M•••r•II•’· ,.,:, . t~lr••r.’•• ’’’’’ ~ .. 1,ir1,,.,, ~. ’’’º ,111, .,~, .,., ~. r.,;, ESSA I SUll LES ACCO!JCl!Il!!ENTS DJFFICILllS l’ , CAUSE Dil 1.’ENl’AN T; rnici:o~ Oí. 0Ut l,Qi:t$ P.Ül.tx lOSS ~Uft l.’1l1 lr(lftl~~cr ~e 1.’ An T or.s lCCOUCl l[)![~l-’- s. .. · ...... ,. ... ~’’’’•’’’’’’’’ ’ !. e C.o.m liil n1 rC¡mntlr ,i au x 11m •1 1ions ’JIIÍ Jui Acror ínitca inr le s ,! h·rr1u 1 •~rJt. ,j.:,’ · . : :··· ;~; :;: ··· t1i~ 1 III GNOUX , IMT’íllMl mll Dli f,A f ,ClJLT É DE M8D ECIN I, rucM0 111icu r-lc- l’riuec ,20f i,. 1 8 ,i(i 1ur..-1w111. Portada de la tesis doctoral defendida por Vicente Verdú Beltrá en la Universidad de París. 1846. Inició sus estudios de medicina en la universidad de dicha ciudad, y después de obtener el grado de bachiller en ciencias físicas pasó a la de París, donde concluyó sus estudios de medicina y cirugía, recibiendo el título de doctor en 1846. Ejerció la ciru gía en Montpellier y París, y la medicina en Orleans y Burdeos. Posteriormente, por problemas de salud, se instaló en la ciudad de San Juan de Luz. Sin embargo, lo más importante y destacado de su figura fueron sus aporta ciones científicas con la publicación de diversos tratados y diccionarios. Su tesis doc toral Essai sur les accouchements difficiles par cause de /’enfant, defendida en 1846, estableció algunas reflexiones extraordinarias sobre la importancia del arte de los par tos. A este tratado le siguieron otros sobre la primera dentición de los niños publica do en 1848 en Burdeos; sobre el mejor remedio contra la sífilis (1846 ), publicado en París; sobre la calentura considerada como causa y como efecto de las enfermedades graves, publicado en 1853 en Burdeos; sobre el mejor tratamiento para las úlceras rebeldes (París, 1856) y un manual del oculista (París ). Román Payá y la homeopatía La homeopatía es un método terapéutico que se basa en administrar a los pacientes pequeñas dosis de sustancias medicamentosas con el objetivo de ayudar a la curación de algunas enfermedades. Aunque estas técnicas ya se usaban desde los tiempos de Hipócrates, fue en el siglo XVIII, a través de Samuel Hahnemann, cuando se estableció la forma de administrar los medicamentos . La homeopatía es una herra mienta terapéutica que puede ser útil en el tratamiento de cefaleas, migrañas, gastri tis, diarreas, hipertensión arterial, trastornos ginecológicos, ansiedad, estrés, cansan cio, cistitis y un largo etcétera, aunque los beneficios que se le atribuyen siguen sien do controvertidos. Las primeras referencias sobre este tipo de prácl icas en Petrer datan de la segunda mitad del siglo X IX , al igual que en otros municipios valencianos. E n este contexto nos situamos en la emblemática p lac;a de Dalt, conocida a fina l es del X IX como plaza de Salamanca, centro vit a l de un Petrer agríco la y alfarero. E ntre los comercios que se ubican en este singular enclave y que aparecen en e l Libro de matrícula industrial y de comercio de Petrel de los años 1867 a l 1870 destacan los sigu ien tes: una abacería (tienda donde se expenden aceites, legumbres , bacalao .. ), p rop iedad de la v iud a de Tr initario Poveda, la tienda de comestib les de Joaquín Reig y Maest re, el horno de pan de Teresa Poveda Beltrá, la tienda de sedas, cintas y guir naldas de Doroteo Payá y Ramír ez e incluso una fábrica de harinas de Is id oro Ve rdú y Rico (Fer rer García, 1997 ). Precisamente uno de estos comerc iantes, el dueño de la tienda de sedas, cintas y guirnaldas, fue un personaje singular. Doroteo Payá y Ramí rez, nacido en 1829, cu l tivado fi lántropo, ocupó diversos cargos municipales llegando a fundar, en 1882, la logia masónica ’Consuelo’, a la que parece ser acudían, tal como ap unta S. Pavía ( 19 93) en su libro Petrer, los años decisivos.· 1923 -1939, los más destacados masones alicantinos para celebrar sus reuniones provinciales. Algunos de sus hijos cont inuarían la tradición mercantil: Román Payá Soria he re daría la tienda de su padre en el nº 5 de la plaza, tal como nos muestra el Libro de matrícula industrial y de comercio de 1893, donde además de tejidos se vendía Pla~a de Dalt, centro neurálgico de la población en el siglo XIX . ’paquetería, frutos coloniales, objetos de escritorio, sombreros, escopetas, pistolas y revó lwers’ según reza el anuncio insertado en la Guía General de las provincias de Alicante y Murcia del año 1887. Además el mismo Román expendía productos ho meopáticos que le proporcionaban los doctores Ausó y Falcó, médicos homeópatas de Alicante. Tenía su tienda en lo que en la actualidad es la casa del Sevilet. Era una época en que estaba en pleno auge e l naturismo y los productos homeopáticos goza ban de gran aceptación. Román fue seguidor de las corrientes teosóficas y espiritistas muy en boga en el siglo XIX y comienzos del XX. El espiritismo de entonces tenía un matiz filosófico y benefactor (González Jover, 1993 ). De la misma forma, otro de los hijos de Doroteo Payá y Ramírez, Doroteo Payá Soria, tuvo una abacer ía en la misma plaza, el actual nº 15, precisamente en la vivien da familiar. En el desván de esta viv ienda había varios telares manuales en los que los hermanos Payá hacían medias para su venta. La primera referencia a la venta de medicamentos homeopáticos en Petrer nos viene por tanto de Román Payá Soria, Noé. Román nació en Petrer en 1853 y, al igual que su padre José Doroteo Payá Ramírez (Pe/ayo) (1829 -1903), propietario y próspe ro comerciante, eran miembros en 1882 de la logia Consuelo, ocupando este ú ltimo el cargo de venerable. Formaron parte de esta asociación masónica nueve miembros, todos de la villa excepto el médico-cirujano Luis Gonzaga que era natural de Valencia y ocupaba el cargo de segundo vigilante de la logia y el come rciante Francisco Ponti (Car/o-Magno), orador de la asociación masónica que había nacido en Barcelona. Los Román Payá Soria expedía homeopatía en su comercio. José Dorot eo Payá Ramírez (1892-1903). otros componentes, hermanos, de la logia petrerense eran: José M. Poveda V idal (Murillo), médico sang rador y limosnero en la logia; Manuel Castillo Pérez (Demóste nes), propietario y secretario de la logia; Doroteo Payá Soria (Sócrates), comerciante y guarda T. de la logia; Joaquín Verdú Poveda (Cid), panadero y tesorero de la logia, y Francisco Beltrán Rodríguez (Asdrúban, ve terinario y secretario adjunto de la sociedad masónica (Rico Navarro , 1999 ). Curiosamente muchos de los miembros de esta asociación estaban íntimamente l igados a la medicina: dos médico s, un veterinario y un expendedor de medicamentos homeopáticos. El veterinario era Francisco Beltrán Rodríguez, quien elaboró en 1886 el reglamento del matadero público de la villa. Los miembros de la logia José Po veda y Doroteo Payá también formaron parte de la Junta Mun icipa l de Sanidad. Se da la circunstancia de que José Doroteo Payá Ramírez y su hijo Román Payá Soria habían pertenecido en 1881 a la Logia Amor nº 126 de Vi llena. Tomaron los mis mos nombres que un año después utilizarían cuando José Doroteo Payá fundó en P etrer la logia Consuelo, Pelayo y Noé respectivamente. Fue este último el que creó la primera banda de música de Petrer, entre los años 1860-70, pagándoles los instru mentos y formándola en su integridad (Rico Navarro, 2006 36 -37 ) A través del Diario de gastos de 1893 -1894 (AMP, L. 8/1) tenemos noticia de que el 24 de mayo de 1894 se le pagaron 25 ptas. a Galo Medina, farmacéutico, ’por el importe de una onza de estricnina confeccionada en morcillas para la matanza de anima les dañ inos’. Las enfermedades infecciosas Durante el siglo XIX fueron varias l as enfermedades infecciosas que se exten dieron por las tierras valencianas. Entre ellas, de las que tenemos constancia docu mental en Petrer por su incidencia social fueron la fiebre amarilla, la viruela y el cólera. La fiebre amarilla y la viruela La fiebre amarilla no fue una enfermedad muy habitual en tierras valenci anas, ya que se trata de una enfermedad tropical cuya única vía de extensión era a través del comercio marítimo. Como su nombre indica es una enfermedad febril, causada por un virus trasmitido a los seres humanos por ciertas especies de mosquitos, princi palmente por el Aedes aegypti. Esta enfermedad, que puede llegar a ser mortal, tar da de 3 a 6 días en aparecer después de infectarse, manifestándose a través de fie bre alta, dolores de cabeza, espalda, piernas, enrojecimiento de la lengua, palidez y, poste riormente, hemorragia s, vómitos, ictericia y, en los casos graves, hipo, deposi ciones negras y vómitos de sangre . En la actualidad es una enfermedad endém ica en algunas países africanos y sudamericanos, pero durante el siglo XIX causó alarmas sociales en varias ocasiones entre la población española. E n el caso de Petrer, conocemos un expediente de la Junt a Municipal de Sani dad del año 1819 acerca de un brote de fiebre amarilla cuyo origen lo situaban en la ciudad de San Fernando en Cádiz. La junta lo cal, ante una posible extensión del brote febril, estableció una serie de medidas entre las que se encontraban ’que todos los vecinos tengan las ca lles limpias con el mayor aseo, sin arrojar a ellas aguas sucias ni otras cosas que causen mal o lor, barriéndolas y rociándolas con agua clara diariamente, bajo multa de cuatro reales de vellón ap licados en e l modo propio .. . que ninguna persona ensucie las calles, plazas ni entradas y salidas de esta villa bajo multa de diez sueldos, y si fueren muchachos desde la edad de dos años hasta diez, de cuatro reales de vellón, que pagarán sus padres ... Que todos los vecinos que ten gan basura o estiércol a las inmediacione s de esta villa, lo saquen y trasladen a dis tancia de ella de ciento y cincuenta pasos de distancia’ (Rico Navarro, 2002a: 26; Serrano y Martínez, 2002). La situación se agravó poco tiempo después y en la reunión del 1 5 de octubre de ese mismo año se ordenó a los vecinos de Petrer que ’no admitan a ningún foras tero en sus casas’, avisando también a los que viven en las casas de campo disemi nadas por Petrer, y sobre todo, advirt iendo de la ob ligación de tapiar los boquetes de esta villa, dejando abiertos la entrada del camino de Elda y de Novelda, y la salida de la calle la Vi rgen, en donde se pondrían guardias para cuidar y controlar a todas las personas que se presenten en la villa , vedando la ent rada a todas las personas que no t raigan pasaporte como los pases y la boleta de sanidad (Rico Navarro, 2002a: 26; Serrano y Martínez, 2002). L a virue la, por su parte, erradicada actualmente, era una de las enfermedades más temidas, ya que de forma habitual solía reproducirse adquiriendo el grado de pla ga. La lepra o la peste, a pesar de su gravedad, aparecían en la zona una o dos veces cada 50 o 60 años, mientras que la viruela estaba presente con asiduidad . De este modo, hasta el siglo XIX, la viruela f ue muy tem ida y una de la enfermedades que más estragos causó en tre la población. P or ello, una actuación rápida ante cualquieí caso que se puede dar y la toma urgente de medidas higiénicas y sanitarias por parte de toda la población era norma habitual regist rada amp liamente en los expedien tes de la Junta Municipal de San idad. Así podemos refer irnos a l caso de vir ue la detectado e n una n iña por e l méd ico V ic en te Poveda, ya expuesto con anterioridad, o la importante extensión de viruela que aso ló en 187 1 a Elda y de la que se hizo eco el diar io El Constitucional, especialmen te en re lación con el abogado petrerense Miguel Amat Maestre, qu ien encabezó una colecta para soco rrer a los afectados (Pavía Pavía, 1986: 37). A l año sig ui ente, en e l d ia ri o prog res ista de mocrático a lica ntino La Tertulia d e 27 de noviemb re de 1872, apa rece una noticia referente a ’una epidemia de virue las, aunque se presenta con carác te r benigno ’. Según el corresponsal, la Junta de Sanidad ya había tomado las medidas oportunas para atajar la enfermedad (Nava r ro Díaz, e. p.) En cua lquier caso, las medidas adoptadas por la Junta Mun icipa l de Sanidad no eran diferentes de las propuestas para otro tipo de enfermedades, a saber: ais la m iento para los inf ectados, lavado de ropas de los enfermos en las balsas de despe r d icios, desinfecciones y, especialmente, la vacunación, ya que desde 1798 Edward Jen ner practicó co n éx ito su apl icac ió n en pequeñas dosis ind ivid uales. El cólera morbo El có lera, que h izo su aparic ión en Europa a pa rtir de 1830, tuvo una gran inci dencia sobre la masa de población y sembró el terror a su paso por nuestras tierras . Fu ero n espec ia lme nte s ign ificat ivas las ep idem ias colé ricas de 1834, 18 54, 18 55 , 1 884, 1885 y 1887. Es una enfermedad producida por una bacteria -Vibrio cholerae Y la principa l forma de contagio es a través del agua y de los a limen tos contaminados. Ante ta l situación en todos los mun ic ipios se tuvieron que poner en marcha comp lejos mecanismos de prevención y cont ro l de epidemias. Un buen ejemp lo fue l o ocu rrido durante los bro tes co lér icos de 1865 y 188 5 en Petrer. E n la primera m itad de l siglo XIX e l crecimiento demográfico se ra lentizó a cau sa de la alta mortalidad de todo tipo de epidem ias como la virue la y la f iebre amari- Agente infeccioso del cólera. lla, a las que vend ría a añadirse la pesadilla del cólera, de modo que en 1860 serían unos 2.911 los vecinos de Petrer, según datos obtenidos del primer nomenclátor ofi cial de España, que señalaba para nuestra vill a 558 viviendas habitadas de manera constante, 14 habitadas temporalmente y 29 deshabitadas. Pero en la segunda mitad de la centuria el aumento de población se disparó debido a la prosperidad económi ca de todo el valle del Vinal opó, ligada a la producción y exportación de vinos, tanto que en 1900 se alcanzarían los 3.928 habitantes (Rico Navarro, 2002a). No obstante, la incidencia del cólera morbo en Petrer no es fácil de evaluar ya que en 1865 aún no se había implantado el registro civil y el libro de defunciones parroquial que comprende este año se quemó, junto con otros muchos, durante el incendio en 1936 de la iglesia de San Bartolomé. En cambio, disponemos de estu dios estadísticos relativos a la epidem ia que afectó a la población en 1885, que fue quizás el último brote de cólera que afectó a toda la península, dándose un núme ro importante de defunciones. A pesar de ello, a través del Archivo Municipal de Petrer podemos conocer aspectos relativos a la sanidad municipal, así como otros referentes a los acuerdos, normativas y reso luciones de la Junta Municipal de Sani dad, máximo órgano de decisión en esta materia, que se encargaba de velar por la salud de la villa. El brote de cólera de 1865 En 1855, tras apagarse los últimos focos del cólera de ese año, se publicó la primera ley de sanidad, que estuvo vigente hasta 1904, y que tomaba duras medi das sanitarias. En las zonas costeras y portuarias se impusieron férreas medidas de control para evitar el contagio exterior. También se ev itaba la propagación de la epidemia vía terrestre mediante el establecimiento de lazaretos de observación de posibles enfermos, aislamiento de focos infectados, creación de cordones sanita rios, control de los movimientos, tanto de personas, como de mercancías e, inclu so, el corte de las comunicaciones. La ley prohibía el sistema de cuarentenas, por l os muchos abusos y el caos que se produjeron en el país en la epidem ia de 1855, tratando de evitar que los municipios tomaran medidas por su cuenta. Pero como podremos observar en el caso de Petrer, no se cump lían sus disposiciones y cuan do se declaraba el brote se producía una desbandada de la población, empezan do por las autoridades, por lo que las localidades próximas se acordonaban para evitar el contagio. La citada ley implan tó las juntas de sanidad, tanto provinciales como locales. En algunos lugares también se creó una policía urbana que hacía cumplir una ser ie de medidas higiénicas, como el control de las aguas sucias o estancadas, la lim pieza y el rociado de las calles, la recogida de las basuras, la ventilación de los luga res públicos, la adecuación de los cementerios y la vigilancia de los puestos del mer cado, todo ello bajo la supervisión de la Junta de Sanidad (Blanco et a!íí, 1999; Rico y Martínez, 2003). En 1865, en Petrer esta junta estaba compuesta por Manuel Castillo y Rico, alcalde y presidente, Manuel Miralles, cura de la parroquia, Luis Cavero, médico ciru jano titular, Vicente Sempere, Juan Rico Díaz y Bonifacio Bernabeu. Según el padrón de habitantes de 1889 (AM P, Li bro 27/2), e l médico-c irujano Luis G. Cavero Ballester había nacido en Valencia el 2 1 de j unio de 1839, estaba casado con la petrerina Jose fina Castillo Amat y tenían su domici lio en la ca lle Hoyos, n º 6, actual calle Pedro Requena. En 1889 llevaba residiendo en Petrer 23 años. Según el acta del día 13 de septiembre de 1865, sus componentes se reunieron ’con el objeto de tomar aquellas disposic iones higiénicas y necesarias que corres pondan para evitar las funestas consecuenc ias que puedan o riginarse en el caso de ser invadida esta población de l có lera morbo’. Se resolvió, primeramente, que se ampliase la referida junta de sanidad a las personas siguientes : Bartolomé Payá Cor tés, segundo teniente de alca lde, Bartolomé Mira, concejal, José Pérez López, notario y propietar io, y Vicente Lloret Gomis, veter inario inspector de carnes. En segundo lugar, que habiéndose hecho presente por los miembros de la jun ta que, ante todo, era prec iso proveerse de recursos para que ’en e l desgrac iado caso de sufrir e l azote de la referida enfermedad, no queden desatendidas la asistencia de los enfermos pobres y los alimentos de los braceros de la vil la’, el presidente dispuso que se pus iese en conocim iento del gobernador de la provincia que no habiendo otro medio para proporcionar dichos recursos se hiciese un reparto o dividendo entre los mayores propietarios. Se acordó que contribuyesen a prorrateo en el dividendo o reparto aquellas personas que pagasen una cuota anual superior a 1 5 escudos. Este reparto no podría exceder de la octava parte que por dicha contribución y recargos pagaba anualmente cada uno de los contribuyentes referidos. El producto del men c ionado repa rto sería cobrado y depositado en persona de garantía, y en el caso de que no hub iese contagio se devo lver ía a cada uno su parte cor respondiente después de deducidos los insignificantes gastos inve rtidos ’en el pago de medicinas prepara das a l efecto con antic ipación’. También se aprobó que se pub licase un bando en e l que se prohib iera la extrac ción de materias co rruptib les, letrinas, que no se removiesen las cuadras o corrales, dictando todas las disposiciones higiénicas necesarias ’a fin de evitar la putrefacción que tan perjudicia l es para la salud’. E l notario y propietar io José Pérez López, que fue nombrado vocal para amp liar l a Junta de Sanidad, manifestó que su cualidad de único notario de la villa le impe día ’aceptar como deseaba el susodicho cargo de vocal por no verse expuesto a abandonar y postergar las obligaciones tan sagradas y precisas que lleva consigo su profesión’. Al día siguiente, 14 de septiembre, el alcalde, Manuel Castil lo Rico, expuso que era prec iso e ind ispensable que se nombrase una comisión de la junta para que diariamente se constituyese, con el fin de ’evitar y d is ipar toda c lase de cor rupc ión y malos olores en las plazas y calles de la pob lación’, a conservar ’e l aseo y curio s idad correspondiente en e l interior de las casas, ret irando al propio tiempo todos los artícu los comestib les que no estuvieran en buen estado y practicando también visitas domic iliarias a todos los enfermos para hacer constar s i se hallaban en esta do de indigencia y faltos de recu rsos, proporcionándo les los que fueran necesa rios’. Los m iembros de la junta acordaron nombrar como miembros de dicha comi sión a V icente Sempere, Vicente Lloret y Bartolomé Payá Mira, ’qu ienes hallándo Expediente de los fondos económicos recolectados por el vicario D. Pablo Vidal para hacer frente a la epidemia de cólera morbo. Año 1865. se presentes aceptaron dicho cargo, prometiendo desempeñarlo con toda integri dad y exactitud, procurando hacer los mayores sacrificios en beneficio de la salud de este vecindario’. Posteriormente, en la sesión celebrada el 26 de octubre del mismo año, reuni dos los componentes de la Junta de Sanidad, el presidente manifestó que era preciso e indispensable nombrar algunas personas ’para la asistencia de los enfermos del cólera morbo en el caso de agravarse las circunstancias tan tristes que envolvían al municipio de Petrel en esos momentos’ . También se decidió contratar dos hombres para que condujesen los cadáveres al cementerio y los enterrasen. Se acordó nombrar a Catalina Juan y Antonia Micó, enfermeras, para la asistencia de todas aquellas per sonas que fueran ’invadidas por la enfermedad reinante’, con la retribución de 6 rea les diarios cada una. Éstas se tenían que poner de acuerdo con el facultativo a fin de que les indicase los enfermos que se encontraban atacados, debiendo personarse inmediatamente en la casa de dichos afectados para prestarles toda la asistencia que necesitasen. Asimismo nombraron enterrador a Juan García, sereno, y a su hijo Juan García y Ródenas, ’con la condición y obligación de conducir todos los cadáveres al cementerio y darles sepultura con todo el aseo y curiosidad posible, con la contribu ción a Juan hijo de 6 reales diarios, pagados desde el día 24 del presente mes, y a Juan García padre se le abonarán por cada cadáver que conduzca al cementerio y entierre, hasta la edad de seis años 8 reales, y pasando de dicha edad 20 reales por cada cadáver; y el día que haya una o más defunciones y entierros se le abonarán 6 reales, además de los 20 que tiene consignados por cada cadáver’. Tanto las enfer meras como los enterradores aceptaron dichos cargos, comp romet iéndose a desem peñarlos con todo esmero y puntualidad. El día 4 de noviembre el presidente de dicha junta expuso que en razón de haberse mejorado las circunstancias san itar ias que aflig ían a esta poblac ión y no haber sido invadida pe rsona alguna hace d iez días, es de esperar q ue la enfermedad r einante haya desapa recido por comp leto, por lo que se decidió suspender los sa la ri os acordados en la sesión anter ior, a parti r de l día de la celeb ración de esta junta, ag radeciendo a todos los colaboradores su disposic ión a la hora de prestar es tos ser vicios tan humanita rios. Una vez contro lada la ep idemia, e l 20 de noviembre, e l v icario de Pet rer Pab lo Vida l presentó ante la Junta de Sanidad la cuenta de los fondos ing resados en su poder para soco rrer las necesidades del brote de có le ra. Estas donaciones fueron ofrec idas po r varios vec inos para a tender los gastos y necesidades que ocurr ieron po r causa de l có le ra morbo asiát ico detallando el impo rte total de las o fe rt as, la cant idad recaudada por e l re ferido concepto, la gastada e inver tida y la que adeu daban quienes no habían depositado lo prometido. La suma ofrecida por los veci n os ascendió a 6.203 rea les (AM P, L- 41 ). El desg lose de las cant ida des gastadas fue a las dos en fermeras, por el importe de d iez die tas a razón de 6 rea les diarios a cada una, 120 rea les; 1 16 fueron ent regados a l carp intero po r el va lor de la parihue la q ue construyó pa ra conduci r los cadáveres al cemen ter io; 106 a Juan García, ente r rador, y a s u hijo Jua n, ayudante ’y son 34 rea les el p rimero por un cuerpo mayor y un pá rvu lo que ha enterra do y 72 reales al segundo, por doce d ietas a razón de 6 reales cada una según conven io con la Junta de Sanidad’; 100 rea les a Doroteo Payá e n pago de los medicamentos que tra10 de A licante para atender a los enfer mos; 40 al a lguaci l como g ratif icación por habe r hec ho var ias citacio nes para las juntas que se celeb raron, bandos y otros traba jos. Se produ jo una baja de 2.630 reales que no ingresaron en deposita ría personas que ten ían ofrec idas cantidades pa ra soco rrer las necesidades de l có lera. De las cant idades expresadas resultó un sa ldo de 3.091 reales. A continuac ión figura la lista nomina l de los cont ribuyen tes que cos tearon los gastos y, como es lógico pensar, entre las mismas se encontrarían los mayo res contribuyentes de la vil la. Las cantidades más sig nificativas las aporta ron el cura Manuel Miralles, Manue l Casti llo y R ico, Francisco Manuel Ve rdú, Ba r to lomé Payá Cortés, Vicente Maestre M ira lles, Luciano Pérez, Ramón Maestre, José R ico Amat y Baltasar Maestre. Todos e llos donaron cant idades que osci la ron entre los 200 y 400 reales. En tre los donativos destacan los 100 reales que donó el abo gado, po lít ico, pe riodis ta, literato y petrerense de adopción Miguel Amat Maest re (Valencia, 1837-Petrer, 1895), que sufr ió en sus propias carnes la terr ib le enfe rme da d. En 1859, Amat, doctorado en De recho, poeta inic iado y orador destacado, e ra toda u na promesa que a mbic ionaba un futuro como po lít ico, lite rato y abogado de re nomb re en la co rte. Un año más tarde se d iluirían todas sus espe ranzas cuando la epidemia de có lera que sufrió Valencia se cebó en su fam ili a. Murió su hermano José y e l joven Miguel quedó muy debilitado. Desde entonces su sa lud mental se vio mermada en varias ocasiones (Rico y Martínez, 2003) La epidemia de cólera de 1885 El brote desatado el verano de 1885 alcanzó el grado de pandemia, afectando a todo el país. En el ámbito español produjo 120.254 defunciones de un total de 340.000 afectados, produciendo la máxima tasa de mortalidad de la segunda mitad del siglo, así como el único momento de crecimiento vegetativo negativo de dicho periodo. La mortalidad específica por el cólera fue, a escala nacional, del 6,96 por mil habitantes, llegando casi a duplicarse en la provincia de Alicante, uno de los puntos más afectados, con un 13, 19 por mil (Nada 1, 1976) En Petrer, según los datos del registro civil recogidos en un estudio por el pro fesor Jacob Botella Varó (1986: 9-11 ), la epidemia hizo su aparición el día 29 de julio -fecha en la que se firmó la primera certificación de defunción en la que figura como causa de la misma el cólera morbo, siendo el afectado Mariano Pérez López, de 64 años- y tuvo una duración de un mes, desde el 29 de julio hasta el 29 de agosto, falle ciendo un total de 52 personas, entre ellas 15 niños. Pero es muy posible que hubie ra casos en los que, pese a que no se admitieran como debidos al cólera, lo fueran en realidad. Es difícil de creer que de las 44 defunciones de julio de ese año únicamente 9 fueran las debidas al cólera; además, en el citado mes hay un gran número de óbi tos debidos a enfermedades como diarreas, gastroenteritis, colitis, que hacen pensar que no fueron tales, sino cólera; y que el registro civil comenzara a inscribir la causa verdadera sólo cuando tuvo la certeza de que la epidemia era ya un hecho cierto. En toda la provincia hubo 5.645 fallecidos oficialmente, aunque extraoficialmente se considera que la cifra pudo alcanzar los 8.315. Ésta fue la última gran epidemia de cólera que afectó a nuestro municipio, pero también fue una de las más graves. El 6 de mayo de 1885 el alcalde, Luciano Maestre Pérez, elevó al gobernador civil de la provincia la relación de las personas que habían de formar parte de la Junta Municipal de Sanidad para el bienio 18851887. Dicha junta estaba compuesta por el alcalde, el médico cirujano y el veteri nario, además de tres vecinos vocales y tres suplentes. El médico en esos momen tos era Luis Cavero Ballester, miembro destacado del partido liberal local y el vete rinario Francisco Beltrán. La junta tomó posesión el 1 de julio de 1885 en la sala capitular del Ayuntamiento y la primera reunión se celebró dos días después, acor dándose que para cumplir con exactitud las medidas sanitarias que se adoptasen era preciso ampliar dicha junta con aquellas personas que por su formación pudie sen aportar ideas. Así pues, se amplió con ocho miembros más, entre los que se encontraba el médico cirujano V icente Poveda Payá, el cura Francisco de Paula Ber nal, el maestro de instrucción primaria Mariano Campillo, el industrial Quintín San Bartolomé, el juez municipal suplente José M.ª Poveda Vidal y tres propietarios. En esta reunión algunos miembros de la junta manifestaron ’que habiéndose presen tado en los pueblos de Novelda, Villena, Sax y Elda algunos casos sospechosos que han producido algunas defunciones, se estaba en el caso de adoptar aquellas medi das conducentes a fin de que no se propagase el mal a esta población’. Discutida detenidamente esta propuesta se acordó que tan pronto se declarase oficialmente el cólera en alguna de dichas poblaciones ’se acordone formalmente este pueblo a fin de evitar todo contagio’. Botella Varó ( 1986) apunta que tras las elecciones celebradas semanas antes, el día 1 de julio se constituyó la nueva corporación municipal y se acordó la celeb ración de reuniones ordinarias una vez a la semana, recayendo ese día en los d omingos. En el acta levantada el día 5 se confirmaron ciertos cargos y se concedió permiso al alcal de, Luciano Maestre Pérez, para poder marcharse por motivos de salud durante tres meses, nombrándose alcalde accidental a Melchor García Maestre. Las sesiones pos teriores no se celebraron ’por no tener asuntos que tratar en atención a estar ocu pados sus individuos en cuestiones sanitarias’. Según se desprende de esto, ya había una alarma general en la villa por alguna cuestión que afectaba a la salud de todo el municipio. En cambio, se siguieron celebrando casi a diario las sesiones de la Junta Loca l de Sanidad. En la reunión de 5 de julio los miembros de la junta manifestaron que, dado el estado de salud poco satisfactorio de los pueblos de Sax y E Ida, ’en donde corren algunas incubaciones coléricas’, se tomarán medidas para librar la población del contagio, adoptándose los siguientes acuerdos prohibir la entrada de personas, ropas y otros efectos procedentes de los pueblos de Sax y Eld a, así como de Villena y No velda, en donde también existen enfermedades contagiosas, redoblando la vigi lancia para llevar a efecto con toda puntual idad esta disposición; nombrar dos vigi lantes más, aparte de los ya existentes, uno diurno y otro nocturno, con su corres pondiente retribución, para que realizasen frecuentes visitas a los guardias y les auxi lien en cuanto fuera necesario. También se designaron tres enterradores, con una retribu ción diaria de 2 reales y si se iniciase la epidemia serían retribuidos con 5 ptas. diarias cada uno. Según el Libro de correspondencia oficial relativo a ese periodo, cuyos datos recoge Botel la Varó (1986), el día 7 de ju lio el Ayuntamiento comunicó al alca lde de l a partida de Santa Bárbar a ’no admitir persona alguna ni ninguna clase de comesti bles y géneros contumaces procedentes de la villa de E Ida ’. Ha y que hacer notar que dos días antes se había producido en la vecina localidad un muerto que fue inscrito como tal a causa de enfermedad sospechosa. E l día 8, debido a la gravedad de la situación en los pueb los circundantes, la Junta Local de Sanidad volvió a reunirse y aprobó, en primer lugar, debido a que en el hospital de distrito no había pacientes afectados, autorizar al médico Vicente Pove da para que practicase la visita diaria a dicho hospital para visitar a los enfermos que tenía a su cargo en e l mismo. En segundo lugar, habiendo noticias de que en Capra l a, distante hora y media aproximadamente de esta población, se habían dado algu nos casos sospechosos, prevenir desde ese momento la entrada de personas, ropas y otros efectos procedentes de dicha partida rural, provisionalmente, hasta conocer más datos sobre este asunto. Al día siguiente, 9 de ju lio, se adoptaron nuevos acuerdos para evitar la inva sión del cólera como mantener la limpieza de la población y el matadero, nombran do para que hicieran cumplir esta disposición a dos integrantes de la junta, amplian do su extensión a inspe ccionar detenidamente los comestibles, frutos y demás que se ve ndieran en las plazas y casas públicas. Para vigi lar el acordonam iento de la villa y el l azareto se eligió a tres miembros de dicha Junta para que adoptaran las medidas necesarias. Otros tres integrantes de la misma fueron designados para visitar las cas as públicas de ventas y ex aminar si existía bastante comestible para el surtido de la población, comprobando que los vinos, géneros y licores que se vendían fueran de buena calidad y retirando los que no lo fueran. Las reuniones de la Junta Local se hicieron diarias debido a la gravedad de la situación. El 1 O de julio se tomaron diversos acuerdos referidos a la higiene y salud pública, entre los que se hallaban suministrar 1 peseta diaria a María Beltrá y a sus dos nietos que se encontraban sin recurso alguno; comunicar a todos los alcaldes de las partidas rurales de este término las instrucciones y medidas que debían adoptar referentes al estado sanitario de su part ido; no admitir enfermo alguno en la pobla ción que procediera del campo, sujetándolo a un riguroso aislamiento de cinco días; que ’debiendo entregar la llave de la casita denominada de Martí, el domingo próxi mo, su dueño José Planelles se hace constar que dicho Planelles queda contratado por la Junta con la retribución de 1,50 ptas. diarias’. Dos días más tarde, se le envió al