Mi primera expedición

Juan Manuel Maestre Carbonell Mi primera expedicin 2 Mi primera expedicin 1 edicin, 2006 Juan Manuel Maestre Carbonell Ms informacin sobre el autor en www.dahellos.com y www.amarguillo.com Diseo portada: Pablo Martnez Cnovas Produccin Grfica: Azorn, Servicios Grficos Integrales ISBN: 84-611-3079-0; 978-84-611-3079-5 Depsito Legal: A- Edita: J.M.M.C. - Servicio de Informacin de Montaa del Club Alpino Eldense Esta obra ha sido publicada con la colaboracin de: Excma. Diputacin Provincial de Alicante, Excmo. Ayuntamiento de Elda, Caja de Crdito de Petrer, Rebeca Sanver, 39 Internacional, Grupo Envidur, Envases Tendero, Grupo Bautista y Ofiprint. 3 Siguen estando en nuestro corazn Antonio Riquelme Albert Antonio H. Martnez Idaez Riqui Mere Dedicado a ellos Mi primera expedicin 4 5 ndice Dedicatoria 3 ndice 5 Presentaciones 7 Excma. Diputacin Provincial de Alicante 7 * Excmo. Ayuntamiento de Elda 9 Mis compaeros de aventura 11 Mi agradecimiento 15 Prlogo de Daniel Esteve 17 Prembulo 21 * Orgullo y rubor -Aurora Prez 22 Septiembre de 2006 23 Captulo 1 - Cuentos de Juventud 25 * La historia -Csar Prez de Tudela 26 Pesadilla 27 * Aventureros eldenses 30 Captulo 2 Antecedentes 33 * Cuando te encuerdas -Moneo 34 Brevsima historia montaera 35 * Los Exploradores de Elda 36 Los Pioneros Rojos 42 * Fin de un ciclo exclusivo 44 Captulo 3 Pillados 47 * Despunta el Sol -Moneo 48 El Centro Excursionista Eldense 49 * La escalada 50 * El G.E.M. 52 * Las Peas Alpin 53 Captulo 4 - El G.E.C.E. 61 * El olor de la cuerda -Pobretrasto 62 Elijo escalar 63 * Elios y Pipona 64 * Los Pirineos 66 * El grupo de escalada 69 Captulo 5 - Consolidar la escalada 77 * Desnuda el Sol a la Luna - Moneo 78 Ao de ilusin y desencanto 79 * La va Daniel Esteve 82 Captulo 6 El nacimiento de una idea 87 *A ti, cuerda -Moneo 88 El principio de una dcada 89 * El Comit Ejecutivo 91 Bravo, Riquelme, el Pen y la Federacin 92 * El dichoso Reglamento de Expediciones 94 Jodido pero contento 96 Captulo 7 - Otra vez el Pen 99 *Calles vacas -Pobretrasto 100 El rescate de los ingleses 101 * Recuperando el prestigio 107 * La seleccin previa 108 Captulo 8 - La recta final 111 * Nunca podr olvidar -Pobretrasto-112 La Ciudad Deportiva 113 * Financiacin 114 * Delegado de prensa 117 Seleccin definitiva 118 Captulo 9 - Martes y trece 131 *Atado a una cuerda -Pobretrasto 132 Sbado 10 133 * Domingo 11 136 * Lunes 12 137 * Martes 13 137 * Mircoles 14 138 Jueves 15 139 * Viernes 16 140 Captulo 10 - Por fin nos vamos 141*Andando los caminos -Moneo 142 Televisin Espaola 143 * Despedida y viaje 144 * El montaismo espaol 147 Csar Prez de Tudela 148 Mi primera expedicin 6 Captulo 11 Casablanca 153 * Para ti, rosas -Moneo 154 El Virgen de frica 155 * El Magreb 158 * La noche de Casablanca 161 Captulo 12 Imlil 163 *Abr los ojos -Moneo 164 Con Lus Hoyos 165 * Marrakech 168 * La leccin de Imlil 171 * El refugio del C.A.F. 172 Qu es la aventura 174 Captulo 13 Campamento Base 177 *Pensando en ti -Pobretrasto 178 En marcha! 179 * Sidi Chamarouch 182 * Refugio Neltner y Campamento base 188 Las primeras ascensiones 191 Captulo 14 Los primeros espaoles 193 *No temis la cada -Pobretrasto 194 Desde 1932 hasta 1970 195 Captulo 15 El primer cuatro mil 201 *Esta noche me ir -Moneo 202 Los Akioua 203 * El Timesguida y el Ras Ouanoukrim 210 El Afella y la visin del Tazahart 213 Captulo 16 El Espoln Eldense 217 * El refugio -Moneo 218 Espoln Eldense 219 * DedoTadat, Siinoussenne, Tadat y Algencim 228 Captulo 17 El Toubkal 231 *Juego de luces y sombras- Wili y Pobretrasto 232 La arista O.S.O. 233 * El Ikibi Sur, Tibeirines e Immouzer 236 Captulo 18 El Tazahart 239 *A ti, piedra -Pobretrasto 240 Couloir Diagonal 241 * Travesa del Tazahart 247 Captulo 19 El accidente 249 *Camarada de cuerda y clavija-Moneo y Pobretrasto 250 Da de descanso 251 * Aventura, o espritu de aventura 252 * El accidente de Mere 254 Captulo 20 La ltima ascensin 257 *La vieja -Moneo 258 La odisea de Cano y Jos Miguel 259 * La arista O.N.O 261 La convivencia 267 * En socorro de los ingleses 268 Captulo 21 El regreso 269 *Al caer la tarde -Pobretrasto 270 Otra vez Marrakech 271 * La astucia del viajero 273 * Otra de polis inteligentes 275 Recibimiento 276 Eplogo 277 *La prensa 278 Septiembre de 2006 279 lbum fotogrfico en color 289 * Cartografa y plano 290 Anexos 317 * Prlogo 1971 de Daniel Esteve 318 Memoria resumen 318 * Resumen del diario 319 * Estudios generales 321 * Alimentacin 321 Material personal 322 * Material general de campamento 323 * Material de escalada 323 Relacin de material de escalada abandonado 324 * Material fotogrfico 324 Relacin del material de costura 325 * Material sanitario 325 * Envasado del equipo 325 Colaboracin 326 * Casas comerciales y particulares que aportaron material 327 La Operacin postal 327 * Balance econmico de la operacin 330 Bibliografa 331 Libros 331 * Documentacin de carcter local - Archivos - Fotografas y grficos 333 7 Don Pascual Daz Amat Poder abrir las pginas de un libro y conocer de primera mano, cmo de la nada se logra crear algo nuevo, innovador y con originalidad, es algo que debemos agradecer a todos aquellos que con su esfuerzo y dedicacin han hecho posible semejante labor. Si adems se encuentran con obstculos que complican el camino al igual que ocurre en la propia montaa cuando ms confiados estamos, el valor de lo conseguido es mucho mayor. Quin dijo que el camino iba a ser fcil. Como buenos deportistas, las dificultades hacen aflorar lo mejor de cada uno y lo negativo se convierte en el acicate necesario para salvar todos los obstculos y crear algo ms fuerte, ms duradero que sea recordado por todos. Hoy, cada uno de los integrantes de este pionero grupo de escaladores puede mirar con orgullo el legado de un trabajo duro, pero bien hecho, que ha dado sus frutos y que perdura en el tiempo. Personas como Juan Manuel Maestre y sus queridos compaeros de cordada hicieron posible un sueo que ahora se recoge admirablemente en este entraable libro. Mi primera expedicin 8 Todos ellos fueron capaces de unir sus fuerzas, de imprimir al deporte que amaban un nuevo espritu plagado de creatividad e ilusin que logr cambiar muchos conceptos acomodados en el pasado. Crearon una nueva forma de vivir la montaa a travs de iniciativas innovadoras como las reuniones regionales de escaladores o la puesta en marcha de escuelas de escalada. Adems, fieles a su espritu aventurero y pasin por la escalada, se aventuraron en empresas ms all de nuestras fronteras, como la expedicin al Atlas de 1971, abrien- do una nueva va en un momento en el que alpinismo espaol no se destacaba por su actividad internacional, reservada a unos pocos afortunados. Ahora se cumplen treinta aos desde la fundacin del Club Alpino Eldense, como responsable del Deporte Provincial y profundo amante de la naturaleza, felicito a Juan Manuel Maestre y a quienes han participado en este bello proyecto, contribuyendo con su esfuerzo y tenacidad a mantener vivo en nuestra memoria el espritu de todos aquellos que hicieron posible la creacin de este Club, estandarte del alpinismo alicantino. Pascual Daz Amat Diputado Provincial de Deportes 9 Don Carlos Guillermo Ortuo Falc Es para mi un verdadero honor y motivo de agradecimiento la oportunidad que se me brinda de poderme dirigir a toda la familia montaera que, no slo forman parte del devenir de nuestra ciudad, sino tambin de nuestro valle. Y esta gratitud y responsabilidad, se acrecienta en virtud del bagaje que atesoran tanto el autor del libro D. Juan Manuel Maestre, como quien lo prologa, D. Daniel Esteve. Es por esto que desde la Concejala de Cultura queremos felicitar al autor y por extensin al Club Alpino Eldense, por su prolfica labor que viene desarrollando desde su puesta en marcha, manteniendo viva la llama del amor a la montaa, de respeto a nuestro entorno natural. Estoy seguro que publicaciones de este tipo, escritas desde el poso de la experiencia personal y colectiva, forjadas paso a paso, ideadas desde la pri-vilegiada posicin de quien ha conseguido alcanzar altas cotas en su deporte y forma de vida favoritas, son ejemplo y acicate para consolidar proyectos de presente y de futuro. Por lo tanto, no tengo ms que dar la enhorabuena a D. Juan Manuel Maestre por esta nueva cota conseguida que seguro abrir nuevas vas para muchos otros montaeros. Carlos Guillermo Ortuo Falc Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Elda Mi primera expedicin 10 11 Mis compaeros de aventura Ellos han querido sumarse a esta obra, fruto de una vivencia comn, aportando sus opiniones y sentimientos, que agradezco y destaco en este inicio del libro Felicidades Manolo, o mejor dicho Maestre, como te he llamado toda la vida. He ledo el borrador de tu narracin y no he podido evitar sumergirme en aquellos aos en los que todo fue diferente en la montaa. Habra que darte un 10 en lo de amante de la montaa pero como polica investigador, con un cinco pelao sera suficiente, pues segn me dices llevas dos aos tratando de localizarme, y si bien es cierto que he cambiado de domicilio varias veces en todos estos aos, nunca me he alejado ms de 30-40 kilmetros de Elda, Hombre, no era tan difcil! Lo que hay escrito es tu narracin, pero en muchos de sus captulos me siento totalmente identificado, como si estuviese escrito por m; no en vano si no hemos estado juntos, es verdad que hemos llevado vidas paralelas en lo que a montaa se refiere, t con el G.E.C.E., y yo con el G.E.M., grupos complementarios entre s, entre los cuales siempre ha habido buen rollo, como se dice ahora, y hasta en nuestra marcha del C.E.E., por lo comentado en tu libro, que parecan estar mucho ms interesados en la Ciudad Deportiva y las asistencias masivas a campamentos y marchas, sin menospreciar, ni mucho menos estas actividades y respetndolas de todo corazn, pero nuestro tirn de aquellos aos, por juventud, ilusin y aspiraciones, no se acompa de la ayuda que necesitbamos entonces. He estado ligado a la montaa, practicando siempre que he podido, pues a los 19 aos me alist como voluntario en la Brigada Paracaidista, y all te puedo asegurar que nos mantenan en forma. Hoy, tengo el privilegio de poder vivir en las faldas de una montaa, donde cada da me despierto con el canto de los pjaros y la visin de los rboles, desde mi ventana. De todos aquellos aos, lo que queda son por supuesto los recuerdos, sobre todo los buenos recuerdos de las vivencias que hemos pasado, y para m lo ms importante es que aquel grupo de jvenes melenas alocados, que aprendimos a vivir la montaa juntos, Mi primera expedicin 12 sigue estando ah, formando una pia y ofrecindote su amistad y ayuda ms desinteresada para cualquier causa. Gracias amigos. Mere y Riquelme, ya no estn aqu, pero sin duda habr un sitio mejor, donde estarn con toda seguridad. Y por ltimo, gracias Maestre por este trabajo que a cualquiera de nosotros nos habra encantado realizar, por el simple hecho de sumergirte de nuevo en aquella aventura, que se llam Operacin Atlas-71 Jos Miguel Mart Juan (Yeti) Amigo Maestre; te felicito por tu obra que nos permite recordar los buenos momentos pasados con los compaeros de aquella radiante y entonces recin estrenada juventud, convertida en recuerdos inolvidables para nuestra vida. Sigues siendo la misma persona que transmites fenomenalmente tu amor a la montaa y nos sabes hacer partcipes de tus momentos y emociones hasta el punto de maravillarnos y enorgullecernos de nuestra participacin en algunos de ellos. Operacin Atlas-71 Qu bonita aventura!, pero qu amarga experiencia personal. Ya han pasado 35 aos, Qu barbaridad! Los primeros recuerdos que asaltan mi mente son para los que ya no estn entre nosotros, al menos fsicamente. Riquelme y Mere. Qu injusta, al menos por su brevedad, ha sido la vida con vosotros. All donde os encontris preparar vas y descubrir senderos, para que cuando llegue el momento podamos volver a sentir aquellos tiempos de camaradera y complicidad, as como tantos buenos ratos compartidos. Gracias por estar en ellos! No os olvidamos. Una bonita aventura que en realidad, comenz mucha antes de aquel verano del 71, ya que durante mucho tiempo nos estuvimos esforzando en realizar la preparacin ms adecuada que nos permitiese enfrentarnos con las mximas garantas, a la que para nosotros, en aquellos momentos, fue la mxima aspiracin de nuestra vida montaera. Por una parte, preparacin tcnica de escalada en roca, realizando todas las vas de mayor dificultad que existan en nuestra zona. En Cabreras, las vas Navarro I, Superdirecta, Lus Rico, Gren-70, etc. En el espoln de la Sierra del Caballo, la siempre 13 querida por todos los miembros del G.E.C.E.: la va Daniel Esteve. No olvido aquellas de precaria seguridad (roca suelta, escasos seguros, y otros inseguros condicionantes), como la cara Norte del Cid, Crestera del Benicadell o Pared negra de Orihuela. Y por supuesto ascensiones a las cumbres de mayor altitud y en las condiciones atmosfricas ms complicadas, como La Sagra con vivac en la cumbre, sobre la misma nieve, o la ascensin invernal a la Sierra de Javalambre en Teruel, y tambin en la zona de Goriz en el Pirenaico Valle de Ordesa, donde se coronaron las cumbres ms altas de la zona. No olvido los entrenamientos, tanto diarios de gimnasio, como de ascensiones cargados con las mochilas en las que colocbamos peso excesivo de material o incluso llegando a cargar hasta bolsas de arena, que nos servan para endurecer las ascensiones. En resumen, tanto y tanto derroche de esfuerzos, sacrificios y penurias que con gran satisfaccin y entrega realizbamos para poder estar a tope en el momento adecuado. VERANO DEL 71 Concluida la gran aventura viajera que nos permiti llegar sanos y salvos hasta el pueblo de Imlil y aprovechando mulos de carga para transportar el material necesario, procedimos a la subida para la instalacin del Campamento Base, junto al Refugio del Toubkal. En aquel momento y para conseguir mejor aclimatacin a la altura, determinamos que llevaramos nosotros mismos las mochilas cargadas con el material personal, lo que supuso un gran esfuerzo y desgaste, a consecuencia del cual, algunos de nosotros sufrimos mareos y vmitos, incluso personalmente dolores de cabeza y fiebre que produca importante debilidad. Recuerdo que, despus de un da de descanso aprovechado para la instalacin y preparacin del campamento, junto con Riquelme, decidimos realizar la escalada al Dedo de Tadat, lo que signific una fuerte ascensin hasta la base del mismo, ya que est situado en la parte alta de la cordillera que nos separaba de la zona del Tazahart, por lo que nos vimos obligados a progresar por una zona de grandes e interminables pedregales. Una vez en la base del Espoln que se encuentra rodeado de piedras totalmente sueltas y sin posibilidad alguna de seguro, comienza Riquelme la escalada deslizndose la cuerda entre mis manos sin problemas durante los primeros momentos, para despus pedir atencin insistentemente. -Atencin!, Atencin!, Cuidado, que me voy!, Que me caigo! Durante interminables minutos que me parecieron horas, permanec en tensin. Despus silencio y movimiento regular de ascensin de cuerda y finalmente: -Adelante Cano, que ya he llegado arriba! Abrazos cuando nos encontramos, y rappel con ayuda de un cordino junto al que all haba, que no nos mereca ningn tipo de confianza. Una vez tranquilizados, intento saber lo ocurrido con anterioridad -Qu ha pasado Riqui- Nada, que pensaba que nos caamos, pero no ha pasado nada. Vamos a subir a esa cumbre que est aqu al lado. - T sabes lo que ests diciendo!, vamos para bajo que por hoy ya est bien. Despus de una agradable conversacin Riqui decide ascender para hacer cumbre y yo decido esperarlo en el collado cercano y sin perderlo de vista, hasta que volvemos al campamento base para llegar a ltima hora de la tarde. Sigo con cansancio y agotamiento excesivo, as como sufriendo, mareos y nuseas. Al da siguiente y durante la travesa con destino al Tazahart, junto a Maestre, Ricardo y Jos, me encuentro excesivamente dbil e incapaz de de seguir, por lo que Mi primera expedicin 14 despus de un infierno personal tanto fsico como mental y de conversar con mis compaeros, decido descender en principio hasta la altitud en la que sienta mejora o hasta el pueblo de Imlil, junto a Jos Miguel, con el que compart una pequea odisea hasta encontrar el pueblo, ya que la zona por donde nos aventuramos a volver era totalmente desconocida para nosotros. Despus de un da de descanso, volvimos hasta el campamento base para proceder a desmontar las tiendas y emprender el regreso. De vuelta en nuestra querida Elda y despus de varios das, todava pesaba ocho kilos menos que antes de comenzar el viaje, lo que da una idea de la amarga experiencia sufrida, pero con la enorme satisfaccin de haber contribuido junto con mis mejores e inolvidables amigos, a conseguir llevar a cabo una digna actividad para enorgullecer a nuestro querido Centro Excursionista Eldense. Pedro Cano Verd Que ms se puede decir Han transcurrido 35 aos desde que un grupo de jovencsimos montaeros pusimos en marcha aquella expedicin, que implicaba el desplazamiento a otro continente, con distinta cultura y extrao idioma. Un viaje hacia unas montaas de cotas superiores a las nuestras De aquellas, nuestras primeras experiencias, de una cierta envergadura, slo puedo decir que son recuerdos para toda una vida. Para algunos lectores puede parecer poco importante lo realizado en aquella poca, al mirarlo desde la perspectiva de hoy, pero puedo asegurar que tanto a nivel deportivo como personal fue muy emocionante, llenndonos de orgullo y satisfaccin narrarlo aqu. Quiero rendir homenaje a los dos compaeros que nos han dejado a tan temprana edad y decirles que siempre estarn en nuestros corazones. Que siguen teniendo nuestro respeto y admiracin, como amigos y como montaeros. Ricardo Vicedo Gonzlez 15 Mi agradecimiento A mis padres que supieron inculcarme el amor a la naturaleza. A Maruja que entendi, una vez ms, esta otra vocacin tarda y me anim. A Juan Manuel y a Cristina que me prestaron su apoyo. A Yolanda, que adems ha trabajado activa y eficazmente en la revisin de los textos. A Pedro Civera Coloma por lo mismo y por tantas otras cosas que si las enumerase olvidara alguna. A Consuelo Poveda, directora de la red municipal de bibliotecas, por sus facilidades para que pudiera investigar el pasado eldense. Al personal de la misma, que hizo agradable con su amabilidad las horas dedicadas a mi investigacin, especialmente a Fernando Matallana por su constante ayuda para moverme por la historia del pueblo, que l tan bien conoce. A Rafael Hernndez, cuya colaboracin fue decisiva para completar algunos antecedentes del montaismo eldense. A Ricardo Vicedo, Pedro Cano y Jos Miguel Mart, compaeros en esta aventura, cuyas opiniones y textos han contribuido a enriquecer el trabajo. A Jos Prez Moneo y a Anastasio Higueruela que me prestaron sus poemas sin ninguna pretensin artstica y algo de pudor. A Paco Maez por sus acertadas y aceptadas crticas y por sus consejos, que no acept, prefiriendo ser polticamente incorrecto, antes que hipcrita. A Pablo Martnez por la revisin de la parte geogrfica del Atlas que tan bien conoce, tambin por el diseo de la portada, aportar adems un estupendo grfico de las montaas y por presentar este libro a mis paisanos. A Ofriprint y su gerente y amigo Tasio, que se encarg de la ingrata tarea de los presupuestos, colaborando adems en la financiacin. A Francisco Maestre Rico, que alumbr un poco ms el pasado de los Exploradores de Elda, con sus recuerdos. A su hijo Jos Francisco Maestre, gran amigo, a quien se deben algunos de los grficos que ilustran el libro y tambin a su nieto Pablo Maestre, que puso a mi disposicin el arte de su pintura. A Francisco Antonio Valero, viejo compaero, por prestarme sus archivos locales. A Daniel Esteve, que enriquece el libro con su generoso prlogo, y por legarme sus archivos que han servido aqu para mejor ilustrar el tiempo pasado, y sern inagotable fuente donde ir a beber de su serena sabidura, en trabajos futuros. Tambin a Antonio Vera (Tolito), a Jos Poveda, (padre e hijo) a Jos Navarro (Pipona) y a Miguel Verd, por la aportacin de tan entraables e histricas imgenes de las primeras actividades y escaladas en el valle. A Don Manuel Martnez Prez, el organista cuya fotografa de los Exploradores permite apreciar con detalle su indumentaria. Al Club Alpino Eldense, que puso a mi disposicin su biblioteca y archivos y acometi la edicin a travs de su Servicio de Informacin de Montaa y especialmente a su presidente Juan Vicente Valero, compaero de otras muchas aventuras. A Octavio Jos Lpez Lorente, que ha querido rematar las crnicas de aquella expedicin con una ltima nota sobre este trabajo. A Don Jos Mara Romn Amat por permitirme ver sus Mi primera expedicin 16 archivos y hacerme disfrutar de una visita privada a su magnifico Museo de Artes y Oficios de Monvar. A Csar Prez de Tudela, que corrobor las conclusiones de mis investigaciones sobre aquella nefasta pgina de la historia del montaismo espaol. A Pepa Albert, y a Jos Mara Arviza; librera y Notario, que no tuvieron inconveniente en colaborar con mi idea del final de este libro, contando y dando fe de una verdad molesta para algunos. Y muy especialmente a Aurora Prez, la paciente, primera lectora y consejera que desde el principio, desde los primeros captulos, indecisamente paridos, me dio el nimo necesario para continuar y acabar este libro, que en gran medida es tan suyo como mo. No puedo olvidar a los patrocinadores, que con su aportacin hacen posible que esta historia que he querido contar llegue hasta las manos del lector. Nunca les agradecer bastante su incondicional apoyo: A Jos Sanchiz, de la marca Rebeca Samver, compaero de aventuras en frica, que espero poder contar algn da. A Paco Juan, de la firma Envases Tendero, con quien tambin conviv aquel tiempo africano. A Enrique Deltell Arenas, Vicente Manuel Mira Cartagena y Antonio Manuel Vieco Alvarado, gerentes del Grupo Envidur, ejemplar empresa que cuenta en su plantilla con un ochenta por ciento de empleados montaeros, escaladores y alpinistas. A Juan Carlos Bautista, del Grupo Bautista, empresario de la construccin y compaero del Alpino; hombre de un altruismo tan grande como su 47 de pie. Tal vez sea esa vinculacin montaera que en todos los casos anteriores destaco, la que les ha llevado a colaborar con esta obra, y puedo asegurar que ha sido esa misma causa, la que a m me ha llevado a buscar su ayuda. En ausencia de ese vinculo sealado, destaco su aportacin y mi gratitud a Carmela Maestre de la firma 39 Internacional, S.L., compaera y casi hermana gemela, en el empeo comn por las cosas bien hechas. A Vicente Maestre, Director de la Caja de Crdito de Petrer y a la propia entidad, por haber confiado en m, a pesar de ser un autor desconocido, tambin por su amabilidad y ayuda, que fue ms all de su gestin. A Carlos Guillermo Ortuo Falco, Concejal de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Elda por sus generosas palabras hacia mi persona y sobre todo hacia nuestro alpinismo, tan falto de una expresin cultural que espero pronto aumente, para bien del deporte y sobre todo de la cultura eldense. A Miguel Valor Peir, Diputado de Cultura y Educacin, y a Pascual Diaz Amat, Diputado de Deportes de la Excma. Diputacin Provincial de Alicante , por su aportacin a ese empeo antes mencionado, les agradezco adems que sigan siendo tan cercanos a pesar de sus altos cargos. Gracias a todos ellos, puedo dar fe del paralelismo que existe entre subir una gran montaa y publicar un libro. En ambos casos, desde la minuciosa preparacin hasta la realizacin final es necesaria la aportacin de mucha gente, que crea y apoye el proyecto. No ser exageracin literaria que les una a todos en mi memoria, como necesarios compaeros de una misma cordada en esta nueva aventura, pues de ellos tambin sern los resultados que finalmente se alcancen. As lo he pensado siempre, en mi vida deportiva y ya no es tiempo de cambiar las propias convicciones. Juan M. Maestre Carbonell 17 Prlogo Daniel Esteve Poveda Fue para mi un halago y motivo de gran satisfaccin el ruego de Juan Manuel Maestre para prologar su obra Mi primera expedicin. Sin duda, es una obra llamada a convertirse en un clsico y a figurar en los anales del montaismo. Es sta una obra de obligada lectura y estudio para todo montaero o escalador; en particular, de todo aquel que pretenda visitar la regin del Atlas marroqu. En la misma se recoge toda la historia de la comarca hasta el ao 1971. Su lectura reposada es, adems de muy instructiva, amena; sobre todo para quienes gusten de la naturaleza y gocen con el espritu de camaradera, base y fundamento de toda expedicin montaera. Prologar una obra -el delantal del libro- requiere no slo el conocimiento de su autor, de sus aficiones y de su trayectoria, en este caso, de su amor a la naturaleza. Precisa tambin conocer su entorno y proyeccin sociales. Juan Manuel Maestre no es nicamente un escalador, un montaero; es un hombre que ha alcanzado cotas de liderazgo en su deporte favorito, camarada de sus compaeros, organizador y un magnfico educador. Es, en suma, el alma de la sociedad Club Alpino Eldense; un hombre capaz tanto de colaborar en su direccin tcnica cuanto en la misin docente y divulgati- va que se propuso desde su creacin. Mi primera expedicin 18 Mi primera expedicin , la obra que ahora nos ofrece, es el compendio cabal de una vida entregada con pasin al montaismo, que logra plasmar con exquisitez, alegra y sentimiento. Demuestra su buen hacer cuidando hasta el mnimo detalle, mer- ced a su prolongada experiencia bancaria: a la postre haba de cuadrarle el balance. Por esto, nada queda por describir y explicar, y con todo la lectura no resulta enojosa ni pierde agilidad; todo lo contrario, sabe a poco. Corra el ao 1971 cuando se realiz la expedicin y es altamente meritorio, por la precariedad de los medios de entonces, que se dedicara a diario a redactar y describir los acontecimientos de cada jornada, lo que le permitira, aos ms tarde, recrearse en la explicacin detallada y precisa de aquellos acontecimientos. Imagino la ilusin y, como a buen seguro cualquier lector, participo de la enorme satisfaccin que debieron producir a su autor la redaccin meticulosa y elaborada de que fue objeto su obra. Ha tenido a bien suministrar informacin valiosa acerca de los acontecimientos internacionales, nacionales y locales que acontecieron en aquellos momentos y tuvieron su escenario en los lugares por los que atraves la expedicin. Al hacerlo, el autor no se limita a la fra relacin de los datos, las fechas y los hechos, sino que se extiende en una somera e ilustrativa explicacin. Cualquier enumeracin de los solos datos acostumbra a soslayarse por cualquier lector; en cambio, cuando se resean acontecimientos y se glosan, siquiera sea de modo sucinto, se alivia la lectura y sita, a la vez, en el tiempo, las acciones montaeras que se describen. No puede dejar de mencionarse la esmerada redaccin de la obra. Todo buen conferenciante u orador sabe bien cmo despertar la atencin del auditorio; cundo se ha de efectuar la inflexin, introducir una nota cmica o una ancdota oportuna que despierte la atencin. Tambin el escritor, sea de novela o de ensayo sabe cuando introducir el inciso que mantenga el inters del lector. Y nuestro Juan Manuel supera con largueza la prueba: relata acontecimientos y apunta sucesos que siempre vienen al caso, hace gil y amena su narracin; su amplitud se ve, as, tan dulcificada que acaba por saber a poco. Creo que Juan Manuel cuando decide releer su diario, recordar aquellos inefables acontecimientos y dar forma definitiva a la obra que ahora nos ofrece, ms lo hace por satisfaccin propia que pensando en su posible publicacin. No obstante se esmera, corrige y amplia, pensando tambin en que a otros pueda resultar de utilidad; en una prolongacin de su experiencia personal. A todo hombre le llega su trmino pero algo sienpre le sobrevive, y Juan Manuel no poda ser una excepcin. En esta obra se plasma una importante porcin de su faceta humana, educadora y deportiva; y es que toda obra tiene algo de la biografa de su autor. En sta podemos seguir sus pasos, desde sus primeros pinitos montaeros hasta sus ms arriesgadas y notables escaladas. Estas empresas, que se acometieron con fervor y entusiasmo, no se hubieran logrado sin el cario, la amistad y la camaradera de sus compaeros de aficin. Sencillo y entregado, el escalador -tambin el montaero- no tiene ni busca pblico. Pertenece a una escuela, el montaismo, de voluntad y de autodisciplina, que en su progreso van forjando el carcter, el amor a la naturaleza, el respeto por todas las cosas, la entrega y la ayuda al semejante. Es escuela de humanidad y de civismo. Y esta es la formacin -mejor autoformacin- que sin ms universidad que la que proporciona la vida forj a Juan Manuel y le imprimi su excelente carcter y forma de ser. Llegu tarde al montaismo. An as tuve el privilegio de ser uno de los pioneros de este deporte en la zona. Desconocedores de la tcnica, y en especial del intrincado arte de la escalada, so y trat de introducir la especialidad en los grupos incipientes de 19 montaa siendo presidente del Centro Excursionista Eldense; creo haber estimulado a jvenes, entonces nios, y entre ellos se encontraba Juan Manuel Maestre, de quien segu con atencin sus progresos, oa con inters los informes del grupo en las reuniones de directiva y siempre consider y sigo considerando, que Juan Manuel fue, junto con otros, el fruto nacido, forjado y madurado en el Centro, que tantas satisfacciones y gloria nos dara. Era lo que haba soado y luchado por crear y conseguir. Cuando se fund el Centro pens que en un principio slo se conseguira agrupar a unos socios y, a lo sumo, constituir una fuerte Sociedad. Era un paso necesario para lograr una segunda y esencial finalidad: la tcnica, la especializacin y las ejemplares figuras del montaismo y la escalada que surgiran. Vea en Juan Manuel el paradigma y el fruto de todo ello. Juan Manuel deca que yo era su padre de la montaa y, en efec- to, siempre le vi como un smbolo; el fruto preciado de un ente montaero. Su amor a la naturaleza, su dedicacin, su espritu organizador y pedaggico, su compaerismo y su entrega, los cuales quedan bella y sobradamente evidenciados en su obra. Al leer la obra que ahora ve la luz esclareca su espritu, lo que se expresa y cuanto se oculta entre lneas; desentraaba no lo que se dice, sino el alma que encierran las palabras; y me vea a m mismo: lo que me hubiera gustado ser y no fui. Haba llegado tarde. Gracias Juan Manuel, por los buenos ratos que me has hecho pasar; por la entretenida y estimulante lectura de tu obra, que a todos nos ha de saber a poco. Reconozco que es ms obra para una minora selecta que para un gran pblico; es lectura para amantes de la naturaleza, de las descripciones de montaa, de las ascensiones y del espritu de camaradera que indefectiblemente las anima y acompaa; pero a buen seguro ser una obra que marque la historia del Atlas marroqu, de sus expediciones, al menos hasta 1971, ao en que se desarroll la operacin Atlas-71 que en ella se relata. Confio en que la lectura de este libro sirva de acicate e incentivo a algunos espritus aventureros para adentrarse en el conocimiento y la vivencia personal de la apasionante e inigualable experiencia del montaismo y la escalada. Daniel Esteve Poveda Presidente Honorfico del C.E.E. Mi primera expedicin 20 21 Prembulo Con mi inseparable diario cerca de Sidi Chamarouch, durante la aproximacin al campamento base en el Atlas. Septiembre de 2006 Mi primera expedicin 22 Aunque una parte de mi yo, se ruboriza al ver mi nombre en un libro, mi otro yo se enorgullece, aunque sepa que no lo merece. (Aurora Prez) 23 Septiembre de 2006 Durante siete lustros (se dice pronto) guard el relato que voy a contar, cuyo borrador mecanografiado en tamao octavo, escrib aqul mismo ao de 1971 y titul Memoria de la operacin Atlas-71. El nombre no me haba preocupado nunca, y su publicacin tampoco hasta que hace un par de aos decid hacerlo. Una parte de mi vida la he dedicado a la montaa en mayor o menor medida, segn lo sent en cada momento, y aunque siempre anid en m el gusanillo de la escritura, los aspectos fsico y tcnico del alpinismo acapararon toda mi atencin e intencin creadora, relegando en el tiempo a sta, mi otra aficin, la que con este trabajo comienzo, cuando mis fuerzas vienen a menos y mis otoos aumentan. El da que decid publicar el diario, lo primero que hice fue documentarme so- bre todo aquello que quera reflejar en l. Descubr cosas que haba pasado por alto y que, a mi juicio, enriquecan la narracin. As, el que iba a ser el relato de la aventura pionera del montaismo local, cobr una nueva dimensin para entroncar con la historia del montaismo espaol, del que sin saberlo, habamos formado parte; no ms, pero tampoco mucho menos, que otras relumbrantes expediciones de la poca, que slo nos llevaban una delantera de diez aos. Igual eclipse sufri el resto de la juventud montaera y annima de aquellos aos. Mi primera Expedicin se fue convirtiendo da a da, y juro que sin habrme- lo propuesto, en un trabajo de inclasificable gnero literario, donde ver el lector que se mezclan sin orden, crnica, pensamiento, opinin e historia. Por si faltaba algo, antes de acabar, me percat de la escasa informacin que sobre el Alto Atlas marroqu hay publicada en Espaa y decid incorporar a mi relato dibujos, croquis, mapas y detalladas descripciones de los itinerarios que sigui nuestra expedicin, que aunque no exhaustiva, considero es suficiente para coronar las cumbres del macizo, y hoy por hoy, el mayor volumen de informacin publicado en castellano sobre aquellas montaas. Mi primera expedicin 24 El relato tiene pinceladas de una rebelda hacia lo establecido, que nunca he perdido, y que expresamente he querido mantener, y viaja constantemente de lo puntual a la elucubracin, envuelto en el verbo de la aventura, hilo conductor del texto y espritu que anima a estos folios incontrolados que muchas veces llegaron a tener vida propia. Cada captulo lo abro con la promesa cumplida de poner en letra impresa los sueos de juventud de un amigo y un poeta, que habiendo sido elegido para aquella aventura, sucumbi al rodillo burocrtico de un papel, y slo escuchar pudo, aquellos sueos compartidos. Jos Prez Moneo, alpinista, amigo y poeta. El sptimo expedicionario. Sus versos y los mos (Pobretrasto), nacidos de la ilusin al pie de la abrupta pea, dejan el papel amarillo para salir a la luz sin ms pretensin que el testimonio de un tiempo sin reloj, donde los sueos se escriban bajo el toldo de las estrellas, a la luz de solitaria vela. Tambin Wili (Anastasio Higueruela) tiene aqu su aportacin. Hubo un tiempo en el que dud si publicar o no mi diario. Poca capacidad, nulo arte y escasa sapiencia siempre me echaron atrs. Las maltrechas octavillas iban a quedar reducidas al recuerdo familiar, pero por causas que en el eplogo desvelo decid arries- garme una vez ms. Ocurri un da, cuando volv a encontrarme con el pequeo diploma otorgado a mi padre en 1928 por los Exploradores de Elda; autnticos pioneros locales de una acti- vidad que hoy se conoce como montaismo. Pens que tambin a ellos les haban secuestrado su historia, y de repente le el lema de aquellos escultistas que figura en su anagrama, rodeando una estrella encaramada sobre una difcil y puntiaguda cspide: Siempre adelante Record, que aquella haba sido la actitud que me inculc mi padre ante cualquier situacin en la vida. Record muchas cosas, de la vida de mi padre y de mi propia vida y decid que tambin aqu, en la aventura de escribir y publicar deba luchar por llegar arriba. No hablo de xito literario, mi cumbre habr sido que t, desconocido lector, tengas hoy en tus manos la historia que he querido contarte, envuelta en el diario de Mi Primera Expedicin. *** Cuentos de Juventud 25 Captulo 1 Cuentos de Juventud Arnaldo Beltrn y el autor en las inmediaciones de la pea del Corb, en la sierra del Caballo. Pesadilla Aventureros eldenses Mi primera expedicin 26 Slo lo que se escribe puede llegar a ser historia. La historia no es solamente lo que se vivi, sino el pasado que alguien quiso y pudo recordar (Csar Prez de Tudela y Prez) Cuentos de Juventud 27 I Pesadilla Cabizbajo y pensativo, camino sin rumbo fijo, por calles llenas de gente que rebosan risas de chiquillo -Dnde ir- me pregunto mas no obtengo respuesta y sigo caminando como perdido en un desierto. Nada veo nada escucho Mis pensamientos retroceden en el reloj del tiempo... Recuerdo las noches estrelladas junto a un risco dentado. Recuerdo a un camarada sentado junto a m. Recuerdo tambin las noches de tormenta, terribles y a la vez hermosas, en las que, junto al calor del fuego charlbamos de lo nuestro: Montaa escalada Bellos recuerdos! De pronto, ante m: una taberna. Entro. Aqu nada es bonito. Nada se parece a mis recuerdos. El humo de los pitillos y el rumor de las gentes hablando de lo suyo me embotan la cabeza, pero me quedo. -Dnde ir sino- me pregunto. Sentado en una mesa junto a una pared de espejo mirando en l mi reflejo, vuelvo a hilvanar mis recuerdos Alegra, sufrimiento, esperanza, triunfoAl fin, la cumbre! De nuevo ale- gra, abrazos, suspiros entre dos compaeros y all, donde nunca antes la planta del hombre haba pisado nos sentamos como dioses. Ms an!, nos sentamos verdaderos compaeros. -Qu desea- me interrumpi el camarero. Le respond que cualquier cosa sin ni siquiera verlo. Mi mirada segua fija sobre el gran espejo. Cunto ha cambiado mi rostro! Ya casi no me reconozco! Qu diferencia de entonces -Por qu dej de escalar- Me pregunt con cierta angustia, sintindome como si hubiera muerto y todava no lo supiera. El espejo devolvi mi rostro sin respuesta envuelto en una mueca de claro sufrimiento. Cunto me gustara volver a escalar y no puedo -Pero por qu Qu ocurre Por qu no puedo- me inquieto, no puedo aguantar ms y me marcho justo en el momento en el que aquel chico se acercaba con la consumicin. -Ya no la quiero!- respondo mientras abandono el local bajo la atnita mirada del camarero, y con ms rapidez que a la entrada, abandono el lugar, sus parlanchines clientes y su denso humo. De nuevo en la calle vuelven mis recuerdos Aquella fue una noche magnfica a pesar del fro que a ninguno nos importaba. Acabbamos de adquirir material de escalada de verdad y ya no tendramos que utilizar los clavos de ferretera ni los alambres a modo de singular mosquetn fabricados por nosotros mismos. Tenamos clavijas de verdad. Las habamos comprado en la armera Torres de la calle Coln, no sin pocos sacrificios econmicos, y tras haberlas pedido exclusivamente para nosotros a la fbrica, gracias a lo bien que se Mi primera expedicin 28 haba enrollado con nosotros su hijo Balta pues era imposible adquirirlas en ningn comercio de la provincia de Alicante. Remontamos el ltimo y rocoso tramo de sendero antes del pequeo collado que nos separaba de la rambla de Els Nadalets. Nos dirigamos como de costumbre a la cueva del mismo nombre, aunque ya se haba convertido en nuestro refugio de San Bernardo. En el collado buscamos con alegra las plateadas paredes que la luna baaba en el ltimo horizonte de la montaa, que iban a ser el escenario de nuestras escaladas. La claridad era tal, que estuvimos largo rato trazando en el aire con nuestros brazos las vas de ascensin que maana nos haran felices. Luego, en el refugio, mil y una veces, arreglamos el material revisando uno a uno cada mosquetn y cada reluciente clavija. Tanto las habamos sobado que nadie pudo librarse del aceite de fbrica con el que todas aquellas aleaciones de metal venan impregnadas. Quin hubiera podido dormir en tan importante noche Tumbados boca arriba charlbamos con la mente puesta en aquellas paredes. Qu estupendas vas!, pensbamos Y as, la maana nos sorprendi quiz sin haber resuelto aquel que tena que ser, el decisivo e imaginario paso. Sin probar bocado partimos por fin en pos de la aventura. Al llegar al pie de las paredes, un suspiro, y con la ltima respiracin contenida comenzamos la que sera para siempre nuestra primera escalada de verdad. Despus, alegras, inacabables comentarios sobre el ms insignificante acontecimiento de la maana. Cmo entraban en la roca aquellos clavos! Qu seguridad! Alguien coment: -La semana que viene dnde vamosSi, habamos comenzado. Ya nada podra separarnos de la atraccin de la cuerda Pero, entonces, por qu estoy aqu -no haba respuesta- por qu no estoy con mis compaeros Por qu dej la cuerda- No haba dejado de caminar desde que sal del bar. De repente ya no pensaba nada. Las puntas de los zapatos con el ritmo del rpido caminar me haban embobado. -Adis t!- Me gritan, y cuando me vuelvo veo con sorpresa que son mis compaeros. Sobre algunas de las mochilas veo la cuerda y en mis sentidos noto su recio olor tan familiar para m; olor de alegras, de sufrimientos. Testigo de mil momentos. Quiero saludarles pero no puedo. Sufro! Grito! Me desespero, noto que ya nada es bonito. Ya nada es bello. Riiiinnng, riiinnnggg! -Qu pasa- Enciendo la luz. Estoy despierto! Fue slo un sueo! Me froto los ojos a la vez que con ansiedad doy al interruptor de la lmpara y de un salto me incorporo sobre la cama buscando con impaciencia lo que enseguida encuentro. Mi mochila estaba preparada junto al armario del dormitorio. Ya son las cinco. Con el rostro sooliento y marcada ansiedad salgo presuroso a la calle. Voy corriendo. Todo ha sido una pesadilla! Un mal sueo! Grito sin aminorar el paso hasta que al fin logro ver a mis compaeros junto a la esquina esperando. Esta es mi vida! Este es mi mundo. Acabo de ver en sueos mi angustia sin l. No concibo otra clase de vida. No la s entender. Mi mundo son mis sueos, mis luchas, mis esfuerzos sintiendo que gano el derecho a la vida que quiero, haciendo que cada da la realidad se acerque ms a mi ideal de pensamiento. Mis compaeros me escuchan perplejos. No entienden nada y oigo que alguno dice: -Este to est mochales! Caminamos unidos cuando ya amanece. Caminamos alegres, pues el momento lo merece. No me han entendido, pero me comprenden, pues como yo, tambin han Cuentos de Juventud 29 sentido lo que mi corazn siente. Y cuando ya el destino nos separe por caminos diferentes, seguiremos pensando como ahora; porque ste, ser nuestro pensar de siempre. * * * Al releer este cuento hoy tantos aos despus, su lectura me obliga a retroceder en el tiempo para analizar las razones que nos impulsaron a un grupo de jvenes a crear nuestro propio mundo, porque eso fue lo que hicimos, tal como entonces idealizbamos todo. El texto que acabo de reproducir est fechado el 6 de mayo de 1.970 en la sierra de Cabreras, cuando ya estbamos inmersos en la organizacin de la expedicin al Atlas. El cuento se refiere a experiencias vividas tiempo atrs y es una reflexin de lo que ya entonces, (al menos yo) estbamos convencidos de querer ser. Escrito a mitad de camino entre las primeras excursiones y mi primera gran aventura, se notan las influencias de aquellos libros de montaa Estrellas y Borrascas de Gastn Rebufatt, La cara Oeste de los Drus de Guido Magnone o Hacia el trono de los Dioses de Herbert Tichy; desde luego sin menospreciar aquel entraable Cara a la montaa de Agustn Faus, el primer escritor espaol sobre literatura de montaa del que tuve conocimiento. De todos ellos yo me quedaba con el primero: el francs cuyas sorprendentes escaladas en las paredes de los Alpes nos parecan escalofriantes y las ms espectaculares del momento. El libro narra seis paredes norte a cual de ellas ms terrorfica para la poca, pero lo que ms me atrajo fue la sencillez de aquel hombre y el paralelismo de mi propio pensamiento con el suyo, que yo intua por su manera de expresarse. El prlogo de aquel Estrellas y Borrascas dice as: Este libro es el de una juventud completamente consagrada a la montaa y la ltima frase tras la escalada a la cara norte del Eiger despide el libro diciendo : La vida, ese lujo de la existencia! Pensbamos igual! o mejor dicho, yo pensaba igual que l, prcticamente en todo lo concerniente a la montaa y por ende a la vida. Pareca que ninguno de los dos concebamos la una sin la otra, y para colmo, mis compaeros solan comentar el extraordinario parecido fsico de ambos en la esttica de la escalada, aunque yo siempre deca -Ojo que yo soy ms guapo! Rebuffat se convirti as en el referente de mi actitud ante la montaa y ante la vida, y as supe, por las definiciones que los dems hacan sobre mi dolo, que yo tambin soy un romntico empedernido. Todo aquel romanticismo extrado de la literatura lo trasladbamos a nuestra propia experiencia, plantendonos cualquier escalada por muy insignificante que fuera, con el mismo espritu de conquista en aquellos admirados textos, que nadie pona en entredicho a base de tirar de la fe ante la ms mnima duda. En cierta manera, muchas de aquellas primeras escaladas tenan los mismos componentes de aventura, pues nadie antes que nosotros haba subido por sta o aquella pared, ni alcanzado determinadas agujas y espolones rocosos, que pasaron a ser en nuestros historiales personales, indudables primeras. Engredos... Ni mucho menos!, ms bien todo lo contrario pues mantenamos a gala y honor, fieles a la usanza caballeresca del alpinismo romntico, la humildad necesaria para comprender que acabbamos de entrar en un deporte centenario, y cada proyecto o nueva escalada la considerbamos simplemente un paso ms en la larga singladura de la vida aventurera con la que todos sobamos. * Mi primera expedicin 30 Aventureros eldenses La aventura, el paradigma perseguido en mi vida, me parece hoy gastada palabra que quiere definir sin conseguirlo, empresas extraordinarias, admiradas por una sociedad moderna que ha abusado del trmino dndole uso en cualquier situacin, incluso las ms mundanas de su acomodo occidental, alejndola de la intencin primera dada al vocablo, ms all del cuento y del diccionario. Cuando emprend esta aventura de escribir, (valga como ejemplo de mala definicin) quise recoger en este trabajo un resumen de los antecedentes en Elda, mi ciudad natal. Le cont a Consuelo Poveda, directora de la red municipal de bibliotecas de Elda, mis propsitos y necesidades y le pregunt desde qu periodo tenamos documen- tacin. Me respondi que desde el ao 1300, ms o menos; no guard el dato, pues me dio fe de que nada parecido a un hecho de aventura o a un eldense aventurero, encontrara en tan ilustres legajos que ella, s haba ledo. -Ni siquiera una cuadrilla de eldenses enrolados con Coln- pregunta nada descabellada, pues a lo largo de mis viajes me he tropezado con paisanos en los ms insospechados lugares del mundo. Pero no, tampoco. El recurso fueron los libros, revistas y prensa escrita, y no me qued otra que hincar los codos y bucear, eso s, disfrutando, con la lectura de prcticamente todo lo que hoy se conserva en mi pueblo. Primoroso y entraable legado del que despus de muchas, muchas horas, slo encontr lo que ahora expongo como antecedentes ms relevantes o curiosos, referido siempre a una actividad desarrollada fuera del continente europeo, tal cual fue, y sigue siendo, la costumbre de las sociedades geogrficas y cientficas de nuestro mundo. Lo ms lejano en el tiempo que encontr y que poda acercarse al ideal del aventurero para aquel siglo XVII, es la historia profesional del soldado eldense don Felipe Valera (21-8-1664) que acab su carrera militar siendo Teniente en el castillo de Alicante en 1693 despus de haber servido en los ejrcitos de Catalua y de Sicilia, y haber ostentado el cargo de Teniente de Maestre de Campo General. En un artculo de Juan Marhuenda Jover, publicado en el nmero 15 de la revista Fiestas Mayores de 1998, referido a un tal don Ignacio Maestre Bernab, comenta el articulista lo poco que se sabe sobre la vida de aquel joven que march a Filipinas sin que nunca se supiera a qu, aunque presumindose en busca de aventuras, descartando la familia que se debiera a obligaciones militares, pues entonces era frecuente y legal la exencin militar de los quintos destinados a las colonias y presidios de frica, mediante la compra de la misma por una elevada suma de dinero. El chico era hijo de un influyente terrateniente eldense, don Jos Maestre Vidal, y hermano de Rigoberto Maestre (1848-1928), que lleg a ser alcalde de Elda. En 1881, con 38 aos de edad y antes de la perdida de la soberana espaola sobre las islas Filipinas, como consecuencia del tratado de Pars, fue dado por desaparecido al ignorarse su paradero en aqul archipilago. A las colonias, igual que a la legin, muchos jvenes, incluso de buena familia, se enrolaban para acallar embarazosos asuntos. De cualquier manera hay queda el dato de un aventurero, sin confirmar. He ledo sobre aquellos viajantes eldenses que, a principios del siglo pasado, cruzaban el estrecho para vender el calzado de Elda en tierras que hoy son de Marruecos, pero convendr el lector que hubo ms de negocio que de aventura en ello. Cuentos de Juventud 31 Como mnimo pintoresca, resulta la entrevista que publica el semanario Valle de Elda en su nmero 177 del 16 de enero de 1960, a don Aquilino Vilar Alba, que entonces contaba con 47 aos de edad y era popularmente conocido en el pueblo como Royal, que march para encuadrarse en la divisin azul y estuvo en Rusia y luego, enrolado siempre como marinero mercante, recorri prcticamente todo el mundo en busca de aventuras y una fortuna que l mismo relata, que cuando la ganaba, rpidamente se la gastaba en mujeres y en vino. Sin duda otra de las acepciones que hoy marca el diccionario de la lengua espaola cuando dice en la cuarta entrada // relacin amorosa ocasional//. En otro artculo de Valle de Elda (17-11-62) abr los ojos como platos cuando le El hombre y su aventura despus los subttulos de: Los Gangas y El Serfico, uno de los Gangas, hicieron que acabase all mi investigacin. Me haba pasado igual con otra noticia en el mismo semanario (nmero 74 del 25 de enero de 1958), cuando le que el eldense Francisco Martnez Fernndez de 18 aos dijo que quera viajar, ver cosas y vivir grandes aventuras. El objeto de la entrevista era nada menos que pretenda subir al espacio. Ms cerca del espacio estuvo la eldense Maria Isabel Amat Leal, hija de Candido Amat Juan, cuando gan en un concurso del diario El Mundo un asiento para presenciar en directo desde Cabo Kennedy el despegue del Apolo XI camino hacia la luna. Ella s que estuvo cerca de la aventura! Tal vez fueran los motoristas los que demostraron mayor arrojo en los aos sesenta. Los socios del Vespa Club de Elda, Enrique Planelles y Miguel Esteve protagonizaron en 1963 una salida a los Dolomitas, en Italia con motivo de la Euro Vespa. Hubo incluso una vuelta en un coche Mini por Europa en 1969, que consigui su objetivo con el patrocinio de FICIA (Feria Internacional del Calzado e Industrias Afines) que tena en aquellos aos su sede en Elda, subvencin que ya hubiramos querido para nosotros, igual que se dio a los chicos alicantinos, pero ya se sabe Si no hay padrinos no hay bautizo. De cualquier manera ninguna de aquellas proezas cuenta, por ser en suelo europeo. Integrantes de la primera excursin al Pirineo: Lus Pastor, Serra de Elche, Daniel Esteve y Pascual Navarro. Ocurri igual con la entraable y primera salida del Centro Excursionista Eldense a los Pirineos en 1958, la cual, leyendo el diario de Daniel Esteve en poco difiere de la nuestra, o la que se llam durante muchos aos la expedicin al Aneto, que supuso la ascensin al primer tres mil eldense en aquella cordillera, y no digamos de la actividad Mi primera expedicin 32 desplegada por Jos Navarro en los Alpes coronando la cima del Mont Blanc en aqul verano de 1964, pero las componentes de aislamiento e informacin, no las hicieron merecedoras de tal honor, perdiendo, como desarrollo ms adelante, el ttulo, obsoleto, incierto y pobre, de haber sido los primeros. Expedicin al Aneto: el grupo estaba formado por Rogelio Garca, Juan Espaol, Miguel Verd, Juanito Riquelme, Juan Miralles, Pepito Prez y Chamn. (1963). Jos Navarro en la cima del Mont Blanc. (1964). Tal vez por todo ello, este trabajo debiera haberse titulado directamente Aventura Pionera eldense sin que nadie, salvo nueva aportacin de datos, hubiera podido refutarlo, pero me pareci intil pretensin, que en todo caso debiera haber usado hace 35 aos para vender la moto, esa misma que otros con menos motivos han venido vendindole al pueblo. De cualquier manera y puesto que durante muchos meses fue mi idea primera, aqu queda relacionado todo cuanto encontr con relevancia suficiente para merecer de aventura el trato. *** Antecedentes 33 Captulo 2 Antecedentes Grabado: ascensin de De Saussure al Mont-Blanc en Agosto de 1786. Brevsima historia montaera Los Exploradores de Elda Los Pioneros Rojos Fin de un ciclo exclusivo Mi primera expedicin 34 Cuando te encuerdas, te vibra el corazn. Cuando te encuerdas, no sabes que es temor. El color de la roca no es igual. La vida pasa sin pensar. Ves diferente, a la vida y a la gente. Cuando te encuerdas, te llenas de ilusin. Cuando te encuerdas, demuestras el valor. Vives para siempre, lleno de ansiedad. Cuando te encuerdas Y comienzas a escalar. (Moneo) Antecedentes 35 II Brevsima historia montaera Como en una buena pelcula o reportaje, antes de comenzar esta narracin, interesa situar la escena, y para entender mejor el momento que se viva en Espaa en la dcada de los sesenta a nivel deportivo-montaero, conviene que realicemos un breve, brevsimo vuelo sobre la historia de un alpinismo que haba nacido en 1786 con la ascensin al Mont Blanc y que tiene a Horace-Bndict de Saussure como el padre de este deporte, todava, no olmpico. El investigador suizo Horace-Bndict de Saussure (1740-1799). Cierto es que antes que l haban existido a lo largo de la historia diversos personajes, que culminaron ascensiones sobresalientes en otras cimas repartidas a lo Mi primera expedicin 36 largo y ancho del mundo, y tambin presumiblemente, con la misma e innata inquietud que produce el deseo de aventura, pero fue a partir de aquel hecho cuando el alpinismo se convirti en un deporte, entre la clase acomodada y culta de la poca. Demos un salto en el mapa europeo, en el que siguieron producindose gestas admirables, para trasladarnos al Pirineo donde en 1802 Lus Ramnd de Carbouniers corona la cumbre del Monte Perdido y marca el principio del pirineismo, pero an as, no sera hasta setenta y cuatro aos ms tarde, en 1876 cuando naciese en Espaa la primera sociedad excursionista, a la que se llam Asociacin Catalanista de Asociaciones Cientficas, algo muy comn en aquellos aos donde todo tena un toque cientfico, al ms puro estilo ingls de la poca, quienes por cierto haban fundado 19 aos antes, en 1857, el primer club de alpinismo: el Club Alpino Ingls. Una vez ms, en materia de geografa y aventura, continuaban adelantndose al resto del mundo moderno. Tras la estela de Catalua, pionera del excursionismo espaol, se fund en 1886 la Sociedad de Amigos para el Estudio del Guadarrama, considerada la primera entidad excursionista de Madrid, y a partir de ah, se inici el desarrollo del montaismo espaol por el resto de las regiones. * Los Exploradores de Elda Acotando el inters de esta narracin, un salto mayor hasta el siglo siguiente nos sita en la provincia de Alicante, en Elda, cuna del calzado y patria de la historia que he venido a contar, donde la primera entidad, medianamente documentada, a la que atribuyo connotaciones excursionistas fue el Grupo de Exploradores de Elda, organizacin similar a los boy scouts que pudo ser fundado en 1918 segn se desprende de la fotografa publicada en el nmero 37 de la revista Alborada, o incluso antes, ya que el movimiento scout haba llegado a Espaa en 1912. Los estatutos, a los que he tenido acceso, estn impresos en 1916. Fotografa de 1918 con los exploradores de distintas edades, y su banda de cornetas y tambores. Antecedentes 37 En el nmero 6 de la revista de Fiestas Mayores de 1989, el periodista Paco Crespo recordaba que hicieron su aparicin en Elda de la mano de don Antonio Girona, y que haba hasta cinco grupos definidos por el color de los pauelos anudados al cuello. Menciona las acampadas en sierra Espua, las excursiones a los pueblos de los alrededores y que tenan su sede en la calle Antonio Maura, donde se guardaban los bordones, aquellos palos ms altos que una persona con una pica de hierro en una de las puntas, que se utilizaban para saltar riachuelos y otros obstculos y que, a m, me recuerdan al alpenstock, el antecesor del piolet de montaa. Crespo incluy en su artculo el himno de los exploradores: Seris para ser buenos, mejores cada da. Con este faro y gua cumplid vuestro deber. Caricias, besos, auras y brisas, como sonrisas de amanecer, Primera aurora, despus lumbrera, nuestra bandera tiene que ser. Gloriosa Espaa, patria querida, ms que a mi vida yo he de guardarte, Tu santo nombre ser mi sueo y aunque pequeo, sabr yo honrarte. Siempre adelante, siempre adelante, de abismo a cumbre quiero subir, llevando a Espaa siempre triunfante por los senderos del porvenir. Cual los aceros de las espadas, del yunque el fuego templadas son y en las empresas ms arriesgadas busque su temple mi corazn, mi corazn. El periodista record tambin la picaresca de los eldenses, que cambiaron para burla y mofa, algunas o casi todas las estrofas del himno: Exploradores nios mocosos, que con el palo y el correaje, parecen osos que van de viaje. Francisco Maestre Rico, nuestro ltimo, entraable y gran artesano ebanista, autor entre otras obras del sagrario de la parroquia Inmaculada de Elda, me confirm en una entrevista, incluso cantndola, aquella cancin que l guardaba desde su ms tierna edad, a pesar de no haber sido explorador, recordando que mi padre haba sido uno de los abanderados, o porta estandartes, de los Exploradores, del cual sobre este tema, conservo con orgullo dos cosas: el premio de honor que recibi el 6 de septiembre de Mi primera expedicin 38 1928, y en mi memoria, los relatos de sus excursiones por las montaas que rodean los valles del Vinalop, que indudablemente influyeron en mi orientacin alpinista. Pequeo diploma del Grupo de Exploradores, fechado en 1928. A la derecha el Explorador Manuel Maestre Martnez en el colegio de Don Eliso Verd, que fue Jefe Director de la tropa de Exploradores de Elda. Don Eliso Verd con sus alumnos en mayo de 1.928, y tambin gran parte de los ms jvenes integrantes de la tropa de Exploradores de Elda. Ramn Candelas, en entrevista realizada al fotgrafo Antonio Sirvent en la misma revista, pero en el ao 1999, public una curiosa fotografa de los exploradores con la condesa en La Colonia de Santa Eulalia, delante de su casa palacio. El propio Sirvent perteneci a la tropa de exploradores y cit a Rodolfo Amat y Jaime Carpena como integrantes del grupo, que segn l, comandaba Oscar Moratalla. Menciona Antonio Sirvent que asista a clases nocturnas en la escuela de Don Eliso Verd, a m entender, un gran valedor de la tropa y el filsofo de la misma, no hay ms que leer sus artculos en Idella, semanario del que fue colaborador; como el fechado el 9 de Abril de 1927, del cual extraigo algunos prrafos: Antecedentes 39 El Explorador Educacin fsica Tiene por objeto la formacin de hombres sanos, fuertes y robustos. Esto es, ciudadanos tiles a su patria, a s mismos y a sus semejantes. Es, pues, la Educacin Fsica complemento de la Educacin Moral. sta se recibe en la escuela; aquella en el campo. He aqu el explorador. Su desarrollo muscular, su perfeccin y oportunidad en los movimientos, su organismo fuerte y templado, se deben a los ejercicios al aire libre. Surcando caminos, escalando montaas, atravesando ros, se convierte en hombre fornido y capaz de afrontar y vencer cuantos peligros nos ofrecen las escabrosidades de la vida en su fase material. El reportaje es extenso y plagado de bondades a la relacin del hombre con la naturaleza. Aparecen tambin los Exploradores en los festejos de Septiembre y as podemos leer en la revista Grandes Fiestas de la ciudad de Elda de 1927, el anuncio de: una misa de campaa que se celebrar en la calle Antonio Maura para bendecir la nueva, artstica y valiosa bandera que Doa Cayetana Bellod, esposa del digno Juez Don Jaime Zaragoza, don al cuerpo de Exploradores. El mismo semanario, de fecha 17 de Septiembre, se extiende sobre este acto en un artculo dedicado a Las pasadas fiestas. Segn la crnica: Asistieron el Gobernador Militar y el Delegado Provincial de Cruz Roja procedentes de Alicante que fueron recibidos en la casa consistorial, desde donde se trasladaron acompaados por la corporacin municipal, y comisin de fiestas al domicilio particular del seor juez. La misa de campaa la ofici Don Narciso Cataln, en cuyo acto bendijo la ensea. La madrina iba acompaada de las bellas seoritas Conchita Bellod y Conchita Botella. Dice el cronista que: la madrina ley unas sentidas cuartillas a cuyo final se soltaron doscientas palomas, cedidas para este fin por la sociedad colombfila, que realzaron la belleza del acto con indescriptible emocin. Don Jos Salvador y don Eliso Verd en nombre del Patronato de Exploradores leyeron, al recibir tan precioso regalo, unas bien escritas cuartillas que fueron muy aplaudidas. Habl tambin don Antonio M. Torrejn, delegado de Cruz Roja y por ltimo don Manuel Montero, Gobernador Militar, dirigi una vibrante arenga a los exploradores, alentndoles para que siguieran en su labor de patriotismo y honradez. Contina la crnica: Ms tarde , los invitados fueron obsequiados por los seores Zaragoza en su morada, con un banquete que fue servido por el Hotel Sandalio. Se sentaron Mi primera expedicin 40 con los seores de la casa, adems de los lindos pajes seoritas Bellod y Botella, don Manuel Montero, su ayudante seor Herrera, don Andrs Lasanta, digno Juez de instruccin del partido, don Antonio M. Torrejn, nuestro alcalde don Pablo Maestre, don Narciso Cataln, Presidente local de Cruz Roja, don Antonio Rico, presidente de la Unin Patritica local, don Francisco Alonso, cabo de Somatenes, Don Jos Salvador, Presidente del Patronato de Exploradores, y en representacin de La Voz de Levante, el redactor seor Simonetti y por Idella G. Soriano. Un grupo de exploradores de Elda con la Condesa en La Colonia de Santa Eulalia. Marzo 1928. Me da escalofro la pompa y los personajes reunidos. Hoy aquellos ttulos de Unin patritica local o Cabo de Somatenes, en lo referido a las armas, sugieren una de las claves de lo que poco despus acontecera en toda Espaa, pero era lo que haba, Elda y el resto de Espaa estaban en manos del General Primo de Rivera. A finales de ao hicieron los Exploradores una excursin a Alicante acompaados por una comisin del Ayuntamiento formada por don Francisco Alonso, recin nombrado alcalde presidente, don Enrique Vera y don Rafael Orqun, tenientes de alcalde; y don Pedro Amat, don Santiago Bellod, don Vicente Gras, y don Jenaro Vera, concejales. Acudieron en representacin del Alto Patronato de Exploradores locales, don Eliso Verd, jefe director de esta institucin; don Segundo Salvador, secretario, y don Jos Orts, vocal; y por el semanario Idella, expresamente invitado el redactor don Emiliano Vera. Fueron recibidos por altas autoridades provinciales y despus de los saludos se formaron las tropas de Alicante y las de Elda para llevar a cabo un desfile por las calles de la capital y marchar luego durante tres kilmetros, hasta el campamento de Rabasa donde cantaron el himno de los Exploradores de Espaa y se realizaron vistosos ejercicios gimnsticos a cargo de la tropa alicantina. Una esplndida comida, en el decir del cronista, sirvi para agasajar a los eldenses que recibieron palabras sinceras de aliento y amistad por parte de don Manuel Hernndez en nombre del Alto Patronato de los Exploradores de Alicante, y que correspondi don Segundo Salvador por el de Elda. Tambin los seores Verd y Sala dirigieron una sentida arenga a la tropa que contest con reso Antecedentes 41 nantes vivas. El semanario Idella public el artculo en el nmero 96 de fecha 17 de diciembre de 1927. El 14 de Julio del siguiente ao, Idella publica una noticia breve que recoge la Imposicin de Insignias a los Exploradores, acto que presidi el alcalde, el juez municipal, cura prroco, concejales y miembros del comit de exploradores, donde los chicos realizaron ejercicios de gimnasia y telegrafa. Comenta la crnica que el explorador Guillermo Recio pronunci una elocuente arenga por la que fue muy felicitado. Manuel Martnez Prez, el organista, portando la segunda bandera del Grupo de Exploradores en 1918. Actualmente vive en Elda y celebrar su 105 cumpleaos el prximo enero de 2007. Imagino, cmo los tiempos fueron enrarecindose en lo poltico y en lo laboral, impregnando negativamente a la sociedad, en la que, los exploradores de Elda no iban a ser una excepcin, y as la ltima crnica que he podido encontrar en aquel semanario, que destac por su gran formato, fue en el nmero 172 del 2 de Noviembre de 1929. Se titul: Otra vez los Exploradores y deja entrever que antes haban desaparecido, cuando dice: Agrupados en torno de un jefe joven y decidido, han vuelto otra vez a resurgir en nuestro pueblo estos muchachos valientes y animosos, amigos del monte, del aire y del sol. Mi primera expedicin 42 La escueta crnica tal vez acaba abogando veladamente por un giro en las tradiciones castrenses, o quiz todo lo contrario. Como no puedo interpretarlo desde mi posicin actual, mejor que el lector decida: hombres fuertes, higinicos y cultos que pongan muy alto el nombre siempre honrado de nuestro pueblo. Pero sin vacilaciones, sin entregas torpes y ridculas, sin formaciones pretenciosas, sin militarizaciones infantiles, sin ostentaciones de relumbrn y gallardetes. Y Siempre adelante, hacia el cielo, hacia el sol, sin volver los ojos hacia las necias formalidades oficiosas de esta tierra baja. Qu quieren que les diga! Personalmente, me gustara interpretar estos prrafos como la ruptura del hombre eldense de la montaa, con la parafernalia castrense, poltica y religiosa que le rodeaba, y aunque s que todava era pronto, tal vez, aquella declaracin de intenciones, que parece ms un basta ya, fuera una de las muchas voces que empezaron a escucharse en la Espaa de los seoritos. Cabe destacar, que en el amplio y rimbombante consejo directivo del Patronato de los Exploradores de Espaa, encabezado por el propio rey Alfonso XIII, donde haban altas personalidades polticas y militares, figuraba tambin el Club Alpino Espaol. Tiempos difciles, en los que el propio semanario Idella fue suspendido por orden gubernativa y sin explicacin, desde ese mismo nmero y durante tres meses, para luego publicarse por ltima vez el 15 de marzo de 1930. Nunca ms se volvi a escribir nada sobre los Exploradores de Elda, como si hubieran desaparecido junto con las esperanzas del pueblo. * Los Pioneros Rojos En 1932, en el segundo congreso de la Unin de Juventudes Comunistas de Espaa celebrado en Bilbao, se reorganiza el movimiento juvenil comunista Pioneros Rojos . Un ao despus, ya se publica un peridico infantil y aparecen clulas en empresas, barrios y pueblos de toda Espaa, donde Elda no debi ser una excepcin, pues me cuenta Rafael Hernndez, sabio y paciente investigador de nuestra historia local, a quien debemos el rescate del olvido de muchas y entraables imgenes de nuestro pueblo, haber escuchado a los ms mayores del lugar, algunas referencias sobre el movimiento en Elda, y la pertenencia al mismo de algunos conciudadanos durante la republica. El movimiento Pioneros debi ser una alternativa para los chavales de la clase obrera, que como vimos anteriormente, bien pudieron ser los artfices del cambio en las estrofas al himno de los exploradores, en cuyas filas, generalmente se haban encuadrado chicos de clase media y alta. Poco sabemos sobre las actividades excursionistas de los Pioneros, pero es evidente que estando tambin en el ideario de la formacin comunista la educacin al aire libre, sta se llevara igualmente a cabo por los Antecedentes 43 parajes de nuestra comarca, si bien, es cierto que en la mayora de clulas de Pioneros sobre las que se tiene conocimiento, prim ms lo poltico, y los jvenes fueron ocupados principalmente en tareas panfletarias, apoyo a mtines y otros eventos claramente politizados, no en vano tras la constitucin del Frente Popular el 15 de enero de 1936, y su aplastante victoria en las elecciones al mes siguiente, se fusionaron en Marzo del mismo ao la UJCE y JJ.SS., danto lugar a la JSU (Juventudes Socialistas Unificadas), cuyas bases en lo esencial eran: Cartel publicitario del Movimiento Pioneros, originario de Rusia. la defensa diaria de los intereses de la juventud trabajadora, educacin en el marxismo-leninismo y el internacionalismo proletario, capacitacin de los jvenes obreros para fortalecer y desarrollar la organizacin y luchar en la van- guardia de la juventud, agrupndola contra el fascismo y por la victoria del socialismo. En Elda incluso, segn me cuentan, los Pioneros tuvieron poco protagonismo, especialmente en materia excursionista, ya que su implantacin en toda esta zona fue meramente testimonial. Pocos meses despus estallara la guerra civil, y a su trmino, habiendo vencido el ejrcito de Franco, los Pioneros quedaron sumidos en el olvido o en el exilio. Sobre los Exploradores de Elda, desconociendo su desaparicin exacta, presumo debi ser por causas de ndole local distinta, y anterior al cese de la propia organizacin nacional que fue fulminada en abril de 1940, tras la guerra, cuando el Ministro de la Gobernacin envi una Orden-Circular a todos los gobernadores civiles, suspendiendo las actividades de la Asociacin Nacional de los Exploradores de Espaa. La circular, que no tiene desperdicio expresaba: Teniendo en cuenta que la Asociacin denominada de los Exploradores de Espaa tena como finalidad propia la prctica de distintos deportes, habra de entenderse sometida por entero en su organizacin y funcionamiento al Comit Olmpico Espaol, con arreglo al Decreto de 27 de agosto de 1938, que confiere a este organismo nacional, bajo las directrices del Estado, la representacin exclusiva del deporte hispano en todos sus aspectos y modalidades; pero como los fines que asigna a los Exploradores de Espaa el artculo 1 de sus Estatutos se hallan embebidos, aunque con desviaciones en su orientacin, en las Organizaciones Juveniles de FET y de las JONS que dedican sus actividades a la formacin y exaltacin de la unidad del espritu nacional, mediante de la educacin, fsica, patritica y premilitar, basada en los principios Nacional Sindicalis Mi primera expedicin 44 tas; surge la conclusin lgica de que, en los actuales momentos, no slo carecen de razn de ser, sino que es incompatible con estos postulados, una Asociacin que, como los Exploradores de Espaa, aplica al cumplimiento de sus fines los principios, mtodos y procedimientos del escultismo universal, en relacin y bajo la dependencia de organismos de carcter internacional. En su consecuencia, los Exploradores de Espaa carecen actualmente de personalidad. Lo digo a V.E. para su conocimiento y efectos consiguientes. Madrid, 22 de abril de 1940. Quedaban as monopolizadas las iniciativas similares, por la Organizacin Juvenil de Falange Espaola, y aunque existi un intento inicial de darle a las OO.JJ. un carcter decididamente scout, a iniciativa de Jos Jimnez, que haba sido Comisario General de una asociacin patritica nacional y oficial de los Exploradores de Espaa, el proyecto que recibi el nombre de Exploradores de FET y de las JONS no cuaj. En una carta, Jimnez sealaba que no es obra esto de un solo cerebro, sino el estudio constante de los mayores pedagogos de Espaa y del extranjero, pues la base que sustenta, aunque proceda del escultismo, es la misma que sustentan las Hitler Jugend y la Obra Nacional Balilla, y est adaptada al carcter espaol y nuestra infancia. Aqul escultismo a la espaola no prosper y la propuesta de las OO.JJ. fue finalmente muy diferente a la obra de Baden-Powel, (Jefe scout mundial), y slo los afectos al rgimen, convencidos o chaqueteros, militaran en l, a diferencia de lo ocurrido en la tropa de los exploradores. * Fin de un ciclo exclusivo Permtaseme un ensayo sobre estos y otros movimientos juveniles, por lo que tienen en comn con el montaismo, pero sobre todo, por lo que el montaismo no ha querido tener en comn con ellos. Desde el mismo momento en el que tuve consciencia como individuo, all en mis aos de mocito, procur alejarme de todo movimiento, grupo o asociacin que pretendiera adoctrinarme, sobre cualquier cosa que no fuera la cosa que a m me interesase. No s si fue totalmente ma la decisin, o tuve la influencia de mis padres que habiendo sufrido las arengas de unos y otros, escarmentaron tras un final de trgicas y despiadadas consecuencias. Por fortuna eleg ser montaero. Digo por fortuna, pues defiendo la tesis de la independencia del montaero ante cualquier influencia, social, moral, religiosa o poltica, verdaderas lacras; especialmente las dos ltimas, para el desarrollo del individuo, por