Las mujeres también pintaban en la época de los Coloma
Elda pudo conocer una parte de la historia en la época de los Coloma. Fue durante la conferencia y presentación de la obra “’Pintoras’, las artistas del siglo XVI y XVII” de la historiadora Sara Rubayo. Esta actividad se englobó dentro del “Año Coloma” y tuvo lugar en la Fundación Paurides.
La historiadora del arte ha escrito PintorAs, un libro que recopila la biografía de más de 250 mujeres artistas y con el que busca reescribir la historia. Y es que si algo tiene claro Rubayo es que “la historia está incompleta, yo estudié la carrera y asumí naturalmente que no existían mujeres pintoras porque no nos presentaron a ni una sola, pero es mentira. Solo sacaban a hombres y ha llegado el momento de dejar de invisibilizarlas y darles el reconocimiento que se merecen”.
El libro recoge a pintoras desde el año 550 hasta el siglo XVII, algunas tienen biografías más extensas y otras más resumidas: “No hay mucha información sobre la mayoría, como historiadora he asumido el compromiso de poner el foco en ellas y decirle a los ‘señoros’, que hicieron y hacen mal en no hacerlo ellos y en ocultar parte de la historia”.
En su conferencia, Rubayo se centró en seis mujeres de la época de esplendor de los Coloma, los siglos XVI y XVII. Resaltó que las mujeres “lo tenían difícil para dedicarse al arte, tenían que ser monjas, hijas de artista o de la nobleza, también hay excepciones maravillosas”, dijo. Del siglo XVI destacó a Plautilla Nelli, monja y una de las mejores pintoras del Renacimiento que se atrevió a crear una Ultima Cena tras Leonardo Da Vinci y que impartió uno de los primeros talleres de pintura para mujeres; Clara Peeters, hija de pintor que hacia bodegones y que se autorretrataba, demostró ser una buena miniaturista; y, por último, presentó a Sofonisba Anguissola, quien realizó algunos de los mejores cuadros del Renacimiento.
Del siglo XVII resaltó a Giulia Lama, “una de las mujeres más maltratadas en el mundo del arte, pues innovó con un estilo veneciano, con tonos suaves pero con tenebrismo; Louise Hollandine, hija de Isabel de Inglaterra que se autorretrataba porque no podía ir a clase para autorreafirmarse como pintora; y Judith Leyster, que se ha descubierto que firmaba con el nombre de su marido pero los cuadros eran de ella”.
Rubayo, que fue presentada por la artista de CADMIO Mila Ortuño en esta actividad organizada por el Ayuntamiento y Fundación Paurides, aprovechó este acto para recalcar que “hay que hacer mucho ruido para que las mujeres y sus pinturas se pongan en valor, demostrar que los cuadros de ellas valen igual que los de los pintores”. Concluyó afirmando que “los historiadores están de acuerdo en que las pintoras eran más cuidadosas