alcalde del Palomaret la siguiente comunica ción: ’Inmediatamente reciba la presente, hace que desalojen la casa en la que murió Antonio Payá, quemándole todas las ropas que us ó, tanto camas como demás efec tos que hayan servido en su enfermedad, fumigando las habitaciones y cerrando la puerta por espacio de 15 d ías ’. El 13 de julio se decidió suministrar 1 peseta diaria a Casimira Sempere, viuda pobre sin recurso alguno, para proporcionarle sus al imento s y los de sus dos hijos y su nieto. En el caso de ocurrir alguna defunción producida por la enfermedad rei nante, la familia del finado y demás sirvientes se trasladarían al lazareto siempre y cuando su casa no reuniera las circunstancias necesarias de capacidad y ventilación, pero en el caso de que sí lo hiciera, la familia podría continuar en ella conservando los días de aislamiento que determinase la junta, siendo vigilada competentemente para que nadie saliera o entrara en la vivienda. Se celebró una se sión dos días más tarde, en la que se decidió ampliar la junta a dos miembros más para poder hacer frente a las cir cunstancias penosas por las que atra vesaba el pueblo, a sí como abonar a Concepción Brot ons la cantidad de 25 ptas. ’ por la ropa que se le quemó al fallecimiento de su hija por creer con fundamento que pudiera producir algún contagio de desagradable s consecuencias’. Al día siguiente, 16 de julio, se reunió de nuevo la Junta Local de Sanidad con el objeto de ’acordar todo aquello que corresponda para precaver la invasión de enfermedad contagiosa en esta población y atender también el socorro de algunas familias pobres’. Se decretó que se ayudara con 50 céntimos diarios a dos pobres viu das. Y que en el caso de que, de repente, apareciera alguna persona procedente de pueblos infectados no se la admitiera en la población ni tampoco en el lazareto, debi do a la poca capac idad de é ste y por encontrarse en él mucho s vecinos de este pue blo. Algunos vocales de la junta manifestaron haber obser vado con disgusto que los facultati vos Vicente Po veda Payá y Luis Cavero Ballester no asistían a las sesiones que celebraba la Junta de Sanidad, siendo este último vocal nato y médico cirujano titular de la villa, por lo que era preciso que acudiesen a las reuniones para que ’con su cien cia y conocida ilustración cooperen en los trabajos que la misma tiene a su cargo’, citándolos a la convocatoria de la próxima junta que se celebraría el día siguiente, comunicándoles la obligación de asistir y dictar las medidas procedentes para conser var el estado sanitario de esta población. Ese mismo día, y a pesar de la situación por la que atravesaba el pueblo, el Ayuntamiento de Petrer envió, según consta en el Libro de correspondencia oficial, la sigu ie nt e nota al gobierno civ il de Alicante: ’La sal ud en esta villa sigue sin novedad, sin haber enfermedades sospechosas ni contagiosas’. Evidentemente, esta contradic ción supone una mentira por parte de las autoridades locales, que quieren evitar la a larma vecinal y el ais lamiento de la cuarentena. Muchos, como el alc alde, acabarán escapando antes de que se cerraran las puertas y comenzara la pesadilla. En la sesión del 17 de ju lio, bajo la presidencia del alcalde acc idental Me lchor García Maestre, se acordó que los facu ltativos Luis Cavero y Vicente Poveda se encargaran de visitar el lazareto alternativamente, desempeñando e l cargo cada uno 1 5 días, comenzando desde esa misma mañana Lu is Cavero hasta último de mes y desde el primero de agosto prestaría el servicio Vicente Poveda y así sucesi vamen te hasta que terminase la i nfección. Los referidos facultativos no considera ron que hubiese que llamarles la atención por causa de no asistir a alguna de las sesiones de la junta en razón a que ’acordados todos los medios preservativos para l a sa lud púb lica en sesiones anteriores y hallándose este pueblo en buen estado de salud no han creído esencial su asistencia’. La junta quedó satisfecha por lo expues to por los facu ltat ivos. T ambién se acordó ’declarar suc ias las procedencias de la partida de La Ped re ra y punto denominado El Poblet’, así como que se pusiera en conocimiento del pre sidente de la Diputación Pro vincial de Alicante que, debido a que en el hospital pro vi ncial del distrito de Elda habían ocurrido algunas defunciones del cólera , y residien do el médico de dicho establecimiento Vicente Poveda en Petrer, se le autorizara a no rea lizar las visitas a dicho hospital, ya que este facultativo prestaba un servicio impor tante a l pueb lo de Petrer y se encontraba algo indispuesto. En la junta del 20 de julio se manifestó que a Matías Bernabé, habitante en El Poblet de la Pedrera, se le había comun icado que, con motivo de haberse presentado en su hogar un caso que inducía sospechas deseaba aislarse en la cas ita denominada ’ la señora Tonica’ que se hallaba muy distante de su morada, partida del Cochinet. La junta accedió a los deseos del expresado Matías Bernabé y acordó que se lleva ra a efecto e l ais lamien to que él mismo solicitaba por término de seis días, poniéndo le dos vigi lantes para que prohibiesen las entradas y salidas durante dicho periodo, que satis faría o pagaría de su propio peculio. El 23 de jul io los miembros de la Junta Municipal de Sanidad acordaron que se sumin istrara con 4 reales diarios al enfermo Antonio Tortosa, yerno de Brasets, y con otros 4 reales diar ios a Genoveva Micó Poveda durante los días que a los mismos les dure la enfermedad y que se donasen diariamente 2 reales diarios ’a Isabel Micó (muda), que se encuentra sin recursos para adquirir los alimentos que precise’. Dos días después la junta se reunió con el objeto de ordenar con alguna regularidad el servicio del acordonamiento, tomando una serie de acuerdos. Los ente rradores se s ujetar ían al arance l siguiente respecto de las funciones que e jer cieran en el campo, a saber: por los cadáveres que condujeran al cementerio y enterraran procedentes de las partidas del Palomaret, Casas de Onil, Cuevas de Alach, Catí y la Administración, se les gratificaría por cada uno 80 ptas. que satis faría la fam ilia del difunto; los que condujeran desde las partidas de la Venteta, Almadrava, Puc;a, Esquina!, Navayol y Caprala percibirían 60 ptas. por cada uno; igualmente cobrarían 60 ptas. por cada cadáver que procediera de las partidas de la Pedrera y el Pantano; los de Santa Bárbara, Salinetas y Cid, 40 ptas.; los de los Molinos, hasta el de Daniel Payá, 30 ptas.; los de los Molinos de arriba, 40 ptas. Asimismo, se nombró vigilante de los enterradores a Juan Bautista Tort osa, con la asignación de 2 ptas. diarias, quien se encargaría eficazmente de que los mismos cumplieran con su deber, ejerciendo ’todos los actos con la compostura y decen cia que corresponda y de acompañarlos a todos los cadáveres que conduzcan, dando cuenta al alcalde de las faltas que se cometan por los mismos’. Se nombró para el cargo de fumigador a Anton io Montesinos con 2 ptas. diarias, quien ten dría la obligación de fumigar las casas en donde ocurriera alguna defunción, así como las ropas y otros efectos. Por último, se acordó suministrar con 1 pta. diaria a la viud a Remedios Poveda. A medida que se acercaba el mes de agosto se precipitaron los acontecimien tos y las autor idades municipales acabaron reconociendo la situ ación el día 27 de julio: ’Habiéndose presentado casos de enfermedad sospechosa en esta población, lo pongo en el superior conocimiento de V. S. en cumplimiento de las circulares refe rentes a sanidad’. A partir de entonces, el cólera sembró la muerte y la desespera ción en la villa, hasta el extrem o que, de algo más de 3.000 habitantes, el día 30 de julio no llegaban a 700 los que quedaban en el pueblo. Según los documentos del Archivo Municipal de Petrer, que contradicen los del registro civil, aquel verano enfer maron 292 personas, de las cuales murieron 83 a consecuencia de la epidemia, la mayoría de ellas durante el me s de agosto (Bote lla Varó, 1986). Día s más tarde, en la sesión de 29 de julio, se reunió la Junta de Sanidad bajo la presidencia del presidente de la Diputación y delegado del gobernador civil de la provincia , José Maestre, y con la presencia del delegado facultativo, José Trigueros, dándose lectura de la comunicación por la que se nombraba a éste como delegado para girar una visita de inspección a la salud pública de este pueblo. Ante sus pre guntas, los médicos declararon que ’en efecto, hace algunos días viene notándose a lgún caso sospechoso, confirmándose que era cólera morbo asiático el día 27, dándose parte al gobernador civil’. En su vi rtud el delegado facultativo, acompa ñado del presidente de la Diputación y demás autoridades locales, visitaron cuatro enfermos y confirmaron claramente todos los sínt omas del cólera morbo asiático, por cuya razón hicieron oficialmente la declaración de tal enfermedad en nuestra localidad. El día 31 de julio la Junta Municipal de Sanidad se reunió con el fin de conti nuar adoptando una serie de medidas, como la del turno de guardia de los médicos facultativos: cada uno de ellos tenía un turno de 24 horas que comenzaba a las 8 de la tarde, con la obligación de permanecer en la población durante dichas 24 horas; si uno estaba de guardia, el que libraba podía marchar al campo si lo buscaban para atender a algún enfermo, debiendo perc ibir en el acto de la visita los honorarios siguientes: 1 O ptas. hasta una hora de distancia y de ésta en adelante 25 p tas. Tam bién se aLordó pagar al que fuera a coger leña para hacer hogueras, comprando dicha leña la Junta de Sanidad. Estas hogueras, pulverizadas con azufre, servían para desinfec tar las ropas y utensilios de los afectados. Durante el desarrol lo de la enfermedad, y especialmente cuando se declaró la ep idem ia, las reuniones de este organismo sanitario fueron frecuentes, hasta el pun to de alcanzar una periodicidad diaria. En este sentido, e l d ía 1 de agosto sus miem bros acordaron que, desde el día 20 de julio hasta diez días después de ocurrido el úl tim o caso del cólera morbo fueran pensionados los facultativos y practicante en la forma siguiente: Luis Cavero Ballester, médico titular, con 7,50 ptas. diarias; Vicente Poveda Payá con 1 O ptas., y José María Poveda Vidal con 2,50 ptas. al día, siendo este último practicante. Asim ismo se decidió que las medicinas suministradas a en fer mos po bre s se pagarían del fondo de san idad. Al día siguiente, los miembros de la junta se reunieron con e l fin de aco rdar cuantas medidas fueran oportunas en la lucha contra la enfermedad reinan te. Se nombraron enfermeras para los enfermos pobres a María Domingo y a María Crespo Brotons, con el sueldo diar io de 1,50 ptas. También que se socorriera a Josefa Brotons Na varro, enferma pob re, con 1,50 ptas. diarias mientras durase la enfermedad, y a Gabr ie l González Cortés con 1 pta. diaria. E n la ses ión de l 5 de agosto la Junta de San idad se reunió con el fin de acordar aq ue llos medios que fueran convenientes para recabar fondos con que ’combati r la enfermedad ep idémica y m ise ria que está atravesan do esta población’. Entre las medidas adoptadas, se decidió llevar a cabo un segundo d iv idendo reinteg rable con sistente en 4.623 ptas. con las personas y cuotas que se expresaron para atender la ca lamidad re inante. En el ac ta figura una relación de 40 personas, tanto hombres como muje res, y en ot ra columna se expresan las cantidades que aportaron, que osc i l an entre las 62,50 y las 375 ptas. Unos días después, e l 1 O de agosto, los integrantes de la junta se reunieron con el fin de acordar cuantas medidas de contención de la en fermedad fueran oportunas. Se decidió que, habiéndose observado en epidemias coléricas anteriores que el regre so de las famil ias emig radas a los campos reproducían la enfermedad en las pobla ciones, debía prohibirse la entrada de dichas fam ilias en la poblac ión hasta pasados 20 días de haberse cantado el Te Deum, acto religioso que declaraba fin alizada la epi demia y daba gracias a Dios. Asimismo, para la más estricta observancia del ante rior acuerdo, se p usieron vigi lantes a las entradas de la vil la con la consigna de dejar pasar únicamente a ind iv iduos a islados que vinieran a proveerse de artícu los de consumo y que se diera ’conocim iento of icia l a los a lcaldes pedáneos de esta providencia para que llegue a noticia de las familias em igradas’ y que el regreso de éstas se realizara paulatinamente ’con la precisa cond ición de que tres días antes de volver a habilitar sus respectivas casas dispongan por su cuenta mañana y tarde la desinfección y ven tilación de las mismas’. El 31 de agosto, cuando la enfermedad remitía, los miembros de la Jun ta Local de San idad se reunieron y acordaron que en atención a que habían transcur rido diez días sin que en Petrer se hubiera producido algún caso de cólera, desde esa misma fecha caducaba la pensión asignada a los señores facultativos Luis Cavero y Vicente Po veda y al practicante José M.ª Poveda Vidal. También se decidió que, desde ese mis mo día, se pusieran vigilant es en las entradas de la población para evitar la entrada en ella de enfermos, familias y ropas, procedentes del campo . En el pie del acta existe un anexo en el que el secretario de la junta notifica al practicante, José M.ª Poveda V idal, que cobraría su pensión de asistencia a los enfer mos a razón de 2,50 ptas. diarias. Enterado éste, renunció a dicha pensión para que se invirtiera a favor de las fam ilias más necesitadas. El 2 de septiembre de 1885, bajo la presidencia del alcalde accidental Melchor García Maestre, los miembros de la Junta Municipal de Sanidad se reunieron y, en v ir tud del estado satisfactorio en que se encontraba la salud pública de la villa desde hacía cuatro días, por unanimidad acordaron cantar el Te Deum el domingo 6 de sep tiembre, dando por finalizado el brote epidémico (Rico y Martínez, 2003). 1900-1939: LA SITUACIÓN SANITARIA EN PETRER [I a situación económica y política de la España de pr incipios de l siglo XX era más bien catastrófica. La pérdida de Cuba y las is las Filipinas, la mala situación en las colonias africanas, e l retraso en el proceso de indu strial ización con respecto al resto de países europeos y, sobre todo, el analfabe tismo, la alta mortalidad infantil y las malas cond iciones de vida de la población hacían del ter ritorio españo l uno de los más atrasados de Europ a. Ante ta l situ ación, entre la int electua lidad y los políticos españoles surgió un movimiento regeneracion ista cuyo objetivo final era la transformación de España, situándola a los niveles de los países europeos industrializados. Durante varias déca das se estuvo denunciando la penosa situación de España y de su población, hacien do especia l hincapié en la necesidad de meJorar las condiciones de vida de todos los ciudadanos, elevar los n iveles educat ivos, acabar con el ana lfabetismo, y tamb ién, cómo no, potenciar la salud púb lica a través de educación y de la mejora de los ser vic ios y medios sanitarios. De este modo, como consecuencia de las ideas regeneracion istas y de las con tinuas demandas de los movimientos obreros y sindica les, en la sociedad es pañola se ex tend ió un mayor grado de concienc iac ión soc ial en relación con la necesidad de 1) .,. ;-~ ... 9 ’ ’ ’ l’t; . - , • r~ Pl a~a de Bai x en 1935. mejorar el estado sanitario mediante la puesta en práctica de diversas acciones con cretas. El desarrollo de las primeras medidas de protección social como pueden ser los seguros de accidentes de trabajo, el descanso dominical, la profundización en el conocimiento de las enfermedades y sobre todo el hecho de que las epidemias deja ron de ser el principal motor de la acción sanitaria, preocupándose mucho más por la mortalidad y por las mejoras higiénicas y sanitarias, fueron cambios transcendentes que fijaron los cimientos del actual estado del bienestar. La primera de las medidas en materia sanitaria tomada desde las altas instan cias políticas consistió en la reorganización de los servicios sanitarios, iniciada con la Instrucc ión General de Sanidad Públ ica de 1904, que además incluyó un amplio capí tulo dedicado a la h igiene municipal fijando sus competencias en aspectos como la l impieza de ventilación de vías públicas, suministro de aguas y depósitos, evacuación de aguas y residuos, cementerios y viv iendas, construcción de mataderos, vigilancia higiénica en escuelas públicas o privadas, prevención contra el pa ludismo y otras enfermedades infecciosas, inspecc ión de establecimientos o industrias nocivas para la sa lud pública, vigilancia de edificios públicos y asistencia domiciliaria de enfermos pobres, infantes y embarazadas y otros aspectos (Perdiguero Gil, 1997: 30). Se man tenía el Real Consejo de Sanidad, las Juntas Provinciales con laboratorios de higiene y las Juntas Municipales . También se reglamentó la figura del inspector municipal de san idad, que debía recaer en el médico titular, estableciendo sus funciones en la par ticipación de proyectos y la inspecc ión de todos los aspectos ya señalados -R . D. de 9 de febrero de 1925 y la R. O. de 25 de agosto de 1926-. El desarrollo de la atención médica gratuita de las familias más pobres, la nece sidad de vacunar a la pob lación, aumentar y mejorar las medidas higiénicas y las infr aestructuras sanitarias fueron algunas de las medidas que empezaron a extender se entre los municipio s. E n 1922 se creaba la Dirección General de Sanidad, que siguió trabajando en la organización médica, la promoción de la higiene rural y urbana y la lucha contra las enfermedade s infe cciosas y en 1925, por R. D. de 9 de febrero se instaba a la crea ción de los regl amentos de sanidad municipales, permitiendo la transferencia de acti v idades sanitarias relacionadas con el saneamiento básico y contro l de enfermos infecciosos, y amp liadas en sucesivos decretos hacia la inspección de establecimien tos de venta de comestibles, edificios de pública concurrencia, vehículos e industrias. No obstante , la política regeneracionista llevada a cabo desde arriba, desde las esferas de la alta política, tardó en fraguarse a nivel local. Los cambios no se pudie ron observar hasta casi la década de 1930, siendo los avatares del día a día los que dominaron el desarrollo histórico. No obstante, durante las primeras décadas de l sig lo XX , los principales órganos de inspección y servicios sanitarios siguieron siendo las juntas municipales y provinciales de sanidad, cuya cabeza visible, los inspectores de sanidad, tuvieron que hacer frente no sólo a la permanente carencia de medios mate riales y humanos, sino también a la última gran epidemia que afectó a buena parte del planeta: la gripe española de 1918. La instauración de la Repúb lica supuso un nuevo impulso en materia de pro tecc ión social y de racionalizac ión de los escasos recursos sanitar ios, aunque el pro ceso de construcción de un buen sistema de sa lud púb lica se vio truncado con el esta l li do de la Guerra Civ il. Largo Caba llero, desde su llegada a l Ministerio de Traba jo en 1931, intentó construir un sistema de seguros obligatorios unificado para todos los trabajadores, tanto obreros industria les como campesinos, sin éxito. El desarrollo de l as en tidades mutuales desde p rinc ip ios de l sig lo XX, a pesar de ser modél icas e n algu n os casos, no daban cobert ur a a to dos los secto res de la po bl ac ión ni tampoco man tenían unos criterios unifo rmes. Se empezó a apl ica r lo establecido en los reg la m entos y rea les ó rdenes de la segunda mitad de la década de 1920 y culminó con la ley de 11 de ju lio de 1934 de coord inación sanitar ia, q ue estab lecía unas no rmas de co labo ración entre la admin is t ración cent ral, la provincia y los mun icipios, creando las mancomun idades de mun i c ip ios. De todo e llo, a nive l loca l con anterio ridad a l esta llido de la guerra, se consi gu ió la creac ión de los centros prima rios de higiene rural -dispensar ios de higiene púb lica -, cuyos co met idos, además de las tareas asis tencia les propias, tenían e nco mendadas la bo res pre ven tivas , espec ia lm en te a través de campañas de vac unac ió n d e l a pob lac ión En este ma rco, la situac ión sanitar ia de Pet rer no cambió sustancia lmen te con respecto al sig lo X IX. Los brotes continuados de có lera de f inales de dicho sig lo deja ron paso a diversas ep idemias menores de gripe, viru ela y sarampión , que mantuvie ron en alerta a las a utoridades sanitarias hasta bien entrado e l siglo XX. L a Ju nta Munic ipal de San idad, in tegrada por e l a lca lde, un secretar io m iembro de la corpo ración, el cu ra párroco en algunos momentos, el méd ico cirujano titu lar de l a pob lación e inspec to r m unicipa l de sanidad, el inspector de carnes, salud pec uaria y vete rinario m unic ipa l -a partir de 1906-, e l ins pec tor farmacé utico -a partir de Acta de constitución de la Junta de Sanidad el 5 de septiembre de 1903 . 1908-y varios vocales vecinos propietarios de la pob lación, siguió siendo el principal órgano municipal en materia sanitaria hasta la transición democrática. No en ba lde sus integrantes eran los técnicos locales cualificados en materia sanitaria, tal y como proponía la Junta Provincial de Sanidad, órgano superior de carácter provincial ante el que respondían. La Junta Provincial de Sanidad o el propio gobernador civil remitía circulares a las junt as locales, informando y aconsejando tanto de cuestiones genera l es como de otras particulares de incumbencia local. L a Junta Municipal de Sanidad de Petrer se constituyó nuevamente el 5 de sep tiembre de 1903, con la obligación de formarse oficialmente cada tres años. Sin embargo, hasta e l 22 de abril de 1926 no se volvió a constituir oficialmente, tal como consta en el Libro de actas de la Junta Municipal de Sanidad (AMP, L. 39/1 ). Los cometidos de las Juntas Locales de Sanidad eran variados, especialmente en los momentos de crisis sanitaria. Los técnicos sanitarios y las comisiones delegadas de la Jun ta Municipal de Sanidad se encargaban de inspeccionar la situación sanitaria en cada momento y de velar por el cump limento de las leyes y normativas sanitarias establecidas. La s denuncias de los vecinos en materia sanitaria, los informes de los técnicos sanitarios o de las comisiones delegadas y las circulares procedentes de las autorida des superiores provinciales, especialmente del gobernador civil y de la Junta Provincial de Sanidad, eran l levadas a las juntas ordinarias y/o extraordinarias con el objeto de tomar las medidas oportunas por el bien de la población. Cuestiones de orden público, como la insalubridad de balsas, acequ ias, lavade ros, cuadras, establos, escue las, teatros, solares, calles, cafés y tabernas, o la necesa ria inspección de las carnes o comestibles para el consumo humano, así como el bro te de enfermedades infecciosas en la población, eran los casos más habituales trata dos en las junta s. Aunque también lo eran los relacionados con la determinación del lugar donde debía ubicarse el nuevo cementerio, las necesidades sanitarias de la población, la vigi lancia y contro l higiénico de los edificios y espac ios públicos, o la concesión de licencias para la apertura de tabernas. Entre los aspectos más importantes destaca la formación de las listas de las familias pobres que debían recibir asistencia médica gratuita. A modo de ejemplo, en la sesión de l 17 de febrero de 1892 de la Junta Local de Sanidad se presentó una cir cular del director general de beneficencia y sanidad de fecha 20 de enero de ese año, en la cua l se pedía la formación de las listas de las familias pobres que habían de reci bir la asistencia facultativa gratuita, tanto en la villa como en los estab lecimientos bal nearios. La Junta Local de Sanidad presentó el listado en el que se recogía el núme ro, nombre y domicilio de las familias beneficiadas con este servicio . En la sesión del 17 de julio de ese mismo año, bajo la presidencia del alcalde Matías Bernabé, se apro bó definitivamente la lista de los que recibirían asistencia gratuita en ese año para ser remitida al gobernador civil de la provincia . A los beneficiados se les otorgaba una pape leta de socorro ordenadas por los facultativos de la población (AMP, L-30/1). E sta situación se prolongó hasta bien entrado el siglo XX, hasta el punto que el Ayuntamiento s iguió asumiendo la contratación de uno o dos médicos como titula res de la población para atender expresamente a las fami lias desfavorecidas, corrien do también con los costes de la atenc ión médica -medicamentos, tratamientos, etc.-. La creación de la Junta Loca l de Protección a la Infancia La so lidar idad del mun ic ipio no se centró exclusivamente en las fami lias pobres, sino que también actuó a favOí de los más desfavorecidos y débiles ante eventos o si tuacione s críticas. Aunque la ley de protección a la infancia data de 1904 y el regla mento de la misma de 1908, hubo que esperar al 15 de marzo de 1928 y a instan c ias del gobierno civil para crear en P etre r l a Jun ta Local de Prot ección de la Infan cia, c uyos objetivos se centraban en apoyar a la madres durante el periodo de gestación y a los niño s durante la lactancia a tra vés de la atenc ión médica y la provisión de ense r es a los hijos de fami lias necesitadas (Pa vía Pavía, 1993: 64). Con el tiempo también se fueron incluyendo nuevo s ob jetivos relacionados con la formación y la protección de los infantes. La prohibición de que los menores as is tiesen a espectáculos considerados como ’perversos ’, conseguir que los padres no e nv iasen a trabajar a los niños menores de 1 O años o proh ibir la mend icidad infantil fueron a lgunos de el los. L a junta estuvo integrada por el alc alde, el sacerdote, el juez municipal, dos ma estros, dos delegados de padres y un representante de las asociaciones obre ras (Pav ía Pav ía, 1993 : 64 ), va riando constantemente las personas, especialmente duran te el desarrol lo de la Segunda Repúb lica. Esta junta inició su actividad con la firma de un contrato con la casa Nestlé, quien le sum inistrar ía men sualmen te dos cajas de botes de lec he condensada. Ade más desde la junta se adquirieron a limentos y ropa, se pagó a las nodrizas contrata das y se atendieron las necesidades méd icas de algunos de los niños, principa lmente aquel los que requirieron de elementos ortopéd icos o asistenc ias en el hos pital pro vincia l de Alicante (Pa vía Pavía, 1993) Acta de constitución de la Junta de Protección a la Infancia. Año 1928 . Las gastos eran cubiertos por apor taciones municipales y algunas donaciones, pero principalmente por un impuesto del 5 % sobre los espectáculos públicos de carácter lúdico -bailes, teatro, c irco- fijado por ley y de una cuota fija mensual de 100 ptas. que abonaba el teatro Cervantes. En cualquier caso los ing resos fueron bastan te var iab les de un año a otro en función de la situación económica y la cobertura tam b ié n fu e dism inuyendo en re lac ión co n el a u mento de l precio de los a lim en tos. En junio de 1931 se tuvo que e laborar un listado de niños pob res de la pob la ción con el objetivo de que e l reparto de, al menos la leche condensada, fuese más justa. También se tomaron medidas censurando el puesto de libros y fo lletos que todos los jueves y domingos se montaba en la plaza del mercado, ya que se conside ró que podía afectar a la moral y educac ión de los niños. L a situac ión económica y los ingresos de la junta fueron aumentando hasta que con e l inicio de la Guerra Civil y el desarrollo de las huelgas en las fábricas de calza do se p rodujo el desconcierto y deca imiento de la institución de protección a la infan c ia. La ú ltima ju nta data de l 6 de jun io 1936 (P avía Pav ía, 1993) Algunos aspectos higiénicos de o rden púb lico La situación sanitaria de la población tenía numerosos problemas y estaba muy alejada de lo que se podría considerar para la época como una población con infraes tructuras modernas . En Petrer no existían instalaciones de desagües y alcantar illado, generando que las aguas residuales fueran vertidas habitualmente a la calle, a los patios o, mucho Cerro del Calvario . La Bassa Fonda. Las balsas solían ser áreas insalubres. peor, a las acequias, contaminando las aguas. Al mismo tiempo, Petrer contaba en el interior de la población con numerosos corrales, establos e incluso con auténticas granjas, a lgunas porcinas, con escasas medidas higiénicas El abastecimiento de agua potable en los domic ilios particulares estaba cas i restringido a establec imientos públ i cos, principalmente a cafés, y algunas casas que contaban con grifos. El sum inistro de agua potable a la población se hacia desde las fuentes públicas (Rico Navarro, 199 1 ). Además, e l matadero y el cementerio municipales estaban es unas condiciones pésimas, con deficientes instalac iones y plenamente saturados. Y, para agravar la situación, la colaboración vecinal era muy escasa, con poca higiene en la elaboración y man ipu lación de alimentos y en los establecimientos públicos. A tra vés de las reuniones de la Junta Municipal de Sanidad (AMP, L. 39/1, L. 39/3; L. 39/4) podemos conocer algunos de los aspectos y eventos sanitarios del Petrer de p rincip ios de siglo. E n este sentido, podemos concretar que los aspectos tratados de forma habi tual en las Juntas Municipales de Sanidad eran básicamente los relac ionados con el i ncump limiento por parte de vecinos de la poblac ión de las normativas vigentes en materia l sanitaria. Los prob lemas con la insalubr idad de balsas de propiedad privada en la pob lación - juntas del 18 de mayo y 9 de junio de 1908 y del 31 de marzo de 1936 (AMP, L. 39/1)-, de acequias -Juntas del 4 y 20 de mayo de 1931, 20 de ju lio de 1931 y 31 de marzo de 1936-; corra les con acumulación de desperdicios y esta blos insalubres -20 de mayo de 193 1 y 3 1 de marzo de 1936-, solares en mal esta do -8 de junio de 1931-, barberías con poca higiene que generaron prob lemas cutá neos a un buen número de varones -16 de enero de 1934-, grupos escolares con fal ta de higiene -7 de junio de 1932- o denuncias de cafés donde se aguaba la leche La mina de agua en Pu~a a principios de la década de 1930. -31 de marzo de 1936- son algunas de las cuest iones tratadas as iduamen te por par te de los miembros de la Junta Municipal de Sanidad que rápidamente ordenaba, tan to la creac ión de una comisión de inspección, como que se tomaran las medidas opor tunas para su saneamiento. Por este motivo, era muy frecuente que la Junta Mun ici pal de Sanidad real izara recordator ios a la población sobre las dife rent es medidas hig ién icas y san itar ias que deb ían de cump lir siguiendo con la normat iva v igente y a la que ya hemos hecho referencia con anterioridad. Así se recoge en las juntas del 21 de junio de 191 1, 20 de sept iembre de 1 9 18, 21 de mayo de 1924, 3 de ju lio de 1929 o 4 de marzo de 1942 (AMP, L. 39/1 ). En relación con las balsas de la población, quizás el caso más llamativo es el de l a balsa prop iedad de Luis Payá Payá, conocida como la balsa de los desperdicios. Se trataba de una balsa con un lavadero contiguo s ituada en la partida del Guirney, actual calle Sa lida del Guirney, en los te rrenos cercanos a la rambla de Pui;a y a l anti guo matadero. En la Junta de Sanidad de l 18 de mayo de 1908 se indicaba que la citada bal sa era un foco de infecc ión, sobre todo por las aguas estancadas y po r el lavadero de ropas de uso doméstico que estaba adosado. Según el acta, la gran cantidad de j abón y la poca agua corriente gene raba una situac ión de insalubridad grave, por lo que se dec idió limpiar la balsa e impedir el uso del lavadero para e l lavado de ropas (AM P, L. 39/ 1 ). Días después, en la reunión del 9 de junio, se hacía constar que el propietario, Luis Payá, no había cumplido con lo est ipulado, y que varias mujeres seg uían lavando en el mismo, adoptando la junta su clausura definitiva. Con esta situación, el 27 de julio se publicaba un artículo firmado por Gabriel de Medina en el periódico El Heraldo de Alicante, bajo el título ’El asunto de la bal sa del de sperdic io ’’, en el que se acusaba al médico y miembro de la Junta Municipal de Sanidad, Vicente Poveda Payá, de denunciar como foco de infección la balsa de los desperdicios, no porque fuese verdad, sino por un tema de enemistad personal con su propietario, Luis Payá. Al mismo tiempo se denunciaba la situación de insalu bridad de un depósito de materias fecales que había en la calle Gabriel Payá, luga r por donde cruzaba una avenida de agua que se aprovecha para el lavado púb lico, sin que el médico titular de Petrer se hiciera eco de este auténtico foco de infección, en plena poblac ión (Navarro Díaz, s.p.). Un situación similar a las balsas se planteaba para las acequias en d iferentes lugares de la población. Buena parte del trazado de éstas estaba descubierto y el ver tido o acumulac ión de basuras y desechos en las mismas e ra una situación bastante genera lizada. Y al mismo tiempo, a partir de la segunda década del siglo, pero espe cialmente en los años 1930, muchas viviendas empezaron a contar con sumideros y retretes, cuyos desechos eran abocados a estas cana lizaciones. La falta de higiene y de comprom iso soc ial por parte de los vecinos hacía que en los meses más calurosos se pud iesen generar focos de infección en las zonas por donde discurrían las acequias. Ante esta situación, los miembros de la Junta Municipal de Sanidad insistían constantemente en la necesidad de recordar mediante bandos a la población, con el objeto de evitar la aparición y propagación de enfermedades, la limpieza de canales, acequias, lavaderos, fuentes y pilas de grifos, prohibiendo incluso e l fregado de ropas u otros objetos en las mismas, y la limpieza de cuadras y retretes (AMP, L 39/1 ). Sin embargo, el hecho de que los recordatorios fuesen tan generalizados -1911, 1918, 1924 , 19 29, etc.