cuanto lo primero que le piden es la dejacin de su propio yo, en favor de causas, que luego descubren tienen ocultos intereses: econmicos o de poder. Discutible, s, pero a la historia me remito. La historia del intervencionismo de los adultos sobre la juventud vino precisamente de la mano de colectivos culturales, sociales, religiosos o polticos que a lo largo del siglo XIX se interesaron por orientar asociaciones juveniles con la clara intencin de influir en su formacin. Hay estudios a cargo de prestigiosos catedrticos de teora e Antecedentes 45 historia de la educacin que as lo confirman, como el Doctor Bernart Sureda que realiz un estudio sobre Asociaciones juveniles: educacin y socializacin (1900-1976) comparativo entre Catalua, Valencia y Baleares. Segn los investigadores, son tres los mbitos en los que surgieron las primeras iniciativas de educacin de nios y jvenes fuera del contexto escolar y familiar, a finales del siglo XIX y comienzos del XX: Las colonias escolares, el excursionismo y el escultismo. Las colonias escolares fueron generalmente iniciativas municipales, y en el fondo se pensaron para mejorar la salud de nios y jvenes. Tenan una clara tendencia mdico-higienista, ponindolos en contacto con la naturaleza. Con el tiempo se fue incorporando el elemento formativo. Recuerdan aquello de mente sana en cuerpo sano El excursionismo que fue el primero en aadir vertientes antropolgicas, geogrficas, histricas, arqueolgicas, etc., a su razn de ser, fue sin duda la cuna de muchas otras sociedades naturalistas y etnogrficas, pero siempre, salvo en determinados momentos, y no necesariamente primitivos, mantuvo en la quilla de sus postulados, los valores de la exploracin geogrfica al estilo de las sociedades inglesas. Por ltimo, el escultismo fue en este sentido y segn los investigadores, el movimiento asociativo juvenil ms importante. Yo aadira adems, el que durante ms tiempo se est manteniendo bajo la influencia de otros intereses, lo cual no tiene que ser necesariamente negativo. De todos lo modelos, el escultismo fue el ms exitoso. La clave: dar participacin a los jvenes segn las nuevas corrientes pedaggicas en las que se fundament la Escuela Nueva Inglesa. El escultismo creci de la mano de Robert Stephenson Smyth Baden-Powel, descendiente de un religioso y de un aventurero colonizador del nuevo mundo. Militar con rango de Mayor General, fue un hroe de las guerras de frica y un libro suyo, destinado al ejrcito Aids to Scouting (Ayudas para el escultismo) fue usado como texto en las escuelas inglesas, siendo as, que pronto gan popularidad y en 1.907 se celebr el primer campamento scout. Robert Stephenson Smyth Baden-Powell, Lord de Gilwell Jefe Scout Mundial. Fundador del movimiento. En 1912 se funda la Asociacin de Exploradores de Espaa, rpidamente asimilado por la monarqua, con una interpretacin militarista, y dos aos despus ya existan 68 grupos en provincias y localidades de la pennsula. Ya hablamos de su disolucin en 1940, pero en 1960 apareci el Movimiento Scout Catlico (MSC). La Mi primera expedicin 46 iglesia que inicialmente recel del movimiento scout por venir de una cultura protestante, se dio cuenta de sus enormes posibilidades. Antes en 1950 se haba fundado ASDE (Asociacin Scout de Espaa), pero no sera hasta 1978 cuando reingresase en la Conferencia Scout Mundial como el 113 pas miembro, nada menos que con sus cuatro organizaciones: Scouts de Espaa, Exploradores de Espaa, Movimiento Scout Catlico y la Asociaci Catalana DEscoltisme. En definitiva: de los militares a los religiosos y quien sabe a que otros intereses. Afortunadamente hace aos que surgi una contestacin contra el uso excesivo de smbolos externos como uniformes, banderas e insignias, que todava prevalecen, pero dentro de nuevos mtodos como la dinmica de grupos y tcnicas de expresin que enriquecen la simplicidad pedaggica inicial. La importancia de la cultura que gener el escultismo hizo cambiar la propia liturgia de la iglesia catlica. De la Falange Espaola y de los Pioneros Rojos doy por bueno y suficiente lo antes desarrollado, para seguir manifestndome a favor de un montaismo independiente. No hablemos ya de las Juventudes Hitlerianas ni de sus homlogas italianas, o la posterior Tropa Requet Qu no! Ya es bastante terrible que todava existan en muchos pases este tipo de organizaciones manejadas por el poder, sean de la mano que sean sus postulados. En mi particular exposicin prefiero creer que el excursionismo primero y el montaismo definitivamente, supieron marcar a la juventud un camino de ideales basados en la propia experiencia del individuo, que fue capaz de romper a mitad del siglo XX con tendencias, que habiendo comenzado con ideas caritativas e higinicas, se convirtieron en monstruosas organizaciones de opaca finalidad. Haban llegado los aos cincuenta. *** Pillados 47 Captulo 3 Pillados Escalando en las peas que llambamos Alpin. Cuerda de camo atada directamente al pecho. El Centro Excursionista Eldense La escalada El G.E.M. Las Peas Alpin Mi primera expedicin 48 Despunta el sol tiendo de oro las cumbres. En las altas paredes, los bosques de un verde intenso. Naufraga el romero entre la escarcha fresca, que moja mis piernas desnudas de sudor. Y mi mochila que no pesa. De ilusin y de firmeza, cabalga en mi espalda, portadora de mil ansias, mientras silba en la sabina el viento, canciones de esperanza y anhelo. Y ando los caminos sin prisa, asombrado por la belleza del paisaje dorado de sol, mojado de escarcha Teido de amanecer nuevo. (Moneo) Pillados 49 III El Centro Excursionista Eldense Lleg la dcada de los aos 50 y otra vez un maestro volvi a inculcar a sus alumnos el amor a la naturaleza. Es evidente que la sensibilidad y la cultura estn presentes en la actividad montaera. Don Juan Madrona, por cuyas aulas pasaron centenares de jvenes estudiantes fue el motor que inclin a sus alumnos a la prctica del excursionismo y del montaismo. Un puado de ellos que realizaba salidas al monte, entre los que se encontraba Oscar Santos, verdadero filsofo del Centro Excursionista, segn Daniel Esteve, y algunos de los que despus seran sus fundadores, se uni una maana a otro grupo que sola frecuentar el pantano de Elda, Los tarzanes. Ambos grupos no tenan otra pretensin que la de pasar unas horas en contacto con la naturaleza, divertirse y almorzar, hasta que un buen da a finales de 1956 se convocaron a una reunin en el aljibe del Bicho, en plena sierra de Los Chaparrales, y acordaron fundar una sociedad con la ayuda del Centro Excursionista de Alcoy, con quienes ya haban contactado. El Centro Excursionista Eldense naci el 11 de Febrero de 1957, curiosamente cien aos despus de la fundacin del primer club ingls, siendo reconocido oficialmente el 6 de Septiembre de 1958, despus del inevitable papeleo burocrtico, con el aval y la colaboracin del mencionado club de Alcoy, del que durante un tiempo fue filial. Lo que pocos saben es que un mes antes (Enero 1957), se haba fundado la Pea Excursionista Valle de Elda, siendo su presidente Jos del Prado, que present igualmente a su junta directiva compuesta por ocho vocales, la mitad de los cuales eran mujeres. Ninguno de ellos aparece posteriormente como socio fundador del C.E.E., por lo que se trat de agrupacin distinta, que debi desaparecer muy pronto, ya que, nada ms se supo de sus actividades. Mi primera expedicin 50 A principios de la dcada de los 60 existan en la provincia alicantina siete sociedades excursionistas; adems del mencionado de Alcoy fundado en 1950, el Club Montaero Ilicitano y el Centro Excursionista de Crevillente, haban sido creados en 1954, el de Alicante y el de Onteniente en 1955 y la Unin Excursionista de Elche, segunda sociedad ilicitana, fue constituida en 1959, pero formalmente ningn grupo de escalada, pues si es cierto que haban algunos escaladores (pocos, muy pocos) por aqu y por all, practicaban la escalada de manera intermitente, ya que la actividad principal era el excursionismo. Un grupo de pioneros del Centro Excursionista en el Cid. * La escalada El primer grupo de escalada en Espaa fue el G.E.D.E (Grupo Especial de Escalada), dentro del Centro Excursionista de Gracia en el ao 1941, y un ao despus en 1942, naci el C.A.D.E. (Centro Acadmico de Escalada) en el seno del Centro Excursionista de Catalua. La escalada en Espaa comenzaba a convertirse en una especializacin dentro de la montaa, y por ello, desde el mismo momento de su fundacin, el Centro Excursionista Eldense haba hecho intentos para crear una seccin, siendo a finales de 1961 cuando cuatro socios se animaron a realizar el curso que organiz la seccin valenciana de la E.N.A.M. (Escuela Nacional de Alta Montaa), fundada en Valencia capital, dos aos antes, en 1959. Aquellos socios eran Juan Miralles Esteve, Jos Poveda Yago, Constantino Callado y Jos Navarro Brotons. Pillados 51 El cursillo, realizado en diciembre, dio como fruto que el 23 de Enero de 1962 se constituyera la seccin de escalada del Centro Excursionista Eldense, nombrndose vocal a Jos Navarro, ms conocido en los ambientes montaeros y en la ciudad en gene-ral, como Pipona. A l corresponden las primeras vas abiertas en el entorno: Peas de Marn, Peas del Rey, Penya del Corb, (Pea del Cuervo) y otras zonas de las comarcas del Vinalop, pero la seccin tuvo una vida muy corta por discrepancias del vocal con su junta directiva y se disolvi el 27 de noviembre del mismo ao. Jos Poveda Yago en algunas de las primeras fotografas de escalada en el valle en 1961. Daniel Esteve, Presidente del Centro dio ejemplo participando en las pruebas. Mi primera expedicin 52 La directiva del C.E.E. intent reorganizar la escalada y en el mes de marzo de 1963 celebr en el refugio de San Bernardo, situado en la rambla de Nadalets, el primer campamento local de montaa dedicado a la realizacin de actividades tcnicas, pero la semilla de la escalada no lograba germinar. * El G.E.M. Lo mismo ocurri con el siguiente grupo de jvenes que fundaron en febrero de 1964 el G.E.M. (Grupo Eldense de Montaa), entre los que se encontraban los hermanos Riquelme, Oswaldo, Blanes, Miralles y Miguel Verd, entre otros; ms o menos la flor y nata de la juventud del momento e indudablemente la parte ms tcnica del montaismo que exista en la ciudad zapatera, pues si bien no se dedicaban de lleno a la escalada, tampoco la rechazaban y solan practicarla de vez en cuando. El grupo se disolvi el 31 de Marzo de 1965. Recuerdo que yo mismo llegu a ingresar en l poco antes de su disolucin y an guardo con mucho cario el escudo de metacrilato que solemnemente me fue entregado al pie mismo de aquellas Peas Alpin, cercanas al refugio de San Bernardo que haban sido nuestra particular y primera escuela de escalada; aquellas mismas rocas que inspiraran aos despus un pequeo cuento de montaa de marcado tinte moral, al que titul Pesadilla. Miembros del G.E.M. Oswaldo Fernndez, Miguel Verd, Antonio Riquelme y otro montaero. Pillados 53 Resulta evidente, que la actividad principal que se practicaba era el excursionismo y a lo sumo lo que se consideraba como una seccin del excursionismo: el montaismo (an hoy se sigue considerando as), pues se sola enarbolar una teora muy extndida que ms o menos viene a decir que el montaismo acaba, cuando acaba la montaa, mientras que el excursionismo rebasa la montaa en sus facetas deportivas y culturales, en el llano, en la playa, en el valle, la arqueologa, los fsiles, las flores y las plantas y trasciende hasta mltiples campos de la sociedad O sea, que el que practicaba el montaismo estaba muy limitado al plano tcnico y a la mera fuerza bruta, carente de sensibilidad o cualquier inters por todo lo dems. Puede imaginarse el lector lo que se pensara de la escalada, pues aplicando la misma vara de medir, sta todava es mucho ms limitada al restringirse a las zonas rocosas de la montaa. Eran las consecuencias lgicas de ser minora. Naturalmente no todos pensbamos as, es ms, considerbamos que el montaero y el escalador podan tener las mismas inquietudes culturales, etc. que los excursionistas y adems el plus aadido de continuar hasta la cumbre a pesar de las dificultades, pero en realidad nosotros lo que no tenamos era tiempo para divagar sobre todas esas cuestiones, ocupados como estbamos en cosas ms propias de nuestra tierna juventud. Durante aquellos aos estuvimos actuando de manera independiente tres fuerzas generacionales del montaismo local, adems de la oficial que ostentaba la directiva del C.E.E.; al menos as me gusta imaginarlo. Tres escalones de una misma generacin, diferenciados por edad, y sin embargo todos jvenes, que de alguna manera, disentamos del orden excursionista establecido mientras compartamos un mismo espacio fsico. De una parte estaba Jos Navarro, quien desde su dimisin como vocal de la seccin de escalada practicaba por su cuenta, integrado en la seccin valenciana de la E.N.A.M. y escalaba junto a Elios Pay del centro excursionista de la vecina ciudad de Petrel y otros escaladores de la provincia como el ilicitano Juan Montesinos. Ms jvenes en este escalafn generacional que quiero representar, el grupo de Miralles, Verd, etc., o sea el G.E.M, haban tomado el relevo de Pipona dentro del centro excursionista, aunque enfocado ms ampliamente a diversas tcnicas, como la orientacin por montaa adems de la escalada y la alta montaa. Podra decirse que mientras que el Centro se consideraba dentro de la ms pura doctrina del excursionismo y Pipona en la ms pura doctrina de la escalada, el grupo del G.E.M. estaba en medio de ambos postulados deportivos. * Las Peas Alpin Lo que posiblemente ignoraban unos y otros, era que dentro de la sociedad y durante el mismo periodo de tiempo (1963-1965), un grupo de chicos muy jvenes, ms o menos esa tercera generacin en mi particular teora expuesta, estbamos recorriendo el camino del excursionismo y del montaismo que ya, por alguna razn sentamos pequeo. Mejorbamos tcnicamente en otras facetas de la montaa y tenamos tambin Mi primera expedicin 54 un humilde historial como escaladores secretos, ya que nadie supo de nuestras aventuras hasta aquel da del verano de 1966 en el que, el bueno de Juan Verd, a la postre vocal del refugio de San Bernardo y su compaero Alfonso Navarro, nos pillaron por sorpresa en las mismas Peas Alpin con las cuerdas de camo que habiendo sido retiradas por la seccin de espeleologa, tenan como nico, ltimo y triste cometido, el de sacar agua del aljibe. Incesante actividad de la juventud montaera: cumbre del Moncabrer. Andrs Jurado, Jos Juan Cataln, Pedro Puche, Blasco y el autor. Acampada en la Pea Bad. Rafael Montero, Jos Romero Barbellido, el autor y Ricardo Vicedo. Llambamos a nuestro grupo Pea Alpin. (1965). Todas las semanas solamos estar por all un nutrido grupo de jvenes amigos de la montaa. Los que ms bamos ramos Jos Juan Cataln, Primitivo Moya, los hermanos Alberto y Arnaldo Beltrn, Rafael Montero, Paquito Moya y el que suscribe. Primitivo y yo ramos fijos. Haca casi un ao que estbamos bajo la tutela de Juan Verd, exactamente desde aquel da en el que vino a casa a cobrar la cuota mensual del Centro (antes no se domiciliaba en bancos y l era el cobrador) y le dijo a mi padre que Primitivo y yo, salamos solos a la montaa por nuestra cuenta, lo cual, debido a Pillados 55 nuestra edad, (14 y 15 aos) era muy peligroso. Mi padre y el de Primitivo eran amigos, as que el padre de mi amigo, no tard en saberlo. A Juan, debi darle pena el rapapolvo que nuestros padres nos dieron, y sintiendo que poda truncar nuestra aficin, volvi a casa das despus y se ofreci a llevarnos l a la montaa cada semana. El vicio por trepar nos vena desde antes de aqul chivatazo. Exactamente la primera fotografa que conservo de escaramuzas con la roca, est fechada en la sierra de Cabreras en 1963, pero por suerte para nosotros, los detalles de aquellas excursiones slo los sabamos nosotros, as que quedaron afortunadamente olvidadas y nunca llegaron a conocerse. Mi primera fotografa de escalada. Chimenea bajo la cumbre de Cabreras. (1963). Junto a los nuevos compaeros que cuadruplicaban nuestras edades continuamos saliendo a la montaa y as tuvimos en Juan Verd y Alfonso Navarro a nuestros primeros maestros. Casi siempre finalizbamos las excursiones en el refugio de San Bernardo, o bien, la salida era exclusiva all, donde colaborbamos en las tareas que hicieran falta, pero una vez prestada la ayuda, desaparecamos de su control habiendo sustrado una de las viejas cuerdas de camo, que siendo ya poco fiables para los Mi primera expedicin 56 espelelogos, se haban destinado al refugio para menesteres exclusivamente domsticos. Desarrollamos, tambin en secreto, material que a nuestro entender, por lo ledo en libros y revistas de montaa, serva para la seguridad de la cordada. Artilugios que para no llamar su atencin, ocultbamos en el fondo de nuestras mochilas. Refugio San Bernardo en la rambla de Nadalets de donde salamos a escondidas a escalar. Aqul da faltaba la mitad del grupo de chicos que solamos estar por all practicando, sin que nuestros maestros sospechasen nada. Estbamos en las Peas Alpin, as llamadas por nosotros, escalando a nuestras anchas como en ocasiones anteriores. Me acompaaban Jos Juan Cataln (Botella) y Arnaldo Beltrn cuando nos pillaron estando en plena faena. Recuerdo que esperaron a que bajsemos sin decirnos nada, para evitar que nos pusiramos ms nerviosos de lo que ya nos pusimos al verlos aparecer, y nos hicieron regresar al refugio con slo una frase: -Delante de m, y que yo os vea en todo momento! Aqul creo que fue el retorno ms silencioso que jams he tenido despus de una escalada, y as lo apunt en mi diario, fechado el 24 de Julio de 1966. El calor era espantoso, y el sofocn agobiante; o al revs. De vuelta en el refugio, nos hicieron todos los cargos de rigor y lo peor fue cuando dijeron que deban informar a la directiva del Centro y abrirnos un expediente disciplinario, como as fue, pues tan slo unos das despus el presidente del Centro Excursionista Eldense, Daniel Esteve, nos reciba en el pequeo despacho que haca las veces de almacn, biblioteca y oficina, situado en el fondo del local de la calle Menn Pillados 57 dez Pelayo. No hace falta que diga el susto que tenamos en el cuerpo, esperando lo peor: una expulsin o vete a saber que se le habra ocurrido al Presi. Don Daniel, despus de hacernos ver nuestra imprudencia, que nosotros reconocamos con constantes afirmaciones de la cabeza y resignado rostro, sonri slo levemente y ante nuestra sorpresa, nos puso como penitencia aprender a escalar si nuestros padres daban la autorizacin, y la solemne promesa por nuestra parte de no volver a escalar nunca con material que no estuviese en condiciones. Obtenida la autorizacin paterna les pidi a algunos miembros del G.E.M. que andaban en aquellos meses con la idea de volver a reorganizar el grupo (cosa que ya no ocurrira con aquella generacin de muchachos), que nos dieran unas clases de escalada como preparacin para el curso, lo que hicieron en la sierra del Caballo el 25 de Septiembre junto al resto de chavales, y en el otoo de aquel mismo ao los tres fuimos subvencionados para asistir a los cursos de escalada en roca de la E.N.A.M, donde Jos Navarro, Pipona y Elios Pay ya eran monitores. Los cursos tuvieron lugar los fines de semana desde el 22 de Octubre al 13 de Noviembre en la montaa de Foncalent de Alicante, el barranco del Buho en Crevillente, las peas del Marn en Elda y el barranco del Pou Clar en Onteniente sucesivamente. Durante los cursillos de escalada: Prestando atencin a la charla terica y realizando prcticas de escalada artificial, ante la atenta mirada de Elios Pay en las peas del Marn. 1966 Qu tiempos! La directiva del centro haba encargado a Faustino, el taxista de la estacin de La Noveldense que entonces estaba frente a la churrera Albacete, que nos llevase los sbados a las sedes sociales de las distintas ciudades y nos recogiese los domingos en los lugares previamente concertados, al trmino de las jornadas de prctica. Aquello era un lujo! Y el cachondeo con el resto de chicos de otras ciudades, ni lo cuento. Lo ms difcil de todo haba sido conseguir la autorizacin de nuestros padres para escalar, sobre todo porque todava no haca un ao que Salvador Carrasco, un joven montaero del Centro, haba muerto a causa de un accidente en la sierra del Bernia (5 de Diciembre de 1965), de manera que tan slo un mes antes de nuestra pillada, el 5 de Mi primera expedicin 58 Junio de 1966, le habamos colocado una cruz al pie de las paredes por donde se despe, rindindole un emotivo homenaje en la misma montaa, acto que estaba muy recien- te en las mentes de todos los ciudadanos por el extraordinario seguimiento que la prensa haba hecho de tan lamentable noticia. Cruz en memoria de Salvador Carrasco en la sierra del Bernia. (1966). Aunque parezca mentira aquel ao haban pasado ms cosas: se haba estrellado un avin estadounidense en Palomares cargado con cuatro bombas H, creando alarma en el pueblo almeriense a la vez que, El Lute se escapaba de la guardia civil, que luego volvera a detenerlo. Rusos y americanos pugnaban por pisar la Luna y varias sondas no tripuladas de uno y otro bando, como la sovitica Luna 9 y la estadounidense Surveyor 1 ya lo haban logrado. Pillados 59 El Real Madrid sumaba su sexta copa de Europa, mientras Mao Zedong consegua imponer sus ideas plasmadas en su libro rojo para iniciar la revolucin china. En cuanto a Elda, las elecciones sindicales celebradas aquel ao afectaban a un total de 2.544 empresas y 17.183 trabajadores a la par que, el Centro Excursionista inauguraba las piscinas del Peter Rives y Daniel Esteve, nuestro presidente, reciba la medalla de bronce de la Federacin Espaola de Montaismo. Compaginar amor y montaa no es fcil a los 16 aos. El movimiento hippie estaba en todo su apogeo y la minifalda causaba furor cuando yo, me ech novia nada ms acabar el curso de escalada. Ambas cosas ya eran de por s, motivo ms que suficiente para que considerase aquel ao como Un gran reserva en mi corta existencia. La cosecha de mi vida! A finales del mismo, Walt Disney mora en California y con l mi infancia. Ya era escalador y tena novia. Viva la juventud! *** Mi primera expedicin 60 Estupenda fotografa de los inicios de la escalada en el valle. Jos Navarro Pipona abriendo la va Capica en las Peas del Marn. Confusiones posteriores identificaron el nombre de esta va con otra ruta mucho ms fcil situada ms a la derecha, y aos despus la desinformacin hizo que sta figure ahora en las guas de montaa como va Dalia y se atribuya su apertura a otro escalador. La falta de cultura montaera y de respeto por la historia y los primeros escaladores ha originado muchsimos casos como este en nuestra comarca. En primer plano le asegura Elios Pay. No se identifica claramente al otro asegurador que pudiera ser Jos Herrero. El que est mirando en la parte izquierda de la fotografa es Jos Blanes, otro buen escalador de la poca y miembro del primer Grupo Eldense de Montaa. El G.E.C.E. 61 Captulo 4 El G.E.C.E. Elijo escalar Elios y Pipona Los Pirineos El grupo de escalada Mi primera expedicin 62 Recio olor de la cuerda. Sonido timbal de clavija. Avanza el montaero, entre margas y calizas. Atrs qued la ciudad, sumida en suave nebulosa. Solo existe soledad, compaera, horrible pero hermosa. Y en este bello marco, de silencio y tranquilidad, dos corazones unidos, luchan por triunfar. Ya en la cumbre victoriosos, se abrazan sin hablar. No sirven las palabras. Son Camaradas de verdad (Pobretrasto) El G.E.C.E. 63 IV Elijo escalar Desde el curso de escalada que supuso para nosotros el inicio oficial como escaladores, el G.E.M. no volvi a reorganizarse. A Jos Juan Cataln, uno de los pilla- dos, no le dieron apto para la escalada presumiblemente por padecer vrtigo, y el resto de amigos, que ms o menos espordicamente venan a escalar, se haban apartado de nosotros desde antes del cursillo, a causa de las vacaciones y del mal momento elegido para pedir la autorizacin a sus padres, as que a principios de 1.967 me qued solo junto a Arnaldo Beltrn. De repente nos habamos convertido en los nicos supervivientes de aquella secreta Pea Alpin, que pegaba fotografas de escalada en las paredes de la caseta de bao que tenamos alquilada, y que costebamos a medias en el balneario el Lido, la piscina pblica de la ciudad, regentada entonces por el Centro Excursionista. Solos, pero ni mucho menos desanimados (al menos eso pensaba yo), comenzamos a realizar escaladas por los alrededores de la poblacin, pero aquello tambin acab pronto. Antes de finalizar 1967 me haba quedado sin el Lido por demolicin, y sin Arnaldo por falta de aficin. Realmente siempre haba notado en l que escalaba con valor, pero sin una clara determinacin. Poco a poco Arnaldo fue volviendo a los concursos de cumbres, que estaban en alza en aquellos momentos, dotados con trofeos y premios, que son al fin y a la postre la recompensa del deportista. Yo no pensaba as. Seguramente aquellas lecturas de los caballeros del alpinismo romntico me influyeron como al hidalgo manchego y al igual que Don Quijote, tambin yo, aspiraba a mayores nsulas que un trozo de metal o un pergamino. Quiz fue fcil pensar as porque no qued solo del todo, estaba Rafael Montero, Rafaelillo, ami Mi primera expedicin 64 go desde la infancia y vecino del barrio Virgen de la Cabeza, donde juntos nos habamos criado compartiendo guateques, peleas, juegos y tambin alguna que otra escaramuza con la roca de aquellas escapadas prohibidas a la montaa, donde l, demostraba gran soltura y seguridad en cabeza de la cordada, dando instrucciones con voz apresurada y casi ininteligible, merced al gracioso acento que delataba su origen andaluz. Ocurra que las mismas razones de trabajo como vendedor ambulante que le haban impedido participar en los cursos de escalada, le imposibilitaban disponer de todos los domingos libres para irnos a escalar, as que, cuando miro las hojas del viejo cuaderno de mi historial deportivo de aquel ao de 1967, veo que hay ms salidas a la montaa en plan campamentos y travesas, que jornadas dedicadas a la escalada. * Elios y Pipona Sin dejar a un lado a Rafael, con el que escalaba intermitentemente a causa de su trabajo, una maana muy temprano y antes de salir el sol, como era la costumbre montaera de entonces, me qued sentado en la churrera Albacete, lugar que serva como punto de reunin para salir a la montaa, esperando la llegada de Pipona y Elios Pay, que yo tena por seguro se producira. Jos Navarro y Elios Pay en la Cumbre de Javalambre (Teruel). El G.E.C.E. 65 Cuando entraron en la churrera, antes de que se bebieran el caf con leche, ya me haba presentado algo nervioso y apresurado, con un clsico y socorrido saludo: -Hola!, Os acordis de m del curso de escalada- Elios siempre me llamaba Manolito y realmente no s porqu, pues todos, incluidos mis amigos siempre me han llamado por el apellido. -No me voy a acordar! Manolito, con lo rebolicaor que eres- directo al grano y antes de que acabaran el caf ya les haba hecho la exposicin de mi solitaria situacin, mis aspiraciones e ilusiones y la solicitud en firme de unirme a ellos aquel mismo da. La respuesta de Pipona fue la que esperaba: -Coge tu mochila- fue lo nico que dijo soltando una risita amable. Elios ms guasn, sonriendo, no par de meterse con el tringulo de hierro que daba soporte al armazn de la desgastada loneta de mi mochila y su peligro para la escalada por chimeneas. No me poda creer lo fcil que haba resultado lograr mi propsito. Aquel da me llevaron a las peas del Marn. Qu bien! -pens- ya tena compaeros escaladores de verdad y adems con coche! Aquello ya era la pera. Generalmente las cordadas las formbamos Navarro y Elios, y Rafael y yo, pero en las ocasiones en las que fallaba alguno, escalbamos los tres restantes o bien aprovechaba que uno de ellos dos no sala ese domingo, para poder ocupar su lugar y encordarme con el otro. Aprend mucho de estos dos grandes maestros y no slo en el aspecto deportivo. Las semanas se sucedan una tras otra, sin que en ninguna de ellas faltase la escalada. Habamos iniciado actividades de mayor dificultad en las peas del Rey, de la sierra de Cabreras y comenzamos a visitar otras zonas, como la Forad, arenal de Prunas y crestera del Benicadell, adems de las vas clsicas en las Peas del Marn y en el espoln de la Sierra del Caballo. Durante mi primer intento, ingenuo y peligroso a la todava inviolada cara Norte del Cid. Fue pasando as un tiempo feliz y muy fructfero para mi historial personal. Particip en los cursos de escalada como ayudante de monitor, unas veces junto a Elios Pay y otras con Pipona cuando la escasez de monitores se produca durante las prcticas, lo cual me permiti conocer mejor a las figuras del alpinismo valenciano de la Mi primera expedicin 66 poca, aquellos: Aranda, Montesinos, Cebrian, Hctor y otros; que siendo mayores que yo en edad, no tenan inconveniente en que me uniese a su cordada. Por otro lado junto a Rafaelillo continuaba realizando escaladas y salidas a la montaa los domingos que Elios y Pipona no podan salir. Juntos abriramos algunos nuevos itinerarios de escalada por las zonas de nuestra comarca. Fueron vas de poca dificultad tcnica pero ah quedan para la historia de las primeras ascensiones a paredes hasta entonces invioladas, como el faralln central de la cumbre de Cabreras, (vas Rafael Montero y X Aniversario del C.E.E.), sta ltima junto a Arnaldo Beltrn, ya que queramos colaborar en aquella celebracin y para la cual Alberto Beltrn, al que familiarmente llambamos el ferretero haba realizado una pelcula en sper ocho; pero la parte de escalada se haba filmado en la sierra del Caballo. Tambin en las rocas de Boln, vas la Flecha, Bonanza, Herrero y Mari Eli. No me olvidar del intento a la cara norte del Cid, justo por la izquierda de donde ahora comienza la ruta clsica que aos despus abrira junto a Domingo Botella, slo que entonces, nos empeamos en trazar una lnea recta por la descompuesta pared y nos tuvimos que retirar con gran susto en el cuerpo. Esta dualidad de actividades, con y sin Pipona, vena dada por la negacin de ste a volver a pertenecer al Centro; oposicin que siempre mantuvo a ultranza Jos Navarro. Pese a mis continuas insistencias para tirar pelillos a la mar y volver a organizar la seccin de escalada nunca tuve xito, con lo cual se mantuvo aquella situacin extraa de un grupo de escaladores que pertenecamos a tres entidades distintas: E.N.A.M., Centro Excursionista de Petrel y Centro Excursionista Eldense, de tal manera que para Rafael y para m; pero sobre todo para m, se quedaba hurfana de contenido una de las motivaciones del alpinismo tradicional, como era la entrega de los esfuerzos y logros deportivos a una causa ms elevada que el mero ego personal. Quiz fueran aquellos libros, que cual manchego hidalgo, tambin consum casi de manera enfermiza, o quiz simplemente la poca que me toc vivir, donde todava las expediciones eran organizadas bajo los auspicios de las naciones soberanas, generalmente al mando de reconocidos militares y bajo el smbolo de la bandera patria. Hoy sera oo y ridculo pensar de aquella manera, cuando tanto ha cambiado el alpinismo y la propia sociedad en general, pero yo no puedo evitar seguir pensando ms o menos igual que entonces y prefiero ofrecer la realizacin de un esfuerzo personal a la colectividad, antes que hacerlo por el nico y exclusivo orgullo propio. Slo un matiz: que el sentimiento ha de ser en todo momento sincero. Difcil, lo s, pero tambin s que es posible sentirlo as. * Los Pirineos En estas luchas internas me encontraba, a la par que con ilusin, preparaba mi primera salida a los Alpes junto a Elios y Pipona. Haba iniciado un plan de preparacin fsica adicional a las salidas especiales de fin de semana, con lo cual mi tiempo libre en aquellas fechas era ms bien escaso. Finalmente la proyectada excursin a los Alpes se El G.E.C.E. 67 cancel y me encontr solo. Por suerte la fortuna volvi a sonrerme pues haba sido subvencionado por el centro, como premio a la constancia montaera de aquel ao, para un viaje al Pirineo en el autocar fletado por un grupo de socios que durante el mes de Julio viajara por diversos lugares de aquellas montaas que yo, ya conoca del verano anterior. Aquel viaje, por lo ocurrido en l, result decisivo para la creacin del futuro grupo de escalada. Con el viaje pagado, mi vieja mochila y 715 pesetas me lanc a la que sera una solitaria y aleccionadora aventura. El autocar iba completo de socios cuyo principal objetivo era el de pasar unas agradables vacaciones, mayoritariamente en plan familiar. Por suerte tambin iban en el autocar varios amigos de la montaa y con ellos sub hasta el refugio de Griz, pero una vez all, tras la ascensin al Monte Perdido y al Cilindro de Marbor, me volv a quedar solo al verse afectados dos de ellos por el mal de altura. Escal la Torre de Griz en compaa de unos catalanes que resultaron ser unos verdaderos paquetes, y an sobreviv dos das ms comiendo de caliente en el refugio, gracias a las latas de conservas que los compaeros al bajarse me haban dejado, y que yo aprovech para vender en las escaleras del refugio a escondidas del guarda, que por aquellos tiempos era el valenciano Toni Mart. Haba coronado tambin el Casco de Marbor, pero no hubo tiempo para ms, pues un viajero subi al refugio con el mensaje del grupo del autocar que haba decidido partir hacia otro lugar. Regres del Pirineo con el firme convencimiento de haber desaprovechado un verano alejado de la novia, para obtener la escasa renta de tres cumbres y una escalada. Aquello result decisivo. Estaba convencido que de haber realizado la excursin junto a un grupo de gente, ms preparada en lo fsico, pero sobre todo psicolgica y tcnicamente, se hubieran alcanzado muchas ms cumbres y realizado tambin otras escaladas. Postal de los aos 60 del refugio de Goriz de donde volv casi desnudo econmica y deportivamente. La caricatura muestra a Toni Mart, ilustre alpinista valenciano que en aquellos tiempos era el guarda del citado refugio y que posteriormente hasta ao muy reciente a regentado el refugio del Respomuso en Piedrahita. Mi primera expedicin 68 En mi segundo viaje a los Pirineos, descubr que la montaa en solitario no era para m, a pesar de la satisfaccin por lo realizado. * El G.E.C.E. 69 El grupo de escalada Apenas volv, comenzamos a intentar reclutar gente para el proyectado grupo de escalada, pero pens que no lo lograramos; y eso, que Rafaelillo y yo habamos elaborado una estrategia literalmente escandalosa que consista en entrar y salir de vez en cuando al saln social, haciendo tintinear clavijas y mosquetones con el nico propsito de llamar la atencin de los chicos y contestar a las preguntas, que generalmente solan hacernos, pero que luego no se traducan en un decidido inters por entrar en el equipo. Habamos perdido las esperanzas, cuando de repente comenzaron a aparecer los primeros. Fue en el caluroso mes de Agosto. Habamos tenido una reunin en la sede del centro, en la que, adems de nosotros dos, asistan Jos Miguel Rico, que fue el primero que se entusiasm con la idea, Jos Antonio Girons, compaero de mi oficina, Francis- co Moya, vecino del barrio, y Ricardo Vicedo, inseparable compaero de la infancia del que siempre haba dicho que tena mucha aficin, pero que no lo demostraba. Con un mnimo de seis miembros decidimos que ya era suficiente para fundar el grupo y acordamos que en la primera salida prevista para el prximo domingo, celebraramos la reunin constitucional donde aprobar unos reglamentos, un calendario de actividades y un emblema para la futura seccin de escalada del Centro Excursionista Eldense. El G.E.C.E. en Cabreras. De pie: Juan Snchez Sanz, Antonio Martnez Idaez (Mere) y Jos Miguel Rico (Andurria). Sentados: Ricardo Vicedo Gonzlez, Rafael Montero (Rafaelillo) y el autor. Diciembre de 1968. Aos despus y para el Boletn Pro-Expediciones del G.E.C.E. escrib una serie de pequeos artculos sobre la creacin del grupo, que pensbamos publicar a modo de fascculos en la pgina central bajo el ttulo As Nacimos y del que nicamente lleg a publicarse el nmero uno fechado en Marzo de 1.973. En aqul primer captulo se narraban los antecedentes hasta aquel da fundacional y finalizaba con la reunin en la sierra de Cabreras y la lectura del inventario del material de escalada que fue el siguien- te: Mi primera expedicin 70 2 Cuerdas de 60 metros y 3 de 30 metros 2 mazos de escalada 3 estribos 26 clavijas nacionales 3 tacos de madera 24 mosquetones nacionales El dato curioso a destacar de la lista, es la indicacin de la procedencia nacional de las clavijas y mosquetones, para diferenciarlas de otras nacionalidades, pues por aquel entonces, ya conocamos material francs e italiano de las marcas punteras Charlet Moser y Cassin, del que carecamos por ser muy caro, y por ello se especificaba, haciendo constar igualmente que: parte de este material, pertenece a particulares y varias clavijas y mosquetones se encuentran en mal estado. El fascculo nmero dos con la continuacin de los detalles de aquella maana y que nunca lleg a publicarse, lo reproduzco aqu como exponente del sentimiento de aquella poca: NACIMIENTO DEL G.E.C.E. Captulo II Como ya habamos acordado el jueves anterior, el grueso del grupo sali a las diez de la noche del sbado en direccin a la poblacin de Sax para desde all tomar el camino que nos llevara al pie mismo de Cabreras, lugar que sera cuna de nuestro grupo. No eran todava las cinco y media de la madrugada, cuando Ricardo y Maestre, que por causas particulares no pudimos salir antes, llegbamos a la cueva que serva de vivaque a los otros cuatro compaeros, que todava dorman junto al rescoldo de un fuego casi extinguido. -Mira!, todava duermen- me dijo en voz baja Ricardo. -Pues vamos a despertarlos que ya es de da. -Se van a enfadar, Maestre. -Si se enfadan que se enfaden. Ya amanece. Efectivamente la claridad de la luz comenzaba a hacerse patente, pero no hubo necesidad de llamarles, ya que los bellos durmientes haban escuchado parte de la conversacin de los recin llegados. Nos dieron la bienvenida lanzando innumerables frases de agradecimiento por despertarles con las primeras luces del alba. Yo todava les increp ms: -Arriba gandules!, que el sol ya viene. Absolutamente todos se levantaron a regaadientes y nos sentamos junto a las brasas del fuego que alguien haba reanimado para calentar el caf. Tomamos el engaa-tripas mientras Rafael se encargaba de enderezar clavijas y preparar las cuerdas y como todava haca fresco nos sentamos para dar lectura a los estatutos que haban sido elaborados tras consultas con unos y otros. Se discutieron y se aclararon algunos puntos y por fin los estatutos estuvieron aprobados. Saqu del bolsillo de mi mochila, varios emblemas dibujados por Jos Miguel y se los mostr a todos. De nuevo se discuti sobre cul de ellos sera el acertado y finalmente se eligi. Tambin se hizo constar el inventario del El G.E.C.E. 71 material de escalada con el que se contaba en aquel momento. (Detallado aqu anteriormente), y del que tom posesin el grupo en aquel instante. El emblema, representa en el interior de un modelo circular de la bandera espaola, atravesado verticalmente por un piolet, un paisaje de alta montaa inaccesible como fondo, y en primer trmino una clavija clavada sobre la roca, engarzada por un mosquetn, que a su vez, asegura una cuerda de escalada. En cuanto a los estatutos, se imprimieron a multicopista a finales de ao bajo el ttulo de Reglamento de Rgimen Interior del G.E.C.E. y contiene adems una serie de apndices como Relacin de signos convencionales para la realizacin de fichas tcnicas de escalada y un Diccionario de Palabras tcnicas para la elaboracin de las fichas de escalada , necesario a todas luces debido a la falta total de experiencia. Se completa aquella entraable edicin con un resumen a modo de introduccin sobre el Nacimiento del G.E.C.E. citando como fecha fundacional la de aquel jueves 11 de Agosto de 1968 y como iniciadores a todos los que sobrevivieron desde aquel da hasta el 31 de Diciembre del mismo ao: Juan Manuel Maestre Carbonell Rafael Montero Fernndez Jos Miguel Rico Snchez Ricardo Vicedo Gonzlez Juan Snchez Sanz Antonio Martnez Idaez El orden, es el de ingreso y se observa claramente en la relacin que han desaparecido los nombres de Paquito Moya y de Jos Antonio Girons, ya que permanecie- ron escasamente un par de semanas y por el contrario se advierte la presencia de Juan Snchez y de Antonio Martnez (Mere), quienes se incorporaron al grupo poco despus de aquella primera salida. El Reglamento se compona de un total de 11 artculos que regulaban el ingreso, las bajas, expulsiones, actividades, cargos representativos del grupo, premios y galardones. Finaliza la edicin con el himno del G.E.C.E.: Grupo eldense de escalada, compaeros sin igual. Todos llevan en sus pechos, la esperanza de triunfar. Nuestro emblema es alegra, nuestro lema es amistad. Nuestras ansias son llegar, donde nadie fue jams. Con alegra marchar, por mil caminos sin fin. Con tesn he de subir, y a la cumbre he de llegar. No tememos a la muerte, compaera nuestra es. Si escalando Dios me llama, con alegra me ir, y mientras me quede un suspiro, esta cancin cantar. Estribillo. Mi primera expedicin 72 Se nota la influencia lingstica del rgimen nacional de aquellos aos, donde la Falange Espaola marcaba las pautas de comportamiento, dirigiendo las aspiraciones de toda la juventud, merced al aparato propagandstico que impregnaba toda la vida social y poltica de aquel periodo de Espaa. Creo que era lo nico en lo que todava nos influa a los jvenes de aquella dcada, pues, si las formas de expresin se parecan como dos gotas de agua, la realidad es que era creciente el ambiente de rebelda que se comenzaba a respirar entre la juventud, siendo muy frecuente que en nuestros fuegos de campamento se entonasen canciones de corte revolucionario; eso s, sin mencionar jams, ni a Franco, ni a ninguno de sus aparatos militares o polticos. Fidel Castro estaba de moda y tambin el Ch Guevara. Se comenzaba igualmente a criticar al rgimen intervencionista americano. De cualquier manera, tampoco es que todo aquello nos influyese demasiado. Acostumbrbamos a resaltar la gran diferencia que exista entre un montaero y un falangista o Boy Scout, que para nosotros venan a ser lo mismo, al regirse ambos mediante mandos de corte militar. S, ya sabamos que no eran lo mismo, pero admirbamos por encima de todo la bohemia del montaero, ms acorde con el movimiento hippie, tan de moda aquellos aos. El estilo narrativo contiene todas aquellas influencias, como vemos en la continuacin del relato de las actividades de aquel da, que sera el primero de nuestra pequea historia como grupo: A las seis y media, todo hablado y solucionado, pusimos de nuevo en marcha nuestras mquinas de andar camino de la pared. Tan slo un recorrido de unos quinientos o seiscientos metros nos separan del espoln que desde las cercanas de la cueva habamos fijado como puerta de nuestro (esperemos que largo) caminar por los senderos de la escalada. Este espoln desde abajo y por su cara Este parece muy fcil, por lo que decidimos que lo escalase como primero de la cordada Girons, ya que, a pesar de haber practicado poco, tiene gran soltura y mucha decisin. Se superan los tres primeros metros en tcnica bavaresa para despus trepar unos diez metros ms hasta colocarnos en un rellano donde se comienza a clavar. Se supera un ligero desplome para girar hacia la derecha unos dos metros ms arriba colocndose bajo un pequeo techo que se salva por el lado izquierdo, para ascender despus en lnea recta hasta alcanzar una cornisa inclinada, desvindose hacia la derecha en un paso bastante arriesgado para alcanzar un nuevo rellano, que nos sirve de reunin. La verdad, es que la pared no es ni mucho menos tan fcil como aparenta a simple vista, lo cual nos da muestra del valor de nuestro compaero. Tras l, subieron por este orden: Jos Miguel, que efectu los pasos con la facilidad que le permiten sus prcticas del pasado domingo en las Peas del Marn. Le sigue Ricardo que supera tambin los pasos de escalada sin nerviosismo, a pesar de que sus botas no sirven para la escalada lo cual le hace resbalar con mucha frecuencia. Rafaelillo est ya ducho en esta clase de escalada en libre y supera con mucha facilidad toda la pared. Paquito no se decide a dar los primeros pasos y al final lo hace, pero con un nerviosismo peligroso que consigue controlar al llegar a la reunin. Aquel temblequeo de las piernas le llamaramos poco despus coger la moto, trmino que qued acuado en el lxico de los escaladores eldenses desde aquellos El G.E.C.E. 73 tiempos y que ahora todava se usa como tener la moto, hacer la moto o simplemente la moto. Si mi memoria no me falla, yo dira que aquello se debi a la genialidad y la gracia innatas de Wili (Anastasio Higueruela), un nuevo e importante miembro del grupo que se incorporara a primeros del siguiente ao. El turno de sacamuelas me toc a m y pude extraer todas las clavijas que con tanto ahnco haba introducido el primero de la cordada. Al llegar a la reunin continu la ascensin en cabeza y en lnea recta hasta colocarme bajo un resalte que supero por el lado izquierdo para retomar nuevamente la lnea por una pequea canal hasta la cima del espoln. Llegamos todos a la cumbre con una gran alegra por nuestra primera victoria como grupo. Rafaelillo nada ms llegar a la diminuta cresta comienza a enderezar a golpes de martillo las retorcidas clavijas, como encargado del material que era. Las felicitaciones se reparten entre todos. Jos Miguel, el ms inquieto de todos pregunt: -No esta mal la va, No te parece -S, le contest. -Qu graduacin de dificultad le damos -Pues un Tercero. -Tan poco!-repuso con sorpresa. Y aadi- Entonces Qu ser un sexto grado -Un sexto grado es, el camino que nos queda por recorrer! Si me qued tan tranquilo al decirlo, seguramente fue porque entonces no poda imaginar cuanto de verdad hubo en aquella frase. Decidimos poner a este espoln Aguja del diente y a la ruta escalada con el nombre de va Primognita, por ser la primera actividad de nuestro recin fundado grupo. El descenso lo realizamos montando un rappel por la pared ms corta y en la cima dejamos un pequeo talonario con los nombres de los componentes de aquella primera cordada. El regreso hasta Elda a pie, y la moral por las nubes. Tenamos reflejado en los rostros esa sensacin de estar haciendo algo importante, al menos eso cre ver en mis compaeros, y as recuerdo que me senta yo en aquellos instantes; caminando hacia el atardecer con el sol encorvado sobre el horizonte baando apenas con su dbil luz nuestras cargadas mochilas. De aquellos captulos escritos que he guardado durante tantos aos y que como dije pretendan ser una especie de fascculos centrales del malogrado boletn Pro-Expediciones, resumo como lo ms esencial de la historia de aquellos primeros meses, la alegra de las primeras reuniones y las bromas por cualquier cosa acontecida durante nuestras escaladas. La primera directiva se compuso con Rafaelillo como jefe de material, como ya dije, Jos Miguel, por ser el que mejor dibujaba se encarg de la confeccin de los croquis y mapas. De fotografa se encarg Paquito Moya, a todas luces el ms entendido de todos nosotros ya que no en vano, su hermana y su padre eran excelentes y acreditados fotgrafos locales. Del tema econmico se nombr a Ricardo Vicedo, cuya principal y enconada labor, consisti en cobrarnos semanalmente las veinticinco pesetas de cuota extraordinaria (0,15 cntimos de euro) que voluntariamente aportbamos, ade Mi primera expedicin 74 ms de la cuota por ser socios del Centro Excursionista, tarea nada fcil; y yo, me convert en el vocal de seccin ms joven del centro y jefe del flamante G.E.C.E. La directiva del C.E.E. hizo constar en acta la creacin de la nueva seccin de escalada, y su denominacin como Grupo de Escalada con fecha 9 de Octubre, casi dos meses despus de la verdadera fecha. El retraso quiz fuese debido a la poca estival, o puede que los directivos no estuviesen totalmente convencidos de nuestra continuidad y decidieran darse un pequeo periodo de tiempo para conocer mejor la naturaleza de nuestros propsitos y sobre todo la solidez de nuestro ilusionado proyecto. Era evidente que a tenor de lo acontecido con las anteriores experiencias (Pipona y GEM) y su corta duracin, pudo existir entre ellos una cierta desconfianza y expectacin. En la cima de la Aguja del Diente, tambin llamado Espoln del Nio a causa de un beln que se coloc. Andurria, Rafaelillo, Paquito, Girons y el autor. Tampoco la prensa local (lase Valle de Elda), se hizo eco hasta aquel mismo mes de octubre de la noticia, y fue mediante una escueta nota titulada: Otra novedad del Centro Excursionista ; o sea, que realmente la escalada en Elda nunca haba sido noticia y por ello fue una novedad y con toda seguridad a nadie le importaba este deporte ni lo ms mnimo, porque efectivamente para las mentalidades de la poca slo exista el Balompi y el Balonmano, en trminos generales y mayoritariamente hablando como suele decirse, (ojo que hoy todava seguimos igual) y la verdad es que a m personalmente aquello me afectaba para bien y para mal; me explico: para mal, porque me senta discriminado socialmente. He sido siempre un ciudadano deportista de segunda categora para recibir apoyos econmicos, que sin embargo contribuye al mantenimiento del sistema como los ciudadanos de primera en el pago de impuestos. Tard mucho en entender que polticos tan simples, tienden a actuar con simpleza tirando a burdo, (y vale para todos los partidos) persiguiendo el solo objetivo del voto, y como siguen pensando que a la montaa van slo cuatro chalados y no tiene espectadores pues eso. El G.E.C.E. 75 Claro que, como no hay mal que por bien no venga, lo positivo de aquella situacin siempre ha sido la capacidad de lucha contra la adversidad y la dificultad, males exteriores que le llegan a uno sin quererlo y sin proponrselo, pero que, bien encauzados te ayudan a conseguir autosuficiencia con un toque de rebelda y el firme convencimiento de que la superacin es posible. Seguro que muchos espaoles se sentirn identificados. En lo deportivo, recuerdo que nuestras escaladas tenan lugar por aquellos das incluso en las tardes a mitad de semana y a veces a diario. Para nosotros todo era nuevo. Todo resultaba excitante y apetecible. Era evidente que comenzbamos a tener mayor confianza en nosotros mismos, fruto de las continuas escaladas donde no faltaban nuevas experiencias, como vivaquear en la cima del espoln de la Cruz despus de escalar a oscuras o pasar la noche sin saco de dormir en mitad de una pared, ya sea en las Peas del Marn o de la sierra de Cabreras y como siempre, Ricardo Vicedo sola llegar de madrugada despus del baile al que tampoco nunca fallaba. Nos habamos puesto en marcha y ya no estaramos solos nunca ms. Cruz de hierro en la Pea del Corb, colocada el 20 de Mayo de 1968 en memoria de Pascual Navarro Brotns, (a la derecha) hermano de Pipona. Durante aquellos primeros aos fueron cordada. 1968 finalizara con la aprobacin con fecha 16 de Noviembre, por parte de la Federacin Valenciana de Montaismo de nuestro grupo de escalada, demostrando una vez ms la lentitud de la burocracia. En el mes de Abril haba fallecido el montaero y escalador eldense Pascual Navarro, hermano de Pipona y un mes despus un espoln rocoso situado en la sierra del Caballo, conocido como Penya del Corb (Pea del Cuervo) pas a ser llamado, sin que nos lo hubiramos propuesto, como Espoln de la Cruz a causa del smbolo de hierros colocado en su cima, en honor del malogrado montaero. En lo ms lejano e internacional, Guinea Ecuatorial consegua su independencia y tambin naci la Repblica Popular del Congo. Nos solidarizamos con la Primavera de Praga y una obra faranica (nunca mejor dicho) asombr al mundo, con el traslado pieza a pieza de los templos de Ab Simbel en el Alto Nilo de Egipto, para volver a reconstruirlos unos metros ms arriba y salvar a tan venerables piedras de quedar sumergidas bajo las aguas de la presa de Assuan, poco despus tambin llamado lago Naser. Mi primera expedicin 76 Y en lo patrio, el Prncipe Felipe que haba nacido a primeros de aquel ao (301-68) pronto apagara las primeras velas de cumpleaos. Pero de verdad, de verdad lo que ms satisfaccin nos dio a los espaoles fue, poder ver en el blanco y negro de la nica televisin espaola, la victoria de Massiel en el XII Festival de Eurovisin celebrado en Londres, con la cancin La,la,la. Mi chica comenzaba a acompaarme a la montaa e incluso haca sus pinitos con la roca. Qu simple es la felicidad! * Las chicas de nuestra generacin, se incorporaron tambin al montaismo deportivo. Fuego de Campamento en la sierra de Cabreras. Consolidar la escalada 77 Captulo 5 Consolidar la escalada 30 de Abril de 1969. Apertura del techo, de la va Daniel Esteve. La primera vez que se utilizaron clavijas tipo golo en nuestra zona. Ao de ilusin y desencanto La va Daniel Esteve Mi primera expedicin 78 Desnuda el Sol a la Luna. Descorre el negro velo de la noche, y despus en el horizonte, su redonda silueta ardiente, Camina! Se eleva al infinito calentando a su paso, la frondosa majestuosidad de mis paisajes. Llenndolo todo de vida, despierta el conejo y llama a la liebre, y la perdiz pasea a sus pichones. Corre el gusano cuando ve que su enemigo se acerca. Y la hormiga Pobrecita la hormiga. Seguro que no ha descansado. El gorrin tambin despierta y con el alboroto hace que el bho se retire. Cada cual a su hora! pensar- y mientras esto ocurre, el sigue y sigue ascendiendo, dando a cada paso su color. Verde al pino, gris al monte, ocre a las paredes, azul al ro y al cielo Sus colores a las flores Y a m A m, la ilusin de salir al monte. (Moneo) Consolidar la escalada 79 V Ao de ilusin y desencanto 1969 no fue un ao sencillo, pero s activo!, aleccionador!, demostrativo!, ilusionado! Sin duda fue el ao de todos los adjetivos. Activo porque no cesaban de ingresar nuevos miembros al grupo de escalada y como consecuencia de ello los partes de actividades aumentaban. Aleccionador por todo lo que habamos aprendido, en el aspecto deportivo, social y organizativo. Despus del ao fundacional, 1969 sirvi para vernos crecer como grupo, pero sobre todo, para desarrollarnos como personas responsables. El G.E.C.E. no se haba limitado a ser la esperada y correspondiente seccin de escalada sin ms. Conscientes de los momentos que la directiva de la sociedad estaba atravesando, (as lo veamos nosotros) absorbida por el trabajo de la Ciudad Deportiva, pensamos que estaban dejando atrs los valores montaeros, si no olvidados, relegados a un segndo trmino. Para m, cuyo nico inters haba sido siempre la montaa y el montaismo, no haba la menor duda. Haba estado presente en reuniones de la directiva desde haca aos, asistiendo ininterrumpidamente a ellas, meramente como socio, ya que stos podamos estar presentes, aunque sin voz ni voto, si bien, en ocasiones ocurra que algn directivo me preguntaba, y yo daba mi parecer, as, tan rica, natural, e ingenuamente! Yo conoca bien los contenidos de las reuniones antes del fenmeno Ciudad Deportiva, que se centraban de manera casi exclusiva en aspectos y problemas de montaismo, con las nicas excepciones de algunos temas que concernan al resto de las secciones, entonces todava pocas, y tena muy claro que desde que se acometi el proyecto del complejo deportivo, las sesiones haban pasado a ser casi monogrficas sobre la obra y sus mltiples y urgentes problemticas y con ello, el montaismo haba Mi primera expedicin 80 dejado de ser la primera razn del Centro Excursionista Eldense, para convertirse en una seccin de la, cada vez ms, gigantesca sociedad. El G.E.C.E. de alguna forma, lider sin aspavientos y de la manera ms natural, el empuje del montaismo, contagiando a nuevos jvenes que sin ser escaladores ni tener ninguna intencin de serlo, acudan al centro atrados por la popularidad del renacido deporte, de corte deportivo, que comenzaba a propagarse en la radio local y en las conferencias y proyecciones sobre montaismo, alpinismo y escalada que nuestro grupo se preocup de organizar. Tampoco la prensa local, fue ajena a los nuevos vientos que aquella seccin de escalada haba introducido. No fue una guerra. No fue ni siquiera una batalla, pues ambos contendientes (distintas generaciones) nos entendimos y respetamos siempre. Sinceramente creo que la directiva del Centro, que hasta entonces haba estado dando pasos tambin hacia un montaismo ms deportivo, no supo ver aquel movimiento que surga y que iba a ser determinante para cambiar los conceptos existentes sobre el excursionismo y el montaismo, no slo en la entidad, tambin en la propia sociedad eldense como estaba ocurriendo en la espaola en general. La actividad en la montaa estaba dejando de ser meramente contemplativa, cultural y artstica. Nuevos conceptos ms acordes con los tiempos que se vivan en el mundo fueron presentados por nuestro grupo a la entidad, y por ende al pueblo de Elda. Desde luego no eran conceptos nuevos ni propios, pues el alpinismo y el montaismo deportivo ya estaban inventados desde haca tiempo, slo que en nuestra ciudad no existan hasta aquellos das. Jos Navarro ya escalaba antes, es cierto y tambin haba tenido experiencias de alpinismo, pero Navarro era una especie de proscrito en el centro, del que poco o nada de lo que haca, transcendi a los medios. Tampoco l se preocup de fomentar su deporte, que cultiv siempre exclusivamente para l y su entorno. Pipona por lo tanto nunca influy en la sociedad montaera eldense ms all del ejemplo personal de inmejorable deportista que slo marc a muy contados compaeros, entre los que me honro contar. Pero nada ms. Resultaba evidente que los problemas que los jvenes advertamos eran la desatencin del deporte del montaismo en general. En mi particular versin de lo acontecido, los jvenes, escaladores o no, encontraron en el G.E.C.E. alguien con quien hablar y con quien salir a la montaa y sobre todo una referencia a imitar para seguir su diferenciado camino en el que, aunque no entraba la escalada, si los conceptos deportivos que nuestro grupo enarbol, que no eran otros que los que iniciaban su despegue por otras regiones de Espaa. En 1969 se reorganiz el Grupo Eldense de Montaa y nos llevamos excelentemente bien con ellos, planeando y llevando a cabo actividades conjuntas. En definitiva ramos la juventud del momento con inquietudes por la naturaleza, pero eso s, bajo el prisma del deporte como primera premisa. Yo senta de manera muy cercana como la historia se volva a repetir, pues al igual que aquellos pioneros alpinistas necesitaron el impulso cientfico para darse una imagen en la sociedad de entonces, argumentando razones de investigacin para ir a la montaa, yo observaba como el excursionismo de los aos sesenta, padeca los mismos sntomas en nuestro pas o cuando menos en nuestra provincia, y todava precisaba de la muleta de la cultura y el llamado bien social, para mantener una imagen aceptada por la pujante sociedad industrializada. Por el contrario, el hecho de escalar o trepar por las rocas, estaba ms o menos considerado como una barbarie o cosa de locos por el excursionismo en general. No todos pensaban as afortunadamente, pero lo cierto es que los pocos que estaban de acuerdo con nuestra tesis, lo expresaban exclusivamente en la intimidad de su crculo de amigos. Consolidar la escalada 81 Escalando en la Pared Negra de Orihuela. Mi primera expedicin 82 Pero la revolucin haba llegado al valle. Por fin en los medios de comunicacin se empezaron a escuchar sentimientos puros de aficin e inters por el deporte del montaismo, la escalada y el alpinismo, en lugar de excursionismo que haba sido el trmino acuado para definir una relacin ms ntima y de carcter sentimental con el medio natural, aunque no era exclusivo de nuestro grupo, pues Daniel Esteve ya haba iniciado una meritoria labor haca la natural transformacin. Recuerdo que durante una de las proyecciones sobre montaismo y escalada que di en el saln social del propio Centro Excursionista, en un momento de mi intervencin pronunci, dentro del contexto que se trataba, cinco palabras que causaron sonrisas generalizadas e incluso alguna abierta risotada entre los asistentes. Las palabras fueron El amor a la montaa Aquella reaccin del pblico me sonroj durante unos instantes. Haba conjugado unas palabras, que si no eran tab, les faltaba poco. Muchos de los presentes ya no tenan dudas: efectivamente los roqueros como as nos llamaban estbamos locos. Pero me rehice tras la primera sorpresa y volv a repetir aquellas cinco palabras varias veces ms, hasta que ya nadie volvi a rer. Al finalizar la proyeccin alguno me llam El enamorado de las montaas y yo, le di las gracias. Con todo, entre excursionistas y escaladores nunca hubo mal ambiente, si bien es cierto que tampoco hubo mucho trato. Era evidente que cada cual practicaba su aficin sin inmiscuirse en la del otro. Solamos coincidir en actividades relevantes; generalmente en aquellas a los que los medios de comunicacin le haban prestado ms atencin y tuvieron una mayor difusin, como la colocacin de una imagen de San Bernardo en la cumbre de Camara y la I Reunin de Escaladores, organizada y diseada por el G.E.C.E. y que luego tendra continuidad en la Regin Valenciana. En lo estrictamente deportivo, 1969 sirvi para reforzar el almacn de nuestro material de escalada, que segua siendo totalmente nacional; y ya nos dbamos con un canto en los dientes, pues una clavija costaba 7 pesetas, (0,04 euros), un mosquetn de los llamados de pera 16 pesetas (0,10 euros) y los rectangulares, nada menos que la friolera de 25 pesetas (0,15 euros), o lo que es lo mismo, una buena parte del presupuesto para el fin de semana. Los estribos para escalada artificial que todava muchos nos los fabricbamos artesanalmente con los peldaos de madera, comenzbamos a poder adquirirlos totalmente acabados y con peldaos de aluminio, de no muy buena calidad por cierto, ya que solan doblarse con alguna frecuencia. * La va Daniel Esteve Ricardo Vicedo y yo habamos logrado abrir la va Daniel Esteve en el espoln de la Cruz de la sierra del Caballo, que result ser el itinerario ms duro del lugar. Vale la pena recurrir a la narracin del pasaje que cuenta aquella ascensin en una pequea gua de escaladas que escrib aos despus en 1977 y de la cual slo se public un resumen, que siendo casi exclusivamente grfico, fue no obstante la primera publicacin de montaa y la primera gua de escaladas editadas sobre nuestra zona: Consolidar la escalada 83 Del trabajo Crnica de una roca (no editado) Un ao despus, el 5 de mayo de 1969, Ricardo Vicedo Gonzlez y yo, hacamos cumbre tras realizar la va ms dura de las existentes hasta entonces en el espoln. Decidimos denominarla Daniel Esteve, constituyendo para nosotros una gran prueba, ya que fue la primera vez que utilizamos pitones de buril, de los llamados golos, como nico medio posible de superacin. Esta, si no me equivoco y creo no hacerlo, fue la primera vez que se usaron estos pitones en toda nuestra zona. Fue por lo tanto una novedad que nos pareci en aquel entonces muy dura. No obstante, he de decir que nos llev bastante tiempo acabar la va, ya que todo haba comenzado unas semanas antes cuando Ricardo Vicedo, comenz la escalada hasta llegar a donde hoy se encuentra colocado todava (referido a 1977) aqul primer buril y tuvo que retirarse por carecer del mismo, hasta que al domingo siguiente provistos de las diminutas clavijas, alcanzamos tras colocar el golo, el punto de reunin para salir de la pared por la izquierda del techo, en un largo de cuerda que luego sera la variante de salida de esta va y que en la actualidad (referido a 1977) es el largo clsico utilizado por las cordadas que atacan la va Isabel. Esto ocurra el da 9 de Abril de 1.969. Una semana despus, el da 16 del mismo mes, Ricardo Vicedo en compaa de otro buen amigo: Rafael Montero, salan de la reunin para forzar el techo sin conseguirlo y teniendo que salir de la pared por el mismo lugar que la semana anterior, realizando as la segunda ascensin por la variante. El da 23 del mismo mes, o sea, siete das despus, Rafael Montero y yo, forzbamos de nuevo el techo sin resultados positivos; no obstante, el primer buril del techo qued ya colocado y nos retiramos en espera del domingo prximo dado que el tiempo ya se nos haba agotado aquel da. Fue el 30 de Abril, cuando tras colocar el ltimo buril a la salida de la pequea bruma de salida, consegu alcanzar la cumbre con mucha dificultad, excesivamente cansado e inseguro, lo que motiv que me tuvieran que auxiliar con una cuerda desde la cima; mtodo nada ortodoxo que tir por tierra todos nuestros esfuerzos del da, pues no estbamos contentos con el sistema necesariamente empleado y as, una semana despus conseguamos Ricardo Vicedo y yo, terminar la tan trada y llevada ascensin de manera totalmente deportiva, tal y como es costumbre en nuestro deporte, sin la ayuda de terceros o lo que es ms correcto: sin la ayuda de elementos ajenos a la cordada. Era el 5 de Mayo de 1.969. De comn acuerdo decidimos denominarla va Daniel Esteve y fue como un humilde homenaje hacia la persona de nuestro presidente en el Centro Excursionista Eldense, quien tanto nos haba alentado y ayudado a la realizacin de nuestras aspiraciones deportivas. La va Daniel Esteve, en definitiva, signific en aquellos tiempos para la nueva generacin de escaladores que estaba naciendo, la primera prueba de soltura en escalada, antes de acometer vas de mayor dificultad. Mi primera expedicin 84 En otro aspecto, en el concerniente a la historia de este espoln rocoso, supuso el romper la norma habitual en el lugar ya que hasta entonces, todos los itinerarios existentes haban sido realizados por un mismo y nico escalador: Jos Navarro El Pipona, pionero indiscutible de la escalada en este y en otros muchos lugares de nuestra comarca. A partir de aquel da seran otros muchos quienes contribuiran con su esfuerzo a configurar la historia de las ascensiones en este lugar. Fue catalogada esta va en un principio como Difcil Superior (V+). El paso del tiempo y el avance de la tcnica le han arrancado el subgrado de dificultad, no obstante, contina siendo un itinerario del que nadie de cuantos lo realizan queda defraudado. El autor en el techo de la va Daniel Esteve, el da de la apertura. Consolidar la escalada 85 En una Ciudad Deportiva todava en obras los grupos el G.E.C.E. y el G.E.M. coparon los premios ms sobresalientes de montaa. Mere y yo conseguamos conjuntamente el premio a la constancia en escalada 1969. En la fotografa los miembros galardonados del G.E.C.E. De pie: Jos Miguel Rico Andurria, Juan Snchez, Rafael Montero Rafaelillo, Ricardo Vidal, Ricardo Vicedo, Manuel Bravo, Juan M. Maestre, y Maruja Perea. Agachados Joaqun Navarro Yolo y Antonio Martnez Mere Creo que el pasaje extrado refleja bien lo que fueron aquellos primeros aos. Hoy desde la perspectiva que me da el tiempo transcurrido, estoy convencido de que aquella roca fue la forja de nuestro carcter, pues desde aquellas batallas ganadas a la piedra, logramos evolucionar hacia otros horizontes y aquella norma rota en aquel lugar que arrebataba la exclusividad de abrir itinerarios y vas de escalada a nuestro pionero Pipona, pas de ser una ancdota en aquella maana de mayo a ser una constante imparable en los aos sucesivos, donde por oleadas, el ritmo de aperturas de nuevas primeras se producira semana a semana multiplicndose a medida que fue creciendo el nmero de jvenes escaladores. En pocos aos lograramos asentar la escalada en nuestro valle de manera definitiva. Por lo dems, los grupos G.E.M. y G.E.C.E. fueron los triunfadores en la entrega de trofeos, que ese ao se celebr en la Ciudad Deportiva, y en diciembre fue nombrado vocal del G.E.M. Jos Miguel Mart Juan, que ya comenzaba a sobresalir entre sus compaeros, lo cual le vali como luego veremos, su seleccin en el equipo expedicionario. En Navidades colocamos un beln en la cima de la Aguja del Diente, el lugar que haba sido testigo del nacimiento de nuestro grupo. Y poco ms para decir adis a una dcada de los sesenta que a la postre nos dej como curiosidad local, la solicitud de fusin por parte del Ayuntamiento de Elda al de Petrel en una sola y nica poblacin, que fue rechazada por el Ayuntamiento vecino. Pero la noticia memorable de aquel 1969 se haba producido a las 21,17 horas del 21 de Julio, cuando 500 millones de personas en toda la Tierra miraban atnitos la Mi primera expedicin 86 pequea pantalla de sus televisores donde Neil Armstrong estaba pisando en aquellos momentos la Luna. Todos aquellos acontecimientos vividos y la llegada de una nueva dcada que se nos prometa apasionante, nos tena realmente ilusionados. *** Alfonso Puerta, artista murciano y compaero, inmortaliz la apertura de la va Daniel Esteve. El nacimiento de una idea 87 Captulo 6 El nacimiento de una idea En la cresta de la Forad: Ricardo Vicedo, Juan Snchez Sanz y Jos Miguel Rico (Andurria) Foto del autor 1970. El principio de una dcada - El Comit Ejecutivo Bravo, Riquelme, el Pen y la Federacin El dichoso Reglamento de Expediciones Jodido pero contento Mi primera expedicin 88 A ti, conglomerado de fibras, cual serpiente de mil colores viva. Cuerda! Que as te llaman A ti! Te debo mi vida. Tu grosor no es ms de un dedo, pero con un dedo basta, para salvar una vida, y cien si hicieran falta. Caigo!... pero no importa. Ella est ah, viva!, cual mano de ngel, que la muerte evita. (Moneo) El nacimiento de una idea 89 VI El principio de una dcada La dcada de los 70 iba a ser decisiva para nosotros. La idea de embarcarnos en una aventura montaera de carcter internacional comenz a tomar forma entre algunos compaeros y pas a ser el tema habitual en las reuniones del grupo, que ya era ms numeroso y se mantena cercano a la veintena de escaladores, en un continuo baile de nuevos ingresos y bajas, pues era frecuente que muchos jvenes atrados por esta faceta de la montaa se acercasen a conocerla. As ocurra que unos se quedaban y otros pasaban al G.E.M. donde las actividades tenan menos relacin con la escalada, aunque como ya coment, muchos de sus miembros tambin escalaban y nos llevbamos muy bien organizando actividades conjuntas. Otros chicos, simplemente causaban baja al descubrir que la montaa y la escalada no slo tenan buena leyenda y bonita plstica, sino que adems haba que esforzarse, sobreponerse al cansancio fsico, correr riesgos y superar muchos miedos, que no siempre son ante la montaa. Evidentemente la forja del carcter no se refiere nicamente a la exclusiva superacin del miedo a caer al vaco, como con simpleza muchos haban supuesto. Otros miedos de no menos difcil superacin hay que saber conjugar, para adaptarse a un grupo que ya tiene una nica voluntad, nacida de una idea: El Alto Atlas Marroqu. Esa idea comenz a fraguarse casi en broma y en principio, nadie o casi nadie crey que aquella conversacin sobre el tema pudiera trascender mucho mas all del simple comentario que la ilusin provocaba en nosotros, pues solamos hablar sobre otros macizos montaosos igualmente accesibles a nuestras posibilidades, sin que ello fuese motivo de un planteamiento de corte ms serio, pero ocurri que poco a poco, en nuestras cabezas empezbamos a ver factible aquel objetivo.Marruecos est cerca!, Podemos ir con nuestros propios vehculos!... Mi primera expedicin 90 Excursin a Javalambre conjunta de los grupos G.E.M. y G.E.C.E a la que asistieron tambin montaeros del C.E.E. y del de Petrel. 