- nos hac e pensar que su limpieza sería muy poco frecuente y que el civ ismo y la sol idaridad entre los vec inos no ser ía realmente el adecuado. El ganado y la inspección de carnes Otro aspecto tratado habitualmente en las Juntas Municipa les de Sanidad fue la necesidad de controlar e l estado de sa lud de los rebaños, especialmente cabríos, existentes en la población, e inspeccionar tanto el sacrificio, como la calidad y estado de las carnes destinada al consumo humano. Desde la creación del matadero mun ici pal y del reglamento del mismo, el sacrificio, venta y distribución de esta parte impor tante de la dieta humana estuvo especialmente controlad a. No obstante, en los pri meros años del siglo XX la plaza de veterinario estuvo vacante en Petrer, siendo el sub delegado de veterinaria del distrito, Francisco Beltrán Rodríguez, quien se hizo cargo del contro l veterinario. Hubo que esperar al año 1906 para que la plaza de veterina rio e inspector de carnes fuese nuevamente ocupada por Juan M. Sanz de A lmarza hasta prácticamente los primeros años de la década de 1920 (AMP, L 39 /1 ). A partir de 1924 el cargo de veterinario fue asumido por Julián Fernández Zúñiga hasta que en 1934 fue sustituido por Ignacio Rentero Puche. Con todo, a pesar de las medidas tomadas por los inspectores municipales de sanidad y po r los delegados de distrito, fue frecuente el desarrollo de epidemias infec ciosas entre el bestiario. Fueron diversas las ocasiones en que las autoridades veteri La insp ecció n de lo s rebañ os era frecuen te para evitar la ex pa ns ión de l as epidemi as. narias de distrito tuvieron que acudir a Petrer para inspeccionar el estado de salud del ganado, además de ser frecuente tomar medidas sanitarias urgentes en relación con el ganado y sus derivados en las primeras dos décadas del siglo XX -1904, 1916, 1917, 1924, 1929-(AMP, L. 39/ 1). Quizás son dos los eventos que merecen ser destacados en este sentido. E l pr i mero se produjo en el año 1904, cuando una epidemia cabría desembocó en la afec ció n infecc iosa que afectó a diversas personas po r consumo de carne e n ma l estado. L a segunda, una intoxicación nume rosa, con fallecimiento de una niña, por consu mo de queso en malas condiciones, en 1929, del que además se hizo eco la prensa provincia l. E l 29 de septiembre de 1904 se reunía la Junta Municipa l de Sanidad, integra da por e l teniente de alcalde Ventura Sarrió Sempere, el médico titular Vicente Pove da Payá, el inspector municipal de sanidad y médico Salustiano Villa Durbán, Luis Pérez Serrano, secretario del Ayuntamiento y el vecino Antonio Andreu Cabedo como vocal. A la misma asistió el subdelegado de veterinaria de distrito Francisco Beltrán Rodríguez. En esta reunión se informó que el subdelegado había vis itado dive rsos rebaños de d isem inados por el térm ino municipa l, en concreto en la partida de l Pa lo maret, a instancias de la denuncia presentada por e l médico titular Vicente Poveda sobre la infecciones observadas en diversos vecinos de la localidad residentes en dicha partida rural, además de la muerte de al menos once cabras afectadas por un virus carbuncoso. El consumo humano de la carne de reses afectadas había producido la enfermedad. Por todo ello se acordó enterrar el ganado a más de 1,50 metros de pro fundidad, aislar las reses propiedad de Antonio Seller Seller y Fe lipe Brotons, limpiar l os corrales, que la guardia rural inspeccionara las zonas por donde habían transitado l os ganados afectados y, sobre todo, que no se pudiera vender carne ni pieles de las r eses muer tas. Estas situaciones de gravedad depararon que se extremase la atención y el con trol sobre las carnes destinadas al consumo humano. Quizás la nota más destacada a este respecto fue la visita que cursó el subdelegado de sanidad veterinaria del distri to, Francisco García Ga rcía, el 28 de julio de 1914, con el objeto de comprobar si el Ayuntamiento estaba cumpliendo con la R. O. del Min isterio de la Gobernación de fecha 2 1 de marzo de 1914, por la que los ay untamientos tenían que organizar y extrema r el servicio de inspección de carnes. En el acta de la Junta Municipal de Sani dad de ese día 28 de ju lio se hace constar que el matadero municipal contaba con un buen microscopio, pero que las instalaciones eran muy deficientes. Ot ro tipo de situaciones, eran las rel acionadas con la cría de cerdos o animales domésticos destinados al consumo humano en casas particulares, cuestión por otro l ado bastante corriente. El 28 de octubre de 1916 se elevaba a la Junta Municipal de Sanidad una denuncia de los vecinos de la ca lle del Portal (actual Prim-Cánovas del Cast illo) en la que se hacía constar los malos olores produc idos por la piara de cerdos propie dad de Ramón Maestre Maestre, vecino de la citada calle. La inspección reali zada por el inspector de carnes y de higiene pecuaria y sanidad veter inar ia municipal, Juan M. Sanz de Almarza, fue presentada en la Junta del 5 de enero de 1917, infor mado de las med idas a tomar. El informe, fechado el 30 de diciembre de 1916 y fir mado, además de por el veterinario municipal, por el inspector de sanidad Antonio Pa yá Martínez y por el vocal de la junta Francisco Esteve, dictaminaba que Ramón Maestre y Asunción Román tenían sendas industrias de cría de cerdos destinados a la producción de carne para consumo humano de la población y de estiércol para abo no de las t ierras que poseían. Al primero le atribuyeron un total de 55 cerdos y cerca de 40 cochin illos, en excelentes condiciones de higiene, insta laciones y alimentación, y que las únicas recomendaciones que hacían era que en un tiempo prudencia l pudie ran tras ladar la granja a las afueras de la población. Mientras tanto deberían respetar las leye s vigentes, especialmente la ley de 3 de julio de 1904 de animales domésticos y la R. O. de 21 de marzo de 1914, con lo que deberían facilitar las revisiones del ins pector municipa l de carnes y veterinario cuando lo estimaran oportuno. Un caso mucho más grave, del que se hizo eco la prensa provincial , ocurrió el 1 de mayo de 1929. Unos 20 vecinos de Petrer se vieron afectados por la ingesta de queso de cabra en ma l estado, según informó el inspector municipal de sanidad Anto nio Payá Martínez a la Jun ta Munic ipa l de Sanidad, procedente de la producción de F rancisco To rreg rosa Juan. Frente a este escueto informe reflejado en el acta de la Jun ta de Sanidad de este día (AMP, L. 39/1 ), el periódico alicantino La Voz de Levante, en su edición del 19 de mayo de 1929, según la noticia de l corresponsal fechada el día 1 7 de mayo del corriente, pub licaba el fallecimiento de una niña de 7 años, Antoñi ta Carbonell Jimeno, y la into xicación de unas 40 personas, algunas de ellas en esta do grave. En el caso se personó el juez de instrucción de Monóvar y el médico foren se, seño r V illalta y alguaci l (Na varro Díaz, e.p .). Se enviaron muestras para su análisis a los laboratorios de Alicante y se incautaron utensilios y sustancias de la casa de Fran cisco Torregrosa que había servido para hacer el queso, así como el queso restante. E sta situac ión cons ternó a toda la pob lación, que acudió en masa al entierro de la fallecida el día 19 de mayo a las once de la mañana. La construcción del nuevo matadero en 1926-1927 El viejo matadero creado en 1886 se había quedado pequeño y sin las mínimas condiciones para cumplir con su cometido. Son numerosas las denuncias de su mal estado ya desde principios del siglo XX, aunque merece destacarse la carta dirigida al alcalde y publicada el 8 de junio de 1915 en el periódico Alicante Obrero con el título ’El desastroso estado del pueblo’ en la que se indica, entre otras cosas, que el matadero se encuentra sin agua y sin condiciones para matar. Sin embargo, fue ron las palabras del veterinario Fernández Zúñiga las más elocuentes al considerar en la reunión de la sesión municipal del 22 de abril de 1926 que ’es un dolor que con tinúe este municipio sirviéndose del local que lo hace para un servicio tan importan te para la salud pública como es la cloaca inmunda destinada a matadero municipal. Pues además de ser a todas luces insuficiente por el pequeño espacio que ocupa, carece de ventilación y de agua, se halla el edificio en estado ruinoso y tampoco está dotado de vertedero ni salida alguna donde depositar los residuos y demás inmun dicias . Además se hace imposible el sacrificio de cerdos en esta dependencia por ser imposible el acceso al lugar de dicho ganado, dadas las condiciones del camino estrecho y tortuoso. Esto hace que la inspección de carnes sea difícil de ejecutar e incompleta, pues cada ganadero sacrifica este ganado en su domicilio y en la calle pública, cosa que no puede prohibirse mientras no se disponga de local a propósi to’ (Pavía Pavía, 1993: 56). La respuesta por parte de la autoridades políticas no se hizo esperar. Rápida mente se iniciaron las gestiones para construir un nuevo matadero municipal. Ese mis mo mes de abril se compró un terreno del Guirney , en la margen izquierda de la ram bla de Puc;a. Esa misma semana se aprobaron los planos elaborados por el industrial José Pujol Sola y el 30 de abril se ponía la primera piedra por parte del delegado guber nativo Carlos Estévez (Rico Navarro, 2002b: 83-84) El 4 de mayo el maestro de obras José Poveda García comenzaba las obras, haciéndose entrega del edificio el viernes 11 de febrero de 1927, para dos días más tarde inaugurarlo (Pavía Pavía, 1993: 58). El nuevo matadero municipal fue inaugurado el 13 de febrero de 1927. El matadero municipal contaba con una superficie de 544 m’. De ellos 280 m’ construidos. Constaba de un ed ificio rea lizado a base de muros de carga, con cubier ta de viguería de madera y con cobertura de teja rerAmica a dos aguas. Entre sus dependencias tenía un despacho para conserje, el despacho del veterinario y vestua rios emplazados a la derecha del pasillo del acceso principa l. A la izquierda se locali za ba la sala de ore o desde donde se accedía a un gara je de carga . Al fondo del edi ficio se localizaba una gran sala rectangular dedicada a la matanza. Esta zona estaba conectada a su derecha con un gran patio triangular descubierto donde se concen t raban las reses antes de ser sacrificadas. El matadero municipal del Guirney fue derribado a finales de 1993, después de más de 50 años de uso y de diversas o bras de reformas en 1974 y 1981 p ara su acon dicionamiento y actualización a las nue vas exigencias san itarias, ya que la situación en la que se encont raba era pésima. La adecuación de los mataderos municipa les a la reglamentación técnico-sanitaria obligaba a sacarlos de las poblaciones y, por tanto, a crea r un nuevo matadero en los polígonos indust riales. En agosto de 1976, los municip ios de Elda y Petrer pusieron en marcha la idea de crear un matadero comarcal aunque no llegó a concretarse. Por este motivo, a finales de 1982 hubo un intentó por parte de la corporación municipal de construir un nuevo matadero munic ipa l en el polígono industrial de la Almafrá A lta, pero a pesar de haberse aprobado por el pleno municipal su construcción, no se llevó a cabo. E l matadero municipal del Guirney acabó siendo de rribado y el abastecimiento de car ne a Petrer empezó a realizarse desde la empresa Macelsa, matadero concertado para la comarca y ubicado en Elda. El abastecimiento de agua potable y el alcantarillado público Entre las pretensiones de las corporaciones locales de la década de los 20 estu vo la necesidad de dotar a toda la población de una infraestructura de alcantarillado y de agua potable. El agua del manantial de la Fonteta era el que llegaba a los grifos de Antiguo lavadero municipal ya desaparecido. la población a través de tuberías de barro que permitían y favorecían la contaminación del agua. En noviembre de 1923, Juan Millá Aracil había presentado un proyecto al Ayuntamiento en el que pretendía conducir las aguas de la Mina a través de tuberías subter ráneas para su uso potable, descartando las de la Fon teta (Pavía Pavía, 1993 ). Luis Villaplana, alcalde de Petrer, pretendió desarrollar el proyecto años después, aprobando un préstamo para la ejecución de la obra el 20 de mayo de 1927. A par tir de esas fechas se inició la confección del proyecto. Se decidió que fuese la Com pañía Madrileña de Contratas la que se encargase de la elaboración del presupuesto de las obras y que el proyecto saliese a subasta pública con derecho de tanteo. En 1928 el alcalde Lui s Villap lana consiguió que el proyecto incluyese la conducción de aguas, el alcantarillado y desagüe, procurando que la Compañía Madrileña comen zara las labores de explanación en otoño de ese mismo año. Sin embargo, diversos problemas en la compañía paralizaron las obras que se volvieron a retomar de forma decidida a partir de 1935. De forma lenta se fueron desarrollando los trabajos duran te la guerra, finalizando ya entrados en los años 40 (Pavía Pavía, 1993 : 60). El problema de las basuras Otro de los problemas habituales en núcleos como Petrer, cuyo número de habi tantes se fue incremen tando de forma considerable durante buena parte del siglo XIX y principios del XX, fue el de la gestión y recogida de basuras de particulares. La generación de residuos en los pueblos de principios del siglo XX era muy diferente a las últimas décadas en las que la introducción de obje tos plásticos y vidrio se ha multiplicado , a la par que las chimeneas, los corrales o establos y la cría de ani males por parte de particulares han desaparecido de las viviendas. H asta bien entrado el sig lo XX, buena parte de los residuos producidos por el consumo humano eran aprovechados para dar de comer a los perros, cerdos u otros animales, otra parte era consumido por el fuego en las chimeneas y hornillos, y par te de las necesidades fisiológicas humanas iban a parar a establos, corrales o fosas sépticas con las que contaban muchas viv ienda s. La introducción de retretes en las Las basuras se acumulaban en las esquinas de las calles y en solares sin con struir . El carro de la basura en la calle Constitución. casas de fam ilias más pudientes, cuyos residuos era necesario evacuar y sanearse, empezó a generalizarse a partir de las primeras décadas del siglo XX, especialmente a part ir de los años 1920 y principios de 1930. L a Junta Municipa l de Sanidad insistía permanentemente en la necesidad de lim piar los corrales y establos, en la obligación de los vecinos de no arrojar basuras a las calles, ni dejarlas en las puertas de las viviendas y, cómo no, de llevar el estiércol a las afueras de la poblac ión, a través de la pub licac ión de bandos y pregones. S in embargo, en la década de 1920 se empezó a rea lizar la recogida de las basu ras de los vecinos por parte de particulares interesados en aprovechar los residuos gene rados para el mantenimiento de explotac iones de p iaras de cerdos. Así, en la reunión de la Junta de Sanidad del 3 de julio de 1929 se indicaba que ’se publicase un bando recordando al vecindario la necesidad del riego y barrido de las cal les, la prohibición de arrojar aguas sucias y residuos de limpieza a la misma, y que los cubos, cajones, etcétera, que sacan a la calle para su recogida por el carro de las basu ras, lleven tapadera o lo saquen en el preciso momento que pase e l carro, para ev ita r el espectácu lo sucio y desde luego ant ihigiénico que produce el tenerlos horas enteras en la cal le expuestos a las moscas y a merced de gatos que cuando menos los esparcen y d iseminan por las calles. Últimamente se acordó que el carro que se utiliza para la reco g ida de basuras vaya completamente cubierto o tapado’ (AMP, L 39/1 ). Muchas de estas medidas fueron recordadas nuevamente en la reunión de 14 de mayo de 1931, posiblemente como consecuencia de su incumplimiento. Se volvió a insistir en que ’el carro que recoge las basuras por las ca lles vaya completamente cubierto y que por la autoridad se h iciese un pregón, recordando a l vecindario la nece sidad de limpiar las ca lles, y de roc iar las o regarlas antes y después del barrido, la pro hibición de arrojar aguas sucias a las calles y que la evacuación de retretes y basuras se hiciese desde las cuatro de la mañana hasta las diez, en cubos cerrados y su transpor te en carro cubierto. La sacada de basuras siempre en cuarto menguante y cada quin ce días’ (AMP, L. 39/1 ). Merece la pena recordar que los corrales y cuadras debían lim piarse en cuarto menguante para evitar las pulgas que solían desarrollarse en el resto de fechas, aunque también se aconsejaba que el estiércol se sacara en viernes. Las condiciones antihigiénicas del cementeri vell y la construcción del cemen terio del Guirney Desde 1816 , fecha de construcción del cementeri ve//, no se había ampliado ni modificado el área de enterramiento de todos los petrerenses. Las condiciones del cementerio eran pésimas para el volumen de población existente en Petrer a princi pios del siglo XX (Rico Navarro, 2005). En la Junta Municipal de Sanidad del 14 enero de 1924, a la que asistió el dele gado gubernativo del partido judicial Carlos Estévez Cambra, se expuso, por parte de este último, la necesidad de evaluar el estado del cementerio, de sus condiciones higiénicas, así como su ampliación. El cura párroco Francisco Torres, quien también asistió a la reunión, expuso la necesidad de visitar e inspeccionar los terrenos para informar de su estado higiénico (AMP, L. 39/1 ). Fruto de todo ello, en ese mismo año de 1924 se encargó la realización de un proyecto para ampliar el cementerio (AMP, L-59/2) El expediente incluye la memoria, los planos, el pliego de condiciones facultativas y económicas y el presupuesto. En la memoria sobre esta actuación municipal, firmada en Alicante el 1 de octubre por el arquitecto lldefonso Bonells, se manifiesta el mal estado en el que se encontraba el cementerio ya que cuando se proyectó ’no se tuvo debidamente en cuenta el cre ciente aumento de su población, a juzgar por el área adoptada para su emplazamien to’, siendo necesario proyectar el ensanche del mismo ’sujetando toda la obra nueva que se levante a lo legislado sobre tan importante materia’. Las obras a realizar , según el proyecto, comprendían la construcción del muro de cerramiento teniendo en cuen ta las exigencia constructivas en lo relativo a espesores, cimentación, naturaleza, altu ras y demás condiciones; edificio a propósito, con los departamentos señalados, para sala de autopsias y depósito de cadáveres, los cuales ’en unión del espacio que se des tinará a dar decorosa sepultura a los cadáveres de los que fallezcan fuera de la Religión Católica, constituye lo estrictamente necesario, suficiente e indispensable, para salvar los inconvenientes y perjuicios que en el orden moral y material se lamentan ahora por la exigua extensión superficial del cementerio antiguo, lo incompleto de su distribución interior y externa, estado de su construcción, falto de las dependencias que se exigen actualmente y por otras circunstancias que fuera prolijo enumerar’. Los enterramientos en general se efectuarían en fosas, conforme los planos del proyecto, y así mismo también se construirán nichos adosados a los muros de cerramiento, más adelante y con arreglo a las prácticas legales exigidas a tales cons trucciones. Según los planos, firmados por el arquitecto el 1 de septiembre, la superficie de ampliación era de 8.000 m ’ y el presupuesto total de la obra, que incluía la restaura ción de la capilla, ascendía a 27.498,66 ptas. El proyecto de ampliación del cementerio propuesto en 1924 no se llevó a efecto ya que el 30 de abril de 1926 el delegado gubernativo Carlos Estévez colocó la prime ra piedra del nuevo cementeíio que se pretendía constíuir ( Rico Na varro, 2002b: 83-84 ). El semanario !della, a través de su corresponsal en Petrer, el administrador de correos Melchor Mares, defiende en sus crónicas la construcción de un nuevo cementer io. Desde los primeros números ya hace un llamamiento al pueblo para que las obras se pongan en marcha y centra esta reclamación en varias crónicas -13 y 20 de marzo, 1 O y 17 de abril, 1 y 22 de mayo y 5 y 26 de junio de 1926- (Nava rro Díaz, e.p.). En sesión plenaria de fecha 23 de mayo de 1927, el alcalde expuso que ’pro yectada la construcción del nuevo cementerio que sustituyese al actual, deficiente y sin condiciones de higiene, éste fuese ubicado en el lugar en donde hacía poco más de un año se había colocado la primera piedra’. El terreno fue reconocido por el ins pector provincial de Sanidad declarando que eran inmejorables sus condiciones de permeabi lidad y que su distancia respecto a la población estaba dentro de las señala das por las disposiciones vigentes. La primera autoridad local propuso que se abriera una suscripción general vo luntaria entre los vecinos ’para reunir fondos con los que sufragar los gastos consiguientes y poder dar comienzo a las obras’. Así, los que lo deseasen, adquirirían a perpetuidad parcelas de enterramiento. La comisión encarga da de redactar el reglamento determinaría su extensión y se plasmaría en el plano alzado por José Pujol. El Ayuntamiento pleno, en vista de la urgencia y necesidad que tenía la pobla ción de que se llevasen a cabo las obras del cementerio, acordó aprobar su construc ción, así como la confección de hojas divulgadoras de este acuerdo y también del pla no con e l emplazamiento de las parcelas y su clas ificación. La memoria del proyecto del nuevo cementerio (AMP, L-59/2) realizada por José Pujol, ex alumno de las escuelas de artes y oficios municipal y provincial agregada a la de ingenieros industriales de Barcelona, está firmada en Petrer en junio de ese mis mo año. En ella se manifestaba que la construcción estaba prevista en los terrenos propiedad de los herederos de Nicolás Brotons Payá, enclavados en la parte norte del pueblo, a medio kilómetro, ofrecidos gratuitamente. La entrada lindaría con el cami no del azagador que conducía al pueblo por el cementerio antiguo, teniendo acceso para carruajes por el camino del Guirney, cuya continuación podría arreglarse con poco coste. La construcción de la obra se compondría de un muro que cerraría una sección rectangu la r de 100 metros de largo por 60 de ancho, o sea, 6.000 m’. A los lados de la entrada se construirían dos pabe llones, uno para vivienda y otro para depósito de cadáveres, autopsias y departamento para herramientas y materiales, ambos de planta baja, siendo la característica exterior igual en los dos pabellones. En el centro del cementerio habría una plaza en la que se construiría una ermita y se podría levantar una cruz de piedra en el centro de la misma y en los ángulos se plan tarían cipreses, así como en los lados del paseo central hasta la plaza de entrada. El 1 O de marzo de 1928 el alcalde Luis Villaplana firmó el reglamento del nue vo Cementerio Municipal Católico denominado Cementerio General de Nuestra Señora del Remedio, que fue aprobado por el pleno municipal en sesión del 15 de marzo. El reglamento tenía un total de 64 artículos que se dividían en los siguientes epígrafes: del cementerio, su construcción, de la junta administrativa , de la recauda ción, del sepulturero, de las inhumaciones, de las exhumaciones, división y clases de sepulturas, depósito de cadáveres y las tarifas a que deberían sujetarse las diferentes clases de sepulturas. El gobierno civil devolvió el 2 de enero de 1929 dicho regla mento por no ser procedente su aprobación, ya que el capítulo referente a las exhu maciones ’no se ajusta a los preceptos de las Reales órdenes de 5 de abril de 1889 y 15 de octubre de 1898, a las cuales y demás disposiciones vigentes en la materia, deberá atemperarse el articulado de dicho capítulo’ (AMP, L-59/2). La crisis económica de 1929 detuvo muchos proyectos y dejó inacabadas muchas obras comenzadas, una de ellas, el cementerio. En la sesión de la Junta Muni cipal de Sanidad del 22 de enero de 1931, el farmacéutico municipal, José Perseguer, denunció abiertamente la pésima situación del cementerio llegando a calificarla como ’vergüenza de nuestro pueblo’ (AMP, L. 39/1 ). El 5 de agosto de 1931, en sesión plenaria, la corporación republicana, bajo la presidencia del alcalde José García Verdú, sometió a debate el asunto del nuevo recin to funerario. Después de larga discusión, el concejal Sr . Amat propuso que se cons truyese en los terrenos adquiridos con anterioridad . El concejal Sr. Beltrán y el Sr. Payá opinaban que debía construirse en un nuevo terreno propiedad de Gabriel Rico Pérez en la zona del Guirney. Un mes después, en la sesión celebrada el día 23 de septiembre, se dio lectura de una carta del propietario de los terrenos dando la conformidad del precio de 500 ptas. por tahúlla. Meses más tarde, en la junta del 8 de junio de 1931, se volvió a tra tar el tema, insistiendo en las condiciones antihigiénicas del cementerio utilizado has ta entonces, donde no quedaba un metro cuadrado para enterrar y la proximidad a la población eran razones suficientes para demandar con urgencia la construcción del nuevo cementerio (AMP, L-59/1). El 19 de enero de 1934 el Ayuntamiento estudió la propuesta para la adquisi ción de los terrenos que le había ofertado Gabriel Rico Pérez, propietario de una fin ca rústica en la partida del Guirney. Éste se comprometía a ceder al municipio 7 tahú llas de tierra por la cantidad de 3.500 ptas, cediéndole al vendedor, de forma gratui ta, una parcela de 5 m ’ para que éste pudiese construirse un panteón. El gobierno municipal vio aceptable la oferta del Sr. Rico y acordó por unanimidad la adquisición de los terrenos, facultando al alcalde para que realizase las oportunas gestiones con el fin de comprar otras tierras colindantes. En las sesiones plenarias de fecha 2 de febrero y en la siguiente del día 9, el consistorio manifestó la necesidad y convenien cia de adquirir también las tierras colindantes a las de D . Gabriel Rico. Unos días des pués, el 21 de febrero, se formalizaba la compra de 2 tahúllas más a Dolores Payá Ber nabeu por la cantidad de 1.500 ptas., ’quedando a su favor las plantaciones de árbo les existentes y cosecha del año actual, además de cederle gratuitamente una parce la de 5 m ’ de terreno con destino a panteón’. El Ayuntamiento ponía como condi ción que éste debía construirse en el plazo de un año a partir de la inauguración del cementerio, de lo contrario no tendría validez la cesión. Por otra parte se acordó abrir un expediente y pedir al juzgado municipal la certificación de las defunciones habidas 7 1 Plano del cementerio nuevo. 1935. en el último decenio y encargar a la comisión de ornato que informase acerca de la elección del lugar y si era aceptable para su emplazamiento, así como facultar al alcal de para que designase al arquitecto que procediera a la redacción del correspondien te proyecto facultativo de las obras. El 8 de marzo de 1934 la Junta Municipal de Sanidad manifestó que los terre nos eran los apropiados para la construcción del cementerio, concluyendo que en los terrenos concurrían todos los requisitos necesarios para tal fin (AMP, L. 39/1 ). El día 15 de junio del mismo año se dio lectura a un ofic io del gobernador civil de la provincia, de fecha 9 del mismo mes, comunicando e l acuerdo de la Junta Pro vincial de Sanidad de Al icante en el que se informaba favorablemente el expediente instruido por el Ayuntamiento para la construcción del nuevo recinto funerario y se aprobaba el sitio de emplazamiento del mismo. Con fecha 5 de octubre de 1934 se unieron al expediente los informes de la comisión de obras del Ayuntamiento, de los inspectores de la Junta Municipal de Sani dad y del médico Rafael Duyos Risset, así como certificación del registro civil referida al número de defunciones habidas durante el último decenio. El proyectado cemen terio podría utilizarse por más de 25 años sin necesidad de remover los restos morta l es, puesto que su superficie ser ía de 6.000 m ’ y el número anual de defunciones en Petrer era de 86 (lo que resulta un índice de mortalidad bajo, 16,3 %o) Las previsio nes fueron acertadas ya que la primera ampliación se realizó en 1959, 24 años des pués de su construcción. Cada inhumación ocuparía una extensión superficia l aproxi mada de 2 m ’ y el coste total de las obras ascendía a 44.166,37 ptas. En el presu puesto para 1935 se consigna esa cantidad más 19.231 ptas. ’para extensión o mejo ra de servicios’, lo cual suma un total de 63.487,37 ptas. (Pavía Pavía, 1993). El 14 de marzo de 1935 se subastaron públicamente las obras para la cons trucción del cementerio, adjudicándose el 4 de abril al contratista Recaredo Rico Pina. Con motivo de la conmemoración de la fiesta de la proclamación de la República, 14 de abril, el Ayuntamiento celebró los actos de inauguración del dispensario de higie ne y la colocación de la primera piedra para la construcción del cementerio municipal en este nuevo emplazamiento . En la sesión celebrada el día 25 del mismo mes se trató la necesidad y conve niencia de llevar a cabo, cuanto antes, la conducción de aguas con destino al cemen terio, cuya mejora era indispensable para el buen funcionamiento del mismo, apro bándose este punto por unanimidad . Los trabajos de explanación de los terrenos, tanto en el interior como en el exte rior del campo santo, se iniciaron en el mes de agosto . Y por fin, con fecha 5 de octu bre de 1935, llegó al Ayuntamiento un oficio del gobernador civil en el que se dice que ’vistos los favorables informes, he acordado acceder a lo solicitado por Vd., auto rizándole para la inauguración del nuevo cementerio y clausura del viejo ’. El cementerio municipal fue construido siendo alcalde Santiago García Berna beu y cura ecónomo de la parroquia Bartolomé Muñoz Golf. El 24 de octubre de 1935 se presentaron, ante la corporación, las ordenanzas y tarifas para la exhumación de cadáveres y otros servicios fúnebres municipales que se iniciarían en el ejercicio económico de 1936, aprobándose por unanimidad. El arqui tecto encargado de la obra, Juan Vidal Ramos, envió al Ayuntamiento una certifica ción manuscrita con fecha 21 de octubre comunicando que las obras estaban total mente concluidas. Pero algo debió ocurrir ya que la recepción definitiva del recinto se retrasó, pues no es hasta el 16 de enero de 1936, después de un plazo de garantía de 60 días hábiles, cuando se hace la defini tiva entrega de la obra por el contratista Sr. Rico, quien, en esos momentos, estaba realizando la obra de ampliación del dis pensario (Pa vía Pavía, 1993). Se acababa así un largo camino que había comenzado muchos años antes. Des de principios del siglo XX existen referencias relativas a la necesidad de ampliar el vie jo cementerio a orillas de la rambla de Puc_;a (Rico Navarro, 2005). La inspección de edificios, establecimientos y vehículos La multiplicación de los edificios y locale s de pública concurrencia, como tea tros , cafés, tabernas, escuelas, y el empleo de todo tipo de carruajes y vehículos de motor, generar on la necesidad de inspeccionarlos habitualmente, al igual que ocur ría con los lavaderos, balsas o acequias. Ya en la sesión de la Junta de Sanidad del 21 de mayo de 1924 se expuso la necesidad de tomar medidas de salubridad necesarias en todos los establecimientos públicos y en la sesión del 3 de julio de 1929 se daba lectura a la circular remitida por Los vehículos eran inspeccion ados periódicamente . Juanito en su taxi a finales de 1940 . la inspecc ión provincial de sanidad en la que se recog ían orientaciones para la mejor interpretación de la real o rden de 22 de mayo de 1929 en la que se establecía el regla mento por el que se habían de regir los sanitarios municipales respecto de la inspec ción de estab lecim ientos, edificios y vehícu los de servicio públ ico. En el m ismo se fija ba la necesidad de revisar periód icamente los establecimientos, edificios y vehícu los con el ob jeto de informar de las deficiencias observadas en relaci ón con la higiene y sa lubridad exig ib le, espec if ica ndo con todo detal le las reformas que a ju ic io de los téc nicos debería n hacerse para mejo ra rlos, da ndo un plazo mínim o de tiemp o e n el q ue debe rían subsa narse. E n este sentido, la autorización para la creación de prost íbu los y su inspección también estaba entre los cometidos de los técnicos san itar ios y de la Junta Munici pa l de Sanidad. Así, el 16 de junio de 1930, era trasladada a dicha Junta de San idad la solicitud de una señora, dirigida al alcalde Antonio Andreu Cabedo, que p re tend ía abrir un prostíbulo en una casa de la partida de Santa Bárbara. Los miembros de la J unta de Sanidad por unanimidad acordaron la denegación del permiso, exponiendo l as sigu ientes razones : ’1 .º L a prox imidad de la casa púb lica a un im porta nte pob lado do n de sus mora dores, gente honrada y traba jadora había de presenciar cómo sus hijos para ir dia riamente a las fábricas tenían que pasar por allí por ser de obligado paso entre Elda y Petrel, expon iéndolos y desamparándo los en su inexper iencia ante esta ocasión de perder su inocencia, predisponiéndolos y dando las facilidades para el vicio. 2. 0 E l estar situada esta casa a regular distancia de la población traería como consecuencia obligada la falta de vigilancia por los age ntes de la autoridad, co n lo que los peligros de escánda lo, per versión y corrupc ió n de menores, etcé te ra, se verán favorec idos. 3.º La limitación o escasez de medios de todas clases que en estos pueb los pequeños padecemos harían que la func ión gubernativa, de investigación y de sostenimiento del orden, y la función sanita ria en su aspecto de profilaxis de las enfermedades venero-sifilíti cas, fuesen insuficientes para remediar los perniciosos efectos que en la fam ilia y en la soc iedad determinan la propagación de estas enfermedades’ (AMP, L. 39/1) L a denegación del permiso para abrir un prostíbulo respondía necesariamente a la presencia de otros, siempre situados a las afueras de la población, bien en los cam inos ent re Petrer y E Ida, bien en la car retera nacional hacia Alicante. De ahí la peti ción de situar otro nuevo en la part ida de Santa Bárbara. Años más tarde, en la Junta de Sanidad del 31 de marzo de 1936, se trató el tema de ciertas denuncias de vecinos que indicaban que la taberna Los Gavilanes estaba fun c ion ando como una casa de prost itución clandestina. Los miembros de la junta decidie ron que los agentes de l Sr. alca lde, Luis Amat, indagasen sobre el tema para que, en caso afirmativo, obligasen a las prostitutas a que acudieran a reconocimiento al dispen sario de higiene abierto e l 14 de abril de 1935 en la pla~a de Baix (AMP, L. 39/1) Meses más tarde, en octubre de 1936, el café Los Gavilanes, situado en la zona de la Almafra entre Elda y Petrer, cerró, aunque se abrió un nuevo café conocido como El quitapenas . En la Junta Local de Sanidad del 7 de octubre de 1936 se hacía constar la neces idad de llamar al dueño para hacerle saber la necesidad de que las mujeres que a llí trabajaban pasasen por el dispensario de higiene para su reconocimiento (AMP, L. 39/1 ). La creación del dispensario de higiene y la división en distritos Las carencias sanitarias de Petrer eran múltiples y variadas. Desde principios del sig lo XX, algunos escritos pub licados en periódicos prov inciales manifestaban la esca sa infraestructura sanitaria con la que contaba la poblac ión. En Petrer, a diferencia de Elda, no existía hospital municipal, no contaba con la asistencia médico-escolar, ni tampoco tenía casa de socorro. E n la rea l orden de 22 de mayo de 1929 en la que se establecía e l reglamento para el funcionamiento de l personal san itario a nivel local en relación con la inspección sani taria e higiénica de la población, tamb ién se hacía constar la necesidad de contar con una oficina de sanidad con lo mínimo imprescindible a nivel de materiales sa nitarios. De este modo, en la Junta Municipal de San idad del 3 de julio de 1929, vistas las recomendaciones de la circu lar remitida por la Inspección Provincia l de Sanidad, se cons ideró como necesaria la creación de la oficina de sanidad en Petrer, de la que se carecía por completo. Ese mismo día, e l secretario de la junta, José Caballero, infor mó que el alca lde Luis Villaplana había designado un local en el mismo Ayuntamien to, e invitó a todos los miembros de la junta a visitarlo. La oficina de sanidad estaba dotada con un libro de registro y con el material necesario para que pudiese funcio nar inmediatamente. Además, el alca lde ponía a disposición de los técnicos san ita rios e l personal del consejo municipal necesario para la mejor realización de su cometido (AM P, L. 39/1 ). Poco tiempo después, en la sesión plenaria del gobierno de la Segunda Repúbl i ca, celebrada por el Ayuntamiento de Petrer el día 21 de octubre de 1931, fue apro bada la división de los dos distritos de beneficencia -y de asistencia pública domicilia ria-, con un total de 46 calles. Según ésta correspondían al médico Juan Rico Rico y al practicante Francisco Sempere Pérez las s igu ientes calles: Arco de la Virgen, Cánovas del Castillo, Castillo, Concepción Arenal (La Virgen), Cuevas del Casti llo, Cuevas del Río, Fuente, Horno de la Vi rgen, Hoya, Joaquín Costa (Ju lio Tortosa), José Nakens (Cura Bar tolomé Muñoz), Mayor, Migue l Amat, Muralla (Subida al Castillo), París (L a Boquera ), Prim, Ramón y Cajal, plaza de la Repúb lica (p laa de Baix ), Río y San Hermenegildo; mientras que al médico Antonio Payá Martínez y al practicante Anton io Requena Mira les adjudicaron las calles de Agost, Almas, A lt ico, Calvario, Canalejas (Nou-San Bonifa c io), avenida del Capitán Ga lán (Paseo de la Exp lanada), Castel ar, 1 º Castillo (Primer Callejón del Castillo), 2º Castillo (Mestre Samuel Beneit), 14 de Abril (Fernando Berna bé), Fernando de los Ríos (San Rafael), Francos Rodríguez (Pedro Requena), Gabriel Payá, García Hernández (José Perseguer), Giordano Bruno (parte de la ca lle Agost), Independencia, Jaime Vera (Santísimo Cristo), plaza de la Libertad (p laa de Dalt ), Lu is Chorro, Mártires de Jaca (Anto nio Torres), Numan cia, avenida de Pablo Iglesias (Joaquín Po veda), Sagasta (Gabriel Brotons), San Vicente, Tetuán y Vicente Amat. El 8 de octubre de 1932 fallecía de forma repen tina e l médico Juan Rico Rico, incorporándose a Petrer Luis Sempere Berenguer como médico de asistencia pública domiciliaria. En los años siguientes a la puesta en marcha de la oficina de sanidad en los bajos del Ayuntamiento se pudo comprobar que el loca l no ten ía las condiciones necesarias para atender mínimamente a los vecinos. De el lo se hizo eco la publicación local republicana Polémica el 17 de d iciembre de 1932. Dispensario de higiene creado en 1935. Por este motivo, se consideró la necesidad de cerrar la oficina de sanidad y crear un dispensario de higiene que pudiese servir para atender los aspectos sanita rios e higiénicos de la población, especialmente los relacionados con la vacunación, realización de curas o la atención de pacientes. El edif icio situado en la misma plaza del Ayuntamiento -actual plac;a de Baix, 10-, utilizado primero como pósito (Payá Poveda, 1994) y más tarde como escuela, se reconvirtió en dispensario de higiene público el 14 de abril de 1935 con motivo de la celebración de la proclamación de la Segunda República Española. La inauguración del dispensario de higiene pública y la imposición de la primera piedra en el cemen terio del Guirney fueron realizadas con la asistenc ia de todas las autoridades locales y del alca lde Santiago García Bernabeu. La Guerra Civil española: el hospital de sangre del Poblet El estallido de la contienda entre el gobierno de la República y los militares rebeldes entre 1936 y 1939 truncó el desarrollo de la política sanitaria en Petr er, que ya contaba con al menos tres médicos, dos practicantes, farmacéutico, veter inario y un dispensario de higiene pública . El fusilamiento en A licante, el 17 de octubre de 1936, de dos técnicos sanita rios de Petrer, como fueron José Perseguer Ferrero, inspector farmacéutico de la pob lación y miembro de la Junta Municipal de Sanidad, y el médico Rafael Duyos Risset, acusados de ser contrarios al gobierno de la República, diezmó considerable mente los ya de por sí escasos medios humanos y materiales dispon ib le s. Al mismo tiempo, e l inspector local de sanidad y médico titular Antonio Payá Martínez fue apar tado de su cargo desde el 28 de agosto de 1936 al 3 de junio de 1937, por conside rarlo desde las instancias gube rnativas provinciales como desafecto al régim en repu blicano, aunque asistió a la últ im a Junta Municipal de Sanidad celebrada e l 7 de octu bre de 1936. Después de esta fecha, la Junta de Sanidad ya no se volvió a convocar hasta unos años después de la instauración de la dictadura de Franco, concretamen te el 4 de mayo de 1942. Al mismo tiempo, la gran cantidad de heridos en e l frente de guerra determinó l a necesidad de crear hospitales de sangre en la retaguardia con el objeto de atender los con las mejores condiciones de salubridad. A este respecto, la finca de El Poblet fue incautada por los socialistas de Petrer y Elda en nombre del gobierno republicano a su propietario, Plácido Gras Boix, con e l objeto de ser uti lizada como hospita l de sangre y momentáneamente, entre diciembre de 1937 y principios de 1938, también como colon ia infantil, acogiendo a los hijos de padres que estaban en el frente. Al poco tiem po, la co lonia infantil fue trasladada a la Colonia de Santa Eulalia en Villena. Así, el 7 de octubre de 1936, en la Junta Municipa l de Sanidad presidida por e l alcalde Luis Amat, se dio cuenta de la instalación de l hospital de sangre en la fin ca El Poblet. El vocal, Sr. Ramón Congost, planteó que varias mujeres de la pob la ción estaban dispuestas a co laborar voluntariamente en los diferentes servicios que fuesen necesarios en dicho hospita l, acordándose por la junta que ’se fuese toman do nota de todas aquellas que estén dispuestas a colaborar desde ese momento’ (AM P, L. 39/1) En la finca ’El Poblet’ se instaló el hospital de sangre. El trabajo desarrol lado por todas estas mujeres en el hospita l de sangre del Pob let fue excepcional, dado que e l número de heridos atendidos en e l mismo fue muy elevado, hasta el punto que llegó a saturarse en var ias ocasiones, teniendo que desdob lar los esfuer zos por parte de l personal sanitario y vo luntario. Los últimos brotes epidémicos y otras enfermedades Las primeras décadas del s iglo XX estuvieron marcadas por la conocida como gripe española de 1918. Ha sido la ú lt ima gran epidem ia que ha afectado a buena parte del p laneta. Sin embargo, también tenemos constancia, a través de la Junta Local de Sanidad, de diversas enfermedades, incluso, de brotes epidémicos que afec taron a los habitantes de Petrer y para los que también fue necesario adoptar diver sas medidas preventivas y sanitarias. Entre otras enfermedades, además de las epidemias de gripe, podemos referir nos a algunos brotes de sarampión, fiebres tifoideas y a lguno de los ú ltimos casos de lepra en la poblac ión. La gripe española de 1918 Son pocos los datos disponibles que permitan determinar qué elementos y cir cunstancias posibi litaron el desarro llo de una epidemia de amplia difusión planetaria, donde e l número de afectados fue enorme y el de fallecidos cuantioso. Algunos auto res hablan de cerca de 20 millones de personas en todo e l mundo. En cualquier caso, la gripe española o la gran pandemia de gripe de 1918 fue una inusua l epidemia de carácter infeccioso viral, gripe del tipo A/ H 1 N 1. No se cono ce muy bien dónde se inició y cómo se extendió, pero evidentemente se relaciona con las grandes movi lizaciones militares de la I Guerra Mundial. Tras documentarse los pri meros casos en Francia, pasó a España, siendo uno de los países más afectados, con cerca de 8 mi llones de personas infectadas y, según algunas informaciones, cerca de 300.000 fallecidos, aunque los datos of iciales redujeron estas cifras a la mitad. A nivel comarcal no podemos hablar de crisis de mortalidad, puesto que el total de las defunciones no se elevaba más allá del límite del 50 % sobre la media de un periodo normal, aunque estuvo próximo (Belando y Crespo, 1987). El desarrollo de la epidemia no fue continuo, sino que se desarrolló en tres gran des oleadas, correspondientes a la primavera y verano de 1918, otoño de ese mismo año y primavera de 1919. La epidemia tuvo más incidencia en el otoño de 1918, entre finales de septiembre y finales de noviembre. En los estudios realizados en la comarca del Medio Vinalopó se han contabili zado un total de 501 defunciones asociadas con la epidemia, de las que 43 corres ponden a Petrer y 52 a Elda (Belando y Crespo, 1987). En el caso de Petrer, también se han contabilizado aquellos fallecidos entre octubre y noviembre de 1918 para los que se señaló como causa de la muerte afecciones como bronquitis o bronconeumo nías. Y es que el virus de la gripe del tipo A de 1918 experimentó una recombinación genética entre, al parecer, un virus animal, probablemente de la gripe porc ina, y otro humano, ante el que el sistema inmunológico humano no podía hacer nada al no estar registrado. Junto a las comp licaciones pulmonares, que eran las más habituales y conocidas, la gripe también actuaba sobre el sistema neurológico, afectando a los tejidos de otros órganos y provocando infecciones sistemáticas. Fueron los sectores jóvenes de la población los más afectados, sobre todo los menores de 40 años, incidiendo casi por igual en hombres que en mujeres, aunque sí que se aprecian diferencias según los grupos de edad. En general, se desarrolló más en niños que en niñas, y más en mujeres jóvenes que en hombres. Todos los cadáve res fueron enterrados en el cementerio viejo bajo condiciones especiales. En Petrer, la relación entre nata lidad y mortalidad en 1918 muestra un claro sal do vegetativo de signo negativo. Mientras la natalidad se situó en el 24, 18 %, la mor talidad lo hizo en el 30,29 % . Este saldo negativo (-0,611 %) fue uno de los más ele vados de la comarca, por detrás de Sa linas, Novelda y Monóvar. Al mismo tiempo, como consecuencia de esta elevada mortalidad, también descendió el índice de nup cialidad, aunque la pob lación se recuperó rápidamente en los años siguientes. L a detección de la gripe en la primavera y verano de 1918 puso en alerta al Ayuntamiento y a la Junta Municipal de Sanidad, que tomaron rápidamente las medi das oportunas para desarrollar una política preventiva en materia sanitaria. Las medi das desarrolladas no variaron ostensiblemente de las ya consideradas para otros bro tes epidémicos acaecidos durante el sig lo XIX. Entre las consideraciones más habituales se decidió aplazar las celebraciones festivas hasta que mejorase el estado sanitario de la provincia y se pudiese llevar a cabo actos lúdico-festivos sin perjuicio de la población (AMP, Pleno Municipal, sep tiembre, 1918). En otros municipios próximos del valle del Vinalopó también se pro hibió la celebración de reuniones en locales cerrados o en escuelas (Belando y Cres po, 1987) Al mismo tiempo, hasta bien entrado el siglo XIX, cuando se producía un brote epidémico en otras poblaciones de la provincia se solía impedir el acceso a la pobla ción de personas procedentes de otros núcleos . A partir de estos momentos, en la documentación oficial, a lo sumo, se estableció un cierto control de vigilancia sobre los forasteros, al exigirles la obligación de informar a la alcaldía de su llegada para ser reconocidos por el inspector de sanidad. Como novedades con respecto a epidemias anteriores, se introdujo el uso del zotal diluido en agua en los establecimientos donde se vendía género y en los puntos donde se reunía público, así como la necesidad de desinfectar diariamente los carrua jes que realizaban el servicio de transporte a la estación. También se prohibió la entra da en el cementerio, pudiendo acceder exclus ivamente e l sepulturero y las personas que conducían el cadáver. Esta situación propició que en muchos municipios se adqui riera un carruaje para transportar e l féretro desde la iglesia a l campo santo, ya que como norma el ataúd era llevado a hombros, cuestión por otro lado que había comenzado a considerarse como antihigiénica. Otras medidas también novedosas obligaron a que las farmacias que desde finales del siglo X IX comenzaron a establecerse en muchos de los munic ipios de la comarca permanecieran abiertas hasta las doce de la noche o que se tuviera prepa rado un loca l ret irado de la pob lac ión para que, en caso de ser necesario, se pudiera ais lar a los enfermos, tal y como estab lecía el inspector provincial de sanidad en una circu lar del 17 de octubre de 1918 publicada en el BOE. En Petrer se insistió desde el pleno del Ayuntam iento en la necesi dad de que los vecinos pudientes se suscribieran cada uno con lo que pudiera, con e l fin de cubrir los gastos extraordinarios ocasionados por la epidemia y, sobre todo, socorrer a las fam i li as más pobres, convocatoria que no tuvo una gran acogida según se recoge en el acta munic ipal del día 20 de octubre de 1918. El resto de medidas hig iénicas, como rociar las cal les con agua limpia, que las basuras y retretes só lo pudieran ser extraídos de las casas durante la madrugada, lle vándolos a lugares a lejados de la pob lación o que no se vertieran materias insalubres a las acequias, eran las med idas habituales desde hacía sig los. Lepra L a temida lepra es una enfermedad infecciosa de la que tenemos constancia desde la antigüedad, caracterizada por la aparición de úlceras cutáneas desfiguran tes, daños en e l sistema neurológico y debilidad física. La causa el organismo Myco bacterium !eprae y tiene un periodo de incubación antes de que aparezcan los sínto mas . Los niños son más susceptibles que los adultos a contraer la aunque también es propia de personas de edad. No es una enfermedad muy contagiosa y es de difícil transmis ión, por lo que es complicado determinar e l lugar donde pudo ser contraída. Aunque actua lmente es una enfermedad común en los países tropicales y sub trop icales, también lo fue en Europa hasta pr incipios del siglo XX. El surgimiento de medicamentos efectivos ha hecho que el aislamiento de los enfermos sea innecesa rio, aunque con anterioridad al uso de los mismos, la mejor forma de evitar el conta gio era mediante e l a islamiento de los enfermos. Uno de los últimos casos conocidos de lepra en Petrer data de 1908. En la Jun ta Municipal de Sanidad de 18 de mayo de ese año se dio lectura de un comunicado remitido por el presidente de la Junta Municipal de Sanidad sobre la enferma de lepra Rosa Amorós Brotons, vecina de la calle Independencia. En la misma se hacía constar que esta persona carecía de toda clase de recursos económicos, encontrándose en un estado lamentable, tanto la enferma como su vivienda . Por todo ello, la Junta Muni cipal acordó por unanimidad que se desinfectase la casa, sus ropas y demás muebles con el fin de evitar la propagación de esta enfermedad, calificada como ’cruel’ y pro ceder al aislamiento de la enferma. Sarampión El sarampión es una enfermedad común producida por la infección de un virus contagioso del género Morbillivirus, que tiene tres fases en su desarrollo: incubación, fase precoz con enrojecimiento intenso de la mucosa oral y garganta, catarro ocular, faríngeo y nasal. Y por último, erupción en la piel de manchas rojizas diseminadas, con tos y fiebre. Esta enfermedad se trasmite por las secreciones nasales u orales, siendo eleva do el contagio desde la fase inicial de incubación, principalmente en los meses de invierno y primavera, momentos en los que se podían producir verdaderas epidemias. La ventaja es que, una vez pasada, se adquiere inmunidad de por vida, siendo nece sario someterse a su vacunación si no ha sido contraída. Los brotes de sarampión eran una constante en todos los municipios, especial mente entre los escolares, aunque en ningún caso llegaba a tener el carácter de epi demia. Únicamente tenemos constancia de una importante propagación del saram pión en mayo de 1906. El día 22 de mayo de ese año, el inspector municipal de sani dad, Salustiano Villa Durbau, dirigía un comunicado a la alcaldía, presidida por José María Maestre Montesinos, en la que le hacía participe de la propagación en la loca lidad de la epidemia de sarampión. Al día siguiente y sin demora, fue reunida la Jun ta Municipal de Sanidad para tratar el tema y tomar las medidas oportunas. Después de leer el comunicado del señor inspector y discutir sobre diversos aspectos, los miem bros de la Junta adoptaron las siguientes medidas : ’1 . ª La clausura inmediata de todas las escuelas públicas y pri vadas de la localidad por haber tomado la epidemia una extensión muy considerable. 2.ª Que las ropas blancas procedentes del cuerpo y camas de enfermos de sarampión se sometan a la colada con lejía o agua hir viendo adicionándole cloruro de sodio para aumentar el grado de ebullición, y los colchones, cortinas, muebles y demás efectos que no puedan someterse a la colada que se desinfecten con azufre quemado cerrando herméticamente las rendijas de la habitación a fin de que no escapen los gases sulfurosos . 3.’ Lavar con !echados de cal las paredes y cubos de las habita ciones donde haya enfermos. 4.ª Designar como más aislado el lavadero de la balsa para el lavado y limpieza de la ropas de enfermos del sarampión después de coladas en la forma recomendada, cuyo lavado habrá de efec tuarse desde las diez de la noche hasta las tres de la madrugada. S.ª La prohibición absoluta de que los ganados cab ríos y lana res encie rren durante los sesteros n i por las noches en los corrales situados en el casco y radio de la población. 6.ª Que se recomiende al vecindario el aseo y limpieza tanto en el inter ior como en el exterior de las casas ordenándo les que en el plazo de ocho días procedan a limpiar las letr ina s, cuad ras y loca les donde existan basuras cuyas sustancias no podrán depositarse a menos d istancia de quinientos metros del casco de la población c u idando de cubrirlas con tierra. 7.ª El aislamiento completo dentro de las casas donde existan enfe rmos atacados del sarampión. 8.ª Que por los señores profesores de medicina y cirugía y de vete rinaria se giren frec uentes visitas de inspección a los estableci m ientos públicos de venta de toda clase de artículos alimenticios y se desechen los que se encuentren en mal estado para el consumo inmediato. 9.ª Se designe una comisión compuesta del vocal D. Román Po veda Tendero y el pract icante de cirugía menor del municip io, Don F rancisco Esteve Barberá, para que giren frecuentes visitas de ins pección a las casas donde ex istan enfer mos del saramp ión, así como a las de los demás domicilios que crean convenientes y denuncien a los vecinos que no hayan cumplido con lo que se tiene ordenado. 1 O.ª Y fina lmente que se dé cump lim iento a lo que preceptúa el capítu lo 12 de Instrucción general de Sanidad de 12 de enero de 1904’ (AMP, L. 39/1) Fiebres tifoideas El término tifus, enfermedad caracter izada por fiebre s elevadas y estupor, es un concepto demasiado amplio que puede generar demasiados equívocos. De ahí que sobre todo desde bien entrado el sig lo XX se empezara a disting uir entre t ifus exan temático y fiebres tifoideas. Esta última no es más que una salmonelos is de transmi sión por alimentos y agua principa lmente, propias de las estaciones veraniegas y oto ñales y ma las condiciones de higiene. Por el contrario, el tifus exantemático es una enfermedad infecc iosa transmitida por piojos, pu lgas y por su conducto ratas, que suele caracterizarse por fiebres a ltas, erupciones transitor ias y malestar bastante seve ro. Solía darse en situaciones de insalubridad y de malas condiciones de higiene, de tal modo que también se le ha llamado como la ’fiebr e de la prisión’. La exposición a basur as, pulgas, piojos, heces de rata o incluso a animales como gatos y ratas eran fac tores de riesgo que aumen taban la probabilidad de convertirse en un brote infec c ioso en los meses de verano y otoño. Dolor de cabeza, fiebres muy altas, tos, dolores musculares severos, esca lofríos, delirios y erupciones son algunos de los síntomas, cuyo mejor tratamiento en la actua lidad es la aplicación de antibióticos, aunque eran otras las medidas adoptadas cuan do no se dispo nía de medios. Centros públicos como los coleg ios eran lugares que facilitaban la extensión de las epidemias. Son dos los casos que podemos comentar referidos a la constatación de fiebres tifoideas entre la población de Petrer. La primera, a finales de la década de 1920, concretamente el 29 de noviembre de 1929, Antonio Payá Martínez remitía un escrito al alca lde de Petrer, Luis Villapla na Reig, en el que le indicaba la constatación de enfermos con padecimientos clín i camente sospechosos de fiebre tifoidea, solicitándole que con el fin de averiguar su or igen indicasen al laboratorio provincial el material necesar io y las instrucciones oportunas para la toma de las muestras de las aguas potables destinadas al consumo humano con el objeto de realizar los análisis bacteriológicos pertinentes. Al día sigu iente , con carácter extraordinario fue convocada la Junta Municipal de Sanidad para informarles del comunicado del médico titular e inspector de sani dad municipal, Antonio Payá. Después de señalar el otro médico titular de Petrer, Juan Rico, que él no había observado ningún caso parecido, Antonio Payá indicó que los casos diagnosticados ascendían a 6 niños entre 5 y 1 O años y que, por sus síntomas , todos ellos eran sospechosos de fiebres tifoideas, por lo que ya había dejado dis puesto y aconsejado a los domicilios de los afectados las medidas necesarias en rela ción a la higiene, desinfección y aislamiento de las personas afectadas, insistiendo en la necesidad de realizar en el laboratorio provincial los análisis bacteriológicos . La Jun ta de Sanidad acordó realizar lo propuesto por el médico Antonio Payá Martínez. Una situación sim ilar se volvió a dar en el mes de julio de 1931. En la Junta Muni cipa l de Sanidad de 20 de ju lio, el médico Antonio Payá volvió a denunciar la presen cia de cerca de 20 casos de enfermos afectados posiblemente por fiebres tifoideas. El médico Juan Rico también señaló la constatación entre sus pacientes de 3 enfermos, con resultado de defunción en uno de ellos. Por este motivo, se adoptaron las medi das oportunas de carácter higiénico y de pleno aislamiento, esperando las indicaciones de l inspector provincial de sanidad, a quien Antonio Payá ya había avisado. EL PERSONAL SANITARIO EN EL SIGLO XX 1 persona l sanitar io de una población pequeña como Petrer era muy limit ado aunque más especia lizado que en siglos anter iores. A los médicos, c irujanos y comad ronas debemos añadir la creación de las plazas de inspectores municipales farmacéut icos y veterina rios, la creación de las pr i meras farmacias privadas, la aparic ión de la figura del practicante, en clara relación con la pol ít ica de las autoridades sanitarias superiores de consegu ir la vacunac ión de la pob lación y de la aparic ión de enfermeras/os más prepa rados y especializados. Médicos L os últi mos años de l siglo X IX, la situación san itaria de Petrer estuvo alterada por la inc idencia de las luchas políticas entre conservadores y l ibera les. La imp licación po lítica de algunos san itarios gene ró diversas denuncias de situaciones de incompati b ilidad en el ejercicio de distintos cargos públicos de los médicos titulares de Petrer. Algunas de estas situaciones fueron recogidas en periód icos a licantinos (Navarro Díaz, e. p.). Luis Cavero Ballester, médico contratado por e l Ayuntamiento de Petrera fina l es de 1876, fue acusado a principios de 1 892 de ejercer como méd ico del hospital provincial de Elda y como médico titular de Petrer, labores incompatibles. Al mismo t iempo, José Poveda V idal ejercía en esa misma fecha de juez suplente de Petrer y p racticante en el hospital de Elda. Poco antes, el 4 de enero de 1889, el periódico ali cantino El Liberal recogía como noticia la dimisión del médico petrerense Bartolomé Maestre y su sustitución por José Poveda Rico. No obstante, la situación se empezó a normalizar a principios de l siglo XX. El 8 de d iciembre de 1901, el Ayuntamiento en p leno, presid ido por el a lca lde Gab riel Payá Payá, acordó las bases para la prov is ión de una plaza de méd ico cirujano titu lar ante la dimisión del anterior, Sa lust iano Vi lla Durbau (AMP, L. 41 ). Entre las bases, regidas por el reglamento de 14 de junio de 189 1 para el serv icio benéf ico san itario de los pueblos, destaca que sería la ob ligac ión del méd ico titula r la as is tenc ia gratu ita a unas 300 familias pob res del vecindario y prestaría también de for ma gratuita el serv ic io de reconoc imiento de mozos en las operaciones de qu intas. Su sue ldo sería de 750 ptas . anua les, no pudiendo ausentarse de la población sin causa justificada y sin perm iso del alcalde, siendo de su cuenta designar a un facul tativo que le sustituyese. El contrato era de un año ampliable a cuatro. A esta con vocatoria, pub licada en el Bolet ín Oficia l de la Pro vincia n.º 285 del 14 de diciem bre de 1901, únicamente concurr ió el médico Vicente Poveda Payá, de 52 años, natural de Petrer, que había obtenido su títu lo de med icina y cirugía en 1 88 1 en la U niversidad de Sevi lla. Nombramiento como médico titular a favor de Vicente Poveda Payá. Año 1906. En la contratación de Vicente Poveda Payá como médico titular de la población realizada por el Ayuntamiento en pleno el 25 de enero de 1902 se hace mención a la libertad del facultativo para atender a otras familias o personas de la población no incluidas en el listado de familias pobres, siempre y cuando no desatienda su asisten cia facultativa de los enfermos pobres que expresamente se le encomendaba . En 1906 se le prorrogó por tiempo ilimitado el contrato como médico titular a Poveda Payá, por un sueldo anual de 1.500 ptas., que se prolongó hasta 1913 (AMP, L. 41 ). Posteriormente, en 1914, Antonio Payá Martínez pasó a ocupar la plaza de médico titular e inspector municipal de sanidad y en 1918 hizo lo propio Juan Rico Rico. Hubo que esperar hasta 1933 para la incorporación de un nuevo facultativo, Luis Sempere Berenguer. Todos ellos tuvieron que atender convenientemente a todas las familias pobres de la población, tal y como se especificaba en sus contratos, asignando a cada médi co una serie de calles a cuyos vecinos incluidos en la beneficencia debían atender. De la atención médica, los médicos titulares de la población debían pasar al pleno del Ayuntamiento unos partes facultativos de asistencia indicando a qué enfermos con derecho a la beneficencia municipal habían atendido. Los medicamentos recetados también corrían a cargo de las arcas municipales y eran suministrados por la oficina de farmacia del farmacéutico municipal. El montante total de lo gastado en recetas médicas era elevado al pleno cada tres meses para la aprobación definitiva del gasto. Cuando las recetas o el medicamento requerían de ciertos conocimientos técnicos, los concejales en pleno decidían elevar las recetas a las autoridades sanitarias provincia les para su aprobación. Como ejemplo, en la sesión plenaria del 31 de octubre de 1935, presidida por el alcalde Santiago García, se dio esta situación. IJo obstante, desde finales de los años 1920 también ejer ció la medicina en Petrer el médico Rafael Duyos Risset, quien solamente formó parte de la Junta Muni cipal de Sanidad en el año 1932, momento en el que, al parecer, se suprimió una de l as plazas de méd ico ti tular por par te de l gobierno socialista. Esta situación fue cr iti cada en e l semanario Polémica del 17 de diciembre de 1932 (Navarro Díaz, e. p.), con vocándose nuevamente la plaza de médico titular al año siguiente, siendo ocupada por Luis Sempere Berenguer. Después de la Guerra Civil, fueron Antonio Payá Martí nez y Luis Sempere Berenguer los que siguieron ocupando las plazas de médicos titu l ares de la población. Antonio Payá Ma rtínez Antonio Payá Mart ínez nació en la vecina ciudad de Elda el día 25 de agosto de 1887, hijo de Pedro Payá y de Francisca Martínez. Tuvo una única hermana, Epifa nía. A la edad de 4 años sus padres se trasladaron a Novelda. Antonio comenzó sus estudios en una escuela primaria regentada por sacerdotes. Desde muy pequeño acu só una gran ilusión por todo lo referente a la medicina, ya que tenía primos mayores que él que ya habían comenzado a estudiar esta carrera. Cursó el bachillerato en Novelda. Terminado el mismo, decidió estudiar medici na, por lo que se marchó a Madrid, siendo discípulo del premio nobe l Santiago Ramón y Cajal. Sus padres, gracias a tener una tienda de zapatos, La bota de oro, situada en el centro de Novelda, pudieron sufragar los gastos de su carrera y de esta Antonio Pay á Ma rt ínez con Santi ago R amón y Caj al en M adrid . 