17/18 Enero 1970 Evidentemente aqu intervino uno de los factores que fueron decisivos para el xito del proyecto: Los coches. En aquellos momentos nuestras edades oscilaban entre los 17 y los 20 aos, lo cual nos situaba a algunos con el permiso de conducir y lo que es mejor: vehculo propio o del padre, que aunque no era lo mismo, para traslados cercanos tambin vala. Otro factor importante fue la altitud de las cumbres del Atlas, que por un lado superan los 4.000 metros sobre el nivel del mar, siendo ms altas que las montaas espaolas y por el otro, tampoco son excesivamente altas con relacin a las altitudes con las que ya nos habamos probado, con lo cual los riesgos del temido mal de altura se minimizaban. El Atlas nos pareci decididamente el camino hacia la superacin ms lgico que podamos afrontar. A pesar de esos puntos a favor que slo unos pocos nos habamos parado a valorar seriamente, nadie confiaba que aquella expedicin se llevase a cabo. Mucho menos se lo tomaron en serio algunos de los directivos del Centro a quienes habamos comentado el proyecto de manera extraoficial. Cuando la idea fue tomando forma y se aprob en el seno de nuestro grupo el inicio de preparativos para la realizacin de la aventura, dimos traslado de nuestros propsitos a la junta directiva del Centro, y sta, dio el visto bueno y nos emplaz a que le presentsemos un estudio pormenorizado de nuestro proyecto. Realmente nos pareci tan sencilla y simple aquella respuesta despus de tantas cbalas que habamos hecho, que se nos qued la sensacin de que si les hubiramos propuesto fabricar un avin de pasajeros con latas de sardinas, tambin lo habran aprobado. O sea que la respuesta realmente haba sido: -Ale! Empezar a trabajar y ya veremos lo que logris! Claro que no se les poda reprochar nada, pues que lleguen unos chicos y te propongan semejante planteamiento, evidentemente no era cosa que ocurriera todos los das, y como despus todo se sabe, nosotros supimos que a algunos de los directivos les haba El nacimiento de una idea 91 hecho hasta gracia nuestra intencin, y que hubo uno que incluso afirm que aquello no tena futuro, por inmadurez de los proponentes. Como nosotros ya esperbamos este tipo de reaccin, e incluso una rotunda negativa, que hubiera sido todava peor, no nos preocup lo ms mnimo ni el tono de sorna, ni la tarea que nos fue solicitada, pues ya habamos comenzado a trabajar en su elaboracin. Con aquella primera y obligada formalidad, nos pusimos en pie de guerra contra todos, e incluso entre nosotros mismos como grupo y contra nosotros mismos en lo personal. El reto, aquel reto que nos pareci el ms grande e importante de nuestra vida, haba primero que digerirlo uno mismo para poder presentarlo en casa a la familia. * El Comit Ejecutivo Fueron unos meses intensos de reuniones, trabajos y gestiones organizativas que quedaron completados a finales del mes de abril, mientras las actividades no slo no disminuyeron sino que haban aumentado al incorporar un calendario de preparacin fsica y tcnica, para todos los miembros del grupo que hubiesen solicitado incorporarse al proyecto de expedicin, segn las bases que regan la misma. Este reglamento en sus 8 nicos artculos, defina como exclusivo rgano de decisin al comit ejecutivo en el que ramos minora los miembros del G.E.C.E. con respecto a los directivos del Centro Excursionista, cosa que no nos importaba ya que fue redactado as en consenso con la totalidad de los componentes de la seccin de escalada, y sin la intervencin de la junta directiva del centro. Las bases fijaban cuatro fechas. La primera la del 13 de Mayo acordando Bases y Comit Ejecutivo. La segunda fecha sera la del 30 de Octubre de 1970, donde a la vista de los historiales personales, el Comit Ejecutivo, eliminara a aquellos socios que no reuniesen a su juicio las necesarias capacidades fsicas y tcnicas. La tercera fecha, qued fijada para mediados de marzo de 1971, a fin de fijar la seleccin definitiva que constara de 6 escaladores, quedando el resto de aspirantes en calidad de reservas y con un orden de preferencia. Y la ltima fecha y ms interesante, era la del mes de Julio de 1971, fijada como la de la partida. El reglamento tena dos premisas: ser escalador y someterse a la disciplina del preparador fsico y del director tcnico designados. El Comit Ejecutivo estaba compuesto as: Comit Ejecutivo Director Tcnico: Juan M. Maestre Carbonell Secretario y Alimentacin: Pedro Cano Verd Tesorero y Relaciones Pblicas: Ricardo Vicedo Gonzlez Material de Escalada: Antonio Martnez Ibez Material General y Fotogrfico: Antonio Riquelme Albert Prensa y Propaganda: Octavio Lpez Lorente Preparacin Fsica: Antonio Vera Blasco Mi primera expedicin 92 Equipo asesor del Centro Excursionista Eldense Daniel Esteve Poveda: Presidente, Julin Torregrosa Navarro: Secretario General, Manuel Daz Cuenca: Tesorero, Alberto Beltrn Sempere: Vice Presidente de Cultura, Miguel Prez Beltrn: Vice Presidente de Montaa, Manuel Martnez Lled: Vocal de Montaa y Candido Amat Beltrn: Vocal de prensa. Aquel 13 de Mayo qued reflejado en el acta de la reunin de Junta directiva del Centro, la presentacin del estudio previo de la Operacin Atlas-71, las bases que regiran plazos y actuaciones y la lista de los miembros del comit ejecutivo con la inclusin de un comit asesor a cuya cabeza estaba el propio presidente del Centro. * Bravo, Riquelme, el Pen y la Federacin La medida tuvo que parecer apropiada y necesaria, sobre todo si se tiene en cuenta que tan slo un mes antes, una cordada de nuestro grupo compuesta por Antonio Riquelme y Manuel Bravo, se haban quedado inmovilizados por falta de material durante el intento de apertura de la va de Los Eldenses en el Pen de Ifach. Aquel hecho que normalmente no debiera haber tenido ninguna trascendencia, ocup las primeras pginas de la prensa local y provincial con titulares como: Rescate tras 27 horas de angustia . Tampoco las declaraciones del padre de Manuel Bravo diciendo que su hijo no volvera a escalar hasta que su preparacin fuera completa o por lo menos que fuera acompaado de su profesor seor Navarro, ayudaron nada a que se tuviese confianza en nuestro grupo. No nos import todo aquello, pues la realidad haba sido bien distinta: Riquelme y Bravo, simplemente se quedaron sin material y temiendo que la cuerda no les llegase hasta el suelo en un solo rappel y no poder hacer un relevo debido al desplome de la pared, optaron por llamarnos para que les sacsemos desde arriba con una cuerda. El aviso se lo dieron a una pareja de chicas, quienes en lugar de llamarnos por telfono a nosotros, se lo dijeron a la Guardia Civil y a partir de aquel momento, con la entrada de la prensa en escena se mont el circo. Recuerdo que llegamos el mismo sbado por la tarde, pero ya haba anochecido. Vimos que estaban bien, pues incluso bromeamos con ellos y comprobamos que estaban asegurados convenientemente en la reunin que haban montado para aguardar nuestra llegada, as que decidimos esperar al da siguiente para realizar las maniobras de cuerda con luz y seguridad. Nos acostamos a dormir al pie de donde ellos estaban, unos 80 metros ms arriba en la pared y no dejamos de bromear en toda la noche con ellos. En definitiva, para nosotros que habamos realizado ya varias experiencias de vivaque en pared, aquello no tena mayor importancia. Lleg luego Navarro que era el delegado de la seccin valenciana de la Escuela Nacional y lgicamente por rango, experiencia y edad coordin el rescate, sin ningn El nacimiento de una idea 93 problema adems, por el afecto que le tenamos; rescate que fue realizado exclusivamente por nuestro grupo, con la nica intervencin de Navarro que se present con Elios Pay, cuando ya estaba todo instalado para proceder al mismo. Jos Navarro Brotons Pipona Genio y figura. La realidad haba sido la falta de experiencia, pero es que para tener experiencia haba que realizar prcticas. Tampoco Navarro era el maestro de nadie en nuestro grupo, como haba dicho el padre de Manuel Bravo, un joven compaero tan voluntarioso como inexperto con el que Riquelme no tendra que haberse metido en el proyecto de abrir una va de tanta dificultad tcnica, pero en definitiva no haba sido nada importante. No haba sido nada que no hubiera ocurrido ya antes en cualquiera de las paredes de nuestra zona en cualquier domingo de nuestras prcticas, y a cualquier otro miembro del grupo (recurdese como nos sacaron a Ricardo y a m en el intento de la va Daniel Esteve antes mencionado). La nica diferencia fue que estaban solos y no pudieron pedir ayuda directa al grupo. Un ao despus, el propio Riquelme corroboraba mis afirmaciones a la prensa. Sin embargo aquello creara polmica, pues para nuestros detractores, aquella era la prueba de nuestra falta de preparacin, mientras que, para quienes nos apoyaban era la prueba de nuestra madurez, pues habamos sido tambin nosotros los que habamos solucionado el salvamento, algo que al padre de Bravo se le olvid decir y de agradecer en lugar de menospreciarnos en una operacin donde nuestra participacin haba sido a todas luces evidente y decisiva. Entendamos la lgica preocupacin de un padre, pero aquello nos pareci muy mal. Ya estaba bien de tocarnos los cojones! -dijeron algunos- pero en lugar de agrandar polmicas que hubieran servido ms a los intereses de nuestros detractores que a los nuestros, decidimos pasar del asunto y dedicarnos a lo nuestro, pues ya nada ni nadie, ni el centro, ni la madre que los pari! -que dijo otro- hubieran podido hacernos retroceder de nuestros propsitos. El G.E.C.E. tena vida propia. El padre de Riquelme, simplemente nos dio las gracias y un abrazo. Mi primera expedicin 94 Hoy parece exagerado, pero no era tan sencillo como ahora se pueda creer. El ambiente provinciano en el que vivamos, estaba muy influenciado por lo acontecido en el Naranjo de Bulnes donde, en febrero de este mismo ao, todava reciente en las mentes de nuestra sociedad local, Gervasio Lastra y Jos Lus Arrabal, dos montaeros madrileos de la sociedad Pealara haban quedado atrapados en la cara oeste al intentar la escalada invernal a esta difcil pared. La intervencin de la flor y nata del montaismo nacional de la poca y el gran despliegue de medios de comunicacin (prensa, radio y televisin) mantuvieron a la opinin pblica en vilo durante los das que dur el rescate. Lastra y Arrabal fueron rescatados de la pared, pero poco despus Arrabal falleci por una pulmona en el propio hospital donde le trataban de congelaciones. Todo aquello alarg todava ms la noticia, crendose polmica en torno a cualquiera de los detalles de aquel episodio. A la prensa provincial mes y medio despus de aquel acontecimiento meditico, le pudo parecer que all tenan tambin su provinciana noticia y los titulares no escatimaron tinta para intentar lograrlo: Dramtico rescate de los montaeros eldenses , poda leerse en la portada del diario La Verdad de Murcia, o Dos alpinistas eldenses, rescatados en su intento de escalar el Pen de Ifach despus de 27 horas de angustia en la pgina de sucesos del Diario informacin. La federacin Valenciana en una carta dirigida a Daniel Esteve con fecha 5 de Mayo de 1970 se congratula en las primeras lneas del feliz xito del rescate, pero luego gasta cuatro prrafos para lamentar que nadie avisase a los organismos competentes y termina diciendo que en el futuro deberemos acudir a los grupos de socorro. Si nuestro presidente me hubiera enseado la carta, el Sr. Daza hubiera tenido una contestacin menos corts por nuestra parte: Qu grupos de socorro Sr. Presidente No existan, ni grupos, ni material de rescate, (slo sobre un papel). Ms le hubiera valido a la federacin haberlos creado en lugar de criticar a los montaeros de Elda, que solventamos no uno, sino cuatro rescates en pared en aquella zona, para luego tener que ser criticados por un burcrata. Debi usted felicitarnos, Las cuatro veces Que culpa tenamos nosotros de que se pidiese nuestra ayuda Debamos negarnos a salvar una vida porque no tenamos un papel colgado en la pared Por cosas como sta mand hace mucho tiempo a los burcratas de la montaa a frer esprragos, pero lo peor es que hemos cambiado de siglo y no se ha mejorado, ahora son burcratas y adems peseteros. Sencillamente no les seguimos el juego, ni a la prensa ni al Sr. Alcalde de Calpe, quien vio en aquello una posible fuente de ingresos tursticos, que ya contar ms adelante, en otro episodio similar ocurrido en el verano de este 1970, que como se est viendo, fue realmente movidito. * El dichoso Reglamento de Expediciones Nosotros seguamos a lo nuestro. No nos importaba otra cosa que no fuera nuestra Operacin Atlas-71. Por no importarnos, no nos importaba ni siquiera lo ridculo que sonaba aquello de Operacin, en lugar de Expedicin que era realmente El nacimiento de una idea 95 lo que estbamos planeando, pero la Federacin Espaola de Montaismo, tambin estaba en aquellos momentos inmersa en continuas contradicciones y constantes cambios en todo. Cambios de actitud, de cargos e incluso de tradiciones, que no lograban ocultar la guerra interna por el msero poder que los directivos estaban librando, y as, como si lo hubieran hecho para fastidiarnos, coincidiendo con el anuncio de nuestro proyecto, con fecha 21 de Mayo de 1970, se aprobaba en reunin de la comisin directiva de la Delegacin Nacional de Educacin Fsica y Deportes, el reglamento de expediciones de alta montaa, firmado por su presidente Flix Mndez Torres. Nada menos que 43 artculos y 14 captulos dedicados a anteproyectos y proyectos, con el nico fin de que se denominasen expediciones a las salidas internacionales que cumplieran determinadas caractersticas, para evitar tener que subvencionar a las que no se lo mereciesen. O sea, 43 artculos dedicados a la pela, demostraban que detrs estaban intereses catalanes, frente a los de Madrid. En definitiva normas para subvencionar siempre, siempre, a los ya consagrados, de tal suerte que los jvenes estbamos una vez ms condenados a correr con los gastos y encima con el inconveniente de publicitar una empresa que ya de partida tena una denominacin de menor calibre, que se asemejaba ms a una accin de guerra que a una actividad deportiva, con lo que ello conlleva de negativo a la hora de buscar patrocinio. -Que les den! Fue el clamor colectivo. Ya lo dije antes, el G.E.C.E. tena ya vida propia. Ni familia, ni directiva, ni federacin, ni nadie nos hubiera podido parar. No dejamos que nada ni nadie se interpusieran a nuestro proyecto, que para nosotros segua siendo expedicin y reamos llamndonos operacionarios (de Operacin), en lugar de expedicionarios que es lo que corresponde segn el diccionario de la Real Academia Espaola. Impreso en tamao octavo y tapas color verde. Por aquellas fechas apareci tambin en la prensa la noticia de nuestra Operacin Atlas-71 y se observa con su lectura que todava no se haba fijado el nmero definitivo de expedicionarios, ni nombrado el Equipo Asesor. Mi primera expedicin 96 Personalmente me encanta leer, ahora despus de tantos aos la limpieza y sencillez de nuestras declaraciones, lase como ejemplo la ltima respuesta de la entre- vista, cuando el periodista pregunt: -Qu precio puede costar la expedicin -Yo calculo que el precio de la expedicin va a rondar las 100.000.- pesetas. Tenemos una subvencin del Centro y ya habilitaremos otros medios para conseguir el suficiente dinero. Tengo que hacer constar que esta no es una expedicin de gran envergadura, pero como an no tenemos experiencia de lo que es una gran expedicin, ni hemos traspasado las fronteras espaolas, creo que nos ensear mucho para futuras expediciones. La podemos considerar como una preparacin y adquisicin de conocimientos para otras ms arriesgadas. Por otra parte la organizacin de esta expedicin no est basada en simples suposiciones, sino que una fe y una preparacin ptima reina en el seno del equipo. Efectivamente no hay ninguna exageracin ni sobre valoracin del proyecto en toda la entrevista, es ms, hoy me parece sencillamente de una honestidad insuperable. No, os aseguro que no era nada fcil llevar aquello con la finura con la que fue llevado por algunos de nosotros. Existan de cuando en cuando, provocaciones desde distintos lados, pero afortunadamente para nuestro deporte, supimos torearles a todos y todo ello sin dejar de realizar nuestro marcado plan de entrenamientos bajo la direccin de Antonio Vera Tolito, adems de las actividades de escalada y alta montaa. Se haba celebrado, tambin en mayo, la II Reunin de escaladores, en Murcia en el paraje de La Panocha donde fuimos invitados por los escaladores del momento, entre los que se encontraba Miguel ngel Garca El Murciano, que aos ms tarde alcanzara gran popularidad. * Jodido pero contento En el mes de Julio el equipo mixto compuesto por los miembros del G.E.M. y del G.E.C.E., Antonio Riquelme, Ricardo Vicedo, Manuel Bravo, Jos Avils, Jos Miguel Mart, Jos Prez Moneo y Arnaldo Beltrn, realizan una buena campaa de actividades en el Pirineo, mientras que yo, tuve que desistir de acompaarles por tener que incorporarme a mi nuevo destino laboral en Albacete, donde haba sido trasladado por mi empresa. Descubr en aqul momento el significado exacto de Jodido pero conten-to. Me haban jodido las esperadas vacaciones de verano y el deseado viaje al Pirineo con mis compaeros, pero estaba contento, pues aquel traslado haba supuesto un im-portante ascenso en mi trayectoria profesional. Aquellas tardes de julio que tena libres de trabajo, con la novia de vacaciones en la playa y los amigos repartidos por las montaas, las dediqu a mecanografiar y pasar a limpio el solicitado estudio definitivo de la expedicin que debamos presentar. La paz que me daba la lejana de mi pueblo, y la fresca sombra que propiciaba El nacimiento de una idea 97 la vetusta persiana de la pensin donde viv mi etapa manchega, me aportaron la tranquilidad necesaria para hacer el trabajo lo ms decente que pude, con mi recin estrenada lettera porttil y contando con la ayuda del resto de compaeros que me haban facilitado los borradores de las distintas secciones, que a nuestro juicio, deba contener el estudio definitivo. El estudio se compona de tres apartados bien diferenciados en razn de las materias que incluy: El primero, adems de la presentacin a modo de declaracin de intenciones, contena el historial del grupo, la relacin nominal del comit ejecutivo, los trmites oficiales, las bases, la seleccin de personal y los objetivos de la salida. El segndo bloque, el ms farragoso de digerir, hecho casi para abultar el informe, (pues nunca lo lee nadie) era el dedicado al pas a visitar, en este caso Marruecos, el sistema montaoso, su estructura geolgica y su poblacin. Y el tercero y ltimo se refera exclusivamente a las distintas relaciones de alimentacin y materiales, personales, generales, de escalada, fotogrficos, sanitarios y hasta de costura, que pensbamos llevar hasta el campo base, en el corazn mismo del Alto Atlas. De aquel estudio definitivo, por su curiosidad e inters, se incluyen algunos captulos en el anexo final de este libro. Se han excluido los datos considerados irrelevantes, y los ya enumerados en el contexto de esta narracin. A ellos se unieron en su da, al regreso de la expedicin, las opiniones sobre sus resultados y otros datos igualmente curiosos que fueron analizados por todos los componentes del viaje. Algunos me parecen hoy entraablemente emotivos, como la relacin nominal de las 186 personas que colaboraron con nuestro proyecto por medio de la Operacin Postal. Personas, entre las cuales se encontraban, por supuesto nuestros familiares, pero tambin muchos amigos y entusiastas, eldenses en general, algunos ya fallecidos. Un captulo fundamental en todo proyecto y por lo tanto tambin en el nuestro, era conseguir la mayor cantidad de informacin cartogrfica, fotogrfica y de cualquier ndole, a fin de conocer, situar y calibrar adecuadamente los objetivos sobre el terreno. Al fin y a la postre, el quid de la cuestin. El primer problema del alpinista. Una secuencia encadenada de interrogantes: Cmo llegar, Por dnde subir y Qu dificultad encierra, determinan el cmo lo har y como consecuencia de ello surgen nuevas preguntas: Cuntos hombres hacen falta, Qu material necesito, Qu comida es la ms idnea y Cunto tiempo se precisa... Sin tener resuelta la primera tanda de interrogantes, no es posible saber si el objetivo que inicialmente y con tanta ilusin nos hemos trazado est a nuestro alcance. En este punto, es importante reflexionar con honestidad sobre nuestras propias capacidades y hacerlo con un margen holgado de error que nos d las suficientes garantas para afrontar los riesgos calculados. Una vez determinado el cmo, el trabajo que resta para cumplimentar la segunda tanda de preguntas, es ya terico, administrativo y de gestin en su totalidad. Quiz sea la parte ms desesperante del asunto, pues mientras el corazn ya te sita, una y otra vez, en el escenario de la aventura tantas veces imaginada en tus sueos, la realidad, llena de todo tipo de dificultades e inconvenientes, resulta a veces frustrante. Por suerte nuestras pesquisas dieron sus frutos en lo principal: la informacin del terreno, pero no fue sencillo. Les pedimos ayuda por carta a varias sociedades excursionistas y montaeras as como a sus federaciones. Entre ellas a la expedicin Castellana al Atlas que haba estado all en 1967 y tambin a la Expedicin Aragonesa al Atlas de 1968, pero lo nico que obtuvimos de esta ltima fueron dos fotografas tamao Mi primera expedicin 98 13x18, y en blanco y negro, del Toubkal y del corredor central del Tazahart. Los dems nos iban enviando de un sitio a otro. Del valenciano Pedro Jorge Notario Perea, que haba estado en el Atlas, flamante director de la E.N.A.M en sus ltimos estertores, Daniel no obtuvo nada ms que promesas, segn se desprende de la correspondencia en mi poder, pero de informacin nada de nada. Ms tarde me enterara de lo mal que parece ser, le sent que hiciramos tanta actividad en el Atlas donde l slo haba subido al Toubkal. Un plano de cresteras editado en 1936, lo encontramos en una librera de Madrid y eso fue, junto a las fotos mencionadas todo lo que tenamos para organizar nuestro proyecto, adems de algunas noticias y pequeos artculos que aparecieron aos antes en la revista Montaa del Centro Excursionista de Catalua. Escribimos tambin a la Embajada de Marruecos y a la Federacin Espaola de Montaismo, quien nos aconsej que nos dirigiramos a su delegado en Marruecos Don Lus Hoyos, y fue a partir de ese momento cuando se acabaron los problemas, pues el Sr. Hoyos, residente en Casablanca, con una exquisita amabilidad, nos facilit dibujos y croquis de prcticamente todas las cumbres del Atlas y un mapa cartogrfico que result definitivo para medir con seguridad distancias y desniveles, datos imprescindibles para calibrar con mayor posibilidad de acierto las actividades previstas. Con aquellos dibujos en nuestras manos, que eran realmente buenos por cierto, se dispararon nuestras fantasas trazando con la imaginacin elegantes rutas por aquellas paredes tan bien definidas por la pluma del buen artista que las inmortaliz en su da y que he sabido muchos aos despus, por el propio Prez de Tudela, que se trat de Lus Hoyos, quin adems de delegado en Marruecos de la F.E.M. era un excelente profesor de dibujo. Con ellos nuestro primer y mayor problema haba sido resuelto y el estudio definitivo pudo completarse con toda pulcritud. Uno de los estupendos dibujos que Lus Hoyos nos facilit. *** Otra vez el Pen 99 Captulo 7 Otra vez el Pen Maruja Perea, en las practicas de escalada artificial durante el curso de escalada de la E.N.A.M. que la consider apta, convirtindose en la primera mujer escaladora del valle. (1970). El rescate de los ingleses Recuperando el prestigio La seleccin previa Mi primera expedicin 100 Camino por calles vacas. La ciudad duerme tranquila. Maana cuando despierte, ya no tendr poesa. Camino por huertos sin fruto, que mueren con lenta agona. Pronto, cuando amanezca, se llenaran de alegra. Camino por valles sin ro, dura tierra de sequa. An en la tarde mantiene, el calor de todo el da. Camino por montes sin senda, entre tomillo y romero, guiado por la suave luz, de un brillante lucero. Y pronto Cuando amanezca los calidos rayos del sol, traern vida a la tierra. (Pobretrasto) Otra vez el Pen 101 VII El rescate de los ingleses Antes de que acabase el verano, a principios del mes de septiembre, fuimos requeridos por el Ayuntamiento de Calpe para un nuevo rescate en el Pen de Ifach y ello, adems de posibilitar salvar la vida de una pareja de jvenes ingleses, sirvi tambin para dejar pblicamente desacreditadas las voces contrarias a nuestra expedicin. El relato del episodio lo resumi bastante bien el periodista Carlos M. Aguirre del diario Informacin de Alicante: Los dos muchachos son Francis Doer de 16 aos de edad, natural de Kent y Philip Charles Richardson, de 17 aos, natural de Aswford, tambin condado de Kent. Ambos muchachos, que veranean en Calpe, a primeras horas de la tarde -tras la comida- decidieron subir al pen para admirar la panormica maravillosa que desde la cumbre se divisa. Eligieron para la escalada una especie de viejo camino recayente al mar, muy peligroso. La aventura (una autntica imprudencia temeraria, dado que no tienen nociones de montaismo y porque iban sin equipo adecuado e incluso slo vestan traje de bao) comenz a producirles alarma despus de hora y media de escalada, que cada momento se haca ms penosa y peligrosa. No obstante, los muchachos insistieron en subir a la cumbre, pero viendo Mi primera expedicin 102 que las fuerzas les fallaban y que comenzaba a oscurecer, decidieron bajar. Fue entonces cuando les entr el pnico, porque el descenso les result imposible. Si difcil haba sido el ascenso hasta casi la cumbre, a unos 300 metros de altitud, mucho ms les resultaba bajar desfallecidos. Los dos muchachos, asustados comenzaron a gritar, en demanda de auxilio. Pas de esta manera bastante tiempo (fcil es imaginar el estado de los muchachos) sin que nadie les oyera. Pero siguieron gritando, el chico cogido a una roca casi en vertical y ella, un poco ms lejos, tambin asida a una roca desde donde pudo pasar a un minsculo rellano donde se sent. A primera hora de la noche, el brigada de la Guardia Civil de Calpe Don Timoteo Barba Ruiz, que con el cabo Don Federico Paredes Prez y el guardia segundo Don Manuel Ortiz Cumbrera realizaban una ronda de vigilancia a la zona del pen oyeron los desesperados gritos de los dos jvenes (ella lloraba, tal vez de miedo, asustada en su aislamiento) y pasando aviso entonces al Ayuntamiento. El primer teniente de alcalde, Don Jos Sau Ivars inici las gestiones del recate y poco ms tarde, cuando el alcalde de Calpe, Don Joaqun Garca regres al pueblo, desde Alicante, tom la direccin de la operacin. Inmediatamente se curs aviso al Centro Excursionista de Elda, que prometi su rpida salida hacia Calpe, que se registr de madrugada. Hasta el amanecer, con las primeras luces del domingo, no poda iniciarse la escalada al pen. Lo hicieron el equipo de montaismo eldense, integrado por media docena de escaladores, con varios miembros del centro de Valencia. Durante toda la noche, tanto el alcalde de Calpe como el primer teniente alcalde, fuerzas de la Guardia Civil y de la polica municipal permanecieron al pie de la roca, animando a los muchachos, a voces, para que no se durmieran lo que hubiera sido fatal para ellos, porque se hubieran despeado inevitablemente. El descenso de los montaeros eldenses y valencianos con los dos chicos ingleses fue harto penoso. De ello da idea el hecho de que hasta las once de la maana no lo concluyeron. Pero por fortuna, todos sanos, sin la menor herida. Hemos pasado ms miedo y ms fro que nunca. Creamos que haba llegado el fin de nuestras vidas, manifestaron. Philip y Francis, a salvo, rean y daban las gracias a todo el mundo. Mucho pblico presenci el rescate, al pie del pen. Los jvenes, emocionados, repetan que jams olvidaran esta aventura, que como queda dicho ha tenido un feliz final, gracias a la labor de los montaeros de Elda, a las gestiones de las autoridades de Calpe y a la labor de la Guardia Civil Para lo que era normal en la prensa nacional, el relato de este periodista al que inevitablemente se le notan las formas del inviolable respeto; prximos al ms exquisito peloteo hacia la Guardia Civil y autoridades, el artculo fue bastante acertado, salvo algunos matices, como lo de los valencianos que nadie vio, pero sobre todo, llama la atencin la ausencia de sensacionalismos trgicos, como haba ocurrido tan slo unos meses antes, en el rescate de Riquelme y Bravo, que tuvieron como recordaremos, el Otra vez el Pen 103 mismo escenario. El titular en esta ocasin haba sido comedido: Rescatados ilesos, los dos jvenes ingleses aislados en el pen de Ifach y en ningn momento se cita para nada en titulares, el lado trgico de aquella aventura. Luego sabramos porqu. Ciertamente llegamos a Calpe, no en la madrugada, pero s de noche y eso que la Guardia Civil, que nos esperaba en Alicante, nos llev a toda pastilla a toque de sirena por la carretera nacional, (no exista todava la autopista) adelantando al intenso trfico propio del verano por el arcn de la parcheada y vieja carretera, facilidad que por cierto no existi meses atrs cuando se trataba de rescatar a nuestros compaeros. Cuando llegamos a pie de las paredes, no se vea en la oscuridad ms all de las triangulares e inquietantes siluetas de tricornios a puados, como dije yo, a cuento de los muchos guardias que all se haban concentrado, dicho sea de paso, no s para qu, pues adems tambin haban municipales y gente trajeada. La voz cantante la llevaba el teniente alcalde del Ayuntamiento de Calpe, quien cuando yo le preguntaba algo, l a su vez lo preguntaba a los nmeros, que le contestaban con un respeto y formalidad que daba hasta risa, teniendo en cuenta la situacin. Era ms o menos as: -Pepe, desde cundo estn en la pared- Don Jos Sau me haba apeado del tratamiento formal, por lo que l me llamaba Manolo y yo Pepe. El primer teniente de alcalde le pasaba la pregunta al guardia: -Cabo, desde cundo- el cabo estaba presente y responda inmediatamente con la formalidad de un atestado: -El guardia segundo don Manuel Ortiz y un servidor de usted, realizaban la ronda preceptiva por las inmediaciones del pen cuando vinieron a contarnos apresuradamente unos veraneantes, cuyos nombres constan en el parte entregado al brigada de puesto don Timoteo Barba Le interrump. -Qu desde cundo estn en la pared- Desde las 4 de la tarde, respondi mirando alternativamente al teniente alcalde y a m. Despus de aquello me abstuve de preguntar nada ms, pues lo cierto es que nadie saba donde estaban los muchachos, ni siquiera ms o menos. Las versiones apuntaban a varios lugares posibles y la distancia desde la que se escuchaban dbilmente las voces, lejos de servir nos confunda. Los chicos no podan ayudar, pues no tenan linternas y la noche estaba totalmente oscura. Decidimos actuar con toda serenidad y prepararnos para iniciar la escalada poco antes del amanecer por la va Panny, la ruta clsica al pen. Esto nos permitira desplazarnos de manera lateral si hiciera falta y as comenzamos la escalada Riquelme, Mere y yo, mientras el resto de compaeros subieron andando hasta la cima del pen para ayudarnos cuando fuere necesario desde arriba. Nada ms iniciada la escalada, desde abajo, un potente megfono no cesaba de vocear indicndonos el recorrido que debamos seguir. No hace falta que diga que nosotros no hacamos ni el ms mnimo caso a sus indicaciones y nos limitamos a seguir el itinerario de la va de escalada que conocamos bien. En la primera parte de la pared, no haba ni rastro de los chicos en las cornisas orientadas hacia el puerto, donde habamos supuesto inicialmente que deban estar. No fue as. No caba otra respuesta que subir ms alto y superar el resalte de la pared por el paso de la caracterstica chimenea. Slo podan estar por encima de ese clsico pasaje que salva en lnea recta y de manera vertical, el segundo resalte del pen, y como quiera que el paso est situado a la izquierda, de donde los chicos se encontraban, desde abajo no dejaban de gritarnos: Mi primera expedicin 104 -A la derecha!, A la derecha!- y como nosotros seguamos subiendo por el trazado en recto de la va , el megfono continuaba insistiendo una y otra vez, sin parar: -Ms a vuestra derecha! Me escuchis... Y Riquelme ya no se pudo aguantar, se par un instante en una de las repisas y pregunt a su vez: -y t, me escuchas a m -Desde abajo el megfono contest- S, te escuchoooo! -y no tuvo casi tiempo a terminar de hablar, cuando Riquelme ya le haba contestado: -Pues mtete el megfono en el culoooo! Slo unas risotadas sueltas llegaron hasta nosotros, desde la base del pen, donde municipales, autoridades y Guardia Civil, supuestamente coordinaban el rescate, pero desde ms abajo, donde el paso se haba cerrado al pblico, el clamor jocoso de una multitud de curiosos se alarg ms en el tiempo, al igual que desde el mismo puerto y la playa, en el fondo del paisaje, donde los baistas estaban fuera del agua con la mirada puesta en aquella roca que tena concentrados miles de ojos en lo que parecan los minutos decisivos de aquel episodio. A partir de aquel momento, el megfono dej de hablar en espaol para dar nimos en ingls exclusivamente a los chicos, advirtindoles que ya estbamos cerca, como as fue, pues una vez superada la clsica chimenea, y despus de la travesa diagonal hacia la derecha, se alcanza el poco definido quiebre en forma de cresta que divide en dos caras la pared, detrs mismo de la cual, vimos al chico. Montamos una reunin a la altura del muchacho y vimos tambin a la chica unos veinte metros por encima. Riquelme, situado en el centro de la cordada, nos asegur a la vez a Mere y a m, para realizar el acercamiento lentamente hacia los jvenes. Estbamos ms preocupados en que entendieran las seas de sosiego y tranquilidad que intentbamos transmitirles que en cualquier otra cosa. Haba que evitar el nerviosismo que, en ocasiones se produce cuando tenemos cerca nuestra tabla de salvacin, y queremos salir ya del peligro. Esa sensacin los alpinistas la conocemos bien y sabemos que a pesar de estar nerviosos no hay que precipitarse. Se nos ocurri que lo mejor era sonrerles y que en todo momento se sintiesen todo lo relajados que fuera posible, despus de una noche en aquella situacin y as nos lo comunicbamos entre nosotros mientras recorramos la distancia que nos separaba de los ingleses. Philip, estaba de pie en una fisura poco inclinada y tena apoyado slo un pie encima de una mata de mediano tamao que haba crecido en la grieta, y que era la que aguantaba todo el peso de su cuerpo. El otro pie lo haba empotrado por el taln, con lo cual estaba mirando hacia el vaco, recostado sobre la pared en una postura relativamente cmoda, si no fuera por la tremenda cantidad de horas que tuvo que estar all y las veces que habra tenido que cambiar de posicin durante toda la noche. Era increble como podan haber llegado tan arriba, sin tener conocimientos de escalada. De eso estbamos seguros, pues a los pies de Philip, en el mismo matorral donde tena apoyado el pie, haba enredado un estribo de escalada que se le debi caer a algn escalador, sin que se le hubiera ocurrido al chico usarlo para procurarse con los cordinos algn medio de seguridad. No, ninguno de los dos, haba reconocido aquel artilugio. Ambos chicos slo iban vestidos con la prenda de bao y descalzos. Mis gestos cuando llegu donde el muchacho aguardaba, fueron de tranquilidad mientras me colocaba delante de l para protegerle del vaco y darle una palmadita de felicitacin por haber llegado hasta aquella altura, luego sin dejar de sonrerle hasta ver que l tambin lo haca, lo at a la cuerda que tenamos preparada y asegurados por Riquelme fuimos los dos a la par, hasta donde ste se encontraba, perfectamente Otra vez el Pen 105 asegurado y acomodado en una cornisa mucho ms ancha. Le costaba escalar descalzo y entumecido, pero detrs de l, fui dndole nimos y haciendo que notase que yo estaba cerca y que no tena nada que temer. Mere lleg tambin donde estaba Francis. A Mere le cost menos bromear, pues la chica era muy guapa. -T fjate como est este bombn!, Daros prisa, que tiene fro y slo llevo esto para abrigarla- se rea mientras se quitaba la camiseta y se la pona a ella. Los tres reamos, les preguntbamos si estaban bien y nos dbamos instrucciones entre nosotros para la continuacin de las maniobras de escalada. Todo al mismo tiempo en una especie de lo de Babel que no obstante controlbamos y entendamos a la perfeccin. Los ingleses tambin sonrean a pesar de no entender nada. Sentamos una especie de alivio y estbamos contentos, pues tenamos controlada la situacin por primera vez desde el da anterior. Desde la lejana se escuch un largo aplauso que seguramente sirvi al gento para eliminar tanta tensin acumulada. Les pusimos a ambos un jersey de lana de los nuestros que llevbamos en la mochila de Riquelme y nos reunimos los cinco en la misma repisa que haba pasado la noche Francis, pero ahora convenientemente asegurados por las cuerdas. Estbamos a slo un largo de salida a la cumbre. Haban sido muy osados y valientes para subir tan arriba y fue verdaderamente una suerte que ninguno de los dos se despease durante su ascensin. Les dimos de comer y naturalmente comimos tambin nosotros. El megfono no paraba de vociferar, pero ya habamos decidido salir de all con tranquilidad y sin ningn tipo de precipitacin. Los chicos estaban decididamente ms tranquilos y no queramos que bajo ningn concepto, hicieran el trayecto hasta la cumbre, nerviosos o asustados. En la cima del pen nuestros compaeros Bravo, Cano, Moneo y Jos Miguel Rico, junto a Antonio Vera Tolito y Julin Torregrosa, esperaban vernos salir para incorporarse al rescate, como as ocurri. Pocos minutos despus salamos todos de la pared en medio del contento general. La gente que haba en la cumbre tambin aplaudi a nuestra llegada. El momento fue turbador, pues nosotros tenamos la sensacin de no haber hecho nada ms que lo que hacamos todas las semanas: escalar. No habamos corrido absolutamente ni un solo momento de peligro y aquellas manifestaciones de jbilo y felicitacin me sonaron a inmerecidas y aquello me avergonz, pero se me pas rpidamente cuando Julin me dijo en tono serio: -Oye! Sabis a quin le habis dicho que se meta el megfono en el culo,- naturalmente Julin mir a Riquelme de quien conoci la voz, pero Riqui no se cort ni un pelo en su contestacin. -Algn capullo ser! -Pues el capullo es el Teniente de la Guardia Civil, al mando de la operacin. Casi nos descojonamos pero con una risa nerviosa. Naturalmente nadie dira quien haba sido. Era sabido que a la Guardia Civil en aquella Espaa de Franco, no se le poda decir ni esta boca es ma. Tolito se encarg de bajar a la chica sobre sus espaldas hasta el pie de las paredes, donde el aplauso de los all reunidos nos recibi nada ms salir del tnel de roca. Nunca haba visto a tanto guardia civil como en aquella ocasin. Julin Torregrosa, secretario del centro, haba venido junto con Manuel Mart- nez Lled que estaba all en calidad de Jefe del Grupo de Rescate, al menos, eso es lo que l se crea como vocal de la seccin de montaa que era, lo cual, vena a demostrar Mi primera expedicin 106 la poca confianza que se tena en nosotros. Nos molest bastante, pues el susodicho no tena, como dijo Mere ni puta idea, exactamente hizo lo mismo que la Guardia Civil: Nada, diga lo que diga la prensa. Otra cosa eran Julin y Tolito a los que tenamos en muy alta consideracin por su constante ayuda semana tras semana, llevndonos a escalar con sus coches y de los que escuchbamos consejo. Fue Julin quien nos llam para informar al Teniente Alcalde tras el rescate. Precisamente estbamos hablando con el edil sobre los pormenores de la operacin, cuando se acerc otro Teniente, pero esta vez, de la Guardia Civil. Vena acompaado de dos hombres que vestan de traje oscuro, que desentonaba demasiado con el lugar para pasar desapercibidos. Mis compaeros sin embargo apenas notaron su presencia, enfrascados algo ms arriba del camino, en la tarea de recoger todo el material de escalada que andaba por all desparramado por los suelos, junto a las mochilas, muy seguras por cierto, con todo el batalln de guardias que an permanecan all. Los dos hombres hablaban mal el espaol aunque se les entenda. Nos dieron las gracias al tiempo que sacaron un talonario de cheques y preguntaban: -Cunto dar a vosotros- ms o menos fue algo as. Sus manos gesticulaban apoyando su escaso dominio de nuestro idioma. El Teniente de la Guardia Civil, que para eso tena galones el to, se empe en hacer de innecesario traductor, pues se entenda perfectamente que nos daban dinero. Les dijimos que no queramos nada. Que no lo habamos hecho por dinero y que estbamos satisfechos ya. -No seis tontos que os lo da de corazn!- insista el guardia con cara de asombro. -Podis tomarlo- dijo entonces el Teniente Alcalde, con el que habamos interrumpido nuestro informe de los hechos- Estas personas representan a la familia y tienen orden de daros un dinero para agradecer lo que habis hecho. -Pero es que no lo queremos!- le contest tranquilamente. El hombre del talonario mir al otro y despus de rellenar un cheque me lo entreg, pero tal como me lo dio, lo romp sin mirarlo en cuatro trozos, naturalmente sin prisas ni malos gestos y le devolv los pedacitos de papel, ante el asombro de los all presentes. El guardia que desde su posicin haba visto rellenar el cheque solt una exclamacin. -Muchacho, que est en libras inglesas!, Qu haces- sin duda quiso decir libras esterlinas, pero tambin le haba entendido. -Nada. Ya dije que no queramos dinero. No tuve que consultarlo con mis compaeros pues saba de sobra que pensbamos igual. Y puedo asegurar que tenamos muy presente la falta que nos haca el dinero para nuestra expedicin, pero aquello hubiera supuesto para todos nosotros un deshonra imperdonable. El ingls con los trozos del cheque en la mano hizo un gesto de no entender y balbuceo ininteligiblemente en su idioma. El Teniente Alcalde quien seguramente saba ms ingls que el guardia, se apresur a traducir: -Dice que porqu- y a m me sali un espontneo: -Spain is different! (Espaa es diferente)- Juro que me sali del alma. Era una frase hecha que entonces estaba en boca de todo el mundo como slogan publicitario para el creciente turismo que vena a nuestro pas, pero a todos los espaoles all presentes, incluido a m, nos caus una onda sensacin de orgullo. Sus caras eran sonrientes. Hasta al guardia le cay bien mi ocurrencia y no hubo ms que hablar. Nos llevaron luego a comer a un chalet cerca del pueblo, guardias incluidos y nos atendieron de maravilla. La fiesta acab con todos, rescatados y rescatadores en la piscina, algunos como Riquelme y yo mismo que no queramos baarnos al no llevar Otra vez el Pen 107 traje de bao, acabamos en el agua vestidos y tambin algn que otro guardia civil fue de cabeza al agua con el arma reglamentaria y todo, que aquello para la poca era demasiado, pero no pas nada; quiero decir que ni nos detuvieron ni nada por el estilo. Tampoco el Teniente al mando nos mencion lo de la mala contestacin de Riquelme, cuando el episodio del megfono, as que el da acab bien pero con una cogorza general. Riquelme y yo, y posiblemente alguno ms, volvimos en calzoncillos con los pantalones bvaros volando al viento, pisados en las ventanillas de los coches, para que el sol y la velocidad los secasen. Unos cuantos manguerazos de agua, en un chalet a la entrada de Elda nos dej nuevos para irnos a nuestras casas. * Recuperando el prestigio En los das siguientes la prensa inform sobre el rescate, como ya dije, muy comedidamente. No hubo ninguna fotografa. Yo me alegr de que no la hubiera, pues no habra sido serio, ni parecido a ningn otro rescate de montaa, ver a los rescatados en bikini y baador. Nuestros compaeros del grupo de escalada hicieron bromas sobre aquello y tambin hubo quin me tild de gilipollas por no aceptar el cheque que hubiera solucionado, quien sabe hasta donde la maltrecha economa de nuestra expedicin. Nunca supe por cuantas libras extendieron el cheque y nunca se me ocurri preguntrselo al guardia, que al parecer s lo haba visto. No obstante, se rumore que haba sido mucho dinero, lo cual nos dej hechos unos verdaderos caballeros andantes, Quijotes del montaismo patrio pero ms limpios que la patena. En aquellos das se recibieron en el Ayuntamiento de Elda y tambin en el Centro Excursionista, cartas de agradecimiento, nada menos que del embajador de Espaa en Londres, El Marqus de Santa Cruz que haba sido informado por el Comandante F.D. Prichar amigo de la familia de uno los chicos, adems del Alcalde de Calpe. Fue entonces cuando comprendimos que aquellos muchachos venan de buena familia como dijo Julin. Empezbamos a ver claro la ausencia de sensacionalismos y fotografas en la prensa, el derroche de comida en aquel chalet y la cantidad innecesaria de autoridades que se congregaron al pie del pen. Como era natural el Alcalde de Elda felicit tambin al Centro Excursionista y todo fueron parabienes. En los escritos recibidos todo era magnificado, desde el tratamiento de camarada hasta valiente y desinteresada actuacin con peligro de nuestras vidas, por supuesto al mando del inoperante Don Manuel Martnez Lled, nico nombrado. No hay que perderse el prrafo de despedida digno de ser enmarcado, como testimonio de la poca: Es reconfortante para nosotros comprobar que nuestras juventudes siguen atesorando las virtudes de nuestra raza y son capaces de exponer sus vidas en ayuda del prjimo. Mi primera expedicin 108 Te ruego felicites, en nombre del Consejo Local del Movimiento y de la Corporacin Municipal, al Centro Excursionista Eldense, tan vinculado ya, por distintos motivos al pueblo de Calpe. Te cagas, lorito! Nosotros que en nuestros fuegos de campamento cantbamos canciones contrarias y prohibidas por el rgimen, ahora parecamos de la Falange Espaola. Para postre, poco despus de las felicitaciones recibimos una pelcula, en formato de cine sper-8, con imgenes del rescate en las que no se poda apreciar nada, y una carta del Alcalde proponindonos llevar a cabo unas exhibiciones de escalada en el pen, previo pago naturalmente, a fin de atraer al turismo ya que por lo visto aquel rescate a causa de la publicidad en los distintos medios, haba saturado a la entonces incipiente localidad costera. No hubo ni que debatirlo entre nosotros. Inadmisible. El propio Daniel Esteve explicara al visionario Alcalde el porqu de nuestra negativa, por ser contraria a la tica deportiva. Entonces ni se nos ocurri pensar que aquel hombre se haba adelantado veinticinco aos con su propuesta. Naturalmente yo sigo pensando exactamente igual que aquel da, pero tambin s, que hoy habra bofetadas entre algunos de los escaladores actuales, para coger las pelas, tal vez demasiados. Para m lamentable, pero cierto. De toda aquella historia lo positivo fue el acallar lenguas viperinas, que las haba, pues desde el rescate habamos entrado en la categora de hroes intocables y quien desde dentro de la directiva haba puesto en duda nuestra expedicin: Se fastidi! Bueno, intocables del todo no, pero el episodio nos dio cierta celebridad y como ancdota dir que seguramente conocedores de nuestra no afeccin al rgimen, al menos yo, recib una propuesta de la cdula clandestina del movimiento Requet en la ciudad, para dirigir las jvenes milicias que al parecer estaban organizando y que yo mismo haba visto alguna vez, en las laderas y bancales bajo las Peas del Marn. No, no era ninguna broma. Conoca bien a algunos dirigentes y tambin a alguno de aquellos chicos que realizaban maniobras por el monte. Naturalmente declin la que sera mi primera oferta de militancia poltica. Por aquellas fechas del mes de septiembre, el Centro Excursionista haba elevado mi historial montaero a la seccin valenciana de la escuela nacional, solicitando mi ingreso en la misma, cosa que no ocurrira oficialmente y que tampoco me import nunca. Varios aos despus me pidieron disculpas por escrito al haber traspapelado mi histo- rial deportivo, pero ni siquiera les contest. Guardo la carta oficial que de alguna manera me reconoce como monitor de escalada, pero ya no me interes ni lo ms mnimo aquel ttulo para la pared. Siempre me supe con capacidad para transmitir mi ilusin a los dems, y al parecer no haba ido mal. * La seleccin previa Lleg octubre como fecha sealada para la seleccin del equipo expedicionario y los reservas. La lista inicial de pre-seleccin se compona de 15 escaladores, casi la totalidad del grupo de escalada. El proceso consisti en comunicar, en el tabln de anun Otra vez el Pen 109 cios de la sociedad, las bases y plazos de inscripcin que fue voluntaria. El listado de nombres se confeccion por orden de presentacin de los historiales: Mariano Segura Mrmol Juan M. Maestre Carbonell Antonio Riquelme Albert Alberto Beltrn Ortiz Rafael Montero Fernndez Jos Antonio Fernndez de Mera y Concha Antonio Hermenegildo Martnez Idaez Pedro Cano Verd Joaqun Navarro Azorn Jos Francisco Maestre Prez Arnaldo Beltrn Ortiz Ricardo Vicedo Gonzlez Jos Miguel Mart Juan Jos Prez Moneo Jos Herrero Prez El equipo asesor descart a los que consider menos aptos en base al historial personal y finalmente se design a los seis titulares y dos reservas. La idea de los reservas fue acertada como luego se ver, pues inicialmente el equipo expedicionario lo componamos: Riquelme, Mere, Vicedo, Cano, Jos Herrero y yo, y como reservas quedaron Jos Prez Moneo en primer lugar y Jos Miguel Mart, en segundo. Como dije en su da, ni ramos los mejores ni se haban descartado los peores. La seleccin fue una mezcla de intenciones personales, posibilidades laborales e historiales. Lo nico cierto era que entre los pre-seleccionados s estaban los mejores del momento, el resto de miembros del grupo no se presentaron por ser, o demasiado jvenes o demasiado novatos. Yo sent particularmente la ausencia de Rafaelillo, compaero de mis primeras batallas con la roca, quien adems era uno de los escaladores ms decididos del momento, pero el trabajo y la familia, le imposibilitaban acompaarnos. Ocurri as con algn otro compaero, lo cual no fue obstculo para que hasta el ltimo da contsemos con la colaboracin de todos, como una pia. Mientras todo esto pasaba, corran los meses. Desde mi aislamiento semanal en la capital manchega, me dediqu a recorrer los pocos lugares aptos para la escalada que existen en la llanura manchega, y ense a escalar a algunos compaeros del trabajo con los cuales, abrimos algunas vas de escalada, principalmente en los alrededores de Ayna, pero tambin en otras zonas, e incluso en tierras murcianas. Recuerdo como ancdota una escalada al castillo de San Pedro, en la que, despus de superar la pared de roca, tuvimos que escalar las almenas del castillo hasta colarnos por un hueco. As me mantuve en forma mientras mis compaeros cumplan un plan de entrenamiento fsico bajo la direccin de Tolito, incluso la nieve que ese ao cay en la meseta manchega, me vino bien para realizar prcticas en el puerto de los Altos durante algunos das. 1970 dej la sensacin en todos nosotros de que algo realmente estaba empezando a cambiar en Espaa, aunque todava se prohibi el uso de bikini a las chicas en las piscinas de Zaragoza, a pesar de que el turismo estaba en auge en las costas espaolas. Mi primera expedicin 110 Kubala, el legendario jugador, era nombrado seleccionador nacional de nuestro ftbol y un tal Urtain se proclamaba campen de Europa de los pesos pesados convocando a todos los espaoles delante de los televisores. Cesar Prez de Tudela con su intervencin en el concurso de Televisin Espaola Las diez de ltimas populariz igualmente el montaismo en Espaa, mientras nuestro Centro Excursionista se colocaba como tercero de la Federacin Espaola de Montaismo, en nmero de socios, de entre un total de 347 sociedades adscritas a la misma, a la que solicit una subvencin para la construccin del primer rocdromo en nuestro pas que sera construido aos ms tarde en la Ciudad Deportiva, cuando ya nadie lo supo aprovechar. Los miembros de la E.N.A.M. llevaron a cabo su expedicin Groenlandia-70 en la que Jos Navarro, finamente no particip. Hubo polmica en la prensa alicantina porque slo haban seleccionado a montaeros de Valencia. Todos sus integrantes eran conocidos de los eldenses, no en vano la mayora de ellos haban sido los monitores en los cursos de escalada en roca, donde todos nosotros habamos participado, y tambin en el cursillo que se celebr a finales de este ao y donde por esas cosas de la vida, mi chica, al haberlo llevado a cabo con aprovechamiento, consigui la medalla que le acredita como apta para la escalada en roca. La primera escaladora eldense Maruja Perea Prez, camino a las Peas del Marn. (1970). Maruja Perea Prez, se convirti en la primera mujer escaladora de Elda, pero lo que verdaderamente me import fue que mi chica cada da estaba ms unida a la montaa, la otra pasin de mi vida. *** La recta final 111 Captulo 8 La recta final La cordada Moneo-Mere en la va Larga del espoln de la Sierra del Caballo (Penya del Corb). La Ciudad Deportiva - Financiacin Delegado de prensa Seleccin definitiva Mi primera expedicin 112 Ya nunca podr olvidar, los momentos que viv, y que fue cerca de aqu, donde aprend a escalar. Ya nunca podr olvidar, que en la escalada sent algo que revivi muy dentro de m. Ya nunca podr olvidar, el recio olor de las cuerdas, ni las clavijas al cantar. Ya nunca podr olvidar. Lo llevo dentro de m. Antes tendra que pensar, que no hay ni Tierra, ni Cielo, ni Mar por eso, ya nunca podr olvidar. (Pobretrasto) La recta final 113 VIII La Ciudad Deportiva En el mes de enero de aquel definitivo 1971, el Centro Excursionista celebr junta general extraordinaria y se propuso la adquisicin de la finca de Rabosa para convertirla en un parque de montaa, mediante el establecimiento de una cuota especial o derrama. Para nosotros cada da estaba ms claro que iramos solos en aquel proyecto de expedicin. La directiva inmersa en la Ciudad Deportiva y ahora en el nuevo proyecto del parque, era indudable que tena la cabeza puesta en otros problemas. Me daba un poco de pena por aquellos hombres que haban escrito pginas brillantes en pro del montaismo local y que tanto nos haban ayudado a crecer dndonos facilidades y subvenciones. Haban estado muchos aos apostando por un grupo de escaladores y alpinistas con el que optar a empresas como la que nosotros, en aquel momento estbamos planeando. Nuestras aspiraciones, en cierta forma, yo saba que eran tambin las suyas, pero los proyectos sociales haban enterrado las ilusiones de los ltimos diez aos y sus aspiraciones ideolgicas pareca evidente que haban evolucionado. Nos hubiera venido bien un poco ms de colaboracin, sobre todo con las relaciones pblicas en busca de apoyos econmicos dada nuestra juventud, pero nunca nos quejamos por ello. La decisin de partir era la cosa ms clara que exista. El pacto era ir al Atlas como fuese y con lo que fuese, costase lo que costase, y fue el mejor acuerdo al que pudimos llegar, as que, el presupuesto inicial dividido entre seis, daba como resultado una cantidad que era la que nos comprometimos a asumir cada uno, incluso pidiendo un prstamo al banco, en caso de no recaudar ni un cntimo; de tal manera que cada importe obtenido supona rebajar la aportacin, aumentando el ahorro en beneficio de un mejor equipo personal, que dicho sea de paso, buena falta nos haca. Una cosa estaba clara: bamos al Atlas, en coche o en moto, con botas o en chanclas de playa y naturalmente ya estbamos llevando a cabo cinco canales de finan Mi primera expedicin 114 ciacin, adems de la subvencin que esperbamos del Centro y que todava no haba sido determinada. Tambin esto, suponamos que la junta directiva lo haba dejado un poco en el aire, a ver si sonaba la flauta y logrbamos desarrollar la totalidad del pro- yecto. * Financiacin La primera frmula para recaudar fondos haba tenido lugar durante nuestras reuniones del grupo. Fue digna de mencin por la generosidad de los donantes y postores. Consisti en la realizacin de subastas de objetos que los miembros del G.E.C.E donbamos desinteresadamente y que se subastaron a la mejor puja de entre nosotros mismos. Un libro de montaa, un juego de estribos, una mochila cualquier cosa vala si interesaba a alguien. No fue mucho pues supuso el 1,12 por ciento del total recaudado, pero aquellas primeras 950 pesetas (5,71 euros) sirvieron para acometer los gastos del resto de campaas econmicas. Al disponer de efectivo, se compr un rollo de plstico adhesivo, color azul mate, de aquellos para forrar lejas de armarios de cocina, y Manuel Pascual Boluda, compaero del grupo que trabajaba con un to suyo en un taller de suelas para el calzado, se encarg de preparar unos valos aprovechando un troquel de tamao adecuado, ahorrando as en gastos, para luego estampar mediante la tcnica del timbrado que se usa para poner la marca comercial en la planta del zapato, en color verde y tambin en rojo brillante, el escudo de nuestra expedicin. Emblema de la expedicin. La colecta final por la venta de estos escudos entre los amigos y montaeros conocidos alcanz la suma de 2.716,50 de las antiguas pesetas (16,33 euros), representando otro 3,20 por ciento de la recaudacin. Pero el proyecto en el que ms esperanzas pusimos fue en la denominada Operacin Postal, que consista en enviar una postal de la aventura a todos los colaboradores que previamente hubieran realizado una pequea aportacin econmica. No se fij ningn importe y cada cual don lo que voluntariamente quiso, recaudndose en total 11.172 pesetas (67,15 euros). 138 personas haban cola- borado con la campaa a una media de 80,96 pesetas, o lo que es lo mismo 0,49 euros por aportacin que supuso otro 13,15 por ciento ms. El donativo mayor fue de 200 La recta final 115 pesetas y el menor de 10 pesetas. Cualquier cantidad era buena, sobre todo cuando se daban de corazn y dentro de las posibilidades que la gente trabajadora tena. Ahora bien, la ancdota a resaltar sobre este tema, fue la negacin a aceptar un duro, que equivala a 5 pesetas sea 0,03 cntimos de euro, de parte de un comerciante al que un compaero acudi a solicitar su colaboracin. No se cort un pelo, dada la amistad que les una: -Mtete el duro en el culo!- le dijo desilusionado, habiendo esperado una mayor generosidad, acorde con el potencial econmico del comerciante. Claro que necesitbamos el dinero, pero aplaudimos la ocurrencia del compaero. Ayudas s, limosnas no. Nosotros nos sentamos alpinistas, no pedigeos, aunque realmente tuviramos que ejercer de ello para lograr nuestro objetivo. La campaa fue un fracaso econmico al no implicarse a la sociedad eldense. Un censo de cerca de 30.000 habitantes que tena la ciudad en aquel ao, para un logro de poco ms de un centenar de colaboraciones dej claro el escaso poder de convocatoria que nuestra expedicin tuvo entre nuestros paisanos. Personalmente hicimos cada uno lo que pudimos y en la lista incluida en el anexo de este diario aparecen la prctica totalidad de mis compaeros de trabajo en Elda e incluso algunos de la oficina de Albacete, amn de mis padres y yo mismo, pero result evidente que nuestro poder de recaudacin era muy limitado a nuestro propio entorno. Nuestra juventud para esto era sin duda el mayor obstculo. El tercer lugar en lo econmico, por el valor de la suma total recaudada le correspondi a las ayudas en gneros de empresas, comercios y algn que otro mecenas particular, cuya lista tambin se incluye en el mencionado anexo. Sartenes, clavijas, material fotogrfico e incluso los carteles anunciadores de la campaa, constituyeron el material donado, amn de otros equipos personales que no se incluyeron ni valoraron, como por ejemplo los pantalones vaqueros y las camisas blancas de manga corta que Tejidos Valor nos regal a fin de ir conjuntados como cualquier equipo que se preciase de serlo. El valor total de lo obtenido, excluido el equipamiento de tipo individual, se cifr en 15.920 pesetas (95,68 euros) y supuso otro 18,73 por ciento del total de la recaudacin. Se observa la ausencia de grandes firmas, administraciones pblicas o entidades de crdito. Result evidente que el Centro Excursionista y su proyectada obra social ya acaparaban la atencin de todo el mecenazgo disponible, al que no se quiso sobrecargar para este proyecto. Logramos alcanzar el 60 por ciento del total de la recaudacin prevista, sumando otro porcentaje del 23,80 mediante el ingreso por venta de rifas y loteras que ya venamos celebrando desde un ao atrs. Las 20.225 pesetas (121,55 euros) que se lograron cntimo a cntimo y papeleta a papeleta, result ser nuestra mejor baza econmica, pero fuimos incapaces de cubrir totalmente lo presupuestado. Todo nuestro esfuerzo durante ms de un ao, contando con la ayuda y colaboracin de la totalidad del grupo de escalada haba dado como fruto la suma de 50.983,50 pesetas; exactamente 306,42 euros, pero faltaban todava otros 204,35 euros, que fueron las 34.000,50 pesetas con las que el centro nos subvencion en el ltimo momento. La directiva dirigida por Daniel Esteve cumpli en el aspecto econmico totalmente, que es en realidad en lo que las directivas de las sociedades deben cumplir, dejando libertad de actuacin y organizacin a sus deportistas, y nosotros ciertamente disfrutamos de esa libertad en todo momento, lo cual valoramos y agradecimos. Para m, no obstante, segua habiendo un pero. De todos mis compaeros yo era el que ms y mejor conoca a aquellos hombres, con los que desde mis tiernos Mi primera expedicin 116 catorce aos, haba compartido inquietudes montaeras en muchas reuniones a las que me dejaron asistir. Siempre haba dado por hecho que aquella expedicin iba a ser un logro, del que ellos se sintiesen partcipes, pero no estaba siendo as, o por lo menos no lo pareca. Ech en falta el calor humano que antes haba recibido de ellos. Tal vez haba sido en realidad el natural paternalismo de unos hombres maduros hacia unos jovencitos que comenzaban. Tal vez ya habamos crecido y los 20 aos estaban siendo la peor edad para seguir escuchando los sabios consejos otrora aceptados. Daniel Esteve dice en su libro sobre la historia del Centro, al citar la escisin del Grupo de Escalada y creacin del Club Alpino, que sus hijos (los hijos del Centro, refirindose a nosotros) se hicieron mayores y buscaron nueva casa. La segunda causa era cierta, pero yo sent que me haba hecho mayor un lustro antes de aquel ao de 1976 en el que abandonamos la casa del padre. La aventura del Atlas llevada a cabo enteramente con nuestros propios esfuerzos fue para nosotros como la prueba de hombra a la que cualquier tribu del mundo, somete a sus nios para convertirlos en adultos. No pude evitar sentir un poco de pena. Naturalmente ms por ellos que por m, pues pens que haban dejado de disfrutar de nuestros logros, por otra parte, siempre realizados esperando de ellos su beneplcito. Era realmente como cuando un hijo se hace mayor y deja de contarle al padre sus planes aunque lo sigue necesitando, entre otras cosas para la paga semanal. As me senta pues era la subvencin de la entidad lo nico que esperaba de aquellos padres, y si aquel pensamiento por s mismo me apen, no fue un obstculo para seguir luchando con mayor ahnco en la organizacin de aquella aventura. En rea- lidad nuestra juventud poda con todo. Nada era fruto de una reflexin excesiva. Las cosas ocurran y punto. El objetivo segua siendo el Alto Atlas Marroqu y todo lo dems era secundario. Mis compaeros, probablemente no pudieron apreciar este matiz sensiblero al no tener con ellos la misma implicacin. De la federacin ni hablo. Daniel Esteve escribi varias cartas preguntando por la prometida subvencin hasta das antes de nuestra salida. Nunca se recibi. Desde principios de ao la preparacin fsica y tcnica no falt ni un momento. Por mi parte segua alternando las salidas con el grupo durante los fines de semana con las escaladas casi a diario por diversas zonas de La Mancha en frentica actividad. El nico descanso o respiro nos lo permitimos en el mes de marzo, cuando aquel que fuera mi compaero en las primeras escaladas, Jos Juan Cataln, se cas en la sierra de Ca- La boda en la sierra de Cabreras de mi buen amigo y compaero, Jos Juan Cataln con Encarnita Brotons. Fueron los padrinos D aniel Esteve y Josefina Villaplana . La recta final 117 breras con Encarnita Brotns, su novia de siempre. La boda fue emotiva y nos congreg a todo el mundillo montaero del momento en torno a aquel especial acontecimiento. * Delegado de prensa En el semanario local Valle de Elda, habitual foro de expresin del Centro, se sigui escribiendo de todas las actividades normales de las secciones y tambin apareci algo sobre nuestra proyectada salida, exactamente tres pequeas notas sueltas fueron todo lo enviado a la prensa por la directiva hasta el mes de Junio, a tan slo un mes para nuestra partida. En aquellas notas la expedicin se reflejaba como una actividad ms de las realizadas, pero desde luego sin darle la importancia que a nuestro juicio deba tener; si no por importancia deportiva, si por la necesidad econmica que nos acuciaba: OPERACIN ATLAS El vocal del grupo de escalada inform del estado actual de preparacin de la expedicin a la cordillera del Atlas, y de haber abierto una suscripcin con ocasin de la excursin de montaa del pasado domingo que dio un ingreso de 1.300 ptas. La suscripcin contina abierta y cuantos deseen ayudar a esta empresa deportiva pueden entregar sus donativos en la secretara del centro 30 de enero de 1971. OPERACIN ATLAS El G.E.C.E. inici su programa de preparacin para esta expedicin a las montaas del Atlas, realizando una excursin a la cumbre de la sierra del Caballo, con equipo de 30 kilos de peso, tomando parte en la misma los miembros del citado grupo preseleccionados para dicha operacin 17 de Abril de 1971. OPERACIN ATLAS El vocal del G.E.C.E. presenta relacin de material que precisan para la citada operacin, por un importe de 1.877 ptas. acordndose conceder una subvencin por dicho importe. Visto lo visto, nos saltamos al delegado de prensa del centro y nombramos a Octavio Lpez Lorente como delegado especial para nuestra expedicin, gracias al cual, no en el semanario Valle de Elda, pero s en las pginas dedicadas a nuestra ciudad por el diario La Verdad de Murcia pudimos tener un medio de expresin y acercamiento a nuestro pueblo, que de otra manera no hubiramos tenido, para el que interiormente nos estbamos esforzando. Porque as era realmente como nos sentamos en el tratamiento de esa relacin entre ciudadanos y pueblo. Porque as se haban hecho las cosas siempre Mi primera expedicin 118 durante la larga poca del franquismo y porque as se seguan haciendo tambin en aquellos aos de sus ltimos estertores, donde los ideales de unidad y generosidad iban a ser ms necesarios que nunca. As se haba hecho siempre en las guerras, las exploraciones y tambin en las conquistas de las montaas de la tierra: unos hombres en representacin de un pueblo y una bandera. Que nadie se extrae por ello pues an hoy se sigue haciendo igual en el mundo deportivo, slo que, para nosotros en aquel tiempo significaba mucho ms que eso; era adems la puesta de largo de nuestro grupo de escalada y con l, nuestro propio bautismo de fuego, allende las fronteras. Decir que estbamos henchidos de emocin y orgullo por representar a nuestro montaismo local e incluso provincial y nacional, no sera en modo alguno una exageracin. Tambin decepcionados con esos mismos paisanos que para sorpresa nuestra no haban entendido como nosotros aquel proyecto, cosa muy normal, vista hoy desde la perspectiva del tiempo, pero la verdad es que tampoco nos quejbamos demasiado. El hecho de que ms de un centenar de personas creyese en nosotros, nos decamos, era suficiente estmulo para continuar en la lucha. * Seleccin definitiva Lleg la primavera y la actividad organizativa aument. El equipo se perfil hasta el que fue definitivo. La idea de nombrar reservas fue acertada pues Jos Herrero Prez, el mayor de todos nosotros, a causa de sus estudios se dio de baja como seleccionado. Realmente era con el que menos contacto tenamos, as que tal vez los motivos para no venir fueran, adems estos, pues mientras era normal que nosotros alargsemos nuestra relacin montaera, llevndola al terreno ms personal de salir en pandilla, Herrerico , de mayor edad que nosotros, tena otro crculo de amigos acorde a la suya y ajenos al grupo. Otro Pepe, Jos Prez Moneo deba ocupar su puesto como reserva nmero uno en el orden de acceso, pero los dioses de la fortuna, si existen, se confabularon en su contra y tuvo que desistir, esta vez involuntariamente al no autorizarse su salida del pas por encontrarse prximo para l, su incorporacin al servicio militar, entonces obligatorio en Espaa. Fue una frustracin para todos dado el carisma de Moneo, como as le llambamos todos haciendo uso del apellido materno, y gracias a que previnimos un segundo reserva pudo incorporarse a la seleccin Jos Miguel Mart Juan, el ms joven del equipo. Con l, el grupo final qued completado y decir que aquellos eran los mejores del momento sera caer en el tpico de siempre y como no pienso hacerlo, slo aclarar que en aquella aventura, sin que sobrase nadie, todos echamos en falta a Moneo. Naturalmente haban otros que podran haber estado, slo hay que mirar la historia posterior del montaismo y de las expediciones eldenses que siguieron al Atlas-71 para saber que los nombres de Juan Mataix, Mariano Segura, Jos Francisco Maestre, Anasta La recta final 119 sio Higueruela y el propio Moneo, aparecen en ella, incluso repetidamente, lo cual puede dar una idea aproximada de la flema aventurera de aquel grupo de jvenes escaladores. Describir como eran mis compaeros; mejor dicho, como creo yo que eran, no es tan difcil para m. Siempre consider fundamental el anlisis del perfil humano, social y deportivo de los participantes en una expedicin, y siendo aquella mi primera vez, fue tambin la que ms responsabilidad puso sobre mis hombros, al ser nombrado Director Tcnico. Era evidente que yo haba analizado uno por uno a todos mis compaeros, pero mucho mejor que eso, result el auto-anlisis personal y colectivo al que todos nos sometimos en un cara a cara valiente y voluntario donde cada cual se expuso adems al juicio del resto, en un claro y sano ejercicio de autocrtica personal y colectiva, al que llambamos, ms o menos acertadamente terapia de grupo. Aquellas terapias se convocaban expresamente para ello, generalmente antes o despus de escalar en la misma montaa y en alguna ocasin en la propia sociedad y siempre en presencia del resto de compaeros del grupo de escalada, los cuales generalmente no intervenan y cuando lo hacan era siempre para calmar los nimos en los momentos ms tensos de la reunin, ya que en ellas cada uno poda decirle directamente a la cara al otro, lo que realmente pensaba de l; lo bueno y lo malo, y esto ltimo era obligatorio. Aquello fue altamente positivo para la cohesin del equipo, pues no qued prcticamente nada oculto entre nosotros. Aprendimos sobre todo a saber lo que realmente haca dao al compaero y por lo tanto, hasta dnde se poda llegar sin herir al otro. Lo dicho, una excelente terapia de grupo que ayud a conocernos mucho mejor. A mis compaeros de aventura les describir a mitad de camino entre lo que s y lo que creo saber de ellos, y entresacando algunas de sus respuestas a las entrevistas que poco antes de partir la expedicin, ellos mismos manifestaron al delegado de prensa Octavio Lpez y que ste, seleccion para su publicacin en la prensa. Ricardo Vicedo Gonzlez. Material sanitario. Inequvocamente, fue al primero de todos que conoc. Mayor que yo tan slo nueve das, debi ser pocas semanas ms tarde de mi venida al mundo cuando comenzamos a pasar muchas horas dentro del mismo capazo, donde nuestras madres nos colocaban a dormir entre bibern y bibern. Su padre fue mi padrino pues nuestras familias Mi primera expedicin 120 eran ya amigas, antes que nosotros. Compartimos sucesivamente las estampas, las chapas, las canicas, la trompa y una especie de carricoche, nefasto para nuestros ensangrentados nudillos (cuando me acuerdo an me duelen). No s bien si le llambamos patinete o carricoche pero construido con un tablero y una direccin de manillar de palo, nos haca bajar a toda velocidad surcando las recin asfaltadas calles del barrio, tan slo soportados por diminutos cojinetes. Aquel artefacto debi ser el que nos procur a ambos las primeras sensaciones de aventura, pues milagroso fue no ir a parar bajo las ruedas de algn vehculo, que ajeno al peligroso juego de aquellas alocadas carreras, se cruz ms de una vez en nuestro camino, aunque con mucha fortuna para nuestra integridad fsica. Ya mocitos los dos formbamos parte de la directiva de la falla infantil del barrio de la Fraternidad y los dos nos encargamos de organizar los primeros guateques en su casa o en la ma, puesto que tambin ramos vecinos puerta con puerta. Resultaba inevitable que tambin en la montaa tuvisemos un escenario comn y as fue como Ricardo se convirti igualmente en uno de los fundadores del grupo de escalada. Nos conocamos tanto que nos compenetrbamos muy bien. l sola adoptar en todas las discusiones el papel de abogado del diablo ante cualquier propuesta que yo hiciera, lo cual a los ojos de los dems compaeros daba la sensacin de no llevarnos bien, cuando era todo lo contraro, pues ambos haca ya aos que adoptbamos ese rol que considerbamos complementario. Si uno argumentaba que determinado asunto era de tal manera, inmediatamente el otro se ocupaba de buscarle los tres pies al gato y resaltaba los aspectos negativos de la propuesta, llegando incluso a adoptar la postura contraria. He de decir que siempre lo he interpretado as y creo que es sumamente efectivo. Era como obligar al contrario a bajar los pies al suelo, cuando la imaginacin y la ilusin hacan que te elevases hacia caminos utpicos. Entre nosotros siempre funcion y nunca se interpret como un ataque al otro. En el aspecto deportivo Ricardo era muy fuerte, fsica y sobre todo mentalmente. Compaginaba la montaa con las fiestas y verbenas, lo cual me daba ligera ventaja en la pared, sin que ello fuera obstculo para que juntos realizsemos algunas de las mejores escaladas de la zona como la mencionada va Daniel Esteve. Era frecuente tener que esperarle a que se vistiera, pues cuando estbamos listos para emprender la excursin, apareca puntual, pero de regreso de la verbena o fiesta de turno, y nos rogaba que le espersemos. Tenaz en la montaa, no daba nada por