1909. Antonio Payá Martínez con su mujer, Eufemia Juan. forma, en 1914, concretamente el 17 de febrero, tomó posesión como médico titu lar de la villa de Petrer, cargo que ocupó hasta su jubilación a los 70 años . Antonio Payá Martínez dedicó su vida al ejercicio de la medicina en situaciones precarias las más de las veces. E n esa época Petrer contaba con unos 4.000 habitantes y solamente con un médico, por lo que lo mismo asistía a un parto que ejercía de veterinario. E n 1918 contrajo matrimonio con Eufemia Juan, natural de Elda, y tuvieron cin co hijos. De ellos, el único varón siguió los pasos de su padre y estudió medicina, espe cializándose, como su progenitor, en ginecología y obstetricia. Durante la Guerra Civil fue destituido de su cargo como médico titular, según consta en un documento fechado en Petrer el 28 de agosto de 1936, y firmado por el alcalde, Luis Amat, que dice así: ’El señor gobernador civil de la provincia, en aten to oficio fecha de ayer, de conformidad con lo dispuesto en el decreto de 2 del actual, y teniendo en cuenta informes adquiridos al efecto que le consideran desafecto al régimen republicano y haber tenido actividades contrarias al mismo, ha acordado la separación definitiva de Vd. del cargo de médico titular de esta villa, causando baja en e l escalafón correspondiente, lo que le comunico para su conocimiento y efectos consiguientes’. Sin embargo, al año siguiente, según oficio del 3 de junio de 1937, el gobernador civil vuelve a dirigirse al alcalde de Petrer, Rosendo García, en estos tér minos: ’La comisión político-social del Consejo Provincial, con fecha de ayer, me dice lo que sigue: Visto el escrito que dirige el Consejo Municipal de Petrer sobre la repo sición en su cargo del médico titular de dicho pueblo, Antonio Payá Martínez, esta comisión Político-Socia l no ve inconveniente en que se acceda a lo q ue so licitan. Y conformándome con el anterior informe, he tenido a bien resolver como en el mismo se propone’. Enterado el consejo municipal petrerense de este escrito, acordó su cump limiento, por lo que comunicó a Antonio Payá dicha resolución, añadiendo que prestaría los ser vicios médicos en el distrito que tenía a su cargo, sin otra remunera ción que el sueldo de 3.000 ptas. anuales as ignado en el presupuesto. Antonio Payá Martínez se jubiló el 30 de septiembre de 1957, después de 43 años de serv icio a la pob lación de Petrer. Habría mucho que escribir sobre la vida de este profesional de la medicina, pero baste decir que, tras su muerte, acaecida a la edad de 96 años, su cuerpo fue entre gado a la facultad de Medicina del campus universitario de San Vicente para que los estud iantes pud iesen aprender mejor y conocer a fondo el cuerpo humano (Rico N avarro, 2002a) Juan Rico Rico Nacido en Monóvar el 31 de marzo de 1875, sus padres fueron Enrique, de pro fes ión labrador, y Remedios. Juan Rico estudió medic ina en la Un ivers idad de Va len c ia. A los 30 años obtuvo el título de licenciado en medicina y cirugía, expedido el 24 de abri l de 1905 por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Según se recoge en el diario monovero Pueblo del 18 de diciembre de 1909, fueron nombrados juez municipal y juez suplente de la población de Petrer los médi cos Sa lustiano Vi lla Durbau y Juan R ico Rico, respectivame nte. E l domingo 18 de abril de 1908 contrajo matrimonio en Villena con Manuela F il lol , perteneciente a una familia terrateniente, con tierras en otros municipios de Ali- Jua n Rico Rico ( 1875 -1932) . M édico e insp ector municip al d e sanid ad. Á Título de licenciado en medicina y cirugía de Juan Rico Rico, expedido el 24 de abril de 1905. cante y Murcia, con quien tuvo tres hijos, Juan, Isabel y Manue la. Su esposa Manue la falleció repentinamente en 1916. Su dom ici lio en Petrer estaba emplazado en el n.º 8 de la pla~a de Baix. Empezó a ejercer como médico titu lar de Petrer a principios de 1918. Poste riormente, fue nombrado oficia lmente inspector municipal de sanidad por e l ministro de la Gobernación el 7 de enero de 1927. F al lec ió en Petrer, a las ocho de la noche de l 8 de octubre de 1932, a la edad de 57 años. F ue un gran profesional de la medic ina, dando prioridad a la atenc ión de sus pacientes sobre su propia sa lud. Incluso su sentido de la solidaridad y su vocac ión hacía que atendie ra a muchas personas sin pedir nada a cambio y que recibiera nume rosos regalos de todos sus pacientes en e l día de su santo. Rafael Duyos Risset Rafael Duyos Risset nació en la isla de Cuba en 1888 y fue médico en Petrer. Aparte de galeno fue tamb ién fab ricante de losetas de cemento h idrá uli co y además ocupó el cargo de juez municipal en e l año 1934. Su fábrica estaba ubicada en el camino de Elda, ce rca de lo que hoy es el Centro de Salud 1, antes de llegar a la cruz cubierta también conocida como la Creu de Mollá. El 8 de octubre de 1936 le incautaron su fáb rica de mosaicos, siendo la primera empresa confiscada durante el conflicto béli co, cuando su prop ietario estaba ya frente al tribunal que le condena ría a muerte. Estuvo casado con Gloria Amorós, natural de Agost, tuvo dos hijos, Rafael y Manue l, y tenían su domicilio en la calle La Ig lesia. Murió fusila do en A licante e l 17 de octub re de 1936 a la edad de 47 años (Rico Navarro, 2002a). Luis Sempere Berenguer Lu is Sempere nació en Alcoy el 7 de mayo de 1907, ya que su madre, María, era natural de esta ciudad. Vivió su infancia en Elda, de donde eía su padre, José. Pos teriormente se trasladó a Alicante para estudiar el bachiller en los hermanos Maristas. L a carre ra de med icina la estudió en la facu ltad de Cád iz. Llegó a Petre r en 1933, ga nando por opos ic ión la plaza de méd ico de asistencia púb lica dom ici lia ria del Ayu n tam iento de Petrer, s iendo también médico de cabecera, según la termi nología de los l ibros de plenos de la época (1 940). El pago era por igualas, es decir, un recibo sema nal o mensual. En 1935, junto con su esposa Isabel Bernabeu Guil lén, natura l de Ali cante, se trasladó a vivir al n.º 11 de la actua l Anton io Torres. En la planta inferior de l a vivienda instaló la consulta, que estuvo funcionando hasta su muerte. Petrer, por aquellos años, era un pueblo pequeño con grandes carencias sanitar ias en una épo ca d ifíc il. El méd ico del pueblo se tenía que enfrentar diariamente con todos los pro b lemas que pod ían surgir sin ayuda de especia listas, ni hospita les, n i todos los med ios sof is ti cados de q ue hoy d ispo ne la c ienc ia. Fu e un ho mbre con gran sentido vocaciona l, q ue ayudó incluso a quienes no podían pagarle más que con el agradecimiento. Tras de sí dejó la semi lla de su profe sión en su hij o Lu is y en su nieto Leopoldo. A principios de los años 1960 fue funda dor y primer presiden te de la Asamblea de Cruz Roja de Petrer, cargo que mantuvo has ta su muerte, haciendo de esta inst itución, junto con otras personas, una realidad a l servic io de l pueb lo. Tras cuarenta y tres años ejerciendo la medic ina, falleció repen tinamente el 6 de mayo de 1975 (Rico Navarro, 2002a). Luis Sempe re Berengue r (1907-1975). Residencia y consulta particular de Luis Sempere en la calle Antonio Torres, 11. l ,_ , - _J__ Camilla de paritorio en la consulta de Luis Sempere . Farmacéuticos Joa quí n V id al Gi ménez y la primera farmacia de Petr er Si tenemos que hablar de la primera far macia que hubo en Petreí, hemos de remontarnos a pr incipios de l siglo XX, concretamente a 1904. Ese año se instruye un expediente a instancia de Joaquín V ida l Giménez pa ra la apertura de una farmac ia a su nombre en la cal le Sagasta n.º 2 (actual Gabr ie l B rotons ) (AMP, L -41 ). J oaquín Vida l, ingenie ro industria l y farmacéutico, natural de Alba ida, solici tó el 9 de febre ro del refe rido año la apertu ra de una botica. Justo un mes desp ués, el 9 de ma rzo, acudieron a Petre r los tres subdelegados de Medici na, Farmacia y Ve ter i naria de l par tido jud ic ia l de Mo nóvar para proceder a la apertura de l estab lec imien to, as im ismo se c itó a los profesores de medicina y c irugía Vicente Poveda Payá y Sa lustiano Vi lla Durba u. E l farmacéut ico prestó juramento de que ’no ocultaría medi c in a a lguna que le f ue ra pedida’ y de que e l estab lecim iento era de su propiedad. E l t ítu lo de farmacéutico lo había obte nido e n Madrid en 1900 a los 22 años, mientras que reali zó su suficienc ia en la Univers idad de Barcelona. Tamb ién fue licen c ia d o en c iencias físico-q uímicas por la Un ivers idad de Valenc ia e n 1 903 y en inge ni ería ind ustrial, espec ialidad mecá nica, por la Un ivers idad de Barce lona en 1906 (Mira-Pe rceva l y Rico, 2006). En la ape rtura de la farmacia en Petrer, V ida l m ostró los lib ros, pesos e instru me ntos, así como los medicamentos que le sol icitaron los subdelegados para se r exa m inados y conside raron ’que ta nto los productos químicos como los farmaco lóg icos e ra n de exce lente ca lidad, y los de med ic ina y veterinaria conside ran también suf i c iente e l sur tido para las neces idades del ejerc ic io de sus respectivas profesiones’. A ntigua fa rm acia de l a call e Sagas ta , 2. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• LABORATORIO PERSEGUER Dire dor : lJo . J. Prn~ (GU(D HRR(RO • • • PHDU (Alitan iel ESPECIALIDADE S DE ESTA CASA CEREOS IL (Al imento vegeta l) V8NTA AL PÚBLICO g ANESTEX (Anes tésico den ta l y loca l) •:; :• PR EC10 ~amaño grande. . . . 6’80 p tas. j:t frasco de 100 c. c. . . 15’4 0 pta s. ~ pequ eñ o . . . 3’95 » ( » » 50 c. c. . . 8’50 » El an es1és ico que prese ntamos a r.ues tra di stin guida clie ntela es de u na form a or ig inal a la vez que práctica y de éx ito pos i1ivo . ••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• Propaganda de la farmacia de José Perseguer. Años 1930. El expediente incluye el plano de la farmacia que daba a la calle Sagasta y a la calle Numancia, el catálogo de los medicamentos, tanto simples como compuestos, y el catálogo de los aparatos, instrumentos y enseres de laboratorio. Las dependencias con las que contaba esta farmacia eran las siguientes: botica, rebotica, laboratorio y un pequeño sótano de reposición. De la relación de medicamentos destacan diferentes tipos de aceites, acetatos, ácidos, aguas, alcoholes, bálsamos, extractos, jarabes, licores, óxidos y ungüentos. De aceites hay que resaltar, entre otros: los de alcanfor, alacrán, almendras dulces, cacao, crotón-tiglio, hígado de bacalao, beleño, volátil de anís, volátil de azahar, volátil de cidra, volátil de menta, volátil de ruda, óxido de cobre, manzanilla, ricino, ruda, enebro, trementina, cuerno de ciervo; los acetatos de amoniaco líquido, de morfina, potasa, sosa, zinc y plúmbico, tanto sólido como líquido; los ácidos acéti co, benzoico, bórico, cianhídrico, cítrico, clorhídrico, fosfórico, láctico, nítrico, sulfú rico, tánico y tartárico. Entre los productos médicos se cuenta también con adormideras, agallas, ácido agárico. Por lo que respecta a las aguas, formaban parte de esta sección de la botica el agua carmelitana, de a zahar, de brea, de colonia, de laurel cere zo, de melisa, rosas, destilada, sedativa y vulneraria. Sigue la lista con alcalí volátil, alcanfor, alcanfor bro murado, una amplia sección de alcoholes: alcanforado, jaborandi, de 90º, de anís, de anís amoniacal, de canela, de melisa, de melisa compuesto, de romero, de salvia vul nerario, nítrico etéreo, nítrico rectificado, sulfúrico, sulfúrico etéreo; algodón, algodón pólvora, almizcle, altea, alumbre purificado, alumbre calcinado, amapolas, amoniaco líquido, angélica, anís fruto, anís estrellado, antimonio purificado, arseniato de hierro, potásico y sódico, arsénico blanco, azafrán, azúcar de leche y mercurial, azufre subli mado, badiana. Entre los bálsamos sobresalen: el anodino, católico, arico, azufre trementinado, copaiba, fioravanti, malats, maría, del Perú, líquido Perú, samaritano y tranquilo. Bicarbonato de sosa, bicloruro de mercurio, bióxido de mercurio, bisulfato de quini na, borato sódico, brea, bromohidrato de quinina, bromohidrato de sosa, bromuros de alcanfor, potásico, quínico, amónico, sódico y zíncico; cafeína, canela de Holanda, Cajita d e Salicila tos de bis muto y ceri o de Vivas Pé re z (Al meri a) . Año 1927 . cantá ridas, cáps ulas de bálsamo de copa iba, carbón vegetal en polvo, carbonatos de h ierro, amón ico, magnésico y potásico, cornezue lo de centeno, cerato anod ino, de carbonato plúmb ico, de ga leno, de gliceri na y simple, cian uro me rcúr ico y potás ico, c inoglosa, c it ratos de cafeína, de hierro a mon iacal y de magnes io esponjoso, clo ra to potásico, cloroformo, clor uro de an timon io, de qu inina, de mo rfina, de zinc, férr ico y sód ico, coca de Levante, codeína, co lodión, conserva de rosas, co nserva purgante de c ir ue las, con trayerba, co ral rojo , coralina de Córcega, creta prepara da, cromato po tá s ico, c uerno de c iervo ca lc inado, emplastos: anod ino, belladona, can taridas, c icuta, ja bón alcanfo rado, ranas simple, mercu rial y sebo, e nebro fruto, espa rad rapo, espe cies ape ritivas, cor diales, pec tora les y sudoríficas, esperma de ba lle n a, euca liptos, es pon ja p repa rada, éter acético, n ítrico y sulfúrico. Extractos de adorm ide ras, valer iana, de za rzapa rril la, de be leño, bel ladona, de hie l de b uey, de hojas de nogal, de lechuga, de lir io, de opio y de quina, fenal, flo res cordia les, fosfato cálc ico, sódico y férrico, fósforo, formol, gl icer ina blanca ne utra, g li cerolado de almidón y de b rea, goma de amoniaco, arábiga, de laca y tragacanto, grasa de ce rdo puri ficada, guayaco, helecho macho, hidroclorato de coca ína, h iperi cón, hipoc lo rito de cal, incienso, iodo sublimado, yodofo rmo, yoduro de azufre, ferro so, mercú rico, p lúmb ico, po tásico y sódico, jabón medici nal y jalapa, engrosan la l is ta de med icamentos. Los jara bes balsámicos, de achico ria compuesto, de a ltea, de azahar, de b rea, de corteza de na ranja, digital, de opio, de moras y de za rzaparril la, junto al lac tofato cá lcico, el lándano líqu ido, levadura de cerveza, l ico r an isado amoniacal, licor anodi n o m inera l, lico r brea, l iquen islándico, lir io de F lorencia, lúp ulo, magister io de azufre, magnesia calcinada, malvavisco, manzani lla de Aragón, s imiente de memb ril lo, m ie l de moras, de sa uce, de vinagre y dorada, mostaza, musgo de Có rcega, flo r de naran jo agrio, nit rato argént ico crista lizado y fund ido, n it rato mercúrico ácido y tamb ién b is m útico, plúmb ico, mercúrico ácido y potásico, hojas de nogal, nuez moscada, óx i do ferroso, magnésico, ant imónico y mercúrico amaril lo y rojo, op io, pasta de l iquen, de ma lvav isco, de rega liz y de goma, past illas de tolú, de clorato potasa, de magne sia, de Vichy, pe rclo ruro de hierro, permanganato de potasa, pez de Borgoña, pez griega, pez negra, piedra infernal, píldoras de cinoglosa, de Aland, de Vallet, de Meglin y de yoduro ferroso (Blancard), polígala, polvos de llouver, polvos restrictivos, pomada alcanforada, belladona, pomadas de brea, rosas, mercurial doble, simple y terciada, potasa cáustica, pulpa de tamarindos, quina, quinina parda, ratania, regaliz, resina de limón, de pino, pétalos de rosa, raíz de ruibarbo, sal amoniaco, sal de La Higuera, sal marina, sal de acederas, sal saturno, silicato de quinina, sódico y de liti na, hojas de salvia, sándalo cetrino y rojo, sangre de drago, santónico, santonina, saú co, sublimado corrosivo. La amplia relación acaba con los sulfatos de cobre, de mercurio, de magnesio, potásico, sódico, de morfina, de quinina y sulfuro potásico y antimónico tapioca, tár taro hermético y vitriolado, té de España, tilo, tinturas de cuasia, almizcle, belladona, beleño, clavos, yodo y opio, ungüentos basilicón, altea, egipciaco, agripa, vinos y vinagres medicinales y un largo etcétera. Por lo que respecta a los aparatos de laboratorio llaman nuestra atención los ali sadores, agitadores, alambiques, alargaderas, alcohómetro, almireces, balanzas, badil, botellas, botes de diferentes tamaños, cacerolas, cajones, cajas de distintos diámetros, cápsulas, coladores, congeladores, conserveros, copas graduadas, cortaraíces, cribas, crisoles, cristalizadores, cuentagotas, cucharas, cuchillos, depurador, dializador, embu dos, esparadrapero, espátulas, evaporaderas, filtros, frascos de varias formas, frascos graduados, gasómetro, hornillos, jaraberas, lámpara de alcohol, lebrillos, molino, mor tero, pildorero, pipetas, prensas, portafiltros, probetas, recipientes, rielera, sifón, tami ces, termómetros, tubos de ensayo, varillas de cristal, vasos de precipitación, aparato para la obtención de oxígeno, aparato para la obtención de óvulos, etc. En el pleno ordinario del 27 de marzo de ese mismo año, 1904, y de conformi dad con el artículo 48 de las ordenanzas de farmacia, se acordó pagar al secretario del Ayuntamiento la cantidad de 12,50 ptas. como importe de sus honorarios en este expediente instruido para la apertura de la mencionada farmacia que tuvo lugar el 6 de marzo . Dos años después, en 1906, se instruyó otro expediente para la provisión por concurso de la plaza de farmacéutico titular de la villa en la forma reglamentaria, ya que había estado vacante hasta la fecha. El Ayuntamiento acordó fijar la dotación de esta plaza que correspondía a la primera categoría en la forma siguiente: por la pres tación de servicios sanitarios se consignaron 725 ptas. y 39,50 ptas. más por los 395 residentes que excedían de los fijados a la citada categoría a razón de 1 O cts. por cada uno, formando un total de 764,50 ptas. anuales. Se publicó en los sitios de costum bre de la localidad y en la tablilla de anuncios de la alcaldía el bando y edicto que anunciaba que, encontrándose vacante la plaza de farmacéutico titular de la pobla ción, se anunciaba el concurso para su provisión en la forma reglamentaria y que se hallaba dotada con 764,50 ptas. anuales, en concepto de residencia, percibiendo además de estos fondos municipales el importe de los medicamentos que suminis trase a los enfermos pobres del municipio. Se presentaron a dicho concurso Joaquín Vidal Giménez y Luis Benito Tamayo, licenciado en farmacia por la Universidad de Madrid, según la instancia que presentó para participar en dicho concurso. Por lo que respecta a las condiciones del contrato éste sería por tiempo ilimitado. Se acordó ele gir a Joaqu ín Vid al Giménez, que ya ocupaba d icha p laza, pues Luis Benito Tamayo no pertenecía al cuerpo de farmacéuticos titulares según constaba en un es crito de la Junta de Gob ierno y Patronato de Far macéut icos Titulare s. El 21 de ab ril de 19 06, V idal Giménez tomó poses ión de dicho cargo. A part ir de este mome nto form ó par te de la Junta Municipal de Sanidad hasta el año 1917. T a l como se desprende de los acuerdos de las sesiones plenarias de 1905 y otros años posteriores, cada mes, el Ayuntamiento pagaba a l farmacéutico de la vi lla, Joa quín Vidal Giménez, los medicamentos servidos a los enfermos pobres. Por poner un e jemplo, e l importe por este concepto correspondiente a enero de 1905 ascendió a 17,50 ptas. T amb ién en los libros de gastos aparecen a lgunos pagos que el Ayuntamiento realizaba a este farmacéutico por varios conceptos. Así, por ejemp lo, en el mes de febrero de 1906 se le abonaron 18 ptas. por los medicamentos suministrados a la beneficenc ia domiciliaria durante e l citado mes (AMP, 8/8 ). Joaquín Vidal Jiménez regentó la farmacia munic ipa l desde 1904 hasta 1923, sustituyéndole e l farmacéutico Eduardo Picazo Deleito hasta 1930 en que fal lec ió. La farmacia estaba en su p rimitiva ubicación, en la calle Gabrie l Brotons, esquin a con la calle Numancia. José Perseguer Ferrero La farmacia de Eduardo Picazo fue comprada en 1930 por José Perseguer Ferre ro, un recién licenciado en farmacia por la universidad de Bar celona, natural de Onte niente (Gil Sánchez, 1987 , 51 ). El 12 de junio de ese mismo año, la Junta Local de Sanidad de Petrer dio el visto bueno a su nombramiento como inspector farmacéuti co municipal, con el objeto de cubr ir la vacante por fallecimiento, en feb rero, del tit u l ar Eduardo Picazo Deleito, cargo que empezó a ejercer desde el 1 de julio. José Per seguer recibiría una gratificación anual de 487 ptas. No obstante, y debido a que todavía tenía pendiente cumplir con el ser vicio militar, siendo destinado a Melilla, se hizo cargo de la farmac ia su hermano Ale jandro Al lí conoció a la enfermera profe sional Antonia de Castro Vera. Nacida en Villafranca (Córdoba) en 1900, se crió e n Málaga. Se trasladó a Madr id, al Hospital de San José y Santa Adela, para cursar estu d ios de enfermería. El título de enfermera profesional de Cru z Roja le fue concedido por R. O. de 21 de marzo de 1927. Fue destinada al hospital de Cruz Roja en Melilla, desde donde aten día a numerosas personas de las poblaciones c ircundantes . Formó parte del equipo médico que acompañó a l ejército españo l en la toma de Alhucemas. J osé y Antonia contrajeron matrimonio en Melilla el 30 de junio de 1931, tras l adándose a Petrer. De su relación tuvieron cuatro hijos, José Luis que también fue far macéutico, Joaquín -quien murió a l poco de nacer -, Carmel a y Pilar. A principios de la década de los años 1930, hasta que comenzaron a comer c ial izarse más medicamentos, José Perseguer llevaba al horno de Sa lv ador Rico Cor tes, Saoro, que estaba ubicado en la calle Prim n. º 4, maíz , trigo, cebada, a vena y otros cereales para tostarlos en las /landas ( bandejas ) con el fin de elabo rar jarabes y otro tipo de med icamentos (Rico Navarro, 2002a). Al mismo tiempo, Perseguer con sigu ió poner en marcha un laboratorio de análisis y esterilizados en el que ofrecía José Perseguer en su farmacia. como especialidades un alimento vegeta l conoc ido como Cereos il, y un anestésico dental y local, de notab le éxito, denom inado Anes tex. El precio de venta al público era de 8,30 ptas. para el fra sco de 50 ce., y de 15,40 ptas. para el de 1 00 ce. El Cere os il era más barato, al costar 3,95 ptas. el tamaño pequeño y 6,80 ptas. el grande. En una relación de empleados municipa les de 1930 consta como farmacéutico titular José Perseguer Ferrero, percibiendo ese mismo año un sue ldo anua l de 2 .500 ptas. y unas 250 ptas. en concepto de ’gratificación por residencia’ (AMP: Registro de persona l, 28/1 ). Antonia de Castro Vera, segunda por la izquierda, junto a sus compañeras de la Cruz Roja en Melilla . Granatario de José Perseguer, actualmente en la farmacia de Pilar Perseguer. José era muy desprendido y no negó nunca un medicamento a nadie, aunque no pudieran pagarle. A f inales de 1935 pudo trasladar la bot ica a su actual emplazamiento en la calle que lleva su nombre. Transformó una antigua bodega en farmacia y vivien da. S in embargo, la situac ión política camb ió radicalmente en España con el inicio de la Guerra Civ il. Un número considerab le de personas de Petrer fueron juzgados en A licante por desa fectos a la República. Entre e llos se encontraba José Perseguer. Murió fusilado en Al icante el 17 de octubre de 1936. Tras su muerte, la farmacia fue incautada, y su viuda embarazada Junto a sus dos hijos tuvieron que marcharse a Onteniente. Más tarde, Anton ia se trasladó a tra ba jar y a vivir con su h ijo José Luis a Madrid. Alejandro Persegue r se quedó al frente de la farmacia como arrendatario. En su farmacia estuvo de dependiente Pedro Álva rez Bo (marid o de María la Rocheta) y Antonio Lea l García hasta el regreso de su viu da en agosto de 1952 . Veterinarios Muy escasa es la información que conocemos sobre los técnicos que ocuparon la plaza de inspector veterinario e inspector de carnes de la población. A principios del siglo XX, en 1903, cuand o fue constituida nuevamente la Junta Municipal de Sanidad, l a plaza estaba vacante, aunque dada la obligatoriedad y la necesidad de contar con un técn ico vete rinario, muy pronto fue convocada, en concreto en 1906, y ocupada por Juan San z de A lmarza, quien fue inspector veterinario e inspe ctor de carnes hasta bien entrada la década de 19 20 . Juan Sanz de Almarza trabajó en e l primer matadero Microscopio del matadero mun icipal utilizado en la inspección de carnes . edificado en la zona de l Guirney en 1886, sin agua, poco ventilado y de dimensiones y medios muy limitados, que impedían el sacrific io de animales como los suidos. Al anterior le sustituyó en el cargo Ju lián Fernández Zúñiga. Fue el técnico que más insistió en la necesidad de un nuevo matadero municipal ante la insalubridad del existe nte. Así en febrero de 1927 se inauguró el nuevo matadero muni cip al, situado en la carretera del Guirney, al lado de la rambla de Puc;a. Este matadero estuvo en fun cionamiento hasta finales de los años 1980, siendo derribado a finales de 1993. A fin ales de 1929, la plaza de inspector veterinar io quedó vacante. El 11 de ene ro de 1930 se sacó a concu rso nuevamente, con un sue ldo de 3.000 ptas. anuales. L a plaza fue ocupada por Valentín López Olmedo, qu ien a los pocos años, en 1936, fue sustituido por Ignacio Rentero Puche. Éste sigu ió en el cargo después de la Gue rra Civi l hasta 1948. El 6 de abril de 1948 tomaba posesión de la p laza de veterinario municipal en ca lidad de interino Salvador Rabaza Orts, quien fue sustitu ido en 1957 como titular por Olegario Ferrero Carrizo, que estuvo al frente hasta bien entrada la transición democrát ica. Comadronas E ste trabajo del que tenemos constancia de su ejercicio en Petrer por parte de mujeres desde el siglo XVII no había variado en lo sustancial . Las mujeres dedicadas a la atenció n de las partur ientas y criatu ras recién nacidas han sid o n ume rosas. Las condiciones san itar ias de aquella época eran muy rudimentar ias. Las pa rtu r ientas daban a luz en sus casas donde acudía la matrona con un ma let ín que conte nía el inst rume ntal impr escindi ble y necesario para asist ir un parto. El parto lo asistía la matrona pero si surgía algún contratiempo se avisaba al médico de cabecera de la parturienta. Y si se trataba de una cesárea compleja la embarazada era remitida al hospital de Alicante. El sereno acudía a casa de la matro na acompañado por el marido de la embarazada cuando ésta se ponía de parto. A pa rtir de la imp lantación del régimen de la Seguridad Socia l, las condiciones sa nitarias mejoraro n ya que la esteri lizac ión se realizaba por auto clave (apa rato eléc tr ico), se contaba con el instrumental propio de un quirófano, con fórceps y, además, se empezaba a utilizar la ventosa. E n el ambulatorio de la Seguridad Social de la cal le Nueva en Petrer nunca se ofreció el servicio de matrona . T anto si daban a luz en sus casas como en el hosp ital hasta princ ipios de los años 1980, la matrona tras el parto rea lizaba el puerperio: asear a la mujer partu rienta, curar la episiotomía (corte lateral en la vulva para facilitar la salida del recién nacido) y cuidados del recién nacido hasta la caída del ombligo. Cuando se inauguró e l Centro de Sa lud Petrer I en 1984 se empezó a ofrecer el servicio de matrona. Se realizaba un control f isio lógico del embarazo, se hacían las ecograf ías en e l Centro de Especialidades de Elda por parte de l obstetra de zona y a partir de 1985 se empezó a impartir la educación maternal o preparación al parto. Josefa Verdú Vidal, Pepita la Comare Josefa Verdú Vidal (1885-1962 ), Pepita la Comare, fue una mujer ejemplar cuyas manos sabias acariciaron con ternura y maestría a una gran parte de la pobla ción actual de Petrer en esos difíciles momentos en que se abren los ojos a la vida. E sta mujer, con su callado trabajo, durante muc hos años de jó una huella imborrab le en el recuerdo de los benef ic iar ios de esa generosidad. Josefa Verd ú Vidal (1885 -1962) en s us años jóv enes . ... MINISTERI O DE LA GO BERNACION Dir ecc ión General de Sanidad CONSEJO NAC ION AL D E AUXILIARES SANITARIOS SECCION MATRONAS de este Consejo N aciona l co n el número .. .. J.f. ... 4 .. /5. /J. ... .. Renovación del carnet de matrona de Josefa Verdú Vida!, expedido el 1 de noviembre de 1956 . La insustituible Comare llenó de vida medio siglo con su oficio ejercido en exclusi va. Medio siglo, un marco suficiente para que tres generaciones se hayan beneficiado de su habilidad y de su afán de hacer las cosas bien . Era una mujer limpia y preocupada del buen parecer. Le gustaba vestir bien y lucía siempre unos impecables zapatos en aquel tiempo en que la miseria no era adecuada para esos lujos. La pulcritud de su aspecto y su carácter abierto y animoso daba coraje a las que iban a ser madres, sobre todo a las primerizas, que ante su sonrisa y su habilidad perdían todos sus naturales temores. Sin títulos académicos de ninguna clase, los primeros trabajos de esta singular mujer fueron en Petrer , junto al médico Salustiano Villa Durbán , ayudando eficaz mente a l médi co y aprendiendo en la práctica lo que debía de ser su profesión para toda la vida. No dejó de observar el doctor Villa la rara habilidad de esta mujer para estos tan difíciles aconteceres de entrar en la vida, y así fue que le aconsejó que hicie ra los estudios oficiales para ejercer con legitimidad la profesión de comadrona . Y como ella sentía en el alma esa vocación, aprovechando una ausencia de su marido, que se fue por una temporada a trabajar a Orán, Pepita, con su hija Dolores reci én nacida, se mar ch ó a Va le ncia a cursar los estudios necesarios, cosa que no debió absorber mucho tiempo, pues en aquella época los estudios de comadrona eran bas tante sencillos y ella llevaba además la ventaja de su larga práctica . Ya con su título oficial, el 21 de marzo de 1912 tomó posesión del cargo de matrona de asistencia pública domiciliaria en el Ayuntamiento de Petrer. Se entregó con ilusión al ejercicio de su profesión en una larga etapa que abarcó desde la segun da decena del siglo XX hasta los años de la larga posguerra. Se jubiló, cumplidos ya los 70 años, el 12 de enero de 1956 (AMP, C-1 6/17) Le tocó impartir sus buenos oficios en una larga época de dificultades y contra tiempos, lo que hace aún más meritoria su labor (Mo ltó, 1983). Josefa Llorca Vallés El 3 de enero de 1957 tomó posesión de la p laza de matrona de l municip io de Petrer Jos efa Llorca Vallés, aunque des de meses antes había trabajado como interina sustituyendo a Josefa Verdú Vidal. E stuvo pocos años en el ca rgo de matrona municipal de Petrer, dedicándose plen amente a su labor. Quizás el aspecto de su person alidad que más llamó la aten c ión a todos los vec inos de Petrer fue que cuando asistía a cualquier parturienta por la noche y todavía no era el momento de dar a luz, Josefa se acostaba junto a la embazada en su misma cama a esperar el momento. Carmen Gaseó Ases Llegó a Petrer en sept iembre de 1960, siendo nombrada como matrona titular de la plaza de Petrer en septiembre de 1978. Ejerció su profesión hasta mayo de 2002. El maletín de Carmen Gaseó siempre contaba con tijeras, pinzas de pean, coc her, pin zas de disec ción, ag ujas de su tura e hilo (catgut), sca ndicain (ane stesia l oca l para realizar la episiotomía ), guant es, gasas, algodón, jeringuillas de crista l, agu jas intramusculares, methe rgin (coagu lante para evitar las hemorragias tras el parto) y s intocinón (para est imular las contracciones). La ester ilización del instrumenta l lo realizaba bien hir viéndolo o introduc iéndo lo en alcoho l durante unos 20 minutos, aunque lo habitual y más común era que mándo lo con alcoho l. Funda del carnet de matrona expedido por el Consejo Nacional de Auxiliares Sanitarios . Año 1950. El primer parto que asistió fue el 26 de septiembre de 1960, nació M: Salud Maestre, hija de Jacinto Octavio y Salud. A l día siguien te el de Montse Payá (h ija de Armando y Maruja) y el 28 de ese mismo mes vio nacer al nieto de la ermitaña. Una Nochevieja, Carmen Gaseó con el médico Salvador Herrero asistieron un parto gemelar. A partir de 1963, con la implantación de la Seguridad Social, el ginecólogo Francisco Susarte decidió habilitar algunas habitaciones en el hospital de la Casa de Socorro de Elda para asistir a las mujeres que lo desearan en e l parto. Fue el momen to en el que los ginecólogos empezaban a controlar los embarazos y algunas vecinas de Petrer preferían recurr ir a lo privado antes que dar a luz en sus casas. Las gestan tes de Petrer que eran controladas por los ginecólogos Francisco Susarte, Rodolfo Amat e Hipólito Pérez, eran asistidas por Carmen Gaseó en el hospital de la Casa de Socorro de Elda. Cuando se inauguró el Centro de Salud Petrer I en 1984 se empezó a ofrecer el servicio de matrona desde el centro, además de multiplicarse las pruebas para con trolar el embarazo. A partir de ese momento, Carmen Gaseó compaginó su trabajo en el centro de salud con el Hospital General de Elda. Un día a la semana acudía al hospital a la sección de paritorio y con el ginecólogo de guardia, además de asistir partos, controlaba a las embarazadas de alto riesgo (hipertensas, diabéticas, con cesá reas anteriores, con más de dos abortos, etcétera). En lo s últimos años las condicio nes sanitarias mejoraron notablemente y se empezó a contar con monitores para escuchar al feto, ecógrafos e incubadoras. Practicantes En 1904, en España se implantaba la titulación de Ayudante Practicante Sanita rio, para cuya formación era necesario as istir a las escue las técnicas dependientes de las universidades. Esta titulación, posteriorment e denominada como Ayudante Técni co Sanitario -ATS-, fue reconvertida con el R. D. 2128/1977 de 23 de julio a DUE, Diplomado Universitario en Enfermer ía, integrando las antiguas Escuelas de Ayudan tes Sanitarios en Escuelas Universitarias de Enfermería, modificando y amp liando los planes de estudios y adaptando la formación a las necesidades del entorno social. No obstante, en localidades pequeñas como Petrer, los practicantes, además de poner las inyecciones, ejercieron de auxiliares sanitarios y farmacéuticos, realizando todo tipo de curas y atenciones médicas e incluso elaborando medicamentos. Francisco Sempere Pérez Francisco Sempere Pérez, practicante de profesión desde 1924, cursó sus estu dios en la Universidad de Valen cia, siendo titulado oficial el 24 de noviembre. En 1925 se casó con Fausta Poveda Pastor, Fausteta la Modista. Durante los años de la dicta dura del general Primo de Rivera, y más tarde con la Segunda República, Paco el Prac ticant vivió entregado a su trabajo y a la atención de enfermos y necesitados. La mala situación económica y la falta de medios, especialmente de locomo ción, le obligaba a trasladarse a pie o en carro por todas las partidas rurales del muni cipio con el objeto de curar a los enfermos. El cobro de sus servicios era en la mayo ría de la ocasiones en especies y no en dinero. Francisco Sempere también trabajó en la farmacia, primero de Eduardo Pica za Deleito, y a partir de 1930 de