perdido hasta haber agotado al lmite de todas las posibilidades. Muy seguro en todo momento de lo que haca y de porqu lo haca, por ello, cuando el periodista le pregunt: Por qu escalas t- Su contestacin no se limita a dar una respuesta escueta, l la ampla y le da varias justificaciones posibles: Para saber porqu uno escala, tiene que practicarlo; cuando esto se comenta entre profanos la opinin general es que es una tontera, pero los que lo practicamos disfrutamos hacindolo, aun con riesgo de nuestra propia vida, y cuanto ms satisfaccin sientes es cuando mayores peligros has tenido que afrontar para llegar a la cima. -El entrevistador insiste- Qu esperas conseguir con la escalada - Siempre una mayor superacin. La mayora de los escaladores piensan en poder llegar a un grado de preparacin con el cual poderse enfrentar a una serie de cumbres clasificadas como claves, que por ser las ms difciles son las ms codiciadas. Finalmente cuando le preguntan porqu ha sido seleccionado para ir al Atlas, el mismo sin ningn tipo de exageracin resume su historial: Se ha hecho una seleccin de aptitudes en las que intervienen tres factores: actividad en alta montaa, escaladas y preparacin fsica. Llevo cuatro aos consecutivos saliendo a la montaa en verano e La recta final 121 invierno; he realizado ms de cincuenta escaladas de primero de cuerda y una serie de marchas de preparacin fsica, por esto he sido seleccionado y creo que lograr no defraudar la confianza puesta en m. Ricardo siempre ha sido una persona carismtica que sabe liderar acertadamente cualquier grupo de trabajo. Lo ha demostrado siempre a lo largo de su vida deportiva y tambin profesionalmente. Siendo as, su mayor virtud es saber adaptarse al trabajo de equipo sin necesidad de ostentar el liderazgo que le resulta tan innato. En la Operacin Atlas-71 asumi la gestin de sanitario, gracias a los conocimientos de socorrismo adquiridos en un cursillo de la Cruz Roja, pero estaba perfectamente capacitado para dirigir la expedicin. En aquellos aos trabajaba en una fbrica de calzados, pero ya tena proyectos empresariales que ms tarde sabra llevar a buen puerto. Tiempo despus su vocacin aventurera le llev a alistarse en la Legin y consigui permisos especiales para comprar material de escalada, ya que no s, de qu manera haba liado a sus jefes militares para crear un pelotn de escalada, nada menos que en el desierto del Shara. As era Ricardo. Nuestra amistad nunca ha tenido fisuras y an hoy, tantos aos despus, seguimos compartiendo la misma aficin por la montaa. * Antonio Hermenegildo Martnez Idez Mere. Material de Escalada. Mis amigos y compaeros siempre me han escuchado referirme a l como el nico compaero fijo de escalada que he tenido y tambin Mere sola decir lo mismo, entendiendo que nos referamos al hecho de escalar habitualmente juntos todas las semanas hasta llegar a crear esa especie de sociedad montaera que consista en meternos juntos en todos los fregaos que se nos ocurrieran. Mere apareci por el Centro un da con una mochila prestada por su amigo Almendros y unas botas de serraje que ya no servan ni para caminar por el llano. Con su carcter marcadamente extrovertido rpidamente se hizo un hueco entre la juventud del Centro y fue a finales de 1968, habiendo transcurrido slo unos meses desde la fundacin del grupo de escalada cuando le captamos rpidamente. l mismo lo cuenta en Mi primera expedicin 122 su turno de entrevista al periodista, cuando ste le pregunt: Qu te empuj a la escalada- Haba visto escalar y me gustaba; quera conocer la aventura, hacer algo ms, superarme, y Maestre me enganch a escalar- As de directo era siempre. Su mejor y peor defecto era decir siempre lo que pensaba. Como un libro abierto en su relacin con los dems, no dudaba en contar algo que cualquier otro hubiera silenciado de su pasado, como el famoso berrinche que le haba dado al cura prroco de Santa Ana, cuando le pill con las manos en el cepillo de la parroquia. l mismo lo confesaba en clave de humor recordando aquella fechora sin jactarse por ello, pues a pesar del tono gracioso que al relato le imprima, cuantos le conocimos bien sabamos que no estaba exento de sincero arrepentimiento. Luego seramos los dems quienes tambin sin malicia, le recordbamos que el viejo prroco Jos Mara, le haba perdonado el reformatorio, a lo que l contestaba que por eso estaba con nosotros en este purgatorio. Seguramente no podr ser imparcial al hablar de mi compaero de cordada. Juntos y sin experiencia nos metimos con el escaso material que tenamos, en las paredes y vas ms duras de los alrededores, llegando a ser una de las cordadas ms activas del momento. Poco despus con la entrada de nuevos jvenes en el grupo que ya no ces nunca, tuvimos que separar nuestra cordada, para dedicarnos por entero a ensear cada domingo a otras cordadas de nuevos escaladores. Aquel fue nuestro mayor compromiso y hoy estoy convencido de que, gracias a ello, se propici el auge de un deporte que hasta entonces era algo aislado e individual y que a costa del sacrificio personal, logramos hacer colectivo y creciente. Sin duda fue el ms valiente y decidido escalador del momento. Su corta estatura no era obstculo para elevarse lo preciso, gracias a su potente musculatura y a pesar de lo precario de su calzado. Recuerdo como ancdota, las bromas del da que escalamos la va Gres-70 en Cabreras, con las botas modelo Chiruca que haba retirado mi abuelo porque le hacan dao y que yo le regal, harto de verle las plantas del calzado agujereadas y parcheadas con trozos de suela. Creo no haberme redo tanto en toda mi vida escalando una va por primera vez. Su historial era parejo al del resto de seleccionados, pero su actitud frente a las dificultades era muy superior a la media. Su fuerte no era la estrategia, y no tena inconveniente en reconocerlo y su estilo al escalar era algo tan innato en l como su exagerada sinceridad, y cuando Octavio, nuestro delegado de prensa en el ejercicio de su trabajo para el peridico le pregunt: Ests contento con tu participacin - refirindose dentro de la Operacin Atlas-71, Mere le contest: S, por mi participacin en la operacin, pero no particularmente conmigo mismo, por no haber podido ayudar ms en la organizacin de lo que lo he hecho; El trabajo no me ha permitido entregarme como habra deseado. Trabajaba en una empresa auxiliar del calzado. Sindicalista acrrimo y hasta defensor de causas perdidas cuando se trataba de ponerse al lado del compaero, porque esa fue una de las palabras que pronunci ms veces en su vida compaero Mere fue la persona con la que en ms ocasiones y ms horas seguidas he discutido en toda mi vida, y siempre por temas relacionados con la montaa y la juventud, en los que, frecuentemente nos quedbamos completamente solos hasta la madrugada, e incluso ms de una vez se nos hizo de da. Una vez nos enfadamos tanto que dejamos de hablarnos durante un mes. Al cabo de ese tiempo, una noche que nos vimos en el local social, nos perdonamos mutuamente con un abrazo y el consabido mala mierda te La recta final 123 ahogue, otra de sus frases ms clebres, nunca dicha con otra intencin que no fuera la de quitar hierro al asunto. As era Mere, dialogante hasta el infinito, sincero a carta cabal y cabezota como l slo. Natural de Bonete, ciudad manchega donde su padre haba sido alcalde, se declaraba poco amigo de los curas y de la guardia civil, que fueron siempre el taln de Aquiles sobre el que gastarle las mejores bromas, como aquella que voy a contar, que ocurri la noche que viajbamos en autocar a la sierra de Gredos: fue cuando despus de haber parado en una gasolinera la supuesta guardia civil par el autocar. El guardia civil en cuestin era el compaero Paco Juan, disfrazado dentro de un uniforme incluidos capote y tricornio que en la oscuridad de la noche hacan totalmente creble al personaje, el cual, una vez abierta la puerta del autocar, subi y pregunt por un tal revolucionario llamado Mere al tiempo que desde la parte de atrs del vehculo un cura vestido con alzacuello, sotana y sombrero peda clemencia para la oveja descarriada. El cura era Miguel Verd al que Mere reconoci enseguida, pero la voz ronca impostada por Paco, logr convencer a ms de uno de la veracidad de la benemrita. Se escuch y core por todos el consabido mala mierda te ahogue en honor de aquel revolucionario declarado, que al igual que Ricardo, tambin se fue a servir a la patria, como entonces se acostumbraba a decir, en el Tercio de la Legin, destacado en frica, y que imitaba como nadie las canciones de Vctor Manuel junto al fuego de campamento, y era a la vez el mejor amigo que se poda tener. Otro incuestionable en la Operacin Atlas-71 aunque slo fuese por su antigedad en el joven grupo, al haber realizado en 1968 el curso de escalada en roca. Mere ya no est entre nosotros desde Julio de 1.999. Una plaza en el barrio de la estacin donde viva, lleva hoy su nombre, lo cual da muestras del compaero que para todos fue ms all de la propia montaa. Yo tampoco puedo ni quiero olvidarle y en mi corazn, tambin se ha ido haciendo para l, un espacio muy grande. * Antonio Riquelme Albert. Material fotogrfico. El otro Antonio que tambin nos dej fue Riquelme, al que muy pocos amigos en aquellos aos, habamos comenzado a llamar Riqui, si bien lo ms comn era llamarle por su apellido. l y Mere eran los mayores con sus 21 aos cumplidos. Mi primera expedicin 124 Inicialmente perteneca al Centro Excursionista de Petrel aunque era de Elda y viva en la calle Dahellos, muy cerca entonces del propio centro. Su vinculacin con el excursionismo de la vecina localidad, le vino tal vez, por relacin anterior con el mundo de la gimnasia, ya que en aquella ciudad exista entonces un gran ambiente en el Club Zeus, donde algunos de los gimnastas eran tambin excursionistas, buena prueba de ello es que, en el curso de escalada en roca que imparti la escuela nacional en 1969, l se inscribi como socio de la entidad petrelense, si bien ninguno de los compaeros con los que habitualmente sala a la montaa, se apunt con l. Recuerdo que por aquellas fechas ya haba contactado con nosotros, creo que fue por mediacin de Pedro Cano, con quien trabajaba en la oficina de la fbrica de calzados de Pedro Garca situada entonces a las afueras de la poblacin. Su constitu- cin fsica recordaba a un atleta griego de cintura estrecha y anchas espaldas. Muy fuerte muscularmente y a la vez atltico. Tmido, muy educado, refinado en el trato y nada presuntuoso, quiz fueran esas contradicciones de su persona las que llamaban, en un principio la atencin, luego al conocerle mejor se descubra su carcter jovial y carioso, que incluso en ocasiones pecaba de exceso de jocosidad. l y Mere acostumbraban a ser como el perro y el gato, siempre en versin humorista, en las muchas reuniones del grupo y era Riquelme quien provocaba siempre a su compaero, con lo cual el famoso mala mierda te ahogue de Mere casi nunca dejaba de orse cuando estaban juntos, renegando constantemente el uno del otro. Se hicieron enseguida muy buenos amigos, a pesar de ser tan diferentes. Riquelme entr a formar parte del grupo nada ms finalizar el curso de escalada y no tard mucho tiempo en perder la timidez inicial. A toda hora estaba gastando bromas a todo el mundo y ni el conserje del centro; el bueno de Anbal, de pequea estatura pero gran corazn, se libraba de ellas. Anbal era como el padre de todos nosotros. Siempre nos estaba riendo y amenazando con contarle nuestras trastadas a la directiva, pero nunca lo haca. Un da le metimos entre todos dentro de una tinaja de barro gigantesca de la seccin de arqueologa, que haba en el saln del local antiguo y no le sacamos hasta que prometi que no dira nada, pero lo que ms enfad a Anbal de Riquelme, fue cuando ste entr montado sobre su vespa en el local social y recorri varias veces el saln perseguido por el bueno del conserje con la escoba que en aquellos momentos manejaba. A pesar de todo, ambos se llevaban de maravilla y Anbal era casi como uno ms del grupo y creo que nosotros para l fuimos su mejor compaa, pues a toda hora estbamos en el centro. El pasaje de la vespa no es el nico que protagoniz, pero creo que retrata bien la personalidad de Riquelme, que siendo tmido y educado, era tambin un torbellino inquieto y algo gamberro, que saba luego pedir perdn y toda clase de disculpas con una sonrisa llena de simpata que sola terminar convertida en sonora carcajada al final del episodio, cuando ya estaba seguro de haber obtenido el perdn rematando con un ltimo epteto a su vctima. Era muy difcil enfadarse con l. Si tena que pedirte perdn durante horas lo haca a la par que segua gastndote bromas. Pronto se convirti en el centro de atencin del grupo. Su potencia fsica y su decisin ante cualquier dificultad, le servan para resolver cualquier paso de escalada. An recuerdo casi con terror una va que hicimos juntos en la vertiente sur del Cid, sin poder clavar una clavija en buenas condiciones y escalando al lmite. A Riquelme le gustaba vivir a tope, pero tambin era un soador empedernido. Un da haba nevado en el Cid y nos fuimos a dormir a la cumbre para regresar a tiempo de entrar cada uno a su trabajo. Otras veces, tambin de noche, repentinamente nos bamos al Marn o al espoln de la sierra del Caballo y la pa La recta final 125 sbamos colgados sobre una repisa en mitad de la pared. Era realmente difcil seguirle. En el Cuerpo de Operaciones Especiales del Ejrcito, donde se alist voluntariamente para cumplir el servicio militar, me usaba de enlace para llevarles pan al comando que permaneca camuflado bajo los arbustos por las montaas del valle de Cat. Su inclusin en el equipo expedicionario estaba ms que justificada por el historial deportivo acumulado en su primer ao como escalador, lo cual le vali en 1970 compartir junto a Pedro Cano el trofeo a la constancia en escalada, dando muestras de la gran actividad realizada. En su entrevista antes del viaje, Octavio le hizo una serie de preguntas que concretan todava ms su carcter e historial: Qu es lo que te atrae de la montaa- Aparte de su belleza, el espritu de compaerismo que en ella reina. Ciertamente creo que fue as, pues l valoraba mucho esa convivencia de grupo. En el terreno deportivo, l mismo habl de sus actividades cuando le preguntaron: Qu ascensiones o escaladas destacadas has realizado hasta ahora - En Pirineos he hecho unas 14 o 15 cumbres; adems con Bravo hice la primera absoluta, en el Mirador del Rey, la va de Los eldenses del pen de Ifach y adems de esto, excursiones de alta montaa de la seccin. El periodista pregunt: Hay algo por lo que dejaras de escalar -No, no dejara de hacerlo por nada. Adems todas las cosas se pueden hacer compatibles. Y fue cierto, nunca dej de escalar hasta aquel fatdico da del mes de Noviembre de 1992 en el que su corazn no aguant ms, aquel ritmo que siempre le puso a todo en su vida. Tambin el reportero tuvo ocasin de conocer su flema cuando con la misma seriedad que a l le preguntaron: Cmo pensis trasladar todo el equipo hasta el campamento base - Tranquilamente respondi sin inmutarse: Lo pensamos hacer con mulos hasta el refugio, que est a 3.100 metros, una vez all elegiremos la zona conveniente para instalar el campamento y los trescientos kilos los llevarn los cinco restantes, mientras yo les tirar la pelcula del traslado del material. La prensa lo public as y seguramente nadie se dio cuenta de la jocosidad de la respuesta dada. Riquelme fue el encargado del material fotogrfico. Simplemente se ofreci a ello en una de las reuniones con el simple nimo de colaborar, ya que no tena especial inclinacin por la fotografa ni nada que se le pareciese. Despus de nuestra separacin en 1976 con motivo de la fundacin del Club Alpino Eldense, Riquelme fue el nico de los que quedaron en el centro excursionista que vino repetidas veces al nuevo club, pues no perdimos nunca la amistad. Habamos compartido la montaa y tambin la pandilla de amigos, en la que salamos juntos con nuestras respectivas novias y en la que, pocos aos despus, nos habamos ido casando tambin todos. Hablbamos a menudo y un da que vino al caso, le dije que sinceramente crea que se haba equivocado de bando en la montaa. Riquelme esboz aquella sonrisa tmida tan caracterstica de l y cogindome del hombro me invit a un coac. Hoy lamentablemente sigo creyendo que fue as. Somos muchos los amigos que despus del tiempo transcurrido, le seguimos echando en falta, aprovechando cualquier ocasin para recordar su particular manera de ser y enfocar la vida. * Mi primera expedicin 126 Pedro Cano Verd. Alimentacin. Ms joven que Riquelme, trabajaba con l y como buen administrativo que es y teniendo adems su madre en aquellos aos una tienda de comestibles, era sin duda la persona apropiada para hacerse cargo del captulo de la alimentacin en la proyectada salida. Haba realizado el curso de escalada en roca a finales de 1969, representando al centro, junto a Moneo y otros compaeros que igualmente ingresaron en el grupo de escalada, y al igual que Riquelme, en su primer ao como escalador se alz con el premio a la constancia en escalada, que como ya dije antes, fue un premio compartido con su compaero de trabajo. l lo cuenta en primera persona durante la entrevista periodstica: Cano Cunto tiempo llevas escalando- Dos aos poco ms o menos.- Tu mayor experiencia montaera hasta ahora- La de pirineos el ao pasado; hicimos 10 cumbres superiores a los tres mil metros en tres das. De aspecto normal, tirando a delgado y larguirucho, al contrario que los anteriores, Cano no aparentaba tener la resistencia que realmente posea, ni ser capaz de aguan- tar la potencia y rapidez de Riquelme, pero la aguantaba y con buenos resultados como haba probado. Sola saber escuchar mucho mejor que la media. Se pareca bastante en ese aspecto a Ricardo Vicedo, aunque al contrario que ste, l no defenda nunca con vehemencia sus postulados. Cano deca lo que pensaba y si tu no estabas de acuerdo y le rebatas su argumentacin, pues no pasaba nada, simplemente cerraba el asunto con alguna de las muchas frases que tena siempre en la recmara preparadas. Eran siempre frases hechas, como lo que t digas o incluso todava ms escuetas como pues vale o el colmo de la mnima expresin: bien. En definitiva si queras discutir, mejor buscar a otro, pues con Pedro Cano ya sabas que era bastante difcil hacerlo. Demostraba siempre saber bien lo que estaba haciendo y lo que quera hacer. Muy seguro escalando. l mismo se define as en las tres preguntas seguidas que le hizo nuestro delegado de prensa : Qu es la escalada -Eso mismo quisiera saber yo. Es una cosa mala que comienzas a practicar y ya no puedes dejar. - Sientes miedo alguna vez - Un poco cuando me veo en un paso difcil, pero no puedes entretenerte a La recta final 127 pensar; de hacerlo no subiras. Nunca has dado ningn vuelo. Eres seguro escalando- Por lo menos intento serlo, y hasta ahora me da resultado. Sobre el tema de la alimentacin que era su cometido le cont a su interlocutor que habamos rebajado la alimentacin de 120 kilos a 80 y ste le pregunt: Es suficiente- Quiz no sea para hartarnos, pero s para alimentarnos bien . Realmente lo que pensaba era que haba poca alimentacin, pues el chico, lo que era comer, como suelen decir las madres, me coma muy bien a pesar de que no se le notaba por su delgada figura. Pedro es de esas personas que por su forma de ser aparentaba mayor de los 18 aos que realmente tena. Reflexivo y muy maduro, creo que hizo entonces la mejor definicin de nuestro problema econmico. El periodista le haba preguntado : por qu crees que la ciudad no ha respondido a vuestra llamada como esperabais (se refera a la Operacin Postal) - Ms que nada porque somos un poco jvenes; si hubisemos tenido ms edad supongo que habramos tenido ms xito. A los jvenes en estas cosas un poco extravagantes no se nos hace caso. * Jos Miguel Mart Juan. Jefe de campamento. Fue el benjamn del grupo en todo. Ingres en Diciembre de 1969 en el G.E.M. (Grupo Eldense de Montaa) que nosotros mismos habamos ayudado a reorganizar para dar cabida a los montaeros jvenes que no tenan una especial aficin o inters por la escalada y un ao despus, el 5 de Diciembre de 1970 fue nombrado vocal de ese grupo, adems de obtener el premio a la constancia montaera en aquel mismo ao, dando muestras de su gran aficin por este deporte. Sin ser un asiduo a las paredes, acostumbraba a realizar peridicamente algunas escaladas con nuestro grupo. Era el ms joven de todos con sus 17 aos, que sin embargo lograba camuflar bajo un corpachn fuerte de membrudos brazos al que, slo su timidez y la mirada de nio, delataban. Trabajaba como administrativo tambin en una fbrica de calzado, mostrndose siempre muy callado y tranquilo, y era en esto en lo que menos se pareca a Mi primera expedicin 128 nosotros, tal vez por haber llegado el ltimo al equipo. Siendo lo que se llamaba un melenas, la primera impresin que causaba al verle seguramente estaba ms cerca de ser la de un trasnochado, ruidoso y moderno jovenzuelo, que la del chico serio y formal que era. En el verano del 70 haba estado tambin en Pirineos junto a Ricardo y Riquelme por lo que, ya tenamos muy buenas referencias deportivas de l cuando result elegido como segundo reserva. Si la fatalidad de Moneo fue su propia suerte, ello no rest un pice a sus merecimientos. Su capacidad como compaero ordenado y eficiente, le vali obtener el cargo de Jefe de Campamento para nuestra estancia en el Atlas. La ltima de las entrevistas que nuestro colaborador Octavio Lpez haba realizado con el propsito de popularizar nuestra expedicin, se public precisamente el mis- mo da de nuestra partida y correspondi a l responder a una serie de preguntas que creo definen tras su lectura el momento que estaba viviendo nuestro ms joven compaero: Qu prctica de escalada has realizado hasta ahora__ He llegado a realizar vas de 5 grado, y he realizado diez cumbres superiores a los tres mil en Pirineos, y siete en Sierra Nevada, entre ellas el Mulhacn. Es una desventaja para ti no ser del grupo de escalada - De momento estoy escalando normalmente; pero como soy Jefe del Grupo Excursionista de Montaa, tengo una obligacin con los componentes de ese grupo; esto no quita que dentro de poco tiempo pase a integrarme en el grupo de escalada.- Qu te gusta ms, la escalada o la marcha en montaa - Me gusta compartir las dos cosas, escalar y efectuar travesas . - A la hora de elegir Con cual de las dos actividades te quedaras- Toda aspiracin de un montaero es superarse a s mismo, y esto slo se llega a conseguir plenamente por medio de la escalada. -Qu es la escalada para ti- El intentar cada vez ms cosas que en un principio parecan imposibles de conseguir. Al leer hoy aquella entrevista resulta evidente, por la insistencia de Octavio en el tema, que no tena claro que la inclusin de Jos Miguel en nuestro proyecto fuese la ms acertada, quiz por pertenecer a un grupo distinto y sobre todo no ser netamente escalador, pero funcion y lo hizo muy bien porque realmente, tampoco ninguno de los dems tenamos una concepcin de la montaa, que exclusiva y necesariamente tuviese que pasar por el tamiz de la escalada. Era evidente que nos considerbamos escaladores pero no como un fin en s mismo, sino como el medio ms eficaz para alcanzar una cumbre y eso nos colocaba ms cerca de ser alpinistas que nicamente escaladores. A los 19 aos se alist voluntariamente en la Brigada paracaidista. Jos Miguel es el nico de todos al que, pasados los aos perd intermitentemente la pista y slo de vez en cuando me lo he encontrado de manera casual, por lo que supe por l mismo que continuaba saliendo a la montaa. Evidentemente la edad, ms adecuada entonces, para salir con la chica de tus sueos que para otra cosa y nuestra separacin del centro aos despus, unido a que efectivamente no lleg a dar el paso definitivo hacia la escalada, fueron las causas del distanciamiento posterior. Siempre me ha parecido un hombre amable, sencillo y sincero, tal y como fue su comportamiento en aquella aventura. A causa de este libro, le busqu y le encontr, a pesar de que ya no viva en Elda. Y me alegr por ello. * La recta final 129 Juan Manuel Maestre Carbonell. Director Tcnico. En cuanto a m, poco hay que decir que el lector no tenga ya sabido si ha llegado hasta aqu sin aburrirse. Aadir mi parecido a Pedro Cano por lo esculido y lo ms cercano a Ricardo Vicedo en lo locuaz y persuasivo, al menos as me definen ellos. Obviamente he cambiado, pero he de decir que slo en el aspecto exterior, pues hoy muchos aos despus, sigo pensando igual que aquel atrevido chaval, y es evidente que la montaa, sigue siendo el mundo fsico y espiritual donde me gusta estar. Seis jvenes de 17 a 21 aos de edad, entre los que ganbamos por goleada 4 administrativos a 2 operarios del calzado, si bien todos menos yo, tenan una vinculacin directa con el mundo del zapato, que siendo al igual que hoy, tan imprevisible en el disfrute vacacional, era un obstculo ms que aadir a los muchos que tendramos que superar antes de nuestra partida. *** Mi primera expedicin 130 Una cordada en la Pea del Corb (Espoln de la Cruz). Posiblemente, all se gestase la idea del Atlas. 1970. Martes y trece 131 Captulo 9 Martes y trece La cordada Maestre-Mere en la cara Oeste de la Panocha. Sbado 10 - Domingo 11 Lunes 12 - Martes 13 Mircoles 14 - Jueves 15 Viernes 16 Mi primera expedicin 132 Atado a una cuerda, tengo mil recuerdos. Atado a una cuerda, conoc a mis compaeros. Atado a una cuerda, di mil suspiros. Atado a una cuerda, pas malos ratos. Ms, me gustan mis recuerdos. Quiero a mis compaeros. An recuerdo mis suspiros, y de los malos ratos no me acuerdo. (Pobretrasto) Martes y trece 133 IX Sbado 10 Despus de casi dos aos de preparacin faltaban slo unos pocos das para hacer realidad el sueo que tantas noches nos haba dejado en vela. Un estado de excitacin general haba invadido a todo el personal del grupo de escalada, que animosamente se haba volcado para ayudarnos, y en especial a quienes ya estbamos contando el tiem- po por horas. La secretara del local social se haba convertido en un ordenado almacn donde, separado en montones, cada clase de equipo esperaba quedar completo para definitivamente ser empaquetado. Un listado pormenorizado de las prendas y utensilios previamente decididos, y unas marcas en forma de aspa en el margen izquierdo de cada lnea, distinguan lo ya recolectado, de lo que todava quedaba por conseguir, mientras que en el lado derecho de cada referencia, unos dgitos escritos en color rojo indicaban el peso parcial, el cual, se iba sumando al final de cada hoja. En un rincn, se apilaban dos cajas de madera con los colores de la bandera espaola donde se poda leer el nombre dado a nuestra inminente aventura, pintado a mano sobre el amarillo central en una de las caras, y los nmeros 1 y 6 respectivamente, en las caras opuestas. Habamos copiado el modelo de uno de los cromos del lbum que Chocolates Nestl haba editado sobre la expedicin espaola a los Andes. Unos listados identificaban perfectamente los contenidos y pesos. La primera de 28 kilos llevaba mate Mi primera expedicin 134 rial de escalada y equipo personal de repuesto y el otro de 19 kilos, aunque algo mayor de tamao, bien acolchadas entre s para evitar que se golpeasen, alojaba las cargas de gas para los hornillos de campamento y los pequeos cartuchos para los infiernillos de las cordadas de asalto. Portada del libro de la primera expedicin espaola. Editado por Chocolates Nestl. 93 pginas y 107 cromos. Una joya de la bibliografa de montaa. Otras dos bolsas de deportes lucan pegatinas de plstico con la ensea nacional y debajo del nombre de la expedicin, figuraba tambin el nmero asignado. El 7 contena exclusivamente los seis pares de botas de descanso que la casa Chiruca nos haba regalado, siendo muy posible que la nuestra, fuese la primera vez que se usaba aquella marca en una expedicin montaera, pues entonces, la marca no fabricaba modelos para montaismo estando orientada hacia la caza, y naturalmente al campesino por la comodidad, sencillez y durabilidad de aquella bota fabricada con lona y serraje, que montaba un compacto y grueso bloque de goma. La otra bolsa con el nmero 8 contena todo nuestro material fotogrfico, las brjulas, termmetros y un estuche de costura. Ambas pesaban exactamente lo mismo: 10 kilos cada una. En otro lugar del improvisado almacn se apilaban las tiendas de campaa tipo canadiense y las esponjas que nos serviran de colchn, y tambin en una caja de cartn medio llena, cuyo listado incompleto prevea recoger el botiqun, varias cmaras fotogrficas, trpode, tomavistas y una cartera con listados, mapas y otros documentos, constituan el equipo que por sus caractersticas de volumen y necesidad de uso, iban a viajar sueltos en los vehculos. Tanto las cmaras fotogrficas como el tomavistas lo llevara- mos al almacn al final, junto a la ropa interior y otros artculos de carcter personal. Estaba previsto utilizar un total de diez envases adems de lo ltimo relacionado y seis mochilas; una por cada expedicionario con su propio equipo personal y ya estaban all todas, aunque algunas, como dije, todava no se haban cerrado a falta de los ltimos detalles: mudas, aseo, etc. Otras en cambio, eran tales las ansias de sus propietarios, que ya estaban dispuestas desde la semana anterior. La ma era una de ellas. Los ocho envases restantes se encontraban a medio completar, ya que, una parte de la alimentacin que se transportara en ellos estaba todava sin adquirir, especialmente las hogazas de pan casero que dejamos encargadas para recoger la vspera de nuestra marcha. Uno a uno, cada objeto haba sido pesado antes, as sabamos que el total del equipo alcanzara los 348 kilos. Tambin nosotros nos habamos pesado y sumbamos otros 394 kilos en total, lo que daba una equivocada media, de poco ms de 65 por Martes y trece 135 expedicionario ya que, si es cierto que Ricardo, Riquelme y Jos Miguel superaban el peso mencionado, ni Mere, ni Cano, ni yo los alcanzbamos. La suma total de 742 kilos, era el peso a distribuir entre los dos coches. Para solucionar el problema de las dimensiones de algunos bultos, resolvimos quitar los asientos traseros del Renault y as la caja de madera a la que llamaramos el muerto podra caber bien en el habitculo. Era la nmero 2 y pesaba 67 kilos, o sea ms que alguno de nosotros y por sus dimensiones pareca un pequeo atad, con lo cual el nombre no era en absoluto exagerado. La divisin del peso estaba tambin decidida: 4 personas y unos 100 kilos en el SIMCA y los otros dos y el resto en el 4-L Pasaportes en regla, vacunas y sus correspondientes certificados internacionales, credenciales del seguro internacional de alpinismo y tambin seguro internacional para los vehculos y el necesario permiso de salida internacional de la Federacin Espaola de Montaismo. Todo estaba en regla a falta de sacar al SIMCA de Ricardo del taller mecnico, pues estaba algo viejo y convena una puesta a punto. Mi Renault iba bien, ya que, siendo tambin bastante viejo al haberlo adquirido de segunda mano un ao antes, se encontraba revisado y aparentemente en buenas condiciones para el viaje. Absortos en revisar listados, comprobar materiales y repasar una y otra vez toda la documentacin que no debamos olvidar, aquella noche del 10 de Julio estuvimos ajenos a los gravsimos sucesos que a lo largo de aquel da haban ocurrido en Marruecos; destino de nuestra aventura. Del vecino reino lo nico que nosotros sabamos era que estaba situado al otro lado del estrecho de Gibraltar y que nuestra entrada iba a ser por la frontera de Ceuta. Vagamente podamos recordar de nuestra poca de estudiantes que en 1956 el pas haba conseguido la reunificacin e independencia con lo cual ces el protectorado espaol sobre aquellas tierras y no s si alguno de mis compaeros se molest en leer la resea que Mariano Segura haba escrito para incluir en el estudio de nuestra expedicin. Creo que no, y si yo lo hice, fue porque tuve que pasar a mquina de escribir el borrador que me entreg Menudo tostn! Como ya dije, aquel captulo concerniente al pas junto con el dedicado a la geologa de las montaas, son de los que habitualmente se usan para engordar el expediente y casi nadie los lee. Adems de dar porcentajes sobre diversos aspectos geogrficos, sociales, econmicos y religiosos, en lo poltico sealaba que Marruecos era una monarqua constitucional, en la que el rey gozaba de amplias atribuciones. Daba igual, Cmo bamos a saber nosotros lo que era una monarqua constitucional De hecho, conocamos muy poco del pas que pronto visitaramos, pero lo cierto era que slo haban transcurrido quince aos desde que el Sultn Sidi Mohamed Ben Yussef cambiase su ttulo por el de rey Mohamed V y proclamase la independencia. Tres aos despus, en 1961, a su muerte, subi al trono su primognito, hijo de la concubina Lalla Abla, favorita del harn, cuyo tipo racial negroide hered, lo que le haba valido a Hassan II, el apelativo de el negro. Si hubiramos conocido algo de nuestros vecinos geogrficos, habramos sabido del fraude electoral de 1963 en lo poltico, del fraude de la justicia marroqu de 1964 en lo judicial y del fraude al pueblo de 1965 en lo social, por no mencionar lo que todos los pases europeos saban sobre el rapto y asesinato en Pars del carismtico lder marxista de la UNFP (Unin Nacional de las Fuerzas Populares) Med Ben Barka, despreciable asesinato que todas las naciones europeas silenciaron. Mi primera expedicin 136 Cmo bamos a saber de Hassan II Si no sabamos entonces ni quien era realmente el Generalsimo Franco, ms all de lo que apareca en los libros escolares que su propio rgimen haba ordenado publicar. Los porcentajes que Mariano nos haba facilitado no mencionaban que los embalses hidrolgicos construidos en Marruecos para irrigar el 60 por ciento de las mejores tierras, estaban en manos del 5 por ciento de los hombres ms ricos del pas, ni tampoco que el propio monarca era el mayor propietario de todo el territorio marroqu. Hombre! Lo de los pantanos, nos hubiera dado alguna pista y seguramente habramos tenido una mayor comprensin del porqu el ejrcito se sublev aquel da. No, aquel 10 de Julio, ocupados en los preparativos de nuestro ilusionado viaje, no supimos nada. La radio de Rabat estuvo todo el da emitiendo rezos y oraciones proclamando El rey ha muerto! y Viva la repblica! Pero no fue as. Aquel da el monarca marroqu celebraba su cuarenta y dos cumpleaos como siempre hizo, en su palacio real de verano de Skhirat, en la costa Atlntica a unos 25 kilmetros al sur de Rabat. Ministros, Embajadores, Jefes de estado, Prncipes y altas personalidades de las finanzas y de la cultura de muchas partes del mundo, unas 500 personas, se encontraban en aquel paraso en la tierra, disfrutando de las exquisiteces ms apetitosas y opulentas, cuando entr en los jardines un destacamento de la escuela militar de Aharmomou, del ejrcito de Marruecos, al mando del coronel Mamad Ababou y otros oficiales y suboficiales y comenzaron a disparar a diestro y siniestro, matando a ms de cien personas, entre ellas a tres generales, varios ministros del gobierno y al embajador de Blgica. * Domingo 11 Este ltimo domingo antes de nuestra partida no salimos a la montaa. Eran tantas las cosas que tenamos que solucionar y hablar sobre nuestro viaje que nos reunimos en el cuartel general de la expedicin. La radio y la televisin ya haban dado noticias sobre lo ocurrido en Marruecos el da anterior, pero confusamente. Las portadas de los peridicos nacionales y regionales destacaban el grave acontecimiento. El diario La Verdad de Murcia destac en portada los siguientes titulares: Hassan II, dueo absoluto de la situacin . Varios subttulos desarrollaban prcticamente el resto de la noticia : Las ltimas noticias confirman el fracaso de la rebelin, Tropas regulares asaltaron el palacio real durante una fiesta. Los muertos se estimaban aquel da en treinta o cuarenta, y Hassan II sin hacerlo abiertamente acusaba al gobierno libio de estar alentando a los rebeldes. Hablamos del asunto pero naturalmente nos negamos a creer ni por un solo momento que nuestro viaje peligraba. El titular era claro Hassan II dueo absoluto de la situacin no debamos preocuparnos por nada. La verdad era que dentro de nuestra total ignorancia lo pensbamos as. * Martes y trece 137 Lunes 12 El SIMCA de Ricardo ya est revisado y dispuesto. Las noticias sobre Marruecos eran ms alarmantes. Los titulares del da continuaban en portada y resaltaban que las tropas libias estaban dispuestas para volar en apoyo a Marruecos contra cualquier intento colonialista, lo cual vena a contradecir las veladas acusaciones del monarca marroqu del da anterior. Slo entendimos, por la preocupacin que en nosotros suscitaba, que en la noche anterior todava haban sonado disparos por las calles de Rabat, tomadas por el ejrcito. -Qu vais a hacer - me pregunt un directivo del centro. -Esperar a ver - le respond. Yo qu saba lo que bamos a hacer! Al igual que mis compaeros slo podamos pensar en aquellos momentos que era una mala pasada del destino. Luego, a lo largo de mi vida como alpinista aprendera que la ley de Murphy a m me tocaba por encima de lo que debera, en buena lid, ser la media por individuo, pues podra aplicarla a todas las expediciones que emprend, e incluso a simples salidas al Pirineo. Siempre ocurre algo a ltima hora que complica las cosas, puede ser el mal tiempo repentino o un peligro de guerra en el pas, pero siempre, siempre me ha ocurrido algo inesperado en el ltimo momento. Aprend por ello a esperar. Lo aprend durante aquellos das y me habra de servir para siempre, como las respuestas a mi familia. No te preocupes, pap!, no pasa nada! Y cuando la situacin me agobiaba en demasa, el muy socorrido ya veremos!, iban a ser los comodines que usar para salir de los atolladeros. Menos mal que permanecimos como el resto del mundo ignorantes de la historia puntual que vivi aquel pas, cuyos escalofriantes hechos tardaron mucho tiempo en saberse, pues las represalias que siguieron contra los amotinados una vez que el rey y algunos de sus seguidores salieron del retrete real donde se haban escondido y controlaron la situacin, fueron brutales. Las organizaciones de derechos humanos de todo el mundo los calificaron de autntica salvajada. Los cadetes que resultaron heridos durante la refriega fueron enterrados vivos en una fosa comn, mientras Dlimi, que entonces era Jefe de la polica, hizo transportar dos camiones llenos de instrumentos de tortura para interrogar a los detenidos, nada menos que a 1.400 cadetes que haban participado, obedeciendo rdenes, en el asalto al palacio y que seguan todos encerrados en una base militar. La peor parte se la llevaron ms de un centenar de oficiales y suboficiales. * Martes 13 Aquel da no pudo ser peor para nuestros intereses. Las portadas de los peridicos tenan la culpa. Francia argument que la degradacin poltica y la corrupcin haban sido las principales causas y que se esperaba una represin que distrajera los verdaderos problemas marroques. Los titulares daban igualmente la noticia de que los lderes de Argelia, Libia y Egipto haban mantenido contactos la vspera de la insurreccin. Bajo el ttulo de ltima hora, el Jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas reales llamaba a Mi primera expedicin 138 filas a los reservistas para que efectuasen un periodo de instruccin de 30 das. Se admiti por parte del gobierno que los muertos durante el asalto haban sido casi 180, de los cuales 158 eran rebeldes. Aquello ya no haba nadie que lo entendiera. La prensa internacional que ya haba encontrado demasiadas lagunas en aquellas informaciones, haba pedido das atrs a Hassan II que permitiese entrevistar a los golpistas y ste, con irona les contest que no crea que fuera posible, pues en la tarde del lunes ya estaran muertos. No pudo ser as, al parecer porque los torturadores no daban abasto, pero el mundo entero pudo ver aquel da, martes y trece en los noticiarios de todo el mundo las imgenes de trece pelotones de ejecucin, compuestos por trece soldados cada uno, fusilar casi en directo desde el campo de tiro de Temara, a los trece oficiales atados a trece postes. Para mayor escarnio una pala buldzer aplast a los recin ejecutados. El macabro espectculo lo presenci en directo el rey en compaa de Hussein de Jordania que se haba acercado al olor de la sangre, segn comentaron sus crticos. En lo que a nosotros concerna, lo malo fue que tambin lo haban presenciado por la televisin mis padres y los padres de todos mis compaeros. No cupo la menor duda, aquel pareci que iba a ser el peor martes y trece de toda mi vida. Slo la entrevista a Riquelme en el diario La Verdad de Murcia nos distrajo a nosotros y seguramente tambin a nuestros padres de la realidad que al otro lado del estrecho estaba ocurriendo. Era la tercera entrevista que Octavio Lpez publicaba sobre nuestra expedicin. La primera haba aparecido el da 6 y el entrevistado fue Ricardo Vicedo, y el da 9 lo haba sido Pedro Cano, pero el comentario que circulaba en boca de todos los ciudadanos del mundo y tambin entre los de nuestra ciudad fueron las duras imgenes de aquella televisin en blanco y negro que todos pudimos presenciar, pues la retransmisin de la ejecucin haba sido anunciada previamente. Nunca antes habamos visto la muerte de un ser humano, ms que en la pantalla de cine, que sabamos era una farsa interpretada, pero aquello result brutal para el mundo. De nuestra expedicin casi nadie habl aquel da. * Mircoles 14 Continuaron las noticias que seguamos con inquietud. Las portadas de los peridicos daban detalles nuevos sobre el abortado golpe de estado Demasiadas lagunas en el relato de Hassan II opinaban en Francia donde la prensa recordaba la condena a Oufkir, el recin nombrado hombre fuerte de Rabat, condena que el propio De Gaulle hizo pblica, sobre el secuestro y asesinato de Ben Barka, aos atrs. En el mismo peridico el gobierno por boca de Pompidou y Chaban-Delmas se apresur a felicitar a Hassan II por haber escapado del atentado. Por un lado se recordaba que el nuevo brazo derecho del rey estaba condenado en Francia a cadena perpetua, la cual debera cumplir si volviera a pisar suelo francs, y por el otro se ignor tal hecho, felicitando al rey en un alarde innegable de doble poltica y doble moral. De haber tenido en aquellos aos conciencia poltica, me hubiera dado asco. Martes y trece 139 Alberto Beltrn, el ferretero, nos prest un viejo tomavistas de ocho milmetros con el que filmaramos nuestra aventura. Cuando se lo recogimos aquel da, adems de darnos las instrucciones sobre su manejo nos aconsej que al mnimo atisbo de peligro, nos volvisemos a casa y le prometimos que as lo haramos, aun estando convencidos de que aquello no iba a pasar. Las noticias dijeron tambin que el puerto de Casablanca estaba bajo control militar y se haban reforzado las medidas de seguridad en carreteras, puertos y aeropuertos. El embajador libio y otros miembros de la embajada estaban bajo arresto domiciliario. Por otras fuentes se public igualmente que radio Trpoli segua transmitiendo marchas militares y revolucionarias canciones, reafirmando su apoyo a los rebeldes marroques. Nuestros equipos personales estaban completados desde el domingo y ya tenamos embalado todo lo que no fuesen alimentos perecederos. Nuestros compaeros tambin estaban preocupados por los ltimos acontecimientos ocurridos y no ocultaban su preocupacin. Alguno incluso apunt la posibilidad de desviar nuestro objetivo hacia los Alpes suizos, pero por nuestra parte seguamos expectantes y el Ya veremos! Se estaba convirtiendo el la frase muleta con la que acabar las conversaciones. * Jueves 15 Libia rompe sus relaciones diplomticas con Marruecos fue el titular del da junto al del rey marroqu que contestaba: llevaremos a los lderes libios al banquillo a escala internacional (que ya haba que tener desfachatez, despus de la reciente ejecucin sumarsima). La crisis estaba servida. Aquel da tambin, en la hoja que el diario La Verdad de Murcia dedicaba a Elda, se public la entrevista a Mere como jefe de material de la expedicin. Le agradec que dijera que yo le enganch a escalar, pero lo cierto es que si l no hubiera tenido esa innata capacidad para la roca, seguramente habra ocurrido como a las docenas de jvenes, con los que, a lo largo de mi vida me encord en su primera escalada, sin que ello tuviese continuidad, con lo cual el mrito era doblemente suyo por ser buen escalador y mi mejor y ms sincero amigo al agradecrmelo pblicamente. Julin, secretario general del centro nos avisa que Televisin Espaola quiere hacernos una entrevista el sbado coincidiendo con nuestra partida, pero no pueden venir a Elda por la tarde por no supimos qu causa. Aquello nos anim aun siendo conscientes del relativo inters que tena el ente pblico al pedirnos que nos desplazsemos nosotros hasta la capital alicantina el mismo sbado por la maana. No dijimos que no, pues aquello era una bomba informativa para nuestro montaismo eldense que nunca antes haba merecido la atencin de TVE, as que iramos a pesar de lo apretado del horario que preveamos para aquel da. Naturalmente lo contamos en casa a nuestros padres y aquello posiblemente ayud a inclinar la balanza de los temores a nuestro favor. * Mi primera expedicin 140 Viernes 16 Nada relevante ocurri ese viernes salvo que todos mis compaeros haban iniciado al final del medio da sus vacaciones estivales, periodo que les permitira salir hacia las montaas del Alto Atlas. Las mas no las cogera hasta el mismo sbado. Tampoco nada apareci sobre Marruecos en la prensa, que cambi de objetivo informativo centrndose en la visita del presidente americano Nixon a la China de Mao, lo cual, hoy creo que result muy positivo a nivel de nuestras respectivas familias, aunque todava no comprendo bien como pudimos transmitir la tranquilidad necesaria para que no se opusiera nadie, lo que hubiera desencadenado muy probablemente una reaccin en cadena impidiendo sistemticamente el viaje al resto de los dems. Por la tarde adelantamos el viaje a La Romana donde el panadero del pueblo nos tena preparados 12 kilos de pan artesanalmente elaborado para que pudiera permanecer comestible el mayor nmero de das. El pan viajara dentro de un saco de arpillera forrado con otro de plstico para mejorar su conservacin, segn nos aconsej. Aquella noche los equipos, materiales y alimentacin estuvieron por fin preparados. Ya no comentamos nada sobre los acontecimientos ocurridos en Marruecos, que entonces y all nos parecieron un mal sueo del que esperbamos poder despertar pronto, en la misma frontera aunque no antes, pues aquella era la sombra que estrope mis sueos durante toda la noche. Todos ayudaron a empaquetar nuestro equipo. *** Por fin nos vamos! 141 Captulo 10 Por fin nos vamos! En la plaza del Ayuntamiento momentos antes de iniciar el viaje. En la parte izquierda vemos a Anbal, nuestro entraable conserje y tambin a Tolito, nuestro preparador fsico. El uniforme del grupo: pantaln vaquero y camisa blanca con el escudo bordado. Televisin Espaola Despedida y viaje El montaismo espaol Csar Prez de Tudela Mi primera expedicin 142 Voy andando los caminos, de esta tierra conocida, y los ando muy a gusto, porque son mi alma, mi tierra, mi vida. Son caminos que circundan, todo mi valle querido, y los quiero como el agua, y el aire que respiro Es aquel que sube al Cid, y aquel otro al Chaparral, y el que sube a Camara, es aquel de ms all. Otros en la tierra, como ellos no hallar, por eso es que quiero tanto, los caminos de mi valle. (Moneo) Por fin nos vamos! 143 X Televisin Espaola Creo no equivocarme si digo que ninguno de nosotros pudo dormir bien. Quin hubiera podido hacerlo tras los acontecimientos de aquella semana Sabamos que tampoco dormiramos esa noche si queramos llegar al puerto de Algeciras a tiempo de tomar el primer barco que cruzase el estrecho. Dej todo dispuesto en casa y me fui al trabajo, ya que para m an no haban comenzado las vacaciones pero lo cierto es que no estuve mucho tiempo, tena la excusa perfecta: la entrevista con Televisin Espaola, algo sin duda extraordinario tambin para mis jefes. Antes del medioda ya vesta el uniforme de la expedicin, pantalones tejanos y camisa blanca con el flamante escudo de nuestra aventura bordado sobre el bolsillo del pecho, y me haba reunido con el resto de mis compaeros en el local social. El viaje a la capital pareci un ensayo de la salida que tendra lugar horas despus. Nuestro destino fue la explanada de Alicante donde habamos quedado con el equipo de TVE que nos iba a hacer la entrevista de nuestras vidas. Nos sentamos radiantes de felicidad y orgullo. No tuvimos ningn problema en localizar a los reporteros, ni tampoco ellos en reconocernos pues era evidente que un trpode, una cmara y un micrfono nos estaban esperando, y seis jvenes perfectamente conjuntados tampoco pasbamos desapercibidos para nadie. Tras el saludo de rigor el reportero quiso situarnos delante del objetivo buscando un buen encuadre cuando detuvimos la accin: -Oye, escucha -yo no saba como decrselo- es que nosotros somos de Elda, no somos de aqu, de Alicante. -Bueno y qu - No entendi el reportero. -Pues que somos de Elda, y vemos bien que por razones de disponibilidad no podis venir a Elda esta tarde, pero lo que tampoco queremos es que se confunda el mensaje con una grabacin en esta explanada tan caracterstica y parezca que somos una expedicin de Alicante, cuando somos una expedicin de Elda. Lo entiendes, no Mi primera expedicin 144 All nos jugamos aquella apetecible aparicin nada menos que en la nica Televisin Espaola, en la primera ocasin que se le presentaba al montaismo local, pero el periodista lo entendi bien y nos sugiri trasladarnos a las afueras de la ciudad y realizar la entrevista teniendo como fondo una fachada que representase a una fbrica cualquiera de nuestra ciudad zapatera, y as lo hicimos. La filmacin se realiz en cine, formato de diecisis milmetros y blanco y negro, que era el habitual para la televisin en sus inicios. Cumplida la entrevista volvimos a nuestras casas a comer y sin dilacin nos reunimos en el almacn de la expedicin al que fueron llegando compaeros para ayudarnos en la ltima tarea de acondicionar nuestro equipaje. En el Renault, al que habamos quitado el asiento trasero, acomodamos las cajas y las mochilas con los equipos personales, aparte de varios bidones de plstico vacos y las voluminosas colchonetas. En el SIMCA iban las dos tiendas de campaa, el botiqun y las cajas uno y cuatro alojadas en el escaso portaequipajes delantero. La carga total se vio rebajada a 733 kilos, 9 menos de los inicialmente estimados, cuya merma muy probablemente se debiera a nuestra prdida de peso a causa del estrs de la ajetreada sema- na. Anot en mi diario, que a las quince treinta de la tarde todo nuestro equipo haba quedado instalado en los dos vehculos y revisado. Riquelme filmaba estas primeras imgenes de la aventura y todos ardamos en deseo de partir mientras aguantbamos las bromas de los all reunidos: Moneo, Repaco, Avils, Mataix, Paquito Moya, Octavio Lpez, Anbal nuestro entraable conserje y algunos ms. De la directiva, el primero que vino a echar una mano fue Miguel Prez, vicepresidente de montaa del centro. * Despedida y viaje Faltaban cinco minutos para las cinco de la tarde cuando aparcamos los dos vehculos en el centro de la plaza del Ayuntamiento. En los parabrisas de los coches habamos colocado la bandera espaola con la inscripcin Operacin Atlas-71 bien visible. Ya se haban congregado all unas cien personas entre familiares y amigos, pero tambin vecinos a quienes no conocamos de nada. Ricardo sentenci: -La hora de los toreros! Las cinco en punto de la tarde - y no s si lo dijo por la exactitud del momento o por la llegada de nuestro Alcalde Antonio Porta, que vena en mangas de camisa con tirantes y la chaqueta colgada del brazo al ms puro estilo taurino. Haban llegado tambin los directivos del centro y entramos sin demora en la casa consistorial. El alcalde y tambin los directivos que la llevaban, se pusieron sus chaquetas mientras subamos la gran escalera por la que se accede al saln de audiencias dndole solemnidad al acto a pesar del calor. La escalinata me pareci muy larga. Yo no estaba hecho para aquellos apuros y creo que tampoco a mis compaeros les result cmoda aquella situacin con los amigos y familiares all y sobre todo nuestras novias, que discretamente juntas y algo alejadas reciban nuestras furtivas e incesantes miradas. Por fin nos vamos! 145 Cuando entramos al saln coment con el Alcalde los pormenores de nuestra expedicin y sent como si el techo me cayese encima. Creo que all not por primera vez el peso de la responsabilidad asumida. Daniel Esteve habl sobre nuestra preparacin fsica y tcnica a pesar de nuestra juventud y de nuestro alcalde recibimos los mejores deseos de buena suerte y triunfo, mientras nos estrechaba uno a uno las manos, en emotiva despedida que hizo caer alguna que otra lgrima a las madres all reunidas. En la calle estrechamos muchas manos amigas y abrazos sinceros, entre ellos el de nuestro presidente que me pareci como el de un padre, un gran padre que haba accedido al capricho peligroso de sus hijos y que ahora reflejaba junto a la sonrisa de sus labios la preocupacin de sus ojos. Yo lo conoca muy bien despus de tantos aos de reuniones y creo que fue a partir de all cuando comenc a considerarle mi padre mon- taero para el resto de nuestras vidas. -No pasar nada -le dije, consciente de que habra de procurar que as fuera, y hoy s que aquel primer compromiso por el cuidado del grupo, se me qued grabado para siempre, ms all de la aventura que estbamos a punto de poner en marcha. Un beso a la novia pues no hubo tiempo ni lugar para una caricia ms personal, las fotografas de rigor junto a los coches y por fin Nos vamos! Ricardo y yo conduciramos las primeras horas y Cano y Riquelme eran los respectivos copilotos. Saludamos con la mano mientras salimos de la plaza intentando detener la mirada, en el amigo, el padre o en la chica que amas. En la esquina del guardia nos incorporamos a la carretera general, que entonces cruzaba por el centro de la poblacin y Riquelme y yo, tal vez presos de nerviosismo, bamos cantando el estribillo popular Pi, pi, pi, los de Elda, los de Elda e improvisbamos el final Los de Elda se van pa all. En la gasolinera Idella, a las afueras de la ciudad, nos detuvimos para llenar los depsitos de carburante y aprovechamos para cambiar nuestra ropa, un tanto protocolaria por otra ms cmoda. Eran las cinco y media de la tarde y la despedida haba sido rpida. -Ya est! - grit. Atrs se haban quedado innumerables discusiones por este o aquel equipo, por esta o aquella alimentacin y ahora por fin ya no tenamos otro problema que llegar, el resto era ya el reto que libremente habamos elegido: Las montaas, luego, tras la euforia inicial nos habamos quedado mudos; colgados de ese momento mgico de reflexin que siempre se produce al inicio de un viaje esperado. Haba marcado con el intermitente del vehculo el desvo para tomar la carretera de Novelda y de pronto, all estaba; parado junto a su motocicleta, para decirnos nuevamente adis. Debi pensar que no pararamos, pero al verle, frenamos bruscamente y nos detuvimos junto a l. -Moneo! Qu haces aqu - Cano fue el primero en bajar del coche para darle otra vez la mano al amigo que se queda, no por ganas, sino por la lentitud de los trmites para la concesin de su pasaporte. -Me podis dejar un duro -Mtete en el muerto y vente! - La gracia socarrona, Riquelme la acompa con el gesto de agarrarle y llevarle al maletero del coche, invitndole a meterse en la caja nmero dos, a la que llambamos con tan macabro nombre, pero en todos nosotros haba una mueca de tristeza por la fatalidad de nuestro amigo. Creo que fue el Mere quien con los ojos llorosos le dio las cinco pesetas que pidi prestadas y se subi de nuevo al coche. Moneo nos volvi a desear suerte con aquella manera suya de hacerlo, Mi primera expedicin 146 con el brazo doblado y el puo en alto, igual de brioso que cuando lograba superar un paso difcil de escalada. -Suerte y volved! - Se march antes de que pudiramos decirle nada ms, dejndonos tristes y mirndonos los unos a los otros sin saber que decir para superar el mal trago. Todos sabamos de la sensibilidad de nuestro compaero y nos pareca injusto que no pudiese venir por una causa tan tonta como la falta de unos simples papeles. Durante muchos kilmetros Riquelme y yo permanecimos callados, afectados por el encuentro con Moneo, y en el otro coche ocurra otro tanto. Cruzamos Murcia rodando uno tras el otro, procurando en todo momento tener a la vista al otro coche, bien delante o bien en el espejo retrovisor. Habamos acordado un tope mximo de velocidad como medida de seguridad, ya que un accidente hubiera echado por tierra nuestro viaje. Esa limitacin nos permita viajar juntos con exacta regularidad evitando aceleraciones innecesarias lo cual era beneficioso para la resistencia de los motores. Habamos acordado cenar alrededor de las nueve de la noche, estuviramos donde estuviramos, y as lo hicimos casi con la precisin de un reloj suizo, en un merendero a la entrada de Vlez Rubio, donde nos comimos los bocadillos de tortilla de patatas que la madre de Ricardo nos haba preparado, y que ella haca como nadie. En aquel local tuvimos la grata sorpresa de encontrarnos con una familia de paisanos que se ofreci a pagar nuestras consumiciones y as lo hizo a pesar de intentar detenerle. - Es mi contribucin a vuestro triunfo - Ni que decir tiene que nos emocion el gesto de aquellos eldenses, que por esas casualidades de la vida habamos encontrado en nuestro camino. -Esto es un buen presagio! - anot en mi diario nada ms subir al coche que a partir de all conducira Riquelme. Eran las nueve y media cuando nos pusimos nuevamente en camino. Las prisas por llegar nos acuciaban. -Estamos en el Atlas! - Era la frase que ms repetamos desde haca meses y vena a ser un empuje a nuestros nimos, que durante el viaje se hizo machacona reafirmando la realidad que ya estaba siendo. Yo le contest con un escueto: -As es Riqui! - Una gran sonrisa ilumin la cara de mi amigo. Cerca de la una de la madrugada paramos a la entrada de Granada para llenar nuevamente los depsitos de gasolina y las cantimploras con naranjada para el viaje, y fue all donde sufrimos el primer percance, pues el portn trasero del Renault no cerraba. Por ms que luchamos con la dichosa puerta no hubo nada que hacer y decidimos sujetarla con una cuerda a los asientos delanteros, y aquello, lejos de acobardarnos nos anim mucho ms, pues habamos resuelto diligentemente la primera adversidad del viaje. -No nos para ni la madre que nos pari! - remos la ocurrencia tantas veces escuchada a Mere y continuamos viaje. La carretera en un principio result ser una magnfica autopista y hasta Antequera todo fue como la seda, tanto que me qued dormido obsesionado con el repaso a la historia del alpinismo espaol, tema sobre el que habamos esta-do hablando durante los ltimos kilmetros, y mis sueos fueron una prolongacin que seguramente me habran de servir para situarme junto a mis compaeros de viaje en el momento preciso de la historia en la que, estbamos humildemente entrando en aquellos precisos momentos. * Por fin nos vamos! 147 El montaismo espaol Me haban presentado a Flix Mndez, presidente de la federacin espaola de montaismo en el albergue universitario de Sierra Nevada donde asist a un curso de alta montaa junto a Pipona. Apenas habl nada con l, pues adems de la diferencia de edad, ocurri un accidente a su hija mientras esquiaba y vinieron a llamarle quedando interrumpida la reunin. Sobre aquel encuentro y de la admiracin que senta por el personaje giraban mis comentarios a Riquelme, resaltando el fiel resumen del momento que estaba viviendo el montaismo en Espaa, que Mndez, haba publicado en el anuario de la F.E.M. de 1.970 y del que tomar prestados algunos extractos como testimonio del momento. De 14.492 federados existentes en 1962 y 238 sociedades, hemos pasado en el ao que ahora termina a 34.024 federados y 373 sociedades En este mismo ao de 1962 creamos las Federaciones Regionales Catalana, Vasco-Navarra, Valenciana y Aragonesa En el ao 1963 fueron creadas las Federaciones Andaluza, Asturiana, Gallega y Castellana, y las Delegaciones en Canarias, que posteriormente fueron elevadas al rango de Federaciones, y la Cntabra y Leonesa. La ltima Federacin Provincial ha sido la Palentina, en el ao 1969 y las Delegaciones en vila, Burgos, Logroo, Zamora, Soria, Baleares, Valladolid, Badajoz, Salamanca y Guadalajara. Se estaba refiriendo a los ocho aos desde su nombramiento, dando pruebas del auge que el montaismo haba experimentado despus de la primera expedicin espaola a los Andes, que el propio Flix Mndez dirigi. Era evidente que el montaismo espaol se estaba construyendo y tambin en lo deportivo. Desde la primera expedicin, para m inolvidable, a los Andes del Per de esta F.E.M., las actividades extra-europeas han ido en aumento creciente: hasta la fecha ha habido seis a los Andes, diez al Atlas (Marruecos), dos al frica Centro-Oriental, dos al Hoggar (Argelia), una (y dos salidas ms reducidas) al Cucaso, una al Himalaya, una al Hind-Kush, una (y un reconocimiento a Groenlandia, y dos alpinas y una espeleolgica a Turqua. Todas por montaeros de diversas regiones, que, a travs de sus respectivos clubs y Federaciones han encontrado en nosotros todo el calor y apoyo que ha sido posible, dentro de la limitacin de nuestros recursos. No hace falta decir que ninguno de nosotros llevaba la cuenta de las expediciones espaolas en aquellos das y por lo tanto ni aquella noche, ni durante mucho tiempo despus tuvimos la percepcin de estar en lugar tan pionero en la historia del montaismo espaol, ocupando el puesto nmero 25 de las expediciones oficiales y en cualquier caso entre las treinta primeras llevadas a cabo por espaoles fuera de Europa, aunque en honor a la verdad, en la historia del montaismo espaol ha habido otras muchas e interesantes actividades desarrolladas de manera aislada o minoritaria que merecen tenerse en cuenta, incluso expediciones como las de Venancio Lpez de Ceballos que Mndez no incluy en su lista por razones que desde luego nosotros no supimos nunca. Mi primera expedicin 148 Nuestra visin del momento se fundamentaba en las proezas del montaismo cataln de la mano de Anglada, Guillamont, Pons, etc. y ltimamente comenzaba a despegar el montaismo castellano, tras el xito de Csar Prez de Tudela que haba quitado protagonismo a los primeros merced a su popularidad. * Csar Prez de Tudela Aqu abro un parntesis para constatar unos hechos y una teora importantes: 1970 habra de ser el ltimo ao de Flix Mndez como presidente de la F.E.M. y en mi opinin el inicio de la disgregacin y desmembracin de todo lo construido hasta el momento, que como queda escrito, haba caminado siempre hacia la construccin de un organismo fuerte e ilusionado. De todas las versiones sobre lo ocurrido aquel ao, yo me quedo con la que Csar Prez de Tudela publica muchos aos despus en el captulo VII La razn nunca es suficiente de su libro Crnica Alpina de Espaa siglo XX de Editorial Desnivel, del cual extraigo algunos prrafos que para m son la clave de lo acontecido y muy importantes para comprender el momento, tambin en lo extradeportivo: Mi protagonismo en el rescate de Arrabal y Lastra, (en el Naranjo de Bulnes) y sobre todo mis apariciones en el concurso Las diez de ltimas (de TVE) me haban convertido en un personaje, pero tambin, y especialmente, en un alpinista incmodo para el poder federativo. Mis contestaciones pblicas siempre pretendieron ser elegantes y generosas, acogiendo y citando a mis compaeros de montaa y escalada. Trataba de compartir mi notoriedad, pero debi de estimarse, con razn, que acaparar tanta fama popular exceda lo correcto, y desde entonces advert el riesgo que la fama comportaba. Fruto de la popularidad de Prez de Tudela o no, resulta innegable el despegue del montaismo espaol que en 1970, realizaba dos expediciones a Groenlandia, una al Alto Atlas, otra al Hoggar y dos a Patagonia, que ms o menos, venan a representar el veinte por ciento de todas las realizadas hasta el momento; la ltima de las cuales, Expedicin Madrid a los Andes de Patagonia iniciada en el mes de diciembre, vino a ser el detonante de aquella batalla entre el popular alpinista y la F.E.M. Prez de Tudela contina su estimacin de lo ocurrido: En diciembre de 1970, la R.S.E.A. Pealara y su Grupo de Alta Montaa, comandado por Gervasio Lastra, firmemente apoyado por el Presidente de la sociedad, Enrique Herreros, haban organizado la expedicin a los Andes de Patagonia y conseguido subvenciones y ayuda de variada ndole. La F.E.M. se mostr desde el principio absolutamente en contra de la misma, con los ms variados argumentos: no se ajustaba al reglamento de expediciones, los alpinistas seleccionados no eran los que a la Federacin le parecan oportunos, y las pruebas mdicas de los mismos desaconsejaban su participacin. As estaba la expedicin, de la que yo haba aceptado varios meses antes su direccin Por fin nos vamos! 149 tcnica si me situaba frente a ella, como me peda la F.E.M., me pareca cometer una traicin a Pealara, mi club de montaa, y sobre todo a Enrique Herreros, su Presidente, y tambin a mi compaero Miguel ngel Herrero, uno de los expedicionarios a quien yo no poda de ninguna manera defraudar no lo hice, me puse de parte del esfuerzo y la ilusin de Enrique Herreros y me situ contra la Federacin gobernada por Flix Mndez. Fue el comienzo de una confrontacin que represent una cara o cruz del montaismo Yo era el alpinista rebelde que se levantaba contra la disciplina deportiva, y por ello fui expulsado de la Federacin junto a Enrique Herreros, presidente de Pealara y uno de los protagonistas permanentes del alpinismo activo y culto a lo largo del siglo XX. Cuando la decisin de la F.E.M. lleg a la Delegacin Nacional de Deportes, sta la anul de inmediato A quin poda ocurrrsele expulsar de la Federacin a las personas que, a juicio popular, ms haban realizado por el deporte del montaismo J.A. Samaranch haba cado en desgracia ante el Rgimen. Su protagonismo al frente de la Delegacin Nacional de Deportes haba producido cierta irritacin en el Ministro Secretario General del Movimiento, Fernndez Miranda. ste ces a Samaranch, sustituyndole por un gestor del ftbol cataln que se llamaba Juan Vich y cuyo desconocimiento del deporte y del montaismo no contribuy precisamente a conducir la crisis con sabidura Juan Vich, Delegado Nacional del Deporte, asesorado por sus consejeros, aprovech que la expedicin de Pealara estuviese en la Patagonia para cesar fulminantemente a Flix Mndez como presidente de la Federacin Espaola de Montaismo. No se estim correcto el enfrentamiento que ambos, presidente y este cronista, habamos mantenido por cuestiones deportivas. Yo lo sent por l y porque el precio de nuestras diferencias iba a ser muy elevado. Vich nombr - arece ser que recomendado por el jurista Garca de Enterra - a Jos A. Odriozola, montaero ms de vocacin que de oficio, que deseaba ser por encima de todo el primer responsable del montaismo espaol. Entre Mndez y Odriozola no caba posible comparacin. Mndez era un alpinista de toda la vida y su puesto de Presidente se lo haba ganado con esfuerzo, mientras que a Odriozola la presidencia de la FEM le llegaba dada Odriozola nada ms tomar posesin como Presidente de la F.E.M. reparti el poder federativo entre catalanes y vascos: J. Pons, A.V.Rosen, J.M. Anglada y algn alpinista madrileo como J.Lpez, con lo que se aseguraba su mandato y declaraba a este cronista su enemigo preferente (esta es su versin personal, testimonio no estrictamente objetivo y por tanto susceptible de discu- sin. Podra consultarse la hemeroteca nacional y ver los peridicos de aquellos aos). Desde luego en mi anlisis sobre el momento de aquel 17 de Julio de 1971, realizado de noche y en el interior de un coche camino hacia el Atlas no figuraba nada de lo dicho por Prez de Tudela, pues nada sabamos de aquellas luchas y tensiones, slo lo que llegaba hasta las regionales, que tambin lleg, y lo que se poda intuir leyendo la prensa por un lado y las revistas de montaa por otro. En mi opinin la guerra la inici la federacin con su dichoso Reglamento de Expediciones, pues bajo el pretexto de garantizar seriedad deportiva, realmente lo nico que hicieron fue intentar frenar el despegue del montaismo espaol, cosa que no Mi primera expedicin 150 lograron. Qu se consigue imponiendo burocracia a unos deportistas que precisamente van a las montaas para alejarse de ella En qu cambia una actividad por llamarse salida, operacin o expedicin Quin es la federacin para decidir quin puede y quin no puede subir a una montaa Qu le importa a la federacin quienes van a tomar parte en una expedicin Es que acaso la iban a pagar ellos como ocurre en otros deportes Qu eran, los Dioses y rbitros del montaismo Acaso nos iba tan bien en Espaa que haba que restringir las salidas (24 expediciones en toda su historia) Quines tenan intencin de frenar el despegue del montaismo Espaol Degradando lxicamente una expedicin antes de su salida, defendan el montaismo de qu Yo digo que Ojal hubiera habido mil! Todas estas preguntas y otras ms son posibles, pues no tena ningn derecho a pedir nada, quien nada daba a cambio. Perdn, les daban permiso!, ese que nosotros pensbamos que deban meterse en el culo pues mucho mejor nos habra ido sin tanto freno a las ilusiones que eran ajenas a sus intereses federativos. La guerra comenz cuando con fecha 27 de Octubre de 1970 el Director General de Deportes, que entonces era Don Anselmo Lpez contest por carta negativamente a la Expedicin Madrid a los Andes de Patagonia 1971 dicindoles que no se estudiara la solicitud de subvencin por parte de la Delegacin Nacional, hasta que la expedicin no contase con el visto bueno de la federacin espaola y cumpliera el reglamento de la misma. Lo cual hace suponer (slo suponer) que la Sociedad Pealara saba como pensaba la F.E.M. e intent saltrsela. La reaccin de Gervasio Lastra, Enrique Herreros y Csar Prez de Tudela, fue contundente en la prensa, cuyo gran titular deca Iremos a la Patagnia. En la entrevista se acus a Flix Mndez: es un hombre personalista que ha hecho degenerar su funcin presidencial en una especie de caciquismo, sin que en el seno de su consejo directivo exista el abierto contraste de pareceres. All slo hay la aceptacin ms absoluta de todo cuanto l propone. Se les haba calentado la lengua, hartos de luchar contra el poder establecido. Prez de Tudela lo reconoci en una carta manuscrita de fecha 22 de Noviembre de 1970 dirigida a un ex directivo de la Federacin Vasco-Navarra que l crey era su amigo. (Qudense con el dato entrecomillado) Cito de aquella carta algunos prrafos: Te supongo enterado de mi explosin en contra de Mndez; el asunto de la expedicin Patagonia ha sido la gota que ha colmado el vaso. Hice unas declaraciones muy fuertes contra l y los tres o cuatro incondicionales adictos que lo gobiernan todo, en la primera pgina del Arriba de Madrid, as como algunas otras en Pueblo, Ya, etc. Adems de reconocer que sus declaraciones haban sido muy fuertes, informaba a su amigo de las visitas a la Delegacin Nacional de Deportes, le contaba su sospecha de que el Presidente para mantener su puesto estaba pidiendo adhesiones a todas las federaciones y presuma que le apoyaran. Dijo: (cosa que harn, ya que son los mediocres que generalmente y con algunas excepciones estn al frente) Le pide luego su apoyo, que no s cmo lo entendi el amigo, pues una copia de la carta manuscrita de Prez de Tudela circul por todas las regionales espaolas subrayando lo de mediocres y otras lindezas, a fin de ir cabreando al personal. Por fin nos vamos! 151 Flix Mndez no escatim papel oficial para defenderse personalmente de las acusaciones vertidas por el tro disidente y finalmente con fecha 2 de Diciembre de 1970 escribi una carta al director de deportes de la Delegacin Nacional de Educacin Fsica y Deportes adjuntando informe del mdico de la federacin en el que vena a decir que no estando terminados los reconocimientos mdicos en perfectas condiciones la federacin no se haca responsable. Curiosamente con fecha del da anterior haba tenido entrada en el registro de la Federacin Espaola de Montaismo con el nmero 3316 una carta Dirigida a Flix Mndez como Presidente de la Federacin y firmada por los tres insurrectos y Fernando Martnez que dice as: Estimado amigo: En relacin con la Expedicin Madrid 70, a los Andes de la Patagonia de la que con tanto relieve se han ocupado los medios informativos de Espaa, queremos hacer constar a esa Federacin nuestra ms sincera colaboracin y lealtad a la misma y de forma especial a la persona de su Presidente, al que testimoniamos nuestra gratitud por la labor que viene desarrollando. Por otra parte, lamentamos las consecuencias que tales manifestaciones pblicas han suscitado por el aspecto ofensivo que algunas de ellas pudieron haber tenido para la labor del Presidente, Federacin, Consejo Directivo y a todos los montaeros que han participado en salidas de Alta Montaa, Asambleas y reuniones en el extranjero. Nos retractamos de ello, y en consecuencia, solicitamos de esa Presidencia d por finalizado este enojoso y lamentable asunto. La prensa recogi que ya estaba todo arreglado, pero Mndez haba enviado otra carga de profundidad con fecha 3 de Diciembre a la Direccin Nacional de Deportes, en la tramitacin de la solicitud de permiso deportivo de salida y credencial de la Mutualidad General Deportiva diciendo que adoleca de los siguientes defectos: a) Solicita el permiso acogindose a las normas de salida de Alta Montaa al Extranjero, que no es aplicable a las expediciones. b) No consta que el Sr. Joaqun de la Cmara tenga Tarjeta de Federado. c) Cuatro miembros no pertenecen al Grupo de Alta Montaa Espaol. d) Los reconocimientos mdicos se encuentran incompletos. En definitiva todas las pegas posibles, y termina diciendo que no se puede responsabilizar de la concesin de los citados permisos de salida y credenciales de la Mutualidad General Deportiva. O sea que si tuvieran algn accidente que se jodieran sin cobertura mdica Eso entendi la federacin que era velar por el montaismo espaol Debamos entender todos los alpinistas que si viramos a algn montaero sin credencial ni seguro en apuros, en lugar de ayudarles les diramos una patada En mi opinin no hay justificacin posible, que no sea la de un burcrata. Pero la cosa no acab aqu. Con fecha 7 de Diciembre Don Anselmo Lpez, Director de Deportes enva escrito a la Federacin Espaola de Montaismo correspondiendo a los escritos de fecha 2 y 3 del actual y dice as: Nos llama la atencin planteen problemas sobre la Expedicin Madrid 70 a la Patagonia, que en la reunin del da 1 se han considerado resueltos, ya que lo nico que han objetado fueron los exmenes mdicos pendientes, cuya solucin asumi esta Direccin. Mi primera expedicin 152 Deben tener en cuenta que por esa Federacin, y ante el Secretario Nacional, se expres oficialmente el pasado da 1 que no haba problemas por su parte para que se autorizase, siendo ratificada, a la vista de ello, la autorizacin por esta Delegacin. Finalmente les advierte que la expedicin est autorizada oficialmente desde el da 1 y que se abstengan de hacer comentarios. La carta tuvo entrada en la Federacin Espaola de Montaismo con fecha 9 de Diciembre y nmero de registro 3364, pero es que Mndez haba corrido tanto que ya haba celebrado el mismo da 7 de Diciembre una Asamblea Nacional en Teruel con todos los presidentes de las federaciones regionales donde aprobaron la expulsin de los insurrectos. El director de deportes suspendi y dej sin efecto todos los acuerdos de la Asamblea en carta de fecha 11 de Diciembre. Que cada cual saque sus conclusiones. Yo aplaudo que el Director Nacional hiciese prevalecer lo deportivo por encima de lo burocrtico. A los dems as les fue: protestaron todo lo indecible y tuvieron que dimitir despus de la destitucin de Mndez y nunca le han perdonado aquello a Prez de Tudela, hasta el punto que, a mi juicio siguieron persiguiendo al alpinista incluso por la muerte de Elena, su propia mujer. Algunas Regionales intentaron sin xito que dimitieran tambin los presidentes de las sociedades montaeras en todos lo pueblos de Espaa, pero se quedaron solos. Hubo conspiracin por parte de algunos para tomarle el pelo a Flix Mndez, calentarle y hacerse con el control del montaismo nacional, como algunos sugirieron Mndez vio en Prez de Tudela un peligro para su continuidad en la federacin y en el mundillo montaero, segn el decir de otros Hubo envidias y traiciones de amigos de unos u otros Prevaleci el inters personal por encima del colectivo No, ciertamente ni Riquelme ni yo sabamos nada de aquello, pero lo habamos sufrido al negrse- nos el ttulo de expedicin que anteriores actividades de igual categora haban podido argumentar para recaudar apoyos. La pescadilla que se muerde la cola estaba servida. Expedicin espaola era igual a slo los mejores; que era igual a catalanes y vascos y si sobresala algn otro que no aceptase las normas con echarle ya estaba todo arreglado. No creo que fuese tan as, pero lo cierto es que las luchas de poder entre los padres del montaismo espaol fastidiaron a muchos jvenes montaeros como nosotros que slo pensbamos en subir montaas. Tan insignes prceres no supieron calibrar que tambin sus logros pioneros perderan, con el paso del tiempo el lustre y la importancia que tuvieron, pues no supieron o no quisieron, ver que el despegue real del montaismo nacional no era cosa exclusiva de ellos y que todo ladrillo haca pared. Ellos que haban crecido campando a sus anchas y llamando a sus actividades como mejor conviniera a sus intereses, fueron los primeros en poner normas que curiosamente a ninguno de ellos afectaba. A todo esto la nueva Federacin suspendi las subvenciones, por no estar aprobados los presupuestos. Que les den! Era el sentimiento unnime de nuestro grupo. Ajenos a toda aquella trama, a ninguno de nosotros nos importaba otra cosa que vivir aquella aventura y desde luego, no tenamos nocin del lugar que estbamos a punto de ocupar pues fue algo que no nos import lo ms mnimo aunque s que nos fastidi, y mucho, el peyorativo de operacin por los inconvenientes econmicos que conlleva. No era lo mismo hablar de una expedicin que tener que darle explicaciones a un patrocinador sobre el significado de operacin. Y desde luego tampoco lo era pedir ayuda al fotgrafo de la esquina para unos carretes de negativos argumentando una actividad menor que ir a la casa Kodak porque el proyecto era una expedicin en toda regla. El coche se detuvo y esa quietud repentina fue lo que me despert de mi turbulento e incmodo sueo. El otro vehculo tambin haba parado y sus ocupantes se apresuraban a salir para contemplar mejor el puente de Ronda. Pronto iba a amanecer. *** Casablanca 153 Captulo 11 Casablanca Por primera vez, vimos como el mar se iba llevando nuestra patria al fondo del paisaje. Extraa sensacin, la de cruzar una frontera, que a lo largo de la vida iramos perdiendo. El Virgen de frica El Magreb La noche de Casablanca Mi primera expedicin 154 Para ti rosas. Para m, tu cuerpo, y el mo para ti. As, sin condiciones. dejando que el viento, lleve entre sus pliegues, tu profundo olor a espliego. Que navegue mi cuerpo, en el tuyo unidos. y que estallen, mil gemidos sin olvido. Que se desprendan del cielo, mil estrellas e iluminen el camino, que los dos escogimos, para bien, para mal para vivirlo. (Moneo) Casablanca 155 XI El Virgen de frica Segn Riquelme, de Antequera a Ronda la carretera se pareca ms a un camino forestal que a la ruta nacional que habamos supuesto. En Ronda nos asalt la duda. No sabamos si seguir por el itinerario fijado, ms directo hasta Algeciras, a riesgo de que estuviese igual que el que acabbamos de recorrer (digo igual por que todos pensaban que peor ya no podra ser), o por el contrario retroceder hasta Mlaga y continuar por la carretera de la costa. Fatalmente optamos por la ruta prevista y pronto nos vimos metidos en un verdadero tiovivo de curvas que result agotador para los conductores. Aquello dur casi cien kilmetros y dej pequeo al incmodo y famoso tramo de Mlaga a Motril, aquel de las curvas mil. Remos nuestra mala eleccin nada ms parar a desayunar. Tenamos a la vista la ciudad de Algeciras, pero estaba lejos, recostada all abajo sobre el mar Mediterrneo. Anot en mi diario que ya era tarde: las siete treinta, y advert que ya no llegaramos a tiempo de tomar el trasbordador. Llegamos al puerto a las ocho y veinte, justo cuando el buque soltaba amarras. No nos preocup creyendo que a las nueve de la maana saldra otro, as que nuestra sorpresa fue mayscula cuando nos informaron que el prximo no se hara a la mar hasta las trece horas. Tenamos tiempo de sobra para comprar los billetes de embarque, pasear por el puerto y hasta leer la prensa cuyos titulares sobre el pas que nos disponamos a visitar no eran nada tranquilizadores: Egipto, Libia, Siria y Sudn denuncian al rgimen marroqu por los recientes sucesos por su agresin contra la embajada Libia y las ejecuciones Nos hubiera gustado mucho ms haber podido leer La Verdad de Murcia que aquel 18 de Julio publicaba la entrevista de Octavio Lpez a Daniel Esteve, nuestro presidente, donde se desvelaban algunas claves de las relaciones entre nuestra aventura y la directiva de la sociedad en algunas de las respuestas: Mi primera expedicin 156 Extracto de la entrevista publicada -Don Daniel, Qu opina usted de la Operacin Atlas-71 -Los veo con mucha ilusin y fuerza fsica y moral para mover montaas; adems los considero pese a su juventud con prudencia y suficiente preparacin para llevar a feliz trmino la operacin. -Ha sido usted partidario desde un principio de esta salida -No, desde un principio no; yo siempre fui contrario a la idea, porque consideraba que primeramente deban visitar todos los macizos espaoles y hablar con los mejores escaladores nacionales. -Qu le ha faltado a la operacin -Ms ayuda econmica, pese a que el centro tena cubierto desde un principio, sin que ellos lo supieran, el aspecto econmico; se han registrado ayudas del Ayuntamiento y de diversas casas comerciales, pero no del pueblo eldense. -Qu es la Operacin Atlas-71 para el Centro Excursionista Eldense -La primera salida de importancia, como si dijramos la carta de naturaleza, el resultado de un esfuerzo, de una preparacin. Para estas expediciones estimo que tiene que haber una entidad que respalde a los expedicionarios y sirva de apoyo, y adems unos hombres, como los que van a llevar a cabo la operacin, con carcter, personalidad y preparacin. -Siente usted envidia por los expedicionarios -Muchsima; dara cualquier cosa por tener su edad y poder marcharme con ellos. Don Daniel contaba ms cosas pero las relacionadas, seguramente son las que ms nos hubieran sorprendido aquella maana, pues nunca nos manifest ser contrario a nuestro proyecto ni tampoco que tuvieran previsto el dficit econmico, aspectos que hubieran influido en la operacin con toda seguridad y que definen la equidad de este hombre que no quiso pesar en la balanza de nuestra ilusin. El mismo diario publicaba en distintas secciones notas sueltas sobre nosotros acaparando la actualidad informativa del da y cuyos titulares fueron muy diversos: Las primeras autoridades despidieron a los expedicionarios en el ayuntamiento Un duro para una necesidad de 100.000 Pesetas Hasta el Everest hay muchos kilmetros Ayer partieron hacia Marruecos Unos relataban fielmente la noticia de nuestra partida y otros con jocosidad comentaban algunas de nuestras ingenuas manifestaciones de los ltimos das, como la que haca referencia al Everest, al duro que ofreci un comerciante o la nota que reproduzco a continuacin: Posible sorpresa en la Operacin Postal La Operacin Atlas-71 llevar a Marruecos 80 kilos de comida Y algn mal pensado ha dicho por ah que en lugar de las tarjetas de la operacin postal vendrn los montaeros dentro del sobre sin que se note demasiado. Casablanca 157 Seguramente de haber tenido ocasin de leerla hubiramos comprado ms comida en Algeciras, pero La Verdad de Murcia no se venda en aquella ciudad. A las doce y media estbamos con los coches al borde del muelle listos para embarcar en el trasbordador Virgen de frica junto a una multitud de gentes y un gran contingente de turismos. El pasaje para cada automvil nos cost 680 pesetas y otras 70 por cada persona, con lo cual el cruce del estrecho se llev un total de 1.780 ptas. Unos 10,70 euros. La organizacin en el vientre del barco fue tan apretada que apenas se poda salir de los coches una vez aparcados. Era materialmente imposible que nadie abriera una puerta durante la travesa y nuestra carga estaba a salvo de cualquier sustraccin, que era nuestra mayor preocupacin, no ya por la prdida de las pertenencias, sino porque ello hubiera supuesto el final de nuestro viaje. Tenamos previsto un turno de vigilancia en los coches durante la travesa que no fue necesario poner en prctica, lo que nos permiti relajarnos mientras cruzbamos el Estrecho de Gibraltar en el gigantesco barco de nombre tan aventurero. El Virgen de frica solt amarras y lentamente la costa fue quedando atrs. A nuestra izquierda el pen de Gibraltar se ergua majestuoso entre los dos mares y Riquelme aprovech para rodar la escena de tan trascendental momento, pero por desgracia semanas despus comprobaramos que la pelcula se haba velado. Los dems descansbamos en las cmodas butacas dando cuenta de unos bocadillos que seran nuestra ltima comida tranquila en las prximas veinticuatro horas. Hora y media despus desembarcbamos en Ceuta en medio de un jaleo agobiante originado por una multitud de gentes y vehculos que circulaban por las calles portuarias con poco orden, envueltos en estridencias de bocinas y los silbatos de histricos guardias urbanos. Era la hora punta de la ciudad que por ser puerto franco, soportaba en un domingo de masiva afluencia mucha ms gente de la que sus principales calles podan soportar. La Perla del Mediterrneo nos recibi con su cara ms turstica y cosmopolita atestada de cristianos, musulmanes, hindes y judos, pero lo nico que nos interesaba era llegar a la frontera, y fue intentando salir de aquel enjambre vehicular cuando nuestro coche se salt limpiamente un disco de direccin prohibida que no habamos visto, pero cuya accin, s vio el guardia ceut que no ces de hacer sonar su silbato muy por encima del general ruido, hasta que hubimos detenido totalmente el coche. Nos grit algo as como si es que las seales de trfico no fueran internacionales, pero al darse cuenta que ramos espaoles aminor sus gritos y hasta creo que al ver la bandera cambio el gesto y amablemente nos dio las oportunas instrucciones para llegar a la aduana. En la frontera espaola, solucionamos los trmites mientras Riquelme filmaba otro de los planos secuencia que finalmente seguiran la misma suerte que los del barco. Los agentes espaoles se interesaron por nuestra aventura mostrndose simpticos y amables, pero a pocos metros de distancia estaba emplazada la garita marroqu en la que el jaleo era bastante mayor y la desorganizacin evidente hasta el punto de tener que aguardar una cola interminable. El intrprete de la aduana se ocup de todos nuestros asuntos: el visado, la carta verde del seguro de los vehculos, cambio de divisas e incluso nos aconsej que regresramos a Ceuta y llensemos los depsitos de gasolina, pues al contrario de lo que creamos, en Marruecos la gasolina estaba ligeramente ms cara que en Espaa, cuyo precio era de 7,70 ptas. el litro (0,05 euros), mientras que en Ceuta costaba slo 4,80 ptas. el litro (0,03 euros), as que dimos media vuelta y las explicaciones oportunas a los guardias que sonrieron ante nuestra peticin y retrocedimos hasta la gasolinera ms cercana, para llenar hasta el tapn los depsitos de carburante, mientras Mi primera expedicin 158 aplaudamos la buena idea de colocar las banderas espaolas en los parabrisas, que nos facilitaban salir airosos de esas pequeas e incmodas situaciones. En la aduana marroqu no fue as. Debido a los graves incidentes ocurridos en el pas los controles policiales estaban como quien dice con la oreja tiesa. Delante mismo de nosotros hicieron retroceder a un grupo de jvenes de apariencia dudosa, entendiendo por dudosa, llevasen estupefacientes o no, el hecho de llevar el pelo largo, smbolo de rebelda en toda Europa en aquella dcada, as que, siguiendo las recomendaciones de nuestro intrprete hicimos que Jos Miguel se recogiera su larga cabellera de Prncipe Valiente bajo un gorro de montaa para presentarnos en aquella ventanilla, que ms pareca de interrogatorios, que un puesto de visado. Riquelme y yo ocupamos la primera fila delante del ventanuco, tras el cual, se encontraba nuestro interrogador, los dems compaeros se situaron detrs a excepcin de Jos Miguel al que hicimos escorarse hacia un lado de manera que permaneciese menos visible al agente marroqu. Explicamos de dnde venamos, dnde bamos, qu pensbamos hacer en Marruecos, cundo regresaramos, qu llevbamos en las cajas y para que servan nuestros piolets. Las respuestas parece que finalmente convencieron al agente que nos sell los pasaportes desendonos buena suerte. Nuestro momento de apuro pas, excepto para Riquelme que se vio amenazado por una ametralladora cuando intentaba hacer unas tomas con la cmara. No entendimos nada de cuanto dijo aquel soldado, pero estaba claro que con aquello entre las manos no tena que ser nada bueno, as que sin abrir la boca ni para saludar, nos metimos en el coche tras darle una propina al amable intrprete que nos asisti durante todo el trmite fronterizo. * El Magreb Ya estbamos en Marruecos! Para todos nosotros era una experiencia totalmente nueva el solo hecho de hallarnos en un pas que no era el nuestro. La sensacin es extraa pero muy comn para el ser humano que parece notar como el cuerpo se encuentra fuera de los lmites del territorio donde siempre ha permanecido seguro. No sabra explicarlo muy bien, pero creo que es muy parecida a la sensacin que experimentamos en nuestro primer da de colegio, o cuando se accede al mundo laboral por primera vez, por citar algunos ejemplos, aunque hay otros. Jos Miguel ya no aguantaba ms el gorro de lana en pleno mes de cancula y fue el que ms agradeci haber acabado con aquel embarazoso trmite. Todava no nos habamos recuperado del susto, cuando le grit a Riquelme que conduca para que frenase pues acabbamos de cruzar la frontera, y ni esperbamos, ni tuvimos tiempo de ver aquel control de carretera, montado en tan inadecuado lugar a la salida de un cambio de rasante de la calzada. Quedamos a escasos dos metros de las tiras de grandes clavos que cortaban la carretera custodiada por un pelotn de soldados a ambos lados de la misma, que ametralladoras en mano y gesto amenazante, tenan por nica misin vigilar nuestros movimientos mientras un oficial nos interrogaba de nuevo sobre Casablanca 159 procedencia, destino, cargamento, etc. Llamaba la atencin la diferencia que exista entre la tropa de descuidado aseo personal, y la oficialidad, de una pulcritud exagerada para el lugar. Pronto nos acostumbramos a estos controles de carretera, pues tendramos que repetir la historia otras quince veces ms, as que los pasaportes se los entregamos a Jos Miguel que era el que hablaba francs y cada vez que llegbamos a la entrada de alguna ciudad importante o en las cercanas de algn cruce de carreteras, se bajaba y le entregaba todos los documentos al oficial, aunque en ocasiones ste nos hacia bajar de los coches e incluso abrir los maleteros. Algunos de los emplazamientos de control, en especial los de Kenitra y Rabat, parecan trincheras de combate por lo elaborado de sus nidos de ametralladoras y las tanquetas blindadas de refuerzo. Hoja de ruta de la expedicin Atravesamos Tetun y tomamos la direccin a Larache para sufrir durante este trayecto el pinchazo de un neumtico en el Renault y el ataque hostil de un jovencito rabe que duch a los ocupantes del SIMCA y nos bombarde a nosotros con el caldero. El incidente del chico nos hizo gracia, pero el pinchazo no. Larache conservaba todava los rasgos arquitectnicos de algunas ciudades andaluzas. Se haba llamado entre 1610 y 1689 San Antonio de Alarache al ser cedida por el Sultn Mohamed es Said a Espaa durante el reinado de Felipe III y luego, despus de un largo periodo de dos siglos en el que volvi a ser rabe, se convirti al inicio del Mi primera expedicin 160 protectorado espaol, en 1.912, en importante centro militar, agrcola, ganadero y pesquero, crendose la comandancia general de Larache, que se mantuvo hasta la independencia marroqu en 1956. El tiempo transcurrido haba sido insuficiente para borrar nuestra cultura y nos entendimos en castellano con el mecnico que arregl el pinchazo cuya animada conversacin sobre Sevilla y sus posibilidades de trabajo en la plaza andaluza, era el sueo de aquel mecnico, al que no le resultaba muy boyante la economa del lugar a juzgar por sus maldiciones en ininteligible y arbigo lenguaje cada vez que se refera a su suerte. Sentados en la acera entre los coches aparcados, mis compaeros le haban echado el guante al primer salchichn casero y Ricardo me acerc un trozo que comimos sin pan, como suele decirse, a palo seco pues no era cuestin de andar buscando panaderas, perdiendo un tiempo que pudiera retrasar nuestro ya demorado viaje, y como tampoco queramos comernos las hogazas de pan que reservbamos para la montaa, pues el salchichn cay entero; como dijo Mere con chapa y todo. Al volver con la rueda reparada hacia los coches, un anciano me ofreci muy discretamente kiffi que naturalmente rechace a pesar de su calmada insistencia. A la vez, nuestros compaeros andaban discutiendo con unos chicos que empeados primero en limpiarnos los cristales de los coches para sacar una propina, se vieron luego decepcionados cuando Pedro Cano les dio un duro (cinco pesetas) pues ellos haban pensado que se trataba de un dirhams y al ver que no lo era, andaban reclamndoles escandalosamente la esperada recompensa. Entre el pequeo grupo, Riquelme que haba observado mi escena con el viejo me pregunt al llegar, qu quera el abuelo. -Venderme kiffi- le dije, y volvi a preguntarme cuanto vala, pero como no lo haba entendido bien le conteste que no lo saba y l con su risa caracterstica se puso a gritarle al anciano: -Heeee, Jefe! A cmo da el kilo de kiffi- y entonces el jaleo s que fue total, entre nuestras risas por la ocurrencia de Riqui, los jovencitos gritando alrededor, la gente que miraba y tambin rea y Riquelme que no paraba de vociferar mientras el pobre anciano hua como poda de tan escandaloso insensato. Nos remos mucho, pero slo por un corto espacio de tiempo, pues comprendimos que debamos salir lo antes posible de all, donde se nos entenda perfectamente y podamos meternos en un verdadero problema a causa de la broma con el camo marroqu, as que solucionamos con unos autnticos dirhams la reclamacin de los chavales y continuamos viaje hacia Kenitra, la cual dejamos atrs cuando ya comenzaba a caer la tarde. Kenitra nos pareci una gran ciudad pero habamos acumulado retraso y nos propusimos recuperarlo continuando viaje hasta Rabat, la capital del reino, donde llegamos completamente de noche. Era el momento de volver a llenar los depsitos de com- bustible y el cansancio evidente despus de treinta horas ininterrumpidas de viaje. Yo estaba dormido cuando me despertaron las voces alteradas de Riquelme y de otras dos personas y vi como Ricardo y los dems, se marchaban de la gasolinera donde estbamos. Sal del coche queriendo comprender una situacin que no entenda. El empleado de la gasolinera discuta con un seor que al parecer estaba de nuestra parte, a juzgar por los gestos que haca, pero que al final se march profiriendo una retrica de frases que me parecieron verdaderos tacos por la forma y la fuerza de aquella lengua incomprensible para m. El dependiente a falta de interlocutor (ms bien contrincante) se dirigi a Riquelme que se encolerizaba cada vez que el de la gasolinera nombraba a la polissa. Riquelme estaba ya decidido a liarse a bofetadas con el hombre, cuando quiso la suerte que llegasen nuestros amigos acompaados por un soldado de graduacin que solucion Casablanca 161 con rapidez el problema dndonos la razn, mientras el empleado no se atrevi a decir ni m. Ocurri que al pagar Ricardo el importe de la gasolina de ambos vehculos, se equivoc y dio bastantes dirhams de ms, pero se dio cuenta inmediatamente de su error y le arrebat los dineros al empleado antes de que ste se los guardase en la cartera de bandolera que portaba. Ricardo le volvi a dar nuevamente lo que le corresponda, pero el empleado que haba visto una importante suma de dinero, quiso aprovechar la dificultad del idioma y nuestra juventud para sacarse una suculenta propina demandndonos que le habamos quitado dinero y que si no se lo devolvamos llamara a la polica, pero su sorpresa vino cuando vio que nosotros mismos habamos ido a buscarla, aunque sirvi el militar de graduacin que Ricardo fue a buscar al control de carretera que acabbamos de pasar. Con la intervencin de ste, que afortunadamente hablaba espaol, todo se aclar cuando le enseamos al soldado los justificantes de cambio de moneda y la libreta con la contabilidad de gastos que cuadraba con los dineros que tenamos y que reclambamos como nuestros. La nueva perdida de tiempo signific ms retraso, pero seguamos decididos a cumplir nuestros planes y llegar aquella misma noche a Casablanca donde habamos quedado citados con Lus Hoyos, el delegado de la F.E.M., en un punto a unos 42 kilmetros antes de llegar a la gran urbe a fin de no extraviarnos. La hora convenida ya haba pasado y no tenamos posibilidad de informarle sobre los retrasos que venamos acumulando desde Algeciras, as que nos propusimos llegar a la ciudad y disculparnos con l. Nos sorprendi mucho la excelente autopista que tena el pas, mucho mejor que las desconchadas carreteras espaolas, era magnfica pero muy peligrosa, pues con mucha frecuencia nos encontrbamos con ciclistas que circulaban sin luces y casi por el centro entre ambas calzadas, e incluso vimos varios carros tirados por burros y hasta por bueyes. Lus Hoyos nos haba advertido lo peligroso que resultaba viajar de noche, pues se haban producido muchos accidentes por las causas descritas, habindose constatado que algunos accidentes se provocaban tirando grandes piedras desde los puentes que cruzan por encima de la autopista sobre los confiados automovilistas, con el fin de robarles tras el inesperado ataque, llegando en algunos casos a causar la muerte de los confiados turistas. Nos parecieron leyendas urbanas, pero aminorbamos la velocidad cada vez que veamos un puente, por si acaso. Luego insistira Lus Hoyos en la veracidad de tan macabro relato. * La noche de Casablanca Casablanca de noche, nos pareci de verdad bonita y limpia, pero nada ms entrar en ella nos perdimos. Consultamos el callejero que nos habamos procurado, pero no haba manera de entenderlo, por lo que se dedujo que debamos haber entrado a la ciudad por una carretera distinta a la que nos indicaba nuestro plano, o sea, que no sabamos ni dnde estbamos, as que echamos mano de nuestro particular interprete Jos Miguel, preguntando por la Rue Dansremont a la poca gente que encontramos, sin Mi primera expedicin 162 resultado. Acompaaba al intrprete cruzando de acera en acera, buscando personas a las que pedir informacin, cuando par junto a nosotros un viejo automvil con dos individuos, de mal pelaje, que se ofrecieron a llevarnos abrindonos la puerta para que subiramos, pero cuando les dijimos que les seguiramos en nuestros coches con nuestros amigos que estaban all al otro lado de la calle, salieron como suele decirse cagando leches y entonces tuvimos verdadera sensacin del peligro que estbamos corriendo a aquellas horas de la madrugada. Acordamos no volver a preguntar a nadie, pero vimos un cuartel del ejrcito en cuya puerta haca guardia un soldado, as que aquella oficialidad nos anim a detenernos y preguntar. Casi no lo hacemos, pues cuando estbamos bajando del coche acert a pasar por all un hombre algo ebrio, y asustados, tuvimos que detenernos esperando que el soldado, terminase de darle unos cuantos varetazos con verdadera saa al pobre borrachn, que seguramente no lleg a tener consciencia de lo que le estaba pasando, pues se alej de all tranquilamente y sin rechistar. Cuando hubo acabado, el soldado se dirigi a nosotros todava alterado y con la vara de bamb aferrada con fuerza en una mano y ya no nos atrevimos a volvernos atrs, as que le preguntamos, pero como tampoco nos entenda bien, nos hizo entrar en el oscuro acuartelamiento donde pregunt dirigindose a la oscuridad en su lengua. Nadie encendi la luz pero una voz que chapurreaba el castellano nos pregunt y pudimos hablar con alguien que sin verle nos dio a entender que a la vuelta de la esquina y en lnea recta durante unas cuantas manzanas, veramos un local donde haba una tal Mara que era espaola, a la que podamos preguntar. Al entrar en el local nos dimos cuenta de que era un burdel y la tal Mara una chica algo entrada en aos, prostituta y andaluza para ms seas, que nos recibi sorprendida por la hora y nuestra juventud. Rpidamente nos sac a la calle pues habamos llamado la atencin de la clientela del local y nos orient ms o menos haca la zona de la ciudad que debamos dirigirnos. An dimos muchas vueltas y todava tuvimos ocasin de ver una pelea en plena calle entre dos hombres, mientras otra veintena de personas que la presenciaba, simplemente animaba a los combatientes. Al final siendo ya bien cumplidas las dos de la madrugada aparcamos los coches en una calle y nos metimos en los sacos para caer inmediatamente rendidos de sueo. *** Imlil 163 Captulo 12 Imlil Circulando por las montaas del Atlas camino hacia Imlil. Con Lus Hoyos Marrakech La leccin de Imlil El refugio del C.A.F. Qu es la aventura Mi primera expedicin 164 Abr los ojos y vi, un resplandor como de incendio. Cre que era fuego en el monte, y era el sol que estaba saliendo. Tan encendido era aquel amanecer, que tuve que frotar los ojos, para seguro y cierto saber, si era el sol o el fin del mundo. Ya seguro de mi visin aspir hondo, fuerte y profundo, para llenar el corazn, de aquel aire sano, fresco y puro. Un tintineo inconfundible, me acab de despertar. Aquel tintineo que escuche, era muy fcil de adivinar. Un compaero de tantos, preparaba el material, para unos momentos ms tarde, comenzar a escalar. De un salto sal del saco, tras tomar nuestro caf, fuimos con gran emocin, hasta el pie de la pared. Comenzamos la escalada, por un lugar todava virgen. Desde abajo pareca, un lugar inaccesible. Aquel montn de roca, que nos pareci imposible, mucho nos dio a sudar, pero haramos el milagro posible. Ya en la cumbre del pen, Fue un abrazo singular, Lo que confirmo sin duda, nuestro compaerismo sin igual. (Moneo) Imlil 165 XII Con Lus Hoyos Ya era totalmente de da cuando despert sobresaltado por la imagen de varias personas mirndome a un palmo de la cara al otro lado del cristal del coche. Sal del saco y despert a Riquelme que dorma ocupando los dos asientos delanteros. Yo haba dormido estupendamente encima de las cajas y mochilas, en la parte trasera, aunque demasiado pegado al techo del automvil. A regaadientes por lo temprano de la hora mi compaero tambin se levant y despertamos a los ocupantes del otro vehculo que se quejaban de lo poco que haban dormido. La calle estaba bastante concurrida por la circulacin de muchos coches, pero sobre todo por una gran aglomeracin de bicicletas y motocicletas. Casablanca es la ciudad ms grande de Marruecos y su puerto el ms importante. Se la considera la capital econmica, aunque la capital oficial y sede del gobierno es Rabat. Fundada por los Portugueses con el nombre de Casa Branca en 1.575, su estratgico puerto martimo lleg a ser durante la segunda Guerra Mundial muy importante, pero fue en el siglo XIX cuando la poblacin comenz a crecer a causa de la crisis agrcola del pas y segn el escritor Guilles Perrault: En 1971 un cinco por ciento de los propietarios posean el sesenta por ciento de las tierras ms ricas. La burguesa rural se haba repartido el botn y Hassan II se haba convertido en el mayor propietario de la joven nacin, de tal Mi primera expedicin 166 suerte que los embalses construidos en 1960 fueron para ese sesenta por ciento de tierras; las mejores tierras, en manos del citado cinco por ciento, provocaron el xodo de los agricultores hacia la metrpoli que fue creciendo poco a poco, primero con cajas de cartn y luego chozas de hojalata, una vida msera donde colocar a una hija de criada converta a las pobres gentes en afortunadas. La corrupcin era omnipresente, desde el hermano del rey, el prncipe Addallah apodado su Alteza 51% por ser la proporcin que exiga en toda empresa a la cual tena la benevolencia de conceder su patrocinio. Evidentemente el autor del libro prohibido en Marruecos Nuestro amigo el rey no tena muy buena opinin sobre la regencia del pas, claro que nadie lo hubiera dicho aquella maana del 19 de Julio, a juzgar por el ajetreo de gentes que iban presurosos hacia sus lugares de trabajo, al menos en la zona centro de la ciudad donde nos hallbamos. El caos circulatorio era evidente y me recordaba ms a un documental sobre China por la cantidad de vehculos de dos ruedas que a una ciudad del norte de frica. Habamos continuado nuestra bsqueda de la Rue Dansremont, interrumpida cinco horas antes, pero en vista del resultado negativo decidimos buscar una parada de taxi y que uno de ellos nos guiase hasta la dichosa calle. La idea, que pareca de lo ms sencillo y lgico, result sobre la prctica difcil. No podra decir si es que no nos entendan o simplemente no queran llevarnos, la situacin era de lo ms extrao pues encontramos lo que pareca una parada de taxis y con la ayuda de Jos Miguel hicimos saber nuestros propsitos a los taxistas, en medio de un crculo de curiosos, algo que ya nos est pareciendo muy comn en este pas y que no nos molestaba, tal vez recordando aquel dicho popular en muchas partes del mundo, que la gente no se acerca para curiosear, sino para saber si te puede ayudar. Pues no, a nosotros no nos pudo ayudar nadie y as andamos de crculo en crculo durante un buen rato, hasta que por fin, uno de los taxistas accedi a llevar a Jos Miguel y nosotros le seguimos. No estaba lejos y despus de un corto recorrido por el centro de Casablanca pudimos leer la placa de la calle que buscbamos. Pagamos al buen hombre su carrera y aparcamos nuestros coches delante del nmero 7 donde viva el Sr. Hoyos. Buscamos su piso mirando en los buzones de la escalera, as supimos que habitaba en el tico, y quedamos sorprendidos cuando se abri la puerta del ascensor sobre la misma terraza del edificio, al fondo del cual vimos su vivienda. Nada ms pulsar el timbre un perro rompi el silencio de la maana con sus ladridos y una voz femenina le mando callar en francs. Al abrirse la puerta apareci una seora alta y delgada que supo quienes ramos y nos hizo pasar al saln mientras adverta a su marido de nuestra llegada. Lus Hoyos sali enseguida terminando de meterse los bajos de la camisa dentro de los pantalones y nos tendi a todos la mano al tiempo que pregunt si habamos desayunado. Naturalmente por cortesa le dijimos que no, que muchas gracias, que no se molestase y todo eso que se dice cuando sientes vergenza, al darte cuenta que tal vez deberas haber esperado un buen rato antes de atracar a hora tan temprana una vivienda donde sus moradores todava estaban en la cama, pero el hombre saba bien que no habamos comido nada; no s si por el aspecto somnoliento que llevbamos, o por el buen conocimiento de la ciudad y las dificultades que tendran un grupo de chicos intentando tomar a estas horas un desayuno a la europea. Imlil 167 Lus, como habramos de llamarle atendiendo el ruego de apearle el tratamiento, nos invit a sentarnos mientras su seora, igualmente animosa e insistente, march a la cocina a preparar el desayuno para todos. En casa de Lus Hoyos, Delegado en Marruecos de la Federacin Espaola de Montaismo durante el desayuno y entrevista con l y su esposa. Hoyos nos pareci una excelente persona, enseguida se advierte su personalidad montaera, que ya habamos intuido por el inters y la amabilidad que haba tenido con nuestra expedicin consiguindonos gran cantidad de croquis de las montaas del Atlas. Nuestra conversacin, mientras nos deleitbamos con el desayuno que nos trajo su seora, giraba en torno a las peripecias de nuestro accidentado viaje. Le sorprendi mucho que hubiramos pasado la noche en la calle, lo que juzgaba muy peligroso. Le hicimos luego, multitud de preguntas sobre las montaas del Atlas a donde nos dirigamos, que contest clara y sencillamente, hasta donde l saba por los informes, y por boca de anteriores expediciones espaolas. Riquelme tom varias escenas durante la conversacin y en especial cuando le entregamos una bota de vino y un bandern bordado con el emblema de nuestra expedicin que le firmamos todos all mismo a peticin suya. Seguramente a Lus, el detalle de la bota de vino le tuvo que parecer una verdadera horterada, pero la ilusin y el cario con el que se le habamos llevado tuvo ms peso que el detalle de nuestra ocurrencia. A media maana nos despedimos de su seora agradecindole su hospitalidad y partimos en compaa de Lus que se haba ofrecido para acompaarnos hasta la salida de la gran urbe, evitndonos extravos y prdidas de tiempo. Mientras atravesbamos Casablanca nos ocurri algo anecdtico, aunque ilcito al cruzar uno de los muchos semforos. El SIMCA rodaba tras el coche de Lus, y el nuestro tras los dos que haban pasado con luz verde, pero al hacerlo Riquelme y yo la luz haba cambiado a luz roja. Nos percatamos de ello, pero no podamos parar pues en medio del intenso trfico arriesgbamos despistarnos de nuestro gua y estimamos que tenamos tiempo a cruzar, pero no lo crey as el guardia que nos vio e hizo sonar su silbato estridentemente al tiempo que nos sali al paso, de tal manera que no tuvimos ms remedio que detener el coche. Pens que el cielo se nos haba cado encima cuando se nos acerc el agente chillndonos en francs con evidente tono de estar preguntando Mi primera expedicin 168 nos, que s yo, a lo que me limitaba a responder muy calmado y poniendo cara de ingenuo con un socorrido y mal pronunciado non comprend pas, lo cual pronunciado reiteradamente despus de cada interrogatorio del guardia dio resultado, pues el hombre se debi cansar ante tan evidente simplicidad y nos dej marchar. Despidindonos de don Lus Hoyos a las afueras de Casablanca. Por fortuna nuestros compaeros se haban dado cuenta de nuestro percance y estaban esperndonos para continuar el recorrido por Casablanca hasta las afueras, deteniendonos antes del habitual control de carreteras, donde nos despedimos de este gran amigo que tanto nos haba ayudado. Quedamos en volver a verle a nuestro regreso para informarle de nuestras actividades en la montaa, a peticin suya, y reemprendimos la marcha, naturalmente despus del acostumbrado interrogatorio y registro por parte de la autoridad militar. * Marrakech La carretera continu siendo estupenda a lo largo de los 235 kilmetros que nos separaban de Marrakech, cuya ciudad haba dado nombre al pas. Fue fundada entre los aos 1.050 y 1.060 por el sultn Almoravid Youssef Ben Tachfin, quien durante su dominio intent extender la ciudad, usando las riquezas robadas en los saqueos en Espaa, eso al menos sabemos de su historia y que a su muerte, fue su hijo y heredero Al, quien la hizo florecer trasladando hasta Marrakech lo mejor de los pensadores y artistas de la rica cultura de Al-Andalus, que embellecieron la ciudad y desarrollaron los sistemas subterrneos de riegos. Imlil 169 A la entrada de Marrakech el atropello de un ciclista por un coche, nos retuvo durante un buen rato mientras las gentes y la polica trataban de aclarar lo ocurrido al montn de hierros retorcidos en que se haba convertido la bicicleta junto a un charco de sangre. Preguntamos la ruta a seguir y continuamos, pero tendramos que regresar a Marrakech, pues nos equivocamos de carretera. De nuevo en la gran ciudad tomamos la buena direccin y partimos por la llamada S-501 en direccin a Taroudannt por el Tizi nTest. Sabamos por relatos de otras expediciones que exista una gasolinera a pocos kilmetros y la buscamos casi con desesperacin, escasos de carburante. La gasolinera bastante modesta, contaba con un bar pero no haba ms que cerveza y all qued claro que otra vez volveramos a comer un poco de salchichn y pan casero del que portbamos. Aprovechamos para comprar algunas cajetillas de tabaco y seguimos nuestro camino. Estbamos a unos 60 kilmetros y la impaciencia nos atenaza- ba el estmago pues desde Marrakech venamos viendo la gran cordillera, a la que los rabes llaman Adra NDern (la montaa de las montaas). Nos asombraron las seales de trfico gigantescas, pintadas sobre unos muros de adobe o ladrillo que se podan ver desde lejos y Riquelme y yo reamos haciendo comentarios jocosos sobre ellas. Nuestra ilusin iba en aumento a medida que nos acercbamos al valle de Imenane tras abandonar la carretera principal en direccin a Asni e Imlil. Con evidente nerviosismo pudimos leer cuan cerca nos encontrbamos de nuestro objetivo. La carretera, de segundo orden y perfectamente conservada, transcurre por desfiladeros y barrancos, atravesando a su paso numerosas aldeas colgadas literalmente de las partes ms altas de los cerros. Las casas son humildes, construidas con adobe, y tapial; de techos planos, algunas son de piedra, y en conjunto son especialmente bonitas, recordndome en algunos casos a los pueblos del Himalaya que, por supuesto entonces, slo haba visto en fotografas. Poco despus de la aldea de Asn, al pasar junto al restaurante Atlas su nombre nos confirma que estamos en la tierra soada. Un cartel en el cruce nos dice que slo faltan 17 kilmetros cuando entramos por una especie de pista forestal de montaa bien cuidada en su inicio. Mi primera expedicin 170 Estbamos entrando en la tierra de los Masnuda, cuyo grupo tnico pertenece a la tribu berber, nombre de raz fenicia aplicado desde la antigedad a los pueblos que ocupaban el norte de frica antes de la islamizacin. En Marruecos slo constituyen una tercera parte de la poblacin. El bereber Masnuda del Atlas habla en dialecto tachleheit llamado tambin tasusit y se dedican principalmente al ganado y al cultivo de la tierra, en estrechas terrazas, luchando contra el abrupto terreno. La cultura ancestral de estas gentes da en exclusiva a la mujer, desde nias, las tareas de ir por agua, coger lea, cultivar y recolectar y luego, poco despus, siendo todava jovencitas, la crianza de sus hijos y todas las tareas domsticas, reservando al hombre para lo dems; es decir, la construccin de las casas, los negocios y en muchos casos la vida contemplativa, o sea, que lo que vimos cuya apariencia era la de unos montones de hierba con patas transitando junto al ro que transcurre paralelo al camino, eran mujeres, a las que por supuesto fue imposible ver ms all de sus pies desnudos, reconocibles slo por la finura de sus tobillos. Antes de llegar a Imlil nos detuvimos junto a un pequeo torrente que caa sobre el camino y aprovechamos para disfrutar del maravilloso paisaje predominante- mente de color verde en los valles, sobre los ocres oscuros de las montaas que nos rodean por todos lados. La tranquilidad de la tarde que se respiraba en el lugar nos cautiv a todos, tal vez cansados de tan ajetreado viaje. Desde all divisbamos perfectamente el ro donde en sus mrgenes pastaba el ganado mientras varias mujeres lavaban ropa. Haca calor. Mere nos hizo una fotografa en la primera parada, nada ms pisar los valles del Atlas. * Imlil 171 La leccin de Imlil Al poco de haber reanudado el camino, al final de una cuesta encontramos Imlil y a la misma entrada de la aldea el refugio del Club Alpino Francs, un robusto edificio de piedra situado al principio de la nica y escueta calle. Tan al principio que pasamos de largo y tuvimos que dar la vuelta en un ensanche que habra de ser el parking donde quedaran aparcados nuestros coches durante todos los das de estancia en la montaa. Nada ms bajar de los vehculos nos vimos literalmente rodeados por los lugareos, solo hombres, vistiendo la gran mayora de ellos la tradicional chilaba rayada y en tonos pardos y ocres, colores sufridos para resistir en esta tierra. A stos le preguntamos por Brahim, el guarda del refugio, que no estaba segn nos dijo un jovencito con una larga camisa roja, quien despus de hablar en francs con Jos Miguel, supimos se trataba de Mohamed Al, hijo de Brahim, el cual march a buscar a su padre para avisar de nuestra llegada e intencin de dormir en el refugio. La portezuela del jardn que tiene el edificio nos la abri amablemente invitndonos a pasar otro lugareo de vestimenta ms europea, luciendo en el pecho dos medallas: una del C.A.F. y otra que me pareci inglesa, en claro signo de tener alguna relacin con el mundo de la montaa. Refugio del Club Alpino Francs en Imlil. Comenzamos a transportar todo nuestro equipaje al interior de jardn y nos vimos desbordados por las gentes que queriendo ayudar haban comenzado a coger bultos. Nos pusimos muy nerviosos ante el jaleo que se mont de hombres, nios y paquetes, yendo y viniendo desde los coches al jardn. Al ver aquello les indiqu a mis compaeros en voz alta creyendo que nadie me entendera: -Controlarme los paquetes, que no falte ninguno!... Mi primera expedicin 172 Y all mismo recib una de las grandes lecciones que me han dado en la vida, cuando un jovencito, creo recordar que fue Al el hijo de Brahim, me toc en un brazo y me dijo: -Seor, aqu no hay ladrones.- Me qued estupefacto y rojo por la vergenza. Me haba dejado influenciar por la excitacin de estar all, el desconocimiento de la cultura de aquellas gentes y el entorno social del que yo vena, y slo acert a pedir perdn sin dejar de hacer la tarea que me ocupaba. Brahim lleg pronto, nos abri la puerta y volvimos a acarrear los equipos hasta el interior del refugio, y esta vez ya no me preocup de los equipajes, pues haba aprendido una leccin que me habra de servir para el resto de mis das. Nunca ms en ningn otro viaje volv a expresar mi desconfianza en similares situaciones. * El refugio del C.A.F. El refugio es acogedor y confortable, tiene en la misma entrada un casillero de madera donde dejar botas, cuerdas y material y en el lado izquierdo de la pequea antesala parte la escalera que sube a los dormitorios reservados a los asociados, segn rezaba un cartel en francs, y a la derecha se entraba al amplio saln donde dos grandes mesas con bancos corridos servan de comedor. La cocina se situaba al fondo y tambin al sollado se acceda desde all. La habitacin era amplia y espaciosa con capacidad para 25 personas, pero no suministraba mantas, cosa que no nos preocup lo ms mnimo al llevar nuestros propios sacos de dormir. A los aseos se acceda tanto desde la entrada como desde el comedor donde un gran mapa del Atlas y las tarifas del refugio eran el nico adorno de sus paredes. Dejamos nuestro equipaje en la antesala del refugio, menos las mochilas donde portbamos los equipos personales y sacos de dormir y una vez estuvo todo ordenado tratamos con el guarda las condiciones para nuestra estancia en el refugio y tambin para el transporte de nuestro equipaje hasta el campo base que habamos decidido instalar junto al refugio Neltner. El precio por dormir en el refugio era de 4 Dirans por persona y noche (0,33 euros) siempre y cuando presentsemos la licencia federativa, que por supuesto, tenamos, y los mulos que deban cargar nuestro equipo costaban 15 Dirans cada uno (1,20 euros). Brahim calcul que necesitaramos tres, segn me comunicaba Jos Miguel que actuaba de intrprete, pero como ya nos haban alertado que era corriente parar la caravana al poco de salir de la aldea, con el pretexto de que los mulos no podan subir hasta arriba con tanta carga, le pedimos que contratase a 4 equinos, para evitar retrasos y discusiones durante la marcha. El contenido de la caja nmero dos, la que familiarmente llambamos el muerto por sus excesivas dimensiones, tuvimos que trasladarlo a unos sacos que nos dio el guarda y lo mismo hicimos con otras cajas menores que juntamos en Imlil 173 un slo saco por ser estos ms apropiados para cargar sobre el lomo del animal. Acordamos que vendran a las seis de la maana. Arreglados los tratos e instaladas nuestras pertenencias, encargamos al joven Al, que nos consiguiera unas cervezas y algunos ingredientes para la cena que Jos Miguel se ocup de preparar con la ayuda de Cano y Mere, mientras Ricardo haca arqueo del efectivo disponible, Riquelme tomaba algunas diapositivas del refugio y yo me ocupaba de poner al da este diario y las crnicas que habamos prometido enviar a la prensa local. Tras la cena que fue un visto y no visto por el hambre que arrastrbamos desde Espaa, nos dedicamos a escribir a la familia y naturalmente a la novia. Sobre la mesa tena el moderno mazo de escalada Salewa que ella me haba regalado, en cuyo mango metlico la inscripcin Con cario de Maruja cobr una dimensin insospechada, pero con Al esperndonos para llevarse las cartas, ninguno tuvimos la tranquilidad e intimidad que hubiramos querido. Escrib dos postales que envi junto a una escueta carta a mi chica; una era para mis padres, pero ambas iban en un slo sobre para economizar. En ellas ya les advertamos a nuestros seres queridos que no volveran a tener noticias, pues partamos hacia las montaas. Despus de cenar nos dispusimos en escribir a nuestras familias. El coste del servicio postal era excesivo al tener que pagar el viaje en coche hasta Asn, la comida del emisario y una gratificacin, lo cual supona unas 300 pesetas al cambio (1,80 euros), demasiado para nuestra economa, aunque las pagamos gustosos en esta ocasin por ser la nica, una vez fracasada la negociacin con el guarda para mandar noticias desde el campo base con un porteador, ya que, el importe solicitado suba al triple de dinero, una cantidad que consideramos desorbitada. * Mi primera expedicin 174 Qu es la aventura Le entregamos las cartas y el dinero pactado yndonos luego a dormir seguros de caer rendidos al instante, pero para mi sorpresa no fue as. En la noche templada, plcida y cuajada de estrellas, se silueteaba el oscuro perfil de la montaa enmarcada por el ventanuco frente a mi litera. La oscuridad era extraamente natural ante la ausencia de luz elctrica, que an tardara en llegar a la aldea ms de un cuarto de siglo. De la calle llegaron lentas y apagadas conversaciones que no entend, el ladrido cercano de un perro, y un sutil aroma de t a la menta que impregn de exotismo el dormitorio. Perd la mirada en la oscuridad y la moviola de la mente quiso fijar en el recuerdo el fecundo vivir de los ltimos das. Esto es la aventura, pens. En las ltimas jornadas, la prensa, la radio y hasta la televisin nos haban hecho sentir de manera especial; en realidad ya nos sentamos importantes desde el mismo momento en el que decidimos llevar a cabo la expedicin, slo que, de una importancia menor. Era como un orgullo propio, como quererse ms, como sentirse capaz de cumplir un sueo, sin presuncin ni engreimiento por ello, pues tampoco era para tanto; apenas unas pequeas reseas en la prensa local, eso s, positivas y alejadas del fatalismo que siempre acompaa a la montaa en las pginas de los noticiarios. Luego estaba la despedida de nuestro alcalde y autoridades, nuestros amigos y familiares Yo no saba bien como encajar todo el tropel de sensaciones que se agolparon en aquel adis y tal vez la ternura hacia mi chica, reavivada momentos antes con mi carta, pesaba ms que todo lo dems. Salir de Espaa, entrar en otro continente era eso aventura Gestionar con buena fortuna averas y pinchazos, retrasos, e intentos de estafa, eran signos de aventura Saltarse un semforo y una direccin prohibida, decid que no lo eran, pero contener el aliento en cada uno de los controles militares de carretera en un pas que no conocamos y despus de un intento de golpe de estado, s que lo haba sido, al menos as lo sentimos todos, (hoy creo que lo fue y mucho ms peligroso de lo que ninguno llegamos a sospechar), y circular de noche por aquellas carreteras tambin. O fue miedo En definitiva qu era la aventura Cavil durante rato largo, y ca en la cuenta que cualquier situacin imaginada a priori como una aventura, tras haber sucedido, dejaba de serlo para convertirse en desenlaces ms o menos lgicos, incluso en muchos casos alejados del control humano y ms sujetos a los designios de la buena o mala fortuna, que a la pericia del que los sufre o ejecuta. Conclu que tener espritu aventurero era ms importante que la propia aventura, pues sta lo ser o no, en funcin de la predisposicin que se tenga en vivir la aventura y en la asuncin de los hechos con ese especial talante. Por otro lado estaba socialmente aceptado que los escenarios situados en lugares remotos e inexplorados, eran sinnimo de territorio de aventura Lo era el Alto Atlas Marroqu Conclu que para nosotros s lo era, pues muy poco sabamos de aquellas montaas a las que habamos llegado con dos fotografas, un plano y varios dibujos de las cumbres que sobamos ascender, todo ello a pesar de las diez expediciones espaolas citadas en el anuario de la Federacin Espaola de Montaismo, que en realidad, en lo que se refiere a la zona del Toubkal, se reducan a ocho, ya que dos haban tenido como escenario las montaas del Ayoui y del Iguil Mgum, en otra zona alejada, aunque no mucho, de all. Imlil 175 ramos la novena expedicin espaola; en realidad la octava en tomar como base el Azib Isougouane nOuagounss al pie del Ikibi Sur del Toubkal, pues a la ltima expedicin catalana se le prohibi el acceso a esta zona, al cerrarse el permetro de toda la montaa, teniendo que partir desde el refugio Lepiney. En el relato de la expedicin, publicado en el Anuario de la FEM de 1970, ellos mismos lo califican de aventura: Extracto del informe detallado en anuario FEM, paginas122/123 Es importante remarcar aqu que adems de abrir las nuevas rutas en las difciles caras N. del macizo del Tazarhard, la Operacin Gran Atlas-70 ha corrido una autentica aventura al ascender al toubkal, la montaa ms alta del Norte de frica, en plena prohibicin. Es innegable que no las tenamos todas a nuestro favor, y por ello su ascensin por su va normal, si bien sencilla, entraaba una gran peligrosidad de encontrar patrullas armadas que entorpecieran la marcha del grupo. Para ello encomendamos esta peligrosa misin a un solo montaero, rpido de movimientos, el cual parti desde el valle paralelo a primera hora de la maana sin ninguna mquina de fotografiar, ni de filmar, que pudiera delatar su situacin. Su misin era intentar arribar a la cima, y si encontraba patrullas militares armadas, declarar que se haba perdido. Hacia el atardecer su misin haba concluido; el Toubkal haba sido ascendido en plena prohibicin, y los motivos de la mima eran bien patentes: Un avin bimotor ingls que transportaba armas a Biafra haba chocado con la enorme mole del Toubkal (4.165 m.); sus restos estaban espachurrados en el casquete somital. Ms abajo existan las tumbas de ocho personas, con un olor putrefacto que alcanzaba un radio de ms de medio kilmetro. Las armas que transportaba el avin haban desaparecido. Unas preguntas quedaban en el aire: Los tripulantes haban perecido en el choque o en plena refriega con los guerreros berberes Si all existan ocho tumbas, qu haba dentro de las cajas mortuorias... Preguntas: el tiempo puede que conteste a muchas de ellas; de momento, unas pruebas tangibles de nuestra realidad. Un manmetro del avin ingls fabricado en USA, balas recogidas del suelo y un trozo de peridico biafreo de fecha 19 de noviembre de 1969. Es curioso el tinte blico que los catalanes imprimieron a su relato, calificando la ascensin al Toubkal de autntica aventura al asociar sta al peligro incierto, un nuevo concepto que aadir a la aventura para ser considerada como tal. Por cierto: aquella noche nada nuevo sabamos sobre la mencionada prohibicin y su actual vigencia, desconociendo si podramos instalarnos al pie del Ikibi Sur junto al refugio Neltner, o no, y si estaba todava cerrada la zona. Lus Hoyos, supo lo descrito anteriormente por la propia expedicin catalana al trmino de la misma en agosto del ao anterior y sin tanto detalle como el relatado as nos lo cont, pero nada saba actualmente y claro, no cremos oportuno preguntar a Brahim, el guarda del Refugio ni a su hijo Al, por temor a una respuesta contraria a nuestros planes, representando ellos all la nica Mi primera expedicin 176 oficialidad conocida, as que pude apreciar en propia carne la sensacin de Ir a la aventura y si es cierto que comenc a buscar definicin al nuevo concepto, las mil estrellas del firmamento cayeron en el agujero oscuro de la galaxia cuando mis prpados se desplomaron en mitad de tan intil ejercicio. Amanecer en el Alto Atlas. *** Campamento base 177 Captulo 13 Campamento Base La caravana camino del Campamento base. En marcha! - Sidi Chamarouch Refugio Neltner y Campamento base Las primeras ascensiones Mi primera expedicin 178 Pensando tan slo en ti, danza mi pluma en el papel, y hay pobre de l, si no habla bien de ti. Pensando tan slo en ti, me es imposible expresar, todo el amor que hay en mi, que te prometo entregar. Pensando tan slo en ti, pasan las horas muertas, y espero ansioso el momento, en el que vengas a mis puertas. Y as transcurre mi vida. Desde el instante en que te vi, voy sonmbulo por el mundo, pensando tan slo en ti. (Pobretrasto) Campamento base 179 XIII En marcha! Puntual como un reloj, Brahim nos despert a las 5,30 como habamos acordado y menos mal que tuvimos la precaucin del encargo, pues de no haberlo hecho, se nos hubiesen pegado las sbanas fruto del cansancio acumulado. No s si realmente la maana era radiante y magnfica o simplemente fue que as la sent yo al transcribirla a mi diario, donde tambin anot que haca fresco por lo temprano de la hora. A la puerta del refugio nos aguardaban los muleros y las cuatro bestias y mi ltima anotacin deca as: Son las 6,15, hora de Marruecos. Nuestra caravana se pone en marcha. Ahora s, la aventura comienza. En Espaa era en aquel momento una hora ms tarde y los peridicos recogan la noticia de otro golpe de estado en Sudn y la guerra abierta por Jordania a los rebeldes, pero all en aquel verde oasis de paz, la tranquilidad era total al abandonar la aldea cuya nica calle dormitaba bajo los aromas de la noche, presos entre el ramaje de los viejos nogales que ya inspiraron a Sir Joseph Hooker, uno de los primeros exploradores europeos que visitaron la zona en 1.871, al que estos paisajes le evocaban a los de la cordillera del Himalaya que l haba visitado en 1848. Ninguno de nosotros poda hacer tal comparacin, pero de alguna manera sentamos la importancia del momento y del lugar, respirando aquel aire vivificador y emocionante que llenaba nuestros pechos de orgullo y alegra, caminando al paso indolente de las bestias y bajo el peso de las mochilas que voluntariamente nos habamos impuesto para una mejor aclimatacin. Mi primera expedicin 180 Calle y camino se fundan en uno slo por donde diminutos regueros derramaban su alimento a la abundante vegetacin. El camino asciende paralelo a la margen izquierda del ro y a una media hora de marcha llegamos a la aldea de Aremd situada a 2.005 metros de altitud, privilegiada atalaya donde volver la mirada hacia el sur y apreciar una magnfica vista sobre las diminutas aldeas que rodean Imlil. Con paso firme y decidido emprendimos la marcha. Colgadas sobre las abruptas laderas y encaramadas sobre las peas de las oscuras montaas, las aldeas de Targa Imoula, Taourirt, Achein o Tagadirt son reductos agrcolas dedicados al cultivo sobre terrazas, y tambin, aunque en menor medida, a la ganadera, limitndose el pastoreo a las proximidades de las poblaciones, salvo en el verano, cuando se lleva a cabo la trashumancia a los altos pastizales, incluso por encima de los tres mil metros de altitud. Se divisan tambin desde all las pistas de esqu de Oukaime Campamento base 181 den, y en el horizonte la gran llanura de Marrakech nos dio la verdadera dimensin de altitud sobre la que nos hallbamos. Habamos ascendido 265 metros de desnivel, pero ramos conscientes de que nos quedan todava otros 1.200 para alcanzar la base del Ikibi Sur, el collado en la ruta normal al Toubkal, lugar donde tenamos previsto instalar nues- tro campamento base en las cercanas del refugio Neltner. Nos encontrbamos dentro del Parque Nacional del Toubkal, si bien no percibimos ninguna diferencia. El Parque creado en el ao 1942 bajo el protectorado francs inclua un rea de 25 kilmetros en el sentido de la cordillera, por otros 15 en sentido perpendicular a ella, siendo el lmite norte la propia aldea de Imlil. Sabamos que estaba limitada la caza, la pesca y el pastoreo en el parque, pero no apreciamos ninguna vigilancia en ese sentido. Pasada la aldea de Aremd el valle superior se ensancha y el camino desciende ligeramente. Al poco pasamos junto a las ruinas del antiguo refugio alpino. El cauce del ro era all ms amplio y pedregoso y tuvimos que cruzarlo sobre las irregulares piedras en ausencia de un puente. Se adverta claramente que aquella planicie, en determinados momentos de gran deshielo o fuerte avenida fluvial, tena que contener un mayor caudal convirtiendo todo el valle en el lecho del ro, y tal vez aquella fuera la causa de la ausencia de puente alguno en el lugar. Cruzando el ro antes de llegar a Sidi Chamharouch. Mi primera expedicin 182 Desde all, el estrecho camino por la margen derecha del ro nos lleva lentamente hasta el sitio de Sidi Chamarouch situado sobre los 2.300 metros de altura. El famoso lugar que figura en todos lo mapas nos desconcierta, pues ms que esperada aldea tiene apariencia de pequeo casero, por llamarlo de alguna manera, con diminutas casas; pe- queos recintos de adobe, apoyados, e incluso al cobijo de grandes rocas. Se encuentra enclavado en ambos mrgenes del ro, aunque preferentemente sobre el izquierdo, al que hemos de volver a cruzar. * Sidi Chamarouch Sidi Chamarouch est ubicado en la encrucijada de dos grandes barrancos, el de la izquierda siguiendo el sentido de nuestra marcha, conduce abruptamente al collado entre grandes peascos y luego por el Talat n Farhara, asciende hasta el Aougdal n Tnur, el alto paso que separa los grandes cordales que conducen hacia el norte al pico Aksoual de 3.910 metros de altitud y la Adrar NTichri (Adrar, significa Montaa en berber) el gran sistema montaoso que culmina al sur en la cima del Toubkal, encontrndose a su paso en el mismo cordal, las cimas del Tichri, Afekhoi, y el Immouzer. El otro barranco es el Isougane n Ouagouns, recorrido por el Assif n Isougane, el ro que nace al fondo del circo, bajo las cimas del Quanoukrim y ser el murmullo constante que escucharemos en nuestra ruta hacia el campamento base. Al morabito de Sidi Chamarouch se le describe en general como un lugar santo, un santuario de peregrinaje al que se acude a pedir curacin para los males espirituales. El trmino morabito es el equivalente musulmn a los anacoretas o ermitaos cristianos, pero Sidi Chamarouch, no alberga la tumba de ningn sabio, o santo ermitao como ocurre en la gran mayora de morabitos, el lugar est dedicado a un genio, figura igualmente aceptada por el Islam; seres inmateriales que ocasionalmente pueden presentarse con una forma corporal y mezclarse con los hombres. Son muchas las personas que realizan ofrendas y confan en los poderes curativos de Sidi Chamarouch, al que algunos llaman el Sultn del Diablo. En Aremd se celebra anualmente durante el mes de agosto un musem (fiesta popular, romera tradicional), en honor al clebre genio sobre el que circula un precioso cuento popular que recojo, por cuanto refleja con precisin la figura enigmtica de este venerado ser. La mujer que fue raptada por un Yin (Cuento popular Berber) rase una vez un joven humilde de humilde familia que una noche so con una hermossima doncella, y, en el sueo, le fue revelado que se casara con ella. Cuando al despertar record la visin se puso muy contento, y resolvi Campamento base 183 de inmediato emprender, en ese mismo instante, la bsqueda de la mujer que el destino le tena reservada. Despus de recorrer cientos de caminos, a lo largo y ancho del pas, dio al fin con la hembra que soara, que result ser hija de humildes campesinos. Ni que decir tiene que reconocerla y enamorarse fue todo uno, de modo que, sin ms prembulos, la pidi a su padre en matrimonio. El pobre campesino no tuvo nada que objetar, y en breve plazo se celebr la boda. Pasado algn tiempo, volvi el muchacho a su aldea natal en compaa de su mujer. Se instalaron en su choza, y all pas el matrimonio das felices, trabajando duro, pero contentos. Y as les iba cuando, cierto da, a consecuencia de una disputa matrimonial, se dijeron palabras subidas de tono. Ella le acus de no hacer nada por salir de la miseria en que vivan, y l le replic con chanza que no recordaba haberla conocido rica. Entre dimes y diretes lleg la noche, sin que ninguno de los dos hubiera probado bocado. Ya ms calmada la situacin, la mujer puso al fuego una olla con agua pensando en cocer smola de cebada para la cena. Al punto que comenzaba el agua a hervir rompieron la tregua, y de nuevo volvieron a lanzarse intiles acusaciones. La mujer entonces, en un arrebato de furia, cogi la olla, sali afuera de la choza y arroj su contenido a la oscuridad. Al instante un Yin la agarr por la cintura y la llev consigo. La desaparicin de su esposa diluy la ira del joven campesino, que ya estaba arrepentido de haber llegado a tales extremos, querindola como la quera. Sin pensarlo dos veces, hizo un hatillo de viaje y sali de nuevo a los caminos en busca de su mujer. Recorri aldeas y ciudades, pero no dio con su paradero. Sali al fin al desierto y all termin por perder el rumbo. Fatigado y triste, se sent en la arena lamentando su negro destino, cuando acert a pasar un hombre santo que, al verlo de aquella guisa, se acerc a preguntarle por su desgracia. El joven se confes culpable de haber provocado aquella ria y dio cuenta al santn del rapto de su esposa. El ermitao traz unos signos enigmticos sobre la arena. Luego, le dijo: -Presntate ante el santo del rbol de los Genios, y pdele consejo. Por l sabrs si tienes posibilidades de recuperar a tu mujer. Indicle el camino exacto a seguir, y el campesino parti al instante. Despus de algunas jornadas dio con el rbol, y bajo l descubri al santo, que se entretena jugando con piedrecitas blancas y negras. Al cabo de un rato, el santo levant los ojos y pregunt al caminante por el deseo que le haba llevado hasta all. -Busco a mi mujer, que fue raptada por un Yin __ respondi este. El santn sigui jugando con sus piedrecitas. Pasado algn tiempo, le habl de esta manera: -Qudate a pasar la noche aqu. Al amanecer vers llegar un pjaro al que no debes dirigir palabra alguna. Sube simplemente a su lomo y djate transportar por l al pas de los genios. All podrs exponer tus cuitas: tal vez su rey decida inclinarse a tu favor, tal vez en contra. Sea como fuere, si tienes la suerte de regresar con tu mujer, no se te ocurra venir a recompensar mi mediacin. Del mismo modo, si no obtienes lo que buscas, no me maldigas. Siguiendo sus consejos, el caminante se tendi al pie del rbol y durmi de un tirn hasta el amanecer. Cuando se despert, lo primero que vio ante Mi primera expedicin 184 s fue un gran pjaro. De un salto subi el joven a lomos del ave y, agarrado a sus plumas, se dej remontar por los aires. El viaje dur una exhalacin. El pjaro tom tierra en el saln del trono del palacio donde habitaba Sidi Chamarouch, el Rey de los Genios, a cuyo alrededor se agruparon todos los que en el mundo haba. El joven campesino se adelant al estrado, y hablle al Rey: -Soy un hombre pobre que perdi a su mujer. Un Yin me la rob. Entonces el Rey, dirigindose a los genios, pregunt: -Quin de vosotros rapt a la esposa de este hombre De entre la multitud se destac un Yin: -Fui yo- dijo. -Y por qu lo hiciste- continu el Rey. -Has de saber, Soberano de los Genios, que esa mujer arroj agua hirviendo sobre mis hijos achicharrndolos, cuando jugaban en la oscuridad, protest el Yin. El rey orden, pues, traer a su presencia a la mujer, y la interrog a su vez: -Di, por qu echaste el agua hirviendo donde jugaban los hijos del genio acaso no los viste -Tu lo has dicho- replic la mujer- A nuestros ojos, los genios son invisibles tanto de da como de noche. Odo su descargo, sentenci el monarca: -En verdad no hallo culpa en esta mujer. En cuanto a ti, prosigui sealando al Yin, no dejes ms a tus nios jugar en lo invisible tan cerca de los hombres. As fue como el campesino qued autorizado a volver con su esposa. Subieron ambos a lomos del pjaro, y ste los condujo sanos y salvos hasta su choza. Pasado un ao, el marido dijo un da a la esposa: -Iremos en peregrinacin al rbol de los Genios a agradecerle al santo que all mora la dicha de seguir juntos. Despus de un largo camino divisaron el rbol pero no hallaron al santo a su sombra. Volvan de regreso, cuando se cruzaron con el primer santn, aquel que aconsej al campesino acudir al rbol. Al referirle su frustrado viaje de accin de gracias, el santo peregrino le dijo a modo de reproche: -Jams debiste hacerlo. En el mismo momento que tomaste tal decisin, el santo encontr la muerte a manos del Yin cuyos hijos fueron achicharrados por el agua hirviente que arroj tu esposa. *** El cuento recogido por Uwe Topper puede orse en diversas regiones de Marruecos y tambin en el Alto Atlas. Menciona el escritor que existen dispersos por todo el pas, santuarios consagrados a la advocacin de Sidi Chamarouch. Relata la posibilidad de daar a un Yin si se arroja agua hirviendo en la oscuridad, creencia muy extendida en todo el Magreb y la justa imparcialidad del rey de los genios que deja libre a la mujer. Finalmente los Yin se vengan matando al hombre que sirvi de conexin entre el mundo de los hombres y el de los genios, por poner su sabidura al servicio de quien no lo Campamento base 185 mereca, pues el beneficiado no acat la orden del santo con respecto a la prohibicin de recompensas posteriores a la recepcin del favor. Esto, segn Topper, refleja la costumbre magreb de limitar las ddivas votivas en los santuarios, al tiempo de solicitar la ayuda. Una vez que sta ha sido concedida es banal recompensarla de nuevo. Contar cuentos es uno de los pasatiempos favoritos de este pueblo que posee una gran riqueza de ellos, que perpetan oralmente sus tradiciones, existiendo todava narradores profesionales por las plazas y calles de las ciudades ms importantes. Muy pocas casas al cobijo de las rocas en Sidi Chamarouch. Desde luego nada de esto sabamos entonces, y el lugar nos pareci ms que pobre, miserable y nada que ver con un santuario, ni cosa que se le pueda parecer, sino ms bien un descuidado refugio para leprosos. Eso cremos entender que nos contaron al preguntar por unos enfermos que probablemente estaban all en peregrinacin. Hoy cuando veo fotografas en Internet con sus casitas totalmente encaladas de blanco, incluida la gran roca que preside el lugar, no reconozco el sitio ms que por el caracte Mi primera expedicin 186 ristico e inhspito entorno. Extrao paraje donde nos esperaban sumergidos en las glidas aguas del torrente los conocidos recipientes, aunque en ininteligible trazo arbigo de Coca Cola, puestos a refrescar muy astutamente por los lugareos, avisados de nuestro paso por alguno de los muleros que vimos adelantarse nada ms salir de Imlil. El precio de cada botelln era de 2 Dirhams (unas veintisiete pesetas), algo excesivo, pero que abonamos gustosamente bajo un sol implacable que calentaba aquellas altas piedras hacindonos sudar inconteniblemente. Despus de un breve descanso a la sombra de grandes rocas, reemprendimos con poca gana la marcha siguiendo la estela olfativa de los incansables burros. El peso de las mochilas con el equipo personal nos estaba matando. Camos en la cuenta de nuestro error demasiado tarde, as que cansinamente dejamos que se marchasen los animales y optamos por un paso ms lento y apropiado a la altitud por la que transitbamos. Todos aminoramos el ritmo, menos Riquelme, que se enroll como pudo con uno de los muleros y a cambio de no s que parte de su vestimenta o equipo consigui cargar a lomos del burro su mochila y aguantar el paso de la terca caravana. Protegidos del implacable sol a la sombra de las rocas en Sidi Chamarouch. La amplitud del sendero delataba su uso frecuente en el ir y venir de las caravanas hasta el refugio Neltner y tal vez la utilizacin de los pastos en sus alrededores, acto ilegal segn se mire, pues al haber subido por su cuenta los animales a nadie se le poda imputar delito alguno ms all de la responsabilidad del dueo sobre unos animales que pudieron haberse escapado e ir all solos, demostrando que la picaresca berber tambin exista. El camino serpentea sin perder de vista el pequeo reducto de Sidi Chamarouch, empequeecido en el fondo del paisaje, para ascender luego en diagonal separndose del cauce del ro y sus cristalinas aguas, que entonces, estaban a tramos ocultas bajo la nieve de los heleros que salpicaban las colosales laderas de las montaas. Estbamos en el corazn del Gran Atlas rodeados por altitudes que superan los cuatro mil metros y en el horizonte comenzaban a divisarse, aunque todava irreconocibles para nosotros, las cimas de Quanoukrim, los Akiouds y el Afella. El camino, suaviza su inclinacin aunque no la grandiosidad del entorno en el que nos encontrbamos. Campamento base 187 Ruta desde Imlil hasta el refugio Neltner. Al fondo las cimas del Quanoukrim y los Akiouds y en el lado derecho la cumbre del Afella. Mi primera expedicin 188 Refugio Neltner y Campamento base Al poco, divisamos la silueta del refugio Neltner recortada sobre el amplio collado de Arhbou