José Perseguer. Buena parte de los medicamentos eran elaborados y pr eparados por él mismo ante la escasez de los productos comer cializados. Con el estallido de la Guerra Civil y la detención de José Perseguer, el alcalde de P etrer requirió de los servicios de Francisco Sempere para hacerse cargo de la farma cia bajo amenazas. No obstante, en 1938 fue llamado para ingresar en el ejército de la República con el grado de auxiliar sanitario, siendo destinado a la Ñora en Murcia, prestando sus servicios como encargado de la clínica de la fábrica de pólvora. Acabada la Guerra Civil, fue apresado y encarcelado con la acusación de tener a su cargo una farmacia que no le pertenecía. Después de dos años de dest ierro en Burriana regresó a Petrer, siendo autorizado a ejercer como practicante. Dolores Maestre Verdú Nació en Petrer en 191 1 y murió en 1989. Era la única hija que tuvo Pep ita la Coma re. E studió en Valencia enfermería y obtuvo la especialidad de comadrona, aun que esta última no le gustaba y no la ejerció. Tomó posesión del puesto de practicante de asistencia pública domiciliaria en Petrer el 7 de Julio de 1950 (AMP, C-16/17) Su domicilio estaba emplazado en la calle Gabriel Brotons. En numerosas oca siones, cuando llamaban a su madre Pepita la Comare por la noche para atender un Dolores Ma est re V erdú ( 191 1-1989) , Doloret es l a practican ta. parto, ella la acompañaba. Son múltiples las peripecias que tuvieron que pasar madre e hija durante su ejercicio profesional. Por las noches era muy frecuente que algún hombre fuera a avisar a Pepita hasta su casa, comunicándole que alguien se había puesto de parto, y desafiando a la noche y a las inclemencias meteorológicas, madre e hija se dirigían hasta el domicilio en el que se esperaba al recién nacido. Dolore s, que era conocida en el pueblo como Doloretes la Practicanta, trabajó como practicante en el manicomio de Elda , desplazándose andando hasta su puesto de trab ajo. También trabajó conjuntamente con el médico Luis Sempere Berenguer en e l domicilio de este último, sito en la calle Antonio Torres. Asimismo ponía inyeccio nes por los domicilios y tenía una especie de clínica en la ca lle San Rafael donde ponía inyecciones y atendía a los pacientes. Era frecuente verla hervi r las jer inguil las en las casas de Petrer. Al igu al que su madre tuvo una dedicación completa a su profesión, las dos fue ron muy competentes y responsab les en sus trab ajos. Dol or etes, s i ten ía que poner una inyección a un paciente a altas horas de la madrugada, lo hacía sin ningún pro blem a. Cuando las familias no podían pagarle, al igua l que ocurría con su madre, no le s cobraba. Tuvo que jubilarse un poco antes porque en los últimos años de su vida profe s ional tuvo alergia a la penicilina. LA DICTADURA FRANQUISTA Y LA SANIDAD: 1939-1975 D ras la Guerra Civil la situación general de la sanidad en el ámbito loca l sufrió un proceso de estancamiento y retroceso que se prolongaría hasta finales de la década de 1950. Los años de posguerra fueron muy du ros para toda la población española, con problemas de abastecimiento y un deterioro considerable de las condiciones higiénico-sanitar ias. Los primeros pasos de la dictadura estuvieron encaminados a retomar las ini ciativas sociales y sanitarias que habían sido promovidas por los gobiernos republica nos, centrando su atención en los problemas rurales, especialmente los relacionados con las luchas antiinfecciosas y el desarrollo de una profusa acción caritativa y de beneficencia (Moreno y Sarasa, 1993). La Ley de Bases de Sanidad de 1944 venía a recopilar el contenido de la leg is lación promulgada durante las décadas de los años 1920 y 1930, especia lmente los aspectos relacionados con la organización de los servicios sanitarios y las mancomu nidades sanitarias que seguían siendo dependientes de las diputac iones provincia les. C a lle Gabriel Payá en la pos guer ra. Sin embargo, como ya se puso de manifiesto en el Fuero del Trab ajo del 9 de marzo de 1938, promulgado en plena Guerra Civil, el punto principal de la política franquista en materia sanitaria debía ser la creación de una cobertura sanitaria insta da desde el Estado, donde se le diese la seguridad del amparo al traba jador ante el infortunio y se incrementaran los seguros sociales de vejez, invalidez, maternidad y accidentes laborales, tendiendo a dotar a los trabajadores ancianos de un retiro sufi ciente. Se imponía así un modelo de solidaridad de prestaciones sociales sanitarias para el trabajador y su familia, sufragado por las aportaciones de los propios trabaja dores y empresarios. Así, en 1939 se creó el SOV I -Seguro Obligatorio para la Vejez y la Inva lidez- y en 1942, aunque imp lantado en 1944, el SOE -Seguro Obligatorio de Enfermedad-. E ste seguro, financ iado por empresarios y trabajadores, tenía una duración limitada. El estado de salud del asegurado no era un elemento de juicio para beneficiarse durante más tiempo, lo que obligaba a incorporarse al trabajo con cierta rapidez. Los servicios médicos para los asegurados eran prestados tanto por entidades públicas como por entidades privadas concertadas, garantizado unos ingresos mínimos y esta bles al personal sanitario. A los médicos se les asignaba un cupo de asegurados que a nivel local se establecía a través de los distritos de población. La hospitalización de l os pacientes se realizaba en hospitales municipales-comarcales , como el de Elda, pro vinc iales o residencias, donde sólo ingresaban aquellos enfermos que requerían de cirugía quirúrgica . No obstante, prácticamente la totalidad de los médicos acogidos al Seguro Obli gatorio de Enfermedad también ejercían libremente la medicina en pequeñas consul tas, generalmente emplazadas en sus propias casas, dotadas de lo imprescindible para poder diagnosticar y atender a los pacientes, a los que cobraban unas cantidades mensuales mediante el sistema de igualas. Cada familia acogida a un médico pagaba un recibo de varias pesetas que mensualmente se encargaban de cobrarlo visitando l os domicilios particulares a los que el médico daba cobertura asistencial. De este modo, ante cualquier percance o enfermedad, e incluso a deshoras, se podía visitar la consulta del médico. Ahora bien, existían personas sin recursos económicos y s in seguro que queda ban fuera de la asistencia médica desarrollada desde el Estado para los trabajadores y sus familiares, al mismo tiempo que tampoco podían acudir a las consultas privadas mediante el pago de igualas. Para este contingente poblacional, la beneficencia públi ca, ya desarrollada desde siglos atrás y potenciada durante el gobierno republicano, siguió cubriendo las necesidades asistenciales. Las Juntas Locales de Sanidad, a la pos tre también de beneficencia, siguieron evaluando anualmente la situación de los c iu dadanos que pretendían acogerse a la beneficencia por carecer de medios económi cos o de familiare s que pudieran incluirlas en su seg uro. En cualquier caso, la asis tencia sanitaria de carácter benéfico siguió s iendo de escasa cal idad. Además de la puesta en marcha del sistema de seguros obligatorios, la polí tica sanitaria de los primeros años del franquismo se centró en la lucha contra las enfermedades infecciosas como e l tifus exantemático, el paludismo o la viruela, aunque también fijó su atención sobre otros problemas como el alcoholismo, la tub ercu los is y la mortalidad infantil y materna. De este modo se incorporaron como obligación las campañas de vacunación de la población, especialmente la infantil. Ahora bien, a finales de los años 1950 se inició una nueva etapa de apertura del régimen conocida como los años del desarrollismo . Los cambios en la cúpula gubernat iva supusieron e l inicio de un periodo de transformación económ ica y social en todas las esferas de la sociedad española que se pro longó hasta casi los momentos finales del régimen. La esfe ra de la salud pública fue una de las grandes benef ic iadas. Con la ley del 22 de agosto de 1961 sobre el seguro obligato rio de desempleo se estab lecía su obligator iedad, dado que desde 1931 tenía exclusivamente ca rácter voluntario y el SOE sólo cubría a un 45 % de la pob lación española. En 1963 se esta bleció el sa lario mínimo interprofesional y se p romu lgó la ley de bases de la Segur i dad Social, en un intento de mejorar la protección socia l y crear un s istema sanitar io universalista. Con esta ley se trató de unificar el amplio con junto de seguros de pro tección social en un sistema de Seguridad Social en el que, además de una nueva reordenación de los distintos órganos de gestión del sistema sanita rio, se preveía la aportación continua de subvenc iones a la Seguridad Social por parte del Estado, ya que se consideraba que no podría ser autónomo val iéndose exclusivamente de las aportaciones de los empresarios y trabajadores. Se fraguaba un sistema nacional de salud de ca rácter universal, basado en la sol idaridad generacional, donde la sanidad se financiaría a ca rgo de los impuestos. Así, a partir de 1964, se empezaron a crear hospita les de la Segu ridad Social con una asistencia médica de tipo occ idental, con tando con equ ipos multidiscipl inarios. Al mismo tiempo se introducía la docencia para la formac ión posgraduada de especial istas y de investigación médica y se creaban consu ltorios generales -más tarde de especialidades- como el de la calle Padre Man j ón en Elda, inaugurado en septiembre de 1966. A pesar de toda esta serie de mejoras y de avances médicos y sanitarios, tardó varios años en const ituirse en un sistema universal, al i gual que las aportaciones del Estado al mantenimiento de la Seguridad Social fueron más bien testimoniales, sufra gándose casi en su total idad por las aportaciones de los trabajado res y empresarios. En la esfera h igiénico -sanitaria, la política san itaria acrecentó su incidencia sobre la población, plasmada en el desarro llo de diversos programas san itari os de amp lio alcance. El desarrollo de campañas de vacunació n, principa lmente antipolio a partir de 1958 y 1963, de la vac una triple (difteria-tosferina-tétanos) a partir de 1965, de lucha contra e l alcoholismo en 1957, de lucha contra algunas enfermeda des crónicas de t ipo cancerígeno o fieb re reumática, el control de la higiene sobre l os a limentos especia lmente a partir de 1963 y del control del agua para el consumo humano a partir de ese mismo año en las zonas turíst icas y en todo el país en 1969, fue ron algunas de las medidas generales cuya ap licación se puede seguir a nivel municipal a través de las juntas locales de sanidad que sigu ieron funcionando como los principales órganos consultivos a nivel local hasta la creación del Minister io de Sanidad en 1977 y la supresión de las jefaturas provinciales de sanidad sustituidas por las direcciones de salud. De la posguerra al desarrollismo en Petrer Petrer, entre 1931 y 1956, casi duplicó su población. De 4.808 pasó a contar con 8.370 habitantes, rebasando la cifra de los 10.615 habitantes en 1960 (Rico Navarro, 1996). Aunque este aumento de la población se vio frenado durante los años del conflicto bélico, la tendencia de crecimiento se produjo como consecuencia de .la llegada, a partir de los años 1950, de familias procedentes de otras municipios españoles, especialmente de Cast illa-La Mancha, en busca de trabajo en la florecien te industria del calzado y marroquinería de la comarca . Este crecimiento de la población y del área urbana no supuso una mejora y ampliación de los servicios asistenciales sanitarios. Más b ien, al contrario, durante los primeros años del franquismo, Petrer seguía contando con escasos médicos -Antonio Payá Martínez, Luis Sempere Berenguer y Antonio Payá Juan, quien se incorporó en 1948- y deficientes recursos sanitarios, locali zados en el viejo ambulatorio situado en la actual calle José Perseguer, donde hoy está la farmacia de Pilar Perseguer. El siste ma de igualas era la forma más habitual entre las familias trabajadoras de contar con un servicio médico permanente, pudiendo asistir a las consultas o clínicas médicas cuando fuese necesario. Con el transcurso de los años y la creación de la Seguridad Social, en 1964 fue habilitado el dispensario de salud pública de la Seguridad Social en la primera planta de un edificio situado en la actual calle Nueva y, al mismo tiempo, el núme ro de médicos se fue ampliando, alcanzando la cifra de cinco facultativos de medi cina general y un pediatra en el año 1976 , momento en el que Petrer ya contaba con una población cercana a los 20.500 habitantes. Por tanto, a pesar de los avan- Paseo de la Explanada. ces de la ciencia médica y del desarrol lo de una política de salud púb lica, la sanidad en Petrer siguió siendo claramente insuficiente, funcionando más por la voluntad del escaso personal sanitario que por el interés estatal en mejorar las condiciones de la población. No obstante, la aplicación de la política sanitaria general desarrollada por el franquismo en Petrer la podemos observar en los libros de actas de las juntas locales de sanidad donde se recoge, entre otras cosas, las circulares remitidas desde la jefa tura provinc ial de sanidad ordenando e l desarrollo de los diferentes programas sani tarios a los que anteriormente ya hemos hecho referencia. El continuismo en la esfera local: la Junta Local de Sanidad Durante el transcurso de la Guerra Civil no fue convocada la Junta Municipal de Sanidad. La última sesión tuvo lugar el 7 de octubre de 1936, diez días antes del fusi lamiento en Alicante del farmacéutico y miembro de la junta José Perseguer y del médico local, Rafael Duyos. Poco después fue apartado de su cargo Antonio Payá Martínez, aunque, un año después, en 1938, volvió a ocuparlo. L a primera Junta de Sanidad después de la Guerra Civil se celebró el 4 de mar zo de 1942. A la m isma asistió el alcalde Nicolás Andreu, los médicos Antonio Payá Martínez y Luis Sempere Berenguer, el inspector veterinario Ignacio Rentero Puche y Rafael Pastor Barber, secretario del Ayuntamiento (AMP, L. 39/1 ). El motivo de la convocatoria era una circular de la Jefatura Provincial de Sani dad en la que se solicitaba la reun ión de la Junta de Sanidad, integrada por todos los elementos sanitarios de la localidad, con e l objet ivo de determ inar con qué medios se contaba para luchar contra una posible epidemia del tifus exantemático. Aunque la circular databa del 29 de febrero de 1942, previamente ya se había recibido otra de fecha 1 5 de mayo de 1941 . Después de discutir el tema se acordó la toma de toda una se rie de medidas entre las que destacaban impedir la entrada en la localidad de vagabundos y menes terosos, llevando a cabo su despioJamiento y aislamiento si fuese preciso; ob ligar a higienizar los locales para evitar la propagación del parásito; vigilar espec ia lm ente las escuelas; instruir a la población mediante pregones o pasquines sobre la neces idad de mejorar el aseo personal, para no tener piojos y la limpieza y planchado minucioso de la ropa para acabar con los parás itos . El secretario, el médico Antonio Payá, finalizó la ses ión señalando el buen estado sanitario de la población de Petrer en aque llos momentos, aunque la situa ción económica y las dificu ltades de la población eran bastante desfavorables. No obstante, con la promulgación de la nueva ley de bases de sanidad de 1944 debían constituirse nuevamente las juntas locales de sanidad como máximo órgano local de carácter consultivo y de ejecución de la política gubernativa. Con fecha 31 de diciembre de 1945, el gobernador civil de la provincia nombraba a los miembros de la Junta Local de Sanidad de Petrer, integrada por el alcalde, Nicolás Andreu, como presidente y como vocales el médico titular Luis Sempere, el inspector farmacéutico municipal Miguel Albert Bonmatí, el inspector veterinario municipal Ignacio Rentero Puche, el maestro nacional Augusto Serrano Puche, el secretario del Ayuntam iento Homenaje en el Ayuntamiento a Antonio Payá Martínez. Junto a él, Luis Sempere Berenguer . Rafael Pastor Barber y, como secretario, e l inspector munic ipa l de sanidad y médico t itu lar, Anton io Payá Martínez. Dicha Junta de Sanidad fue constituida oficialmente el 4 de marzo de 1946 (AMP, L. 39/4) Poster iormente y con el paso de los años, algunos cargos fueron siendo ocupa dos por nuevos vocales. Así, en 1948, Ignacio Rentero, inspector veterinario municipa l, fue sustituido por Sa lvador Rabazo y posteriormente por Olegario Ferrero Carrizo a partir de 1957. La plaza de inspector farmacéutico de Miguel Albert Bonmatí, fue ocu pada a parti r de 1948 por José Luis Marco Bazán hasta la última reunión en 1976. Más cambios se produjeron en la plaza de médico titular del primer distr ito de Petrer, ya que la plaza de médico del segundo distrito fue ocupada hasta su falleci m iento por Luis Sempere Berenguer. La jub ilac ión de Antonio Payá Martínez en 1957 supuso la ocupac ión de su pla za de forma interina por José Pastor Gadea y que Lu is Sempere Berenguer pasara a ser el nuevo secretar io de la junta. El 24 de noviembre de 1961, José Pastor pidió el tras lado, siendo sustituido en el primer distrito por Sa lva do r Herrero Montaire. Con mot i vo de la creación del SOE, Salvador Herrero ganó una plaza el 30 de enero de 1963, ocupando el puesto el 13 de febrero de ese mismo año y, de forma interina, Luis Sem pere Bernabeu. A este último, hijo de Luis Sempere Berenguer, le sustituyó Amando Sarrió Pérez el 8 de junio de 1963, quien a su vez fue sustituido en octubre de 1964 por Salvador Senent Martínez. El 1 de febrero de 1968 tomó posesión de la p laza de médico tilula r del primer distrito Teiesforo González González, quien asumió el cargo de secretario de la junta a la muerte de Luis Sempere Berenguer en 1975. En definitiva, la puesta en marcha del sistema de la Seguridad Social generó numerosos cambios y traslados de los médicos que de forma interina fueron ocupan do el puesto de médico titular del primer distrito de Petrer. La lucha contra las enfermedades infecciosas: campañas de vacunación Una de las políticas sanitarias de mayor incidencia social desarrolladas por el franquismo fue la vacunación de la población, especialmente la infantil y recién naci da. Si durante los primeros años del franquismo se dedicaron grandes esfuerzos a la lu cha contra el tifus exantemático, en años posteriores se centraron en la lucha con tra la viruela y el tifus. Así se pone de manifiesto en el acta de la Junta Local de Sani dad del 24 de mayo de 1946, en la que se dio lectura a la petición de la Jefatura Pro vincial de San idad de implantar la vacuna antivariólica a la población infanti l, al mis mo tiempo que el 17 de octubre de ese mismo año se insistía, ante la extensión de casos de fiebres tifoideas en municipios como Elda, Novelda y Aspe, en proceder a la vac unación antitífica con carácter obligator io, según disposición gubernat iva. La Jun ta Lo cal de San idad acordó solicitar a la Jefatura Provincial de Sanidad la cantida d de vacunas necesarias (AMP, L. 39/4) Foto actual del antiguo dispensario situado en la calle Nueva. Pasillo del dispensario de la calle Nueva. Años 1960. Otra cuestión fueron las campañas de vacunación de la década de los 60, espe cia lmente las relacionadas con la lucha contra la poliomielitis -antipolio -y contra la d ifte ria, tosferina y tétanos a través de la vacuna trip le. Después del descubrimiento e n la lucha contra la po liom ie liti s de la vacu na Sa lk en 1958 y e n 1963 de la vacuna ora l Sabin, se in iciaron las campañas de vacunac ión de la población infant il en casi todas las pob laciones españolas . En P etrer, en las Juntas Locales de Sanidad de 13 de febrero de 1963, 3 de julio de ese m ismo año y 29 de mayo de 1964 se dio cuenta de la campaña de vacunación antipolio. El 3 de julio de 1963 se hace mención a que fueron 900 niños y niña s los vacunados, m ientras que el 29 de mayo de 1964 se indic a que fueron más de 2 .000, sobrepasando el calcu ló inicial realizado (AMP, L. 39/4) El jefe provincial felicitó a la corporac ión local por el éx ito de cooperación y organ ización de la campaña. En los siguientes años a la vac una a ntip olio se sumó la implantación de la vac u na triple. Esta vacuna conoc ida como la tripl e protege contra enfermedades muy se r ia s como la difteria, la tosfe rina y el tétano, actualmente poco frecuentes desde que se iniciaron las campañas de vacunación masi vas de los años 60 y principios de los 70. El tétano es la única enfermedad que en la actualidad todavía tiene una tasa de mor talidad muy elevada en los países del tercer mundo, al producirse por la infección de a lguna herida con la bacteria tetánica , que puede encontrarse en cualquier sitio. L as campañas de vacunación de la población infantil y rec ién nacida, ya que la vacuna tr iple debe administra rse durante los primeros se is meses de vida, se inten si ficaron en los años siguientes, e ntre 1965 y 1973. Aunque las campañas de vacuna c ión fueron semestrales, la Junt a Loca l de Sanidad planteó las cuestiones re lacionadas con las campañas de vacunación en muy pocas reuniones -26 de agosto de 1965, 26 de febrero de 1968, 22 de sept iembre de 1972 y 13 de abril de 1973- (AMP, L. 39/4). L as vacunaciones se llevaban a cabo durante tres o cuatro días en el ambulatorio 18 de Julio situado en el carre r Nou. Además tamb ién se llevó a cabo la vacunación anticolérica de la población, especia lmente de los obre ros del calzado que fueron vacunados en sus propios luga res de trabajo con e l fin de evitar aglomeraciones y prob lemas labora les . Así se reco ge en el acta de la Junta Local de Sanidad del 13 de abri l de 1972. Y, cómo no, tam b ién afectó al colectivo sa nitar io, famil iares y traba jado res con ofic ios de riesgo, c uyo t raba jo más expues to a un posib le contagio s ign if icaba la necesidad de tomar me di das preventivas más estr ictas med iante la vacunac ión sistemá tica. Así, en e l acta de la J un ta Local de San idad de 22 de ju lio de 197 1, se indica la obligación de vacunarse de l pe rso nal san itar io y sus fami liares, pe rso na l con más co ntacto con e l públ ico, Cruz R oja y sepultureros (AMP, L. 39/4) E n definitiva, la lucha contra las enfermedades infecc iosas bajaron considera b lemente los facto res de r iesgo de la po blació n, di sm inuyendo de forma taxat iva la tasa de morta lidad. Desde la década de 1960, e inc luso antes, los índices de mortali dad se deben más a enfermedades crónicas, degenerativas y siniestralidad que a i nfecciones. A mo do de ejemp lo, la epid em ia de g ripe de 1957 fue be ni gna, afec tando a un 30 % de la población, con un solo caso de mortalidad (AMP, L. 39/4). Las primeras patologías relacionadas con la industria del calzado D esde pr incipios de l sig lo XX, la industria de l calzado en Petrer empezó a desa rro llarse. La década de los años 1920 s ignificó un importante aumento de la actividad zapate ra, convi rtiéndose en los 30 en la p rincipa l act ividad económ ica de la po bla ción . Con posterioridad a la Guerra Civil, el proceso de industrialización basado en la producción zapatera y marroquinera ya se había conso lidado, surgiendo las primeras pato logías asoc iad as al m ismo. En la Junta Local de Sanidad de 1 de ju lio de 1959, e l médico José Pastor Gadea expuso haber observado en su consu lta a un número importante de obreros con der mat itis a lérgicas, produc idas, en su op inión, por los residuos materia les uti lizados en l as diferentes fases de la fab ricación del ca lzado. La poca ventilación y la falta de apa ratos o maquinar ia capaces de absorber esas materias serían las causantes. Entre las medidas que propuso tomar cabe destacar la neces idad de inspecc ionar las fábricas con el f in de subsa nar las deficienc ias (AMP, L. 39/4) E n las ú ltimas décadas los estudios médicos dedicados a la indust ria del cal zado se han intensificado, pudiendo considerar que la dermatitis de contacto es u na de las muchas patologías que se pueden re laciona r con e l traba jo en las indu s tr ias del calzado, aunque no son exclusivas de ésta. También sabemos que las pato logías re lac ionadas con el calzado son bastante más numerosas e importantes, des de a rtros is ce rv icales o lumba res, pasan do por va rices, hipoacus ia post rau mát ica o las propiamente relacionadas con el empleo de productos tóxicos -adhesivos, disol ventes- durante largo tiempo, como es la reconocida neuropatía del calzado (P on ce Lorenzo, 1997). Antiguo mercado municipal ubicado a las espaldas del Ayuntamiento . Año 1951. Las inspecciones sanitarias Los in specto res munic ipales de sanidad sigu ieron desarro llando su labor de con t rol y vig ilanc ia de l as cond iciones higiénicas en los estab leci mient os públicos de la pob lac ión además de intensif icar su labor sobre las fábricas de calzado. Son numero sas las referenc ias a las inspecc iones que cotidianamente debían rea liza r los inspecto res municipales, intensificándose entre 1957 y 196 8. En la Junta Local de Sanidad de 18 diciembre de 1957 se propuso la limpieza y desinfección de la balsa de l Carbonero, situada en el actual edificio La Pinada en dirección al Guirney y de la del Sindicato de Riegos, situada en la ca lle Carreró de la Bassa; la desaparición de l vertedero de aguas pluviales en la calle Leopoldo Pardines; l a intensificación en las inspecciones de comestib les, bares y cafés y el control del emp leo de p lomo en la expedición de aguas carbónicas (AMP, L. 39/4). En l a Jun ta de San idad de 1 de julio de 1959, entre otros asuntos, se trató el tema de la higiene por parte de los industriales dedicados a la venta de helados. Se les exigió la necesidad de que montasen depós itos de agua corr iente, y de no poder hacer lo de forma urgente, se les ob ligaba a utilizar vasos de pape l. En 1960, desde la Jefatur a Prov incia l de Sanidad, se obligó a los inspectores a cursar visita a todos los establec imientos e industrias de la población con e l objeto de compro bar las medida s hig ién ico-sa nitar ias, c ircu lar que siguió siendo c ursada en los años suces ivos. A partir de 1964 -se sión del 29 de mayo- se insistió, además, en la vig ilancia sanitaria del abastecim iento del agua y en 1965, a t ravés del decreto del Ministerio de la Gobernación, se incidió en la desinfección de todos los establec i mientos púb licos. Sin embargo, esta serie de aspectos eran una mínima parte de la falta de con tr ol higiénico sobre los productos comestibles, especia lment e los de ve nta ambulan te. La venta ambulante era muy frecuente, ya que los precios eran mucho más ase qu ib les pa ra la pob lac ión. Ahora bien, buena pa rte de los productos no tenían nin gún control, ni de procedencia, ni higiénico ni sanitario. JI.sí, ante los problemas que este tipo de act ividades podría acarrear, en la Junta Local de Sanidad del 16 de agos to de 1968 se d io c uenta de una circu lar de la Jefa tur a P rovi ncial de Sanidad en la que se proh ib ía la ve nta am bul ante de gé neros fres co s sin procede ncia de fabricac ión. Además, por pa rte de los inspec tores locales de sanid ad, se propuso e n repet idas jun tas la necesidad de man ipu lar los alimen tos co n me jores med idas h ig ién icas, espe c ialmen te introd uciendo e l empleo de manguitos y delanta les en los mercados -26 de agos to de 196 5-, ut ilizar bolsas de plástico en las dependencias del mercado de abas tos -16 de agosto de 1968 -, controlar las condiciones de venta de leche, refrescos o p ipas en los es tablecimien tos -18 de jun io de 197 1-y en las tiend as y comercios de productos de drogue ría -22 de jul io de 1971-. N o obstante, a pesar de l cont rol e jerc ido por los i nspec tores locales de sa nida d se sigu ió ve ndie ndo d e forma cla ndest ina. Así, por e jemplo, fue de nu nciada la ve nta c la ndestina de lec he eri la Ju nta Loca l del 22 de ju lio de 197 1. A pesar de to d a esta se rie de acciones, además de la rea lización de conferen c ias so bre alimentos y alimentación que se empezaron a realizar a part ir del año 1968, la falta de med ios y el incump limento de las indicaciones de los inspectores locales de sanidad por parte de comercian tes y prop ietarios en general, facil itaron el manten i miento de la venta de productos de forma c landestina y un escaso control higiénico en estab lecimientos y fábricas de calzado en general. El problema de las basuras Actualmen te la gestión de las bas uras e n cua lqui er mun ic ip io supone una par te impor tante de l g asto m unicipal y una ca rga impositiva cons iderab le para todos los c iudadanos. La situación actual dista mucho de la gestión de las basuras durante la dictadu ra de Franco. En los años 1950 la s ituación no había camb iado mucho respecto a las p rimeras décadas del s ig lo XX. Norma lmente cada vecino gestionaba sus prop ios de sechos, utilizándo los para la alimentación de ganado, como abono o abandonándo l os en lugares p róximos a su lugar de residencia -corra les, a las afueras de la pobla ción o en las lade ras de la loma del Casti llo-. Las zonas trase ras del Santísimo C risto, l a era de l cuerno en La Hoya, las laderas de la ra m bla de Pu a entre las calles La Fue n te y La V irgen o traseras de San Hermeneg ildo, e ra n l ugares hab itua les do nde se so lía desechar bas uras. El ca rro de la bas ura e ra el único servicio que, pasando por u n reco rrido habitual de calles, recogía las basuras de parte del vecindario. Sin embargo, el crecimiento de la población significaba un aumento en el número de residuos y, sobre todo, que los lugares empleados para desechar la basu r a comenzaban a estar muy próximos a las nuevas áreas de vivienda. La basura empe zaba a ser un problema higiénico serio. Así se puso de manifiesto en la reun ión de la Junta de Sanidad de 1 de julio de 1959, en la que se acordó la necesidad de t raslad ar el depósito de basuras y retretes a un a zona más a leja da de la poblac ión, ya que en la zona donde estaba em plaza do El primer camión de la basura. Todavía estaba descubierto. -Paseo de la Explanada n. º 31-, en poco tiempo se iba a ed ificar. El problema era la dificu ltad para conseguir unos terrenos alejados y económicos donde poder deposi tar la basura . Si bien a la recogida de basuras ya se dedicaron personas como José Amat, el tío Tino y Juli a la Manca, fue esta última, junto a Luis Brotons Amat -nieto del pri mero- , quienes se asociaron y firmaron un contrato con el Ay untam iento de Petrer para poder recoger las basuras en el año 1963. En princ ipio se trató de un acuerdo entre ambas partes para establecer un servicio de recogida de basuras totalmente gratuito . El Ayuntam iento no pagaba e l servicio n i los beneficia rios del acuerdo pagaban por los posib les benefic ios obtenidos por lo recog ido. La ventaja de la reco gida de basuras radicaba en que con la basura se alimentaba a una numerosa piara de cerdos localizada en e l corra l de Julia la Manca, situado en el n.