n Tizi, de verdes pastos y grandes rocas, construido en la margen izquierda del ro. El sitio nos pareci un paraso de alta montaa, pues bamos a instalar el campamento prcticamente a la misma altura que las ms altas cumbres coronadas en nuestro escueto historial. Viendo el lugar record la leyenda griega sobre estas montaas llamadas as por Atlas, un gigante descendiente de los Titanes, hijo de Urano (el cielo) y Gea (la tierra). Cuando Zeus (el padre de los dioses griegos) quiso convertirse en el dueo del Universo, caus la rebelin de los Titanes dirigidos por Atlas y despus de una feroz guerra los Titanes fueron derrotados muriendo todos ellos, salvo Atlas, que fue desterrado al extremo occidente y condenado a sostener eternamente, sobre sus hombros, la bveda del cielo. El lugar y sus robustas e inclinadas pendientes, que se abren como poderosos brazos, parecen ciertamente mantener al mismsimo firmamento en aquel alto lugar. La leyenda lleg a no parecerme descabellada en lo geolgico. Nada ms llegar nos afanamos en levantar las dos tiendas de campaa canadienses en el interior de unas trincheras circulares de piedras cuyos muros se levantaban unos cuarenta centmetros del suelo, realizados probablemente como proteccin contra el viento para vivaquear. Decidimos ocupar tres de aquellos crculos y en el central colocamos varias cajas de madera que hicieron de mesa rodeada por piedras que serviran de asiento, convirtiendo el espacio en cocina, comedor, y punto de reunin del grupo. Haca mucho calor. Habamos llegado a las 12,30 en pleno medio da tras una marcha de 6,15 horas cargados con un peso equivocado y bajo un sol de justicia, y sin mediar descanso nos liamos a poner orden en los 350 kilos que habamos llevado hasta all. Riquelme busco un lugar fresco y seco, adecuado para guardar el material fotogrfico despus de haberlo revisado e inventariado. Mere desembal y orden todo el material de escalada, Jos Miguel como Jefe de Campamento se ocup de mejorar el lugar hacindolo ms cmodo y habitable, limpindolo de piedras y asentando firmemente las rocas de las trincheras. Todos estbamos bien excepto Cano que lleg afectado de dolor de cabeza, pero Ricardo y yo nos ocupamos de ordenar y distribuir la alimentacin que era su cometido. Hicimos una parada en el agotador pero ilusionado trabajo, dispuestos a dar cuenta de nuestra primera comida de campaa, y bromeamos alegremente porque al fin!, la podamos tener a nuestra disposicin despus de tanto aorarla, pero la altitud y el calor causaron a todos general desgana y no hubo manera de tragar alimento. Ms preocupados por acabar de instalarnos que por comer, continuamos la tarea interrumpida. Una de las tiendas fue acondicionada para dormir cuatro de nosotros junto al material fotogrfico y el botiqun, y en la otra, ordenamos toda la alimentacin en el bside, el material de escalada en uno de los lados y una caja con todos los repuestos de material personal y las botas en el otro, dejando poco espacio donde poder dormir las otras dos personas. La distribucin en las tiendas en tan diferentes condiciones de cmodidad, obedeca al sistema de rotaciones que habamos establecido, por el cual, cada cordada despus de dos das consecutivos de actividad en la montaa, descansaba uno para ocuparse de las tareas del campamento, y as, los cuatro que iban a salir al da siguiente Campamento base 189 dorman juntos y ms cmodos, dejando la estrechez de la tienda almacn a los que iban a disponer de ms horas para el descanso. Nuestras mochilas, que no caban en ninguna de las dos tiendas, fueron colocadas alrededor de la ltima y cubiertas por un enorme plstico que qued bien sujeto por las piedras del muro circular. Visitamos despus el cercano refugio Neltner, que haba sido construido segn le en 1937 por una compaa minera y luego pas a ser propiedad del Club Alpino Francs, recibiendo el nombre de uno de los principales exploradores y gelogos de la cordillera. Algo que no me cuadra es la fecha, pues nosotros llevbamos un plano de cresteras realizado segn reza en el mismo, en 1936 y en l ya figura el refugio. Luego averiguara que el plano a escala 1:20.000 fue publicado con motivo de la edicin de un nmero especial de la revista de Geografa marroqu (Vol. XX, nm. 3-4), que por cierto, fue presentada por el propio Louis Neltner. Refugio Neltner en 1971 y en 1999. En el centro el gelogo Louis Len Charles Neltner 1903-1985. Desde luego el refugio que nosotros encontramos en 1971, nada tena que ver con el actual, ampliado y reformado en 1999 hasta las 86 plazas distribuidas en cinco habitaciones (actualmente aumentadas a 125), frente a las 30 bien apretadas que entonces tena. El refugio nos pareci oscuro y triste, pero sobre todo muy fro. Fuera estuvimos bien hasta que comenz a ocultarse el sol tras la cercana ladera del Afella antes de lo deseado a causa de lo angosto del lugar. La noche cay pronto, pero an nos dara tiempo para colocar los banderines de nuestra expedicin sobre dos piolets clavados en el suelo y hacernos la fotografa de rigor. Por fin habamos llegado al lugar de nuestros sueos despus de 1.503 kilmetros por carreteras, 14 por mar y 12 aproximadamente a pie desde la aldea de Imlil, segn anot en mi diario aquella noche, en la que, seguramente ninguno de nosotros pudo conciliar el sueo con la rapidez que nuestros cansados cuerpos demandaban. Habamos llegado all siguiendo la estela de otros muchos hombres que sin duda tuvieron nuestros mismos sueos y aspiraciones desde haca nada menos que un siglo y sin embargo tenamos tanto desconocimiento del lugar como aquellos primeros conquistadores. En mi opinin, estas montaas nunca han llegado a estar totalmente definidas para los alpinistas, y solamente los franceses tenan en aquellos aos el conocimiento certero de la realidad histrica y geogrfica del lugar, no en vano fueron sus primeros gegrafos y cartgrafos. Como espaol me hubiera gustado que Domingo Badia, aquel barcelons atrevido explorador y adelantado a su tiempo, conocido como Ali-Bey-AbdAllah que visit Marruecos disfrazado de rabe, hubiera sido el primer europeo en recorrer y subir a estas montaas pero no fue as, y si bien es cierto que se acerc a ellas, e incluso calcul con bastante precisin su mxima altura en aquella primavera de 1804 durante una breve incursin desde Marrakech, la verdad es que no lleg a interesarse Mi primera expedicin 190 especialmente en ellas, y eso que andaba el hombre obsesionado con descubrir un mar interior siguiendo la teora platnica cuyo argumento defenda que la isla Atlntida estaba formada por los montes del Atlas entre el mar Atlntico y una especie de mar interior incomunicado. Ali-Bey lleg a escribir una pintoresca interpretacin sobre el nombre de estas montaas profundizando en su errada teora: Foto oficial de nuestra expedicin, hecha con un artilugio automtico. A dicha cordillera llaman los naturales Tedla. Este nombre escrito sin vocales, segn el uso de las lenguas de Oriente, puede pronunciarse Atdla, al cual aadan los griegos una s final segn el genio de su idioma y he aqu el nombre conservado hasta el presente desde la primitiva antigedad tradicional. Realmente si hemos de buscarle el verdadero nombre a estas montaas, habramos de hacerlo respetando el que sus ms antiguos moradores, el pueblo berber le da, que es Adrar Ibudraren o incluso su nombre en rabe antiguo Gabal Daran descartando otras teoras igualmente poco serias que argumentan que la palabra Atlas es una forma suavizada de la palabra Adrar (montaa) de origen berber. Presumiblemente dado la facilidad de accesos que muchas de las cumbres del Gran Atlas tienen, los primeros en llegar hasta ellas debieron ser pastores siguiendo algn desperdigado animal, pero ya se sabe el inters del hombre europeo por catalogar hechos y sucesos geogrficos desde hace siglos, inters que extraamente adopt tambin el alpinismo a pesar de proclamar la no existencia de competicin dentro de este deporte (referido a 1971), pues segua vigente, posiblemente para la eternidad, esa cos Campamento base 191 tumbre de ley sobre los conquistadores y sus conquistas, decretos de reyes y gobernantes, que a cambio de descubrimientos en los que obtenan tierras y riquezas, donaban al intrpido aventurero gloria, bienes y dinero, y que ahora, acordados los lmites territorioles en todo el mundo, ste slo concede al moderno conquistador lo nico inmaterial de aquellas reales costumbres: el honor de ser el primero, cuyo smil deportivo es ganar tras competir; repito; segn la historia que el hombre europeo y por ende el alpinismo, estn empeados en escribir, y as ese histrico derecho de ser el primer europeo en explorar aquellas montaas, el mundillo alpino se lo otorga al alemn G. Rohfs que atraves disfrazado las montaas del Altas alrededor del ao 1861. Ver el lector lo discutible del otorgamiento, pues lo realizado por el germano no difiere tanto, en lo montaero, de lo hecho por nuestro Domingo Badia 57 aos antes. Una vez ms podra confirmarse la frgil verosimilitud que tiene la historia, manejada por quienes finalmente la escriben sobre el papel. El ejemplo es vlido para no tomarse como palabra de Ley los siguientes apuntes, que son un resumen cronolgico de los primeros exploradores y conquistadores del Gran Atlas Marroqu. * Las primeras ascensiones En 1871 la expedicin britnica compuesta por los miembros del Club Alpino J.D. Hooker, J. Ball y G. Maw consiguieron el permiso del Sultn para explorar la zona, pero las tribus berber les obstaculizaron a menudo. En la primavera, llegaron a la aldea de Aremd y desde all ascendieron al Jebel Gourza de 3.280 metros y el Tizi nTagharat de 3.465 metros, ambos situados por encima del valle Mizane, cerca del Toubkal. En aquellos tiempos todo Marruecos era antieuropeo. Desde 1901 a 1914, con el protectorado, se produce la penetracin francesa en Marruecos y el comienzo de las exploraciones bajo un inters geolgico, aunque especialmente, con mayor intensidad una vez acabada la primera guerra mundial. En 1922 el Marqus de Segonzac (francs) consigue alcanzar, en compaa de los seores Dolbeau, Dor y Ungemach, la cima del Jebel Iferouane, determinando desde all que el pico ms alto de la cordillera era el Toubkal. Un ao despus, fue conquistado el 12 de junio de 1923 por una expedicin compuesta por V. Berger, Dolbeau y el propio Segonzac, quienes lograron la primera ascensin europea al Toubkal. Cartografiado un ao despus, se cifr su altitud en 4.165 metros. En 1924 se producen las primeras exploraciones de la vertiente sur, a cargo de los expedicionarios franceses J. Balay, M.de Prandires y L. Neltner. En 1927 tuvo lugar la ascensin de J. de Lpiney y A. Stofer (franceses), por la arista Sudeste del Toubkal. En 1930 Los britnicos B. Beetham y el doctor Brogden ascendieron por la arista Oeste-sudoeste. En 1932 Una expedicin multitudinaria liderada por M.A. de Pollitzer-Pollenghi, realiz la primera travesa de todas las cumbres del valle de Mizane, culminndose con ello la identificacin y ascensin a todas las cumbres del Gran Atlas. Mi primera expedicin 192 La historia de los primeros espaoles en el Atlas tiene un inters ms cercano y por ello inevitablemente ms detallado como despus veremos, pues se estaba haciendo tarde y el siguiente iba ser nuestro da para los cuatro ocupantes de la tienda de ataque definida as, porque en ella, cual caballeros andantes, ms que dormir, velbamos armas ante la inminencia de la ascensin. Ricardo-Riquelme y Jos Miguel y yo seramos las dos primeras cordadas en partir hacia los objetivos fijados. Cerr los ojos, pero tard en dormir. Aquella estrellada noche de julio, curiosamente 100 aos despus que Ball, Maw y Hooker realizasen las primeras ascensiones, nosotros ni siquiera habamos odo hablar de ellos pero all estbamos, presumiblemente con las mismas motivaciones y tambin las mismas dudas y miedos. Seramos capaces de conseguir nuestros sueos... Es muy posible que en esa pregunta, cuando la hacemos ntimamente, se encierre la esencia y motivacin del autntico espritu aventurero. La respuesta que para el alpinista tiene siempre como fecha, Maana. Caa la tarde cuando colocamos las banderas de la expedicin. El momento fue emotivo. *** Los primeros espaoles 193 Captulo 14 Los primeros espaoles Emblema de la antigua Federacin Espaola de Montaismo. Desde 1932 hasta 1970 Mi primera expedicin 194 No temis la cada. Ascended sin miedo. Tened fe en el material, y sobre todo en el compaero. Pensad que el vuelo llegar, cuando sea llegado el momento. Subid tranquilos y alegres, y recordad, que si es cierto, que en verdad sois montaeros, no hay en la Tierra fuerza extraa, que os pueda hacer olvidar, el amor a la montaa. (Pobretrasto) Los primeros espaoles 195 XIV Desde 1932 hasta 1970 En el captulo anterior interrump el apartado dedicado a Las primeras ascensiones en el Gran Atlas en el ao 1932 cuando la expedicin liderada por PollitzePollenghi coron todas las cumbres del valle de Mizane. Podra considerarse que con aquella campaa alpina debi quedar perfectamente identificado, en general, todo el conjunto del Gran Atlas, al que yo prefiero denominar Alto Atlas y conviene hacer un pequeo alto en mi diario para dar un repaso a la actuacin espaola, hasta nuestra llegada. Fue precisamente en aquel ao 1932 cuando el vasco Andrs Espinosa Echebarra (1903-1985), coron en solitario la cima del Toubkal. Extraordinario montaero en una gloriosa poca de nuestro montaismo, que ya contaba en su historial con meritorias ascensiones al Naranjo de Bulnes y la arista Hrnli al Cervino en 1928, el Mont Blanc en 1929, y el monte Sina y el mismsimo Kilimanjaro en 1930. En el Himalaya solicit un ao despus permiso para ascender una montaa prxima a Darjeeling, que le fue denegado precisamente por ir solo, que era lo habitual en l, y finalmente en 1932 lleg a Marruecos y subi a su mxima altura, desconociendo si lo hizo antes o despus de la poderosa expedicin de Pollitze-Pollenghi. Habran de pasar otros 21 aos para que otro espaol, tambin ilustre de nuestro alpinismo, coronase nuevamente el Toubkal en una maana de julio de 1953. Jos Manuel Anglada realiz la ascensin en compaa de otro joven judo de Casablanca que era la primera vez que practicaba montaismo. Mi primera expedicin 196 Once aos despus lleg en noviembre de 1964 la primera expedicin espaola organizada por la Federacin Gallega de Montaismo. Denominada Expedicin Gallega al Atlas estaba compuesta por Constantino Veiga Gonzlez, Benigno Vrela Enrquez y Antonio Ysiga Gonzlez, quienes centraron sus actividades en la misma zona donde nosotros habamos acampado para escalar las cumbres del Toubkal y realizar las primeras ascensiones nacionales a las cimas del Timesguida y del Ras Ouanoukrim, el Toubkal Oeste, Clochetons, Gendarme del Ras n Ouanoukrim (debe tratarse del espoln rocoso bajo las cimas del Ras Ouanoukrim), el Ouanoukrim (creo debe tratarse de la cima gemela del Timesguida Ouanoukrim) y por ltimo el Siiguinnoussene por su arista N.E. considerada como primera ascensin absoluta por aquella pionera expedicin al no haber hallado referencias anteriores. Aquella expedicin no se traslad al macizo del Tazahart, pero tuvo ocasin de admirar los fantsticos corredores de su pared N.E. y seguramente fue lo que les invit a volver cinco aos ms tarde, como veremos despus. En marzo de 1966 los Pealaros Miguel ngel Herrero y Alfonso Gonzlez Choren suben al Toubkal, logrando la primera espaola invernal, segn indica Prez de Tudela en su Crnica alpina de Espaa Siglo XX, ya que el anuario de la F.E.M. no recoge esta actividad, algo que por otro lado tampoco es extrao, ya que algunos anuarios no recogen la actividad internacional y son un mero catlogo de nombres de personas y refugios como exponente del activo de aquella federacin. En septiembre del mismo ao son tambin madrileos del G.A.M.E. de la Federacin Castellana de Montaismo, quienes se desplazan hasta aquellas montaas. Al frente de la expedicin iba Jaime Garca Ors, y le acompaaban Jos Manuel Alaiz, Mari Paz Velasco, Lus Rodrigo Geta, Jess Castaeda, Antonio Lagos y Pedro Mega. El grupo dividi sus esfuerzos entre la zona del Toubkal y la del Ayoui, la cual haba recibido en julio de aquel mismo ao un campamento de Alta montaa organizado por el Centro Excursionista de Catalua con la asistencia de 35 personas. El campamento haba sido el fruto de una salida de reconocimiento que en la primavera de 1965 llevaron a cabo Hermenegildo Carrete, J. Roca y E. Nosas, actividades que no mencionar por tratarse de zona distinta, si bien dejo constancia de su realizacin. Volviendo al Toubkal, Jaime Garca, Jos Manuel Alkaiz y Mari Paz Velasco realizaban la ruta normal a su cumbre, mientras Antonio Lagos, Lus Rodrigo, Jess Castaeda, y Pedro Mega, lo hacan por la cara norte. Los tres ltimos volveran a coronar al da siguiente, despus de escalar la cara Sur por el espoln Ras Begusn, segn informacin del guarda del refugio, finalizando su actividad en el lugar. En 1967 y de nuevo en marzo, regresan al Atlas Miguel ngel Herrero y Alfonso Gonzlez Choren acompaados por Csar Prez de Tudela, como miembros de la II Expedicin Espaola en Invierno al Alto Atlas con el patrocinio del G.A.M. del Pealara realizando la segunda invernal al Toubkal por su ruta normal y otras meritorias ascensiones invernales, como la arista S.E. al Clochetons Central, Los Timesguida Norte y Sur y el Ras Ouanoukrim que seran las segundas ascensiones espaolas y primeras en poca invernal, y las primeras nacionales absolutas a los picos del Afella, y los Akioua Norte y Sur. A finales de aquel ao o principio del siguiente, los valencianos Pedro Jorge Notario Perea y Vicente Coscoll viajaron a Marruecos para coronar el Toubkal y lograr la tercera ascensin invernal realizada por espaoles. Nada se menciona tampoco en el anuario de la F.E.M. de aquel ao, ni en el siguiente de 1968, pero as consta en el boletn Riscos fechado en diciembre de 1967. No he podido determinar con exactitud si se trat de una salida particular o una expedicin, aunque me inclino a creer en lo segundo, a pesar de la nota poco clara del Centro Excursionista de Valencia, publicada Los primeros espaoles 197 en el mencionado boletn que cita que sus socios realizaron un recorrido por Marruecos, pero luego mencionan que colocaron una ensea nacional y la senyera valenciana en la cima ms elevada del Magreb que les haba entregado el alcalde de la ciudad, lo cual me sugiere una oficialidad mayor, que he podido corroborar gracias al libro del 50 aniversario de la sociedad, donde se hace constar en el 67 Expedici a l` Atlas i Toubkal y en el 68 la ascensin Al Toubkal y de ah mi duda en situar la fecha exacta de la actividad, pues el boletn aunque fechado en Diciembre, pudo haber aparecido meses ms tarde. Durante 1968 otras dos expediciones espaolas pusieron sus ojos en las montaas de Marruecos, si bien no he podido determinar las fechas. Una de ellas, la Expedicin aragonesa al Gran Atlas integrada por Lus Oro, R. Condor, Rafael Escs, Jess Ibarzo, Antonio Mart, Ursicinio Abajo y J.R. Morandeira tambin dividi su tiempo de expedicin entre las montaas del Ayoui, donde abrieron varias rutas de escalada y el Alto Atlas, donde coronaron la Torre de Ouanoukrim por su cara N.E., el Akioua por la directa N.E., el pico Tadat, por la cara sudeste, Clochetons Norte, por la directa este, el Dedo de Tadat, cara N. y N.E. y los Clochetons de Ouanoukrin de norte a Sur. El Toubkal fue ascendido por la arista O.S.O. tambin por la arista de Tararat, la cual no puedo situar en el mapa. La segunda expedicin se denomin Expedicin catalana al Gran Atlas y la formaban Enrique Font, Jos Manuel Cncer, Jos Paytub y Jorge Colomer, e igualmente estuvo en las montaas del Ayoui y en esta zona del Alto Atlas, donde alcanzaron el Tiskin y el Talant NFri, en el macizo del Tazahart, el Afella por la arista N.O., el Siiguinnoussene por la arista N.O. y el Toubkal por la arista O. En 1969 vuelven al Atlas los gallegos. La expedicin la componen Antonio Veiga Gonzlez, quien ya haba estado all con la expedicin del 64, Antonio Fernndez Pea, Antonio Faria Riopedre y Manuel Castieiras Arias. En aquella ocasin llegan a las montaas el 10 de octubre y su objetivo inicial era el macizo del Tazahart que ya haban admirado durante la primera campaa, de manera que instalaron su campamento base en el refugio Lepiney desde donde ascienden por la cara Oeste al Siiguinnoussene (cordada A. Faria-M.Castieiras) luego A.Veiga y A.Faria realizan tambin la ascensin al Timellite y todos los picos de su cresta, ambas escaladas son consideradas como primeras espaolas catalogadas como Difcil, la primera y Algo Difcil Superior, la segunda. Al siguiente da coronan el Tiskin y el Talany nFri por el corredor central en la cara N.E. del Tazahart consiguiendo igualmente la primera ascensin por este bello corredor de nieve. Finalizada su campaa en el Tazahart cruzan hasta el Refugio Neltner por el Tizi del Tadat coronando la cima de esta montaa. Desde el refugio ascienden el Toubkal Oeste y el Toubkal, ambos por la ruta normal, dando por finalizada su estancia en la zona, para dirigirse hacia las montaas del Ayoui donde completaron el programa previsto. La expedicin que nos precedi, como ya mencion en un captulo anterior haba tenido lugar en Agosto de 1970 y curiosamente fue la primera en denominarse Operacin Gran Atlas 70 a pesar de que en sus filas se integraron nada menos que 8 miembros del G.A.M. de los 14 expedicionarios en total. Muy posiblemente fue la primera vctima del Reglamento de expediciones de alta montaa aprobado por la Delegacin Nacional de Educacin Fsica y Deportes con fecha 21 de Mayo de aquel mismo ao. El grupo, del Centro Excursionista de la Comarca del Bags (Manresa), lo componan Monserrat Jou, Montserrat Albets, Monserrat Vives y Maria del Carmen Oliver, las cuatro espaolas que realizaran las ascensiones y escaladas, con categora de primera nacionales femeninas en el Atlas, y junto a ellas, con un brillante historial Mi primera expedicin 198 montaero, los miembros del G.A.M.: Enrique Bonatre, Antonio Bahi, Jaime Cunill, Juan Lleonart, Gabriel Picas, Amadeo Muntal y Jos Pujada, bajo la Direccin Tcnica de Jos Mara Montfort. Adems figuraban en el equipo como escaladores invitados Jorge Camprub del E.D.E.R. del C.E. Monserrat y el sueco Franz Ludwig. Csar Prez de Tudela en su Crnica Alpina de Espaa se refiere a Jos Mara Montfort como un alpinista que supo explotar el xito empleando terminologa y conceptos ms propios del marketing que de la montaa, la naturaleza y la exploracin. Contabiliz las cimas logradas como si fueran objetivos empresariales, copiando el resultado que F. Mndez hizo de la primera expedicin espaola a los Andes de 1961. Y la verdad es que leyendo el relato de Montfort publicado en el anuario federativo, se advierte el rigor en la descripcin de los detalles, especialmente en la relacin de las primeras escaladas que ahorrar al lector, resumindolas diciendo que escalaron cuatro primeras vas absolutas en la pared noreste del Tazarhart y dos, igualmente absolutas al Dedo de Tadat por las caras norte y oeste, adems de otras primeras y segundas nacionales en la misma pared y una primera nacional femenina al couloir central del Tazarhart. Refleja tambin el anuario la travesa integral de las doce cumbres del macizo incluyendo sus tres y ms importantes cimas del Tsokine, Tiskin y Talant nFri, llevada a cabo por cuatro cordadas. Otras seis realizaron la ascensin a la Epaule del uanoukrim superior e inferior, la travesa integral de los Clochetons de N. a S., el Dedo de Tadat, el pico del Tadat, el Siiguinnoussene, el Afella, el Akioua, el Irhzer nbou Imrhaz (debe referirse al Ras Ouanoukrim, nico pico de 4.083 metros, ya que mencionan esta altitud) y tambin incluye la travesa integral de la cresta del Ouanoukrim (4.040), lo cual no es ms que el logro continuado de los picos desde el Tadat al Afella, para ir resumiendo un poco, pues no es que le d la razn a Prez de Tudela cuando define el relato de Montfort como excesivamente comercial, ya que prefiero interpretar la memoria de esta salida como una de las primeras que vendieron el alpinismo en Espaa de una manera, tal vez necesaria, para poder competir dentro del panorama de patrocinios deportivos que ya estaban instalados en nuestra patria, pero lo cierto y verdad es que hicieron ms o menos lo mismo que el resto de las expediciones anteriores, y sobresalieron las 4 escaladas al Tazarhart y las dos al Dedo de Tadat. Por contra y a causa de la prohibicin por culpa del avin estrellado en los Tibeirines, slo un alpinista (desconocemos su nombre) coron la cima del Toubkal. El lector habr observado como a medida que cada expedicin pasaba por el Alto Atlas, los nombres de algunas cimas han ido sufriendo deformaciones. Las variaciones observadas en la suma de todos los relatos de expediciones anteriores son ms que las que finalmente he reflejado, ya que para evitar confusiones, he optado por citar los topnimos que figuran en el primer plano de cresteras publicado en 1936 que mencion, corrigiendo en base a l, las denominaciones y descripciones de los relatos que no ofrecan dudas, y mencionando slo las diferencias cuando no he logrado identificar las cimas de las que se trataba (en cuyos casos lo hago constar). Estas variaciones vienen dadas presumiblemente por las distintas informaciones y planos que cada equipo utiliz en su desplazamiento a las montaas. El plano de crestas de 1936, al estar realizado a una escala ms amplia (1:20.000) evidentemente contiene ms topnimos que el cartogrfico, editado por el Ministere de LAgriculture de Rabat, treinta aos despus en 1966 (escala 1:50.000) en el que, nicamente se puede observar, referido a esta zona, el cambio de topnimos como Biiguinnoussene por Siiguinnoussene, Talate n Ifri por Talat n Ifri y Tsoukkine por Tsoukine. Existen otros nombres de cumbres que no figurando en ninguna de las dos cartas mencionadas, nosotros extrajimos de los dibujos que Lus Ho Los primeros espaoles 199 yos nos facilit, y que supongo, debi tomar los nombres de la informacin volcada en sus dibujos de un libro de gran formato que yo mismo pude ver en el refugio Neltner, que contena relatos y croquis realizados por muchos alpinistas, mayoritariamente franceses, o bien por mediacin de publicaciones que en todo caso yo desconozco. Afella 4.040Clochetons Central 4.040Clochetons Norte 3.963 La Tour 3.899 Siiguinoussenne 4.002 Dedo de Tadat 3.837 Tadat Espoln Eldense 3.750 Amguira Tadait 3.900 Akioua Norte 4.030Akioua Central 4.015Akioua Sur 3.985 Timesguida 4.089 Pumta Imlil 3.560Tete de Oquanoums 3.970 Toubkal Oeste 4.010 Cerro Lus Hoyos 4.050 Tibeirine Este 3.870 Tibeirine N.E. 3.887 Toubkal 4.165 Imouzzer 4.010 Campamento Base Timesguida 4.089 Estupendo dibujo de Pablo Martnez Cnovas, realizado durante su campaa en 1991. En el resumen de la actuacin espaola hay nueve expediciones que llegaron al lugar procedente de varias provincias espaolas: Gallegos en 1964 y 1969, castellanos, en 1966 y 1967 (tres expediciones), valencianos y aragoneses en 1968 y catalanes, tambin en 1968 y en 1970. Las mencionadas, unidas al Campamento Atlas 1966 del Centro Excursionista de Catalua, o bien el previo reconocimiento al mando de Hermenegildo Carrete sobre la zona del Iguil MGum y los Ayoui, suman las diez que el presidente de la federacin espaola de montaismo cit en el anuario de 1970. A estas salidas oficiales hemos de aadir las primeras incursiones a nivel particular de Andrs Espinosa en 1932 y Jos Manuel Anglada en 1953 en honroso y meritorio primer lugar. ramos la dcima expedicin al Alto Atlas Marroqu, la octava que tomaba como base aquel lugar bajo el Ikibi Sur, pero no tenamos ni la ms remota idea de que eso fuera as y mucho menos sobre la actividad realizada en la zona por espaoles. Los estupendos dibujos nos dieron a entender, equivocadamente que ya habran estado all infinidad de compatriotas y no haban sido tantos, exactamente 45 de los cuales, slo 33 haban coronado el Toubkal. Cuando llegamos quedaban todava algunas cimas que no conocan los colores patrios, pero tampoco lo sabamos ni tenamos ninguna pretensin. Decididamente aquella lucha por las primeras no estaba en nuestro nimo, aunque nos dimos cuenta de esa posibilidad e incluso de una primera absoluta durante el transcurso de las actividades en la zona, como luego se ver. Pronto amanecera sobre aquella, para nosotros, desconocida tierra. *** Mi primera expedicin 200 El primer cuatro mil 201 Captulo 15 El primer cuatro mil Al amanecer, ajetreo en el campamento preparando la primera actividad en el Atlas. Los Akioua El Timesguida y el Ras Ouanoukrim El Afella y la visin del Tazahart Mi primera expedicin 202 Esta noche yo me ir, con mi mochila y mi saco, y de nuevo Cid, amigo dormir en tu regazo. Soar con las estrellas, que contemplndome estn, y aunque ellas estn lejos, yo las quisiera tocar. Cuando maana amanezca, ir subiendo tu cuerpo, poco a poco, hasta llegar a tu pelo. En el que escondes chaparras y belloteros, y rayos de sol, en los nidos de jilgueros. (Moneo) El primer cuatro mil 203 XV Los Akioua Al amanecer el sol dibujaba las siluetas de las crestas del Toubkal sobre las laderas de la montaa oponente, separando el clido da de las ltimas sombras de la noche. La lnea de luz bajaba tan lentamente que no llegaba a ser apreciable el movimiento y pens que tal vez debiramos mover las tiendas de lugar para recibir antes el calor en aquellas montaas, pero no dije nada a mis amigos. El decisivo y esperado da lleg muy temprano anunciado por Riquelme que a las 5,30 toc diana a voz en grito. Ricardo prepar un desayuno bastante ligero, exclusivamente caf con leche y galletas, no hizo falta ms despus de una cena que haba sido copiosa. Los tres restantes nos afanamos en preparar nuestras mochilas con todo lo que habamos designado como reglamentario para cada equipo, y que adems de las raciones de comida de ataque, inclua un botiqun, equipo impermeable (pantaln y anorak), manoplas y guantes de lana, brjula e informacin de la zona. Casco, mazo y estribos, como equipo personal de escalada y por cordada: una cuerda de 60 metros y 9 m/m., 14 clavijas de roca variadas, un taco de madera, 15 mosquetones y un cordino porta material generoso en su longitud, que llegado el caso servira de anclaje para un eventual rappel. Cano todava se encontraba afectado por la jaqueca del da anterior y el descanso le habra de sentar bien, y Mere acept disciplinariamente el turno establecido a nuestra llegada. Ambos iban a ser la primera cordada de campamento, pero Riquelme les haba despertado igualmente con sus gritos, por lo que ayudaron a Ricardo a preparar el desayuno. Mi primera expedicin 204 Basndonos en el mapa y los dibujos facilitados por Lus Hoyos, acordamos que los cuatro remontaramos el Amhararhas n-Iglioua hasta la cresta que separa el Afella de los puntiagudos Akiouas, donde nos separaramos en dos cordadas y en opuesta direccin. Nos pareci que aquella zona era la mejor situada estratgicamente para obtener una visin general del Gran Atlas y sus tres, y ms importantes cordales montaosos, especialmente desde la cima del Afella, al estar situada en el centro geogrfico de nuestro inters. Desde all esperbamos obtener informacin de primera mano sobre el macizo del Tazahart del que, por toda referencia, slo disponamos de una impresionante fotografa de sus paredes y el corredor central, que constitua el cincuenta por ciento de toda nuestra informacin grfica. La otra instantnea era del macizo del Toubkal, las dos en blanco y negro, y realizadas en invierno a juzgar por la gran cantidad de nieve que en ellas se observa. Eran todo lo conseguido tras algunas cartas petitorias a las sociedades y federaciones de las que tuvimos noticias que haban estado all, que como dije, no fueron muchas pues en aquellos aos las noticias sobre montaa en cualquier provincia espaola slo adquiran inters nacional cuando haba que lamentar alguna desgracia, y nicamente catalanes, vascos y madrileos disponan de revistas especializadas donde publicar sus actividades, que si bien, no tenan difusin nacional, admitan suscripciones y generalmente se reciban en algunos centros excursionistas, como era nuestro caso, donde llegaban Montaa del Centro Excursionista de Catalua (todava no se haba cambiado al cataln Muntanya ) y la revista de la Federacin Vasca de Montaa Pirenaica. Yo saba igualmente de la existencia de otras, como Vertex de la Federacin de Entidades Excursionistas de Catalua y la Revista del Pealara de Madrid, pero nunca las haba visto y si tena algunas noticias de su existencia, se deba a las referencias aparecidas en las antes mencionadas. Cierto que no eran las nicas. Se publicaban otras, como Riscos de nuestra Federacin Valenciana de Montaismo y tambin boletines de carcter local o comarcal, pero por regla general poco o nada sabamos sobre las actividades en otras provincias, por lo que no era de extraar nuestra general desinformacin sobre el Atlas y la historia de sus primeras conquistas espaolas. Tantas eran las ganas de partir aquel da, que a las seis de la maana ya estbamos en marcha. -Venga!- Riquelme tir de nosotros increpndonos con su humor habitual. Iba unos metros por delante del grupo cuando pasamos junto al refugio Neltner que permaneca cerrado. El guarda, que estaba all cuando llegamos el da anterior, se haba bajado antes de anochecer, cuando tuvo la certeza de que no precisaramos sus servicios pues no haba nadie ms ocupando el vetusto edificio. Comenzamos a subir por la pendiente de rocas sueltas en direccin suroeste. En nuestro plan de actividades para el primer da, habamos dispuesto meses atrs, que sera dedicado al reconocimiento de la zona y realmente ese era nuestro planteamiento al partir, naturalmente aprovecharamos cualquier oportunidad que se nos presentase para hacer cumbre y de hecho, calculbamos que como mnimo lograramos subir a una de ellas. El plan fijaba como hora tope de regreso al campamento a las cinco de la tarde, por lo que, la consigna era calcular generosamente el tiempo necesario para la vuelta, desde donde nos encontrsemos a partir del medio da. Llegamos al punto donde confluyen dos torrentes. Uno de ellos baja casi en lnea recta del Tizi Ougane y recoge tambin las aguas de la cara norte del Ras Ouanoukrim y todo el nevero del Irhzer bou Imrhaz, y el otro recoge la que deshiela en el Amhararhas n Iglioua. Haba mucha nieve, aunque nosotros consideramos que era normal El primer cuatro mil 205 por la altura en la que nos hallbamos, ajenos al hecho de que aqul haba sido un ao extraordinario. Slo muchos aos despus, al ver en repetidas ocasiones fotografas del lugar en la misma poca, comprend que 1971 haba sido generoso en el blanco elemento. Al fondo del circo de roca, presiden el paisaje los Akioua y la cresta del Amguira n Tadait, mientras por el lado derecho las paredes del Afella nos aplastan con su descomunal altura. Entramos en el nevero y nos desviamos salvando en fcil trepada el inicio de la arista este, para continuar por debajo de las paredes atravesando las sucesivas lenguas y pedregales hasta alcanzar en diagonal, el punto donde se unan la nieve y la roca. La rimaya tena una considerable profundidad, delatando el gran volumen de nieve que todava quedaba depositado sobre el Amhararhas. A la izquierda la cresta sube hasta el Amguira nTadait que le separa de los Akioua por el estrecho collado. En el lado derecho el Tizi del Amhararhas Igloua desde nuestra posicin bajo las paredes del Afella. A medida que ganbamos altura, experiment nuevas sensaciones. Saber que estaba superando mi techo de altitud me mantena expectante, inquieto y algo excitado sin llegar a preocuparme y supongo que lo mismo ocurrira a mis compaeros. El paisaje era espectacular, nuestra preparacin fsica envidiable y el da se presentaba radiante. Caminbamos a buen ritmo y se notaba alegra en el grupo, aunque ninguno habl, tal vez inmersos como yo, en onricas sensaciones que estaban hacindose realidad. Cruzar transversalmente los neveros resultaba incmodo por los altos surcos, a modo de agujeros, que nos obligaba a cambiar el paso continuamente. En algunos lugares estos surcos o canales seguan el curso del nevero entremezclndose unos con otros, lo que supona tener que saltar los que eran de pequeas dimensiones o bajar y volver a subir hasta el ras de la pendiente, cuando tenan mayor tamao. El sol no nos haba dado tregua en todo el recorrido y el calor que comenzaban a desprender aquellas oscuras Mi primera expedicin 206 paredes nos estaba agobiando. Los Akioua y el Amguira n Tadait resultaban impresionantes a medida que nos aproximbamos a sus paredes. Dibujo realizado por Jos Francisco Maestre, siguiendo un boceto mo al regreso de la expedicin. A las nueve de la maana llegamos al collado, cansados despus de tres horas de bregar con la incmoda ladera de la montaa, pero estbamos seguros que haba sido preferible a tener que caminar por el centro del catico nevero, la ruta que a priori pareca la ms lgica para llegar hasta all, de no haber sido por la degradacin que estaba sufriendo la nieve. Nos sentamos a descansar y tomar unos peteretes que nos ayudasen a reponer fuerzas. No sabamos si el tiempo empleado haba sido el adecuado o no, pues no tenamos ninguna referencia, ni de sta, ni de las restantes rutas a las que habramos de enfrentarnos en los prximos das, pero estbamos seguros de haber gastado mucha energa en aquel endiablado recorrido. Divisamos desde all el macizo del Tazahart muy levemente tras el Tizi Melloul, pero no perdimos la esperanza convencidos que al ganar un poco ms de altura se nos ofrecera una mejor visin de sus temidas paredes. Nerviosos por iniciar el asalto definitivo a nuestro primer cuatro mil, ninguno de los cuatro se entretuvo. Nos dimos un fuerte apretn de manos en el que nos deseamos la mejor de las suertes, y yo adems, les ped prudencia, sobre todo a Riquelme que estaba pletrico de alegra viendo que los objetivos fijados estaban ya al alcance de lo posible. Nos fuimos separando de nuestros compaeros que se dirigan a buen paso al pie de las paredes del Afella, mientras Jos Miguel y yo descendamos ligeramente para bordear la cresta del Akioua Norte y enfrentarnos con la pared que caa directamente desde la misma cima de la montaa, surcada por inclinados pedregales y pequeos corredores de nieve dura que formaban a su vez cortas crestas de roca descompuesta. Atacamos la pared por un empinado corredor de nieve, hasta agotarlo en su parte alta, sobre una peligrosa torrentera de grandes e inestables bloques. Nos desviamos hacia la derecha para alcanzar una arista que nos pareci poco inclinada y apropiada para proseguir la ascensin. No nos habamos encordado todava y aquella arista nos llev en El primer cuatro mil 207 psimas condiciones de seguridad hasta la base de la pared final, de unos cincuenta metros de altura e igualmente descompuesta en general, pero con unas presas aceptables que nos llevaron con rapidez a la cspide. Mi primer cuatro mil: El Akioua Norte, en mi primera expedicin. Al fondo la cara sur del Afella. A las diez menos diez de la maana coronbamos el Akioua Norte, el mayor de las tres puntiagudas cimas rocosas que culminan con su elevada estampa el Amhararhas n Iglioua, pero para Jos Miguel y para m, aquel momento represent mucho ms, era nuestro primer cuatro mil, la confirmacin de que habamos superado nuestro techo de altitud Nos sentamos ms que bien! Nos sentamos exultantes de alegra! Emocionados desplegamos sobre el piolet las cuatro banderas de nuestra expedicin en seal de triunfo, tal y como habamos visto en los relatos de otras expediciones. Un protocolo obligado, parecido al realizado en los juegos olmpicos y en otros acontecimientos deportivos, colocaba en el lugar ms alto la bandera del pas de acogida, en este caso Marruecos, seguida por la bandera de Espaa, que aquel da deba tener un destello espe Mi primera expedicin 208 cial a juzgar por el brillo que dej en nuestros ojos. El tercero en el orden protocolario era el bandern de nuestro Centro Excursionista Eldense y por ltimo el emblema de la expedicin. No caba ms orgullo en nuestros pechos. Hicimos varias fotografas y volvimos la mirada hacia la cara sur del Afella, donde los dos puntitos rojos entraban en la ltima de las chimeneas que les separaban de la cumbre. Luego no pudimos verles, hasta que un cuarto de hora ms tarde aparecieron sobre ella. Los cuatro nos pusimos a gritar levantando los brazos para llamar la atencin mutua. Ellos tambin nos vieron, pero nuestras voces les habran de llegar tan ininteligiblemente como a nosotros las suyas y slo advertimos la gran alegra que en aquel mo- mento nos embargaba a los cuatro, extraamente unidos a pesar de la distancia. Dibujo y fotografa de la cara sur del Afella. El dibujo seala la lnea de ascensin. En la foto se encuentra la Cordada Ricardo-Riquelme, imposible divisar. Se encuentran bajo el ltimo resalte antes de la cumbre. La nuestra fue la cuarta ascensin espaola al Akioua Norte, detrs de los pealaros Herrero, Choren y Prez de Tudela en 1967, la aragonesa de 1968 y la catalana de 1970, mientras que en el Afella, Ricardo y Riquelme lograban la primera ascensin absoluta por la cara sur, y la quinta ascensin espaola a su cumbre, tambin tras los madrileos del 67, los catalanes en el 68, gallegos en el 69 y los de la Comarca del Bags en 1970. Datos estadsticos que ni siquiera fueron para nosotros una ancdota, ajenos por completo a ellos. Nuestra alegra vena del interior, de la satisfaccin ntima por el logro conseguido tras el esfuerzo personal, alejada del ranking de las cimas en cuya disputa nunca habamos entrado. Para nosotros estar all era el mejor premio, el esperado, el nico tantas veces soado imprecisamente, y que en aquellos minutos sobre la cima del Akioua se materializ bajo la serena dulzura del triunfo. La sensacin de grandeza que el paisaje inspira nos impregn por completo y de alguna manera nos hizo crecer sobre nosotros mismos. El pecho se nos llen de un aire nuevo que hizo olvidar esfuerzo y cansancio y la mirada se nos perdi saltando de cresta en cresta, y de una a otra cima, hasta que el horizonte acab hacindonos regresar a referencias ms prximas donde elucubrar imaginarias rutas de trazado incierto. All llamaron mi atencin los espolones escalona El primer cuatro mil 209 dos que a la izquierda del Ikibi norte suben hasta lo ms alto del Toubkal y me di cuenta de su llamada. El da prometa. Tenamos todava dos horas de margen para plantearnos el retorno al campo base y decidimos buscar el descenso por la vertiente opuesta. Destrepamos por la cara sur hasta que nos dimos cuenta que era imposible seguir y optamos por montar un corto rappel sobre un saliente de roca, que nos deposit en el estrechsimo collado, especie de canal entre los tres picos claramente definidos. Jos Miguel bajando de la cumbre del Akioua Norte. Decidimos coronar el Akioua central, pero vimos que ligeramente alejado y en el lado derecho se defina claramente otra cota: el pico sur, a donde nos dirigimos en primer lugar escalando por una estrecha canal formada por grandes bloques de roca. Superado el tramo seguimos hasta la cima trepando por una cresta inestable. Esta cima apenas era visible desde el valle al estar situada prcticamente detrs de los picos Norte y Central. Tal vez ello y su altitud, inferior a los cuatro mil metros, fueran la causa que nos llev a conseguir sin saberlo ni pretenderlo, la segunda ascensin nacional al Akioua Sur de 3.985 metros de altitud tras la primera del equipo de Prez de Tudela. Regresamos de nuevo al collado para, desde el mismo lugar donde nos habamos dejado las mochilas, escalar por buenas presas los primeros cuatro metros que me colocaron bajo un ligero desplome cuyo paso asegur introduciendo una buena y Mi primera expedicin 210 cantarina clavija en la slida roca. El paso es algo forzado pero no muy difcil y superado ste, una inclinada llambria desprovista de agarres me llev en adherencia hasta la zona donde los grandes bloques de roca conducan a la cima Central del Akioua. Jos Miguel se volvi a reunir conmigo sobre aquellos 4.015 metros que constituan nuestro segundo cuatro mil. Coronar las tres cimas de los Akioua, sin duda hubieran colmado nuestras expectativas de aquel da, pero lo cierto fue que habamos tardado muy poco tiempo y desde all decidimos que con algo de suerte podramos regresar hasta el campamento pasando antes por las cima del Ras y del Timesguida Ouanoukrim, que se alzaban frente a nosotros tan prximas como altivas, defendidas por su abrupta vertiente Norte. Localizamos la instalacin del Rappel, un trozo de cuerda rodeando un bloque de roca empotrado en una grieta. Mosqueaba un poco pero nos pareci, despus de un ligero tanteo con las manos, lo bastante slido como para confiar a l nuestra seguridad. Llegados nuevamente al estrecho y rocoso collado entre los Akiouas Norte y Central, decidimos tomar algo de alimento, mientras contemplbamos frente a nosotros la cara oeste del Amguira n Tadaif, al cual ya habamos comenzado a llamarle Tadaft siguiendo el uso de la toponimia observada en los dibujos. Descendimos luego por el inclinado coulouir que nos deposit en el alto collado que separa los Akiouas del Tadaft y nos detuvimos a llenar las cantimploras en un fino hilillo de agua que resbalaba desde las manchas de nieve de pequeo tamao que todava quedaban en la pared del Akioua Central. El da continuaba radiante, como queriendo sumarse a nuestra dicha por estar all, por poder caminar por aquel territorio solitario y legendario; nada menos que las mticas montaas de los Atlantes! Habamos ledo en alguna parte que aquellas montaas eran el ltimo reducto del len norteafricano de larga y negra cabellera, y no nos hubiera extraado verlo aparecer sobre aquellos roquedales entre las grandes manchas de nieve que cubran casi por completo el recndito Irhzer bou Imrhaz, que a m, me pareci el ms maravilloso escenario de alta montaa que por aquel entonces haban alcanzado a ver mis jvenes y vidos ojos. * El Timesguida y el Ras Ouanoukrim Proseguimos hacia el objetivo fijado, caminando cerca de las rimayas bajo las paredes de Akioua en direccin al Tizi n Imrhaz. Ante nosotros la cara norte del Ras Ouanoukrim se elevaba entre pedregales y una sucesin de cornisas, que a veces comunicaban estrechos corredores. Decidimos atacar primero en lnea recta el muralln, descartando subir por el collado, que dejamos muy a la derecha. Una vez atravesado el inclinado pedregal y superada una corta pared de roca, trazamos una diagonal hacia la izquierda por una estrecha cornisa hasta alcanzar una canal de rocas inseguras, donde los largos de cuerda se sucedieron sin necesidad de usar clavijas. Nos desencordamos para hacer ms cmoda la progresin cuando la pendiente remiti y alcanzamos la cima por una slida cresta de roca a la derecha de nuestra ascensin, que desde luego por lo intrincado del itinerario, debiramos haber imaginado como una ruta exclusiva y la El primer cuatro mil 211 segunda ascensin Espaola a esta cara despus de la protagonizada por la cordada de Prez de Tudela en el invierno de 1967, cuando la nieve, seguramente ayudara a trazar bellos itinerarios en esta oscura e imprecisa pared. Jos Miguel posa para mi cmara llegando a la cima del Ras Ouanoukrim en una area instantnea sobre el Irhzer bou Imrhaz. Al fondo el Amguira n Tadait y tras l la cara sur del Afella. Podra parecer que seguamos la estela de aquellos formidables alpinistas castellanos, pero lo cierto es que no supe de sus actividades hasta un ao despus, cuando Cesar Prez de Tudela las public en un libro, editado en 1972 bajo el ttulo Mi lucha por la montaa . Hoy creo que fue una pena no haberlo sabido, pues nuestra autoestima hubiera crecido sin duda en la comparacin con tales montaeros, aunque slo fuese a la hora de trazar una ruta o elegir un atrevido itinerario. Mi primera expedicin 212 Al Ras Ouanoukrin algunas expediciones le atribuyen dos cotas y ciertamente as puede observarse desde el Toubkal (ver foto 3 del lbum fotogrfico), pero ninguno de nosotros dos prest atencin a un hecho geogrfico que es poco apreciable sobre el terreno y hablamos ms sobre la conveniencia de ir hacia el Timesguida o emprender el retorno al campamento. Eran ms de las dos de la tarde y nos quedaban menos de tres horas para que acabase el plazo fijado, pero desde all la cumbre del Timesguida, que en lengua berber significa mezquita ( Timsguida, Timesgida (Baamrani) voz rabe berberizada ) se mostraba fcil y rpida de alcanzar por lo que nos lanzamos con prisa hacia su redondeada cima que alcanza los 4089 metros de altitud, superando al Ras en slo seis y que desde luego por su grandiosidad merece el apelativo monumental que la define bien. La redondeada cumbre del Timesguia Ouanoukrm desde el Ras. Descendimos hasta el amplio collado y dejamos las mochilas para caminar ms ligeros entre los pinculos de hielo, que como estalagmitas, se alzaban desde el suelo configurando un laberinto que pudimos atravesar sin mayores complicaciones para llegar al ancho pedregal que conduce a la cumbre. Eran las dos y media de la tarde y habamos recorrido una vasta extensin de territorio, mucho ms de lo esperado. La visin desde aquella atalaya del conjunto del Atlas es total y magnfica. Ninguno de los dos tuvimos que preguntarnos porqu estbamos contentos pues la respuesta estaba all, en lo ya conseguido, y tambin all, en la promesa de un nuevo territorio donde expresar el sentimiento inenarrable de una satisfaccin plena, tan ntima que slo es posible compartirla con alguien que en tu gemelo momento la experimenta. Tomamos muchas notas, que nos dieron una visin ms cercana de las vertientes que bajan hasta la cabecera del Mizane donde tenamos nuestro punto de partida, pero no ocurra lo mismo con el Aougdal n Bouldarene donde se precipitan las paredes del Tazahart, si bien estbamos seguros que nuestros compaeros habran realizado por su parte una buena observacin, buscando posibilidades a nuestra pretendida incursin en aquel macizo. El primer cuatro mil 213 Todava no sabamos si sera fcil el descenso por la vertiente S.E. hacia el Tizi Ougane cuando nos lanzamos en lnea recta buscando paso entre los despeaderos que circundan la montaa. Encontramos una inclinada torrentera que se precipitaba luego en estrecha canal y acab siendo estrecho couloir que desemboc sobre un nevero tras el collado de Ougane. En nuestra bajada arrastramos bastantes piedras sueltas de buen tamao, una de las cuales me golpe en la rodilla derecha dejndome un dolor punzante que afortunadamente slo qued en eso. Descendido el nevero, subimos en diagonal hasta el collado donde paramos nuevamente a tomar algo de alimento. El cansancio comenzaba a estar presente, despus de bregar arriba y abajo durante todo el da. Desde all divisamos la arista Este del Afella, detrs de la cual se hallaba nuestro campamento. Comenz a llover bajo aquella aislada nube sobre nuestras cabezas sin que nos disemos ni cuenta. El cielo apenas haba cambiado su intenso azul y bromeamos sobre la nube que haba venido a quitarnos el sofocante calor de la jornada, pero no obstante nos enfundamos los equipos de agua (pantaln y anorak, tipo canguro). Das despus sabramos que aquel fenmeno era habitual en las primeras horas de la tarde. Desde el collado el penoso y largo nevero estaba taladrado como un queso gruyere por tantos surcos en la nieve, que llegaron a sacarnos de quicio al obligarnos a efec- tuar continuas subidas y bajadas, rodeos, equilibrios y deslizamientos. Algunos eran tan profundos que temamos resbalar y caer en ellos, pero al fin acab la nieve dejando al descubierto el spero suelo de pedregal encajonado por una estrecha vaguada, donde el agua del deshielo corra en nuestra misma direccin, tan alegre como nosotros cuando finalmente alcanzamos el campamento. Eran las cinco y veinte de la tarde. Ricardo y Riquelme haban regresado una hora antes que nosotros. Cano y Mere nos haban preparado la comida y se desvivieron en atenciones facilitando nuestro descanso, mientras los dos primeros nos contaban los pormenores de su travesa, entre cucharada y cucharada de aquella sopa caliente que engullimos con gana, atendiendo con el rabillo del ojo el atropellado relato de nuestros camaradas. * El Afella y la visin del Tazahart Tras alcanzar la cumbre del Afella, se haban dirigido en direccin sur, siguiendo el lomo cimero hasta coronar el Clochetons Central de 4.040 metros y el Clochetons Norte de 3.963, logrando la sexta ascensin nacional a esta montaa, para escalar luego la cara Sur de La Tour y ser los primeros espaoles en hacerlo por esa ruta, ya que las dos expediciones anteriores que haban realizado la travesa integral de la cresta (aragoneses y catalanes) lo haban hecho desde el Norte, para regresar, descendiendo el corredor del Siiguinnoussene. Ricardo Vicedo describe hoy, a grandes rasgos, su experiencia en aquel da: Ms que describir lo que fue la ascensin al Afella, que en aquel momento desconocamos que estbamos realizando una primera nacional, me Mi primera expedicin 214 detendr en las experiencias y lo que signific ser compaero de mi malogrado y recordado amigo Riquelme. Era el primer da. Estbamos pletricos. ramos jvenes. Tenamos fuerza, ilusin, esperanza y una gran confianza en nuestras posibilidades. Nada se nos poda resistir. Pero adems de todo lo expuesto, estaba Riquelme. El estudio de las paredes del Afella y sus distintas opciones para ascenderlas, requirieron unos minutos: el tiempo en el que Riquelme lleg a la primera canal que nos daba la posibilidad de coger altura y rpidamente y sin darse un respiro ni consultar con nadie, sali atacando hacia la cumbre a una velocidad que daba miedo. No tuve ms remedio que salir detrs de l. Los primeros metros no fueron realmente difciles. En un determinado momento pude conseguir que Riquelme entendiera que debamos encordarnos por seguridad. Atravesamos varios tramos de cierta dificultad sin buscar una va de ascenso muy ortodoxa ya que la orografa del terreno te marcaba diferentes opciones e itinerarios. En un determinado momento, aproximadamente a mitad de la pared, re-cuerdo que pens que nos habamos metido en un berenjenal del cual nos iba a ser muy difcil salir, pero estaba Riquelme. No paraba, no pensaba, no estudiaba nada. Slo suba y suba como si quisiera comerse aquella pared. Recuerdo que en varias ocasiones pusimos en cuestin nuestra seguridad, pero no nos detuvimos y seguimos subiendo. La pared del Afella como todas las de la zona, la componan tramos pedregosos e inestables, canales y chimeneas de diferente dificultad, pero todo ello no era obstculo para las ilusiones de aquella cordada que escalaba por primera vez un cuatro mil en el Alto Atlas marroqu. No hace falta decir que nuestra alegra era inmensa en aquel fructfero da. Ricardo y Riquelme, tambin haban reunido informacin sobre las montaas que nos rodean desde las distintas atalayas alcanzadas y pudimos resumirlas en nuestro propio croquis del lugar. La preparacin fsica haba sido fundamental, justificando los sacrificios hechos durante los entrenamientos. Al campamento haban llegado, a eso del medio da, dos alpinistas catalanes y con ellos conversamos largo rato. Tenan el propsito de escalar el Toubkal por la arista O.S.O. y se extraaron bastante al conocer que habamos logrado alcanzar en nuestra primera jornada, nada menos que nueve cimas, (diez si contamos la cumbre gemela del Ras Ouanoukrim) seis de las cuales superaban los cuatro mil metros, o siete si como digo hubiramos considerado la mencionada, pero como he citado a lo largo del relato de mi diario, ni estbamos pendientes de una cumbre ms o menos, ni del orden que en el honor patrio ocupasen nuestras actividades. Nos absorba absolutamente el impulso acompasado de vivencias que se sucedan sin ms, obligndonos a reconstruir en nuestras mentes los sueos tantas veces imaginados, que iban encajndose en el rincn del recuerdo, configurando la historia de un tiempo aorado desde antes mismo de haber existido. Extraa y dulce sensacin la del deber cumplido, cuando es sentida, no por quedar bien ante los dems, y s con uno mismo. Despus de la comida los catalanes se marcharon al refugio mientras con la ayuda del nuevo croquis confeccionado, nos centramos en preparar las actividades para el da siguiente, que afrontamos con total tranquilidad, lejos del desasosiego de la noche anterior. El primer cuatro mil 215 Ms tarde al acostarme, me detuve un instante antes de cerrar la entrada de lona a la tienda donde ya dorman mis compaeros. Not un cielo preado de estrellas que verta destellos sobre las puntas de la hierba alrededor de la tienda de campaa, pero no pude maravillarme como hubiera sido lo normal, porque mi alma brillaba aquella noche mucho ms. Cerr los ojos y dej que aquellos fulgores se unieran para comprender que la felicidad exista, pero no sabiendo como haba llegado hasta ella, quise repasar en mi mente aquel primer da. Pobre de m, que primero no dorma pensando en lo previsto, tantas veces soado, y luego no pude soar lo realizado, pues cansado, simplemente me dorm. *** Tis k in P u nta T so kin e Ref. Le pin e y Had j A lg elz im D edo d el T ad at S iig uin no usse ne T a la t n fri L a T o ur C l o ch eto ns T im es g uid a n O uan ou k rim Ras n O uan ou k rim T e te d e O uan ou m T o u bkal To ubk al O es te A kio u a A m guir a n T ad ait R ef. N e lt n er N orte T iz i T ad at I m m ouze r T ib eirin e E . T ib eir in e N E. Ik i b i S ur I k i b i N o rte N C S T iz i M e ll o ul A fe lla Ir h zer b ou I m rha z Am ha rarh a s n I g l io ua Ti z i O ua no u m Tiz i O ugan e T iz i n I m rhaz C am p Tad at 3 3 25 3 8 74 3 980 40 4 3 3 660 3 77 0 3 910 4 0 02 3963 3 899 3 837 Is o u gan e n O ua go uns3 870 3 887 4 010 4 0 10 4 16 5 3 9 70 3 900 4 0 89 40 83 4 0 30 40 15 3 985 378 0 40 40 N C A o u g d l n B oul d a re ne E spo l n E ld e n s eP u n ta I m l i l C err o L u s H oyo s 3560 4050 3700 Croquis sin escala elaborado sobre el terreno por el autor incorporando las nomenclaturas del plano de cresteras de 1936, a escala 1:20.000, el mapa cartogrfico de 1966 del Servicio Topogrfico de Rabat del Ministerio de Agricultura marroqu a escala 1:50.000 y los dibujos de la Delegacin de la F.E.M. en Marruecos facilitados por Lus Hoyos. En el incorporamos posteriormente los picos de Punta Imlil, Cerro Lus Hoyos y Espoln Eldense. Mi primera expedicin 216 El resalte central de la cresta es el Espoln Eldense. En el dibujo anterior a nuestra escalada se observa que la lnea de puntos, que viene marcada por el mismo vrtice, cuando alcanza el espoln lo bordea por esta vertiente sin llegar a coronarlo. El detalle viene a coincidir con un estrecho pasaje que bordea y evita la afilada cspide. El espoln eldense 217 Captulo 16 El Espoln Eldense Mere en la arista Este del Amguira n Tadait. Espoln Eldense Dedo de Tadat, Siinoussene, Tadat y Algencim Mi primera expedicin 218 Aqul da haba ido, al refugio a trabajar. Haba trabajado duro, para tener limpio nuestro hogar. Rafael por una parte, las oportunas ordenes daba, y unos por aqu y otros por all, con qu gusto trabajaban. Tu Moneo con Juanito. Coger capazo y azadn, y quitar toda esa tierra. Y echarla sobre el montn. Y as uno la tierra remova. El otro ms all picaba, mientras Rafael en la cocina, el almuerzo preparaba. Con ms hambre que un len, seguimos arrimando el hombro, pensando que Rafael nos preparaba algo gordo. Dejamos todos los trastos, creo por instinto, porque una voz nos deca, que ya estaba todo listo. Corrimos haca la mesa, que estaba an vaca, pero no se hizo de esperar. Ya Rafael con la sartn apareca. Y que sartn madre ma! Con su pollo doradito, tomate, salchichas, y conejo muy bien frito. Todo deca Comedme! Y sin dudar un momento, todos metimos la mano, casi sin conocimiento. Alto! Faltaba una cosa. Algo muy importante. Faltaba nuestra alpargata que trajimos de Alicante. Buen vinillo! -uno deca,- y de esta forma otro le contestaba: Pues la salchicha no es manca!, pero chame la bota, que el bocado no me pasa. (Moneo) El espoln eldense 219 XVI Espoln Eldense No habamos madrugado tanto como el da anterior, pues vi que eran casi las siete cuando me despeda. Esta vez cada cordada parti del campamento en una direccin diferente. Cambiaron los turnos y la composicin de los equipos, y as Pedro Cano sali con Riquelme, y Mere y yo, quiso la suerte que volviramos a atarnos a una misma cuerda despus de mucho tiempo. El planteamiento era aprovechar el conocimiento de las zonas visitadas y rematar actividades al tiempo que comprobaramos nuestras notas. Ellos se dirigieron a la canal que sube directa al Dedo de Tadat y nosotros volvimos a tomar el mismo itinerario hacia el Amhararhas n Iglioua. Ricardo y Jos Miguel que nos haban visto marchar en su jornada de descanso, an estaban observndonos cuando llegamos al collado. Riquelme y Cano haban entrado en la canal de nieve y ya no pudimos verlos. Ante nosotros otra vez el incmodo nevero. Advert a Mere sobre la falsa apariencia de placentera progresin, aunque no tard en darse cuenta. La pendiente es muy suave al principio y va aumentando su inclinacin a medida que nos acercamos a la cresta del Amguira n Tadait, nuestro objetivo en aquella jornada y el nico pico de esta zona que no habamos subido en nuestra campaa del da anterior. Hay una cierta confusin en la informacin que manejbamos sobre el nombre del pico hacia el que nos dirigimos, que figura como Tadaft Tadaf, (vase dibujo de la izquierda, en la pagina 216). Mientras que en el plano cartogrfico de 1966 no aparece ni siquiera la nomenclatura de los Akioua, debido a la amplitud de la escala manejada, en el de cresteras de 1936 de (1:20.000) se indica Amguira n Tadait, una tercera forma que hasta donde he podido descifrar, despus de consultar varias traducciones, podra ser Dedo de la vieja tal vez referido al aspecto de la gastada roca. La n es el equivalente a nuestra preposicin de (un genitivo complejo que en esta lengua denota propiedad o pertenencia). Sin embargo, en el mismo dibujo mencionado puede leerse Amguird, referido al collado. Como vemos, la confusin ha ido creciendo a medida que diversos cartgrafos y alpinistas pasaban por estas montaas. Mi primera expedicin 220 Estupendo dibujo firmado al parecer por Lus Hoyos. Domingo Abadia, adelantado espaol del que ya habl en un captulo anterior, nos leg una lista de 126 palabras del berber antiguo, y entre ellas algunas que figuran en los mapas como la palabra Adat que significa dedo y si nos fijamos ahora en el dibujo superior veremos Dedo de Tadat. Tambin el plano de crestas cita textualmente Dedo del Tadat y en el cartogrfico figura el collado como Tizi n Taddate, la cuarta palabra: Tadaf, Tadaft, Tadait y Taddate. Amguira n Tadait desde la vertiente de Irhzer bou Imrhaz. El espoln eldense 221 Yo entiendo que todas ellas quieren decir Dedo (no hay ms que ver la forma ptrea de la montaa y lo que inspira desde el Irhzer bou Imrhaz, aunque desconozco cual es el verdadero o tal vez lo sean todos. La lengua que hablan los berberes es el Tamazight, lengua camitosemtica del cual existen hoy una treintena de versiones y cientos de dialectos, sin contar con los dialectos o lenguas como el Guanche de las Islas Canarias que hace tiempo desaparecieron y aunque desde hace 2.500 aos tiene su propio sistema de escritura conocido como libico-berber (tifinagh en berber) principalmente ha llegado hasta nuestros das como lengua materna exclusivamente de forma oral, recogiendo a lo largo del tiempo influencias de otras culturas y segn las distintas zonas, y en los ltimos tiempos del espaol, el francs y finalmente del rabe. No resulta extrao que los cartgrafos o gegrafos, ya fuesen rabes marroques o europeos, tomasen las palabras de distintas personas y con distintas pronunciaciones (Tambin el Tamazight, Amazight, Amazige que hablan en la actualidad los berberes de Marruecos difiere entre s, segn zona geogrfica, o incluso de unas aldeas a otras). Por lo expuesto, si no estoy equivocado en mi apreciacin, se est cometiendo una perogrullada, pues si todas esas palabras significan dedo, cosa muy, pero que muy probable, el dibujante en su desconocimiento de la lengua escribi Dedo de dedo. No le culpo, pues no ha sido el nico, tambin el cartgrafo que copi el plano de 1936 que se venda en Espaa incurri en ese detalle y as la gran mayora de croquis, planos y relatos siguen cometiendo el mismo error. Por eso en mi diario prefiero seguir llamndole Amguira n Tadait o simplemente Tadait, por entender que este topnimo es el ms antiguo publicado. Otra curiosidad interesante es precisamente el propio plano de cresteras que es claramente una copia espaola, y as se entiende que algunas palabras estn en nuestro idioma, cuando no existe ninguna razn para ello en el original de 1936. Vemos adems que planos y dibujos contienen nombres en lengua francesa, como La Tour (La torre), Clochetons (Campaniles) e incluso es posible que la palabras Ras (liso) de Ras Ouanoukrim tambin lo sea, con algunas reservas, (Ras tambin significa cabeza en Berber), cosa que no debe extraarnos si recordamos que fueron franceses los miembros de la expedicin multitudinaria que realiz la travesa integral de todas las cimas en 1932, as como los cartgrafos que por primera vez levantaron un plano en esta zona. Encontraremos, segn el plano, algunos nombres en rabe, con lo cual, la torre de Babel est servida, recurdese que fue el Ministerio de Agricultura marroqu quien elabor la cartografa de 1966. Ajenos por completo a estas preocupaciones lingsticas, alcanzamos la cresta superado el ltimo y ms empinado tramo donde la nieve, a la sombra de las paredes de roca, permaneca ms helada. Descubrimos la cresta destrozada como si una bomba hubiere estallado en ella y en medio del caos de bloques decidimos tomar algo de alimento antes de meternos en faena. No es que tuvisemos mucha hambre pero haba que cobrar las fuerzas necesarias para no tener que detenernos despus. El sol nos daba de lleno en otro radiante da. Aunque la roca est desecha la ruta no presenta dificultades superiores al tercer grado, salvo en aislados pasos que vienen a coincidir con los resaltes que encontramos en el recorrido. A pesar de ello decidimos atarnos a la cuerda y tomarnos la escalada con mayor atencin que la sugerida por la dificultad, conscientes de la soledad en la que nos encontrbamos. Siempre entend que la prudencia es uno de los ejercicios ms perseverantes que hay que hacer cada da, durante todos los que dure el aislamiento en la montaa, no Mi primera expedicin 222 slo ejercida para uno mismo; tambin velando por los dems y demandando su atencin cuando se crea necesario. La soledad de la alta montaa implica un riesgo aadido que nunca hay que olvidar. Hasta el gesto de partir el pan con una afilada navaja conviene cuidarlo y hacerlo cuidar, pues el ms insignificante accidente puede resultar decisivo y acabar con el proyecto de todo el grupo. Mere llegando a la cresta. No fue slo mi promesa a Daniel Esteve de que llevaramos cuidado, tambin fue mi preocupacin antes y durante, como responsable del grupo. La direccin tcnica de una campaa montaera, siempre la entend como algo ms que el estudio de una El espoln eldense 223 zona, el trazado de rutas o la eleccin de equipos. Analizar posibles recorridos y conjeturar peligros es slo el trabajo previo. Luego, sobre el terreno conviene sopesar continuamente recursos meteorolgicos, tcnicos y humanos sabiendo distinguir con claridad los conceptos de dificultad y riesgo para aplicarlos en una proporcin adecuada. Pero no acabar aqu el trabajo si no somos capaces de transmitirlo, incluso machaconamente, para que nadie baje la guardia. Mere escalando uno de los resaltes de la cresta, muy fragmentado. Los largos de cuerda se sucedan uno tras otro sin descanso y lentamente fuimos ganando altura sobre los abismos que a derecha e izquierda se abran sobre los heleros del Amhararhas n-Iglioua y del Irhzer bou Imrhaz. Pasado el ecuador de la cresta, Mere escalaba en cabeza una fisura algo complicada. Ganaba terreno a la pared empotrando pies y manos cuando le qued atrapada una bota y estuvo a punto de perder el equilibrio, cosa que afortunadamente no ocurri. La fisura acaba en un estrecho collado rocoso y all pas en cabeza para que mi compaero se recuperase de la torcedura sufrida en el forcejeo con la grieta. Mi primera expedicin 224 Unos seis o siete metros me separaban del filo de la cresta y hacia ella me dirig salvando una placa lisa de no mucha inclinacin y con diminutas presas hasta que pude alcanzar una buena fisura donde meter un taco de madera sobre una roca ms slida pero ms vertical. A medida que me acercaba a la afilada arista cimera present que no sera fcil bajar de all como haba sido lo habitual hasta aquel momento durante toda la cresta. Llegu a lo ms alto, donde el espoln es tan sumamente estrecho que cuando Mere lleg y vio que tenamos que estar sentados a caballo con una pierna a cada lado sobre los vacos, solt un sonoro silbido precedido por su habitual mala mierda te ahogue y aadi cabrn al ver que me rea de la situacin tan apretada en la que nos encontrbamos, uno enfrente del otro, sin espacio para maniobrar ni hacia delante, ni hacia atrs, ni hacia los lados, donde colgaban nuestras piernas. Nos dimos cuenta de que all nunca antes haba estado nadie, pues era tan difcil descender por donde habamos subido, que ni siquiera lo intentamos. Tampoco haba seal alguna de clavijas, ni posibilidad de montar un rappel en ninguna roca. Nada de nada. Un metro y medio de afilada arista que caa vertical o incluso desplomada por las cuatro caras del fantstico espoln. La aguja perfecta Vimos que no haba otra opcin que abandonar una clavija para instalar un rappel sobre la corta pero desplomada pared que nos depositara en el siguiente collado. Por suerte introduje una slida clavija tipo U de las que llambamos americana, cuya aleacin cant como un ruiseor a medida que era apretada ms y ms, por la roca. -Toma Volframio!- pas por sus orificios un trozo de cordino con la satisfaccin que da sentirse seguro. -De aqu podemos bajar los dos a la vez- le dije a Mere. Era evidente que tenamos controlada la situacin, a pesar de que, para colocarnos en posicin de rappelar, tuvimos que hacer movimientos ms propios de un contorsionista. Descansamos unos momentos mientras retirbamos la cuerda del rappel. Ciertamente estbamos contentos por el impredecible hecho de haber coronado un espoln virgen en aquellas montaas, una cima secundaria que indudablemente no tena la importancia de una cumbre principal, pero que para nosotros fue un regalo. No tuvimos que pensar mucho tiempo en el nombre y decidimos llamarle Espoln Eldense. Ni Mere ni yo tenamos la ms mnima duda de haber sido los primeros, incluso miramos el dibujo de la cresta y en l se advierte que justo en el collado donde habamos instalado la reunin antes de la cima, la lnea de puntos que marca el itinerario y que viene siempre por encima de la cresta, en ese punto baja y sigue por la cara Norte, donde una especie de pasaje evita escalar hasta arriba del espoln. Tal vez fue lo evidente de este pasaje y el hecho de evitar tener que bajar despus de la intrincada aguja, lo que la haban dejado fuera de las pretensiones de las anteriores cordadas. Por otro lado ramos, sin saberlo, los primeros espaoles en realizar el recorrido ntegro de la arista, pues slo la expedicin aragonesa de 1968 haba coronado el Tadaft por la cara S.E. con lo cual, adems de este espoln virgen, nos convertiramos en los segundos espaoles en hollar la cima que estaba cada vez ms cercana. -Seguimos -Seguimos- fue tambin la contestacin de Mere, mientras se colocaba en posicin de asegurar mi progresin por la pared de la vertiente norte. La roca sin estar tan destrozada como al principio de la escalada, segua estando descompuesta pero la dificultad era menor gracias a los continuos resaltes que a modo de grandes escalones nos permitan descanso. El espoln eldense 225 No tuvimos necesidad de colocar ningn seguro y los largos de cuerda se sucedieron nuevamente sin interrupcin aunque empezaba a resultar agotador por el sol que calentaba nuestras cabezas bajo el casco, que por cierto cada cual llevbamos como podamos en la bsqueda de un soplo de aire fresco. El autor con el casco por buleras, segn Mere. -Llevas el casco por buleras- y no le falt razn, pues me vena grande, pero a ver quin devolva por correo un AGV recin estrenado. A partir de aquel momento nos ayudamos a pasar el tiempo intentando cantar por buleras, aunque por mi parte, sin ningn acierto, y eso que lo intent. Mere cantaba mejor. La arista perdi verticalidad en unos diez metros para llevarnos ante un alto paredn que a todas luces era el ltimo a juzgar por la proximidad de las paredes del Akioua. Mere recorri con facilidad esos primeros metros y borde la pared por una caracterstica cornisa que suba hacia la derecha en plena cara norte, donde desapareci de mi vista. Mi primera expedicin 226 No le poda ver, pero notaba su progresin por el deslizamiento de la roja cuerda entre mis manos. Quienes han escalado alguna vez saben como es ese momento cercano a la cumbre. Pequeez humana recogida sobre la roca, buscando abrigo frente a los abismos inconmensurables de un espectacular entorno; y solo, tremendamente solo, como perdido en un diminuto rincn de la montaa, apretando contra el pecho el brazo que intentar detener una cada del compaero al que no puedes ver, y que tampoco sabes si llegar a producirse. -Cmo va eso- Le gritas al viento, pues l no te responde, y sabes que no lo hace porque su concentracin est en su propia lucha, la activa, la resolutiva, la lucha final. No quieres distraerlo y tardars ms tiempo en volverle a preguntar, y te concentras en la cuerda que se desliza entre tus dedos. Sabes de la dificultad que atraviesa por la alteracin del ritmo o la excesiva quietud, entenders que est seguro por la viveza con la que corre la cuerda. Si eres observador, notars en las vibraciones del alma de perln, cada movimiento del compaero e imaginars que palpa la roca, que busca clavar un hierro, que desiste, que duda y que luego se decide a dar el paso, y as un momento y luego otro, todos incalculables en el reloj del tiempo, y entenders que la llamen el cordn umbilical del montaero. -Valeeee Maestre!- Por fin te pones tu tambin en movimiento deseoso de volver a estar con el otro, el que tambin espera y sentir igual, aunque ms tranquilo y esperanzado, la soledad del mundo que nos rodea y la grandeza del momento compartido. Segu la lnea que marcaba la cuerda cuyo final visible apuntaba al cielo. La cumbre estaba cerca y Mere haba llegado ya a ella. Sonre contento, embargado por la felicidad. No poda ver a mi compaero pero saba que estaba all unido a m. Tampoco vea la cumbre, pero igualmente la present y supe que me unira a ella para siempre. De la misma manera renov mis ilusiones por escalar montaas, dando a Mallory la razn en su respuesta: porque est all. Mi alegra era tal que hubiera plagiado tambin el pensamiento de Achile Ratti, aqul alpinista que aadi a las palabras del ingls puestas por Dios y algo deba saber de eso quien baj de las montaas para ascender al trono papal de toda la iglesia catlica, convertido en Pio XI. En plena cara norte, bajo mis pies la pared caa en desplome sobre el nevero que desde aquella perspectiva pareca ms un glaciar perenne. La altura era mucha. Mir a Mere apalancado entre unos bloques y simplemente sonre, correspondiendo al gesto de su puo en alto, mientras su otra mano bloqueaba la cuerda para mi seguridad. El corto trecho que nos separaba fue fcil y placentero, de esos que no quisieras que acabaran nunca y la llegada a la cima dej colmados por completo todos mis deseos de aventura. Era la una en punto de la tarde y nos dimos un apretn de manos y un abrazo muy fuertes bajo un sol justiciero. Frente a nosotros y casi al alcance de las puntas de nuestros dedos, los Akioua enmarcaban hacia el oeste el impresionante mundo de roca en el que nos hallbamos inmersos. El momento era una invitacin al descanso pero todava nos preocupaba bajar de all, y no tenamos ni idea de por donde hacerlo, aunque intuamos que era evidente que el rappel estuviese montado en la parte ms baja del torren, la cara oeste que nos separa de los Akioua por el estrecho collado, unos ciento cincuenta metros ms abajo. Destrepamos entre rocas unos metros buscando el emplazamiento del primer rappel que era muy corto y bajaba una pared lisa e incluso algo desplomada de unos quince metros hasta una cornisa. Baj primero y esper a que Mere llegase junto a m y con precaucin seguimos destrepando fcilmente en direccin Sur. Al decir fcilmente, lo habr de entrecomillar, pues an recuerdo el susto que me llev. El espoln eldense 227 Bajaba delante de mi compaero cuando llegu a un punto en el que le ped a ste que me lanzase un cabo de cuerda para asegurarme y buscar el anclaje del siguiente rappel. Un poco ms abajo lo encontr y como los ltimos metros entraaban cierto peligro, le dije que pasase la cuerda por detrs de algn saliente de roca para bajar asegurado por m en polea, cosa que hizo antes de iniciar el destrepe. Cuando l lleg al paso ms complicado, pude ver como se colgaba confiadamente de la cuerda. Mir luego hacia arriba y, para mi horror, vi tambin cmo la cuerda saltaba de su emplazamiento y caa por la pared a latigazos. Reaccion rpido tirndome al suelo de la repisa y aguard el inevitable tirn que iba a producirse. Haba incluso cerrado los ojos y apretado el casco contra la roca y mis brazos contra el pecho esperando la inevitable sacudida -Ests loco o qu- mir de nuevo haca arriba y all estaba l, tan campante. Se haba cogido a una presa formidable instantes antes de saltar la cuerda de su emplazamiento y en ningn momento haba sentido el peligro, por lo que se estaba riendo a gusto de mi angustia, as que aquella vez el -mala mierda te ahogue!- se lo dije yo. Dibujo de la cresta Este del Amguira n Tadait con el itinerario seguido y el Espoln Eldense. Con el pecho todava alterado por la aceleracin del corazn a causa del susto, mont el segundo rappel y baj delante buscando el que sera el tercero y ltimo de los anclajes, pero la cuerda se acababa y no lograba dar con l. Qued colgado en el aire bajo un desplome, con la cuerda bloqueada alrededor de mi cuerpo y tan lejos de mi compaero como cerca tena los dos cabos de cuerda que irnicamente parecan decirme se acab lo que se daba. Es curioso como podemos pasar del triunfo al fracaso y de la alegra al miedo en un periodo de tiempo tan corto. De repente localic, pero bastante a mi derecha un trozo de cordino en el extremo de una repisa que al estar ms alta que yo me oblig a tener que subir a pulso por la cuerda unos tres metros hasta situarme a su misma altura y as poder balancearme en un movimiento pendular, hasta agarrarme al aro de cuerda. Sujet las puntas de la cuerda y Mere pudo bajar en diagonal y aterrizar junto a m en la repisa. Le confes: -Que da llevo Mere. Si no bajamos pronto de aqu me va a dar un infarto- y pareca cierto a causa de las dos descargas seguidas de adrenalina que tuve que soportar en tan corto periodo de tiempo. Me encontraba tan excitado que el ltimo cordino no me Mi primera expedicin 228 pareca seguro de ninguna de las maneras que Mere lo colocaba. Al final me conform al ver que l haba llegado entero al suelo. Yo tambin baj los ltimos y desplomados veinte metros y tuve adems que aguantar las bromas de mi compaero sobre su poco peso con relacin al mo. De cabrn para arriba, le dije todo lo que cupo en el tiempo que tard, hasta poner el culo sobre la nieve del collado, y all nos dimos el abrazo que ms gusto da, cuando sientes que por ser historia, el peligro ha pasado. -A comer!- grit cantando en tono operstico, pero Mere estaba desganado a causa del dolor de cabeza que este primer da le estaba dejando. Ya me lo haba comentado al principio de la cresta. En cambio yo me encontraba de maravilla, una vez recuperado el aliento tras los esfuerzos de la bajada y com bien a gusto a diferencia de mi compaero. Durante la escalada venamos planeando subir desde este collado hasta el Akioua por el corredor que descend el da anterior con Jos Miguel, para que Mere hiciese su primer cuatro mil, ya que al Amguira Tadait le faltan cien metros para esa marca, pero decidimos regresar al campamento a pesar de lo fcil que lo tenamos a causa de su dolor de cabeza. Bajamos en lnea recta y en plan kamikaze por el torturado nevero para acabar dndonos una gran paliza. Eran las tres y veinte cuando saludamos a todos nuestros compaeros y les hablamos del Espoln Eldense y de todo lo acontecido en las ltimas horas, que en aquellos momentos resultaba bastante ms gracioso que lo vvido en directo. * Dedo de Tadat, Siinoussene, Tadat y Algencim Cano y Riquelme haban regresado a las dos y media y estaban comiendo. Haban escalado la cara Norte del Dedo de Tadat, despus de superar el largo corredor que les llev directamente hasta el collado donde se alza el caracterstico torren. Iniciaron la escalada por una especie de canal algo ms complicada de lo que ellos en un principio haban imaginado. Los catalanes del G.A.M. la valoran como muy difcil. Su ficha publicada dice as: Primera ascensin absoluta cara N. del Dedo de Tadat (3837 m.) Cordillera del Gran Atlas marroqu Altura de la va: 35 metros Dificultad: V Horario: cuarenta y cinco minutos (en la primera ascensin. -Error- no fueron los primeros) Material: Una cuerda de 40 metros, tres pitones, lazos de cuerda, un estribo, mosquetones, etc. Aproximacin: Situarse al pie de la pared N. del Dedo de Tadat. La escalada se inicia en una chimenea caracterstica. El espoln eldense 229 Observaciones: Prcticamente toda la escalada discurre por el interior de diferentes chimeneas, salvo en el ltimo tramo, que se avanza en plena pared grantica. Descenso: Rappel de 35 metros por su cara S. o bien descenso mediante desgrimpada (III) por su arista S.O. Personalmente nunca entender que se aconseje una desgrimpada por un tercer grado de dificultad en vertical, mucho menos en alta montaa, afortunadamente mis compaeros dejaron en la cima dos cordinos en sustitucin del que all haba muy gastado por el tiempo, para emplazar el rappel y descender por la cara oeste. Fotografa y dibujo del Dedo de Tadat. La visin desde el valle de este torren es sumamente atractiva lo que ha hecho que muchos alpinistas se fijasen en ella. Los primeros espaoles fueron los aragoneses en 1968 que escalaron la misma va que Cano y Riquelme, pero fueron los catalanes del ao anterior, quienes ms se sintieron atrados por este ptreo dedo que fue escalado por cuatro cordadas, segn anuario F.E.M. realizando la primera absoluta por la cara oeste y tambin por la cara norte, algo equivocado en el segundo caso pues los aragoneses ya la mencionan (ver anuario F.E.M. 1968) con lo cual la escalada de mis compaeros pasar a la historia como la sexta ascensin espaola y cuarta por la ruta norte. Cano que todava no se haba recuperado de las molestias desde que llegamos a la zona, se qued en el collado mientras Riquelme subi en solitario fcilmente a la cumbre del Siiguinnoussene de 4.002 metros, cumbre muy apreciada que haba sido ascendida por diversas rutas por los espaoles en cinco ocasiones antes que l. Volvi junto a Cano y en el sentido contrario subi a la cumbre del Tadat de 3.910 anotando la segunda ascensin nacional sin tener ni intencin ni la ms mnima idea de que fuera as, y conocindole como le conoc puedo asegurar que no le hubiera importado ni lo ms mnimo. Lo anecdtico fue que la confundi con el Algencim, algo ms alejado y el error permaneci durante muchos aos, tantos que l mismo nunca lleg a saberlo. Am Mi primera expedicin 230 bos haban reconocido igualmente el paso hacia el macizo del Tazahart por la vertiente opuesta de Ouanoukrim antes de regresar al campamento. Ricardo y Jos Miguel cumpliendo fielmente su cometido nos prepararon la comida e incluso nos obsequiaron con un exquisito caf helado que primorosamente haban conservado desde muy temprano entre el hielo del cercano helero. Riquelme encordndose para la escalada. La cuerda anudada directamente al pecho. Fue despus de cenar cuando acordamos que el da siguiente lo dedicaramos al Toubkal, la mxima altura de frica del norte. Cano que no lograba recuperarse de su malestar se quedara conmigo y el que no iba a descansar era Riquelme, cosa que tampoco le import, pues como sola decir estaba hecho un mulo. Tampoco yo estaba muy cansado, pero lo que s me apeteca era dormir ms tiempo del que hasta aquel momento haba podido, y esperaba que ahora, una vez aplacadas mis ansias de montaa despus de conseguir mi octava cumbre personal, poder hacerlo a pierna suelta. Ni luna, ni estrellas, aunque segn me contaron las hubo. Aquella noche cumpl el propsito y no tuve tiempo de ver ms all del interruptor de la linterna. Ni siquiera supe cuando se acost Cano, quien afectado doblemente se esforz lo que pudo por ayudar desde aquella misma noche a quienes tenan que madrugar. Not que iba a dormir ms ancho en la tienda almacn, pero ms fro, y dej claro que el que me despertase antes que mi reloj biolgico, le dara con el piolet entre las cejas. *** El Toubkal 231 Captulo 17 El Toubkal De izquierda a derecha: Los Tibeirines, El Immouzer, El Toubkal y el Toubkal Oeste. En el centro la arista O.N.O. y a ambos lados los Ikibis Norte y Sur. La arista O.S.O. El Ikibi Sur, Tibeirines e Immouzer Mi primera expedicin 232 Juego de luces y sombras. Luna llena y silenciosa. No existe mejor momento, para iniciar esta prosa. Dos camaradas que cuentan, sus penas y alegras. Dos compaeros que reviven, sus vidas, da a da. Juego de luces y sombras. Noche estrellada y hermosa, llena de alegres recuerdos, que de suspiros rebosa. Pronto quedar en la penumbra, el lugar que nos acoge. Pronto se extinguir la llama, que suavemente nos alumbra. Ms siempre quedar el recuerdo, de aquellos buenos recuerdos, junto aquel buen camarada y aquel juego de luces y sombras. (Wili y Pobretrasto) El Toubkal 233 XVII La arista O.S.O. De algo me tienen que servir los galones en esta aventura! Eso deb pensar al abrir los ojos y advertir que efectivamente ninguno de mis compaeros me haba desper- tado. Sonre desperezndome y asom la cabeza al exterior justo en el momento en el que las dos cordadas que acababan de desayunar se preparaban para iniciar la jornada. Les dese suerte y tranquilamente me volv al saco con la intencin de volver a coger el sueo, pues slo eran poco ms de las seis de la maana. Aguant tres horas holgazaneando, aunque sin poder dormir y al final atendiendo la peticin de Cano me levant alrededor de las diez de la maana. Me senta ms que cansado, muy relajado. Aquella sensacin dur poco, pues no tard en darme cuenta del trabajo que trae consigo adecentar un campamento por muy pequeo que sea, como es el caso. Fregar vasos, platos y dems cacharros le llev a Cano un buen tiempo mientras yo recog todos los sacos para airearlos y limpi el suelo del campamento de papelillos y restos de comida de la noche anterior. Me acord de mi madre y lo ingrato de su trabajo diario en la casa, pues no paramos en toda la maana de hacer cosas. Desde preparar el caf y llevarlo al nevero para que estuviera fresco hasta llenar y transportar los bidones de agua, haba una larga lista de cosas a preparar: t caliente con limn y azcar, sales a las cantimploras, refresco de naranja, preparar la comida, lavar la ropa y tenderla -Madre cunto vales!, y eso que nos ahorramos la plancha. Nos dedicamos luego a comer opparamente, bueno eso pensbamos nosotros ya que con tanta tranquilidad y comodidad nos pareci estar comiendo un pollo en pepi Mi primera expedicin 234 toria, cuando realmente nos conformbamos con las patatas fritas de su imaginaria guarnicin. Cano se entretuvo luego revisando y arreglando toda la alimentacin que nos quedaba y me iba diciendo para cuantos das nos quedaba tomate y para cuantos porcio- nes de quesitos, pero como se lamentaba en cada caso, yo lo iba anotando en mi diario y se lo iba narrando como una tragicomedia. -Dios mo!, que har cuando el tomate acabe As pas la jornada hasta que vimos aparecer a la primera cordada que bajaba por la empinada ladera del Ikibi sur, la ruta normal al Toubkal. Reconocimos enseguida a Ricardo y Jos Miguel y al poco, sobre las tres de la tarde llegaban al campamento donde estbamos deseando colmarles de atenciones y alimentos. Naturalmente lo primero que les pregunt fue si lo haban conseguido y fue Ricardo quien lo resumi nada ms quitarse su mochila. -Todos: Tte de Okuanoums, Toubkal Oeste y el Toubkal. Haban escalado la arista O.S.O. realizando la travesa de todos los picos. Era la primera cordada de espaoles que recorra este famoso itinerario, pues como se ver en el captulo La ltima ascensin la expedicin aragonesa de 1968 no escal la arista, limitndose a subir por el Ikibi Sur hasta el Toubkal Oeste y desde all, al Toubkal. Nosotros pensbamos que ya habran subido muchas cordadas espaolas dado la fama que tena este itinerario y nunca le dimos importancia al hecho histrico. Posiblemente nos confundi, sin pretenderlo, la cordada de catalanes que habamos conocido all, pues parecan tener ms informacin de la ruta que nosotros y ello nos hizo creer errneamente que era muy conocida por lo muy visitada. Slo al pasar a limpio mi diario treinta y cinco aos despus descubr este dato, que nos hubiera puesto muy contentos en aquellos aos. Con la misma ignorancia histrica haban contabilizado la cuarta ascensin espaola al Toubkal Oeste, (las tres anteriores cordadas haban coronado por la ruta normal) y la nmero diecisis espaola de todos los tiempos a la mxima altura del Toubkal, desde aquel formidable y pionero Andrs Espinosa en 1932, (la quince haba correspondido un poco antes a Mere y Riquelme). No lo hubiramos sospechado jams, pero as haba sido. Treinta y nueve aos despus de la primera, slo 33 espaoles haban coronado el techo de frica del Norte, incluso tal vez algunos menos, pero aquello no import aquella tarde pues nos bast saber que lo conseguido era una gran ascensin, cuya fama nos haba hecho dudar sobre nuestra capacidad durante muchas noches y lo habamos logrado. Jos Miguel Mart escribi el relato de aquella ascensin que reproduzco ntegramente: Salimos en direccin al Tizi Ouanoums a las seis y media de la maana. Remontamos primeramente el curso del ro durante un kilmetro ms o menos para comenzar a superar por la intrincada ladera de pedregal hasta alcanzar el collado (Tizi Ouanoums). Desde la cumbre hay que bajar unos metros hasta encontrar el emplazamiento del rappel que est situado dentro de una canal. El anillo de cinta pareca seguro y montamos nuestras cuerdas. Ricardo baj primero y al no llegar hasta el suelo se qued en una plataforma situada casi en el lmite de la cuerda y desde all destreparamos al collado. El Toubkal 235 Dibujos de la arista O.S.O Es evidente que el de arriba ha servido de patrn. Inmediatamente divisamos el monolito caracterstico a la izquierda del collado por donde comenzamos a subir. Nos tomamos un tentempi y pasamos a colocarnos los cascos y encordarnos. La arista comienza a escalarse por su cara norte, la cual est totalmente descompuesta igual que el resto de paredes que escalamos. La crestera comienza en direccin este, para despus girar al norte. La primera de las tres torres tiene una altura de unos sesenta metros y la mayor parte de ella no tiene grandes dificultades de escalada, pero hay que hacer notar el peligroso estado de la roca. Una vez superada la primera torre, se contina hasta la segunda cuya dificultad es mayor. Se inicia la escalada por un gran canaln que se va estrechando poco a poco hasta que nos vimos obligados a salirnos del mismo para quedarnos al acabar el primer largo de cuerda sobre una pequea cornisa. Desde all un paso transversal nos llev a otra canal igual que la anterior. La reunin tras el segundo largo de cuerda la hicimos encima de una gran roca empotrada en la canal. Desde all y en tcnica de chimenea superamos toda la canal y alcanzamos una nueva repisa desde la cual, mediante delicada trepada alcanzamos la cima de la segunda torre. En el descenso me llev un susto de mucho cuidado, pues not como el anillo de cuerda sobre el que habamos montado el rappel cruji. Segu bajando lentamente pero faltando unos metros para alcanzar la plataforma donde me Mi primera expedicin 236 esperaba Ricardo cuando el anillo se rasg y gracias a que ya iba desconfiando, y no estaba totalmente colgado de las cuerdas, pude seguir bajando con cuidado los ltimos metros destrepando sin cargar peso sobre el rappel. La tercera torre present igualmente dificultades similares a la anterior y despus de tres largos de cuerda por canales, alcanzamos la Tte de Oquanoums de 3.970 de altitud. Desde all seguimos por la cresta y sin mucha dificultad llegamos a la cima del Toubkal Oeste de 4.010 metros. Desde esta cima pudimos observar ya el trpode frreo del Toubkal y comprobar que las dificultades haban terminado por lo que nos desencordamos y tras recorrer el amplio collado que separa ambas cimas, comenzamos a caminar con mayor rapidez, impulsados sin duda por la presencia de la cumbre ms alta del norte de frica y poco despus la coronbamos. Los dos sentimos una gran alegra al encontrarnos all y despus de comer un poco iniciamos el descenso por el Ikibi Sur casi saltando por el inmenso pedregal. Nos alegr sobremanera cuando divisamos los dos puntitos azules sobre el fondo y apretamos todava ms el ritmo para llegar cuanto antes. * El Ikibi Sur, Tibeirines e Immouzer Les preguntamos si haban visto a Mere y a Riquelme y nos dijeron que no, pero s haban ledo el registro en la cima y dedujimos que siguiendo el plan previsto habran seguido por el cordal hacia el norte. No nos equivocamos pues al poco rato les vimos subiendo al campamento, desde el Ikibi Norte, lugar por donde haban descendido del macizo. Llegaron cansados y les ayudamos a quitarse las mochilas, al tiempo que, con impaciencia les preguntamos como les haba ido el da. Fue Riquelme quien nos resumi lo realizado: Una vez alcanzamos la cumbre por la ruta normal, bajamos desde all en direccin N.E. al collado y coronamos fcilmente el Imouzzer de 4.100 metros, siguiendo luego la cresta que tuerce en direccin oeste ligeramente, para subir al Tibeirine N.E. y al Tibeirine E. en cuya cima, y no en el Toubkal como tenamos entendido se encuentran los restos de un avin militar estrellado. La altura de estas cimas son 3.865 y 3.887 metros respectivamente. Mere nos mostr en esos momentos un gran puado de balas de distintos calibres, que traa en el bolsillo delantero del chubasquero, y que como si fueran caracoles, haba ido cogiendo mientras bajaba de la montaa. Luego comimos los seis juntos, an cuando Cano y yo ya lo habamos hecho, comentando con animacin los incidentes y peligros que cada cordada haba tenido en el da. Cuanto me hubiera gustado al poner en orden este diario que ellos hubieran podido ampliar mis notas con sus impresiones, pues estoy seguro, adems que la narracin de esta actividad hubiera sido un soplo de aire fresco no exento de gracia, siendo El Toubkal 237 ambos como eran y la gran pareja que hacan, siempre metindose el uno con el otro a la mnima ocasin, pero siempre con humor y sana alegra. En mi mente todava estn frescas las imgenes de aquella tarde cuando volvan y antes de llegar donde les estbamos esperando Riquelme empez a meterse con su amigo exagerando cualquier cosa que hubiese ocurrido ese da entre ellos. Creo recordar que vena satirizando sobre el avin, una buena ocasin que no poda dejar perder. Vena gritando: -Casi volvemos, por culpa del enano este! -Enano yo, Mala mierda te ahogue! -Pues no se quera traer medio avin el capullo! Antonio Riquelme con su habitual buen humor nos relat la actividad. Mere sobre el trpode de la cima del Toubkal haciendo ondear las banderas para la 15 ascensin espaola al techo de frica del norte. Mi primera expedicin 238 -Capullo t, que queras volver a subir el Toubkal!, Anda que si no llega a ser por m, an estbamos all arriba. -All arriba, s!, pero en el avin! Anda tira delante de m, que te vea bien, no te vaya a pisar. -Ser mamn el to! A que te doy con el piolet en los morros... Parece que los estoy viendo llegar representando una ms, de las muchas escenas cmicas que solan tener estos irrepetibles amigos y compaeros a los que nunca podr olvidar. La reunin tras la comida se prolong largamente. Estbamos contentos por lo realizado hasta el momento, y la sobremesa se alarg hasta la cena, la cual, a la vista del plan previsto para el da siguiente y al cansancio que todos tenamos la hicimos mucho ms temprano de lo habitual, despus de preparar todo lo necesario. El plan consista en desplazar un campamento avanzado en el refugio Lepiney integrado por dos cordadas que intentaran realizar ascensiones y escaladas en la pared N.E. del Tazahart, que era en aquellos momentos para nosotros, el objetivo ms incierto que nos quedaba por culminar. Las paredes vistas desde la distancia impresionan por su grandiosidad y en la fotografa que tantas veces habamos manoseado cada vez nos pareca ms difcil. Acordamos no llevar tienda de campaa, pues Cano y Riquelme nos informaron de lo inclinado y largo que es el corredor hasta el Tizi Tadat y lo incierto del descenso por la vertiente opuesta, aunque ya sabamos que era posible el paso. Tal vez a causa del descanso del da transcurrido, o inquieto por el venidero, me cost conciliar el sueo mientras mis compaeros dorman a pierna suelta. Me pregunt que estara pasando en Espaa y curiosamente all tambin Octavio Lpez se lo haba preguntado, escribiendo una pequea resea cuyo titular Sin noticias de Marruecos encerraba la misma preocupacin. Al final cerr los ojos cuando ya era de madrugada y logr dormir un poco. *** El Tazahart 239 Captulo 18 El Tazahart El macizo del Tazahart cuyo punto culminante es el Talat n Ifri de 3.980 metros. Couloir Diagonal Travesa del Tazahart Mi primera expedicin 240 A ti piedra calcrea, roca caliza y podrida, que fuiste principio y escuela, en mis aos mozos de vida. (Pobretrasto) El Tazahart 241 XVIII Couloir Diagonal A pesar de la ilusin que tena por salir, estaba hecho polvo por lo poco que haba conseguido dormir pensando en mi patria y en los mos, aunque estaba mejor sin saber nada. En Espaa seguan siendo actualidad los flecos del fallido golpe de estado en Marruecos, con noticias como la que ese da publicaban los rotativos de la mayor parte de peridicos: Ejecutado el lder del golpe en Sudn y tres de sus colaboradores El jefe del estado Libio se convierte ahora en rbitro del mundo rabe Se haba producido una segunda rebelin tras la de Marruecos y el coronel Gadaffi la hizo igualmente naufragar. Era evidente que el mundo rabe andaba revuelto y sin embargo all en las montaas, nuestra convivencia con los muleros era excelente. Haban subido alimentos al refugio para el fin de semana pues se esperaba a unos ingleses, segn pudimos entender y ca en la cuenta de que otra vez era sbado. Slo haba transcurrido una semana desde que saliramos de nuestra ciudad y haban ocurrido tantas cosas que me resultaba imposible enumerarlas all. Emprendimos la marcha ms tarde que nunca, pues seran las ocho cuando Mere y Riquelme nos despedan dispuestos a tomarse un descanso merecido, particularmente el primero que haba estado tres das salvando desniveles sin descanso. No nos preocup el horario ms que por el sol, pues el nico propsito que nos habamos hecho era llegar al refugio Lepiney y pasar el resto del da reponindonos de la subida, cogiendo fuerzas para el regreso al siguiente, despus de la escalada. Mi primera expedicin 242 Los muleros de Imlil acamparon junto a nosotros para comer y charlar. Lentamente fuimos ganando terreno entre el canchal de piedras bajo las pesadas cargas de nuestras mochilas. Riquelme film nuestra salida hasta que nos perdimos detrs de la cresta que oculta el corredor del Tizi Tadat. Se haba empeado en acompaarnos tambin hoy, pero Cano que pareca estar repuesto le oblig a descansar. El corredor es tremendamente largo y bastante empinado, pero la nieve se encontraba en mejores condiciones, posiblemente al estar durante ms horas del da protegido del sol, y las ondulaciones de la nieve son poco profundas, lo cual resultaba cmodo y un buen apoyo para superar la pendiente. Alcanzamos el primer collado donde esperamos a Cano que indudablemente suba tocado. Era evidente que su recuperacin no estaba siendo buena. Cuando lleg descendimos por la vertiente opuesta para alcanzar un estrecho y cercano collado donde nos sentamos a descansar un rato con la mirada atnita sobre la cara N.E. de Tazahart. La vista desde all es sencillamente fantstica. Ambos desniveles: el que tenemos que bajar hasta el fondo del valle y el que vemos frente a nosotros resultan impresionantes, tal parece que estemos en el balcn del piso mil de una calle no muy ancha. Slo pude decir: -La leche! La visin de los muros del Tazahart es sobrecogedora. Se eleva unos ochocientos metros desde el fondo del estrecho valle hasta una altura superior a la que nos encontrbamos y todo ello delante mismo de nuestras narices. A la izquierda se eleva puntiaguda como una nave espacial la cima del Talat n Ifri, el punto culminante de la elevada meseta que se advierte. Enfrente mismo se levanta el couloir central, grandioso y de rectilneo trazo y hacia la derecha el couloir Diagonal. Comimos un poco y nos lanzamos por el sombro corredor Oeste, derrapando por la nieve hasta que la dureza del hielo y la estrechez e inclinacin nos aconsejaron salirnos de su peligrosa pendiente y bajar por los pedregales del lado derecho rodeando o bajando las pequeas paredes que se interponan en nuestro descenso. En poco tiempo bajamos la empinada pendiente y cruzamos los grandes neveros para ir a parar junto a una pequea cascada de agua que nos pareci el sitio ideal para El Tazahart 243 instalar nuestro vivaque. El refugio Lepiney se divisaba mucho ms abajo de all y enfrente mismo comenzaba el corredor central que desde aquella perspectiva haba ganado majestuosidad. Jos Miguel Mart en el largo corredor de nieve que sube al Tizi Tadat. Al llegar cerca del collado la pendiente aumenta y es necesario trepar por las rocas. Dibujo de la seccin con los tres picos ms importantes del macizo. Nada ms llegar al lugar, Cano nos manifest su deseo de regresar al campamento ya que segua estando mal. Le persuadimos de tal idea, pues volver a remontar la estrecha canal hasta el Tizi Tadat de donde habamos bajado era casi ms penoso que subir al Tazahart. Finalmente decidi bajarse al refugio Lepiney y Jos Miguel se ofreci a acompaarle, pues sus botas le haban estado torturando durante toda la bajada y Mi primera expedicin 244 tampoco era cuestin de dejar solo a Pedro. Su plan era regresar al otro da al campo base cuando ambos estuvieran totalmente recuperados. Con este contratiempo nuestros planes iniciales se haban desbaratado, ya que el propsito era, que mientras una cordada subira por el corredor Central, la otra lo hara por el Diagonal, para confluir ambas en el Talat n Ifri y regresar juntos al campo base. Despus de varios improvisados planteamientos al pie de aquella bonita cascada de agua Ricardo y yo decidimos intentar en el mismo da el corredor Diagonal por estar situado ms sur y ser el ms fcil, cuestiones que nos permitiran coronar los tres picos ms importantes del macizo, para vivaquear en el ltimo y regresar desde all a la maana siguiente al campamento al tiempo que lo hiciesen nuestros compaeros. En un principio tenamos previsto escalar el atractivo corredor central de mayor dificultad, pero ya era tarde para meterse en tan arriesgada empresa. La decisin final la consensuamos viendo ambos, que lo ms aconsejable despus de la situacin creada era atacar el Diagonal y as lo hicimos. Sin perder un instante cargamos sobre los hombros las mochilas con toda la carga y nos lanzamos cuesta abajo en direccin al comienzo del corredor, para lo cual atravesamos en primer lugar sobre la nieve del couloir central. Jos Miguel y Cano nos acompaaron durante este trecho del camino, que iba tambin en buena direccin hacia el Lepiney. Al pasar junto al diagonal nos despedimos y subimos los primeros 200 sin encordar hasta alcanzar una gran plataforma, antes de que la nieve se encajonase definitivamente entre las crestas de la pared. Nuestros compaeros se quedaron un rato viendo nuestra evolucin y al poco continuaron su camino. El autor y Ricardo Vicedo poco antes de iniciar la escalada al corredor Diagonal. No llevbamos crampones, dado el conocimiento del estado de la nieve en la zona, que ya tenamos de las ascensiones realizadas con antelacin, pero si los hubiramos llevado seguramente nos los habramos calzado. En el gran rellano sacamos la cuerda viendo que la inclinacin de la pendiente nos haba engaado vista desde el El Tazahart 245 Tizi Tadat. La diagonal que traza el corredor engaa visualmente, desvirtuando la verdadera pendiente que es muy superior. Los primeros espaoles en recorrer este itinerario en sentido ascendente fueron los integrantes de la II Expedicin Gallega al Atlas en 1969, Antonio Faria y Manuel Castieiras. Recurrir a la descripcin que ellos hicieron de este recorrido: El corredor Diagonal visto a mitad de bajada desde el Tizi Tadat. Mi primera expedicin 246 Couloir Diagonal Los 150 primeros metros discurren por una pendiente de morrena salpicada de bloques y placas de hielo, hasta comenzar el corredor de hielo propiamente dicho, que inicialmente no presenta mayores dificultades. Aproximadamente a mitad de la escalada, el couloir se estrecha y un bloque empotrado entre ambas paredes cierra el paso. Se hace un paso de hombros para vencer el extraplomo inicial del bloque, colocando una clavija en la parte derecha (empleo de estribos). La parte superior del bloque est cubierta de verglace, en capa fina que salta al choque del piolet y no permite hacer ningn punto de apoyo (15 metros de IV y A-1). Contina el couloir en forma de canal muy estrecha y pendiente, siendo las reuniones delicadas. Tres largos de cuerda por encima del bloque empotrado el corredor se va ensanchando en forma de embudo, al tiempo que una capa de unos 30 40 centmetros de nieve recin cada y sumamente blanda se les presenta. Continan de esta forma un largo ms, pero se ve comprometida la estabilidad del segundo de cuerda por la formacin de pequeos aludes que el primero de cuerda ocasiona a su paso por la nieve blanda, que fcilmente resbala sobre la pulida superficie de hielo. Deciden abandonar esta zona peligrosa, haciendo un paso lateral del couloir hacia la izquierda, hasta hacer contacto con la pared rocosa. Escalan hasta la arista (IV), y continan por ella unos 200 metros (III), finalmente alcanzan el plateau superior del Tazahart. Sin dificultades y por terreno muy fcil alcanzan la cumbre del Tiskn. Entramos en el Corredor Diagonal. Para completar una idea de las dificultades, citar tambin que dos cordadas de la expedicin catalana Operacin Gran Atlas-70, segn anuario de 1970, descendieron por el couloir Diagonal y tuvieron que instalar dos rappeles de 40 metros. El Tazahart 247 Hoy las guas de montaa sealan este itinerario como uno de los ms rpidos para bajar de la montaa, pero ciertamente aconsejan que no se suba a ella si no es de la mano de algn gua experto en escalada. Despus de nuestra experiencia en el Corredor Diagonal, yo personalmente creo que buscara otra bajada aunque ello supusiese dar un rodeo, que tampoco es grande. Naturalmente depender siempre del estado en el que se encuentre la nieve o el hielo y el equipo del que se disponga. Los gallegos estuvieron en invierno (octubre 1969) y los catalanes en verano (agosto 1970). A quienes lo intenten, advierto que todos los espaoles que haban pasado por all eran escaladores y miembros en activo de sus respectivas secciones del Grupo de Alta Montaa Espaol, y por lo tanto, consumados alpinistas. La nuestra la resumir diciendo que de haber llevado crampones, seguramente hubiramos disfrutado en este bello corredor cuyo ambiente es netamente alpino y bastante areo, pero carecer de ellos, nos hizo sufrir en varios tramos del recorrido. La pendiente inquietante en algunos tramos nos oblig a buscar seguridad en la roca, clavando siempre que podamos para asegurar los relevos. El final del corredor, tambin se nos complic un poco, por el hielo que a esa altitud todava permaneca sobre la roca en algunos tramos. Finalmente logramos la primera escalada espaola del Corredor Diagonal, pues realmente los gallegos no haban rematado ntegramente el corredor al abandonarlo antes de su final y los catalanes lo haban bajado utilizando dos rappeles para ello, con lo cual tcnicamente fueron los primeros en bajar (en rappel) no en subir que es otra historia, como cualquier alpinista sabe. Pero nuestra alegra fue exclusivamente por haber abandonado aquellos abismos, lejos como ya he repetido otras veces, de honores de conquista que nunca argumentamos a nuestro regreso. * Travesa del Tazahart Alcanzada la planicie, el panorama cambia por completo. Atrs quedan los abismos de la pared noreste, y por delante una verdadera estepa de piedras ligeramente inclinada, es todo lo que se alcanza a ver. Pronto se corona la Punta Tsoukine de 3.845 metros donde el viento soplaba excesivamente fuerte en aquellas horas de la tarde y ms adelante dejamos nuestras pesadas mochilas en el collado para subir al Tiskn de 3.936. Desde all alcanzar la cumbre del Talat n Ifri es ya un verdadero paseo (Ifri significa cueva). Esta cota es la mxima altura del macizo con sus 3.980 metros. En la cima nos acurrucamos al cobijo del viento entre dos grandes rocas orientadas al norte. De haberlo sabido, habra anotado para la historia de los espaoles en el Atlas, que habamos realizado la quinta ascensin a la punta Tsoukine, despus de las cuatro cordadas catalanas de 1970, la dcima al Tiskn y la octava al Talat n Ifri, tras catalanes y gallegos de 1968 y los catalanes de 1970 quienes peinaron definitivamente todas las cimas de este macizo. Fue una suerte no saberlo pues as dedicamos toda nuestra atencin a la fantstica visin que el atardecer nos ofreca. Mi primera expedicin 248 Delante de nosotros la barrera del Ouanoukrn, dorada por los rayos del sol ya debilitados, nos dej ver por encima de las desnudas y caractersticas crestas de los Clochetons, la gran mole del Yebel Toubkal. Mientras comimos unas galletas y algo ms slido discutimos la posibilidad de regresar al campamento base. Ricardo se mostr contrario a la idea, y yo mismo tampoco estaba seguro de poder llegar antes de que cayese la noche debido a lo avanzado de la hora, pues eran las seis de la tarde y el sol iniciaba su declive camino al desierto que a lo lejos, como un mar de arena, se divisaba al Oeste. Acordamos intentarlo, bajando al Tizi Melloul y atravesar hasta el Tizi del Amhararhas n Iglioua que corta la cara Sur del Afella y la norte del Akioua. Dicho y hecho, en pocos minutos bajamos al collado, pero desde all no vimos clara una ruta entre las paredes del Afella que nos condujese fcilmente al del Amhararhas, a pesar que lo intentamos buscando una posible canal. Resignados, comenzamos a subir pacientemente hacia la cima del Afella muy cansados y aplastados por el peso de toda nuestra impedimenta, pero an llegamos con luz a la cima, y desde all, convinimos que lo mejor sera ir hacia el pico central de Clochetons para iniciar el descenso, buscando paso por una gran canal que result ser una verdadera ratonera, cuyos peligros sorteamos bajando y subiendo lateralmente los inclinados contrafuertes de la montaa. No estbamos preocupados pues llevbamos todo lo necesario para pasar la noche, pero ya era mala suerte, tener que quedarse a dormir viendo las luces de nuestro campamento, que al oscurecer lucan a nuestros pies. En nuestra bsqueda de continuas canales que bajasen hasta el fondo del valle, seguimos a oscuras la intuicin de Ricardo que das antes haba bajado desde la Tour, pero eso signific realizar un largo flanqueo hasta situarnos bajo la vertical del Siiguinnoussene para descender el corredor y alcanzar as el Isougane n Ouagouns y con l, nuestras tiendas de campaa. Era totalmente de noche cuando gritamos para que nuestros compaeros nos oyesen, pero tardaron bastante en hacerlo, desde la puerta del Refugio Neltner donde estaban charlando con el guarda. Cano y Jos Miguel no haban regresado, hecho que no nos preocup demasiado, pues Ricardo les haba dado dinero, por si vean la posibilidad de bajar hasta Imlil en lugar de tener que darse la paliza de regresar por el collado. Les contamos a Mere y Riquelme lo ocurrido y lo realizado mientras nos preparaban una sopa caliente con la que reponer el tremendo desgaste y la cena transcurri animada por los comentarios de nuestra bonita ascensin y la penosa marcha de retorno. Tanto les hablamos del couloir central del Talat n Ifri y de nuestra pena por no haberlo hecho, que antes de irnos todos a dormir acordaron salir ellos dos a la maana siguiente con la intencin de lograr su escalada, cosa que tanto Ricardo como yo agradecimos, pues la paliza que nos habamos metido en el cuerpo haba sido de las que no se olvidan. Me dorm sumando mentalmente los metros de desnivel que nuestras doloridas piernas haban soportado en aquellas pendientes ingratas y lo hice defraudado, pues no logramos sumar ms de 3.700 metros entre subidas y bajadas, y tanto a Ricardo como a m nos pareci que las matemticas nos estaban engaando, al reducir a un mero y fro nmero el tremendo esfuerzo realizado. Antes de irme a dormir lo anot en el diario como la mayor de las palizas montaeras que ninguno de los dos nos habamos dado hasta aquel da, as que cuando el cielo cuaj aquella noche de estrellas, ni Ricardo ni yo llegamos a verlo. Fue fcil para Morfeo, bondadoso dios de griegos y romanos, llevarse nuestras mentes a sus dominios, dejando sobre el suelo de la tienda, dos cuerpos hechos guiapos. *** El accidente 249 Captulo 19 El accidente Ricardo ayuda a Mere a su llegada al campamento tras el accidente. Da de descanso Aventura o espritu de aventura El accidente de Mere Mi primera expedicin 250 Camarada de cuerda y clavija. Compaero de mil aventuras. El destino te separ, de todo aquello que amabas. La montaa fue tu anhelo, tu pasin y tu locura. Ahora tan slo en sueo, revives los momentos de aventura. No importa que tus facultades, se encuentren ahora mermadas, por que tus pensamientos estarn siempre en las escaladas. Todos sentimos tu ausencia, y aunque no puedas escalar, siempre camarada sers, en el grupo uno ms. Hasta siempre nunca adis, no te quepa la menor duda, siempre te recordaremos, Manuel Pascual Boluda. (Moneo y Pobretrasto) El accidente 251 XIX Da de descanso A las seis de la maana Mere y Riquelme partan en busca del sueo que los relatos de la noche anterior acrecentaron. Sobre todo Riquelme, quien ya haba visto el Tazahart y sus magnficos corredores, estaba ilusionado. Habamos hablado tanto de aquel macizo, inspirados por la nica y solitaria fotografa que trajimos de Espaa, que representaba para todos el Sangri-la, como aquella pelcula en la que sus protagonistas descubran un mundo escondido; porque eso era para nosotros el Tazahart, un oculto y lejano mundo al que pudimos acceder, para disfrutar de una visin totalmente distinta y nueva de aquellas montaas. Les vimos hacerse pequeos entre el ocre pedregal en direccin al corredor del Tadat y no les envidiamos. El corredor Central del Tazahart haba sido nuestro objetivo irrealizado y claro que a Ricardo y a m nos hubiera gustado estar all para intentarlo con todo el da por delante, pero tener que subir otra vez el dichoso corredor del Tadat, calm nuestras ganas. Tenamos adems que estar all y esperar a Cano y Jos Miguel, que intuamos haban bajado hasta Imlil y estaran tomndose unas buenas cervezas. A stos los envidiamos ms. Los mismos platos que fregar, la misma ropa que lavar y las mismas tiendas que limpiar. De las tareas de campamento slo destacar el cambio del caf helado por chocolate helado, invento de Ricardo que no estuvo nada mal. La segunda novedad del da fue comprarles al guarda del refugio Neltner, y a un gua que se haca llamar Tensing Mulay, las tortas de centeno que tenan en sus alforjas a un Dirham la pieza. Muy caras, pero es lo mximo que logramos despus de arduo regateo. Era evidente que nos haban visto partir nuestro pan a martillazos (vers Mi primera expedicin 252 luego que no exagero un pice) y saban la falta que tenamos. Al final nos ofrecieron amablemente sus servicios para subirnos tortas recin hechas cada da a tres Dirhams la pieza, pero no pudimos aceptar. Era muy caro para nuestros bolsillos, aun reconociendo que nosotros no lo haramos por ese precio, por muy negocio que fuese. Tensing Mulay era el gua del Toubkal y ofreca sus servicios a los extranjeros que llegaban hasta Imlil con intencin de subir esta montaa, pero naturalmente nada saba sobre la cresta O.N.O. que queramos escalar, pues cada vez que le preguntbamos por ella, siempre nos indicaba que el camino era por el Ikibi. Era evidente que un gua de Imlil no se pareca en nada, en aquellos tiempos, a uno de Chamonix, por mucho que se hiciera llamar como el primer Sherpa que subi a la cima del Everest junto a Hillary. La tercera y ltima ancdota debi tener alguna gracia, al menos para Ricardo que no paraba de rer al regreso del arroyo, donde haba ido a fregar nuestros cacharros. -Maestre, si te digo que nos hemos quedado sin vajilla Me creers- Se rea a mandbula batiente. -No me lo digas!- grit, como si algo malo hubiera pasado, tal vez sorprendido. -S!, si te lo digo. Se la llev el ro como el Seor se llev a mi abuela. -Vers cuando se entere Cano! Yo tambin me re, y as fue como pasamos a comer directamente, de la sartn o de la lata, pues descartado qued poder recuperar nuestros cacharros bajo el hielo, que cubra a grandes intervalos todo el cauce del bravo arroyo. Afortunadamente quedaron un par de platos y algunos vasos para poder compartir. El resto del da lo dediqu a aumentar la coleccin de minerales, que da a da, haba ido recogiendo por las montaas, y que guardaba en una bolsa de plstico, bajo una piedra cercana a una de las tiendas de campaa, con la sana intencin de regalrselas al Centro. Intil esfuerzo al quedar all olvidadas. Ricardo por su parte se entreg a lo que l llamaba cultivo de la mente ensoadora, que traducido del vete-t-a-ver quera decir siesta. Antes de las cinco de la tarde divisamos dos puntitos rojos que suban en direccin al campamento. Estaban muy lejos y caminaban muy lentamente. Por lo abajo que estaban, casi al final del valle, dedujimos que se trataba de Cano y Jos Miguel pero a medida que se acercaron, vimos que eran Mere y Riquelme y que uno de ellos cojeaba y era ayudado por el otro. Bajamos a toda prisa a su encuentro y pronto advertimos que era Mere el que vena apoyndose sobre su amigo. Como sanitario de la expedicin, Ricardo se ocup en todo momento del herido. Afortunadamente los cortes y contusiones en un brazo y una pierna no revestan gravedad y Ricardo pudo solucionarlo con el botiqun que llevbamos, pero qu hubiera pasado si las heridas hubieran sido de mayor gravedad... * Aventura o espritu de aventura Los puntos suspensivos tras mi pregunta, equivalen a la incgnita de cualquier respuesta y en cualquiera de ellas que se diera, se encerrara el valor que el ser humano otorga a la aventura, naturalmente segn el significado que da al vocablo la Real Acade El accidente 253 mia de la Lengua Espaola: Llegar, suceder. / Acaecimiento, suceso o lance extrao. / Casualidad, contingencia. / Empresa de resultado incierto o que presenta riesgos / Relacin amorosa ocasional (omitamos la ltima y trivial entrada ya sabida, por favor) pues la aventura puede ser grata o ingrata segn el resultado del lance. Siendo as, intentar predecir situaciones indeseadas podra entenderse como la no aceptacin de la aventura y eso es en realidad lo que hacemos los montaeros al hacer estudios de todo tipo, tratando de prever hasta las situaciones menos probables. Sin embargo, al final de todo, hay un alto grado de aceptacin del riesgo en la decisin ltima de un alpinista. Complicado galimatas del que saldr como pueda simplificando que ya es la vida una aventura, si nos ceimos al diccionario pues ciertamente all, en el corazn del Alto Atlas, donde nosotros creemos estar vivindola, se encuentra a escasos metros un mulero que cumple con su trabajo diario, el cotidiano, el que le dar el sustento necesario para su ms elemental supervivencia y si l, de la misma manera que cualquiera de nosotros, por descuido o mala fortuna, se viera involucrado en idntico accidente (que estoy seguro alguna vez le habr ocurrido) no habr tenido nunca ste, ni para l ni para nadie, la consideracin de aventura, si no ms bien, de fatalidad, desgracia o mala suerte. Ricardo curando la herida en la pierna a Mere. Dos accidentes iguales, ocurridos a dos hombres distintos, cuyas aspiraciones sean diferentes, generan consideraciones desiguales sobre un mismo hecho. Estar equivocada la Real Academia de la Lengua Yo con la humildad de mi reconocida ignorancia sobre asuntos lingsticos difiero del significado, pues Aventura no puede ser algo que le pueda suceder a una persona y a otra no, y por ello no se puede referir a hechos ocurridos o por ocurrir, ni por contingencia, ni ocasionalmente, ni reconociblemente, ni de manera extraa. Mi teora es ms simple. Siempre sent que la aventura tiene ms en comn con la forma que uno enfoca, incluso sin saberlo, la filosofa de su propia vida. Es un sentimiento por el cual se acepta cualquier porvenir, con tal de satisfacer la inquietud interior primera. Hablaremos entonces de tener espritu de aventura o no tenerlo. De tener ese sentimiento por algo que entrae superacin de uno mismo, o carecer de l. Los dos, el mulero y yo estbamos en el mismo lugar. l en lo cotidiano, yo llevando a cabo un deseo interior. Podra explicarse as que para el mulero venir a las playas de Alicante Mi primera expedicin 254 (siempre que fuera ese su mayor deseo) representara su aventura, y para m lo cotidiano. Sentir el deseo de vivir la experiencia y ser capaz de intentar llevarla a cabo, es tener ese espritu aventurero. El inmovilismo o cualquier forma de conformismo, lo contrario. * El accidente de Mere Mere, algo magullado y con unos hematomas en la cadera y la espalda que descubrimos tras la exploracin, estaba bien. Su accidente, catalguese como desgracia o infortunio entraba dentro de los parmetros asumidos. El botiqun lo habamos llevado por algo, as que su espritu aventurero permaneca intacto. Otra cosa le habran llamado a l, y tambin a todos nosotros, en la sociedad de la que procedamos, si los puntos suspensivos que motivaron mi elucubracin anterior hubieran sido de sutura, pero dejmoslo en el susto y en la buena suerte que aquel da tuvo. Segn nos contaron, el accidente haba ocurrido sobre las nueve de la maana, cuando estaban bajando por la vertiente oeste de Ouanoukrm, la canal helada que acorta el tiempo de bajada a cambio de asumir riesgo. Ocurri que a Mere se le escap el piolet de entre las manos en un resbaln y se precipit por la estrecha canal golpendose contra la roca en su cada. La suerte o el milagro, o como dijo Riquelme: las dos cosas juntas, pusieron en sus manos de nuevo el piolet y pudo frenar su cada, no sin antes, recibir varios trompazos. Riquelme le socorri sobre el mismo terreno, practicndole las primeras curas, gracias al diminuto botiqun de asalto que llevaban, y puesto que estaban ms cerca del valle que del collado, decidieron seguir bajando hasta el refugio Lepiney, donde pensaron en la posibilidad de encontrar todava a Cano y Jos Miguel, pero no fue as. En el refugio no haba nadie y decidieron descansar un buen rato. Riquelme lo necesitaba tanto como el herido, al haber tenido que bajarlo a cuestas, casi desde el mismo lugar del accidente. Hacia el medioda decidieron iniciar el penoso regreso, buscando un paso de la cordillera menos duro y para ello, bajaron en direccin Norte por el valle y remontaron la pendiente hasta alcanzar, sin proponrselo la cima del Hadj de 3.650 metros, modesta cima que ninguna otra cordada espaola haba coronado antes, dato que no les import ni lo ms mnimo, cansados y casi obsesionados por llegar al fondo del valle y coger el sendero por el que volver a subir a nuestro campamento, lugar donde les vimos aparecer. Durante todo el tiempo que dur la cura a Mere, Riquelme no dej de gastarle bromas sin parar y ste le sigui la corriente como haca habitualmente, as que era fcil deducir ausencia de gravedad y el susto qued en una ancdota. La recompensa de ambos fue comerse la torta de centeno que quedaba. -Ya os podais haber quedado a vivaquear por ah, Cabrones!- brome Ricardo mientras parta a martillazos la hogaza de un pan, que llevaba amasado como mnimo diez das, y que iba a ser el pan nuestro (de Ricardo y mo) aquella noche. -Mjalo y os lo comis como los pollos!- contest Riquelme. El accidente 255 Hubo respuesta, pero ya no es publicable. Pareca que el corredor Central del Tazahart no quera recibirnos, pues era la segunda vez que los planes para su escalada se haban visto abocados al fracaso. Seguamos sin noticias de nuestros dos compaeros, pero ahora estbamos convencidos de que estaran los muy bribones! comiendo y bebiendo a cuerpo de rey en la aldea de Imlil. Si no fuese as qu habra ocurrido Ricardo parte un pan de haca diez das con el martillo de escalada. Habamos acordado Riquelme y yo, intentar por la maana la arista O.N.O. al Toubkal. Mi primera visin de la cresta desde la cima del Akioua me haba impresionado favorablemente, pero fue el juego de luces y sombras que la otra tarde propici el sol al despedirse sobre el macizo, y que pude admirar desde el Afella, lo que me decidi a intentar el impreciso trazado de crestas y espolones rocosos que se elevan entre los dos Ikibis y suben hasta el frreo trpode cimero. La incertidumbre de una ruta sobre la que nada sabamos, y el paradero de nuestros dos compaeros de expedicin, hicieron retrasar un sueo que finalmente lleg. *** Mi primera expedicin 256 El Tazahart 257 Captulo 20 La ltima ascensin Desde la cima del Toubkal las nubes van saltando la barrera del Ouanoukrm Hacia nuestro campamento. Nuestro tiempo acaba y la montaa parece cerrarse. La odisea de Cano y Jos Miguel La arista O.N.O. La convivencia En socorro de los ingleses Mi primera expedicin 258 Era su hijo un montn, de recuerdos para ella. Era su hijo escalador, y nunca se separ de ella. Era ahora un montn, de huesos y carne rota. Era un da como tantos, cuando cay de la pared traidora. Era la vieja un lamento, de rodillas en la tumba. Era un lamento la vieja, porque ya no lo ver nunca. Era un mar de lgrimas, el pauelo que guardaba. Era un llanto continuo, y poco a poco se agotaba. Era su cara un sembrado, de piel casi quemada. Eran arrugas del tiempo, que estaba all arrodillada. Era la tarde lacia, con grandes nubes rojas. Era el sol que se esconda, cuando march con su congoja. Eran sus pasos lamentos, en sus ya gastados pies. Eran sus pasos lamentos cuando se alejaba de l. (Moneo) El Tazahart 259 XX La odisea de Cano y Jos Miguel Apretando las correas de nuestras mochilas estbamos, cuando vimos llegar por fin, a nuestros compaeros. Efectivamente venan desde Imlil como habamos supuesto y no tardamos en interrogarles sobre lo ocurrido. Jos Miguel Mart escribi al regreso a Espaa la crnica de aquellos dos das en los que para nosotros, estuvieron desaparecidos: Nuestros compaeros Ricardo y Maestre se separaron de nosotros y comenzaron a bordear las paredes que les separaban del Couloir Diagonal, mientras que Cano y yo nos quedamos todava en el lugar donde nos habamos separado observando como progresaban lentamente. Al rato emprendimos el descenso, volvindonos de cuando en cuando para observar la progresin de nuestros compaeros, hasta que les perdimos de vista tras las crestas que enmarcan la canal de hielo. Despus de una hora de fcil bajada llegamos al refugio Lepiney, situado a una altura de 3.000 metros. Estuvimos primero en la puerta observando los alrededores donde hay una bonita cascada de agua a pocos metros, bajo el refugio. Omos unas voces pero no pudimos averiguar de donde provenan. Pasamos luego al interior del habitculo y miramos en el libro de visita donde Mi primera expedicin 260 estampamos nuestras firmas dando fe de nuestra estancia all y luego comimos un poco mientras descansbamos del esfuerzo del calor del da. Jos Miguel Mart, en el refugio Lepiney, y junto a la cascada de agua que hay en sus inmediaciones. Cano me comunic que no se encontraba nada bien y propuso que sera mejor que nos bajsemos al pueblo de Imlil, propuesta a la que yo acced. Salimos del refugio a las tres de la tarde y comenzamos el descenso por una senda en pendiente que desciende en continuos quiebres, bordeando continuamente la margen derecha del ro. Todo el paisaje a nuestro alrededor es de una belleza extraordinaria, pues el ro discurre en continuas cascadas formndose multitud de arco iris. El camino lo recorrimos sin ninguna novedad hasta que llegamos a un cruce de sendas, donde no sabamos por donde continuar. Aconsejado por Cano decidimos seguir por la de la izquierda, que continuaba bajando y despus de tres horas de bajada nos dimos cuenta que habamos tomado la senda equivocada, pero decidimos seguir por ella hasta ver a donde nos llevaba. Media hora despus llegamos a un poblado donde primero vimos a dos mujeres, pero al acercarnos para preguntarles, stas se marcharon corriendo ante nuestro asombro, pues no entendamos el motivo por el cual se haban ido. Inmediatamente sali un hombre de una de las cabaas y se acerc a nosotros. Era alto, llevaba un espeso bigote y vesta el traje tpico de aquellas montaas. Le pregunt en francs sobre el camino a tomar para llegar a Imlil y el hombre muy amablemente, y tambin en francs nos indic que le siguisemos. Nos acompa un cuarto de hora hasta dejarnos en un cruce de senderos, indicndonos desde all lo que tenamos que hacer. Nos despedimos del lugareo y continuamos por la senda que nos haba indicado que sube durante unas dos horas por una loma hasta un collado. Estaba anocheciendo cuando desde all vimos algunas luces y enseguida reconocimos que se trataba de Imlil. Eran las ocho y media de la tarde cuando bajamos casi corriendo el camino que El Tazahart 261 nos separaba del pueblo; tanto es as que nos despistamos en una senda y tuvimos que preguntarle a otra persona, que de nuevo muy cortsmente nos acompa, hasta dejarnos en la senda correcta. Al final continuamos entre bancales y torrenteras que descendan por todas partes hasta llegar al esperado destino. Nos dirigimos al refugio del Club Alpino Francs, que ya conocamos donde estaba cenando en ese momento una familia inglesa. Le pedimos a Brahim unas patatas y nos hicimos de cenar antes de acostarnos. Nos levantamos tarde al da siguiente y fuimos a buscar la comida necesaria para pasar el da. Despus todo transcurri sin novedad. A las dos de la tarde comimos y a las cuatro llegaron los montaeros catalanes que nos comunicaron que haban estado escalando en la zona del refugio Lepiney, y que al vernos a la puerta del mismo nos haban llamado. Entendimos que haban sido sus voces las que habamos escuchado. Toda la tarde estuvimos charlando con ellos hasta la hora de cenar y luego sin ms nos acostamos. Nos despert Brahim a las seis como habamos acordado y montados a lomos de los mulos, llegamos al campamento, en el mismo momento que Riquelme y Maestre salan hacia la arista del Toubkal. *** La arista O.N.O. Riquelme y yo, en aquel momento slo supimos lo esencial, pues ya tenamos sobre las espaldas las mochilas y se estaba haciendo tarde para nuestros planes. Ante nosotros el gran paredn de roca fue el primer obstculo donde la escalada no era tal, ms que a trozos. Una sucesin de rocas sueltas colgadas en areos terraplenes y de vez en cuando una trepada fcil tcnicamente, aunque comprometida, nos llev a lo alto de la primera torre o resalte que estaba desgajado del resto de la cresta, formando una cima independiente. Es un mirador excelente sobre el valle y las cumbres circundantes. Su altura es de unos 3.560 metros, segn nuestro altmetro, que aunque recientemente calibrado no era de mucha calidad. Nos sorprendi que esta importante atalaya no tuviera nombre. No sabamos si alguna cordada haba realizado anteriormente este recorrido, pues habindo- le preguntado a Lus Hoyos, nos dijo no tener conocimiento de ello. Tras arduas indagaciones he tenido ocasin de leer que fue abierta en 1936 por J. de Lepiney y otros. Le dan una graduacin de III/IV de dificultad y dice que en raras ocasiones se repite y que algunas dificultades pueden evitarse, siendo preciso contar con 7 horas para su recorrido, con lo cual coincido. En cuanto a los espaoles la mayora de ascensiones a esta montaa haban sido por la ruta normal del Ikibi Sur, con las excepciones de la arista Sur, cara Norte y arista Oeste. En un principio la arista Sur conquistada por los castellanos en 1966 no tiene lugar a dudas. En cuanto a las otras dos, he llegado a las siguientes conclusiones: Mi primera expedicin 262 Jaime Garca Ors, Jefe de la expedicin al Atlas del G.A.M.E. y de la Federacin Castellana de Montaismo en 1966, cita en el relato publicado en el anuario de la F.E.M. lo siguiente: las cordadas compuestas por Lus Rodrigo Geta, Jess Castaeda, Antonio Lagos y Pedro Meg, atacaban la cara Norte. Estas dos cordadas atacaron los espolones y paredes que defienden la cumbre, iniciando la escalada justo en la vertical a la cumbre, siguiendo otro largo, por un terreno ms difcil, siendo preciso clavar. A continuacin una placa con una superacin en libre de V, muy escasa de presas slidas, siguiendo por terrenos ms fciles hasta desembocar en la cumbre. Muy probablemente se est refiriendo a la pared ltima, bajo la cima, al final del Ikibi Norte, cuya orientacin es efectivamente al Norte y conociendo la calidad de los expedicionarios dudo mucho que se estuviesen refiriendo a la arista O.N.O. donde no hay dificultades de V y difcilmente encontraremos presas slidas, adems de tener una orientacin bien definida. Igualmente, la expedicin aragonesa de 1968 cita en el anuario de ese mismo ao, en el resumen de la actividad publicado, que han subido al Toubkal (arista O.S.O.) y Toubkal por la arista de Tarharat pero en el relato puntual de la expedicin al que he tenido acceso slo menciona la ascensin por la va normal. La expedicin se centr en primer lugar en la zona del Tazahart, y finalmente el 13 de Octubre cruz por el Tizi Tadat hasta el refugio Neltner. Transcribo literalmente: 14 de Octubre: El refugio Neltner situado a 3.207 metros est muy bien enclavado para ascensiones de los cuatromiles del Atlas. El tiempo haba cambiado hacia el lado malo, y decidieron ascender al Toubkal por la va normal del Irhzer Ikhibi. Coronan primeramente el Toubkal Oeste (4.080) y el Jbel Toubkal (4.165) en 4 horas en total. Al da siguiente la expedicin se marcha hacia las montaas del Ayoui dando por finalizada su estancia en la zona, por lo que leyendo el relato se deduce que cuando dicen en el anuario haber subido al Toubkal (arista O.S.O) se estn refiriendo a los ltimos metros desde el collado Oeste. Por otro lado la arista Tarharat, debe ser un error de trascripcin de Tazahart, pues fue la zona donde realizaron su ms brillante actuacin. Por ltimo, en el mismo ao, aunque en el verano, la expedicin catalana al Gran Atlas cita en el resumen publicado en el anuario de la F.E.M. haber ascendido al Toubkal por la arista O. la cual entiendo es la que se encuentra en el centro, entre las otras dos, a la derecha del Ikibi Sur y que supera el gran muralln para alcanzar el Toubkal Oeste. Igualmente la calidad de los alpinistas que integraron aquella expedicin no me deja lugar a dudas sobre la interpretacin de una u otra orientacin, extremos que estn muy definidos en la montaa, en los planos y en las fotografas. Volviendo a nuestra escalada dir que estbamos extasiados por la estupenda y cercana visin sobre las montaas que tenamos enfrente. El lugar es un balcn desde el que divisamos nuestras diminutas tiendas de campaa. All mismo decidimos hacer la consulta a Lus Hoyos y proponerle que esta cumbre se llamase Punta Imlil, en honor al El Tazahart 263 pueblo montas que a tantas gentes de todo el mundo recibe. De cualquier manera nosotros ya le llamamos as desde entonces, aunque a diferencia del Espoln Eldense en el que Mere y yo estbamos totalmente seguros de haber sido los primeros en coronarlo, en la Punta Imlil no podamos estarlo, ya que todava era ms accesible desde el interior del Ikibi Sur, con lo cual perdamos ese derecho no escrito que tienen los primeros exploradores para poner nombres a los accidentes geogrficos que se descubren o alcanzan por primera vez. De cualquier manera, nos pareci justo proponerlo, especialmente por el pueblo y por la entidad que tiene el pico, del que tuvimos que bajar recorriendo pasillos de pedregal, vericuetos entre cornisas y los abismos de la cara norte para encaramarnos sobre la cresta propiamente dicha. Situados sobre la arista de roca bien definida, el sol nos dio de lleno haciendo sofocante la escalada, de poca dificultad pero muy larga. El color negro y rojizo de la piedra aument la sensacin de calor mientras ganbamos altura, sufriendo la visin de los frescos neveros que todava cubran el fondo del estrecho e inclinado valle a nuestros pies. Nos quitamos los jersis pero conservamos las camisas que aunque todava nos daban bastante calor, evitaban que nos quemsemos la piel. Los cascos empapaban nuestros cabellos totalmente, pero tampoco nos los quitamos a pesar de la nula dificultad que nos permiti subir a la par por la ardiente roca. A pesar de la altitud no haca ni una pizca de aire, de tal suerte que cuando bamos muy aprisa notbamos de inmediato la falta de respiracin. De broma le llambamos el afilado horno del Toubkal. Poco a poco fuimos recorriendo el camino que separa la Punta Imlil, del ltimo resalte que ya tenamos frente a nosotros, debajo mismo de la subida final a la cima y su caracterstico trpode, visible en todo momento. Otro resalte bien definido, al que puestos a agradecer, decidimos proponer como Cerro Lus Hoyos. Su altitud la situamos en 4.050 metros. Nos dimos cuenta que tambin esta cota estaba definida al separarse del Toubkal por un pequeo collado, por lo que consideramos totalmente correcto hacer la propuesta, independientemente de tener ese derecho geogrfico o no. Existan otros relieves de igual significacin o incluso menor que tenan la calificacin de cima. Un ejemplo son las dos cumbres del Ras Ouanoukrm, o La Tour entre otras y as lo haramos saber. Ingenuos de nosotros que cremos que la F.E.M. iba a tenernos el mismo respeto que a las expediciones anteriores, repletas de ilustres alpinistas de intachable historial. Quines ramos para ir descubriendo cimas y aristas que los dems no haban visto Evidentemente unos chicos de entre 17 y 21 aos no merecieron ninguna consideracin por parte de las autoridades montaeras espaolas, que adems, bastante tenan con el lo que haban montado entre ellos. Por otro lado en aquellos aos no nos preocupamos en reclamar contestacin, ni tan siquiera por conocer el orden de nuestras actividades en el ranking espaol (que sepan ustedes que existe) y en el que, para esta cresta O.N.O. nos habamos colocado en cabeza. Al regreso del Atlas tuve una experiencia, que callar por la tica montaera de la que presumo, con un insigne alpinista de esos con cargo y poder, que me demostraron que tanta actividad hecha por unos chicos desconocidos que no tenan ni derecho a considerarse expedicin, no le haba sentado nada bien, especialmente porque slo llevaban escalando dos o tres aos, y habamos hecho mucho ms que l. Tambin nosotros pecamos al incorporar a nuestros croquis las cimas de Punta Imlil, Cerro Lus Hoyos y Espoln Eldense, sin que la F.E.M. nos otorgase un permiso que desde luego yo no he necesitado nunca. Nos bast saber que segn Lus Hoyos no Mi primera expedicin 264 tena constancia de que nadie hubiera hecho ese recorrido y luego su confirmacin, aunque de palabra, de haberlo consultado en Madrid con idntico resultado, por lo que estimamos que podamos perfectamente haber sido los primeros. En el Espoln Eldense, no haba ninguna duda sobre una primera absoluta. El autor escalando al otro lado del intrincado collado entre la Punta Imlil y la cresta O.N.O. Riquelme en la arista O.N.O. bajo un calor tan sofocante que nos dificultaba respirar. El Tazahart 265 Este episodio de las primeras absolutas o primeras nacionales siempre me ha hecho recordar las palabras de Gastn Rebuffat que aqu, parecen cobrar un doble e irnico significado al referirse a los conquistadores de lo intil. La frase, queriendo expresar lo intil de llegar donde nadie lleg, porque no hace falta ir donde nada hay que hacer, pareca decir al mismo tiempo, lo absurdo de ser el primero en algo que no sirve para nada y que tiene igual premio que el ltimo que lo consigue, al fin y a la postre, la mera satisfaccin personal, ya que como dije, los dems honores slo son el residuo histrico y sin valor de otras pocas, o el consuelo de tontos que dira un pragmtico. Por fin la cumbre del Toubkal. Nada ms llegar tir el dichoso casco que llevaba en la mano desde el inicio del ltimo pedregal mientras Riquelme filmaba con el tomavistas. Otro pesado artilugio que no empleamos como hubiera sido lo deseable por lo incmodo que resultaba darle la vuelta en un saco oscuro y en mitad de la montaa a aquel celuloide de diecisis milmetros que luego kodak divida en dos, para poder proyectarse en el primitivo y domstico ocho milmetros, por no decir que la cmara tambin pesaba lo suyo. El resultado sera un reportaje desenlazado, carente de los mejores momentos de nuestra aventura pero que hoy tiene imgenes muy entraables para m. Dibujo de la arista O.N.O. realizado por el autor. Tras las fotografas de rigor y tomar nuestro primer alimento del da arranqu una piedra de la cima que servira para dedicar el triunfo a nuestro presidente, no en vano nos haba ayudado ms que nadie a llevar hasta el final aquel propsito. Escrib tambin all el texto que le habra de poner sobre una pequea placa al entregrselo. Simple y directo, pero tan sincero como cierto: No pude evitar emocionarme. Los acontecimientos del ltimo ao haban hecho inclinar la balanza afectiva, unas veces a favor y otras en contra, de aquel hombre al que lo nico que le reprochbamos era que ya no nos quera como antes, celosos por tener que compartirle como montaeros, con otras causas, otras secciones y otros deportes, pero seguamos sintindole cercano y necesario en nuestra evolucin deportiva. Era sin dudarlo quien ms se lo mereca y para m represent empezar a corresponderle por las Mi primera expedicin 266 experiencias que me haba regalado despus de tantas horas escuchando su calmado consejo, el ejemplo de su decidida entrega o el espritu montaero que emanaba en todas sus manifestaciones. Fui arrancada para ti, de la ms alta cima marroqu La tarde estaba avanzada pero no haba prisa sabiendo que nuestro campamento se encontraba a nuestros pies. La arista nos llev ms tiempo del calculado y el calor nos castig excesivamente. Fue un alivio estar all sin tener que caminar, refrescndonos con la poca brisa que suba hasta la cima lamiendo las ardientes rocas. Me cautiv la arista que viene desde el lago Ifni por el sur. Me pareci una escalada preciosa, pero Riquelme y yo habamos acordado volver de nuevo al Tazahart y escalar el atractivo corredor central. -Una por otra- me dijo con su habitual guasa. Se refera a que l haba subido conmigo por segunda vez al Toubkal, y por lo tanto me tocara a m hacer lo propio en el Tazahart. Se estaba haciendo tarde y era hora de bajar. El tiempo dio un giro total y densas nubes inundaron los valles ocultando por completo la barrera de Ouanoukrm. El viento del oeste salt los altos collados y se encauz entre laderas, para ir arrancando jirones de nube que dibujaban caracolas en el aire. No temimos la amenaza de una tormenta, que de haber estallado, lo hubiera hecho a nuestros pies, incluso, tal vez era el espectculo que estbamos esperando bajo la protectora cpula de un azul y despejado cielo. -Esto es bonito! Pero hay que bajar ya- Riquelme asinti con la cabeza, cogi tambin su mochila y emprendimos a saltos una alegre carrera por el inmenso pedregal que defiende la cima del Toubkal. Al poco, vimos que suba un grupo de chicos y chicas, ms o menos de nuestra misma edad, guiados por Tensing Mulay. Su equipo era inadecuado, sobre todo el calzado, que les sealamos al saludarles queriendo hacerles ver que lo iban a pasar mal a la bajada; especialmente los que llevaban unas simples sandalias. Al gua, le seal Riquelme el reloj y el sol que ya se haba ocultado, aunque todava quedaba luz, y le hizo un claro gesto internacional que todos comprendieron, al tiempo que le deca: El Tazahart 267 -Loco! T loco! Noche. Reloj. T no bien de cabeza- y como al principio el gua no entenda, Riquelme le aclaraba: -S, perola T no bien de la perola- tocndose repetidas veces y a pequeos golpecitos la sien. Cuando pareci entenderlo, aquel Tensing slo hizo gestos de negacin y los chicos nada, slo recuperar aliento aprovechando aquella pequea parada. Continuamos cada uno por nuestro camino. Nosotros hacia el campamento donde no tardamos en llegar y los chicos hacia la cumbre todava lejos para el mal equipado grupo que por la blancura de su piel y sus rasgos, deban ser los ingleses que estaban esperando. * La convivencia Durante la comida lleg el problema. Estbamos contando a nuestros compaeros el plan que Riquelme y yo habamos pensado para volver al Tazahart, lo que supona que el resto del grupo deba hacer igualmente planes. Era evidente que Cano enfermo y Mere herido estaban descartados y tendran que ser la cordada de descanso. En cuanto a Ricardo y Jos Miguel que se encontraban en perfectas condiciones lo que no tenan era un plan de actividades. Se habl de lo realizado que superaba lo previsto, de la situacin en la que estaban Cano y Mere, de la falta de objetivos de Ricardo y Jos Miguel y de las ganas que Riquelme y yo tenamos de escalar el corredor de hielo, y como las argumentaciones de unos y otros no resultaron convincentes para nadie, una vez recogidas todas las opiniones, comprend que los nicos que desebamos prolongar nuestra estancia all ramos Riquelme y yo. Planteamos que mientras Riquelme y yo nos bamos hacia el Tazahart los dems podan bajar a Imlil para esperar nuestra llegada esa misma noche o al da siguiente, ya que no queramos demorar el regreso a Espaa, pero Ricardo tena razn. Era absurdo esperarnos sin tener noticias y ni l ni Jos Miguel tenan ya nimos para acompaarnos. Bueno, Jos Miguel, ni nimos, ni equipo pues Cano y l se lo haban dejado en el refugio de Imlil antes de subir. A pesar de todo Ricardo se ofreci a acompaarnos si era eso lo que queramos, aun cuando no lo consideraba lgico dado el escaso tiempo disponible y la situacin del grupo. All descubr lo ingrato de la responsabilidad de un lder, pues me toc decidir. Estim que deba prevalecer el inters general, antes que el personal y tom la decisin de dar por finalizada la actividad pero no tuve tiempo para argumentar mi decisin pues Riquelme como una furia me dio un puetazo que me tir de espaldas antes que nadie pudiera detenerlo. Estaba muy enfadado conmigo por lo que l consider una traicin a nuestros planes. Lo nico que hice fue levantarme y antes de irme de la mesa, comunicarles que al da siguiente se levantaba el campamento, por lo que Mere y Jos Miguel deban bajarse a Imlil para avisar a los muleros y que vinieran lo antes posible: Jos Miguel por Mi primera expedicin 268 ser el intrprete y Mere para no retrasar al grupo en la bajada. Los dems le recriminaron pero yo ya estaba en la tienda, ordenando mi equipo. La tarde fue tensa para los cuatro que quedamos. Ninguno dijo nada y cada cual se ocup, primero de su mochila y luego en recoger el resto del equipo. En la cena haca fro y tampoco se habl mucho y al terminar, yo mismo design el reparto para dormir y le dije a Riquelme que dormiramos juntos. No era algo improvisado si no un deliberado plan para situaciones tensas como la nuestra, y efectivamente funcion pues nada ms meternos en el saco se disculp y hablamos hasta dejar las cosas como estaban, antes del puetazo. Naturalmente, empez a hacerlo como l acostumbraba, envolviendo la disculpa con una gran sonrisa y una broma, ofrecindome la otra mejilla. -Venga devulveme la hostia que me la merezco! Dame fuerte!