º 31 del Paseo de la Explanada. La basura era recogida por tres carros tapados arrastrados por dos caballos y una mula. Sin embargo, la s ituació n camb ió en poco tiempo, ya que el crecimiento de la población y del volumen de los residuos aumentó considerab lemente y e l Ayunta miento tuvo que asumir el pago del servicio de recogida de basuras. E n la sesión de la Junta de Sanidad del 24 de mayo de 1964 se volvió a tratar el tema de las basuras. Después de discutir sobre las necesidades de un mejor servi cio de basuras ante los prob lemas que empezaba a acarrear, José Luis Marco Bazán propuso que la recogida de basuras se h ic iese a horas fijas y siempre por el mismo iti nerario, instando al señor secretario del Ayuntamiento a que el contrato firmado obli gase a un mejor servic io. Los problemas en el servic io -incumplimento de horarios, días y condiciones- se prolongaron en el tiempo, como así se refleja en la reunión de l a Junt a de Sanidad de l día 26 de agos to de 1965 (AM P, L. 39/4) Esta situación se pudo meJorar con la compra por parte de Luis Brotons de unos te rrenos entre el Guirney y Santa Bárbara, en el conocido desguace del Pintoret, habi l it á ndolo como v ert ede ro municipal. Post eriorm ent e, ant e la ing ent e cantidad d e basuras, los residuos empe zaron a ser depositados en la finca de Les Cases de l Cid hasta prácticamente la actualidad (Navarro Guillén, 2006). Sin embargo, los residuos seguían generando malos olores y diversos problemas de cump lim iento en los horarios de recogida establecidos . Así, en la reunión de la Jun t a Loca l de Sanidad del 7 de d iciembre de 1967, Marco Bazán propuso el empleo de sacos de plástico para la recogida de basuras, así como que el servic io de basuras s iempre se efectuase por la noche. En la sesión del 26 de febrero de 1968 se llegó i ncluso a plantear la posibilidad de que el servicio lo llevase una empresa más espe cia lizada, como la de Elda, a la que se le pidió condiciones (AMP, L. 39/4). L a recog ida de la basura en sacos de plást ico fu e considerada como una de las posib les soluciones aunque el precio de los sacos podría encarecer enormemente el serv icio. Se acordó que el Ayuntamiento lo estudiaría. El 16 de agosto del mismo año se vo lv ió a plantear la misma cuestión, encargando al farmacéutico Marco Bazán que elig iera el tipo de bolsas y el precio para su implantac ión en la práctica. El serv ic io de recogida de basuras siguió en manos de Luis Brotons Amat hasta l a década de 1990, quien modern izó el servicio con cam iones Barreiros, introdujo los molinos para triturar las basuras y desarrolló una importante labor de reciclaje de los residuos . Separaba papel y cartón, vidrio y metal. Los restos orgán icos eran acumula dos en grandes montones para hacer fermentar el estiércol y utilizarlo como abono para los campos de la comarca. La mercantil Brocamar, S. L, fundada por los tres hijos de Luis Brotons, asumió el servicio hasta el año 2005, momento en el que pasó a F obesa. Presentación de la empresa de basuras de Luis Brotons en junio de 1974. La desratización y desinfección de centros públicos La desratización tiene por objeto la eliminación de ratas y ratones de un deter minado ambiente, en este caso de la zona urbana de Petrer. Se puede adoptar una serie de técnicas defensivas que impidan que los roedores penetren o vivan en instala ciones o en las viviendas, o también se puede desarrollar una desratización activa inte grada por métodos ofensivos, de carácter químico y biológico, cuyo objetivo funda mental es el control de las poblaciones de ratas o ratones, no su exterminación total. En este sentido, la lucha contra los roedores siempre ha estado presente en la vida cotidiana de nuestras poblaciones, aunque especialmente en los últimos siglos en relación con la transmisión de diversas enfermedades infecciosas. Sin embargo, se consideró como un gran problema de amplia afección social hasta prácticamente la década de 1960, especialmente en relación con el aumento del volumen de basuras y el desarrollo de amplias redes de alcantarillado. Fue en los inicios de la década de 1960 cuando se comenzaron a implantar campañas de desratización activa con el objeto de controlar las poblaciones de roe dores en nuestra población. Aunque es my probable que con anterioridad se hubiesen efectuado algunas labores de desratización, la primera referencia documental corresponde a la sesión de la Junta Local de Sanidad del 3 de julio de 1963, en la que se delegó en el veterina rio de la población, Olegario Ferrero, la necesidad de emprender una campaña de desratización en la localidad. Hasta el 7 de diciembre no encontramos otra referencia a la necesidad de desratizar la población, haciéndolo en los sitios públicos por donde pasaban las acequias e insistiendo en la conveniencia de que la población colaborase en la tarea (AMP, L. 39/4). Hemos de esperar al año siguiente, a la junta del 26 de febrero de 1968, para dar cuenta de un escrito dirigido al alcalde de la población por parte de la Asociación de Padres de Familia en la que se lamenta que no se hubiese llevado a cabo la desra tización global del perímetro de la población, realizándola exclusivamente en los edi ficios y lugares públicos. Por parte de las autoridades locales de la Junta de Sanidad se indicó la poca cooperación del vecindario y las familias, aunque por primera vez se propuso contactar con la Casa llis, especializada en campañas de desratización, para llevar a cabo la desratización global del perímetro de la población. La puesta de raticidas en diferentes lugares del pueblo mostraba a mediados de agosto de este mismo año que prácticamente no habían ratas ya que no se había con sumido. No obstante, los inspectores de sanidad recomendaron que se siguiera utili zando raticidas en los lugares claves de la población. Ocho años después, en la sesión del 18 de febrero de 1976, se trató la necesi dad de emprender una nueva campaña de desratización. La empresa Tecnisa había presentado una propuesta de desratización global que ascendía a 95.000 ptas. Dado el montante de la propuesta y que en años anteriores se observó una escasa presen cia de roedores, se consideró por parte de los miembros de la Junta de Sanidad la con veniencia de la campaña, pero localizada en los puntos estratégicos del solar urbano. De este modo se acordó planificar más adecuadamente la campaña de desratización con la empresa Tecnisa (AMP, L. 39/4). El control de las aguas potables Una de las actuaciones sanitarias a las que se prestó mayor atención fue el con trol de las aguas para consumo huma no. En la década de los 60, el gobierno fran quista había iniciado una importante política de promoción turística en el litoral medi terráneo. Las redes de agua potable y el poco control higiénico hacía que las aguas fuesen un posible foco de expansión de infecciones. Por este motivo, a partir de 1963 se intensificaron los controles de agua en las zonas costeras, mientras que hubo que esperar a 1969 para extenderse al resto de áreas. El 24 de mayo de 1964 se daba lectura en la Junta Local de San idad a una cir cular del jefe provincial de sanidad en la que se insistía en extremar la vigilancia sani taria sobre e l abastecimiento del agua a la población. Fruto de este contro l observa mos cómo en la Junta Local de Sanidad del 7 de diciembre de 1967 se propuso tomar muestras de agua para su análisis, tanto de diferentes puntos como de los depósitos de agua, debido al sabor que presentaba. Algunos de los miembros de la Junta de Sanidad manifestaron que el sabor se debía a que el agua circulaba por terrenos margosos (AMP, L. 39/4) Poco más tarde, e l 22 de julio de 1971, el jefe prov incial de farmacia trans mitió la orden de efectuar la clorac ión de las aguas. El 22 de septiembre, en la Jun ta Local de Sanidad se trató expresamente este asunto. La jefatura provincial rem i t ía las pautas a seguir para llevar a cabo la cloración de las aguas domésticas, tan - Instalación de las conducciones de agua potable y alcantarillado en la calle Pedro Requena . Año 1972. to de aljibes como de pozos particulares, así como de la empleada en frutas y ver duras. También insistían en la neces idad de seguir c lorando el agua de consumo destinada a los ciudadanos. El alcalde, Pedro Herrero, manifestó que la cloración pública ya se había realizado y que a través de l inspector farmacéutico local tam bién se incidiría sobre la de pozos y fuentes particulares de soc iedades como la de los cazadores. La última Junta Local de Sanidad en la que se hace mención a l p rob lema de las aguas fue la de l 13 de abri l de 1972. En ella se d io cuenta de una nueva cir cular de la jefatura provincial instando a la cloración de las aguas. El alcalde señaló que la máquina de cloración tenía d iversos problemas y que en breve se avisaría a la empre sa vendedora para su correcta graduación (AMP, L. 39/4) Además, ese mismo año fue sustituida y ampl iada buena parte de la red de a lcantar illado de l municipio, especialmente la red del casco antiguo, ensanche y vías principa les de expans ión hacia Elda. Las farmacias El 8 de mayo de 1953 tomó posesión en el Ayuntam iento Reca redo Pérez Gar cía, regente de la fa rmacia de la Vda. de José Perseguer, con domicilio en la cal le José Perseguer n.0 4, como nuevo inspector municipal farmacéutico de la villa. E n la ses ión plenaria de 22 de septiembre de ese m ismo año, en e l 7 .º punto del orden de l día se expresa que ’Vista la instancia de D. Julio Jover Llorca, fa rma- Abarelos de farmacia de José Perseguer, actualmente en la farmacia de Pilar Perseguer de Castro . céutico, pertene cient e al Cuerpo de Inspectores Farmacéuticos Municipales y con far mac ia abierta debidamente autorizada en la calle Anton io Torres n. º 11 de esta vil la, solicitando ser nombrado inspector farmacéutico municipal interino, basándose apar te de en sus títulos y residencia, en la circunstancia que enuncia en la misma instan cia de no residir en Petrer el actualmente nombrado D. Recaredo Pérez, se acuerda por unanimidad quede en estudio dicha solicitud hasta que por la superior idad se resuelva la conveniencia legal de tal nombramiento’. Julio Jover Llorca (n 1925), natural de Alicante, remitió una instancia a l Ayun tamiento con fecha 21 de octubre de 1953 en la que exponía que pertenecía al cuerpo de inspectores farmacéuticos municipales y que reunía todos los requisitos para ocupar la plaza de inspector farmacéutico municipal, por lo que ’teniendo informa ción de que el actual inspector municipal interino no reside en la loca lidad, ni ha vuelto a esta villa desde el día de su toma de posesión’, sup licaba se le nom brase para e l desempeño de dicho cargo. Poco después, el 1 de febrero de 1955, Juli o Jo ver Llorca renunció como titular de la farmacia y también a petición propia p idió la baja como inspector farmacéutico municipal. Había desempeñado el cargo interinamente desde el 5 de noviembre de 1953. Pasó a sustituirle, en 1955, como inspector farmacéutico o farmacéutico titu lar del Ayuntam iento de Petrer, José Luis Marco Bazán, natural de Zaragoza. Este último ten ía su farmacia y laboratorio en e l mismo emplazamiento que Julio Jover Llorca. El sue ldo anual que se percibía por llevar a cabo las funciones que conllevaba e l cargo era de 8.000 ptas., siendo ob li gatorio resid ir en la localidad. A mediados de los años 50 la inspección municipal de farmacia se encargaba de realizar las oportunas inspecciones sanitarias. Entre otros asuntos se ocupaba de contro lar el agua de las fuentes públicas (1956) y de anal izar el índice de acidez del aceite de la almazara tras haberlo so licitado la Cooperat iva Agrícola de Petrer (1959). En 1959 se abrió una tercera farmac ia en Petrer, se trataba de la de José Luis Perseguer de Castro, hijo de José Perseguer Ferrero y Antonia de Castro. Después del fusilamiento de su padre en octubre de 1936, su familia tuvo que salir de Petrer hasta que, después de bastantes años, regresaron. José Luis Perseguer permane ció en Madrid estudiando en la Universidad Complutense, aunque acabó sus estu dios de farmacia en el año 1957 en la facultad de Santiago de Compostela. A su llegada a Petrer se inscrib ió en el Coleg io de Farmacéuticos de Alicante, y poco después, en 1959, solicitó la apertura de una nueva farmacia, a mitad de camino entre Petrer y Elda, en la avenida de Madrid. Además de pertenecer al cuerpo de inspectores farmacéuticos municipa les, se dedicó intensamente a la espec ialidad de análisis clínicos, trabajando en e l ambulatorio Virgen de la Salud de Elda y pos teriormente en el laboratorio del Hospital 20 de Noviembre de Alicante, hasta su muerte en 1975 (Rico Navarro, 2002a) Hay que esperar a l año 1968 para constatar una nueva solicitud de farmacia en Petrer aunque no fue concedida hasta dos años más tarde. Siguieron habiendo tres farmacias en Petrer, la de la Vda. de José Perseguer, la de José Luis Marco Bazán y la de José Luis Perseguer. En noviembre de ese año, la cordobesa, licenciada en far mac ia, Hortensia Galán Pérez solicitó instalar una farmac ia en la cal le Sebastián Elca José Luis Perseguer de Castro en su despacho. no esquina con la calle Colón por lo que pidió a l Ayuntamiento se le expid iera cert i ficación en la que constase la distancia existente entre el local donde pretendía ins talar su bot ica y las ya existentes. A lo que el Ayuntamiento, una vez realizadas las mediciones, certificó que la distancia de su local respecto a la farmacia de José Luis Perseguer, sito en la Avenida de Madrid esquina calle Aragón, era de 250 metros lineales la long itud directa y de 280 metros l ineales la que correspond ía a l camino más corto por cal les y que la distancia del citado local respecto a las otras dos far macias, sitas en las calles Leopo ldo Pardines y José Perseguer, en línea directa, eran superiores a los 1.000 metros lineales. De 1969, existe en e l Arch ivo Mun icipal un exped iente por el que se proced ió a la reapertura de la farmac ia propiedad de la Vda. de José Perseguer Ferrero, sita en la cal le José Perseguer n.º 4, regentada por la titular Ángela Martí Blanquer. En el mis mo se inserta e l p lano de situación, e l croquis de la farmac ia y el repertor io de todos los productos farmacéuticos ordenados alfabéticamente, así como los aparatos, ins trumentos y utensilios que se utilizaban. Esta re lación nos permite conocer la evolu c ión de los p roductos farmacéuticos y los utensilios y así poder establecer compara c iones respecto a los de 1904. Entre los instrumentos novedosos aparece e l apara to extractor Soxh let, e l aparato para cerrar cápsulas am iláceas, autoclave, bureta, cáp su las de porcelana de hierros esmaltados, cruceras de madera, densímetros, deseca dor, estufa de desecación, lente amplificadora, lix ib iador y refrigerante condensador de vid rio . Posteriormente, a partir del 28 de noviembre de 1971, la farmacia de la viu da de José Perseguer Ferrero sería regentada por María de l Carmen Valera Chico h as ta 1974, año e n e! q ue se prod ujo un c ambio d e reg enci a a favor d e Esth er Padial Bailón de Elda. En 1970 se abrió un nue vo expediente referente a la apertura de una farmacia a favor de Hortensia Galán Pérez en la ca lle Sebastián Elcano s/n. En la sesión de la comisión municipal permanente de 18 de junio de 1970, vista la petición formulada por Hortensia Galán Pérez solicitando licencia para poder proceder a la apertura de una farmacia y con la documentación presentada integrada por la declaración de alta de la licencia fiscal, la relación de utensilios que posee, la de medicamentos, el certi ficado del Colegio Oficia l de Farmacéut icos de la provincia por el que se acredita la colegiación de dicha farmacéutica, la certificación de l mismo organ ismo en el que se acredita y se autoriza por la Dirección General de Sanidad la apertura de dicha ofici na de farmacia, el testimonio notaria l acreditando su licenciatura, el contrato de arrendamiento para instalar dicha farmacia en el lugar expresado, debidamente visa do por el Colegio de Farmacéuticos, el croquis de distribución de las dependencias y la fotocopia de la resolución favorab le recaída a favor de la peticionaria para instalar dicha farmacia, emanada de la Dirección General de Sanidad el día 19 de diciembre de 1969, la comisión municipa l permanente considera que Hortensia Galán ha justi ficado documentalmente los requisitos de la apertura de la farmacia y le concede la licencia de apertura solicitada a cuyo fin será previa la inspección por la Jefatura Pro vincia l de Sanidad de los locales y acondicionamiento de éstos. Morteros de la farmacia de José Perseguer actualmente en la farmacia de Zeneida Perseguer. El 4 de julio de 1970 se personaron en la farmacia el alcalde, Pedro Herre ro, el inspector provincia l de farmacia, e l méd ico t itular Te lesforo González, e l veter inar io titular no compareció por hal larse de permiso; igualmente compareció la farmacéuti ca y el secretario del Ayuntamiento Juan Arroyo García. El inspector provincial de far mac ia comp robó los documentos, planos y petitorios que la interesada presentó para l a apert ura de su farmac ia a l servic io públ ico. Habiendo efectuado la comprobac ión de toda la documentación, de acue rdo con lo legislado en las vigentes ordenanzas de farmac ia aprobadas por R. D. de 18 de abr il de 1870 . El inspector declaró que la far macia podría iniciar sus prestaciones al servicio público. El acta aparece firmada po r todos los presentes en este acto. E n el expediente se adjunta el plano de las dependencias del local, ’la relac ión de l mater ia l, aparatos y utensilios necesarios para realizar los ensayos de identifica ción, pu reza y valoración de productos, que vienen señalados en la Farmacopea Espa ño la, IX Edición vigente’ y que la farmacéutica declara poseer, así como ’la relación de ex istencias mínimas de medicamentos y artícu los de uso medicinal que deben tene r las of icinas de farmac ia ab iertas a l público. (O rden de l Min ister io de la Gober nación de 5 de mayo de 1965. B.O.E del 28/05/1965) E n 1972, Rafael Pascual Valdés, natu ra l de Biar, nacido en el año 1912 y licen ciado en farmac ia por la Universidad de Madr id, títu lo expedido el 26 de julio de 1940 a la edad de 28 años, solic ita la apertura de una nueva farmacia en Petrer. El 3 de noviembre, en sesión de la comisión municipal permanente, se concedió la licencia para la apertura de una farmacia en la calle Gabriel Payá n. º 35. Se abrió el lunes 6 de noviembre, personándose en el local de la farmacia Rafael Pascual Valdés, el alcal de accidental Rodr igo Millá Carr illos, el inspector provinc ial de farmacia Agust ín Llo pis Mari, el médico t itular Luis Sempere Berenguer y e l veterina rio t itula r O legar io F errero Carrizo. E l médico y el veterina rio comparecieron como testigos de excepción, tamb ién acudieron al acto el interesado y el secretario accidental del Ayuntamiento, Manue l Francisco B lasco Aparisi. El objeto de la reunión fue que el inspector provin cial de farmacia procediese a la comprobación de los documentos, p lanos y petitor ios que el interesado presentó para la apertura de su farmacia al servicio público, autori zándolo el inspector. Con fecha 26 de julio de 1973 desde la Jefatura Provincia l de Sanidad de Ali cante se remite al Ayuntamiento el acta de apertura de la farmacia de Rafael Pascual Va ldés. Después de d ive rsos conflictos co n José Luis Perseguer en relación con los horarios y días de aperturas de las farmacias, espec ia lmente en los dom ingos y días festivos y de algunos cierres temporales, la farmacia fue traspasada a Rafae la Vidal Revert, a quien se le autorizó su apertura el 17 de octubre de 1977. A la muerte de Franco, Petrer contaba con cinco farmacias: la de Pilar Perseguer en la calle José Perseguer, la de la viuda de José Luis Perseguer en la avenida de Madrid, José Luis Marco Bazán en la calle Lepoldo Pardines, Rafae l Pascual en la calle Gabriel Payá n.º 35 y la farmacia de Hortensia Galán en Juan Sebastián Elcano . En los primeros años de la democracia hub ieron algunos camb ios en relación con los horarios de turnos de apertura al público y horarios de urgencias, además de a u menta r el núme ro de fa rmac ias a se is. El 16 de agosto de 1976 fue solicitada por parte de Car los Coves López la ins ta lación de una nueva farmacia en la calle Brigadier Algarra, n. 0 52. Después de cum plir todos los requisitos y comprobar las distancias pertinentes entre farmacias y número de habitantes en la zona fue autorizada, iniciando la actividad el 16 de agos to de 1977. A finales de 1977 se produjo el traspaso de la farmac ia de Rafael Pascual a Rafaela Vidal Revert, a quien se le autor izó la apertura de la farmacia situada en la cal le Gabriel Payá, n. 0 35. Y poster iormente, en agosto de 1980, Hortensia Ga lán tras pasó su farmacia a Juan Francisco Cuenca Martínez. Con el aumento de la población, e l número de farmacias también se ha mult i p licado, especialmente en el último año, en el que se han abierto cinco nuevas far macias. El 28 de julio de 1987 y después de muchas peticiones y pleitos, se abría al público la farmacia de Carlos Mi llá Bernabé, ubicada primero en la avenida de Sal i netas y tras ladada e l 1 julio de 2004 a la ca lle Dámaso Navarro, n.º 1. Un grito de auxilio: las necesidades sanitarias de la población Los últimos años de la dictadura fueron difíciles, especialmente por la cris is eco nómica coyuntural y por la agonía política de l régimen en particu lar. España había cre cido económica y poblacionalmente de forma muy rápida, mientras que los serv icios públicos se habían quedado anquilosados. Aunque la Seguridad Social permitía dis poner de un sistema sanitario universal, su mantenimiento se rea lizaba con las apor taciones de trabajadores y empresarios. La contribuc ión de l Estado era escasa, no superando el 3 % del total. Por este motivo, las necesidades sanitarias de una población creciente no podían ser cubiertas por el escaso personal existente y con los limitados medios dis ponibles a su alcance. Las peticiones de ampliación del s istema sanitar io no tardaron en aparecer a la muerte de Franco. Petrer no fue una excepción E l 18 de febrero de 1976 se reunía la Junta Local de San idad integrada por el alca lde Enrique Navarro y los vocales José Luis Marco, Olegario Ferrero, Alejandro Per seguer, José Ma ría Contreras y Manuel Francisco Blasco, junto al secretario de dicha junta, Telesforo González. Su tercer punto del orden del día estuvo dedicado a la necesidad de aumentar el servic io médico . E n e l acta se indica que todos los asistentes consideraban necesario dotar al municipio de Petrer de más persona l y mejores servic ios méd icos en beneficio de los ciudadanos, pero también de los médicos, que grac ias a su profesionalidad y senti do de la responsab ilidad podían atender la desmesurada demanda de sus serv icios (AMP, L. 39/4) Petrer contaba con cerca de 20.500 habitantes y so lamente con 5 médicos de medicina genera l y un único pediatra, debiendo disponer por asignac ión de un médi co y de un pediatra más. A la muerte de Luis Sempere, la vacante de medicina gene ra l del d istrito segundo no fue cubierta, teniendo que atender a los habitantes del d is trito el resto de médicos. El número de afiliados a la Seguridad Soc ia l en enero de 1976 era de 6.087, a los que había que sumar las 750 cartillas de Montepío. En total, 6.837 cart illas médicas que justificaban y permitían la exigencia inaplazable de crear un servicio de urgencias en esta población, tanto porque se cumplía con los requisi tos legales como por las necesidades planteadas . Con todo, la Junta de Sanidad acordó solicitar las plazas de médico y pediatra que le correspondían a Petrer pm ley, y la creación de un servicio de urgencias a la delegación provincial del Instituto Nacional de Previsión, al Colegio Oficial de Médi cos de la provincia, al inspector de zona del Seguro Obligatorio de Enfermedad -SOE-, a la Delegación Local de Sindicatos y al Consejo Loca l del Movimiento, ade más de facultar al alcalde para desarrollar los trámites necesarios para su consecución . Todavía hoy, treinta años después, se sigue demandando un servicio de urgencias. LA INSTAURACIÓN DE LA MONARQUÍA DEMOCRÁTICA Y EL DESARROLLO DE LOS SERVICIOS SANITARIOS [I a transición democrática en España y su afianzamiento ha durado casi treinta años. En este periodo la acción de los diferentes gobiernos ha estado encaminada a dinamizar la situación económica general y a mejorar y potenciar las prestaciones y los servicios públicos en el ámbito social, edu cativo y, también, en el sanitario. España, con un cierto retraso en las pautas seguidas por otros países de la Europa Occidental, ha tenido que realizar importantes ajustes estructurales en diversos sectores productivos, aplicar medidas de recortes salariales y poner en marcha una política monetaria antiinflacion ista. La política económica y social desarrollada ha permitido que en la actualidad España siga creciendo por encima del resto de países europeos y que, en algunos aspectos, empiece a ser pionera. Ahora bien, debemos recordar que las bases estructurales de la situación de bienestar y el buen nivel de atención sanitaria en el que actualmente nos encontra mos tienen su punto de partida en la política desarrollada por el franquismo, espe cialmente a partir de los años 1960. Con la democracia lo que se ha conseguido es alcanzar un mayor grado de universalización de las políticas sociales y sanitarias, faci litando que los ciudadanos cuenten con puntos de atención sanitaria cercanos, sub sidios de paro, seguros de enfermedad, pensiones de vejez, educación primaria gra tuita, etc., sin que ello haya supuesto una reestructuración transcendental del siste ma sanitario y social. En 1977, tras la creación del Ministerio de Sanidad, las jefaturas provinciales de sanidad fueron sustituidas por las direcciones de salud pública. A partir del año 1980 se inició la transferencia de competencias sanitarias a las comunidades autónomas y a las administraciones locales, creándose la Conselleria de Sanidad y Consumo de la Generalitat Valenciana, desde donde se asumieron todas las competencias en mate ria sanitaria de la Comunidad Valenciana. Parte de las mismas también recayeron en las administraciones locales, a través de las Concejalías de Sanidad y de la creación de los Consejos de Salud. Este nuevo marco se amparó en la nueva ley general de sanidad de 25 de abril de 1986 y en la ley de bases de régimen local de 1985, donde se establecían las com petencias en materia de higiene, sanidad y salud pública. Y todo ello se vio favoreci do por la creación del Ministerio de Asuntos Sociales en 1988, lo que constituyó un gran esfuerzo por ampliar las políticas sociales en España. Los presupuestos del Instituto Nacional de la Salud (IN SALUD ) fueron creciendo, llegando a dupl icarse durante el decenio socialista . Aunque esta inversión por parte del Estado permitió la universalización del sistema sanitario español a finales de los 80, también ha creado numerosos problemas financieros. Esta situación llevó en 1991, a través del informe elaborado por la Comisión Abril, a proponer diversas medi das de privatización parcial del sistema sanitario, cuestión que fue rechazada por la mayoría de las fuerzas políticas parlamentarias (Moreno y Sarasa, 1993: 23). No obs tante, el gobierno de José María Aznar tendió a aceptar las sugerencias realizadas por dicho informe, potenciando la sanidad privada. Por último, la transferencia de competencias a cada una de las 17 comunida des autónomas ha significado que en cada una de ellas se desarrollen programas y servicios diferenciales que empiezan a tener un impacto en las otras, creando un agravio comparativo que tendrá su límite en la propia capacidad presupuestaria autonómica. La Sanidad en Petrer en los últimos 30 años Durante los primeros años de la transición democrática la situación sanitaria en Petrer siguió siendo muy deficitaria. El desarrollo de la nueva política sanitaria que desde el INSALUD se planificó tardó en fraguarse más de un quinquenio . Los prime ros años de la transición estuvieron más orientados a afianzar la nueva situación polí tica y a potenciar los cauces democráticos a través de la participación ciudadana que a mejorar el bienestar de los españoles. Las pocas mejoras visibles a nivel local se debieron a la profesionalidad y al interés personal de algunos sanitarios, autoridades y colectivos ciudadanos. Con esta situación, a finales del franquismo, Luis Sempere Berenguer fundó la sede local de la Cruz Roja y ya en los inicios de la democracia , gracias al interés e insis tencia de un grupo de ciudadanos, se consiguió mejorar las dotaciones sanitarias de la población. La creación del centro de salud en Petrer y de las infraestructuras hospi talarias en la comarca en los primeros años de la década de 1980 permitieron desa rrollar la atención sanitaria personalizada, la multiplicación de los seguimientos médi cos y de las pruebas de diagnóstico, así como el sistema de atención sanitaria univer sal con el que contamos en la actualidad . La creación de la sede local de Cruz Roja El 6 de julio de 1864 se puso en marcha la Cruz Roja Española, entidad benéfi ca internacional. En poco tiempo surgieron sedes locales en numerosas ciudades españolas. Ciento tres años más tarde, en 1967, fue fundada la sede local de Cruz Roja en Petrer gracias a la labor de Luis Sempere Berenguer, médico titular de la población y de Antonia de Castro, enfermera profesional de Cruz Roja Española y viuda del far macéutico José Perseguer. A la muerte de Antonia de Castro Vera en febrero de 1973 y de Luis Sempere en 1975, la presidencia de la Cruz Roja local fue asumida por Teles foro González González hasta el año 1991 . En los primeros momentos de su desarrollo, el Ayuntamiento cedió una antigua vivienda de maestros cuya entrada se situaba en la calle Cura Bartolomé Muñoz como sede, procediendo buena parte de su financiación de la realización de las conocidas campañas del clavel o alfiler puesto en la ropa. LA. CRUZ ROJ A. },SCC!!.C!O N !?’lTS:R f’.’GlíH’1,-t. +.. .., .. ·’:~ .,t.;:~•.:.._. L’l’~,j :; ., : / ·. t .5l/Jilir,u k CV. m1111/,,~ lat ,.,,:¡11ilikl.1 ro/l,1111mt,,n’e,.1 ,¡,u: r.11jm IÍ.1 &tfl/11M.1 ,1,: 0/,1 h11mfln1’r.1ni1Sl,1()flllriJ 11. IÍfl ✓lrlt, ú,,/4,;lo l’Jt l,1,1 d,11tu ¡/,: la mú111 11 íf1111tl Naii .L(; ,¡ne tm¡() dh ()IJ(}/’ rle ¡u1r llo/11 1r ,i CV. ¡111r.1 ✓11 .. mriJf1rnJt1 .’f i’r’íÍf.t ,,¡t()IÍ/lll(l.l. 9iw y1ldl~Ú ,í q~ 1111’hw Documento de afiliación a la Cruz Roja de Ricardo Fernández Algarra fechado en 1899. También fue habilitad a un pequeña caseta que servía como puesto de socorro en la carretera nacional a la altura del Guirney y que, posteriormente, fue amplián dose y dotándose de los materiales necesarios para dar los primeros auxilios las 24 horas del día durante todos los días del año. Además, los jóvenes que cumplían el ser v ic io mil itar en la Cruz Roja - 11 en 1983- y los volunta rios y volun tarias casi perma nentes, también ofrecían su colaboración en inundaciones, eventos deportivos, incen dios, actividades educativas, recaudación de fondos y un largo etcé tera. En los primeros años de la década de 1980, la Cr uz Roja local contaba con cer ca de 1 .000 socios que, junto a las donaci ones de persona s y entidades locales, le per mitían autofinanciarse. No obstante, las dificultades económicas eran el principa l p ro b le ma para poder mejorar e l servicio san itario y de auxilio prestado. Las tres ambu l ancias disponibles estaban al borde de su vida útil y la Cruz Roja necesitaba una nue va sede con más medios y mejores condiciones. De spués de muchas gest iones municipa les se consiguió que e l desaparecido cuartel de la Guardia Civi l situado en la a venida del Guirney, cuyo so lar era propiedad del Ayuntamiento, pasase a ser patrimonio municipal por un valor estimado de 3.900.000 ptas. En 1982 la corporac ión municipal cedió todas las dependencias a la Cruz Roja local, que pudo inaugurar las nuevas instalaciones en marzo de 1983 gra cias a las diversas aportaciones económicas y al trabajo de muchos de sus miembros. Al acto de inauguración asistió el presidente internacional de la liga de Cruz Roja, E nr iqu e de la Mata Gorostizaga, el gobernador civil de Alicante, Octavio Cabezas y el alca lde de Petrer, Vicente Maestre Juan (El Carrer, marzo , 1983). Sede de la Cruz Roja en Petrer, inaugurada en marzo de 1983. -’) ES ~,y -q. + f • ,f) i pETAEL Acto de inauguración de la Sede de Cruz Roja en Petrer en marzo de 1983. Entre las dependencias cabe mencionar que la sede, mantenida hasta la actua lidad, constaba de tres edificios en los que se ubicó la Casa de la Juventud con biblio t e ca ju veni l, almacén, de spach os y se rvicio s. Lo s otro s do s e dific io s se de stinar on a Cruz Roja. En el de la izquierda se ubicó un salón de actos, sala de juntas y despachos -actualmente utilizada por los medios de comunicación municipales y por Protección Civil- y en el edificio restante, por donde se accedía al resto de instalaciones, se dis puso la enfermería, retén y despacho de conserjería. Además de la importante labor asistencial realizada por la Cruz Roja local cabe destacar también la labor formativa y educativa, desarrollando constantemente cur sos sobre socorrismo, equipos de transmisiones, servicios de ambulancia o donacio nes de sangre. Las demandas ciudadanas: la Comisión Ciudadana de Sanidad A principios de 1980 se generaba un movimiento ciudadano ante la precarie dad de la asistencia sanitaria en Petrer. Se trataba de una Comisión Ciudadana de Sanidad integrada por distintas asociaciones entre las que se encontraban las Amas de Casa, H.O.A.C., Comunidades Cristianas, sindicatos como CC.OO., U.SO., el par tido Comunista y las asociaciones de vecinos de Salinetas, La Foia, La Frontera y El Guirney, cuyo interés estaba orientado exclusivamente a conseguir mejoras sanitarias (Comisión Ciudadana de Sanidad, 1980). Ya en las reuniones de la Junta Local de Sanidad del año 1976 se había puesto de manifiesto la falta de infraestructuras sanitarias en la población y la escasez de per sonal sanitario para una población creciente. El ambulatorio de la calle Nueva era pequeño, con escasos servicios y mal dotado, con falta de personal auxiliar -enfer mera jefe, celador- y el número de médicos de medicina general iba descendiendo ( AMP, L. 39/4) Esta situación se fue agravando considerablemente hasta el punto que el número de ciudadanos que tenía que atender cada médico era casi el doble de lo que le correspondía. En definitiva, lo que la comisión constituida pretendía era que se lograse un mejor servicio sanitario en la población, denunciándose la pésima situación y solicitando la construcción de un nuevo ambulatorio mejor dotado a nivel humano, material y de servicios. La labor de la Comisión Ciudadana de Sanidad se centró en diversos frentes. Entablaron diversas reuniones con los responsables del INSALUD en la provincia, intentaron implicar a los médicos locales y a la ciudadanía en sus reivindicaciones y solicitaron la colaboración de la concejalía de Sanidad y del Ayuntamiento. La situa ción sanitaria de la población fue elevada por parte del médico y concejal de sanidad, Antonio Palacios, a los senadores del PSOE, José Vicente Beviá Pastor y Arturo Lizón Giner, quienes mostraron la situación al gobierno y formularon un amplio número de preguntas en septiembre de 1980. El gobierno de UCD, a través del secretario de estado para la sanidad, José Luis Perona, manifestó que no se tenía previsto ampliar ni mejorar el ambulatorio existente, pero sí la creación de un centro de salud subco marcal, anunciando oficialmente que su construcción se llevaría a cabo al año próxi mo ( El Carrer, octubre, 1980; marzo, 1982 ). Al mismo tiempo, también informó que en 30 días llegaría a Petrer un equipo adecuado de material sanitario, que no se podría dotar con más personal al ambulatorio y que éste se incrementaría cuando se creara el nuevo centro subcomarcal, cuyo presupuesto global alcanzaría los 55 millo nes de pesetas. Por tanto, gracias a las peticiones de la Comisión Ciudadana de Sanidad se con siguieron algunas mejoras en el viejo ambulatorio de la calle Nueva, más medios materiales sanitarios y acelerar el proceso de construcción del nuevo centro subco marcal de salud, que todavía retrasaría su puesta en funcionamiento hasta diciembre de 1984, convirtiendo a Petrera principios de la década de los 80 en uno de los muni cipios peor dotados de toda la provincia. En 1983, en Petrer sólo habían censados 1 O médicos, entre medicina general, pediatría y especialistas, correspondiéndole a cada médico 2.132 ciudadanos. A modo de ejemplo, la población de Novelda, con similar número de habitantes, contaba con 26 médicos. Las peticiones de la Comisión Ciudadana de Sanidad fueron un ejemplo a seguir de participación ciudadana y reivindicación social a pesar de que la deficiente situa ción sanitaria se alargó hasta prácticamente 1985, después de haberse realizado la transferencia de competencias a la Generalitat Valenciana en política sanitaria. La nueva política sanitaria de la administración autonómica: la creación de los centros de salud y de la residencia comarcal del Medio Vinalopó Durante el franquismo la política desarrollada desde la Seguridad Social había favorecido la creación y desarrollo de grandes centros aglutinadores de las diversas especialidades médicas y centros hospitalarios de carácter provincial, cuya masifica ción estaban llevando al colapso al sistema sanitario. Era el caso del centro de espe cialidades de la Seguridad Social de la calle Padre Manjón en Elda o del hospital pro vincial de Alicante. Fue preciso realizar un giro en la política sanitaria y comprobar que la mejor filo sofía consistía en acercar al paciente las modernas técnicas y medios asistenciales, con el objetivo de recuperar el contacto humano entre el personal sanitario y el paciente. Así el primer cambio supuso la elaboración de los mapas sanitarios provinciales, don de se hizo necesario desarrollar una política directa a través de distintos niveles de asis tencia sanitaria integrados, racionalizando de mejor modo los recursos disponibles. Aprovechando la infraestructura ya existente, la nueva estructura territorial pre tendía crear una red de centros o unidades sanitarias locales con atención primaria de medicina general; un segundo nivel de centros de salud subcomarcales de sanidad, que dispondrían junto a la asistencia primaria de medicina general, atención especia lizada de odontología y pediatría, servicios complementarios de diagnóstico -radiolo gía y laboratorio- y otras especialidades que en cada caso se consideren convenien tes según el volumen de la población, mediante el desplazamiento del personal espe cializado del nivel comarcal. También se incluirían servicio de medicina preventiva y promoción de la salud y servicio de salud pública. Este segundo nivel serviría de apo yo a las unidades locales de su demarcación, coordinándose a todos los efectos con el hospital comarcal del que dependiese. El tercer nivel estaría constituido por uncen tro de salud comarcal conectado a un hospital comarcal que contaría con todas las especialidades básicas. Ce ntro d e Salud I antes de su in a ug uración en 1984 . En este nuevo mapa sanitario, Petrer se incluía en la comarca del Medio Vina l opó, donde era necesario la creación de un hospital comarcal, cuya localización fue estab lecida en Elda y un centro de salud subcomarcal, destinado a Petrer, dando cobertura en determinadas atenciones a las poblaciones de Sax y Salinas. El servicio especia lizado de urgencias de atención primaria (S EU ) seguiría implantado en Elda, donde ya venía funcionando desde hacía unos años. Después de una larga etapa de peticiones por parte de las auto ridades y colec tivos, la residencia comarcal de la Seguridad Social de Elda fue puesta en funciona miento el 1 de octubre de 1983 -aunque inaugurada por el ministro de Sanidad Ernest Lluch el 28 de noviembre-. Hasta varios meses después no estuvieron funcio nando todas las especialidades previstas. Se pusieron en funcionamiento los servicios de pediatría, unidad de cuidados intensivos, anestesia y reanimación, laboratorio, hematología, ginecología y obstetricia, radiología, medicina interna, cirugía general, y más tarde, maternidad y neonatología, traumatología y rehabi litación, urología, oto rrinola ringo logía, o fta lmología y anatomía patológica. En tota l, 31 5 camas y 550 per sonas entre médicos -80-, ATS y persona l de admin istrac ión. La res idencia comarcal de E lda daría cobertura médica a unas 200.000 personas de los municipios de Benei xama, Biar, Camp de Mirra, la Canyada, Villena, Sax, Salinas, Petrer, Elda, Monóvar, Pinoso, No velda, Aspe y Monforte del Cid (El Carrer, octubre 1983). Algo más tardó la puesta en marcha del centro de salud de Petrer, a pesar de las continuas denuncias sobre la pésima asistencia sanitaria en la población. El pro yecto del centro de Petrer era ambicioso y esperanzador (f/ Carrer, diciembre 1984). En un edific io que debía construirse en una zona amplia de expansión de la pobla ción, con aparcam ientos y en un edificio de nueva planta de dos alturas, se pretendía desarro lla r un ampl io número de servicios: -Una zona de educación san itaria, para desarrol lar las labores p reventivas. - L aboratorios de veterinaria, farmacia y análisis clínicos y toma de muestras . - U na zona de rehabil itación con vestuarios, aseos de minusvá lidos, almacén y despachos. - Serv icios genera les de l centro, desde lavandería a central eléctr ica. - Área de consu ltas méd icas, pedia tr ía y pract ica ntes. - Z ona de guardias. - Sala de curas. - Zona de hospita lización. - Rad iología, con todos los medios necesa rios. - Zona de adm inistración, con despachos y archivo de h isto ria les médicos . P o r primera vez se preve ía en una construcción en Petrer la creac ión de rampas pa ra faci litar el acceso a personas disminuidas y una amplia área de apa rcamiento de vehícu los, c uestiones todas ellas novedosas en la planificación de edi fic ios públicos. A unqu e el Ce ntro de Sa lud de Petrer -actual Petrer 1-, u bica do en l a calle Cura Jesús Zaragoza, fue inaug urado o ficia lme nte el 30 de agosto de 198 5 po r el m in istro de San idad Ernest Lluch (f/ Carrer, sept iembre 1985), había entrado en f uncio namiento mucho antes, el 3 de diciembre de 1984. El proyecto, considerado como muy impor tan te, p retendía desarrolla r la atención prima ria sanitaria en toda la pob lación de Petrer, unos 22.000 habitantes, contando para ello con un equipo sanita rio no muy extenso, pero organizado en un área médica, enfermería, trabajo social y, por último, el área admin istrativa. El equipo de atención primar ia de l nuevo centro de sa lud de Petre r tenía entre sus func iones la atención directa de pacientes de su zona, numerosas actividades as iste nciales re lacionadas con las ca mpañas de prevención y promoció n de la salud, acc io nes fo rmati vas e invest igadoras y la e labo rac ió n y gest ión de los progr amas de sa lud de la zona, además de coord ina r los se rvicios locales con los comar cal es. Inauguración oficial del C entro de Salud I realizada por el ministro de Sanidad Ernest Lluch el 30 de agosto de 1985 . Recepción del Centro de Salud l. El área de enfermería proporcionaría los cuidados directos al individuo, asis tiendo al enfermo y desarrollando acciones de promoción de la salud. Los trabajado res sociales colaborarían en el estudio y tratamiento de los factores sociales que con dicionan la salud individual y colectiva. El área administrativa realizarían las labores de información, estadística y administración en general. El personal médico -medicina general y pediatría-realizaría la atención médica de los ciudadanos a su cargo así como acciones dirigidas a la protección y promoción de la salud. El número de médi cos de cabecera ascendía a siete -Telesforo González, Antonio Palacios, Antonio Payá, José Vicente Vaquer, Salvador Herrero, José Luis Quiles y Josefa Sanchis-, además de dos pediatras -Man uel Llorens y Dante Coronado-. También se contaba con un ser vicio de matrona. El servicio especial de urgencias de la Seguridad Social siguió implantado en la calle Pablo Iglesias, n. º 47 de Elda. De este modo, con la puesta en funcionamiento del Centro de Salud 1, la sani dad en Petrer dio un salto cualitativo enorme. Se meJoró el seguimiento de los pacien tes, se dotó a la población de un mayor número de servicios sanitarios y se multipli caron las pruebas de diagnóstico. No obstante, durante los primeros años, su funcionamiento no fue completo y los problemas de falta de personal se hicieron notar. Las largas colas producidas por el número de orden y las esperas para ser atendidos se multiplicaron. Al mismo tiem po hubo que esperar a mayo de 1988 para poner en marcha el gimnasio de rehabili tación con una fisioterapeuta que daba cobertura a pacientes de Petrer, Sax y Salinas (El Carrer, jun io 1988 ) Pocos años después de su construcción, en 1993, ya se habían iniciado las ges tiones para su mejora y ampliación (El Carrer, abril 1993 ) Era necesario la creación de una sala para maternidad, reformar la parte trasera del edificio, reorganizar algunos ser Colas en el Centro de Salud I para pedir cita médica. Año 1985. vicios, especia lmente planificación familiar y enfermería, as í como mejorar entre otros el sistema de calefacción. En marzo de 1995 acabaron las reformas de l centro de sa lud, habiéndose invertido un total de 50 millones (f/ Carrer, juli o-agosto 1994 y marzo 1995). Pediatría y planif icación fam iliar quedaban totalmente independientes en la plan ta baja y los despachos de enfermería se estab lecieron más cerca de las consultas de los médicos en la primera planta. S in embargo, no hubo ninguna ampliación de personal sanita rio, mientras el número de habitantes de Petrer cont inuaba creciendo. En 1998, P etrer tenía 27.637 habitantes. Se hacía necesario un nuevo centro de sa lud en Petrer. No obstante, a partir de la década de 1990 se produjeron algunas mejoras sus tancia les en la asistencia médica. El 27 de noviembre de 1990 se ponía en ma rcha e l p rograma de cita previa, pudiendo concertarse c ita mediante llamada telefónica o bien acudiendo al cent ro (f/ Carrer, diciembre 1990) Así se podía solic itar consu lta médica con bastante tiempo de antelación, sin la necesidad de tener que acudir al centro. Para el lo se tuvieron que ampliar los serv ic ios adm inistrativos, tanto técnicos como humanos. En 1990 se contaba con 9 médicos de medicina general y 3 pedia tras, aumentado a 11 médicos en 1993. Desde el pasado mes de noviembre de 2005, l as citas médicas se pueden sol ic it ar por internet, a través de la página web de la Con sel leria de Sanidad, sin que sea necesario ni personarse en el cent ro de salud n i lla mar por teléfono, lo que supone un importante esfuerzo en agi lizar los proced imien tos administrat ivos. En lo s últimos años, el personal sanita rio ha aumentado considerab lemente. Actualmente Petrer cuenta con 16 méd icos de medicina general -9 en el Centro de El Centro de Salud 11 ’Antonio Payá’ fue inaugurado el 22 de marzo de 2001. Salud Petrer I y 7 en el 11-, 6 ped iatras -tres en cada centro-, 16 enfermeras/os -9 y 7 respect ivamente-, dos matronas en el Petrer 1, 2 fisioterapeutas, una trabajadora social y compart ido con Monóvar varios especialistas -una sexóloga, un ginecólogo, un psicó logo y un psiq uiatra-. Otra mejora, aunque con cierto retraso y muchos problemas, ha sido la tarjeta sanitaria individua lizada en sustitución de las cartillas de la Seguridad Social . El inten to de poner en marcha este sistema se inició en el mes de septiembre de 1993. Sin embargo, los problemas económicos de la prop ia Consel leria de Sanidad y los pro blemas técnicos de las tarjetas durante los años s iguientes, hic ieron que el primer intento fuese tota lmente inoperante. Un nuevo intento surgió a inicios del 1999. La Conse lleria anunció la creación de una gran base de datos para implantar definit ivamente la tarjeta sanitaria indivi dual izada con la denominación de ’Sistema de Información Poblaciona l, S IP’. Este sistema acabó poniéndose en funcio namiento en Junio de 2000, aunque en Petrer se retrasó hasta bien entrado septiembre. E n 1998, la creación de un nuevo centro de salud en Petrer se ponía en marcha al incluirlo en los presupuestos de la Generalitat Va lenciana. El Centro de Salud ’ Antonio Payá’ -Petrer 11- estaría ubicado en la zona del Campet, comenzando sus obras en enero de 1999 (El Carrer, abril 1998 ). Se creaba para dar servicio a un volu men de población de casi 9.500 personas en p leno crecimiento, destacando que con taría entre sus recursos humanos con 4 médicos generales, 2 ped iatras, 5 enfermeras, 2 aux iliares de enfermería, 4 auxi liares admin istrativos y 2 ce ladores. Se iba a crear un área de recepción, una de medicina general, enfermería, pediatría, extracciones peri féricas, administrativa, planificación familiar, área de salud mental, rehabilitación y área de urgencias. Se consideró dotarlo con un servicio de 24 horas de urgencias como elemento destacado aunque luego no se consiguió. El Centro de Salud ’Anto nio Payá’ fue inaugurado el 22 de marzo de 2001. En el actual mapa sanitario de la Comunidad Valenciana, Petrer se engloba den tro de la zona básica de salud 7, dentro del departamento 18 -hasta hace poco Área 17-. Dentro de este departamento se cuenta con un hospital comarcal, un centro de especialidades ubicado en Elda, un centro integrado de especialidades en Villena, un departamento de salud pública y un departament o de aten ción primaria, teniendo exclusivamente en la zona básica de salud 7 un centro de salud -Petrer 1-y un con sultor io de atención primaria dependiente del anterior -el Centro de Salud Petrer 11-. La idea inicial de crear un segundo centro de salud bien dotado, con servicio de urgencias incluido, se vio mermado por la falta de presupuesto. El número de pacien tes asignado a cada médico sigue aumentado y la necesidad de más profesionales de la sanidad se hace patente. Las competencias y funciones de la administración local en materia sanitaria La s diversas normativas creadas con posterioridad a la Cons titución Española de 1978 , que en su artículo 43 reconoce el derecho de todos los españoles a la pro tección de la salud, han servido para fijar con mayor precisión las competencias de los municipios en tal materia . La Ley de Bases de Régimen Loca l de 1985 establece como obligación de todos los municipios los servicios de recogida de basuras, lim pieza viaria, cementerios, abastecimiento a domicilio de agua potable, alcantarilla do, control de alimentos y bebidas, control del mercado y el tratamiento de residuos, pero no la salud pública que es competencia exclusiva de las administracione s auto nómicas. No obstante, es la administración local la que puede favorecer una mejor ca lidad de vida a sus vecinos en materia de urbanismo, medio ambiente, salubridad e higiene pública y en promoción y educación de la salud, coordinándose con la administración autonómica. A través de la sanidad ambiental se garantiza el suministro de agua potable a la población, el control y cloración de las aguas, el alcantarillado y saneamiento de aguas residuales, la recogida de residuos urbanos e industriales o una mejor planifi cación urbanística que proporcione mejor calidad de vida a los ciudadanos -más espa cios verdes , menos alturas y calles más anchas, localización específica de las áreas industriales, etc.- . Los controles sanitarios también son una importante herramienta de protección y prevención de enfermed ades, especialmente de los edificios y lugares de viv ienda , de los centros de alimentación, hostelería, saunas, escuelas, campamentos, limpiezas de solares, de parques, jardines, de las torres de refrigeración, así como de industrias y servicios. Otro aspecto muy destacado son las campañas de desratización, desin sectación, control de plagas, control y vacunación de animales, todas ellas compe tencia municipal. Además, los Ayuntamientos, a través de su concejalía de Sanidad, también rea lizan actividades de promoción de la salud, especialmente en relación con la preven ción de accidentes, enfermedades crónicas, drogodependencias, salud en el ámbito esco lar y en la formación de adultos. Quizás la experiencia más positiva de la labor de las administraciones locales sea la creación de los Consejos Municipales de Sanidad. En julio de 1985 se constituía en Petrer el primer Consejo de Salud, cuya institucionalización definitiva como órgano se realizó en marzo de 1999. Su objetivo es el de canalizar todos los programas o pro yectos de actuación a través de una misma vía, contando con la participación de un amplio número de colectivos, tanto políticos, como vecinales o sociales. La composi ción de estos consejos está integrado por una treintena de personas que actúan en representación de colectivos como los sindicatos de trabajadores, asociaciones veci nales, partidos políticos, asociaciones como Vida libre, Acospa, Sense Barreres, escue las infantiles, y colectivos técnicos como farmacéuticos, trabajadores sociales y coor dinador del centro de salud. En suma, todos los colectivos interesados en los aspec tos sanitarios de la población, y en cuyas reuniones, además de supervisar los pro gramas desarrollados, también se pueden proponer iniciativas con el interés de mejo rar los servicios sanitarios de la población. En definitiva, toda una serie de servicios que los Ayuntamientos venían contro lando o ejerciendo, en algunos casos desde el siglo XIX, y que son elementos funda mentales para el desarrollo de la vida en sociedad bajo unos parámetros plenamente saludables. La prevención sanitaria como objetivo prioritario Durante las décadas anteriores, las campañas antigripales, anticoléricas o la vacuna triple, estuvieron destinadas en primer lugar a erradicar la enfermedad y, en segundo lugar, a adoptar medidas preventivas. En los últimos 30 años, las campañas de vacunación también han estado orientadas a estos aspectos, pero con una prefe rencia por la prevención sanitaria como objetivo básico en la lucha contra las enfer medades y el bienestar social. Aunque las competencias en materia de salud pública dependen íntegramente de la Conselleria de Sanidad, el Ayuntamiento de Petrer también ha colaborado y desarrollado diversas campañas especialmente en el ámbito escolar. Así en diciembre de 1982, la corporación municipal inició una campaña de medicina preventiva dirigida a la población escolar consistente en la realización de una serie de encuestas sobre hábitos higiénicos y alimenticios, consejos higiénico sanitarios, reconocimientos médicos para iniciar las historias clínicas de los alumnos, creando la figura del médico consultor a disposición del profesorado y de los padres. Todo ello se complementaba con diferentes cursillos y conferencias informativas que contribuyeron a mejorar hábitos saludables. Esta serie de campañas han seguido sien do realizadas por el equipo de atención primaria de salud del niño, integrado por un pediatra, ATS, higienista dental y auxiliar de clínica (E/ Carrer, diciembre 1982) Otras campañas importantes han sido la prevención y radicación de la amblio pía infant il en 1995, 1996, 1997 y 1998 (El Carrer, febrero 1997), las campañas de la Mamógrafo ubicado en el Centro de Salud l. Nueva ambulancia de Cruz Roja dotada en el año 2006. Conselleria de Sanidad en repetidos años contra la meningitis, antigripal, el saram pión, las campañas de prevención ocular para adultos a instancias de la concejalía de Sanidad, los talleres contra el tabaquismo y el a!coho! desde 1999, las campañas con tra el SIDA, iniciadas en noviembre de 1992, jornadas sobre el alzheimer desde 1999, la creación de las unidades de prevención de cáncer de mama en 1998, la lucha con tra la anorexia y la bulimia, las campañas de sens ibilización escola r sobre la prob le mática de los disminuidos físicos o las campañas de preparación del parto. Además de las administraciones, quizás son las asociaciones ciudadanas las que más han luchado y favorecido el desarrollo de las campañas de prevención, posibi li tando la sensibil ización de la población y de las instituciones con e l objetivo de crear mejores condiciones de salud para los afectados por cualquier tipo de enfermedad crónica o estado. La educación y la sanidad A partir de 1980 se empezó a desarrollar en Petre r una importante labor rela c ionad a con la promo ción y educación con el objet ivo de mejorar los conoc imientos y hábitos de la población en materia de sa lud. Se trataba de mostrar a la población que la salud es un bien social, que existen numerosos factores que inciden en la sal ud de toda la comunidad y que e l nivel de salud y bienestar conseguido es necesario con servarlo y me jorar lo (El Carrer, febrero 1997). Entr e las diferentes actividades que se han venido desarrol lando en Petrer en esta línea cabe citar e l primer curso de medicina deportiva rea lizado en mayo de 1 986, las jornadas autonómicas de enfermería en 1997, programas piloto para muje- Los estudios de sanidad en Petrer son presentados en las jornadas de salud que anualmente se desarrollan desde 1995. res en el periodo del climate rio, semana del corazón, talleres de la risa, feria de la salud, el conjunto de actividades desarrolladas en la semana de la Salud, celebrada anualmente desde 1995 , talleres y cursos educacionales para adultos, talleres especí ficos para la tercera edad o la celebrac ión del día mundial de la salud son algunas de las acciones formativas y educacionales desarrolladas desde las administraciones para que los ciudadanos sean cada vez más conscientes de la importancia de nuestro s hábitos en la salud individual y colectiva. Quizás una de las actividades más destacadas promovidas desde la concejalía de Sanidad haya sido , además de crear vídeos y guías didácticas de la salud, la puesta en marcha de talleres para escolares desde hace una década. Se trata de formar a los escolares en el desarrollo de hábitos de vida saludable en relación con la alimentación y la prevención en el consumo de alcoho l y e l tabaco a través de la potenciación del trabajo en grupo y la participación. En este sentido, la alimentación, la nutrición y la higiene personal son aspectos determinantes en nuestro desarrollo como seres vivos y es importante que a lo largo de nuestra vida seamos capaces de elaborar dietas sanas y equilibradas, manteniendo unos hábitos de higiene aceptables. En definitiva, se trataba y se trata de conseguir que la ciudadanía sea conscien te del estado de bienestar y salud conseguido y que, al mismo tiempo, se esfuerce por consegu ir mejores niveles en cuanto a la conservación del medio ambiente, a la par ticipación ciudadana en los aspectos sociales, mejorar la cobertura de las necesidades básicas para todos y un buen estado de salud individual y colectivo. LA SANIDAD EN EL SIGLO XXI n n el presente texto se ha intentado mostrar la evolución que en mate ria sanitaria ha experimentado una pequeña población, en origen rural, como Petrer, que en el año 1900 contaba con 3.928 habitan tes. Su proceso de industrialización y el desarrollo de las comunicaciones posibilitaron que en el año 2000 contara con 28. 765 habitantes y en la actualidad -octubre 2006haya alcanzado los 33.515. El incremento de la población en el último quinquenio muestra un crecimiento de casi mil habitantes al año. Si el ritmo de crecimiento eco nómico y la ocupación de nuevas zonas urbanizables se efectuase en breve espacio de tiempo, Petrer llegará a los 40.000 habitantes entre el 2015 y el 2020. Por esta razón, debemos empezar a pensar qué modelo de ciudad queremos para el futuro inmediato. Muchos estaremos de acuerdo en que sería conveniente que Petrer no creciera más allá de los 40.000-45.000 habitantes, con el objetivo de mantenerse como una ciudad sana con un buen nivel de vida, importantes espacios verdes y aceptables servicios para toda la ciudadanía. Sin embargo, para el desarrollo de una vida saludable en la actual sociedad del bienestar y bajo el prisma de seguir mejorando nuestros niveles de salud, se hace necesario prever para el futuro inmediato de la población toda una serie de proyec tos que permitan dar cobertura y un mejor servicio que el conseguido hasta la fecha, más si tenemos en cuenta el crecimiento demográfico previsto. Siguiendo los principios de la Organización Mundial de la Salud, tendremos que poner en práctica el precepto de que la salud es un estado de bienestar físico, psíquico y social y no ausencia de enfermedad. Podemos decir que nuestra situación actual per mite situarnos a nivel mundial entre las sociedades con una calidad de vida más acep tables del planeta. Ello es un logro que se ha ido alcanzado después de muchos años de esfuerzos. Por este motivo, de cara al futuro será necesario aumentar cualitativa y cuantitativamente los servicios sanitarios, las políticas educativas y de prevención de la salud, planificar el crecimiento de la ciudad desde una óptica más racional y saludable, adoptar mayores medidas para la protección del medio ambiente y del paisaje tanto natural como urbano, desarrollar políticas de consumo de energías renovables, poten ciar el reciclaje, favorecer la extensión de hábitos de higiene, desarrollar la solidaridad ciudadana y mejorar las condiciones laborales de una buena parte de la población. Ahora bien, descendiendo a lo concreto en materia sanitaria, con el actual rit mo de crecimiento en la zona de La Frontera, La Canal y dentro de poco, Els Platans, será necesaria la ampliación, tanto a nivel de infraestructuras, como de servicios médi cos y de personal cualificado del Centro de Salud ’Antonio Payá’, ya que en la actua lidad funciona como un consultorio auxiliar de atención primaria, dependiente del Centro de Salud Petrer I respecto de de term inados servicios como fisioterapéutas, matronas, etc. Por el lo, más que desarrollar en Petrer un Punt o de Atenc ión Cont i nuada -PAC-de urgencias (aunque sea líc ito), que en este momento es compart ido con Elda, y al parecer así seguirá siendo durante algunos años tal como ha seña lado r ec ientemente la Conse lleria de Sanidad -25 de mayo de 2006-, se hace impresc in dible dotar a Petrer de un segundo centro de sa lud con todos los serv icios. L a saturación de pacientes para servicios especia lizados hace necesario y muy urgente la ampliación y dotac ión del Centro de Salud Petrer 11. Actualmente el núme ro de pac ientes asignados a cada médico supe ra amp liamente los 1 .000, por lo que se hace necesario aumentar cons iderablemente el personal sanitar io para ev ita r estas deficiencias. Un número de pacientes en torno al millar sería mucho más razonable. En menos de 1 O años, sobre el 20 16, se hará necesario un tercer centro de sa lud, o al menos un consultorio en las nuevas zonas de expansión de Petrer, al igual que la creación de otro nuevo geriátrico, teniendo en cuenta que el número de per sonas maduras y ancianas va aumentado y la esperanza de vida tamb ié n . En este sen t ido, se debe ría tener p resente que nuestras tierras se están conv irtiendo en e l lugar de residenc ia y retiro de numerosos europeos adu ltos y ancianos, afincados principal mente en casas de campo diseminadas y, que por tanto, los servicios asistencia les se tendrán que mult ipli car. Las campañas de prevención y educación de enfermedades degene rativas, acc i dentes laborales, cir cu lac ión y conductas adict ivas se tendrán que gene ral iza r, a l igu al que las relacionadas con los hábitos de la alimentación, ya que en los últimos años emp iezan a ser causas importantes en el desarrollo de enfermedades y en la mortal idad. Pero la dotación de los servic ios sanitarios deben esta r acompañados por una consistente mejora de las condic iones laborales en el sector del calzado, de la marro quinería y de la construcción que son los dom inantes en nuestra zona. La mejora de la calidad de vida y de nuestra salud pasa necesariamente por acabar con la econo mía sumergida, con la precariedad laboral y con jornadas laborales de diez horas. Sin unas condiciones de traba jo más favorab les poco avanzaremos hacia el bienestar y la fe licidad de todos nosotros y nuestros hijos. Parque Nou d’Octubre. Los espacios verdes caracterizan la expansión urbanística de Petrer en los últimos años. FUENTES (A)rxiu (M)unicipal (P )etrer (AMP) Llibre del Consell (1616-1648), L. 49/1. A MP Li bro de G iradora 1654 -1682, 44/2. AM P Llib re del mustassaf, 1660 -1700, L-37, exp. 1 . AM P Libro de d iario de gastos de 1893/1894, L 8/1. AM P: L ibro borrador de ingresos y gastos de 1906, L. 8/8. AM P Lli bres de C lave ría, L . 52/2, 52/3 y 52/4. A MP Lib ro de Ve red as, L. 48/3. AM P: Libros de Ac tas del Ayuntam iento Pleno. AM P Libro de actas de la Junta de San idad, 190 1-1944, L 39/1. AM P Libro de actas de la Junta de San idad, 1929, L. 39/3. 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L as enfermedades La sanidad en el siglo X IX: e l intervencionismo estatal y las ú ltimas . .... 21 .. 22 . .... 23 .... 24 grandes epidemias ... 27 L a Junta Municipa l de Sanidad y la Junta Local de Beneficencia .... 28 El desarro llo de las infraestructur as higiénicas y sanitar ias ....... .... ... 33 El cementeri ve/!. . .. 33 El matadero municipal ......... .. .. .. 37 El convento de los franciscanos: de hospital de distrito a manicomio provincia l ...... ..... 40 Un médico petrerense singular: Vicente Verdú y Beltrá . . ... 41 Román Payá y la homeopatía . La s e nfermedade s infe cciosas L a fiebre amarilla y la viruela El có lera morbo El brote de cólera de 1865 . L a epidemia de có lera de 1885 1900-1939: La situación sanitaria en Petrer . . ..... ..... 42 .... 46 ... ... .. ... ..... .... 46 .... 47 . ... ... . ... ..... .... 48 .... 52 .... 59 L a creac ión de la Junta Local de Protección a la Infancia .. .... .... 63 Algunos aspectos higiénicos de orden público .... 64 El ganado y la inspección de carnes .............. ... ... ...... 67 La construcción del nuevo matadero en 1926-1927 .............. 70 El abastecimiento de agua potable y el alcantarillado público . 71 El problema de las basuras . . .. 72 Las condiciones antihigiénicas del cementeri ve// y la construcción del cementerio del Guirney ..... 74 La inspección de edificios, establecimientos y vehículos . . . . . . . . . 78 La creación del dispensario de higiene y la división en distritos . La Guerra Civil española: el hospital de sangre del Poblet . 80 ... 82 Los últimos brotes epidémicos y otras enfermedades . La gripe española de 1918 . . .. ... .. .. 83 .. 83 . 85 .... 86 Lepra .. Sarampión Fiebres tifoideas . .... .... ..... 87 El personal sanitario en el siglo XX ..... Médicos Antonio Payá Martínez Juan Rico Rico . . . . . .. .. . .... ... ... .. . . Rafael Duyos Risset ... Luis Sempere Berenguer . Farmacéuticos ... Joaquín Vida! Giménez y la primera farmacia de Petrer José Perseguer Ferrero Veterinarios . Comadronas Josefa Verdú Vida!, Pepita la Comare Josefa Llorca Vallés . Carmen Gaseó Ases .. Practicante s .. Francisco Sempere Pérez Dolores Maestre Verdú . L a dictadura franquista y la sanidad : 1939-1975 De la posguerra a l desarrollismo en Petrer El continuísmo en la esfera loca l: la Junta Local de Sanidad La lucha contra las enfermedades infecciosas: campañas de vacunación . . .... .. .. . 89 89 91 93 94 95 97 97 . 101 . .. 103 .. 104 .. 105 . . 107 . .. 107 . .. . 108 . . 108 . .. 109 . 111 .. 114 115 Las primeras patologías relacionadas con la industria del calzado . . 117 119 120 . 121 . ... 124 . .. 125 Las inspecciones sanitarias ...... . El problema de las basuras La desratización y desinfección de centros públicos . El control de las aguas potables ......... ... . Las farmacias ........ .. 126 Un grito de auxilio: las necesidades sanitarias de la población ....... ... 131 La instauraci ón de la monarquía democrática y el desarrollo de los servicios sanitarios ......... . La sanidad en Petrer en los últimos 30 años La creación de la sede local de la Cruz Roja . 133 . 134 134 Las demandas ciudadanas: la Comisión Ciudadana de Sanidad ......... 137 L a nueva política sanitaria de la administración autonómica: la creación de los centros de salud y de la residencia comarcal de ! M edio Vinalopó .. 138 Competencias y funciones de la administ ración local en materia sanitaria . 144 La prevención sanitaria como objetivo prioritario ..... 145 La educació n y la san idad ......... .. .... ... .... 147 La sanidad en el siglo XXI ........ .. ... 149 Fuente s .... 151 Bibliografía .... .... . . ....... 152 Bib lioweb .. ... .... ..... ... .. ... ........ .. . . 156 Este libro se acabó de imprimir en los talleres de Gráficas Arenal, s.l. el día de la Virgen del Remedio, patrona de Petrer en el año en que se conmemora el primer centenario de la concesión del premio Nobel de Medicina y Fisiología a don Santiago Ramón y Cajal . -_ . ~ ·’ ~;) -c.,_ m _ :~1r:-li1! 1 i : _-, ... , ,,. i . :.á¡ ,’, ’).,, ~ _/ ~-:, AJUNTAMENT DE PETRER REGIDORIA DE CULTURA I PATRIMONI ~~ AJUNTAMENT DE PETRER

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