- As era imposible enfadarse con l. * En socorro de los ingleses Ricardo que haba ido a poner abono a la tierra, algo alejado del campamento, fue quien nos llam cuando cogamos el primer sueo. Como sus gritos sonaban algo alejados nos alarmamos todava ms y salimos los tres a medio vestir. -Qu te pasa- preguntamos sin verle. -Traer linternas!, Los ingleses se han perdido! -Hombre, justo, lo que le faltaba a la tarde! Efectivamente se oan voces que primero cremos que nos llamaban al entender Heeeeeee!, cuando en realidad pedan socorro en su idioma Helppppppp! Encendimos el farol de butano para tener una mejor referencia y subimos hacia el Ikibi sur con agua y unos jersis. Riquelme y yo recordbamos que casi ninguno de los chicos llevaba mochila y algunos iban con pantaln corto y camiseta. La noche, hmeda y fra, se envolvi entre nubes, oscuridad y voces que no hubiramos sabido orientar de no haberles visto en el Toubkal. Estbamos bastante arriba Riquelme y yo, cuando vimos a Ricardo que bajaba de la mano a dos chicos. Mi compaero agrup a varios que bajaban algo dispersos mientras yo ayud a Tensing con un chico que prcticamente vena descalzo. Cano acerc todo lo que pudo el farol y bajamos sin problemas. El refugio estaba cerrado por lo que tendran que dormir en la parte abierta y como estaban ateridos de fro les preparamos varias ollas de caf con leche que aceptaron agradecidos. Riquelme volvi a repetir al gua lo mismo: __T loco. Reloj. Noche. T no bien de cabeza__ Pero esta vez Mulay ya no hizo el gesto de negar con la cabeza, tal vez avergonzado por su exceso de confianza. Riquelme tampoco insisti y le ofreci un vaso de caf y una de sus sonrisas, que el berber correspondi perplejo. No s a qu hora regresamos al calor de los sacos, pero ya no import. Por la maana volveramos a casa. Estbamos contentos. *** El regreso 269 Captulo 21 El regreso Los muleros nos ayudan a levantar el campamento en el Atlas. Otra vez Marrakech La astucia del viajero Otra de polis inteligentes Recibimiento Mi primera expedicin 270 Al caer la tarde, un montaero regresa. en su semblante refleja, la fatiga de la jornada. Ya est cerca la ciudad, que a lo lejos vislumbraba. Atrs quedan los caminos, las sendas de montaa. Con l marcha el recuerdo, de otra bonita jornada. Con l marcha el deseo, de volver a la montaa. (Pobretrasto) El regreso 271 XXI Otra vez Marrakech Amaneci un ltimo da, fro y plomizo, para decirnos que habamos tenido mucha suerte con el tiempo. Los muleros llegaron tan temprano que an estbamos en las tiendas. Uno de ellos vino tan aterido de fro que le hicimos pasar dentro y le tapamos con uno de los sacos de dormir mientras terminamos de sacar el equipo al exterior. Msica como despus le llamara Riquelme se comi los frutos secos que le ofrecimos y los que encontr desparramados por el interior de la tienda. Con su ayuda desmontamos las lonas bajo un fuerte viento, lo cargamos todo en los mulos y sin perder tiempo iniciamos el descenso. No pude evitar volverme y a modo de despedida tener un gesto de agradecimiento hacia aquellas montaas. Me sorprend de lo absurdo de mi conversacin con el paisaje pero fue tan espontneo que sent que estaba bien hacerlo. Si es corts corresponder a la hospitalidad humana, por qu no ha de hacerse igual con las montaas Posiblemente estas lneas sern interpretadas por muchos, en el mismo contexto que las que hablan de la conquista de lo intil, para asociarlas a un sentimiento absurdo, pero cada vez somos ms, quienes damos a lo intil mayor valor que a lo pragmtico, y a la naturaleza mayor sentido que a la sociedad. Me tranquiliz pensar que muchos sentimos igual y que aquella actuacin, absurda a los ojos cientficos era tan frecuente como inconfesable por ntima. Sonre y me un a la caravana que ya haba iniciado el descenso. Mi primera expedicin 272 Riquelme ensea a bailar las canciones a nuestros muleros. Qu feliz es un regreso cuando sientes haber cumplido el propsito que trajiste al venir! Ni el plomizo cielo logr apagar la felicidad de nuestras caras. Riquelme anduvo toda la marcha haciendo cantar a los muleros Mi carro de Manolo Escobar, y ellos a cambio le hacan a l cantar canciones berebere que no entendamos en absoluto y que no haba manera de pronunciar correctamente, con lo cual, ellos y nosotros nos hartamos a rer y el retorno nos result ameno. En Sidi Chamarouch nos esperaban de nuevo con los refrescos en el ro, pero decidimos no parar. Protestaron argumentando, sabe Dios qu razones, pero no claudicamos. Era evidente que queran que consumisemos all donde tenan comisin, as que cuando dijeron que los animales tenan que descansar, dijimos que bien, pero que nosotros seguamos y les esperbamos en Imlil. No tardaron ni cinco minutos en seguirnos. Poco antes de llegar a Aremd (o Around) el ms joven de los muleros ret a Riquelme o tal vez fuera Riquelme quin le retase a l, lo cierto es que Antonio se apost las botas chiruca a que no le ganaba y echaron a correr por aquella llanura llena de limo de ro. Riquelme dej atrs enseguida al mozo y naturalmente gan aquella carrera, pero le abucheamos, pues l llevaba mejor calzado. Cogi por el hombro al chico y le dijo: -Yo campen! Las botas para ti!- El joven se alegr y quiso quitrselas de los pies, pero Riquelme lo par, prometindole que en llegar a Imlil seran suyas, como as fue pues el chico no se march del refugio hasta que no las consigui. Mere y Jos Miguel, que ya estaban all, nos ayudaron a descargar en el jardn del refugio. El Renault tena una rueda pinchada, pero el guardin que habamos dejado al cuidado de los coches ni se haba enterado. Pagamos al hombre, cambiamos la rueda, cargamos el equipaje, y nos despedimos de Brahim, de su hijo Mohamed y de Tensing, el gua del Toubkal que regresaba en esos momentos con los chicos ingleses, a quienes igualmente saludamos al partir. El regreso 273 En Marrakech nos detuvimos para cambiar moneda y comer en un local cercano al zoco cuya visita era obligada por cuanto habamos escuchado de este mercado, del que ciertamente no salimos defraudados. Contadores de cuentos, aguadores, msicos, en- cantadores de serpientes, escritores, danzantes y charlatanes lograban reunir en distintos puntos de la gran plaza a los curiosos. Haba algunos extranjeros, no muchos, comprando en los puestos que enmarcan la plaza de Jemaa el Fna, presidida por la torre de la Koutoubia, que un da sirvi de modelo para la Giralda en Sevilla. Compramos regalos y una sanda, que decidimos comernos delante de una de las puertas de la roja muralla que rodea la ciudad. No tardamos en vernos rodeados de chiquillos con los que compartimos la sanda, pero cual sera nuestra sorpresa, que cuando ya no qued nada del sabroso fruto, aquellos cros empezaron a tirarnos piedras y tuvimos que salir huyendo de la salvaje agresin. Comprend por qu los romanos les llamaron brbaros, cuyo vocablo, influenciado por distintas lenguas ha llegado hasta nuestros das como bereber, y por que stos prefieren llamarse Tamazight antes que atender a vocablo tan despectivo. De cualquier manera, pisamos el acelerador recordando que aquella ciudad fundada en el siglo X se llam Marroukech que quiere decir Vete deprisa y as lo hicimos bajo una autntica lluvia de piedras. * La astucia del viajero En Casablanca volvimos a dormir en nuestros coches, y en la maana visitamos a Lus Hoyos informndole de nuestras actividades. Tras el desayuno nos acompa a la oficina de telgrafos para enviar noticias a nuestra ciudad y luego nos despedimos de este buen amigo y mejor persona, invitndole a que nos visitara en Espaa (como as lo hizo meses ms tarde) y continuamos viaje. Nos habamos quedado sin moneda del pas para pagar el carburante, as que en Larache, tuvimos que esperar a que abriesen los bancos para cambiar divisas y con ellas repostar gasolina y llenar tambin nuestros vacos estmagos. Aparcamos delante mismo de una gasolinera y enfrente tenamos un restaurante y un banco. Riquelme y yo pasamos el tiempo tocando unas guitarritas pequeas, nada profesionales, de esas que se venden como souvenir, y que ambos habamos comprado en el zoco de Marrakech. Como no sabamos tocar ni cantar, nos limitamos a tararear la cancin de Navidad rascando las cuerdas de aquellos burdos instrumentos a modo de un cansino traca-tra, traca-tra, traca,traca-tra. El xito fue rotundo ya que la gente que pas por all se detuvo a escuchar y hasta un anciano nos dio una moneda, con lo que el traca-tra espaol puede decirse que triunf y fue recordado por todos nosotros durante mucho tiempo. Lo graciosos fue que una vez abri el banco (a las cuatro de la tarde) y pudimos cambiar, llenamos los depsitos y por fin comimos, y cuando preguntamos cuanto era la cuenta, el dueo nos dijo tranquilamente: -Cuatrocientas pesetas.- nos quedamos como tontos. Habamos estado tres horas muertos de hambre esperando tener moneda del pas con el que pagar nuestra comida y luego nos trajeron la cuenta en pesetas. -De eso nada! Ahora nos cobras en Dirhams por cojones! Mi primera expedicin 274 Telegrama enviado desde Casablanca al presidente del Centro Excursionista. En nuestra primera comida de mantel en Marruecos celebrando la aventura. Todos remos a carcajadas la ocurrencia de Riquelme en aquella, nuestra nica comida decente en Marruecos. No habra de ser la nica ancdota en tierra magreb. Andaba la tarde entre dos luces y tan cercana la frontera, que cremos ver, iluminadas por la ltima luz del da las laderas del monte Hacho que coronan la espaola Ceuta. Habamos encendido las luces del vehculo obligados por la penumbra invasora del valle, cuando llegamos a un cruce y nos mandaron parar en el ltimo de los controles de carretera que todava tena montados el ejercito de Hassan II. El regreso 275 Pasaportes, registro y ya totalmente de noche, nos dicen que no podemos seguir porque tenemos fundida la bombilla que ilumina la matrcula trasera del Renault. -Estos lo que quieren es pasta- me comento Ricardo mientras Jos Miguel nos traduca las palabras del oficial al mando, y evidentemente eso pareca pues el soldado no atendi ninguna de nuestras quejas. Estbamos a muy pocos kilmetros del puesto fronterizo y prometimos circular despacio con los pilotos en intermitencia y lo que hiciese falta con tal de llegar, pero no nos hizo ningn caso y se qued con nuestros pasaportes ordenndonos aparcar el coche fuera de la carretera. Hablamos entre nosotros para ver si les dbamos dinero o no y se nos ocurri una idea genial (no recuerdo de quin fue) cogimos una linterna y la colocamos sobre la placa, sujeta por una cuerda que por encima del techo del coche sujetamos en el guardabarros delantero y la atamos tambin en el trasero, quedando perfectamente iluminada. Pusimos el coche en marcha y encendimos las luces, a lo que los soldados acudieron ametralladora en mano, creyendo que bamos a huir. En ese momento gir la rosca de la linterna que hace de interruptor y la placa qued iluminada ante la sorpresa de los milita- res que rieron la ocurrencia que dejaba en ridculo a su joven oficial, el cual les mand callar a gritos y sigui insistiendo en que no nos dejaba ir. -Cmo que no!- Aqu el que ya se enfad fui yo.- Jos Miguel dile que con el otro coche nos volvemos a darle queja a su superior, de su descorts comportamiento con unos deportistas espaoles. Jos Miguel debi traducir convincentemente mi recado pues el oficial nos devolvi los pasaportes y nos dej partir. Es evidente que en todo el mundo, el miedo mayor de los mediocres es que le muevan el sitio donde est aposentado y eso vale para todos los humanos, ya sean burcratas, funcionarios, militares, agentes de la falsa autoridad o polticos. El miedo a perder su status y acomodo es siempre una buena arma con la que atacar la mezquindad de esos falsos hombres y de eso, por desgracia, sabemos demasiado los espaoles. Cruzar la frontera fue volver al paraso. Nunca haba experimentado esa sensacin de patria querida y aquella fue la primera vez. El incidente con los soldados nos retras y llegamos a Ceuta sobre las once de la noche, con el tiempo justo para cenar e irnos a dormir a los coches que nuevamente fueron particular hotel. -Qu malo es ser pobres! -Desde luego que s!- no supe quienes dijeron aquellas verdades. Yo dorma cuando posiblemente mi subconsciente lo escuch. * Otra de polis inteligentes Me dolan todos los huesos al despertar por lo que me vino bien, y creo que a todos, dar un paseo por la ciudad ya que el Virgen de frica no zarpaba hasta despus del medio da. Aprovechamos para quitarnos el cartel de pobres y nos comimos una paella que nos supo a gloria. Volver a Espaa bien lo mereca. Da cansino en la frontera, por cuyas pintas (las nuestras) se emplearon a fondo perros y policas que hicieron vaciar los dos coches y desmontar todo lo removible en busca de un costo que no encontraron, sencillamente, porque no estaba. Mi primera expedicin 276 Comprendamos mal aquel registro, y al acabar me qued muy a gusto cuando le dije al polica: -Espero que a partir de ahora, empiece usted a confiar ms en la juventud deportista espaola- me mir con muy mala leche, pero no le apart la vista y volv a decirle: -Si no se ha quedado usted a gusto, podemos desmontar el depsito de gasolina. -Circulen!- fue todo lo que dijo con evidente cabreo y yo le respond- Gracias gente! Comindome a propsito la primera vocal. Hombre, ya estaba bien! Que lo hagan los militares marroques pase, pero que encima nos vendieran la moto de la alta preparacin de la polica espaola, eso lo iba a aguantar su abuela! por que hay que ser tonto de remate para registrar a unos chavales que llevan la bandera espaola en el parabrisas de sus coches y estn en todo momento felices y contentos de volver a Espaa. Vamos! Que aquel polica tena la clase de psicologa en el culo y la preparacin en el bocadillo. As supimos que estbamos de nuevo en aquella Espaa, una, grande y libre, y llena de gilipollas. Con el nmero aduanero no tuvimos ms remedio que parar a dormir en Motril, donde mi coche, despus de sufrir el refrn de Mlaga a Motril, curvas mil dijo que ya estaba bien. Los frenos haban sangrado tanto lquido que las ruedas quedaron agarrotadas y nosotros torraos sobre los asientos, otra noche ms. * Recibimiento Se arregl solo. El coche ya no tena nada cuando despertamos. Increble para alguien que no sea mecnico, pero cierto. Almera y Murcia las vimos pasar por delante de las ventanillas de nuestros coches y a las 4 de la tarde de aquel sbado de Julio llegbamos a nuestra ciudad, donde aguardaban familiares y amigos, junto al presidente y varios directivos del Centro y el Delegado de Deportes Camilo Valor, que haban preparado en nuestro honor una recepcin en el restaurante de la C.N.S., al que llambamos casa sindical. Contamos atropelladamente nuestra aventura y brindamos por ella y por las futuras que habran de llegar, si es que algn da logrsemos descifrar su certero significado. Mi chica estaba all, y aunque apenas pude hablar con ella, not en su mirada que asuma mi manera de ver la vida. Supe que no iba a cumplir la promesa que le haba hecho antes de partir. Que aquella no habra de ser mi ltima expedicin, pero descubr tambin que la quera mucho ms de lo nunca haba imaginado, cuando por encima del ruidoso brindis y eufricos vivas montaeros, le rob en el aire un discreto beso. FIN Eplogo 277 Eplogo Portada de la memoria resumida que se entreg a todos los colaboradores. Septiembre de 2006 Mi primera expedicin 278 La difusin en los medios de comunicacin fue intensa, como se ve, en esta muestra de la prensa escrita. Octavio Lpez Lorente fue el artfice de una cobertura sin precedentes en la historia del montaismo en Elda. Eplogo 279 Septiembre de 2006 Hoy, 35 aos despus, a la aldea de Imlil, la llaman la Chamonix de Marruecos, muestra de su desbordante evolucin turstica, y cuentan, que es casi imposible subir solos en una cordada al Toubkal, por el continuo subir y bajar de montaeros, desde el abarrotado refugio, donde tambin acampan docenas de tiendas en sus alrededores. El campamento base del Aconcagua llega a albergar cada temporada a ms de dos mil alpinistas. El Kilimanjaro da entrada al Parque diariamente a 400 personas y hay turnos de espera establecidos, y otro tanto ocurre en el Campo Base del Everest. La ltima fotografa que he visto de aquella montaa recoge en el tramo cercano a la cumbre, por encima del segundo escaln, y dentro del exclusivo encuadre, hasta 28 alpinistas subiendo y bajando del techo del mundo. Yo, no envidio a ninguno de ellos, ni considero que tengan igual mrito que los primeros y pioneros conquistadores. Prefiero mil veces, sea lo que sea la aventura, y digan lo que digan los dems, vivir experiencias como aquella, que fue Mi primera expedicin. Despus de ella, 1971 fue un ao excepcional para el montaismo en general, ya que supuso el despegue definitivo de este deporte, y como ocurri en nuestro caso, sin tener nada que agradecerle a la dichosa federacin que comenz su cada en picado, enferma, dividida, falta de identidad propia y carente de tica, en manos de interesados burcratas, algunos de los cuales, incomprensiblemente todava siguen hoy. Daniel Esteve entregndome el premio a la constancia en escalada en 1971. Mi primera expedicin 280 La expedicin obtuvo el galardn colectivo a la constancia montaera aquel ao y a mi me otorgaron el de escalada y el segundo premio de diapositivas de montaa, con la imagen Couloir, en el certamen de fotografa local. Publicamos la memoria resumida que entregamos a todos los colaboradores de la operacin postal y dimos por cerrado aquel captulo que haba sido tan importante en nuestra juventud. Octavio Lpez Lorente, Delegado de prensa de la expedicin. Los 5 aos siguientes fueron muy intensos. Publicamos un Boletn pro expediciones que slo vio la luz en su primer nmero. Dedicamos muchos esfuerzos a la enseanza de muchsimos jvenes, tantos, que proyectamos crear una escuela local de montaismo, pero la federacin nos lo neg cuando posiblemente hubiera sido la primera escuela de Espaa, recurdese que el primer rocdromo de escalada construido en nuestro pas, est en Elda. Tambin la directiva del Centro nos neg la creacin del Hogar del Montaero, que hubiera sido una buena frmula para recuperar el ambiente de montaa perdido. Nadie puede poner en duda las inquietudes de nuestro grupo en aquellos aos. Habamos hecho planes para una nueva expedicin que tena como destino la cordillera de los Andes: Illamp-76 pero aquel mismo ao todo el G.E.C.E y MOGECE dimiti y nos fuimos del Centro Excursionista. En aquellos momentos constituamos uno de los mayores grupos de escalada de la regin valenciana con 43 escaladores en activo. Tal vez el mayor. Debido al seguimiento que hizo la prensa sobre nuestra aventura, gracias a Octavio Lpez, la aficin por la escalada y el alpinismo creci en nuestro valle. Los grupos del G.E.M. y del G.E.C.E. aumentaron y se rejuvenecieron de tal manera que nos vimos forzados a crear el MOGECE (Montaeros del G.E.C.E.) para atender a una Eplogo 281 nueva hornada de chicos jvenes que abiertamente manifestaban sus preferencias por la escalada y por el alpinismo. Algunos de ellos han llegado a ser grandes alpinistas. Portada del primer nmero del boletn pro expediciones y el Escudo de la expedicin Illamp-76 que nunca lleg a realizarse. Cansados de luchar contra quienes nos haban enseado y a quienes considerbamos nuestros padres deportivos, no tuvimos ms remedio que marchamos para alejarnos de una sociedad en la que molestbamos cuando ensayaban los Amigos de la msica y nos molestaban cuando se reunan los equipos de ftbol. No se olvide que haba adems, otras muchas secciones. Fundamos el Club Alpino Eldense donde volvimos a encontrar el ambiente perdido. No fue difcil hacerlo, pues simplemente copiamos el modelo aprendido, que nuestros mayores haban olvidado. Lleg 1981, primera cita con la historia. Se publica Historia de Elda en tres tomos, pero no se molesten los montaeros en buscar en el tomo tercero, que comprende los aos 1939-1975 porque no encontraran ninguna resea sobre la primera expedicin intercontinental eldense, ni tampoco sobre la fundacin del Club Alpino Eldense. Claro que tampoco nada se dice en el anterior tomo sobre los Exploradores de Elda, resultando evidente que para su autor, no existamos. 1982 segunda cita con la historia. sta es todava ms clamorosa por la falta de memoria que conlleva. El Centro Excursionista Eldense publica un boletn informativo con motivo del 25 aniversario de la entidad donde literalmente se dice: Hace algunos aos, concretamente en octubre de 1976, se form dentro del C.E.E. el grupo eldense de montaa principalmente formado por escaladores que con gran cario por la montaa y con no menos sacrificio personal hoy cuenta con innumerables escaladas de dificultad y algunas repeticiones absolutas. Lo que sigue es un resumen de la actividad realizada por el grupo desde octubre de 1976, pero lo punible es que se omiti una parte de la historia del Centro por el slo hecho de que quienes la protagonizamos pertenecamos al Club Alpino Eldense (adems de seguir siendo socios del CEE), dando a entender por omisin que la escalada comen- z en 1976, olvidando tambin al inicial G.E.M. Daniel Esteve ya no era el presidente. De haberlo sido dudo que hubiera permitido aquello, pues l en su libro, como es de honor, y justo proceder, no ha tenido nunca reparos en hablar del asunto y dar su elegante opinin sobre aquella escisin montaera. Mi primera expedicin 282 Si tengo salud, la ma se sabr pronto y difiere sobre la de mi padre montaero en algunos matices que son determinantes y naturalmente tiene unos causantes, que l ha podido saber 30 aos despus. Nunca antes quise hablarle mal de quien l ha considerado durante mucho tiempo su amigo y mucho menos hacerlo peyorativamente de la sociedad que ha sido su vida, pero qudese el lector con un dato: Cmo es posible que nos marchsemos toda la seccin de escalada en septiembre y en octubre se fundase el nuevo grupo Los interesados en estas curiosidades y cotilleos del montaismo local no olviden este ttulo Crnica de una roca (por si hay salud). Supe luego que aquellos acontecimientos no eran exclusivos. En otras ciudades espaolas ocurri algo parecido, no en vano recurdese, que la envidia es un deporte nacional, y en Elda tambin tenemos la correspondiente seccin. Pero eso, como dije, es otra historia. En definitiva la Operacin Atlas-71 primera expedicin intercontinental de mbito no slo local, tambin provincial, y la expedicin nmero 25 de toda la historia del montaismo espaol, ha permanecido secuestrada por todos, incluido por quienes debieran sentirse orgullosos de ella, si tuvieran la entidad y el honor que el montaismo demanda. Curiosamente le ocurri lo mismo a los exploradores de Elda, llegndose a atribuir el reconocimiento como pioneros en el montaismo eldense a otros. Por cierto tampoco busquen en el libro La prensa peridica en Elda, aquel primer y nico boletn publicado del G.E.C.E. A pesar de tener mucha mayor calidad y presencia editorial que otros, no est. El colmo ha sido la ltima y flamante historia de Elda, publicada en 2006 en dos volmenes, que sigue ignorando aquella gesta, tal vez sea por el ridculo espacio dedicado al deporte eldense en la mencionada edicin, y an as, se permite hablar del montaismo en Elda, para mentir cuando menciona la hazaa de Lina Montesinos como la primera mujer en coronar las cumbres de los ocho mil . (Tomo II pagina 283) El autor da una visin equivocada de la historia del deporte eldense que ah queda. Menos mal que slo escribi media pgina. Tampoco encontraremos nada en otro libro posterior publicado Elda en los aos veinte, referido precisamente al decenio en el que tuvieron mayor presencia los Exploradores de Elda. Curiosamente se menciona (pgina 90) una relacin de sociedades que haba en la ciudad en los aos veinte, donde ellos no aparecen, y en cambio, puede leerse en un programa de festejos incluido por el autor y por dos veces (pginas 175 y 187) donde se menciona la participacin en los festejos de la banda del cuerpo de exploradores. En qu quedamos Aunque parezca lo contrario no es mi intencin criticar gratuitamente a nadie, por cuanto entiendo, comprendo y alabo, el esfuerzo hecho por estos paisanos, y doy por hecho que no hubo mala intencin, pero callar y dar por bueno y definitivo lo contado, cuando es incompleto, partidista o incluso falso, es un flaco favor a la historia de mi pueblo que como eldense tengo la obligacin de enmendar. Hace tiempo que el deporte del montaismo dej de ser minoritario en Espaa y menos en Elda, donde su prctica supera en mucho al resto de ciudades de la provincia, y tambin a la mayora de poblaciones espaolas. Curioso! Verdad Cuando se dan cuenta montaeros de otros lugares les sorprende, por la poca entidad que tienen nuestras montaas. Y les aseguro que se enteran. Dos ejemplos, uno por cada club de nuestra ciudad: El Centro Excursionista Eldense, en sus viajes a las Marchas nacionales de veteranos, suele traerse casi todos los aos, el trofeo a la participacin ms numerosa. Ya ningn montaero en Espaa se sorprende por eso. Eplogo 283 Al Club Alpino Eldense, con sus 25 expediciones intercontinentales, en sus 29 aos de existencia, le superan pocas sociedades espaolas. Posiblemente ninguna en igualdad de parmetros. Creo, que va siendo hora de cambiar el concepto y colocar el montaismo eldense donde le corresponde, porque en nuestra ciudad tambin est en cabeza, por delante de cualquier otra actividad deportiva. Otros dos ejemplos: Hay ms excursionistas, escaladores, montaeros y alpinistas, que jugadores en todas las ligas del ftbol local. No hablemos del Balonmano, que actualmente y paradjicamente, se lleva la prctica totalidad del presupuesto deportivo del Centro Excursionista. En este terreno podemos sumar hasta el pblico que asiste a ver los partidos. Que tampoco se moleste nadie por lo argumentado, pero es tan cierto, como injusto viene siendo el reparto de subvenciones municipales, cuyos criterios no respon- den al inters general y deportivo de la poblacin. Desde luego comprendo que la percepcin de mis paisanos de a pie, sea la que marcan los medios de comunicacin, que tienen en el deporte de competicin, su razn de existir e inevitablemente influencian a la autoridad deportiva municipal, que acta sin equidad, insistiendo en convertir al montaero en deportista de tercera, cuando es tan contribuyente de primera como cualquier otro deportista y ciudadano. Interesado en conocer cuanto de verdad hay en lo que pienso y digo, y tratando de conocer el inters deportivo de los eldenses, dej a un lado los comercios especializa- dos, donde tambin los datos dan una clara y amplia ventaja al montaismo, y rizando el rizo, en su ms cultural expresin, me fui al terreno por donde deben moverse escritores, historiadores y autoridades deportivas, y ped al Notario Don Jos Maria Alviza, que levantase acta fehaciente de cuanto viera en la ms importante librera de nuestra poblacin Librera Martn Fierro y demandase opinin, sobre el inters de sus clientes en cuanto a libros de deportes. Se adjunta acta notarial, para que nadie; ni ciudadanos de a pie, ni dirigentes deportivos, ni escritores, ni periodistas, ni cultos historiadores, puedan en el futuro ignorar, que en Elda, a comienzos de este siglo XXI, hay un inters cultural y deportivo por el montaismo, que es sobresaliente. Por cierto, Pepa Albert, la librera, es una buena montaera que practica asiduamente y Jos Mara Alviza, el Notario, es escalador y alpinista. An hay quien piense que es casualidad Y si algn contemporneo duda sobre la veracidad de las declaraciones, a causa de la aficin de la librera y el notario, no tiene ms que visitar el comercio y verlo con sus propios ojos. Expresamente he querido que esta acta notarial sea lo ltimo que lea el lector, y luego, si es tan amable, sea lazarillo y altavoz, pues en este, mi pueblo y el suyo, sepa que hay ciegos que no escuchan y sordos que no ven. Se lo deba a mi padre, y al montaismo eldense en general. Septiembre de 2006 Mi primera expedicin 284 Expresamente han sido borrados para su publicacin aqu, los datos personales de domicilio y D.N.I. en todas las pginas del documento, pero s constan en el nmero de protocolo citado al principio del mismo. Eplogo 285 Mi primera expedicin 286 Eplogo 287 Mi primera expedicin 288 lbum fotogrfico en color 289 lbum fotogrfico en Color OPERACIN ATLAS - 71 Mi primera expedicin 290 Detalle del mapa cartogrfico escala 1:50.000, ao 1966 Vista parcial del plano de crestas escala 1:20.000, ao 1936 lbum fotogrfico en color 291 Un alto en el camino despus de Sidi Chamarouch enfilando el largo valle que nos llevara al pie del Toubkal. Mi primera expedicin 292 Acabbamos de instalar nuestro campamento base. De izquierda a derecha: Timesguida, las dos cimas del Ras separadas por el estrecho corredor y los Akioua. En primer trmino la cercana cumbre del Toubkal oeste, desde el Toubkal. lbum fotogrfico en color 293 Jos Miguel Mart inicia la escalada a la cara norte del Akioud Norte por el empinado corredor de nieve al poco de dejar el collado Amhararhas n Igliouna. Mi primera expedicin 294 Jos Miguel Mart hace ondear orgullosamente las banderas de la expedicin en la cima del Akioua Norte, nuestro primer cuatro mil. Al fondo la cara sur del Afella. lbum fotogrfico en color 295 El autor llegando a la cima del Ras Ouanoukrm tras recorrer los corredores y paredes de la inclinada cara norte. Desde el Toubkal, la barrera de Quaokrm. Del Afella al Collado del Dedo de Tadat. Detrs la meseta del Tazahart confunde la lnea de crestas de los Clochetons y La Tour. Mi primera expedicin 296 Las noches siempre eran animadas comentando lo realizado y preparando las actividades para el da siguiente. Superado el nevero hacia la cresta Este del Amguina n Tadait. Detrs las cimas Central y Norte y los Akioua. lbum fotogrfico en color 297 Mere en el ltimo largo al Amguira n Tadait cuya cima se advierte muy cercana. A la derecha las paredes del Akioua Central. Mi primera expedicin 298 El autor en los ltimos metros de escalada al puntiagudo espoln Eldense, la aguja perfecta y tremendamente estrecha y afilada que se intuye en la derecha. El Siiguinnoussene, el Dedo de Tadat y el Tadat. lbum fotogrfico en color 299 Riquelme ascendiendo por el largo corredor hacia el Tizi Tadat. Sobre su cabeza el Dedo de Tadat. Mi primera expedicin 300 Riquelme en el Rappel del Dedo de Tadat, cara Oeste. lbum fotogrfico en color 301 Riquelme sobre el trpode metlico de la cima del Toubkal. Mi primera expedicin 302 Los Tibeirines en el macizo del Toubkal. El motor del avin biafreo estrellado en Los Tibeirines. lbum fotogrfico en color 303 Jos Miguel Mart escalando la arista O.S.O. al Toubkal. Mi primera expedicin 304 Ricardo Vicedo en la cumbre del Toubkal Oeste, enmarcado entre las cimas del Ras Quanoukrm y los Akioua. lbum fotogrfico en color 305 Ricardo Vicedo junto al caracterstico trpode del Toubkal. Mi primera expedicin 306 El autor en la cocina, uno de los das de descanso. lbum fotogrfico en color 307 El Corredor Central en el Tazahart . Mi primera expedicin 308 El corredor Diagonal al Tiskn en el macizo del Tazahart. lbum fotogrfico en color 309 Ricardo, Jos Miguel y Cano cruzando los neveros bajo el Tazahart y mi querido piolet Charlet. Mi primera expedicin 310 Cano sigue a Ricardo cruzando el corredor central del Tazahart. Ricardo Vicedo en pleno corredor Diagonal. Premio certamen fotogrfico con el ttulo Couloir. lbum fotogrfico en color 311 Desde el Tazahart vista del Quanoukrm y los caractersticos clochetons. Sobresale detrs el Toubkal. Al Sur las montaas desaparecen y comienza el desierto. Mi primera expedicin 312 Ricardo Vicedo curando a Mere de sus heridas tras el accidente. El autor en uno de los primeros tramos de la tortuosa arista O.N.O. al Toubkal. lbum fotogrfico en color 313 Riquelme en la cresta O.N.O. pasado la Punta Imlil . Mi primera expedicin 314 El Toubkal desde los Clochetons. Las sombras definen claramente en primer trmino la Punta Imlil y arriba antes de la cima, el ltimo resalte al que denominamos Cerro Lus Hoyos en honor del Delegado de la F.E.M. lbum fotogrfico en color 315 Da triste al abandonar las montaas que all quedan. Pero alegra en la despedida con aquellos que nos ayudaron. Mi primera expedicin 316 Cruzando el ro muy cerca de Sidi Samarouch Equipo expedicionario. De izquierda a derecha: Juan M. Maestre, Ricardo Vicedo, Antonio Martnez (Mere), Pedro Cano, Jos Miguel Mart y Antonio Riquelme. Campamento Base del Atlas. Julio de 1971. *** Anexo 317 Anexos Memoria resumen - Agradecimientos Resumen del diario - Estudios Generales Envasado del equipo Colaboracin - La Operacin Postal Balance de la operacin - Bibliografa Mi primera expedicin 318 Prlogo del Presidente publicado en la memoria resumida editada en 1971 por sus frutos los conoceris Quien ha visto prcticamente nacer nuestro Centro Excursionista Eldense y quien sabe de su trayectoria deportivo-cultural y social, podr comprender la importancia moral y efectiva que para nuestra sociedad tiene el xito obtenido por la Operacin Atlas-71 organizada por el Grupo de Escalada (G.E.C.E.) una de las 24 secciones de nuestro Centro. La menos numerosa pero la ms complica-da en su actividad. La Operacin Atlas-71, supone la mayora de edad de los escaladores del Centro. Tomaron carta de naturaleza hace ya tiempo en sus ascensiones y apertura de vas por toda nuestra geografa local y regional, pero faltaba conocer si eran capaces de estudiar, desarrollar y llevar a cabo una actividad en esfera internacional, con los problemas mltiples e inmensos que esta clase de salidas lleva consigo. Su juventud arrolladora pero inexperta; su preparacin y entrenamiento a fondo; el estudio hasta el ms insignificante detalle, con toda meticulosidad y esmero, lo hicieron posible. Un largo ao de reuniones casi a diario, con distribucin de trabajos, teniendo que enfrentarse con problemas insoslayables, desde la incomprensin familiar y social, hasta la falta de medios econmicos, pero al final han triunfado. Y al triunfar, no lo han hecho ellos, lo ha hecho una sociedad, Centro Excursionista Eldense, y un pueblo, Elda, sin los cuales no se hubiera obtenido. Pero ellos, el equipo de escaladores, es el fruto, la consecuencia de un pueblo en vas de desarrollo econmico-cultural, del que es hijo tambin nuestro Centro Excursionista. Por sus frutos los conoceris, dice el evangelio y he aqu unos frutos sanos y buenos: Centro Excursionista Eldense, G.E.C.E., Operacin Atlas-71, y no son slo buenos por sus resultados, sino por lo que ello supone: la presencia de unos hombres con inquietudes, con valores humanos, con ansias de mejorar, y de contribuir al fortalecimiento de una sociedad mejor. Y esto si que tiene valor. Comentando con los expedicionarios a su regreso sobre la Operacin, varios me destacaron que lo ms importante haba sido la hermandad, la camaradera entre todos ellos. Hermandad que se cultiv a lo largo de un ao de preparacin y estudio, que fructific y se experiment hasta la saciedad, en esa Operacin Atlas-71, y que perdurar durante toda la vida. Hermandad habitual en nuestra practica montaera, extensiva a toda practica de deporte, y lema de nuestra Ciudad Deportiva. Hermandad de los hombres por el Deporte. Amigos expedicionarios: Juan Manuel, Cano, Riquelme, Vcedo, Martnez y Mart, aun cuando no lo creis, he vivido y me habis hecho vivir con la intensidad de vuestras preocupaciones y desvelos; he seguido con inquietud da a da, los que dur la Operacin cual padre nervioso, pero siempre con fe en vosotros, con vuestra formacin moral, fsica y tcnica, y he gozado de vuestro triunfo como si hubiera sido propio. Los mltiples y variados problemas que hay que afrontar de nuestro Centro y Ciudad Deportiva, me impidieron dedicar ms atencin, pero esto ha tenido la virtud de haceros saber que vosotros habis sido capaces de llevar a cabo el estudio, desarrollo y realizacin de la Operacin Atlas-71, que es el principio de mayores empresas, si vosotros no desmayis y el Centro Excursionista Eldense sigue, y llega a ser, lo que todos queremos sea. Daniel Esteve Poveda Presidente del C.E.E. Anexo 319 Memoria resumen de la Operacin Atlas-71 El resumen fue editado mediante fotocopias en blanco y negro realizadas en las oficinas del Ayuntamiento de Elda y patrocinadas por el mismo. Las tapas fueron impresas a color en Grficas Mondejar, incluyendo adems de los textos del resumen del viaje, un mapa del Alto Atlas y tres dibujos relativos al Espoln Eldense, Espoln O.N.O. del Toubkal y la cara sur del Afella, as como los prlogos del Presidente y del G.E.C.E., el agradecimiento a los compaeros del grupo de escalada y la relacin del equipo expedicionario con los cargos asignados a cada uno. Dos contraportadas interiores: una para el ttulo y la otra como final que reproduce uno de los estribillos del himno del G.E.C.E .: Nuestro emblema es alegra. Nuestro lema es amistad. Nuestras ansias son llegar, donde nadie fue jams. En la contraportada impresa de esta memoria resumida firmaron todos los componentes del equipo expedicionario, cada uno de los ejemplares que fueron luego remitidos a los domicilios de los 186 donantes en la llamada Operacin postal con lo que se pudo recaudar un total de 11.172.- pesetas (67,15 euros) despus de un ao de esfuerzos. Resumen del diario Da 17: Tras despedirse de las autoridades y directiva del Centro Excursionista Eldense, los expedicionarios partieron por el itinerario: Murcia, Granada, Antequera y Ronda, hasta Algeciras. Da 18: Cruzaron el estrecho de Gibraltar y una vez ultimados los trmites de aduana, partieron hacia Casablanca, donde llegaron pasando por las ciudades de Tetuoan, Larache, Ksar el Kebir, Kenitra y Rabat. Da 19: Visitaron en Casablanca al delegado de la Federacin Espaola de Montaismo Sr. Don Luis Hoyos y tras entrevistarse con l, continuaron el viaje por Settat a Marra- kech y de all hasta Imlil, pasando por Asni. En Imlil pernoctaron en un refugio del Club Alpino Francs. Da 20: Durante toda la maana se traslad todo el equipo pesado en mulos hasta el campamento base instalado en la entrada del Ikibi Sur (va normal del Toubkal). Durante el resto del da se trabaj en la organizacin del campamento. Da 21: Parti la primera cordada compuesta por Mart, Riquelme, Vicedo y Maestre, en direccin al collado Oumrharas Igliouna. En este punto se dividieron Vicedo y Riquelme que ascendieron al Afella de 4.043 mts. Por la cara sur consiguiendo la primera ascensin absoluta. Continuaron su marcha ascendiendo al Clochetons Central de 4.040 mts., al Clochetons N. de 3.963 mts. Y La Tour de 3.899 mts. Mientras la cordada MartMaestre ascendieron al Akioud Norte de 4.030 mts. Por su cara norte, al Akioud Central de 4.010 mts., al Akioud S. de 3.980 mts., al Ras Ouanomkrim de 4.083 mts. Y al Timesguida de 4.089 mts. En el campamento base qued la cordada de descanso: CanoMere. Mi primera expedicin 320 Da 22: Salieron dos cordadas: una Cano-Riquelme, ascendiendo al Dedo de Tadat 3.837 mts. Riquelme, ante la indisposicin de Cano, ascendi en solitario al Algencim de 3.770 mts. Y al Biguinoussene de 4.002 mts. La cordada compuesta por Maestre-Mere escal la arista Este del Tadaft de 3.900 mts., conquistando un espoln virgen, que se denominar desde ahora Espoln Eldense. En el campamento qued la cordada de reposo Vicedo-Mart. Da 23: La cordada Vicedo-Mart, ascendi por la arista O.S.O. a la Tete de Quanoums 3.970 mts., al Toubkal Oeste 4.010 mts., y al Toubkal 4.167 mts. La cordada MereRiquelme, ascendi por la va normal al Toubkal 4.167 mts., al Imouzzer 4.010 mts, al Tiberine E. de 3.887 mts., y al Tiberine N.E. de 3.865 mts. Cano-Maestre, quedaron como cordada de descanso en el campamento base. Da 24: Salieron dos cordadas en direccin al macizo del Tazahart compuesta por Vicedo y Maestre y la otra Mart-Cano. La intencin era atacar la cara N.E. del Tazahart por dos vas diferentes, pero Cano que se encuentra enfermo tiene que bajarse al pueblo en compaa de Mart. Mientras la cordada Vicedo-Maestre, escal el couloir de hielo Diagonal, ascendiendo al Tiskin de 3.874 mts., a la Punta Tsouquine de 3.325 mts., y al Talant Nfri de 3.980 mts., para regresar el mismo da al campamento ascendiendo de nuevo al Clochetons Central de 4.040 mts. Da 25: Al encontrarse la cordada Cano-Mart en el pueblo, este da slo sali una cordada: la integrada por Mere-Riquelme, que partieron de nuevo al macizo del Tazahart, para escalar en couloir de hielo Central, pero esta cordada, tuvo la desgracia de que al descender por el couloir de hielo del collado Timeyite, uno de sus componentes, Mere, resbala y se precipitar canal abajo, teniendo la rapidez de reflejos de poder recuperar el piolet que haba perdido en la cada y poder asirse al hielo 80 metros ms abajo. Las heridas que recibi en el antebrazo y pierna izquierda as como en la misma cadera y espalda fueron leves, como se comprob 10 horas ms tarde cuando llegaron al campamento completamente extenuados. Sin embargo, buscando la salida del circo del Tazahart, ascendieron a la cumbre del Hadj, de 3.700 mts. La cordada Maestre-Vicedo qued en el campamento base. Da 26: La cordada Cano-Mart, llegaba al campamento para ayudar en lo que fuera necesario, pero ninguno de los dos se encuentra en condiciones para realizar ninguna ascensin al igual que Mere. Vicedo queda con ellos, y la cordada Maestre-Riquelme asciende al Toubkal de nuevo por la arista O.N.O. Ascensin larga y dura realizada por primera vez, se alcanzaron dos cumbres ms que integran la arista y que se las bautiz con el nombre de Punta Imlil y Cerro Lus Hoyos, como homenajes al pueblo y al Delegado de la F.E.M. en Marruecos de quienes recibieron muchas atenciones. Da 27: Se levanta el campamento y tras descender con los mulos todo el equipo al pueblo de Imlil, nos despedimos de los lugareos y emprendemos el regreso a Casablanca, visitando la ciudad de Marrakech. Da 28: Se entrevistan con D. Lus Hoyos para informarle de sus actividades y despedirse de l. Emprendieron de nuevo el regreso por el mismo itinerario de ida hasta Ceuta. Anexo 321 Da 29: Cruzaron el estrecho de Gibraltar hasta Algeciras y continuaron el viaje hasta Mlaga. Da 30: Continuaron el viaje de regreso por el itinerario: Almera-Murcia y llegaron a Elda donde fueron recibidos por la Directiva del Centro Excursionista Eldense, el Delegado de Deportes y sus familiares, dando fin a la primera salida de importancia llevada a cabo por montaeros eldenses. Como se puede comprobar fue un resumen extremadamente escueto, que no se permiti ninguna licencia para contar los muchos detalles y ancdotas que ocurrieron y que hubieran hecho disfrutar a los eldenses y amigos de aquellos aos. El presupuesto escaso que haba sido reservado de antemano para la humilde edicin, junto a la seriedad y tecnicismo que se le quiso dar en todo momento, fueron la causa. El cuadernillo consta de 12 pginas en octavo con los contenidos indicados. Los dibujos y el mapa no reproducidos aqu, as como la lista de expedicionarios han sido incluidos a la largo de la narracin de este libro. Estudios generales Alimentacin En cuanto al estudio original, se incorporaron al regreso de la expedicin las conclusiones y resultados en cada uno de los apartados. Se incluyen aqu los considerados hoy, con la perspectiva del tiempo transcurrido los ms curiosos, como parte de la narrativa en esta obra. Este captulo suscit discusiones sobre su contenido. Se realiz una primera lista que despus fue desechada para volver a rehacer otra. Se celebraron muchas reuniones para tratar este tema tan importante y al final se acord que los vveres que llevaramos seran estos : 10 tarros de caf soluble, 10 botes de leche, 30 paquetes de galletas (10 unidades), 7 latas de carne de membrillo, 26 pastillas de chocolate piedra, 2 kilos de azcar en terrones, 20 sobres de sopas variadas, 7 botes de melocotn en almbar de Kg., 7 botes de tomate de Kg., 7 latas de atn, 3 litros de aceite, 1 kilo de sal, 100 sobres de sales minerales, 5 sobres de manzanilla, 5 sobres de poleo, 5 sobres de t, 2 tubos de sobrasada, 2 tubos de jamn, 4 botes de albndigas, 4 botes de alubias, 2 botes de carne de ternera, 2 botes de cocido, 4 kilos de salchichn, 6 kilos de patatas, 8 kilos de limones, kilo de cebollas, 10 sobres de refrescos, 1 kilo y medio de almendras, 1 kilo y medio de avellanas, 3 kilos de uvas pasas, 1 kilo de caramelos ctricos, 50 chicles, 15 kilos de pan casero, 2 kilos de confitura seca. Toda esta alimentacin dio un peso de 105 kilos, algo excesivo para nuestros medios de locomocin, pero necesario para nuestra estancia en la montaa. De esta comida, se prepararon bolsas conteniendo alimento suficiente para una cordada de dos personas para un da de actividad, estos preparados se llaman raciones de ataque y su contenido fue el siguiente: 200 gramos de chocolate, 400 gramos de uvas pasas, 200 gramos de avellanas, 200 gramos de almendras, 10 terrones de azcar, 2 limones, 4 chicles, 8 caramelos ctricos, 4 sobres de sales minerales, 1 litro de agua. Mi primera expedicin 322 El peso total de cada racin fue de 3 kilos y deban ser suficientes para resistir toda la jornada de actividad hasta el regreso al campo base, la cual se produca alrededor de media tarde. El resultado no defraud, ya que en realidad generalmente sobraba comida, al andar todo el da enfrascados en la actividad fsica. Naturalmente con un litro de agua no tenamos suficiente, pero el preciado lquido lo obtenamos de las torrenteras procedentes de la nieve, para lo cual llevbamos los 4 sobres de litines a fin de aportar los minerales que aquella agua no podan llevar. Con la experiencia de aquella salida realizamos un estudio-encuesta entre los componentes de la expedicin a fin de determinar lo que ms nos apeteca en aquella altitud y con aquella temperatura. Todo ello slo sirve de orientacin pues no todos los humanos tenemos los mismos gustos. Por mayora decidimos que la alimentacin ms apetecible en el campamento base fue esta: En las comidas: tomate, atn y cebollas. En las meriendas: sobrasada y jamn york En las cenas: patatas fritas y salchichn casero (seco o frito) En los postres: melocotn en almbar Claro que, tampoco tenamos mucho ms donde elegir. La leche y el caf soluble, apetecan caliente por las maanas, antes de iniciar las marchas y por las noches tras la cena, y fro despus de las comidas que se podan hacer cuando se lograba regresar temprano al campamento. Las galletas vinieron muy bien para los desayunos. El resto de la alimentacin, se consumi, naturalmente, pero sin la misma apetencia que lo mencio- nado. Las sopas las tomamos en dos ocasiones. Cabe destacar como alimentacin preferida las patatas fritas y el salchichn casero, bien seco o frito en la sartn, as como el atn, el tomate y las cebollas con los que se hicieron ensaladas, plato preferido debido al calor del medio da o media tarde. El pan casero que llevamos aguant y se pudo tomar aunque muy duro hasta el quinto da de nuestra llegada al campamento, o sea, al dcimo de haber sido hecho, observando que algunos panes empezaban a florecerse por algunos sitios a partir del cuarto da de campamento, no obstante tirbamos la parte florecida y el resto, aunque tenamos que partirlo a martillazos, nos lo comamos pues slo la corteza estaba dura. Estimamos que se debera haber previsto el suministro de pan o tortas de harina con un porteador desde la ltima aldea, extremo que recomendamos a futuras expediciones dado que el pueblo de Imlil se encuentra a slo una jornada del campo base y est bien surtido de alimentacin, informacin que no pudimos obtener antes de nuestra partida y que por lo tanto desconocamos. Al levantar el campamento se hizo recuento de la alimentacin sobrante que estaba compuesta por, cebollas, patatas, chocolate, caramelos, chicles, limones y galletas, todo ello en poca cantidad. Sopas, caf soluble, leche, avellanas, almendras y uvas pasas en cantidad algo superior. En Imlil regalamos parte de la alimentacin sobrante al guarda del refugio, trayendo con nosotros el resto que fue consumindose casi en su totalidad durante el viaje de retorno, como alimento complementario. Material personal El material personal fue pensado teniendo en cuenta las informaciones que habamos reunido de aquella zona. Segn nuestras referencias las temperaturas variaban frecuentemente, registrndose temperaturas de hasta ms de 40 grados durante el da y Anexo 323 descenda hasta 20 grados bajo cero durante la noche. Estas eran nuestras informaciones y con respecto a ellas, confeccionamos la lista de material personal que deba reunir, esencialmente equipo de verano, de abrigo y de ventisca o lluvia. La lista result esta: Para el viaje Zapatillas deportivas, calcetines blancos, pantaln vaquero largo y camisa blanca con escudo operacin. Descanso y campamento Botas Chiruca, calcetines de lana, pantaln corto, camiseta manga corta, equipo de montaa, botas de escalada, 3 pares de calcetines largos, pantaln bavaro, camisa afelpada, jersey de lana, gorro de lana, guantes de lana, plumfero, manoplas, polainas, pantaln de ventisca, pauelo grande, sombrero de ala ancha, cantimplora, cubiertos, aseo personal, gafas oscuras, chubasquero y linterna. Material personal de escalada Casco, mazo, juego de estribos, piolet y crampones. Todo el material reseado, fue el designado como necesario y aunque no se llegaron a registrar las temperaturas que nos haban anunciado como posibles, result el idneo para el desarrollo de todas las actividades. Material general de campamento Adems del material de campamento, incluimos en este captulo el equipo de repuesto que result efectivo, ya que ocurrieron roturas y prdidas. El listado fue el siguiente: 2 tiendas de campaa, 6 cubiertos, 1 plstico grande, 2 infiernillos de gas de campamento, 1 infiernillo de gas de ataque, 2 lmparas de gas, 8 cartuchos de gas de repuesto, 1 cazo, 1 sartn, 1 olla, 8 vasos de plstico, 8 platos de plstico, 1 paquete de cerillas, 16 paquetes de velas, 1 paquete de detergente, 2 estropajos, 1 botiqun de campamento, 2 botiquines de ataque, 3 tubos de crema para botas, 1 estuche de costura, 1 termo de 1 litro, 3 tubos de crema solar, 3 garrafas de plstico, 1 estuche de escritura, 2 pares de polainas de repuesto, 2 sombreros de repuesto, 2 banderas espaolas, 2 banderas marroques, 2 banderas operacin Atlas-71, 2 banderas C. Excursionista Eldense, 2 barmetros, 3 banderas grandes Operacin Atlas-71, 6 pilas de repuesto para linternas frontales, 2 brjulas, 1 cantimplora de 2 litros, 1 mochila porta material, 2 rollos de papel higinico, 10 metros de cordonera para bota de repuesto, 2 colchonetas, 2 esponjas, 1 rollo de hilo palomar y 10 pinzas para la ropa. Material de escalada Este captulo fue objeto de consulta con Don Lus Hoyos, Delegado de la FEM en Marruecos, pero poco pudimos averiguar al respecto, puesto que no sabamos en que lugares ms o menos nos habramos de meter una vez en la montaa y por consiguiente, tampoco l poda orientarnos ms all del aspecto general como as lo hizo, y fue por ello, que, ante este dilema, decidimos llevar un surtido de material lo ms variado posible, que result ser luego excesivo. Ya en los das prximos a nuestra partida lo presentamos, pero no nos atrevimos a quitar ninguna clavija, por temor a que fueran esas, precisamente las que luego nos hicieran falta. Luego, sobre el terreno nos daramos cuenta de que con slo una pequea variedad y algunas tipoU y americanas, sera suficiente, junto a varios tacos de madera. As pues reproducimos la lista de todo el material Mi primera expedicin 324 de escalada que llev la expedicin y que repetimos fue demasiado. Las clavijas en su mayora eran de importacin, de las casas Charlet Mosser, y Cassin, las de roca y Salewa las de hielo: 11 clavijas universales largas, 9 universales medianas, 8 universales pequeas, 2 clavijas con anilla, largas y planas, 1 con anilla, corta y plana, 2 con anilla, largas y estrechas, 1 con anilla, corta y estrecha, 2 clavijas estrechas, horizontales y largas, 1 estrecha, horizontal y mediana, 2 estrechas, horizontales y cortas, 2 planas, horizontales y largas, 3 planas, horizontales y cortas, 2 estrechas, verticales y planas, 6 clavijas tipo cuchara, 2 planas horizontales y medianas, 5 planas largas, 10 planas cortas, 10 clavijas Quer con anilla, 2 escarpias con anilla, 12 clavijas tipo U, 8 clavijas americanas, 6 clavijas de compresin, 1 clavija para hielo larga, 4 para hielo medianas, 4 tacos de madera, 4 buriles, 60 mosquetones Bonatti, 10 mosquetones nacionales, 2 cuerdas de 60 metros y 9 m/m, 2 cuerdas de 40 metros y 7 m/m, 1 cordino auxiliar de 30 metros, 6 cordinos porta material, 2 mazos de escalada de repuesto y 4 estribos de escalada de repuesto. Relacin de material de escalada abandonado Durante el transcurso de nuestras actividades en la montaa, Antonio Martnez Idaez, como Jefe del material de escalada, redact los siguientes partes de control: Da 21 de Julio: La cordada Maestre-Mart, se vio precisada a abandonar un cordino para el montaje de un rappel en mitad de la cara Sur del Akioud Norte. Ese mismo da la cordada Riquelme-Vicedo, abandon una clavija en la cumbre de La Tour, para reforzar el rappel ya existente. Da 22 de Julio: La cordada Maestre-Mere, abandon en la arista Este del Tadaft, un taco de madera al no poder recuperarlo. En la misma arista, se abandon una clavija y un cordino para descender del Espoln Eldense. El mismo da la cordada Riquelme-Cano, abandon en el Dedo de Tadat, dos cordinos para rappelar, ya que los que haban se encontraban deteriorados y no ofrecan seguridad. As pues, este fue el inventaro de abandonos de material de escalada en el transcurso de la Operacin Atlas-71: 2 clavijas de roca, 1 taco de madera y 4 cordinos de 2 metros y 9 m/m. Material fotogrfico El material de fotografa y cine que llev la expedicin fue el que a continuacin se relaciona y fue gastado en su totalidad con la nica excepcin de un carrete de fotografa en color, 4 de blanco y negro y 2 de diapositivas en color, resaltando la utilidad de las pilas de repuesto para el tomavistas as como el trpode y el disparador automtico. Calculamos bien en cuanto a fotografa, pero es evidente que nos quedamos cortos en cuanto a la pelcula de cine, que result insuficiente. El material fue este: 1 tomavistas, 1 trpode, 3 cmaras de fotos, 15 bombillas de flash, 15 rollos de pelcula en color 8 mm., 10 carretes de diapositivas en color, 1 disparador automtico, 1 flash, 8 pilas de repuesto para tomavistas, 10 carretes de fotografa en blanco y negro y 2 carretes de fotografa en color. Anexo 325 Relacin del material de costura Es interesante no olvidar este apartado. Nos resolvieron algunos problemillas los siguientes tiles: 2 bobinas de hilo rojo, 1 bobina de hilo negro, 2 bobinas de hilo marrn, 2 bobinas de hilo azul, 1 bobina de hilo blanco, 1 sobre con alfileres, 1 sobre con agujas de trampa, 1 tubo de agujas para coser, 10 botones para camisa, 10 botones para pantalones, 1 tijera, 1 dedal y 1 trozo de tela para remiendos. Material sanitario Para la confeccin de la lista del botiqun de primeros auxilios, buscamos el asesoramiento de farmacuticos y mdicos de nuestra poblacin, as como la experiencia en montaa del Dr. Manglano, mdico de la Escuela Nacional de Alta Montaa. Debamos tener muy en cuenta que estaramos en el campo base incomunicados y calculamos que en caso de un accidente no conseguiramos llevar al herido al lugar donde pudiera ser tratado en un tiempo menor a 8 horas. Si a stas les sumamos, las que adems seran necesarias para bajarlo de la montaa, el resultado es tan incierto, que optamos por llevar un botiqun lo ms completo que supiramos usar, ya que como no tenamos mdico en la expedicin tampoco necesitaramos instrumental especializado. En definitiva, completo pero lo ms sencillo y prctico en su uso, en caso de ser necesario: 1 botella de alcohol, 1 botella de agua oxigenada, 2 frascos de mercurocromo, 1 frasco de polvos antispticos, 2 bolsas de algodn, 6 sobres de gasa hidrfila, 8 vendas estrechas, 2 vendas anchas, 1 rollo de esparadrapo ancho, 1 rollo de esparadrapo semi-ancho, 1 rollo de esparadrapo estrecho, 2 pinzas, 3 tijeras, 1 goma torniquete, 2 tablillas, 6 dediles, 2 tarros de bicarbonato, 2 cajas de laxantes, 1 tubo de pastillas digestivas, 2 tubos de optalidn, 4 cajas de melabn, 1 caja supositorios cibalgina, 2 cajas de bristaciclina 3-Amp., 1 tubo de desmosan-cursi, 2 tubos de Avril 1 tubo de Sandostem + calcium, 1 tubo de Alecur, 2 tubos de cecrisina, 6 tubos cacao labial y 2 tubos crema solar nivea. Envasado del equipo El equipo de la Operacin Atlas-71 fue envasado a medida que las listas del diferente material fueron llegando a nuestro poder, a excepcin de aquellos alimentos que por sus caractersticas, se envasaron el ltimo da. Utilizamos para su acomodo en los medios de transporte aquello que consideramos ms idneo y prctico, resultando a nuestro entender, acertados. La distribucin y empaquetado fue el siguiente: Envase nmero 1 Caja de madera peso 28 kilos Clavijas, mosquetones, tacos, cordinos auxiliares, as como equipos de repuesto como polainas, pauelos, mazos, sombreros y estribos. Envase nmero 2 Caja de madera peso 67 kilos La llambamos el muerto pues en ella caba bien una persona, aunque algo encogida. En ella llevamos nuestros equipos personales de escalada: mazos, estribos, cascos, crampones, piolets, y tambin botas, colchonetas, cordel, cordoneras de repuesto, bolsos de plstico, pinzas para la ropa, lmparas de gas, infiernillos, clavos y las cuerdas de escalada. Envase nmero 3 Caja de madera 15 kilos Contena: crema limpia calzado, tiles de cocina como estropajos, detergentes, ollas, cazos, etc., crema solar, velas, cerillas, un termo, una cantimplora grande, papel higinico, plsticos, pilar de linterna, botiquines de asalto y las banderas. Mi primera expedicin 326 Envase nmero 4 Caja de madera 46 kilos Esta caja se destin a la alimentacin de mayor peso, como son las latas de comida diversa, dulce de membrillo, etc. As como los embutidos en tubo. Envase nmero 5 Caja de madera 28 kilos Al igual que el envase anterior, contena alimentacin variada considerada frgil como lo son los sobres de sopas, chocolates, galletas, almendras, avellanas y uvas pasas. Contena tambin los sobres de poleo, t y manzanilla, los tarros de caf soluble y los botes de leche. Envase nmero 6 Caja de madera 19 kilos En este envase slo se transportaban las cargas de gas de campamento y las pequeas para las cordadas de asalto. Envase nmero 7 Bolsa de mano 10 kilos Se trataba de una bolsa de deportes que contena las botas Chiruca de los expedicionarios. Envase nmero 8 Bolsa de mano 10 kilos Este envase llev el material fotogrfico, as como las brjulas, termmetros y el estuche de costura. Envase nmero 9 Mochila de carga 26 kilos El contenido de esta mochila fue el de los alimentos perecederos cuya compra se realiz en el ltimo momento, como patatas, aceite, limones, salchichn casero, etc. Envase nmero 10 Saco forrado 12 kilos De arpillera y forrado con otro saco de plstico en cuyo interior viaj el pan casero. El resto del equipo se llev suelto acomodado a los huecos libres en los vehculos, como esponjas para colchn, botiqun, tiendas de campaa, tomavistas y cmaras de fotos, trpode y una cartera con los listados y documentaciones, as como planos y croquis, necesarios para nuestro viaje siendo el peso de stos de 45 kilos. Los equipos personales viajaron en las mochilas de cada expedicionario. Seis en total, con un peso total de 42 kilos. Todo el equipo con un peso total de 348 kilos a los que haba que sumar el peso fsico de los viajeros, otros 394 kilos, (naturalmente, nos pesamos uno a uno) que sumaron un global de 742 kilos fue distribuido en los dos vehculos. El Simca-1000, traslad a cuatro miembros y el equipo posible en el maletero. Y al Renault 4-L le fueron eliminados los asientos traseros para aumentar la capacidad y comodidad de la carga, viajando en l los otros dos expedicionarios. Colaboracin Organismos oficiales Excelentsimo Ayuntamiento de Elda Delegacin Nacional de Educacin Fsica y Deportes Federacin Espaola de Montaismo Delegacin de la F.E.M. en Marruecos Escuela Nacional de Alta Montaa (Seccin Valenciana) Jefatura Provincial de Sanidad Diario La Verdad Semanario Valle de Elda Anexo 327 Casas comerciales, comercios y particulares que aportaron material Ferretera El Progreso 1 sartn, 1 olla, 1 cazo, 8 vasos de plstico, 8 platos de plstico y 200 gramos de clavos. Imprenta Azorn 50 carteles Operacin Postal. Antonio Busquier Reig 5 carretes fotografa blanco y negro y su revelado. Casa Butsir 2 faroles de gas y 2 infiernillos de gas. Norberto Navarro 15 pares de suelas para escalada fabricacin especial, 5 carretes fotografa color, 5 carretes diapositivas color, 2 carretes fotografa color. 5 carretes fotografa blanco y negro y 10 bombillas para flash. Casa Chiruca 8 pares de botas Chiruca de lona. Armera Torres 1 cantimplora de 2 litros, 1 termo de 1 litro, 6 pares de calcetines cortos, 8 juegos de cubiertos, 2 pares de polainas repuesto, 6 gafas de nieve y 1 mochila porteador. Ortopedia Dalmar 6 pares de botas de descanso, 3 clavijas tipo U y 1 brjula. Tejidos Valor 5 camisas blancas y 6 pares de pantalones vaqueros. Farmacia Ldo. D. Emiliano Vera Santos Material de Botiqun. La Operacin Postal La Operacin postal, fue para nosotros en un principio, nuestra posible tabla de salvacin. Sabamos que en otras ciudades catalanas haba funcionado pues los organizadores recaudaron una importante suma de dinero por este mtodo, que en nuestro caso, consisti en enviar a los socios de nuestro centro, amigos y dems particulares, una circular en la cual dbamos la noticia de nuestros propsitos y solicitbamos su voluntaria aportacin en pro de nuestra aventura. A cambio prometamos enviarle a nuestro regreso una postal conmemorativa de la Operacin Atlas-71, firmada por todos los expedicionarios. En un principio, como dije, pensamos que dara buen resultado para reunir los fondos que tanto necesitbamos, pero pronto nos dimos cuenta de que el pueblo eldense no estaba acostumbrado a estos mtodos y nuestros sueos y esperanzas de grandes colectas se fueron viniendo poco a poco abajo. De cualquier manera no nos vimos totalmente desamparados y aunque la recaudacin no fue excesiva, agradecimos la valiosa ayuda que tanta gente nos prestaba muy sinceramente y fue por ello que, en lugar de la postal prometida, decidimos corresponder con una memoria resumida de nuestra aventura, lo cual merm todava ms nuestras esculidas arcas. Quisimos entonces y hoy lo mantengo, que quedase constancia de aquellas personas que colaboraron con nuestro proyecto deportivo, convirtindose en los primeros patrocinadores del alpinismo de expedicin en Elda. Algunos de los relacionados, desgraciadamente ya no se encuentran entre nosotros, pero el recuerdo de su compromiso con el deporte sigue vivo. Estos fueron: Mi primera expedicin 328 A Rafael Amors Jimnez, Jos Andrs Beltrn, Francisco Albero Valverde, Federico Aylaga, Rialto Almendros, Asterio Almendros, Jos Luis Almendros, Jos Almendros del Rey, Francisco Albert Rico, Amparo Albert Rico, Vicente Aracl Gmez, Loli, Alfonso Ponsoda, Enrique Agull Rico, Alfonso Andreu Domnech, Francisco Andreu Domnech, Jos Aviles Bermudez, Almarcha, Candido Amat, Luis Albert Rico, Mercedes Albert Rico y Maria Dolores Albert Rico. B Jos Bermdez Castro, Lus Beltrn Montesinos, Juan Bernab, Domingo Botella Riquelme, Mario Barcel, Arturo Botella Riquelme, Arturo Botella Cant, Miguel Bel Garca, Miguel Bellod Prez y Alberto Beltrn Sempere. C Antonio Cerdn, Juan Cap, Jos Castaos, Joaqun Cayuela Prez, Antonio Cremades, Francisco Castell Albert, Francisco Castell Villena y Guillermo de Castell Adriensense. D Manuel Daz Cuenca, Pedro Daz Solera, Jos Dur Molina, Delegado de Deportes y Antonio Daurado Iglesia. E Jos Espinosa Verd, Daniel Esteve Poveda, Remedios Esteve Jimnez, Miguel Espaol y Emilio (sindical). F Vicente Freire Montesinos, Godolfredo Folgado Garca, Juan Ramn Fernndez y Lus Falc Sanjun. G Rogelio Garca Soriano, Pedro Garca Rubio, Demetrio Gutirrez, Diego Guerrero Delgado, Jos Antonio Girons, Gabriel Garca, Antonio Garca, Jos Mara Gonzlez Camelln, Antonio Garca Felipe, Pascual Gonzlez Martn, Jos Antonio Garca Vidal y Joaqun Gmez. H Enrique Hernndez, Jos Hurtado Prez, Jos Manuel Haro Rueda y Luisa Herrera. I Jos Iborra Garcia. J Carlos Jurado Durn, Manuel Juan Molina, Don Joaqun, Manuel Jimnez Martinez, Paul Jaspers y Jos Juan Cataln. L Anbal Lpez, Balbino Lpez Prez, Agustn Lpez, Octavio Lpez Lorente, Jos Lpez Merenciano, Pedro Luna y Hctor Lillo. Anexo 329 M Luisa Montero Gras, Manuel Martnez Lled, Rubn Martnez, Paquita Maestre, Pablo Maestre Prez, Jos Antonio Martnez Prez, Manuel Maestre Martnez, Francisco Maez Iniesta, Salvador Mauricio Alcarz, Antonio Mir, J. Morales, Nicomedes Martnez, Antonio Marco, Alonso Martnez, Antonio Martnez, Miguel ngel Martn Herce, Miguel Mateo del Val, Juan Antonio Maestre, Juan Moreno Ortega, Ricardo Montesinos Rico, Juan Mart Poveda, Vicente Mart Poveda, Antonio Martnez Villaescusa, Miguel Martnez, Antonio Martnez Francs, Juan Manuel Maestre Carbonell, Antonio Martnez Idaez, Francisco Moya Calleja, Rafael Montero Fernndez, y Maria Mill. N Roberto Navarro Ferrero, Juan Navarro, Jos Navarro Botella y Salvador Navarro Jimnez. O Fulgencio Orgiles Barcel y Jernimo Orgiles Hernndez. P Pedro Prez, Pedro Evelio Prez Azorn, Manuel Prez Verd, Ramn Peinado Puche, Pepito Prez, Evaristo Pitaluga, Carlos Pacheco Baeza, Jos Ponce, Francisco Bveda, Lus Pay Tendero, Maria de los ngeles Palao, Juan Pacheco Inojosa, Eduardo de la Paz, Joaqun Pastor, Manuel Pascual Boluda, Juan Bautista Prez Carbonell y Miguel Prez Beltrn. R Amparo Riquelme Albert, Rafael Rico Romero, Ubaldo Rodrigo, Juan Lus Ruano Chaves, Alfonso de la Rosa Rico, Juan Ruiz Linares, Juan Rubio, Trinidad Riquelme Martnez, Esperanza Riquelme Albert, Jos Riquelme Botella, David Rico Rico, Antonio Riquelme Albert, Jos Riquelme y Desamparados Riquelme. S Vicente Sanz, Miguel Sempere, Rafael Sirvent, Santiago Snchez Rodrguez, Pascual Soler Beneit, Manuel Snchez Gonzlvez, Jos Snchez, Jos Soriano, Juan Sancho Parejo, Jos Antonio Santio Reyes, Jos Lus Sanjun, Juan Snchez Sanz, Antonio Sirera Algarra, Julin Snchez, Cristbal Snchez, Maruja Santos Mira, Sanguinelty y Richard, Manuel Sanjun Beltrn y Francisco Toms Snchez. T Jess Tordera, Julin Torregrosa Navarro, Carlos Tamart Sez, Antonio Tormos y Juan Tortosa Ganger. V Mercedes Villaescusa, Isidoro Verd, Jos Valero Martnez, Francisco Vidal, Enrique Villa Templado, Francisco Antonio Valero Juan, Jos Lus Valero, Rafael Vercher Carratal, Jos Mara Vicedo Pay, Antonio Vera Blasco y Juan Verd Verd. * Mi primera expedicin 330 Balance de la Operacin Atlas-71 Recaudacin: Beneficio por subasta de varios objetos 950.-- Ptas. Venta de Escudos 2.716,50 Recaudacin por venta de lotera 20.225.-- Campaa Operacin Postal 11.172.-- Valoracin aportaciones material casas comerciales 15.920.-- Subvencin del Centro Excursionista 34.000,50 Total recaudado 84.984. Ptas. Gastos: Transportes 31.008.-- Ptas. Material de campamento 16.388,50 Material de escalada 1.920.-- Material fotogrfico 11.007.-- Alimentacin 11.159.-- Impresos 6.445.-- Varios 6.232.-- Total Gastos 84.159,50 Ptas. Su equivalente en euros es de 505,81 Supervit que pasa a la cuenta del G.E.C.E. 824,50 Ptas. Anexo 331 Bibliografa ALEJOS, Lus (2003) El montaero y aventurero Andrs Espinosa (1903-1985). Bilbao: Bilbao Bizkaia Kutxa. BARBER FRAGUAS, Salvador,(traduccin) (2005) Viajes por Marruecos Al Bey. Barcelona: Ediciones B. BAZAN LPEZ, Jos Lus. (2006) Elda en los aos 20 (1920-1929). Elda: Idella Urbana, S.L. BENEYTO VILALTE, David. (Coordinador lengua espaola)(2005) Montaas. Barcelona: Librera Universitaria. CENTRO EXCURSIONISTA DE CATALUA (1960 a 1971) Revista Montaa. Barcelona: Centre Excursionista de Catalunya. CENTRO EXCURSIONISTA ELDENSE. (1961 a 1967) Boletn Cumbres. Elda: C.E.E. CENTRO EXCURSIONISTA ELDENSE. (1988 a 1999) Boletn C.E.E.. Elda: C.E.E. ESTAN , Pedro. (2004) Diez montaeros con Ideales. Cuarte (Huesca): Ediciones Montaas y Hombres, S.L. (Barrabes Editorial). ESTEVE POVEDA, Daniel. (1999). Memorias de un presidente. Elda, Tomo 1 : Excmo. Ayuntamiento de Elda Caja de Crdito de Petrel. ESTEVE POVEDA, Daniel. (1999). Memorias de un presidente. Elda, Tomo 2 : Excmo. Ayuntamiento de Elda Caja de Crdito de Petrel. FAUS, Agustn. 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Los seis ltimos que se relacionan, han sido los que ms informacin me han aportado: El Reformista (1914-1918), El Vinalop (1903), El Liberal de Elda (1905), La Regeneracin (1900), La Lucha (1920), Cultura y Progreso (1915), Horizonte (1931), Heraldo de Elda (1913), El Pantano (1903), La Semana (1916), El Cronista (1932), Ficia (1966), Comparsas (1957), Amanecer (1916), El Adalid (1915), El Bien General (1886), Albor (1933), Elda Grfico (1928), Marcador (1956), El Criterio, Fallas de Elda, Dahellos (1949/1953) y Los diarios Informacin de Alicante y La Verdad de Murcia (aos 1970-1971). Semanario Idella (aos 1926-1930), Alborada (aos 1955-2005), Semanario Valle de Elda (aos 1956-1971) y Fiestas Mayores (aos 19842005). Archivos Decisivo y fundamental para el estudio del periodo que comprende el relato han sido, adems del Archivo de la Biblioteca Municipal de Elda, y la biblioteca del Club Alpino Eldense, los archivos personales cedidos al autor por Francisco Antonio Valero Juan, y Daniel Esteve Poveda, especialmente ste ltimo, cuya documentacin transciende el mbito local. Fotografas y grficos Han sido reunidas en este libro las imgenes ms representativas del montaismo eldense de la poca que se menciona, gracias a las aportaciones de: Daniel Esteve Poveda, Jos Navarro Brotns, Jos Poveda Yago, Miguel Verd Prez, Jos Miguel Mart Juan, Ricardo Vicedo Gonzlez, Octavio Lpez Lorente, Manuel Martnez Prez, Antonio Vera Blasco, Revista Alborada, Archivo fotogrfico del Club Alpino Eldense y del Autor. Igualmente, algunas de las instantneas han sido obtenidas digitalmente de la pelcula Operacin Atlas-71, por los Estudios Clich de Elda. Los dibujos y grficos corresponden a Lus Hoyos, Jos Francisco Maestre Prez, Pablo Martnez Cnovas y tambin al autor. *** Mi primera expedicin 334 Anexo 335 Este libro se acab de imprimir en los talleres Azorn, Servicios Grficos Integrales de Elda, en el mes de Noviembre y fue presentado en los salones del Casino Eldense el da 16 de diciembre, vsperas de la Navidad de 2006. Mi primera expedicin 336 Servicio de Informacin de Montaa del Club Alpino Eldense 2006 d ah ellos .com Cultura montaera eldense

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